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Aproximaciones a la unidad variable

de la illa en Huayllura

Lima 6 de mayo de 2016


Cuando
lleguéis a viejos, repetiréis la piedra,
Si es que llegáis a viejos,
Si es que entonces
queda alguna piedra.
Joaquín Pasos
Introducción

En diversos puntos de los andes, los pocos pastores de altura que quedan, todavía realizan
ritos para la reproducción de los animales domésticos en fechas puntuales a cada año. El
rito de los animales en los andes lleva la fuerza de reproducción mística al mundo real de
los humanos, donde se hace posible su utilización.

El presente proyecto artístico, se centra en el rito de la illa, que es realizada cada 24 de


junio en Huayllura a las alturas de Lima, este rito se centra en exponer, revelar una piedra
normalmente guardada, que sirve como herramienta mágica para negociar con la
naturaleza, la pequeña piedra, representa a un animal tanto simbólica y
morfológicamente. Esta piedra, a la que se le otorga mucho respeto, es capaz de comer
los órganos de quien la toca o se ase de ella por descuido. Es un rito que como tal, es
prehispánico; relacionado a las llamas y alpacas, sin embargo, en este caso, desde mi
experiencia con el toro, animal llegado recién con los españoles, no obstante, es tal la
armonía con la que el toro ha sido adoptado por las alturas andinas que los pastores lo
tratan y ven como si fuera autóctono. Es difícil rastrear cómo el mundo andino hizo del
toro un elemento tan importante a su cosmovisión, sin embargo, es aceptado que el toro
reemplazó al Amaru de las lagunas.

El día que la illa sale de su lugar es para encontrarse en un mismo espacio con su doble
(el toro) el hombre y la naturaleza. El pastor en la cúspide del rito, imita y no se sabe, si
al toro o a la illa que representa el toro. El pastor se sirve para obtener la fuerza de
reproducción venida desde el mundo místico mediante la illa, que es la palabra faltante
para dialogar con la naturaleza.

Con mi propuesta busco aproximar esta visión capaz de generar cruces de vida entre el
hombre, el animal, la piedra y la naturaleza, hacer brotar ese respeto imperativo sobre la
materia que en mi trabajo es realizado a través de la cerámica, ubicando y recreando los
elementos en un espacio muy próximo al que me tocó vivir en mi experiencia desde muy
niño al lado de mis abuelos porque necesito establecer la relación del rito con los sucesos.
Físicamente habitamos
un espacio,
pero,
sentimentalmente, habitamos en la
memoria.
José Saramago
Antecedentes

Los ritos componen el intermedio o el puente que sirve a la conducta humana para
relacionarse con la naturaleza, estando presente el aspecto sagrado (palabras, objetos o
personas que adquieren nueva dimensión) para aproximarse a entender el cabal de la vida.

En diversos puntos de los andes, los pocos pastores de altura que quedan, todavía realizan
ritos para la reproducción de los animales domésticos en fechas puntuales a cada año. El
rito de los animales en los andes lleva la fuerza de reproducción mística al mundo real de
los humanos, donde se hace posible su utilización.

Tuve la suerte de nacer en un lugar rural, entre pocas personas, con esa soledad
confortante que el amplio espacio ofrece, donde el tiempo es abrigo largo para el
espectáculo del paisaje y el trabajo. Aquel lenguaje sin palabras y la amistad silenciosa
que sólo los animales saben ofrecer. El lugar se llama Huayllura ubicado a 4000 m.s.n.m,
pertenece al pueblo de Huancahuasi, provincia de Oyón, Lima. Viví con mis abuelos
maternos hasta los 12 años, entre peñas y abismos, entre la soledad y la magia, entre algún
atisbo de globalización y ritos, entre costumbres que desconozco sus inicios, ya que el
más representativo tiene como pilar a las illas que en algún inicio fueron representaciones
de llamas, sin embargo, con mis abuelos representan a toros. Siendo un animal llegado
con los españoles, no se pude atribuir ser tan antiguo, por otro lado, es difícil rastrear
dónde y desde cuando se le venera al toro como si fuera un animal autóctono de las alturas.
Está el Torito de Pucará, las Conopas y el motivo de mi investigación; las illas, piedras
sagradas zoomorfas (toro en este caso), símbolo de fertilidad. “No son hechas por la mano
de nadie” (Macera 1992:65). Recogida por un ganadero, pero antes tocada por
illapa(rayo) en el rio, declara Rostowroski, para promover son su presencia mayor
cuidado y fertilidad entre los ganados.

La illa también entra a componer una serie de manifestaciones y cruces entre la piedra,
el animal, el hombre, la naturaleza y el Jirka (abuelo, cuidador), parte que pretendo volcar
con mi propuesta; aproximar esta visión capaz de hacer brotar ese respeto imperativo
sobre la materia(piedra-illa) que en mi trabajo es realizado a través de la cerámica,
ubicando y recreando los elementos en un espacio muy próximo al que me tocó vivir en
mi experiencia desde muy niño al lado de mis abuelos, junto a dibujos evidenciando la
concepción personal sobre la illa y haciéndome uso de una tinya que abarcará, abrigará
y unirán mis elementos.
2 Referentes

Las alturas de los andes ha tenido constante referencia directa con la naturaleza, ésta
siempre la desbordó en algún inicio, sin embargo, el hombre supo crear símbolos y llenar
su imaginario para soportar la magnitud de lo real, un ejemplo de aquello es que la estética
concomitante que ofrece alguna pieza, no es válida para sus ojos (ni tomado en cuenta
como bello), era más bien un mensaje para el más allá, para los dioses. El hombre andino,
vendría a ser en palabras de Zizek, un sujeto que pende de otro elemento para adquirir
una dimensión mayor y autónoma, por que recurre de las virtudes de algún elemento para
sentir y activar su magnitud con la naturaleza, alcanza una nueva dimensión dependiendo
de la materia (la illa) ubicado en la fecha más remota, en 1608, el Diccionario Quichua
de Holguín que ya identific como piedras con forma de llamas y alpacas, muy veneradas
que hasta se matan por ellas. La illa al no tener relaciones simbólicas significativas para
él mismo, no depende de elementos para adjuntarse poder, su intimidad está en su
envoltura que refleja la mirada simbólica del pastor.

La illa representa en este sentido la necesidad de negociar con la naturaleza, son intentos
de conexión, espacios liminales para la comunicación entre el pastor y la naturaleza, de
esta manera el hombre busca vencer las barreras que impone la naturaleza, funcionando
la illa como semilla; soporte material para sostener los elementos de la realidad, quienes
no se dejan engañar por la ficción simbólica y continúan creyendo en sus propios ojos
son los que más se equivocan (zizek 2008: 42). Por eso la illa aparte de ser un elemento
bisagra para la costumbre del Señalakuy, solo como forma no puede ser expresada
adecuadamente por el lenguaje, por lo mismo que está hecho desde lo simbólico para
anclar en lo real, lugar inaccesible para el lenguaje, modo que su sentido simbólico
equivale a su función, ligada y determinada con factores mágicos como la reproducción
de las piedras, la fuerza fundamental que se relaciona con la reproducción de los
animales domésticos y que en la forma concreta de estos animales manifiesta la fuerza
del mundo subterráneo místico (Hiroyasu 2013:145) con el Jirka, la enajenación abrupta
pero momentánea que conocen los que se aproximan a la illa para negociar con el
Jirka(abuelo). En este punto voy a prescindir al Jirka como un sujeto, sino más bien como
una entidad más amplia y abstracta: la naturaleza en cuanto a su acción sobre los
humanos.

En el Señalakuy el pastor vierte lo mejor de sus bienes para ser ofrecido a sus visitantes
y sobre todo para vestir metafóricamente a los animales, se les pone una warkapada( collar
de elementos orgánicos) , se les pones 3 cintas de dos colores diferentes, en este caso rojo
y amarillo que es la combinación del pastor de Huaillura, en los toros más bravos , los
cachos son limados para no causar daños, en las vacas de mejor desempeño en el Señalay,
vale decir en estar tranquilas y haber tenido buenas crías, se les ofrece una cinta adicional
a modo de vincha , con un espejo sobre la frente para poder en el futuro ubicarla desde
muy lejos por el reflejo que el espejo ofrece. Todos los animales son señalados con las
iniciales del dueño. Es un acto duro, las ascuas del fierro sobre el lomo del animal,
saliendo humo, el animal grita hasta el extremo, el eco devuelve el sonido y es de tal el
sentimiento del sonido de regreso que hace asimilar lo trágico del momento. La illa, sus
dobles están expuestos discretamente en algún lugar del corral, vigiladas por un anciano
mayormente. Toda esta performance de vestir y marcar al animal se hace porque
regresarán luego a las profundidades de las montañas quienes las verán y sabrá si es o no
debido ser benevolentes con el dueño de los animales. Porque al igual que la naturaleza
marca a los animales no domésticos como puma, zorro, vizcacha, etc. el hombre debe
hacer lo mismo con sus dominios (los toros) (Flores 1974: 252), este contexto hace
entender la múltiple labor de la naturaleza, marcar a los no domésticos y crear desde la
piedra la representación de los domésticos, porque al final quien da vida y protege a todos
los animales en general, es la naturaleza-Jirka

Siguiendo con la forma de la illa, en palabras de Bataille: el aspecto introduce el valor


decisivo de las cosas, es cierto en cuanto la illa parece contener un animal dentro, como
forraje que contiene a un toro. Es una etapa entre la piedra y el animal, el hombre en este
punto está casi relegado de la integridad de lo natural, por eso busca adentrarse con
elementos materiales llenos de simbología como la illa. Para el hombre de altura la forma
de la illa es la forma que la naturaleza crea para ella misma, para sus dominios, es la forma
atávica que ofrece la naturaleza, forma que habitualmente es tomado como pueril y
anodino.

Siendo la illa representación orgánica de un animal con materia pétrea, hay una
ambivalencia en cuanto al sentido de la vida únicamente con el movimiento, el alimento,
la muerte, la illa escapa a estas inscripciones ya que tiene un desarrollo vital en cuanto al
devenir y acentuar la forma del animal que representa. Si bien no denota una estética
canónica, existe un aura que exuda sabiduría y trascendencia adentrada en su pequeño
tamaño, oponiéndose a la monumentalidad para ser sagrado como es habitual.

Bataille (1970:19) considera que la fisionomía humana es la expresión del ser del
individuo, siguiente este prefacio, la illa sería la expresión morfológica del hombre para
dialogar con la naturaleza, un espacio llenado para no sentir el vacio ante el universo, es
una necesidad para el pastor, no una opción estética ni de estatus. No hay cultura atea,
Vich, toda cultura por pequeña que sea necesita de un soporte como amortiguador para
no caer en el olvido y la locura.

La ausencia de dios no es una clausura: es la apertura del infinito (Kojêve). En las alturas
no existe un dios autónomo, y la concepción de lo sagrado no tiene polaridad con lo
infernal, sino que ambas características están unidas armoniosamente revelando una
inestabilidad en las cosas, ya que el conocimiento que hace estable a las cosas, hace de lo
sagrado de las illas un elemento escurridizo para el estudio oficial porque se mueve en
otros parámetros, en lo desconocido, donde uno no puede ubicarse, donde no se encuentra
reflejo para empezar. La illa no es lo sagrado de un grupo o pocos años es la consumación
de muchas fes compartidas junto a cientos de años usada como herramienta mágica.
Porque para las ciencias humanas, conocer es saber cómo producir, sin embargo, hay
indicios sobre cómo es el proceso de la illa pero aquello no termina en saber cómo
producirla.

Las illas y su ambiente como un mundo aparte crean un mundo, el mundo que no es
espíritu inmanente en la materia a pesar que parte de la corporeidad de la piedra. La forma
de la illa es la palabra faltante para entrar a lo simbólico de la naturaleza.

El toro, la illa, el pastor, el lugar son inseparables del todo, están ligados en sí por razones
espaciales, temporales e históricos. La separación de la illa no implica su negación
humana respecto de la naturaleza, porque su belleza, su aura, su aquí y ahora no actúa,
solo es y se conserva, la illa con su forma huidiza de toro no sabe de muerte ni soportarla,
porque ellas seguirán por ahí, en algún lugar, los hombres juntos a sus juicios diversos
sobre la illa, pasarán.

El hombre para Hegel es la muerte que vive en una vida humana, la illa sigue
desequilibrando conceptos respetados, porque la illa, la piedra es la vida que habita en un
cuerpo inorgánico que dinamiza en variadas maneras entre los animales, el hombre, la
naturaleza y lo simbólico.
Referentes artísticos:

Mario Toral
3 Bibliografía
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Arguedas, José María (1987) indios, mestizos y señores. Perú. Editorial Horizonte.

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Flores Ochoa, Jorge (1974). Aspectos mágicos del pastoreo: Enqa,enqaychu,illa, y khuya
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Losack Mendizabal Emilio. Del Sanmarkos al retablo ayacuchano. Lima Universidad


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Žižek, Slavoj (1991) El acoso de las fantasías. Mexico: XXI.

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