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PATERNIDAD IMPERFECTA

Siempre pensé que sería especial ser padre, pero no a este nivel… hay momentos en el
que pienso que solo es un sueño, pero no, ahí está él… muy callado con sus ojos clavados
en mi silueta y muy callado pensando quizás que cosa, de esta manera me deja
pensando y al vez proyectando sus futuros pasos… es ahí donde me encuentro con los
primeros temores que tiene uno en la labor de padre: “fallar en esta misión”, pero de la
misma forma me respondo: “como pretendo fallar o cruzarme de brazos siendo él, la
personita que desde el momento uno se convirtió en mi mundo, mi vida, mi todo”. Ya
lo que pasa después es cuando uno comienza a sugestionarse con el entorno, generando
así un cuestionamiento de la crianza que lleva uno con su hijo, de esta forma podemos
hacer hincapié a los “estilos parentales”, ya que es fáciles opinar de manera que se
presta para caricaturizarnos ya sea como un papá obsesivo, cruel, el excesivamente
permisivo, el sobre protector, el autoritario, entre otros.
A fin de cuentas, todos estos estereotipos nombrados son solo eso, donde seguramente
cuando les llegue el momento se identificarán con alguno de ellos, pero de momento no
lo entenderán ya que deben pasar por la situación para lograr tener noción de ello… así
que simplemente estos estereotipos nos ayudarán a comprendes algunos extremos que
pueden ser dañinos para los niños.
El problema se da cuando usamos estas etiquetas con nuestros propios padres,
asociándolos injustamente con algún estereotipo nombrado anteriormente y solo para
sacarlos fuera de contexto, lo que es propio de una etapa o de otra reprochándonos
unos a otros lo que es ejercer la paternidad simplemente imperfecta. ¿Ejemplos? Según
estudios realizados, concuerdan que con instaurar reglas en casa como proponer ayudar
a poner la mesa nos convierte un padre autoritario, impedir a nuestro hijo que suba un
árbol de 60 metros no significa que seamos padreas sobreprotectores o incluso que
dejar que juegue solo en el jardín nos cataloguen como el padre despreocupado.
Estos dos meses como padre me he dado cuenta de que la crianza no es algo
matemático, la vida es más rica que encasillarse en una u otra categorías de
estereotipos. Lo lógico es que encontremos un poco de todo, además de muchas luces
y sombras con los que uno mismo intenta luchar día a día en el afán de superarse
deseando lo mejor para quien daríamos la vida, en mi caso… mi hijito “Agustín”.
Nadie nace sabiendo como ser padre, tener un hijo es una apuesta tan grande, que es
dejar entrar a tu corazón un ser libre, que puede inundar la vida de sentido mágico.
En definitiva, tener un hijo es uno de los riesgos más maravillosos del mundo, la mayor
locura que hayamos cometido nunca de la cual no me arrepiento, ni me arrepentiré
nunca.

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