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INTRODUCCIÓN
3. Componentes Demográficos
3.1 Mortalidad
Resumen.
Glosario
Bibliografía
Introducción:
El envejecimiento de la población mundial es un proceso intrínseco de la transición
demográfica, que es el tránsito de regímenes de alta mortalidad y natalidad a otros de niveles
bajos y controlados. La disminución de la natalidad y el progresivo aumento de la esperanza
de vida de las personas impactan directamente en la composición por edades de la población,
al reducir relativamente el número de personas en las edades más jóvenes y engrosar los
sectores con edades más avanzadas. La natalidad y mortalidad de la población mundial han
tenido un considerable descenso particularmente durante la segunda mitad del siglo pasado.
En México, la transición demográfica se refleja en el aumento de 28.5 años en la esperanza
de vida al nacer, la cual paso en promedio de 47 a 75 años de 1950 a 2015. En 2010 la
expectativa promedio de vida fue de 75 años, para 2030 se estima que llegará a 78.8 años y
a casi 82 años en 2050, un nivel similar al que actualmente tiene Japón, el país que tiene la
mayor esperanza de vida en el mundo. Como ocurre en casi todos los países, las mujeres
necesarios para permitir analizar las características de la población, y a través de los cuales
se pueden efectuar estimaciones de cómo va a evolucionar la población en el futuro tanto en
cuanto a su dimensión total, como en sus diferentes estructuras. En este sentido, acepciones
como Tasas de Mortalidad, Natalidad, Nupcialidad y Migraciones y su cuantificación servirán
como soporte técnico para efectuar las correspondientes proyecciones de la población, tanto
general como de un determinado sistema de pensiones.
El segundo tiene que ver con las consecuencias que una determinada estructura de
población tiene sobre los sistemas de Protección Social, que al constituir una de las mayores
garantías de estabilidad social, requieren de estudios continuos que permitan su constante
adaptabilidad a las cambiantes circunstancias del entorno, y entre ellas de una manera
importante a las derivadas de la evolución de la población.
1. Relación entre Previsión Social y Demografía.
La demografía es la rama de la ciencia que tiene como objeto el estudio de la población, su
Por todo ello hay una pauta general en todos los países consistente en tomar medidas
correctoras que permitan anticipar el futuro en relación con la influencia de la demografía en
el equilibrio futuro de los sistemas de pensiones y de seguridad social. En algunos casos ello
implicará no solamente actuaciones coyunturales, sino también reformas integrales de los
sistemas.
Con carácter general e independientemente de la situación de cada país se pueden ejecutar
acciones sobre aspectos puramente demográficos (política familiar ó de emigración), sobre
aspectos económicos como puede ser cambios en el sistema de financiamiento de la
seguridad social, ó sobre los distintos parámetros de la seguridad social, que pueden ir
destinados a mejorar la relación futura entre activos/pasivos, cambios en los requisitos ó
fórmula de cálculo de las pensiones, cambios en los niveles de cotización de la seguridad
social, etc.
Estas tres series de medidas son complementarias, pueden ser coherentes y son
generalmente compatibles entre sí, a condición de obtener un consenso social de parte de
todos los interesados (gobierno, sindicatos, empresarios, jubilados).
2. Tasas Brutas y Específicas.
2.1 Conceptos Básicos
Cuando se analiza el comportamiento y evolución de una población, se pueden efectuar
determinados tipos de análisis demográficos cuantitativos, mediante índices elementales.
Uno de estos índices lo constituyen las tasas, a través de las cuales se calcula la incidencia
o frecuencia con que determinados fenómenos aparecen o se producen en una población. De
hecho se ha dicho que una de las principales componentes del análisis demográfico son las
tasas.
En los fenómenos que se tratan de describir poniendo en relación un suceso que se ha
producido en un momento determinado con una población considerada, existe una forma de
cálculo que consiste en establecer un cociente que mida el suceso en relación con la población
media del período, llamándose a esta medida “tasa”. Las tasas, que se utilizan de una forma
muy importante en demografía, están asociadas a la variable tiempo, que desde el punto de
vista demográfico tienen dos consideraciones distintas: el tiempo como fecha, y el tiempo
como duración.
Entre los aspectos importantes que hay que tener en cuenta con respecto a las tasas, están
el de efectuar un minucioso análisis de aquellos fenómenos que se van a estudiar y qué
resultados concretos se quieren obtener, lo que se refiere tanto al propio concepto de tasas
como a la precisión de qué tipo de tasa se va a utilizar y si es apropiada a la finalidad que se
persigue.
En este gráfico, la evolución que en el tiempo tiene una persona, se presenta mediante
una semirrecta que tiene el origen en el nacimiento.
Ejemplo: Supongamos un niño nacido a mediados del año 1990, y que por tanto tendrá
un año después exactamente 1 año; su situación se refleja en el punto A dónde coincide
que tendrá 1 año de edad en el eje de ordenadas y estará situado a mediados de 1991 en
el eje de abscisas.
La representación gráfica de la evolución temporal durante ese primer año viene efectuada
por la recta que une los dos puntos O y A. Si este proceso lo seguimos en el tiempo, sucederá
que cada vez que transcurra un año calendario la persona irá cumpliendo un año más de edad,
con lo que la recta inicial OA explicada para el primer año, se irá prolongando en el gráfico
formando un ángulo de 45° con respecto al eje de las fechas, y su prolongación llegará hasta
aquel punto en el que la persona salga de la observación. Esta semirrecta que se visualiza en
el gráfico recibe el nombre de “línea de vida”.
Si en un momento determinado del tiempo se efectúa un recuento de la población, de forma
que se hace una clasificación de un colectivo por edades (por ejemplo en el Censo de un
determinado año), la representación gráfica de esta información se refleja en el esquema de
Lexis en una semirrecta que se denomina “isócrona” y que se dibuja de una forma
número de líneas de vida cortadas por una isócrona (segmento BC del gráfico) representa el
número de individuos con una determinada edad cumplida. Se puede decir por tanto que la
edad exacta hace referencia a un conjunto de personas que cumplen un aniversario a lo largo
de un período, en tanto que la edad cumplida hace referencia al número de personas que
tienen esa edad en un momento determinado.
Si reproducimos los ejes de fechas y edades del gráfico anterior, pero cambiando los
fenómenos que se van a explicar, se obtiene el siguiente gráfico:
Se ha hablado al principio de que las tasas es una de las medidas estadísticas aplicadas a
demografía. Normalmente cuando estamos situados en este campo, los resultados prácticos
se obtienen a base de considerar determinados colectivos, es decir no se establece a nivel
individual, son a un supuesto determinado de personas, en el que se cumplen una serie de
condiciones homogéneas en relación con el fenómeno que se va a estudiar.
Relacionando esta situación, con la consideración de la variable tiempo ya explicado, llegamos
a una clasificación que tiene en cuenta tanto al colectivo que se quiere estudiar como al
período en el que se realizan las observaciones para su estudio.
En esta situación se definen las “cohortes” como el conjunto de personas que se incorporan
a un conjunto de población que va a ser sometido a observación en el mismo periodo de
tiempo.
Un aspecto particular de las cohortes, lo constituyen las “generaciones”, definidas como el
total de la población cuyo estudio se refiere a su misma fecha de nacimiento. Generación del
2000 serán por tanto todas las personas nacidas en dicho año.
Las tasas intentan dar una medida de la frecuencia con la que un determinado fenómeno se
produce en una población. La medida será más ajustable cuánto más homogéneo sea el stock
o flujo del denominador dentro del cual se producen los sucesos que ocasionan el flujo del
numerador.
Por otro lado cuando se pone en referencia un acontecimiento que ha sucedido durante un
período de tiempo, con una población determinada, se pueden efectuar dos formas distintas
de cálculo:
Una de ellas establece la relación de acontecimientos, durante el período, sobre
colectivos de referencia al principio del período. Esta medida se llama frecuencia.
La segunda consiste en relacionar dicho acontecimiento, pero sobre la población media
del período. Esta medida se denomina tasa.
La frecuencia de muerte, en relación con una edad determinada x, se establece en función
de las muertes observadas entre las edades x y x + 1, en relación con el número de vivos a la
edad x.
La mortalidad es uno de los conceptos esenciales con lo que se estudian los fenómenos
demográficos. Básicamente se inicia el análisis de este suceso mediante un flujo que se
identifica con el fallecimiento.
Como ya se ha comentado, la medición de este fenómeno puede hacerse mediante tasas
brutas que se aplican al conjunto colectivo, o mediante tasas específicas, desagregadas por
edades. Lógicamente cuanto mayor sea este nivel de desagregación, mayor será la posibilidad
de análisis y por tanto más exactas las conclusiones que se obtengan.
Con carácter general se puede decir que dos son los aspectos que importan a la hora de
estudiar el fallecimiento: la cohorte dentro de la cual se produce y las causas que lo
produjeron.
El número de personas que fallecen cada año se conoce a través del correspondiente registro
estadístico oficial, que proporciona el dato básico a partir del cual se va a efectuar el análisis
del fenómeno. Para el estudio, dicho número debe relacionarse con los efectivos de todas las
edades que habrían podido morir durante el mismo período.
Como el riesgo del morir no es uniforme según la edad, la tasa bruta anterior se suele sustituir,
a efectos de utilizar análisis más completos, por un cálculo de la mortalidad x edades, de forma
que se relacionen los fallecimientos a una edad ó grupo de edades determinado, sobre la
población media correspondiente a dichas edades.
De la misma manera que el análisis más detallado se puede efectuar en función de la edad,
se puede ampliar también la clasificación según otras características del colectivo en estudio,
y especialmente la diferenciación entre varones y mujeres.
Por ello, se puede decir que en un principio la clasificación básica, que permite un análisis
pormenorizado de cómo se comporta una población en relación con el fenómeno muerte,
implica también una distribución entre varones y mujeres para cada uno de ellos una
subclasificación por edad.
Relacionado con la edad a que se producen los fallecimientos, se puede hablar de “mortalidad
infantil”, que se identifica con la tasa de mortalidad a cero años cumplidos, y que tiene una
importancia especial, y constituye un óptimo índice de las condiciones de mortalidad en esa
3.2 Natalidad-Fecundidad
Los valores de estas tasas reflejan altos o bajos niveles según los distintos países,
extendiendo una cierta correlación entre las tasas y el correspondiente nivel de desarrollo del
país.
Como ya hemos analizado en otros apartados, la tasa anterior no tiene una significación muy
importante, ya que existe una gran variación de la fecundidad según las distintas edades
correspondientes al intervalo 15-49 años. Por ello se definen tasas de fecundidad por edad o
grupos de edad como la relación entre el número de hijos nacidos de madres de una edad
determinada, sobre el colectivo de mujeres de dicha edad.
Es interesante, cuando se hable de demografía y se entre en análisis comparativos, observar
los distintos comportamientos entre zonas geográficas distintas, que permitan explicar sus
situaciones específicas. A título de ejemplo se presenta en el siguiente cuadro distintas tasas
de fecundidad por edades de tres países distintos, en los que su estructura corresponde a
perfiles de desarrollo distintos, y que a grandes rasgos se pueden identificar con países
subdesarrollados, en vías de desarrollo y países desarrollados.
Ejemplo:
La suma de las tasas de fecundidad general por edad de la madre en un año considerado
nos proporciona la tasa de fecundidad general, ó tasa global de fecundidad.
En un escalón más del estudio de la natalidad, y con objeto de estudiar el reemplazo
de una población en ausencia de mortalidad, se puede efectuar el cálculo pero referido
únicamente a las hijas, obteniéndose de esta manera la tasa bruta de reproducción
de momento, que es igual a la tasa global de fecundidad multiplicada por la proporción
de mujeres en los nacimientos.
Resumiendo, en relación con el proceso de natalidad se ha obtenido como principales, tres
relaciones como son la tasa de natalidad que relaciona los nacimientos de ambos sexos con
respecto a la población total, la tasa de fecundidad que liga los nacimientos con la población
de mujeres en edad de procrear, y la tasa de reproducción que liga el nacimiento de hijos en
relación con las madres.
En este apartado se deja de lado la situación de población cerrada con objeto de tomar en
consideración los movimientos migratorios, caracterizados por el desplazamiento de
determinados individuos de un lugar a otro. Dada la naturaleza de este fenómeno las
migraciones implican una serie de problemas de medición que explican a su vez las
dificultades de aplicación a este fenómeno de los instrumentos del análisis demográfico.
Una primera diferencia aparece entre el concepto de migrante y migración, ya que por ejemplo
un solo migrante puede realizar en un período determinado de tiempo más de una migración.
Con carácter general puede decirse que la migración viene enmarcada fundamentalmente en
tres características:
Estos movimientos, que para ser clasificados como migraciones requieren de un tiempo
de permanencia, se clasifican de migración bruta. A su vez la migración neta o saldo
migratorio se define como el saldo de salidas y retorno de los nacionales por un lado y
de las entradas y partidas de extranjeros por otro.
La emigración es un fenómeno muy diversificado que carece de la claridad conceptual de
otros. Una muestra de ello es la distinta forma que pueden presentarse como migraciones
internacionales de trabajadores, desplazamientos de refugiados, éxodo rural, migraciones tras
la jubilación. Cualquiera de estos elementos viene caracterizado por la distancia recorrida y la
duración de ausencia del migrante. Es por tanto necesario distribuir, por ejemplo, entre
migración interna o internacional, migración temporal o migración definitiva.
Con respecto al tiempo, para que un movimiento geográfico de las características anteriores
puede ser considerado como migración, ha de darse una duración mínima, que suele
considerarse del año.
La migración es sobre todo un proceso, ya que no puede considerarse únicamente desde la
óptica de la salida o llegada a un territorio de un individuo en un momento dado y, durante un
período determinado. El análisis del fenómeno debe ir más allá para comprender mejor su
naturaleza, analizar sus determinantes y sus consecuencias. Aún en el caso de limitarse a las
necesidades de análisis demográficos, los problemas se multiplican cuando nos enfrentamos
a la interpretación de los flujos de los indicadores demográficos de la migración.
El desplazamiento que es objeto de observación se muestra en un ciclo, y si no se identifican
los procesos de los que forma parte, el análisis puede carecer de sentido. Por ejemplo, si
durante el espacio temporal para el que se analiza el fenómeno ha habido en un territorio tres
entradas, de un varón de edad x, una mujer de edad y una joven de edad z, no es posible
interpretar estos desplazamientos si no existe una información adicional que permite identificar
corresponde un rectángulo tanto más largo cuanto mayor sea la población. En el eje horizontal
se suele representar a la izquierda varones y a la derecha mujeres.
La forma habitual que suelen tener las pirámides es la de un triángulo, ya que la mortalidad
produce un volumen menor de población de cada generación a medida que envejece, es decir
a medida que se desplaza en sentido ascendente en el eje vertical, hacia lo alto de la pirámide.
Sin embrago, dicho triángulo puede tener una forma más o menos irregular ya que hay también
otros fenómenos que intervienen en la pirámide, como por ejemplo disminución súbita de
determinadas generaciones por efecto de una guerra, un incremento más intenso por el hecho
de generaciones procedentes de una explosión en los nacimientos (baby-boom),
consecuencia de los accidentes de tráfico en edades jóvenes, etc.
Las características de una población, y su variación en el tiempo se reflejan en la forma de las
pirámides, que por ejemplo para la población México presentaron la siguiente estructura en
los años 1960 y 2000.
En la pirámide del año 1970, la estructura se corresponde con una población joven, con una
base muy amplia que refleja unas altas tasas de natalidad, y un vértice reducido en sus
efectivos debido a una menor esperanza de vida en dichos años. En aquel año, cerca de 50
por ciento de la población tenía menos de quince años de edad.
Si nos situamos en la pirámide del año 2000, se observa que su perfil es completamente
distinto del el año 1970, por las siguientes razones:
En el año 2000 se presenta una pirámide abultada en el centro que refleja el aumento
en el número de personas en edades jóvenes y laborales, así como con una base más
estrecha, que es el resultado de la disminución en la proporción de niños de 0 a 4 años
de edad.
En 2000, sólo una tercera parte de la población tenía menos de 15 años de edad y
cerca de 60 por ciento tenía entre 15 y 59 años.
Las cuantiosas generaciones que nacieron en la época de alta fecundidad (1960-1980)
comenzarán a engrosar la parte superior de la pirámide conforme alcancen la edad de
60 años. Esto producirá notorios cambios en la forma de la pirámide, que será cada vez
más amplia en su cúspide y más estrecha en su base.
Como casuística específica que condiciona la forma de la pirámide, cabe citar en este caso
dos situaciones importantes que afectan en su incidencia sobre el sistema de pensiones:
Un ensanchamiento en los grupos de edad para trabajar derivado de las generaciones
especialmente numerosas nacidas en la época del baby-boom (1960-1980) y que por
tanto constituyen un apoyo para facilitar una mayor recaudación para el sistema de
pensiones.
Un segundo efecto de esta generación es el que producirá cuando lleguen a la edad de
jubilación por el mayor volumen de gasto que se originará en pensiones y salud.
Las distintas estructuras que se reflejan en las pirámides de edades permiten efectuar dos
tipos de análisis comparativos: el estático que refleja la situación en un determinado momento
de una población determinada, y su relación con otras poblaciones distintas, y el dinámico que
Como se observa en las formas de las pirámides existen importantes diferencias de estructura
que reflejan el grado de envejecimiento de la población, siendo Europa la que tiene más
acusado este fenómeno y presenta una base más reducida a edades bajas, y un vértice más
amplio por efecto de la mayor esperanza de vida. La población más joven corresponde a África
con una base amplía consecuencia de un alto número de nacimientos, y poca población en
edades altas derivada de una alta tasa de mortalidad.
Tal como se ha comentado, las pirámides de edades sirven también para analizar la evolución
de una determinada población y como se ha modificado su estructura. Si se toma el caso de
la población de México y su proyección para 2030 y 2050, de acuerdo con la CONAPO la
pirámide poblacional se estima será la siguiente:
Población por sexo y grupos de edad (2030 y 2050)
Se espera que a mediados de siglo haya poco más de 36 millones de adultos mayores, de los
cuales más de la mitad tendrán más de 70 años. En el año 2000 residían en México 6.9
millones de personas de 60 años y más, en 2030 serán 22.2 millones y se espera que para la
mitad del siglo alcancen 36.2 millones. Cabe destacar que 72 por ciento de este incremento
ocurrirá a partir de 2020, lo que brinda al país apenas dos décadas para preparar las
condiciones que permitan encarar adecuadamente este proceso.
En definitiva, estos movimientos de población, que se ha expuesto en su dimensión temporal
retrospectiva, son muy importantes cuando además se utilizan a través de las técnicas que se
explican en estos temas, una previsión de cómo va a ser en el futuro su comportamiento, cara
a la incidencia que la misma va a tener en los sistemas de pensiones, por el volumen de
población que va a generar derecho a las prestaciones y por el potencial de personas que
podrán integrarse al mercado de trabajo.
RESUMEN
La visualización más sencilla de reflejar esta doble consideración del tiempo lo constituye el
esquema de Lexis.
Las poblaciones que tienen características comunes pueden clasificarse de la siguiente
manera: una “cohorte” es el conjunto de personas que va a ser sometido a observaciones en
el mismo período de tiempo. Y un aspecto particular de las “cohortes” lo constituyen las
“generaciones”, cuando la población que se estudia tiene la misma fecha de nacimiento. El
conjunto de individuos que se estudian en un instante del tiempo constituyen un “stock”
mientras que si la referencia es a un período de tiempo, la magnitud es un “flujo”.
La medición de fenómenos demográficos a través de tasas tienen dos distinciones básicas;
se habla de tasas brutas cuando el fenómeno que se estudia se establece sobre toda la
población, y tasas específicas cuando el fenómeno se estudia sobre determinadas edades o
cohortes. Este último tipo de tasa es el más significativo a la hora de estudiar el
comportamiento de la población.
Los tres fenómenos básicos que condicionan el cambio de estructura de una población en el
Generación: Conjunto de personas que han nacido en un mismo momento del tiempo.
Pirámide de edades: Representación gráfica de la distribución de una población por sexo y
edad.
Tasa bruta: Relación entre la frecuencia absoluta del suceso sobre la población observada.
Tasa de fecundidad: Relación entre el número de nacimientos en un año y la población
femenina en edad de procrear.
Tasa de mortalidad: Número de fallecidos en relación con la población total.
Tasa de natalidad: Número de hijos nacidos vivos en un año, con respecto a la población
total.
Tasa específica: Relación entre la frecuencia del suceso y la población observada,
atendiendo a una característica, como por ejemplo la edad.