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Por:
MARTA ELENA SMITH NIÑO
C.I. 27.314.977
La novela Casas Muertas (1955) del autor venezolano Miguel Otero Silva (1908-
1985) relata la decadencia de un pueblo del estado Guárico llamado Ortiz. La causa principal
de este fenómeno es la epidemia de paludismo, una enfermedad febril que se transmite por
picaduras de mosquitos. Así como el título delinea el ambiente general de la obra, Otero Silva
describe a Ortiz en el texto de la siguiente manera:
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en el Principio de Placer, que rige al Ello, y el Principio de Realidad y el Instinto de
Supervivencia, que residen en el Yo y el Superyó. De igual manera, procuraré establecer una
relación entre estos principios y la clasificación psicológica de Carl Gustav Jung sobre el
inconsciente humano. Jung clasifica el inconsciente en el personal y el colectivo. En el
segundo se encuentran los arquetipos, “imágenes primordiales” asociadas a motivos que
varían dependiendo de las condiciones históricas, pero que nunca pierden su modelo básico
(Jung, 1995, p.67).
Por otro lado, un elemento físico que caracteriza la personalidad de Carmen Rosa es
el jardín de su casa, puesto que ella ha dedicado todos sus esfuerzos a mantenerlo en buenas
condiciones en un pueblo conformado por “casas muertas”.
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por mantenerlo vivo y por protegerlo. Ciertamente hay un motivo para que esto sea así, que
Otero Silva lo describe como la huida de las condiciones de supervivencia que imperan en
Ortiz.
No obstante, el primer momento de reinvención ocurre una vez que Carmen Rosa
entabla una relación estable con Sebastián, habitante de Parapara, un pueblo vecino de Ortiz.
Sebastián es un joven de veinticinco años, impulsivo y valiente, que está en contra de la
dictadura de Gómez e incluso forma parte de un movimiento clandestino para liberar a
estudiantes presos por el régimen. Carmen Rosa, quien al principio se encuentra pasiva frente
a las decisiones de Sebastián y sobre asuntos políticos en general, decide apoyarlo cuando
conoce a peregrinos rebeldes familiares de uno de los estudiantes. Hay un viraje de un
Superyó apolíneo, atento a las normas sociales impuestas, a un Yo con una conciencia moral
compleja.
Otra de las causas de este cambio puede estar relacionada con el amor. Carmen Rosa
creció en un ambiente católico y conservador, pero con Sebastián descubre las pasiones
amorosas del Ello. Por más que hay una dialéctica entre su Superyó y su Ello, la
confrontación termina decantando en el fortalecimiento del Yo y en el personaje que ella
llega a ser al final de la novela.
-¿En qué piensas? Y ella dijo por primera vez unas palabras que Sebastián
estaba esperando desde hacía varias semanas: -Tengo miedo de que te vayas,
estaré muy triste cuando te hayas ido, pero la verdad, Sebastián, es que me
siento orgullosa de ti. (Otero Silva, p.56)
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con el entierro de Sebastián. Su muerte despierta de manera definitiva el Instinto de
Supervivencia de Carmen Rosa. Impulsada por el amor que sintió por él, por sus ideas
revolucionarias y emprendedoras, y por la comprensión de que la muerte de Ortiz es
inevitable, Carmen Rosa emigra del pueblo para fundar otro cerca de asentamientos de
petróleo, en Oriente.
Ahora, aquí hay una diferencia notable entre el derrotismo que señalé al principio de
este análisis y la actitud de Carmen Rosa: ambas posturas están conscientes de la decadencia
del pueblo, pero los demás habitantes deciden quedarse a esperar la muerte mientras Carmen
Rosa se reinventa cuando se va de ahí.
Como se ha podido observar en este breve ensayo sobre Casas Muertas, se puede
entender que el proceso de “reinvención” es mucho más complejo de lo que parece desde un
punto de vista superficial. En primer lugar, esta jamás se da inmediatamente después de la
crisis, puesto que tanto la decadencia como la reinvención son procesos de índole progresiva.
Si bien hay puntos decisivos, como muertes súbitas, guerras, entre otros, usualmente es un
hecho que tarda años en gestarse y consolidarse. Al momento de la crisis, el ser humano
recurre a mecanismos de defensa para abstraerse de las condiciones, y estos mecanismos
luego pueden decantar en la necesidad de superación o en la derrota psicológica, como se
pudo ver en el contraste entre Carmen Rosa y los demás habitantes de Ortiz.
La humanidad es diversa y es por ello que nos podemos encontrar con varias
reacciones ante mismos eventos. En cierta manera esa diversidad es la que nos hace humanos.
Sabernos mortales nos humaniza, como diría Savater y ¿qué mejor manera de humanizarnos
sino a través de una crisis que nos hace conscientes de la mortalidad de nuestros paradigmas?
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Referencias bibliográficas:
JUNG, Carl Gustav. El hombre y sus símbolos, Anchor Books, (Estados Unidos de América,
1995).