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Buenos Aires, Argentina, 1987; Santiago de Compostela, España, 1989; Czestochowa, Polonia,
1991; Denver, Estados Unidos, 1993; Manila, Filipinas, 1995; París, Francia, 1997; Roma, Italia,
2000; Toronto, Canadá, 2002; Colonia, Alemania, 2005; Sídney, Australia, 2008; Madrid, España,
2011; Rio de Janeiro, Brasil, 2013; Cracovia, Polonia, 2016; y el próximo año, Dios mediante,
Panamá 2019. Estas han sido las sedes y fechas de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ),
celebradas a partir de las respuestas de los jóvenes a san Juan pablo II, desde que éste los convocó
por primera vez dentro del marco del Año Santo de la Redención 1950. El santo Padre se percató
de que son muchos «los jóvenes de todo el mundo que quieren creer, que buscan a Dios, que
aman a Cristo y que quieren una comunidad para el camino» (YOUCAT, prólogo).
Tanto los inicios del Catecismo de la Iglesia Católico (CATIC), como de las JMJ, se dieron en un
mismo contexto. En la edición anterior, concluíamos diciendo que El Catecismo de la Iglesia
Católica es una «exposición completa e íntegra de la doctrina católica, gracias a la cual, cualquiera
pueda conocer aquello que la Iglesia profesa y celebra, lo que vive y ora en su quehacer diario»
(San Juan Pablo II, LEATAMUR MAGNOPERE). El CATIC fue una respuesta a la situación que
atravesaba el hombre, a las interrogantes más profunda que manaban de él, una reacción de la
Iglesia ante la situación del mundo y un anuncio de las Verdades más íntimas que ésta protege y
proclama. Pero estos hombres, tienen una manera de vivir concreta y diferente una de otra: no
vive ni piensa igual un adulto que un joven. Sumando esto, se llega a la conclusión de que es
necesario una traducción del CATIC hacia los jóvenes, así surge el Catecismo Joven de la Iglesia
Católica, el YOUCAT.
Si el CATIC busca ser una respuesta al hombre, en general, desde su vida y con ella desde sus
problemas; el YOUCAT es una respuesta al joven, que en medio de este mundo, donde muchos
dirían que la fe está pasada de moda, aún sigue buscando satisfacer los anhelos más profundos de
su existencia, al joven que está buscando a Dios.