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• La ciudad y el cambio climático – Julio Lumbreras
Todavía son impredecibles en su definición exacta pero los impactos que puede haber en
cuanto a aumento del nivel del mar, cambio de los patrones climatológicos de aumento de
eventos extremos, pueden ser muy relevantes a nivel de la población que vivimos en la tierra,
y es muy relevante porque tendemos a pensar que cuando emitimos algunas sustancias en la
atmosfera lo que sucede es que las emitimos, generan un impacto y desaparecen, y en el caso
de los gases de efecto invernadero no es así. Nosotros emitimos fundamentalmente CO2, el
principal gas de efecto invernadero y permanece en la atmosfera del orden de unos 100 años,
es decir desde que se emite hasta que vuelve a entrar en el ciclo del carbono pasan como
media 100 años, eso quiere decir que lo que estamos emitiendo ahora va a permanecer en la
atmosfera durante 100 años, y además, los gases de efecto invernadero se comportan como
una pila de agua donde hay un grifo abierto y empieza a caer agua, esa agua serían los gases
de efecto invernadero, pues esos gases no se van por el sumidero, se mantienen en la pila
en forma de gases o ya en el ciclo del carbono pero siempre van a tener un problema, van a
generar un problema, es decir, lo que estamos emitiendo ahora no lo vamos a poder eliminar
del ciclo del carbono y por tanto va a generar un problema durante toda la historia de la tierra
en el futuro.
¿Adaptación vs mitigación?
Entre los conceptos que se manejan en el cambio climático hay dos que son fundamentales de
entender, que son: la adaptación y la mitigación, que son dos estrategias para luchar contra el
cambio climático. La adaptación es muy sencilla, asumimos que buena parte de los problemas
del cambio climático de esos impactos van a suceder, y como ya van a pasar pues tenemos
que desarrollar estrategias para adaptarnos a esa situación. Como va a haber eventos extrem-
os, como van a crecer las sequias, van a crecer las inundaciones y los tifones, nos tenemos
que adaptar a esa situación; esas son las estrategias de adaptación.
Por otra parte, tenemos el concepto mitigación del cambio climático, que da lugar a las es-
trategias de mitigación del cambio climático, que es aun asumiendo que ya va a haber prob-
lemas, pongamos el foco en reducir esos problemas, en intentar minimizar lo máximo posible
la generación, la emisión de gases de efecto invernadero, para que no se produzcan esos
problemas. Entonces dentro de las estrategias de mitigación para reducir la concentración
de gases de efecto invernadero en la atmosfera tenemos a su vez dos posibilidades: primero
reducir las emisiones, y segundo, aumentar lo que se denominan sumideros de carbono.
Lo primero reducir las emisiones, consiste en estrategias para conseguir que se emitan menos
gases de efecto invernadero a la atmosfera, antes hablábamos del CO2 y de su persistencia
de 100 años en la atmosfera, pues intentemos reducir esa emisión, es decir si se consumen
menos combustibles fósiles, conseguiremos que se emitan menos gases de efecto invernade-
ro en la atmosfera y eso es la reducción de emisiones, y por otra parte, sería el aumento de
sumideros.
¿Qué son los sumideros?, son aquellas cosas que tenemos en la tierra que son capaces de
absorber gases de efecto invernadero, es decir, fundamentalmente masas forestales que lo
que hacen es a partir de su crecimiento, en el crecimiento de la masa forestal se consigue una
retención de CO2, consiguen esas masas forestales absorber CO2 y por tanto deja de estar
en la atmosfera y pasa a formar parte de su estructura celular, de esos bosques.
Entonces pasa entrar en el ciclo del carbono, el problema también es esos sumideros como se
gestionan, y como al final de su vida útil se consigue que no vuelvan las emisiones de CO2 a
estar en la atmosfera; pero si hacemos eso bien, pues los sumideros serían capaces también
de reducir la concentración de CO2 en la atmosfera.
Y por otra parte estarían las estrategias de mitigación, que como decíamos antes a su vez se
dividen en estrategias de reducción de emisiones, y estrategias de aumento de los sumideros.
En cuanto a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, cualquier iniciativa que
reduzca la combustión de combustibles fósiles daría lugar a una reducción de las emisiones,
por ejemplo, una movilidad más sostenible basada en una menor movilidad motorizada, en
un aumento de la movilidad en vehículos eléctricos, o por ejemplo, estrategias para reducir el
consumo en los edificios etc.
Y por último, habría iniciativas para aumentar los sumideros, en este caso los sumideros se-
rian como decíamos antes, esas masas forestales que absorben gases de efecto invernade-
ro, fundamentalmente CO2, y esas estrategias van encaminadas al incremento de los espa-
cios verdes, fundamentalmente de los parques en las ciudades y de las cubiertas vegetales,
además estas medidas pueden contribuir de forma significativa a la reducción de las emis-
iones, es decir, las medidas del aumento de los sumideros, las medidas de construcción de
parques, cubiertas vegetales, etcétera, también contribuyen a una mejora de la movilidad, un
cambio de los patrones de movilidad, y por tanto consiguen reducir las emisiones. También
pueden permitir la reducción de los consumos energéticos en los edificios, y por tanto a su
vez reducir las emisiones, y además, pueden constituirse en factores fundamentales para con-
seguir unas ciudades más saludables, y por tanto son intervenciones sinérgicas a la hora de
mejorar la ciudad en su conjunto.
• La agricultura y el cambio climático – Alberto Sanz
Hoy en día, más del 50% de la población mundial habita en ciudades. Se estima que en 2050
este porcentaje ascienda al 70%. Uno de los principales desafíos a los que nos enfrentamos
como especie es el cambio en los patrones del clima, tanto a nivel global como regional, acel-
erado en las últimas décadas como consecuencia de la liberación masiva de gases de efecto
invernadero a la atmósfera a resultados de la quema de combustibles fósiles en que se sost-
ienen nuestras sociedades.
En el caso del cambio climático, las ciudades, sus moradores, responsables políticos, agen-
tes de la sociedad civil, se han de coordinar para responder a las consecuencias del cambio
climático mediante estrategias efectivas de adaptación: ciudades resilientes. Pero, además,
las ciudades, por el gran número de procesos altamente emisores de gases de efecto inver-
nadero que tienen lugar en su ámbito de influencia (transporte, industria, calefacción, gestión
de residuos, etc.) son marco de referencia necesario para plantear y llevar a cabo políticas de
mitigación de cambio climático efectivas.
La mayor parte de los escasos estudios científicos realizados hasta la fecha en este ámbito
se centran en sectores como el transporte y la energía, sin embargo, la puesta en práctica
de estrategias de urbanismo sostenible que tengan como eje el establecimiento de espacios
de naturación y agricultura urbana puede dar lugar a una reducción de las emisiones de GEI
asociada a los procesos en los que se sostienen nuestros hábitos de consumo diarios en la ci-
udad. Y que están muy entroncados con un sistema agroalimentario profundamente ineficiente
en el uso d energía y gran emisor de GEI y otros contaminantes.
Las decisiones que tomemos en el ámbito urbano van a tener una gran repercusión en nuestro
ámbito más cerca y, lo que en ocasiones es más difícil de proyectar, en otras ciudades y re-
giones que nos proveen de los recursos que consumimos en la ciudad tras ser transportadas
cientos o miles de kilómetros. Es por lo tanto crucial replantearnos, desde nuestra condición
de ciudadanos/as, nuestro rol como consumidores: de dónde procede lo que consumimos y en
qué medida su producción y transporte afectan al medio.
Dada nuestra condición de urbanitas y el elevado consumo, altamente localizado, que esto
supone, los huertos urbanos se conforman en ventanas o puentes de comunicación entre el
ámbito urbano y el rural. Hecho que, además de tener implicaciones psico-sociales positivas
pueden hacernos modificar nuestros hábitos de consumo.
De esta forma, conocer de dónde vienen y cómo se producen los alimentos que comemos,
así como el impacto que suponen esos procesos y su transporte implicará una reducción de
nuestra huella de carbono y, en consecuencia, la de nuestros barrios y ciudades.
• La ciudad resiliente – Francesca Olivieri y Raquel Guerra
Pero, ¿y qué se entiende por resiliencia? En general, el concepto alude a “la capacidad de un
sistema para responder de manera flexible a cambios de situación y a oponerse a factores sin
transformarse en un estado diferente.”
En particular, resiliencia urbana se refiere al “grado en el cual las ciudades son capaces de
soportar los cambios antes de reorganizarse totalmente”. ¿Y a qué tipo de cambios nos referi-
mos? No sólo a aquellas amenazas derivadas de riesgos naturales, sino a los nuevos escenar-
ios tras conflictos armados, así como, los efectos de cambios sociales o económicos.
Establecer una metodología que conduzca al diseño y ejecución de modelos resilientes supone
combinar medidas de mitigación (propias de un enfoque sostenible) con estrategias resilien-
tes. Es fundamental que se integren de una forma transversal y holística, con un planteamiento
serio a largo plazo.
Un primer paso es identificar las zonas de riesgo de un determinado lugar. Seguidamente, hay
que caracterizar los posibles riesgos que se darían en casos extremos futuros. Y, por último,
diseñar y aplicar estrategias resilientes que permitan a las ciudades y edificios adaptarse y
resistir a los peores escenarios.
Por otro lado, es imprescindible entender que la aplicación de estas medidas de adaptación
siempre va a aportar beneficios sociales y económicos, independientemente de que tenga
lugar un desastre natural o humano.
A escala urbana, podemos aprender de las lecciones del pasado a través de las ciudades
históricas para afrontar acciones futuras, siendo conscientes de su vulnerabilidad.
Por otro lado, proyectar una ciudad resiliente supone evaluar sus propias vulnerabilidades
e implicar de forma participativa a la sociedad civil y a los gobiernos locales. Al mismo tiempo,
hay que dotar a la ciudad de planes de gestión y medidas específicas de mitigación y pre-
vención.
A escala arquitectónica, desde las fases más iniciales de proyecto, el edificio resiliente se
plantea como un sistema en sí mismo, capaz de absorber cualquier perturbación, mantenien-
do su estructura y función originales. Podemos destacar algunas estrategias concretas:
• Utilizar materiales y sistemas de bajas emisiones de carbono.
• Proyectar edificios energéticamente eficientes
• Diseñar edificios que maximicen el aprovechamiento de la energía solar y con programas
de uso flexibles adaptados a posibles cambios futuros.
• Diseñar para la mayor durabilidad y resistencia del edificio.
• Utilizar materiales y productos locales.
• Reducir las emisiones de carbono durante todas las fases del proceso constructivo y la
vida útil del edificio.
• La mayoría de las estrategias necesarias para alcanzar la resiliencia resultan ser exacta-
mente las mismas que durante años han sido promovidas por la sostenibilidad.
• Sin embargo, la motivación es diferente, ya que las estrategias resilientes van un paso más
allá de las medidas de mitigación, atendiendo a estrategias que garanticen la seguridad de
vidas humanas ante desastres naturales o humanos.
• El diseño resiliente es complejo y con múltiples facetas, lo que implica un planteamiento a
largo plazo para afrontar tanto los peores escenarios de desastre como el día a día.
• En resumen, los edificios necesitan ser resilientes para ser verdaderamente sostenibles.
Se requieren enfoques de gobernanza, tanto transversales como globales, a escala local y
regional, pública y privada, para administrar las medidas de adaptación con eficacia.
• Y, por último, la introducción estratégica de vegetación en ciudades y edificios constituye
una de las principales herramientas para la consecución de escenarios resilientes.
• La ciudad en diálogo con las personas – José Luis Cruz
Con las ciudades modernas surgen nuevas formas de relación social. Durante siglos el tipo
de vínculos existentes entre los habitantes de aldeas, pueblos y ciudades antiguas eran de
parentesco, amistad o vecindad. Algunos autores hablan de relaciones de comunidad. Con el
surgimiento de las ciudades modernas de la mano de la Revolución Industrial las relaciones
cambiaron hasta tal punto que se hizo necesaria una nueva ciencia para poder explicarlas: la
sociología.
Las ciudades se construyen en torno a las fábricas y siguen una lógica muy similar. Un grupo
de personas especializadas en diferentes labores que se organizan para la realización de un
trabajo.
La racionalidad en las relaciones sociales va ocupando poco a poco el espacio que ocupaba
el sentimiento en las relaciones de parentesco, amistad o vecindad. Ya no se puede hablar
de comunidad sino de asociación. La Revolución Industrial marcó también nuevas formas de
relación con la naturaleza.
La maquina de vapor incrementó exponencialmente la capacidad de trabajo y por tanto de
transformación del medio.
El respeto ancestral por la fuerza de la naturaleza daba paso a una nueva etapa en la que la
naturaleza sería considerada como una fuente ilimitada de recursos para el desarrollo del ser
humano. La ciudad pasa a ser símbolo de progreso. Comienza el empeño de la ciudad por
distanciarse del campo como símbolo de pobreza e incultura.
La racionalidad urbana e industrial expulsa cualquier forma de naturaleza que no contribuya a
la mejora de la producción.
Más recientemente, la Revolución Digital ha supuesto una vuelta más de tuerca. Las ciu-
dades desnaturalizadas se convierten también en ciudades deshumanizadas en las que las
relaciones virtuales sustituyen al contacto humano directo. Correo electrónico, teléfono móvil,
Whatsapp, Skype, compras online, permiten las relaciones personales y comerciales sin pres-
encia física. Esta nueva realidad genera un vacío en las personas.
La naturación urbana y, especialmente, la agricultura urbana son una reacción social a esta
desnaturalización y deshumanización de las ciudades.
¿Cuáles son los motivos que llevan a esta naturación urbana y especialmente a participar
en jardines y huertos urbanos?
Los trabajos que estamos realizando apuntan hacia cinco tipos de motivaciones:
Motivaciones Individuales
- Contacto con la naturaleza
- Desarrollo de capacidades
- Recuperación de raíces familiares vinculadas al campo
Motivaciones Sociales
- Espacio de encuentro
- Trabajo en equipo
- Hacer barrio
Ambientales:
- Búsqueda de una ciudad más respetuosa con el medio ambiente, más verde.
Económicas:
- Autoabastecimiento
Políticas:
Los huertos urbanos como espacios de reivindicación de políticas que den respuesta a estas
necesidades.
A todo ello hay que añadir una creciente preocupación e interés por la calidad de los alimentos.
La preocupación por:
- la salud,
- saber lo que se come,
- un contacto más directo con el productor y poner en valor el trabajo del agricultor tradicional
- la pérdida de confianza en la agricultura industrial consecuencia de crisis alimentarias,
- el interés por recuperar el sabor de algunos alimentos
Son también ideas que están muy presentes en el caso de la agricultura urbana. Por tanto,
la participación de la ciudadanía en experiencias de naturación urbana busca recuperar las
relaciones sociales y con la naturaleza. Busca una ciudad más humana, amable y habitable.
• Visión internacional de la naturación urbana: retos y posibilidades – Julián Briz e
Isabel De Felipe
En primer lugar, tenemos lo que llamamos una ciudad ‘isla’ donde los asentamientos urbanos
están rodeados y dentro de toda la naturaleza, son las primeras etapas de la humanidad,
asentamientos, por ejemplo, los deltas de China, deltas de India, Mesopotamia, incluso más
adelante las propias villas romanas o medievales, empieza a haber esa naturación urbana.
Sin embargo, el propio movimiento de las ciudades hace que se vaya expulsando la naturaleza
por motivos muy diversos, es decir, falta de espacio, especulación con el terreno, entonces
es lo que podemos llamar una ciudad “fortaleza” es decir, aquella que está separada comple-
tamente de la naturaleza. Este tipo de ciudad no es sostenible, es decir, estamos viendo las
grandes metrópolis donde las personas viven completamente fuera de la naturaleza. Entonces
surge el nuevo modelo, la ciudad que podríamos llamar “archipiélago”, ¿qué es el archipiéla-
go? Tratamos de incorporar zonas de la naturaleza en nuestro entorno, esta es la nueva fase,
el nuevo intento como ocurre en ciudades como Singapur, Copenhague u otras que tratamos
de ocupar aquellos espacios todavía aprovechables dentro de la ciudad para enverdecernos y
tener la naturaleza cerca, en nuestras proximidades.
El tema naturación urbana hoy día se extiende desde Australia, Nueva Zelanda, hasta pasando
por toda Asia, América del Norte y del Sur, etcétera, en Europa por supuesto. A nivel nacional
hay muchos países como por ejemplo Francia, en la Asamblea Nacional en el cuál ha decidido
que todos los edificios nuevos tienen que tener una terraza verde o tenemos ayuntamientos
tan importantes como pueden ser Toronto o Chicago que están haciendo un énfasis especial
en sus ciudades en que tengan naturación urbana, Japón lo que hace es que acelera cuando
una empresa quiere edificar una terraza verde en un edificio nuevo, entonces el gobierno, la
administración acelera los permisos y claro eso supone unas grandes ventajas.
En otros países como por ejemplo en Alemania, lo que hacen es que tienen un descuento en
impuestos porque se sobreentiende que al tener un tejado verde pues está reteniendo el agua
que no sale a las alcantarillas y eso hay que primarlo, pero luego hay otros temas también
muy interesantes como es por ejemplo todo el tema de la naturación urbana en ciudades como
El Cairo, en el cual están poniendo en las casas que tienen un techo plano están haciendo
huertos urbanos que sirven para alimentación y además mejoran la distribución al hacerlo
en kilómetro 0, etcétera. Otro tema importantísimo es por ejemplo los corredores verdes que
están haciendo en la India o en China, en la India concretamente, desde Nueva Delhi hasta
Mumbai, un corredor verde de nuevas edificaciones modernas que lo primero que han incorpo-
rado es la naturación urbana o por ejemplo en China para el tema tremendo que tienen de con-
taminación, cada vez está primando más el que tengan incluso invernaderos en las grandes
superficies o superficies naturadas encima de los edificios. Y luego tenemos el tema de los
colegios por ejemplo en Méjico, en la Ciudad de Méjico que están obligando que los colegios
tengan un pequeño huerto para que luego mejore la alimentación de los niños y de sus familias
y además cambien la mentalidad hacia productos hortofrutícolas.
Luego hay ciudades en las cuales están consultando a la gente o incluso recogiendo, como
decía antes, las ideas de la gente. En este caso podríamos hablar de Londres o de nuestro
Madrid, que tenemos por ejemplo el tema de los huertos urbanos o sea que cada vez hay más
conexión entre los huertos que han nacido de la ciudadanía con el ayuntamiento, está reco-
giendo las ideas que se habían dado, es decir, podemos hablar de un motón, muchísimos más
ejemplos en los cuales a lo largo de todo el mundo sobre el tema de naturación y como se está
incorporando en nuestras vidas hoy día la gobernanza de esa naturación.
• La importancia de los parques y jardines en la naturación urbana – Isabel Alguacil
Pero ¿por qué buscamos esa relación con la naturaleza? ¿Qué nos aportan las plantas en las
ciudades?
• Aspectos saludables:
Uno de los aspectos esenciales de la presencia de los parques y jardines públicos en las ciu-
dades es el uso de estos lugares como zona de ocio, descanso y recreo que podemos disfrutar
a diario. Caminar, jugar, leer, descansar, hacer deporte, cualquier actividad va a ser mucho
más agradable rodeados de vegetación. Es un punto de encuentro social entre compañeros
de trabajo, vecinos y amigos.
Además, la conexión con la naturaleza la llevamos en nuestros genes y de manera inconsci-
ente nos sentimos más relajados y felices rodeados de plantas. Un entorno con elementos
vivos nos transmite vida, salud y relajación. Por eso también las plantas en el interior de las
viviendas nos reconfortan.
Los jardines botánicos que surgieron para el estudio de la botánica y de especies y variedades
de plantas que se traían de otras partes del mundo, sirvieron para acercar a la clase media el
gusto por el cultivo de plantas. Y lo que hace siglos eran fincas y jardines privados hoy se han
convertido en los parques y jardines públicos más extensos del centro de la ciudad.
Todos estos parques son verdaderos pulmones donde se renueva el oxigeno de las ciudades.
Pero para que esta renovación sea real y eficaz, lo verdaderamente importante, no es el
tamaño de los parques, sino que estén conectados entre sí mediante corredores o pasillos
verdes con arbolado para crear corrientes de aire y se renueve la atmósfera.
• Aspectos estéticos:
En la historia del urbanismo, los parques públicos empezaron a aparecer después de la se-
gunda guerra mundial en las nuevas ciudades jardín, buscando ese contacto con la naturaleza
muy cerca de casa. Estas zonas cambiaron el aspecto de las ciudades, introdujeron masas
arboladas en medio de edificios y cambiaron el paisaje de las ciudades.
Los jardines y parques urbanos también han ido cambiando su morfología lo largo de los años,
y se puede observar la evolución del diseño de jardines y las tendencias en arquitectura del
paisaje como reflejo de los gustos y las modas de la sociedad. Es una manifestación artística
muy valiosa que utiliza las plantas como elemento constructivo.
Como conclusiones, la naturación urbana presente en nuestros días abarca parques, terrazas,
huertos, jardines verticales, que intrínsecamente aportan belleza y personalidad a cada ciu-
dad.
Los parques y jardines en nuestras ciudades son tan importantes como las viviendas en las
que vivimos y los edificios en los que trabajamos.
• Las plantas en la mejora de la calidad de la vida urbana – Óscar Domínguez
Las plantas han determinado siempre la evolución del planeta. En la fotosíntesis utilizan la en-
ergía del sol para producir el oxígeno que precisamos los animales para respirar. En el mismo
proceso el CO2 se convierte en alimento formando así la base de la pirámide ecológica. La
base de cualquier ecosistema son sin duda las plantas. No se pueden excluir del ecosistema
urbano por sus beneficios directos e indirectos. Es necesario estudiar y replantear su ubi-
cación dentro de las ciudades y aumentar su presencia. Las plantas en las ciudades pasan
normalmente desapercibidas, pero las echamos mucho de menos cuando faltan.
¿Cuáles son los beneficios que aportan las plantas al ecosistema urbano?
Beneficio sensorial, oxigenación, sombra, aumento de la humedad ambiental, depuración del
aire.
Cuando esta lluvia es torrencial, los daños en depuradoras y cauces pueden ser muy impor-
tantes. Resulta paradójico que las plantas que tan útiles son para el ecosistema urbano no
dispongan en ocasiones del agua que el propio ecosistema se permite despreciar. Pero esta
agua expulsada del ecosistema está contaminada por distintos agentes.
¿Es posible utilizar las plantas para la depuración del agua?
El principio de acción es similar a la descontaminación del aire, pero en este caso son unas
plantas con unas características especiales llamadas macrofitas, capaces de reducir la mate-
ria orgánica disuelta en las aguas contaminadas.
Estas plantas podrían desarrollarse en tanques o albercas en cubiertas o jardines que alma-
cenasen el agua de lluvia o grises evitando que lleguen al alcantarillado, librando así de esta
carga sobre todo en épocas de lluvias intensas.
Esta agua depurada junto con sistemas de riego eficaces puede mantener la importante masa
vegetal necesaria para un ecosistema urbano sano.
Además de un valor estético, las plantas en el ecosistema urbano tienen una clara funcionali-
dad. Es necesario adaptar las ciudades para albergar plantas. La depuración in situ del agua,
junto con los sistemas urbanos de drenaje sostenible y sistemas eficaces de riego pueden
mantener una vegetación diversa responsable de depurar el aire contaminado. Ya no debe
sonar descabellado plantear albercas en azoteas, plantar céspedes, ajardinar cubiertas, forrar
edificios con jardines verticales o hacer huertos allí donde exista una superficie soleada.
• Estrategias locales de naturación para la adaptación al cambio climático – Alicia
Carvajal y Luis Tejero
¿En qué contexto se enmarcan las políticas de Naturación Urbana que se impulsan des-
de el Ayuntamiento de Madrid?
La naturación urbana se plantea desde el Ayuntamiento como parte de la estrategia de adapta-
ción al cambio climático por medio de soluciones basadas en la naturaleza, para aprovechar
el potencial transformador de este tipo de iniciativas y construir una ciudad más resiliente,
sostenible y equitativa.
Frente a estos retos, las soluciones basadas en la naturaleza, y entre ellas la naturación urba-
na, se plantean como herramientas para mejorar la gestión de aguas y las condiciones micro
climáticas de forma sostenible económica, social y medioambientalmente. A la vez, ofrecen la
oportunidad de abordar otros problemas clave de la ciudad como son la calidad del aire o la
pérdida de biodiversidad urbana. Se alinean, además, con las estrategias de mitigación y el
cambio de modelo hacia la neutralidad en carbono. En ese marco el Ayuntamiento desarrolla
el programa Madrid+Natural.
Estas actuaciones se organizan en tres escalas: en la escala edificio, la escala barrio y la es-
cala ciudad. En cada una de estas escalas los objetivos, las medidas, las soluciones basadas
en la naturaleza tienen unos objetivos específicos y unos objetivos globales.
En el caso de los edificios, los objetivos específicos son la mejora de la eficiencia energética
del edificio o de la acústica. Los beneficios globales que presentan estas soluciones en los
edificios van dirigidos a la reducción de la isla de calor o la laminación de avenidas de agua
de lluvias torrenciales en la ciudad. En la escala de barrio estamos trabajando en la aplicación
de criterios de adaptación al cambio climático en obras de remodelación de calles y plazas.
En este sentido, lo que se pretende es mejorar el microclima urbano y el confort en los espa-
cios urbanos, y a la vez contribuir a ese objetivo global que es la mitigación de los efectos del
cambio climático, reduciendo el efecto de las olas de calor con un efecto de enfriamiento o
mejorando la gestión de las aguas de escorrentías en la ciudad. La tercera escala, estaríamos
en la escala ciudad, y en esta escala lo que pretendemos es desarrollar proyectos que trasci-
endan del ámbito del barrio o del distrito y que tienen un efecto en el conjunto urbano. Algunos
ejemplos son la intervención en el río Manzanares, que trata de re naturalizar este cauce.
Los efectos concretos pueden ser desde el fomento de la biodiversidad urbana, así como la
gestión de escorrentías o la reducción de las temperaturas.
La actuación contempla la sustitución de escolleras y muros de granito por orillas más natu-
rales de tierra, revegetadas con especies típicas de ribera. Además de fresnos, álamos blan-
cos y majuelos se aprovecha la intervención para favorecer la recuperación de especies prác-
ticamente desaparecidas como el olmo común o el aliso.
El pavimento de las aceras se seleccionó con un color claro para lograr altos valores de albedo.
Toda la iluminación en viario y aparcamiento se realiza con LEDs para maximizar la eficiencia
y minimizar el gasto energético. El diseño del aparcamiento y aceras incluye la proyección de
sombreamiento y los movimientos de tierras se diseñaron para una gestión local, estudiando
sedimentación y arrastres.
Para la gestión de aguas pluviales se diseñó un sistema de drenaje urbano sostenible que
utiliza pavimentos de hormigón poroso, losas permeables, cajas de retención y válvulas vórtex
para reducir el caudal de escorrentía hasta un valor punta de 1,3 m3/s, frente al valor típico
de 3,34 m3/s de los sistemas de drenaje convencional. Así contribuye a reducir el volumen de
llegada de agua a los sistemas de saneamiento y depuración, y en caso de lluvias torrenciales
a minimizar la probabilidad de que se produzcan vertidos de aguas sin tratar a los cauces na-
turales debido al colapso de la infraestructura.
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• Arquitectura bioclimática: la importancia de las envolventes vegetales – Francesca
Olivieri
Actualmente tenemos la idea de que cualquier edificio diseñado puede resolver sus problemas
de control ambiental mediante el uso de sistemas energéticos, lo que hace que normalmente
no se tenga en cuenta el clima de dónde está situado. Los constructores primitivos y los de las
culturas actuales con pocos recursos técnicos no podían ni pueden tomar esta actitud, por lo
que sus edificios mantienen una estrecha relación con el clima y los seres vivos.
Hoy en día, el problema ambiental del cambio climático nos obliga a replantearnos el concepto
de arquitectura. Estamos obligados a recuperar un concepto de construcción ligado al territorio
que se basa en la utilización de materiales del lugar. Tenemos que apostar por una arquitectura
energéticamente eficiente y de bajo impacto ambiental. Edificios energéticamente eficientes,
que pueden incluso autoabastecerse mediante instalaciones de energía renovable, además
de ser más sostenibles, reducen el problema de gran vulnerabilidad sufrido por muchos países
que son energéticamente dependientes de otros.
La arquitectura bioclimática es una arquitectura que se adapta al lugar y por lo tanto sus carac-
terísticas formales varían en base al lugar donde se encuentra. Sin embargo, existen principios
que son siempre válidos.
Dentro de ellos tenemos la captación, la acumulación y la distribución de la energía. Asimismo,
es importante la protección de la radiación solar, para evitar el sobrecalentamiento de superfi-
cies y ambientes y la utilización de materiales del lugar.
Actualmente los términos arquitectura bioclimática, sostenible, ecológica, eficiente etc. se utili-
zan como sinónimos y lamentablemente en la mayoría de los casos están vacíos de contenido.
Esto es porque estamos asistiendo a la mercantilización del concepto de sostenibilidad, al así
llamado “greenwashing”.
Para que un edificio sea sostenible, tenemos que fijarnos en que sea de bajo o nulo consumo
energético, que sea sano y que al mismo tiempo sus procesos constructivos sean lo más efi-
cientes y lo menos contaminantes posible.
Cubiertas y fachadas vegetales son dos elementos muy importantes dentro de esta visión de
la arquitectura, que han sido utilizadas desde la antigüedad. Hoy en día son dos estrategias
fundamentales dentro de la arquitectura bioclimática, cuya función principal varía dependiendo
del lugar donde se encuentra el edificio.
• Sistemas de envolventes vegetales para cubiertas y fachadas – Valentina Oquendo
Fachadas vegetales
Esto es una fachada vegetal, y dentro de sus beneficios encontramos:
• Calidad estética
• Depuración del aire
• Mitigación del efecto isla de calor
• Acondicionamiento acústico
• Reciclaje de aguas de lluvia
• Incremento de la biodiversidad
• Agricultura urbana
Fachadas continuas
Este grupo incluye los sistemas desarrollados para cubrir homogéneamente las fachadas.
Fachadas modulares
Este grupo pertenece a las soluciones que por sus características constructivas permiten ser
usadas en forma discontinua y con piezas independientes. Las fachadas vegetales pueden
ser clasificadas en base a una serie de criterios, en este caso las clasificaremos en base a sus
características constructivas.
• Continua sin soporte, tipo de fachada usada para cubrir superficies verticales que permi-
tan la adherencia de la especie.
• Continua con soporte vertical, pueden ser de malla o cables, usadas como envolvente
vegetal compuesta por elementos verticales que guían el crecimiento de las especies.
• Continua con soporte horizontal, sistemas constituidos por jardineras que juntas forman
una estructura continua e independiente.
Cubiertas vegetales
• Fijación de CO2
Extensivos, se diferencian de los anteriores por el espesor del sustrato generalmente reduci-
do, que varía entre 3 y 15cm. Son usados particularmente sobre superficies planas de grandes
dimensiones, como también sobre superficies empinadas. En cuanto a las especies existe una
gran variedad, que variara en base a distintos factores entre ellos el clima. Musgos, hierbas,
pastos y plantas silvestres, se encuentran dentro de ellas, y en algunos casos pueden crecer
naturalmente.
Las partes de una cubierta vegetal son:
• Vegetación
• Sustrato
• Elemento filtrante, a base de agregados naturales.
• Elemento drenante, a base de agregados naturales con un espesor mínimo de 5cm.
• Elemento de retención de agua, realizado en plásticos poliméricos, el cual debe ser resis-
tente a la carga estática y flexible ante las temperaturas.
Para lograr costos reducidos, el techo debe tener al menos 5% de inclinación para evitar el
uso de drenajes. Una forma simple de diferenciar los sistemas de techos verdes seria por su
inclinación:
• Para pendientes de hasta 5% se habla de techos planos.
• De 5% a 35%, se denominan techos de leve pendiente.
• Con una pendiente de 36% a 84% se califican de fuerte pendiente.
• Para inclinaciones a partir de 84% se denominan empinadas.
Es importante tomar en cuenta las cargas, la altura del techo, la orientación y el desagüe.
Las cubiertas vegetales al poseer una amplia variedad de componentes dentro de su clasifi-
cación constructiva pueden ser divididos:
• En base a la acumulación de agua: con acumulación hídrica, sin acumulación hídrica.
Es importante saber que, aunque parezcan sistemas complejos, existen diversos modos de
ajustarlos a nuestra realidad y en algunos casos es posible autoconstruirlos, con ello con-
tribuirías con un mundo más sostenible.
• La vegetación como material constructivo – Joaquín Sicilia
No solamente tiene para mí ese matiz de ese elemento de construcción funcional, sino que
además tiene un carácter simbólico de vinculación al territorio natural. La naturación es el
propio territorio, y no olvidemos que agricultura y arquitectura vienen a tener grandes elemen-
tos en común. La agricultura no deja de mostrar cuál es la reacción de cada sociedad ante el
interés que tiene por su territorio y la arquitectura muestra un poco el mismo componente de
cara al aspecto urbano.
A partir de ahí, dejando claro este aspecto, como material de construcción se incorpora al pro-
ceso constructivo pues como un material más. Debe incorporarse desde una fase de análisis
del proyecto previo. Estamos siempre hablando de los diferentes tipos de implantación de la
naturación, bien sean las envolventes tanto de cubiertas como de fachadas, o en la naturación
interior, pero nos olvidamos de que es un elemento funcional dentro de la arquitectura, como
es un ladrillo, es la piedra, es la cimentación o es la propia estructura. Así debe contemplarse
y por lo tanto en cada fase de proyecto debe entrar ese análisis, desde la organización del
equipo redactor de una forma interdisciplinar. Estamos hablando de que es un elemento de
aislamiento; luego habrá que capacitar a todo el cuerpo de ingeniería, con los arquitectos, para
llegar a ver cómo puede ser un componente realmente efectivo a la hora de hablar de una
economía circular de un edificio o ver como un planteamiento integral.
Me gustaría poner un ejemplo y además, en este sentido, me voy a retrotraer a lo que decía al
principio como material de construcción. Vemos tres imágenes muy sencillas en estos momen-
tos, en las cuales vemos un acto funcional de cualquier persona cotidiana.
Una imagen de una señora que en la playa está cubriendo a su perrito con una pequeña gorra.
Esta señora está haciendo una cúpula, está haciendo una bóveda.
Pero si damos un paso más vemos cómo en Sudán en ese árbol que nos muestra la imagen
en estos momentos, ese árbol muestra toda una arquitectura que está componiendo la reali-
dad de un espacio público, con una capacidad no sólo de protección solar, sino de integración
comunitaria.
Y si damos un paso más, vemos que la imagen del fantástico edificio de Jean Nouvel en Syd-
ney, con la aportación de Patrick Blanc para las paredes y las pérgolas verdes, es un paso más
del mismo concepto.
Estamos haciendo lo mismo en tres épocas diferentes. Luego hasta ese punto me gustaría ver
la relación en la interrelación que tiene la naturación como material de construcción.
Y quería poner un ejemplo que lo integra perfectamente dentro de los últimos edificios constru-
idos que es el ayuntamiento de la ciudad holandesa de Venlo. Es un edificio que ha integrado
la naturación dentro del concepto de economía circular de una forma rotunda. ¿Por qué?
Porque ha partido de los criterios de integrado desde el primer momento con los materiales de
reciclado, con los materiales de la elección del lugar, con los materiales y con los conceptos de
las cargas que evidentemente son los elementos técnicos que un edificio debe de tener para
incorporar la naturación. Pero sobre todo ha emplazado que la cubierta realmente tiene una
misión aislante que contribuye a que las placas solares y que todos los elementos que se han
colocado relacionados a las nuevas tecnologías y los nuevos elementos de técnicas energéti-
cas está vinculada a que ganan un rendimiento enorme con la presencia de la naturación. La
presencia del agua, la evacuación del agua dentro del edificio, le pasa exactamente lo mismo.
Gracias a su incorporación se ha hecho un reciclado de agua desde la cubierta hasta el sub-
suelo, hasta la propia planta. Pero con la fachada pasa lo mismo. La fachada no solamente
se ha considerado una fachada verde anecdótica, sino que se ha considerado como pieza
fundamental para la renovación del aire, tanto interior como exteriormente. Renueva el aire del
edificio y renueva también el aire exterior en un radio de unos 500 metros. Con lo cual obtiene
un concepto de economía circular absolutamente rotundo y contundente. Esa es la clave de
incorporar la naturación en los edificios.
Tiene otra característica muy especial: la generación en esa biodiversidad de especies ani-
males. Tienen pequeños insectos, pequeñas cabezas, pequeñas avispas... No se puede tener
una naturación viva y protestar a los tres días de que tienes pequeños insectos, pequeños
bichitos.
Hay que tener un concepto global cuando se aplica una naturación a gran escala y hay que
desearla. LA sociedad tiene que estar acostumbrada y desde la infancia hay que educar a que
es un nuevo modelo de incorporar el territorio, el campo, dentro de los edificios.
En este sentido tiene otro valor añadido muy importante y también es diferencial que es un
carácter simbólico. El carácter simbólico que presenta a los ciudadanos y el bienestar que
produce muchas veces no es sino por situaciones que los habitantes de una ciudad han vivido
en el campo. Son las ciudades invisibles de las que hablaba Italo Calvino. Por qué en un mo-
mento determinado en un lugar se está mejor o peor. Son referencias que quizás, cuando uno
sale al campo, ve una sombra, ve una textura, ve un lugar que le parece que es diferente. Y no
es nada más que porque se ha puesto en valor elementos de la naturaleza.
Hay situaciones de todo tipo de implementaciones de la naturación. Yo diría que los modelos
últimos que están apareciendo, tanto de elementos vinculados a la cultura agrícola en las
ciudades, que son por ejemplo el Gotham Farm de Chicago, que desde 2009 ha planteado
más de 17.000 m2 entre Nueva York y Chicago o las paredes de fachadas enteras convertidas
en nuevos balcones de granjas verdes que por ejemplo en la ciudad de Wuhan (China) han
aparecido con más de 10.000 m2 de esa acción. Esos son temas muy específicos y muy con-
cretos, que lógicamente tiene un mantenimiento y un cuidado.
¿Cuáles serían los primeros pasos en nuestros países?
Dentro de nuestra cultura occidental y la situación por ejemplo española, me inclinaría a pre-
tender que sea el espacio público el que adopte y opte por la naturación a escala grande. Hay
una gran oportunidad en el tratamiento del espacio público vertical. Es algo que tiene que
surgir. El espacio público no se limita a la calle, no se limita a la acera, cada vez más porque
los locales comerciales han pedido entidad en cuanto a su uso, excepto en áreas muy con-
cretas. O sea los locales comerciales, el espacio comercial debe participar de la calle cada
vez más. Hay acciones cada vez más tangibles de situaciones verdes que colonizan zonas
de aparcamientos o acciones, como hoy en Madrid, que está desarrollándose una jornada en
este sentido.
El espacio público vertical no muere en la calle. Tiene que ser ascendente, tiene que llegar
a las azoteas. Y, por qué no, pensar en un futuro con espacios públicos en altura realmente
transitables. Aquí vemos algunas imágenes en las cuales vemos espacios ya hechos. El jardín
vertical de la ciudad de Zaragoza es un ejemplo en el cual hay estancias, una asociación de
vecinos gestiona plataformas de acciones y actividades en más de 80 metros de recorrido lin-
eal que suben 15 metros de altura. O ¿por qué no soñar con un espacio público de la entidad
de los grandes estadios de fútbol que en definitiva acogen a ciudades con capacidad de 50
mil habitantes en un momento determinado, 70 mil, 90 mil habitantes, por qué no pensar que
es un espacio óptimo para la naturación, incorporar elementos de naturación a toda escala?
Esto independientemente de que en todos los procesos de investigación de I+D+i sobre nue-
vas tecnologías, sobre nuevos conceptos energéticos, la naturación es fundamental, como
decíamos al principio, porque aporta unos valores añadidos espectaculares con respecto a
los rendimientos. Pero no sólo eso, se está hablando cada vez de los elementos de las facha-
das bio reactivas a partir del tratamiento e investigación de I+D de algas, por ejemplo. Algas
vivas que no solamente permanecen estáticas en la fachada, sino que con el uso del edificio
van siguiendo su vida y su tiempo. Es una piel auténticamente viva. O los hormigones bioen-
ergéticos, igualmente, que se están generando. Es decir, es un campo y un caldo de cultivo
espectacular que viene además dado de las condiciones más simples del bienestar humano
y que llega un poco a través del concepto de incorporación de la naturaleza real en la ciudad.
• Nuevas fronteras en la naturación urbana – Belén Palao
En esto último se centra la fachada de la casa energía-cero, “BIQ House”, construída en Ale-
mania para la Exhibición Internacional de Edificios (IBA) en Hamburgo. Es la primera bio-facha-
da adaptable en el mundo y sirve como un laboratorio real para testar este nuevo sistema de
fachada que usa micro-algas para generar sombra y energía renovable al mismo tiempo. El
concepto de la fachada consiste en que las micro-algas que se encuentran en el interior de
las lamas de vidrio que forman la fachada, crecen a mayor velocidad cuando más incide el sol
sobre el vidrio, proporcionando consecuentemente mayor sombra al interior. Las micro-algas,
que funcionan como “bio-reactores”, no solo producen biomasa que puede almacenarse, sino
que además son capaces de capturar energía solar térmica - ambas fuentes de energía que
se pueden emplear y repercutir en la vivienda.
En la práctica, esto significa que la fotosíntesis lleva a una respuesta dinámica a la cantidad
de sombreamiento que se necesita, mientras que las micro-algas que crecen en las lamas
de vidrio proporcionan una fuente limpia de energía removable. Estas lamas de vidrio se han
fabricado basándose en el concepto de bioreactor y su diseño se llevó a cabo en Arup, el
colaboración con SSC Strategic Science Consult of Germany. El uso de este tipo de proceso
bioquímico para el sombreamiento adaptativo es una solución realmente innovadora que por
suerte, se puede testar en un escenario construido real.
En resumen, la revolución es tratar de superar las barreras entre tecnología y naturaleza,
generando la infraestructura sostenible que el medio urbano necesita. Lograr la completa natu-
ración del espacio habitado, la introducción de otras medidas bioclimáticas y el uso de en-
ergías renovables es el objetivo último en la era ecológica. Como muestra de las posibilidades
de acción, el proyecto “Manchester retrofit” de Arup, recoge la intervención en los distintos
frentes de actuación urbana, desde la naturación de las calles, las fachadas vegetales, la intro-
ducción de fuentes de energía renovables, la agricultura urbana y la recopilación y transmisión
de datos.
• Beneficios energéticos de las envolventes vegetales – Francesca Olivieri
¿Pueden las cubiertas y fachadas vegetales ayudarnos a reducir los consumos energéticos de
los edificios? Las cubiertas y fachadas vegetales, que también podemos llamar con el término
envolventes vegetales además de ser elementos decorativos de la arquitectura y proporcionar
muchos beneficios al medioambiente, son estrategias muy efectivas de ahorro energético. Son
efectivas tanto en climas cálidos como en climas fríos, contribuyendo a bajar la demanda de
calefacción y refrigeración. De hecho, han sido utilizadas desde la antigüedad como sistemas
de protección solar o aislamiento térmico.
La gran ventaja del uso de vegetación en localidades con elevada irradiación está vinculada a
la capacidad de las plantas de absorber la mayor parte de la radiación solar recibida y la con-
siguiente utilización de la misma para sus funciones biológicas. Esto supone que la superficie
vegetal no se caliente bajo el efecto de la radiación solar, logrando mantener su temperatura
muy cercana a la temperatura del aire exterior. En verano, la vegetación actúa como una capa
protectora que sombrea los elementos de la envolvente. Aunque la superficie de la envolvente
pueda ser sombreada mediante elementos que no sean vegetales, estos elementos reflejarían
o absorberían la mayoría de radiación solar recibida, provocando el calentamiento de la super-
ficie y del aire cercana a ella. Sin embargo, la vegetación utiliza la mayor parte de la energía
recibida para sus funciones biológicas y esto no supone un calentamiento de la superficie.
En los climas cálidos secos, las superficies vegetales además de actuar como sistema de
sombreamiento, actúan como sistema de enfriamiento evaporativo, contribuyendo aún más a
bajar las temperaturas. Investigaciones han demostrado que durante el verano las cubiertas
vegetales pueden llegar a tener una temperatura de hasta treinta grados inferior a la tempera-
tura de una cubierta convencional y que en muchos casos la temperatura de la cubierta vege-
tal es inferior a la temperatura del aire.
Para que nos hagamos una idea, en un día cálido de verano la superficie de una cubierta con-
vencional puede llegar a sesenta o setenta grados de temperatura mientras que la temperatu-
ra de una cubierta vegetal no supera los treinta grados.
Esta diferencia se refleja en el interior del edificio, causando que los flujos de calor que entran
a través de una cubierta vegetal sean muy bajos respecto a los que penetran en una cubier-
ta convencional. Esto se traduce en que en el interior de un edificio con cubierta vegetal las
temperaturas sean inferiores a las temperaturas registradas en un edificio con cubierta con-
vencional.
En ocasiones se ha llegado a medir que los flujos entrantes en el edificio a través de una cubi-
erta vegetal sean inferiores a los flujos salientes del edificio a través de ella. Esto significa que
las cubiertas vegetales, además de actuar como un elemento de aislamiento adicional, limitan-
do el flujo de calor dirigido hacia el interior, actúan como un sistema de refrigeración pasivo.
Para que las cubiertas vegetales funcionen a su máximo rendimiento, el sustrato tiene que
estar húmedo y la vegetación completamente desarrollada. El funcionamiento de las fachadas
vegetales es parecido al de las cubiertas. Los sistemas que incorporan sustrato son energéti-
camente más eficientes que los sistemas que no prevén sustrato.
En los climas fríos o durante el invierno, cubiertas y fachadas vegetales actúan como aislamien-
to térmico adicional. En la mayoría de los casos no pueden sustituir el aislamiento térmico
convencional debido a que los requerimientos normativos actuales en materia de eficiencia
energética de los edificios son muy estrictos.
Aun así, investigaciones han demostrado que las fachadas vegetales actúan como una capa
protectora que disminuye las pérdidas de calor a través de la envolvente. Esta disminución es
debida principalmente a que la vegetación supone una reducción de la velocidad del viento en
proximidad de la fachada, una reducción de la humedad de las superficies frente a la intem-
perie y la creación de una zona de aire estanco que actúa como aislamiento.
• Efectos sobre el microclima y el ruido en la ciudad – Susana Sáiz
Los parámetros que más afectan al confort en exteriores son la temperatura, la radiación, la
humedad y la velocidad del aire.
Las cubiertas y fachadas ajardinadas, por la energía consumida en la fotosíntesis y por la
evapotranspiración de las plantas, consiguen mantener temperaturas superficiales cercanas a
las del aire, reduciendo el calor reemitido comúnmente por estas superficies y que es uno de
los principales factores que generan el fenómeno de isla de calor urbano.
La inclusión de sistemas naturales a pie de calle contribuye a reducir la radiación solar, pro-
porcionando sombreamiento y mejorando las condiciones para que el efecto de las cubiertas
y fachadas ajardinadas se potencie a nivel peatonal. Así mismo, el sustrato de plantación
permite el almacenamiento de humedad que contribuye al incremento de la humedad relativa
y la reducción de temperaturas a nivel de calle. Así, el efecto de las cubiertas ajardinadas
combinado con la integración de vegetación se potencia, llegando a alcanzar hasta 4.5ºC de
reducción de la temperatura efectiva, principalmente atribuidos al enfriamiento evaporativo y
al control de la radiación solar.
La inclusión de soluciones naturales para la mejora micro climática es una estrategia que tiene
que estar adaptada a las condiciones urbanas y a la geometría específica del entorno, ya que
el microclima está muy afectado por la geometría del entorno, y que configura el cañón urbano.
Este término se refiere al volumen de aire confinado en una vía urbana.
El radio de aspecto del cañón urbano se refiere a la proporción entre el ancho de calle y el alto
de los paramentos verticales que flanquean las vías urbanas (H/A). Esta proporción influencia
tanto el acceso de la radiación solar, el movimiento y velocidad del aire, condicionando así las
variables climáticas que intervienen en el balance energético del cuerpo humano y por tanto
en su confort.
Para radios de aspecto de H/A cercanos a 1, el efecto de las cubiertas ajardinadas combinado
con la integración de vegetación a nivel de calle se potencia, llegando a alcanzar hasta 4.5ºC
de reducción de la temperatura efectiva, principalmente atribuidos al enfriamiento evaporativo
y al control de la radiación solar.
¿Sobre qué otros aspectos del bienestar urbano contribuyen las soluciones naturales?
Las soluciones naturales integradas en las ciudades también tienen un impacto relevante sobre
la transmisión del ruido aéreo. La capacidad de absorción acústica de las especies vegetales
varia con el tamaño de las hojas y la densidad del follaje, habiéndose registrado disminuciones
de entre 1dB cada 10 m de profundidad de barrera vegetal, especialmente para frecuencias
de ruido superiores a 2000Hz.
Es importante entender, que los sistemas naturales son sistemas vivos, adaptables, que se
desarrollan con la ciudad y establecen una relación metabólica con el núcleo urbano. El en-
tendimiento e integración de este concepto a lo largo su ciclo de vida es clave para el éxito de
la integración de estos sistemas, que pueden mejorar tan significativamente el confort urbano.
• Especies vegetales – Santiago Moreno
Hoy nos detenemos en el módulo de evolución. Nos interesa una historia sobre jardinería ver-
tical, una historia de más de 200 millones de años.
El Ginkgo o la Cyca son especies reconocidas por los paleontólogos como verdaderos fósiles
vivientes. No han cambiado apenas en los últimos 250 millones de años. Están entre las plan-
tas con semillas más antiguas que se conocen.
No lejos de estas dos especies el invernadero alberga un singular helecho. Un helecho ar-
borescente en cuyo fuste se soporta un pequeño jardín vertical. Ocho especies vegetales
en apenas un cuarto de metro cuadrado. El nombre científico de esta especie es Dicksonia
antárctica. Antárctica porque habita de forma natural en el hemisferio sur, concretamente en la
isla de Tasmania y territorios meridionales de Australia.
Los primeros registros fósiles de este tipo de hechos tienen, como los primeros Gynkgos o
Cycas, unos 250 millones de años. Muy probablemente el fuste de aquellos helechos arbores-
centes que hoy son fósiles también sirvió de soporte a pequeñas comunidades vegetales. La
contemplación de nuestra Dicksonia evoca un primigenio jardín vertical, un verdadero jardín
fósil.
¿Por qué el fuste de Dicksonia antárctica es adecuado para que sobre él se asiente en
otras plantas?
Al tacto, su parte externa recuerda mucho la sensación esponjosa de la fibra de coco, un ma-
terial muy usado como sustrato en jardinería sin suelo o hidroponía. Ese recubrimiento espon-
joso no es una corteza fibrosa, sino una maraña compacta de raíces adventicias, raíces que
se generan en un peculiar rizoma modificado para el crecimiento vertical.
Merece la pena detenerse brevemente en algunas de las especies que se han asentado sobre
la Dicksonia que tenemos en el AVI. Cuatro de las ocho especies son helechos, pero sólo uno
de ellos, el llamado helecho de cuerno de alce, es epífito en la naturaleza. El helecho de cu-
erno de alce suele ser de las especies verdes que primero atrae la atención al contemplar un
jardín vertical, principalmente por la peculiar forma de sus frondes, frondes fértiles, a modo de
cornamenta. Posee también frondes estériles, sin esporas, más pequeños, a veces de aspecto
seco y que recubre la corona de raíces.
El segundo helecho es el helecho sagrado del japón o Cyrtomium. Posee unos característi-
cos frondes con pinnas arqueadas. Esta especie presenta cierta tendencia a propagarse es-
pontáneamente a lugares próximos donde las condiciones le sean propicias. De hecho, el úni-
co helecho terrestre incluido por el Ministerio de Agricultura de España en la lista de especies
invasoras pertenece al género Cyrtomium.
El tercero, el helecho sable, es uno de los helechos más comúnmente cultivados como planta
de interior. También es frecuente en diseños de jardinería vertical. La característica botánica
más destacable del helecho sable es la presencia de tubérculos no comestibles, no comesti-
bles pero que se pueden utilizar para su propagación.
Finalmente, el helecho de cola de caballo o equiseto. Este tipo de helechos no suele formar
parte de jardines verticales, ya que, entre otras cosas, en invierno suele perder la parte aérea.
Por otra parte, presenta un rizoma subterráneo largo y profundo, que tolera mal el trasplante.
En los jardines basados en fieltros, es el propio geotextil el que actúa como soporte y regulador
de la humedad, necesitando un aporte continuo de agua y nutrientes. El volumen de sustrato
es muy limitado, unos pocos centímetros cúbicos que incluye el resto orgánico del cepellón. El
mantenimiento de este tipo de soportes requiere una vigilancia continuada, puesto que fallos
en el suministro de la disolución fertilizante repercuten directamente sobre la planta. Provocan-
do daños que implicarían la renovación de plantas, encareciendo el mantenimiento.
Los sistemas con mayor volumen de sustrato pueden optar entre sustratos orgánicos o in-
orgánicos como la lana de roca.
Los sustratos orgánicos son el medio por excelencia de cultivo en contenedor. Resaltar que
no necesariamente tiene que emplearse turba, material cuestionado por su impacto ecológico
debido al transporte desde las zonas de extracción y por la alteración de los ecosistemas de
las turberas. Existen múltiples productos orgánicos, muchos de ellos procedentes del reciclaje
que, estabilizados mediante compostaje, dan lugar a materiales muy interesante.
En la Universidad Politécnica de Madrid hemos desarrollado con éxito materiales como res-
tos vegetales, cortezas de pino, subproductos orgánicos, que con los tratamientos correctos
cumplen a la perfección con la misión de aportar a la planta las condiciones de cultivo óptimas.
Dichas condiciones son: ligera acidez, baja salinidad y suficiente contenido en nutrientes. Pero
de forma especial deben considerarse las propiedades físicas: densidad aparente, porosidad
y retención de humedad, que ayudan a que el jardín vertical tenga fácil mantenimiento y per-
durable en el tiempo.
Los sustratos inorgánicos, como la lana de roca, basan su eficacia en las propiedades físicas
estables y adecuadas. Requieren un aporte continuo de nutrientes mediante una disolución
nutritiva que se van recirculando periódicamente y permiten conseguir condiciones muy ade-
cuadas.
Remarcar en todo caso que la selección del sustrato viene condicionada por el tipo de jardín
vertical y éste a su vez por la orientación y condiciones ambientales.
En el caso de las cubiertas verdes, las opciones son más limitadas. La selección del sustrato
se ajusta por su densidad. Materiales muy pesados condicionan la estructura del edificio y los
muy ligeros pueden elevarse con el viento. Por ello en esta ocasión se recurre a mezclas de
materia orgánica, para retener agua y aportar nutrientes, y gravas de origen volcánico que
aportan estabilidad frente al viento y porosidad adecuada para las plantas.
Pero como en las paredes verdes, en las cubiertas las soluciones no son siempre únicas. De-
pende del uso de la cubierta, intensiva o extensiva, y si disponen o no de riego.
Una última reflexión para disfrutar de un jardín vertical o cubierta verde durante muchos años
es seleccionar muy bien las propiedades que debe tener el sustrato de cultivo que utilizamos
en la instalación. Pensar que una vez construido el jardín o la terraza, se pueden cambiar
plantas, aportar o no riego y fertilizantes, pero cambiar es sustrato es tremendamente costoso.
• Riego de jardines verticales y cubiertas vegetales – Fernando Sobrino
En este video vamos a hablar del riego en naturación urbana, centrándonos en los jardines
verticales, ya que el riego de las cubiertas vegetales es muy similar al de un riego de una zona
verde.
Existen muchas tipologías de jardín vertical y cada una con un sistema de riego diseñado para
ese tipo de instalación.
Teniendo en cuenta el tipo de riego, los jardines verticales se pueden clasificar en dos grandes
grupos:
En algunos casos tenemos el riego localizado en cada planta. Como es el caso, por ejemplo,
de uno de los jardines verticales situado en el Centro de Innovación en Tecnología para el
Desarrollo Humano (itdUPM).
En otros casos el aporte de agua se hace a un geotextil que está en contacto con el sustrato
donde se localizan las plantas. Como sucede, por ejemplo, en el otro jardín instalado en tres
de las fachadas del itdUPM.
En estos últimos el agua sobrante puede ser recirculada o no, este factor será importante a la
hora de diseñar el jardín y el objetivo a la hora de programar los tiempos de riego será maxi-
mizar la uniformidad del riego para minimizar el agua sobrante
A la hora de diseñar el riego de un jardín vertical es muy importante saber cuál va a ser el
caudal y la presión de la acometida de agua que vamos a emplear para nuestro riego. También
debemos tener en cuenta las necesidades hídricas de cada especie, y conocer los datos de
precipitación y temperatura, así como la orientación de la fachada.
A partir de todos estos datos elegiremos los emisores de riego localizado, que pueden ser
goteros, cintas exudantes o tuberías con goteros integrados. También elegiremos el caudal de
estos emisores.
Es muy importante instalar elementos de medición en la red de riego, un manómetro para sa-
ber la presión y un caudalímetro para conocer el consumo.
¿Cuáles son las diferencias más notables entre el mantenimiento de una cubierta y un
jardín normal?
El paisaje urbano cambia con su naturación. Paredes verdes, huertos y jardines en azoteas
y tejados, árboles en estrechos alcorques en aceras o medianas. Una acción que al forzar
espacios para su vegetación implica cambios importantes en las labores de mantenimiento.
Las cubiertas son espacios artificiales para su vegetación, pero una gran oportunidad por su
cercanía al usuario. La mayor diferencia y la que determina su mantenimiento es el poco es-
pesor de tierra disponible en las cubiertas. Esto provoca menor capacidad de almacenamiento
de agua y por tanto una mayor necesidad de riego o mayor cuidado en la elección de especies
resistentes y en pocas ocasiones permite el cultivo de plantas de gran porte. Estas característi-
cas son adecuadas para el cultivo por ejemplo de huertos urbanos o jardines de arbustivas.
También entre las labores de mantenimiento está la observación permanente de las imperme-
abilizaciones y sistemas de drenaje que en los jardines de calle no son necesarias.
Estamos al principio del desarrollo de estas estructuras. Cada vez son más eficaces por lo
que la intervención en las mismas cada vez es menor con una disminución de los costes de
mantenimiento. Obviamente el mantenimiento se complica en función de la altura, pero no
necesariamente deben ocupar fachadas completas.
El huerto y el jardín han estado muy ligados a lo largo de la historia del ser humano, en la his-
toria de la jardinería. En la época de los egipcios se cultivaban frutas y verduras para ofrecer-
las como ofrendas a los dioses y también se cultivaban frondosas para proporcionar sombra.
En los romanos se decoraban las casas y se cultivaban frutas y verduras y luego también se
asociaban con otro tipo de jardines o de tipos de plantas de jardín para decorar sus casas. Los
domos que se llamaban.
¿Qué factores hay que tener en cuenta para la proyección de un huerto urbano?
Lo primero que hay que tener en cuenta cuando se proyecta un huerto urbano es saber muy
bien para qué va a servir ese espacio y para quién va a servir ese espacio. Eso es lo funda-
mental, sería como el pilar fundamental.
El huerto en sí mismo es un jardín ornamental en el que juegan parte de los cinco sentidos. Ev-
identemente, igual que en jardinería, el oído, el olfato, el tacto, incluso la vista pues se perciben
fácilmente, pero en el huerto urbano también entra el quinto sentido, que es el gusto, porque
nosotros nos vamos a comer esas verduras, con lo cual, es muy fácil que un huerto se asocie
con un paisaje o con un elemento paisajístico urbano muy interesante.
Y en el huerto también tenemos que tener en cuenta que se combinan elementos vegetales
con no vegetales, con lo cual, si podemos dar diversidad a ambos, a ambos elementos, pues
podemos crear una diversidad de paisaje muy interesante.
¿Qué elementos paisajísticos forman parte de un huerto urbano?
Lo primero también que hay que tener en cuenta cuando se proyecta es qué condicionantes
vamos a tener en ese huerto, en cuanto a qué escala de trabajo vamos a manejar y cómo es
el entorno.
Un huerto urbano está anclado en una zona urbana muy limitada por edificios, muy limitadas
por elementos arquitectónicos que nos pueden condicionar muchísimo, por ejemplo, el micro-
clima que se da en el huerto y eso tenemos que tenerlo en cuenta porque normalmente en las
ciudades no hay una inversión térmica, que eso lo necesitan las plantas de huerta, y entonces
muchas veces nos condiciona mucho ese cuidado de las plantas.
Lo único, que tenemos que estar más encima que en un huerto que a lo mejor se dé en una
zona rural, pero también es interesante saber qué sombras nos proyectan esos edificios. Las
plantas necesitan luz directa para su desarrollo y, con lo cual, tenemos que tener previsto
dónde van a estar ubicadas estas plantas para que les dé la máxima insolación posible.
En cuanto al suelo, supone siempre una limitación en una zona urbana y tenemos que saber
muy bien qué tipo de suelo vamos a disponer, si es tierra vegetal o si es sustrato y también la
profundidad, por eso no es lo mismo el desarrollo radicular de una lechuga, por ejemplo, que
el desarrollo radicular de una tomatera. Entonces, esa necesidad de profundidad tenemos que
dársela a la planta para que se desarrolle de manera adecuada.
Las plantas tienen sus necesidades de cultivo, evidentemente, y esas las tenemos que con-
ocer y luego también son estacionales, se cultivan en una determinada época y eso también
tenemos que tenerlo en cuenta, sobre todo para el usuario, del usuario tenemos que conocer
su tipología, no es lo mismo proyectar un huerto para niños que para personas ancianas o
incluso discapacitados.
También es importante saber qué temporalidad tiene esa mano de obra, cuándo van a
estar disponibles para trabajar el huerto, porque si se están produciendo plantas en una época
en la que no va a haber mano de obra, pues evidentemente no va a llegar a un buen término. Y
luego, evidentemente, la disponibilidad de agua. Tenemos que tener agua para regar el huerto.
No se concibe un huerto sin agua.
El hecho de que nosotros trabajemos con plantas de huerta nos da un orden de secuencia o de
secuenciación de cultivos o del tipo de planta muy interesante, porque las propias rotaciones
que son imprescindibles a la hora de cultivar un huerto, en primer lugar nos va a facilitar el or-
den en el que tienen que ir esas plantas, y luego también la temporalidad, incluso el dinamismo
en cuanto al diseño, porque todos los años tiene que cambiar y eso en jardinería se aprecia
muchísimo.
¿Cuáles son los aspectos clave del proyecto técnico de un huerto urbano?
El proyecto técnico debe responder a los objetivos del huerto: para la producción de alimentos,
como instalación de ocio alternativo, y como punto de encuentro de los vecinos del área.
Con el primer objetivo (la producción de alimentos) en el punto de mira, las claves del proyecto
son: en primer lugar, un diseño de parcelas con tierra de labor de buena calidad; en segundo
lugar, una instalación de riego, y, en tercer lugar, unas instalaciones complementarias que
suelen incluir un vallado y una caseta.
Un aspecto a destacar es que los huertos urbanos son instalaciones de bajo coste. Esto es
un factor importante para ayuntamientos o cabildos con pocos recursos. El coste de un huerto
urbano varía mucho de un país a otro, y depende de las instalaciones que incluya. El presu-
puesto de ejecución material puede ser desde cuatro euros por metro cuadrado hasta unos
cincuenta euros por metro cuadrado; pero en general se puede considerar una infraestructura
barata. Otro aspecto interesante es que los huertos urbanos no tienen costes de mantenimien-
to para el ayuntamiento o cabildo, ya que generalmente se ceden a una asociación de vecinos
o a un colectivo de la zona.
Con un bajo coste, los huertos urbanos cubren múltiples funciones: producción de vegetales,
ocio saludable, punto de encuentro o de información en una barriada. Como contrapartida, hay
que señalar que los huertos urbanos suelen estar gestionados por una asociación o grupo de
vecinos que deciden las normas de acceso.
Con este marco de objetivos, posiblemente el aspecto más importante del proyecto técnico
es el suministro de agua y la instalación de riego. Al agua debe ser de calidad suficiente. Se
debe prestar atención a su salinidad. Y el caudal suministrado debe ser también suficiente.
Caudales habituales son del orden de un litro por segundo para huertos del rango de mil met-
ros cuadrados.
Los huertos urbanos, muestra exponencialmente creciente de agricultura urbana con fines no
exclusivamente ornamentales, constituyen buenas herramientas de formación en materia de
medioambiente para los ciudadanos y un punto de contacto entre los entornos rural y urbanita.
Por su particular enclave en centros vitales de actividad ciudadana, están revestidos de espe-
cial fragilidad como focos contaminantes.
Debido a ese motivo, parece particularmente necesario trabajarlos con operaciones que per-
siguiendo producciones de cantidad y calidad óptima, requieran el mínimo uso de recursos y
respeten al máximo el medioambiente.
Para proteger los cultivos se adoptan estrategias fundamentadas en la preservación del medio-
ambiente, orientadas, primero a la prevención del riesgo y, cuando hay amenaza severa que
ponga en peligro la producción, se orienta la estrategia a la solución definitiva del problema.
Estas estrategias son tales como:
Con el establecimiento de estos mecanismos de defensa y otros basados en los mismos prin-
cipios se consigue crear un escudo “limpio” y eficaz frente a los rivales de nuestras hortalizas.
Para concluir, es importante señalar que siguiendo estas técnicas, que son seguras para los
huertos, para el espacio que los envuelve y para quienes trabajamos en ellos, los huertos
urbanos se convierten en elementos generatrices de confort en las ciudades, que nos propor-
cionarán a todos una vida más feliz.
• El éxito del huerto comienza por el suelo – Alberto Masaguer
Los principales componentes del suelo son: materia inorgánica, originada por el proceso de
meteorización de los propios minerales y rocas, los cuales aportan características que condi-
cionan la fertilidad, y por otra parte la materia orgánica, representada por restos de vegetales,
humus y la biota del suelo (hongos, lombrices, insectos y otros animales). Hablamos por tanto
del “suelo como ente vivo”, con unas propiedades físicas, químicas y biológicas que definen el
grado de fertilidad de ecosistemas y agroecosistemas.
Pero ¿Qué propiedades debe tener el suelo de un huerto urbano? Partiendo de que el sue-
lo es el soporte de las plantas y le proporciona los elementos nutritivos y considerando las
reducidas superficies que se manejan en la horticultura urbana, podemos decir, por fortuna,
que es posible mejorar casi cualquier suelo. Pero siempre ajustándonos a ciertos criterios que
condicionarán el éxito del huerto.
En primer lugar, debemos conocer la historia reciente del suelo y su anterior uso. Lo cual nos
permitirá descartar posibles fuentes de contaminación, la prudencia aconseja un análisis pre-
vio para confirmar la ausencia de sustancias inconvenientes. De igual manera se eliminarán
materiales impropios como residuos de construcción y de todo tipo que en ocasiones pudieran
estar presentes. Aseguramos así la limpieza y acondicionamiento inicial del suelo. Esta labor
se puede complementar con un riego y eliminación manual de malas hierbas.
Uno de los factores limitantes a considerar es la textura del suelo (proporción de arcilla-li-
mo-arena) que debe ser equilibrada, lo que se denomina suelos francos. Siempre que un sue-
lo se aleje de unas características intermedias, que es la ideal para la horticultura, debemos
corregir este parámetro.
Los suelos arenosos, retienen poca agua y elementos fertilizantes, se lavan con frecuencia,
necesitando aportes periódicos de los mismos. Por el contrario, los suelos pesados son com-
pactos, difíciles de trabajar, retienen mucho la humedad y los elementos nutritivos; el agua
se estanca produciéndose asfixia radicular. Las cosechas son más tardías ya que son suelos
fríos.
Finalmente, la clave del éxito está en la capacidad de mantener el suministro de nutrientes,
la vida microbiana del suelo, complementando así la complejidad física estructural del suelo a
largo plazo. En este aspecto la materia orgánica es un componente esencial en el huerto, que
garantiza la retención de agua y nutrientes y aporta el soporte adecuado para los microrganis-
mos responsables, en gran medida, en los ciclos de los elementos en la naturaleza.
Los abonos orgánicos son de acción más lenta, ya que el nitrógeno se libera más despacio
porque se produce por descomposición bacteriana, por el contrario, son beneficiosos para la
estructura del suelo. Los fertilizantes orgánicos son de origen animal o vegetal, entre ellos
citaremos el estiércol, el humus de lombriz y el compost de diversos residuos orgánicos. En
el caso del estiércol, su asimilación por la planta no se iniciará hasta trascurridos unos meses
desde su aplicación por lo que es adecuado para una preparación inicial del huerto.
Por último, los abonos verdes de leguminosas permiten a través de su asociación con las
bacterias del género Rhizobium incorporar de forma natural nitrógeno al suelo. Concluimos,
por tanto, que el mantenimiento de la fertilidad del suelo es un aspecto fundamental para la
sostenibilidad de la producción hortofrutícola y que la materia orgánica es el elemento principal
para mantener el suelo en buenas condiciones, sobre todo si consideramos que los suelos
albergan una cuarta parte de la biodiversidad del planeta.
• Gestión de los huertos urbanos – Luis Ruiz
Como ya habréis, los huertos urbanos son una parte fundamental de la naturación de las ciu-
dades. Las funciones que cumplen son múltiples, en primer lugar una función participativa: los
huertos urbanos, por sus elementos característicos y singularidades, albergan un enorme po-
tencial para desarrollar iniciativas de participación ciudadana. En este vídeo hablaremos de
algunos ejemplos relacionados con esta función participativa.
Otra función es el autoconsumo de alimentos, este fue el origen de los primeros huertos en las
ciudades. Como por ejemplos aquellos que surgieron en Londres o Berlín durante y después
de la segunda guerra mundial. O actualmente en ciudades como Ciudad del Cabo en Sudáfri-
ca o Laos en Nigeria, donde la producción de los huertos supone la mayor fuente de alimentos
frescos para muchas familias.
Los huertos también cumplen una función de ocio y salud. El cultivar el huerto es una actividad
de lo más relajante. Es una forma de ocio de lo más sana. El cuidar las plantas reduce los
niveles de estrés y ansiedad. Por eso también se utiliza como terapia complementaria para
personas con problemas de adicciones.
Función educativa, los huertos son una herramienta educativa muy potente para la educación
y sensibilización ambiental y nutricional de niños y adultos. Representan una forma única y
necesaria de que los habitantes de las ciudades tomen contacto con la naturaleza
Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones científicas ha demostrado que las plantas
hortícolas son muy eficaces fijando CO2. Cultivos como el tomate o la sandía fijan más de 1500
g de CO2 por cada planta. Para cada una de estas funciones o tipos de huertos, podemos es-
tablecer diferentes modos de gestión.
¿Cuál es la mejor forma de organizarlos o gestionarlos?
Dejando a un lado los huertos escolares. Si nos centramos en los huertos de ocio y autocon-
sumo, podemos diferenciar dos modelos de gestión:
• Parcelas de gestión individual, pequeñas parcelas que son cultivadas por un solo benefi-
ciario (alrededor de 40 m²). El beneficiario es el responsable del bancal o parcela que se
le ha concedido. Para que le sea más fácil su labor puede contar con el asesoramiento de
técnico municipales
Ya hay en marcha experiencias que confirman el éxito de esta forma de gestión, como por
ejemplo los huertos municipales del Retiro
Pero creo que estamos hablando mucho de los huertos y poco de los jardines. Porque en
realidad esa barrera o diferenciación no existe en otros países. Como por ejemplo en Reino
Unido o Francia. En estos países es muy habitual combinar en un mismo espacio plantas co-
mestibles y otras que no lo son. Lo que para nosotros sería una mezcla entre huerto y jardín.
En Francia, por ejemplo, en estos momentos hay una experiencia muy novedosa e interesante
que trata de hacer de París una ciudad más amable y natural. El ayuntamiento ha comenzado
un programa mediante el que regala semillas, herramientas y tierra para que los ciudadanos
las utilicen en los lugares públicos de su vecindario. Así pues, podríamos catalogarlo como
modelo de gestión vecinal de los espacios públicos municipales.
Cómo veis, la gestión de los huertos y espacios verdes de las ciudades es diferente en función
del objetivo que queramos alcanzar. Todos los modelos son buenos, si hacen de nuestras ciu-
dades sitios mejores para vivir.
• ¿Es posible que un huerto urbano sea ecológico? - Alberto Sanz
En la actualidad nos encontramos ante una importante corriente que, impulsada por insti-
tuciones públicas, entidades privadas y colectivos ciudadanos, ha situado las expresiones de
agricultura y naturación urbanas en el centro del diseño de las ciudades del hoy y probable-
mente del mañana.
No obstante, sería un error considerar los huertos urbanos tal y como los conocemos en esta
parte del mundo, más desarrollada económicamente, como ejemplos representativos de la
agricultura urbana en el mundo. Nada más alejado de la realidad.
Pese a su gran diversidad, los huertos urbanos de ciudades como Madrid, Berlín o Nueva York
tienen como principales objetivos aquellos ligados a la concienciación y educación medioam-
biental, la cohesión social y el disfrute de los espacios públicos, como respuesta a una inercia
urbanizadora, en muchos casos, ajena al interés público.
Pese a las divergencias en función de la región del mundo que nos ocupe, e incluso en una
misma ciudad en función de sus objetivos de creación, uno de los rasgos más característicos
de un huerto urbano es su estrecha ligazón con prácticas que podríamos reconocer, apoyán-
donos en una definición normativista de sus principios, como de producción ecológica (bio en
el caso francés u orgánica en el mundo anglosajón).
Para poder formar parte de las redes de huertos urbanos que son apoyados institucionalmente
por ayuntamientos y otras instituciones públicas, nos surgen algunas cuestiones. ¿En qué
medida es posible llevar a cabo exclusivamente prácticas de agricultura ecológica en el ámbito
urbano? ¿Cuáles son las principales limitaciones para ello? En otras palabras, ¿es coherente
hablar de producción ecológica en la ciudad? Y lo más relevante a nuestro modo de ver, ¿Im-
porta esto dado el objetivo de los huertos urbanos en ciudades como Madrid o Nueva York?
¿Y en Ciudad de Guatemala, por poner un ejemplo? ¿Por qué?
• La agricultura urbana en la recuperación de espacios degradados – María Teresa
Gómez
El crecimiento de las ciudades y las propias actividades urbanas son generadoras de degra-
dación: avanzan sobre terrenos naturales o agrícolas, consumen gran cantidad de insumos
(fundamentalmente agua y energía) que toman de su entorno devolviendo gases, vertidos y
residuos. Es lo que se llama la huella ecológica de las ciudades, que no es otra cosa que el
espacio no urbano requerido por una ciudad para seguir existiendo.
Este concepto muestra cómo las ciudades no pueden vivir sin el campo, algo que no sucede
a la inversa; y que nos lleva a plantear la siguiente cuestión, ¿Podemos utilizar espacios
degradados para traer la agricultura de nuevo a las ciudades? o mejor: ¿Podemos utilizar la
agricultura urbana en la recuperación de los espacios que la propia ciudad degrada?
Dar respuesta a esta pregunta implicar aclarar cuatro ideas básicas, que van a permitir entend-
er como agricultura urbana y recuperación de espacios degradados son piezas de un mismo
rompecabezas:
• Primero la agricultura nunca ha sido ajena a la ciudad, básicamente porque depende de
aquella, al menos como fuente de alimentos y esto ha sido así desde que el ser humano
abandona su vida nómada en el Neolítico. Históricamente, cuando los costes del transporte
pesaban mucho en el precio final de los alimentos, la agricultura tendió a localizarse próxi-
ma a las ciudades, y más próxima la más intensiva; incluso dentro de ellas, aprovechando
cualquier espacio disponible, aunque fuera de forma provisional o en precario. En la actu-
alidad, este modelo ha cambiado, debido a la deslocalización productiva que caracteriza el
estilo de desarrollo imperante, a los efectos de la globalización y a la forma de enfocar el
planeamiento urbano que han alejado la agricultura de la ciudad.
• En segundo lugar, ocurre que más allá de la mera producción de alimentos, la agricultura
produce otros servicios y goces para el habitante de la ciudad y así surgen movimientos
modernos de apoyo a la agricultura en las ciudades, con muy diferentes objetivos: desde
el autoconsumo, al mero ocio y recreo asociado a una actividad sin duda atractiva.
Pero es que además la agricultura se caracteriza porque es capaz de adaptarse a todos los
ambientes usando los materiales y métodos de los que dispone en cada situación. Por ejem-
plo, actualmente se habla de cultivos organopónicos, término acuñado en La Habana para
referirse a un tipo de agricultura urbana o periurbana intensiva cuyos suelos se han “fabricado”
a partir de todo tipo de residuos orgánicos urbanos.
Además, las operaciones que se utilizan en la agricultura, desde la sistematización topográfica
de los terrenos hasta las diferentes formas de implantar los cultivos, pasando por las enmien-
das del suelo, las herramientas, etc. son adecuadas y baratas para recuperar espacios degra-
dados. Si a esto añadimos que un terreno bien cultivado es un espacio grato y dinámico tene-
mos ya todas las piezas que permiten encajar esta idea: la agricultura urbana es una forma de
recuperar espacios degradados, «vacíos» en las ciudades y sus bordes, y ponerlos en valor a
través de un servicio a la ciudad: zona verde, actividades culturales, didácticas, recreativas y,
por supuesto, económicas.
Y ello si se hace de la forma que históricamente el agricultor ha sabido hacerlo, respondiendo ante
numerosas vicisitudes, puede resultar a coste cero, o incluso produciendo beneficios económicos.