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“Es el acto otorgado por el deudor en forma fraudulenta para provocar o agravar su insolvencia
y burlar de esa manera a sus acreedores, imposibilitando el cumplimiento de
las obligaciones contraídas con anterioridad.
Cuando se trata de una enajenación, debe ser restituida la cosa enajenada con los
productos y los frutos que se hayan producido eventualmente; pero si la demanda es
una remisión de deuda, el crédito remitido se restablece en toda su plenitud.
Los acreedores tendrán derecho para que se rescindan los contratos onerosos,
y las hipotecas, prendas, anticresis o constitución de patrimonio familiar, que el
deudor haya otorgado en perjuicio de ellos, estando de mala fe el otorgante y
el adquirente, esto es, conociendo ambos el mal estado de los negocios del
primero;
Los actos y contratos no comprendidos bajo el número precedente, incluso las
remisiones y pactos de liberación a título gratuito, serán rescindibles,
probándose la mala fe del deudor y el perjuicio de los acreedores.
Las acciones concedidas a los acreedores expiran en un tiempo fijado por la
ley, contado desde la fecha del acto o contrato.
De las acciones para evitar la insolvencia del deudor fiscal y de las acciones
revocatorias.
El doctor Uriel Alberto Amaya señala que otro aspecto novedoso en el proceso de jurisdicción
coactiva corresponde a la facultad de las contralorías de promover las acciones revocatorias ante
el juez civil del circuito, mediante proceso verbal, "mediante las cuales se pretende revocar
ciertos actos del responsable fiscal, definidos por la ley, para evitar que sea insolvente"
Estas acciones en derecho civil reciben el nombre de acciones paulinas, las cuales se encuentran
previstas en el artículo 2491 del Código Civil de la siguiente manera:
"Artículo 2491: En cuanto a los actos ejecutados antes de la cesión de bienes o a la apertura del
concurso, se observaran las disposiciones siguientes:
Los acreedores tendrán derecho para que se rescindan los contratos onerosos, y las hipotecas,
prendas, anticresis que el deudor haya otorgado en perjuicio de ellos, siendo de mala fe el
otorgante y el adquirente, esto es, conociendo ambos del mal estado de los negocios del
primero.
Lo actos y contratos no comprendidos en el número precedente, incluso las remisiones y pactos
de liberación a titulo gratuito, serán rescindibles, probándose la mala fe del deudor y el
perjuicio de los acreedores.
Las acciones concedidas en este artículo a los acreedores, expiran en un año, contado desde la
fecha del acto o contrato."
De esta manera y de acuerdo a las normas transcritas anteriormente, como señala el Doctor
Guillermo Ospina Fernández "la acción pauliana se basa en la existencia de dos elementos
esenciales: la existencia de un daño al acreedor o acreedores, y la existencia de un designio
fraudulento. De tal suerte que el deudor puede libremente disponer de sus bienes, siempre y
cuando con dichas operaciones no disminuya o altere los limites de la solvencia. En tal evento
corresponde al acreedor (Contraloría) que pretenda la revocación de un acto realizado por el
deudor probar que dicho acto le es perjudicial,, por lesionar los créditos a su favor, al colocar
al deudor en estado de insolvencia, o por agravarlo si ya se encontraba en el"
Por su parte el José Alejandro Bonivento Fernández señala que la ley concede esta acción cuando
un negocio se celebra para perjudicar a terceros, para que mediante esta se deje sin efectos el
contrato, mediante la prueba del fraude y de la divergencia de la declaración y la intención o
querer de las partes.
De esta manera corresponde al acreedor para ejercer la acción pauliana, demostrar el designio
fraudulento del deudor, en el evento de la disposición sea de titulo gratuito (animus nocendi), o
el arreglo fraudulento entre el deudor y quien haya contratado con él a titulo oneroso (concilium
fraudis).
De igual manera la ley 42 de 1993 en su artículo 97 ha previsto que cuando aparezca que los
bienes del responsable fiscal son insuficientes para cubrir el total de la suma establecida en el
fallo con responsabilidad fiscal, las contralorías podrán solicitar la revocación de los siguientes
actos realizados por el responsable fiscal, dentro de los dieciocho (18) meses anteriores a la
ejecutoria del citado fallo, siempre que el acto no se haya celebrado con buena fe exenta de culpa:
-Los de disposición a título gratuito.
-El pago de deudas no vencidas.
-Toda dación en pago perjudicial para el patrimonio del responsable fiscal.
-Todo contrato celebrado con su cónyuge, compañero permanente, con sus parientes dentro del
cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad, único civil o con algún consorcio
en sociedad distinta de la anónima.
-Todo contrato celebrado con sociedades en las cuales el responsable fiscal o las mismas
personas nombradas en el anterior ordinal sean dueños, individual o conjuntamente, de un
treinta por ciento (30%) o más del capital.
-La liquidación de bienes de la sociedad conyugal del responsable fiscal, hecha por mutuo
consenso o pedida por uno de los cónyuges con aceptación del otro.
-Las cauciones, hipotecas, prendas, fiducias de garantía, avales, fianzas y demás garantías,
cuando con ellas se aseguren deudas de terceros.
La Contraloría General de la República a través de su oficina Jurídica ha señalo que esta acción
está orientada a reconstruir el patrimonio del responsable fiscal, quien ha celebrado actos de
mala fe dentro de los dieciocho meses anteriores a la ejecutoria del fallo con responsabilidad
fiscal, y en consecuencia se ha colocado en una situación de insolvencia.
Señalando como presupuestos de procedibilidad el que haya un fallo de responsabilidad fiscal
debidamente ejecutoriado, que el responsable fiscal se encuentre en situación de insolvencia; la
cual se define como la carencia de suficientes bienes para cubrir el total de la suma establecida
en el fallo con responsabilidad fiscal, que la situación de insolvencia o insuficiencia de bienes se
derive de la celebración de actos fraudulentos (carentes de buena fe exenta de culpa) por parte
del mismo responsable fiscal y, que los actos que causen la insolvencia se hayan celebrado dentro
de los dieciocho meses anteriores a la ejecutoria del fallo con responsabilidad fiscal.
LA ACCIÓN REVOCATORIA O PAULIANA
1. Concepto y naturaleza
La acción revocatoria o pauliana, objeto del presente análisis, es el otro remedio que la ley
concede en exclusiva a los acreedores, dotándoles del poder jurídico necesario para impugnar
los actos que el deudor haya realizado en fraude de su derecho de crédito. Viene a consistir en
un remedio de carácter subsidiario a favor de los acreedores para proteger y lograr la
efectividad de sus créditos en bienes del deudor demandado, siempre que a los acreedores no
le resulte por otro medio posible el reintegro de la deuda, y supone la realidad de la existencia
del crédito y la celebración por el deudor con posterioridad de actos de disposición patrimonial
que atenten directa y frontalmente a dicho crédito, al que de este modo se le vacía de todo
contenido en cuanto a su real percepción, en un actuar defraudatorio concebido y ejecutado con
el indudable propósito de causar perjuicios y daños constatados al acreedor, debiendo darse
también la concurrencia de que los bienes perseguidos no hayan pasado a tercero de buena fe.
A ella alude el artículo 1111 CC, último inciso, cuando permite al acreedor, después de haber
perseguido infructuosamente los bienes de que esté en posesión el deudor para realizar cuanto
se les debe "...también impugnar los actos que el deudor haya realizado en fraude de su derecho".
Se trata de un medio de protección del crédito más eficaz que el de la acción subrogatoria
porque el acreedor se enfrenta a una actuación más desaprobada del deudor, ya que no se trata
de reaccionar ante la mera pasividad o inactividad de éste, sino ante los actos fraudulentos
cometidos en perjuicio de su crédito.
2. Requisitos
La acción pauliana, como acción rescisoria que deja sin efecto actos o contratos que
originariamente fueron válidos (sólo los contratos válidamente celebrados pueden
rescindirse, artículo 1290 del Código Civil), por el hecho de realizarse en fraude de acreedores,
es contemplada en el artículo 1111 CC en relación con el artículo 1291.3º del Código Civil, como
medio de protección del crédito, cuyos requisitos, según se desprende de la reiterada
jurisprudencia del Tribunal Supremo, se reducen a los dos siguientes: perjuicio del acreedor,
que queda sin posibilidad de percibir su crédito (eventus damni) y sin ser preciso la previa
declaración de insolvencia, lo cual implica la subsidiariedad de la acción; y fraude al derecho de
crédito de que es titular el acreedor (consilium fraudis) sin que sea preciso la intención de dañar
(animus nocendi) sino que basta la conciencia del perjuicio (sciencia fraudis), la cual se
presume en los actos a título grauito (artículo 1297 del Código Civil).
Por perjuicio debe entenderse una disminución del patrimonio del deudor de tal entidad que el
acreedor se quede sin la posibilidad de satisfacer su derecho actuando directamente sobre
aquel, esto es, con los bienes y derechos del activo.
El acto de disposición patrimonial puede haber sido efectuado a título oneroso, es decir, a
cambio de una contraprestación, o a título gratuito; en el primer caso, no es preciso que el
deudor tenga intención de dañar (animus nocendi), siendo bastante la conciencia del perjuicio
que causa (sciencia fraudis) y el adquirente, el conocimiento del perjuicio que dicho acto causa
al deudor; si el acto de disposición es gratuito, es suficiente con la existencia de perjuicio al
acreedor, pues el fraude se presume.
3. Sujetos
- Activo: acreedor
La cualidad de acreedor resulta elemento esencial en la aplicación del instituto. Pese a la estricta
dicción de los artículos 1111 y 1291 del Código Civil, que hablan de "acreedores", no es preciso
la actuación conjunta por varios titulares de créditos, ya que queda abierto su ejercicio a
cualquier acreedor individual.
Por falta de requisito del perjuicio, no puede ejercitar esta acción aquel acreedor que tenga su
crédito garantizado por otro medio (fianza, prenda, hipoteca...). Pues, como la acción pauliana
es subsidiaria, no le haría falta acudir a ella al acreedor con crédito garantizado toda vez que no
precisaría de medios de protección del crédito adicionales a la protección que dispensa por sí
misma la garantía específica. Sin embargo, esta cuestión no ha sido siempre pacífica. Mientras
que nunca se ha dudado de que la acción pauliana quedaba abierta a los acreedores ordinarios,
durante tiempo se mantuvo discusión sobre si el remedio competía también al acreedor
hipotecario o privilegiado, habida cuenta de que el mismo, al estar protegido por acciones
mucho más severas y contundentes, escasamente tendrá necesidad de acudir a la tutela de la
revocatoria. Así, mientras Fabro era de la opinión de que no había necesidad de otorgar al
acreedor hipotecario la acción revocatoria, ya que el mismo no queda perjudicado por la venta
fraudulenta del fundo hipotecado al estar dotado de una acción real para perseguirlo en manos
de terceros adquirentes, contra esta postura argumentaron Voet, Perezio, Richerio y otros, que
la circunstancia de ser acreedor privilegiado no puede incidir negativamente sobre la genérica
concesión a los acreedores de la acción hipotecaria o de otra que le permita actuar erga
omnes en relación a los actos dispositivos de su deudor y otra cosa diferente es que ese mismo
acreedor, tan contundentemente dotado, esté asistido también del recurso, si así lo prefiere, de
impugnar los actos fraudulentos del deudor que le ocasionen perjuicio, ya que, afirma Giorgi, si
el acreedor hipotecario tiene remedios más seguros que la acción revocatoria, lo único que ello
implica es que recurrirá raramente a la práctica de esta acción valiéndose antes de la facultad
hipotecaria, pero no que carezca de aquel remedio ni que esté privado de la facultad de ejercitar
dicha acción revocatoria cuando lo crea oportuno, aunque sólo fuera por aquello de que quien
puede lo más puede lo menos.
Finalmente decir que el crédito debe ser anterior al acto fraudulento que lo perjudica, si bien
O'Callaghan, entre otros, apunta que también es posible que el crédito nazca con posterioridad
a la enajenación impugnada siempre que se pruebe "que el acto dispositivo se realizó en
consideración al crédito futuro, y a fin de privar de garantías a un acreedor de próxima y muy
probable existencia".
- Pasivo: deudor
Sujeto pasivo de esta acción lo es el deudor que ha protagonizado el acto fraudulento. Pero
también los terceros adquirentes de los bienes a consecuencia de dicho acto, siempre que sean
cómplices en el fraude (por conocer el fraude del deudor, presumiéndose este elemento en las
enajenaciones gratuitas, pero no así en las onerosas, en que tendrá el actor que probarlo).
Quedan a salvo de la acción los terceros adquirentes a título oneroso y de buena fe.
4. Objeto
La impugnación afecta a todo tipo de actos jurídicos "que el deudor haya realizado" (artículo
1111 del Código Civil) siempre que concurran los requisitos de perjuicio para el acreedor y
fraude.
En consecuencia, aunque por regla general la impugnación a que conduce la acción revocatoria
afecta a contratos realizados en fraude de acreedores (artículo 1291.3º Código Civil), también
puede extenderse a actos de constitución de un gravamen, derecho de obligación, o
reconocimiento de deuda. También al pago hecho por el deudor en estado de insolvencia a
cuenta de obligaciones "a cuyo cumplimiento no podía ser compelido el deudor a tiempo de
hacerlo" (artículo 1292 del Código Civil). La renuncia en perjuicio de terceros podría, en
hipótesis, dar lugar a la acción revocatoria; sin embargo, en la práctica no es así, porque esa
conducta -renunciar a un derecho propio en perjuicio de otro- constituye el supuesto de hecho
del artículo 6.2 del Código Civil, que la sanciona con la nulidad absoluta, radical o de pleno
derecho.
5. Forma
Por su naturaleza rescisoria, el ejercicio de la acción pauliana sólo es posible judicialmente, en
el proceso declarativo que corresponda según la cuantía.
6. Efectos
La rescisión alcanza al tercero que celebró el acto con el deudor en fraude del crédito que
ostenta el acreedor, pero únicamente si se realizó a título gratuito (por presumirse el fraude) o
a título oneroso si se demuestra la complicidad del adquirente. Por último, la ineficacia se
extiende a un subadquirente, cuya adquisición traiga causa de la anterior, si, a su vez, ésta
segunda fue gratuita, o a título oneroso mediante la probada complicidad del subadquirente.