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Enrique Silva Torres

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Estado y Cuestión Indígena: Argentina 1878-1885. Enrique Mases

El autor comprende que dentro de la llamada cuestión social también podemos incluir lo que en
ese momento era llamada la cuestión indígena, comprendido como la relación del Estado con los
indígenas y al problema de las fronteras interiores.

La Conquista del Desierto produjo el traslado, desmembramiento y reparto de la población


indígena (principalmente prisioneros).

Antecedentes de la Cuestión indígena.

A fines del siglo diecinueve la problemática indígena paso a ser una cuestión perentoria. Las
estrategias usadas para frenar el problema se dividieron en dos. Hubo momentos donde se optó
por el camino agresivo y en otros, momentos de subvención. Es durante la presidencia de
Avellaneda donde se toma el camino de dar fin a la problemática, apelando a razones de tipo
económica, definición de fronteras o por las presiones de las elites. Avellaneda toma la decisión de
poner la cuestión fronteras en un lugar preferencial, proponiendo la ocupación de las tierras
indígenas. Bajo esta concepción el enemigo no es el indio, sino es el desierto y la necesidad de
poblarlo. Esta situación se concretó con Roca como ministro de Guerra, dejando el saldo de
numerosas muertes indígenas y prisioneros. Dicho actuar trajo consigo otro problema, la
ocupación del territorio indígena y de su población significaba la incorporación al Estado y la
definición de estos nuevos habitantes.

Distintos sectores discutirán sobre las diferentes acciones que se deben tomar para dar solución a
la problemática, la iglesia, el Estado, la prensa y la sociedad en general.

En un primer periodo existen trece mil individuos que dejan sus vidas y destinos en manos de las
autoridades nacionales. Todos los actores mencionados anteriormente tenían la idea común de
que el indígena eran seres salvajes y barbaros y que era necesario civilizarlos. La divergencia de
ideas se producía en cómo se entendía la incorporación, quien debía llevarla a cabo y como
debería ser. La iglesia por un lado, proponía la creación de colonias mixtas, donde los indígenas
aprenderían técnicas agrícolas del hombre blanco y a su vez adoptarían el catolicismo como
religión. Las autoridades nacionales por otro lado proponían que la distribución, traslado,
desmembramiento y distribución de las familias indígenas en diferentes actividades laborales
(civilización por medio del trabajo libre), permitiría la integración más rápida. En esta primera
etapa primo la idea de las autoridades nacionales, que también veían al indígena como un
enemigo, al igual como el desierto. La creación de colonias sería algo que el gobierno nacional no
podría costear. El sistema distribución empleado cumplió lo propuesto, eso se puede ver en la
disminución de gastos en el rubro de Asistencia a los Indios por parte del Estado.

Los indígenas fueron distribuidos en distintos sectores, mujeres, niños y ancianos a casas de
familias porteñas, los hombres a unidades del ejército. Esta situación trajo consigo irregularidades
que hicieron que se convirtiera en un instrumento de explotación más que de civilización. El
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sistema de distribución logro el objetivo de hacer desaparecer al indígena en términos culturales,
pero su nueva situación no mejoro su condición.

Las repercusiones generadas por el sistema de distribución produjeron acalorados debates dentro
de la prensa, por un lado, una editorial de La Prensa, se preguntaba sobre la condición de
ciudadano de los indígenas, concluyendo que eran ciudadanos argentinos y que se les debía
garantizar los mismos derechos. La América del Sur, se preocupa de lo mismo pero desde una
mirada más bien religiosa y preocupándose de la necesidad de evangelizar a los indígenas. El
Nacional alabó la medida, apelando que era una forma que había dado resultados desde los
tiempos coloniales. Estas tres miradas no debatían acerca de la sumisión del indígena, sino del
modo y la condición de como estos serian sometidos.

Una vez terminada la contienda militar, se vio la necesidad de dar por finalizado el sistema de
distribución, ya no había justificación. Por otro lado, las consecuencias de dicho sistema, se
seguían publicando en El Nacional.

Ya a fines del siglo diecinueve la mirada hacia el indígena había cambiado, eso lo mostraba la
prensa. El indígena ahora era un individuo más dentro de la sociedad, que sorteaba su vida por
medio del trabajo, especialmente el trabajo agrícola. Con esta imagen asentada, el gobierno
discute la idea de formar colonias agrícolas, por medio de la entrega de tierras, con los restos de
las tribus reducidas, para acelerar el camino a la civilización por medio de la práctica de la
agricultura. En este sentido, las discusiones se dan dentro del ámbito legislativo, enfocadas a la
ciudadanía-nacionalidad y el destino productivo de las tierras indígenas incorporadas. Para
algunos sectores, el indígena era un ciudadano nacional local, a diferencia del extranjero migrante,
por lo tanto, permitiría la consolidación de la Nación. Si bien fueron distintos los debates acerca
de cómo incorporar a los indígenas, ninguna se materializó.

El destino final del indígena se vio reducido a la marginalidad y miseria. A ser visto por algunos
sectores, como la nueva fuerza de trabajo que necesitan los nuevos espacios rurales. Esta
situación refleja la carencia por parte del Estado de un plan general con coherencia para integrar a
los indios sometidos. Las distintas soluciones empleadas solo eran respuestas parciales a las
coyunturas de cada comento.

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