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Características que comparten la Aceptación y la Repudiación de

la Herencia

La persona que es llamada a una herencia puede aceptarla, ya sea pura y


simplemente o bien con beneficio de inventario, o, por el contrario, puede repudiarla,
mediante una declaración expresa y formal por la que rechaza la herencia.

Según el sistema romano de adquisición de la herencia, ésta se adquiere por la


aceptación del instituido o llamado a la herencia, que por tal aceptación deviene
heredero, con efecto retroactivo a la apertura de la sucesión.

La renuncia o repudiación de herencia es la contrapartida de la aceptación y


consiste en la declaración de voluntad expresa y formal del llamado a una herencia
de no ser heredero y de no adquirir por ende los bienes hereditarios. Como señalan
Díez Picazo y Gullón, como nada ha llegado a adquirir, respecto de los bienes y
derechos hereditarios no hay en puridad renuncia, sino voluntad de no adquirir
(omissio adquirendi). Albaladejo la define como el "acto del llamado a una sucesión
por el que ejercitando el ius delationis que tiene, bien a hacerla suya, bien a
rechazarla, decide no quererla o no tomarla o no admitirla o renunciarla, o llámesele
como se quiera".

Como caracteres comunes de la aceptación y la repudiación, podemos destacar los


siguientes:

unilateralidad. La declaración de voluntad del aceptante se perfecciona sin que sea


recibida por persona alguna y sin que requiera la declaración conforme de otra
parte. Si bien es cierto que la aceptación es la conformidad que el llamado presta al
deseo del testador, tal coincidencia de voluntades no implica bilateralidad; nada
tiene en común con la oferta y aceptación de un contrato, sino que es conditio iuris
para la sucesión, bien distinta entre sí que no supone, como en el contrato, el
encuentro y conjunción de dos voluntades actuales referidas a sujetos
simultáneamente existentes y capaces; el instituido heredero no es tal ni puede
aceptar mientras el testador vive y cuando acepta, el causante ya ha muerto.

No personalidad. Tanto la aceptación como la repudiación pueden hacerse por


representante con poder expreso para ello, pues son negocios jurídicos de
disposición La representación podrá conferirse incluso para aceptar o repudiar
cualesquiera herencias, según se deduce del hecho de no haber previsto el texto
legal la personalidad de la adición o repudiación, que, desde luego, pueden hacer
los representantes legales.

Irrevocabilidad. Dispone que "la aceptación y la repudiación de la herencia, una


vez hechas, son irrevocables". En el mismo sentido, la jurisprudencia. La
irrevocabilidad de la aceptación se afirma sin excepción por la jurisprudencia
Indivisibilidad e incondicionalidad. Establece el que "la aceptación o repudiación
de la herencia no podrá hacerse en parte, a plazo ni condicionalmente". La doctrina
se pronuncia por la nulidad de una aceptación en contra de lo aquí dispuesto, y no
por la eliminación de la modalidad accesoria bajo la cual se acepta, porque quien
quiere parcial o condicionalmente cuando la ley dice que no hay que querer de ese
modo, expresa una voluntad inidónea para conseguir el fin a que se dirige.

Certeza de la delación. Dispone el "nadie podrá aceptar ni repudiar sin estar cierto
de la muerte de la persona a quién haya de heredar y de su derecho a la herencia.
Según este precepto, el llamado tendrá que estar cierto de la apertura de la
sucesión, es decir, del fallecimiento del causante, y de la existencia objetiva del
llamamiento, y del título por el cual ocurre éste.

Voluntario. destaca que tanto la aceptación como la repudiación son actos


enteramente voluntarios y libres, carácter esencial de su naturaleza de negocio
jurídico.

retroactiva al momento de la apertura de la sucesión producida por la muerte del


causante; lo que se corresponde con el sistema romano e adquisición de la herencia
los efectos de la aceptación y de la repudiación se retrotraen siempre al momento
de la muerte de la persona a quien se hereda.

Vicios de la voluntad. preceptúa que la aceptación y la repudiación "no podrán


ser impugnadas sino cuando adoleciesen de alguno de los vicios que anulan el
consentimiento, o apareciese un testamento desconocido". Siendo una y otra
actos inter vivos, habrá que atenerse aquí a la teoría general de los negocios
jurídicos inter vivos, aun habida cuenta de la diferencia entre un contrato, para los
cuales el Código Civil previene la disciplina de los vicios de la voluntad, y un acto o
negocio jurídico unilateral.

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