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ORÍGEN DEL

ALTRUISMO HUMANO

Evolución y Conducta

Paloma Mínguez-Goyanes Castilla

Grupo 02. PA1


ORIGEN DEL ALTRUISMO HUMANO

El altruismo lo podemos entender como el comportamiento que aumenta


las probabilidades de supervivencia de otros a costa de una reducción de las
propias, o bien, el sacrificio personal por el beneficio de otros.

El altruismo humano tiene unas raíces profundas ontogenéticas ya que


hay evidencias de experimentos con numerosas observaciones de riqueza de
comportamiento social en los niños. El estudio con niños permite conocer las
capacidades psicológicas que tenemos los humanos. Examinando su
comportamiento podemos aclarar la interacción entre estas predisposiciones
biológicas y el aprendizaje social.

Los estudios combinados del desarrollo de los niños y chimpancés


permiten conocer el origen psicológico de estos comportamientos altruistas
humanos. Los estudios de chimpancés, uno de nuestros parientes evolutivos
más cercanos, permite conocer las bases evolutivas de estos
comportamientos, es decir, la filogenia. De esta manera, mediante la
integración de estas dos líneas de estudio, podemos obtener conocimientos de
los orígenes ontogenéticos y filogenéticos de los comportamientos altruistas
humanos.

Los experimentos emplean tanto métodos observacionales como


experimentales. Hay que tener en cuenta que las observaciones están abiertas
a muchas interpretaciones. Las observaciones no pueden demostrar qué
motiva a que un niño lleve a cabo una conducta altruista como puede ser coger
un objeto fuera del alcance de otro, por lo que, la experimentación es necesaria
para descartar hipótesis. Los experimentos no sólo nos demuestran los
resultados de la observación, nos permiten profundizar sobre los procesos
cognitivos y motivacionales implicados.

Se cree que el altruismo temprano confiere una gran ventaja adaptativa,


muestra de actitud cooperativa entre miembros de un grupo social, lo que
demuestra la probabilidad de que esos individuos sean valiosos y hábiles en un
futuro.
Se barajan otras hipótesis como el altruismo recíproco, es decir, las
interacciones mutuamente beneficiosas. Éstas sólo se dan si los individuos
cooperan. Esto se corresponde con el juego del dilema del prisionero, ya que
promueve la cooperación mutua. Por tanto, se puede deducir que la madre
naturaleza nos otorga las interacciones altruistas complementadas con un
detector o medidas de seguridad para saber si éstos niños ayudan a la persona
adecuada. Aquellos que no cuentan con estos dispositivos no están en
desventaja ya que tienen a su familia.

Diversos estudios demuestran que los infantes cuentan con habilidades


discriminatorias a la hora de ayudar, que se ven reflejadas de forma temprana
en la ontogenia. Es importante el estudio de esta selección desde una
perspectiva evolucionista del altruismo.

Sabemos gracias a diferentes estudios realizados que los niños


comienzan a ayudar poco después de cumplir el primer año de edad. Se
desconoce qué es lo que les motiva a ayudar y frecuentemente recurrimos a
los padres. Es importante aclarar que ayudan igualmente en ausencia de los
padres. Además están dispuestos a realizar estas ayudas aunque supongan
costes altos o esfuerzo, como puede ser abandonar la actividad lúdica en la
que estén involucrados en ese momento.

Existen varios mecanismos que explican este tipo de comportamientos


dentro de la teoría de la evolución. El parentesco podría ser uno de los
primeros mecanismos que emerge a los dos años en los comportamientos
altruistas. Otro emerge más tarde porque requiere mayor experiencia social y
complejidad cognitiva, como puede ser la internalización de normas sociales.

Por otro lado, se ha descubierto que las recompensas no es una de sus


motivaciones, incluso pueden llegar a ser perjudiciales. Este hallazgo, bastante
sorprendente proporciona aún más la evidencia de que la ayuda de estos niños
es impulsada por algo interno y no externo.

En definitiva, los orígenes ontogenéticos de los comportamientos


altruistas aparecen en la infancia temprana, entre los 14 y 18 meses. Como
consecuencia, parece inverosímil considerar la socialización el principal o único
factor.
Los estudios comparativos de humanos y chimpancés nos permiten
viajar en el tiempo, diferenciando esos aspectos que han caracterizado el
antecesor común de los humanos y simios de hace 5 o 7 millones de años, de
estos comportamientos que evolucionaron sólo en el linaje humano.

Estudios que se llevaron a cabo con chimpancés demuestran que


ayudan cuando el problema se hace evidente. Es importante destacar que, los
comportamientos altruistas en los chimpancés parecen estar mucho más
restringidos que en humanos. Muestra de esto pueden ser los casos de
compartir alimentos. Los chimpancés rara vez comparten comida, sólo a veces
después de ser acosado por ella, en vez de compartirla desde el principio. Sin
embargo, en otras situaciones los chimpancés están dispuestos a echar una
mano. Como consecuencia, para comparar especies es importante evaluar la
variedad de comportamientos. Ésto nos permitirá entender mejor los factores
próximos que permiten y limitan los comportamientos altruistas en humanos y
nuestros parientes más cercanos.

Estos descubrimientos aclaran tanto los orígenes ontogenéticos como


filogenéticos del altruismo humano. Los niños poseen capacidades socio-
cognitivas que les permiten llevar a cabo acciones altruistas como se destaca
en la aparición temprana de ayudar y compartir, lo que desafía la idea de que el
altruismo es impuesto por el entorno social. Estos comportamientos no están
ausentes en los chimpancés, proporcionando una prueba de la aparición
ontogenética de que tales comportamientos se basan en una predisposición
biológica. Además, indica que las tendencias altruistas vistas en los humanos
tienen unas raíces filogenéticas profundas, que se remontan por lo menos al
antepasado pasado común de los humanos y chimpancés.
BIBLIOGRAFÍA

 Warneken, F. (2013). The Development of Altruistic Behavior: Helping in


Children and Chimpanzees, Social Research, Vol. 80, 431-442.

 Warneken, F. y Tomasello, M. (2009). The roots of human altruism.


British Journal of Psychology, Vol. 100, 455-471.

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