El documento discute los orígenes del altruismo humano desde perspectivas ontogenéticas y filogenéticas. Explica que los niños pequeños muestran comportamientos altruistas como ayudar a otros, y que estudios en chimpancés muestran algún altruismo limitado. Sugiere que el altruismo se basa en capacidades socio-cognitivas innatas, pero que también se ve influenciado por el aprendizaje social.
Descrição original:
En esta redacción se hace un breve acercamiento a los orígenes del altruismo humano.
El documento discute los orígenes del altruismo humano desde perspectivas ontogenéticas y filogenéticas. Explica que los niños pequeños muestran comportamientos altruistas como ayudar a otros, y que estudios en chimpancés muestran algún altruismo limitado. Sugiere que el altruismo se basa en capacidades socio-cognitivas innatas, pero que también se ve influenciado por el aprendizaje social.
El documento discute los orígenes del altruismo humano desde perspectivas ontogenéticas y filogenéticas. Explica que los niños pequeños muestran comportamientos altruistas como ayudar a otros, y que estudios en chimpancés muestran algún altruismo limitado. Sugiere que el altruismo se basa en capacidades socio-cognitivas innatas, pero que también se ve influenciado por el aprendizaje social.
El altruismo lo podemos entender como el comportamiento que aumenta
las probabilidades de supervivencia de otros a costa de una reducción de las propias, o bien, el sacrificio personal por el beneficio de otros.
El altruismo humano tiene unas raíces profundas ontogenéticas ya que
hay evidencias de experimentos con numerosas observaciones de riqueza de comportamiento social en los niños. El estudio con niños permite conocer las capacidades psicológicas que tenemos los humanos. Examinando su comportamiento podemos aclarar la interacción entre estas predisposiciones biológicas y el aprendizaje social.
Los estudios combinados del desarrollo de los niños y chimpancés
permiten conocer el origen psicológico de estos comportamientos altruistas humanos. Los estudios de chimpancés, uno de nuestros parientes evolutivos más cercanos, permite conocer las bases evolutivas de estos comportamientos, es decir, la filogenia. De esta manera, mediante la integración de estas dos líneas de estudio, podemos obtener conocimientos de los orígenes ontogenéticos y filogenéticos de los comportamientos altruistas humanos.
Los experimentos emplean tanto métodos observacionales como
experimentales. Hay que tener en cuenta que las observaciones están abiertas a muchas interpretaciones. Las observaciones no pueden demostrar qué motiva a que un niño lleve a cabo una conducta altruista como puede ser coger un objeto fuera del alcance de otro, por lo que, la experimentación es necesaria para descartar hipótesis. Los experimentos no sólo nos demuestran los resultados de la observación, nos permiten profundizar sobre los procesos cognitivos y motivacionales implicados.
Se cree que el altruismo temprano confiere una gran ventaja adaptativa,
muestra de actitud cooperativa entre miembros de un grupo social, lo que demuestra la probabilidad de que esos individuos sean valiosos y hábiles en un futuro. Se barajan otras hipótesis como el altruismo recíproco, es decir, las interacciones mutuamente beneficiosas. Éstas sólo se dan si los individuos cooperan. Esto se corresponde con el juego del dilema del prisionero, ya que promueve la cooperación mutua. Por tanto, se puede deducir que la madre naturaleza nos otorga las interacciones altruistas complementadas con un detector o medidas de seguridad para saber si éstos niños ayudan a la persona adecuada. Aquellos que no cuentan con estos dispositivos no están en desventaja ya que tienen a su familia.
Diversos estudios demuestran que los infantes cuentan con habilidades
discriminatorias a la hora de ayudar, que se ven reflejadas de forma temprana en la ontogenia. Es importante el estudio de esta selección desde una perspectiva evolucionista del altruismo.
Sabemos gracias a diferentes estudios realizados que los niños
comienzan a ayudar poco después de cumplir el primer año de edad. Se desconoce qué es lo que les motiva a ayudar y frecuentemente recurrimos a los padres. Es importante aclarar que ayudan igualmente en ausencia de los padres. Además están dispuestos a realizar estas ayudas aunque supongan costes altos o esfuerzo, como puede ser abandonar la actividad lúdica en la que estén involucrados en ese momento.
Existen varios mecanismos que explican este tipo de comportamientos
dentro de la teoría de la evolución. El parentesco podría ser uno de los primeros mecanismos que emerge a los dos años en los comportamientos altruistas. Otro emerge más tarde porque requiere mayor experiencia social y complejidad cognitiva, como puede ser la internalización de normas sociales.
Por otro lado, se ha descubierto que las recompensas no es una de sus
motivaciones, incluso pueden llegar a ser perjudiciales. Este hallazgo, bastante sorprendente proporciona aún más la evidencia de que la ayuda de estos niños es impulsada por algo interno y no externo.
En definitiva, los orígenes ontogenéticos de los comportamientos
altruistas aparecen en la infancia temprana, entre los 14 y 18 meses. Como consecuencia, parece inverosímil considerar la socialización el principal o único factor. Los estudios comparativos de humanos y chimpancés nos permiten viajar en el tiempo, diferenciando esos aspectos que han caracterizado el antecesor común de los humanos y simios de hace 5 o 7 millones de años, de estos comportamientos que evolucionaron sólo en el linaje humano.
Estudios que se llevaron a cabo con chimpancés demuestran que
ayudan cuando el problema se hace evidente. Es importante destacar que, los comportamientos altruistas en los chimpancés parecen estar mucho más restringidos que en humanos. Muestra de esto pueden ser los casos de compartir alimentos. Los chimpancés rara vez comparten comida, sólo a veces después de ser acosado por ella, en vez de compartirla desde el principio. Sin embargo, en otras situaciones los chimpancés están dispuestos a echar una mano. Como consecuencia, para comparar especies es importante evaluar la variedad de comportamientos. Ésto nos permitirá entender mejor los factores próximos que permiten y limitan los comportamientos altruistas en humanos y nuestros parientes más cercanos.
Estos descubrimientos aclaran tanto los orígenes ontogenéticos como
filogenéticos del altruismo humano. Los niños poseen capacidades socio- cognitivas que les permiten llevar a cabo acciones altruistas como se destaca en la aparición temprana de ayudar y compartir, lo que desafía la idea de que el altruismo es impuesto por el entorno social. Estos comportamientos no están ausentes en los chimpancés, proporcionando una prueba de la aparición ontogenética de que tales comportamientos se basan en una predisposición biológica. Además, indica que las tendencias altruistas vistas en los humanos tienen unas raíces filogenéticas profundas, que se remontan por lo menos al antepasado pasado común de los humanos y chimpancés. BIBLIOGRAFÍA
Warneken, F. (2013). The Development of Altruistic Behavior: Helping in
Children and Chimpanzees, Social Research, Vol. 80, 431-442.
Warneken, F. y Tomasello, M. (2009). The roots of human altruism.