Você está na página 1de 141

Niños indígenas y migrantes

Tensiones identitarias, experiencias formativas


y procesos de escolarización
Gabriela Novaro
(c o o r d i n a d o r a)

Niños indígenas y migrantes


Tensiones identitarias, experiencias formativas
y procesos de escolarización

Editorial Biblos
Investigaciones y ensayos
Índice

Introducción
Educación, escuela e interculturalidad. Reflexiones desde
las experiencias formativas de niños indígenas y migrantes
Gabriela Novaro..............................................................................................13

Parte 1
Experiencias formativas de niños
y niñas de comunidades indígenas

Niñez indígena: Apuntes introductorios


Laureano Borton, Noelia Enriz, Mariana García
Palacios, Ana Carolina Hecht y Ana Padawer..............................................35
Diseño de tapa: Luciano Tirabassi U.
Diseño de interiores: Fluxus estudio ¿Niños monolingües en una comunidad bilingüe?
Socialización lingüística de los niños y las niñas de un barrio toba
© Gabriela Novaro, 2011 Ana Carolina Hecht........................................................................................43
© Editorial Biblos, 2011
Religión y etnicidad. Procesos educativos e
Pasaje José M. Giuffra 318, C1064ADD Buenos Aires
identificaciones de los niños y niñas de un barrio indígena urbano
editorialbiblos@editorialbiblos.com / www.editorialbiblos.com
Mariana García Palacios...............................................................................63

Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723


Representaciones docentes sobre los niños tobas y sobre
Impreso en la Argentina
el silencio en una escuela en situación de interculturalidad
Laureano Borton.............................................................................................83
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el
alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier Jajeroky: un abordaje de la cotidianidad de los niños y
forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante niñas mbyà Jajeroky
fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito Noelia Enriz.................................................................................................. 103
del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
¿Trabajar y aprender?. La participación de los niños
Esta primera edición se terminó de imprimir en Imprenta Dorrego, mbyà en actividades productivas y la reproducción del
Avenida Dorrego 1102, Buenos Aires, República Argentina, conocimiento tradicional en un espacio rural en transformación
en febrero de 2011. Ana Padawer................................................................................................121
Parte 2 Prólogo
Niños migrantes en la escuela:
biografías, trayectorias y saberes en tensión

Apuntes introductorios sobre la escolarización de los


niños migrantes
Mariana Beherean y Gabriela Novaro........................................................ 147 La mayor parte de lo que sabemos acerca de la experiencia escolar de los
niños de familias indígenas en América Latina, proviene de estudios realiza-
Biografías no autorizadas en el espacio escolar. dos en grupos mexicanos, centroamericanos y brasileños. Estos estudios han
Reflexiones en torno a ser migrante en la escuela tomado en cuenta procesos sociales, culturales y lingüísticos propios de cada
María Laura Diez......................................................................................... 151 contexto nacional y de las escuelas locales que atienden a dichos grupos. Sa-
bemos relativamente poco sobre lo que sucede en otras partes del continente,
Niños migrantes y escuela: ¿identidades y saberes en disputa? con otros grupos de indígenas y de sus experiencias escolares. Este libro tra-
Gabriela Novaro........................................................................................... 177 ta estos problemas en el contexto nacional de Argentina. Abarca estudios so-
bre la realidad cotidiana de algunas de sus escuelas, a las que asisten niños
Discursos sobre la migración en el contexto escolar: indígenas, inmigrantes o hijos de inmigrantes, principalmente de Bolivia.
una exploración de las relaciones entre las prácticas Las investigaciones que se incluyen en este libro tratan de las interac-
institucionales y las concepciones de los niños migrantes ciones que se desarrollan dentro del aula, ese espacio que comparten los
Laura Martínez............................................................................................203 niños indígenas e inmigrantes, con sus maestros y compañeros de clase. Se
nos muestran las distancias que se van estableciendo entre las experien-
Intersecciones entre trayectorias migratorias, escolares y cias familiares y comunitarias de los niños, y sus experiencias con y en la
laborales de jóvenes bolivianos y paraguayos residentes escuela. Nos hacen reconocer la discriminación explícita e implícita que
en un barrio del sur de la ciudad de Buenos Aires tienen que enfrentar estos niños en sus interacciones diarias dentro de la
Mariana Beheran.........................................................................................223 escuela. Finalmente, estas investigaciones son una invitación a reflexionar
sobre las raíces de esta discriminación, las cuales se ubican en la historia
Parte 3 de la creación de la nación argentina, en la ideología del nacionalismo aso-
Educación en contextos interculturales: entre los de- ciada con la identidad nacional argentina y la percepción de su fragilidad
bates teóricos y las propuestas de intervención frente a lo que se representa como “la invasión” de los no argentinos. Sub-
yaciendo a estas descripciones está el intento de promover cambios en el
Notas sobre el etnocentrismo, la discriminación y el sistema educativo y en las prácticas pedagógicas actuales, que permitan el
concepto de cultura. Aportes para el trabajo docente en florecimiento de las expresiones sociales, étnicas, culturales y lingüísticas
contextos educativos interculturales propias de una nación multiétnica y pluricultural.
Douglas Cairns.............................................................................................245 Cada capítulo de este libro enfoca la problemática que trata con gran
claridad y con la calidad y seriedad académica que caracterizan a los auto-
Interculturalidad y educación. Cruces entre la res. El lector encontrará trabajos originales, interesantes e informativos,
investigación y la gestión que le proporcionarán elementos necesarios para conocer y comprender la
María Laura Diez; Carolina Hecht; Gabriela Novaro, Ana Padawer.......263 compleja realidad que representa la vida escolar que experimentan los ni-
ños indígenas e inmigrantes.
La característica saliente de este libro es su enfoque antropológico. Los
trabajos presentados en este volumen, tienen en común una perspectiva

[9]
teórica y metodológica basada en la antropología. Los autores no se ven Los maestros, que son quienes llevan a cabo el trabajo cotidiano en las au-
limitados por tradiciones de investigación educativa dominadas por la psi- las con niños indígenas e inmigrantes, podrán sacar gran provecho de la lectu-
cología o por una mirada estrecha que enfoca procesos de aprendizaje y ra de este libro, que les ayudará a entender mejor, desde la perspectiva de los
enseñanza sólo desde una perspectiva pedagógica. Si bien los trabajos se alumnos, sus comportamientos y actitudes, así como sus silencios. Algunos de
producen desde un abordaje básicamente etnográfico, no se limitan a un los estudios que se incluyen muestran que las buenas intenciones de los maes-
acercamiento de los problemas desde una perspectiva metodológica mera- tros no siempre son suficientes para evitar que se produzcan en el aula inte-
mente etnográfica. Lo que hace a este libro original es que desde el plan- racciones altamente discriminatorias, que traen consigo efectos negativos en
teamiento del problema hasta la interpretación de los resultados de las la autoimágen de los estudiantes. Reconocer esto facilitará encontrar caminos
investigaciones empíricas, los autores se guían por conceptos y perspecti- alternativos que vayan transformando las políticas y prácticas educativas de
vas teóricas que toman en cuenta contextos sociales y culturales amplios. tal manera que sean cada vez menos discriminatorias, menos xenofóbicas, sin
Trabajan dentro de la tradición de la antropología sociocultural, es decir, a caer en una actuación que refleje sólo un deber ser “políticamente correcto”.
partir de lo empírico dan cuenta en sus descripciones y en sus explicaciones El alcance y relevancia de la aportación de este libro se destaca de ma-
de cómo se relacionan realidades sociales, lingüísticas, culturales, históri- nera singular en el último de sus capítulos. En él, las autoras buscan abrir
cas y políticas, sin por eso perder de vista las dimensiones de lo personal y y promover un diálogo propositivo, basado en los resultados de las investi-
de lo público. Retratan sujetos que están plenamente involucrados en inte- gaciones presentados en capítulos anteriores, siempre dentro del contexto
racciones y prácticas sociales a partir de las cuales crean y reproducen los de las políticas educativas argentinas que, históricamente, se han orientado
significados que definen y dan sentido a sus mundos. hacia la creación de una nación cultural y lingüísticamente homogénea. Las
Sin duda alguna este libro tendrá una buena acogida por diversos colec- autoras nos muestran cómo la investigación básica puede transformarse en
tivos interesados en ampliar sus conocimientos sobre los procesos intercul- materia útil para promover el cambio, de tal manera que los sujetos involu-
turales, la niñez y la educación escolar y extraescolar. Será de interés para crados en el quehacer de la educación escolar puedan cuestionar políticas de
investigadores y estudiosos de varias disciplinas, así como para profesionales unificación cultural y lingüística y conjuntamente realizar cambios signifi-
del campo de la educación. Los resultados de estos estudios son relevantes cativos. En este último capítulo se invita a todos los actores del quehacer edu-
para comprender procesos socioculturales y lingüísticos que se encuentran cativo a participar en un diálogo que apunta hacia una mejora de la educa-
no sólo en el contexto nacional argentino, sino que también se aplican a otros ción institucional en todos sus niveles. Estos actores son los maestros, como
ámbitos latinoamericanos, tanto urbanos como rurales, en condiciones eco- responsables del trabajo dentro del aula, los funcionarios y técnicos, como
nómicas difíciles, y en medio de tradiciones culturales diversas. responsables de la planeación y de la gestión de las propuestas educativas, y
La mirada antropológica permite a los autores introducir “nuevas los investigadores como responsables de la producción de conocimiento.
perspectivas para replantear viejos problemas”. Dado que tenemos poco En suma, este libro nos provee de elementos que ayudan a repensar
conocimiento empírico sobre lo que realmente sucede en la vida cotidiana las “políticas de inclusión” en términos reales, con niños reales, evitando
en contextos educativos, esta mirada resulta ser una aportación valiosa el manejo de estereotipos. Promueve “una perspectiva intercultural crítica
ya que permite identificar las prácticas que están en la raíz de muchos de en educación”, e invita al desarrollo de una educación intercultural desde
los problemas más difíciles de resolver a través de nuevas pedagogías o la práctica y no a partir de políticas estatales impuestas desde arriba. En
de cambios curriculares. Este abordaje antropológico también nos ayuda a su conjunto, los trabajos incluidos en esta obra constituyen una búsqueda
entender cómo se relacionan estas prácticas con las políticas e ideologías re- de comprender una problemática social compleja a la vez que señalan la
gionales, nacionales y latinoamericanas. Varios capítulos del libro analizan necesidad de generar ideas, políticas y prácticas educativas a nivel local y
la naturaleza de estas relaciones desde una perspectiva holística de tal ma- nacional, más equitativas e incluyentes, que impliquen el reconocimiento y
nera que permiten contemplar intervenciones en las prácticas educativas el respeto a las diferencias culturales, lingüísticas y de identidad.
a distintos niveles para que éstas sean más claramente orientadas hacia
la creación de una educación intercultural coherente no sólo en el discurso, Ruth Paradise
sino también en la práctica. Diciembre 2010

[ 10 ] [ 11 ]
Introducción

Educación, escuela e interculturalidad

Reflexiones desde las experiencias formativas


de niños indígenas y migrantes

Gabriela Novaro

Los temas de interés y las preguntas de partida

Este libro aborda numerosas situaciones en distintos contextos: proce-


sos formativos de niños tobas migrantes en Buenos Aires, de niños mbya
guaraníes de distintas localidades de Misiones, de niños procedentes de
Bolivia en la ciudad de Buenos Aires. Los temas son también variados:
socialización lingüística y religiosa, formación en el juego y la producción
doméstica, biografías y trayectorias escolares.1
Resulta evidente que la multiplicidad de temas y espacios empíricos
nos plantea interrogantes en torno a las posibilidades y límites para reali-
zar comparaciones entre situaciones tan diversas. Estas vinculaciones son
posibles en tanto el abordaje de las distintas temáticas y el trabajo en di-
ferentes contextos ha estado atravesado por un propósito común: el interés
por comprender las experiencias y sentidos de lo educativo en niños con
diversas referencias étnicas y nacionales.
Este propósito nos ubica ante preguntas también compartidas: ¿cómo
transcurren los procesos formativos escolares y familiares-comunitarios de
niños que se alejan de los parámetros de niñez que parecen establecidos?,
¿de qué manera se despliegan los procesos de identificación que los interpe-
lan?, ¿qué relaciones se establecen entre las ideas de infancia, socialización
y reconocimiento en los distintos colectivos y contextos?

1.  Las investigaciones de base para la elaboración de los capítulos fueron finan-
ciadas por la Universidad de Buenos Aires (proyecto UBACYT F 458 “Niños indí-
genas y migrantes. Procesos de identificación y experiencias formativas”, Instituto
de Ciencias Antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires) y el CONICET.

[ 13 ]
Este libro pretende contribuir a los estudios del campo de la antropo- En la medida en que se hacia evidente que las poblaciones estudiadas
logía y la educación y en particular a la problemática de la interculturali- por los antropólogos eran objeto de la imposición de las instituciones de Occi-
dad y la educación. Las investigaciones antropológicas en la Argentina han dente, la presencia de la escuela en las situaciones de colonización y descolo-
estudiado diversas instancias de socialización, en particular la escuela, nización comenzó a ser objeto de cierta atención. Al mismo tiempo, se fueron
deteniéndose en las políticas educativas, las interacciones cotidianas y los multiplicando los trabajos antropológicos que atendieron a las propias socie-
contextos de desigualdad, los procesos de socialización política de niños y dades occidentales, donde, entre otras, la escuela se considera una institución
jóvenes en contextos educativos, la problemática de la educación en contex- privilegiada para abordar los procesos de definición y transmisión cultural.
tos rurales etcétera.2 Trabajando en nuevos contextos, pero heredando muchos de los ses-
En nuestro país no han sido considerados aún suficientemente los pro- gos de la antropología clásica, y posiblemente cierta culpa por la ingenua,
cesos de construcción y apropiación de la identidad étnico-nacional en la negadora o directamente cómplice relación de los primeros antropólogos
infancia y menos aún en la escuela. En ese sentido esperamos que esta obra con la situación colonial, los trabajos antropológicos sobre la escolarización
represente un aporte sustantivo a un campo de investigación. de indígenas, migrantes y poblaciones subordinadas en muchos casos se
Por otro lado, los potenciales aportes de este trabajo remiten a cuestio- estructuran a partir de la búsqueda de rasgos de imposición cultural, resa-
nes ampliamente discutidas en espacios de definición de políticas educati- bios del paradigma civilizador y el etnocentrismo. La atención a los signifi-
vas y en las escuelas. En ellos el discurso de la inclusión, término perma- cados y efectos de las formas escolares entre pueblos indígenas colonizados
nentemente referido en los documentos educativos actuales, contrasta con o entre los sectores subalternos de la misma sociedad occidental ha tendido
cifras que develan la ausencia de amplios colectivos en las escuelas, entre en muchos trabajos a concebirse en términos de una oposición binaria en-
los que, como enseguida veremos, los niños indígenas y migrantes son un tre tradición y modernidad, entre lo concebido como propio de estos grupos
componente importante. Más aún, no solo su ausencia sino su misma pre- y lo impuesto desde el estado nacional. Esta dicotomía, si bien ordena, no
sencia interpela la práctica docente y al sistema todo e instaura el desafío da cuenta de las profundas imbricaciones de lo considerado propio y lo im-
de imaginar trayectorias y estrategias alternativas. puesto, de los cambios y transformaciones. Coincidentemente, en muchos
Lo educativo y lo escolar, por último, también se presenta como un trabajos se parte de una ultra valorización de lo indígena desde donde se
aspecto cada vez más visible en las instancias de reivindicación política desvaloriza a la escuela y los saberes escolares.
de grupos indígenas y migrantes. En relación a estas últimas quisiéramos Explícitamente intentamos distanciarnos de estos presupuestos, pro-
muy especialmente que este trabajo represente un aporte. curando construir una perspectiva que de cuenta de la complejidad de los
procesos formativos y el lugar del sistema educativo en los contextos con-
temporáneos. Ello no significa desconocer la histórica función que la escuela
El abordaje de la problemática desde y sus responsables asumieron en los procesos de despojo e imposición cultu-
los estudios antropológicos ral, y afirmar ingenuamente las bondades de la inclusión escolar. Sí implica
sostener la necesidad de historizar esta cuestión, preguntarse no solo por
La formación de los niños y jóvenes ha sido una problemática aborda- la función de la escuela, sino por los sentidos que adquiere para amplios y
da por la antropología desde sus planteos clásicos. La preocupación por la múltiples colectivos. Sobre todo, entendemos que abordar la relación de los
transmisión de pautas culturales y procesos denominados de endocultu- pueblos indígenas o los colectivos migrantes con el sistema educativo impli-
ración y de socialización concentró la atención de diversas investigaciones ca un conocimiento sostenido y simultaneo de los puntos de vista, las expec-
antropológicas sobre las denominadas sociedades primitivas. tativas y las trayectorias formativas no escolares de los diversos pueblos de
la región, así como también del sistema educativo, su función social históri-
2.  En torno a estas problemáticas vienen avanzando sostenidamente entre otros los camente condicionada, pero también su complejidad y sus contradicciones.
equipos de las universidades nacionales dirigidos por María Rosa Neufeld y Gracie- Las miradas hipercríticas que desde los estudios sociales y antropoló-
la Batallán en Buenos Aires, de Elisa Cragnolino y Mónica Maldonado en Córdoba y
gicos en ocasiones se sostienen sobre el sistema educativo en relación a los
de Elena Achilli en Rosario. Investigaciones de problemáticas similares se desarro-
llan en instituciones como el IDES y FLACSO. pueblos indígenas no son las únicas miradas; a ellas se contraponen otras,

[ 14 ] [ 15 ]
difundidas y establecidas en los discursos técnico-burocráticos e investigacio- la población toba de la Plata, de Raúl Diaz (2001) acerca de las escuelas y
nes educativas, que, desde la vigencia más o menos camuflada del paradigma las representaciones de los docentes que trabajan con niños mapuches de
civilizador, presuponen las bondades de la inserción de los indígenas y en Neuquén, del equipo coordinado por Marta Thome en experiencias de capa-
general de los sectores subalternos en la escuela, como si lo mismo fuera una citación de docentes y pueblos originarios en la Universidad de Luján.
condición indispensable y suficiente para la inclusión social, como instancia La vinculación de los grupos migrantes con el sistema educativo no es
de igualación, de emponderamiento de las comunidades, de apropiación de sa- una problemática menos compleja que la de los pueblos indígenas, pero pa-
beres en beneficio de estos grupos. Estas posiciones además, suelen presupo- rece haber sido menos atendida en las investigaciones educativas; lo educa-
ner a la institución escolar como “el” espacio educativo natural, desconociendo tivo y la infancia parecieran en general temas poco instalados en la agenda
las múltiples trayectorias formativas no escolares que estos niños transitan3. de investigación en estudios migratorios latinoamericanos.
También, evidentemente nos distanciamos de estas posturas desde el conven- Trabajos que merecen destacarse en este sentido corresponden a los
cimiento de que el sistema educativo se sostiene en diversas contradicciones desarrollados por autores como María Rosa Neufeld y Ariel Thisted (1999),
y limitaciones en muchos sentidos y en particular en su aparente intento por Néstor Cohen (1999), Eduardo Doménech, Verónica Tripin (2004), Dolores
atender y comprender estas múltiples trayectorias y sujetos. Juliano (1993) en nuestro país, investigaciones en Estados Unidos sobre pro-
En años recientes diversos trabajos de la región han abordado desde cesos de aculturación en la segunda generación de migrantes, tales como los
una perspectiva superadora de estas polaridades la tensión entre las expe- de A. Portes y R. Rumbaut (1996), investigaciones en España y Portugal so-
riencias formativas escolares y comunitarias de niños indígenas, ponien- bre niños y jóvenes migrantes de África y Latinoamérica: Neusa Mendez de
do muchos de ellos atención en las continuidades y discontinuidad en las Gusmao (2005) Adela Franze (2002), Claudia Pedone (2006), Javier García
formas comunitarias de aprendizaje y los sentidos que la escuela asume Castaño (2004), Silvia Carrasco (2009). Estos trabajos realizan interesantes
para los pueblos indígenas.4 En este sentido avanzan trabajos que relevan reflexiones sobre la inserción educativa de hijos/as de familias migrantes,
los procesos de “etnogénesis escolar” y las “múltiples maneras de vivir la los cambios en las pautas de crianza y convivencia, las formas de vincula-
escuela” (Bertely, 2008), los estilos interaccionales, las formas de participa- ción de los padres con las instituciones educativas. Asimismo advierten crí-
ción y colaboración en contextos formativos comunitarios (Paradise, 2004), ticamente sobre los sentidos folclorizantes y estigmatizantes de las políticas
la vinculación entre los distintos usos del saber y la membresìa (Czarny, educativas interculturales dirigidas a niños y jóvenes migrantes.
2008), las historias locales de la escolarización en las comunidades indí- Resulta necesario considerar estos avances al tiempo que seguir profundi-
genas (Gomes, 2004), las formas de participación de los niños en la vida zando aspectos que continúan vacantes. Entre otros, la consideración en simul-
cotidiana de las aldeas y en la escuela (Cohn, 2002), las múltiples y comple- táneo de procesos formativos de niños atravesados por referencias de identifica-
jas motivaciones para la escolarización en los grupos indígenas (Paladino, ción étnica y también nacional. Al respecto resulta sugerente la posición de Roc-
2006). Estos y otros avances realizados en países como México y Brasil kwell (2001: 60) para quien uno de los mayores desafíos de la etnografía actual
no han tenido hasta ahora un correlato sostenido en investigaciones en para pensar la cultura en América Latina son tanto los movimientos indígenas,
nuestro país. En este sentido son auspiciosos los trabajos de Elena Achilli como la construcción de los inmigrantes como otros a través de los medios.
(2010) sobre los sentidos de la escolaridad entre la población toba de Rosa- Si Occidente ha sido el referente civilizatorio principal para proyectar la
rio, de Liliana Tamango, Stela Maris Garcia y María Caselli (2009) entre formación escolar de los niños indígenas, lo nacional aparece como el referen-
te de identificación fundamental para proyectar la escolarización de los niños
3.  Estas afirmaciones recurrentes en el campo de la educación se realizan desco- migrantes. Esto es, si para reflexionar sobre los sentidos de la escolarización
nociendo los aportes del enfoque antropológico y etnográfico al campo educativo: las de los pueblos indígenas no podemos dejar de aludir al fuerte peso del paradig-
contribuciones de una perspectiva comparativa, crítica y desnaturalizadora desde la
cual pensar la relación entre educación y cultura, la noción de producción cultural, ma civilizador en la escuela (si bien la “integración a la Nación” también fue
la necesidad de instalar una reflexión sobre los procesos formativos que supere la un referente indudable), para abordar la presencia en ella de niños migrantes,
escolaridad, etcétera. debemos permanentemente considerar los sentidos del proyecto nacionalista
4.  En general estos trabajos reconocen como antecedentes las investigaciones nor-
en educación. Desde el mismo los niños migrantes son definidos en gran me-
teamericanas de la década del 80 y el 90 de autores como S. Philips, F. Erickson, J.
Lave, B. Rogoff, D. Foley entre otros. dida como extranjeros. En este sentido, aunque no abordan específicamente

[ 16 ] [ 17 ]
la cuestión educativa, son referentes interesantes los trabajos que se centran la transmisión de conocimientos a las jóvenes generaciones. La institución
en la situación general de los colectivos migrantes considerando distintas pro- escuela supone la especialización institucional, la existencia de dispositivos
blemáticas desde la óptica de la etnicidad y/o las adscripciones nacionales, las específicos para cumplir funciones determinadas. Es importante no perder
representaciones sobre “la frontera”, las configuraciones identitarias en los de vista que los sujetos se educan en otras instancias además de las es-
contextos de migración: Alejandro Grimson (2006), Sergio Caggiano y Rober- cuelas, que educación es un término mucho más amplio que escolarización
to Benencia (2006), Marta Maffia (2002), etcétera. (Levinson y Holland, 1996). Tampoco puede obviarse que la escuela intenta
Abordar en simultáneo y en términos comparativos los procesos forma- imponerse a los otros espacios formativos y que ello suele asociarse a un
tivos de niños indígenas y migrantes nos permite anclar con interesantes trabajo sostenido de auto legitimación y de deslegitimación de los mismos
desarrollos de la antropología para pensar la relación entre etnia y nación, en tanto instancias educadoras.
entre procesos de identificación vinculados a lo étnico y a lo nacional. Desde Esto por supuesto no es un proceso unívoco y carente de matices y con-
aquí, entendemos es posible identificar puntos de partida para analizar el tradicciones: así como en ocasiones se ha procurado establecer a la escuela
paradigma integrador o inclusor desde el mandato civilizador y naciona- como instancia instruccional única, en determinados momentos y procesos
lizador, sostenidos no solo, pero es posible que sí principalmente, desde el se ha puesto énfasis en la importancia de las continuidades con respecto
sistema educativo. a lo que el sujeto “trae” de otros espacios formativos. En cualquier caso,
Este intento se hace reconociendo algunas limitaciones. En tanto lo la advertencia sobre esta función histórica que la escuela ha cumplido, no
indígena es un tema “típicamente antropológico”, la situación de los pueblos debe omitir que en las escuelas concretas (y también en los espacios de
indígenas en relación con el sistema educativo se ha abordado recuperando definición de la política educativa) se manifiestan permanentes procesos de
críticamente avances en torno a las identificaciones étnicas, la diversidad negociación y conflicto entre distintas posiciones e intereses. Esto permite
cultural, las distinciones lingüísticas, etc. Si bien el tema de la migración es habilitar innumerables saberes y experiencias definidas como extraescola-
objeto de creciente atención de los estudios antropológicos en nuestro país, res, previos o elaborados en simultaneidad a la escuela, que abierta o su-
la sensación es que no se han terminado de volcar a la misma las preguntas brepticiamente, se incluyen, aunque generalmente en forma subordinada,
y problemas que desde sus inicios guiaron la indagación en antropología. en la dinámica escolar.5
Si bien intentamos comenzar a superar estas limitaciones y estos ses- Podemos entonces entender a la escuela como una instancia privile-
gos, las mismas están presentes en los textos que integran este traba- giada y sostenida de educación sistemática, como espacio institucional de
jo. Así, en la primera parte, dedicada a las experiencias formativas de instrucción intencional, que ha sido legitimado en la modernidad como dis-
niños indígenas, cuestiones clásicas de la antropología son puestas en positivo educativo hegemónico, siendo que lo hegemónico no incluye todo,
juego desde revisiones contemporáneas: la problemática de la lengua y pero permea todo. Por ello, si bien sabemos que la escuela no tiene el mono-
las identidades, las identificaciones religiosas, las formas comunitarias polio de la formación de los sujetos en una sociedad determinada, también
de socialización en el juego y la producción doméstica, etc. La segunda sabemos que no podemos entender acabadamente estos procesos formativos
parte, referida a las experiencias formativas de niños migrantes se centra en la sociedad actual sin aludir a la escolaridad.
en la escolaridad, dando un lugar relevante no solo a los niños, sino a los Pero además, evidentemente, la escuela no es una. La historia la atra-
docentes y en general, a las representaciones que circulan en la escuela viesa. En los temas que nos ocupan, esto es particularmente evidente si
sobre los niños migrantes. advertimos la alternancia y superposición de mandatos que interpelan las
escuelas y en particular la práctica docente. Los docentes, lejos de repre-
sentar un lugar y posicionamiento claro como a veces nos sugiere la teoría
Breve panorama del sistema educativo: los de la reproducción, se presentan atravesados además de por su pertenencia
paradigmas, los números y los sujetos de clase, por innumerables y en ocasiones superpuestos mandatos sociales

5.  La pregunta sobre cuánto de lo que queda afuera debería incorporarse a la lógica
La escuela es una institución relativamente reciente de la moderni-
y los sentidos escolares, y de qué modo se debería producir esta incorporación, no
dad, asociada a la consolidación de los estados nacionales y encargada de está de ningún modo clausurada.

[ 18 ] [ 19 ]
y educativos entre los que se advierten algunos quiebres y muchas conti- Una breve disquisición sobre los números7
nuidades: del asistencialismo y el disciplinamiento, al nacionalismo y el
discurso democratizador los grandes idearios parecen superponerse sin re- Las cifras, como todo, muestran algunas cosas, omiten otras, y, posi-
visarse ni superarse (Novaro, 2009). blemente, encubren muchas. Sin embargo, para abordar algunas proble-
En los últimos años, a estos mandatos se ha sumado otro, muy vincu- máticas, en ocasiones la contundencia de los números hace innecesarias
lado a los temas que abordamos en este libro: que las escuelas se transfor- muchas palabras.
men en un espacio donde la diversidad cultural se despliegue. Esto, lejos Como surge de los datos oficiales, si consideramos la población es-
de restringirse a la educación, presenta correlatos en diversas normativas colar total en 2007 había 6.565.278 niños matriculados en la primaria y
y políticas de reconocimiento de derechos de los pueblos indígenas y otros 1.545.094 estudiantes secundarios (cuadro 1); ese mismo año, los alumnos
colectivos considerados “diversos”. Pero en el sistema educativo esto tiene de origen boliviano en el nivel primario eran 21.125, y en la secundaria
manifestaciones particulares: observamos el peso de un discurso que se 8.111 (cuadro 2). Según datos del 2008, los alumnos primarios que asistían
autodefine como políticamente correcto sostenido en la reivindicación y, en a escuelas definidas como modalidad intercultural bilingüe eran 33.264,
algunos casos, en la valorización acrítica de la diversidad, asociado a es- mientras que los secundarios eran 6.735 estudiantes (cuadro 3).8
trategias de visibilización y en ocasiones más bien de hipervisibilización y De esta información sintética pueden extraerse una serie de reflexiones
festejo de las diferentes pertenencias y manifestaciones culturales en la es- provisorias. En primer lugar, es posible observar un importante descenso
cuela.6 Veremos aquí de qué manera esta hipervisibilización, en el contexto de la matrícula en la secundaria respecto de la primaria en todos los casos
real de vida de gran parte de los sujetos definidos como diversos, termina (lo que requeriría de estudios más detallados de la información disponible).
muchas veces siendo una forma (posiblemente involuntaria) de violencia. En segundo lugar, se verifican diferentes proporciones de permanencia en
Es así como se transforma en un mandato de autoafirmación de una marca, el sistema educativo entre la población total, aquella identificada como de
asociada tradicionalmente a lo que ha sido concebido como una carencia origen boliviano y la que asiste a escuelas de la modalidad indígena: mien-
o una falta, que los niños en contextos escolares en ocasiones no desean tras que en la matrícula total de los doce años de estudio (primaria y secun-
asumir o explicitar. daria) los alumnos secundarios representan cerca del 20%, en el caso de los
Para sumar elementos a la contradicción anteriormente señalada, alumnos de origen boliviano este porcentaje asciende al 28%, al tiempo que
tengamos en cuenta que este discurso aparentemente valorizador de la di- en las escuelas de modalidad EIB disminuye al 17%.
versidad coexiste con imágenes hegemónicas de la diferencia cultural (en Dado que las escuelas definidas como pertenecientes a la modalidad
particular ciertas diferencias, como aquellas de las que serían portadores EIB son, de acuerdo a estos procesamientos, aquellas que cuentan con un
los indígenas y migrantes limítrofes) con el fracaso escolar (Novaro, 2005).
Para advertir la relevancia de profundizar sobre la situación educativa 7.  Los datos y las reflexiones que continúan fueron construidos en intercambio con
de los niños indígenas y migrantes, además de interrogarnos por el sentido Ana Padawer y con el sociólogo Matías Ballesteros
8.  Es importante aclarar que el criterio para definir la matricula de escuelas de
de las imágenes festivas o condenatorias entre los funcionarios educativos
modalidad indígena en el Anuario Estadístico 2008 de la DINIECE-Ministerio de
y docentes, deberíamos comenzar a preguntarnos por el alcance real de la Educación de la Nación se refiere a aquellos establecimientos donde el 80% de los ni-
presencia de estos niños en los distintos niveles del sistema educativo y por ños son indígenas o hablantes de la lengua indígena. No son por ello considerados los
numerosos niños indígenas que cursan su escolaridad en establecimientos donde no
lo que la escuela significa para ellos y sus familias.
se alcanza dicho porcentaje de la matrícula, situación particularmente frecuente en
las escuelas urbanas. Se suma a ello la dificultad de formular instrumentos confia-
bles para realizar este relevamiento, en especial de realizar preguntas adecuadas a
6.  Dentro de las políticas educativas esto tiene un claro correlato en la multiplica- quienes en las escuelas tienen a su cargo la “identificación” y registro de los niños in-
ción de programas de educación intercultural y de educación intercultural bilingüe dígenas para los procedimientos estadísticos. Asimismo, es importante destacar que
en distintas gestiones de nuestro país a partir de fines del 90 (sobre este punto nos la información sobre alumnos nacidos en otros países es relevada anualmente, pero
detenemos en las conclusiones de este libro). Adelantamos por ahora que las mismas no se incluye en el Anuario Estadístico; por ese motivo esta información fue solicitada
no solo responden a la lógica del Estado y del poder sino que son también el resultado especialmente al Área de Gestión de la Información de la DINIECE. Dado que los da-
de la presión de los pueblos indígenas porque el Estado asuma un compromiso con el tos que nos proporcionaron corresponden a 2007, se presentó un desfase respecto de
reconocimiento y la reparación histórica. los datos más actuales en el caso de la matrícula de EIB, que corresponden a 2008.

[ 20 ] [ 21 ]
80% o más de matrícula indígena, es posible que aquellos alumnos indí- las propuestas asistenciales, y también sobre las situaciones evidentes o
genas que continúan la secundaria lo hagan en muchos casos asistiendo a sutiles de discriminación que entran en tensión con los discursos y propues-
establecimientos que no son definidos de acuerdo a estos parámetros, y por tas democratizadoras. Como mencionamos unas páginas atrás y en trabajos
ende no sean contabilizados. Por ello, la disminución relativa de la matrí- previos (Diez y Novaro, e/p), recién en los últimos años las políticas públicas
cula secundaria de la modalidad indígena puede implicar dos situaciones: o definidas hacia la niñez, y especialmente hacia los niños que se alejan de
bien un mayor abandono, o bien que los alumnos que han cursado la prima- los parámetros de socialización hegemónicos, han articulado propuestas
ria en esta modalidad continúen la secundaria, pero no bajo la modalidad fundamentadas en la interculturalidad y el plurilinguismo (Walsh, 2001;
EIB. Ambas situaciones ameritarían estudios específicos. Díaz, 2003). Estas políticas deben ser seguidas muy de cerca para identifi-
Respecto de la población de origen boliviano, la explicación de la mayor car (y eventualmente apoyar reflexivamente) sus elementos de crítica a las
proporción en la permanencia puede estar dada porque la relación entre la propuestas homogeneizadores, pero también para precisar sus sentidos po-
cantidad de personas de esta nacionalidad en edad teórica de asistir a la tencialmente funcionales a la fragmentación y la segmentación educativa
secundaria con respecto a aquella en edad teórica de asistir a la primaria y a la instalación de un escenario de festejo folclorizante y exotizante de la
es superior que en la población total. Si se consideran los datos del Censo de diversidad (Novaro, 2006).
Población y Vivienda de 2001 se advierte que cada cien niños bolivianos en Más allá de los discursos de políticos y funcionarios, de la apertura
edad teórica de escolaridad primaria (6-11 años), hay 135 jóvenes adolescen- de programas específicos a nivel de los ministerios, lo cierto es que en el
tes de esa nacionalidad en edad teórica de secundaria (12-17 años); mientras contexto de las escuelas, suele suceder (no en todos los casos pero con una
que en el total de la población hay 94. De hecho, considerando esta relación, recurrencia significativa) que las estrategias concretas para el trabajo con
la tasa de asistencia de la población boliviana en edad teórica de cursar la esta población de niños y niñas (con destacables excepciones) se limiten a
secundaria es menor que la total: 79% frente al 87% (cuadros 4 y 5). “bajar las expectativas”: decimos por eso en otros trabajos (Diez y Novaro,
Es evidente que la pérdida progresiva de la matrícula es un tema rele- e/p), que estas situaciones nos llevan a suponer que tal vez de lo que se
vante para toda la población, pero los números indican que para ponderar trate sea de reconstruir las formas más invisibles y matizadas de exclu-
la gravedad de la cuestión es necesario precisar los factores asociados a sión de los incluidos. La baja de expectativas sobre el desempeño escolar
estos valores en cada uno de los conjuntos considerados (población total, no es una característica exclusiva de la escolarización de niños indígenas
población migrante boliviana, población de escuelas de modalidad inter- y migrantes, sino una imagen tristemente extendida sobre los niños de los
cultural bilingüe): situación socioeconómica, ingreso de los niños y jóvenes sectores subalternos. La particularidad es que en el caso de los primeros,
al mercado laboral, movimientos de población entre distintas regiones y sus identificaciones y adscripciones étnicas y nacionales suelen utilizarse
países, dificultades de acceso, etc. para legitimar esta situación.
Sobre estas cuestiones hacemos referencias generales en los trabajos Para comenzar a construir un paradigma sostenido en los sentidos
que integran este libro, profundizando en algunas problemáticas particu- críticos de la interculturalidad, para dejar de culpar a los sujetos por el
lares que sin duda también inciden en la discontinuidad de la escolaridad fracaso del sistema y encontrar las distintas claves de este fracaso debe-
especialmente de los niños indígenas y migrantes: distancias entre la pro- mos detenernos en las características del sistema educativo, pero también
puesta escolar y los trayectos formativos no escolares de estos niños, re- en las características de esta población, en los procesos históricos que
presentaciones de sus familias sobre la niñez y la escolaridad (cuestiones a han atravesado, en la forma en que se posicionan frente a las interpela-
las que nos referimos fundamentalmente en el primer bloque del libro que ciones hegemónicas, en sus imágenes sobre la infancia y la juventud, en
aborda diversas experiencias formativas de niños indígenas), situaciones in- las representaciones sobre la escuela, la acreditación, etcétera y sobre
ternas a la escolaridad que sin duda repercuten en lo que se vivencia como todo en la forma en que los niños experimentan su escolaridad y también
un fracaso y el posterior abandono (aspectos sobre los que nos detenemos en en las diversas situaciones formativas que transitan, sus continuidades
el segundo bloque referido a las trayectorias escolares de niños migrantes). y discontinuidades con la experiencia escolar. Todos estos son aspectos
Es imprescindible por ello comenzar a profundizar sobre las limitacio- sobre los que intentamos avanzar a la largo de los distintos capítulos de
nes de las estrategias de inclusión en educación, entre las que predominan este libro.

[ 22 ] [ 23 ]
La situación de la población indígena y migrante: las “educación autónoma”. Es decir, las posiciones combinan simultáneamen-
demandas educativas en el marco de otras demandas te la reivindicación del derecho a acceder a saberes considerados “legí-
timos” y comunes, al tiempo que se reivindica un modelo que parta del
Aquí hablamos de población indígena y migrante, sin embargo, los reconocimiento de la diferencia cultural y cuestione los contenidos unifor-
términos mismos, en el caso de la población estudiada, son engañosos. Al mizadores (Diez, 2007).
riesgo de esencialización y fijación de rasgos que estos atributos (indígenas Estas demandas por educación y escolarización deben ser compren-
y migrantes) suelen predisponernos, hay que sumar ciertas particularida- didas en referencia al contexto de desigualdad y las formas de interven-
des de los casos estudiados que hacen dudar de la pertinencia de la misma ción del Estado en la vida cotidiana de los sectores subalternos (formas de
clasificación. Por un lado, se trata de población migrante procedente de intervención donde la escuela aparece a veces como un mecanismo privi-
Bolivia, en la cual las marcas de distinción nacionales coexisten con las legiado). En el caso de la población estudiada, esto debe hacerse además
marcas de distinción étnica. Por otra parte, en el caso de uno de los pueblos incorporando los sentidos que para ellos mismos tiene el carácter atribuido
indígenas estudiados, la población toba, se trata de una comunidad ubicada (y en ocasiones autoasumido) de sujetos “diversos” desde sus particulares
en Buenos Aires cuyos adultos provienen mayoritariamente del Chaco. La referencias étnicas y nacionales.
movilidad territorial, el desarraigo y la recreación de lazos de comunalidad Retomando esto último sostenemos que, si la reflexión sobre las po-
fuera del lugar de residencia son también aspectos que atraviesan sus his- líticas implica atender a los procesos de construcción y manipulación de
torias. En cuanto a la población mbyá, la diversidad de situaciones releva- la diversidad “desde arriba”, comprender acabadamente la situación im-
das en los distintos núcleos y aldeas trabajadas da cuenta de lo inapropiado plica también reparar en los sentidos que la diversidad étnica y nacional
que resultaría realizar descripciones que se pretendan fijas e inamovibles asume para los mismos sujetos. Los grupos cuyas referencias identitarias
sobre sus referencias de identificación. aparecen mencionadas en este libro experimentan estas referencias como
Atendiendo al posicionamiento de estos colectivos frente al sistema marcas que los estigmatizan, pero a la vez como universos de significación
educativo se observa en general la coexistencia de una alta valoración de la y autodefinición colectiva a partir de los cuales crean lazos y definen rei-
escuela y preocupación por los desempeños de sus hijos, con visiones instru- vindicaciones comunes. Todo esto implica considerar la articulación de la
mentales asociadas a la acreditación, junto con una profunda desconfianza; pertenencia étnica y nacional, y las situaciones formativas infantiles en
se registra el simultáneo deseo de inclusión y miedo a la manipulación. relación con procesos socioculturales e históricos más amplios: las situa-
Se advierten también situaciones de confrontación no siempre explíci- ciones de pobreza, migración, discriminación y fragmentación familiar. En
ta entre las imágenes de infancia desde las cuales comprender las expecta- ese sentido las referencias de identificación étnica y nacional deben conside-
tivas puestas en la escolaridad: de la demanda disciplinadora a la noción de rarse en conjunto con las desigualdades en términos de clase, consideración
que la escuela representa un obstáculo para el involucramiento de los niños imprescindible en las situaciones de desposesión en que viven las comuni-
en la producción de la unidad familiar, de la expectativa de mantenimiento dades indígenas y migrantes a las que refiere este libro
de la lengua hablada y los saberes impartidos en los ámbitos domésticos, a
la apuesta de su reemplazo por lenguas y conocimientos hegemónicos.
Tanto entre la población indígena como en la migrante (aunque en Experiencias formativas y procesos de
este caso pareciera que con menor grado de explicitación y sistematicidad) identificación en los capítulos del libro
advertimos que las demandas vinculadas a la educación han pasado a
adquirir relativa centralidad en los últimos años, identificamos también Este libro sistematiza el trabajo que distintos investigadores realiza-
una doble demanda hacia el sistema educativo: la demanda de una inclu- ron en torno a las cuestiones que hemos venido señalando, profundizándo-
sión en condiciones de igualdad al resto de la población, y la demanda por las a propósito de distinta problemáticas y ámbitos empíricos. Algunos de
el reconocimiento, en los espacios escolares, de su particularidad, por la los trabajos vuelcan el resultado de investigaciones que tienen muchos años
consideración de sus valores y formas de conocimiento, por una educación de desarrollo, otras se sostienen en trabajos intensos pero más recientes.
que se define en muchos casos como intercultural y en ocasiones como El libro esta organizado en tres partes.

[ 24 ] [ 25 ]
Luego de esta introducción, un primer bloque se refiere a diversas ex- escolares con respecto a estos niños y sus familias. En este bloque se traba-
periencias formativas de niños tobas de Buenos Aires y de niños mbyá de ja simultáneamente sobre situaciones informales de interacción y contextos
distintas localidades de Misiones. de aprendizaje formal.
Carolina Hecht, Mariana García Palacios y Aristobulo Borton traba- María Laura Diez se detiene en el trabajo sobre trayectorias y bio-
jan en un barrio toba de la zona oeste de Buenos Aries y en la escuela pa- grafías, poniendo énfasis en las formas en que desde la escuela se in-
rroquial a la que asisten los niños del barrio. Hecht avanza en el análisis terpela a los sujetos con experiencias alejadas de ciertos parámetros de
de las prácticas comunicativas en toba y en español en los contextos fami- normalidad frente a la doble estigmatización de estos niños desde su con-
liares, escolares y recreativos, precisando los sentidos asociados al conoci- dición simultánea de pobreza y extranjería. Gabriela Novaro profundiza
miento y uso de la lengua indígena y el español en la comunidad; considera en la vivencia de las marcas étnicas en contextos áulicos y en situaciones
las prácticas lingüísticas como indisociables de los contextos sociales y los de diálogo y disputa entre saberes, poniendo atención en las intervencio-
procesos de producción identitaria. García Palacios trabaja sobre la articu- nes de estos niños, en los silencios y silenciamientos de sus voces y en los
lación entre religión y etnicidad y registra la tensión ser toba-ser evangelio sentidos paradójicos con que desde la escuela son invocadas sus referen-
(como referencia fuerte de identificación de la comunidad), poniendo en vin- cias étnicas y nacionales. Laura Martínez caracteriza las concepciones
culación esta tensión con el ideario católico de la escuela a la que asisten de niños y adultos sobre la migración y trabaja sobre las situaciones de
los niños. Borton, por su parte, se detiene en las características de la escue- vergüenza y ocultamiento de la propia historia relatadas tanto por los
la donde concurren la mayoría de los niños de la misma comunidad toba, docentes como por los niños en una escuela que, significativamente ha
atendiendo a las representaciones de los docentes y sus concepciones sobre venido sosteniendo una política explícita de reconocimiento y valoración
el “silencio” y las formas comunicativas de los niños tobas en el contexto de de la diversidad. Por último, Mariana Beheran realiza algunas referen-
la escuela; reconstruye estas representaciones poniéndolas en relación con cias generales a los contextos y la legislación migratoria para detenerse
la forma en que la niñez y la socialización han sido abordadas desde ciertas en las particularidades con que los procesos escolares se manifiestan y
corrientes antropológicas. experimentan ya no entre niños, sino en los jóvenes inmigrantes, y des-
Entre la población mbya guaraní de la provincia de Misiones, Noelia cendientes de inmigrantes de Bolivia y Paraguay en una escuela secun-
Enriz trabaja en tres comunidades con una relación muy distinta con el Es- daria de Buenos Aires.
tado y en particular con el sistema educativo; avanza en la reflexión sobre Por último, en la parte 3 se realizan reflexiones sobre las implican-
las prácticas lúdicas atendiendo a las formas de aprendizaje y los conoci- cias de las cuestiones abordadas tanto para abrir líneas de investigación
mientos que circulan en los juegos, especialmente las atribuciones diferen- como para aportar a las propuestas de intervención; en este último as-
ciales respecto del tiempo y las etapas de la vida, incluyendo reflexiones pecto los trabajos se detienen tanto en las implicancias de estas proble-
sobre los correlatos que esto tiene con las propuestas escolares de la zona. máticas (particularmente de cuestiones como el etnocentrismo y la dis-
A propósito del trabajo realizado en la misma comunidad mbya pero en criminación) para el trabajo en contextos educativos (Douglas Cairns) ,
otros asentamientos, mas estrechamente vinculados a la sociedad nacio- como en la posibilidad de recuperar critica y reflexivamente experiencias
nal y el mercado, Ana Padawer sistematiza aspectos de la normativa sobre de participación de los autores de distintos capítulos del libro en espa-
trabajo infantil poniéndola en tensión con la situación de las comunidades cios de definición de políticas educativas en los últimos años (Carolina
mbyà visitadas, donde los niños participan, en distinto grado, de activida- Hecht, María Laura Diez, Gabriela Novaro, Ana Padawer). En el último
des asociadas a la producción doméstica; precisa de que forma la revisión capítulo, se reflexiona sobre los desafíos de considerar las problemáticas
conceptual de las nociones de conocimiento y trabajo puede aportar a la ar- que se detallan en el libro en situaciones de intersección entre la investi-
ticulación de las prácticas formativas en el contexto familiar-comunitario gación y la gestión, señalando los límites (tanto de la academia como de
y la escuela. las políticas de Estado) para incluir creativamente en las denominadas
Los trabajos que integran la parte 2, se refieren a situaciones de esco- propuestas de educación intercultural bilingüe las reflexiones críticas
larización de niños migrantes bolivianos en un bario de la zona sur de Bue- que la investigación aporta y, a partir de ellas, proyectar cambios sobre
nos Aires. En los distintos capítulos se atiende a los mandatos y visiones las realidades abordadas.

[ 26 ] [ 27 ]
Cuadro 1. Alumnos matriculados por nivel
Bibliografía
Jurisdicción Total Inicial Primaria Secundaria SNU
Total País 10.016.052 1.364.909 6.565.278 1.545.094 540.771
Achilli, E.L. (2010), Escuela, familia y desigualdad social. Una antropolo-
Fuente: Ministerio de Educación, Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa Red
Federal de Información Educativa Relevamiento Anual. 2007. DINIECE. Ministerio de Educación. Realización: 13
gía en tiempos neoliberales, Rosario, Laborde.
de marzo de 2009. Gestión de la información. Batallan, Graciela (1999), “La apropiación de la etnografía por la investi-
gación educacional. Reflexiones sobre su uso reciente en Argentina y
Cuadro 2. Matrícula de alumnos de origen boliviano de educación formal por nivel
Chile”, Revista del Instituto de Ciencias de la Educación, Nº 14, Facul-
Jurisdicción Total Inicial Primaria Secundaria SNU
tad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Total País 33.257 3.205 21.125 8.111 816
Bertelli Busquets, M. (2008), “La historia social de la escolarización en pue-
Fuente: Ministerio de Educación, Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa Red blos indígenas y tribales. Múltiples maneras de vivir la escuela”, en Berle-
Federal de Información Educativa Relevamiento Anual. 2007. DINIECE. Ministerio de Educación. Realización: 13
de marzo de 2009. Gestión de la información lli, Gasché, Podestá (coords.), Educando en la diversidad. Investigaciones
y experiencias educativas interculturales y bilingües. Quito, Abya-Yala.
Cuadro 3. Modalidad intercultural bilingüe*. Alumnos por nivel de enseñanza (2008)
Carrasco, S, J. Pamies y M. Beltran (2009), “Familias migrantes y escuela:
Jurisdicción Total Inicial Primaria Secundaria
desencuentros, estrategias y capital social”, Revista Complutense de
Total País 47.790 7.791 33.264 6.735
Educación, vol. 20, Nº 1.
Fuente: Ministerio de Educación, Dirección Nacional de Información y Evaluación de la Calidad Educativa Red Cohen, N. (comp.) (2004), “Puertas adentro: la inmigración discriminada,
Federal de Información Educativa Relevamiento Anual. 2008. DINIECE. Ministerio de Educación. Realización: 26
de noviembre de 09. Gestión de la información. ayer y hoy”, Documento de Trabajo Nº 36, Buenos Aires, Instituto de
* Se consideran las unidades educativas que tienen el 80% de su matrícula indígena y/o hablante de lengua indígena. Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Univer-
Cuadro 4. Población de 6 a 17 años nacida en Bolivia y en la Argentina y el Resto de los países por edad agrupada.
sidad de Buenos Aires.
Argentina, 2001 Cohn, C. (2002), “A crianca, o aprendizado e a socializacao na antropologia”,
Edad Agrupada em A. Lopes Da Silva y A.N. Pereira (orgs.), Crianças indígenas. En-
Relación (1)
6 a 11 años 12 a 17 años saios antropológicos, São Paulo, Global-MARI-USP-FAPESP.
Bolivia 9.618 13.021 135 Czary, G. (2007), “Pasar por la escuela: metáfora que guarda distintas ca-
País de nacimiento
Argentina y Resto de países 4.167.697 3.915.558 94 ras para abordar la relación comunidades indígenas y escolaridad”,
Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. XII, Nº 34, México.
Fuente: Elaboración propia en base a Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.
(1) Es la relación entre la población de 12 a 17 años y la población de 6 a 11 años.
– (2008), Pasar por la escuela. Indígenas y procesos de escolaridad en la
Cálculo: (Población de 12 a 17 años/Población de 6 a 11 años)*100 ciudad de México, México, Universidad Pedagógica Nacional.
Díaz, R. (2001), Trabajo docente y diferencia cultural. Lecturas antropológi-
Cuadro 5. Porcentaje de escolarización de la población de 12 a 17 años nacida en Bolivia y en la Argentina
cas para una identidad desafiada, Buenos Aires, Miño y Dávila.
País de Nacimiento Diez, M.L. (2007), panel de presentación del libro Educación escolar indíge-
Bolivia Argentina y Resto de países na. Investigaciones antropológicas en Brasil y Argentina, Facultad de
12 años 95% 98% Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata. Museo
13 años 92% 96% de La Plata, 2 de octubre.
14 años 86% 92% – y G. Novaro (e/p), “¿Una inclusión silenciosa o las sutiles formas de la
Edad
15 años 80% 86% discriminación? Reflexiones a propósito de la escolarización de chicos
16 años 68% 79% bolivianos”, en Diagnóstico participativo sobre discriminación. Proyec-
17 años 58% 72%
to contra la discriminación, Buenos Aires, Asociación por los Derechos
12 a 17 años 79% 87%
Civiles, Fundación Ford, e/p.
Domenech, E. (2007), “Migraciones contemporáneas y pluralismo cultural
Fuente: Elaboración propia en base a Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001. Instituto Nacional
de Estadística y Censos (INDEC). Procesado con Redatam+SP en la Argentina: el discurso oficial y las prácticas escolares”, en D.

[ 28 ] [ 29 ]
Jardim (comp.), Cartografias da Imigração: Interculturalidade e Polí- Novick, S. (1997), “Políticas migratorias en la Argentina”, en E. Oteiza, S.
ticas Públicas, Porto Alegre, Universidade Federal do Rio Grande do Novick y R. Aruj (comps.), Inmigración y discriminación. Políticas y
Sul, pp. 19-45. discursos, Buenos Aires, Grupo Editor Universitario.
Foley, D. (1996), “El indio silencioso como una producción cultural”, en B. Paladino, M. (2006), “Estudar e experimentar na cidade: Trajetorías so-
Levinson, D. Foley y D. Holland, The cultural production of the educa- ciais, escolarizacao e experiencia urbana entre jovens indígenas ti-
ted person, State University of New York Press. cuna, Amazonas”, tesis de doctorado en Antropología Social, Río de
Franzé Mudanó, A. (2002), Lo que sabía no valía. Escuela, diversidad e in- Janeiro, PPDAS, Museu Nacional, Universidad Federal de Río de Ja-
migración, Consejo Económico y social, Comunidad de Madrid. neiro.
García, S.M. y M. Paladino (comps.) (2007), Educación escolar indígena. Paradise, R.L. (2006), “La interacción mazahua en el contexto cultural;
Investigaciones antropológicas en Brasil y Argentina, Buenos Aires, ¿pasividad o colaboración tácita”, documento 56, México, CINVES-
Antropofagia. TAV, Departamento de Investigaciones Educativas.
García, S.M. y V. Solari Paz (2009), “Investigar la escuela: desafíos desde la – (2004), “Responsability and reciprocity: social organization of Mazahua
antropología”, en L. Tamagno (coord.), Pueblos indígenas. Intercultura- learning practice”, Anthropology and Education Quaterly, vol. 40.
lidad, colonialidad y política, Buenos Aires, Biblos. P edone, C. (e/p), “«Lo de migrar me lo pensaría con calma»: representa-
García Castaño, J. y A.M. G omes (2004), “El proceso de escolarización de ciones sociales de jóvenes en torno al proyecto migratorio familiar”,
los xakriabá: historia local y rumbos de la propuesta de educación es- en A. Pedreño (coords.), Tránsitos migratorios: contextos transnaciona-
colar diferenciada”, Cuadernos de Antropología Social, Nº 19, Sección les y proyectos familiares en las migraciones actuales, Universidad de
de antropología social, Instituto de Ciencias antropológicas, Facultad Murcia-AECI.
de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. – (2006), “Los cambios familiares y educativos en los actuales contextos
Grimson, A. (1999), Relatos de la diferencia y la igualdad. Los bolivianos en migratorios ecuatorianos: una perspectiva transatlántica”, Athenea
Buenos Aires, Buenos Aires, Eudeba. Digital. Revista de Pensamiento e Investigación Social, Nº 10.
– (2006), “Nuevas xenofobias, nuevas políticas étnicas en la Argentina”, en A. Portes, A. y R. Rumbaut (1996), Immigrant America: A portrait, University
Grimson y E. Jelin (comp.), Migraciones regionales hacia la Argentina. of California Press, Berkeley.
Diferencia, desigualdad y derechos, Buenos Aires, Prometeo Libros. Rockwell, E. (1996), “La dinámica cultural en la escuela”, en A. Álvarez y
Ibáñez Caselli, M.A. (2009), “Políticas públicas y prácticas educativas”, en P. Del Río (eds.), Hacia un currículum cultural: un enfoque vygotskiano,
L. Tamagno (coord.), Pueblos indígenas. Interculturalidad, coloniali- Madrid, Fundación Infancia y Aprendizaje.
dad y política, Buenos Aires, Biblos. – (2001), “Caminos y rumbos de la investigación etnográfica en América La-
Juliano, D. (s/f), “Las minorías étnicas en Argentina. La autorreproducción tina”, Cuadernos de Antropología Social, N° 13, Sección Antropología
social y el tratamiento escolar de la diferencia (1880 a 1990)”, mimeo. Social, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Levinson, B., D. Bradley y D. Holland (1996), “La producción cultural de la T rpin, V. (2004), Aprender a ser chilenos. Identidad, trabajo y residencia de
persona educada: una introducción”, en B. Levinson, D. Foley y D. Ho- migrantes en el Alto Valle de Río Negro, Buenos Aires, Antropofagia.
lland, The cultural production of the educated person, State University Walsh, C. (2009), “Interculturalidad crítica y pedagogía de-colonial: in-sur-
of New York Press. gir, re-existir y re-vivir”, en P. Melgarejo (comp.), Educación intercul-
M affia, M. (2002), ¿Dónde están los migrantes? Mapeo sociocultural de gru- tural en América Latina: memorias, horizontes históricos y disyuntivas
pos inmigrantes y sus descendientes en la provincia de Buenos Aires, políticas, México, Universidad Pedagógica Nacional-CONACIT-Plaza
Buenos Aires, Al Margen. y Valdés.
Mendes de Gusmão, N.M. (2005), Os filhos da África em Portugal. Antropo-
logía, multiculturalidade e educacao, Belo Horizonte, Autentica.
Neufeld, M.R. y A. T histed, De eso no se habla: los usos de la diversidad
sociocultural en la escuela, Buenos Aires, Eudeba.

[ 30 ] [ 31 ]
PARTE I
Experiencias formativas de niños y
niñas de comunidades indígenas
Niñez indígena:

Apuntes introductorios

Laureano Borton, Noelia Enriz, Mariana García Pala-


cios, Ana Carolina Hecht y Ana Padawer

Desde distintas disciplinas se ha abordado cómo la génesis histórica y


social de la imagen de la niñez occidental se produce a mediados del siglo
XVII ya que con el surgimiento del llamado “sentimiento de infancia”1 se
establece la separación entre distintas edades (Ariès, 1987). Este proceso
estuvo asociado, entre otras cosas, al establecimiento de las escuelas como
instituciones donde los niños aprenden, ya no por medio del contacto direc-
to con las actividades cotidianas de los adultos, sino en una organización
especializada (Varela y Álvarez Uría, 1991). Para introducirnos en los capí-
tulos que se presentan en este apartado, es importante tener en cuenta que
la concepción naturalizada de infancia es dominante en el sentido común,
y se reserva la noción de “diversidad en la niñez” a todas aquellas prácticas
que parecen diferir con esta noción.
En discusión con esta naturalización, ya en los estudios etnográficos
con poblaciones indígenas de fines del siglo XIX y principios del siglo XX es
posible encontrar reflexiones antropológicas sobre las edades de la vida, la
crianza y la educación: estos trabajos generalmente dedicaban su indaga-
ción empírica a la reconstrucción de las culturas entendidas como totalida-
des y, en este sentido, incluyeron estudios de los procesos educativos. Sin
embargo, los mismos eran concebidos como la incorporación de las jóvenes
generaciones en cada cultura particular, por lo que los procesos educativos

1.  Con la idea del “sentimiento de infancia” se inauguró teóricamente la concep-


ción de esta etapa de la vida como producto de la modernidad: tendió a limitarse
la cohabitación de los niños con los adultos y el aprendizaje por medio del contacto
directo con ellos, se los ubicó en los colegios, comenzando el período de reclusión
temporal y espacial de los niños (inicialmente, varones) que se extiende con va-
riaciones hasta la actualidad (Ariés, 1987:11-12). Jean Louis Flandrin (1981: 163-
165) y otros historiadores han señalado los aportes y dificultades conceptuales y
metodológicas de esta obra inaugural: la escasa atención a las divergencias, la
relativa pertinencia en el uso de ciertas fuentes iconográficas y personales y la
vaguedad en la información cuantitativa, no obstante no deja de reconocerse su
potencial para investigaciones académicas rigurosas en problemas que antes se
consideraban inabordables.

[ 35 ]
eran pensados en términos de transmisión cultural (concepción cuestiona- generalmente se lo hace apelando a una confrontación insalvable entre el
da por abordajes posteriores).2 formato escolar, y la educación en contextos rurales e indígenas. Esta idea
El abordaje que de la niñez realizaban las investigaciones de la et- de que fuera de las escuelas existe una única forma cultural de educar
nografía clásica de tradición funcionalista y culturalista dejaba entrever es resultado de cierta herencia funcionalista y culturalista en antropo-
una idea de “carencia”: los niños eran concebidos como “incompletos” en logía, que consideraba a las culturas homogéneas y sin conflictos. Desde
contraste con las particularidades que se le asigna a la edad adulta. En esta concepción, se pierde de vista que las definiciones hegemónicas de
este sentido, dado que inevitablemente los niños serán adultos, la niñez la persona educada que están presentes en los distintos contextos socio-
importaba fundamentalmente en términos de posibilidad, como una etapa culturales pueden ser disputadas desde ideas sobre la crianza infantil o
de preparación y formación protagonizada centralmente por los adultos en sobre la sociedad que se pretende construir y, más implícitamente, desde
tanto transmisores de cultura. determinaciones de género, edad, etnicidad y clase (Levinson, Foley y Ho-
Aun con estas limitaciones en sus primeros abordajes, es importante lland, 1996).
destacar que la antropología permitió discutir la noción de infancia y de Teniendo en cuenta estos debates, creemos que los niños y las niñas
educación que impuso la sociedad occidental, mostrando que en distintos no pueden ser considerados desde una existencia autónoma sino que se
contextos socioculturales es posible registrar múltiples categorías y atribu- encuentran inmersos en una red de relaciones e interacciones múltiples y
tos de los sujetos en las primeras etapas de su vida, así como diversas ma- complejas. Además de situarlos en el contexto histórico y sociopolítico, se
neras de educar (Gottlieb, 2000). Las discusiones que estos estudios apor- debe incorporar los criterios de clasificación y principios de diferenciación
taron continúan vigentes hoy, ya que el proceso expansivo de las formas específicos de cada contexto sociocultural para definir miembros y clases
escolares y su condición hegemónica como modo de socialización dominan- de edad, así como las actualizaciones subjetivas de los sujetos concretos
te continua siendo constitutivo de las sociedades postindustriales (Viñao, (quienes interiorizan los esquemas culturales vigentes pero no se limitan
2002), por lo que las experiencias formativas no escolares tienden a sosla- a repetirlos). Puede decirse que los niños, en este sentido, tienen una expe-
yarse. El hecho de que la escuela sea un espacio social que se especializó en riencia intercultural de vida: experimentan múltiples circuitos y elementos
la enseñanza y el aprendizaje y que no prevé la libre circulación entre los culturales, articulados desde el ordenamiento social. El uso social y político
diferentes grupos de edad (así como los lugares de trabajo no están prepara- de elementos culturales crea y refuerza identidades, generando la relativa
dos para recibir niños o personas que no están directamente implicadas en coherencia cultural que adquieren ciertos grupos (clases, grupos de edad,
el mismo) proviene de la génesis urbana de la escuela, y por lo tanto atiende etnias) en el curso de su historia. Así como los esquemas y las prácticas
a las exigencias de organización de las familias en dicho ámbito (Gomes y culturales se utilizan para mantener la cohesión, otros generan conflictos;
Pereyra, 2005). No se trata de un dispositivo “natural”, sino social e histó- algunos son hegemónicos y otros expresan resistencia (Rockwell, 1997).
ricamente construido. Es importante advertir que si, como hemos establecido, el interés de
Si bien el desarrollo de la escuela moderna como institución ha impli- la antropología por las edades de la vida surge con el comienzo del trabajo
cado una serie de debates históricos en torno a su metodología, contenidos de campo etnográfico a principios del siglo XX, es a partir de la década
o duración, no se han analizado suficientemente sus vinculaciones con de 1990 que se observa que los niños reaparecen con fuerza en el campo
otras modalidades de socialización. A su vez, tal como se ha mencionado de la antropología, al igual que en otras disciplinas. El estudio de las ex-
en la introducción a este libro, cuando se discuten dichas vinculaciones, periencias infantiles donde se ponen en juego la creación y recreación de
identidades sociales particulares en los niños, constituye una problemática
2.  Como hemos señalado en otros textos (Padawer, 2008), el trabajo de Rockwell que comienza a ser un eje de interés central en Argentina y países vecinos
(1996: 302) permite problematizar las prácticas culturales como un proceso constric-
desde el año 2000. En esta reconceptualización los niños constituyen suje-
tivo y a la vez creativo. Mediante el concepto de apropiación, esta autora consideró
cómo diferentes actores sociales se apropian de culturas locales y representaciones tos sociales que –aunque condicionados como todos por las relaciones asi-
de la persona educada en la vida cotidiana (Padawer 2008). Este concepto permite métricas en que viven– despliegan estrategias e interpretaciones diversas
superar una dificultad que destacábamos en análisis previos con respecto a la bi-
en y sobre el entorno social. De este modo, diversos autores se interesan
bliografía etnográfica sobre la infancia en nuestro país (Enriz, García Palacios y
Hecht, 2007) por realizar indagaciones donde las perspectivas de los niños están en el

[ 36 ] [ 37 ]
centro de la escena (Nunes, 1999; Colángelo, 2003; Cohn, 2000; Enriz 2006; y payaguás. Según los datos de la Encuesta Complementaria de Pueblos
Hecht, 2006; García Palacios, 2004; Szulc, 2006; Pires, 2007). Estas inves- Indígenas (ECPI) relevada durante 2004 y 2005 por el Instituto Nacional
tigaciones recuperan el enfoque etnográfico para acercase a problemáticas de Estadística y Censos (INDEC), se calcula un total aproximado de 69.452
muy variadas como los conocimientos religiosos, las diversas apropiaciones personas que se reconocen como pertenecientes y/o descendientes en prime-
lingüísticas, temas de salud, trabajo, ciudadanía, entre otros. Un aspecto ra generación de tobas, y que se encuentran distribuidas en dos regiones:
particular de este período de la antropología en sus preocupaciones sobre provincias del Chaco, Formosa y Santa Fe (75% del total) y Ciudad de Bue-
la niñez, para el caso argentino, es que su desarrollo estuvo fuertemente nos Aires y veinticuatro partidos del Gran Buenos Aires (25% restante).
ligado a los estudios con infancia indígena. Los asentamientos en la provincia de Buenos Aires se caracterizan por
Asimismo, es relevante advertir que la antropología de la educación haberse formado a partir de la migración de distintas familias procedentes
en Argentina se desarrolló a la par de la recuperación democrática a prin- de la región del Gran Chaco en distintos momentos históricos.
cipios de los 80 (Achilli, 1996; Batallán, 1998; Neufeld y Thisted, 1999; El trabajo de campo con población toba se ha realizado centralmente
entre otros). Con gran cantidad de programas, reuniones científicas y se- en un barrio periurbano del conurbano bonaerense, ubicado a 50 kilómetros
minarios dictados en todos los niveles académicos, la reflexión sobre este de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La conformación de dicho barrio
subcampo disciplinario contribuyó para que los estudios antropológicos comenzó en 1995, tras una donación de tierras realizada por un obispado
en nuestro país hayan podido abordar los dispositivos institucionales de cercano. La misma fue rotulada como “reparación histórica” e implicó la
socialización de la infancia en la escuela, y ya se dispone de un número constitución de una cooperativa de artesanías y una organización civil. Las
significativo de investigaciones sobre relaciones interétnicas en contextos familias invitadas a ocupar el predio no provenían únicamente de la confor-
escolares (Messineo, 1988; Novaro, 1999; Acuña, 2005; Mendoza y Wright, mación de la cooperativa sino que considerando ciertos lazos de parentesco,
1986, Quadrelli, 1998; Hecht, 2006; Hecht y Szulc, 2006; Diez, 2004; Bor- fueron invitadas también personas que ya vivían en Buenos Aires, así como
ton et al., 2010). otras que vinieron especialmente de sus lugares de origen para finalmente
Estos estudios han mostrado los complejos procesos que caracterizan formar parte de este nuevo barrio urbano.
a las trayectorias escolares de niños y niñas con experiencias sociolin- Por su parte, la investigación sobre población mbyá guaraní se ha de-
güísticas o identidades étnicas en muchos aspectos diferentes a las que sarrollado en la provincia de Misiones. La población guaraní ocupa un vas-
se prevé en el marco del sistema escolar. Entre los resultados más no- to territorio, atravesado por varias fronteras nacionales (Argentina, Brasil,
torios encontramos, desde inquietantes índices de deserción y repitencia Bolivia y Paraguay). En la actualidad se evidencian cuatro parcialidades
que se registran entre los niños indígenas (referidos en la introducción a dentro del tronco guaraní. Los mbyá, que habitan el sur de Brasil, Para-
este libro), hasta tensiones por el tipo de conocimiento que circula en las guay y noreste de Argentina (Misiones); los avá chiripa o avá katú eté o ñan-
escuelas y sus vínculos conflictivos con las enseñanzas del ámbito familiar deva en el sur de Brasil, Paraguay, Bolivia, el noroeste y noreste argentino
y comunitario. (Salta y Misiones), en ocasiones mixturados dentro de los núcleos mbyá; los
Pese a estos avances en los estudios sobre la infancia indígena y su es- paĩ-taviterá, también denominados kaiova o kaiowa, que habitan en Brasil
colarización consideramos que en Argentina aún no han sido considerados y Paraguay; y los aché que habitan sólo en Paraguay (Bartolomé, 2005;
suficientemente los procesos de apropiación de la identidad étnico-nacional Mura, 2006; Wilde, 2007).
en la infancia, los que desde la antropología implican estudiar de manera Según destaca el mapa denominado Guaraní Reta (Grumberg, 2008),
sistemática las relaciones entre la socialización y el reconocimiento. Procu- una investigación impulsada por organizaciones de Argentina, Brasil y Pa-
rando tomar este desafío, los próximos capítulos de este libro se dedicarán raguay que ha logrado sistematizar información estadística georreferen-
a reflexionar sobre distintas instancias educativas que involucran a niños ciada, los guaraníes suman mas de 100.000 personas en la región formada
de comunidades tobas y mbyà guaraníes. por el noreste de Argentina, Brasil y Paraguay (aproximadamente 51.000
Los tobas, cuyo etnónimo es qom, integran el grupo étnico y lingüístico en Brasil, 42.000 en Paraguay y 6.500 en Argentina), con muy altas y sos-
denominado guaycurú, al cual pertenecen también los pilagás, los moco- tenidas tasas de crecimiento. Los paĩ son la parcialidad más numerosa, ya
víes, los kadiwéos (o caduveos) y los ya desaparecidos abipones, mabyás que suman más de 43.000 personas. En tanto, los mbyá y avá suman 27.000

[ 38 ] [ 39 ]
y 26.000 respectivamente, mientras que los aché son aproximadamente Enriz, Noelia (2006), “¿De qué chicos hablamos?”, Actas del Congreso Ar-
1.200. En Misiones, los guaraníes se alojan en ámbitos rurales, contabili- gentino de Antropología Social, VIII, Universidad Nacional de Salta.
zándose en 2008 más de ochenta núcleos a lo largo de toda la provincia. En –, Mariana García Palacios y Ana Carolina Hecht (2007), “El lugar de
los artículos que siguen aludiremos a diversos núcleos, que serán presenta- los niños qom y mbyá en las etnografías”, GT 12, Educaçao indígena:
dos en cada caso a partir de las peculiaridades que resulten significativas. abordagens antropológicas de processos escolares e nao escolares de
ensino e aprendizagem. VII Reunión de Antropólogos del Mercosur.
Porto Alegre, 23-26 de julio.
Bibliografía García Palacios, Mariana (2004), “Catequesis: La religión desde los puntos
de vista de los niños y de los adultos en la comunidad católica”. Trabajo
Achilli, Elena (1996), Práctica docente y diversidad sociocultural, Rosario, completo en Actas del VII Congreso Argentino de Antropología Social
Homo Sapiens. (CD-ROM), Córdoba.
Acuña, Leonor (2005), “Los chicos mismos te enseñan: bilingüismo en la G omes, Ana y Verônica M endes P ereira (2005), “Alternativas para a es-
educación intercultural bilingüe”, en Alicia Tissera de Molina y Julia colarizacao indigena: o caso dos xacriabá”, ponencia presentada al
Zigarán (comps.), Lenguas, educación y culturas, Salta, CEPIHA-De- Primer Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología,
partamento de Lenguas Modernas de la Facultad de Humanidades de Rosario.
la Universidad Nacional de Salta, pp. 21-44. G ottlieb, Alma (2000), “Where have all the babies gone? Toward and an-
A riès, Philippe (1987), El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, thropology of enfants (and their caretakers)”, Anthropology Quarterly,
Madrid. Taurus. vol 77, Nº 3, pp. 121-132.
Bartolomé, Miguel Alberto (2006), “Los laberintos de la identidad: proce- Grumberg, Georg (coord.), Bartomeu Melià (ed.) (2008), Guarani Retã 2008:
sos identitarios en las poblaciones indígenas”, Avá, Nº 9, pp. 28-48. Povos Guarani na Fronteira Argentina, Brasil e Paraguai, CTI.
Batallán, Graciela (1998), A”ppropriating ethnography for research in Hecht, Ana Carolina (2006), “Educación Intercultural Bilingüe en las co-
education. Reflections on recent efforts in Argentina and Chile”, en munidades wichí de Ramón Lista (Formosa): procesos de apropiación,
Gary Anderson y Martha Montero-Sieburth, Educational qualitative resistencia y negociación”, tesis de licenciatura, Buenos Aires, edición
research in Latin America. Nueva York-London, Garland. en CD, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Borton, Laureano, Noelia Enriz, Mariana García Palacios y Ana Caroli- – y Andrea Szulc (2006), “Los niños indígenas como destinatarios de pro-
na Hecht (2010), “Una aproximación a las ideas y supuestos sobre el yectos educativos específicos en Argentina”, Qinasay. Revista de Edu-
sujeto de aprendizaje en situaciones de interculturalidad”, en Silvia cación Intercultural Bilingüe, 4 (4), pp. 45-66.
Hirsch (comp.), Educación indígena en la Argentina, Buenos Aires, No- Messineo, Cristina (1989), “Lingüística y educación indígena. Una expe-
veduc, pp. 197-222. riencia en comunidades tobas de la provincia del Chaco”, Pueblos Indí-
Cohn, Clarice (2000), “Crescendo como um Xikrin: uma análise da infancia genas y Educación, 12:927, ABYA-YALA, Ecuador.
e do desenvolvimento infantil entre os Kayapó-Xikrin do Bacajá”, en Mendoza, Marcela y Pablo Wright (1986), “El fracaso escolar en comunida-
Revista de Antropologia, 2 (43), PP. 195-222. des tobas”, Aprendizaje Hoy, VII, pp. 79-84.
Colángelo, Adelaida (2003), “La mirada antropológica sobre la infan- Mura, Favio (2006), “À Procura Do «Bom Viver». Território, tradição de con-
cia”, en Seminario Internacional “La Formación Docente entre el hecimento e ecologia doméstica entre os Kaiowa”, tese de doutorado,
siglo XIX y el siglo XXI”, Buenos Aires, Ministerio de Educación, Universidade Federal de Río de Janeiro
Ciencia y Tecnología de la Nación-Organización de Estados Ibero- Neufeld, María Rosa y Jens Ariel Thisted (1999), De eso no se habla. Los usos
americanos. de la diversidad sociocultural en la escuela, Buenos Airesm Eudeba.
Diez, María Laura (2004), “Reflexiones en torno a la interculturalidad”, Nunes, Angela (1999), A sociedade das crianças a’uwe-xavante. Por uma
Cuadernos de Antropología Social, N° 19, Facultad de Filosofía y Le- antropologia da criança, Lisboa, Instituto de Inovação Educacional,
tras, Universidad de Buenos Aires Ministerio da Educação.

[ 40 ] [ 41 ]
Novaro, Gabriela (1999), “El tratamiento de la migración en los contenidos ¿Niños monolingües en una comunidad bilingüe?
escolares. Nacionalismo, integración y marginación”, en María Rosa
Neufeld y Jens Ariel Thisted, De eso no se habla. Los usos de la diver- Socialización lingüística de los niños
sidad sociocultural en la escuela, Buenos Aires, Eudeba. y las niñas de un barrio toba
Padawer, Ana (2008), Cuando los grados hablan de desigualdad, Buenos
Aires, Teseo. Ana Carolina Hecht
Pires, Flávia (2007), “Quem tem medo de mal-assombro? Religiao e Infan-
cia no semi-árido nordestino”, tesis de doctorado, Universidad Federal
de Río de Janeiro.
Quadrelli, Andrea (1998), “Ejapo letra para’i. Educación, escuela y alfabe-
tización en la población indígena de la provincia de Misiones”, tesis de
maestría en Antropología Social, Facultad de Humanidades y Cien- Introducción
cias Sociales, Universidad Nacional de Misiones.
Rockwell, Elsie (1996), “Keys to appropriation: rural schooling in México”, Tanto en lingüística como en antropología desde hace dos décadas
en Bradley Levinson, Douglas Foley y Dorothy Holland, The cultural se vienen publicando artículos que denuncian el proceso de reemplazo de
production of the educated person. Critical ethnographies of schooling algunas lenguas minoritarias por otras mayoritarias1. Los estudios en-
and local practice, State University of New York. marcados en esta tendencia en general presentan el estado avanzado del
– (1997), “La dinámica cultural en la escuela”, en Amelia Álvarez, Hacia un proceso de desplazamiento entre lenguas, enfatizando las cantidades de
currículum cultural. La vigencia de Vygotski en la educación. Infancia hablantes perdidos o los ámbitos en los que aún se conservan las lenguas,
y aprendizaje, Madrid, Fundación Infancia y Aprendizaje. entre otros aspectos. Contrariamente a esas propuestas, en este Capítulo
Szulc, Andrea (2006), “Antropología y niñez: de la omisión a las «culturas nos centraremos, desde un abordaje etnográfico, en un área poco explo-
infantiles»”, en Guillermo Wilde y Pablo Schamber (eds.), Cultura, co- rada: la transmisión de la lengua dentro de los procesos de socialización
munidades y procesos contemporáneos, Buenos Aires, SB. en contextos de cambio lingüístico. Estas reflexiones forman parte de una
Varela, Julia y Fernando Á lvarez Uría (1991), Arqueología de la escuela, investigación más amplia sobre los procesos de socialización lingüística de
Madrid, La Piqueta. los niños y las niñas de un barrio toba (qom)2 ubicado en las afueras de la
Viñao, Antonio (2002), “La historia de la educación en el siglo XX. Una ciudad de Buenos Aires (Hecht, 2010).
mirada desde España”, Revista Mexicana de Investigación Educativa,
vol. 7, Nº 15.
Wilde, Guillermo (2007), “De la depredación a la conservación. Génesis y 1.  Por lengua/s minoritaria/s nos referimos a lenguas que se caracterizan por su
minusvalorización, desigualdad y asimetría social por carecer de los derechos que
evolución del discurso hegemónico sobre la selva misionera y sus habi- poseen la/s otra/s lengua/s denominadas oficiales o hegemónicas en cuanto están
tantes”, Ambiente & Sociedade, año/vol. 10, Nº 001, Asociaçao Nacio- reconocidas por el Estado para la comunicación habitual y legal de la vida ciudadana
nal de pos Graduaçao e Pesquisa em Ambiente e Sociedade, Campinas, (Messineo, 2000; Sichra y López, 2003).
2.  Los tobas (qom) integran el grupo étnico y lingüístico denominado guaycurú, al
pp. 87-106.
cual pertenecen también los pilagás, los mocovíes, los kadiwéos (o caduveos) y los ya
desaparecidos abipones, mabyás y payaguás (Messineo, 2003). Tradicionalmente,
los tobas vivían en bandas bilaterales nómades cazadoras y recolectoras “compues-
tas por un número variable de familias extensas” cuyo hábitat se circunscribía a la
parte central, meridional y austral del Gran Chaco (Miller, 1979). A partir del siglo
XIX “luego de la conquista y colonización de la región” y hasta la actualidad, se vie-
ron obligados a llevar un modo de vida cada vez más sedentario al perder el acceso
al “monte”, territorio donde obtenían recursos para la vida. Las condiciones de vida
cada vez fueron más adversas y dieron inicio a un proceso de migración hacia algu-
nos centros urbanos de Argentina (Tamagno, 2001; Wright, 2001).

[ 42 ] [ 43 ]
De acuerdo con la bibliografía especializada, la situación de la lengua Lenguaje, socialización y niñez
toba en este barrio parece cumplir los requisitos para diagnosticar que está
atravesando un proceso irreversible de cambio lingüístico: se trata de una Margaret Mead (1963) en uno de sus trabajos sobre los patrones de so-
lengua hablada en un asentamiento nacido de un proceso migratorio de un cialización de niños indígenas reflexiona del siguiente modo sobre el lugar
contexto rural a otro urbano, no es una lengua hablada por los niños como del lenguaje en esos procesos: “Eskimo children spoke Eskimio; Chinook
primera lengua, es una lengua minoritaria que pareciera tener poco pres- children spoke Chinook; Pukapuke children spoke Pukapuka” (186). Esta
tigio y no cuenta con un espacio visible en el ámbito escolar. No obstante, afirmación, que parece una perogrullada, resulta menos obvia al pregun-
según fue avanzando la indagación, cada uno de estos postulados se con- tamos por su contracara ¿qué sucede con aquellos niños que no transitan
trastaron y aparecieron situaciones más complejas, difíciles de categorizar el obvio proceso de aprender la lengua que pertenece al patrimonio de su
de acuerdo a un esquema que parece oponer dualmente: mantenimiento- grupo? Con el fin de encontrar algunas respuestas a este complejo interro-
desplazamiento de la lengua. gante, presentaremos distintos abordajes teóricos que dan cuenta de los
A nivel sociolingüístico, en este contexto se han relevado distintos ti- procesos de transmisión intergeneracional.
pos de hablantes según su franja etaria y sus conocimientos de la lengua La antropología cuenta con una extensa tradición de investigaciones
toba y el español. La sistematización de las rutinas comunicativas de los que se han interesado por analizar cómo es la relación entre el individuo
adultos entre sí, y de ellos con los niños y niñas revela que mientras la y la cultura o la sociedad, estudiando el proceso de transmisión cultural
lengua toba se usa preferentemente para los diálogos entre los mayores, y reproducción social. Así, se han conceptualizado los modos a través de
ésta generalmente es reemplazada o combinada con el español en situa- los cuales los contenidos culturales, saberes, valores, hábitos, lenguas,
ciones comunicativas que involucran a los pequeños, excepto en algunas actitudes, normas y costumbres son pasados generación tras generación
circunstancias particulares que competen al vínculo parental. Los adul- asegurando la continuidad de los grupos. Dicho proceso ha recibido di-
tos se consideran hablantes bilingües del toba y del español, aunque en su versas denominaciones según distintas corrientes teóricas, tales como:
mayoría reconocen que la lengua indígena es su primera lengua y por ello enculturación (Mead, 1963, 1970, 1972, 1994; Herskovitz, 1974), sociali-
preferentemente se comunican a través de ella. Contrariamente, los niños zación (Berger y Luckmann, 1966; Paradise, 1994; Lezcano, 1999), educa-
son señalados por sus parientes como hablantes “monolingües” del español, ción (Malinowski, 1981; Linton, 1971; Benedict, 1989; Levinson, 2000) y
ya que en la mayoría de las situaciones comunicativas en las que participan apropiación o experiencias formativas (Rockwell, 1995, 1997). Indudable-
dicha lengua está reemplazando al toba. Por esa razón, en este Capítulo nos mente, estos distintos abordajes teóricos implican distintas miradas sobre
preguntamos si es posible caracterizar a los niños y las niñas de este barrio dicho proceso. No obstante las disparidades, a partir de este proceso se
como “monolingües” considerando que están creciendo en un contexto en el entienden los sentidos de transmitir a través de las generaciones saberes e
que las dos lenguas parecen tener usos en diferentes eventos y situaciones identificaciones socioculturales, así como los modos a través de los cuales
comunicativas cotidianas. los niños en sus relaciones con los adultos y otros niños adquieren compe-
Este escrito se organiza en cuatro apartados. En el primero se expli- tencias culturales.
cita la articulación teórica que sustenta esta investigación, en particular, En el caso particular a analizar se trata de un conocimiento muy
los abordajes antropológicos a los que apelamos para repensar los procesos específico que se traspasa (o mejor dicho, que pareciera que no se tras-
de desplazamiento lingüístico, tales como las contribuciones de los estudios pasa) de una generación a la siguiente: la lengua. Por lo tanto, esta-
sobre socialización y socialización lingüística con perspectivas del campo mos obligados a centrar la perspectiva, y con ese fin, nos referiremos
de la niñez. Luego, se describen y analizan algunas prácticas de socializa- a una reciente área de estudios denominada socialización lingüística.
ción lingüística dirigidas y protagonizadas por los niños y niñas del barrio Esta corriente lidera las nuevas tendencias en las investigaciones de
toba en distintas situaciones del ámbito familiar y comunitario. Luego, se antropología lingüística (Duranti, 2002), y apunta a vincular el proceso
revisa con especial atención lo que sucede en el contexto escolar. Por último, de aprender una lengua y convertirse en miembro de una sociedad, con
en las conclusiones, se reflexiona sobre los alcances y límites de la paradó- los patrones socioculturales de comunicación intra e intergeneracionales
jica pregunta que da título a este capítulo. (Ochs, 1991, 2002).

[ 44 ] [ 45 ]
Los estudios sobre socialización lingüística surgen como una propues- la niñez. A partir de complementar estos abordajes, podemos focalizamos
ta integradora que intenta superar la dicotomía entre las investigaciones en el presente de los niños, y así aprehender las peculiaridades de sus ex-
antropológicas sobre socialización y las lingüísticas sobre adquisición del periencias cotidianas en relación con su mundo social.
lenguaje (Schieffelin y Ochs, 1986), ya que al mismo tiempo que los niños
aprenden a hablar una lengua devienen miembros de una sociedad. En
ese sentido, el lenguaje puede ser examinado tanto como un medio para Prácticas de socialización lingüística
convertirse en un miembro competente de la comunidad, como una herra- intra e intergeneracionales3
mienta a través de la cual un niño o un novato –en el caso de individuos
mayores– adquieren durante su vida conocimientos y prácticas de alguien El barrio toba estudiado se conformó en 1995, luego de la migración
con más experiencia. En síntesis, este proceso debe ser interpretado tan- de muchas familias tobas del Chaco hacia Buenos Aires. Gracias a la su-
to como socialización hacia/para el uso del lenguaje como socialización a perposición de las relaciones de vecindad y parentesco, sus habitantes
través del uso del lenguaje (Ochs y Schieffelin, 1984; Schieffelin y Ochs, reproducen sus relaciones de sociabilidad y mantienen fuertes vínculos
1986, 1996). intragrupales. En ese sentido, este barrio se transforma en un espacio
Las investigaciones recientes en el área sostienen que la socialización para y donde materializar, actualizar y fortalecer nuevos modos de pre-
no se concibe como una etapa que abarca los primeros años en la vida de las sentarse del “ser toba” (Hecht, 2010). No obstante, una vez que estas fa-
personas, sino que importa su desarrollo a lo largo de las diferentes etapas milias se asientan en la ciudad, atraviesan una serie de impactos por el
del ciclo vital (Saville Troike, 2005). Asimismo, cuando estos trabajos se contacto lingüístico-cultural que repercuten en distintas dimensiones de
realizan en contextos bilingües o multilingües develan cómo las lenguas su vida cotidiana.
se usan para marcar límites y fronteras entre grupos, y en consecuencia, La vida diaria de los niños está permeada por el español: la escuela,
sus posibles cambios se pueden vincular con las ideologías lingüísticas del el kiosco, el fútbol con vecinos, las visitas al barrio, las conversaciones con
grupo (Woolard, 1998). sus familiares, la salita médica, el hospital, las amistades, la música, la
Sin embargo, a pesar de que estas investigaciones se proponen diseñar televisión y la radio, entre muchos otros. Sin embargo, desde la perspectiva
modelos relacionales sobre los procesos de socialización, no profundizan en de los adultos del barrio, el predominio del español parece estar asociado
el análisis del papel de los niños en dicho proceso. Es decir, los enfoques con dos aspectos vinculados de manera muy estrecha: la escolaridad y las
centrados en la socialización como categoría de análisis en general privile- interacciones con otros niños. Veamos algunos fragmentos de los registros
giaron abordajes adultocéntricos y teleológicos del proceso, ya que el eje es de campo en donde se presentan estas cuestiones:
el resultado: el adulto (igual o diferente al modelo donde se crió). Mientras
que los niños sólo son percibidos como adultos en proceso o en transición Se van a la escuela y están los compañeritos y aprenden caste-
hacia la competencia cultural completa del adulto. llano. (Carmen, 28 años, 27 de mayo de 2005)
En contraste con estos enfoques y retomando las reformulaciones teó- Pueden comunicarse mejor, para ellos [los chicos] es más fácil
ricas sobre la relación estructura-agencia, nuestro abordaje rechaza esta el castellano. (Oscar, 39 años, 23 de marzo de 2005)
imagen del niño como ser incompleto y simple receptáculo de las enseñan-
zas de los adultos para comprender por derecho propio sus ideas, activida-
des y experiencias cotidianas (Hardman, 1973; Caputo, 1995; Stephens, 3.  Las apreciaciones de este punto se sostienen en una investigación que combinó
1998; Hirschfeld, 2002; Cohn, 2005a, 2005b). En otras palabras, nos inte- distintas instancias y herramientas para aprehender las diversas perspectivas de
todos los sujetos involucrados. Por un lado, se efectuó trabajo de campo etnográfico
resa prestar atención al rol activo de los niños en la dirección de su propio
continuo y periódico desde 2002 hasta la actualidad en el barrio toba. Asimismo,
aprendizaje a través de su participación en las actividades sociales (Rogoff complementamos ese abordaje con metodologías cuantitativas, como una encuesta
et al., 1993, en Paradise Loring, 2005). Para ello, en esta investigación re- para el diagnóstico sociolingüístico (Hecht, 2009). Por otra parte, en el marco de una
tomamos, por una parte, las perspectivas actuales sobre la socialización investigación colaborativa, se participó en talleres de reflexión junto con los niños
y los adultos tobas (Messineo et al., 2007; Hecht 2007a, 2007b; García Palacios y
lingüística, y por otra parte, los estudios sobre antropología y sociología de Hecht, 2009).

[ 46 ] [ 47 ]
Los chicos están acá y aprenden muy rápido el castellano por niños suelen comentar que sienten “vergüenza” de hablar en toba frente a
más que yo no le hable. (Carlos, 35 años, 11 de abril de 2002) los niños de los barrios vecinos porque suelen burlarse de ellos diciéndoles
Entonces ellos [sus hijos] ahora están creciendo y entre ellos “tobas” como apelativo peyorativo.
nomás juegan, se hablan […] nos encontramos con una nenas y ha- Los niños también utilizan la lengua toba en otras situaciones donde
bla en castellano [mirando a su hija], entonces no precisa que le esté los hablantes adultos están ausentes, pero estas últimas se correlacionan
enseñando el castellano, ella misma parece que guían con el otro con fines lúdicos, más que con satisfacer una meta comunicativa en sentido
compañerito. (Antonia, 33 años, 27 de diciembre de 2004) estricto. Las situaciones que hemos registrado se caracterizan por: juegos
con palabras que tienen significado en los dos idiomas, imitación de pautas
Las reflexiones sobre el lugar de la institución escolar en relación con de entonación y acentuación del toba en palabras en español, uso de insul-
el uso de la lengua toba y el español se expondrán en el siguiente apartado. tos o expresiones agraviantes en toba y de frases correspondientes al medio
Respecto de las prácticas de socialización entre niños pareciera que suce- hogareño. En concordancia con De León (2007), encontramos que el lengua-
den básicamente en y a través del español, aunque más adelante comple- je es un recurso cultural importante para los niños como un juguete, una
jizaremos esa afirmación. Por ello, los adultos suelen atribuir a los niños herramienta o un utensilio hogareño, y como tal, los juegos verbales de los
mayores la responsabilidad por la pérdida del idioma toba de sus hermanos niños tienen un valor per se como cualquier otra actividad independiente.
o primos menores (Hecht, 2010). Inclusive una madre nos explicaba que En ese sentido, a través de estos usos de la lengua, notamos cómo los niños
suele decirles a sus hijos, a pesar de que se molesten mucho con ese tipo de despliegan cierta pericia productiva en toba en momentos muy específicos
comentarios, que “se están robando una lengua” porque hablan en español. y escasos, pero que finalmente terminan siendo funcionales a la puesta en
Esta situación deja a los niños en un extraño lugar con respecto a la lengua práctica de su competencia lingüística.
que hablan (español), ya que a pesar de que es la lengua que mejor conocen Ahora bien, en las interacciones entre adultos y niños notamos la pre-
no parece ser suya o parte de su patrimonio. Es necesario señalar, aún a eminencia del español como medio de comunicación privilegiado, a pesar
riesgo de complejizar más la situación, que el español es valorado como una que los diálogos entre los adultos suceden preferentemente en toba. Sin em-
herramienta para la defensa de sus derechos en el contexto de la ciudad y bargo, existen algunas situaciones particulares en las que con los niños y
para sus relaciones con la sociedad hegemónica. niñas se usa, o bien, sólo la lengua toba, o bien, una combinación de ésta con
La mirada que tienen los adultos sobre las prácticas comunicativas el español. En particular, a partir de nuestras observaciones etnográficas
de los niños contrasta con las apreciaciones que registramos a través de relevamos que se habla la lengua toba exclusivamente con los niños en dos
nuestra investigación etnográfica. Es decir, hay algunas excepciones en las momentos: en el vínculo de los adultos con los bebés y en algunas órdenes
cuales los niños usan el toba, aunque en su mayoría estas situaciones no se domésticas cotidianas para niños y niñas.
producen en presencia de los adultos, y por este motivo, muchas personas En trabajos previos (Hecht, 2008, 2010) exploramos la categorización
mayores desconocen estos usos. La única excepción en la cual usan el toba de las etapas de la infancia toba e inferimos usos diferenciales de las len-
con un adulto la registramos para saludar, ya que el saludo en la lengua guas según las edades de los interlocutores. La gente toba define las distin-
indígena hacia un mayor tiene como función metacomunicativa mostrar tas etapas de la vida que componen la “niñez-juventud” (qom nogotshaxac,
respeto por el interlocutor (Hecht, 2010). Sin embargo, también encontra- literalmente nogot = “niño/joven” + shaxac = “manera de ser”: “la manera
mos situaciones en las cuales los niños se saludan entre pares en toba, de ser niño/joven toba”) del siguiente modo: ’o’o’ (bebé, desde el nacimiento
aunque en esos casos cambia la función de ese uso lingüístico. Cuando los hasta la adquisición del habla), nogotole y nogotolec (niña/o, desde la adqui-
niños se saludan entre sí en toba pareciera que a través de esa emisión deli- sición del habla hasta la llegada de la primera menstruación en las mujeres
mitan fronteras con personas ajenas al barrio y fortalecen una complicidad y el engrosamiento de voz en los hombres), qañole y nsoqolec (jovencita/o,
intragrupal. En particular, estos usos de la lengua son evidentes cuando desde la menarca en las mujeres y el cambio de voz en los hombres hasta la
los adultos están ausentes y cuando el barrio es visitado por personas in- concepción del/a primer/a hijo/a) (Hecht, 2008, 2010).
teresadas o atraídas por lo étnico (contingentes escolares, periodistas, an- Los niños denominados como ’o’o’ (bebés) acaparan de manera privi-
tropólogos, lingüistas). Ocurre también que, contrariamente, muchos otros legiada la atención de su entorno. Los adultos encargados de su cuidado

[ 48 ] [ 49 ]
(padres, tíos, primos o abuelos) en muchas ocasiones suelen comunicarse niñas cumplen un papel activo en la familia ya que ayudan en las tareas
en toba con ellos. Regularmente durante el trabajo de campo observamos domésticas, cuidan a sus hermanos y hermanas menores y participan de la
cómo suelen cantarles canciones en toba mientras los acunan, la más ge- economía familiar a través de la producción y comercialización artesanal.
neralizada es ’ahuoche llalcolec (dormite hijito). También muchas madres Por tal motivo, consideramos a estas emisiones como piezas centrales en
suelen emitir palabras o juegos vocales en toba mientras amamantan a la socialización infantil, aunque no se deben descuidar otros procesos de
sus hijos, es decir, nos referimos a formas simplificadas de uso y registros aprendizaje vinculados con la observación, la imitación y las acciones con-
del lenguaje utilizadas por los adultos hacia los niños pequeños. A modo de cretas (Hecht, 2010).
ejemplo, cuando una madre le da el pecho, un juguete o una galletita a su Más allá de estos usos explícitos de la lengua indígena, también es
bebé suele decirle na’ (tomá) o ’auacona (agarrá); o también si los pequeños importante registrar los usos implícitos de las lenguas durante los pro-
están muy llorones y demandan mucho pecho en un breve lapso de tiempo cesos de socialización. En ese sentido, cabe destacar que las actividades
se les suele decir a modo de reto chiye na o nachi ye (basta con eso). En ese cotidianas de los niños no se encuentran escindidas de las de los adultos,
sentido, encontramos al igual que De León (2005), que los niños son socia- sino todo lo contrario. Los niños y las niñas participan de las actividades
lizados de maneras lingüísticas complejas y emergen como participantes de los adultos, y estas últimas están regidas por el toba o el habla “entre-
de los eventos lingüísticos antes y al momento en que empiezan a hablar. verada”, es decir, situaciones donde en una misma emisión se mezclan la
Incluso, como sostiene Paradise (1994), a través de esta participación los lengua toba y el español. Justamente, es importante recordar que la orga-
bebés adquieren conocimientos básicos de su entorno sociocultural que de- nización de la comunicación y la de los procesos de enseñanza-aprendizaje
finen cómo experimentar y comportarse en las interacciones cotidianas. están integradas y embebidas en contextos culturales más amplios (Para-
No obstante, el uso del español con los bebés también está presente, dise Loring, 2005). Por ende, los niños en tanto participantes de distintos
sobre todo cuando media la compañía de otros niños que también están al eventos van desarrollando conocimientos explícitos e implícitos sobre las
cuidado del pequeño (primos o hermanos mayores). En esas ocasiones nota- lenguas.
mos que los padres suelen comunicarse en español con los niños, tanto con
los que están siendo cuidados como con los que están cuidando de otros.
Ahora bien, una vez que los niños pasan a ser definidos como nogotole/c Las lenguas en la escuela
(niña/o) evidenciamos cambios en el uso de la lengua. Recordemos que la
transición entre ’o’o’ y nogotole/c se produce cuando el niño comienza a ha- La escuela ocupa un espacio central y complejo en la vida de los niños,
blar, independientemente del idioma en que lo haga. En este sentido, son ya que a través de su escolarización ingresan en un campo de múltiples
muy importantes las “órdenes” o los “mandados” de los padres. Más aún si yuxtaposiciones, disputas y tensiones entre esta institución y las familias.
consideramos que estas interacciones entre niños y adultos preferentemen- Con respecto al eje de nuestro trabajo, las lenguas utilizadas por los niños,
te suceden en toba. Es decir, a pesar de que la lengua de preferencia para cabe destacar que el español es la lengua en la que se produce la alfabetiza-
la socialización de los niños es el español, se cambia de código para emitir ción y es la lengua vehículo de las enseñanzas escolares. Es decir, a pesar
frases como las siguientes: ’anso’ooñi (sentate), ’avapogui na lasom (cerrá la de que en Argentina para las comunidades indígenas oficialmente se reco-
puerta), ’asoma (andá),’auque’e (comé), ’avenaxataq (callate), ’anachil (baña- noce como un derecho el acceso a una educación intercultural bilingüe,4 en
te), ’acochaq na X [nombre propio] (calmá a X [nombre propio]), colaq (va- la escuela a la que asisten los niños del barrio no se está llevando adelante
mos), ’anapaxaguem (estudiá), matchaga (cuidado) y ’ahuoche (dormite). ningún tipo de estrategia didáctica particular ni en el área de lengua ni
Estas emisiones se producen cuando un padre o una madre les dan en ninguna otra. Por ejemplo, se carece de programas específicos para la
una instrucción o una consigna simple a sus hijos sobre cómo comportarse
en la vida diaria. Desde el punto de vista sociolingüístico, la función que 4.  Afirmado en: a) ley nacional 23.302 sobre “Política indígena y apoyo a las co-
tienen estas rutinas de interacción en la dinámica del hogar se relaciona munidades aborígenes” (1985), b) decreto reglamentario 155 (1989), c) Ley Federal
con la organización cooperativa del trabajo en la familia y con las conductas de Educación N° 24.195 (1993), d) artículo 75, inciso17, de la Constitución Nacional
Argentina (1994), y e) resolución 107 del Consejo Federal de Cultura y Educación
sociales deseables para los niños. Vale la pena enfatizar que los niños y las (1999).

[ 50 ] [ 51 ]
enseñanza del toba mientras que se cuenta con clases de inglés durante lingüístico, entre otros atributos.6 Tal como registró Borton (2006) en una
toda la escolarización obligatoria. Respecto de la inclusión del toba en la conversación con la fonoaudióloga del colegio:
currícula, resulta significativo que aunque los adultos responsabilizan a la
escuela por el proceso de reemplazo del toba por el español, no consideran No son tan tobas porque yo tengo entendido que en la casa les
la posibilidad de reclamar por clases de lengua indígena. Por el contrario, hablan en castellano…. Es como que se está perdiendo... (Borton,
el predominio del español en el ámbito escolar no implica una mirada des- 2006, en Borton et al., 2010:202).
calificadora por parte del entorno comunitario-familiar. La escolaridad se
valora muy positivamente en tanto implica la posibilidad del ascenso social Esta imagen es por demás compleja, ya que coexiste con las represen-
(Hecht, 2009), ya que consideran que el dominio del español, justamente, se taciones anteriores. No obstante, independientemente de las competencias
asocia a un mejor desempeño escolar en lo inmediato y mejores condiciones lingüísticas que tengan los pequeños, la mirada que la institución constru-
laborales y de vida en un futuro.5 ye sobre ellos termina descalificándolos por sus excesos (“bilingüismo”) o
En la escuela y en el barrio circulan representaciones contrastantes por sus carencias (“desplazamiento lingüístico”).
sobre los niños y las niñas. En las familias, tal como venimos señalando, En trabajos previos (Hecht, 2010), sistematizamos los testimonios
se cataloga a los niños como hablantes “monolingües” del español, mientras de directivos y maestros sobre la lengua vernácula, y encontramos que
que en la escuela se considera que esos mismos niños tienen dificultades de éstos oscilaban entre desconocerla y folclorizarla. El desconocimiento
aprendizaje porque “hablan toba”. Algunas maestras manifiestan una pro- hacia la lengua se vincula a un doble sentido: o bien se soslayan u omi-
funda preocupación frente al “bilingüismo” de sus alumnos: “en la casa les ten intencionalmente las diferencias entre los alumnos desconociendo la
hablan en toba y no puede ser que sepan decir palabras en toba y no en caste- lengua que es parte de sus adscripciones étnicas; o bien no se la conoce
llano” (maestra de primer grado, 12 de noviembre de 2004). Los problemas ni tampoco se realizan acciones tendientes a conocerla. El punto extre-
no sólo se asignan al correcto desempeño en la lectoescritura en español, mo de esta posición se registró en una entrevista con la directora, en
sino que el idioma indígena se interpreta como un factor nocivo que inter- la que afirmó: “[los padres a los niños] les hablan en lengua quechua…
fiere en los aprendizajes posteriores. Inclusive, una madre de un alumno lengua quechua es la que hablan ahí [el barrio], ¿no?” (directora del co-
comentó durante una entrevista que una psicopedagoga del colegio le dijo legio, 9 de septiembre de 2004). Esta ciega mirada de la escuela sobre la
que “al chico le costaba la escuela y la maestra pensaba que eso era porque lengua es percibida no sólo por los padres, sino también por los mismos
hay dos lenguas... por eso hay que elegir que sea una y no más” (Emilia, 32 alumnos. Así, durante una conversación, un niño nos explicaba los lazos
años, 19 de octubre de 2004). afectivos que sentía con la lengua toba, pero al preguntarle si creía que
A esta mirada negativa sobre la lengua indígena, en tanto el supuesto en la escuela reconocían todo lo que él manifestaba, respondió: “¿Valorar
“bilingüismo” de los niños entorpece los futuros aprendizajes, se le contra- la lengua toba? Creo que ni saben que existe…” (Manuel, 15 años, 26 de
pone otra idea generalizada entre algunos docentes de la institución acerca diciembre de 2007).
del “deterioro cultural” de sus alumnos a raíz del proceso de desplazamiento En cuanto a la curiosidad folclórica y exotizante por la lengua indíge-
na, Borton (2005) durante su trabajo de campo relevó cómo una maestra
5.  En el caso estudiado, las nociones nativas sobre la maduración sociocultural de del área de lengua, dando por sentada la competencia lingüística de los
la persona parecieran relacionar el hablar toba con el estatus de adulto. Por ello,
niños, les sugirió armar en sus carpetas un glosario con palabras en toba y
nos parece atinado retomar una hipótesis tentativa que plantea Gandulfo (2007) en
relación con la prohibición del uso del guaraní entre los niños correntinos y la esco-
larización. Gandulfo se pregunta si el hecho de asignar a la lengua una correlación 6.  Los directivos y docentes de la escuela del barrio tienen un discurso ambiguo
con la edad adulta supone que durante el periodo escolar (niñez) es importante que con respecto a cómo conciben las identificaciones étnicas de sus alumnos, pasando,
los niños consoliden su aprendizaje del español y eso, a su vez, presupone el aban- a veces alternativa y a veces conjuntamente, por la curiosidad folclórica, la negación
dono (aunque sea temporario) del guaraní hasta cuando finalicen su escolarización e inclusive la connotación negativa. Esas imágenes se construyen sobre diversos
(adultez). En el barrio toba existe una ideología que opone el hablar toba con el éxito elementos tales como la migración, la experiencia de vida en la ciudad y algunas
escolar, con lo cual dicha correlación puede aplicarse también a nuestro ejemplo. “particularidades culturales” que se les atribuyen a “los tobas”. Para ampliar estas
Esperamos ahondar más en este aspecto en futuras indagaciones dedicadas especí- cuestiones véase Hecht (2008, 2010) y el trabajo de García Palacios y Borton en este
ficamente al ámbito escolar. mismo libro.

[ 52 ] [ 53 ]
en español. Ese vocabulario funcionó, simultáneamente, como una natura- Vas a una escuela y te preguntan de todo, si sabés […]. Yo una
lización y cristalización del problemático bilingüismo de los niños a los ojos vez cuando fui a una escuela y me preguntaron: “¿Sabés el idioma?”,
de las distintas maestras, así como un adorno decorativo, sin significativi- “Sí, algunas palabras nomás”, “Ahí está, ¿cómo se dice chancho en
dad sociocultural o escolar, ya que no formó parte de la currícula, sino que el idioma?”, “Bueno, no sé”, le dije. “Ah, entonces no sos toba”, y des-
simplemente constituyó una marca distintiva de la carpeta de los alumnos pués escuché que le decía a otro: “No le compres, éste no es toba por-
del barrio. que no sabe el idioma”. (Matías, 15 años, 26 de diciembre de 2007)
Ahora bien, referirnos a las lenguas en la escuela, nos lleva a reflexio-
nar sobre otros usos de las lenguas que acontecen dentro de dicha institu- En efecto, estos eventos los enfrentan a situaciones para las cuales su
ción, así como también sobre otros modos de estar dentro de las escuelas elemental competencia en la lengua –o mejor dicho, el hecho de que entien-
que viven los niños y las niñas de este barrio. En relación con esto último, dan pero no hablen– no parece suficiente para desempeñarse exitosamente.
es importante enunciar que las familias del barrio subsisten en base a sub- De este modo, se evidencia una diferencia con lo acontecido en el ámbito
sidios del Estado y a diversas actividades en relación de dependencia; no hogareño donde la competencia comprensiva no implicaba inconvenientes
obstante, la principal fuente de entrada monetaria deriva de la producción para su correcto desempeño, como vimos que sucedía por ejemplo con las
y comercialización de artesanías a través de charlas para la difusión de “la “órdenes” en toba.
lengua y la cultura toba” en escuelas de la Ciudad de Buenos Aires y del Entonces, para el auditorio de estas charlas la rudimentaria compe-
Conurbano Bonaerense. Durante las charlas, los adultos o jóvenes exponen tencia productiva deslegitima la identidad étnica. Por ello, en tanto perviva
nociones básicas de la lengua indígena, relatos míticos, música e historias el criterio de la lengua indígena como parámetro de autenticidad étnica
en las que se presenta el “significado cultural” de las artesanías. Los niños (Hecht, 2008), estos chicos serán definidos como carentes, ya que se en-
suelen acompañar a sus padres y hermanos mayores, y participan de estos cuentran en una situación desventajosa en comparación con los adultos, lo
eventos atendiendo los puestos con las artesanías o escribiendo en el piza- que incluso potencialmente hace peligrar su principal fuente de ingresos
rrón las palabras en toba que los mayores les indican. Estas charlas son monetarios. No obstante, los niños no son simples espectadores de estas in-
particularmente interesantes para analizar, porque los enfrentan a nuevos terpelaciones acerca de qué es lo indígena para las escuelas (y para sus fa-
desafíos sociales y lingüísticos. Según Makihara (2005a, 2005b), además milias), por el contrario, participan activamente en las disputas de sentidos
de los eventos concretos familiares en los que se usa la lengua indígena tensionando estereotipos, apropiándose o negando identificaciones según
que aparentemente está siendo reemplazada por otra mayoritaria, para los los contextos por los que estén transitando (para ampliar estas reflexiones
niños tienen mucha importancia aquellos eventos públicos que los exponen ver Hecht y García Palacios, 2010).
a hacer una “performance de su identidad”, porque esa participación su- Ahora bien, a pesar de estas tensiones en torno a los niños del barrio,
pone un reconocimiento étnico que en un futuro puede coadyuvar para la en la escuela existe una explícita oposición a darles un trato diferencial.
revitalización de la lengua. En este caso, podemos pensar la importancia Este hecho parece ser parte del mandato integrador y evangelizador católi-
que tienen estas charlas en la medida en que potencialmente estimulan co propio de esta institución (ver García Palacios y Borton en este volumen).
a los niños para el aprendizaje de la lengua toba. No obstante, como esos Es decir, en este caso, el tradicional mandato escolar argentino –presente
eventos públicos tienen por función efectuar una puesta en escena de lo que detrás de la consigna del crisol de razas– se conjuga con el religioso en favor
significa “ser indígena”, muchos chicos se sienten interpelados –e incluso de una homogeneización de los alumnos (Hecht, 2010). Empero, la negación
impugnados– como “tobas”. En otros términos, a diferencia de los adultos que la escuela hace de toda particularidad se propone como positiva en la
que encuentran en esos espacios la posibilidad de apelar a rasgos estereo- medida en que no marca desigualdades (ni en beneficio ni en perjuicio) de
tipados para demarcar identidades opuestas (toba y no toba; hablante de los niños del barrio. En ese sentido, de manera orgullosa docentes y direc-
toba y hablante de español; chaqueño y porteño, entre otras), los chicos tivos cuentan que cuando los alumnos tobas se incorporaron a la escuela se
manifiestan que las charlas los exponen a distintos cuestionamientos sobre desdibujó cualquier diferencia entre los alumnos detrás del mismo unifor-
su identificación étnica. A modo de ejemplo, cabe citar a un niño de quince me escolar y no se realizó ninguna adaptación específica en la planificación
años que comentaba: del currículum educativo. En contraste con las expectativas escolares, esta

[ 54 ] [ 55 ]
actitud de solapamiento de la otredad motiva disgustos en los padres. Por pareciera ser el español, aunque los adultos manifiestan tener una escasa
ende, algunos miembros del barrio cuestionan la falta de un “trato diferen- competencia y apelan al toba en eventos comunicativos muy particulares
cial” para sus hijos en tanto lo viven como una negación de su peculiaridad pero significativamente importantes para la relación padre/madre-hijo/a.
cultural. Cabe destacar que por “trato diferencial” se entienden diversos En nuestro caso, los niños son socializados para utilizar distintos có-
aspectos relacionados tanto con una pedagogía nativa, como con “darles digos y las prácticas de socialización lingüística impactan sobre el mante-
más tiempo” y “atender la historia de los tobas”, así como también con su nimiento o cambio lingüístico (Ochs, 2002). Las prácticas comunicativas
precaria condición socioeconómica: “eximirlos de algunos pagos de cuotas”, parecen diferenciarse según la franja etaria del interlocutor: la lengua toba
“no pedir la compra de útiles escolares y libros”, entre otros. Para cerrar, en pareciera más bien estar relacionada con el “mundo adulto” y el español con
estos pequeños conflictos cotidianos apreciamos cómo subyace una comple- el de “los niños”. No obstante, las rutinas comunicativas intra e intergene-
ja problemática sociopolítica como es la tensión entre la díada universal- racionales se caracterizan por un inextricable bilingüismo donde no sólo los
particular. Aunque no es nuestro objetivo profundizar en este debate, no códigos, sino los modos y estilos de hablar característicos de cada lengua
podemos dejar de estar atentos para no confundir “diferencia” con “des- se entremezclan en la cotidianeidad de la vida de estas familias. Por tal
igualdad” y comprender la compleja tensión existente entre ambos niveles. razón, no tiene sentido definir a los niños como “monolingües” en contraste
con los adultos “bilingües”. Por el contrario, el desarrollo lingüístico del
niño debe ser visto como resultado de las actividades sociales y culturales
Palabras de cierre en las que participa regularmente, así como también, de las lenguas que
está implícita y explícitamente estimulado a aprender (Ochs y Schieffelin,
A través de la sistematización efectuada en las páginas precedentes 1995; Garret y Baquedano-López, 2002). Por lo tanto, se comprende que la
expusimos las prácticas de socialización lingüística de los niños y las niñas socialización lingüística de estos niños incluye tanto la lengua toba como
en toba y en español tanto en el ámbito familiar como en el escolar. El pa- el español, aún a pesar de las distancias entre las distintas generaciones.
norama presentado respecto de la situación sociolingüística que están vi- En otras palabras, ambas lenguas forman parte del mismo repertorio lin-
viendo los niños y las niñas es muy complejo y está atravesado por múltiples güístico, compartido tanto por los niños desde su nacimiento como por los
contradicciones. Por un lado, son niños catalogados como indígenas, pero al adultos hasta su muerte.
vivir en un contexto urbano pareciera que se alejan del prototipo de alumno Los niños y las niñas participan de interacciones caracterizadas por
que las políticas educativas interculturales proyectan (Hecht y Szulc, 2006; complejos repertorios lingüísticos en toba y en español, y a partir de esta
Borton et al., 2010). El hecho de que sus familias hayan migrado hace que participación reciben, infieren y construyen ideas acerca de cómo se carac-
su identificación étnica se solape tras otras referencias de identificación y terizan las pautas de uso de las lenguas y los sentidos que les subyacen.
adscripciones, tales como “pobre”, “migrante” o “provinciano”. Por otro lado, Las distintas experiencias que van viviendo los enfrentan y a la vez los
más allá de la construcción escolar del bilingüismo, estos niños no hablan entrenan para desempeñarse como miembros lingüística y culturalmente
la lengua indígena y eso también pareciera implicar una distancia con res- competentes en su entorno. En ese sentido, la pérdida o el mantenimiento
pecto al diseño de una educación bilingüe, ya que oficialmente no se han de la(s) lengua(s) en comunidades bilingües conforma un fenómeno com-
diseñado propuestas educativas claras para los casos de desplazamiento plejo, donde el bilingüismo o el monolingüismo constituyen respuestas a
lingüístico, como el que está atravesando este asentamiento. En consonan- experiencias que se pueden conceptualizar como “lucha o competencia en-
cia con ello, los niños y las niñas asisten a una escuela donde la lengua in- tre lenguas”, pero que son vividas, sufridas e interpretadas por los sujetos
dígena no tiene un espacio para reactualizarse y ser apropiada por aquellos involucrados (Coronado et al., 1984; Hamel, 2003). En este caso, como vimos
que o bien la desconocen, o bien sólo la entienden. A su vez, mientras las fa- en las páginas precedentes, se trata de niños interpelados tanto por sus
milias tobas depositan en la lengua indígena un valor identitario, se regis- familias como por su entorno en tanto “hablantes-no hablantes” del toba y
tra una estrecha asociación entre el español como una lengua de prestigio del español. Y, justamente, en medio de esas disputas de sentidos sobre las
porque centralmente está ligada con la escolarización y el ascenso social. diferentes lenguas, los niños se van desarrollando como miembros de esa
En consecuencia, la lengua de preferencia para la socialización de los niños particular comunidad.

[ 56 ] [ 57 ]
Bibliografía Garret, Paul y Patricia Baquedano -López (2002), “Language Socialization:
Reproduction and Continuity, Transformation and Change”, Annual
Benedict, Ruth (1989), El hombre y la cultura, Barcelona, Edhasa. Review of Anthropology, 31, pp. 339-361.
Berger, Peter y Thomas Luckmann (1966), La construcción social de la rea- H amel, Rainer Enrique (2003), “Conflicto entre lenguas, discursos y cultu-
lidad, Buenos Aires, Amorrortu. ras en el México indígena: Los procesos de desplazamiento lingüísti-
Borton, Aristóbulo, Noelia Enriz, Mariana García Palacios y Ana Caroli- co”, Palavra, 11, pp. 63-88.
na Hecht (2010) “Capítulo 8. Una aproximación a las representaciones H ardman, Charlotte (1973), “Can there be an Anthropology of Children?”,
escolares sobre el niño indígena como sujeto de aprendizaje”, en: Silvia Journal of the Anthropological Society of Oxford, IV (2), pp. 85-99.
Hirsch y Adriana Serrudo (comps.) La Educación Intercultural Bilin- H echt, Ana Carolina (2007a), “Reflexiones sobre una experiencia de
güe en Argentina. Identidades, lenguas y protagonistas, pp. 197- 222. investigación-acción con niños Indígenas. Napaxaguenaxaqui na
Buenos Aires: Novedades Educativas. qom llalaqpi da ỹiyiñi na l’aqtac”, Boletín de Lingüística, 28 (19),
Caputo, Virginia (1995), “Anthropology’s silent «others». A consideration pp. 46-65.
of some conceptual and methodological issues for the study of youth – (2007b), “De la investigación sobre a la investigación con. Reflexiones so-
and children’s cultures”, en Amit-Talai, Vered y Helena Wulff (eds.), bre el vínculo entre la producción de saberes y la intervención social”,
Youth Cultures. A cross cultural perspective, Londres, Routledge, pp. Runa. Archivo para las Ciencias del hombre, 27, pp. 87-99.
19-42. – (2010), “Todavía no se hallaron hablar en idioma” Procesos de socializa-
Cohn, Clarice (2005a), Antropologia da Criança, Río de Janeiro, Jorge ción lingüística de los niños en el barrio toba de Derqui, Argentina.
Zahar Editor. Múnich: LINCOM EUROPA, academic publications.
– (2005b), “O desenho das crianças e o antropólogo: reflexões a partir das – (2009), “Niñez y desplazamiento lingüístico. Reflexiones acerca del papel
crianças mebengokré-xikrin”, VI Reunión de Antropologia del Merco- del habla en la socialización de los niños tobas de Buenos Aires”, An-
sur, Montevideo, Universidad de la República. thropologica, Nº 27 (XXVII), pp. 25-45.
Coronado, Gabriela; María Teresa R amos Enríquez y Javier Telléz Orte- – (2008), “Lengua e identidad de niños indígenas en contextos urbanos”,
ga (1984), Continuidad y cambio en una comunidad bilingüe, México, Alteridades, N° 18 (36), pp. 145-159.
CIESAS. Hecht, Ana Carolina y Mariana García Palacios (2010) “Categorías étni-
De León, Lourdes (2005), La llegada del alma. Lenguaje, infancia y socia- cas. Un estudio con niños y niñas de un barrio indígena”. En: Revista
lización entre los mayas de Zinacantán, México, CIESAS-CONACUL- Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Nº 2 (8), pp.
TA-INAH. 981-993.
– (2007), “Parallelism, Metalinguistic Play, and the Interactive Emergence Hecht, Ana Carolina y Andrea Szulc (2006), “Los niños indígenas como
of Zinacantec Mayan Siblings’ Culture”, Research on Language & So- destinatarios de proyectos educativos específicos en Argentina”, Qina-
cial Interaction, 40 (4), pp. 405-436. say. Revista de Educación Intercultural Bilingüe, 4 (4), pp. 45-66.
Duranti, Alessandro (2002), “Linguistic Anthropology”, en International Herskovitz, Melville (1974), El hombre y sus obras. La ciencia de la antropo-
Encyclopedia of the Social and Behavioral Sciences, Oxford, Elsevier, logía cultural, México, Fondo de Cultura Económica.
pp. 8899-8906. Hirschfeld, Lawrence (2002), “Why don’t anthropologist like children?”,
Gandulfo, Carolina (2007), Entiendo pero no hablo. El guaraní “acorrenti- American Anthropologist, 2 (104), pp. 611-627.
nado” en una escuela rural: usos y significaciones, Buenos Aires, An- Levinson, Bradley (2000), “The Symbolic Animal: Foundations of Educa-
tropofagia. tion in Cultural Transmission and Acquisition”, en Bradley Levinson,
García Palacios, Mariana y Ana Carolina Hecht (2009), “Los niños como Kathryn Borman, Margaret Eisenhart, Michele Foster, Amy E. Fox
interlocutores en la investigación antropológica. Consideraciones a y Margaret Sutton (eds.), Schooling the Symbolic Animal. Social and
partir de un taller de memorias con niños y niñas indígenas”, Tellus, Cultural Dimensions of Education, Nueva York, Rowman & Littlefield
Nº 17 (9), pp. 163-186. Publishers, pp. 13-24.

[ 58 ] [ 59 ]
Lezcano, Alicia (1999), “Las miradas sociológicas sobre los procesos de so- Paradise, Ruth (1994), “La socialización para la autonomía en un contex-
cialización”, en Sandra Carli (comp.), De la familia a la escuela. Infan- to interaccional mazahua”, en Luz Elena Galván, Mireya Lamoneda,
cia, socialización y subjetividad, Buenos Aires, Santillana, pp. 41-75. María Eugenia Vargas y Susana Calvo (coords.), Memorias del Primer
Linton, Ralph (1971), Cultura y Personalidad, México, Fondo de Cultura Simposio de Educación, México, CIESAS, pp. 483-490.
Económica. – (2005), “La interacción mazahua en el contexto cultural: ¿pasividad o
M akihara, Miki (2005a), “Being Rapa Nui, speaking Spanish. Children’s colaboración tácita?”, en Documento, 56, México, Cinestav, Departa-
voices on Easter Island”. Anthropological Theory, 5 (2), pp. 117-134. mento de Investigaciones Educativas.
– (2005b), “Rapa Nui ways of speaking Spanish: Language shift and so- Rockwell, Elsie (1995), “De huellas, bardas y veredas: una historia coti-
cialization on Easter Island”, Language in Society, 34 (5), pp. 727-762. diana en la escuela”, en Elsie Rockwell (coord.), La escuela cotidiana,
M alinowski, Bronislaw (1981), Una teoría científica de la cultura, Barce- México, Fondo de Cultura Económica, pp. 13-56.
lona, Edhasa. – (1997), “La dinámica cultural en la escuela”, en Amelia Álvarez (ed.), Ha-
Mead, Margaret (1963), “Socialization and Enculturation”, Current Anthro- cia un curriculum cultural. La vigencia de Vygotski en la educación,
pology, 4 (2), pp. 184-188. Madrid, Fundación Infancia y Aprendizaje.
– (1970), Cultura y compromiso. Estudio sobre la ruptura generacional, Bue- Saville T roike, Muriel (2005), Etnografía de la comunicación, Buenos Ai-
nos Aires, Granica. res, Prometeo.
– (1972), Educación y Cultura, Buenos Aires, Paidós. Schieffelin, Bambi y Elinor Ochs (1986), “Language Socialization”, Annual
– (1994), Sexo y temperamento, Buenos Aires, Altaya. Review of Anthropology, 15, pp. 163-191.
Messineo, Cristina (2000), “Las lenguas indígenas de la Argentina”, www.educ.ar. – (1996), “The Microgenesis of Competence: Methodology in Language
– (2003), “Lengua toba (guaycurú). Aspectos gramaticales y discursivos”, Socialization”, en Dan Slobin et al. (eds.), Social Interaction, Social
Lincom Studies in Native American Linguistics, 48, Munich, Lincom Context and Language. Essays in Honor of Susan Ervin-Tripp, Nueva
Europa Academic Publisher. Jersey, Lawrence Erlbaum Associates Publishers, pp. 251-263.
–, Ana Dell’arciprete, Paola Cúneo y Ana Carolina Hecht (2007), “Lin- Sichra, Inge y Luis Enrique López (2003), “La educación en áreas indíge-
güística y etnografía: un proyecto de investigación colaborativa en la nas de América Latina”, Qinasay. Revista de Educación Intercultural
comunidad toba de Derqui (Buenos Aires)”, Signo & Seña, Nº 17, pp. Bilingüe, 1 (1), pp. 15-26.
229-245. Stephens, Sharon (1998), “Challenges of developing an ethnography of chil-
Miller, Elmer (1979), Los tobas argentinos: armonía y disonancia en una dren and childhood”, American Anthropologist, 100 (2), pp. 530-531.
sociedad, México, Siglo Veintiuno. Tamagno, Liliana (2001), Nam Qom Hueta’a na Doqshi Lma’. Los tobas en
Ochs, Elinor (1991), “Misunderstanding children”, en N. Coupland, H. Gi- la casa del hombre blanco. Identidad, memoria y utopía, La Plata, Al
les y J.M. Wiemann (eds.), “Miscommunication” and problematic talk, Margen.
Newberry Park, Sage, pp. 44-60. Woolard, Kathryn (1998), “Introduction: Language ideology as a field of
– (2002), “Becoming a speaker of culture”, en Claire Kramsch (ed.), Lan- inquiry”, en Bambi Schieffelin, Kathryn A. Woolard y Paul V. Kroskri-
guage Acquisition and Language Socialization. Ecological perspectives, ty (eds.), Language Ideologies: Practice and Theory, Oxford University
Londres, Continuum, pp. 99-120. Press, pp. 3-47.
Ochs, Elinor y Bambi Schieffelin (1984), “Language Acquisition and So- Wright, Pablo G. (2001), “El Chaco en Buenos Aires. Entre la identidad y
cialization: Three Developmental Stories”, en Richard Shweder y Ro- el desplazamiento”, Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropolo-
bert Levine (eds.), Culture Theory: Essays of Mind, Self and Emotion, gía, 26, pp. 97-106.
Cambridge University Press, pp. 276-320.
– (1995), “The Impact of Language Socialization on Grammatical Deve-
lopment”, en Fletcher y Mac WhEney (eds.), The Handbook of Child
Language, Oxford, Blackwell, pp. 168-300.

[ 60 ] [ 61 ]
Religión y etnicidad

Procesos educativos e identificaciones de los


niños y niñas de un barrio indígena urbano

Mariana García Palacios

Introducción

Los niños, niñas y jóvenes del “barrio toba (qom)” participan de dife-
rentes actividades en las que se relacionan de modos diversos con formas
simbólicas religiosas. Por un lado, en las prácticas sociales que se dan den-
tro del barrio, se vinculan con las concepciones del Evangelio, movimiento
religioso al que adscriben las comunidades qom y que en el barrio se mate-
rializa en la existencia de dos iglesias. Por otro lado, participan también de
experiencias formativas religiosas en la escuela católica a la que la mayoría
de ellos asiste.
El propósito de mi investigación doctoral en curso es analizar, a través
de una aproximación etnográfica, este complejo entramado de relaciones en
el que los niños se involucran activamente, intentando vislumbrar tanto las
identificaciones religiosas que van construyendo, como las relaciones entre
éstas y las identificaciones étnicas. El trabajo de campo llevado a cabo has-
ta el momento comenzó en 2006, cuando realicé mi primer acercamiento a
la escuela católica y al barrio.1

1.  Desde 2006 concurro periódicamente al barrio, visitando las distintas casas y
espacios comunitarios, y realizando diversos tipos de entrevistas (informales y más
estructuradas). A su vez, para esta investigación han resultado particularmente sig-
nificativos dos talleres desarrollados junto con los niños, niñas y jóvenes del barrio.
En 2007, realicé, junto con mi colega Ana Carolina Hecht, un taller con el objetivo
de reconstruir con los chicos la historia del barrio y las trayectorias migratorias y
de vida de ellos y de sus familias. En 2009, respondiendo también a una demanda
del barrio (enseñar a los chicos a usar las computadoras que habían sido donadas),
realicé otro taller semanal junto con Alicia Avellana, Patricia Dante y Ana Vivaldi,
del que también participaron los niños, niñas y jóvenes del barrio. Aquí, si bien el
objetivo era proveer ciertas herramientas de informática, los participantes tuvieron
que escoger un tema en grupos para trabajar a lo largo de los encuentros. Así, un
gran grupo conformado por niños y niñas escribieron, dibujaron, sacaron fotos, etc.
sobre los juegos que se realizan en el barrio; otro grupo de niñas lo hizo en relación

[ 63 ]
En este capítulo, abordaré dos problemas centrales de mi investiga- El Evangelio, “la religión de los tobas”
ción: los procesos de socialización y apropiación en torno a las identificacio-
nes religiosas y su vinculación con las identificaciones étnicas. Para ello, El pentecostalismo entre los tobas: las iglesias del Evangelio
parto del supuesto de que la etnicidad fusiona un aspecto organizativo
(la formación de grupos sociales y su interacción mutua, y en este senti- Según Wynarczyk y Semán (1994), dentro del movimiento evangélico
do, debe situarse en el campo de las relaciones sociales), con otro aspecto en América Latina, el pentecostalismo parece posicionarse, por su gran
semántico-simbólico que se expresa como un sentimiento de pertenencia extensión y por la atención que recibe en las investigaciones, como el fe-
a un “nosotros” (Dietz, 2003). A su vez, las denominaciones categóricas de nómeno religioso más relevante. En efecto, el Pentecostalismo es una de
grupo –aún las profundamente institucionalizadas (como “toba”, “evange- las vertientes evangélicas que mayor crecimiento ha tenido en Argentina
lio”, etc.)– no pueden servir de indicadores de la existencia concreta de gru- y en toda América Latina.2 Las diversidades internas del pentecostalismo
pos “reales” o “identidades” fuertes (Brubaker y Cooper, 2001). Así, cabe logran articularse dentro de un patrón común otorgado por la afirmación
preguntarse de qué modos las categorizaciones y nominaciones de gru- “Jesús sana, salva, santifica y vuelve como rey”. Si bien esta afirmación
po (“tobas”, “católicos”, “Evangelio”) intervienen sobre la construcción de también está presente en otros grupos cristianos, a diferencia de otras igle-
las propias identificaciones de las personas. Resulta interesante entonces sias evangélicas, el pentecostalismo la encarna en prácticas y códigos des-
analizar el trabajo de configuración identitaria realizado por los distintos tinados a dar una constante actualidad a la intervención de Jesús. De este
espacios educativos (sean considerados formales o informales) (Jociles Ru- modo, su culto es de carácter festivo y altamente expresivo (Wynarczyk y
bio y Charro Lobato, 2008). Semán, 1994).
Teniendo en cuenta estos desarrollos, el presente trabajo se guía Evangelio es la categoría nativa con la que se nombra en los “asen-
por dos series de interrogantes: cuáles son las distintas apelaciones tamientos qom” al movimiento en el que se articulan dialécticamente el
presentes en diferentes contextos (la escuela católica, las familias, las “bagaje sociorreligioso tradicional toba” con elementos propios del evan-
iglesias del Evangelio, etc.) que intentan que los niños se sientan iden- gelismo pentecostal (Ceriani y Citro, 2005). Wright (1983) establece una
tificados con determinados grupos, y de qué modos los niños y las niñas periodización del avance de la acción misionera evangélica en el Chaco ar-
se apropian de esas apelaciones; en qué prácticas y contextos ponen en gentino. Según él, este avance se dio por etapas. La primera, entre 1816
acción estas identificaciones. y 1916, se caracteriza por las iniciativas más bien individuales. Durante
Para abordar estos problemas, he organizado este escrito en dos la segunda, de 1916 a 1938, aparecen ciertas acciones más organizadas y
apartados. En el primero, desarrollaré las relaciones que pueden esta- se asientan las primeras iglesias pentecostales. A partir de 1938 y hasta
blecerse entre el “ser toba” y el “ser Evangelio”. En el segundo apartado, 1945, el avance y la irrupción se masifican, haciéndose hincapié en la edu-
daré cuenta de la forma en que estas identificaciones se despliegan en cación programática (Wright, 1983). Así, si bien desde la segunda etapa de
los diferentes espacios educativos de los que participan los niños y las esta periodización, las iglesias pentecostales comenzaron a frecuentar la
niñas del barrio. Como eje transversal de este apartado, intentaré ir zona de los asentamientos qom, es recién a fines de los 50 que se obtiene el
presentando tanto las referencias de identificación como las apropiacio- estatuto legal para la primera Iglesia Indígena Autónoma de la Argentina,
nes que los niños realizan de las apelaciones con las que se vinculan en
2.  Los autores reconocen cuatro vertientes evangélicas: el pentecostalismo; el
cada uno de estos espacios.
protestantismo que engloba a las primeras “iglesias de inmigración” que se esta-
blecieron en Argentina con la temprana inmigración europea (Iglesias Anglicana,
Presbiteriana, Metodista y Evangélica de Prusia, entre otras); el “protestantismo
misional”, que incluye a iglesias que habiendo nacido en Europa, se propagaron sin
embargo desde Estados Unidos (Iglesia Metodista Episcopal, Bautista, del Séptimo
Día, Luterana Unida y Menonita, entre otras); y el movimiento carismático iniciado
en los Estados Unidos por el evangelista pentecostal Tommy Hicks en la década de
los 50. Por cuestiones de espacio, aquí sólo se hará referencia a las características
con las creencias y, por último, los jóvenes lo hicieron sobre sus actividades y gustos principales del pentecostalismo. Sin embargo, es necesario tener presente que mu-
(Vivaldi et al., 2010). chas de ellas confluyen y deben su fuerza al movimiento evangélico mayor.

[ 64 ] [ 65 ]
llamada Iglesia Evangélica Unida. Hoy en día existen distintas iglesias to- que provienen del grupo adoptante. Inversamente, la “resimbolización” se
bas representativas del Evangelio, como la de Jesucristo Pentecostés, pero refiere al proceso a través del cual ciertos contenidos tradicionales del gru-
la Unida es la de mayor difusión (Ceriani y Citro, 2005; Wright, 1983). po se expresan mediante nuevas formas simbólicas (importadas). Siguiendo
este análisis, Segato (2005) da cuenta de un proceso de resimbolización de
la contradicción entre la etnia y el Estado-nación, oposición históricamente
Cruces y tensiones entre religión y etnicidad: ¿“ser clave en la lucha y reafirmación étnica de los grupos indígenas del país. Así,
evangelio” es una forma de “ser toba”? mediante este proceso, ciertos contenidos que podrían considerarse tradi-
cionales, como en este caso lo son las disputas entre los grupos étnicos y el
Teniendo en cuenta que “La organización interna de la di- Estado-nación, adquieren nueva expresión vinculándose con formas simbóli-
versidad exige a los miembros de un determinado grupo negociar cas importadas (propias del evangelismo, en este caso). El Estado es asociado
permanentemente los significados culturalmente validados para con la religión católica3 y las religiones evangélicas proporcionan una suerte
dicho grupo” (Dietz, 2003: 81), en este punto intentaré reunir algu- de nuevas formas para plasmar la oposición de los grupos étnicos, que ahora
nas claves para pensar por qué el Evangelio se presenta como “la se presentaría como la oposición entre evangelismo y catolicismo. Esta opo-
religión de los tobas”. En este sentido, resulta estimulante retomar sición cobra aún más sentido si tenemos en cuenta que el contacto con misio-
una pregunta que realiza Jociles Rubio (1997): neros católicos también ha sido parte de la historia de los grupos indígenas
del Gran Chaco. De este modo, según Wright (2008), los tobas recuerdan “el
¿Qué características tiene que reunir un discurso, un símbolo tiempo de los curas” como una estancia diseñada por el gobierno para “civi-
o un proyecto para que pueda pasar a formar parte de la “concien- lizar y domesticar la cultura aborigen”, por lo que este período se presenta
cia colectiva”? (2) hoy en día como un momento de “conflicto con la cultura blanca «civilizada»”
(161). Teniendo en cuenta lo anterior, se advierte por qué consideramos que
En principio, puede considerarse, tal como lo plantean Ceriani y Citro los procesos de identificación deben ser situados, por lo tanto, en las relacio-
(2005), que la extensión del llamado “pentecostalismo indígena” en distin- nes sociales, atravesadas por las relaciones de poder (Tamagno, 1998) ya que
tos contextos de América Latina se debe a su gran capacidad y elasticidad las posibilidades de seleccionar rasgos culturales diacríticos quedan sujetas
para ser apropiado por los distintos grupos; por dos razones principales: a las múltiples relaciones de poder que vinculan a un determinado grupo con
en primer lugar, su corpus doctrinal con énfasis en la curación y la expe- distintos estratos socioeconómicos y con el Estado-nación (Dietz, 2003).
riencia extática y emocional pudo articularse con los complejos cosmológi- En este sentido, como sostiene Dietz (2003), “los procesos contempo-
cos y rituales de los distintos grupos étnicos, originando diversas iglesias ráneos de «etnogénesis», de reafirmación étnica mediante reapropiación y
indígenas pentecostales. En segundo lugar, su carácter expansivo se debe reinvención cultural, necesariamente generan «culturas híbridas» [...] cul-
en gran parte a que, por ser intensamente congregacionales, las iglesias turas, cuyas prácticas y representaciones han sido y siguen siendo profun-
se fragmentan y constituyen distintas unidades autónomas, lo que resulta damente transformadas tanto mediante la modificación y resignificación
fácilmente conciliable con las dinámicas de fragmentación política en uni- de relaciones intraculturales como mediante la incorporación de elementos
dades de las comunidades tobas. extraculturales [del pentecostalismo, en este caso], pero luego «etnificados»
Por otro lado, el análisis que Segato (2007, 2005) realiza sobre la expan- como propios” (107). De este modo, podríamos hablar de un proceso de “etni-
sión del evangelismo en el noroeste de Argentina también presenta elementos ficación” de una religión universalista como el pentecostalismo.4 Como men-
sugerentes para pensar la relación entre los cambios religiosos y la etnicidad.
La autora recurre a los conceptos de “resemantización” y “resimbolización” 3.  Cabe aquí aclarar que si bien la Argentina es considerada un país laico, el Go-
para dar cuenta de estos cambios. La “resemantización” se refiere a la po- bierno Federal de la Nación sostiene el culto católico (artículo 2º de la Constitución
sibilidad de que determinados símbolos sean emanados de un centro y lue- Nacional). Merced de la ambigüedad del término “sostiene”, la religión católica apa-
recería en la Argentina como una “religión privilegiada”.
go adoptados por un grupo periférico. Sin embargo, esta adopción puede ser
4.  Hilu da Rocha Pinto (2005) analiza los procesos de etnificación o particulariza-
formal y los símbolos pueden ser resemantizados de acuerdo con contenidos ción étnica del islam en el caso de los curdos de Siria. Allí, partiendo de la tensión

[ 66 ] [ 67 ]
cionaba una mujer de un barrio toba de Chaco, en relación con los históricos A partir de lo dicho por los niños, niñas y jóvenes durante el taller
y actuales contactos de los tobas con la Iglesia católica: “Nosotros [los tobas] realizado en el 2007, nos resultaba claro que el barrio se presenta como
ya no podemos ser de otra religión [distinta al Evangelio]” (Entrevista con un espacio en vinculación con el cual emerge la identificación como “toba”5
Familia Benítez, García Palacios, Dante y Vivaldi, 2 de mayo de 010). En este sentido, el barrio con su mismo nombre denomina a la pertenencia
Sin embargo, las interpretaciones principales que los tobas dan a la étnica, a través del isomorfismo que se establece entre el territorio y sus
identidad de evangelio y aborigen no son homogéneas, ya que, como sostiene pobladores. Es decir que se presenta como un espacio “marcado” como “ét-
Citro (2003) es posible relevar distintos relatos que dando cuenta de am- nico” y, por nacer y crecer en él, las personas adquirirían su marca (Hecht
bas identidades, oscilan entre un discurso predominante de conversión y y García Palacios, e/p).6 A su vez, el análisis realizado conjuntamente sobre
relatos donde el pasado aborigen antes del evangelio es idealizado. De este cómo los niños construyen las categorías de identificación también encontró
modo, puede sostenerse que existen distintas articulaciones y cruces entre que los chicos elaboraban algunos esquemas duales en los que discursiva-
las identificaciones étnicas y las del evangelio. En el siguiente apartado, mente oponían al barrio con “el afuera”. Este contraste remite tanto a los
a través del recorrido por diferentes espacios educativos de los niños del “asentamientos tobas” no radicados en la provincia de Buenos Aires (espe-
barrio, se intentará profundizar el análisis de estos posibles entrecruza- cíficamente a los del Chaco y Santa Fe) como a los barrios vecinos catalo-
mientos entre las identificaciones étnicas y las religiosas. gados como no indígenas (Hecht y García Palacios, e/p). Aquí es necesario
tener en cuenta que, como sostiene Dietz (2003), “la identificación étnica
con un conjunto de actores sociales y su delimitación frente a otro conjunto
Identificaciones étnicas y religiosas en los espacios de actores supone un acto discursivo –consciente, aunque luego internali-
educativos en los que participan los niños y niñas del barrio zado– de comparación, selección y significación de determinadas prácticas
y representaciones culturales como «emblemas de contraste» en la situación
Los niños del barrio participan de un complejo entramado de relaciones intercultural” (104). Estas diferenciaciones con los barrios vecinos y con el
donde se vinculan con distintas apelaciones a identificarse con determina- Chaco implican ciertas tensiones para los niños en otros espacios que tran-
dos grupos (“evangelio”, “católicos”, “tobas”). Si bien transitan los diferentes sitan a diario, como la escuela. Volveremos sobre este punto más adelante,
contextos simultáneamente, en este apartado analizaremos cada uno de cuando analicemos el espacio educativo escolar.
ellos por separado. Así, consideraremos las iglesias del Evangelio en el ba-
rrio, la escuela católica y las charlas en las escuelas sobre la “cultura toba”.
Sin embargo, teniendo en cuenta que la red de relaciones establecidas en el Iglesias del Evangelio en el barrio y procesos educativos
mundo social se manifiesta en cada persona de manera simultánea (Díaz
de Rada, 2007), he organizado el análisis de manera tal que cada uno de los No sólo se apela al espacio físico del barrio a la hora de construir las
acápites que da cuenta de un determinado espacio de relaciones presupone identificaciones o “pertenencias” sino también a otras cuestiones que se vie-
las relaciones presentadas en el acápite anterior y, en este sentido, se inten- ron a su vez potenciadas a partir de esa espacialidad. Es decir, el espacio
tará ir complejizando el análisis.
El barrio del Gran Buenos Aires fue construido por treinta y dos fami- 5.  Durante el taller pudimos registrar que en el barrio conviven niños y niñas que
se identifican a sí mismos y a los demás como “toba”, “no toba”, “criollo”, “descendien-
lias en 1995. La organización del colectivo se originó en una búsqueda de tes de toba” y/o “mestizo”, por lo que en otro trabajo analizamos en qué contextos son
trabajo más estable. Así, crearon una Cooperativa de artesanos que rápida- construidas cada una de estas categorías de identificación, y las posibles relaciones y
mente comenzó también su lucha por la tierra. Ambos objetivos se articula- dimensiones involucradas en ellas (la lengua, “lo corporal”, “lo espacial”, la religión,
etc.) (Hecht y García Palacios, e/p). Muchas de estas cuestiones serán aquí retoma-
ron alrededor de su identificación étnica (Spennemann, 2006). das, pero haciendo un mayor hincapié en las identificaciones étnicas y religiosas,
que conforman mi propio objetivo de investigación.
6.  En este mismo libro, Borton también analiza, retomando a Claudia Briones
entre el universalismo del islam y el particularismo de las identidades étnicas y (1989), las dinámicas de marcación en relación con el barrio toba. Para un análisis
nacionalistas de los curdos, el autor señala la creciente importancia de elementos más ampliado de cómo los niños se apropian de estas dinámicas, ver Hecht y García
religiosos como marcadores de etnicidad. Palacios (e/p).

[ 68 ] [ 69 ]
barrial favorece el afloramiento de diversos rasgos y dimensiones atribui- será complejizada al finalizar el último punto, que incorpora otro espacio
dos a la identificación étnica, como, por ejemplo, la construcción idealizada de relaciones.
acerca de lo que se consideran las “costumbres tobas” (actividades cotidia- Las tensiones entre ambas iglesias son también retomadas por los ni-
nas, el Evangelio, la lengua toba, la producción de artesanías, etc.) (Hecht ños, como puede observarse en el siguiente intercambio:
y García Palacios, e/p). Aún sin perder las interconexiones entre los dife-
rentes “diacríticos”, aquí me interesa abocarme al estudio de las relaciones [Mariela] cuenta que en la parte del barrio en la que [el pas-
entre las identificaciones étnicas y las propias del Evangelio. tor de la nueva iglesia] está construyendo la Iglesia [Unida] junto
En el barrio existen dos iglesias características del Evangelio presi- a [la mujer del pastor] vieron al Pomberito. Ella dijo literalmente
didas por pastores tobas, la Iglesia de Jesucristo Pentecostés y la Iglesia “en la iglesia”. [Alba –nieta de la pastora de la otra iglesia–] le dijo
Unida, la cual funciona momentáneamente en el comedor o en el centro que no tenían la firma registrada para tener iglesia; le dijo en tono
comunitario a falta de espacio propio7. El que sigue es un fragmento que grave: “Es un comedor y no una iglesia” (Taller sobre las historias
registra lo ocurrido en una de las primeras visitas a la Iglesia de Jesucristo del barrio, Mariela y Alba, 10 años, García Palacios y Hecht, 9 de
Pentecostés: agosto de 2007)

Cuando le conté al pastor que me interesaba saber cómo eran Ambas iglesias realizan distintas actividades en las que los niños y
las actividades en la iglesia, quiénes asistían, etc., él y su madre niñas participan. En la de Jesucristo Pentecostés se llevan a cabo encuen-
comenzaron por contarme que viajan mucho a otros lugares […] tros de la “escuela dominical” (especialmente destinados a los niños), y, en
Luego, me dijeron que no sólo asisten al culto personas del barrio, ambas iglesias, se realizan semanalmente los cultos. Además, se organizan
sino que también concurren desde los barrios vecinos, lo cual no es otras actividades como la producción y venta de pan en el barrio, y jornadas
del todo bien visto por las personas del barrio. Hoy en día, según en las que se prepara la música del culto. Por último, existen otros medios
ellos, concurren más chicos que adultos a la Iglesia. En un momen- por los que los niños se vinculan con el Evangelio, como la música que sue-
to, comenzaron a enumerar ciertas diferencias entre “la religión de na cotidianamente en el barrio o los videos que circulan en las distintas
ustedes” y “la nuestra”, categorías que mencionaron reiteradamente. casas –sea de grabaciones del culto en Chaco u otros lugares visitados por
(Diario de campo, 21 de junio de 2007) los pastores–, películas que haciendo uso de la ficción difunden mensajes
evangélicos y viajes por fiestas religiosas al Chaco. Veamos a continuación
En el registro anterior aparecen dos cuestiones que son centrales distintos materiales para analizar lo que los propios niños dicen sobre su
para el presente análisis. La primera se relaciona con la contraposición participación en el Evangelio:
que, como analizábamos en el punto anterior, se establece entre la religión
del Evangelio, (“la nuestra”) y la religión católica, mayoritaria en el país y Siguiendo la consigna: “Dibujar la secuencia de las activida-
fuertemente asociada al Estado-nación (“la de ustedes”). Por otro lado, se des diarias”, Noelia (9 años) divide su hoja en dos y luego comenta
menciona que al culto asisten personas de otros barrios y que esto no es que en su dibujo se muestra que “de día juega con su vecina y a la
bien visto por la gente del barrio. La otra iglesia, la iglesia Unida, se pre- noche asiste al culto”. (Taller sobre las historias del barrio, García
senta como exclusivamente toba y a ella no asisten personas de otros lados. Palacios y Hecht, 16 de agosto de 2007)
Así, podemos comenzar a delinear ciertas tensiones entre el “ser evangelio”
y “ser toba”. Mientras para algunos para asistir al culto del evangelio hay ...digamos, yo […] me levanto y hago mis cosas, lo que tengo
que ser toba, para otros se puede “ser evangelio” y no “ser toba”. Esta idea que hacer y después ir a la escuela y volver y yo como… voy a la igle-
sia. Vengo, me baño y voy a la iglesia, después cuando salgo recién
hago mi tarea para el otro día y así…” (Taller sobre las historias
7.  El centro comunitario es un gran salón que se utiliza para diversas actividades
del barrio, Violeta, 15 años, García Palacios y Hecht, 14 de abril
de la vida cotidiana del barrio (atención médica de los niños, reuniones comunita-
rias, fiestas, ferias de artesanías, escuela para jóvenes y adultos). de 2008)

[ 70 ] [ 71 ]
Milton: –Porque ahí en Sáenz Peña [Chaco] hay… casi todos la concepción de niño que subyace a los procesos descriptos y la construc-
los fines de mayo nos vamos, del 25 hasta 30 o el 29 por ahí, hay fies- ción de sujetos particulares que estas prácticas educativas implican (Jociles
ta de... […] como de iglesia, pero se van de todos lados, de Rosario Rubio y Charro Lobato, 2008). Aquí, resulta interesante mencionar una hi-
y así […] Cuando tocan o cantan, están en la cancha y empiezan a pótesis que Hecht realiza retomando a Gandulfo (ver Hecht en este mismo
correr todo así [hace un círculo en la mesa con el dedo] […] libro), con respecto a la adquisición de la lengua toba: la aparente contra-
Mariana: –¿Y vos cómo te llevas con esas cosas? Con lo del dicción que existiría en el caso de los niños entre “ser toba” pero “no hablar
culto… ¿Qué te parece? […] toba” pareciera no presentarse en términos disyuntivos para las personas
Milton: –Para mí si, digo que está lindo que… si me entrego… del barrio, por lo menos mientras quienes “no hablan” estén transcurriendo
yo me quiero entregar pero después te empiezan todos a cargar, como su “niñez”. En este sentido, podemos sostener que hasta la llegada de la
[menciona nombres de los chicos del barrio]… ¿No sé si ustedes sa- adultez,8 las personas participan de los distintos espacios y se vinculan con
bían que [Violeta] se entregó? distintos conocimientos, que no se consideran como “obligatorios” o “necesa-
Carolina: –Sí… […] rios” por el momento. Sin embargo, es justamente la participación en estas
Mariana: –¿Y cómo decís, que si uno hace algo así como que mismas prácticas la que va construyendo los sujetos con las características
después se burlan…? ¿Eso era lo que estabas diciendo o entendí esperadas para “ser tobas” y desempeñarse como tales: hablar toba, conocer
mal? el evangelio, hacer artesanías, etcétera.
Milton: –Por eso yo no… no quiero, quiero pero… porque te em-
piezan a cargar… mi mamá también quiere que… y hasta mí her-
mano me carga. La escuela católica
Mariana: –¿Y vas así, cuando hay acá culto en el barrio?
Milton: –A veces nomás voy… (Taller sobre las historias del Otro espacio educativo con respecto a las identificaciones religiosas de
barrio, Milton, 14 años, García Palacios y Hecht, 29 de octubre de los niños y las niñas del barrio los vincula con la religión católica, ya que
2007) muchos de ellos (aproximadamente dos tercios de los que están escolari-
zados) concurren a una escuela perteneciente a la Iglesia Católica. En un
La participación de los niños y las niñas en los espacios religiosos del artículo anterior, hemos analizado que los alumnos de la escuela no sólo
barrio pareciera en gran parte depender de su propio interés y agencia. Es asisten semanalmente a clases de catecismo de aprobación obligatoria, sino
más, algunos participan danzando en el culto cuando sienten ganas de ha- que participan de las actividades rituales que acompañan la escolarización:
cerlo, independientemente de si sus familias asisten. Otros, en cambio, no oraciones en las aulas y en la formación al concluir cada día, convivencias,
participan de estas actividades o lo hacen intermitentemente, aún cuando misas, etc. (Borton et al., e/p). Así, la oposición existente entre evangelio y
sus familiares sí lo hacen. En este sentido, los adultos no “llevan” a los ni- catolicismo (vinculada como vimos a aquella entre etnia y Estado-nación),
ños al culto u otras instancias; no se consideran actividades “obligatorias”: puede ser observada en el caso de los niños del barrio en relación con la
escuela católica a la que asisten, en donde se los identifica como “no católi-
Verónica nos cuenta que su hija Bárbara de nueve años se cos”: en la ocasión en que me acerqué al Colegio para presentarme y contar
bautizó en una pileta que pusieron en la iglesia. Bárbara lo hizo mis intereses de investigación, lo primero que me dijo uno de los directivos
porque quería. Violeta menciona que “es una decisión que depende fue que “a los únicos chicos que dejamos entrar que no sean católicos son los
de cada uno”. (Entrevista a Benjamín y Verónica, García Palacios tobas” (diarios de campo, 5 de octubre de 2006).
y Vivaldi, 22 de octubre de 2009) Sin embargo, por parte de las familias del barrio, las diferencias re-
ligiosas con la escuela se viven de distintas maneras. Para algunas es
Con respecto a nuestra pregunta acerca de cómo se vinculan el “ser algo que no puede reconciliarse y es presentado en el discurso en términos
toba” y el “ser evangelio”, mencionábamos antes ciertas tensiones entre am-
bas iglesias. Ahora bien, es necesario incorporar otra variable al análisis: 8.  Este período comenzaría con la llegada del primer hijo (Hecht, e/p).

[ 72 ] [ 73 ]
dicotómicos (como ya mencionamos: “su religión” y “la nuestra”, “su cultu- diferentes conocimientos religiosos. En una entrevista, uno de los ancianos
ra” y “nuestra cultura”). En cambio, para otras no se vive como una distan- del barrio, comentó con respecto a la asistencia de su nieta a las clases
cia que imposibilite el intercambio, como puede observarse en el siguiente de religión en la escuela católica: “tienen que aprender todo lo que puedan
registro: aprender […] Después, de grandes, ven dónde se ubican” (entrevista con
Benjamín, García Palacios y Vivaldi, abril de 2010).
Al llegar a la casa de Estrella y Roberto, hicieron que me Entonces, las relaciones que en la práctica se dan entre “católicos” y
sentara en una silla en el patio delantero y comenzaron a hacerme “evangelio” son mucho más complejas de lo que podría suponerse retoman-
muchas preguntas sobre lo que yo sabía de religión. Principalmen- do únicamente las categorizaciones establecidas. Si tenemos en cuenta que
te, querían saber exactamente cómo eran los bautismos en ambas cada burocracia escolar recorta a los sujetos a la medida de la institución
iglesias, la católica y la del evangelio, porque querían bautizar a (Díaz de Rada, 2005), no resulta sorprendente que para la escuela católica
su hijo menor. Según me contaban, la pastora del barrio les había los chicos del barrio “toba” sean primordialmente personas “no católicas”,
dicho que lo bautizaran allí y en la escuela le habían explicado el marcando la diferenciación religiosa de manera simultánea con su “perte-
sistema de turnos para poder hacerlo en la parroquia. Para refe- nencia étnica”. Sin embargo, retomando a Díaz de Rada (2007), es necesario
rirse a la religión católica y la del evangelio utilizaban las expre- tener en cuenta que, a diferencia de estas categorizaciones, la reflexividad
siones “la religión de ustedes” y “la nuestra”. (Diario de campo, 21 etnográfica no puede partir del supuesto de la dicotomía como única forma
de junio de 2007) de comprender a los sujetos y a sus prácticas. En la práctica, la cuestión
no es simplemente “ser católico” o “ser evangelio”, sino que cotidianamente
Si bien, al igual que los pastores, Estrella y Roberto utilizan las ex- pueden convivir diversas prácticas y expresiones que considerábamos como
presiones “la religión de ustedes” y “la nuestra”, estableciendo una dife- exclusivas de los campos de acción de uno u otro grupo (Díaz de Rada, 2007).
renciación, no dan por sentado que la iglesia que bautizará a su hijo es Pensar en grupos dicotómicos no nos permite comprender las complejidades
la del evangelio. El “ser evangelio” no parece imposibilitar a las personas de las prácticas e identificaciones que las personas ponen en juego cotidia-
realizar prácticas que podríamos creer que forman únicamente parte del namente. En definitiva, como lo establecen Brubaker y Cooper (2001):
“ser católico” (García Palacios, e/p). De este modo, aún cuando las perso-
nas muchas veces pueden retomar, en la caracterización y comprensión de El lenguaje tanto político como cotidiano es con seguridad
sí mismas, las categorizaciones instituidas oficialmente (como “católico” rigurosamente categorial, dividiendo a la población en categorías
o “evangelio”), considerar únicamente estas categorizaciones excluyentes […] mutuamente excluyentes, e impidiendo formas mixtas o am-
puede obstaculizar el análisis de las relaciones que de hecho pueden darse biguas. Pero este código categorial, importante en tanto elemento
entre los grupos.9 constituyente de las relaciones sociales, no debe tomarse como una
En este mismo sentido, algunas familias avalan la participación de descripción fiel de ellas. (57, resaltado en el original)11
los niños en las distintas actividades religiosas de la escuela (incluidos el
bautismo y la primera comunión en el caso de dos niños del barrio que se Si bien las lecturas de los procesos de diferenciación y exclusión que
mostraron interesados).10 Mencionábamos en el acápite anterior que pare- hacen las personas no son homogéneas y distan de reproducir las distincio-
ciera no resultar contradictorio que, especialmente hasta la llegada de la nes instauradas por las instituciones, esto no significa, por supuesto, que
adultez, las personas participen de los distintos espacios y se vinculen con no existan dichos procesos. En este mismo sentido, en la escuela muchas
veces la etnicidad aparece directamente negada. Los niños no se muestran
9.  En este punto, cobra sentido la crítica de Dietz (2003) a los enfoques primordia- pasivos frente a las interpelaciones acerca de qué es lo indígena para la es-
listas, pues si bien es importante en situaciones interculturales analizar las dife-
rencias que separan e identifican un grupo de otro, es necesario poder dar cuenta 11.  Una de las categorizaciones oficiales más contundentes en este sentido es la que
simultáneamente de las diferencias intraculturales. instaura el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, del Estado Nacional, que
10.  Volvemos a observar la importancia dada al interés de los niños y la relativa posee una sección de “culto católico” y solamente otra que regula a todos los demás
libertad con la que ellos mismos deciden participar de las distintas actividades. cultos, llamados por oposición, “cultos no católicos”.

[ 74 ] [ 75 ]
cuela, sino que participan activamente en estas disputas de sentidos, como pos de una “reinvindicación de la diversidad” se cristalizan las identidades
puede observarse en el siguiente fragmento: de los niños en torno a una única categoría de identificación, interpelán-
dolos desde una “visión unitaria del yo” (Howell, 2004), lo que representa
Daniel: –Yo estaba en la escuela dando una lección el año pa- una “reducción extrema del sujeto” (Díaz de Rada, 2005). Así, lo dicho por
sado […] y había unos chicos que tenían que dar tobas, y ahí, “el Martín es indisociable del hecho de que en la escuela las interpelaciones
que tuviera alguna duda que levante la mano”, dijeron. Los otros sobre su “etnicidad”, lejos de ser una valorización, suelen ser vividas, como
empezaron a explicar, y entonces yo levanté la mano: “¿Por qué vi- analiza Franzé Mudanó (1999), “como una forma de señalamiento que les
vían?” [haciendo referencia a que sus compañeros hablaban de los recuerda una y otra vez que son diferentes (y no diversos) y tiende a ence-
tobas en pasado] y les empecé a explicar… “Porque siguen viviendo rrarlos en la parcialidad de alguno de sus atributos (el étnico, en este caso)”
de la misma forma” y eran cosas de las que yo no estaba de acuerdo (11). A su vez, es necesario vincular esta marcación que se realiza sobre los
cuando hablaban los pibes”. (Taller sobre las historias del barrio, niños del barrio como “portadores de etnicidad” con la idea de que, como
Daniel, 15 años, García Palacios y Hecht, 8 de octubre de 2007) mencionamos anteriormente, es este atributo el que les ha permitido ser
incluidos en el establecimiento, aun siendo “no católicos”.
La apelación al pasado es una de las marcas más claras de la negación
de la contemporaneidad y actualidad de “lo indígena”12. En este sentido, en
la escuela se apela simultáneamente a imágenes contrapuestas sobre “los Las charlas en las escuelas sobre “la cultura toba”
tobas”: una, la que haría referencia a los “auténticos”, los que vivieron en
el Chaco (y, por ende, son “más lejanos”) y la otra, que incluiría a todos los Muchos de los niños, niñas y jóvenes del barrio acompañan a los adul-
que pasaron por los asentamientos marginales en Buenos Aires: “ellos so- tos a charlas para la venta de artesanías13. En esos eventos suele hablarse
cialmente no son tobas, los abuelos de los chicos sí, pero ellos no. Ellos como sobre el vocabulario en toba, los relatos míticos, la música y la presentación
que no son sólo tobas, sino que son tobas pero a eso hay que sumarle todo lo del “significado cultural” de las artesanías. Mencionábamos antes que al-
que fue la vida que tuvieron en [asentamientos marginales de Buenos Ai- gunos autores señalan que el Evangelio fusiona “elementos tradicionales
res]” (directivos de la escuela, registros de Hecht, en Borton et al., 2010). nativos” con el pentecostalismo. Algunos de estos “elementos tradicionales”
En un encuentro del taller realizado junto con Hecht en 2007, al con- son exaltados en dichas charlas sobre la cultura toba en las escuelas y, en
versar con los participantes acerca de la posibilidad de llevar a la escuela este sentido, como señala Hecht (e/p) en su estudio sobre la lengua toba, los
los materiales que ellos habían realizado, Martín manifestó no estar de discursos que allí se construyen son fundamentales para la reelaboración
acuerdo porque “no me gusta que me digan toba en la escuela”. Otro de los identitaria. Si bien las posiciones de las personas del barrio que adscriben
jóvenes que allí estaba, le respondió “pero si sos toba”. Martín finalizó el al Evangelio con respecto a estos “elementos tradicionales nativos” no son
diálogo diciendo “sí, bueno, pero no me gusta que me digan toba. Quiero que unívocas –algunos consideran que el evangelio ha “civilizado” muchas de
me digan por mi nombre” (taller sobre las historias del barrio, Martín y Ma- las tradiciones, mientras que otros reivindican éstas últimas por sobre las
tías, 14 años, García Palacios y Hecht, 3 de septiembre de 2007). Si Martín propuestas por el evangelio– en dichos eventos suele exacerbarse todo aque-
se considera toba, es posible que también se considere jugador de su club de llo que puede ser visto como “auténticamente toba”:
fútbol, alumno y muchas otras cosas. En este sentido, su nombre tendría la
capacidad de englobar la “multidimensionalidad de su identidad” (Franzé, Uno de los chicos le pregunta a Roberto: ¿Tienen algún tipo de
1999). Contrariamente, la escuela se presenta como un espacio en donde creencia, de Dios especial?”. Lo que más creemos es en el sol, el agua
suele recortarse a los sujetos de un modo determinado y, en ocasiones, en
13.  Cabe aclarar que las familias subsisten en base a subsidios del Estado y a di-
12.  En el fragmento citado la mención de los pueblos indígenas en pasado aparece versas actividades tales como los trabajos esporádicos en relación de dependencia y
en boca de los compañeros de Daniel. Sin embargo, se ha podido registrar este uso los realizados de manera independiente –producción y venta de artesanías, y orga-
en otras instancias, como por ejemplo carteles alusivos al 12 de octubre en los que se nización de charlas para la difusión de la cultura toba en escuelas de la Ciudad de
leía “Luchaste por dejarnos tu legado” (Borton et al., 2010). Buenos Aires y del Conurbano Bonaerense– (Hecht, 2006).

[ 76 ] [ 77 ]
y el viento”, respondió Roberto. “¿Puede contar un poquito de las de cuero de caballo” (Taller sobre las historias del barrio, Daniel, 15 años,
creencias?”, le requirió una maestra. Roberto explica: “Para nosotros García Palacios y Hecht, 8 de octubre de 2007). Así, en este contexto, donde
el sol, es la paz, el sol cuando sale es para todos y…”. Otra maestra se presenta como “auténtico indígena” y ya no como “alumno”, el mismo
muy interesa lo interrumpe y le repregunta: “¿Entonces creen en el joven apela a diversas estrategias que, prácticamente en el mismo sentido
sol, la tierra y el agua?”. A lo que Roberto responde: “Sí”. La maestra que él criticaba de su escuela, terminan por cosificar la identificación como
agrega: “¿Y qué tipo de ritual hacen?”. Roberto responde: “Las abue- toba. Es más, en la misma serie de entrevistas, mencionó que tanto él como
las nuestras cuentan que el sol es lo que alumbra a todo el mundo, su padre eran del Evangelio y también católicos, si bien daba cuenta de
lo que más adoramos es el sol y el agua, el agua es el que da vida y diversos “elementos nativos tradicionales” en vinculación con sus identifi-
el que más se conoce”. (Registro de Hecht, 21 de octubre de 2005, en caciones religiosas (sostenía su creencia en el sol, la tierra y el agua) a la
Hecht y García Palacios, 2009) par que enumeraba los momentos en que la escuela lo excluía de participar
por no ser católico. Como sostiene Hall (2002) en su estudio con jóvenes
Esta situación registrada por Hecht durante una charla en una es- inmigrantes en Inglaterra, muchas veces los “dilemas culturales” son plan-
cuela en la Ciudad de Buenos Aires complejiza lo analizado hasta aquí. El teados por las personas en términos dicotómicos, pero en su propia práctica
protagonista es miembro del Evangelio, pero ante la pregunta del auditorio fusionan cotidianamente influencias de diferentes procedencias. Daniel da
despliega únicamente los elementos religiosos que más probablemente son cuenta claramente de ello.
vistos como “auténticamente étnicos”. Esta situación resulta de sumo inte-
rés en relación a nuestro objetivo de dilucidar los entrecruzamientos entre
“ser toba” y “ser evangelio”. Al incorporar este nuevo espacio a la red de re- Comentarios finales
laciones sociales aquí desarrolladas, necesariamente se ha complejizado el
modo de concebir “la religión de los tobas”. Como hemos establecido, consi- Si consideramos que en la etnicidad se articulan un aspecto organi-
dero junto con Dietz (2003) que la etnicidad es un epifenómeno del contacto zativo (la formación de grupos sociales y su interacción mutua) con otro
intercultural en tanto estructura la interacción a través de la selección de semántico-simbólico expresado como sentimiento de pertenencia a un “no-
“emblemas de contraste”. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que sotros”, el análisis de los procesos de identificación debe recuperar ambos
“a lo largo del proceso intercultural, la etnicidad […] también modifica las aspectos por igual. En este sentido, a lo largo del escrito, he intentado, en
estructuras intraculturales, «objetivando» determinados elementos cultu- primer lugar, reconstruir la complejidad de los procesos de conformación
rales e instrumentalizándolos como «marcadores étnicos»” (105). Así, en la e interacción de los distintos grupos (“los tobas”, “los evangelio”, “los cató-
interacción intergrupal, se “objetivizan” determinadas prácticas culturales licos”). Por otro lado, he intentado dar cuenta del trabajo de configuración
y se las resignifica de acuerdo con la dicotomía de lo propio versus lo ajeno. identitaria realizado por los distintos espacios educativos. Así, se han re-
A través de este tipo de discursos esencializadores, también se crean nue- corrido las apelaciones identitarias, muchas veces contradictorias, relacio-
vas identidades que se articulan dentro de conflictivos procesos hegemó- nadas con el espacio barrial, la escuela católica, las iglesias del evangelio
nicos (Dietz, 2003) y se legitima un papel particular dentro de la sociedad y las charlas en las escuelas. Los niños no son meros reproductores de los
moderna, reinventándose como “indígenas en la ciudad” (Tamagno, 2001, sentidos establecidos por los adultos, sino que, como productores de signifi-
en Hecht, e/p). cados, articulan, según los contextos y sus evaluaciones de las situaciones
Por la configuración identitaria que realizan, las charlas en las escue- vividas, diversos “sentimientos de pertenencia” (Howell, 2004).
las también resultan espacios educativos para los niños que asisten (Hecht, En este sentido, las distintas situaciones presentadas a lo largo del
e/p). Por ejemplo, Daniel, el joven que en el acápite anterior veíamos que trabajo no sólo dan cuenta de los complejos procesos de identificación que
cuestionaba a la escuela por presentar a lo toba como parte de un pasado atraviesan los niños y las niñas del barrio, sino también de que la manera
lejano, contó que para el 12 de octubre realizaría con otras familias del ba- en la que se identifican y la manera en la que son identificados por otros
rrio una muestra teatral en una de estas charlas y comentó que todos ellos puede variar mucho de un contexto a otro, y de una situación a otra. Por
utilizarían “arcos verdaderos” que habían traído del Chaco y “taparrabos eso es importante distinguir entre diferentes categorías utilizadas para

[ 78 ] [ 79 ]
dar un sentido de pertenencia, evitando, de este modo, presentar un aná- Díaz de R ada, Ángel (2005), “¿Qué obstáculos encuentra la etnografía cuan-
lisis unitario de las personas. A su vez, concebir a los distintos grupos do se practica en las instituciones escolares?”, en A. Franzé, M.I. Joci-
(“católicos”, “evangelio”) como dicotómicos no nos permite comprender las les, B. Martín, D. Poveda y S. Sama (eds.), Actas de la Primera Reunión
complejidades de las prácticas e identificaciones que las personas ponen Científica Internacional de Etnografía y Educación, julio de 2004, Va-
en juego cotidianamente. lencia.
Por último, quisiera esbozar algunas consideraciones para el futuro – (2007), “¿Dónde está la frontera? Prejuicios de campo y problemas de esca-
de mi investigación. Dada la complejidad de la red de relaciones por la que la en la estructuración de la etnicidad en Sápmi (Noruega)”, Revista de
transitan los niños y las niñas del barrio y las múltiples interacciones en- Dialectología y Tradiciones Populares, vol. LXIII, Nº 1, pp. 187-325.
tre la religión católica y el evangelio, nos encontramos ante una ocasión Dietz, Gunther (2003), “Por una antropología de la interculturalidad”, en
ideal para analizar con mayor profundidad los entrecruzamientos entre Multiculturalismo, interculturalidad y educación: una aproximación
las identificaciones religiosas y la etnicidad. Cada vez más generaciones de antropológica, Universidad de Granada, pp.79-127.
niños asisten a la escuela católica. Hemos mencionado la incorporación del Franzé Mudanó, Adela (1999), “A la sombra del origen: lengua, cultura e
Evangelio a “lo toba”. Ahora bien, ¿podría suceder lo mismo con la religión identidad en los fundamentos de la ELCO”, en Adela Franzé Mudanó
católica? Sea lo que sea que suceda a lo largo del tiempo, creo que estaremos (ed.), Lengua y cultura de origen: niños marroquíes en la escuela espa-
ante un panorama excepcionalmente rico para analizar de qué modos los ñola, Madrid, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo.
discursos étnicos incorporan o descartan determinados elementos (Jociles H all, Kathleen (2002), “«You can’t be religious and be westernized»”, en Li-
Rubio, 1997). Desde esta consideración parece posible poner a prueba un ves in Trnaslation. Skh Youth as British Citizens, Filadelfia University
análisis verdaderamente procesual de las identidades. of Pennsylvania Press.
Hecht, Ana Carolina (2006), “Procesos de etnogénesis y reterritorialización
de un barrio indígena en el Gran Buenos Aires”, Actas del Congreso
Bibliografía Argentino de Antropología Social, VIII, 19-22 de septiembre, Universi-
dad Nacional de Salta.
Borton, Laureano, Noelia Enriz, Mariana García Palacios y Ana Carolina – (e/p), “Todavía no se hallaron hablar en idioma”. Procesos de socialización
Hecht (e/p), “Una aproximación a las representaciones escolares sobre lingüística de los niños en el barrio toba (Buenos Aires).
el niño indígena como sujeto de aprendizaje”, en Silvia Hirsch y Adria- – y Mariana García Palacios (2009), “Categorías y criterios de identifica-
na Serrudo (comps.), La educación intercultural bilingüe en Argentina: ción. Acuerdos y discrepancias entre los niños de un barrio indígena
protagonistas, identidades y lenguas, Buenos Aires, Novedades Edu- urbano”, en Carolina Remorini et al. (comps.), Actas de las Primeras
cativas. Jornadas: Diversidad en la niñez, pluralidad de escenarios y abordajes.
Briones, Claudia (1998), La alteridad del “cuarto mundo”. Una deconstruc- Aportes académicos a la acción política, julio, Universidad Nacional de
ción antropológica de la diferencia, Buenos Aires, Del sol. La Plata.
Brubaker, Rogers y Frederick Cooper (2001), “Beyond «identity»”, Theory – (e/p), “Categorías étnicas en el entramado social. Un estudio con niños
and Society, N° 29, pp. 1-47. y niñas de un barrio indígena”, Revista Latinoamericana de Ciencias
Ceriani Cernadas, César y Silvia Citro (2005), “El movimiento del evange- Sociales, Niñez y Juventud, Bogotá.
lio entre los Toba del Chaco argentino. Una revisión histórica y etno- Hilu da Rocha Pinto, Paulo Gabriel (2005), “Etnicidade e Nacionalismo re-
gráfica”, en Bernardo Guerrero et al. (comp.), De indio a hermano. Pen- ligioso entre os Curdos da Síria”, Revista Antropolítica, N° 19, Niteroi,
tecostalismo indígena en América Latina, Santiago de Chile, Campus. pp. 31-61.
Citro, Silvia (2003), “Navegando por las corrientes culturales y sus diques: Howell, Signe (2004), “¿Quién soy, entonces? Perspectivas de los adoptados
una travesía etnográfica por los símbolos de autoadscripción de los transnacionales acerca de la identidad y la etnia”, en D. Marre y J.
toba takshik”, Revista Ciencias Sociales y Religión, vol. 5, N° 5, pp. Bestard (eds.), La adopción y el acogimiento: presente y perspectivas,
67-98. Universittat de Barcelona.

[ 80 ] [ 81 ]
Jociles Rubio, María Isabel (1997), “Discurso étnico y estrategias de movi- Representaciones docentes sobre los niños
lización colectiva”, Gazeta de Antropología, N° 13, Texto 13-04. tobas y sobre el silencio en una escuela
– y Cristina Charro Lobato (2008), “Construcción de los roles paternos en en situación de interculturalidad
los procesos de adopción internacional: el papel de las instituciones
intermediarias”, Revista Política y Sociedad, pp. 1-38. Laureano Borton
Segato, Rita (2007), “Introducción”, en La Nación y sus otros. Raza, etnici-
dad y diversidad religiosa em tiempos de Políticas de Identidad, Bue-
nos Aires, Prometeo.
– (2005), “Cambio religioso y desetnificación: La expansión evangélica
em los Andes Centrales de Argentina”, en Bernardo Guerrero et al.
(comp.), De Indio a hermano. Pentecostalismo indígena en América La- Introducción. Recorridos, hipótesis y preguntas
tina, Santiago de Chile, Campus.
Spennemann, Ingrid (2006), “Migración y proceso político identitario: La Este trabajo intenta reflexionar a partir de una experiencia de inves-
comunidad indígena qom de la provincia de Buenos Aires”, tesis de tigación de campo centrada en las representaciones de docentes de una
Licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires. escuela confesional a la que asisten alumnos tobas de un barrio lindero.1
Tamagno, Liliana (1998): “La construcción de la identidad étnica en un gru- La pregunta que orienta este trabajo es la siguiente: ¿Qué características
po indígena en la ciudad. Identidades y Utopías”, en Rubens Bayardo y asumen las representaciones sobre los niños tobas en este contexto? Al
Mirtha Lacarrieu (comps.), Globalización e identidad cultural, Buenos hablar de representaciones –concebidas como construcciones simbólicas y
Aires, Ciccus. maneras subyacentes de entender el mundo– tomamos como referencia los
Vivaldi, Ana, Mariana García Palacios, Alicia Avellana y Patricia Dante trabajos de Moscovici (1991), Souza Minayo (1994) y Castorina (2003). Ad-
(2010), “Una experiencia de taller sobre nuevas tecnologías en un ba- herimos con este último al carácter hegemónico y procesual de la noción de
rrio toba (qom) del Gran Buenos Aires (Argentina) desde la mirada representación; la referencia a la hegemonía se vincula al hecho de que las
de los niños y jóvenes”, III Congreso de lenguas minorizadas, Buenos representaciones tienden a presentarse como construcciones uniformes y
Aires, 4 y 5 de junio de 2010. coercitivas, asumiendo generalmente el carácter de sentidos implícitos; la
Wright, Pablo (1983), “Presencia protestante entre aborígenes del Chaco referencia a lo procesual se asocia al hecho de que la noción refiere a formas
argentino”, Scripta Ethnológica, vol. 7, Buenos Aires, pp. 73-84. de organización y reorganización del conocimiento social en permanente
– (2008), Ser en el sueño. Crónicas de historia y vida toba, Buenos Aires, desarrollo.
Biblos. Como se verá, uno de los rasgos que más parece haber llamado la aten-
Wynarczyk, Hilario y Pablo Semán (1994), “Campo evangélico y pentecosta- ción de los docentes acerca de sus alumnos tobas es el relativo al silencio,
lismo en la Argentina”, en Alejandro Frigerio (comp.), El pentecostalis- al que los docentes en general consideran un rasgo distintivo de aquellos. A
mo en la Argentina, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. modo de breve adelanto, podría sintetizarse la noción de los docentes sobre
el silencio de los alumnos tobas como una pauta que suele ir asociada a
cierta quietud y reticencia a la participación.2

1.  Hacia fines de 2004, en forma convenida con las autoridades de la escuela, co-
mencé a tomar contacto periódico con el personal directivo, los docentes y los alum-
nos. La mayoría de los registros estuvieron centrados en charlas con los docentes y
en situaciones de aula, con especial atención a la participación de los alumnos tobas
que había en los cursos donde asistí. Además de las clases, tomé registro de encuen-
tros con los docentes, actos, juegos y actividades deportivas.
2.  Esta forma particular de representar el silencio, pensamos, puede ser vista
como ejemplo de lo que Rockwell (1980) denomina juicios de incompatibilidad, en

[ 82 ] [ 83 ]
El trabajo plantea inicialmente un breve recorrido por distintas con- algunas perspectivas antropológicas sobre la niñez y las representaciones
cepciones de niñez, atendiendo específicamente a las diferencias encontra- de los docentes sobre la otredad cultural.
das en la documentación etnográfica sobre procesos de socialización que
han tenido lugar en diversos contextos sociales y culturales analizados des-
de la antropología. Una vez señalados los puntos centrales de ese recorrido, Etnografías de la niñez: entre la
se analizarán aspectos surgidos de la investigación de campo en la escuela. personalidad y la institución
En ella la presencia de niños provenientes de un grupo étnico toba, permite
un acercamiento a representaciones de un conjunto de docentes sobre lo Para hacer referencia a las formas de entender la niñez desde distintas
que ellos perciben y evalúan como una forma de niñez diversa, alternativa perspectivas teóricas se tomarán como punto de partida los trabajos de la
al resto. Escuela de Cultura y Personalidad. Desde esta última se atendió particu-
Respecto de la noción de interculturalidad, el trabajo adhiere a la idea larmente a los procesos de socialización en las obras de Mead y Benedict,
de que es necesario distinguir dos tipos de situaciones posibles con relación en las que la comparación entre procesos de socialización en las sociedades
a los contextos escolares interculturales. Por un lado, prácticamente toda estudiadas y la forma que estos asumían en Occidente ocupaba un lugar
escuela se halla en tal situación en tanto lugar de encuentro y contacto importante.
entre personas que provienen de sectores sociales diferentes, con proceden- Desde el culturalismo la socialización es vista como un proceso de
cias, trayectos formativos y edades distintas. Ahora bien, es necesario tam- transmisión y aprendizaje intergeneracional que, aplicado y dispuesto so-
bién señalar que la disposición de la institución escolar ante situaciones de bre los niños, genera en ellos formas de comportamiento y disposición es-
interculturalidad no es homogénea. Lo anterior significa que mientras un tandarizadas, semejantes en gran parte a aquellas que fueran aplicadas
tipo de diferencias, según el discurso docente, no parece plantear problemas, sobre generaciones anteriores. En virtud de esto, la formación de la con-
existen por otro lado situaciones en que esa diferencia se representa como ducta infantil respondería a un proceso social e histórico determinante. A
un problema. Tal es el caso de aquellos contextos en que las situaciones de su vez, con el fin de apuntalar el carácter relativo e histórico del proceso de
interculturalidad se hallan atravesadas por la desigualdad (Neufeld, 2006; transmisión cultural, el trabajo de Mead (1995: 11) enfatizó la importancia
Novaro, 2006). En nuestra opinión, esta última alternativa coincide con la de que los estudios de la niñez remarcaran la diferencia entre aquello que
situación en la escuela en la que hemos trabajado. Lo anterior obedece a que podía pensarse era común a todas las culturas y aquello que, por el contra-
entendemos que los docentes en general tienden a problematizar principal- rio, respondía a procesos más locales, en el caso por ella estudiado, la socied
mente el tipo de diferencia que se plantea cuando la población proviene de samoana.
grupos sociales que –como en el caso de los tobas– han sido identificados Otro aporte central dentro de esta corriente es el de Benedict. Su obra
históricamente con un conjunto de “diferencias desavalorizadas”.3 atiende, entre otros temas, a la forma en que el vínculo entre individuo
En nuestra opinión, tales formas de vivenciar situaciones de intercul- y sociedad lleva a la formación de ciertas configuraciones que pueden ser
turalidad escolar representan uno de los puntos de encuentro posible entre identificadas, a su vez, como propias a un carácter nacional específico (en
su caso, el pueblo japonés).
Lo anterior obedece en parte a las relaciones que la corriente estable-
referencia a las formas en que los docentes ahondan la idea y sensación de diferencia
entre lo que ellos identifican como la cultura propia a la escuela y esa alteridad a cía entre la idea de cultura y de legado, es decir, al hecho de ver la cultura
la que identifican como “los tobas”. De acuerdo con esa idea, en este trabajo soste- como una enseñanza impartida por las generaciones anteriores, que se de-
nemos que el silencio no es un rasgo en si mismo sino el correlato de una relación sarrollaría durante la niñez y que concluiría en la adultez. Esto ha llevado
asimétrica.
a pensar la cultura como medio que ayuda a salvar una brecha entre adul-
3.  En términos semejantes Neufeld (2006) se expresa sobre la relación entre di-
versidad, interculturalidad y educación. Alertando contra los posibles usos antro- tos y niños que se irá reduciendo paulatinamente a medida que los niños
pológicos acríticos de la idea de diversidad, la autora señala que la misma “encierra aprendan o “lleguen” a ser adultos (Cohn: 1995, 15).
obvios cuya opacidad debe ser penetrada […]. Señala al respecto las alusiones a la
Otra corriente desde la que se prestó atención a la niñez como tema
diversidad en tanto forma exótica, lo que colabora con el ocultamiento de todo un
conjunto de relaciones sujeción y subalternización de la otredad (66). de estudio fue el estructural funcionalismo. La misma desplazó en cierta

[ 84 ] [ 85 ]
forma el foco desde las estructuras de personalidad predominantes en una Lecturas esencialistas sobre lo toba:
sociedad hacia los procesos de socialización en general y los sistemas de ro- docentes que se preguntan
les que surgen de estos. Así, roles y relaciones son los dos materiales con los
que, según el estructural funcionalismo, se definirá el lugar del individuo A modo de anticipación sostenemos que entre las corrientes clásicas
en la sociedad. antes señaladas y las representaciones de los docentes pueden identificar-
Desde posturas como estas, en la obra de autores como Fernándes y se ciertas correspondencias o líneas de continuidad, caracterizadas –entre
Schaden (1976) el proceso de socialización es entendido como reproducción otros rasgos– por su esencialismo y ahistoricidad. Estas últimas estaban
de un orden social determinado. Esto se expresa –a nivel etnográfico– en presentes tanto en las perspectivas teóricas reseñadas como en las repre-
esfuerzos por definir las sociedades como sistemas, en los que se destaca sentaciones de los docentes sobre esa –para ellos– particular forma de otre-
el peso de lo tradicional y donde toda institución es vista como una contri- dad cultural (la representada por los tobas).
bución funcional al mantenimiento del sistema social (Harris, 2006). Esto En principio, para intentar plantear desde qué posición se aborda la
último supone a su vez que el proceso de socialización apunta tanto a la información y la experiencia de trabajo, es necesario señalar una cuestión
integración del niño a la sociedad como así también a su adecuación a un al momento de analizar las representaciones docentes, y que se vincula con
ideal de persona. la relación entre lógicas discursivas y lógicas prácticas que operan en el
Estos enfoques de la niñez, en cierta medida, comenzarán a ser proble- análisis de los datos de campo. El primer punto, relativo a los discursos y
matizados en los años 60. Durante dicho período, y en cierta sintonía con prácticas, se refiere al tema de la no conciencia de los actores, y alude a una
un contexto mundial caracterizado por movimientos culturales, sociales y relativa ausencia de reflexión, en estos últimos, sobre las categorías que
políticos críticos, los estudios antropológicos comienzan a poner el acento se ponen en juego al emitir juicios o desarrollar prácticas (Lahire, 2006).
en la dinámica social, en abierta crítica a la idea de que el proceso de socia- Lo anterior resulta de un efecto de invisibilización, de ocultamiento, de los
lización debía ser visto como un conjunto de prácticas adaptadas a determi- términos con que los actores participan en la formación de un conjunto de
nados condicionamientos o requerimientos de la estructura social. representaciones.
Puede decirse que la niñez ha sido redefinida y ha quedado abier- A partir de esto, y habiendo señalado que las categorías sobre la otre-
ta a debates entre distintas corrientes disciplinarias, lo que ha llevado a dad cultural son en cierta forma reproducidas en los docentes sin que ellos
sucesivos replanteos sobre los sentidos del término. Así, por ejemplo, en deban reconocerse como vehículos de las mismas, entendemos que las re-
Occidente se reconocen formas diversas de concebir la niñez, sintetiza- presentaciones de los docentes sobre los alumnos tobas parecen darse en un
das a grandes rasgos en el denominado sentimiento de infancia. El mismo marco de relativa no conciencia o reflexión acerca de la presencia de sesgos
refleja un proceso de construcción histórica que se ha ido desarrollando y recortes en las representaciones y prácticas. Desde nuestra perspectiva,
en relación estrecha con factores diversos, abonando a la idea de que las dicha situación de invisibilización, tanto a nivel general como de las repre-
formas sociales de vivenciar la infancia son relativas: surgen y deben ser sentaciones docentes aquí analizadas, parece corresponderse con ciertas
entendidas en sus contextos respectivos (Ariès, 1987; Cohn, 1995). Esta formas institucionales de atender a la otredad, a las que aquí identificamos
perspectiva, como señala Cohn (1995), es un paso importante para dejar a través de la noción de escucha escolar (Lahire, 2006), la que supone –entre
atrás nociones esencialistas sobre la niñez, enfatizando su condición de otros rasgos– una actividad de institucionalización de pautas de coherencia
construcción social y cuestionando la errónea idea de un hiato entre mun- discursiva.
do adulto y el infantil. En el caso de la escuela en la que hemos realizado el trabajo de campo,
Se ha intentado así resumir los ejes de las formas de concebir la infan- la escucha mencionada parece expresarse en un conjunto de representa-
cia y el rol del proceso de socialización por parte de dos enfoques que con- ciones sobre los tobas en general –su historia reciente, su forma de vida
centraron los estudios antropológicos durante los años 40 y 50. Sobre esta actual– y sobre los alumnos de ese grupo en particular. Esto puede ob-
base, intentaremos ver qué relaciones pueden hacerse entre los desarrollos servarse en distintas circunstancias, con diferente peso y frecuencia en
disciplinarios sobre la niñez hasta aquí vistos y las representaciones de los los registros de campo. Tal es el caso –además de lo surgido a partir del
docentes de la escuela estudiada sobre los alumnos tobas. diálogo con docentes– de lo expresado en los documentos institucionales.

[ 86 ] [ 87 ]
Estos últimos, entendemos constituyen como instancias significativas para en todo este proceso. Dicha función estaba orientada tanto a la recupera-
analizar las representaciones sobre la identidad toba, la articulación de las ción de una “identidad toba” que –desde la escuela– aparecía desdibujada,
familias y el proyecto institucional y, también, ciertas evaluaciones de la como así también a la reconducción de los niños hacia una “vida moral”
institución acerca de la identidad religiosa de los alumnos tobas. (“Historia…”, 1995).
Al respecto, los documentos institucionales parecieran señalar que los Esta centralidad que los textos institucionales asignan a la Iglesia se
alumnos tobas constituyen un grupo cuya educación debe ser tutelada por corresponde a su vez con una centralidad a nivel de los contenidos educa-
la Iglesia; en general la noción enfatizada es que la institución debe cumplir tivos de tipo religioso y en la determinación de la relación o del sentido de
una función de patronato y guía respecto de la otredad en general. la relación que debe existir entre estos y los alumnos tobas. Esto sentó las
Esta intervención institucional permitiría –según estas fuentes– la bases –a nuestro juicio– del hecho de que la escuela posicionara finalmente
recuperación de una identidad toba que era percibida como desdibujada al a estos alumnos en una condición de otros en la medida que no profesa-
momento del contacto –hacia mediado de los 90– y que –a la vez– permiti- ban la fe católica. Esto implicó, por ejemplo, que no pudieran asistir –salvo
ría la reconducción los niños tobas hacia una vida moral. algunas excepciones– a los cursos de catequesis familiar dictados por las
En este sentido un texto elaborado por las hermanas de la orden, deno- docentes, muchas de ellas catequistas y misioneras. Más allá de situaciones
minado “Historia de la llegada de la «Comunidad Toba» a X X “,4 da cuenta puntuales que parecían quebrar esta división entre católicos y no católicos
la forma en que se reconstruye el proceso que llevó a la construcción del (tobas) en torno a la educación religiosa, lo importante es que no dejaba de
barrio toba y a la paulatina llegada de las familias tobas al mismo asig- existir un ejercicio de subordinación de los alumnos tobas al ideario religio-
nando un rol central a la orden religiosa en la concreción del proyecto. Esto so de la institución.
se expresa, por ejemplo, en la centralidad de la acción eclesiástica en bene- Lo anterior se expresaba también en algunos registros de campo. Así,
ficio de la comunidad toba, cuyas costumbres e idioma el documento busca un ejemplo que pensamos es claro al respecto surgió de una conversación
“rescatar y revalorizar”. En términos generales –y a modo de ejemplo– el con Do/Es, una docente que había trabajado durante muchos años en la
documento hace de nociones como la Providencia de Dios –además de las escuela, y cuyas clases fueron observadas en reiteradas ocasiones durante
gestiones desarrolladas a distintos niveles de la jerarquía eclesiástica– el 2006. Esta docente, además de estar a cargo de cuarto grado, participaba
eje de la obtención de las tierras en las que fue construido el barrio toba.5 en el dictado de clases de catequesis.
Desde dicha centralidad, también, la orden se compromete con el res- En el primer contacto con ella, surgido a partir de la intención de co-
cate de la identidad toba a través de ciertas pautas de acción, entre las que nocer cuáles serían los espacios y horarios que yo iba a poder presenciar,
se destaca desde la “apertura de la matrícula de la escuela”, hasta la cesión señaló que no podría desarrollar las observaciones de las clases de cateque-
de lotes para el establecimiento de las familias que llegarían después. sis porque “no te van a servir”.
El documento está atravesado por la idea de que elementos como la Cuando se le planteó que el año anterior se había asistido a varias cla-
cultura y la raza toba existen en tanto realidades identificables y definibles ses de catequesis, y que incluso había una o dos nenas que pensaban tomar
a partir de un conjunto de rasgos –no especificados– que debían ser reva- la comunión, la negativa de Do/Es fue clara: “No…. no… Son de otra reli-
lorizados, atribuyéndose la orden religiosa una función de apadrinamiento gión… [con ellas] Se hace otro trabajo aparte… [agregó que otra/o docente
trabajaba con ellas en forma especial] donde también hay valores, moral…”
4.  Allí se relata el acceso de los tobas, a fines de 1995, a los terrenos que –según el (Registro 1, 12 de mayo de 2006).
documento– fueran donados por la arquidiócesis del distrito y gestionadas por las Desde nuestro punto de vista, la mencionada “Historia…” sostiene
hermanas de la orden. un discurso a través del cual la hermandad justifica la construcción de lo
5.  En otro documento institucional, el “Ideario educativo”, esta idea paternalista se
toba en términos que intentan naturalizar la visión institucional en dicho
advierte en los “Fundamentos carismáticos” y el “Perfil de alumno”. Los primeros se
componen de tres puntos principales, presentes estos “en el corazón” de aquellos que proceso.
“el Padre llama a formar parte de la Familia de Santa X”: el Espíritu de Familia, la En este documento, el paternalismo se expresa en la centralidad de la
Donación Materna y el Espíritu de Pobreza. En virtud de este ideario, la institución acción eclesiástica en beneficio de la comunidad toba, cuyas costumbres e
educativa, dependiente de la orden, propone orientar “las capacidades y cualidades
(de los alumnos) al servicio de Dios y del hombre”. idioma el documento busca “rescatar y revalorizar” (“Historia…”, 1995).

[ 88 ] [ 89 ]
Lo anterior pone de manifiesto que esta perspectiva escolar en torno cazaban, cómo recolectaban […]. y ahí andaban [en referencia a los de la fun-
al tema parece haber tenido como común denominador un tono por mo- dación] todos encantados […] con las historias que les contaban los tobas”.
mentos etnocéntrico y claramente asimétrico, ya que el rescate supone que Ella sostenía que todo había sido como una actuación (de los tobas),
la institución que lo opera –la hermandad, a través de la escuela que ella que lo habían hecho todo para conseguir las casas lo antes posible, que ha-
conduce– se halla en una posición de poder simbólico desde la cual aquel bían dicho saber cosas y tener habilidades que luego no tenían. Por ejemplo,
puede ser llevado adelante.6 estaba enojada por el hecho de que las hermanas habían conseguido un lote
Aspectos como el señalado pueden ser reconocidos en el testimonio de para que ellos hagan la huerta, sobre todo porque los tobas habían asegu-
una hermana superiora, referido al proceso de fundación del barrio que rado saber hacer la huerta.
describe este documento. A través de un discurso crítico acerca de la inte-
gridad cultural de los tobas que se asentaran en el barrio, la hermana con- Ellas consiguieron un lote y hasta contrataron una persona
firma su expectativa de definir lo toba a partir de una serie de rasgos fijos, joven […] que les iba a ayudar a sembrar, cuidar y cosechar. […], los
típicos, esenciales. Se trata –además– de un testimonio que hace una revi- tobas no le habían dado demasiada bolilla a esta persona…., este
sión crítica sobre los tobas y –también– una autocrítica de la forma en que hombre se cansó de ir y de ver que, de una semana para otra, las
la orden participó en el proceso de instalación del barrio. Así, la hermana cosas sólo empeoraban. (Registro 7. 8 de septiembre de 2006)
–once años después, y casi como en un espejo invertido– cuestiona aspectos
centrales de lo creído y hecho por ella en aquella fecha y en el documento. El Podría resumirse el sentido del documento y del testimonio diciendo
siguiente extracto de la entrevista intenta dar cuenta de esa revisión ahora que en ambos aparece la cuestión de una identidad toba como una serie
un tanto desencantada de los tobas: de prácticas y conocimientos, fijos y finitos, entre los que pueden incluirse
actividades tan variadas como la caza, la recolección y la horticultura. El
“[A] esos tobas… los conocía … no eran del Chaco, como ellos conjunto de todo eso daría lugar a una síntesis de esas prácticas y conoci-
habían dicho allá por 1995, cuando la construcción del barrio toba mientos que la escuela había considerado como propio a los tobas, aquello
comenzó a gestarse.” “No son del Chaco, son de C.O.7 “Acá vinieron que podía ser encontrado “en” ellos. Por tal motivo, parte del relato de la
diciendo una cosa, pero son otra…”. “…los tobas empezaron a llegar hermana sobre el contraste entre sus expectativas al inicio del contacto con
muy rápidamente, ya que no querían perderse la posibilidad de ac- las familias tobas y la experiencia concreta de contacto y negociación con
ceder a una casa .”La tierra era nuestra…” los tobas, expresa su sensación de desencanto y desconcierto ante lo que era
percibido como la falta de autenticidad cultural de los tobas.
De hecho, dijo que los de la fundación M.T.8 que habían dado una mano, Además, en ambos casos (documentos y testimonio) se plantea que la
pero nada más, se habían dejado seducir por las historias que contaban los escuela debe posicionarse y definir ciertos contenidos a partir de la idea
tobas, donde se hablaba “del pasado”, ya que los tobas les contaban “cómo de que los alumnos tobas se hallan en una condición de otros, en tanto no
profesaban la fe católica. De esta manera, más allá de situaciones puntua-
6.  Gabriela Novaro (2006) trabaja como la noción de rescate en las propuesta curri- les que quebraban esta división entre católico y no católico, a partir de la
culares han enfatizado la idea de un legado cultural aborigen a ser recuperado desde
una posición asmimétrica no reconocida, negando en líneas generales las relaciones cual se limitaba o impedía la participación de alumnos tobas en las clases
de poder y los procesos históricos en que se ha desenvuelto la relación entre la nación de religión,9 se planteaba en general una intención de presentar el ideario
y la otredad. religioso de la institución como el único aceptable.
7.  Un barrio carenciado del conurbano
8.  MT es una organización con inserción territorial en la zona oeste del gran Bue- 9.  Un ejemplo de dicho quiebre está dado por algunas situaciones registradas en el
nos Aires, que promueve y desarrolla proyectos de hábitat en el ámbito urbano. campo en las que la tendencia institucional de separar a los alumnos tobas de las
Entre sus objetivos institucionales se encuentran diversas propuestas de desarro- clases curriculares de religión fue cuestionada por algunas docentes. En ciertas
llo urbano adecuadas a las realidades propias a cada territorio y la promoción de ocasiones, dicho cuestionamiento se expresaba en la decisión de incorporar el Nuevo
políticas públicas de tierra y vivienda. MT realiza también propuestas de creación Testamento Evangelista (versión utilizada por los alumnos tobas) a la lectura de la
o modificación de legislación sobre el tema, así como de discusión y recreación de Biblia que se desarrollaba en clase, fundamentando su decisión en la continuidad de
programas y planes oficiales. sentidos entre ambos textos. Dicha decisión, que parecía entusiasmar a las alumnas

[ 90 ] [ 91 ]
Es evidente que la religión operaba para la escuela como uno de los En relación con esto último, abordaremos ahora las visiones sobre el
diacríticos de una forma de otredad –la toba– que debía ser, en cierto senti- silencio de los niños tobas, señalando tanto el sentido naturalizante de las
do, reconducida por la escuela. representaciones de los docentes, como así también la manera desde la cual
Pero mas allá de la religión, se pueden mencionar aquí situaciones entendemos que dicho silencio puede ser comprendido: como una forma re-
diversas que hablan de las concepciones de los docentes sobre los tobas, currente de estilo comunicativo que pone de manifiesto una relación asimé-
desde el descontento que algunas maestras expresaron por la ausencia de trica entre la institución y los tobas.
las alumnos tobas en el acto del día de la bandera o, señalamientos ante la
sistemática ausencia o impuntualidad de los padres de los alumnos tobas
en las reuniones convocadas por los docentes. Respecto de esto último, al- Los silenciamientos y sus condiciones de posibilidad
gunas reflexiones al respecto pueden ser representativas: “Para los docen-
tes y el personal directivo la ausencia sistemática de los padres de los chicos En referencia a formas y ámbitos de construcción de lo étnico –de las
toba es un dato recurrente […] si los citás y no vienen, la participación se que la escuela es un ejemplo posible– las representaciones sobre la otredad
hace difícil”. De igual manera pueden registrarse las quejas de una direc- ponen de manifiesto un ejercicio de desmarcación, proceso por medio del
tiva luego de una discusión que presenciamos entre ella y la madre de una cual se diluye la pertenencia sectorial de algunos grupos a una forma de
alumna toba, que se había presentado a una reunión de padres que había identidad establecida como norma y –simultáneamente– se inscribe dicha
ocurrido siete días antes. forma específica de identidad como patrón del conjunto, como forma ideal
Situaciones como estas nos llevaron a reflexionar en las representa- del colectivo (Briones, 1989).
ciones de los docentes sobre los tobas, en los siguientes términos (en una Al respecto, entendemos que en esta escuela la creación de otros –y
reflexión que intercalamos en un registro): “[desde la perspectiva de la es- la consecuente desmarcación de otras formas de identidad– se revela en la
cuela] los tobas están como «en paralelo». En el colegio no saben muy bien tendencia que reconocemos en los docentes a homogeneizar una diversidad
de qué trabajan; a las reuniones de padres pareciera que no van; aparecen de formas expresivas de parte de la comunidad toba en general, tendiendo
por el colegio conforme su propio reloj cultural; están ahí geográficamente, a pensar en los tobas como un colectivo homogéneo y –al mismo tiempo– con
pero muy lejos en términos de trato y de identidad”. (Registro 8. 20 de mayo atributos diferentes a los demás grupos que conforman la escuela. Desde
de 2005). nuestra perspectiva, además, al hacerlo, se desatiende en cierta forma –tal
En definitiva, cuando se analiza la relación entre el discurso insti- vez por el hecho mismo de no percibirlas o simplemente ocultarlas– a sus
tucional y la forma de abordar lo cultural por parte de los docentes, las distintos trayectos y biografías, intentando naturalizar así su adecuación o
distancias son ciertamente relativas. Desde nuestra perspectiva, ambas fa- inadecuación a determinadas lógicas institucionales.
cetas “podrían tal vez ser pensadas como manifestaciones de una tendencia Analizaremos el silencio de los niños tobas, en tanto estilo comunica-
a la «culturización de lo social» que se caracteriza –entre otros rasgos– por tivo al que los docentes han hecho frecuente referencia, y en torno al cual
un conjunto de formas y juicios reduccionistas y naturalizantes, sustenta- elaboran distintas explicaciones. Nuestra propuesta al respecto es plantear
dos a menudo en el supuesto culturalista de que las distancias culturales y explorar el contraste entre las formas en que ha sido entendido por los
son esenciales, «insalvables»“ (Sinisi, 2006). Lo anterior remite, además, docentes en el campo y la forma en que puede ser pensado desde la an-
a tendencias semejantes, presentes a grandes rasgos en las perspectivas tropología. Esto último supone abordar el silencio en forma relacional, es
antropológicas sobre la niñez que hemos abordado anteriormente. decir, como una práctica discursiva institucionalmente situada y cargada
de intencionalidad comunicativa.
En virtud de esto, la idea del silencio como una práctica carac-
tobas presentes en ese curso, solía ir acompañada de una crítica de los docentes a terísticamente toba –compartida por muchos docentes y autoridades
lo que ellos señalaban como el descompromiso actual de “los católicos” para con su de la escuela– era valorado de dos formas distintas por los docentes.
iglesia. Según la docente, esto contrastaba con el empeño de los Testigos de Jehová
A veces como un rasgo propio a la cultura toba, lo que lo convertía en
en su labor misionera. Ante este grupo y estos hechos la docente –enfatizaba–: “Me
saco el sombrero” (Registro 17. 30 de septiembre de 2005). una rasgo esencial, ahistórico e inmodificable, ubicado en un campo de

[ 92 ] [ 93 ]
producción simbólica de parte de los tobas al que la intervención del Un testimonio que refleja esta amplitud semántica del silencio, dado
docente no tiene acceso, o –también– como evidencia de una limitación que es también interpretado por algunos docentes como un rasgo que trans-
intelectual derivada de características o circunstancias no definidas ciende lo verbal, es el comentario de una de las directivas de la institución,
de la cultura toba. la hermana ME10. Su análisis fusiona en cierta manera la descripción con
Un ejemplo de lo anterior es el comentario de Do/MJ, una profesional el análisis, e incluye una comparación con las formas de ser alumno de los
del gabinete psicopedagógico de la escuela, preocupada por saber cómo niños que no son tobas:
abordar el trabajo con alumnos tobas, dada su aparente reticencia a inte-
ractuar en el aula de la forma esperada por la escuela, situación frecuen- Sentada frente a mí, vestida con un hábito gris que le cubre
temente resumida por los docentes a partir de sus comentarios sobre el desde la nuca hasta los tobillos, empezó a preguntarme qué se podía
silencio de dichos alumnos. Uno de los puntos interesantes del testimonio hacer para que los chicos tobas no dejen la escuela como lo hacen y
es que plantea al mismo tiempo algunas dudas o contradicciones sobre para que participen más, para que los padres se acerquen al colegio,
los tobas. Se trata de la contradicción entre una promesa de apertura y para que en general se interesen por el colegio. Uno de los temas
flexibilidad para modificar aspectos didácticos a fin de facilitar el apren- que planteó como un problema era el de las condiciones en que asis-
dizaje de los alumnos tobas ([podríamos] “modificar hasta los programas ten [los chicos]. […] Ella observaba que la mayoría de las veces los
de cada grado, para que los temas sobre los indígenas fueran tratados alumnos tobas asisten sin útiles, sin siquiera un cuaderno. A esa
más en profundidad… y [para que]… las maestras tuvieran conocimiento falta de materiales había que agregar la falta de higiene. […]Al ra-
de puntos de vista como los que yo –[en tanto etnógrafo y] observador ex- tito agregó que el barrio toba está rodeado de barrios muy humildes,
terno– estaba mostrando”) y –simultáneamente– el cuestionamiento a la como el barrio de atrás, en el que los chicos hacen un esfuerzo por
capacidad intelectual de aquellos “las maestras que tienen alumnos tobas comprar materiales, estar limpios, etc. [pero que] … a los alumnos
me dicen… «vos les explicás, pero [los tobas] no te entienden»… y yo me tobas parece no importarles lo que se les enseña [y que] los docentes
pregunto si [los tobas] llegarán al pensamiento abstracto” (Registro 1. 5 de les hablan y no hay respuesta. A cada rato decía: “Es como si no les
agosto de 2006). importara”. (Registro 6. 21 de julio de 2006)
Estas referencias fueron hechas en diversas ocasiones por otras do-
centes, que señalaban que los alumnos tobas no parecían mostrar interés Así visto, este silencio connota para los docentes un conjunto de actitu-
alguno por lo que se veía en clase, y que solía ser difícil lograr que habla- des que, en términos generales vinculan con lo toba. Es un silencio que va
ran o que levantaran la mano para decir algo. Los docentes en general frecuentemente asociado a la idea de pasividad y carencia de interés.
coincidían también en el hecho de que el silencio de los alumnos tobas en Desde nuestra perspectiva, el silencio así entendido debe ser aborda-
la escuela debía ser explicado como una conducta enraizada en hábitos do teniendo en cuenta un marco de relaciones entre directivos, docentes,
aprendidos y reproducidos a nivel familiar. Ese discurso hacía del silencio alumnos tobas (y sus familias), en el que las producciones simbólicas de
una marca cultural, más allá de que algunos la vieran como un rasgo los últimos parecen definirse en negativo.11 Por eso entendemos que no se
positivo y a otros –en lo que era la variante predominante– pareciera trata sólo de silencio sino de diversas formas de incomunicación. Esto se
moverlos a reproche. manifiesta en diferentes situaciones, registradas cotidianamente por la
Puede decirse entonces que el aparente silencio de los tobas daba lugar
a distintas asociaciones de significado, pero que en términos generales era 10.  Gabriela Novaro et al. (2008) Como se señaló en un trabajo anterior, en el que se
visto como un rasgo inherente a su idiosincracia, que se resume en una indagaban las explicaciones sobre el tema y se dejaba planteado el carácter sesgado
y/o incompleto de las explicaciones esencialistas de muchos docentes, el silencio en
especie de expresión fija del tipo “los tobas son así”. De hecho, esta interpre- cuestión tiene también una dimensión corporal, gestual y actitudinal.
tación escolar sobre el silencio nos ha llevado a plantear que no se trata sólo 11.  Lo anterior se corresponde con un trabajo de Basso (1972) sobre el silencio en la
de un estilo comunicativo sino que el silencio denunciado por los docentes cultura apache occidental. Allí apela al concepto de actos de silencio, en tanto prác-
ticas deliberadas en virtud de las cuales los participantes de una situación deciden
debe ser visto metafóricamente, en tanto extensión de sentido, de toda una
activa y expresamente no hablar durante períodos de tiempo prolongado. Allí se
situación de silenciamiento (Novaro et al., 2008). analiza el silencio como un tipo de acto cuya función varía según el contexto social.

[ 94 ] [ 95 ]
institución, y con las cuales identifican no sólo a los alumnos sino también a En términos generales, la acepción de lo cultural que parece predomi-
sus familias. Las mismas –según el testimonio– tampoco hablan, tampoco nar en las representaciones docentes con los que se ha trabajado, recupera
se muestran, tampoco se avienen a los horarios y las formas de la institu- lo que Achilli (2006) denomina “una vieja y discutida noción de cultura de
ción, etc. Esta idea de silencio, no debe ser entendida entonces como el no la antropología de la primera mitad del siglo XX” (47). Esta noción, parece
hablar específicamente, sino como toda una variedad de formas de condu- haberse constituido en una de las explicaciones por excelencia que predomi-
cirse que implican no estar donde, como y cuando la escuela lo requiere. na en las representaciones docentes al abordar la interculturalidad. Lo pro-
Entendemos que esta forma de estilo comunicativo no debe ser pensa- blemático de esta forma de abordar el tema es que se termina privilegiando
da como esencia sino como efecto de un proceso de silenciamiento, de una una idea de diversidad de tono particularista, frecuentemente carente de
relación asimétrica en la que intervienen diversas formas institucionales contenido, al mismo tiempo que tiende a relativizar una forma de diversi-
de concebir la otredad y un conjunto de formas expresivas que los tobas dad que se presenta en muchas escuelas: la que resulta de la desigualdad
ponen de manifiesto en ese marco. social (Achilli, 2006; García, Pulido y Montes, 1997).
Desde allí –entendemos– deben pensarse sus representaciones sobre Entendemos por eso que una antropología centrada en la visibiliza-
los estilos comunicativos de los tobas en general y sobre su silencio en par- ción de los sesgos institucionales y –también– en una mejor escucha de
ticular. De esta forma, entendemos, se contribuiría a contextualizar las los silencios, debía atender, entre otros, a la necesidad de replantear las
condiciones de posibilidad que hacen que en ese marco específico los estilos formas tradicionales de escuchar la otredad en situaciones de intercultu-
comunicativos de los alumnos tobas sean caracterizados desde los docentes ralidad escolar.
por una pasividad y ausencia de palabras que de hecho no se correspon- Es aquí donde se señaló que nuestro recorrido por las definiciones
den con las formas de interacción que los mismos niños muestran en otros esencialistas de la otredad han mantenido en vigencia algunos postula-
espacios de sociabilidad, como el ámbito doméstico y los grupos de pares dos en torno al tema que, por seguir “acechando en las sombras” (Crehan,
(Novaro et al., 2008; Hecht en este mismo libro). 2004), merecen ser señalados.12 Tal vez sirva como ejemplo de lo anterior
Tal como señala Foley (1996): una poesía que fuera elegida por Do/Ale, docente de tercer grado, quien nos
permitió realizar registros de diversas clases de ciencias sociales. La do-
La expresión del silencio es mucho más que la simple puesta cente eligió, como recurso didáctico al tema “Aborígenes de la Argentina”,
en acto de pautas lingüísticas y estilos comunicativos aprendidos. una poesía que fue trabajada en clase, y que sirvió como disparador de un
[El silencio] es parte de una disputa discursiva o ideológica mayor conjunto de comentarios –fundamentalmente de su parte– en torno a lo
[…] sobre ]el sentido de] las representaciones culturales. (81) aborigen como forma de vida tradicional, remota y previa a la formación
del Estado.

Conclusiones: ¿replantear la escucha? “Origen del aborigen”, S.G.: Escuchen, les voy a hablar / de mi
tierra y sus orígenes: / sus primeros pobladores / fueron los aborí-
El trabajo ha intentado una revisión crítica de las representaciones de genes. […] Busco un mapa de Argentina, / es decir, la patria mía, /
un grupo de docentes y directivos sobre un conjunto de alumnos tobas, en recorro muchas regiones / y voy a la zona fría. […] Onas, yámanas,
un contexto que ha sido caracterizado como intercultural. tehuelches, / quiero empezar por ustedes, / que supieron construir
Con tal fin se analizaron inicialmente las formas en que la antropo- / un hogar entre las nieves. […] Pienso en los comechingones, / en
logía ha ido construyendo –con cambios y continuidades– sucesivas ideas la región cordobesa, / para cultivar maíz / no demostraban pereza.
sobre la socialización y los procesos de transmisión cultural en distintas
sociedades. En dicho recorrido, que atendió principalmente al culturalismo 12.  Dichos postulados, a grandes rasgos, hacen hincapié, por ejemplo, en la idea de
y el funcionalismo, se prestó atención al énfasis que dichas concepciones cultura en tanto realidad asociada a un grupo social específico y ajeno a las formas
sociales occidentales modernas. Esta asociación con lo ajeno lo ha puesto en vincu-
hacían en la necesidad de adecuación de la persona a las pautas culturales
lación casi directa con una idea ahistórica de folklore, con estrechas semejanzas con
y sociales de su contexto. las ideas de tradición y legado.

[ 96 ] [ 97 ]
[…] Con boleadora, arco y flecha / para expertos cazadores, / en lo desiguales en el que se ven insertos estos grupos. En este sistema los niños
que hoy es Buenos Aires / los pampas eran campeones. […] Los dia- tobas se cuestionan permanentemente, atravesados por una asimetría que
guitas y los quechuas / cultivaban en terrazas, / vivían al noroeste resulta en el predominio de la voz de la institución.
/ y de piedra eran sus casas. […] Un poco más hacia el norte, / los
matacos y los tobas / conocían los secretos / de la harina de alga-
rroba. […] Quiero hacer un homenaje / muy sencillo y muy sentido,
/ a esos hombres y mujeres / que en esta tierra han nacido. (Regis- Bibliografía
tro 13. 2 de septiembre de 2005)
A riès, Ph. (1987), El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen (1960),
Registros como el anterior –junto a los ya vistos– nos han llevado a Madrid, Taurus.
plantear que los docentes comparten y reproducen en cierta manera la Basso, K. (1972), “«Renunciar a las palabras»: el silencio en la cultura apa-
asociación entre indígena, esencia inmodificable y pasado. Esto se obser- che occidental”, en P.P. Giglioli (ed.), Language and Social Context,
va –en este último ejemplo, y que sirve como referencia a las representa- Nueva York, Viking Penguin, pp. 99-116.
ciones sobre los tobas antes señaladas– en el tiempo verbal elegido y en la Bertely Busquets, M. y E. G onzález A podaca (2004), “Experiencias hacia la
referencia a los aborígenes como los primeros pobladores de un territorio interculturalidad de los procesos educativos. Reportes de la década de
que luego se convirtió en un país ocupado por otros grupos, reavivan- los 90”, en I. Hernaiz (coord.), Educación en la diversidad. Experiencias
do así, por ejemplo, la oposición entre tradición (aborigen) y modernidad y desafíos en la educación intercultural bilingüe, Buenos Aires, IIPE-
(Argentina). UNESCO, pp. 19-78.
Desde nuestra perspectiva, estas apelaciones al pasado y la tradición Briones, C. (1998), La alteridad del Cuarto Mundo, Buenos Aires, Del Sol.
se corresponden en cierta forma con la mencionada referencia de los docen- Castorina, J.A., F. Clemente y A. Barreiro (2003), “El conocimiento de los
tes a un aparente silencio de los alumnos tobas. Hemos visto como también niños sobre la sociedad según el constructivismo y la teoría de las re-
dicho silencio era evidencia de una limitación cognitiva o una falta de inte- presentaciones sociales”, Investigaciones en Psicología, año VIII, vol. 3,
rés y de desidia manifiesta frente a la escuela. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.
Sobre esta base, se planteó que –en el contexto intercultural en que Cohn, C. (1995), “Antropología da crianca”, Ciencias Sociais, Passo-a-Passo,
se inscribe la escuela– la pasividad percibida desde la institución es en 57, Río de Janeiro.
realidad una conducta significativa, un estilo comunicativo institucional- – (2002), “A crianca, o aprendizado e a socializacao na antropología”, en
mente situado. Entendemos por eso que es válido pensar que se trata de A. Lopes Da Silva y A.N. Pereira (orgs.), Criancas indígenas. Ensaios
un silencio significativo y deliberado, tanto en su forma verbal como ges- antropológicos, São Paulo, Global-MARI-USP/FAPESP.
tual (Foley, 1996; Basso, 1972). Así planteada, dicha aparente ausencia de Crehan, K. (2004), Gramsci, cultura y antropología, Barcelona, Bellaterra.
mensaje puede ser entendida como una forma de práctica expresiva de los Diaz de R ada, Á. (2005), ¿Qué obstáculos encuentra la etnografía cuando se
alumnos tobas en un marco institucional en el que la identidad étnica es practica en las instituciones escolares, Departamento de Antropología
un elemento importante en el discurso y en las representaciones de los do- Social y Cultural UNED.
centes (Foley, 1990). – (2007), Valer y valor. Una exhumación de la teoría del valor para reflexio-
En virtud de lo anterior, planteamos que el silencio puede ser visto nar sobre la desigualdad y la diferencia en relación con la escuela, De-
como un tipo de estilo comunicativo que expresaría más de lo que los docen- partamento de Antropología Social y Cultural, UNED.
tes parecen (o no) oír. Es un estilo que surge en un contexto institucional Fernandes, F. (1976), “Aspectos da educacao na sociedade tupinambá”, en
atravesado por la asimetría, que invita a pensar la producción cultural en E. Schaden (org.). Leituras de etnologia brasileira, São Paulo, Compa-
tanto capacidad de producción de significados alternativos. En términos ge- nhia Editora Nacional, pp. pp. 63-86.
nerales, y en virtud de lo anterior, podría pensarse que el silencio es el ras- García Castaño. F.J., R.A. P ulido Moyano y A. Montes del Castillo (1997),
go predominante de estilos que tienen lugar en el contexto de las relaciones “La educación

[ 98 ] [ 99 ]
multicultural y el concepto de cultura”, Revista Interamericana de Educa- – (2006), “Educación intercultural en Argentina: potencialidades y riesgos”,
ción, Nº 13. Cuadernos Interculturales, segundo semestre, año/vol. 4, Nº 7, Univer-
H arris, Marvin (2006), El desarrollo de la teoría antropológica, México, sidad de Valparaíso, pp. 49-60.
Siglo Veintiuno. – et al. (2008), “Sonidos del silencio, voces silenciadas. Niños indígenas y
Hirschfield, L. (1988), “On acquiring social categories; cognitive develop- migrantes en escuelas de Buenos Aires”, Revista Mexicana de Investi-
ment and anthropological wisdom”, Man, 23, pp. 611-638, citado por gación Educativa, vol 13, Nº 36, enero-marzo, pp 173-201.
Ch. Toren (1999), “Making History: the significance of childhoood cog- Richards, A. (1973), “Socialization and Contemporary British Anthropol-
nition for a comparative anthropology of mind”, en Mind, Materiality ogy Retrospect”, en Ph. Mayer (ed.), Socialization: the Approach from
and Culture, Londres, Routledge. Social Anthropology, Londres, Tavistock Publications, pp. 1-32, citado
Foley, D. (1977), Learning Capitalist Culture: Deep in the heart of Tejas, Fi- por C. Cohn, A crianca, o aprendizado e a socializacao na antropolo-
ladelfia, University of Pennsylvania Press, citado por B.A. Levinson, gía.
D. Foley y D. Holland (1996), The Cultural Production of the Educated Rockwell, E. (1976), “Keys to Appropriation: Rural schooling in Mexico”, en
Person. Critical ethnographies of schooling and local practice, State B.A. Levinson, D. Foley y D. Holland, The Cultural Production of the
University of New York Press. Educated Person. Critical ethnographies of schooling and local practi-
– (1990), “The Silent Indian as a Cultural Production”, en B.A. Levinson, ce, State University of New York Press.
D. Foley y D. Holland (1996), The Cultural Production of the Educated – (1980), “Antropología y educación. Problemas del concepto de cultura”,
Person. Critical ethnographies of schooling and local practice, State México, mimeo.
University of New York Press. Ortiz, R. (1999), “Diversidad cultural y cosmopolitismo”, en J.M. Barbero,
L ahire, B. (2006), El espíritu sociológico, Buenos Aires, Manantial. F. López de la Roche y J.E. Jaramillo (eds.), Cultura y globalización,
Levinson, B. y D. Holland (1996), “The cultural production of the educa- Bogotá, CES-Universidad Nacional, pp. 29-52.
ted person: an introduction”, en B.A. Levinson, D. Foley y D. Holland Schaden, E. (1976), Leituras de Etnología Brasileira, São Paulo, Compañía
(1996), The Cultural Production of the Educated Person. Critical ethno- Editora Nacional.
graphies of schooling and local practice, State University of New York Schmelkes, S. (2004), “La educación intercultural: un campo en proceso de
Press, pp. 1-54. consolidación”, Revista Mexicana de Investigaciones Educativas, vol. 9,
Mead, M. (1932), “An investigation of the thought of primitive children Nº 20, pp. 9-13.
with special reference to animism”, J. R. Anthrop. Inst., 62, pp. 173- S inisi , L. (2006) “Las escuelas y la integración”, en A. Ameigeiras y
190, citado por Ch. Toren (1999), “Making History: the significance of E. Jure (comps.), Diversidad cultural e interculturalidad, Buenos
childhood cognition for a comparative anthropology of mind”, en Mind, Aires, Universidad Nacional de General Sarmiento-Prometeo Li-
Materiality and Culture, Londres, Routledge. bros.
– (1985), Educación y cultura en Nueva Guinea, Barcelona, Paidós. Souza Minayo, M.C. (1994), “O conceito de representacoes sociais dentro da
Moscovici, S. (1991), “Des représentations collectives aux représentations sociología clássica”, en P. Guareschi y D. Jovchelovitch (eds.), Textos en
sociales: elements pour une histoire”, en D. Jodelet (dir.), Les représen- Representacoes Sociais, Petropólis.
tations sociales, París, Presses Universitaires de France. Toren, Ch. (1999), “Making History: the significance of childhoood cogni-
Neufeld, M.R. (2006), “Diversidad, interculturalidad y educación”, en A. tion for a comparative anthropology of mind”, en Mind, Materiality
Ameigeiras y E. Jure (comps.), Diversidad cultural e interculturalidad, and Culture, Londres, Routledge.
Buenos Aires, Universidad Nacional de General Sarmiento-Prometeo Willis, P. (1993), “Producción cultural no es lo mismo que reproducción cul-
Libros. tural, que a su vez no es lo mismo que reproducción social, que tam-
Novaro, G. (2002), “Nacionalismo y diversidad cultural en educación. Un poco es lo mismo que reproducción”, en Lecturas de Antropología para
análisis antropológico de los contenidos escolares”, tesis de doctorado. Educadores, Madrid, Trotta.
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

[ 100 ] [ 101 ]
Fuentes consultadas Jajeroky: un abordaje de la cotidianidad
de los niños y niñas mbyà1
Congregación Hijas de Sta. A. “Historia de la llegada de la Comunidad
Toba a XX”, 1995. Noelia Enriz
Diseño Curricular para la Educación Primaria. Primer y Segundo Ciclo.
Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Dirección General de Cul-
tura y Educación. La Plata. 1997.

Introducción. Tema, recorte y puntos de partida

En este texto abordaremos, aspectos de la niñez mbyá a través del


registro de experiencias cotidianas en ciertos núcleos2 de la provincia de
Misiones. Tomaremos las categorías nativas asignadas a la infancia como
vectores, en diálogo con las actividades concretas que hemos registrado en
nuestro trabajo de campo. Entre estas actividades, se expresará la centra-
lidad del juego, intentando dar cuenta de cómo ciertos aspectos vinculados
a la construcción de la identidad de este pueblo se manifiestan y atraviesan
las prácticas infantiles.
El centramiento en las actividades cotidianas de los niños mbyá, ha
revelado la importancia de analizar el juego en relación a otros dos ámbi-
tos: la religiosidad y la escolaridad. En cada uno de estos ámbitos pudimos
distinguir elementos relevantes de la formación, valorados por el propio
grupo, donde se expresan elementos identitarios. Es decir, en éstos ámbitos
se expresan algunos de los aspectos del teko (modo de ser mbyá).
Las experiencias lúdicas han formado parte de los intereses de la
antropología desde sus comienzos disciplinares (De Sanctis Ricciardoni,
1994). En este trabajo consideramos el juego, centralmente, como un modo
de introducirnos en las experiencias formativas de los niños y niñas mbyá,
y como una vía a través de la cual pensar aspectos y relaciones que atravie-
san toda la sociedad.
El juego presenta una gran polisemia y podríamos abordarlo desde
muy diversas perspectivas, tanto desde aquellas ligadas al biologicismo, el
instinto o lo innato (Bally, 1973) como también desde perspectivas evoluti-
vas difusionistas (Tylor, 1879; 1880; 1882; 1884), o aquellas asociadas a la

1.  El presente trabajo toma como referencia cuestiones abordadas en la tesis de doc-
torado “Jeroky ponã. Juegos, saberes y experiencias infantiles mbyá-guaraní en Mi-
siones”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, junio de 2010.
2.  En esta investigación denominamos núcleos a los distintos grupos de familias
miembros de la comunidad mbyá asentadas en ciertas zonas de la provincia.

[ 103 ]
libertad individual (Caillois, 2000). No obstante, en esta indagación lo consi- que suman más de cuarenta y tres mil personas. En tanto, los mbyá y avá
deramos como una práctica de formación en varios sentidos, ya que aporta en suman veintisiete mil y veintiséis mil, respectivamente, mientras que los
la constitución de grupos, en la circulación de saberes y conocimientos y en aché son aproximadamente mil doscientos.
la comprensión del contexto. Consideramos el ámbito lúdico como parte de la Como dijimos, este trabajo tiene por objeto reflexionar sobre los signi-
formación, ya que se manifiesta en todos los grupos visitados como espacio de ficados socialmente otorgados a una serie de experiencias cotidianas de los
experimentación infantil cotidiano donde circulan saberes y conocimientos y niños y niñas mbyá guaraní de la provincia de Misiones (Argentina). Éstas
donde la relación entre pares adquiere un valor central. Al hablar de juego, fueron registradas en tres zonas diferentes de la provincia durante diver-
estamos considerando un concepto flexible próximo al de práctica lúdica, que sos períodos de trabajo de campo entre 2003 y 2009.
dé cuenta no sólo de las reglas que constituyen a estos fenómenos, sino de las Trabajamos en estas tres regiones a las que llamaremos Yabotí, Kuña
transformaciones que esas mismas reglas y prácticas posibilitan. Piru y Centro Oeste 3 con características diferentes con el objeto de dar
En el seguimiento de las prácticas de juego de los niños mbyá hemos cuenta de un modo representativo de los diversos elementos que influyen
registrado la tensión entre tradición y cambio en estas poblaciones. En el en la organización social y los modos diferentes en que se experimentan
marco de este trabajo entendemos por tradicional, a todo aquello que los elementos identitarios en cada caso. Cada uno de los lugares de trabajo
interlocutores indígenas consideraran como propio del ser mbyá y también de campo ha aportado elementos que iluminaron la comprensión de los
a los aspectos registrados de este modo por los autores clásicos de la región: otros. Intentamos abordar la diversidad de situaciones que enfrenta la
Cadogan, Hanke, Métraux, Müller, Nimuendaju, Schaden, Susnik. Esta población mbyá con respecto a la escuela, visitando un núcleo sin acceso
conceptualización presenta gran cantidad de matices y tensiones a la hora al sistema escolar, otro con escuela pública de simple turno y otro con
de abordar experiencias, pero ha sido un aporte a los fines analíticos, per- escuela privada doble turno. También nos enfrentamos a tres situaciones
mitiendo comprender las conceptualizaciones indígenas relativas a ciertas distintas de relación con el español: uno con escasísimas competencias en
experiencias. español, otro con ciertas herramientas intermedias y otro con gran desa-
rrollo del bilingüismo.
Respecto de lo productivo, uno de los grupos se sustenta principalmen-
La situación de los mbyá, los núcleos te a partir de la caza, la recolección y la producción doméstica. Los otros
visitados y el trabajo de campo dos realizan transacciones comerciales: en uno se dedican a la comerciali-
zación de artesanías y en el otro venden su fuerza de trabajo en el mercado.
La población guaraní ocupa un vasto territorio, atravesado por varias Estas tres estrategias de subsistencia, ensambladas de distinto modo, re-
fronteras nacionales, las de Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay. En la presentan las estrategias generales de la comunidad mbyá en la provincia
actualidad se evidencian cuatro parcialidades dentro del tronco guaraní. de Misiones. En cuanto a la cantidad de población, visitamos núcleos con
Los mbyá , que habitan el sur de Brasil, Paraguay y noreste de Argentina alrededor de 40, 100 y hasta 300 personas (situación muy variable no solo
(Misiones); los avá chiripa o avá katú eté o ñandeva en el sur de Brasil, entre los núcleos, sino también en los distintos momentos en que se realizó
Paraguay, Bolivia, el noroeste y noreste argentino (Salta y Misiones), en el trabajo). Esto da una idea general de cómo se desarrolla el poblamiento
ocasiones mixturados dentro de los núcleos mbyá ; los paĩ-taviterá, también en la región. Vimos, también, núcleos con parcelas de territorio muy am-
denominados kaiova o kaiowa, que habitan en Brasil y Paraguay; y los aché plias (cientos de hectáreas) –como es el caso de Yaboti y Kuña Piru– y otros
sólo en Paraguay (Bartolomé, 2006; Mura, 2006; Wilde, 2007). con parcelas pequeñas y altas densidades de población – Centro Oeste. En
Según destaca el mapa denominado Guaraní Reta (Grumberg, 2008), este punto es importante considerar que las instituciones de la sociedad
una investigación impulsada por organizaciones de Argentina, Brasil y Pa- provincial comenzaron a reconocer la existencia de la población indígena
raguay, los guaraníes suman mas de cien mil en la región formada por estos hace aproximadamente cincuenta años. Sin embargo, a partir de cierto
tres países (aproximadamente cincuenta y un mil en Brasil, cuarenta y dos
mil en Paraguay y seis mil quinientos en Argentina), con altas y sostenidas
3.  Si bien las referencias se centran en estas tres localidades, a lo largo del trabajo
tasas de crecimiento. A su vez, los paĩ son la parcialidad más numerosa, ya de campo se visitaron muchas más.

[ 104 ] [ 105 ]
avance sobre las tierras indígenas debido al aumento de la presión pro- categorías nativas relacionadas a las etapas de la vida, expresaban rela-
ductiva sobre el territorio, comenzó a hacerse tangible una conflictividad ciones particulares con el juego como práctica.
hasta entonces enmascarada, lo que sin duda tuvo incidencia en la forma y Organizaremos el trabajo a partir de dos ejes. En primer lugar consi-
dimensión de los núcleos. deramos las actividades cotidianas de los niños y niñas y sus relaciones con
Metodológicamente, la observación participante ha sido un elemen- el juego. Tenemos en cuenta aquí las reflexiones de los adultos y los niños en
to valioso en el caso particular de investigar experiencias, permitiendo lo relativo a las dimensiones de lo lúdico y no lúdico y la vinculación entre
tanto mi integración en ciertas prácticas, como la interacción con los el juego, la escolaridad y la religiosidad. En segundo lugar, consideramos
niños. las categorías nativas que definen las distintas etapas de la vida y sus vin-
Otro de los recursos de investigación utilizado han sido las conversa- culaciones con el juego y otras actividades. En las reflexiones referidas a
ciones informales, que permitieron establecer diálogos sobre ciertas temáti- esta temática, será relevante tener en cuenta en especial el valor otorgado
cas específicas considerando las características que los diálogos y los conse- al género, en las distintas etapas.
jos adquieren para esta población. Inicialmente nos habíamos propuesto el
trabajo con entrevistas, pero la dinámica propia de éstas no tuvo suficiente
potencialidad, ya que los intercambios a través de la dinámica pregunta y Juego, escolaridad y religiosidad en la vida cotidiana
respuesta y repregunta no forman parte de un modo habitual de comuni-
cación; por lo tanto la lógica de la entrevista resultaba forzada. En cambio, Las actividades diarias de niños y adultos se encuentran atravesa-
la posibilidad de proponer ciertos temas y esperar las reflexiones dio lugar das por las características del núcleo dónde habitan, es decir por la vin-
a una gran profusión de éstas, a la asociación de los temas propuestos con culación con zonas urbanas y el tipo de actividades productivas que los
otros, y a aportes individuales y grupales de diversos actores en diferentes adultos realicen, entre otros elementos que no abordaremos aquí. En el
contextos. caso particular de los niños, además de las prácticas lúdicas y religiosas,
Como mencionamos al principio, en esta investigación hemos valo- un aspecto que modifica centralmente su cotidianeidad es el acceso a la
rado centralmente las categorías lingüísticas con que los mbyá definen escuela.
elementos del modo de ser en tormo a los niños, sus experiencias y sus En relación a las experiencias escolares, es importante aclarar que en
ámbitos cotidianos de experimentación. Quizá el acercamiento a una los últimos años la población mbyá demanda activamente la creación de
lengua nueva (el mbyá guaraní), poseedora de una sintaxis particular, escuelas, y es también relevante el aumento de las instituciones disponibles
haya sido un estímulo para pensar las palabras indígenas como cate- y de agentes indígenas incluidos en éstas.
gorías en sí mismas. Lo cierto es que las prácticas diferenciales entre Por otro lado, las experiencias vinculadas a la religiosidad son posi-
niños y adultos, y las categorías particulares retroalimentaron la in- blemente ineludibles en un estudio sobre población mbyá. El valor de la re-
vestigación de campo. El registro de las prácticas y el conocimiento de ligiosidad mbyá ha sido ampliamente indagado (Cadogan, 1997; Clastress,
ciertas categorías se fueron ensamblando en un diálogo que permitió 1993; Meliá, 1968; Bartolome, 2006) y los autores coinciden en destacar la
establecer diferencias entre las categorías asociadas a diferentes etapas relevancia de lo religioso en la organización social desde la asignación del
de la vida y las prácticas que idealmente se asociaban a éstas. Del mis- nombre de cada individuo, hasta los sueños que se vinculan al accionar de
mo modo permitió considerar las prácticas que salían de lo esperado y los sujetos. En este caso particular, es importante considerar la participa-
las relaciones del grupo con éstas. ción específica de los niños en las ceremonias religiosas y el valor general
En el desarrollo del trabajo de campo, el juego fue manifestándose que se otorga a sus acciones en ese marco, sobre el que profundizaremos en
como un elemento organizador de ciertas actividades. La categoría nativa las próximas páginas.
de juego agrupaba una serie de experiencias de los niños y niñas, asocia- Respecto de la vinculación entre juego, escolaridad y religiosidad, ob-
das luego a diversos saberes y conocimientos. A su vez, el juego permitía servamos que en algunos de los núcleos visitados, la religiosidad tenía me-
abordar diferentes perspectivas referidas a la infancia ya que delimitaba nor intensidad, en otros no existía la posibilidad de acceso a la escolaridad,
acciones y establecía tareas permitidas y prohibidas. Por otro lado, las pero el juego se desarrollaba en todos los casos.

[ 106 ] [ 107 ]
Respecto de la cotidianidad de los niños mbyá podríamos decir en La relación entre juego, escolaridad y religión ha sido abordada por
primer lugar que en los núcleos visitados existen pocas actividades obli- distintos autores. En su revisión sobre la educación de los mbyá guaraní,
gatorias. Éstas son asociadas entre sí a través de la categoría jajagua y Bergamaschi (2007) sostiene que existen dos preceptos centrales: la im-
suelen ser actividades que podríamos asociar a la subsistencia como bus- portancia de hacer y la palabra. De este modo, escuchar es una reverencia:
car agua desde la vertiente, llevar alimentos de un lugar a otro, etc. Es escuchar a las deidades y sus revelaciones a través de los sueños, las aspi-
necesario destacar que se trata de actividades sencillas, de poco esfuerzo raciones y las conversaciones del anciano, y escuchar a los mayores, que
y riesgo. ofrecen lecciones y consejos.
Cuando los adultos son consultados respecto de las actividades de los Respecto de las nociones nativas sobre la educación, Cebolla (2005)
niños refieren que la vida de los mismos puede resumirse en relación a destaca que la población mbyá cuenta con un sistema propio de educación
ñeovanga, el juego. Desde la perspectiva de los adultos los niños van jugan- cuya principal característica es la de enseñar y aprender en términos de so-
do a la escuela, a bañarse, a buscar a sus hermanos. La actividad por exce- cialización integrante. “Es decir, con procedimientos que si bien están sis-
lencia de los niños es jugar, y es considerado juego inclusive la asistencia a tematizados son de característica flexibles, y por supuesto, sin la necesidad
la escuela y su participación religiosa. de tiempos rígidamente pautados y de una estructura física. El niño va ad-
Como veremos, estas concepciones definen cierto perfil escolar de acti- quiriendo los conocimientos necesarios para desenvolverse en su sociedad
vidades y sus condiciones de desarrollo. Los docentes manifiestan tensiones en los escenarios mismos de la vida” (Cebolla, 2005: 3). En este punto, la es-
referidas a la asistencia de los niños y que los adultos les refieren que los ni- colarización encuentra sus nudos más conflictivos. En el caso de Yabotí, uno
ños “faltan” cuando no quieren ir. En este mismo sentido, en una reflexión de los núcleos estudiados, es el propio grupo quien decide los tiempos y los
grupal, en el marco de un encuentro con docentes, el auxiliar de la escuela modos de organización del espacio de alfabetización, sin el establecimiento
expresaba: de horarios rígidos ni divisiones tajantes entre actividades como alimentar-
se y escribir. Se establecen además temarios que asocian distintos elemen-
La escuela ya está hace mucho tiempo, todas las familias ya tos, sostenidos desde el anciano como autoridad. Así como en otros ámbitos
saben… pero todavía no es jajagua, está cerca pero no es. (Centro se podrían pautar disciplinariamente estas relaciones, en el caso estudiado
Oeste, diciembre de 2009) es el conocimiento del anciano el que da lugar al desarrollo de temas y a la
vinculación de los mismos entre sí como parte del trabajo.
Es decir, la escuela no forma parte de algo obligatorio, necesario, sino Respecto de lo religioso, los niños y niñas se encargan de las danzas
de una opción de los niños. En consonancia con las percepciones del auxi- que anticipan las plegarias.4 Los autores clásicos en la indagación de la re-
liar, el anciano de otro de los núcleos visitados, en la ocasión en que fui a ligiosidad mbyá han puesto el acento en los ritos juveniles de pasaje (Cado-
presentarme refiere: gan, 1997; Clastres, 1993; Melià, 1968). De acuerdo a nuestros registros las
danzas que los niños desarrollan antes de las plegarias religiosas tienen
Para ver a los chicos hay que ir a la escuela, que van ahí a co- por objeto comenzar el “llamado a los dioses”, para que luego escuchen las
rrer, a cabezudear y estudiar. (Kuña Pirú, 6 de mayo de 2003) palabras de los adultos. De este modo, las danzas y los cantos comienzan a
establecer canales de comunicación con las tierras superiores. Pero al mis-
Aquí, además de una consideración general sobre la escuela, se mani- mo tiempo, estas danzas y canciones permiten establecer relaciones en el
fiestan una serie de actividades que los niños realizan en torno a ésta, que
en algunos casos se encuentran por fuera de los objetivos escolares espe- 4.  El lugar de la religiosidad infantil ha sido recientemente destacado por diversas
investigaciones antropológicas (Pires, 2007; García Palacios, 2005). No obstante,
cíficos y explícitos. Dado que no forma parte de las tareas obligadas –jaja-
historiadores como Gottlieb (1998) sostienen que las exploraciones de la antropolo-
gua–, la escuela pasa a estar inscripta dentro de las actividades lúdicas, si gía de la religión han tendido a centrarse en la vida, experiencias y puntos de vista
consideramos que en la organización del tiempo de los niños, lo que no es de los adultos. Según dicha autora, las obras canónicas de esta área de investigación
tienen apenas algunas palabras que decir acerca de cómo la religión podría afectar
jajagua es ñeovanga. Vale considerar que en el mismo rango se encuentran
la vida de los niños. Frazer, Dukheim, Weber y hasta Geertz han dejado a un lado
las ceremonias religiosas que son altamente valoradas. la religiosidad infantil.

[ 108 ] [ 109 ]
propio grupo y ponen en circulación ciertos conocimientos relevantes, como Lo excepcional de esta situación, nos permite considerar que, en lo
veremos en el próximo fragmento: cotidiano los niños no se encargan de estas tareas, menos aún individual-
mente. Y aquellos que se encuentran en el proceso de acercamiento al co-
ka’aguy ore mba’e (el monte es nuestro) nocimiento del monte y las estrategias de subsistencia a partir de éste, lo
yvy ore mba’e (la tierra es nuestra) hacen en compañía y con participación plena de los hombres adultos que
yy ore mba’e (el agua es nuestra) acompañan esas experiencias y ponen en circulación conocimientos nece-
Ñanderu oeja’mavy (nuestro señor nos lo dio) sarios para desarrollar estas actividades. Incluso entre los hombres adultos
pavẽ ’i roiko’i aguã (para que la cuidemos) las experiencias en el monte son grupales. Además la situación relatada
(Yabotí) da cuenta de cómo circulan ciertos saberes relativos a la subsistencia y de
qué modo estos se van poniendo a prueba y consolidando con la llegada de
Estas instancias religiosas, de danzas y relaciones grupales definidas la edad adulta.
como lúdicas, incluyen canciones, como la antes transcripta, que se trans-
miten intergeneracionalmente y que disponen una serie de conocimientos
relativos al ambiente, su consolidación y forma de mantenimiento. Este Etapas de la vida y prácticas lúdicas
tipo de preceptos está asociado al tekoa como espacio de desarrollo pleno de
la persona mbyá. De esta forma, la ceremonia en si misma supone una serie Además de la cotidianeidad, el juego también permite comprender
de elementos de formación. ciertas particularidades de las etapas de la vida. Veremos en primer lugar
Para seguir pensando las formas cotidianas en que transcurre la ni- las categorías nativas relativas a las etapas de la vida y luego, las relacio-
ñez, cerraremos este punto con un registro de gran excepcionalidad. Por un nes de las mismas con el juego.5
conflicto externo que era necesario resolver rápidamente, todos los núcleos En términos generales, las noticias referidas al embarazo y el naci-
que habitan en la reserva de Biosfera Yaboti decidieron juntarse a con- miento incluyen los avisos de los dioses a los líderes religiosos, los opygua.
versar. Esta reunión suponía que todos concurrieran; solo permanecieron La mujer grávida es denominada ipuru’a, y al niño mitã oikota va’e al niño
en el núcleo una mujer que acababa de dar a luz, su hijo mayor, dos niñas por nacer (literalmente el que está para ser un niño). Una vez que nace el
pequeñas y yo. niño es denominado pytã o pytã’i6 (nuevo o nuevito), término que puede es-
tar acompañado de algún prefijo que indique el género femenino o masculi-
Quedan tres niños, todos hijos de la mujer que acaba de dar a no (kuña pytã, ava pytã) o simplemente mitã pytã (niño) (Cadogan, 1992).7
luz. Uno de los chicos que se queda es Darío, tiene doce años, está Este primer período presenta algunas características particulares de
encargado de cuidar las trampas de caza. Lo hace con gran respon- comportamiento para los niños y niñas: permanecen muy ligados a los pa-
sabilidad: lo que traiga será el único animal que se coma en esos dres y la abuela, pasando mucho tiempo en brazos, en ámbitos sociales (el
días. (Yabotí, 16 de mayo de 2003) fogón, la casa de los ancianos), la madre y la abuela les hablan de cerca e
intentan llamar su atención.
El niño, se encargó del control de las trampas una vez al día, y por su Sostenemos con Pissolato (2007) que, para el caso de la población mbyá,
edad se consideraba necesario que comenzara a familiarizarse con estas ta- la ñemongarai (ceremonia de nominación infantil) destaca el interés por la
reas. Este tipo de tareas, no suelen ser consideradas por los niños como juegos
sencillamente. Como veremos mas adelante, se trata de actividades asociadas 5.  La relevancia de las nociones nativas asociadas a las etapas de la vida plantea
a cuestiones etarias y de género, que dan pautas de transformaciones hacia el interrogante acerca de cómo vincular esta concepción con la gradualidad escolar.
la vida adulta. Al ser consultados sobre este punto los hombres adultos argu- Dejamos pendiente esta tarea para próximas indagaciones.
mentaron una serie de razones por las cuales el niño podía o debía hacerse 6.  La letra i al final de cualquier término indica el diminutivo.
7.  Respecto de los cambios asociados a la llegada de un niño, consideramos relevan-
cargo de la tarea (la cercanía de las trampas al núcleo, que se tratara de tram-
te recuperar las discusiones de algunos investigadores acerca de la reencarnación
pas de aves pequeñas, la necesidad de disponer de otros alimentos). Schaden (1998).

[ 110 ] [ 111 ]
niñez, en cuyo marco el niño adquiere condición de tal. Ser denominado establece la negación del juego como práctica y se suman actividades pro-
implica que el opygua (anciano, líder espiritual) y los dioses se comunica- ductivas ligadas a la subsistencia del grupo, como cuidar las trampas de
ron, y que aquél logro saber de qué región provino el alma del niño. Así, es caza o ayudar en la preparación de los alimentos. Las prácticas lúdicas pa-
a través de la colocación del nombre como se cierra sobre el niño un largo recen terminar con la infancia y no formar parte de las actividades adul-
proceso, durante el cual los dioses y los mbyá establecieron un diálogo que tas. Aunque puedan advertirse elementos lúdicos en diversas actividades
dio como resultado la presencia y la permanencia del niño en el núcleo, lo cotidianas, los adultos no practican actividades que denominen lúdicas.
cual lo convierte en niño mbyá. Las prácticas religiosas que se realizan durante la etapa adulta difieren
Si la obtención del nombre establece las condiciones necesarias para ser de las de los niños y niñas, no son ya danzas, sino básicamente rezos o
considerado persona, hay que tener en cuenta también que en el período en coros. Susnik (1983) sostiene que, así como el nacimiento es un momento
que los niños y niñas son incluidos en la ñimongarai (la ceremonia anual de de crisis (porque se teme la interferencia de fuerzas del mal durante este
nominación infantil) ya cuentan con un tiempo de desarrollo, unos cuantos período, lo que atentaría contra la continuidad del grupo social), “Empero,
meses de vida o hasta un año. Durante este período, los niños y niñas van para la mayoría de los indígenas, tanto la vida como el destino de un ser
adquiriendo una serie de habilidades: generalmente logran sentarse, emitir comienzan recién en la frase de prepubertad, según el concepto que tienen
algunos sonidos y deambular. Durante esta etapa, lo lúdico se manifiesta en de fuerza vital […] porque implican la idea de un nuevo renacer socio-
la relación con los adultos cercanos, madre, abuela, padre (Ruiz, 1984). biológico” (7). En síntesis, la autora propone que entre los aborígenes del
Una vez que se es poseedor de un nombre, con sus primeras alocuciones Paraguay, se manifiestan dos conceptos de producción de la vida: la vida
y, fundamentalmente, frente al desarrollo de su capacidad de caminar (ya como nacer y como fuerza vital. Una comienza con la gestación y la otra con
cerca de los dos años), comienza a ser denominado kiringue, kiringue’i, kiri’i. los ritos de pasaje.
El niño que puede deambular con seguridad logra incorporarse paulatina- La diferenciación entre los niños se hace manifiesta en un período de
mente al grupo de pares, junto a otros niños y niñas de diversas edades que dos o tres años. Entre los diez y los trece, muchos aspectos de la organiza-
lo acompañan en el conocimiento y el reconocimiento de su entorno. ción cotidiana de sus vidas cambian. En la escena de Yabotí antes mencio-
Por otro lado, deambular permite establecer nuevos vínculos con otros nada se manifiesta cómo el niño de aproximadamente doce años tiene a
niños y niñas, en prácticas que encuentran tal vez su mayor expresión en cargo actividades que no se le pedirían a sus hermanos dos años menores.
la ceremonia religiosa. En ellas los pequeños son incorporados a las danzas Se trata de un cambio en las actividades que refleja una transformación de
y las canciones a través de las niñas mayores (de más de diez años), que se categoría social: de Ñe’enguchu ramota va’e (el que está para que se engrose
encargan de entrenarlos en los diversos bailes y juegos. El grupo surge y su voz, 11-12 años) a Mitan ruchu (el que tiene su voz engrosada, mucha-
toma relevancia la comunidad de juego (Larriq, 1993; Meliá, 1981), es decir, cho desde aproximadamente los 13 años en adelante). Los indicadores de
el grupo de niñas y niños, de edades diversas que experimenta el entorno. crecimiento están asociados a cierto tipo de experiencias: a posibilidad de
Este grupo puede tanto incorporarse en la escuela, compartir las instan- cazar y pescar se asocian al crecimiento: en cierta medida, lograr acceder a
cias religiosas, compartir el alimento, etcétera. medios de subsistencia permite desarrollarse como adulto.
Por esta razón, la etapa de kiringue es la más explorada por esta inda- Lo más relevante para nuestra argumentación es que a partir de esta
gación. Los niños recorren el territorio experimentando, no están a cargo etapa, el tiempo deja de estar organizado a partir de momentos de jajagua
de la subsistencia y sus actividades se inscriben en dos grandes grupos: y ñeovanga. En cambio jajagua aumenta en dimensiones, es necesario rea-
actividades lúdicas (ñeovanga) y aportes a la comunidad (jajagua) necesa- lizar gran cantidad de tareas de subsistencia (relativas al género), el tiempo
rias para la reproducción de la vida. Durante este período los niños y niñas de juego desaparece, el tiempo religioso comienza a diferenciarse como tal
tienen abierta disponibilidad de desarrollar prácticas lúdicas grupales en y se incorpora una nueva categoría: trabajo, para aquellos que realizan
diversos escenarios, construyendo sus objetos de juego y desarrollando múl- alguna tarea a cambio de dinero.
tiples estrategias de acceso a esos juegos. Vimos que las categorías de edad estaban claramente definidas y su-
Es notable que, a partir de las diversas prácticas que conducen a la ponían estatus diferenciales que podían contrastarse con las experiencias.
juventud (la ceremonia de la menarca o el engrosamiento de la voz), se Así, el juego fue definido por los adultos como un elemento propio de la

[ 112 ] [ 113 ]
niñez. Jugar se ha manifestado como antagónico del ser adulto, y los acce- misma edad que Alejandra, pero está casada y tiene un bebé (Teo),
sos de los adultos al juego, expresado como ñeovanga, fueron escasos: solo está en su casa con su marido y su hijo. Al rato pasa para ir a bañar-
en vinculación con los niños y niñas pequeños, en general de aquellos pa- se. (Yabotí, 18 de mayo de 2003)
dres muy jóvenes que tenían su primer hijo. (quedan por fuera ciertas prác-
ticas deportivas estimuladas por organismos de gobierno). Pasadas las ceremonias que certifican la incorporación en el mundo
En el caso femenino, las trasformaciones comienzan de modo paulati- adulto, no hay cambios en las denominaciones. Con el paso del tiempo se
no y tienen su punto máximo en la menarca como paso necesario hacia la denomina a mujeres y hombres tujai kueve (“viejo”) o guaimi’i kueve (“muy
edad adulta. En el período previo a la menarca, cuando comienzan a notar- viejo”). En tal caso, como al comienzo de la vida, las categorías no reconocen
se ciertas transformaciones en el cuerpo de la niña, ésta es denominada diferenciaciones de género: estas sólo se plasman en torno a la menarca y el
Iñe’engue ramo va’e (la que está lista para escuchar las palabras). Una vez engrosamiento de la voz y durante la vida adulta8.
que la menarca se manifiesta, la joven pasa a ser denominada Kuña va’era Como vimos, el concepto de niñez en sí mismo comenzó siendo un ele-
(la que está lista para ser mujer), y luego, una vez que da a luz su primer mento central de la indagación en campo. La posibilidad de problematizar
hijo, se la denomina Kuña tai (mujer joven). las dimensiones y de relevar las facetas propias de esta categoría permitió
Como expresamos junto a García Palacios en un trabajo anterior (En- comprender los puntos de inflexión de la niñez, así como sus límites socia-
riz y García Palacios, 2008), la serie de recaudos rituales que se toman du- les. Dar cuenta de las experiencias que los niños y las niñas desarrollan
rante este período está relacionada con la consideración de que la menarca permitió definir el campo de prácticas posibles para esa etapa.
está rodeada de gravísimos peligros (Schaden, 1998: 108). A lo largo del El acercamiento a las categorías nativas ha intensificado ciertos ejes.
tiempo, como resultado del entramado de diversos factores, la ñemondyiá Una lengua se consolida a partir de los usos que de ella se realicen y de
–ceremonia pubertaria femenina- ha sufrido ciertas modificaciones. De he- los cánones que produce y reproduce. La gran cantidad de categorías que
cho, como práctica generalizada, se considera en retroceso (Vara, 1984). posee la lengua mbyá para dar cuenta de la niñez, así como el hecho de que
En un trabajo reciente con población de la zona del Kuña Pirú, Remorini estas categorías a su vez establezcan diferenciaciones de género y de eta-
(2008) destaca el caso de una niña a quien, a partir de la menarca, se le pas transicionales, da cuenta de la complejidad que ese período representa
cortaran los cabellos a la altura de los hombros. Nosotros hemos registrado para la población nativa. Pero el transito a través de estas diversas etapas
algunos cambios de naturaleza similar en la zona de Centro Oeste. y categorías no es lineal, sino que está asociado al desarrollo de cada sujeto
y a las perspectivas sociales asociadas a las mismas.
Según nos refirió un docente: –A veces vienen y me avisan “Mi
hermana no va a venir, señor”, y es que no van a venir en toda la
semana por la menarca. Después vuelven con el pelito más corto, Escolaridad y experiencias cotidianas
cambiadas. (Centro Oeste, 11 de junio de 2008)
La escolaridad mbyá actual tiene como foco central la infancia. El pro-
El siguiente registro da cuenta de las diferentes actividades que desa- grama de Educación Intercultural Bilingüe a partir de su implementación,
rrollan las niñas de edades similares, pero que representan estatus socia- visibilizó la necesidad de pensar lo intercultural en la provincia de Misio-
les diversos. Cabe aclarar que la niña que aparece como Alejandra, tiene su nes. Por un lado, desde el Ministerio se generaron espacios de intercambio
cabello cortado al ras. y formación entre docentes e indígenas. La formación para ser parte del
personal de la escuela constituye una de las demandas de la comunidad, y
Mientras tanto, las mujeres de esa edad (Ivana y Vani) están en este caso los protagonistas son adultos. En años recientes se estableció
por la casa con los más chicos; caminan y no participan hoy de
la lucha (ayer participaba Ivana). Alejandra, que tiene doce años, 8.  Queremos enfatizar que, en comparación con las categorías que refieren al perío-
do de la niñez, las categorías para la etapa adulta son pocas, tienden a sintetizar ese
está lavando ropa en el arroyo. Hay una nena chiquita (cinco años
momento y carecen de categorías transicionales y de rituales para indicar el paso a
aproximadamente) que también lava en el arroyo. Ana, que tiene la la vejez, única etapa diferenciada dentro del período adulto.

[ 114 ] [ 115 ]
un programa de formación de auxiliares, implementado por antropólogos En el patio, Carolina (maestra de segundo grado) me mostró
de la zona. Un egresado de la escuela, destaca que los niños ahora “apren- un cuaderno en el que los chicos dibujaron sobre la conquista de
den a valorar, aprenden que la escuela es importante por los auxiliares que América. Los dibujos eran de unos muñequitos con plumas paradas
hablan mbyá y eso ayuda un montón. Son casi maestros y ayudan, porque en la cabeza y otros, que venían en un barco, gritando “Los vamos
los chicos así saben palabras. Se dan cuenta y le dan más importancia al a matar”, mientras los primeros gritaban “Nooo” (los gritos estaban
estudio” (Centro Oeste, 5 de junio de 2008). escritos”). (Centro Oeste, 12 de octubre de 2006)
En el último tiempo se registra el aumento en la cantidad de mbyá
adultos que acceden a espacios la escolaridad secundaria y estudios de ni- Estas temáticas presentan grandes tensiones. En algunas experiencias
vel terciario/universitario. En estos casos se han incorporado a espacios educativas, las dificultades se resuelven a través de la consulta a las familias.
formales en los que confluye población no indígena. Estas situaciones re- En el caso que narramos a continuación, no existe escuela sino un proyecto de
plantean los roles adultos tradicionales asociados a la procreación y las alfabetización solicitado por el propio grupo y del que formo parte en mis visi-
actividades productivas. tas. Pero el entorno comunitario va estableciendo los parámetros del mismo,
La presencia de los auxiliares es muy importante en la actual estruc- el currículo. El anciano suele expresar qué cosas deben aprender los niños, y
tura escolar, al menos de acuerdo a lo relevado durante nuestro trabajo de se encarga de la acomodación de los conocimientos indígenas y el español:
campo. En el fragmento siguiente se destaca una experiencia auxiliar de
pareja pedagógica: El momento de aprendizaje es especial. Los chicos se sientan
en las mesas y recuerdan cosas que vieron en agosto. Algunos van
Hay diez niños presentes en primer grado (seis nenas y cuatro va- más adelantados que otros. Trabajan en lengua mbyá, castellano y
rones); algunos parecen más grandes. Comienza la clase Sonia (auxi- matemática. El tema sobre el que trabajábamos eran las palabras
liar bilingüe, hija del opygua); se propone contar un cuento en mbyá. referidas a la familia. El anciano contaba los nombres de cada vín-
Es el cuento de una abuela que cocinaba chipá que luego un mono se culo de parentesco establecido en mbyá e íbamos escribiendo de ese
robaba. Los chicos le piden otro cuento y ella siempre narra en mbyá. modo. (Yabotí, 14 de noviembre de 2006)
Se van al recreo y toman la merienda. A la vuelta del recreo, Fernanda
(la maestra del grado) retoma el primer cuento narrado por Sonia y Para cerrar este punto, sugerimos la significatividad del hecho de que
les pregunta si ellos tienen abuela. Cuesta un poco que los chicos ha- las experiencias de educación intercultural estén incorporando en los últi-
blen, pero ella espera y va de a poco. Así, ellos van diciendo quién es el mos años a los adultos mbyá como actores del proceso de escolarización de
abuelo de los otros. Algunos también dicen el nombre del propio. Esto sus niños. Esta incorporación ha producido nuevo niveles de interés de la
se escribe en el pizarrón. (Centro Oeste, 8 de agosto de 2007) población indígena respecto de lo escolar, que se reflejan centralmente en la
participación adulta en instancias educativas formales. Como expresamos
Así, los niños logran acercarse a la complejidad que supone la escritu- páginas atrás, los reclamos por el establecimiento de escuelas, se suman a
ra en una lengua extraña. De este modo, el relato narrado en lengua indí- las demandas por la participación en talleres de formación y en la incorpo-
gena permite un acercamiento a la historia para luego ejercitar la escritura ración en los niveles secundario y terciario.
en español.
Luego, cuando los niños encuentran mayor vínculo con la escuela, en
segundo o tercer comienzan a plantearse en los docentes dilemas relacio- A modo de cierre
nados con el tratamiento de ciertas temáticas en la escuela. Algunos maes-
tros están más atentos a estos aspectos, pero esto es muy variable, ya que Nos focalizamos en las experiencias relativas a la formación durante
la formación no les ha brindado elementos preparatorios para este tipo de la niñez, centralmente en el juego. Éste interés nos llevó a reflexionar acer-
situaciones. Así, luego de tratar la llegada de los españoles a América, la ca de la categoría nativa de niñez y dar lugar así al planteo de las dimen-
docente de segundo grado muestra la producción. siones que adquiría esta concepción para la población mbyá.

[ 116 ] [ 117 ]
Desarrollamos aspectos de tres ámbitos cotidianos de formación de la Bibliografía
niñez mbyá: la escuela, lo religioso y lo lúdico. Se trata de ámbitos dónde se
presentan conocimientos y saberes diversos, en el caso de la escuela en di- Bally, Gustav (1973), El juego como expresión de libertad, México, Fondo de
recta vinculación con el estado, sus dinámicas y formas de funcionamiento. Cultura Económica.
En el caso de lo religioso, se trata de conocimientos y saberes que se produ- Bartolomé, Miguel Alberto (2006), “Los laberintos de la identidad: proce-
cen y reproducen sólo en el marco comunitario. sos identitarios en las poblaciones indígenas”, Ava, Nº 9, agosto 2006.
Ser considerado un niño mbyá supone una serie de acciones por parte Bergamaschi, Maria Aparecida (2007), “Educação Escolar Indígena: Um
de niños y adultos. Tanto en las cuestiones de colaboración para la subsis- Modo Próprio De Recriar A Escola Nas Aldeias Guarani”, Cadernos
tencia (por ejemplo cargar agua), como en las ceremonias cotidianas y ex- Cedes, vol. 27, Nº 72, mayo-agosto, pp. 197-213.
traordinarias (como la ñemongarai –ceremonias de nominación infantil– y Cadogan, León (1992), Diccionario Mbya–Guaraní Castellano, Asunción,
las ceremonias pubertarias femeninas y masculinas). Fundación León Cadogan-CEADUC-CEPAG.
Es importante también destacar que las prácticas lúdicas infantiles – (1997), Ayvu- Rapyta. Textos míticos de los Mbya-guaraní del Guairá. Para-
parten de la consolidación de un grupo de niños y niñas de edades diversas, guay (1959), Asunción, Fundación León Cadogan-CEADUC-CEPAG.
que se acompañan en esas experiencias. Se acompañan tanto en el canto Caillois, Roger (2000), I giochi e gli uomini: la maschera e la vertigine,
religioso como en las aulas escolares (donde, como vimos, puede haber niños Milán, Bompiani.
y niñas de muy corta edad llevados por sus parientes). El grupo de juego, la Cebolla, Marilin (2005), “Docentes y niños: Jurua Kuery e Indios. Breve
comunidad de juego, es una instancia grupal que trasciende los límites del reseña sobre la situación de las escuelas aborígenes bilingües-bicultu-
juego inmiscuyéndose en los demás ámbitos, de edades y géneros diversos, rales en la provincia de Misiones, Argentina”, Revista de Antropología
dinámicos y a la vez sostenedores de las experiencias formativas tanto las Iberoamericana, Nº 41, mayo-junio.
vinculadas a la subsistencia, como las escolares y religiosas. Clastres, Pierre (1993), La palabra luminosa. Mitos y cantos sagrados de
Intentamos destacar que ser niño y niña mbyá supone cierto lenguaje, los guaraníes, Buenos Aires, Del Sol.
religiosidad, relaciones con el medio. Hemos visto cómo estas experiencias Enriz, Noelia y Mariana García Palacios (2008), “Deviniendo Kuña Va’era”,
se condensan en torno al juego. En las prácticas lúdicas se experimenta la en Silvia Hirsch (coord.), Mujeres indígenas, Buenos Aires, Biblos.
grupalidad y con ella una gran cantidad de saberes y conocimientos. Estas De Sanctis Ricciardoni, Paola (1994) Antropología e gioco. Editorial Ligu-
experiencias dan lugar al desarrollo de la niñez y de los diversos atributos ori. Italia.
que en cada una de las instancias se espera de los niños. Queda pendiente Grumberg, Georg (coord.), Bartomeu Melià (Ed.) (2008), Guarani Retã 2008:
un enfoque donde puedan plasmarse las reflexiones infantiles sobre lo adul- Povos Guarani na Fronteira Argentina, Brasil e Paraguai, CTI. Mapa
to y sobre la constitución de esa etapa. (100x69cm) e Livro Explicativo.
Reflexionar sobre las etapas de la vida, y la niñez especialmente, a L arricq, Marcelo (1993), Ipytŭma construcción de la persona entre los Mbya-
partir de las experiencias que los sujetos desarrollan en contextos parti- guarani, Universidad Nacional de Misiones.
culares, posibilita pensar las improntas identitarias en estas experiencias. Meliá, Bartolomeu (1968), El guaraní conquistado y reducido, Asunción,
Las dimensiones sociales de estas prácticas aportan elementos que permi- Universidad Católica.
ten considerar aspectos del “modo de ser mbyá”, y que apuntan en el sentido – (1981), “El «modo de ser guarani» en la primera documentación jesuítica
de propiciar nuevas reflexiones sobre las dinámicas identitarias. (1594-1639)”, Revista de Antropologia, vol. 24.
Si bien nos hemos centrado en la manifestación de las experiencias forma- Mura, Favio (2006), “À Procura do «Bom Viver» Território, tradição de co-
tivas infantiles atendiendo especialmente las dinámicas internas de las comu- nhecimento e ecologia doméstica entre os Kaiowa”, tese de doutorado,
nidades, hay que considerar la importancia y el significado que irán asumiendo Universidade Federal de Rio de Janeiro.
estas experiencias en comunidades tensionadas por el avance de la sociedad na- Pires, Flavia (2007), “Ser adulta e pesquisar crianças: explorando possibi-
cional a través del progresivo despojo de tierras y formas de relación con el Esta- lidades metodológicas na pesquisa antropológica”, Revista de Antropo-
do, aspecto este último en el cual la escuela parece tener un lugar estratégico. logia, vol. 50, Nº 1, São Paulo, USP, pp. 225-270.

[ 118 ] [ 119 ]
Pissolato, Elizabet (2006), “A Duração da Pessoa: mobilidade, parentesco ¿Trabajar y aprender?
e xamanismo mbya (guarani)”, tese de doutorado apresentada ao Pro-
grama de Pós-Graduação em Antropologia Social do Museu Nacional La participación de los niños mbyà en
da Universidade Federal do Rio de Janeiro. actividades productivas y la reproducción
Remorini, Carolina (2008), “Aporte a la Caracterización Etnográfica de los del conocimiento tradicional en un
Procesos de Salud- Enfermedad en las Primeras Etapas del Ciclo Vi- espacio rural en transformación
tal, en Comunidades Mbya-Guarani de Misiones”, tesis de doctorado,
Universidad Nacional de La Plata. Ana Padawer
Ruiz, Irma (1984) La ceremonia Ñemongaraí de los Mbiá de la Provincia de
Misiones. Temas de Etnomusicología 1: 51-102.
Schaden, E. (1998), “Aspectos fundamentales de la cultura guaraní”, Bi-
blioteca Paraguaya de Antropologia, vol. 28, Universidad Católica de
Asunción.
Susnik, Branislava (1983), Los aborígenes del paraguay V, Asunción, Museo Introducción
Etnográfico Andrés Barbero.
T ylor, Eduard B. (1879), “On the Game of Patolli in Ancient Mexico, and its Las experiencias formativas de los niños transcurren en la escuela
Probably Asiatic Origin”, The Journal of the Anthropological Institute pero también fuera de ella: como se presenta en otros capítulos de este libro,
of Great Britain and Ireland, vol. 8, Royal Anthropological Institute of los niños aprenden sobre el mundo a partir de sus relaciones con adultos y
Great Britain and Ireland, pp. 116-131. pares, en distintos contextos y a través de diferentes actividades tales como
– (1880), “Remarks on the Geographical Distribution of Games”, The Journal los juegos, las prácticas religiosas, las celebraciones y, en general a partir
of the Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, vol. 9, Ro- de su inclusión en la vida social local. Sin embargo, las tareas que los niños
yal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, pp. 23-30. realizan para la reproducción familiar doméstica son escasamente recono-
– (1882), “Notes on the Asiatic Relations of Polynesian Culture”, The Jour- cidas como experiencias formativas tanto desde el sentido común como des-
nal of the Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, vol. de la escuela y desde la misma producción académica. Más frecuentemente
11, Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland pp. se las define como “trabajo infantil” y, en función de los derechos del niño
401-405. sancionados internacionalmente, son perseguidas por lo que eventualmen-
– (1884), “Old Scandinavian Civilisation Among the Modern Esquimaux”, te impiden –la escolarización–, habiendo escasas sistematizaciones sobre
The Journal of the Anthropological Institute of Great Britain and Ire- conocimientos y habilidades que pueden involucrar.
land, vol. 13, Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ire- La participación de los niños en la producción familiar doméstica pue-
land, pp. 348-357. de ser entendida como una experiencia formativa si se la analiza como par-
Vara, Alfredo (h.) (1984), La construcción guaraní de la realidad. Una inter- te de procesos de socialización; de esta forma, para estudiar dimensiones
pretación psicoanalítica, Asunción, Ceaduc. formativas que pueden estar implícitas en estas situaciones, es necesario
Wilde, Guillermo (2007), “De la depredación a la conservación. Génesis y analizar si las mismas incluyen la transmisión y generación de conocimien-
evolución del discurso hegemónico sobre la selva misionera y sus habi- to, a partir de la acción y reflexión sobre los procedimientos realizados. Por
tantes”, Revista Ambiente & sociedade, año/vol. 10, Nº 1, enero-junio, lo tanto, el desafío consiste en intentar distinguir estas experiencias pro-
Campinas, Asociação Nacional de pos-Graduaçao e Pesquisa em Am- ductivas y formativas en términos conceptuales y empíricos, advirtiendo
biente e Sociedade, pp. 87-106. sus diferencias respecto de aquellas situaciones en que los niños son incor-
porados como “trabajadores” en sentido estricto, intervienen como mano de
obra en tareas rutinarias, y en las cuales pueden ser escasos o nulos los co-
nocimientos que circulan sobre el mundo social y natural; son estos últimos

[ 120 ] [ 121 ]
escenarios los que la normativa de protección de los derechos de la infancia mayoritariamente en el límite sur del departamento, en proximidades de
ha intentado identificar y combatir en las últimas décadas. su cabecera (CTI, 2008).
En este artículo comenzamos refiriéndonos al uso del territorio y es- La zona a la que se refiere este artículo es aquella de mayor concentra-
colarización en una zona del departamento de San Ignacio donde se locali- ción de núcleos mbyà en San Ignacio, e incluye a siete de las dieciséis comu-
zan varios núcleos mbyà-guaraní (Misiones, Argentina); aludimos luego a nidades identificadas por el CTI en el departamento en 2008: Guacurarí,
las principales normativas sobre trabajo infantil vigentes en el país, para Las Ruinas, Aldea Grande, Antigua Chacra, El Palmar, El Cañaveral y La
detenernos en el análisis del carácter formativo de las experiencias involu- Florida. Si bien hasta el momento se dispone de información heterogénea
cradas en la participación de los niños en actividades productivas; conclui- de los mismos, la razón por la cual se ha delimitado esta zona radica en que
mos considerando las implicancias de estos procesos en la reproducción del se trata de aquella donde los núcleos mbyá se encuentran más próximos a
conocimiento tradicional indígena en espacios rurales en transformación.1 la ciudad cabecera: en términos generales, puede decirse que comparten el
Dado que ya se han presentado de manera general las características rasgo común de que se ubican en un espacio rural con importantes trans-
de esta población en términos de su presencia en el territorio argentino formaciones producto de la explotación económica del entorno, y en interac-
(Enriz, en este mismo volumen), se remite a dicho capítulo para esta con- ción entre sí.3 Uno de los núcleos –Aldea Grande– se destaca por contar con
textualización general. más de cien pobladores mientras que en el resto de los núcleos viven entre
veinte y cincuenta personas; el espacio disponible para los núcleos oscila
entre las 10 y las 450 hectáreas.
Territorio y escolaridad de los mbyà en San Ignacio2 Nos detendremos brevemente en una caracterización de la población
desde el punto de vista educativo, relevante para este trabajo por las ex-
San Ignacio es uno de los diecisiete departamentos en que se divide la periencias formativas que se analizan, y porque permite efectuar compa-
provincia de Misiones, al NE de Argentina. Esta provincia limita amplia- raciones con los otros contextos presentados. De las siete comunidades, es
mente con Paraguay y Brasil, y, como se ha dicho (Enriz, en este mismo importante advertir que los niños de Guacurarí y Las Ruinas asisten una
volumen) se trata de la jurisdicción del país donde, en la actualidad, se con- escuela rural ubicada a 4 kilómetros de la ciudad cabecera, mientras que
centran los núcleos poblacionales que se reconocen como mbyà-guaraní o los de Aldea Grande, Chacra Antigua y El Palmar disponen de escuelas en
descendientes en 1era generación de este pueblo indígena. En base al mapeo sus comunidades, asistiendo a la última de ellas los niños de El Cañaveral
efectuado por organismos e investigadores de Argentina, Brasil y Paraguay y La Florida.
y coordinado por el Centro de Trabalho Indigenista en 2008, surge que San La amplia mayoría de las escuelas a las que asisten los niños mbyà
Ignacio es uno de los dos departamentos de la provincia donde se localiza están ubicadas en comunidades indígenas y sus niños asisten allí con ex-
la mayor cantidad de núcleos poblacionales mbyà, los cuales se asientan clusividad. Por ello, el establecimiento rural al que concurren los niños de
Guacurari y Las Ruinas se destaca por su matrícula heterogénea, com-
puesta casi en proporciones similares por niños mbyà y otros cuyas fami-
1.  Este trabajo incluye avances respecto de dos escritos previos: “La protección de lias se identifican como “colonos”. En esta escuela, así como en las que se
los derechos de la infancia mbyà-guaraní. Aportes de la etnografía en la proble- encuentran en las tres comunidades mencionadas precedentemente, se han
matización de las experiencias formativas” (Padawer 2010 B). La reproducción del
conocimiento tradicional indígena mbya en un espacio social rural en transforma- designado uno o varios auxiliares docentes indígenas (ADIs), cuyas tareas
ción” (Padawer 2010 A). El trabajo de campo fue realizado con apoyo de la Secretaría son variadas: el hecho de que en una de ellas la matrícula sea parcialmen-
de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires en el marco del proyecto te indígena otorga una especificidad en la construcción del rol y la pareja
UBACYT “Niños indígenas y migrantes: procesos de identificación y experiencias
formativas”, Programación 2008-2010, dirigido por Gabriela Novaro. pedagógica de estos ADIs, ya que las propuestas de intervenciones y activi-
2.  Se ha optado por conservar el anonimato de las aldeas y personas a fin de pro- dades están dirigidas a alumnos mbyà y colonos.
teger su identidad. No obstante, se decidió incluir la referencia geográfica en tanto
posible aporte para el trabajo de documentación de la presencia de comunidades in-
dígenas, necesario para la atención de los reclamos territoriales en los que el Estado 3.  En este sentido presentan diferencias con algunos de los núcleos trabajados por
Nacional se ha comprometido normativamente. Enriz en este mismo volumen.

[ 122 ] [ 123 ]
Tanto las familias de colonos como las comunidades mbyà de San Ig- pudieron articular sus relaciones de intercambio con la sociedad regional
nacio disponen de pequeñas huertas, algunos animales de granja y varias y conservar relativamente el control de sus procesos organizativos y mo-
reciben asistencia del Estado. Si bien cada comunidad presenta sus par- vilidad. Los cambios acontecidos en la estructura social y económica de la
ticularidades, el contexto general puede caracterizarse como un espacio provincia en este período, así como las relaciones establecidas con el Estado
rural en transformación, ya que en el transcurso de una generación se ha en las últimas dos décadas, condujeron a una significativa multiplicación de
producido una crisis en la producción yerbatera –la actividad distintiva de unidades residenciales autónomas relativamente establecidas, con alian-
la zona– y se ha incrementado la producción forestal de especies no autóc- zas débiles de organización política (Gorosito, 2006).
tonas. Para analizar estos procesos desde una perspectiva más estructural Dependiendo de la proximidad con las poblaciones no indígenas, ac-
se ha recurrido a los datos estadísticos del Censo Nacional Agropecuario tualmente las comunidades mbyà localizadas en territorio misionero pue-
(CNA) efectuado en 2002. Dado que la misma se proporciona a nivel de- den realizar diversas actividades de subsistencia mediante caza de pe-
partamental –y por ende con un mayor nivel de agregación–, es necesario queños animales, pesca, recolección estacional, producción de huertas y
relacionar estos datos con aquellos obtenidos en el trabajo de campo y en cría de aves de corral y cerdos. En algunas comunidades también se veri-
los estudios que desde distintas disciplinas han abordado la estructura pro- fica trabajo asalariado en la agricultura y actividades ligadas al turismo
ductiva de la zona. –venta de artesanías, guías por el monte y visitas a los núcleos– (Cebolla
En primer lugar, puede advertirse que en San Ignacio, así como sucede Badie, 2005). En el caso de la zona de San Ignacio que se encuentra bajo
en la provincia en general, se verifica una importante concentración en la estudio, como se desarrollará más adelante, el acceso al monte nativo es
explotación de la tierra: casi el 30% de la superficie productiva correspon- muy escaso y se destina especialmente a la provisión de materia prima
día en 2002 a colonos y ocupantes, más del 45% a estancias y poco más del para artesanías.
25% correspondía con latifundios (Gobierno de Misiones, 2008: 340 y 341). Pese a que la dispersión debilita la organización política, en los últi-
Si bien está cimentada en la estructura de la sociedad agraria misionera mos años se evidencia un progresivo reconocimiento de las comunidades in-
consolidada durante todo el siglo XX, la situación actual refleja los cambios dígenas, que reclaman y ejercitan derechos ciudadanos desde sus particu-
que se verificaron en las últimas décadas: crisis agrícola y deterioro de la laridades como comunidad política, lo que produce transformaciones en las
economía campesina junto con cambios en la concentración de la propiedad actividades económicas, políticas y formativas de las jóvenes generaciones
de la tierra en la segunda mitad de los 70 y principios de los 80 (Manzanal y en los grupos de referencia. Entre estas transformaciones, Wilde (2007) ad-
Rofman, 1989; Cragnolino, 2006), posteriormente y hasta hoy, incremento vierte cómo el ambientalismo y el indigenismo se articulan políticamente
de la producción agroindustrial (Sili, 2005; Neiman et al., 2002; Bidaseca y planteando tensiones que son observables en el contexto misionero.4
Mariotti, 2001; Gordillo, 1995). Es por lo anterior que, además de los reclamos de tierras –sobre
El complejo agroindustrial misionero integra a algunos colonos y ocu- los que no es posible extenderse aquí, y que son en sí mismos procesos
pantes que, gracias al mantenimiento de cierta diversificación productiva
–ganadería, forestación, producción de yerba mate y horticultura–, pueden
4.  Quizá la más relevante a los fines de este artículo sea la incongruencia entre el
restringir algunos de los efectos del proceso de concentración económica. estereotipo del “buen salvaje ecológico” defendido por el discurso ambientalista y el
En los últimos veinte años, asimismo, se multiplicaron los conflictos con proceso inevitable de inserción de muchos grupos indígenas en el mercado; proceso
que se articula con la suposición de que las comunidades son un todo homogéneo re-
los propietarios de bosques nativos. Éstos en su momento habían permitido
presentado por líderes cuya legitimidad no es cuestionada. En Misiones, la adopción
el usufructo de los colonos y ocupantes pero, con el desarrollo de explota- mbyà de ciertos lugares comunes del discurso ecologista –básicamente la idea de la
ciones forestales de especies exóticas por parte de capitales concentrados, vida en armonía con la naturaleza–, es un eficaz recurso mediático que se da aún en
el caso de dirigentes de comunidades que desarrollan una explotación de recursos
reclaman las tierras ahora altamente valorizadas (Schiavoni, 1995, 2008;
naturales que van en sentido contrario. En este sentido, la autorización de algunos
Ferrero, 2006; Schvorer, 2003; Otero, 2008). líderes para que en sus predios se realice la explotación forestal –sea originada en
Estos procesos verificados en los últimos treinta años afectaron tam- las presiones que genera la escasez o la atracción del dinero y los bienes simbólicos
bién a las comunidades mbyà: mientras los asentamientos pudieron man- blancos–, genera disputas internas, que en ocasiones horadan la legitimidad de es-
tos líderes dentro de su comunidad, aunque conserven eventualmente apoyo fuera
tenerse en sectores relativamente poco explotados de la masa selvática, de ella (Wilde, 2007).

[ 124 ] [ 125 ]
complejos que incluyen dimensiones formativas–, una de las principales En estas definiciones, Argentina no sólo ha acompañado los lineamien-
demandas de los mbyà es la limitación de la explotación forestal. Su tos de la Convención, sino que asimismo ha observado las regulaciones de
característica más distintiva en los últimos años radica en la concen- la Organización Internacional del Trabajo. Al respecto, las referencias más
tración de grandes extensiones de tierra, la desforestación de especies significativas son el Convenio de la OIT 138 de 1973 (que establece la edad
nativas, el tratamiento con herbicidas y la plantación de pinos. Estos mínima para el trabajo en quince años o el cumplimiento de la escolaridad
procesos afectan a los pobladores por la contaminación de los cursos de obligatoria, definiéndose además regímenes horarios y remuneraciones),5
agua y porque el progresivo desmonte limita las actividades de caza y y el Convenio 182 sobre la Prohibición de las Peores Formas de Trabajo
recolección que tradicionalmente realizan los mbyá. Asimismo, las ac- Infantil y la Acción Inmediata para su Eliminación (de 1999, que fue ratifi-
tividades productivas forestales a gran escala emplean escasa mano de cado en Argentina con la ley 25.255 de 2000).6
obra; al analizar la relación de las poblaciones con el mercado laboral Pero además de las leyes regulatorias del trabajo, se deben tener en
en esta zona, no obstante, es importante considerar como el turismo se cuenta otro tipo de normativas: las asociadas a los derechos indígenas. En
ha convertido en importante generador de empleo: si bien no son activi- este sentido, una de las más relevantes es la Declaración de las Naciones
dades tradicionales, sus posibilidades formativas son asimismo amplias Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas sancionada en 2007, ya
para los niños en términos de identificación étnica, por lo que aquí se que establece en su artículo 5º que los pueblos indígenas tienen derecho a
abren nuevos interrogantes a ser explorados en la relación entre activi- conservar y reforzar sus propias instituciones –entre ellas las económicas,
dades económicas y educativas. sociales y culturales–, manteniendo a la vez su derecho a participar ple-
namente en la vida política, económica, social y cultural del Estado7. Por
otra parte, el artículo 23 el Convenio Nº 169 de la OIT adoptado de forma
Los mbyà y las normas sobre trabajo tripartita en 1989 por Brasil, Paraguay y Argentina establecía específica-
infantil en la Argentina mente que la artesanía, las industrias rurales y comunitarias y las activi-
dades tradicionales y relacionadas con la economía de subsistencia de los
Las normativas que establecen la protección integral de niños y ado- pueblos como la caza, la pesca, la caza con trampas y la recolección deben
lescentes en Argentina derivan de la adopción de la Convención sobre los
Derechos del Niño/a de Naciones Unidas, sancionada en 1989. La misma
fue ratificada por la ley 23.849 de 1990, posteriormente por la Reforma
5.  Sobre esta normativa se apoya la ley 20.744 de 1976 (Ley de Contrato de Trabajo),
Constitucional de 1994 y finalmente a través de la ley 26.061 sancionada que fue modificada recientemente por la ley 26.390 del 2008 (Ley de Prohibición del
en 2005 (Ley de Protección Integral de los Derechos de la Infancia y la Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente); ya en la primera de ellas se
Adolescencia). establecía un capítulo especial referido al trabajo de menores donde se adhería al
Convenio de la OIT 138 sobre la edad mínima de admisión al empleo.
Si bien la Convención alude a un rango amplio de derechos, a los
6.  Allí se define que en la abolición del trabajo infantil se debe priorizar a aquel
fines de este artículo interesa destacar aquellos vinculados con el tra- denominado “peligroso”, y se presentan las “formas incuestionablemente peores de
bajo, ya que de esta manera se puede discutir su pertinencia para las trabajo infantil” que incluyen la esclavitud, la trata de personas, la servidumbre
actividades productivas en las que participan los niños mbyá. Al res- por deudas y otras formas de trabajo forzoso, reclutamiento de niños para conflictos
armados, prostitución y pornografía, y actividades ilícitas (OIT, 2002).
pecto, la normativa citada expresa el derecho de niños y niñas a estar
7.  Respecto del trabajo infantil, el artículo 17 de la Declaración establece que los
protegidos contra la explotación económica y contra el desempeño de Estados, en consulta y cooperación con los pueblos indígenas, tomarán medidas
cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o específicas para proteger a los niños indígenas contra la explotación económica
y contra todo trabajo que pueda resultar peligroso o interferir en la educación de
que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiri-
los niños, o que pueda ser perjudicial para la salud o el desarrollo físico, mental,
tual, moral o social. Esto implica que los estados firmantes deben fijar espiritual, moral o social de los niños. Finalmente, resulta particularmente rele-
edades mínimas para trabajar, disponer de reglamentación apropiada vante el artículo 20, que establece el derecho de los pueblos indígenas a mantener,
controlar, proteger y desarrollar su patrimonio cultural, sus conocimientos tra-
sobre horarios y condiciones de trabajo y estipular las sanciones para
dicionales, sus expresiones culturales tradicionales y las manifestaciones de sus
asegurar su aplicación. ciencias, tecnologías y culturas.

[ 126 ] [ 127 ]
reconocerse como factores importantes del mantenimiento de su cultura, ciudad, sus actividades están estrechamente vinculadas: se trata de una
autosuficiencia y desarrollo económicos.8 localidad de poco más de diez mil habitantes (INDEC, 2001) que constituye
Como se advierte en esta reseña de la normativa reciente, Argentina el segundo destino turístico de la provincia por las visitas a las Ruinas
cuenta con regulaciones que permitirían avanzar en la distinción de “lo que Jesuíticas de San Ignacio Miní; los pobladores reconocen un momento de
constituye trabajo infantil por abolir, de aquellas actividades aceptables prologada crisis tras la declinación del modelo productivo agrícola yerbate-
que llevan a cabo los niños en su contexto familiar, que están adaptadas a ro, y, como ya explicitamos, en la zona los indígenas tienen limitado acceso
su edad y que integran parte de su proceso formativo” (OIT, 29: 2009). Sin a la tierra.
embargo, no se trata solamente de confeccionar tipologías de actividades
ya que, como los propios organismos reconocen, el carácter formativo de
las mismas está en debate: “hay menos consenso en torno a cómo tratar La producción familiar doméstica y las experiencias
las situaciones en las que no hay de por medio condiciones de explotación formativas de las jóvenes generaciones mbyà
económica infantil, pero la actividad tiene cierta incidencia en el ausentis-
mo, rendimiento o abandono escolar, cuando ésta ocurre en contextos en Las experiencias formativas involucradas en la participación de los
los que las familias y los niños tienen como perspectiva permanecer en sus niños en la producción familiar doméstica refieren al aprendizaje que se
territorios y priorizan la participación de sus hijos en faenas productivas produce mediante comunidades de práctica y participación periférica le-
frente a una escuela que no parece aportar a sus futuras posibilidades” gítima (Lave y Wanger, 2007). Este último concepto está estrechamente
(OIT, 29: 2009). vinculado al de participación guiada (Rogoff et al., 1993), que apoyado en
Por todo ello, es evidente que la respuesta normativa y política para los desarrollos de Vygotsky, ha permitido reformular el estudio del cono-
la definición del trabajo infantil indígena requiere aún de especificaciones cimiento infantil en distintos contextos socioculturales. Desde su pers-
contextuales. Como resultado de este proceso será posible establecer ciertas pectiva, los niños avanzan en el entendimiento en un proceso creativo
regularidades teniendo en cuenta la estructura productiva de las distintas mediante el cual transforman aquello que conocen y el propio mundo, al
zonas de asentamiento de las comunidades, las historias de sus respectivos tiempo en que se vuelven progresivamente participantes de las activida-
poblamientos y la expansión de la educación intercultural y bilingüe en las des de su comunidad.
regiones y países considerados. En este sentido, con este trabajo se preten- El concepto de participación periférica legítima se refiere más direc-
de avanzar acudiendo a estudios recientes efectuados por otros investiga- tamente al conocimiento desde el hacer, a partir de una reformulación del
dores en los contextos nacionales donde se asienta actualmente población término apprenticeship, que puede traducirse como adiestramiento. Esta
mbyà (Argentina, Paraguay y Brasil), los que pueden contextualizar la ca- formulación proviene del debate sobre la naturaleza del aprendizaje de fi-
racterización de actividades cotidianas realizadas por niños mbyà en San nes de los 80, y supone que el mismo es siempre situado: esto no impli-
Ignacio. ca solamente entender que se realiza en el tiempo y el espacio, con otras
De manera general, estas actividades pueden ser definidas como pro- personas, o dependiente del contexto en que se produce, sino enfatizar su
pias de núcleos pequeños a medianos (entre 20 y 250 personas), asentados a carácter de actividad que se lleva adelante en un contexto (Lave y Wanger,
una escasa distancia (4 a 10 kilómetros) respecto de la ciudad cabecera del 2007: 33).
departamento. Dada la proximidad de los núcleos mbyà respecto de dicha La noción de adiestramiento utilizada por Lave y Wagner (2007: 62-
63) se distancia de las aproximaciones clásicas al concepto, mucho más
8.  Además, el artículo 27 establecía que los programas y los servicios de educa- restringido en sus alcances, y que fue entendido como una actividad li-
ción destinados a los pueblos debían desarrollarse en cooperación con éstos a fin de
gada a la producción artesanal, individual y en pequeños grupos, la uti-
responder a sus necesidades particulares, debiendo abarcar su historia, sus conoci-
mientos y técnicas, sus sistemas de valores y sus aspiraciones sociales, económicas lización de herramientas simples y conocimiento tácito, la división del
y culturales; los gobiernos debían reconocer el derecho de esos pueblos a crear sus trabajo basada en la adaptación individual y la prevalencia de códigos
propias instituciones y medios de educación –siempre que tales instituciones satisfa-
de protección tradicionales: para estos autores el adiestramiento asume
gan las normas mínimas establecidas por la autoridad competente–, proporcionán-
doseles recursos apropiados con tal fin. diversas formas históricas, tradiciones culturales y puede encontrarse en

[ 128 ] [ 129 ]
diversos modos de producción; no es inherentemente igualitario ni explo- se reconocen como propias en generaciones pasadas y que no se puedan
tador, sino que debe analizarse bajo qué forma de organización política continuar en las siguientes, por lo que la noción de tradición resulta proble-
y social se desarrolla en cada contexto, bajo que principios formativos se mática en términos de continuidad temporal. En este sentido, la revisión de
articula y se realiza. este concepto permite superar este requisito de antigüedad y permanencia
Como se ha advertido, las tareas que los niños y jóvenes indígenas en el tiempo (Hobsbawm y Ranger, 1983), lo que posibilita analizar el ca-
realizan mediante su participación periférica en actividades para la re- rácter formativo de la participación en actividades productivas de manera
producción familiar doméstica pueden constituir experiencias formativas que “nuevas” o “renovadas” actividades podrían también ser validadas y
pero, también, constituir modalidades de trabajo infantil. Es así como el reconocidas por su contenido educativo.
cuidado de la huerta familiar, la alimentación de animales o la búsque- Distintos estudios han abordado el aprendizaje en comunidades gua-
da de fibras vegetales para artesanías pueden distinguirse del empleo raníes recientemente, advirtiendo sobre la centralidad que adquieren los
rural para el desmonte, por ejemplo. De acuerdo a la normativa antes procesos de observación, imitación y experimentación como parte de la
citada, las tres primeras tareas son condición para la transmisión de un constitución de la autonomía de los niños como sujetos que se reconocen
patrimonio de saberes y la construcción de sucesores en la actividad de- como parte de un colectivo. Como señala Bergamaschi (2007), más que la
sarrollada por los adultos del grupo doméstico, y se vinculan con las ex- enseñanza lo que pudo observar en la localidad de Lomba do Pinheiro (Rio
pectativas de formación de las unidades familiares; la última implica la Grande do Sul, Brasil) fue una búsqueda de aprender por parte de niños
venta de la fuerza de trabajo y la consecuente extracción de un plusvalor y jóvenes, quienes acompañaban a los mayores y en ese “dejar hacer” por
por parte del adulto, situaciones de riesgo y escasas o nulas situaciones parte de los adultos –donde el consejo es diferido en el tiempo–, se propor-
de aprendizaje de un oficio o habilidades (Leite de Sousa, 2004; Neves, ciona un espacio para que los sujetos experimenten y establezcan por si
1999; Jacquemin, 2004). mismos los límites de sus acciones, aunque por ello –advierte la autora– se
Las dificultades conceptuales en la definición de trabajo infantil deri- vean expuestos en ocasiones a ciertos trastornos menores, que erróneamen-
van, por un lado, de que la definición precedente supone el establecimiento te han sido interpretados por algunos funcionarios e investigadores como
de categorías excluyentes en tanto en la realidad social los límites no son pre- una “falta de cuidado”.
cisos: exceptuando las situaciones claramente definidas de relaciones asala- Las observaciones de Bergamaschi (2007) provocan interesantes re-
riadas como la mencionada, existe una amplia gama de situaciones de juego, flexiones en términos de los principios relativistas de la antropología y sus
formación y trabajo que se entremezclan en la cotidianeidad de los niños y debates actualizados por las leyes de protección de los derechos de la infan-
jóvenes mbyà, las que comienzan cuando desde la infancia utilizan instru- cia, ya que las nociones de protección y autonomía pueden complejizarse
mentos adultos para los juegos y luego van participando progresivamente de desde una perspectiva comparativa. Por otra parte, es importante destacar
las actividades domésticas de reproducción social a partir de esas escenifi- como esta perspectiva experimental de la producción de conocimiento se
caciones lúdicas. Se puede concluir que las categorías con las que los sujetos vincula con un énfasis en la emoción como complemento del pensamiento
denominan las actividades cotidianas del juego, el trabajo, el aprendizaje son racional, que la educación escolar suele considerar como subsidiaria y res-
problemáticas en todos los contextos socioculturales porque las edades de la tringida a ciertas áreas de tipo expresivo: lenguaje, arte.
vida son construcciones sociales: sus límites, sus transiciones, sus atributos Coincidentemente, en las aldeas Palmito y Marangatú (Departamento
no son unívocos ni determinados biológicamente (Padawer, 2010 B). Guaraní, Misiones, Argentina) Larricq (1993) exploró aquellas situaciones
Por otro lado, la transmisión de un patrimonio de saberes que forma de juego que, a edades muy tempranas (4 o 5 años), configuraban escenifi-
parte de la definición de las experiencias formativas en contextos indíge- caciones de trabajo adulto –macheteo, cocina, carpida, recolección–. Si bien
nas, involucra un debate sobre la noción de tradición. Esta implica contem- se trataba de imitaciones de tareas habituales de los mayores, implican una
plar las estructuras productivas en cada zona de manera de precisar las observación detallada y una repetición seriada de operaciones a la vez que
actividades que se identifican como tales para los mbyà: como se verá mas permiten adquirir competencias motoras, intelectivas y lingüísticas.
adelante, dependiendo de la movilidad de las comunidades y la ocupación Larricq (1993) indica que la realización obligada de tareas hogare-
del territorio en cada región es posible identificar ciertas actividades que ñas fundadas en estas escenificaciones –tales como el acarreo de agua, el

[ 130 ] [ 131 ]
cuidado de animales, la preparación de alimentos– comenzaban a los seis estadísticos surge que la cría de animales no es significativa en San Ignacio
o siete años (dependiendo de la composición de los grupos domésticos y la si se la compara con otros departamentos de la provincia, destacándose el
división sexual de trabajo); en otras actividades del monte o la huerta, en ganado bovino y porcino en rodeos pequeños (Gobierno de Misiones, 2008;
cambio, colaboraban en forma intermitente y sin obligación hasta los once, INDEC, 2010).
doce o trece años, si bien desde antes los niños acompañaban a sus padres Las actividades de horticultura y cría de animales en los núcleos mbyà
en la jornada laboral y realizaban entonces este mismo proceso de aproxi- próximos a San Ignacio presentan similaridades con el panorama descripto
mación progresiva a la práctica por imitación. para el departamento, si bien pueden señalarse asimismo algunas diferen-
En virtud de lo anterior, ciertas obligaciones domésticas que los niños cias. En principio, la producción vegetal y animal que se observa en estas
mbyà realizan desde temprana edad –acarreo de agua, limpieza de ense- comunidades no es muy amplia, proceso en el que probablemente incida el
res– plantean un interés conceptual específico, ya que su realización no hecho de que el turismo y las relaciones con el Estado son fuente principal
parece implicar una experiencia formativa en términos de conocimiento de ingresos para las familias. No obstante, es posible advertir que la produc-
cultural complejo. Sin embargo, estas tareas pueden ser entendidas como ción vegetal –al menos en Aldea Grande, Guacurari y El Palmar– responde
tales en tanto su cumplimiento es parte de la comprensión y ejercicio de a los cultivos tradicionales en las comunidades mbyà tales como mandioca,
procesos de colaboración para el sostenimiento de los grupos domésticos. maíz, batata, porotos, zapallo, así como la cría de gallinas y cerdos.
Esto no implica ignorar las relaciones de poder que se producen en su seno, Pese a que la variedad animal es escasa, es importante hacer una bre-
sino enfatizar que el trabajo doméstico es necesario para la reproducción de ve referencia a la presencia en la cotidianeidad de los niños de interacciones
los grupos sociales (Schiavoni, 2003). con animales domésticos, ya que la potencialidad formativa de estas inte-
De estas definiciones surge que la referencia a la participación de los racciones es significativa. En su trabajo en las aldeas Palmito y Marangatú
niños en la producción familiar doméstica incluye a todos los miembros que (Departamento Guaraní, Misiones, Argentina), Larricq (1993) advierte la
desempeñan –más o menos sistemáticamente– una labor para la produc- importancia que tiene para los niños, ya desde aproximadamente los tres
ción y/o reproducción del grupo familiar. Esto permite analizar reemplazos, años de edad, la observación y el manejo de animales domésticos. Estos
diferenciaciones genéricas, de edad y de posición en la escala de hermanos brindan oportunidades para comparar actitudes físicas y costumbres con
ya no como mandatos culturales fijos sino en su proceso de construcción los de las personas circundantes, originándose así sobrenombres de uso
sociohistórica. El tipo de tareas realizadas, su frecuencia y distribución me- cotidiano que se integran en un uso metafórico del lenguaje.
recen ser descriptas empíricamente y analizadas conceptualmente para po- Del trabajo de campo realizado hasta el momento en San Ignacio se
der precisar los alcances de la participación periférica legítima de los niños deriva que los niños mbyà de las comunidades anteriormente mencionadas
en la producción doméstica, en cada contexto social e histórico particular. interaccionan con animales domésticos sobre los cuales pueden hacer refe-
rencias en juegos y burlas, pero su intensidad es menor si se lo compara con
las oportunidades que derivan de las responsabilidades cotidianas de algu-
Los cultivos y la cría de animales en San Ignacio nos niños campesinos con quienes comparten la escuela y cuyas familias
registran una mayor actividad productiva de crianza animal. Estos últimos
Según datos del gobierno de Misiones y el INDEC, el Departamento se ocupan cotidianamente de alimentar a los animales, y los de más edad
de San Ignacio ocupa un lugar de relevancia a nivel provincial en la pro- –desde diez u once años– pueden participar también del faenamiento.
ducción de cultivos industriales, especialmente de yerba mate y en menor Con relación a la producción vegetal, según relata un auxiliar docente
medida de té. Asimismo, el departamento ocupa el primer lugar provincial indígena nacido en Guacurarí e hijo del primer cacique de Aldea Grande,
en la producción hortícola bajo cubierta, siendo también relevante el cultivo los niños de siete u ocho años de las dos aldeas en las que ha vivido suelen
de mandioca. Si bien el Departamento de San Ignacio no se destaca parti- acompañar a los mayores a la chacra, observando y ayudando.9 Del tra-
cularmente por la producción de maíz, el mismo reviste especial relevancia,
ya que se trata de una especie que se reconoce como tradicionalmente cul-
9.  En Aldea Grande cuentan con 450 hectáreas donde viven unas doscientas cicuen-
tivada por los mbyà, como se verá más adelante. Finalmente, de los datos ta personas; plantan mandioca y porotos y distintas variedades de maíz.

[ 132 ] [ 133 ]
bajo de campo surge que las agencias gubernamentales ligadas a la agri- de la reproducción familiar en los núcleos mbyà. Sin embargo, al analizar
cultura no han logrado interaccionar con los colonos y ocupantes que se los datos de la producción forestal, se observa que este departamento ocu-
encuentran en posiciones más marginalizadas, así como tampoco con los paba en 2002 el tercer lugar en la producción provincial en relación a la
mbyá. Con estos últimos, probablemente incida el hecho de que los mbyà superficie de bosques de pinos implantados, que por otra parte se triplicó
reclaman fundamentalmente por sus actividades extractivas en el monte, entre 2002 y 2007 (Gobierno de Misiones 2008: 389, 392).
por lo que las tareas agrícolas no son consideradas como “tradicionales” de Este dato es importante porque la forestación transforma sustantiva-
sus comunidades desde el sentido común predominante, e incluso pueden mente el monte nativo; como las comunidades mbyà próximas a San Ignacio
ser asociadas a procesos históricos de sedentarización forzada.10 Ante esta son de tamaños diversos y se encuentran a diferentes distancias respecto de
situación, y teniendo en cuenta las discontinuidades en las actividades pro- la ciudad cabecera del departamento, las posibilidades de acceder al monte
ductivas en el transcurso de las generaciones señalado precedentemente, para realizar actividades extractivas son en general limitadas pero asimis-
el interrogante consiste en establecer cómo ciertas actividades “nuevas” mo heterogéneas. La vida en proximidades del monte hace que los niños
son apropiadas o incluso potencialmente reivindicadas como propias por pequeños, desde los tres o cuatro años, aprendan como manipular o evitar
algunas comunidades. pequeños animales que encuentran en las inmediaciones de sus viviendas
Este argumento se refuerza si se compara la situación de los mbyà de –pájaros, víboras e insectos; al mismo tiempo, las crecientes restricciones
San Ignacio con otros contextos donde la producción hortícola de las comu- de accesibilidad hacen que los niños mayores no dispongan de un contexto
nidades es más abundante. Es el caso de la aldea Tekoa Maragatu (muni- para la apropiación de los conocimientos sobre las actividades extractivas
cipio de Umarui, Estado de Santa Catarina, Brasil), donde Utermoehl y asociadas al monte que los adultos podrían proporcionarles.
Nunes (2006) pudieron registrar un uso amplio de prácticas tradicionales Con estas condiciones contextuales desfavorables, los varones jóvenes
de cultivo, o de la comunidad indígena Guarani Yvyty (Ilha do Cardoso, de estas comunidades pueden dar cuenta de la transmisión intergenera-
municipio de Cananéia, Estado de San Pablo, Brasil) estudiada por Perez cional de conocimientos sobre trampas para pequeños animales y pájaros,
Felipim y Queda (2005) en un trabajo atento a las relación entre las ac- aunque la actividad diste de ser cotidiana. Un ADI y el segundo cacique se-
tividades agrícolas y la movilidad espacial mbyà. Ambos registran cómo ñalan que en su infancia en Guacurarí solían cazar tatús, coatis y lagartos:
diversos mecanismos que componen el sistema agrícola favorecen la manu- mientras el primero hace diez años que no sale a buscar animales pero oca-
tención y el aumento de la variabilidad y mejora genética de sus cultivos. sionalmente construye con los niños alguna trampa para aves, el segundo
En este último trabajo se desarrolla una interesante distinción entre cul- relata que con sus hijos más grandes puede adentrarse unos 10 kilómetros
tivos “tradicionales” y “no tradicionales”, siendo los segundos aquellos que y allí aprender a cazar ararakay (loritos), zorzales, yeruti (tórtolas), urracas
son considerados por los mbya como “cultivos del blanco” y adquiridos por (aka’e), uru i, ynambu (perdices), yaku (pavos monteses); también a veces
compra, trueque o donación. salen a melar, buscando jate’i (abejas largas).
Los niños también dan cuenta de ese conocimiento sobre aves que
persiste aun con las limitaciones de acceso al monte: observando una en-
El monte y la explotación forestal en San Ignacio ciclopedia ilustrada (Canevari et al., 1991), los hijos del ADI que vive en
Guacurarí identifican así a los arapachay, término genérico que su padre
Como se señaló, en San Ignacio existe un número significativo de pe- traduce al castellano como lorito y periquito respectivamente; los niños
queños productores que se dedican a la yerba mate, el té, la cría de animales pueden así recorrer cuatro páginas donde se presentan veintisiete especies
de granja y la horticultura, formando –estas dos últimas actividades– parte de la familia Psittacidae (loros, cotorras, guacamayos) y señalar entre ellas
a dos: el chiripipé de cabeza verde (Pyrrhura frontalis) y la catita enana
10.  Para analizar las actividades de la población mbyà en Misiones en relación a (Forpus xanthopterygius). Recurriendo a una narración, los niños pueden
huertas y cría de animales desde una perspectiva más diacrónica es interesante relatar cómo se capturan las crías y que alimentos consumen, y especificar
recurrir al análisis de Enriz (2008), quien reconstruyó acciones externas en pos de diferencias con otras aves que se atrapan y se consumen, como el yeruti.
la sedentarización, específicamente en el período 1978-1988 a través del Instituto
Superior Antonio Ruiz de Montoya. Es así como recorriendo la familia Columbidae (palomas, torcazas), donde

[ 134 ] [ 135 ]
el libro representa unas veinticinco especies diferentes, los niños identifi- a los mayores en actividades del monte cercano, participando progresiva-
can la torcaza (Zenaida auriculata); el mismo proceso realizan respecto del mente de un conocimiento amplio del ambiente natural asociado con relatos
akaé (urraca): en este caso, el libro presentaba solamente tres especies de míticos a los que los niños también accedían paulatinamente. En estudios
la familia Corvidae, siendo la urraca común (Cyanocorax chrysops) la que más recientes, estas actividades también fueron registradas por Enriz,
los niños logran distinguir. quien en una aldea localizada en la reserva de biosfera Yabotí (Misiones,
El relato de otro ADI da cuenta de la situación de mengua del acceso Argentina), pudo observar cómo los varones desde los diez años podían ocu-
al monte en el transcurso de su propia generación, así como las diferencias parse en situaciones especiales, de la revisión de trampas para animales
regionales: hijo del cacique de una comunidad ubicada a 150 kilómetros (Enriz y Palacios, 2008; Enriz y Padawer, 2008).
hacia el noreste de la provincia de Misiones (Argentina), se acompaña con
la hija del cacique de Aldea Grande y tras instalarse allí –tras realizar un
curso de ADI en 2008–, comienza a desempeñarse en la escuela próxima a La producción de artesanías y el turismo en San Ignacio
Guacurarí. El ADI señala que en su infancia disponían de un vasto territo-
rio, ya que como resultado de una donación ocurrida a principios de los 90 El Parque Nacional Iguazú, donde se ubican las cataratas del mis-
su comunidad natal cuenta legalmente con más de 4.000 hectáreas. Sin em- mo nombre, es el primer destino turístico de la provincia de Misiones. De
bargo, en los últimos años la zona se pobló de pequeños productores de ta- acuerdo con los datos oficiales recibió en 2007 a más de un millón de visi-
baco, y han sufrido asimismo intrusiones para la extracción de madera que tantes, siendo el crecimiento constante en los últimos años hasta llegar
provocaron litigios judiciales. Siendo niño, el ADI acompañaba a su padre y a duplicar los valores del año 2000 (Gobierno de Misiones, 2008: 430). El
así aprendió a cazar venados, tatú, a recolectar pakuri (árbol frutal similar departamento de San Ignacio, y específicamente las Ruinas de San Ignacio
a la naranja) y miel; Aldea Grande, donde vive actualmente, está rodeada Mini, constituyen el segundo destino turístico de la provincia (Gobierno de
de plantaciones de pino destinado a la elaboración de papel y las familias se Misiones, 2008: 434), los 60 kilómetros de distancia respecto de Posadas
dedican al cultivo en la chacra y la realización de artesanías, por lo que el permiten los traslados diarios, por lo que cuenta con un número importante
contraste con el recuerdo de sus experiencias infantiles es significativo. de turistas pero poca infraestructura.
Es interesante comparar la perspectiva de este ADI con la de un co- Si consideramos que el municipio de San Ignacio contaba en 2001
lega, ya que ambos viven en Aldea Grande pero analizan el escenario con con 10.541 habitantes (INDEC, 2010, cuadro 11.1, Censo 2001), los me-
distintos parámetros: mientras para el primero las limitaciones en el acce- ses de mayor afluencia turística donde ingresan a las Ruinas diaria-
so al monte son evidentes en relación a su infancia, para el segundo son re- mente alrededor de mil personas, necesariamente deben impactar en las
lativas, ya que las compara con su infancia en Guacurarí. Es así como en su actividades económicas y otras dimensiones de la vida local. En el caso
relato, el segundo ADI valora las 300 hectáreas de monte en Aldea Grande, de las aldeas mbyà de la zona, una consecuencia identificable consiste
donde pueden encontrar numerosos árboles frutales como aratiku (chirimo- en la creciente ocupación de los niños, jóvenes y adultos en la búsqueda
ya), guaporaity (guapo’y: higuera), guavira y güembé mientras que en Gua- de materiales para artesanías, su confección y venta. Los productos se
curarí, en cambio, fue posible observar durante el trabajo de campo como la comercializan a partir de las visitas de turistas a las comunidades y
tala de árboles se realizaba cotidianamente a menos de 100 metros de las especialmente en los puestos localizados alrededor de las Ruinas de San
viviendas. Un tercer ADI, que vive actualmente en Guacuararí, señala que Ignacio Miní.
si bien en la zona hay guayuvira, guatambu, cedro, lapacho colorado (taju De los testimonios de los ADI y caciques, así como de la observación
pyta) y laurel, estas maderas duras una vez taladas son reemplazadas por del mercado próximo a las Ruinas de San Ignacio, es posible establecer
pino, que crece a mayor velocidad. que algunos niños de Aldea Grande y Guacurarí aprenden a hacer tallas
Las actividades del monte que estos adultos jóvenes relatan como pro- en madera a partir de los ocho o diez años aproximadamente, habiéndo-
pias de su infancia son similares a las reconstruidas en Palmito y Maran- se estandarizado cinco tamaños básicos de figuras, que oscilan entre 3
gatú (Misiones, Argentina) a fines de los 80 por Larricq (1993). Este autor pesos y hasta 50 pesos en la venta al público. Las niñas y las mujeres
describió como los varones, a partir de los seis o siete años, acompañaban confeccionan collares (con kapi’ia), anillos y pulseras que se venden a 2

[ 136 ] [ 137 ]
y 3 pesos, los que se realizan de manera similar a la cestería: utilizan La reproducción del conocimiento tradicional indígena
takuara, takuarembó y güembepi, con los cuales se confeccionan diversos en un espacio social rural en transformación
recipientes además de coberturas para botellas, mates o termos, las que
se venden entre 5 y 20 pesos). Hasta aquí se ha procurado mostrar de qué manera la ocupación y
A los miembros de las comunidades les preocupa que cada vez resul- uso del territorio de los núcleos mbyà localizados en las inmediaciones de
ta más difícil obtener la materia prima: según relata el segundo cacique San Ignacio está vinculada con su importante proximidad con la ciudad
de Guacurarí, para conseguir madera de kurupi para elaborar las tallas cabecera del departamento. En la zona de las 7 comunidades –si bien se dis-
debe recorrer casi 10 kilómetros; uno de los ADI, que se ha perfeccionado pone de heterogénea información–, se observa una tendencia a la creación
en la elaboración de coberturas para botellas, termos y mates, advier- permanente de nuevos asentamientos, los que disponen de limitado acceso
te que si la raíz del güembé (Philodendron selloum) se puede recolectar a los recursos del monte, así como escasas posibilidades para realizar acti-
cada dos meses, el takuarembó (Chusquea ramosissima) que se usa para vidades de cría de animales y huerta; tal vez por ello predominan las activi-
el trenzado está disponible dos veces al año, mientras que el takuapy (Me- dades de artesanía y relación con el Estado para la reproducción social.
rostachys claussenii), utilizada como base de cestería y adornos, resulta La cercanía con pobladores que se identifican como colonos, quienes
de más fácil acceso. frecuentemente tienen condiciones similares de acceso a la tierra que los
Los niños de seis o siete años que viven en Guacurarí conocen estas mbyà, genera interacciones que asumen sus particularidades en y entre
plantas, pero los de diez años en adelante saben cómo trabajarlas con uti- las distintas generaciones. Si los niños de la mayoría de las comunidades
lidades textiles. El güembé es de particular importancia: su fruta, de unos asisten a escuelas propias, un establecimiento se distingue por su matrícu-
15 o 20 centímetros de longitud y color amarillo cuando está madura, es la heterogénea, produciéndose relaciones novedosas para los niños mbyà y
comestible; no obstante, su recolección se realiza principalmente en fun- colonos. Del mismo modo, jóvenes y adultos de algunos de los núcleos enta-
ción de las necesidades para la elaboración de artesanía, teniendo asimis- blan vínculos con funcionarios y políticas del Estado donde la escuela ocupa
mo usos rituales y terapéuticos. En términos de comunidades de práctica, un lugar decisivo de intermediación.
los niños acompañan y aprenden de los adultos dónde y cómo encontrar En este espacio social rural, caracterizado por la coexistencia de
ejemplares de esta especie vegetal así como de las dos especies de bambúes grandes extensiones cuyos propietarios no viven en el campo y pequeñas
mencionadas precedentemente. Si bien los niños de diez años no refieren propiedades donde habitan colonos y núcleos mbyà, se han producido im-
al uso ritual y medicinal del güembé, que es patrimonio de conocimiento portantes transformaciones en los últimos años. Básicamente se ha incre-
de los adultos, saben elaborar sogas y trampas para animales –simbras–, mentado la producción forestal, se ha reducido la producción de yerba mate
así como los principales usos que se les da a estas plantas actualmente: que caracterizaba a los colonos, y se han generado algunas alternativas de
la elaboración de artesanías de cestería, pulseras y anillos que se pueden producción hortícola, cría de animales de granja y actividades ligadas al
vender a los turistas. turismo. Los reclamos de los sectores más perjudicados se han orientado
En esta relación entre la producción artesanal y el turismo, una cues- en dos direcciones básicas: en el caso de los mbyà en el acceso al monte, y
tión pendiente de indagación es el vínculo que se establece entre las comu- en el de colonos y ocupantes hacia el control y ayuda estatal en la comer-
nidades localizadas en proximidades a San Ignacio y el emprendimiento cialización de sus productos.
cultural y turístico de las Ruinas de San Ignacio Mini, que viene siendo en Para las poblaciones mbyà de esta zona, las economías domésticas de
las últimas décadas objeto de distintas políticas culturales (establecimiento subsistencia vinculadas a procesos de producción y reproducción capitalista
y renovación del Museo, recientemente la organización de un espectáculo implican la incorporación de niños y jóvenes a tareas productivas de baja
de Imagen y Sonido). Si bien del trabajo de campo surge que algunos indí- intensidad, que consisten especialmente en la búsqueda esporádica de mate-
genas se desempeñan como personal del establecimiento en la actualidad, rias primas y la elaboración para artesanía, en menor medida en tareas de
la inserción es cuestionada dado que la parcialidad mbyà se distingue por huerta. Dado que la asistencia estatal y la venta de artesanías son la princi-
ser aquella que no participó de las misiones jesuíticas, su involucramiento pal fuente de ingresos para las familias, las actividades agrícolas y de monte
actual es problemático en términos de continuidades históricas. son limitadas; no obstante esto, es importante reconocer que la escolaridad

[ 138 ] [ 139 ]
obligatoria de los niños mbyà coexiste con otras experiencias formativas en formativa es significativa, cabe preguntarse si la participación de los niños
la unidad doméstica ligadas a actividades productivas: básicamente la incor- en la comercialización de los productos no constituiría una actividad en la
poración de habilidades de tejido y la elaboración de tallas, que es progresiva que deberían poder estar protegidos, ya que eventualmente implican tras-
y donde los niños pueden participar en tareas de complejidad creciente. lados agotadores e interacción en contextos de riesgo (presencia de grandes
Si la participación de las jóvenes generaciones mbyà en la cría de ani- vehículos y circulación masiva de personas).
males y la huerta no es especialmente significativa en San Ignacio, el con- Las políticas estatales de erradicación del trabajo infantil en la Argen-
traste con otros contextos e incluso con sus pares de la colonia permite más tina, acordes con las recomendaciones de los organismos internacionales,
bien problematizar las escasas oportunidades de los adultos de realizar es- tienden a reconocer de manera declarativa la importancia que asume la
tas actividades, las que seguramente podrían mejorar considerablemente participación de los niños en el trabajo familiar como parte de la producción
las condiciones de vida de las familias, además de proporcionar medios para y reproducción del conocimiento tradicional indígena. Si su prioridad es
la adquisición de conocimiento del mundo natural y social a los niños y jóve- garantizar la escolaridad de los niños como un derecho universal, debe ad-
nes. Debe reiterarse, no obstante, que estas potencialidades se distinguen vertirse sobre la necesidad de orientar acciones estatales para garantizar,
de la incorporación de los niños indígenas en la producción de cultivos indus- asimismo, aquellos derechos particulares que están implicados en el acceso
triales: estas relaciones, mediadas directa o indirectamente por un salario, a formas de conocimiento que no son mediadas habitualmente a través de
no constituyen comunidades de práctica porque conllevan la realización de la escuela. El reconocimiento de las experiencias formativas de los niños
tareas mecánicas aisladas, reguladas y controladas externamente, y ade- indígenas plantea, en definitiva, desafíos conceptuales y políticos a los de-
más el agotamiento de los trabajadores conspira con la escolarización. rechos universales de la infancia: si el derecho a la educación se traduce
Al igual que la huerta y la cría de animales, las actividades extractivas habitualmente en reclamos por la garantía de acceso a la forma escolar
en el monte son poco frecuentes en las comunidades mbyà de San Ignacio. hegemónica; sin renunciar a ellos debería poder exigirse de manera similar
Sin embargo, a diferencia de ellas se observa una cierta continuidad de cono- el cumplimiento de otras formas, particulares y propias de distintas comu-
cimientos puestos en práctica en las sucesivas generaciones que son recono- nidades indígenas y rurales, de formación en el conocimiento del mundo.
cidos como tradicionalmente indígenas: esto se expresa en la limitada par- En este sentido, no se trata solamente de reconocer el estatus de co-
ticipación de los niños en la caza de aves, y especialmente en la recolección nocimiento relevante para aquellos saberes locales y particulares de las
de frutos y materiales para artesanía mencionada precedentemente. Estas comunidades indígenas, sino de estudiar cómo se articulan con los cono-
tareas conllevan un importante conocimiento del mundo natural, social y cimientos habitualmente producidos en contextos escolares, hibridaciones
competencias lingüísticas sobre las que los jóvenes y adultos mbyà reconocen tanto cuando se refiere a abstracciones como cuando se alude a conocimien-
un retroceso en relación a generaciones anteriores: la tarea de los auxiliares tos asociados a prácticas concretas. Si la producción de conocimiento es
docentes indígenas parece incipiente pero clave para desarrollar estrategias continua y contingente a oportunidades locales de experiencia, observación
de registro y producción cultural en esta área, las que solo podrán fructificar y reflexión, es posible postular que para la profundización de las declara-
si los reclamos por el acceso a la tierra son atendidos desde el Estado. ciones y acciones de protección de derechos de la infancia, el Estado debería
Finalmente, la producción de artesanías requiere una mención espe- garantizar de maneras precisas que ese conocimiento local sea asimismo
cial dado que las tareas que los niños pueden aprender implican destreza recreado a través de las generaciones.
manual y desarrollo artístico, los que involucran asimismo particulares
competencias cognitivas. Del trabajo realizado surge que en la zona de San
Ignacio las artesanías están en gran medida estandarizadas y simplifica- Bibliografía
das en pos de su comercialización a bajo precio, lo que no impide que en el
futuro puedan elaborarse y desarrollarse piezas singulares que involucren Bidaseca, Karina y Daniel M ariotti (2001), “Viejos e nuevos actores en la
una mayor complejidad técnica y elaboración, así como un mayor precio de protesta rural en la Argentina”, Sociologías, 3 (5), pp. 148-189.
venta en el mercado. Si la producción de objetos artesanales es por defini- Cebolla Badie, Marylin (2005), “Ta’y ñemboarái. La miel en la cultura mb-
ción una actividad tradicional indígena y su potencialidad como experiencia ya-guaraní”, Programa de Doctorat en Antropologia Social i Cultural,

[ 140 ] [ 141 ]
Universitat de Barcelona. Resumen de Trabajo de Investigación Bie- Otero, Natalia (2008), “De la chacra al corte. Los dirigentes de Unión Cam-
nio, 2002-2004. pesina y la lucha por la tierra en el nordeste de Misiones”, en G. Schia-
Cragnolino, Elisa (2006), “Infancia, escolarización y apropiación de la lec- voni (ed.), Campesinos y agricultores familiares. La cuestión agraria en
tura y la escritura en familias rurales”, Actas del XI Simposio de Inves- Misiones a fines del siglo XX, Buenos Aires, Ciccus, pp. 71-98.
tigación Etnográfica en Educación. Universidad de Buenos Aires. Padawer, Ana (2010A): “La reproducción del conocimiento tradicional indí-
Enriz, Noelia (2008), “Peteĩ sueño moroti. A White Dream”, Acta America- gena en un espacio social rural en transformación”, en Amazónica 2
na, 16: 2. (2): pp. 190-218.
– y Mariana García Palacios (2008), “Deviniendo Kuña va’era”, en Silvia Padawer, Ana (2010B): “La protección de los derechos de la infancia mbyà-
Hirsch (coord.), Mujeres indígenas en la Argentina, Buenos Aires, Bi- guaraní. Aportes de la etnografía en la problematización de las expe-
blos, pp. 205-230. riencias formativas”. Así publicado en El Pago Amerindio v. 4 Nº 2.
Ferrero, Brian (2006), “Territorios ambientalistas e identidades rurales. – y Noelia Enriz (2009), “Experiencias formativas en la infancia rural
El caso de los colonos de Misiones, en el noreste argentino”, VI Reunión mbya’-guaraní”, Ava, Nº 15, pp. 315-332.
de Antropología del Mercosur, Montevideo. Rogoff, Barbara et al. (1993), “Guided participation in cultural activity by
G obierno de Misiones (2008), Anuario Estadístico, Instituto Provincial de toddlers and caregivers”, Monographs of The Society for Research in
Estadísticas y Censos. Child Development, 58 (8).
G ordillo, Gastón (1995), “Después de los ingenios: La mecanización de la Schiavoni, Lidia (2003), “Aportes de hijos e hijas a las estrategias de vida
zafra saltojujeña y sus efectos sobre los indígenas del Chaco Centro- familiar”, en C. Wainerman (ed.), Familia, trabajo y género, un mundo
Occidental”, Desarrollo Económico, 35 (137), pp. 105-126. de nuevas relaciones, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
G orosito, Ana (2006), “Liderazgos guaraníes, breve revisión histórica y Schiavoni, Gabriela (1995), Colonos y ocupantes. Parentesco, reciprocidad y
nuevas notas sobre la cuestión”, VI Reunión de Antropología del Mer- diferenciación social en la frontera agraria de Misiones, Posadas, Edi-
cosur, Montevideo. torial Universitaria de Misiones.
INDEC (2002), Resultados definitivos del Censo Nacional Agropecuario – (2008), “Nuevas organizaciones agrarias. Plantadores y campesinos en el
2002, www.indec.gov.ar. Consulta: marzo de 2010. nordeste de Misiones”, en G. Schiavoni (ed.), Campesinos y agricultores
Jacquemin, Melanie (2004), “Childrens domestic work in Abidjan. Cote familiares. La cuestión agraria en Misiones a fines del siglo XX, Buenos
D’Ivoire”, Childhood, 11 (3), pp. 383-397. Aires, Ciccus, pp. 99-132.
L arricq, Marcelo (1993), Ipytŭma. Construcción de la persona entre los Mb- Schvorer, Esther (2003), “Etnografía de una feria franca”, tesis de maes-
ya-guarani. Misiones, Editorial Universitaria. tría, Programa de Antropología Social, Universidad Nacional de Mi-
L ave, Jane y Etiene Wanger (2007), Situated Learning: Legitimate periphe- siones.
ral participation, Cambridge University Press. Sili, Marcelo (2005), La Argentina rural. De la crisis de la modernización
L eite de Sousa, Emilene (2004), “Que trabalhais como se brincásseis: agraria a la construcción de un nuevo paradigma de desarrollo de los
trabalho e ludicidade na infância Capuxu”, tesis de maestría, Pro- territorios rurales, Buenos Aires, INTA.
grama de Pos-graduación en Sociología, Universidad Federal de Wilde, Guillermo (2007), “De la depredación a la conservación. Génesis y
Paraíba. evolución del discurso hegemónico sobre la selva misionera y sus habi-
M anzanal, Mabel y Alejandro Rofman (1989), Las economías regionales tantes”, Ambiente y Sociedade, X (1), pp. 87-106.
de la Argentina. Crisis y políticas de desarrollo, Buenos Aires, Centro
Editor de América Latina.
Neiman, Guillermo et al. (2002), “Al campo siempre lo ayudo con otra cosa”,
documento de trabajo Nº 40, Buenos Aires, CEIL-PIETTE-CONICET.
Neves, Delma (1999), A perversão do Trabalho Infantil: lógicas sociais e
alternativas de prevenção, Niterói, Intertexto.

[ 142 ] [ 143 ]
PARTE II
Niños migrantes en la escuela
Trayectorias y saberes en tensión
A puntes introductorios sobre
la escolarización de los niños migrantes

Mariana Beheran y Gabriela Novaro

En la Argentina, los estudios migratorios cuentan con una trayectoria


relativamente extensa, posiblemente asociado al hecho de que las migra-
ciones internacionales se han constituido en un fenómeno característico de
la historia nacional. Numerosas investigaciones han abordado la temática
desde perspectivas históricas (Devoto, 2003), sociológicas (Benencia y Qua-
ranta, 2006) y, más recientemente, antropológicas (Maffia, 2002; Pacceca
y Courtis, 2008), entre otras. Sin embargo, si bien existen algunos trabajos
que han atendido los cruces entre las migraciones y la escolaridad (Juliano,
1993; Neufeld y Thisted, 1999; Domenech, 2007; Trpin, 2004) la temática
de la niñez y la juventud migrante ha sido escasamente analizada en nues-
tro país.
El tratamiento social de la población migrante no ha sido uniforme en
la historia argentina y en particular desde los sectores dominantes. Éstos
han alternado entre el discurso del crisol de razas y la implementación de
políticas de expulsión y denuncia de quienes habrían venido a “robar el
alma nacional” (tal los términos que en los discursos educativos se utiliza-
ban durante las reacciones nacionalistas de 1910 y 1939).1 Los discursos
xenófobos se fortalecieron en el contexto de consolidación del modelo neoli-
beral en la Argentina de los años 90 (Oteiza, Novick y Aruj, 1997). Algunos
aspectos de los mismos han comenzado a transformarse, relativamente, en
los primeros años de este siglo. En este sentido, cabe destacar la sanción en
2004 de una nueva ley de migraciones (25.871), que en opinión de diversos
especialistas se estructura en cierta medida buscando garantizar (al me-
nos en términos legales) los derechos de la población que proviene de otros
países. Sin embargo, las trayectorias de numerosos migrantes que residen
en la Argentina continúan atravesadas por profundas injusticias sociales;
situaciones de precariedad y explotación laboral, dificultades para acceder
a los servicios básicos, procesos de discriminación, historias de fragmenta-
ción familiar, entre otras.

1.  Esta alternancia es profundizada en la tesis de doctorado de Gabriela Novaro,


“Nacionalismo y diversidad cultural en educación. Un análisis antropológico de los
contenidos escolares”, 2002.

[ 147 ]
En este contexto, la cuestión migratoria resulta una puerta de entra- Los trabajos que integran este bloque han sido realizados en institu-
da a la reflexión sobre diversas temáticas sociales cuya relevancia en las ciones escolares públicas de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. La
investigaciones contemporáneas es indudable: procesos de movilidad de po- misma concentra una cantidad significativa de población procedente de
blación, cruces, atravesamientos y reforzamiento de fronteras, situaciones países limítrofes. Paralelamente, la matrícula de las tres escuelas donde
de afirmación, negación y recreación de identidades fuera del territorio de se realizó el trabajo de campo proviene en una proporción significativa
origen, contextos de negación y visibilización de estas referencias, etc. La (siempre por encima del 50%) de una villa de emergencia cercana. La mis-
forma en que estos procesos se experimentan en la niñez y el lugar de la ma empezó a conformarse a fines de la década de 1940. En la actualidad
escuela en relación con los mismos continúan siendo, como decíamos, cues- la habitan mas de veinte mil personas, entre las cuales la cantidad de mi-
tiones relativamente inexploradas. grantes bolivianos y paraguayos es muy superior a la media de la ciudad.
En los capítulos que siguen nos proponemos profundizar en la forma El asentamiento de población boliviana en la villa señalada se produjo
en que niños y jóvenes migrantes experimentan las tensiones identitarias casi desde el principio, pero recién se transformó en masiva en la década
vinculadas a sus referencias étnicas y nacionales en sus experiencias esco- de 1980. Si consideramos el total de sus habitantes en relación al lugar
lares y el modo en que son interpelados desde los parámetros hegemónicos de nacimiento, en primer lugar se posicionan los nacidos en la ciudad de
sobre la infancia y la socialización. Buenos Aires, representando un 42,3% del total de la población, el segundo
La relevancia social de la temática que abordamos en este bloque se lugar lo ocupan los nacidos en Bolivia (30,1%) y el tercer lugar los nacidos
fundamenta considerando el énfasis del discurso de la inclusión educati- en Paraguay (14,6%).3
va desde donde se afirma que la escuela debe representar un espacio de En ésta, tal como en el resto de villas de Buenos Aires, habita gran
aprendizaje de todos los niños. En particular debemos considerar la difu- cantidad de población considerada en situación de pobreza y con dificul-
sión de un discurso que alude a la importancia de contener la diversidad de tades para el acceso a los servicios básicos. De modo que las situaciones
trayectorias formativas de los alumnos, advirtiendo que esto coexiste con que presentamos en los capítulos que siguen se enmarcan claramente en
la persistencia de sentidos educativos tradicionales sostenidos, en general, contextos caracterizados por la desigualdad social.
en paradigmas disciplinadores y nacionalistas en sus versiones más xenó- Teniendo en cuenta estas características del contexto nos hemos pre-
fobas. La normativa que establece que todos los niños y jóvenes tienen de- guntado cómo experimentan los niños y jóvenes migrantes en la escuela las
recho a asistir a establecimientos educativos públicos, independientemente tensiones identitarias que atraviesan sus vidas. Esta pregunta atraviesa
de su situación documental,2 da cuenta de la urgencia de profundizar en los capítulos de este bloque, si bien es abordada desde distintos ángulos por
estas cuestiones. las diferentes autoras: las biografías escolares, los saberes, las concepcio-
La importancia de la temática se sustenta también considerando la nes adultas e infantiles, la particular forma en que los jóvenes se posicio-
contundencia de algunas cifras. Entre 1980 y 2001 la migración boliviana nan frente a estas problemáticas.
(a la que se refieren los siguientes capítulos) creció en forma lenta pero sos- En todos los casos, el trabajo en las escuelas fue realizado desde una
tenida en nuestro país tendiendo a concentrarse en el Área Metropolitana perspectiva etnográfica lo que supuso una presencia prolongada en los esta-
de Buenos Aires. Paralelamente, de acuerdo a la información recabada a blecimientos escolares, el contacto con diversos actores educativos, la aten-
través de la Encuesta Complementaria de Migraciones Internacionales, ción a los sentidos desde los que los mismos interpretan sus prácticas y el
2002-2003, prácticamente la totalidad de los inmigrantes procedentes de registro de múltiples situaciones de interacción.
Bolivia que tienen hijos menores de catorce años de edad los envían a
algún establecimiento educativo, sin embargo este porcentaje disminuye
notablemente para quienes poseen hijos que tienen entre catorce y vein-
ticuatro años, quienes asisten en un 47,3% a establecimientos educativos 3.  Relevamiento poblacional según lugar de nacimiento, enero-febrero de 2007.
(Cerrutti, 2009). Unidad de Gestión de Intervención Social. Coordinación General de Asistencia
Comunitaria. Ministerio de Economía de la Ciudad de Buenos Aires (UGIS,
2007). Estos datos fueron obtenidos por Lucia Groisman, investigadora del
2.  Ley 203 sancionada en 1999 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. equipo.

[ 148 ] [ 149 ]
Bibliografía Biografías no autorizadas
en el espacio escolar
Benencia, Roberto y Germán Quaranta (2006), “Mercados de trabajo y eco-
nomías de enclave. La «escalera boliviana» en la actualidad”, Estudios Reflexiones en torno a ser migrante en la escuela
Migratorios Latinoamericanos, año 20, Nº 60, Buenos Aires, pp. 413-
431. María Laura Diez
Cerrutti, Marcela (2009), “Diagnóstico de las poblaciones de inmigrantes
en la Argentina”, Buenos Aires, Serie de Documentos de la Dirección
Nacional de Población, Secretaría de Interior, Ministerio del Interior,
Organización Internacional para las Migraciones, Marzo.
Devoto, Fernando (2003), Historia de la inmigración en la Argentina, Bue-
nos Aires, Sudamericana. Introducción
Domenech, Eduardo (2007), “Migraciones contemporáneas y pluralismo
cultural en la Argentina: el discurso oficial y las prácticas escolares”, En este trabajo nos proponemos reflexionar en torno a los procesos de
en Denise Jardim (comp.), Cartografias da Imigração: Interculturali- escolarización de niños y niñas migrantes, centrando la mirada en aspec-
dade e Políticas Públicas, Porto Alegre, Universidade Federal do Rio tos de sus biografías y trayectorias sociales y escolares. Para ello haremos
Grande do Sul. Pp. 19-45. referencia a una serie de procesos contemporáneos (procesos migratorios
Juliano, Dolores (1993), “Las minorías étnicas en Argentina. La autorepro- de países limítrofes, fragmentación social y territorial, irrupción de pers-
ducción social y el tratamiento escolar de la diferencia (1880-1980)”, pectivas multiculturalistas, etc.) que aparecen vinculados a la configura-
memoria de investigación. ción que ha ido adoptando la forma y el tratamiento de la diversidad y la
M affia, Marta (ed.) (2002), ¿Dónde están los inmigrantes? Mapeo sociocul- desigualdad en el sistema educativo. La recurrente alusión que encontra-
tural de grupos de inmigrantes y sus descendientes en la provincia de mos en discursos oficiales a la apuesta sobre políticas de inclusión,1 nos
Buenos Aires, La Plata, Al Margen. obliga a revisar algunas de las premisas con que en las últimas décadas
Neufeld, María Rosa y Jens Ariel T histed (comp.) (1999), De eso no se ha- se ha llamado a incluir a la población diversa, población que además de
bla... los usos de la diversidad sociocultural en la escuela, Buenos Ai- ser identificada por la situación de pobreza, es diferenciada por ciertas
res, Eudeba. marcas culturales.
Novaro, Gabriela (2002), “Nacionalismo y diversidad cultural en educación. Ir a la escuela representa para bastos sectores de la población ur-
Un análisis antropológico de los contenidos escolares”, tesis de docto- bana cruzar muchos puentes. En ocasiones esos puentes tienen referen-
rado, Universidad de Buenos Aires. tes materiales muy concretos, como es el caso de la población con la que
Oteiza, Enrique, Susana Novick y Roberto A ruj (comp.) (1997), Inmigración venimos trabajando desde 2004 en un barrio de zona sur de la ciudad de
y discriminación. Políticas y discursos, Buenos Aires, Grupo Editor Buenos Aires. Los niños y las niñas deben cruzar un puente que separa
Universitario. y también divide el barrio en el que viven, del lugar en el que está empla-
Pacecca, María Inés y Corina Courtis (2008), “Inmigración contemporánea zada la escuela.
en Argentina: dinámicas y políticas”, Serie Población y Desarrollo, N°
84, Santiago de Chile, CEPAL.
1.  Discursos y políticas promovidos desde áreas y estructuras específicas de los mi-
T rpin, Verónica (2004), Aprender a ser chilenos. Identidad, trabajo y resi-
nisterios (como las Políticas Socioeducativas), en los que se debaten estrategias que
dencia de migrantes en el Alto Valle de Río Negro, Buenos Aires, An- permitan abordar esas zonas grises entre el adentro y el afuera del sistema, entre
tropofagia. la inclusión y la exclusión social y educativa. La “prevención del fracaso escolar”, la
atención a sectores de “zonas desfavorecidas”, son frases recurrentes en proyectos,
programas y espacios de formación y debate, como los promovidos por el Ministerio
de Educación de la Nación (www.me.gov.ar).

[ 150 ] [ 151 ]
diciones generales de escolarización de la población migrante, aspectos más
específicos referidos a biografías y trayectorias sociales y escolares de los
sujetos y referencia a la discusión de estas problemáticas en el marco de la
política educativa.

Migración y educación

En el marco de la discusión política y académica en torno al trata-


miento de la diversidad cultural en educación, hemos ido definiendo nues-
tro campo de estudio dentro del cual pensar la diferencia cultural en la
escuela, centrándonos en los procesos formativos en espacios o contextos
interculturales. Nuestro posicionamiento parte de poner en cuestión los mo-
dos en que los estados, a través de distintas políticas educativas, sociales y
culturales, promueven algunas identidades y niegan o limitan otras (Díaz,
Diez y Thisted, 2009).
El trabajo de investigación3 se localizó en un espacio escolar urbano,
atravesado por la situación de pobreza estructural en la que están insertos
distintos sectores sociales. En este caso además los alumnos/as aparecen
Imagen del “puente” que cruzan diariamente los niños y niñas para asistir a la escuela. caracterizados en el espacio escolar por sus países de origen o por sus par-
ticulares trayectorias de vida marcadas por la experiencia de migración.
Nos hemos planteado considerar las implicancias que en la escolaridad
En otros casos, los puentes tal vez no son materiales pero constituyen tiene su situación de migrantes y su nacionalidad de origen (cuestiones
los trayectos que estos niños/as deben transitar diariamente desde sus re- que en general son valoradas negativamente en la escuela), aspectos que
pertorios identitarios, lingüísticos, comunitarios, etc., hacia repertorios en aparecen imbricados con las condiciones socioestructurales de vida que
algunos puntos coincidentes y en otros contrastantes, promovidos desde los niños y niñas atraviesan. Dentro de los conjuntos sociales reconocidos
la institución escolar. La imagen del puente nos permite pensar en los es- hemos puesto especial atención en el grupo de niños/as migrantes o hijos
fuerzos que permanentemente los sujetos realizan para poner en diálogo de migrantes de Bolivia, que representa un número significativo de la ma-
experiencias de vida diversas. También nos proyecta a preguntarnos acerca trícula escolar.
de cómo se promueve la construcción de esos puentes que, necesariamente, Nos interesa analizar la dinámica de los procesos de escolarización,
deben existir para que la interacción se produzca; y además cuántos puen- en la que la pobreza junto con las marcas asociadas a la condición de mi-
tes aun falta construir para empezar a hacer posibles nuevos diálogos. grantes limítrofes parecen fundirse en una particular forma de presencia
En este trabajo incluiremos una serie de reflexiones sobre aspectos institucional, en torno a la cual el diálogo aparece obstaculizado. Recu-
analizados en nuestra investigación2 vinculados a esos interrogantes: con- peramos una serie de autores que sugieren la necesidad de profundizar
el cuestionamiento de las ausencias, de saberes, contenidos, referencias
espacio-temporales, etc., y trabajar desde las emergencias que se revelan
2.  Proyecto doctoral de investigación: “Niños migrantes bolivianos en contextos
escolares interculturales”, iniciado en 2005. El mismo se inscribe en los proyectos
UBACYT F 141 (2004-2007) “Cultura y Educación. Representaciones sociales en
contextos escolares interculturales” y F458 (2008-2010) “Niños indígenas y migran- 3.  El trabajo de campo aquí referenciado es un trabajo compartido con Gabriela
tes: procesos de identificación y experiencias formativas”, Instituto de Antropología, Novaro. Tanto los registros (textos e imágenes), como las entrevistas han sido elabo-
FFYL-UBA, ambos dirigidos por Gabriela Novaro. rados colaborativamente.

[ 152 ] [ 153 ]
de la experiencia misma.4 Esto se traduce en la necesidad de mirar tanto mayor crudeza en amplios sectores sociales atravesados por situaciones de
los silencios y silenciamientos, las referencias no nombradas, los contenidos pobreza, pero nos abre también nuevos interrogantes, cuando lo enfocamos
ausentes, como todo aquello que logra colarse como afirmación del ser, del en poblaciones como la inmigrante desde Bolivia, dentro de la cual, encon-
estar, de la propia materialidad de los sujetos sociales, como la presencia tramos expectativas muy altas puestas en la escolaridad de los niños/as y
que ineludiblemente da cuenta de la historia vivida, y que señala horizon- jóvenes7, como condición para la movilidad social.
tes de posibilidad. (Novaro et al., 2008; Sousa Santos, 2008; Walsh, 2009). En cierta medida, estos datos nos llevan a plantearnos no solo las con-
En los espacios escolares de la ciudad de Buenos Aires, se suele aludir diciones estructurales que inciden en la imposibilidad de acceso a los servi-
a la presencia de niños/as y jóvenes migrantes, sujetos migrantes de países cios educativos, que determinan el estar “afuera”, sino también las propias
limítrofes, de Bolivia y Paraguay en mayor número. Esta presencia no es condiciones del “adentro” (Diez y Novaro, e/p). Sin poner en duda, por el
nueva, aunque sí posiblemente más visible, así como más concentrada en contrario, defendiendo las premisas de la inclusión y la igualdad de acceso
ciertos circuitos escolares de la ciudad5. Se alude a familias que en muchos a una educación escolar común, sostenemos la importancia de no perder de
casos son identificadas con distintos atributos superpuestos: familias ex- vista que también dentro del tránsito escolar se crean algunas condiciones
tranjeras, viviendo en contextos de pobreza y con ciertas marcas étnicas de la exclusión. Frente a esta constatación, y seguramente frente a la sen-
(en algunos casos asociadas a lo indígena), Este no es solo un fenómeno sación de imposibilidad inmediata de revertir las cosas, muchas veces en
registrado en las escuelas. En un trabajo colectivo advertíamos que en la las instituciones, docentes y directivos se conforman apelando a la premisa:
Argentina, durante la década pasada, se constituyó un nuevo sistema de “en cualquier caso, siempre es mejor que estén en la escuela…”.
visibilidad de la etnicidad, pasando de la negación a la hipervisibilización6 Estas cuestiones del adentro y el afuera, han formado parte de los de-
(Beheran et al., 2009). bates más importantes en el campo educativo desde el siglo pasado. Algu-
Esta presencia, aunque de forma sesgada y subvaluada, se registra nas de las políticas educativas de la segunda mitad del siglo XX, han estado
también en los índices de matriculación de los distintos niveles educati- circunscriptas a dar respuesta a la brecha existente entre el nivel educativo
vos de la nación. En ellos puede observarse, tal como señala Novaro en la alcanzado por población urbana de sectores medios y altos y el alcanzado
introducción de este libro, que las cifras indican una caída en el pasaje de por población rural y/o población de sectores socioeconómicos bajos, atrave-
un nivel a otro (primaria-secundaria), marcando un importante y sosteni- sados por diversas marcas culturales. El objetivo fue aumentar la cantidad
do desgranamiento tanto de la matrícula total nacional, como de aquella de escuelas y la matrícula, en especial del nivel primario, predominando un
referida a poblaciones específicas de migrantes limítrofes o pertenecientes criterio extensivo (Yapu, 2009), sin poner en cuestión estructuras y concep-
a pueblos indígenas. Ello hace referencia a un fenómeno que impacta con ciones educativas hegemónicas.
Simultáneamente otras iniciativas formaron parte de programas y
4.  Tomamos prestadas estas ideas de ausencias y emergencias de Boaventura de normativas, originadas en la preocupación por las “dificultades escolares”
Sousa Santos (2008). El autor hace alusión a la sociología de las ausencias, como de-
nuncia de la monocultura del saber científico, de las experiencias despreciadas; y a de niños/as indígenas y migrantes. A pesar del énfasis puesto en el derecho
la sociología de las emergencias, que se mueve en el campo de las expectativas socia- a transitar la escolarización en lengua materna y en aspectos del “reperto-
les, que “consiste en proceder a una ampliación simbólica de los saberes, prácticas rio cultural” de los propios pueblos, estas experiencias, con frecuencia, han
y agentes de modo que se identifique en ellos las tendencias de futuro […] sobre las
cuales es posible actuar para maximizar la probabilidad de la esperanza en relación dejado inalterados modos de organización de tiempos, espacios, relaciones
a la probabilidad de la frustración” (104-105). de poder, contenidos y prácticas de la “escuela moderna”. La escolarización
5.  Estos circuitos son expresión de procesos de fragmentación/marginación territo- ha sido planteada como política educativa compensatoria de déficit, redu-
rial. Como indican diversos investigadores (Puiggros, 2009; Sirvent, 2008; Neufeld ciendo el tratamiento de la diversidad cultural a experiencias focalizadas
y Thisted, 1999), corresponden a procesos de larga data y son también parte de los
efectos sociales más tangibles de las políticas neoliberales implementadas en las
últimas décadas, que actúan sobre las divisiones sociales y el acceso a bienes sim- 7.  Incluimos estos señalamientos, sin ánimo de hacer generalizaciones esencializa-
bólicos y materiales. das sobre la mirada de los adultos respecto de la escolarización de los jóvenes. Estas
6.  Alejandro Grimson (2006) señala que este proceso refiere básicamente al colecti- apreciaciones, sin embargo, han aparecido con mucha contundencia en los intercam-
vo migratorio boliviano, el que es identificado con una alteridad indígena, histórica- bios que hemos tenido .con padres y con representantes de algunas asociaciones de
mente negada en el imaginario europeizado de la Argentina. migrantes.

[ 154 ] [ 155 ]
para población específica, propuestas que han abrazado los nuevos discur- entrevistas a directivos, docentes y alumnos. Después de un tiempo, co-
sos del multiculturalismo (Walsh, 2009). Ha quedado nuevamente fuera de menzamos a presenciar clases de ciencias sociales de un grupo de sexto
la discusión el planteo sobre las condiciones profundas del tránsito escolar grado. En los años posteriores trabajamos con un grupo de cuarto, dos años
de bastas poblaciones (Díaz, Diez y Thisted, 2009). más tarde (2008) volvimos a trabajar con este último, mientras los chicos y
En ese marco institucional, muchos docentes dan cuenta de la sole- chicas transitaban sexto grado, y al año siguiente estuvimos presentes en
dad con que transitan infinidad de situaciones que se registran en su ta- las últimas semanas de clase asistiendo a la despedida y egreso de la es-
rea diaria en la escuela. La experiencia de ser docentes de alumnos/as de cuela. Paralelamente, hicimos entrevistas con casi todos los chicos y chicas
otras nacionalidades, con recorridos escolares previos desconocidos, con de estos grupos. Con algunos de ellos, reiteramos en varias oportunidades
competencias lingüísticas diversas, con formas y estilos discursivos tam- nuestros intercambios, a través de charlas individuales y grupales, lo cual
bién diversos, pone a prueba sus propios recursos para tender puentes. En favoreció la posibilidad de establecer un vínculo de confianza y conocimien-
este punto parecen encontrarse vacíos normativos, y ausencias de políticas to mutuo, que nos permitió aventurarnos en la tarea de reconstrucción de
que acompañen la realidad escolar. Los debates en espacios de formación trayectorias sociales y escolares de los mismos.
docente suelen girar en torno a la presencia de otros muy otros, que no se
ajustan a los parámetros de normalidad que siguen siendo hegemónicos en
el sistema educativo. En el caso de los niños/as migrantes, específicamente Investigación biográfica y método biográfico. Apuntes
de Bolivia, la particular diferencia étnico-nacional con que son reconocidos para pensar las trayectorias de los niños migrantes
en el espacio escolar, parece asociarse a atributos problemáticos que su-
puestamente portan los sujetos y dificultan la tarea. Sin duda esa mirada Dentro del conjunto de “rutinas y rituales”, de prácticas, representa-
no resulta aislada de las representaciones sociales que circulan en distin- ciones y sujetos que conforman las múltiples realidades escolares, se re-
tos espacios sociales, en los que los colectivos de migrantes son objeto de gistran procesos que no siempre cobran visibilidad ni se transforman en
permanentes situaciones de violencia. Esto, por supuesto, es una reducción objetos de reflexión sistemática.
de un fenómeno que no se agota en la presencia de prácticas discrimina- Como dijimos unas líneas más arriba, la particular forma de presencia
torias o estigmatizantes por parte de los adultos que transitan la escuela. en la escuela de sujetos que parecen tensionar –desde su condición de mi-
Existen experiencias variadas e innovadoras en las que los docentes ponen grantes, las marcas asociadas a la etnicidad, su situación de pobreza– algu-
a prueba el sistema que parece no contenerlos y reinventan sus prácticas nos mandatos vigentes como, por ejemplo, ciertas formas del nacionalismo
a partir de las nuevas situaciones a las que se ven enfrentados (Diez y escolar (Novaro, e/p), forma parte de una realidad sobre la que pocas veces
Novaro, 2009). se reflexiona. Menos aun, en su articulación con nuevos mandatos que pa-
El trabajo que hemos llevado adelante desde 2004 estuvo enmarcado recen invitar a “celebrar la diversidad”. En medio de estas tensiones entre
en la llamada etnografía educativa. Esta forma de abordaje, nos permite lineamientos que se cruzan y conviven en las escuelas, es poco lo que se dice
dar cuenta de distintos contextos cotidianos en los que se realizan las prác- respecto a las asimetrías sociales y las identidades silenciadas. Empezar a
ticas de docentes y alumnos/as, entre otros sujetos involucrados, quienes referirnos a asimetrías en términos de conocimientos, saberes y experien-
reinterpretan y negocian los contenidos, los procesos y las normas escola- cias, de biografías y trayectorias que se encuentran, debaten y tensionan en
res (Rockwell, 1987). El acento puesto en la reconstrucción de elementos la escuela, es un desafío que nos incluye.
biográficos, nos introduce en una perspectiva temporal a partir de la cual En ese marco, nos propusimos indagar en torno a las biografías y tra-
nos permitimos identificar procesos y sucesos significativos desde el punto yectorias de los niños/as migrantes, en su vinculación con los procesos de
de vista de los niños y las niñas migrantes, que suponemos encuentran subalternización de sus repertorios sociohistóricos y experiencias vitales
anclajes diversos en los contextos escolares que transitan y conforman un (incluidas las escolares). Para ello, hemos ido definiendo y recortando nues-
repertorio que otorga determinados sentidos a esos tránsitos. tro campo, en el que el abordaje biográfico –como forma de acceder al víncu-
Como ya mencionamos, nuestro trabajo de campo se focalizó en una lo entre las historias sociales y aquellas vividas por los individuos, a partir
escuela de la zona sur de la ciudad. Allí comenzamos haciendo visitas y de la reconstrucción del relato biográfico– nos resulta revelador de ciertos

[ 156 ] [ 157 ]
procesos de identificación que configuran posiciones ocupadas y asumidas La posibilidad del relato biográfico, de la reconstrucción conciente, si-
por los sujetos en el espacio escolar. tuada y selectiva de nuestras tramas, nos inscribe en la historia y la cultu-
Proponemos trabajar en torno a dos líneas de investigación que se cru- ra. A partir de esta premisa y atendiendo a los procesos de escolarización
zan respecto del tema. Una referida a la línea de investigación biográfica de niños y niñas migrantes, nos preguntamos acerca de las formas en que
en educación, con una historia importante dentro del campo en Francia y desde la escuela se interpela a los sujetos con biografías y trayectorias es-
en Brasil8. La otra referida al método biográfico, en el que confluyen tradi- colares alejadas de ciertos parámetros de normalidad.
ciones sociológicas y antropológicas. La experiencia personal y/o familiar de la migración, en contextos de
En primer lugar, recuperamos algunas preguntas que se hacen auto- desposesión material como el que analizamos, tiene efectos en la dimensión
res que suscriben a la línea de investigación biográfica en educación: subjetiva y biográfica de los actores; deja ciertas huellas o marcas en la forma
de transitar el proceso formativo escolar, en la forma en que los sujetos expe-
¿Cómo se reúnen el mundo de experiencias, figuras y expec- rimentan y se representan ciertos procesos sociales y, más específicamente,
tativas que el niño y el joven […] en formación llevan consigo, y en la forma en que construyen y reconstruyen los complejos procesos de iden-
el mundo de conocimientos propuestos por las instituciones edu- tificación étnico-nacional, que muchas veces expresan sentidos variables y
cativas? […] ¿Cómo la familia, la escuela y la sociedad elaboran estratégicos, que se distancian de los reconocidos desde la “escuela”.
modelos y trayectorias de formación? ¿Cómo los individuos cons- Algunos autores hacen hincapié en que frente a la experiencia migra-
truyen subjetivamente el recorrido y la imagen de su existencia? toria, con los grados de incertidumbre y tensión entre cambio-permanencia
(Delory, 2009) que los sujetos vivencian, la sensación de dominar un relato biográfico re-
sulta esencial en la construcción de nuevos repertorios identitarios (De la
Estas preguntas invitan a repensar el campo educativo, en el que la di- Torre, 2007). Pese a los aportes que muchas de las investigaciones sobre
mensión reflexiva del procedimiento biográfico, permite tratar la formación trayectos migratorios han producido, no es mucho lo que se ha avanzado
del sujeto como objeto de investigación. Se trata de provocar la reflexión en torno a los procesos vividos desde el punto de vista de la infancia y la
biográfica, que moviliza el vínculo social (Dominice, 2009). juventud migrante.
Empezar a abordar estos interrogantes nos obliga a reconocer que es- En segundo lugar, señalamos que lo que perseguimos es el entrelaza-
tamos refiriéndonos a una pluralidad de infancias que transitan la escuela, miento de las trayectorias particulares de los individuos con las historias
que remiten, cada una, a tránsitos múltiples dentro y fuera de ella, que sociales, con redes de relaciones familiares y comunitarias. Las historias
dan cuenta de tramas contextuales, de experiencias formativas y de so- que contamos de nuestras vidas se escriben bajo condiciones sociohistóri-
cialización variables, tramas imbricadas en procesos de diferenciación y cas específicas y en relación a nuestros repertorios culturales. Ello hace
desigualdad. posible “reconocer el carácter múltiple de […] los procesos de apropiación”
Analizar lo biográfico significa desde esta perspectiva, tomarlo como de imágenes sociales, de nociones, concepciones y significados, de conoci-
una categoría de experiencia que permite a los individuos integrar, estruc- mientos escolares (Cragnolino, 2006; Rockwell, 2000). Al mismo tiempo,
turar, interpretar situaciones vividas, en función de su pertenencia socio- la reconstrucción de los trayectos de vida en el marco de procesos como los
histórica. Por otro lado, resulta importante “mostrar cómo lo biográfico migratorios, nos permite reconocer la capacidad de decisión de los sujetos,
atraviesa y estructura las dinámicas de formación y de aprendizaje” (De- así como los límites estructurales que enfrentan (Freidin, 2004).
lory, 2009). A partir de una investigación en la que analiza las condiciones sociales
y pedagógicas que posibilitan a jóvenes y adultos, en condiciones de pobre-
za, el acceso a la cultura escrita, Cragnolino avanza en la definición de un
8.  En esta línea de investigación resultan de ineludible referencia los aportes de
François Dubet (1995), Bernard Charlot (1997) y Pierre Dominice (1990). Constituye marco conceptual y metodológico para el abordaje de elementos biográficos
también una referencia en la región, la instalación de la temática y perspectiva de desde un enfoque etnográfico e histórico. Recuperamos elementos de ese en-
trabajo, a través del CIPA Congreso Internacional sobre Pesquisa (Auto) biográfica,
foque, en tanto la reconstrucción de las trayectorias sociales nos permi-
en Brasil, que comenzara su recorrido en 2004 en un evento de Porto Alegre y siguie-
ra con los de Salvador (2006), Natal (2008) y San Pablo (2010). ten describir distintas posiciones ocupadas por los sujetos en los espacios

[ 158 ] [ 159 ]
sociales, entendiendo que solo de forma relacional puede definirse el sentido Una última consideración refiere a la importancia de que la recons-
de esas posiciones (Cragnolino, 2006). trucción de esas trayectorias articule también la llamada trayectoria esco-
La idea de concebir el pasado como un pasado vivo, no como la sucesión lar de los alumnos, en tanto esta perspectiva hace énfasis en que cada suje-
secuencial de eventos y etapas acabadas (Stern, 1999), es pertinente para to porta un pasado escolar, que seguirá un recorrido escolar o profesional y
complejizar la noción de “experiencia” y de “trayectoria”. De igual manera que la escuela tiene una responsabilidad en la continuidad y fluidez de ese
resulta interesante para quienes intentan construir un conocimiento desde tránsito. La idea de trayectoria pone el acento en una biografía escolar. Este
un enfoque etnográfico, reconociendo las distintas tramas contextuales en recorrido no se da por predeterminado en forma cerrada sino que se asume
las que los sujetos interactúan, definen y disputan bienes materiales o sim- que la experiencia escolar es fundamental, y sobre todo, singular para el
bólicos (Santillán, 2007). futuro de dicho recorrido. Por otro lado, esta perspectiva implica considerar
Nos incluimos, por tanto, en una línea de investigación que recupe- la totalidad de la vida misma como espacio de educación y formación (Domi-
ra el método biográfico para reconstruir y analizar trayectorias de vida nice, 2009), dentro de la cual la experiencia escolar se articula con el resto
de los sujetos, entendiendo que con estas se “intenta contener-relacionar de experiencias formativas. Se aborda en consecuencia, la especificidad de
pasado y presente desde la definición del problema y los objetivos del estu- cada trayectoria educativa en relación con las historias de vida particula-
dio” (Grimberg et al., 1998: 226). Estudiar las trayectorias supone partir res y sociales (Souza, 2008; Llosa, 2007).
de concebir una temporalidad extensa, que transcurre a través de trayec-
tos más cortos de tiempo. Estos trayectos están marcados por transiciones,
referidas a eventos vitales específicos, que suponen cambios, decisiones y Analizando las condiciones del tránsito escolar.
entrelazamientos sociales. En este caso, se intenta identificar momentos Biografías y trayectorias sociales y escolares
que son recuperados como hitos por los propios sujetos, referidos a procesos
de identificación (Manzano, 2003; Freidin, 2004). Las trayectorias escolares se ven profundamente imbricadas con las
Planteados algunos aspectos de nuestros puntos de partida, pretende- trayectorias más amplias, que articulan también otras experiencias forma-
mos incluir aquí algunas reflexiones que hemos podido hacer a partir del se- tivas, de socialización, vinculadas al espacio familiar, nacional y territo-
guimiento de ciertas trayectorias de niños/as bolivianos,9 con los que hemos rial, al trabajo, a la experiencia de la migración.
interactuado en la escuela. La reconstrucción de las mismas ha estado marca-
da tanto por el recorrido que nuestros problemas de investigación determina- –Primero vino mi papá por que no tenia trabajo luego de unos
ron, a través de las preguntas y formas de interacción que promovimos, como años volvió y se fueron con mi mamá y hermanito y yo me quedé con
por los momentos que los mismos chicos fijaron en el curso de sus relatos. mi abuela. Después de tres años me vine acá Buenos Aires.
Cabe entonces recuperar nuestros interrogantes planteados al prin- –¿Y en qué grado empezaste acá?
cipio respecto a las ausencias de saberes, de voces, de historias, de pers- –En tercero. Yo pasé a quinto y me bajaron a tercero.
pectivas, concepciones y lógicas en el espacio escolar, así como la forma en –Habías pasado a quinto en Bolivia y cuando entraste acá…
que permanentemente emergen en esos mismos espacios, elementos que –Me bajaron a tercero.
dan cuenta de todo ello. Resaltamos así la idea de que ausencia implica su Mi papá me dijo que hasta el primer año viste [después] de
opuesto, hay un señalamiento de algo presente pero que es silenciado o es- primaria, y después me vaya para Bolivia porque acá hay mucha
tratégicamente disfrazado en espacios de dominación cultural (Scott, 2000; droga y mi papá piensa que me voy a echar a perder.
Novaro et al., 2008). Sí, mi papá me está diciendo que primero vamos a ir con mi
papá, y mi mamá se queda acá con mi hermanito, después van a
9.  Esta forma de identificación y diferenciación de los alumnos sostenida en cierta venir.10 [Fragmento de entrevista, 30 de noviembre de 2005]
procedencia nacional, se presenta en las interacciones interpersonales que hemos
registrado en la escuela, aunque no siempre alude directamente al lugar de naci-
miento. Algunos de los chicos y chicas que son señalados como “bolivianos” han 10.  Relato de un chico de catorce años mientras terminaba de cursar sexto grado.
nacido en Argentina, y son sus padres quienes han migrado. Había migrado desde Potosí cuatro años antes.

[ 160 ] [ 161 ]
Estos relatos hacen referencia a procesos vividos, marcados por expe- En cierta medida esas representaciones parecen no contemplar la po-
riencias con distintos anclajes de tiempo y de espacio. Nos remiten también sibilidad de elección, recuperación y duda de los chicos y chicas frente a
a cuestiones de organización familiar y comunitaria, a aspectos referidos al sus afectos, a sus espacios, a sus recuerdos. Tampoco suele registrarse el
territorio, a la movilidad, al trabajo. Nos hablan de los espacios de residen- presente escolar, como fuente de sufrimiento. Por el contrario, son las refe-
cia, de lo que podría definirse como la presencia de una familia extendida, rencias externas a la escuela, o a la escolarización previa las que de forma
de diversos adultos que cuidan de los niños/as en distintos momentos de su recurrente son interpeladas por la institución desde su nocividad para la
infancia y socialización. Nos dan elementos para pensar en concepciones formación de los chicos, reconociendo muy pocos matices.
atravesadas por cierta transicionalidad11 con recortes y fronteras difusas, En otro trabajo (Novaro et al., 2008) hacíamos referencia a que lo “bo-
en las que el proyecto de vida está marcado por expectativas de recorridos y liviano” suele aparecer como atributo negativo en la escuela. Sin embargo,
trayectos sucesivos. La misma experiencia de la migración no estaría impli- pareciera ser un rasgo frecuente y estratégicamente silenciado, pero emer-
cando un lugar y momento de partida y uno de llegada, un trayecto lineal. gente y reafirmado por los mismos niños/as y jóvenes en situaciones parti-
Por otro lado, también nos muestra expectativas, formas de valorar los culares. Joan Rappaport (2006) se refiere a situaciones de tensión cultural,
trayectos escolares por parte de los adultos de referencia. Nos está hablan- en las que las posiciones diferenciales, constituyen “formas de instrumen-
do de procesos de toma de decisiones conscientes, así como de limitaciones talización política de la diferencia cultural”, en diversas coyunturas. Esta
estructurales. mirada resulta interesante para abordar las modalidades “borrosas” con
Esos relatos están designando mundos en los que viven los sujetos, que se expresan las distinciones étnicas/nacionales en espacios de domina-
en los cuales se han ido incorporando hábitos, valores simbólicos, así como ción cultural.
una estructura de experiencia y conocimiento que no solo les permite inter- Lo que acontece en las escuelas en torno a estos procesos de identifica-
pretar las situaciones que enfrentan, sino también aprender lo desconocido ción que articulan dimensiones nacionales, étnicas y de clase, entre otras,
(Delory, 2009). no solo da cuenta de aquello que es negativizado y silenciado, sino también
Por otro lado, los movimientos y procesos transicionales de los que da de la presencia constante de historias e identidades que se expresan, con
cuenta este joven, nos advierten también sobre la necesidad de hacer un estilos distintos, con diversas formas de presencia, a través de estrategias
intenso trabajo biográfico para dar coherencia y sentido a los eventos de su variadas. Una nena nos daba detalles, incluso con imágenes idealizadas, de
vida. Esta actividad, puede presentar choques y rupturas entre los mundos cuánto extrañaba el entorno, los paisajes y los afectos, sus abuelos:
sociales en los que interactúa, incorporando valores que muchas veces re-
sultan contradictorios. Mi abuelo era rebuenito, no nos dejaba que nos pegue mi papá.
Estas tramas contextuales de referencia de los chicos/as, que tanto pa- Se ponía me abrazaba. Cuando él venía, siempre estábamos jugan-
recen decirnos sobre aspectos de sus identidades, suelen estar atravesadas do con la amiguita que vivía enfrente de mi casa. Valle Grande se
por formas de valorización negativa que se construyen desde la institución llamaba. Y el campo era aguarita. Sembraba. Siempre cuando ve-
escolar, tanto en relación al pasado como al presente (lo que se deja atrás nía traía fruta, verdura. Después traía ciruela, durazno. [...] Iba
generalmente es visto como peor, aunque las condiciones actuales de vida a una quebradita, así… y el campo ahí mi abuelito no tenía tanto
aparecen relacionadas a la marginalidad). En la escuela, hay alusiones res- como ellos, como el papá de mi mamá. Ellos tenían ese campo, era
pecto a que estos chicos “huyen” del pasado, de una vida y una escolaridad re grande! Tenían para cada hijo, tenía su sector. Tenía oveja, chan-
difícil, en algunos casos de la violencia, en otros del hambre. cho, vacas, caballo. Los caballos eran como el techo, más alto. ¡Era
relindo los cerros! Realtos. Hermosos. Una quebrada, a mí me en-
canta la naturaleza. [Le preguntamos si no le gustaría ir para ahí]
11.  A la experiencia generacional de transicionalidad que implican la niñez y ju-
ventud, como universos sociales cambiantes, se articula la experiencia migratoria, A las dos partes.12 [Fragmento de entrevista, 4 de julio de 2008]
ya no concebida como “movimiento que atraviesa espacios delimitados por fronteras
para concluir en una residencia”, sino como proceso, asociado a “trayectorias plu-
rales que atraviesan tiempos y espacios configurados por múltiples movimientos” 12.  Relato de una niña de once años, mientras cursaba sexto grado. Había migrado
(Mallimachi Barral, 2009). a Argentina desde Santa Cruz tres años antes.

[ 162 ] [ 163 ]
Otra chica nos expresaba su dificultad por no poder olvidar… de los chicos, se suma a la idea de que las experiencias extraescolares sue-
len ser negativas u opuestas a todas aquellas experiencias que puede ofre-
–¿Extrañas allá o no? cerles la escuela.14
–¡Ay, mucho! Me quiero volver, pero me quieren hacer estudiar Estas miradas además, determinan prácticas y expectativas escola-
aquí… no se, quieren que estudie aquí, quieren que salga aquí… no sé. res. Constituyen en buena medida algunos de los fundamentos sobre los
–¿Qué extrañás más, a tus tíos o al lugar? que sostienen muchas de las decisiones que toman diariamente para vin-
–El lugar. Todo. No se sabe cómo olvidar.13 [Fragmento de en- cularse y llevar adelante las propuestas de enseñanza. Hacemos alusión
trevista, 10 de julio de 2008] a representaciones que por momentos son tan unívocas, que no permiten
hacer visibles muchas otras prácticas de las que también dan cuenta los
El presente que los chicos/as viven, el barrio, la villa, a la que perma- chicos en sus relatos, en los que describen, por ejemplo, prácticas solida-
nentemente los docentes aluden con atributos de violencia y marginalidad, rias entre los vecinos de barrio (organización colectiva en la construcción
también requiere miradas no unívocas. Sin ánimo de relativizar aquello de viviendas, en la toma de tierras, en la recepción de parientes y compa-
que entendemos como espacios territoriales de pobreza, no podemos dejar triotas recién migrados, etc.). Historias poco visibles, oportunidades de
de mencionar la forma compleja en que los sujetos, los chicos y las chicas, reconocimiento diluidas...
construyen su subjetividad y atribuyen sentidos múltiples a la realidad so- Sin duda, la experiencia escolar pone a prueba las otras experiencias
cial que los contiene. de vida. Y como en los casos que hemos registrado, desde la escuela mas que
Una chica nos decía que se sentía muy contenta de vivir en el barrio, hacerse preguntas respecto a cómo establecer diálogos, parece primar la re-
“acá, porque no nos falta nada [en otras partes la] gente es pobre”. “Yo tengo signación a que esos diálogos casi no se produzcan, o al menos no de forma
mis tíos en Formosa, pero viste ellos son repobres y mi papá los ayuda.” En sistemáticamente planificada. De hecho, estos relatos que incluimos aquí
este caso la pobreza aparece como una situación más lejana. Lo mismo re- fueron relevados en situaciones de entrevistas. Las/os docentes, advierten
gistramos en otra niña recién migrada de Bolivia, quien a pesar de sentir en muchos casos, el desconocimiento acerca de muchas de estas historias.
deseos de volver y de recordar con detalles aspectos de su vida que “ha per- También desconocen en otros, las situaciones de angustia y sufrimiento que
dido” (el trópico, los animales domésticos que tenía, etc.), nos decía: “En mi algunas de sus propias interpelaciones producen.
casa no falta nada”. Estas imágenes aparecen contrapuestas con las que los Entre ellas, la relación con el lenguaje constituye uno de los elementos
maestros suelen aludir a las realidades y entornos de estos mismos chicos. de producción de desigualdad escolar más importante (Lahire, 2000).
Para otros chicos en cambio, las personas que viven en su barrio son En nuestro trabajo de campo, fundamentalmente a partir de los rela-
“pobres”. Los relatos también hablan de las extenuantes jornadas laborales tos de los mismos niños/as, hemos podido reconstruir posiciones distintas
de sus padres, las prolongadas ausencias, las responsabilidades que asu- frente a las lenguas que conviven en sus entornos cotidianos. Al interior de
men en el cuidado diario de hermanos menores, etc. las familias se instala la discusión sobre si “hablar o no hablar [quechua,
Para algunos chicos/as la pobreza está en otro lado, para otros es parte aymara o guaraní]”. Como ya han indicado algunos investigadores que tra-
de su contexto cotidiano. Para algunos el recuerdo los lleva lejos, para otros bajan en torno a la temática de las ideologías lingüísticas y el lugar de las
el registro del pasado no siempre debe ser invocado. lenguas subalternizadas,15 parece constatarse una posición que indicaría
Algunos docentes enfatizarán la idea de que estos niños/as, sus alum- que en la infancia las lenguas maternas distintas al castellano deben de-
nos, pobres, de ese barrio y muchos de familias procedentes de Bolivia, en jarse de lado.
general nunca han conocido algo distinto a la villa, no conocen un río, el
campo, la montaña, como tampoco la “gran ciudad” (“quiero que conozcan el
río”, nos decía un docente). Esta mirada homogénea sobre las experiencias 14.  Esto ocurría mientras muchos de los chicos y chicas nos relataban con detalle
lugares de geografías muy variadas en los que vivieron parte de su infancia, y a los
que algunos de ellos regresan en determinadas épocas del año.
13.  Relato de una niña de once años mientras cursaba sexto grado. Había migrado 15.  Estos aspectos son trabajados con profundidad por Ana Carolina Hecht en su
desde Punata, Cochabamba, a principios de ese año. tesis doctoral y referenciados en el capítulo de su autoría en este libro.

[ 164 ] [ 165 ]
Cuando hablo aquí me retan, no quieren que hable. Acá no se Las escuelas en Bolivia no responden a un único formato, mandato, ni tipo
habla quechua, me dice mi mamá. de organización, tampoco han permanecido inmutables a lo largo del tiem-
–¿Pero ellos no hablan quechua? po. De hecho pueden reconocerse importantes diferencias entre las escuelas
–Ellos hablan entre ellos no más… en espacios urbanos y rurales, así como también las distintas improntas que
las leyes de educación han introducido en la década del 50, en el 90 y en la
La escuela aparece como un factor importante en el comportamiento actualidad, solo por nombrar algunos de los “hitos” más destacados.17
lingüístico. Una niña nos relata cierta prohibición familiar de hablar gua- Sin embargo, hay información sobre el sistema educativo boliviano,
raní, junto con la referencia de que desde la escuela se ha argumentado a la que suponemos no resulta inaccesibles a las jurisdicciones, distritos o es-
familia “lo malo de hablar mezclado”. cuelas. Hablamos de considerar ciertos datos contra los que contrastar al-
También registramos las dificultades que encuentran los chicos y chi- gunas de las ideas, sospechas o perjuicios que circulan en los pasillos de las
cas al llegar a la escuela con otros recorridos lingüísticos y escolares. instituciones escolares (Novaro y Diez, 2007). Información que no solo está
presente en las leyes de educación o normativas específicas, en los consula-
–Yo le dije, porque no podía. La seño, me decía porque yo no dos o en los centros de las organizaciones y colectividades, si no también en
te puedo enseñar las cosas que veíamos el año pasado, y entonces, el barrio y en el diálogo con las familias.
no se puede… Una información precisa, solo por incluir un ejemplo, es el hecho de
–¿Y cuando vos le dijiste que por ahí te costaba ver algunos que las escuelas en Bolivia inscriben a los alumnos según los años que ten-
temas? gan cumplidos al 30 de marzo, a diferencia de nuestras jurisdicciones que
–Que no podía, me miraba y “chicos no les puedo enseñar yo a toman como referencia los años cumplidos hasta el 30 de junio. Ello explica
los que son nuevos, lo vimos el año pasado”. en ciertos casos la sobre edad de algunos chicos/as, aspecto que aparece
–¿Pero vos le pediste que te enseñara algo o ella sola te dijo? como dato recurrente. Esta información la hemos relevado hace unos me-
–Yo le pedí. Es que no podía hacer, me costaba el cantito. ses, cuando comenzamos a indagar con mayor detenimiento algunas de las
–¿Eso en qué materia fue? características del sistema educativo boliviano. Llama la atención que no
–Lengua. apareciera antes en charlas con distintos actores del sistema.18
–¿Te acordás qué era lo que te costaba hacer? Por otro lado, otro dato recurrente es la mención a ciertas prácticas
–Las… ¿Cómo se llama? Los verbos, sujeto, predicado… no vinculadas a descender de grado a los chicos y chicas recién migrados de
puedo, no puedo.16 [Fragmento de entrevista, 10 de julio de 2008] Bolivia.19 En este caso, hemos escuchado justificaciones de distinta índole,

17.  Para profundizar esta información se recomienda ver Yapu (2009).


Trayectorias escolares encontradas: ¿encontradas? 18.  Aunque en nuestro análisis hemos decidido centrarnos en la escolarización de
niños/as bolivianos, hay situaciones que involucran a otros colectivos migrantes
que resultan muy relacionadas con esta argumentación. Una docente nos dirá que
Muchos de los niños/as que hoy transitan la escuela en la que hemos después de mucho tiempo de indagar acerca de lo que ocurría con una niña recién
desarrollado parte de nuestra investigación de campo, han tenido expe- migrada de Paraguay, a la que se la había mal diagnosticado de “disléxica” (porque
intercalaba distintas formas de escritura), descubrió que esta niña comenzó a alfa-
riencias escolares en Bolivia (otros también en Paraguay). Algunos de los betizarse e iniciarse en la escritura, usando solo la letra imprenta. Cuando ingresa
relatos incluidos más arriba dan cuento de ello. a la escuela en la ciudad de Buenos Aires, intenta “fallidamente” responder a la
Sin duda aludir al sistema educativo de ese país, como de cualquier otro, expectativa de escritura esperada para su edad y etapa escolar, pero sin el conoci-
miento de la letra cursiva.
no es tarea fácil si uno se propone hacerlo seriamente. Por lo tanto, no qui-
19.  Esta costumbre ha sido registrada en entrevistas a docentes y en los relatos
siéramos simplificar acá cuestiones que merecen un tratamiento complejo. de trayectorias escolares de varios niños y niñas. El equipo de investigación diri-
gido por María Rosa Neufeld, en la UBA, ha documentado situaciones similares.
Puntualmente, en la escuela donde trabajamos esto no era habitual, sin embargo
16.  Relato de la misma niña que había migrado desde Punata, Cochabamba, a algunos docentes lo justificaban en tanto que evitaba encontrarse con alumnos “des-
principios de ese año, mientras cursaba sexto grado nivelados” (Diez y Novaro, e/p).

[ 166 ] [ 167 ]
aunque algunas de ellas expresan desconocimiento por la formación que historia dentro de la cual los padres y madres se han vinculado colectiva-
estos chicos han recibido y recurrencia a atributos descalificadores de las mente a la escuela.
experiencias previas (énfasis en trabajos manuales en detrimento del tra- Volviendo al contexto de la Ciudad de Buenos Aires, hemos registra-
bajo intelectual, por ejemplo). do que los padres/madres muchas veces son convocados para informarles
Ese pasado escolar, que puede condicionar la fluidez del trayecto, tam- acerca del desempeño escolar de sus hijos o de sus faltas disciplinarias. Por
bién puede condicionar (estar contenido) en el presente, a través de pro- un lado, hay una demanda de acompañamiento familiar de las actividades
puestas recortadas y “adaptadas” a las supuestas necesidades y perfiles de realizadas en la escuela. Esta suele esperar que los padres se “adapten” a la
los alumnos. Hacemos referencia a los riesgos de terminar conformando, nueva situación escolar de sus hijos, y respondan a las cuestiones de forma
a través de prácticas que muchas veces son inconscientes y parecen bien y contenido que promueve. Por otro lado, los padres, las madres, muchas
intencionadas, circuitos y trayectos escolares de bajo reconocimiento so- veces expresan que es poco lo que pueden hacer, dada “la falta de tiempo
cial. Aludimos a problemáticas complejas, que no admiten miradas únicas; real” de que disponen para acompañar las tareas escolares de sus hijos, y
a la dificultad por encontrar formas que permitan atender situaciones de las diferencias con el tipo de formación escolar que ellos han recibido. En
desposesión que viven muchos chicos y chicas que transitan la escuela, y relación a estas diferencias, que parecen traducirse en dificultades de dar
reconocer al mismo tiempo sus repertorios, capacidades y derechos para respuestas individuales frente al contexto institucional de la escuela, sue-
transitar una escolaridad de alto reconocimiento social. len expresar cierto desconcierto por “la falta de disciplina que reina en las
La “falta de presencia de los padres” es otra información que se reitera escuelas” a las que asisten sus hijos, opinión que aparece como demanda
en las escuelas, cuestionando la actitud casi de “desidia” de éstos. Frente a o denuncia solapada. Parecen registrarse demandas en tensión de unos y
ello, y ante la constatación de estar frente a una población de padres y ma- otros, así como dificultades para el diálogo y reconocimiento.
dres que parece expresar una valoración positiva por la escolaridad de sus También es cierto que en muchas otras ocasiones, los padres son con-
hijos, vale la pena hacer la pregunta acerca de: ¿para qué son convocados? vocados por las escuelas a participar de la vida escolar de sus hijos, como
¿Cuáles son los diálogos que se proponen desde la escuela? ¿Qué tipo de espectadores ajenos frente a las escenas que se representan. Los actos es-
reconocimientos se expresan en ésta hacia las familias de los niños y niñas colares, ese conjunto de prácticas rutinarias y rituales en las que el estado
que transitan la institución? ¿Cuáles son las expectativas de participación expresa de forma tan gráfica algunos de sus mensajes totalizadores como
de los padres y madres? nación integrada (Corrigan y Sayer, 2007), parecen poner a prueba la capa-
La presencia de padres y madres y de las comunidades en las escuelas, cidad de los adultos convocados para reconocer las fronteras simbólicas que
tiene en Bolivia una historia que merece ser indagada. Existe la figura, re- se imponen, muchas veces sin sutilezas. El canto de diversas canciones pa-
conocida con fuerza de ley, de las llamadas “juntas escolares”. Si bien estas trias, la sacralidad con que se trata la bandera, los silencios, los aplausos,
han tenido una presencia más visible y sostenida en ámbitos rurales, desde los discursos. Aspectos todos ellos registrados en el acto de egresados de los
la reforma educativa de 1994, se han incorporado como entidad reconocida chicos y chicas con los que habíamos trabajado dos años, para muchos de
para todo el sistema escolar boliviano (situación que es al mismo tiempo ellos/as, acto de despedida no solo de la escuela, sino del sistema educativo.
bastante resistida por muchos docentes). La historia de estas juntas remite Advertimos aquí elementos que marcan distancia, silencian expresiones
a papeles y participaciones distintas, que han ido desde la provisión de e identidades alternativas y exigen a la vez un reconocimiento unívoco.
casa y comida a los docentes, limpieza del espacio escolar y suministro de Frente a la contundencia de esos mensajes, vale reflexionar en torno a la
elementos materiales, hasta la discusión acerca de aspectos curriculares, legitimidad de la convocatoria y el sentido de las supuestas ausencias.
disciplinarios y de organización institucional.20 Estas experiencias parecen
ser antecedentes claves para comenzar a indagar respecto de lo que apare-
ce como un sentido comunitario de participación, como la referencia a una Algunas conclusiones
20.  Esta información fue registrada en diversas entrevistas y charlas con distintos
Iniciamos este capítulo abriendo algunos interrogantes en torno a los es-
actores vinculados al sistema educativo de Bolivia, realizadas en La Paz y Cocha-
bamba en noviembre de 2009. fuerzos que diariamente los niños y niñas realizan para transitar la escuela.

[ 168 ] [ 169 ]
Hablamos de distancias físicas y simbólicas que separan el mundo de expe- e interpretar situaciones que hemos vivido en su carácter y vínculo so-
riencias sociales y biográficas de los chicos, de aquellas que son promovidas y ciohistórico. Esa estructura de experiencias y conocimientos nos permite
tienen mayor representación en las normativas y prácticas escolares. también interpretar nuevas situaciones que enfrentamos y crear nuevas
Dijimos también que estas distancias no son exclusivas de las situacio- relaciones que nos permitan aprender lo desconocido.
nes vivenciadas por los chicos/as migrantes, sino que atraviesan en buena Suponemos que nuestra investigación puede aportar elementos que
medida las experiencias escolares de los sectores subalternos. Sin embargo, permitan avanzar en el conocimiento sobre los múltiples formatos que pue-
la situación registrada en el caso de la infancia y la juventud migrante de de asumir el proceso de escolarización en los contextos escolares intercul-
Bolivia en escuelas de la ciudad de Buenos Aires, da cuenta de una particu- turales, poniendo énfasis en la vinculación entre el mundo de experiencias
lar forma de presencia marcada por la construcción de una diferencia que sociales y biográficas de los sujetos y el conjunto de experiencias y cono-
resulta altamente visible y profundamente negativizada. cimientos nuevos que la escuela abre y debe hacer accesible a todos los
La construcción de esta diferencia cultural en la escuela, con atributos sectores sociales.
superpuestos de clase, etnia y nacionalidad, suele constituirse en un dato Cuando lo señalado como diferente está expresando una incompren-
central del discurso docente, para dar cuenta de las limitaciones que intro- sión acerca de las múltiples movimientos que los chicos y chicas asumen
ducen los sujetos para el despliegue de sus proyectos de trabajo en aula. durante su infancia y juventud, cuando se alude a que lo que se dejó atrás
Paralelamente, esos atributos (y las experiencias variadas de las que dan en el recorrido de vida es siempre peor, cuando hablar mezclado constituye
cuenta) no suelen constituirse en elementos centrales de la planificación. un problema para el tránsito escolar, no nos referimos solo de la situación
En el marco de los proyectos institucionales y de trabajo en las distintas de ciertos sujetos en las escuelas. Hablamos de limitaciones, tanto a nivel
áreas curriculares, constituyen elementos de ruptura que se asocian en al- de modelos y normativas vigentes, como a nivel de las prácticas cotidianas,
gunos casos a la baja de expectativas respecto de la realidad proyectada. para abordar las condiciones de interculturalidad de cualquier espacio es-
Además, no suelen registrarse como elementos que abren nuevas oportu- colar, más aun cuando se trata de espacios en los que las distancias sociales
nidades de construcción de conocimientos, que permiten acercar visiones se imponen con dramatismo.
y saberes distintos, e historizar acerca de las experiencias humanas. Se Frente a la experiencia migratoria y a los sucesivos movimientos tran-
construye la imagen de una supuesta carencia y se invisibiliza la experien- sicionales de los que dan cuenta los niños/as y jóvenes, dominar un relato
cia histórica. biográfico resulta central para enfrentar nuevos procesos de identificación
En ese sentido, hemos intentado hacer distintos énfasis en lo que y construir nuevos repertorios identitarios. Esa actividad no siempre ad-
consideramos siguen siendo materias pendientes, dentro de las políticas quiere un lugar reconocido para su despliegue, y los sujetos viven la ten-
educativas y la realidad escolar, en la construcción de nuevos y variados sión en los distintos espacios que transitan, entre ellos las escuelas, por
puentes que permitan un tránsito y un diálogo más fluido entre distintas dar sentido y articular conjuntos de conocimientos, saberes y experiencias
experiencias sociales. –mundos sociales distintos– desde un lugar de duda (y a veces de temor)
Haciendo hincapié en la relevancia del análisis de estas temáticas frente a la exposición que ello requiere.
desde una perspectiva etnográfica, intentamos esbozar algunos avances
de nuestra investigación, en la que pusimos la mirada en las formas en No le diga a las otras chicas que soy boliviana porque me mo-
que desde la escuela, se interpela a los sujetos con biografías y trayecto- lestan.
rias alejadas de ciertos parámetros de normalidad. Algunas de nuestras
reflexiones constituyen elementos y argumentos importantes para sostener Eso nos decía una chica, ejerciendo su derecho a la privacidad respecto
la mirada crítica sobre ciertos modelos y mandatos escolares vigentes, así a la información que nos había dado días antes, mientras la entrevistába-
como la expectativa en la posibilidad de participar desde distintos lugares, mos junto a una de sus amigas y un chico que había migrado de Paraguay.
en la construcción de una perspectiva intercultural crítica en educación. En esta charla la alusión a momentos vividos en su pasado, daba cuenta de
Narrar nuestras historias, nuestros recorridos de vida, nos permite di- una profunda referencia a Bolivia. En la conversación la niña desplegó imá-
mensionar nuestras experiencias en función de poder integrar, estructurar genes y relatos a partir de los que reconstruyó procesos vividos y comenzó

[ 170 ] [ 171 ]
a hablar de su presente, en la escuela, en el barrio, en la familia. Esa frase, – y Gabriela Novaro (2009), “Interculturalidad en educación: ¿un abordaje
como tantas otras que hemos registrado, nos mostró una vez más las con- para la crítica? Reflexiones a propósito de la escolarización de chicos
tradicciones que nuestra presencia e indagación generaban, en un contexto migrantes bolivianos en Buenos Aires”, en Patricia Medina Melgarejo
en el que esa referencia puede ser objeto de impugnaciones. (coord.), Educación Intercultural en América Latina. Memorias, hori-
Biografías autorizadas, desconocidas o escondidas. Las biografías nos zontes históricos y disyuntivas políticas, México, Plaza y Valdés.
muestran el drama de la desigualdad social, porque son expresión de los – (e/p), “¿Una inclusión silenciosa o las sutiles formas de la discriminación?
mundos sociales que atraviesan sus relatores, y a la vez nos indican el pro- Reflexiones a propósito de la escolarización de chicos bolivianos”, en
fundo esfuerzo que desde la infancia realizan para construir un relato que Corina Courtis y María Inés Pacecca (comps.), Discriminaciones étnico
de coherencia a sus vidas. Acompañar esos profundos esfuerzos que la ni- raciales y religiosas: un diagnóstico participativo, Buenos Aires, ADC-
ñez y la juventud realizan diariamente, sigue siendo un desafío en busca Del Puerto.
de justicia. Dominice, Pierre (1990), L’histoire de vie comme processus de formation, Pa-
rís, L’Harmattan.
– (2009), “Prefacio”, en Christine Delory, Biografía y educación: figuras
Bibliografía del individuo-proyecto, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras,
UBA-CLACSO.
Beheran, Mariana, María Diez, Lucía Groisman, Laura M artínez y Gabrie- Dubet, François (1995), Sociologie de l’expérience, París, Seuil.
la Novaro (2009), “Procesos de escolarización de niños, niñas y jóvenes Fernández, Mónica (2009), “Diálogos posibles entre educación inicial y tra-
migrantes: tensiones identitarias y experiencias formativas”, VIII Reu- bajo: notas para iniciar el debate”, en Adriana Puiggrós y Lidia Rodrí-
nión de Antropologia del Mercosur (RAM) “Diversidad y Poder en Amé- guez (dir. y coord.), Saberes: reflexiones, experiencias y debates, Buenos
rica Latina”, Buenos Aires, UNSAM-IDAES, septiembre-octubre. Aires, Galerna.
Charlot, Bernard (1997), Du rapport au savoir: éléments pour une théorie, Freidin, Betina (2004), “El uso del enfoque biográfico para el estudio de las
París, Anthropos. experiencias migratorias femeninas”, en Ruth Sautu (comp.), El méto-
Corrigan, Philip y Derek Sayer (2007), “Introducción y Posdata. El Gran do biográfico. La reconstrucción de la sociedad a partir del testimonio
Arco: La formación del Estado inglés como revolución cultural”, en de los actores, Buenos Aires, Lumière.
María Lagos y Pamela Calla (comps.), Antropología del Estado. Domi- Gandulfo, Carolina (2007), Entiendo pero no hablo. El guaraní “acorrenti-
nación y prácticas contestatarias en América Latina, La Paz, INDH- nado” en una escuela rural: usos y significaciones, Buenos Aires, An-
PNUD. tropofagia.
Cragnolino, Elisa (2006), “Trayectorias sociales y apropiación de la cultura Grimberg, Mabel et al. (1998), “Modos y trayectorias de vida, una aproxima-
escrita en un grupo de mujeres de Córdoba”, VIII Congreso Argentino ción a las relaciones de género (estudio de dos casos)”, en María Rosa
de Antropología Social. (CAAS), Universidad de Salta. Neufeld, Mabel Grimberg, Sofía Tiscornia y Santiago Wallace (eds.),
Delory-Momberger, Christine (2009), Biografía y educación: figuras del in- Antropología social y política. Hegemonía y poder: el mundo en movi-
dividuo-proyecto, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA- miento, Buenos Aires, Eudeba.
CLACSO. Grimson, Alejandro (2006), “Nuevas xenofobias, nuevas políticas étnicas en
Díaz, Raúl, María Diez y Sofía T histed (2009), Educación e Igualdad. La la Argentina”, en Alejandro Grimson y Elizabeth Jelin (comp.), Migra-
cuestión de la educación intercultural y los pueblos indígenas, São Pau- ciones regionales hacia la Argentina. Diferencia, desigualdad y dere-
lo, Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación. chos, Buenos Aires, Prometeo Libros.
Diez, María (2009), “Reconstruyendo trayectorias en la escuela: migración, Gusmão, Neisa (2005), “Antropologia, Educação e Processo Educativo: cami-
experiencias biográficas y formativas e interculturalidad”, XII Con- nhos da multiculturalidad”, VI Reunión de Antropología del Mercosur.
gresso da Association Internationale pour la Recherche Interculturel- Identidad, fragmentación y diversidad, Montevideo, Universidad de la
le, Florianópolis, junio-julio. República.

[ 172 ] [ 173 ]
L ahire, Bernard (2000), “Savoirs et techniques intellectuelles a l’école pri- Santillán, Laura (2007), “La «educación» y la «escolarización» infantil en
maire”, en Agnès Van Zanten (dir.), L’école: l’état des saviors, París, La tramas de intervención local. Una etnografía en los contornos de la
Découverte. escuela”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. XII, Nº 34,
Levinson, Bradley y Dorothy Holland (1996), The cultural production of the pp. 895-919, México.
educated person, State University New York Press. Scott, James (2000), Los dominados y el arte de la resistencia, México, Era.
Llosa, Sandra (2007), “Las biografías educativas de jóvenes y adultos desde Sirvent, María Teresa (2008), “La educación de jóvenes y adultos frente
una perspectiva de educación permanente”, I Jornadas Nacionales de In- al desafío de los movimientos sociales emergentes en la Argentina”,
vestigación Educativa, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, mayo. en Roberto Elisalde y Marina Ampudia (comps.), Movimientos sociales
M allimachi Barral, Ana (2009), “Movilidades y permanencias. Trayec- y educación: teoría e historia de la educación popular en Argentina y
torias migratorias, tipos de movilidad y localizaciones territoriales”, América latina, Buenos Aires, Buenos Libros.
VIII Reunión de Antropologia del Mercosur (RAM). Diversidad y Poder Sousa Souza, Elizeu (2008), “Las historias de vida y las prácticas de for-
en América Latina, Buenos Aires, UNSAM-IDAES. mación: apuntamientos sobre pesquisa, enseño y formación”, VII Se-
M anzano, Virginia (2003), “Piqueteros y beneficiarios: modalidades de acci- minário Redestrado. Nuevas regulaciones en América Latina, Buenos
ón sociopolítica y proceso de construcción identitaria”, VI Congreso Na- Aires, julio.
cional de Especialistas en Estudios del Trabajo, Buenos Aires, ASET. Sousa Santos, Boaventura (2008), Conocer desde el sur. Para una cultura
Neufeld, María Rosa y Jens Thisted (1999), “El «crisol de razas» hecho política emancipatoria, La Paz, CLACSO-CIDES-UMSA-Plural.
trizas: ciudadanía, exclusión y sufrimiento”, en María Rosa Neufeld – (2009), Una epistemología del sur: la reinvención del conocimiento y la
y Jens Thisted (comps.), De eso no se habla, los usos de la diversidad emancipación social, México, CLACSO-Siglo Veintiuno.
sociocultural en la escuela, Buenos Aires, Eudeba. Stern, Steve (1999), “The Tricks of Time: Colonial Legacies and Historical
Novaro, Gabriela (e/p), “Nacionalismo escolar y experiencias formativas de Sensibilities in Latin America”, in Jeremy Adelman (ed.), Colonial Le-
migrantes bolivianos en Buenos Aires. Entre el reconocimiento, la in- gacies: The Problem of Persistence in Latin American History, Nueva
visibilización y el silencio”, Decisio, México, Centro de Cooperación Re- York-Londres, Routledge.
gional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe. Tadeu da Silva, Tomaz (2008), “Currículo e Identidade Social: Territorios
Novaro, Gabriela y María Laura Diez (2007), “«Que se parta a la mitad». Contestados”, en Tomaz Tadeu da Silva (org.), Alienígenas na sala de
Niños migrantes bolivianos en escuelas de Buenos Aires”, VII Reunião aula. Una introducao aos estudos culturais em educacao, Petrópolis,
de Antropologia Mercosul, RAM, Porto Alegre, UFRGS. Vozes.
Novaro, Gabriela, Aristóbulo Borton, María Diez y Ana Carolina Hecht Torre, Leonardo de la (2007), La cheganchada. Caminos y sendas de desa-
(2008), “Sonidos del silencio, voces silenciadas. Niños indígenas y mi- rrollo en los municipios migrantes de Arbieto y Toco, La Paz, CESU-
grantes en escuelas de Buenos Aires”, Revista Mexicana de Investiga- DICYT-UMSS-Fundación PIEB.
ción Educativa, vol. XIII, Nº 36, México. Walsh, Catherine (2009), “Interculturalidade, Crítica e pedagogía Decolo-
P uiggrós, Adriana (2009), “Prólogo”, en Adriana Puiggrós y Lidia Rodrí- nial: in-surgir, re-existir e re-viver”, en Vera Candau (org.), Educação
guez (dir. y coord.), Saberes: reflexiones, experiencias y debates, Buenos Intercultural na América Latina: entre concepções, tensões e propostas,
Aires, Galerna. Río de Janeiro, Editora 7 letras.
R appaport, Joan (2006), “«Adentro» y «Afuera»: El espacio y los discursos Yapu, Mario (2009), La calidad de la educación en Bolivia. Tendencia y
culturalistas del movimiento indígena caucano”, http://iner.udea.edu. puntos de vista, La Paz, Mesa de Trabajo en Educación-Plan Interna-
co/seminarios/JRapapport.pdf. cional Inc.
Rockwell, Elsie (1987), Reflexiones sobre el proceso etnográfico (1982-1985),
México, DIE, Centro de Investigación y Estudios Avanzados del IPN.
– (2000), “La otra diversidad: historias múltiples de apropiación de la escritu-
ra”, DiversCité Langues, vol. V, http://www.teluq.uquebec.ca/diverscite.

[ 174 ] [ 175 ]
Niños migrantes y escuela:

¿identidades y saberes en disputa?

Gabriela Novaro

Introducción

La escuela en Argentina es una de las instituciones con las que los ni-
ños provenientes de Bolivia establecen un vínculo relativamente continuo.
La misma los interpela desde múltiples lugares y particularmente desde
distintas formas del nacionalismo; los niños se posicionan de diferente ma-
nera frente a estas interpelaciones, sus referencias identitarias se comple-
jizan y frecuentemente algunas de estas referencias entran en tensión con
los mandatos y discursos educativos.
Este capítulo avanza sobre estas cuestiones a partir del análisis de
algunas situaciones relevadas en una escuela de nivel primario de la zona
sur de la ciudad de Buenos Aires durante 2005, 2006 y 2008.
Las reflexiones se realizan considerando además de los resultados de
la investigación en escuelas, experiencias a partir de la integración y cola-
boración en programas estatales que abordan (y se proponen intervenir)
específicamente en la temática.1
La escuela en la que trabajamos desde 2004 se ubica en la zona sur de
la Ciudad de Buenos Aries y atiende población de una villa de emergencia
cercana. Su matrícula está compuesta en un 80% por alumnos bolivianos,
paraguayos y peruanos o hijos de bolivianos, paraguayos y peruanos y de
migrantes de provincias del norte de Argentina. Cerca del 50% de estos
niños eran de nacionalidad boliviana o hijos de padres bolivianos pero apa-
recían en la escuela identificados como bolivianos.

1.  Además de los proyectos de investigación desarrollados desde 2004 con el apoyo
del Conicet y la Universidad de Buenos Aires, me refiero a la integración de algunos
espacios de gestión; entre 2000 y 2008 he participado en Programas de Desarrollo
Curricular y de Educación Intercultural y Bilingüe del Ministerio de Educación de
la Argentina. También he colaborado en forma más esporádica con los Ministerios
de Educación de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires y con distintas organi-
zaciones docentes en torno a la forma de abordar y realizar propuestas sobre esta
problemática.

[ 177 ]
A partir de mayo de 2005 iniciamos en esta escuela un trabajo sostenido los adultos, se ponen en evidencia algunos aspectos centrales de la escola-
atendiendo a numerosas situaciones de interacción y aprendizaje formal.2 En ridad en estos contextos: las tensiones en torno a las identidades sociales,
2006 presenciamos clases de ciencias sociales de cuarto grado en las que nacionales y étnicas y los límites del discurso humanista en un contexto de
seguimos la secuencia completa sobre el tema “Sociedades indígenas”. Tra- privación. Realizamos a continuación algunas reflexiones acerca de la polí-
bajamos con veinticinco chicos de entre diez y once años. Realizamos charlas tica educativa y las representaciones docentes considerando la cuestión del
informales y entrevistas con todos y profundizamos estas entrevistas con silencio y el silenciamiento de los niños, para detenernos en un aspecto poco
los niños de nacionalidad boliviana. Dos años después, volvimos a conectar- trabajado en estos contextos: la dificultad de escuchar las voces y compren-
nos con estos mismos chicos, tuvimos numerosas conversaciones con ellos, der los silencios en la escuela, pero también de articular palabras adultas en
participamos en diversas situaciones escolares y registramos y apoyamos el torno a las situaciones en gran medida dramáticas de la vida de estos niños.
desarrollo de una secuencia de historia sobre el tema “Migraciones”. Las escenas construidas a partir de los registros reproducen selectiva-
La selección de clases de historia (y en particular de los temas mencio- mente lo que observamos en diversas clases y en múltiples situaciones de
nados) no fue azarosa. Distintos autores (Romero, 2004; Riekenberg, 1991; interacción. Las escenas hablan de relaciones no siempre evidentes, no son
Castorina y Carretero, 2010) trabajan sobre la relevancia de la enseñanza más que disparadores, pinturas de situaciones que remiten a otras situa-
de la historia en la construcción de identidades sociales de los niños y jóve- ciones significativas y recurrentes. Las presentamos en tanto condensan
nes; un aspecto relevante a los fines de este estudio está dado porque a tra- distintas cuestiones que deseamos poner en discusión. Adquieren sentido
vés de esta enseñanza la escuela interpela a los niños básicamente desde lo vistas a la luz de las voces y actitudes de niños y adultos en numerosas y
nacional. En especial, supusimos que el desarrollo de temas como “Pueblos situaciones registradas.
indígenas” y “Migraciones” podía propiciar el despliegue de posicionamien-
tos y expresiones en torno a la identidad étnica y nacional tanto de parte de
los docentes como de los niños. Identidades y saberes en algunas escenas escolares
Partimos entonces de suponer que los niños en situaciones de apren-
dizaje de la historia escolar manifiestan (en forma no siempre explícita ni Primera escena: Identidades en disputa, identidades
mucho menos evidente), cuestiones vinculadas a los complejos procesos de apeladas, identidades silenciadas
identificación que los atraviesan. El aula por ello ha sido un espacio parti-
cularmente considerado, entendiendo que en ella se despliegan diversos es- A mediados de septiembre de 2006 la docente comienza a desarrollar
tilos comunicativos, se hacen evidentes diálogos y disputas entre distintos el tema “sociedades indígenas” en cuarto grado. La maestra ha realizado
saberes, se explicitan palabras que remiten a múltiples sentidos formativos una detallada planificación del tema que nos relata en una charla previa a
y referencias de identificación. No obstante, es importante no presuponer la clase. En esta planificación se destacan propuestas como: presentación
que lo que expresan los niños en las situaciones de aprendizaje formal y la de canciones y palabras en quechua, objetos alegóricos, comidas, compa-
forma en que lo expresan es reflejo mecánico de su cultura. La escuela y ración con costumbres del presente. Nos comenta que se propone dividir
en especial el aula son espacios suficientemente determinados por lógicas a los alumnos en grupos para que trabajen distintos pueblos. Enfatiza su
propias como para presuponer esta posibilidad. intención de que valoren sus saberes y también que conozcan la situación
Teniendo en cuenta el material de estas secuencias, reproducimos al- actual de las comunidades indígenas. La planificación de la secuencia in-
gunas escenas de clase y extractos de algunas charlas mantenidas con los cluye también referencias a la conquista de América, “Encuentro de dos
niños3. Se advierte en ellas que a través de palabras omitidas y emitidas por mundos”, “la imposición de ideas”, “la resistencia” y “el racismo”.
los niños, en parte escuchadas, en parte desoídas, en parte traducidas por Los chicos están en el aula. Nosotras ya nos hemos presentado en clases
previas. Han terminado de copiar una nota para el acto del día del patrono en
2.  El trabajo de campo en la escuela fue realizado en conjunto con mi colega María
Laura Diez.
3.  Algunas de estas escenas (las refereridas al desarrollo del tema “Pueblos indíge- ro, 2009). En este capítulo enriquecemos las mismas con la referencia a entrevistas y
nas”), y las posteriores reflexiones han sido consideradas en un trabajo previo (Nova- observaciones de clases realizadas con los mismos niños en años posteriores.

[ 178 ] [ 179 ]
la que va a hacerse una procesion con una virgen. La maestra intenta cerrar el La maestra aclara que en Bolivia también hablan el español, charlan
intercambio a propósito de la organización del acto, busca un grabador y pone un sobre como llegó el español a América. Un nene menciona a los indios, la
casset con un carnavalito. Luego de escucharlo se produce el siguiente diálogo: maestra pregunta porqué los llaman indios

M.:4 –¿Qué pasó con esta canción? Emilia: –Porque decían que eran salvajes.
Nene: –Está rayada. Nene: –Porque mataban animales.
Cris (hijo de padres bolivianos hablantes de quechua y parti-
La maestra pregunta por los instrumentos, los chicos no responden. cipante de festividades de la comunidad boliviana): –Porque vivían
separados de la gente civilizada.
Nenes: –Ayayayayayayay…. chichichí chi chicha … Guati gua- M.: –¿Quiénes?
ti (en tono de burla). Chris: –La gente como nosotros.
M.: –¿A ver si alguno va reconociendo esta música? M. (mostrando un arco, una quena) –¿Pueden identificar al-
Nene: –¡Emilia (nena recién llegada de Bolivia donde vivió va- guna de estas cosas…? ¿Alguno de nosotros tenemos estos rasgos?
rios años con sus abuelos que hablaban el quechua y trabajaban en (mostrando una máscara de barro con la cara de un indio).
el cerro, alternados con algunos períodos vividos en la ciudad de Tomás: –Yo no.
Santa Cruz)5 bailá eso! F. –Pero tenés piel oscura.
Chris (nene argentino hijo de padres bolivianos): –¡Eh1, ¡bai- Tomás: –Yo no.
lá, enana! (a Ana, nena boliviana, hija de padres bolivianos)
M.: –Identificaron algo, escucharon algo parecido en otro lado? Es inevitable preguntarnos que sucede con las múltiples interpelacio-
¿Vos, Sol (hija de padres bolivianos)? nes identitarias de estos niños en contextos de aprendizaje, más aún, que
Sol: –En Bolivia sucede cuando una marca posiblemente fuerte en su identidad (como la len-
Tomás (nene argentino con reiteradas conductas agresivas gua) es apelada e invocada por la docente aparentemente para habilitar el
hacia sus compañeros de Bolivia y Paraguay) –Puaj. despliegue de un saber. Se advierte como sus identidades, sus procedencias
M.: –Yo había partes que no entendía. A ver, Emilia… son en este caso a la vez destacadas y estereotipadas, objeto de reconoci-
Emilia: –Porque hablaban en quechua. miento y de burla.
M.: –¿Qué es el quechua? ¿Qué es, Jenni, el quechua? Como dijimos, la valorización de sus saberes era uno de los objetivos
Jenni (nena bolivina): –Es un idioma con que la maestra se proponía desarrollar la secuencia “pueblos indí-
M. –Y de lo que escucharon en quechua ¿identificaron alguna pala- genas”(*). Sin embargo, pareciera en la situación relatada que el formato
bra…? ¿Vos, Jazmín? (nena boliviana)… ¿Vos, Tania, qué escuchaste? escolar y los prejuicios instalados (condensados en el fuerte y dramatizado
Nena (señala a otra): –Ella habla en quechua puaj de uno de los niños argentinos cuando se nombra a Bolivia), hacen
M.: –Vos, Sol ¿sabés algún nombre, venís a escribir en el piza- de este saber algo bastante difícil de ser presentado como legítimo y valo-
rrón? Vos, Emilia… ¿me ayudás…? ¿Mariano, Gastón lo sabés escri- rado. Parece partirse además del presupuesto de una asociación lineal en-
bir? Luisito, ¿vos te acordás? (también niños bolivianos) tre lengua, pertenecía étnica y nacionalidad.6 Pero además, esto se hace
Nene: –Seño, Mariano sabe. paradójicamente, visibilizando una marca que los niños tal vez prefieran
Nene: –Jazmín también. mantener oculta. Se advierte en esta situación que el señalamiento de la
diferencia, colocando al sujeto interpelado en el lugar del otro (un otro que
4.  En adelante abreviativo para maestra vale aclarar también que los nombres de los
niños han sido cambiados. (*)  Es posible que la reiteración e insistencia de la docente en eso este en parte
5.  Las aclaraciones que hacemos sobre las trayectorias de los niños que intervienen ligada a nuestra presencia.
o son mencionados corresponden a información que generalmente surgió en charlas
informales o entrevistas con ellos. 6.  Cuestión particularmente compleja en la historia y el presente de Bolivia.

[ 180 ] [ 181 ]
en este caso se aproxima por la asociación boliviano-indígena, a “el tema M.: –Había habido muchas pérdidas humanas, mucha reduc-
de estudio”), puede funcionar como una forma de violencia más o menos ción de la población. ¿Qué se intentó?
sutil en tanto identifica y obliga a hacer explícita esa identificación. La Nene. –Traer gente.
escena dá indicios de que, a pesar de las intenciones aparentes de la do- M.: –…traer gente, invitar a que la gente venga. ¿Cómo les de-
cente de romper distancias, paradójicamente las distancias se hacen más cíamos?
visibles y en este proceso posiblemente se reafirman. Jeanete: –Migrantes
La escena nos muestra también la dificultad para trabajar con las res- Nene: –Ilegal.
puestas de los niños que salen de lo esperado; se advierte esto por ejemplo M. –Inmigrantes, ¿Dónde se alojaron?... Tanta cantidad de
cuando frente a la identificación con “nosotros los civilizados” de un niño gente que llegaba al país también trajo problemas en las ciudades…
que tal vez la docente esperaba posicionado del lado de los indígenas, en vez Había cantidad de inquilinos que vivían en pocilgas. [Aclara lo que
de problematizar la cuestión, la maestra procura poner la atención de los es una pocilga y muestra una imagen]… Hubo una epidemia de
niños en algunos objetos “típicamente indios”. fiebre amarilla,… También hubo ocupación de casas, como ahora
Para comprender la distancia entre los comentarios de los chicos y lo hay ocupación de casas…Necesitaban gente que trabajara en los fri-
que la maestra, (y también nosotras) supusimos que sucedería en sus for- gorífico y en el campo, pero muchos de estos estaban ya ocupados.
mas de concebir estos pueblos (que, de alguna manera y considerando su Entonces, muchos inmigrantes….
propia historia, es también una forma de concebir aspectos de si mismos), Nene (argentino): –Que se vayan a su casa.
entendemos que estas distancias solo pueden comprenderse ubicándolas en
el contexto de diversidad y desigualdad en que viven estos niños. En las clases sobre las migraciones, los maestros hablan posicionándose en
Ya fuera del aula, en diversas charlas y entrevistas, los niños afir- el lugar del nosotros, de los nacionales, se refieren, como en la situación observa-
maban en general el presupuesto de que los indígenas son seres primiti- da, a las pocilgas y las condiciones infrahumanas en que vivían los inmigrantes
vos y antiguos (presupuesto ampliamente instalado en el discurso social), en nuestro país y muestran imágenes que sin duda no difieren mucho de las
vinculaban “lo indígena” con la naturaleza y la carencia, la ausencia de viviendas que estos niños ocupan hoy; algunos niños argentinos al abordar el
trabajo, de casa y de ropa, al hecho de que son negros (atributo asociado tema de las migraciones pasadas encuentran en el aula un espacio que pare-
reiteradas veces a valores negativos). Estas ideas eran incluso reafirma- cería estar habilitado para realizar, frente a sus pares bolivianos o paraguayos
das frente a la información y los comentarios contrastantes desplegados comentarios del estilo que se vayan a su casa, son ilegales, nos vienen a invadir.
por la docente.7 Todo esto en un aula con una proporción significativa de niños migrantes que,
Dos años después observamos clases de sexto grado de estos mismos ante este tipo de comentarios, en gran medida permanecen en silencio.
niños referidos a la migración a la Argentina a fines del siglo XIX (reitera- Es inevitable la pregunta acerca de cómo leen los niños los saberes
mos que se trata de una clase con un alto porcentaje de niños procedentes escolares que ponen en juego estos temas desde situaciones donde la diver-
de países limítrofes y todos ellos, con excepción de uno habitantes de una sidad cultural de sus grupos de referencia, su mismo carácter de migrantes
villa de emergencia cercana). Registramos este tipo de situación: y sus trayectorias de vida aparecen tan fuertemente cruzadas por situacio-
La primera clase la docente introduce el tema (sobre el que supues- nes de desigualdad.
tamente los niños han estado leyendo el manual) haciendo referencias al Los niños, y en particular los niños migrantes que asisten a la escue-
ferrocarril, el frigorífico, el puerto de Buenos Aires, el modelo agrario ex- la, aparecen atravesados por fuertes tensiones identitarias. Los siguien-
portador: tes comentarios (realizados ya fuera del contexto del aula, en entrevistas o
charlas informales con ellos) refieren a la forma en que vivencian y sienten
representado en la escuela su lugar de procedencia:
7.  Habría que relativizar el posicionamiento valorativo de lo indígena explicitado
ante nosotras por la maestra considerando por ejemplo las numerosas frases del
Lo que no me gusta de esta escuela es que me digan que soy
texto escolar consultado por los niños donde los indígenas aparecen fueretemente
asociados al pasado, la belicosidad y la barbarie. boliviana solo porque nací en Bolivia…

[ 182 ] [ 183 ]
Si yo nací en Buenos Aires y mi mamá en Bolivia ¿yo qué soy? Como decimos en un trabajo reciente “Lo boliviano” se convierte en
Mis papás lo hablan [el quechua], pero mis hermanos no. Ni yo una categoría a la vez cuestionada y reafirmada, en un referente nacional
también quiero aprender ese idioma porque no me gusta hablarlo. que connota un territorio y también alude a estilos y formas de vida. “Lo
Me quiero ir y no me quiero ir a Tucumán… [a lo que contesta su boliviano” aparece como un atributo desvalorizado y objeto de permanente
amigo hijo de migrantes bolivianos]: Entonces que se parta a la mitad. violencia, pero a la vez como un referente de identificación colectiva y como
parte de una estrategia de diferenciación y búsqueda de reconocimiento
Estas frases (e innumerables mas escuchadas en la escuela) dan cuenta (Malimachi Barral, 2007). Cabe señalar también, que en Buenos Aires la
de que los chicos perciben muy claramente la tensión, el carácter cambiante en población migrante procedente de Bolivia, ha construido distintas estra-
sus vidas y sus referencias identitarias, que esto es un tema, un problema, una tegias de organización, con posiciones identitarias tanto alineadas con los
pregunta para ellos. La forma en que se posicionan frente a la propuesta de recu- movimientos etnopolíticos de pueblos originarios que suelen afirmar iden-
perar y hacer públicos aspectos de su historia y sus saberes asociados Bolivia (en tidades en términos étnico-culturales, como otras en las que las construc-
la clase sobre pueblos indígenas), no puede ser comprendida sin considerar estas ciones identitarias giran en torno a “ser de otro lugar”, en términos étnico-
tensiones y lo que Bolivia representa en el contexto social y escolar. nacionales (Grimson, 1999; Diez y Novaro, 2009).
En trabajos recientes advertimos que para los chicos con los que hemos Pero además, no podemos dejar de considerar que el carácter de mi-
trabajado, la “bolivianidad” tiene características y un peso muy variado grantes de estos niños aparece fuertemente significado en el espacio esco-
pero siempre significativo. Bolivia parece ser en todos ellos un referente lar, desde el discurso nacionalista que en las escuelas suele adquirir senti-
de importancia. En la reconstrucción de sus historias era evidente que vi- dos de negación o desvalorización de lo considerado extranjero.
venciaban muy profundamente la tensión volver-quedarse, eran evidentes La vinculación que en este caso se produce en el imaginario entre la
también las marcas de la movilidad en sus experiencias y sus afectos. (No- nacionalidad y la pertenencia étnica agrega complejidad a la cuestión. Si es
varo et al., 2008). Esto, de más está decirlo, no agota el contenido ni el senti- complejo precisar como vivencian los niños su carácter de “otros naciona-
do de las referencias e identificaciones de los chicos migrantes bolivianos en les”, más aún es caracterizar como experimentan la sospecha de su carac-
Buenos Aires. Son solo aspectos reiteradamente encontrados, que coexis- terización como “otros étnicos”.
ten, con alusiones más o menos indirectas a su situación socioeconómica, a Merece un comentario especial el tema de la identificación o no de los
sus vínculos familiares, a sus ámbitos socioterritoriales o barriales, a las niños procedentes de Bolivia con lo indígena, en un contexto donde como
relaciones con sus pares, etc. vimos se producían reiteradas asociaciones entre “lo boliviano” y “lo indí-
gena” y donde la micropolítica de la clase y el discurso explícito adulto iba,
aparentemente, en el sentido de la valorización de los pueblos originarios.
Procesos de identificación nacional y étnica en la escuela Pero la pregunta obvia es hasta donde las intenciones que se manifiestan
en relación al trabajo en un aula pueden sostenerse sin problematizar los
El tema de las identificaciones, en definitiva y como siempre parece sentidos hegemónicos. Si nos atenemos al ejemplo puntual, pareciera que
serlo, es bien complejo y contradictorio en estos niños, expresado en la co- mas bien poco.
existencia de valorizaciones del país de origen, con percepciones sobre las Teniendo en cuenta las intenciones explicitadas por la docente de cuar-
marcas negativas asociadas al mismo. to grado al preparar la secuencia “pueblos indígenas” (que valoren su pro-
Los chicos bolivianos, vivencian cotidianamente tensiones muy claras pia historia y saberes), los posicionamientos de los niños frente a este tema
de sus adultos de referencia en torno a cuestiones identitarias. Estas ten- y, dos años después, los sentidos que se despliegan en el desarrollo de la
siones se inscriben en un contexto social en el que suele registrarse una secuencia sobre migración, encontramos interesantes elementos de conti-
imagen negativa de las migraciones recientes de países limítrofes.8 nuidad con otras investigaciones.

8.  En otros trabajos profundizamos en como esta connotación negativa de las mi-
graciones recientes también esta presente en algunas propuestas editoriales y re- XIX como un aporte a la conformación de la Nación, frente a la imagen de la migra-
presentaciones docentes en las que se contrapone la imagen de la migración del siglo ción actual de países limítrofes como un problema (Novaro, 2005).

[ 184 ] [ 185 ]
El trabajo de Adela Franze (2002) entre los niños marroquíes en Espa- migrante la demanda de que explicite términos en lenguas como el quechua
ña representa un importante antecedente en la reflexión sobre los sentidos o el aymara en la escuela, recordemos investigaciones de acuerdo a las cuales
de las políticas de reconocimiento en la escuela. Franze advierte la tenden- el uso diferencial de la lengua y formas de habla, (en particular el “quechua
cia de los colegios a los que asisten niños extranjeros a señalar a los jóvenes mezclado”), participa en procesos de conformación de sentidos de pertenencia.
migrantes permanentemente su diferencia y de esta manera construirlos Distintas investigaciones muestran como se registra en muchos migrantes
como asistibles y tutelables, a hacerlos aparecer como encarnación del otro una tendencia a asociar el quechua al pasado, el campo y la pobreza, mien-
cultural. Desde una posición donde la diversidad cultural queda asociada tras que el español representa posibilidades de ascenso social, formación sis-
a la pertenencia étnico-nacional, se construye un otro amenazado y frente tematica y progreso (Dreidemie, 2008). En este mismo libro Hecht trabaja
al cual la escuela aparece con la misión de “Enseñarles su cultura”. En la asociación en las concepciones de la población toba migrante del uso del
una reflexión desde España, aplicable con las diferencias del caso a nuestra español con el éxito escolar. Si los niños migrantes bolivianos de familias
realidad, Franze afirma que mas que desconocer la diversidad cultural, la hablantes del quechua o del aymará han recibido este tipo de mensajes de
escuela desconoce el multiculturalismo de la diversidad de posiciones ima- parte de sus familiares, y en general un mandato familiar de invisibilización
ginando una irremediable oposición entre cultura de origen y cultura de de sus referencias identitarias, es evidente que les resultará por lo menos
destino, enajenando a estos jóvenes de sus experiencias polivalentes donde desconcertante el pedido de que expliciten palabras en estas lenguas y cos-
se conjugan múltiples referentes culturales. tumbres consideradas tradicionales en el contexto de la escuela.
¿Qué pasa con los chicos frente a este discurso? Fue también evidente que si bien los niños podían silenciar o desear
Para los chicos marroquíes (y también para los chicos bolivianos tal no hacer visible su pertenencia nacional, ello no implicaba renegar de las
como vimos), la interpelación desde el origen pareciera vivirse más como referencias e incluso coexistía con manifestaciones de nostalgia por su país
un señalamiento que como una valorización. Desde allí muchos rechazan de origen (generalmente en contextos más íntimos y privados).
discursos que homogenizan sus experiencias. En el caso aquí desplegado Se advierte que, frente a la claridad con que los niños daban cuenta
el rechazo no es algo totalmente claro, (más allá de la contundencia de la en las charlas y entrevistas de como percibían las tensiones identitarias
asociación de uno de los niños entre nosotros y los civilizados, o la negación que atravesaban sus vidas, en particular la “marca” de su nacionalidad,
de otro a tener rasgos oscuros), si la indiferencia, la implicación formal y el su observación en situaciones formales de aprendizaje nos dió múltiples
silencio. En todo caso, la distancia que los niños parecen afirmar se mani- indicios de que estos mismos niños no hacían explícitas de la misma forma
fiesta con mas claridad cuando se insinúa su asociación con los pueblos in- y con la misma intensidad estas problematizaciones cuando se trataba de
dígenas. Su asociación con “lo boliviano” remite a comentarios que hablan los contextos formales de aprendizaje.
de una identificación ambivalente.9 Esta aparente contradicción entre sus palabras privadas y públicas,
Todo esto plantea la necesidad de trabajar en una distinción teórica sus tomas de posición y sus valoraciones, es en ocasiones tildada de inco-
más clara entre lo que implica la marcación, la visibilización y el reconoci- herente, inconsistente. Por el contrario creemos que, además de puesta en
miento. Debemos recordar que nombrar al otro no solo es una forma de re- evidencia, debe ser pensada, descifrada, significada si realmente queremos
conocerlo, sino que tambien puede ser una forma de marcación en tanto un entender las trayectorias de estos niños. Su posición en alguna medida
término (indio, hablante de una lengua indígena, boliviano) lleva asociado dual, puede tal vez ser vista como indicio de su habilidad para ubicarse en
un significado peyorativo que se impone sobre alguien. contextos conflictivos y cambiantes, para traducir y resignificar sentidos en
Pero volvamos al aula y al contexto que enmarca el sentido de lo que contextos claramente interculturales. Las distintas posiciones que asumen
en ella se despliega. Para comprender lo que puede significar para un niño hablan de sus múltiples experiencias y referencias culturales, de la comple-
jidad de sus vidas e identificaciones. Solo puede ser entendida en referencia
9.  En este punto resulta sugerente el trabajo realizado por Verónica Trpin (2004) a procesos socioculturales más amplios que el aula y la escuela. Los pro-
entre niños migrantes chilenos o hijos de migrantes en la Patagonia y los complejos cesos socioculturales más amplios en este caso, remiten en gran medida a
contextos y sentidos desde los que confirman y ratifican su condición de chilenos, situaciones de pobreza, desposesión, migración y profundas tensiones en
poniendo en evidencia las distintas identidades que se les adscriben en su familia
y en la escuela. torno a la definición de identidades.

[ 186 ] [ 187 ]
Segunda escena: cuando los niños señalan los límites Cris: –Porque son gatos (M. hace de cuenta que no escuchó
del humanismo en un contexto de privación nada).
M.: –¿Está mal vivir de otra forma… está mal vivir en una
Se trata ahora del cierre del tema “sociedades indígenas”. La maestra casa de tierra, en un departamento, en una casa de chapa? […]
ha comenzado a avanzar sobre “La conquista de América”. Hacia el final de Gastón: –Esteban dice que sí, porque a él no le gusta vivir en
la clase la docente introduce una reflexión sobre el abuso y el respeto: una casa de chapa.
F. (sin considerar el comentario): ¿Qué cosa tenemos que nos
tienen que respetar las leyes?... el respeto por los derechos. ¿Antes
Emilio: –Les enseñaban sus cosas para sacarles la tierra para que todo que somos?
hacerlos esclavos Varios en corito: –Humanos.
Fr. (el nene con reiteradas conductas agresivas hacia sus com-
pañeros bolivianos y paraguayos): –¿Qué, cosas si no existía nada?
(la docente no retoma el comentario) […] Reflexiones a propósito del humanismo en la escuela
M.: –¿Antes de ser argentinos, uruguayos… qué somos?
Nenes: –Gente, seres humanos, seres vivos El discurso del respeto y la valoración apareció en las primeras charlas
M.: –¿Qué es más importante? que tuvimos cuando esta maestra comentó las intenciones que tenía en el
Fr: Argentino, ser argentino primero … desarrollo del tema: que los chicos valoren estos pueblos y comprendan que
M.: –¿Cuál es mejor, esa época o la de nosotros? se trata de grupos que viven actualmente. Frente a la dificultad de constatar
Cris: –La de nosotros. si el desarrollo de la secuencia había tenido el efecto formativo esperado, la
M. (omite este último comentario y en vos alta reproduce –o docente parece haber optado por estrategias que, más allá de que fuera o no
traduce– un comentario de otro chico): E. dice que para él la de su intención, llevaban a los chicos a repetir su discurso “políticamente correc-
otras culturas porque eran más naturales. […] to”. Se trata, desde la posición de la maestra, de un discurso que podríamos
M.: –¿Por qué no respetaban a los indios? definir como humanista, del discurso de la tolerancia y el respeto. Los chicos
Emil: –Porque se vestían mal. en general, más que conceptualizar en torno a el, se empeñan en adivinar
Nene: –Eran distintos. […] los términos que suponen la docente espera oír. También, evidentemente,
M.: –¿Porque lo importante es que todos somos...? introducen significativas observaciones, referencias humorísticas y casi gro-
–Humanos (contestan varios en un tono que hace pensar que tescas pero sumamente reveladoras (comparar el lugar de los indígenas en la
del tema ya hablaron y saben lo que M. espera escuchar). conquista con “los gatos” en una posible alusión a sujetos que realizan prác-
M. sigue con una larga disquisición sobre las sociedades hu- ticas sexuales socialmente cuestionadas) e interpelaciones que en general la
manas… maestra desoye o al menos no incorpora a la reflexión sistemática.
M.: –¿Hay una cultura mejor y una cultura peor? Advertimos numerosas referencias a las propias experiencias explici-
Algunos dicen que si y otros que no. M., sin preguntarles por tadas por los chicos en este pasaje; advertimos también que cuando la men-
qué, ni confrontar distintas perspectivas, introduce una pregunta ción de esas experiencias no se utilizaba para responder a una pregunta
(que nos pareció más condicionada por nuestra presencia como an- puntual o para sostener la posición de la docente (los términos en quechua
tropólogas que dirigida a los niños) en la primera clase, el respeto y la tolerancia en la última) en general no
M.: –¿Peor o distinta? […] eran retomadas. El cierre de la clase, con la referencia de un niño a su
M.: –¿Es lo mismo ser distinto que ser mejor o peor? […] disgusto por vivir en una casa de chapa, la ausencia de comentarios de la
M.: –¿Por qué mucha gente piensa mal de los pueblos origina- docente frente a la contundencia de este contrargumento, resultan para-
rios, les saca la tierra? digmáticos. La maestra más bien, frente a los cuestionamientos a las bases
Emilio: –Porque algunas tierras de ellos tienen petróleo. de su argumento, siguió en su propio discurso. Nos preguntamos entonces

[ 188 ] [ 189 ]
hasta donde las interpelaciones de los niños donde evidentemente se mos- cedencia, y su despliegue suele funcionar como una marca de pertenencia que
traban los límites del humanismo en un contexto de privación transforma- no es claro que los niños deseen asumir en el contexto escolar.
ron a esa discurso adulto en una sintonía vacía, porque en ella no entraba Sin embargo, las escenas dan cuenta de que las palabras de estos ni-
lo que parecía no poder traducirse: que estos chicos no quieren vivir donde ños aparecían en sus propios tiempos y estilos y sobre todo desde una gran
viven, no se identifican con los indígenas (al menos en la escuela) y en algu- diversidad de posiciones: algunos ausentes de la dinámica de la clase que
nos casos anteponen lo argentino a lo humano. pretendían sostener las docentes, otros fuertemente involucrados en el jue-
go, compitiendo por encontrar la palabra justa que suponían las docentes
querían oír, pero también dando cuenta a través de sus planteos y sus in-
La escuela: ¿lugar de encuentro y confrontación de saberes? terrogantes, de dudas profundas y en ocasiones de cuestionamientos a la
forma de plantear el tema. Todo ello alternado con innumerables chistes,
Las escenas relatadas hablan de la vinculación entre las interpelaciones golpes, insultos, y con los retos y castigos consecuentes.
identitarias en la escuela y las referencias a saberes escolares y sociales. Las palabras de estos niños nos sorprenden en su misterio, pero tam-
La maestra de cuarto grado, como antes mencionamos había expre- bién en la claridad de algunas asociaciones y lo concreto de sus referentes. En
sado reiteradamente su intención de que “aparezcan” las voces de los chi- ocasiones (particularmente en las entrevistas) resultaron realmente descon-
cos, que recuperen sus conocimientos y valoren lo que saben, en especial a certantes tanto los tópicos a los que se referían, como la forma de sus discur-
partir de experiencias vividas en otros países.10 Reiteradamente también sos: relatos de hechos aparentemente reales que intercambian minuciosos
aludía a los logros y posibilidades de estos niños y parecía preocuparse por detalles sobre duendes y aparecidos, pasiones que parecen desenfrenadas
encontrar la forma de llegar a ellos. Toda esta intención entra sin duda en por escenas dramáticas y en ocasiones morbosas, escabrosos detalles sobre
tensión con imágenes sobre estos niños sostenidas básicamente en la idea rituales, escenas románticas, cuerpos desnudos, referencias al dinero, el sexo,
de privación y carencia cultural, imágenes que, si bien reconocen antigüe- el trabajo y las viviendas. También nos sorprendimos con discursos donde
dad en el sistema, siguen vigentes y se expresan en alusiones tanto a sus sostenían nociones de pobreza, riqueza y popularidad difíciles de comprender
familias y grupos de referencia, como a sus posibilidades de aprendizaje. desde nuestros parámetros. Aspectos todos que seguramente comparten con
Las situaciones observadas dan numerosos indicios de cómo, en los he- gran parte de los niños de su edad y de similares trayectorias de vida.
chos, la propuesta para “dar lugar” a los saberes de los chicos se redujo en ge- Sus palabras dan cuenta de saberes, en tanto saber remite a un referen-
neral a habilitar sus recuerdos y palabras y a propuestas para evocar objetos, te amplio: el conjunto de conocimientos construidos en diversos ámbitos de
prácticas y términos de uso frecuente en su país. Hemos advertido en las cla- producción cultural, aludiendo no solo a los considerados conocimientos “legí-
ses que la participación de los alumnos tendía a presentarse frecuentemente timos”, sino también al “conocimiento tácito”, “implícito”, a los saberes del sen-
en función de “pegarle” al término esperado por el maestro, de completar la tido común, que en gran medida remiten a pensamientos socialmente organi-
frase con la palabra esperada. En ese escenario (casi de “adivinación” o acerti- zados en torno a la experiencia, al saber hacer y la práctica (Beillerot 1998).
jo planteado por el adulto) no podía percibirse que la palabra y los saberes de Las clases muestran que también allí, más allá de lo limitado de las
los chicos serían demasiado escuchados y valorados. Se advirtieron claramen- estrategias y propuestas escolares, los chicos “traían” la riqueza de sus ex-
te las limitaciones para desarrollar estrategias de incorporación sistemática periencias, saberes e intereses en forma mucho más espontánea de lo que
de otros saberes, lo que implica no solo su mención y evocación, sino también suponíamos y a partir de ellos interpretaban los conocimientos que se les
su problematización, contrastación, etc. Pero además, reiteramos aquí lo di- presentaban. Estos saberes, en ocasiones eran usados muy pertinentemen-
cho en el punto anterior, en tanto se trata de saberes que remiten a una pro- te por los chicos para contrastar su experiencia con los esquemas escolares
(situación más que clara en el cierre de la clase de pueblos indígenas y el
contrapunto entre una maestra y dos alumnos en torno al valor de vivir en
10.  No parece un detalle menor que esto lo explicitara ante nosotras, conocedora de casas de chapa). Este juego en ocasiones no estaba exento de la creatividad
nuestra intención de seguir la trayectoria educativa de los chicos migrantes como ya
y el humor, desde el cual realizaban asociaciones muy creativas jugando con
dijimos. Esto también debe considerarse en la reflexión sobre su permanente inter-
pelación en el aula hacia los niños bolivianos. el doble sentido de términos y frases (comparar a los indígenas derrotados

[ 190 ] [ 191 ]
con los gatos), introduciendo comentarios que, en el almidonado contexto Desde el enfoque de la privación cultural (ampliamente presente aún
del aula, podían parecer vulgares y grotescos. hoy en las escuelas) suele sostenerse una imagen de desposesión total, don-
Al respecto resulta sugerente el trabajo de Lahire (2006). Sostiene este de estos sujetos quedan totalmente silenciados. Las teorías del choque o el
autor que frente a la estigmatización que la escuela suele realizar de los conflicto cultural que se afirman superadoras de las anteriores, en ocasio-
relatos de los niños, debemos pensar en distintos registros de habla, en la nes interpretan las situaciones multiculturales desde la suposición de un
lógica de estilos más pegados a lo particular. Entendemos siguiendo a este abismo intransitable entre estilos, preferencias y valores. En el pensamien-
autor que se trata de no fijarnos en la confusión que provocan narraciones to de Pierre Bourdieu, encontramos interesantes elementos teóricos para
que contrastan con el modelo de expresión hegemónico en la escuela, sino superar las limitaciones de las nociones señaladas y comprender, en parte,
de preguntarnos por su lógica de argumentación antes de calificarlos de las situaciones relatadas. Las distancias en su perspectiva pueden com-
desorganizados y confusos. Reconstruir su sentido, agrega el autor, supone prenderse a partir de cierta continuidad entre el discurso educativo y las
vincularlos al contexto, la experiencia y la historia. formas y contenidos lingüísticos y culturales de los sectores acomodados
Las escenas muestran que el lugar de los múltiples conocimientos en (Bourdieu, 1998).13 Creemos que esta posibilidad esta presente e ilumina
la definición y valoración de identidades sociales en la escuela es indudable. algunos aspectos de las situaciones relatadas, pero no agota el sentido de lo
Desde la imagen del templo del saber se han escrito muchas palabras, pero que registramos en la escuela donde trabajamos. Además, las situaciones
es dudoso que se hayan instalado metáforas tan efectivas en el imaginario relevadas mostraron que los niños en una situación de desigualdad marca-
de los actores educativos. Desde el arraigo de la misma, son evidentes los da por innumerables aspectos (su edad, su situación socioeconómica, su ca-
efectos de sacralización y fijación de lo que en ella circula como conocimien- rácter de extranjeros, etc.), distaban de internalizar acrítica y pasivamente
to válido y el desconocimiento o desvalorización de lo que se considera viene un lugar de subalternidad y transformarse en “cadáveres ambulantes”14 ,
de fuera, más cuando ese afuera, es asociado con tanta fuerza a la priva- tablas rasas a través de las cuales circulaba el discurso adulto, supuesta-
ción y el peligro. En definitiva, no podemos dejar de considerar que lo que mente prestigiado.
se manifiesta del “afuera” en el “adentro” se presenta como el resultado de Ese adulto, en todo caso, lejos de un lugar y posicionamiento claro
trayectos previos que se conciben generalmente como carentes de sentidos como a veces nos sugiere la teoría de la reproducción, se presenta atravesa-
formativos.11 do además de por su pertenencia de clase, por innumerables y en ocasiones
superpuestos mandatos sociales y educativos: del asistencialismo y la nor-
malización, al nacionalismo y el discurso democratizador.
Identidades y saberes en las representaciones En los últimos años, a estos mandatos se ha sumado otro: que las es-
docentes y mandatos educativos12 cuelas se transformen en un espacio donde el despliegue de la palabra ten-
ga un lugar central. Numerosos documentos oficiales, propuestas curricu-
Para entender el sentido de las palabras y silencios de los niños mi- lares y textos escolares hablan de habilitar la palabra, dar la voz, respetar
grantes en la escuela y en el aula, es necesario ponerlos en relación con las posiciones, permitir el despliegue de narraciones, desarrollar la escucha.
voces y discursos de los docentes y con el discurso social. Esta valoración de la palabra supone una revisión de la forma de concebir
El contexto general y educativo ha sido puesto como explicación de el saber, cuestión que creemos sigue pendiente.
estas miradas que en ocasiones no ven o ven tan parcialmente; también las Desde esta valorización de la palabra, el silencio aparece como un dé-
trayectorias formativas, los mandatos predominantes y las visiones insta- ficit más.
ladas en el magisterio.
13.  Recordemos que esta perspectiva aparece así desplegada en “La reproducción”
y matizada en otras obras de este autor. Consideremos también que Bourdieu se
11.  Para algunas referencias a la forma en que el afuera aparece representado de refiere con este esquema básicamente a las características de la educación superior
otro modo en los chicos ver el texto de María Laura Diez en este mismo volumen. en Francia.
12.  Algunas de las reflexiones que se vuelcan en este y el siguiente punto han sido 14.  retomando un comentario con el que Paul Willis (1988) señala la imagen de
anteriormente trabajadas en el texto ya citado (Novaro, 2009). pasividad con que el reproductivismo posiciona a los sujetos subalternos.

[ 192 ] [ 193 ]
¿Niños silenciosos o niños silenciados? descontextualización de los conocimientos, la tendencia a la abstracción y la
Palabras sobre voces y silencios generalización y las normas de interacción impuestas para “ser alumno”. El
aula sería así un espacio cargado de reglas propias, donde los saberes apa-
Frente a la valorización del niño hablante, que en algunos casos, pa- recen básicamente descontextualizados de su contexto de producción y de su
rece más bien derivar en la imagen del alumno ideal como un histriónico uso (Díaz de Rada, 2005). En muchos niños la imposición de estas descon-
parlanchín, los chicos migrantes de países limítrofes suelen valorarse en la textualizaciones implica una gran discontinuidad con los modos de hablar y
escuela negativamente como silenciosos y retraídos15. No son excepcionales de vincularse y con las destrezas cognitivas que desarrollan en el hogar.
los adultos en las escuelas que, frente a estilos comunicativos particulares Las situaciones relatadas muestran que es válida también la pregunta
que parecen distanciarse de los esperados y frente al aparente silencio, sobre qué pasa con las voces de los adultos. Parecería que en ocasiones las
apuran el diagnóstico de “chicos silenciosos” y las proyecciones negativas intervenciones de los chicos dejan a los docentes sin palabras, sin posibili-
sobre los destinos escolares de estos niños. Después de advertir en ellos dad de diálogo y los obligan a volver a un libreto que tiene mucho de monó-
tantas y tan significativas palabras en el aula y fuera del aula, es difícil logo en tanto el interlocutor no tiene lugar.
adherir e incluso comprender esta imagen. Ciertamente en las escenas hay diálogos fracturados, el punto sería
En las representaciones de muchos docentes se encuentra una aso- precisar si son precisamente los niños quienes no escuchan y no dialogan,
ciación directa entre una posición distante y contenida de los chicos y las o como ya repetimos, el adulto (incluso el adulto que se afirma y segu-
referencias culturales y nacionales con las que estos niños son identifica- ramente está a priori predispuesto al diálogo) no puede escuchar lo que
dos. El silencio es en este sentido entendido por muchos docentes como una rompe su sintonía, se queda sin palabras (más bien nos quedamos sin pa-
barrera “cultural” surgida con independencia de la relación asimétrica que labras) frente al cuestionamiento y al relato de lo que no se quiere oír ni
se da entre los alumnos y la institución. La diversidad cultural aparece de se puede concebir.
esta forma como el caballito de batalla al que se alude para explicar la par-
ticular forma en que transcurre la escolarización de algunos chicos. Frente
a estas imágenes, también debe ser comprendido el sentido de clases como Para concluir: registro de las paradojas
las relatadas anteriormente, donde se propicia la afirmación identitaria de para salir de los efectos paradójicos
los niños.
Sostenemos en otros trabajos que una de las cosas que más ha llamado Como cierre de este recorrido quisiéramos concluir señalando algunas
nuestra atención en relación a este aparente “silencio” de los chicos boli- paradojas en las situaciones registradas.16 Volvemos para ello a las escenas
vianos en clase, es la poca reflexión de la propia escuela respecto a qué ha y la reflexión sobre las escenas recuperadas desde un intento de síntesis, y
hecho para provocar o romper este silencio. Esto es, pareciera que el “diag- siempre considerando a las escenas como excusa para hablar de innumera-
nóstico” de “chicos silenciosos”, obtura la reflexión de los docentes sobre su bles situaciones observadas en la escuela.
propia responsabilidad (y la de la sociedad en general) en el silenciamiento Teniendo en cuenta lo que muestran (al menos lo que a nosotros nos
(Novaro et al., 2008). Las escenas relatadas muestran que esta imagen pue- han mostrado) las escenas y las precisiones sobre las representaciones do-
de abortar también el arduo trabajo por escuchar lo que si dicen e intentar centes, incluimos también hacia el final algunas reflexiones sobre y para la
comprenderlo. práctica educativa.
Las escenas dan cuenta de la forma en que sus palabras se explicitan A lo largo del texto hemos intentado considerar los procesos de inter-
en contextos de aula. Distintas investigaciones advierten lo que implica el pelación identitaria de estos niños en situaciones concretas. Las situaciones
formato escolar en cuanto a la imposición del pensamiento alfabetizado, la relevadas evidentemente no agotan las múltiples experiencias formativas

15.  Algunas de las precisiones sobre el tema del silencio y el silenciamiento fueron 16.  A los fines de este trabajo entendemos a las paradojas como situaciones que
presentadas un trabajo previo (Novaro et al., 2008). En esta nueva reflexión sobre el terminan en lo que parecen comenzar negando, asociadas a efectos inesperados y
tema pongo más énfasis en como se vinculan estos aspectos con algunas caracterís- contradictorios; destacamos su referencia a contrasentidos con nuevos sentidos que
ticas del modelo de instrucción. deben ser revelados.

[ 194 ] [ 195 ]
ni referencias de identificación de estos niños. Pero la escuela, si bien no es como la escuela, puede dejar a las voces, experiencias y saberes que estos
la única institución educativa, se constituye en uno de los espacios forma- niños traen de contextos formativos no escolares, presos de su expresión
tivos principales de las sociedades actuales. A través de las experiencias local, en definitiva, de su situación de relativa deslegitimación.
escolares se despliegan situaciones de afirmación, negación e imposición de La situación de cierre de clase habla de la impugnación de los niños
múltiples identidades. En este trabajo nos hemos referido a situaciones que del discurso de la igualdad desde referencias a sus condiciones concretas de
dan cuenta de procesos de construcción en la escuela de identidades étnicas existencia, lo que también puede tener efectos paradójicos. En los pasajes
y nacionales y su vinculación con situaciones formales de aprendizaje. He- reproducidos, se hace evidente que los niños traen el contexto a la escue-
mos analizado esto en un contexto donde el nacionalismo escolar coexiste la, en su carácter caótico, contradictorio, injusto. Remiten a situaciones de
con un discurso humanista de sentidos muy complejos. discriminación, a la imagen de sus padres hablando una lengua desvalori-
La primera escena nos muestra una clara paradoja: la tensión que zada, a su deseo de no vivir en las casas de chapa (más que el interés por
resulta de la puesta en acto de una propuesta sostenida en la idea de que discutir si eso es o no humano). Eso es para ellos “lo cercano”. Si algo de
visibilizar ciertas referencias es positivo y necesario para valorar a los ni- cierto hay en que el pensamiento de los sectores populares aparece mas
ños con diversas pertenencias étnicas y nacionales, frente a los efectos de referido a lo concreto y lo cotidiano (tomando el esquema de Bernstein y
señalamiento y marcación asociadas a estas prácticas de visibilización. Bourdieu sobre el cual tantas objeciones se han realizado), se hace evidente
Debemos considerar que estas propuestas se realizan sin modificar el par- que el discurso humanista, desentendido de las relaciones reales, les resul-
ticular lugar de “extranjería” donde quedan estos niños ubicados desde las ta particularmente ajeno y lejano.
versiones más tradicionales del paradigma civilizatorio y el nacionalismo A través de sus palabras no obstante es posible empezar a intuir la
en sus expresiones escolares. También debemos considerar que estas pro- forma en que leen los saberes escolares “políticamente correctos”, que en
puestas de visibilización se realizan desde el formato escolar establecido y ocasiones los invocan a afirmarse en la distintividad, desde situaciones
con una visión no cuestionada sobre los saberes legítimos. como decíamos, donde la diversidad cultural de sus grupos de referencia
La escena nos lleva a preguntarnos cómo experimentan los niños si- aparece tan fuertemente atravesada por situaciones de desigualdad. Las
tuaciones donde son invocados a explicitar un saber que los posiciona como discontinuidades y la “experiencia de irrealidad” que presenta la escue-
portadores de una marca de distintividad connotada negativamente en el la más que transitarse se reafirman y creemos se realimentan frente al
discurso hegemónico. En todo caso, parece más ajustado registrar que es- discurso formal de la igualdad y el humanismo. ¿Cómo no pensar que
tas invocaciones los desconciertan, que sostener que las mismas permiten estas situaciones generan en ellos complejas tensiones identitarias? Pero
romper discontinuidades entre su vida dentro y fuera de la escuela. Esto además, se advierte que la afirmación de los niños de su carácter activo
no implica, por supuesto sostener que la invisibilizacion se transforme en rechazando el discurso humanista y contrastándolo con sus condiciones
alternativa. reales de vida puede tener efectos tal vez no lineales ni evidentes, pero no
Vinculando claramente la problemática de las identidades y los sa- por ello menos contundentes: el condenarlos a quedar presos del registro
beres, la primera escena muestra de que forma explicitar un saber en el (naturalizado) de la desigualdad. En este proceso tal vez pierden la posi-
contexto del aula queda asociado a asumir una identidad, a ser boliviano y bilidad de contrastar lo que es, con lo que debería o podría ser en términos
ser boliviano, ser inmigrante, a no ser nacional. de mayor igualdad.
Las situaciones relatadas a propósito de la primera clase sobre “pue- Es evidente que las intervenciones de los chicos distan de ir en el
blos indígenas” y las referencias al tema de la migración (en un aula pobla- sentido político ideológico cuestionador de las relaciones imperantes. Los
da por niños migrantes) dan cuenta de que desde los niños el silencio y el cuestionamientos que aparecieron espontáneamente más bien, iban en la
involucramiento formal se transforma en ocasiones en una opción frente a dirección de dar lugar a los dramas, al humor y a la vida, cuando menos se
la compulsión por el uso público de la palabra y por explicitar señales de los invocaba y en ese sentido, escapan a lo planificable y lo predecible.
distintividad. Sin embargo, (y aquí podemos hablar de una segunda para- Advertimos que ni el silencio, ni la interiorización acrítica, pero tam-
doja), el silenciamiento de las voces, experiencias y saberes en los espacios poco la resistencia abierta y explícita a los saberes hegemónicos explica la
de conocimiento socialmente prestigiados (al menos en términos relativos), complejidad de lo que sucede en las aulas. De allí, en una afirmación nada

[ 196 ] [ 197 ]
original señalamos los límites a las explicaciones de la teoría de la repro- La precisión y la riqueza de las voces que estos niños si expresan cuan-
ducción y las visiones ingenuas de la resistencia. do se les habilita la palabra dan cuenta de la necesidad de revisar la jerar-
Bourdieu explica muchas cosas, sin embargo, las situaciones registra- quización de conocimientos y las imágenes sobre el saber social, su asocia-
das dan cuenta de relaciones que difícilmente puedan ser pensadas solo ción a lo incompleto e incorrecto.
desde posiciones y sintonías que polarizan la dualidad: discurso escolar – Dar lugar a las palabras de los niños no significa silenciar el discurso
estilos de los sectores populares. adulto, ni las didácticas ni las disciplinas. En esto también, las polarida-
¿Donde ubicar, en esta dualidad el posicionamiento humanista políti- des no hacen más que empobrecer. Tal vez si significa poner a los curri-
camente correcto, pero vacío de referencias sociales concretas que permea culums, los textos y planificaciones en su lugar: como uno de los aspectos
los discursos escolares actuales, y, en particular las posiciones adultas que que guían la tarea docente. Tras ellos, están los niños, con sus historias,
hemos retratado en estas escenas? sus intereses y a veces también con sus dramas. Todo esto debería tam-
¿Como caracterizar las intervenciones de los niños, que marcan los bién direccionar que y como enseñar, única forma de garantizar, que algo
límites de ese humanismo desde sus experiencias de la desigualdad y la se aprenda.
injusticia? En esta definición y estos caminos que se abren, volvemos a repetir la
El análisis en profundidad de las situaciones de aula, donde sin necesidad de atender a ciertas paradojas no evidentes en su manifestación,
duda se realiza la reproducción, da cuenta de que esta no es todo lo que pero de efectos registrables si nuestra mirada intenta ir más allá de lo que
se realiza (o que en todo caso se realiza de múltiples maneras): historia se presenta como evidente porque en definitiva, a pesar del carácter fre-
de mandatos contrastantes superpuestos; posicionamientos de docentes cuentemente no deseado y siempre inesperado de las paradojas, debemos
que parecen el producto de complejas (y también creativas) síntesis de también poder ver en ellas testimonios de la complejidad y la riqueza de la
discursos nacionalizadores y democratizadores, exclusores e inclusores. vida social; paso necesario para comprenderla y condición para transfor-
Niños silenciosos, silenciados, activos, impugnadores. ¿Cómo pensar esa marla.
heterogeneidad que a veces se parece más bien al caos? Reproducción de
lugares y relaciones desiguales sin duda, pero también impugnaciones
implícitas a través de la contrastación de discursos infantiles que remi- Bibliografía
ten a la desigualdad y la valoración subordinada de las marcas cultu-
rales de sus grupos de referencia y un discurso adulto que, en muchos Beillerot, J., C. Blanchard -L aville y N. Mosconi (1998), Saber y relación
casos desde las mejores intenciones, intenta hacer evidente sus referen- con el saber, Barcelona, Paidós.
cias identitarias y sus condiciones de vida obviando el sentido dramático Bernstein, B. (1990), Poder, educación y conciencia, Barcelona, El Roure.
de sus historias. Bourdieu, P. y J.-C. Passeron (1998), La reproducción: elementos para una
No se trata solo de que la palabra de los niños comience a ser verdade- teoría del sistema de enseñanza, México, Fontamara.
ramente escuchada. Si solo ello sucediera, vuelve el fantasma de Bourdieu a – (2006), Los herederos: los estudiantes y la cultura, Buenos Aires, Siglo
hablarnos de reproducción, y, haciéndole decir lo que insinúa en la defensa Veintiuno.
que realiza, a pesar de todo, de la escuela en tanto puerta de acceso a lo Caggiano, S. (2003), “Fronteras múltiples: Reconfiguración de ejes identita-
universal, advirtiéndonos sobre los riesgos de dejar con sus saberes y dis- rios en migraciones contemporáneas a la Argentina”, Estudios Migra-
cursos a los niños de los sectores dominados, lo que ciertamente no es tema torios Latinoamericanos, año 17, Nº 52, Buenos Aires, pp. 579- 602.
de discusión en las escuelas a las que asisten niños de sectores acomodados, Carretero, M. y J.A. Castornina (2010), La construcción del conocimiento
obsesionados en los últimos avances de las disciplinas y las didácticas. histórico, Buenos Aires, Paidós.
¿Qué hacer con todas estas voces y silencios en la escuela? En princi- Díaz de R ada, Á. (2005), “¿Qué obstáculos encuentra la etnografía cuando
pio, escucharlo, lo que no quiere decir invocarlo, porque si algo caracteriza se practica en las instituciones escolares?”, en A. Franzé, M. Jociles et
al drama es que hacerlo público compulsivamente se puede transformar en al.(coords.), Actas de la I reunión científica internacional de etnografía
una forma más de la violencia. y educación, Valencia, Germania.

[ 198 ] [ 199 ]
Diez, M.L y G. Novaro (2009), “Reflexiones a propósito de la escolariza- – (2005b), “Nacionalismo escolar y migraciones en educación: de las «hor-
ción de chicos migrantes bolivianos en Buenos Aires”, en P. Melgarejo das cosmopolitas» a los «trabajadores competentes»”, en E. Domenech
(comp.), Educación Intercultural en América Latina: memorias, hori- (comp.), Migraciones contemporáneas y diversidad cultural en la Argen-
zontes históricos y disyuntivas políticas, México, Universidad Pedagó- tina. Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdo-
gica Nacional-CONACIT-Plaza y Valdés. ba, pp. 69-95.
– (e/p), “¿Una inclusión silenciosa o las sutiles formas de la discriminación? Re- – (2009), “Palabras desoídas-palabras silenciadas-palabras traducidas.
flexiones a propósito de la escolarización de chicos bolivianos”, en Diag- Voces y silencios de niños bolivianos en escuelas de Buenos Aires”,
nóstico participativo sobre discriminación. Proyecto contra la discrimina- Revista do Centro de Educação UFSM. Dossiê Antropologia da Edu-
ción, Buenos Aires, Asociación por los Derechos Civiles-Del Puerto. cação, vol. 34, Nº 1, Centro de Educação, Laboratório de Pesquisa e
Dreidemie, P. (2008), “Performatividad discursiva y espacios sociales limi- Documentação-LAPEDOC, Universidade Federal de Santa Maria,
nares: una propuesta de aproximación a las prácticas comunicativas enero-abril, pp. 47-64.
de migrantes indígenas quechua-bolivianos en Buenos Aires (Argenti- –, A. Borton, M.L. Diez y A.C. Hecht (2008), “Sonidos del silencio, voces
na)”, Runa. Revista del Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad silenciadas. Niños indígenas y migrantes en escuelas de Buenos Ai-
de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. res”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol XIII, Nº 36, pp.
Franzé Mudanó, A. (2002), Lo que sabía no valía. Escuela, diversidad e inmi- 173-201.
gración, Madrid, Consejo Económico y social-Comunidad de Madrid. Riekenberg, M. (comp.) (1991), Latinoamérica: enseñanza de la historia, li-
Grimson, A. (1999), Relatos de la diferencia y la igualdad. Los bolivianos en bros de texto y conciencia histórica, Buenos Aires, Alianza-FLACSO.
Buenos Aires, Buenos Aires, Eudeba. Romero, L.A. (coord.) (2004), La Argentina en la escuela. La idea de nación
– (2006), “Nuevas xenofobias, nuevas políticas étnicas en la Argentina”, en en los textos escolares, Buenos Aires, Siglo Veintiuno.
A. Grimson y E. Jelin (comps.), Migraciones regionales hacia la Ar- Rockwell, E. (1995), La escuela cotidiana, México, Fondo de Cultura Eco-
gentina. Diferencia, desigualdad y derechos, Buenos Aires, Prometeo nómica.
Libros. T rpin, V. (2004), Aprender a ser chilenos. Identidad, trabajo y residencia de
– y E. Jelin (comps.) (2006), Migraciones regionales hacia la Argentina. Di- migrantes en el Alto Valle de Río Negro, Buenos Aires, Antropofagia.
ferencia, desigualdad y derechos, Buenos Aires, Prometeo Libros. Walsh, C. (2009), “Interculturalidad crítica y pedagogía de-colonial: in-sur-
L ahire, B. (2006), El espíritu sociológico, Buenos Aires, Manantial. gir, re-existir y re-vivir”, en P. Melgarejo (comp.), Educación intercul-
Levinson, B. y D. Holland (1996), “La producción cultural de la persona tural en America Latina: memorias, horizontes históricos y disyuntivas
educada: una introducción”, en B. Levinson, D. Foley y D. Holland, The políticas, México, Universidad Pedagógica Nacional-CONACIT-Plaza
cultural production of the educated person, State University of New y Valdés.
York Press. Willis, P (1988), Aprendiendo a trabajar: cómo los chicos de la clase obrera
M allimaci Barral, A. (2007), “Hacerse comunidad. Construcciones del es- consiguen trabajos de la clase obrera, Barcelona, Akal.
pacio boliviano en Ushuaia”, Jornadas 50 Años de la Carrera de Socio-
logía, Buenos Aires.
Neufeld, M.R. y J.A. Thisted (1999), “El «crisol de razas» hecho trizas:
ciudadanía, exclusión y sufrimiento”, en M.R. Neufeld y J.A. Thisted
(comps.), De eso no se habla, los usos de la diversidad sociocultural en
la escuela, Buenos Aires, Eudeba.
Novaro, G. (2005a), “Representaciones docentes sobre las «formas de socia-
lización» y las posibilidades de aprendizaje de los alumnos indígenas”,
Campos. Revista de Antropología Social, vol. VI, Nº 1-2, Universidad
Federal do Parana, Curitiba, pp. 79-95.

[ 200 ] [ 201 ]
Discursos sobre la migración
en el contexto escolar

Una exploración de las relaciones entre


las prácticas institucionales y las
concepciones de los niños migrantes*

Laura Victoria Martínez

Introducción

En nuestra investigación, abordamos las identificaciones que atravie-


san a las experiencias de los chicos migrantes en una escuela primaria
pública, ubicada en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, y cercana a la
presentada en los trabajos precedentes.1
Nos hemos propuesto poner en relación las concepciones que los adul-
tos de la institución manifiestan sobre las trayectorias migratorias, con los
sentidos que adquieren estas experiencias en los niños con los que conver-
samos.
La escuela en la que trabajamos está integrada mayoritariamente por
niños hijos de migrantes bolivianos y un ochenta por ciento del total de la
matrícula reside en la villa de emergencia que se encuentra próxima a la
institución.
El ámbito en el que hemos desarrollado nuestra investigación presenta
ciertas particularidades, ya que posee una historia de proyectos institu-
cionales en relación a la población migrante. Al respecto, en la escuela se
han desarrollado diversas iniciativas de “reconocimiento” de la cultura bo-
liviana, como la exposición de danzas o comidas típicas en actos y eventos
escolares, o la invitación a adultos del grupo familiar a asistir a la escuela a

*   Este trabajo fue posible por la Beca Estímulo 2008-2009, otorgada por la Univer-
sidad de Buenos Aires y dirigida por Gabriela Novaro. El conjunto de los avances y
resultados del mismo son abordados en mi tesis de licenciatura “Niñez y procesos
de identificación en el contexto escolar: una indagación en las relaciones entre las
prácticas institucionales y las concepciones infantiles sobre la migración”, dirigida
por Gabriela Novaro y codirigida por la magíster Alicia Barreiro (Facultad de Psi-
cología, UBA- CONICET).
1.  Véanse los artículos de Diez y Novaro en este mismo volumen.

[ 203 ]
relatar narraciones y leyendas.2 Este perfil institucional ha sido construído Discursos adultos sobre las condiciones de vida
durante la gestión de un directivo anterior, quien durante más de quince de los migrantes en Bolivia y Argentina
años sostuvo una política escolar en este sentido, desarrollando interaccio-
nes con referentes del barrio, así como con padres de muchos de los chicos Durante nuestra presencia en la escuela, muchos docentes propiciaron
de la escuela. espacios para conversar acerca de su trabajo cotidiano; también pudimos
El trabajo de campo abarcó dos períodos: comenzó en 2008, a partir formar parte de conversaciones grupales en momentos en que realizaban
de una serie de entrevistas a docentes y directivos. El segundo tramo del tareas administrativas o incluso en intervalos de descanso de la jornada
trabajo se desarrolló en 2009, durante el cual se realizaron observaciones escolar. A partir de sus palabras, recuperamos algunos aspectos de sus dis-
de clases en varios grados, así como conversaciones informales con algunos cursos sobre los migrantes; específicamente ciertas referencias a las condi-
chicos. Se registraron varias clases del área de Ciencias Sociales en un ciones socioeconómicas de las familias en Bolivia y en Argentina.
grupo de séptimo grado, y luego se mantuvieron entrevistas con diez niños Casi la totalidad de los entrevistados de distintas edades y antigüe-
del mismo año. dad en la institución explicitaron ciertas imágenes sobre las malas con-
El análisis que exponemos a continuación pretende exponer tres cues- diciones socioeconómicas que caracterizan a Bolivia y que atravesaban a
tiones. En primer lugar analizamos los discursos de los docentes y directi- la población que migró hacia Argentina. Por un lado, estas referencias
vos, sus concepciones sobre las condiciones de vida de la población migrante tenían que ver con los tipos de empleos, las condiciones salariales y de
en Bolivia y en Argentina. En un segundo punto, indagamos en las concep- contratación (como por ejemplo, una remuneración que no se corresponde
ciones adultas en torno a los posicionamientos de los niños, en el marco de con extensas jornadas de trabajo). A estas consideraciones solían unirse
situaciones en las que se propone (desde la escuela) visibilizar sus referen- expresiones respecto de “la educación, la salud”, que “son muy caras”. Es-
cias identitarias. Al respecto hemos analizado los usos y sentidos que pare- tas imágenes suelen aparecer a través de ciertos “contrastes” que algunos
ce adquirir el término “vergüenza”, que también ha sido desplegado por los docentes marcan entre la “situación allá” y “cómo viven acá”: “Dentro de lo
niños en referencia a sus compañeros. En el último punto, avanzamos hacia mal que están, están mejor”.
otro de los interrogantes con los que comenzamos nuestra investigación: las Más precisamente, parece bastante extendida una imagen de la po-
concepciones infantiles sobre las trayectorias migratorias y su vinculación blación boliviana como “trabajadora”, a la cual se atribuye la intención de
con los significados transmitidos por los adultos en la escuela. Esto último promover para su familia una movilidad social ascendente; en esto la es-
supone una aclaración acerca de la metodología utilizada. cuela –“la educación”– implicaría un punto de referencia importante para
En los puntos 1 y 2 desarrollamos el análisis a partir de la información los padres, siempre según la visión de los maestros. En estos casos, los
producida mediante un enfoque etnográfico (entrevistas abiertas, conver- entrevistados mencionaron frecuentemente cierta “perseverancia” que se-
saciones informales y observación de espacios de interacción con maestros ría característica de los sujetos identificados como bolivianos, a los fines de
y con alumnos, por ejemplo situaciones de clase). En el punto 3 avanzamos acceder a distintos servicios públicos.
en el análisis de las concepciones infantiles a través de entrevistas en las En torno a las miradas que enfatizan el valor que estas familias asig-
que incorporamos elementos de la entrevista clínica, los cuales reconocen nan a la educación, aparecen ciertas expresiones reiteradas como “mantie-
su referencia a otro desarrollo disciplinar (la psicología genética), y cuya nen el respeto por el maestro”, “se preocupan por ayudarlos [a sus hijos con
elección argumentamos en dicho punto.3 las tareas] aunque no pueden”.
Las alusiones a la intención de “progreso” social y económico atribuída
a los migrantes bolivianos eran particularmente reiteradas. Si bien el pro-
2.  Si bien hemos podido registrar iniciativas de los docentes que van más allá de
estas cuestiones, no es greso permite mencionar ciertas experiencias conocidas por los docentes,
posible afirmar que la política actual de la institución incluya sistemáticamente otro también parece involucrarse en las evocaciones a todas las trayectorias mi-
tipo de propuestas. gratorias. A modo de ejemplo consideremos la siguiente situación: en el con-
3.  Las posibilidades de confluencia de la etnografía con el enfoque clínico-crítico
texto de una clase sobre la migración (en séptimo grado), el progreso en Ar-
han sido objeto de reflexión en trabajos recientes: García Palacios, 2006, García
Palacios y Castorina, 2010. gentina fue reiterado por la docente en distintos momentos, comenzando por

[ 204 ] [ 205 ]
las preguntas mismas que estructuraban una entrevista que, en el marco –Claudia le dice a un nene que tenga cuidado con unos ante-
del desarrollo de la secuencia de clase, los niños debían realizar a parientes ojos: […] ¡guardá los anteojos que se rompen, son muy caros!
o conocidos migrantes: este entrevista incluía la pregunta ¿pudo progresar? La docente de Plástica acota (en voz lo suficientemente alta
Comienza la clase, la docente pregunta quién hizo la entrevista, res- como para que los chicos la escuchen, pero “dirigiéndose” a Clau-
ponde un chico: dia): –Son caros para nosotros, para ellos son gratis porque se los
estamos pagando. (Clase en segundo grado, escuela B)
Docente: –(Se la hiciste a) tu cuñado..., ¿Por qué vino?
Claudio:4 : (refiere al trabajo, no se oye bien) Finalizamos explicitando que nuestro interés se dirige a poner de re-
D.: (Repite en voz alta y pregunta) –¿Allá tenía trabajo? […] lieve algunas concepciones frecuentes de los docentes, sin por ello suponer
¿Sí? ¿Pero qué pasaba? ¿Te contó de las condiciones de trabajo? una uniformidad en los discursos de los mismos. Por el contrario, hemos
Eran más sacrificadas... indagado en lo complejo y diverso de sus representaciones, y también de los
C.: (Sorprendido, le responde) –¡Tiene veinticinco años! intercambios que intentan llevar adelante con los niños y la multiplicidad
D.: Ah... ¿y hace cuánto que vino? de formas y sentidos que parecen asumir algunos encuentros.
C.: Diez años...
D.: O sea que a los quince años ya se dio cuenta que tenía mejor
futuro acá, en Argentina. “No se animan a contar”: sentidos de la
vergüenza en diversos contextos
Sin intención de esquematizar las diversas miradas, junto con mu-
chas expresiones que ponen énfasis en “la voluntad de trabajo” y “el valor En situaciones donde se explicitan las iniciativas de visibilización de las
asignado a la educación”, se explicitan también posiciones que describen supuestas referencias identitarias de los niños, hemos registrado el uso de la
“desinterés en el trabajo y en la escuela”. Desde esta última concepción, la vergüenza como una categoría utilizada por niños y adultos para describir
subsistencia de estas familias se encontraría “garantizada” a través del ac- posicionamientos de “reserva” ante determinados intercambios. En este sen-
ceso y uso de planes sociales y servicios públicos; en este sentido la escuela tido, nos preguntaremos por los sentidos que se despliegan en los contextos
es frecuentemente referenciada como proveedora de recursos materiales, donde “se los interpela” como migrantes o bolivianos en la escuela.5
como útiles u otros–. Algunas situaciones que hemos podido presenciar El primer eje en que se organiza la presente sección, analiza el uso
llevan a preguntarse por la presencia de estos discursos (la intención de de esta categoría por parte de los maestros, en contextos de interpelación
“progresar”, por un lado, o el uso que la población migrante supuestamente identitaria El segundo eje presenta algunas definiciones de la vergüenza
hace de los programas de asistencia del Estado, por otro) en el contexto de desde las ciencias sociales y la forma en que aparece esta categoría en el
las interacciones cotidianas: estudio de procesos identitarios que atraviesan a poblaciones étnicamente
En el salón de música, Adela llama a una nena que caminaba por el diversas. El último eje aborda los sentidos que parece asumir el término
pasillo. Adela acota “es brillante en matemática”. Y comenta que el hermano “vergüenza” desde los chicos.
de esta nena fue alumno suyo en quinto grado, y que ante la consigna de
“para qué venimos a la escuela?”, dice que todos los nenes decían “a jugar”
pero que el hermano de esta chica dijo “el que no viene a la escuela a estu- Interpelaciones identitarias en la escuela
diar se vuelve a Bolivia a cuidar los chanchos”. “¿Te das cuenta? ¡Así de clara
la tenía!” (registro de campo). En la escuela se producen diversos intercambios en torno a cuestiones
Nos preguntamos en este punto, cómo experimentan los chicos este que se suponen propias de las naciones de origen de los niños, en relación
tipo de situaciones: por ejemplo con el uso de una lengua indígena, o con saberes particulares.

4.  Todos los nombres han sido cambiados. 5.  Este aspecto también es un abordado en el texto de Novaro en este mismo libro.

[ 206 ] [ 207 ]
Asimismo, en estos intercambios se describen los posicionamientos de “re- sobre esta referencia, involucrando también los sentidos despectivos que
serva” que, ante esta cuestión, manifestarían muchos niños. Los saberes boliviano parece connotar en el propio marco de la escuela. ¿Cómo se invo-
que teóricamente tendrían los niños migrantes son caracterizados por los lucran (o no) estas miradas en los intercambios con los niños? Sobre todo
maestros como algo que “se esconde”. Se afirma que los niños “tienen ver- atendiendo al carácter compulsivo (seguramente involuntario) que asumie-
güenza” de hacer explícito su conocimiento, que es algo compartido “después ron algunos “encuentros” que presenciamos:
de mucho tiempo y cuando te agarran confianza”. En principio suponemos
que es un interrogante cómo experimentan estos niños ser identificados (Estoy con ambas docentes de segundo grado, conversando de
con una lengua indígena; advirtiendo que la indianidad ha sido un atributo pie, en el fondo del salón, sobre las interacciones entre los chicos.
históricamente negado y silenciado en el propio contexto boliviano (Rivera Me comentan acerca de los “insultos”)
Cusicanqui, 1997). […] se dicen boliviano, una cosa que me extraña. […]
Las referencias a Bolivia a través de la visibilización y exposición de L.M.: –¿Sí?
elementos folclóricos en el contexto de la escuela son definidas por los do- A. (Asiente con gesto) –Se dicen boliviano. (Se dirige a un chico
centes en relación al respeto a “la cultura” de los chicos y sus familias. que estaba pasando cerca de nosotras): venga acá, que tengo que
Probablemente por considerarlo oportuno a partir de mi presencia, dos hablar con vos [sic]. Parate acá y dejate de hacer el dormido porque
docentes con más de doce años de antigüedad en la institución propicia- ya me cansé. […] De las fiestas bolivianas, además de navidad, año
ron algunas situaciones (que denominamos) de interpelación identitaria en nuevo y los cumpleaños, ¿Qué otra fiesta celebran, la de la pachama-
torno al “folclore” boliviano. Durante conversaciones con ellas en el marco ma? El nene, tímido, responde con evasivas. Se va.
del aula, convocaron a algunos chicos (que se encontraban próximos a noso-
tras), solicitándoles que expliciten si su grupo familiar celebraba determi- Los docentes han mencionado con frecuencia los actos de “discrimi-
nada festividad o elaboraba alguna comida. La situación que exponemos a nación”; en principio, estas situaciones son relatadas en un tono de sorpre-
continuación expresa la forma que cobraron varios de dichos intercambios. sa: ¡se discriminan entre ellos! Asimismo algunas interacciones que hemos
La docente regresa al aula. Se sienta conmigo y de repente llama a una presenciado permiten suponer situaciones en este sentido tanto entre los
nena al escritorio. No me dice para qué. Le pregunta: “¿En tu casa comen pi- chicos como en la relación de los docentes con los niños.
cante de pollo? ¿Qué es el ají picante? ¿En tu casa festejan la Pachamama?”. Nos ha llamado la atención el énfasis con el que desde la escuela se
Ante esta pregunta, la nena, con timidez... balancea las piernas... in- vinculan las prácticas discriminatorias con el lugar de nacimiento de los
quieta... luego hace lo mismo con otra nena: “¿En tu casa festejan la Pacha- chicos: ya que las prácticas descalificadoras son atribuídas a los “hijos de”
mama?”. La nena le dice que no, que participan cuando hay festejos, pero migrantes, (es decir, los chicos nacidos en Argentina). Cabe mencionar que
que ellos no bailan o algo así... en definitiva, que van a las fiestas pero que el barrio en el que los niños viven ha sido caracterizado como un contexto
no participan... Claudia me dice ante esto: “Ah, ¿ves? acá subimos un esca- atravesado por la discriminación: “en el barrio son muy discriminados”.
lón: ellos ven el festejo, no participan”. Interpela a otro nene que esta muy Las interpelaciones descalificadoras en torno a los “migrantes” o la ca-
cerca del escritorio: “¿En tu casa festejan la fiesta de la Pachamama?”. El tegoría “boliviano”, forman parte de la cotidianeidad de las experiencias en
nene, perplejo, no sabe que contestar... dice: “No”. Claudia se queda mirán- la escuela. Al respecto, algunas situaciones pueden contribuir a comprender
dolo, como incrédula: algo frustrada también, como con la otra nena que la complejidad que caracteriza a los contextos en los que se intenta producir
contestó con evasivas. Claudia me dice: “Para mi le dio vergüenza”. intercambios con los chicos sobre sus “pertenencias”. Presentamos en este
Nos interrogamos acerca de cómo vivencian los chicos estas invitacio- sentido referencias a una clase sobre “Migraciones” en séptimo grado, men-
nes, particularmente atendiendo a un contexto donde estas “referencias”, cionada en el apartado anterior. Los chicos debían responder una entrevista
se encuentran atravesadas por otras interpelaciones, no precisamente de sobre la experiencia migratoria de “algún pariente o conocido”. Siendo casi
festejo o reconocimiento. la totalidad del grupo formada por hijos de migrantes, la forma en que mu-
Subrayamos que desde el comienzo del trabajo en el campo, se hicieron chos niños respondían (en voz baja) y la escasa participación “espontánea”,
frecuentes afirmaciones acerca de las diversas connotaciones que existen mereció varias observaciones de parte de la maestra, que comenta:

[ 208 ] [ 209 ]
¡Despacito no escucha la seño, yo no soy sorda, ustedes ha- festejo, no participan”. En este punto, los posicionamientos a los que se atri-
blan muy... despacito, no se los puede escuchar! ¡Tienen como ver- buye “vergüenza” se producen en determinados contextos, en los cuales las
güenza! referencias identitarias cobran sentidos contradictorios y conflictivos.
Hemos indagado por ello en algunos abordajes de la vergüenza desde
Mas allá de la consigna “abierta” que incluye a conocidos, durante el la sociología, y su vinculación con las tensiones identitarias que atraviesan
transcurso de la clase se fue haciendo más explícita la consulta sobre expe- a los sujetos.
riencias familiares; sobre todo cuando muchos alegaron “no haber podido”
realizar la tarea. Probablemente también vinculado a nuestra presencia
–ya que la docente me había invitado a la clase–, tomaría el registro inter- Aproximaciones teóricas a la categoría “vergüenza”
pelando a cada uno, para decir a sus alumnos:
Procuramos exponer dos abordajes de esta categoría, recuperando los
Yyo miro el registro, y hay muchos chicos que los padres […] aportes de Norbert Elias y Anthony Giddens. En los desarrollos teóricos de
son inmigrantes […] que no hayan hecho la tarea no significa que estos autores, el análisis de la vergüenza se encuadra en el reconocimiento
no lo puedan contestar en clase. de la interdependencia entre los procesos de estructuración social y la diná-
mica constitutiva de la subjetividad.
Agregamos que varios comentarios durante el transcurso de la clase El estudio que hace Elias (1993) del proceso civilizatorio en la so-
hicieron explícitos significados conflictivos acerca de los “migrantes”.6 Por ciedad occidental establece un correlato entre las transformaciones so-
ejemplo, ante el comentario de un chico acerca de una vecina que no se dis- ciales y las modificaciones en los comportamientos y acciones cotidianas
puso a hacer la entrevista por “desconfianza”, un compañero le grita: “¿Qué de los sujetos. Tanto el cuerpo como las emociones resultan un “locus de
es, peruana?”. control y autocontrol” (Scribano y Vergara Mattar, 2009) en el que se
Es preciso advertir que las posibilidades de recuperar lo que dicen los articulan las dimensiones (artificialmente escindidas) entre individuo y
chicos no pueden disociarse de las –complicadas– condiciones en que se de- sociedad. La ampliación de la vergüenza pertenece a estos cambios que
sarrollan las clases en estos contextos escolares. Sin embargo, es necesario se producen en el mundo interior de las personas, como consecuencia de
preguntarse por las relaciones entre ciertos posicionamientos de los adultos una transformación de los miedos: la vergüenza va cobrando importancia
y las limitaciones que encuentran los intercambios que intentan producir relativa en el marco de una progresiva desaparición de la violencia física,
con los niños: es decir, corresponde al surgimiento de nuevas formas (indirectas) de
coerción. De acuerdo con Elias (1993: 502), se trata de un miedo que el
Se oyen varias voces y algunas risas al fondo del salón. La sujeto vivencia en directa relación con un sentimiento de inferioridad; en
docente les pregunta qué pasa. Uno de los chicos, riéndose, dice que este sentido su origen tiene que ver con la interiorización de determina-
[como] Alberto estaba molestando a una chica, […] otro alumno le dos modelos y/o códigos sociales con los cuales el individuo sabe o siente
dijo “volvé a tu país”. Hay algunas risitas más ante esto. La maes- que no puede cumplir.
tra se queda callada unos segundos y dice: (sobre Alberto) “Él está Por otro lado, en Giddens (2000) el abordaje de la vergüenza se ubica
tranquilo porque si no sabe muy bien que lo mando abajo a traba- en el estudio de las transformaciones de la sociedad contemporánea y sus
jar”. (Sigue preguntando por la entrevista a otros chicos.) implicaciones en la construcción que hacen los sujetos de su propia identi-
dad. Dicho autor define a la vergüenza como un sentimiento de inferioridad
No podemos dejar de preguntarnos cómo interpretan los chicos algunas que manifiesta una “inseguridad ontológica” del individuo; se trata de un
expresiones en el marco de la escuela: “Acá subimos un escalón: ellos VEN el temor (reprimido) en tanto se perciben las presiones sociales –en términos
de legitimidad o aceptación– que recaen sobre la biografía del yo. Este autor
6.  En algunas visitas que realizamos al barrio donde viven los chicos advertimos
señala que es más importante que otros sentimientos de angustia surgi-
que los migrantes peruanos, paraguayos y bolivianos son objeto de diversas estig-
matizaciones, y que los últimos se referencian como el colectivo más interpelado–. dos desde las primeras relaciones de confianza del niño, como la culpa. A

[ 210 ] [ 211 ]
diferencia de ésta, la vergüenza posee un correlato “positivo”: el orgullo o B. –[…] porque algunos son sucios […] Algunas gentes son su-
la autoestima, que se involucran en la confianza del sujeto sobre el “valor cias… De Bolivia y de Paraguay… eso lo dicen […] mi compañera
de la crónica de identidad del yo” (98). En este sentido, el orgullo define la me dijo que sí […]
continuidad con la que el sujeto sostenga este valor (sobre sí mismo) en el L.M. –[…] y a vos qué te parece….
marco de sus interacciones cotidianas. B. (Dice que es verdad) –[…] Porque yo lo vi… a la gente […]
Asimismo, esta categoría es referida en el análisis sobre procesos de ahí en Bolivia. En la ciudad no son así, pero en el campo, sí… […]
ocultamiento o negación de adscripciones étnicas, en el marco de contextos L.M. –¿Y cómo es ser sucio….?
atravesados por procesos históricos de invisibilización de las poblaciones B. –[…] con ojotas así... porque no hay agua… y no se pueden
indígenas. En Argentina, registramos el uso de lo que se ha llamado “ver- bañar….
güenza étnica” como uno de los factores involucrados en la tendencia al
monolingüismo español en comunidades indígenas (Díaz Fernández, 2002). Cabe advertir que fue la docente quien mencionó la “vergüenza”. No obs-
En el contexto boliviano, Rivera Cusicanqui (1997: 9) aborda las consecuen- tante también es preciso considerar que estas palabras son expresadas por
cias políticas y culturales de las representaciones estatales de estas pobla- uno de los (muchos) chicos que prefirieron guardar silencio en clase; por lo
ciones. La vergüenza y el rechazo a la indianidad –y su inherente vincula- que cabría preguntarse si solamente está haciendo referencia a sus compa-
ción con el ámbito rural– se imbrican en categorías identitarias como el ñeros. Nos detenemos en primer lugar en las imágenes que expresa nuestro
“cholaje”, que parece condensar la “negación de la etnicidad” por parte de interlocutor, la precariedad de las condiciones de vida en el ámbito rural–:
poblaciones enteras. aunque las interpelaciones que hemos expuesto no se dirigen exclusivamen-
Vale suponer que estos procesos asumen una mayor complejidad te a la “indianidad”, es posible en principio preguntarnos por los procesos
en el contexto reciente de Bolivia caracterizado por la persistencia de de identificación que atraviesan a las adscripciones indígenas en la propia
interpelaciones racistas que coexisten con afirmaciones identitarias en Bolivia. Asimismo, el atributo que es vinculado a la vergüenza, “sucios”, fue
torno a “lo indio”, y la legitimación de un discurso de recuperación de argumentado en relación con intercambios entre pares, pero también se hizo
experiencias y saberes –políticos e intelectuales– indígenas (De La Ca- mención a experiencias vinculadas a sus trayectorias: “Yo lo vi”.
dena, 2002). Mas allá de las situaciones de interpelación identitaria promovidas
Volvemos a continuación a los sentidos contradictorios que se desplie- por los adultos, la “reserva” sobre las pertenencias familiares también pa-
gan en los contextos de interpelación que hemos presenciado en la escuela. rece vinculada a las interacciones entre los chicos; donde tampoco se produ-
En estos espacios, la “vergüenza” permite preguntarse por el registro que cirían intercambios en torno a experiencias en Bolivia. Me detengo en las
los niños tienen de estos conflictos, indudablemente vinculado a sus posicio- palabras de Claudio, que también es hijo de migrantes bolivianos; uno de
namientos ante determinadas interpelaciones. los chicos con mayor participación en todas las clases que presenciamos. Su
mención de la “vergüenza” habla de compañeros que conocen Bolivia, pero
no se animan a hablar de ello:
Miradas de los chicos: el “silencio” sobre Bolivia en las interacciones
(Luego de que me contara sobre sus viajes a Bolivia, a visitar
En alusión a contextos como el de la clase mencionada, de acuerdo parientes)
con los chicos, la “vergüenza” parece aludir a posicionamientos reserva- L.M. –[…] acá en la escuela... tenés otros compañeros que ha-
dos de sus pares. Tomamos como referencia la situación de entrevista yan contado algo parecido a esto….
con Bruno, hijo de migrantes bolivianos. En la misma retomamos una C. –No. Si…deben haber ido, alguna vez, allá a Bolivia, pero…
conversación producida al finalizar la clase sobre migraciones: según no se animan a contar, seguramente (...)
Bruno, los chicos que no participaron “tienen vergüenza”. Sin hacer L.M. –[…] a quién no se animan a contar?
mención a que él tampoco había participado de la clase, indagamos en C. –A mí… tienen vergüenza… (Sonríe) […] yo sé que… su
una explicación: papá, o su mamá, vinieron, de Bolivia. Pero ellos no dicen eso […]

[ 212 ] [ 213 ]
Algún otro se anima a decir, no todos […] muchas veces no les pre- técnicas usualmente empleadas en la etnografía. A continuación presenta-
gunto. Casi nada les hablo de eso. Así nada más jugamos, nos ha- mos algunas características de la entrevista clínica y también del modelo de
blamos, charlamos, eso. Nada más. análisis que supone para abordar las respuestas de los chicos.7
Este método pertenece a los desarrollos de la psicología genética, que
Es interesante pensar en las palabras de Claudio, que al final de la enfoca su interés en el papel activo de los niños en los procesos de apropia-
entrevista agrega “Yo sí me animo”. Los diversos sentidos de la “vergüen- ción de los significados que se producen y circulan socialmente. Las caracte-
za”; en vinculación con connotaciones despectivas o con las posibilidades de rísticas de esta indagación implican la construcción previa de una serie de
hacer explícita una pertenencia, indudablemente suponen la diversidad de hipótesis. En el curso de la conversación, se intenta abordar las respuestas
sus vivencias. infantiles a través de dos actitudes del entrevistador: no dar por sentada
ninguna interpretación de lo que dice el niño y plantear los interrogantes
siempre en función de una hipótesis, formulada previamente o ante las
Concepciones de los niños en torno a la migración respuestas del niño (Castorina, Lenzi y Fernández, 1991: 86).
Las entrevistas se implementaron con chicos del grupo con el que fue
Tal como explicitamos en la introducción, nuestro segundo interrogan- presenciada la clase sobre “Migraciones”. Partimos de la siguiente hipóte-
te se dirigía a indagar en las concepciones de los niños en vinculación con sis: la introducción de este tema en una entrevista individual podría posi-
ciertos discursos de los adultos en el marco de la experiencia formativa bilitar que los chicos desplieguen ideas que no se vinculen sólo con la inter-
escolar. Partimos de las concepciones docentes sobre la migración: las re- pretación docente o que en el contexto de la clase no aparecieron.
ferencias a sus causas, a las necesidades económicas de los migrantes en Precisamente, durante la entrevista muchos chicos comentaron diver-
el país de origen, a las condiciones de vida de los chicos y sus familias en sas cuestiones que no tuvieron lugar en la situación de aprendizaje. Entre-
Argentina. Atendimos específicamente a la reiteración de determinadas vistamos un total de diez alumnos, de los cuales cinco chicas y cuatro chicos
expresiones en las entrevistas y la observación de interacciones entre do- pertenecen a una familia migrante.
centes y alumnos. Tenemos presente la necesidad de reflexionar sobre nues- En principio, se plantearon cuestiones de una forma indirecta; inda-
tra propia presencia en el campo y como la misma pudo haberse incidido en gamos en los aspectos empleados para referir a la procedencia de sus com-
la forma que asumieron estas interacciones. pañeros y las familias. ¿De donde son los chicos (y las familias de los chicos)
Como hemos señalado, recuperamos algunas referencias (frecuentes) que vienen a esta escuela? La mayoría de los alumnos, (ocho de los diez)
de los maestros sobre las trayectorias migratorias: caracterizaciones de respondieron haciendo referencia (más o menos directa) a países. Por otro
Bolivia a través de la imagen de pobreza, “comparaciones” con Argentina lado, hubo dos chicas que refirieron directamente al barrio.
mediante categorías como el “progreso”. En la segunda parte de la entrevista, procuramos indagar acerca de “los
Nos propusimos indagar en las relaciones entre dichas concepciones países” que los chicos mencionaban. Les preguntamos cómo eran esos países,
y las nociones de los niños, con quienes hemos conversado en torno –entre lo cual en muchos casos implicó que los chicos hicieran explícitas experiencias
otras cuestiones– a descripciones de ambos países y explicaciones sobre la en Bolivia, y comparaciones con Argentina. Una vez planteadas estas descrip-
migración. ciones, les preguntamos por qué habían venido esas personas –que en muchos
A continuación, explicitamos las características de la estrategia meto- casos eran familiares–. En la parte final planteábamos la siguiente situación:
dológica implementada: entrevistas orientadas por el método clínico.
Yo conozco otras escuelas, una vez dos chicos discutían, uno
decía que era mejor vivir en alguno de esos países, y el otro le decía
La entrevista clínica que era mejor vivir acá. ¿A vos qué te parece?

El análisis que contiene este apartado se orienta por estrategias


7.  El desarrollo e implementación de dicho método ha sido supervisado por la ma-
que corresponden a un método que, como hemos advertido, se aleja de las gíster Alicia Barreiro.

[ 214 ] [ 215 ]
Tendencias en las respuestas En otros casos existen alusiones a conocidos o vecinos, pero siempre
hay una referencia a personas específicas, por más que no sean nombradas.
El modelo de análisis utilizado apunta a poner de relieve los argu-
mentos infantiles. En este sentido, se recuperan los elementos que los su- Mis abuelos vinieron porque allá no había trabajo […] Y acá sí
jetos utilizan para dar sus explicaciones; y desde ellos se indaga en ciertas había. Por eso […] quedarse acá.
recurrencias presentes en sus discursos (Delval, 2001). En la estrategia L.M. –[…] De familias de tus compañeros […] que te acuerdes...
implementada aquí, atendimos a las características del método en su fase que alguno dijo... sí, mi mamá, o mi papá, vino por tal cosa…
exploratoria, indagando en la originalidad de las ideas infantiles, pero sin G. –Mi familia sólo vino porque...no había trabajo allá… nos
ofrecer contraargumentaciones a las respuestas de los entrevistados.8 tuvimos que quedar acá… (Graciela)
Desde este análisis, se establece un principio de clasificación de las
respuestas en tendencias. En nuestro caso, vinculamos los aspectos que los En el caso de los tres chicos que respondieron remitiendo a otras fuen-
chicos expresan en sus respuestas, con los referentes para argumentar las tes de información, sus referencias se vincularon por un lado con explica-
mismas (experiencia propia, familiar/vecinos/compañeros/etc.). Así, hemos ciones informadas en la situación de clase:
establecido esta clasificación para indagar en las relaciones entre las expe-
riencias que refieren los chicos y la información (en torno a las trayectorias) L.M.:. –[…] vos por qué te imaginás que habrán venido, las
que producen en el marco de la entrevista. A partir de este criterio iden- familias…9 […]
tificamos dos tendencias en sus respuestas: por un lado, siete de los diez M. –Y, para mí, sería que… por problemas de los trabajos, allá
chicos argumentan conocimiento (sobre lo que se pregunta) por la propia […] Que tenían, por ahí no era suficiente lo que ganaban y vinieron
experiencia. Más allá de que el entrevistado sepa o suponga que muchas hacia acá. O por ahí migraron a otros países, qué sé yo.
personas han migrado por motivos similares a los de su familia, la causa de L.M. –[…] ¿Problemas de los trabajos que sería, por ejemplo?
la migración se explica a través de la trayectoria familiar (y / o conocidos); M. –Eh, poca…poco salario. Y…no…y acá aumentan eso y por
en ocasiones se afirma desconocer los motivos por los que otras personas eso vinieron a este país. O, a otros, que se yo. […] una persona tra-
han migrado, por ejemplo las familias de los compañeros. Asimismo, cier- baja allá y gana el sueldo mínimo, ponele que sea ehh, quince pesos
tas comparaciones que los entrevistados expresan entre el país de origen por mes, no se, acá se duplica eso. […]
y el de destino se argumentan por medio de experiencias vinculadas a sus L.M. –Y eso, […] te lo contó alguien… te lo explicó alguien, o
trayectorias. vos...
Por otro lado, tres de los entrevistados respondieron recurriendo a M. –Sí, lo hablamos con la maestra […] Porque…al principio
otras experiencias: la televisión, situaciones de clase con la docente. Te- nos mandaron un trabajo práctico para preguntarles a nuestros pa-
niendo en cuenta estas dos tendencias, establecimos correlaciones en dos pás, eh...por qué migraron a este país... y por qué no fueron a otro...
ejes de análisis: las explicaciones sobre la causa de la migración y las rela- y […] entonces, la mayoría dijo que vinieron por problemas económi-
ciones que los chicos establecen entre el país de origen y el de destino. cos, porque lo hablamos así, oralmente. (Mariela)

La causa de la migración. La mayoría de los chicos –es decir, quienes Por otro lado, el único chico que no es de familia migrante menciona
refirieron a experiencias personales– expresaron respuestas que centran el la televisión:
argumento en la experiencia familiar, afirmando incluso desconocer moti-
vos por lo que otras familias/personas han migrado. Principalmente men-
cionan el acceso al empleo, la mejora en las condiciones salariales. 9.  Si bien podría decirse que esta forma de preguntar orienta la respuesta hacia
experiencias de “otros”, (por qué habrán venido las familias), no obstante la mayoría
8.  Tal como es característico del método clínico-crítico, donde el investigador pro- de los chicos a los que se les preguntó de la misma forma introdujeron la experiencia
cura indagar en el grado de convicción con el que los niños sostienen sus explicacio- del propio grupo familiar; y como hemos mencionado incluso afirmaron desconocer
nes. motivos por los que otras personas han migrado.

[ 216 ] [ 217 ]
L.M. –[…] tenés idea por qué habrán venido a Argentina… […] Te tratan bien allá […] en las escuelas, no. […] ¡Te pegan! En
E. –Para mí, yo lo que miré en la tele es que migraron para po- las escuelas […] ¡De Bolivia! […]Mi mama me contó… (Eduardo)
der estudiar […] Yo lo vi porque lo dijeron en el noticiero… (Edgar)
C. –A mí también me gusta estar […] en Bolivia.
La relación allá (Bolivia) y acá (Argentina). En el eje de análisis an- L.M. –¿Qué es lo que te gusta?
terior, los entrevistados –de ambas “tendencias”– informaron cuestiones C. –Que están todos mis hermanos […] me gusta ir a visitar-
relativamente similares, argumentando la migración por motivos so- los… (Claudio)
cioeconómicos o laborales (o de estudio, el último). La mayor diferencia
en la información que analizamos es aquella que surge del segundo eje: Por otro lado, abordamos las respuestas de los chicos que manifiestan
las comparaciones (espontáneas y/o solicitadas) sobre los países de origen desconocimiento sobre otros países, o algunas referencias pero a través de
(Bolivia) y destino (Argentina). Las respuestas que recurrieron a expe- terceros. Dos de los tres niños que incluimos en esta “tendencia”, omiten
riencias personales o familiares, permiten establecer diversas relaciones mencionar que sus propios grupos familiares son migrantes. Si bien en al-
entre ambos países, a partir de distintas experiencias atravesadas por gunos casos se supone una valoración similar de ambos lugares y en otro se
estos chicos. afirma que es preferible vivir en Argentina, las explicaciones manifestadas
refieren al proceso migratorio y su relación con necesidades socioeconómi-
Eh… no hay así ladrones… […] fuimos al bosque también… cas y el estudio; no aparecen otras vivencias o experiencias que permitan
[dice que había] peces y loros… […] cuando estábamos corriendo con establecer relaciones entre ambos países.
mi primo vimos una víbora (dice que también se acuerda de) el día
del peatón… […] ese día no transitan autos… (Bruno) Depende como los ubiquen ellos. Por ahí les gustó este país
por el trabajo, por ahí les gustó en el otro porque también puede ser
También fueron frecuentes algunas expresiones sobre lo que denomi- bueno… no sé… (Mariela)
namos el “entorno social” de ambos lugares:
Y... mejor estar acá […] por el estudio... todos dicen que... de
Puedo salir a cualquier lado […] es bonito Bolivia […] mis tías donde vienen no hay... buen estudio, buen trabajo... (Juan)
siempre me llevan a todos lados […] a la ciudad… me invitan a
comer… todo eso… y… es lindo, es lindo Bolivia. […] allá no hay Si bien las asociaciones son significativas, también advertimos la ne-
mucho peligro. […] porque es un lugar tranquilo, y acá medio que cesidad de problematizar nuestras interpretaciones de las respuestas de los
no es tranquilo niños, (clasificadas en “tendencias”) atendiendo a los análisis que hemos
(Le pregunto cómo sería un lugar tranquilo) desarrollado mediante otras aproximaciones – la observación de situacio-
[…] No hay nada de… no hay muchos insultos […] acá los ar- nes de interacción con los docentes, por ejemplo–. Es por ello que concluí-
gentinos se insultan (Lucia) mos como imprescindible poner en relación la información de las entrevis-
tas clínicas con la obtenida mediante otras técnicas –como las propias de
Es lindo y hay muchas montañas […] y no hay tantos así como la etnografía–.
acá muchos chorros […] allá es normal […] casi nunca pasa nada,
no hay tanto quilombo […] acá siempre pasa algo. (Graciela)
Palabras finales
Ante la situación de comparación que presentamos, estos chicos ha-
blan de cuestiones importantes para ellos: cómo es la escuela en ambos En el título de este capítulo nos referimos a los “discursos sobre la mi-
lugares, los amigos que tienen acá, pero también los familiares que es- gración” en el contexto de la institución. Más específicamente, nuestro aná-
tán allá. lisis de las concepciones de los docentes y directivos de la escuela ha puesto

[ 218 ] [ 219 ]
de relieve la centralidad que adquieren en estos discursos las condiciones historias, que suponemos involucradas en posicionamientos ambivalentes
de vida de los migrantes, tanto en el país de origen como en Argentina. En (como el de Bruno). Para indagar en estas cuestiones, advertimos la nece-
este sentido avanzamos acerca de la forma que cobran ciertas prácticas de sidad de acercarnos a otras experiencias formativas transitadas por estos
los docentes en situaciones de intercambio con los niños que remiten a las chicos. Al respecto podemos agregar una reflexión metodológica en torno
experiencias de sus familias. Atendiendo a la diversidad de experiencias a las entrevistas clínicas: la información que hemos analizado mediante
que los chicos han explicitado a propósito de sus trayectorias migratorias otras técnicas –como la participación en espacios de interacción– permi-
(en las entrevistas), las condiciones de vida en Bolivia y Argentina implican te tensionar al análisis de las respuestas de los niños en las entrevistas
a un conjunto de aspectos que, si bien incluyen las dificultades socioeconó- clínicas. En este sentido señalamos que las “tendencias” que establecimos
micas en el país de origen, van más allá de las mismas. Es decir, se hace desde el método clínico relevan semejanzas entre las explicaciones infanti-
mención a muchas otras cuestiones que caracterizan a las condiciones de les; pero también indagamos en lo diverso de sus posicionamientos y –como
vida en Bolivia, pero también en Argentina. interrogante agregamos– sus vivencias. Por último, más allá de las limi-
Reiteramos en este punto que los intercambios también posibilitaron taciones en la técnica de indagación empleada, nuestro análisis permite
indagar en los posicionamientos de los chicos ante situaciones de interpela- aproximarnos a sus puntos de vista sobre diversos procesos vinculados a
ción; posicionamientos que han sido caracterizados a través de la vergüenza la migración, y poner de relieve la complejidad de la información que mu-
por niños y adultos. En principio, los interrogantes en torno a dicha cate- chos niños habilitaron sobre esta temática. En este sentido, nos interesa
goría deben dirigirse a las posibilidades y las limitaciones que encuentran recuperar sus relatos sobre sus vivencias en Bolivia, que indudablemente
los chicos en esos espacios, para hacer explícitas sus propias miradas sobre corresponde necesariamente con las imágenes de pobreza desde la que en
las experiencias migratorias. Y es por ello que consideramos fundamental la escuela se suele hacer referencia a dicho país. El país de origen de los
preguntarnos por la forma que asumen los encuentros que se promueven migrantes ocupa un lugar en las experiencias de vida de estos chicos que
desde la escuela. también va mucho más allá del folclore, las comidas típicas, o una lengua
En primer orden, es necesario recuperar los sentidos contradictorios indígena. Al respecto, nos preguntamos por las posibilidades de que mu-
que atraviesan las referencias con las que los niños son identificados en chas otras vivencias de los niños migrantes sean evocadas o recuperadas
el contexto escolar. Pero específicamente cabe interrogarse sobre aquello en el espacio de la escuela.
que se propone introducir sobre las pertenencias de estos chicos, sus for-
matos y contenidos. Las evocaciones que tienen lugar en la escuela sobre
las experiencias de los migrantes (la pobreza en Bolivia, el “progreso” en Bibliografía
Argentina, el festejo de “manifestaciones” folclóricas) pueden hacer refe-
rencia a ciertos aspectos e interpretaciones de las trayectorias generales Castorina, José Antonio, Alicia Lenzi y Susana Fernández (1991), “Alcan-
de esta población, pero los intercambios que se llevan adelante no parecen ces del método de exploración crítica en psicología genética”, en José
hacer lugar a lo particular de sus historias y experiencias. Al respecto nos Antonio Castorina et al., Psicología genética. Aspectos metodológicos e
preguntamos por las vivencias que los chicos expresaron en los relatos de implicancias pedagógicas, Buenos Aires, Miño y Dávila.
sus viajes a Bolivia, en los que aparecen los encuentros con familiares que De la Cadena, Marisol (2002), “Introducción”, en Marisol de la Cadena (ed.),
viven allá, caracterizaciones del contexto por sus paisajes, y hasta ciertos Formaciones de indianidad. Articulaciones raciales, mestizaje y nación
contrastes con el “acá”, como parece expresar la categoría “tranquilo”. en América Latina, http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/
Asimismo, consideramos que el análisis de los sentidos que remiten a Formaciones%20de%20Indianidad.pdf
la “vergüenza” también permite abordar la forma en que los chicos experi- Delval, Juan (2001), Descubrir el pensamiento de los niños. Introducción a
mentan las tensiones que atraviesan a sus grupos de referencia. la práctica del método clínico, Barcelona, Paidós.
En este punto señalamos que sus posicionamientos obligan a interro- Díaz Fernández, Antonio (2002), “La lengua mapuche en Chubut frente a
garnos sobre procesos por fuera de la institución escolar. Particularmente la crisis: lucha por preservar una identidad”, I Encuentro Patagónico
las palabras de los niños sobre la vergüenza hablan de lo diverso de sus de Ciencias Sociales “La crisis”, organizadas por el Instituto Superior

[ 220 ] [ 221 ]
de Formación Docente Nº 809, Esquel, Chubut, http://www.isfd809es- Intersecciones entre trayectorias migratorias,
quel.com.ar/encuentros/encuentro_1/Diaz_Fernandez.doc escolares y laborales de jóvenes bolivianos
Diez, María Laura y Gabriela Novaro (2009), “Interculturalidad en edu- y paraguayos residentes en un barrio del
cación: ¿un abordaje para la crítica? Reflexiones a propósito de la es-
colarización de chicos migrantes bolivianos en Buenos Aires”, en Pa-
sur de la ciudad de Buenos A ires
tricia Melgarejo (comp.), Educación Intercultural en América Latina.
Memorias, horizontes históricos y disyuntivas políticas, México, Plaza Mariana Beheran
y Valdez.
Elias, Norbert (1993), El proceso de la civilización. Investigaciones socioge-
néticas y psicogenéticas, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
García Palacios, Mariana (2006), “La catequesis como experiencia formati-
va: las construcciones de los niños acerca de las formas simbólicas de
la religión católica”, tesis de licenciatura en Ciencias Antropológicas, Introducción
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
– y José Antonio Castorina (2010), Contribuciones de la etnografía y el mé- Numerosos estudios se han referido a los tratamientos que se constru-
todo clínico-crítico para el estudio de los conocimientos sociales en los yen en las escuelas públicas primarias de la ciudad de Buenos Aires respec-
niños, e/p. to de la población migrante (Neufeld y Thisted, 1999; Beheran, 2007; Diez
Giddens, Anthony (2000), Modernidad e identidad del yo, Barcelona, Pe- y Novaro, 2009). La mayor parte de ellos ha señalado la constitución de
nínsula. prácticas que poseen un tinte asimilacionista pero también de otras asocia-
Rivera Cusicanqui, Silvia (1997), “La noción de “derecho” o las paradojas das al discurso del pluralismo cultural. Los antecedentes del primer tipo de
de la modernidad postcolonial: indígenas y mujeres en Bolivia”, Temas prácticas pueden rastrearse entre fines del siglo XIX y las primeras décadas
Sociales. Revista de Sociología UMSA, N° 19, La Paz. del siglo XX, cuando el sistema educativo argentino moderno se propuso, en
Scribano, Adrián y Gabriela Vergara M attar (2009), “Feos, sucios y ma- un primer momento, establecer la enseñanza obligatoria, gratuita y laica
los: la regulación de los cuerpos y las emociones en Norbert Elias”, y, más adelante, igualar las diferencias, reconocidas desde los sectores po-
Cad. CRH, vol. 22, Nº 56, pp. 411-422, http://www.scielo.br/pdf/ccrh/ líticos gubernamentales, entre criollos e inmigrantes europeos arribados
v22n56/v22n56a14.pdf. durante la época de la “inmigración de masas” (Neufeld y Thisted, 1999).
Las propuestas asimilacionistas promueven que las diferencias se disipen y
que los asimilados adquieran los valores, costumbres y lengua dominantes.
Por su parte, la retórica del pluralismo cultural se consolidó durante la dé-
cada de 1990 cuando distintos actores sociales, a nivel nacional e interna-
cional, comenzaron a pregonar la necesidad de reconocimiento respecto de
las minorías étnicas y nacionales, entre otras. A su vez, las investigaciones
antes mencionadas han resaltado que las prácticas discriminatorias que
padecen los/as migrantes limítrofes y de Perú y sus descendientes, dentro y
fuera del espacio escolar, son producto de su visualización como “amenaza”,
construida frente a los efectos adversos del sistema neoliberal, o bien de
visiones racistas que persisten en el imaginario social de una nación que
desde sus orígenes pretendió “europeizarse”.
En el contexto argentino de la década de 1990, en el cual el siste-
ma neoliberal provocó el empobrecimiento de amplios sectores sociales,

[ 222 ] [ 223 ]
distintos actores responsabilizaron a los migrantes limítrofes y de Perú de inmigrantes limítrofes con la tasa de asistencia educativa más baja en
por la mayor parte de problemas (entre ellos, el aumento del desempleo, la esta franja etárea. Diez y Novaro (2009) resaltan lo dificultoso de establecer
criminalidad y el supuesto saqueo de los servicios sanitarios y educativos) explicaciones sobre esta diferencia de matriculación entre niveles, sobre
(Oteiza, Novick y Aruj, 1997). Algunos aspectos de ese contexto xenófobo todo, partiendo de la premisa de que la deserción escolar en el nivel medio
han comenzado a revisarse en los primeros años del siglo XXI. En este es una problemática que atañe a muchos/as jóvenes pertenecientes a secto-
sentido, vale destacar la tarea de promover un renovado tratamiento legal res populares.
respecto de estos colectivos migratorios impulsada por organizaciones de En las escuelas secundarias, muchos/as de los/as estudiantes inmi-
migrantes y de defensa de los derechos humanos, instituciones religiosas grantes cuentan con una trayectoria escolar construida en la sociedad re-
e investigadores sociales y apoyada por el sector político gubernamental ceptora, pues migraron junto a sus familias siendo niños/as y asistieron al
(Giustiniani, 2004). Pues bien, en 2003 se sancionó una nueva ley de migra- nivel primario en el país de acogida. Sin embargo, a ellas también asisten
ciones (ley Nº 25.871) caracterizada por fomentar el reconocimiento de los jóvenes que migraron siendo adolescentes; para ellos/as el nivel medio se
derechos humanos de los migrantes. Dicho instrumento legal privilegia el constituye en un importante ámbito de sociabilidad en el que construyen
derecho a la salud, a la educación y también a la reunificación familiar de sus primeros vínculos con el nuevo espacio social en el que viven.
esta población (Novick, 2004; Nejamkis, 2008/2009). Sin embargo, en mu- En este capítulo presentaremos algunos avances de una investigación
chas de las escuelas a las que asisten inmigrantes limítrofes y de Perú, las realizada en una escuela pública de nivel medio, a la que asisten estudian-
transformaciones políticas y jurídicas que han tenido lugar en los últimos tes bolivianos/as y paraguayos/as. Esta escuela se ubica en el mismo ba-
años respecto del tratamiento de esta población, si bien han favorecido su rrio de la ciudad de Buenos Aires en el que se encuentran las dos escuelas
acceso al sistema educativo formal (Cerrutti, 2009) todavía no se han tra- primarias a las que se hace referencia en los otros capítulos que componen
ducido en la generación de nuevas visiones y prácticas educativas. Más allá este bloque. La mayor parte de los/as estudiantes de la escuela visitada
de que en algunas oportunidades los/as docentes incorporan el discurso del reside en la villa de emergencia ubicada en frente a ella, de modo que las
reconocimiento y la promoción de las minorías étnicas y/o nacionales, las vidas de muchos/as de ellos/as se encuentran atravesadas por profundas
prácticas vinculadas a una perspectiva asimilacionista permanecen vigen- desigualdades sociales.
tes (Domenech, 2007). A lo largo de este escrito analizaremos los tratamientos que los/as
Ahora bien, como señalamos en la introducción de este bloque, a ni- profesores/as construyen respecto de los/as estudiantes inmigrantes dete-
vel nacional existe una marcada diferencia entre la cantidad de niños/as niéndonos, a su vez, en los abordajes que algunos/as de ellos/as realizan en
y jóvenes inmigrantes escolarizados/as en las distintas franjas etáreas. sus clases respecto de la temática migratoria. En el análisis presentado
Cerrutti (2009) sostiene que pese a los avances realizados a partir de la se observarán algunas continuidades con las cuestiones señaladas en los
sanción de la Ley de Migraciones Nº 25.871, la cual establece el derecho a capítulos sobre nivel primario y aspectos específicos del nivel secundario.
la educación de niños/as y jóvenes inmigrantes, los datos arrojados por la Paralelamente, nos referiremos a las formas en que esos/as estudiantes
Encuesta Complementaria de Migraciones Internacionales 2002-2003 indi- vivencian los tratamientos que reciben por parte de sus docentes y atende-
can que, a nivel nacional, si bien los/as hijos/as menores de catorce años de remos a otras formas de sociabilidad, que experimentan en el espacio extra
casi la totalidad de inmigrantes limítrofes y de Perú se encuentran escola- escolar, vinculadas a su inserción en el mercado de trabajo. A diferencia de
rizados/as, aquellos/as que tienen entre catorce y veinticuatro años asisten la mayor parte de las situaciones observadas en el contexto escolar, vere-
a establecimientos educativos en una proporción notoriamente menor. En mos que a través de esas experiencias extra escolares, los/as jóvenes son
el caso de los/as bolivianos/as, por ejemplo, el 47,3% de los/as jóvenes que reconocidos positivamente por su entorno familiar.
tienen entre catorce y veinticuatro años se encuentra escolarizado, de modo Los puntos señalados serán abordados atendiendo tanto a las trayec-
que entre los dos grupos de edad la tasa de asistencia educativa se reduce torias migratorias de los/as jóvenes y sus familias, como a las particulari-
a menos de la mitad. Mientras que para el caso de los/as paraguayos/as dades de las migraciones contemporáneas a la Argentina (Grimson y Jelin,
sólo el 34,4% de los/as jóvenes que tienen entre catorce y veinticuatro años 2006; Benencia y Quaranta, 2006, 2009) y a los discursos político-guber-
asiste a un establecimiento educativo, lo cual los convierte en el colectivo namentales y de otros actores sociales, que históricamente han construido

[ 224 ] [ 225 ]
una imagen altamente valorada de la migración europea en detrimento de estudiantado en general y no sólo de los/as inmigrantes.2 A continuación re-
la proveniente de países limítrofes y de Perú. producimos un fragmento de nuestras notas de campo en el que se reflejan
algunas de estas cuestiones:

Miradas docentes sobre estudiantes En una clase de Educación Cívica de segundo año el tema del
extranjeros/as en el nivel medio día era Qué es ser argentino. La docente explicó a los/as estudiantes
que debían realizar una encuesta a distintos miembros de la escue-
En 1999, en la ciudad de Buenos Aires se sancionó la ley que garan- la indagando acerca de qué significa ser argentino. A la vez, señaló
tiza el acceso a la educación a todos/as los/as niños, niñas y jóvenes, inde- que ellos/as también deberían elaborar sus respuestas.
pendientemente de que cuenten o no, en el momento de inscribirse en un Más tarde, una de las estudiantes manifestó: “Pero yo soy
establecimiento educativo, con un documento de identidad.1 Como señala- paraguaya”. La docente la escuchó, la miró y luego prosiguió con
mos en la introducción de este capítulo, ese contexto de promoción de los la clase explicando que podían encuestar a otros docentes, a estu-
derechos humanos de los y las migrantes fue afianzándose relativamente diantes de otros cursos y al encargado del bar, por ejemplo. Más
en los últimos años. Sin embargo, en la escuela de nivel medio en la que adelante, les pidió a un grupo de chicos que se ubican en la parte
nos encontramos trabajando, generalmente, las prácticas educativas man- de atrás del aula, que hicieran silencio. Uno de ellos dijo: “Es que
tienen un perfil asimilador. A partir de las conversaciones informales y las ellos son paraguayos”. A lo que la docente respondió: “No importa,
entrevistas realizadas con los/as docentes hemos podido atender que para también lo pueden hacer…”, y sin dar más explicaciones continuó
muchos de ellos/as los diferentes orígenes nacionales de los/as estudian- con la clase.
tes son entendidos como “un problema” que dificulta tanto las relaciones
que se establecen entre los/as estudiantes como los procesos de enseñanza. Este tipo de situaciones se reitera, frecuentemente, en la escuela vi-
Frecuentemente, muchos/as profesores/as explican esos supuestos proble- sitada: cuando aparecen manifestaciones de los/as chicos/as acerca de sus
mas haciendo hincapié en las “dificultades que tienen los chicos para comu- orígenes nacionales muchos/as docentes las “silencian” (Novaro et al., 2008).
nicarse entre ellos porque son de culturas distintas”, o bien enfatizando lo Ahora bien, durante las conversaciones que los/as profesores/as mantienen
complicado que les resulta trabajar con jóvenes que, supuestamente, poseen entre sí en los momentos del recreo, hemos observado que varios/as de ellos/
un nivel educativo más bajo que el de los/as estudiantes argentinos/as, a as se muestran preocupados/as acerca de la escolaridad de los/as jóvenes
la vez que “no tienen normas culturales básicas”. La frase “estos chicos no inmigrantes, sus supuestas dificultades de aprendizaje y las altas tasas de
saben nada” aparece recurrentemente. Desde estas miradas los docentes deserción educativa. La mayor parte de esos/as docentes señala desconocer
construyen una marcada distancia entre sus propuestas y las realidades e qué puede hacer para “ayudarlos a que se integren y les vaya mejor en la
intereses de los/as estudiantes. De este modo, ciertas prácticas que los/as escuela”. Sin embargo, en ocasiones la manifestación de esa incertidumbre
chicos/as manifiestan en la escuela (el uso continuo que hacen de sus telé- lejos de llevarlos/as a cuestionar su práctica profesional se asocia con fuer-
fonos celulares o la música que escuchan, por ejemplo) así como sus oríge- tes juicios descalificadores. Pues bien, una docente sostiene:
nes nacionales y trayectorias de vida, que en ocasiones incluyen múltiples
desplazamientos geográficos y experiencias laborales, no son generalmente
2.  Otros investigadores han señalado el registro de este tipo de situaciones en es-
retomadas en las propuestas educativas sino que permanecen invisibiliza- cuelas secundarias. En este sentido, Tenti Fanfani (2009) ha analizado las caracte-
das. Vale aclarar que estas distancias entre las prácticas y experiencias de rísticas del nivel medio en el contexto urbano de América Latina y ha señalado que
“los adolescentes y jóvenes son portadores de una cultura social hecha de conoci-
los/as jóvenes y la propuesta educativa parecieran establecerse respecto del
mientos, valores, actitudes y predisposiciones que no coinciden necesariamente con
la cultura escolar y, en especial, con el currículum o programa que la institución se
propone desarrollar” (58). Si bien el reconocimiento de otras trayectorias formativas
previas y paralelas a la escuela es fundamental en cualquier relación educativa, tal
1.  Me refiero a la ley 203 sancionada en 1999 en la Ciudad Autónoma de Buenos como ha sido señalado en otros capítulos de este mismo libro, lo es aún más tratán-
Aires. dose de sujetos mayores.

[ 226 ] [ 227 ]
¿Qué podemos hacer nosotros desde acá si ya en las casas es era más maternal y «contenedora», la secundaria debía ser, en cambio,
todo un desastre? No entendemos para qué vienen… ¿Por qué no se más patriarcal, vertical e impersonal” (46). Pues bien, en la escuela se-
quedan en Bolivia que por lo menos ahí están en su propia cultura? cundaria visitada y en comparación con situaciones observadas en una
No piensan en el daño que es para los hijos… Entonces vos lo que investigación anterior en el nivel primario (Beheran, 2007), las relacio-
hacés es terminar nivelando para abajo… Das lo básico o menos… nes que se establecen entre docentes y estudiantes parecieran ser más
difusas; muchos/as docentes, por ejemplo, no conocen los nombres de los/
Otra de las situaciones que evidencia el tinte asimilador de las as estudiantes y mucho menos sus orígenes nacionales, aunque general-
prácticas educativas es la referida a las explicaciones que elaboran los/ mente suelan identificarlos como “bolivianos”. 3 Si bien cabe recordar que
as docentes en relación con las dificultades de lectoescritura de los/as nos encontramos realizando la investigación en un único espacio escolar
chicos/as inmigrantes; para muchos/as profesores/as estos/as estudian- de nivel medio, consideramos que estas diferencias en el tratamiento de
tes deben abandonar el uso de las lenguas quechuas, aymara y guaraní, la población migrante entre el nivel primario y secundario pueden ha-
utilizadas por algunos/as de ellos/as, pues entienden que las mismas berse constituido a través de la vigencia de las características descriptas
dificultan el aprendizaje del español. A lo largo del trabajo de campo, por Dussel. En todo caso, se trata de una hipótesis que continuaremos
observamos que este tipo de reflexiones pareciera ser elaborado desco- analizando a lo largo de la investigación.
nociendo que varios/as de los/as estudiantes de la escuela poseen difi- En algunas situaciones de clase hemos observado cómo esas prácticas
cultades de lectoescritura y que muchos/as de ellos/as son argentinos/ docentes respecto de los y las jóvenes inmigrantes se articulan, como vere-
as y/o español hablantes exclusivamente. A través de las conversaciones mos en el siguiente apartado, con los tratamientos que esos/as profesores/
mantenidas con los/as docentes pudimos dar cuenta que ante nuestras as construyen respecto de la temática migratoria en sus clases.
preguntas acerca de los motivos que pudieran explicar los problemas
educativos de los/as chicos/as argentinos/as, sus explicaciones hacían
referencia, generalmente, a las pautas de crianza, supuestamente, “de- Tratamientos de la temática migratoria
ficitarias” que se implementan en los hogares de estos/as jóvenes perte- construidos por los/as docentes en las clases
necientes a sectores populares, al “abandono” y la falta de “motivación
para el esfuerzo” por parte de ellos/as y sus familias y , en ocasiones, a El fenómeno de las migraciones internacionales a la Argentina es una
las situaciones de desigualdad social en las que viven y que muchas ve- temática que se aborda tanto en el nivel primario como en el secundario.
ces los/as llevan a “no creer más en que estudiar les sirva para algo”. Sin A lo largo de este apartado analizaremos el tratamiento que algunos/as
embargo, en relación con los/as estudiantes bolivianos/as y paraguayos/ docentes de la escuela visitada construyen respecto de dicho fenómeno.
as, muchas veces, varios/as de los/as docentes con los que hemos tenido La historia migratoria argentina se ha escrito, en general, valorando
oportunidad de conversar refirieron que se trata de “culturas deficita- positivamente a aquellos/as hombres y mujeres procedentes del continente
rias” frente a las cuales “no sabemos qué hacer”. europeo que arribaron masivamente desde mediados del siglo XIX. El ro-
Paralelamente, en la escuela secundaria visitada la retórica del plu- manticismo que encierra la idea, profundamente instalada en el “sentido
ralismo cultural pareciera haber calado con escasa profundidad. En este común nacional”, referida a que “todos descendemos de los barcos”, oculta
sentido, entre las representaciones y prácticas docentes no se evidencian no sólo la ascendencia indígena de buena parte de la población argentina y
referencias a los discursos que pregonan la “atención de la diversidad la presencia de otros colectivos migratorios y de esclavos procedentes de los
cultural” o el “respeto de las diferencias culturales”, mayormente di- continentes asiático y africano respectivamente, sino también el tratamien-
fundidos en el sector educativo de nivel primario y por los organismos to discriminatorio que recibieron muchos/as de aquellos/as inmigrantes
internacionales vinculados con la temática educacional. En este sentido,
al analizar la historia del nivel secundario, Dussel (2009) aporta cier- 3.  En un trabajo anterior hemos sostenido que el contexto social, que atraviesa el
espacio escolar, parecía propiciar la construcción por parte del cuerpo docente de
tas ideas que parecieran resultar apropiadas para reflexionar acerca de
identificaciones nacionales atravesadas por un marcado proceso de hipervisibiliza-
estas distinciones entre niveles. Para la autora, “si la escuela primaria ción de la migración boliviana (Beheran, 2009).

[ 228 ] [ 229 ]
europeos/as en distintos espacios sociales y también, en ocasiones, a través hemos señalado anteriormente, los discursos xenófobos recién comenza-
de la implementación de instrumentos legislativos que propiciaron un alto ron a ser evidentes en la primera década del siglo XX.
número de encarcelamientos y deportaciones. Efectivamente, la inmigra- Ahora bien, ¿qué lugar ocupa, en la actualidad, la temática referida a
ción europea no fue la que había sido imaginada por los ideólogos de la las migraciones a la Argentina en los documentos educativos que elabora
época. Esa población, en su mayor parte conformada por hombres, no traía el Ministerio de Educación de la Nación? ¿Las transformaciones políticas y
consigo los saberes de la industrialización capitalista, pertenecía mayori- jurídicas que tuvieron lugar en los últimos años respecto del tratamiento de
tariamente a sectores empobrecidos, contaba con un nivel de escolaridad la población migrante se reflejan en ellos?
bajo y, en ocasiones, con las ideas de transformación social del socialismo y Novaro (2005) analiza el tratamiento de la temática migratoria que
anarquismo europeos (Devoto, 2003). De modo que ya en los primeros años construye la propuesta oficial y editorial para escuelas primarias a nivel
del siglo XX se produjo un notorio cambio de percepción acerca de la migra- nacional y sostiene que la misma se presenta en términos de “problema”.
ción europea, acompañado de un marco legal constituido por las llamadas Para la autora, tanto en el pasado como en la actualidad, la temática de
leyes de Residencia y de Defensa Social.4 Como señala Novick (1997): la migración aparece frecuentemente asociada a la idea de “invasión” y en
tal sentido señala: “Si el peligro de aquella invasión era «el robo del alma
Los inmigrantes se habían transformado de garantizadores nacional», el pragmatismo de los nuevos tiempos hace que ahora se piense
de la expansión del capitalismo –en tierras inexplotadas y de ri- más bien en la posibilidad del «robo» de trabajo, servicios, derechos” (87).
quezas abundantes–, a cuestionadores de las “bondades de ese sis- Ahora bien, a través de la revisión de distintos documentos educativos re-
tema”. (93) feridos a la enseñanza en el nivel medio, hemos observado un llamado a
reconocer la multiplicidad de identificaciones culturales, étnicas y lingüís-
Paralelamente, distintos autores han señalado que desde mediados ticas que forman parte de la realidad social nacional, así como a tener en
del siglo XIX la escuela se convirtió en uno de los elementos de homoge- cuenta las demandas de tipo educativo que las mismas generan. Tanto en el
neización sociocultural más importante (Puiggrós, 1990; Juliano, 1993; “Núcleo de Aprendizajes Prioritarios para Ciencias Sociales. Nivel Medio”
Achilli, 1996; Neufeld y Thisted, 1999; Devoto, 2003; Romero, 2004). En (2006), como en los “Lineamientos políticos y estratégicos de la educación
tal sentido, hacia 1880 se establecieron los ejes del modelo asimilacio- secundaria obligatoria” (2009), ambos elaborados por el Ministerio de Edu-
nista en educación pues en concordancia con la idea motora de los secto- cación, Ciencia y Tecnología de la Nación, se hace mención, por ejemplo, a
res político - gubernamentales de la época, el objetivo era construir una la importancia de comprender las características de la población del con-
“identidad nacional argentina”. Romero (2004) sostiene que para cumplir tinente americano, sus condiciones de vida y trabajo así como los procesos
ese rol decisivo en la conformación de un sentido común referido a la idea migratorios en los que interviene. De modo que el tratamiento indicado
de nación, la escuela se valió, entre otros instrumentos, de disciplinas para la temática migratoria propone el reconocimiento de los/as migran-
como la Historia, la Geografía y el Civismo pues “en las propias discipli- tes y de las condiciones económicas, políticas y sociales que, generalmente,
nas científicas estaban arraigados los criterios ideológicos” (20). De esta propician los movimientos migratorios. Sin embargo, en la escuela visitada
manera, comenzó a construirse un relato referido a la “argentinidad” que hemos observado un abordaje del tema que si bien no se da en términos de
invisibilizó la historia del genocidio indígena y la de los gauchos, en tan- “problema”, presenta una visión parcial y ahistórica. Durante las clases de
to ambos actores eran percibidos como la “barbarie”. Sin embargo, como Educación Cívica, por ejemplo, hemos registrado ciertas referencias res-
pecto de la temática de las migraciones internacionales a la Argentina. En
4.  La Ley de Residencia, sancionada en 1902, autorizaba al poder ejecutivo a ex- esas clases, los/as docentes se ocuparon de describir y valorar a la inmigra-
pulsar a cualquier persona extranjera que fuese considerada peligrosa, en relación
ción europea llegada al país desde mediados del siglo XIX, rescatando su
con la seguridad nacional o la alteración del orden público. A su vez, prohibía el
ingreso de aquellas personas cuyos antecedentes no resultaran pertinentes para las participación en la construcción de la “nación argentina” y omitiendo men-
autoridades locales. Por su parte, la ley de Defensa Social sancionada hacia 1910 cionar los problemas que debieron enfrentar aquellos/as migrantes para
poseía similares características a la anterior, pero sumaba la posibilidad de identifi- “integrarse” a la sociedad receptora. Una docente explicó: “Todos somos
car claramente cuáles eran las ideologías no deseadas (Novick, 1997; Devoto, 2003;
Costanzo, 2009). nietos o hijos de inmigrantes”. Ahora bien, esa referencia aludía a los hijos

[ 230 ] [ 231 ]
o nietos de inmigrantes europeos que en la escuela visitada son, en todo introducción de este capítulo, y siguiendo lo señalado por Diez y Novaro
caso, una minoría. (2009), hemos advertido acerca de las dificultades para establecer ex-
El tratamiento que estos/as docentes elaboran respecto de la temática plicaciones referidas al por qué de esa drástica caída y señalamos que
migratoria, generalmente, inhabilita la posibilidad de reflexionar acerca de la misma se inscribe en una tendencia que atañe a los/as jóvenes per-
ella como un fenómeno social contemporáneo; los/as docentes refieren a las tenecientes a sectores populares. Sin embargo a través del trabajo de
migraciones en términos históricos. A través de los modos en que abordan campo realizado hasta el momento, hemos atendido a ciertas situaciones
el tema pareciera ser que las migraciones tienen poco o nada que ver con las que consideramos pueden resultar pertinentes para reflexionar acerca
historias de vida de los/as estudiantes. de esta compleja realidad.
De modo que el tratamiento de la temática migratoria que constru- En primer lugar, a través de las entrevistas realizadas con los/as jóve-
yen estos/as docentes hace referencia, por un lado, a sucesos de un pasado nes inmigrantes hemos observado que en sus relatos se entrevé una gran
“romántico” en el que pareciera ser que la ausencia de conflicto fue una continuidad con los discursos docentes. Pues bien, esas miradas estereoti-
constante. Por otro lado, al ocuparse exclusivamente de la migración euro- padas respecto de los/as chico/as inmigrantes coinciden con las representa-
pea se invisibiliza a otros colectivos migratorios presentes en el país.5 En ciones que estos/as construyen acerca de su desempeño escolar; pareciera
este sentido, encontramos pertinente la distinción a la que hace referen- haber una apropiación de los discursos docentes por parte de los/as estu-
cia Rockwell (2009) entre el saber pedagógico y el saber docente. Para la diantes. En este sentido, en varios de sus relatos han aparecido expresiones
autora, los saberes docentes construidos a través de la intersección de las como las siguientes:
formaciones profesionales, biografías e historias sociales e institucionales
por las que atraviesan estos sujetos, “constituyen […] una matriz que re- Me cuesta mucho matemática y lengua… Pero ahora casi to-
elabora los conocimientos pedagógicos transmitidos durante la formación das tengo abajo porque me tengo que esforzar más.
inicial y continua de los maestros y las disposiciones oficiales que llegan a
las escuelas” (28). Pues bien, mientras que en los documentos educativos, No me da la cabeza… Ya siempre me lo dicen. No puedo.
anteriormente señalados, se promueve el reconocimiento socio - histórico
de los múltiples actores y dimensiones que conforman los procesos migra- No se trata aquí de responsabilizar al cuerpo docente como el hacedor
torios, en las prácticas docentes referidas a la temática se observan otras de esas autodesvalorizaciones que elaboran los/as estudiantes. Sin lugar a
aproximaciones que, como señalamos, presentan un recorte parcial del fe- dudas, esas representaciones se construyen a partir de múltiples y comple-
nómeno de las migraciones internacionales a la Argentina. En definitiva, jas situaciones que exceden al acontecer escolar. Sin embargo, el reconoci-
observamos en general que tanto las prácticas docentes respecto de los/as miento positivo que los/as jóvenes inmigrantes y sus familias, con quienes
estudiantes extranjeros/as, como sus tratamientos de la temática migrato- también hemos tenido posibilidades de conversar, realizan respecto de la
ria guardan una notoria distancia respecto de estos/as jóvenes y de los/as escuela y las escasas críticas que construyen respecto de las prácticas edu-
procesos sociales en los que participan. cativas que allí tienen lugar parecieran sugerir que “la palabra” docente, y
de la escuela en general, es altamente valorada y respetada. De modo que
nos preguntamos si esas visiones y prácticas docentes refuerzan, o no, esas
Estudiantes inmigrantes, deserción escolar y trabajo imágenes desvalorizadas que muchos/as estudiantes construyen de sí mis-
mos/as. Pues bien, a lo largo del trabajo de campo en la escuela, una de las
Las estadísticas presentadas en la introducción, referidas a la caí- situaciones que ha llamado nuestra atención es la escasa reflexión crítica
da de la matrícula de estudiantes extranjeros/as entre los niveles pri- que tiene lugar entre los distintos sujetos respecto de las prácticas en las
mario y secundario presentan una realidad llamativa. También en la que participan. En este sentido, hemos atendido a contadas reflexiones de
los/as docentes acerca de su labor; la mayor parte de ellos/as parecieran
5.  Cabe aclarar que en el primer censo nacional de población realizado en 1869 los
estar convencidos/as de que el problema es de “los otros”. Paralelamente,
migrantes limítrofes ya constituían, aproximadamente, el 3% de la población del
país. A lo largo de la historia esa proporción se ha mantenido constante. los/as estudiantes y sus padres/madres no suelen cuestionar las prácticas

[ 232 ] [ 233 ]
docentes pues parecieran haberse convencido de que “el problema es que los en talleres textiles o, al igual que otros jóvenes paraguayos, en actividades
jóvenes no se esfuerzan lo suficiente”. Una situación similar es descripta por de albañilería, mientras que varias jóvenes paraguayas manifestaron tra-
Moscoso (2009) en su análisis acerca de la escolaridad de niños/as y jóvenes bajar en talleres de compostura de calzado. En la Argentina, los estudios
ecuatorianos/as en Madrid. La autora se pregunta: referidos a la inserción laboral de los/as jóvenes han dado cuenta de que en
los últimos años, como consecuencia de la precarización de los mercados la-
Por qué motivo los padres y madres colocan la responsabili- borales, los modos habituales de socialización laboral sufrieron importantes
dad del éxito escolar en las manos de sus hijos e hijas, por qué, por transformaciones (Salvia y Tuñon, 2003; Jacinto, 2008). Uno de los cambios
una parte, la escuela tiene el peso que le confieren y cómo, por otro, registrados ha sido la paulatina desaparición del aprendizaje de un oficio en
se le resta responsabilidad en cuanto al rendimiento de sus hijos el ámbito familiar. Sin embargo, varios/as jóvenes inmigrantes, y descen-
[…] ¿Existe acaso la percepción de que el acceso al sistema educa- dientes de inmigrantes, de la escuela visitada parecieran estar desarrollan-
tivo es un favor y no un derecho? (17) do un modo de socialización laboral caracterizado por el seguimiento de las
tradiciones laborales de sus familias y enmarcado en redes de parentesco
Desde ya que también hemos registrado situaciones donde los docentes y paisanaje. En la Argentina se han elaborado escasos trabajos referidos a
realizaron una reflexión crítica referida a sus desempeños profesionales y las experiencias laborales de los/as jóvenes inmigrantes y/o descendientes
a las dificultades que encuentran para, además de enseñar, atender a com- de inmigrantes (Trpin, 2004). Sin embargo, se han desarrollado numerosos
plejas situaciones sociales que forman parte de la vida de estos/as chicos/ estudios referidos a la inserción y trayectorias laborales de los/as migrantes
as y que se manifiestan en la escuela. Entre ellas, muchos/as destacaron limítrofes adultos/as. Estos estudios han destacado la importancia de las
la violencia doméstica, el embarazo adolescente y la desocupación de las redes construidas por los/as migrantes en las distintas etapas del proceso
familias. Sin embargo, y sobre todo en relación con el tratamiento de la po- migratorio (Benencia y Quaranta, 2006, 2009; Pizarro, 2009).
blación migrante, la escasa reflexión por parte de los/as docentes así como Por su parte, los/as chicos/as argentinos/as de la escuela visitada que
la persistencia de miradas estereotipadas, que invisibilizan la diversidad manifiestan haber desarrollado alguna experiencia laboral, generalmente,
de trayectorias escolares y de vida que tienen estos/as chicos/as, se articu- lo hacen refiriéndose a prácticas intermitentes vinculadas al área comer-
lan con las autodesvalorizaciones que construyen los/as propios/as jóvenes cial (como vendedores en algún comercio, repartidores o volanteadores). A
inmigrantes. diferencia de estos/as chicos/as, la mayor parte de los/as jóvenes inmigran-
Paralelamente, los/as profesores que manifestaron preocupación por el tes relata con entusiasmo las características de esas actividades labora-
desempeño educativo de estos/as chicos/as, generalmente, lo hicieron com- les en las que participan y el reconocimiento positivo que les depara entre
binando esa inquietud con visiones estereotipadas dando poco lugar al inte- sus familiares, conocidos de la colectividad y vecinos del barrio (Beheran,
rés por recuperar las trayectorias de vida de estos/as jóvenes. Nos referimos 2010). En este sentido, en una de las entrevistas realizadas, una joven boli-
a cuáles han sido sus recorridos escolares, sus experiencias formativas ex- viana de dieciséis años de edad, que trabaja bordando prendas de vestir en
tra escolares y, en algunos casos, sus trayectorias laborales. De modo que su domicilio junto a su madre manifestó:
más allá de las evidentes buenas intenciones, pareciera ser necesario cues-
tionar las fuertes asociaciones que varios/as docentes de la escuela visitada Las consigue mi tía… Al principio solo mi mamá y mi tía tra-
establecen entre los orígenes nacionales y las supuestas formas de “ser” y bajaban…Después un día mi mamá me dijo de probar y vio que yo
actuar de estos/as chicos/as.
En segundo lugar, el trabajo de campo realizado hasta el momento nos
menor variedad de trayectorias laborales o bien porque han preferido no dar cuenta
ha permitido dar cuenta que la mayor parte de los/as estudiantes bolivia-
de ellas por algún motivo específico. En este sentido, nos preguntamos si la opción
nos/as y paraguayos/as trabaja.6 Muchos/as jóvenes bolivianos/as lo hacen de algunos/as estudiantes por mantener silenciadas esas trayectorias se vincula al
hecho de que la incorporación temprana al mercado de trabajo es desaprobada por
6.  Paralelamente hemos notado que entre los/as jóvenes argentinos/as las alusiones múltiples actores sociales y condenada, entre otros, por los medios de comunicación
a experiencias laborales aparecen con menor frecuencia. Queda pendiente indagar masiva y la escuela, en concordancia con los convenios internacionales sobre la eli-
si esta situación tiene lugar porque, efectivamente, estos/as jóvenes cuentan con una minación del trabajo infantil (Padawer et al., 2009).

[ 234 ] [ 235 ]
lo hacía más rápido que ellas porque con mis dedos lo hago más la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, respecto de los/as estudiantes
rápido. Es fácil y lo hago todo muy rápido. inmigrantes procedentes de Bolivia y Paraguay que asisten a ella. A su
vez, hemos dado cuenta de las formas de abordar la temática referida a
De esta manera, frente a un complejo contexto escolar, la vida social las migraciones, que despliegan algunos/as de estos/as profesores/as en sus
que estos/as chicos/as construyen en el espacio extra escolar pareciera ad- clases. Paralelamente, nos hemos referido a las maneras en que los/as es-
quirir un valioso significado entre ellos/as. Sin embargo, como señalamos tudiantes experimentan los tratamientos que construyen sus docentes y a
anteriormente, tanto los/as jóvenes inmigrantes como sus familias valoran algunos de sus modos de inserción en el mercado de trabajo.
positivamente su escolarización, destacando su deseo de finalizar el nivel La persistencia de imágenes estereotipadas respecto de los colectivos
medio y, en ocasiones, de continuar sus estudios en los niveles terciario de migrantes presentes en el espacio escolar, así como la vigencia de prácti-
o universitario. Teniendo en cuenta estas expectativas, la disminución de cas docentes de tipo asimilacionista, que conciben la diversidad de orígenes
jóvenes inmigrantes en los años superiores del nivel medio no pareciera nacionales de los/as estudiantes en términos de problema, parecieran pro-
que deba ser pensada como el producto de una decisión individual adoptada piciar situaciones en las que se refuerzan autoimágenes desvalorizadas por
por ellos/as y/o sus familias sino como el resultado de un proceso mucho parte de los/as chicos/as inmigrantes. Paralelamente, esas imágenes este-
más complejo. Para reflexionar sobre los motivos de esta situación resulta reotipadas promueven que los/as docentes implementen prácticas caracteri-
pertinente atender a la dialéctica que se construye entre las autopercepcio- zadas por la tendencia a “nivelar para abajo”, es decir, enseñar una cantidad
nes que elaboran, o refuerzan, en el contexto escolar y extra escolar los/as menor de contenidos que los asignados en los programas de las materias.
jóvenes inmigrantes, los tratamientos que se realizan respecto de ellos/as Las situaciones de adversidad producto de la injusticia social que aque-
en los distintos contextos y las oportunidades de inserción laboral, satisfac- ja a la mayor parte de estudiantes de la escuela visitada son utilizadas por
ción de sus necesidades materiales y de realización personal que la educa- sus docentes para explicar en términos diferenciales sus problemas edu-
ción media y, en sentido más amplio, la sociedad receptora les ofrece. cativos; si en el caso de los/as estudiantes argentinos/as, en ocasiones, sus
El clásico estudio de Willis (1988) referido a la peculiar producción profesores/as reconocen que las situaciones de desigualdad social pueden
cultural que realizan los jóvenes pertenecientes a sectores populares que colaborar en las explicaciones referidas a los orígenes de esos problemas,
asisten a una escuela media en Inglaterra, ha demostrado cómo a través de en el caso de los/as estudiantes extranjeros/as esta explicación aparece con
la creación de una cultura contraescolar los jóvenes acaban por reproducir mucha menos frecuencia pues muchos/as docentes sostienen que el proble-
la “cultura obrera” y “autocondenarse” a determinados trabajos obreros. Si ma de estos/as jóvenes es “cultural”.
bien entre los/as jóvenes inmigrantes de la escuela visitada no pareciera Por otro lado, en relación con el tratamiento de la temática de las mi-
darse este tipo de construcción cultural contraescolar sino una fuerte valo- graciones internacionales a la Argentina hemos señalado que el mismo se
ración por parte de ellos/as y sus familias de la “cultura escolar”, el trabajo realiza valorando y reconociendo casi exclusivamente a la migración euro-
de campo realizado hasta el momento nos ha permitido observar cómo a pea, permaneciendo invisibilizado el resto de colectivos de migrantes que
través de esa dialéctica entre autopercepciones y complejos tratamientos residen, históricamente, en el país.
docentes, muchos/as jóvenes inmigrantes encuentran dificultades para ter- La vigencia de esas visiones estereotipadas entre los/as docentes, la
minar sus estudios secundarios y se ven destinados a continuar con las escasa reflexión crítica sobre sus desempeños profesionales y la inexisten-
trayectorias laborales transmitidas a través de las experiencias formativas cia de proyectos educativos elaborados por la propia escuela en relación
y laborales familiares. con la atención de estudiantes con diversos orígenes nacionales constitu-
yen un contexto escolar que se presenta dificultoso para los/as chicos/as
inmigrantes, cuyas trayectorias migratorias, escolares y laborales suelen
Reflexiones finales permanecer invisibilizadas durante buena parte de su tránsito por la es-
cuela media.
A lo largo de este capítulo hemos analizado los tratamientos que cons- A su vez, a través de las conversaciones mantenidas con los/as do-
truyen los/as docentes de una escuela pública de nivel medio, ubicada en centes, advertimos que muchos/as de ellos/as se muestran preocupados/

[ 236 ] [ 237 ]
as acerca de los/as jóvenes inmigrantes y sus desempeños educativos. Sin Bibliografía
embargo, tanto la persistencia de visiones estereotipadas como la tenden-
cia a concebir a los problemas educativos de estos/as chicos/as en términos Achilli, Elena (1996), Práctica docente y diversidad sociocultural, Rosario,
“culturales”, parecieran operar dificultando la reflexión crítica acerca de Homo Sapiens.
sus propios desempeños profesionales y del rol de la escuela, en general, en Beheran, Mariana (2007), “El tratamiento de la diversidad cultural en las
la producción y reproducción de esos “problemas”. escuelas públicas primarias de la ciudad de Buenos Aires”, tesis co-
Paralelamente, hemos sostenido que la mayor parte de jóvenes boli- rrespondiente a la Maestría en Políticas de Migraciones Internaciona-
vianos/as y paraguayos/as que asiste a la escuela visitada, trabaja en ám- les-Universidad de Buenos Aires.
bitos laborales enmarcados en redes de parentesco y/o paisanaje y que esas – (2009), “Contextos migratorios y construcción de identificaciones ét-
experiencias laborales son percibidas por ellos/as en términos positivos. El nicas y nacionales en la escuela media”, en Roberto Benencia, Ger-
registro de estas situaciones nos lleva a reflexionar en torno a las posibles mán Quaranta, y Andrés Pedreño, (comps.), Mercados, institucio-
vinculaciones entre las condiciones que propician la disminución de estu- nes y trayectorias en distintos escenarios migratorios, Buenos Aires,
diantes inmigrantes en el nivel medio y la dialéctica que tiene lugar entre Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos y Universidad
las autopercepciones de estos/as chicos/as y las formas en que son silencia- de Murcia, e/p.
dos/as, discriminados/as y/o reconocidos positivamente en los/as distintos – (2010), “Niños/as y jóvenes bolivianos/as en la ciudad de Buenos Aires.
contextos por los que transitan cotidianamente. Escolaridad y experiencias formativas en el ámbito familiar”, Estudios
Las prácticas que tienen lugar en las escuelas se inscriben en contextos Migratorios Latinoamericanos, Buenos Aires, e/p.
sociales que las exceden y atraviesan continuamente, de modo que así como Benencia, Roberto y Germán Quaranta (2006), “Mercados de trabajo y econo-
aquellas transformaciones jurídicas y políticas, en relación con el tratamien- mías de enclave. La «escalera boliviana» en la actualidad”, Estudios Mi-
to de la población migrante, señaladas en la introducción de éste capítulo, gratorios Latinoamericanos, año 20, Nº 60, Buenos Aires, pp. 413-431.
penetraron en las escuelas garantizando el acceso de muchos/as jóvenes – (2009), “Familias bolivianas en la actividad hortícola: transformaciones
inmigrantes, también en ellas aún tienen lugar esas miradas estereotipa- en sus procesos de movilidad”, en Roberto Benencia, Germán Quaran-
das respecto de los y las migrantes limítrofes, que la sociedad argentina ha ta y Javier Casadinho, Cinturón hortícola de la ciudad de Buenos Aires.
construido a lo largo de su historia y que en la actualidad perviven. Cambios sociales y productivos, Buenos Aires, Ciccus, pp. 111-126.
Ahora bien, el trabajo de campo realizado hasta el momento nos ha Cerrutti, Marcela (2009), Diagnóstico de las poblaciones de inmigrantes
permitido establecer un vínculo de confianza con varios/as de nuestros en la Argentina, Buenos Aires, Serie de Documentos de la Dirección
interlocutores, a través del cual pudimos construir reflexiones conjuntas Nacional de Población, Secretaría de Interior, Ministerio del Interior,
acerca de distintas temáticas que atañen a la vida escolar y, en el caso de Organización Internacional para las Migraciones, marzo.
los/as jóvenes, también extra escolar. Pues bien, en el último año de trabajo Costanzo, Gabriela (2009), Los indeseables. Las Leyes de Residencia y De-
de campo, a través de conversaciones informales mantenidas con algunos/ fensa Social, Buenos Aires, Madreselva.
as docentes hemos abordado entre varios temas, el referido al “silencio” Devoto, Fernando (2003), Historia de la inmigración en la Argentina, Bue-
que según muchos/as de ellos/as, caracteriza a los/as jóvenes bolivianos/ nos Aires, Sudamericana.
as. Esos diálogos permitieron que algunos/as profesores/as reflexionaran Diez, María Laura, y Gabriela Novaro (2009), “¿Una inclusión silenciosa o
acerca de su responsabilidad en la construcción de esos silencios; en oca- las sutiles formas de la discriminación? Reflexiones a propósito de la
siones, algunas docentes señalaron sus intenciones de revisar los estilos escolarización de chicos bolivianos”, en María Inés Pacecca y Corina
comunicativos que implementan en sus clases. Si bien esta situación no Courtis (comp.), Diagnóstico participativo sobre discriminación, Bue-
garantiza una transformación de las prácticas docentes, consideramos que nos Aires, Proyecto contra la discriminación, Buenos Aires, Asociación
da cuenta de la necesidad que poseen muchos/as profesores/as de encontrar por los Derechos Civiles-Del Puerto, e/p.
un espacio de reflexión sobre su desempeño profesional y las posibilidades Domenech, Eduardo (2007), “Migraciones contemporáneas y pluralismo
de transformarlo. cultural en la Argentina: el discurso oficial y las prácticas escolares”,

[ 238 ] [ 239 ]
en Denise Jardim (comp.), Cartografias da Imigração: Interculturali- se habla... los usos de la diversidad sociocultural en la escuela, Buenos
dade e Políticas Públicas, Porto Alegre, Universidade Federal do Rio Aires, Eudeba, pp. 23-56.
Grande do Sul, pp. 19-45. Novaro, Gabriela (2005), “Nacionalismo escolar y migraciones en educa-
Dussel, Inés (2009), “La escuela media y la producción de la desigualdad: ción: de los «hordas cosmopolitas» a los «trabajadores competentes»”,
continuidades y rupturas”, en Guillermina Tiramonti y Nancy Montes en Eduardo Domenech, (comp.), Migraciones contemporáneas y diver-
(comps.), La escuela media en debate. Problemas actuales y perspectivas sidad cultural en la Argentina, Centro de Estudios Avanzados de la
desde la investigación, Buenos Aires, Manantial-FLACSO, pp. 38-52. Universidad Nacional de Córdoba, pp. 69-95.
Giustiniani, Rubén (comp.) (2004), Migración: un derecho humano, ley de –, Aristóbulo Borton, María Laura Diez y Ana Carolina Hecht (2008), “So-
migraciones 25.871, Buenos Aires, Prometeo Libros. nidos del silencio, voces silenciadas. Niños indígenas y migrantes en
Grimson, Alejandro y Elizabeth Jelin (comps.) (2006), Migraciones regio- escuelas de Buenos Aires”, Revista Mexicana de Investigación Educati-
nales hacia la Argentina. Diferencia, desigualdad y derechos, Buenos va, vol. 13, Nº 36, México, enero-marzo.
Aires, Prometeo Libros. Novick, Susana (1997), “Políticas migratorias en la Argentina”, en Enrique
Jacinto, Claudia (2008), “Políticas públicas, trayectorias y subjetividades Oteiza, Susana Novick y Roberto Aruj (comps.), Inmigración y discri-
en torno a la transición laboral de los jóvenes”, en Guillermo Pérez minación. Políticas y discursos, Buenos Aires, Grupo Editor Universi-
Sosto (ed.), El Estado y la reconfiguración de las protecciones sociales, tario, pp. 83-165.
Buenos Aires, Instituto Torcuato Di Tella-Siglo Veintiuno. – (2004), “Una nueva ley para un nuevo modelo de desarrollo en un contex-
Juliano, Dolores (1993), “Las minorías étnicas en Argentina. La autorepro- to de crisis y consenso”, en Rubén Giustiniani (comp.), Migración: un
ducción social y el tratamiento escolar de la diferencia (1880-1980)”, derecho humano, ley de migraciones 25.871, Buenos Aires, Prometeo
mimeo. Libros, pp. 67-86.
Ministerio de Educación, Ciencia y T ecnología de la Nación, Consejo Fede- Oteiza, Enrique, Susana Novick y Roberto A ruj (comps.), (1997), Inmigra-
ral de Educación (2006), “Núcleo de Aprendizajes Prioritarios. Cien- ción y discriminación. Políticas y discursos, Buenos Aires, Grupo Edi-
cias Sociales. Nivel Medio”. Buenos Aires, junio. tor Universitario.
– (2009), “Lineamientos políticos y estratégicos de la educación secundaria Padawer , Ana, Gabriela S carfó, Marina Rubinstein y Marina Visintín
obligatoria”, Buenos Aires, octubre. (2009), “Movimientos sociales y educación: debates sobre la transi-
Moscoso, María Fernanda (2009), “Perspectivas de padres y madres ecua- cionalidad de la infancia y de la juventud en distintos contextos de
torianos sobre el contrato pedagógico entre la institución escolar y la socialización”, Intersecciones antropol., vol.10, Nº 1, Buenos Aires,
familia en un contexto migratorio”, Papeles de Trabajo sobre Cultu- junio, http://www.scielo.org.ar/pdf/iant/n10/n10a10.pdf (junio de
ra, Educación y Desarrollo Humano, vol. 5, Nº 1, Madrid, septiembre, 2010).
http://www.uam.es/otros/ptcedh/2009v5_pdf/v5n1esp.pdf Pizarro, Cynthia (2009), “Organizaciones de inmigrantes y procesos iden-
(mayo de 2010). titarios: el caso de la colectividad boliviana de Escobar”, en Roberto
Nejamkis, Lucila (2008-2009), “La inscripción de la desigualdad etnocul- Benencia, Germán Quaranta, y Javier Casadinho, Cinturón hortícola
tural en la Nación Argentina: una aproximación desde las políticas de la ciudad de Buenos Aires. Cambios sociales y productivos, Buenos
migratorias”, Anuario de investigaciones, Nº 3, San Justo, Buenos Ai- Aires, Ciccus, pp. 209-232.
res, Universidad Nacional de La Matanza. Departamento de Derecho P uiggrós, Adriana (1990), Historia de la educación en la Argentina, t. I:
y Ciencia Política, e/p. Sujetos, disciplina y curriculum en los orígenes del sistema educativo
Neufeld, María Rosa y Jens Ariel T histed (comp.) (1999), De eso no se ha- argentino, Buenos Aires, Galerna.
bla... los usos de la diversidad sociocultural en la escuela, Buenos Ai- Rockwell, Elsie (2009), La experiencia etnográfica. Historia y cultura en los
res, Eudeba. procesos educativos, Buenos Aires, Paidós.
– (1999), “El «crisol de razas» hecho trizas: ciudadanía, exclusión y sufri- Romero, Luis Alberto (coord.) (2004), La Argentina en la escuela. La idea de
miento”, en María Rosa Neufeld y Jens Ariel Thisted (comp.), De eso no nación en los textos escolares, Buenos Aires, Siglo Veintiuno.

[ 240 ] [ 241 ]
Salvia, Agustín e Ianina T uñon (2003), Los jóvenes trabajadores frente a la
educación, el desempleo y el deterioro social en la Argentina, Buenos
Aires, Fundación Friedrich Ebert.
Tenti Fanfani, Emilio (2009), “La enseñanza media hoy: masificación con
exclusión social y cultural”, en Guillermina Tiramonti y Nancy Montes
(comps.), La escuela media en debate. Problemas actuales y perspectivas
desde la investigación, Buenos Aires, Manantial-FLACSO, pp. 53-70.
Trpin, Verónica (2004), Aprender a ser chilenos. Identidad, trabajo y resi-
dencia de migrantes en el Alto Valle de Río Negro, Buenos Aires, An-
tropofagia.
Willis, Paul (1988), Aprendiendo a trabajar: cómo los chicos de la clase obre-
ra consiguen trabajos de la clase obrera, Madrid, Akal. PARTE III
Educación en contextos
interculturales
Entre los debates teóricos y las
propuestas de intervención

[ 242 ]
Notas sobre el etnocentrismo, la
discriminación y el concepto de cultura

Aportes para el trabajo docente en


contextos educativos interculturales

Douglas Cairns

Introducción

Cuando se inició este proyecto de investigación teníamos algunas


ideas claras y otras muy poco claras. Entre las primeras figuraba el
hecho de querer trabajar con niños y/o jóvenes en diversos contextos
educativos. Por el contrario la inclusión del término intercultural (de
creciente presencia en los debates académicos) aludía a un grupo de
significados generales, en todo caso enunciables en función de una defi-
nición operativa. El término, sin embargo, se ha quedado entre nosotros
aludiendo a ciertas características que aparecían en las situaciones que
relevábamos.
No puede pasar desapercibido que el discurso de la interculturalidad
se legitima cada vez mas en una época de corrección política y discursos
y textos éticos, junto con la mayor visibilización de situaciones concretas
de interculturalidad y de violencia intercultural. Anteriormente términos
como aculturación, contacto y relaciones interétnicas cubrían sentidos si-
milares en los debates antropológicos.
Tanto en nuestros trabajos como en los de otros autores se han releva-
do situaciones de violencia en contextos educativos que pueden ser conside-
rados como interculturales, más allá incluso de su reconocimiento o no por
parte de los actores. Algunas son protagonizadas por niños con otros niños,
otras tienen a docentes como participantes. Quizá algún docente encuentre
en la descripción de ciertas situaciones que se presentan en este libro ele-
mentos que le resulten útiles para su práctica. Si además “la interculturali-
dad”, este “paraguas de significados”, nos permite imaginar como entender,
resolver, controlar algunas de las violencias y de los sufrimientos asociados
a posiciones etnocéntricas, bien vale el intento y la especulación. Ese es,
entonces, el propósito de este artículo.

[ 245 ]
¿La escuela tiene que hacerse cargo de tales situaciones, o son cuestio- Es posible distinguir diferentes tipos o formas de etnocentrismo (que
nes más generales, más amplias que exceden las posibilidades de interven- en los hechos suelen manifestarse en forma entrelazada). A partir de la de-
ción de maestros, directivos, padres y niños que transitan la cotidianeidad finición antedicha, distinguiremos tres formas o tipos, los que se vinculan
escolar? ¿Es posible que las ciencias antropológicas contribuyan a su com- con diferentes grados de violencia y discriminación.
prensión y a su resolución? Entendemos que para enriquecer el diálogo entre Por una parte, el etnocentrismo valorativo, que supone la atribución de
docentes y antropólogos puede resultar de utilidad efectuar un breve recorri- una supuesta superioridad de ciertos seres y grupos sobre otros. En esta forma
do por conceptos centrales de la antropología como etnocentrismo y cultura, de etnocentrismo, la violencia es explícita porque supone la división entre algo
los que suelen estar presentes –aunque no siempre explícitos–, cuando los considerado superior (por lo general lo propio) y algo considerado inferior. Esta
antropólogos pensamos en la educación, y también cuando desde las escuelas forma etnocéntrica es la que más violencias genera, acompaña y justifica. Tal
se piensa en la interculturalidad. Es sugerente que, mientras en el contexto la creencia por ejemplo en la superioridad de argentinos sobre bolivianos, de
de la formación universitaria se cuestiona la mención autónoma a la cultura quienes viven en la ciudad sobre quienes viven en zonas rurales, etcétera.
y lo cultural, en contextos educativos los docentes recurren frecuentemente a Distinguimos un segundo tipo de etnocentrismo que podríamos llamar
estos conceptos para explicar procesos de identificaciones y diferencias. metodológico, en este no hay una definición de personas o grupos que se con-
sideran superiores o inferiores, sino que se refiere al uso que hacemos de
nuestra propia realidad social y cultural para entender y comprender la de
Etnocentrismo: aproximación, tipos y orígenes otras personas y grupos. Por ejemplo, cuando para entender una religión par-
ticular recurro a mis propias experiencias religiosas o para comprender los
Algunas de las situaciones examinadas en este libro se caracterizan trayectos educativos de determinados niños recupero mis propias experien-
por trazar diferencias y asignar una valoración desde ciertos grupos hacia cias escolares. Esta forma, en la que utilizo mi propia realidad para entender
otros. Por lo general, las valoraciones que registramos tienden hacia la in- la ajena, fue y es discutida en la antropología. Por una parte, mientras algu-
feriorización, hacia la negatividad; seguramente desde cierta creencia en nos autores siguen considerando las generalizaciones, las contrastaciones y
la superioridad, en la positividad. En antropología, la valoración negativa o las comparaciones como actividades importantes en la disciplina, otros con-
positiva de diferencias entre seres humanos, la sobrevaloración de lo propio sideran que tales actividades tienen consecuencias no deseadas, por ejemplo,
y subvaloración de lo ajeno ha sido llamada etnocentrismo. imponer mis visiones de cómo creo que son o deberían ser las cosas.
En principio entendemos al etnocentrismo como un conjunto de actitu- Llamamos al tercer tipo normal-cotidiano, son parte de nuestras
des, prácticas y creencias que incluyen (en distinto grado e intensidad) los prácticas y creencias que no incluyen explícitamente una referencia a la
siguientes elementos: 1) la marcación de diferencias entre seres y grupos hu- superioridad o inferioridad; estas formas del etnocentrismo están absolu-
manos; 2) la asignación de valores en un esquema jerárquico, y 3) la conside- tamente internalizadas en nosotros (como la metáfora del pez en el agua),
ración de lo propio, de lo cercano no solo como mejor, sino como parámetro. son parte de lo que somos. Es, por esto difícil definirlas, observarlas y pre-
El etnocentrismo consistiría entonces en una práctica, actitud, acción cisarlos (de tal manera están “naturalizadas”). Esta forma está vinculada
en la que seres humanos realizan distinciones valoradas de otros seres hu- a lo que entendemos como la normalidad, a la forma en que creemos que
manos, en las cuales resulta regular la consideración de superioridad de las cosas son, a la creencia en la naturaleza de las cosas, antes que a la
unos (los propios, los cercanos), y la inferioridad de otros (los que no son definición lisa y llana de una valoración explícita, y aunque puedan causar
como uno). Desde esta perspectiva el etnocentrismo está vinculado a la dis- sufrimiento y violencia se encuentran más del lado de la no reflexividad,
criminación, en tanto esta incluye también valoraciones de diferencias. que de la intención valorativa.1
Que estas prácticas hayan sido registradas en niños (como dan cuenta
muchos de los trabajos de este libro) no nos debe hacer creer que es en ellos 1.  Es necesario aclarar que su estatus de normalidad no implica un rasgo positivo.
donde se originan o encuentran su explicación; el sistema sociocultural que Para profundizar desarrollos asociados a esta noción puede resultar enriquecedor
profundizar en la diferencia entre “sentido común” y “buen sentido” de Gramsci, en
se define en alguna medida a través de los adultos tiene un papel importan-
los aportes de las investigaciones en etnometodología, en avances en la filosofía del
te en la creación y transmisión de las mismas. conocimiento y de la ciencia, etcétera.

[ 246 ] [ 247 ]
Resulta enriquecedor para comprender a que aludimos recurrir al Desde el inicio de la empresa antropológica, sus cultores han intenta-
pensador Gregory Bateson. Este autor sostiene que los sistemas vivientes do comprender y explicar que somos los seres humanos. La respuesta más
(personas, grupos, sociedades, etc.) mantenemos la creencia de que lo que intuitiva, hipotética y orientativa que hemos desarrollado es que los huma-
hacemos es correcto (Bateson, 1991). Vinculamos esto al etnocentrismo: no nos somos seres culturales (sociales e históricos). Esa culturalidad, que nos
podemos en nuestra vida cotidiana dudar de todo, hay supuestos, paráme- caracteriza y que es el objeto de estudio de los antropólogos, no solo no es
tros, premisas, condiciones que “damos” por hechos; esta es la dirección del transparente, y no podemos ser acabadamente conscientes de ella, sino que
etnocentrismo que llamamos normal-cotidiano. hasta algunos antropólogos han declarado la imposibilidad de que seres
Dice Rappaport: condicionados culturalmente logren comprender y explicar la cultura que
los condiciona. Es decir, no podemos llegar a conocer todas las creencias,
Bateson puso la cuestión en términos informacionales, argu- supuestos, premisas sobre las que actuamos, hay un límite.
mentando que los sistemas adaptativos operan para preservar el Este tipo de etnocentrismo al que provisoriamente hemos llamado “nor-
valor de verdad de ciertas proposiciones sobre si mismos en rela- mal-cotidiano”, tendrá un papel fundamental en el argumento del trabajo
ción a las amenazas por falsearlas. (Rappaport, 1993: 155) y a la hora de plantear las limitaciones para suprimir todo etnocentrismo.
En cualquier caso, este etnocentrismo no es centralmente ni un fenómeno
Puesto en un lenguaje más propio: los seres humanos, los grupos socia- espontáneo ni una ocurrencia individual. Podría relacionarse a nociones
les, tendemos a creer en ciertas cosas, y que tales cosas son así, y también como ideología, sentido común, sistema de ideas, de creencias, conocimien-
que tales creencias son correctas. Indudablemente, estas creencias mantie- tos y valores, a sistemas socioculturales históricos. Es una idea-práctica
nen relaciones cercanas con nuestras acciones observables y explícitas, de análoga a la del egocentrismo con la que seguramente tiene conexiones, en
manera que la creencia en “la naturaleza de las cosas”, es parte de nuestro el sentido que se define un centro (ego: yo; etnos: cultura propia), y un no
actuar y forma parte de nuestras razones de actuar. Esta aseveración nos centro (los otros), y otorga valoraciones sino opuestas, sí distintivas.
permite intuir que hay elementos etnocéntricos tan incrustados en nues- Habiendo distinguido diferentes tipos de etnocentrismo (distinción
tras existencias, de los cuales no solo podemos no tener consciencia, sino teórica y que reconoce, reiteramos, que en las relaciones concretas se ma-
que además, sin ellos la vida se haría imposible. Pero si bien cotidianamen- nifiestan simultáneamente aspectos de los tres), detengámonos en los orí-
te no dudamos de nuestro mundo, a la vez existe la posibilidad, en ciertas genes del etnocentrismo. Los mismos pueden ser relacionados a dos tipos
circunstancias, de problematizarlo –por ejemplo desde las prácticas científi- de procesos.
cas, que discuten al sentido común, e incluso desde las prácticas políticas. En primer lugar, se plantea un debate aun abierto en cuanto a la re-
A continuación nos proponemos relacionar estas cuestiones con dos lación del etnocentrismo con los desarrollos genéticos de nuestra especie (y
ideas, una más cercana a la filosofía y otra más cercana a la antropología. de otras emparentadas). La capacidad clasificatoria, la habilidad de trazar
Los filósofos en general tienden a definir su tarea en términos de cu- similitudes y diferencias (capacidad comparativa) y la función valorativa:
riosidad, asombro, pregunta, duda, critica (casi lo contrario de lo que es- ¿son o responden a estructuras biológicas? Si este fuera el caso, además
tamos definiendo, la creencia: creer en y creer que), pero estas tienen un de la cuestión de la universalidad, ¿podríamos parar de ser etnocéntricos?3
límite, en algún punto, una certeza, o una creencia parece ser necesaria. En segundo lugar, los seres humanos nacemos en contextos históricos,
Hasta los mas relativistas, los mas críticos, y actualmente, hasta los más sociales y culturales que sustancian, que llenan a esas estructuras (clasifi-
desconstructivistas, se asientan en algún punto desde los que ejercen su catorias, comparativas y valorativas) con contenidos particulares. De este
tarea (se podría usar fe, si este término no fuera tan cercano a los signifi-
3.  Los que sostienen que el etnocentrismo tiene raíces en estructuras biológicas
cados religiosos).2
se apoyan en la generalidad y extensividad de la ocurrencia de los centrismos. De-
bemos no obstante considerar la discusión instalada en la antropología sobre si el
atributo de universal es prueba suficiente del carácter biológico de una conducta.
2.  Quizá estas acciones (la duda, la crítica, la desconstrucción) no tengan límites En segundo lugar, se afirman también sus íntimas conexiones con dos capacidades
en “la vida mental”, pero en la vida diaria tienen límites, que, para algunos autores humanas: la de la clasificación de las cosas y la de la atribución de sustancialidad o
configuran la línea que separa la enfermedad de la salud (Turner, 1974). esencia a las cosas (Gelman y Hirshfeld, 2002).

[ 248 ] [ 249 ]
modo, habiendo nacido en Argentina en el siglo XX, por ejemplo, compartiré Clastres continúa su razonamiento para mostrar que el Estado occi-
con muchos connacionales ciertas modalidades por las cuales clasificaré, dental y capitalista es el más etnocida de todos.4
distinguiré y “similizaré” y valorare ciertas características de otros pue- Este autor nos deja en una situación ambigua. Los etnocentrismos no
blos, de otras nacionalidades. peligrosos y los peligrosos (el se centra en resultados como el etnocidio y el
Hemos visto en los distintos capítulos del libro como las visiones que genocidio producidos por la existencia del Estado) son históricos: cambian,
en las escuelas circulan sobre los niños indígenas y migrantes correspon- varían, se atemperan, se profundizan.
den en gran medida con imágenes instaladas en la sociedad. Pero: ¿son El quiebre que instaura la presencia del Estado para Clastres es im-
estas últimas etnocentrismos?, configuremos un escenario más completo: portante a los fines del presente trabajo, ya que es evidente que no podemos
no solo nos definimos como argentinos y no como bolivianos, algunos como deshacernos del Estado y de su autoridad en los asuntos educacionales,
occidentales y muchos no como indígenas, sino que somos parte de una escolares y docentes.
sociedad en la que algunos creen que las características asociadas a estos En conclusión, para este autor, ciertas dosis de etnocentrismo son
pueblos son cuestionables. constitutivas de toda formación social. Pareciera sugerir que los pueblos,
lo tienen, lo viven. Esta idea va en una dirección similar a la que tomamos
más arriba a propósito del etnocentrismo “normal-cotidiano”. Sin embargo,
Etnocentrismos: violencia y diversidad el autor avanza más allá, hay un momento en el que los etnocentrismos
pueden transformarse en violentos y peligrosos. Estas situaciones serían
Un antropólogo francés contemporáneo, Pierre Clastres, nos da ele- asimilables a lo que nos referimos como etnocentrismo valorativo.
mentos para sostener la distinción que hemos planteado en el punto ante- Lévi-Strauss (1987) (autor de referencia de Clastres), desde una posi-
rior entre distintos tipos de etnocentrismo. ción que ha abierto numerosos debates, argumenta que el etnocentrismo
Pierre Clastres (1981) afirma que el etnocentrismo existe en todas las –consideremos que no está pensando en sus variantes más peligrosas– es
poblaciones humanas (con lo que refiere a su “universalismo”), pero que esencial para mantener la diversidad, que es, a su vez, esencial para la
solo en algunos grupos humanos alcanza grados elevados de peligrosidad y humanidad. Véanse las siguientes citas:
violencia. Esto ocurre en las sociedades estatales. De esta forma explica las
distintas formas del etnocentrismo, remitiendo a cuestiones históricas: La actitud más antigua, y que descansa sin duda sobre fun-
damentos psicológicos sólidos en vista que tiende a reaparecer en
Esta vocación de medir las diferencias con la vara de su pro- cada uno de nosotros cuando nos hallamos puestos en una situa-
pia cultura se denomina etnocentrismo. […] [obsérvese que hasta ción inesperada, consiste en repudiar pura y simplemente las for-
aquí el autor no incorpora aspectos valorativos explícitos] El et- mas culturales –morales, religiosas, sociales, estéticas– que están
nocentrismo parece la cosa más repartida del mundo y, al menos más alejadas de aquellas con las que nos identificamos. (308)
desde este punto de vista, la cultura occidental no se distingue de
las otras. Y aún es conveniente, llevando el análisis un poco más Para cambiar, para progresar (está pensando Strauss), para lo nuevo
allá, pensar el etnocentrismo como una propiedad formal de toda (diría Bateson), hacen falta ciertas dosis de etnocentrismo, de distinción,
formación cultural, inmanente a la cultura misma. Pertenece a valoración y reconocimiento de lo propio, que permita la preservación de
la esencia de la cultura ser etnocéntrica, en la medida que toda cierta diversidad, condición del cambio y el progreso.5
cultura se considera la cultura por antonomasia. […] Pero si bien
es cierto que toda cultura es etnocéntrica, sólo la occidental es 4.  Algunas afirmaciones de este autor deben comprenderse con relación a su identi-
etnocida…La violencia etnocida, como negación de la diferencia, ficación con posiciones anarquistas. Resulta necesario preguntarnos por ejemplo si
pertenece a la esencia del Estado, […] toda organización estatal el Estado es el problema, o la reducción de los sujetos a objetos, cuestión que incluye
pero también desborda el Estado y refiere a un sistema social.
es etnocida, el etnocidio es el modo normal de existencia del Es-
5.  Sin embargo, Lévi-Strauss está más cerca de creer en la posibilidad de que
tado. (58-62) la diversidad (cierta dosis de etnocentrismo, normal-cotidiano lo llamamos aquí)

[ 250 ] [ 251 ]
Entre los etnocentrismos etnocidas (peligrosos y violentos) de los apa- Etnocentrismo: vida cotidiana, situaciones
ratos estatales de Clastres, y la reivindicación de la variedad y la diversi- educativas y escolaridad
dad que ciertas formas etnocéntricas promueven para Lévi- Strauss, hay
aún mucho espacio para pensar y argumentar. Se comprende entonces que el etnocentrismo en antropología tiene un
lugar particular: el de obstruir la constitución de un conocimiento que se
considera científico, y que por ello se lo combatió (sobretodo al etnocentris-
Etnocentrismo y antropología mo valorativo). Más arriba mencionamos que el problema del etnocentrismo
metodológico aún se halla en debate. ¿Pueden los antropólogos controlar y
El concepto de etnocentrismo fue utilizado por antropólogos en las pri- dominar al etnocentrismo que llamamos “normal-cotidiano”?
meras décadas del siglo XX para criticar a los antropólogos del siglo XIX, Con la ayuda de Bateson, Clastres y Lévi-Strauss hemos querido am-
en particular, ciertos desarrollos del evolucionismo. pliar el concepto para aplicarlo, no solo a los estudiosos de las culturas, sino
Los autores cercanos al culturalismo y al funcionalismo sostenían a las personas en su cotidianeidad.
que los antropólogos del siglo XIX eran etnocéntricos porque en sus es- Definitivamente, el etnocentrismo no aparece solo en la práctica de
tudios comparativos entre sociedades y culturas, y en sus ordenamientos la antropología sino que es parte de los sistemas socioculturales en que
evolutivos universalistas, consideraban a sus propias sociedades y cul- habitamos (y por eso está presente también entre los antropólogos), de las
turas (mayormente oeste europeas y de Estados Unidos) como modelos a relaciones entre las personas y entre los grupos sociales. Nuestros sistemas
seguir e incluso como puntos de llegada de todas las sociedades y cultu- socioculturales incluyen creencias y prácticas etnocéntricas en y por las
ras. A los antropólogos de la primera mitad del siglo XX les llamó pode- cuales clasificamos, comparamos y valoramos, y también discriminamos.
rosamente la atención que en sus predecesores aparecían consideradas ¿Podrá esto relacionarse con las representaciones estereotipantes y las
como mejores y más avanzadas, incluso como modelos de comparación y situaciones abiertas o larvadas de discriminación registradas en diversos
estudio, precisamente las culturas y sociedades de los propios antropó- contextos formativos y en particular en las escuelas? ¿Hay alguna relación
logos (o algunos aspectos de las mismas). Seguía el razonamiento con entre estos fenómenos y las situaciones de violencia marcadas al principio?,
una explicación: podría ser que tal evaluación positiva de sus propias ¿Si el relativismo cultural puso límites al etnocentrismo como forma de
unidades socioculturales fuera producida no en un acto de conocimiento conocimiento (en antropología), podrá servirnos también para limitar las
científico desinteresado sino asociado al hecho de ser parte las mismas violencias etnocéntricas en las relaciones cotidianas de las personas y los
sociedades valoradas. grupos? ¿Será la herramienta de la relativización un ejercicio aplicable a
De manera que utilizaron el término etnocentrismo para referirse a las situaciones educativas, a las violencias, a las situaciones relevadas en
esa actitud de los antropólogos del siglo XIX. Ahora bien, si la antropología las escuelas en contextos interculturales?, mas aun, ¿podrá darnos elemen-
quería convertirse en el estudio científico de las sociedades y las culturas, tos para avanzar mas allá de los discursos políticamente correctos sobre la
los antropólogos no debían efectuar valoraciones de las sociedades y cultu- tolerancia, la predica sobre el reconocimiento y el respeto a la diversidad?
ras que estudiaban, al menos en tanto estudiosos.
Esto último se convirtió en una herramienta metodológica fundamen-
tal llamada relativismo cultural, que crearon aquellos antropólogos del XX Etnocentrismo, otros centrismos y
como forma de combatir el etnocentrismo antropológico. La herramienta los debates sobre la cultura
resultó tan eficaz que algunos creyeron que todo etnocentrismo había sido
desterrado. Veremos como esto no fue ciertamente lo que sucedió. Y ¿si cruzamos la mirada hacia otros territorios? Además del et-
nocentrismo, ¿hay otros centrismos?, ¿hay otros fenómenos cercanos al
etnocentrismo? Enumeremos los más reconocidos: racismos, génerocen-
trismo (machismo), homocentrismo, adultocentrismo, nacionalcentrismo,
desaparezca, y que le suceda un etnocentrismo único y dominante, valorativo y ab-
soluto. etcétera.

[ 252 ] [ 253 ]
Todos los centrismos parecen implicar una diferencia a la que se le siempre, sino que se refuerza a través de diversos métodos: imágenes de la
asigna una valoración (además de su recurrencia). religión, de la escuela, del sistema de salud, de los medios, etcétera.
Pero en cada caso el término enfoca a objetos distintivos (razas [sic], El centrismo en sí, en acto, es resultado de una configuración más am-
géneros, edades, culturas-sociedades, etc.). También es distintiva su exis- plia que él mismo; forma parte de una red de creencias y prácticas que po-
tencia sociohistórica particular, aunque no exenta de patrones, por ejemplo, seen una conectividad (aún cuando no estén exentas de contradicciones) con
su potencialidad en términos de violencia. otros elementos de la cultura y la sociedad. A aquella configuración y red la
Todos los centrismos comparten además de su forma básica (diferen- podemos llamar cultura o lo cultural; “en-re-dados” en ella, solemos creer,
ciación y valoración), el hecho de que son productos socioculturales e his- ni más ni menos, que corresponde a la naturaleza de las cosas. Por ello he-
tóricos transmitidos por socialización-educación. No son creaciones indivi- mos denominado a uno de los tipos de etnocentrismo: normal-cotidiano.
duales que hacen las personas porque han tenido una experiencia particu- Este fenómeno, la interconectividad, remite a la densidad del centris-
lar, aunque estas pueden jugar papeles de reforzamiento (pero también de mo. Podría suponerse que a mayor interconectividad, mayor densidad e
desconstrucción-desestructuración del centrismo). intensidad, y mayor persistencia e inamovilidad (algo que los centrismos
Entonces nuestro sistema sociocultural nos enseña los centrismos, a demuestran, desgraciadamente), y por ende mayor posibilidad y potencia-
creer que tal lengua es un dialecto, que determinados chicos tienen limita- lidad de violencia.
das capacidades de aprendizaje, que determinada población es abúlica, etc. Por otro lado, los centrismos, que a los observadores nos parecen tan
No toda actitud asociada a la marcación de diferencias y su valoración claros y precisos (y muchas veces cuestionables), y que sin embargo no solo
es un centrismo. Evidentemente hacemos diferencias y valoramos acerca de “nos poseen” sino que gozan de salud, tienen, en tanto participan del sistema
una cantidad enorme de asuntos, sin embargo, cuando esta forma se aplica sociocultural, una direccionalidad, una fuerza de normalización, de sentido
a seres humanos, cuando se relaciona con valoraciones jerárquicas y poten- común, de naturalidad, que nuevamente alude a una característica atribui-
ciales violencias, cuando involucra nuestra propia posición y referencia, es ble a la cultura. El aspecto direccional-normalizador se advierte sobretodo en
que la llamamos “centrismo”. las normas y las valoraciones, por ejemplo en la creencia de que los adultos
Podemos agregar dos características más de los centrismos. Por un debemos trabajar, o que los docentes tienen conocimiento para repartir, o
lado, el hecho que en general, no se presentan como normas explícitas que debemos morir por la patria, o que los adolescentes deben formarse, y
a seguir, del tipo: “debes considerar inferior a…” (si bien podrán existir muchos etc. La potencia del centrismo proviene del mismo lugar de donde se
situaciones puntuales de imitación, o incluso de transmisión verbal, esto origina la fuerza normalizadora y direccional de lo cultural: haz esto-cree
es, por ejemplo, en niños: “mi papa dice que los inmigrantes son…”); sino esto. Esta fuerza puede vincularse analíticamente a la característica que
que se encuentran incrustados en un gran número de elementos de la Bateson le otorga a los sistemas vivos: la de mantener el valor de verdad de
vida de las personas, en un sistema sociocultural. El centrismo no existe lo que creen y hacen, y está además vinculada a nuestra inicial definición de
solo como un mandato explícito, único y claro, sino que conforma el resul- etnocentrismo (especialmente a su variante normal-cotidiano): creer que lo
tado de múltiples elementos que lo condicionan, que lo configuran. Esto propio, lo cercano, como único, como modelo, como correcto.
se relaciona con la característica de interconectividad-sistematicidad que La fuerza de la dirección y normalización de los centrismos, en parte
los antropólogos atribuyeron tradicionalmente a la cultura. Actualmente su legitimación, no está dada en sí mismos únicamente. Esta fuerza remite,
esta atribución está en discusión: ¿cuán interconectados están los elemen- por una parte a la complejidad de su interconectividad cultural, y por otra
tos culturales? parte, a una cuestión que Bateson trató de captar ¿cuánto debemos creer en
Por ejemplo: el sistema sociocultural occidental nos enseñó a creer que y creer que, para seguir viviendo?, es una pregunta que solo puede respon-
el hombre blanco de clase media era el que representaba más cabalmente a derse con la inversa: ¿qué nos pasa cuando dejamos de creer?
lo humano, y que por ello el resto de la humanidad (cuando se le daba este En definitiva, todos los centrismos tienen las siguientes caracterís-
nombre) eran humanos de segunda. Esto evidentemente no se sostiene solo ticas:
como enunciado o como mandato, y posiblemente tampoco principalmente • su formato básico que incluye diferenciaciones y valoraciones;
a través de mensajes explícitos. Tampoco se sostiene de una vez y para • su transmisión sociocultural, como su aspecto reproductivo;

[ 254 ] [ 255 ]
• su interconectividad, como su aspecto de complejidad, y centrismos lucen tan normales y naturales es el etnocentrismo, nuestra
• su direccionalidad, como su aspecto normalizador sociedad-cultura nos prepara y forma en ello. Advertimos esto mas acaba-
damente cuando comparamos nuestra realidad con otras realidades, menos
Todo esto hace difícil entender los centrismos sin un marco conceptual propias, lejanas, decía Lévi-Strauss.
acerca de la cultura y lo cultural. Es en este marco cultural, que en la prác- Obsérvese la distinción: el etnocentrismo no explica porque un grupo
tica ocurren los centrismos. humano particular cree y actúa, que los hombres, los burgueses y los antro-
En la base de todo centrismo encarnado, está nuestra cultura, nues- pólogos somos superiores o inferiores, sino que estos centrismos, que porta-
tro sistema sociocultural, que enmarca lo que creemos y lo que hacemos. mos, son parte de un proceso sociocultural por el cual y en el cual aquello
Es probablemente a partir de que crea en la existencia particular de lo se nos convierte y nos llega a parecer tan obvio, normal, natural y correcto.
propio, lo cercano, lo “mío”, y su valoración, que muchas otras diferencias El etnocentrismo es la matriz de reproducción, de interconectividad, y de
y valoraciones se generen, se refuercen. Por ejemplo, creer que los argen- direccionalidad normalizadora, sobre la que se desarrollan todos los otros
tinos somos superiores a personas de otras nacionalidades, se constituye, centrismos.
en parte, en ser argentino (sucede lo mismo con otras nacionalidades), a La pregunta ahora sería: ¿si la sociedad y la cultura en la que vivimos
partir de haberlo internalizado, en un contexto cultural que favorece tal nos involucra en tales centrismos (a través del etnocentrismo), podrá con-
creencia-práctica. Pero no se trata sin más de una transmisión, o inclu- tribuir a superarlos?
so de una incorporación experimentada, hay además una fuerza y una
dirección de legitimación, una certificación, una normalización, una “na-
turalización”. No solo se puede creer que los indígenas son salvajes y la Sistemas socioculturales: distinciones,
ristra de creencias entrelazadas, sino que se cree que la creencia es válida diferencias y diversidades y la antropología
y verdadera.
El sistema cultural, más allá de cómo se lo defina, y más allá del status Tradicionalmente el “etno” de etnocentrismo refería a cultura, y este
ontológico que se le otorgue, no es un objeto abstracto, es mucho de lo que término refería y refiere a algo que hemos dicho que está en el origen de
se está transmitiendo y es una fuerza que le permite a los seres humanos nuestras distinciones y valoraciones. Clasificamos, valoramos y significa-
transitar sus ambientes con un umbral mínimo de seguridad y creencia, mos de la manera que lo hacemos de acuerdo (incluidas las variaciones y
de práctica y convencimiento (hasta en los contextos definitivamente más cambios) a la unidad sociocultural histórica de la que formamos parte. Re-
hostiles aparece el: así será). curriendo a Bateson hemos defendido la imposibilidad de dejar de hacerlo.
Pero entonces: ¿donde trazar la línea divisoria que separa las violencias y
las discriminaciones?
Las fuentes de los centrismos: la referencia etnocéntrica Los antropólogos del siglo XX lograron articular una conceptualiza-
de la cultura, cuestiones terminológicas ción metodológica: cuando estudies a los seres humanos no los juzgues, no
los evalúes (el relativismo cultural), o incluso no los compares con tu propia
Hay varios tipos de centrismos, sin embargo, todos ellos tienen algún realidad. Dejaban así planteada, la posibilidad de vencer al etnocentrismo
tipo de relación con el etnocentrismo. No solo porque tengan el mismo for- valorativo que sesgaba sus estudios.
mato (diferenciación, valoración y autorreferencia), sino porque se transmi- Muy cerca quedaba la posibilidad de pensar en una conceptualización
ten intergeneracionalmente a través del sistema sociocultural. de lo humano en la que el etnocentrismo no es solo un estorbo para estu-
Creer y actuar que /los migrantes son/ los indios son/ los de color oscu- diar, sino que es un componente de todos los grupos humanos, y de todas
ro son/ los que viven en barrios pobres son/ los budistas son/ las mujeres son las personas.
diferentes e inferiores está relacionado con la sociedad-cultura en la que El etnocentrismo es cultural porque su dimensión es distintiva (en
vivimos; incorporamos y actuamos tales clasificaciones y valoraciones, lo grado e intensidad) en diferentes grupos humanos, porque se transmi-
que nos hace ser tal o cuál x-centristas. Pero el proceso por el cuál aquellos te socioculturalmente, y porque tenemos las posibilidades de pensarlo y

[ 256 ] [ 257 ]
explicarlo desde lo cultural. Lo determinante aquí es que no parece haber La oposición democracia/autoritarismo marcó a fuego la vida de muchos
posibilidad de discutir, entender y limitar, al etnocentrismo, sin una con- de nosotros, tanto que es casi automática la oposición a la voz impuesta
cepción cultural. de los autoritarismos, y la aceptación y valoración de la diversidad como
Recordemos que el relativismo cultural proponía que mientras los an- asociada a la democracia.
tropólogos estudiaran a los grupos humanos caracterizados como diferen- Hay versiones de la democracia que tienden a enfatizar el relativismo.
tes debían abstenerse de realizar valoraciones (para evitar el etnocentris- Los relativismos, sobre todo vinculados a actividades cognitivas y valora-
mo valorativo), y a veces incluso de establecer relaciones, comparaciones, tivas (no hay formas, se dice, de decidir que conocimientos son más correc-
generalizaciones (para evitar el etnocentrismo metodológico). El mundo, tos, ni que valores son mejores) aparecen muy asociados a la tolerancia de
para algunos antropólogos de principios del siglo XX dejó de ser un mundo toda diversidad, y por ello a un tono de democracia. Pero quizá hasta la
donde había superiores e inferiores, y pasó a ser un mundo donde solo había democracia, como el relativismo necesiten ciertos marcos, en antropología
diferencias, y alguna que otra similitud. el relativismo cultural los necesitó.
En este contexto el concepto de diferencia alcanzó una entidad consi- A mediados del siglo XX algunos antropólogos comenzaron a sentir
derable, un carácter sustancial y esencialista: los sistemas socioculturales, que el reconocimiento de la diferencia tenía ciertos costos, y ciertos pe-
las sociedades eran simplemente diferentes. Dejó de hablarse en términos ligros: cuando diferencio, también alejo, aíslo, segrego. Algunos antro-
de mejores y peores, pero poco a poco dejó de “haber” conexiones, generali- pólogos se dieron cuenta que el costo de haber distinguido-diferenciado
zaciones, comparaciones, buena parte de la antropología se hizo particula- sistemas socioculturales, fue no prestar atención a dos clases de fenó-
rista y localista. Este discurso relativista ha sido ampliamente difundido y menos que serán centrales para nuestro argumento: que también podía
encuentra arraigo (como se presenta en algunos capítulos de este libro) en haber similitudes entre esos sistemas y además, que el aislamiento y
discursos de diversos actores educativos. la segregación no permiten ver las relaciones y conexiones entre los
Keesing (1998) ha creado interesantes metáforas para entender este mismos.
aspecto de la historia de la antropología. Propone la metáfora de la escalera
para entender a la antropología evolucionista del siglo XIX (las sociedades
y culturas en distintos escalones, más arriba o más abajo): “La perspectiva Conclusión: diferencias, similitudes y desigualdades
de la “escalera” crea una serie de niveles y estadios de desarrollo” (69).
Y agrega la metáfora del mosaico para describir a la antropología del Haber profundizado, marcado y distinguido tanto las diferencias no
principios del XX, para la que las sociedades y culturas eran conjuntos limi- permitía dar cuenta del hecho de que hay similitudes. Cuando acentuamos
tables, aislables y diferentes: “Cada cultura es vista como un experimento las unas sobre las otras, las diferencias sobre las similitudes, obtenemos
único y separado de las posibilidades humanas” (68). visiones sesgadas.
En las últimas décadas del siglo XX ha habido, especialmente en Podríamos comenzar a preguntarnos, ya dejando a los antropólogos,
nuestros sistemas socioculturales una explosión de reconocimiento, de ¿porqué tendemos a marcar y sobrevalorar más las diferencias, que las si-
aceptación y de exaltación de la diversidad. Por ejemplo, los movimien- militudes?, ¿buscamos obsesivamente los rasgos distintivos de la crianza
tos sociales por los derechos civiles contra el racismo, (en nuestra ex- y la socialización de niños indígenas y migrantes, pero ¿nos preguntamos
periencia cotidiana) el cambio de las películas del far west, de indios cuantos de estos rasgos son compartidos por los niños urbanos, de clase
victimarios a nativos víctimas de los colonialistas, el cuestionamiento media, por los niños que no son ni indígenas, ni migrantes?
a la celebración del quinto centenario del “(des)cubrimiento de Améri- De hecho, un aspecto a destacar es que no existe el término opuesto a
ca”, la proclamación y el resurgimiento de las etnicidades, etc. La di- diferenciar, salvo como neologismo en este trabajo: similizar: hacer similar.
versidad, la diferencia ha impactado en nuestras sociedades y ha sido ¿Es utópico pensar en reconocer más las similitudes?, ¿podríamos los
incorporada (y la antropología tiene cierto mérito por ello). En nuestro docentes torcer e intervenir la tendencia (a diferenciar) e impulsar también
país, en particular, el ascenso de tales cuestiones en la agenda pública lo contrario (similizar)?, ¿vale la pena? Identificar diferencias y similitudes
también coincide con el fin de la dictadura y la vuelta de la democracia. entre mujeres y hombres, europeos y americanos, argentinos y migrantes.

[ 258 ] [ 259 ]
Cuando se profundizan las diferencias y se acentúan las diversidades, político-hegemónicos, de fuerza bruta, etc. Está claro que es poco pensable
hasta la conformación de unidades heterogéneas y aisladas, se puede caer esperar que los docentes (que decir de los antropólogos, y otros profesiona-
en la falta de consideración de las relaciones y conexiones históricas entre les) desestructuren esos soportes de la desigualdad. Lo que no significa que
los sistemas socioculturales (o entre las personas). Esto ha impedido a mu- no puedan operar con ellos desde la función docente, incorporarlos en clase,
chos estudiosos sociales dar cuenta de hechos importantes que atravesaban discutirlos, criticarlos, mostrarlos.
las poblaciones que investigaban: las dominaciones coloniales, la recurren- Junto con la visibilizacion de la desigualdad, atender a las diferencias,
cia del etnocidio y el genocidio, la “reorganización” neocolonial de los gru- porque las mismas existen y no podemos dejar de verlas y marcarlas, pero
pos étnicos en Estados nacionales, las distintas formas de explotación, los también podemos comenzar a ver, realizar y marcar similitudes, hacer de
efectos de la globalización, etcétera. ellas tema de aprendizaje. Se trataría de empezar a entender porqué se-
Esta desatención de la antropología, que tiene connotaciones políti- ñalamos ciertas diferencias, y no ciertas semejanzas, porque tendemos a
cas y éticas insoslayables, puede atemperarse si se tiene en cuenta que los asignar ciertas valoraciones, y a reconocernos en esas circunstancias, y a
antropólogos relativistas se concentraron en testimoniar lo que creían que reconocer las fuentes de estas situaciones, los contextos e intereses que los
debían: la diferencialidad.6 Debimos aguardar que autores más inclinados sostienen y difunden.
a la historia, a la sociología y a la economía nos mostraran que ese mundo Levi Strauss seguiría en la misma senda de la universalización, desde
“mosaico” era de una artificialidad importante, y que además de las dife- la cual las diferencias pueden contextualizarse, y las similitudes encon-
rencias, existían las similitudes y las desigualdades. trarse. Sin duda sugerencias de indudable relevancia en los contextos for-
Desde mediados del siglo XX la antropología vive sucesivas crisis. Crí- mativos que incluyen a diversos (y similares) colectivos y sujetos. Porque
tica de la antropología de la primera mitad del siglo (el frenesí diferencia- no podemos olvidar que los etnocentrismos valorativos, las violencias dis-
dor), admiradora de los estudios de la desigualdad (tanto dentro de una criminatorias encuentran sus lógicas más acabadas en la marcación de las
misma sociedad como entre ellas). En este contexto un grupo de antropó- diferencias.
logos, entre conmovidos y furiosos decidieron que la solución era desterrar
el concepto de cultura. El razonamiento era: si el concepto de cultura había
sido utilizado para etiquetar unidades discretas, aisladas, separadas, ses- Bibliografía
gadas, y representar a un mundo como formado por átomos socioculturales
diferentes (mosaico), es mejor no usarlo. No era descabellado lo que ocurría: A rchetti, Eduardo (1997), Guinea-Pigs. Food, symbol and conflicto of
en un mundo en el que las interconexiones, se acentuaban, en el cual todo knowledge in Ecuador, Londres, Berg.
parecía mezclarse, términos tan cosificantes como “esta sociedad o esta cul- Bateson, Gregory (1991), Pasos hacia una ecología de la mente, Buenos Ai-
tura”, ocultaban más de lo que mostraban. res, Lohlé-Planeta.
Otros antropólogos encontraron otras diferencias a las que prestar Clastres, Pierre (1981), “El etnocidio”, en Investigaciones en antropología
atención, las de género, de sexo, de etnicidad, de edad, etcétera. política, Barcelona, Gedisa.
Algunos autores comenzaron a interesarse por el estudio de la des- Gellner, Ernest (1994), Posmodernismo, razón y religión, Barcelona, Pai-
igualdad. Veamos entonces que pasa con la relación entre diferencia y des- dós.
igualdad: Toda marcación de una diferencia con valoración supone algu- Hirschfeld, Lawrence y Susan Gelman (2002), Cartografía de la mente,
na forma de desigualdad. La diferencia asociada al ser indígena, ser de Barcelona, Gedisa.
Bolivia se carga de una desigualdad generada, en la enunciación y en la K eesing, Roger y Andrew Strathern (1998), Cultural Anthropology, Har-
práctica, desde cierto lugar de poder. Esta desigualdad puede estructu- court Brace College Pub.
rarse sobre distintos tipos de soporte: económicos, de prestigio cultural, Lévi-Strauss, Claude (1964), El pensamiento salvaje, México, Fondo de Cul-
tura Económica.
– (1987), “Raza e historia”, en Antropología estructural, México, Siglo Vein-
6.  Dicho sea de paso, todo reconocimiento de la desigualdad supone un reconoci-
miento de la diferencia. tiuno.

[ 260 ] [ 261 ]
R appaport, Roy (1993), “Humanity’s evolution and Anthropology’s future”, Interculturalidad y educación
en Robert Borofsky, Assessing Cultural Anthropology, Nueva York, Mc-
Graw Hill. Cruces entre la investigación y la gestión
T urner, Victor (1974), Dramas, fields and metaphors, Cornell University
Press. María Laura Diez, Ana Carolina Hecht,
Gabriela Novaro y Ana Padawer

Introducción

Los capítulos de este libro abordan desde diferentes perspectivas


experiencias formativas de niños con diversas interpelaciones identita-
rias. Los distintos recorridos han estado atravesados por la intención de
comparar los estilos, formas y valoraciones que se despliegan en la for-
mación familiar y comunitaria en relación con aquellos que representa el
sistema educativo. Esta comparación se realiza en los distintos trabajos
con énfasis diversos: mientras que en la parte 1 que aborda la situación
de los niños indígenas la atención está puesta fundamentalmente en los
contextos familiares y comunitarios, en la parte 2 centrada en la situa-
ción de los niños migrantes, los trayectos escolares son particularmente
atendidos. A pesar de las diferencias de énfasis, en todos los casos ambos
espacios se consideran en relación y procurando relevar sus matices, con-
tinuidades y tensiones.
Las situaciones analizadas aluden además a procesos donde las ads-
cripciones étnicas (primera parte) y étnico nacionales (segunda parte) re-
sultan de indudable relevancia y deben considerarse también en su diná-
mica particular.
Hemos intentado considerar, y a la vez poner en discusión, ciertos pre-
supuestos de acuerdo a los cuales lo relativo al ámbito familiar y comuni-
tario se asociaría en contextos de diversidad étnica y nacional a aquello
considerado como tradicional y propio, mientras que la escuela se consti-
tuiría como representante de lo externo y lo impuesto. Esta dicotomía, si
bien corresponde frecuentemente con los discursos registrados durante el
trabajo de investigación, no da cuenta de cómo en la práctica se fusionan
aspectos de ambos ámbitos (Hall, 2002). La escuela nunca implica simple-
mente “el afuera” para las familias, y las referencias formativas de éstas y
sus comunidades de pertenencia permean los espacios escolares.

[ 262 ] [ 263 ]
Es evidente que la escuela, en tanto representante –siempre parcial aquellas que involucran a niños cuyas formas de socialización escapan cla-
y en tensión– de la lógica y los estilos formativos hegemónicos, atraviesa ramente a las establecidas para el supuesto alumno “tipo”.
otros espacios socializadores. Asimismo, las lenguas minoritarias, las di- En un trabajo reciente (Novaro, 2010) sostenemos nuestra expectativa
versas identificaciones religiosas, la formación en el juego y el trabajo, no de que algunas de nuestras observaciones y registros posibiliten establecer
son ajenas a la forma en que transcurre la escolaridad. Los avances en los “el beneficio de la duda” con relación a los diagnósticos acelerados sobre las
capítulos anteriores imponen la necesidad de atender tanto a las disconti- limitadas capacidades de expresión y aprendizaje de estos niños.
nuidades como a las continuidades entre ambos ámbitos. Creemos que nuestra labor como investigadores de esta compleja rea-
Es así como los espacios formativos no escolares, lejos de quedar cir- lidad se orienta a hacer visibles los particulares procesos históricos que
cunscriptos a lo local, se hallan presentes en la escuela aunque su pre- hicieron que la “multiplicidad/diversidad” de experiencias devenga de di-
sencia está subordinada y en ocasiones pareciera manifestarse en gran ferencia a desventaja, a relevar y precisar las representaciones sobre la
medida a través de procesos de deslegitimación. Desde esas otras instan- diferencia que la construyen como una deficiencia.
cias socializadoras, además, se realizan sostenidas demandas al sistema También nuestra formación y nuestra participación desde distintos
educativo: el derecho a la educación y la presencia de contenidos culturales lugares en proyectos educativos nos permite sostener la necesidad de dar
particulares en la escuela común constituyen quizás uno de los reclamos lugar a las palabras de los niños y niñas, y de estar atentos a los sentidos
más relevantes. de sus silencios.
En este último capítulo haremos referencias a las formas de este en- Las situaciones que hemos registrado nos impulsan a sostener que
trecruzamiento en algunas de las problemáticas en torno a las cuales he- desde el análisis de los llamados “contextos escolares interculturales”, se
mos trabajado: los saberes, las lenguas y la formación para la producción pueden aportar interesantes elementos a los espacios de definición curri-
doméstica. A la vez que sistematizamos ciertas observaciones, comenzamos cular no solo en torno a los contenidos, capacidades a enseñar, modos de
a dialogar reflexiva y propositivamente sobre la modalidad con que estas transmitir esos saberes, vinculaciones entre los saberes sociales y los sa-
cuestiones son abordadas desde las políticas educativas y sobre nuestro beres escolares, sino también en torno a la forma en que los saberes legiti-
propio involucramiento en ellas. mados en distintos contextos suelen corresponder con distintos modelos de
niños, niñas y jóvenes.
En principio, entendemos que la perspectiva relativista y comparativa
Saberes y lenguas en diversos contextos formativos de la antropología nos posiciona favorablemente para valorar formas de
conocimiento y saber no legitimados o directamente desconocidos dentro
Intentando no realizar generalizaciones arbitrarias, nos hemos pro- del sistema educativo y para ubicarlos en un contexto histórico que gene-
puesto señalar las paradojas de un sistema educativo que en gran medida ralmente ha sido de desposesión, desconocimiento e impugnación. Uno de
silencia a los sujetos en condiciones de diversidad y desigualdad, al tiempo los desafíos puede ser entonces avanzar en propuestas para el trabajo es-
que dice valorizar su presencia y exaltar el despliegue de sus palabras y colar desde esta posibilidad de encuentro y diálogo, sin dejar de reconocer
saberes. Advertimos cómo las experiencias formativas no escolares de estos y cuestionar la relación jerárquica entre distintos saberes y la tendencia
grupos habitualmente no aparecen objetivadas como saberes; en el caso de casi estructural del sistema a definir unilateralmente cuáles deben ser los
ser reconocidas, se observa frecuentemente su traducción y resignificación conocimientos considerados mínimos, comunes o prioritarios, apoyándose
desde el discurso pedagógico, convirtiéndolos en expresiones folclorizadas y en la legitimidad que supuestamente proporciona el sostenerse en las dis-
devaluadas de la cultura. ciplinas académicas.
Revisar las imágenes sobre el saber social, su calificación como una La omisión, invisibilización y deslegitimación de los saberes no es-
forma de conocimiento incompleto o incorrecto, la jerarquización de ciertos colares en el marco de la institución escolar se despliega de una manera
conocimientos a los que por contraste se les atribuye cientificidad, parece particular con referencia a los conocimientos sobre la lengua y las formas
imprescindible para habilitar el diálogo entre concepciones, trayectorias comunicativas de los niños y niñas indígenas y migrantes. Podemos en-
y saberes distintos en cualquier situación escolar, pero en particular en raizar este hecho en la histórica función que ha asumido la escuela como

[ 264 ] [ 265 ]
institución transmisora de patrones sociolingüísticos homogéneos donde la La distinción entre la ciencia y otras formas de conocer el mundo –de-
meta era la alfabetización en español de todos los alumnos. No obstante, finidas como locales, tradicionales, intuitivas, ordinarias, técnicas– oculta
en los mandatos escolares posteriores a la restitución democrática suele las diferentes maneras en que se produce conocimiento predictivo del mundo
explicitarse una valoración positiva de la diversidad lingüística; más aún, material, a través de configuraciones distintivas de desarrollos cognitivos y
en algunos diseños curriculares se le asigna un espacio destacado a la plu- técnicos que se producen mediante prácticas sociales históricamente cons-
ralidad de lenguas que potencialmente conocen los alumnos. tituidas. Al analizar las prácticas que los niños indígenas pueden realizar
Pese a que los discursos públicos destacan las ventajas pedagógicas en contextos familiares, lo que para las prácticas docentes es significativo
del plurilingüismo, cuando se trata de lenguas indígenas o habladas por distinguir no es si cierto conocimiento es o no científico, sino si se trata de
migrantes limítrofes, estas cuestiones entran al espacio del aula tensiona- pensamiento reflexivo: es así como en prácticas sociales cotidianas de los
das entre las intenciones explicitadas y las situaciones concretas. niños vinculadas a la reproducción familiar es posible distinguir algunos
Lo cierto parece ser que los docentes suelen no tener elementos didác- atributos que son habitualmente adscriptos a las prácticas científicas y que
ticos para aprovechar efectivamente la coexistencia de varias lenguas en el erróneamente se utilizan para distinguirlas dicotómicamente del conoci-
aula. Un claro ejemplo de estas cuestiones son las disputas en torno a las miento tradicional y empírico: la suspensión de creencias, la articulación
competencias lingüísticas a las que se apela para caracterizar a los niños de clasificaciones con diferentes conceptos de causalidad, el uso de teorías
indígenas y migrantes como “bilingües”, “multilingües” o “monolingües”, marco, las redes de entendimiento, la experimentación y la construcción de
así como las consecuencias que tienen esos etiquetamientos para luego ca- narrativas (Ellen, 2004).
talogarlos como “tímidos”, “silenciosos” o “abúlicos”.1 La relación (o falta de relación) entre los saberes escolares y los cono-
Pero no se trata solamente del caso de la lengua: hemos relevado en cimientos familiares-comunitarios sobre las lenguas, el mundo natural o la
otros capítulos de este libro como la tensión entre saberes sociales y escolares producción doméstica resulta ejemplificadora de la dificultad para termi-
se presenta en el conocimiento del mundo natural, y en las relaciones que se nar de ubicar el proceso de definición y legitimación de los saberes escolares
establecen con el ambiente2. La antropología puede, en este sentido, realizar en el contexto más amplio de los procesos culturales. Tal como decimos
interesantes aportes a las lógicas disciplinarias de las didácticas, que pare- en el trabajo ya citado (Novaro, 2010) aunque sea difícil encontrar hoy un
cen fragmentar aquello que en las experiencias formativas que acontecen documento educativo que no mencione varias veces el término diversidad,
fuera de la escuela se presenta articulado, obteniendo significación de esa dentro del sistema educativo el supuesto extendido es que “lo común”, “lo
misma relación. El conocimiento del mundo natural se produce en espacios básico” o “lo prioritario” a enseñar puede definirse y establecerse como man-
sociales e históricos, mediados por el lenguaje y las necesidades de cuantifi- dato en tanto exista cierto aval del mundo académico y algunas consultas
car; es así, por ejemplo, como las experiencias formativas que se dan a partir de tono formal y acotado; ello da la pauta de que no termina de asumirse la
de la participación de los niños en las actividades productivas familiares en complejidad del proceso de definición de lo que se considera transmisible a
contextos rurales, podrían incorporar en la reflexión escolar conocimientos las nuevas generaciones (donde es indudable la necesidad de considerar sa-
complejos que provienen de la interacción de los niños con el entorno. beres silenciados e invisibilizados que amplios sectores consideran valiosos
en la formación de las nuevas generaciones) y tampoco las interpelaciones
que la interculturalidad (discursivamente reconocida en el discurso oficial)
1.  Tal como registramos en el capítulo 2 en relación con los niños tobas en Buenos
Aires, al desnaturalizar la noción “niño bilingüe” encontramos que tras esa denomi- supone en la definición de lo supuestamente universal.
nación se encuentra una multiplicidad de matices que incluye desde niños que ha-
blan fluidamente dos (o más) lenguas, hasta niños que tan sólo comprenden algunas
emisiones simples en otra lengua; en el trabajo mostramos también las implicancias
de esos rótulos en el espacio de la escuela. Educación intercultural bilingüe: ¿alternativa
2.  Tal como se presenta en el capítulo 6, por sus experiencias cotidianas fuera de o escenificación de la alternativa?
la escuela los niños mbyà tienen acceso a conocimientos sobre plantas, animales y
su relación con el hombre; sin embargo, sabemos que esas experiencias son poco uti-
Además de trabajar en investigación en estas temáticas, hemos teni-
lizadas como recurso para profundizar en las disciplinas escolares –especialmente
Ciencias Sociales y Ciencias Naturales–. do en años recientes distintas experiencias de participación en programas

[ 266 ] [ 267 ]
que se proponen intervenir en torno a las mismas.3 A propósito de las re- que interrumpieron debates que surgían desde escenarios locales. Se forta-
flexiones realizadas en los distintos capítulos, referíamos a tensiones entre lece así la contradicción casi fundacional de nuestros sistemas educativos,
lineamientos de política que coexisten en las escuelas, así como a la falta que parece responder a un mandato democratizador en sentido extensivo,
de reflexión respecto de las asimetrías sociales y las identificaciones silen- a la vez que se asienta en la idea de que la centralidad de la educación está
ciadas. en la escuela y que esta debe estructurarse a partir de un formato escolar
Analizar cómo han sido concebidas históricamente ciertas poblaciones rígido. Esto constituye en sí mismo una tensión entre el reiteradamente
desde las políticas –como los pueblos indígenas y los migrantes de países li- aludido sentido democrático, que como tal supone partir de reconocer los
mítrofes–, nos permite identificar algunas premisas que han formado parte particularismos, y el proyecto uniformizador que los ha soslayado y aun
de la definición del sistema educativo nacional, el que se vincula sin duda continua ignorando, pese al discurso extendido del respeto a la diversidad.
con un contexto latinoamericano más amplio. Ese recorrido, sin embargo, A lo largo de las últimas décadas se han desarrollado iniciativas de
remite a cuestiones que no se limitan a la forma de tránsito escolar de po- educación, en las que se incluyen la problemática de las distintas lenguas
blaciones específicas y acotadas, sino que hacen alusión a condiciones de es- en uso en las escuela y la necesidad de enfatizar proyectos comunitarios de
colaridad extendidas a gran parte de la población en situación de pobreza. refuerzo identitario. Experiencias que han tenido en sus orígenes la pre-
A ello nos referimos en otro trabajo (Diez, 2010), en el que señalamos ocupación por lo que fueron consideradas dificultades escolares de niños/
que el siglo XX ha estado atravesado por distintos debates, lineamientos as indígenas y migrantes y han hecho hincapié en el derecho a transitar
y políticas en torno a la educación indígena y de niños migrantes. Si en la la escolarización en la/s lengua/s que se usan en el hogar, como estrategia
primera parte del siglo, en el contexto de la conformación de los sistemas para resolver el fracaso escolar. Sin embargo, estas iniciativas han dejado
educativos nacionales, se registran experiencias aisladas dirigidas a po- de lado la interpelación al conjunto de políticas educativas, culturales y
blación indígena,4 en la segunda comienzan a cobrar mayor protagonismo lingüísticas. Como decíamos en un trabajo reciente, en las propuestas de
los programas de integración. El eje fundamental del cambio en la orienta- educación intercultural bilingüe la escolarización ha sido mayoritariamen-
ción de estas políticas, estuvo puesto en un criterio extensivo: se trataba de te planteada como política educativa compensatoria de déficit.5
ampliar la cobertura de la escuela hacia áreas y sectores con baja tasa de La inserción en programas compensatorios ha sido seguramente con-
escolaridad, un intento por expandir la educación oficial a ámbitos rurales, tradictoria con el objetivo de que el enfoque intercultural permee las dis-
indígenas y de pobreza urbana. tintas modalidades y niveles del sistema educativo y con la intención de
Es importante advertir que las propuestas para extender la escolari- dejar de identificar la diversidad con una desventaja (Novaro, 2006). Por
zación hacia la población con distintas identificaciones étnicas, no siempre ese motivo, tanto la creación de la modalidad de Educación Intercultural y
han puesto en cuestión estructuras y concepciones educativas inherentes a Bilingüe en distintas jurisdicciones –que responde a la Ley de Educación
los mandatos con los que se funda la educación nacional de cuño unificador. Nacional y sus correlatos provinciales– como el reciente paso del área de
Hay que reconocer también que las valiosas experiencias que intentaron po- EIB a la Dirección de Gestión Curricular en el Ministerio de Educación
ner en discusión algunas de esas estructuras desde, por ejemplo, la educa- Nacional, tal vez resultan hechos auspiciosos.
ción popular, fueron fuertemente reprimidas por los procesos dictatoriales Sin embargo, consideramos necesario recuperar algunos señalamien-
tos que desde distintos sectores críticos vienen haciéndose, respecto de los
3.  Las referencias que se hacen en este punto a la gestión se nutren de reflexiones a modelos de educación intercultural que han hegemonizado la escena nacio-
partir del trabajo en relación a programas educativos de educación intercultural del nal en el último tiempo. Señalamientos que permiten advertir los riesgos
Ministerio de Educación Nacional y de la Provincia de Buenos Aires, así como en al- de la introducción acrítica de los discursos del multiculturalismo, que in-
gunas actividades de colaboración con el gremialismo docente (la CTERA, Confede-
ración de Trabajadores de la Educación de la República Argentina), y en actividades corporan la diferencia y la neutralizan; discursos que no por casualidad, se
de extensión en el marco de la Universidad.
4.  Las experiencias desarrolladas en ese período expresan tanto contenidos ideo- 5.  Hacemos referencia a un estudio realizado con otros colegas (como aporte al de-
lógicos colonizadores como formas de resistencia política y cultural. Entre las expe- bate en la Conferencia de Revisión de Durban), sobre cómo la cuestión racial y étnica
riencias de Argentina se destacan las iniciativas del Equipo Nacional de Pastoral se presenta como factor de exclusión y discriminación en los sistemas educativos de
Aborigen, así como de algunas diócesis provinciales (Diez, 2004). Latinoamérica. (Díaz, Diez y Thisted, 2009)

[ 268 ] [ 269 ]
instalan en un contexto atravesado por la implementación de políticas de difundida en los distintos niveles del sistema educativo (Novaro, 2006).6
corte neoliberal, que han producido nuevos efectos (y profundizado otros) Otra deuda en torno a los conceptos y concepciones, consiste en revisar las
sobre las divisiones sociales y el acceso a bienes: situaciones de precariza- imágenes del nacionalismo instaladas en los distintos niveles del sistema,
ción de las condiciones de vida y expoliación urbana, junto con fragmen- desde las cuales los niños migrantes quedan definidos desde su condición
tación territorial y simbólica. En estos procesos históricos recientes, la de extranjeros (cuestión particularmente abordada en los capítulos 9, 10,
“diversidad” es reiteradamente usada para justificar y reforzar la desigual- 11 y 12 del libro).
dad, para legitimar la existencia y reforzamiento de circuitos escolares de Por otra parte, y a pesar de lo que sin duda se considera un avance en
desigual prestigio social. (Neufeld, 1999; Puiggros, 2009; Sirvent, 2008) materia normativa (Diez, 2010a)7 y de la existencia de experiencias creati-
La reducción del tratamiento de la diversidad cultural a una propues- vas y transformadoras en el marco del reconocimiento de derechos, como ya
ta focalizada o compensatoria, o a la incorporación de ciertos contenidos se ha argumentado ampliamente en las páginas anteriores, el Estado ar-
aislados en los diseños curriculares, son efectos de esas mismas tendencias, gentino y en particular el sistema educativo continúa manteniendo políti-
que reproducen y construyen nuevas fronteras entre las comunidades. De cas de unificación cultural y lingüística, privilegiando a través de distintas
esta forma se deja fuera de la discusión el planteo sobre las condiciones y la estrategias, la legitimidad de unos repertorios particulares por sobre otros.
continuidad del tránsito escolar de bastas poblaciones entre las que, como Basta para ello realizar un seguimiento de los procesos de definición de lo
ya se advierte en las cifras mencionadas en el primer capitulo de este libro, que se consideran contenidos prioritarios a ser enseñados. Estos procesos
la población indígena pareciera estar en una situación particularmente parecen responder a la siguiente lógica: se les atribuye a ciertos repertorios
vulnerable (Diez, 2010). lingüísticos o culturales particulares el carácter de universales, desencade-
Los avances en la investigación y la participación en programas es- nando la remisión de todos los demás a la particularidad, al señalamiento
tatales que abordan estas problemáticas han mostrado que, entre otros de la diferencia y corrimiento de la norma y, en cierta medida, a la despo-
desafíos, resulta necesario avanzar, fundamentalmente, en la revisión de sesión. En ese sentido, las actividades del Estado controlan y subalterni-
ciertas imágenes instaladas en muchas instituciones educativas que remi- zan las identidades en términos de diferencia, suprimiendo muchas de las
ten a la carencia y la privación de aquellas poblaciones que se alejan de alternativas (Bourdieu, 1997; Corrigan y Sayer, 2007). Las propuestas de
los modelos ideales de infancia y familia sostenidos tradicionalmente en educación intercultural se desenvuelven en los límites que esta demarca-
las escuelas. Estas imágenes, que en ocasiones adquieren el sentido de de- ción produce e inscribe (Diez et al., 2009).
nuncias sobre las condiciones de vida precarias de los pueblos indígenas Las posibilidades de abrir el debate y la participación en la defini-
y migrantes limítrofes en Argentina, conllevan frecuentemente relaciones ción de los diseños curriculares para la llamada “educación común”, desde
implícitas entre condiciones de vida difíciles y déficits culturales, por lo que una perspectiva intercultural crítica, conforma un reto aun con pocas re-
suelen traducirse en sensaciones de resignación de docentes que sostienen ferencias en la región. Empezar a referirnos a asimetrías en términos de
con convencimiento la imposibilidad de que los alumnos en situaciones de
diversidad y desigualdad asuman las propuestas socializadoras de la es- 6.  Como parte de estas imprecisiones, en los organismos oficiales de educación
cuela (Novaro 2005). en Argentina alternativamente se suele referir a la interculturalidad desde un
Por otra parte, si la intención es entender las particulares formas en abordaje restringido y uno amplio, no precisando si la misma es un enfoque para
el trabajo con población étnicamente diversa (tomando la diversidad étnica como
que transcurre la escolarización de los niños indígenas y migrantes limí- un atributo exclusivo de indígenas y en ocasiones de migrantes limítrofes), o debe
trofes, resultan preocupantes las imprecisiones conceptuales con las que caracterizar cualquier situación educativa. Advertimos también la dificultad de di-
habitualmente se trabaja, no solo desde las escuelas sino desde los mis- ferenciar cuando la interculturalidad se usa como un concepto descriptivo que de
cuenta de una situación existente y cuando se lo hace en el sentido de una utopía
mos proyectos de educación intercultural, en torno a algunas categorías a construir.
centrales tales como cultura, interculturalidad, lenguas, diversidad y des- 7.  En los pronunciamientos de Durban, Unesco, OIT, Naciones Unidas, OEA, en
igualdad. Desde estas imprecisiones resulta difícil avanzar con relación a textos constitucionales y en marcos normativos en educación –Ley de Educación
un objetivo central: que la cultura y la diversidad sociocultural dejen de Nacional y diversas leyes jurisdiccionales de Argentina– progresivamente se ha ido
instalando, con diferentes denominaciones y concepciones, la cuestión de la educa-
utilizarse como explicación del fracaso en las escuelas, concepción muy ción intercultural (Diez, 2010a; Díaz, Diez y Thisted, 2009).

[ 270 ] [ 271 ]
conocimientos, saberes y experiencias, de lenguas y estilos comunicativos, En los discursos de algunos funcionarios, especialistas y sobre todo
de biografías y trayectorias que se encuentran, debaten y tensionan en la en los medios de difusión se encuentra extendida la idea de que la es-
escuela, es un desafío que nos incluye. cuela es el único espacio de aprendizaje posible (visión reiteradamente
A partir de nuestras experiencias en investigación, intentamos arribar cuestionada por la antropología desde innumerables investigaciones so-
a reflexiones que permitan dar mayor visibilidad a elementos que han sido bre los procesos de aprendizaje en contextos de socialización familiares y
históricamente ignorados sobre procesos formativos, que dan cuenta de la comunitarios, investigaciones a las que hemos intentado abonar en este
diversidad de modos de imaginación, percepción, cognición y acción de dis- libro). Las políticas siguen presuponiendo la escolarización como ámbito
tintos grupos sociales, y de la forma desigual en que están representados en “natural” y siempre positivo de tránsito de niños y jóvenes. Frente a ello,
narrativas y prácticas escolares. La interculturalidad, con este horizonte, la calle, el barrio y, para algunos, las mismas familias, en ocasiones se
puede ser recuperada en su sentido crítico y transformador, entendida tam- presentan como espacios deprivados culturalmente y de donde los niños
bién como posibilidad de proyecto político, social y epistémico (Diez, 2010b). solo pueden extraer malos hábitos. En definitiva, en una polaridad sar-
Creemos que en todos los espacios educativos, especialmente en las mientina que muchos creíamos superada, se sigue reproduciendo la opo-
escuelas, la interculturalidad debería traducirse tanto en políticas de re- sición civilización y barbarie para pensar la relación entre la escuela y el
conocimiento de alteridades (denominación que también debería problema- afuera (Novaro, 2010).
tizarse), como en una reflexión crítica sobre los mandatos impuestos como ¿Cómo se manifiestan estas problemática con relación a la lengua y las
“comunes”. En estas acciones de reflexión debería estar presente, sin duda, políticas educativas interculturales que se proponen atender las demandas
la forma en que esos “otros” fueron construidos, en parte, por la misma es- en favor de la diversidad sociolingüística?
cuela (y aquí caben todas las advertencias posibles sobre las implicancias A partir del recorrido de las investigaciones plasmadas en este libro,
del nacionalismo escolar y la valoración acrítica de la cultura occidental, hemos relevado situaciones que son omitidas en los diseños o se ubican en
por ejemplo en los contenidos escolares). Debe, por eso, ser al mismo tiempo los intersticios de las propuestas bilingües e interculturales. Así, casos
una política hacia los considerados “otros” y una política hacia aquellos que como el de los niños del barrio toba o como el de los niños migrantes boli-
se suponen parte de un “nosotros”. Seguramente como consecuencia de ello vianos parecen en gran medida invisibles para el sistema, ya que los dise-
advertiremos que las fronteras y límites entre unos y otros no son tales, o al ños escolares en Ciudad y en Provincia de Buenos Aires y las propuestas
menos, son permanentemente transitadas, cruzadas y alteradas (Novaro, escolares no incluyen una mirada con la profundidad que estas situaciones
2006). Advertiremos, sobre todo, que el contenido de “lo común” en educa- ameritan, ni estrategias dirigidas a abordar la complejidad de su presencia
ción, siempre debe ser una pregunta abierta. en las aulas.
La reflexión sobre todo esto en los espacios de definición de la política Ahora bien, aquí nos interesa justamente centrar la mirada en los ca-
educativa se transforma en una cuestión urgente, sobre todo si realizamos sos que se enmarcan dentro de las omisiones señaladas. La educación inter-
este análisis poniendo la problemática de la interculturalidad en el contex- cultural bilingüe considera positiva la incorporación de la lengua indígena
to de la política educativa general. Al tiempo que se hacen evidentes las a la currícula, sin embargo, pareciera que el “ideal” sobre el que está di-
limitaciones de la escuela para asumir la función socializadora que tradi- señada son los niños pertenecientes a comunidades indígenas rurales que
cionalmente se le atribuyera, las dificultades para revertir los altos índices hablan dos idiomas antes de ingresar a la escuela. Una de las más claras
de fracaso y abandono, en algunos discursos oficiales se descalifican otras cristalizaciones de la ruralización de lo indígena es la invisibilización que
instituciones formativas.8 estas poblaciones padecen con el asentamiento en el espacio urbano. Ade-
más, no se definen acciones claras para intervenir en el caso de lenguas
que no son habitualmente usadas en la comunicación cotidiana. La escuela
8.  Vale aclarar que esto se da paradójicamente junto con la continuidad de pro- normalmente presupone homogeneidad lingüística, pero en la realidad esto
gramas de inclusión y permanencia en el sistema (Programa Nacional de Inclusión sucede excepcionalmente. En la práctica todo docente –y no sólo los que
Educativa, Programa Todos a Estudiar) que al menos entre sus objetivos se propo- desarrollan sus actividades en el marco de los programas de Educación
nen acercar las escuelas a la comunidad y reconocer el potencial educativo de diver-
sas organizaciones de la sociedad civil. Intercultural Bilingüe– se encuentra en el aula con grupos de niños y niñas

[ 272 ] [ 273 ]
cuyas experiencias lingüísticas anteriores a su ingreso al sistema escolar Por último, quisiéramos aclarar que todas estas reflexiones acerca de
son diferentes. la necesidad de dar un lugar real y no formal a la diversidad en las políticas
La/s lengua/s con la que llegan los niños a la escuela también debe educativas se realizan sin dejar de reconocer la necesidad de toda políti-
ser considerada como un conocimiento previo a partir del cual se tiene que ca (mas si pensamos políticas de nivel nacional) de manejarse con ciertos
trabajar. Cuando un docente se encuentra con un alumno extranjero ha- parámetros compartidos. Tomando distancia de las dicotomías instaladas
blante de una lengua hegemónica (como el inglés o francés, entre otros), entre lo común y lo diverso, creemos que el plantear lo común en sentido
obviamente sabe que ese alumno le demandará una atención diferente. Las igualador no resulta incompatible con la inclusión de la diversidad y más
problemáticas surgen cuando las diferencias no son tan evidentes y respon- bien creemos debe hacerse al tiempo que se abre la posibilidad de contem-
den a situaciones donde las lenguas no oficiales son desvalorizadas: es de- plar e incluir la heterogeneidad de situaciones. La tensión entre lo común
cir, los casos de niños y niñas hablantes del español como primera lengua, y lo diverso no tiene porque cerrarse, pero tampoco concebirse en términos
pero también de lenguas indígenas9 . Además, existe un tercer caso que es de polaridades irreconciliables. En este punto también, la antropología y la
todavía menos evidente: niños –como el caso de los migrantes de países li- historia de la antropología tiene mucho que aportar.
mítrofes– que hablan una variedad dialectal de español muy diferente de la
lengua que la escuela espera y que suele ser la lengua estándar de Buenos
Aires (Acuña y Hecht, 2006). En ocasiones, los niños en esta situación sue- Reflexiones finales
len ser percibidos por sus docentes y compañeros como tímidos o callados, e
incluso se les atribuyen problemas cognitivos o madurativos para explicar La participación en algunos proyectos político-sociales con perspectiva in-
sus prácticas aparentemente silenciosas en la escuela. tercultural y en ámbitos de extensión y gestión educativa nos ha permitido cons-
Estas escenas complejas que se presentan en los espacios escolares tatar las tensiones que se plantean en la arena pública al confluir el campo
exponen a los niños y los docentes frente a situaciones para las que no político de la gestión educativa con el ejercicio profesional de investigación.
han sido preparados. Muchas veces la ausencia de una política educa- En un trabajo anterior (Novaro, 2010) nos preguntamos si es posible
tiva explícita que contemple la diversidad sociolingüística incita a que ubicarnos en “el cruce” entre la investigación y la gestión en el desempeño
las decisiones que se toman en la cotidianeidad de las aulas queden en de nuestro trabajo como científicos sociales. Si las características de am-
manos de docentes y directivos sobrecargados con múltiples obligaciones bas prácticas plantean una polaridad de intereses, lenguajes y propósitos
que exceden el campo educativo. De este modo, la experiencia cotidiana difícil (cuando no imposible) de transitar. Una condición de posibilidad de
que cada alumno vive en la escuela termina dependiendo de las volunta- estos cruces es poder hacer dialogar los procesos reflexivos desarrollados
des, compromisos e ideas de aquellos que hacen las tareas diarias en la en el contexto de la investigación social, con la necesidad de la intervención
escuela. Una perspectiva intercultural debiera suponer un conocimiento sobre la realidad que atraviesa el trabajo en espacios de gestión. Negar a
previo con respecto a qué pasa con las dos o más lenguas que están en priori la posibilidad de estos cruces supone sostener que la intervención
contacto así como de las prácticas e ideologías que tiene cada comunidad inhibe el análisis, e inversamente que la crítica inhibe la posibilidad de in-
lingüística (Censabella, 2005), cuestión que evidentemente no puede ser tervención; implica afirmar, en definitiva, que es imposible ser propositivos
responsabilidad de los docentes. y analíticos a la vez.
En el doble desafío de volver crítica la intervención y propositiva a la
investigación, en otro trabajo (Padawer, 2008) analizamos como las reflexio-
9.  Además, en la mayoría de los casos las lenguas indígenas ingresan en los pro- nes metodológicas sobre los vínculos entre investigación y gestión tienen un
gramas de Educación Intercultural Bilingüe como una materia, una asignatura a
relativo espacio en el contexto académico, pero cuando las investigaciones
transmitir (en algunos años muy acotados de la escolaridad) que incluso en general
se denomina “lengua materna indígena”. De este modo, se deja de lado su aspecto se realizan en el marco de la gestión en el Estado, estos debates son frecuen-
más importante para revertir las relaciones de poder implícitas en los diseños edu- temente relegados. Esta situación suele vincularse con las urgencias de las
cativos, es decir, que la lengua indígena sea un vehículo de la enseñanza, un medio
políticas que reclaman resultados, pero a la vez es importante considerar
de instrucción y de transmisión de todas las actividades escolares, y no un simple
objeto de enseñanza-aprendizaje. cómo con frecuencia, entre investigadores, técnicos y funcionarios estatales

[ 274 ] [ 275 ]
y de diversos organismos, las reflexiones metodológicas son erróneamente a la necesidad de construir proyectos en los que los aportes de la investi-
entendidas como el reconocimiento de una vulnerabilidad profesional que gación se transformen en un insumo importante para pensar la realidad
puede poner en tela de juicio los resultados obtenidos en los estudios y, por y su transformación, pero también hagan posible la confrontación entre
extensión, las políticas o propuestas. distintas perspectivas y formas de construir saberes y demandas de trans-
Si en el contexto de proyectos democráticos e inclusivos logramos que formación política de conjuntos sociales que interpelan la realidad desde
las políticas puedan ser sometidas a un escrutinio crítico sin por ello consi- múltiples posiciones y recorridos.
derarse invalidadas, habremos conseguido un avance considerable en tér-
minos de reformular y reorientar decisiones que en un principio pueden
parecer acertadas pero luego, en la implementación, requieren ajustes que Bibliografía
la investigación puede mostrar. Por el contrario, si desde la investigación se
profundiza el esfuerzo sistemático por considerar los alcances que nuestros Acuña, L. y A.C. Hecht (2006), “Palabras y silencios en las escuelas: niños y
resultados podrían tener en términos de políticas, el carácter transforma- niñas migrantes y de pueblos originarios”, en S. Thisted et al. (comps.),
dor del conocimiento científico podría redimensionarse. Género, generaciones y etnicidades en los mapas escolares contemporá-
Con referencia a los temas que nos han ocupado, sin duda, la intercul- neos, La Plata, Dirección General de Cultura y Educación de la Provin-
turalidad es un eje de la agenda educativa en la Argentina de las últimas cia de Buenos Aires, Subsecretaría de Educación, pp. 77-87.
décadas, pero es importante advertir que los aportes antropológicos para Arruti, J.M.P.A. (2005), “Etnografía, historia e memoria no Mocambo: notas
problematizar el concepto de cultura no han logrado extenderse suficien- sobre uma situação de perícia”, en Ilka Boaventura Leite (org.), Laudos pe-
temente más allá del ámbito académico. La multiplicación de discursos y riciais antropológicos em debate, Florianópolis, NUER-ABA, pp. 113-136.
políticas autodenominadas de reconocimiento de la diversidad que carac- Audigier, F. (1994), “El lugar de los saberes científicos en las didácticas
teriza las últimas dos décadas en nuestro país, así como los usos y abusos de la historia y de la geografía” (traducción de Adriana Villa), Revue
de categorías y saberes antropológicos en el Estado hacen particularmente Française de Pedagogie Nº106, enero-marzo, París, pp. 11-23.
necesaria esta reflexión en diálogo entre nuestra disciplina y sus múltiples Batallan, G. y F. García (1992), “Antropología y participación. Contribución
apropiaciones en espacios estatales. al debate metodológico”, Publicar en Antropología y Ciencias Sociales,
Este recorrido en diálogo y tensión entre la investigación y la gestión año 1, Nº 1.
nos deja numerosas preguntas pendientes. Luego de alternar entre la nega- Behar, R. (1996), The vulnerable observer, Nueva York, Beacon Press.
ción y la afirmación mas o menos ingenua de la diversidad, debemos adver- Bordegaray, D. y G. Novaro (2004), “Diversidad y desigualdad en las po-
tir sobre las consecuencias de una tendencia (no absoluta pero sí significa- líticas de Estado. Reflexiones a propósito del proyecto de Educación
tiva y recurrente) del discurso educativo actual a reafirmar la uniformidad Intercultural y Bilingüe en el Ministerio de Educación”, Cuadernos de
y a autolegitimarse como “la” única alternativa civilizatoria, desconociendo Antropología Social, N° 19, Facultad de Filosofía y Letras, Universi-
otras instancias, al tiempo que responsabilizándolas por sus propios fraca- dad de Buenos Aires, pp. 101-119.
sos o limitaciones (Novaro, 2010). Bourdieu, P. (1997) “Espíritus de estado: génesis y estructura del campo
Pero hay también algunas situaciones auspiciosas. Junto con una polí- burocrático”, en P. Bourdieu, Razones prácticas: sobre la teoría de la
tica de investigación que ha comenzado a valorar las actividades de gestión, acción, Barcelona, Anagrama.
transferencia y extensión, nos encontramos con funcionarios y técnicos del Corrigan, Ph. y D. Sayer (2007), “Introducción y Posdata. El Gran Arco:
Estado que se muestran abiertos a discutir planteos que problematizan las la formación del Estado inglés como revolución cultural”, en M. Lagos
direccionalidades instaladas. y P. Calla (comps.), Antropología del Estado. Dominación y prácticas
Transitar entre el campo académico y el campo político-estatal cons- contestatarias en América Latina, La Paz, INDH-PNUD.
tituye un desafío complejo, en donde es necesario vencer los prejuicios Díaz, R., M. Diez y S. T histed (2009), Educación e igualdad. La cuestión de
sobre los que se ha cimentado gran parte del academicismo y crear ins- la educación intercultural y los pueblos indígenas, São Paulo, Campaña
tancias de trabajo sostenido, colectivo y colaborativo. Hacemos referencia Latinoamericana por el Derecho a la Educación.

[ 276 ] [ 277 ]
Diez, M.L. (2004), “Reflexiones en torno a la interculturalidad”, Cuadernos Novaro, G. (2005), “Representaciones docentes sobre las «formas de socia-
de Antropología Social, vol. 19, Buenos Aires, pp. 191-213. lización» y las posibilidades de aprendizaje de los alumnos indígenas”,
– (2010a), “Viejas y nuevas discusiones en torno a la Interculturalidad en Campos. Revista de Antropología Social, vol. 6/Nº 1, Universidad Fede-
educación. Acceso y tránsito escolar; ausencias y emergencias de la ral do Parana, pp. 79-95.
experiencia vivida”, III Congreso de Educación: “La Educación como – (2006), “Educación Intercultural en la Argentina: Potencialidades y ries-
derecho. Debates acerca del sentido de educar para una sociedad más gos”, Cuadernos Interculturales, año 4, Nº 6, Centro de Estudios Inter-
justa”, CIE-UNICEN-Facultad de Ciencias Sociales-Red IPARC-SU- culturales y del Patrimonio, Universidad de Valparaíso, pp. 49-60.
TEBA, Olavarría, febrero. – (2009), “Palabras desoídas-palabras silenciadas-palabras traducidas. Vo-
– (2010b), “No se sabe cómo olvidar. Tensiones en torno a ser migrante ces y silencios de niños bolivianos en escuelas de Buenos Aires”, Dossiê
en la escuela”, 1º Seminario Taller de Antropología y Educación: “La Antropologia da Educação, Centro de Educação. Laboratório de Pesqui-
Antropología de la Educación en Argentina. Problemas, prácticas y sa e Documentação-LAPEDOC-Universidade Federal de Santa Maria.
regulaciones políticas”, Universidad Nacional de Córdoba. Centro de – (2010) “Intersecciones entre la investigación y la gestión. Avances en el
Investigaciones “María Saleme de Burnichon”, Córdoba, mayo. campo de la antropología y la educación”, Publicar en Antropología y
–, M. M artínez y S. Thisted (2009), “Tensiones en torno de la educación Ciencias Sociales, año VIII, N° 9, Buenos Aires, Colegio de Graduados
intercultural como política pública”, VIII Reunión de Antropologia del de Antropología.
Mercosur (RAM) “Diversidad y poder en América Latina”, Buenos Ai- –, A. Borton, M.L. Diez y A.C. Hecht (2008), “Sonidos del silencio, voces si-
res, UNSAM-IDAES, septiembre-octubre. lenciadas. Niños indígenas y migrantes en escuelas de Buenos Aires”,
Ellen, R. (2004), “From ethno-science to science, or what the indigenous Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol. XIII, Nº36, Consejo
knowledge debate tells us about how scientists define their project”, Mexicano de Investigación Educativa, pp. 173-201.
Journal of Cognition and Culture, 4/3, pp. 409-450. Padawer, Ana (2008), “Contra la devolución: aportes de los conceptos de
H all, K. (2002), “You can’t be religious and be westernized”. Lives in Trans- implicación y diálogo para las investigaciones antropológicas en con-
lation. Sikh Youth as British Citizens, Filadelfia, University of Penns- textos de gestión educativa”, Papeles de Trabajo en Etnolingüística y
ylvania Press. Antropología, Nº 16, Universidad Nacional de Rosario, http://www.
Holy, L. (1984), “Teoría, metodología y proceso de investigación”, en R. scielo.org.ar.
Ellen (comp.), Ethnographic research: a guide to general conduct. Lon- P uiggrós, Adriana (2009), “Prólogo”, en Adriana Puiggrós y Lidia Rodrí-
dres, Academic Press. guez (dir. y coord.), Saberes: reflexiones, experiencias y debates, Buenos
L ahire, B. (2006), El espíritu sociológico, Buenos Aires, Manantial. Aires, Galerna.
Levinson, B., D. Foley y D. Holland (1996), The cultural production of the Rockwell, E. (1985), “Relevancia de la etnografía para la transformación
educated person, State University of New York Press. de la escuela”, en Memorias del Tercer Seminario de Investigación Edu-
Neufeld, M.R. (1999), “El «crisol de razas» hecho trizas: ciudadanía, exclu- cativa, Bogotá, Centro de Investigaciones de la Universidad Pedagógi-
sión y sufrimiento”, en: María Rosa Neufeld y Jens Thisted (comps.), ca.
De eso no se habla, los usos de la diversidad sociocultural en la escuela, – (1995), La escuela cotidiana, México, Fondo de Cultura Económica.
Buenos Aires, Eudeba. Sinisi, L. (e/p), “El aporte de la investigación antropológica en educación
– (2004), “Antropología social y política: los problemas y las tradiciones”, en y su incidencia en la evaluación de políticas educativas y programas
Antropología Social y Política. Desigualdad y acción colectiva, ficha de «innovadores»”, REDiparc, Buenos Aires.
cátedra publicada por OPFFYL, Buenos Aires Sirvent, M.T. (2008), “La educación de jóvenes y adultos frente al desafío de
– (2005) “Investigación antropológica y problemáticas socioeducativas en los movimientos sociales emergentes en la Argentina”, en R. Elisalde
América Latina. Tendencias y propuestas”, en E. Garbulsky (comp.), Ac- y M. Ampudia (comp.), Movimientos sociales y educación: teoría e his-
tas del Primer congreso Latinoamericano de Antropología, Facultad de toria de la educación popular en Argentina y América latina, Buenos
Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario, pp. 315-326. Aires, Buenos Libros.

[ 278 ] [ 279 ]

Você também pode gostar