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FRAY MARCOS RODRíGUEZ ROBLES, O.P.

, ,
JESUS VIVIO
POR NOSOTROS

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RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS


© Ediciones feadulta.com
Las Rozas de Madrid, marzo 2012

Edita: TYVE Technologies, S. L.

Depósito legal: M- 12047-2012

ISBN: 978-84-7631-035-9

Impreso en Fragma.es
Impreso en España
ÍNDICE

7 INTRODUCCIÓN
12 1) JESÚS NO BAJÓ DEL CIELO
20 2)30A~OSIGNORADOS
33 3) INFANCIA EN MATEO
37 4) INFANCIA EN LUCAS
43 5) JESÚS DESARROLLA SU PERSONALIDAD
50 6) JESÚS SE DA A CONOCER
58 7) LAS RELACIONES HUMANAS DE JESÚS
68 8) NADA MISÓGINO
78 9) JESÚS Y LAS INSTITUCIONES
85 10) LOS MILAGROS
92 11) LOS "SIGNOS" DEL EVANGELIO DE JUAN
113 12) "MILAGROS" EN LOS SINÓPTICOS
142 13) LO QUE PREDICÓ
151 14) LAS PARÁBOLAS
170 15) LOS JERARCAS LO ELIMINARON
178 16) EXPERIENCIA PASCUAL: CRISTO VIVE
194 17) DE CRISTO AL CRISTIANISMO
206 MI VIDA EN POCAS PALABRAS
INTRODUCCIÓN
Hace ya algunos años, se realizó una encuesta entre univer-
sitarios del Reino Unido. La pregunta era: En toda la historia
de la humanidad, ¿cuál ha sido para ti, la persona más influ-
yente? El número uno se lo llevó el futbolista Beckham; Jesús
ocupó el número treinta empatado con Bush. Confieso que
ese empate fue lo que más me indignó.

Este simple dato nos tendría que hacer pensar. ¿Qué idea de
Jesús hemos trasmitido a esa generación de estudiantes? Y
no se olvide que se trata de un país eminentemente cristiano.
Está claro que no hemos sabido comunicar a la juventud lo
que Jesús significa para todo ser humano.

Precisamente por haberle desfigurado y presentado con una


total falta de humanidad, ahora se hace increíble y escaso de
atractivo. El Jesús celeste pero deshumanizado que presen-
tamos no puede convencer a nadie de que su conocimiento y
seguimiento nos puedan ayudar a ser más humanos.

El cambio de época que estamos atravesando, nos obliga


a reflexionar sobre la manera de entender nuestro pasado
cristiano. Ni el deísmo que hace de Dios una cosa más, ni la
simple credulidad en un Jesl.Js bajado directamente del cielo
pueden servirnos hoy para desenvolvernos en la compresión
del mensaje cristiano.

Ha cambiado drásticamente nuestro conocimiento del mundo,


del hombre y de Dios. No soy libre de aceptar o no el nuevo

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paradigma, porque estoy envuelto en él, quiéralo o no. Si a
pesar de todo, me coloco la escafandra para seguir viviendo
en un mundo que no es el mío, arruinaré mi armonía interior
y entraré en una asfixiante contradicción.

En las dos últimas décadas, el ser humano ha avanzado más


en el conocimiento de si mismo que en los dos mil años an-
teriores. Los increíbles avances en todas las ciencias, pero
sobre todo en la biología molecular y la neurología, nos han
permitido aproximarnos a lo que realmente somos.

La ciencia nunca será capaz de responder a todas las pregun-


tas, pero puede ser una ayuda para evitar caminos equivo-
cados. Ni la filosofía ni la teología pueden caminar al margen
de la ciencia. El conocimiento racional tiene que ayudarnos a
precisar cada vez más las preguntas vitales.

Seguiremos preguntándonos: ¿de dónde venimos? ¿qué pin-


tamos aquí? ¿adónde vamos? Pero hoy sabemos que muchas
de las respuestas que habían dado la ciencia, la filosofía e
incluso la religión no son acertadas. Debemos seguir bus-
cando respuestas más adecuadas, que no estén en contra de
nuestra razón, aunque la desborden.

Los sueños, las visiones, las revelaciones, etc., fueron duran-


te muchos milenios, la base del conocimiento religioso. Pero
el mejor conocimiento de los procesos me.i1tales, tanto cons-
cientes como subconscientes, ha demostrado que no vienen
de un mundo metafísico que se sitúe fuera ni son revelacio-
nes de seres metafísicos (dioses, ángeles o demonios) que
quieran adoctrinarnos.

Hoy sabemos que todos esos mensajes que creíamos venían


del más allá y habíamos interpretado como "revelación" de
seres transcendentes, resulta que no son más que señales
que llegan de nuestro subconsciente.

Este conocimiento no llega de los sentidos ni de instancias

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metafísicas, sino por otros cauces y en un lenguaje cifrado
que aún no somos capaces de desentrañar.

Lo grave es que todo nuestro conocimiento religioso, que


dábamos por absoluto, está basado en ese concepto de reve-
lación que está haciendo agua por los cuatro costados. Tam-
poco se trata de tirar por la borda los mensajes que esos co-
nocimientos aportan, se trata de descubrir que el andamiaje
que los soportaba se derrumba y que hay que buscar otras
bases más sólidas para sostenerlos.

Todas las religiones, también la nuestra, son portadoras de


una sabiduría increíblemente enriquecedora que nace de ex-
periencias genuinamente humanas. No debemos dudar de
esa riqueza, pero la dificultad que hoy tenemos es cómo ver-
balizarla y comunicarla a los que ya no están en el paradigma
que la hizo posible.

Consciente de esta necesidad, quiero poner mi granito de


arena para facilitar el acceso a una riqueza tan formidable.
Es imprescindible que todos hagamos un esfuerzo por supe-
rar la dificultad de expresar ese conocimiento en lenguaje de
hoy para que, los que de verdad quieran comprender, tengan
medios para conseguirlo.

Con lo que digo y escribo nunca pretendo que los demás


piensen como yo, sino que piensen. No es que me haya vuel-
to racionalista. Sé que la experiencia interior no depende de
la razón, pero la razón es un instrumento imprescindible a la
hora de abandonar viejos prejuicios que están muy arraiga-
dos y sin embargo no tienen consistencia.

En mi vida me he encontrado a muchos cristianos que me


han dicho: yo, la fe del carbonero. Inmediatamente les pre-
gunto: ¿eres carbonero? Si eres un carbonero, no tendría
nada que objetar. Pero que una persona con la carrera de
ingeniero o médico, o con tres carreras, que los hay, te diga
que tiene la fe del carbonero, es muy inquietante.

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La situación de cambio en la que nos encontramos, hace muy
dificil la comprensión de los evangelios. Debemos tener en
cuenta que aunque estamos en la posmodernidad, en grupos
numerosos de personas y en cada uno de nosotros conviven
paradigmas del pasado, incompatibles con el que nos toca vi-
vir. Lo que se expresa desde una manera de ver el mundo, el
hombre y Dios, puede que sea entendido equivocadamente
por comprenderlo desde otra perspectiva.

Los evangelios están escritos para comunicar verdades des-


de una visión mítica. En tiempo de Jesús, y todavía hoy para
muchos, la realidad está dividida en tres ámbitos: el que
está por encima de nosotros, donde está Dios; el que ocu-
pamos los humanos sobre la tierra; y el que está por debajo
(inferos=infierno) donde están los demonios.

Hoy sabemos que la realidad es una sola, y que en cualquier


realidad creada podemos encontrar lo divino, lo humano y lo
diabólico. Dios no tiene que venir de ninguna parte porque
está aquí antes que yo. Tampoco podemos expulsar el mal
de nosotros a una región donde no nos haga daño, porque a
donde yo vaya él va conmigo.

Al entender las Escrituras literalmente, distorsionamos el


mensaje y hacemos decir a los textos lo que nunca quisieron
decir. Si encima creemos que esos textos tienen valor abso-
luto porque están dictados por Dios, caeremos en aberrantes
integrismos, que nos hundirán en la más absoluta miseria.

Pero tenemos una herramienta formidable que nos puede


ayudar a superar esa dificultad: es la exégesis. Desde hace
más de trescientos años, muchísimas personas han dedicado
sus esfuerzos desentrañar lo que quisieron decir esos textos.

La exégesis no es una ciencia religiosa, pero podemos utili-


zarla para comprender lo que los evangelios pretenden de-
cirnos, teniendo en cuenta las circunstancias en las que han
surgido.

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Sabemos hoy que, tanto los evangelios como los demás escri-
tos del NT, no se preocupan para nada de hacer una biografía o
una historia sobre Jesús. Su intención es trasmitir un mensaje
religioso que haga posible la salvación a las personas que lo
leen o escuchan.

Los evangelios nos trasmiten la imagen de Jesús interpretada


por una comunidad creyente. Cada uno escribió para su
comunidad, no para nosotros. Solo la exégesis nos permite
dar ese salto, para conectar con esa vivencia de la que salió el
NT, y que nos aproxima a la que tuvo Jesús.

Sé que es una osadía ponerme a escribir algo sobre Jesús,


pero lo hago sin ninguna pretensión, no trato de convencer a
nadie ni de ser original. No pretendo hacer teología o exége-
sis, mucho menos, ciencia. No encontrarás en este escrito ni
razonamientos sofisticados ni argumentaciones tumbativas.
Simplemente quiero proponer lo que a mí más me ha ayu-
dado.

Desde las charlas que nos daba en el noviciado el P. Colunga,


hasta el último libro de Pagola han pasado 55 años, todos
ellos dedicados a la búsqueda. Lo único que pretendo es ser
útil a tantos seres humanos que no disponen de tanto tiempo
para dedicarlo a esa búsqueda.

Pretendo decir todo eso con un lenguaje sencillo, incluso ca-


yendo a veces en la simplicidad. Lo que de verdad me impor-
ta es que se entienda bien lo que digo.

Cada cual tiene que beber en su propio pozo, como decía


Tony de Mello. Lo que yo quisiera es poner en sus manos un
recipiente para que le sea más fácil sacar su propia agua.

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JESÚS NO BAJÓ DEL CIELO

Somos nosotros los que tenemos que bajar de las nubes y


pisar tierra para poder descubrir al Jesús que recorrió Galilea
compartiendo en todo nuestra condición humana.

No podemos entender la figura de Jesús si no tenemos en


cuenta que, como hombre que era, desplegó su humanidad
en un entorno geográfico y cultural determinado. Toda vida
no es más que una adecuada respuesta al entorno en que se
desarrolla.

Todas las circunstancias que rodearon la existencia de Jesús,


influyeron en su trayectoria humana. Tomar conciencia de
todos esos condicionantes, nos ayudará a comprender mejor
sus actitudes y la respuesta que dio a los desafíos que fue
encontrando en su vida. '

Una tierra

El lugar geográfico en que vivió Jesús, es, ya de por sí, muy


singular. Palestina está enclavada dentro de lo que es llama-
do desde hace poco el "Creciente Fértil". Un arco en forma
de media luna que abarca desde la parte baja del Nilo hasta
el Éufrates y Tigris, pasando por el Jordán. Los fértiles valles
de esos cuatro ríos fueron el marco adecuado para el mayor
progreso del hombre en el mundo occidental.

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En los dos extremos de ese arco se desarrollaron, mucho
antes de que apareciera la cultura griega y latina, las dos cul-
turas más formidables del Medio Oriente: la mesopotámica
y la egipcia. Estas culturas no solo fueron el comienzo de la
civilización occidental, sino que condicionaron todas las que
después se desarrollaron en el entorno.

Este despliegue cultural no fue casual. Gracias a la fertilidad


de la tierra, la posibilidad de producir más con menos esfuer-
zo, deja a muchas personas libres para dedicarse a cultivar el
conocimiento. Esto es lo que hizo posible un rápido progreso
de los seres humanos.

Por otra parte, esa misma posibilidad hacía que las tierras
fueran muy apetecibles para los pueblos colindantes, que,
en cuanto se creían con más fuerza y poder que los demás,
atacaban a los propietarios de turno para disfrutar de los be-
neficios de una tierra tan fértil.

El pueblo de Israel, utilizó la misma táctica. Después de es-


capar de Egipto, estuvieron cuarenta años en el desierto has-
ta conseguir la cohesión y la fuerza suficiente para vencer a
los que vivían en aquella tierra que "manaba leche y miel", Es
verdad que nunca consiguieron una victoria definitiva sobre
todo el territorio, pero se fueron defendiendo entre victorias
y derrotas, hasta que los romanos arrasaron definitivamente
su territorio.

Una cultura

No olvidemos que Abrahán salió de Ur, de los Caldeos, es


decir Mesopotamia, para poder dar pastos a sus ganados en
tierras, tal vez menos fértiles, pero menos pobladas y con
más posibilidades de progreso. En esta peripecia de Abrahán,
hunde sus raíces el pueblo hebreo.

No está claro por qué los hijos de Jacob bajaron a Egipto.

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Aparte de leyendas más bien fantásticas, no sabemos los
motivos reales que propiciaron este paso. Pero la verdad es
que ese hecho tuvo consecuencias decisivas para el futuro
del pueblo hebreo.

Sin duda ninguna, la cultura egipcia tuvo mucho que ver en


el surgimiento del nuevo pueblo. Estamos hablando de una
formidable cultura en todos los órdenes, también en el reli-
gioso. La manera de entender el pueblo judío a su dios y el
culto que se iba a desplegar después en torno al templo tie-
nen su origen en lo vivido en aquel territorio.

Tampoco sabemos mucho desde el punto de vista histórico,


de por qué ni cómo se produjo la escapada de Egipto y la
vuelta a la tierra de sus antepasados. Lo que si sabemos es
que la experiencia del desierto dejó una marca indeleble en
toda la historia posterior de ese pueblo.

Moisés, a pesar de que todo lo que ha llegado a nosotros


sobre su figura, no traspasa el género de la leyenda. Fue sin
duda el más importante responsable de la formación de un
verdadero pueblo, con conciencia de pertenencia y bajo la
seguridad que les daba la protección de su dios.

La cultura del pueblo hebreo en tiempo de Jesús era un con-


glomerado de influencias imposible de delimitar. Después de
infinitas vicisitudes consiguieron la unidad de todas las tri-
bus y un reinado poderoso con David y Salomón. Pero poco
tiempo después, fueron otra vez invadidos por otros pueblos
venidos del entorno.

Los asirios y los persas con sus derrotas y deportaciones ma-


sivas volvieron a influir de manera decisiva en la configu-
ración de las costumbres del pueblo. Muchas de las ideas
religiosas que aparecen después del exilio provienen de ese
contacto con aquellas culturas.

Tampoco podemos olvidar que los últimos invasores de Pa-

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lestina fueron los griegos y los romanos. Dos culturas poten-
tísimas que remodelaros todo el territorio según una nueva
manera de ver el mundo. Un simple dato nos puede dar una
pista importante: todos los escritos del NT que han llegado a
nosotros fueron escritos en griego.

En aquella época, sobre todo en Galilea, que se decía "de


los gentiles", mucha gente hablaba griego y latín. Es muy
probable que el mismo Jesús chapurreara algo de esas dos
lenguas. Otra muestra de esta influencia sería el letrero de
condenado sobre la cruz, que nos dicen estaba escrito en
hebreo, latín y griego.

Sin duda, este ambiente multicultural tuvo que darle al mis-


mo Jesús una amplitud de miras más allá del etnocentrismo
judío. También pudo favorecer más tarde, la propagación del
cristianismo por todo el imperio romano.

Un pueblo

los judíos han vivido como nadie el sentido de pertenencia


a un pueblo. A pesar de todas las vicisitudes que han teni-
do que soportar a través de la historia, nunca han perdido
esa conciencia. Ese profundo sentimiento de formar un grupo
singular les ha hecho renacer una y otra vez de sus cenizas.

Como todo judío, Jesús vivió ese sentido de pertenencia a un


pueblo. Tal vez la más clara originalidad de ese pueblo fue
el sentirse pueblo elegido por dios. lo pongo con minúscula
porque estamos aún lejos de hablar de un único Dios. Moisés
tuvo la genial idea de aglutinar las diversas familias tribales
que salieron de Egipto bajo la protección y las exigencias de
un solo dios, aunque no se cuestionaba que otros pueblos
tuvieran otros dioses.

Cuando llegó Jesús, ya hacía muchos siglos que se había


dado el salto del dios tribal al único Dios que "hizo el cielo y

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la tierra". Pero sin estos antecedentes tan singulares, sería
imposible entender la relación de Jesús con el Dios que llegó
a ser para él, el Abba, el Padre-Madre del que lo ha recibido
todo y que enmarca y empapa toda su existencia.

Una Ley

Hoy no podemos tomar clara conciencia de lo que pudo sig-


nificar para aquel pueblo el hecho de tener unas palabras
que expresaran la voluntad de Dios. Que Moisés consiguiera
presentar las "Diez Palabras" como recibidas de Dios, fue tal
vez la mayor hazaña de toda la historia de Israel.

A estas alturas no hace falta recordar que los Diez Manda-


mientos es un resumen de las normas que son imprescindi-
bles para que pueda desarrollarse un pueblo. Son normas
geniales que Moisés o quien fuera, extrajo de todos los cono-
cimientos que pOdrían tener en aquel momento, incluido el
código de Hammurabi, escrito unos cuatro siglos antes. Tam-
bién en este caso, se conservan imágenes del rey recibiendo
las escrituras de dios.

Partiendo de ese núcleo, se fue construyendo todo un cuerpo


legal que permitió a ese pueblo desarrollarse con gran segu-
ridad social y económica. Aunque los textos que han llegado
a nosotros son de la época posexílica, las enseñanzas co-
menzaron en Moisés. La parte de la Biblia que hoy llamamos
Pentateuco, ha sido siempre considerado por los judíos como
'el no va más' de las Escrituras.

Una Escritura

La Escritura fue siempre la principal característica de la reli-


gión judía. La primera obligación de todo judío era el cono-
cimiento y el cumplimiento de la Escritura, que era el funda-
mento de toda relación con Dios.

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En tiempos de Jesús existían multitud de escuelas rabínicas
que enseñaban distintas interpretaciones de las mismas Es-
crituras: fariseos, saduceos ... y los monjes de Qumran que
durante siglos mantuvieron una interpretación muy singular
de la Escritura.

La relación entre ellas no siempre fue pacífica, acusándose


mutuamente de infidelidad a la Ley. No solo en aspectos se-
cundarios, también en aspectos fundamentales se enfrenta-
ban las distintas escuelas.

Haciendo uso de esa libertad relativa, Jesús también se atre-


vió a interpretar la Ley, no solo en sus enseñanzas, cosa que
queda muy clara en diversos pasajes del evangelio, sino en
su manera de actuar.

Jesús hizo un uso de la Escritura nada biblista. Se apoyó en la


Escritura para alcanzar una experiencia religiosa, tal vez úni-
ca, pero esa misma experiencia le llevó más allá de lo que la
Escritura decía literalmente. Se dio cuenta de que la voluntad
de Dios no se pOdía meter en mandamientos, sino que hay
que extraerla del corazón y en cada instante.

Una Escritura es palabra de Dios cuando es expresión de una


experiencia auténtica de Dios. Esa expresión no es la palabra
de Dios hasta que no provoca una experiencia idéntica en
aquel que la escucha.

Dios no dio ninguna norma. Ni las tablas de la Ley, ni ningún


precepto posterior, emanaron directamente de la voluntad de
Dios. La voluntad de Dios tenemos que encontrarla dentro de
nosotros yeso es lo que hizo Moisés y lo que hicieron des-
pués innumerables hebreos.

Pero lo que Dios quiere en cada época, depende de las cir-


cunstancias de las personas, porque se trata de responder a
las exigencias del ser. Por otra parte, la forma de expresar
esa voluntad de Dios siempre tendrá que acomodarse a quie-

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nes escuchan el mensaje.

La prohibición de comer carne de cerdo fue una sabia deci-


sión por parte de Moisés. Se podía pensar que Dios castigaba
con la muerte al que la comía y se contagiaba de triquinosis.
Pero una vez que se ha descubierto la causa de esa infección,
lo único que hay que hacer es analizar la carne para que no
contenga el parásito.

En su intento de fidelidad a Dios, más allá de la Torá, fue tan


lejos Jesús que muchos lo interpretaron como incumplimien-
to de la misma. De tal modo que los evangelistas se vieron
obligados a poner en boca de Jes4s las siguientes palabras:
"no he venido a abolir la Ley o los Profetas, sino a darles
plenitud".

Lamentablemente, todavía hoy se sigue leyendo la Biblia de


manera literal, haciendo saltar todas las alarmas del sentido
común.

Ni entonces ni ahora es contradictorio ir más allá de la Ley y


ser fieles a la misma Ley. Jesús dejó bien claro que el cumpli-
miento de la Ley traspasa los límites de la letra, y que lo que
de verdad importa es captar el espíritu de lo que proclama la
Escritura.

Tal vez por esa actitud no se dejó arrastrar por ninguna de las
escuelas existentes en su tiempo. Fue libre en todos los as-
pectos de la existencia, también en lo religioso. De ese modo
nos abrió un nuevo horizonte más allá de toda interpretación
y tendencia.

Una religión

Esta experiencia de Dios la desplegó en un marco reli!.f"';(


determinado. Ese marco, tampoco cayó del cielo de la no
a la mañana. El judaísmo del tiempo de Jesús, fue el fruto ti--

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diecinueve siglos de evolución a través de la experiencia de
generaciones y generaciones.

Moisés primero y luego los profetas, fueron configurando una


religiosidad basada en la cercanía de un dios personal, que
se relacionaba con su pueblo como ningún otro dios había
hecho antes. Esa relación estaba localizada en un lugar muy
concreto. Primero en el arca de la alianza en la tienda del
encuentro y luego, en el templo.

El templo, construido y reconstruido, era el único centro de


culto de todo el país. Ese culto prescrito como obligatorio, iba
modelando la vida de los judíos tanto o más que las Escritu-
ras, que solo un dos o tres por ciento eran capaces de leer en
tiempos de Jesús.

Se creía que el templo era la única morada de Dios en la tie-


rra. Toda relación con Dios estaba controlada por los sacer-
dotes en ese lugar. Oraciones, ofrendas y sacrificios diversos
eran el sostén de toda la religiosidad judía. En tiempo de
Jesús seguía manteniéndose esta idea.

El fundamento de esa religiosidad fue siempre la fidelidad de


Dios, que había hecho una alianza con su pueblo. Y la fideli-
dad del pueblo que habría jurado también esa misma alianza.
Dios no les falló nunca, pero el pueblo faltó a sus promesas y
estos fallos condicionaron toda su historia.

En tiempo de Jesús la única carrera universitaria que pOdía


desplegar un judío era el conocimiento de la Biblia. No es que
no hubiera otros escritos ya en aquella época, pero no eran
accesibles más que a poquísimas personas y además no se
les daba la importancia que tenían.

Todo lo que se leía y se escribía en el pueblo judío en tiempos


de Jesús, eran las Escrituras o los numerosos comentarios
que pretendían hacer comprensible el lenguaje cifrado de la
Ley y los Profetas. Esta tarea no se ha interrumpido nunca.

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2

TREINTA AÑOS IGNORADOS

No estamos acostumbrados a pensar en la vida completa de


Jesús. Todo nuestro interés se ha centrado en los tres años
escasos de vida pública. Los escritos del NT tampoco hablan
para nada de esos treinta años, aparte de los relatos de la
infancia de Mateo y Lucas, que nada tienen que ver con la
realidad histórica.

En el caso de Pablo, incluso alardea de no haber recibido lo


que enseña de ninguno de los apóstoles, sino por revelación
directa. No toma en cuenta la humanidad de Jesús y organiza
toda su teología desde arriba, argumentando a partir de su
divinidad.

Desde esta perspectiva, se da por supuesto que Jesús era


Hijo de Dios desde el mismo instante de ser concebido y no
tenía nada que aprender. Podía empezar a demostrar lo que
era cuando le viniera en gana, sacando el comodín de la di-
vinidad para manifestarse como Dios ante los pobres seres
humanos.

Sin embargo, la realidad fue muy otra. Jesús pudo mostrar el


camino hacia una plenitud humana, querida por Dios, porqu~
lo recorrió antes paso a paso.

Ese proceso duró treinta y tres arios y no podemos darlo por


supuesto, aunque no sepamos nada de cómo se desarrolló.

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Jesús comienza su andadura

En el NT, tenemos un solo chispazo que puede darnos un


poco de luz. Lo encontramos en el evangelio de Lucas cuando
narra el episodio del niño perdido. Es curioso que se produje-
ra cuando tenía doce años; justo la edad en que el niño pasa-
ba a considerarse persona mayor, responsable de sus actos.

La respuesta de Jesús a los padres es significativa: "¿No


sabíais que debía ocuparme de las cosas de mi Padre?".

A su manera, los primeros cristianos se dieron cuenta de que


Jesús tuvo que estar volcado sobre lo divino, ya desde los
primeros años de su ser consciente, para .poder hablar de
Dios como lo hizo al final de su vida.

No tenemos ni idea de lo que hizo a los quince años, a los


veinte, a los veinticinco; pero estamos seguros de que lo que
después enseñó y practicó no se lo sacó de la manga.

Hay que pensar como imprescindible en un proceso de ma-


duración que, seguramente le llevó a contactar con muchas
personas de las que aprendió y que le empujaron a seguir
buscando.

Lo que sabemos de él, corresponde a la etapa madura de su


vida. Jesús no era un 'joven' de treinta años como a veces se
oye. Aunque hay noticias de personas que llegaban incluso
a los ochenta, la esperanza media de vida, en aquel lugar y
aquella época, no alcanzaba los cuarenta.

Jesús dio lo mejor de sí mismo cuando llegó a su edad ma-


dura. Esto afianza la idea de que, durante toda su trayectoria
humana, no hizo otra cosa que ir preparándose hasta llegar
a comprender lo que significa ser hombre.

Viviendo a tope la religiosidad de su pueblo, descubrió la im-


portancia de lo divino en la vida de todo ser humano.

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Nadie le esperaba

Empecemos por decir que si alguna religión se basa en las


promesas y en la esperanza de que se cumplan, esa es la
judía. Sin embargo, nadie pOdía predecir una figura humana
tan formidable como la de Jesús, que rompió todos los mol-
des imaginables.

Ni le esperaba nadie ni pOdría esperarle, porque fue más allá


de toda expectativa política, social o religiosa que hubiera
podido mantener su pueblo hasta entonces. Jesús fue una fi-
gura tan original que no solo no se parece a nadie de los que
le precedieron, sino que es absolutamente irrepetible.

Hoy podemos asegurar que Jesús no respondió a las expec-


tativas que los judíos habían puesto en un Mesías. Es inco-
herente que, aun viendo las radicales diferencias entre el
Mesías anunciado y Jesús, sigamos manteniendo que Jesús
es el Mesías.

El mesianismo que podemos descubrir en Jesús no tiene


nada que ver con el anunciado por los profetas y esperado
por Israel durante siglos. Con toda la razón, los verdaderos
judíos aún siguen esperándole. Ciertamente fue el "ungido",
pero su manera de manifestar esa presencia de Dios en él,
no responde a ninguna de las ilusiones que se había hecho el
pueblo judío. .

El AT habló siempre de un Mesías que traería la salvación a


su pueblo, pero la salvación de la que habla la Escritura no
tiene nada que ver con la salvación que anunciaba Jesús. La
salvación que predicó Jesús era una salvación integral de la
persona. Iba mucho más allá de una salvación política que
solo pensaba en el poder y en las ventajas materiales.

Jesús habló, por primera vez, de la entrega a los demás como


signo de una verdadera salvación del ser humano. Esta acti-
tud de amor servicial a los demás ni estaba en la religión ju-

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día ni podía entenderse como meta de plenitud humana. Por
muy natural que nos parezca hoy (por lo menos la teoría), en
aquel ambiente era del todo impensable.

En aquella época, lo político, lo social y lo económico no es-


taban separados de lo religioso, por eso se metía todo en
el mismo saco. Lo que esperaban lo judíos era un enviado
de Dios que les diera definitivamente la superioridad sobre
todos los pueblos circundantes, para que todos estuvieran al
servicio de Israel como esclavos. Esta idea está muy clara
en la machacona referencia al Mesías cono hijo de David. El
reinado de David era la referencia.

Las profecías sobre el Mesías, que las primeras comunida-


des aplicaron a Jesús, son engañosas. En un libro tan exten-
so como la Biblia, podemos encontrar textos que respalden
cualquier idea que se nos ocurra. Así los primeros cristianos,
todos judíos, buscaron en la Escritura la manera de justificar
las actitudes de Jesús, aunque muchas de ellas estaban en
contra de lo que la inmensa mayoría de los judíos pensaban.

Jesús fue una figura alucinante; es lógico que mucha gente


se sintiera fascinada por lo que hacía y lo que decía. Pero los
judíos de su tiempo, tenían un concepto muy preciso de lo
que significaba un hombre de Dios. Por eso una y otra vez,
rechazaban sus enseñanzas y sus prácticas.

Incluso sus seguidores trataban de convencerle de lo que te-


nía que hacer y lo que tenía que decir sobre Dios. Pedro es el
que más se significa en este intento de corregir los "errores"
de su Maestro. El mismo día que le prendieron, demuestra
que no ha entendido nada de lo que representa Jesús.

Una vez que se adentraron en la experiencia pascual, fueron


comprendiendo el mensaje de Jesús y le tuvieron como el en-
viado de Dios, incluso el hijo de Dios. Y se vieron en la tesi-
tura de justificar su vida y sus enseñanzas. La única manera
de hacerlo era descubrir que todo estaba anunciado por las

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Escrituras, aunque la forma de traer a colación las Escrituras
fuera, la mayoría de las veces, muy peregrina.

No tenían otro medio de hacer creíble a un judío aquel nuevo


género de vida. La Escritura era para ellos un libro sagrado.
Todo lo que estaba en ella venía de Dios, lo que no estaba en
ella venía del maligno.

A pesar de todos los intentos, el cristianismo terminó siendo


una herejía del judaísmo, no solo para los fieles judíos, sino
para muchos estudiosos que juzgan objetivamente los hechos.

Como en tantos casos de herejía, no son los presuntos he-


rejes los que rompen con su religión, sino que es la misma
religión la que expulsa de su seno a los molestos.

Esas referencias a las Escrituras para justificar la figura de


Jesús se presentaron como profecías. Unas veces se trataba
de explicar los hechos desconcertantes como anunciados por
el AT. Pero otras muchas veces, se introducían en la vida de
Jesús hechos narrados por el AT para justificar lo extraordi-
nario de su figura.

Entró sin llamar a la puerta

Hoyes ya voz común que el Jesús histórico nació de cuatro


a seis años antes de Cristo, lo cual no deja de tener su gua-
sa. La verdad es que, hablando con propiedad, Cristo nació
después de haber muerto Jesús. Solo después de su muerte
descubrieron sus seguidores que Jesús era el verdadero "Un-
gido" por el Espíritu.

Antes de morir lo tenían como un maestro, como un profe-


ta, como un jefe que les pOdía dirigir en su búsqueda de la
verdad. Ni por asomo pOdían sospechar que estaban ante el
verdadero Mesías, porque no se parecía en nada a la idea
que cualquier judío tenía del Mesías que esperaban.

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Estos pocos datos nos deberían convencer de la relatividad
de todo discurso sobre Jesús, el Cristo. Seguimos sin saber
casi nada de su vida real. Tampoco podemos apoyarnos mu-
cho en los conocimientos que tenemos de la época, porque
fue una figura que rompió todos los moldes.

y sin embargo, es imprescindible aproximarnos lo más po-


sible a su andadura histórica, porque solo ahí podremos en-
contrar la comprensión de una trayectoria humana tan formi-
dable. Cualquier camino que no parta del Jesús histórico nos
llevará inevitablemente al abismo o a las nubes.

Todo lo que Jesús fue como manifestación de lo divino, tene-


mos que descubrirlo en su humanidad. Ésta es la clave que
hoy debemos asumir para comprenderle. Soy consciente de
que es un paso muy difícil de dar para cualquier cristiano,
porque exige superar infinidad de prejuicios que nos impiden
aproximarnos a él con mirada limpia.

Nuestra única herramienta para aproximarnos a Jesús, es


el NT. Sobre todo los evangelios, que están escritos con la
intención de llevarnos a Jesús. Pero lo hacen desde una pers-
pectiva mítico-legendaria que dificulta mucho una aproxima-
ción a su figura histórica.

Debemos tener en cuenta que al escribirse los evangelios,


lo primero que se elaboró fue un relato sobre la pasión y la
muerte de Jesús. La muerte en la cruz fue un trágico episodio
que les zarandeó brutalmente. No tuvieron más remedio que
tratar de darle una explicación profunda.

Mucho antes de escribirse los evangelios, se fue elaborando


un completo relato de esos acontecimientos inmediatamente
anteriores a su muerte. Ésta es la causa de que exista un
casi total acuerdo entre los cuatro evangelistas al hablar de
su pasión y muerte, en lo que coinciden casi exactamente.

Después de explicar la muerte, había que explicar el resto de

25
la vida de Jesús. Una muerte tan impactante corno la suya no
era fácil de explicar si no hubiera sido la consecuencia de su
vida. Pero los que conocieron y vivieron con Jesús, lo hicieron
durante tres años escasos. No pOdían hacer conjeturas sobre
el resto de su vida.

Estos relatos de su vida pública se elaboraron a través de los


años en las distintas comunidades de los primeros cristianos,
según las noticias y tradiciones de las que disponían, más o
menos conectadas con los hechos históricos. Una vez des-
aparecidos los que conocieron a Jesús, se siguieron enrique-
ciendo los relatos con aportaciones encaminadas a hacerlos
más comprensibles.

y estos relatos no escritos, son los que utilizaron los evange-


listas para componer sus respectivos evangelios. Esta es la
razón por la que se copiaran, se mezclaran, se reelaboraran y
dieran así origen a numerosos escritos. Es lógico que difieran
unos de otros de manera a veces escandalosa.

Después de una criba de muchos siglos, terminaron por ha-


cerse populares los cuatro evangelios que hoy tenemos por
canónicos.

Marcos y Juan se conformaron con dar cuenta de su vida pú-


blica. En cambio, Mateo y Lucas se sintieron obligados a ha-
blar también de su nacimiento e infancia" Este había sido el
proceso seguido por las biografías de los grandes personajes
que en aquella época se conocían. Como los inicios no se po-
dían conocer, se iban elaborando a base de mitos y leyendas
fantásticas que lo único que pretendían era dar razón de la
grandeza del personaje.

En los relatos de la infancia, no hay absolutamente nada de


original en todo lo que Mateo y Lucas cuentan. Todas son
historias tomadas de otras culturas y otras religiones. Esto
tendría que ser suficiente para ponernos en alerta. Lo que
pretenden con esas narraciones es engrandecer la figura in-

26
conmensurable de Jesús. Ellos tenían muy claro que por mu-
cho que exageraran nunca llegarían a expresar lo que esta-
ban viviendo.

Una vez que llegaron a comprender a Jesl.Js como la presen-


cia de Dios entre los hombres, consideraron a Jesús como el
más grande de los seres humanos. Todo lo que se había dicho
de otros grandes personajes se podía decir de Jesús y aún se
quedarían cortos. Recordemos que aún tardarían muchos si-
glos en surgir el concepto de "historia" que manejamos hoy.

Esto explica que la narración del nacimiento e infancia de Je-


sús sea tan distinta en IVlateo y en Lucas. Al no tener apoyo
histórico, se desata la fantasía. Estas diferencias no tienen
importancia ninguna, porque el objetivo final es exactamente
el mismo: explicar teológicamente la aparición de un ser tan
extraordinario.

Nació como un ser humano

Después de trescientos años de exégesis, estamos en con-


diciones de hablar con bastante propiedad del nacimiento de
Jesús. ¿Por qué tenemos miedo a la verdad? ¿Por qué tan-
tos dirigentes religiosos, con conocimientos suficientes para
explicar este tema, prefieren seguir engañando a la gente
sencilla? A mí mismo me dijo un vicario episcopal que las
cosas que yo predicaba se pOdían decir en La Sorbona, no en
Parquelagos.

Pienso que se pueden decir a la gente sencilla y además se


pueden decir sencillamente. La única condición es que quera-
mos acercarnos a la verdad y superemos la visión mítica del
mundo de Dios y del hombre, que tenían en tiempo de Jesús
y se sigue teniendo hasta nuestros días.

Para ello debemos utilizar todos los conocimientos que tene-


mos hoya nuestro alcance.

27
La biología ha desentrañado hasta los más ínfimos detalles
de la reproducción. Las leyes que rigen ese proceso no salió
de la voluntad de un ser sUperior que hubiera ordenado cómo
debía llegar a la existencia un animal. Es el producto de una
evolución que ha durado más de tres mil millones de años.

También tenemos que superar la idea de un dios todopodero-


so, en el sentido de que pOdría hacer lo que quisiera cuando
quisiera. Dios no puede hacer ni dejar de hacer nada. Dios ni
es sujeto ni objeto de ninguna acción, porque es las dos co-
sas a la vez y además es también la misma acción. Dios es a
la vez, el ojo que ve, el objeto visto y la visión. No son cosas
complicadas. Párate un poco y piensa.

Dios no puede actuar a capricho en la naturaleza ni puede


cambiar sus leyes a su antojo; sencillamente porque Él no
está fuera de la naturaleza y se identifica también con sus
leyes. Si cambiara cualquier ley de la naturaleza, cambiaría
Él mismo, lo cual es imposible.

¿A dónde vamos a parar con estas explicaciones? Muy sen-


cillo. Si Jesús es un ser perteneciente al género Homo y a la
especie sapiens sapiens, no tuvo más remedio que llegar a
este mundo como todo los Homo sapiens sapiens. ¿Se des-
truye por eso algún dogma esencial? Para nada. Los dogmas
atañen a la fe, no a la biología.

Toda la peripecia vital del hombre Jesús, tiene como punto


de partida su condición humana. Si no fuera así, su vida no
nos hubiera servido para nada. Pero es precisamente su vida,
desplegada como ser humano, lo que nos permite descubrir
las más amplias perspectivas de ser para cada uno de noso-
tros.

Jesús nació, vivió y murió como ser humano yeso es lo que


le hace insustituible a la hora de buscar nosotros nuestra
propia humanidad. Hemos oído hablar por activa y por pasiva
de la encarnación, pero no hemos asumido en profundidad lo

28
que esa realidad significa.

Hemos tergiversado el mensaje cuando lo hemos entendido


como que un hombre, Jesús, se hizo Dios. Las Escrituras,
nos dicen precisamente lo contrario. Lo que afirman todos
los evangelios es que fue Dios el que se hizo hombre. No es
tan difícil darse cuenta de la distinción entre una cosa y otra.

Una criatura que llegase a ser Dios, dejaría de ser criatura.


Por el contrario, Dios se identifica con cada una de sus cria-
turas sin dejar de ser Dios. Este es el profundo mensaje que
llega a nosotros desde el evangelio. Esta es la única noticia
que puede ser absolutamente buena (evangelio).

La diferencia es abismal y tiene consecuencias decisivas para


cada uno de nosotros. Si hacemos Dios al hombre Jesús, yo
puedo quedar completamente al margen de ese hecho. Pero
si es Dios el que se encarna en un hombre, entonces es que
Dios es encarnación y se está encarnando en mí en cada ins-
tante. Recordemos que Dios todo lo que hace una sola vez lo
es, por lo tanto lo está haciendo siempre.

Vamos ahora por otro camino. Decir que Jesús es Hijo de


Dios, entendiendo este lenguaje unívocamente, es decir,
pensando que Jesús es hijo de Dios como yo soy hijo de mi
padre, es sencillamente disparatado. Decir, como he leído en
alguna parte, que Dios se había hecho espermatozoide, es
monstruoso y descabellado.

Pero también con toda rotundidad hay que afirmar, que la


idea teológica de un Jesús Hijo de Dios, es el fundamento de
toda nuestra religiosidad cristiana. Esto es lo verdaderamen-
te importante y esto es lo que quieren decir la Escritura y tos
dogmas. Para entenderlo hay que descubrir lo que se quiere
decir con la expresión "Hijo de Dios" más allá del sentido li-
teral de las palabras.

En la cultura en la que se desarrolló el cristianismo, la idea de

29
hijo no era fundamentalmente la biológica, sino una idea mu-
cho más profunda y formal. Se trataba de expresar con ella
la relación paterno-filial. Un hijo era verdadero hijo cuando
salía al padre, es decirt cuando todo lo que hacía estaba en
consonancia con lo que era el padre; de tal manera que al ver
actuar al hijo se podía decir "es hijo de fulano".

Imitar al padre era la primera obligación de todo bien nacido.


Esta actitud de Jesús para con Dios, es la que descubrimos en
cada página de los evangelios. Hasta tal punto que se pone
en boca de Jesús la frase: "mi alimento es hacer la voluntad
de mi Pare y también: "el que me ve a mí, ve a mi Padre".
fl

Pero lo más interesante para nosotros hoyes que, en el con-


cepto de hijo biológico, solo Jesús sería verdadero hijo. Pero
desde esta otra perspectiva, todos podemos llegar a ser hijos
como él lo fue. La única diferencia es que él fue plenamente
Hijot y nosotros podríamos llegar a serlo, aunque nos quede-
mos por el camino.

No sé si ha quedado suficientemente claro que podemos de-


cir, sin ningún miedo a equivocarnos, Que Jesús fue hijo de
Dios. Lo que es determinante no es la afirmación, sino el
modo de entenderla que tenemos cada uno de los cristianos.
Bien entendida t es la expresión más adecuada para decir lo
que fue Jesús con relación a Dios.

Lo que Dios fue con relación a Jesús, coincide exactamente


con lo que es para cada uno de nosotros. Dios no puede te-
ner privilegios con nadie, porque es el mismo para todos. No
puede dar más o menos, porque no tiene nada que dar. Se da
Él mismo, pero al no tener partes se tiene que dar siempre
absolutamente.

La mitología no cuestiona la historia.

¿Cómo podemos armonizar lo que acabamos de decir con los

30
relatos de los evangelios sobre el nacimiento de Jesús? Ya sé
que muchos pensarán que destrozamos los evangelios y no
será fácil convencerles de lo contrario. Pero basta con una
breve observación para superar ese escollo. Los evangelios
son teología, no historia.

Todas las ideas teológicas que los evangelistas quisieron re-


flejar en sus relatos, siguen teniendo auténtico valor. Pero
debemos tener muy en cuenta, que las escribieron para las
personas de su tiempo, que tenían una visión del mundo y de
Dios muy concreta y distinta a la nuestra.

Lo que no podemos admitir es que esas verdades teológicas,


las tomemos por biología o historia y confundamos a la gente
haciéndoles creer que las "historias" relatadas son crónicas
periodísticas o relatos que nos hablan de cómo se desarrolló
la biología de Jesús.

Vamos a repasar brevemente cada uno de los relatos que


encontramos en los dos primeros capítulos de Mateo y Lu-
cas, para descubrir las profundas enseñanzas que encierran.
Independientemente de cómo se desarrollaron los aconteci-
mientos en la realidad histórica. Cuando nos conformamos
con la consideración de crónicas de sucesos de estos relatos,
perdemos la capacidad de sacar de ellos la verdadera ense-
ñanza teológica, que fue la que los motivó.

Como marco general debemos tener en cuenta, que cuando


nació Jesús no pasó absolutamente nada extraordinario que
pudiera ser percibido por los sentidos. Todo sucedió dentro
de la más absoluta normalidad. Un joven matrimonio (ella
tendría 12 ó 13 años y él unos 14 ó 15) se encuentran con
un niño entre los brazos, con lo cual dan sentido a su vida,
contribuyendo a la supervivencia del clan familiar.

Ni siquiera eran los únicos responsables de alimentarle y edu-


carle. Era toda la gran familia la que tenía la responsabilidad
de sacar adelante la nueva vida. La idea de familia nuclear:

31
José t María y Jesús, viviendo en una casita independiente,
nos la hemos sacado de la manga t porque en realidad nunca
existió.

No tenemos ninguna necesidad de rebajar a José a la cate-


goría de Pepe (padre putativo). Mucho menos de imaginarlo
viejo y decrépito para hacer más creíble lo virginal de María.
Los prejuicios que se han ido acumulando a través de los si-
glos, nos han hecho caer en ridiculeces asombrosas.

Tampoco tenemos necesidad de ensalzar a María haciéndola


t

casi divina, para resaltar su grandeza a base de privilegios


y capisayos añadidos. A María le sobra con ser la madre de
Jesús y haber contribuido a que llegase a ser lo que fue. Fue
una buena madre judía y con eso tiene más que suficiente.

Para acercarnos hoya la figura de María, no tenemos más


remedio que distinguir entre la jovencita madre de Jesús y la
elaboración a través de la historia de una María mitológica.
Esta María mitológica, no es menos interesante para noso-
tros que la joven madre María de la historia. Pero debemos
t

tener claro de cuál de las dos Marías estamos hablando en


cada momento.

Ya me gustaría poder hablar de la riqueza espiritual que se


encierra en toda la literatura que se ha desarrollado sobre la
figura de María. Baste decir que para des.cubrir esa riqueza t
deberíamos hacer una ardua labor de desescombro para en-
contrar la preciosa perla que ahí se encierra.

Vamos a intentar un breve repaso por lo que se han llamado


los evangelios de la infancia. No son mentira ni pretenden
engañarnos. Se trata de un intento de trasmitir verdades
teológicas, utilizando relatos que todos pOdían comprender.
A través de este somero examen, podremos descubrir la pro-
fundidad de ese mensaje y lo que nos puede decir, incluso a
los cristianos del siglo XXI.

32
3

LA INFANCIA EN MATEO

Genealogía de Jesús
(Mt 1,1-17)

Es verdad que los judíos de aquella época se trasmitían los


nombres de los antepasados de generación en generación
con fidelidad asombrosa. Aun así, nadie puede creerse que la
memoria pudiera llegar a través de los siglos hasta llegar al
mismísimo Adán.

La genealogía no es más que un intento de conectar la figura


histórica de Jesús con un pueblo. En Jesús la historia del pue-
blo judío llega a su culmen, pero también es el comienzo de
algo completamente nuevo. En los relatos no se le considera
como fruto de una evolución religiosa, sino como consecuen-
cia de una voluntad expresa de Dios que manda a su Hijo
para salvar al hombre.

Anuncio de su concepción
(Mt 1,18-25)

Concebido por obra del Espíritu Santo. Es otro rubicón que


nos va a costar mucho traspasar. El relato no está cuestio-
nando el hecho biológico de su nacimiento sino advirtiéndo-
nos que todo lo que Jesús llegó a ser como ser humano no
se lo sacó de la manga ni surgió por generación espontánea,

33
sino que fue todo ello obra del Espíritu, es decir, de Dios.

Debe quedar bien claro que el Jesús que nos interesa, efecti-
vamente fue obra del Espíritu Santo. Su biología, en cambio,
no tiene por qué tener otro origen que el de cualquier mortal.
No puede haber interferencia alguna entre el orden trascen-
dente y el orden biológico. Nuestro concepto antropológico
de Dios, entendido como Señor, nos lleva a pensar en esas
incompatibilidades, y a soluciones absurdas para superarlas.

El mismo Jesús dijo a Nicodemo en el evangelio de Juan:


"Lo que nace de la carne es carne. Lo que nace del Espíri-
tu es Espíritu". Y nosotros, más papistas que el papa, nos
empeñamos en sostener que del Espíritu nace la carne. ¿No
os parece un poco fuerte? Jesús fue capaz de decir que había
que nacer de nuevo, porque él mismo nacíó del Espíritu,
dando por supuesto que había nacido de la carne.

Anuncio a José: "se le aparecíó el Señor en sueños". En Id


comprensión mítica del mundo, los seres espirituales que ha-
bitan en otro ámbito, se comunican con los terrenos por me-
dio de sueños. Todo el AT está plagado de estas revelaciones
en sueños. No nos debe extrañar esta manera de hablar, pero
no debemos ser tan ingenuos como para tomarlas al pie de
la letra.

La verdad es que no hay ningún mundo metafísico por en-


cima del físico. Todo es espíritu que se manifiesta en la ma-
teria. Los evangelios nos hablan de la intervención divina de
la única manera que ellos tenían de entenderla. Si Jesús es
mucho más que humano, el único modo de explicarlo es que
lo divino está en él. Lo malo es que ellos entendían lo div!no
como perteneciente a otro plano y lo contrario de lo humélll(l.

Lo que el relato nos quiere decir es que, también el nacimien-


to de Jesús, es un acontecímiento que responde a la voluntad
de Dios. La verdad teológica que nos quieren trasmitir sigue
siendo válida, pero la manera que ellos tenían de manifestar

34
esa acción de Dios, es inaceptable para nuestra manera de
pensar sobre Dios y sobre la realidad que hoy tenemos.

Su nombre será Emmanuel (Dios-can-nosotros). Será la


presencia de Dios en medio del pueblo, no un enviado que
actuará en su nombre. Jesús (Dios salva) tiene el mismo
significado. Dios no actuará por medio de un profeta, sino
haciéndose presente Él mismo.

Nacimiento
(Mt 2,1-12)

El nacimiento en Belén es otro montaje teológico. Como en


Belén nació David, y Jesús, para los primeros cristianos, fue
el Mesías davídico, tenía que nacer en el mismo lugar para
demostrar su procedencia. Recordemos que Mateo da por
supuesto que nació en Belén y tiene que justificar que vivió
en Nazaret. Lucas en cambio, parte del hecho de que vivía en
Nazaret y tiene que justificar que nació en Belén.

La historia de la estrella y los "Reyes Magos" tiene tanto con-


tenido teológico, que es imposible desentrañar aquí todos
sus aspectos. No tiene ninguna importancia que sea una his-
toria que se había repetido ya en las culturas circundantes,
lo importante es que los primeros cristianos la utilizan para
resaltar la figura de su Maestro.

Empecemos por destacar que el relato no dicen que fueran


tres, ni que fuesen reyes, ni que fueran magos en el sentido
moderno del término. Mucho menos los nombres y las carac-
terísticas que se les atribuyen. Todo eso ha sido añadido a
través del tiempo, apoyándose en otras historias.

Resumiendo mucho, el relato nos quiere decir que el que


busca, termina por encontrar, aunque esté lejos. Los que más
cerca vivían Herodes y los sumos sacerdotes de turno, con to-
dos los medios a su alcance para poder conocer lo que estaba

35
pasando, no se enteraron de nada.

El instalado no ve ni lo que tiene delante de las narices.


Dios se está revelando siempre a todos, pero únicamente lo
descubren los que están despiertos.

La gran paradoja está en que Dios es a la vez, el Dios que


se revela siempre, y el Dios que siempre está escondido. La
experiencia de todos los místicos les llevó a concluir que Dios
es siempre el ausente. S. Juan de la Cruz lo dejó muy claro:
"Adónde te escondiste[ Amado[ y me dejaste con gemido ..."

Huída a Egipto y los inocentes


(Mt 2[13-23)

Otra vez el sueño es el cauce para descubrir la voluntad de


Dios. José actúa como transmisor de esa voluntad y trata de
cumplirla sin rechistar.

La enseñanza teológica está en que ningún poder puede im-


pedir que se cumpla esa voluntad de Dios. Es una experien-
cia cotidiana que el mal intenta siempre contrarrestar el bien
con todos los medios a su alcance. Pero el bien sale siempre
victorioso.

La huida a Egipto y la muerte de los inocentes es una historia


muy frecuente en los ambientes culturales de Oriente Medio.
A pesar de su aparente fragilidad (un niño)[ el bien termina
por vencer sin verse obligado a utilizar la violencia. Natural-
mente tenemos que suponer que Dios está siempre con el
bien y no con el mal.

36
4

LA INFANCIA EN LUCAS

El relato de Lucas va por otros derroteros. No solo es mucho


más largo y elaborado, cosa lógica puesto que se escribió
más tarde, sino que tiene una estructura muy distinta. El
hecho de que se parezcan tan poco los dos relatos, debería
hacernos pensar. Ellos saben muy bien que lo que dicen tiene
poco que ver con lo que pasó realmente, pero eso no les
importa, porque su objetivo es hacer teología.

El paralelismo que se remarca entre Juan Bautista y Jesús,


pretende hacernos ver no solo las similitudes, sino las dife-
rencias. El Bautista, asociado al templo, representa el viejo
Israel. Jesús es la manifestación de lo absolutamente nuevo.
Conectado con su religión y con las instituciones que la ha-
cían posible, pero denunciando y rechazando lo que encontró
de opresor en la manera de entender a Dios.

Anuncio del nacimiento de luan


(Lc 1,5-25)

Es interesante descubrir que se intenta fundamentar la fi-


gura de Jesús apoyándola en otra figura formidable que le
precede. De esta manera se afianza todo lo que después se
dirá de él. A pesar de la novedad, se quiere presentar a Jesús
como la culminación del proceso de la acción de Dios con su
pueblo.

37
Incluso se pone en boca de Jesús que Juan Bautista es el más
grande de los nacidos de mujer. Para los primeros cristianos,
Juan es el precursor. Esta palabra lo dice todo sobre su figura
con relación a Jesús. El AT termina en Juan Bautista, pero lo
que viene después, Jesús y el cristianismo, es la continuación
de toda esa trayectoria.

Anuncio a María.
Lc 1,26-38)

La creencia de que la llegada de un gran personaje era anun-


ciada a la madre, no sólo era común en aquellas culturas,
sino que sigue siéndolo incluso en nuestro tiempo. Son innu-
merables los santos que fueron anunciados antes de nacer.
En el evangelio de Mateo, el anuncio se hace a José.

En Lucas se destaca aún más la procedencia del Espíritu. En


este caso, la que lo confirma es la misma madre, para que
no haya la más mínima duda. La teología que encierra este
relato sigue siendo sustancial para comprender lo que está
pasando. Efectivamente, ya hemos dicho que todo lo que fue
Jesús, fue obra del Espíritu Santo.

La visita a Isabel
Lc 1,39-56)

Es un relato increíblemente entrañable y humano, que pre-


tende demostrar la grandeza del niño y de la madre. Incluso
antes de nacer, ya está comunicando alegría y salvación. El
parentesco de Jesús con Juan tiene muy pocas posibilidades
de ser histórico.

El canto del Magníficat es una de las páginas más bellas de


toda la Biblia. Es un resumen increíblemente conciso y pre-
ciso de todas las esperanzas de Israel. Lo que no podemos
aceptar es que una niña de trece años, por muy israelita

38
que se sintiera, pudiera sacarse de la manga un cántico que
expresa todas las utopías de un pueblo que confiaba absolu-
tamente en su Dios.

El cántico da por supuesto que todas las promesas hechas


a su puebla a lo largo del AT, se van a cumplir en Jesús. Se
trata de una composición de la comunidad cristiana judía,
una vez que toma conciencia de lo que significa Jesús en sus
vidas. Oprimidos a través de la historia y también en aquel
momento, claman por su liberación, que solo será posible,
destrozando a los poderosos de turno.

Nacimiento de Juan Bautista


(Lc 1,57-80)

El precursor le debe preceder en todo, incluso en el naci-


miento, aunque solo sea por unos meses. Si no tenemos ni
idea de en qué día ni en que mes ni en qué año nació Jesús,
no tiene mucho sentido que tratemos de determinar el mes y
el día del nacimiento del Bautista.

La importancia de poner el nombre queda muy bien refleja-


da. Es curioso descubrir cómo para ello tiene que romperse
la tradición. De manera curiosa se insinúa que es voluntad de
Dios que se le ponga el nombre de Juan.

El cántico de Zacarías es paralelo al Magníficat. Los dos ha-


blan de liberación de los oprimidos por obra de Dios a través
de Jesús. Zacarías insiste en la liberación del pueblo judío,
olvidándose de los demás oprimidos. Esto quiere decir que
puede ser anterior al Magníficat, en el que se aprecia ya una
salvación para todos los oprimidos.

Nacimiento de Jesús
(Lc 2,1-7)

Es de notar los rodeos y montajes que hace Lucas para justi-

39
ficar que Jesús naciera en Belén. Mateo da por supuesto que
nace en Belén, pero el objetivo en ambos es el mismo. Jesús
tiene que nacer en la "ciudad de David", para que se cumplan
las promesas del AT. Aunque todos sabían que su pueblo era
en verdad Nazaret.

Ya hemos dicho que nada de lo que se narra es original. Ni la


necesidad de nacer en un establo, ni el pesebre ni la presen-
cia de ángeles, ni los pastores. Lo que es original y lo que a
nosotros nos interesa, es el mensaje teológico de esos rela-
tos que nos están hablando de un personaje "divino".

El relato de los pastores


(Lc 2,8-20)

Este episodio es tan entrañable que ha calado muy hondo en


el imaginario popular. No es para menos, porque después de
ver que los gerifaltes religiosos y políticos pasaran olímpi-
camente del niño, los que pertenecían a la clase más baja y
despreciada de aquella sociedad, lo descubren y le homena-
jean. Toda una lección que aún hoy tenemos que aprender.

En este relato, aparentemente tan bucólico, encontramos


dos mensajes claves para entender el evangelio.

El primero: "Os ha nacido un salvador". Está reflejando las


expectativas que lo judíos tenían con relación al Mesías. Los
cristianos cambiaron sustancialmente el significado de la sal-
vación, pero siguieron manteniendo el lenguaje aplicando
conceptos distintos a palabras idénticas. Aquí se precisa que
la salvación es para los marginados, para los que no con-
taban nada en aquella sociedad, ni desde el punto de vista
social ni del religioso.

El segundo mensaje no es menos importante: " ... Y en la tie-


rra paz". iOjalá descubriéramos el profundo significado de
esta palabra! El "shalom" judío es mucho más rico en su sig-

40
nificado que nuestra palabra "paz". La paz de la que se habla
en el texto, no es ausencia de problemas, sino plenitud de
ser. Al decirte 'shalom' expresaban su deseo de que Dios te
concediera todo lo que necesitas para ser tú.

Se trataría de la armonía que me permite desarrollar mi con-


dición humana. 1"0 hacía referencia a ninguna circunstancia
externa sino al interior. Dios está siempre en paz, y mira
que le hacemos la puñeta. Si Dios me acepta como soy, ¿por
qué no puedo aceptarme yo a mí mismo? ¿Por qué no puedo
aceptar a los demás? No nos damos cuenta de que al recha-
zarnos, rechazamos a Dios.

La circuncisión y presentación de Jesús


(Le 2,21-40)

Son hechos que se presuponen en todo buen judío. El que se


narren aquí tiene un profundo significado. Nos están diciendo
que Jesús está enraizado no solo en la trayectoria social, sino
en la religiosa. La circuncisión era el signo más notorio de
pertenencia a un pueblo. Jesús forma parte de ese pueblo,
asume toda su tradición y su bagaje religioso.

El sentido de pertenencia a un pueblo llevaba añadida la con-


ciencia de ser propiedad de Dios. Esta convicción marcaba
toda la relación de un judío para con su Dios. Su principal
tarea sería siempre responder a Dios como fiel servidor. El
cumplimiento de la Ley como reflejo de su voluntad era la
tarea fundamental de todo buen israelita.

El niño perdido en Jerusalén y hallado en el templo


(Le 2,41-52)

En primer lugar, en aquella época, a los doce años no eran


niños. Los hombres solían casarse a los trece. La manera de
relacionarse con los doctores lo deja bien a las claras. No se

41
trata de un niño prodigio. A los doce años, todo niño era una
persona mayor, responsable de sus actos, y se esperaba de
él que se comportara como tal.

El relato quiere decirnos que en el momento normal para la


época, Jesús tomó las riendas de su propia vida, parece ser
que con gran disgusto, incluso con la incomprensión de sus
padres. Nos está advirtiendo de que Jesús va a seguir su pro-
pia trayectoria humana, al margen de lo que pudieran espe-
rar sus padres. Los evangelios vuelven a incidir en esta idea.

42
5

JESÚS DESARROLLA SU PERSONALIDAD

Judío por los cuatro costados

Jesús no dejó nunca de ser judío. Esto nos parece raro a


nosotros que hemos despreciado al pueblo judío y lo hemos
perseguido siempre que tuvimos capacidad de hacerlo. De-
bemos recuperar la conciencia de que los cristianos somos
una herejía del judaísmo. Tomar conciencia de este hecho
sería suficiente para superar infinidad de prejuicios.

Cuando decimos que nació en un familia judía, no nos refe-


rimos a la "sagrada familia", sino a la familia patriarcal que
era la única familia a la que las personas del tiempo de Jesús
hacían referencia. Era el clan familiar el que daba un status a
cualquier ser humano en aquella época. Una persona que no
perteneciera a ninguna familia no era nadie, prácticamente
no existía. Tanto el status social como el económico depen-
dían de la familia patriarcal.

Cuando el evangelio nos dice que José recibió a María en 'su


casa', no quiere decir que formaran una nueva familia, sino
que María dejó de pertenecer a la gran familia de su padre
y pasó a integrarse en la familia a la que pertenecía José. El
relato de la pérdida del Niño es impensable en una familia de
tres, pero se explica en una gran familia en movimiento.

La educación no era tarea exclusiva de los padres. Los hijos

43
se consideraban un bien del clan, y por lo tanto toda la gran
familia asumía la responsabilidad de la educación de los pe-
queños. En la integración en el clan no podía haber excep-
ciones. Jesús aprendió de su familia todo lo referente a su
religión y a su Dios.

Incrustado en las costumbres de su pueblo

Aquella sociedad modelaba a cada persona sin dejar mucho


margen a la originalidad. Y lo más probable es que a Jesús se
le formara como era habitual en su época. El hecho de que no
se diga nada en los evangelios canónicos de todo ese tiempo
que pasó antes de empezar su vida pública, es la mejor señal
de que su vida discurrió con toda normalidad.

La norma era cumplir con todas las tradiciones que configu-


raban aquella sociedad. Asegurar la supervivencia de todo el
clan, era la primera obligación de todos los pertenecientes al
mismo. No se contemplaba que una persona por su cuenta
pudiera hacer algo que no tuviera a la comunidad patriarcal
como primera motivación.

El valor supremo para un clan familiar era el honor. Todas sus


relaciones: religiosas, sociales, económicas, dependían de la
honorabilidad de la familia. Lo primero que tenía que apren-
der todo miembro del clan, era precisamente a mantener el
honor de su familia por encima de todo.

Últimamente se han atrevido algunos a ,preguntarse si Jesús


estuvo casado. Es un dato que no tiene ninguna relevancia
para comprender a Jesús de Nazaret. Es completamente in-
compatible con el Jesús irreal que se ha ido fabricando duran-
te siglos. Pero esto no nos tiene que preocupar demasiado.

Hoy podemos hacernos la pregunta sin prejuicios, otra cosa


es que tengamos una respuesta adecuada y definitiva. La
peor respuesta posible es el escándalo farisaico por el mis-

44
mo hecho de hacerse la pregunta. Si dejamos que solo se la
hagan los iconoclastas de turno, tendremos asegurada una
respuesta maliciosa y sectaria.

Hoy sabemos que en aquella sociedad no se entendía ni se


aceptaba a un hombre soltero. El matrimonio era una exi-
gencia del clan que tenía que asegurar su continuidad con-
fiando a los más jóvenes la tarea de aumentar el número de
la gran familia. En aquella época, nunca eran demasiados los
hijos, porque la mayoría de ellos morían siendo niños.

Otra perspectiva equivocada es suponer que Jesús decidió


por su cuenta permanecer soltero. Esta hipótesis no tiene
mucho sentido, porque la boda no dependía de la decisión
personal de cada individuo. Las familias de los jóvenes to-
maban la decisión de cuándo y con qUién se debían casar,
atendiendo a intereses económicos y sociales de los clanes.

Tampoco es decisivo que los evangelios no hablen del hecho.


Si ese estado entraba dentro de la más absoluta normalidad,
no se sentían obligados a constatarlo. Si hubiera sido la ex-
cepción y se hubiera mantenido soltero, se habrían sentido
en la obligación de comunicarlo.

El concepto negativo que hoy tenemos de la sexualidad es


muy mala consejera a la hora de afrontar este tema. La
sexualidad en aquella sociedad era vista como una realidad
completamente positiva y querida por Dios. l\Jo solo estaba
exenta de prejuicios, sino que para ellos, el tener mujer e
hijos, constituía uno de los pilares de la felicidad.

La pecaminosidad que la Iglesia ha asociado a la sexuali-


dad nos impide poder aceptar a un Jesús que desarrollara su
sexualidad como cualquier hombre de su tiempo. Sin embar-
go eso era lo normal y no se entendía que un hombre renun-
ciara a ese aspecto de su humanidad.

De todas formas, no tenemos razones para afirmar ni una

45
cosa ni la contraria. El hecho de que se haya creído durante
veinte siglos que no estuvo casado, no es garantía de acertar,
sobre todo, tratándose de una materia que no afecta para
nada a la personalidad de Jesús.

Inquieto y con ganas de aprender

Para un judío, la religión era el ámbito natural donde desple-


gaba todas sus actividades. Nada escapaba a su influencia y
la referencia al Dios de los padres estaba siempre presente
en toda la vida individual y social. Pero además de la familia,
el aprendizaje se centraba en la reunión de cada sábado en la
sinagoga, donde se leía y se comentaba la Escritura.

Todos los conocimientos que un hombre necesitaba para de-


sarrollar su existencia los encontraba en la Biblia. La Escritu-
ra era el único libro que se debía estudiar. Pero el hecho de
que Jesús demostrara unos conocimientos nada comunes,
nos hace pensar, además de su inteligencia privilegiada, en
contactos con personas cultivadas.

No es fácil adivinar cómo consiguió esos contactos. Parece


que hasta los de su pueblo se extrañan de los conocimientos
que manifiesta al hablar. Podemos sospechar que, una per-
sona inquieta como él, buscó toda su vida la verdad, aprove-
chando cualquier circunstancia para apren'der.

Los evangelios dan a entender que no fue discípulo de ningún


rabino, pero eso no quiere decir que no se haya aprovechado
de los conocimientos de aquellos que encontró en su camino.
Sabemos que otros grandes pensadores de la época supieron
aprovechar la sabiduría de personas concretas.

Como todos los grandes hombres, Jesús buscó la verdad que


pudiera ayudar al pueblo a salir de todas sus opresiones.
Su práctica y su predicación en los años de vida p.l!';H...:a lo
demuestran con toda claridad. Pero esa actitud no pudo em-

46
pezar en él cuando cumpliera los treinta años. Tuvo que ser
una preocupación que mantuviera toda su vida.

El relato del Niño perdido de Lucas es muy significativo si


somos capaces de ir más allá de lo anecdótico. Nos está di-
ciendo que en cuanto Jesús fue responsable, y a los doce
años ya era una persona de pleno derecho y responsable de
todos sus actos, se preocupó muy seriamente de la religión
y de Dios. Esa preocupación la mantuvo toda su vida y esa
inquietud es la que explica que al cabo de esos treinta años
de vida escondida, saliera de él todo lo que predicó en sus
tres años de vida pública.

Va descubriendo las incoherencias de su religión

Una profunda experiencia interior iría purificando la idea dis-


torsionada del Dios que la religiosidad de su tiempo había
proyectado sobre el Dios del AT. Los humanos necesitamos
apoyar nuestras creencias en ideas concretas. Pero la idea
sobre Dios nunca puede ser adecuada a la realidad que que-
remos comprender. No solo en toda la historia pasada, sino
en la futura, tendremos que estar siempre purificando esa
idea de Dios que recibimos de nuestros mayores.

A través de los siglos, la idea de un Dios, señor poderoso y


violento, que está en alguna parte fuera de la creación, deja
paso al Dios cercano e íntimo que se manifiesta en todas las
criaturas. Jesús dio un impulso increíble a ese avance en el
conocimiento de Dios. Pero su muerte fue consecuencia de
que ese salto no fueron capaces de asimilarlo los hombres
religiosos de su tiempo.

Jesús termina por descubrir que el verdadero Dios está vol-


cado sobre el hombre hasta identificarse absolutamente con
él. Esta experiencia trastoca todo el sistema religioso de su
tiempo. El culto, las normas de pureza, los sacrificios, todo
salta por los aires para empujar al ser humano a una aproxi-

47
mación a lo divino de naturaleza muy distinta, como el mis-
mo Jesús dijo a la Samaritana: "en espíritu y en verdad".

Indignado contra la jerarquía

Dejemos bien claro desde el principio que Jesús nunca atacó


directamente a ningún ser humano. Su actitud fue siempre
de acogida y comprensión para todos, fueran justos o fueran
pecadores; fueran sanos o fueran enfermos; fueran puros o
fueran impuros. Si no tenemos esto en cuenta, nos llevare-
mos muchas sorpresas al leer los evangelios.

Jesús criticó muy duramente a las instituciones y actitudes


que dañan a la persona y no le dejan libertad para desarro-
llar su humanidad. Luchó contra todo sometimiento, incluso
el que se despliega en nombre de Dios. La obsesión de Jesús
fue liberar al hombre de toda opresión, viniera del poder po-
lítico o del poder religioso.

Descubre que su religión falla en la manera de entender al


hombre. A partir de esta actitud, se da cuenta de que el ver-
dadero Dios no es el que su religión proclama. Precisamente
porque intentó comprender lo que era el ser humano, llegó
al convencimiento de que Dios era algo muy distinto a lo que
había hecho de él la religión oficial. El Dios de Jesús está
siempre a favor del hombre y en contra de todo lo que le
impida ser él mismo.

Su religión machaca al ser humano poniendo como pretexto


la soberanía de Dios. Para Jesús, Dios no puede estar en con-
tra de nadie, sino a favor siempre del hombre. Oprimir, mar-
ginar, humillar a cualquier ser humano en nombre de Dios, es
sencillamente diabólico.

La manera de organizar el culto en el templo hacía patente


una injusticia radical, sobre todo con relación a los débiles.
Muchos de los judíos quedaban excluidos del acercamiento

48
a Dios por considerarles impuros. Pero también las ofrendas
exigidas hacían más pobres a los que nada poseían, mientras
el templo se convertía en el banco de todo el país. El Dios de
Jesús no podía soportar esta injusticia.

Se deshace del corsé de la religión

El paso siguiente será buscar otra manera de relacionarse


con Dios. Es curioso que Jesús no deja de frecuentar el tem-
plo, pero lo hace con una perspectiva muy distinta a como lo
hacían los sacerdotes y las personas religiosas de su tiempo.
El episodio que llamamos "la purificación del templo" tiene
un contenido teológico que va mucho más allá de una simple
crónica de sucesos.

Jesús parte de la religión de sus mayores, pero su religiosi-


dad fue tan profunda que le llevó a superarla en muchos as-
pectos y a descubrir que la religión no es un fin en sí misma
sino un instrumento que se puede y de debe perfeccionar en
cada época. Otro gallo cantaría hoy si también en este aspec-
to fuésemos capaces de imitarle.

49
6

JESÚS SE DA A CONOCER

Jesús abandona su pueblo y su familia

No queremos decir que Jesús, en un momento determinado


de su vida, cogiera una mochila y abandonara a José y a
María para salir a predicar. Se trata de una decisión mucho
más profunda que le llevó a abandonar las seguridades que
le daban el clan familiar, para empezar una nueva vida com-
pletamente volcada sobre los demás y sin ninguna atadura
social que le impidiera actuar con plena libertad.

En ningún lugar encontramos las razones por las que Jesús


abandonó su familia y su pueblo. Teniendo en cuenta que en
aquella sociedad una persona no era nadie si no pertenecía a
una familia y a un pueblo, podemos concluir que las razones
para hacerlo tuvieron que ser muy poderosas, ya que con esa
acción renunciaba a tener un status sociai, que era el funda-
mento de las relaciones religiosas y civiles.

Tal vez la clave esté en que sus vivencias se manifiestan in-


compatibles con la religión de su familia. Su experiencia de
. Dios le obliga a elegir nuevos derroteros. No se encuentra a
gusto en el entorno religioso de su familia. Los suyos lo em-
piezan a ver como un bicho raro y tiene que elegir entre ser
fiel a su clan familiar o ser fiel a sí mismo.

En los evangelios encontramos varios episodios que pueden

50
arrojar un poco de luz sobre esta cuestión. En Mc 3,21 se
dice expresamente que "sus familiares vinieron a llevárselo
porque decían que no estaba en sus cabales". Salirse de la
norma era en aquella época peligrosísimo, porque inmedia-
tamente eras calificado de loco.

En Mc 6,1-6 se narra un episodio con sus propios paisanos


que puede ayudarnos también a comprender el problema.
Jesús enseña en la sinagoga y los de su pueblo no pueden
comprender de dónde saca esas enseñanzas. Dan por su-
puesto que le conocen como hijo de José y de María y cono-
cen también a sus hermanos que siguen viviendo con ellos.
Jesús ya no era el mismo que habían visto crecer.

En Mt 12,46-50¡ Mc 3,31-35 y Lc 8,19-21, se describe una


escena muy singular. Llegaron su madre y sus hermanos y
querían hablar con él; como no pudieron acercarse, por el
gentío, le mandaron recado: "tu madre y tus hermanos están
ahí fuera y quieren hablar contigo". La contestación de Jesús
es desconcertante: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis
hermanos? El que cumple la voluntad de mi Padre¡ ese es mi
hermano y mi hermana y mi madre".

En este episodio se ve muy claro que Jesús había cambia-


do su familia biológica por una nueva familia espiritual¡ que
era la que tenía importancia para él. Es ridículo pensar que
no amaba a su familia, lo que esta contestación demuestra
es que Jesús había dado un salto en el vacío con relación al
normal sentir de los mortales. Ahora se sentía perteneciendo
a una sola familia que abarcaba la humanidad entera y cuyo
único Padre era Dios.

No se trata ni de desapego, ni de incomprensión. Tampoco


podemos pensar en un rechazo por parte de su familia. Lo
que sus familiares querían evitar era precisamente lo que
pasó. Era efectivamente una locura oponerse a los dirigentes
religiosos de su tiempo y predicar una manera de acercarse
a Dios distinta de la tradicional.

51
El fin trágico que terminó sufriendo Jesús, es precisamente lo
que querían evitar los demás miembros de su familia. Eso no
quiere decir que le quisieran mal, sino todo lo contrario. La
diferente perspectiva de Jesús no podía ser comprendida por
ellos. Pero lo que ellos comprendían perfectamente era que
su trayectoria le llevaría a la ruina a él y a toda su familia.

Se encuentra con el Bautista

Los especialistas dicen que el bautismo es el primer dato


de la vida de Jesús que podemos considerar, con una gran
probabilidad, como verdaderamente histórico. Es una de las
informaciones sobre Jesús que podemos constatar en escritos
de historiadores no cristianos.

Los primeros cristianos supieron valorar este primer encuentro


de Jesús con el Bautista, cuando lo hacen coincidir con el
principio de su vida pública. Sin duda fue muy importante para
Jesús. Como ser humano, tuvo que aprovechar el encuentro
con Juan para madurar.

Para el buscador que fue Jesús, tuvo que ser impactante el


encuentro con una persona que se le adelantó en la crítica a la
religión y la relación de las personas con el templo, con la Ley
y con Dios. La figura austera y correosa de un profeta como
Juan, tuvo que llamar la atención del inquieto nazareno.

No tenemos datos suficientes para poder diseñar la relación


que Jesús tuvo con el Bautista. No es verosímil que fuera un
encuentro esporádiCO con motivo de un acto puntual como
un bautismo, después de haber guardado cola como insinúa
Lucas. Es mucho más probable que la relación fuese anterior al
bautismo e incluso que continuara durante un tiempo después
de él.

Aunque el bautismo de Jesús fuera un hecho hi:.:! /.r:c.ü, la


manera de contarlo va más allá de una crónica de sucesos.
Cada evangelista acentúa los aspectos que más le interesan

52
para destacar la idea que va a desarrollar en su evangelio. Lo
narran los tres sinópticos y Hechos alude a él varias veces.
Juan hace referencia a él como dato conocido, lo cual es más
convincente que si lo contara expresamente.

Jesús no fue un extraterrestre, que porserde naturaleza divina


estuviera dispensado de la trayectoria que tiene que recorrer
todo ser humano para alcanzar su plenitud. Generalmente
no nos tomamos en serio esa experiencia humana de Jesús.

Los primeros cristianos sí tomaron muy en serio la humanidad


de Jesús. Hablar de que Jesús hizo un acto de humildad al
ponerse a la fila como un pecador, aunque no tenía pecados,
es pensar en una acto teatral que no pega ni con cola, con
una personalidad como la de Jesús.

La relación de Jesús con Juan bautista fue también muy


importante para los primeros cristianos que intentaron
comprender toda su vida, ya que el episodio del bautismo deja
claro que el motor de toda la trayectoria humana de Jesús fue
el Espíritu.

Dado el altísimo concepto que los primeros cristianos tenían


de Jesús, no debió ser fácil explicar su bautismo por Juan.
Si a pesar de las dificultades de explicarlo, se narra en todos
los evangelios, es que era un hecho conocido que no se pOdía
escamotear. En ningún caso pudo ser un invento posterior.

No tiene mucha lógica, ni siquiera para nosotros, que el


bautismo marque el principio de su vida pública. Aceptar
el bautismo de Juan, era aceptar su doctrina y su actitud
vital fundamental. No se entiende que esa aceptación del
bautismo de Juan sea a la vez el comienzo de un proyecto
propio y muy distinto del de Juan.

¿Qué fue lo que pudo pasar? Jesús una persona ya madura


pero inquieta, se siente atraído por la predicación de Juan.
No solo la acepta, sino que se quiere comprometer con las
ideas del Bautista. Aceptar el bautismo de Juan es entrar en
la dinámica que él predica.

53
Todo ello prepara a Jesús para una experiencia única. Se le
abren los cielos y ve claro lo que Dios espera de él. Una vez
más debemos abandonar la idea de una crónica de sucesos. Lo
que cuentan, pasó todo en el interior de Jesús. Lucas nos dice
expresamente: "y mientras oraba ... Los demás evangelistas
ff

lo dan por supuesto, porque sólo desde el interior se puede


descubrir el Espíritu que nos invade.

La experiencia de la paternidad de Dios y su profunda


conexión con Él, y la cercanía del Espíritu, ambas son las
líneas maestras de su trayectoria humana.

El hecho de que los relatos del bautismo y las tentaciones


estén relacionados en todos los evangelios, es síntoma de
una elaboración teológica temprana. Pero indican también
la extraordinaria importancia de lo que se está diciendo, Los
dos episodios se presentan como fundamentales en la vida
de Jesús.

Fiel al Espíritu, da un cambio radical en su vida y se dispone


a predicar el Reino de Dios. Desde ese momento, abandona
toda otra actividad y dedica todo su tiempo a la predicación
de su mensaje. Empieza su vida pública.

Se deja llevar por el Espíritu de Dios

Dios llega siempre desde dentro, no desde fuera. Nuestro


mensaje "cristiano" de verdades, normas y ritos, no tiene
nada que ver con el que vivió y predicó Jesús. El centro del
mensaje de Jesús consiste en invitar a todos los hombres a
tener la misma experiencia de Dios que él tuvo.

A medida que se afianza en él esa experiencia de Dios, Jesús


ve con toda claridad que esa es también la meta de t '.rlo
ser humano y puede decir a Nicodemo: "hay que nacer de
nuevo". Porque él ya había nacido del agua y del Espíritu.

El bautismo de Jesús tiene muy poco que ver con nuestro


bautismo. El relato no da ninguna importancia al bautismo

54
en sí, sino a la manifestación de Dios en Jesús por medio
del Espíritu. Mateo dice expresamente: "apenas se bautizó,
Jesús salió del agua ...". Marcos dice casi lo mismo: "apenas
salió del agua .. ," Lucas dice: "y mientras oraba ...",

Está claro en el relato que la experiencia tiene lugar una


vez concluido el rito del bautismo. En los evangelios se hace
constante referencia al Espíritu para explicar lo que es Jesús:

"concebido por el Espíritu Santo";


"nacido del Espíritu Santo";
"desciende sobre él el Espíritu Santo,"
"Ungido con la fuerza del Espíritu."
"Yo bautizo con agua, él os bautizará con Espíritu Santo
y fuego";
"El Espíritu es el que da vida, la carne no vale para
nada";
"Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del
Espíritu es Espíritu",

La alusión a los cielos que se abren definitivamente, es la


expresión de una esperanza de todo el AT. (ls 63,16) "iAh si se
rasgasen los cielos y descendieses!" La comunicación entre lo
divino y lo humano, que había quedado interrumpida por culpa
de la infidelidad del pueblo, es desde ahora posible gracias a la
total fidelidad de Jesús.

La distancia entre Dios y el Hombre queda superada para


siempre. La voz la oyó Jesús dentro de sí mismo y le dio la
garantía absoluta de que Dios estaba con él para llevar a cabo
su misión. Pero también estaba en condiciones de decir a todos
los hombres, que Dios nunca se separa del hombre por mucho
que los hombres nos separemos de El.

El bautismo es el verdadero nacimiento de Jesús. Y este sí


que ha tenido lugar por obra del Espíritu Santo. En adelante,
todo lo que diga y haga será la manifestación continuada del
Reinado de Dios que experimentó en él mismo. Jesús dejó que
Dios reinara en él y adquiriÓ el compromiso de hacer que todos
los hombres se abrieran a ese mismo reinado.

55
Dejándose llevar por el Espíritu, se encamina él mismo hacia
la plenitud humana y de esa manera, nos marca el camino de
nuestra propia plenitud. Pero tenemos que ser muy conscientes
de que solo naciendo de nuevo, naciendo del agua y del Espíritu,
pOdremos desplegar todas nuestras posibilidades humanas. No
siguiendo a Jesús desde fuera, como si se tratara de un líder,
sino entrando como él en la dinámica de la vivencia interior.

La presencia de Dios en el hombre tiene que darse en aquello


que tiene de específicamente humano; no puede ser una
inconsciente presencia mecánica ni automática. Dios está en
todas las criaturas como la base y el fundamento de su ser,
pero solo el hombre puede tomar conciencia de esa realidad
y puede vivirla. Esta es su meta y el objetivo último de su
existencia.

En Jesús, la toma de conciencia de lo que es Dios en él, fue


un proceso que no terminó nunca. En el relato del bautismo se
nos está hablando de un paso más, aunque decisivo, en esa
toma de conciencia.

Predicador ambulante

Al optar por Dios se ve obligado a abandonar su familia y


llevar desde entonces una vida de itinerante, sin domicilio
propio ni lugar estable donde vivir. Este desarraigo tenía en
aquella época unas graves connotaciones que hoy nos es
muy difícil valorar.

Pero al mismo tiempo esa liberación de toda atadura social y


familiar, da a Jesús unas posibilidades increíbles para desa-
rrollar su personalidad religiosa. Desde ese momento, segu-
ramente sin proponérselo, lleva su experiencia a los ámbitos
en los que desarrolla su nueva vida. En Galilea, su tierra,
empieza su predicación.

Todo parece indicar que esta forma de vida la mantuvo hasta


el momento de su muerte. Su única obsesión era comunicar

56
a los demás sus experiencias de Dios. Fue una tarea nada
fácil! no solo por los adversarios que se encontró, sino y so-
bre todo, por los que le siguieron como amigos, a quienes les
costó Dios y ayuda entenderlo.

Un pequeño grupo le sigue

No sabemos cómo empezó a constituirse un pequeño grupo.


Los evangelios narran distintos llamamientos de Jesús a sus
primeros discípulos! pero se ve claramente que son relatos
ficticios y que no responden a la realidad de los hechos. Está
claro que no pudo haber ningún llamamiento solemne ni pre-
determinación de quién le iba a seguir.

De los que le seguían esporádicamente, se fue decantando


un pequeño grupo que empezó a seguirle más asiduamente,
hasta que terminó en algún momento por convertirse en un
grupo fijo, aunque seguramente todavía fluctuante.

Los cuatro evangelios nos narran la vocación de los primeros


discípulos, pero hay una diferencia tan grande entre Juan y
los sinópticos, que es imposible extraer alguna conclusión
con visos de historicidad. Juan nos habla de cinco, que pare-
ce pertenecían al entorno del Bautista. Los sinópticos hablan
de dos parejas de hermanos que eran pescadores.

Más adelante y sin venir muy a cuento! narran los sinópticos


la elección de doce de entre la multitud de discípulos que le
seguían. A estos los llamó apóstoles. Se trata de una proyec-
ción teológica que surgió cuando la comunidad pascual fue
tomando conciencia de ser el nuevo pueblo de Israel. Como
el pueblo de Israel estaba formado por doce tribus, el nuevo
pueblo de Dios se asentaba sobre los doce apóstoles.

57
7

LAS RELACIONES HUMANAS DE JESÚS

Jesús vivió por nosotros. Jesús no nos salvó en la cruz sino


en el camino que recorrió como ser humano, hasta llegar a
ella. Este es otro de los profundos cambios que nos exige el
nuevo paradigma posmoderno.

Jesús nos salvó, salvándose él, es decir, llevando su huma-


nidad a la más alta posibilidad de plenitud. Pero dejó claro
que esa plenitud es imposible sin un descubrimiento de lo
divino en cada uno de nosotros. De esta manera nos marcó
el camino y a la vez nos demostró que esa plenitud es posible
para todos.

Debemos tener muy en cuenta que Jesús no dejó nada escri-


to. Parece que sabía leer y escribir pero no utilizó ese medio
para llevar a 105 demás sus experiencias. No debe extrañar-
nos, ya que aquellos a los que quería llegar con sus ense-
ñanzas no sabían leer, ¿qué sentido tenía entonces escribir
para los que sabían leer, pero no iban a interesarse por lo
que decía?

Esto nos obliga a ir por otros derroteros al tratar de descubrir


hoy lo que quiSO trasmitir a los demás durante el corto pe-
riodo de su vida pública. Trataremos de aproximarnos lo más
posible a lo que experimentó en su interior a través de lo que
practicó en su vida cotidiana y a través de lo que predicó a 1-
gente sencilla, que le quería escuchar.

58
7

LAS RELACIONES HUMANAS DE JESÚS

Jesús vivió por nosotros. Jesús no nos salvó en la cruz sino


en el camino que recorrió como ser humano, hasta llegar a
ella. Este es otro de los profundos cambios que nos exige el
nuevo paradigma posmoderno.

Jesús nos salvó, salvándose él, es decir, llevando su huma-


nidad a la más alta posibilidad de plenitud. Pero dejó claro
que esa plenitud es imposible sin un descubrimiento de lo
divino en cada uno de nosotros. De esta manera nos marcó
el camino y a la vez nos demostró que esa plenitud es posible
para todos.

Debemos tener muy en cuenta que Jesús no dejó nada escri-


to. Parece que sabía leer y escribir pero no utilizó ese medio
para llevar a los demás sus experiencias. No debe extrañar-
nos, ya que aquellos a los que quería llegar con sus ense-
ñanzas no sabían leer, ¿qué sentido tenía entonces escribir
para los que sabían leer, pero no iban a interesarse por lo
que decía?

Esto nos obliga a ir por otros derroteros al tratar de descubrir


hoy lo que quiso trasmitir a los demás durante el corto pe-
riodo de su vida pública. Trataremos de aproximarnos lo más
posible a lo que experimentó en su interior a través de lo que
practicó en su vida cotidiana ya través de lo que predicó a 1-
gente sencilla, que le quería escuchar.

58
Su experiencia de Dios

La forma en que Jesús habla de Dios como salvación para los


hombres se inspira directamente en su experiencia personal,
es decir, como ser humano. La experiencia básica de Jesús fue
la presencia de Dios en su propio ser. Dios lo era todo para él
y todo él lo era para Dios.

Siguiendo una de las vetas más profundas del AT, Jesús tomó
conciencia de la fidelidad de Dios y respondió vitalmente a
esta toma de conciencia. Al atreverse a llamar a Dios «Abba",
papá, Jesús abre un horizonte completamente nuevo en las
relaciones con el Absoluto. Se sabe fundado en Dios. Esa
experiencia le lleva a comunicar a 105 demás lo que Dios es
para el ser humano.

La base de toda experiencia religiosa reside en la condición


de criaturas. El ser humano se descubre sustentado por la
acción creadora de Dios. El modo finito de ser uno mismo,
demuestra que soy más de Dios que de mí mismo. Sin Dios no
sería posible nuestra existencia.

Dios es para él padre y madre, no porque le haya dado la vida


en un momento determinado, como hacen nuestros padres
biológicos, sino porque le está dando la vida en todo momento.
Esta diferencia es vital para comprender el concepto de Padre
aplicado a Dios por Jesús.

Jesús descubre que el centro de su vida está en Dios. Pero


eso no quiere decir que tenga que salir de sí para encontrar
su centro. Descubrir su fundamento en Dios, es fuente de
una inesperada humanidad. La experiencia de Dios será la
revelación de la más alta humanidad.

Jesús nunca se presenta como lo absoluto. Lo absoluto es el


Dios que él predica. Ese Dios se manifiesta en su humanidad
que es relativa, contingente por ser histórica. El haber hecho
de Jesús una persona divina, nos ha alejado de toda posible

59
comprensión de lo que vivió como ser humano. No negamos el
dogma de su divinidad, estamos diciendo que esa divinidad no
nos serviría para nada si no la descubrimos encarnada.

Vivir es relacionarse con los demás

También la vida biológica, pero sobre todo la vida psicológica


se fragua a través de las relaciones con los demás. Si no nos
encontramos con el otro, el crecimiento como ser humano
sería completamente imposible. Si quiero conocer el grado
de humanidad que he alcanzado, tengo que examinar la ca-
lidad de mis relaciones con los demás. Ahí voy reflejando mi
propio ser.

Analizar esas relaciones en la vida de Jesús nos puede abrir a


un descubrimiento de su singularidad. En esas relaciones es
donde se manifiesta la originalidad de su persona. Van más
allá de todo lo que decía la Escritura. Están por encima de
toda ley y toda norma. Esta actitud vital es lo que no pudie-
ron soportar los leguleyos de su tiempo.

Su familia no pudo retenerle

Es un tema también muy complicado. No se suele tratar, porque


plantea serios problemas a la fe tradicion.al. Sin embargo, a
pesar de las matizaciones que hacen las distintas redacciones
de los evangelios, se sigue viendo claro que el trato de Jesús
con sus familiares no estuvo exento de dificultades. Esto no
es ningún desdoro ni para sus padres ni para él. No pudieron
comprenderlo, como pasa siempre con lo hijos que intentan ir
más allá de lo socialmente correcto.

Recordemos: Ya a los doce años nos dicen que sin hacer mucho
caso a sus padres, se queda en Jerusalén discutiendo con los
doctores. Cuando vuelve a su pueblo les dice: "No desprecian
a un profeta, más que entre sus familiares y en su casa".

60
En una ocasión vienen sus hermanos a llevárselo porque decían
que no estaba en sus cabales. Otra vez le avisan: "Tu madre y
tus hermanos están ahí y quieren verte". Contesta: "¿Quién es
mi madre y qUiénes son mis hermanos?»

Uno de los criterios de historicidad es precisamente que lo que


se puede interpretar como negativo o menoscabo de la figura
de Jesús, es muy difícil que fuera inventado por sus seguidores.
Según eso, hay muchas probabilidades de que esos relatos
respondan a la realidad.

Por otra parte, para apreciar la magnitud del problema,


debemos tener en cuenta la constitución sociológica de la
familia en tiempo de Jesús. La familia estaba constituida por
todo el clan: los abuelos, los padres, los hermanos, fueran
solteros o casados, los hijos. Todos formaban una unidad de
producción y de consumo.

La riqueza básica del clan era el honor. Todos estaban obligados


a mantenerlo por encima de todo. La vergüenza de un miembro
era la vergüenza de toda la familia y el deshonor de un solo
miembro era el deshonor de toda la familia. El primer deber
de todos los miembros era mantener el estatus social limpio
de toda sospecha. No era solamente cuestión social, sino
económica. Las relaciones económicas eran inconcebibles al
margen de la honorabilidad y el prestigio familiar.

Cuando el Evangelio dice que sus hermanos venían a llevárselo


porque decían que no estaba en sus cabales, no hacían más
que defender el honor de la familia e impedir que Jesús
terminara como terminó. Cuando el evangelio nos dice que su
madre y sus hermanos están fuera y quieren verle, no puede
extrañarnos la respuesta de Jesús: "¿Quién es mi madre y
quienes son mis hermanos?"

Si venían con la intención de llevárselo a casa, incluso por


la fuerza, es lógico que no les hiciera demasiado caso. Si no
hubiera sido porque el grupo de los que le seguían era ya muy

61
numeroso, se lo hubieran llevado. El tiempo les dio la razón:
Jesús había emprendido un camino muy peligroso, para él y
para sus familiares.

Teniendo en cuenta este ambiente, se hace mucho más difícil el


aceptar que Jesús no haya sido dócil y obediente a su familia.
Él descubrió que para llevar a cabo su misión, tenía que actuar
como hombre libre. El mejor resumen de toda su vida es la
obediencia, pero al Padre: «Mi alimento es hacer la voluntad
de mi Padre».

No, Jesús no fue obediente; no se sometió a las directrices


que otro le marcaba. Fue una persona que actuó desde
dentro, no desde la programación y desde el aborregamiento.
Si hubiéramos tenido en cuenta esta actitud de Jesús, no
hubiéramos caído en una interpretación completamente
aberrante de la obediencia. La verdadera obediencia no puede
exigirte que dejes de ser tú para someterte a lo que otro es.

Hacemos el ridículo cuando en nombre de Jesús, predicamos


una obediencia ciega, es decir, irracional. Cuando creemos que
el signo de una gran espiritualidad, es someter tu voluntad a la
voluntad de otra persona, y dejar de ser tú mismo. Pensemos
cuántos seres humanos han perdido la oportunidad de madurar
como personas por conformarse con ser corderos fieles de un
rebaño conducido a garrotazo limpio.

Amante de los niños

La actitud de Jesús para con los niños es desconcertante. En


aquella época, los niños, como las mujeres, no contaban. Así
dice el mismo evangelio: " ... cinco mil sin contar mujeres y
niños." Pero Jesús descubrió en los niños un filón inapreciable
para expresar su experiencia de Dios.

Nada mejor que la imagen de un niño para reflejar lo que


él sentía con relación a su Dios. Su "Abba", palabra que él

62
mismo empleó para indicar su total dependencia y su fidelidad
absoluta, es el primer sonido que un niño emite a los pocos
días de nacer.

Todos los evangelios recogen escenas que reflejan el trato


que Jesús dispensaba a los niños; incluso regañando a los
discípulos, cuando consideraban a los niños como un estorbo.
Pero es que además, nos urge a nosotros a hacernos como
ellos, si de verdad queremos descubrir lo que Dios es para
nosotros.

Precisamente lo contrario de lo que constantemente


pretendemos. lA ver si te portas como una persona mayor! lA
ver cuándo llegas a ser un hombre de provecho! Los niños no
solo lo esperan todo del padre, sino que saben perfectamente
que no pueden merecer nada, que lo que los padres les dan es
puro don.

Si de verdad hiciéramos un poco de caso a Jesús, ¡cuánto


podríamos aprender de los niños! Ellos están siempre
invitándonos a la autenticidad, a la espontaneidad, a la apertura
hacia lo nuevo, a la confianza en la vida, a la confianza en los
demás, a la dependencia sin complejos.

Jesús no fue un solitario

Con los evangelios en la mano, es imposible imaginarse a


Jesús como un solitario, apartado del contacto con los demás
seres humanos. La vida solitaria, primero eremítica y después
monástica que se presentó como ideal a partir del siglo IV,
dudo mucho que tenga algo de seguimiento del Maestro de
Nazaret. La vida de Jesús y la de cualquier cristiano tiene que
desarrollarse en la convivencia con los demás seres humanos.

Es evidente que no todos los que conocieron a Jesús se


relacionaron con él de la misma manera. El evangelio deja
bien claro que se establecieron en torno a él distintos círculos

63
concéntricos de grados de intimidad. Los tres más íntimos:
Pedro, Santiago y Juan. En el Tabor, en Getsemaní. .. Los doce a
quienes llamó apóstoles, numero formal y que hace referencia
a las doce tribus de Israel. Los setenta y dos, que mandó a
predicar de dos en dos.

No cabe duda de que Jesús reunió en torno a sí un grupo de


hombres y mujeres y les hizo colaboradores en la tarea de
hacer presente el Reino de Dios. Los evangelios nos relatan
con toda claridad las dificultades que estos hombres tuvieron
para seguir a Jesús. Gracias a que ese núcleo estaba formado
a la muerte de Jesús, fue posible que, después de su muerte,
continuaran reunidos en torno a su memoria y dieran el paso
a la fe pascual.

Los textos evangélicos nos advierten con toda claridad que no


fue, ni mucho menos, un camino de rosas. «¿También vosotros
queréis marcharos?» Uno le traicionó en el último momento.
Pedro le negó ante una criada. Y al final, «todos lo abandonaron
y huyeron».

El proceso de transformación interno que tuvieron que afrontar,


para poder encajar la figura de Jesús les tuvo que costar sudor
y lágrimas. Una cosa fue estar en la compañía del simpático
Jesús y otro aceptar el profundo mensaje de renuncia y servicio
a los demás. Mucho más, encajar su fracaso estrepitoso y su
muerte.

Con frecuencia, en malas compañías

La actitud de Jesús para con todos los desheredados, es


una de las claves para entender su mensaje. Sin este dato
sería incomprensible su vida y su obra. En tiempo de Jesú:,
los marginados lo eran por partida doble, marginados por 1,
sociedad y marginados por la religión.

En la cultura bíblica y también en tiempo de Jesús, no hablu

64
distinción entre lo civil y lo religioso. Sí había una distinción
tajante entre lo puro y lo impuro. Cojos, mancos, ciegos, tullidos,
enfermos de cualquier género, todos tenían terminantemente
prohibida la entrada en el templo.

La exclusión de la relación con Dios a través del culto,


significaba también la exclusión de la interacción social. De
ahí el interés de conservar a toda costa el estado de pureza
legal. Los intocables eran despreciados, discriminados y
considerados seres humanos inferiores. Todo ello a pesar de
que, los tiempos mesiánicos habían sido anunciados por todos
los profetas como tiempos en que los ciegos verían, los sordos
oirían, los cojos saltarían, y a los pobres se les anunciaría la
buena noticia de su liberación.

En tiempo de Jesús eran muy estrictas las normas acerca de


las relaciones con los intocables. Se suponía que Jesús por su
condición de Maestro, tendría mucho cuidado en observarlas
para no caer en impureza. Pero para Jesús, la persona era más
importante que todas las normas de pureza prescritas en la
Ley. Este es uno de los mensajes más claros y más subversivos
del evangelio.

Tal vez, los numerosos relatos de milagros lo único que


pretenden es llamar la atención sobre el verdadero mensaje
de Jesús con relación a todos los marginados. No se cuenta un
solo caso en el que Jesús descubriera una necesidad y pasara
de largo sin comprometerse y socorrerla.

La relación de Jesús con los marginados abarca todos los


aspectos de la vida cotidiana. No se reduce a los momentos
de las acciones milagrosas; el trato que tuvo con ellos muestra
una disponibilidad constante a ayudarles a salir de su limitación
fuera esta la que fuere.

Jesús trataba con los leprosos y les tocaba. No rehuía el contacto


con los cadáveres (viuda de Naín). No impidió que le tocara la
mujer que sufría hemorragias. Aceptaba en su compañía a los

65
recaudadores de impuestos y a los pecadores públicos...

Los trató con cariño y con respeto, pero también con exigencia.
En el evangelio parecen resonar palabras como estas: sé tú
mismo, recupera la confianza en ti, descubre que sigues siendo
un hombre, atrévete a vivir, Dios está más cerca de ti que
de nadie ... Jesús restaura la personalidad de los intocables, la
revaloriza y de esta manera los capacita para participar en la
vida de la comunidad.

Está claro que Jesús organizó fiestas para estos desheredados;


que se encontraba muy a gusto entre ellos y que ellos
encontraron en él una verdadera salvación. No sólo la que
da una curación milagrosa, sino la que viene de recuperar la
confianza y las ganas de seguir viviendo.

Jesús era consciente de que toda violación de esos límites le


acarrearía la exclusión del trato con el resto de la comunidad.
Pero Jesús se aproximó a ellos y trató de devolverles la
confianza en sí mismos que habían perdido. Para esta gente,
el encuentro con Jesús tuvo que representar una auténtica
liberación.

Jesús no dio normas abstractas ni consejos genéricos, sino que


se acercó al hombre concreto para identificarse con él. Lo que
pretendía era suprimir las barreras que separaban a puros de
impuros y reintegrarles en una misma comunidad humana.

Para romper esa barrera, el primer paso era demostrarles que


para Dios no existía tal escollo. Por eso la idea de Dios que se
manifestaba en su manera de actuar, resultó inaceptable para
los que ostentaban la representación del Dios que sí marginaba
a los impuros.

No teme la contaminación de los malos

En su tiempo los pecadores públicos formaban parte de los

66
marginados, sobre todo por las instancias religiosas. Esto hace
más asombrosa todavía la actitud de Jesús con esta clase de
gente: publicanos, prostitutas, adúlteras, etc.

Los relatos de Zaqueo, la pecadora de Betania, la mujer


adúltera, no dejan lugar a duda sobre la actitud de Jesús hacia
los pecadores. Pero es que, además en numerosas parábolas,
deja también claro que la actitud de Dios respecto a los
pecadores es de misericordia absoluta y de perdón total. «Tus
pecados están perdonados».

Esta es la «buena noticia» que viene a traer Jesús. Y fue


precisamente esta actitud inequívoca a favor de los pecadores
lo que más desconcertó a las autoridades religiosas y a los
grupos más piadosos de su tiempo. "Este acoge a los pecadores
y come con ellos."

Jesús quiso dejar muy claro que su Dios no es el aliado de unos


pocos que le caen en gracia. No es el Dios de los buenos, de
los piadosos, de los religiosos ni de los sabios, es el Dios de los
marginados, de los excluidos, de los enfermos y tarados.

Tampoco es el Dios del castigo o de la revancha, del juicio


severo y la condena. El Dios de Jesús no aporta nada a los
buenos que ya están salvados, sino a los malos que necesitan
salvación. "No tienen necesidad de médico los sanos, sino
los enfermos; no he venido a llamar a los justos sino a los
pecadores" El mensaje de Jesús escandalizó, porque hablaba
de un Dios que se da a todos sin tener en cuenta sus méritos.

Tampoco en este punto hemos hecho los cristianos mucho


caso a Jesús. Incluso hoy se sigue señalando con el dedo y
excluyendo al que no se porta como Dios manda. El catecismo
todavía definía a Dios como el que premia a los buenos y
castiga a los malos.

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8

NADA MISÓGINO

Es este un tema que tiene gran importancia para nosotros hoy.


Si somos capaces de acercarnos al evangelio sin prejuicios,
descubriremos apuntes insospechados de una manera de ver
a la mujer, que está a años luz de cómo ha sido tratada la
mujer a través de los dos mil años de cristianismo y y de cómo
todavía hoyes tratada por nuestra jerarquía.

Los argumentos que se esgrimen para mantenerla apartada del


sacerdocio, por ejemplo, son tan peregrinos, que hacen sonreír
a cualquier persona con dos dedos de frente. Es comprensible
que mantenga indignadas a muchas mujeres y, gracias a Dios,
a muchos hombres incluso eclesiásticos.

Para intentar conocer lo que Jesús pensaba de la mujer y


de la importancia que tuvo en la aceptación de su mensaje,
tendremos que fijarnos en los escritos del NT; aun sabiendo
que lo que ha quedado escrito no coincide con lo que se vivió
en las primeras comunidades.

Los que elaboraban los escritos, eran varones y además de la


élíte, pues sabían leer y escribir. En aquel tiempo sólo un dos O
tres por ciento, sabía leer y escribir, por tanto los conocimientos
y la cultura se comunicaban de viva voz. La escritura sólo
empezó a tener cierta relevancia a mediados del siglo 11.

En esa tradición oral, tenía la mujer una importancia equiparable

68
a la del hombre. Esa importancia quedó disminuida al eliminar
o minimizar las narraciones que se referían a mujeres en el NT.

A pesar de la dificultad que hoy tenemos para descubrir


esa importancia de la mujer en el desarrollo de la primitiva
comunidad de creyentes, aún podemos descubrir en los
evangelios multitud de casos en que se manifiesta esta nueva
manera de valorar lo femenino.

Como ejemplo podemos recordar que Marcos, que es el


evangelio más antiguo, dice: "Cuando el hombre se separa
de la mujer, comete adulterio; y cuando la mujer se separa
del marido, comete adulterio." Mateo omite la segunda parte,
porque para los judíos, el único que tenía derecho a divorciarse
era el marido.

En los ejemplos que vamos a examinar; descubriremos que


en Jesús no hay ni rastros de miedo al sexo o a las mujeres.
No hay en él ninguna mirada ambigua respecto al erotismo o
la sexualidad. También en este tema, Jesús se muestra más
cerca de los débiles.

La mujer adultera
(Jn 8,1-11)

Es probable que este relato no perteneciera originariamente


al cuarto evangelio, pero esto, en vez de quitarle importancia,
la aumenta, porque indica la intención expresa de que esa
historia formara parte del evangelio· "buena noticia". En el
relato no sabe uno si es más relevante el amor, manifestado
en el perdón, o la denuncia del fariseísmo de los que la acusan.

Esta vez la mujer no tiene nada que ofrecer, todo está en contra
suya. Pero Jesús ve la injusticia de una ley que deja impune
tt
al más fuerte. Si la encontraron "in fraganti ¿donde estaba el
hombre?

69
Una vez más la leyes absolutizada hasta importar poco o nada
la persona, incluida su misma vida. Es una de las denuncias
más claras de la depravación a la que había llegado ellegalismo
judío. Jesús deja claro que toda persona tiene por sí misma un
valor incalculable, que hay que salvaguardar y defender en
toda circunstancia.

Como siempre, Jesús ofrece el perdón, el amor de Dios, antes


de que haya signo alguno de arrepentimiento. Es el amor
el que salva y mueve al arrepentimiento, no al revés como
predicamos nosotros.

Si ahora recordáramos la actitud de la Iglesia-jerarquía a través


de la historia, para con tanto "pecador" como ha descubierto¡
nos quedaríamos aterrados. En cuanto tuvo algún poder,
se convirtió en juez y condenadora de todas las debilidades
humanas que hubieran necesitado más comprensión que
autoridad. No hace falta apelar a la quema de brujas y herejes.
Hoy mismo se están cometiendo auténticos atropellos contra
los más elementales derechos humanos, simplemente para
mantener la ortodoxia o una moralidad sexual enfermiza.

La hemorroisa
(Mt 5,25-34)

Para descubrir la importancia de este relato hay que tener en


cuenta las leyes de pureza que afectaban a las mujeres. En el
Levítico se dice: "La mujer permanecerá impura cuando tenga
su menstruación o tenga hemorragias; todo lo que ella toque
quedará impuro, así como también quien entre en contacto
con ella".

Podemos hacernos una idea de cómo quedaban limitadas las


posibilidades de relaciones sociales y religiosas con esta ley.
La mujeG considerada como impura y causante de impureza.
También podemos imaginar la huella psicológica que dejaba en
la mujer esta consideración de 'impura' sin paliativos.

70
Según esto, la hemorroisa tenía prohibido, por imperativo
social y religioso, tocar y ser tocada. Doce años de sufrimiento
la empujan a saltarse la ley. Esta valentía no está exenta de
temor, se acerca por detrás ... Su deseo de curación es más
fuerte que las normas y las costumbres. Tocar a Jesús no sólo
manifiesta la confianza en él, sino en sí misma. Su valentía le
devuelve la salud.

La respuesta de Jesús, revela su identidad liberadora. Atento al


ser humano se da cuenta de que le han tocado, mientras todos
le están apretujando. Se abre a la comunicación profunda y
sanadora de la persona a través del cuerpo. Dejándose tocar,
Jesús se coloca por encima de los códigos sociales y religiosos.
Los cuerpos no son instrumentos de pecado, sino de salvación,
de encuentro liberador. El tabú de la impureza queda roto.

Había gastado muchos años y todo su dinero, para nada. Ahora


encuentra gratis y de una manera sorprendentemente sencilla
la curación total.

iQué lección para nosotros! Todavía hoy nos empeñamos en


complicar las cosas. Seguimos hablando del cuerpo, sobre
todo el de la mujer, como enemigo del alma. La mayoría de
las veces, lo único que esperan las personas, para salir de su
situación de impureza, es acogida y comprensión.

La mujer cananea
(Mc 7,24-30) (Mt 15,21-28)

Jesús aprendió de las mujeres. En el diálogo con esta mujer,


es capaz de cambiar su actitud, porque ella exhibe una
sensibilidad mucho mayor que la que muestra Jesús. De ella
aprendió Jesús que no había superado sus prejuicios racistas,
que hay que proteger ante todo a los débiles sin importar su
origen: una idea femenino-maternal.

Lo que más maravilla en el relato es la capacidad de Jesús

71
de aceptar, es decir, hacer suyos los valores femeninos que
descubre en aquella mujer. Le sorprende la confianza que en
él tenía aquella mujer, otro valor típicamente femenino. Jesús
descubre su "anima" y la integra, a pesar de la oposición del
ambiente patriarcal.

Una vez más, el relato manifiesta que una relación auténtica,


aunque sea entre personajes tan dispares como Jesús y una
pagana, termina enriqueciendo a los dos. Para sanar cualquier
enfermedad, no hay nada mejor que una profunda relación
humana. Aún no hemos aprendido la lección.

En paralelo con Jairo y su hija, la Cananea y su hija representan


la sociedad pagana que acepta la esclavitud. Jesús pone de
manifiestb la discriminación que los judíos mantenían con
los paganos y esto hace que la mujer tome conciencia de su
inadecuada relación con la hija y renuncie a seguir oprimiéndola.
En ese momento la hija queda liberada de sus demonios.

La samaritana
(Jn 4,5-42)

Este relato es uno de los más densos de todo el evangelio.


Como casi todos los relatos de Juan no tiene nada que ver con
un acontecimiento real. Se trata de un montaje teológico de
una profundidad increíble. Los relatos del cuarto evangelio son
fruto de setenta años de una intensa experiencia cristiana. El
problema surge a la hora de entender el mensaje teológico,
porque lo escribieron para ellos, según los conceptos que ellos
mismos elaboraron dentro de su comunidad.

Esta vez la mujer, ni buscaba, ni echaba de menos nada. Es


Jesús quien inicia el diálogo. Junto al pozo de Jacob, se puso a
hablar con una mujer samaritana, tampoco él iba con intención
de ofrecer nada sino de pedir lo que necesitaba: "dame de
beber". Él es judío, ella samaritana (hereje). El diálogo produce
el milagro. La samaritana termina por confesar que tiene sed.

72
Curiosamente eso la salva. "Dame de esa agua".

La samaritana es presentada como el símbolo del pueblo


infiel. Cinco maridos y el actual tampoco es verdadero marido.
Cinco dioses había tenido Samaría y el que tenía ahora, al ser
compartido con los otros dioses, tampoco era el auténtico Dios
de los judíos.

Jesús renuncia a la idea de un Dios judío, cambiándola por un


Dios de todos, al que hay que adorar en espíritu y en verdad. El
contacto con la mujer le obliga a derribar la barrera nacionalista
que se había levantado entre él y la mujer. Dios es el mismo
para todos y todos tienen el mismo acceso a Él. Ni siquiera es
necesario un templo, ni el de Jerusalén ni el de Garizín, para
encontrarle.

Marta y María
(Lc 10,38-41)

A pesar de su apariencia inocua, tal vez sea el relato más


subversivo de todo el evangelio. "Sentada a los pies de Jesús".
Hace referencia a la postura que adoptaban los discípulos a
los pies del maestro. María estaba allí como discípula. Esto
trastoca todos los valores femeninos en que estaba fundada
aquella sociedad.

El relato deja claro que la mujer no es una criada a la que no


hay que pagar; no está ahí solo para tener hijos y cuidar del
hogar. Tiene que desarrollar su interior, tiene que buscar el
enriquecimiento como ser humano. Tiene que descubrir que
la realización como ser humano, es más importante que la
sumisión, el autosacrificio y el servilismo. Jesús invita a las
mujeres a emanciparse, a desarrollar sus valores espirituales.

Todo eso lo descubrió Jesús gracias al trato con María,


viendo que había adquirido unos valores espirituales que
a él mismo le servían de referencia. María era para él una

73
valiosa interlocutora espiritual. Después de esto, Jesús está
en condiciones de responder a la mujer que le quiso hacer
una alabanza diciéndole: "Dichoso el vientre que te llevó y
los pechos que te criaron". "Dichosos más bien todos los que
escuchan la palabra de Dios y la cumplen".

No tiene ningún sentido el haber sacado de este relato, una


distinción entre la vida contemplativa y la vida activa. Mucho
menos si en vez de distinción, lo que se pretende es una
oposición. La intención del relato es que no puede haber
vida interior sin contemplación, es decir sin tiempo dedicado
expresamente a Dios. Pero tampoco puede haber una auténtica
vida interior si no se refleja en la manera de hacer las cosas
que hay que hacer.

La actitud de María no ensombrece para nada la actitud de


Marta. Marta no es la mala de la película, sino todo lo contrario.
La actitud de entrega al servicio de los demás, manifiesta que
ella también ha escuchado al Maestro. El Maestro Eckhart llega
a decir que Marta es el verdadero modelo de espiritualidad,
puesto que ha superado la etapa en la que se encuentra María.

Aunque el relato refleja la visión limpia y clara de Jesús,


todavía hoy nos cuesta ser consecuentes con lo que el relato
manifiesta. Hasta hace cuatro días, era impensable que una
mujer estudiara teología. Ya en las cartas de Pablo, que es un
maestro de misoginia y miedo al sexo, se,' refleja una actitud
totalmente contraria a la de Jesús.

La pecadora
(Lc 7,36-50)

La pobre mujer sólo dispone de los típicos recursos femeninos:


el perfume, los labios, las lágrimas y el cabello. Eso es lo qUe
ofrece a Jesús. Dones que los demás consideraron irreverentes
y sobre todo equívocos. Sólo Jesús descubre el verdadero valor
del gesto y ofrece a cambio su amor, que salva a la mujer.

74
En esos gestos, aparentemente mundanos, Jesús descubrió lo
que significa la sensibilidad femenina. Aprendió lo que significa
un verdadero amor, yeso de parte de alguien que era tenida
por pecadora pública. Le lava, le acaricia, con manos y cabello,
le besa los pies. La mano se la damos a cualquiera, pero tocar
los pies es signo de mucha más intimidad.

El mismo Jesús repite ese gesto después con sus discípulos, en


el momento culminante de su vida y cuando intenta descubrir
el gesto más fehaciente de su propio amor hacia ellos. Dos
veces nos dicen los evangelios que fue besado Jesús, una vez
por esta mujer, otra, por un hombre, Judas. ¡Qué diferencia!

María Magdalena
(Lc 8,1-3) (Mt 27,55-56) (Jn 19,25)

Lo primero que deberíamos tener en cuenta es que no hay


razón ninguna para identificar la pecadora que lava los pies
de Jesús con María Magdalena. El evangelio lo único que dice
es que era una pecadora pública de la ciudad del fariseo que
le había invitado a comer. En ningún caso hace alusión a otra
persona.

Seguramente esta identificación se produce en los primeros


siglos para contrarrestar la influencia que en el grupo de los
cristianos tuvo María Magdalena. Parece que tenía sus propios
seguidores y que llegó a equipararse a Pedro en su capacidad
de liderazgo. De hecho se ha encontrado recientemente un
evangelio que sería la doctrina de este grupo que tenía como
guía a Magdalena. Esto no podía gustar a los teólogos del siglo
II.

Parece ser que en la fuente propia de Lucas se dice de ella:


"De la que había echado siete demonios." Esto quiere decir que
había sido liberada del maligno. Pero esta es la forma normal
de decir que ella había encontrado en Jesús la salvación total
(siete es signo de plenitud).

75
No conocemos el primer encuentro de la Magdalena con Jesús.
Aparece ya Siguiéndole desde el principio con los apóstoles y
otras mujeres. Jesús aceptó a mujeres en su compañía. Camino
de la cruz, se dice que responde a las que le seguían llorando.
¿Dónde estaban los hombres?

Es una lástima que esa actitud de Jesús haya quedado relegada


al olvido dentro de una iglesia que sigue manteniendo después
de dos mil años una ideología machista. El Concilio Vaticano II
rechazó toda forma de discriminación por razón de sexo como
contraria al plan de Dios; pero a renglón seguido la práctica
nos dice que eso no tiene vigencia en la Iglesia ...

Las mujeres que se sintieron comprendidas y liberadas por


Jesús, son incomprendidas y discriminadas por sus sucesores.
Está claro que la opresión de las mujeres en la Iglesia es sólo
una manifestación externa de la represión de todo lo femenino
en los hombres de iglesia.

Todos los débiles han sido siempre carne de cañón de un


patriarcado ciego, inconsciente y fanático. Si las mujeres
hubieran tenido algo que decir en la IgleSia, no se habrían
cometido tantas barbaridades y abusos de poder. Hubiera
tenido en ella alguna repercusión la ternura, el respeto a la
vida, la comprensión, la disponibilidad, etc, etc.

La mujer encorvada
(Lc 13,10-17)

No hay petición por parte de la enferma. Jesús está enseñando


un sábado en la sinagoga y ve a la mujer que llevaba dieciocho
años así. Era una mujer sin nombre y sin dignidad; obligada
a una humillación constante. Al oír las palabras que Jesús le
dirigía, se enderezó y dio gloria a Dios. Además de la curación
real, está el símbolo (como en todos los relatos).

Hoy hay más personas que nunca, a quienes la sociedad no

76
permite andar con la cabeza erguida. Nuestra sociedad es una
experta en crear marginación y miseria a su alrededor. Cuanto
más aumenta el bienestar de muchos, más seres humanos se
encuentran marginados y excluidos de ese bienestar. ¿Tiene
que ser necesariamente ese el precio del progreso?

La principal tarea de todo el que sigue a Jesús tiene que ser


liberar a los demás de toda opresión. Mientras haya un solo ser
humano doblegado y reducido a situaciones de inhumanidad,
no podemos decir que el cristianismo haya triunfado en el
mundo, por muy elevado que sea el número de los que decimos
seguir al Maestro.

77
9

JESÚS Y LAS INSTITUCIONES

Tal vez la faceta más formidable de ese hombre llamado Jesús


sea que, en él, lo que vivió interiormente, lo que predicó y lo
que hizo, forman una unidad inquebrantable. No se doblegó ni
ante las todopoderosas instituciones de su tiempo.

Jesús y la Ley

Cumplió la Ley, pero no fue nada leguleyo. Es este un aspecto


muy importante porque nos lleva a comprender una de las
actitudes vitales de Jesús que más influyeron en el rechazo por
parte de las instancias religiosas judías.

No cabe la menor duda de que Jesús incumplió en muchas


ocasiones las normas morales establecidas en su tiempo. Por
ejemplo, las curaciones en sábado, permitir a los discípulos
desgranar espigas en sábado, no ayunar cuando estaba
mandado, tocar a los leprosos, dejarse tocar por la hemorroisa,
no lavarse las manos antes de comer, no apedrear a una
adúltera ...

Estas actitudes nos obligan a preguntarnos ¿qué pensaba Je~:;(!';


de la ley? Él sabía perfectamente que su manera de actual \
escandalosa; y sin embargo actuó de esa manera. Con
actitud, que le costó la vida, quería hacer ver a la gente ql
relación que el pueblo tenía con la ley no era la correcta.

78
Quería demostrar que el mero cumplimiento de la ley, como
autómatas, ni agrada a Dios ni salva a los hombres.

Un cumplimiento de la ley que no tiene nada que ver con la


actitud vital de la persona, no es más que una programación
que a nada conduce.

Más importante que la ley misma, es descubrir el por qué


una cosa está mandada o prohibida. Nadie como él estuvo
siempre pendiente de la voluntad de Dios: era su alimento. Sin
embargo comprendió que esa voluntad no es nada añadido a
nuestro ser, sino que las mejores posibilidades de ser que hay
en nosotros son la única ley que nos debe guiar.

La ley de Dios no puede oprimir nunca. La causa del hombre


es siempre la causa de Dios. Pero la ley formulada es siempre
ley humana. La autoridad humana que dice actuar en nombre
de Dios, sí puede oprimir, porque los intereses de la autoridad
y los de la gente, casi nunca coinciden.

En la medida que una norma acierte a llevarnos a la plenitud


de ser, podemos decir que es ley de Dios. En la medida que
responda a los intereses de los legisladores y no a los del
hombre, la ley no sólo no viene de Dios, sino que se convierte
en inhumana.

Toda ley formulada es por lo mismo relativa. Dar valor absoluto


a una ley formulada, es desconocer la manera de hacerse
presente Dios a los hombres.

Al darle valor absoluto y divino a las normas, las hemos hecho


inmutables. Si las ha dado Dios, ¿quién puede quitarlas?

Con la fórmula: "habéis oído que se dijo, pero yo os digo."


lo único que estaba haciendo era relativizar toda norma,
demostrar la obligación que tenemos como seres humanos de
descubrir, cada día más, las exigencias de un acercamiento a
Dios que debe de ser constante.

79
Jesús y el templo

Como cualquier judío! Jesús desarrolló su vida espiritual en


torno al templo; pero su fidelidad a Dios le hizo comprender
que lo que allí se cocía no era lo que Dios esperaba de un pueblo
fiel. Unas relaciones con Dios estereotipadas y puramente
externas! deberían dejar paso a una relación con Dios que
naciera del corazón.

Nos han repetido por activa y por pasiva! que lo que hizo Jesús
en el templo fue purificarlo de una actividad de compraventa
ilegal y abusiva.

Sin embargo¡ lo que estaban haciendo allí los vendedores y


cambistas! era completamente imprescindible para el desarrollo
de la actividad del templo. Se vendían palomas y ovejas que
era la base de los sacrificios que se ofrecían en el templo. Tenía
que haber cambistas¡ porque al templo sólo se le podía ofrecer
dinero acuñado por el templo.

Los sinópticos ponen en labios de Jesús una cita de Isaías 56¡7


y otra de Jeremías 7,11.

El texto de Isaías hace referencia a los extranjeros y a los


eunucos que estaban excluidos del templo pero advierte que
en los tiempos mesiánicos, sí pOdrán dar culto a Dios. Jesús
con ese gesto está diciendo que en el acercamiento a Dios
no puede haber exclusivismos¡ que todos tienen derecho a
acercarse a Dios, porque Él ama a todos.

El culto que se hacía en el templo, despreciando a extranjeros


eunucos y enfermos, no podía agradar a Dios.

El texto de Jeremías, hace referencia a los israelitas que


después de matar, adulterar, robar¡ etc. van al templo r;::¡ra
hacer sus ofrendas sin una actitud mínima de arrepentimiv lO
y conversión, buscando únicamente una tranquihJaJ de
conciencia.

80
Jesús y las autoridades religiosas

Si partimos del hecho de que Jesús invitó a buscar la verdad,


no a poseerla y guardarla como un tesoro, podremos adivinar
la relación con aquellas autoridades religiosas que se creían en
posesión absoluta de la verdad y solo se preocupaban de hacer
cumplir la ley.

La ley o el ser humano, esta era la alternativa a la que Jesús


tenía que enfrentarse. Las autoridades religiosas lo tenían
claro. El hombre estaba hecho para el sábado. Jesús se inclina
totalmente del lado contrario, está junto al hombre. Aun
sabiendo que esa postura le costaría la vida, no dio nunca un
paso atrás. Para él la Ley, toda ley no es más que un medio
para que todo ser humano pueda desplegar su humanidad.

Aunque debemos matizar mucho los relatos de los evangelios


sobre las diatribas de Jesús contra las autoridades religiosas (no
debemos olvidar que están hechas desde la posterior ruptura
de los primeros cristianos con la sinagoga), no cabe duda que
las criticas más duras que encontramos en los evangelios están
dirigidas a la clase dirigente de su pueblo y contra los que se
creían los mejores cumplidores de la ley, fariseos, saduceos ...

No sólo en el lenguaje directo, sino con sus parábolas, está


dando a entender que esa manera de entender a Dios y al
hombre no tiene nada de religiosa.

Pensemos que eran sus superiores en el orden religioso, que


eran oficialmente los representantes de Dios, que según la
tradición judía todo el mundo estaba obligado a obedecerles.
Jesús no solo no les obedeció/ sino que se encaró con ellos y
les hizo ver su hipócrita manera de actuar. "Cargan pesados
fardos sobre los hombros de los demás/ pero ellos no están
dispuestos a mover un dedo para empujar."

De todas formas hemos de recordar que no todo era negativo


en los grupos religiosos de la época de Jesús.

81
Podemos encontrar muchas afinidades de las actitudes y la
predicación de Jesús, con cada uno de los diferentes grupos.

Los letrados: con uno de ellos nos dice el evangelio coincidió


totalmente y lo presenta como simpatizante suyo. Otro fue a
verle de noche para que le explicara las Escrituras.

Los fariseos: creyó como ellos en la resurrección y en los


demonios. Confió como ellos en una colaboración entre Dios y
el hombre para la salvación.

Los saduceos: se identifica con ellos al rechazar la fidelidad a


las tradiciones en la que tanto hincapié hacían los fariseos y al
conceder importancia a la religiosidad privada que escapa al
control social de lo público. Igualmente, considera el mundo
presente como lugar de salvación, relativizando la escatología.

Jesús y la libertad

Tal vez la primera característica del hombre Jesús sea su


absoluta libertad. Aunque la palabra libertad ni siquiera se
nombra en los evangelios sinópticos, la libertad y la liberación
del hombre constituyen de hecho un tema fundamental en la
predicación de Jesús.

La actitud fundamental de su vida estaba encaminada a liberar


del demonio, del pecado, de la muerte, de coacciones sociales
y religiosas, de un yo cautivo, del miedo y la inquietud. La
predicación y la praxis de Jesús fueron una continua llamada
a ser libres. Sus seguidores encontraron en él liberación; esta
sería la mejor prueba de que él mismo era libre. El entusiasmo
que comunicó a sus seguidores brotaba de su actitud libre y
liberadora.

Muchos cristianos han creído y algunos siguen creyendo que


Jesús no era libre como los demás hombres l que estaba pre-
programado l precisamente por ser quien era. Ciertamente no

82
fue libre como los demás, fue más libre que nadie, porque era
más plenamente hombre.

Toda criatura es tanto más ella misma cuanto más es de Dios,


su creador. Jesús es hombre como solamente puede serlo
Dios. La presencia de Dios no anula la singularidad. Jesús fue
siempre él mismo. Nunca tuvo que apoyarse en seguridades
que vinieran de fuera.

Es triste que la Iglesia haya eliminado tantas veces la libertad


del hombre en nombre de Dios. En la historia del cristianismo, el
nombre de Jesús ha significado tanto libertad como esclavitud.

Con demasiada frecuencia, sobre todo en la era moderna, los


impulsos sociales por alcanzar una verdadera libertad se han
debido más a instancias simplemente humanas que religiosas.
Esto indica que la primera preocupación de las Iglesias no ha
sido el ser humano sino su propia seguridad y prestigio.

La libertad ha de provenir de la fuerza creadora del Espíritu.


Libertad es vivir del Espíritu. "Ama y haz lo que quieras". (S.
Agustín) "Todo me está permitido." (Pablo) La libertad que
no tenga este fundamento será siempre disgregadora, será
libertinaje, se convertirá en esclavitud.

Obediente solo a Dios

También es este un tema complicado, porque se trata de una


realidad ambivalente. Existe una obediencia servil que no tiene
nada que ver con la de Jesús. Sería la renuncia a ser uno
mismo por comodidad; acomodarse a la manera de ser de
otro, renunciando al desarrollo de la propia personalidad.

Lo primero que hay que constatar es que la categoría de


obediencia que en el NT tenía un contenido cristológico,
constitutivo del misterio de Jesús, ha quedado reducida al
aspecto ascético-religioso, como virtud moral y modelo de

83
comportamiento para todos los hombres.

Para entender la importancia de la obediencia en la figura de


Jesús, hay que recuperar el sentido profundo de su relación
con su padre Dios. Descubrir lo que Dios espera de cada ser
humano, fue la tarea más acuciante que Jesús desarrolló
durante su vida. Su principal aportación fue decirnos que la
voluntad de Dios no está en la Ley, sino en el corazón de cada
ser humano.

"Obediencia" fue la palabra escogida por la primera comunidad


para caracterizar la vida y obra de Jesús en su totalidad. En ella se
expresa la relación Hijo-Padre como constitutiva del mismo ser
de Jesús. Este misterio se expresa en la conciencia de Jesús de
ser hombre y a pesar de ello, de no terminar en sí mismo, sino
en Dios-como-su-Padre. Está recibiendo ininterrumpidamente
del Padre su ser y a la vez está respondiendo sin reservas
dándose totalmente al Padre.

En el mismo acto de recibir el ser, el hijo acepta la voluntad


paterna como propia. No renuncia a determinar por sí mismo
su historia, pero lo hace dejándose conducir por el Espíritu.

Sin embargo, la palabra obediencia, entendida por sus


vinculaciones con la autoridad y con el orden jurídico, es incapaz
de sugerir todo esto. Cuando nos acercamos a la persona
de Jesús con nuestra categoría de obediencia quedamos
desconcertados, porque descubrimos que no fue obediente ni
a sus padres, ni a los sacerdotes, ni a la ley... y sin embargo,
en el evangelio nos dice: "mi alimento es hacer la voluntad de
mi Padre."

Una voluntad que no le vino dada de un modo extraordinario,


como si hubiera tenido hilo directo con Dios. Precisamente la
tarea fundamental de Jesús, como la de todo hombre, fue el
conocimiento de lo que Días esperaba de él. Todo su mensaje
consistió en comunicarnos sus descubrimientos sobre esa
voluntad de Dios para los hombres.

84
10

LOS MILAGROS

Dentro de las relaciones de Jesús con los hombres de su tiempo


lo que más sobresalió, para bien o para mal, fue el despliegue
de poderes especiales para superar dificultades de los demás.
Tanto los amigos como los enemigos tuvieron que aceptar que
Jesús era capaz de hacer "milagros",

El tema de los milagros es uno de los más complicados que


se nos plantea hoy en los evangelios. Cualquier solución
demasiado simplista puede llevarnos a la distorsión total del
mensaje que se nos quiere trasmitir. El evangelio llama milagro
a acciones tan diversas que es imposible tratar el tema como
si se tratara de una sola realidad.

No tienen nada que ver \andar sobre las aguas' y la resurrección


de un muerto. Por esta razón, es interesante analizar cada
situación por separado y tratar de descubrir lo que tiene de
hecho histórico y lo que tiene de mensaje teológico.

Hay que evitar caer en las trampas del racionalismo, pero


tampoco podemos aparcar la razón y todos los conocimientos
que hoy tenemos sobre la realidad, sobre el hombre y sobre
Dios, a la hora de afrontar el tema.

Como siempre, lo importante no es la palabra, sino el concepto


que cada uno pone detrás de la palabra. En los evangelios y
hasta la Edad Media se mantuvo un concepto muy parecido de

85
milagro. Ya en la Edad Media y, sobre todo con el racionalismo,
se cambió radicalmente el concepto, pasando a significar "una
acción en contra de las leyes de la naturaleza".

La problemática que hoy tenemos que afrontar, no existió


durante los primeros quince siglos de cristianismo. Ni los Padres
de la Iglesia ni los grandes teólogos de la Edad Media pusieron
en duda que los milagros fueran una manifestación del poder
de Dios. El Dios todopoderoso podía hacer cuanto quisiera,
donde quisiera y cuando quisiera. Sto. Tomás todavía creía que
detrás de cada astro, había un ángel que lo empujaba.

El evangelio no emplea nunca la palabra estricta de milagro,


en griego «thauma», en latín "miraculum", que significa acción
maravillosa; sino que habla de «semella», signos o señales.
Por otra parte, en tiempo de Jesús no se planteaba el milagro,
como lo hacemos hoy, como «acción que va en contra de las
leyes de la naturaleza». No existía la idea de causalidad, para
ellos todo estaba bajo el control de la acción de Dios que hacía
y deshacía según su voluntad.

Es notoria la importancia que dan los evangelios a los milagros.


No podemos despachar el tema diciendo que son fantasías,
sin conexión alguna con la realidad. Baste recordar que en
el evangelio de Marcos ocupan más del treinta por ciento del
total.

Si eliminásemos de los evangelios los relatos de milagros,


se harían incomprensibles a todas luces. No tenemos más
remedio que afrontar el tema, aunque nos obligue a muchas
matizaciones y cautelas. Si en su tiempo ya fue polémico, no
nos vamos a librar hoy de las dificultades que encierra.

Es difícil escapar a la tentación de utilizarlos para una cómoda


argumentación a favor de la divinidad de Jesús. Algunas
indicaciones de los mismos evangelios van ya en este sentido,
aunque en otras muchas ocasiones, nos ponen en guardia
sobre la necesidad de lo extraordinario para llegar a DIos.

86
Ni en tiempos de Jesús ni en ningún otro período de la historia,
se ha puesto en duda la existencia de hechos extraordinarios
que resultaban inexplicables a la gente que los contemplaban.
Los milagros en sentido amplio son el pan nuestro de cada día
en todos los tiempos.

La cuestión no es si Jesús hizo o no hizo milagros. Las


preguntas que nos debemos hacer hoy pOdrían ser: ¿Qué
hizo Jesús realmente? ¿Qué intentaba Jesús al realizar esas
acciones? ¿Qué intentaron trasmitimos los cristianos al relatar
esos acontecimientos?

Que Jesús realizó obras extraordinarias que se llamaban


milagros, tuvieron que aceptarlo hasta los enemigos más
acérrimos. Pero el hecho de que una misma acción de Jesús
fuera interpretada por unos como acción de Dios y por otros
como acción del demonio, es tan significativo, que nos abre la
primera pista para poder acercarnos al verdadero sentido de
los milagros obrados por Jesús.

Nos pone en un verdadero aprieto el hecho de que Jesús,


después de los cuarenta días de ayuno, interpretara la
posibilidad de hacer milagros como una tentación. Durante
su vida pública rechaza esa tentación de hacer milagros para
legitimar su persona o su mensaje.

Con frecuencia, el mismo Jesús se queja de que, milagros que


ha realizado con otro objetivo, se interpreten de esa manera.
Todavía más, cuando se refiere a los falsos profetas que
aparecerán al fin de los tiempos, de ellos dice que realizarán
grandes signos.

Jesús realiza los signos, siempre en favor de los demás, nunca


en favor suyo. Con ello está demostrando que el Reino de
Dios está cerca, porque para aquella gente, la enfermedad era
siempre signo de que la fuerza del mal prevalecía sobre el
poder de Dios. De hecho, cualquier enfermedad permanente,
excluía de las relaciones con Dios. Con sus curaciones Jesús

87
viene a demostrar que el reino del bien ha llegado.

Ya los profetas habían anunciado los tiempos mesiánicos como


tiempos en los que el bien prevalecería sobre el mal. Jesús
asume esta manera de ver las cosas cuando contesta a los
enviados de Juan:" id y contad a Juan lo que habéis visto:
los ciegos ven, los cojos andan ..." Les decía esto, no para que
vieran lo poderoso que era él, sino para que recordaran lo que
habían dicho los profetas del Mesías.

La pregunta de si Jesús realizó milagros en el sentido estricto


y moderno del término, no tiene sentido porque en aquella
época nadie se planteaba ese problema. Si a pesar de todo nos
la planteamos, tenemos muchas razones para poner en duda
su posibilidad física y además, su oportunidad moral, partiendo
principalmente de su manera de ser y de actuar.

El mensaje de las bienaventuranzas es radicalmente opuesto


al que se puede deducir de los milagros que van encaminados
a solucionar problemas materiales. Si el que llora y el que pasa
hambre puede ser feliz, ¿que sentido tiene poner tanto énfasis
en eliminar esas carencias?

Para Jesús, el enemigo del ser humano no es la naturaleza


y sus limitaciones, sino el mal que impide al ser humano
desarrollarse como persona. La naturaleza (y todas sus leyes),
como obra de Dios es siempre buena, aunque con demasiada
frecuencia se vuelva contra nosotros y nos aplaste con su
fuerza destructora. No tiene mucho sentido que Dios tenga
que rectificar su propia obra.

También, partiendo del mismo concepto moderno de milagro


(una acción en contra de las leyes de la naturaleza), se nos
hace hoy muy complicado poder aceptarlo. Sabemos que todo
efecto es producido por una causa, pero esa tiene que ser
de la misma naturaleza para que pueda interactuar. ¿Cómo
puede una energía divina actuar directamente sobre un objeto
material?

88
Antiguamente se creía que todo estaba bajo la influencia de
esa fuerza divina, actuando según la voluntad puntual de Dios.
Hoy creemos que todo lo que tenía que hacer Dios, ya lo ha
hecho. Parece que por fin le hemos dejado descansar.

Lo que intentaron los primeros cristianos con los relatos de


milagros, puede no coincidir con lo que intentó Jesús. De hecho
vemos que muchos de ellos están relatados con la expresa
intención de legitimar la predicación y la divinidad de Jesús,
tan cuestionada por sus adversarios.

De esta manera, muchas veces, lo importante no es el relato,


sino la intención del que lo relata. Si lo que se pretende es
comunicar una enseñanza, que lo que se relata se ajuste a la
realidad de lo sucedido, no tiene mayor importancia.

En el relato de la moneda que Pedro encontrará en la boca del


pez, nadie se va a creer que sucedió así, pero quiere enseñarnos
que al que busca de verdad el reino de Dios, todo lo demás se
le dará por añadidura. En realidad es una parábola.

En el relato de la tempestad calmada, se qUiere poner de


manifiesto la falta de confianza de los discípulos en su maestro.
El que Jesús estuviera durmiendo mientras ellos estaban
muertos de miedo quiere indicar que la confianza de los
discípulos en Jesús aún no estaba consolidada. Por eso Jesús
les echa en cara esa desconfianza; pero a la vez el hecho de
descubrir que se preocupa por ellos les devuelve la fe perdida.

En realidad lo que hace Jesús es demostrarles que no es


necesario el milagro, cosa que ellos estaban obligados a saber
porque llevaban ya mucho tiempo con Jesús. Cuando un niño,
asustado por un trueno, corre a arrojarse en los brazos de su
madre, se encuentra allí a gusto y tranquilo aunque la tormenta
continúe ...

Otra de las pistas más valiosas a la hora de interpretar lo que


realmente pasó, lo tenemos en la manera de relatar cada

89
milagro. Por ejemplo! la insistencia en la necesidad de la fe
para que el milagro se produzca! hasta el punto de decir: «todo
es posible al que tiene fe».

En casi todos los milagros se hace referencia a esta actitud de


fe en los destinatarios del milagro; incluso se llega a decir en
una ocasión: «No pudo hacer allí muchos milagros! porque les
faltaba fe En otra ocasión! la curación de la hemorroisa, la fe
11.

es la única causa del milagro.

Todo esto demuestra que el milagro no es nunca una acción


unilateral de Jesús, sino una relación entre, la actitud de la
persona que padece una limitación radical y confía en que
puede ser superada por la calidad de otra persona, y la actitud
de Jesús, que responde a las expectativas de esa persona.

También se habla con frecuencia, de los efectos que tienen


muchos milagros en el aumento de la confianza de los
protagonistas; lo cual nos da a entender que la fe-confianza es
la base, pero también el objetivo de los milagros.

Esto nos abre la puerta a la consideración de los milagros desde


otra perspectiva. Me refiero a la amplia gama de fenómenos
paranormales que desde hace varios siglos se vienen
investigando y que pueden dar nuevas pistas para explicar
hechos que hasta la fecha se explicaron como milagros o fruto
de fuerzas desconocidas.

Entre muchos otros podemos citar la telepatía, la clarividencia,


la precognición, la hipnosis! la psicokinesis. A pesar de la
enorme proporción de fraude que en estas cuestiones existe,
no cabe duda de que, todos estos fenómenos están siendo
muy bien analizados por estudios serios. Muchas universidades
llevan años con departamentos dedicados a estas cUestiones y
el interés no ha hecho más que aumentar.

Es verdad que existe una gran reticencia a calificar como


científicos los ingentes estudios que se están llevando a cabo

90
sobre estas materias, pero eso no puede contrarrestar la
existencia contrastada de dichos fenómenos.

Hoy ya no cabe duda alguna sobre la influencia de lo psíquico


sobre lo somático. Es un hecho aceptado la posibilidad de
actuación sobre la realidad material más allá del contacto
físico perceptible. Esta constatación hace que el calificativo de
milagro se vaya reduciendo a pasos agigantados. Estoy seguro
de que llegará un momento en que no sea preciso utilizar ese
concepto para nada.

Hoy sabemos que muchas de las acciones que se consideraron


milagro en tiempo de Jesús, podríamos explicarlas con los
conocimientos que tenemos sobre la manera de actuar la
biología del ser humano y sus complicados mecanismos. Nos
consta que la salud no depende exclusivamente del ADN,
sino que la relación con el medio determina la mejor o peor
supervivencia, no solo de cada individuo, sino de cada célula.

El buen funcionamiento de una célula puede depender de la


polaridad de una molécula. Esa polaridad la determina una
infinitesimal carga eléctrica que puede variar por un mínimo
cambio en el entorno. La salud o la enfermedad dependen de
cambios imperceptibles en el conjunto del organismo, que no
siempre dependen de los agentes externos, sino de la reacción
de cada individuo a cada estímulo que recibe.

Desde la perspectiva religiosa, podemos considerar los milagros


como símbolos de la victoria de las fuerzas benéficas de Dios a
través de Jesús, frente a las fuerzas maléficas del diablo o de
la naturaleza hostil. Esta es la razón por la que se da cuenta
de ellos y ahí radica el mensaje que nosotros debemos extraer.

Qué puede asegurarse de histórico en cada caso es muy


difícil de precisar. Al analizar cada uno de los milagros, iremos
señalando algún criterio, nunca seguro. Mucho más importante
será descubrir el mensaje teológico que se encierra en cada
uno de los relatos.

91
11

LOS "SIGNOS" DEL EVANGEUO DE JUAN

Empezamos con el evangelio de Juan, porque es el que deja


muy claro que los "milagros" no son más que signos de lo que
Jesús quiere trasmitir. Son muy pocos los milagros que narra,
y en todos los casos, trata de dar sentido espiritual a lo que
acaba de hacer Jesús.

Después de la boda de Caná nos dirá expresamente: "este fue


el primer signo que hizo Jesús" y nos da ya el porqué de la
realización de esos signos. Nunca Juan desvincula el milagro
del objetivo espiritual que le da sentido.

Conversión del agua en vino


(Jn, 2)

Dado el carácter simbólico de todo el evangelio de Juan, es


fácil interpretar también este pasaje como simbólico. Es un
relato fantástico, en el doble sentido de la palabra: por una
parte es fruto de la fantasía religiosa y por otros es genial,
en cuanto que con un relato sencillo nos abre a un sin fin de
sugerencias religiosas. Analizando someramente el texto, nos
daremos cuenta de que todo en el relato es metáfora y, cuando
digo todo, quiero decir todo.

Es muy poco probable que en una casa particular hubiera seis


tinajas de piedra de cien litros cada una. En el relato se les

92
da la máxima importancia. Siete era el número mágico que
expresaba plenitud. Seis era por tanto un número incompleto.
Eran de piedra como las tablas de la Ley. Estaban vacías.
Destinadas a la purificación de los judíos.

Simbolismo: las tinajas representan la antigua alianza, ya


ineficaz, porque el agua solo purifica y limpia el exterior. La
nueva purificación se hará con vino que penetra dentro y
transforma el interior del hombre.

Sólo después de beberlo se da cuenta el mayordomo de lo


bueno que es. Esta interioridad es parte de la oferta original de
Jesús. La acción de Dios no admite intermediarios.

El vino es símbolo del amor en el AT. Sin vino no puede haber


fiesta y menos aún, boda. La nueva relación con Dios estará
basada en el amor, no en la Ley. El vino-amor establece una
relación inmediata y vital.

Lo que normalmente llamamos "el milagro" pasa casi


desapercibido. Ni siquiera nos dice cuándo ni dónde se convierte
el agua en vino. Sabemos que no fue en las tinajas, porque el
texto dice: "los criados sí lo sabían porque habían sacado el
tl
agua No sabemos si se transformó en el cántaro, o en la copa

de la que se bebía, o una vez bebido.

La boda en el AT era símbolo de la fidelidad de Dios (esposo) a


su pueblo (esposa). Es de notar que no nos dice absolutamente
nada de los novios; ni quienes eran ni qué relación tenían con
Jesús.

Otro elemento significativo es la Madre. El verbo utilizado


para indicar su presencia, significa en griego y en latín, «estar
de pie», firme y plantado, destacando la importancia de la
presencia. Ella pertenece a la alianza antigua, pero vislumbra
ya la nueva en Jesús. Es completamente inverosímil que María
pidiera a Jesús un milagro. Nunca se había atribuido al Mesías
hacer milagros, ni Jesús se había manifestado aún como tal.

93
El relato no quiere hacer hincapié en la relación familiar entre
Jesús y María. Por eso no le llama hijo, ni Jesús le llama Madre.

El primer paso para remediar la falta de amor, es mostrarle


la carencia: "No tienen vino No se dirige al presidente, ni al
ll

novio, que sería lo lógico. Se dirige a Jesús, que para Juan es


el único que puede aportar la salvación que Israel necesita.
El mayordomo representa la jerarquía religiosa.

Los jerarcas nunca se enteraron de la falta de vino. Les


parecía normal que no se experimentara el amor de Dios,
porque esa falta de amor era la base de su poder sobre el
pueblo. Los dirigentes religiosos no se habían enterado de la
oferta del amor de Dios. Reconocen la calidad del vino, pero
no descubren de dónde viene. No son capaces de aceptar
que lo nuevo sea mejor que lo antiguo. Para Juan, fue esta
actitud la que les impidió aceptar el mensaje de Jesús.

El mensaje sigue siendo para nosotros muy simple, pero


demoledor. Ni ritos ni abluciones pueden purificar al ser
humano. Solo cuando se saboree el vino-amor, quedará todo
él limpio y purificado. Cuando descubramos a Dios dentro de
nosotros y sea identificado con todo nuestro ser, seremos
capaces de vivir la inmensa alegría que nace de la unidad.
Que nadie te engañe. El mejor vino está sin escanciar, está
escondido en el centro de ti mismo.

El criado o hijo del funcionario real


(Jn 4,43-54) (Mt 8,5-13) (Lc 7,1-10)

Juan habla de hijo y Mateo y Lucas hablan de criado. En Mateo


y Juan, el mismo funcionario viene a hacer la petición a Jesús.
En Lucas, no se siente digno y manda a unos ancianos judíos
para pedírselo. Además los enviados hablan muy bien de él y
ruegan a Jesús que se lo conceda.

Hay otra diferencia notable. En Mateo y Lucas, el centurión

94
se opone a que Jesús entre en su casa por sentirse indigno
y recuerda a Jesús! que no es necesaria su presencia para
que se produzca la curación! y hace una protesta de confianza
que arranca palabras de admiración por parte de Jesús: "Os
ll
aseguro que no he encontrado en Israel una fe tan grande En •

el caso de Juan! el centurión pide a Jesús que baje a su casa.


Pero es Jesús el que! sin más! cura sin tener que bajar.

A pesar de las diferencias! los especialistas creen que se trata


del mismo episodio. Se está hablando de un personaje con
cierta categoría y sobre todo con poder. Alguien que está bajo
su autoridad y custodia está gravemente enfermo. Él no puede
hacer nada y pide ayuda a Jesús. El centurión admite que el
poder terreno no sirve para salvar al hombre! pero confía en el
poder de Jesús.

En el evangelio de Juan! hay un inciso muy interesante. Jesús


se queja de que necesiten de los signos para creer. No se sabe
muy bien si se refiere al funcionario o a los judíos que van
a pedirle la curación! pero nos advierte de que lo que va a
suceder es sobre todo un signo.

En ningún caso se da mayor importancia al hecho de la curación.


Se deja constancia de que el muchacho se curó y punto.

Al final, solo Juan narra que el funcionario creyó al constatar la


curación. Precisamente ese final es el que pretenden todos los
signos en el evangelio de Juan. Los milagros-signos arrancan
de la fe y concluyen con un aumento de la misma.

El paralítico de Betsaida
(Jn S)

El paralítico es figura de todos los oprimidos. Esta acción da


ocasión a Jesús para definir cuál es su misión. Jesús viene
a dar la libertad a los hombres para que puedan tomar sus
propias decisiones. En muchos casos! esa libertad requiere la

95
ayuda de los demás, porque hay limitaciones radicales que nos
impiden desplegarla.

Se trata de un hombre en condiciones infrahumanas, incapaz


de movimiento, sin creatividad ni iniciativa. Jesús le ofrece la
salud, pero para ir a lo más hondo del hombre, no es posible
sin su colaboración. La vida que le ofrece es sobre todo libertad
y capacidad de acción.

Jesús le da una triple orden: ilevántate!,i coge tu camilla!,


ivete!. Cualquiera de ellas era ya milagro, pero cada una tiene
un significado distinto. No le coge y le levanta, sino que le dice
que él puede y debe levantarse. Emplea el mismo verbo que
en la resurrección de Lázaro. Está significando una vuelta a la
Vida, no una simple curación.

El cargar con la camilla tiene también un hondo sentido.


Recordemos que la nombra cuatro veces. El enfermo dependía
de la camilla, a donde le dejaban y de la que no podía escapar.
Ahora es él el dueño de la situación. No solo puede salir del
espacio acotado, sino que es dueño de ese mismo espacio que
antes le tenía limitado.

¡Vete! Es decir vive por tu cuenta, decídete a tomar tus propias


decisiones y sacúdete el yugo de la dependencia de los demás,
que no te dejaba ser tú mismo. Este miedo a vivir es la causa de
la mayoría de las limitaciones (enfermedades) que padecemos
los humanos. Confiar en la vida es el único camino para llegar
a ser nosotros mismos.

No le pone condiciones ni le exige nada, ni siquiera se le ha


dado a conocer. Le libró del pasado (cargó con su camilla), y
le empujó hacia el futuro (echó a andar). Para escapar de la
esclavitud se requiere poder caminar como en el desierto. Es él
el que tiene que ser dueño de sus aetas. Ahora está capacitado
para tomar sus propias decisiones.

Como en todos los milagros narrados por Juan, después Líel

96
milagro, sigue la enseñanza teológica. Los fariseos arremeten
contra él porque le ven llevar la camilla. Era sábado. Pero las
palabras de Jesús le hacen sentirse libre de la Ley. El que fue
capaz de darle la salud, podía con más razón, darle la libertad.

Esta curación tiene un epílogo muy interesante. Su mensaje


es tan importante o más que el de la curación. Jesús le busca,
le encuentra en el templo y le dice: "Has quedado curado, no
peques ya más no sea que te suceda algo peor".

Para entender estas palabras hay que tener en cuenta que


para Jesús, pecar no era ir contra la Ley, sino ir contra la Vida.
Si el paralítico se vuelve a cobijar bajo la Ley y el templo, que
provocaban la injusticia, quiere decir que renuncia a la Vida
que Jesús le acaba de otorgar. El resultado será la "muerte",
algo mucho peor que la enfermedad que padecía antes.

El valor de este hecho queda resaltado por el discurso que


sigue, en el que Jesús trata de explicar su íntima relación con su
Padre. Naturalmente se trata de una cristología muy avanzada
de finales del siglo I. Aun así, es una mina para descubrir lo
que pensaba aquella comunidad de la figura de Jesús y el
contenido de los signos que hacía con los marginados.

Multiplicación de los panes


(Jn 6,5-13) (Mt 14,13-21 Y 15,32-38) (Mc 6,35-43 y 8,1-9)
(Lc 9,12-17)

En total nos han llegado en los cuatro evangelios seis relatos


de lo que parece ser el mismo hecho. Tampoco es de extrañar
que hechos muy similares se hubieran repetido varias veces
durante su vida pública. Dada la manera de actuar de Jesús
con la gente, seguramente se encontraron muchas veces en
situaciones parecidas a las que se describen en el relato.

Con los conocimientos exegéticos que hoy tenemos de los


textos bíblicos, no podemos seguir entendiendo este relato

97
en sentido literal, como si por arte de birlibirloque hubiera
aparecido pan y peces por todas partes, partiendo de unos
pocos. Es más, entendido como un milagro material, nos
quedamos sin el verdadero mensaje del evangelio.

Podríamos decir que es una parábola en acción. También hacen


falta "oídos" y "ojos" bien abiertos para entenderla. Como
parábola, el punto de inflexión del relato está en las palabras
de Jesús: "dad les vosotros de comer". Jesús sabía que eso era
imposible. Ni tenían dinero suficiente para comprar tanto pan,
ni había dónde comprarlo.

No podemos seguir hablando de multiplicación de panes y


peces gracias a un poder divino de Jesús o de Dios manipulado
por Jesús. Si Dios pudo hacer un milagro para saciar el hambre
de los que llevaban un día sin comer, con mucha más razón
tendría que hacerlo para librar hoy de la muerte a millones de
personas que van a morir de hambre en el Cuerno de África.

Tampoco podemos utilizar este relato como un argumento


para demostrar la divinidad de Jesús. El sentido de la vida
de Jesús salta hecha añicos cuando suponemos que era un
ser humano, pero con el recurso a la divinidad, para poder
utilizarla en cuanto fuera preciso.

Hay que tener en cuenta que en aquel tiempo no se podía


repostar por el camino. Todo el que salíá de casa para un
tiempo, iba provisto de alimento para todo' ese tiempo.

Si el contacto con Jesús y el ejemplo de los apóstoles les empujó


a poner cada uno lo que tenía al servicio de todos, estamos ante
un ejemplo de respuesta a la compasión y generosidad que
Jesús predicaba. Éste es el verdadero milagro, que un grupo
tan numeroso de personas compartiera todo lo que tenían
hasta conseguir que nadie pasara necesidad de alimento.

Si tenemos "ojos" y "oídos" abiertos, en el mismo relato


podemos hallar las claves para una correcta interpretación.

98
Unas veces los discípulos y otras el mismo Jesús, se dan
cuenta del problema de la gente. Los discípulos actúan con
toda lógica: es su problema, ellos tienen que solucionárselo.
Jesús no acepta esa postura, sino que les propone una solución
mucho menos sensata: "dadles vosotros de comer".

Él sabía que no tenían pan para tantas personas. Aquí empieza


la necesidad de entenderlo de otra manera. Ya Moisés, Erías
y Elíseo dieron de comer a la multitud en el desierto o en
períodos de sequía y hambre. Se quiere sugerir que Jesús
cumple en plenitud las figuras del AT. También hay que tener
en cuenta que la Escritura era la comida espiritual del pueblo.

Doctrina se dice en arameo "hamira". Pan se dice "amira".


Junto al lago, los alimentos básicos de la gente, eran el pan y
los peces. Símbolos no faltan. Los libros de la Leyeran cinco; y
dos el resto de la Escritura: Profetas y Escritos. El número siete
(5+2) es símbolo de plenitud (seguramente el más empleado
en la Biblia. También el número de 105 que comieron (cien
grupos de cincuenta) es simbólico. Los doce cestos aluden a
las doce tribus. Es el pan compartido el que debe alimentar al
nuevo pueblo de Dios. La mirada al cielo, el recostarse en la
hierba, etc. son los elementos que nos permiten interpretar el
relato, más allá de la letra.

El evangelio nos da continuos ejemplos de cómo Jesús se


preocupó de las necesidades materiales de la gente. Pero
también se quejó de que le entendieran mal, y terminaran
creyendo que había venido para eso. "Me buscáis no porque
habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros."

Cuando Jesús se retiró al desierto, después del bautismo,


la conversión de las piedras en panes, se presenta como
tentación. El ver a Jesús como un "taumaturgo" hacedor de
milagros, está ya muy criticado en los mismos evangelios.

Seguir creyendo en el siglo XXI en milagros (tal como la


mayoría los entiende) para solucionar los problemas, es la

99
mejor demostración de nuestra falta de madurez religiosa. Es
también una demostración de que nuestra idea de Dios sigue
siendo arcaica e interesada.

El verdadero sentido del texto está en otra parte. La dinámica


normal de la vida nos dice que el "pan" indispensable para la
vida, tenemos que conseguirlo con dinero; porque alguien lo
acapara y no lo deja llegar a su destino, más que cumpliendo
unas condiciones que el que lo acaparó impone: el "precio".

Lo que hace Jesús es librar el pan de ese acaparamiento


injusto. La mirada al cielo y la bendición son el reconocimiento
de que Dios es el único dueño y que a Él hay que agradecer el
don. Liberado del acaparamiento, el pan, imprescindible para
la vida, llega a todos sin tener que pagar un precio por él.

Jesús, primero siente compasión de la gente, y después, invita


a compartir. Jesús no pidió a Dios que solucionara el problema,
sino que se lo pidió a sus discípulos. Aunque en su esquema
mental no encontraron solución, lo cierto es que, todo lo
que tenían, lo pusieron a disposición de todos. Esta actitud
desencadena el prodigio: la generosidad se contagia y produce
el "milagro". Cuando se dejan de acaparar los bienes, llegan a
todos.

El verdadero mensaje de este evangelio, está en que, cada vez


que se comparte el pan, se hace presente a Dios que es amor.
No hay otra manera de acercarnos a Dios y de acercar a Dios a
los demás. El pan que verdaderamente alimenta, no es el pan
que se come, sino el pan que se da. Fruto de ese compartir no
es solo saciar las necesidades del otro, sino identificarse con
Dios, descubierto en el otro.

Lo único que espera Dios de cada uno de nosotros, es que me


compadezca del que sufre. Si de nuestra relación con Dios no
se desprende esta exigencia, podemos estar seguros de que
nuestra religión es falsa. Si no veo a Dios en el que muere de
hambre, mi dios es un ídolo que yo me he fabricado.

100
Camina sobre las aguas y calma la tempestad
(Jn 6,16-21)

Como en el caso de la multiplicación de los panes, tenemos


seis relatos sobre el mismo tema. Podemos hacer dos grupos:

En el primero, ocurre después de una multiplicación de


panes y Jesús llega a la barca caminando sobre el agua
(Mt 14,24-30; Mc 6,45-52; Jn 6,16-21)

En el otro, se presenta a Jesús dormido en la barca (Mt


8,23-27; Mc 4,35-41; Lc 8,22-25)

Tres de estos relatos se colocan después de una multiplicación


de panes, tras haber subido Jesús a la montaña para orar. En
Mateo y Marcos, él mismo invita a los discípulos a embarcar
para ir a la otra orilla. QUiere quedarse a solas para conectar
con el Padre y asimilar todo lo ocurrido. En Juan son ellos
los que deciden marcharse sin esperarle, cabreados porque
no consintió los honores que la multitud estaba dispuesta a
rendirle.

Los otros tres relatos presentan un contexto distinto: Jesús


embarca con sus discípulos y se duerme durante la travesía.
El mensaje es ligeramente diferente. Aquí se quiere resaltar
que Jesús está siempre presente, aunque no lo parezca; por
lo tanto no tiene sentido el miedo ni la zozobra por no sentir
sensiblemente su actuación.

Todos estos relatos tienen en común que la tempestad, más o


menos insinuada, se calma. Se parecen mucho a los relatos de
apariciones.

Esto nos empuja a una interpretación simbólica a la que no


afecta para nada que el hecho sea exactamente histórico,
Algunos exegetas sugieren que podría tratarse de un relato
de Jesús resucitado, que hubieran colocado más tarde en el
contexto de la vida real.

101
Los relatos, aunque sean historias legendarias, tienen una clara
lógica interna. Jesús, después de un día ajetreado, se eleva al
ámbito de lo divino que es su lugar propio. Como Moisés la
segunda vez que sube al Sinaí, va solo. Nadie le sigue en esa
cercanía a la esfera de lo divino. La multitud sólo piensa en
comer. Los apóstoles sólo piensan en medrar. Para defenderse
de estas tentaciones, Jesús se pone a orar. Orar es descubrir
su auténtico ser, darse cuenta de lo que hay de Dios en él para
poder vivirlo.

Es muy interesante descubrir en los evangelios que Jesús


necesita de la oración para conectar con Dios, desbaratando
así, la idea simplista que tenemos, de que él era Dios sin más.
Jesús, como ser humano enfrascado en la vida, tiene necesidad
de contrarrestar esa inercia de la naturaleza con momentos de
auténtica contemplación.

Los discípulos buscan lejos de Jesús la seguridad que él les


niega. En realidad encuentran la oscuridad, la zozobra, el
miedo. Las aguas turbulentas representan las fuerzas del
mal. Son el signo del caos, de la destrucción, de la muerte.
Jesús camina sobre todo esto. En el AT se dice expresamente
que solo Dios puede caminar sobre el dorso del océano. Al
caminar Jesús sobre las aguas, se están diciendo dos cosas:
Que domina sobre las fuerzas del mal y que es Dios.

En este relato podemos apreciar la visión certera que de Jesús


tenía aquella primera comunidad. Era verdadero hombre
y como tal, tenía necesidad de la oración para descubrir lo
que era y superar la tentación de quedarse en lo material.
Al caminar sobre el mar, está demostrando que era también
verdadero Dios.

El miedo, la admiración o confesión final que encontramos


en los relatos, es la confirmación de esta experiencia. Estas
actitudes apuntan también a un relato pascual, porque solo
después de la experiencia de la resurrección, confesaron los
apóstoles su divinidad.

102
La barca es símbolo de la nueva comunidad. Las dificultades
que atraviesan los apóstoles, son consecuencia del alejamiento
de Jesús. Esto se aprecia mejor en el evangelio de Juan, que
deja muy claro que fueron ellos los que decidieron marcharse
sin esperar a Jesús. Se alejan malhumorados porque Jesús no
aceptó las aclamaciones de la gente saciada.

Aunque ellos le abandonan, Jesús no les abandona a ellos y


va en su busca. Para ellos Jesús es un "fantasma"; está en
las nubes y no pisa tierra. No responde a sus intereses y es
incompatible con sus pretensiones. Su cercanía, sin embargo,
les hace descubrir al verdadero Jesús.

El miedo es el primer efecto de toda teofanía. El ser humano


no se encuentra bien en presencia de lo divino. Hay algo en
esa presencia de Dios que le inquieta. La presencia del Dios
auténtico no da seguridades, sino zozobra; seguramente porque
el verdadero Dios no se deja manipular, es incontrolable y nos
desborda. La respuesta de Jesús a los gritos (miedo)¡ es una
clara alusión al episodio de Moisés ante la zarza. El "ego eimi"
(yo soy) en boca de Jesús es una clara alusión a su divinidad.

Estos textos están llenos de enseñanzas para nosotros hoy.


El verdadero Dios no puede llegar a nosotros desde fuera y a
través de los sentidos. No podemos verlo ni oírlo ni tocarlo, ni
olerlo, ni gustarlo. Tampoco llegará a través de la especulación
y los razonamientos. Dios no tiene más que un camino para
llegar a nosotros: nuestro propio ser. Su acción no se puede
sentir. Esa presencia de Dios, solo puede ser vivida.

El budismo tiene una frase, a primera vista tremenda: "si te


encuentras con el Buda, mátalo". Lo mismo podríamos decir
nosotros, si te encuentras con dios, mátalo. Ese dios es falso,
es una creación de tu imaginación; es un ídolo. Si lo buscas
fuera de ti, estas persiguiendo un fantasma.

Hoy tenemos que afrontar la misma disyuntiva. O mantener


a toda costa nuestro ídolo o marchar en busca del verdadero

103
Dios. La tentación sigue siendo la misma, intentar mantener a
toda costa el dios ídolo que hemos pulido y acicalado durante
dos mil años. Nunca lo encontraremos.

Esta es la causa de que se alejen de las instituciones los que


mejor dispuestos están. Los que no aceptan los falsos dioses
que nos empeñamos en venderles. Se encuentran, en cambio,
muy a gusto con ese "dios" los que no quieren perder las
seguridades que les da un dios fabricado a nuestra medida.

El ciego de nacimiento
(Jn 9,1-38)

Como todo el evangelio de Juan, el relato es simbólico. Con


él se está proponiendo un proceso catecumenal que lleva al
hombre de las tinieblas a la luz; de la opresión a la libertad;
de no ser nada a ser humano. Jesús tiene que alejarse del
templo huyendo de los fariseos que querían apedrearle por
haber dicho: "Yo soy la luz del mundo". Lo que ha dicho lo
repite y lo va a demostrar con hechos en este relato.

El ciego de nacimiento, no sabe lo que era la luz, por eso


Jesús toma la iniciativa. Sin embargo le deja en libertad para
seguir o no sus indicaciones. Le ofrece la oportunidad de dar
un paso hacia la luz, pero la decisión tiene que tomarla él. Los
demás personajes del relato no se enteran' de esa posibilidad.
Fariseos, apóstoles, paisanos, padres son símbolos de la
dificultad de aceptar la luz cuando amenaza con iluminar lo
que no queremos ver.

Le untó barro en los ojos. El barro, es la mezcla de la tierra y la


saliva (espíritu). Esta unión de tierra y Espíritu, es el proyecto
de Dios, realizado ya en Jesús y con posibilidad de realizarse
en todos los seres humanos. Al usar el verbo untar-ungir, pone
la acción en relación con el apelativo de "Mesías".

Aquí está la clave de todo el relato. El ciego es ahora un "ungido",

104
como Jesús. El hombre¡ que era carne ha sido transformado
por el Espíritu. La duda de la gente sobre la identidad del
ciego¡ refleja la increíble novedad que produce el Espíritu.
Sigue siendo el mismo¡ pero a la vez es completamente otro¡
irreconocible.

Hay gran diferencia entre el hombre sin iniciativa ni libertad y


el hombre libre. De ahí que el ciego utilice las mismas palabras
que tantas veces en Juan utiliza Jesús para identificarse: "Soy
yo". Esta fórmula refleja la identidad del hombre transformado
por el Espíritu. Descubre el cambio que se ha operado en su
persona y quiere que los demás lo vean.

El relato quiere dejar muy claro que el ciego escoge libremente


la luz. Siguiendo el camino que Jesús le marca¡ llega a la meta
deseada, ver. Como en tos demás milagros narrados por Juan¡
no da ninguna importancia al hecho de la curación física. Lo
despacha con media línea. Lo que de verdad importa es que
este hombre estaba limitado y carecía de toda libertad antes
de encontrarse con Jesús.

Ahora descubre lo que significa ser hombre y se siente


completamente realizado. Etc Espíritu le ha capacitado para
desplegar todas las posibilidades de ser. Se abre un nuevo
horizonte para él. La realidad entera ha cambiado radicalmente.
Su vida¡ que dependía de los demás y no tenía interés alguno¡
se llena de sentido. Pierde todo miedo y comienza a ser él
mismo, en su interior y ante los demás.

La doble mención de untar-ungir y la de la piscina¡ término que


era utilizado para designar la fuente bautismal, nos muestra
que se está construyendo este relato a partir de los ritos de
iniciación de la primera comunidad. Esto es muy importante a
la hora de descubrir los simbolismos del relato.

No se había mencionado que el ciego era mendigo (pedía


limosna¡ sentado). Estaba inmóvil¡ impotente, dependiendo de
los demás. Este punto de partida es clave para resaltar el punto

105
de llegada. Jesús le va a dar la independencia y la movilidad. Le
hace hombre completo. Lo que el cristianismo puede aportar
al ser humano es precisamente esto: la posibilidad de ser
plenamente humano.

Los fariseos no se alegran del bien del hombre; lo humano


se analiza sólo a través de lo legal. Los fariseos acuden a los
padres para desvirtuar el hecho que no pueden negar. Los
padres tienen miedo a los fariseos, porque estaban sometidos.
La pregunta que les hacen los fariseos, es triple: ¿Es vuestro
hijo? ¿Nació ciego? ¿Cómo recobró la vista?

Los padres no se atreven a contestar a la tercera, la más


importante. No quieren verse afectados por alguna complicidad
con el hecho. Ante los fariseos, los padres temen que pueda
considerarse un crimen que el ciego vea, por ello quieren eludir
toda responsabilidad. Tienen miedo de ser expulsados de la
institución. Están atemorizados, porque no pueden imaginar
que exista otra salida.

Al fallarles la argucia empleada con los padres, quieren, por


todos los medios, que el ciego se ponga de su parte, aun en
contra de la evidencia. Ellos ya han condenado a Jesús en
nombre de la moral oficial y pretenden que le condene también
el que ha sido curado. Ellos lo tienen claro, Dios no puede estar
de parte del que no cumple la Ley. Quieren hacerle ver que su
actitud es contraria a la voluntad de Dios. Siguen defendiendo
su postura en contra de los hechos.

El ciego no tiene miedo de expresar lo que piensa ante los


jefes. El hombre no quiere meterse en cuestiones teológicas.
A las teorías teológicas, opone los hechos. Puede que se haya
quebrantado la Ley, pero lo que ha sucedido es tan positivo
para él, que se tiene que hacer la pregunta: ¿No estará Jesús
por encima del sábado?

Él sabe ahora lo que es ser un hombre cabal y, gracias a eso,


sabe también lo que es Dios. Él ahora ve, los maestros de la

106
Ley siguen estando ciegos. El ciego descubre que en Jesús,
está presente Dios. El hombre parte de un razonamiento muy
simple. Dios no puede conceder a un descreído realizar una
obra tan extraordinaria.

Los fariseos están tan seguros de su Ley, que no dudan en negar


la misma realidad. Pero al ciego le es imposible negar lo que
personalmente ha vivido. Por no negar su propia experiencia ni
renunciar al bien que ha recibido, lo expulsan.

Con su mentira, los enemigos de la luz han querido apagarla. El


ciego curado, no puede ya permanecer dentro del ámbito de la
muerte-tiniebla que es la sinagoga. Lo mismo que, en el relato
inmediatamente anterior, Jesús tuvo que salir del templo; el
ciego que ha recibido la luz, tiene que salir de la sinagoga.

«Fue a buscarlo». En griego "euron" (de donde viene el eureka


famoso) no significa un encuentro fortuito, sino el fruto de
una actividad con la intención de encontrar algo o a alguien.
Podemos descubrir el contraste entre lo que hacen los fariseos,
que lo expulsan y lo que hace Jesús que lo busca.

Al preguntarle si cree en el Hijo de Hombre, Jesús quiere dar el


último paso en el proceso de cambio en el ciego. Lo que acaba
de hacer Jesús con él, le ha cambiado la vida social. Pero Jesús
quiere que cambie también toda su vida religiosa. El modelo de
esa nueva vida era "el Hombre" Jesús.

El relato termina con la plena aceptación de Jesús. «Se postró»,


es el mismo verbo con que se designa la adoración debida a
Dios (Jn 4,23-24). El gesto de postrarse para adorar a Jesús
no es infrecuente en los sinópticos, sobre todo en Mateo, pero
este es el único pasaje de Juan en que aparece.

Jesús, el Hombre, es el nuevo santuario donde se verifica la


presencia de Dios. El ciego, expulsado, encuentra el verdadero
santuario, donde se rinde el culto en espíritu y verdad. Este
culto no se puede dar a Dios más que en el hombre, porque

107
consiste en la práctica del amor.

Creer en Jesús es creer en el Hombre. Él es el modelo de


hombre, el hombre acabado según el designio de Dios. Alcanzó
esa plenitud dejando que el Espíritu lo invadiera. Jesús es, a
la vez, la manifestación de Dios y el modelo de hombre. En su
humanidad, se ha hecho presente lo divino.

La "carne" ha llegado a su grado máximo de transformación.


El Espíritu asumió y elevó la materia hasta transformarla en
Espíritu. Nuestra meta es también dejarnos transformar en
Espíritu. Para ello hay que nacer de nuevo. Tenemos que
morir a todo lo que en nosotros hay de terreno. Y dejar que se
despliegue en nosotros lo que hay de divino.

"Resurrección" de Lázaro
(Jn 11,1-44)

Se trata de la narración más espectacular de todos los evan-


gelios. Pero en el relato tenemos pistas suficientes para no
caer en la trampa de entenderlo literalmente. No se trata de
muerte y vida biológicas, sino de la oposición entre la Vida
que da Jesús y la muerte que dan los jefes religiosos.

Es importante resaltar que un hecho tan espectacular no


aparezca en ninguno de los sinópticos, que son capaces de
relatar la curación de una fiebre a la suegra de Pedro. Esto es
ya un indicio de que esa tradición se desarrolló al margen de
los recuerdos históricos, en otro ámbito distinto.

Los tres hermanos son personajes de la nueva comunidad,


que se desarrolló a través del primer siglo de cristianismo.
Cada uno de ellos representa un aspecto de esa comunidad
en relación con las actitudes vitales que deben adoptar los
cristianos que siguen a Jesús.

También debemos notar que en las primeras comunidades

108
se designaba a sus miembros como hermanos. En los relatos
que se refieren al encuentro de Jesús después de la resurrec-
ción, incluso él mismo llamará hermanos a sus discípulos.
Entre los miembros de las primeras comunidades, el apelati-
vo ordinario era el de "hermano".

El recado de las "hermanas" es muy simple: "tu amigo (lite-


ralmente, el que amas) está enfermo. No piden nada. 5010
informan de la situación, en la confianza de que el amor hará
el resto. Se está manifestando una confianza sin límites en la
relación de Jesús con cada miembro de la comunidad.

Al poner en boca de Jesús: "esta enfermedad no es para la


muerte sino para la gloria de Dios", nos está dando ya una
pista para entender lo que va a pasar. Todos los signos que
relata Juan, se narran para la mayor gloria de Dios.

La falta de lógica en el desarrollo del relato nos indica una


vez más que no se puede tomar literalmente. Si quiere cu-
rarlo de la enfermedad, no tiene sentido que se quedara dos
días más donde estaba.

Incluso después de haber muerto, Jesús dice: "Lázaro nues-


tro amigo se ha dormido, voy a despertarlo". Sigue manifes-
tando que él pertenece a la misma comunidad. No emplea
la palabra "muerte", ni "resurrección". Es otra pista que nos
puede ayudar a salir de la interpretación literal del suceso.

5010 más tarde habla de muerte y se alegra de no haber


estado allí, porque eso le permitirá consolidar la fe de los
discípulos al descubrir que la muerte no es tal, para el que
cree. No se alegra de la muerte, sino de que la Vida se va a
manifestar de manera irrefutable.

Al afirmar que lleva cuatro días enterrado, quiere decir que


Lázaro está definitivamente muerto según la manera normal
de pensar. La muerte era el destino de la humanidad sin es-
peranza, hasta que llegó Jesús. Para demostrar que Jesús es

109
Vida, nada más contundente que partir de la muerte.

Los judíos vienen a dar el pésame a las hermanas, pero no


aportan solución alguna a la muerte. Un signo más de la di-
ferencia entre la religiosidad oficial y la propuesta de Jesús.
La religión oficial se muestra solidaria con el dolor que causa
la muerte, pero no tiene capacidad de comunicar la alegría
de la Vida.

Jesús llega, pero el encuentro solo se produce cuando Marta


sale a su encuentro. El breve diálogo entre Marta y Jesús, es
la clave de todo el relato. Marta se debate entre la realidad
tozuda de la muerte ya sin esperanza y la confianza en Jesús,
que le abre una perspectiva insospechada.

Jesús le dice que será su hermano el que resucitará, no que


él le vaya a resucitar. La Vida que se va a manifestar en él,
no vendrá de fuera sino que ya está en él, aunque oculta. No
se trata de la resurrección en la que ya creían muchos judíos,
sino de una Vida completamente distinta y definitiva.

No se trata de mantener o devolver la vida física, sino de


participar de la misma Vida que Jesús posee. "Yo soy la re-
surrección y la vida", está en presente, no en futuro ni en
pasado. Todo el que cree en Jesús, participa ya de esa Vida
que también él, como ser humano, ha recibido de Dios.

Esta manera de hablar demuestra que se están manejando


conceptos pascuales. No tiene ningún sentido que Jesús hu-
biera utilizado estos conceptos antes de la experiencia pas-
cual, que consistió precisamente en descubrir a Jesús vivo y
dador de Vida.

La respuesta de Marta tampoco tiene sentido si tenemos en


cuenta una larga andadura por el misterio pascual. "Yo CleO
firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que
tenía que venir al mundo". Esta confesión de fe absoiuL:,
prepara lo que va a acontecer a continuación.

110
Cuando María se encuentra con Jesús, expresa los mismos
sentimientos. Parece que aún más profundos cuando nos dice
el texto; "echándose a sus pies". Jesús intenta reprimir sus
sentimientos, por considerar que no responden a la realidad
profunda sino a la emoción del momento. Lo curioso es que
un instante después nos dice que se le saltaron las lágrimas.

El hecho que parece una simple anécdota, tiene un signi-


ficado profundísimo. Jesús no puede llorar porque hubiera
muerto Lázaro. Echaría por tierra todo el mensaje de Vida.
Simplemente comparte el dolor de los demás, aunque sabe
que no tiene motivo real. Él comprende lo difícil que es salir
de una manera terrena de ver la existencia a una manera
nueva de ver la Vida.

La cueva y la losa que la cierra son signo de la rotundidad


de la muerte. A Lázaro le han colocado en el lugar de todos
los muertos. Ahora se va a demostrar Que es un lugar Que
no le corresponde. Por eso les ordena que quiten la fosa.
Los miembros de la nueva comunidad no deben considerarse
muertos en ninguna circunstancia.

Después de quitar la losa y con una falta total de lógica,


Jesús da gracias a Dios por haberle escuchado antes de ha-
berle pedido nada. Mirando Jesús al cielo, ha relacionado lo
humano y lo divino. En esa unión consiste la verdadera Vida.
Lo más importante ya se ha realizado. Ya no hay separación
entre los muertos y los vivos. Ahora la Vida está dentro y la
muerte puede estar fuera.

Otro despropósito narrativo: Jesús da un grito muy fuerte.


Si Lázaro esta muerto, está claro que no grita para que le
oiga Lázaro sino los asistentes. Son elfos los que tienen que
cambiar la mentalidad y comprender que la muerte no le ha
separado de la verdadera Vida.

Otro disparate narrativo: salió por su cuenta, aunque tenía


los pies y los brazos atados con vendas. Si pudo salir así, no

111
haría falta decir que lo desataran para que pudiera marchar-
se. Hay que ir más a lo hondo. Las vendas y el sudario eran
los símbolos de la muerte, pero sale él mismo, luego no está
tan muerto. Ellos lo han tratado como muerto. Ellos tienen
que aceptar que está vivo y tienen que dejarle vivir.

Al decir que 'le dejan marchar' nos está diciendo que no tiene
por qué volver a entrar en su propio ámbito. Lázaro pertene-
ce ya a la Vida definitiva y tiene su propio devenir. No se dice
que vuelva con sus hermanas. No se habla de que vuelva a
tener una vida biológica. Primero se había dicho que estaba
dormido. Ahora se nos dice que su Vida es muy distinta de lo
que era antes.

Si captamos la profundidad del texto, descubriremos que no


tiene nada que ver con la muerte o la resurrección física.
Todo él nos invita a un salto en el vacío que nos lleva más
allá de esta realidad palpable. Nos está diciendo que hay que
morir, para poder vivir de verdad y para siempre.

112
12

"MILAGROS" EN LOS SINÓPTICOS

La pesca milagrosa
(Le S, 1-11)

Este relato es muy significativo porque en él podemos apreciar


que, lo que importa, es la interpretación del hecho y no cómo
o por qué sucedió. El hecho de que la orden de echar las redes
se diera después de una larga predicación, nos puede indicar el
valor simbólico de lo que se narra. Está claro que la intención
del narrador es llamar la atención sobre la figura de Jesús. Así
lo indica la reacción de Pedro, que como siempre es espontánea
y exagerada.

En Juan 21,1-8, se narra otra pesca milagrosa, pero esta


es una narración pascual que es puramente simbólica, sin
posibilidades de que corresponda a un hecho real. Este relato
de Lucas tiene un mensaje teológico muy profundo. Sin Jesús,
la tarea de evangelización (pesca) no puede tener éxito alguno.
Por mucho que breguemos por cuenta propia no conseguiremos
más que cansarnos inútilmente.

La moneda en la boca del pez


(Mt 17,24-27)

Es un relato muy difícil de interpretar porque no tiene aparente


justificación. La verdad es que no se dice que Pedro encontrara

113
el pez y la moneda. Se deja la historia en el aire como para
que nos haga pensar, pero sin concretar lo que pasó realmente
después.

Pedro responde a los emisarios del templo que Jesús pagará el


impuesto del templo, como era normal. La referencia de Jesús
a que los hijos no pagan impuestos, está fuera de contexto.
Hasta después de su resurrección no se le aplicó el título de
Hijo de Dios. Por otra parte este evangelio está escrito hacia
el año 80, cuando no tenía sentido hablar del impuesto del
templo porque ya había sido destruido.

Se trata, creo yo, de una pequeña parábola que trata de


mostrar la respuesta de Dios a todo aquel que confía en
Él. Pero también quiere decirnos que hay que tener mucho
cuidado a la hora de actuar desde nuestro exclusivo punto de
vista. Tenemos que adaptarnos al sentir de los demás para que
no haya escándalos innecesarios.

Maldición de la higuera
(Mt 21,18-22) (Me 11,12-14; 20-24)

Se trata de un relato muy extraño. Nos presenta a un Jesús


contrariado por no encontrar higos para saciar su hambre. No
puedo pensar que Jesús cayera en una tontería como la que
nos narran los evangelios. Marcos dice expresamente que no
era tiempo de higos. Debemos encontrar una explicación más
de acuerdo con la manera de ser de Jesús.

Seguramente se trata de una parábola que intenta hacernos


pensar sobre la falsa apariencia de una religiosidad que se
cuida mucho del boato externo, pero es estéril en orden al
bien del pueblo. Los dos relatos están relacionados con la
purificación del templo. En Marcos incluso esa purificación se
intercala entre la maldición y la higuera seca. En Mateo, la
higuera se seca al instante.

114
Esto puede ser una indicación del valor simbólico de ambos
relatos. Símbolos no solo de la esterilidad de la religión oficial
sino también anuncio de la destrucción del templo. Igualmente
pOdría apuntar al poder de la oración, por el que uno puede
decir a un monte (Sión) "Quítate de ahí y arrójate en el mar",

Milagros de curaciones

Son los más numerosos y los que tienen más posibilidades de


referirse a acontecimientos de la vida real. Pero debemos tener
claro que, aunque hagan referencia a hechos reales, no son
crónicas de sucesos. La manera de contarlos es lo importante,
porque la finalidad de los relatos está mucho más allá de una
simple información de lo sucedido.

La suegra de Pedro
(Mt 8,14-15) (Mc 1,29-34) (Lc 4,38-41)

Lo narran los tres sinópticos. Lo cual quiere decir que era una
tradición muy antigua, que llamó la atención de las distintas
comunidades. Es muy significativo que en los tres evangelistas
siga un párrafo dedicado a señalar numerosas curaciones de
muchos males.

En los evangelios está claro que Jesús curaba a los enfermos.


Estos hechos parece ser que no son puntuales, sino que Jesús
estaba siempre en disposición de ayudar a todo el que le
necesitaba. Los textos dicen expresamente "de diversos males",
En alguno se dice también "y expulsó muchos demonios",
que como sabemos, hace siempre referencia a enfermedades
psíquicas.

No debemos entender que hacía uso de su poder divino por


ser Dios. Esa visión es la de la mayoría de los creyentes, pero
distorsiona el verdadero mensaje. Es mucho más lógico y más
humano pensar que Jesús tenía una gran personalidad como

115
hombre realizado y al comunicarse con los débiles, les aportaba
esa fortaleza que les permitía superar su limitación.

Es muy significativo que los textos digan: "la cogió de la mano


y la levantó e inmediatamente se puso a servirles". Se ve
clara la intención de manifestar que las curaciones de Jesús
mediante el servicio a los demás, tienen como consecuencia
que los curados entren en la misma dinámica, sirviendo.

El leproso
(Mt 8,1-4) (Me 1,40-45) (Le 5,12-16)

Otro relato que demuestra como Mateo y Lucas copian de


Marcos. Hay algún detalle muy interesante para descubrir la
intención de Jesús en este caso. El primero es que el leproso
se postró ante Jesús, signo de adoración como ser divino.
Este gesto con las palabras que pronuncia ("si quieres puedes
limpiarme"), indican una fe-confianza sin límites.

Jesús extiende la mano y le toca, saltándose a la torera una


prohibición expresa de la Ley. Ante la posibilidad de hacer bien
a una persona, el cumplimiento de la Ley no tiene importancia
ninguna. Además, al tocarle, asume el compromiso de lo que
va hacer con todas sus consecuencias. Al tocar al leproso, le
iban a considerar a él mismo impuro.

No se lo digas a nadie. Hay que reconocer que no alcanzamos


a descubrir el sentido de esa prohibición. Si a continuación
le dice que vaya a presentarse a los sacerdotes, quiere decir
que la curación tiene que hacerse pública para que el leproso
recupere todos sus derechos y su dignidad.

Para nosotros hoyes muy difícil determinar la magnitud


del \\milagro". En aquella época se llamaba lepra no solo
esa enfermedad específica, sino toda erupción o mancha
sospechosa, en la piel. La lepra era una plaga que había que
detener con todos los medios, incluido el poder coercitivo de la

116
norma religiosa, tenida como orden del mismo Dios.

Ahora bien, la lepra era incurable, pero todas las demás


infecciones cutáneas se curaban espontáneamente y entonces
existían mecanismos para corregir el error de haber tratado
como lepra lo que no era más que enfermedad leve.

¿Qué hizo Jesús realmente: curó o declaró curado al enfermo?


Imposible de adivinarlo. En ambos casos sería muestra de la
preocupación de Jesús por todas las limitaciones humanas y la
disposición de ayudar a todo el que necesitaba de él.

El paralítico de la camilla
(Me 2,1-12) (Mt 9,2-8) (Le 5,17-26)

Cuanto más me esfuerzo por conocer el evangelio, más


convencido estoy de la profundidad de sus enseñanzas. La
lección de este episodio del paralítico, que narran los tres
sinópticos, es un prodigio de psicología profunda. Se trata
de una lección magistral, imprescindible para todo aquel que
se encuentre en relación con la enfermedad y la curación:
médicos, sicólogos, siquiatras, enfermeros, fisioterapeutas,
psicoterapeutas, etc.

Hoy estamos en mejores condiciones que nunca, a lo largo


de la historia, de comprender su enseñanza. La inextricable
relación del "pecado" con la enfermedad es de una profundidad
increíble; siempre que cambiemos el concepto maniqueo que
hoy tenemos de pecado.

Los occidentales estamos desarrollando una compresión de la


influencia de lo psíquico sobre lo somático que los orientales
tenían ya hace seis mil años. Pero nunca es tarde si de verdad
sabemos extraer las consecuencias de esos hallazgos.

Es una evidencia que la mayoría de nuestras enfermedades


están causadas por desequilibrios sicológicos, que a su vez

117
hacen imposible la recuperación cuando nos ponemos en
manos de los médicos.

Una auténtica armonía interior, sería el mejor antídoto contra


toda enfermedad, interna o externa. Pero esa armonía no
siempre depende de la persona individual. Las personas se
desarrollan como seres humanos a través de sus relaciones;
aunque también esas relaciones con los que nos rodean,
pueden impedirnos esa armonía y arrastrarnos al desequilibrio
y a la enfermedad.

En el relato podemos descubrir esta relación en la identificación


con el paralítico de las personas que le llevan en la camilla.
¡Es genial! En efecto, nadie es dueño absoluto de su propia
salud, lo quiera o no, depende de todos los que le rodean. Pero
también tenemos que responsabilizarnos de la salud de todos
los que viven con nosotros.

Constatar esto, abriría una posibilidad increíble a nuestra


sociedad. El evangelio nos esta hablando en cada página de
esta relación y de las posibilidades que encierra. No tenemos
que apelar a Dios para garantizar la salud que nos falta. En
cada uno de nosotros está la posibilidad de potenciar esa salud
o de arruinarla. El perdón de Dios está siempre asegurado, es
nuestro perdón a nosotros mismos y a los demás lo que falla
estrepitosa mente.

Cuanto más nos alejamos de Dios, es decir, del centro


de nosotros mismos, más perdidos y deshilachados nos
encontraremos. A medida que nuestra sociedad se olvida de
Dios, más necesitada está de sicólogos y siquiatras. Es verdad
que la culpa, muchas veces, la tiene la misma religión que se
ha convertido en un cacharro inservible. Nuestra más urgente
tarea, desde el punto de vista religioso, consiste en devolver a
la religión la posibilidad de armonizar al ser humano para que
pueda vivir con buena salud del "alma" y del cuerpo.

El paralítico era considerado impuro, porque se creía que

118
toda enfermedad era castigo de Dios por los pecados. Toda la
escena del paralítico, se desarrolla en "casa", no en el templo.
El templo era el símbolo de la institución, pero había dejado
de ser el lugar de la acción de Dios, porque los dirigentes
utilizaban su organigrama para oprimir a la gente. El relato nos
dice que Dios está con el hombre, no en lugares sagrados sino
allí donde desarrolla su actividad normal; donde lucha, donde
sufre, donde llora, pero también donde goza.

El paralítico y los cuatro portadores representan a todos los que


vienen en busca de salvación. Jesús les ofrece esa salvación
dándoles Vida. La muchedumbre apelotonada, les impide llegar
hasta Jesús. Israel que había sido cauce de salvación, es ahora
el obstáculo para alcanzarla. El pueblo elegido (la puerta), está
ahora obstruida, no permite el paso.

"Viendo la fe que tenían". No se trata de una fe religiosa, sino


de una confianza manifestada en las acciones. Jesús descubre
la fe en los que lo llevan, pero habla al enfermo que no
pOdía ni moverse. Esta identificación de los portadores con el
enfermo, abre un mundo de interpretaciones importantes. La
fe, adhesión a Jesús, no sólo cancela el pasado de injusticia,
sino que abre la posibilidad de nueva Vida.

A primera vista, parece que van buscando la salud física, pero


Jesús se dirige al enfermo hablándole de la salud integral. Si
toda enfermedad se debía al pecado, no hay por qué distinguir
entre sanar y perdonar. Jesús tampoco quiere distinguir, y
empieza por lo verdaderamente importante.

Jesús no le dice: yo te perdono; ni siquiera, Dios te perdona,


como interpretan los fariseos, sino "tus pecados están
perdonados". El verbo griego (aphiemi) significa soltar, desatar,
dejar libre; pero también "pasar por alto, no hacer caso". Se
trata de una visión totalmente original del perdón.

Para mí, este último es el significado más adecuado. Como si


dijera: tus pecados no son tenidos en cuenta. Es una manera

119
excelente de expresar lo que es el perdón de Dios. Tu actitud
presente es lo importante. Lo anterior no cuenta para Dios. No
debe contar tampoco para ti.

Los letrados están sentados, instalados, protegidos por la


gente que les rodea. Representan la doctrina oficial, que no
acepta la novedad de Jesús. Una y otra vez se dice que su
"razonamiento" es interior, en su corazón. Todo apunta a que
su presencia es solo simbólica. Son todos los presentes los que
piensan como los letrados.

"Para que veáis que el Hijo de Hombre tiene potestad para


perdonar pecados ..." Hijo de hombre es una expresión aramea
que significa simplemente "hombre". En este caso es muy
importante descubrir que Jesús actúa como ser humano,
no como Dios. Mateo dice al final: estaban sobrecogidos y
alababan a Dios porque ha dado a los hombres tal autoridad.

Para entender bien esta frase, no hay que olvidar la


inseparabilidad de la enfermedad y del pecado. También
la curación y el perdón del pecado son inseparables. No se
trata de una demostración añadida de poder, sino de una
declaración: para que veáis que ya está curado. Jesús realiza
una sola acción que tiene dos efectos, uno invisible, perdón de
los pecados, y otro visible y constatable, la curación.

"Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa". Removida la


causa, desaparece el efecto. Nada se hubiera conseguido si
hubiera quitado el efecto sin eliminar la causa. Lo que hace
el paralítico, que aún no se había enterado de que estaba
curado, es demostrar con hechos la realidad. La movilidad no
es un milagro añadido, sino la consecuencia del perdón. En el
momento que toma conciencia de que Dios le ama, empieza a
caminar.

Los letrados tenían razón al pensar que solo Dios puede


perdonar pecados. Pero lo que nos dice Jesús, es que Dios no
puede no perdonar. Él es perdón y está perdonando siempre.

120
Por lo tanto! cualquier hombre puede perdonar pecados.
Únicamente se trata de convencer al otro de que Dios le ama.
ll
La "buena noticia de Jesús se resume en este mensaje:
Dios es amor incondicional y para todos. Para los fariseos!
Dios era justo. Tenía que pagar a cada uno su merecido. Hoy!
seguimos aferrados a esta idea farisaica. También hoy, se llama
blasfemo al que se atreve a predicar el perdón incondicional.
No nos damos cuenta de la monstruosidad de esa postura.
Indirectamente estamos diciendo que si Dios me perdona es
porque me lo he merecido. ¡Absurdo!

El tema del pecado y del perdón, es uno de los más embrollados


de nuestra religión. Toda la doctrina que nos han enseñado
sobre ambos, tiene muy poco que ver con el evangelio. En ella
hemos proyectado sobre Dios nuestro concepto de justicia, y
nos hemos olvidado de que el Dios de Jesús es amor.

La opresión activa o pasiva (el pecado del mundo), es la causa


de toda parálisis que impide al hombre ser él. Solo el mal moral
tiene verdaderamente capacidad de paralizar absolutamente.
El mal físico (una enfermedad, un accidente o algún daño
causado por otro) solo paraliza por completo cuando la persona
no es auténticamente persona.

En contra de lo que se oye con demasiada frecuencia! nunca


como hoy se ha tenido más clara conciencia del pecado, del
único que existe, la opresión. Cada vez más los cristianos,
sobre todo los jóvenes, se niegan a ver pecados mortales por
todas partes. Repito. El único pecado que existe, es oprimir a
otro o dejarse oprimir por otro.

Dentro y fuera del cristianismo! está creciendo la conciencia


de injusticia y opresión que invade nuestra sociedad. No
pensemos en las espectaculares opresiones que vemos en la
tele. Pensemos en las pequeñas pero continuadas opresiones
de los padres hacia los hijos! de los hijos hacia los padres!
de los hermanos a los hermanos! etc. Este es el pecado que

121
más enfermedades causa y contra el que debemos luchar en
nombre del evangelio.

La invitación a cargar con su pasado (la camilla) es


determinante al tratar del futuro de una persona que ha
deteriorado su vida. Todas las enfermedades síquicas que
no son consecuencia de lesiones o desarreglos neuronales,
tienen su causa en la falta de integración del pasado.
Esquizofrenias, neurosis, depresiones, etc. son desajustes en
la aceptación de nuestro pasado. No podemos deshacernos
de nuestro pasado, pero podemos cargarlo a la espalda y no
identificarnos con él.

El hombre de la mano atrofiada


(Mt 12,9-13) (Mc 3,1-6) (Lc 6,6-11)

Otro relato casi idéntico en los tres sinópticos. Es muy


importante el ambiente de controversia que envuelve este
episodio. Están en la sinagoga y los fariseos están espiando
a Jesús para ver si cura en sábado. Jesús entra al trapo y les
pregunta si en sábado se puede hacer el bien.

Una vez más no hay duda para Jesús. El bien del hombre es
lo primero en una consideración religiosa. Da por supuesto
qué es lo que quiere Dios para todos. Demuestra la vedad de
su postura con la curación del hombre, pero los fariseos no
aceptan ni esa religión ni a ese Dios, porqúe acabaría con sus
privilegios y la posibilidad de control sobre el pueblo.

Un ciego (y mudo)
(Mt 12,22-24 Y 9,32-34) (Lc 11,14-15)

En este caso el primer dato es que era un endemoniado. Una


vez más se manifiesta la visión mítica del mundo. El mal es
causado por el maligno. Pero precisamente ahí está el sentido
del mensaje. El demonio tiene poder para hacer mal, pero

122
Jesús es más fuerte que el demonio y restaura el bien.

En este relato, la curación no es tan importante como la


controversia que tiene lugar a partir de ella. Los fariseos
acusan a Jesús de utilizar la fuerza del mal para curar. Jesús
les demuestra que esa acusación no tiene sentido.

La hemorroisa
(Mt 9,20-22) (Mc 5,25-34) (Lc 8.43-48)

En el relato descubrimos un mensaje muy profundo. La mujer


enferma representa a los marginados y excluidos por una
interpretación legalista de la Ley. Este simbolismo se hace
más claro por el anonimato de la mujer, y los doce años de
enfermedad. También el número doce es símbolo de Israel.
No nos engañemos, la importancia de este relato no está en
el hecho de curar sino en el simbolismo que encierran las
circunstancias de la curación.

La multitud queda al margen de los acontecimientos y de la


salvación que representan. Para Jesús, los entes de razón
(multitud, pueblo, iglesia) no pueden ser objetos de salvación.
Lo único que le importa es la persona, porque es lo único
real. Esto lo hemos olvidado, y hemos cometido y seguimos
cometiendo, el disparate de sacrificar a las personas en aras
de la institución.

La mujer se salta la Ley, pero Jesús va aún más allá, y reacciona


con total aceptación como si la Ley no existiera. Se seca la
fuente de su hemorragia. Jesús nota que había salido "fuerza"
de él. La mujer nota que había sido curada por esa misma
fuerza.

Es muy interesante, en este relato, notar que el milagro se


produce sin que intervenga la voluntad expresa de Jesús. Es la fe-
confianza de la mujer la que desencadena los acontecimientos.
También es interesante la alusión a una fuerza especial que

123
sale de Jesús y produce la curación. La fuerza viene de Jesús,
pero es la mujer la que hace, con su actitud, que se ponga en
marcha esa energía.

Este relato es una mina para tratar de descubrir qué es lo que


sucedía de verdad cuando el evangelio habla de "milagros u •
No tiene por qué significar una acción que va en contra de las
leyes de la naturaleza. Todo lo contrario, es dejar libre a la
naturaleza para que pueda desarrollar sus leyes sin las trabas
que le puede poner el ser humano.

Porque estar en armonía con la naturaleza no es lo normal,


llegamos a llamar milagro a los procesos más naturales del
mundo, cuando no hay obstrucción a esas fuerzas que están
siempre a nuestro favor. Claro que se produce un milagro, una
verdadera maravilla. Mucho más grande que convertir unas
piedras en panes.

Es un milagro para el ser humano, liberarse de sus complejos,


de sus miedos, de una religión opresora e inhumana. Es un
milagro constatar que todo ser humano puede empezar a ser
él mismo, que empieza a valorarse porque se siente apreciado.
Este es el objetivo de Jesús y es lo que debemos apreciar en
los relatos.

También hoy pregunta Jesús: ¿Quién de vosotros me ha tocado?


Por desgracia, como en el relato, apretujamos a Jesús por
todas partes, pero solo uno por millones es capaz de tocarle.
Sabemos que en él está la energía. Tratamos de mantener
nuestra lámpara en buenas condiciones, pero seguimos
separados, no hay conexión, y nuestra lámpara maravillosa
sigue apagada.

El ciego de Betesda
(Mc 8,22-26)

Este relato es también muy curioso. En él se describe una serie

124
de prácticas típicas de curandero. Prácticas que encontramos
descritas en relatos de curaciones de las culturas del entorno.
No cabe duda de que Jesús curó a muchos enfermos, pero los
evangelios se cuidan mucho de dar la impresión de que Jesús
fuera un curandero más.

Tal vez sea precisamente este texto el que mejor nos aproxime
a lo que Jesús practicaba. No cabe duda de que es la fuerza
interior la que cura, pero esa energía debe ser apreciada en
gestos que pueda percibir el que va a ser curado. Ya hemos
dicho que toda curación es el fruto de una interacción del médico
y del enfermo, sin la cual no puede producirse el "milagro".

El niño epiléptico
(Mt 17,14-20) (Me 9,17-19) (Le 9,37-43)

Es uno de los casos en que más claro está que los síntomas
del niño aportados por Marcos, se refieren a la epilepsia. Pero
además hay unos cuantos detalles que hacen el relato muy
interesante para averiguar qué es lo que realmente pasó.

Un padre angustiado que acude a los discípulos para que


curen a su hijo. Muy pocas veces se dice que los discípulos
hacen también milagros. En este caso no pudieron expulsar al
"demonio" del pequeño. Quiere decir que en otras ocasiones sí
fueron capaces de curar.

Esa impotencia es una pista que nos puede hacer comprender


que la relación entre el enfermo y el médico es esencial para
que se produzca la curación. A los discípulos les falta energía
para curar. El poder de curar no se puede transmitir por arte
de magia. No habían profundizado lo suficiente para encontrar
la fuente de esa energía curadora.

La postura del padre es muy importante. Creo, pero no del


todo, ayúdame tú a creer de verdad. Parece que la fe que tenía
era insuficiente para que se produjera la curación. Una vez

125
más no se trata de una acción encerrada en sí misma, sino en
una adecuada relación entre las partes, padre, niño y Jesús.

La referencia a la oración y al ayuno como preparación para


que sea posible la curación, nos tiene que abrir los ojos para
ver más allá de los simples acontecimientos. Solo cuando las
pilas estén bien cargadas, serán capaces de dar un chispazo.

La mujer encorvada
(Lc 13,10-17)

Se trata de un relato muy simple pero con una profunda


enseñanza. Al achacar la enfermedad a un espíritu, nos está
abriendo un horizonte mucho más amplio que una simple
curación corporal. El objetivo de Jesús es librar del mal, no
sanar enfermedades fisiológicas.

El dato de que la curación se efectúa en sábado añade otro


elemento de reflexión. Para la religiosidad oficial, es más
importante el cumplimiento estricto de la Ley que la liberación
de un oprimido. Según la interpretación oficial, la religión debe
perseguir, por encima de todo el honor de Dios, aunque sea a
costa del ser humano.

Para Jesús el hombre es el valor supremo. Si la religión es


capaz de contraponer los derechos de Dios a los derechos
del hombre, está cometiendo una tergiversación aberrante.
En tiempos de Jesús y en todos los tiempos, ha habido seres
humanos que no han tenido inconveniente en machacar al
hombre bajo pretexto de defender a Dios.

El primer objetivo de todo ser humano debe ser liberarse d


sí mismo de todo lo que le impide ser humano y liberar a íos
demás de todo lo que les impida alcanzar más humanidad I.~
falta de salud no debería ser impedimento para esa ph::nlluu,
pero para muchos, la enfermedad se convierte en un serio
obstáculo para seguir creciendo en humanidad. Por eso el

126
hecho de sacar a otro de su enfermedad, es abrirle un camino
para que pueda alcanzar su propia meta como ser humano.

El hombre hidrópico
(Lc 13, 1-14)

Un relato muy parecido al anterior. En esta ocasión, Jesús


pregunta a los fariseos si se puede curar en sábado. Ellos se
callaron, pero él sabía muy bien que estaba expresamente
prohibido. A pesar de ello y responsabilizándose de las
consecuencias de su acto, lo cura.

Que Jesús haya puesto por delante la salvación del hombre al


cumplimiento del sábado, es una de las claves para entender
todo el evangelio. También es crucial para sacar la conclusión
de que lo que predica y lo que hace Jesús es una "buena
noticia", es decir, un evangelio.

los diez leprosos


(Lc 17,11-19)

En el relato vemos con toda claridad que la fe abarca no solo


la confianza, sino la respuesta, la fidelidad. La confianza cura,
la fidelidad salva. Mientras el hombre no responde con su
propio reconocimiento y entrega, no se produce la verdadera
liberación. Aquí está la clave del relato evangélico. De nada
servirá la confianza en Dios si no la acompañamos de fidelidad
agradecida.

Los protagonistas son hoy la lepra, Jesús y un personaje no


judío. Los nueve restantes hacen de contrapunto. La lepra
era el máximo exponente de la terrible y deshumanizadora
marginación. La lepra es una enfermedad contagiosa que era
un peligro para la sociedad entera.

Pero al no tener clara la diferencia entre lepra y otras infec-

127
ciones de la piel, se declaraba lepra cualquier síntoma que
pudiera dar sospecha de esa enfermedad. Muchas de esas
infecciones se curaban espontáneamente y el sacerdote vol-
vía a declarar puro al enfermo.

Al tomar como referencia la salvación del samaritano, se está


resaltando la universalidad de la salvación de Dios; pero so-
bre todo, se está criticando la idea que los judíos tenían de
su relación exclusiva y excluyente con Dios.

No tiene por qué tratarse de un relato histórico. Los exegetas


apuntan más bien, a una historia encaminada a resaltar la di-
ferencia entre el judaísmo y la primera comunidad cristiana.
En efecto, el fundamento de la religión judía era el cumpli-
miento de la Ley. Si un judío cumplía la Ley, Dios cumpliría
su promesa de salvación.

Para los cristianos, lo fundamental era el don gratuito e in-


condicional de Dios; al que se respondía con el agradecimien-
to y la alabanza. "Se volvió alabando a Dios y dando gracias".
Tenemos datos más que suficientes para afirmar que la litur-
gia de las primeras comunidades estaba basada toda ella en
la acción de gracias (eucaristía) y la alabanza divina.

El relato está muy resumido y escueto, por eso es muy


importante distinguir los distintos pasos:

°
1 Súplica profunda y sincera. Son conscientes de su
situación desesperada.
2° Respuesta indirecta de Jesús. "ID a presentaros a los
sacerdotes". Ni siquiera se habla de milagro.
30 Confianza de los diez en que Jesús puede curarlos.
"Mientras iban de camino"
40 En un momento del camino quedan limpios.
S0 Reacción espontánea de uno. "Viendo que estaba
curado, se volvió alabando a Dios y dando gracias".

128
6 0 Sorpresa de Jesús, no por el que vuelve, sino por
los que siguieron su camino. "Los otros nueve, ¿dónde
están?"
70 y confirmación de una verdadera actitud vital que
permite al samaritano alcanzar mucho más que una
curación. "Levántate, vete, tu fe te ha salvado ll

En este relato encontramos una de las ideas centrales de todo


el evangelio: la autenticidad, la sinceridad, la necesidad de
una religiosidad que sea vida y no solamente programación.
Se insinúa que las instituciones religiosas son un impedimento
para el desarrollo integral de la persona. El ser humano, por ser
a la vez individual y social, se encuentra atrapado entre estos
dos frentes: la necesidad de las instituciones, y la exigencia de
defenderse de ellas para que no lo anulen.

Solo uno volvió para dar gracias. Solo uno se dejó llevar por el
impulso vital. Los nueve restantes (se supone que eran judíos),
se sintieron obligados a cumplir lo que mandaba la ley: para
ellos, volver a formar parte del organigrama religioso y social,
era la verdadera salvación. los nueve vuelven a someterse al
cobijo de la institución; en los ritos.

El samaritano creyó más urgente volver a dar gracias. Fue el


que acertó, porque, libre de las ataduras de la ley, se atrevió
a expresar su vivencia profunda. Este encuentra la presencia
de Dios en Jesús. Jesús ratifica su actitud y está de acuerdo en
que es más importante responder vitalmente al don de Dios,
que el cumplimiento de unos ritos externos.

El cumplimiento de una norma solo tiene sentido religioso


cuando estamos de verdad motivados desde el convencimiento.
Jesús no dio ninguna ley. Jesús tuvo que hacer un gran esfuerzo
por librarse de todas las instituciones que en su tiempo, como
en todo tiempo, intentaban manipular y anular a la persona.
Para ser él mismo, tuvo que enfrentarse a la ley, al templo, a
las instancias religiosas y civiles, a su propia familia.

l29
El seguimiento de Jesús es una forma de vida. La vida escapa
a toda posible programación que nos llegue de fuera. Lo único
que la guía es la dinámica interna, es decir la fuerza que viene
de dentro de cada ser y no el constreñimiento que le puede
venir de fuera. No basta el cumplir escrupulosamente las
normas, como hadan los fariseos, hay que vivir la presencia
de Dios. Todos seguimos teniendo algo de fariseos.

La respuesta interior al don personal de Dios, produce el


verdadero milagro de la liberación. La identificación con el
Otro, me libera de los otros. En un falso Dios y en los demás
puedo encontrar seguridades. En el Dios de Jesús encontraré
libertad. La plenitud de mi existencia total depende en cada
instante de esa misma existencia.

El ciego o los ciegos de Jericó


(Mt 20,29-34; Me 10,46-52; Le 18,35-43)

Mateo habla de dos, mientras Marcos y Lucas se refieren a


un solo ciego. Pero el relato es casi idéntico y responde a una
única tradición. Este relato es muy peculiar. En Marcos y Lucas,
Jesús llama al ciego y le pregunta qué es lo que quiere. Admite
el título de Hijo de David. No lo aparta de la gente. La curación
no va acompañada de ningún gesto. La única diferencia en
Mateo, aparte de ser dos los ciegos, es que Jesús "les tocó los
ojos". Como vamos a ver, todo son símbolos.

Los ciegos están al borde del camino, sin poder moverse,


símbolo de la marginación. Cualquier ciego tenía ya asignado
su papel, la exclusión. Los del relato no se resignan. Siguen
intentando superar su situación a pesar de la oposición de la
gente. Esa insistencia demuestra a la vez su deseo de salir de
esa situación y la confianza en Jesús

"Hijo de David", era un título mesiánico equivocado; suponía


un Mesías rey poderoso, que se impondría por la fuerza. En
el relato siguiente (la entrada de Jesús en Jerusalén) Marcos

130
vuelve a poner "Hijo de David" en boca de la multitud. Por
equivocado que fuera, manifestaba un anhelo de todo israelita
y demuestra la necesidad de liberación que sentían.

Los que acompañan a Jesús no quieren saber nada de los


problemas de los ciegos. Piensan: dejad de molestar y asumid
vuestra triste condición. En la situación en que os encontráis
no tenéis derecho a protestar ni a gritar. Aguantad y callad. Era
el sentir del pueblo, tan religioso él. Los seguidores de Jesús
eran un obstáculo para que los ciegos se acercaran a él.

La llamada antecede siempre al seguimiento. Jesús valora la


situación de muy distinta manera que los que le acompañan.
Les pregunta: ¿Qué queréis que haga por vosotros? Desde el
punto de vista narrativo, la pregunta no tiene ningún sentido.
¡Qué va a querer un ciego! Jesús provoca, con su pregunta
un poco absurda, este grito: ique podamos ver! En toda la
Biblia, el "ver" tiene casi siempre connotaciones cognitivas. Ver
significa la plena comprensión de aquello que es importante
para la vida espiritual.

Este grito es el centro del relato, siempre que descubramos


que no se trata de pedir solo una visión física. Se trata de ver
el camino que conduce a la luz, para poder seguirlo. En los tres
casos termina el relato diciendo que "le siguieron".

En Marcos y Lucas termina el relato diciendo Jesús: "tu fe


te ha salvado". Una vez más queda de manifiesto que la fe-
confianza, no un poder externo, es la que libera. Una pista
más para salir de la tentación de creer que Jesús obra estos
prodigios sacando de la manga la varita mágica de la divinidad.

Una vez que descubren a Jesús, le siguen en el camino. Antes


estaban al borde, es decir, fuera del camino. El relato de una
ceguera material es el soporte de un mensaje teológico: Jesús
es capaz de iluminar el corazón de los hombres que están
ciegos y a oscuras. Los discípulos demuestran una y otra vez,
su ceguera. Unos hombres tirados en el camino, ven.

131
Antes de ver, esperan al Mesías davídico. Después descubren
al verdadero Jesús, que va hacia la entrega total, y le siguen.

La evolución ha sido posible gracias a que la vida ha sido


despiadada con el débil, enemiga acérrima de lo imperfecto.
Todo el evangelio se reduce precisamente a un cambio
sustancial en la marcha de la evolución. Jesús, con su vida,
no hizo otra cosa que trastocar esa escala de valores, que aún
prevalecía entre los hombres de su tiempo.

Se daba por supuesto que Dios estaba en esa dinámica, y que


todo lo defectuoso era rechazado por Él. Esto es lo que no podía
soportar Nietzsche, porque creía que el evangelio exaltaba la
mezquindad. Nunca fue capaz de descubrir el valor de un ser
humano a pesar de sus radicales limitaciones. La esencia de lo
humano no está en la perfección ni física ni síquica ni mental ni
moral, sino en la misma persona, independientemente de sus
circunstancias.

La actitud de Jesús fue un escándalo para los judíos de su


tiempo y sigue siendo escandalosa para nosotros hoy. Creemos
ingenuamente que hemos superado esa dinámica. Tal vez
hemos avanzado con relación a las limitaciones físicas, pero
¿qué pasa con los fallos morales? Jesús no solo se acercó a
los ciegos, cojos y tullidos; también se acercó a los pecadores
públicos, a las prostitutas, a las adúlteras.

Lucas, inmediatamente después de este relato, inserta el de


Zaqueo (publicano-pecador) que expresa lo mismo que este
del ciego! pero con relación a los excluidos por impuros.

Nosotros aún seguimos hoy creyendo que los pecadores que


nosotros rechazamos! son también rechazados por Dios. Pero
ellos nos preceden en el Reino de los Cielos! porque seguimos
estando ciegos a la manifestación de Dios en Jesús.

Entendemos al revés el evangelio cuando pensamos: qué


grande es Jesús, que de una persona despreciable! ha hecho

132
una persona respetable. Desde nuestra perspectiva, primero
hay que cambiarla, después hablaremos. El evangelio dice
lo contrario, esa persona ciega, coja, manca, sorda, pobre,
andrajosa, marginada, pecadora; esa que consideramos un
desecho humano, es ya preciosa para Dios. iNos queda aún
mucho por andar!

Jesús fue capaz de abrir los ojos a los que no veían y los oídos
a los que no oían. ¿De qué ver y de que oír se trata? No del
físico, por supuesto. Cuando Jesús decía: "El que tenga oídos
para oír, que oiga", ¿a qué se refería? Cuando los fariseos
preguntaron a Jesús: ¿es que nosotros estamos ciegos? no se
referían a la ceguera física, porque les contestó: Si estuvierais
ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro
pecado persiste.

Grita desde lo hondo de tu ser una y otra vez: ¡Que pueda ver!
iQue pueda ver!. .. Y pronto te responderán: ¡Pero si puedes
ver! Solo tienes que abrir los ojos. Nos han convencido de
que para ver, necesitamos que alguien nos coloque unas gafas.
Absolutamente falso. El ojo interior está hecho para ver, y tu
verdadero ser está siempre iluminado.

El endemoniado de Cafarnaúm
(Me 1,23-28) (Le 4,31-37)

La actitud del endemoniado es muy parecida a la que se


produce en el endemoniado de Gerasa. Se enfrenta a Jesús
recriminándole que se meta con él. Además confiesa conocer a
Jesús cono "el Santo de Dios".

También en este caso, Jesús actúa desde la posición del que


se sabe más fuerte. Esta es la conclusión a la que llegan los
testigos del hecho: "esta manera de hablar con autoridad
es nueva; hasta a los espíritus da órdenes y le obedecen".
y esto es lo que se pretende demostrar con estos relatos de
endemoniados.

133
Uno o dos endemoniados gadarenos
(Mt 8,28-34) (Me 5,1-20) (Le 8,26-39)

Es un relato muy extraño. Mateo habla de dos endemoniados.


Marcos y Lucas hablan de uno solo, aunque en el diálogo
hablan los demonios que son muchos. Se sitúa el hecho al otro
lado del lago, en tierra de paganos. Tal vez sea una clave para
entender todo el relato.

Una vez más, la fuerza de uno solo, Jesús, es superior a la


fuerza del mal, que son legión. Esa fuerza del mal está muy
bien escenificada por todos los destrozos que se atribuyen a los
endemoniados. liberados de la opresión del mal, se comportan
con toda normalidad.

Es también muy interesante la reacción de todo el pueblo.


Quedan admirados, pero ruegan a Jesús que abandone el país.
La presencia de fuerzas incontrolables, sean positivas o sean
negativas, produce siempre pánico. El miedo es una de las
características de la presencia de lo divino, tanto en el AT como
en el Nuevo.

La hija de la Cananea
(Mt 15, 21-28) (Me 7,24-30)

Este relato es uno de los que más me gustan de todo el


evangelio porque nos lleva como ninguno, al interior más
profundo de Jesús. Para mí, el hecho de que Jesús aprenda
la lección de una mujer y además cananea es de un valor
incalculable. Resalta la capacidad de reacción de Jesús. A
pesar de su actitud inicial, pronto descubre que esa mujer,
aparentemente ajena al entorno de Jesús, tiene más confianza
en él que los más íntimos que le siguen desde hace tiempo.

El mensaje está muy claro: lo verdaderamente importante es


la fe-confianza, y no la pertenencia a un pueblo o religión.
El episodio es muy parecido al de la curación del criado del

134
centurión. En aquel caso, Jesús le dice: En verdad no he
encontrado en Israel tanta fe. En este le dice a la Cananea:
¡Qué grande es tu fe!

Mateo coloca este episodio inmediatamente después de una


violenta discusión de Jesús con los fariseos y letrados, acerca
de los alimentos puros e impuros. Seguramente la retirada a
territorio pagano está motivada paresa oposición. Jesús, viendo
el cariz que toman los acontecimientos, prefiere apartarse un
tiempo de los lugares donde le estaban vigilando.

El pasaje de la mujer cananea responde a la situación de


controversia que se vivía en la comunidad de Mateo con relación
a la aceptación de los paganos. Pretende romper con los
esquemas estereotipados que algunos cristianos mantenían:
judío=creyente y extranjero=pagano y ateo.

Si Jesús lo hubiera dejado tan claro como a veces ingenuamente


nos creemos, no se hubieran planteado durante tanto tiempo
unos desacuerdos tan acusados en un tema tan importante
para el porvenir de la Iglesia. Tampoco nosotros podemos
enorgullecernos de haber superado por completo la disyuntiva.

Es un relato magistral que plantea el problema desde las


dos perspectivas posibles. En él se quiere insistir tanto en la
necesidad de una actitud abierta por parte de los cristianos,
como en la necesidad de que los paganos vengan con unas
disposiciones adecuadas de reconocimiento y humildad. Por
darse una autenticidad y sinceridad por ambas partes, el
diálogo es fructífero. Jesús aprende pero la cananea también
aprende. Gracias a ese diálogo, se produce el milagro del
cambio en ambos.

La alusión de Jesús a los perros es más dura de lo que podemos


pensar. Los perros, en muchas culturas, son considerados aún
hoy impuros. La idea que nosotros tenemos de hiena, es lo
que más se aproxima a la idea de perro inmundo que tenían
en aquella cultura.

135
Siempre ha habido gran diferencia entre los perros salvajes
y los de compañía que podrían ser considerados como de la
familia. Y a esta diferencia se aferra la mujer para salir airosa.

Jesús no pOdía prescindir de su educación y de los prejuicios


racistas que el pueblo judío arrastraba. Pero gracias a que
para Jesús la religión no era una programación, fue capaz
de responder vivencialmente ante situacio.,nes nuevas. Su
experiencia de Dios y la petición de la Cananea le hicieron ver
que solo se puede estar con Dios si se está con el hombre.

Las enseñanzas de Jesús no son más que el intento de


comunicarnos su experiencia personal de Dios. Pero para
poder comunicar una experiencia, primero hay que vivirla.
Jesús, como todo hombre, no tuvo más remedio que aprender
de la experiencia.

Jesús se toma en serio la propuesta de la Cananea; no como los


discípulos que solo quieren quitársela de encima porque venía
molestando. Curiosamente el texto litúrgico quiere suavizar la
expresión de los discípulos y dice 'atiéndela'. Pero el "apoluson"
griego significa también despedir, rechazar; exactamente lo
contrario.

La mujer representa a todos los que sufren por el dolor


de un ser querido al que no se puede ayudar. La profunda
relación entre madre e hija impide delimitar dónde empieza el
problema de su hija. La madre es también parte del problema.
La enfermedad de la hija no es ajena a la postura de la madre.
Las dos mantienen una relación enfermiza, y curar a la madre
supone curar a la hija.

Los problemas sicológicos de la hija nos hacen pensar en


problemas de relación materno-filial. Cuando la madre
se encuentra a sí misma con la ayuda de Jesús, empieza a
solucionarse el problema de la hija. Una petición auténtica lleva
consigo la disponibilidad a poner todo lo que esté de su parte
para superar la dificultad. Esa es la clave de todo el relato.

136
Al descubrir esta actitud, Jesús puede declarar que su hija está
curada.

Los cristianos hemos heredado de los judíos el sentimiento de


pueblo elegido y privilegiado. Estamos tan seguros de que Dios
es nuestro, que damos por sentado que el que quiera llegar
a Dios tiene que contar con nosotros. Esta postura que nos
empeñamos en mantener, es tan absurda y está tan en contra
del evangelio, que me parece hasta ridículo buscar argumentos
para rechazarla.

Dios es de todos, y todos y cada uno de los seres humanos


son igual de valiosos para Él. El que se crea otra cosa, está
ante su propio ídolo. Seguir pensando que nuestro Dios es el
verdadero y que el de los otros es falso, es una demostración
más de nuestra cortedad de miras.

Juzgar y condenar en nombre de Dios a todo el que no pensaba


o actuaba como nosotros, ha sido una práctica constante
en nuestra religión. Va siendo hora de que admitamos los
tremendos errores cometidos por actuar de esa manera.
Debemos reconocer, que Dios nos ama a todos, no por lo que
somos, sino por lo que Él es. Esta simple verdad bastaría para
desmantelar todas nuestras pretensiones de superioridad.

El mensaje de este texto, para nosotros, es que ser cristiano


es acercarse al otro que me necesita superando cualquier
diferencia, de edad, de sexo, de cultura o de religión. El prójimo
es siempre el que me necesita. Los cristianos no hemos tenido,
ni tenemos esto nada claro. Nos sigue costando demasiado
aceptar a "otro", y dejarle seguir siendo diferente; sobre todo
al que es "otro" por su religión.

Tenemos que aprender de este relato, que el que me necesita


es el débil, el que no tiene derechos, el que se ve excluido.
También en este punto está la lección sin aprender. Estamos
dispuestos a ayudar al importante, al poderoso, al que puede
devolvernos el favor, pero es muy difícil que atendamos la

137
necesidad de un don nadie que no puede responder.

También debemos aceptar (como la Cananea) que muchas


de las carencias de los demás, se deben a nuestra falta de
compromiso con ellos. Sobre todo en el ambiente familiar,
una relación inadecuada padres-hijos e hijos-padres, es la
causa, en la mayoría de los casos, del mal comportamiento del
otro. Muchas veces, la culpa de lo que son los hijos la tienen
los padres por no intentar comprender sus puntos de vista.
El acoger al otro con cariño y sin querer cambiarle, es más
práctico que lamentarse o reprochar.

Resurrecciones

Este apartado exige un cuidado especial. Si entendiéramos


los textos literalmente, tendríamos que sacar conclusiones
desconcertantes. Pero resulta que quienes siguen manteniendo
resurrecciones físicas, se quedan tan tranquilos después de
haber aceptado hechos tan inexplicables.

Hoy sabemos que, en condiciones normales, un instante


después de morir tenemos un cadáver. Ya no es un organismo
sino un montón de materia orgánica en descomposición. Esto
quiere decir que empiezan a funcionar las leyes físicas, sin
ninguna referencia a la vida.

Ya hemos analizado la resurrección de Lázaro. Allí hemos


visto la posibilidad de otra interpretación que no tiene por qué
aceptar la resurrección biológica para dar sentido teológico al
relato. Creo que por aquí deben ir los tiros para superar el
callejón sin salida de una interpretación material de los hechos.

La hija de Jairo
(Mt 9,18-19 Y 23-26) (Mc 5,21-24 y 35-43) (lc 5,40-)

Por una parte, la niña y su padre son imagen de los sometidos a la

138
institución. Jairo es un cargo público, aunque no estrictamente
religioso. La religión no sólo no le daba solución, sino que le
marginaba hasta límites inimaginables hoy.

Jairo no encuentra salida en la religión y busca la salvación en


Jesús, que ya había sido rechazado por los jefes religiosos. La
decisión es tan difícil que espera hasta el último momento para
ir en busca de Jesús. Jairo viola formalmente la Ley acudiendo
a un proscrito.

Es muy interesante constatar que Jesús apela a la fe-confianza


como motor de puesta en marcha de la curación-salvación.
La llegada de los emisarios que vienen de casa de Jairo, traen
noticias de muerte. Jesús es portador de vida y le dice a Jairo:
basta que tengas fe. La multitud se pone de parte de los
emisarios de muerte y se pone a llorar; pero Jesús no hace
ningún caso y sigue adelante.

Cogió de la mano a la muchacha, pero a diferencia de la suegra


de Pedro, no la levanta, sino que le dice: ilevántate!, el mismo
verbo que Marcos emplea para hablar de resurrección.

En contra de lo que dice expresamente la Ley, toca a un muerto,


y en vez de quedar él contaminado de muerte, comunica la
vida al cadáver. iEs genial!

No podemos confundirnos a estas alturas. La importancia de


estos relatos no está en el hecho de curar o de resucitar, sino
en la lección teológica que encierran. Pensar que la obra de
Jesús se puede limitar a tres resurrecciones y una docena de
curaciones, sería ridiculizar su figura.

Inevitablemente, los curados volverían a enfermar y entonces


ya no estará allí Jesús para curarlos. Y los resucitados volverán
a morir sin remedio. Jesús no puso el objetivo de su misión en
una solución de los problemas puntuales de aquí abajo.

La salvación de Jesús es para todos yen cualquier circunstancia.

139
Jesús nos dice que Dios no quiere nada negativo para el hombre.
Aunque las limitaciones son inherentes a nuestra condición de
criaturas, la salvación de Dios es siempre de un plano superior
y más pleno que cualquier limitación; por eso se puede dar en
plenitud, a pesar de cualquier limitación, incluida la muerte.

También en este caso, la multitud queda al margen de los


acontecimientos y de la salvación que representan. Para Jesús,
los entes de razón (multitud, pueblo, iglesia) no pueden ser
objetos de salvación. Lo único que le importa es la persona,
porque es lo único real.

La verdadera salvación, la que propone Jesús, es siempre


liberación. También hoy tendría que ser nuestra principal tarea
el liberar a tantas personas atrapadas por las interpretaciones
aberrantes de Dios, que hacen las instituciones. La religión,
mal entendida, seguirá oprimiendo y esclavizando mientras
sigamos dando más importancia a la institución que a la
persona.

El hijo de la viuda de Naín


(Lc 7,11-17)

Tenemos que empezar por una reflexión muy simple. Cómo


es posible que los demás evangelistas no narren un hecho tan
espectacular. Una vez más hay que recordar que los evangelios
están escritos según las tradiciones y la manera de pensar de
cada comunidad. Esa es la causa de que haya tanta divergencia
incluso cuando relatan los mismos hechos.

Es muy dificil precisar en estos textos qué es lo que pasó


realmente. En todo caso lo que quieren resaltar no es el
milagro en sentido estricto, sino el poder de Jesús de dar vida
trascendente, significada en esa vida fisiológica recuperada.

El mensaje está en la actitud de Jesús ante la viuda que va a


enterrar a su hijo. "Sintiendo lástima", dice el texto. Aquí está

140
la clave. El amor a todos, hecho compasión hacia la persona
concreta que está sufriendo, es el mensaje que atraviesa toda
la vida de Jesús.

Con frecuencia encontramos en los evangelios una profunda


crítica de un mesianismo milagrero. Sin duda fue uno de los
mayores peligros de interpretar equivocadamente a Jesús. En
el capítulo 6 del evangelio de Juan, después de la multiplicación
de los panes, les dice a los que le buscaban para proclamarle
rey: "Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque
comisteis pan hasta saciaros ..."

Esa tentación es todavía muy fuerte entre nosotros. No hay


más que examinar nuestras oraciones litúrgicas o echar un
vistazo por Lourdes o Fátima para comprenderlo. A toda
costa, fabricamos un Dios todopoderoso que acto seguido,
intentamos poner a nuestro servicio. Él nos concederá todo
lo que le pidamos con tal de que nos comportemos como él
quiere.

Es la misma dinámica que tenían los hombres del Paleolítico.


Aplacar a Dios, tenerle contento, porque de esa manera no
empleará su omnipoten.cia contra nosotros, sino contra
nuestros enemigos.

141
13

LO QUE PREDICÓ

No predicó teología ni moral

La predicación de Jesús fue una "buena noticiafl. La manera de


entender la Ley y el culto era para la gente una "pésima noti-
cia" que les impedía desarrollarse como personas. Jesús pre-
tendió purificar la religión judía de las falsas adherencias que
en su tiempo impedían acceder al verdadero Dios y que con-
vertían la religión en una esclavitud en vez servir de liberación.

Jesús no proclamó un nuevo cuerpo de doctrinas, ni una nueva


serie de normas morales ni nuevos ritos, distintos de los que
se llevaban a cabo en el templo.

Esto tendría que hacernos pensar un poco; porque la Iglesia-


institución pronto sintió la necesidad de 'suplir esa carencia
y nos inundó con nuevas teologías, nuevas normas morales
y nuevos ritos. Para Jesús, todo eso tenía una importancia
relativa, y aunque nunca se opuso a ello, dejó bien claro que
sin la vivencia interior todo era inútil.

Vemos que tampoco puso ningún énfasis en explicar las


Escrituras, como hacían los rabinos. Recordemos lo que nos
cuenta Juan cuando Nicodemo fue a verle de noche para que
le explicara las Escrituras. Le cortó en seco y le propuso algo
muy distinto: nacer de nuevo.

142
\\EI Reino de Dios"

No sé si tenemos suficientemente claro que Jesús nunca se


predicó a sí mismo, sino que el centro de su predicación fue
siempre el "Reino de Dios". Es cierto que la predicación de
Jesús es fruto de su experiencia humana de lo que es Dios
y que él se identificó totalmente con ese Reino, pero es muy
conveniente tratar de ver la diferencia.

Sería un ejercicio esclarecedor el intento de conciliar esta idea


de Reino de Dios con la idea de 'Abba'. Hablar de Dios como rey
y a la vez como papá, nos obliga a romper esquemas rígidos
para abrirnos a vivencias completamente originales.

Si somos capaces de armonizar estos conceptos tan


contradictorios en apariencia, y comprender que Dios reina y
es padre a la vez, obtendríamos una decisiva aproximación a
lo que nos dice Jesús sobre Dios.

Mateo habla del "Reino de los Cielos", mientras que los demás
evangelis...,tas y también alguna vez Mateo, hablan del "Reino
de Dios". Las dos formulas expresan la misma realidad. A
los judíos les resultaba violento emplear la palabra Dios, por
eso empleaban circunloquios para evitarla, por ejemplo, "Los
Cielos", el ámbito de lo divino, la divinidad.

En los escritos más tardíos del NT, cuando los cristianos estaban
ya muy familiarizados con la idea, se encuentra la expresión
"Reino", sin más. En alguna ocasión se habla del Reino de
Cristo. Esta otra expresión es muy peligrosa porque nos puede
hacer pensar que Jesús es la meta y olvidarnos de Dios.

El núcleo esencial de la predicación de Jesús, fue "El Reino de


Dios", pero no es nada fácil comprender bien su significado.
Por supuesto, ese "de" no es posesivo, sino epexegético, es
decir, explicativo. Un ejemplo puede aclararlo: si yo digo: "el
tonto de mi hermano", nadie entiende que mi hermano tenga
un tonto, sino que mi hermano es tonto.

143
En nuestro caso, Reino de Dios no quiere decir que Dios tenga
un reino, sino que el Reino se identifica con Dios.

La palabra griega "basileia" se refiere en primer lugar, al poder


ejercido por el soberano, no al territorio ni a los súbditos. Sería
mejor traducirlo por "reinado de Dios". Con esta expresión
evitaríamos confundirlo con los reinos terrenos. Para Jesús,
lo contrario del reino de Dios no es el reino de Herodes o el
imperio romano, sino el imperio del "ego-ismo".

Es imposible entender esta expresión si no salimos de la idea de


un dios soberano, todopoderoso, que desde su trono del cielo
(lugar) gobierna el universo entero. Mientras no superemos
ese dios arcaico, no habrá manera de entender el mensaje
de Jesús. Dios es Espíritu. Siempre que el hombre se deja
mover por el Espíritu y actúa desde él, está haciendo presente
lo divino, está haciendo presente el Reino de Dios.

Cuando decimos: "Reina la paz", "reina la oscuridad" o "reina


el amor", no pensamos en entes que están dominando alguna
parte de la realidad sino en un ambiente, en un medio inmaterial
en el que se desarrolla la realidad. Esta idea pOdía ser una
pista para comprender el significado de la frase y escapar del
peligro de materializarla.

'Reinado de Dios' quiere decir que la realidad humana se


desarrolla en un ambiente espiritual, que el ámbito de lo divino
está presente en lo humano y constituye su atmósfera y su
fundamento propio. El Reino de Dios es un ámbito en que
las relaciones verdaderamente humanas con Dios, conmigo
mismo, con los demás, con las cosas, son posibles.

No se trata de que Dios en un momento determinado de la


historia haya decidido establecer una relación nueva con los
hombres. Con la venida de Jesús no ha cambiado nada por
parte de Dios. Él ha estado siempre inundándolo todo. Lo que
ha cambiado es la toma de conciencia de esa realidad y la
actitud de los hombres ante ella.

144
Entrar en el Reino es tomar conciencia de esa realidad de Dios
en mí e inmediatamente actuar en consecuencia. La dinámica
del Reino se despliega de dentro a fuera. Es por tanto, en
primer lugar, una consecución personal. Cada persona hace
presente a Dios y su Reino cuando conecta con el otro desde
la empatía y el amor.

El reinado de Dios, que Jesús predica y vive, significa la radical


fidelidad y entrega de Dios al hombre. Por lo tanto, la realidad
primera de ese Reino la constituye Dios que se derrama y se
funde con cada ser humano. No es una realidad que haga
referencia en primer lugar al hombre, sino a Dios.

El hombre debe descubrirla y vivirla. Dios se vuelca sobre el


hombre porque no puede dejar de ser fiel a sí mismo. No hace
un favor al hombre, sino que responde a su mismo ser, que es
amor. Es ridículo creer que Dios nos ama por ser buenos.

Pasa lo mismo con el hombre, que para ser fiel a Dios no tiene
que renunciar a sí mismo, porque la única manera de ser él
mismo, es descubrir lo que Dios es en él. No hay posibilidad de
ser fiel ni a Dios ni a sí mismo, cumpliendo unas órdenes que
vengan de fuera. Solamente si soy fiel a mí mismo, puedo ser
fiel a Dios. Sólo si soy fiel a Dios, puedo ser fiel a mí mismo.

Ese reinado de Dios se manifiesta en las relaciones entre


los seres humanos. Pero no podemos identificar el Reino de
Dios con ninguna clase de organización social o religiosa. No
debemos caer en la tentación de identificarlo con la Iglesia. Se
dice que Jesús predico el Reino de Dios pero nació la teocracia
de la Iglesia.

Teocracia viene del griego theos = Dios y kratos = gobierno.


Tendría que significar exactamente lo mismo que Reinado de
Dios, pero todos sabemos muy bien que hay una diferencia
abismal entre las dos expresiones al utilizarlas hoy.

Es muy curioso que veamos con toda claridad esa diferencia

145
cuando nos referimos a Irán o a los talibanes de Afganistán y
no nos demos cuenta de ella cuando se refiere a la manera de
ejercer el poder nuestra jerarquía.

Las bienaventuranzas

La mayoría de los exegetas están de acuerdo en que el núcleo


de las bienaventuranzas se remonta a Jesús histórico. Este
dato es muy importante porque nos obliga a afrontar el tema
con toda seriedad.

Lo primero que llama la atención es que no se consideran


dichosos a los piadosos ni a los cumplidores de la Ley. Se
declara dichoso al pobre, al que llora, al que pasa hambre,
en una palabra, al que sufre en su carne cualquier clase de
marginación. Es uno de los mejores indicios para sospechar
que proceden del mismo Jesús.

Se trata sin duda del mensaje más original y provocativo de


todo el evangelio. No son nada fáciles de entender. No parece
muy lógico decirle al pobre, al perseguido, ¡qué suerte tienes!
iEnhorabuena! Aunque mayor recochineo es cuando se le dice:
"en el más allá te lo pagarán".

Sobre las bienaventuranzas se ha dicho de todo. Para Gandhi


eran "la quintaesencia del cristianismo". En cambio para
Nietsche eran una maldición, ya que atentan contra la dignidad
del hombre.

Las bienaventuranzas son los textos que mejor expresan la


radicalidad del evangelio. Tal vez la formulación, un tanto
arcaica, nos impida descubrir su importancia. En realidad lo
que quiere decir Jesús es que seríamos todos mucho más
felices si saliéramos de la dinámica del consumismo egoísta y
entrásemos en la dinámica del compartir.

Mateo coloca las bienaventuranzas al principio del primer

146
discurso programático de Jesús. Bien entendido que se trata
de un montaje del evangelista. No es verosímil que Jesús haya
comenzado su predicación con un discurso tan exigente y
radical como este. Pero el hecho de colocarlo ahí demuestra la
importancia que quiere darle.

El escenario que prepara para este sermón nos indica hasta


qué punto lo considera importante. El "monte" está haciendo
clara referencia al Sinaí. En el AT, el monte es el lugar de Dios,
el ámbito de lo divino. Jesús es considerado como el nuevo
Moisés, que promulga la "nueva Ley".

Pero hay una gran diferencia con Moisés. Las bienaventuranzas


no son mandamientos o preceptos. No obligan a seguir un
camino para que al final te encuentres con algo maravilloso.
Son simples proclamaciones que invitan a descubrir la meta
de la plenitud humana, la felicidad, y proponen después, un
camino inusitado para alcanzarla.

No tiene importancia que Lucas proponga cuatro y Mateo, nueve.


Se pOdrían proponer cientos. Todas las bienaventuranzas dicen
exactamente lo mismo. Si entiendes una de ellas, estarás
preparado para entender las miles de situaciones diferentes
con las que nos podemos encontrar. Se trata del ser humano
que sufre limitaciones materiales o espirituales por caprichos
de la naturaleza o por causa de otro, y que unas veces se
manifiestan por el hambre y otras por las lágrimas. Por eso
no tiene mayor importancia explicar cada una de ellas por
separado.

La inmensa mayoría de los exegetas están de acuerdo en


que las tres primeras bienaventuranzas de Lucas, recogidas
también en Mateo, son las originales e incluso se puede afirmar
con cierta probabilidad que se remontan al mismo Jesús. Las
demás pueden ser intentos de aclarar el tema.

Parece que Mateo ya las espiritualiza un tanto, no sólo porque


dice "pobre de espíritu" y "hambre y sed de justicia", sino

147
porque añade: bienaventurados los pacíficos, los limpios de
corazón, etc. Como si quisiera poner en valor de nuevo, al
virtuoso y espiritual.

Con su despiadada crítica a la sociedad injusta, los profetas


Amos, Isaías, Miqueas, denuncian una situación que clama al
cielo. Los poderosos se enriquecen a costa de los más pobres.
Todos pertenecen al mismo pueblo cuyo único Señor es Dios;
pero los ricos, al esclavizar a los demás, no hacen caso a
Yahvé, no reconocen su soberanía. Dios no puede tolerar esta
rebelión, y reaccionará contra los ricos, dicen los profetas.

Después del destierro se habla del "resto de Israel", un resto


pobre y humilde, el oprimido, el enfermo, el 'impuro', el
marginado, el excluido de la sociedad. Simplificando mucho,
podíamos decir que los pobres bíblicos son aquellas personas
que, por no tener nada ni nadie en quien confiar, su única
escapatoria es confiar en Dios, pero confían.

Las bienaventuranzas no están hablando de la pobreza


voluntaria aceptada por los religiosos a través de un voto.
Está hablando de la pobreza impuesta por la injusticia de los
poderosos. Los que quisieran salir de su pobreza y no pueden,
son los que Jesús considera bienaventurados si descubren que
nada les puede impedir ser plenamente humanos.

Otra trampa que debemos evitar al tratar este tema es la de


proyectar la felicidad prometida para el más allá. Así se ha
interpretado muchas veces en el pasado y aún hoy. No, Jesús
está proponiendo una felicidad para el más acá. Aquí y ahora
puede todo ser humano encontrar la paz y la armonía interior
que es el paso a una verdadera felicidad, no basada en tener
y consumir más que los demás, sino en la riqueza que supone
la existencia.

Esta reflexión nos abre una perspectiva nueva. Ni el pobre ni


el rico se pueden considerar aisladamente. Siempre existe una
relación entre ambas situaciones. La riqueza y la pobreza son

148
dos términos correlativos, no existiría una sin la otra. Es más,
la pobreza es mayor cuanto mayor es la riqueza, y viceversa.
y la tendencia es a aumentar el abismo ya existente entre ricos
y pobres.

Si desaparece la pobreza, desaparecerá la riqueza. Tal vez la


quimera de muchos ricos es desear que desaparezca la pobreza
del mundo, aun manteniendo intacta su propia riqueza. Es
imposible.

Las bienaventuranzas quieren decir: es preferible ser pobre,


que ser rico opresor; es preferible llorar a hacer llorar al otro.
Es preferible pasar hambre a ser la causa de que otros mueran
de hambre. Dichosos no por ser pobres, sino por no ser ricos
egoístas. Dichosos, no por ser oprimidos, sino por no ser
opresores.

La clave sería: el valor supremo no está en lo externo y material,


sino dentro del hombre, en el hondón de si mismo. Hay que
elegir entre la confianza en el placer o la confianza en Dios. Si
elegimos el ámbito del dinero, habrá injusticia e inhumanidad.
Si estamos en el ámbito de lo divino, habrá amor, es decir
humanidad.

Si el ser pobre, sin más, es motivo de dicha, ¿por qué ese


empeño en sacar al pobre de la pobreza? Y si la pobreza es
una desgracia, ¿por qué la disfrazamos de bienaventuranza?
Ahí tenemos la contradicción más radical al intentar explicar
racionalmente las bienaventuranzas.

Pero por paradójico que pueda parecer, la exaltación de la


pobreza que hace Jesús, tiene como objetivo el que deje de
haber pobres. El enemigo numero uno del Reino de Dios es la
ambición, el afán de poder, la necesidad de oprimir al otro.

Son palabras de Jesús: "no podéis servir a Dios y al dinero".


La praxis cotidiana de Jesús es el único camino para entender
las bienaventuranzas. El Reino de Dios es el ámbito del amor

149
14

LAS PARÁBOLAS

Las parábolas reflejan el mensaje de Jesús en todo su frescor.


Por no estar insertados en una cultura narrativa como la
de Jesús, tenemos que hacer un esfuerzo para captar todo
el contenido de estos relatos. En esas historias podemos
encontrar las más profundas enseñanzas de Jesús.

La ingenuidad de esas historias no tiene nada que vez con


nuestras sesudas teologías. Ante una parábola lo importante
es preguntarnos por la verdad que nos quiere trasmitir. La
narración en sí no tiene ninguna importancia. Quedarnos en
los detalles del relato nos puede despistar.

Las parábOlas de Jesús quieren llevarnos al descubrimiento de


experiencias desconcertantes de la vida. En todas se esconde
una paradoja que rompe los esquemas usuales en los que se
despliega la vida rutinaria de cada día.

En la parábola se presenta una anormalidad, algo que no


tenemos por normal, que nos hace pensar si lo que parece que
no encqja en nuestra experiencia, sería realmente interesante
para mi vida.

El objetivo de las parábOlas es sustituir una manera de ver


el mundo miope y anodina, por otra, abierta a una nueva
realidad llena de sentido. Obligan a mirar a lo más profundo
de sí mismo.

151
La parábola es un método de enseñanza que permite no decir
nada al que no está dispuesto a cambiar, y a decir más de
lo que se puede decir con palabras{ al que está dispuesto a
escuchar.

No debemos confundir una parábola con una alegoría. La


alegoría tiene una mecánica y un objetivo muy distinto.
En ella, cada elemento tiene un paralelismo con el mundo
trascendente que nos obliga a sustituir las cosas y personas
de carne y hueso por referentes espirituales, evocados por la
narración. El objetivo es invitarnos a actuar de una manera
más acorde con la moral que se quiere defender. La alegoría es
siempre moralizante.

El afán por alegorizar las parábolas, en realidad, nos ha


privado del verdadero mensaje. Este afán de alegorizar y
sacar conclusiones morales lo encontramos ya en los mismos
evangelios. El mensaje de cada parábola es uno solo. En un
momento de la narración nos encontramos con un quiebro que
rompe la lógica del relato. En esa falla debemos encontrar el
verdadero mensaje.

El primer objetivo de una parábola es hacer pensar; por


eso encontramos en ella un elemento extraño, paradójico,
insólito, dentro de la simplicidad del relato. Es un ataque a
los convencionalismos de la sociedad yeso es precisamente
lo esencial: la parábola me coloca ante una situación que me
obliga a pensar. En realidad{ me descoloca:

Cada parábola es una sacudida que me obliga a tomar partido


ante la situación que propone. Es un desafío; nos obliga a
considerar nuestra propia existencia desde una perspectiva
distinta, abre caminos insospechados para enfocar la vida de
distinta manera. Nos abre a un mundo desconcertante y nuevo.
Constituyen una crítica de los comportamientos convencionales
admitidos por la sociedad.

Aunque el relato de casi todas las parábolas es mundano, en

152
el mundo de las parábolas no se vive ni se juzga como en el
mundo de la realidad cotidiana, Lo que en la vida real sería
una respuesta lógica, desaparece para dar paso a conclusiones
inesperadas, que me obligan a sobrepasar la manera normal
de pensar y vivir,

La parábola mantiene el suspense mientras el oyente no se


decida a favor o en contra de esa nueva posibilidad de vida
que se le ofrece, Yo mismo debo responder, aquí y ahora, si
acepto o no esa posibilidad nueva de vida, Tendré que hacer
realidad la utopía del relato y empezar a vivir de acuerdo con lo
narrado. Si no tomo ninguna posición, quiere decir que no me
ha hecho mella y sigo pensando como el mundo.

La parábola ni necesita ni admite explicación o comentario


alguno, Ninguna interpre.,tación teórica es posible,
precisamente porque solo la respuesta personal es válida. No
se trata de una mejor comprensión intelectual del mensaje
sino de una implicación personal en las consecuencias vitales
que el mensaje tiene para mí.

El hecho de que los evangelios relaten más parábolas de las


que Jesús pronunció no tiene mayor importancia. En esas que
pudieron ser añadidas por la tradición se encuentra también el
genuino mensaje de las viejas.

Al relatar hechos y actitudes de la vida real, las parábolas


no pretenden aprobar ni reprobar esas situaciones, se hace
referencia a ellas porque son conocidas por todos, y solo como
base del mensaje profundo, No se trata de juzgar moralmente
esas realidades sino de tomarlas como punto de partida.

Algunas de las parábolas están corregidas en un ambiente


neotestamentario; están de alguna manera interpretadas ya
de manera unívoca, poniendO en relación al pueblo judío y a la
nueva moral de la comunidad cristiana.

Acotaré para cada parábola, ese punto de inflexión que me

153
obliga a pensar en otra manera de afrontar mi existencia. Es lo
que tengo que descubrir en cada una de ellas.

El sembrador
(Mt 13,1-23) (Mc 4,3-9) (Lc 8 / 5-8)

La explicación que los tres evangelistas ponen a continuación l


no aporta nada a este relato. La parábola no admite explicación.
Jesús no pudo caer en la trampa de intentar explicarla. Fue la
primera comunidad la que intentó aprovechar el relato para
convertirlo en alegoría y así trasformar la parábola en un
mensaje moralizante.

El objetivo habría sido animar a predicar sin calcular la respu('~ta


de antemano. Hay que sembrar a voleo, sin preocuparse de
donde cae. La semilla debe llegar a todos. Por otro lado se trata
de resaltar es la fuerza de la semilla en sí, aunque necesita
unas mínimas condiciones vitales para desarrollarse.

Es un relato simple tomado de la vida cotidiana, que todos los


oyentes conocían perfectamente. En aquellas tierras, más bien
pobres, la producción de un 10 por uno se consideraba una
buena cosecha. En el contraste está el punto de inflexión: la
cosecha de la tierra buena producirá no ellO por uno, sino un
30 por uno l un 60 por uno o incluso un 100 por uno. Algo a
todas luces desorbitado. Ahí está el mensaje.

Tú eres esa semilla que puede llegar a producir ciento por


uno. No debes conformarte con menos. Tus posibilidades son
infinitas. No te amilanes ni des crédito a los que insistan en
decirte que no vales para nada l aunque sea tu propia religión.

La cizaña
(Mt 13, 24-43)

La cizaña en medio del trigo era un fenómeno muy frecuente


en aquella época. No hacía falta que un enemigo viniera a

154
sembrarla. Un dato importante es que la cizaña es tan parecida
al trigo que solo se distingue cuando llega la hora del fruto. La
clave de la parábola está en que lo lógico era arrancar la cizaña
en cuanto se pudiera distinguir. Pero el dueño del campo dice a
los criados: dejadlos crecer juntos hasta la siega.

La parábola insiste en que el primer paso hacia una mayor


humanidad, está en el respeto a los demás por encima de
cualquier calificativo. Reconocer que cada persona debe ser
libre en sí misma sin sometimientos a ninguna ideología previa.
Solenos reclamar la libertad para cada uno, pero reivindicarla
para los otros suele procuparnos menos.

No te importe qie alguien que no piensa ni actúa como tú viva


junto a ti. No le consideres un estorbo. No juzgues sús acciones
ni sus actitudes. Trata de que no se sienta violentado por tu
manera de tratarle. Lo más grande que podemos hacer por un
ser humano es dejarle ser libre.

No caigas en la trampa de pensar que hay personas malas.


Trata a todo el mundo como si fueran excelentes, porque en
realidad lo son, aunque no se hayan enterado todavía.

No pienses que alguien puede impedirte ser lo que eres. No


consideres a nadie como enemigo, aunque él se empeñe
en tratarte como si tú lo fueras. Si siembras amor, puedes
conseguir amor. Si siembras odio la cosecha de odio está
asegurada.

El grano de mostaza
(Mt 13, 31-32) (Lc 13,18-19)

Esta parábola llama la atención sobre la desproporción entre


la infinita pequeñez de la semilla y lo rápido que se convierte
en una planta lo suficientemente grande para que los pájaros
puedan hacer en ella sus nidos. El Reino de Dios, al principio,
ni siquiera se ve, pero si germina, puede ser espectacular.

155
La fuerza para crecer, no nos viene de fuera. La semilla
que acogemos trae la energía suficiente para desplegar su
maravillosa vitalidad. La única condición es que sepamos
acogerla con sinceridad y sin cortapisas.

No te fíes de las apariencias. Lo verdaderamente valioso de


las personas no se puede apreciar por los sentidos. Todo ser
humano es mayor de lo que podemos apreciar. Trata a todos,
incluido a ti mismo, como lo que en lo hondo son, no como
aparecen en la superficie. Descubre en ti y en los demás lo que
vale de veras.

La levadura
(Mt 13,33) (Le 13,20-21)

En este relato, la desproporción es aún mayor. La levadura ni


siquiera se puede ver. Llamamos levadura a un trozo de masa
como la de hacer el pan, pero que está infectada con hongos
microscópicos que en un ambiente adecuado de humedad y
calor, se reproducen a una velocidad asombrosa. Ya tenemos
la clave: allí donde exista una chispa de Vida, el Reino de Dios
se multiplicará de manera imparable.

Vive la verdadera Vida y no te preocupes de nada más. En


el orden biológico, la vida solo puede surgir de la vida. En el
orden espiritual pasa lo mismo: solo el qU,e vive puede llevar
Vida allí donde aún no existe. La meta está en que toda vida se
convierta en Vida. En tus manos está comenzar este proceso
de transformación.

El tesoro y la perla
(Mt 13,44-46)

En estas dos parábolas la clave está en la necesidad de


descubrir una realidad, que ya está ahí, y que debo apreciar
por encima de todo valor. No hay que conseguir nada ni luchar

156
por alcanzar ninguna meta. Todo aquello por lo que merecería
la pena lucharr ya lo tienes. No tienes que dejar de ser lo que
eres ni mucho menos llegar a ser lo que todavía no eres. Lo
eres ya todo. iDescúbrelo!

El tesoro es el mismo Dios presente en cada uno de nosotros.


Es la verdadera realidad que soy. Lo que hay de Dios en mí es el
fundamento de todos los valores. El Reino que es Dios, está en
mí. Esa presencia es el valor supremo. En cuanto las religiones
olvidan estar se convierten en ideologías esclavizantes.

El que encuentra la perla preciosa r no desprecia las demás.


Dios no se contrapone a ningún valor, sino que potencia todo
lo demás. No se trata de renuncia. Dios no puede querer que
renunciemos a nada, sino que vivamos todo en plenitud.

Nada, absolutamente nada vamos a conseguir si previamente


no descubrimos el tesoro. Nuestra principal tarea será tomar
conciencia de lo que somos. Si lo descubrimos, prácticamen,te
está todo hecho. La parábola al revés, no funciona. El vender
todo lo que tienes¡ antes de descubrir el tesoro, que es lo
que siempre se nos ha propuesto, no es garantía ninguna de
encontrarlo.

No dejes de cavar en tu propio huerto. No importa que te


pases toda la vida cavando. Si al final encuentras lo que eres,
habrá merecido la pena. Esa tarea nadie la puede hacer por ti.
No te canses. Cava más hondo. El tesoro está muy escondido.
Bagatelas que dan una satisfacción inmediata pero superficial,
son muy fáciles de encontrar. No te dejes engañar. Hasta que
no encuentres lo que te sacie plenamente, no dejes de buscar.

La red de pesca
(Mt 13,47':'50)

Para entender esta parábola tenemos que descubrir que está


relatada desde una visión mítica del tiempo¡ en la que se

157
pensaba que habría un tiempo después del tiempo de aquí
abajo y una realidad metafísica más allá de la física. Se intenta
conectar la realidad de aquí y ahora con la del más allá. Desde
esta perspectiva, lo importante no es este tiempo, sino el final.

Siguiendo con la visión mítica, las dos realidades están


interconectadas y habrá un momento en el que se pedirá
cuenta a cada uno de la trayectoria de su 'acá'. Según haya sido
esa trayectoria, será lo que le ocurra una vez que termine su
vida. En el aquí y ahora, cada uno puede elegir entre muchas
posibilidades de desplegar su existencia, pero en el más allá
no habrá elección, porque dependerá de la que hayas tomado
en el presente.

Esta parábola no casa muy bien con el sentido del valor supremo
de cada ser humano, que Jesús ha manifestado en otras
ocasiones. Si se remonta a Jesús, esta parábola necesitaba
más explicaciones para poder encajarla en el conjunto de su
mensaje.

Según el mensaje del evangelio, existe el bien y existe el mal


pero no debemos identificar a nadie con lo que ha hecho, ni
cuando hace el bien ni cuando hace el mal. El ser humano es
mucho más de lo que puede hacer o deshacer. Cada uno tiene
que juzgarse y descubrir si está desplegando sus posibilidades,
dando sentido a su vida, o la está malgastando de manera que
no le habrá llevado a ninguna parte cuando se termine.

La oveja perdida
(Mt 18,12-14) (Lc 15,4-7)

Es un relato entrañable que trata de aproximarnos a un Dios


que valora a cada uno como si fuera lo único importante para
El. No es lógico ni prudente que el pastor abandone las noventa
y nueve y se vaya a buscar la perdida. Esa falta de lógica es el
punto de inflexión y manifiesta la importancia de la oveja para
el pastor.

158
La alegría, que trata de comunicar incluso a los vecinos, es
también otra manifestación del sentimiento profundo que le
embarga por haberla encontrado. Ni un solo reproche. Nada
de culpabilidad. Encontrarla sana y salva es para él lo único
que importa.

La moneda perdida
(Lc 15,8-10)

En esta parábola el matiz es diferente. La búsqueda minuciosa


se debe a que significa mucho para la mujer la falta de una
sola de las monedas. Se entiende mejor si consideramos las
monedas no en su valor monetario, sino en su valor sentimental.

Como en el caso anterior, lo impactante es la inquebrantable


actitud de búsqueda. No cesa en su empeño hasta que
no la encuentra. Ningún otro desenlace puede saciar su
intranquilidad. Imposible encontrar una manera más humana
de hablar de Dios.

El hijo pródigo
(Lc 15,11-32)

Estamos ante la cumbre del género parabólico. No hay


calificativos para este relato insuperable en su forma y en su
contenido. Después del estudio psicológico de Henri J. Nouwen
en su obra "el regreso del hijo pródigo", se ha abierto un
horizonte increíble en su interpretación.

Como otras muchas parábolas, no es original de Jesús. La


encontramos en muchas culturas del entorno. No nos debe
extrañar, porque es la expresión más profunda de los valores
específicamente humanos que están más allá de cualquier
valoración estrictamente religiosa.

Contra toda lógica, ante un hijo que se comporta de manera

159
egoísta y desconsiderada, nos encontramos la actitud del
padre completamente volcado sobre el hijo derrochador. Pero
también con el hijo aparentemente fiel, el padre derrocha
humanidad.

Los dos tienen fallos garrafales que deben superar, imitando


la figura del padre que es el ideal de todo ser humano. Todos
tenemos que descubrir lo que tenemos de hijo menor y de hijo
mayor. Solo así podremos convertirnos en verdaderos padres
que es el más alto objetivo humano.

Todos los días de tu vida tenías que dedicar unos instantes a


recordar esta parábola. Es una mina que no se agotará nunca.
No te fijes solo en el hijo pródigo. Todos somos hijos pródigos,
pero sobre todo, somos el hijo mayor que se siente incómodo
ante la actitud del padre para con su hermano. Ese ejemplo
del padre que nos molesta, es el objetivo. Todos tenemos que
dejar de ser hijo menor e hijo mayor. Alcanzaremos nuestra
plenitud en la medida que consigamos convertirnos en padre.

Los obreros de la hora undécima


(Mt 20,1-16)

Jesús no pretende dar una lección de relaciones económicas o


laborales. Jesús está hablando de la manera de comportarse
Dios con nosotros, que está más allá de toda justicia humana.
Desde los valores que manejamos en nuestra sociedad,
imposible entender la parábola. Rompe todos los esquemas
en los que está basada la sociedad. La parábola nos quiere
demostrar que otro mundo es posible.

Con esta parábola el evangelio pretende hacer saltar por los


aires la idea de un Dios que reparte sus favores según el grado
de fidelidad a sus leyes, o peor aún, según su capricho. En
realidad Dios ha pagado todo el salario a cada uno antes de
enviarnos a la viña. Responder o no a ese anticipo, depende
de nosotros.

160
El mensaje de esta parábola es, en el sentido más estricto,
evangelio, es decir, buena noticia: Dios es para todos igual;
para todos es amor, don infinito. Si lo interpretamos como una
injusticia; seguimos con la pretensión de aplicar a Dios nuestra
manera de hacer justicia.

Aceptar que Dios ame a los malos igual que a nosotros, los
buenos, tira por tierra toda nuestra religiosidad si se basa en
ser buenos para que Dios nos premie o por lo menos, para
que no nos castigue. Esta religiosidad lamentablemente sigue
prevaleciendo hoy día y sigue impidiéndonos descubrir el Dios-
amor de Jesús.

Como en el caso del hijo pródigo, también aquí la meta es que


seamos capaces de actuar como el propietario de la viña. Se
nos está pidiendo que superemos nuestra raquítica justicia y
entremos en la dinámica del don gratuito y total a los demás.

Los invitados a la boda


(Mt 22,1-14) (Lc 16-24)

El centro del mensaje del relato, está en que se invita a todos:


malos y buenos. Es lo que no terminamos de aceptar. Seguimos
creyéndonos los elegidos, los privilegiados, los buenos con
derecho a la exclusiva (fuera de la Iglesia no hay salvación).

Especial atención debemos poner en los motivos de los


primeros invitados para rechazar la oferta. La llamada a una
vida en profundidad queda ofuscada, entonces y ahora, por el
hedonismo superficial.

El peligro está en tener oídos para los cantos de sirenas que


llegan a los sentidos, y no para la invitación que viene de lo
hondo de nuestro ser y que nos invita a una plenitud más allá
de lo sensible.

Dios me invita a su mesa. Si no invito a mi propia mesa a

161
los que pasan hambre, es que no he aceptado, de verdad, su
invitación. Una invitación no aceptada se volverá contra mí por
desconsiderado.

Sigue siendo un peligro para nosotros hoy el intento de


proyectar la fiesta, la alegría, la felicidad para el más allá.
Nuestra obligación es hacer de la vida, aquí y ahora, una fiesta
para todos. Dios quiere nuestra felicidad aquí y ahora, pero
solo la conseguiremos si somos capaces de compartir.

El mal administrador
(Lc 16,1-13)

Recordemos una vez más que, en las parábolas, no hay que


tomar al pie de la letra cada uno de los detalles que se narran:
hay que entrar en la intención del que la narra y sacar una sola
enseñanza del conjunto del relato.

Esta parábola no está invitándome a ser injusto, sino a


sentarme y echar cálculos, para elegir lo que de verdad sea
mejor para mis auténticos intereses.

El administrador calculador trataba de conseguir ventajas


materiales. A nosotros se nos invita a ser sagaces para sacar
ventajas espirituales, aunque sea a costa de las seguridades
materiales.

No hacen falta muchas cavilaciones para darnos cuenta de que


ponemos mucho más interés en los asuntos materiales que en
los espirituales, no solo por el tiempo que les dedicamos, sino
por la intensidad de nuestra dedicación.

Una vez que descubras lo que vale de veras, no tendrás que


hacer ningún esfuerzo ni renunciar a nada para ordenar todo
lo que eres y lo que tienes, a ese valor supremo. Cuando
te sientas bien anclado en tu verdadero ser, no necesitarás
ninguna seguridad, ni siquiera en las riquezas.

162
El hombre rico y el pobre Lázaro
(Lc 16,19-31)

Hay que estar muy atento para entender por qué el evangelio da
por supuesto que las riquezas son malas sin más matizaciones.
No se dice que fueran adquiridas injustamente ni que el rico
hiciera mal uso de ellas, simplemente las utilizaba a su antojo.
Si Lázaro no hubiera estado a la puerta, no habría nada que
objetar. Pero es precisamente el pobre, el que con su sola
presencia, llena de maldad el lujo y los banquetes del rico.

La clave del relato está en que el rico no descubrió a Lázaro


que estaba a la puerta con los perros (animal impuro); aunque
parece que después si lo reconoce cuando lo ve en el "seno de
Abrahán Es aquí donde debemos ver el toque de atención de
lf

la parábola.

Vivimos tan enfrascados en nuestro hedonismo, que no


queremos ver la miseria que existe en el mundo. Yeso que
hoy, ni siquiera tenemos que salir a la puerta para descubrirla,
porque se está colando a todas horas dentro de casa por la
ventana del televisor.

La miseria de una gran parte de la población mundial, no es un


problema que alguien tiene que solucionar, sino un escándalo
en el que todos participamos y del que tenemos la obligación
de salir.

Se trata de descubrir que aunque yo esté dentro de la más


estricta legalidad cuando acumulo bienes materiales, eso no
garantiza que mi relación con los hombres, y por lo tanto con
Dios sea la correcta.

Estoy muy engañado si creo que puedo desarrollar mi humanidad


o religiosidad sin contar con el pobre. La parábola nos dice
algo muy distinto. El único pecado que existe es olvidarse del
hombre que me necesita. Mi grado de acercamiento a Dios es
el grado de acercamiento al otro. Todo lo demás es idolatría.

163
El buen samaritano
(Le 10,25-37)

También esta parábola es subversiva. Lo lógico sería que el


sacerdote y el levita fueran los que atendieran al herido. Pero
no, es el hereje, el samaritano el que se aproxima (se hace
prójimo) de aquel que necesita ayuda. Es una severa crítica a
la religiosidad oficial de ritos y sacrificios, que no obliga a nada
pero tranquiliza vanamente la conciencia.

La acción del samaritano no está exigida por ningún credo


religioso o programación conceptual. El texto dice: sintió
lástima. Un sentimiento que nace espontáneamente de las
entrañas. Precisamente ahí reside el valor del relato. Ayuda
al desgraciado sin condicionamientos de ninguna clase, ni
religiosos ni sociales.

Lo que menos podía esperar un buen judío era que el hereje


samaritano se comportara como Dios quería. Todo un alegato
contra la tentación de considerarnos los buenos y despreciar
a los que no piensan o actúan como nosotros. Lo que de
verdad nos hace humanos es la manera de tratar a los que
encontramos en el camino y necesitan de nosotros.

No hay alternativa. Si crees que puedes alcanzar tu plenitud


(salvación) por otro camino, es que no has entendido nada
del evangelio. Buda enseñó exactamente lo mismo, aunque
en vez de llamarlo amor, lo llamó compasión. Está muy claro:
solo en la medida que consigas compadecerte, estás salvado.
El final de la parábola es tajante y sin paliativos: "anda, haz tú
ll
lo mismo •

El fariseo y el publicano
(Lc 18,9-14)

Para poder entender esta parábola es imprescindible darse


cuenta de a qUién va dirigida. El evangelista dice que va "por

164
algunos que creyéndose justos, estaban muy seguros de si
mismos y despreciaban a los demás". Entonces eran algunos;
hoy somos todos los cristianos los que nos creemos mejores y
seguros y despreciamos a todos los que no piensen y actúen
como nosotros. Si no aceptas que la parábola va por ti, es inútil
que la leas.

La elección de un fariseo y un publicano, sin matizaciones, no


es inocente. Como en el caso del buen samaritano, tiene la
intención de herir donde más le duele a los fariseos. Lo que
quiere dejar claro es que el cumplimiento de la Ley, por muy
escrupuloso que sea, no basta. Para nosotros, buen cristiano
sigue siendo el que va a misa, se confiesa y comulga.

El mensaje es revolucionario donde los haya. Trastoca toda la


religiosidad de la época de Jesús y el de cualquier época. El
bueno, el santo es rechazado por Dios. El pecador es aceptado.
Esto será siempre un escándalo para los piadosos.

Ningún cristiano de hoy sería capaz de presentar una hoja de


servicios como la del fariseo del evangelio. Y sin embargo, la
parábola deja muy claro que no le sirve de nada. Ni siquiera
en teoría hemos aceptado esta enseñanza. Un "buen" fariseo
cumplidor sigue siendo el modelo.

Bueno no hay más que uno, Dios. Malo no hay ninguno. Ni te


tienes que considerar bueno (fariseo) ni tienes que agobiarte
creyendo que eres malo. El hecho de que hayas fallado no
quiere decir que seas malo. Únicamente quiere decir que aún
estás fuera de tu verdadero ser. No juzgues a nadie, ni siquiera
a ti mismo. Más bien trabaja por descubrir lo que eres y actuar
desde ahí con absoluta confianza.

Los dos hijos


(Mt 21,28-32)

La simplicidad del relato esconde una enseñanza fundamental.

165
Como conclusión general l tenemos que decir que los hechos
son lo importante l y que las palabras sirven de muy poco. La
praxis prevalece siempre sobre la teoría.

El evangelio no nos invita a decir primero no y después sí. El


ideal sería decir sí y hacer; pero lo maravilloso del mensaje
está precisamente ahí: Dios comprende nuestra limitación y
admite la posibilidad de rectificación. Claro que solo se puede
uno corregi~ después de "recapacitar".

Llevamos dos mil años haciendo una religión de ritos l doctrinas


y preceptos. Desde el bautismo decimos "sí voy" pero nos
quedamos siempre en donde estamos.

No hay más que ver lo que se entiende por "practicante"l para


darnos cuenta de que no tiene nada que ver con la vida real l
sino solo con una serie de obligaciones formales con relación
a Dios y a la institución. Eso se llama irse por las ramas l
alejándose del tronco del evangelio.

También hoy podemos ir un poco más allá de la parábola. Ni


siquiera las obras tienen valor absoluto. Las obras deben ser la
manifestación de una actitud vital l que es lo verdaderamente
importante. Porque podrían ser reacciones automáticas des-
conectadas de nuestro verdadero serl Y conectadas tan solo
a un interés egoísta. Los fariseos cumplían escrupulosamente
todas las normas l pero Imcuhos o hadan mecánicamente l sin
ninguna sinceridad de corazón. .

No pierdas el tiempo tratando de situarte en una de las


partes. Todos estamos diciendo "no" cada tres por cuatro l y
todos estamos diciendo "sí" con una pasmosa ligereza l sin
comprometernos de verdad.

Las vírgenes necias y prudentes


(Mt 25 / 1-13)

La importancia del relato no la tiene el novio ni la novia l ni

166
siquiera los acompañantes. Lo que el relato destaca es la luz.
La luz es más importante que las mismas muchachas, porque
lo que determina que entren o no entren en el banquete es que
tengan o no tengan el candil encendido. Una acompañante sin
luz no pintaba nada en el cortejo. El objetivo de las doncellas
era precisamente alumbrar el camino.

Jesús había dicho: "Yo soy la luz del mundo". Y también:


"vosotros sois la luz del mundo". El ser humano es luz cuando
ha desplegado su verdadero ser; es decir, cuando trasciende y
va más allá de lo que le pide su simple animalidad. No es que
nuestra condición de animales sea algo malo, al contrario, es
la base para alcanzar nuestra plenitud, pero si no vamos más
allá, cercenamos nuestras posibilidades de humanidad.

Ahora bien, para que dé luz una lámpara, tiene que tener
aceite. Aquí está la madre del cordero. Lo importante es la luz,
pero lo que hay que procurar es el aceite. ¿Cuál es el aceite
que hace arder la lámpara? La luz que tiene que arder son las
obras. El aceite que alimenta la llama, es el amor. Ser 'sensato'
no depende del conocimiento sino de la práctica del amor.

Si de verdad queremos dejar de ser necios y empezar a


ser sensatos, tenemos que desplegar nuestra vida desde
otra perspectiva. Tenemos que abandonar todo proyecto de
glorificación, sea en este mundo o sea en el otro, y entrar por
el camino del servicio a los demás hasta la entrega total de
todo lo que somos. El aceite solo da luz cuando se consume.
La inserción definitiva en Dios solo es posible si desaparezco
consumiéndome en el servicio de los demás.

Los talentos
(Mt 25,14-30) (Le 19,11-27)

Sería una equivocación interpretar "talentos" como cualidades


de la persona. En el orden de las cualidades estamos obligados
a desplegar todas las posibilidades, pero siempre pensando en

167
el bien de todos y no emplear la mayor inteligencia, el mayor
ingenio, las mayores habilidades o la mejor preparación! para
acaparar más y desplumar a los menos capacitados! para más
"inri", dando gracias a Dios por ser más listos que los demás.

Como seres humanos tenemos algo esencial! y mucho que


es accidental. Lo importante es la esencia que constituye al
hombre como tal. Ese es el verdadero talento. Todo lo que
puede tener o no tener (lo accidental) no puede ser la principal
preocupación. Los talentos de que habla el evangelio! son las
realidades que hacen al hombre humano. Ser más humano
significa amar más. y amor quiere decir servicio a los demás.

Algunos puntos de la parábola necesitan aclaración.

En primer lugar! el que no arriesga el dinero! no lo hace por


holgazanería o comodidad, sino por miedo. El siervo inútil
no derrocha la fortuna del amo. Simplemente no hace nada.
Recuerda el "yo no robo ni mato ..."

También debía hacernos pensar que se condene tan


severamente a uno por no hacer nada. Creo que en nuestras
comunidades, lo que hoy predomina es el miedo. No se dejan
poner en marcha iniciativas que supongan riesgo de perder
seguridades! pero con esa actitud, se está cercenando la
posibilidad de llevar esperanza a muchos desesperados.

En segundo lugar¡ la actitud del amo tampoco puede ser


ejemplo de lo que hace Dios con los que no cumplen. Pensemos
en la parábOla del hijo pródigo que después de la que armó, es
tratado por el padre de una manera completamente diferente
a como insinúa esta parábola.

Quitarle al que tiene menos lo poco que tiene para dár;,el\)


al que tiene más, tomado al pie de la letra, sería totdiml~nte
impropio del Dios de Jesús. Pero no hace falta r,inguna
actuación de Dios. El que escondió el talento ya se ha privado
de él haciéndolo inútil. No solo ha perdido toda posibilidad de

168
hacer que fructifique, sino que realmente lo ha perdido ya.

Finalmente es también muy interesante constatar que, tanto el


que negocia con cinco, como el que negocia con dos, reciben,
según Mateo, exactamente el mismo premio. Esto indica que
en ningún caso se trata de valorar los resultados del trabajo,
sino la actitud de los empleados. Claro que si necesitas un
premio es que no has entendido que haber trabajado, ya es el
premio.

No se trata de negociar con los talentos en provecho propio.


Se trata de ponerlos al servicio de toda la comunidad. Solo así
pueden ser provechosos para mí. En el orden del ser, todos
somos exactamente iguales. Cuando percibimos diferencias,
es que estamos sobrevalorando lo accidental. En el orden del
ser todos tenemos miles de talentos. Esos no dependen de las
circunstancias ni externas ni internas. Las bienaventuranzas lo
dejan claro. La verdadera salvación está al alcance de todos.

169
15

LOS JERARCAS LO ELIMINARON

La muerte de Jesús es un hecho de capital importancia, no por


sí misma, sino porque obligó a sus seguidores y nos obliga a
nosotros a buscar el verdadero sentido de su vida. La muerte
no puede tener valor en sí, porque no es nada, no tiene entidad
propia. La muerte no es más que el final, la culminación de la
vida.

En el caso de Jesús, la muerte es la expresión de toda su vida,


porque manifiesta que su entrega a los demás no tenía límite.

Lo verdaderamente importante no es el sufrimiento que lleva


consigo sino la radicalidad de una actitud que queda reflejada
en una muerte como la que él sufrió.

Por qué lo mataron

La muerte violenta de Jesús nos demuestra la ambigüedad


de su figura histórica. La presencia de lo divino en él no es
apodíctica, no aparece con una claridad irrefutable; exige un
voto de confianza. Solo se puede dar ese paso desde la fe.

Tampoco podemos partir del supuesto de que quienes lo


rechazaron, fueron malvados y gente con mala voluntad desde
el principio. En los evangelios está claro que el rechazo fue
progresivo y que llegó a implicar a ciudades enteras, (ay de ti
Corazaín, ay de ti Betsaida).

170
Desde tres instancias distintas podía llegar a Jesús la muerte:

• los romanos tenían el derecho de crucificar;


• Herodes tenía el "jus gladW' derecho de decapitar (de
hecho había decapitado a Juan);
• el sanedrín tenía el derecho de lapidar (martirio de
Esteban).

Peligro de muerte por parte de los Romanos. Como potencia


ocupante, la autoridad romana tenía que estar siempre alerta
contra cualquier clase de insurrección. Cada tres por cuatro,
surgían movimientos independentistas que se levantaban
contra los opresores.

En el caso de los judíos, el peligro de ser ejecutado tenía un


contenido religioso que era en sí mismo un agravante. Para
ellos no existía más soberano que Dios, ni más norma que la
Ley dada por Él. Todo el que fuera contra Dios o contra la Ley,
era reo de muerte.

Por la composición del grupo y por algunas de las actuaciones


de Jesús, se pOdía interpretar como un resurgimiento de los
rebeldes; de hecho se nos habla de Simón el zelota, o de Judas
el sicario, incluso los "boanerges", hijos del trueno, podían
hacer referencia a los zelotas.

Herodes tenía que estar siempre bailando el agua a los romanos


porque de ellos dependía la permanencia en el cargo. Pero
tampoco se podía poner enfrente de los jefes religiosos porque
sabía de sobra el poder que tenían. Su postura será siempre
ambigua.

Si los mismos judíos acusan a Jesús de insurrección, no pOdía


quedarse con los brazos cruzados. Recordemos que manda
decapitar a Juan, aunque le parecía una persona excelente,
solo por no desairar a la hija de su mujer.

Caifás y los jefes religiosos tenían más que suficientes razones

171
para matar a Jesús. La existencia del pueblo judío se apoyaba
sobre dos pilares: la ley y el templo. Jesús atacó directamente
y con violencia las dos instituciones, que eran los pilares
sagrados del judaísmo.

De hecho su muerte no fue más que la última consecuencia del


conflicto surgido durante su vida por su predicación y por su
actitud vital. La religiosidad oficial no pOdía tolerar que Jes",
se saltara la ley a la torera y que acogiera y comiera ( ,n Iv
pecadores públicos.

Para juzgar a los embaucadores había una clara pauta en Dt


17 / 12: "El que por arrogancia no escuche al sacerdote puesto
al servicio del seño~ tu Dios, ni acepte su sentencia, I dorirá".
Los evangelios nos hablan del enfrentamiento de Jesús con
fariseos, saduceos, escribas y sacerdotes.

También está claro que no todos estaban de acuerdo en la


aplicación a Jesús de este pasaje. Para ellos se trataba de
dilucidar si Jesús era un profeta o el "a nti profeta ", si traía
salvación o tenía un demonio dentro y embaucaba al pueblo.

De hecho, no fueron capaces de ponerse de acuerdo en los


motivos para condenar a Jesús. Solo consiguieron ponerse de
acuerdo para entregarlo a los romanos. «Que decidan ellos».

La razón jurídica de esta decisión, que era en la práctica una


condena a muerte l fue el desprecio de Jesús por la autoridad
suprema de Israel. El silencio de Jesús suponía negarse a dar
cuenta ante ninguna autoridad de lo que hacía y enseñaba.

Este punto indica también la autocomprensión que tenía de


su misión por parte de Dios. En la vida de Jesús encontramos
una serie de factores que unidos explican que su muerte
fuera primero una posibilidad, más tarde una probabilidad y
finalmente una certeza.

En resumidas cuentas, lo mataron porque la idea de Dios

172
que predicaba y vivía, era contraria a la idea de Dios de la
relig'osidad oficial. No es menos importante, a la hora de tomar
una decisión, la conciencia de los jefes religiosos de que lo que
Jesús predicaba, socavaba sus más básicos intereses.

Por qué murió

Aquí nos planteamos el tema desde el punto de vista religioso:


cómo fue interpretada por los primeros cristianos, desde la fe,
la muerte de Jesús. En los escritos del NT podemos encontrar
tres tendencias a la hora de explicar la muerte de Jesús.

1.- Profeta mártir escatológico.

Esta idea surge del contraste entre la ejecución de Jesús por


parte de los dirigentes religiosos y la acción glorificadora por
parte de Dios que los primeros cristianos descubrieron en la
experiencia pascual. La historia se repite: "Israel mata a sus
profetas",

Ya en el AT se encuentra una alusión al rechazo de los profetas


enviados por Dios y el afán de terminar con ellos. "¿Hay algún
profeta que vuestros padres no persiguieran?". Los judíos se
hicieron ante Jesús una pregunta: ¿Es el profeta escatológico,
o es el seudo profeta, el anticristo?

La actitud de Jesús ante la ley o el templo correspondía con los


rasgos típicos del anticristo. Tanto la ley como el templo, pOdían
considerarse obra de Dios o construidos por mano de hombre.
La religión oficial los consideraba obra de Dios. Todo el que se
opusiera a esta consideración había que aniquilarlo. Jesús es
rechazado y condenado por seudo profeta, por adversario que
seduce al pueblo.

Según esta interpretación de la muerte de Jesús, no había duda:


los jefes religiosos actuaron contra Dios, como lo confirma
la actuación del mismo Dios a favor de Jesús resucitándole.

173
Vosotros lo habéis matado, pero Dios lo ha resucitado y
glorificado.

2.- Dios lleva a cabo su plan de salvación.

Esta tradición interpreta la muerte de Jesús como la realización


de un plan de salvación previsto por Dios "según las Escrituras".
Esto se entiende, o bien como que "el Hijo del hombre tiene
que padecer mucho y así ser glorificado"; en cuyo caso Jesús
es un objeto pasivo entre los judíos y Dios. O bien "el Hijo del
hombre va a ser entregado en manos de los hombres". En este
otro supuesto, Dios mismo entrega a Jesús a la muerte.

Se basa en la idea bíblica de que el justo debe sufrir para salvar


a 105 culpables. La muerte de Jesús es el sufrimiento sacrificial
del justo de que habla la Escritura. De acuerdo con esta idea, a
la glorificación pascual debía preceder la muerte ignominiosa.

3.- Muerte expiatoria, esquema soteriológico.

Interpreta la muerte de Jesús como una muerte expiatoria en


favor de los hombres. Según los exegetas, es claro que las
fórmulas soteriológicas constituyen un conjunto tradicional
muy antiguo, (murió por nosotros, por nuestros pecados) pero
su origen no es fácil de explicar.

Puede ser que Jesús interpretara por sí mismo su muerte


inminente en este sentido. Puede ser que la referencia de
Marcos al "rescate por muchos" en la última cena, tenga un
apoyo histórico en alguna palabra o gesto de Jesús.

En la forma más antigua del relato de la pasión no se encuentra


indicio alguno de una motivación soteriológica (salvífica) de la
pasión de Jesús. Esta interpretación tuvo que surgir más tarde,
aunque Pablo ya en sus primeros escritos, deja muy clara esta
interpretación.

Hoy se nos hace imposible la idea de una exigencia de Dios,

174
que tuviera que entregar a su Hijo a la muerte para salvar al ser
humano. Dios es amor y no necesita ninguna motivación para
amarnos. No nos ama porque seamos buenos, sino porque
Él es bueno. No nos quiere después de que dejemos de ser
pecadores, sino cuando aun lo somos.

Si no fuera así, tendríamos que aplicar al mismo Dios aquellas


palabras del evangelio: Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito
tendréis? Eso lo hace hasta el mismo diablo. En la muerte de
Jesús, Dios no tuvo nada que ver. Basta la imbecilidad de los
seres humanos para explicarla.

Las primeras interpretaciones de la muerte de Jesús están


condicionadas por las categorías religiosas y culturales de
la época. Nosotros, al igual que las primeras comunidades,
debemos tener en cuenta nuestra propia cultura para
reflexionar cristianamente, partiendo de los datos históricos
que poseemos. Esas reflexiones pueden llegar a plasmarse en
una fórmula distinta de la interpretación neotestamentaria.

Para nosotros hoy el valor de la muerte de Jesús está en que


fue esa postura ante la muerte la que nos reveló su verdadera
actitud ante la vida y ante Dios. Sin duda tuvo que soportar
una terrible lucha interior entre la conciencia de su misión y el
silencio de Aquel, que él llamaba "mi Abba".

Jesús superó la última prueba al demostrarnos que la acción


visible de Dios liberándole de esa hora¡ no puede ser la última
palabra de Dios. Dios es fiel aunque exija el abandono total. En
la destrucción total de sí mismo se encuentra la total entrega
de Dios. Esto es muy difícil de entender desde la perspectiva
de un Dios externo y Señor de todo.

Jesús ante su muerte

Aunque no tenemos suficientes datos para conocer la actitud


de Jesús ante su muerte¡ es completamente imprescindible

175
intentar aproximarnos a su vivencia interior ante su muerte
violenta. No se trató en él de aceptar la muerte, sino de aceptar
una muerte ignominiosa de manos de los representantes de su
mismo Dios. Tuvo que ser para él un trauma increíble.

Sin duda ninguna, se dio cuenta de que lo iban a matar. No


hacía falta ser un lince para descubrir que lo que predicaba y lo
que hacía no gustaba a los jefes religiosos de su tiempo. Tuvo
que pensar más de una vez en la muerte y en el sentido que
podía tener para él, puesto que según los evangelios, aceptó
el reto y fue voluntariamente en su busca; o por lo menos no
hizo nada para evitarla.

Es más, creo que en la aceptación de las consecuencias de su


actuación está la clave de toda la vida de Jesús. El hecho de
que no dejara de decir lo que tenía que decir, ni de hacer lo que
creía que tenía que hacer, aunque sabía que eso le iba a costar
la vida, es la clave para comprender que la muerte no fue un
accidente, sino la consecuencia de toda su vida.

El hecho de que le mataran, podría no tener mayor importancia,


menos aún la manera de morir; pero el hecho de que le
importara más la defensa de sus convicciones que la vida, nos
da la verdadera profundidad de su opción vital. Demuestra el
grado de su fidelidad a sí mismo y a Dios.

Desde la perspectiva de su obediencia al Padre, nos dice que


esa fidelidad era total, hasta la muerte.' Pero también nos
habla de su confianza total en ese Dios, a pesar de su aparente
alejamiento y del sufrimiento que esto conllevaba.

Las palabras y los gestos de Jesús en la última cena, sobre el


servicio total a los demás, pueden significar la más elevada
toma de conciencia de Jesús sobre el sentido de su vida. Así lo
interpretaron los primeros cristianos al hacer de ese recuerdo
"el sacramento de nuestra fe".

Tal vez en ese momento, cuando ya era inevitable su muerte,

176
descubrió el verdadero sentido de una vida humana. Ese
sentido no puede ser otro que el servicio, la donación total a
los demás. Jesús descubrió a Dios como don total, como amor
absoluto. Sentirse Hijo, llevaba consigo actuar de la misma
manera.

Ante esa experiencia de Días, la úníca respuesta válida es la


entrega total. Cuando un ser humano es capaz de consumirse
por los demás, está alcanzando su consumación total. En ese
instante puede decir: «Yo y el Padre somos uno».

177
16

EXPERIENCIA PACUAL: CRISTO VIVE

Debemos dejar claro que la experiencia pascual forma parte de


los evangelios, es decir es parte esencial de la buena noticia
de Jesús. Todavía más, podemos afirmar sin ninguna duda que
no se puede llamar a nadie cristiano si no ha atravesado, él
mismo, esa experiencia.

Es verdad que esta etapa de la historia del cristianismo es la


más importante para un cristiano, pero no es menos cierto, que
hubiera sido imposible sin la anterior. Con frecuencia ponemos
tanto énfasis en lo que sucedió después de su muerte, que
olvidamos la trayectoria humana de Jesús, dejando sin soporte
todo lo que decimos de él.

El cristianismo empieza su andadura en la experiencia pascual.


Jesús es el fundamento, pero no fundó el cristianismo. Sin la
experiencia de que Jesús les estaba dando Vida, nunca hubieran
descubierto que seguía vivo. Tomar conciencia de esta realidad
es de vital importancia para nosotros hoy. Quiere decir 'lIJe ni
entonces ni ahora es posible ser cristiano sin la expLllencia
pascual.

Insisto en ello porque no lo hemos tenido claro a través de


los dos mil años de cristianismo. Los primeros cristianos no
vieron a Jesús vivo el lunes de Pascua y entonces empezaron a
vivir su misma Vida. El proceso fue exactamente el contrario.
Descubrieron que Jesús les estaba dando Vida y concluyeron

178
que para poder darles Vida, él mismo tenía que estar vivo,
porque un muerto no puede dar vida.

La Vida que reciben los seguidores de Jesús no tiene nada que


ver con la vida física. Se trata de la Vida de Dios que Jesús ya
tenía mientras vivía con ellos, pero que fueron incapaces de
descubrir, hasta que no desapareció físicamente.

Nos despista el hecho de que esa experiencia se terminó


expresando con el término "resurrección". Inmediatamente
pensamos en que, una vez terminada la vida biológica con su
muerte, alguna fuerza especial reconstruyó de nuevo esa vida
que se había perdido. Esto es un disparate teológico que no se
puede fundamentar en ningún texto del NT.

Es un hecho muy significativo que en ningún lugar del NT se


narre directamente el hecho de la resurrección. Los relatos de
apariciones ni el sepulcro vacío se pueden considerar como
pruebas de la resurrección. Todo lo contrario, si estamos
atentos, la forma de relatar nos pone en guardia contra una
comprensión demasiado material de la nueva presencia viva
de Jesús. No se trata de un intervencionismo espiritualista por
parte de Dios, ni de una demostración de poder divino por
parte del mismo Jesús sino de una experiencia clara de que
Jesús VIVE.

Con la palabra "resurrección" los primeros cristianos quisieron


trasmitir una vivencia de que Jesús, después de su pasión y
muerte, seguía dándoles Vida. Esa experiencia de que seguía
vivo, y además les estaba comunicando a ellos su misma Vida,
no fue fácil de expresar, porque tuvieron que emplear la misma
palabra "vida" para identificar una realidad completamente
diferente.

Antes de generalizarse el término "resurrección", en las


comunidades primitivas, se habló de con otros lenguajes de la
misma experiencia pascual. El primer concepto utilizado fue el
de Jesús como el juez escatológico, que vendría al fin de los

179
tiempos a juzgar, es decir a salvar definitivamente.

Fijándose en la predicación por parte de Jesús de la inminente


venida del Reino de Dios, pasaron por alto los demás aspectos
del Jesús histórico y predicaron a Jesús como dador de salvación
definitiva sin hacer ninguna referencia a la resurrección.

Otra cristología que se percibe en algunas comunidades


primitivas, es la de Jesús como taumaturgo. Jesús manifestó
con sus poderes, que Dios estaba con él. Para ellos los milagros
eran la clave para la comprensión de Jesús. Esta cristología
es muy criticada en los mismos evangelios, lo cual quiere
decir que tuvo mucha influencia y se quería contrarrestar una
errónea manera de entenderla.

Una tercera cristología, que no tiene explícitamente en cuenta


la resurrección, es la que considera a Jesús como la Sabiduría
de Dios, manifestada en sus enseñanzas. Sería el Maestro
que conectando con la Sabiduría preexistente, nos enseña lo
necesario para llegar a Dios.

Todas estas maneras de entender a Jesús después de haber


muerto, fueros condensándose en la cristología pascual, que
encontró en la idea de resurrección el marco más adecuado
para explicar de una manera convincente la vivencia pascual
de los seguidores de Jesús.

Sin embargo incluso la cristología pascual más primitiva,


tampoco hace referencia explícita a la resurrección. Parece
muy probable que la experiencia pascual fue interpretada
en una primera instancia, no como resurrección, sino como
exaltación y glorificación del Justo doliente. Esta parece ser la
interpretación más antigua de la experiencia pascual.

Es un dato cierto que todos los discípulos abandonaron a Jesús


ante la inminente pasión y muerte de su maestro. ¿Por qué
en un momento determinado vuelven a proclamar que sigue
vivo? Este es el paso más importante que se vieron obligados

180
a dar lo seguidores de Jesús. En los evangelios no tenemos
suficientes datos para justificar este salto.

Tampoco nos dice la Escritura que ese cambio se debiera a las


apariciones o a la tumba vacía. Más bien se nos dice que algo
sucedió en ellos, que les hizo darse cuenta de que Jesús seguía
vivo. Una vez que experimentaron esta presencia, se vieron
obligados a intentar trasmitirla a los demás.

Hacemos entrar a Dios en una dinámica materialista, cuando


interpretamos la resurre<:;ción como una vuelta del cuerpo de
Jesús a la vida biológica. Por atractiva que pueda ser la idea,
no tiene sentido desde el punto de vista de la espiritualidad,
más bien sería la negación de toda espiritualidad.

A Dios no se puede llegar desde los sentidos. Lo divino no se


puede ver ni oír ni palpar... Ni directa ni indirectamente puede
ser conocido Dios desde nuestra materialidad. Tampoco puede
ser fruto de un razonamiento. Si dijéramos: "mirad lo que ha
pasado, es un milagro, luego Dios lo ha hecho". Esta conclusión
no estaría dentro de la lógica, sería un error.

Tampoco lo que hay de Dios en Jesús puede descubrirse por


los sentidos. Lo divino está en su humanidad, pero no es
directamente perceptible. La mejor prueba es que la inmensa
mayoría de los que le conocieron no se enteraron de su divinidad
y los que se enteraron lo hicieron, curiosamente, cuando
fueron privados de su presencia física. Unas apariciones o un
sepulcro vacío no pueden ser la demostración de que Jesús
sigue viviendo en la verdadera Vida.

La resurrección de Jesús nunca pOdría ser un acontecimiento.


La trayectoria humana de Jesús terminó en el instante de su
muerte. En ese momento pasa a otro plano, el del espíritu,
donde no hay tiempo ni espacio; es ya la eternidad donde no
pueden ocurrir cosas.

Nosotros sí podemos imaginarnos determinados acontecimien-

181
tos después de la muerte de Jesús o de la nuestra, pero solo
serán eso, imaginaciones.

Lo que aconteció en Jesús, aconteció antes de morir. Si, una


vez muerto, está fuera del tiempo, ¿qué significa, "al tercer
día, a los cuarenta días, a los cincuenta días? Si está fuera del
espacio, ¿qué puede significar que va a Galilea o se presenta
en el cenáculo o no está en el sepulcro, o ha subido al cielo?

Jesús había muerto antes de morir y había resucitado antes


de morir. Medita esta frase porque es la clave para entender lo
que vas a leer a continuación. •

Jesús se había desprendido de esta vida y había entrado en la


misma VIDA de Dios. Esta es la clave para entrar en la dinámica
del misterio pascual. Pablo lo expresa magistralmente cuando
dice: "Habéis muerto con Cristo y vuestra vida está escondida
en Dios".

La verdadera muerte y la verdadera resurrección no son de


orden físico o biológico. Cuando Pablo nos dice que hemos
muerto con Cristo y nuestra vida está escondida en Dios, no se
refiere a la muerte física. Cuando nos dice que por el bautismo
nos incorporamos (ahora) a su muerte, no está hablando de
la muerte física. Cuando nos dice: "para que así como él fue
despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos (ya ahora) en una vida nueva", no
está hablando de la vida biológica.

Cuando Jesús le dice a Nicodemo: "Hay que nacer de nuevo",


no se refiere a la vida biológica. Para nacer a esa nueva Vida
que no es física, hay que morir de una manera no física. Hay
que morir a todo lo que nos ata a la materia. Hay que morir a
nuestro ego, a nuestra individualidad, a nuestra contingencia,
a todo lo que no es nuestro auténtico ser, a todo lo accidental
y secundario que hay en nosotros. Entonces naceremos a la
nueva Vida que transciende; a la que ya no afecta la muerte
biológica.

182
Pero entonces, ¿a qué vienen todos esos relatos de tumba
vacía y de apariciones? ¿Nos engañan cuando nos dicen que
vieron a Jesús y que comieron con él? No nos engañan los
evangelios, nos engañamos nosotros, al no tener en cuenta los
géneros literarios y el contexto de una cultura que comunicaba
las verdades profundas por medio de relatos.

Esos relatos son un intento de trasmitir a los demás unas


experiencias profundas por las que los apóstoles descubrieron
que Jesús les daba Vida, y por lo tanto tenía que seguir vivo.
En todos los relatos de apariciones está presente también una
intención de fundamentar en Jesús su misión apostólica.

Se trata de hacer ver a todos que ese afán de predicar, práctica


general en las comunidades cuando se relatan las apariciones,
no se la sacaron de la manga los apóstoles, sino que fue el
mismo Jesús el que les encargó la tarea de evangeliza~ es
decir de llevar a todos esa buena noticia.

Relatos sobre la tumba vacía

Nunca se quiere dar a entender que el sepulcro vacío sea el


fundamento de la fe en la resurrección; al contrario, lo que
provocó fue miedo, temor, de modo que salieron huyendo. Los
relatos del sepulcro dan por supuesta la fe en la resurrección.

En la investigación histórico-crítica, estos relatos se consideran


como leyenda sagrada. Es una legitimación literaria de un lugar
como lugar sagrado.

Seguramente el lugar donde enterraron a Jesús fue, desde


muy pronto lugar de peregrinación. Serían relatos tardíos y
más bien populares que no tienen finalidad histórica. Sería
impensable predicar en Jerusalén la resurrección de Jesús si se
pudiera señalar donde estaba el cadáver. Para la antropología
judía era inconcebible una resurrección sin cuerpo. "Cuerpo"
significa para un judío, la persona entera.

183
Seguramente desde muy pronto, los cristianos se reunieron
en torno a la tumba para celebrar su fe y consideraron el lugar
como lugar sagrado. Pero se diera o no se diera la tumba vacía,
lo importante es que ese dato es innecesario e insuficiente
para confesar la resurrección de Jesús.

Innecesario, porque Jesús no volvió a la vida material. La


resurrección es la incorporación a la Vida de Dios que es
espiritual; lo cual no quiere decir que la parte corporal no
participe también de la resurrección, pero no de una manera
física. Pablo habla de un cuerpo espiritual.

Esto no es ninguna invención de la modernidad, sino que es la


interpretación más estrictamente tradicional. Esto mismo, dan
a entender los textos cuando nos presentan a Jesús resucitado
atravesando las paredes, haciéndose presente en el centro sin
recorrer espacio alguno, etc.

Para los judíos era impensable un ser humano sin cuerpo. Pero
para los griegos el cuerpo no era más que la cárcel donde
estaba presa el alma. Esta manera, diametralmente opuesta
de ver al ser humano, tuvo que armonizarse en la experiencia
pascual. Hay que tener en cuenta esta dificultad a la hora de
interpretar los textos de los evangelios, que fueron todos ellos
escritos en griego.

Que es insuficiente lo demuestra el hecho de que, ante la


tumba vacía, podemos encontrar reacciones diversas: miedo,
engaño, etc. Magdalena interpretó el sepulcro vacío como un
robo.

El hecho de que los evangelios nos presenten a mujeres como


los primeros testigos de la tumba vacía es un dato importante.
La mujer no era admitida como testigo en un juicio. Los
apóstoles no las creyeron. Si a pesar de todo, los evangelios
nos dicen que fueron mujeres las primeras que descubren al
resucitado, tiene que haber alguna razón. Hoy sabemos que
la mujer es mucho más intuitiva que el hombre. Es más que

184
probable que fueran las mujeres las primeras en descubrir esa
Vida que Jesús comunicaba.

También nos dicen los mismos evangelios, que si la tumba


estaba vacía, podría haber sido que alguien hubiera robado
el cuerpo. Es lo que piensa la misma Magdalena, no solo los
judíos que le mandaron matar: Esto nos hace pensar que
no pretenden utilizar la tumba vacía como argumento para
demostrar la resurrección, sino con otra intención mucho más
simbólica.

Es muy poco probable que a los dos días de morir Jesús, se


viviera ya una experiencia pascual. Aunque es cierto que el día
primero de la semana, el domingo, fue desde muy pronto el
símbolo de la nueva creación que empieza con la resurrección
de Jesús. Los cristianos se dan cuenta enseguida de la increíble
novedad de la presencia de Jesús en sus vidas.

A Jesús no se le coloca en un cementerio, sino en un huerto.


Está haciendo referencia a la creación del hombre. Dios quiere
que despliegue su actividad como ser humano. Jesús, nuevo
Adán, da origen a la creación de un nuevo hombre. La nueva
comunidad comienza ahí su andadura, y Magdalena es la
primera que hace suya esa nueva manera de ser humano.

La aparición de los ángeles se interpreta como una manera de


hablar de una revelación de Dios, en el estilo de la angelología
del AT. La trascendencia de Dios impedía ponerle directamente
en escena. Por eso se hacía el circunloquio de los ángeles que
era una manera de hablar de Dios sin nombrarlo.

Relatos de apariciones

Cuanto más antiguos son los documentos escritos, menos


rastros de apariciones aparecen en ellos. Marcos que es el
primero en escribir su evangelio, no sabe nada de apariciones.
El final de Marcos fue añadido a mediados del siglo n.

185
En cambio las relatadas por Juan que es el último, contienen
todo lujo de detalles. También el último relato de Juan en el
lago es un añadido.

Pablo tampoco sabe nada de esos relatos. Mateo tampoco


tiene un verdadero relato de apariciones; no dice nada de
cómo sucedió. Solamente Lucas y Juan, los últimos en escribir,
tienen relatos de apariciones.

Por otra parte es imposible hacer concordar los distintos


relatos de las mismas apariciones. Diferencia en el número de
mujeres, diferencia en el número de ángeles, divergencias en
los motivos por los que las mujeres van al sepulcro, diferencia
en el lugar de las apariciones (Jerusalén - Galilea).

Si un juez examinara a los testigos de -la resurrección y les


preguntara; ¿Dónde se apareció? ¿Cuántos erais? ¿Qué os
dijo? ¿Cómo fue? La conclusión no podía ser otra, sino que
los testigos mentían. Si se mantienen esas contradicciones es
porque los evangelios no les dan mayor importancia.

No quieren engañar a nadie y saben que son relatos que hay


que entender no como crónicas de sucesos, sino como formas
de contarnos su experiencia de la resurrección. Son encuentros
con el Señor resucitado. Experiencias internas aunque tengan
lugar en comunidad.

En los relatos de apariciones encontramos cinco elementos que


se repiten machacona mente.

a) Una situación dada. Jesús se hace presente en la vida


real. Incluso cuando están reunidos, no en el templo o en
la sinagoga sino en una casa normal.

b) Jesús sale al encuentro inesperadamente. Él es el que


toma la iniciativa, no es una provocación ni un deseo
de los discípulos. Casi siempre aparece cuando menos
podían esperarlo.

186
c) Jesús les saluda utilizando las mismas palabras que
cuando se encontraban en la vida real. Jesús se impone
desde fuera pero con la mayor normalidad.

d) Hay un reconocimiento, casi siempre difícil y después


de alguna duda. Este dato es importante, porque deja
claro que no estaban predispuestos a aceptar el hecho.

e) Reciben una misión. También esto es importante


porque quiere demostrar que el afán de proclamar la
buena nueva de Jesús no es ocurrencia de los discípulos,
sino encargo expreso del mismo Jesús.

Existen varias narraciones muy dramatizadas, que además


de estos cinco elementos, introducen reflexiones teológicas
que nos indican la manera de entender la fe pascual de la
comunidad en la que se originó el relato. La comunidad va
cayendo en la cuenta de que existen momentos en los que
Jesús se hace presente y en los que se le puede reconocer.

Aparición a los doce


(Jn 20,19-29)

"Estando cerradas las puertas ..." Indica que el nuevo Jesús


no está sometido a las leyes físicas, no está limitado por este
mundo, ha trascendido a otro plano, su ser es ahora espiritual.

"Por miedo a los judíos". Muestra la hostilidad de los judíos


para con la naciente comunidad, y también la separación de la
comunidad con relación al mundo injusto.

"Se quedó en pie ..." Indica que está con entereza, con poder,
es más que ellos, pero les saluda de una manera entrañable:
shalom ... paz a vosotros.

"Les mostró las manos y el costado", antes de que le pidan


pruebas de que era él. Significa que aunque les cueste creerlo,

187
ese Jesús era el mismo que les había acompañado durante su
vida. Manifiesta también, que permanece el amor demostrado
en la cruz.

"Soplando sobre ellos les dijo: Recibid el Espíritu Santo ... Jesús
/1

es el dador del Espíritu. Es una de las primeras experiencias


pascuales. "Os conviene que yo me vaya ..." En Juan está muy
acentuada esa relación de Jesús con el Espíritu. .

"Tomás no estaba con ellos ... " Es una manera personalizada


de expresar la duda, que no fue cosa de uno sino general,
de todos. La mentalidad terrena les impide ver al verdadero
Jesús. Se percibe una incongruencia: el que atravesó los
muros, puede ahora ser tocado.

\\ iSeñor mío y Dios mío!" Tomás toca y ve pero su confesión


es de otro orden. Lo importante no es ver y tocar a Jesús,
sino descubrir y confesar al Cristo. Este es el objetivo de
todo el evangelio, por eso después de este relato concluye el
evangelio de Juan. El capítulo 21 es un añadido con vistas a
una legitimación de la figura de Pedro en la primitiva iglesia y
de la de Juan en su comunidad.

Hay en los evangelios otras apariciones a los discípulos pero


todas obedecen al mismo esquema. Todos los símbolos
empleados en los relatos, nos indican que no se deben entender
al pie de la letra, sino como formulaciones teológicas de una
experiencia.

Aparición a dos discípulos camino de Emaús


(Lc 24,13-35)

El relato de los discípulos de Emaús que vamos a examinar


es un prodigio de teología descriptiva. En él encontraremos
datos suficientes para descubrir el sentido de las apariciones y
cómo no intentan engañarnos, sino llevarnos a participar de la
experiencia pascual que los primeros cristianos tuvieron.

188
En primer lugar vemos que es Jesús quien toma la iniciativa.
Los dos discípulos se alejaban de Jerusalén, no iban en busca
de Jesús t es él el que les sale al encuentro. No lo hace de una
manera espectacular, sino aparentando casualidad.

El no reconocimiento de Jesús, nos indica claramente que la


manera de estar presente después de su muerte, no es la
misma que la presencia de una persona normal, que algo ha
cambiado en esa relación con él, que los sentidos ya no sirven
para reconocer a Jesús, que se necesita algo más para entrar
en contacto con él.

En este relato descubrimos la experiencia de la comunidad. Hay


momentos en los que se hace presente el Señor resucitado, y
en los que se le puede reconocer. ¿Dónde se hace presente el
Señor?

1) En el camino de la vida. Después de la muerte de Jesús,


es posible caminar junto a él y no reconocerlo. Ahora
habrá que estar mucho más atento si queremos entrar
en contacto con él. Es una crítica a nuestra religiosidad. A
Jesús vivo no lo vamos a encontrar en el templo, sino en
la vida real, en el contacto con nuestro quehacer diario.
Si no lo encontramos ahí, cualquier otro encuentro puede
resultar falso.

2) En la Escritura. En la experiencia de Jesús resucitado nos


estamos encontrando con la verdadera interpretación del
AT. Todo él está haciendo referencia a este acontecimiento
pascual que determina el punto decisivo de la historia.
Si queremos encontrarnos con Jesús, el que da vida,
tendremos que ayudarnos de las Escrituras.

3) Al partir el pan. Esta referencia nos indica una tradición


ya muy elaborada de la celebración de la eucaristía;
los cristianos tenían ya ese sacramento como el rito
fundamental de la fe en Jesús. Al ver los signos, se les
abren los ojos y le reconocen.

189
4) En la comunidad reunida, es decir, en la Iglesia, al
narrar y compartir las experiencias de cada uno. Ahí está
presente Jesús después de su muerte. Cristo resucitado
solo se hace presente en la experiencia de cada uno. Al
comunicar a los demás esa experiencia, Cristo se hace
presente en la comunidad.

El mayor obstáculo para encontrar a Cristo, es creer que ya lo


tenemos. Los discípulos creían haber conocido a Jesús cuando
vivieron con él; pero en verdad no conocieron al auténtico
Jesús. Solo cuando desaparece, se ven obligados a buscarle y
en su experiencia pascual es cuando descubren al verdadero
Jesús-Cristo. A nosotros nos pasa lo mismo. Conocemos a Jesús
desde la primera comunión, por eso no sentimos la necesidad
de buscar al auténtico, al que da Vida.

Al tercer día, según las escrituras

Una vez más nos encontramos con el problema de las palabras


y los conceptos. Tendemos a interpretar los textos literalmente,
aun cuando hablen de verdades que no se pueden atrapar en
conceptos, mucho menos en palabras concretas. Las palabras
solo son apuntes que nos señalan la dirección hacia el misterio.

"Según las Escrituras" es una fórmula que encontramos


con mucha frecuencia en el NT. No se puede olvidar que
cuando se escribel el NT, las únicas Escritúras eran el AT. Los
primeros cristianos eran judíos y tuvieron que interpretar el
acontecimiento "Jesús" según los esquemas religiosos que
tenían disponibles, es decir, según las Escrituras.

En primer lugar, en la tradición judía, un difunto no está


realmente muerto hasta que han pasado tres días. Quiere
decir que Jesús no resucitó después de una muerte aparente,
sino después de estar realmente muerto; muerto y sepultado.

El tercer día tiene un significado particular en el pensamiento

190
judío. El tercer día significa el día decisivo, el día en que
concluye definitivamente algo o el día en que comienza algo
completamente nuevo: al tercer día encuentran al niño Jesús
en Jerusalén; Pablo ayuna tres días, después, su conversión es
definitiva.

El tercer día, como momento decisivo, es utilizado en el AT por


lo menos treinta veces, sin ninguna connotación cronológica:
al tercer día, libera José a sus hermanos de la cárcel; al tercer
día, establece Dios la alianza con su pueblo; al tercer día,
recibe David la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán; al tercer
día, tiene lugar la división del reino en Israel y Judá; al tercer
día, agradece el rey Ezequías a Dios por haber sanado de una
enfermedad mortal; al tercer día, comienza Esther su gran
obra de salvación de Israel; al tercer día, da Yahvé una nueva
vida al pueblo y lo resucita.

Después de tres días de experiencias difíciles, el tercer día trae


la salvación. En el caso de Jesús, quiere decir que al tercer
día actúa Dios definitivamente y resucita a Jesús. No es la
muerte sino Dios quien tiene la última palabra. Después de la
suprema tribulación, Dios actúa. Dios deja al justo abandonado
a su suerte un día, dos días, pero al tercer día, le salva
definitivamente.

¡Resucitó!

¿Qué significa para nosotros hoy la resurrección? Jesús va la


muerte por ser fiel a Dios. Sabe perfectamente a lo que se
expone, y sabiéndolo, no da un paso atrás sino que se arriesga.
Para los primeros cristianos, la resurrección es la respuesta de
Dios a esa inquebrantable actitud. Es la manifestación definitiva
de su fidelidad.

Al confesar la resurrección estamos diciendo algo sobre Dios.


Estamos diciendo también algo sobre Jesús de Nazaret. Los
textos se encargan de dejar bien claro que el mismo que

191
resucitó es el crucificado. Jesús está vivo en el ser de Dios.

Al confesar la resurrección decimos que Jesús tenía razón. Dios


es como Jesús dijo que era y no como intentaba enseñar la
religiosidad oficial. Dios es amor. El ser humano debe buscarle
como Jesús lo buscó. Solo y en la medida que nos comportemos
como Él, descubriremos a Dios.

Pero Jesús resucitado dice también algo sobre el ser humano.


Estamos aquí para ser como Jesús. Jesús ha sido un hombre
como Dios quiere. El sentido de nuestra historia es ser como
Jesús. Como él, tenemos que morir y resucitar antes de la
muerte biológica.

Jesús envía su Espíritu

La tarea de Jesús terminó en el mismo instante de su muerte.


Esta idea está magníficamente expresada cuando el evangelista
Juan pone en boca de Jesús las últimas palabras: "todo está
cumplido". Lo que viene después, es consecuencia de su obra.

Las consecuencias de su vida fueron y siguen siendo tan


determinantes, que podemos decir que sigue actuando, pero
se trata de una manera impropia de hablar.

En los evangelios tiene una importancia decisiva el


descubrimiento de que Jesús sigue vivo y sigue con ellos.
Era evidente que Jesús había desaparecido físicamente de la
escena terrena, pero ellos seguían viviendo su presencia. Esta
experiencia la expresan de una manera singular: Jesús les deja
un abogado, el Espíritu.

En realidad el Espíritu no tiene que venir de ninguna parte.


Como todas las realidades trascendentes está siempre ahí y
es el origen de toda nuestra Vida espiritual, también de la vida
de Jesús. Con frecuencia los evangelios tratan de explicar la
persona de Jesús haciendo referencia al Espíritu.

192
En cambio, los acontecimientos pascuales culminan con la
venida del Espíritu. Esto nos da idea de lo unidos que están, en
la conciencia de los discípulos, Jesús y el Espíritu. En realidad
no hay manera de separarlos. Debemos de tener en cuenta
que una cosa es la experiencia de esa presencia espiritual de
Jesús y otra, la manera que tienen de comunicarla.

La resurrección, la asunción, la glorificación y la venida


del Espíritu son la misma realidad pascual, desglosada en
"acontecimientos" aparentemente sucesivos para poder
explicarla a los demás. Esos acontecimientos no son
históricos, objetivables, más que en el interior de cada uno.
Las consecuencias vitales que esa experiencia provoca, sí son
históricas y constata bies por cualquier observador.

Si consideramos datos objetivos los hechos que atribuimos a


Jesús después de su muerte, sacaremos la conclusión de que
podemos creer en ellos sin experimentar nosotros mismos la
vivencia. Pero solo creeremos en Jesús resucitado, cuando lo
experimentemos vivo en lo más hondo de nuestro ser, cuando
hagamos nuestra su misma Vida y repitamos en nuestra
existencia su actitud vital.

Pablo habla en su carta a los Romanos de un morir con Cristo


y un resucitar con Cristo, dando a entender que solo cuando
entramos en la dinámica viva de su seguimiento nos hacemos
partícipes de la resurrección.

193
17

DE CRISTO AL CRISTIANISMO

Somos Iglesia

Este último capítulo se reduce a reflexiones personales y de-


masiado simples, sobre la situación de nuestra institución.
No se trata de una crítica gratuita ni responde a una desafec-
ción de la Iglesia. Me siento Iglesia y nada me gustaría más
que verla como fiel seguidora de Jesús y con capacidad para
dar esperanzas al hombre de hoy, haciéndoles ver que Jesús
sigue siendo el modelo humano.

Me siento identificado con una frase de Erasmo de Rotterdam


que dice: "Soporto esta Iglesia, mientras veo que mejora y
espero que ella me soporte a mí, mientras yo mismo mejo-
ro". Me parece una idea genial que deberíamos llevar dentro
todos los que pertenecemos a esta institución. Si Lutero
hubiera tenido ese mismo espíritu, la reforma no hubiera
tenido lugar.

La realidad es que el único camino para purificar esta religión


en la que nos encontramos, es reconocer lo que la separa de
su Maestro y entre todos, tratar de acortar distancias. El sur-
gimiento de la institución no fue una catástrofe. Seguramen-
te no había otra posibilidad. A medida que creció el número
de seguidores, se hizo más apremiante el desarrollo de una
cierta organización.

194
También en este caso tenemos que empezar por aclarar el
término y los conceptos que están detrás de él. La palabra
'eklesia' en griego, significa exactamente lo mismo que la
hebrea 'sinagoga', es decir, la reunión o asamblea de la co-
munidad.

Este concepto casi ha desaparecido del lenguaje corriente.


Hoy tiene dos acepciones principales que nos puedan inte-
resar. Por un lado expresa el concepto de jerarquía, es decir
el bloque de todos los que tienen cargos de responsabilidad.
Por otro, el conjunto de los creyentes.

En el Vaticano II se empleó, en lugar de la palabra Iglesia,


la expresión "pueblo de Dios" más de treinta veces. Esto in-
dica una clara intención de dar un sentido más genuino al
término Iglesia. Después del Concilio, no he visto repetida la
expresión en ninguno de los textos oficiales. Clara intención
también de desactivar el intento de dar un sentido nuevo que
hiciera referencia a la comunidad.

Hoy, el 99 % de las veces que se emplea la palabra Iglesia,


vuelve a tener como significado el bloque de la jerarquía. Con
lo cual, se hace creer a los fieles que pertenecen a la Iglesia,
pero nunca que ellos mismos son la Iglesia.

Tampoco es que me entusiasme el nombre de "pueblo de


Dios", porque puede dar a entender que los demás, los que
no pertenecen a esa organización religiosa, no son de Dios.
Deberíamos encontrar una palabra que, a la vez que indique
la característica de los miembros, evite todo atisbo de
exclusividad. Para el cristiano, todos los hombres formamos
un solo pueblo que es el de Dios.

Los primeros pasos

Mientras Jesús vivió con ellos, el pequeño grupo que le siguió


no tenía ninguna necesidad de pensar en una organización.

195
Él era el único aglutinante del grupo y todos se sentían atraí-
dos y orientados por el Maestro. Jesús no pudo pensar en
una estructura organizada del grupo ni pudo prever lo que
iba a pasar cuando él faltara.

Los pequeños escarceos en esta dirección que encontramos


ya en los evangelios, son proyecciones de los problemas que
surgieron en las primeras comunidades, justo cuando el gru-
po empezó a crecer y se fue haciendo necesario algún género
de organización.

El episodio de los Zebedeo pidiendo a Jesús los primeros


puestos, no tiene mucho sentido. El desenlace de la escena
nos indica con toda claridad lo descabellado de la propuesta.
Además, da ocasión a una respuesta de Jesús, que va en
contra de todo lo que después se consideró como cristiano.
"El que quiera ser primero, que sea el último, y el que quiera
lf
ser grande que sea el servidor de todos •

Que Jesús dijera a Pedro: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia", no tiene ninguna posibilidad de proce-
der del mismo Jesús. Solo después de décadas de andadura
se empezó a hablar entre los cristianos de la Iglesia. La reu-
nión o asamblea de los primeros cristianos siguió siendo la
sinagoga.

En los primeros tiempos, el nombre más común para refe-


rirse a los seguidores de Jesús, era el de "hermanos". Una
indicación suficiente de lo lejos que estaban de pensar en je-
rarquías o prioratos. Los primeros cristianos siguieron siendo
judíos sin ningún problema. De Pedro y Juan se dice con toda
naturalidad, que subían al templo a orar.

Jesús fue judío, no cristiano

A pesar de que parezca una obviedad, puede tener interés


reflexionar sobre este hecho. Todo lo que fue Jesús, lo fue

196
como judío. No necesitó dejar de serlo para descubrir al ver-
dadero Dios y abrirnos el camino a la nueva religiosidad ba-
sada en el valor absoluto del ser humano.

De la misma manera que se sintió en unidad absoluta con


Dios, se sintió identificado con su pueblo y con su trayectoria
religiosa. No sabemos en qué momento, se sintió también
identificado con cada uno de los hombres. Esto está muy
bien expresado en la frase que Mateo pone en boca de Jesús:
"lo que hicisteis con cada uno de estos mis humildes herma-
ll
nos, conmigo lo hicisteis •

Ni por un momento podemos olvidar esta condición Judía


de Jesús. Los primeros cristianos fueron todos judíos y no
hicieron ningún aspaviento por ello. Fueron los fariseos los
que expulsaron de la Sinagoga a los cristianos después de la
destrucción de Jerusalén. Entonces y solo entonces, busca-
ron los cristianos señas de identidad propias.

Fue Pablo el primero que se olvidó del Jesús de Galilea y


comenzó a dar más importancia a Cristo. Este dato es muy
importante, porque explica los pasos que después se dieron
hacia una espiritualización de su figura, olvidando o diluyen-
do la conexión con su vida real.

Volver a dar importancia a la figura histórica de Jesús, es una


de las tareas más urgentes de nuestra Iglesia, a pesar de que
muchos de sus dirigentes se siguen encontrando muy a gusto
con la figura de un Cristo desencarnado y celeste, olvidando
con demasiada frecuencia su condición de ser humano y ju-
dío por más señas.

Debemos tomar conciencia de que todo cristiano tiene que


recorrer el mismo camino que siguieron los primeros dis-
cípulos. Para ello tenemos que partir del Jesús concreto y
descubrir en él las mismas razones que ellos les llevaron a
encontrar en su Maestro la salvación y a proclamarlo Hijo de
Dios e Hijo de hombre.

197
En Jesús tenemos que encontrar al verdadero Dios y al ver-
dadero hombre, pero no como dos realidades yuxtapuestas,
sino identificadas. Lo auténticamente humano es lo divino.
Lo divino es el hondón de lo humano. Todas las herejías cris-
tológicas nacieron por no saber identificar en Jesús, al hom-
bre y a Dios.

Sus seguidores fueron judeo-cristianos

Los primeros cristianos siguieron siendo judíos y no se cues-


tionaron su pertenencia a esa religión, hasta que los fariseos
tomaron el control de la religión y expulsaron a los cristianos
de las sinagogas como herejes. Los cristianos reaccionaron
entonces potenciando su propia identidad e incluso afirman-
do que ellos eran el verdadero Israel.

Al tomar conciencia de su nueva identidad empiezan a pos-


poner su condición de judíos, buscando en Jesús lo que podía
diferenciarlos del judaísmo y a considerarse cristiano-judíos.
En ese instante se puso en marcha una nueva religión.

Los evangelios se escribieron en este nuevo contexto. Tienen


como fundamento a Jesús, pero lo que de verdad nos tras-
miten, es la nueva experiencia de esos judíos que siguieron
al Maestro y trataron de hacer suya su nueva manera de en-
tender a Dios y al hombre. Tampoco debemos olvidar que los
escribieron para ellos, no para nosotros.

Nuevo acceso a Jesús

Si nosotros hoy queremos conocer quién fue el hombre Je-


sús, lo que vivió, lo que predicó, cómo se relacionó con los
demás seres humanos de su tiempo, la única fuente que
tenemos es lo que escribieron de él los autores del Nuevo
Testamento. Lo que ha llegado a nosotros por relatos extra-
bíblicos es irrelevante y lo que vamos descubriendo en otros

198
escritos apócrifos, no añade gran cosa a los escritos oficiales,
aunque cada vez se están utilizando con mayor naturalidad,
para aclarar algún aspecto de su vida.

Es pues muy importante la actitud crítica a la hora de utilizar


ese material casi exclusivo. En tiempo de Jesús, ni él ni los
que vivieron con él, sintieron la necesidad de escribir nada.
Los primeros escritos que han llegado a nosotros se los de-
bemos a Pablo que ni le conoció ni mostró ningún interés por
conocerle.

Los evangelios no son biografías de Jesús, ni siquiera relatos


de lo que hizo y predicó durante los tres años escasos de su
vida pública. Los evangelios narran la experiencia cristiana
de una comunidad que tiene como punto de referencia al
hombre Jesús. Esa referencia al Maestro unifica la experien-
cia de todas las comunidades, pero están muy lejos de ser
unívocas.

Hoy está superada la idea de que "el Cristo de la fe" no tiene


lf
nada que ver con "el Jesús histórico Sabemos mejor que

nunca que ambas figuras no se pueden identificar totalmen-


te; pero tampoco se pueden considerar separadas. No debe-
mos olvidar la genial idea de la primera comunidad al hacer
de los dos nombres, uno: Jesucristo.

El punto de partida es pues el NT, que a su vez es la expre-


sión literaria de una experiencia comunitaria fundamentada
en la figura de Jesús, pero interpretada a la luz del AT. Con
frecuencia olvidamos esta referencia a la Escritura como ins-
trumento único para la interpretación de la figura de Jesús en
los escritos del NT.

Fue para ellos una oportunidad, pero a la vez una limitación,


a veces demasiado restrictiva, si tenemos en cuenta que el
AT ni habló ni pudo hablar de Jesús.

El latiguillo que utilizan algunos evangelistas "para que se

199
cumplieran las Escrituras", no es más que un recurso artifi-
cial, que les permite conectar a Jesús con el AT.

La misma estructura y elaboración del NT nos obligan a no


considerarlo como valor absoluto a la hora de buscar al au-
téntico Jesús de Nazaret, aunque no tengamos otro camino
para llegar a él. Hoy tenemos algunos otros instrumentos de
aproximación a su figura, que pueden ser muy válidos.

El cristianismo reflejado en esos escritos no proviene sola-


mente de Jesús, ni se debe exclusivamente a la invención
de unos judíos que le siguieron y formaron luego una co-
munidad. El cristianismo es el fruto combinado de las dos
realidades: Jesús histórico y la comunidad de seguidores que
experimentó la salvación que él propuso.

Esta experiencia se limita a los inmediatos seguidores de Je-


sús en un lugar y una época determinada. Para nosotros si-
gue teniendo un valor normativo, pero ese valor no es abso-
luto, porque el mismo Jesús provoca experiencias nuevas en
cada época. Si no las provocara, tendríamos un cristianismo
muerto.

No debemos mirar al NT como un elenco de verdades eter-


nas, absolutas e inmutables que debamos acatar con humil-
dad y respeto. No, esa Escritura se nos ofrece como fermento
de Vida que nos tiene que espolear en el intento de vivir
también nosotros la experiencia pascual Cristiana.

Al decir esto, no estamos inventando nada. Cuando el cris-


tianismo rompió las fronteras del mundo judío y se expandió
por el mundo griego, los cristianos buscaron otra manera de
interpretar la figura del mismo Jesús, movidos por una ex-
periencia distinta, basada en una manera distinta de ver el
mundo.

El paso del mensaje cristiano por el racionalismo griego, hizo


aportaciones valiosas a la nueva experiencia, pero también

200
la limitó y conminó a una manera de pensar y de vivir deter-
minada, que ni era la de Jesús ni es la nuestra. Tenemos la
obligación de aprovechar la nueva aportación, pero sin darle
un valor absoluto que congelaría la vivencia imprescindible
para nosotros.

Hoy estamos obligados a repetir ese mismo proceso. Primero,


tratar de conocer a Jesús lo mejor posible y a continuación
intentar vivir, individual y comunitaria mente, la experiencia
que provocó en todos los tiempos el hombre Jesús. Esta es la
única manera de ser fieles al mensaje del evangelio.

Un proceso que duró siglos

La Iglesia-institución, ni la fundó Jesús ni fue el fruto inme-


diato de la predicación de Jesús, sino un laborioso proceso
que duró varios siglos. Las alusiones de Mateo a la fundación
de la Iglesia no tienen ningún valor probativo, ya que no pro-
vienen de las primeras tradiciones.

La Iglesia fue una consecuencia de la vida y la predicación


de Jesús; así como de la necesidad de vivir en comunidad,
lo predicado. A medida que la comunidad creció, se hizo más
necesaria una organización. Al principio fue muy simple, pero
con el tiempo desembocó en la estructura eclesial que ha
llegado hasta nosotros.

El parto definitivo se produjo con Constantino, que la toleró,


y sobre todo con Teodosio que la convirtió en religión obliga-
toria para todo el imperio. Con sus donaciones ingentes de
bienes materiales, dinero y posesiones, y otorgándole un po-
der omnímodo hacia abajo, chantajearon a toda la jerarquía
hasta lograr un sometimiento total.

No fue un convencimiento religioso el que llevó a los gober-


nantes a ese trato con la Iglesia, sino una estrategia política
para dar unidad al imperio y disponer de un instrumento in-

201
mejorable de dominio. Con él, los emperadores fueron ca-
paces de controlar hasta los mismos concilios ecuménicos,
consiguiendo que se aprobara lo que a ellos les parecía más
conveniente para sus intereses.

Al dar este histórico paso, la Iglesia como comunidad evan-


gélica quedó herida de muerte. De hecho no se ha vuelto
a recuperar desde aquella lejana fecha. El evangelio quedó
relegado a un segundo lugar, y desde entonces se interpreta
siempre a favor del estatus social que en aquel momento
consiguieron los representares supremos de la organización
eclesiástica.

La proclamación de que todo ser humano enmarcado en el


imperio tenía que ser cristiano por decreto, devaluó el senti-
do de fidelidad al evangelio y las exigencias de un seguimien-
to que es de por sí, para muy pocos. Se cumplió a rajatabla
el refrán: Toda inflación lleva consigo una devaluación. En el
orden religioso ese daño es irreparable.

Desde ese momento, el criterio de pertenencia dejó de ser


el evangelio y comenzó a ser la aceptación de una doctrina
oficial, el cumplimiento de unas normas morales comunes y
la reproducción exacta de unos ritos litúrgicos a los que había
obligación de asistir físicamente, pero sin conllevar ningún
compromiso vital para después de la celebración.

El cristianismo, irreconocible

La nueva institución que surgió de aquel cambalache no po-


dría ser reconocido por el mismo Jesús como obra suya. ¿Por
qué se ha mantenido entonces durante tantos siglos? Porque
jerarcas muy inteligentes se ocuparon de justificar lo que
pudiera parecer contrario al mensaje de Jesús, haciendo ver
que eran acomodaciones necesarias para poder llevar a cabo
la misión de evangelizar y de ocuparse de los más desfavo-
recidos.

202
Efectivamente, esas dos misiones las ha cumplido y sigue
cumpliéndolas la Iglesia. Estos hechos incuestionables han
protegido la institución de todo intento de reforma. La evan-
gelización y la atención a los necesitados, han sido el muro
contra el que se han estrellado tantos seguidores auténticos
de Jesús que en todas las épocas se dieron cuenta de la falta
de fidelidad al evangelio.

Jesús predicó una manera distinta de solidaridad entre los


hombres que partiera siempre de una experiencia de lo que
es Dios en cada ser humano. La institución, en cambio, se
preocupó de mantener una organización externa, también
exigida por el mensaje cristiano, pero sin preocuparse de la
vivencia de cada fiel, que es una exigencia más profunda y
anterior a toda manifestación externa.

El espíritu de Jesús en pequeñas comunidades

Está claro que sin el espíritu de Jesús, el cristianismo no


hubiera podido sobrevivir durante tantos siglos. Por fortuna,
siempre existieron auténticos cristianos que trataron de se-
guir las huellas de Jesús viviendo como él vivió y experimen-
tando a Dios como él lo experimentó.

Al principio, estos auténticos seguidores constituían la totali-


dad de las nuevas comunidades. Ser cristiano significaba se-
guir a Jesús. No había otra posibilidad. Durante los primeros
siglos, siguieron siendo la inmensa mayoría. Poco después
de Constantino, los auténticos seguidores pasaron a ser mí-
nimas minorías.

Hoy seguimos debatiéndonos entre esas dos alternativas.

Por un lado, la inmensa mayoría de los cristianos, que solo


hemos aceptado pertenecer a los seguidores de Jesús socio-
lógicamente y sin ningún compromiso personal.

203
y por otro, un reducido número, que no se contenta con una
pertenencia puramente externa y formal, sino que trabaja
por una pertenencia comprometida y viva, que se manifieste
después en todas las relaciones con los demás seres huma-
nos.

Lamentablemente, se está generalizando el abandono del


cristianismo porque se ha descubierto la vacuidad de la sal-
vación que ofrece, y ya no se confía en que pueda darnos
ninguna otra.

La toma de conciencia de que un cristianismo puramente for-


mal no sirve para nada, tal vez sea hoy más intensa que en
ninguna otra época. Esta inquietud puede ser el punto de
partida para una renovación desde la base y desde el interior
de cada cristiano.

Buena muestra de ello son todos esos movimientos que es-


tán surgiendo desde la base del organigrama eclesial, que
con mayor o menor fortuna intentan volver a los orígenes y
reavivar el movimiento de Jesús.

El primer paso ha de ser renunciar a todo lo que sea pro-


gramación o pura apariencia externa y buscar la experif'!1é' i a
interior como soporte de una auténtica religiosidad. Por ,í
tiene que empezar una renovación, que antes o despl
tenderá a hacerse general. .

204
205
MI VIDA EN POCAS PALABRAS

Vine al mundo a media noche y sin reloj. Nadie pudo aclarar-


me el día en que nací. Vi por primera vez la luz del día el 8 de
Octubre. Del año¡ es fácil acordarse: el 38¡ próximo el final
de la guerra y ya presente el hambre.

El pueblo donde nací es insignificante¡ Pardesivil, en la cuen-


ca de un río truchero del norte de León, el Curueño. Tanto la
familia de mi padre como la de mi madre eran acomodadas,
pero la mía había venido a nada.

Mi madre murió cuando apenas había yo cumplido un año.


En una economía de pura subsistencia, el hambre era la más
fiel compañera de camino. Ni siquiera al terminar de comer
te habías librado de ella. iNo sabéis lo que eso duele!

A los diez años me encontraba sirviendo a un amo. Lo que


hoy se entendería como explotación infantil¡ para mí fue mi
primera liberación. Podía levantarme de la mesa con el ham-
bre saciada. Y además, lo pOdía hacer gracias a mi esfuerzo
personal. i Fue fantástico!

En mi caso, hablar de vocación es un sarcasmo. Yo veía a los


frailes dominicos pasearse por el pueblo con su hábito blanco
inmaculado y siempre con un libro entre las manos. Gritaba
para mis adentros: ¡quiero ser como ellos! Una buena señora
de Madrid se hizo cargo de los gastos y me fui al seminario
dominicano. Fue mi segunda liberación.

206
El año de noviciado lo hice en Caleruega. Los tres años de
Filosofía los hice en Caldas de Besaya (Santander). Los cinco
de teología en Salamanca. Todos pasaron sin pena ni gloria.

El primer destino fue el colegio de Oviedo. Me mandaron allí


para que estudiara Exactas (se me daban muy bien las Mate-
máticas), pero me endosaron 32 horas de clase a la semana
y mis ilusiones se desvanecieron en un santiamén.

No me gustaba nada la enseñanza. Así que en cuanto tuve


ocasión me vine a Madrid para hacer Bellas Artes. Allí encon-
tré mi tercera liberación. El trato diario con jóvenes inquie-
tos, diez años más jóvenes que yo, me abrió a una nueva
manera de ver el mundo.

Desde ahí aterricé en Parquelagos donde llevo la friolera de


38 años. Aquí empezó mi verdadera vida de sacerdote. El
contacto diario con la gente me fue abriendo posibilidades
nuevas de ejercer como "fraile de la orden de predicadores".

La cuarta y definitiva liberación me llegó con un grave acci-


dente de tráfico. 20 días en coma, 72 días en la UCI, cinco
meses en el hospital, 1,30 metros de cicatrices. Primero me
querían enterrar. Después me querían dejar en una silla de
ruedas, pero yo no estaba por la labor.

En Parquelagos, se ha ido formando una comunidad de fieles


que continuamente me están tirando de la levita y no dejan
que me duerma. Esta ha sido la mayor bendición de mi vida.
También he construido una pequeña iglesia, pero eso no tie-
ne ninguna importancia.

Sin comerlo ni beberlo me he visto arrastrado a Internet. El


comentario de cada domingo se encuentra hoy en varias pá-
ginas. Yo mismo se la mando por e-mail a muchas personas
que lo renvían y renvían a todos los lugares del mundo, hasta
límites muy difíciles de precisar.

207
COLECCIÓN FEADULTA.COM
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60 ENCUENTROS EUCARÍSTICOS
Colaboradores feadulta.com
también en e-book
y para entrar en él, hay que ir más allá de la legalidad o falsa
justicia. Mientras no haya verdadera justicia, el amor será falso.

El evangelio nos está diciendo que toda acumulación de bienes,


mientras haya un solo ser humano que muera de hambre, es
injusta. Ya sé que no lo queremos entender. Los economistas
dirán que no puede haber progreso sin acumulación de capital.

Lo que intentan decir las bienaventuranzas es precisamente


que la sociedad tal como está hoy montada a nivel mundial es
radicalmente inhumana e injusta, aunque cumplamos al pie
de la letra todas las normas legales que nos hemos dado a
nosotros mismos los ricos.

Las bienaventuranzas nos están diciendo que otro mundo es


posible. Un mundo que no esté basado en el egoísmo sino en
el amor. ¿Puede ser justo que yo esté pensando en vivir cada
vez mejor (entiéndase consumir más), mientras millones de
personas están muriendo, por no tener un puñado de arroz que
llevarse a la boca? Si no quieres ser cómplice de la injusticia,
escoge la pobreza.

Podríamos resumir el mensaje de las parábOlas diciendo:


Dichosos 105 que viven sin ambición porque en ellos mismos
han descubierto a Dios. Acaparar lo que otro necesita para
subsistir, es negarle la vida y negar a Dios. Pero es también
arruinar nuestra verdadera vida y por lo tanto nuestra felicidad.

Compartir es la única manera de alcanzar verdadera humanidad.


Pero es también dar al otro la oportunidad de hacerlo más
humano. Es un error garrafal y una triste equivocación pl"'nsar
que oprimir a los demás me coloca por encima de ellos . >
soy más cuando puedo consumir más que los demás.

150

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