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PascalP Casanova

La República mundial
de las Letras
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DANTE
LA FIGURA DE LA ALFOMBRA

Henry James es uno de los pocos escritores que se atrevió a


poner en escena, literariamente, en La. figura de la alfombra, 1 la
cuestión espinosa e inagorable de las relaciones del escritor (por
ende, del texto) y de su crítico. Pero lejos de limitarse a dejar
constancia de un fracaso que remite al crícico a un constiruyente
inalcanzable de la literatura, que necesariamente se le escaparía,
James afirma dos principios contrarios a las representaciones ordi-
narias del arte literario: por un lado, hay ciertamente un objeto
que descubrir en cada obra, y en eso consiste la tarea legítima de
la crítica, y, por otro, ese «Secreto» no pertenece al ámbiro de lo
inefable, o de una esencia superior y trascendente que impone un
silencio extático. La metáfora de James, muy concreta, del «mocivon
(o de la figura) en la alfombra («tan concreto>•, remacha, «como
un pájaro en una jaula, un cebo en un anzuelo, un trozo de queso
en una ratonera11), 2 impone la idea de que debe buscarse, en litera-
tura, algo que todavía no ha sido descrito.
Al escritor que acaba de anunciarle que, a pesar de coda su su-
tileza de hermeneuta refinado, siempre ha 11incumplido su pequeña

l. Henry James, Lt Motif dans lt tapi.s. Arles. Actes Sud, 1997 (trad. de
E. Viallecon). [La figura dt la alfombra, Barcelona, Orbis, 1987. Citamos la edi-
cón cascellana de la obra la primera vez que aparece y usamos esa traducción sal-
vo cuando se especifica lo contrario. Las referencias de páginas remiten al origi-
nal francés. Cuando el original es un texto en lengua española, las referencias
son de la edición castellana.]
2. Ibídem, p. 26.

11
máxima», y que no ha entendido nunca el sentido mismo de su
empresa liceraria, el crícico decepcionado le pregunca: «Sólo para tas que se hace sobre el texto, en modificar el prejuicio fundamen-
tal que es, con codo, lo que precisamenre le ciega: la idea, una es-
acelerar ese difícil parco. ¿no puede dar una pista a un amigo? [... ]»
pecie de indiscucida crítica previa, de que una obra literaria debe
«Eso es sólo porque usted nunca lo ha percibido», responde el es-
describirse como una excepción absoluta, una aparición imprevisi-
critor. «Si le hubiera sucedido, el elemento en cuestión se habría
ble y aislada. En este senrido, la crítica literaria practica un mona-
convertido prácticamence en lo único que usted vería. Para mí es
dismo radical: una obra singular e irreductible sería una unidad
exactamente can palpable como el mármol de esca chimenea.» 1 He-
perfecta que sólo podría medirse por sí misma, sin remitir a nin-
rido en su honor profesional, el crítico insiste: enuncia una por
guna otra cosa, lo que fuerza al intérprete a capear en su sucesión
una, con mucha aplicación, codas las hipócesis críticas de que dis-
aleatoria y única el conjunto de los textos que forman lo que se
pone: 11¿Es una especie de mensaje esotérico? [... ] ¿o una clase de fi- llama la «historia de la literatura».
losofía?», pregunta, convencido de que hay que buscar en Los texcos El sentido de la solución que James propone al crítico, «la fi-
la expresión de una profundidad que excede del sentido manifies- gura de la alfombra», una, figura (o una composición) que sólo
to. «¿Se halla en el estilo o en el concepto? ¿Un elemento formal o surge cuando su forma y su coherencia brotan de repente del sola-
ernorivo?it, añade, volviendo a la dicotomía inservible del fondo y pamiento y del desorden aparente de una configuración compleja,
la forma. ccA no ser que sea», añade, como último recurso, «algún no hay que buscarlo en otro sitio y fuera del texto, sino, a partir
tipo de juego que se traiga usted entre manos con el estilo, algo de otro punto de vista, en la alfombra o en la obra. Si entonces,
que se proponga con el idioma. ¡Tal vez se trate de una preferencia cambiando la perspectiva crítica, se acepta tomar cierta distancia
por la letra pe! Papá, patas, peras ... , ¿algo así?», con lo que evoca la con respecto al texto para observar la totalidad de la composición
hipótesis del formalismo puro. «Hay una idea en mi obra», respon- de la alfombra, comparar las formas recurrentes, las semejanzas y
de el novelista, ccuna idea sin la que la profesión me importaría un las desemejanzas con ocras formas, si uno se esfuerza en ver el con-
bledo. Es La intención más plena y más bella de todas; 2 [ ••• ] algo re- junto de la alfombra como una configuración coherente, entonces
lacionado con el plan original, como un dibujo complejo en una hay alguna posibilidad de comprender el carácter particular del
alfombra persa.»3 La ccbuena combinación» de las figuras del moti- motivo específico que se quiere que aparezca. El prejuicio de la in-
vo •en coda su magnífica complejidad» ha permanecido hasta en- sularidad constitutiva del texto impide considerar el conjunto de
tonces, como la carta robada, a la vez expuesta a la vista de todos y, la configuración, por utilizar el término de Michel Foucault, a la
sin embargo, invisible: ccNo sólo no he tomado la menor precau- que pertenece, es decir, la totalidad de los textos, las obras, los de-
ción para mantenerla secreta>>, insiste el escritor de James, «sino bates literarios y estéticos que le dan resonancia y que representan
que además no he soñado nunca que suceda una cosa semejante.» su verdadera singularidad, su originalidad real.
Crítica de la crícica y de sus presupuestos ordinarios, La figura Cambiar el punto de vista sobre la obra (sobre la alfombra) en-
de /.a alfombra invita a repensar toda la cuestión de la perspectiva traña modificar el punto desde el cual se observa. Por eso, para
prolongar la metáfora de Henry James, tela magnífica complejidadit
crícica y de los fundamentos estéticos en los que descansa. Por más
de la obra misteriosa podría encontrar su principio, de una manera
que busque febrilmente el secreco de la obra, el crítico de James
invisible y, sin embargo, manifiesta, en la totalidad de los textos li-
no piensa ni por asomo en cuestionar la naturaleza de las pregun-
terarios a través y en contra de los cuales pudo construirse y existir,
y de la que todos los libros que se publican en el mundo serían uno
1. Jbbion, p. 24. de los elementos. Todo lo que se escribe, se traduce, se publica, se
2. lblánn, p. 22. teoriza, se glosa, se celebra, sería uno de los elementos de esta com-
3. lblánn, p. 34.
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posición. Cada obra, como «motivo•, sólo podría descifrarse cn-
El objeco del análisis de La República mundial tÚ /aJ letras no
ronccs a partir del con junco de la composición; su coherencia reco- es describir la totalidad del mundo literario ni pretender una im-
brada sólo brotaría en relación con codo el universo literario. Las posible recensión exhausciva de la literacura mundial. Se craca de
obras lirerarias solarnenre manifesrarfan su singularidad a partir de cambiar de perspectiva, de describir el mundo literario .. a partir de
la roralidad de la esrrucrura que ha permitido su aparición. Cada un determinado observatorio», 1 en palabras de Braudel, para tener
libro escrito en el mundo y declarado literario sería una ínfima par- posibilidades de cambiar la visión de la crítica ordinaria, de descri-
re de la ucombinación" de roda la literatura mundial. bir un universo al que los propios escritores nunca han prestado
Lo que podría, pues, parecer lo más ajeno a la obra, a su cons- atención. Y de mostrar que las leyes que rigen esta excraña e in-
trucción, a su forma y su singularidad escécica, es, en realidad, lo mensa República -de rivalidad, de desigualdad, de luchas específi-
que engendra el propio cexro, lo que permire que surja. Es la con- cas- concribuyen a aclarar de manera inédita y a menudo radical-
figuración o la composición del conjunto de la alfombra, es decir, mente nueva las obras más comencadas, y en particular las de
en el orden licerario, la totalidad del coespacio literario mundial», lo algunos de los más grandes revolucionarios literarios de esce siglo:
único que puede conferir sentido y coherencia a la forma misma Joyce, Beckerr y Kafka, pero asimismo Henri Michaux, Henrik
de los caros. Este espacio no es una construcción abscracra y teó- Ibsen, Ciaran, Naipaul, Danilo Kis, Amo Schrnidc, William
rica, sino un universo concreto, aunque invisible: son los vascos Faulkner y algunos más.
confines de la licerarura, el universo en que se engendra lo que se El espacio literario mundial, como historia y como geografía
considera literario, lo que se juzga digno de considerarse literario, -cuyos concornos y fronteras no se han trazado ni descrito nun-
en donde se disputa acerca de los medios y las vías específicas para ca-, se encarna en los escritores mismos: ellos son y hacen la his-
la elaboración del arre lirerario. toria literaria. Por ello la crítica literaria incernacional aspira a
Así pues, habría territorios y fronteras literarios independien- permitir una interpretación específicamente literaria y, sin em-
tes de los trazados políticos, un mundo secrero y, no obstante, bargo, histórica de los textos, es decir, a disolver la antinomia re-
perceptible por codos y, en especial, por los que sufren mayores putada insuperable encre la crítica interna, que encuentra el prin-
carencias. Regiones en donde el único valor y el único recurso se- cipio de su significado únicamenre en los propios textos, y la
ría la literatura; un espacio regido por relaciones de fuen.a tácitas externa, que describe las condiciones históricas de producción de
que, sin embargo, conformarían los textos que se escriben y circu- textos, pero que los literatos denuncian como incapaz de explicar
lan por todas partes del mundo; un universo centralizado que ha- su licerariedad y su singularidad. De lo que se trata, por canco, es
bría constituido su propia capital, sus provincias y sus límites, y en de situar a los escritores (y sus obras) en ese inmenso ámbito que
el que las lenguas se convertirían en instrumentos de poder. En es- es, en cierto modo, una historia a la que se arribuye un espacio
tos lugares, codos lucharían para que los consagraran escritores; se propio.
Fernand Braudel, en el momenro de abordar la historia eco-
habrían inventado leyes especificas, liberando así a la literatura, al
nómica del mundo encre los siglos XV y XVIII, al lamentar que to-
menos en las regiones más independientes, de las arbitrariedades
das las obras generales relativas a este cerna se hayan, por lo co-
polfricas y nacionales. Las luchas se librarían entre lenguas rivales,
mún, 11circunscrico al marco de Europa••, añadía: ((Ahora bien,
y las revoluciones serían a la vez literarias y políticas. Semejante
historia sólo podría descifrarse a partir de la medida literaria del
tiempo, "tempo» propio del universo literario, y de la localización 1. Fernand Braudel, Civilisatio11 mattril'Ut. konomit tt capitalismt, t. 3. Lt
Ttmps du Monde, Parls, Armand Colin, 1979, p. 9. !Civilización m111trial. eco-
de un presente específico: el «meridiano de Greenwich» literario. nom/a y capitalismo, s. XV-XVII/, Madrid, t. 3. Alianu, 1984.J

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estoy convencido de que es mucho mejor para la hiscoria rai.onar
por comparación, a escala mundial, la única válid&1 [... ]. La histo- crícica que no sea descriptiva- sólo podrá desembocar en la consti-
rución de un conjunto siempre crecieme que: responderá a estos
ria económica del mundo es. en dccto, m:is incdigiblc l)UC sola-
dos términos: historia e internacional». 1 Y Henry James anunciaba
mente la de Europa.t1 1 Pero al mismo tiempo confesaba 'luc el
que la recompensa para ramafia empresa serla una percepción a la
análisis de los fenómenos al nivel mundial concenía «motivos p:1ra
ve-1. inédita y evidente del sentido de los textos: t<. .. no había el me-
desalentar a los más intrépidos e incluso a los más seguros de sí nor motivo para que eso se nos escapara. Era grandioso y. sin em-
mismos11. 1 Aquí seguiremos, pues, el consejo de Braudd: adoptar, bargo, muy sencillo, sencillo y, sin embargo, de lo más grandioso,
para dar cuenca de la globalidad y la interdependencia de los ICnó- y comprenderlo consricuía, en resumen, una experiencia realmen-
menos, la escala mundial, respetando a la par sus consignas de te excepcional». 2 Apelaremos, por ende, a la doble invocación de
prudencia y de modestia. Henry James y de Valcry Larbaud.
Esto no debe, empero, hacer olvidar que, para dar cuenca <le
un universo de complejidad can gigancesca, ha habido l¡uc aban-
donar codos los hábitos ligados con las especializaciones hist{iricas,
lingüísticas, cuJruraJes, todas las divisiones encre disciplinas -<.¡uc,
por una parte, justifican nuestra visión dividida del mundo-, por-
que sólo esta uansgresión permite pensar fuera <le los marcos im-
puestos y concebir el espacio literario como una realida<l global.
Un escritor, Valery Larbaud, fue el primero en <lesear la llega-
da de una 11intmiacional intelectua/»3 y en reclamar, con admirable
decisión, el nacimiento de una crítica literaria internacional. Para
él se cracaba de romper con los hábitos nacionales que crean la ilu-
sión de la unicidad, de la especificidad y de la insularidad, y, sobre
codo, de poner fin a los límites asignados por los nacionalismos li-
terarios. Hasca la fecha, señala en Sous l'invocation de saint jérome,
las únicas cencativas de descripción de la literatura mundial se re-
ducen a •una simple yuxcaposición de manuales de las diferentes
literaturas nacionales.» 4 Pero prosigue: «... se percibe, en efecto,
que la futura ciencia de la literatura -al renunciar por fin a coda

J. lbúinn. p. 9
2. lbúinn, p. 8.
3. Valery l.arbaud, •Paris de Francc», jau11t, bleu, bla11c. París, Gallimard.
1927, p. 15.
4. V. Larbaud, •Vm l'Imcrnacionalc11, Sous /'i11vocatio11 de saim .fhtm1e. Pa·
IÚ, GaJJimard, 1946, p. 147. Este articulo está dedicado al Prkis d'l1istoire littl·
r1irt tÍI l'Et1ropt tlepuis IA RmllissanL't, del ~lebrc Paul Van Ticghem, compar.i· 1. V. Larbaud, Sous /'i,,vot·a1io11 dt' saint jérdmt, op. cit.. p. 151.
W1a y amigo de Larbaud, que fue uno de los primeros en Prancia en sentar la.1 2. H. James, op. cit., p. 5.~.
baaea de una historia literaria internacional.
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Primera parte
El mundo literario

La historia de la Escritura debe describir, final-


mente, los avatares de todos los profetas, de los
que conservamos algún recuerdo, a saber: la vida,
las costumbres y gustos del autor de cada libro;
quién fue, con qué ocasión, en qué época, para
quién y. finalmente, en qué lengua escribió. Debe
t:ontar además los avatares de cada libro: primero,
d>mo fue aceptado; después, cuántas fueron sus
diversas lecturas y quiénes aconsejaron aceptarlo
entre los libros sagrados; cómo, finalmente, todos
los libros, una vez que todos los reconocieron
como sagrados. llegaron a formar un solo cuerpo.
Todo esto, repito. debe incluirlo la historia de la
Escritura.
SPINO/.A, Tratado ttológico-polltico
l. PRINCIPIOS DE UNA HISTOIUA MUNDIAL
DE LA LITERATURA

Una civili7..aci6n es un capital cuyo crecimiento


puede proseguir durante siglos.
PAUI. VALÍ'.RY, lr1 /iber1ad del espíritu

Me molesta no poder mostrarle un catálogo más


amplio de nuestras buenas producciones: no acuso
de ello a la nación; no carece de espíritu ni de ge-
nio, pero ha sido retrasada por causas que le impi-
dieron elevarse al mismo tiempo que sus vecinas
!... ].Nos avergüe111.a que en determinados terrenos
no podamos igualarnos a nuestros vecinos, desea-
rnos recuperar, trabajando sin descanso, el tiempo
que nos han hecho perder nuestros desastres [... ]
No imitemos, pues, a los pobres que quieren hacer-
se pasar por ricos, admitamos de buena fe nuestra
indigencia; que eso nos estimule más bien para ga-
nar por medio del trabajo los tesoros de la Literatu-
ra, cuya posesión culminará la gloria nacional.
FEDERICO ll DE PRUSIA,
De la literatura alemana

Hace mucho que los escritores describen, si bien parcialmence


y de una manera muy diversa, las dificultades que encraña su posi-
ción en el universo literario y las cuestiones específicas que deben
resolver, sobre codo, las inherentes a las extrañas leyes de la econo-
mía específica que rige el espacio literario. Pero la fuerza de la
denegación y el rechazo es can grande en este universo, que codos
los cexcos que han abordado de cerca o de lejos esas cuestiones pe-
ligrosas y atentatorias contra el orden literario han sido neutraliza-
dos inmediatamente. Desde Du Bellay, muchos han incencado, en
sus propias obras, poner al descubierto la violencia y los envites
reales que presidían su vida y sus luchas concretas de escritores. En

21
cuamo se tiene una idea del funcionamiento realista del universo El mapa intelectual, por el contrario, se modifica lentamente, y sus
lirerario. muy a menudo basca una lectura liceraria de esos 1cx10.1 fronteras presentan una gran estabilidad( ... ]. De ahí que la polftica
para ver aparecer la descripción de un univcrso insospechado. Pero intelectual no tenga casi ninguna relación con la política económi-
cada rérmino académico, cada confesión li1craria de la existencia ca.»1 Fernand Braudel sefiala asimismo una relativa independencia
de •mercados verbales•• y de «guerras invisihlcs», como en Jlchni- del espacio artístico con respecto al espacio económico (y, por lo
kov, cada evocación de un «mercado mundial <le los hicnes in1clcc- canro. político). En el siglo XVI, explica, Venecia es la capital eco-
ruaJes~. como en Goethe, de la cxiscencia de «riquezas inmateria- nómica, pero incelectualmence prevalecen Florencia y su dialecto
les», como en Valéry, es vigorosamente negado y rechazado por la toscano; en el siglo XVII, Amscerdam se convierte en el gran cenero
crítica en aras de una inrerprernción mecafórica y «poética». So11, del comercio europeo, pero Roma y Madrid triunfan en la literatu-
sin embargo, algunos de los procagoniscas más prestigiosos Je este ra; en el siglo XVIII, Londres se convierte en el centro del mundo,
juego literario los que, en épocas y en lugares muy distinros, han pero es París la que impone su hegemonía cultural. «A finales del
descrito, en términos aparenremenre desencancados, esa «econo- siglo XIX, a comienzos del XX», escribe, "Francia, en gran medida a
mfa espirirual>., en palabras de Paul Valéry. que sostiene la estrlll- remolque de la Europa económica, es el cenero indudable de la li-
tura del universo literario. Como grandes escrategas de la economía teratura y de la pintura de Occidente; la primacía musical de Italia
propia de la liceratura, han sabido plasmar una imagen exacta, aun- y luego de Alemania se ejerció en épocas en que ni Italia ni Alema-
que parcial, de Jas leyes de esca economía y crear instrumentos de nia dominaban económicamente Europa; y, todavía hoy, el formi-
análisis cotalmenre inéditos -y a menudo valerosos, porque se opo- dable progreso económico de los Estados Unidos no los ha coloca-
nen a los hábitos dominanres- de su práctica literaria: algunas do a la cabeza del universo literario o artístico.» 2 Toda la dificultad
obras son inseparablemente valiosas tanto por su carácter de pro- de comprender el funcionamiento de este universo literario reside,
ducción literaria como por los análisis vigorosos que hacen de sí en efecto, en admitir que sus fronteras, sus capitales, sus vías y sus
mismas y del universo literario en el que se sitúan. Dicho csm, formas de comunicación no están completamente superpuestas a
cada creador, incluso el más dominado, es decir, el m;is lúcido, aun las del universo político y económico.
cuando comprenda y describa su propia posición en el universo, El espacio literario internacional se creó en el siglo XVI aJ mis-
desconoce el principio general y generador de la estructura que él mo tiempo que se invencaba la literatura en cuanto lucha que pue-
describe como un caso particular. Adherido a un punto de visia de conllevar triunfos o derrotas, y no ha cesado de ampliarse y ex-
concreto, entrevé una parte de la estructura, pero no la roralid,1d tenderse desde en ronces: referencias, reconocimientos y, por ello
del universo literario, porque la creencia en la literatura tiene por mismo, rivalidades, se instauraron en el momento en que emergie-
efecto propio ocultar el principio mismo de la dominación litera- ron y se construyeron los Estados europeos. AJ principio confinada
ria. Es preciso, pues, apoyarse en los escritores y al mismo tiempo dentro de conjunros regionales herméticos encre sí, la literatura se
radicalizar y sistematizar también algunas de sus inruiciones y ms convirtió en un empefio común. La Italia del Renacimiento, valién-
ideas más subversivas, para tratar de dar una descripción de la Re- dose de su legado latino, fue la primera potencia literaria reconoci-
pública mundial de las Letras. da; a concinuación, Francia, cuando surgió la Pléyade, hizo apare-
La 4Cpolfcica literaria .. , como dice Valery Larbaud, tiene sus vías
y sus rawnes que la polftica ignora: 1<Hay una gran diferencia cncre 1. Valcry Larbaud, Ci· 1Jicr impuni. la lecture. Domaine anglais. París, Galli-
el mapa político y el mapa inreleccual del mundo. El primero cam- mard, 1936, pp. 33-34.
bia de aspecto cada cincuenta afios; está cubierto de divisiones ar- 2. F. Braudel, Civilisation matérielle. économie et capitalisme, XV-XVIII' siecles,
op. cit., p. 54.
bitrarias e inciertas, y sus ceneros preponderantes son muy móviles.

22 23
cer el primer bosquejo de espacio literario transnacional, oponién- el funcionamiento real de su economía específica, en nombre de la
dose a la vez al avance italiano y a la hegemonía latina; Espafia, propia literatura declarada pura, libre y universal. Ahora bien, las
Inglaterra y después el conjunto de países europeos, a parcir de obras que proceden de las regiones literariamente menos dotadas
11bienes11 y de tradiciones literarias distintas, entraron poco a poco en son también aquellas para las que es más improbable y más difícil
liza. Los movimiencos nacionalistas que surgieron en Europa cen- imponerse; es casi milagroso que consigan emerger y hacerse reco-
tral en el curso del siglo XIX propiciaron la aparición de nuevas rei- nocer. Este modelo de una República internacional de las Letras
vindicaciones del derecho a la existencia literaria. América del Nor- se opone, pues, a la representación pacificada del mundo, designa-
te y Latinoamérica también empezaron progresivamence a abrirse da en codas partes con el nombre de mundialización (o globaliui-
camino a lo largo del siglo XIX; por último, la descolonización im- ción). La historia (al igual que la economía) de la literatura, cal
pulsó a codos los países excluidos hasta entonces de la noción mis- como la entenderemos aquí, es, por el contrario, la hiscoria de las
ma de literatura propia (en África, en la India, en Asia ... ) a reivindi- rivalidades que tienen a la literatura por objeto y que han creado
car a su vez el acceso a la legitimidad y a la existencia literaria. -a fuerza de negativas, de manifiestos, de resistencia, de revolucio-
Esca República mundial de las Letras tiene su propio modo de nes específicas, de nuevos caminos, de movimientos literarios- la
funcionamiento, su economía, que engendra jerarquías y violen- literatura mundial.
cias, y, sobre codo, su historia, que, ocultada por la apropiación
nacional (esto es, política) cuasi sistemática del hecho literario,
aún no ha sido nunca verdaderamence descrita. Su geografía se LA BOLSA DE LOS VALORES LITERARIOS
forma a partir de la oposición encre una capital literaria (universal,
por ende) y regiones que dependen de ella (literariamente) y que Cuando quiso, en 1939, describir la estructura real de los in-
se definen por la distancia estética que las separa de la capital. La tercambios intelectuales en los términos precisos de lo que deno-
República se dotó, por último, de órganos de consagración especí- minó una «economía espiritual», V aléry se justificó por tener que
ficos, las únicas autoridades legítimas en materia de reconocimien- recurrir a un vocabulario económico: «Ya ven que como prestado
to literario, o encargados de legislar literariamente: gracias a algunos el lenguaje de la Bolsa. Puede parecer extraño, adaptado a cosas
descubridores excepcionales, desprovistos de prejuicios nacionalis· espirituales; pero considero que no hay ninguno mejor, y quiz.d no
tas, se instauró una ley literaria incernacional, un método de reco- exista ningún otro para expresar las relaciones tÚ esta especie,' porque
nocimiento específico que no debe nada a las imposiciones, a los la economía espiritual, así como la material, cuando se piensa en
prejuicios o a los intereses políticos. ello, se resumen ambas muy bien en un simple conflicto de eva-
Pero este inmenso edificio, este territorio cien veces recorrido luaciones.112 Y proseguía: «Digo que hay un valor denominado
y siempre desconocido, ha permanecido invisible porque descansa "espíritu" como hay un valor petróleo, trigo u oro. Digo valor por-
en una ficción aceptada por todos los protagonistas del juego: la que hay apreciación, juicio de importancia, y porque hay debate
fábula de un universo, por así decirlo, «encantado», reino de la sobre el precio al que se está dispuesto a pagar dicho valor; pode-
creación pura, el mejor de los mundos en que se cumple, en la li- mos seguirlo, como dicen los hombres de la Bolsa; podemos obser-
bertad y la igualdad, el reino de lo universal literario. Esca ficción,
credo fundador proclamado en el mundo encero, es lo que ha 1. La cursiva es mla.
ocultado hasta hoy la realidad de las estructuras del universo lice- 2. Paul Valéry, •La liberté de l'espril», Regards sur le monde 11ctuel CEuvm.
rario. El espacio literario, cencralizado, se niega a confesar su •jes- Parfs, Gallimard, 1960, «Bibl. de la Pléiade •., t. ll, p. 1081 (edición a cargo de
Jea.n Hyticr).
crucrura desigual», por emplear las palabras de Fernand Braudel, y

24 25
cen sus bienes», un «comercio intelectual general». 1 «La aparición
var sus fluctuaciones, dentro de no sé qué cotización que constitu-
de una Weltiiteratur es», según Antaine Berman, cccontemporánea
ye la opinión del mundo sobre él. Podemos ver cómo esta cotiza-
de la de un Weltrrzarktj La utilización deliberada del vocabulario
ción que figura en todas las páginas de los periódicos rivaliza aquí
del comercio y de la economía en estos textos no era en modo al-
y allá con ouos valores. Porque hay valores rivales[ ... ]. Todos esos
guno, tamo para Goeche como para Valéry, metafórica: Goethe
valores que suben y bajan constituyen el gran mercado de los
insistía en el concepto concreto de cccomercio de las ideas entre los
asumos humanos.» 1 «Una civilización es un capital», escribe más
pueblos», 3 equivalente a «mercado de intercambio mundial uni-
adelante. •cuyo crecimiento puede proseguir durante siglos, al
versal».4 Al mismo riempo. se trataba de sentar los cimientos de
igual que el de determinados capitales, y que absorbe sus intereses
una visión específica de los intercambios literarios exenta de los
compuestos.,..! Se trata, según él, de una «riqueza que debe acu-
presupuestos ccencancados» que ocultan la realidad de las relacio-
mularse como una riqueza natural, un capital que debe formarse
nes entre los espacios nacionales, sin por ello reducir el intercam-
mediante cimientos progresivos en los espíritus».j
bio a puros intereses económicos o nacionalistas. Por eso veía en el
Si, continuando la metáfora de Valéry, la aplicamos más con-
traductor a un agente central de este universo, no solamente como
creramente a la economía específica del universo literario, se puede
intermediario, sino también como creador de •<Valor•• literario:
describir la competencia que han entablado los escritores como un
••De este modo, hay que considerar que cada traductor», escribe
conjunto de intercambios en los que está en juego el valor específi-
Goethe, cces un mediador que se esfuerza en promover este inter-
co que se cotiza en el espacio literario mundial, el bien común rei-
cambio espiritual universal y que se asigna como tarea el hacer
vindicado y aceptado por todos: lo que él llama el «capital Cultura
progresar este comercio generalizado. Se diga lo que se diga de la
o Civilización•, y que es asimismo literario. Valéry cree posible el
insuficiencia de la traducción, esca actividad no deja de ser una de
análisis de un valor específico que sólo tuviera cotización en ese
las careas más esenciales y más estimables del mercado de inter-
•gran mercado de los asuntos humanos», evaluable según normas
cambio mundial universaI.,,5
propias del universo cultural, sin medida común con la «economía
económica», pero cuyo reconocimiento sería el índice seguro de la
«¿De qué se compone ese capital Cultura o Civiliuzción?», insis-
existencia de un espacio, nunca denominado como cal, un univer-
te Yaléry. «En primer lugar, está compuesto de cosas, de objetos
so intelectual en donde se organizarían intercambios concretos. materiales -libros, cuadros, instrumentos, etc.-, que tienen su dura-
ción probable, su fragilidad, su precariedad de cosas.» 6 Estos «obje-
La economía literaria tendría, por canco, como ámbito un tos materiales», en el caso concreto de la literatura, son en principio
•mercado», según los términos de Valéry, esto es, un espacio en el los textos, repercoriados, registrados y declarados nacionales. los tex-
que circularía y se intercambiaría el único valor reconocido por tos literarios reconvertidos en historia nacional. Cuanto más anci-
todos los participantes: el valor literario. Pero V aléry no es el úni-
co que consideró, bajo esta forma aparentemente antiliceraria las . l. J. W. ~on Gocrhe, carra a Carlylc. 1827, citado por Ancoine Berman,
actividades del mundo literario. Antes que él, Goeche también ha- L 'EP_mwe de l'étrnnger. Culture et traductio11 daT1S /'Allemagne roma11tique, París,
bía esboi.ado un universo literario regido por leyes económicas Gall1mard, 1984, pp. 92-93.
2. A. Bcrman, op. cit.. p. 90.
nuevas, y descrito un «mercado en el que codas las naciones ofre-
3. Frirz Strich, Goethe 1md die Weltlitert1t11r. Berna, Frdncke Yerlag. 1946, p. 17.
4. Ibldem, p. 18.
l. lbítlnn. 5. lhldem.
2. Ibláem, p. 1082. 6. P. Yaléry, loe. cir.. p. 1090.
3. lbláem. p. 1090.
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26
gua es la literatura, más importante es el patrimonio nacional y más rariamence, los grandes escritores pueden convertirse en «profesio-
numerosos son los textos canónicos que constiruyen, en forma de nales» de la literatura. «Observen escas dos condiciones .. , escribe
•clásicos nacionales•, el panteón escolar y nacional. La antigüedad Valéry. «Para que el material de la cultura sea un capital, exige
es un elemenco determinante del capical literario: 1 da fe de la «rique- también la existencia de hombres que lo necesiten y que puedan
za,. -en el sentido del número de cextos-, pero también, y sobre servirse de él [... ],y que sepan, por otra parte, adquirir o ejercer las
codo, de la •nobleza,. de una literatura nacional, de su anterioridad costumbres que hacen falta, la disciplina intelectual, las convencio-
supuesta o afirmada con respecto a otras tradiciones nacionales y, nes y prácticas para utilizar el arsenal de documentos y de instru-
por la senda de la consecuencia, del número de cexcos declarados mentos que los siglos han acumulado.» 1 Así pues, este capiral se
•clásicos• (es decir, que escapan a la rivalidad temporal) o «universa- encarna también en codos los que lo transmiten, se apoderan de él,
les» (es decir, liberados de todo particularismo). Los nombres de lo transforman y lo reactualizan. Existe en forma de instituciones
Shakespeare, Dante o Cervantes reswnen a la vez la grandeza de un literarias, académicas, jurados, revistas, críticas, escuelas literarias,
pasado licerario nacional, la legitimidad histórica o literaria que con- cuya legitimidad se mide por su número, su antigüedad y la efica-
fieren esos nombres a una literatura nacional y el reconocimicnco cia del reconocimiento que decretan. Los países de gran uadición
universal-por canto, ennoblecedor y acorde con la ideología no na- literaria revivifican a cada instante su patrimonio literario a través
cionalista de la literatura- de su grandeza. Los <<clásicos» son el privi- de todos los que participan en él o se consideran sus responsables.
legio de las naciones licerarias más antiguas que, eras haber constitui- Para precisar los análisis de Paul Valéry, son de utilidad los
do como intemporales sus textos nacionales fundadores, y definido «indicadores culturales» que Priscilla Parkhurst Clark ha elabora-
así su capical literario como no nacional y no histórico, responden do con el fin de comparar las prácticas literarias en diversos países
exaaamence a la definición que ellas mismas han dado de lo que ne- y utilizarlas como indicadores objetivos del volumen de capital na-
cesariamente debe ser la literatura. El «clásico•> encarna la legitimidad cional. Para ello analiza el número de libros publicados cada año, 2
literaria en sí misma, esto es, lo que se reconoce como La literatura, las ventas de libros, el tiempo de lectura por habitante y las ayudas
aquello a partir de lo cual se trazarán los límites de lo que será recono- percibidas por los escritores, así como el número de editores y de
cido como literario, lo que servirá de unidad de medida específica. librerías, el de figuras de escritores en billetes de bancos y en se-
El "prestigio literario» tiene también sus raíces en un «medio .. llos, el de calles que llevan el nombre de un escritor célebre, el es-
profesional más o menos numeroso, un público restringido y culti- pacio reservado a los libros en la prensa y el tiempo dedicado a los
vado, el incerés de una ariscocracia o de una burguesía iluscrada, ce- libros en los programas de televisión. 3 Habría, por supuesto, que
náculos, una prensa especializada, colecciones literarias rivales y
prestigiosas, editores afamados, descubridores reputados -cuya re- l. P. Valéry, loe. cit., p. 1090.
putación y autoridad pueden ser nacionales o internacionales- y, 2. En 1973 se publicaron en Francia 52,2 títulos por cada 100.000 habitan-
por desconcado, escritores célebres, respetados y que se consagren tes, conrea 39,7 por J00.000 habitantes en los Estados Unidos. La encuesta, rea-
por entero a su tarea de escritura; en los países muy dotados lite- lizada en 81 países, contabilizaba entre 9 y 100 rítulos por 100.000 habitantes.)'
más de la mitad (51 paises) publicaban menos de 20 cítulos. Priscilla Parkhurst
Clark, Líterary Franu, Thr Malring of a Ct1/turr, Berkeley y Los Ángeles, Uni-
l. Hudga decir que, para precisar d uso que hace Valéry del concepro de
versicy ofCalifornia Press, 1987. p. 217.
•capital cultura- o de capical literario, me apoyo en el concepto de "capital sim-
3. Cada uno de estos índices se escudió comparativamente en varios países de
bólico• daborado por Pierre Bourdieu (véase, en particular, ~Le marché des biens
Europa y en los Estados Unidos. Y en codos los casos Francia parece, con mucho,
symboliqua., L 'Annlr socio/ogiqur, vol. 22, 1971, pp. 49-126) y en el de u capital el pals más "literario•, es decir, aquel cuyo volumen de capital es el más impor-
licerario•, propuesto en especial en ÚJ Rtgln tk /"art, París, !:dicions du Scuil, tante.
1992. [.lm rtgÚU del aru, Barcelona, Anagrama, 1995.]

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añadir a esto d número de uaducciones y, sobre codo, mostrar
ma un cheque de un millón de dólares, es bueno. Si yo extiendo
que la •concentración de la producción y de la publicación de las
un cheque de un millón, es una broma, una mistificación, no tiene
ideas-, como dice en otro lugar Paul Valéry, 1 no es exclu.sivamence ningún valor [... ]. Ocurre lo mismo en lo referente a los cheques
literaria, sino que depende mucho de los encuentros entre escrito- emitidos sobre d saber( ... ]. No se aceptan los firmados por un des-
res, músicos y pincorcs, es decir, de la conjunción de varios cipos de conocido sin referencias. En liceracura, la referencia es el .. nombre"
capitales arásricos que conrribuyen a •enriquecerse» muruamence. del que escribe. Al cabo de cierto tiempo. se le concede crédito ... • 1
Es cambién posible medir a contrario la ausencia o la debilidad La idea de un •crédico ..2 literario como el que esboza Pound per-
de capiral literario nacional en los países muy desposeídos al res- mite comprender cómo, en el universo literario, el valor está aso-
pecto. El crítico licerario brasileño Antonio Candido, al describir ciado directamente con la creencia. Cuando un escritor se convier-
lo que él denomina la «debilidad culrural» de Latinoamérica, la re- re en •referencia», cuando su nombre se ha convenido en un valor
laciona casi palabra por palabra con la falca de rodas los recursos en el mercado literario, es decir, cuando se cree que lo que hace po-
específicos que acabamos de mencionar: en primer lugar, el por- see un valor literario, que está consagrado como escritor, entonces
centaje devado de analfabetismo, que implica, escribe Candido, la se le •concede crédito»: el crédito, la «referencia• de Pound, es d
•inexistencia, la dispersión y la precariedad de los públicos dispo- poder y el valor otorgados a un escritor, a una insácución, a un lu-
nibles para la literatura, debido al pequeño número de lectores gar o a un •nombre» en vircud de la creencia que se le profesa; es,
reales-, así como Ja •falta de medios de comunicación y de difu- pues, lo que él cree poseer, lo que se cree que posee y d poder que
sión (ediroriales, bibliotecas, reviscas, periódicos); la imposibilidad quien cree en él le confiere «~Somos... dice Valéry, e1lo que creemos
de especialización de los escritores en sus obras literarias, por lo ser y lo que creen que somos"). 3
general ejecuradas como careas marginales o incluso como un que- La exisrencia, a la ve:z. concreta y abstracta, de este «Oro espiri-
hacer de aficionados•. 2 cuah~. como lo llama Valei:y Larbaud, del capita.l licerario, sólo es
Además de su antigüedad relativa y de su volumen, el capiral posible, en consecuencia, en la propia creencia que lo mantiene y
literario tiene cambién la caraaerísrica de que descansa en juicios y en el de sus efectos reales y concretos. En esca creencia se basa el
represencaciones. Todo el 11crédito» concedido a un espacio dorado funcionamiento del universo literario encero: codos los jugadores
de una gran •riqueza irunacerial» depende de la «opinión del mun- cienen en común en sus envires una reputación que no codos po-
do•, como dice Valéry, esto es, del grado de reconocimiemo que se seen, o no en el mismo grado, pero por cuya posesión codos van a
luchar. El capital licerario reconocido por codos es a la vcr lo que
le otorga y de su legitimidad. Conocemos el lugar asignado por
se pretende adquirir y lo que se reconoce como condición nece-
Pound a la economía en sus Cantos; afirmaba asimismo en ABC de
saria y suficiente para participar en el juego literario mundial;
la lectura la existencia de una economía interna en las ideas y en la
permite medir las prácricas literarias con d rasero de una norma
literatura: •Toda idea general se parece a un cheque bancario. Su
declarada legítima por codos. Existe únicamente, en su inmaceria-
valor depende de quien lo (o la) recibe. Si el señor Rockefeller fir-
l. Ezra Pound, ABC tÚ la l«turt, París, L'Herne, 1966, p. 25 (erad. de D.
Roche). [E/ ABC tk la kctura, Madrid. Ediciones y Talleres de Escricura Creati-
J. P. Yaléry, ·Pcnséc et an Íl'2Jl~S•, &gards sur k montÚ acttul <Eums. va, 2000.]
op. cit., p. 1050. 2. La palabra •crédico•, del lacín cmkrt. es sinónima de •poder•, •pocencia•,
l. Antonio Candido, Littiraturt et Sous-divtloppnnmt. L 'enároit tt i'mvm. •consideración•, "autoridad•, "importancia•.
Esulis iÚ líttiraturt a iÚ HJcio/ogú, Parls, Mécailié-Uncsco, 1995, pp. 236-237. 3. P. VaJóy, •foncrion et mystcrc de l'Académie-, Rtg¡zrrJs nn k montk ar-
Se cnc.on.tmí m:b ouldanr.c, en la descripción que propone Kafka de las •peque- rrul. op. cit., p. 1120.
ñas fuerarura¡., un análilu de &u carencia especifica.
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lidad misma. porque ejerce, para codos los que participan en el
juego, y en panicular para quienes carecen de los efectos objeriva- vado del uso de una lengua en el universo escolar, político, econó-
menre mensurables que perperúan la creencia. El inmenso pro- mico ... Este valor específico debe distinguirse radicalmente de lo
vecho que los escritores desheredados han encontrado y siguen que los analistas políticos del •sistema lingüístico mundial,. 1 descri-
ben hoy día corno los índices de centralidad de una lengua. De-
encontrando en ser publicados y reconocidos en los centros -valo-
pendiendo de la historia de la lengua, de la nación política, así
rización de la traducción, prestigio conferido por determinadas
como de la literatura y del espacio literario, el patrimonio lingüísti-
colecciones erigidas en símbolos de la excelencia literaria, o, en su
co-literario está asimismo asociado con un conjunto de procedi-
caso, por las instituciones literarias, ennoblecimiento garantizado
mientos técnicos elaborados en el curso de la historia literaria, de
por ciertos prefacios, ere.- es uno de los efectos concretos de la
investigaciones formales, de formas y de erabas poéticas o narrati-
creencia literaria. vas, de debates teóricos y de invenciones esciüsticas que acrecientan
la gama de las posibilidades literarias. De manera que la "riqueza,.
la literarúdad literaria y lingüística es eficiente a la vez en las representaciones y
en las cosas, en la creencia y en los textos.
La lengua es uno de los componentes principales del capital li- En este sentido se puede comprender por qué algunos autores
terario. Se sabe que la sociología política del lenguaje sólo estudia que escriben en «pequeñas11 lenguas pueden intentar introducir,
el uso (y el c<Valofll relativo) de las lenguas en el espacio político- dentro mismo de su lengua nacional, no solamente las técnicas,
económico, sin tomar en cuenca lo que, en el espacio propiamente sino incluso las sonoridades de una lengua considerada literaria.
literario, define su capital lingüístico-literario, que yo propongo En 1780 Federico II, rey de Prusia, hace publicar en Berlín, en
denominar •literariedad». 1 En razón del prestigio de los mecos es- francés (el texto se publica algún tiempo después en una traduc-
critos en determinadas lenguas, hay en el universo literario lenguas ción alemana redactada por un funcionario del Estado prusiano),
consideradas más literarias que otras y que supuestamente encar- un breve ensayo titulado De la /ittérature aliemantk, eks defauts
nan la propia literarura. tsca se halla vinculada con la lengua hasta qu on peut fui reprocher, que/les en sont les causes, et par quels moyens
el punto de que se áende a identificar cela lengua de la liceracura11 on peut les corriger [«De la literatura alemana, los defectos que
(la ulengua de Racine,. o la «lengua de Shakespeare») con la licera- pueden reprochársele, cuáles son las causas de los mismos y por
rura misma. Una gran literariedad conferida a una lengua supone qué medios pueden corregirse»]. 2 De este modo, el monarca ale-
una larga tradición que refina, modifica, amplía con cada genera- mán pone de manifiesto, en una adecuación extraordinaria entre
ción literaria la gama de posibilidades formales y estéticas de dicha la lengua escogida y el propósito del libro, la dominación especí-
ficamente literaria que ejerce a finales del siglo XVIII la lengua
lengua; establece y garantiza la evidencia del carácter eminente-
francesa sobre las letras alemanas. 3 Dando por senrada, pues, esca
mente literario de lo que está escrito en esa lengua, y le expide,
preeminencia francesa -y dejando de lado los grandes textos en
por sí misma, un ucertificado» literario.
Hay, por consiguiente, un valor literario asociado con deter- 1. Véase Abrarn de Swaan, •The Emergcnc World Language Systcm•. !ntrr-
minadas lenguas, así como efectos propiamente literarios, vincula- natio1111/ Political Scimcr Revirw. vol. 14, n.u 3, julio de 1993.
dos en especial con traducciones, que son irreductibles a1 capital 2. Federico 11 de Prusia, Dr la littlraturr a/Jnnantk. París, Gallimard, col.
propiamente lingüístico conferido a una lengua, al prestigio deri· •Le Promeneur», 1994.
3. Rivarol será declarado ganador del concurso convocado por la Academia
de Berlin, rres afias más tarde ( 1783), por su Discours mr /'uniwrsaliti tk la lan-
l. Haciendo de este concepto un uso muy próximo al de Jakobson: lo que g11r ftanfaisr. Federico 11 lo hizo miembro de dicha institución.
hace que una lengua o un texto sean literarios, o puedan considerarse tales.
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lengua alemana de poetas y escritores como Klopstock, Lessing, dad literaria de las lenguas que denominó, con gran precisión, los
Wieland. Herder y Lenz, que la concradicen-, emprende la aplica- ••mercados verbales». Al formular, con tanta clarividencia como
ción de una especie de plan de reforma de la lengua alemana, con- realismo, las desigualdades del comercio lingüístico y literario, a
dición del nacimiento de una literatura alemana clásica. Para cum- cravés de una analogía económica de sorprendente realismo, escri-
plir su programa de perfeccionamiento de dicha lengua, que, be: ((Las lenguas sirven a la causa de la enemistad y, en su calidad
según él, es «medio bárbara» y «tosca», y a la que acusa de ser <<di- de sonidos singulares, para el intercambio de mercancías incelec-
fusa, difícil de manejar, poco sonora ... », por oposición a las len- tuales, dividen a la humanidad plurilingüe en campos de lucha
guas •<elegantes» y "pulidas», Federico 11 propone lisa y llanamence aduanera, en una serie de mercados verbales, allende los límites de
italianizar (o latinizar) el alemán: •<Poseemos numerosos verbos cada uno de los cuales una lengua pretende la hegemonía y, de
auxiliares y activos», afirma, «cuyas últimas sílabas son sordas y esta manera, las lenguas, en cuanto tales, sirven a la desunión de la
desagradables, como sagen, geben, nehmen: afiadid una a al final de humanidad y conducen a guerras invisibles.» 1
esas desinencias y convertidlas en sagena, gehena, nehmena, y esos Habría que elaborar un índice de autoridad literaria que per-
sonidos agradarán al oído.» 1 mitiera dar cuenta de escas luchas lingüísticas a las que se entre-
Según el mismo mecanismo, Rubén Dado, fundador del gan, sin saberlo siquiera, por su sola pertenencia a una área lin-
"modemismo11, 2 se propuso introducir, al final del siglo XIX, la güística, todos los actores y codos los jugadores del «gran juego))
lengua francesa en el castellano, o, dicho de otro modo, transferir de la liceramra, por medio de los cexcos, las traducciones, las con-
al espafiol los recursos literarios del francés. La extraordinaria ad- sagraciones y los anatemas literarios. Este Indice tendría en cuenta
miraci6n del poeta nicaragüense por roda la literatura francesa de la antigüedad, la <<noble-La», el número de cexcos literarios escritos
su siglo, Hugo, Zola, Barbey d'Aurevilly, Camlle Mendes ... , le in- en cada lengua, el de textos universalmente reconocidos, el de tra-
citará a poner en práctica lo que llama el «galicismo mental». «La ducciones ... Habría igualmente que oponer las lenguas de «gran
adoración que siento por Francia», explica en un artículo publica- cultura» -es decir, las que poseen una lirerariedad intensa- a las de
do en 1895 en La Nación de Buenos Aires, icfue inmensa y pro- «gran circulación». Las primeras son las que son leídas no sola-
funda desde mis primeros pasos espirituales. Mi suefio era escribir mente por quienes las hablan, sino también por los que piensan
en francés [... J. Y he aquí cómo, pensando en francés y escribien- que los que escriben en esas lenguas o son traducidos a ellas mere-
do en un castellano cuya pureza hubiesen aprobado los académi- cen ser leídos. Poseen en si mismas «permiso» de libre circulación,
cos de Espafia, publiqué el librito que habría de iniciar el acrnal puesto que atestiguan la pertenencia a un <•centro» literario.
movimiento literario americano.» 3 Uno de los medios de elaborar ese índice y de medir la poten-
cia propiamente literaria de una lengua podrla consistir en trans-
poner al universo literario los criterios utilizados por la sociología
El poeta Vélimir Jlebnikov, que en la Rusia de los afias 1910
política. Hay, en efecto, criterios objetivos que permiten medir el
trató de hacer que la lengua y la poesía rusas conquistaran un re-
lugar de una lengua en lo que Abrnm de Swaan. por ejemplo, lla-
conocimiento universal, 4 enunció así la existencia de una desigual-
ma .. el sistema lingüístico mundial en emergencia». 2 Ve así el con-
1. Federico 11 de Prusia, op. cit.. p. 47.
2. Vév.e ínfra, pp. 133-134. l. Vélirnir Jlebnikov, .. Pc:intrc:s du Monde!•, No11vtllts d11 }t ti d11 Mondt,
3. Citado por Gérard de Cortanzc, •Rubén Darlo ou le gallicismc: menea! .. , París, lmprimcrie nalionale, 1994, p. 128 (prólogo, traduccil\n y notas de J.-C.
AzMl.. Par15, La DilTérencc, 1991, p. 15 (trad. de M. Daireaux). Lanne. La cursiv:1 es m(a).
4. Su proyecto estético se construye a la ve-1. en una oposición proclamada :1 2. Véase A. de Swaan. •The Emergent World L.anguage System•. loe. cil.
•Occidente• y lU cultura y en la afirmación de una ueslavidad• inalienable.
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junto de las lenguas mundiales como un sistema en formación que
Cosmopolitas y poliglotas
extrae su coherencia del multilingüismo. Para él, se puede evaluar
la centralidad (política) de una lengua (es decir, el volumen de su La numerosa presencia de grandes intermediarios transnacio-
capicaJ propiamente lingüístico) por el número de hablantes pluri- nales, de finos letrados y de críticos refinados es, dicho de ocra for-
lingües que la hablan: cuanto más numerosos son los políglotas ma, un índice importante de poder literario. Los grandes cos-
que hablan una lengua, más central es ésta, es decir, más dominan- mopolitas (a menudo políglotas) son, en efecto, una especie de
re.1 Dicho de otro modo, incluso en el espacio político, el número agentes de cambio, «cambistas>> que se encargan de exportar de un
de hablantes de una lengua no basta para establecer su carácter espacio a otro textos cuyo valor literario, por ello, fijan. Valery
central en un sistema descrito como <<figuración floral», esto es, Larbaud, gran cosmopolita y gran traductor, describía a las perso-
una configuración lingüística en que los políglotas unen con el nas culeas del mundo entero como miembros de una sociedad in-
centro a rodas las lenguas de la periferia. La propia «comunicación visible, los «legisladores», en cierto modo, de la República de las
potencial• (a saber, esquemáticamente, la extensión de un territo- Letras: ccExiste una aristocracia abierta a todos, pero que en ningu-
rio lingüístico) es, siempre según Swaan, «el producto de la pro- na época ha sido numerosa, una aristocracia invisible, dispersa,
porción de hablantes de una lengua en el conjunto de los hablanres desprovista de señales exteriores, sin existencia oficial reconocida,
sin diplomas y sin credenciales, y, sin embargo, más brillante que
del (sub)sistema y la proporción de hablantes de esta lengua en el
ninguna otra; sin poder temporal, aunque, no obstante, dispone
conjunto de los hablantes multilingües del (sub)sistema». 2 En el
de una potencia considerable y posee tal naturaleza que a menudo
universo literario, si el espacio de las lenguas puede también repre-
ha dirigido el mundo y decidido el porvenir. De ella han salido los
sentarse mediante una ccfiguración floral», esto es, un sistema en el
prf ncipes más auténticamente soberanos que la historia ha conoci-
que los políglotas y los traductores unen las lenguas de la periferia
do, los únicos que años y, en ciertos casos, siglos después de su
con el centro, entonces se podrá medir la literariedad (la potencia, muerte dirigen las acciones de muchos hombres.» 1 El poder espe-
el prestigio, el volumen del capital lingüístico-literario) de una len- cífico de esta 1caristocracia11 artística sólo se mide, pues, en térmi-
gua, no por el número de escritores o de lectores de la misma, sino nos literarios: su «potencia considerable» es la facultad completa-
por el número de políglotas literarios (o protagonistas del espacio mente específica que le permite decidir lo que es literario, y
literario, editores, intermediarios cosmopolitas, descubridores cul- consagrar con seguridad a todos aquellos a quienes designa como
tivados ... ) que la practican y por el número de traductores litera- grandes escritores. Está investida del poder supremo de constituir
rios -canto en la exportación como en la importación-3 que hacen el gran monumento de la literatura universal, de designar a quie-
circular los textos desde esa lengua literaria o hacia ella. nes se convertirán en los ccclásicos universales», es decir, quienes
propiamente hablando cchacen» la literatura: su obra, «en ciertos
casos, siglos después de su muerte», encarna la grandeza literaria,
l. Ib/Jnn, p. 219.
traza el límite y la norma de lo que es y será literario, se erige en su
2. • Tht product of tht proportion of1ptakm ofa languagt among 111/ 1peakm
in tht (mb)l]stnn and tht proportion ofsptakm ofthat language among the 11111/ti- sentido propio en el ccmodelo» de coda literatura futura.
linpaJ sµaltm in tht (sub)systt'111, that i1, tht product of its "pluraliry" m1d itJ Esta sociedad de personas cultas, prosigue Larbaud, «es una e
ucmtrality~ ináúating rtsptctivt/y its siu and ÍtJ position within the (s11b)~yum1.• indivisible a pesar de las fronteras, y la belleza literaria, pictórica y
A de Swa.an, lor. rit., p. 222. musical es para ella algo can auténtico como la geometría euclidiana
3. Véase Valérie Ganne y Marc Minon, «Géographie de la craduccion», liw-
dui" l'E1'ropt, F. Barret-Ducrocq (ed.), Parls, Payoc, 1992, pp. 55-95. Discingucn
la •inuaducc.ión•, o sea. la irnporración de cexcos licerarios excranjeros en la l!ngua 1. Valery Larbaud, Ce vict impu11i, la ltcture. Domaint anglais, op. cit., p. 11.
nacional, de la -o:traducción•, o sea, la aporcación de cexcos licerarios nacionales.
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para el común de los espíritus. Una e indivisible porque es, en cada
país, lo que hay a la va. de más nacional y de más internacional: de reconocen codos los protagonistas del universo literario {incluidos
más nacional, porque encarna la cultura que ha agrupado y formado los más prestigiosos y los más consagrados, como Valéry), los jui-
cios y los veredictos que pronuncia (consagración o anatema) son
la nación, y de más incernacional, porque sólo puede encontrar sus
seguidos de efectos objetivos y mensurables. El reconocimiento de
iguales, su nivel, su medio, encre las élites de las demás naciones
James Joyce por las más altas instancias del universo literario lo ha
[... ]. De este modo, la opinión de un a1emán lo bastante cultivado
situado de emrada en la posición de fundador y lo ha transforma-
para conocer el francés literario coincidirá probablemente, sobre un
do en una especie de «unidad de medida.. de la modernidad litera-
libro francés cua1quiera, con la opinión de la élite francesa y no con
ria a partir de la cual se ha «estimado .. el resto de la producción;
el juicio de los franceses menos culcos». 1 Esos grandes incermcdia- por el concrario, el anatema pronunciado contra Ramuz (por más
rios, cuyo inmenso poder de consagración sólo se mide por su pro-
que es, sin duda, anees que Céline, uno de los «inventores" de la
pia independencia, obtienen, por canco, su autoridad de su perte- oralidad en la narración novelesca) lo relegó al infierno de los se-
nencia nacional, que es también, paradójicamence, garante de su gundos papeles provincianos de la literatura en lengua francesa. El
autonomía literaria. Como ellos forman, según la descripción de gigantesco poder de decir lo que es literario y lo que no lo es, de
Larbaud, una sociedad que ignora las divisiones políticas, lingüísti- trazar los límites del arte literario, pertenece exclusivamente a los
cas y nacionales, se adecuan a la ley de la autonomía liceraria cons- que se otorgan, y a los que se otorga, el derecho de legislar litera-
cruida contra las divisiones políticas y lingüísticas (universo uno e riamente.
.. indivisible a pesar de las fronteras», afirma Larbaud) y consagran Al igual que la crítica, la traducción es, en sí misma, valoriza-
los cexcos con arreglo al mismo principio de la indivisible unidad de ción o consagración o, como decía Larbaud, •enriquecimiento•:
la literatura: al arrancarlos de las limitaciones y las comparcimenra- «Al mismo tiempo que acrecienca su riqueza intelecrual, [el tra-
ciones literarias, imponen una definición autónoma (es decir, no ductor] enriquece su literatura nacional y honra su propio nom-
nacional, internacional) de los criterios de la legitimidad literaria. bre. No es una empresa oscura y sin grandeza la de verter en una
Así se comprende el papel que desempeña la crítica como lengua y en una literatura una obra importante de otra literatu-
creadora de valor literario. Paul Valéry, que asigna a1 crítico el pa- ra.»1 El «valor (literario) sólido» constituido por el reconocimiento
pel de expeno encargado de evaluar los textos, emplea el término de la verdadera crítica permite, según Valéry, «acrecentar el capital
de ujueces». 2 Evoca a uesos expertos, esos aficionados inapreciables (literario) universal» al favorecer la anexión de la obra reconocida
que, aunque no creasen las obras propias, creaban su verdadero al capital de quien la reconoce. Tanto el crícico como el traducror
concribuyen de esta forma al crecimiento del patrimonio licerario
valor; eran jueces apasionados, pero incorruptibles, para los cuales
de la nación que consagra. El reconocimiento crítico y la traduc-
o contra los cuales era hermoso trabajar. Sabían leer: virtud que se
ción son, por consiguiente, armas en la lucha por y para el capital
ha perdido. Sabían escuchar e incluso comprender. Sabían ver.
literario. Dicho esto, esos grandes intermediarios son -como
Esto significa que lo que querían releer, volver a escuchar o revisar muestra el caso de Valery Larbaud- los más ingenuamente investi-
se constituía, mediante ese retorno, en valor sólido. El capital uni- dos de la representación más pura, más deshistoricizada, «desna-
versal crecía con eJJo,,. 3 Puesto que la competencia de la crítica la cionalizada», despolitizada de la literatura, los más firmemente
convencidos de la universalidad de las categorías estéticas a través
1. JblJnn, pp. 22-23. de las cuales evalúan las obras. Son, en otras palabras, los primeros
2. Es asimismo el término que empicaba Coctcau para hablar -colfricamcn·
te- de los críticos de tcairo. 1. V. Larbaud, Sous l'invocation tk sainr jtróm~. op. cit., pp. 76-77.
3. P. Valéry, •Liberté de: l'csprit,., loe. cit.. p. 1091. La cursiva es mfa.
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38
responsables de los malentendidos y los contrasentidos que carac- del lujo y de la moda. París es así, pues, a la par capicaJ intelectual,
terizan a lu consagraciones centrales (y en panicular, como se árbitro del buen gusto y lugar fundador de la democracia política
verá. parisinas). conuascntidos que son can sólo uno de los efectos (o reincerpretada como cal en el relato mitológico que ha circula-
de la ceguera ctnoc~ntrica de los centros. do por el mundo entero). ciudad idealizada donde puede procla-
marse la libertad artística.
París, dudad-literatura Libertad política, elegancia e inceleccuaJidad dibujan una es-
pecie de configuración única, una combinación histórica y mítica
Contra las fronteras nacionales que producen la creencia polí- que ha permitido, en la práctica, inventar y perpetuar la libertad
tica (y los nacionalismos), el universo literario produce su geogra- del arte y de los artistas. En París Gui.de, Víctor Hugo hacía de la
fía y sus propias divisiones. Los territorios licerarios son defi- Revolución Francesa el cccapicaJ simbólico,, principal de la ciudad,
nidos y delimitados según su distancia estética del lugar de ufabri- su especificidad real. Sin 1789, dice, París caJ va. no hubiera al-
cación11 y de consagración de la liceramra. Las ciudades en que canzado la supremacía: «Roma tiene más majestad, Tréveris áene
se concenuan y se acumulan los recursos licerarios se convienen más antigüedad, Venecia tiene más belleza, Nápoles tiene más
en lugares que encarnan la creencia, o, dicho de ocro modo, en gracia, Londres, más riqueza. éQué tiene París, entonces? La Re-
una especie de centros de crédito, de ccbancos centrales .. específi- volución ... París es, de toda la tierra, el lugar en que mejor se oye
cos. Así, Rarnuz define París como "el banco universal de los cam- crujir el inmenso velamen invisible del progreso ... • Para muchos
bios y los incercambios11 1 literarios. La constitución y el reconoci- extranjeros, en efecto, durante largo tiempo, aJ menos hasta la dé-
miento universal de una capital literaria, es decir, de un lugar cada del J960, la imagen de la capital se confundía con d recuer-
donde convergen el mayor prestigio y la más grande creencia li- do de la Revolución Francesa, las insurrecciones de 1830, 1848,
cerarios, derivan de los efectos reales que produce y suscica esca 1870-1871, con la conquista de los Derechos del Hombre y la fi-
creencia. Existe, pues, dos veces: en las represemaciones y en la re- delidad al principio del derecho de asilo, así como con los grandes
alidad de los efectos mensurables que produce. cchéroes» de la literatura. Georges Glaser escribe: •En mi pequeña
patria, el nombre "París" sonaba como una palabra de leyenda.
París se convirtió, por canto, en la capical del universo lirera- Más tarde, mis lecturas y mis experiencias no la despojaron de este
rio, la ciudad dotada del preságio licerario más grande del mundo. brillo. Era la ciudad de Henri Heine, la ciudad de Jean-Chrisco-
París es una «función» necesaria, como dice Valéry, de la escruccu- phe, la ciudad de Hugo, de BaJzac, de Zola, la ciudad de Marat,
ra liceraria. 2 La capital francesa combina, en efecco, propiedades a Robespierre, Danton, la ciudad de las barricadas eternas y de la
priori antitéácas, que reúnen extrañamente codas las represen- Comuna, la ciudad del amor, de la luz, de la frivolidad, de la risa
raciones históricas de la libertad. Simboliza la Revolución, el de- y del placer.» 2
Otras ciudades, y en especial Barcelona, que acumula, durance
rrocamiento de la monarquía, la invención de los Derechos del
el período franquisca, una reputación de colerancia política y un
Hombre, imagen que conferirá a Francia su gran reputación de
tolerancia hacia los extranjeros y de cierra de asilo para los refugia-
dos políticos. Pero es también la capital de las lecra~. de las artes, l. Víctor Hugo, .. [mroduction•, París Cuide. par In principaux kri1111i11J rt
artistrs de la Franu, Parls, 1867, pp. XVIII-XIX. En la obra, publicada bajo la di-
rección de Louis Ulbach, colaboraron 125 hombres y mujeres de letras, y su apa-
l. Charle¡ Ferdinand Ramuz, Paris. Notts d'un Vaudois, 1938, rcediudo, rición coincidió con la apenura de: la Segunda Exposición Universal de París.
(,ausana, Édítioru de l'Aíre, 1978, p. 65. 2. Gc:orgc:s Glasc:r, Secrettt Vioknct, Parfs, 1951. p. 157.
2. P. Valéry, •Fonccion de París•, bu. cit., pp. 1007-1010.
41
gran capital imelecrual, pueden reunir características próximas a
en lugar novelesco por excelencia (El vientre tÚ París, EL spken de
las de París. Pero la capital catalana desempeña el papel de capital
París, Los misterios de París, Nuestra Señora de París, Papd Goriot,
literaria en un plano esrricrameme nacional o, más extensamenre,
Esplendores y miserias de las cortesanas, Las ilusiones perdidas, lA ra-
lingüístico, si se incluyen los países latinoamericanos. París, en
lea ... ). Infatigablemente descrito, figurado, reproducido literaria-
cambio, debido a la importancia de sus recursos literarios, t'micos
mente, París se ha convertido en La literatura. La descripción lite-
en Europa, y al carácter excepcional de la Revolución Francesa.
raria de París ha multiplicado y, sobre codo, proclamado, exhibido
desempeña en la constitución del espacio literario mundial un pa-
su crédito, porque en cierto modo venía a objetivizar y como a
pel asimismo único. Walter Benjamin muesrra, en Paris. capitale •<probar», de manera específica e irrefutable, su unicidad. ul..a ciu-
du XJ)( sieck, que la reivindicación de libertad política, directa- dad de las cien mil novelas», según expresión de Balzac, encama
mente mezclada con la invención de la modernidad literaria, es la literariamente la literatura. Y, como consecuencia de la configura-
particularidad histórica de París: «París es, en el orden social, el ción inseparablemente liceraria y política que consticuye el funda-
equivalente de lo que es el Vesubio en el orden geográfico. Es Lm mento de su potencia específica, su represenración por excelencia
maciw peligroso y rugiente, un foco de revolución siempre activo. es la del París revolucionario. Las descripciones literarias de las in-
Pero, al igual que las laderas del Vesubio se han convenido en ver- surrecciones populares (en La educación sentimental, El noventa y
geles paradisíacos gracias a las capas de lava que las recubren, el tres, Los miserables, EL insurrecto, etc.) condensan en cieno modo
arte, la vida mundana, la moda florecen como en ningún otro si- todas las representaciones sobre las que descansa la leyenda de Pa-
tio sobre la lava de las revoluciones.» 1 Benjamin habla también, en rís. Todo sucede como si la ciudad de la literatura llegase a con-
su correspondencia, de la «pareja maldital> compuesta por Baude- vertir literariamente acontecimientos que hacen época en el uni-
laire y Blanqui, que simboliza el encuentro por excelencia, como verso político, reforzando aún más, mediante esta metamorfosis,
si lo personificara, entre la literatura y la revolución. la creencia y el capital parisinos.

Esta configuración única ha sido reforzada y manifestada por Género literario inaugurado en el siglo >..'VIII, escas incontables
la licerarura misma. La construcción incansable de una represema- descripciones de París se han codificado poco a poco y convenido,
ción literaria en París, las innumerables descripciones novelescas y según expresión de Daniel Oster, en la «recitación» parisiense, 1
poéticas de esta ciudad en el siglo XVIII y, sobre roda, en el XIX, leitmotiv inmucable, obligatorio en la forma y en el fondo, que
han llegado, en la práctica, a poner de manifiesto esta .. ticcraric- caneaba las glorias y las vircudes de París mostrando la ciudad
dad11 de París. Hay, ha escrito Roger Caillois, una «representación como una imagen reducida del universo.~ Puede entenderse la ex-
fabulosa de París que las novelas de Balzac, así como las de Eu- traordinaria repetición de este discurso hiperbólico sobre París
gene Sue y de Ponson du Terrail, contribuyeron especialmente a como la acumulación larga. pero segura, del pacrimonio literario e
poner en circulación11. 2 París, en efecto, se volvió literatura hasta el intelectual propio de la ciudad, puesto que la particularidad de
esce ccrecurso» simbólico es que crece y sólo existe cuando se pro-
pumo de entrar en la propia literatura, a través de las evocaciones
clama, cuando quienes lo creen se vuelven numerosos y cuando
novelescas o poéticas, y casi transmutarse en personaje de novela.

1. Danid Osrer, -Paris-Guide. D'Edmond Texier a Charles Virmaitre•,


l. Walrer Benjamín, Paris, capitalt d11 XIX' Jihk. Lt Livrr des P1m11grs. París, Ecrirt Paris, París, &!itions Seesam-Fondation Singcr-Polignac. 1990. p. 116.
fdirions du Ccrf, 1989 (trad. de J. Lacosre). 2. Balzac creaba asl una •maravilla monstruosa•, •cabeza del mundo• ~·
l. Rogcr Caillois, •Puissancc du roman. Un exemplc: Balzac.,, Approdm dr •conmovedot.1 reina de las ciudades•. Cf. R. Caillois, op. át.. p. 237.
l'imaginaire, Parfs, GaJlimard, l 974, p. 234.
43
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esta 11recitación11, a fuena de repetirse como una evidencia, se con-
vierte, de alguna manera. en una realidad. 1 del mundo civilizado.11 1 Hasta el discurso m:urrcntc- ~obre IA dCB·
Por eso todos los textos literarios -franceses o extranjeros- trucdón apocalf ptica de París -uno de los caphul011 obligatorio~
que han intentado describir, comprender y deflnir la est'IKia dr de todas las crónicas y evocaciones de París a lo l11rgo del siglo
París han retomado, sin cambiar una palabra. el estribillo inagota- XIX-1 no es posible elevar la ciud:1d, mediante el dc11tino tr4gico
ble de la unicidad y la universalidad de Parfs, y ello demro de una que le ser~ prometido, al rango de todas las grandcN capitalcll mlti-
continuidad histórica casi perfecta: este ejercicio de estilo se fornu'1 cas, N ínive, Babilonia, Tebas: e1Todm; las grandes ciuclade~ han
todo a lo largo del siglo XIX y duró al menos hasta la decida de perecido de muerte violenta••, escribe M;txime du Camp. "la hi~to­
1960, como un tema impuesto a todos los que aspiraban a la rnn- ria universal es el relato de la desmu:ci.Jn de lall grandes capitalc11;
dición de escritor. 2 Así, en su prefacio al célebre li1hlM11 tle l,ttri.1 se diría que esos cuerpos plct6ricm e hidrocéfalos deben dcsap,uc·
cer en cataclismos.11·1 Evocar la desaparición de Parls no cll sino
[•Cuadro de Parísu] ( 1852). Edmond Texier, que describe la ciu-
una manera de engrandecerla más y, arrancándola a 111 hisroria,
dad como «compendio del universo11, ((humanidad hecha t·iudadn,
elevarla al rango de mito universal. 4
•foro cosmopolita11, «gran pandemonio11, 11ciudad enddoprdica y
Roger Caillois, en su estudio sohre Balzac, dcflnc Piuls como
universaJ" 3 ... , se limita a enumerar los tópicos formados sobre P.~­
un mito moderno creado por la literatura.~ Por eso la cronología
rís. La comparación con las grandes capitales de la historia uniwr- histórica tiene poca importancia aqul: los lugares comunc5 de l11s
saJ es también uno de los topoi más utilizados (y más manidos) descripciones parisinas son transnacionales y transhistóricos. Son
para ensalzar a París. Valéry la comparará a Atenas y Alberto Savi- una medida de la forma y de la difusión de la crcenda literaria. l,¡as
nio a Delfos, el ombligo del mundo; 4 el romanista alemán Ernst representaciones literarias de Parls no son, ni mucho menos, el pri·
Cunius, en su Essai mr /.a Fra11ce, la preferirá a Roma: cd ,a Rnma vilegio de escritores franceses. Al contrario, la rn~enda en la omni·
antigua y el París moderno son los dos únicos ejemplos de un fr- potencia específica de París se difunde literariamente en todo el
n6meno único: en principio metr6polis políticas de un gran Fs1a- mundo. Las descripciones de Parls hechas por cxtr1mjcros y lleva·
do, escas ciudades asimilaron la vida nacional e intde(tual de m~ das a sus países se convierten en vehfculos de la creencia en 111 lite·
países respectivos; luego. al crecer en esplendor, acabaron convir- rariedad de la ciudad. El escritor yugoslavo D:milo Ki~ ( l 9.~5-
tiéndose en un centro de cultura internacional para el conjunw 1989) cuenta. en un texto esnito en 19~9. que la leyend11 p1ui-
siense que había acunado tod:l su juvt'ntud proccdl:l menos de la
1. Mostrar~ m:ls adelante que el proceso histórico de la acurn11l.1tic'111 dr rn·
piral literario propio de Francia y de Par!s comienza mucho antcs tlcl siglo >:IX.
En este capitulo me limito a señalar la.. consecuencias de una l.uga historia 1¡11r 1. Ernsl Curtius. Euai 1111· /,, Fr1mrr, l'arl5, Griusrt. 1932. rrrdi111du, l..a
empieza c:n el siglo XVI y que se explicitan\ m:U tarde. Tour d'Aigurs, ~.ditions dr l'Auhc, 11)90, 11· 247.
2. Véase Danicl ÜHcr y Jcan-Marie Goulemot, f..11 Vit pt11úin111r. A11tll/Jl1•.~ir 2. D. Oster. J.-M. Gouicnwt. "/'· di .. 11· 24.
Jn mrnm Ju XJX' süclt, Par!s, Sand-Conti, 1989, pp. 19-21. w
.l Maxirnc du C11111p. l'tn·/¡, .ir.• 11~t11ll'.•, m .fi111r1im11 r1 ·''' 11ir dim.1 .1rtvt1"1
mnitM d11 XIX' sí~d,, 1869, cit1lllo pnr D. ( h1r1, op. cit .. ¡1. 2~.
3. Citado por D. Ostl'r, lor. cit.. p. 1OR.
4. Sobre c8ll' tr11111. vé1m• 1t~i111isrno Ginv1111ni M11cd1i11. l'llriJ tH rt1i11t1, Pa·
oi. Albeno Savinio escribe, en un tono irónico-ddcrcntr: 11No. los diosr1
rls Flnmn111rion, 1998, cspcci11lmrn1c 111 tt'r·rcra ¡111rtr, •l..11a rui1111J Je l,1uls•.
griegos no han degenerado !... J. fa aqul len Parls] -l:entro idc.11 y p111110
Pll· .160-412 (trnd. Jr I'. Béd11till11J. •Convr1·1id11 en ciu<li1J 11nti1tll1t rnmo ltoma,
dr atracción de los Bakanrs-. c.~ aquí donde l,1 sagrnlfa Dclfos lrn 1rnmpo11.1 Atc111u, Mrnlis o l\11hiluni11, l':trl~ pdr·cd11 i~1111lmc111r ohli1111J11 11 llu 1~11irnonio
do 1u1 mi11rrios, RUS operaciones propiciatorias contra l.u irm1 dr lm diosn de NU propia grandriit mrdiuntc el c:s¡m.:1drulo llr su drmm:ción.• ILd.I nli""' Jt
montaracea, y e&r famoso 6nfalo grada.A al cual h11h!a merecido con l()(h1 jus· l 1ar/J, 81uc<'lon11, Vrn1tl, 1990. I
1icia el nombre de ombligo del mundo ... • Sn1111m;,,, ParfR, PAyard. l IJH6. S, R. C11illois, op. dt., •l.11 vlllr fohulr1uc•, p. 2:14.
pp. 200·20 l.
literatura y la poesía francesas, que conocía, sin embargo, perfocta-
mente, que de poetas yugoslavos o hüngaros: «Me parecía de pron- brimiento de Parls a finales de los años 40 y muestra que para él
to claro que no construí el París de mis suefios extrayéndolo de los se trataba de una especie ele materiafü.ación de lo que, hasta enton-
ces, había sido de orden puramente literario: «! ... ] en mis pa~eos y
franceses, sino que -de una forma excrafia y paradójica- es un ex-
caminatas)), escribe, ccdescubrla lugares y barrios desconocidos pero
tranjero quien me inoculó el veneno de la nostalgia. [... ]. Pienso en
también reconocía otros, no vistos sino leídos en novelas y poemas.
todos esos náufragos de la esperanza y del sueño que han lanzado el
París era, para mí, una ciudad, más que inventada, reconstruida
ancla en un pueno de saJvación parisino: Matos, Tin Ujcvié, Born
por la memoria y por la imaginación.» 1 El español Juan Bcnet ates-
Stankovié, Crnjanski [... ]. Pero Ady 1 fue el ünico que consiguió
tigua a su manera la misma atracción: ccMc atrevo a afirmar que en-
expresar y poner en verso todas esas nostalgias, todos los sueños de:
tre 1945 y 1960, todavía París polarizaba casi toda la atención del
los poetas que se prosternaron ante París como delante de un ico-
creador o del estudioso [de Madrid] [... ].Aunque muy asordinados
no.» Danilo Kis, en este texto escrito con ocasión de su primer via-
los ecos de la cultura de entreguerras, Parls seguía siendo París y,
je a París, es, sin duda, el que mejor ha evocado esta visión total- pese a la derrota, la cultura francesa seguía ocupando el lugar de
mente licerarurizada, es decir, esca convicción de penetrar en c'. privilegio que tradicionalmente le ha reservado el liberal español.
verdadero teatro de la literatura: ccNo llegué a París como excranjc- [... ] París todavía retenía algo del múltiple encanto que despertaba
ro, sino como alguien que va en peregrinación a los paisajes ínti- desde 1900 y no sólo como el único punto donde podía hacerse
mos de su propio sueño, a una Terra nostalgia[ ... ]. Los panoramas una carrera y encontrar un prestigio sino también como la insusti-
y los asilos de Balzac, el "vientre de París" naturalista de Zola, el tuible escuela del hombre de mundo que no podía conformarse
spktn de París baudeleriano de los Pequeños poemtlS en prosa, así con la torpe inocencia hispánica [... ]... Resumiendo los dos rasgos
como sus viejas y sus mestizas, los ladrones y las prostitutas en el característicos de París -polf tica e intelectualidad-, añade: «Por si
perfume amargo de las Flores del mal, los salones y los coches de fuera poco, después de la guerra vino a adornarse con nuevos atri-
punto proustianos, el puente Mirabeau de Apollinaire [... ], Mom- butos; por un lado la hospitalidad antifranquista y la posibilidad
marrre, Pigalle, la plaza de la Concordia, el bulevar Saint-Michcl, de conducir desde allí la guerra ideológica contra la dictadura y,
los Campos Elíseos, el Sena [... ], todo eso no eran sino puros lien- por otro, la furiosa y nocturna modernidad del existencialismo
zos impresionistas saJpicados de sol cuyos nombres reavivahan mi que, sin competencia alguna, acapararía durante buen número de
sueño ¡... ]. Los miserables de Hugo, las revoluciones, las harricadas, años todo el inconformismo universitario ... 2
el rumor de la historia, la poesía, la literatura, el cinc, la müsica,
todo esco se agitaba y bullía resplandeciente en mi cabeza mucho Este ensamblaje inverosímil convierte por largo tiempo a Pa-
antes de que plantara el pie en el suelo de París.» 2 rís, en Francia y en todas parres del mundo, en la capital de esa
Octavio Paz evoca también en Vislumbres de l11 Indi11 su <lcscu· Repüblica sin fronteras ni límites, patria universal exenta de todo pa-
triotismo, el reino de la lireracura que se constituye contra las leyes
comunes de los Estados, lugar transnacional cuyos únicos impera-
l. Endre Ady. poeta húngaro (1877-1919), uno de los lldt·rcs tlt-1 movi-
miento literario centrado en la revista Nyu¡,at. Pasó varim años en Pads, dond<' tivos son los del arte y la litcracura: la Repüblica mundial de hL~
se familiari1.ó con lo~ poeras simboliAras franceses. ( :orrcsponsal en haná1 Letras. «Aquí», escribe Hcnri Michaux a prop()sito de la librería
de vario! periódico5 húngaros, fue cronista del París de la Bdlc t.poquc y 11110 de
los grandes renovadore5 de las ideas y de: l:i pocsfa h1íngarns. Ki~ habf;i tradutido 1. Oc111vio Paz. Vi.il11mbm dt Ú1 lndi11, Barcelona, Sc.-ix Barral, 1998, p. 6.
sus pormaa, para los que afirma haber buNcado editor duranrc muchos años. 2. Juan Bc:nc.-1, Otoñfl m Mt1drid h11c'Ítt 1950, M:tdri<l, Aliani.a Editorial,
2. DAnilo KH, •Excunion a Parls", NRf: n. 0 525, octubre de 1996, pp. HH· 1987, p. 81.
11S (trad. de P. Dclpech).

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de Adrienne Monnier, que fue uno de los cemplos parisinos de
consagración literaria, «está la patria de los que no han enconcrado 11dases» a París-, sin que se pueda decir cuáles de dlas son las
consecuencias de las otras. Los dos fenómenos se acumulan y
patria, seres libres de cualquier acadura.» 1 París se conviene así en
se desmultiplican, y cada uno contribuye a sustentar al otro y a
la capital de quienes se proclaman sin nación y por encima de las
prestarle la garantla que precisa. París es universal por partida do-
leyes: los artistas ... En arte no hay extranjeros,,, decía Brancusi a
ble: en la reputación de universalidad y en los efectos reales que
Tzara en una reunión celebrada en 1922 en la Closerie des Lilas.~
produce esa reputación.
La aparición casi sistemática del tema de la universalidad en las
La fe en la potencia y la unicidad de París ha producido. en
evocaciones de París es uno de los indicios más demostrativos de
efecto, una inmigración masiva, y esta visión de la ciudad como
su condición universalmente reconocida de capital literaria. El he- compendio del universo (que hoy en día se presenta como la ver-
cho de que le ororguen un crédito de universalidad (casi) universal tiente más grandilocuente de este discurso creado sobre París) es
le confiere un poder de consagración universal que a su vez causa asimismo la prueba del cosmopolitismo real de la ciudad. La pre-
efectos significativos sobre la realidad. Valery Larbaud, en Paris de sencia de comunidades extranjeras muy numerosas, afincadas en la
Franct, hada el retrato del cosmopolita ideal (cuya autonomía po- ciudad entre 1830 y 194 5 -polacos, italianos, checos y eslovacos,
día reafurnar tras el intervalo nacionalista de la guerra del 14-18): siameses, alemanes, armenios, africanos, latinoamericanos, japone-
es, escribe «el parisiense cuyo horizonte se extiende mucho más ses, rusos, norteamericanos ... , refugiados políticos de todo género
allá de su ciudad; que conoce el mundo y su diversidad. que cono- y artistas llegados de todo el mundo para codearse con la poderosa
ce por lo menos su continente, las islas vecinas [... ], que no se vanguardia francesa-, y que dibujan muy exactamente la inverosí-
contenta con ser de París [... ].Y todo ello para la mayor gloria de mil síntesis del asilo político y de la consagración ardstic-.i. 1 hace
París, para que nada le sea ajeno, para que la ciudad esté en con- efectivamente de la ciudad una nueva «Babel», una nCosmópolisw,
tacto permanente con toda la actividad del mundo y consciente de una encrucijada mundial del universo artístico.
este contacto, y se convierta así en la capital -por encima de rodas La libertad asociada con la capital liter-.uia encuentm su
las políticas "locales", sentimentales o económicas- de una especie encamación en el plano específico en lo que se ha llamado la «vida
de Internacional intelecrual.11 3 bohemia»: la tolerancia con esta manera de vivir es una Je las
A la creencia en su literatura y su liberalismo político, París características, a menudo realzada, de la «vida parisina•>. Arthur
añade la fe en su internacionalismo artístico. Lo universal procla- Koesder, que huyendo de la Alemania nazi llega a Zurich en 193'i a
mado sin cesar que hace de París el lugar universal del pensa- través de París, compara las dos ciudades y escribe en su autobiogra-
miento, en una especie de circulación y contaminación de los fla: 11Nos pareció más difkil ser pobres en Zurich que en París. Aun-
que Zurich sea la ciudad más grande de Sui1.a, reinaba ;111' una atmós-
efectos y las causas, produce dos tipos de consecuencias: unas
fera intensamente provinciana, saturada de opulencia y de virtud. En
imaginarias, que contribuyen a construir y a consolidar la mito-
Montpamasse se podía considerar la pobreza como una broma, una
logía parisina; las otras reales -la afluencia de artistas extranje-
extravagancia de "bohemios"; pero Zurich no tenía nada de Mont·
ros, refugiados políticos o artistas aislados que van a cursar sus parnasse, no había tabernas baratas y tampoco aquella clase Je hu-
mor. En esa ciudad limpia, filiste-.t, ordenada, la indigencia era. sim-
l. Herui Michaux, •Licux lointains•, Mercure de France, n. 0 1109 (/.e So11-
vmird'AJrienne MonniLr), 1 de enero de 1956, p. 52. 1. Sobre las comunidades de extranjcro5 instaladas en Parls, vt11se también
2. Alcxandra Parigoris, •Brancusi: en an il n'y a pas d'étrangersn, Lt P11rú r/tJ Christophe Charle, Le.1 lnttlltt.·hub m E'11ropt a11 XIX' si>dt. E'mli J11istoirt 1l1m-
ltrltngm. A. Kaspi y A Mares (eds.), París, Imprimerie nationale, 1989, p. 21.t parit, Parls, !1dirions du Seuil, 1996, pp. 1 10-11.l
3. V. Larbaud, •París de France•,Jaune, bleu, blanc, op. cit., p. 1S.
49
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plemente, degradante; y aunque ya no sufriéramos hambre, éramos, cionalización» de París, es asimismo subrayada por los historiado-
sin embargo, muy pobres.» 1 La oposición con la vida zuriquesa per-
res de Latinoamérica, que han mostrado cómo los intelectuales de
mite comprender uno de los grandes atractivos de París para los ams- esos pa(ses se «descubrieron» nacionales en París, y más amplia-
ras de codo el mundo: debido a una concentración única de capi:al mente en Europa. El poeta brasileño Oswald de Andrade, «desde
específico, y a una conjunción excepcional de libertad política, sexual lo alto de un estudio de la place Clichy -ombligo del mundo-
y estética, ofrece la posibilidad de lo que se llama justamente la bohe- descubrió maravillado su propio país», escribe Paulo Prado en
mia, es decir, la pobreza elegante y libremente elegida. 1924; 1 mientras que el poeta peruano César Vallejo exclama:
Muy pronco se acude a París también para reivindicar y pro- «Partí para Europa y aprendí a conocer el Perú.»2
clamar nacionalismos políticos que inauguran literaturas y arces Fue en Parls donde Adam Mickiewicz (1798-1855) escribió
nacionales. París se convierte en la capital política de los polacos Pan Tadeusz. considerada actualmente la epopeya nacional polaca.
eras la 11gran emigración» de 1830, y de los nacionalistas checos en Mór Jokai (1825-1904), uno de los escritores húngaros más leídos
el exilio a partir de l 915. La prensa de carácter nacional prolifera, en su país hasta la década de 1960, escribió en sus memorias: «To-
órganos de reivindicación de independencias nacionales como El das éramos franceses, no leíamos nada más que Lamartine, Miche-
Americano en 1872, que preconiza un nacionalismo hispanoame- let, Louis Blanc, Sue, Vicror Hugo y Béranger, y si había algún poe-
ricano, La Estrella de Chile, La. República Cubana, fundado en ta inglés o alemán que hallaba gracia ante nuestros ojos, eran
1896, órgano del gobierno republicano cubano instalado en París. únicamente Shelley o Heine, ambos rechazados por su propio país,
La colonia checa lanza en 1914 el periódico nacionalista Na Zdar, inglés o alemán solamente por la lengua, pero franceses ambos por
luego L1ndipendance tchécoslovaque en 1915, órgano oficial checo. su alma.» 3 El poeta norteamericano Williarn Carlos Williams hace
Paradójicamente, (1como París, en el campo del arte, estaba en las de París la «meca artística»; el poeta y escritor japonés Kafu Nagai
andpodas del nacionalismo», afirma en los años 1950 el crítico de ( 1879-1959) se prosternó ame la tumba de Maupassanc cuando lle-
arte noneamericano Harold Rosenberg, «el arte de cada nación se gó a París en 191 7. El «Manifiesto del fu turismo» italiano, firmado
afumaba en París». Y enumera, un poco al estilo de Gemude por Marinetti, fue publicado en Le Fígaro del 20 de febrero de
Stein, lo que a su juicio constituye la deuda americana con res~ec­ 1909, antes de ser traducido al italiano en la revista milanesa Poesía.
co a París: 11En París, la lengua de América encontraba su medida Manuel de Falla, que vivió en París entre 1907 y 1914, declara en
exacta de poesía y de elocuencia. Allí nacieron la crítica que llegó a su correspondencia: «Para codo lo que concierne a mi oficio. mi pa-
comprender el ane y la música populares norteamericanos, la téc- tria es París.11 4 La ciudad es la <(Babel negra>) para los primeros ince-
nica cinematográfica de Griffith, la decoración de interiores estilo
Nueva Inglaterra y los planos de las primeras máquinas america- l. Mario Carelli, u Les Brésiliens a Paris de la naissance du romancisme alL"\
nas, las pinturas de arena de los navajos, los paisajes de patim tra- avam-gardcs.,, Le Paris des hra11gm. op. cit.. p. 290.
seros de Chicago y del East Sitie. ,,i Esta especie de reapropiación 2. Citado por Claudc Cymerman y Claude Fcll. Histoire de la linbarure /iis-
nacional, que autoriza de algún modo la <meutralidad» o la 11desna- pano-amt!ricaine de J94011 nos jours, París, Nathan. 1997. p. 1 l.
3. Citado por Arma Wessdy. • The Status of Authors in XIX Century Hun-
gary: Thc Jnflucncc of the French Modd ... Écrirt m Frm1ce ilU XIX' sitde. Gra-
l. Anhur Koestler, The lnvisibk Writi11g: an Autobiography Nueva York,
ziella Pagliano y Antonio Gómez-Moriana (eds.), Montreal, Édicions du Préam-
Macmilan, 1954, p. 277. La craducción es mía. [Autobiogmfia. Madrid, AlianZJ bule, 1989, p. 204. La traducción es mía.
Editorial, 1998.J 4. Carra al pincor Zuloaga. Granada, 12 de febrero de 1923. citado por Da·
2. Harold Rosenberg, La Tradition du nouveau, París, Édirions de Minui1, niele Pisronc, .. Les mwiciens écrangers a Paris au xx• siecle., Le Paris des tlTan-
1962, pp. 209-210 (trad. de A. Marchand). [La tradición de lo nue110, CuaCJS, gm, op. cit., p. 249.
Monrc Avila, 1969.]
51
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lectuales africanos y antillanos que llegan a la capital francesa en los
Lucila Godoy escogió llamarse Gabriela Mistral a causa de la
años20. 1
admiración que sentía por el poeta Mistral. Gabriela obtuvo en
La fe es tan grande que, en ciertas partes del mundo, hay es- 1945 el primer Premio Nobel de literatura latinoamericano por
critores que empiezan a escribir en francés: el brasileño Joaqutm una obra cuyos modelos fueron codos europeos y en la que cantó
Nabuco (1849-1910) escribió en francés, en 1910, una obra de incluso c<los pueblos sobre el Ródano, extenuados de agua y de ci-
teatro en alejandrinos que trataba de los problemas de conciencia garras». Whitman escribió en 1871 un himno a la Francia vencida
de un alsaciano después de la guerra de 1870 (L 'option); Ventura en 1870, en el que figuran codas las representaciones mícicas de
García Calderón, Casero Alves (poeta brasileño de la abolición de París, símbolo de la libertad:
la esclavitud}. César Moro, Alfredo Gangotena (poeta ecuatoria-
no, amigo de Michaux, que vivió largo tiempo en París). El nove- Símbolo de lucha y de audacia, de divina pasión y de libercad,
lista brasileño Machado de Assis calificó a los franceses de «el pue- de aspiraciones al ideal lejano y de sueños enrusiastas de fraternidad
blo más democrático del mundo» y dio a conocer en Brasil a de terror para el tirano y para el cura [... ]
Lamartine y Alexandre Dumas. país extraño, apasionado, burlón, frívolo. 1
La fascinación por la capital francesa en América Latina llegó
a su apogeo a fines del siglo XIX: «Yo soñaba con París desde Esta acumulación de declaraciones de admiración por París no
niño•, escribe Daría, «a punto de que, cuando hacía mis oracio- es fruto de una recopilación guiada por una forma cualquiera de ec-
nes, rogaba a Dios que no me dejase morir sin conocer París. París nocenrrismo o, peor aún, de nacionalismo, sino el resultado del
era para mí como un paraíso en donde se respirase la esencia de la acta, a menudo asombrada, que he debido levantar en defensa pro-
felicidad sobre la tierra.» 2 La misma nostalgia evoca el poeta japo- pia para dejar constancia de los efeccos del prestigio parisino. Ade-
nés Sakuraro Hagiwara (1886-1942), producto de esca extraordi- más, está claro que esca posición dominante de París entraña a me-
naria fe internacional en París, cuando escribe: nudo una ceguera específica, en particular en los cextos que llegan
de las regiones más alejadas de los ceneros. La ignorancia o, mejor
¡Ah! Quisiera ir a Francia, dicho, el rechazo de una visión historicizada de la literatura, y lavo-
pero Francia está demasiado lejos luntad de interpretar los textos sólo en categorías «puras», es decir,
con una chaqueta nueva al menos «purificadas» de coda referencia histórica o nacional, tienen con fre-
partamos haáa la libre errancia. cuencia consecuencias cacascróficas para la comprensión y la difu-
cuando el tren suba a la montaña sión de los cexcos dedicados a París. Lo que es preciso denominar el
apoyado en la ventana cielo azul sesgo formalista de los admiradores de París es producto de crasos
pensaré sólo en cosas felices malentendidos, a veces inherentes al discurso crítico, como testi-
el alba de una mañana de mayo monian, veremos, los casos de Beckecc y de Kafka. 2
siguiendo los caprichos del corazón, brotes de hierba que afloran.' Por otra pane, en Francia se hace una constante utilización po-

l. Véase Philippe Dewine, •Le Paris noir de l'entre-deux-guerres~. Le !'11ris l. Walt Whitman, Lravrs of gra.ss-Feuilks d'hrrbr, París, Aubier, 1972, p.
ÚS ltrangm, op. cit., pp. 157-181. 417 (trad. de R. Asselineau). El adjetivo «frÍ\'olo• contiene coda la ambigüedad
2. Rubén Darlo, Obras completas, Madrid, A Aguado, 1950-1955, c. 1, p. 102. de la representación de París, capiral de la libenad aJ mismo tiempo que del li-
3. Citado por Haruhisa Kato, •L'image culcurdle de la France au Japcn•, beninaje. [Esta oda no aparece en las versiones en castellano de Hojas tk hierba.)
DÍllÍDgl«s tt C"'1urts, revista de la Federación Internacional de Profesores de 2. Véase infra, -Emocemrismos•, p. 204-209.
Francá, n. 0 36, 1992, p. 39.
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lítica, nacional, del capital literario. Francia y los franceses no han ción de las «lenguas comunes» (que se convertirán después en «len-
cesado de ejercer y de imponer, sobre codo en sus empresas colonia- guas nacionales» 1). Benedict Anderson 2 ve incluso, en la expansión
les, pero también en sus relaciones incernacionales, un «imperiali~­ de las lenguas vulgares como base al mismo tiempo administrativa,
mo de lo universaJ,.• («Francia, madre de las artes ... ,,). Este uso :ia- diplomática e intelectual de los Estados europeos emergentes al fi-
cional de un capital desnacionalizado incluso ha servido de apoyo a nal del siglo XV y al comienzo del siglo XVI, el fenómeno central que
las formas más pedestres de nacionalismo, como las que se dan entre explica la aparición de dichos Estados. Existe un lazo orgánico, o de
los escritores más virulentamence inscricos en la tradición nacional. interdependencia, enrre la aparición de los Estados nacionales, la
expansión de las lenguas vulgares (que se convienen enconces en
«comunes») y la constitución correlativa de relatos literarios escritos
LITERATURA, NACIÓN Y POLfTlCA en dichas lenguas vulgares. La acumulación de recursos literarios se
enraíza, pues, forzosamente en la hiscoria política de los Estados.
El caso particular de París, capital literaria desnacionalizada y Más precisamente, cabe pensar que los dos fenómenos -el de
universal del universo literario, no debe hacernos olvidar que el formación del Estado y el de la emergencia de literaturas en nuevas
capital literario es nacional. A través de su lazo constitutivo con la lenguas- nacen del mismo principio de «diferenciación». Al distin-
lengua -siempre nacional, puesto que necesariamente «nacionali- guirse unos de otros, es decir, al afirmar sus diferencias mediante ri-
zada», es decir, apropiada por las instituciones nacionales como validades y luchas sucesivas, los Estados europeos van a surgir poco
símbolo de identidad-, el patrimonio literario está vinculado a a poco, haciendo aparecer al tiempo, a partir del siglo XVI, una pri-
esas inscicuciones nacionales. 2 Como la lengua es a la vez un aslln- mera forma de campo político internacional. En este universo polí-
tico en formación, que puede describirse como un sistema de dife-
to de Estado (lengua nacional y, por ende, objeto de política) y
rencias -en el sentido en que los lingüistas hablan de la lengua
•materiaJ,. literario, la concentración de recursos literarios se pro-
como de un sistema fonético de diferencias-, la lengua desempeña,
duce necesariamente, al menos en la fase de su fundación, en el
evidentemente, un papel central de «marcador» de diferencia. Se
ámbito limicado de lo nacional: tanto la lengua como la literatura
convierte también en el objeco de las luchas que se situarán en la in-
han sido utilizadas como fundamencos de la «razón polírica», en
tersección del espacio político naciente y del espacio licerario en
que la una contribuye a ennoblecer a la otra.
formación. 3 Por eso el proceso paradójico del nacimiento de la lite-
ratura hunde sus raíces en la hiscoria política de los Estados.
Los fundamentos nacionales de ltz literatura
Para comprender el lazo que se establece, en primer lugar, entre l. Véase, en panicular, Daniel Baggioni, La11gues et Natio11s ni E11rope. Pa-
el Estado y la literatura, hay que subrayar el hecho de que, a través rís, Payot, 1997, pp. 74-77. Establece la distinción emre •lengua común .. y len-
gua •nacional" para evitar toda confusión y anacronismo.
de la lengua, contribuyen mutuamente, reforzándose, a consolidar- 2. Benedict Anderson, L '/maginaire 11atio111ll Réjkxions mr l'origi11t et l'essor
se. Los historiadores, en efecto, han establecido un vínculo direcco du nationalisme, París, La Découverte, 1996 (trad. de P. E. Dauzat).
cncre la emergencia de los primeros Estados europeos y la forma- 3. Jacques Revel ha mostrado el modo en que las lenguas han sido asociadas
poco a poco, muy lenramente, con espacios (a través de los mapas). delimitados
por medio de ,.fronteras lingüísticas». Daniel Nordman, Jacques Revel, •La for-
1. Véase P. Bourdieu, •Deux impérialismes de l'universdn, C. Fauré y T. Ri- mation de l'espace franc;ais», Histoire de la France. André Burguiere y Jacques
shop (cds.), L'Ammquuln Franfais, París, Franc;ois Bourin, 1992. pp. 149-l'i5. Revd (eds.), vol. 1, L 'Espace franrais, bajo la dirección de J. Revel, París, Édi-
2. Empicaremos aqul, por comodidad, las palabras onaciónn y "nacional• sin tions du Seuil, 1989, pp. 155-162.
ignorar el riesgo de anacronismo (conrrolado).
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La defensa específica (es decir, específicamente literaria) de las
permite vincular la idea de una economía propia del universo lite-
lenguas vulgares por grandes representantes del mundo de la cultura rario con la de una geopolícica liceraria. En efecto, ninguna encidad
en el Renacimiento, 1 que adopta muy pronto la forma de la rivali- «existe» por y en sí misma. Nada es más internacional, bien mira-
dad entre esas «nuevas» lenguas (nuevas en el mercado de las letras), do, que el Estado nacional: sólo se construye en relación con otros
se hará de un modo inseparable en la modalidad literaria (Deffence Estados, y a menudo en contra de ellos. O, de otro modo, no se
et 11/ustration tÚ la langut franfoyse) y en la política. En es ce sentido, puede describir ningún Estado, ni el que Charles Tilly llama «seg-
se puede decir que las rivalidades específicas que surgen en el mun- mentado», esto es, en formación, ni, a partir de 1750, el Estado
do intelectual europeo del Renacimiento se basan y se legitiman e:i c<consolidado» 1 (o Estado nacional), a saber, el Estado en el sentido
las luchas políticas. De la misma manera, en el siglo XIX, en el mo- moderno, como entidad autónoma, separada, que halla en sí mis-
mento en que se difunde el concepto de «nación», las instituciones ma el principio de su existencia y de su coherencia. Al concrario,
nacionales servirán, en cierto modo, de fundamenro del espacio lite- cada Estado es creado por sus relaciones, es decir, por la rivalidad,
rario. Debido a su dependencia estructural, el espacio literario mun- por su competencia constitutiva con otros Estados. El Estado es
dial se construye, pues, también a través de las rivalidades interna- una realidad relacional, la nación es internacional.
cionales inseparablemente literarias y políticas. Más tarde, la construcción (o la reconstrucción) de las identi-
Desde las premisas de la unificación del espacio literario, los dades nacionales y la definición política de la nación -sobre codo
fondos literarios nacionales, lejos de constituirse en el ámbito li- en el siglo XIX- no serán fruto de una pura historia autónoma que
mitado y la irreductibilidad «natural» del «genio» de la nación, se despliega en un ámbito limitado de historias incomparables y
han sido el arma y el desafío que han permitido a los nuevos pre- sin correspondencia. Son las micologías nacionales las que inten-
tendientes entrar en la competencia literaria internacional. Para tan reconstruir (a posteriori, para las naciones más antiguas) como
luchar mejor las unas contra las otras, las naciones cencrales se han singularidades autárquicas fenómenos que sólo se dan en las rela-
esforzado en promover definiciones y especificidades literarias que ciones entre los conjuntos nacionales. Michael Jeismann 2 mostró
son asimismo, en gran parte, rasgos generados por oposición o di- que fue el antagonismo franco-alemán, verdadero ccdiálogo de ene-
ferenciación estructurales. Sus rasgos dominantes sólo pueden migos», lo que permitió la constitución de los dos nacio1\alismos.
Según él, la nación se construiría como vínculo y oposición con
comprenderse, con harta frecuencia, como en el caso de AJemania
un enemigo <•natural». Asimismo, en su libro Britons. Forging the
y de Inglaterra frente a Francia, a la luz de una oposición explícita
Nation. 1707-1837, 3 Linda Colley muestra que la nación inglesa
a los rasgos reconocidos de la cultura nacional predominance. Las
se ha construido de cabo a rabo concra Francia.
literaturas no son, por canco, la emanación de una idencidad na-
Pero el diseño de esta doble configuración sólo prevé la emer-
cional, sino que se crean en la rivalidad (siempre negada) y la lu-
gencia de los nacionalismos a partir de una relación dual y belico-
cha licerarias, siempre internacionales.
l. Charles Tilly, Les Révolutiom europümw. 1492-1992, París, ~dirions du
Afirmar que el capital literario es nacional, o que existe en una Seuil, 1993, en especial «Des États segmemés aux États consolidés•, pp. 60-71
relación de dependencia con respecto al Estado y luego a la nación, (trad. de P. Chemla).
2. Michael Jeismann, Das Vaterland der Feinde. Studim Zlltn 11ation11/en
Feindbegrijf 1md Selbstvmtiindnis in Deutschland und Franltreich. J792-19 J8.
l. El poeta italiano Bembo, Du Bellay y Ronsard en Francia, Toma.~ Moro Srutrgart, Klett-Cotta, 1992.
en Inglaterra. Scbastian Bram en AJcmania, participan al mismo tiempo en d 3. Linda Colley, Britom. Forging the Nation. J 707-1837, New Haven, Yale
movimicnoo humanista de retorno a las letras antiguas y en el de defensa de su U niversiry Press, 1992.
propio .vulgar ilwcm.
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sa. Ahora bien, la estrucrura de las luchas nacionales en el mundo Los escritores -al menos una pane de ellos- pueden entonces
permite dibujar un espacio de rivalidades y de competencias mu- negarse, tanto colectiva como individualmente, a aceptar la defini-
cho más complejo, un conjunto de luchas que pueden tem·r obje- ción nacional y política de la literatura. El paradigma de esta rup-
tivos y capitales diversos: el combate puede ser literario. político, rura es, sin duda, el ~·Yo acuso11 de Zola. Al mismo tiempo. los re-
económico ... La totalidad del espacio político mundial es el pro- tos y las competencias transnadonalcs, al deshacerse a su vei. de las
ducto de rivalidades y de luchas poHticas cuya rclacic~n dual de en- rivalidades estrictamente nacionales y políticas, adquieren su auto-
frentamiento con enemigos históricos -tal como desnihl· l );milo nomía. La conquista dc la libertad del conjunto del espacio litera-
Kis en Cas anatomijr [«L1 lección de antomfa»J emrt· los s<:rhim y rio mundial se obticne al hacerse autónomo cad;1 ámhito literario
los croatas- 1 no es sino la furma m;is arcaica y m:\s simple.~ nacional: las luchas y sus desafíos se deshacen de las imposiciones
políticas para obedecer de modo exclusivo a la ley específica de la
literatura.
ú1 drspolitiZ11ción
Así pues. por poner el ejemplo en apariencia más desfavorable
Pero, poco a poco, la literaturd. se desprende del dominio ori- a la hipótesis propuesta, el renacimiento literario alemán de finales
ginal de las instituciones políticas y nacionales que ha comrihuido del siglo XV111 se ajusta a los desafíos nacionales: es la forma litera-
a instituir y a legitimar. La conjunción de recursos literarios cspe- ria de una fundación nacional tanto política como literaria. La
dficos, que es asimismo la invención y la acumulación tk un con- formación de la idea de literatura nacional en Alemania se explica,
junto de técnicas, de formas literarias, de posibilidades csrétim. en principio, por el antagonismo político con Francia, cuya cultu-
de soluciones narrativas o formales (lo que los formalistas rusos ra ocupaba una posición dominante en Europa. lsaiah Berlín, en
denominan los «procedimientos1>), en suma. la historia cspcdti- especial. ha mostrado que las formas específicas del nacionalismo
ca de cada literatura (más o menos distinta de la historia nacio1ul. alemán tenían sus rafees en la humillación alemana: «Los franceses
y de la cual tampoco es deducible), permite al espacio litwario ad- dominaban política, cultural y militarmente el mundo occidental.
quirir una autonomía progresiva, conquistar su indepcndcmi1 y Los alemanes, humillados y vencidos (... ], reaccionaron alzándose
sus leyes propias de funcionamiento dentro de las naciolll·s políti- violentamente y rechazando su pretendida inferioridad. Compara-
camente definidas. Cuando la literJ.tura consigue: <lcsharcrsc dl· su ron su profunda vida cspiricual. su acendrada humildad, su bús-
dependencia polftica, sólo admite su propia autoridad. queda desinteresada de los auténticos valores -lo simple. lo noble,
lo sublime-, con la de los franceses. ricos. mundanos, provistos de
l. Danilo Kis, La ltr0n J'tJ,,nromit', Parls. tay•uJ. l 99J (1r.1d. de P. Dd· todo, corteses, despiadados y moralrnence vados. Este talante se
pcch). cormS febril durante la resistencia nacional a Napoléon y fue, de
2. En este senrido, Michd Espagnc ha demostrado qm·, par;t nm1prl'llder hecho, el exponente original de la reacción de una socied<td retra-
lu rchaciones culturales entre Francia y Alem,mi;1, y para c\'itar inrnrrir l'll .md- sada y explotada, en todo caso tutelada y que. herida por la in~­
tcsis simpli~tas, h2brla que propiciar una comp11rndt'11t rnultil.11eral v mom.u rioridad aparente de su situación, se volvía hacia los triunfos reales
que esas relaciones enfrentadas se entablan a menudo por intermedio de un p;1h
o imaginarios de su pasado. y se embriagaba de su cultura nacio-
mediador, unia apccic dc tercer t~rminu o •tcrccro ncutrnl•. Asi, en h1s rd;1á1·
ncs entre Francia)' Rusi;1, Alcmania puede dc:"st·mpef1;u d pótpd <ll· 1111.1 •lct\ct.1 nal.111 El prodigioso desarrollo de la cultura literaria alemana a
zona cuhur-.tl mediadora•. Cf., en ci;pccial, •Lc miroir allcmand•, Rrt•11t gm1i.1·
niqut intt'rndlion11I~. n. 0 4, 1995, y ~Le tr.iin de .Suint-P~tl'rslmurg. l.cs rd;11i1~1~ 1. ls:ii;1h Berlin. •Le rt'tour J<' h.hon. Sur lil nmntt'e Ju n;uionalismr•. Tbh1-
culturdles Ítanco·gcmuno-russes apr~s 1870~, Phi/11logiq1w /\.: Trmu/rm ,.11/n1· ,.;es dH '111tior111/ismt, h¡¡jo la Jirt"l"ción ,.¡e Gil Dclannoy y Piem.--André Taguiefl:
rtb tri•11p/dim Fr11nt:t-Allem"t"t-Russit, K. Dmit ricvu-M. l.'..~pagnc (cJü Pa· P:1rl~. Kim~. 1991. p. 307 (rrad. de G. Delannoy).
da, f.ditioru de la Maiwn des Scicnc.:e5 Je l'Hommc, 19%, pp . .\ 11-.H'i.
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panir de la segunda mirad del siglo XVIII esrá ligado, en primer lu-
gar, con los retos direcrarnente políticos: insistir en la grandeza La dependencia original de la literatura con respecto a la na-
cultural era también una manera de afirmar la unidad del pueblo ción constituye la base de la desigualdad que estructura el universo
literario. Puesto que las historias nacionales {políticas, económicas,
alemán más allá de su desunión política. Pero las armas adoptadas,
militares, diplomáticas, geográficas ... ) no son sólo diferentes, sino
la materia de los debates, la forma que éstos revisten, la talla de los
también desiguales {y, por ende, rivales), los recursos literarios,
más grandes poetas e intelectuales alemanes, su creación poética y
siempre marcados por el sello de la nación, son igualmente de-
filosófica, revolucionaria para toda Europa e incluso para la propia
siguales y se reparten desigualmente entre los universos nacionales.
literarura francesa, le confieren poco a poco una independencia
Los efectos de esta estructura pesan sobre codas las literaturas na-
excepcional y una potencia propia. El romanticismo es y no es na- cionales y sobre todos los escritores: las prácticas y las tradiciones,
cional. O, más bien, lo es al principio para despojarse mejor de las formas y las estéticas vigentes en una nación literaria determina-
cualquier constreñimiento nacional. El conflicto estructural con da sólo pueden hallar su sentido genuino a la luz de la posición
Francia engendra formas eufemizadas y estrictamente intelectuales precisa que ocupa el espacio literario nacional en la estructura
que ya sólo son comprensibles a partir de la historia de los dos es- mundial. Es, pues, la jerarquía del universo literario la que da for-
pacios licerarios. ma a la literatura misma. Este extraño edificio que mantiene juntos
Según una lógica semejante, más allá de las diferencias de tiem- a escritores que con frecuencia no tienen en común más que una
po y de lugar, los escritores latinoamericanos han conquistado una rivalidad estructural -a su vez negada- se construye poco a poco
existencia y una consagración internacionales que otorgan a sus es- por medio de conflictos específicos y el rechazo de las imposiciones
pacios licerarios nacionales (e incluso, más ampliamente, al espacio formales y críticas. El universo literario se unifica, pues, mediante
latinoamericano) un reconocimiento y un peso en el universo lite- la entrada de nuevos jugadores que tienen en común la lucha por
rario que no se corresponden con los de los conjuntos políticos co- un mismo fin. El capital literario es el instrumento de esas luchas y
rrelativos en el espacio político internacional. Hay una autonomía lo que está en juego en ellas: cada nuevo «jugador», que compro-
relativa del hecho literario así que el patrimonio literario acumula- mete en la competencia su patrimonio nacional (el único instru-
do (las obras, el reconocimiento universal, la consagración interna- mento legítimo y autorizado en este terreno}, contribuye a «forjar»
cional de los escritores designados como i<grandes» ... ) permite a los el espacio internacional, a unificarlo, esto es, a extender el espacio
creadores escapar a la influencia político-nacional. Por ese motivo, de las rivalidades literarias. Hay que creer en el valor del fin desea-
como recordaba Valery Larbaud, el mapa literario e inceleccual no do, conocerlo y reconocerlo, para participar en el juego, o sea, en la
puede superponerse al mapa político, puesto que la historia (como rivalidad. La creencia es, pues, lo que permite que el espacio litera-
la geografía) literaria no puede reducirse a la historia política. Pero rio se constituya y funcione, a pesar y en función de las jeraqufas
tácitas sobre las que descansa.
siempre depende relativamente de ésta, sobre todo en las regiones
La internacionalización que nos proponemos describir aquí
poco dotadas de recursos literarios.
significa más o menos lo contrario de lo que normalmente se en-
Así el espacio literario mundial se articula y se unifica según
ciende por el término neutralizador de i<mundialización», por el
un doble movimiento que, como veremos, se ordena con arreglo a
cual se cree posible pensar la totalidad como la generalización de
los dos polos antagonistas de esre universo. Por un lado, un movi-
un mismo modelo aplicable en todas parres: en el universo lirera-
miento de ampliación gradual que se acompafia del acceso de las rio, es la competencia la que define y unifica el juego, al tiempo
diversas partes del mundo a la independencia nacional. Y, por que designa los límites de dicho espacio. Todos no hacen lo mis-
otro, un movimiento de soberanía, es decir, de emancipación lite- mo, pero codos luchan por entrar en la misma carrera (co111:ur5us)
raria frente a las imposiciones políticas (y nacionales}.
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y, con armas desiguales, tratar Ut' alc111zar el mismo ohíctivo: la ll'-
gitimidad literaria. Aquí no se trata ni de invocar la "iníluem:i;u• de la cultura
De este modo Goethc elaboró el concepco de Wl'itlitt·n1111r nacional sobre el desarrollo de una obra literaria ni de restaurar la
precisamente en el momento de la entrada de Alemania en el l'S- historia literaria nacional. Muy al contrario: sólo a partir de su ma-
pacio literario incernacional. Oriundo de un país que, rl'cién lli:ga- nera de inventar su propia libertad, es decir, de perpetuar, transfor-
do al juego, cuestionaba la hegemonía imdcctual y literaria fran- mar, rechazar, ;mmencar, negar, olvidar o rraicionar su legado lite-
cesa, Goeche cenía un inrerés viral en comprender la rl·alidad dd rario (y lingüístico) nacional se podd comprender la rrayccwria de
espacio en que entraba, a lo que aplicó esa lucidci'. propia 1.!l' rndm los escritores y su proyecto lircrario, la dirección, el rumbo c1ue se-
los recién llegados. No solamente, en su l'.alidad de dominado en guirán para convertirse en lo que son. El parrimonio literario y lin-
ese universo, había advercido el carácter imcrna<.:ional d1.· la litL'ra- güístico nacional es una cspc<.:ic de dcfini<.:ión primera, 11 priori y
cura, es decir, su despliegue füera de los límit<.·s na<.:ionak·s, sino casi inevitable del escritor, ddinicic'm que él lransformará (recha-
que asimismo comprendió en seguida la naturalei'.a rnmpcti1iva y zándola, si es necesario o, l'.omn Beckcu, constimyéndose en con-
tra de ella) por medio de su obra y de su crayccroria. En ocras pala-
la unidad paradójica que de ello se derivan.
bras, cada escritor escá simado primero, ineluct;1blcmcme, c:n d
espacio literario mundial por el lugar que en él ol'.upa el espacio li-
Un nuevo método dr interpretación cerario nacional del que ha surgido. Pero su posición depende tam-
bién de la manera en que hereda este inevitable legado nacional, de
Estos recursos a la vez concretos y abstraeros, nacionak-s <.' in- las elecciones estéticas, lingliísticas, formales que ciene que hacer y
ternacionales, colectivos y subjetivos, políticos, lingi.iíscicos y lite- que definen su posil'.ión en dicho espacio. Puede recha:1.ar el legado
rarios, son el legado específico que comparten todos los esaiwre~ y tratar de disolverlo para imcgrarse en ouo universo más dorado
del mundo. Desde que se inicia el proceso de unifiutción del uni- de recursos literarios, como han hecho Beckcn y Michaux; puede
verso literario mundial, cada escricor entra en el juego provism (o aceptar ese legado y luchar por transformarlo y hacerlo amónomo,
desprovisto) de codo su 11pasado>> literario. Encarna y reau u.iliza a la manera de Joyce, que, rcl'.h~tzando las prácticas y las normas es-
coda su historia literaria (sobre codo nacional, es dcl'.ir, lingiiís1ic1) téticas nacionales irlandesas, incentó fundar una literatura irlande-
y acarrea consigo ese •1tiempo literario» sin tener siquiera una clara sa liberada del funcionalismo nacional; puede afirmar la diferencia
conciencia de ello, por el solo hecho de su pem:nerKia a una 1.011a y la importancia de su literatura nacional, como veremos que: hizo
lingüística y a un conjunto nacional. Sigue siendo, por rnnrn, he- Kaíl<.a, pero asimismo W. B. Yeats o Katt:b Yacine ... Por eso mis-
redero de toda la historia literaria nacional e internacional <.Jlll' le mo, al intentar caracterizar a un escritor, habd c¡ue situarlo dos ve-
«forja». La importancia original de este legado, que anüa rnmo ces: según la posición del espacio literario nal'.ional al que pertene-
una especie de 11destino», explica que incluso las obras m;is inccr- ce en el universo literario mundial. y según la posición que ocupa
nacionales, como las del escritor español Juan Bencr o del yugosla- en ese mismo espacio.
Esta determinación de la posición de un escritor no es en ab-
vo Danilo Kis, se refieran, en primer lugar, al menos de un modo
soluto una banal contextualización nacional: por un lado, el ori-
reactivo, al espacio nacional de donde han surgido. Y habría que
gen nacional (y lingillstico) esd ligado a la totalidad de la esrruc-
decir lo mismo de Samuel Beckett, que, si bien es, sin duda, uno tura jerárquica del universo literario mundial; y. por otro, cada
de los autores más alejados en apariencia de co<la historicidad, sólo escritor no hereda de la misma forma su pasado literario. Ahora
puede ser comprendido en su mismo itinerario, que le condm:e de bien, en nombre de la originalidad y la singularidad, la crítica lite·
DubUn a París, a través de la hisroria de su universo literario na- raria privilegia siempre una vuriablc que oculrn esta relación es-
cional: el espacio irlandés.
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trucrural. Así, por ejemplo, la crítica feminista -sobre todo la nor-
teamericana-, cuando estudia el caso de Gertrude Scein, cenera su real siempre negado. La idea pura de una liceratura pura que do-
análisis en una de sus particularidades: el hecho de que Stein era mine el mundo literario favorece la disolución de coda huella de la
mujer y lesbiana, olvidando, como si fuera una especie de eviden- violencia invisible que reina en ella, la negación de las relaciones
cia nunca cuestionada, 1 el hecho de que era norteamericana. Aho- de fuerza específicas y de las batallas literarias. La sola representa-
ción literaria del universo literario legítimo es la de una interna-
ra bien, en los años 20, Estados U nidos es un país muy dominado
cionalidad reconciliada, la del acceso libre e igualitario de todos a
licerariamence que recurre a París para tratar de acumular los re-
la literatura y al reconocimiento, la de un universo uencancado .. ,
cursos que le faltan. El análisis de la estructura literaria mundial
fuera del tiempo y del espacio, que escapa a los conflictos y a la
del momento y del lugar respectivo de París y de Estados Unidos
historia. Es en las regiones más autónomas, liberadas en cierto
en ese universo ofrecería, sin embargo, instrumentos insustituibles
modo de las erabas políticas, donde se inventan la ficción de una
para comprender la preocupación permanente de Stein por la ela-
literatura emancipada de codas las amarras históricas y políticas, la
boración de una literatura nacional norteamericana moderna -a
creencia en una definición pura de la literatura, carente de cual-
uavés de la creación de una vanguardia-, su interés por la historia quier relación con la historia, el mundo, la nación, el combare po-
norteamericana y la representación literaria de los norteamerica- lítico y nacional, la dependencia económica, la dominación lin-
nos, cuya empresa colosal, The Making ofAmericans, 2 es, sin duda, güística, y la idea de una literatura universal, no nacional, no
su signo más patence. El hecho de que sea mujer en el espacio de particularista e independiente de los constreñimientos políeicos o
los intelectuales norteamericanos exiliados en París es, por supues- lingüísticos. Muy pocos escritores centrales han poseído la idea de
to, de suma importancia para comprender su voluntad subversiva la estructura de la literatura mundial: can sólo se han enfrentado a
y la forma misma de su proyecto estético. Pero la relación históri- las erabas y a las normas cencrales, que no reconocen nunca como
ca escrucrural es anterior y sigue quedando oculta por la tradición cales, puesto que las han incorporado como «naturales». Son co-
crítica. De modo general, hay siempre una particularidad, sin mo ciegos por definición: su punto de visea sobre el mundo, les
duda importante, pero secundaria, que esconde el dibujo de la es- oculta el mundo que creen reducido a lo que ven.
tructura de dominación literaria. El carácter irremediable y la violencia de la escisión entre el
Esta doble historicización no sólo permite salir de la aporía mundo literario legítimo y sus arrabales sólo son perceptibles para
constitutiva de la historia literaria, relegada a un papel subalterno los escritores de las periferias que, eeniendo que luchar muy con-
y denunciada como impotente para captar la esencia de la literatu- cretamente para «encontrar la puerca de entrada.. , como dice Oc-
ra; autoriza sobre codo a describir la estructura de las trabas y je- cavio Paz, y para hacerse reconocer por el (o los) centro(s), son
rarquías de este universo literario. La desigualdad de los intercam- más lúcidos sobre la naturaleza y la forma de las relaciones de
bios que se producen en ella es, en efecto, siempre inadvertida, fuerza literarias. No obstante estos obstáculos que nunca les son
eufemizada o negada porque el universo literario da una versión reconocidos, la potencia denegadora de la extraordinaria fe en la
literatura es can grande, que llegan a inventar su libertad de arris-
de sí mismo ecuménica y apaciguada que reconforta a cada cual
cas. Por eso, paradójicamente, son siempre los amores de esos con-
en su fe en él y garantiza la continuidad de un funcionamiento
fines del mundo los que, eras haber aprendido desde hace mucho
tiempo a afrontar las leyes específicas y las fuerzas inscricas en la
l. Y debido a la primada siempre ocorgada en liceracura a la "Psicología" de estructura desigual del universo literario, y conscientes de que de-
un escricor. ben ser consagrados en esos centros para tener alguna oportunidad
2. Edición original de 500 ej~mplares impresa por Maurice Oaranrierc, Di- de sobrevivir como escritores, son más abiertos a las úJtimas o<in-
jon, 1925, para Concact ~icions, París.
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vcndoncs11 estéticas de la literatura intcrnacion;tl, a la11 l'1hi1t1í1~
tentativas de los escritores anglosajones de prumnvcr un mc~li-1.í1jr 2. LA INVENCl(>N OE LA LITERATURA
mundial, a las nuevas soluciones novelescas lati11oa111crk;111as ... , en
~urna, a las innovaciones concretas. La lucidez y la rehclit)n rn111r;1
el orden literario son un principio básico ele su creación. ~;~rno loA roma.no" cnril¡uedcron AU lengua:
Por este motivo, desde el final del siglo XVI 11. época clC' la 11111- ;a lo• 1nc1urc~ itlllotcA gricgo5, cransfor-
l1mt<111Jo
yor hegemonía francesa, han surgido en las regionC's m:\s dcspnscl- mándm~ en. clloA,. dcvorfoJolm y. dcApUéA de hit·
das del espacio literario formas radicales de impugnación dd 1mlc11 bcrlos
. J1gcndo h1c11 ' rn11v1'r11' ".J.nJ o 1m en q;mgrc y
literario del mundo que han moldeado y modificado dumlcrn- <1l11nc11111, cliuierulo
,.. • vid
• ".. lln<i ,cgun
• , I
811 n¡¡tur¡¡ y
el ;1rgunicnto <¡ur llllÍm c~u1grr • el rn rJor , ~utor,
mente la estructura del espacio mundial, es decir, las formas mis- J el tual oh~crvaron rnn diligcnd;i toda~ l1n virtu-
mas de la literatura. La imRugnación del monopolio francé~ de la dc~. h~sta l;i~ má~ r;uaA y rxq11i•i111-. la~ cualr5,
legitimidad literaria ha logrado imponerse tan bien, en espcd;il wmo injcrtm, ;iplicmin ¡¡ m lengua.
con Herder, que ha generado un polo alternativo. Pero lm domi-
. J<Ji\UllM lJIJ BEi.LAY,
nados literarios siguen siendo a menudo ciegos al prindpio de su
propia lucidez. Incluso si son clarividentes sobrr MI pusici1'111 parti-
L11 /J~ffrnrr rt lllwtr11tirm rlt /11 ""'X'" frttnfO}Jt
cular y sobre las formas especificas de dependenci;1 en que Sl' en-
cuentran, su lucida sigue siendo parcial y no pueden ver la cmm:- f En llra~il] NoNotrcu imilarno,, AÍn ningun11
tura global y mundial que los apresa. duda. Pero no nm conlrntitmm con loa imit11ción
[... ¡. Tencmm al¡(o muy diMinto qur h111:cr f ... 1.
l-:S1amn~ 11tah11ndo rnn la dominación dd csplritu
francés. b1amo5 acabando con ha dominación gra-
rnatkal de l'urtu~al.
MARIO IW. ANIJRAlll',
f11rt11 a Albrrt11 dr O/i11tir11

La cuestión de la literatura e5tá evidente y tlim:111mcntc ligad11,


aunque por lazos muy complejos, con la de la lengua. El escritor
mantiene con su lengua literaria (que no 11icmprc cft su lengua m11·
terna ni su lengua nacional) rdadone5 infinitamente singulam e
Intimas. Pero toda la Jifkultad para pcn11ar en laN rdadones entre
lengua y literatura reside en la misma amhigUed:td Je la situación
<le la lengua. Se h11L:e de din un 11110 darnmentc polltico, 1 y C8 al

1. l~n l1r11nd11 CM rl r:.~lilllo el llllr imponr. 11 p1u1ir ilr 111 •rg11ml11 miuul Jd
Mlglo XVII, rl rint'lro rxdmivu dr 111 lrlll(llll ff'Alllt''~· ( '.[ Mid1rl dr Crur~u. Do·
"1i11lqur Julh1, J11u111rM Rrvrl, ¡,,,
( pr1litiqu1 dt lt1 "'"X"'· /,11 lllw1lutio11 fr1U1¡-t1l11
'' '" /111toi1: l. 't111111ltt ,¡, Gfixvirt. 1'11tf-. ( i11llimard. l IJ7'1.

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mismo tiempo la amateria prima» específica del escritor. En efecto,
la literatura va a inventarse gradualmente gracias a un lento de- dacional del Finnegam Wake de Joyce? 1 En realidad, la iniciativa
de Du Bellay constituye precisamente ese acco fundacional, a la
sapego del «deber político»: en principio obligados a servir, por me-
vez nacional e internacional, en virrud del cual la primera litera-
dio de la lengua, a los designios «nacionales» (políticos, esmales,
tura nacional se funda en la relación compleja con ocra nación y,
etc.), los escritores crean poco a poco las condiciones de su libertad
a través de ella, con otra lengua, dominante y aparentemente in-
literaria a través de la invención de lenguas específicamente liH:ra-
superable, el latín. Iniciativa paradigmática que sienta el modelo,
rias. La singularidad, la unicidad, la originalidad de cada creador es
indefinidamen ce reproducido en el curso de la larga hiscoria, que
una conquista que sólo es posible al cabo de un proceso muy largo
aquí repasaremos a grandes rasgos, de la República mundial de las
de conjunción y concentración de recursos literarios. Este proceso, Letras. De igual manera, afirmar que París es la capital de la lite-
una especie de creación colectiva continuada, es nada menos que la ratura no es una muestra de galocencrismo, sino la conclusión de
historia de la liceracura cal como la expondremos aquí. un largo análisis histórico, tras el cual es posible mostrar cómo el
Dicha historia no descansa, pues, ni en las cronologías nacio- fenómeno excepcional de concentración de recursos literarios que
nales ni en la serie yuxtapuesta de las obras, sino en la sucesión de se produjo en París la designó poco a poco como el cenero del
las rebeliones y emancipaciones gracias a las cuales los escricores, a universo literario.
pesar de su dependencia irreductible con respecto a la lengua, lo- Esta historia ha permanecido hasta la fecha can invisible que
gran crear las condiciones de una liceracura autónoma, pura, libe- hay que reconstruirla enteramente, aun cuando para ello nos re-
rada del funcionalismo político. Es la historia de la aparición y montemos a obras cien veces comentadas como las de Du Bellay,
luego de la acumulación, concentración, disrribución (desigual), Malherbe, Rivarol o Herder, que hasta ahora han sido analizadas,
difusión y desvíos por caminos erróneos de esta riqueza literaria según las usanzas ordinarias de la historia literaria, en sí y por sí
que nace en Europa y que se convierte en materia de creencia y mismas, y nunca a parcir de las relaciones soterradas (escruaurales)
rivalidad. Comienza, pues, con lo que es preciso denominar -con que mantienen entre ellas. Algunos historiadores, y en particular
una fórmula lo más alejada posible de la desrealización y dd en- Marc Fumaroli, ateneos a las relaciones entre las naciones de la Eu-
cantamiento literarios- la acumulación inicial del capital literario. ropa literaria, sobre codo Francia e Icalia, han evocado algunas de
Este momento fundacional es el de la publicación de La Deffena sus etapas iniciales, en los siglos XVI y XVII. Pero se prolonga hasta
et I/Lustration rk la langue franroyse, de Du Bellay. el presente con la aparición, en el concierto mundial, de nuevas li-
Bien sé que puede parecer paradójico, o arbitrario, o hasca ceracuras, de naciones literarias siempre nuevas, de escritores inter-
deliberadamente galocémrico, tomar como punto de partida de nacionales siempre nuevos, aunque codos ellos salidos de un movi-
una historia de la literatura mundial o, mejor dicho, de la Repú- miento de rupcura del que Du Bellay consticuye el paradigma.
blica mundial de las Letras, un acontecimiento literario can típi- Se trata, por canco, de una hiscoria conocida a medias y desco-
nocida, que habrá que recorrer a grandes zancadas, pese a las difi-
camente francés (al menos en apariencia). ¿Por qué, ya que los
cultades y a los riesgos inherentes a las descripciones históricas que
historiadores aman remontar cada vez más lejos los orígenes, no
evocar, en la misma cradición nacional, un acontecimiento can 1. Cf. el ccxto de Samud Bcckcn, «Dante ... Bruno ... Vico ... Joyce•, en Our
antiguo como La Concorde de! dew: langages ( 1513), de Jean Le- Exagminatio11 Rou11d His Fac1ific11tion far bu·ami11arion of Work i11 Progms
maire de Belges? ¿O, en otra tradición, por ejemplo la italiana, el ( 1929): recopilación colectiva de escudios sobre Work in Progrtss, imaginado por
De vulgari eloquentia, de Dance, al cual, en 1929, Joyce y Bcc- Joyce en rcspuesca a las virulentas crlcicas anglosajonas de la (Euvrt en coun.
fragmentos que se publicaban a la sazón en diversas revistas con ese drulo gené-
kcn, con una intención totalmente similar, se remitían cuando rico. Ver infra, pp. 422-424.
querían prestar todo su lustre y su legitimidad a la empresa fon-
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se desarrollan en lo que Braudel llama el «tiempo largo», pero sin
tencia internacional de protagonistas excluidos hasta entonces de
perder de vista procesos y mecanismos normalmente encubiertos la idea misma de literatura.
por las evidencias parciales de la familiaridad engafiosa que ha ins-
taurado la historia literaria académica. Además, no es posible re-
construir esa historia sin salir de las fronteras políticas y lingüísti- CÓMO <«DEVORAR» EL LATIN
cas en las que se encierran casi siempre -sin darse cuenta siquiera,
sobre codo en el caso de las grandes liceracuras, como la francesa- En el momento en que se publica La Deffence et 11/ustrntion, el
las historias literarias, y sin transgredir también las fronteras, debate sobre la lengua francesa ocupa un lugar central entre las
igualmente diflciles de traspasar, entre las disciplinas. personas culeas. Toda la cuestión de las lenguas vulgares (que se
plantea y se debate en coda Europa) se articula con la del latín.
Se pueden distinguir tres grandes etapas en la génesis del espa- Hay entonces, según la expresión de Marc Fumaroli, una «dife-
cio literario mundial. La primera es la de su formación inicial, que rencia vertiginosa de altitud simbólica» 1 entre las lenguas vulgares
puede situarse en el momento de la aparición de la Pléyade france- y la lengua latina. El latín acumula, junco con el griego, reintrodu-
sa y del manifiesto que constituye La Deffence et Jllustration de la cido por los sabios humanistas, la cuasi totalidad del capital litera-
langue franfoyse de Du Bellay, publicado por primera vez en 1549. rio y, más ampliamente, cultural entonces existente; pero es tam-
Es la época de lo que Benedicr Anderson llama la «revolución ver- bién la lengua cuyo monopolio detentan Roma y la institución
nácula,.:1 la que se produce en el curso de los siglos XV y XVI y que religiosa en su in cegridad, pues el Papa está investido de la doble
ve el tránsito del uso monopolístico del latín entre las personas autoridad, que resume por sí sola la forma toral de la dominación
culeas a la reivindicación del empleo intelectual de las lenguas vul- que sufre el intelectual laico: la del sacerdotium -las cosas de la fe-,
gares, y luego la constitución de literaturas que pretenden rivalizar pero asimismo la del studium, es decir, todo lo relativo al saber, al
estudio y a las cuestiones intelectuales. En su calidad de lengua del
con la grandeza antigua. La segunda gran etapa de la ampliación
saber y de la fe, el latín acapara, por tanto, la cuasi totalidad de los
del planeta literario corresponde a la "revolución lexicográfica» (o
recursos inccleccualcs existentes y, como dice Marc Fumaroli,
11filológi(a)>), tal como la describe Benedict Andcrson: la que se
«avasalla [realmente] a las demás lenguas». 2
desarrolla a panir del final del XVIII y durante todo el siglo XIX, y
De ahí que sea comprensible la empresa humanista, al menos
que ve la aparición de nuevos nacionalismos en Europa, asociada
en parce, como una tentativa de los cclaicos», en lucha contra los
con la •invención» o la reinvención, por emplear la'i palabras de
clérigos lacinizances, por crear una autonomía intelecrual y volver
Eric Hobsbawm, 2 de lenguas declaradas nacionales. Las litcracuras a apropiarse, contra el uso escolástico del ladn, del legado del ladn
llamadas •populares» fueron entonces convocadas para servir a la laico. Los humanistas, explicitando claramente el carácrer de su
idea nacional y darle el fundamento simbólico que le faltaba. Por lucha, oponen así al latín «bárbaro» de los clérigos escolásticos el
último, el proceso de descolonización abre la última gran etapa de refinamiento de la prácrica que ellos han recuperado del latín ~ci­
la ampliación del universo literario y marca la llegada a la compe- ceroniano». AJ reintroducir un corpus de cexros latinos originales

l. B. AnderM>n, op. cit., pp. 77-91. El sociolingüisca D. Baggioni designa el J. Marc Fumaroli, •le génic: de la languc fran<;aisc•, /.rs lieux át mtmoirt,
mismo fenómeno con el nombre de •primera revolución ccolingiilscica de Euro- P. Nora (cd.), 111, lrs f'ranu, t. 3. Dr liirchivr 11 lemb/Jmr, Parls, Gallimard,
pa occidcncal,., D. Baggioni, LanguLs et Natüms en Europr. op. cit., pp. 73-94. 1992, p. 914.
2. Eric Hobsbawm y Tcrencc Ranger, The lnvmtion ofTr11dítion, Cambrid- 2. Jbldnn, p. 915.
ge, Cambridge Universíty Prcss, 1983.
71
70
-cnrrr dlo11, trAt1ulu11 de ~rnm1h icn y d~ rctórirn, en esprdal los dc
C:kcrón y Quin1ilinno-, pero l•unhién In pr¡ktk11 dc la 1rnd11n ir111 111n11i11t1t. l'cro, en d cn1m dr lo~ h11111a11i~ta" friuu:c9cA, d proyci;to
y lid comentario, rnn d retorno 11 lmi nclit11kosn, de.~vlan, scl'llllll'i promc1c en del'lo modo un provcdw doble: rivali1..ar rnn lia potcn-
ci11 y la prccmincnda 11m10 crndit:a wmo poétiu de lt11li11, impo-
1.Andolm -1mo es, rncstionnndn el monopolio dc In l14lr~ia , rl ll'
gndo untiguo. El humnniiuno europcn rs igu11lrt1cl\lc 111111 dC' lu~ niendo una lcn1411a cnp¡¡·1. de w111pctir 'º"
el t<m:ano, y rcdrn·1.11r,
primt'r1t!I forrnns dr cm111Kip11d(111 dr las perso11t1s c.:ultas rn111 ra d por un nuevo 1.:011d11c10, la N111t1isi(111 ;ti 1;11(11, líllHo dt:croni1mo
in Hu jo y la dominación de In lglrsia. 1 rnmo cscoló1Hin1. El empico rcivimliu1do del fnmcé8 e~. pur ende,
una munern lk' pcr~e14uir 1:1 cn1111H:ipud(111 ele 1,.~ perm11a5 rnluu
Ahora bien. en elite eospado .. intclcctual,., 1 domina l1ali;1, rn1110 i.:ontrn el i11llujo de la lgbia, 11l 1irmpo lllle 1111;1 ludrn rnmrn l.1 hr-
gemonla Je los huma11is111s it;1lia11os. 1
ha e!ll:tblcddo tras largos dchatrs Fcrn:ind lk111dcl. 1 l .os 1'111i1m
poetas .. modrrno11» que hahl'lan logrado imponerse en F11ropa c·n
En la F.umpa dd norte, la dif'usic)n de la l~efonma hnbln ;15imi~·
una lengua vulgar son los tres poeta11 tolicanos: Dante ( J 2(1í- l .i2 I).
rno pucNto en c111 rcdid10 el 11w11opnlio del latín y la ntnnipotcnda
Pctrarca ( 1304· l 374) y Boccan:io (U U· U7'i ). l 11rl11i;o c·n d si1~lo
hast:1 entmll'cs i11c11l·slio11ahlc de l;a l14bi:1. Evide111cmcntc, en c~lc
XVI, y en toda Europa, g01.an de un inmenso prestigio. ANI pues, lúe·
contexto, la 1rnJun:ié>11 al all'mfo de la Biblin por Lutero, en l 'U4,
en Toscano donde pudo acumularse un patrimonio n1h11rnl: c11 1:1 e8 un gesto de inmensa ruptura cspedfka l'.nn lns imposkionc5 Je
Regunda mitad del siglo XV, e11cribe Braudcl, "Europa hic dcvastad;i la lglesiét:l. esta nueva versi1'111 del 1ex10 blhli<.:o propordonaha lils
en su centro, Francia. Italia, en cambio, vivic~ arropada: las radcna~ bases de una norma l~11,ri1a unilka,h1 que iba 11 l'.onvcrtir~c en d
de generaciones de humanistas, que no i;e engaf\an al rci;pc·l·to, fo. alemán moderno. En toda la Eump.a rcfornrndn, ese mismo movi-
vorccen un progreso, una acumulaciém de los conndmicntos, dc~d<' n1icntu permite el nuge de lns lc1114uas vulgares. 'lile, '' trnvés ele IA
Petrarca, vía Salutati, hi:ma Bruni .. ,11. 4 Y, por supuesto, afirma, lectura Jc In Bihlin. v;rn a dillrndirsc mnsivn111e111c cmrc las t:ap:u
.. todo humanismo es doble, nacional en primer 1énnino y luc~o r11- populare.~. 1 Pcrn, dejando :1pnr1c rl rnso par1kul11r de Alenumi:t
ropeo11,' Por e~o se generan rival idadcs intern;ts en c.~le un ivcrso dr (que sigue siendo durnntr m11d10 tiempo un co11j111110 polltic.:o no
sahioll y personas cultas, las posiciones se diversifican, los dcha1c·~ sr unificado), en iodos los paises que adoprnn el lu1crnnis1110 u otro~
instauran. Asf, esos humanistas que prccn11izaha11 un re-torno al la· cultos reformados (;a1114lkanis1110, l:alvinismo, mctoJismo) el 1mgc
tfn ciceroniano serfo también los promotores de los (lv11lw1rl'.' ilus- Je h111 lcn14lrns vu lw1 rrs 1ic·nc que ver, rnmo en d norte, c.:un el
tres .. , o m:is bien se dividirfo en torno a cst:1 clcn:i6n. desarrollo de lns csll'lll'lllt'as c·s1:11;1lcs: l;1s rc:spcl.'.tivus tr:aducdonc:~
La batalla por la revalorización de las lcnguaN vulw1rl's l'S, rn de la Bihlin van a permitir h1 i111phrn1adó11 de 11uténtk:111 unifk11·
efecto, la continuación lógica de la empresa de sccularizal·ió11 hu- dones nadorrnles en hnla11dio1, en Nomcga, en Sucdn ...
Asl pues, de 111101 a otrn pune dl: la ~rnn fr:u.:turn l)ll<.' l:t Reforma
1. El hum;111iA1110 e~ 1ui111iAmo un tttotno ;1 111~ 01 nu lrllRllil~ 1lr l.1 '"" ÍH!lr
npcrn en Europa oi.:dt.len1al. el 1.:11cs1io11i1111icnto de la dominadl'lll
d11d: rl gricgo y rl hrhrco. A ¡111ttlr de 11hl ~r purdr rnrrrgit d 11nrnl" l11tfn rnr1lir
vil y pmcl11m11rae m'' rctn1 de loN 11111 i((llm qur loN d~rlRº"· Lcrt 14iirw 1 pm1111r, 1. Cf. hA11~·11i~c W1u¡ur1, l.r M111/~lr fr1111p1i.1 r1 l'll.1/ir 1111111t11r. ( .i111.11'ir111'( Jr
11drm~A, lttr la Hihlí11 prrAdnclirn<lo dr lm V11IR11111. mi rt pr1upti1m rlr ll111trr r/1111• /,, Ut'¡111hliqur rlr1 /.r1tw1. IMO· I ~~o. Ru11111, r.rn·
2. LI 1111l11hr11, 111111rrl111ii:11, A<' utill1.111u¡ul p11rn ~u1i~11111i1 hnjo 1111 llll\lllo tb ll' Frn11~11iNr de Ronm, l 1lH 1l.
1nin1, rl dmhito unlvrnilArio y li1rr111fo. 2. l.1111'1'11 1111 l'\ d pl'i111r111 1p1r l1'11d11n• l.1 Bihli11. Al mi,mn lil'mpn !fllr ~l u
3. fl. Ht11udrl. /,, Mml>lri111/irn, 1'111·1N, Ar1h11u<I. l IJH 1J, pp. 42 4.,,
jm111 11111rA 111 1rnd11jl'ton 1111'11~ (11 vru•• 111ud11lmrn1r) p11rn rrliirmur 111 l11lr•la
dr8d<' el i111rrlm.
4. lbfd,m. I'· 4'i.
r;, Jb/J,,,,, p. 4<1.
J. D. H11MMi1111i, 11p. dt., p. 1OIJ,

73
72
exclusiva de la Iglesia y del lat!n es el motor del progreso que expe-
Pero para l]Ue la lengua del rey de Francia pudiera aspirar al rango
rimentan las lenguas vulgares. Pero, al menos tras las luchas y los
de 11latf n de los modernos», para que sus defensores pudieran atre-
enfrentamienros confesionales de los años l 520- l 530, el factor
verse a medir abiertamente su lengua vulgar con la del Papa y los
propiamente religioso de la Reforma es desplazado poco a poco
clérigos, era preciso asimismo que garantizara, tanto literaria como
fuera del movimiento surgido del humanismo. Se produce una
polfticamente, su propia superioridad sobre la lengua de oc y so-
fragmentación del medio humanista, y hay un reparto -a menudo bre los demás dialectos de la lengua de ofl. Ahora bien, muy pron-
fon.oso- entre los filólogos y los reformadores eclesiásticos. Al mis- to, la lengua de la Ile-de-France fue asociada con el principio mo-
mo tiempo, todo sucede corno si, desde la década de l 530, la e~ci­ nárquico. Francia, como explica Marc Fumaroli, se consrruye en
sión entre el norte y el sur de Europa correspondiese a una especie torno de un «rey-verbo». 1 Hasta el siglo XVI, va a instaurarse a tra-
de división del trabajo. Miencras que la Iglesia católica ejercía, vés de una de las instituciones reales, la Cancillería de Francia y su
como ya hemos dicho, una autoridad doble, la del sacerdotium y la cuerpo prestigioso de notarios y sabios del rey -todos ellos laicos-,
del studium, de la fe y del saber, la Reforma cuestiona el monopo- una tradición ininterrumpida de «altos funcionarios de la lengua y
lio eclesial del sacrrdotium, y, por lo tanto, de codo lo concerniente del estilo reales». 2 Éstos se convierten en una especie de cuerpo de
a las prácticas y a las instituciones religiosas propiamence dichas y escritores reales encargados de trabajar (mediante la constitución
el humanismo impugna el monopolio del studium, es decir, de de fórmulas jurídicas, de crónicas históricas ... ) canto en pro del
todo lo relacionado con las cosas inteleccuales, el estudio, la poesía prestigio político y diplomático de la lengua real como del «creci-
o la retórica. La separación de poderes que se perfila en Francia miento», como dice Du Bellay, de sus riquezas estilfsticas, literarias
-contrariamente a Inglaterra, donde, como se verá, la indistinción y poéticas. 3 Por ello en el siglo XVI esta lengua vulgar comienza a
de poderes entrafia la ausencia de protesta contra el monopolio del adquirir una lcgimitidad indiscutible canco en el plano polfcico -la
studium- supone un abandono (salvo por parte del calvinismo, que célebre ordenanza de Villers-Cotterets (1539), que prescribe las
seguirá siendo minoritario) de la reivindicación de una lectura y sentencias judiciales en francés y no en larfn, da tesrimonio de
una difusión de la Biblia en francés, o del acceso de los laicos a la ello- como en el literario: entonces aparecen las gramáticas, los lé-
teología: incluso en lo más crudo de la batalla entre los defensores xicos y los tratados de ortografía.
del latín y los promotores de la lengua vulgar, ya no se trata en ab- Los poetas de la Pléyade toman el bando de la corre del rey -y
soluto, después de 1530, de que el francés reemplace al latf n de los su primera victoria será la elección de Dorar, jefe de fila de la nue-
doctos, ni de que pueda disputar su privilegio al latín litürgico o va escuela, como preceptor de los hijos del rey Enrique 11- porque
teológico. La lucha en favor de la «lengua del rey» permite, pues, a para ellos se trata de una opción canto polftica como estética. De
pesar de la dependencia estruccural del reino con respecto a la Igle- este modo, tomar partido, como hace Du Bellay en La Deffincr et
sia, que se inicie un proceso único de «laicización». lllu.stration, contra los géneros poéticos reconocidos y practicados
en las poderosas corees feudales del reino de Francia («y qué decir
Dentro del humanismo, las rivalidades específicas van a adop- de codas esas viejas poesías francesas de los Juegos Florales de To-
tar, en efecto, formas políticas: contra la primada de Roma y de
los eruditos italianos, la Pléyade propone el empico de la lengua l. M. Fumaroli, loe. cit., p. 917.
francesa, que es también la lengua del rey. Los eruditos franceses 2. !bldem, p. 921.
se oponen al universalismo humanista lacini7..ance que autoriza la 3. Cf. Rohcn-l-lcnri Bamier, 0111r1rs. fft1111x rt dJtmalleries. F.tudes de diplo·

dominación de Italia, tomando la defensa del rey y los progresos mntiqur. et dt sigitl<Jgrnphir mfdié1111/es. Ginebra, Dmz. y Parls. Champion, col.
·Mémoires er clocumcnts ele l'P.colr des chancs•, 1990.
de la soberanía y la autoridad reales frente a la potencia de Roma.
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74
louse y Puy de Rouan: como rondós, baladas, virelais, · cantos rea- La Deffence et IL/ustration de la langue fra1Zfoyse (traducida en
les, canciones, y otras composiciones semc:jancc:s, que corrompen parce de un diálogo del italiano Sperone Speroni) es uno de: los
d gusco de: nuestra lengua y no sirven más que: para dar cescimo- cestimonios explícitos de: esca lucha declarada: se: erara, en el fon-
ruo de nuesua ignorancia") 1, es declararse explícicamence, en el do, de una declaración de guerra específica concra la dominación
ámbito poürico, contra los particularismos feudales, y en el litera- del lacín. Cienamente, no son nuevos los debates en corno a la
rio, contra los defensores de la «segunda retórica», éscos carnbién cuestión de las lenguas ccvulgares», de la superioridad de: una o de
partidarios del uso poético de: la lengua vulgar, pero concebido otra, de sus relaciones complejas y conflictivas con el latín. Co-
como un conjunro de: formas poéticas codificadas. 2 La coree del mienzan con Dante (que, como veremos, fracasó en su empresa)
rey sólo se distinguía en aquella época de las demás corres feudales en Toscana, en el siglo XIV, y prosiguen en Francia, en especial
por su condición de primus inter pares/' Ahora bien, en esce mo- con Christophe de Longueil, después con Jean Lemaire de Belges
mc:nco la corona francesa obtiene viccorias decisivas con era los par- en La Concorde des deux langages (1513). Pero el tratado de Le-
ticularismos feudales. Les arrebaca la hegemonía que ejercían en el maire de Belges, lejos de inaugurar una compecencia c:nuc: el
ámbito culcural. En 1530 Francisco 1 funda el Colegio de Leccores francés, el latín y el toscano, asocia en una «igualdad dichosa.,
Reales; ordena la conscrucción de bibliocecas y la compra de cua- por decirlo con palabras de Marc Fumaroli, a las dos hermanas
dros, y encarga uaduccionc:s de obras de la antigüedad según el vulgares, la francesa y la toscana, hijas y herederas del latín: el
modelo de las cortes humanistas italianas. aucor se niega a escoger y la querella entre lenguas acaba en con-
ciliación. La Dejfence, por canco, marca una ruptura en esta his-
Esca poürica de la lengua permite activar el proceso de acu- coria, pero porque inaugura una nueva era, no de concordia y se-
mulación inicial de recursos políticos, lingüísticos y literarios gra- renidad lingüísticas, sino de lucha abierta, de competencia con el
cias al cual la «competición» puede entablarse en lo sucesivo (y latín.
proclamarse) encre la «lengua del rey» (de Francia), la lengua do- Con frecuencia reducido a un panfleto, el cexco «revolucio-
blemente sagrada de Roma y el (muy literario) toscano. Hay que nario» de Du Bellay muchas veces sólo se estudia en función de
añadir que ese programa, que entonces podía parecer desmesurado las continuidades y discontinuidades en la temática humanis-
e inasequible, se veía propiciado asimismo por la doctrina de la ta, de la localización de las citas y de las influencias larinas e ica-
translatio imperii et studii: conforme a esta creencia francesa, Fran- lianas ...
La poesía, ligada mucho más escrechamence que otros géneros
cia y su rey estaban predestinados para ejercer el imperium, dejado
licerarios a las tradiciones nacionales, es a menudo considerada,
vacante por Roma y asumido de nuevo por Carlomagno. 4
incluso hiscóricamence, a la luz de la evidencia del finalismo na-
cional: los «aconcecimiencos11 poéticos no se relacionan con una
• Baladas con estribillo del siglo XIII francés. (N. ~/ T) historia cransnacional.
l. Joachim du Bellay, Deffmct tt !Uustration ~ la úmgut .fran{oyst, Hcnri Ahora bien, La Deffence et /Uustration es una afirmación de
Chamard (cd.. ciL), París, Llbrairic Marce! Didicr, 1970, pp. 108-109.
fuerza y, en especial, un programa de •enriquecimienco11 de la
2. Cf. Joscph Jun. •Auconomic ou héc~ronomic: Le champ littérairc c:n
Francc et en Allcmagnc:•, &gards socioÚJgiq~s, n.º 4, 1992, p. 12. lengua; es ame codo un manifiesto en pro de una nueva literatura
3. Cf. R.cinhard Krügcr, •Dcr Kampf dc:r litc:rarischc:n Modc:rnc in Fran- y un programa práctico para dar a los poecas instrumentos especí-
krc:ich (1548-1554)., Natíon und lírnatur ím Europa ~r friihm Neuuit. Klaw ficos que les permitan enrabiar competencia con la grandeza lati-
Garbc:r(cd..), Tubinga, Nic:mcycr, 1989, PP- 344-381. na y su relevo toscano. No se traca ni de un recomo al pasado ni
4. Colcuc Bcaunc, NaiSJllnct IÚ la natíon Franu. París, GaJlimard, 1985. de un llamamienco a la simple imicación de los antiguos, sino de
P- 300 sq.
77
76
una especie de declaración de guerra específica. Du Bellay no sólo
ción 1 y compara el proceso con lo que hicieron los romanos: ,.jmi_
busca, como sus antecesores, tomar el relevo del esplendor del la-
tando a los mejores autores griegos, transformándose en ellos, de-
án y del griego, sino prevalecer tanto sobre el latín y el toscano
vorándolos y, después de haberlos digerido bien, convirtiéndolos en
en una rivalidad lingüística, retórica y poética (y habría que aña-
sangre y alimenco ... ». 2 Evidentemente, hay que tomar esta opera-
dir política).
ción de «conversión» en su senrido económico negado: Du Bellay
La lengua latina, como es lógico en este universo que domina,
aconseja a los poetas que se apoderen, devoren y digieran el legado
actúa como el único instrumento para medir la excelencia. Pero
antiguo para convertirlo en «haberes» literarios franceses. La imita-
para lograr deshacerse del doble dominio del latín eclesial y del la-
ción que propone es la transposición y la adaptación al francés del
cín ciceroniano promovido por los italianos, Du Bellay propone
inmenso acervo de la retórica latina. Por ello mismo presenta la
que se proceda a lo que se podría llamar una apropiación indebida
candidatura de la lengua francesa a la sucesión del latín y del griego
de capital La solución que preconiza es una especie de <<tercera vía ..
en su posición dominante y propone a los 11poetas franceses» un
genial e inesperada: al mismo tiempo que se conserva el acervo del
medio de afirmar su superioridad, esto es, su dominio sobre la poe-
humanismo latinizante, inmenso conjunto de conocimientos, de
sía europea. Al rechazar las «viejas poesías francesas», se remite al
traducciones y de comentarios de los textos latinos, los distrae en pasado y condena, como anticuadas, las normas poéticas que sólo
provecho de una lengua menos orica», dice él, y ello con un méco- tenían vigencia en los límites del reino de Francia y, en especial, las
do muy simple. Rechaza en principio violentamente la traducción formas que, sin referencia a la modernidad humanista (es decir, pa-
que no es, en sus categorías, más que una imitación ((servil», que radójicamente, a la poesía latina), no podían pretender participar
reproduce hasta el infinito los texcos griegos y latinos sin que sea en la competencia europea.
posible apropiación alguna, es decir, ningún «enriquecimiento»:
«¿Qué piensan, pues, hacer esos reblanqueadores de murallas, que Con la Dejfence et Illustration de la langue franfoyse, Du Bellay
noche y día se rompen la cabeza imitando? ¿qué debo yo imitar? sienta los cimientos del espacio literario europeo. La competencia
¿pero ll41lscribir un Virgilio y un Cicerón? construyendo su poema internacional que instaura señala el comienzo del proceso de unifi-
con hemistiquios del uno y ajustándose en sus prosas a las palabras cación del espacio inrernacional. Crea, mediante la rivalidad que
y oraciones del otro [... ]. No penséis, por ende, imitadores. servil inaugura, el primer bosquejo de un campo literario transnacional.
rebaño, alcanzar el punto de su excelencia ... »1 Para «enriquecer su Es lo que Marc Fumaroli llama el «gran campeonato europeo, en
lengua», 2 Du Bellay propone «tomar prestadas de una lengua ex- el que los enrrenadores y los árbitros son los antiguos, y en el que
tranjera las oraciones y las palabras, apropiárselas para la suya: [... ] los franceses deben ganar codas las pruebas [... ], ese celo dará [a la
Te amonesto así (oh, tú, que deseas el crecimiento de tu lengua, y
que quieres destacar en ella) que no imites incontinenti [... ] a los 1. Metáfora que se encontrará, expresada casi en los mismos términos, en
aucores más famosos de aquélla, así como hace ordinariamenre la los románticos alemanes en el momento en que ponen en práctica su •programa
mayoría de nuestros poetas franceses, cosa ciertamente tan viciosa de traducción» y en el manifiesto •antropófago• de los moderniscas brasileños de
los años 1920. C( Pierre Rivas, •Modernisme ec primitivisme dans Macounai~
como de ningún provecho para nuestro vulgar». 3 Llega a emplear, ma•, Mário de Andrade, A1aco1mai'ma, edición crítica de P. Rivas, París, Scock-
para expresar su voluntad de apropiación, la metáfora de la devora- Unesco, col. .. Unéracures lacino-amc!ricaines du X-'I." siecle•, 1966. El etnólogo
Roger Basride ha comparado la empresa de la Pléyade con la de la amropofugia
modernisra brasileña: «Macormaíma visro por um frances•, R~11ista do Arquivo
l. J. du Bdlay, op. cit., pp. 76-77 y 82. M1micipal. n. 0 106, Sáo Paulo, enero de 1946.
2. Jbúlnn. p. 45. 2. J. du Bdlay, op. cit.. p. 42. La cursiva es mía.
3. Jbúlnn, p. 47. La cursiva es mía.
79 •
78
lengua francesa! la victoria sobre sus rivales romances. el italiano y fin de llegar a un públiw más amplio. En su De vu/gari eloqumtía
el español. La candidacura de los ingleses está aún muy lejos de habla propuesto la fundación de un «vulgar ilustren, lengua poéti-
prcsentarsc.-. 1 En este esp;1cio en que se halla dominado, Du Bc- ca, literaria y cientlfü.:a. que habría sido creada a partir de ciertos
llay. y con él mda la escuda de la Pléyade, adopta como instru- dialectos toscanos. Su influencia fue determinante en Francia (para
mento de lucha el capital existente, la lengua francesa, rnn el fin los poetas de la Pléyade) y en España, para imponer la lengua vul-
de •enriquecerla». La «usurpación de herencia» que realiza permi- gar como expresión literaria y, por ende, nacional.
tirá en un siglo y medio invenir la relación de fuerzas: gracias a un L'l posición de Dante fue can innovadora y fundacional que
•enriquecimiento específico», el espacio literario francés logrnd mucho más carde la reasumieron algunos escritores que estructu-
imponer su dominio, y durante largo tiempo. sobre el espacio eu- ralmente se hallaban en una posición análoga. As!, Joyce y Bec-
ropeo de las luchas literarias. kett, a finales de los años 1930, la reivindicaron como modelo y
A este primer núcleo central toscano-francés se sumar;\n poco precursora en un momento en que el influjo del inglés -debido a
a poco España y después Inglaterra, que formar&\n en principio las la dominación colonial de lnglacerra- podía compararse, mutatis
tres grandes potencias literarias, dotadas a la vez de «grandes len- mutandis. con el del latln en la época de Dante. Beckett, preocu-
guas" Literarias y de un patrimonio lirerario imponance. Pero, iras pado por defender el proyecto literario y lingüístico de Joyce en
la gran creatividad del Siglo de Oro, España inicia, a partir de me- Firmegans Wake, proponla combatir contra el monopolio del in-
diados del siglo XVII, un período de declive lento, inseparablemen- glés en Irlanda, reivindicando de manera explicita al poeta toscano
te literario y al mismo tiempo político. "Ese vasto derrumbamien- como un noble predecesor. 1
to, ese larguísimo naufragio» de España, 2 va a crear u na grieta
crecience entre el espacio literario español, distanciado y «rezaga- Italia, y singularmente la Toscana, es el pals en que la produc-
do• y los que habrán de convenirse en los universos literarios cen- ción literaria en lengua vulgar es tan precoz como prestigiosa: con-
trales más poderosos de Europa: el francés y el inglés. sagrados clásicos en vida, los tres grandes toscanos, Dance, Perrarca
y Boccaccio, representan el momento de acumulación de la mayor
riqueza literaria no sólo de Italia, sino de coda Europa. Su obra está
Italia: una prueba "ª contrario» investida del doble prestigio del origen y de la perfección. Pero este
El caso de Italia es una de las pruebas a contrario del lazo nece- enorme capital literario original, a falta del surgimiento concomi-
sario entre la fundación de un Estado y la formación de una .. len- tante de un Estado centralizado, de un reino italiano unificado, y
gua común•• (y luego de una literatura). Allí donde no hay un pro- debido al dominio de la Iglesia, que se ejerce más fuertemente que
en otros lugares, no permite la conscicución de un espacio literario.
ceso de emergencia nacional tampoco hay una lengua vulgar en
Las cortes italianas siguen divididas y ninguna es lo bastante pode-
vías de legitimación, ni literatura específica que pueda implantarse:
rosa para adoptar y autorizar plenamente el empico del «vulgar
en Toscana, desde el siglo XIV, Dance habla querido, como sabe-
ilustre11 preconizado por Dante, ni de cualquier otra lengua: el la-
mos, crear las condiciones de una liberación lingülstica. r:uc el pri-
tln sigue siendo la lengua conuín y dominante. Pctrarca se halla di-
mero que optó, en //convivía ( 1304-1307), por la lengua vulgar a
vidido, explica Marc Fumaroli, «como lo estará su discípulo Boc-
caccio, como lo estad Bembo, su lejano heredero del siglo XVI,
1. M. Fumaroli, loe. cit. p. 929. entre las letras latinas, que el sacerdocio romano hace reinar con
2. Franrroi5 Lopez, •Le retard de l'F..spagne. L1 fin clu Sicdc d'Oru, /-lútnirt
tÚ la /i11bat1m tspag110/t, 1. 2, XVIII' sitclt-XlX' sitd~-XX' sitd~. Jt·an C.111av;1ggio l. Vc!asc i11fr11, pp. 422-424.
(cd.), Parls, Fayard, 1994, p. 14.

81
80
autoridad ~'Obre Italia)' sobre 111 Europa nistiana, y las lc1 ras i1alia- Alemania, que, no obstante una primera acurnulad6n preco1. de
m1s, privadas de un respaldo político central e indiscucidm>. 1 rccun;os lingU{sticos y literarios, no llegó, debido a su dispersión
El debate central en la Italia dd siglo XIV scr;t 11la rncsti1~11 dt· l;1 polhica. ;\ reunir recursos literarios !IUficientcs para pretender riva-
lengua», que opondrd a los 11vulgaristasn contra los .d,ttinistas". Va lizar en Europa antes del siglo XVIII, época en la lllle el primer des-
a vencer Pietro Bembo (14 70-1 54 7), gracias a su /'msr ddla r11~~111· pertar nacional le permite reapropiarse, en concepto de legado na-
/¡,lt,Júl ( 1525), en que' predica el retorno a la traliici6n litcrnria y cional, de los recursos literarios en lengua alemana.
lingülstica tosc;¡n;¡ del siglo XIV. Esca elección «<m.:ai<.:an y rn:m:ada En cuanto a Rusia, no iniciará el proceso de acumulación de
por un purismo riguroso va a lijar la din:tmica literaria y lklcnn d sus bienes liternl'ios hasta principios del siglo XIX. 1
proceso de constimción del fondo literario, es decir. la nt·aci!'>n, la
renovación, imponiendo el modelo de la imit:ici1)11 (rnnfornw a la
pauta de los latinistas humanistas). El modelo petrarquista, erigido LA BATALLA DEL FRANCf:s
tanto en patrón literario como en norma gramatical. comribuyt· a
inmovilizar el debate y la innovación literarios italianos. Durallll' La Pléyade es la primera gran revolución poética que va a mar·
largo tiempo. los poetas permanecen estancados en la i111itaci1'1n de car la teoría y la práctica poéticas durante por lo menos tres siglos:
la trilogía mftica: a f.tlta de una estructura estacal centrali1.ad:1 'I"<' esto, tanto desde el punto de vista de los géneros privilegiados (las
hubiese podido contribuir a estabilizar y ••gramatizarn·~ las lenguas formas del rondó, de la bal:1da y otros géneros promovidos por la
comunes, es la poesfa, mitificada en su papel de fi.111dadora y dl' en- segunda retórica van más o menos a desaparecer, y no se las volverá
carnación de la perfección, la que asume la función de guardiana a encontrar verdaderamente hasta Mallarmé y Apollinaire) como
del orden de la lengua y de medida de todas las cosas literarias. Y se de la adopción de una nueva métrica y de una nueva prosodia (el
puede decir esquemáticamente que, hasta la reali1.aci<ln de la uni- verso de ocho o de seis pies y. sobre todo, la generalización del ~me­
dad poHtica italiana, en el siglo XIX, los problemas poéticos, rt'l<1ri- tro rey», que se convertirá en la norma de iodo clasicismo, el alejan-
cos }' estéticos estuvieron siempre subordinados al debate sobre la drino, i pasarán a ser los metros esenciales), o del sistem:t de estrofus
norma lingüfstica. Incapacitado para acumular, a través de la gra- que va a generalizarse, adoptado por el conjunto del espacio litera-
mati1..ación y la estabilización de una lengua comün y d apoyo dl' rio, sin olvidar, por supuesto, la referencia obligada a la antigüedad.
una fuerza política estatal, el espacio literario italiano no se rnnsii- Pero. sobre todo, tras este primer avance en la competencia en-
tuyó hasta muy tarde. El legado literario solamente se.· rcivimliní tablada con el latín, la lengua y la poesía en lengua francesa distaban
como bien nacional -en particular mediante la promoci<ln de mucho de pretender siquiera rivalizar, tanto en los hechos como en
Dante al rango de poeta nacional- en el momento de la fornrn:ión la creencia, con la inmensa potencia simbólica, religiosa, poUtica, in-
de la unidad italiana, en el siglo XIX. telectual, literatfa y retórica del latín. Y se puede contar la historia de
Cabria rehacer, partiendo de un conrexto y de una hisioria la literatura, as{ como también la de la gramática y la retórica france-
lingüísticos, políticos y literarios distintos, el mismo an;Uisis para sas durante la .~egunda mitad del XVI y a lo largo de rodo el siglo
XVII, como la continmtción de la misma lucha por el mismo objeti·

1. M;in: Funwoli, loe. át .. p. 925.


1. //Jldm1, pp. 62-6'\.
2. D. Haggíoni distingue' •gmmarit.aciónn y "grnmaticalización .. , y 1.:omt'l'v,1 2. CL Jcun-Picfl'C' Clrnuvc;111, l'ohir fT•lllf1ti.rr d11 XVII' 1iMr. l'arls, (;nlli·
la drfinición dr la •gram:iti1.aci6n11 quC' da S. Auroux: proceso que n111d1tlT .1 mnrtl, 1987, p. 19. Vi.'11sc 1ambifo Jun111~J Rouh;iud, /,,, Virillrur d'A/~,ulrr:
describir y a rquípar de irmrumc:ontos un;1 lengua sobrC' la b;isc clt· dos rcrnolo· m11i mr q11tlq11rs ll1w ,¡,, 1•rn fi~111('1tis, 1'11rls, R:um11y, 19118.
glas: la gram~tica y el diccionario. Op. át.. p. 93.

8.3
82
vo, combate tan tácito como omnipresenrc para hacer que la lengua y engendrar la forma específica de sus recursos literarios. Esta com·
francesa alcance primero la igualdad y luego la superioridad frencc al petición y esta pretensión originales van a explicar la imponancia,
latín. La constirución de lo que hay que llamar «clasicismo», 1 apogeo tanto polftica como literaria, concedida al debate sobre la lengua.
de esca dinámica acumulativa, no es más que la serie y la sucesión <le Por eso no se puede comprender nada de la historia literaria y gra-
las esrr.uegias de consticución de recursos específicos que van a con- matical francesa denrro de los límites circunscritos del espacio lite-
ducir a Francia. en poco menos de un siglo, desde una pretensión <le rario y polftico francés: la rivalidad con la totalidad de las lenguas
competir con la lengua y la cultura más poderosas del mundo occi- europeas, pero también con una lengua muerta y, sin embargo,
dental, la latina -es el gesto inaugural de Du Bellay en La Defjence et abrumadora, sigue siendo, durante muy largo tiempo, el «motor~
/Uu.srratio1r-. a una victoria indiscutida e indiscuciblc sobre d ladn de las innovaciones y los debates lingüísticos y literarios.
en el apogeo del «siglo de Luis XIV••, es decir, a una supremacía en lo
sucesivo reconocida -sin ambages, y en coda Europa- del francés
El latín de escuela
-transformado en 11lacín de los modernos»- sobre el latín.
Así pues, es como si hubiera que descrifar lo que los historia- A pesar de la influencia creciente de los debaces sobre los usos
dores de la lengua denominan el proceso de codificación o de es- del francés que contribuían poco a poco a convercirla en una len-
tandarización de la lengua, 2 es decir, la aparición de gramáticas, de gua legítima, el latín continuaba ocupando un lugar central, sobre
tratados de retórica y la elaboración del buen uso, como un inmen- codo a través del sistema de enseñanza de la Iglesia. Thomas Pavel
so crabajo colectivo de crecimiento de la Hriqueza» lingüística y li- describía así la vida de los colegios durante la era clásica, con sus
teraria francesa. La atención extrema a la cuestión de la lengua y al alumnos instruidos en lacín y obligados a hablarlo incluso fuera de
bum uso-que caracteriza al reino de Francia duranre codo el siglo las clases, que disponían solamente de los aucores clásicos más re-
XVII- sería, por canco, la prueba de una pretensión especificamente comendables, que estaban divididos en centurias y decurias y
francesa de arrebatar al lacín la preeminencia sobre el conjunro de veían recompensados sus éxitos por los rirulos de senador y de
Europa y a ejercer ese famoso imperium que le había correspondi- cónsul. El aprendizaje escolar no era más que la asimilación de un
do durante siglos. No se trata, desde luego, ni de una voluncad ni repertorio de hiscorias: vidas de hombres y de mujeres ilustres de
de un proyecto colectivos y explícicos cransmiridos de generación la antigüedad, palabras célebres, ejemplos de fuerza y de virtud.
en generación con el fin de dar al reíno de Francia los medios de «En aquellos clauscros cuidadosamente aislados del universo que
ejercer un imperio polícico y cultural. Es solamente la forma espe- eran los colegios [... ] el orden imaginario de la cultura recórica [... ]
cífica que adoptan, en Francia, las luchas encre doctos y munda- se celebraba cada año mediante representaciones dramáticas de
nos, entre gramácicos y escricores; es el horizonce sobre el que se tragedias neolatinas escritas para los alumnos."'
despliegan, de una manera canco tácita como negada, los combares En ese mismo sentido, Durkheim escribe en L 'Evolutio11 péda-
intescinos de este universo literario. Mejor aún, esta rivalidad origi- gogique en France: •<El medio grecorromano en el que se hada vivir
a los nifios estaba vaciado de todo contenido de griego y de roma-
nal confiere al espacio literario su objetivo primario y define la for-
no, para convertirse en una especie de medio irreal, poblado, sin
ma particular con la que, tras la Pléyade, va a «perseverar en su scr11

l. Thomas Pavel, L /1 TI de / 'éloignmmu. Emli mr l'i11u1gú111tio11 c/¡mique. Pa-


1. El primer scmido de "clásico .. es, hay que repecirlo: "que merece ser imi- rís, Gallimard, 1996, pp. 152-155. Véasl' también Gcorgcs Snydcrs, ¡_,, Pfd,¡go·
tado •.
gif' en France iltlX XVII' et XVIII' Ji(des, París. PUF. 1965, cap. 111. •Le role de
2. Cf. R. Anthony Lodge, Lt Franrais. Histoirt d'1m dit1ltctt deve11u /,111gi1t, l'Amiquiré: le monde larin commc clóture11, pp. 67-8.t
Parls, Fayard, 1997, pp. 205-247.

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84
duda, por personajes que habían vivido en la historia, pero que,
al latín, y el latín ensucia al griego; y el griego y el latin mezclados
presentados de este modo, ya no tenían nada de históricos. Eran
corrompen el francés [... ]. Tienen el hábito de las lenguas muertas
tan sólo algunas figuras emblemáticas de las virtudes y los vicios,
y no poseen el uso de la viva.» 1
de todas las grandes pasiones de la humanidad [... ]. Tipos ran ge- En 1667 Louis Le Laboureur, en su tratado Des avantages de
nera1es, tan indeterminados, podían servir fácilmente de paradig- la langue franfoise sur la langue latine [«Ventajas de la lengua fran-
mas de los preceptos de la moral cristiana.» 1 La única innovación cesa frente a la lengua latina»]. aborda la cuestión de si los prime-
pedagógica hasta la segunda mitad del siglo XVIII la introducirán ros años del Delfín, hijo mayor de Luis XIV, debían consagrarse a
las Perites Écoles des Messieurs de Pon-Royal (abiertas en 1643 las «musas latinas» o a las «musas francesas». Pero el aprendizaje de
en Pon-Royal y en París en 1646): serán las primeras que dejen la lengua latina por medio del sistema de enseñanza provoca una
espacio al francés en la enseñanza secundaria. «Pon-Royal no se li- situación real de bilingüismo. Y la cultura latina, a pesar del pro-
mitaba a protestar contra la prohibición absoluta que afectaba al ceso de legitimación de la lengua francesa, seguirá proporcionan-
francés, sino que ponía en entredicho la supremacía que, unáni- do durante mucho tiempo un catálogo de modelos y de temas que
memente, había sido atribuida hasta entonces, a todo lo largo del alimentan la literatura escrita en francés.
Renacimiento, al latín y al griego.» 2 Y el propio Pellisson, historia-
dor de la Academia Francesa e historiógrafo del rey, atestigua este
dominio del latín en la formación de los «doctos»: «Al salir del Un uso oral de la kngua
Colegio me presentaban toda suerte de novelas y obras de teatro El primer gran codificador de la lengua y de la poesía es, por
nuevas, de las que, siendo tan joven y tan niño como era, no cesa- supuesto, F ran~ois de Malherbe ( 1555-1628). Es por ello el segun-
ba de burlarme, para volver siempre a mi Cicerón y mi T erencio, do gran revolucionario específico de la lengua francesa y, aunque
que me parecían bastante más razonables.» 3 se opuso a la estética de la Pléyade y a la poesía de Desportes -uno
La lucha de los «modernos» contra la enseñanza del latín co- de los discípulos de Ronsard-, se le puede situar dentro de la exac-
mienza bastante pronto, ya que, desde 1657, M. Le Grand se opo- ta continuidad del proyecto de Du Bellay en cuanco que persigue,
ne a los «pedantes» que, con la cabeza atiborrada de latín y griego, por otras vías, la misma empresa de «enriquecimiento" del francés.
eran incapaces de expresarse correctamente en francés: «Sin duda, Pero Malherbe innova y permite abandonar la problemática del
los espíritus empapados del griego y el latín, que saben todo lo mimetismo con respecto al latín: una vez hechas las primeras im-
que es inútil para su lengua, que abruman su discurso de docros portaciones latinas, pueden afirmarse las verdaderas diferencias.
galimatías y de pedanterías figuradas, no pueden adquirir nunca Sabemos que Malherbe anteponía la necesidad de crear un uso
esca pureza natural y esca expresión ingenua que es esencial y nece- oral y refinado de la lengua, de inventar una «prosa oral)t 2 que per-
saria para formar una oración de veras francesa. Tantas gramáticas mitiera recrear el «encamo», la «dulzura» y la «naturalidad» propias
diversas, cantas locuciones diferentes se combaren dentro de sus del francés y que fuese capaz de contribuir a crear las normas del
cabezas, que se crea un caos de idiomas y dialectos: la construc- «bien hablar», por oposición a la abstracción de una lengua única-
ción de una frase es contraria a la sintaxis de otra: el griego ensucia mente escrita, y por eso mismo muerta: el latín. Malherbe también
opera una revolución en el orden literario al formular, como Du

l. Émile Durkheim, prefacio de M. Halbwachs, París, 1938, reed. PUF,


1990, p. 287. l. M. Le Grand, Diseotm. precediendo a René Bary, Rlthoriq11e ftan(Oist,
2. Jbidrm, pp. 306-307. París, 1653, citado por M. Fumaroli, loe. cit.. pp. 960-961.
3. Cicado por M. Fumaroli, loe. cit., p. 961. 2. M. Fumaroli, loe. cit.• p. 941.

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Bellay, un doble rechazo. Contra la poesía mundana y preciosista a los poetas, pese a las codificaciones léxicas y gramaácales del
de los cortesanos, comra la poesía de los doctos y de los poetas francés, la libercad de innovar.
neolatinos («Para mofarse de los que hacían versos en latín», escri- Sorprendencemente, se hallarán estrategias del mismo género
be su discípulo Racan, .. decía que si Virgilio y Horacio volviesen al en numerosos espacios literarios dominados, en épocas y en con-
mundo, barrerían a fustazos a Bourbon y a Sirmond») 1, y comra textos muy distintos. En el Brasil de la década de 1920, los mo-
los descendiences de la Pléyade, que ucilizaban a cuál más dialecta- derniscas reivindican el uso literario y la codificación de una .. len-
lismos y una sintaxis alambicada, y practicaban el esocerismo, Mal- gua brasileña» a parcir de una misma elaboración de una •prosa
herbe propone afirmar y codificar las «bellezas,. irreductibles del oral», remitiendo al pasado las normas fijas del porcugués, •la len-
francés, establecer un buen uso eufónico a parrir de su especificidad gua de Camóes», asimilada al mismo tiempo a una lengua muerta.
de lengua viva. No se trata en absoluco de olvidar la imiración de En la Norceamérica de fines del siglo XIX, Mark Twain funda la
los maestros latinos. Al contrario: Malherbe pretende conciliar la novela americana mediante la imroducción de un lenguaje oral,
revolución realizada por la Pléyade, a saber, la introducción en la popular, con lo que afirma su rechazo de las normas del inglés
lengua francesa de cécnicas latinas -a las que añade la necesaria literario. Esre recurso a las prácticas orales, es decir, a las evolucio-
.. claridad.. y la «precisión», heredadas de la prosa ciceroniana, y la nes y a los cambios permanentes de las prácricas lingüísticas, per-
elegancia del verso de Vugilicr con la voluntad de liberar, por me- mite acumular recursos literarios siempre nuevos, basar las prácti-
dio del uso oral, esco es, vivo, cambiance, del pesado fardo de imi- cas literarias en el carácter móvil e inacabado de la lengua, y
tar a modelos latinos. Gracias a esra exhorcación, que se excendió alejarse así de los modelos esclerosados.
rápidamente por todas las capas de las clases dirigences (desde la
pequeña élice de letrados y magistrados, de la que había surgido, Vaugelas prosigue la rarea comenzada por Malherbe con sus
hasta la nobleza de la coree), Malherbe permice que la lengua y la Remarques sur /,a IAngue franfaise, publicadas en 1647. Se trata de
poesía francesas prosigan el proceso de acumulación de recursos li- una especie de manual de «buena vida lingüísáca,., 1 recomenda-
terarios iniciada por la Pléyade, pero que amenazaba con esclero- ciones para definir un buen uso de la lengua hablada que se apoya
sarse (como ocurrió en Italia) por culpa del recurso demasiado en reglas de la conversación «mundana» y la prácrica literaria de
afid,, a la imicación de los modelos antiguos. los mejores «Autores»: ccHe aquí cómo se define el buen Uso [... ]
La exhortación al uso y a la «naturalidad» (por oposición al es la manera de hablar de la parce más sana de la Corte, de con-
«arcaísmo,. preciosista), el recrnso a las prácticas orales de una len- formidad con la manera de escribir de la parce más sana de los
gua que corría el riesgo de inmovilizarse en modelos escritos, va a Autores de nuestro tiempo. Cuando digo la Corte, me refiero
ser, pues, el segundo catalizador para la constitución de un fondo tanto a las mujeres como a los hombres, y a numerosas personas
lingüístico y literario específico de Francia. La referencia famosa a de la ciudad donde reside el Príncipe, que, por la comunicación
los •ganapanes del Porc-au-Foin» como modelos del lenguaje es que tienen con los cortesanos participan de su corcesía.» 2 El bum
un testimonio preciso de la voluntad de Malherbe de romper con uso social, determinado por la conversación de los conesanos, se
la inercia de los patrones sabios. La posibilidad de inventar un uso adecua, pues, perfectamente con el uso y las prácticas literarias de
oral, lejos de las rigideces de los cánones antiguos o renacentistas, los mejores «Autores». La importancia atribuida a la conversación
permite revolucionar la totalidad del espacio literario francés y da
l. R. A. Lodge, op. cit.. p. 232.
2. Claude Favre de Vaugclas, Remarques sur la langue .fra11raise (1647).
l. Racan, Vie de monsieur de Malherbt, Parls, Gallimard, col. «Le Prome-
J. Srreicher (ed. cric.), Ginebra, Sladcine Reprints, 1970, II, p. 3.
ncur•, 1991 , pp. 42-43.

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de «mundo», cransformada en el árbitro del buen uso oral y en el
rasgos de estilo que la filología humanista ha exaltado en la prosa
modelo del bien escribir, es un signo patente de la especificidad
ciceroniana." 1
del capital lingüístico francés que prosigue su etapa de acumula-
Durante mucho tiempo se ha atribuido el incenso movimiento
ción: la insistencia en su carácter de lengua viva y hablada. cuyo
de codificación que se desarrolla a lo largo del siglo XVII francés a la
empleo se esfuerzan en regular y reglamentar, permitirá que >e
«Sensibilidad estética» de los gramáticos: como el siglo XVI habla de-
comience a innovar, incluso dentro de las codificaciones de los jado un cierto «desorden lingüístico», había que «restablecer11 el or-
géneros y de la lengua literarios. Puesto que lo escrito está supedi- den, la simetría y la armonía de la lengua. 2 Wanburg. por su parte,
tado a lo hablado, las formas literarias normalmente más fijas e imputa la inquietud de los gramáticos al imperativo político: Fran-
inmóviles, reflejo, en particular, de los modelos antiguos. tambien cia tenía que disponer de una lengua única y uniforme para estable-
podrán evolucionar mucho más rápidamente que en ocros países, cer una mejor comunicación social tras la anarquía y los desórdenes
como lralia, inmovilizados en modelos escritos arcaicos en los de las épocas anteriores. Describe una clase dirigente unida para de-
cuales, a la inversa, la lengua común busca modelos para un uso fender los intereses a largo plazo de la coleccividad. 3 Cabe pensar, al
oral. contrario, que es a partir del sistema de alianzas y de oposiciones su-
cesivas entre gramáticos y «mundanos», funcionarios de la Cancille-
ría, juristas, «gentes de letras» y «gentes de mundo», como se orga-
EL CULTO DE LA LENGUA nizan la codificación del francés, la elaboración del buen uso y la
teorización de los principios en que se basa, las reglas de la escricura
A partir de la instalación cuasi definitiva del rey y de su sé- poética y, recíprocamente, la utilización de los autores más presti-
quito en París, a finales del siglo XVI y, más tarde, de la centrali- giosos para establecer los criterios de selección de la lengua. Las ri-
zación y del refuerzo del poder monárquico a lo largo de todo el validades que enfrentan a doctos y mundanos, gences de letras, gra-
siglo XVII, hasta el apogeo centralista del reino de Luis XIV. asis- máticos y cortesanos'1 contribuirán a hacer de la lengua objeto de
timos paralelamente a un desplazamiento de la cuasi totalidad de una extraordinaria e inédita reflexión social, un reto social esencial
la actividad inceleccual a París. Esca primacía de París implica la y único en Europa. 5 Ferdinand Brunot pudo escribir, dando una
influencia crecience y el ascenso al poder de los salones. En estos definición perfecta de la especificidad lingüística y literaria francesa:
lugares de mundanidad se encuentran los diversos componentes «El reinado de la gramática [... ] ha sido más tiránico y ha durado
del mundo de los cultivados, eruditos y mundanos, de mujeres de más tiempo en Francia que en ningún otro país.» 6 Las obras precep-
mundo ... ~uyo papel esencial en la difusión de un nuevo arce de
vivir y conversar ha sido muy subrayado-, sabios y poetas ... Y por l. M. Fumaroli, loe. cit., p. 943.
medio de esos salones es como se difunde y se extiende la cues- 2. R. A. Lodge, op. cit.. p. 228.
tión de la lengua a la totalidad de los miembros de la clase diri- 3. W. von Wartburg. É110!11tio11 et Sm1ctrm de la la11gr1e fra11faife. Berna,
Franke, 1962.
gente. La lengua, el buen uso, la conversación y el arce literarios,
4. P. Bourdicu, Ce que pt1rler ve11t dire. Parls, Fayard, 1982, especialmence
como sin ninguna duda en parte alguna en esa misma época, sa- pp. 47-49 [ Q11é sig11ificn hab/¡ir, Madrid, Akal. 1985 ]; Alain Viala, Naissa11fe tÚ
len de los colegios y los gabinetes de los eruditos y pasan a ser ob- l'écri11ai11, «Le nom d'écrivain», Parls. Éditions de Minuit. 1985. p. 270 sq.
jeto de un arce de vivir y un arte de conversar. «El francés del rey 5. R. Bray, Lz Fomuuio11 de la doctri11t classiq1tt en Fra11u. Parls, Nizct,
y de París se está convirtiendo, en la conversación cultivada, en la 1951.
6. Fcrdinand Brunm, Histoire de 111 l1111gue fTm1faist, (U vol.), Parls, Colin,
lengua viva, tan escrupulosa respecro a su propia singularidad, su 1966, c. m, p. 4.
originalidad, su naturalidad, como atentísima a adueñarse de los
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tivas que atafien al vocabulario, la gramática, la ortografía y la pro- norma lingülscica fueron las preocupaciones primordialc.~ de lo5
nunciación son más numerosas en Francia que en la mayoría de los escalones superiores de una sociedad en la que, según Brunm, la
demás países europeos. 1 A estos preceptos y rivalidades inherentes a belleza del lenguaje era una de las distinciones principalcs11. 1 La
la lengua hay que afiadir el hecho, importante, de que Descam:s lengua se conviene asl en el objero y el envite de una creencia
hubiera optado en 1637. en nombre de la razón, por renunciar al única.
latín, hasta entonces lengua de la filosofía (y se comprenderá mejor En 1637 en el Hotel de Rambouiller surgió una «disputa
desde este punto de vista la oposición de Descartes a los "escolfoi- gramatical>> sobre la palabra "car» («pues.,). Esca conjunción ha-
cos»), y redactar el Discurso~/ método en francés. La G'rammairegé- bla cometido el error de desagradar a Malherbc, y Gombcrville
nlrak et raisonnte (1660), llamada de Pon-Royal, de Arnauld y se jactaba de haberla evitado en los cinco volúmenes de su Pok-
Lancdoc, se apoyará en el método cartesiano para imponer la idea xandre. La Academia, a quien se sometió el problema, lo estudió
de una doctrina gramatical «razonada». con una premura de la que se burló Sainc-1?.vremonc (Comldie
En otras palabras, no se puede reducir el proceso de unorma- des académistes) y prefirió 11pour ce que» (11pucsto que11), La cosa
lización»2 de la lengua francesa, que se produce en Francia a lo derivó en una batalla de paníletos. La señorita de Rambouillet
largo de codo el siglo XVII, a un simple imperativo de «comunica- solicitó la ayuda de Voiture (uno de los líderes del bando de los
ción• necesario para la centralización política. 1 Se traca, más bien, mundanos). Éste respondió con un alegato que parodia el estilo
de un proceso único de constitución de recursos teóricos, l{>gicos, «noble»: 11En un tiempo en que la fortuna interpreta tragedias en
estéticos, retóricos, a través del cual va a fabricarse el valor propia- todos los lugares de Europa, no encuentro nada más digno de
mente literario (una especie de «plusvalía» simbólica), la /iterdrie- piedad que ver que se aprestan a expulsar y a someter a juicio a
dad de la lengua francesa, es decir, la transformación de la ,<fan- una palabra que ha servido can sucilmente a esca monarquía y
gue franfoyse» en lengua literaria. Este mecanismo, que se opera que, en codas las desavenencias del reino, se ha mostrado siempre
de un modo inseparable por medio de la lengua y la elaboración muy francesa¡ ... ]. No sé qué ganarán con quitar a "car" lo que le
de formas literarias, permite la auconomización de la lengua mis- corresponde para dárselo a "pour ce que·; ni por qué quieren de-
ma y la convierte poco a poco en material literario y estético. La cir en tres palabras lo que pueden decir con eres letras. Lo que es
construcción colectiva del francés como lengua literaria es una es- más de temer, señorita, es que después de esta injusticia se come-
pecie de estetización, esto es, de licerarización progresiva, lo que terán otras. No les coscará nada atacar a "mais': y no sé si "si"
explica que el francts haya podido convertirse un poco más 1arde continuará a salvo. De manera que después de habernos arrebata·
en la lengua de la literatura. ccEl valor simbólico de la lengua•, es· do codas las palabras que enlazan las otras, los grandes ingenios
cribe Anthony Lodge, ccy los refinamientos más minuciosos de la querrán reducirnos al lenguaje de los ángeles o, de no ser posible,
nos obligarán al menos a hablar sólo por sefias [... ]. Sin embargo,
resulta que tras haber vivido mil cien años, llena de fuerza y de
1. R. A. Lodge, op. rit.. p. 213. crédito, eras haber sido empleada en los más importantes tra-
2. D. Baggioni define *d proceso de normalización de las lenguas comunes
durante los siglos XVI, XVII y XVIII~ mediante la conjunción de J ): un «cquip;1·
tados, y contribuido, siempre de un modo honorable, a aconse-
miento epiling!Jlscico•: oriografla, gramácicaJ, diccionarios ... ; 2) de una inmu· jar a nuestros reyes, cae de golpe en desgracia y la amena1.an con
mentali1.ación de la lengua por medio de la teoría (lógicas, retórica.~. poc!ticas) y un fin violento. Ya sólo espero la hora de olr en el aire voces la-
la pr~tica (textos de referencia, corpus líccrario de prestigio): .3) de ins1it11cionc~ mentables que dirán: El gran '\:ar" h11 muerto, y ni el fallecimicn-
y de instrumemos de difusión y de control lingülstíco (escuelas, academias ... ),
op. cit.. p. 125. 1. R. A. Lodgc. op. cit., p. 2.30.
3. lbldnn. p. 187.

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92
to del gran Cam ni el del gran Pan me parecerán tan imporran- el de Augusto, con Boileau (y asimismo La Bruyere, La Fontai-
tes m• tan extranos
-
... 11 1 ne ... ), defensores de Los ((antiguos». El triunfo de los modernos sig-
nificará el fin de la era inaugurada por Du Bellay en 1549. La estra-
A partir del comienzo del reinado del Luis XIV (en 1661 ), el tegia de imitación y de apropiación de los antiguos, creada por Du
capital acumulado es tan importante, es tan firme la creencia en Bellay, concluye con la reivindicación de los modernos de fines del
el poder de esta lengua, que se empieza a celebrar su victoria so- siglo XVII de que se ponga punto final a la supremacía antigua. Los
bre el latín y su triunfo en Europa. Louis Le Laboureur publica aún modernos han cambiado de bando: la imitación es en adelante
en 1667 un tratado titulado Des avamages de la langue franroise sm inútil. En sus Para/le/es des Ancims et des Modernes (publicados entre
la langw latine, como si todavía hiciese falca afirmar La supremacía 1688 y 1697), Perrault asienta la preeminencia de los modernos en
del francés. Pero en 1671 aparecen los Entretiens d'Aríste et d'Ezi- todos los géneros: «Todas las artes han sido llevadas en nuestro siglo
gtne, del padre Bohours.2 que celebran la superioridad del francés a un grado de perfección más alto que el que habían alcanzado con
sobre todas las demás lenguas modernas, pero también sobre el la- los antiguos ... », asevera. Aquellos a quienes se llama con razón los
ún •en la perfección que esta lengua había alcanzado en el tiempo «clásicos», y que toman prestadas sus referencias y sus modelos de La
de los primeros emperadores». 3 Y en 1676 Fran<¡:ois Charpencier, antigüedad, hacen posible el manifiesto de Perrault: se les atribuye
en su Difmse tk la langut franfaise pour l'inscription de /'Are dl el haber representado La cima del «siglo de Luis XIV», el uiunfo de
Triomphe, afirma que la lengua francesa es más «universal» que d la literatura y la potencia de La lengua francesa porque suponen el
latín en los tiempos en que el Imperio Romano se hallaba en el apo- punto último, la cumbre del proceso de «crecimiento» de los recur-
geo de su poder y con mayor motivo que el neolatín de los «doc- sos literarios. Encarnan, en sus obras y en la lengua que utilizan, la
tos•. Considera, por tanto, a su monarca «un segundo Augusto»: victoria del francés sobre el latín. Perrault puede proclamar su opo-
•Como Augusto, es el amor de los pueblos; el restaurador del Esta- sición a que se imite a los anáguos y declarar el fin del reinado del
do; el fundador de las leyes y de la felicidad pública [... ]. Todas las latín únicamente porque todos los escritores han puesto término al
demás bellas artes reciben los frums de esce progreso maravilloso. proceso de imitación, llevándolo a su punto extremo. La afirma-
La poesía, la elocuencia, la música, codo ha llegado a un grado de ción de los modernos no es más que la teorización de la libenad
excelencia al que jamás había ascendido ... »4 conquistada por los «clásicos». Si Perrault concede a Corneille, Mo-
A partir de 1687 la querella entre antiguos y modernos 5 enfren- liere, Pascal, La Fomaine, La Bruyere, pero asimismo a Voiture, Sa-
ta, en particular, a Charles Perraulc, adalid de los «modernos» (sos- rasin, Saint-Amant. .. la superioridad sobre los <<antiguos», es por-
tenido por los académicos}, que asegura, en su poema Le Siecle de que los considera escritores ((que han llegado en cieno modo a la
Lbuis le Grand (1687), la superioridad del siglo de Luis XIV sobre cima de la perfección» (Para/teles... , t. l}.
Por eso no se puede reducir la querella a simples tomas de po-
sición políticas, como hace la historiografía Literaria tradicional, 1
1. Voirurc, Pohies, H. Lafuy (ed. crít.), Parls, Société des textes frani;ais mo·
dcmcs. 1971.
que, en nombre de una concepción abienamente anacrónica de la
2. Cf. G. Doncicux, Un jésuiu homme de kttres ª" XVII' siecle. le pere BoM· historia, describe a los antiguos como panidarios de la monarquía
ho1m, París, Hachcne, 1886. absolutista y a los modernos como defonsores de una forma más
3. M. Fumaroli, ÚJc. cit., p. 959.
4. Frani;ois Charpcntier, Di{mst dt la langue franraise ...• Parls, 1676, M.
l. Para una crítica de la visión tradicional de la querella, cf. J.-M. Goulc:-
Fumaroli, loe. cir., p. 955.
mot, Le Rtf!1t de l'Histoirt. DiJco11rs hisroriqrm tt révolurions. Xl71'-.\1W' sit&s.
5. Cf. Bcrnard Magné, LA crise dt la lirtrrarure fra,,raise so11S Louis XIV H;1·
París. Albin Michel, 1996, pp. 164-172.
'114nismt n ratío1111lisme, Lillc, 1976, 2 vol.

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liberal de gobierno. En este caso, en efecto, ¿cómo comprender la dos alemanes. A lo largo del siglo XVIII, y en particular en los afios
apología sin macices del reinado de Luis XIV en Le Siede tÍt' J.ouiJ 1740-1770, los principados alemanes son los más apegados al em-
Lt Grand de Perraulc? Sólo el análisis del proceso histórico de acu- pleo mundano del francés. En Europa central y oriental, e incluso
mulación de capital literario dentro del espacio literario francés en Italia, se observa la misma adopción ferviente del modelo galo.
permite explicar el objetivo real, tácito y aucónomo -o sea, especí- Signo patente del valor literario que se le atribuye, hay escritores
ficamente literario- de la querella -es decir, de la configuración de que adoptan el francés para redactar sus obras literarias: los alema-
la relación de fuerza con el larín- y al mismo tiempo el objetivo nes Grimm y Holbach, los italianos Galiani y Casanova, Catalina II
político del conflicto, esto es, el lugar y el poder dc la lcngua y <ld y Federico 11, el inglés Hamilton y después los rusos, que, cada va
reino de Francia frente a la hegemonía decliname y cuestionada en mayor número, abandonan el alemán por el francés, etc.
del latín. La particularidad de este modelo de la universalidad de la
lengua francesa, calcado del de la latina, es que no se impone
como una dominación francesa, es decir, como un sistema orga-
El IMPERIO DEL FRANCfS nizado en beneficio de Francia; el francés se impone a todos, sin
el concurso de ninguna autoridad política, como la lengua de to-
El triunfo del francés es tan toral, así en Francia como en el dos, para todos y al servicio de todos, lengua de la civilización y
resro de Europa, su prestigio se ha vuelto can indiscutible, que la de la conversación refinada, cuya «jurisdicción» se extiende a
creencia en la superioridad de la lengua francesa se torna verdad toda Europa. El tema del cosmopolitismo ilustra bien esta excra-
tanto en las cabezas como en los hechos o, mejor dicho, comienza fía cedes-nacionalización» (al menos aparente) del francés. 1 Es una
a existir en los hechos porque todo el mundo comparte esa evi- dominación desconocida como nacional y reconocida como uni-
dencia. Los franceses han logrado tan bien creer y hacer creer en versal. No se trata de un poder político ni de un dominio cultu-
esca viccoria definitiva del francés sobre el latín y, por ende, segün ral al servicio de una potencia nacional, sino de una dominación
las representaciones que todas las élites europeas tienen en comün, simbólica cuyo peso se hará sentir largo tiempo, sobre codo en el
en la «autoridad» ejercida por esca lengua, según el modelo exacto momento en que París emerja como capital universal de la litera-
de la hegemonía latina que, muy velozmente, el uso del francés se tura y ejerza su «gobierno», como dice Victor Hugo, sobre el
extiende por toda Europa. Poco a poco, con las guerras <le Luis mundo entero. El abate Desfonraines escribía bajo Luis XIV:
XIV y los tratados que les ponen fin, el francés se convierte en la «¿Cuál es la fuente de esta atracción por la lengua, unida a la
lengua diplomática, la lengua de los actos internacionales. Esre aversión por el país? Es el buen gusto de quienes la hablan y la
empleo cransnacional se impone únicamente en función de esre escriben con naturalidad; es la excelencia de sus composiciones,
uimperio11, como dice Rivarol, que el francés ejerce en adelanrc, es el giro, son las cosas. La superioridad de los franceses en deli-
•de un modo natural», porque ha derrocado, al cabo de un siglo y cadeza y refinamiento de lujo y voluptuosidad ha hecho viajar
medio de luchas y de acumulación de recursos específicos, el régi- aún más a nuestro idioma. Adoptan nuestras palabras junto con
men de dominación que sometía a Francia -y a toda Europa- al
yugo del latín.
1. Cf. J. Jure, .. sprache, Literatur, Nation, Kosmopolicismus, lmcrnatio-
El francés se conviene casi en una segunda lengua materna en nalismus, Historisd1e Bedingungen des deutsch-franztisischcn Kulturaumus·
los medios aristocráticos de Alemania y Rusia; en otros países, llega ches•, Lt ftanfaÍJ aujourd'hui: unt la11gut acomprmdrt, Gilles Dorion, Franz-Jo·
a ser una especie de segunda lengua de la conversación y la ~111rba· scph Mcissner, }anos Riesz, Ulf Wielandt (eds.), Frankfurr, Diescerweg, 1992,
nidad11, La creencia en ella alcanza su apogeo en los pequefios Esrn· pp. 230-241.

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nuestras modas, y nuestros atuendos, que les inspiran una curio-
«gloria» de Luis XIV y. sobre codo, erigió a los escritores llamados
sidad excrema.1• 1
clásicos en cumbres inalcanzables del arce literario, en encarnación
misma de la literatura. Contribuyó a dar las apariencias de la histori-
Esta transferencia de la dominación cultural al francés como cidad a la representación mítica de la historia que una caJ reputación
lengua de la «civilización» 2, como dirán los alemanes algunos años implicaba. Esta especie de periodización histórica conviene así el rei-
más carde, crea un nuevo orden europeo: «Un orden internacional nado de Luis XIV en una época «perfecta», que sólo podrá reprodu-
laico».j Esta secularización del espacio político y literario europeo, cirse o imitarse: •Me parece», escribe en El siglo rk luís X!V(l 751),
que es uno de los rasgos constitutivos del imperio del francés, es la «que cuando ha habido en un siglo un número suficiente de buenos
consecuencia última de la empresa inaugurada por Du Bellay y el escritores que han llegado a ser clásicos, apenas está permitido em-
humanismo contra la férula del latín. En este sentido, podemos plear otras expresiones que las suyas, y que hay que darles el mismo
comprenderla como un primer movimienro de auconomización sentido o bien, dentro de poco, el siglo presente no entendería ya al
del conjunto del espacio literario europeo que escapaba así, defini- pasado [... ]. Era un tiempo digno de la atención de los venideros
tivamente, a la opresión y dominación de la Iglesia. Restaba que aquel en que los héroes de Comeille y Racine, los personajes de Mo-
los escritores -y ésa será la tarea del siglo XVIII y, sobre todo, del liere, las sinfonías de Lully y (puesto que aquí tratamos únicamente
XIX- se deshiciesen primero del dominio y la dependencia con res- de las artes) las voces de los Bossuet y los Bourdaloue eran oídos por
pecto al rey y luego se adhirieran a la causa nacional. Luis XIV, por Madame, * tan célebre a causa de su gusto, por un
Si bien es cierto que no podía ser aceptada como cal no sólo Candé, un Turenne, un Colberr y multitud de hombres superiores
por el conjunto del mundo literario francés, sino también por co- de todo género que aparecieron entonces. No volverá aquel tiempo
das las minorías selectas europeas, de no haberlo impuesco la enor- en que un duque de La Rochefoucauld, autor de las Máximas, al salir
midad del capital y el carácter único del combate entablado por de conversar con un Pascal o un Arnauld, iba al teatro de Comeille.»
las minorías cultas francesas, esta extraordinaria creencia en la Sólo se puede, en efecto, comprender la creencia, en panicular
«perfección» presunta de la lengua del rey y en la grandeza de lo en Alemania, en el modelo del «clasicismo» francés y la voluntad
que Volraire llamará «el siglo de Luis XIV» engendrará cambién declarada de los escritores y de los intelectuales de sobrepasarlo, si
un sistema de representación literario-escilfstico-lingüístico cuyos se parte de esca representación de una «perfección11 encarnada en un
efectos podemos medir todavía en la actualidad. momento histórico por un país y que es preciso esforzarse en alcan-
Voltaire será, a posteriori, uno de los grandes arquiteccos de la zar. Del mismo modo, más cerca de nosocros, sólo es comprensible
consrrucción y la reconstrucción de una grandeza sin igual e inigua- la fascinación de Ciaran por la lengua del «clasicismo» francés, y su
lable de la época clásica francesa. 4 Al construir desde la nada el mico voluntad de reproducirla, a partir de esa creencia, recibida a través
de una edad de oro política y literaria, Voltaire ••inventó» la eterni- de Alemania, de un estado de perfección sin igual de la lengua y la
dad del clasicismo, creó la nostalgia de los tiempos dichosos de la literatura.

1. M. Fumaroli, loe. cit., p. 964. En el tratado De /,a literatura alemana, 1 que el rey de Prusia
2. Cf. en panicular Norbert Elias, la Civilisation dts mfl'urs, París, Cal- publica, en francés, en 1780, encontramos intacta la doctrina de
mann-Uvy, 1973.
3. M. Fumaroli, loc.cit., p. 965.
Nombre dado en la cone a la esposa de uMonsieur>•, hermano del Rey.
4. Y todavía hoy buena pane de la historiografía literaria del clasicismo e>
(N. del T.)
heredera directa (¿o victima?) de esta representación parcial y partidista. O
1. Federico 11 de Prusia, op. cit.
J.-M. Goulcmot, le Rtgne de /'Hisroirt, op. cit., p. 164.

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la perfección clásica francesa. 1 Ya hemos observado que esce texto El famoso Discours de l'univmalité de la langut franfaise, de
es un indicio prodigioso de la dominación exclusiva que ejercía la Rivarol (1784), es una respuesta a una pregunta para un concur-
lengua francesa. Pero hay que afiadir también que la representa- so de la Academia de Berlín: «¿Qué es lo que ha hecho universal
ción misma de la historia (y de la historia del arte) que subyace en a la lengua francesa? ¿Por qué se merece esca prerrogativa? ¿Es de
el libro, y que el rey tendrá en común con los intelectuales y los suponer que la conservará?» El hecho mismo de que la pregunta
anistas alemanes de las generaciones siguientes, es una especie de pueda formularse en estos términos revela que el Discurso de Ri-
permanencia discontinua del clasicismo: la Grecia de Platón y de varol es, en primer lugar, el testimonio último de la dominación
Demóstenes, la Roma de Cicerón y de Augusto, la Italia del Rena- francesa sobre Europa y que ya se perfila su fase de declive. Her-
cimiento, la Francia de Luis XIV. No podía, por canco, desear der había enunciado sus primeras tesis amiuniversalistas, es decir,
para Alemania un destino más brillante que el de ocupar su lugar antifrancesas, doce años antes (en 1772), ante la misma Acade-
en una historia universal de la cultura concebida como una suce- mia de Berlín, y se sabe que esta primera memoria (Traité sur
sión de usiglos>1, en que cada nación encarna a su vez el ideal in- /'origine des tangues) servirá de estandarte a las ideas nuevas, na-
mutable antes de desvanecerse, invadida por la decadencia, a la es- cionales, que van a crear instrumentos de lucha contra la hege-
pera de que otra llegue a su madurez. monía francesa y a propagarse por coda Europa. Equivale a decir
Así pues, para Federico II se trata de tomar como modelo la len- que Rivarol pronuncia una especie de elogio fúnebre más bien
gua francesa para colmar el ccreuaso» del alemán y apoyar la emer- que un panegírico.
gencia de nuevos «clásicos» alemanes: «en el reinado de Luis XIV, el Pero es un momento esencial en esca historia de la constitu-
francés se difunde por toda Europa, y esto en parte por amor de los ción del patrimonio literario francés, por una parte porque recoge
buenos autores que floredan entonces, incluso por las buenas tra- y reúne, sistematizándolos claramente, el conjunto de lugares co-
ducciones de los antiguos que se hadan en ella. Y ahora esta lengua munes de esa creencia que permiten explicar y comprender el ori-
se ha convertido en un salvoconducto que os introduce en to:ias las gen de esa dominación cultural reconocida y aceptada en coda Eu-
casas y en todas las ciudades. Viajad de Lisboa a San Petersburgo y ropa; y, por otra, porque vemos aparecer a una nueva potencia en
de Estocolrno a Nápoles hablando francés y os haréis entender por ascenso que cuestiona la soberanía francesa: Inglaterra. El ataque
todos. Gracias a este solo idioma, os ahorráis numerosas lenguas que contra el ccimperio» francés se realizará en adelante en dos frentes
deberíais saber y que sobrecargarían de palabras la memoria»; y pro- que habrán de estructurar el espacio literario europeo durante
sigue: tctendremos nuestros autores clásicos; cada cual, para aprove- todo el siglo XIX: Alemania e Inglaterra.
charlos, querrá leerlos; nuestros vecinos aprenderán el alemán, las Desde la primera frase del Discurso, Rivarol establece el para-
eones lo hablarán con delicia; y podrá ocurrir que nuestra lengua lelo con el Imperio Romano: ccParece haber llegado el tiempo de
pulida y perfeccionada se extienda en favor de nuestros buenos es- decir el mundo francés, como antaño el mundo romano, y la filoso-
critores de punta a punta de Europa ... ». 2 Herder deberá romper con fía, cansada de ver a los hombres siempre divididos por los intere-
este modelo volteriano, refrendado por Federico II. ses diversos de la política, se alegra ahora de verlos, de un cabo al
otro de la tierra, formar una República bajo la dominación de una
misma /engua.» 1 Hay que recordar la definición de la universalidad
1. Como es sabido, Federico II de Prusia había mantenido correspondencia tal como se entiende en Francia (y tal como será cuestionada por
anteS de subir al crono con Voltairc, que vivió en Berlín, invitado por el monar-
ca, entre 1750 y 1753. Es precisamente en esce período cuando el escritor fran-
l. Rivarol, Dr /'universa/itl de la langut franfaist, París, Obsidianc, 1991.
cá publicó su Siglo de Luis XIV.
p. 9. La cursiva es mía.
2. Federico II de Prusia, op. cit., pp. 81-82.

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Herder): es el restablecimiento de una unidad del mundo más allá de esta eterna «liza de naciones», la que discute entonces con ma-
de las divisiones políticas. En otras palabras, cada cual acepta este yor virulencia el universal dominio del francés universal: Inglate-
dominio que se sitúa por encima de todos los intereses partidistas, rra. Los ingleses y los franceses, dice Rivarol, son pueblos «Vecinos
paniculares o nacionales: «Ya no es la lengua francesa, es la lengua y rivales, que tras haberse peleado durante trescientos años, no so-
humana... Esca frase, citada a menudo como exponente de la arro- bre quién tendría el imperio, sino sobre cuál de los dos existiría, se
gancia francesa, es, en realidad, otra manera de decir que, debido disputan aún la gloria de las letras y se reparten desde hace un si-
a su dominación incuestionable, no es reconocida como francesa glo las miradas del universo». La cuestión que se plantea a propó-
(esto es, como nacional y por lo tanto capaz de servir a los intere- sito de Inglaterra es la de la amenaza que representa su potencia
ses paniculares de Francia y de los franceses) y sí como universal, comercial. Londres ha pasado a ser la plaza económica más impor-
o sea, perteneciente a todos y situada por encima de los intereses tante y más rica de Europa. Y Rivarol se cuida muy mucho de no
paniculares. Francia ejerce un «imperio», esto es, un poder que confundir lo que él llama «el crMito inmenso en los negocios" de
ninguna victoria militar ha podido imponer nunca, un domi1io los ingleses con su potencia supuesta en la literatura; al contrario,
simbólico: «Desde esta explosión», explica más adelante Rivarol, intenta disociarlos para dar a Francia la posibilidad de ver perpe-
«Francia ha seguido dando un teatro, vestidos, gusto, modales, tuarse su imperio literario, presuponiendo que del poder econó-
una lengua, un nuevo arte de vivir y placeres desconocidos a los mico no se puede inferir un poder simbólico: •<Habituado al crédi-
Estados que la rodean, una especie de imperio que ningún ocro to inmenso que posee en los negocios, el inglés parece trasladar
pueblo ha ejercido. Y comparen con él, les ruego, el de los roma- esta potencia ficticia a las letras, y su literatura ha contraído a cau-
nos, que sembraron por doquier su lengua y la esclavitud, se ceba- sa de ello un carácter de exageración opuesto al buen gusto.» 1 En
ron de sangre y destruyeron hasta que fueron destruidos.» 1 Dicho otras palabras, Rivarol esboza una distinción entre el orden econó-
de otra forma, el poder del francés, por su urbanidad y su refina- mico y el ámbito literario, pero aún no puede verdaderamente
miento, sobrepasa el del latín. pensar la cuestión de la autonomía literaria e imaginar, como lo
Esta universalidad se «basa», en cierto modo, en lo que Riva- hará Valery Larbaud dos siglos más tarde, un mapa literario dife-
rol llama la «liza de las naciones», es decir, sus rivalidades, su rente del político.
competencia. Ahora bien, la victoria de Francia y del francés, a
pesar de los méritos de todas las demás lenguas -expuestos de La impugnación inglesa
manera muy depurada y culea-, es la de la «claridad», explica Ri-
varol. Recoge lo que ya se ha convenido en un lugar común, y Inglaterra es, pues, a partir de finales del siglo XVIII, la gran
que presuntamente constituye la «superioridad» intrínseca del impugnadora del orden francés. «Los ingleses», escribe Louis
francés sobre las demás lenguas, y lo formula con la extraordina- Réau, «ensoberbecidos por sus victorias sobre Luis XIV, orgullosos
ria arrogancia propia de los que dominan: «Lo que no es claro del nuevo impulso de su literatura ilustrada por Dryden, Addison,
no es francés; lo que no es claro es todavía inglés, italiano, griego Pope y Swift, no pueden soportar las pretensiones de universali-
o latín.» 2 dad de la lengua francesa.» 2 En efecto, la ascensión económico-
política de Inglaterra se acompaña de una codificación de la len-
Este Discurso es asimismo una verdadera máquina de guerra
fabricada para combatir a la rival más peligrosa de Francia dentro
1. Ibídem, p. 37.
2. Louis Réau, L 'Europr fra11faisr au sieclr des Lumiem, Parls, 1938. rced.
1. Jbidnn, p. 34. Albin Michel, 1971, p. 291.
2. !búl.tm, p. 39.
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102
gua y de la reivindicación de un capital literario específico: Dry- del tipo de la Academia Francesa. ((El control de la norma fue in-
den, Stecle y Swift desarrollan una carnpafia purista mientras que cumbencia de los gramáticos, de los eruditos y los pedagogos, y lo
los gramáticos y los lexicógrafos terminan de fijar la forma moder- ratificó un consenso social respetuoso de las jerarquías estableci-
na del inglés. das.» 1 Esta aparente autonomía oculta un proceso de apropiación
Hay que decir que después de la imposición del francés nacional de la literatura que, sin ser propio de Inglaterra, es allí es-
como lengua oficial en el momento de la conquista normanda pecialmente notorio. La costumbre de ver en la «literatura inglesa»
(1066), surge en el siglo XV el inglés estándar. La particularidad la expresión más característica del carácter nacional, es decir, la en-
de la historia de la nación inglesa consiste en que la emancipa- carnación más notable de la identidad nacional, es, según Stefan
ción de la autoridad romana va a provocar en el siglo XVI el tras- Collini, 2 un rasgo característico de Inglaterra. La literatura se ha
paso exclusivo al rey de todos los poderes: al proclamarse, me- convertido allí, sin duda, más que en ningún otro sitio, en uno de
diante el acta de Supremacía (1534), jefe supremo de la Iglesia los vehículos principales de afirmación y definición de la identidad
de Inglaterra, Enrique VIII se aduefia de un poder absoluto, tan- nacional. Ahora bien, esta definición literaria debe mucho a la ri-
to político como religioso. La uniformización de la lengua escá validad declarada con Francia. En efecto, aunque el nacionalismo
así vinculada con la religiosa: la Great Bib/e (1539) y The Book inglés no haya revestido las mismas formas que en el resto de Euro-
of Common Prayer (1548) se leen en el oficio dominical en la to- pa,3 cabe pensar que la definición de la identidad nacional ha sido
talidad del territorio. Pero la legitimación de la lengua vulgar se en principio elaborada a finales del siglo XVIII a modo de reacción
produce bastante tardíamente. Sin duda, como en el caso ale- contra la potencia francesa. Esca impugnación de la hegemonía
mán, la impugnación de la primada romana en materia religiosa gala se ha expresado a menudo mediante una galofobia exacerbada,
impide cuestionar la dominación del latín en el ámbito del saber, sin duda, a la medida de la arrogancia y de la afirmación de la om-
del estudio y de la poesía. Es como si, tal como he tratado de nipotencia francesa. La tarea de construcción nacional se realizó es-
mostrar más arriba, la adopción de los cultos reformados impi- pecialmente contra una Francia reputada hostil, <ttiránica» y católi-
diese toda «secularización>1 (es decir, toda auronomización) de la ca, y se formó a partir de la ttdiferencia» que habría de representar
oposición literaria y lingüística. Sin duda, porque, a pesar del cis- el protestamismo. 4 En la misma lógica, la literatura, «nacionaliza-
ma, el latín conserva en Inglaterra todo su prestigio propiamente da» poco a poco, o sea, designada corno ttinglesa», como propiedad
literario durante muy largo tiempo, y el trabajo de los gramáticos nacional, se afirmó contra la predominancia francesa.
no emancipará a la «lengua común» del modelo grecolatino hasta Gracias, sobre todo, a la literatura se han podido sistematizar
bastante más tarde. La gramática de John Colet, próximo de los clichés considerados característicos de la nación inglesa, a su
Erasmo y de Tomás Moro, y William Lily (1510), oficializada en vez constituidos para contrarrestar la dominación francesa. 5 La
1540 por Enrique VIII -y que servirá de modelo a los escolares y idea de un genio «innato» para el individualismo y la sinceridad,
a los gramáticos hasta el final del siglo XVIII-, desarrollaba un por ejemplo, está fuertemente asociada con una <tautodefinición»
paralelo riguroso entre el latín y el vernáculo, que iba hasta el re- política antagónica de la de Francia: la inclinación de los franceses
conocimiento de los mismos casos y panículas, de las mismas
l. lbltkm, p. 154.
conjugaciones y construcciones. 1 2. Srefan Collini, P11bJic Moralists. Political Thought a11d /meUmual Lift i11
Hasta el siglo XVIII no se afirma la actividad de codificación, Britain, 1850-1930, Oxford, Clarendon Press, 1991.
pero sin que se implante ninguna institución legisladora central, 3. Y esto es capital para comprender la «excepción» inglesa.
4. Cf. L. Colley, Brito1u. Forging tht Natio11. 1707-1837, op. cit.
5. S. Collini, op. cit.
l. Cf. D. Baggioni, op. rit.. p. 153.

105
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por la dialéclica pollrica (entre desporilimo y rt'vnl udt111) St' rela- pero poderosa, la cultura france~a eran 1.aleH que Herder hubo de
ciona con la artificialid;1d formal -d famoso frend1 p11/ish, d l1;1r forjar un material reórico y conceptual completamenre nuevo. La
niz francés- y la moralidad dudosa de su lireracura. 1 La idt·a de 1111 obra que redacr{i en 177 4, Nueva jilfJsoj/11 dt la historia para contrí-
•don" de lnglarerra para la libercad y d gohiemo reprcst·111;11 ivo t'.1 buir 11 la educr1cilm de ltJ humanidad, es una máquina de guerra
1ambién una idea forjada corma la invasorn mirologla pol11it.a contra la fllosoffa volceriana y su creencia explkira en la superiori·
francesa. Esta vocación de lnglarerr;1 guarda rdación um la irH-pli· dad de la época uiluscradm• del clasicismo sobre rodos lm demás pe·
tud (supuesra y muy reivindicada) <le los inglest'~ para dcsarroll.1r rlodos de la historia. Herder, por el contrario, hace hincapié en la
un pensamicnco absrracco sisccmácico. Oc modo llllc el ralento de igualdad de valor de las épocas precéricas, en panicular de la Edad
la literatura nacional consistiría en ser fid a la riqueza y la rnmph·. Media, 1 y expone que cada época y cada nación poseen su singula-
jidad de la vida y permanecer irreductible •l las rntegorlas ah~tra(· ridad y deben juz.garsc según sus propios criterios, que cada cultura
m de cualquíer sisrcma. 2 Esca oposición esrruccu ral a hr liegl"lllO· tiene su puesco y su valor, con independencia de los de lai cmas.
nla lingühitica y literaria francesa hace, pues, Je 1ngl:Ht'rra la Contra el «gusto francés" publica en 1773, con Gocchc y Moscr,
primera potencia literaria que rivaliza con (~randa. Von deutschr. Art und Kunst, donde expresa, sobre todo, su admira-
ción por la canción popular, por Ossián y por Shakcspeare, que
son para él eres ejemplos de la naruralidad y de la fuerza en lirerarn-
LA REVOLUCIÓN HERDERJANA ra. Son asimismo eres «armas» elaboradas contra el poderlo arisco-
crácico y cosmopolica del universalismo francés: primero el pueblo,
Encre 1820 y 1920 se produce en Europa lo qut' Benedicr An· luego la cradición literaria no emanada de la antigüedad grecolaci-
derson ha denominado la ~revolución filológico-lexicográfica.. , ;11 na -contra el uarcificio» y el «ornaco .. asimilados a la culcura france-
mismo tíempo que surgen movimientos nacionaliscas. l .as tl'Orfo~ sa, Herder opra por preconizar una poesfa a la vez uaucéntica.. e
de Herder, enunciadas desde finales del siglo XVI 11 y rápidamcnrc •dnmediacamenre popularu- y, por 1.'ilrimo, lnglarerra. El diseño
difundidas por roda Europa, provocarán, a cravés de la oposicii'rn general de la escruccura del universo licerario internacional en vías
declarada a la potencia francesa, la primera ampliación del e~patio de conscrucción permite comprender mejor por qué los alemanes
lirerario a todo el cerricorio europeo. Herder, en dccro, no prnpo· se han apoyado siempre en Inglaterra y en su capital principal e in-
ne solamence un nuevo modo de cuescionar la hcgemonla gala, vá· cuestionable: Shakespeare. La configuración de las relaciones de
lido sólo para Alemania, sino que aplica una macriz ccéirica t¡uc fuerza implica l]Ue los dos polos de oposición a la pocencia francesa
permicírá que el conjunto de los cerricorios dominados polhica· iban a poder apoyarse muruamence. Los ingleses se sirvieron simé-
menee invence su propia solución para luchar concra la dependen· rricamence de la reevaluación de Shakespcarc por parte de los ro-
cia. Al establecer un lazo necesario entre la nación y la lc11g1rn, mánticos alemanes para reivindicarlo a su vc-z como su mayor ri-
autoriza a codos los pueblos aún no reconocidos cultural y polfti· que?.a literaria nacional.
camente a reivindicar una existencia (liceraria y polhica) t'll lil
1. Hagen Sd1ub.r 5c:f\ala lax inmc:ruas u111se&:uem:i;u culturalc:~ que pua ha
igualdad. hiuoria <le (;1 Edud Mt·dín 1uvo la pu~i(m naciunal i1le1m11u en d ~iglo XIX, )'en
El poderlo del modelo hisrórico y licerario francés y la cvidcn· r:~pccial In promm:ión c:n la 1m1uir<"c1Ura dl'I n1ilo ncog1~r irn, pue~ 101 ¡¡femane1
cía de la filosofla de la hiscoria que vehiculaba de manera ráciia •t'Ntaban 1.:onvenddm de lfllr rra d 1'111irn r~lilo prupiamc:nrc alcmdn y a t'I habla
lJUe "volvc:r" •. Éttll ,., N111itm 1/111u l'Hiu"irt d,. l'F1m1pt, l1arla, t-.Jícío1u du Seuil.
19%, PI'· 1911- l IJ') (mul. de: D. A. C'.una(). 1Hsttulo .Y 1111r1tl11 1'11 F11rop11, lfar,do·
1. lb!tlnn, p. 357. 1111, Crhic11, 1997.I
2. lbld~m. pp •.~48- :i5 I .
107
!06
Herder intenta también explicar por qué Alemania no posee
todavía una literatura universalmente reconocida: para él cada su filosofía de la historia, su interés por el período medieval, por
Oriente y el lenguaje, su estudio de la literatura comparada, su con-
.,nación)), asimilada a un organismo vivo, debe desarrollar su 1•ge-
cepción de la poesía como vehículo principal de «educación» nacio-
nio)) propio, y Alemania no habría alcanzado aún su madurez. Al
nal. Holderlin, Jean Paul, Novalis, los hermanos Schlegel, Sche-
proponer un retorno a las lenguas «populares», inventa un nuevo
lling, Hegel, Schleiermacher, Humboldt, fueron todos ellos grandes
modo de acumulación literaria totalmente inédito hasca él, y su
lectores de Herder. El concepto mismo de «romántico», en el senti-
teoría, en el sentido propio «revolucionario», permitirá a Alemania
do de «moderno», por oposición al de «clásico» o «antiguo», es de
entrar, pese a su «retraso)), en la competencia literaria internacio-
origen herderiano: en él se basaba la revindicación de modernidad
nal. Al otorgar a cada país y cada pueblo el principio de una exis- de los alemanes en lucha contra la hegemonía cultural francesa. Con
tencia y de una dignidad a priori iguales a las de los demás, en Moser y Herder se comenzó en Alemania a dirigir «a los franceses el
nombre de las «tradiciones populares» que constituirían el origen reproche de superficialidad, de frivolidad y de inmoralidad, mien-
de toda la cultura de una nación y de su desarrollo histórico, al tras que a Alemania se le atribuía solidez, probidad, fidelidad». 1
considerar el «alma» o incluso el «genio» de los pueblos como En cuanto al resto de Europa, más vale, ciertamente, hablar
fuente de toda fecundidad artística, Herder trastoca, y para largo de la acción de una especie de «efecto Herder», en la medida en
tiempo, rodas las jerarquías literarias, todos los presupuestos, hasta que se trata más de las consecuencias prácticas de la aplicación de
él considerados intangibles, que formaban la «nobleza» literaria. algunas ideas clave de Herder que de la elaboración propiamente
La nueva definición que propone de la lengua -«espejo del teórica y política de su pensamiento. Las Ideas para una Filosofla
pueblo»- y de la literatura -«la lengua es depósito y contenido de de la Historia de la Humanidad (1784-1791) -sin duda, la obra
la literatura», escribe en 1767 en los Fragmentos sobre una nueva más célebre de Herder- tuvieron, desde su publicación, un éxito
literatura alemana-, antagónica de la definición aristocrática fran- inmenso en Hungría, donde fueron leídas en alemán; 2 se sabe
cesa dominante, trastoca la noción de legitimidad literaria y, por también que el breve capítulo dedicado a los eslavos en las Ideas
ende, las reglas del juego literario internacional. La definición su- surtió un efecto determinante: convirtió a Herder en «maestro de
pone que el pueblo mismo sirve de custodio y de matriz literarios, la humanidad croata», «el primero en defender y alabar a los esla-
con lo que en lo sucesivo podrá medirse la <<grandeza» de una lite- vos». 3 El motivo más importante, adoptado sin cesar por los hún-
ratura por la importancia o la «autenticidad» de sus tradiciones po- garos, los rumanos, los polacos, los checos, los serbios y los croa-
pulares. La invención de esta otra legitimidad literaria -nacional y tas, es el derecho y la necesidad de escribir en la lengua materna.
En Rusia Herder fue conocido a través de la traducción francesa
popular- permitirá acumular un nuevo tipo de recursos, descono-
de Quinet. En Argentina su influencia política fue grande a fines
cidos hasta entonces en el universo literario, que van a ligar aún
del siglo XIX. En los Estados Unidos sigue siendo la constelación
más lo literario con lo político: todos los «pequeños» países euro-
de temas «literatura, nación, humanidad» la que, por medio de los
peos y no europeos podrán aspirar, debido a su ennoblecimiento
textos de George Bancroft -uno de los quince estudiantes ameri-
por parte del pueblo, a una existencia independiente, inseparable-
canos que en Goringa siguieron las enseñanzas de los discípulos de
mente política y literaria.

l. J. Jurt, loe. cit.. p. 12.


El efecto Herder 2. Pierre Pénisson, Joharm Gotrfried Hmúr. La Raiso11 dam les peuples, París,
Édirions du Cerf, 1992. p. 200.
En Alemania el papel de Herder fue crucial. Los escritores ro- 3. lbldem. p. 201.
mánticos fueron profundamente influidos por sus ideas. Adoptaron
109
108
Herder-, constituyó la doctrina principal del herclerianismo nor-
t~ck éclakovsky publica, de 1822 a 1827, tres volúmcrm de can·
teamericano: "La literatura de una nación es nacional••, esc.:rihc
ros populares eslavos, y después una colccdón de c1uincc mil pro-
Bancroft; 1 "cada nación lleva en si un grado de pcrfcn:i6n 101al-
verbios y refranes eslavos; el esloveno Stanko Vraz edita sus poc·
mente independiente de toda comparación.11 2
mas ilirios, Vuk Karadfü:, tras mantener correspondcnciól con
El sistema de pensamienco desarrollado por Herder pla11teah;1
Jacob Grimm, reúne canciones populares serbias. Se sabe <JUC d
una equivalencia encre lengua y nación. Por eso las reivindicado-
joven lbscn particip6 en Noruega, un poco más tarde, en el gran
nes nacionales que aparecieron en el siglo XIX en lüda Europa eran
movimiento de regeneración nacional y se fue a e.~tudiar, entre los
inseparables de las reivindicaciones lingüísticas. l .as nuevas l~n­ campesinos, el ualma» noruega.
guas nacionales que se pretendía imponer, o bien podían haher En suma, esta «invención,, de lenguas y liternrnras llamada§
casi desaparecido durame un período de dominación polhirn <<populares», que se produjo en toda Europa (e incluso más allá,
-como el húngaro, el checo, el gaélico, el búlgaro, el griego, etc.- como vemos), es perfectamente simétrica del movimiento de gra·
o bien no haber tenido existencia más que en la forma oral de un matizaciém de los siglos XVI y XVII, lJUe había permitido a las na·
dialecto o de una lengua campesina, como el esloveno, el rumano, ciones europeas emergentes inventar nuevos instrumentos para lu·
el noruego, el eslovaco, el ucraniano, el letón, el lituano, el fin6, char contra la dominación (no obstante ser considerada cxdurtiva)
etc.; En el momento de la afirmación cultural nacional, la lengua, del latín. El vuelco que operan las teorías (o el efecto) de Herder
declarada instrumento de emancipación y de especificidad riacio- en la República de las Letras s6lo es inteligible a partir de la histo-
nales, se vuelve a evaluar muy rápidamente y (re)cncuentra gramá- ria de dicho universo, presentado aquí a grandes trazos, es decir,
ticos, lexicógrafos y lingüistas que organizan su codiflcacié111, su en la lógica de la génesis del espacio literario internacional. Porque
escritura y su aprendizaje. El papel capital, en todas las épocas, de entrar en el espacio literario es entrar en la competencia, y porque
los escritores y, más ampliamente, de los intelecrnales en las con~­ el espacio solamente se forma y se unifica a partir de la rivalidad y
rrucciones nacionales explica, en parte, la sumisión de las produc- la competición que en él existen, hay que describir y comprender
ciones imeleccuales a las normas nacionalcs. 1 los nuevos conceptos teóricos, las revoluciones en el orden filo~(>fl.
Las recopilaciones de poesía y de tradiciones populares que co y literario, o en ambos, como tantos otros instrumentos en la
hizo Herder, publicadas anees que los famosos cuentos de los her· lucha por la legitimidad literaria. Durante este período son, sobre
manos Grimm, servirán de modelo a las antologías de cuentos y todo, las regiones europeas en vías de emancipacic)n polltica las
leyendas populares que aparecen en coda Europa. El checo han- que esbozan este proceso ele «nacionalil.acic.'m,, de una lengua y
una literatura.

1. El empico de cua expresión demuestra c¡ue no se trataba wJavla de· un;i El período de la descolonización, que ernpic-1.a aproximada·
tautología, ~ino de una idea complctamcnte nueva.
mente tras la Segunda Guerra Mundial (y c.1ue a1'111 no ha conclui-
2. Cirado por P. l'énisson, ibid. pp. 204-205. La traducción e\ rnfa.
3. Cf. E. Hobsbawm, op. rit., p. 73 1q.: véase también B. Andcrson, /. '.'n111·
do), marca la tercera gran etapa de formación del espacio literario
ginairt nlltional. op. rit.. pp. 82-85. y William M. Johnsron, /. tJprit 11it1m111J internacional. Dese.le ese punto de vist;1, no es m~s lllle la conti·
Unt histoirt i111tlkc1ur.lk ti socialt 1848-1938, Parls, PU•:. 1985, pp. :i l .i-.Ul y nuación y la ampliación de la revolución herderiana: las nueva.~
402-411. naciones independientes, ohcdecien<lo a los mismos mecanismos
4. Bcnc:dict Anderson ha dcmomado en L 1mtlf.Ím1Írt n11tional c¡uc: d p;1pcl polftico-culrnralcs, van, íl su vez, a formular reivindicaciones lin·
de loa •lexicógrafos, gramfocos, filólogos y hombres de lctraA [... J fue amill en güísticas, culturales y literarias. l.;u consecucndas de la dcNcoluni-
la formación de los nacionalitmos europeos del siglo xrx,, (B. Anclcr~on, (lp rit, 1.ación en el universo literario escán en la continuidad de las rcvo-
p. 69).
111
110
luciones nacionales y literarias de la Europa del siglo XIX. La revo-
lución herderiana prosigue con otras formas. A través de las diver- ritariamente agrícola y subdesarrollada, un analfabetismo masivo,
sas vicisitudes políticas del concepto de «pueblo», la legitimidad una unidad nacional frágil y reciente, un débil desarrollo tecnoló-
popular ofrece a los recién llegados una vía de salvación lingüística gico y una vanguardia restringida y polarizada en las producciones
intelectuales extranjeras», 1 se les plantean también, y en los mis-
y literaria.
mos términos, a los jóvenes países africanos o asiáticos.
Al igual que en el siglo XIX en Europa, la recolección de cuen-
Pero la situación poscolonial debe una de sus particularidades
cos y leyendas populares permite transformar en literatura (escrita)
a los efectos de la imposición sistematizada y organizada de las
una producción oral. Las primeras iniciativas folklóricas, que sm-
lenguas europeas en los territorios colonizados. Se caracteriza tam-
citaron en toda Europa recopilaciones de relatos populares, ligadas
bién por la complejidad de las formas de dependencia y, por ende,
con la creencia romántica en el «alma» y el «genio» del pueblo,
de las estrategias para liberarse de ella. Para existir en cuanto cal, el
fueron sustituidas un poco más tarde por la etnología, ciencia co- espacio literario nacional supone, en efecto, el acceso del país a
lonial «apropiada indebidamente» en provecho de una especifici- una auténcica independencia política; ahora bien, las naciones más
dad cultural reapropiada y que permite también, al perpetuar, en reciences son asimismo las más dominadas política y económica-
especial, la creencia en un «origen» popular campesino, continuar mence. Dado que el espacio literario depende de las estructuras
las colecciones y los recuentos de un patrimonio oral que podrá políticas, las dependencias literarias internacionales están, por una
declararse específico y nacional. En épocas y en contextos históri- parce, en correlación con las escruccuras de dominación políáca
cos diferentes, son dos versiones de una misma creencia en una internacional. Por ello los escritores periféricos del mundo posco-
identidad y una especificidad popular y originaria. Según la mis- lonial tienen que luchar no sólo, como los escritores de los espa-
ma lógica de acumulación de una riqueza literaria e inceleccual cios más dorados, contra el dominio político nacional, sino tam-
inexistente, los escritores de países surgidos del proceso de desco- bién contra la presión internacional, que puede ejercerse canco en
lonización en el Magreb, en Latinoamérica o en el África negra el plano político como en el literario.
han emprendido el mismo proceso, esca vez partiendo del modelo Las fuerzas políticas internacionales que se ejercen hoy día en
etnológico. los espacios literarios desheredados revisten formas eufemizadas: se
La cuestión lingüística se plantea asimismo en términos muy traca, en especial, de la imposición lingüística (muy poderosa) y de
similares: como en numerosos países europeos en el siglo XIX, los la dominación económica (por ejemplo, el control de la organiza-
países surgidos de la descolonización a menudo disponen de len- ción editorial). Por eso la dominación cultural, lingüística, litera-
guas sin verdadera existencia literaria, que se caracterizan, sobre ria y, por supuesto, política puede perpetuarse aun cuando se pro-
clame la independencia nacional. Las relaciones de fuena literarias
todo, por grandes tradiciones orales. La elección nacional y litera-
se establecen así, en parte, a través de las relaciones de fuerza polí-
ria que van a afrontar los intelectuales de esos países -adoptar la
ticas.
lengua de la colonización o constituir un patrimonio lingüístico y
literario propio- dependerá, evidentemente, de la riqueza y la lite-
rariedad de dichas lenguas, pero también del nivel de desarrollo
económico. Daniel Baggioni sefiala, con razón, que los problemas
de alfabetización que padecían a principios de la década de 1920
«Cn Europa del sur y en los Bakanes los jóvenes Estados-nación
que, como Polonia, Rumanía, Bulgaria, Yugoslavia, Albania e in- 1. D. Baggioni, op. cit.. p. 298.
cluso Grecia, acumulaban las desventajas de una economía mayo·
113
112
3. EL ESPACIO LITERARIO MUNDIAL

Hay una cosa de la que no puede decirse ni que


es de un metro de longirud ni que no es de un metro
de longitud, y es el meuo patrón de París. Pero con
ello, nacuralmence, no le he adscrito ninguna pro-
piedad maravillosa, sino sólo he señalado su pecu-
liar papel en el juego de medir con la vara métrica.

LUDWIG WITTGENSTEIN,
Investigaciones fi!Dsóficas

Gentes de las afueras, moradores de los subur-


bios de la historia, los latinoamericanos somos los
comensales no invitados que se han colado por la
puerta trasera de Occidente, los intrusos que han
llegado a la función de la modernidad cuando las
luces están a punto de apagarse -llegamos tarde a
todas parces, nacimos cuando ya era tarde en la
historia, tampoco cenemos un pasa.do o, si lo tene-
mos, hemos escupido sobre sus restos.

ÜCTAVIO PAZ, El laberinto rk la soktlati

La estruccura jerárquica que ordena el universo literario es el


producto directo de la historia de la literatura tal como acabamos
de evocar aquí, pero es también la que hace esca historia. Es, en
efecto, como si la historia se encarnase y cobrara forma en la estruc-
tura del universo literario, como si se conviniese en el verdadero
motor de la historia: los acontecimientos del universo licerario ad-
quieren sentido dentro de esta estructura que los produce y les con-
fiere forma. Esta historia, por tanto, es la que «inventa• la literatura
como desafío, como recurso y como fundamento de creencia.
En la República mundial de las Lecras los espacios más dora-
dos son también los más antiguos, es decir, los que primero entra-
ron en la competencia literaria y cuyos «clásicos• nacionales son

115
asimismo «clásicos universales.» No hay, pues, que ver el mapa li-
lineal. Todos los dominados literarios no se hallan, evidentemen-
terario que se perfila en Europa a partir del siglo XVI como el pro-
te, en una situación similar. Su común estado de dependencia no
ducto de una simple extensión gradual de la creencia o de la idea
implica que se les pueda describir con arreglo a las mismas catego-
literarias (con arreglo a la imagen común de la «propagaciónn, de
rías. Por ejemplo, dencro del grupo de las lireraruras más dotadas,
la «fortuna» o hasta del «brillo» de una forma o una obra litera-
o sea, los espacios europeos que entraron primero en una compe-
rias). Es el dibujo de la ((estructura desigual», por usar las palabras
tencia cransnacional, hay que hablar de lireraruras dominadas. Es,
de Fernand Braudel, del espacio literario, esto es, de la distribu-
en especial, el caso de las regiones que han permanecido largo
ción desigual de los recursos literarios entre los espacios literarios tiempo políticamente sometidas, como los países de Europa cen-
nacionales. Al compararse entre sí, han establecido poco a poco je- tral y oriental o, más en general, bajo dominio colonial, como Ir-
rarquías y relaciones de dependencia que han podido evolucionar landa. Asimismo habría que incluir en esre conjunco 1 a rodas las
en el tiempo, pero que han trazado una configuración duradera. regiones que se hallan dominadas no política sino literariamente, a
«El pasado siempre tiene algo que decir. La desigualdad del mun- través de la lengua y la cultura, como Bélgica, la Suiza francófona,
do deriva de realidades estructurales, que se implantan muy despa- la Suiza germanófona, Austria, etc. Estos espacios dominados de
cio y muy despacio se borran», señala Fernand Braudel. «[ ... ]. Para Europa representan el origen de las grandes revoluciones literarias;
una economía, una sociedad, una civilización o incluso un con- ya han acumulado bienes literarios en el momento de las reivindi-
junto político, resulta difícil romper un pasado de dependenc:a, caciones nacionalistas, y son los herederos, a través de la lengua o
una vez vivido.» 1 Esta estructura se perpetúa duraderamente, más las tradiciones culturales, de los más importantes patrimonios lite-
allá de las transformaciones aparentes, sobre todo, las políticas. rarios mundiales; gracias a ello poseen bastantes recursos específi-
El mundo es, por ramo, un espacio relativamente unificado cos para provocar conmociones reconocidas en los ceneros, al
que se ordena según la oposición entre los grandes espacios litera- tiempo que recusan el orden literario establecido y las reglas jerár-
rios nacionales, que son también los más antiguos, es decir, los quicas del juego. Es, como mostraremos, lo que permite compren-
mejor provistos, y los espacios literarios más recientemente apare- der el «milagro irlandés»: entre 1890 y 1930, en una comarca bajo
cidos y poco dorados. Henry James, que optó por la nacionalidad dominio colonial, desposeída literariamence, se produce una de las
inglesa como si se tratase para él de la «salvación» literaria, que más grandes revoluciones literarias y surgen eres o cuatro de los es-
hizo precisamente de la distancia que separa los universos litera- critores más notables del siglo. Del mismo modo, mientras que
rios americano y europeo el tema de gran parre de su obra, y que Kafka pertenece al espacio literario checo en emergencia y se apa-
experimentó, en su práctica literaria, la desnudez literaria nortea- siona por los combates nacionalistas, logra crear una de las obras
mericana a fines del siglo XIX, pudo escribir con coda lucidez: «La más enigmáticas y más innovadoras del siglo, como heredero -ne-
flor del arre sólo puede florecer sobre un humus espeso [... ]. Hace gado y subversivo- de roda la cultura y la lengua alemanas.
falta mucha historia para producir un poco de literatura.» Exactamente según la misma lógica hay que comprender el
caso de las literaturas americanas. Los nuevos Estados americanos
Pero no es cuestión de una simple oposición binaria entre es-
del final del siglo xVIII y comienzos del XIX no se dejan interpretar
pacios literarios dominances y espacios dominados. Más vale ha-
de acuerdo con el modelo herderiano. Las primeras descoloniza-
blar de un continuum: las oposiciones, las competencias, las múlti-
ciones en esas regiones fueron, en efecto, realizadas por los que
ples formas de dominación impiden que se perfile una jerarquía

1. Conjunto que podríamos denominar espacios literarios •cencrales excén-


l. F. Braudel, Civi/isation matirielk, économie et capitalisme, r. 3. Le Temps tricos•>.
du Monde, op. cit., pp. 36-38.
117
116
Benedicr Anderson llama los «pioneros-criollos•>, es decir. gentes podido no sólo apoyarse en el patrimonio literario español, portu-
de ascendencia europea nacidas en el continente americano. ~La gués o inglés, sino provocar revoluciones y conmociones literarias
lengua no era un elemento que los diferenciase de sus metrópolis sin precedentes (de las cuales las obras de Faulkner, García Már-
respectivas», recuerda Anderson, «[ ... ] la lengua no fue nunca un quez y Guimaráes Rosa no son sino algunos ejemplos). Los escri-
objetivo en aquellas primeras luchas de liberación nacional.» 1 Los tores de esas regiones se apropiaron, en una especie de continuidad
•movimientos de independencia-colono», 2 como los llama Marc patrimonial, de los bienes literarios y lingüísticos de los países eu-
Ferro, que se desarrollan entre 1760 y 1830 en los Estados Uni- ropeos cuyo legado reivindican. «Mis clásicos son los de mi len-
dos, en las colonias españolas y en Brasil, no son consecuencia de gua», escribe sin equívoco Octavio Paz, "Y me siento descendiente
la revolución herderiana. Por el contrario, con frecuencia se han de Lope y de Quevedo como cualquier escritor [... ] pero no soy es-
analizado estos movimientos como consecuencia de la difusión de pañol. Creo que lo mismo podrían decir la mayoría de los escrito-
las Luces francesas. 3 Estas reivindicaciones independentistas se res hispanoamericanos de mi lengua de los Escados Uni-dos, Brasil
apoyaban en la critica de los «antiguos regímenes» imperiales. y y Canadá frente a la tradición inglesa, ponuguesa y francesa.» 1
desconocían por completo la creencia popular herderiana, basada
en la nación, el pueblo y la lengua. Al analizar las especificidades
de la historia latinoamericana, el escritor venezolano Anuro Uslar LOS CAMINOS DE LA LIBERTAD
Piecri ha mostrado la originalidad de América con respecto a las
orras regiones colonizadas: 11Nuesrro caso es diferente, original ... Hemos visco que los espacios literarios nacionales se construyen
escribe, ..sobre codo por el hecho de que el continente americano en estrecho vínculo con el espacio político de la nación que, a cam-
conoció de entrada, y mediante las fibras culturales más sensibles bio, contribuyen a edificar. Pero en los espacios literarios más dota-
que son la lengua y la religión, una integración en la cultura occi- dos la antigüedad del capital-que presupone a la vez su nobleza, su
dental que las otras áreas de expansión europea no han vivido prestigio, su volumen, su reconocimiento internacional- permitirá
nunca. América Latina [es] una parte viva y creadora de ese codo, la aumnomización progresiva del conjunto del espacio. Los ámbitos
cuajado de particularidades, que es el Occidente; ¿y por qué no literarios más antiguos son también los más autónomos, es decir,
llamarlo Extremo Occidente, puesto que posee signos distintivos los más exclusivamente consagrados a la literatura en sí misma y por
que no ha engendrado ningún imperio moderno?» 4 Tamo la lite- sí misma. Sus propios recursos literarios les dan el medio de elabo-
ratura noneamericana como la latinoamericana son, pues, herede- rar, contra la nación y sus intereses estrictamente políticos o políti-
ras directas, a través de los colonos que reivindicaron su indepen- co-nacionalistas, una hiscoria específica y una lógica propia irreduc-
dencia, de las naciones europeas de las que proceden. Por ello han tibles a la política. El espacio literario retraduce en sus términos
específicos -estéticos, formales, narrativos, poéticos- los retos polí-
ticos y nacionales: los afirma y los niega con el mismo movimiento.
l. B. Andmon, L 1maginairt 1111rion4/, op. cit., p. 59.
La lógica literaria no es independiente de las imposiciones políticas,
2. Marc Ferro, Histoirt dts coloniJations. Des conquetes aux i11dlpmtlmct1.
Xlll'-XX' siick. Parls, Éditions du Seuil, 1994, en especial, el cap!mlo VII. • L(s pero tiene sus juegos y sus apuestas propios, que pueden permitirle.
mouv~ncs d'indépendance-colon•. llegado el caso, negar su dependencia. Este proceso hace que la lite-
3. B. Anderson, L 'Jmaginairt national, op. át., pp. 62-75.
4. Anuro Uslar Pietri, Insurgís tt ViJiom1aim d'Amlriqut Latine, París, 1991
Criterion, p. 7-8 (trad. de P. Dcssommes Florez). [Godos, i11s11rgt11tts y 11isiomi· l. Ocravio Paz: La b1'sq1mla del pmmtt (Conferencia Nobel, 1990), en
ríos. Barcelona, Seíx Barral, 1990; la cir:a en cuestión pertenece al prólogo de '.a V11tlta, 170 (enero de 1991) y Obras completas de Oaavio Paz. Barcelona. Círcu-
edición francesa] lo de Lectores, 1991. )'México, Fondo de Cultura Económica, 1994. pp. 31-32.

119
118
rarura invente sus problemáticas y se constituya contra la nación y el
propia ley, sentar los criterios y los principios específicos de sus je-
nacionalismo, convirtiéndose así en un universo específico en que rarquías internas, pronunciar juicios y hacer evaluaciones, en el
las problemáticas externas -históricas, políticas, nacionales- sólo nombre mismo de su autonomía, contra la imposición de las divi-
están presentes refractadas, transformadas, retraducidas en los tér- siones políticas o nacionales. El imperativo categórico de la auto-
minos y con los instrumentos literarios: en los lugares más autóno- nomía es la oposición declarada al principio del nacionalismo lite-
mos, la literatura se construye contra las reducciones o las instru- rario, o sea, la lucha contra la intrusión política en el universo
mentalizaciones políticas y nacionales, o ambas. Es ahí donde se literario. El internacionalismo estructural de las regiones más lite-
inventan las leyes independientes de la literatura, y donde se produ- rarias garantiza su autonomía.
ce la construcción extraordinaria e improbable de lo que en adelan- Francia, en especial, acumuló tal volumen de capital, que la do-
te hay que llamar el espacio internacional autónomo de la literatura. minación literaria que ejerce sobre el conjunto de Europa a partir
A la inversa, este larguísimo proceso histórico, en el curso del del siglo XVIII es tan poco discutida, y discutible, que el espacio lite-
cual se conquista la autonomía y se constituye el fondo literario, 1
rario francés se convierte en el más autónomo, esto es, en el más li-
oculta el origen «político» de la literatura: puede hacer olvidar el bre con respecto a instancias político-nacionales. La emancipación
lazo histórico, muy poderoso, que une a la literatura con la nación literaria provoca, en efecto, lo que podríamos llamar una especie de
en el momento de la fundación nacional, haciendo de este modo ((desnacionalización», es decir, una sustracción de los principios y
creer en la existencia de una literatura totalmente pura, liberada de de las instancias literarias a las preocupaciones ajenas al espacio lite-
la historia. Es el tiempo el que permite a la literatura liberarse del rario en sí. En consecuencia, el espacio francés, ya constituido
tiempo y pensarse a sí misma como una práctica que escaparía a la como universal (o sea, no nacional, que escapa a las definiciones
historia. Pero si, todavía hoy, e incluso en los lugares más <<libres», particularistas), va a imponerse como modelo, no ya como francés,
la literatura sigue siendo el arte más conservador, o sea, el más so- sino como autónomo, o sea, puramente literario, o sea, universal.
metido a las convenciones y a las normas más tradicionales de la El capital literario <(francés» tiene como rasgo peculiar que es tam-
representación -normas de las que los pintores y los artistas plásti- bién patrimonio universal, es decir, constitutivo (y, en el caso fran-
cos, por medio, en particular, de la revolución de la abstracción, se cés, fundador) de la literatura universal, y no nacional. La particula-
han liberado de manera radical y desde hace largo tiempo-, es ridad de ser (o de poder ser) universalizables, desnacionalizados, es
porque el lazo negado con la nación política, bajo la forma eure- el rasgo que caracteriza a los espacios (relativamente) autónomos.
miz.ada de la lengua, es aún muy poderoso. 2 El patrimonio literario es un instrumento de libertad con relación a
La autonomía, siempre relativa, se convierte en uno de !os las exigencias nacionales. En su calidad de uno de los protagonistas
principios que ordenan el espacio literario mundial. Permite a !os más eminentes del espacio literario francés y uno de los grandes in-
territorios más independientes del universo literario enunciar su troductores de la literatura mundial en París, Valery Larbaud está
facultado para enunciar el artículo de fe constitutivo de la reputa-
ción literaria en los grandes centros: «Todo escritor francés es inter-
l. Cf. P. Bourdieu, ·La conqucte de l'auconomie», Les Regles de /'arr, op. át..
1992, pp. 75-164. nacional, es poeta, escritor para toda Europa y, por añadidura, para
2. Lo prueba, en especial, d compromiso de los escritores en los debates en una parte de América [... ].Todo lo que es "nacional" es tonto, ar-
corno a las reformas ortográficas. La defensa de la lengua nacional, por parte Je caico, ruinmente patriótico [... ].Era bueno en circunstancias espe-
los más conservadores de encre ellos, como instrumenco especifico de su corpora- ciales, pero eso ya ha pasado. Hay un país de Europa.»
ción, pero wnbí~n como propiedad nacional de la cual se erigen en guardianes. París se convierte, como hemos visto, en capital mundial de la
pone de manifiesto su dependencia polírica a panir del momenro mismo en que literatura durante el siglo XIX, en virtud de ese mismo movimiento
pretenden comprometerse justamente en nombre de la especificidad literaria.
121
120
de emancipación que, exactamente al mismo tiempo, «desparticu-
minada también «meridiano de origen», elegida arbitrariamente
lariza11. Francia es la nación literaria menos nacional, y gracias a
para la determinación de las longitudes, contribuye a organizar el
ello puede ejercer un dominio ca.si indiscutido en el mundo litera-
mundo real y posibilita la medida de las distancias y la evaluación
rio y fabricar la literarura universal al consagrar los cexros llegados
de las posiciones en la superficie del globo, así también lo que po-
de espacios excéntricos: puede, en efecro, desnacionalizar, despar-
dríamos llamar el c<meridiano de Greenwich literario» permite cal-
ticuJarii.ar, lirerarizar, los textos que le llegan de horiz.onces lejano5
cular la distancia hasta el centro de codos los que penenecen al es-
para declararlos valiosos y válidos en el conjunto del universo lite-
pacio literario. La distancia estética se mide, asimismo, en términos
rario que cae bajo su jurisdicción. Su rupcura con las instituciones
temporales: el meridiano de origen instituye el presente, es decir,
nacionales la induce a promover en el universo literario, contra la en el orden de la creación literaria, la modernidad. Se puede me-
ley política de las naciones y los nacionalismos, contra las leyes co- dir así la distancia al centro de una obra o un corpus de obras, con
munes de las naciones, la ley de lo universal literario: la aucono- arreglo a la distancia que las separa en el tiempo de los cánones
mfa. El ámbito literario francés, por ser el más «avanzado» en la que definen, en el momento preciso de la evaluación, el presente
emergencia de este fenómeno, se convertirá en un modelo y un re- de la literatura. En ese lugar, se dirá que una obra es contemporá-
curso para los escritores de codos los demás ámbiros que aspiran a nea, que escá ccen boga» (por oposición a ccanticuada»; las metáfo-
la autonomía. ras así abundan en el lenguaje de la crítica) según su proximidad
estética con los criterios de la modernidad, que esa obra es «mo-
derna», de <cvanguardia» o académica, basada en modelos caducos,
EL MERIDIANO DE GREENWICH O EL TIEMPO LITERARIO que pertenecen al pasado literario o no se ajustan a los criterios
que determinan el presente en el momento considerado.
La unificación del espacio literario en y por medio de la com-
petencia supone el establecimiento de una medida común del Es, sin duda, Gercrude Stein la que resume, en una sentencia
tiempo: todos convienen en reconocer de entrada, y sin discusión lapidaria, la cuestión de la localización de la modernidad: «París»,
posible, un punco de referencia absoluto, una norma con la que escribe en Paris-France, ccestaba allí donde se encontraba el siglo
habrá que medirse. Es un lugar situable en el espacio, centro de XX.» 1 París, lugar del presente literario y capital de la modernidad,
codos los centros, que incluso los competidores concuerdan, por el debe, por una parte, su coincidencia con el presente artístico al he-
hecho mismo de su competencia, en designar como centro, y es a cho de que es el lugar donde se produce la moda, aspecto de la mo-
la va un punto a parcir del cual se evalúa el tiempo propio de la dernidad por excelencia. En el famoso París Guide, editado en
literatura. Hay, según lo expresa Pierre Bourdieu, un c•tempo» 1867, Víctor Hugo insistía en la autoridad de la Ciudad Lui., no
propio en los acontecimientos capaces de cccrear fecha» en el uni- solamente en materia política e intelectual, sino también en la es-
verso literario, que sólo le pertenece a éste y que no es, o no ncce- fera del gusto y de la elegancia, de la moda y lo moderno: celes
sariamence, «sincrónico» 1 con la medida del tiempo histórico (o desafío», declara, cea llevar otro sombrero distinto que el de París.
sea, político), y que se ha impuesto como oficial y legítimo. El es- La cinta de esta mujer que pasa impera. En todos los países, es ley
pacio literario instituye un presente a parcir del cual se medirán
todas las posiciones, un punto con respecto al cual se situarán ro- l. G. Srein, Paris-Franu, Argel. Charlm, 1945. Trad. de la baronesa d'Ai-
dos los demás puntos. De igual manera que la línea ficticia, dcno- guy. Es, obviamenre, la misma espacialización del tiempo que realiza Waltcr
Bcnjamin en el tirulo de su obra: Paris, capitale du X'(' sitcle (11Parls, capital dc:I
siglo XX»].
1. P. Bourdieu, Hamo araekmícus. París, ~dicions de Minuic, 1984, p. 2U1.

123
122
la forma de atar esa cinta.» 1 De esta manera funciona lo que él llama La ley temporal del universo literario puede enunciarse as{:
el •gobierno11 de París: •París, insistamos, es un gobierno. Un g:i- hay qut ser antiguo para ttntr alguna posibilidad tk str motkrno o
bierno que no tiene ni jueces, ni alguaciles, ni embajadores; ~ la tk tkcrttar la motkrnidad. Es preciso tener un largo pasado nacio-
infiltración, o sea, la omnipotencia. Cae gota a gota sobre la espe- nal para aspirar a la existencia literaria plenamente reconocida en
cie humana y la agujerea. Fuera de quien tiene el cariz oficial de el presente. Es lo que Du Bellay ya explicaba cuando concedía, en
autoridad, por encima, por debajo, más abajo, más arriba, Pa:is la Deffinct tt Illustration, que el «handicap1• del francés en la bata-
existe, y su modo de reinar existe. Sus libros, sus periódicos, su cea. lla contra el latín era lo que él llamaba su «retraso». El objeto de la
ero, su industria, su arte, su ciencia, su filosofía, sus hábitos qJe lucha contra las centrales, todas las cuales poseen el privilegio de la
forman parte de su ciencia, sus modas que forman parte de su filo. antigüedad, es el dominio de esta medida del tiempo (y del espa-
sofía, su lado bueno y su lado malo, su grandeza y su miseria, todo cio), la apropiación del presente legítimo de la literatura y del po-
eso agita a las naciones y las guía.» 2 Poder decretar sin disputa lo der de canonización. De todos los lugares «capitales», entre todos
que está o no está cde moda» en el campo de la alta costura y en los espacios que rivalizan por la ancianidad y la nobleza de su lite-
otros muchos, supone controlar, en cierro modo, una de las prin- ratura, es el meridiano de Greenwich, el productor del tiempo li-
cipales vías de acceso a la modernidad. Gerrrude Scein evoca el terario, el que ostenta el título de capital de la literatura, o, más
vínculo entre la moda y la modernidad, con su estilo falsamente inge· bien, de capital de capitales.
nuo y verdaderamente irónico: «Cuando, a comienzos del siglo X.'X, Este presente sin cesar redefinido es una contemporaneidad
hubo que buscar un nuevo rumbo, se necesitó, naturalmente, a concretada, un reloj artístico universal con el que deben sincroni-
Francia [... ]. Era importante también que París estuviese donde .as zarse los artistas si quieren llegar a ser literariamente legítimos. Si
modas se creaban [... ]. París, por tanto, que siempre ha creado ias la modernidad es el único presente del arte, a saber, lo que permi-
modas, era, por supuesto, el sitio adonde iba todo el mundo en te instaurar una medida del tiempo, el meridiano de Greenwich
1900 [... ].Es curioso que el arte y la literatura y la moda estuviesen permite evaluar una práctica, otorgar un reconocimiento, o, por el
conchabadas. Hace dos años todos decían que Francia estaba aca- contrario, condenar al anacronismo o al «provincianismo». Los
bada y perdida, que había quedado reducida al rango de potencia conceptos relativos de «retraso» o de «avance» estéticos, que codos
de segundo orden, etc. Y yo decía, pues yo no lo creo, porque des- los escritores tienen en mente en el estado de estructura nunca
de hace años, desde la guerra, los sombreros no han sido nunca can enunciada ni explicitada como tal (puesto que el universo literario
variados ni tan encantadores ni can franceses como ahora [... ]. No tiene por ley tácita la gratuidad universal del don y del reconoci-
creo que cuando el arte y la literatura característicos de un país des- miento literarios), evidentemente no se enuncian aquí como una
bordan de actividad y vigor, no creo que un país esté en declive definición a priori, de naturaleza prefijada e inmutable. Están ins-
[... ]. París era, por tanto, el lugar que convenía a aquellos de nos· critos en la lógica del universo literario del que constituyen la nor-
otros que tenían que crear el arte y la literatura del siglo XX. Es bas· ma práctica. E importa tomar nota de ellos sin erigirlos en juicios
cante narural.113 París logra combinar así elementos escrucruralcs de valor o en toma de posición normativa, profesada como tal por
que hacen de ella, por lo menos hasta la década de 1960, la clave el analista.
de bóveda del sistema temporal de la literatura.
Federico II, rey de Prusia, que, como se ha dicho, queda que
su pueblo accediera al universo literario europeo, explicaba en
l. Vict0r Hugo, op. rit., p. XXIX.
2. lbltirm, p. XXX.
1780 su propia versión del «retraso» alemán y su cronología de la
3. G. Stein, Paris-France, op. rit., pp. 20-25. formación del espacio literario: ccMe enfada no poder exponerle

124 125
un cacálogo más excenso de nuestras buenas prodtll'cio11cs: 110 óllll·
so de dio a la nación: no carei:e de agmle1.a ni de genio, 1wro h~ L;1 necesidad de acceder a esca temporalidad para obtener una
sido rezagada por causas lllle le han impedido clt·varsc ;11 mi11110 consagración concreta explica la permanencia y la insistencia del
riempo que sus vecinas.» 1 Parn él, por ende, en ta h'>~ila dl· b término de c•modernidad11 en todos los movimiemos y proclama-
competencia temporal, se trnca de •cg;m;tr tiempo¡, literario pan re· ciones literarias que aspiran al tirulo de novedades literarias, desde
cuperar su retraso: uNos avergüenzan, ¡lfimrn, «l)UC en dcll·rminil· las premisas de la modernidad baudderianas hasta el nombre mis·
dos géneros no podamos igualarnos con nucsl ros velillos, y dc~r.1· modela revista fundacht por Sartre -les Temps motkrn(r, pasando
mos recobrar por medio de trabajos incansables d 1it·111po lJUc por la consigna de llimbaud -"Hay c¡uc ser absolutamente moder-
nuestros desasrres nos han hecho perder y [... [ es casi cvidc1Hn¡uc mw- o incluso por d .. modernismo .. en lengua española fundado
con semejante disposición las Musas nos imrnducir;ín en su ddli- por Rubén Darlo a finales del siglo XIX o d ccmodernismo" brasilc-
fio de la década de 1920, sin olvidar d ufucurismon italiano y hasta
do momenro en el templo de la gloria ... ! Este ex1raiio rl·tra~o tu
el c•fucurianismmj 1 de Jlebnikov (traducido todavía corno 11porveni-
describe el rey de Prusia como una pobreza espt·dllc1 que el 110
rismo¡•).i La carrera hacia d tiempo perdido, la bl'1squeda frenética
quiere silenciar, subrayando de este modo la cvidt'lll'ia tic 1111
del prescnce, el furor de ser «concemporáneos de todos los hom-
11mercadou y de una desigualdad literarios: u No imi1emos, plll'.\, ;1 bres)),.\ como dice Occavio Paz, animan a los escritores que inten-
los pobres que quieren hacerse pasar por ricos, convt·ni::anws de tan, en su extraordinaria creencia en una literatura concemporánea,
buena fe en nuestra indigencia; que ella nos alit.·n1e m:is bien .1 ga· encrar en el tiempo literario, L'111ica promesa de salvación ardstica.
nar mediance nuestro trabajo los tesoros de la LiLer;11ura, lll)'ª po· Danilo Ki~ ha explicado perfoctamente la importancia de esta mo-
sesión supondrá la cima de la glori;t nacional.•.-1 dernidad literaria: «Ante todo, sigo deseando ser moderno. No
quiero decir que exisren cosas cada vez más modernas que debamos
seguir como una moda. Lo que quiero decir es que[ ... ] hay algo que
¡Q"I rs la modernidad?
hace que un libro pertenezca a nuestro riempo.••~
La modernidad es, por definición, un princ1pm «int.·st;\hll·"· La obra moderna está condenada a caducar, a no ser que enm:
Su parentesco con la moda es un índice <le su dcliniL'ión sit'lllJlll' en la categoría de 1cdásica•¡, por l:t cual algunas obras consagradas
indefinida. Es una causa de rivalidad por excdenda porl)llC "' mo· logran escapar de las utluctuaciones» o ••discusiones ... (.. Nos pasa-
derno es siempre nuevo, esto es, desdasificable en d nomlHl' mis· mos el tiempo discuríendo de gustos y de coloresu, escribe Valéry.
mo de su definición. La única manera. en d espa<.:io litt'rario. de «Se discute en la Bols:1, se discute en incontables jurados, lo hacen
ser verdaderamente moderno, es oponerse al presente como supr· en la Academia, y no puede ser de otra manera.»)\ Es clásico, litera-
rado, mediante un presente más presente, o sea, dt.·sconorido. )'
convertirse así en el 1.Htimo moderno acreditado. Asl. la difcrtm:i.1 1. V..Jldmikov, No111•rllr.1 d11 /r rt d11 /\·/11111/r, c1p. á1.
enrre los recién llegados al espacio y el tiempo lirernrios y lm 1110· 2. J.-C. Marrndé, .. AIC'xis Kromd1on)1kh et Vélimir Khlrbniknv. Lr 11\0I
demos que los precedieron comprometidos igualmenre en la lud1.i w
commr tel•, en l. ll1111lr 191.1. lt's/ormri mhhit¡11r.1 dr lirul'l"t' dlll'I 1) llfillr tlr
/11 p,.rmi~rt' (i1urrr, L. llrion· c;ueri)' (t'd.l. Porls. 1'>7.'. t..\, p. ;l'i'>·.iC11.
por la definición de la más rabiosa modernid;1d se dclw, en buen•• ,¡,.
.l D. Pal, El lt1/1t'rú1tfl /11 wlrdatl. l'wttl.1111 y \!ur/111 ,, 1:1 l.1bfri11t11 dt /11 so-
parre, al conocimiento de las 1ílrimas innovaciones espcdlirn~. lrd11tl, Mndrid, FCE, 19%, p.•U'i.
4. D. Ki~. «A ~-onsdend,1 dr una Europa llrscnnhC\:ida•, C'nircvisrn con
L. Tcni\rin do McH ta, l·i1/hrti111, Silo Paulo . .!H ilc nnvicmhrc ilt' l ')8(1; l.r Rbitl11
1. 1:edc:rico 11 de: Pru~ia. Dt ¡,, li11lrt1tul"t' 11/lt'm1111dr. flp. dt .. p. .!H. 11t11t'l"flr /f;\ptriml'r, 1'11rls, h1y1ml, l'llJ'i, p. .!.!,\. (1rnil. dC' I'. Ddpt'dt).
2. lb/dem, p. 3.3. 5. P. Vnlér)'• .. 1.a lilit'm1 de: l'csprit•, /111·. l'it., p. IOH.t
.~. Jblárm. p. 49.
127
126
riarnente hablando, lo que escapa al tiempo, lo que trasciende la
competencia y la sobrepuja temporal. La obra moderna es entonces scfió una revista norteamericana con una fotografía de soldados
desfilando por una gran avenida, probablemente, de Nueva York.
arrancada del envejecimiento, se la declara intemporal e inmortal. 1
"Vuelven de la guerra", me dijo. [... ] para mí, aquella guerra había
El clásico encarna la legitimidad literaria, es decir, lo que se recono-
pasado en otro tiempo, no ahora ni aqul. [... ] Me sentí, liceralmen-
ce como la Literatura, a partir de la cual se trazarán los límites de lo
ce, desalojado del presente. Desde entonces el tiempo comenzó a
que será reconocido licerario, lo que servirá de unidad de medida
fracturarse más y más. Y el espacio, los espacios. [... ] Sentí que el
específica.
mundo se escindía: yo ya no estaba en el presente. Mi ahora se dis-
gregó: el verdadero tiempo estaba en otra parce. Mi tiempo [... ]era
Todas los escritores surgidos en regiones alejadas de las cap ita·
un tiempo ficticio. [... ]Así comenzó mi expulsión del presente.[ ... ]
les literarias hacen referencia, conscientemente o no, a una medida Para nosotros, hispanoamericanos, ese presente real no estaba en
del tiempo literario que tiene en cuenta, sin que exista siquiera ne- nuestros países: era el tiempo que vivían los otros, los ingleses, los
cesidad de sistematizarla como cal, la evidencia de un «presente" de- franceses, los alemanes. El tiempo de Nueva York, París, Londres ... 1
terminado por las más alcas instancias críticas que legitiman los li- Paz refiere aquí, con toda sencillez, su descubrimiento del
bros legítimos, a saber, contemporáneos. Octavio Paz escribe en El tiempo central, es decir, su propio descentramiento, su «excentri-
laberinto de la sokdad: «Gentes de las afueras, moradores de los su- cidad» (negativa). La unificación (política, histórica, artística) im-
burbios de la historia, los latinoamericanos somos los comensales pone a codos la medida común de un tiempo absoluto que relega
no invitados que se han colado por la puerta trasera de Occidente, a las demás temporalidades (nacionales, familiares, íntimas ... ) al
los intrusos que han llegado a la función de la modernidad cuando exterior del espacio. Paz se descubre primero fuera del tiempo y de
las luces están a punto de apagarse -llegamos tarde a codas parres, la historia reales («este presente real no habitaba en nuestros paí-
nacimos cuando ya era tarde en la historia, tampoco tenemos un ses»). Luego, esca conciencia de la escisión del mundo le conmina
pasado o, si lo cenemos, hemos escupido sobre sus rescos [... ]» 2 El a parcir en busca del presente: «La búsqueda del presente no es la
discurso de recepción del premio Nobel, pronunciado por Paz en búsqueda de un paraíso en la tierra ni de la eternidad sin fechas: es
1990, evoca, en palabras apenas eufemísticas, la percepción de un la busca de la verdadera realidad [... ). Había que partir en su busca
tiempo mundial (canto histórico como artístico) escindido. El tex· y traerla a nuestras tierras.» Esta búsqueda del presente es la salida
to, significativamente titulado La búsqueda dt/ presente, evoca el fuera del «tiempo ficticio» asignado al espacio nacional y la entra-
descubrimiento de un extrafio desfase temporal, que Paz dice haber da en la competencia internacional.
experimentado muy joven, y la búsqueda poética, histórica, estéti· Pero la medida de otro presente le fuerza a reparar en su «re-
ca, de un presente del que le había privado la separación de Europa, traso». Descubre que, en el centro, existe un tiempo específico de
•noca constante de nuestra historia espiritual11, 3 escribe. c<Tendría la literatura, una medida de la modernidad literaria: «Esos años
unos seis afios, y una de mis primas, un poco mayor que yo, me en· fueron también los de mi descubrimiento de la literatura. Comen-
cé a escribir poemas. [... ] Apenas ahora he comprendido que entre
J. Los autoprodamados •Inmortales» de la Academia Francesa cracan de re· lo que yo he llamado mi expulsión del presente y escribir poemas
producir una estrategia similar. Pero al pretender ser ellos quien dictaminen había una relación secreta. [... ] Buscaba la puerta de entrada al pre-
acerca de su conversión en •clóisicos• y al imitar un proceso de canonización que sente: quería ser de mi riempo y de mi siglo. Un poco después esta
d espacio literario autónomo les niega en la prktica, se condenan a ser los pn· obsesión se volvió idea fija: quise ser un poeta moderno. Comenzó
meros olvidados.
2. O. Paz, op. rit., pp. 265-266. 1. !bidem, pp. 34-35.
3. O. Paz, La búsqueda áe/ prtstntt, op. rit., pp. 33.
129
128
mi búsqueda de la modernidad.» 1 Al buscar el presencc poético,
Llosa, escritor peruano, escribe, por ejemplo, a propósito de su des-
entra tk facto en la «carrera», acepta sus reglas y lo que está en jue-
cubrimiento de Sartre en los afios 50: (•¿Qué podían darle esas obras
go, y accede a la internacionalidad; al ver que se abre roda una StTÍc [de Sartre] a un adolescente latinoamericano? Podían salvarlo de la
de posibilidades literarias y estéticas, desconocidas en México, aspi- provincia, inmunizarlo contra la visión folklórica, desencantarlo de
ra al título de poeta universal. Descubre, empero, que se halla in- esa literatura colorisca, superficial, de esquema maniqueo y hechura
eluctablemente rezagado en esca competición. El reconocimiento simplona -Rómulo Gallegos, Eusrasio Rivera, Jorge lcaza, Ciro
del tiempo central como única medida legítima del tiempo político Alegría [... ]-que todavía servía de modelo y que repería, sin saber-
y anístico es un efecro de la dominación ejercida por los podero- lo, los temas y maneras del naturalismo europeo importado medio
sos; pero una dominación reconocida y aceptada, rocalmenre des- siglo atrás.» 1 En 1973 Danilo Kis, respondiendo a las preguntas de
conocida por los habitantes de los ceneros que no saben que impo- un periodista de Belgrado, evocaba la literatura de su país en térmi-
nen, también y sobre todo, la producción incluso del tiempo y la nos muy parecidos: <(Se sigue escribiendo aquí una mala prosa, ana-
unidad de medida histórica. El poeta, resuelro a introducir en su crónica en la expresión y en los cernas, enteramente apoyada en la
país el «Verdadero presente», triunfará en su empresa porque, me- tradición del siglo XIX, una prosa tímida en la experimentación, re-
diante el Premio Nobel, obtendrá el más grande reconocimiento li- gional, local, en la que ese color local no es, en realidad, la mayoría
terario a la par que se conviene en el analista de la «mexicanidad•. de las veces más que un medio de preservar la identidad nacional,
Esta temporalidad espedficamence literaria sólo la perciben los en cuanto esencia de la prosa.» 2 Reflexiones de las que se hace eco
escrirores de las periferias literarias que, abiertos como Paz a la vida li- uno de los textos escritos en la misma época: «Veo mi propia obra,
teraria internacional, intentan romper con lo que descubren que es su mi propia derrota, en este marco (provinciano) en que se ha de-
«exilio» literario o su alejamiento de la literatura. Los «nacionales)', en sarrollado, en que le ha sido dado desarrollarse, como una pequeña
cambio, ya sean miembros de naciones cencrales o excéntricas, tienen y clara derrota en el conejo de todas nuestras derrotas, como una
en común el ignorar la competencia mundial y, por lo canco, la medi- tentativa permanente de salir de esca provincia espiritual por medio
da del tiempo de la literatura, y el no considerar más que las normas)' de los mitos, los cernas y los procedimientos.» 3
los límites nacionales asignados a las prácticas literarias. En suma, los La recurrencia del cerna de esca «provincia» literaria, una espe-
únicos «modernos» de verdad, los únicos que (re)conocen la liceraru- cie de comarca, hablando con propiedad, «desheredada», supone
ra del presente, son los que conocen la existencia de ese reloj literario la evidencia de una representación desigual del mundo literario, la
y, por canto, se remiten a las leyes internacionales o a las revoluciones aprehensión de una geografía literaria que nunca coincide cotal-
estéticas que «marcan fecha» en el espacio literario mundial. mence con la geografía política del mundo. La escisión entre ucapi-
ral» y «provincia» (es decir, entre pasado y presente, entre antiguo y
El lazo entre la visión espacial y la visión temporal de la disran· moderno ... ) es un claro ineluctable, una estructura temporal, espa-
cia literaria se condensa en la imagen, muy corriente en numerosos cial y estética que sólo perciben quienes no están por completo «en
el tiempo». La única frontera abstracta y real, arbitraria y necesaria,
escritores de las periferias literarias, de la provincia. 2 Mario Vargas
que los escritores surgidos de la «provincia» literaria convienen en

1. O. Paz, op. cit., p. 35. La cursiva es mía. 1. Mario Vargas Llosa, Contra 11ie11to .'Y maret1, Barcelona, Seix Barral, 1986,
2. Cf., por ejemplo, Léon Edel, Henry james, 11ne vie, París, É<li1ions Ju p. 230.
Scuil, 1990, p. 226 (trad. de A. Müller): •Henry James se verla inducido a ir de 2. D. Kís, Le Rtsidtt t1mer M /"explrienct, op. cit., p. 71.
un mundo a otro [... ] y a navegar entre dos polos: el provincianismo y el cosmo· 3. D. Kis, .. Nous préchons dans le déscn•, Horno poeticus, op. cit.. p. 11.
politismo.•

131
130
reconocer, es la frontera temporal marcada por el meridiano de
París, al introducir la modernidad literaria parisina revolucionó
Greenwich. El desfase entre la capital y la provincia es inseparable- rodas las prácticas y las posibilidades literarias del mundo hispá-
mente temporal y estético: la estética es, simplemente, otra manera nico, y el de Georg Brandes, que a finales del siglo pasado dina-
de nombrar al tiempo en la literarura. mitó los presupuestos literarios y estéticos de todos los paises es-
El único modo que tiene un irlandés hacia 1900 (como Joyce) candinavos al introducir lo que se ha denominado la •ruptura
o un noneamericano hacia 1930, de rechazar la norma literaria moderna», a panir de los principios del naturalismo descubierto
londinense (o de recusar su condena o su indiferencia). la única en París. La revolución literaria que llevaron a cabo les vale ser
forma al alcance de un nicaragüense hacia 1890 (como Rubén consagrados en su zona cultural al tiempo que colman su «retra-
Darío) para desviarse de las normas literarias españolas, la sola ma- so11 estético. Esta apropiación de las innovaciones y de las técni-
nera que tiene un yugoslavo hacia 1970 (como Danilo Kis) de re- cas de la modernidad les permite también constituir un polo au-
pudiar la férula de las normas literarias impuestas por Moscú, y tónomo en espacios hasta entonces reservados a la literatura
un ponugués hacia 1995 (como António Lobo Amunes) de salir política (nacional).
de un espacio nacional opresivo, es volverse hacia París. Sus vere-
dictos son los más autónomos (los menos nacionales) del universo Azul... poemario de Rubén Darío (1867-1916}, publicado en
literario, y constituyen, por ende, un último recurso. Por eso, por Valparaíso en 1888, y luego Prosas profanas. que apareció en Bue-
ejemplo, Joyce reivindica su extraterritorialidad parisina. Puede así nos Aires en 1896, rompen con roda la tradición poética en len-
llevar a cabo una empresa literaria autonóma, recurriendo a una gua española. 1 Por mediación de la poesía francesa, Darío impone
estrategia de doble rechazo: repudio de la sumisión a la potencia al mundo hispánico una revolución poética denominada «moder-
colonial que habría representado el exilio en Londres, pero tam- nismo». La admiración del poeta nicaragüense por roda la lite-
bién negativa a amoldarse a las normas literarias nacionales irlan- ratura francesa de la época le empujará, en efecto, a tratar de in-
desas. troducir en la lengua y la prosodia españolas las formas y las sono-
Por el solo hecho de su crédito literario, París atrae asimismo ridades propias del francés: «Acostumbrado al eterno clisé español
a escritores que van a buscar en el centro el saber y las sutiles téc- del Siglo de Oro, y a su indecisa poesía moderna, encontré en los
nicas de la modernidad, y a revolucionar, gracias a las innovacio· franceses [... ] una mina literaria que explotar.»~ Lo que él llama
nes que en ellos introducen, los espacios nacionales de donde pro· «galicismo mental» -o sea, la introducción en la lengua castellana
vienen. Algunos de los innovadores literarios que han dejado de giros y sonoridades franceses- no es más que la forma extrema
huella en el espacio central pueden, en efecto, servir de «acelerador y literariamente aceptable de una rebelión contra el orden literario
del tiempo literario» para quienes proceden de espacios nacionales español y, por consiguiente, contra las convenciones poéticas lati-
«retrasados», Es el caso, en particular, como veremos, de Faulkner. noamericanas. Darío, al utilizar el prestigio y la potencia literarios
de Francia, consigue trastocar los términos del debate estético his-
que, tras haber creado, para evocar un universo arcaico, una nueva
pánico e implantar en América Latina, y después, tras el derroca-
forma novelesca, reconocida y consagrada en París, será reivindi-
cado como una especie de modelo salvador por numerosos escri-
tores situados en su misma posición estructural. 1. Cf. Max Daireaux, littérature hispa,,o-ammcai,,e. Panorama des Littb.uu-
m conumporaines, París, Kra, 1930, pp. 95-106.
Dentro de esta lógica, podemos analizar aquí dos casos ejem- 2. R. Darlo, Historia de mis libros, citado por G. de Cortanzc, •Rubén Darlo
ou le gallicismc mental,., en R. Darlo, Azul.... op. cit., p. 16. La cursiva es mía.
plares: el de Rubén Darío, personaje central de la historia litera·
[Historia de mis libros, Managua, Nueva Nicaragua, 1988, p. 37.J
ria de Latinoamérica y de Espafia que, aunque no se consagró en
133
132
miento del régimen c.:olonial, en Espafia, la evidt•ttc.:ia de esta mn. siglo XIX y las habla transformado en simples provincias estéticas
dernidad importada de Francia. Como afirma en un ankulo pu. de Alemania. El gran critico literario danés Georg Brandes (1842-
blicado en /,,¿¡ Nació" de Buenos Aires en 1895: uM i sudio era e,. 1927), que vivió cn París durame varios afios, descubre allí el na-
cribir en francés ¡... ]. La evolución <.¡ue cond111.:iría al l'sp;1i1ol •1 mralismo y la obra dc 'faine, que introduce en su país, suscitando
este rcnacimienco no deherfa produdrse L'n América, a panir dd asl cambios muy profundos en la lircratura de todos los paises es-
momento en que la lengua, en Espafia, madurada por la traditión, candinavos a fines del siglo XIX, en forma del movimienco llama-
está rodeada y erizada de espaí10lismos.u 1 Darío afirma darm1cn. do en sueco Genomhrott, la «ruptura moderna••. La divisa de Bran-
te, en crícicas apenas veladas, su voluntad de sortt·ar a la po1rnú1 dcs era: •cSomccer los problemas a discusión.1• Quería con ello
colonizador.i española y encabezar una revolución litl'l'aria amcri· promover una liccratura que, tomando por modelo el naturalismo
cana contra todos los tópicos impuestos por España a sm oiloni.11 francés, fuera la expresi(m de los problemas sociales, pollricos y es-
de ultramar. Recalca el retraso de la poesía t•spaiiola «madurada réricos, una critica de los valores establecidos, por oposición al idea-
por la tradición.,, para que se evidencie mt·jor la «nowdad .. lllo· lismo preconizado por la tradición alemana. Su serie de conferen-
dernisca: .. Mi éxito -sería ridículo no confi:sarlo-, st· ha dchido .1 cias titulada Las corrientes principales de la literatura del siglo XIX,
la novedad. Ahora bien, ¿en qué consiscía esta novedad? Era el ga· que comienza en 1871 y termina en 1890, conmociona el clima
licismo mencal ... ~ Es esca asombrosa aventura revolucio11.11'ia la literario escandinavo y ejerce una influencia decisiva no sólo en
que evoca Jorge Luis Borges en una cntrevisra publicada ~n Ar· Dinamarca, donde escritores como Holger Drachmann, J. P. Ja-
gemina en 1986: ••[ ... ] realmeme yo creo que a panir del Siglo dt· cobsen y algunos orros se suman a Brandes, sino también en No-
Oro[ ... ] ya decae la poesía española; [... codo se hace rígido[ ... !.
J
ruega, con Bj0rnson e lbscn, y en Suecia, con Srrindberg. 1 Su li-
Y luego cenemos el siglo dieciocho muy pobre, el siglo dit·cinucvc bro Det Moderne Gmmwbruds M¡f,nd («Los hombres de la ruptura
cambién; y entonces viene Darío y ya se renueva codo. Y eso se re· moderna»), publicado en 188.1, dio su nombre a todo aquel movi-
nueva en América, y luego llega a España e inspira a gramb poc· miento literario y cultural, cuya influencia, incluida la pollcica, fue
tas como los Machado, y como Juan Ramón Jiménez, para s1 1lo 1
dererminante, puesto que se considera, sobre todo en Suecia, que
limitarnos a dos; sin duda hay más. [... ] precisamente ful' d pri· «el radicalismo político, el realismo y el naturalismo literarios, la
mero de los renovadores ... Bajo el influjo, desde luego, dl' hlgar emancipación de las mujeres, 1 el ateísmo y el liberalismo religiosos
[ ... J la emergencia de la educación popular•>, están ligados históri-
Allan Poe. Qué raro. Poe es americano: nace en Boston, mul'rc t'll
Baltimore; pero él llega a nuestra poesía porque fütudclairl' lo 1rJ· camente a la urupmra moderna». 1 Ahora bien, la paradoja reside
dujo. [... J De modo que esas tres influencias, <le algt'tn modo son en que se trata de aceptar la dominación específica de París para
influencias de Francia.»·1 liberarse de la opresión alemana. Pero la «ruptura moderna» no es
una copia mimética de las revoluciones teóricas y literarias realiza-
En los paises escandinavos, los que optaron por rcivimlictr l.1 das en París, sino una liberación consentida por las innovaciones
supremacía de París querían combatir el ascendicmc culrnral ale·
l. Cf Régis Boyl'r, Jli.rtoirr dr.1 li11h·1111ire.1 ff.i1uli111wr>. París, Fa)•arJ, 19%.
mán que había dominado sin disputa a sus naciones a lo lar~o dd en cspcch1I el rnphulo V, ul.c Gmo111lm111, 1870 a 1890, cnviron•, pp. IJ'i-19'\.
2. Georg Brandc~ 1rndujo en 186') 011 the S11bje.-1io11 of W'om1111, de S1uart
Mill.
1. lbidr111. p. 15.
l Thurt· Stcnstrfün. Les rrl111i11m m/1urr/lrJfr1111ctJ-s11M11isrs dr 187()¡) 1900.
2. /blárm.
ll11e 11111i1il 111illl1111irt. 1-rs rel111i11m r11trr /11 fr1111cr ti l.1 S11Mr ,) mwrn lrs d,(rs.
3. Jorge Lui~ Borgo, l.ibro tÚ didlogm - Owflldo Frmm', Bucnm Aim, Su·
M. y J.-J:, l\auail (t'ds.), Parls, l\cauchcmc, 199.~. pp. 2'J5-2%.
damericana, 1986, pp. 118-11 IJ.

135
134
importadas de Parfs, que esca ciudad no impone ni dicta, y a la1 Dinaman.:a. Porque somos luteranos, como los alemanes. Con
que tampoco imprime forma, puesto que ran sólo proporcion;1 d M0ller, el gran critico literario danés de los años 1840 -a quien
modelo. puse en escena en El seductor-, 1 hancia entraba por primera VC7.
Hoy, el novelista danés Henrik Stangerup evoca l.1 figura de en la literacura danesa 1... J. Todos los escritores que han creado la
su abuelo, Hjalmar Soderberg, 1 escritor sueco muy célebre en \l1 literatura danesa -cxccprnando a los que escogieron d exilio imc-
país, cuya acritud anrigermánica habla escandalizado en una épot~ rior, como Kierkegaard, que hizo solamente uno o dos viajes a
en que los inteleccuales suecos eran en su mayoría germanMilm: Berlín- fueron grandes viajeros. El más grande c:s, sin duda, Hans
•Desde el principio escuvo próximo a Georg Brandc~. (¡uc m Christian Anderscn, cuyos relatos de viaje son cocalmcntc: desco-
dreyfusista. El periódico de Brandes fue el primero del mundo nocidos en Francia. El sueño de Anderscn, y el de Georg Brandes,
que reprodujo el Yo at-uso de Zola. Y Soderberg comenzó su carrt· era ¡ser traducidos al francés!»i
ra con ardcuJos sobre el antisemitismo en Europa. Murió en
1941. Se suicidó con un estado de ánimo muy similar al de Stcfan Los cambios introducidos por Darlo y Brandes en sus res-
Zweig: se habla exiliado en Copenhague, donde vivió a partir ilc pecrivos espacios licerario nacional y lingüístico-i.:ultural perte-
1907. y estaba convencido de que Hirler ganaría la guerra l... J. M1 necen más al ámbito de la aceleración temporal que al de la in-
padre era crítico literario y también era francófilo, cradujo a mu· novación literaria. Consticuyen más bien acLUa!i7.aciones o adap-
chos escritores franceses, pero era más bien la ¡.;rancia de Mauriac taciones de la moda que revoluciones. Introducen, en regiones
y de Maurois; y yo llego a París en 1956, y mi Francia era la <le hasta entonces alejadas dd meridiano de Grecnwich, aconteci-
Sartre y Camus. Como había estudiado teología y venía del pai1 mientos literarios que ya han tenido lugar en el centro y que per-
de IGerkcgaard, el existencialismo era para mí la primera avcnum miten medir el tiempo específico. Üan a los "jugadores• nacio-
inceleccual. As! pues, hay eres Francias en mi cabc1.a: la de m1 nales bazas para entrar c:n el juego mundial sin retraso temporal
abuelo de principios de siglo, que es la Francia dreyfusista, la <le y les ofrecen, mediance una gigantesca apropiación indebida de
mi padre, más conservadora, y la m!a.» 2 capical, el acceso a las últimas innovaciones cstécicas. Por ello no
Las novelas de Henrik Stangerup están marcadas por e.ca di- pueden ser consagrados por París como innovadores, es decir,
cotomía intelectual y nacional. ccEn lagoa santrt1 es la Alcmani3 creadores capaces de volver a poner los relojes en hora, pero con-
cultural la que desempefia un gran papel. Alemania nos ha inspi· tribuyen poderosamente a unificar el espacio liccrario imponien-
rado siempre históricamence, es la "hermana mayor". Kicrkr· do posiciones autónomas, a través del modelo de la modernidad
gaard se inspira en Alemania y al mismo ciempo se rebela contr:i parisina.
Hegel y la filosofla alemana. En mi novela, el naturalisca danck Al igual que los cosmopolitas centrales, de quienes son, en
Lund cuestiona el posicivismo heredado de la cultura germánica cierto modo, los el1uivalences estructurales, estos cosmopolitas
Se hace brasileño. Pero en el siglo XIX la cultura danesa es, sobre •!excéntricos» participan en la producción del valor literario den-
cro de la ccbanca universal de cambios e inrercambios», por em-
todo, teológica. Los pastores luteranos formaron la intelligentsit1cn
plear la expresión de Rarnuz.·~ Sus traducciones son inmumcnros
l. De So<lerbcrg se han publicado, en francés: Eg11rrmrnts, l'arl~. Vi\•ÍJllC esenciales de la unificación del espacio literario: permicen la ex-
Hamy, 1992; La jtunmr d~ Martin Hirck, París, Viviane Hamy, 199.l; /.r jtu JI·
rituX, Parls, Viviane Hamy. 1995 (erad., en los 1rcs casos, de E. ílali.amo:'. 1. 1-1. Stangcrup, l.r SM11ctr11r, Pal'fs, Ma1.arinc, l 'JH7 (1rncl. Jt' E. Eydoux).
2. Entrevilla inédita con el escritor, septiembre de 1993. 2. Enrrcvis1a, scpricmbrc Je l 'J'J.3.
3. Henrik Stangcrup, l.agoa santa, París, Ma1.arinc, 198'5 (rracl. ele E. M 3. Ch. P. Ramuz, París. Nous d'uw Vt111duis, op. át.. p. 65.
Jacqutt-Tiueau). [útgoa santa, Barcelona, Tusqucrs, 1989.]
137
136
ponación y la difusión de las grandes revoluciones consagrada; en del pequeño restaurante, de la pequeña familia con dificultades
los ceneros. Participan también, gracias a este ennoblecimicmo económicas.» 1 Lo «pintoresco» y el color local son tencativas de
internacional, del «crédito•• universal de escas innovaciones e1pc- pintar una realidad concreta con los medios estéticos más banalí-
dficas. zados y más corrientes.
Los conceptos de «retrasan o de «pobreza» específicos son,
desde luego, objeto de rivalidades y de luchas, de negaciones, re-
A11acro11ismos
beliones y rupturas: el modelo del espacio literario mundial pro-
El anacronismo es característico de los espacios literarios aleja- puesto aquí no se construye según principios evolucionistas. To-
dos del meridiano de Greenwich. El crítico literario brasileño An- dos los escritores «excéntricos» no están <<condenados» a un retraso
tonio Candido describe así lo que llama el «retraso y el anacronis- intrínseco, como tampoco los escritores cencrales son necesaria-
mo» literarios como una de las consecuencias de la «debilidad mente «modernos». Al contrario, en los propios espacios naciona-
cultural• de América Latina: 1 •Lo que sorprende en América Lati- les, se encuentran temporalidades (y, por tanto, estéticas y teorías)
na es el hecho de que se considere como vivas obras estéticamence literarias muy distintas, que hacen coexistir, dentro de una misma
anacrónicas [... ]. Es el caso del naturalismo en la novela, que nm nación y una misma lengua, a escritores que, a pesar de ser en apa-
llegó un poco carde y se ha prolongado hasta nuestros días sin so· riencia contemporáneos (cronológicamente), pueden hallarse más
lución de conánuidad esencial, aunque sus modalidades se hayan cerca de autores muy alejados en el espacio geográfico que de sus
modificado [... ). Cuando el naturalismo era una supervivencia en compatriotas. La lógica específica del mundo literario, que ignora
Europa, entre nosotros seguía siendo un ingrediente de fórmula! la geografía ordinaria e instituye territorios y fronteras muy dife-
literarias legítimas, como las de la novela social de los decenios rentes de los políticos, permite aproximar, por ejemplo, al irlandés
1930 y 1940.» 2 James Joyce y al alemán Amo Schmidt, al yugoslavo Danilo Kis y
El naturalismo («adaptado a la moda españolan, dice Juan Be· al argentino Jorge Luis Borges u, opuestamente, al italiano Um-
net, •importado medio siglo atrás», escribe Vargas Llosa), degra· berto Eco y al español Pérez-Reverte, o al escritor serbio Milorad
dado a instrumento de descripción «pintoresca», fue el instrumen· Pavié ... A la inversa, en los espacios más dotados de recursos lite-
to por excelencia del exotismo internacional. El folklorismo, el rarios coexisten (al menos en apariencia) autores que trabajan a
regionalismo o el exocismo tienen en común tratar de describir la años luz unos de otros. Los académicos (a menudo miembros de
originalidad, la peculiaridad regional (nacional, continental) urili· academias) del mundo entero forman la gran cohorte de todos los
zando, «sin saberlo•, como dice Mario Vargas Llosa, en una es· rezagados de la literatura, que reproducen modelos literarios obso-
pecie de reinvención espontánea del herderianismo, instrumentos letos porque creen en la eternidad de formas estéticas anticuadas y
estéticos caducados desde hace mucho tiempo. en lugar de in· caducas desde hace mucho. Los modernos, por su parte, prosi-
vencarlos. Vargas Llosa habla también del «color local», de la •Vi· guen sin tregua la (re)invención de la literarura.
sión folklórica• de la novela latinoamericana de los años 50 v 60.
Estas cronologías diferenciales explican las dificultades de los
Y Juan Benet emplea más o menos los mismos términos resp~to a
especialistas de la literatura comparada para establecer periodiza-
la novela española de los años 50: «La novela estaba reducida a lo
ciones transnacionales. Aunque rodos los protagonistas no sean li-
pintoresco; era la pintura de la taberna, de la calle, de la pensión,
terariamente contemporáneos, se les puede incluir en la misma

1. Anronio Candido, op. dt., p. 244.


1. Entrevista inédita con el escritor, julio de 1991.
2. lbldnn. p. 245.

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138
medida del tiempo, medida relativamente independiente de la es objeto de un largo debate y de grandes polémicas. Importado
cronología política en la que están confinadas, en lo esencial, las de Francia, es un instrumento de crítica del moralismo y del con-
historias nacionales. De este modo, la difusión mundial de cal o formismo de las representaciones novelescas vinculadas con el pos-
cual revolución estilística inaugurada en el centro (que ha marca- romanticismo. Es también un instrumento de crítica social: la
do el -presenten en un momento de la historia literaria) permite «crudeza» tan denunciada de las descripciones de Zola es un me-
dibujar, en el espacio y en el tiempo, o en un tiempo convertido dio para subvertir literariamente todas las convenciones y los con-
en espacio, la estructura del ámbito literario. La expansión y d servadurismos canto estéticos como sociales. Leopoldo Alas, «Cla-
éxito internacional de lo que fue una auténtica revolución litera- rín» (1852-1901 ), inrroductor y traductor de Zola en España, es
ria, la novela naturalista, pueden dar una idea de esa medida del uno de los defensores más encarnizados del naturalismo, a la par
tiempo específica y de la cartografía literaria que podría establecer- teórico (publicó más de dos mil artículos) y práctico (o sea, como
se a panir de su difusión. Se sabe que el período del triunfo de novelista). Es un intelectual militante: el periodismo literario es
Zola en Alemania se sitúa entre 1883 y 1888, justo cuando su éxi- para él una lucha uhigiénica>> librada en nombre del progreso. En
to comienza a declinar en Francia. Joseph Jure insiste en el retraso la misma época, Emilia Pardo Bazán (1852-1921) publica La
de las traducciones y en el «desfase temporal que separa el espacio C1't'Stión palpitante (1883), colección de anículos sobre el terna de
literario francés del espacio literario alemán». En Francia «el gran la novela realista y del naturalismo francés. Gracias a este instru-
período del éxito naturalista se situó entre 1877 (La taberna) y mento importado, estos «modernos» españoles provocan una rup-
1880 (La novela experimental)». 1 Así pues, al contrario de lo que tura decisiva en la cronología literaria nacional. Recurren al pre-
ocurre en Alemania, los años 1880 ven, en París, la aparición de sence de la literatura, encarnada entonces por el naturalismo
tentativas rivales de las de Zola: la escuela de la novela psicológi:a literario, para combatir -enviándolas al pasado- las convenciones
(con la publicación en 1883 de Essais de psychologie co11tempomint, literarias nacionales.
de Bourget), la aparición de A contrapelo, de H uysmans, en 1884 El naturalismo permitió acceder a la modernidad a los que en
y la oposición del segundo grupo naturalista. Similares inrenros todo el mundo querían liberarse del yugo del academicismo y el
impugnadores del naturalismo no surgen en Alemania hasta co· conservadurismo (es decir, del pasado literario). De igual manera,
mienzos de los años 90, con Die Überwindung des Natumlismus las fechas de la introducción y la reivindicación de la obra de Ja-
[cela superación del naturalismo»], de Hermann Bahr, en 1891. mes Joyce en los diversos campos lingüísticos y nacionales podrían
que reclama el advenimiento de una nueva literatura a partir de la ofrecer otra medida de las diferentes temporalidades nacionales
integración de las posibilidades creadas por la sicología de Bourget dentro del universo literario: Ulises y Finnegans Wake, textos fun-
y el naturalismo de Zola. Se ve, por tanto, que el desfase temporal dadores de la modernidad literaria desde su consagración, son uno
que se mide por la difusión de los acontecimientos decisivos en d de los grandes sefializadores, junto con Zola, el surrealismo, Faulk-
meridiano de Greenwich permanece constante entre Francia y ner ... de distancia con respecto al meridiano de Greenwich.
Alemania.
En España, en los años 1880, el naturalismo francés consi<lc· Así pues, si se intenta definir la literatura como un ámbito in-
rado en cuanto revolución literaria, tanto formal como «polític1•, ternacional unificado (o en vías de unificación), ya no se puede
describir la circulación y la exportación internacionales de las
grandes revoluciones específicas (como el naturalismo o el roman-
l. J. Jure, ·The Reception of Nacuralism in Germany», Ni1111mlism i11 th1 ticismo) ni en el lenguaje de la «influencia» ni en el de la «acogi-
Europea" Novtl. Ntw Critica/ l'mptcti11tj, Brian Nelson (ed.), Nueva York/O~·
da>>. Comprender la introducción de nuevas normas estéticas alu-
ford, Berg Publishers, 1992, pp. 99-119.

141
140
diendo tan sólo a la acogida crítica, al mímero de traduu.:ione~. al una lengua y hacer existir una literatura es el mismo que la lucha
contenido de los arckulos y reviscas, a la ti rada de.· los 1ibros, ~~ por imponer la legitimidad <le un nuevo Estado soberano. Al mis-
también presuponer la existencia de dos universos litc.·rarim sin- mo tiempo, el «efecto» Herder no trastoca profundamente el es-
crónicos e iguales. Sólo si se capta este fonómcno a parcir de 1:1 gl'O· quema definido por Du Bellay. Sólo modificará el modo de acceso
gratla especifica de la literatura y de su medida estética del tiem- al gran juego de la literatura. A quienes descubren su «retraso» en
po. es decir, a parcir del tra1..ado de las rivalidades, de las lmhas y la competencia literaria, la definición alternativa de la legitimidad
de las relaciones de fuerza que organizan el campo literario, a pa1- literaria que descansa en el criterio upopular,, les brinda una espe-
tir, pues, de la ~geografía temporal» que hemos imemado dc~ribi1 cie de usalida de emergencia». Dicho de otro modo, al esquema
aquí, se comprende de verdad cómo s<.· ••acoge», se «rccibt·• y se general y a las leyes definidas por las estrategias de Du Bcllay en
•Íntegra» una obra extranjera. l.11 D~ffenet• et lllustration, hay que afiadir las estrategias de los más
dcsposcfdos literariamente, que harán del criterio popular en lite-
ratura, tanto durante el siglo XIX como a lo largo de todo el perio-
NACIONALISMO Ln"ERARIO do de descoloni1.ación del siglo XX, un instrumento esencial de la
invención de las nuevas literaturas y de la entrad;1 de nuevos pro-
A principios del siglo XIX, cuando ya habían surgido varim tagonistas en el juego literario.
~mbitos literarios autonomizados, el lazo entre polítirn y literatura En el caso de las «pequeñas» literaturas, la aparición de una
se reafirmó de una forma explícita por medio de las tl'Ol'Ías de nueva es indisociable de la aparición de una nueva ccnaciónn. En
Herder. A través de esta nueva forma de impugnaó(m litemia sr efecto, por más directamente vinculada que esté la literatura con el
constituyó el segundo polo del universo. Desde entotH:es d hizo Estado en la Europa preherderiana, las reivindicaciones literarias
de la literatura con la nación no era ya una simple etapa necesaria no tomarán formas «trncionales» hasta la época de la difüsión de los
en la construcción de un espacio literario, sino que se reivindic1h;1 criterios unacionales», en la Europa del siglo XIX. Por eso se obser-
como un logro. La revolución operada por el .. efecto" Hcrdl'I no vará la aparición de espacios literarios nacionales en ausencia de un
transforma la naturaleza del vinculo estructural que une la liwa- Estado constituido, como en 1rlanda a finales del siglo XIX, o como
tura (y la lengua) con la nación. Al contrario, Herder no han· 111;h en Catalufia, la Martinica o el Quebcc de hoy. y en otras regiones
que refort.arlo al volverlo explicito. En lugar d<.· silenciar c~ta dt·· donde surgen movimientos de n;tcionalismo político y literario.
pendencia histórica, hace de ella uno de los fi.111damemm de su La nueva lógica que se afirma, comra la definki<>n autónoma
reivindicación nacional. La dependencia estructural con rcspl'CIO '' de la literatura, permite la ampliacit'>n del universo literario y la en-
instituciones o combates político-nacionales existía ya, rnmo lw- trada en la compercnda literaria de nuevos protagonistas, pero in-
mos mostrado, en los primeros espacios literarios que .~urgim111 en troduce en el universo criterios no espedficos. Evidentemente, rs
Europa entre los s!glos XVI y XVIII. El principio de «dili.~rcn(ia· muy fücil politizar el criterio de «nacionalidad .. o .. popularidad .. de
las producciones litcrnrias propuesto por Herder. La identifirnción
ción~ del espacio pol!cico europeo a partir del paso dt·I siglo XV •ti
que hace entre lengua y nacit'>n, entre poesía y •«genio del pueblo»,
XVI descansaba en gran parte en la reivindicación de la t•s¡K·Lilili·
convierte a esas concepdoncs en un instrumento de <:omh:ue inse-
dad de las lenguas vulgares: las lenguas cumplían una funri<ln nu·
parablemente literario y político. Por esa rn1.ón, todos los espacios
cial de ocseftalizadores de diferencia''· En ocras palabras, las rivalid•t·
litcmrios que lo han reivindicado son cambién los lll<is 11hetertíno-
des especificas que afloraron en el mundo intcl<.·ctual curopl'O dd
mos.,, es decir, los 1mis dependientes con respecto a las institucio-
Renacimiento buscaban, ya desde esa época, fundarse y lcg1tim;1r-
nes nacionales, políticas o amhas. Este polo político-litemrio que se
se en las luchas pollticas. Muy pronto el combate para impon(r
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142
forma por oposición a la lógica autónoma contribuirá a imponer la franqueable) de la literatura, las historias literarias nacionales fueron
idea y la aplicación de la «nacionalización» necesaria de todos los naturalizadas y luego encerradas en sí mismas; se volvieron irreduc-
capitales literarios, en lo sucesivo declarados «literaturas naciona- tibles las unas para las otras y condujeron a tradiciones artísticas
les». Esta sumisión explícita de las instancias literarias a los constre- consideradas carentes de correspondencia.' Sus mismas periodiza-
ñimiencos políticos es uno de los rasgos más importantes del domi- ciones las hicieron incomparables e inconmensurables: se sabe que
nio del polo más político sobre el conjunto del espacio literario la hisroria literaria francesa se desarrolla como una sucesión de si-
imernacional, y tiene consecuencias incontables. La nueva forma glos; que la de la literatura inglesa se refiere a los reinados de los so-
de legitimidad literaria se opondrá al modelo francés y cread el beranos (literaturas isabelina, victoriana); que los españoles acos-
polo antagonista que va a estructurar el conjunto del espacio litera- tumbran a dividir el tiempo literario en «generaciones» (del 98, del
rio mundial. 27). La «nacionalización» de las tradiciones literarias contribuye
fuertemente a la naturalización de su enclaustramiento.
Este lazo entre la literatura y la nación que los teóricos alemanes T uva, al mismo tiempo, efectos reales sobre las prácticas y las
de la nación han situado en el cenero de sus concepciones esencialis- especificidades literarias nacionales. El conocimiento de los textos
ras sirvió después para legitimar el sofisma nacionalista: las procuc- del panteón nacional y de las grandes fechas de la historia literaria
ciones incelecruales dependen de la lengua y de la nación que las ha nacionalizada han transformado esca construcción artificial en un
engendrado, pero los textos, a su vez, traducen el «principio orig[na- objeto de saber y en una creencia compartidos. Estos límites es-
rio de la nación,,. 1 Las instituciones literarias, las academias, los pan- trictos y este trabajo de diferenciación y de naturalización nacio-
teones, los programas escolares, el canon en el sentido anglosajón, nales crean distinciones naturales reconocidas y analizables, parti-
codos ellos convertidos en nacionales, contribuyeron a naturalizar la cularismos nacionales escenificados y cultivados: así se reproducen
idea de la configuración de las lireracuras nacionales sobre el modelo las reglas del juego internas que sólo pueden encender nativos que
exacro de las divisiones políticas. Por eso la organización nacional de conozcan y ucilicen referencias, citas o alusiones al pasado literario
las literaturas se transformará en el objetivo principal de la conpe- nacional. Dichas particularidades, al convertirse en comunes a to-
dos los nacionales, por medio, sobre todo, de la divulgación esco-
rencia enrre las naciones. La creación de un panteón literario nacio-
lar, adquieren una realidad y concribuyen a producir una literatu-
nal y la hagiografía de los grandes escritores (concebidos como
ra con arreglo a las categorías declaradas nacionales.
«bienes~ nacionales), símbolos de un «fulgor» y de un poder imdec·
De este modo se produjo durance el siglo XIX, incluso en
rual, se vuelven necesarias para la afirmación de la potencia nacional.
los universos literarios más potences y más independientes de las
A partir de la revolución herderiana codas las literaturas fueron
creencias nacionales y políticas, una redefinición nacional de la
declaradas nacionales y sometidas a los consrreñimiencos naciona-
literatura. Stefan Collini ha podido mostrar que en Inglaterra
les, y su corpus limitado a las fronceras del país. Separadas unas de
la literatura se constituyó como el vehículo esencial de la 11natio-
otras, se constituyeron como otras cantas mónadas que hallaban en
nal self-definition», 2 y analizó las etapas de la «nacionalización,. de
si mismas el principio de su causalidad. El carácter nacional de la li-
teratura se fijó a través de una serie de rasgos proclamados específi·
cos. Tradicionalmente encendidas como el horizonte «natural» :e in· 1. Cf. Michd Espagne y Michael Werner (eds.), Qu 'm-ce qu 'une litttrature
11ationale? Approches pour 1111e rhtorie i111errolture//e du champ littéraire. Philologi·
q11es 1//, París, Éditions de la Maison des sciences de l'homme, 1994.
l. J. Jun, •Sprache, Literacur, Nation, Kosmopolirismus, lnrernacionalis· 2. Stefan Collini, Public Moralists, Po/irica/ Thoughr and l111e/lectual Lifi in
mus. Historische Bedingungen des deutsch-franrosischen Kulturauscauichc1" Brit11i11, 1850- 1930, op. cit., p. 357. La cursiva es mla.
Lt Fra"fllis aujourd'hui: une langue it comprmdre, loe. cit., p. 235.
145
144
la culrura durante el siglo XIX -y singularmente de la liceratura-.
a través de las antologías para uso del gran público, como fr por el gran poeta Pedro Salinas. 1 Los libros tuvieron un gran éxi-
tfoh Mm of üttm. Insiste, por ejemplo, en la ambición ded,. to, pero la guerra, que llegó muy brutalmente, impidió que pudie-

rada del famoso Oxford Eng/ish Dictionnary de poner de mam. ra germinar la menor influencia de Proust. Nadie o casi nadie ha-
tiesto el •gtnius of the E11giish language», y explicita la tautología bía oído hablar de Kafka, Thomas Mann, Faulkner [... ]. Ningún
escritor había sufrido la influencia de los grandes escritores de este
constitutiva de la definición de la literatura declarada nacional:
siglo, ni en poesía ni en teatro ni en novela y tampoco en ensayo.
cSólo a los amores que muestran las cualidades supuestas se loi
Era casi imposible conocer esos libros que procedían del extranje-
considera auténcicamence ingleses, categoría cuya definición der
ro; no escaban prohibidos, pero, sencillamente, no exisrfa la im-
cansa en ejemplos sacados de textos escritos por esos mismos au.
portación de libros. Sólo Santuario, de Faulkner, había sido tradu-
rores.• 1 cido en 1935, pero a nadie le interesaba.»2
Las naciones literarias más encerradas en sí mismas, preocupa· Este movimiento de nacionalización liceraria tuvo tanto éxito
das por dar una definición de sí mismas, reproducen en circuito que hasta el espacio literario francés se vio sometido en pane a
cerrado sus propias normas ad infinitum y las declaran nacionales esta lógica. La valoración de «folklores regionales», de especificida-
y, por canto, necesarias y suficiences en el mercado autárquico del des culrurales populares y la importación de preocupaciones lin-
rcrricorio nacional. Su confinamiento literario contribuye a repro- güísticas y filológicas en Francia prueban el peso creciente del mo-
ducir su especificidad. Así, Japón, ausence durance largo ciem- delo alemán. Sin embargo, Michel Espagne demostró que en
po del espacio literario internacional, forjó una tradición literaria Francia esta visión nacional de la literarura fue recobrada de ma-
muy potente, reacrualiz.ada con cada generación, a partir de una nera muy específica. Al describir la creación de cátedras de litera-
matriz de modelos designados como referencias necesarias, objeros turas extranjeras a parcir de 1830, ilustra el éxito de las teorías im-
de una piedad nacional. Ese fondo de cultura que permanece for· portadas de Alemania, pero explica el carácter paradójico de esca
wsamente oscuro para los no nativos, poco exportable y poco importación. Parece, en efecto, que en Francia, en esa época, el
comprensible allende las fronceras, favorece la creencia nacional en término «culrura nacional» se aplica ante todo a las culcuras ex-
la licerarura. tranjeras: así, mediante una inversión asombrosa, retornó la ola
Por eso, al revés de lo que ocurre en los universos licerarit11 nacionalista, y la filología, más que en inscrumento de reivindica-
autónomos, se reconocen los espacios literarios más cerrado~ ción de cada una de las nacionalidades que se han particularizado,
aquéllos en los que el polo autónomo no está consticuido. por li se conviene en instrumento de universalización al introducir, en
ausencia de traducciones, la ignorancia de las innovaciones de fa forma de conferencias y colecciones de cuentos populares, de his-
literatura internacional y de los criterios de la modernidad licera· torias de diversas literaturas nacionales, numerosas literaturas poco
ria. Juan Benet (1927-1993), describe así el desinterés por las m· o nada conocidas en Francia como la griega, la provenzal o la esla-
ducciones en la España de posguerra: «ÍA metamorfosis de Ka&. va. Aunque los instrumentos inteleccuales procedan. en gran me-
había sido traducida justo antes de la guerra, un volumen muy ~
1. Pedro Salinas es uno de los miembros dd grupo de la •generación del
queño que pasó casi inadvertido. Pero nadie conocía las grandel 27•. Influido en sus comienzos por el futurismo. cosmopolita, traductor. se exi-
novelas de Kafka; había que comprarlas en ediciones sudamerici· lia en 1939. se afinca en los Estados Unidos y mucre en Boston en 1951.
nas. Proust era un poco más conocido gracias a la traducción, en 2. Juan Benet. entrevista inédita con d escritor. Lo hice dos cm~istas a
1930-1931, de los dos primeros volúmenes de En busca realiudal lknet: una en octubre de 1987 (A) r la otra en julio de 1991 (8), para 1r.uar de
comprender su inverosímil irrupción en el escenario literario español y el lugar
que ocupaba en c.'I. Enucvista B.
l. lbúinn. p. 357.
147
146
dida, de Alemania, Francia recupera extrañamente, por medio dt polos, o sea, de su volumen de capital, o sea, de su autonomía re-
esca rcapropiación intelectual, su concepción universalizame. 1 lativa, o sea, de su antigüedad. Hay, por canco, que representarse
el universo literario mundial como un conjunto formado por la
rotalidad de los espacios nacionales, a su ve:z polarizados conforme
NACIONALES E INTERNACIONALES al peso relativo que en ellos ostentan el polo internacional y el na-
cional (y nacionalista).
Así pues, a parcir de la revolución herderiana, el espacio litera- Pero no se trata aquí de una simple analogía estrucrural. En
rio internacional va a estructurarse de manera duradera según el realidad, cada espacio nacional logra en principio emerger y luego
volumen y la antigüedad de los recursos literarios y según el grado auconomizarse apoyándose y remitiéndose al polo autónomo del
(correlativo) de autonomía relativa de cada espacio nacional. El es- ámbito mundial. La homología entre el espacio literario interna-
pacio licerario internacional se organiza, pues, según la oposición cional y cada espacio nacional es producto de la forma misma del
enue, por un lado, el polo aurónomo, los espacios más clocados de ámbito mundial, pero también del proceso de su unificación: cada
recursos literarios, que sirven de modelo y de recurso a codos los espacio nacional aparece y se unifica sobre el modelo y gracias a
escritores que reivindican una posición de autonomía en los espa- las estrucruras de consagración específicas que permiten a los es-
cios en formación (ahí es donde París se erige en capital literaria cricores internacionales legitimar su posición en el plano nacional.
universal «desnacionalizada,., y donde se instituye una medida es- De este modo, no solamente cada ámbito se consciruye partiendo
pecífica del tiempo de la literatura) y, por otro, los espacios más del modelo y gracias a las estrucruras autónomas de consagración,
desposeídos o en formación y que son dependientes con respecco a sino que también el ámbito mundial Üende a auconomizarse me-
insriruciones o estrucruras políticas y, más a menudo, nacionales. diante la constitución de polos autónomos en cada espacio na-
Ahora bien, la configuración interna de cada espacio nacional cional.
es homóloga de la del universo literario internacional: se organiza En otras palabras, los escricores que reivindican una posición
también con arreglo a la oposición entre el sector más literario (y (más) autónoma son los que conocen la ley del espacio literario
el menos nacional) y la zona más dependiente políricamence, ~ mundial y se sirven de ella para luchar dentro de su ámbito nacio-
decir, según la oposición entre un polo autónomo y cosmopolica y nal y subvenir las normas dominantes. El polo autónomo mun-
un polo heterónomo, nacional y político. Esca oposición se cradu· dial es, pues, esencial para la formación del espacio entero, es de-
cir, para su «literarización» y «desnacionalización» progresiva: sirve
ce, en especial, en la rivalidad entre los escritores ••nacionales• ~·
de recurso real no sólo mediante los modelos teóricos y estéticos
los 11internacionales11.2 La posición de cada espacio nacional en I~
que puede proporcionar a los escritores ccdescentrados» de codo el
estructura mundial depende de su proximidad a uno de los dos
mundo, sino asimismo por medio de sus estructuras editoriales y
críticas, que sostienen la fábrica real de la literatura universal. No
1. Michd Espagne, Le ParaJigme tÚ l'!tranger. ltJ chaim t:ú littmtMrt hay «milagro» de la auconomía: cada obra llegada de un espacio
hrangtre au XIX' Jieck, París, t:dicions du Cerf, «Bibliocheque franco-allcm~n· nacional poco dotado, que aspira al círulo de literarura, sólo existe
de•, 1993.
en relación con las redes y la potencia de consagración de los luga-
2. Chriscophe Charle ha descrico la misma dicocomla en el ámbico in1de<·
cual europeo del siglo XJX: •Las diversas concepciones de los inceleccualcs que >e res más autónomos. Sigue siendo la representación de la singulari-
enfrencan en Europa pueden conducirn, escribe, ua la oposición entre cransgr(· dad, fundadora de la ideología literaria, la que ha impuesto la idea
sores de fronceras y guardianes de éstas.• uPour une hiscoirc comparée des ince- de la soledad creadora. Los grandes héroes de la licerarura no sur-
Ueccucl& en Europe•, Líber, &vue iruernationak tÚJ livm, n. 0 26, mano dr gen más que en relación con la potencia específica del capital lite-
1996, p. 11.
149
148
rario autónomo e incernacional. El caso de Joyce, rechazado rn Proust, Pirandello, etc .• son escritores europeos. Los escritores de
Dublln, ignorado en Londres, prohibido en Nueva York y cmsa. gran venta en su país, pero que no son leídos por la élite de su país
grado en París, constiruye, sin duda, el mejor ejemplo. y son ignorados por las élites de los demás países, son escritores [... J
El mundo literario es un lugar de fuerzas antagónicas; no se lt digamos nacionales, categoría intermedia entre los escritores euro-
puede describir según la sola lógica lineal de la auconomización peos y los locales o dialectalcs.» 1
gradual: a las fuerzas cencríperas orientadas hacia el polo autóno-
mo y unificador, que permite a codos los procagoniscas ponerse de El exilio es cuasi constitutivo de las posiciones de autonomía
acuerdo sobre una medida común del valor literario y sobre un para los escritores surgidos de espacios «nacionalizados». Los gran-
punto de referencia «literariamente absoluto» (el meridiano de des revolucionarios específicos, Kis, Michaux, Beckett, Joyce, se ha-
Greenwich literario), a partir del cual se medirá dicho valor. se llan en tal grado de ruptura con su espacio literario de origen y tie-
oponen las fuef7.as cencrífugas de los polos nacionales de cada CS· nen una familiaridad can grande con las normas literarias vigentes en
pacio nacional, es decir, las fuerzas de inercia que contribuyen a los centros, que sólo pueden encontrar salida fuera de su universo
dividir, particularizar, quintaesenciar las diferencias, reproducir nacional. Las tres «armas» que Joyce reconoce como propias en A
los modelos del pasado, nacionalizar y comercializar los productos Portrait ofthe Artisr as a Young Man (1916) deben encenderse en ese
literarios ... sentido. Su personaje Stephen Dedalus declara, en efecto, en una
A partir de ahí se comprende mejor por qué, propuesta recí- fórmula comentada con frecuencia, que se esforzará por vivir y crear
proca de la precedente, las luchas unificadoras del espacio in:crna- lo más «libremente» y «plenamente» posible, y prosigue: «utilizando
cional se libran principalmente en forma de rivalidades dentro de en mi defensa las únicas armas que me consiento: el silencio, el exilio
los ámbitos nacionales. Oponen, dentro de un mismo espacio lite- y la astucia». 2 El exilio es, sin duda, el «arma» principal del escritor
rario nacional, a los escritores nacionales (los que se remiren a la que se propone preservar a coda cosca una autonomía amenazada.
definición nacional o <<popular» de la literatura) con los escritores
internacionales (los que recurren al modelo autónomo de la licera- La España de los años SO y 60 y la Yugoslavia de los años 70
cura). Así se perfila, desde que el espacio se unifica, un sistema de son dos ejemplos para comprender lo que está en juego en las lu-
oposiciones estructurales: Miguel Delibes y Camilo José Cela son a chas que se libran, en los espacios dominados, entre los <<naciona-
Juan Benet, en España, lo que Dragan Jeremié es a Danilo Kis en les», para quienes la estética literaria, vinculada con problemáticas
(ex) Yugoslavia, o lo que V. S. Naipaul es a Salman Rushdic en la polf ticas, es necesariamente neonacuralista, y los internacionales,
cosmopolitas y políglotas, que, conociendo las revoluciones espe-
India o Inglaterra, lo que el conjunto del Grupo 47 es a Arno
cíficas que se producen en las regiones más libres del universo lite-
Schmidr en la Alemania de posguerra, Chinua Achebe a Wole So·
rario, tratan de introducir nuevas normas.
yinka en Nigeria, ere. AJ mismo tiempo, se puede comprender que
Juan Benet explica su rechazo de los cánones de la literatura
escas dicotomías que estructuran el espacio mundial son las mis-
española en los años SO y 60 mediante la conciencia que tenía de
mas que las que oponen a los formalistas y los académicos, a losan·
tiguos y los modernos, a los regionalistas y los cosmopolicas, a los
provinciales o periféricos y los centrales ... Larbaud había esbo1.ado l. Valery Larbaud, Ce vice impu11i, la lecture. Dom11i11t a11glais, op. cit., pp.
una tipología bastante próxima (en un momento en que el mundo 407-408.
literario se reducía casi a Europa) en Ce vice impuni, la lecture. Do- 2. James Joyce, A Portrait of the Artistas a You11g Ma11, Nueva York, The
Viking Press, 1964, pp. 246-247 [Retrato del artista adolesceme, Madrid, Alian-
maine anglais: "Es escritor europeo el que es leído por la élire de su
za, 1997.J
país y por las élites de los demás países. Thomas Hardy, Marcd
151
150
su anacronismo temporal y estético: «No había liccracura e!>pañola en la estética novelesca: «Era sobre codo la mediocridad literaria de
contemporánea: todos los escritores entre 1900 y 1970 han escri10 todos los novelistas españoles lo que me enfurecía [... ]. Copiaban
a la manera de la generación del 98, el naturalismo adapca<lo a la la realidad española con los medios, el sistema, el estilo de la gran
moda española, a la lengua castellana, rodos, codos, rudos. Era una tradición de la novela naturalista, y eso yo no lo soportaba.» 1 Esta
literatura ya arruinada, que pertenecía ya al pasado ames de ser t"I· estética funcionalisca y realista es, como hemos visto, uno de los
crica.» 1 Juan Benet constituye por sí solo, a parcir de finales de 101 índices capitales de la heceronomia o, dicho de otro modo, de la
años 50, la primera posición internacional en un espacio lircrario gran dependencia política de codo el espacio literario español: la
español entonces dominado por la dictadura franc¡uisca. Toman- España literaria de los primeros años 60 se presenta como uno de
do como único modelo la novela norteamericana, y en cspcc~I los espacios más conservadores y menos autónomos de Europa. Es
Faulkner -a quien descubre gracias a los números de Ln Temp; un país donde la historia (literaria y política) parece haberse dete-
moder'nes que le llegan clandestinamente-, concribuyc a revolucio- nido y que ignora codas las conmociones producidas en el mundo.
nar la novela española, 2 en un universo literario coralmente cerra- En este paisaje inmovilista, Benet rompe con las problemáticas
do a las innovaciones incernacionaJes. nacionales y reivindica la necesidad de una literatura que, para ser
El enclaustramiento político e inceleccual de la España frai- verdaderamence contemporánea, debe rebasar las fronteras políti-
quista3 es una de las expresiones más significativas de la ccnracion cas. Su conocimiento excepcional y clandestino de lo que se publi-
aislacionista de ese país. Es un aislamiento tanto accivo como pa.1Í· caba en París2 le permite abrirse a las novedades literarias de todo
vo (esto es, decidido en el plano nacional y sufrido en el imerna- el mundo: «Recibía todas las traducciones que [Momieur] Coin-
cional) que refuerza costumbres nacionales. La guerra civil signirt- dreau realizaba para Gallimard, y así leí a Faulkner, en versión
có una fractura profunda, radical, en las letras españolas. Los francesa. Francia era muy, muy imporcance, codo venía de allí. Re-
movimientos iniciados por las vanguardias de los años 1O y 20, y cibía Les Temps modernes un mes después de publicarse. Tengo to-
luego por la generación del 27 se frenaron dráscicamcnrc; la clase davía en mi casa toda la colección de la revista de 1945 a 1952, y la
incelecrual fue exterminada y la literacura del interior, que se csci- novela negra norteamericana, por ejemplo, la descubrí allí.» 3
be bajo el control de la censura en los años 40 y SO, está nocablc- El modelo y, sobre codo, la difusión de textos consagrados in-
meme debilitada y empobrecida. cernacionalmence permiten la aparición, incluso clandestina, de un
Juan Benet, que llega a Madrid en los años SO, describe un polo autónomo: un hombre en una situación casi experimental de
paisaje literario bajo dependencia política. Pero el realismo obliga· aislamiento cultural (o que, al menos, se ve así) descubre las nove-
torio, las problemáticas de uso exclusivamente interno están, de dades de la estética y de la técnica novelescas que surgen en Europa
hecho, en la concinuidad exacra de coda una tradición mirnccl:a
y en los Estados U nidos en los años 40 y 50, y es ese modelo inter-
nacional el que le ofrece los instrumencos que necesita para cues-
tionar el conjunco de las prácticas literarias y estéticas que domi-
l. J. Bcnct. Enm:vis1a B. nan su país. Dando ese rodeo se establece, de un modo más
2. Eipccialmcnrc con Rafael Sánchcz Ferlosio y sobre todo con su amig•i
Luís Manln Santos.
3. Recordemm que España no tuvo relaciones diplomáticas entre l'J•í~ \' l. J. Benet. E.imevísta B.
1949, y la frontera con Francia permaneció cerrada dura me rres ai1os: ínmcdi.i· 2. Cf. Otolio m Mdtlrid h11cia 1950, op. cit. Los libros franceses le llegaban
camentc delpués de la guerra civil, quedó apartada del conílicro mundial .1 pesar clandestinamente por medio de la valija diplomática gracias a su hermano, que
de aus 1ímpatlas pro alemanas; luego, desde el 12 de diciembre ele 1946, una re· vivla en París.
solución de la5 Naciones Unidu condenó el régimen instaurado por 1:rnnco;Jt 3. J. Bener. Entrevista B.
acuerdo con la ONU, Francia cerró sus fronteras con España.
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152
general, el lazo encre el conservadurismo estilístico vinculado con bir «con este distanciamiento permanente (tanto en la forma como
las tradiciones de un país y las posiciones nacionales (en el semidQ en el fondo) con respecto a nuestra literatura habitual, con esce
amplio), por un lado, y, a la inversa, la relación encre la innovacilín alejamiento que, aunque no garantice a la obra una superioridad
literaria}' la cultura internacional, por otro. absoluta y ni siquiera relativa [... ], le asegure cuando menos mo-
Su resolución de escribir según las normas literarias vigcmC1 dernidad, es decir, el no ser anacrónica.>• Y añade: .,y si aprovecho
en el meridiano de Greenwich y que eran desconocidas en bpa- en mis libros la experiencia de la novela europea y americana [... ]
ña, país que sufría una violenta censura política, era de una vale11- [es] porque he deseado [... ] acabar, por lo menos en el marco de la
tía inaudita y le condenaba a ser un perfecto desconocido durante literatura de mi país, con los cánones y los anacronismos.» 1 Al to-
codo el tiempo en que el espacio nacional -que habría de contri- mar por norma estética la «novela europea y americana», Kis rom-
buir a transformarse profundamente, poco a poco- recupera su pe con las prácticas literarias de su país, designadas temporalmente
retraso y asimila la revolución realizada. Tuvo que esperar diez o bajo la forma de «anacronismo», y apela al presente de la interna-
quince años para que ocra generación tomase el relevo y le impu- cionalidad, es decir, la «modernidad», descrita a su vez según la ca-
siera como uno de los más grandes escritores de la modernidad tegoría temporal del «no ser anacrónico». Explica de esce modo
española. Esta soledad cronológica, que le aísla de la gente de su sus propias técnicas narrativas como una manera de evitar «el pe-
generación y le impide formar un grupo o una escuela, refum;1 cado original de la novela realista -motivación psicológica y punto
para él la idea de una libertad conquistada hacia y comra wdos, )' de 11ista divino-, motivación que, con los lugares comunes y la ba-
de una ética necesaria, tanto política como estética: «Creo», dice, nalidad que engendra, sigue haciendo estragos en la novela y los
"que he llevado a cabo una ruptura "moral" con la literatura que cuentos aquí [en Yugoslavia] y que, con sus soluciones anacróni-
cas, triviales, y su défn vu, suscita todavía la admiración de nues-
se escribía anees en este país. Los noveliscas jóvenes, como Javier
rros crícicos». 2 -
Marías, Félix de Azúa, Soledad Puértolas, son mucho m;Ís cultos
Danilo Kis se halla, en la Yugoslavia de los años 70, en exac-
que los de la generación anterior; tienen también. como yo, llla\'
poco respeto por la literatura española tradicional. Han ~prendi­
tamente la misma situación que Juan Benet en España, diez o
veinte años antes: en aquel país completamente cerrado y reple-
do el oficio leyendo a los autores ingleses. franceses, noneanmi-
gado sobre problem:icicas literarias, canco nacionales como políci-
canos, rusos [... ] y han roro con la tradición, como yo. No es u11;1
cas, en un medio intelectual •<ignaro»,-1 dice él, vale decir «pro-
posrura de maestro, es más bien una conducta lo que reninoccn,
vinciano», logra imponer una nueva regla de juego y una nueva
una écica.n 1 La única subversión admitida hasca entonces en un
estética novelesca enarbolando experiencias de las revoluciones li-
país dominado por la ley de la dictadura era precisamente de (a-
terarias realizadas a escala internacional. Pero la rupcura que rea-
ráccer político. Benec introduce la ley de la independencia litlf;t-
liza sólo puede comprenderse desde su universo nacional, contra
ria, aboga por la primacía de la forma y del recurso a modelos in·
el cual se elabora. Cas anatomije. publicada en Belgrado en 1978,
rernacionales, contra la intrusión tácica en el universo Je la
es la descripción minuciosa del espacio literario yugoslavo. Fue
creación novelesca de cuestiones dictadas por el régimen político.
escrira con motivo de un asunto cuya víctima fue el propio Kis:
la acusación de plagio formulada contra su novela Una tumba
En esta misma lógica, Danilo Kis, en un manifiesto lircr~1rio
publicado en Belgrado en los afios 70, las anatomije. gran «tfocc-
ci6n~ del cuerpo literario yugoslavo, proclama su derecho a cs.:rí- 1. D. Ki~. /,11 Ltro11 dim11tamit, op. cit .. pp. <i3-54.
2. Jhldtm. p. 1 15.
3. lbidrm.
l. J. Bcnet. Encrt'Vista B.
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154
para Bori.s Davidovich: siete capítulos de una misma historia. Da- 1

nonizadas de [la] literatura [scrhia] .. 1 explica en parte la forma mis-


nilo Kis es uno de los escritores más célebres de Yugoslavia, uno
ma de su obra; en el espacio literario yugoslavo, crónicamente ana-
de los poquísimos de su genemción realmente reconocido fuera crónico, Danilo Ki~ lucha por imponer, con referencia a coda la lice-
de sus fronteras, envidiado y marginal, resueltamente anrirmio- ratura internacional, los criterios de la literatura autónoma.
nalista y cosmopolita en un país replegado y dividido. Su c~lra
empieza a traspasar los límites nacionales y se: traduce a varia.'
lenguas. Todo le opone a los intelectuales nacionales. LAS R1RMAS DE LA DOMINACIÚN LITERARIA
La acusación de plagio sólo es posible y «creíble:» en un l1ni-
vcrso literario que aún no haya sido afectado por ninguna de la~ En el universo literario, la dependencia no se ejerce de modo
grandes revoluciones literarias, estéticas y formales de esce siglo Se unívoco. La estructura jerárquica no es lineal y no puede descri-
necesitaría un universo completamente cerrado e ignorante de la~ birse según el esquema simple de una dominación cencrali1.ada y
innovaciones literarias «Occidentales» (adjetivo al que se da siem- única. Si el espacio literario es relativamente autónomo. es tam-
pre un sentido peyorativo en Belgrado, dice Kis) para presentar bién, en consecuencia, relativamente dependiente del espacio polí-
como una simple copia exacta un texto escrito en referencia a toda tico: las huellas de esta dependencia original son múltiples. En
la modernidad novelesca internacional. La acusación en sí mi5ma otras palabras, en la República mundial de las Letras se pueden
es en realidad la prueba de un <iretraso» estético de Serbia, que se observar otros principios de dominación, sobre codo políticos, que
sitúa en el «pasado» Jicerario con respecto al meridiano de Grecn- siguen ejerciéndose en especial a través de la lengua.
wich. Lo que Kis llama c<el kitsch folklórico», el realismo, d De nuevo encontramos aquí toda la ambigüedad, ya descrita,
«kitsch pequeñoburgués», lo «bonito», es otra manera de designar que preside el gesto literario mismo: como la lengua no es un ins-
las prácticas conformistas de un espacio literario cerrado sobre si trumento literariamente autónomo, sino siempre político, por pa-
mismo que sólo sabe ya reproducir ad infinitum la conccp(ión radójico que parezca, el universo literario permanece somecido a
neorrealisca de la novela. dependencias políticas por medio de la lengua. Por eso las formas
La crítica virulenta del nacionalismo que abre ÓJS mwtomijr no de dominación, en cierro modo ((encajadas» unas en otras, tienden
es solamente política en el sentido estricto del término; es también a superponerse, a mezclarse, a ocultarse entre sí. Los espacios lite-
una manera de defender, políticamente, una posición de aucono111fo rariamente dominados pueden así serlo -y de manera inseparable-
liceraria, es el rechazo literario a reconocer los cánones estéticos im- tanto littgüística como políticamente. La dominación política -so-
puestos por un universo nacionalista. c<El nacionalista es, por defini- bre todo en los paises que han sido sojuzgados por la coloniza-
ción- se ejerce también en la forma lingüística, que en sí misma
ción, ignaro», 2 escribe Kis; es, en todo caso, según palabras de Be-
implica una dominación literaria. Cuando es exclusivamente lin-
nec, un académico, un conservador estilfstico, puesto que no conoc<
güística (y cultural), y no política -como la que sufren, por ejem-
nada más que su tradición nacional. Esca <<distancia permanentc•, 1
plo, Bélgica, Austria o Suiza-, la dominación es asimismo, y en
este ucoeficimttdiferencial(de sus textos] con respecto a las obr;isca·
consecuencia, literaria. Pero también puede ser específica, es decir,
ejercerse y medirse solamente en términos literarios. La eficacia de
J. Danilo Kii. Un tombra11 po11r /Joris David1J11Ítt'h, Parí~. C;1lli111ard, 1'P'l la consagración de las instituciones parisinas, d poder de los de-
1Una tumba para Boris Davidovil'h: sirte capltu/m de una mim111 hist1Jrt~ 1 • lhrcdt•· cretos de la crítica, el efecto canonizador de los prefacios o de las
na, Scix Barral, 1983.]
2. D. Ka. Ll1 Ltftm d'anatomir. op. cit., p. 29. 1. Ibídem, p. 54.
3. Jbbúm. p. 53.
157
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craducciones fumadas por escritores consagrados a su vr:z. en d pueden ser dominados y a la vez servirse de esca dominación como
centro (Gidc como prologuista del egipcio Taha Hussein y com(J instrumento de emancipación y de legicimidad. Criticar la imposi-
craduccor de T agore, 1 Marguerice Yourcenar cuando introduce en ción de formas o de géneros literarios conscicuidos porque habrían
Francia la obra del japonés Yukio Mishima 2), el prestigio de 1.ai sido heredados de la cultura colonial, como hace en ocasiones la
grandes colecciones, el importante papel que desempeñari 101 crícica llamada upost colonial», 1 es ignorar que la literatura misma,
grandes traductores son algunas de las manifestaciones de ese¿ do- como valor común a todo un espacio, es, sin duda, una imposi-
minación específica. ción heredada de una dominación política, pero también un ins-
Como codas escas formas de dominación pueden confundir>e. trumento que, reapropiado, permite a los escritores desproviscos
superponerse u ocultarse unas a otras, uno de los propósitos de específicamente conseguir un reconocimiento y una existencia
este libro es describir las formas específicas de esca dominacién 11- concretas.
ccraria, que rara vez ha sido capeada o descrita como cal, al tiem-
po que mostrar que esas relaciones de fuerza pueden asimismo ser Regiones literarias y dreas lingüísticas
la forma eufemizada de relaciones de dominación política. Pero se
trata también, a la inversa, de mostrar que no se puede reducir a Las áreas lingüísticas, especie de «subconjuntos» en el universo
una simple relación de fuerza polícica la cuestión de las rclacionei literario mundial, son la emanación y la materialización de la do-
de dominación literaria, como en ocasiones hacen los que tienden minación política y lingüística. A través de la exportación política
a linútar a las solas consecuencias de la historia colonial el con- de las lenguas centrales, las naciones colonizadoras, en particular,
junco de los problemas que se plantean a los desheredados litera- que son igualmente las naciones literarias dominantes, han permi-
rios, o a describir las «diferencias de altitud» entre las liceraruras tido reforzarse al polo político. Se han formado así, pues, áreas
nacionales recogiendo las formas más comunes de los análisis de lingüísticas (o lingüíscico-culcurales) como una especie de expan-
la dominación económica reducida a una oposición enm los sión (extensión) de los espacios literarios nacionales europeos.
•ceneros,. y las •periferias». Ahora bien, esta espacialización tiende 11Los conquistadores de piel rosa», ha escrito Salman Rushdie,
a neucralizar la violencia específica que preside las relaciones en el «Volvieron a sus casas renqueantes, los boxwallahs, las mmzsahibs y
universo Ücerario y a ocultar la desigualdad y la rivalidad resulcan- los bwanas dejaron eras de sí sus parlamencos, sus escuelas, sus ca-
ces de una oposición propiamente literaria entre domínames 1· rreteras y las reglas del juego de críquet.» 2 La unificación lingüísci-
dominados. Estos modelos políticos ya no permiten comprende~. ca y cultural ha impuesto, en gran parre, la .. Gran Era Rosa».
en su especificidad, las luchas de los dominados contra el cenero Édouard Glissam, poeta antillano, evoca a propósito de los gran-
de los ceneros o contra los ceneros regionales ligados con las áreas des movimientos colonizadores la «propensión» de las lenguas eu-
lingüísticas, ni, sobre todo, la especificidad del hecho y de la esté· ropeas «a exportarse, lo que engendra la mayoría de las veces una
rica literarios. especie de vocación de universal». 3 Lo que el conquistador, escri-
Además, para hacer el modelo aún más complejo, hay que ha· be, '<exportaba en primer lugar era su lengua. Por ello las lenguas
bJar de una ambigüedad de la dominación literaria. Es una forma
l. Cf., en especial, Florence Harlow, Resista11ce Literature, Nueva York y
muy particular de dependencia, en virtud de la cual los cscrícom Londres, Merhuen, 1987. .
2. Salman Rushdie, .. Le Nouvel Empire a l'lmerieur de la Grande-Brecag·
l. Taha Hussc:in, /J livre tkr joun, París, Gallimard, 1947; R.1bindr.mach ne •., Patries /maginaim. Essais et critiques, 1981-1991. París, Bourgois, 1993,
Tagorc, L 'offeande lyrique, Parls, Gallimard, 1914. p. 144. (erad. de A. Chacelin).
2. M. Yourccnar, Múhima, ou la Vision du vide, París, Gallimard, 198:. 3. ~douard Glissant, Poltique de la relation. París, Gallimard, 1990, p. 35.

159
158
de Occidenre se consideraban vehiculares y a menudo ocupaba11 el ridad sobre el territorio lingüístico que depende de él, pero sobre
lugar de metrópolis.» 1 codo de establecer, sobre dichos territorios bajo control escolar,
Cada «territorio» lingüístico comprende un cenero que con- lingüístico o literario, su monopolio de la consagración literaria.
trola y polariza las producciones literarias dependiences de él. Lon. De este modo, las grandes capitales literarias aplican diversos
dres es hoy día central (aunque rivalice con Nueva York o Toron- sistemas de consagración que les permiten conservar una especie
to) para los australianos, los neozelandeses, los irlandeses, 105 de «protectorado» literario: siguen ejerciendo, gracias a la ambi-
canadienses, los indios y los africanos anglófonos; Barcelona. capi- güedad del uso de las lenguas culturales, un poder político de
tal intelectual y cultural de España, sigue siendo un gran centro li- componente literario. Por eso la perpetuación de la dominación,
terario para los latinoamericanos; París es central para los escrico- incluso en forma neocolonial «suave», de la lengua y la liceracura,
res de África y del Magreb, así como para los belgas, los suizo~ y es un factor poderoso de consolidación del polo heterónomo (can-
los habitantes de Quebec, con los cuales le unen, por lo demás, re· co literario como económico) del ámbico literario mundial.
laciones de dominación literaria y no política. Berlín sigue sic1do
la primera capital de consagración para los escritores austriacos y Londres es, por supuesto, la otra capital de la literatura, y ello
suizos, y es un polo dominante para los países de Europa del nor· no solamente debido a su capital literario, sino asimismo gracias a la
te, al igual que para las naciones de Europa central surgidas del inmensidad de su antiguo imperio colonial. La magnitud potencial
desmembramiento del imperio austrohúngaro. del reconocimiento que Londres ha podido ocorgar (en Irlanda, en
Cada área lingüístico-cultural conserva una fuerce auronomia la India, en África, en Australia ... ) es, sin duda, una de las más im-
con relación a las otras: es una «literatura-mundo>> -por crampo- portantes del mundo; escricores tan diferentes como Shaw, Yeats,
ner el concepto braudeliano de «economía-mundo»-, es decir un Tagore, Narayan o Soyinka, es decir, el conjunto de autores proce-
conjunto homogéneo, autónomo, cenrralizado, en el cual (casi} dentes de las partes del mundo colonizadas por Inglaterra, cienen (o
nada va a cuestionar de nuevo la circulación unívoca de las obras y han tenido) a Londres por capital literaria. Este poder de consagra-
la legitimidad del poder central de consagración. Un panteón e¡- ción literaria que se extiende sobre un territorio inmenso le confiere
pecffico, premios literarios, géneros privilegiados por una hiscoria. también un amplio crédico literario mundial. La capital británica ha
uadiciones propias e incluso rivalidades internas dan forma y con· dado siempre una real legitimidad literaria a los escricores surgidos
tenido a una producción literaria en un conjunto lingüístico dado. de su imperio colonial: lo atestiguan los premios Nobel de Tagore,
En función de su hiscoria y de sus tradiciones propias, escos con- Yeats, Shaw o Soyinka. La consagración londinense es un verdadero
juntos imponen o suponen normas diferentes (francofonía, (Jm· certificado literario que permite a escricores indios, sea cual sea su
monwealth, ere.). Dentro de cada área, la estructura es sensi· posición en el ámbito indio o inglés-ya escén cocalmente asimilados
blemente la misma que la del espacio mundial. Una jerarquía sucil a los «valores•> británicos, como Naipaul, ya mantengan una rela-
se establece entre los distintos satélites en razón de su discancia ción de distancia crítica, como Rushdie-, existir literariamente en el
simbólica -estética y no geográfica- del centro. Varios ceneros plano internacional, aun en el caso de que esos ennoblecimientos li-
-por ejemplo, Londres y Nueva York en el área anglófona- pue· cerarios no estén exentos de segundas intenciones políticas.
den disputarse el monopolio de la legitimidad o encarnar uno u Salman Rushdie escribe de uno de los héroes de Satanic Ver-
1
otro de los polos antagonistas del espacio mundial. Cada .. h1gar m, Saladin Chamcha, indio emigrado a Londres: «De las cosas de
capicah> trata de imponer la evidencia de su centralidad y su auto·
1. Par(s. Christian Bourgois, 1989 (erad. de A. Nasier). [Los vmos satd11icos.
l. Jbfánn, p. 31. Barcelona, Planeta, 1991. I

160 161
ción llamada «preclásica», la de KJopstock y, sobre todo, Lessing,
la mente, lo que más había amado era la cultura proceica e inago·
intenta abrir una nueva vía, entre 1750 y 1770, proponiendo apo-
table de los pueblos de habla inglesa; [... ] dijo que Otelo, "esa obr~
yarse en el modelo inglés para poner fin a la imicación (y, por tan-
por sí sola", valía tanto como toda la producción de cualquier otro to, a la dominación) de los franceses. Lessing representa el origen
dramaturgo de cualquier ocra lengua, y aunque era consciente de del gran movimiento de revalorización en Alemania de la obra de
que la definición tenía su hipérbole, no creía exagerar mucho (... ] Shakespeare.
había entregado su amor a esta ciudad, Londres, prefiriéndola a 1u Pero Londres se impone raras veces fuera de su jurisdicción
ciudad natal y a cualquier otra; se había deslizado sigilosamente lingüística y de su (ex) cerritorio colonial. U na encuesta recience
sobre ella, con creciente emoción, quedándose quieto comJ una muesrra que los editores londinenses publican muy pocas craduc-
estatua cuando ella miraba hacia él, soñando con ser el que llegara ciones literarias y que las escructuras de consagración sólo se ocu-
a poseerla para, así, convertirse en ella, como en ese juego de los ni- pan de textos escritos en inglés. 1 Debe su crédito a la extensión de
ños ingleses que se llama "los pasos de la abuela", en el que el niño su área lingüística y a la posición dominante que ha adquirido la
que toca al que "se queda" asume la deseada identidad [... ] Su [... ] lengua inglesa, pero como su poder de consagración sigue cenien-
prolongada tradición de amparo, condición que mantenía a pesar do una base lingüística (y, por ende, a menudo polírica) no es
de la recalcitrante ingratitud de los hijos de los refugiados; y sin la nunca completamence específico. Su crédito propiamente literario
retórica, virtuosa y aucosuficiente alusión a "los afligidos y pe11e- no es, por consiguiente, de la misma índole que el de París.
guidos" que utilizaba la "nación de inmigrantes" del otro lado del Hoy día, dentro del área cultural inglesa, la rivalidad entre
océano, a la que no es que se le diera muy bien eso de abrir lm Londres y Nueva York ha provocado una bipolarización muy clara
brazos. ¿Acaso Estados Unidos, con todos sus es-en-la-accualidad- del espacio cultural de lengua inglesa. Pero aunque el centro nor-
o-ha-sido-alguna-vez hubieran permitido a Hó Chi Minh cocina.r teamericano es en la actualidad el polo económico indiscutido de
en sus hoteles? ¿Qué diría su ley McCarran-Walrer acerca de un la edición mundial, no se puede afirmar rodavía que los Estados
Karl Marx actual, que con su barba florida pretendiera cruzar la¡¡. Unidos se hayan convertido en una potencia liceraria consagrado-
nea amarilla de sus fronteras? ¡Oh, Londres! Hay que tener el alm• ra cuya legitimidad sea universalmente reconocida. La cuestión
petrificada para no preferir tus esplendores marchitos, tus nue\'ll misma, una vez más, es el objetivo de una lucha, y la manera de
vacilaciones, a las calientes certidumbres de la Nueva Romz rram· responder a él depende de la posición que ocupe el que adopta
atlántica [...].» 1 Hallamos en el comienzo de la atracción londi· una postura sobre este asunco, y son numerosos los escricores que
nense las dos características descritas para París: por una parte un utilizan esta relación de fuerza para «apostar» por una capical lite-
capital literario importante, y por otra una reputación de limalis· raria contra otra.
mo político.
Debido a su poder político indiscutido, Londres ha sido urilt· la novela poscoloninl
zado muy a menudo como arma en la lucha permanente que opo·
ne a las capitales europeas. En el momento de la dominación in· AJ exportar sus lenguas, las naciones coloniales exporcaron
discutible de Francia en materia cultural, a fines del siglo XVIII Y también sus luchas; o, mejor dicho, los escritores periféricos se
principios del XIX, todos los rivales de París pudieron utilizar a In· convirtieron en uno de los objetivos principales de esas luchas. El
glaterra como arma contra ella. En Alemania, por ejemplo, en d poder literario de una nación central puede medirse en adelante
momento en que se constituyó una literatura nacional, la genera·
l. V. Ganne y M. \.1inon ... Géographie de la traduction•, loe. cit., pp. 55-95.

1. !búlnn, p. 433.
163
por las innovaciones, las revoluciones literarias producidas en su Soyinka, el cual no ha figurado nunca entre los autores neocolo-
lengua por escritores periféricos y reconocidos universalmente. Es niales, a pesar de su reconocimiento internacional y su Premio No-
una nueva manera de que una lengua (y la cradición literaria vin- bel, como tampoco Naipaul, ennoblecido por la reina y que practi-
culada a ella) «pruebe» en la práctica su capacidad de crear una ca un asimilacionismo obstinado. Michael Ondaatje, por su parte,
modernidad y vuelva a evaluar su propio capital a través de los es- se interesa por los «mestizos internacionales, nacidos en un lugar y
critores sobre los que ha ejercido una dominación. Así se puede que deciden vivir en otro». Salman Rushdie ha rechazado, en los
comprender la importancia de conceptos como «literatura de la diferentes artículos que ha publicado tras el éxico de Hijos de la me-
Commonwealth» o «francofonfa», que permiten recuperar y ane- dianoche, que le traten como a un producco posimperial. Fue uno
xionarse, bajo una bandera lingüístico-cultural central, las innova- de los primeros en denunciar las representaciones geopolíticas que
ciones literarias periféricas. existen en la nueva taxonomía británica: <<En el mejor de los casos»,
Desde 1981, por ejemplo, el Booker Prize, el premio literario escribía en 1983, «lo que llaman "literatura de la Commonwealth"
más célebre de Gran Bretaña, ha sido concedido en varias ocasio- es situado por debajo de la literatura inglesa "propiamente dicha"
nes a los «no-del-roda>>, según la expresión del escritor indio Bha- [... ] lo cual coloca a la literatura inglesa en el centro y al resco del
rari Mukherjee, a escricores salidos de la inmigración, del exilio o mundo en la periferia.» 1 Hace hincapié también en la ambigüedad
de la poscolonización. Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie. de la consagración de la crítica británica, que permite ensalzar, gra-
fue el primer premiado, en el 81; luego ganaron el premio Keri cias a la asimilación lograda, de la que todos esos escritores serían
Hulme, de origen maorí (The Bone People), 1 Ben Okri, escritor ni- la prueba manifiesta, y a la extraordinaria extensión del territorio
geriano, Michael Ondaarje, originario de Ceilán, y Kazuo Ishigu· que abarca, el poder y el brillo de la «civilización» británica. Enro-
ro, de origen japonés. Dos australianos, un sudafricano y algunos lar a codos estos escricores (nigerianos, cingaleses, canadienses, pa-
finalistas de origen no inglés fueron objeto de la atención favorable quistaníes, angloindios, etc.) bajo el estandarte británico es una
de la crítica, entre ellos Timorhy Mo, de origen chino. No hacía manera extraña y hábil de recuperar y federar codo lo que se escri-
falta más para que la crítica, confundiendo el efecto con la causa, be, en parte, contra la historia oficial del Reino Unido.
dedujera la existencia de una c<nueva» licerarura, e incluso de un Además, las consagraciones nacionales -como la del Goncourt
verdadero movimiento literario proveniente del ex imperio colo· o la del Booker Prize- se aproximan a menudo a las normas co-
nial británico. merciales y, por lo canto, están doblemente sometidas. Y en lo su-
De hecho, los editores tienen la voluntad de reunir bajo una cesivo es muy difícil distinguir las consagraciones literarias nacio-
misma etiqueta, para crear un efecto de grupo, a aucores qlle no nales de los éxitos comerciales a los que los jurados han adaptado
tienen nada o muy poco en común. Este efecto de etiquetado (véa· sus normas estéticas (que dependen, la mayoría de las veces, direc-
se asimismo el ejemplo del ccboom» latinoamericano) es una de las ta o indirectamente, de los intereses de los editores). Por eso,
estrategias editoriales y críticas más eficaces para legitimar la .. no· cuando los grandes premios nacionales extienden su jurisdicción a
vedad» de un proyecto literario: lshiguro, cuyos padres japoneses autores procedentes del ex imperio colonial (ya sea la francofonía
emigraron siendo él un niño, no es un escritor emanado de la colo· o la Commonwealth), las consagraciones son de algún modo tri-
nización y no tiene en absoluto la misma relación con Inglaterra plemenre heterónomas: sometidas a los criterios comerciales, a las
que un indio como Rushdie. Ben Okri es nigeriano, como Wole normas nacionales y a las preocupaciones neocoloniales.

l. En francés: Kcri Hulme, The Bone People 011 ks Hommes d11 Lo11,~ Niwgt J. S. Rushdic, •·La Littératurc du Commonwcalth n'cxiscc pas•, Patries ima·
B/.anc, París, Flammarion, 1996 (trad. de F. Roben). gi11aires, op. cit., p. 82.

164 165
La ambigüedad es tan grande, que, muy pronw, los cdiwrcs, en En las áreas policéntricas, los escritores dominados pueden
particular los norteamericanos, buscaron en esta moda de cxotis1110 jugar con la relación de fuer7.a emre las capitales lingüísticas y po-
el secreto del nuevo best-seller internacional para un pühlico imcr- Hticas. Debido a la rivalidad entre dos capitales -Londres y Nue-
nacional. El éxito programado de la novela del cscricor indio Vi- va York; Lisboa y Sáo Paulo-, los espacios literarios nacionales es-
kram Seth, 1 A S11itable Bo_y, ilustra perfectamente este fenómeno. Ll tán, en efecto, sometidos a una doble dominaci<'m, lo que permite
crítica -ranto inglesa como francesa- ha presentado este libro rn1110 a los escritores, paradójicamente, apoyarse en un centro para lu-
el signo indudable de una renovación de la literatura en lengua in- char mejor entre si. De este modo, en el espacio literario cana-
glesa e incluso de un <(desquite•• del imperio colonial británico, diense, los escritores pueden escoger entre integrarse en las cate-
mientras que el novelista utiliza instrumentos liccrarios a la VCl tipi- gorías criticas norteamericanas -tal cs. en especial, el caso de
camente ingleses y en gran medida anticuados. El editor confirma, Michael Ondaarjc, nacido en Ceilán y afincado en Toronto-, o
en efecto, que el libro está situado «en la India en los años '50 y escri- bien, por el contrario, apoyarse en Londres para tratar de escapar
to según la gran tradición de Jane Austcn y Dickens». Este indio Ji. al poder del espacio americano, es decir, a la disolución en la in-
plomado en Oxford y Stanford adoptó la forma muy popular de la diferenciación. Es el caso, por ejemplo, de las novelistas canadien-
saga familiar, aplicando normas estéticas del siglo pasado y aten· ses Margaret Atwood o Jane Urquhart, que intentan crear una
diéndose una visión del mundo eminentemente occidental, lo ljlll' identidad literaria canadiense inglesa a partir de la doble separa-
equivale a decir que adopta todos los criterios comerciales m;ls Jj. ción que caracteriza a esta literatura, canto con respecto a la tradi-
vulgados. Lejos de ser el signo de una (<liberación» liceraria y un aw.-. ción británica corno frente a la norteamericana ... La historia de
so de los antiguos colonizados a la grande1.a literaria, esta novel<. l'S, Canadá», dice Margaret Atwood, ((es en parte la historia de la lu-
por el contrario, la prueba irrefutable de la dominación (casi) imfü· cha contra los Estados Unidos. Muchos canadienses eran refugia-
curida del modelo literario inglés sobre su área cultural. A diforená1 dos políticos que se negaron a sometcrse.11 1 En su novela Niagara,
de Londres, que ha basado, al menos en gran parte, el dinamismo lk Jane Urquhart da su versión del nacimiento de la historia nacio-
su jurisdicción cuJtural en su capital literario y en la extensión d~ su nal y literaria canadiense al referir el cncucncro, en 1889, de un
territorio lingüístico, París no se interesó nunca por los cscri(l)rl·~ historiador y un poeta en las cataratas del Niágara, justamente en
la frontera americano-canadiense. Urquhart convierte ese lugar,
surgidos de sus territorios coloniales; más bien los despreció )' lm
donde se desarrolló la batalla de Lundy's Lane en 1812, 2 en sím-
maltrató durante largo tiempo como a una especie de provim:i•mm
bolo de una fündadón nacional, esto es, de una reapropiación na-
agraviados, demasiado próximos para poder reconocer o festejar sm
cional de la historia: el historiador intcnrn demostrnr, contra la vi-
diferencias, pero demasiado lejanos para ser siquiera perceptibles.
sión británica y contra la versión oficial norteamericana, que esta
Francia no posee ninguna tradición en materia de consagraci6n mi·
batalla fue una victoria canadiense, que concluyó en la desbanda-
rural específicamente lingüíscica, y la política llamada de la francofo·
da americana («¡lm;1gíncse, los americanos nos han robado ames·
nía nunca será más que un pálido sustituto político de la influc1ci~ tras victorias! Es inverosímil 1... J ¡aseguran que su victoria ha sido
que París ejercía (y sigue ejerciendo, en parte) en el orden simbólico.
Los raros premios literarios nacionales que se han otorgado a escrito· 1. Entrevi.~rn inédita con la escritora, noviembre de I')') 1.
res procedentes del ex imperio francés o de los márgenes de su ~rc.1 2. El 18 de junio dt• 1812 los EsrnJus Unidos dedarnn la guerra a lnglate·
lingüística obedecen a consideraciones neocoloniales evidentes. rrn. Es la m:a.~ión para 1¡11e los norteurm~rÍl:ano~ sr ;tnrxi1111r11 CanaJ;I .r su terri·
mrim lo5 ingleses, por srr parte:, se: ddlemlc:n contrn la ame11111.a de la invasión y
1rn11111 Je rccu1lernr lt1s tierras perdidas Jd oeste. Los combares rnnduyc:ron c:n
l. Vikram Scth, Un g1trfon canvmflble, París, ( ;rasset, J 9'>'i (rraJ. 1lc ¡; un 11,11111¡110.
Adelstcin). 1Un b11en partido, Barcelona, Anngrama, l <J<JS. 1
167
166
absoluta!11) 1 El joven poeta duda entre la visión del mundo que le «corsés•> lingüísticos, y en consecuencia culturales, del portugués
ha transmitido d romanticismo inglés («¡Nunca enconcra~ás aquí de Portugal han hecho los brasileños. El escritor angolés, de ori-
los junquillos de Wordsworth!n) 2 y lo inédito del paisaje nortea- gen portugués, José Luandino Vieira y, más recientemente, el mo-
mericano. Por otra parte, no se pueden comprender los plantea- zambiqueño Mia Couco, 1 acuden a los recursos literarios brasile-
mientos reales de la obra de Urquhart si se desconoce esta volun. ños para rechazar la influencia de los modelos europeos y
tad de fundación nacional, inherente a todas las obras nacidas en constituir una genealogía y una historia literarias propias: cclos poe-
espacios literarios dominados. La difícil situación de doble depen- ras de Mozambique••, dice hoy Mia Cauto, «trabajan, sobre todo,
dencia autoriza, por tanto, la aplicación de estrategias de doble en la transformación del portugués. Los poetas más importantes
rechazo que conducen a utilizar a un dominante contra el ocro. para nosotros en Mozambique son los brasileños, porque en cierto
Con sus referencias permanentes a la historia literaria inglesa, al modo nos han autorizado a violentar la lengua. Son figuras como
panteón de la poesía y la novela británicas, los autores canadien- Drummond de Andrade, Mário de Andrade, Guimaráes Rosa,
ses contribuyen a reforzar el polo londinense que pertenece a su GraciJiano Ramos y muchos otros que han logrado renovar el por-
historia y les proporciona un capital de antigüedad que los faculca cugués.»2 Los africanos pueden así beber en el pozo literario acu-
para luchar contra la «joven» potencia norteamericana. Ouos pro- mulado por los brasileños de los años 20 y en la reserva de solu-
tagonistas desheredados del área lingüística inglesa pueden servir- ciones que han experimentado para rechazar la sumisión
se de un mecanismo inverso y utilizar la potencia de Nueva York intelectual a Portugal. Recogen por su cuenca la consigna libera-
para combatir la dependencia con respecto a Londres. Es el caso dora y recusan a su vez la opresión de Portugal (de la que han sido
de los irlandeses, que, en la actualidad, en su lucha contra el po· una de las últimas posesiones), y reivindican su dependencia espe-
der neocolonialista de Londres, debido a la potencia creciente cífica con respecto a Brasil, que estuvo antes que ellos en la misma
-sobre codo universitaria- del campo norteamericano, pueden posici6n, pero logró crear una literatura nacional y soluciones
buscar apoyo y consagración en los Estados Unidos. La imporran· nuevas.
te presencia de una comunidad irlandesa, que desempeña un pa·
pe! políáco e imelecrual, permite modificar la estructura de las En esta lógica, la posición de los escritores franc6fonos es pa-
relaciones de fuerza neocoloniales ordinarias. radójica, cuando no trágica. Al ser París para ellos, inseparable-
En la misma lógica, la institucionalización y el reconocimicn· mente, la capital de la dominación política o literaria, o ambas co-
to de la especificidad brasileña permiten hoy a los otros ?rorago· sas y, como para codos los protagonistas del espacio mundial, la
nistas de la zona lusófona, menos dotados de recursos culturales\' capital de la literatura, son los únicos que no pueden invocar a Pa-
literarios, apoyarse en el polo brasileño para reivindicar a su v::Z rís como tercer lugar específico. Ninguna alternativa, ninguna so-
una subversión política y literaria de las normas gramaticales por- lución de repuesro les consiente, aparte de retirarse a su espacio
tuguesas. De este modo, todos los que, en la África lusófona, quie- nacional, como hizo Ramuz, eludir a París o servirse de París para
ren actualmente, contra la influencia de Lisboa, acceder a la mo· inventar una disidencia estética. El poder parisino es más violento
dernidad y a la autonomía literarias, invocan primero la hiscoria todavía, más implacable, al ser incesantemente negado y rechaza-
de la poesía brasileña y, sobre todo, el cuestionamiento que de los do en nombre de la creencia universal en la universalidad de Fran-

1. Jane Urquhan, Niagara, París, Maurice Nadeau, 1991, p. 73 (1ml. de A 1. Mía Couto, Tt"t somnambult, París, Albin Michel, 1994 (trad. de M.
Rabinovitch). Lapouge-Petordli). [Tima sondmbu/a, Madrid, Alfaguara, 1998.)
2. !bltúm, p. 69. 2. Entrevista inédita con el escritor, noviembre de 1994. La cursiva es mía.

168 169
cia, en nombre de los valores promovidos y monopolizados por la
misma Francia. ¿Cómo inventar una literatura liberada de la5 im- FABRICA DE LO UNIVERSAL
4. LA
posiciones, de las tradiciones, de las obligaciones de una de las li-
teraturas más indiscutidas del mundo? Ningún cenrro, ninguna
capital, ninguna instirución o estructura puede ofrecer una autén-
Es, por lo tanto, absolutamente necesario que
tica salida. este hombre, si quiere ser ilustre, transporte a la
Los escritores que afrontan este dilema han bosquejado algu- capital su talento de pacotilla, que alll lo desemba-
nas soluciones, entre ellas la acrobacia teórica denominada clc la\ le ante los expertos parisinos y que pague el perita-
•dos Francias>1. La creencia en una pretendida dualidad de Francia je, y entonces le confeccionan una nocoriedad que
-«la Francia colonizadora, reaccionaria, racista, y la Francia noble, de la capital se expide a las provincia~. donde se
generosa, madre de las arces y de las letras, emancipadora, creado- apresuran a aceptarla.
ra de los Derechos del Hombre y de los Ciudadanos»- 1 ha pcrmi· RODOLPHE TOPFFER 1
rido desde hace mucho tiempo a los intelectuales preservar la ide;i
de la libertad y especificidad literarias necesarias para su exist~ncia
literaria, al mismo tiempo que les autoriza a luchar contra la su· París ha sido el Santo Lugar de nuestro tiempo.
misión política. Actualmente las cuestiones y las estrategias se han El único. No solamente por su genio positivo,
diversificado y refinado un poco. Algunos, como los escritores an- sino quizá, al contrario, debido a su pasividad, que
tillanos (Édouard Glissant, Patrick Chamoiseau o Raphael Con· lo hada accesible a los buscadores de todas las na-
fiant), o argelinos (Rachid Boudjedra), para escapar a la om:1i¡ro- cionalidades. Para Picasso y Juan Gris, espafiolcs;
para Modigliani, Boccioni y Sevcrini, italianos;
tencia francesa. reivindican el modelo faulkneriano; otros, como el
para Brancusi, rumano; para Joycc, irlandés; para
guineano Tierno Monénembo, 2 declaran explícitamente su deuda
Mondrian, holandés; para Lipchitz, polaco de Li-
para con los latinoamericanos -en especial Octavio Paz- y procla- tuania; para Archipenko, Kandinsky, Diáguilev,
man su libertad creadora. Pero esto constituye un simple desvío. Lariónov, rusos; para Caldee, Pound, Gercrudc
Faulkner, así como el conjunto de los escritores de Latinoamérica. Stein, Man Ray, norteamericanos; para Kupka.
fue consagrado en París, y reivindicarlos es seguir reconociendo el checo; para Lchmbruck y Max Ernst, alemanes;
poder específico de París y de sus veredictos literarios. para Windham Lcwis y T. H. Hulme, ingleses
(... ]. Para todos los artistas, estudiantes y refugia-
dos [... ] , París era la Internacional de la cultura
[... ] liberada del folklore, la política y las carreras
nacionales, desprovista de las limitaciones del gus-
to familiar y del espfriru corporativo.
HAROl.D ROSENBERC, la tradición de /o nuevo

1. Raplui!I Confiant, Aiml Clsaíre. Une travmlt parat"m1/e d11 südt Parl1, me ~ ~~criror suizo ( 1799-1846). Notas inéditas. 1834-1836. citadu por Jc!ro-
Srock, 1993, p. 88. 1997 ctzo2 • Ram11z, 1m pnssag" dandmin des lettm franraius. Ginebra. Zoé.
2. Enuevista inédita con el escritor, mano de 1993. 'p. 168.

170 171
La consagración, en forma de reconocimiento por parce de b
crítica autónoma, es una especie de paso de la frontera literaria. sino también que, habida cuenta de la extraordinaria concentra-
Franquear esca línea invisible significa someterse a una especie de ción intelectual que se ha producido en ella, se ha convertido en el
transformación, casi habría que decir una transmutación en el sen. lugar en donde los libros y los escritores, juzgados, criticados,
transmutados, pueden desnacionalizarse y ser as( universales. Pa-
tido alquímico. La consagración de un texto es la mecamorfos s,
ds, que hemos descrito más arriba como «banco central» del «cré-
casi mágica, de un material ordinario en «Oro», en valor licerario
dito» literario, es asimismo, por ello, un altar de consagración:
absoluto. En este sentido las instituciones que consagran son las
puede «acreditan>, «dar crédito».
guardianas, las garantes y las creadoras del valor, que, no obscamc,
En 1945 Beckerc, en un texto escrito con motivo de la exposi-
es siempre móvil, discutido e impugnado sin cesar, por causa pre·
ción de los hermanos Van Velde, Abraham y Gerardus, y titulado
cisamence de su vínculo con el presente y la modernidad literari(ls: El mundo y el pantalón, 1 afirma en una frase la evidencia de esce
«He dicho valor», escribe Valéry, «porque hay apreciación, juicio poder de consagración. Con el propósito de presentar las dos obras
de importancia, y porque hay también discusión sobre el precio y recalcar su novedad, escribe: <<La pintura [... ] de Abraham y Ge-
que se está dispuesto a pagar por este valor [... ]. Puede verse, en la rardus Van Velde es poco conocida en París, es decir, poco conoci-
cocii.ación que figura en todas las páginas de los periódicos, el da.» Este texto, escrito en francés para sus amigos pintores a los
modo en que entra en competencia aquí y allá con otros valores. que ha conocido en París, mientras que, perfectamente desconoci-
Porque hay valores rivales.» La transmutación mágica que openn do él también, ha decidido vivir en la ciudad desde hace algunos
los grandes consagradores es, para los textos procedentes de regí~ afios, es un reconocimiento del poder de consagración de París,
nes desheredadas literariamente, un cambio de naruraleza: un rrán· enunciado como una evidencia. París provoca, produce y corona
siro de la inexistencia a la existencia literaria, de la invisibilidad al obras totalmente imposibles e ignotas en otros sitios. Beckett, que
estado de literatura, transformación aquí llamada literarización. huye de Dublín para escapar de la implantación de un arte nacio-
nal bajo tutela y de la censura político-religiosa del nuevo Estado
irlandés, sabe de qué habla: París es, para él, la capital del Arte
LA CAPITAL Y SU DOBLE «puro•>. Se exilia en la ciudad para afirmar, contra un arce sometido
a los designios nacionales, la auconomía total de la literatura.
París no es solamente la capital del universo literario, sino que Larbaud explicaba del mismo modo, en un artículo escrito en
los afias 20, que Whitman era un desconocido en Norteamérica:
es también, por ello, la puerta de entrada del «mercado mundi~
«Sí, es americano [... ]. Pero no es americano porque se haya pro-
de bienes inceleccuales», como decía Goethe, el más imponamc
clamado el poeta de Norteamérica. Y de nuevo el desmentido in-
lugar de consagración del mundo de la literatura. La consagracion
mediato: ha sido tan desconocido en Estados Unidos como Sten-
parisina es un recurso necesario para los autores internacionales de
dhal en Grenoble, o Cézanne en Aix [... ] la mayor parte de los
todos los espacios literarios dominados: traducciones, lecturas crl· happy few viven en Europa. Por eso sólo se le podía reconocer en
ticas, elogios y comentarios que dan valor literario a un texco hasrJ Europa, y así fue.11 2 De igual manera, según Paul de Man, Jorge
entonces mantenido fuera de los límites del espacio o inadvertido
Por el solo hecho de que este juicio lo emitan instituciones licera·
l. Samucl Becken, Lt Mondt tt le Pantalo,,, Parls, ~ditions de Minuic,
rias (relativamente autónomas), tiene efectos reales sobre la difo·
1989, p. 21. [.. El mundo y el pantalón», en Man(has m ti sikndo, Barcelona,
sión y el reconocimiento del texto. La creencia en el efecto de la a· Tusquets, 1990.J
pital de las arces es tan poderosa que no solamente los arriscas dd 2. V. Larbaud, Ct 11ict impuni, la lmurt. Domaillt anglaiJ, op. dt.. p. 215.
mundo encero aceptan sin reserva esta preeminencia parisieme,
173
172
Luis Borges fue descubierto en Francia por la crírica y rraducido explicaba con coda sencillez y de manera intuitiva los grandes me-
de modo habirual, aun cuando él fuera un gran craducror al cascc. canismos (de los que él poseía una experiencia práctica) que hacen
llano de la poesía y la novela norteamericanas. 1 de la ciudad un centro único de consagración de la literatura: «Me
Joyce. rechazado e incluso prohibido en Dublín, es aco~do y parece que París sigue siendo, y cada vez más, una verdadera feria,
consagrado por París, que hace de él, más que un escritor nacional una feria de subastas, donde se vende codo lo que el mundo de la
irlandés, un arrisca que revoluciona la liceracura universal. Para cultura ha producido en ocros lugares, bajo otros meridianos [... ].
huir de las imposiciones lingüísticas, polícicas y morales (o rdi. Hay que pasar por París para existir. La literatura hispanoamerica-
giosas) del espacio licerario irlandés, Joyce «inventa» una solución na ha existido antes de ser conocida por los franceses, como el
paradójica y aparencemente contradictoria al crear una obra 1rlan· existencialismo, el formalismo ruso, etc., etc., pero para ser eleva-
desa en un exilio reivindicado_;~ Así, al consagrar a Joyce -al tradu. da al rango de patrimonio universal ha sido preciso que pase por
árlo- como uno de los más grandes escricores del siglo, Larbaud París. He aquí para lo que sirve la cocina francesa. Emigraciones,
logra arrancarlo del provincianismo y la invisibilidad irlandeses)' universidades, cesis y temas, craducciones, explicaciones: la cocina,
universalizarlo, es decir, hacer que le reconozcan, conferirle cxis· en fin. Eso es la cultura francesa.» 1 Para Kis París es, por tanto, un
cencia en la esfera literaria aurónoma, 3 pero también convenido mercado central, una c<feria de subastas» específica donde se ven-
en visible, acepcado y aceptable en su espacio literario nacional. den y se truecan productos intelectuales que deben pasar necesa-
En este sentido, Larbaud escribe en 1921: «Hay que señalar que al riamente por ese lugar de concentración de recursos para alcanzar
escribir Dublineses, Retrato del artista y Ulises, LJoyce] ha hecho la condición de «pacrimonio universal», es decir, de «valor» reco-
nocido en el mercado.
canco como los héroes del nacionalismo irlandés para atraer d res·
Debido a su doble función -liceraria y política-, París es asi-
pero de los incelecruales de todos los países hacia Irlanda. Su obra
mismo el último recurso contra las censuras nacionales: su consci-
devuelve a Irlanda, o más bien da al joven país, una fisonomia ar·
cución hiscórica como capital de tod~ las libertades -política, escé-
tíscica, una identidad intelectual: hace por Irlanda lo que la obra
cica y moral- hace de ella también la sede de la libertad de
de Ibsen hizo en su época por Noruega, la de Scrindberg por Sue·
publicación. Danilo Kis se exilió en París para huir de las censuras y
cía, la de Nietzsche por la Alemania de fines del siglo XIX, y lo que
acusaciones de Belgrado en los años 1970; en París se publicó Lo/i-
acaban de hacer los libros de Gabriel Miró y Ramón Gómez de la
ta, de Nabokov, en contra de la censura norteamericana, en 1955,
Serna por la España contemporánea[ ... ]. En suma, puede afinnar·
así como El almuerzo desnudo, de William Burroughs, en 1959.
se que con la obra de James Joyce, y en particular con esce Ulim
Agrupando en cierto modo en su persona el producto de cua-
que va a publicarse pronto en París, Irlanda hace una reaparición
cro siglos de acumulación literaria e inteleccual francesa, Sartre
sensacional en la alta liceratura europea.» 4 Incluso reciencerr.eme
concentró casi solo, alrededor de los años 1960, la totalidad de la
(en 1980), Danilo Kis, exiliado en Francia y consagrado por Paris.
creencia, del «crédito» parisino. 2 Intelectual comprometido en fa-
vor de los oprimidos políticos, se convirtió asimismo en uno de
l. Paul de Man, •A Modero Master: Jorge Luis Borgcs•1. Cri11átl lf'rtmlf
1953-1978. Minneapolis, Universicy of Minnesorn Prcss, 1989, p. 123. [Ercrm'
críticoJ, Madrid, Visor, 1996.]
1. D. KíS, Le Rtsidu amer de l'expérience. op. cit., p. 105.
2. Ver ínfa, •El paradigma irlandés», pp. 391-416.
2. Anna Boscheni ha mostrado que Sartre concentró codas las especies de
3. Como Yeacs ames que él, pero más ampliamente, porque Joyce reci)i1i li
capital disponibles -filosófico, licerario, crlcico, polfcico- ostentadas por París.
consagración fuera de la 1.ona culcural de lengua inglesa.
A. Boschecri, Sartre et Les Temps modcrnes. U11e entreprise i11tellecmelb. Parls,
4. V. l..arbaud, •James Joyce•, Ce vice ímpuni, la lecmre. Domai11r ,·1~glw.
tdicions de Minuit, 1985.
op. rit., p. 233.
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174
los más poderosos consagradores literarios (de Faulkner, Dos Pas-
sos ... ). Mario Vargas Llosa evoca así lo que fue la figura de Sartre tras agonizo (1930), Santuario, publicado en su primera versión
para los jóvenes inteleccuales del mundo encero llegados a París en en 1931, y de nuevo en 1932, es su primer «gran» éxito (de escán-
busca de la modernidad literaria: «Para los lectores futuros será can dalo), con unos 6.500 ejemplares vendidos en menos de seis me-
difícil tener una idea cabal de lo que Sartre significó en esca época, ses. Pero, durante otros quince años, Faulkner seguirá sien-
como para nosouos encender exactamente lo que representaron en do prácticamente desconocido en su país. Hubo que esperar hasta
la suya Voltaire, Viccor Hugo o Gide. Él, igual que ellos, fue esa 1946, tres años solamente anees del Premio Nobel, y mucho des-
curiosa institución francesa: el mandarín imelectual. Es decir, al- pués de su consagración francesa, para que, gracias a la antolo-
gía The Portable Faulkner, de Malcolm Cowley, la crítica nortea-
guien que ejerce un magisterio más allá de lo que sabe, de lo que
mericana le impusiera en los Estados Unidos como uno de los
escribe y aun de lo que dice, un hombre al que una vasta audien-
maestros de la literatura nacional y sus libros comenzaran a ven-
cia confiere el poder de legislar sobre asumas que van desde las
derse.
grandes cuestiones morales, culturales y políticas hasta las más tri-
En Francia, por el contrario, se le reconoció muy pronto
viales [...].Será difícil, para los que conozcan a Sarcre sólo a craves
como uno de los grandes innovadores del siglo. A parcir de 1931,
de sus libros, saber hasta qué punto las cosas que dijo, o dejó de esto es, dos años después de la publicación de EL ruido y la furia,
decir, o se pensó que podía haber dicho, repercutían en miles de Maurice-Edgar Coindreau publica en la NRF1 un estudio crítico
miles de personas y se tornaban, en ellas, formas de comporca- sobre las seis novelas de Faulkner ya publicadas en los Estados
miento, "elección" vical.» 1 El inmenso poder de consagración de Unidos. En aquella época se disponía, en total, de otros dos análi-
Sarue le convertía en una especie de encarnación de la moderni- sis dedicados al novelista noneamericano y de dos ensayos cortos
dad literaria, era él quien trazaba los límites del arte literario al de- editados en los Estados U nidos y una docena de reseñas aparecidas
signar un presente a la literatura: «Además de impulsarlo a uno a en la prensa norteamericana, la mitad de las cuales hacía gala de
salir del marco literario regionalista», explica Vargas Llosa, <deyen- una absoluta incomprensión. 2 Coindreau traduce Mientras agoni-
do a Sarue uno se enteraba, aunque fuera de segunda mano, que zo y lo prologa Valery Larbaud en 1932, pero la novela no se pu-
la narraáva había sufrido una revolución, que su repertorio de blicará, de hecho, hasta después de Santuario, publicada en 1933
asuntos se había diversificado en todas direcciones y que los mo· con un prólogo de André Malraux. A continuación, EL ruido y la
dos de contar eran, a la vez, más complicados y más libres [... ] los faria aparece en Gallimard, el 23 de agosto de 1938; la reseña crí-
primeros tomos de Los caminos de la libertad y los ensayos de Sar· tica de Sartre3 le impone como uno de los más grandes novelistas
ere nos descubrieron, a muchos, a comienzos de los años cincuen· de este siglo. Jean-Louis Barrault hace en 1934-1935 una adap-
tación teatral de Mientras agonizo, antes de que Albert Camus,
ta, la literatura moderna.11 2
por último, adapte y ponga en escena, en 1956, Réquiem por una
La historia del reconocimiento mundial de la obra de William
monja. Fue, por consiguiente, la consagración francesa, otorgada
Faulkner pasa, pues, por París. Se sabe que Faulkner cuvo unos
por los escritores y los críticos más eminentes, la que permitió por
comienzos literarios muy difíciles en los Estados U nidos. Tras Va·
nas promesas (1926), Mosquitos y el fracaso de Sartoris (1927· l. Maurice-Edgar Coindreau, «William Faulkner11, NRF. n. 0 19 (junio de
1929), El ruido y la furia le otorga en 1929 el comienzo de un re· 1931 ), pp. 926-930.
nombre intelectual (el libro vende 1.789 ejemplares). Tras Mie11· 2. Michd Gresser, •Norice11, Le Bmit et la Fureur, W. Faulkner, CEuvm ro-
manesques, París. Gallimard, ,.fübl. de la Pl~iade•, 19n, p. 1253.
3. NRF. julio de 1939, reproducido en Siruations /, Gallimard, 1947,
l. Mario Vargas Llosa, Contra viento y marea, op. cit., p. 240. pp. 65-75.
2. Jbldnn, p. 230.
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sf sola a Faulkner alcanzar en vida el reconocimiento en su propic
país a fines de los afios 40. Su Premio Nobel, que confirma un rc- en Bélgica, que le dispensa una acogida entusiasta. El «Circulo de
conocimienco universal, es una consecuencia direcca de esta ben- los XX», grupo de jóvenes pintores independiences, fundado en
dición parisina. 1883, se propone invitar y exponer libremente a los artistas de
todo el mundo a fin de dar a conocer todas las nuevas propuesw
Bruselas, capical en abierta rivalidad con París, también está artísticas. Los «veincistas» recibieron asimismo en Bruselas a codos
investida de un poder consagrador. A la imagen demasiado simple los movimientos de vanguardia en busca de reconocimiento, les
que hace de ella una capital sometida a la influencia de París cabe ofrecieron un primer juicio crítico, los teorii.aron y legitimaron a
oponer la realidad más compleja de una ciudad-encrucijada, cen- través de sus revistas, sus artículos y sus exposiciones. Los impre-
sionistas, los neoimpresionistas y artistas desconocidos como Lau-
ero de reunión de las vanguardias rechazadas por las grandes capi-
trec, Gauguin o Van Gogh (que venderá allí el único lienzo que
tales europeas, lugar, en cierto modo, de la «segunda oportuni-
encontró comprador en vida del arrisca), hallan en Bruselas inter-
dad~ para codos los modernos repudiados o ignorados por París. 1

locutores y admiradores. El neoimpresionismo, en particular, muy


Como la capital belga está exenta de coda doblez nacionalista o de
utilizado por los pintores belgas, será explicitado, comentado y
resenrimienco, permanece atenta a todas las novedades y a todas consagrado: Felix Fénéon, corresponsal parisino de L ltrt modeme,
las modernidades. Su arcificialidad política y su juventud misma radacta el primer texto teórico sobre el neoimpresionismo como
hacen de Bélgica, «inventada» en 1830, un país libre de los anca- superación radical del impresionismo.
gonismos seculares que desgarran a las viejas naciones europeas. De igual manera, los escritores belgas, para poner fin al domi-
Además de la «invencióm> de una tradición nacional que toma nio del realismo francés en la estética novelesca, se suman a las fi-
prestado más a la pintura (de los primitivos flamencos hasta Ru- las de la protesta simbolista nacida en Francia; se reapropian de
bens) que a la reconstitución de una cultura popular, la gran esta innovación literaria a través de la mística flamenca (Maeter-
singularidad belga parece consistir en una atenta apertura a toda linck traduce a Van Ruysbroek), la filosofía y la poesía alemanas.
E11ropa. Bruselas se ha convenido en una especie de recurso espe- Su cosmopolitismo (es decir, su apertura, su bilingüismo ... ) les
cifico contra París cuando las instituciones y estructuras literarias permite inventar y superar incluso las propuestas estéticas de los
están supeditadas a las conminaciones nacionalistas. escritores franceses. Bruselas se convierte en la capital del simbolis-
Así, en el momento en que los prejuicios más antigermánicos mo: Mallarmé tarda muy poco en encontrar alll condiciones de
de los franceses, muy virulentos a parcir de 1870, los ciegan ante publicación excepcionales (véase Lll Remémoration des amis be/ges};
roda revolución estética procedente de Alemania, Bruselas celebra Maeterlinck, "descubierto» por Octave Mirbeau en un célebre ar-
a Wagner representando Lohengrin en 1870 y se erige en capital tículo de Le Fígaro en 1890, donde le compara con un «nuevo
del wagnerismo fuera de Alemania. El conformismo estético de la Shakespeare», inventa el teatro simbolista; Lugné-Poe, un parisino
director de tearro marginal, logra en 1893 que el público y la crfci-
ópera francesa permite a Bélgica acoger a los composirores france-
ca belgas reconozcan su reatro simbolista cuando pone en escena a
ses rechazados en París, entre ellos Massenec, cuya Herodiad11 se
Macrerlinck e Jbsen.
representará con inmenso éxito en 1881. Vincent d' lndy se afinca
De este modo, al sostener a los artistas alemanes contra la ce-
guera francesa, a los franceses no consagrados contra las vanguar-
l. Según Chri.srophe Charle, al menos en la primera mirad del siglo XIX. dias francesas reconocidas, tales como los impresionistas, al pro-
·Londres y Bruselas son las orras dos capitales liberales de susrirución, refi1gim mover el arce inglés y a los prerrafaclitas -que los defensores belgas
úlúmos cuando el gobierno francés expulsa a los exiliados que: considera peligro· del arte decorativo reivindican desde los años 1890-, los anise.as
505•. C. Charle. Les lmellecturls ni Europt au XIX' siecl.e, op., cit., p. 112.

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belgas llegan a evitar, sortear y aligerar el peso constante de las ins-
tiruciones artísticas parisienses. La apertura cosmopolita a toda la rerario mundial. Por eso el punto de vista adoptado sobre esta
invención artística europea hizo de Bruselas el taller donde se con- transferencia lingüística depende del sentido en el cual se opere
sumaron, lejos de los supuestos nacionalistas y de las tradiciones (traductor o traducido) y de la relación entre las lenguas encre las
antagonistas, algunas de las grandes revoluciones artísticas del fin que se realiza. La combinación de ambos facrores determina los
del siglo XIX. París se ve en cierto modo «rebasada» por Bruselas, grandes casos concretos que se analizan en este libro.
que, cortejando a su vez a la modernidad artística, consagra a las Para las lenguas de «destino» (de llegada) más pobres específi-
vanguardias cuando París, al estar su condición de capital nacional camente, la traducción -que es entonces una «Íntraduccióm>- 1 es
supeditada a las luchas políticas y a los viejos antagonismos nacio- una manera de agrupar recursos literarios, de importar en cierto
modo grandes textos universales a una lengua dominada (y, por
nalistas, pierde su especificidad y su autonomía.
ende, a una literatura desheredada), de apropiarse un fondo litera-
rio.2 El programa de rraducción de los clásicos elaborado por los
románcicos alemanes durante todo el siglo XIX es, como veremos
U TRADUCCIÓN COMO LITERARIZACIÓN 1
más adelante en detalle, una empresa similar. Las obras de gran
ruptura literaria, que han dejado huella en el centro, son a menu-
La traducción es la gran institución de consagración específica do traducidas por escritores generalmente internacionales y polí-
del universo literario. Mal apreciada en cuanto tal por causa de su glotas y que, queriendo romper con las normas de su espacio lite-
neutralidad aparente, es, sin embargo, la vía principal de acceso al rario, tratan de introducir en su lengua las obras de la modernidad
universo literario para todos los escritores «excéntricos»: es una central (cuya dominación, por ello mismo, contribuyen a perpe-
forma de reconocimiento literario y no un simple cambio de len- tuar). Danilo Kis ha sido traductor de poetas húngaros (Ady,
gua, puro intercambio horizontal que se podría (se debería) cuan- Petofi, Radnoti), rusos (Mandelstam, Esenin, Tsvietáieva) y fran-
tificar para conocer el volumen de las transacciones editoriales en ceses (Corneille, Baudelaire, Lautréamont, Verlaine, Prévert, Que-
el mundo. La craducción es, por el contrario, el objeto y el arma neau) al serbocroata; Vergilio Ferreira es el introductor de Sartre
primordiales de la rivalidad universal entre los jugadores, una de en Porrugal, Arno Schmidr es el aspirante a traductor de Joyce en
las formas específicas de la lucha en el espacio literario internacio- alemán, Borges es el traductor de Han Crane, E. E. Cummings,
nal, instrumento de geometría variable cuyo uso difiere según la William Faulkner, Robert Penn Warren; 3 Nabokov tradujo al
posición del traductor y del texto traducido, es decir -por emplear ruso a Lewis Carral!; a principios del siglo XX, el japonés Daigaku
una distinción utilizada por ltamar Even-Zohar-, 2 según la posi- Horiguchi (1892-1981) importó a Japón a Verlaine, Apollinaire,
ción de la lengua •fuente» y de la lengua •<destino». Aquí se ha es- Jammes, Cocteau y Morand, contribuyendo así a trastocar pro-
fundamente todas las normas estéticas en aquel espacio literario
tablecido la desigualdad literaria de las lenguas de la que procede,
entonces en mutación; el húngaro Dezso Kosztolányi tradujo a su
al menos en parre, la desigualdad de los protagonistas del juego li-
lengua natal a Shakespeare, Byron, Wilde, Baudelaire, Verlaine.
J. Aquí me propongo únicamente hacer hincapié en una función muy con·
creta de la traducción que la literatura consagrada a este rema parece haber pasa· 1. Esto es, una importación de textos literarios extranjeros en forma de tra-
do por alto, al no tener en cuenta la diferencia entre el capital lingüístico y d ca· ducciones. Cf. V. Ganne y M. Minon, ·Géographie de la traduccion•, TrtUÍuirt
pita! propiamente literario y la especificidad de las transferencias de cm: úlcimo. l'Europt. F. Barrec-Ducrocq (ed.). loe. cit.. p. 58.
2. ltamar Eveo-Zohar, •Laws of Literary lnterference•, uTranslacion and 2. Cf. infta, •l..a importación de los textos•, p. 306-312.
Transfer•, Portier Today. lntmuztional fournal far Thtory and Analysis of Littra· 3. Cf. P. de Man, loe. cit., p. 123.
l'llrt ll1ld CommuniUltúm, vol. 11, n. 0 l, primavera de 1990, pp. 53-72 y 73-78.
181
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Estos intermediarios desempeñan, de algún modo, un papel inver-
lingüíscico, permite, pues, considerar la traducción de los domina-
so al de los incernacionales de las grandes capitales: no incroducen dos literarios como un acto de consagración que da acceso a la vi-
a la periferia en el cenero para consagrarla, sino que dan a conocer sibilidad y a la existencia literarias. Quienes escriben en lenguas
al centro (y lo que ha sido consagrado como cenero) en sus países, poco o nada reconocidas como literarias, muy carentes de tradi-
al craducir la producción cenera!. Imporcan, para darla a conocer, ciones propias, no pueden ser, de encrada, consagrados liceraria-
la modernidad decretada en el meridiano de Greenwich; po; eso mence. Es la traducción a una gran lengua literaria la que hará en-
desempeñan una función esencial en el proceso de unificación del trar su texto en el universo literario: la rraducción no es una
espacio. simple «naturalización» (en el sentido de un cambio de nacionali-
Para las grandes lenguas «fuentes» (es decir, la misma opera- dad}, ni el paso de una lengua a ocra; es, mucho más específica-
ción considerada desde el ouo punto de visea), la traducción lice- mente, una «licerarización». Los escritores del «boom11 latinoame-
raria, concebida ahora como ~cextraducción», 1 permite la difusión ricano empezaron a existir en el espacio literario internacional a
internacional del capital literario central. Al transvasar. gracias a partir de su traducción y su reconocimiento crítico en francés. En
los políglocas de los países pequeños, el poder y el prestigio de los esce mismo sentido, Jorge Luis Borges decia que él era una inven-
grandes paises literarios, la traducción da a conocer la potencia li- ción de Francia. El reconocimiento internacional de Danilo Kis
teraria de una lengua y de una literatura que aspiran a la univer- coincide con su traducción-consagración en francés, que le saca de
salidad y aumenta así su crédito específico. Además, difunde la las «sombras» serbocroacas. El reconocimienco incernacional de
norma vigente en el cenuo, con el retraso inherente al tiempo de Tagore (el Premio Nobel) daca de su aucotraducción del bengalí al
latencia de la traducción misma. inglés. Pius Ngandu Nkashama, inceleccual y escritor zaireño des-
A la inversa, para las grandes lenguas de «descino», es decir. taca y subraya, incluso negándolo, el papel cenera! de la craduc-
cuando la traducción es la imporcación al centro de textos licera- ción-consagración para los escricores africar1os: .,E) defecto de los
rios escritos en «pequeñas» lenguas o en literaturas poco valoradas. aucores de África ha sido a menudo creer que un texto literario ca-
la traslación lingüística y literaria es una manera de anexionarse recía de valor si no se hacía acreditar como tal por un Occidence
obras, de apropiárselas en provecho de los recursos centrales: .. el magnánimo [... ]. Todo ocurre como si un autor en una lengua
capical universal se acrecienta», dice Valéry, gracias a la accividad africana sólo accediese objetivamence al acto literario en el mo-
de los grandes uaduccores que consagran. La dominación que mento en que produce un texto en otros lenguajes, en este caso,
los del colonizador [... ]. Podría concedérsele un crédico moral ba-
ejercen les impone, «nobleza obliga», «descubriri1 a escritores no
sado en traducciones debidamente admitidas en el mundo.• 1
indígenas y concordes con sus categorías licerarias. La misma ope-
Definir la rraducción de los aucores dominados como una li-
ración considerada a partir de una «pequeña» lengua «fuente», o
terarización, o sea, una verdadera metamorfosis literaria, un cam-
sea, como exporcación de cextos a una lengua literaria central, es
bio de estado, resuelve coda una serie de problemas engendrados
mucho más que un simple cambio de lengua; es, en realidad, el
por la creencia en la igualdad o, mejor dicho, en la simerrfa entre
acceso a la literarura, la obtención del certificado licerario. Es esca
las operaciones de traducción, concebidas uniformemente como
traducción-consagración la que nos interesa aquí. simples translaciones de una lengua a otra. La transmutación lice-
El concepto de «literariedad», o sea, de crédito licerario ocor- raria está garantizada por el cruce de la frontera mágica que hace
gado a una lengua, con independencia de su capital propiamence
1. Pius Ngandu Nkashama, Littér11t11rn n t~·n't11m m /,mgut'S '1fric11irw. Pa-
1. Esto es, como exportación de textos nacionales a ocra lengua. Cf. V Gan- rls, L'Harmanan, 1992, pp. 24-30. La cursiva es mía.
ne y M. Minon, •Géographie de la traduction», loe. cit., p. 58.
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que un texto redactado en una lengua poco o nada liceraria, o sea,
inexiscente o no reconocida en el ••mercado verbaln, acceda a una operaciones de literarización progresiva. Durante el período de su
lengua literaria. Por eso defino aquí como iiterarfaación coda ope- exilio, a partir de 1883, August Scrindberg, resuelto a •hacer la
ración -traducción, autotraducción, transcripción, escricura direc- conquista» de París, 1 va en efecto a intentar codas las posibilidades
ca en la lengua dominante- por la cual un cexco procedence de para obtener el reconocimiento literario. Aun cuando sus primeras
una región literariamente desheredada logra imponerse como lite- obras de teatro y colecciones de relatos conos hubieran sido rápi-
damente traducidas al francés, no habían hallado el menor eco en
rario ante las instituciones legitimadoras. Sea cual sea la lengua en
París. Por eso trató primero de traducir él mismo su obra Padre,
que estén escritos, estos textos deben «Ser traducidos», es decir,
en 1887; Antaine acababa de abrir el Théacre-Libre y Strindberg
obtener un certificado de literariedad. Salman Rushdie, escritor
quería que Émile Zola leyese su obra. En un primer momento,
indio de lengua inglesa, que no debe, por tanto, aparencemente
como se podrá verificar en numerosos casos, la autotraducción es
plantearse el problema de la traducción, habla, sin embargo, de
la única solución para intentar el salto. Luego Scrindberg encuen-
una especie de autotraducción fundamental: «Ecimológicarnence,
tra a un traductor, Georges Loiseau, con quien va a colaborar. La
la palabra "traducir" viene del latín traducere, "llevar más allá".
traducción asistida es una segunda etapa en el curso de la cual d
Puesto que nos han llevado más allá del lugar donde nacimos, so- escritor, muy activo en la transposición de su texto, intenta
mos hombres "traducidos". Se admite, generalmente, que se p~er­ reescribirlo. Al mismo tiempo comienza a interesar a los medios
de algo en la traducción; yo me aferro tercamente a la idea de que teatrales. Tras la puesta en escena de La señorita Julia en d T éirre-
también se puede ganar algo con ella.>1 1 Libre de Anroine, en 1893, Lugné-Poe representó con éxito Acrtt-
La serie de operaciones de transmutación y de traducción de tÚJres en 1894, en una traducción firmada por Loiseau, pero elabo-
los textos literarios representa una especie de gama de escracegias rada a partir de la que hizo Strindberg. Por último, sin duda
lingüístico-literarias, un continuo de soluciones que permiten elu- molesto en parte por la necesaria mediación del traductor, Strind-
dir las carencias y la invisibilidad literarias. Se pueden así localizar berg decide escribir él mismo directamente en francés. Tras algu-
en el itinerario de numerosos escritores, en rodas las etapas de su nos cuentos y relatos cortos, en 1887 redacta Et akgato tk un loco,
consagración progresiva, codos los grados de la transformación de en donde imenca rivalizar con los noveliscas franceses y en especial
los cextos según los imperativos de visibilidad por parce de las ins- con el estilo «aéreo» de Maupassam. 2 A Edvard Brandes, periodis-
tancias consagradoras. Para Strindberg, al igual que para Joyce, no ta y hermano del crítico Georg Brandes, le explica: •¿Si tengo in-
se trata de ser traducidos o de escribir en francés, sino de acceder a tención de convertirme en un escritor francés? ¡No! Me sirvo úni-
la literatura y a la condición de escritor, mediante la adopción camente del francés a falta rú una kngua universal y voy a seguir
~recta o mediatizada por la traducción- de una lengua que en- haciéndolo cuando escriba.» 3 El francés representa para Suindberg
carne la liceratura por excelencia. una rampa de acceso a la literarura. 4 Carl Bjurstrom, que es hoy

1. Carl Gustaf Bjurstrom, •Strindberg écrivain frut~s-. en August Suind-


berg, CEuum a11tobiographiqu~s. t. 11. París, Mercurc de France, 1990. p. 1199.
JUEGOS DE LENGUAS
(edición a cargo de C. G. Bjumróm).
2. Cf. August Strindberg, carta a Car! La.rsson, 22 de abril de 1884, ibúlmi.
Las diversas tentativas de Scrindberg para ser consagrado en p. 1199.
Francia pueden describirse como una especie de paradigma de las 3. !bitkm, p. 1203. La cursiva es mía.
4. Muchos detalles parecen indicar que tambi¿n quería preservar su vida
privada y no revelar a los suecos la hiscoria de su matrimonio.
1. S. Rwhdie, P11trin Ímllginaim, op. cit., p. 28.
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día su uaductor y editor en francés, añade incluso que no empezó
francés, publica sus primeros textos y poemas en ruso, en BerUn,
a escribir en francés a causa de un gusm particular por esca lengua.
sobre codo en el diario Rul y en diversas revistas. Sus dos primeras
Su estrategia resultará eficaz, puesto que su texto encuentra editor
novelas, Machmka ( 1926) y Rey, Dama, Vakt ( 1928) se publican
en 1895; antes ya había sido traducido y publicado con éxico en
también en Alemania.
Alemania. Diez años después de El alegato de un loco, Strindberg Luego, desde principios de los años 1930, París pasa a ser la
escribirá en francés el célebre Inferno en 1896-1897, que Mercure nueva capital de los rusos exiliados, 1 y la revista más prestigiosa de
dr Franct publicará en 1898. No abandonará la escritura en fran- la emigración rusa, Sovremennie Zapiski («Los Anales Contempo-
cés hasta después de haberse convertido en un escritor famoso y ráneos»), que abandonó Berlín para afincarse en París, acepta pu-
consagrado. En otras palabras, una vez adquirida la consagración, blicar la nueva novela de Nabokov, La drfinsa, en tres entregas. El
es decir, la existencia y la visibilidad literarias, la traducción vuelve crítico André Levinson publica entonces un artículo entusiasta so-
a ser una simple translación de una lengua a otra: el escritor llega- bre el libro en Les Nouvelles littéraires. 2 Inmediatamente, el reco-
do de una región excéntrica literariamence puede ya retomar la es- nocimiento crítico en francés permite a Nabokov salir de los lími-
critura en su lengua materna y abandonar toda preocupación de tes «nacionales» de la comunidad rusa en el exilio y eludir el
ese género. anatema de la crítica rusa, bastante hostil a su libro. En el plazo de
A fines del decenio de 1890 Strindberg resolvía, por tanto, el una semana, anees incluso de que la novela encera hubiese sido
problema de la «traducción» al adoptar la solución más radical de publicada en ruso, Nabokov firma un contrato con Fayard por la
todas: escribir en francés. Rubén Darío, más o menos por la mis- traducción de La Déjeme Loujine. 3
ma época, escogió una solución bastante cercana, como hemos Pero como vive en una gran precariedad, prosigue la difusión
visto, que era la de afrancesar la lengua española y, en cierto de sus textos en Sovremennie Zapiski y en Poskdnit Novosti ~1
modo, fusionar las dos lenguas mediante la creación de ese «espa- principal diario ruso de París y el más importante de la prensa
ñol francés» que le evitaba la etapa de la traducción. emigrada-, 4 únicas publicaciones que le reportan un poco de di-
Nabokov, por su parte, es también uno de los más grandes nero. Allí edita, en especial, Cámara oscura en 1932, que será muy
«autotraductores». A la manera de Srrindberg, va a reducir gra- pronto vertida al francés por la editorial Grasset. 5 Esta traducción
dualmente la dependencia de sus traductores y pasar de una len- francesa, que obra como un reconocimiento, generará otras: firma
gua a otra hasta publicar, sin intermediario, sus propias traduccio- contratos para las versiones sueca, checa e inglesa de sus novelas.
nes. Sabemos que fue, hasta 1938-1939, un escritor ruso: su Pero en 1935, al releer la traducción inglesa de Kamera obskura,
descubre su mediocridad: «Es aproximada, amorfa, chapucera, lle-
familia abandona Rusia en 1920 y se instala en Berlín. Entre 1919
y 1921, alrededor de un millón de personas abandona Rusia, en·
tre ellos numerosos intelectuales, y Berlín se convierte en la «capi- 1. A principios de los años 30. sólo quedaban 30.000 rusos en Berlín, y la
tal» rusa durante los años 1920, en el cenero incelecrual de esra micad de dios, en parre alemanes de nacimiento, no formaba ya parte de la colo-
nia rusa. En cambio, la prensa y la edición emigradas prosperaban en París. don-
emigración. La Alemania de W eimar cuenta en esa época con
de vivía la mayoría de los 400.000 rusos refugiados en Francia.
unas cuarenta editoriales rusas, así como con gran número de pe- 2. 15 de febrero de 1930.
riódicos y publicaciones. 1 De este modo, el joven Nabokov, que, 3. Esta craducción apareció en Édirions Fayard, en 1934. con el titulo La
además de su lengua materna, domina perfectamente el inglés y el Coime du fo11.
4. Brian Boyd, Vladimir Nabokov, l. 1, Les Am1h rusus, París. Gallimard,
1992, p. 427 (erad. de P. Ddamare). [los años rusos, Anagrama, 1992.]
l. Cf. Mark Racff, ~La culture nwe et l'émigration», Hisroire de Út litter:m1· 5. Chambrt obscurt. París, Grasset, 1934.
re russt: k )()( sitck, t. 11, La Rlvo/111íon tt ks a1m!ts vingt, París, Fayard, 1988.
187
186
na de errores y omisiones, carece de vigor y agilidad, y despachada
lenguas literarias que conoce. Por un momento piensa en residir en
en un inglés tan soso que no pude leerla hasta el final; todo lo cual
Francia, pero, aparte de los escollos administrativos y económicos
es bastante lamentable para un autor que pretende que su obra
que le dificultan la vida, domina mejor el inglés que el francés y, ex-
tenga una precisión absoluta, que se toma las máximas molestias
ceptuando ccSeñorita Ü» y su ensayo sobre Pushkin publicado en la
para conseguirlo y luego se encuentra con que el traductor le des- NRFen 1937, 1 no ha escrito nada directamente en francés.
hace tranquilamente cada una de las malditas frases.,,' Nabokov se Embarca hacia los Estados Unidos en 1940 y se convierte en
resigna, no obstante, a autorizar la publicación del libro para no un escritor de lengua inglesa: la verdadera vida dt Sebastian Knight
perder su primera ocasión de publicar en inglés. 2 Pero propone se publica en 1941 en los Estados Unidos, con el respaldo de Del-
traducir él mismo el libro siguiente, Desesperación. como si ya hu- more Schwartz, en la editorial de vanguardia New Directions. 2
biese comprendido que, novelista en una lengua dominada en Eu- Pero el reconocimiento literario y el éxiro le llegarán una vei. más de
ropa. y sin apoyo nacional, no cenfa más alternativa, para existir li- París, donde le publican de nuevo en su segunda lengua, según una
terariamente, que aucocraducirse. lógica análoga a la que había permitido al escandaloso U/isesde Joy-
Como Cioran, Panait Iscraci, Scrindberg y muchos otros, vive ce aparecer en París en los años 20, contra los ucases de la censura
la reescritura en otra lengua como una prueba terrible: «Traducim: moral. lo/ita, que resulta una provocación insoporcable en la Nor-
a ti mismo es terrible, examinarte las entrañas y probártelas como teamérica puritana de los afios 50, se publica en París en 1955 con
un guante, y descubrir que el mejor diccionario no es un amigo la cubierta verde de la Olympia Press de Maurice Girodias, eras ha-
sino el campo enemigo ... 3 Pero en 1937 4 firma con Gallimard un ber sido rechazada por cuatro editores norteamericanos. Perseguido
contrato de traducción aJ francés de Desesperación, a partir de la por la censura francesa, retrasado por el proceso y las aduanas fran-
versión inglesa del libro, como si, paradójicamente, esperase poder cesas, auroleado por un éxiro de escándalo, el libro se publica tres
garancii.arse una mayor fidelidad a partir de una traducción hecha afios más carde, en 1958, en los Estados Unidos. Y Nabokov, que
por él en una lengua de más amplia difusión que la rusa. Y también hasta entonces no era más que un escritor de lengua inglesa sin gran
en París comienza su primera novela redactada en inglés: L11 verda- notoriedad, conoce bruscamente un inmenso éxito internacional.
dna vida dt Sebastian Knight. Al cabo de casi veinte años de cenc;tri- Este itinerario muestra que no vivió, como se afirma a menudo,
vas diversas para llegar a ser un escritor ruso y afirmarse como cal. «dos vidas» de escriror, en cada una de sus dos lenguas literarias.
ciene que afrontar los mismos dilemas que todos los escritores exi- Conoció la suerte difícil de codos los escritores exiliados y domina-
liados. A finales de los años 30 la esperanza del regreso a Rusia se dos que, para poder existir literariamente y acceder a una auténtica
desvanece definitivamence, y no puede esperar vivir de su plurn•l autonomía creadora, o sea, para evitar la dependencia de las traduc-
ciones incontrolables, «eligen» convertirse, según la expresión de
con un público tan restringido y tan disperso como la comunidad
Rushdie, en «escritores traducidos,,,
rusa emigrada. Para acceder a una auténtica existencia y a un reco-
Beckett, por su parte, a finales de los años 1940, adoptará una
nocimiento literarios, tiene que «traducirse» a una de las grandes
solución sin duda inédita anees de él: sistematizará la doble traduc-
ción. Hay que recordar, sin embargo. que anees de eso. joven escri-
l. Vladimir Nabokov, carca a Hucchinson & Co, 22 de mayo de 19 .l'i. Ci-
cado por Brian Boyd, op. cit., p. 483.
tor de lengua inglesa llegado de Dublín, había recorrido todas las
2. Entregará una nueva versión, complccamencc rehecha, c:n 19:38, con el d·
tulo de: Laughtrr i11 tht D11rlt. l. •Pouchkinc: ou le: vrni ce le vmisc:mblablc:.•
3. V. Nabokov, car1.:1 a Zinalda Shajovskaya, hacia octubre: de 19.l'i. citadc' 2. Pierre· Yvc:s Pétillon, Histoirr dr /¡1/i11éraN1rt11mrrit'ai11r. Nom dtmi-1ikl~.
por B. Boyd, op. cit., p. 485. 1939-1989, París, Fayard, 1992, p. 231.
4. Se afinca en Francia c:nrrc 1937 y 1940.
189
188
etapas descricas más arriba. Tras haber publicado en Londres, en
Chacco and Windus, su colección de relacos corros More Pricks Las prácticas de autotraducción (en su infinica diversidad)
than Kicks (1934) -prohibido en Irlanda y que vendió quinientos son, pues, para los autores, o, al menos, para una parce de ellos,
ejemplares- y edicado su poemario Echo 's Bones por cuenca del au- una manera de mantener el control sobre todas las transformacio-
tor; tras haber propuesco en vano su manuscrito de Murphy a cua- nes de sus textos y de reivindicar así una autonomía absoluta. Se
renca y dos editores ingleses entre 1936 y 1937 -la novela la publi- sabe que Beckett nunca quiso, o sólo en muy raras ocasiones, con-
cará finalmente Routledge en Londres en 1938 y será traducida al fiar sus traducciones a otros. Cabe pensar también, dentro de la
misma lógica, que con Finnegans Wake Joyce habría qui1..á encon-
francés por Beckecc y Alfred Péron en 1947, para la editorial Bor-
trado una solución nueva al problema doloroso e insoluble de la
das-, busca otros caminos de salvación. Tras la publicación de
traducción al proponer un texto de entrada intraducible, es decir,
poemas escritos en francés en Les Temps modernes, y la redacción
totalmente autónomo, independiente de todas las trabas lingüísti-
de Watt en inglés durante la guerra, 1 escribe algunos relatos corros
cas, comerciales y nacionales.
directamente en francés. Luego, en París, vive su gran período
creacivo, durante el cual redacta sus primeros grandes textos en
La historia literaria, tal como se aborda normalmente, impide
francés: en 1946 escribe Mercier y Camier, Primer amor (inéditos
comprender el papel real y crucial que desempeñan los traductores
hasta 1970), El expul.sado, Continuación (que se convertirá en El en el universo literario mundial. Como la alternativa que se ofrece a
fin). En 1947 comienza, siempre en francés, Molloy; en el 48 lo ter- los hiscoriadores de la literatura consiste, en síntesis, en optar bien
mina, escribe Malone muere y esboza Esperando a Godot, que reha- por la historia singular (y, normalmente, deshistoricizada) de un
ce y cermina en 1949, anees de comenzar El innombrable. Beckett autor concreco, bien por el cuadro general de una literatura na·
sabía que, para tener una oporcunidad de publicar o representar to- cional, bien por la historia de las diferentes interpretaciones («le-
dos escos primeros textos, debía necesariamente optar por la escri- cturas») de un mismo texto en el curso del tiempo, el trabajo de
rura en francés: Esperando a Godot y Fin de partida, dedicada a consagración y literarización que cumplen los traductores y los des-
Roger Blin y creada en Londres en francés en 1957, le permitieron cubridores, que sólo puede captarse a través del diseño general de la
realmence acceder a la existencia literaria. Pero a partir de ese reco- estructura mundial de la literatura -y de las relaciones de fuerza que
rrido casi canónico, Beckett adoptará una solución sin duda inédi- la caracterizan-, siempre se silencia, se olvida o, simplememe, se
ta -por su radicalismo- en la hiscoria de la literatura: en lugar de desconoce, al igual que la .,figura de la alfombra,, de la que hablaba
1eelegir- una lengua conua la ocra, resuelve seguir siendo durante James. Y, sin embargo, es la obra tan inmensa como invisible de
toda su vida un escritor no sólo craducido, sino aucocraducido, y traductor, de incitador y de descubridor de un Valery Larbaud, su
que ya no trabaja en dependencia de los craduccores, sino en el des- tarea esencial de introductor en Francia de Faulkner, de Joyce, de
doblamiento lingüístico. Esca obra excepcional en su bilingüismo Buder, de Ramón Gómez de la Serna y de muchos otros, la que
mismo revela la voluntad de Beckett de insistir en la escritura de conmocionó y renovó profundamente toda la literatura mundial.
una obra «doble». A parcir de Textos para nada y, después, de Mo- Son las grandes traducciones que Maurice-Edgar Coindreau ha he-
cho de las novelas de Faulkner las que ocasionaron su consagración
/loy, uaducirá o reescribirá casi todos sus cexcos en las dos lenguas
y reconocimiento universal: con todo, no existen en el capítulo de
(y canco del francés al inglés como del inglés al francés).
la historia oficial de la literatura. 1

l. Novela que publicará en versión original The Olympia Press de París en 1. En diversos diccionarios, se califiu a L.ubaud en primer lugar de •cscri-
1953 y será traducida al ÍJ'2Jlcés en 1968 por d autor en colaboración con L. ~· roro, y Coindrc:au ni siquiera es mencionado.
A. Janvicr.
191
190
El traductor, intermediario indispensable para «atravesar» la
frontera dd universo literario, es un personaje esencial de la histe- des representantes y de sus generaciones de especialistas [... J a es-
ria dd texto. Los grandes traductores centrales son los verdaderns critores ilustres y a grandes poetas como Chareaubriand, Vigny,
anesanos de lo universal. o sea, del trabajo hacia lo «Uno», hacia la Viccor Hugo, Saince-Beuve, Taine, Baudelaire, Laforgue, Mallar-
unificación del espacio literario. mé y Marce! Schwob [... ]. Pero Volcaire [... J fue el hombre gracias
Larbaud define su función como la de «introductor e interme- al cual se cumplió el gran destino póstumo de Shakespeare, y el
constructor de ese puente invisible que unió la vida inrelecrual de
diario», miembro de un «clero cosmopolita» al que cabe aplicarle
Inglaterra con la del continente. Su récord es imbacible.» 1
la frase de San Jer6nimo: 1 «Una sola religión, todas las lenguas.• 2
Esca religión unitaria es, evidentemente, la literatura, cuya unidad,
Cuando la autorraducción es imposible, el craduccor es un
allende la diversidad lingüística, crean los traductores. La autono-
personaje clave que, se convierte casi en un doble, un álcer ego, un
mía de los grandes traductores surgidos de los espacios literarios
autor suplente encargado de hacer pasar, de cransponar, un texco
centrales se mide precisamente por su adhesión a la ley literaria de una lengua desconocida y poco literaria al universo de la licera-
que prohíbe someterse a las divisiones lingüísticas y políticas. Lar- rura misma. Se conocen parejas de autores-traductores, diadas in-
baud, consciente de que ocupaba un lugar menospreciado y, sin separables, que logran hacer que una obra acceda a la literatura. El
embargo, vital en el universo literario, trató de rehabilitar la fun- caso del polaco Wicold Gombrowicz (1904-1969) es paradigmá-
ción del traductor. Escableció así la impresionante genealogía de tico al respecto: exiliado en Argentina, donde vivirá veinticuatro
los anglicisras franceses, es decir, de codos los que, traductores y años (entre 1939 y 1963), comienza, exactamente igual que
bilingües, han facilitado el paso de una lengua a otra y han panici- Strindberg y que Beckett más tarde, por traducir sus textos pola-
pado así en la autonomización (basada en el conocimiento muruo cos al español, con la ayuda de varios amigos. Ello le permite pu-
y la consagración recíproca) de los dos grandes espacios literarios, blicar en Buenos Aires, en 1947, Ferdydurke y La boda. Luego,
o sea, en su unificación progresiva: «Fue Voltaire quien dio co- nueva etapa o segundo grado en la búsqueda del reconocimiento
mienzo a todo, quien fundó la venerable Orden de los lntérpre1es específico, él mismo traduce La boda al francés, con la colabora-
del Pensamiento Inglés. Orden verdaderamente venerable porq Je 1
ción de dos francesas, y envía el texto mecanografiado a Albert
(por limitarnos a Francia) cuenta en sus filas, aparee de sus gran- Camus y Jean-Louis Barraulc, así como el texto polaco a Martín
Buber. A parcir de 1951 colabora en una revista polaca de París,
l. Valery Larbaud habla intentado defender de este modo la carca de los rra· Kultura. Aquí aparece por primera vez, en forma de follecón, su
ductores al darles, seria e irónicamence, un «sanco patrón». Escogió a San Jcróni· novela Transatlántico. Esca primera etapa parisina conduce a que
mo, au1or de la Vulgata, la traducción a1 latín de la Biblia, insisiiendo en la im· le publiquen a continuación un volumen (siempre en polaco) en
portancia de la revolución culcural que supuso su traducción. Jerónimo es la colección «Biblioteca de Kulrura .. , en el Instituto Literario de
•quien dio la Biblia hebraica al mundo occidenral, y el que construye el largo París (en 1953). Sabe que el acceso a la literatura pasa necesaria-
viaducto que enlaza a Jerusalén con Roma y a Roma con todos los pueblos de mente por París: ((Parece que en Polonia me leen a escondidas ..,
lenguas románicas[ ... ]. Qué orro traductor ha consumado una empresa canco-
escribe a Maurice Nadeau en 1957. «Al menos, es una buena noti-
losal y con un éxito tan grande y consecuencias tan vastas en el ciempo y e~ el
espacio [... ] y palabras salidas de sus palabras alaban al Señor al son de los banjos cia. Pero todo debe venir de París.11 2 Constantin Jelenski se con-
en los spirituals de los negros, y sollozan en las guitarras, en los tristts y los 1 w·
1

dinhas, en los confines en que el habla de los campesinos del Lazio se cncucncra l. !bltkm. pp. 31-32.
con d habla de los indios guaranles.» V. Larbaud, Som l'irwocation dt sni11t jiro· 2. Maurice Nadcau, Grdm lnir soimt m1d1w. París, Albin Michcl, 1990,
mr, op. cit., p. 54. p. 343.
2. V. Larbaud, Ct via impuni, Íll ÍIClurt, op. cit., pp. 36-37.
193
192
viene entonces en intermediario, traductor e introduccor de Gom.
hrowicz en París. Afincado en la capital francesa, miembro del se- de la traducción debe abordarse y analizarse como un proceso de
cretariado dd Congreso para la Libertad de la Cultura y de la re- emergencia progresiva en la que el propio escriror puede incerve-
dacción de la revista Preuves, Jelenski es, en los años 50, «el doblr: nir, directa o indirectamente, de múltiples formas.
agente de Gombrowiez», según los cérminos de su compacriou Si el escricor, ser doble a la espera de traducción y obligado a
Karpinski. 1 No sólo lo tradujo, sino que fue cambién su comenca- recurrir a la mediación necesaria del traductor, domina lo sufi-
dor y prologuista. Jelenski, escribe Gombrowicz, en su Diario Pa- ciente la lengua de destino para revisar su traducción, ocurre con
frecuencia -como hemos visto en el caso de Srrindberg- que cola-
rís-Berlín. ,.aJ demoler mi jaula argentina, me cendió un puencc
bora en la versión. Es, en concreto, el caso de Joyce, que enconcró
hacia París,.. 2 Añade, en otra parte: «Cada edición de mis libros Cíl
en Valery Larbaud un introductor, un traductor y un consagrador
lenguas extranjeras debería oscenrar el sello "gracias a Jelenski".,, 1
único. Es el nombre y el prestigio de Larbaud, entusiasmado por
Desde los años 50 y las primeras tenrativas de Jelenski para darle a
la lectura de los primeros episodios de Ulises, publicados en The
conocer, Gombrowicz, que vive en Argentina, comprende que cie-
little Review, es su propuesta de llevar a cabo y luego de supervi-
ne una oportunidad de acceder a través de él al reconocimienco 1:- sar la traducción del libro, y su conferencia en la Casa de los Ami-
rerario: 11Jdenski, ¿quién es? Se ha levanrado anee mi horizonce, gos del Libro, en diciembre de 1921 -muchas veces reproducida y
alli a lo lejos, en París, y está luchando por mí. Hace mucho ciem- hasra traducida al inglés para la revista The Criurion, prueba de
po -quizá nunca- que no he conocido una confirmación can re- que la consagración parisina permite existir licerariarnence en ocro
suelta, can desinteresada, de lo que soy, de lo que escribo [... ].Je· lugar-, los que provocan, por una parre, la decisión de Sylvia Beach
leruki me defiende a pie firme frente a la emigración polaca. de transformar Shakespeare and Company en edicorial con el fin
Emplea para empujarme codas las bazas que le ofrece la situación exclusivo de publicar Ulises en versión original, y, por otra, la de-
que se ha forjado en París y su prestigio creciente en la alca socie- cisión de Adrienne Monnier de editar una traducción francesa.
dad incelecrual. Recorre las editoriales con mis manuscritos. Ha Aunque su renombre fuese ya grande en los medios literarios an-
sabido conquistarme ya un puñado de partidarios, y no de poca glosajones -sobre codo entre los exiliados norrearnericanos de Pa-
ralla. ..4 Mediante el caso de Gombrowicz, que también pasa de la rís-, Joyce se hallaba, al comienzo de los años 20, en la imposibili-
aurorraducción 5 a la mediación de un rraduccor-introduccor, que dad de publicar Ulises: sus cexcos se consideraban escandalosos y se
se conviene en una especie de álter ego radicado en el exrranjero habían publicado hasta entonces en editoriales pequeñas que se
en calidad de apoderado y de portavoz, se observa que la cuestión enfrentaban a las consecuencias de las censuras británica y nonea-
mericana. Los números de The little Review en que la novela apa-
recía en episodios eran regularmente secuestrados y quemados por
1. Ciwlo por Rica Gombrowicz, Gombrowicz en Europe, 1963-1969, París. obscenidad, hasta que el secretario de la Sociedad para la Preven-
Denoel, 1988, p. 16. ción del Vicio de Nueva York consiguió que la publicación fuese
2. Wicold Gombrowicz, journal París-Berlín, t. 111 bis, 1963-1964, París, prohibida definicivamenre. 1 Gracias, pues, a las instimciones con-
Burgoís, 1968, p. 55-56 (erad. de A. Kosko). [Diario, Madrid, Alianza, 1993.] sagradoras de París, Ulises se benefició de una publicación doble;
3. W. Gomhrowicz., joumal, t. JII, 1961-1969, París, Bourgois-Nade•u.
pero el libro no encuentra editor en su lengua original hasra des-
1981, p. 62 (erad. de C. jezewski y D. Aucrand).
4. W. Gombrowicz., joumai, t. 1, 1953-1956, París, Bourgois, 1981. p. 366 pués del veredicto crítico de un gran traductor.
(trad. de A. Kosko).
5. La primer.1 traducción de Ferdydurke al francés es obra, por otra parte, Jcl 1. Cf. 11Ulysse: Note sur l'histoire du texte•, en James Joyce, CEuvm comp/}..
propio Gombrowicz (bajo el seudónimo de Bronc), ayudado por Roland Mu· tes, t. ll, París, Gallimard, • Bibl. de la Pléiade•, 1995, pp. 1030-l 033.
tin, periodista franás afincado en Argentina.
195
194
A pesar del papel crucial y activo de Larbau<l en esta consagra-
ción y ennoblecimiento del cexto, Joycc se niega a confo.me a él junto de la literatura europea y, en particular, en la francesa, los
por entero. Los diferentes craduccores de U/ises, supervisados por más grandes héroes literarios ingleses no han conocido, sin embar-
Larbaud -Auguste Morel y luego Smart Gilben- deberán some- go, a lo largo de los siglos XVIII y XIX, un verdadero reconocimien-
terse a la rcleccura del aucor. La página del tículo definitivo de la to universal más que a parcir de las traducciones de sus textos al

craducción publicada en París por Adricnnc Monnicr en 1929 francés. En toda Europa se leía a Shakespeare en las craducciones
precisa, inscaurando al mismo ciempo una jerarquía sucil enrrc los de Le T ourncur; a By ron y a Moorc en la de Pichot, a Scerne en la
de hesnais, a Richardson en la de Prévosc. Desde 1814, afio de la
discincos procagoniscas y conservando el papel más importante dd
publicación de Waverley, hasca la muerte del escritor, en 1832, las
aucor: «Traducción francesa íntegra revisada por Valery Larbaud y
novelas de Walter Scocc fueron rraducidas al francés por Dufau-
d autor.• El mismo control se ejerció sobre Beckc:tr durame 5U
conpret en cuanto aparecían, y es esca versión francesa la que les
primera estancia en París, en 1929. A petición de Joyce, crabajcí en
dará un inmenso renombre mundial. Las novelas de Scoct se di-
la versión francesa de Anna Livia P/urabe/le, uno de los pasajes fundieron en francés o se tradujeron a parcir de la versión france-
más célebres del Work in Progress, en colaboración con Alfred Pé- sa: desde 1830 la serie completa de las Waverley novels fue traduci-
ron, a quien había conocido en el Trinicy Collegc de Dublín algu- da del francés al espafiol.
nos años antes. El texto satisface a Joyce, que cuando se dispone a
enviarlo al impresor para el número siguiente de la NRf; lo mues-
tra por casualidad a tres amigos suyos: Philippe Soupaulr, Paul EL PREMIO DE LO UNIVERSAL
Léon e lvan Goll. La traducción es poco a poco puesta en enmdi-
cho, vuelve a trabajarse y se revisa enteramente. Aparecerá en Los premios literarios son la forma menos literaria de la consa-
mayo de 1931 en el volumen XIX de la NRF con las firmas de Sa- gración: la mayoría de las veces se encargan de dar a conocer los ve-
muel Beckett, AJfred Péron, lvan Goll, Eugene Jolas, Paul L. redictos de las instancias específicas fuera de los límices de la Repú-
Léon, Adrienne Monnier y Philippe Soupault, <<en colaboración blica de las Letras. Son, pues, la parre que aílora y la más visible de
con el aucor». 1 Se observa que la traducción aJ francés, debido al los mecanismos de consagración, una especie de confirmación al
poder único de consagración de París, ocupa un lugar especial. uso del gran público. Dicho esto, de conformidad con las leyes del
Pero, paradójicamente, no se traca, ni mucho menos, de una creen- mundo literario, cuanto más incernacional es un premio, canto más
cia en rdación con la literarura o con la lengua francesas en cuanro específico. Por eso la mayor consagración liceraria, que designa y
cales. AJ contrario: ni Joyce ni Strindberg ni Beckecc se interesaban por ello define el arce literario, es el Premio Nobel. Europa se dota
al principio del siglo XX de esta inscicución de consagración que va a
ni poco ni mucho por los debates literarios franceses. Este papel
conquistar poco a poco un reconocimienco mundial: los escritores
específico de la traducción francesa ha existido desde el siglo XVIII.
del mundo entero lo aceptan como un cercificado de universalidad
Así pues, aunque a nadie se le ocurriría negar que la literatura in- y, por ello, tienen en común reconocerlo como la consagración más
glesa es una de las más importantes y la más influyente en Europa alta del universo literario. En otras palabras, no hay mejor índice de
desde el siglo XVIII, y que imprime una profunda huella en el con- la unificación del campo literario incernacional que el reconoci-
miento cuasi universal menee concedido a esce premio.
1. Philippc Soupauh da a entender en su prefacio que .. c1 primer ensayo [de Es también el premio más prestigioso y más indiscutido allen-
uaducciónl intentado por Samucl Beckcn, irlandés, lector en la Escuda Normal de las fronceras del universo literario. Desde hace casi cien afios, d
[...],ayudado en su wca por Alfred Péron, profesor adjunto de la universidad• Nobel accúa como un árbitro casi indiscutible de la excelencia lite-
habla sido ampliamente revisado y rransformado.
197
196
naria. Nadie (o casi nadie) 1 se exrraña ya del respeto lllle suscita
por doquier esra institución, ni pone en duda la validez Je la con- no, de más de mil millones de individuos, ¡ni uno solo ha ganado
sagración mundial que confiere a un escritor año tras año. L1 em-
el Premio Nobel!»
La reivindicación del Nobel reviste más o menos la misma
prc.~a cuya responsabilidad asumió la Academia Sueca, al •Keptar
forma en el área lingüls1ica portuguesa. Jorge Amado afirmaba en
encargarse de la ejecución de las voluntades rcstamcntaria~ Je Al-
una entrcvisrn reciente: "Pienso que deben un Nobel a la lengua
1

frcd Nobel, habría podido fracasar o quedar confinada en 1111 «pro-


portuguesa, que nunca ha tenido ninguno. No porque piense que
vincianismo escandin:lVO• desdelíadu por todos. Y, sin embargo, el Nobel hace la literatura: son los escritores los que hacen el No·
m<W las asambleas que se han sucedido desde 1901 han obtenido bel y no el Nobel el que hace a lm escritores. Pero me parece triste
un éxito exrraordinario. Los jurados suecos han conseguido no que un hombre como Guimaráes Rosa haya muerto sin ganar el
sólo imponerse corno árbitros de la legitimidad literaria, sino tam- Premio Nobel, que Carlos Drummond de Andradc, que grandes
bién conservar d monopolio de la consagración literaria mundial:' escritores ponugucses hayan muerto sin haber tenido el Nobel.
La imporrancia de esra consagración en la acumulación de un Hay en Portugal un hombre de más de ochenta años que es un
capital literario nacional es tal que los coreanos hacen hoy día cam- gran poeta portugués y que se llama Miguel Torga, 2 que merece
paña para obtenerlo. La prensa coreana habla de ,da obsesión del No- mil veces el Nobel y que no lo ha recibido. En cuanto a mi, ganar-
bel•\ y en la librería más grande de Seúl se veían rt•cicmemt·nrc..- carte· lo no me preocupa en absoluto, se lo garantizo.~
les de propaganda del •lururo premio Nobel corcano»."1 La candidata
oficial, Pak Kyongni, nacida en 1927, es casi un monumento nacio- El pn:mio ororgado al novelista portugués José Saramago en
nal: es la autora de una saga-río muy popular, l.11 tit'rm. qut· consta 1998 ha reparado esca injusticia.-1 L1 Academia se ve en cierto
de catorce volúmenes publicados desde 1970. modo obligada, por haberse colocado en la sicuación imposible de
Los escritores chinos, que se cuentan cambién encrc los 1'tlti· erigirse en tribunal imparcial, universalmente reconocido como le-
mosque han quedado al margen de los grandes flujos i111crnacio· gítimo, a emprender el escablecimicnco riguroso de los criterios de
nales y que se han mantenido en una cuasi aut•m1uía literaria, se la excelencia literaria y a explicitar el trabajo de universalización
reunieron hace algunos afios para elaborar una esrrategia nacional. que se realiza en ro<los los ámbitos a través de las luchas entre escri-
presentar candidatos y obtener al menos un premio amc:s de que rores nacionales e internacionales. Su crédiro universal la convierte
finali1.ara el siglo XX. Uno de ellos protestaba incluso en la prensa en insri1ución por antonomasia de la legitimación literaria. La pro-
sueca: •Entre los miles de escritores que existen en d puchlo chi· pia historia del premio desde el comienzo del siglo XX es la elabora-
ción progresiva de los criterios expllcitos de la universalidad. Vistas
desde el interior, las únicas luchas verdaderas y decisivas dentro del
1. F.xiiten aqul o allá algunas criticas rituales sobre la oportunidad dl· 1;11 u Comité Nobel, desde que existe, tienen por objeto la adopción o la
cual dco.:i6n (que no hacen m~ que subrayar el aho concepw en 'lllc ~,· le tic· abolición de tal o cual criterio determinante para la concesión del
ne), pero wnbic!n sobre la imtimción miima, corno la diatriba de C ;Cllf¡\l'I Srri·
ner ·The Scandal l)fNobd Priu•, Thr Nrw York Time1 Book-Ne11irw. :m dt· scp·
1. Enll'C:vi~ta inédita rnn el c.\critor, ~cpticmhrc de 199.l
ricmhrC' dr 1984, cuyo estilo colfoco dcmue.ma, por si aún hicicr,1 folt:i. la 2. Miguel Torga murió dcsput:'~ dr c:sra c111rc\·isra.
imporianá;a y el urácrcr ineludible dd premio. .~. Cabe, no oh~rnnte, l:11ncnrnr l)UC cnrrt' dns u111didam~. Josc! Saramago y
l. Ha liiibido alg11nól.\ tc:nta1iv;u de c:stableccr un premio rival, rnmo el ¡m· Anrónio Lobo A11111ncs, la Arnclcmia sueca haya csrngido al 1mls •naciomtl• y al
mio Neu11ad1, fundado en 196') y concedido por un ju r:1do de c~cri tort"\ i 111cr· qur encarna una c~cc!rka nnvek1ea conscrv.1dnr:1. A1111\11io Lobo Antuncs, escri·
nacional~. pero lm ecm de la iniciativ;1 no han sido unánimes. tor innovador, creador dl' for111;1s lircr;1ri;1s inl'di111s, era sin liuda d 1\nico aut4!n·
3. Korta HrMIJ, 17 de oc111hrr de 19CJ5. 1ko •clásico lid futuro" port11g11c.'s.
4. Nicolc Zand, •Prodigic:118C C..orc!e•, l.r Monde, 24 de: nnvicrnhrc de l 'l'Jí.
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prcmio. 1 Cabria referir toda esta historia como una ampliaci6n
gradual de las concepciones de lo universal literario enriquecidas o nacionalisrns. Así pues, en 1915 el c:omicé propone la candidatu-
cada vez mcis por la historia de los debates internos y antcriorc1>. ra de Benito Pércz Galdós, elegida porque este escritor «se sitúa en
Los primeros criterios son pollticos, es decir. dcterminadm " el terreno del paniotismo común" y porque sus personajes tienen
panir de las concepciones más heterónomas del universo literario. ualgo típico que los hace comprensihles incluso para lectores que
no están familiari.,.ados con España ... 1 Por el contrario, el poeta
Asl, la primera definición del arte literario legítimo, una mf nima
alemán Amo Hoh. es descartado en 1929 por el carácter udemasia-
definición de hecho, lo asimila con la neutralidad, una especie de
do alemán» de su obra: <<Aquí 1rop<."1.arnos con algo estricramente
justo medio literario al que se recurrió anres de la Primera (;urna
alemán !... ] el Comité estima que su poesfa no riene un alcance
Mundial para hacer de contrapeso a los "excesos» del nacionali,1110 suficienremente univcrsal.» 2 Se comprende asimismo, en este sen-
en la literatura de ese tiempo y, sobre todo, para respetar el irnpcr;1- tido, el premio concedido a Anatole hance en 1921. no ya en
tivo -polfrico- de prudencia diplomática. Como ilustracir)n pcr- nombre de la neutralidad, sino del compromiso activo contra el
fccra de esta concepción, el jurado escogerá en 1914 la candidatura nacionalismo y el antisemirismo: «En el caso Dreyfus, estuvo en
del escritor suizo (y, por ende, considerado neutral) Carl Spi11clcr primera fila junto con quienes defendieron el derecho frente a un
(el premio no le será finalmente concedido). La misma circunspec- chovinismo extraviado ... ui
ción, en aras del respeto al «ideal de paz11 del fundador, Alfred No- El tercer criterio invocado un poco más tarde integra una nue·
bel, reproducirá idéntica situación en 1939: ese afio .~e examinad va dimensión, la de la recepción de la obra. Primer signo del éxito y
solamente la candidatura de tres escritores, nacionales de palm del eco del premio en el mundo entero, la universalidad se convier-
neutrales: Hermann Hesse, naturalizado suizo; F. E. Sillanpfüi, fin- te en unanimidad y la obra digna del Nobel debe en lo sucesivo ser
landés, y J. Huizinga, ciudadano holandés. Esta neutralidad -cuyo accesible al pliblico más amplio. Paul Valéry será así excluido en
carácter poUtico y nacional prueba la ausencia de autonomía del 1930 porque el Comité habfa juzgado imposible urecomendar, para
jurado-, erigida en valor artístico portador de razón y de modera- una recompensa que posee el carácter universal del Premio Nobd,
ción halla. por supuesto, su equivalente estético en lo que Alfre<l una obra ran esotérica y diflcih·.'1 Esta sumisión de los criterios lite-
Nobel llama •idealismo» en su testamento, es decir, una especie de rarios al gusto de la mayoría anuncia la formación de un tercer polo
aa.,demicismo estético que dé prioridad al "equilibrio», la 11armo- esencial para comprender la estructura del ámbiro mundial: el po-
nla11 y las •ideas puras y nobles» en el arte narrativo. lo económico, que encuentra apoyos en todos los espacios naciona-
A panir de los afios 20, con ánimo de renunciar a una con- les en cuyo seno emergen poderosos mercados nacionales.
cepción demasiado ligada con los acontecimientos políticos, se in· A todos estos criterios concurrentes hubo que aftadir, natural-
mente, en cada gran etapa de la ampliación cid planeta literario
tentará privilegiar a otra clase de neutralidad. Las ohras nohcliza·
desde principios del siglo XX, la universalidad como intcrnacioná-
bles (universaJizables) serán en adelante aquellas cuyo carácter
lidad. El jurado del Nobel tuvo que elaborar nuevos criterios para
nacional no sea demasiado notorio ni irredentisca. La excelencia
abandonar su dcfinicil'>n demasiado curocéntrica de la literatura.
literaria parece ya incompatible con las reivindicaciones nacionales
La apertura a nuevos protagonistas, es decir, a nuevos tipos de ca-
l. Me hr b11.1ado, en todas las informaciones hi~tórica.~. Jcsnip,·ionc\ dt· lm
procedimientos inicrnO!I y citas dr archivos, en la histori;1 cid pmnio rrl:uad.1 l. Kjcll Espmnrk, op. cit., p. <itl.
por Kjell F..apmark -miembro de la Academia Sueca- en l .c Prix Nohd, i'~rh, 2. lhldnn, p. 11.l
Balland, 1986. Esta historia in1erna, descriptiva y conmcrnornrivu dr 1111;1 imri·
3. '""'""'· p. 82.
tución, dcnwiado implicada en 1u objeto, 1iene mil,, valor como 1r~li111011io qur 4. lbldem, p. 117.
wmo a"'1ui1.
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picalcs licerarios, fue objeco de largas reservas, como si, precisa-
mence porque afeccaba a los fundamentos mismos de la ideología expresa con mucha sensibilidad la especificidad del alma japone-
liceraria sobre los que se conscruye el Nobel, hubiese sido durante sa11 ). Por úlcimo, son reconocidos, muy tardíamence, el primer
largo tiempo una especie de punco débil. africano, Wole Soyinka, en 1986, y el primer árabe, el egipcio Na-
La primera salida fuera de Europa fue precoz y de envergadu- yib Mahfuz, en 1988. La posición dominante del Premio Nobel
ra: es el premio concedido en 1913 a Rabindranath Tagore, el en la pirámide del reconocimiento y de la difusión de la lireracura
mundial (explícita, por ejemplo, en la voluntad declarada del jura-
gran poeta indio de lengua bengaJí. La presencia en la lista, en vís-
do de permitir, mediame el premio otorgado a K.awabata, integrar
peras de la Primera Guerra Mundial, de esce poeta oriundo de un
la novela japonesa en la «corriente mundial de la literatur3"), im-
país colonizado podría parecer el signo manifiesco de una gran au-
plica un modelo general que coloca siempre a Europa en posición
dacia y una independencia incelecrual extraordinaria por parce de
cencral y mantiene en la periferia, porque su juicio se ha conserva-
la Academia Sueca, sí no se supiese que esca consagración inespe- do monopolístico, a todo lo que no viene de ella. Aunque el pro-
rada es, en realidad, el fruto de un eurocencrismo redoblado o de blema de una conversión incernacional del premio se haya plance-
un narcisismo colonizador satisfecho. T agore, en efecco, no fue ado muy pronto (desde los años 20), nada se ha movido realmente
presentado al Comité por ninguna institución india, sino por la durante mucho tiempo. Las incursiones extraoccidenrales, hasta
Real Sociedad de Literatura de Londres, 1 y la decisión se tomó a escos últimos años, han sido raras y han seguido exactamente la
parcir de la única versión inglesa del Gitanjali, cierto que parcial- historia de la ampliación del planeta literario.
mente rranscrira por el propio autor. Todos estos criterios no se suceden ni se alternan, hablando
Los Estados Unidos no hicieron su entrada hasta mucho más con propiedad, en el tiempo. Pueden coexistir, evolucionar poco a
carde, a partir de los años 30 (Sinclair Lewís recibe el Nobel en poco, reaparecer con renovada fuerza cuando se los creía descarta-
1930. Eugene O'Neill en 1936 y Pear! Buck en 1938). Pero son dos, en el momento de defender una obra concreta. La úlcima de-
considerados, lógicamente, como una excrecencia europea. De finición de lo universal se impone a partir de 1945, cuando la Aca-
igual manera, habrá que esperar a 1945 para que la rama latina de demia anuncia su ambición de que figuren en su censo de premia-
la literatura americana sea reconocida en la persona de la chilena dos «los pioneros del arte literario». Se invierte el criterio de lama-
Gabriela Mistral, premio que no es sino el tímido reconocimiento yoría para instaurar un criterio autónomo e inaugurar una especie
de una extensión del ámbico de la literatura mundial y que coro- de panteón de la vanguardia o de los «clásicos del fururo11. Entonces
na, en realidad, una obra poética muy tradicional y muy vinculada comienza la magistral actividad crítica de los jurados del Nobel.
con el modelo europeo. De hecho, es el premio concedido al gua- Todo ocurre, en efecto, como si tras una reflexión sobre la innova-
cemalreco Miguel Ángel Asturias, en 1967, el que marca la verda- ción en materia literaria, la universalidad decretada y sostenida por
dera conciencia de la novedad de la novela latinoamericana y de la los suecos se edificase contra la internacional conservadora de las
ruptura que ha operado. Hasta 1968 el círculo se cierra alrededor academias nacionales y contra las concepciones más niveladoras de
de los europeos y los americanos, y no se contempla ninguna am- lo universal literario. T. S. Eliot será elegido en 1948 «por haber re-
pliación lingüística o nacional. En ese año los jurados miran hacia novado de manera notable la poesía contemporánean. Faulkner ob-
Extremo Oriente y ocorgan el premio a Yasunari Kawabata 2 («que tendrá el premio en 1950 porque se le reconoce como «el más gran-
de experimentador de nuestro siglo en el dominio del arre épico»,
siendo así que todavía es muy poco conocido del gran público y casi
1. Jbldnn. p. 250. desconocido en su país. Samuel Beckett lo recibe, en 1969, por una
2. El segundo Premio Nobel concedido a un escritor de Excremo Oricncr
obra a la sazón lejos de estar acabada. Y habría que añadir además a:
recaeñ en ocro japonéi, en fecha tan cardla como 1994: Kcm.aburo Oé.

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Pablo Neruda, premiado en 1971. Eugenio Momale en 1975, Ja-
roslav Seifert en 1984, Claude Simon en 1985, Dario Fo en 1997, inseparablemente de una celebración y de una anexión, de una es-
etc. Esta autonomía consigue afirmarse gracias a la «Complernenta- pecie de «parisización», en suma, de una universalización no exenta
riedad· estrucrural del Nobel con el poder de consagraci6n de Pa- de diferencia. Los grandes consagradores reducen, de hecho, a sw
rís. En su actividad autónoma, la Academia «duplicará» o redobla- propias categorías de percepción, constituidas en normas universa-
rá, en cierto modo, los verediccos de París y fundamentará las les, obras literarias procedentes de otras partes, olvidándose de todo
decisiones de la capital literaria uen derecho•>, es decir, según la ley el contexto -histórico, cultural, político y, sobre todo, licerario-
explícita de la autonomía literaria: al operar una especie de oficiali- que permitiría comprenderlas sin reducirlas. Las grandes naciones
zación y legalización de los arbitrajes de París, la Academia Sueca, al literarias se hacen pagar de este modo la concesión de un permiso
de circulación universal. Por eso la historia de las celebraciones lite-
menos hasta los años 60, la mayoría de las veces solía confirmar, ra-
rarias es también una larga serie de malentendidos y de desconoci-
tificar y hacer público el veredicto parisino, consagrar un descubri-
mientos que hallan sus raíces en el emocencrismo de los dominan-
miento de las instituciones críticas y editoriales de la capital de la li-
tes literarios (sobre codo de los parisinos) y en los mecanismos de la
teratura. Testimonio de ello es la gran presencia de escritom
anexión (de las categorías estéticas, históricas, políúcas, formales)
franceses en el censo de premiados: Francia, con doce premios en que implica el acto mismo del reconocimiento literario. 1 En este
su haber, sigue siendo la nación más regularmente consagrada. Lo sentido, la traducción es también una operación ambigua: medio
atestiguan sobre todo los premios concedidos a Faulkner, Heming- de acceso a la República de las Letras ofrecido por las instituciones
way, Asturias, García Márquez, inicialmente descubiertos y cele- específicas y su intrínseca apertura a la internacional literaria, es asi-
brados en Francia. Por eso durante mucho tiempo la consagración mismo un mecanismo de anexión sistemácica a las categorías estéti-
de París-en rivalidad, por supuesto, con las instituciones londinen- cas centrales, fuente de apropiaciones indebidas, de malencedidos,
ses, que lograron que se reconociera a buen número de sus propios de contrasentidos o incluso de imposiciones autoritarias de sentido.
consagrados: Kipling, Tagore, W. B. Yeats, G. B. Shaw, etc.- ha Lo universal es, en cieno modo, una de las invenciones más diabóli-
sido una de las primeras etapas para aspirar al premio más noble y cas del centro: en nombre de una negación de la estructura conflic-
también el más internacional. La negativa de Sanre a aceptar el No- tiva y jerárquica del mundo, so pretexto de la igualdad de codos en
bel es un indicio adicional del carácter «redundante» del reconoci- literatura, quienes ostentan el monopolio de lo universal exhortan a
miento parisino y la consagración sueca. Era, sin duda, uno de los la humanidad entera a acarar su ley. Lo universal es lo que declaran
únicos protagonistas del espacio literario mundial que, ocupando que es un acervo incontrovertible y accesible a codos, con la condi-
un lugar central en los procesos parisienses de consagración, ex- ción de que los que así lo decretan se vean reflejados en él.
traordinariamente consagrado él mismo, podía prescindir de un Toda la ambigüedad de la operación de consagración está
premio que no hacía más que duplicar su posición eminente. magníficamente condensada en la historia del reconocimiento de
Joyce por Valery Larbaud. Mientras que los medios literarios ingle-
ses y noneamericanos seguían atentamente las etapas del acceso de
ETNOCENTRJSMOS
1. Cabe recordar, en este sentido, la polémica de !:tiemble contra el •cwo-
Pero esta accividad de las instituciones consagradoras es una ccntrismo• y su alegaco en favor de las literaturas •exóticas-, •macginales-, •pc-
quefia~"· Cf. EssaiJ tk litrlrature rmliment gmlrak, París, Gallimard, 1974; v61se
operación ambigua. can positiva como negativa. En efecto, el poder
también ComparaiJ011 11 ·~t p111 rai1011. Parls. Gallimard, 1963. IE1uayos tÚ /i1m1-
de evaluar y cransmutar un texto en literatura se ejerce asimismo, de tura (verdaderamente) gerrm1J, Madrid, Taurus, 1977.)
manera casi inevitable, según las normas de quien «juzgan. Se trata
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Joyce al rango de escritor reconocido por las m:\s airas inst:mdas li-
terarias, un critico irlandés, Ernest Boyd, arnd> violl'ntamt·rfü· a de la historia, anacronismos que: no son nada m;h t¡uc la rnanifosta·
Larbaud a causa de su ~ignorancia colosal de la litl'ratura irlandt·- ción de su etnocentrisnm cs1Tuu11ral. M:mhc Rohcrt, ~ue ha sido
sa11, su •ignorancia completa de los grandes escritores angloirlande- una de las primeras en proponer un.1 lcuura histórica de la obra de
ses1>, entre lo.~ cuales menciona a Syngc, Georgc Mnorl' y Ycats. 1\1 Fra111. Kalka, ha resumido rnagnUicamentc los mec:mismos de In
citar la conferencia de 1921 en la que L:1rbaud afirmaba t¡m· «csni- deshistoricii.ación sis1em:itit::1 que hacl· l;1 crltirn parisina: ~como
bir en irlandés ser{a como si un auror francés comcmpodnt·o l'sni- Kalka p:ucda exento de dc.•terminaciéin geogdllca c histMica, no se
bicse en bretón moderno••.' Boyd subraya el dt~sconocimil'nto dd dudó en adoptarlo, yo dirla l(llt.' hasta u1si "naturalizarlo"; de he-
crítico francés -real, en efecto, a este respecto- e interpreta ese tt·x- cho, se trataba de una especie de prm:cdimienlO de m1turali1.ación
to como un ataque contra la identidad y la especificidad dt· l.1 lite- en virtud del cual nada un Kafk:1 francés, 111;\s cercano a nmotros,
s{, pero t¡uc stSlo tenía una rclaci<'>n lejana con el auté111ico 1... 1. A
ratura irlandesa en el conjunto de las literaturas anglM!mas:' l.ar-
falta de infi.mnacioncs prl·cisas sohre las rnndil:iones en las l¡Ue ha-
baud responderá, en especial, a esta reivindicación «nacional .. : u No
bía vivido, rnre111.:ia, por lo tk-111:\s. muy opor11111a, se extrajo <le esta
se debe en absoluto a la casualidad, al capricho ni a un t.•111usiasmo
situación infrecuente la idea de 1111 exilio absoluto 1... 1. Como Kaf-
irreflexjvo que, al penetrar en esta sala llena de tesoros, c.:I lllút•.1, ka no conservaba ya ninguna huella de sus orlgt·nes, ningún rastro
me haya creído en el deber de darla a conocer a la élite lic las prno- de una pertenencia terrenal cualquiera, se optó por atribuirle con
nas cultas francesas [... ] mi único mérito consiste en hahcr sido d toda naiuralidad una especie de derecho de extraterritorialidad,
primero, fuera del ámbito inglés, en decir sin la menor varil;lli1ín gracias al cual a su permna )' a su ohm, a trueqtw, cierto es, de su
que James Joyce era un gran escritor y Ulises un grandísimo libro,)' existencia real, lt.·s fueron concedidas la perfcn:iéin y la pure7..a que
ello en un momento en que todavía nadie, en lrlt1nd11. lo hahía di- sólo poseen las cosas abstractas. Es1e dc:red10 de extraterritoriali-
cho.•3 Vemos aquí, en la práctica, a través de uno de sus muy esca- dad era, en el fondo, un privikgio cek-s1ial: pues!O que no venia de
sos encuenrros directos, la lucha entre la visión literaria nacional v ninguna parte y perccneda a iodos, Kafka produjo el efoc10 natural
la deshiscoricización inherente a la anexión que implica la cons;;. de caer del ciclo, indt1so para lm t•scrit1m~s y los crlticos franceses
gración francesa, la cual, desde luego, ennoblece, internacionaliza. menos proclives a wmar d t:iclo co1110 relcrcnl'ia.11 1
universaliza, pero ignora por completo lo que ha permitido la apa- Scglin esta l1'1gica, la consagración rt·ntral obra Ullil Jespoliti1.a-
rición de semejante obra. La capiral desnacionalizada de la liit.•ratu- ci6n sistem:hica -la bendición crítica de la que han sido objeto los
ra desnacionaliza a su vez los textos, los dcshistoriciza p;ira ade- novclisrns mariinit.¡uc~t.·s l'atrit:k Chamoiseau y Raphacl Confiam
cuarlos a sus propias concepciones del arte literario. es una prueba manificsra de ello-, una tkshiMorici1.;1dón a priori
De iguaJ manera, al interpretar a Kafka en términos alterna1i- que corta en seco coda rcivi11dicaci11111 política o político-nacional
vamence metaflsicos, psicoanalíticos, estéticos, religiosos, sociales, de los escritores dominados pol!ticamt·nte. 1>id10 de otro modo,
para todos, el rcconrn.:imienw central es a l.1 vc1. una fomrn de Ali·
poUticos, la crítica central (y en gran parte parisina) pone de mani-
tonomín necesaria y una forma de anexión etnocéntrica que niega
fiesto su ceguera específica: comete, por ignorancia casi dclihl'r.1da
la existencia histórica de los rnnsagrados. El novelista nigcriano
Chinua Adll'lx· se sublt·vaha rn111r:1 Larso11, un nftirn noncamcri-
1. V. l..arbaud, Ct 11ia imp1mi, Ú1 latllft. /Jo11111i11r 1111¡,l1ii.•, op. tit .. p. 2V1
2. Erne~r Boyd replica a Larbaud en doA oc.1sioncs: en su libro lrrl111ul i l.1tt· cano seglin el mal Sl' podría cont'cdt·r el título dt• universal a una
r4ry Rm11is11mrt y en un anlculo dd Ntw York llmtld Trilmnr de 1 15 d~ ju nin
dt 1924. Citado por 86.rricc Mou~li, Valtry /.11rb1111d, P;trls, Hunmarion, l'J'JI!, l. MArlhe Roher1, •K11fkn C'll 1:rn11n••., l.r S1>.-lr 1/r l\t1jlt11. l'arf~. Cenrrc
pp. 369-370. Gcnrge~-l'nrnpidou,l 9H4, pp. 1'i lí1.
3. Valcry Larbaud, op. cit.. p. 414.
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novela gambiana por la sola razón de que, con algunas suslitucio-
ncs. podía pasar fácilmente por una obra norteamericana: «¿Se les centrismo fundamental el que ha producido codos los exotismos li-
pasaría por la cabeza a los Larson de la literatura africana cambiar terarios. En un arrículo de la NRF (1924) dedicado al cspafiol Ra-
los nombres de los personajes y de los lugares en una novela nonc· món Gómcz de la Serna, Jean Cassou analizaba con lucidez el
americana, de Philip Roch, pongamos, o de John Updike, y reem- principal defocco de las instituciones críticas francesas: •Pedimos a
plazarlos por nombres africanos simplemente para ver el resultado? los extranjeros que nos asombren, pero de una manera que casi es-
Evidentemente, no. Ellos jamás pensarían en poner en duda la taríamos dispuestos a indicarles, como si su papel no fuese servir a
universalidad de su liceracura. Huelga decir que la obra de un escri- su pueblo, sino a nuestro placer.» 1
tor occidencal está automáticamente investida de universalidad. Al final del siglo pasado, los canadienses franceses ya hablan
Son los otros los que deben luchar por conquistarla [... J. Me gusta· comprendido esca dificultad: «Si hablásemos hurón o iroqués, las
ría que la palabra universal fuera erradicada de los comencarios so· obras de nuestros escritores atraerían la atención del Viejo Mun-
bre la literatura africana hasta que se deje de utilizarla como sinó· do. Esta lengua masculina y nerviosa, nacida en los bosques de
nimo de particularismo estrecho e interesado de Europa, hasra que América, tendría esa poesía del terruño que hace las delicias del
su horizonte se amplíe para abarcar el mundo encero.» 1 extranjero. Se deleitarían ante una novela o un poema traducido
Para obtener el reconocimienro literario, los escrirores domi· del iroqués, mientras que no se coman la molestia de leer un libro
escrito en francés por un colono de Quebec o de Moncreal. Desde
nados deben, pues, acatar las normas decretadas universales por
hace veinte afios, en Francia se publican cada afio rraducciones de
quienes ostentan el monopolio de lo universal. Y, sobre rudo, en-
novelas rusas, escandinavas, rumanas. Si esos mismos libros estu-
contrar la ubuena distancia» que los haga visibles. Si quieren que
viesen escritos en francés, no encontrarían cincuenta leccores.11 2
los perciban, tienen que producir y exhibir una diferencia, pero no
mostrar ni reivindicar una distancia demasiado grande, que los vol-
vería, al contrario, imperceptibles. Ni estar ni demasiado cerca ni IBSEN EN INGLATERRA Y EN FRANCIA
demasiado lejos. Todos los escritores dominados lingüísricamcncc
por Francia han conocido esta experiencia. Ramuz fue impcrcepti· La traducción, la interpretación y la consagración de la obra
ble para París mientras intentó simular una pertenencia parisina, y de Ibsen, en Inglaterra y en Francia, son magníficos ejemplos de
no fue reconocido hasta haber reivindicado su «diferencia .. como hallazgo y anexión concomitantes por parce de capitales e interme-
narural de Vaud. Analizó perfectamente el problema en su «Carca a diarios que tienen intereses distintos en el descubrimiento. El sig-
Bernard Grasset»: «Es el destino, a grandes rasgos, de mi país el ser nificado ancagonista que se presea a la obra teatral de Ibsen en
demasiado semejante y demasiado distinto, demasiado próximo y Londres y en París (realismo por un lado, simbolismo por el otro)
no lo bastante; ser demasiado francés o no lo suficicncc; porque o muestra que la consagración de una obra es siempre una apropia-
bien se le ignora o bien, cuando se le conoce, no se sabe muy bien ción, un desvío nacionalcénrrico.
qué hacer con éb 2 Y se comprende que sea precisamence esre emo· Henrik lbsen es una figura central de las relaciones literarias
europeas encre 1890 y 1920. Convertido, como a su pesar, en el
l. Chínua Achebc. •lmpcdimems co dialogue bcrwccn Nonh ancl Sou1h•,
Hopts anti lmptdimtnts: Stltcttd &says. Nueva York, Douhlc Day. 198 1), ci1aJr
l. Jcan Cassou, NRf~ n. 0 131. julio-didcmhrc dl· 1924, l. 2.3, p. 144.
por N. Lazarus, S. Evans, A. Arnovc y A. Mcnkc, Differmus. A joum11/ of Fmu· 2. O. Cr~mazic, «Leme 1t l'abhc.' Casgr.iin du 29 janvicr 1867•, CE11111tS
nistCultura/Studits, 1995, vol. 7, n. 0 I, p. 88. La traducción es mía. romplttrs, Monrrcal, Rcauchcmin, 1896, óiado por Dominique Combe, Polti-
2. C. F. Ram~. •Lcttrc a Bcrnard Grassctn, G!e111Jres compl>trs. Lmsana quts jra11rnpho11rs, París, Hachcnc, l 99"i, p. 29.
Rcnconuc, 1968, c. 12, p. 272.

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símbolo de una modernidad teatral europea, va a ser interpretado,
leído y puesto en escena en todos los teatros del mundo a partir de nacional», en gran parte heredado de Alemania, que sitúa las tradi-
claves interpretativas diametralmente opuestas, producco de las ca- ciones rurales en el centro de las preocupaciones estéticas, va a
tegorías literarias y estéticas de quienes consagran. Cada director orientar la nueva literatura de los años 1830 y 1840. A ejemplo de
de escena o crítico que pretenda erigirse en intérprete privilegiado los hermanos Grimm, los folkloristas noruegos recorren el país para
de esta obra va, de hecho, a «utilizar» los dramas de lbsen, cuya recuperar cantos populares, cuentos, leyendas y baladas. En 1862
forma y problemáticas son considerablemente innovadoras en re- lbsen también viaja a las provincias del none para reunir relatos po-
lación con el conjunto del teatro europeo de la época, en función pulares, y sus primeras obras ponen de manifiesto una voluntad de
promover una <<liberación literaria nacional ... El teatro noruego no
de su posición en su propio espacio nacional. Lejos de ponerse al
existía antes de él, e lbsen quiere luchar, con las armas de Alemania,
servicio de la obra, como pretenden rodas los «descubridores .. , se
contra la férula intelectual alemana que hacía de Noruega, hasta en-
sirven de un autor extranjero y alejado de sus debates nacionales
tonces, una provincia dócil. Peer Gynt (publicado en 1867) -versi-
para intentar imponerse en su universo literario.
ficado con dos métricas distintas, una de las cuales copia el modo
Por eso Ibsen pudo ser interpretado -y eso en los mismos
de las baladas medievales- representa a este respecto la cumbre y el
años-, en Inglaterra, en parricuJar por George Bernard Shaw, como fin de este primer período de su obra: se trataba, utilizando el fondo
un autor realista que aborda problemas sociales concretos de una popular y el compás del tiempo romántico y folklórico, de arreglar
forma inédita y en Francia como un autor simbólico, portador de las cuentas con el patriotismo nostálgico del pasado. lbsen declara-
símbolos poéticos universales. El emocentrismo de esas grandes na- ba que quería escribir contra el conformismo y la estrechez norue-
ciones literarias -y sobre codo de Francia y de los intermediarios gas: ccdespercar al pueblo e incitarle a pensar en grande». 1
franceses, especialmente ciegos a las condiciones históricas de surgi- Pero inmediatamente después de este éxito nacional, obtenido
miento de una obra- y las preocupaciones específicas y nacionales tras haber abandonado su patria algunos años anees para un exilio
de los incermediarios son las causas que han contribuido a su consa- que duraría veintisiete, escribe, en 1868, una pieza teatral que marca
gración y su anexión por cada uno de los países consagradores. un cambio en su obra: La unión de jóvenes, comedia contemporánea
en prosa escrita a partir del modelo del teatro francés que encarnaban
En la segunda mitad del siglo XIX, Henrik lbsen es uno de los entonces Eugene Scribe o Alexandre Dumas hijo. considerados como
fundadores de una literatura nacional noruega cuya ambición es ser grandes maestros de la forma teatral. El ccmodernismo•• o Genom-
independiente, tanto de las trabas de la dominación danesa -que brott, introducido en Dinamarca, como hemos visto, por Georg
Noruega tuvo que sufrir durante cuatro siglos- como de la tutela Brandes, provoca entonces en los países escandinavos, en los años
inrelecrual alemana, que hasta entonces había provincializado las 1870-1880, una revolución estérica y política. 2 El mismo año en que
producciones intelectuales nacionales. A partir de 1830 el debate li- Brandes publica Estudios estéticos ( 1868), lbsen afirma su voluntad de
terario nacional noruego gira en torno a la cuestión de la creación introducir el realismo en el teatro y de utilizar en lo sucesivo los ins-
de una nueva lengua, basada en los dialecros del oeste de Noruega. trumentos literarios franceses para alcanzar mejor una expresión na-
que se suponía que era ccmás» nacional porque estaba más alejada cional noruega liberada de las trabas y la opresión alemanas.
del danonoruego, consecuencia de la colonización danesa. E.stc
landsmaal (habla de los campesinos), actualmente nynorsk o m~ono·
ruego, creado a impulso de inceleccuaJes y poetas, pronro es promo· 1. Citado por Régis Boyc:r, en Hc:nrik lbsc:n, Pttr G_ym. Parfs, Flammarion,
1994 (trad. de R. Boyer). Pm Gy111, Madrid, EMESA, 1978.I
vido a segunda lengua nacional, junto con el rigsmaal (habla del Es·
1

2. Véase mprt1, pp. 1.'\4-1 .~ 7.


cado), hoy dfa bokmal (habla de los libros). Este «romanticismo
211
210
!bsm m lng/alerra
neros académicos le llevan a escribir, por ejemplo, en octubre de
Inglaterra tradujo las obras de lbsen mucho anees que Francia: 1889: «Este año hemos tenido un asomo de esperanza porque el
desde 1879 se publican •fragmentos escogidos»; en 1880 William señor Pinero 1 [ ... ] se ha acercado con circunspección a una cues-
tión social y luego la ha abordado superficialmente anees de apar-
Archer, crírico teatral, propone sus primeras traducciones. Las pri-
tarse rápidamente de ella. Poco después, una obra noruega causó
meras representaciones pasan inadvertidas: en 1889 Casa de muñe-
una sensación mucho más fuene: Casa tk muñecas, de lbsen, en la
casobciene cierto éxito, pero en 1891 Los aparecidas)' Hedda Gabln
que este autor trata la misma cuestión y muestra no cómo debería
(escrito en 1890) siembran el escándalo, y al año siguiente Sobress el
resolverse, sino que es posible encontrarle solución.•1
constructores vapuleado por la crítica. Un grupo de marginados y de
La analogía que Shaw establece sin cesar entre W agncr e lbsen
opositores al teatro dominante trata entonces de promover la obra
se explica no sólo por el lugar similar que ocupan ambos como ex-
del noruego, entre ellos G. B. Shaw, a la sazón joven crítico. La van-
tranjeros heréticos que incitan a subvertir los valores conformistas
guardia teatral inglesa en esca época escá marcada, de un lado, por la del espacio artístico británico, sino también por el parejo desprecio
fundación del lndependem Theater Sociecy, creado en 189 l por que los dos inspiraron a la crícica inglesa. lbsen, escribe Shaw, •ha
Jade Thomas Grein conforme al modelo del Théatre-Libre de An- sido peor tratado incluso que Wagner, lo que parecía imposible y lo
toine para dar a conocer en Inglaterra a los nuevos autores dramáti· que, sin embargo, resulcó fácil. Por lo menos no habíamos acusado
cos del conánence: su primera producción, Los aparecidos, levantó a Wagner de obscenidad ni reclamado que el teatro de su majestad
tempestades de protestas. Y, de otro lado, por el Court Theater, di- fuese perseguido por atentar contra el pudor tras el estreno de Lo-
rigido entre 1904 y 1907 por Harley Granville Barker, que pone en hengrín [... ].Aseguramos a la nación inglesa que era un pornógrafo
escena obras de Ibsen y traca de renovar la presentación canónica de iletrado, enfermo y medio loco, y que queríamos perseguir a los que
las obras de Shakespeare: considerado un autor «subversivo», Shaw interpretaban sus obras a pesar de la prohibición de la censura... •3
confía sus primeras obras al Coun Theater, con el cual conoce su Su condición de irlandés le vuelve sumamente sensible al re-
primer gran éxito popular en 1904: John Bull's Other !sland. Publi- conocimiento de un amor periférico y no reconocido por causa de
ca La quintanencia tkl íbsenismo en 1891: en nombre de una oposi- su misma procedencia excéntrica. De este modo, cuando en 1889
ción canto poHcica como estética a las formas teatrales en vigor se estrena Peer Gynten Londres, con música por Grieg. Shaw ana-
en Londres -siempre tefiidas de decencia victoriana-, Shaw ve en liza el incipiente reconocimiento internacional de la cultura no-
lbsen el portaestandarte de una renovación teatral posible. ruega, a la par que el anexionismo inglés, que sólo reconoce la
AJ igual que Wagner es su héroe musical, 1 Ibsen es su rnaescro producción extranjera al medirla con el rasero de su propia visión
teatral, verdadero modelo érico y estético que le permite cuestio- cultural: "··· el propio público medio comienza a percatarse de que
nar d conformismo teatral que impera entonces en Londres. Os· los noruegos no son simplemente pobres diablos cuyo país se
curo crítico musical llegado sin dinero de su Dublín natal, Shaw aprecia únicamente como refugio de cazadores ricos o pescadores
se apoya en la innovación procedente del extranjero para cricicar forasteros. Se los empieza a considerar un pueblo dotado de una
hermosa literatura moderna y de una historia política muy inrere-
violencamencc la vida teatral británica. La ausencia de crítica •so-
cial• en un universo teatral fijo y la repetición de formas y de gé·
1. Autor de vodeviles dr éxito, que acababa de: lanzarse: al teatro psicológico.
2. G. B. Shaw. I:criu s11r /11 m"sit¡"'· 180:6-1950, Parls. Laffont, 1994,
1. G. B. Shaw publica en 1898 El pnfecto wagneriano, en el cual cuenca El ,m1· p. 386 (trad. de: B. Vicrnc, A. Chattaway y G. Lic!berc).
/lo de los nibtlungos a la luz de los ideales anarquistas y socialistas del movimiento 3. lhldem, p. 1322.
rtVolucíonario alenWi al que d compositor habfa pertenecido en 1848-1849.

213
212
sanee. La supremada de Shakespeare en nuestra propia literatura
nos ha inducido a pensar durance mucho tiempo que cada liccra- né-Poe, para asentar su posición de innovador y afirmar sus poscu-
rura nacional está dominada por un solo gran dramarurgo. Esta· ras estéticas, se apodera de las obras de lbsen y lo transforma en
mos acostumbrados a la idea de una sola figura central a cuyo alre- un autor simbolista. Reafirma esta opción estrenando La dama del
dedor se agrupan todas las demás. Acogemos, por canto, con el mar en diciembre de 1892, y pone en escena un juego nuevo, so-
más vivo interés cualquier alusión a ese "Shakespeare moderno" lemne y monótono, que erige la lentitud de la dicción -lo que
surgido en Escandinavia: Henrik Ibsen ... » 1 contribuye a restar realismo al cexco- en un manifiesto teatral. La
Las posiciones políticas subversivas de Shaw, que le mueven a heroína era interpretada por una actriz de comedia, intérprete de
abrazar el realismo y el naturalismo, la crítica social y el rechazo Maeterlinck, transformada en una «extraña criatura de largos ve-
del conformismo estético y moral del teatro inglés, así como la re- los, un fantasma blanco ... ». 1 El éxito de crítica que cuvo la obra
ferencia reivindicada que el Independenc Theacer hace al Théárrc- consagra la anexión del teatro de lbsen por pane de los simbolistas
Libre de Amoine, próximo a Zola, muestran claramente que la franceses. Ibsen, sin duda ansioso de que le reconocieran en París
configuración del espacio teatral orienta la lectura que la vanguar- -«aucéncico corazón del mundo», dice-,1 acepta la desfiguración,
dia inglesa hace de la obra de lbsen hacia el sesgo de una visión aunque permanece siempre atento a las traducciones y a las esceni-
llSOcial•, la única capaz de garancizar su novedad y su modernidad ficaciones.
(pero también bastante cercana a las miras «modernistas» del dra- Durante el verano de 1894 Lugné-Poe parte de gira por Sue-
cia, Dinamarca y Noruega, para dar a conocer a Maeterlinck y el
maturgo noruego).
teatro simbolista al público escandinavo y mostrar cómo se inter-
preta a Ibsen en Francia. La llegada de la compañía se festeja como
Ibsm rn Francia «Un acontecimiento en el movimiento dramático nacional», 3 pero
su adaptación de lbsen es muy criticada. El «misionero del simbo-
En Francia Ibsen es también anexionado muy pronto por la lismo»4 no convierte al público escandinavo. La crítica, no obstan-
vanguardia teatral, pero la configuración de las posiciones estéticas te, a sabiendas de que l'<Euvre es una puena de entrada en París y
es hasta cal punto distinca que la obra del noruego será interpretada un primer acceso al reconocimiento, acepta esca «naturalización•
en términos casi opuestos. lbsen se convierte, en efecto, en un mo- francesa, excepto Georg Brandes, que, en un artículo de 1897, fus-
tivo central en las batallas literarias teatrales parisinas, debates que tiga la interpretación simbolista de Lugné-Poe: «No solamente se
se estructuran en torno a la oposición entre el Théacre-Libre, ancla- ha desarrollado en Francia una inclinación muy fuerte a encontrar
do en los prejuicios del naturalismo declinante, por una parte, y d símbolos en los seres más humanos de los dramas noruegos [... ].
Théatre de l'CEuvre, creado en 1893 por Lugné-Poe para oponerse Pero es Francia la que se lleva la palma de esas interpretaciones fan-
aAntoineyque, asu vez, se interna en la vía del simbolismo. rásticas.115 El propio Ibsen parece aprobarla con matices.
Es Antoine eJ que primero escenifica Los aparecidos, en 1890, Lugné-Poe organiza también una gira por Inglaterra en 1895:
y El pato salvaje, en abril de 1891. El nombre de Zola es el que a instancias de J. T. Grein, escenifica a Maeterlinck y a lbsen en
más a menudo cita la crítica junco al de lbsen para caracterizar las
1. Ibídem, p. 155.
opciones estéticas del dramaturgo noruego. 2 Pero en seguida Lug- 2. Encrcvista en Le Fig11ro dc:l 4 <le enero de: l 89j, citado por J. Robich12,
ibídem, p. 157.
3. lhldm1, p. 272.
l. lbúlnn, pp. 288-289.
4. Jbldm1, p. 276.
2. CT. Jacqucs Robichez, u Symbo/ísrnt 11u thétltre. Lug11t-Poe tt ll's dlbu11 dt 5. Jbidm1, p. 288.
l'CE1111Tt, París, l'Acchc, col. ·Référcnccs•, 1957, p. 99.

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214
un pequeño teatro de Londres. Los poetas decadentes de la liu-
5. ¿DEL INTERNACIONALISMO LITERARIO
dad, admiradores de Osear Wilde, se apasionaban en ronces por la
A LA MUNDIALIZACIÓN COMERCIAL?
obra del dramaturgo belga, y la reprobación victoriana se concm-
traba ampliamente en ellos: algunos días más carde comemA1ron
los procesos de Osear Wilde. Ése es el motivo por el que la crítica
Poshlust: .. baraca, artificial, banal, inslpido,
fue severa con los adversarios de la novedad; el comentario de pomposo, de oropel, de pacotilla• [... J. La liccracu-
Mirbeau (en 1890), hablando de Maecerlinck como el «Shakc.\- ra consticuyc uno de los lugares privilegiados dd
peare belga• no había pasado inadvertido, conforme al mecani~mo posblust. El poshlust es espccialmemc fuerce y per-
descrito por Shaw más arriba y que habla permitido reconow a verso cuando el trucaje 110 es evidente y los valores
Ibsen según las categorías de la historia literaria inglesa. Pero Wi- <¡uc copia se considera que perrenccen, con razón o
lliam Archer y George Bernard Shaw, introductores de lbsen en sin ella, al nivel más elevado dd arce, del pensa-
miento o de la emoci6n. Son los libros de esta clase
Inglaterra, defendieron, con macices, las representaciones del
los que se reseñan de una manera tan posh/11St en
Théicre de l'CEuvre, pues subrayaron la pobreza de la puesta en es-
los suplementos licerarios de los pcri6dicos, los
cena (•las vestimentas andrajosas y los incidentes ridículos .. , escribe besc-sellers, las novelas «emocionanccs, profundas
Shaw 1), aunque también "la atmósfera auténtica que se eleva ~or y hermosas» [... J. El poshlust no corresponde sólo a
primera vez como una bruma encantada en un escenario inglés ... ' codo lo que parece manifiescamente mediocre, sino
asimismo a codo lo que es falsamence importance,
Las divergencias de interpretación sirven aquí para demostrar falsameme bello, imcligente, seductor [... ] en c1
que el reconocimiento de las capitales literarias se ocorga al precio reino del posh/11s1, no es el libro el que .alcanza el
criunfo,,, sino el «público de leccorcs que se lo craga
de una extraordinaria anexión de la obra periférica para los fines
codo, la cira publicicaria y todo lo demás•.
centrales. Es cierto que sólo se puede comprender la arbitrariedad
de la lectura francesa -y se sabe que ésta, imperturbable, continúa VLADIMIR NABOKOY, Nico/as Gogo/
planteando la cuestión del simbolismo de Ibscn, mediante simple
reproducción de los esquemas heredados del siglo pasado- r~si­ La configuración del espacio literario contemporáneo es difícil
ruándose a una escala internacional, lo cual es un modo de resti- de dibujar. Tal vez nos hallemos hoy en dfa en una fase de transi-
tuir en coda su complejidad las categorías del encendimiento ccn· ción que pasa de un universo dominado por París a un mundo
eral, artístico y crítico. policéntrico y pluralista donde Londres y Nueva York principal-
mente, pero también, en menor medida, Roma, Barcelona, Frank-
furt ... disputan a París la hegemonía literaria.
Desde el fin del siglo XIX, la lucha encarnizada entre las capica-
les y los capitales literarios hada ya del declive de París un tema
obligado. 1 Puesto que el poder literario de esta capital específica
sólo se basa, en sus efectos objetivos, en la creencia que cada cual le
profesa, el anuncio del «decliven se presenta con las apariencias de
una constatación objetiva. Ahora bien. las denuncias del orden es-
l. G. B. Shaw, Saturdlly Rtvim, 30 de marzo de 1895, citado por J. (l.1hí-
chn, ib/Jnn, p. 330. l. Cf. D. Ostcr-J.-M. Goulemoc. La Vie p11risirm1t, op. l'it., pp. 24-2').
2. lb/Jnn.
217
216
tablecido son, en realidad, golpes de fuer1.a o tentativas e.le conquis-
ta del poder literario. Es decir, se crata de un objeto difícil -sobre el Estados Unidos por los departamentos de francés y de literatura de
cual todos los protagonistas tienen una opinión tajante y apasiona- las universidades. Y si la "deconstrucción• derridiana, la temática
da-, y únicamente podemos esforLarnos en dar los instrumentos del «power know/edge>> según Foucault, las ccliteraturas menores•
de comprensión de la evolución reciente del mundo literario, sin descritas por Deleuze o la «posmodernidad• lyotardiana que im-
por ello pretender indiferencia ante una cuestión ran controverti- pregnan poderosamente los campus universitarios y el pensamien-
da, sobre todo después de haber escrito este libro y seguido paso a to llamado crítico de los cultural studies, es como consecuencia de
paso los esfuerzos y las proezas de codos los .,fabricantes e.le lo uni- los estudios y la crítica literarios. Esca literari1.aci6n de la filosofía
versal», cada vez más amenazados actualmente. no es, por lo demás, ilegitima para muchas de esas obras tan preo-
Así pues, en la rivalidad que hoy opone a París a ocras capitales cupadas por la literatura y que la anexionan de buena gana a las ta-
europeas, y en especial a Londres y a N ucva Yurk, es difícil llegar a reas filosóficas. Así, el peso de Francia en la vida intelectual nortea-
conclusiones que no sean juzgadas partidistas y que no puedan mi- mericana sigue siendo un efecto -desviado, sin duda, encubierto,
lizarse como armas en la competición. Al analista ya no lt" compeic paradójico- de su crédito literario. Ello explica desde luego, al me-
más que negarse a dar a esas conclusiones la condición de verdade- nos en parte, la violencia de los ataques contra esas mismas figuras
ras que ellas mismas se confieren, mostrar el modo en que ~e utili- inrelecruales en la otra orilla del Atlántico.
zan e inventariar su eficacia. Hoy en día, por ejemplo, la estrategia,
procedente de puntos del espacio muy distintos, que aspira a inocu- Parece que el reconocimiento reciente de escritores importan-
lar la duda en las propias instituciones parisinas sobre la legitimidad tes como Danilo Kis (yugoslavo), Milan Kundera (checo), Thomas
de la producción nacional, ha dado tan buen resultado que el tema Bernhard (austríaco). Amo Schmidt (alemán), Carlos Fuen-
del declive, inimaginable hace algunos años, se ha hecho casi inc\•i- tes (mexicano). Mario Vargas Llosa (peruano), Gabriel García
Márquez (colombiano), Julio Cortázar (argentino), Octavio Paz
table en los debates interiores y hasta en las propias novelas. En
(mexicano). Antonio Tabucchi (italiano), Paul Auster (norteameri-
suma, sólo se puede detectar esas tentativas para reinscrihirla~ en el
cano), António Lobo Antunes (portugués), Elfriede Jelinek (aus-
espacio mundial de donde provienen, con el fin de evitar, en la
tríaca), etc., atestigua de que persiste el poder de consagración de
medida de lo posible, la miopía inherente a la visión interna, que
las instituciones parisinas. Kis, más consciente de los mecanismos
transforma en una supuesta "realidad .. nacional el producto desco-
generales y más lúcido quizá acerca del peso de las esrructuras del
nocido de una estructura competitiva internacional.
espacio licerario mundial que las generaciones precedentes de escri-
Algunos hechos, sin embargo, muestran que la sirnaci<Ín es
tores reconocidos por París, afirmaba en 1982: «Porque vea usted,
más compleja de lo que parece. Desde el punto de visea del recono-
aquí, en París, por lo menos para mí, todo es literatura. Y París, a
cimiento tácito resultante del simple mecanismo del crédito licera- pesar de codo, sigue siendo la capital de la lireratura.» 1 Con él, se
rio, el poder literario francés sigue siendo importante en los Esta- puede aventurar la hipótesis de que la función de descubrimiento y
dos Unidos en el aspecto (paradójico) de la filosofía o, más de consagración de París sobrevive al declive -real o supuesto- de la
exactamente, de una filosofía que, por su estilo y su contenido, producción literaria nacional. París concimía siendo la capital de los
panicipa de la literatura y cuya difusión encuencra apoyos en los «desheredados» o de los marginados concretos -catalanes, portu-
medios universitarios (Vale, Johns Hopkins ... ) y en la autoridad y gueses, escandinavos, japoneses- y sigue danc.lo l'XiMencia a los es-
el prestigio literarios de Francia. Los filósofos franceses, en cfccco, critores de los países m;is alejados de los ceneros literarios.
y más ampliamente las grandes figuras intelectuales como l.acan,
Foucaulc, Deleuze, Derrida, Lyor.ard, han sido introducidos en los 1. D. Ki~. •París, In gr.mdc cuisinc de~ idfrs,,, H"'"º portims. op. dt.. p. 'i2.

218 219
Se sabe también que hoy en día, en el ámbiro del cine -la ci-
nefilia parisiense es una herencia directa del capital literario parisi- tico por parce de Gran Bretaña. 1 El adjetivo ccalemán» sugiere
no-, París consagra, respalda o hasta financia a cineastas oriundos algo pesado, desprovisto de humor y de estilo, por oposición a
una tradición anglosajona que tiene fama de popular y fácil. Los
de la India, Corea, Portugal, México, Polonia, Irán, Finlandia,
grandes textos publicados en los años SO, Thomas Mann, Rilke,
Rusia, Hong-Kong o incluso de los Estados Unidos. 1 Pero lo que
Kafka o Breche, convertidos en •cclásicos», constituyen las refe-
activa este mecanismo no es el prestigio actual de la producción
rencias incluso lejanas, así como los escricores del Grupo 47:
cinematográfica francesa: París sigue siendo -gracias, cienamence, Boll, Grass, Uwe Johnson, Peter Weiss ... Pero los pocos interme-
a un capital cinematográfico (y literario) reconocido en todo d diarios indispensables con la cultura alemana, con frecuencia ju-
mundo- no ya la capital del cine francés, sino la capital mundial díos emigrados a Gran Bretaña, erudicos o poetas, traductores o
dd cine independiente. críticos en activo desde el fin de la guerra, hoy han desaparecido,
En este sentido, la actividad de traducción es un indicio y la imagen que ofrece la literatura alemana continúa siendo la
esencial para medir la actividad y la eficacia de los veredictos <le que ellos dieron a conocer. Inglaterra lleva actualmente un retra-
consagración: el crédico propiamente literario de una capital pue- so de casi cuarenta años sobre el tema de la modernidad alema-
de evaluarse por el número de candidaros a la legicimidad y la na, excepción hecha de Gerc Hofmann, cuyo hijo, Michael Hof-
actividad real de consagración autónoma (traducción, comenta- mann, vive en Londres y está reconocido como poeta en lengua
rio, crítica, premios). Una encuesta reciente;"! realizada a escala inglesa, de dos ausuíacos, Peter Handke y Thomas Bernhard, y
europea, muestra que el Reino Unido, que exporta ampliamente de una alemana del este, Christa Wolf, que se hizo célebre en los
su producción literaria a todos los demás países de Europa, es medios feministas de los Estados Unidos. jahrtstage de Uwe
también d país menos abierto a las producciones extranjeras fue- Johnson, uno de los aurores alemanes más importantes de su ge-
ra de su área lingüística: la parte correspondiente a la incraduc- neración, «pasó», escribe un traduccor, «prácticamente inadverti-
ción en la totalidad de la producción literaria del año 1990 sólo do cuando se publicó en Inglaterra hace algunos años ... 2
asciende al 3,3 %.3 Sin duda, este fenómeno se explica en gran Por el contrario, España, Italia, Portugal, Holanda, Dinamar-
medida por el importante lugar que ocupa la muy poderosa pro- ca y Suecia importan muchos libros: «Las obras traducidas en es-
ducción norteamericana -lo que permite a los autores ingleses cos países representan más de la cuarta parce de la producción, es
internacionalizarse sin cambiar de lengua-, pero los encuestado- decir, claramente más que la media europea» (que es del 15 %).
res hablan asimismo de una cuasi ccautarquía de los mercados an- En Portugal el porcentaje de la intraducción supone el 33 % de la
glosajones..,4 y la crítica ha llegado a la conclusión de que Ingla- producción editorial, pero alcanza hasta el 60 o/o en Suecia. Esca
cifra tan elevada es una excepción: es imputable, desde luego, al
terra está mucho más acerrada a los textos literarios extranjeros
débil volumen de la producción edicorial nacional, pero también
que en los años 50 y 60. La literatura alemana escrita en escos úl-
al hecho de que Suecia es el país del Nobel, premio muy codicia-
timos años, por ejemplo, es objeto de un desinterés casi sistema-
do, y por ello se ha convertido en la encrucijada de toda la litera-
tura mundial que trata de darse a conocer a la Academia Sueca.
l. Véase la consagración de Satyagit Ray, de Manod de Olivcira, de
Esca entrada masiva de textos traducidos, que no va acompañada
l<nysuof IGC$lowski, de Aki Kaurismaki, de Hu Hsia-hsien, de Woo<lr Allen.
etc.
2. V. Ganne y M. Minon, ·Géog~phie de la rraducrion•, Tmd11irr /1:"11ropr. 1. Cf. Marrin Chalmers, •La réception de la liuémure allemandc en Anglc-
p. 64.
/¡¡(,,cit., tcrrc: un splendide isolcmcnt•, Líber, n." 11!, junio de 1994. pp. 20-22.
3. Ibltinn, p. 64. 2. Martín Chalmers, loe. rit., p. 22.
4. Ibúlmt.
221
220
de una exportación muy fuerte (las lenguas más buscadas y las más locutores privilegiados de la literatura norteamericana más autó-
traducidas literariamente en Europa siguen siendo el inglés y el noma: John Hawkes, Philip Roth, John Edgar Wideman, Don
francés 1), indica el grado de descemramiemo más o menos grande DeLillo, Robert Coover, William H. Gass, Paul Auster, Coleman
de este país dentro del conjunto europeo. Dowell, William Gaddis ... La producción novelesca comercial, a
En Francia y en Alemania la parte correspondiente a la intra- su vez, aliada con los circuitos editoriales menos autónomos del
ducción representa entre el 14 y el 18%: entre una quinta y una espacio francés, es actualmente tanto más poderosa cuanto más
octava parre de las obras editadas son textos traducidos, lo que su- consigue emular los acervos de una determinada modernidad na-
pone un porcentaje de importación considerable, que, acompaña- rrativa. Como logra sin dificultad hacerse pasar por una literatura
do por una fuerte exportación, da una idea clara de poder literario. llamada internacional de productos de consumo ordinarios, la
producción de gran difusión, norteamericana o americanizada,
El mismo análisis valdría para los Estados Unidos, que no cie- amenaza seriamente la autonomía de todo el espacio. Lo que está
nen hoy en día prácticamente ninguna política de rraducción. Por en juego actualmente en el espacio literario mundial no es la con-
eso no se puede afirmar que Londres y Nueva York hayan reem- fronración o la rivalidad entre Francia y los Estados Unidos o
plai.ado a París en la estructura del poder literario: sólo cabe seña- Gran Bretaña. Es la lucha entre el polo comercial que intenta im-
lar que, debido a la generalización del modelo comercial y de la ponerse como nuevo poseedor de la legitimidad literaria a través
potencia creciente del polo económico, esas dos capitales tienden de la difusión de una literatura que imita los acervos de la auro-
a cobrar cada vez más peso en el universo literario. Pero no hay nomía (y que existe tanto en los Estados Unidos como en Fran-
que oponer demasiado esquemáticamence, y siempre según un cia), y el polo autónomo, cada vez más amenazado en los dos paí-
modelo p~lítico, París a Nueva York y a Londres o Francia a los ses y en toda Europa por el poderío del comercio de la edición
Estados Unidos. La producción literaria (novelesca) norteamerica- internacional. La vanguardia norteamericana está tan amenazada
na también está dividida entre dos polos bien definidos. Por una accualmence como la vanguardia europea.
parre, los textos que pertenecen a lo que Pierre Bourdieu llama La estructura del espacio literario mundial es, en efecto, más
el •campo restringido», 2 es decir, la producción autónoma y de compleja que la que hemos explicado que se daba en el siglo XIX y
11vanguardia» que se mantiene fuera de los circuitos de gran difo· la primera mitad del XX. No se pueden reducir las zonas depen-
sión editorial. Gozan en Francia de una gran atención crícica )' dientes a los solos espacios nacionales literariamente desheredados.
editorial. La gran tradición americanista francesa que. desde Lar· A esos espacios recienremente nacionalizados que concilian litera-
baud, Coindreau, Sartre.. ., permitió consagrar a Faulkner y a Dos tura con política -y que siguen siendo numerosos- hay que añadir
Passos y publicar Lo/ita, de Nabokov, se perpetúa hoy en día gra· la aparición y la consolidación, en todos los ámbitos nacionales, in-
cias a grandes crícicos, traductores, historiadores y directores de cluidos los más antiguos y los más autónomos, de un polo comer-
colección como Maurice Nadeau, Marc Chenerier, Denis Roche, cial cada vez más potente que, con la transformación de las estruc-
Pierre-Yves Pétillon, Bernard Hrepffner y algunos más. Por me· turas nacionales y de las estrategias de las editoriales, revoluciona
dio de sus antologías críticas, sus prefacios, sus traducciones, su no solamente las estructuras de distribución, sino también la elec-
inmensa labor de descodificación y descubrimiento, son los inrer- ción de los libros y hasta su contenido.
Ahora bien, puede observarse que, en cada espacio nacional. el
polo comercial es una simple transformación del polo nacional o,
l. V. Gannc: y M. Minan, loe. cit., p. 67.
simplemente, uno de sus avatares. El best-sdler nacional se adecua
2. P. Bourdicu, •le poim de vue de l'auteur. Quelquc:s proprié1és génér;1l1·s
des champs de produccion culcurellc:.. , Les ri!gles tÚ /'art, op. cit., p. 2'J8.j'JO.
en su asumo (tradición o historia nacionales) y en su forma (acadé-

222 223
mica) a las expectativas y a las exigencias del éxito comercial. Los es-
ca, los editores, a causa de la imponación del modelo económico
critores nacionales se caracterizan, según Larbaud, por las grandes
norteamericano, aspiran cada vez más a la rentabilidad a corco plazo.
ventas en sus pa(ses de origen, pero también por el hecho de que
La aceleración de la rotación de las existencias y el aumento constan-
son ignorados por las personas cultas de los demás países: 1 el nove-
te del número de tftulos 1 priman sobre las políticas de inversión a
lista nacional es el que trabaja para el mercado nacional y de confor- largo plazo que caracterizaban la economía de las grandes editoria-
midad con los cánones comerciales. La existencia de nuevas novelas les. 2 Se trata de producir más títulos, con tiradas de menos ejempla-
de éxito internacional es, sin duda, el producto híbrido de la gene- res, disponibles menos riempo y vendidos un poco más caros, cam-
raliución de los cánones populares norteamericanos. La domina- bios que se implantan por medio de una triple concentración,
ción económica de los Estados Unidos, sobre rodo en los ámbitos descrita asimismo por André Schiffrin en el caso de los Estados Uni-
del cine y de la edición, les permite universalizar sus novelas popu- dos: concentración de las editoriales, de los circuitos de distribución
lares nacionales (cuyo paradigma sería, por ejemplo, Lo que el viento y de las redes de venta. Por eso se observa la imponancia creciente
Je Uev6) mediante la familiaridad con la cultura de Hollywood. del papel de los técnicos y de los agentes comerciales en la toma de
decisiones en materia de publicación. La disociación de la lógica in-
Se observa hoy en día una transformación de la actividad edito- telectual y la lógica editorial conduce a la crisis de la producción.-~
rial en todo el mundo: no sólo hay un movimiento constante de Esta nueva organización de la producción y de la distribución y
concentración que tiende a uniformar la producción y a eliminar de la supremacía sistemática de los criterios de rentabilidad inmediata
los circuitos a los pequeños editores más innovadores, sino, sobre favorecen la circulación transnacional de productos editoriales con-
todo, la disolución del sector de la edición en la industria de la .. co. cebidos para el mercado de masas. Por supuesto, siempre ha habido
municación» contribuye a cambiar las reglas del juego. Andre una circulación de best-sellers populares. Pero la novedad acrual re-
Schiffrin, célebre editor independiente norteamericano, ha descrito side en la aparición y la difusión de novelas de un nuevo tipo, desti-
el paisaje editorial de los Estados Unidos 2 recalcando la reagrupa- nadas a la circulación internacional. En esta «Worlá fictionu, artifi-
ción de la industria de los mtJJJ media, pero asimismo la concentra· cialmente fabricada, productos comerciales destinados a la difusión
ción creciente que ha conducido a un aumento espectacular de las más amplia, según criterios y recetas estéticas experimentadas,
ganancias. Mientras que el beneficio medio de las editoriales gira en como las novelas académicas de universitarios internacionales tales
romo al 4 %, en los Estados Unidos y en Gran Bretaña, u los nuevos como U mberto Eco o David Lodge, se codean con los libros ncoco-
propietarios insisten», escribe Schiffrin, «en que la tasa de benefi- loniales4 que recuperan todas las fórmulas probadas del exotismo,
cios de la rama de edición de libros sea similar a la que exigen de sus
demás filiales: la prensa, la televisión por cable y las películas. El ob- 1. Jean-Marie Bouvaisc cica asl a M. Snyder Richard, editor norteamericano
jetivo, pues, se ha cifrado entre el 12 y el 15 %. Por eso ha habido que deda: .. vale más publicar cualquier cosa que no publicar nada.• Crist ti
un cambio radical en la naturaleza de los libros destinados a cum- Mullltion dans /'ldítion fr.wplist, Cahim dt l'Economit du livrt, sepa.rata n. 0 3.
plir los objetivos de rentabilidad a corto plazo». 3 Ministerio de la Cultura y la Francofonla, 1993. p. 7.
2. Cf. P. Bourdieu, •l..e marché des biens symboliqucs•, la ngks tk l'art,
En Europa, aun cuando la situación no sea todavía tan dramár1- op. cit., p. 202-210.
3. Cf. Jean-Marie Bouvaist, op. cit., p. 400.
4. Enciendo por novela neocolonial la obra de los escritores procedenccs de
J. V. Larbaud, Ce vict imp1111i, la /mure. Domainnmglais, op. át., pp. 407-408.
países ex colonizados que, bajo la apariencia de ruptura, reproducen el modelo
2. André Schiffrin, 1..a nouvdle strucrure de l'édition aux frars-Unis .. , /j.
0
narrativo de la novela colonial más conservadora: el prototipo del género me pa·
ber. Rntut íntmiationaluús livm, n. 0 29, diciembre de 1996, pp. 2-5. rece la novela de Vikram Seth Un bum partido.
3. lbidtm. p. 3.
225
224
como las novelas de Vikram Seth; los relatos mitológicos y los clási-
cos antiguos "coloreados» ponen al alcance de codos una «sabidu- Valery Larbaud en los años 20'. en forma de una pequeña _soci~dad
ría,. y una moral reverdecidas, y el relato de viajes, mwel writing, mopolita, ilustrada. necesariamente autónoma y que s1lenc1arla
emparejado con la novela de aventuras, se erige en el parrón de toda
~os rejuicios nacionales promoviendo la libre circulación y c:l
os p ocimiento de los grandes textos de la vanguardia literaria
modernidad novelesca. Se adaptan al gusto de la época todos los recondo el mundo, corre e1 nesgo . de verse bam'd a por 1os 1mpera-
.
procedimientos de la novela popular y del folletín inventados en el de to . 1 A 1 . ¡·
· de la difusión comercia . ecua menee existe una lleratura
siglo XIX: así, en un mismo volumen se podrá encontrar una novela uvos
. acional, nueva en su erorma y en sus e1ectos,
e ·
que C1rcu ¡a fá C1·¡
de intriga, otra policiaca, otra de avenmras, otra de suspense eco- mcern d d. d . . .
·<lamente en codo el mun o me 1ante tra ucc1ones casi s1-
nómico y políáco, un relato de viajes, una novela de amor, una na- y rápi . d. .
multáneas y que conoce un éxito extraor mano porque s~ contc-
rración mitológica, una novela de nqvelas (pretexto para una eru-
nt'do «desnacionalizado" puede comprenderse en cualquier .
parce
.
dición falsamente reflexiva que hace del libro el cerna proclamado . · de malentendidos, pero hemos pasado dd 111ternac1ona-
s1n nesgo .
del libro, efecto de modernidad forzosamente «borgiano .. ). 1 El lismo al import-export comcrc1al.
cambio de la función editorial explica en parce esta producción
concebida por los propios editores. Jean-Marie Bouvaisc señala que
d papel del lector editorial (cuya tarea consistía en escoger enrre los
manuscritos que llegaban) tiende a decrecer en provecho de un pa-
pel de buscador de ideas y guía de los autores encargados de plas-
marlas: una parce de los libros que se publican hoy son libros de en-
cargo.-'

Las regiones más libres del espacio literario mundial están, por
canto, seriamente amenazadas por la potencia de las leyes del co-
mercio incemacional, que, al transformar las condiciones de pro-
ducción, modifican la forma de los propios textos. El desarrollo de
las mulcinacionales editoriales que remedan los logros de la auro-
nomía, y la muy amplia difusión de esas novelas de éxito interna-
cional que logran revestir las apariencias de la producción literaria
más autónoma, ponen en peligro la idea misma de una literatura
independience de los circuitos comerciales. Si en la actualidad Pa-
rís ha sido puesto en entredicho como potencia literaria no se
debe canto, sin duda, a su calidad de productor nacional como a
su condición de capital autónoma de la producción literaria auró-
noma. La «Internacional intelecruahi cuyo advenimiento deseaba

l. Cf., por ejemplo, Anuro Pérez-R.evene, El club D11mas, Madrid. Alfagua·


ra, 1993.
2. Jean-Maríe Bouvaísc, op. á1., p.14. 227

226
Segunda parte

Revueltas y revoluciones literarias

Soy un hombre invisible [... ]. Soy un hombre


real, de carne y hueso, con músculos y humores; e
incluso cabe afirmar que poseo una menee. Sabed
que si soy invisible se debe, can sólo, a que la gen-
re se niega a verme. [... ] La invisibilidad a que me
refiero halla su razón de ser en el especial modo de
mirar de aquellos con quienes rraro. Es el rcsulra-
do de su mirada mental, de esa mirada con la que
ven la realidad, medianre el auxilio de los ojos.
RALPH ELLISON, El hombre invisibk
1. LAS PEQUEÑAS LITERATURAS

La memoria de una naci6n pequeña no es me-


nor que la de una naci6n grande, de: ah! que asi-
mile más a fondo el material de que: dispone:. Sin
duda, dará ocupación a menos historiadores de: la
literatura, pero la liccracura no es canto un asunto
de la historia literaria como un asunto del pueblo,
y por esca razón se conservará de un modo, si no
can puro, mucho más seguro. Porque las cxigc:n-
cia.s que la conciencia nacional, demro de un pue-
blo pequeño, plancea al individuo, traen consigo
que cada uno deba escar siempre dispuesco a cono-
cer la parte de la liceracura que: ha caldo en sus
manos, a conservarla, a defenderla, y a dc:fc:ndc:rla
en cualquier caso, aunque no la conozca ni la con-
serve [... ] [rodo esco] conduce: a que la literatura se
extienda por el país en virtud de: que: se aferra a
consignas políticas.
FRANZ l<AFKA, Diario,
25 de diciembre: de 1911

El espacio literario no es una estructura inamovible, fijada de


una vez por todas en sus jerarquías y sus relaciones unívocas de
dominación. Aun si el reparto desigual de los recursos literarios
provoca formas de dominación duraderas, dicho espacio es el
campo de luchas incesantes, de impugnaciones de la autoridad y
la legitimidad, de rebeliones, de insurrecciones y hasta de revolu-
ciones literarias que logran modificar las relaciones de fuerza y de-
rrocar las jerarquías. En este sentido, la única historia real de la li-
teratura es la de las revueltas especificas, de los golpes de fuerza, de
los manifiestos, las invenciones de formas y de lenguas, de codas
las subversiones del orden literario que poco a poco «hacen .. la li-
teratura y el universo literario.
Todos los espacios literarios, incluido el francés, han estado
dominados en un momento u otro de su historia. El universo lite-
rario internacional se ha construido en y a través de los combates

231
de los diversos protagonistas que intentaban participar en el juego.
En otras palabras, desde el punto de visea de la historia y de la
la tradición lingüística y cultural, tienen, sin embargo, en común
génesis del universo literario mundial, la licerarura es una especie
todo lo que está inscrito en una relación estructural similar con
de creación irreducriblemence singular y, sin embargo, inelucta- una potencia literaria central. Es el caso, por ejemplo, de dos auto--
blemence colectiva, de codos los que la han creado, la han reinven- res como Roberc Walser y C. F. Ramuz, que, nacidos d mismo
tado o se han reapropiado del conjunto de soluciones disponibles año, 1878, en el mismo país, uno en Bienne, el ocro en Lausana,
para cambiar el orden del mundo literario y la univocidad de las han conocido itinerarios homólogos cuyos efectos se inscriben en
rdaciones de fuerza que la rigen: nuevos géneros literarios, formas sus mismas obras: sus primeras tentativas de imponerse en su capi-
inéditas, nuevas lenguas, traducciones, licerarización de los usos tal literaria respectiva -Ramuz se instala en París y allí erara de im-
populares de la lengua, etc. ponerse durante más de doce años; Walser debuta en Munich y
Tal es, sin duda, el motivo de que se puedan observar, casi de después en Berlín-, su fracaso, su retorno forzoso al país natal, su
una manera experimental, a partir de 1549, fecha de la edición reivindicación de una especificidad y de una "modestia• suiza, etc.
príncipe de La Deffence et Il/ustration de la langue franfoyse, meca- Y es, sin duda, la diferencia de ((recursos" específicos entre las dos
nismos que hay que describir, paradójicamente, a la vez como his- regiones helvéticas lo que explica incluso la diferencia entre las op-
tóricos y transhistóricos. Hay ((efectos de dominación» que son los ciones formales de los dos escritores, situados en la misma relación
mismos en codas panes, que se ejercen de manera idéntica en codo de ruptura fascinada con sus tradiciones respectivas: la novela
lugar y todo tiempo, y cuyo conocimiento proporciona instrumen- ••campesina» de Ramuz se enraíza, por una parce, en la ausencia de
tos (casi) universales de comprensión de los textos literarios. Este tradición literaria en el cantón de Vaud; Walser, en cambio, que
cuenta con una historia literaria suiza alemana más larga, adopta
modelo permite, en efecto, comprender fenómenos literarios cotal-
formas más refinadas.
mente distintos y alejados en el tiempo y en el espacio, haciendo
absrracción de las panicularidades históricas secundarias. El hecho
Para acceder a la simple existencia literaria, para luchar contra
de ocupar una posición dominante y excéntrica tiene efectos can esta invisibilidad que desde el principio les amenaza, los escritores
poderosos, que es posible aproximar a escritores a los que codo, en tienen que crear las condiciones de su «aparición», es decir, de su
apariencia, separa. Ya pueden estar separados históricamente, como visibilidad literaria. La libertad creadora de los escritores oriundos
Franz Kafka y Kateb Yacine, o como C. F. Ramuz y los escricorei de las ((periferias» del mundo no les ha sido concedida de entrada:
de la •criollidacL.; emplear una lengua diferente, como G. B. Shaw la han conquistado únicamente a fuerza de combates siempre ne-
y Henri Michaux, o como lbsen y Joyce; ser coloniales antiguos e gados como cales en nombre de la universalidad literaria y de la
simples provincianos, fundadores de movimientos literarios o sim- igualdad de codos ame la creación, y de la invención de estrategias
ples renovadores, exiliados interiores en su propio país, como juar. complejas que trastocan totalmente el universo de los posibles lite-
Benec, o emigrados literarios, como Danilo Kis y Joyce: codos se rarios. Las soluciones creadas poco a poco, arrancadas a la inercia
ven confrontados con las mismas alternativas y, curiosamente, en· de la estructura, son producto de transacciones sabias; los remedios
cuencran salidas parecidas a los mismos dilemas, llegando en oca.· imaginados para las creencias literarias se han vuelto cada vez más
sioncs a operar auténticas revoluciones específicas, a atravesar el es· sutiles y han hecho evolucionar los términos de la ecuación canto
pejo y a imponerse desbaratando las reglas del juego cenera!. en el plano estílistico como en el de la ((política» literaria.
A fin de prestar sentido y razón de ser al conjunto de las
El efecto de revelación no es, sin duda, can grande como
obras, de los proyectos literarios y de las estéticas de las regiones
cuando se está en condiciones de aproximar y comparar a escrito·
menos dotadas literariamente, hay, pues, que tener en cuenta el
res a los que todo opone en apariencia y que, separados por coda
233
232
conjunto de soluciones a la dependencia literaria para construir
una especie de modelo generador que permita, a partir de una se- en una gran lengua literaria, no es nunca una decisión libre y deli-
rie limitada de posibilidades (lingüísticas, estilísticas y políticas, berada. Las «leyes» de fidelidad (o de pertenencia) nacionales están
esencialmenre), recrear la serie infinita de soluciones, aproximar a tan interiorizadas que rara vez se perciben como trabas. Se con-
escritores a los que ni el análisis estilístico ni las historias literarias vierten en uno de los rasgos principales de la definición (literaria)
nacionales hubiesen podido relacionar entre sí, y constituir «fami- de uno mismo. Dicho de otro modo, se trata de describir aquí una
lias» literarias, conjuntos de casos que, aunque a veces estén muy estructura general cuyos efectos experimentan los .. excéntricos~,
alejados en el espacio y en el tiempo, están unidos por un «pareci- sin que siempre lo sepan, y que los «Centrales" ignoran por com-
pleto debido a su posición originalmente universalizable.
do de familia». Se suele clasificar a los escritores por naciones, por
Este modelo permite asimismo reconstituir la cronología de la
géneros, épocas, lenguas, movimientos literarios ... O bien se opta
formación de cada espacio literario, puesto que, como mostrare-
por no clasificarlos y se prefiere ensalzar el «milagro» de la singula-
mos, exceptuando variantes y diferencias secundarias referidas a la
ridad absoluta a aplicar una verdadera historia literaria comparati-
historia política, a la situación lingüística y al patrimonio literario
va. En el mejor de los casos, se analizan determinadas posturas ex-
que se posee en principio, las grandes etapas de la formación litera-
tremas, como, por ejemplo, cuando la crítica británica opone hoy
ria inicial son casi las mismas para codos los espacios literarios cons-
en día a V. S. Naipaul y a Salman Rushdie, es decir, a una posi-
tituidos tardíamente y nacidos de una reivindicación nacional. Hay
ción reivindicada de asimilación de los valores centrales contra un orden de desarrollo casi universal y transhistórico -exceptuando
una postura de resistencia explícita al neocolonialismo literario. El algunas variantes históricas y lingüísticas- de lo que los historiado-
hecho de considerar las obras literarias a escala internacional lleva res de la literatura han solido percibir, analizar y describir como una
a descubrir otros principios de contigüidad o de diferenciación particularidad histórica y nacional inalienable. Durante los cuatro
que autorizan a acercar lo que normalmente se separa o a separar siglos de formación y de unificación del ámbito literario mundial,
en ocasiones lo que se suele juncar, ocasionando así la aparición de en efecto, las luchas y las estrategias de los escritores para crear y
propiedades desconocidas. reunir sus recursos literarios propios se IJevarán a cabo más o menos
Es evidente que esta sintaxis literaria es una propuesta teórica según la misma lógica. Aunque las divergencias -esto es, las luchas-
que la infinita diversidad de lo real no podrá menos que matizar, hayan adoptado formas nuevas desde el comienzo del siglo XlX, y a
corregir y depurar. No se trata de pretender que codos los posibles pesar de la diversidad extrema de las situaciones literarias y geopolí-
estéticos hayan sido agotados ni de que pudiesen ser, conforme a ticas, de los debates estéticos, de los conflictos políticos, pueden
este modelo, previsibles: se trata, simplemente, de mostrar que la describirse de manera casi transhistórica las modalidades de revud-
dependencia literaria favorece la creación de una especie de gama tas y reivindicaciones de libertad literaria, empezando por la litera-
literaria inédita que todos los escritores dominados del mundo tie- tura francesa de la segunda mitad del siglo XVl.
nen que reinventar y reivindicar para crear la modernidad, o sea,
para provocar nuevas revoluciones literarias. Las dos grandes «familias» de estrategias, fundadoras de rodas
Pero no habríamos descrito la realidad de los caminos em- las luchas en el interior de los espacios literarios nacionales, son, por
prendidos por esos autores si no precisásemos inmediatamente un lado, la asimilación, o sea, la integración, mediante una disolu-
ción o eliminación de toda diforencia original, en un espacio litera-
que ninguno de ellos trabaja según estrategias elaboradas cons-
rio dominante, y. por otro, la disimilación o difermci11áót1, o sea, la
ciente y racionalmente, aun cuando sean, como hemos dicho, los
afirmación de una diferencia a parcir, sobre todo, de una reivindica-
proragoniscas más lúcidos del universo literario. La «opción» de
ción nacional. Estas dos grandes clases de soluciones son muy noto-
rrabajar en la elaboración de una literatura nacional, o de escribir
235
234
rias en el momento en que aparece un movimiento de reivindica-
ción o de independencia nacional. Hace mucho tiempo que las han be (y se les presenta) a ellos, tienen que hacer una «elecciónn ne-
descrito los «indígenas», que saben mejor que nadie qué dilema cesaria y dolorosa: bien afirmar sus diferencias y ucondenarscn a la
afrontan. Así, al evocar en 1923 <cla literatura flamenca conrcrnpo- vía difícil e incierta de los escritores nacionales (regionales, popu·
ránea11, André de Ridder escribía: ce Imagínense la suerte de algunos lares, etc.), escribiendo en «pequefias,. lenguas licerarias y poco o
nada reconocidos en el universo literario internacional, o bien
auténticos intelectuales perdidos en un islote semejante [Flandes),
cctraicionar» aquello a lo que pertenecen e integrarse en uno de los
aislados del resto del mundo, sin otro alimento espiritual que esta
grandes centros literarios, renegando de su «diferencia». futouard
literatura de terrufio, esca música folklórica, este arre de pequeña
Glissant habla de un ccsufrimiento de expresión» que sólo afecta a
patria. Entre el peligro de absorción por parte de una cultura pode-
los países dominados y que les afecta aunque los otros lo ignoren
rosa, dotada de una fuerza de expansión universal -cual es para no-
hasta el punto de no comprenderlo: «Descubrimos también, con
sotros la cultura latina al sur, la germánica al este-, y el de aisla- asombro, que hay personas instaladas en la masa tranquila de
miento en una suficiencia mezquina y esterilizanre, zarandeados de nuestra lengua, que no comprenden siquiera que pueda existir en
una roca a otra, nuestros pilotos han sabido conducir bien la bar- alguna parce un tormento de lenguaje para quienquiera que sea y
ca.•1 t.douard Glissanc, poeta antillano, formula la misma alrerna- que, como en los Estados Unidos, ce dicen de sopetón: "Eso no
áva en términos bascanre parecidos, añadiendo la problemática de es un problema.",, 1
la lengua: •"Vivir una reclusión o abrirse a otra": es la alcernariva a La extraordinaria lucidez de Ramuz le faculta para confesar y
la que se pretendía reducir a todo un pueblo que reclamaba hablar confesarse en 1935, en Questions, lo que normalmente permanece
su lengua.[ ... ]. Las naciones no tendrían otro porvenir lingüístico o en estado inconsciente y que merecería ser llamado, en lo sucesivo,
cuJrural que este encierro en una particularidad !imitadora o, en el el dilema de Ramuz: c<Es el dilema que se me planteó cuando tenía
lado opuesto, disolverse en un universal generalizador.» 2 Y Octavio veinte afias, y que afrontan todos los que están en el mismo caso
Paz confirma este cliagnóscico al evocar, en La búsqueda del presente, que yo, sean o no nL1merosos: los exteriores, los «descentrados .. , los
las dos grandes tensiones fundadoras de las literaturas americanas: que han nacido fuera de una frontera; los que, aun estando vincu-
•Aunque son muy distintas, las tres literaturas (primero la angloa- lados con una cultura por medio de la lengua, están en cierto
mericana, y después[ ... ] la de América Latina en sus dos grandes ra· modo exiliados de ella por la religión o por su pertenencia política
mas, la hispanoamericana y la brasileña) tienen un rasgo en común: [... ]. El problema surge tarde o temprano: o bien hay que hacer ca·
la pugna, más ideológica que literaria, entre las tendencias cosmo· rrera, y en primer lugar plegarse a un conjunto de normas que no
policas y las naúviscas, el europeísmo y el americanismo.» 3 son solamente estéticas o literarias, sino también sociales, políticas
Una de las particularidades de la relación que los escrirom y hasta mundanas; o bien romper deliberadamente con ellas, no
~desheredados» mantienen con el mundo literario es, por consi· sólo revelando sus propias diferencias, sino exagerándolas, sin me-
guiente, el necesario y terrible dilema que deben afrontar y resol- noscabo de hacer qlle las admitan más carde, si se puede.» 2
ver en formas disrincas, sea cual sea su historia política, nacional, Al final del recorrido, la historia irlandesa nos servirá de para-
literaria o lingüfstica. Frente a una anrinomia que sólo les incum· digma y mosrrará que el •cmilagro• lirerario irlandés puede asimis-
mo servir de unidad de medida y de «modelo reducido» para com-

1. André de Ridder, la líttlraturt flamanM co111emporaitu, Ambcrcs, l. l. t Glissant, op. cit., p. 122. La cursiva e~ mla.
Opdebeck-Parl1, Champion, 1923. p. 15. 2. C. P. Ramuz, Quesriom, 1935; reproducido en L4 Pemlt rtmonlt la Jku·
2. t Glíssant, op. cit., p. 117. ves, Pion, col ...Terrc humainc•, Parls, 1979, p. 292.
3. O. Paz. ÚI bfuque"4 MI prtsentt, op. cit., p. 32.
237
236
prender la cuasi toralidad de los problemas que se plancean a los
escricorcs y a los universos literarios dominados.
subjetivo (ccsentimiento:>) y percenencia colectiva (~nacional•), ~ta
nacionalidad •., escribe Krleia, u¡son los recuerdos! Y, en este caso
preciso, muy a menudo, ¡una nostalgia totalmente sujeta a una
LA. PRIVACIÓN LITERARIA
pura subjetividad, la reminiscencia de una juventud pasada, fene·
cida hace mucho! Recuerdos de regimiento, de banderas, de gue·
La csrruccura desigual que organiza el universo literario opone, rra, el sonido de la corneta, los uniformes, los día.~ de antaño, re·
pues, los •grandes,. a los «pequeños» espacios literarios y coloca a cuerdos de carnaval o de combates sangrientos, codo un ceacro de
menudo a los escritores de los países «pequeños» en sicuacioncs a la la memoria que parece mucho más interesante que la realidad. La
vez insostenibles y trágicas. Precisemos una vez más que csce adjeti- nacionalidad, en gran medida, son los sueños de los individuos
vo sólo se emplea aquí en un sencido específico, es decir, «peque- que se imaginan una vida mejor en este bajo mundo !... ].Y. para
ño• -o desprovisto-- literariamence, y, de la misma manera <.¡uc el un inceleccual, es una infancia poblada de libros, de poemas y de
teórico húngaro lstván Bibó (1911-1979) ha analizado .. la miseria obras de arce, son los libros leídos y los cuadros contemplados, las
política de las pequeñas naciones de Europa oriental», 1 yo me pro- alucinaciones sugeridas, las mentiras convencionales, los prejui-
pongo aquí analizar la «miseria» literaria, pero también la grandeza cios, y, muy a menudo, ¡una concepción increíblemente: aguda de
y la invención de la libertad literaria de los espacios dominados. la estupidez, y una indecible canridad de página\ vacías! La nacio-
Por mucho que la creencia literaria universalisra afirme {¡uc nalidad, en la mala poesía patriótica, scnrimcnral y plañidera, son
ocen literatura no hay extranjeros», en realidad la pertenencia na- mujeres, madres, la infancia, vacas. pastos, praderas, un estado
cional e• una de las determinaciones más onerosas y más coactivas, material en el que hemos nacido, un miserable estado patriarcal
retrasado donde el analfabetismo se mezcla con un claro de luna
y tanto más cuando se trata de un país más dominado. El escritor
lírico [... ]. Los niños aprenden de sus padres lo que sus padres han
Ütuano Saulius Kondrotas expresa esta especie de peso inevitable
aprendido según la ley de la tradición, o sea, que su nación es
dd origen, incluso para un artista no nacionalista: «No creo.,,
"grande", que es "gloriosa", o bien que es "desdichada y está aplas-
dice, •que uno pueda escapar a sus orígenes. No soy, evidente- tada", prisionera, engañada, explotada, etc." 1
mente, un patriota; no me preocupa el destino de los lituanos [... ] Sólo el ecumenismo que preside: la representación universalis-
y, sin embargo, no puedo ser completamente exterior, no puedo ta de la literatura impide a la crítica central percibir y compren-
escapar al hecho de ser lituano. Hablo lituano, y creo que también der las dificultades o incluso, a veces, el drama concreto de esos
pienso en licuano.»2 El croata Miroslav Krleia ( 1893-1981) es escritores sumamente lúcidos sobre su posición frágil y marginal,
uno de los grandes escritores de su país, según Danilo Kis, que in- y que sufren por pertenecer a una nación poco reconocida litera-
tentó durante coda su vida y a lo largo de coda su obra explorar y riamente y no ser percibidos como tales. «El concepto de peque-
comprender las paradojas del 1cser croata», hacía así una especie de ñas naciones», escribe Milan Kun<lera, «no es cuantitativo; desig-
fenomenología de lo que se ha llamado con justeza, por una suene na una situación, un destino: las pequeíias naciones no conocen
de extraño oxfmoron, d «Sentimiento nacional». Afán singular y la feliz sensación de estar ahí desde siempre )' para siempre; [... ]
siempre enfrentadas a la arrogante ignorancia de los grandes, ven
su existencia perpecuamente amenazada o cuestionada; porque su
l. lscv;in Bibó, Mis~rt tÚs pttits États d'Europe de l'Est, Pads, Albín Michd,
1993. p. 176 (trad. de G. Kassai).
l. Míroslav Krlda, .. Choíx dt' tcxlt'~•. Le Mmager e11roprt11, n. 0 8, París,
2. Sauliu¡ Kondrotas, ú Monát-Ca"efa11r des littératum mropétw1es, no·
Gallimard, pp. 357- 358 (erad. de J. Malillon).
viembre de 1992. entrevista con N. Zand.

239
238
cxiscencia ts una cuestión.» 1 «las pequeñas naciones», insisce Jani-
ne Matillon, escricora y traductora del serbocroata, <<sufren dolo- patria desheredada (en el sentido literario), imprime su sello no so-
res que las grandes no sospechan siquiera.» 2 La pequeñez, la po- lamente a toda la vida de un escritor, sino que también puede dar
breza, el e1recraso11, la marginalidad de esos universos licerarios forma a toda una obra. Por ejemplo, sólo se puede comprender
hacen a los cscricores que son miembros de ellos propiamente in- la forma de la escritura de Cioran, e incluso su proyecto filosófico e
visibles, imperceptibles en el semido propio, para las escruccuras intelectual, si se tiene en cuenta su percenencia a lo que muy pronto
literarias internacionales; invisibilidad y alejamienco que nunca se él considera una fatalidad: el espacio intelectual y literario rumano.
ven can claros como en el caso de los escricores de esos países que, ccSiempre está herido el orgullo de un hombre nacido en una pe-
ocupando posiciones internacionales en esos universos nacionales, queña cultura», confiesa, incluso en 1986, 1 cuando ya se ha conver-
pueden evaluar con precisión el lugar que corresponde a su espa· tido en un escritor consagrado y celebrado en codo el mundo. Sus
sentimientos ambivalentes hacia su ccpequeño11 país (es decir, hacia
cio en la jerarquía tácita e implacable de la literacura mundial.
sí mismo en tanto que su identidad, como es el caso a menudo de
Esta invisibilidad les fuerza a pensar su misma «pequeñez»: «¿Qué
los intelectuales de «pequeños» países, es en principio nacional) le
vamos a hacer, entonces, los demás, que no tenemos ni acción ni
conducen primero al compromiso fascista y nacionalista en la orga-
expresión?11,3 se lamenta Ramuz a su regreso al cantón de Vaud;
nización paramilitar Guardia de Hierro en los años 30, y luego, re-
«Somos un país pequeñísimo que justameme habría que agrandar, negando de un «devenir» hiscórico de Rumanía («Con los campesi-
bastante mediocre y que habría que hacer más profundo, pobre y nos sólo se entra en la hiscoria por la puena pequeña..)2 , al exilio y al
que habría que hacer más rico. Pobre en leyendas, pobre en hisro- «desprecio desesperado» por su pueblo. 3 Evocando su juventud fas-
ria, pobre en acontecimientos, pobre en ocasiones.»'1 Que Bec· cisca en un texto escrito en 1949 y publicado recientemente, Cia-
kerr, más virulencamente, en un poema de 1932, pueda calificar a ran escribe: «Nosotros, los jóvenes de mi país, vivíamos de la insen-
Irlanda de ccisla hemorroide11 5 y, en uno de sus primeros textos, de satez. Era nuestro pan cocidiano. Situados en un rincón de Europa,
•país apestadoi., 6 da una idea, sin duda bastante exacta, de su re· despreciados o ignorados por el universo, queríamos hacer que ha-
lación desgraciada, excesiva y, sin embargo, idemificariva con su blaran de nosotros [... ].Queríamos emerger a la superficie de la his-
país. toria: venerábamos los escándalos, único medio, pensábamos, de
El verdadero drama que puede constituir el hecho irreversible, vengar la oscuridad de nuestra condición, nuestra subhisto-
•ontológico» en cieno modo, de pertenecer y ser miembro de una ria, nuestro pasado inexiscente y nuestra humillación en el pre-
sente.»4
l. Milan Kundcra, Lts Ttstammts Trahis, •le mal-aimé de la famiJle,,. P.arís. De alguna manera, lo que lleva a un escritor del compromiso
Gallimard, 1993, p. 225 (Los testamentos traicionados, ·El malquerido de la fa.
milía•, Barcelona, T usqueu, 1994.]
2. Janine Macillon, •Hommes dans de sombres cemps: Miroslav Krleía•. Lt l. E. M. Ciaran, entrevista con Fria J. Raddau. Die Zeit. 4 de abril de
1986, citado por Gabriel Liiceanu. !ti11éraim d uT1t vie: E M. CioraT1, suir,¡ tÚ
0

Mmagerturopim, loc. cit., p. 349.


•Les continen/1 tÚ l'imom11it... Enrretim avec E. M. Cioran, París, Michalon,
3. C. F. Ramuz, ·Besoin de grandeurn, La pmsü rnnome ks Jleuves, op. cír.,
1995, p. 63.
p. 97.
2. E.M. Ciaran, La Tramfiguratio11 de la Roumanü, Bucarcst, 1936, citado
4. C. F. Ramuz, •Questions•, ibídem, p. 320.
por G. Liiccanu, op. cit.. p. 50.
5. S. Bcckett, •Home Oigan, citado en L. Harvey, Samutl Beckm Pott 1md 3. «Sobre nuestro pueblo, más que nunca pienso que ninguna ilusión nos
Critic, Princcton, Princeton University Prcss, 1970, pp. 296-298. Véase tam· está permitida. Experimento por él una especie de desprecio desesperado ... • Car·
bién P. Casanova, Becltttt l'abstracteur, anatomie d'une révoiution littiraire, Pads, ta a Aurcl Ciaran, 30 de agosto de 1979, citado por G. Lliceanu, ibidnn, p. 101.
tditions du Seuil, 1997, pp. 33-85. 4. E.M. Cioran, oMon pays•, Lt Mmagtreuropk11, n.º 9, p. 67.
6. S. Becken, Drtam ofFair to Midáiing Womm, en L. Harvcy, op. cit., p. 338.
241
240
acrivo a un altivo retraimienco es la maldición del origen, la rabia minados mejor reconocidos e integrados en el centro. En el mis-
de escribir en una lengua poco traducida, de no poder aspirar a mo sentido hay que encender la hermosa expresión desencantada y
ningún •destino• nacional grandioso, la humillación de tener que realista del novelista somalí Nuruddin Farah cuando define su
plegarse a la necesidad de ser algo de los «pequeños». La tramfi- propia identidad, de escritor dominado por los dominados, como
gitración tk Rumania, escrito fascista y antisemita publicado a su constituida por una serie de «inadecuaciones concradiccorias~: 1 los
regreso de Alemania, en 1936. puede leerse como la confesión pa- desheredados (escritores, políticos, lingüísticos) no sólo no son
vorosa del despecho histórico de la «rumanidad» vivida como infe- nunca ~·adecuados», es decir, conformes, y nunca están en su lugar
rioridad ontológica: .Sueñon, escribe, por ejemplo, «con una Ru- ni realmente a gusto en el universo licerario, sino que además sus
manía que tuviese el destino de Francia y la población de China." 1 inadecuaciones múlciples son en sí mismas contradictorias entre sf
Por eso, eras haber incentado trabajar por la «salvación nacional» y forman una red inexcricable de maldición, de desgracia, de cóle-
-tema omnipresente en todos sus primeros escritos-, Cioran irá a ra y de rebelión.
París a buscar su propia salvación. Para que se olviden su genealo- Este esfuerzo por facilitar el medio de comprender e inter-
gía y su crayeaoria, no sólo debe volver a parcir de cero (y renegar pretar la particularidad de obras llegadas de la periferia del univer-
dd capital intelecrual acumulado en Bucarest), sino también so literario, mediante una descripción escruccural de las relaciones
abandonar su lengua natal. licerarias y de las relaciones de fuerza a escala mundial, parecerá tal
Lo que puede experimentarse como una maldición histórica vez chocante a codos aquellos que tienen una visión uencanrada11 de
se expresa a veces también como una injusticia lingüística. En un la libertad creadora. Pero hay que encender que, al contrario de la
libro sobre la Laúnoamérica literaria de los años 30, Max Dai- ilusión, ampliamence compartida, de una inspiración poécica uni-
rc:aux refiere los comentarios de Gómez Carrillo, que, eras haber versal que otorgada indiscriminadamente su gracia a codos los ar-
publicado una veintena de volúmenes, varios miles de crónicas y tistas del mundo, las erabas se ejercen de modo desigual sobre los
conquistado •la máxima celebridad a la que pueda aspirar un au- escricores y pesan tanto más sobre algunos en la medida en que son
tor sudamericano,., le decía: «Para un escritor con espíritu univer- ocultadas como tales para atender a la definición oficial de una lite-
sal, por pequeño que sea, la lengua española es una prisión. Aun- ratura unida, universal y libre. La actualización de los obstáculos
que amontonemos volúmenes e incluso encontremos lectores, es que pesan sobre codos los escritores desheredados no supone en ab-
exactamente romo si no hubiésemos escrito nada: ¡nuestra voz no soluto, desde luego, ponerlos en un índice o colocarlos aparre: se
traspasa los barrotes de la jaula! Ni siquiera se puede decir que se trata, por ~el contrario, de mostrar que sus obras son más inverosí-
la haya llevado el viento terrible de las pampas; es aún peor: ¡se miles aún que las demás, que llegan a emerger y a hacerse recono-
desmorona!• 2 Este comentario manifiesca, de paso, que las relacio- cer casi milagrosamente subvirtiendo, mediante la invención de so-
nes de fuerza y de desigualdad dentro del universo literario mun- luciones literarias inéditas, las leyes literarias establecidas por los
dial se modifican y se transforman a cada momento: si Latinoamé- ceneros.
rica es un espacio literario totalmente marginado y excéntrico en
los años 30, sin ningún reconocimiento literario internacional, Si hay que describirla, sobre codo en el caso de las ~pequeñas»
naciones, como un «destino», la pertenencia nacional no siempre
treinta años más tarde esca proporción casi se ha invertido y ese
ha sido vivida -lejos de ello- de una forma negativa. Durante los
continente se ha convertido en uno de los espacios literarios do-

1. Nuruddin Farah, L 'Enfimrr de 11111 srh1.zophrb1ir. L~ Serpcnt il Plumcs,


1. E. M. Cioran, úz rra11sfiguration tÚ la Roumanie. p. 96. ibídem, p. 36. n. 0 21. otoño de 199.~. p. 6. (trad. de J. Bardolph).
2. M. Daituux, Li1tballll't hispa110-amírirai11t, op. cit., p. 32.

243
242
periodos de fundación nacional, cuando se producen graves trastor-
nos pollcicos (como la insraJación en el poder de rcgfmcncs dictato· Aquf se declamaba. Pero si la audiencia estaba tan llena de embara-
riales o el estallido de guerras), la nación, inalienable, es reivindica- zo, de artificio y de mentira, es porque Polonia se encontraba igual-
da como condición de la independencia política y de la libertad mente presente y porque un polaco no sabe cómo comportarse, qué
literaria. Pero son, sin duda, paradójicamente, los escritores más in· actitud adoptar hacia Polonia, porque le embaraza, le vuelve total-
tcmacionalcs los que, rechazando la adhesión a la creencia nacional, mente artificioso, le despoja de naturalidad, le coma tfmido hasta el
punto de que ya nada le sale bien y está crispado, como atenazado
describen mejor las manifestaciones literarias de ese senrimiento
de calambres: desea socorrerla en exceso, exaltarla demasiado [... ].
nacional. Reflejan, en efecto, de manera critica y con un tono ven·
Yo me digo que entregarse a semejante sobrepuja de héroes y ge-
garivo, una verdad compleja de la que sólo ellos, debido a su posi-
nios, de conquistas y de méritos culturales era, desde el punto de
ción canto interna como externa en el espacio literario nacional,
visca estricto de la propaganda, una iniciativa perfectamente torpe:
pueden dar tmimonio. La mezcla de ironfa, de odio, de compa-
en efecto, con nuestro Chopin medio francés y nuestro Copérnico
sión, de empada y de reflexividad que define su relación ambigua
no del todo nuestro, no podemos pensar en competir con otra na-
con su país y sus compatriotas, y el rechazo violento de todo p,Jthoi
ción, ya sea la italiana, la francesa, la alemana, la inglesa o la rusa;
nacional-rechazo cuya violencia misma corresponde al grado de su tal procedimiento sólo puede condenarnos a la inferioridad.•'
rebelión impotente- dan, sin duda, la descripción más sensible de En los afios 20, Krleia dejaba constancia de lo mismo, y no sólo
las formas literarias de la creencia nacional cal como se manifiesta en los mismos términos, sino con idéntico tono de ironía exasperada
en los paises •pequefios•. Asf, en esas regiones, la incvitahlc pcrccp· y desesperada del que no puede evitarlo: «Una de las debilidades típi-
ción de una jerarquía cultural y la necesidad de defender y de ilus- cas del sentimiento pequefioburgués croata, acunado de ilusiones. es
trar a un •pequeño~ país, muestran la aporfa trágica en la que se ha· que siente su propia pertenencia nacional como una herida infecta-
llan atrapados los escritores nacionales, a causa de su pertenencia da, que profesa a esa debilidad un amor infantil, que adora sobresci-
inexorable. Gombrowicz denuncia a los intelectuales polacos en el marse en el ámbito del arte, y más concretamente en d de la poesfa,
exilio que •SC desviven por demostrar que [... ) su literatura iguala a campo en el cual carece, sin embargo, de motivos para congratularse
las grandes liter:uuras mundiales, que es equivalente a ellas. sólo [... ]. Pequefioburgués rezagado, retrasado, el sentimiento croata su-
que desconocida y subestimada[ ... ]. [Pero) al exaltar de ese modo a puestamente aristocrático sufre un complejo de inferioridad social
Mickiewicz, se humillaban a sí mismos; al poner a Chopin por las [... ]descendemos los últimos pddafios del retraso provinciano, nues-
nubes, probaban que no eran siquiera dignos de él; al deleitarse en tra inteligencia es un perro que menea el rabo delante de los extranje-
su propia cultura, no hadan más que poner de manifiesto su alma ros, con la bajeza de un esclavo, con la inconsciencia de un niño, y al
de primitivos[ ... ]. Tenía ganas de decir al auditorio:"[ ... ] Chopin y rebajarnos así facilitamos la prueba de que somos justamente lo que
Mickiewicz sólo ponen de relieve vuema mezquindad; con una in· nos prohibimos ser: la encarnación servil de la falta de valla.» 2
genuidad de críos, hacéis resonar en los oídos del extranjero, ya har·
to, vuestras danzas polacas, y eso con el solo objecivo de daros cierta
Samuel Beckett y Henri Mid1a11).·; el humor "1/li1111cio11al
imponancía y de fortalecer el sentimiento tan disminuido de vues·
tra valla [... ]. ParientCJ pobres del universo, ¡codavfa intentáis con· El peso de un origen nacional indeleble, al que no escapan, al
venceros de esa importancia y convencer también a los demás!" [... J menos negativamente, escritores que rechazan su historia y su me-
Todo ese respeto, esa humildad apresurada con respecto a los luga·
res comunes, e.sa adoración ante el Arte, ese lenguaje convencional l. W. Gombrnwicz,jo1m111/, 1. l. 1953-195<;, op. cit., pp. 11·15.
y debidamente aprendido, esa ausencia de sinceridad, de lealtad. 2. M. Krlda, lor. cit., p..~5S.

244 245
dio lirerario original, puede por sí solo explicar las coincidencias
entre dos cexros de juvenrud, uno firmado por Samuel Becketc y hace Beckecc en Recent lrísh Poetry, so pretexro de trazar un panora-
el otro por Henri Michaux. Procedentes ambos de un espacio do- ma de la poesía irlandesa contemporánea, es una postura herética
minado y afincados en la capital literaria de su área lingüística res- en el Dublín celcizante y nacionalista de los años 20 y 30.
pectiva -Londres para d primero y París para el segundo-, que- Henri Michaux adopta exactamence la misma acritud encrespa-
da cuando, diez años anees, en 1924, en su «Carca de Bélgica», 1 de la
riendo introducirse y darse a conocer, se les solicica, como jóvenes
famosa Transatlantic Review, presenta las lccras belgas a un público
escritores en busca de trabajo y de reconocimiento, que confeccio-
norteamericano. Recogiendo el tópico fundador de la literatura bd-
nen un cuadro de su joven literatura nacional.
ga, tomado en préstamo, como ha mostrado Pierre Bourdieu, ~a una
Reunt lrish Poetrj es uno de los primeros texcos que Beckecc
representación escereoripada de la pintura flamenca, lo denuncia in-
publica en 1934 en la revista Bookman, poco después de su llegada a
mediatamente como un lugar común («Los excranjeros se represen-
Londres, y en el que propone una panorámica casi exhausciva de la
tan al belga en la mesa cuando bebe y come. Los pintores le conocen
poesía irlandesa del momento. Firma el rexro con seudónimo y en por Jordaens, las personas cultas por Carnille Lemonnier, los turistas
él expresa sus posiciones estéticas y éticas, sobre codo su negaciva a por d "Manneken-Pis"11) 3 y como una realidad nacional: «La acción
seguir la vía folklorista y celúzante. Beckett designa sin ambigüedad del vientre, de las glándulas, de la saliva, de los vasos sanguíneos, pa-
a sus adversarios literarios. Rechaza coda la tradición nacional naci- rece en ellos [los belgas] consciente, un gozo conscience. Traducida
da con Yeacs y conrinuada por los inreleccuales católicos, que seguía en liceracura, la alegría de la carne compone la mayor parte de sus
siendo ampliamente dominante a principios de los años 30, hasca el obras. Recuerdo•>, continúa Michaux [sic}, «(a Lemmonier Camille,
punto de que escribe: «Así pues, se puede separar en dos categorías Georges Eckhoud, Eugene Demolder).»4 Aquí también hay que
a los poetas irlandeses contemporáneos: los "anticuarios" [antiqua- capear la impertinencia de Michaux al despachar con el aparente
rians}, que forman mayoría, y los demás, a los que Yeats cortésmen- desparpajo de unas líneas a algunas de las grandes glorias de la litera-
te compara con peces que yacen ahogándose en la orilla.» 2 La posi- tura belga. Se sabrá más carde, gracias a uno de sus pocos textos au-
ción deliberadamente provocadora del joven Beckett se halla a tobiográficos, que todos los grandes escritores ligados a la revista
contracorriente de la producción poética dominante. Apunca en Jeime Belgique (fundada en 1881) fueron muy imponances para él. 5
varias ocasiones, directa o indirectamente, al más grande de los Pero aunque concede existencia a esos escritores (y a Verhaeren, ci-
"bardos•• irlandeses, Yeacs, que a la sazón contaba setenta años, pre- tado de pasada más adelance), consagrados y fundadores, describe.
mio Nobel de Literatura desde hacía más de diez, célebre y celebra- en cambio, una especie de desierto literario contemporáneo. Al ridi-
do en codo el mundo, honrado por doquier como el más grande culizar el «carácter» belga, «Campechano, simple, sin pretensiones»,
poeta vivo en lengua inglesa, héroe nacional y gloria internacional
indiscucida. Beckett ironiza sobre la temática mítica, obligada y 1. H. Michaux, «Le1:re de Bdgique .. , Thf Trmmulmtir Review. vol. 11.
repecíciva del folklore celta, y menciona al más noble panccón ir- n. 0 6, diciembre de 1924, pp. 678-681. Reproducido en H. Michaux. CEuvm
landés: James Scephens, Padraic Colum, Georges Russcll, Auscin complew. 1. l. París, Gallimard ... Bibl. de la Pleiade 1998. pp. 51-5'i (edición
0 •

Clarke, F. R. Higgins, etc. Ridiculizar la poesía legendaria, como a cargo de R. Bcllour, con Yse Tran).
2. P. Bourdieu, •Exi11e+il une liuérature bdge? Limites d'un champ ec
frontieres policiques ... Ét11des de lmrrs. oct.-dic. de 198'\, pp. 3-6.
3. H. Michaux, .. Lcm~ de Bdgique ... /(lf. cit., p. 51.
l. S. Bccket1, ·Reccm lrish Poe1ry•, Disjecta. Misrel/1111eow \llriti11gr t111tl ,,
4. ibídem.
DramJttic Fragmmt, Londres, John Calder, 1983, pp. 70- 76 (t:dirado y prologa·
S. H. Michaux, Q11rlt¡11es Rmseig11emmts mr ri11q111mtr-11mf111mln d'o:iJtt11-
do por Ruby Cobn). ce, ih/dem, p. CXXXI, Cf. i11fr11. p. 278.
2. lbltkm, p. 70. La traducción es mla.

247
246
lo explica mediante un cxtrafio complejo de inferioridad: «El belga
defender a Franz Hellens, novelista, poeta y critico que dirige La re-
tiene miedo a la pretensión, tiene fobia, sobre codo de la pretcmión
vista Le Disque vert y en la que publicará algunos artículos.
de las palabras dichas o escritas. De ahí su acento, esa famosa manera
Así pues, estos dos jóvenes poetas expresan, ya desde sus pri-
de hablar francts. El secreto reside en que el belga cree que las paLi- merísimos textos, una misma postura general de rechazo de su es-
bras son pretenciosas. Las engorda y las ahoga todo lo posible hasta pacio literario nacional, una parecida distancia crítica y una misma
que se hayan vudco inofensivas, bonachonas [... ]. El retorno, bas- ironía con respecto a sus mayores, lo cual incita, evidentemente, a
tante general, a la simplicidad que se advierte en las artes halla a los comparar sus itinerarios de poetas exiliados, decididos a romper
jóvenes literatos de aquí maravillosamente bien dispuestos, y ya en con las tradicioness literarias de sus respectivos paises. Pero su de-
acción [... ].A los poetas acruaJes en Bélgica de buena gana los llama- clarado desdén pone de manifiesto canto la distancia que adoptan
ría virtuosos de la simplicidad, y tendría que citarlos a casi todos.» 1

como su irreductible pertenencia a un espacio literario nacional:


En el capitulo de los poetas, pues, ccen general de una hechura mur hasta los escritores más internacionales, al menos durante el perio-
influida por Francia, y por J. Cocteau», a menudo cocados por «Una do de génesis de su obra, son definidos en primer lugar, por mu·
banalidad y una sosería y una relajación de la lengua», Michaux cita cho que lo desdefien, por su espacio literario y nacional de origen.
una quincena de nombres, enrre los cuales se incluye.
Y pensamos de nuevo en el joven Beckett, que había enviado a
Samuel Pumam, un norteamericano que dirigía con Edward Ticus DEPENDENCIAS POLITICAS
la revista Thís Quarury había aceptado cuatro de sus poemas en su
antología de la joven poesía europea, The European Gmw1m,l una La politización en forma nacional o nacionalista -en cierto
reseña biográfica que él mismo habla redactado: uSamud Bcckeu modo, por canto, la «nacionalización»- es uno de los rasgos cons-
es el más interesante de los jóvenes escritores irlandeses. Diploma· titutivos de las «pequefias» literaturas. Es incluso la huella «viva»,
do en d Trinity College (Dublín), ha imparcido clases en la Escue· la prueba, por así decirlo, del lazo necesario que une, en el mo·
la Normal Superior de París. Gran conocedcor de la litcracura en mento en que se producen las primeras rebeliones o las primeras
lenguas rom~nicas, amigo de Rudmose-Brown y de Joyce, ha tentativas de desasimilación, literatura y nación. Se sabe, por
adaprado a su poesía el método joyceano con resultados originales. ejemplo, que el movimiento de Renacimiento literario irlandés
De tendencia llrica, ha profundizado en su arce gracias a esta in· tomó, en cierta manera, el relevo del movimiento de nacionalismo
fluencia, a la de Proust y a la del método hisrórico.»J Michaux uti· político. La caída y el suicidio de Parnell -dirigente nacionalista
liza un milo más sobrio para hablar de si mismo: ••A veces han juz· irlandés, «gran agitador>1 que habla suscitado por entonces una in-
gado erróneamente, como poeta, a Henry /sic} Michaux [... ]. mensa esperanza política en Irlanda- en 1891, al alejar toda solu-
Pocsfa, si existe, es el mínimo que subsiste en todo escrito humana· ción políticamente aceptable, significaban el fracaso de determina-
mente verdadero. Es ensayista [... J.~ 4 Sobre todo, de hecho, va a da forma de acción política. El Renacimiento literario representa
así el desencanto político de una generación intelectual. El paso
1. H. Michaux, •Leme de la Bdgique•, ÚJ(. á1.. p. 52.
del nacionalismo político al cultural (y, sobre todo, literario) se
2. Thr Europtan Cllr1111an, compilado y editado por Samucl l'utnam, M.1di;1 presenta, en ese país fuertemente politizado y habituado desde
C.Utdhun Darncon, Gc:orge Rcavey y Jacoh Bronowski. Primera parte (f;ranciJ, hace mucho tiempo al combate nacionalista, como la persecución
E.palla, Inglaterra e Irlanda), Nueva York, Brcwer, Carrcn y Pucnam, 19.~ l. de los mismos fines por vías diferentes. O, mejor dicho, la cues-
3. S. Bcchu. cirado por Deidre Bair, Sam11el Bultttt, París, Fayard, l 97<J, tión nacional y polltica será precisamente el problema central que
pp. 123-124. va a partir en dos el espacio literario, en uno de cuyos lados están
4. H. Mich.aux. /«. á1.. p. S4.
249
248
los angloirlandeses protestantes, con Yeacs a la cabeza -más "cul-
curalistas" que políticos-, y en el otro los intelectuales católicos rios irlandeses. Esta dependencia impide limitar la descripción de
más políticos, comprometidos en la lucha por rehabilitar el gaéli- este espacio (como tan a menudo hace el análisis literario, que
co, o por instaurar el realismo estético (y político). Pero ya !ca confunde fronteras nacionales con límices del espacio literario) a
para repudiarla o asumirla, la «Conexión con la política» -por em- los fenómenos literarios que se desarrollan en Dublín.
plear la expresión de Kafka a propósito de las «pequeñas literatu-
Denrro de estos espacios desheredados, los escritores están
ras,._ de los escritores irlandeses es permanente.
«Condenados» a una temática nacional o popular: deben desarro-
Si el movimiento literario ocupa durante algunos años el lugar
llar, defender, ilustrar, aunque sea criticándolas, las aventuras,
de la lucha política, le proporciona también otras armas, puesto
historias y controversias nacionales. Empeñados casi siempre en
que los insurrectos de Pascua de 1916 son asimismo lectores fer-
defender una idea de su país, se comprometen a elaborar una lite-
vientes de los textos de Yeats, de Synge y de Douglas Hyde. Mu-
ratura nacional. La importancia del tema nacional o popular en
chos de los líderes de esta rebelión ahogada en sangre (entre los
una producción literaria nacional sería, sin duda, el mejor rasero
que se cuentan Patrick Pearse o Mac Donagh) son inrelecrualcs. para medir el grado de dependencia política de un espacio literario.
·Yo sabía», recordaba George Russell en 1934, «lo profundo que La cuestión crucial en corno a la que se organiza entonces la mayo-
era el amor de Pearse por el Cuchulain 1 que descubrió o invento ría de los debates literarios en esos espacios emergentes (y que se
O'Grady ... ~! La cronología del propio movimiento es polírica, diferencian según la fecha de su independencia política y la impor-
puesto que la insurrección de Pascua de 1916 señala también un tancia de sus recursos literarios) sigue siendo la de la nación, la len-
giro decisivo en la creación dramática y poética. Yeacs se recluye gua y el pueblo, la lengua del pueblo, la definición lingüística, lite-
entonces en una especie de discanciamiento aristocrático y esp'.ri- raria e histórica del país. En las regiones anexionadas o dominadas
cualista. Contra d realismo literario, asimilado directamente al po- políticamente, la literatura es un arma de combate o de resistencia
lítico, busca la autonomía en el retiro nostálgico. nacional. «Cuando Corea perdió su soberanía al ser anexionada
La politización del espacio literario irlandés da la medida de por Japón (en l 91 O), fue a la literatura a la que incumbió la ruda
su dependencia: en 1930 continúa siendo un espacio muy excén- tarea de garantizar la recuperación de esa soberanía. Esta misión
trico, alejado de los grandes centros literarios europeos y sometido fue, de algún modo, su punto de partida.>• 1 Con el fin de instaurar
en gran parte a la dominación histórica y política de Londres. Las una especificidad inalienable, fijar una lengua o facilicar las claves
opciones literarias de los escritores dublineses están en gran parre de una cultura nacional única, los escricores ponen su escritura al
determinadas por la posición que ocupan frente a las instituciones servicio de la nación y del pueblo. La literatura se convierte en na-
inglesas, y hasta su distanciamiento, su negativa a acatar las exi- cional, en popular o en ambas cosas, al servicio de la idea nacional,
gencias estéticas y críticas de la capital británica reflejan el peso de responsable de situar a la nueva nación al mismo nivel que el de co-
las instituciones y de los cánones londinenses en los debates litera- das las que poseen existencia y reconocimiento literarios. Se esta-
blece así un panteón, una historia, ancestros prestigiosos y funda-
l. Héroe mítico irlandés del •ciclo del Ulsrer•, grupo de sagas y romances dores, ere. «Una pequeña nación», observa Milan Kundera, «Se
recogido en los siglos IX-XIII y que inspiró a W. B. Yeacs. Hijo del dios Lug, parece a una gran familia, y le gusta llamarse así [... ]. En una gran
provisto de sicré dedos en cada mano y en cada pie, así como de sicrc: pupil.11 en familia de una pequeña nación, el arrisca está arado, pues, de múl-
cada ojo, es la encarnación de la cólera y de la independencia nacionab irl.lJl(lc-
ra. Cf. infra, El paradigma irlandés, pp. 391-416.
2. Dcdan Kiberd, lnvrotig lrekrnd. The litmtture of the Motlem N.11io11. l. Kim Yun-Sik, •Hisroire de la lirrérarure coréennc moderne-, Cu/tu" ro-
Londres, Jonathan Cape. 1995, p. 197. La traducción es mía. réenne, n." 40, sepciembre de 1995, p. 4 (rrad. de A. Fabrc).

250 251
tiples maneras, por múltiples lazos. Cuando Nietzsche despocrica
furioso concra el carácter alemán, cuando Stendhal proclama que grasa que la plaga de la vulgaridad [... ]. El lrish Literary Theatre ha
prefiere Italia a su patria, ningún alemán, ningún francés se ofen- pasado a ser propiedad del populacho del más rezagado pueblo de
Europa [... ]. La chusma, plácida e intensamente moralista, ha ocu-
de: si un griego o un checo se atreviera a decir lo mismo, su familia
pado palcos y plateas entre un murmullo de aprobación [... ].Si un
le anatematizaría como a un detestable traidor.,, 1
artista busca el favor de la multitud, inevitablemente se contagiará
El lazo con la lucha nacional engendra, pues, una dependencia
de sus fetichismos y de sus deliberados autoengaños, y si se une a un
con respecto al nuevo público nacional, y de ahí una ausencia casi
movimiento popular, deberá hacerlo a su propio riesgo.» 1
total de auronomía. En la Irlanda de comienzos del siglo XX, es lo
que explica los diversos «escándalos» que salpican la vida del Abbey A diferencia de lo que sucede en los viejos países europeos en de-
Theatcr, una de las únicas insticuciones nacionales de la Irlanda clive, que ven renacer nacionalismos regresivos y nostálgicos, los nue-
ocupada, frecuencada por numerosos militantes nacionalisras que vos nacionalismos son, la mayoría de las veces, políticamente subversi-
se reunían en ella por motivos políticos. Todo lo que pudiese pare- vos, en la medida en que se construyen contra la imposición política
cer que cuestionaba la micología del heroísmo nacional o el relato central de un imperialismo. De la misma manera que los nacionalis-
fundador de la nación era rechazado de inmediato por un público mos (políticos y culturales) no son equivalentes, ni en su forma ni en
furioso que impedía cualquier manifestación de autonomía por su contenido, y que difieren según la antigüedad nacional, así también
pane de los escritores. La violencia que presidió en 1917 el estreno los escritores que reivindican un papel nacional en los espacios más
de El saltimbanqui~/ mundo occidental, de Synge, demuestra esta recientes -como Synge, O'Casey o Douglas Hyde en la Irlanda de co-
carencia casi total de autonomía, esta dependencia consticuriva con mienzos del siglo XX- ocupan por ello una posición compleja, ni aca-
respecto al público nacional y la causa nacionalista. Incluso en démica ni conservadora: luchan, con medios aparentemente heteró-
1923, cuando se representaba La sombra de un pistolero, de O'Ca- nomos, por imponer su independencia. Para rodos aquellos que están
sey, había una nota insenada en el programa que prevenía a los es- desprovistos de todo patrimonio literario, de coda tradición constitui-
pectadores: ..Todo disparo que se oiga durante la función forma da, que están desposeídos en materia de lengua, cultura y tradición
pane de la uama. Se ruega al público que permanezca sencado.n 2 Es populares, no hay otra salida que panicipar en la lucha política para
preciso decir que la obra había sido estrenada en abril de 1923, conseguir los instrumentos específicos (so pena de aniquilarse dentro
cuando se intercambiaban todavía las últimas descargas de la guerra de otra tradición literaria). En este combate, las armas principales~
civil, y que se evocaban en la escena sucesos que habían tenido lugar rán el pueblo y la lengua (supuesta o proclamada) del pueblo.
apenas ues años anees. El «efecto de lo real», en cualquier caso, se Los retos políticos sólo cambian de sentido en el momento en
asocia directa e inmediatamente con la situación política, y no con que el ámbito literario afirma su independencia frente a los impe-
una cécnica dramática específica. Joyce, que reivindica una posición rativos nacionales y políticos, y en que surgen escritores anti o
de autonomía con respecto a las normas populares y pone en entre- anacionales -tales como, en Irlanda, James Joyce primero y Bec-
kecr después- que, invirtiendo de algún modo la polaridad del es-
dicho la evidencia del «deber nacional» de los escritores nacionales,
pacio, devuelven a los nacionales a la dependencia política, el re-
deplora precisamente, en su violento panfleto de 190 l con era el
traso estético y el academicismo.
Teauo Licerario Irlandés, EL día del populacho, la sumisión de los
creadores a los gustos del público: ((,.. la plaga popular es más peli-
l. J. Joyce, •Le jour de la populace•, Essais critiq11es. París, Gallimard, 1966,
pp. 82-83 (trad. de É. Janvier). La cursiva es mía. [&critos (T/ticos, B:ucdona,
l. M. Kundcra. op. cit., p. 226-227. Lumen, 1992.)
2. Citado por D. Kibcrd, op. cit., p. 218. La traducción es mía.
253
252
A panir de la segunda mitad del siglo XIX, los escritores <le lo~
y nacionales quedó suspendido. En situaciones semejantes, la lite-
espacios más desposeídos tienen, en realidad, que conquistar ii-
ratura está condenada a reencontrar los límites estrechos de una
multántamente dos fonna.s dt independencia: una política, que con-
definición estrictamente político-nacional, incluso entre los oposi-
fiera existencia a la nación política para que participe en su rc-
tores al régimen. Allí donde toda mediación y toda independencia
conocimienm político a escala internacional; y otra propiamente
se suprimen, los creadores se ven de nuevo frente a la opción ca-
literaria, imponiendo, sobre codo, una lengua nacional/popular y
racterística de los universos emergentes: producir una literatura
panicipando, por medio de sus obras, en el enriquecimiento lite-
política al servicio de los intereses nacionales, o exiliarse.
rario. En un primer momento, para liberarse de la dominación li-
Con esta misma lógica hay que entender lo que sucede en
teraria que se ejerce a escala internacional, los escritores de las na- Francia entre 1940 y 1944. Durante todo el periodo de la ocupa-
ciones más jóvenes deben poder apoyarse en una fuerza política, la ción alemana, en efecto, el espacio literario francés pierde brutal-
de la nación, lo que los conduce a subordinar, por un lado, sus mente coda independencia y se ve de pronto sometido a la censura
prácticas literarias a objetivos políticos nacionales. Por eso la Cün- y a la represión política y militar. En cosa de meses, la totalidad de
quisca de la autonomía literaria de esos países requiere primero la los objetivos y de las posiciones es redefinida y, como en los espa-
conquista de una independencia política, es decir, exige prácti:as cios emergemes más desheredados, la preocupación nacional
literarias fuenemence ligadas con la cuestión nacional y, en conse- -marginada desde hace mucho tiempo en provecho de una visión
cuencia, no específicas. Hasta que se ha acumulado un mínimo de autónoma de las prácticas literarias- se (re)conviene en una priori-
recursos y de independencia políticos no puede emprenderse la lu- dad alrededor de la cual se recompone la totalidad de las posiciones
cha por la autonomía propiamente literaria. intelectuales: al igual que en las literaturas Kjóvenes», la lucha por
En espacios más antiguos sucede asimismo que, por razones recobrar la autonomía literaria entraña la lucha por la independen-
coyunturales, el proceso de auronomización se ve brutalmente in- cia política de la nación. Desde entonces asistimos a una inversión
terrumpido y que, por ello, los intelectuales deben afrontar las aparente de las posiciones y, como ha mostrado Gisele Sapiro, 1 los
mismas opciones que los creadores de las naciones emergentes. La escritores franceses más autónomos anees de la guerra, es decir, los
Uegada al poder de dictaduras militares como las que han conoci- más formalistas, los menos políticos, se vuelven los más «naciona-
do, incluso en Europa, España y Portugal, o la instalación de los les)) a parcir de 1939, esto es, los que se comprometen con el bando
regímenes comunistas en regiones menos amiguas literariamente, de la Resistencia, de la defensa de la nación contra el ocupante ale-
como Europa central u oriental, han producido el mismo fenóme- mán y el orden nazi. Abandonan provisionalmente el formalismo
no de «nacionalización» y politización incensa (y, por ende, margi- autónomo para Luchar políticamente por la autonomía del ámbito.
nación) de la literatura. Durante las largas dictaduras franquista y
salazarisca, los espacios literarios español y portugués se vieron so- 1. Gisele Sapiro, .. La raison littéraire. Le champ littérairc tran~s sou~ l'oc-
metidos y directamente anexionados por las instituciones políti- cupation (1940-1944)» y «Salut littérairc et littérarure du salut. Deux rrajeaoi-
cas, a través de la censura o la imposición de contenidos y formas. res de romanciers catholiques: Frani;ois Mauriac er Henry Bordcaux•, A(fts dt la
A pesar de una historia literaria antigua, que gozaba de una auro- rechercht m scienets sociales. Littérnmrr et politiq11r, marzo de 1996, n. 0 111-112.
pp. 3-58. Véase también G. Sapiro, ·Complicités et Anathemes en 1emps de cri-
nomfa relativa, los objetivos literarios se volvieron directamente
se: mode de survic du champ linéraire et de ses instiiutions. 1940-1953 (Acadé-
dependientes de las imposiciones políticas. Los escritores fueron mie frani;aisc, Académie Gonc.:oun, Comité National des c!crivains•, tesis de
inmediatamente instrumentalizados o sometidos a la censura; toda doctorado en sociología, París, 1994. Véase también Annc Simonin, Lrs bli-
manifestación de autonomía estética (y política) fue reprimida, y tions de Minuit. 1942-1955. Lr devoir d'inso1m1isJio11, IMEC t:<litions, 1994, en
el proceso histórico de separación de las instituciones políticas especial el capitulo 11: uLittéramre oblige•>, pp. 55-99.

254 255
A la inversa, los escritores más «nacionales>> ames de la guerra, los
menos autónomos, son también los que, globalmente, van en su los debates internos. Conminados a participar prioritariamente
mayoría a integrar el bando de la colaboración. en la construcción de la nación simbólica, los cscricores, los gra-
máticos, los lingüistas, los intelectuales ocupan la primera linea
Fuera de esas situaciones políticas extraordinarias, hay que del combare para dar una <<razón de ser.. , como dice Ramuz, al
evitar confundir a los escritores nacionales emanados de «peque- país naciente.
ñas» naciones literarias con los «nacionales» (o nacionaliscas) de De este modo, en ese universo en que los polos políticos y li-
terarios son todavía indistintos, los escritores suelen erigirse en
los espacios literarios menos dotados. Las fuertes corrientes acadé-
«portavoces», en el sentido propio, del pueblo. ~Pienso que ya es
micas que se perpetúan en los espacios literarios más antiguos,
hora de que también los escritores africanos empiecen a hablar
por ejemplo en Francia y en Gran Bretaña, prueban que la auto·
con las palabras de los trabajadores y los campesinos•. 1 afirma el
nomía sigue siendo muy relativa incluso en esos universos consi-
keniano Ngugi wa Thiong'o desde los años 60. En Nigeria Chi-
derados independientes, y que el polo nacional conserva su poder. nua Achebe defiende a su vez, según su propia expresión, una uli-
Son escritores que siguen ignorando la existencia de un presence teratura política» y la necesidad de consagrarse a un «arte aplica-
literario del que están excluidos y al que combaten a veces violen- do» para evitar lo que él llama los callejones sin salida del •arce
tamente. Producen textos ((nacionales» con instrumentos del pasa- puro>>. 2 Esta posición inseparablemente política (nacional) y esté-
do. Existe hoy en día una internacional académica (y academicis- tica explica, evidentemente, su concepción, reafirmada en varias
ta) que sigue profesando una nostalgia por prácticas literarias ocasiones, del papel que le corresponde al escritor en las naciones
caducas en nombre de una grandeza literaria perdida. Son a la vez jóvenes. Sus dos famosos artículos, publicados en mitad de los
centrales e inmóviles, ignorantes de las innovaciones y las inven- años 60, «The Novelistas a Teacher»3 y «The Role of a Writer in
ciones del presente de la literatura. A menudo miembros de jura- a New Nation» 4 -que los intelectuales africanos han comentado y
dos literarios o presidentes de asociaciones (nacionales) de escrito- citado mucho-, exponen claramente su concepción del escritor
res, son ellos los que fabrican y contribuyen a reproducir (sobre pedagogo y constructor de una nación: «El escritor no puede espe-
todo, por medio de premios nacionales, como el premio Gon- rar que se le dispense de la carea de reeducar y regenerar que debe
court) los criterios más convencionales y los más «desfasados" con realizarse. De hecho, debería caminar por delante de su pueblo.
respecto a los criterios más recientes de la modernidad: consagran Porque él es, en definitiva [... ] el punto sensible de su comuni-
obras conformes con sus categorías estéticas. En los viejos paises, dad.,,5 Al considerarse un pionero literario, está necesariamente al
el intelecrual nacionalista es, por definición, un académico en el
plano estilístico, puesto que no conoce nada más que su tradición l. James Ngugi, •Response to Wolc Soyinka's "The Writcr in a Modero
nacional. African Scace",., The Writer in Modem Africa, Per Wastbcrg (cd.), Nueva York,
El conformismo y el conservadurismo nacionales propios de Africa Publishing Corporacion, 1969, p. 56, citado por Ncil Laz.arus, Rnis111rsct
los académicos franceses, ingleses o espafioles no tienen nada en in Postcolonial A.frican Fiction, New Haven-Londres, Yalc University Preu,
p. 207. La traducción es mía.
común con la lucha política y literaria de los canadienses de 2. Citado por Denise Coussy, Le Roman 11igtrian, París, tlitions Silex,
Quebec y de los catalanes por su autonomía nacional. Los escri- 1988, p. 491.
tores de esas sociedades, sea cual sea el lugar que ocupen en su 3. Moming yet on Crtation Day. Londres, Hcincmann, 1975.
propio espacio, incluidos los más cosmopolitas y los más subver- 4. Africtl Report, mal7.0 de 1970, vol. 15, n. 0 3.
5. C. Achebe, • The Novelist as a Teacher•, loe. cit., p. 45, citado por
sivos, siguen, por un lado, apegados a una exigencia de fidelidad
D. Coussy, op. cit., pp. 489-490. La traducción es mla.
nacional o, por lo menos, continúan adoptando esta postura en
257
256
scmc10 de la edificación nacional. Así, al igual que Scandish
verdadera hegemonía del "realismo» en rodas sus formas, avatares y
O'Grady y Douglas Hyde, historiadores de la nación y de la litera-
denominaciones -neonaturalisca, pintoresco, proletario, socialis-
tura irlandesas en la Irlanda del fin del siglo XIX, Chinua Achcbe
ta ... -. en todos los espacios literarios más desheredados, es decir,
va a convenirse en el cantor y depositario de su historia nacional.
los más politizados. Esta imposición progresiva de una estética lite-
Su tetralogía novelesca, publicada encre 1958 y 1966, tiene por
raria cuasi única surgió en el cruce de dos revoluciones, una litera-
objetivo rastrear la historia de Nigeria desde los comienzos de la
ria y otra polf tica. Por eso, no obscance algunas variaciones, d mis-
colonización hasra la independencia. Su primera novela, !1Ji11g¡
mo presupuesto «realista» o «ilusionista» es común a los espacios
FaU Aparr (l 958), 1 uno de los escasos best-sellers africanos (más lírerarios en vías de formación y a los que están sometidos a una
de dos millones de ejemplares vendidos), evoca las relaciones de
fuerte censura política: el neorrealismo -en su versión nacional o
los primeros misioneros con los habitantes de un pueblo ibo y lo- popular- excluye cualquier forma de autonomía literaria y somete
gra presencar y expresar al mismo ciempo los dos puncos de vista las producciones literarias a un funcionalismo político. Prueba adi-
amagónicos: colocándose exactamente entre ambos, a modo de cional de la heceronomfa esencial del realismo literario es que éste
intermediario, describe, en inglés, la realidad y la civilización afri- se encuencra también en todas las producciones licerarias o parali-
canas. Esca novela realisca, didáctica, demostrativa y nacional cicnc terarias más sometidas a las leyes comerciales del mercado editorial
por doble ambición devolver a Nigeria su historia nacional e im- (nacional y sobre todo incernacional). Es, en cierto modo, la victo-
cruir al pueblo. ria de lo que Roland Barthes denominó el .,efecto de lo real• y Mi-
A falca de autonomía, la función del historiador -el que cono- chael Riffaterre la «mitología de lo real». 1 El naturalismo es la úni-
ce y transcribe la verdad histórica y constituye, por medio de su ca cécnica literaria que crea la ilusión de la coincidencia entre la
relato, d primer patrimonio cultural nacional- y la del poeca se cosa escrita y la real. El efecto de lo real produce así una creencia
confunden. La forma novelesca es el primer soporte del relato his- que explica, en gran parte, su utilización política, ya como instru-
tórico y de la epopeya nacional. Kafka ya lo había subrayado a mento de poder, ya como inscrumento crítico. Concebido como el
propósito de la Checoslovaquia naciente: la carea de historiador punto úlcimo de coincidencia encre lo real y la ficción, el •realis-
nacional es, a su vez, esencial para la constitución de un fondo li- mo» es la doctrina más próxima a los intereses y objetivos polfcicos.
cerario.2 La «<novela proletaria•> preconizada por los soviéticos será la encar-
nación de esca creencia literaria y política. 2 El compromiso nacio-
nal que conjuga la estética neorrealisca y el empleo de una lengua
ESTf.TICAS NACIONALES •<nacional», «popular», «obrera» o «campesina», o ambas cosas, es la
forma por excelencia de la heteronomfa literaria de los escritores en
Joyce decía que al escritor nacional y nacionalisca le rcdraba los espacios literarios bajo tutela política.
difícil escapar al «amor por la ilusión», otro nombre del realismo, El escritor espafiol Juan Benec describe muy claramente una si-
que él atribuía al pueblo. Y, de hecho, hoy hay que hablar de una tuación comparable en la España franquista. Una literatura total-
mente sojuzgada por la diccadura y cuya dependencia misma, tanto
l. C. Achebc, Things FaU Apar1, Londres, Heinemann, 1958; Lr 111011d1
úffondrr. París, Pr~ence africaine, 1973. [Todo se desmorona, Barcelona, Edicio·
ncs dd Bronce. 1998.) 1. Cf. R. Barthes, L. Bcrsani. Ph. Hamon. M. Riffaterrc-. littératurr et Ria-
2. Andr~ Burguiere y Jacquc:s Revel han recalcado asimismo el papel de la
/iré, Parls, Éditions du Seuil. 1982.
2. Cf. Jean-Pic:rre Morcl, Lr Roma11 imupportable. l. 'imrmational liub11irt
narrativa histórica en la construcción de Francia como emidad. A. Burguiht,
et la Franr~. 1920-1932. París, Gallimard, 1985.
J. Rcvel, Histoire tÚ la Francr, op. cit., pp. 10-13.

258 259
enrrc los incdecruales que colaboraban con el régimen como cnuc
quienes rrataban de oponerse a él, podía medirse por el monopolio vuelco unidimensional y pobre de espíritu, hasta qué punto la
poesla se hace en retirada y se ha convenido en el privilegio de los
de la estética neorrealina: •En los afios 40, 1 por decirlo rápido, era
ricos y los "decadentes" que pueden permitirse ese lujo, mientras
una lirerarura "de derechas", una Hterarura "beatífica", la que apo-
que nosotros, los demás ..... 1 Así, describe en Yugoslavia la eviden-
yaba al régimen franquista, un unanimismo sin ninguna oposición
cia de una estética literaria nacional impuesta a la vez por la cradi-
[... ].A panir de los años 50 comienza el realismo social, un realis-
ción literaria, el régimen político e histórico y el peso político de
mo "de izquierdas", que copiaba la novela soviética o el existencia-
la Unión Soviética. Para él, el realismo socialista redobla la domi-
lismo francés. Hicieron, muy tímidamente, una literatura de opmi- nación rusa sobre los serbios: «En nuestros días, dos mitos se fun-
ción, pero sin ninguna crítica abiena del régimen, a causa, por den: el paneslavismo (la ortodoxia) y el mico revolucionario. El
supuesto, de la censura. Abordaban temas un poco tabúes en la Komincern y Dostoievski.» 2 Esca dependencia escrucrural que so-
época: los nuevos ricos, las dificultades de la clase obrera..... 2 mete las prácticas literarias a las instituciones políticas se caracceri-
Casi denrro de la misma temática, Danilo Kis evoca los presu- za, sobre todo, por la repetición y la reproducción de los mismos
puestos literarios de la Yugoslavia ricisca en una revista de Belgra- presupuestos narrativos enunciados como exclusivamente nacio-
do de los años 70: •No hay dilema en nuestra pequeña provincia, nales. En ocras palabras, este realismo pracácado en nombre del
codo está claro como la luz del día: basca con sentarse a la mesa de compromiso político es, en realidad, un nacionalismo literario
trabajo y pintar al hombre de la calle, al buen hombre tan de ocultado como tal: un realismo nacional.
nuesuo entorno, describir cómo empina el codo y, pega a su mu- En Corea, por ejemplo, donde toda la literatura es nacional,3
jer, cómo se las arregla para estar unas veces con el poder y otras una gran pane de la poesía se declara «realista•. El poeta Sin
con la oposición, y codo irá bien. Eso se llama entonces literatura Kyongnim publica canto recopilaciones de poesía realista, en las
viva y comprometida, ese ane primitivo neorrealista que reprodu- que se identifica con codos aquellos a los que podría designar lapa-
ce los usos y costumbres de la provincia, las bodas, velatorios, en- labra «pueblo» o «masas» ~·Es uno de los suyos, y profesa la convic-
tierros, asesinatos, abortos, codo ello, supuestamence, en nombre ción de que su papel», escribe Pacrick Mauros, usu deber, es referir
dd compromiso, de una voluntad civilizadora y de un renaci- sus cancos y sus historias, por mucho dolor que expresen,._, como
rnienco literario siempre inédito.»3 estudios y colecciones de cantos populaces que recoge en magneto-
En esos universos literarios muy ligados a las instituciones y a fón p~ difundirlos e inspirar en ellos su propia escritura. 4
las problemáticas poüticas, el formalismo se considera normal- Carlos Fuentes describe en términos muy pacecidos, al menos
mente como un lujo para uso de los países centrales, que ya no según una configuración semántica vecina -nacionalismo, realismo,
tienen que plantearse ni el problema nacional ni el del compromi-
so: .. Porque esca concepci6n11, sigue diciendo Kis, «que can a me- l. Jbidnn, p. 27.
nudo propugnamos también nosotros mismos -que la literatura 2. Esta sumisión declarada de los serbios a Rusia permitir:! distinguirse a los
será comprometida o no será-, muestra hasca qué punto la polícica croatas y escoger París como polo incclectual. lbúkm, p. 20.
se ha infiltrado por codos los poros de la piel y del ser, lo ha inva- 3. «Este nacionalismo es en Corea [... ] un cl!rmino gcntrico, globalizante,
primero. Todo discurso es nacionalista. Se es nacionalista~. más exactamente.
dido codo como una marisma, hasta qué punto el hombre se ha
nacionalista-mesiánico- más que ser de izquierdas o identificarse con las "ma-
sas" o declararse liberal o budista.• Sin K}'ongnim, Lt Rñ1t dim hommt abaltlL
1. Juan Bcnet. Encrevista B. Choix dt po~mts, .. Introduction•, París, Gallimard, 1995, p. 10 (traducido, p~
2. lblti.tm. sentado y anotado por Pacrick Maurus, rdddo por Ch'oe Yun).
3. D. Kil. Homo pomcus, op. cit., p. 19. 4. lbldnn, pp. 10-11.

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anriformalisme>- la literatura mexicana de los años 50. En México. CS·
KAFKA O «LA CONEXIÓN CON U\ POLITICA"
cribe en su Geografia ~ la novela, la novela debía responder a «tres
exigencias simplistas, eres dicotomías innecesarias que, no obscancc, se
Gracias a la eimaordinaria complejidad de la situación lingüís-
habían erigido en obstáculo dogmático contra la potencialidad misma
tica, nacional, política, cultural y estética que debe afroncar, pero
de la novela: l. Realismo contra fantasía y aun contra imaginación.
también al refinamiento de las concroversias incelcctuales y políti-
2. Nacionalismo contra cosmopolicismo. 3. Compromiso contra for·
cas que dicha sicuación suscita, Kafka es, sin duda, uno de los pri-
malismo, anepurismo y otras formas de irresponsabilidad litcraria.,. 1
meros en comprender que codas las «pequeñas~ literacuras pueden
El primer libro de cuentos de Fuentes, Los días enmascarados fae, ló-
(y deben) pensarse según los mismos esquemas, que una misma
gicamence, condenado por no realista, cosmopolica e irresponsable.
ceoría de su posición y sus dificultades específicas puede no sólo
aclarar, merced a los rasgos recurrentes de una de ellas, lo que no
De esce modo se puede comprender cómo el propio contenido había sido advenido en la otra, sino asimismo hacer que las cues-
de los textos literarios está ligado al lugar del que proceden en la es- tiones resueltas por una ayuden a encontrar una salida estética y
tructura mundial del espacio nacional. La dependencia política de nacional para las otras. Como inreleccual judío que vivía en Praga
los espacios literarios en emergencia se plasma mediante el recurso a a fines del siglo XIX, Kafka se hallaba en el corazón de los cuestio-
una estética funcionalista y formas narrativas, novelescas o incluso namiencos y de los conflictos nacionales del Imperio Austrohún-
poéticas más conservadoras que los criterios de la modernidad lite- garo. Lejos de ser ese escritor fuera del tiempo y de la historia que
raria. A la inversa, corno he intentado demostrar, el grado de auto- en general se ha querido presentar, en cierro modo se convinió en
nomía de las regiones más literarias se mide, en especial, por la des- un teórico espontáneo de lo que se ha dado en llamar precisamen-
polirización de los objetivos literarios, es decir, por la desaparición te las <~pequeñas» literaturas, 1 al describir la realidad que observaba
casi general del tema popular o nacional y por la aparición de cexcos en la Checoslovaquia naciente y en los movimientos polícicos y li-
denominados «puros», sin <<función» social ni política, liberados de terarios judíos que se expresaban en yiddish, es decir, los mecanis-
la necesidad de participar en la elaboración de una idencidad o un mo complejos por los cuales llegan a surgir codas las nuevas litera-
particularismo nacionales y, simétricamente, por el desarrollo de turas nacionales. La cuestión nacional no es sólo la preocupación
una búsqueda formal, de formas desprovistas de codo objecivo no política principal de codo el Imperio Ausrrohúngaro encre 1850 y
específico, de debates exentos de toda visión no literaria de la litera- 1918, sino que asimismo impregna codas las problemáticas inte-
tura. El papel del escritor logra desplegarse fuera del dominio del lectuales y estéticas. Así, cuando el 25 de diciembre de 1911. en
profetismo inspirado, del cometido de mensajero colectivo, de vafej vísperas de la guerra y de la independencia checoslovaca, Kaflca se
nacional que le confieren los espacios poco autónomos. propone describir en sus Diarios las «pequeñas» liceracuras, con d
Las preocupaciones formales, es decir, específicamence licera- fin de actualizar los mecanismos generales de la aparición de las
rias y autónomas, sólo aparecen en las «pequeñas» literaturas en jóvenes literaturas nacionales, comienza por un paralelo explicito
una segunda fase, cuando, acumulados ya los recursos licerarios, entre las literaturas yiddish y checa. Acababa de descubrir, des-
establecida la especificidad nacional, los primeros arriscas interna-
cionales pueden cuescionar los presupuestos estéricos vinculados 1. Y no las literacuras •menores .. : la palabra proviene de una craducción de
con el realismo y apoyarse en los modelos y las grandes revolucio· Martbe Roben que ocro tr.iductor de Kafka, Bernard Lorthola11·. juzga ~inexac­
nes escécicas reconocidas en el meridiano de Greenwich. ta y cendcnciosa» (B. Lortholary, ·•Le te5tamcni de l'écrivain ... Un jt1ineur et 1111-
tm notwelles. París, Flammarion, 199], p. _Vi). Kalka emplea. má.~ sencillamen-
te, la palabra klem {pequeño).
1. C. Furoccs, Geografot de la novela, Madrid, Alfaguara, 1993, p. 17.
263
262
lumbrado, el ceatro yiddish, gracias a una compañía llegada de rácter político (colectivo), puesto que se intenca politi1.ar (esto es,
Varsovia y dirigida por Isak Lowy. He aquí, escribe, "'º
que, a tra· onacionali1.ar»), reducir la frontera que separa lo subjetivo (ámbito
vés de l.Owy, descubro de la licerarura judía concernporánca en restituido a lo literario en las «grandes" literaturas) de lo colectivo.
Varsovia, y lo que descubro en parte con mi propia experiencia de Pero, afiade Kafka, "ª causa de la auconomía interna de la literacu-
la actual licerarura checa». 1 Precisamente su conocimiento íntimo ra [... ],es inofensiva su conexiém excerna con la política[ ... ]. Todo
y apasionado de la aparición de la literatura nacional checa -Max esto conduce», escribe más adelante, «a que la literatura se extien-
Brod precisa que Kafka seguía la literatura checa «en sus más mí- da por el país en virtud de que se aferra a consignas politicas•. 1 En
nimos detalles-~ le permite comprender los rasgos «nacionales•• suma, para Kafka, que puede observar esos fenómenos en Praga y
de los cexcos y las obras de teatro yiddish. a quien Lowy refiere con todo detalle lo que ocurre en Varsovia en
Asi pues, se ve impulsado a describir la pos1c1on necesaria· el ámbiro de la literacura yiddish y de las luchas políticas de los ju-
mente política de los escritores de los países en formación -lo que díos, una literatura principiante tan sólo existe merced a su reivin-
él llama, en el cuadro analítico que resume sus posiciones, ccsu co· dicación nacional. Su característica primordial, su «animación•
nexión interna con la polftica»-, 3 y procede a una larga enumera- misma, son producto de esta imbricación constante e intrínseca
ción de todos los fenómenos políticos que acompañan el naci- entre dos órdenes que contribuyen a fundarse mutuamente. El
miento de una literatura nacional: <<el movimiento de los espfricus; «combate nacional que determina roda~ las obras» de la literatura
la cohesión[ ... ] de la conciencia nacional [._.]; el orgullo y el sos- yiddish en Varsovia, como Kafka ha comprendido algún tiempo
tén que recibe la nación a través de una literatura para ella misma antes, define también todas las empresas literarias de las naciones
y ante el ambiente hostil». 4 Insiste en el nacimiento y el desarrollo «pequeñas».
paralelos de una prensa nacional y de un comercio de librería, Por supuesto, esas •~pequeñas» literaturas únicamente son deno-
pero sobre codo en la politización y la importancia política atri- minadas así a partir de la comparación implícita con la literarura
buida a la liceratura, mencionando «la aparición del respeto hacia central por excelencia en el universo de Kaílca, es decir, la literatu-
las personas que se dedican a la actividad literaria [... ]; la inclusión ra alemana. Ésta no se caracteriza solamente por el hecho de ser
de acontecimiencos licerarios en las inquietudes políticas ...... 5 En «rica en grandes talentos» -manera muy clara de nombrar el patri-
esos países pequeños los textos literarios se escriben, explica Kafka, monio literario alemán-, sino también por el hecho de que aborda
en una proximidad inevitable con la política: «el asunto concreto•, temas «nobles», forma de designar la autonomía literaria. En efecto,
escribe, se convierte rápidamente en colectivo, ••mucho más fácil Kafka señala -y recalca, lo que prueba su rara clarividencia- que las
es alcanzar d límite en la política, e incluso se aspira a ver este lí- nuevas literaturas nacionales son asimismo literaturas populares. La
mite antes de que se presente, y a descubrir por doquier escos lími- ausencia de «milieu» literario, de tradiciones específicas y de auto-
tes resrringidos1t. En otras palabras, todos los textos poseen un ca- nomía de los objetivos propiamente literarios explica, efectiva-
mente, que, como él dice, «la literatura no es ramo un asunto de la
historia liceraria como un asunto del pueblo ... ». 2 Al enunciar explí-
l. Franz Kalb, Journal 24 de dicirmbre de 1911, CEuvm complew. 1. 111.
Pará, Gallimard, ·Bibl. de la Plc!iacb, 1976, p. 194. (ed. a cargo de C. David. citamente la diferencia fundamental entre «grandes• literaturas ca-
IDiario1 (/910-1923), Barcdona, Tusquccs, 1995.) racterizadas por su patrimonio, es decir, su historia acumulada, y
2. Mu Brod, Franz Kajlta. Souvmirs tt docummts, París, Gallimard, 1945, «pequefias» literaturas, definidas por su culcura popular, Kaílca con-
p. 175 (uad. de H. Zylbcrbcrg). [Kafaa, Madrid, Alianza, 1982.]
3. F. Ka/b, op. cit., p. 198.
l. lblrkm, p. 197.
4. /b/Jnn, p. 194. 2. !bld~m. p. 196.
S. /b/Jnn, p. 195.

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264
firma la lucha que se libra entre los dos tipos de legitimidad descri-
ahí que sus incuiciones puedan servir de paradigma que •pruebe• en
tos más arriba. Por eso, «aquello que, dentro de las grandes literatu- la práctica, en cierro modo, el análisis te6rico. Hay que añadir asi-
ras, se produce en la pane más baja y constituye un sótano del cual mismo que sólo a la luz del modelo general de la estructura jerár-
se podría prescindir en el edificio, ocurre aquí a plena luz ... >>. 1 La in- quica del universo literario se puede comprender plenamente ese
versión de aarriba11 y «abajo» en la jerarquía de los géneros. de los ni- famoso texto de los Diarios del 25 de diciembre de 1911, largamen-
vdes de lenguaje y de las obras es un sello primordial. según Kafka, te comentado, como sabemos, por Deleuze y Guatcari. Kafka con-
de las «pequeñas» literaruras («Existe por lo general la complacencia firma que hay que hablar de las «pequeñas» literaruras, esto es, de
en el tratamiento literario de pequeños remas ... » 1 ). universos literarios que sólo existen en su relación estructural y des-
Kaflta menciona, por último, la relación compleja y forzosa igual con ugrandes)) literaturas; las describe, de entrada, como uni-
que codo escritor de un país pequeño mantiene con su literatura versos politizados, y subraya la inevitable índole política y nacional
nacional: «las exigencias que la conciencia nacional, dentro de un de los textos literarios que se escriben en ellas, y no para deplorarlas
país pequeño, plantea al individuo, traen consigo que cada uno o evaluar las producciones emanadas de esos universos, sino, al con-
deba estar siempre dispuesto a conocer la parre de la literatura que trario, para tratar de comprender su naruraleza, el interés (ala ale-
ha caído en sus manos, a conservarla, a defenderla, y a defenderla gría)>) y los mecanismos que las generan y las hacen necesarias.
en cualquier caso, aunque no la conozca ni la conserve». 5 Así pues,
los escritores no pueden decretar una autonomía de la que no son Deleuze y Guattari, al releer ese texto, han llevado a cabo una
dueños: están obligados a «luchan) por defender «la parte de litera- reducción de la especificidad literaria aplicando a la literatura -en
tura que Oes] corresponde)), especial a partir del concepto muy ambiguo de «lirerarura menor-
esquemas políticos toscos y anacrónicos que deforman su sentido.
Este texto oscuro y difícil no es una auténtica teoría articulada. En Kafka. Pour une littérature minettre, afirman que Kafka •es un
& sólo un conjunto de notas vertidas sobre el papel y que forman autor político)> («Todo es política)>, escriben, «empezando por las
las primeras reflexiones de Kafka sobre este rema que va. sin cuda, carras a Felice» 1) y se contentan con reproducir las anocaciones de
como mostraremos más adelante, a cobrar una importancia crucial Kaflca en el texto de los Diarios del 2 5 de diciembre de 191 l. Si
en la elaboración de toda su obra. Pero el verdadero i nrerés de este bien es cierto que Kafka tenía preocupaciones políticas, como ha
texto proviene de la posición que Kafka ocupa: es, en este caso, tes- demostrado su biógrafo Klaus Wagenbach, 1 no podían ser las que
tigo y actor. Dicho de otro modo, y a causa de su interés apasiona- le prestan Deleuze y Guattari. La concepción anacrónica que tie-
nen de la política los conduce a errores históricos. Proyectan sobre
do por el movimiento del nacionalismo cultural judío que Isak
I..owy le hace descubrir, adopta una postura muy infrecuence y muy Kaflca su visión de la política como subversión o •lucha subversi-
va», mientras que para Kafka la política se identifica únicamente,
valiosa: da, al mismo tiempo, el punto de vista teórico y el punro de
en la Praga de comienzos del siglo XX, con la cuestión nacional:
vista práctico. Su postura de observador entusiasta hace que se
«la gloria de esa literatura consiste en ser menor>•, escriben ellos,
comprendan desde el interior, o sea, de una manera sensible, los
•ces decir, revolucionaria para toda lireratura,,; 3 «el adjetivo "me-
términos en los que se vive la experiencia literaria de la dominación.
a la par que ofrece una tentativa de explicitarla y generalizarla. De
l. París, '1ditions de Minuic, 1975, pp. 75-77.
2. Klaus Wagenbach. Franz Ktifk11. A1111t'fs de jnwme (1883-1912), Parls,
1. lbúinn. Mercure de France, 1967 (erad. de E. Gaspar). IK".fka. Madrid. Alianu. 1981.)
2. lbúüm. 3. G. Deleuze, F. Guaccari, op. rit., p. 35.
3. Ibúinn. p. 206.
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nor" no califica ya a determinadas literaturas, sino las condicione~ 2. LOS ASIMll.ALJOS
revolucionarias de toda literatura dentro de la que se denomina
grande (o establecida)». 1 Dicho de otro modo, Kalka sería un au-
tor polltico sin auténticas preocupaciones políticas, l)Ue no se inte- A edad muy temprana -en medio de la miseria y
resaría por las cuestiones políticas candentes de su tiempo. la pobrc1.a de Trinidad, lejo~ de todo, en el seno de::
Como no pueden definir con precision el contenido l)UC Kal~ una poblaci<'m de medio millón de habitantes- me
ka da al concepto de "Política», Deleuze y Guam1ri esdn ohliga- fue dada la ambi<..:i<'>n de escribir libros[ ... ). Pero los
libros no Sl' crean solamente en la cabeza. Los libros
dos a recurrir a una concepción muy arcaica Jcl escritor para jusri-
son objetos materiales. Para inscribir cu nombre en
ficar su aserto: afirman que Kafka es polícico pero dt· una manera el lomo del objeto material creado, necesitas edito-
profética; hablaría de política pero en un senrido futuro, como si riales y editores. dibujantes e impresores, encuader-
expusiera y describiese acontecimientos venideros: «Es un autor nadores; libreros, críticos, periódicos y revisw [... )
político de principio a fin, adivino del mundo hm1ro»; 1 en él. la y, naturalmente, compradores y lectores [... ]. fua
•linea de fuga creadora lleva consigo coda la política, wda la eco- clase de sociedad no existla en Trinidad. Si quería
nomía, coda la burocracia y la jurisdicción: las absorbe como un ser escritor y vivir de mis libros, en consecuencia te·
vampiro para hacer que emitan sonidos aún desrnnocidos (jllc nía lllle irme [... ]. Para mi, en aquella época, eso
significaba irme a Inglaterra. Viajaba de la periferia,
pertenecen al porvenir próximo: el fascismo, el estalinismo, el
del margen, hacia lo <¡ue, a mi entender, represen-
amcricanismo, las potencias diabólicas que llaman a la puerca.
taba el centro; y abrigaba la esperanza de que en el
Porque la expresión precede al comen ido y lo arrastra .. ,)•; 1 «L.a centro hubiese un lugar para mi.
maquinaria literaria toma así el relevo de una maquinaria revolu-
cionaria por llegar». 4 En suma, al invocar la figura del poeta u/tes, V. S. NAll'AUI., Nuestra ávilizaáón t1nivmal
profeta y adivino, capaz de presentir y de anunciar acontecimicn-
ros venideros, simplemente se remontan a la más arcaica <k las Si intentamos describir la serie de dilemas, de elecciones e in·
mitologías poéticas. El anacronismo es una de las formas del ctno- venciones de los escritores udesccntrados)> como un conjunto de
centrismo literario de los centros que aplican a los textos sus pro· posiciones definidas relacionalmente, es decir, inseparables unas
pias categorías estéticas y polícicas. AJ no poder imaginar siquicrn de otras, nos dotamos de los medios de plantear de otro modo la
que, para Kafka y en sus categorías, el nacionalismo es una d(' las cuestión -recurrente- de la definición y de los límites de las litera·
grandes convicciones políticas, Deleuze y Guattari crean de cabo a turas nacionales dominadas. Una de las consecuencias inmediata·
rabo. y se la atribuyen al autor checo, una consigna política y críti- mente prácticas de este método es, en efecto, reintegrar a los auto-
ca: las •literaturas menores». res exiliados o asimilados, o sea, c1desaparecidos11 como escritores
nacionales. L1S historias de la lireracura bc:lga (de lengua francesa)
mencionan en primer lugar a los creadores nacionales y a los que
han reivindicado una idemidad nacional. Excluyen en general -o
se resisten a incluir- a Marguerite Yourcenar o a Henri Michaux,
al igual que las historias literarias irlandesas vacilan en incluir a
l. Jbidnn, p. 33.
2. Jb/dnn, p. 75. G. B. Shaw o a Beckett en su panorama nacional, como si la per·
3. Jbúinn. p. 74. tenencia original a un espacio literario debiera hacerse necesaria-
4. Jbúinn, p. 32. mente en la forma de afirmación positiva. En realidad, hay que

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encender la formación de codo el espacio licerario a través de la re- fica de los espacios literarios más alejados de los centros y el siste-
lación, incluso antagónica, entre las dos opciones, a través de su ma de sus dependencias múlriples son, tal vez, dos de las manifes-
rechazo mutuo, del odio suscitado por el país de origen o el apego taciones más importantes de la no coincidencia del espacio litera-
que provoca. rio y la nación política, es decir, de la autonomía relativa del
En esa misma lógica, no hay que confundir el espacio literario espacio literario mundial.
nacional con el territorio nacional. Tener presente, como elemen-
tos de una totalidad coherente, a cada una de las posiciones que Todas estas posiciones, que los escritores han elaborado poco
caracterizan a un espacio literario, incluidos los escritores exilia- a poco y puesto en práctica, «hacen» la historia de cada literatura
dos, contribuye, por un lado, a resolver los falsos problemas que se emergente. En este sentido, dichas posturas construyen y luego
plantean ritualmente a propósito de las <<pequeñas» literaturas: en- unifican progresivamente los espacios que las han visto aparecer:
tre las posiciones más nacionales, vinculadas con las instancias po- cada una de esas posibilidades es una ecapa de la génesis de esos
Uticas, y la emergencia de posiciones autónomas, necesariamcme espacios. Pero ninguna posición recién creada hace que prescriba
internacionales, que ocupan escritores a menudo condenados a o desaparezca la posición precedente; codas ellas vuelven más com-
una especie de exilio interior, como Juan Benet o Amo Schmidc, plejas y hacen evolucionar las reglas del juego, rivali7.an y luchan
o al exilio a secas, como Joyce en Trieste y en París, Danilo Kis en por los recursos literarios, lo que coadyuda a «enriquece0t el espa-
París, Salman Rushdie en Londres, se perfila coda la complejidad cio. La dificultad para describir la forma de escas rebeliones y sub-
de un espacio literario nacional. versiones literarias reside en que cada «opción» puede describirse
Hoy en día se habla, por ejemplo, de la literatura colombiana y al mismo tiempo como fase de la génesis o como elemento de la
de los escritores colombianos como si esta unidad político-literaria estructura, como movimiento progresivo, en virtud del cual se es-
fuese en sí misma una realidad probada, una evidencia tangible cribe la historia literaria, o como una de las posiciones contempo-
que permite un trabajo descriptivo. Ahora bien, la existencia de es- ráneas que coexisten (y rivalizan) en un mismo espacio literario.
critores internacionalmente célebres como Gabriel García Már- La asimilación, por ejemplo, es el «grado cero~ de la rebelión
qua (premio Nobel en 1982) y Álvaro Mutis, de escritores nacio- literaria, es decir, el itinerario obligado de todo aprendiz de escri-
nales, a su vez fuenemente influidos por los modelos emanados del tor llegado de una región desposeída (política o literariamente, o
reconocimiento internacional, como Germán Espinosa, y de cxi- ambas cosas}, cuando no tiene a su disposición ningún recurso li-
Jjos abundantes, en Europa y en Latinoamérica, así como la perte- terario y nacional: verbigracia, en las regiones coloni7.adas, antes
de que surgiese cualquier reivindicación de independencia y de
nencia -reivindicada- al conjunto cultural y lingüístico latinoame-
«diferencia» nacional. Pero es también una posibilidad para los es-
ricano, el rodeo -atractivo para García Márquez, repulsivo para
critores dominados, pero relativamente dotados de recursos espe-
ÁJvaro Mutis- por el polo político cubano, la atracción de Nueva
cfficos -como el belga Henri Michaux o el irlandés George
York, el peso de los editores y los agentes editoriales barceloneses,
Bernard Shaw-, que pueden así recha7.ar el destino de escritor na-
las escancias en España, las rivalidades {literarias y políticas) y los
cional, lo que el polaco Kasimierz Brandys llama asimismo el «de-
grandes debates políticos entre los autores más conocidos de Lati-
ber patriótico» del escritor, y apropiarse casi «clandestinamente•
noamérica y surgidos del «boom)>, hacen que el espacio literario co- del patrimonio literario central. Shaw y Michaux reivindican el
lombiano escalie, por así decirlo, y los fragmentos resultantes, al derecho de acceder directamente a una libertad de forma y conte-
trascender las fronteras cerricoriales, conscicuyan el laboratorio in- nido que solamente permite la pertenencia a un espacio literario
visible de una liceratura nacional irreductible a las fronteras de la central. Por eso el exilio asimilador es una de las posiciones consci-
nación a la que contribuyen a moldear. Esca fragmentación geográ-
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tutivas de los espacios licerarios dominados -micncras tJUC, debido greve y sus sucesores, hrquhar, Goldsmith y Sheridan, iodos ellos de
a la •desaparición» o dilución de los que lo adoptan en el espacio origen irJandés, c1ue se ilustran en el género de la comedia. Parajoyce
dominante, son, por lo general, olvidados o marginados en la~ hi~­ se trata de u na forma de dependencia histórica de la que se esfonará
torias literarias nacionales- y una de las ecapas (punlo cero) de la en librarse. En uno de sus Escritos crltil'os dedicados a Wilde escribe:
constitución de esos espacios desposeídos. •<El abanico de laáy Windermere [Wilde, 1892] tuvo un éxito apoteó-
sico en Londres. En la tradición de comediógrafos irlandeses, que va
La asimilación polftica ha sido descrita hace ya mucho ciempo desde los días de Sheridan y Goldsmith hasta los de Bcrnard Shaw,
como un proceso de fusión o de inregración, esco es, de elimina- Wilde pasó a ser, como ellos, el bufón de corte de los inglese.s.,,•
ción gradual de las diferencias o particularidades religiosas, cullll- Hay que entender asimismo como un rechazo violento de
ralcs, lingüísticas, etc., de una población inmigrada, exiliada o do- toda forma de asimilación la célebre y genial expresión de Joycc al
minada, en provecho de las prácticas dominantes. El escritor judío comienzo de Ulises, cuando propone, como usímbolo del arte ir-
inglés de lengua yiddish Israel Zangwill (1864-1926) dio así, en landés»: un «espejo resquebrajado de criada». 1 Esta imagen e.s una
uno de sus cuencos largos -sus Comédies du ghetto-, ciculado uL1 especie de definición provocativa de las producciones artlstkas y
anglicización•, una imagen penetrance que condensa de algún culturales de rodas las regiones colonizadas o, simplemente, domi-
modo coda la ambigüedad y la dificultad de esta voluntad asimila- nadas. El arte irlandés, anees de que naciese el movimiento de Re-
dora por la cual el dominado trata de hacer olvidar su origen. nacimienco literario, era un simple espejo. Reencontramos aquí la
.Abundan los medios», dice el narrador, «de ocultar a los inglese~ condena de la imicación ya presente, como recordaremos, en
la vergüenza de un parentesco que los enlaza, en vircud de un pe- Du Bellay: aquellos a los que el poeta de la Pléyade llamaba •re-
digrí de tres mil años, con Aarón, el gran sacerdote de Israel»; So· blanqueadores de muralla» no producían más que pálidas imica-
lomon Cohen, escribe Zangwill, «se había distinguido siempre por ciones del arte predominante. Pero Joyce, rabioso y realista, va
su manera defectuosa de pronunciar el hebreo, a la inglesa, y por aún más lejos en el repudio de las prácticas miméticas, y añade
su insistencia en no admitir en la comunidad a ningún rabino que una grieta al espejo. Los artistas irlandeses, a causa de su depen-
no hablase inglés y no tuviese el porte de un clérigo anglicanou. 1 dencia, son incapaces, según Joyce, de proponer otra cosa que una
Ese rabino con porte de clérigo anglicano podría ser el paradig- copia deformada de los originaJes; mejor dicho, más que simples
ma de la asimilación literaria que, como comprendió Ramm, de- imitadores, son una especie de sirvientes de los ingleses, i•cria-
pende también, muy a menudo, de un acento corregido o 110, y, dals]» -la expresión es de una incrdble virulencia en la Irlanda na-
cionaJista de los afios 20- incapaces de librarse, ni siquiera en el
para muchos escritores tocaJmente desposeídos de recursos liccrarios
ámbito estético, de la condición de inferiores que les fue asignada
reconocidos, representa la única vía de acceso a la lireracura y a la
por los colonizadores; en otras palabras, aceptan como sola identi-
existencia misma. De este modo hay que encender el itinerario de los
dad la definición subalterna de si mismos que les han impuesto
dramaturgos irlandeses que iban a hacer carrera a Londres ames de
sus sojuzgadores. De este modo se puede comprender por qué la
la aparición de un movimiento de nacionalismo cultural. Se sabe
que Osear Wilde y Bernard Shaw son los herederos de una larga cs-
cirpe de dramaturgos, emre los cuaJes, en el siglo XVIII, figuran Con- 1. J. Joycc, •Üsc.u Wilde, le ¡iocte de Salome!•, op. cit., p. 242.
2. J. Joycc, U(yssr, Parls, G.tllimard, 1929, p. 'i (traducción francCS11 Integra
de A. Morcl, con la colaboración de S. Cilbcn, ~upervisada en su totalidad por
l. Israel Zangwíll, Comldirs du ghrtto, Parls, ~ditions Autrcmcnt, 1997. V. Larbaud y el autor). 1Ulisrs, B11rc.:clon11, Lumen, 1991 (traducción, en el tex-
p. 52 (trad. de M. Gircnc. P.dición revisada, aumentada, anotada y con un epi· to, de Jaime Zulaika).I
lago de B. Spirc:).
273
272
asimilación es un objetivo fundamental de los cspadns nacicme~;
es la primeN vía de acceso a la literatura para los dcsposc!dos de gar definido y definirivo. ••Es uno de los libros más tristes que he
todo recurso nacional: es también la forma espcdfica de la .. 1rai- le!do desde hace mucho tiempo, con un tono de melancolía cons·
tante», escribió Salman Rushdie cuando este texto se publicó en
ción11 en los universos literarios emergentes. Los arristas tJUC se asi.
Londres. 1 La ausencia de una tradicit1>11 literaria y cultur.ll propia
milan al centro desaparecen corno «nadonalcsn y «I raicion:tn• la
de Trinidad que reivindicar, apropiarse o construir, y la imposibili-
c;ausa literaria nacional.
dad de idemificarse plenamente, debido a una fisura histórica y geo-
gráfica demasiado grande, con la India de la que le separan dos
generaciones Je emigrantes, hacen de Naipaul el arquetipo doloro-
NAIPAllt. l.A IDENTIFICACIÓN CONSFRVADORA so de un doble exilio. En ese libro refiere, con la lucidez implacable
de quien ha tenido que sufrir horriblemente su condición de extra-
La historia de V. S. Naipaul, oriundo lle los confines del Im- ño, advertida en la mirada de los demás, y con esa clase de crueldad
perio Britinico, es la de un escritor totalmente identificado con aplicada a uno mismo que le emparienca con Ramuz cuando éste
los valores literarios ingleses que, a falca de toda trndicit'in literaria cuenta su llegada a París;~ su viaje de Puerto España, capital de
en su pa(s, no tiene más alternativa que «Converrirst.'•1 en ingl¿s, A Trinidad, a Somhampton. Llegado «como un provinciano de [su]
pesar de todos los sufrimientos, las contradicciones, las aporías a rincón remoto del lmperio11,·\ el autor comprende que es un 11se-
lu que se ve expuesto por causa de su trayectoria, de su cultura v miindion, incapaz de apropiarse realmente de la tradición cultural
hasta del color de su piel, recordatorio imborrable de su distanci;1, de la India, pero muy lejos también, por su educación, su origen y
sólo puede ocupar este lugar intermedio: ni totalmente inglés el color de su piel, de los usos intelectuales y literarios de Londres:
(aunque haya sido ennoblecido por la reina). ni roralmeme indio. "Aquel universo indio a medias,,, escribe sobre Trinidad, 11aquel
V. S. Naipaul nació en Trinidad, en las Anrilla.s inglesas. fa dc~­ universo alejado de la India en el espacio y en el tiempo. y lleno de
cendiente de emigrantes indios, campesinos contratados hacia 1880 misterio para el hombre que ni siquiera comprendía a medias la
lengua, no penetraba en la religión ni en los ritos, aquel universo
pm trabajar las plantaciones de diversos lugares del Imperio Britfoi·
medio indio era la forma de sociedad que él conocía.11 1
ro 1 y enviados a las islas Fidji, Mauricio, Sudáfrica -('.omunidaJ india
Naipaul evoca. tr.ts su formación y sus dilkilcs comienzos de
que Gand.hi descubrió hacia fines del siglo XIX-, Guayana y Trini·
escritor, su asentamiento en Wilrshire. en una Inglaterra rural don-
dad. Llegado a Inglaterra gracias a una beca par:t continuar sus cstu·
de, como en un «segundo nacimiento ... erara por fin de «convertir-
dios, con el proyecto de ser escritor,2 no cesó de asimilarse. de int('· se» en inglés, de comprender el paisaje. el paso de las estaciones. la
Pl'5'· de encamar, en suma, la engli.shness {inglesidt1d/ más perfu.,;1 historia y la vida de las gentes de ese país ... Adquiría lentamente un
El ntigma tÚ '4 /kgatÍA, 3 libro publicado en 1nglaterm en 1987 saber. No se pareda en nada al conocimiento casi instinrivo de las
o sea, casi cuarenta af\os después de la llegada de N;tip:ml ;t tt l'api· plantas y las flores de Trinidad que me había sido inrnkado en mi
ral dd Imperio, es una especie de incrospección, d hahuKt' descn· intanciwt; era como ;tprcnder UJM segunda lengua.~~ .. fue entonces
cantado de una vida consumida en la hüsqueda patt'tic:t de un lu·

l. S. Rushdic, f>t1trirs im11gint1im. op. cit., p. 1b4.


1. Cf. V. S. Naipaul, /. '/,,~. Un mi/Jion dr rfl'tlllf's. P;trís, Pion. l 'N."!, I'· l l. et:
C. 1:. Ramui. R11ison ,/(~. l\uís, l..1 Di~rcn1."t", IQ<)) 11'>14).
(ttad. ~ ~ce Vicmi!). .t V. S. N;tipaul. L tm;t:"'e Je /',r1ri1w, r•p. át.. p. 169.
2. Cf. V. S. Niaipaul, L°ENigmr tÍ~ limitw, París. l\m1rgnis. 1•N1. pp. I ."!~ 4. 1'11tlem, fl. 144.
230 (trad.~ S. Mayoux). (El nripw ~ IA 11~"4. M11drid, Ddllul', 1•N7,J 5. /bltlem, fl. 43.
.ti~.
275
274
cuando aprendí a identificar esta est:tción concreta lcl fin Je la pri-
mavera], a arodar con ella un determinado estado dl· las flores, Je rttucrda sin cesar esta especie de ~crnición• específica con respecto
los árboles. del río.11 1 fata voluntad obcecada de a<lhl·rirse a un a sus scmcjances, ex coloni1.ados de Inglaterra.
paús. de con0t.""er su 11intimidaJ,,. coridian;t. y esta manera Je apoJc. Hasta su visión <le k1 India contempor.lnea, complej11. doloro-
sa, ditkil y ambivalente, 1 tiene la impronta de es;¡ extraña luddci
rarsc de su historia para ha<..~rla suya -«estaba pl·rm;mcmemc·uc
entristecida que le lleva a reconocer. en primer lugar y dentro de
impregnado de la amigiledad de aquellas tiC'rr.ts. de su apropia(ión
las reivindicaciones de independencia n;tcional. el sello dd legado
por el hombre !... ] ¡mor-.t me senda unido al pais;tje. a ••qud lugar
inglés. Su proximid:td distante le permite enunciar verdades W1
$Olitario. por primera vez desde mi llegada a 1nghucrrau-: Sl' reme-
paradójic;ts y tan insoportables como ésta: •L1 historia de la India
moran sin tregua, como para paliar una carencia. una privación o
antigua ha sido cscrim por sus com¡uistadores.i> 2 Los conceptos
lo que él senda <..-orno tal. Se sumerge en la .. anglitud» para 1.1ul' cc)e mismos de patria, leg-.1.do nacion:1l, culcura y civiliz.ación que nu-
su condición de extranjero, definido en principio negacivamcmc. trirán más tarde d movimiento nacion;tlisca indio han surgido de
sin historia, sin literatur-.l. sin país (Trinid:td no cení:t siquitTJ ~~ las concepciones inglesas del mundo y de la historia. Y d propio
starus), sin tradición, sin cultura propia, codo lo que d llama rn Naipaul. de niño, en la lejana Trinidad, habla aprendido •lo que
•pasado incieno•.-' Goethe había dicho de Shakumala. la obra de teatro en smsaito
Sin duda, se explica así su visión del mundo resudrnmt.·me 111· que sir William Jones tradujo en l 789u;1
glesa, su voluntad casi provocadora de dedar;use m;\s inglés qm: lo~ Tales son las extr-.lftas pamdojas, los callejones sin salida suce-
ingleses. más nostálgico que ellos del Imperio y del poder pcnliJo sivos en los que Naipaul se ve atmpado, como descubre muy
de lnglaccm, su orgullo de proclamarse producto de la civilizaciún pronto. E incluso su visión pesimista de Inglaterra, su afiorama
occidental. El discurso que reprodujo The New }ork Rt1 1fr11 1 o/ conservadora de un país bucólico, de l:ts casas solariegas que atesti·
Books. cuyo dtulo mismo -«Nuestra civili7..ación universa1.,·1- supo· guan h1 antigu:t gr-.1.ndc:za y el dedive. su nos1algia casi coloni:al del
ne una apropiación reivindicada, ilustra magníficamentt' su identi- poderío bricfaico, son otros tamos indicios de su adhesión total a
ficación plena con los valores del Imperio Bridnico. Al hacer IJ la visión inglesa del mundo. con la cu:u, sin embargo, nunca pu~
comparación, supuestamente objetiva, entre dos cipos de roloni.1- de coincidir dd codo. El nolimpico desprl'Cio de Naipaul•, de que
lismo, d sistema europeo y la colonización musulmana. rnn<lcn;1 l.1 habla Rushdie, 4 y que le induce a dirigir esa mirada cínica y
scgunda5 y afirma su adhesión y su orgullo de ser prodm:co dd pri· desencantad•t sobre los países del Tercer Mundo, tanto en sus fic-
mero: •Y si debo describir la civilización universal, diría (llll' rs la ciones ( Guérilkros.' por ejemplo) como en sus reportajes, es tlUll·
civilización que me ha permitido emprender este viaje desde la pr:·
1. Visil\n que 1111 cambindo en d rnm1 del tiempo y que ha cvoluclonlldo
riftria hasta el centro,,. Naipaul se mantiene en esrn posidón •l t1 entre su primer viaje en 1%.! lL 11/w1lm tln· tmfbm. l\arls. Buurgois. 1989),
VC'l conservadora, desencantada e imposible: el estigma de la pid le d de 197'\, tms el .:ual escribid /. 'ltule lm$fi (l'nrls. l\ourgois. t l)Sl)) en l'l75.
)'el 1\ltimo, de 1990, rdnrndo en J. 'lndf. l 111 miUiim de rt1~1/m. ºI· rit.. en 1990.
2. V. S. Naipaul, l.'[,,,/,., lln mil/ion,¡, rtr>t1/1t1. "I'· fit.. I'· 439.
l. /11/Jnn. p. 249.
3. /b/Jem, p. 446. Willi111n Jones. ~r.an erudito briulnko del siglo X\'111, Ít!t-
2. /búlmi.pp. 30-32. \•irntc pimid,uio de !,1 llus1mdl\11, numbrado juc1 ,lrl Tribunal Supmno de
3. ll1úlmi, p. 121. Rrngnla en Caku111. h11bla ido a h1 India a ha;:er fortuna, ~· 11pl\'11dii't s4na"flto
4. V. S. Naipaul, •Nurstra civiliu.ción univerS<AIM, discuno pronuni:i.t<lo rn par.a traducir los ~fllndes textos Je la 1nufü:i1~11 sa¡:rnda Je 111 lndi11.
d Manhattan lnstirure de Nueva York, TN Ne"' }orA- Rn1ü11• "{ H1111/r1, .H <k 4. S. Rushdie, J>.11n·es i11111,,it111im, "!'· l'it.. p..\'>'>.
enero de 1991. . 5. V. S. N11i¡laul. GuMlle1w, t>arls, Albin Michd. 1981 (1rad. de A. S.u-
~.V- rambi~n V. S. Naipaul, Crtpuscule 1ur /'Is/,,,,,, Parls. Albin tvlii:hrl. mon).
1981 (trad. de N. Zimmermann y L. Murail).

276
bién fruto de su naruraleza de «asimilado», de «traidor» a su con-
se halla en una situación de alejamiento y de alteridad que le aproxi-
dición de colonii.ado, de escéptico radical.
man al provinciano (por definición, demasiado próximo), sin por ello
Su búsqueda volunrarisra de la inglesidad -recompensada por prestarle la ventaja de una condición reconocida de extranjero.
la reina al ennoblecerle- le impulsa de un modo natural a no in- En algunos de sus textos, Un certaín Plume 0 930), Un Bar-
novar nunca en materia formal y escilíscica. Su conservadurismo bare en Asie (1933), Voyage en Grande Garabagne {1936), y Ai-
político, una especie de hipercorrección, como dicen los lingüis- 1/eurs (1948), el hincapié que hace Michaux en la distancia y el
tas, con respecto al espacio político y literario inglés. impregna asi- desfase, la disección del mundo en países y pueblos, extranjeros e
mismo todos sus escritos. El carácter tradicional de codas sus na- indígenas, no indica solamente las premisas de un puro proyecto
rraciones y de codos sus relatos está en perfecta consonancia con poético. Sólo un vecino muy cercano a Francia, al que su acento,
esta búsqueda patética de identidad. Escribir como un inglés es es- sus modales y su simple manera de ser remiten a su condición de
tar en conformidad con los cánones de Inglaterra. extrafio extranjero -el que lo es sin serlo del todo, y a quien su
misma proximidad impide convertirse en "igual~ sin que nadie le
sefiale como «Otro»- puede concebir la división del mundo entre
HENRJ MICHAUX, ¿QU~ ES UN EXTRANJERO? los indígenas y los demás. Su parodia del discurso emográfico, ex-
plícita sobre codo en Voyage en Grande Garabagne, se asemeja mu-
El itinerario de Henri Michaux es, en cierto sentido, bastante cho al proyecto de Swift, otro «extranjero» irlandés asimilado a In-
similar al de NaipauJ, descontando el hecho de que no procede de glaterra. Y, del mismo modo que en Francia, por lo menos, se ha
un espacio dominado políticamente, sino lingüísticamente: la Bél- olvidado casi el poder subversivo y provocador de los Viajes de
gica francófona se halla bajo la dependencia lingüística de Francia. Gulliver, de Swifc, quizá no se hayan leído estos Voyages de Mi-
Michaux, nacido en Bélgica, rechazó la suerte de los poetas nacio- chaux relacionándolos con la situación real del poeta, «provincia-
nales y eligió olvidar y hacer olvidar su origen belga para «conver· no» fascinado por el hecho mismo de la extranjerla. 1
rirse» en un poeta francés. La comunidad de lengua y. al margen Michaux partió para su famoso viaje de un año al Ecuador en
dd acento, la falta de signos exteriores de pertenencia a una co· compañía del poeta ecuatoriano Alfredo Gangotena, otro falso pa-
munidad nacional extranjera favorecen, por supuesto, esta integra· risino, llegado del remoto Uruguay en 1924, poeta francés de
ción cuasi clandestina en la comunidad de los poetas centrales. adopción, reconocido por los más grandes escritores de su tiempo
Como valón, Michaux podía elegir entre la vía de la desasimila- y publicado en codas las grandes revistas. Se comprenderá mejor
ción, es decir, la reivindicación de la identidad regional o nacional bel- su voluntad provocadora de deshacerse sistemáticamente de toda
ga, y la de la asimilación al espacio literario francés. Belga, nacido en tentación de exotismo poético en ese primer libro que sorprendió
Namur en 1899, no se instala en París hasta 1925. Dejando de lado el mucho, si se admite de buena gana que ese periplo era can sólo
una ocasión de verificar que el Ecuador no es apenas más que la
ac.enco, del que hace mención en un poema de 1926 (y que se absren·
Bélgica de Gangotena. La similar relación de exterioridad fascina-
drá de mencionar en las versiones ulteriores del texto 1), y que recuerda
•las erres del otro extremo de Europa» que Ciaran había confesado, 2
1. En estos textos, los extranjeros son a menudo sospechosos: .Cuando lle-
gan extranjeros, se los instala en campos. en los confines del territorio. Sólo se
l. Cf. Jcan-Pierre Martín, Hmri Michaux. Ecritures de soi, Expatri111io11;, Pa· los admite en el interior del país poco a poco y después de superar numerosas
rfs, José Coni, 1994, p. 288. pmebas.• H. Michaux, Ailleurs, V~fagr e11 GranM Garabagnr, París, Gallimard,
2. E.M. Cioran, Écart)/nnent, París, Gallimard, 1979. [Des~11rrad1m1, Bar· 1936, pp. 50- 51.
celona, Momesinos, 1983.) '
279
278
da por Francia que cenían ambos y su voluntad común de privar
de roda exaltación, coda realidad a su alejamiento, ya fuese geo- raria e identificarse con ella codo lo posible, va a la par con una
gráfico, lingüístico o cultural, permite a Michaux universalizar su tentativa de negar sus orígenes deshonrosos. Recordemos que en
posición «descencrada1>. El bilingüismo les permite asimismo iden- la nora final de Plume había rechazado violencamente su legado fa-
tificarse mutuamente: valón, Michaux cursó sus estudios en fla- miliar y nacional: ccHe vivido contra mi padre (y contra mí madre
menco y se interesó de joven por el porvenir del esperanco, que le y contra mi abuelo, mi abuela, mis bisabuelos); como no los co-
habría facultado para eludir cualquiera de sus dos lenguas. Esca- nozco, no he podido combatir contra antepasados más lejanos.• 1
bleció de este modo una especie de equivalencia encre la Bélgica Así pues, mucho más tarde, rechazó toda tentativa de anexión
odiada y el Ecuador, cierra de «exilio literario» de Gangotena al nacional y se negó a figurar en las antologías de la literatura belga.
mismo tiempo que su lugar de origen. El odio a su nombre, que incluye la aversión familiar y el rechazo
Hay una constatación de la importancia de esta pertenencia nacional, es una señal patente de lo que lleva como una maldi-
belga, que d joven Michaux experimenta como una maldición o ción. ccSigue firmando con su nombre vulgar, que él detesta~, es-
una inferioridad, en Quelques Renseignements sur cinquante-neuf cribe en Quelques Rmseignements, «del que se avergüenza, como si
fuese una etiqueta que ostentase la mención "calidad inferior". Tal
années d'txistmce, publicado en 1959 en el libro de encrevisras con
ve:z lo conserva por fidelidad al descontento y a la insatisfacción.
Roberc Bréchon. 1 Con trazos precisos y lapidarios, Michaux con-
Nunca creará, por tanto, con orgullo, sino siempre con esa cruz a
cede, cuando ya era un poeta muy consagrado, un único aucorre-
cuestas que estampará al final de cada obra, para preservarse así
craro, a pesar de su repugnancia a facilitar daros biográficos (ocro
del sentimiento de triunfo y de logro.11 2
rasgo en común con Cioran: los poetas exiliados y asimilados a un
medio literario en el que han logrado que se olvide su origen son
lógicamente reacios a recordar las etapas de su metamorfosis). En CIORAN, DEL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO EN RUMANfA
dicho autorretrato del poeta como joven belga, rememora la im-
portancia de su formación literaria, de las revistas belgas cosmopo- El itinerario de los escritores asimilados a los grandes ceneros
litas que le impresionaron, pero es, sobre codo, muy explícico so- literarios brinda una especie de catálogo de los diferentes tipos y
bre su voluntad de deshacerse de su pertenencia al país de origen: formas de dominación literaria. Sobre Naipaul se ejerce una do-
..Abandonada definirivamente Bélgica», en 1922, precisa, y luego, minación política, duplicada por una dominación literaria; Mi-
a panir de 1929, «viaja contra. Para expulsar de él a su patria, sus chaux sufre dependencia lingüística y literaria, pero sobre Cioran
amarras de cualquier clase y lo que en él y a su pesar perdura de pesa una forma de violencia exclusivamente literaria. Procedente
cultura griega o romana o germánica o de hábitos belgas. Viajes de de un espacio literario muy desposeído y relativamente reciente,
expacriación.» 2 pero que no está dominado ni política ni lingüíscicarnence por
Esce repudio explícito de una patria marca codo el itinerario Francia, Cioran se exilia lejos de Rumanía, «traiciona,. su causa
de Michaux en los años 20 y constituye la materia misma de sus nacional hasta el punto de renegar de su lengua para adoptar el
primeros textos. Su esfuerzo para desembarazarse de lo que ha re-
l. H. Michaux, Plumt. precedido de Loinrains i111trie11rs, París. Gallimard,
cibido en herencia, para aduefiarse de otra tradición cultural y lice- 1938, p. 68. Siendo adolescente se apasionó por los problemas referentes a la
herencia y la genealogía, obsesionado. sin duda, por la voluntad de encontrar la
vía de la libenad y por d imerrogame acormemado de: la liberación posible: con
l. Roben Br~on, Hmri Michaux, NRF. 1959, reproducido en (Etwm
respecto a sus orígenes.
eomp/he:s, op. cit., p. CXXIX-CXXXV. 2. H. Michaux, loe. cit.. p. 17.
2. Ibúlem, p. 12.
28'1
280
fumaS. ~· ..-.d~· mnllCgrat'b'e ~n la capiital ilült.flra.ria. roma du.Jiir !a
·flm oef.oi:lo, aJl c11Lacfüt supcr.ior drl po-
mm ,e¡cilístiiioo le iroooru:I uu=,
suerte de todos los escritores de los países «pequeños11.
der indiscutido de la cuhura francesa. Cioran intenta recuperar el
Cuando llega a París (en 1937), es un joven intelectual ya cono-
estado de la lengua y del esrilo francés correspondientes al más
cido en su país, ha publicado en él cuatro libros a los que seguirán
alto grado de reconocimiento universal, como si trarara de llegar
otros dos, entre ellos el emblemárico Breviario de los vencidos, en
al nivel del genio «puro». Y puede verse en esca concepción jerár-
1945. Pero en Francia es extranjero, desconocido, no traducido y
quica de las culturas y del clasicismo triunfante una huella de las
pobre. Vive en una estrechez extrema y lleva una vida de estudiante,
teorías herderianas (o alemanas, en el sentido amplio), que tanta
por así decirlo, a pesar de su edad. Esta especie de caída en el anoni-
importancia tuvieron en codos los «pequeños» países europeos
mato y en el subproletariado intelectual reactiva y redobla su expe-
emancipados a fines del siglo XIX. Cabe encender el estilo de Cia-
riencia original de escritor en los márgenes de Europa. Pero la adop-
ran, es decir, su obra completa, como uno de los ;ivatarcs de la
ción del francés como lengua de escritura, diez años después de su
creencia, heredada del siglo XVIII, en la superioridad de la Francia
llegada a Francia, culmina la «transfiguración» individual. Es para de Luis XIV, una encarnación del ccclasicismo» con la que los ale-
él, como ha testimoniado, una verdadera prueba: «Cambiar de len- manes, en particular, estaban obligados, como hemos visto, a ri-
gua a los veinte, pase, pero a los ueinra y cinco, treinta y seis años valizar.
[...].Fue para mí una experiencia terrible[ ... ]. El paso a o era lengua Su ambición de «transfigurarse», esto es, de transmutarse en
sólo puede hacerse si se paga el precio de renunciar a la propia.»' escritor francés, su obsesión por la decadencia y el fracaso históri-
Este "renacimiento» (tardío) de Ciaran como escritor francés le exi- cos y su concepción «nacional» de la historia empujan a Cioran a
ge despojarse de toda huella de ccrumanidad». Tiene que hacer olvi- realizar un doble giro literario. Pasa primero de Rumanía a Fran-
dar su pasado para poder aspirar a participar de pleno derecho en el cia y después, haciendo caso omiso, soberbiamente, de codos sus
patrimonio literario e intelectual francés, es decir, para gozar de ur. contemporáneos, y poco informado de los debates y de las innova-
reconocimiento específico que no pueda verse mancillado por el se- ciones estéticas, retorna a un arcaísmo estilístico que satisface me-
llo de «infamia» rumano ni exponerse a que su genio sea «Contami- jor su conservadurismo ideológico (posturas cercanas a las de Nai-
nado» por una pertenencia nacional. Aquí reencontramos, casi paul). Y es esta obra inverosímil la que logró la fama en 1949 (con
punto por punto -hecha abstracción, por supuesto, de la obsesión el Breviario de podredumbre) y lo consagró en Francia en parte por
nacionalista y fascisroide-, la trayectoria que sigue Henri Michaux su reverencia a los signos de la grandeza literaria nacional (ttun la
(con quien Cioran mantendrá un estrecho vínculo 2) para tratar de Rochefoucauld del siglo XX», dirá la crítica) y en parte por el home-
eliminar su acento belga y su genealogía, proclamando su odio por naje de extranjero que tributa a una potencia intelectual que se
la familia, su desprecio por la herencia y su repulsión por los paisa- siente en declive. Hubo múltiples malentendidos críticos en tomo
jes flamencos, y queriendo a coda costa «Convertirse» en francés y a un pensamiento esencialmente ambiguo. Como si en la obra de
borrar el estigma de su origen. Ciaran y por medio de ella, merced a una especie de quid pro quo
Pero la conversión de Cioran a la lengua francesa sólo se en- del que sólo puede dar razón la historia de la República internacio-
tiende a la luz de su elección de un «estilo»: más que el francés. nal de las Letras, se produjese el encuentro entre la imaginería más
elige la lengua de Racine (o el «gran estilo»). Este (hiper)clasicis- convencional de la ccgrandeza» del arce literario, resucitado por la
imaginación nacionalista de un escritor rumano convertido por
hiperidentificación -ironía de la hiscoria- en más francés que los
1. Ciwlo por G. Liiccanu, op. cit., p. 114.
franceses, y los fantasmas literarios de éstos, obsesionados por d
2. Jbúkm, p. 124: •Éramos muy amigos, hasca el punco de que me pidió
que fuese d legatario de su obra, pero me negué."
miedo a su decadencia y halagados en sus representaciones de la

282 283
historia literaria nacional y sus concepciones más arcaicas del <.'sti-
lo y del pensamiento. pero se nota terriblemente.,,' Sumamente lúcido sobre la tragedia
y las opciones imposibles que afrontan codos los que no proceden
del centro, más de veinte años más tarde, en las Notes d'un Vau-
RAMUZ, LA ASIMILACIÓN IMf>OSIBLE dois, volverá a insistir en la hostilidad de París. Como si la capital
de la literacura no pudiese distinguir, es decir, consagrar y recono-
Antes de erigirse en defensor del «accnco de Vaud>• y en el cer a quienes no se encuentran "ª la buena discancia»: aEI provin-
fundador de los Cahiers vaudois, Ramuz, joven cscricor suil'.o, ha- ciano transformado en parisino adopta en la calle las apariencias y
el aspecto de París [... ] y esencialmente procura no parecer un
bla intentado, durante largos afios, antes de la guerra del l li, asi-
provinciano [... ] un París bastante hostil, porque parece excluir de
milarse -como Henri Michaux un poco anees que él- al medio li-
antemano a los que no le pertenecen: los que no adaptan su porte
cerario parisino y, de nacido en el Vaud de Suiza. pasar a "ser,, un
al parisino, sus gescos, sus entonaciones y sus mímicas a los suyos
novdista francés, o sea, a consagrarse como tal. Sin embargo. es su
l... ]. Lo eres o no lo eres. Si no lo eres, no ce des aires de serlo,
propia cercanla lo que le impide integrarse en París: demasiado porque te descubren y todo lo que viene a continuación l... ] de cal
próximo -hablando francés con acento-, es decir, demasiado pro- modo que la aventura sólo se rerminará para ci con cu expulsión
vinciano a los ojos de las instituciones consagradoras para ser más o menos socarrona, pero definiciva.» 2 Esca proximidad discan-
aceptado, y no lo bastante lejano -o sea, exrrafio, exótico, nucvo- te que hace de él un personaje híbrido, falso extranjero y auténtico
para despertar el interés de las instituciones críricas, es excluido y provinciano, eterno campesino de París que no puede hacer que le
expulsado de París aJ cabo de algunos afios. Él mismo ha contado acepten con arreglo a una especificidad caralogada, Ramuz la ana-
esta experiencia patética de joven poeta provinciano inasimilable liza can bien que él mismo teoriza sobre la distancia necesaria para
en R.tzison d'ttrt, publicado en 1914, fecha del retorno a su país. tener una oportunidad de ser visible. Lo que anteriormente hemos
R.tzison d'ttrt será el primer número de la revista que fonc.lari al llamado el «dilema de Ramuz•• es precisamente esta clarividencia
volver a Suiza y el manifiesto fundacional de los Cahiers v11udois, sobre la disrancia que conviene guardar con las instituciones con-
creados con sus amigos Edmond Gilliard y Paul Budry. sagradoras. La ruptura deliberada es justamente la estrategia, casi
Texto capital para comprender el itinerario y la trayectoria de consciente en su caso, que va a adoptar para ser reconocido en Pa-
Ramuz, Raison d'etrt pone en práctica su volumaJ de invertir la rís, "exagerando sus propias diferencias», vale decir estableciendo
ley parisiense y d orden de los ccvalorcs11: quiere transformar los una «buena» distancia con un París imposible de orillar y que no
rasgos desvalorizados en diferencia proclamada. Ese ccrcgrcso al ha querido asimilarle.
pals natal• marca, pues, su decisión de transmutar en idcncidad
reivindicada el estigma de su acento y de sus maneras. Al evocar la
vida parisina, escribe: «Me esfuerzo en vano por participar en ella,
soy torpe, me percato de ello y mi torpeza aumenta. El engorro en
que estás se hace ridlculo (tienes veinte años); ya no sabes hablar,
ya no sabes siquiera caminar. Diferencias minúsculas en la encona-
ción, en el acento o hasta en la actitud, son peores que las más no-
torias y te molestan mucho más. El inglés sigue siendo inglés, el
l. C. F. Ramuz, Rniso11 d'ttrt. op. cit.. p. 29.
inglé& no asombra, está "clasificado": yo soy casi igual que los que 2. C. F. Ramuz, />aris. Nous d'u11 Vaudois, op. cit.. p. 66.
me rodean y, al querer ser totalmente igual, fracaso por muy poco,
285
284
3. LOS REBELDES

La indigencia de los medios que se le asignan es


tan imposible de imaginar, que parece desafiar
todo crédito. Lengua, cultura, valores incdeccua-
les, escalas de valores morales, ninguno de esos do-
nes que se reciben en la cuna van a seivirle [... ).
¿Qué hacer? Sin dudar, se apodera como un la-
drón de otros instrumentos que no han sido fa-
bricados para él ni para los fines que se propone
conseguir. Poco importa, están a su alcance, los
plegará a sus designios. La lengua no es su lengua,
la cultura no es el legado de sus ancestros, esas es-
tructuras mentales, esas categorías intelectuales,
éticas, no tienen validez en su medio natural. ¡Qué
ambiguas son las armas de las que va a seivirse!

MOHAMMED DIB, Lr Volmr tÚ feu

La segunda gran «familia» de estrategias literarias es la de la


diferenciación o la desasimilación, tanto literaria como nacional,
al menos en los tiempos de fundación. 1
A pesar de las variaciones históricas evidentes, es asombroso
comprobar que, desde las primeras manifestaciones de la com-
petencia instaurada por la Pléyade francesa para rivalizar con
el empleo obligado del latín y con la poesía italiana, se ven apa-
recer la casi totalidad de las estrategias de los fundadores litera-
rios, que volveremos a encontrar en formas, por así decirlo, in-
variables a todo lo largo del proceso de unificación del ámbito,
es decir, durante los cuatro siglos siguientes: la rarea principal
de los fundadores de literatura es, en cieno modo, «fubricar la
diferencia».

l. Dentro del movimiento general de desasimilación liceraria. la fase de fun-


dación (y de constitución de un pacrimonio licerario) debe distinguirse de lllS
etapas siguientes, durante las cuales se esboza el proceso de emancipación litera-
ria de: los espacios nacionalc.~.

287
Ningún recurso específico es acumulable cuando las produc-
ciones licerarias son totalmente asimilables al espacio dominante. la luz y sea reconocida como cal. Sólo las producciones literarias
El fin de la práctica de traducir a los clásicos lacinos y griegm que declaradas y constituidas como específicas y nacionales pueden
reclama Du Bellay muestra que la simple craducción de los recur- poner fin a la dependencia de los escritores con respecto al espacio
literario (y político) dominante.
sos latinos al francés, sin ninguna innovación propia, es decir, sin
Por eso son numerosos los fundadores literarios que han con-
•plusvalía» o sin diferencia añadida o reivindicada, tenía por con-
denado -casi siempre en términos enérgicos- la imitación. Du Bc-
secuencia perpemar la dominación absoluta que ejercía la lengua
llay mencionaba ya, en el capítulo titulado uPor qué la lengua
latina. Más aún, esta práccica que continuaba, sin cambiar una pa-
francesa no es tan rica como la griega y la latina», a los poetas imi-
labra, la tradición literaria predominante no hacía más que engro-
cadores que «nos han dejado nuestra lengua can pobre y desnuda
sar d patrimonio latino y reforzar la evidencia de su supremacía.
que necesita como ornamento (por así decirlo) las plumas de
Dicho de otro modo, hay que crear una diferencia y formar a5Í un
otra». 1 Y volvemos a enconcrar ese tema, reinventado, en conta-
espacio literario para luchar contra una dependencia e instaurar
cos e historias muy alejados unos de ocros. Emerson, auténcico
una rivalidad. fundador de los principios de la cultura y la literatwa norteameri-
Todos los incdectuales de las «primeras generaciones litera- cana, formuló en The American Scholar una especie de declaración
rias• -<0mo Du Bellay- comprendieron el fenómeno de la anexión de independencia intelectual de Norteamérica, esencial para los
literaria por parce de los espacios dominan ces de los que eran vícti- creadores de las generaciones siguientes. Tras proclamar que la
mas y la necesidad de crear una distancia y una diferencia. Así, en «imitación es un suicidio», añadía: "Cada época, por consiguiente,
1817 se escribía en Irlanda, anees de los primeros escritos de los debe escribir sus propios libros; o más bien cada generación debe
incelecruales del Renacimiento: «Ni el gobierno ni el público, víc- escribirlos pensando en la siguiente. Los libros de un periodo pa-
timas de un fastidioso prejuicio contra las producciones irlande- sado no convienen al presente [... ]. Hemos escuchado demasiado
sas, prestan el menor aliento a la literatura nativa. Si un compa- ciempo a las musas refinadas de Europa.»
triota de talento alcanza la celebridad gracias a sus publicaciones, El caso de los escritores latinoamericanos es un ejemplo de-
es preciso que la haya adquirido en Inglaterra y no en su patria. mostrativo del mismo fenómeno: durance codo el siglo XIX, y por
De hecho, los irlandeses no tienen ninguna opinión independien- lo menos, hasta la década de 1940, produjeron una literatura mi-
te en materia literaria11; 1 y, en el Bolster's Magazine, en 1826: ·La mécica. El inceleccual venezolano Arturo Uslar Pietri, uno de los
expatriación de los talentos nacionales es la causa del indiscutible inventores de lo que se convertirá, en cierto modo, en la fórmu-
empobrecimiento del rico fondo intelectual de nuestro país [... ]. la generadora de toda la literatura latinoamericana a parcir de la
Triste constatación, en verdad, la de que esos talentos que abun- década de 1960, el «realismo mágico,./ recalca en sus ensayos la in-
dan en Irlanda parezcan marchitarse en cuanto son trasplantados y fluencia europea en Latinoamérica. Ha moscrado en especial
hayan adquirido, en la misma tierra que los ha producido, el as- la importancia de las imitaciones románticas: el Ata/a, de Cha-
pecto de plantas exóticas.» 2 La ausencia total de diferencia reivin- teaubriand (1821) -subti tu1ado Los amores tk dos salvajes m el
dicada impide, por tanto, que cualquier producción específica vea rksierto y que pone en escena, en un paisaje falso, a dos personajes
igualmente artificiales de indios exóticos que se apasionan y sufren
en medio de las convenciones sentimencales más depuradas del ro-
l. Samuel Burdy, Histoire tk /'Ir/ande tks origines iJ 1800, p. 567. Citado
por Pacrick Rafroidi, l 1r/an/Ú et k Romantisme, Lillc, Presses universicaim de
LiUe, 1972, p. 9. 1. J. du Bellay. Deffmu et lllwtration de la langw franfOJJt. op. riL, p. 23.
2. Jbldnn, p. 11. 2. A. Uslar Pieui, Godos, i11surgemt'1 y vuionarios, op. cit.. p. 140.

288 289
manticismo-, llegó a ser un modelo ineludible y rnncrihuy() a 11101-
dcar la tradición del indigenismo cropical. La influem:ia de l'Sc 1ex- polftico-nacionalcs o ambos- para reunir y concentrar esas rique-
to fue tan profunda y duradera en Luinoamérica, l)llt', indu- zas literarias. Unos medios que serán distintos scglin el patrimonio
inicial del espacio literario considerado. En los inicialmente más
so en 1879, el escritor ecuatoriano Juan Le<'m Mera. que, preciia
dotados, las vías de cnriquecimic1110 revisten la forma de diversas
Uslar Pietri, vivía en una región con una fuerte densidad dl· pohl~­
apropiaciones del patrimonio central: inrraduccioncs (o sea, im-
ción indígena, "renuncia a su propia mirada sobre los indios enta-
portaciones de textos canonizados). imporrnciones de técnicas y
torianos y proyecta en el vado la visión falsa de Chateauhri:111d».
procedimientos literarios, dL"signación dl' nuevas capitales literarias
En este sentido puede comprenderse por ljllé d escri1or cuha-
nacionales, etc:.
no Alejo Carpentier (l 904-1980) publica en L1 Hah;111a, en lus
En los espacios más tardíos y desheredados, la gran innova-
afios 30, el texto de un manifiesto en el que proclama la ncn·sidad ci6n que las tcorlas hcr<lerianas van a difundir, y que modifica el
de poner fin a ese estado de subordinación intelcc.:rual y a una pro- conjumo de las estrategias y las soluciones del alejamiento litera-
ducción literaria reducida a copia fiel: «En América ! .atina, el e11111- rio, es la idea de ccpuebln», Este concepto, junto con los de nación
siasmo por las cosas de Europa ha dado origen a cierto l'spíri111 (k· y lengua, que, en el sistema de pensamiento inaugurado por Her-
imitación, que ha tenido la deplorable consecuencia de retrasar e11 der, le son sinónimos, facilita numerosos instn1memos a los fun-
muchos lustros nuestras expresiones vernáculas 1... 1. l>u ra111e d dadores literarios: la recopilación de relatos populares transforma-
siglo XIX, hemos pasado, con quince o veinte años de ;maso, por dos en cuentos y leyendas nacionales; la creación de un teatro
todas las fibres nacidas en el viejo contineme: romanricismo, par- nacional y popular que permita difundir la lengua nacional, utili-
nasianismo, simbolismo ... Rubén Darío comenzlÍ por ser hijo espi- zar los contenidos populares como material de dicho teatro y
ritual de Verlaine, como Herrera Reissig lo fue de Théodorl' de constituir un público nacional; la reivindicación de la antigüedad
Banville... Hemos sofiado con Versalles y el Trianón, con marqlll'· de un patrimonio (en el caso de Grecia o de México, por ejemplo)
sas y abares, mientras los indios contaban sus maravillosas leyendas o el cuestionar la medida del tiempo literario. Ramuz, que, mejor
en paisajes nuestros [... ). Muchos sectores artísticos de América vi- que ningún otro, había comprendido este mecanismo, empicaba
ven actualmente bajo el signo de Gidc, cuando no de ( :octt·:m o el término ele "capital11 para designar los recursos adifercnces11 de
simplemente de Lacretclle ... Es éste uno de los males -diremos una los paises pequeños: ••Determinados paises !... ) sólo cuentan por
de las debilidades- que debemos combatir arduamence. Pero, por sus diferencias 1... 1. No llegan a utili1.ar ese verdadero capital de tal
desventura, no basta decir "cortemos con Europa" para comcn:r.ar :1 manera que se incorpore al banco universal de cambios e inter-
ofrecer expresiones genuinamente representativas de la scnsibilid:u! cambios.» 1
latinoamericana.• 1

Producir esta expresión original es fabricar la diferencia, es de· LOS USOS LITERAIUOS DEL. l'UEHl.O
cir, crear recursos específicos. Como las fundaóones literarias cs-
cán vinculadas con las nacionaJes, los escritores de las primeras gc· Desde Herder, la nacil~n. la lengua, la literatura y d pueblo
neraciones empican todos los medios a su disposición -literarios, han sido definidos como términos c.'quiv:ilcmcs c imcrcambiables.
Esta asimilaci1Sn añade un ll'rccr 1érrnino :t la ccuad11111 histórica
enunciada desde Du Bcll:1y: la rntcgorfa de "fluchlov vn ;t modifiar
1. Alejo Carpenticr, •Amc!rii:11 ante: I~ joven litcratum europea•" C11ulri. lH
de junio de 1931, en /..a nowlll k11h1011mtric1m11 m 11l1prr11J 1/r 1111 "''"'" 11,(/11,
1. C. 1~. Ra111u1., l'1tris. Notr.1 dim \i.1111/rm, 11p. cit., p. M.
Madrid, Siglo XXJ, 1981. pp. '55-56.

290 291
sensiblemente el conjunto de las estrategias y las posibilidades, so·
brc todo lingüísticas. de todos los escricores desposeídos. btc con· para los escritores, una construcción literaria (o licerario-poUtica),
algo así como un instrumento de emancipación literaria y polftica
ccpto, formulado en primer lugar por Herder para elaborar una
de uso distintivo, una manera de producir diferencias y, en conse-
nueva definición de la literatura y, por ende, del capital literario,
cuencia, un capital literario cuando sufren un estado de gran indi-
sigue siendo un criterio determinante de legitimidad literaria: el
gencia literaria. La difusión de la ideología y la creencia comunistas
•pueblo• ofrece, en efecto, nuevas maneras de producir y de afir-
a partir de comienws del siglo XX en los medios literarios e incelcc-
mar diferencias específicas. cuales -y, en especial, ene re los militantes nacionalistas de las regio-
Ahora bien, la revolución herderiana cuvo cíceros can podero- nes en lucha para su emancipación política- favorece la aparición
sos y duraderos que la afirmación «popular» mancuvo su carárn:r de nuevas normas políticas, estéticas y literarias en nombre de las
de reivindicación distintiva para acceder al espacio literario, a pe- cuales se afirmará el carácter «popularn de la literatura.
sar de las evoluciones políticas de su uso. En el siglo XIX el modelo Acerca de esca noción van a nacer precisamente las primeras
alemán había impuesto una definición exclusivamcmc nacional de rivalidades inseparablemente estéticas y políticas en los espacios li-
cscc conccpco: era popular lo que poseía una índole nacional. Pe- terarios emergen ces, donde cada concepción y cada definición dd
ro es sabido que esca noción proteica, confusa y ambigua, propia carácter popular de la liceracura engendrarán una estética y formas
para iluscrar las tesis más variadas, cuando no las más divergentes, licerarias particulares. Las primeras luchas criscalizan en corno a Ja
cosechó una gran forruna política. A la definición nacional (o na- ubuena» definición del pueblo y del carácter •popular• o no de las
cionalista) se ha sumado, desde finales del siglo XIX, la concepción producciones licerarias. En nombre del pueblo como •d35Clt, algu-
social del pueblo (definido como «clase» social). Con ve re ido así en nos inceleccuales -realizando entonces una especie de sobrepuja
una idea como mínimo anfibológica, el pueblo no era solamente denrro de un debate cuyos mismos términos son y siguen siendo
d ouo nombre de la cocalidad de una comunidad nacional -cuya polícicos- rechazan la imposición de la definición nacionalista dd
encamación por antonomasia era el campesinado mícico, una es- pueblo y adoptan así una poscura de oposición política y de auto-
pecie de quincmencia de la nación-, sino que designaba camhién nomía literaria relativa y paradójica. 1
-y estos conceptos no eran en modo alguno concradictorios, sino La formación del espacio literario irlandés muescra claramente
más bien acumulativos- una parce de ese conjunto nacional, redu- esca rupcura y esca rivalidad escécicas. El movimiento dd Renací·
cida a las clases juscamente denominadas populares. miento irlandés se produce a caballo de los dos «momentoSJt políti-
Como sigue ajustándose al criterio que, desde la revolución co-literarios, pues el tránsito del «romamicismon al 1erealismo• cons-
hcrderiana, basa la legitimidad literaria en el polo polícico del espa· cicuye cambién el momento semántico-político en que la idea del
cío literario incemacional; como permite, a falca de coda antigüe- pueblo como nación se desliza a la de pueblo como clase. La anfibo-
dad liccraria, acumular recursos literarios, y como el número de logía del término permite, como mínimo, usos ambiguos. La oposi-
ción a la estética idealista promovida por Yeats cobra en principio la
protagonistas del juego desprovistos de bienes literarios no deja de
forma del realismo campesino encarnado, en especial, por los «rea-
aumentar debido a la ampliación progresiva, desde hace dos siglos.
liscas» de Cork. Después Sean O'Casey, dramaturgo comprometido
del espacio internacionaJ, la noción incierta y polisémica de ·.litera-
tura» (o de lengua) popular va a perpecuarsc al ciempo que sus usos
polirico1 se transforman imperceptiblemente. Los escritores la rcin· 1. De esre modo, en la segunda mitad de los afios 20, •la li1eratura coreana
ventan y la reproducen en contextos políticos, lingüísticos y litera· prescnia dos polos: la liiemura prol~t•1ria, por un lado, y, por otro, la lirer.uura
ni1cionalistn constituida para oponerse a la primera•. Kim Yun-Sik, •Hiuoirc de
ríos nocablcmence disríntos. El pueblo no es una encidad conscicui- 111 littt!raturc cort!cnne modcrne•, lor. cit., p. 7.
da de la cual 101 escricorc¡ se erigen en porcavoces; es ante todo,
293
292
con el combate nacional. impondrá el realismo urbano. obrc:ro. pro-
letario: este autor es uno de los primeros escricores irlandeses lJUr rerario. Esm transmmación especifica reposa principalmente en
declara su compromiso conmnisrn. Esm nueva cransfi.Hmaciún, apa- dos tipos de mecanismos: en primer lugar, como han hecho los
urenacentistas•• irlandeses, en la recopilación de cuentos y relatos
~ntemcnce estética. pero en realidad política, es hasta la lecha una
populares. A continuación -y a menudo demro del mismo movi-
de las últimas meramorfusis de la estética literaria popular-nacional.
miento-. en la creación de un teatro nacional-popular.
Tras la gran compilación folklorista, populista y nacional euro-
pea ligada con la «revolución filológica11 dd siglo XIX, los escritores
CUENTOS, LEYENDAS, POES(A Y TEATROS N1\CIONALES
y los intelectuales de los países surgidos del proceso de descoloniza·
ción, en d Magreb. L.1tinoamérica o el África negra, han emprendi·
Tras esta "invención» de los conceptos de «pueblo» y dt· «na·
do, con la misma lógica, un trabajo de construcción de un patrimo-
ción11 en las teorías herderianas, y tras su rcincerpretación por lrn
nio literario, partiendo de una nueva versión del modelo alemán
fundadores de las primeras literaturas «nacionales», los memos,
remozado por la etnología. Ellos también han podido, de esta ma-
relatos, poemas y leyendas populares recopilados, reunidos. amo· nera, medir, rnoscrar, analizar y trasladar a la escritura prácticas lite-
logados, cransformados y reescritos por los escritores nacionales s~ rarias populares que hasta entonces carecían de codo reconocimien-
convierten en d primer recurso literario cuantificable. L1s primt·- co nacional o cultural. Muchos novelistas argelinos llevan así a cabo
ras empresas de los poetas del Renacimiento irlandés se rt·sumt·n paralelamente una obra etnológica y un proyt'Cto novelesco. Mulud
en la recolección, revalorización y difusión de los cuentos pop11!1m.1 Mamrneri (1917 • l 989). por ejemplo. es a la vez novelista, antropó·
que se supone que expresan el genio específico del pueblo irlandés logo y dramaturgo. Amor, primero. de novelas célebres que, como
y muestran la •riqueza» de su literatura nacional. Ycats, Lady Crt·- La Colline oublile. 1 reproducen modelos literarios codificados, tra·
gory, Edward Martyn. George Moore, A. E.. Padraic Colum. baja poco a poco en la rcapropiación de una cultura cspedfica. Por
John Millingcon Synge, James Stephens, cte., se dieron a conocer esa misma época escribe obras de teatro! }' emprende una Gram·
y fueron reconocidos corno portavoces del genio popular irlandés. maire berbere, 1 la edición de colecciones de cuentos bereberes"
Poco a poco esos relatos tradicionales, exhumados y ennobln:idm. y Poemes ka~y/es ancims.~ Otros escritores, como Mulud Feraun
servirán de matrices para innumerables poemas. novelas, narracio- ( 1913-1962), optan por una obra novelesca cuasi emológica: el na·
nes, obras de teatro que culminarán, en todos los regiscms (come- mralisrno descriptivo de novelas como Le FiLr du Pallvrt 1' o la Tt-
dias, tragedias, dramas simbólicos o campesinos), la operación de rrt et le Sang 7 (Premio populista 1953) les confiere un interés casi
•litcrarizar» rdatos tradicionales.
En los países donde, como en la Irlanda de finales del siglo
l. Par(s, Pion, 1952.
XIX, el Indice de analfabetismo es elevado y la tradición escrita
2. L11 Mort 11b.111rtlt dn Aztiqun scguiJ.1 Je /.r &111¡11r1 (obras dt 1c:auu en
poco abundante o totalmente inexistente, las tentativas de trasla- tres aclOs), Parls, Perrin, 197.t 1.r ri1rlm 1111 /,, l'rr111lf P"' 11ruj.' París, Publisud,
dar a un texto escrito las prácticas orales son otros tantos medios 1982. /.a Citl d11 Solril, Argd, L1phomic, 1987.
de «crear.. literatura y transformar las prácticas populares t'll ori- 3. Par(s, Fmn~ois M11spero, 1976.
4. Trllrm Cl111hn! y M11fh11ho!, CUl'.lllm hrrt'~rcs dr IJ Kabilia, l'arl.I, BoniM,
que7.a• liceraria. Se trata, en sentido propio, de una dificil oper.1-
1980.
ción de alquimia: transmutar prácticas (culturales o lingüístic;1s) S. P•trls, Frnnc;ois M;1spc:rn, l 9RO. Ir• /;rfi·,1. 1'11t111ó dr Si-MohtitUi-011-
populares, apresiones rituafü.adas de usanzas y tradiciones, ajt·· Mh1md, París, Mnspero, 1%9.
nas, hasta entonces, a toda evaluación literaria, en «Oron cultural o 6. P.irls, ~dirinns du Senil, l 1J'i4.
literario, en •vaJorM reconocido que permita el acceso al planeta li- 7. Pnrfs, ~ditions du Senil, l 'J'i.~.

29S
294
documental, próximo al ideal emológico. Al mismo tiempo, como
de monstruos, de fantasmas crueles y de aparecidos que irrumpen
hemos visco, la reivindicación nacional reviste forma de exhibición
en la vida de los personajes, serán rechazadas por los intelecruales
de las ttriquezas» literarias de la nación a modo de enumeración y
nigerianos de la primera generación, que trataban de hacerse reco-
escenificación de los cuencos y leyendas que constituyen su legado,
nocer a través de una hipercorrección lingüística y una reproduc-
incluso en las escenificaciones novelescas. Pero, para que pueda
ción de las normas narrativas occidentales. Pero serán reivindicadas
arrancar el proceso de acumulación literaria, hace falca un protago-
primero por Wole Soyinka -para quien el lenguaje popular de
nista que cumpla esca carea de modo consciente y explícito, es decir,
Amos Tucuola representaba una especie de punto límite para las
un escritor que transforme adrede ese fondo popular en material li- categorías del entendimiento literario occidental: «Esta clase de in-
terario. Macunalma, la gran novela del brasileño Mário de Andrade glés salvajemente espománeo hiere a los críticos europeos en su
(publicada en 1928) es a un tiempo, según las afirmaciones de su punto flaco, el aburrimiento anee su propia lengua y la búsqueda
autor, una •antología del folklore brasileño» 1 y, como veremos más habitual de nuevas emociones»-, 1 y luego por Ben Okri, uno de
adelante con detalle, una novela nacional. los representantes de la última generación de escritores nigerianos,
Habría que estudiar en ese sentido los cuencos yorubas de Da- muy apreciado por la crítica eras la publicación en Londres, en
niel Olorunfemi Fagunwa (1903-1963), parce de ellos traducidos 1991, de su novela The Famished Road. 1 Este libro rompe de ma-
por Wole Soyinka. Fagunwa es, sin duda, el primero que transcri- nera estrepitosa con el neorrealismo de la novela nigeriana almez-
bió, en lengua yoruba, la tradición oral de su pueblo. Su primer re- clar un universo de fantasmas y de espíritus -muy próximo del de
laco, Les Aventures d'un chasseur dans la forét hantée, deja testimo- Fagunwa y del de T ucuola- con la descripción más realista de la
nio de los cernas y, sobre todo, de las técnicas de narración de los Nigeria contemporánea; pone así de manifiesto la particularidad
cuencos y fábulas tradicionales. Reeditado dieciséis veces hasta de una visión específica del mundo, pero propone asimismo una
1950, se hizo rápidamente popular en las escuelas y entre el públi- nueva vía novelesca muy original, ligada con una rradición cultural
co culto nigerianos. 2 Ahora bien, este escrito «ingenuo», clásico po- y religiosa. Cercano en esro al proyecro de sus antepasados litera-
pular y documento cuasi etnológico, sólo ha sido elevado al rango rios, Ben Okri se niega, no obscanre, a situarse en un pasado mítico
de literatura y de pauimonio nacional por la traducción y el co- para hacer, por el contrario, de esos micos instrumencos de descrip-
mentario de Soyinka, surgido él también de la tradición yoruba, ción y análisis del presenre.
que habla en especial de una «fusión de sonido y acción ... ·~ Más car-
de, las narraciones de Amos Tutuola, 4 que relataba en un pidgin El teatro, género lirerario intermedio entre oralidad y escritu-
english ingenuamente puesto por escrito historias fancáscicas, llenas ra, es también una de las soluciones literarias (casi) universales en
regiones que sufren un alto índice de analfabetismo y que poseen
un débil capiral literario, como la Irlanda de los años 20 o deter-
l. Prefacio inédito de la edición de 1926, citado por Michel Riaudel, «Tou- minados países africanos actualmente. Arce oral por excelencia, el
pi our not toupi. Une aporie de l'ecre nacional•, Maco1malm11, edición crícica.
teatro es un arce popular y al mismo tiempo un inscrumemo de
P. Rivas (cd.), Paris, Scock, 1996, p. 300. Véase infra. pp. 368-382.
2. Cf. Alain Ricard, Livre et Communication a11 Nigeria, París, Présence afri- «normalización» de las lenguas emergentes. Su práctica está direc-
cainc, 1975. pp. 40-46. tamente asociada a la exhumación y valorización de los relatos po-
3. D. Fagunwa y W. Soyinka, The Fomt ofa Tho11s1111d D11emo11S, Edimbur-
go. Nekon. 1969.
l. Citado por D. Coussy. op. cit., p. 20. Li traducción es mla.
4. Relatos publicados en 1nglaterra, Tht Palm Wine Drinkard (Londres. Fa-
2. La rouu de la faim, París, Juillard. l 991 (trad. de A. Wcill)_ [la c11rrttm
ber, 1952) y traducidos al francés por Raymond Queneau en 195.~ con el dculo
hambrienta, Madrid, Espa.~a-Calpc. 1994.]
de L 1vrogne áans la brous~ (ediciones Gallimard).
297
296
pularcs tradicionales: en Irlanda, por ejemplo, el te;uro es una de el «combate nacional» de los judíos de Europa oriental a princi-
las maneras de cransmutar las práccicas culturales populares en re- pios del siglo XX. En 1911 conoce el movimiento nacionalista
curso literario codificado y legítimo. Se trata de fijar una lengua yiddish por medio de una compañia de teatro yiddish que pasó
oral mediance su traslado al texto, y de trasladar lo escriro a una por Praga procedente de Polonia: los actores judíos le hacen en-
oralidad litcralizada y declamada. El teatro, en otras palabras, es el trever no sólo la obra de los pioneros de la nueva literatura po-
arte de transformar a un público popular en un público nacional pular judía, sino asimismo la realidad <le una lucha nacional y
directamente solicitado por la literacura nacional naciente, el ane política judía de la que hasta entonces ignoraba su existencia. Al
en que el escritor puede aspirar a todos los recursos vinculados igual que en todas las literaturas nacionales militantes, el comba-
con lo escrito y a la más grande nobleza del arte literario -como te político de los judíos -que cobra también formas lingüísticas y
hizo Yeacs-, al tiempo que se sirve del registro popular de la orali- licerarias- se expresa y, sobre todo, se difunde en Europa y en los
dad. Así pues, es también el arte literario más próximo a las preo- Estados Unidos a través del teatro para un pueblo que habla yid-
cupaciones y las reivindicaciones políricas 1 que permite organizar dish y que a menudo es analfabeto. Ahora bien, Kafka se entu·
una subversión o una oposición políticas. En numerosos espacios siasma por el teatro yiddish, arte popular vivo y dotado de todos
literarios nacientes, la recolección del patrimonio popular, la rei- los atributos reconocidos por las diversas teorías nacionales como
vindicación (y reinvención) de una lengua nacional distinta de la «aucéntica» cultura nacional (lengua, tradición, leyendas popu·
lengua de la colonización y la creación de un teatro nacional no lares ... ). Su admiración es el reflejo exacto del impacto que el
son separables. teatro causa en codos los movimientos nacionales: su testimonio
Se advierte el lazo directo y esencial entre la elección del tea- es por sí solo un extraordinario utensilio de comprensión de la
tro y la revindicación de una nueva lengua nacional al comparar la forma que adopta la difusión de las ideas nacionales a través del
situación de una «pequeña» licerarura de comienzos de siglo, la li- teatro.
teratura yiddish vista por Kafka, con el intinerario de dos escrito- El 6 de octubre de 191 l, tras haber asistido a una primera
res poscoloniales en los afios 70 y 80, pertenecientes a dos ;Íreas función el día 4 (y, sin duda. a otras representaciones en 1910),
lingüísticas distintas, y cuya carrera está como «cortada en dos" escribe en su diario: «El deseo de ver un gran teatro yiddish. ya
por la decisión (política y literaria) de dedicarse al teatro y adoptar que esta representación cal vez adolezca de una escasez de personal
una nueva lengua popular: el argelino Kaceb Yacine y el kcniano y de una falta de los ensayos precisos. También el deseo de cono·
Ngugi wa Thiong'o. 2 cer la literatura yiddish, que al parecer tiene asignada una posidón
de lucha nacional ininterrumpida, que condicion11 cada una dt sus
Hemos visto que Kafka descubre a través del teatro la lengua obras. Una posición que no tiene ninguna literatura, ni siquiera la
y la cultura yiddish, inseparables de lo que él mismo denominó del pueblo más oprimido, de un modo tan general.~' lsak Lowy,
el director de la compañía. será quien le inicie en esca lengua y
l. El cint' puede ejercer el mismo tipo de subvc:rsi6n y de: cuc,~tionamit·nw esca literatura, durante las semanas de su estancia en Praga. El tea-
pol11ico c:n paíse$ donde: los rc:gfmcnc:s poHticos auioritarios ejercen fitcrtc~ (Cll· tro, por tanto, desempeña para Kafka. a pt·sar de que desconoce la
suras sobre lo• artistas. lengua yiddish, la funcil)n iniciadora de una lucha emancipadora
2. Pius Ngandu Nkasluma descaca también la imporiancia, desde lm .1f10s inseparablemente política, lingüística y literaria.
60. de asociaciones y agrupaciones wmo d Makcrcrc Travdling Thc;11a en
Uganda, que: ha permitido montar grandes obras teatrales en lenguas afric.11w
tanto en Uganda como c:n Kcnia. Pius Ngandu Nkashama, Li1témt11rts ti l:~·ri·
1. F. Kalka, .fouma/, op. cit., p. 1OO. La rnrsil•;t c.\ m(a.
tura m '4nguts africaints, op. cit., p. 326.

298 299
La creación teatral reaparece en contexcos históricos y políti-
cos muy diversos: lo que, en definitiva, significa que, lejos de ser ven obligados a servirse de argucias para que su pueblo los com-
una especificidad histórica y cultural. el recurso al teatro en si- prenda, con frecuencia forzados a pasar por Francia? [... ] Es un
tuaciones de emergencia nacional constituye una solución casi problema político [... ]. [Al pueblo[ le gusta verse y oírse acruando
universal para los fundadores literarios. El argelino Kateb Yacine en un escenario de teatro. ¿Cómo no iba a comprenderse: a si mis-
(1929-1989) había sido consagrado en París como un gran escri- mo cuando habla por su propia boca por primera va desde hace
tor de la modernidad literaria y de la búsqueda formal con su no- siglos? [... ] Mohamed prend ta valise es una obra hablada, tres cuar-
vela Ntdjmll (l 956), escrita en francés. Pero a partir de 1962, tas parces en árabe y una cuarca parte en francés. Hablada hastl cal
cuando se produce la independencia de Argelia. se dedica a las exi- punto que todavía no la he escrito. Sólo tengo una cinta magnc-
tofónica.» 1
gencias políticas, estéticas, lingüísticas del incipiente espacio litera-
El escritor keniata Ngugi wa Thiong'o (nacido en 1938) si-
rio argelino. Tras un período de exilio, rompe rotalmence con su
guió un itinerario muy parecido. Comenzó su carrera liceraria con
actividad literaria anterior y, entre 1970 y 1987, es el animador de
el nombre de James Ngugi y publicó sus primeros textos en inglés.
una compafiía teatral (Acción Cultural de los Trabajadores) que
B/ack Hermit es una obra de teatro representada en Uganda, sobre
recorre Argelia panicipando en la creación de la nueva literarura
codo en 1962, en las fiestas de la indepc:ndencia. 2 En 1963, tras la
argelina. Pero para ello ha tenido que hacer una serie de renun-
independencia de Kenia, retoma su nombre africano y publica en
cias. De la novela más formalista se pasa al teatro; del francés se inglés una serie de novelas centradas en torno a la cuestión de la
pasa al árabe y milita en pro de una lengua nacional liberada de identidad y de la historia nacionalc:s, 3 en las que pone en escena los
los corsés tradicionales. Se trata para él de que «los argelinos oigan grandes momentos históricos de la sociedad kikuyu, de la que pro-
contar su historia11 1 en sus diferentes lenguas populares. el árabe cede. Ensefia en la Universidad de Nairobi en 1967, y después en
dialectal y el tamai.ight: «Habida cuenta de mi situación en Arge- Makerere, en Uganda, donde contribuye a establecer un curso de
lia», afirma Yacine, «es evidente que el problema básico es políri- literatura africana. Pero la violencia polltica que asuela gradual-
co, ya que el país y la sociedad se están formando. Los problemas mente: la región y las formas más dramáticas de la censura poUcica
políticos ocupan el primer plano; quien dice política dice püblico impiden la autonomización del trabajo literario. Muy rápidamen-
popular, público lo más vasco posible. Puesto que hay que trans- te, Ngugi denuncia el régimen político autoritario de Jomo Kenya·
mitir un mensaje, conviene dirigirse a un máximo nümcro de pcr- ta, fundador histórico del nacionalismo keniano, presidente de la
sonas.•2 Dicho de otro modo, la elección de la forma teatral tiene República de 1964 a 1978. Su compromiso adquiere una forma
un vínculo directo con el cambio de espacio literario y de lengua: específica y radical: tras Peftlls of Blood .4 en 1977. decide consa-
trata de llegar a un público nacional por medio de formas y de grarse al «pueblo de la aldea» y hacer una especie de ftregreso al país
una lengua orales y literarias que le son próximas. cc¿Cómo crraJi- natal». 5 Al precio de una conversión -según el mismo mecanismo
car el analfabetismo? ¿Cómo llegar a ser arra cosa que escritores
que hablan un poco por encima de la cabeza de su pueblo, que se 1. Kateb Yacine, op. rir.. pp. '\8, 67, 74.
2. Cf. Jacqucline Bardol1,h. Ngr1.~ '"" Thio11g"o. !1JOmmt ti /'nvrr. Parfs,
Présence africnine, 19'1 I, p. 17.
l. Gilles úrpentier. •Presenration•, en Kaceb Yacine, Lr Pottr ro111111t bo· j, Wtrp 1101. Chi/d( 1964), Tht Rir•rr Btt11w11 (1%5). A Gnti11oj1\í'l1t111(1967).

xtur. E11trttinu, 1958-1989. textos reunidos y presentados por C. Carpcnricr. 4. Ngugi wa Thiong'o, Pttals ofB/ood. Londres. Hcinemlllln, 19n: Pltitln
Patis. l!.cfüiom du Scuil, 1994, p. 9. de Sa11g, Pnrls, Présence africaine, 1985.
2. Ka~b Yacine, •Le ThéAtre n'cs1 pas sorcicr•, encrcvisca con Jacqucs Alrs· 5. En 1971 habla publicado una mie de ensayos 1itul11dos Hom«0m;ng
u.ndra. op. dt.. pp. n-78. (•Regreso al bogar•).

301
300
que Kateb Yacine-, abandona el inglés por su lengua materna, el
uconversión» que utiliz.aba la recogerán (es decir, la reinventarán),
kilcuyu, y decide dedicarse al teatro. 1 Tras la representación de una
durante los cuatro siglos de la unificación del espacio literario, en
de sus obras. Ngaahika 11demda, 2 es detenido en 1977. y durante
una forma casi inalterada, codos aquellos que, desprovistos de re-
su estancia en la cárcel escribe también una novela en kikuyu, un
cursos específicos, eraran de distraer en su provecho una parce del
texto muy cercano a la forma teatral, que Heinemann publicad en
patrimonio literario exiscence. 1
Londres en 1980, con el tirulo Caithaani Mutharabaini, traducido
luego al swahili y después al inglés (Devil on the Cross). 1 Tras un La aportación de un fondo literario puede hacerse importan-
año de cárcel, se ve forzado a exiliarse en Londres. do técnicas y conocimientos literarios. En ese sentido hay que
Igualmente, en Quebec, al surgir los primeros movimientos in- comprender uno de los textos que Alejo Carpencier publicó en La
dependencisras, y cuando los teóricos de la dependencia de Quebec Habana en los años 30. Joven cubano exiliado en París (después
se declaraban ucolonizados» por las instituciones del Canadá inglés, de que Roberc Desnos, de paso por Cuba, le hubiese ayudado a
una obra de teatro, Les Bel/es S<mrs, de Michel Tremblay, trastocó escapar del régimen del dictador Machado), Carpencier encabla
de forma total y perdurable las reglas del juego literario de Quebec. relación con los surrealistas y erara de encontrar una especificidad
Escrita en juai y estrenada en 1968, la obra, que escenificaba a un caribeña y latinoamericana, sobre todo adaptando lo «maravilloso»
grupo de obreras de Moncreal, ruvo un éxito inmediato y resonan- de Breton a lo que él denominará más carde -eras el «realismo má-
te. T remblay daba al juaL ~engua popular erigida en portaestandar- gico» de Uslar Piecri-, lo ••real maravilloso•>. 2 En un artículo de la
te nacional-, mediante la simple escritura teatral, un scacus litera- revista Carteles, publicada en La Habana, 11América ante la joven
rio: al poderse pronunciar sobre un escenario lograba legitimarla literatura europea», en el que comentaba el primer número de una
como lengua del pueblo de Quebec y como lengua literaria. revista en lengua castellana editada en París -Imán (abril de
1931 )-, de la que era jefe de redacción, 3 Alejo Carpencier propone
una especie de manifiesto fundador de la literatura lacinoameria-
CAPTACIONES DE LEGADO na, equivalente exacto de La Deffence et Jlfz1Stration de la langut
franfoyse: «Todo arre necesita de una tradición de oficio[ ... ]. Por
Los escritores dominados disponen de otras estrategias, aplica- ello es menester que los jóvenes en América conozcan a fondo los
das en contextos históricos y políticos distintos, aparte de la reco- valores representativos del arce y la literatura moderna de Europa;
pilación de cuencos y de leyendas y de la difusión (que es también no para realizar una despreciable labor de imitación y escribir,
un reconocimiento) de la lengua común por medio del teatro. Sólo
gradas a la distracción y la apropiación de los bienes disponibles se 1. Algunos analistas de la cuhura japonesa han propuesto el término de •f.i-
puede crear y reunir una parce de los recursos literarios. Por eso Du gocitosisn para caractc:riz~r uno de: los rasgos constantes de la civilización japone-
Bellay, al rechazar la imitación lisa y llana de los clásicos, aconseja- sa: .Capturar, ingerir y digerir los cuerpos extraños es d medio más eficaz de:
ba a los poetas ufran~oys>• apoderarse en francés de los giros latinos conservar su propia identidad al tiempo que uno se: enriquece con la aportación
exterior.• Haruhisa Kato, Dialoguts tt C11/tum, op. cit., pp. 36-41.
para •enriqueceh su lengua. La metáfora de la «devoración,, y la
2. Carpentic:r expone su famosa tc:orfa de lo •rt11/ m,1ravilloso• en el prefacio
de: El reino tÚ estt mundo, en 1949.
3. La revist;1 sólo publicará un número. debido a la recesión económica que
l. Cf. Ncil Lazarus, Rnistance in Postcoionial African Fiction, op. cit., p. 214.
por entonces afecta ramo al continente americano como a Europa. C. Cymer·
2. / WiU Marry whm I Want, Londres, Heinemann, 1982.
man, C. Fdl (eds.), HiJ1oire de la litm1turt hisp11110-americ11inr de 1940 d nos
3. Londres, Heinemann, 1982. Cf. Jacquc:line Bardolph. Ng11gi wa Thirw- joun, op. cit., p. 47.
g'o. l'homme rt i'rrum, op. át.. pp. 26 y 58-59.
303
302
como hacen muchos, novelitas sin temperatura ni carácter, copia-
das en algún modelo de allende los mares, sino para tratar de lle- de primer orden, bajo la influencia, no de modelos extranjeros in-
gar al fondo de las técnicas, por el análisis, y hallar métodos cons- mediatos, sino de ejemplos nacionales anteriores [... ]. En el caso
truaivos apeos a traducir con mayor fuerza nuescros pensamientos brasilefio, los creadores de nuestra modernidad derivan en gran
y nuestras sensibilidades de latinoamericanos ... Cuando Diego Ri- parte de las vanguardias europeas. Pero los poetas de la generación
vera, hombre en quien palpita toda el alma de un continente, nos siguiente, en los años 30 y 40, emanan de esos creadores, como
dice: "Mi maestro, Picasso", esta frase nos demuestra que su pen- vemos en lo que es un producto de influencias en Carlos Drum-
samiento no anda lejos de las ideas que acabo de exponer [... ] Co- mond de Andrade o Murilo Mendes [... ]. En cualquier caso, es
nocer técnicas ejemplares para tratar de adquirir una habilidad pa- posible decir que Jorge Luis Borges representa el primer caso de
ralela, y movili7.ar nuestras energías en traducir América con la una indiscutible influencia original, ejercida de modo amplio y re-
conocida en los países de origen merced a una forma nueva de
mayor intensidad posible: cal habrá de ser siempre nuestro credo
concebir la escritura». 1 En otras palabras, solamente después de
por los años que corren -mientras no dispongamos, en América,
una primera acumulación literaria, hecha posible por una desvia-
de una tradición tk oficio.• 1
ción de legado, puede ver la luz una verdadera literatura específica
Alejo Carpencier fue al mismo tiempo el animador, el promo-
y autónoma.
tor y el artífice de la conscicución del fondo literario y artístico la-
Concebido y pensado a posttríori como acto creador de fun-
cinoamcricano, y acabó convirtiéndose en uno de los más grandes
dación cultural y de independencia intelectual, el crealismo mági-
novclisw del continente. Con esa lucidez propia de los intelectua-
co» fue un golpe de genio y un golpe de fuerza. El advenimiento
les desgarrados entre dos culturas, deja clara constancia del sojuz-
de un grupo estéticamente coherente, a fines de los años 60, im-
gamienco total de Latinoamérica. Fundador de una autonomía de- puso a las instituciones críticas internacionales la idea de una au-
cisiva, su manifiesto señala la apertura de una nueva zona literaria. téntica unidad literaria a escala de un continente, hasta entonces
Sesenta años después, sabemos que esta revolución cultural ha cul- desconocida en los centros de decisión. El Premio Nobel concedi-
minado realmente, que el texto de Carpencier era una selffulfi- do a Gabriel García Márquez en 1982 no hizo sino confirmar este
/Jjng prophtcy que propiciaba la llegada -cuyo anuncio ya estaba reconocimiento unánime, ya esbozado por la consagración de Mi-
formulado- de una literatura legitimada y reconocida en todo el guel Ángel Asturias algunos decenios ames (premio Nobel en
mundo, coronada por cuatro premios Nobel, y que ha conquista- 1967).
do una verdadera autonomía estética en la medida en que se ha La profecía (activa) de Alejo Carpentier había adoptado ense-
consticuido en torno de una estilística común a todo un grupo de guida la forma de la reivindicación de una especificidad literaria
escritores. El éxito de esca reapropiación tiene su principio en una que abarcaba el conjunto del continente latinoamericano (y las is-
•dimacción11 inicial de recursos que habilitó a los escritores para las hispanófonas, entre ellas Cuba). Y vemos que codo se ha des-
entrar en la competición y liberarse de la sumisión estética acumu- arrollado según la trayectoria que él había trazado. Todav!a actual-
lando paulaúnamente, a lo largo de generaciones sucesivas, el ca- mente, la particularidad del caso latinoamericano reside en la
pital literario capaz de emancipar a esta nueva literatura. Por eso la constitución de un fondo literario no dentro de un espacio nacio-
única manera, según Antonio Candido, de superar la dependencia nal, sino continental. Gracias a una unidad lingüística y cultural
constitutiva de Latinoamérica, es «la capacidad de producir obras -favorecida por los exilios políticos que empujaban a los intdcc·

l. A Carpcncier, •América ame la joven liccracura europea", loe. át., l. Antonio Candido, •Littératurc et sou.~-dévdoppcmcnr-. l 'Entlroit n
PP· 56. l'Envm. Enais de littbat11rr et de sociolog1e. op. dt., pp. 248-249.

304 305
ruales a abandonar sus países y a desplazarse por todo el continen-
te-, la estrategia del grupo de los escritores llamados del «boom• En efecto, durante todo el siglo XIX, al lado de la «invención• y la
(y de sus editores), a comienzos de los años l 970, consistió en fabricación de la literatura como emanación nacional y popular, los
proclamar una unidad estilística continental, fruto de una supues- alemanes procurarán -empicando al hacerlo, tres siglos más tarde,
exactamente la misma estrategia que Du Bellay- distraer en su bene-
ta •naruraleza» latinoamericana. Hoy en día se puede hablar de un
ficio los recursos literarios grecolatinos para constituir el capital del
espacio literario en formación en toda América Latina: intelectua-
que carecían. El recurso al patrimonio antiguo, griego y romano,
les y escritores siguen dialogando o debatiendo allende las fronte-
permite a los alemanes tomar un «atajo», por así decirlo, para ane-
ras, y las diversas posiciones políticas o literarias siguen siendo a la
xionar y «nacionalizar» un yacimiento gigantesco de riqueza poten-
va nacionales y continencales. cial. Concebida como una anexión casi explícita del patrimonio li-
Pero en el estado de carestía cultural, literaria y lingüística en terario universal, la gran empresa de traducción de clásicos antiguos
que se encuentran determinados espacios literarios -sobre codo perseguía la imponación de textos en el territorio de la lengua ale-
poscoloniales-, esta inevitable captación de legado puede cobrar mana. 1 Era asimismo una tentativa de arrrebatar al francés su pre-
acentos patéticos. Así, el novelista argelino Mohammed Dib (na- tensión de ocupar el rango de «latín de los modernos» y, más en ge-
cido en 1920) describe, de manera desgarradora y realista, la nece- neral, de rivalizar con las lenguas literarias más antiguas y dotadas,
sidad que el escritor de esos países, privado de todo recurso especí- las únicas que poseían hasta entonces a los más grandes clásicos na-
fico, tiene de operar una apropiación simbólica: «la indigencia de cionales reconocidos internacionalmente. El hecho mismo de que
los medios que se le asignan es tan imposible de imaginar, que pa- esta ambición se anunciase como una de las grandes careas de la na-
rece desafiar todo crédito. Lengua, cultura, valores intelectuales, ción alemana indica que la competencia revestía también la forma
escalas de valores morales, ninguno de esos dones que se reciben de la continuación de la lucha contra (y por) el latín, inaugurada
en la cuna van a servirle [... ]. ¿Qué hacer? Sin dudar, se apodera por Du Bellay en el siglo XVI. Los románticos proseguían, con las
como un ladrón de orros instrumentos que no han sido fabricados mismas armas, la misma lucha por la supremacía literaria: al aplicar
para él ni para los fines que se propone perseguir. Poco importa, un verdadero «programa» de traducción 2 al alemán de los clásicos
están a su alcance, los plegará a sus designios. La lengua no es su antiguos, se proponían combatir asimismo en el terreno de la anti-
lengua, la cultura no es el legado de sus ancestros, esas estructuras güedad. Goethe escribía: «De un modo cotalmence independiente
mentales, esas categorías intelectuales, éticas, no tienen validez en de nuestras propias producciones, hemos alcanzado, gracias a la p!L-
su medio natural. ¡Qué ambiguas son las armas de las que va a ser- na apropiación de lo que nos es extraño, un grado de cultura muy
virse!»1 elevado»; y en otro pasaje, con acentos asombrosamente similares
a los de Du Bellay: «la fuerza de una lengua no consiste en rechazar
lo extranjero, sino en devorar/o.,.-~ Herder, por su parte, citando a
U IMPORTACIÓN DE LOS TEXTOS
1. Exactamenre con la misma lógica cabe encender la.1 craducciones de Sha-
La •1intraducción», concebida como anexión y reapropiación de kcspeare al swahili realizadas por Julius Nrc:rere, ex presiden ce de la República
de Tan1~1nia. Sus craducciones de ]11/io Ouir (1963) y dd Mmudtr dt \rn«Ü1
un patrimonio extranjero, es otro medio de acrecentar un patrimo-
(1969) han dado lugar a numerosos crabajos. Cf. Pius Ng-.mdu Nh~hama. lir-
nio. Es la vía adoptada normalmente por la Alemania romántica. tba111m et Écritum m ú111g1w africainrs. op. cit., pp ..339-350.
2. A. Berman. l 'Éprew~ de l'hrt111grr. C11/111rr rt 1r11d11ctio11 dans /"Al/miagr11
1. Mohammed Díb, •le voleur du feu•, jean Amrouche. L 'éunul ]11g11rth11, romantiq11t, op. cit., p. 29.
Marsella, 1985, p. 15. 3. Cirado por Berman, ibldm1, p. 26. La cursiva es mia.

306 307
Thomas Abr, asigna una rarea nacional al traducror: «El objerivo
del verdadero traductor es más elevado que el de hacer comprensi- donde todas las naciones presentan sus mercancías.11 1 Es aún más
bles a los lecrores las obras extranjeras; ese objetivo le pone a la alru- claro en una de sus conversaciones con Eckermann: <cNo hablo
ra de un aucor, y del pequeño librero hace un comerciante que enri- aquí del francés, es la lengua de la conversación, y es particular-
quece realmente al Estado [... ]. Esos traductores podrían mente indispensable en los viajes, porque todo el mundo lo com-
convenirse en nuestros escrirores clásicos.» 1 Benjamin, en Der Be- prende, y porque se puede emplear en todos los países en lugar de
grijfdn Kunstkritik in der deutschen Romantik, escribe, como si se un buen intérprete. Pero en lo que arañe al griego, el latín, el ita-
tratase de una evidencia: « ••• la obra romántica perdurable de los ro- liano y el español, podemos leer las mejores obras de esas naciones
mánticos consiste en haber anexionado a la literatura alemana las en traducciones alemanas can buenas que ya no existe ningún mo-
formas artísticas romances. Su esfuerzo se dirigía, con plena con- rívo [... ] para perder el tiempo con el penoso aprendizaje de las
ciencia, a la apropiación, el desarrollo y la purificación de esas for- lenguas.» 2 La alemana es, pues, en el momento en que su inmenso
mas.»2 programa de traducción está en marcha, aspirante al título de nue-
Los incelecruales alemanes de la era romántica se habían asig- va lengua universal, es decir, literaria.
Se comprende mejor, dentro de esca lógica, la aparición de las
nado la tarea de hacer de la lengua alemana un medio privilegiado
teorías de la traducción, centrales en el pensamiento románcico.
en d «mercado del intercambio mundial universal», de hacer del
Son uno de los solos recursos para luchar en el terreno de la an-
alemán una lengua literaria. Era preciso, por tanto, de la misma
tigüedad literaria e intelectual. Como para completar un trabajo
manera, imponar al alemán a los grandes clásicos europeos de los
colectivo de ccenriquecimiento» nacional, había, en efecto, lógica-
que carecía la tradición alemana: Shakespeare, Calderón, Petrarca.
mente, que declarar obsoletas las traducciones al francés de esos
Luego, ennoblecer o «civilizar» al alemán mediante la «conquisra>•
mismos textos latinos y griegos, y para eso teorizar, por oposición
de métricas extranjeras, o sea, la imporración de tradiciones nobles a las prácticas francesas, lo que debía ser la c1auréntica» traducción.
a las formas poéticas alemanas. Se sabe que Novalis intentó afran- Los progresos objetivos de la filología histórica eran también, y sin
cesar su alemán hasta en el vocabulario, 3 pero se puede, sobre contradicción, instrumentos en la lucha nacional de los alemanes.
codo, hablar de una cchelenización» de la lengua poética alemana, a Las teorías más específicas en apariencia pueden, en el espacio lite-
través de las traducciones de los clásicos antiguos y, en especial, la rario internacional, servir de instrumentos de combare. De este
de Homero, realizada por Voss (la Odisea en 1781 y la llíada en modo, la teoría alemana de la traducción, y la práctica que se deri-
1793). Esta importación, a las formas literarias y a la lengua mis- va de ella, se basan en una oposición paso a paso con la tradición
ma, de lo que por entonces se consideraba el modelo de coda cul- francesa. En Francia, por la misma época, se traduce, en especial
tura, permitirá al alemán rivalizar con las más grandes lenguas lite- los textos latinos, sin el menor afán de fidelidad; la posición domi-
rarias. Así, Goethe puede enunciar como un hecho lo que todavía nante de la culcura francesa de la época incita a los traductores a
no es más que un deseo: celos alemanes contribuyen desde hace anexionar los textos adaptándolos a su propia estética por mor de
mucho tiempo a una mediación y a un reconocimiento mutuo. El etnocentrismo y de ceguera. uEs como si desearan>•, escribe Schle-
que comprende la lengua alemana se encuentra en el mercado gel a propósito de los franceses, poniendo en entredicho, de una

1. Ibidnn, p. 68. 1. Strich, F., Gorrhe tmd die Weltlitm1t11r, op. cit., p. 47. citado por A. lkr-
2. Waltcr Benjamín, Der Begrijf der Kunstkritik in der deutschm Rom1111tik. man, op. cit., p. 92.
Werke, J, l, Suhrkamp, Frankfun, 1974, p. 76. 2. Eckcrmann, Gtsprache mir Gottht, Berlín, Aufbau Verlag, 1962, pp. 153-
3. Cf. A. Bcrman, op. cit., p. 33. 154, cirado por A. Bcrman, op. cit., p. 93.

308 309
forma muy herderiana, el universalismo francés, «que cada extran-
jero, en Francia, se comporte y se visea según las costumbres naci- combinación de dos modos de constituir un fondo lircrario per-
vas, lo que supone que, hablando con propiedad, no conocen a mitirá a Alemania alcanzar rápidamente el rango de nueva poten-
extranjero alguno ... 1 En Alemania, por el contrario, y para oponer- cia literaria europea.
se a la tradición intelectual francesa, van a teorizar sobre el princi-
pio de fidelidad. Es Herder quien escribe: «¿Y la traducción? En Además de estas importaciones licerarias, los espacios poco
dorados, cuyos recursos culcurales residen en su mayor parce en los
ningún caso puede embellecerse [... ]. Los franceses, demasiado or-
vestigios de una civili1.ación ancigua prescigiosa (Egipto, Irán, Gre-
gullosos de su gusto nacional, lo fían codo a ese gusto, en vez Je
cia ... ), y que han visco apropiado su patrimonio por las grandes
adaptarse al de otra época [... ]. Pero nosotros, pobres alemanes,
potencias inreleccuales, pueden tratar asimismo de reapropiarse de
por el concrario, privados todavía de público .Y de patria, codavía li-
los recursos propios, sobre codo de los textos nacionales de los que
bres de la tiranía de un gusto nacional, queremos ver esta época tal
han sido desposeídos. El crabajo de traducción inccrna, practicado
cual es.• 2 por numerosos imeleccuales de esos países -paso de un estado an-
Además, la gramática comparada de las lenguas indoeuropeas, tiguo a un estado moderno de la lengua nacional, traducciones del
inuoducida por los lingüistas y los filólogos alemanes, pcrmiciría griego antiguo al griego moderno, por ejemplo-, es una manera
elevar a las lenguas germánicas al mismo rango de an tigiicdad y de reconquistar y «nacionali1.ar», reivindicando la concinuidad lin-
noble"La que el laán y el griego. Para los lingüiscas alemanes, poner güística y cultural de la que proceden, textos que codos los grandes
a las lenguas germánicas en un buen puesto dentro de la familia países europeos se han anexionado desde hace mucho tiempo al
indoeuropea y decretar la superioridad de las lenguas indoeu- declararlos universales. Douglas Hyde había contribuido grande-
ropeas sobre las demás supone dotarse de instrumentos inmejora- mente a enriquecer el espacio literario irlandés con sus traduccio-
bles para la lucha contra la dominación francesa. Al aceptar tácita- nes inglesas de leyendas populares gaélicas; sus traducciones inter-
mente el derecho a la legitimidad definida por la amigücdad lin- nas habían acrecentado, en cierto modo, el capital nacional en las
güísúco-literaria, los filólogos facilitan armas científicas en la dos lenguas.
competición nacional que libra la totalidad del espacio liccrario En este mismo sentido debe encenderse la edición crítica de
alemán. Esto no significa que en Alemania exista un proyecto co- los Cantos de Ornar Khayam -matemático, astrónomo y poeta
leccivo explicito de rivalidad con Francia -aunque la lucidez <le co- de los siglos V y VI de la hégira (hacia 1050-1123 después de Cris-
dos los protagonistas dominados sea notable-, sino que la filología to)-, 1 realizada por el escritor iran{ Sadegh Hedayac. Su historia
misma, que va a realizar inmensos progresos objetivos en el cscu- trágica resume quizá por sí sola la sicuación terrible en que viven
dio de las lenguas y de los textos, se inscribe en una rivalidad los escritores de esos países que, expoliados culmralmence, se ven
constitutiva del conjunto del espacio literario e intelectual alemán condenados a una existencia literaria difícil y descencrada. Sadegh
en d momento de su emergencia. La lingüística, pues, da acceso a Hedayat, ccúnico escritor iraní de renombre imernacional•, según
una antigüedad a la lengua alemana, es decir, a una •<licerariedad» sus comencadores, 2 se suicidó en París en 1951. Había cursado sus
que la eleva -según las categorías de pensamiento y las represenra- estudios en la Sorbona en los años 20, y luego había regresado a
ciones culturales jerárquicas del mundo- al nivel del larín. La
1. Sadcgh Hcdayat, Les Cha111s rl'Om11r Kh,1y11111. Mi1io11 .-ri1iq11t. Parb, José
1. A W. Schlcgcl, Geschichte tkr klassiuhen Litmztur, Scuugart, Kohlham· Corti, 1993. Trad. de M.F. Farnazeh y J. Malapam:.
mer, 1964, p. 17, cicado por A. Bcrman, op. cit., p. 62. 2. M. F. Fananc:h. Rmco11tm 1wec S11degh Htd.~y111, le J!llrfoun dimt i11iti11-
2. Cirado por A. Bc:rman, op. cit., p. 69. La cursiva es mfa. tio11, París, José Coni, 1'J93, p. 8 (trad. con la colabom:ión de F. Farzaneh).

310 311
su país a principios de los afios 40. eras haber escrito en la India.
encrc 1935 y 1937, lo que hoy se considera su obra más imporcan· La labor del escritor sudafricano Mazizi Kunc:nc, al traducir al
te, El búho riego, traducida al francés dos afios después de su inglés las epopeyas zulúes que transcribió él mismo, proviene del
muene. 1 «Es d único escrito de la literatura iraní moderna qut mismo mecanismo. Esas traducciones «internas~ son, para los es-
puede equipararse a las obras clásicas de Persia, pero también a loi critores de las «pequeñas» naciones, una de las maneras de agrupar
grandes libros de la literatura mundial de este siglo.11 2 Traductor los recursos literarios disponibles.
de Kaflca al persa, pero asimismo apasionado por la Persia antigua.
Todas estas estrategias persiguen constituir un patrimonio li-
estaba atrapado entre una modernidad literaria inaccesible y una
terario, esto es, encontrar medios de ••ganar», 11recobrar•, •tomar•
grandeza nacional desaparecida: hizo «la experiencia conjunta de
o 11recuperar» tiempo «perdido». En efecto, la relación de fuerza es
la tradición en ruinas en lo contemporáneo, y de lo contemporá-
más desfavorable desde el punto de vista de la antigüedad. La no-
neo en las ruinas de la cradición». 3
bleza literaria depende estrechamente de la antigüedad en la que
Su análisis licerario e histórico de los textos de Khayam, reali- se enraízan las genealogías literarias.
zado con los instrumentos históricos occidentales, lo hace en arru Por eso la «batalla por la antigüedad .. (o, lo que viene a ser lo
de una restitución de la obra «auténtica», contra las confusiones. mismo para las sociedades cuya historia ha sido en alguna medida
las aproximaciones y los errores de la mayoría de los glosadores interrumpida o suspendida, por la ucontinuidadn) es la forma por
que tan sólo habían anexionado la obra a las preocupaciones euro· excelencia de la lucha por y para el capital literario que se libra en
peas, sin ver ni la unidad ni la coherencia de la misma, en ausenci<. el universo literario. Proclamar la antigüedad de su fundación lite-
de una mirada específicamente persa. Sadegh Hedayac analiza lm raria, en forma de ••continuidad» nacional, propia de los conjuntos
textos dentro de las categonas occidentales, para alzarse canco con· nacionales, es, en los espacios literarios emergentes, una de las es-
era la tradición religiosa de su país como contra las imposiciones de trategias específicas para imponerse como protagonistas legítimos
la tradición filológica alemana que, entre otras, se había apoderado o para entrar en el juego de aspirar a la posesión de grandes recur-
de los comentarios eruditos y legítimos de la obra de Khayam,' sos literarios.
desposeyendo al espacio literario iraní de uno de los clásicos que Que te atribuyan la pertenencia a la más vieja nobleza literaria
hubiese podido lucir en el mercado literario internacional. (o cultural, en el sentido amplio) es una posición tan disputada
que hasta las naciones más dotadas de capital literario deben en-
1. Sadeg Hcdayat, La Chouem aveugle, París, José Corti, 1953 (trad. de R contrar los medios de afirmar su presencia histórica para que no
l.acot). [El btiho riego, Barcelona, Ausa, 1989.) les disputen su puesto. Stefun Collini muestra así la insistencia de
2. Yousscf llhaghpour, ú Tombtau de Sadegh Htdayat, París, fourbis, 1991 los historiadores de la literatura inglesa del siglo XIX en la conti-
p. 14. nuidad sin pausa de la tradición literaria y la permanencia lingüís-
3. lbblem, p. 35. tica: «Sentir la continuidad•, expüca, 11es la primera condición
4. FJ filósofo austriaco Hammer-Purgstall efectuó una primera versión en
1818: luego hubo una versión francesa en prosa en 1857, firmada por Jean-Bap·
para definir la identidad y, por consiguiente, para legitimar el or-
tiste Nicolas, intúprcre en la embajada de Francia en Persia, y comentada por gullo de las grandes gestas de ancaño ... 1 Skeat, especialisca inglés
Gauúcr y Rcnan. La gloria de Khayam en Occidente data de: 1859, con un;1 ver· en el estudio de textos literarios, afirmaba en 1873 que los escola-
1ión inglesa de 75 cu.anetos debida a Edward Fitzgerald. Esca traducci{rn ruvn un res debían tener los ojos abiertos «respecto a la unidad <le la lengua
gran étiw entre los prerrafa.clitas y sigue siendo uno de los "clásicos• de la lcnguJ inglesa, y al hecho de que hay una sucesión ininterrumpida de au-
inglca. Siguieron otras muchas traducciones, y codas ellas se toman licencias con
los DWJwcrÍtOI, 101 tCXtos originales y las formas po~ticas. Cf. J, Malapam, 1. Srcfan Collini. np. rit.. p..~'i9.
•Note sur l'adaptation des Quauains•, Sadcgh Hcdayac, op. cit., p. 115-119.

313
312
torcs, desde d reinado de Alfredo hasta el de Viccoria, y de que la
lengua que hablamos hoy en día es absolutamente una en su esen- otro gran escritor mexicano, Carlos Fuentes. Aunque, desde lue-
cia de5de d lenguaje que se hablaba en los tiempos en que los in- go, se conozcan pocos ejemplos históricos de una •Ífactul'aJI tan
gleses invadieron por primera va la isla ... ». 1 grande como la del «descubrimiento~ de América, Fuentes insiste,
En la misma lógica, los países relativamente «descentrados. en el Espejo entemuio, en la .. permanencia• cuhural del continente:
que, como México o Grecia, pueden invocar, más allá de las dis- «Esa tradición que se extiende de las piedras de Chichén lrz.á y
Machu Picchu a las modernas influencias indígenas en la pintura
continuidades o las rupturas, un magno pasado cultural. traran de
y la arquitectura. Del barroco de la era colonial a la füeramra con-
obrener por ello un beneficio que sirva para modificar su posición
temporánea de Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez [... J
en la esuucrura mundial. Pero, debido a que las naciones mexica-
Pocas culturas del mundo poseen una riqueza y continuidad com-
na y griega modernas se fundaron can sólo durante el siglo XIX. no
parables [... ]. bte es un libro dedicado, en consecuencia, a la bús-
pueden reivindicar plenamente los recursos culmrales que se rea- queda de la continuidad cultural que pueda informar y crascender
propiaron después, al cabo de profundas fracmras históricas, y no la desunión económica y la fragmencación política dd mundo
logran rivalizar, en la práctica, con los grandes ceneros literarios. hispánico.>• 1
En El laberinto tk la soledad Octavio Paz. incencó, en los años
50, ennoblecer y fundar la idenridad nacional mexicana restable- Es la misma lógica, la de ennoblecer y reapropiarse dd legado
ciendo una continuidad perdida entre codos los legados históricos, antiguo, la que induce a Grecia, cuando emerge como nación en
y en particular reconciliando el legado precolombino con la histo- el siglo XIX, a tratar de reconstituir una unidad histórica y culmral
ria de la colonización española y Las estructuras sociales que dejó. nacional como reacción, sobre codo, a hipótesis (acusadoras) ale-
En este libro, convenido en un clásico nacional de México, inten- manas, según las cuales los griegos modernos no tendrían una gota
tó sobre todo inuoducir a su país en la modernidad política y cul- de sangre helénica, serían de «raza11 eslava1 y no tendrían derecho
tural, al proclamar su continuidad histórica y su deber de crítica privilegiado alguno sobre un legado que no les «pertenecería•: es
sobre ese legado político. Casi cuarenra años más tarde, lo rarifica la época de la Megalt Idea, la «Gran Idea .. , que, en el plano polfri-
en su discurso de recepción del Premio Nobel y afirma que se tra- co, inspira el proyecto de reintegrar a la nación los territorios en
ta de un objetivo crucial de la constitución y del porvenir de otro riempo ocupados por los ilustres ancestros bizantinos, inclui-
México y de su cultura: ccEl México precolombino, con sus rem- da, por supuesto, Constantinopla, para intentar restaurar una con-
plos y sus dioses, es un montón de ruinas, pero el espíricu que ani- tinuidad territorial e histórica. Entre los intelec.ruales, suscita esru-
mó ese mundo no ha muerto. Nos habla en el lenguaje cifrado de dios históricos, folkl6ricos y lingüísticos, y empuja a los escritores
los mitos, las leyendas, las formas de convivencia, las arres popula- a retornar al arcaísmo estético para «probar» su helenismo. El his-
res, las c.osrumbres. Ser escritor mexicano significa oír lo que nos toriador Constantin Paparrigopoulos, para apoyar la tesis de la
die.e ese presente - esa presencia. Oírla, hablar con ella, descifrarla: uGran Idea••, publica entre 1860 y 1872 una vasca y famosa Histo-
decirla. ..•2 ria de la nación griega, en la que «establece» una continuidad entre
El término •continuidad» aparece también en la pluma de
1. Carlos Fuentes, El rspf'jo f'lllrm1do, MaJrid. T.mrus, 1997. pp. 14· IS.
2. Cf. Jacques Bo11d1ard. ·Une Renaiss111Kc. l.;i li.mnation Je la ~-onscicnct
1. W. W. Skcac, Quations far Exttmination i11 English litrraturf': with ,,,, ¡,,. nalionnle chcz les Grecs modcrncs~. Emdn fi1111¡~iim. rre~Sl"> dr l'Uni\"t:níté de
troth«tion on tk StlllÍy of English, Cambridge, 1873. p. XII; en S. Collini. ~r Montréal, 1974, n.º 10, 4. pp ..W7-410; véase también Mario Vitti, Hisr.J"rttÚ
cit., p. 359. La traducción es mla. '4 littlrttturt gm:qur motlt'rnt, J>nrls, Hatier, 1989, p. l 8'i sq.
2. O. Paz, ÚI lníu¡urd4 ikl pmentt, op. dt., p. 33.
315
314
los disúntos períodos de la historia griega, la antigüedad, el perío-
do bii.antino y el periodo moderno. dad y, en consecuencia, la sima inconmensurable, entre la nobleza
Pero los griegos, para su entrada en la liza, estaban en cierto cultural irlandesa y la pobreza inglesa: uDc nada sirven, a mi pare·
modo disminuidos por la •captación de legado» del que fueron cer ¡... ] las orgullosas y vadas afirmaciones de que el arte de la mi-
vfctimas. El •paso• de los textos de la antigüedad griega a la len- niamra en los antiguos libros irlandem, tales como el Boolt o/
gua alemana los había anexionado, como hemos visco, al patrimo-
Ke//.s, Yellow Book o/Lecan, Book ofthe !Jun Cow, que ~e remontan
a los tiempos en que Inglaterra era un pals aún por civilizar, e1 casi
nio alemán primero y luego al europeo, desposeyendo a la joven
tan antiguo como el arte chino, y de que Irlanda fabricó y exponó
nación griega de su inmensa riqueza potencial. Los graneles espc-
a Europa sus tejidos durante varias generaciones, antes de que a
cialisw, filólogos e historiadores, en la Grecia antigua eran enton-
Londres llegara el primer flamenco que enseñarla a los ingleses a
ces alemanes, y la •dcshelenización• de los griegos, que realizaban cocer pan.» 1
en nombre de la ciencia y de la historia, era, sin duc.la, un modo,
al menos en parte, de aparcar a quienes pudiesen aspirar al legado Pero frente a la dificultad de «producir• antigüedad, algunos
aduciendo la especificidad nacional cuyos teóricos eran precisa- aspirantes a la legitimidad literaria llegan a adoptar 01ras cmatcgias:
mente los alemanes. tratan de entrar en la competencia recusando la medida literaria del
tiempo. Asf, anees que Gertrudc Stein, y conforme al mismo mode-
La proclamación de la antigüedad literaria es una estrategia lo, Walt Whitman habla intentado imponer su idea paradójica de
nacional W1 eficaz que: hasta las naciones literarias más <<jóvenesº la «historia» nacional norteamericana: "la historia del porveni ..... Al
recurren a ella. Genrude Stein, por ejemplo, muy preocupada por no disponer de ningún patrimonio histórico que pudiera darle una
la fundación de una literatura norteamericana, decretó en Tht• Au- oportunidad de acumular recursos específicos, intentó oponer al
tobiogrt1.phy ofAlict B. Toltlas: 11Gertrude Stein siempre se refiere a• presente el más allá de la modernidad, a sobrepujar por medio dd
Norteamérica oomo al país más viejo del mundo, porque gracias a futuro, a devaluar lo contemporáneo por medio del porvenir. De·
la Guerra de Secesión, y a los métodos comerciales subsiguientes, clarar que el presente -como producto y privilegio exclusivo de la
Noneamérica creó d siglo XX, y, como sea que los demás países se historia- ya no bastaba como medida de toda iniciativa literaria. y
encuentran ahora en trance ya de vivir en el siglo XX, ya de co· erigirse en futuro, es decir. en vanguardia, ha sido desde hace mu-
mcnz.ar a vivfr en él, y como sea que Norteamérica comendi la cho la solución adoptada por los norteamericanos que, en su volun·
creación del siglo XX en las séptima década del siglo XIX, ahora tad de deshacerse de la tutela de Londres, siempre han intentado
Norteamérica es d pafs más viejo del mundo ... 1 El silogismo seu· devaluar a Europa declarándola pasada y superada. Para 1ener algu-
dohístórico se pone aquf al servicio de una simple autoproclama· na posibilidad de ser rnnsidcrados y accp1ados i:omo escritores, tra·
ción de nobleza: ante la necesidad de dar pruebas de antigüedad taron de impugnar la ley temporal instimida por Europa, preten·
nacional para tener derecho de ciudadanía en el universo literario, diendo que estaban no "retrasados», sino «adelantados•. El .Viejo
Stein no encuentra más recurso que el simple golpe de fucm1. Mundon era asl rechazado, empujado hacia atr:L~. Al oponer la ima-
El propio Joyce, a pesar de todas sus renuencias, y en la forma gen de la novedad, de la virginidad, de la avcntur;i inédita en un
aparente y retórica de una negativa, recuerda en una de la.~ <.:onfr- mundo nuevo en que puede ocurrir naalquicr cosa. a la cid Viejo
rencias que pronunció en Tríeste la anterioridad, la gran antig!ic- Mundo tranquilo y estrecho en donde todo ya ha sido cscrico, se

l. G. Strin, Autobiogr11phit d'Alicl' Tolr/m, l'arl1. Callimml. llJ:H. p. 104


l. J. Juycc, •l.'lrl1111dc, llr dc1 •ai1111 rl dr1 1a¡¡e1•, f.J11111 rrilitfNtJ, 11p. fll.,

(trad. dr B. hy) IA1111Jbiografla tÍI Aliu 11. Toltl1JJ, Uarcdo1111, Lumen, J.000.I
p. 209.

317
~16
constituirá la literarura nacional nor1camericana, o, en uxlo caso, la
pane 41Vllcric.aniila• -por opo1ición a su tendencia ucuropcístai., ropa, de su suelo, sus recuerdos. rus técnicas y su espíritu•.' ~ ve
por empicar la terminologfa de Occavio Paz- de esta tradición lite- también que, de manera muy explícita. su rechazo de b medida
raria. En un fragmento de Comme des baies rk genouvrier, 1 titulado central del tiempo es, en principio, rechazo de la dependencia de
•Litc~rarure de la vaJlée du Mississippi», Walr Whitman declaraba Londres, afirmación de autonomía política y estética.
ya (en 1882), inaugurando una larga genealogía literaria: uSólo
haa falta un innante de deliberación, en cualquier sitio de los E.sta- Por el año 191 5, hallándose en una situación más o menos
dos Unido5, para ver daramenre que los poeta.'i que se encuentran comparable, Ramuz, de regreso al cancón de Vaud. aplica otra es-
en Jor; libros y las bibliotecas, importados de Gran Bretaña e imita- trategia. A falta de todo patrimonio histórico o cultural de Vaud
dos y copiados aquf, son ajenos a nuestros Estados, aunque los lea- que le permitiese subsanar su «handicap• temporal, trata de oponer
mos c.on la mayor avida. Para comprender plenamente su incom- la eternidad a la historia, el tiempo inmóvil de los campesinos, el
presente eterno de los riros y las prácticas agrarias, de las montañas
patibilidad radical con mustro tiempo y nuestra tierra, la pequeñez
y los paisajes, al presente de la modernidad literaria. Más que la de-
me7.quina y los anacronismos o absurdidades de muchas de sus pá-
fensaoele una particularidad nacional o regional, el retorno decidido
ginu, desde un punto de vista norteamericano, hay que vivir o via-
y combativo a los orígenes es muy a menudo una impugnación de
jar un poco por Missouri, Kansas o Colorado [... ]. ¿Llegará el día
la legitimidad de los mecanismos y cricerios centrales de reconoci-
-poco importa si es aún lejano- en que esos modelos y maniquíes
miento. A fin de dar a codos aquellos en quienes el cenero no se ha
de las Islas Británicas -incluida la preciosa tradición de los clásicos-
fijado una oportunidad de que los reconozcan, hay que ·devaluar-
no sean más que recuerdos, temas de estudio? La mera respiración,
esos criterios como relativos y cambiantes y oponerles un presente
d aspecto primitivo, la prodigalidad y la amplitud sin límites [... ].
absoluto e inmutable. Los valores eternos del presente original sed-
¿aparecerá codo eso en nucscra poesía y nuestro arce, para constituir an más «presentes» que los valores, por definición efímeros, de la
una especie de patrón de medida?11 2 Y en su Leaves ofGrass, que va a modernidad parisina. Ramuz evoca en ese sentido el viaje en tren
canear precisamente al 1eNuevo Mundo», afirma desde las primeras que le transportaba de París a Suiza: «Tuve la suene de poder com-
•Dedicatorias•: •Canto al Hombre Moderno [... ] lanzo fuera de mí parar, en un acercamiento brusco, los dos polos esenciales de la vida
la historia furura.•3 [... ]y que se han separadg mucho más en el tiempo q11r rn el espacio,
La estrategia de Whitman consiste en algo así como dar la mucho mds por los siglos que por los lugares, porque aquf [en el camón
vudca al reloj de arena y decretarse creador de la novedad y de lo de Vaud] ¿no era codo como en los tiempos de Roma o incluso an-
inédito. Trata de definir su condición de escrirnr norteamericano tes de Roma? Aquí nada cambiaba nunca y allá [en París) codo
y la especificidad de la literatura de su pafs a parcir de la idea mis- cambiaba, cambiaba continuamente. Aquí hay una especie de abso-
ma de novedad absoluta: "esas inimitables regiones norteameri- luto, allá todo era relacivo.11 2 En otras palabras, Ramuz traslada la
cana&• deben poder afusionarse11, escribe, «en el alambique de un distancia espacial a una fisura temporal y transforma el retraso obje-
poema perfecto [... J enteramente nuestro, sin traza ni tinte de Eu- civo del espacio de Vaud en una inmucabilidad cercana a la eterni-
dad más ennoblecedora (uRoma11). Adopta la estrategia (sutil) del
clasicismo: para no ser condenado al anacronismo constitutivo
1. Wiih Whiunan, Commr drs b1tirs dt gmo1111ritr. Ft'uilks dr c11mrts (Sptri·
mm Dttp). Parli. l'J93 (trad. de J. Ddcuzc).
2. Jbúkm, pp. 340-341. l. W. Whitman. •W pr.i.iries et les grandes plaincs de la prn!sie•, Gmrmt
l W. Whitman, Feuilln á'hnbr, Parls, Aubicr-Flamarion, 1972, p. ]7 (ttJJ. tks baies tÚ gmouvrier. Fe11illo tÚ camets, op. ót.. p. 334.
de R. hsdincau). [HojllJ tÍI hinba, Barcelona, Mayol-Pujol, 1981, pp. 8], 86.I 2. C. F. Ramuz, Paru. Notes d'u11 Va11dois, op. ci1.. p. 91. La cuniva es mla.

318 319
(formal, estécico, novdesco ... ) -al que la novela llamada «campesi-
na,. está, ciertamente, c.asi siempre sometida-, Ramuz procura salir Desde el punto de visea político, Barcelona llegó a ser wnbién un
del tiempo; quiere imponerse como candidato fuera del tiempo. ya gran foco republicano durante la guerra civil, y centro de resisccnáa
siempre presente, eterno, no sometido a la historia ni a los albures contra la diccadura; Cacaluña sufrió especialmente la represión fran-
de la modernidad (con la cual no puede pretender rivalizar). quista. Y fue allí, desde los años 60 y, después, los 70, donde se re-
consriruyó, pese a la dictadura, una vida imelecrual relativamente au-
tónoma. Numerosas editoriales se asentaron en Barcelona, y los
U\ CRFAOÓN DE CAPITALES escritores, arquitectos, pintores y poetas. cacalanes o no, fueron a vivir
a la capital catalana, que así logró acumular una función inceleaual
Una de las etapas esenciales de la acumulación de recursos lite- nacional y un papel políáco: se cransfonnó en una especie de enclave
rarios nacionales es la edificación de un capital literario, banco democrático o liberal tolerado por el poder franquista. cEn los años
central simbólico, lugar donde se concentra el crédito literario. 7011, dice Manuel Váz.quez Moncalbán, 1 •Barcelona significaba, hasta
cieno punto, dado el contexto político de España, la inventiva demo-
Barcelona, que se constituyó como verdadera capital literaria y
crática, había una atmósfera más libre que en Madrid. Yluego era. y
cnacional11 de Cataluña, reúne, como París, como Londres, las dos
sigue siendo, el cenuo de producción edicorial más imporcante de
caraaerísricas que son, sin duda, constitutivas de las capitales lite-
coda España y de Latinoamérica.» Barcelona se conviene en la capial
rarias: una reputación de liberalismo político y la concentración de
liceraria del mundo hispánico: los escricores latinoamericanos, a su
un gran capital licerario. La constitución de los recursos inceleccua-
vez, pudieron apoyarse en el polo barcelonés para afinnar sus lazos
les, artísticos, licerarios de Barcelona data del siglo XIX, del período culrurales e inrroducir sus cexcos en Europa sin someterse polfcic:a-
en que la ciudad se convirtió en un gran cenero industrial. Rubén mente. La agente literaria más célebre de España, e.armen Balcells,
Darlo, que encontrará en Cataluña el apoyo necesario para impo- comenzó su carrera en Barcelona vendiendo los derechos de Gabriel
ner el modernismo en España, afirma en 190 l, en las crónicas que García Márquez para el mundo encero; a continuación, en los años 60
enviaba desde Europa: "Esta evolución que se ha manifestado en el y 70, los novelistas latinoamericanos fueron publicados en España por
mundo en estos últimos años y que constituye lo que se dice pro- medio de Balcells y de algunos editores cacalanes como Carlos Barral.
piamente el pensamiento "moderno" o nuevo, ha tenido aquí [en Hoy en día los escritores eraran de dar a esca ciudad un presti-
Cataluña] su aparición y su triunfo, más que en ningún otro punto gio licerario y una existencia artística al integrarla en la liceracura
de la Península [... ] y aunque se tache [a los catalanes] de industria- misma, al licerarizarla y proclamar su carácter novelesco. Manuel
1.isras, caralanistas o egoístas, es el caso que ellos, permaneciendo Vázquez Montalbán, en primer lugar, y después Eduardo Mcndo-
catalanes, son universales.n 1 A principios del siglo XX, Barcelona za y una cohorce de escricores jóvenes, cascellanos y caalancs
conoció d grupo Els Quacre Gats, la arquitectura de Gaudí, el cea- (Quim Monzó entre ellos), hacen de Barcelona uno de los perso-
uo de Adria Gual, la creación de Films Barcelona, el pensamienco najes centrales de sus novelas, mulciplicando las descripciones, las
de Eugení d'Ors, y se erigió de este modo en capital cultural. evocaciones de lugares, de barrios, y construyendo así, casi delibe-
radamente, una nueva mitología literaria a parcir de Barcdona.
l. R. Darío, España contnnporánLa, 1901, citado por Hilda Torrcs-Varda, Joyce procedió exactamenre del mismo modo con DubUn, pri-
•1910-1914 en Espagnc•, L 'Annlt 1913. Ln formes tsthltiquts dt l'truvrt d'art ii mero en Dublinm y luego, sobre todo, en el Ulists: para él se trata·
'4 vtilluk '4 Prnnürt Gunrt Mondialt, L. Brion-Gucrry (cd.). 1910-1914 m
ba de ennoblecer, mediante la descripción literaria -y ya hemos
Espagne, Paós, Klincksicck, 1971. p. 1054. [España conumpordnta, a En Barcelo-
na.o, 1 de enero de 1899. Obras compktas. Ecfüorial Mundo Lacino, Madrid.
LJOX. pp. 14-15.) 1. Encrevista inédita con el escritor, marzo de 1991.

320 321
mostrado d papd de las descripciones de París en la constitución de
la mitología literaria-. la capital irlandesa y de infundirle el pres1i- comparar su siruación liternria, a aplicar cmategias comunes que
gio que le faltaba. Además, para el escritor irlandés, dar una existen- reivindican la lógica de lo precedente. En esta ltJgica, puede formar-
cia literaria a una capital nacional significaba también parricipar en se una alianza de ccpequeñas,, naciones -o más bien •imernaciona-
una lucha interna en el ámbito nacional: quería afirmar en la prácti- les•• de pequeñas literaturas- que les permite luchar contra la domi-
ca, en la propia escritura, una postura estética y romper con las nor- nación unívoca de los centros. Así, Bélgica se convirtió, a principios
del siglo XX, en una especie de modelo para los pc<1ucfios países
mas "campesinas» y folklóricas que dominaban el espacio literario
europeos. Los irlandeses, en especial, que tra1aban de 5acudirsc el
irlandés. El mismo proceso se desarrolla ahora entre los autorc~ es-
yugo inglés y reclamaban su propia tradición cultural, vieron en
coceses. En un afán inseparablemente político y literario, rehabili-
el ejemplo belga la prueba de la posibilidad de triunfo cultural de
tan a 11Glasgow la Roja», capital obrera de Escocia, a la que 1ra1an
los pequefios países. También dividida lingüística, política y reli-
de infundir una nueva existencia literaria, frente a Edimburgo, la
giosamente, y sometida a la dominad6n cultural de Francia, Bélgi-
•ciudad civilizada», 1 capital histórica tradicional, asociada con to-
ca proporcionaba un modelo a las dos facciones enfrentadas: losan-
dos los tópicos del conservadurismo nacionalista. gloirlandeses podían identificarse con Mae1erlinck o Vcrhaeren,
En algunos espacios literarios nacionales, la autonomía relativa poetas que, aunque escribían en francés. «nunca se confündieron
de las instiruciones literarias puede advertirse en la presencia (y la con los hombres de letras franceses•; 1 los ~irlandeses irlandizantcs•,
lucha) de dos capitales, una -a menudo la más antigua- que con- por su parte, tomaban por modelo a Hen<lrik Conscicncc porque se
centra los poderes, la función y los recursos políticos, y donde se es- había propuesto revitalizar el flamenco. Yeacs se reunió con Mae--
cribe la literatura conservadora, tradicional, ligada al modelo y a la terlinck en París y vio en él a un modelo responsable: llder y teórico
dependencia política y nacional, y otra -a veces mucho más recien- del simbolismo, innovador en materia de rc.mo y de pocsfa, que se
te, con frecuencia ciudad portuaria, abierta al extranjero, o ciudad imponía en París al mismo tiempo que reivindicaba su pertenencia
universitaria- que reivindica una modernidad literaria y la apona- a Bélgica, este belga francófono de Flandes, <JUC lefa en :tlemán, in-
ción de modelos extranjeros, y preconiza, mediante el abandono de glés y neerlandés, era un escritor nacional no nacionalista.
los modelos literarios obsoletos en el meridiano de Greenwich, la
entrada en la competencia literaria mundial. Es la estructura general Se instaura una relación del mismo tipo entre Irlanda y No-
que explica las relaciones entre Varsovia y Cracovia, Atenas y T csa- ruega, que, como Bélgica un poco más tarde, es invocada por las
l6nica, Pekín y Shangai, Madrid y Barcelona, Río y Sao Paulo ... diversas facciones en lucha. El modelo de una pequeña nación
europea recientemente liberada del yugo colonial impuesto desde
hace varios siglos por los daneses, y que crc:a una nueva lengua
LA INTERNACIONAL DE LAS PEQUEÑAS NACIONES por iniciativa de algunos cscrirores. es inrnediacamencc recogido
por los nacionalistas católicos irlandeses, partidarios del renaci-
La lucidez especial de los protagonistas ccdescenrrados1> los lleva miento del gaélico y de prestar una atención exclusiva a las pro-
a percibir o a experimentar las afinidades entre los espacios litera- ducciones literarias de carácter «nacionaln. 1 Por su parte, los inre-
rios (y políticos) emergentes. Su común privación literaria los con-
duce a tomarse mutuamente por modelos o referencias históricas, a 1. C:it;ido por John Kdly, •Thc lri~h Rcvicw•, rn l. ilmilt 1913. Ú1 for-
mes tsthttiq1m dt l'n!u11rr d'ttrt 1) /,1 vrillt dr fíl Prtmi~rf <i'un-rt mn111/i11k. op. rit.,
l. H. Gmtav Klam, • l 984 Glasgow: Alasdair Gray, Tom Lconard, James p. 1028.
KdOWl•, Líb". Revw ín1m1111w1111k dt1 lium. n." 24, octubre de 1995, p. 12. 2. lbldem.

322 32J
lcaualcs irlandeses, y entre ellos, en primera fila, Joyce -pero
wnbién Years, en ocro registro--, panidarios de la apertura de su Day of the Rabbkmmt procesca contra la orientación irlandesa del
país a la cultura europea, utilizarán la obra de Ibsen para incrodu- Tcarro Literario Irlandés y contra la uúlización del pueblo como
ár la idea de autonomía literaria en Irlanda: el reconocimiento conservador de leyendas y tradiciones que habría que hacer revivir y
del dramarurgo noruego en Europa es, para ellos, la demostración licerarizar. 1 El joven Joyce establece un paralelismo, desde las pñmc-
de que una liccrarura nacional digna de cal nombre debe, para te- ras líneas, entre Irlanda y Noruega: el Teacro Literario ldandb, es-
ner posibilidades de ser reconocida en el plano internacional, de- cribe, es «el último movimiento de protesta contra la esterilidad y la
jar de plegarse a los cánones impuescos por la moral religiosa y las falsedad del teatro moderno. Hace medio siglo, la protesta se produ-
exigencias populares. Joyce se apasionó por Ibsen muy pronto jo en Noruega [... ]. Ahora bien, la plaga popular es más peligrosa
(sin duda, desde 1898), 1 se identificó con este arrisca exiliado vo- para él que la plaga de la vulgaridad•. 1 La afirmación del genio y de
la modernidad de Ibsen permite a Joyce rechazar las posturas arcai-
luntariamente (su fascinación por Dame cobrará la misma forma
zantes y conservadoras -canco políticas como licerarias-, al tiempo
y le confonará denrro de una micología liceraria que asocia al ar-
que recusa el nacionalismo de las producciones ceacrales católicas
tista con el exilio), y le atribuyó en el arce el lugar -central- que
que, a su vez, reivindicarán luego la estética realista, pero con fines
Parnell se había arrogado en la vida nacional. 2 Aprendió incluso
patrióticos y no cosmopolitas. Su admiración declarada por lbscn es
d danonoruego para poder leer las obras de Ibsen en el cexto ori-
una manera de afirmar sus posiciones estéticas y políticas. Compara-
ginal. Su primer ensayo, Drama and Life, en gran parte inspirado rá a menudo su accicud distante con respecto al nacionalismo políti-
en d análisis que hace Shaw en The Quintessence of Jbsenism, es- co con la del dramaturgo noruego.
crito poco después de una discusión con uno de sus condiscípu- Desde 1900 Joyce resume la violencia y la importancia de la
los, que sostenía la tesis de la decadencia de la escena moderna y lucha que se desarrolló en coda Europa en corno a la obra de Ib-
de la mala influencia de Ibsen, se proponía demostrar la superio- sen: «Han pasado veinte años desde que lbsen escribió Gtsa tk
ridad de éste sobre Shakespeare -verdadero atentado contra el muñecas», recuerda; «casi marcando una época en la historia del
panteón nacional británico-- y profesaba la necesidad de promo- drama. En el curso de estos años su nombre ha rebasado los lími-
ver el realismo en el ane dramático. La admiración de Joyce era tes de su país, se ha extendido a lo largo y lo ancho de dos conti-
así una identificación con aquel dramaturgo que, oriundo de un nentes, y ha provocado más discusiones y críticas que cualquier
país recicncemence liberado de una dominación política y que es- otro contemporáneo. Se le ha considerado un reformador religio-
cribía en una lengua casi desconocida en Europa, inventaba la so, un reformador social [... ] y un gran dramaturgo. Se le ha acu-
forma de una liceracura nacional inédita y se convertía en el por- sado severamente de encromecido, de arrisca deficiente, de nústico
tavoz de la vanguardia europea al mismo tiempo que revoluciona- incomprensible, y, en las elocuentes palabras de cieno critico in-
ba d teatro europeo. Por eso también se puede leer Ulises como la glés, de "perro buscador de inmundiciasn [... ]. Difkilmenre habri
versión dublinesa de Peer Gynt. 3 otro hombre que haya dominado con canea firmeza el mundo del
Uno de los primeros textos de Joyce es una crícica virulenta de la pensamiento en los tiempos modernos.•-' Hay, en otras palabras,
política ceacral de Yeacs en el Teatro de Abbey. Escrito en 1901, The
J. En octubre de 1901 las obras programadas cr.m Guadh a11-tSIÍg11in, un dra-
1. Y por moncs muy parecidas a las de Shaw. ma de Douglas Hyde escrito en gaélico, y una obra extraída de una le~-enda irlan-
2. C.1. lliatd Ellmann,Joyu, París, Gallimard, 1987, t. 1, p. 74, (trad. de desa firmada por Yeacs y Moore, Di11rmuid.1ná Grania. Cf. R. FJlmann. op. rit.
2. James Joyce, Essaiscritiqurs, op. cit., pp. 81-82.
A. Ú>euroy y M. T adié). VamLS f oyct, Barcelona, Anagrama, 1991.)
3. James Joyce, •le nouveau dramc d'lbscn•, F.s14is crititptn. op. cit., p. S6
3. a. Jcan-Michcl R.abm,]ames}oyce. París, Hachette, 1993, p. 71-72.
324 325
una lectura de las obras literarias que sólo pertenece a los l'Xl'l11mi-
cos literarios. Advienen homologías y aproximaciones que. ;t c1us;1 grupo de ttrtistlls hd~as, danc~cs )' hnlotn1ll'm (Clll'btil\n Dotre•
de su posición, son los únicos en discernir: sobre tmhl, la iml·rprl'- mont, JoNeph Noim, As~cr Jorn. l\Mcl ¡\1'111'1• Cnnstitnt y Cot-
tación de obras «excéntricas» por «excémricos», que t il'lll' todas las neille) opttt por In secesión y llrnrn en P:uls un m:111lfll.'sto titulado
posibilidades de ser m;\s ftrealista» (es decir, mejor hindada his11 1ri-
1
út ca"sn esltl 11is1r1 ptm1 .l't'ntr11át1, prodnt1111l'iím in~ulente lle inde-
camente) que la lectura central (deshistorici1.ada). es sil·mprl' m.il pendencia -••París ya no e~ el cl'nttn dd •lllcu, l'Rrihe Uom~mont­
entendida o desdeñada debido a la ignorancia de b l'~tmnurn y fundación de unu rnmunidnd 11111.'.'va: •< '.nn 1111 11ht11 de eficacia,
mundial de dominación literaria. añadimos a nuestras expl'ricnd:rN 1rnrio11¡¡b 111111 expt'tienda dia-
Este interés mumo que se conceden los cscritnrl'S de "IWlllll'· léctica entre nuestros gl'upos ... El :rrnínimn Colm1 se compondrá
ñas• naciones es tanto literario como directamentl' polítirn. o, lll•h de las iniciales de htN tres dud1ull's 1¡11C' se lhfo·an, alh1da~ y soli-
darias, nuevos centros de inve11dlí11 de 1111 :lltl' mrnos iinp~gnado
bien. las comparaciones literarias son otras tantas atirmacirn1l'S im-
de seriedad cstét ica: Copl'nlrngue, l\i-11.~das, l\m~tcrditnt. El cucs-
plkiras de homología política. Si Noruega y Bélgica lk-se1111wr1a-
tionamiento radical dl' la centralidad de P11rl~ puecle explicar, en
ron el papel de puntos de referencia y de modelos para 1rlanda.
parte, la insistencia de lm mil'mhrm dr.I grupo Coh111 en la frag-
fue en principio a partir de una visión implícita lllle se dota dl· mentación geogriHlc:t del mnvi111il'nto. (¡uc prC'tcnde ser, ya en su
una comparación metódica entre las experiencias n:Kionab. Asf. mismo nombre, una imagen dd i111rnrndnnali~1110 de hecho pot
se sabe que determinados teóricos políticos irlandeses hahfan pro- oposición a la centralización :1utori1ari:1 de l:1s imtitucionC!I parisi-
puesto que se aplicara a Irlanda el modelo de la auronomía l11ínga- nas. La dl'scentrali1.acir'l11 y el 111oviniir11to serán reivindicados
ra dentro del imperio austroht'lngaro. Arthur CriHith ( 1H72- como modernidad y lilwrtad. A~I pur~. Joseph Noiret habltt de la
1922), uno de los fundadores del movimiento Sinn Féin, llllt'l'Ía «práctica geogrMka de la libl•rt:id•. 1
trasladar a Irlanda el movimiento de boicot del Parlamento aus- La alianza de 1·res pt'lllleíws pnfsrs que Sl' reconocen no sólo un
triaco por parte de los diputados ht'lngaros y los esfi.ie1"1.m; l'll pro parentesco rnlt11ral, sino. sobre todo, una pnsirit1n similar de mar-
del renacimiento de la lengua nacional que habían dcsemhoculo ginales y dl' eternos rcdrn1.ados (n tnll•t:11lm) en los centros. va a
en un acuerdo con Austria y en una auténtica autonomía polllica prestar a esos art isla!. la f'ul'rt.a de vulvl'I' la r.spaltln 11 las admonicio·
de Hungría. ncs forwsas de la vm1guardi:1 p:1risi1rn. Qur <:ohra cstd en contra
es decir poco: Cohr:t cst~ rnlériut. ( :0111rn Pal'l~. con1r11 louurrealis-
La alianza manifiesta y manifestada de artistas de upcl¡uclios• tas, contra André Breton, rnn11·11 d i111cle1.111.1li~mo p11tisicme, con-
países contra el carácter unfvoco de la dominación de los rcntrns tra los uc:tses estétkm, el estnrr1ur:1lirn10. el monopolio de la pro-
puede también surtir efectos objetivos de emancip:1cié111 y rcrnno· testa política cedidn al pnrtido cornuni~lól ... l .11 lihrn1ul conquistada
cimiento. Cabe comprender en esta lógica la trayectoria y la histo· por Cobra va a ;1firm:irsr l'll 1111 dt'h1HC' rn1u111111t' rnn lll ortodoxia
ria del movimiento Cobra, lo cual permite sentar la hipótesis dl· parisina. La ausrncia rl'ivindk:1d:1 dt' dol:(ntt11im111. rn orosidón de·
que los movimientos pictóricos funcionan en parre conforme al liberada a los irnpcrativm e.~tét irn~ de l\rrton, ~e rtige et1 11rlncipio
mismo modelo. En el París de la posguerra, que era no séilo la ca- unificador. :1sl rnmo el co11t·ep111 de la ulmi l'omo rxprricnda, siem-
pital de la literatura, sino también de la pintura, el surrealismo de· pre abierta, siempre por lrun•r, 111 multiplinuic'm dr lnnovacioheá
clínante intentaba recobrar el control y lanzaba nuevas cxrn11111- técnicas y el recurso a matcl'i:1~ 11 veer~ il'ri~ori11• (miga Jr 1111n, ba-
niones, en especial contra los surrealistas belgas agrupadm en
torno de Magritte. Cansado del monopolio del arte y del i111c:rn;1- J. Cirndo por Rid1111d Millt·r, < i1/11·,1. 1'11r1-. N1111~rllr1 P.1llriom Pran~ses.
1994, p. ZH.
cionalismo, que ejercfa la vieja vanguardia surrealista, un pl'<¡t1cf10
321
326
rro, arena, cáscaras de huevo. bcnín ... ), la ncgativ;1 a dq~ir enll'c
abstracción y figuración ("un arte abstracto lJlte no cree c11 la ahN- e1esp Ués de su fun<l;Kié111,
. ~e dcddic~
, p111m .fin ¡t l;i~ 1tct'iv'd d dI
1 a es e
gru I'º' c,1da a rusta . ( .rsp
1 1
tracción11, escribe Jorn 1); la elección de la obra colcl'I iva ronll'a el • t'W 1. s11 ohm ele l11m1" in<lcpcndi ent e y,
culto de la singularidad. En suma, Cohra se rnnstruyc por opmi- lejos de las e<'> 1crns 1111u;1 1r .... ".wc111é1 ~11. ptopiíl vla. Sin embargo,
e: ante wdo su red1011.o rn1111111 lle las 1111pn~idonc 8 de Parls _1_
ción casi punto por punto a la doctrina surrealista y las dcnds op- rUC ,I . . ., . , lllilll
e sus lazos reale_.., lo tJll( e~ pr.1 m1110 rnmmm porn a poco una
ciones estéticas entonces reconocidas en Parfs: Kandinsl<y, d H'alis- qu erencia esle!IGI. l .:1 111vr11uo11
I ' ' .' pro~rcMv;i tic proposiciones co-
I •

mo socialista (en 1949 Dotremont y Noiret polcmi1.a11 rnn /.ri h


muncs que federa 1ian y nK1on;1
co . 1·11.a1ian m i1uurm:d6n contra el
ltttrts franraisrs) o la abstracción gcom~trica de Mo11dria11 ... 1,,. ntro infundi<'> poco ;1 pm:o al 111ovi111ir11111 ( :nlm una auténtica
unidad de Cobra se crea sin consignas•>, dirá Dotrcmo111, y. ~ohrc ce .. .
existencia eMé! ic;1. 1m1m C'MIS p1111orcs sNfo porn después acogi-
todo, en la C'Videncia alegre de los colores primarios (JllC l'Stallan dos y expuestos en P~rh Rn·~l~irán fi11al111c111r lól rnn~agrad?n de
como una provocación. 1 instituciones crlt1u1~ p•tr1s111;1~ pott)lll' sr hahlan atrevido a
La •línea del Norte• fue la orientación determinante de< :ohrn ~~arse transnacional y u1l111rnl111C"11lr rn111ra lól omnipotencia de
y pasó a ser la trayectoria de Christian Dotrcmont, apa11io11ad11 Parfs en materia lk arte.
por bcandinavia y Laponia, donde creó sus logohielm y lr~~rmir11rl.
Eatc carácter nórdico a menudo reafirmado obedece en partl' al
progreso teórico de los pintores daneses. Las revistas, fundadas an-
tes de la guerra y durante la contienda, como señal de resisrcm:ia
al ocupante nazi, y, en especial, la presencia destacada de tcéiri<.:m
dd arte abstracto, inspirados por la Bauhaus. como Bjerke Peter-
sen -<¡ue publicó en 1933 Simbo/os en el arte abstracto- cjm:icro11
una influencia considerable sobre el desarrollo de la pintura y la
reflexión pictórica en los años 30 y 40 en Dinamarca. Jorn, que
fue uno de los teóricos principales de Cobra, se sirve de este lc~a·
do germano-danés para dar forma y coherencia a su oposicif>n gra·
ve y alegre. La atención que presta desde sus primeros nümcro!. 1:1
revista Cobra al arte popular es la reivindicación de una especifici-
dad cultural inalienable del Norte, al tiempo que la afirmación de
una inventiva, de una vitalidad y una universalidad reales (u El arie
popular es el único que es internacional», dice Jorn 1 ). Esta libertad
popular, afirmada en contra del elitismo artístico que consagra a
algunos seres acepcionaJes, es la misma que la que preside el arte
bruto (Dubuffct está presente en la revista CrJbra), los dibujos ele
locos y de niños.
La vida oficial de Cobra fue breve: en 195 1, apenas t m añm

1. lb/Mm, p. 49.
2. Jb/Jnn, p. 190. 329

32H
4. l.A TRAGEDIA DE LOS .. HOMBRES TRADUCIDOS•

Vivían en medio de tres imposibles (que sólo


casualmente denomino imposibles lingüísticos,
llamarlos así es lo más sencillo, pero también po-
drían llamarse de una forma completamente dife-
rente), la imposibilidad de no escribir, la imposi-
bilidad de escribir en alemán, la imposibilidad de
escribir de otra forma, casi podría agregarse un
cuarco imposible, la imposibilidad de escribir [... ]
o sea, era una literatura imposible: desde codo pun-
to de vista.
FRANZ KAFKA,
carta a Max Brod,juniode 1921

La escritura es un campo minado de traiciones.


He traicionado a mi madre al no convertirme en
poeta oral, sino en escritor, y escritor en inglés, es
decir, en una lengua incomprensible pan ella; y
no sólo esto, sino escritor de textos políácos, lo
que me impidió vivir en Somalía, cerca de ella.
Pensaba, por tanto, que debla escribir libros que se
pudieran considerar un monumento a la memoria
de mi madre [... ]. Lamento haber escrito en inglés,
lamento no haber vivido en Somalía, lamemo que
cú, mi madre, hayas muerto anees de haber podido
volver a verte. Espero que mi obra sea lo bastante
buena para servir de elogio fúnebre a mi madre.
NURUDDIN FARAH,
entrevista inldil4, julio de 1998

En su enfrentamiento con la cuestión de la lengua, los escrito-


res de los espacios «descentrado" tienen ocasión de desplegar el
universo completo de las estrategias mediante las cuales se afuman
las diferencias literarias. La lengua es el objeto primordial de las

331
luchas y las rivaJidades distintivas: es el recurso espcdfico con el
cual, o contra el cual, van a inventarse las soluciones a la domina- espacios pollticos emergentes reivindicar y legirimar su entrada en
ción literaria, el único material de creación verdadero de los rn:ri- el universo polftico y en el univcno literario.
La cuestión de la udifcrencia• lingillstica ~e les plantea a todo1
tores que les consiente las innovaciones más conactas: las rebelio-
los dominados literarios sea cual sea BU situación objetiva, es decir,
nes y las revoluciones literarias se encarnan en formas creadas por
su distancia lingUlscica y lireraria respccro del centro. Los •alimila·
d trabajo sobre la lengua. Dicho de otra forma, es posihlt· anali·m
dos», siempre en una relación de exrrafiCí'..1 e inseguridad con la
las creaciones literarias más refinadas de los escrirorcs dcshcrcd:1-
lengua dominante, tratan de hacer desaparecer y de corregir, como
dos, sus opciones escilfsticas y sus invenciones formales -csw e\,
por una especie de hipercorrección, y al igual que se hace con un
recobrar el análisis interno de los textos- ciñéndose a la!i solucio-
«acento», las huellas lingillsticas de su origen, Los ·dcsaaimil11dos11,
nes lingülsticas imaginadas por dios. Asl se comprende rnmhién
por el contrario, rengan o no a su disposición otra lengua, van a in.
que los más grandes revolucionarios de la liccrarnra se hallen cntrc
tentar, por rodos los medio~. trazar una división, ya sc;a creando
los dominados lingüísticos, «condenados" a descubrir remedim a una distancia distintiva del uso dominanre (y legitimo) de la len·
su privación y su dependencia. gua dominante, ya sea creando o recreando una nueva lengua na·
Puesto que la lengua es el componencc principal del capital li- cionaJ (potencialmente literaria). En otras palabr:u, laa •opciono•
tmrio, volveremos a encontrar, evidentemente, algunas !tolucio- de los escritores en materia lingillstica (que no son consciento ni
nes y mecanismos ya comentados, lo que impondrá, sin duda, rc- calculadas), aunque sean ampliamente dependientes de lu políti-
uocesos y reiteraciones -necesarios debido a su similitud con lo~ cas lingüísticas nacionales, no se reducen, como en las grandes na·
mecanismos ya descritos-, pero nos esfor7.arcmos en accnruar lo ciones literarias, a la sumisión dócil a una norma nacional.' El dile~
que tienen de específico esos mecanismm. cuando se aplican a la ma de la lengua es para ellos mucho más complejo, y 1111 1olucíoncs
lengua. que le aportan cobran formas más singulares. 1
Al rechaur la imitación •servil .. de los textos amiguos, Du lk El abanico de posibilidades que se les abre depende en primer
IJay proponía poner fin a la anexión casi mecánica de la!i produc- lugar de la posición que ocupen en el espacio literario y de la litera·
ciones ~cas •fran~yscs• al capital latín. La primera y principal riedad de su lengua materna (o nacional), O sea, según la forma de
diferencia que resaltaba -y habrá de ser una constanre a iodo lo su dependencia en el universo literario, e.~ decir, scglln 1ea política
largo del proceso de formación del espacio literario mundial, (y, por lo tanto, lingHfstica y lireraria), lingillsric;a (y, por ende, lite·
pucsro que todo5 los escritores estructuralmente situados en la po· raria) o solamente literaria, adoptarán soluciones y cncontrar4n 51·
sición de Du Bcllay actuarán de la misma forma- es la de la len- lida.• que, no por .~er muy próximas, en apariencia, una1 de otras,
gua: propone, sobre el modelo de la lengua dominante y particn· dejan de ~er bien distínras por su contenido y por ms posibilidades
do de las for01a5 y temáticas literarias inculcadas en ella, una objetivas de 6xiro (esto es, de visibilidad, de accao ;a la niarencia
alrnnativa capaz de aspirar al tirulo de nueva lengua literaria. Tm literaria). En el espacio literario mundial, lu •pcqueftu• lenguas
el movimiento de emancipación de la Pléyade francesa. el modelo
hcrdcriano no hace má.\ que cxplícirar dicho mecanismo lcgiri- 1. Cf, l.ouí•·Jcan Calvct, LA <lurrrt tkt lanpn tt l.11 Politi1f"'1 unpillÚplll.
!'arla, J>ayo1, 1987,
mando el derecho a la existencia de las "pequeñas .. naciones a par·
2. Sobre I¡¡ wmplcjidad dr 111 ~ítuaci6n línKOl11iu rn el AfrU;a fran,ófona y
rir de la especificidad de las lenguas populares. f_r;e movimiento se 11u u>runucncí;u lircraria, d. Bcrn11ul Mourali•. rn nprdal el capitulo IV, 11,
ha perpetuado, como hemos visto, mucho más allá de la.~ reivindi· •Le prohlt-mc linguí11i1~u~·. l.ittlrarurr tt Dlvrlopprmtnl. F.1111i "" k 11111111, lit
cacíona nacíonali1w en la Europa del siglo XIX. Todavla hoy, la fonttion ti la rt'pmt'nt11tio11 dr IA littlranm ntf"O·llfrfr11inr t1'o:pl'tllio'1 fot"ftli#.
mayoría ck laa veces ea el criterio lingilfnico el que permite a los Parla, Honor!! Champíon, 1981, pp, 131-147.

332
pueden clasificarse en cuatro categorías principales (y no exhausti-
literaria y el sentido que se proponen darle, la relación de todos
vas). definidas por su literariedad. En primer lugar, las lenguas ora-
los escritores dominados con su lengua nacional es singularmente
les o aquellas cuya escrirura, no fijada, está en vías de constituirse.
difícil, desgarradora, pasional.
Desprovistas, por definición, de capital literario porque carecen de
Todos los «escribidores literarios• de las «pequeñas• lenguas
escritura. son desconocidas en el espacio internacional y no pueden
se ven, pues, enfrentados, de una forma u otra, con la cuestión,
beneficiarse de ninguna traducción. Se trata, en particular, de de-
en cierto modo inevitable, de la traducción. Escritores •traduci-
terminadas lenguas africanas que no poseen aún una escritura fija-
dos», están atrapados en una dramática contradicción estructural
da, o de ciertas lenguas criollas que comienzan, gracias a la activi-
que los obliga a elegir entre la traducción a una lengua literaria
dad de los escricores. a conquiscar un scarus literario y una escritura
que los separa de su público nacional, pero les presta una existen-
codificada. Después. las lenguas de «creación» o «recreaci6n8 re- cia artística, y la reclusión en una lengua «pequeña• que los con-
cientes, erigidas, en el momenco de producirse una independencia, dena a una invisibilidad o a una existencia literaria completarnen-
en lengua nacional (el catalán, el coreano, el gaélico, el hebreo, el ce limicada a la vida literaria nacional. Esca tensión tan real, que
neonoruego ... ): cienen pocos hablances, pocas producciones que hace que numerosos poetas convertidos a una gran lengua litera-
ofrecer, son practicadas por escasos políglotas y no poseen una tra- ria sean acusados de verdadera "traición•, fuerza a muchos de
dición de intercambio con otros países; deben adquirir poco a ellos a buscar soluciones inseparablemente estéticas y lingüísticas.
poco una existencia internacional fomentando las traducciones. La doble traducción o la autotranscripción es así una manera de
Luego vienen las lenguas de cultura y de tradición antigua que, conciliar los imperativos literarios con los «deberes• nacionales. El
vinculadas con •pequeños» países, como el neerlandés o el danés, el poeta marroquí de lengua francesa Abdellatif Wbi explica: •Al
griego o el persa, tienen pocos hablantes, son poco practicadas por traducir yo mismo al árabe mis obras o al hacerlas traducir, pero
los políglotas y poseen una historia y un crédito relativamente im- participando siempre en la traducción, me he fijado como carea
portantes, pero están poco reconocidas fuera de las fronteras nacio- ofrecerlas al público al que en principio estaban destinadas y a la
nales, es decir, poco valoradas en el mercado literario mundial. zona cultural que las ha realmente generado[ ... ]. Ahora me siento
Quedan, por último, las lenguas de gran difusión, que pueden mejor. La difusión de mis escritos en Marruecos y el resto del
poseer grandes tradiciones literarias internas, pero que son poco mundo árabe me ha devuelto plenamente mi ulegitimidad" como
conocidas y reconocidas en el mercado internacional y, por consi- escricor árabe [... ] estoy integrado en la problemática literaria ára-
guiente, se hallan dominadas por el cenero, como el árabe, el chino be en la medida en que mis obras son juzgadas, criticadas y apre-
o el hindi ... ciadas como texcos árabes, con independencia de su versión ori-
ginal.» 1
Los conscreñimientos de la estructura y la literariedad de la Las soluciones al descencramienco y la lejanía de los escritores
lengua nacional (o materna) no son los únicos móviles de las "ºP- «excéntricos» que vamos a describir aquí, como una gama univer-
ciones» lingüísticas de los escritores. A ellos hay que afiadir el gra- sal que englobaremos bajo el término genérico de traducción
do de dependencia con respecto a la nación. Ya se ha dicho que -adopción de la lengua dominante, autotraducción, obra doble y
cuanto menos dotado literariamente está el espacio literario de doble traducción simétrica, creación y promoción de una lengua
origen, más dependiente políticamente es el escritor: está someri- nacional y popular o ambas, creación de una escrirura nueva, sim-
do al •deber.. nacional de «defensa e ilustración», que es rambién
para él una de las únicas vías de emancipación posibles. En la me- l. Ahddl:icif Whi, La Quinzainr littbairt. 16-.~1 de marzo de 1985,
n." 436.p. 51.
dida en que sus opciones comprometen por completo su empresa

334 335
biosis de las dos lenguas (como la famosa e<brasilizaciónn del por-
tugués realizada por Mário de Andrade. la invención de un francés objetiva, acaha por hacerlo suyo.~ 1 Por d concrario, para Cioran o
malgache por Rabearivclo, la africanización del inglés por Chinua Strindbcrg, escritores de •(pequeñ~· lenguas europru (el rumano
Achcbe, el •galicismo mental» de Rubén Darfo)-, no deben en· y el sueco), rclmivamcnte poco reconocidas literariamente, pero
tenderg como un conjunto de soluciones desgajadas y separadas provistas de tradiciones y de recursos propioi, la cscrirura en fran·
cés, o la autotraducción, son maneras de "converiir~e· en lirerarios
unas de otras, sino más bien como una especie de continuo de
y de salir de la invisibilidad que afecta cmucmralmcnte a los escri-
salidas incienas, diflciles, trágicas. En otras palabras, los diversm
tores de las periferias de Europa o de escapar a las normas nacio-
modos de aparición y de acceso al reconocimiento literario son in·
nales que rigen su espacio literario.
disociables entre si. Ninguna frontera los separa verdaderamemc,
Las estrategias de estos escritores -que no se aplican nunca de
y hay que entender en la continuidad y el movimiento el conjunm
una forma totalmente consciente- pueden, por tanto, describirse
de esas soluciones de la dominación literaria, en las que un mismo
como u na especie de ecuaciones muy complejas, con do5, tres o
cscri1or puede, durante su existencia, tomar prestadas sucesiva o cuatro incógnitas, que tienen presente a la VC'l y de modo conco-
simultáneamente varias de esas posibilidades. rnicantc la literariedad de su lengua nacional, su situación polltica.
Pero la simación lingülstica de los escritores (ex) colonizado1, su grado de compromiso en un combate nacional, su voluntad de
que 1ienen que sufrir una triple dominación -política, lingillstica hacerse reconocer por los centros literarios, el etnoccntrismo y la
y literaria-, y que se hallan, la mayoría de las veces, en una situa· ceguera de esos mismos centros, la necesidad de que los perciban
ción de bilingüismo objccivo -como Rachid Boudjedra, Jean~Jo· como udifcrentCS>>, etc. Esta extralla dialéctica, que sólo corres-
seph Rabcarivclo, Ngugi wa Thiong'o, Wole Soyinka- no es com· ponde a los creadores «descentrados•, es la única <¡Ue permite
parable, ni en sus efectos literarios, a la dominación espedfica que comprender en todas sus dimensiones -afectiva, subjetiva, singu-
ejerce, por ejemplo, la lengua francesa sobre los escricores eu- lar, colectiva, pol!tica y especifica- la cuestión de la lengua en las
ropeos o americanos que deciden adopcarla -como Ciaran, Kun· wnas dominadas del universo literario.
dera, Gangotena, Beckecc, Scrindberg-, en ocasiones provisional-
mente, como lengua de escritura. Para todos los escritores proce·
dentes de países que han sufrido largo tiempo una dominación l.OS «LADRONES DE FUEG011
colonial, y sólo para ellos, el bilingüismo (como traducción incor·
porada) es la marca indeleble y primera de la dominación poHtica. Hemos visto que la centralidad y el crédito literarios de una
Alben Memmi ha mostrado, en su descripción de las contradic· lengua se miden por el número de poliglotas literarios que la Icen
cioncs y las aporlas que encara el ucolonizado», la diferencia de ,·a· en versión original: cuando los textos lirerarios, fuera de la esfera
lor simbólico emre las dos lenguas en las situaciones de bilingüis· nacional, los Icen sólo traducidos las instancias centrales, es decir,
mo, lo que da toda su potencia al dilema lingUfstico y literario de cuando los propios intermediarios literarios no pueden evaluarlos
todos loa escritores de las lenguas dominadas: uLa lengua materna en su versión original, nos hallamos en presencia de una verdade-
del coloni1..ado [... ] no posee ninguna dignidad en el país o en el ra cclcngua (eternamenre) traducida .. : basta pensar en el yuruba, el
concepto de los pueblos. Si quiere obtener un empleo, construirse
un lugar, existir en la ciudad y en el mundo, debe primero plegar· 1. Albert Mcrnrni, i'ortrait du ro/o,,isl, prtctál át /'11rtr.1it áu roloni111ttur, Pa-
ae a la lengua de los otros, la de los colonizadores, sus amos. En el rí~. Corréa, 1'>57, reeditado por liallimard, 1985. p. 126 (prcfacill de J.-1'. Sar-
confficto lingülatico que habita el colonizado, su lengua materna tre.) 1Rt'frt1to dtl colonírAtio: precrtiitio por rttrato dtl (O/onibllÍor, Madrid, CuaJrr·
nm p1.1ra d Diálogo, 1974 (prólogo dc:jean Paul SartreJ.l
ea la humillada, la aplanada. Y ese desprecio, que tiene una base

336 337
kikuyu, el amhárico, el gaélico, el yiddish ... En las regiones muy
expresar el sentido de lo que ocurría, tratar de regiscrar nuestra
desposeídas licerariamente, como la Somalía de Nuruddin Farah,
historia en un género ya no oral, sino escrito. He contado cómo
el Congo de Emmanuel Dongala, la República de Djibuci de Ab-
los míos escaban ausenres de la lista de la historia del mundo cal
dourahman Waberi, los noveliscas, «escribidores» en lenguas casi
como nos la enseñaban [... ].Con todo esro en el ánimo empecé a
inexiscentes en el planeca licerario, sólo llegan a exiscir, paradójica-
escribir: con la esperanza de que a un niño somali se le permita al
mente, al convenirse en «escritores craducidos,,. Están, pues, obli-
menos definir su calidad de otro, o sea, su identidad hecha de ina-
gados a adopcar la lengua literaria imporcada por la colonización
decuaciones contradictorias. ,,i
(.. la lengua extranjera culcivada•, por usar la expresión del escritor
N uruddin Farah, descendiente de una culcura de tradición
de Dahomey Félix Couchoro 1). Pero, en esca lengua obligada e im-
oral, fue primero escritor en árabe: hasta muy recientemente el so-
puesta, elaborar una obra enteramenre volcada en la defensa e ilus- malí carecía de ortografía, y en árabe descubre, adolescente, a Víc-
tración de su país y de su pueblo. Para ellos, el uso licerario de la tor H ugo y a Dostoievski y redacta sus primeros ensayos autobio-
lengua colonial no es un gesco asimilador. Podrían, sin duda, hacer gráficos. Pero en los años 60, en el momento de adquirir una
suyas las palabras de Kaceb Yacine cuando afirmaba, en 1988: «Es- máquina de escribir, opta por el inglés y se conviene así en el upri-
cribo en francés para decir a los franceses que no soy francés.» 2 mer» escritor somalí.
Encrevemos d pacecismo de su situación en la novela Maps, de Esta misma lógica es aplicable, aunque en un contexto históri-
Nuruddin Farah, primer escritor somalí de lengua inglesa, cuando co y político completamente discinco, a la situación ambigua del
escribe, por ejemplo: «Mi corazón sangraba anre la idea de los mi- gaélico en la Irlanda del siglo XIX. La reivindicación lingüística y
llones de nosotros que habían sido conquistados y debían seguir cultural de la Liga Gaélica constituyó un momento esencial de la
estándolo para siempre, millones que tenían que seguir siendo constitución del espacio literario irlandés en los años 1890. Pero el
pueblos tradicionales y además pueblos orales.>• 3 La situación lin- gaélico ha acumulado tan poco crédito desde su exhumación por
güística de Farah es especialmente compleja. En un relato titulado parte de los inreleccuales católicos que no ha logrado conquistar,
«L'Enfance de ma schizophrénie» habla de su multilingüismo, no obstance su imposición como segunda lengua nacional después
producto de su pertenencia a un pueblo colonizado por coloniza- de la independencia, una verdadera existencia literaria internacio-
dos: "En casa hablábamos somalí, lengua materna de ese pueblo nal. A finales de la década de 1930, la situación de los escritores ir-
colonizado de entre los colonizados. Pero leíamos y escribíamos en landeses que se habían decantado por el gaélico se describía así: aEI
otras lenguas: el árabe (la lengua sagrada del Corán), el amhárico cscricor gaélico contemporáneo se enfrenta, por tanto, con el dile-
(la de nuestro amo colonial para mejor saber lo que piensa) y el ma siguienre: o no publicar nunca; o agradar[ ... ) no ya al público
inglés (la lengua que un día podría permitirnos penetrar en un en sí, sino al organismo que se interpone entre ese público y él [... ].
mundo de significado más vasto, y laico). Por este motivo, sospe- De ahí que el talento original, independiente, libre, tropiece con
cho, recayó en mí, tras haber recibido esa educación en mi infan- obscáculos tales que muy a menudo renuncia a la vida de las letras
cia, y habiendo nacido en medio de un siglo de contradicciones, o se lanza, para vivir, a la traducción; a no ser que tome el partido
de escribir en inglés ... 2 En este sentido resulta comprensible que
l. 1900-1968, nacionalizado togolés en 1940. Cirado por Alain Ria.rd,
Littlratum d'Afrique Naire. Des langurs aux lívres, Pads, CNRS Édirions-Karta-
la, 1995. p. 156. l. N. Farah, •L'Enfance de ma schizophrc!nb. op. rit., pp. 5-6. La cursiva
2. Cf. K. Yacinc, •Toujours la ruée vers l'or•, op. cit., p.132. es mía.
3. N. Farah, Tmitoim, París, Le Serpenr a pi umes, 1994, pp. 312-313 2. A. Rivoallan. Líttlr11turr írlandaisr rontmrporailtt, París. Librairic Hachcr-
te, 19.~9. pp. VII-VIII.
(uad. de J. Bardolph).

338 339
numerosos escritores, dramaturgos y poetas gaélicos se hayan visco
compelidos a «convertirse» al inglés (o, a la inversa, que queden la conocían lo suficiente para hacer de ella una lengua de escrirura
hoy día ran pocos creadores gaélicos en 1rlanda). en el momento de la independencia.
Del mismo modo, el novelista y teórico de la literatura SU· Para numerosos creadores, la adopción de la lengua de la coloni-
dafricana Njabulo Ndebele ha intencado, en principio, aplicar, zación como lengua de escritura no se realiza sin problemas, a causa
tras su lectura de Joyce. la técnica narrativa del «monólogo ime- del apego que sienten por su país y de su voluntad de prestarle una
existencia tanto política como literaria. Esca lengua omnipotente es
rior• a la lengua zulú para dar modernidad intelectual a esta len-
para ellos una especie de «regalo envenenado» o de robo instiruido.
gua en vías de emergencia literaria y salir de las simples denuncias
El cerna del «robo», que ilustra esta clase de ilegitimidad, es casi con-
de la literatura militante anciapartheid. Ha tratado de llevar a una
sustancial a esca posición difícil y aparece en contextos políticos e his-
lengua casi rocalmente desprovista de crédito literario lo que él
tóricos muy diversos. El poder de los conceptos heredados de las teo·
consideraba el punto último de la modernidad, es decir, a las nor-
rías herderianas (pero hoy en día de cal manera integrados en la
mas reconocidas en el meridiano de G reenwich. Pero enseguida reflexión política y cultural nacional que no se perciben como tales)
comprendió la dificultad de semejante empresa, que, paradójica- conduce a operar una correlación necesaria entre lengua, nación e
mente, obtenía su existencia literaria únicamente gracias a su tra- identidad, e incita a considerar ilegítima una lengua no específica
ducción inglesa. A falta de cualquier «tradición de modernidad., «Cuando te encuentras en la situación del colonizado, estás obligado
de público capaz de comprender su proyecto, de cualquier medio a emplear esa lengua que te han prestado, pero de la que no eres más
literario apeo para consagrarle, su objetivo se reveló vano o incluso que el usufructuario y no el propietario legítimo, un simple usuario•,
anacrónico. Por eso, eras abandonar esta tencativa extrema, se ha afirma el escritor argelino jean Amrouche. 1 ·Sabemos•, escribe, •que
esforzado en encontrar en inglés, sin mediación, una vía específica rodos los colonizados que no han podido beber en las grandes obras
de la narrativa negra sudafricana. 1 Convertido actualmente en uno no son herederos mimados, sino ladro~s tk fi«go .•2 El intelectual
de los más célebres escritores sudafricanos negros de lengua ingle- procedente de un país colonizado se apropia de manera •indebida•
sa, se le •traduce» sin pasar, con codo, por la etapa de la traduc- del u bienestar de la lengua de la civilización de la cual no es el herede-
ción en sentido estricto. 2 ro legítimo. Y, en consecuencia», prosigue Amrouche, «es una espe-
Puede ocurrir asimismo que, debido a la colonización o a la cie de bastardo».j Encontramos este concepto del robo de una len-
dominación culcural y lingüística, el escritor dominado no tenga gua en codos los dominados literarios desposeídos de una lengua
alternativa y que, como no domina la lengua de sus antepasados, propia y, en especial, como se verá, en Kafka, que, en su condición
no tenga más remedio que escribir en el idioma colonial. Entonces de judío checo de lengua alemana, sufre la misma relación de despo-
cabe decir que se traduce él mismo, definitivamente, para entrar sesión, de ilegitimidad y de inseguridad con el alemán que, por ejem-
en el universo literario. Muchos de los escritores irlandeses de len· plo, los escritores argelinos con el francés. 4 Aunque acrualmente sea
gua inglesa de principios de siglo ignoraban el gaélico, al igual que un autor incegrado y consagrado por las instituciones literarias londi-
numerosos intelectuales argelinos ignoraban la lengua árabe o no nenses, la pluma de Salman Rushdie expresa el mismo tema de la

l. Jean Amrouchc, •Colonis:nion cr lang::igc•, Un A{(trit11 ú11lrrsrr 11wc


Fran¡-ail ou /'histoirt dt lif{(frit par In tmts, Tassadit Yacinc (ed.), París, Awal-
l. Njabulo Ndcbdc, •Qudques réAcxions sur la ficcion linc!rairc•, LtJ L'f-farmman, 1994, p. 3;12.
Tnnps modmits, n.º 479-481, junio-agosro de 1986, pp. 374-389: •U nouvcllc 2. Citado por M. Dib, ·~ volcur de Ít"U•, op. rit.• p. 15.
linérarurc sud-africaine ou la rcdécouverte de I' ordinaire•, Europt, n.º 708, abril .l J. Amrouche, op. rit., p. 329.
de 1988, pp. 52-71. 4. S. Rushdic. op. cit., 28.
2. Njabulo Ndcbde, Fools, Parls, Complexe, 1992 (trad. de J.-P. Richard~

341
340
culpabilidad, o sea, de la traición: «El escritor indio», escribe, «cuan-
minación explica la importancia y la violencia pasional de los deba-
do mira de nuevo a la India, se siente un poco culpable[ ... ]. Aquellos
tes en torno a la cuestión lingüística que desgarran a todas las na-
de entre nosotros [los escritores indios] que emplean la lengua ingle- ciones pequeñas.
sa lo hacen a pesar de nuestra actitud ambigua a ese respecto o tal vez
Es cierto que el empleo de la lengua dominante es paradójico
a causa de ella, quizá porque en esa lucha lingüística podemos ver un y comradictorio: tan alienante como liberador. Los creadores de
reflejo de las otras luchas que se desarrollan en el mundo real, de las las primeras generaciones, como R. K. Narayan en la India, o Mu-
que se libran entre las culturas dentro de nosotros mismos y las in- lud Mammeri en Argelia, en ausencia de todo capital nacional es-
fluencias que actúan sobre nuestras sociedades. Conquistar la lengua pecífico, hacen uso a menudo de una lengua «hipercorrecta» 1 y re-
inglesa es quizá concluir el proceso de nuestra liberación.» 1 curren a formas o estéticas literarias muy tradicionales. Sometidos,
The Tempest, de Shakespeare, ha sido muy comentada, sobre por causa de su doble ilegitimidad (frente a las normas nacionales
codo en los países de lengua inglesa, 2 como una obra profética que y frente a las centrales), a los usos más tradicionales de la lengua y
describe, con codos sus refinamientos, los mecanismos de coloniza- la literatura, o sea, a las prácticas menos innovadoras y, por ende,
ción y de sojuzgación (excelente ejemplo práctico de apropiación las menos literarias, tratan de conciliar una posición de «combate
«indebida» y reorientación del capital literario más noble del colo- nacional», por emplear el término de Kafka, con el uso literario de
nizador). La teoría del «regalo enevenenado» ha sido ampliamente la lengua dominante en la que escriben y contra la cual se consti-
debatida a partir de la réplica de Calibán, que, cuando Próspero, su tuyen. Intentan producir en la lengua de la dominación una litera-
amo, le reprende diciendo: uMe tomé la molestia de que supieses rura simétrica de la que emerge en la lengua nacional, y asimila-
hablar[... ]. Cuando tú, hecho un salvaje, ignorando tu propia sig- ble, por tanto, al patrimonio literario nacional.
nificación, balbucías como un bruto, doté tu pensamiento de pala- Pero cuando el espacio literario se ha auronomizado un poco,
bras que lo dieran a conocer», responde: «¡Me habéis enseñado a el uso literario de una de las grandes lenguas centrales se convierte,
hablar, y el provecho que me ha reportado es saber cómo maldecir! para los escritores dominados, en una garantía de pertenencia in-
¡Que caiga sobre vos la roja peste, por haberme inculcado vuestro mediata al universo literario, y permite la apropiación de todo un
lenguaje!•3 La ambivalencia fundamencal en esta estructura de do- capital técnico, de saberes y de conocimientos técnicos propios de
la historia literaria. Los que «eligen» escribir en una lengua domi-
J. /bÍ/Úm. Los analiscas de las lileraruras africanas sefialan, no obsranre, que, de nante toman una especie de «atajo» específico. Y como son, de en-
una nunera general. en los países somecidos al régimen colonial briránico, la rela· trada, más «visibles», es decir, debido al empleo que hacen de una
ción de los escrirorcs con la lengua colonial parece menos censa que en los país:s co- lengua «rica» y de las categorías estéticas asociadas con ella, más
loniudos por Francia, y que la cuestión de elegir la lengua la han vivido de furma conformes con las normas literarias legítimas, son también los pri-
menos dramática. Al dejar mayor espacio a la educación indígena, al hacer hi1101pié meros en obtener un reconocimiento internacional. De este
en que las propias comunidades asuman su educación. ha permitido el desarrollo de
modo, Yeats, gracias a las instituciones críticas londinenses, obtu-
una producción islámica en halL~a. por ejemplo, o alienta una nueva producción en
kiswahili. Con rodo, la situación riene muchos marices. y hay numerosos escrirom vo muy pronto en Irlanda el reconocimiento que le permitió im-
proadenrcs de antiguas colonias británicas que se plantean la cucsción de la dec- ponerse como líder en el propio Dublín, a diferencia de los poetas
áón de la lengua. Cf. A. Ricard, Litt&a111m d'Afrique 11oire, op. cit., p. 152-162.
2. Pero también, por ejemplo, por Janheinz Jahn, Manuel de lütlratu" 11t-
1. Rachid Boudjcdra califica a la literatura argelina en su conjunco, a pesar
gro-africaine, París, Resma, 1969, p. 229-230.
de algunas grandes excepciones, como Katcb Yacinc, de ·literatura de maestros
3. Sha.kcspeare. La Tnnpeu, acro J, escena IJ, CEuvm compleus, Parls, Galli-
de enseñanza primaria~. Encrevisra con el autor, noviembre de 1991. Lilm-.
mard, 1959, r. 11, p. 1485 (erad. de P. Leyris y E. HoUand), [lll umptstad,
mano de 1994, n." 17, pp. 11-14. Cf, i11fra. pp. 347-349.
Obr1Uíomplet1JJ. c. 11, Madrid, Aguilar, 1987.]

343
342
que hablan optado por el ga¿Iico. Así, tambifo los escritores cata-
lanes más 1.."'élebrcs actualmente en el plano internacional son los "rnAL>lll'.IPl>S DE l.A NOCllE•
que escriben en castellano: M. Vázquc7. Montalbfo, Eduardo
Mcndoza, Fdix de Azúa ... El propio Rushdie, célebre y celebrado En nrnn10 unil lengua pcrif~rica consigue falgunos) tt'curam
antes incluso de la jittwa de que ha sido víctima, es uno de los es- cspcdfko~. vemos aparecer -y es una vla muy cercana 11 lit 11111e-
critores indios más reconocidos en Inglaterra. Admite explícita- rior- creadores que i111cnrnn producir um1 obrn •dohlc• y llegan 11
mente que .. la mayor parte de las obras escritas en la India lo ha obtener una posición entre las dos, siempre complej11 y dc-'gima-
sido en muchas lenguas distintas del inglés; sin embargo, fuera de dora. Estas obras «dtgráfkas•, por utiliur el término propuc~to
la India no merecen el menor interés. Los angloindios», deplora, por Ala in Ricar<l, 1 est:\n escritas 11 la '''"en ll1s dos lcngwu l1d e~­
wocupan el primer plano del escenario ... La "literatura de la Com- critor, la matcmn y la de la coloniucit~n. y ~iguen tntya:toria~
monwcalth" no se interesa por esos temas.>• 1 complejas de traducciones, transcripciones, autotraducción ... fürn
di~rafla permancncc v fundamentl11 forma el susmuo, el 11101or. 111
Así pues, a pesar de sus múltiples usos ambiguos, la lengua
Jialénirn y. con frec~encia, hasta el tema de la ohm.
centraJ puede reivindicarse como una nueva «propiedad» siempre
Sabemos que Ahmadu Kuruma (nacido en 1927 c.'11 Costa de
que la maldición del legado imposible pueda invertirse. Al igual
Marfil) esnibió su gran novela lts Soltils tÍts i11Jipt111'1mm ( l %9)
que Joyce en su época, y en una situación (pos)colonial bastante
pmicnJo de u na especie de traducción francesa de 111 lcngur.1 mil·
próxima, habla reivindicado la lengua inglesa, no como un signo
linke: 1 la novedad y el cankter subversivo de su empresa novelesoi
patente de una dominación, sino como propiedad legítima, Rush-
derivaban en gran parte de su negativa a fetichi1.ar el francés, 11 re.•·
die afirma: nDesdc hace algi.'tn ciempo. la lengua inglesa ha dejado
pernr su u buen uso», y de la creación literaria de un francés m:tlin·
de ser propiedad exclusiva de los ingleses»;! para él, «el escritor in-
ke, o lo que cabria llamar su «malinkizaciónH del fornct!~.
dio de Inglaterra no tiene, lisa y llanamente, la posibilidad de re- Entre los franc6fonos, uno de los primeros en poner en prdl'.ti·
chazar el inglés [... ] en la creación de una identidad indobritáni- ca rsc modo de expresión «doblado~ es, sin duda, el poe1a malgache
ca, d inglés posee una importancia capital. Hay que adoptarlo a lcan-Joscph Rabcarivclo ( 1903-1937). Autodidacta que venera 11
despecho de todon; 3 ••los hijos de la India independiente no pa- iodos loi; grandes poetas, a los c¡ue Jescubrc por su cur11111 -los par-
recen considerar el inglés como una lengua irremediablemente nasianos, luego Baudelairc y los simbolisrar, Rabcarivclo c:on~tni­
corrompida por su origen colonial. Lo emplean como una lengua yc su obrn en una especie de vaivén permanente entre el fnmc:6 rel
india ... n. 4 malgache, l'.Olllo una especie de doble traduu:it~n. Desde el si·
glo XIX, existía en Madagru;car unn lengua escrita est11ndari111d11 quc
permitió la aparición de una auténtica pocsla malgache por la que
l. S. Ru5hdie, Patries im11gi1111im, op. cit.. p. 86. Rushdie recalca allimismo
R;1bcarivelo se apasiona: publica primero numcrosoii attlculos y en·
que la hcgemonla dd ingl6, convenido en lu •lengua intcrnacion1tl•, no es ya
&0l1mente -y qui1j ni siquim en primer lugar- fruto del legado brit~nlco. fa sayos mlire la necesidad de promover esta cultura: de.~put!s 1r11Jure
tambim la lengua de Noneaml!rica, que es el pafs mlis poderoso del mundo. al francés a autores malgaches antiguos o modernos (l.fl VitllltJ
Esta ambigüedad permite csapar a la sola dominación hritdnicu y mantiene la <.'hmurms dts pr~ys d'lmtri11tt, 1939. póstumo). Tenemos dt' llllt'Vo
ambivalencia entre la lengua inglesa y la lengua mundial, entre una nueva li11:r.1- aquí 111 cma1cgi11 universal de formación del fondo litcmio nitdo·
tura ananW de •hombres lraducidm• y una c.:uhUl'll internacional •tlesnacional·
liuda•.
2. ibltlnn, p. 87. l. /\. ltinll'll. º/'· rit., cn ¡rnrckul~r pp. 1~1-171.
3. Jb/Jm1, p. 28. l. CI: Berrrnrd M11j1•1irr, Entrcvi~td \:Ull Ahm11du Kun1111•, Notrt li/11wlt1t.
nl1dl-j1111i11 dr l'JH7.
4. Jbitkm, p. 81.

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nal. A la inversa, y en la misma lógica. trata de dar a conocer en su nial. Su empresa tuvo éxito. Su obra fue reconocida bascante pron-
país a Bauddaire, Rimbaud, Laforgue, Verlaine, pero asimismo a to, pues en 1948 ya figuraba en la Anthologie rk la nouvelk pobie
Rilke, Whicman, Tagore, y traduce a Valéry al malgache. Publica negre et malgache rk langue .franraise, de Léopold Sédar Senghor,
a continuación, en francés, en Tananarivc y en Túnez, 1 los poema- prologada por Jean-Paul Sarcre. 1 Pero Rabearivelo se suicidó mu-
rios que habrán de alcanzar mayor fama: Presque songes ( 1934) y cho antes, en 19 3 7, sin haber conseguido obtener de la administra-
Trad1tit de la nrtit ( 19.~5), acompañándolos de la mención «poemas ción colonial el permiso de emigrar a Francia.
transcritos del hova por d autor" (el hova es la lengua escrita de los
aniiguos soberanos del pueblo merina, de origen indonesio, que se
estableció en el aJciplano de Madagascar y en el siglo XVIII unificó VAIVf°.N
polrticamente la isla). La crítica se ha hecho muchas preguntas, en
la lógica autónoma de la singularidad y la originalidad necesarias Las fronteras entre las diversas alternativas son en ocasiones
para la consagración de un poeta, sobre el hecho de si se trataba de can tenues que es imposible disociarlas. Por ello es preciso anali-
una verdadera traducción y de cuál era la versión original de esos zarlas como elementos de una misma serie continua de estrategias.
textos. La importancia de la literatura tradicional, y en particular de El udesequilibrio» lingüístico -ele funámbulo, como quien diec-
los famosos hain-tenys antaño revelados por Jean Paulhan, es evi- es inherente a escas posiciones a la va. difíciles, marginales y pro-
dente en su escricura, que, aJ mismo tiempo, traca de superar la fundamente fértiles. La elección de una u otra alternativa, el paso
oposición entre la creación colectiva y la singular. Pero asimismo sucesivo de una lengua a otra, puede ocasionar oscilaciones, ticu-
parece que Rabearivelo haya creado una especie de lengua nueva, beos, remordimientos o pasos atrás. No son elecciones tajantes,
una manera de escribir el malgache en francés -exactamente con la sino una serie de eventualidades, dependientes de impedimentos
misma lógica que el C(galicismo mental» de Rubén Darío-, y que políticos y literarios, y de la evolución de la carrera de un escritor
haya trabajado en la invención de una lengua verdaderamente tra- (el grado de reconocimiento nacional o internacional).
ducida, conducida la una a través de la otra. Rabearivelo no escribe Cuando la lengua dominada posee una existencia literaria au-
ni en francés ni en maJgache, sino en el paso continuo de una len- tónoma, un mismo escritor puede probar sucesivamente diversas
vías de acceso a la literatura. El argelino Rachid Boudjedra es au-
gua a la otra. El clutlo de su poemario Traduit de la nuit [~1Traduci­
tor de libros t:scritos parcialmente en francés y autotraducidos al
do de la noche~Jes una magnífica metáfora de esca traducción im-
:írabe; a continuación, de textos escritos en árabe y traducidos al
posible, arrancada a una lengua oscura, que certifica a la vez su
francés. Su obra, por tanto, es digráfica, puesto que trabaja conti-
existencia y su debilidad literarias. Aunque habría podido proseguir
n uamcnre entre dos lenguas y en la tensión de la traducción, a su
por la vfa, ennoblecedora, de la simple asimilación, Rabearivclo tie-
vez, sin duda, fundamental. Sus primeras novelas escritas en fran-
ne la audacia de emprender una tarea inédita, en contra de los na- cés, La Répudiation y L 1nsolation, 2 le granjearon un amplio reco-
cionalistas, para c1uiencs semejante empresa era una traición a la nocimienro. Después tradujo él mismo la segunda novela del fran-
lengua y la poesía malgaches, y en contra de las normas del ubuen cés al árabe, transformando de este modo su relación con el
USO• y de la poesía académica francesa: inventar una poesía (y una público argelino: como había sido reconocido en Francia, pudo
lengua) maJgache en francés, logrando asf no renegar ni de su len· ser leído en su país. Pero las normas literarias y sociales no son las
gua originaJ ni de la literaria, que es también para él la lengua colo-
l. Parls, PUF. 1948.
1. En los Ct1hi"s dt /Jarbari6, ;inimados por Jcan Amrouchc y Arrnand Gui· 2. l\1rls, Dc:noel, 1969 y 1972.
bcrt.
347
346
mismas en Argelia: «En francés», escribe, «no creó un revuelo. En
Argelia, la gente la leyó y cuando la traduje al árabe hubo una hos- triota André Brink, heredero de otra lengua marginal en el mismo
tilidad terrible contra mí, porque precisamente yo había puesto en universo literario nacional, el afrikaans, ha optado también por la
entredicho el texto sagrado, había hecho juegos de palabras sobre aucotraducción. Escritor afrikaner blanco, primero escribió sus no-
el texto coránico, etc., [... ) coda la carga subversiva se expresa me- velas en afrikaans; luego, tras la prohibición, en 1974, por el régi-
jor en árabe [... ]. Escribía en francés cuando estaba en Francia men sudafricano, de su libro Kennis van die aand, 1 empieza a tra-
porque de otro modo no habría tenido editor. Francamente, se lo ducir él mismo sus novelas al inglés; será para él el comienzo de su
digo tal cual, amo mucho esta lengua, la lengua francesa me ha reconocimiento internacional, pues la adopción del inglés, amén
prestado servicios enormes, y he escrito incluso seis novelas en de ser un permiso de circulación, representa en sí misma una con-
francés y he logrado una reputación internacional y he sido tradu- versión a la literatura.
cido en una quincena de países gracias al francés. Después pasé al
árabe, y eso coincidió con el ascenso de una generación arabófona,
KAFKA, TRADUCTOR DEL YIDDJSH
que ha ido a la escuela y que ya no es francófona [... ]. Pero partici-
po en la traducción al francés. Hay un traductor y colaboro con él
en la traducción, y quiero hacerlo, porque tiene que ser una obra Contrariamente a codas las apariencias y a contrapelo de las
evidencias críticas más difundidas sobre su obra, Kafka pertenece
de Boudjedra como en la época en que escribía en francés,>1 1 La
sin duda a esta misma «familia de casos» literaria. En efecto, es po-
porosidad entre las dos lenguas que permite el bilingüismo autori-
sible describir toda la empresa literaria de Kafka como un monu-
za idas y venidas permanentes y reapropiaciones lingüísticas (o na-
mento erigido a la gloria del yiddish, lengua perdida y olvidada de
cionales) sucesivas. El proyecto novelesco se inscribe y se constitu-
los judíos occidentales, y como una obra basada en una práctica
ye, sin ruptura, dentro de esta doble pertenencia lingüística.
desesperada de la lengua alemana, lengua de asimilación de los ju-
El caso del poeta zulú de Sudáfrica Mazizi Kunene (nacido en díos, la lengua de quienes, al asimilarlos, han logrado hacer olvi-
1930) es muy similar al de Boudjedra. Escritor comprometido en dar su propia cultura a los judíos de Praga (y, más ampliamente,
la lucha contra el apartheid, delegado del CNA [Congreso Nacio- de coda la Europa occidental). El alemán es, desde el punto de vis-
nal Africano] para Europa y los Estados Unidos en los años 60, co- ta de Kafka, una lengua Habada», como dirá él con precisión, y
menzó recopilando y analizando la poesía tradicional zulú, anees cuyo empleo, por canco, será siempre para él ilegítimo. En este
de escribir él mismo sus obras en esa lengua, con formas tradi- sentido, cabría considerar que su obra entera es una «traducción•
cionales, y de hacer luego una traducción al inglés. Recuperan- de una lengua que no sabía escribir, el yiddish.
do poemas de la tradición oral, escribe epopeyas que recorren Como oriundo de Praga, como judío y como imeleccual, Franz
la memoria de su pueblo, se autocraduce y publica sus textos en In- Kafka ocupa una posición política y liceraria muy compleja. Como
glaterra: Zulu Poems, Londres, 1970; The Ancestors and the Sacrtd praguense se halla en el centro de los debates dd nacionalismo che-
Mountains, Londres, 1982. Su poema épico en diecisiete libros, co; como judío debe enfrentarse con la cuestión del sionismo, pero
Emperor Shaka the Great, a Zulu Epic, Londres, 1981, es, sin duda, asimismo con la aparición del bundismo en Europa oriental; y
su obra más importante. La escritura en zulú y su fidelidad a las como intelectual afronta la problemática del compromiso nacional
formas de la cultura oral le permiten conciliar el compromiso na- por oposición al esteticismo cal como lo practican sus amigos del
cional y la necesidad de reconocimiento internacional. Su compa·
1. André Brink. A11 plus noir de la nuit, París, Srock, 1976 (trad. de R. Fou-
1. Enucvisca con el escricor, op. cit., p. 14. ques Duparc).

348 349
Orculo de Praga. Podemos representarnos el lug-.u que ocupa Kaf. nab dl' 191 1 )' l-..omicnros de t 912. por unll l'ómf"'ftla 111'.'g"da dt
ka a panir de estas tres posiciones simultáneas, a menudo contra· Pol11nia. Una vct que ha Jem1bicno la )'it/Ji.J?ktit, 1111nwtuim§
diaorias y. sin embargo. indisociables. El escritor se encuenm jus· dl'menh1s autori1.an ll pcnAAt que trata dr ~um:111t Al fllílpo drl
to en la intersección de todos los espacios intelectuales. políticos y )'iddish. es decir. a la elaboración de una cultur;i porul:tt judfa y
literarios: Praga. desde luego capital tanto nacional como culmral lairn. 1 Se puede al mismo tiempo plante;ir la hi~mtt'~í~ de \Jlll', 0111
dd nacionalismo checo, pero igualmente la ciudad en que se afir. ;llTrgln al modelo que hemos intentado dcsctihit, KtfkA ~ \'to (n
man todavía los intelectuales judíos germani7.ados que forman en· sr pu.~o él mismo) en la situación de un esctitot fundacinn~I tJ11<'
tonces el Circulo de Praga: Berlín, capital literaria e intelectual de ludrn por el pleno reconocimiento de su puehlo ~·~u n11cic\11. t-oin-
coda Europa central: y luego el espacio político e intelectual de la prnmctido con la elaboración de una literatura nacional judli1. ~­
Europa oriental. universo en el que afloran movimientos y partidos ria asl un miembro paraM1jico, tnigicamente di~tante, <lcl e~r1nfo
nacionalistas y obreros judíos y donde se enfrentan las tesis bundis· judlo yiddish y. sin embargo. escritor acti\'o 111 ~en·ido de c~ta •na-
ras (que promueven el yiddish) y sionistas; sin olvidar Nueva York, ción u judla a punto de emerger (o de un movimientiJ nacion11I qur
ciudad nueva de la inmigración judía. hogar político, literario, tea· luchaba por el reconocimiento de esta nueva nación). y r11 cuant11
eral y poético de las poblaciones judías inmigradas de Rusia y Po· ial comprometido con la creación de una litctatura popul.u y na·
lonia. cional, al servicio del pueblo y de la cultura judfn5,
Los judíos de Europa central y oriental a finales del siglo XIX se Lo que hace difkilmente comprensible la sitlladé\n Je l\afka e_~
encuentran en una situación casi comparable a la de todos los de· que es el reverso exacto ()' la simétric11 invrna) de m5 mntclttl'nt.t,
más pueblos de la región que buscan una vía de emancipación na· neos. Intelectual de primera gcner11dón en un univetm intclrctt1iil
cional. Pero con la enorme diferencia de que. dominados entre los más burgués que él en su conjunto, Kafka e~ ttlll)' di8tlnto de "H
dominados, víctimas del ostracismo y el antisemitismo, estigmati· congéneres, )' entre ellos su amigo M11x Brod: e5 ~och1li~t11. yidJl~h­
i.ados y sin territorio, desperdigados por toda Europa, deben rea· ta, :111tisionista, cuando todos sus comp1!1\etm ~011 5ion1Nlll§. nitcil1-
lii.ar, más que ningún otro pueblo dominado, un gigantesco es· nalistas. germanófllos, hehmizantes, itntiyiJdbht115. rettrnedcntt 11
fuerzo teórico y político para elaborar, imponer y legitimar sus teo· un;1 comunidad judla de Eutopo occidental en t1tan l'lltte it~lmil11-
rías nacionales (y nacionalistas). No hay duda de que de este estado da y gcrmani7.ada, se halla, sin embargo, en una posid1\11 t~in1 y
de dominación extrema y de esta situación única nace el conflicto contradictoria: no conoce el riddish y no pur..le ponrm• llill'l:tll·
teórico y político que, esquemáticamente, opone a los sionistas y a mente al servicio de la obra colectiva cll)'R g11111deu )' her1t111~u111
los bundistas: los primeros, cual herederos de Herder, partidarios dcscdhe sobre todo en l.11 m1m11/11 china. Por e~o 11dopt11ht llt111 ~o­
lucic'111 paradójic11 y no obstante i11Bupet11blr: mribit en 11lr111~11
de la fundación de una auténtica nación, identificada con un terri·
para d puchlo judlo a5itni111do, y te!Crirle li1 tt1t~lh1 dl' l111tAimll11"
torio nacional (Palestina), y los segundos abogando por una solu·
ción. Hithrfo que leer /mJtJtigr1do11rs tlt "" prrrt1 o A"'~''°' romo
ción autonomista y diasporista.
tc~timonios de )¡¡ volu11t11t.I ruaBi ct11ol6(4iC11 de l\11fkit lfe fadlh11t 11
A partir de esta posición de dominación indisolublemente li· lo5 judlm gerrn11nizados un relntu de su µrori11 hl11oti11 olviJ11d11 (~e
teraria, lingUlstica y pollrica se puede intentar describir la posición sabe que el vmlodero titulo, i1t111(Cini1da pot ti l'tof1iu K11l1'11. del
y el proyecto literario, aunque sin duda también político (nado·
na]) de Kafka. Descubre el universo cultural y las reivindicaciones
1. A<111I mr vnl1111 de un c~1111llo hi111'>tlc11 r lhftntlo dt I•~ tr~h" dr 1:111111
políticas y lingüísticas de los jud los de lengua yiddish (casi siem· Kallu (111\n 1111 puhllrnr) 1111r hr tl'ltlltRdo "l'1utr y 1¡ur f•dlh• l11t ell'tflftllm J,
pre bundi&tas, pero también sionistas ... ), a través de las obras de •Jlrlll'hU• hlMIÓtkU y dt1dlflk1n Mfl:f~Rtfa_~ r1t11l•1ll11t:U!ióM lfllir•
reatro yiddish repre5entadas en Praga durante algunos meses, a fi.

350
cexro que publicó Max Brod con el nombre de América, era preci-
cura propias. Estos escritores •vivían,., explica Kafka a Max Brod,
samente El o/vidado1), y denunciar el horror de la asimilación (de
..en medio de tres imposibles (que sólo casualmente denomino im-
la que él mismo es producto), que no es nada más, para él y en sus
posibles lingüísticos, llamarlos así es lo más sencillo, pero también
propios términos, que la negación de sí mismo, en aras de la nece-
podrían llamarse de una forma completamente diferente), la impo-
saria afirmación de una existencia nacional judía popular y secula-
sibilidad de no escribir, la imposibilidad de escribir en alemán, la
rii.ada.
imposibilidad de escribir de otra forma, casi podría agregarse un
En otras palabras, Kafka, escritor que quiere estar al servicio de cuarto imposible, la imposibilidad de escribir [...] o sea, era una li-
un movimiento nacional y socialista judío en lucha por la existencia teratura imposible desde codo punto de vista•. 1 De la misma ma-
de una futura «nación» judía, se convierte, como todos los escrito- nera, Kateb Yacine habría podido escribir: los escritores árabes se
res al servicio de una causa nacional, en un arrisca político. Pero se han desgarrado entre tres imposibilidades (que denomino imposi-
ve obligado a abandonar la lengua del pueblo -con más o menos re- bilidades linguísticas, pero que son también imposibilidades políci-
signación- en beneficio de la lengua dominante. Se encuentra, cas): imposibilidad de no escribir, imposibilidad de escribir en
pues, exactamente, en la siruación de todos los colonizados que, en francés, imposibilidad de escribir en árabe, imposibilidad de escri-
los períodos de emergencia de movimientos de independencia na- bir en otra cosa... Los compañeros de Kafka, miembros dd Círculo
cional, descubren su identidad y su especificidad en el momento de Praga, están por tanto, según él, obligados a escribir en alemán,
mismo en que comprenden el estado de dependencia y de desnudez pero están asimilados hasta cal punto que incluso han olvidado que
cultural a las que les ha llevado la asimilación. Al igual que Joyce habían olvidado su cultura propia y que la escritura en alemán era
decidió escribir en inglés, pero subvertir esta lengua desde el inte- la prueba palpable de su dominación. Vale decir que se hallan en la
rior, Kafka resuelve utilii.ar el alemán, pero para plantear literaria- situación de todos los intelectuales dominados o colonizados que
mente cuestiones literarias, políticas y sociales desconocidas antes buscan, a través de la lengua, una salida a la aporía fundamental en
de él, y para tratar de descubrir, en alemán, las categorías propias de la que están atrapados. Por eso Kafka invocará en la misma cana
la literatura yiddish incipiente (que son las de codas las literaturas -y casi en los mismos términos que Jean Amrouche a propósito de
en formación): las formas y los géneros literarios denominados «Co- los escritores argelinos de la primera generación- d cerna explícito
lectivos•, es decir, que tienen en común la pertenencia a una colec- del robo de la lengua y de la ilegitimidad. La lengua alemana es,
tividad, como los cuentos, las leyendas, los mitos, las crónicas ... para los intelectuales judíos, •la apropiación 2 [ ••• ]de un bien ajeno,
Precisamente en este sentido se puede leer la obra de Kafka como que no ha sido adquirida, sino hunada a través de una maniobra
una especie de «traducción» denegada del yiddish. (relativamen ce) rápida, y que sigue siendo un bien ajeno, aun
La situación de los escritores judíos alemanes de Praga, que cuando no podría comprobarse ni can sólo un error lingüístico•; su
Kafka describe en su célebre carta a Brod de junio de 1921, es un literatura es una cclicerarura imposible desde codo punco de ,ista,
atajo extraordinario para comentar la situación de todos los escri- una literatura de gitanos qi« habla robado a la criatura almuma tÚ
tores dominados, compelidos, por causa de su propia dominación
culrural y lingüística, a escribir y a hablar la lengua de los que les l. F. Kafka, Cana a Max Brod, junio de 1921, Cfi1vm wmplms. 11p. cil.•
p. 1087. [ Cartar a Max Brod (1904-1924), Barcdona, Grijalbo Mond.tdori,
han sometido hasta el punto de hacerles olvidar su lengua y su cul-
1992.)
2. En el cexro alemán, Kafka distingue ttcS manera de apropiarse de la len·
l. Cf. Claudc David, •Noúcc• de L'Amlrique {L 'Oubli!}, Franz Kafka, CEu· gua alemana: una es laut (confesada). otra 1tillst"hu~1gnui (r.iciral; la última sólo
vra comp/ha, t. l. París, G2llimard, • Bibl. de la Pléiade», 1976, p. 811. Claude se adquiere al precio de un combate interior. de una auténcica tortura del cscri·
David pm:ísa que El oluúW/o significa: •aquel de quien se ha perdido la hudla•. cor (selbstquiikrísch).

352 353
su cuna y que a toda prisa la había acomodado de cualquier mane-
puesw, poco a poco y como a mi pesar, a través de la •investiga-
ra, ya que alguien tiene que hacer malabarismos sobre la cuerda.
ción histórica» que he efectuado y que me ha conducido a insertar
(Pero ni siquiera era la criatura alemana, no era nada, simplemente
a Kafka en su universo nacional {internacional, por tanto).
se decía que alguien tenía que hacer malabarismos))>. 1
El célebre pasaje de sus Diarios en que Kafka explica el amor
incompleto que profesa a su madre mediante la contradicción lin-
CREADORES DE LENGUAS
güística -prodigioso revelador del lugar cenera! que ocupa esca len-
gua materna ausente y siempre analizada en términos exclusiva-
La aparición de una lengua nacional distinta de la lengua do-
mente psicológicos- proviene direccamence de sus reflexiones
minante depende, en primer lugar, de decisiones políticas. Cuan-
sobre el yiddish. Aparece en medio de nocas dedicadas a Lowy y a
do una lengua específica es declarada lengua nacional, los escrito-
los recuerdos del comediante: «Ayer, se me ocurrió que no había
res pueden, llegado el caso, elegirla como material de escritura.
amado siempre a mi madre como se merecía y como podía amarla,
Aun cuando represente una de las posiciones extremas en el abani-
por el simple hecho de que me lo impedía la lengua alemana. La
co de las posibilidades lingüísticas, o sea, una de las grandes vías
madre judía no es una "madre"; la denominación de madre la con-
de diferenciación política y literaria, esta opción es asimismo una
vierte en algo ligeramente cómico (no por ella misma, ya que esta-
de las más difíciles y peligrosas. En efecto, como en los espacios
mos en Alemania); damos a una mujer judía el nombre alemán de actualmente en formación, sobre todo en África, casi todas las len-
madre, pero olvidamos la contradicción que nos penetra canco más guas europeas reivindicadas en el curso del siglo XX han sido im-
gravemente en el sentimiento. "Madre" es para los judíos algo es- puestas a partir de un dialecto regional: «El búlgaro literario se
pecialmence alemán; junto a un esplendor cristiano, contiene in- basa en el idioma de Bulgaria occidental, el ucraniano literario en
conscientemence una frialdad cristiana, y así la mujer judía que re- los dialectos del sudeste, el húngaro literario nace en el siglo XVI
cibe el nombre de madre no sólo resulta algo cómico sino también de la combinación de diversos dialectos ... »1 Noruega reúne, en es-
algo ajeno.» 2 El alemán como lengua extranjera al mismo tiempo tado casi experimental, como hemos dicho más arriba, dos lenguas
que materna (dilema para el que Rilke, que también lo sufría, en- nacionales: una, el bokmal (lengua de los libros), muy fuertemente
concrará otras soluciones) es una lengua de préstamo, apropiada danesizado tras más de cuatro siglos de dominación danesa, y es la
por la asimilación, es decir, en la lógica de la reflexión de Kafka, y marca histórica de una colonización, y la otra, el landmuzai (len-
en los términos precisos del debate político que se desarrolla en- gua del país), llamada más carde nynorsk (neonoruego), producto
tonces en los círculos judíos de toda Europa, robada vergonzosa- de una reivindicación de los inrelecruales de principios del si-
mente aJ precio del olvido de uno mismo y de la traición de la cul- glo XX que preconizaron, en el momento de la independencia na-
cura judía. cional. la ((creación» de una lengua «verdaderamente• noruega. La
Esca lectura, que me propongo argumentar en otro sitio, que falta de literariedad de esas lenguas poco cotizadas en d mercado
engloba, más de lo que excluye, las numerosas interpretaciones an- literario (incluidas las que disponen de un capital de antigüedad,
teriores (psicológica, filosófica, religiosa, metafísica, etc.) puede te- como el catalán, el checo o el polaco ... ) tiene como consecuencia
ner algo de chocante y de desencancador o hasta «blasfematorio» una marginalización casi mecánica de los escritores que las practi-
para lectores habituados a la leccura «pura» de K.afka. Se me ha im- can y las reivindican, y una dificultad inmensa para hacerse reco-

1. E. Hobsbawm, Nations ti Natio1w/isnu tkpuis J780. París. Gallimard,


l. F. IWh. op. cit., pp. 1086-1087. La cursiva es mía.
1992, p. 73. [Naciones y nado11alumo dmk 1780, B:m:dona, C'..rícica, 1998.]
2. F. IWh. ]011rnal op. cit., p. 114.

355
354
nocer en los centros literarios. Cuanto más excéntrica y desprovis-
ta de recursos sea su lengua, canto más se verán obligados a ejercer Je 1970 existían muy pocos textos en esta lengua, aparte de algunos
como escritores nacionales. Ocurre como si los escritores que to- folletos pertenecientes a la •literatura de mercado•. 1Ngugi ha emi-
man prestada esta vía tuvieran que sufrir los efectos de una doble to la primera novela en kikuyu, 2 y el corpus literario en esta lengua
dependencia, fruto de la doble invisibilidad y de la doble inexis- parece aumentar tan sólo gracias a sus propias obriu. Su voluntad
tencia de su lengua, tanto en el mercado político y lingüístico in- de: promover literariamente su lengua materna·' se inscribe clara-
ternacional como en el mercado literario. mente en una lógica de acumulación inicial: •Üna lengua es el pro-
En los universos lirerarios en los que la lengua nacional está ducto de una sucesión de generaciones distinras, al mismo tiempo
sólo dotada, cuando se produce su «nacionalización», de una tradi- que un banquero que tiene un modo de vida, una cultura, y reíleja
ción oral o, como en el caso del gaélico, de una tradición escrita in· las modificaciones causadas por la experiencia colectiva•, escribe.
terrumpida desde hace mucho tiempo, el capital literario, o sea, la «La literatura como procedimiento para pensar en imágenes utiliza
tradición escrita, las formas literarias tradicionales, es prácticamen- la lengua y extrae su sustancia de [... ] esta historia encarnada en la
te inexistente. Por eso todo el trabajo de «esrandarizaciónn, 1 de es· lengua. Pues nosotros, escritores keniatas, ya no podemos evitar
tablecimicnto de normas ortográficas y sintácticas, que antecede a esta pregunta: ¿de qué lengua y de qué historia va a extraer su sus-
la elaboración literaria propiamente dicha, pone a los intelectuales tancia nuestra literatura? [... ] Si un escritor quiere hablar a los '4lm·
y a los escritores al servicio exclusivo de la nueva lengua, es decir, pcsinos y a los obreros, entonces deberla escribir en las lenguas que
ellos hablan [... ].Al hacer su elección, los escritores de Kenia debe·
de la nueva nación. En la Irlanda de comienzos del siglo XX los
dan recordar que la lucha de las lenguas nacionales kcniatas contra
poetas y los intelectuales que optaron por el gaélico se consagraron
la dominación de las extranjeras forma parte de la lucha miis ge·
más a la codificación de su lengua que a una obra singular, por otra
neral de la cultura nacional de Kenia contra la dominación imperia-
parte mucho menos consagrada que la de sus contemporáneos que
lista.»4 Salman Rushdie presentaba a Ngugi en 1983, durante un
escribían en inglés. Los escritores comprometidos con la batalla na-
coloquio sueco en torno a la cuestión de una •Literatura de la Com-
cional deben as{ reunir recursos literarios específicos, en cierco monwealth», como un «escritor abiertamente político•, un •mar-
modo, a partir de nada; tienen que construir de arriba abajo una xista comprometido», Afiadía, para completar la semblanza de un
especificidad literaria, temáticas propias, géneros literarios, con- artista radical: Ngugi «expresó su rechazo de la lengua inglesa al leer
quistar, en suma, la ejecutoria de una lengua que, desconocida o su obra en swahili, con una versión en sueco leida por su tntductor,
poco cotizada en el mercado literario, deberá ser inmediacameme lo que nos dejó absolutamente estupefactos11.~
traducida para alcanzar una legitimidad internacional.
El escritor keniano Ngugi wa Thiong'o, que, como hemos di-
l. A. Rkard. op. cit.. p. 118.
cho, ha abandonado actualmente el uso literario del inglés en pro-
2. (.aithaani M11th11rab11illi (1980), ll'llducido al JWl!hili y de1pu~1 al ingl6
vecho de su lengua materna, el kikuyu, es un caso límite, y apasio· por d amor en 1982: Drr1il on tht Cross. l.ondm, Heinrmann, 19112. Cf. 111prt1,
nante por lo que revela de las empresas literarias de esta clase. Antes pp. 301-302.
3. Que no C5 la lengua nacional kcnialll: desde 1971. Kenia ha declarado
l. Vblc la diMinción que Daniel Baggioni introduce entre la •normali:u· LJUC el swnhili es In única lcnguK nacional. función hasra enton(n rnrnpartida

ción•, como •establecimiento dr la norma [... J que arañe a la capitali1~1dón sim· rnn el inglés.
bólica necesaria para rl comcn.m que permilir:I su difusión y su adopción•: )' 4. Ngugi wa Tl1io11g'o, Writm in PolitiN, Londm. Heinemann, llJll I, dta·
la •cs1andari1.:1dón•, que afecra a •la ohm ele los profc.~ionalcs de la lengua. gr.1· Llo por J. Bardolph. op. cit., pp. 163-IM.
IJÚÚC01, filólogos, escrirorc~ ... P D. Baggioní. l.1111gut'1 t't Nations m Eumpr. op
5. Snlman Ruslulir, •La litrba1urc du Commonwnhh n'e~i.ie pu•, p11 ,,¡,,
inr11xi1111im. vp. ri1.. p. 79.
cit., p. 91.

356 357
Las contradicciones en las que viven encerrados estos creado-
res las duplican, en cierto modo, las formas literarias que adoptan. inglés en Kenia, del gaélico con respecto al inglés en Irlanda, del
Cuanto más deficiente es el crédito literario, más dependientes cacalán (o del gallego) con respecto al castellano en España, es de-
son del orden nacional y político, más toman prestadas formas li- cir, tanto el status oficial como el número de hablantes, el lugar en
terarias muy poco cotizadas en el meridiano de Greenwich. La fal- el sistema de enseñanza, el número de libros publicados, el de es-
ta de tradiciones literarias propias y la dependencia con respecto a
critores que hayan escogido escribir en esa lengua, ere., permiten
las instituciones políticas tienen por efecto una reactualizaci6n de medir y analizar el estado exacto de las relaciones de dominación
los modelos más tradicionales en materia literaria. Ngugi ha dado lingüística y literaria en cada uno de esos países.
testimonio de los problemas prácticos que afrontaba al elaborar
ficciones literarias en lcikuyu. Explica que no disponía de ningún En los espacios literarios medianos -ni centrales ni totalmente
modelo, salvo el de la Biblia, y que encontró grandes dificultades "excéntricos»-, como los de las pequeñas naciones europeas, la si-
en la construcción de su relato, o en la «ubicación temporal de los tuación, con diferencias de grado a lo sumo, es escructuralmente
muy próxima a la de las zonas muy desposeídas. Tal como ocurre
personajes•. 1
en las literaturas más pobres, la desigualdad lingüísáco-literaria
Estas contradicciones múltiples explican que haya muchos es-
ejerce aún efeccos tan poderosos que puede impedir objeávamente
pacios literarios dominados que, no obstance la imposición de una
(o cuando menos dificultar) el reconocimiento o la consagración
lengua nacional específica, siguen siendo literariamente bilingües.
de escricores que practican «pequeñas• lenguas. Henrik Srangerup
De la misma manera que hubo, en los siglos XVI y XVII, entre las
habla así de su lengua materna, el danés, como de una •lengua en
personas cultas, un bilingüismo2 latín/francés, instituido y repro-
miniatura». La figura del poeta danés Oehlenschlager es el símbo-
ducido por el sistema escolar debido a la dominación indiscutida
lo de esta marginalidad lingüística; para Stangerup: aEse Napo-
del laán, así también se reconoce la dependencia en el bilingüismo león de los poetas, tan titánico en su producción como Hugo o
literario (digrafia) de numerosos espacios literarios. Más aún, se Balzac [era] digno, si hubiese escrito en una lengua internacional,
puede detectar el grado de emancipación lingüístico-literaria, y el de conspirar a su lado contra la estupidez que ignora las fronteras
progreso de la apropiación de nuevas riquezas literarias nacionales, nacionales.>• 1 Contrariamente a la ideología ecuménica que preside
por medio de la desaparición paulatina del bilingüismo (y de la di- las celebraciones literarias, los escritores de •pequeñas• lenguas
grafia), indicio indiscutible del derrocamienco de la sujeción lite- pueden, en efecto, verse marginados de facto. Amonio Candido,
raria. Así, el crédito literario atribuido a la lengua francesa, que se gran crítico literario brasileño, señala que, a finales del siglo XIX, la
acumula a lo largo de los siglos XVl y XVII, permitió lo que he lla- originalidad estilística y literaria del novelista brasileño Machado
mado «la victoria» del francés, 3 a saber, su reivindicación simbóli- de Assis habría debido permitirle ejercer una influencia interna-
ca y la aparición progresiva en la práctica de un retroceso del latín cional: «Entre las lenguas de Occidente, la nuestra es la menos co-
o, por lo menos, de su relegación a un lugar secundario. Hoy en nocida, y si los países en los que se habla representan poca cosa ac-
dfa los indicios objetivos de la sicuación política y literaria del ára- tualmente, en 1900 representaban todavía menos en el escenario
be con respecto al francés en Argelia, del kikuyu con respecto al político. Por ese motivo permanecieron ~marginales" dos novclis-
ras que escribieron en esta lengua, y que son comparables a los
más grandes que escribían por entonces: E~ de Queirós, absoluta-
l. A. Ricard, op. rir.. p. 148.
mente adaprado al espíritu del naturalismo; Machado de Assis:
2. O una diglosia, según los casos y las definiciones de los sociolingüiscas.
Cf. D. Baggioni, op. cit., p. SS.
3. Cf. mpra, primera parce:. 1. Henrik Scangc:rup, Le Slductt'llr. op. cit.

358 359
[... ] escritor de calla internacional, siguió siendo casi cocalmencc
desconocido fuera de Brasil[ ... ]. A la gloria nacional casi hipemo. blicar en lengua catalana y pueden aspirar a ser traducidos directa-
fiada correspondió una desalentadora oscuridad internacional .• 1 mente a las grandes lenguas literarias sin pasar por el castellano. Es
Este gran crfcico, empeñado en evaluar de nuevo la literatura de su actualmente el caso de Sergi Pamies, Pere Gimferrer, Jesús Mon-
país, será a su vez, en cierto modo, víctima de este ostracismo es- eada, Quim Monz6, etc. La aparición de un conjunto de traduc-
tructural: como observa Howard Becker, Candido «se quedó en tores especializados abre la producción literaria a la circulación
Brasil, ha escrito en su lengua y ha dedicado lo esencial de su internacional y permite que la lengua catalana exista progresiva-
energía a su literarura, que (exceptuando algunas obras) los lecto· mente en el espacio internacional tanto político como literario.
res que no hablan portugués no conocen. Su trabajo es práctica- Pero aunque la vía catalana se hace cada v~ más legltima, la caste-
llana sigue siendo una auténtica alternativa. Más aún, como ya he-
mente desconocido en el extranjero». 2 Exactamente en el mismo
mos subrayado, los novelistas en lengua castellana, por definición
sencido, Cioran evoca en su correspondencia a uno de sus amigos
más difundidos, y que hacen circular una versión eufemi1.ada, para
rumanos, Petre T urea, que según él habría debido conocer el reco-
uso del gran público, del nacionalismo cultural catalán -en forma
nocimiento internacional si no hubiese vivido en Bucarest y escri·
de novelas policíacas, como Manuel Vázqu~ Montalbán, o de no-
to en rumano: «¡Qué hombre tan extraordinario! Con su inspira-
velas realistas que evocan la historia de Barcelona, como Eduardo
ción sin par, si hubiese vivido en París hoy tendría una reputación Mendoza o Juan Marsé-, están mucho más reconocidos y consa-
mundial ... •3 grados en los grandes centros literarios. En otras palabras, en esos
En esos espacios medianos también pueden encontrarse situa- universos, el bilingüismo tiene tendencia a desaparecer dencro de
ciones de bilingüismo. Cataluña, por ejemplo, que reivindica su una misma obra y ya no se encarna en los desgarramientos de crea-
especificidad cultural «nacional», es una región en donde cohabi- dores individuales, pero persiste en forma de lucha por una legiti-
tan y rivalizan el catalán y el castellano. En cuanto ha conseguido midad lingüística en el propio espacio literario nacional.
que se reconozca su autonomía lingüística y cultural, han podido Pero, en esos espacios «medianos», los polos nacional e inter-
crearse instituciones de difusión, distribución y producción litera- nacional propenden a diferenciarse, y las posiciones •nacionales•
ria independientes. 4 Hay ahora en Barcelona editores catalanes cambian de significado. Mientras que en la fase de formación los
que publican obras para un público «nacional» cada vez más nu· creadores nacionales luchaban política y literariamente por la auto-
meroso gracias a la «catalanización» del sistema escolar. Algunos nomía -su politización, ya lo hemos dicho, constiruye una forma
escritores, por consiguiente, han podido optar por escribir y pu· paradójica pero real de autonomía-, a la inversa, en las literaruras en
vías de auconomización, los escritores nacionales rechazan la apertu-
ra internacional y se consagran al conservadurismo literario, a la ce-
J. Amonio Candido, op. cit. rrazón estética y política. Simultáneamente aparecen escritores que,
2. lbldnn, Howard S. Bcckcr, •lncroduc1ionn, p. 29. rechazando la sumisión total a las normas y a los deberes ~nacio­
3. E. M. Cioran, •leme a Bucur Tincu, 29 décembre 1973•, ciiado por Ga·
brid Lliceanu, op. át., p. 30.
nales», optan por la internacionalidad y las innovaciones estéticas
4. Ya hemos señalado que un espacio liccrario •nacional. rclacivamcntc au· consagradas en el meridiano de Greenwich. Al mismo tiempo cabe
tónomo puede constituirsc y unificarse en ausencia de un Estado en sentido po· describir esquemáticamente estos universos medianos como estruc-
lírico estricto. En cicnas regiones polhicamcnce dependientes que poseen una turas nacidas de la oposición entre los escritores nacionales, conver-
fuerce auronomla cuhural y en las cuales se desarrollan movimientos de naciona· tidos en nacionalistas, y los internacionaJes, modernistas.
lísmo (o independentismo) cultural o polftico, como la Irlanda de finales cid si· Debido a su descentramiento constitutivo, y como producen
glo XIX, la Cataluña actual, la Marcinica.... es posible, en efecto, de.1eribir la en una lengua que posee escasa literariedad o en un espacio muy
emergencia de un espacio literario relativamcncc autónomo.

361
360
marginado. los nacionaJes-conservadores son creadores «no tradu-
cidos": al carecer de existencia, de visibilidad, de reconocimiento, ta») como del contenido (siempre nacional) la gran saga La tima,
no existen literariamente fuera del espacio literario nacional. El es- de la escritora coreana Pak Kyongni, candidata nacional oficial al
critor nacional tiene una carrera y un mercado nacionales: repro- Premio Nobel, a la obra de Dobrica éosié (nacido en 1921), ex
duce, en su lengua nacional, los modelos más convencionales, que presidente de Serbia y autor de novelas nacionales concebidas con
son también los que más se ajustan a los criterios nacionales (que arreglo al modelo tolstoiano, que consriruyen inmensos éxitos en
él cree nacionales y que sólo están universalmente anticuados). su país; a la Je Dragan Jeremié, disecada por Danílo Kis en su Óu
Como no le exportan, él tampoco importa: hace caso omiso de las flnfllrnnije y que califica de ••bonita•; a la de Miguel Delibel en Es-
innovaciones estéricas, los debates espedficos que se entablan fue- paña ... El escritor nacional sólo llega a prosperar en todas las regio-
ra de las fronteras nacionales, las revoluciones que hacen época en nes del mundo por medio de la reproducción (y la consolidación
el universo. Como no está «traducido .. , no accede nunca al univer- en formas mt'lltiples, sobre todo comerciales) de polos nacionales,
so literario, es decir, a la idea misma de autonomía. El retrato que nacionalistas. conservadores, tradicionalistas, «ignaros•, por em-
Juan Benet hace de Pío Baraja brinda una especie de definición plear el término de Kis. Todos esos •no traducidos• se oponen
quintaesenciada del escritor nacional: «A lo largo de una vida de a las fuertas centrípetas del espacio literario mundial y ponen fre-
mlis de ochenta años y de una carrera literaria de casi sesenta, ape- nos poderosos aJ proceso de unificación. Son protagonistas del es-
pacio literario, completamente orientados hacia la parcelación, la
nas alteró un ápice las premisas de donde habla partido [... ] su
división de la literatura mundial, hacia su dependencia político-
obra termina en el mismo punto donde empezó [... ). Pero entre
nacional.
su juventud y su madurez, vio pasar el modernismo, el simbolis-
En esos mismos espacios, en lucha con los nacionales, surgen
mo, el dadaísmo, el surrealismo sin que su pluma conociera el más
también creadores que rechazan la limitación nacional y recurren
ligero estremecimiento; vio pasar a Proust, a Gide, a Joyce, a
a los criterios de la innovación y la modernidad internacionales.
Mano, a Kafka, por no decir a Breton, a Céline, a Foster, a todos
Llegan a ser, como hemos visto, «intraductoresM, es decir, impor·
los americanos de enrreguerras, la generación perdida, la literatura tadores de las novedades centrales, y extraducidos (exportados por
de la revolución, sin levantar la cabeza a su paso [... ] ya estaba for- la traducción): su obra, nutrida por los grandes revolucionarios e
mado cuando su pusieron en circulación las ideas de Marx y innovadores que han dejado huella en las capitales literarias, se
Freud que sólo habrían de levantar su desdén. Y convertido en un ajusta a las categorías de los que consagran en los centros. Al igual
cuerpo inmunizado ni siquiera le afectarían hondamente la guerra que Danilo Kis, Arno Schmidt, Jorge Luis Borges. etc., son asi-
del 14, la revolución bolchevique, el caos de la posguerra o la apa- mismo autores traducidos y reconocidos en París, a pesar de su
rición de las dictaduras y fascismos. De alguna manera se habla in· pertenencia a espacios literarios muy alejados del meridiano de
temporalizado.n 1 Greenwich y muy desposeldos espedficamcnce (y en los cualc~
Por cscricores «no traducidos» no entiendo que ninguno de constituyen excepciones).
ellos logre ser rranscrito en otra lengua. Me refiero a que estando
por definición «retrasadosn con respecto al presente de la literacura, En esos universos encontramos, como he mostrado en la pri-
no acceden nunca en verdad a la consagraci6n internacional. De mera parte de este estudio, creadores ·bilingües• o •naturali1.ados•
una manera muy cxtrafla y, sin embargo, demostrativa, se puede en otra lengua que, como sufren la marginalidad mecánica y el
aproximar tanto desde el punto de vista del estilo (siempre 11realis· alejamiento a los que los condena su lengua nacional (y materna),
se convierten a uno de los gratule.~ idiomas literarios. De este
l. J. Bcnr1, Otollo m Mdllritl hilcill 1950, op. át., pp. 38-40.
modo, Ciornn o Kundera, Panait lmati o Bcx:kctt, Nabokov,

363
362
Conrad o Scrindberg han adoptado como lengua de escritura, en
un momento dado de su rrayeccoria, de forma provisional o defi- diante un procedimiento que invierte el proceso ordinario de la
nitiva, en alternancia o en traducción simétrica y sistemática, sin traducción (y que demuestra, una vez m~. que se trata menos de
verse forzados a elJo por ninguna fuerza política o económica, una un cambio de lengua que de «naturaleza•), el texto francés se con-
de las grandes lenguas lirerarias mundiales. Esas idas y venidas en- vierte en la versión original: uA partir de ese momento~, escribe
tre dos lenguas, dos culturas, dos universos, son producto de un Kundera, «considero mío el texto francés y permito que mis nove-
bilingüismo (o de una digrafia) que no es en modo alguno la con- las se traduzcan tanto del checo como del francés. Tengo incluso
secuencia de una dominación colonial o política, pero que sólo es una ligera preferencia por la segunda solución.~'
posible explicar por el peso de la escrucrura desigual del mundo li-
terario: sólo el poder invisible de la creencia de que gozan derer-
1.A ORALIDAD LITERARIA
minadas lenguas y el efecto de ccdevaluación» que caracteriza a
otras pueden ·forzar•, sin ninguna coacción aparente, a algunos
En las regiones lingüísticamente dependientes, incluidas Nor·
creadores a cambiar la lengua de su obra.
teamérica y Latinoamérica, que hemos descrito m~ arriba como
Hemos visco que Cioran, eras haber publicado en Bucarest al-
excepciones dentro del conjunto de los territorios bajo domina-
gunos libros en rumano, quiso recobrar la lengua de la literatura por
ción colonial, 2 donde los escritores sólo disponen, debido a tradi-
excelencia, es decir, según las represencaciones más antiguas de las
ciones culturales y políticas, de una gran lengua literaria, halla-
reJaciones de fuerza en el universo literario, la lengua del «siglo de
mos, con otras formas, las mismas estrategias discinávas.
Luis XIV"• la esencia del clasicismo, y se transformó por tamo en es-
A falta de un idioma sustirutorio, los escritores se ven obliga-
critor francés. Asf también, pero dentro de una lógica estética y po- dos a elaborar una «nueva» lengua dentro de la suya propia; des-
lfáca complecamence disánca, algunos exegetas de Paul Celan, asi- vían los usos literarios, las reglas de corrección gramatical y lite-
mismo de origen rumano, han sostenido que su poesía, compuesta rarias y afirman la especificidad de una lengua «populan. Merced
en alemán y •Contra11 el alemán, cuyas estructuras hace estallar, esta- a la articulación de las dos grandes representaciones del •pueblo•
ba escrita 11para ser traducida al francés», reclamando la transposi- -como nación y como clase social-, nacerán la categoría y el
ción francesa como una liberación de la lengua del holocausto. En concepto de «lengua popular», o sea, un medio de expresión in-
este caso se trataría de una traducción interna en el proceso mismo trínsecamente ligado a la nación y al pueblo que ella define y
de escritura. El propio Celan colaboró estrechamente en la versión cuya existencia justifica. Se trata, pues, de recrear una especie de
francesa de sus poemas, publicados con el título de Strette (197 l ), bilingüismo paradójico que permita diferir lingüística y literaria-
realizada con Jean Daive y André du Bouchet. 1 Este libro, traduc- mente dentro de una misma lengua. Se crea así una •nueva• len-
ción asistida, debe considerarse plenamente un texto de Celan (lo gua, mediante la literalización de prácticas orales. Hallamos aquí,
que no impide en absoluto que circulen otras traducciones). en forma lingüística, los mecanismos de transmutación fücraria
Milan Kundera, escritor checo exiliado en Francia desde 1975, de los relatos populares tradicionales.
hace años que escribe sus libros en francés; pero, más aún, desde
1985 ha decidido, tras haber controlado y corregido él mismo la
1. M ilan Kundera, •La parole de Kundel'll•, ú MonJt, 24 de septiembre de
totalidad de las traducciones francesas de sus libros checos, que la ver- 1993. p. 44.
sión francesa de sus obras sea la única plenamente aucorizada. Me- 2. A cama de que son ronas cuya independencia polfria ha sido reivindica-
da no por colonizados, sino por colonos. y de que su relación con la lmgu:t no
füpone sujeción ni imposición, sino un legado •legitimo•.
1. Patfs, Mercure de francc.

36S
364
Mehos radical, en apariencia, que 11:1 que consiste en adoptar
Uha nueva lengua. esta solución es, de hecho, a falta de cualquier 111oi~eau, C:onfiant y Bernabé, puhlicaclo en Parf5 en 1989, e:itpre-
otra salida. una manera de crear la distancia más grande posible '" la negativa a tener que elegir entre los do~ t~ttninm de Uha
COh el polo polltico cuando la lengua es la misma. Permaneciendo ahct11ativa, ula europeldad y la africanidad•, 1 •tenaza• qul' ha ob~­
en la lengua cemral, es posible reconstruir, merced a diferencias ln- tarulizado durante mucho tiempo a todo, los e§ctitom •descen-
firnas, la misma posición de ruptura expl lcita que la que permite el trados».
cambio de lengua. Se trata de "exagerar las propias diferencias», En los anos 1960, los hativos de Quebec, mediante su reivin-
como preconiza Ramuz. que justamente optó por esta solución en dicación del joual, rechazan tanto la influencia de lá lengua ingle-
el cantón de Vaud. Muchos son los que han intentado crear dife- ~a. a la que han denominado el 1pealt whitt, como las normas del
rencias más o menos notorias (en el uso, la pronunciación, los .. buen» francés. Invirtiendo la condena del jo11al (tramcripción fo-
idiotismos, las incorrecciones deliberadas, la subversión de las con- nética de la pronunciación popular en Quehec de rhn•dl emplea-
veniencias lingülsticas, que son también sociales ... ) en las que basar da para marcar, en principio peyorativamente, la divergencia rnn
una identidad nueva e inalienable a partir del criterio popular. respecto a la norma del francés académico), para convertirlo en el
F.s la vía magnlficamente inaugurada por el dramaturgo J. M. slmboln lingüístico de una independencia polltica y literaria veni-
Synge al llevar a la escena del teatro la lengua a la vez real y 11litera- dera, afirman su autonomfa frente a las dos estructuras lingülsticas
lizada" de los campesinos irlandeses: el anglo-irlandés. Esta solu- que los dominan, el inglés de Ottawa y el francéll de Parls; reivitt-
ción, a la par que es fiel a la representación popular de la lengua dican el uso y la especificidad de una lengua liberada de las nor-
nacional, rompe con los cánones de la conveniencia lingüística in- mas francesas y por ende oral, popular y de germanla. Reclamada
como un •(criollo" norteamericano, esta lengua oral popular de
glesa. La introducción de la lengua oral en la literatura trastoca
Montrcal, de origen campesino, que integra numeto~os anglicis-
por doquier Jos términos del debate literario y subvierte, con me-
mos )' americanismos, conquista rápidamente, en los años 60. el
dios espedficos, el concepto de realismo literario. En el Brasil de
status (incluso provisional) de lengua literaria especfAc.a. y permite
los afios 20 y 30, en el Egipto de los años 20, 1 en el Quebec de los
imponer pollticamente el francés como lengua de la ~nacióh• de
afios 60, en la Escocia de los afios 80, en las Antillas actuales, la
Quebec en lucha contra la hegemonla del ingl~. al tiempo c1ue
oralidad permite, en formas diferentes y para usos diversos, pro-
impide la dominación del francés de Francia. Es sabido que la re-
clamar en la práctica una emancipación política y literaria, o en- vista Pm·ti priJ, creada en t 963. describe la situación de Quebec
trambas. cotno opresión colonial y se erige en portavoz de uno de los gran-
Esta solución concreta de una posición contradictoria permi- des movimientos de protesta literaria y polltica en la ciudad. En
te asimismo adoptar posturas de doble rechazo. Del mismo modo 1964 las ediciones Partí pris publican Le Cttborhon, de Andre Ma-
que Synge, al poner en boca de sus campesinos una lengua «mix- jor, y. sobre todo, Le Ct1JJI, de Jacque5 Renaud, que inauguran la
ta• en la Irlanda de principios del siglo XX, se niega a escoger en- querella del jmwl pero principalmente permiten renovar por com-
tre el inglés y el irlandés, el manifiesto de la ((criollidad» de Cha- pleto la problemática literaria. Al alejme de la norma audémica.
Quclm: ha inventado una vla di: expresión propia (destinada a m
1. Puedt' describirse exactamente en lus mismns t~rminm y según la mimm pue.qta rápidamente en entredicho) que le facultarla, pat1tdtijica-
lógic.a la lucha, parcialmente naciunal, de los esuitorcs egipcios en los afio~
1920 y llJ30 por imponer rn literatura d realismo literario y linglllstico, y, por
mr11te, l'ªra rcaptopiarse del francés.
ende. el árabe llamado dialectal y popular -hallta entonces confinado en la rro-
dua:i6n dr una literatura de segunda dasc-, contra lm refinamientos estt!ticos 1. l'a1 tick ( :hamnl~!'Rll. f1'1111 Rf'm~h~. Ra11l1a~I ( 'onliant, ltltJKF tlt ¿, rfflllitl,
de la lengua dibica. l'atf~. C1nlllnutrd-l'tl'>\llr~ Unlvruhnltt'~ ct~olr~. 19RQ, r·
111.

v;1
Según el grado de emancipación del espacio literario, o sea, el
grado de «desnacionafüación» de los objetivos literarios, se hará un nos! Naranjas! No, no, a Europa no voy. Soy americano, y mi lugar
uso m~s o menos autónomo, es decir, más o menos literario, de la está en América. La civilización europea de veras desmondiu la ih·
lengua 11popular~. Pero, en cualquier caso, el uso t.'mico (o casi) de una tegridá de nuestro caráter.11 1 Andrade no es, desde loego, el •pri-
gran lengua literaria permite a los creadores «avanzar» en la constitu- mer" escritor brasilefio, ni el modernismo el primer movimiento li-
ción de un patrimonio. Contrariamente a los que crean nuevas len- terario de Brasil: 2 una larga historia literaria les precede. Pero, al
guas nacionales desprovistas de todo crédito. los escritores que here- igual que en la América hispanófona, esta historia se componla has-
dan una lengua dominante, aun si la subvierten y cambian sus ta entonces, en gran parte, de obras que reproduclan, con divergen-
códigos y empleos, ejercen una especie de «apropiación del capital» y cias más o menos reivindicadas, los modelos importados de Euro-
p:1. Ahora bien, el modernismo, del que Andrade es uno de los
se benefician de todos sus recursos literarios: es ella la que transporta
principales "teóricos~· o portavoces, es el primer movimiento que
vaJor y crédito literarios, mitologías y panteones nacionales; con ella
reivindica explícitamente una emancipación literaria nacional. Pue-
está a.~ciada antes que nada la creencia literaria. Pueden así ••quemar
de decirse que Mário de Andrade se encuentra en la misma posi-
las etapas•. La estética literaria de los escritores que adoptan, para
ción que Du Bellay cuando éste reclamaba que se pusiera fin a la
transformarla, una gran lengua literaria, es de entrada más innovado-
dependencia del latln. 3 Es el poeta fundador del espacio literario
ra, debido al capital literario intrínseco de la lengua, que la de los es-
hrasilefio en la medida en que es el primero, con el conjunto de la
critores que promueven una «nueva» lengua exenta de literariedad.
generación modernista, que, al reivindicar y crear una •diferencia•
Por eso los escritores dominados que hablan (y escriben) lenguas cen- nacional. hace entrar al mismo tiempo al espacio literario brasileño
trales pertenecen ya a los espacios literarios relativamente dotados. en el gran juego internacional, en el universo mundial de la literatu-
ra. Su amigo Oswald de Andrade, autor del manifiesto antropófago
(Tupi or not tupi, that ÍJ tht qtmtion) y del manifiesto de la Pof!Ílt
•MACUNAfMA,., EL ANTl..CAMÓES Pn11 Brmil (Poesía Palo Brasil, del nombre de la madera de tinte que
e~a la primera riqueza exportada del Brasil colonial), era mM expli-
Es preciso, sin duda, comprender la empresa novelesca de Má- cito al respecto. Con esta metáfora silvestre afirmaba su voluntad
rio ~e Andra~e, a menudo designado como el 11Papa» del mq- de crear una poesla que por fin pudiese exportarse: •Una sola lu-
dermsmo brasileño, dentro de esta misma lógica de la creación lite- cha,,, escribe en su manifiesto: flla lucha por el camino. Separemos:
raria. En el Brasil de los años 20, concibe en efecto su famoso Ma- Poesla de importación. Y la Poesla Palo Brasil, de exportadón .• 4
cuna{ma como el manifiesto fundador de una literatura nacional
que reivindica, al tiempo que la crea, una lengua escrita brasileña, 1. M. de Andradr, Mncounal'ma, edición critica, coordinador Pirrrc Ril"l.1,
l'nrls, Sruck, Unesw, CNRS, AUCA XX, 1996 (trad. de J. Thi~riot). IMdt"U·
distint.a de •la lengua de Cam6es1•, es decir, del buen uso del portu-
1111/11111, Barcdnnn, Seix Harral. 1977.I
gu~. Con el mismo impulso que Joyce al rechazar las convenciones 2. Antt's <JllC él. en esprcial, Jos~ de Alenc:tr, 3 quien Andrndr quctla lll"diur
literarias y gramaticales del inglés, Andrade declara: 11Afrontamos el si.. libro, intrnt6 ya promover 11ntt lengua hrn.~ilefi11. C[ M. Carrlli, W. Nogueita
problema actual, nacional, moral y humano de brasili7..ar Bmil." l 1alv!io, l.r lit11111ttt bri.1i/irn. 11p. rit.. pp. 10-11.
Esta afirmación de una cultura propia brasileña, transmitida y crea- .l El e1116logo lloger Ha~tlde )'R lrnbla intenrado. en lo~ alins 40. mnbltt:en 1111
pnmleli~mo rntrr Mttc1mttfnt11y la cmpresn de la Plc!ynd,. Cl Roger Butlde. •ll·flf-
da a través de una lengua asimismo brasilefia, procede. pues, de una m1111lm11 vi9tn p11r 11111 frnnce.1•, RrviJt11 do Arr¡uiuo M11niri1'41l 11.'' 106, S~o l'~ulo,
voluntad deliberada de romper con la dependencia lingülstica con t'llt'W de JIJ4Ít.

respecto a Portugal, pero también, más ampliamente, con la depen- 4. D~wald dr Andrade, A11tl!mp11phagit.1, Parb, lllammarion, 1'182. p. 25'1
dencia literaria (y cultura.!) respecto a toda Europa: "Paciencia, na- (trnd. de J. Thli.'rlut).

~69
368
El proyecto modernista es tanto polftico como literario. En la
cos de los manifiestos fundacionales literarios. Andrade propone
famosa Semana de Arte Moderno que se celebró en Sao Paulo en
una "brasilizaci6n" de la lengua portuguesa, o sea, exactamenrt~
1922 -manifestación en la que se conmemora el centenario de la
una apropiadón brasilefia del portugués a través de los usos de la
independencia de Brasil y momento fundacional y original del
lengua hablada en Brasil, la integración en el patrimonio y el arte
modernismo brasilefio-, un grupo de poetas, músicos y pintores
nacionales de las sonoridades y aportaciones de la lengua oral que
desgarra solemnemente un ejemplar de las Lusladas, declarando de
divergía de las normas portuguesas. 11Eludla el sistema portugués•,
este modo una guerra simbólica a Portugal. Pero quieren también
escribe al poeta Manuel Bandeira, uquerla escribir en brasilefio §in
poner fin a la univoca dominación literaria de París, donde la ma-
incurrir en el provincianismo. Quería sistematizar las incorreccio-
yorla de los intelectuales brasilefios va a <<recibir clases». El modelo
nes cotidianas en las conversaciones, los idiotismos brasilefios, sus
francés es para ellos tan aplastante que quieren, como insiste An-
galicismos, sus italianismos, su jerga, sus regionalismos, arcalsmos,
drade: .. Cortar el cordón umbilical que los une con Francia. Los
pleonasmos.•> Exige ante todo que se ponga término a lo que él de-
escritores, en lugar de ir a pavonearse como idiotas a París, deben nomina irónicamente el ubilingüismo• de los brasilefios: las dos
coger su hatillo y desenterrar su propio país. ¡Ouro Preto o Ma- lenguas del país sedan en efecto «el brasilefio hablado y el portugués
naus, antes que Montmartre o Florencia!>> 1 El contundente recha- escrito ... 1 He aqul un nuevo rasgo común con la historia de la acu-
zo de Parls está a la medida del embeleso y la fascinación extraor- mulación inicial de capital francés en los siglos XVI y XVII: la volun-
dinarias (y casi fetichistas) que la capital de la literatura ejercía tad de emanciparse de una norma escrita demasiado fijada y que
sobre los brasilefios. 2 De nuevo hallamos aquí la postura men- impide justamente el enriquecimiento, la transformación de los
cionada más arriba de los escritores fundadores que luchan por la usos mediante el recurso a las formas nuevas de la lengua oral. El fa.
autonomía tanto política como literaria de su espacio literario na- moso llamamiento de Malherbe a los «ganapanes que transportan
cional: la fundación como afirmación de diferencias exige una el heno .. , esto es, a un empleo oral, libre, popular de la lengua, se
ruptura con todos los circuitos anexionistas, ya sean estrictamente concebía como un arma para combatir el uso artificial y sobre todo
políticos -como la dependencia con respecto a Portugal- o esped- la inmovilidad (y, de ahí, el carácter repetitivo) de los modelos es-
ficos, como la sumisión ante París: 11Estamos terminando con la critos que, al ser continua y cuidadosamente reproducidos, no pue-
dominación del espíritu francés», escribe Mário de Andrade a Al- den renovar (desarrollar, acrecentar) el tejido mismo de la lengua.
beno de Oliveira. «Estamos acabando con la dominación gramati- En M11ctmttlmt1 el portugués, lengua escrita y por lo tanto fijada.
cal de Portugal.n3 cuando no muerta, precisamente se asimila al latln. Los habitante~
Marunalma, publicado en 1928, habrá de convertirse en uno de Sáo Paulo poseen, escribe Andrade: •[ ... Jsu riqueza de expre.sión
de los grandes clásicos literarios nacionales. Esta obra jubilosa, im- intelectual es tan prodigiosa, que hablan en una lengua y escriben
pertinente y provocadora, contiene todos los rasgos caracterlsti- en otra 1... ]. En las conversaciones utillzanse los Paulisranos de una
jerigonza bárbara y multifacérica, crasa de factura. e impura e11 lo
l. GUies Lapouge, •Préfa~·. en M.trio de Andrade, L 'Apprmtí 1011riitt, Pa- vernáculo, mas que no deja de tener su saber y fuerta en las apóstro-
rls. La Quin1..aine Lirtfraire-Louis Vuiuon, 1996. p. IJ (trad. de M. Le Moing Y fes, y también en las voces del juguetear [... J tan luego toman la plu-
M.-P. Malh!). ma se Jcspojan de tantas asperezas y surge el Hombre Latino, de
2. Cf. Mario Cardli, ·I~ Brésiliens a Paris de la naissanc:e du romanrisme Linnl'o, rxpresnnclme rn orto lenguaje. muy próximo drl virgiliano
aur :.rvant-gardc••· J., P11m dt1 hrangm, op. cit., pp. 287-298. .
1... J idioma de meguez, que, rnn imprrecedem gallardla. intin'dase:
.l M. dt Andrade, Caria a Alberro de Oliveira, n." 3. dtat.lo por M. C11rell1
y w. Nogueira GaJvio, u llom11n bririlim Unt /i/UrtllUTt amhropop'111gt 1111 XX'
1/kk. op. l'it., p. 53. l. M. de Andrndr, M11rt1111111fm11, 11p. rit., p. l l<J.

370 371
lengua de Camóes! .. 1 Vemos que la estrategia es aqui igual que la de
Beckett que, en «Dante... Bruno. Vico ... Joyce,., 2 afirmaba que el describir las especificidades culturales existenta. Se sa~ qut la
inglés era una lengua envejecida. cuando no muerta, lo mismo que idea de ese texto se le ocurrió tra~ la lectura del libro del ernólogo
el latín en Europa en la época de Dante. alemán Koch-Grünberg Vom Roroima zum Orinoco-Mythm und
Asl también, y con una lógica próxima a la de Joyce en Ulises, legenden der Taulipang und Areltuná Jndianmt, 1 colección de le·
esta reivindicación de una literatura nacional escrita en una lengua yendas y relatos míticos indios en la que aparece el pmonáje de
nacional va de la mano con la voluntad de quebrar los tabúes cul- Macunafma. 2 Partiendo de datos etnológicos, lingülsticos, geogrli-
ruraJes, gramaticales. sexuales, léxicos, literarios del moralismo co- ficos, de lecturas y referencias eruditas, mediante la acumulación
lonia! y del decoro social, de negarse, en suma, a respetar la jerar- de un material aún disperso, destinado a proporcionar los funda-
qufa dominante de los valores literarios. La civilización tropical, o mentos de una cultura propiamente brasileña, Andrade trata de a-
el •tropicalismo,., que Andrade defiende, exige la afirmación de hibir y exponer una «suma" de saber sobre Brasil. Este proyecto st
una •barbarie11 que invierta el orden cultural oficial. Por eso escri- acompaña de una voluntad explícita de unificar culmraJmente la
be, a1 principio de su diario de viaje de 1928, a propósito de la ca- nación brasilefia: Andrade intenta juntar dentro de un solo y mis-
mo texto (.,Un solo Brasil y un solo héroe•, escribe en 1935 apto-
rioca -habitante de Rf<>- por oposición a la paulista -habitante de
p6sito de su libro) 3 todas las regiones, las diversidades geográficas y
Sio Paulo, más europea-: «Por ello toda esa belleza exuberante de
culturales, las particularidades del país. 4 11Uno de mis intereses•,
la carioca refleja un país nuevo de América, una civilización que
precisaba, (•ha sido no respetar, de manera legendaria, la geograffa
califican de bárbara porque contrasta con la civilización europea.
y la fauna y la flora geográficas. DesregionaJi7.aba a.si la creación
Pero lo que tachan de bárbaro todas esas gentes privadas de nues- todo lo posible, al mismo tiempo que lograba el mérito de conce-
tro hermoso país no es en realidad sino una reeducación. Síntoma bir Brasil literariamente como una entidad homogénea: un con-
embriagador de Brasil.1')3 Macunafma es un texto deliberadamente cepto étnico nacional y geográfico.10 5 Para evitar el realismo (y, por
provocador, una jerga chistosa, antiliteraria, que asume todas las tanto, las divisiones regionalistas), sitúa en el sur leyendas del nor·
contradicciones aparentes de la lucha contra todas las formas de te, mezcla expresiones de gauchos con giros septenrrionaJes, tras-
seriedad europea. planta animales y vegetales. Pero, simuJtáneamente, inventa una
Pero no sólo se traca de «nacionalizar» la lengua; Andrade postura doble muy refinada: a la par que recopila y ennoblece ex-
quiere también, como todos los escritores fundadores de literaturas plfcitamentc un patrimonio cultural hasta entonce monopoli7.ado
nadonaJes emergentes, reunir los recursos existentes para transmu- por la etnologfa, adopta un tono irónico y paródico que, de un
rarlos en recursos literarios y culturales. Ahora bien, los únicos pre- modo literario, niega y mina los fundamentos del conjunto de la
cedentes a los que puede recurrir para recobrar, compilarj reunir y empresa.
literarizar cuentos, leyendas, ritos, mitos populares, son los etnoló· Además de la exposición de mitos y leyendas, la narración,
gícos. En otras palabras, mientras que trata de emanciparse polfti·
camente (y lingüísticamente) de Portugal, pero asimismo cultural 1. Vol. 2. Stutrgart, Stroeker & Schnlt'der, 1924.
y literariamente de Europa, Andrade" ve obligado a recurrir a las 2. Cf. Td~ Porto Ancomt Lopn, •M11roun11TmA tr Mirio dt Andradr•, Ma·
m111111fmtt, op. rit., pp. 242-24l
investigaciones etnológicas europeas, que han sido las primeras en J. Carta a Sou[A dr OliveirA dr 26 dt ahril <Ir l93'i. citado por M. Riaudel,
ibldrm, p. ,100.
4. Combar la ad la littrA!Uro regionali~ta, muy lmpottanrr en Amil dndt n.
1. Jbúlnn, pp. ) J(,.. J J7.
rm del dglo XIX.
2. S. Brckctt, •Dante... Bruno. Vico ... Joyce-, /.oc. cit.. p. 29.
'l. Citado por M. IUaudel, lar rit.. p..1\01.
3. M. de Andrack, L 'Apptmli to11ri111, op. tlt .. p. 165.

37~
372
"1bútulada «rapsodia», es también la oca.sjón de una especie de in-
rualmen ce un clásico brasileflo incluido en el programa de oposi-
venwio Gel vocabulario específicamente brasileño. 1 Mediante
ciones, objeto de decenas de obras críticas, comentarios, interpre-
enu.meaciones (a menudo calificadas de rabelesianas), de efecto a
taciones y glosas, adaptaciones cinematográficas y teatrales; se ha
menudo cómico, d escricor compone un repertorio de términos
convenido incluso en el tema de desfile de una escuea de samba. 1
que se convertirán en espedficamence brasileños. Como son em-
Pero cruzará muv difícilmente las fronteras y sólo mucho más car-
pleados literariamente por primera ve-1., adquieren, gracias al proce-
de accederá al r~nocimiento internacional. El mismo año de la
dimienw de Andrade, una doble existencia -nacional (entran a
aparición del libro en Brasil, Valery Larbaud había pedido a Jean
formar parce dd léxico «autorizado» o, por lo menos, reconocido)
Duriaud, uno de los principales rraduaores de literatura brasileña
y liceraria (poética)-: «Preguntaron para codo cuanto es ser, apere-
en Francia, que indagara acerca de una posible traducción del tex-
mas ciús cacús-mulicas iguanas ranas corcugas-escorpión de la cierra
to. El traductor respondió a Larbaud en octubre de 1928: •No, no
y de los árboles, [... J pala lagartija que anda picas con el ratón, pa
conozco nada de Mário de Andrade; por consejo de usted, le babia
los pacús parones paiches sabaleros del río, los picaparras flamen- escrito, pero, lo cual ilustra lo que le decía anteriormente, nunca
cos y paro.6-marre.cos de la playa, codos esos seres vivos, pero nadie ha dado señales de vida.11 2 A Andrade, que se nic-ga a someterse al
había visto nada.· 2 Aquí también podemos ver que se crata de una veredicto central, y está enfrascado en su carea nacional, parecen
cscmegia universal; ya Du Bellay exhortaba a los «poetes fta11foys11 a preocuparle muy poco, como a codos los fundadores literarios que
enriquecer d vocabulario de la poesía «franfoyse» con los términos procuran corcar en seco las anexiones centrales siscemácic:as de los
lé.aticos que emplean los diferentes gremios; palabras «modernasi, cexros nacionales, las posibles traducciones de su reno. 3 Pero no se
que no podían existir o tener siquiera equivalencias en latín y que erara sólo del desinterés consustancial de Andrade por la traduc-
coruácuían así un.a especificidad real (originalidad) francesa: «Y ción: el desconocimiento de Macu111líma en Europa es, siméttica-
además ce quiero advenir de que frecuences a veces no solamente mence, la prueba del emocentrismo crítico de los ceneros. Tras una
a 105 excavadores, sino también a todo género de obreros & gen- traducción al italiano en 1970 y otra al español en 1977. la prime-
teS mecánicas, e.orno marineros, fundidores, pincores, grabadores ra traducción francesa (firmada por Jacques Thiérior) se publica en
& demás, escrutar sus invenciones, los nombres de las materias, 1979 -es decir, cincuenta años después de su publicación en Bra-
hcrranúemas, & los vocablos usados en sus arces y oficios, para sa- sil-, tras haber sido rechauda por varios edirores (no obstante el
car de ellos bellas comparaciones y vivas descripciones de todas las dictamen favorable de Roger Caillois y Raymond Queneau). Y, en
COU6,Jt3 lugar de ser objeto de un reconocimiento específico tardío pero
La mejor prueba de que Macunalma es un texto nacional, de
aspiración nacional, es que habrá de conocer un éxito inmenso en 1. M. Riaudcl, • Toupi and noc coupi, une aporie de l'etre nacional•, ÚK. m ..
p. 290.
wdo d país, pero su craducción tendrá una difusión difícil. Es ac- 2. Citado por Pierre Rivas, ·Réception cricique de M11e11un11i'ma en Frantto,
en M. de Andrade. Marounaima, op. rit.. p. 315.
l. Se '3he que un poco mát carde Joáo Guimarács Rosa (1908-1967) pro· 3. A la inversa, su compacrioca Oswald de Andradc. que hada numerosos
cederá, dt una manera muy 1imilar, en sw rclacos y en especial en su gran no· viajes a París, cracaba de darse a conocer y de ser craducido. Consiguió un en·
vda, Gra11tÍL Strtáo: Vrmias, a enriquecer decisivamente el vocabulario nacio- cuentro con Larbaud, a pesar de haber prevenido a és1c en su ~"Ontra Machildc
nal braildio, por medio de: enumeraciones incontables de c~rminos que Pomes, que consideraba a los lacinoamcricanos •gcnces sedientas de renombre
europeo•, y Oswald le hizo conocer, apane de su.~ propias obras. que no consi-
dcaignan la fauna y la flora del M:rcio. [ Gra11 Smón: veredas, Madrid, Alianza,
guió que se cradujeran, la producción brasileña moderna. Le ofreció un \'olumen
1999.J
de las obras del gran novelista brasileño del siglo XIX Machado de Assis. Cf.
2. M. dt Andrade, M11counalm11, op. d1 .. p. 54.
B~arrice Mousli, V4kry larbaud. op. t:it.• p. 378.
3. J. du Bcllay, La /JeffonCt' fl /Uustrarion de la langue ft11nfoyse, op. cit., p. 172.
375
374
muy merecido. la versión francesa se impone a la postre tan sólo
gracias a un gigantesco malentendido: el texto, editado en una co- una realidad moral, sino que entiendo más bien la entidad pslqui-
lección consagrada a los escritores hispanófonos del «boom», es asi- ca permanente, que se manifiesta en todo, en las coscumbres, en la
milado a esa estética, considerada «barroca•>, con la que, evidente- acción exterior, en el sentimiento, en la lengua, en la Historia, en
mente, no tiene relación alguna. el modo de andar, tanto en el bien como en el mal. El brasileño
La continuación de su recorrido, que en cierto modo no hace no tiene carácter porque no posee ni civiliiación propia ni con-
más que amplificar ese proyecto inicial, muestra, sin ninguna am- ciencia tradicional. Los franceses poseen carácter y asimismo los
bigüedad, la verdadera naturaleza de la empresa literaria y cultural yuyubas y los mexicanos. Haya o no contribuido una civilización
nacional de Andrade. A partir de 1928, en efecto, afio de la pri- propia, un peligro inminente o la conciencia secular. lo cierto es
mera edición de su relato legendario, el autor se consagra a la re- que ellos tienen un carácter. No as( el brasileño. Es como un mu-
copilación de daros musicales, folklóricos, que pudieran servir de chacho de veinte años: se le pueden advenir tendencias generales,
base y enriquecer la cultura nacional brasileña. Musicólogo, em- pero todavía no es tiempo de afirmar nada f... ]. Y mientras yo me-
prende investigaciones sobre cantos y bailes populares para un ditaba acerca de estas cosas caí sobre Macunafma en el alemán de
•diccionario musical brasileño•>, y publica regularmente obras de Koch-Grünberg. Y Macunaíma es un héroe asombrosamente des-
ernomusicología, organiza el primer congreso de la lengua nacio- provisto de carácter.» 1
nal cantada y participa en la creación del Servicio del Patrimonio La fuerza de la empresa de Andrade es su lucidez y lo que po-
Histórico y Anístico Nacional. Será asimismo, en 1938, junco con dríamos denominar su nacionalismo crítico y reflexivo. Nativo de
Claude Lévi-Strauss, fundador de la Sociedad de Etnografía y de un país joven y desprovisto, Andrade sabe que no puede luchar
Folklore en Río de Janeiro. con armas iguales con las grandes naciones culturales: sabe que la
El itinerario de Mário de Andrade, can nacional que se negará desigualdad no es sólo algo padecido, sino incorporado, y que el
pasado de dependencia, la pobreza concreta, la falta de recursos li-
siempre a abandonar Brasil para viajar a Europa, no le convierte,
terarios impiden la formación de un 11carácter nacional•, o sea. un
empero, en un nacionalista triunfalista e ingenuo. Al contrario: la
capital, la reunión de recursos culturales nacionales, la creencia co-
particularidad de ese «héroe sin carácter», como indica el subtítulo
mún en una lengua y una literatura, objetos de culto nacional ...
del relato, consiste en que es un «mal» salvaje, concebido a la in-
Habla de la desigualdad (es decir, de la falta de historia. de cultu-
versa de codos los presupuestos del «héroe» nacional, encarnación ra, de literatura, de lengua) en la forma de una especie de deformi-
de los valores nacionales. Carece de buenos sentimientos, es pere- dad fisiológica: 11EI héroe dio un estornudo y se arrechó. Se fue
zoso, astuto, embustero, parlanchín y camorrista. Sus primeras pa- enderezando, creciendo fortificando y se puso del tamaño de un
labras serán: u¡Tengo galbana!» Según el etnólogo alemán Theo- hombre tronchado. Pero la cabeza sin mojar quedó para siempre
dor Koch-Grünberg, es el personaje de una leyenda raulipanga ñata y con la carita singraciada de guacho-chico.• 2 La proclama-
cuyo nombre está formado por la palabra maku (malvado) y el su- ción literaria fundacional se opera, no en un gesto de ingenua ce-
fijo aurnencativo ima. Macunaíma, por tanto, quiere decir «malísi- lebración nacional, simple voluntad de ennoblecer a toda costa
mo». Y Andrade lo escoge como personaje de su narración y em- una cultura nacional, sino que se inscribe en una condut"ta inten-
blema nacional porque le ha llamado la atención el hecho de que cionada de ridiculización propia y de interrogación acerada sobre
Koch-Grünberg le presente ucomo un héroe sin ningún carácrer11. las flaquezas y cobardías nacionales.
Toma esa palabra en el sentido de «carácter nacional» y, en su pre·
facio inédito de 1926, explica así su proyecto: «El brasileño no tie- l. Cilado por M. Riaudrl, ÚJt. rit., p..'\04.
ne carwr [... ].Y con la palabra carácter no determino solamente 2. M. dt' Andrude, Mttrt1un11fm11. op. rit .• p..~'\.

376
Andrade inventa el nnacionalismo paradójico», es decir, una
rns poi· la dn111inaci611 polltica, lingüfstica y litet:ttia, y provocar
modalidad de pertenencia que. consciente de las múltiples parado-
vioknta!i mptura!i lJlle son tanto polltica.~ (la lengua del pueblo
jas e incluso de las aporías en las que se basa, llega, sin embargo, a
n>tno nadiln) como sociales (la lengua dél pueblo como cliue) y li-
superar, sobre todo por medio de la ironla. la maldición de proce-
ternrias. Una de las técnica~ más empleadas por los escritores e~ te·
der de un pueblo desposeído. No obstanre su de1:epción (o su rea-
rurl'ir al registro de la obscenidad o de la groserla (lo <¡ue lm crltirns
lismo), trata en verdad de dar cimientos a la nación bra~ileña: asl,
de la literatura legitima llaman «vulgaridad•'). llUe expresa una vo-
la metáfora de Macunalrna y sus dos hermanos -blanco, negro y luntad de ruptura y la aplicación de una violencia especffica.
rojo-, que representan las tres etnias fundadoras de Brasil, y que Sabl:'111os que 'Walt Whitman, resuelto a romper con lm cáno-
ejemplifican. según Pierre Rivas, la «vitalidad de un pueblo joven nes literarios ingleses, desbarata no sólo la forma poétic.1, sino tam-
y rico en diversidad•, •contra los mitos eugenésicos y racistas ante- bién l:t propia lengua inglesa al introducir, en H,,jm dt hitrbtt, ar-
riores que deploran la decadencia de un Brasil mestizo,,. 1 rnlsnms. neologismos, términos de jerga, palabras extranjeras y; pot
Quien escribió un dla: •Yo soy un indio tupi que toca el laúd» suput'sto. americanismos. Mejor aún, cabe afirmar que el nacimien-
-formidable slntesis de su desgarramiento cultural y su tragedia to de la novela norteamericana coincide con la •invención• dl' la
Intima y colectiva- no podla por menos que afirmar que él mismo oralidad en la escritura de lengua inglesa, con la publicación, en
era una paradoja viviente. De ahf que hoy en dfa se pueda consi- 1R84. de Huckleherry Finn, de Mark Twain: la crudeza, la violencia.
derar que Macunalma es un emblema de todos los relatos funda- el inconfor111ismo de la lengua popular rotnplan definitivamente
cionales nacionales: esta empresa literaria múltiple y compleja, ron las normas literarias británicas. La narrativa norteamericana
tanto nacional como etnológica, modernista, irónica, desencan- creaba su diferencia mediante la reivindicación de una lengua espl'-
tada, policica y literaria, lúcida y voluntarista, anticolonial y anti- dflca liberada de los corsés de la lengua escrita y de las reglas de la
provinciana, autocrftica y plenamente brasileña, literaria y antilite- ortodoxia literaria inglesa; es sabido que Hemihgway escribió. a
raria, lleva a su más alto grado de expresión el nacionalismo cons- propósito de este libro: .. Toda la literatura norteamericana moderna
titutivo de las literaturas desposeídas y emergentes. desciende de Huckleberry Finn [... ]. Todo lo que se ha escrito en
Norteamérica procede d~ ahl. Antes no habla nada. No ha habido
Esta vla desasimiladora es, pues, la reapropiación •cnaciona!.•, nada tan bueno después ... Con esa novela el mundo literario y el
•popular- -a veces en forma dialectal- y literaria de una lengua cen- pt'1hlico norteamericano pudieron reivindicar una verdadera •ame-
tral que permite a los escritores proclamar su diferencia. Esta reivin- ricanidadn, una oralidad, una especificidad, en suma, una diferencie
dicación de una lengua popular hablada que accede al status litera- que descansaba en todas las variantes dialectales del mtltingpvt, una
rio (o literario-nacional, según el caso) logra afirmarse sean cuales alegre distorsión iconoclasta de la lengua legada por lo~ ingleses.
fueren la forma y el grado de la desasimilación: simple divergencia De la misma manera, si se ha podido hablar <le ·E.~rnela de
de acento, regionalismos, dialectos o hablas criollas. La literariza- ( ;lasgowu, a propó.~ito de los novelistas escoces~ fütgidos en 19R4,
ción de la lengua oral permite asf no sólo manifestar una identidad es porque tienen en común el uso explícito de una lengua popular
distintiva, sino también poner en entredicho códigos admitidos de que es tamhién una forma concreta de reivindicad6n nacional: tsos
la ortodoxia literaria y de lenguaje, de la corrección inseparable- escritores. vinculados con el movimiento nacio11111ista escoc~~. thl-
1;111 de conferir una existencia literaria 11 une ll'ngua obrera, que se
mente gramatical, semántica, sint:ictica y social (o política) impues-
I. C:f. Angl."la Mnc Rnhhil', • Wl'!, Wl'I, Wl'I•, libft'. R<'l'llt i11trn11tti111111/r dti
1. f'. IUvu, •Modemismr et primi1ivitmt dans M11ro11f/1tl'm1tn, tn M. ele An· /ii•m. 11." 24. f:nmt, 1111 '1t1tio1111/i.r1111 m.•m11f'olitt?, uc111brr tlr 1'195, Pr· H-11.
dtade, M11w11n11Yma, op. rit .. p. 11.

379
378
afirma como un particularismo de la •<nación>) escocesa, y ello con-
cra las represencaciones campesinas y bucólicas de una nación con- generaciones de poecas y de noveliscas, de crear una lengua especí-
cebida, desde Herder, como conservadora de leyendas antiguas y ficamente brasileña, tanco en sus usos como en su vocabulario, ha-
del genio del pueblo. La gran subversión introducida por James bían sido el motor primero, el catalizador de la formación de una
Kelman, por ejemplo, es la de la imponación radical, esto es, exclu- literatura y un universo licerario nacionales. La propia definición
siva, de esta lengua popular y urbana en sus novelas. Kelman ha de la lengua, de su empleo y de su forma, presta contenido a las
querido poner fin a la convención (canto literaria como polícica) en primeras luchas internas. El nuevo modo de expresión pasa a ser
virtud de la cual, cuando se da la palabra al pueblo en una novda, lo que está en juego en los debates, y en corno de lo cual se organi-
hay que cambiar de registro y de nivel de lenguaje. La «nobleza), y el za y se unifica el conjunto del espacio. La oposición entre Jorge
uso literarios reservan, por tanto, para los diálogos el escila que se Amado y Mário de Andrade en el Brasil de los años 30 es caracte-
llama hablado, mienuas que el narrador se expresa con la «al cura» li- rística de esta clase de luchas unificadoras. Jorge Amado buscó
teraria. Esta convención, dice Kelman, descansa en un presupuesto una vía popular en sus primeras novelas, con arreglo a una pers-
pectiva directamente polícica: 1 ingresa en las Juvencudes Comu-
inherente al funcionamienco social de la literatura, según el cual
nistas en 1932 y escribe una de sus primeras novelas, Cacao, a fi-
oclecror y escricor son idénticos, se expresan con la misma voz que el
nales del 32 y principios del 33, bajo la influencia, dice, de •la
relato y son distintos de esos pmos proleras que dialogan en clave
novela prolecaria)> soviética, que empezaba a craducirse y publicar-
fonética•. 1 Así, en su novela The Busconductor Hines, 2 transcribe el
se en algunas editoriales de Sao Paulo. Después, mientras busca
ritmo y el idioma de Glasgow (prescindiendo de la transcripción fo-
los inscrumentos novelescos que le permican describir la miseria de
nética, como hace su compatriota T om Leonard, por ejemplo) y se-
los campesinos y de las clases populares del nordeste brasileño, se
ñala la equivalencia enue el diálogo y la narración suprimiendo las mantiene fiel a las convenciones neonaruralistas heredadas de la
comillas [con que se indican los diálogos en inglés]. Kelman rechaza novela proletaria: «Lo decisivo para nosotros fue la revolución de
enfáticamente que tachen su lenguaje de «grosero)> o de «obscenm1, a 1930, que representaba un interés por la realidad brasileña que el
pesar de la gran frecuencia de vocablos no conformes con la ortodo- modernismo no tenía, y un conocimiento del pueblo que los es-
xia literaria que hay en sus textos: como cuestiona las jerarquías na- critores modernistas no cenían en absoluto y nosotros sí poseía-
cionales y sociales, subviene también la distinción entre las grandes mos.»2 Amado quiso incroducir en Brasil una revolución literaria
palabras y las palabrocas. Sobre codo, al ucilizar la lengua inglesa, que fuese también, de forma inseparable, una revolución políti-
crea una udiferencia.. canco social como «nacional)) median ce la exhi- ca: «No queríamos ser modernistas, sino modernos: luchábamos
bición y la reivindicación de una lengua popular que se afirma por una literatura brasileña que, siéndolo, tuviera un carácter uni-
como una especificidad escocesa. versal; por una literatura inserca en el momenco histórico que vi-
víamos y que se inspirara m nuestra realidad para cransformarla.»3
La cuestión de la lengua se convierte en el mocor de forma- Amado rechaza, pues, las opciones del modernismo brasilefio, que
ción deJ espacio licerario, de lo que se dirime en los debates y riva- le parecen signos de una literatura «burguesa11 y cuya revolución
lidades. Los historiadores de la literacura brasilefia han mamado formal se le antoja facticia, precisamente porque no puede servirse
que la reflexión sobre la lengua y la voluntad, rarificada por varias
1. Cf. Alfredo Almeida, }orgr Amado: Politica t litrrahmt. Rlo de Janciro,
l. Duncan Me Lean, •James Kelman incervicwcd,,, Edinburgh Retiitui. Campus, 1979.
n.º 71, p. 77, citado en liber, n." 24, p. 14. 2. Jorge Amado, C.01111matio1u avrc Alict RJJi/lard. Gallimard, 1990, p. 38.
2. Edimburgo. Polygon, 1984. 3. Jbidtm, p. 20. La cursiva es mía.

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de una •autenticidad» popular: «La lengua de Macunafma es una
lengua inventada. no es una lengua del pueblo [... ]el modernismo manifiestos literarios que reivindican el uso y la conversión litera-
fue una revolución formal, pero, desde el punto de vista social, no rios de dos lenguas populares: una dialectal y otra criolla. Emanan
aportó gran cosa.>• 1 Sabemos que Synge. en el Dublfn de comien- ele escritores dominados por el espacio literario francés de dos ma-
ros del siglo XX, fue virulencamente atacado en los mismos térmi- neras claramente distintas, y que han afirmado su diferencia con
nos, y que le acusaron de llevar a la escena una lengua del pueblo más de sctenca años de distancia. Uno, suizo de lengua francesa,
falsa: la rechazaban tanto por no ser correcta desde el punto de pertenece a un pafs dominado literariamente (pero no políticamen-
vista de las normas nacionales como por ser inadmisible desde el
te) por el espacio literario francés, el cantón de Vaud, en el cual no
punto de vista de las representaciones políticas del pueblo. había sido aún posible constitución alguna de patrimonio literario
debido a que todas las producciones literarias hablan sido hasta en-
El de Brasil es uno de los casos que muestran que una rup-
tonces anexionadas a las de Francia. Se trata de Ramuz, que en
tura lingüística preconizada por los escritores, incluso dentro de
1914 publica, como ya hemos dicho, Raison d'ttre, 1 el primer nú-
la misma lengua, puede conducir a una verdadera independencia
mero de los Cahiers vaudois. Los otros, antillanos, proceden de un
literaria (y nacional). Esta discrepancia permite exhibir y mani-
espacio literario emergente, no independiente pollticamente, largo
festar en la práctica la «diferencia» reivindicada como identidad
tiempo sometido a dominación colonial: la Martinica. Jean Berna-
nacional. Brasil consiguió imponer su existencia literaria autóno-
bé, Patrick Chamoiseau y Raphael Confiant publican un Elogr dt la
ma a partir de la escisión del «modernismo» en los afios 20, esci- créolité en 1989, setenta y cinco afias después del manifiesto ~vau­
sión que fue sustituida y en cierto modo reforzada políticamente dés» de Ramuz.
por luchas lingüfsticas incesantes a las que en cierto modo legiti- Tras su fracaso en obtener el reconocimiento de escritor en
mó: la reivindicación de una lengua brasileña intrínsecamente Parls, Ramuz vuelve a su país natal y se dedica a fundar una •dife-
distinta del portugués -incluida la ortografía- se apoyaba amplia- rencia vaudesa». Los antillanos, por su parte, proclaman una iden-
mente en esa conmoción que sacudió de forma duradera (en la tidad «criolla» para oponerse tanto a la norma literaria francesa
prosa y en el diccionario) las reglas de la lengua escrita. En este como a la revolución poética y literaria de la negritud impulsada
sentido, la oralidad (y, por ende, la libertad) (re)inventada por por su antecesor, Aimé Césaire. Su primer gesto en común consis-
Andrade en Macunaima es una de las etapas más importantes en te en devolver el estigma normalmente atribuido a la lengua popu-
el reconocimiento de una especificidad lingüística y cultural de lar de su país y reivindicar como una diferencia positiva lo que se
Brasil. condenaba como provinciano o incorrecto. Ramuz subraya. al
igual que Chamoiseau, Confiant y Bernabé, que el habla dialectal
y el criollo han sido durante largo tiempo lenguas despreciadas,
LA CRJOLLIDAD SUIZA vejadas, ridiculizadas, en principio, por los mismos que las hablan,
victimas de la imposición de las normas del francés; •1111udrsrrl1t.r•,
La reivindicación de la oralidad (popular) como instrumento por un lado, unegrerlas.. , por el otro, han sido siempre objeto de
de emancipación y especificidad literaria aproxima a escritores a caricaturas, <eviejo caparazón de desprecio hacia nosotros mismos-.
quienes, a priori, todo separa: a pesar de las historias literarias dife- parn unos, i burla para el otro: nDe nuestra habla, que tit'nc tanto
rentes, ocupan posiciones muy cercanas en el espacio literario mun- sabor>•, escribe Ramuz, «adem~s de rapidez, claridad, precisión, vi-
dial. De este modo es posible comparar casi palabra por palabra dos
1. C. F. Ramu1,, R111rot1 d"¿t1't', op. ri1.
2. J. Bcmnbc!, I'. Cltamoisc11u, R. Conliant, J:'lugr Jr "1 cmliti. op. cit., p. 41.
l. /b/Jnn, pp. 42-43.

383
382
gor (las cualidades justamente que más echamos en falca cuando
escribimos "en francés"), de esa habla dialectal nos acordamos sólo escritura al tiempo que se enraíza en las configuraciones tradicio-
en la comedia burda y en la farsa, como si nos avergonzásemos de nales de nuestra oralidad.,, 1
nosotros mismos.» 1 Para Ramuz se trata de restituir una «verdad• de la lengua po-
Quieren asimismo dotar de una escritura, o sea, de una codifi- pular del cantón de Vaud. Como fundador de un «estilo• nuevo,
cación gramatical y una existencia literaria, a una lengua popular <<surgido,, de un país y de un paisaje, Ramuz reivindica la crans-
que no tenía hasta entonces más que una existencia oral: 2 <<Üh, cri pción literaria de un empleo real y popular de la lengua vaude-
acenco11, escribe Ramuz, «estás en nuestras palabras, y eres tú la in- sa. La revolución estilística que él lleva a cabo en los años 1920 (y
dicación, pero no estás todavía en nuestra lengua escrita. Estás en que la historia literaria atribuye sólo a Céline) consiste en dar la
el gesto, estás en el ritmo ... » 3 Los escritores antillanos, por su par- palabra al «pueblo» en la ficción novelesca y conferirle una posi-
ce, declaran necesaria «una adquisición de la lengua criolla más ción de sujeto hablante y hasta de narrador en el desarrollo del re-
adecuada en su sintaxis, en su gramática, en su léxico [... ] en su es- lato. En sus libros el habla popular no sólo se objecivii.a en los diá-
logos, sino que se integra en la propia narración. Hallamos aquí,
critura (aunque esta última estuviese alejada de los hábitos france-
rasgo por rasgo -descontando la postura política-, la cencativa for-
ses), en sus entonaciones, en sus ritmos, en su alma [... ] en su poé-
mal, lingüística, estética y social que el novelisca James Kelman
tica•.4
reinventó en la Escocia de los años 1980. Ramuz explica su técni-
Como (casi) por doquier en el mundo, en las épocas de for-
ca deliberada en una carca a Claudel en que resume la cuestión del
mación y fundación literarias el primer gesto consiste en reapro-
distanciamiento literario de la lengua popular: «••• so precexto de
piarse de la cultura popular oral: «La literatura antillana no existe novela, innumerables autores desprecian y halagan a la va. al pue-
t0davía11, aseguran los escritores marciniqueses al principio de su blo (lo que queda de él) y a la lengua de ese pueblo, que es la úni-
manifiesto. «Estamos en un estado de preliteracura.>> 5 Por eso Ja ca que cuenta, porque codo sale y entra de ella y porque ella no
oralidad y el recurso a la cultura popular oral serán la base de esca puede equivocarse; pero que esos prófugos de la Sorbona sólo uti-
nueva literatura: «Proveedora de cuentos, proverbios, canciones lizan entre comillas, es decir, sin tocarla más que con pinzas.,..?
infantiles, cantos, ecc., la oralidad es nuestra inteligencia, nuestra Ramuz y los escritores criollos tienen también en común la
lectura del mundo [... ].Volver a ella, sí, para restablecer en primer misma visión de la «pequeñez» de sus países respectivos, que en d
lugar esa continuidad cultural (asociada con la continuidad histó- escritor de Vaud reviste la forma de una reevaluación no sólo del
rica restaurada) sin la que es difícil afirmar la identidad colectiva país sino del paisaje: «Es diminuto, nuestro paísJ>, escribe, «pero
[... ]. ~olver a ella, lisa y llanamente, para revelar la expresión pri- tanto mejor. Así lo abarco encero con la mirada v, de un viscazo,
mordllli dt nuestro genio popular [... ]. En suma, fabricaremos una li- lo enumero [... ].Y al abarcarlo así, codo encero, de un vistazo. lle-
teratura que no suprima en absoluto las exigencias modernas de la go más fácilmente a comprenderlo, su "tono'',3 su carácter, y en-

1. C. F. Ramuz, Raison d'ttre, op. cit., p. 56. 1. Ibídem, pp. 34-36. La cursiva es mía.
2. La diferencia de estatuto entre el criollo como «lengua" reivindicada y d 2. C. F. Ramuz, carta a Paul Claudcl, 22 de abril de 1925, Lettm 1919-I947.
Ecoy, les Chanrres, 1959, pp. 174-176, citado por J. Mciz.oz, •le droic de mal écri-
vaudés como •habla dialectal .. no es quizá sino una diferencia de grado de indc:·
rcu, Actes de la Rechercht'm srimces sociaks. n.º 111-112. mano de 19%. p. 106.
pendencia con respecto a las normas dd francés.
3. Del mismo modo d novelista danés Hc:nrik Srangcrup convierte a su hé-
3. C. F. Ramuz, Raíson d'ttre, op. cit., p. 55.
roe literario e histórico MeUer en un crhico lirerario que panc hacia Parls en
4. J. Bemabé, R. Chamoiseau, R Confianr, Éloge de la créolitl, op. rit., busca del •cono danés• con d fin de fundar un;i nueva literatura danesa, liberada
p. 45. del yugo de la dominación alemana. H. Srangerup. lt Slt/uctellr, op. rit.
5. lbidnn, p. 14.
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384
tonces puedo descanar todo lo demás.» 1 ((Nuestro mundo, por pe-
queño que sea», escriben los antillanos, ~·es vasto en nuestro áni- que hasta ahora s6lo han parecido inceresar a nuestros apasionados
mo, inagotable en nuestro corazón y, para nosotros, dará siempre por la literatura, no solamente carecerán para nosotros de impor-
testimonio del hombre.» 2 La afirmación de un valor incrínseco del tancia, sino que incluso se nos antojarán singularmence sospecho-
país y del pueblo, por despreciados, desconocidos o desprovistos sas [... ). Lo particular sólo puede ser, para nosotros, un punto de
de recursos literarios que sean, es también una manera de luchar partida. No acudimos a lo panicular sino por un amor a lo gene-
contra las normas instituidas por los centros, una forma de reivin- ral y para alcanzarlo de un modo más seguro." 1 Pero, aun si Ra-
dicar el derecho a la existencia y a la igualdad literarias. Así debe muz excluye, de acuerdo con la retórica de la denegación, todo
comprenderse su deseo común de que se erijan en objecos litera- proyecto de fundación de literatura nacional, se ve claramente que
rios legítimos los objetos y los seres más humildes, como los cam- se trata de la misma lógica: «Descartemos,,, escribe, •toda preten-
sión de una "literarura nacional": es a la va pedir demasiado y no
pesinos de Ramuz; los escricores criollos aseveran, en ese mismo
lo suficiente. Demasiado, porque no hay literatura llamada nacio-
sentido, que la literatura que van a «inventar» «sienta el principio
nal más que cuando existe una lengua nacional y nosotros no tt11t-
de que no existe en nuestro mundo nada que sea pequeño, pobre,
mos una lengua propia; no lo suficiente, porque entonces parece
inútil, vulgar, inapto para enriquecer un proyecto literario». 3
que aquello por lo que pretendemos distinguirnos son nuescras
El capataz de los Cahiers vaudois y los artesanos de la criollidad
simples diferencias exteriores.1> 1 Pero se propone reivindicar una
coinciden asimismo en el terreno del antiteoricismo: «El terroris-
frontera que le ha sido designada como un estigma licerario, para
mo ordinario sostenía entonces el teoricismo distinguido, ambos enconcrar una posición que le permita •inventafll una postura
impotentes para salvar del olvido a la menor cancioncilla. Así iba inédita y evitar la alternativa de la anexión pura y simple (conver-
nuestro mundo, impregnado de devoción intelectualizante, com- tirse en francés) o de la inexistencia (ser suizo y marginado como
pletamente separado de las raíces de nuestra oralidad», 4 escriben «provinciano»). Chamoiseau, Bernabé y Confiant declaran, a su
los criollizantes; Ramuz opta por la ((sensibilidad», la «emoción» vez: ~·Recusamos las derivaciones de localismo u ombliguismo que
del retorno a las cosas, contra el academicismo de los textos y de la algunos parecen detectar en esto. No puede existir una verdadera
lengua: • ... pero ¿es que no vamos a romper por fin con nuestro apertura al mundo sin una comprensión previa y absoluca de lo
intelectualismo, si así se llama, como creo, y soltar las riendas del que nos constituye... ».i Y, considerando la necesidad de acceder a
instinto?» lo universal como una sumisión adicional al orden francés, preco-
Proclaman también un rechazo parecido del regionalismo, y nizan la creación de una «diversalidad» que sería una universalidad
hacen una defensa sistemática contra la acusación de replegarse so- reconciliada con las regiones descentradas del mundo: •la Litera-
bre sf mismos: «Se habla mucho en estos tiempos», escribe RamLtz, tura criolla se burlará de lo Universal, es decir, de esa aceptación
•de "regionalismo": no tenemos nada en común con esos aficiona- disfrazada de los valores occidencales [... ] esa exploración de nues-
dos al "folklore". La palabra (una palabra anglosajona) nos parece tras particularidades [... ] conduce a lo natural del mundo [... ] y
tan desagradable como la cosa. Nuestros usos y costumbres, nues- opone a la universalidad la posibilidad del mundo difractado pero
tras creencias, nuestra manera de vestir [... ] todas esas pequeñeces,
1. C. F. Ramuz, Raison d'ftre, op. cit., p. 67. Podemos leer esca úlcim~ frase
l. C. F. Ramu~ Raison d'ttrt, op. cit., p. 64. como una confesión: hacer del cancón de Vaud un simple dcsvlo para acceder a
2. J. Bcrnabé, P. Chamoiscau, R. Confiant, Éloge de la crlolitl, op. cit., p. 41. Paris, es decir, a la universalidad.
3. Jbúlnn, p. 4-0. 2. lbldm1, pp. 68-69. La cursiva es mla.
4. Ibúlnn. p. 35. 3. J. Bernabé, P. Chamoiseau. R. Confiam, Elogttk la criolitl. op. rit.. p. 41.

386 387
recompuesro, la armonización consciente de las diversidades pre-
servadas: la Diversalidad.» 1 no ver que codos aquellos que habían mostrado hasta entonces algu-
na vitalidad en este país sólo habían alcanzado un éxito cierto y ob-
La lectura conjunta de los dos manifiestos pone de relieve la tenido una afirmación de sí mismos después tÚ haber awmio la fron-
evidencia que un escudio separado no habría, sin duda, capeado: tera, después de habernos repudiadlJ, o, mds smci/lammtt, olvidaM.~'
simados en tesituras históricas totalmente distintas, y en universos A parcir de escas posiciones inicialmente asumidas, la trayecto-
literarios aparentemente no parangonables, Ram uz y los novelisc-.s ria de las obras y los escritores sufre la misma evolución. A más de
criollos provocan una ruptura estética que se enuncia casi en los setenta y cinco años de distancia, estos dos manifiestos van a cau-
mismos términos y utiliza los mismos instrumentos. Hay que se- sar el mismo efecto sobre sus autores: en lugar de establecer un
ñalar, no obstante, algunas diferencias y divergencias para que se distanciamiento real y una ruptura definitiva con el centro cuya
observen mejor las similitudes. legitimidad, en un primer momento, han negado (o afirmado que
La primera diferencia entre los dos manifiestos es la que sepa- negaban), la proclamación de independencia les permite, paradóji-
ra la dominación puramente literaria -pero no menos violenta y camente, ser percibidos y reconocidos por las instancias parisinas.
simbólicamente apremiante- que sufre la Suiza francófona, de la Ramuz es publicado diez años más tarde por Bemard Grasset, que
dominación polícica que se ejerce sobre Maninica y de la cual pro- le hace acceder al reconocimiento francés e internacional. Sus po-
cede la dominación literaria. En otras palabras, Ramuz traca de le- siciones en materia lingüística son objeto de un vivo debate críti-
co: el célebre Pour ou contre C F. Ramuz, en el cual se le acusa de
gitimar una emancipación literaria a través de la reivindicación y,
«escribir mal», aparece en 1926.
en parre, la creación de una lengua popular-literaria. Los ouos in-
De manera homóloga, la crítica parisiense ha transformado en
tentan escapar de una férula político-literaria y rechazar una alter-
simple innovación de orden estético y semántico lo que los porta-
naciva que es demasiado brutalmente política.
voces de la criollidad habían concebido en términos de ruptura lin-
La otra divergencia principal se refiere a la importancia de los güística y política. Su reconocimiento por parce del cenero se hizo
recursos literarios. Desde la revolución de la negricud desencadena- al precio de una reapropiación parisina de su problemática ancilla-
da por Césaire, reconocida y consagrada en el centro, se ha consti- na. La voluntad de estos autores de afirmar una «política literaria•
tuido una verdadera historia literaria antillana, o sea, un patrimo- ha sido en cierto modo neutralizada por su ingreso en la cacegorla
nio licerario propio. El movimiento denominado «criollidad,. ie de «literatura francesa». El «descubrimiento» parisino de la novela
enmarca, pues, en una historia literaria y política: su afirmación li- antillana, que se ha manifestado hasta en los lugares más conserva-
teraria descansa en una lucha específica y un reconocimiento histó- dores de la estética novelesca -el jurado Goncourt-, ha sido la oca-
rico obtenido en el plano mundial. sión no de aceptar la dimensión propiamente criolla de esca escri-
Ramuz, por el contrario, al inventar por completo su posición a tura, sino de festejar la grandeza y el genio de la lengua nacional, y
partir de nada (o casi nada), sin modelo nacional (regional) preexis- de regocijarse por el éxito y los logros de escritores procedentes de
tente y, en consecuencia, sin capital alguno, no puede apoyarse en la colonización conforme al modelo de Inglaterra. Ni Confianc ni
una aucéncica historia literaria interna: «Tal ha sido nuestro triste Chamoiseau hablan ya, como lo hicieron en sus comienzos, de es-
balance (en principio), el de quienes hemos vuelto», escribe. «Ejem- cribir en criollo y de publicar en su país. Han pasado de las edicio-
plo, ninguno; certeza, ninguna. Ningún modelo, entre los hombres, nes caribeñas a los editores más prestigiosos de París, )' han adopta-
a nuestro alrededor; ningún modelo detrás de nosotros. No se podia do un francés criollizado legible para codos los francófonos.

l. C. F. Ramuz, Raison dttrr, op. rit., p. 43. Li cursi\·a es mla.


l. lbltinn, pp. 51-55.

389
388
Sigue en pie, como vemos, que esta volunr d d .
1
po r medio de la reivindicación de una diferenc· a 1. e rnponer•ª
1a 1ngü{ · ""
rro mismo de una gran lengua literaria es una de I srica den. 5. EL PARADIGMA IRLANDÉS
de subversión del orden literario, es decir y de as grandes vlas
. • manera i d"
ble, una forma de cuesnonar el orden estético . n 1socia-
co, soc1·a1 , co1om·a1 , ere. ' gramatical • po1iti-
Ya entonces, durante la construcción, y más
carde, hasta hoy. me he ocupado casi exclusiva-
mente de historia comparada -hay determinadas
cuestiones a cuyo nervio sólo se puede Uegar con
este procedimiemo ...
FRANZ l<AFKA, La muralla china

El período de 1900-1914 fue el de la escuda de


Dublín: Yeats, Moore, Joyce, Synge y Stephens.
El sentimiento de estos escritores era antiinglés
[... ]. Para ellos, Inglaterra era la filistea, y como no
podfan utilizar el gaélico, se propusieron descubrir
qué mezcla de angloirlandés y francés les propor-
cionaría un explosivo que derribara a los corifeos
londinenses de sus sillones acolchados.
CYRIL CONNOU Y, EnnnigoJ tÚ la promtsa

El dibujo general de las grandes ,.familias de casos,. que acaba-


mos de crazar aquí, conjunco de estrategias infiniramenre diversifi-
cadas de los escritores (<excéntricos,. en el espacio literario mun-
dial, no pretende agotar roda la complejidad de la situación real.
Se traca, simplemence, de hacer entrever las desgracias, las contra-
dicciones y las dificulrades de rodos los creadores •excéntricos• a
los que, encerrados en la evidencia de su centralidad, no pueden
siquiera imaginarlas; pero también de mostrar el conjunto de la
estructura mundial de dependencia en la que están atrapados a
quienes, cautivos de su «descentramiento», no tienen de él más
que una visión parcial.
Pero habría sido preciso dar cada ejemplo de una manera a la
ve-l simultánea y sucesiva. Como la descripción precisa de cada es-
pacio literario era imposible, )' con el fin de evitar una descripción
390

391
demasiado abstracta -expuesta por eso mismo a parecer arbitra-
ria-, he querido anafü.ar la totalidad del caso irlandés, que servirá rame más de ocho siglos, no disponía de ningún recurso literario
aquí de paradigma. en el sentido platónico de «maqueta» o «mo- propio en el momento de las primeras reivindicaciones culruralcs
delo reducido», y dar una idea de lo que habría habido que hacer nacionales; y es, sin embargo, en Irlanda donde aparecen algunos
para una exposición completa de cada uno de los otros casos co- de los más grandes revolucionarios literarios de este siglo: por can-
mentados. co, tiene fundamento hablar del «milagro• irlandés. Este país com-
La historia del Renacimiento literario irlandés, que se desarro- prende, pues, dentro de un mismo movimiento, la sincronia, esto
lla a lo largo de aproximadamente unos cuarenta años (entre 1890 es, la estructura global de un espacio literario en un momento
y 1930) nos permitirá, en efecto, a manera de ejemplo, exponer dado, y la diacronía, o sea, la génesis de dicha estructura según un
cronológica y espacialmente, en su globalidad y sus rivalidades es- proceso que se puede observar, con pequeñas diferencias históricas
rruccurales, el conjunto de soluciones inventadas por los escritores menores, de forma casi universal.
para intentar invertir el orden de la dominación: el Renacimiento El proyecto teatral y político de Years, el exilio londinense de
irlandés es la historia de una rebelión triunfante contra el orden li- G. B. Shaw, el realismo de O'Casey, el exilio de Joyce en el conci-
terario. Esca historia, reconstruida en su coherencia, es asimismo nence, la lucha de los defensores de la lengua gaélica para la
un paradigma para nuestro modelo generativo, puesto que contie- «desanglización» de Irlanda nos brindan no ya un caso único y
ne codas las posibilidades, todas las soluciones lingüísticas y políti- concreto de una historia singular, sino el dibujo general de una es-
cas, coda la gama de posiciones -desde la asimilación de Shaw has- tructura y una historia literarias casi universales. De esre modo po-
dremos sondear en roda su necesidad histórica la •conexión con la
ta d rrascerramiemo de Joyce-, y nos facilita una especie de matriz
política» de esas «pequeñas» literaturas tal como las analizó Katka,
teórica y práctica que permite regenerar y comprender el conjunto
el lazo extraño y complejo entre estética y política, el crabajo co-
de insurrecciones literarias (anteriores y posteriores) y analizar
leccivo de acumulación del patrimonio literario -<ondición sine
comparativamente situaciones históricas y contextos culturales to-
qua non de ingreso en el espacio internacional- y las invenciones
calmeme discincos. 1 literarias paso a paso elaboradas, que hacen posible la auconomiza-
La particularidad del caso irlandés reside en el hecho de que d ción gradual de esas nuevas literaturas. La irlandesa es, sin duda,
proceso de emergencia del espacio y constitución de un patrimo- una de las primeras grandes subversiones triunfantes del orden li-
nio licerario se cumple de un modo ejemplar durante un período terario.
bastante corto. El mundo literario irlandés recorre efectivamente,
en el plazo de algunos decenios, codas las etapas (y todos los esta-
dos) de la ruptura con la literatura central, trazando una figura YEATS, LA INVENCIÓN DE LA TRADICIÓN
ejemplar de las posibilidades estéticas, formales, lingüfscicas, polí-
ticas, presentes en los espacios «descentrados>,. Este país, empanta- El Renacimiento irlandés (Tl:1e lrish LilVtUJ Reviva/) «in-
nado en una situación colonial, dentro de la misma Europa, du- vcma)> 1 Irlanda entre 1890 y 1930. Recuperando el legado ro-
mántico que había asignado a los escritores la carca de exhumar el
patrimonio popular y nacional y hacer de la literacura expresión
1. El espacio licerario irlandés ofrece cambién la rara panicularidad de acu· del «alma popular•" un grupo de incelectuales, angloirlandeses
mular todas las formas de dominación. AJ igual que todas las literaturas curopc.u.
mí en principio relativamcnre dorado, pero es igualmente un espacio coloni·
l. Cf. D. Kibenl, lnvmliHt frtl.iNI. Tht Li~111111rt of tht Modmi N•n·°"'
zado que presenta todas las características de la colonización económica y cul·
op. cit., pp.
1-8.
turaL
393
392
en su mayoría -W. B. Years, Lady Gregory, Edward Martyn,
George Moore, primero. y luego George Russell (llamado A. E.), ra y recoger las prácticas culturales populares para convertirlaJ en
Padraic Colum, John Millington Synge (a quien Yeats conoció en capital específico. La literatura se define, en principio, como un
París), James Stephens-, acomete la empresa de «fabricar» una lice- conservatorio de leyendas, cuentos y tradiciones populares.
rarura nacional partiendo de las prácticas orales: recopilan, trans- Yeats se orienta muy pronto hacia el teatro -como todos los
criben, traducen, reescriben cuentos y leyendas celtas. Al literarizar intelectuales preocupados por la fundación de una literatura y un
y ennoblecer, mediante la poesía y el teatro, relatos o leyendas fO· repertorio nacional, y asimismo deseosos de instruir al público en
pulares, su empresa colectiva se orientaba hacia dos direcciones un pa(s pobre: entre 1899 y 1911 se dedica a crear un teatro irlan-
principales: la exhumación y la puesta en escena de los héroes de dés-, concebido como el instrumento privilegiado de una aplica-
los grandes ciclos narrativos de la tradición gaélica elevados al ran- ción de la literatura nacional y como instrumento pedagógico des-
go de encamación del pueblo irlandés, y la evocación conjunta de tinado al pueblo irlandés. El Teatro Literario Irlandés, que agrupa,
un campesinado idílico, conservador del «alma nacional» e instru- en torno a Yeats, a Edward Martyn y George Moore, se funda en
mento de una mística gaélica. Cuchulain o Deirdre encarnaron 1899. Dará en 1902 la famosa Cathleen ni Houlihan, 1 de Yeats, y
por rumos la grandeza del pueblo o de la nación irlandesa. La obra luego éste y George Moore trabajarán en la adaptación teatral de
precursora de Standish O'Grady, en especial, publicada en Lon- una historia del ciclo osiánico, Diarmuid and Grania. En 1904 el
dres entre 1878 y 1880, History of lreland: Heroic Period, sirvió de Teatro Nacional Irlandés se instalará en la Abadfa y representará
primer repertorio legendario a los escritores «revivalistas>1 a través obras de Synge, Lady Gregory y Padraic Colum que colaboran en
la elaboración proclamada de la literatura irlandesa: as{, Synge uti-
de numerosas versiones y adaptaciones ceatrales o narrativas: 1 esta
liza el lenguaje de las islas Aran y Lady Gregory-con quien Yeats
versión de la leyenda de Cuchulain ha sido objeto de numerosas
colaboró un tiempo- escribe obras en dialecto ltiltamm... 2 La in-
recreaciones literarias que erigen al personaje en modelo del heroís-
tención explicita, al menos en los primeros tiempos, de esta crea-
mo nacional.
ción literaria colectiva es fundar una nueva literatura nacional ir-
Los primeros textos de Yeacs son, al principio, relatos popula- landesa que pueda dirigirse al pueblo: •Nuestro movimiento•,
res que restituyen una especie de edad de oro gaélica. Fairy and escribe Yeats en 1902, «es un retorno al pueblo. como el movi-
Folk Taks ofthe lrish Peasantry (1888) contribuye en gran medida miento ruso de los primeros afios 70"; y en Ce/tic Twilight (•El cre-
a difundir y ennoblecer el género del relato popular en Irlanda; púsculo celta .. ), escribe: «El arte popular es en verdad la m:is anti-
The Wantlmngs of Oisin se publica en 1889; The Countess Kathlttn gua de las aristocracias del pensamiento [... ]. Es el suelo en que se
anti Various Legends and Lyrics, seguido del célebre Ce/tic Twili¡Ju, en raíza todo gran arte.n 3
colección de ensayos, relatos y descripciones (que datan, respecti-
vamente, de los afios 92 y 93), participan todavía de la misma Tras esta primera fase, en gran parte colectiva, de elaboración
vena. Vemos que aquí se verifica nuestra hipótesis de que, en los de un corpus literario nacional, Ycats se: convierte en Dublln en
espacios desprovistos de todo recurso literario, el primero al que
recurren los escritores, a partir de la difusión de las teorías herde- 1. Que asociaba la figura legendaria de Cathlccn, 1fmbolo Je Irlanda. c:on el
rianas, es el de volverse hacia una definición popular de la literaru- rc:c:ucrdo del dcsc:mb=o francl!s c:n Killala en 1798.
2. El ki/111r11111 es d habla de los campesin115 del conJaJo Je Galway, donde
m;idfa Lady Grcgory. Fs un inglc!J qur comrrva :m:alsmoi isabelinos o j;1cobi1ll5,
1. Lady Gregory publicará su Cuchulain ~ Muirthem11e en 1902. La leyenda a.d como giros gaélic(ls suhyaccntcs. Cf. Kathlcen Raine, ·Yc~t' rt Ir N6•, en
de Dcirdrrfucadaptada al teatro por Yeau, A. E. y Synge. James Srephc:ns hizo Je W. B. Yrats, Trois NdirlAndaiJ, Parb, Con!, 11194 (trad. dr P. l.cyris).
3. Citado por K. Raine, ibídem, pp. 12-ll
la obra una versión narrativa.

395
394
una especie de encarnación de la poesía nacional. Es el promotor y
líder del Renacimienro literario irlandés y el fundador del Teatro ncral, los defensores del gaélico, como Parrick Pearse -que habría
de la Abadía (Abbey Theater), que pasa a ser rápidamente una ins- de encabezar más tarde la rebelión de 1916- o Padraic O'Conairc,
cirución nacional y oficial: mediante este gesto literario inaugural, eran intelectuales católicos mucho más comprometidos en la ac-
es decir, gracias a esta primera acumulación literaria, Irlanda pudo ción política y nacionalista que los intelectuales protestantes.
aspirar a una existencia literaria propia. Más tarde, en 1923. como La reivindicación lingüística era una idea completamente nue-
para confirmar su ••oficialidad» fundacional, y sobre todo el reco- va. Ningún dirigente político nacionalista, ni O'Connell ni Par-
nocimiento de una «diferencia» -esto es. una existencia-, Yeats re- nell, había hecho nunca de ella un tema político. Y, sin embargo,
cibirá el Premio Nobel de Literatura. mientras que el movimiento literario había nacido de una desespe-
Pero su moderación y su reticencia políticas, al menos tras la ración política, la reivindicación gaélica era una especie de poli-
tización del movimiento de emancipación cultural. Aunque la
insurrección de 1916, hacen de él una figura ambivalente, padre
lengua irlandesa había dejado, al menos desde el comienzo del
fundador de una literatura irlandesa y al mismo tiempo escritor
siglo XVll, de ser una lengua de creación y de comunicación inte-
próximo a los medios literarios londinenses que le consagraron
lectuales, hasta 1840 todavía la hablaba más de la mitad de los ir-
muy rápidamente. Desde 1903, el jovencísimo Teatro Nacional
landeses. La gran hambruna de 1847 la convirtió en una lengua
Irlandés representaba en Londres el repertorio de cinco obras que
marginal, utilizada por unos 250.000 campesinos de entre los más
acababa de estrenar en Dublín. La consagración unánime de la pobres del país. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el irlan-
crítica y la ayuda de un mecenas inglés permiten a Yeats adquirir dés había llegado a ser ••la lengua de los pobres, la señal patente de
una notoriedad que la sola crítica irlandesa no habría podido otor- su pobreza». 1 La reivindicación lingüística y nacional era, en con-
garle. Pero él señalaba, por eso mismo, su dependencia de un cen- secuencia, una especie de inversión de valores, de conmoción cul-
ero con respecto al cual pretendía, al mismo tiempo, mantener las tural, y tanto más si se tiene en cuenta que los dirigentes políticos
distancias. hadan entonces campaña en pro del aprendizaje del inglés, lengua
de los negocios y la modernidad, apea para favorecer la emigración
de los irlandeses a América.
LA LIGA GMLICA, LA RECREACIÓN DE UNA LENGUA NACIONAL El éxito de la Liga Gaélica fue tan veloz que Yeats ruvo que ha-
cer una «alianza diplomática» con los gaelizantes y muy pronto, en
En el momento en que los primeros artesanos protestantes del octubre de 190 l, presentó la primera obra representada jamás en
Renacimiento irlandés valoraban el «patrimonio» literario nacional gaélico, Casadhan tSúgdín («El cordón de paja•), que Douglas Hyde
-es decir, le conferían juscarnente un valor literario-, y proponían había extraído de un relato del folklore de Connacht. El propio Joy-
la fundación, en inglés, de una nueva literatura nacional, un grupo ce, pese a sus renuencias, da fe del éxito de la Liga en 1907, en una
influyente de eruditos y escritores trató de promover una lengua de las conferencias que pronunció en Trieste, airlanda, isla de san-
nacional para poner fin a la férula lingüística y cultural del coloni- tos y de sabioS>f: «[ ... ] la Liga Gaélica ha revitalizado su uso [del gaé-
zador inglés. La Liga Gaélica (Conradh na Gaeilge), fundada en lico]. Todos los periódicos irlandeses, salvo los órganos unionütas,
1893, en especial por el lingüista protestante Douglas Hyde y el ofrecen por lo menos un tirular especial escrito en irlandés, la co-
historiador católico Eoin Mac Neill, tenía por finalidad procla- rrespondencia de las ciudades más importantes se escribe en irlan-
mada suprimir el inglés en Irlanda en cuanto se expulsaran a los
1. D. Kiberd, lnvmti11g lrrla11ti. T'" Litmzturt o/a Matkrn N.1rian, op. rit.,
soldados británicos y reincroducir la lengua gaélica, cuyo uso habla
p. 133. La traducci<'>n es mla.
declinado mucho desde finales del siglo XVIII. De una manera ge-
397
396
dés, la lengua irlandesa se ensefia en la mayor parte de las escuel~
primarias y secundarias, y, en las universidades, ha sido colocada al distinta de la colonial: la batalla por la imposición de una •peque-
mismo nivel que los restantes idiomas modernos tales como el fran- ña» lengua está, en primer lugar, vinculada con los objetivos polí-
cés. el alemán, el italiano y el espafiol. En Dublín, los nombres de las tico-nacionales, y este postulado se verifica en el caso de Checos-
calles constan en ambos idiomas. La Liga organiza conciertos, colo- lovaquia, Hungría, la Noruega de finales del siglo XIX, la Kenia
quios y funciones sociales en las que quienes hablan el beurla (es de- de los afios 1970, el Brasil de los años 30, la Argelia de los 60 ...
cir. d inglés) se sienten como un pez fuera del agua, confundidos en- Implica la elaboración de una literatura sometida ella cambién a
tre una multitud que habla en tonos duros y guturales.» 1
las instancias y a los criterios políticos. Es tanto un momento
No obstante algunas obras escritas en gaélico desde esca épo- esencial de la afirmación de una diferencia como el momento ini-
ca, entre ellas la de Padraic O'Conaire, la primera novela en ir- cial de la constitución del patrimonio específico.
Pese a codo, la «desanglización» de Irlanda, preconizada explí-
landés, y los textos de Patrick Pearse, el status literario de esta
citamente por la Liga Gaélica, y la voluntad de evaluar de nuevo
lengua siguió siendo ambiguo. A falta de una práctica lingüística
y difundir la lengua nacional permitieron asimismo la aparición
real, de una auténtica tradición literaria (interrumpida durante
de una pugna contra la influencia y la estética de los incelecruales
cerca de tres siglos) y de un público popular, los «irlandeses irlan-
protestantes sobre la literatura irlandesa incipiente. La simple rei-
dizances" tuvieron que realizar en primer término un trabajo téc-
vindicación del gaélico cambió la naturaleza del debate cultural y
nico de establecimiento de normas gramaticales y ortográficas y
polícico: la cuestión del lazo cultural que unía a Irlanda e Inglate-
luchar por la introducción del gaélico en el sistema escolar. La
rra, la de la definición de una cultura nacional independiente, la
marginalidad y artificialidad de la práctica literaria del irlandés de la relación entre la cultura y la lengua nacionales, pudieron
hadan necesaria la traducción, aun cuando los escritores que ele- plantearse finalmente: la ruptura con la lengua inglesa era la rei-
gían el gaélico se encontraban de golpe en una sicuación paradóji- vindicación de una independencia cultural y la negativa a que los
ca: o bien escribir en lengua irlandesa y ser desconocidos, sin pú- textos (y las obras de teatro) dependieran del veredicto de Lon-
blico real; o bien traducirse al inglés y renegar de su ruptura dres. Más aún, la proclamación de la existencia ignorada de una
lingüística y cultural con las instituciones inglesas. Por ello Dou- lengua propia en Irlanda, que debía ser fomentada en aras pro-
glas Hyde habrá de encontrarse en la sicuación más paradójica de piamente de la constitución de una cultura y una literatura na-
todas: miencras que lucha por una literatura nacional irlandesa en cionales, permite a los escritores católicos reapropiarse del nacio-
gaélico, va a convenirse en cierto sentido en «el fundador del nalismo literario y cuestionar la hegemonía de Yeats y de los
Renacimiento angloirlandés», 2 o sea, de la liceracura irlandesa en «revivalistas» de la primera generación -protestantes en su mayo-
lengua inglesa. En efecto, sus cexcos -entre ellos una Literary His- ría- sobre la producción y la estética literarias irlandesas. La re-
tory of lre'4nd que describe y analiza los grandes ciclos épicos y vindicación lingüística era una especie de sobrepuja que se hada
contiene largas citas traducidas, y un poemario bilingüe, Lovt en nombre de la nación y del pueblo, y que permitía arrebatar a
Sonp of Connacht- servirán de catálogo legendario para todos los los inteleccuales protestantes el monopolio de la propiedad cultu-
escritores del Renacimiento que no conocen el irlandés. Las posi- ral nacional.
ciones y los combates de los partidarios del gaélico son los de to· Los debaces acerca de los méritos comparativos de las dos op-
dos los escritores nacionales que optan por una lengua nacional ciones culturales (inglés y gaélico) prosiguieron durante muchísi-
mo tiempo; han dejado una huella profunda sobre coda la fase
fundacional de la liceratura irlandesa, perpecuando la división y las
l. J.Joya. •L'lrfande, lle des saims et des sagcs•, Essays critú¡ues, op. cit. p. J88
2. D. Kibcrd, op. cit., p. 155. rivalidades entre los «irlandeses irlandizantes• y los •irlandeses an-

!J98 399
glicizantes». 1 Los primeros sólo obtuvieron reconocimiento en Ir-
landa por una actividad literaria vinculada con la política; los se- creada literaria y teatralmente por Synge. El escándalo que provo-
gundos conocieron enseguida un amplio reconocimiento en los có el estreno de The Playboy of the Western Wor/J en el Teacro de
circulas literarios londinenses. la Abadía en 1907 lo explica en parte la siguiente ambigüedad: la
obra fue condenada o por ser «falsa», o sea, insuficientemente rea-
lista, o por excesivamente realista y prosaica, y por ende contraria
J. M. SYNGE, LO ORAL ESCRITO a la estética teatral ordinaria.
Synge, por otra pane, era claramente partidario de un realis-
Rechazando la alternativa zanjada (política o politizada) del mo teatral atenuado, al rechazar el esteticismo y la abstracción
gaélico o del inglés, que obligaba a los escritores irlandeses a una mallarmeana, pero también el ibsenismo entendido como crítica
elección uindecidible», J. M. Synge introdujo en sus obras de tea- social: «La literatura moderna de las ciudades no ofrece apenas ri-
tro -lo cual es una tentativa sin precedente en Europa- la lengua queza más que en los sonetos, poemas en prosa, uno o dos libros
hablada de los campesinos, los mendigos y los vagabundos de Ir- muy trabajados que quedan lejanos de los intereses profundos y
landa. Esta lengua, el angloirlandés, «arrancada a las hablas prohi- generales de la vida. Por un lado producen esca literatura Mallar-
bidas por escrito», dice su traductora aJ francés, esca especie de mé y Huysmans; por otro, Ibsen y Zola, que tratan la realidad de
•criollo» que mezcla las dos lenguas, no era «ni buen inglés ni la vida en obras apagadas y uistonas. En d teatro deberíamos en-
buen irlandés, sino una creación en la confluencia de ambos». 2 Al contrar la realidad y también la alegria [... ] presente únicamente
igual que todos los partidarios de una verdadera autonomía litera- en lo que la realidad contiene de espléndido y salvaje.» 1
ria, concebida desde la creación de una lengua dentro de la len-
gua, desde la invención de una nueva lengua libre, inédita, moder-
na, impercinence merced al simple rechazo de las normas fijas, O'CASEY, LA OPOSICIÓN REALISTA
muertas, rígidas de una lengua escrita, Synge elabora la escritura
teatral del angloirlandés. AJ hacerlo, se niega a privarse de un No sólo los gaelizantes critican las opciones estéticas de Yeats.
modo demasiado radical de las posibilidades formales que ofrece También las cuestiona la generación en ascenso de los escritores
d inglés, sin por ello someterse a las normas y los cánones de la li- católicos de lengua inglesa, hostiles al drama poético y panidarios
de una estética realista. Desde el principio, desde la fundación dd
teratura •inglesa». Yeacs recalcó el aspecto subversivo y valeroso
Teatro Literario Irlandés, Yeats se vio atacado por los defensores
que podía tener el hecho de utilizar un habla campesina como len-
del realismo teatcal (surgidos, en principio, del ibsenismo), como
gua de teatro y de poesía. Pero se planteó en términos equívocos
Edward Manyn o George Moore. La partida de ambos señala el
la cuestión del starus literario o nacional de la lengua popular, re- nacimiento del Teatro Nacional Irlandés. Y. a pesar de la fuerce
impronta y la gran influencia de la estética simbolista preconizada
l. Véase John Kclly, •The lrish Rcvicwio, L 'Annlt J913. Les fonnes tsthltiqttts por Yeats en el Teatro de la Abadía, la ambivalencia estética conti-
dt l'truurr d'art ala vtillt dt la Pmnitrt G11trrt mondiak, loe. cit., p. 1024. Vásc nuó siendo la norma: al mismo tiempo que se montan las obras de
también Luk.e Gibbons, •Construccing the Canon: Versions of National ldcn-
ácy., Tht Fitld Day Anthology of lrish Writing, S. Deanc, A. Carpcmcr, J. Wi- Yeats, Padraic Coluro y Lady Gregory presentarán tc.xcos em-
llíams (cds.), Londondcrry, Fíeld Day Publícacions, 1991, t. Ill, pp. 950-955. parentados con la «farsa», la ~comedia de cosrumbres" o el drama
2. Franrroísc Morvan, •lntroductíon», John Millíngrnn Synge, Thl4trt, Pa- rural.
rís, Babel, 1996, pp. 16-17 (traducido, presentado y anota.do por Fram;oíse Mcr·
van). l. J. M. Synge, lt Balladi11 du Mondt «rilknlal, op. át., p. 167.

400 401
Después, a partir de 1912-1913, pero sobre codo eras la cesura
de 1916-miencras Yeacs guarda las distancias con el teatro dubli- Gunman y Cathleen Listens In, datan de 1923; juno anti. the Pay-
nés para atrincherarse en una dramaturgia hierática, desrealizada, cock, representada el afio siguiente, cosechó un inmenso éxito. Fue
inspirada en el Nó japonés, y su poesía celebra el pasado y la sole- saludada por Ycaes •como una nueva esperanza y una vida nueva
dad-, la estética realista se impone en el T eacro de la Abadía. La para el teatro». The Plough and the Stars, estrenada en 1926, o sea,
nueva generación de escritores católicos adopta la posición contra- apenas tres años después de la independencia irlandesa, es una crí-
ria al universo legendario y campestre de los amigos de Yeacs al tica implacable y risueña de los falsos héroes de la resistencia con-
optar por un «realismo campesino)>: los «realistas de Cork», en es- rra el opresor inglés. El espectáculo acabó en revuelca y Sean O'Ca-
pecial T. C. Murray y Lennox Robinson, que dirigirá largo tiem- sey ruvo que exiliarse en Inglaterra. La obra pone en escena
po la Abadía, prosiguen la vena rural. Luego se inclinan, bajo la precisamente la famosa insurrección de Pascua de 1916, aconteci-
influencia, en particular, de O'Casey, por un realismo urbano, miento erigido en mito fundacional por la leyenda nacional, y fus-
más político. A la sazón estamos en el período exacto en que se tiga la improvisación de la lucha revolucionaria y sobre codo el
transforma polícicameme el vocablo «pueblo», evolución que casi peso y la dominación de la Iglesia católica, dispuesta a comar el re-
podemos seguir experimentalmente; en los años 20, el antiguo levo del opresor inglés.
sentido herderiano de la palabra se perpetúa, vinculada con los va- A pesar de los gigantescos escándalos que suscitó su obra, el
realismo urbano y político de la «escuela" de O'Casey fue seguido
lores nacionales y campesinos, pero su nueva equivalencia procla-
por la inmensa mayoría de los dramarurgos irlandeses. El paso del
mada con el «proletariado», asociado con la revolución rusa y el
neorrealismo, como idealización y escecización del campesinado
poder creciente de los partidos comunistas en Europa, comienza a
erigido en esencia del alma popular, al realismo, primero campesi-
afumarse y a transformar las evidencias estéticas populares emana-
no y después ligado al carácter urbano y la modernidad literaria y
das del herderianismo. política, condensa en cierro modo la historia y la sucesión de las
Es la obra de Sean O'Casey la que impone en Irlanda ese nue- estéticas populares.
vo cipo de realismo popular. De origen protestante, 1 pero nacido El caso panicular de O'Casey, los de Yeats y Synge ilustran
en el seno de una familia muy pobre, O'Casey está más cerca, so- justamente, como he intentado mostrar, la importancia del teatro
cial y estécicamence, de los católicos irlandeses que de la burguesía en todas las literaturas emergentes. Pero, ahí como allende, la esté-
protestante; autodidacta, sindicalista activo, miembro de un grupo tica, la lengua, la forma, el contenido comprometidos en cada una
paramilitar socialista (Irish Citizen Army) en 1914, dimite, sin de las obras representadas son objeto de luchas y conflictos que
embargo, ese mismo año y se retira bastante pronto para escribir contribuyen a unificar el espacio diversificando las posiciones. Al
obras que celebrarán el nacionalismo mostrando al tiempo la am- igual que Jorge Amado, en el Brasil de los años 30, opta por una
bigüedad y el peligro de las micologías heroicas y nacionales. Es novela política proletaria, y privilegia la definición social del con-
también uno de los primeros escritores irlandeses que declara su cepto de ccpueblo», Sean O'Casey se inclina por el teatro político,
compromiso comunista.2 Sus primeras obras, The ShadJJw of a popular y realista.

l. Nacido en realidad con el nombre de John Casey, •irlandizaH su nombre G. B. SHAW, U. ASIMJU.CIÓN LONDINENSE
de pila (Sean) y luego su patronímico (O'Cascy) para identificarse más plena-
mente con d combate nacionalista e integrarse mejor en él.
Como codos los universos literarios nacientes y «descentra-
2. Cf., en especial: Douct !rlantÚ adim, París, Le Chemin Vert, 1989.
pp. 219-221.
dos», el irlandés se despliega también fuera de las fronteras nado-

402 403
nales. George Bernard Shaw, nacido en Duhlín en 1856, es por
enconces una gran figura del ceacro londinense. Recibe el Prc:mío cialista subversiva. La crítica social y pollrica que contiene su teatro
Nobel de Licerarura dos afias después de Years y encarna el itine- es la superación afirmada de una antinomia pollrica. G. B. Shaw
rario canónico y fonoso de los escricores irlandeses anees de la denuncia el encerrarse en problemáciC35 nacionales o nacionalisw
emergencia de un espacio propio en Irlanda: el exilio en Londres, que «provincializan» la producción literaria.Todo lo que describe
considerado evidememenre, desde fines del siglo XIX, una craición como retraso histórico de Irlanda, y subdesarrollo intelectual de
a la causa nacional irlandesa. ese país empeñado en su exigencia de independencia, tr:w. las
Shaw pertenece can obviamente al mismo espacio licerario que fronteras exactas de lo que él considera romo la única pauia de la
los "revivaliscas" que, en nombre de la raz6n, manifiesca su oposi- literatura de lengua inglesa: Londres. La integración en el cenero
ción al irracionalismo folklorisra y espiricualisca de Yeats, así como representa para él la certeza de una libercad estética y una toleran-
a la empresa novelesca iconoclasca de Joyce. Así pues, en su sirua- cia crítica que no puede garantizar una «pequeña• capital nacional
ción de equidiscancia de Years y de Joyce, Shaw traca a su vez de como Dublfn, desgarrada entre la atracción centrífuga y la afirma-
subvenir las normas bricánicas, pero rechazando los valores nacio- ción nacional de sí misma. Es, pues, paradójicamente, en nombre
nales o nacionalisras irlandeses. La otra isla de john Bull ( 1904) es, de una desnacionalización de la literacura, del rechazo de una ane-
xión siscemática de la escricura a una especificidad nacional -ane-
por lo ramo, una obra deliberadamenre anci-Years. Pero Shaw se
xión característica de las pequeñas naciones mal definidas o en vías
oponía igual, y simétricamenre, al proyecto literario de Joyce: hizo
de absorción inceleccual-, por lo que algunos escrirores abandonan
un elogio cuando menos ambiguo del Ulises en una carra dirigida
su país para trasladarse a una capital literaria. Para defenderse de
en 1921 a Sylvia Beach, quien le había pedido, adjuncando algu- las acusaciones de utraición nacional» que le lanzaron, Shaw expli-
nos excraccos del cexro publicado en forma de follecín, que parrici- có que no había <<elegido» Londres contra Dublfn. Londres era
pase en una suscripción que permitiera la publicación del libro: para él un lugar neucro, al que no había jurado ni fidelidad ni per-
•Esámada señora, he leído varios fragmentos de Ulysses en las di- cenencia, que le aseguraba el éxito y la libercad licerarias, pero que
versas entregas. Es un repugnante registro de una etapa desagrada- también le brindaba la oportunidad de ejercer una función critica.
ble de la civilización [... ] A usred tal va le interese como arre [... ]; En Shaw reencontramos el itinerario de aquellos a quienes he-
pero para mí es todo espantosamenre real.» 1 No solameme se niega mos llamado aquí escritores «asimilados», es decir, los que, a falta
a elevar al rango de arte una pintura realisca que le parece contraria de alternativas, o bien por su negativa a acarar las conminaciones
a la exigencia literaria, sino que incluso le deniega el interés arrlsri- estéticas de las literaturas «pequeñas», «eligen» -como Michaux,
co específico que debería concederle en su condición de irlandés. Ciaran o Naipaul- integrarse en uno de los ceneros literarios.
Pero Shaw reconoce la necesidad y legicimidad de la reivindi-
cación nacionalista irlandesa y no cesa de hacer hincapié en la po-
breza y el rerraso, tanto económico como inteleccual, de Irlanda JAMES JOYCE Y SAMUEL BECKETI, O LA AUTONOMlA
comparada con la cocalidad de Europa. Argumenca su doble repu-
dio del imperialismo inglés y del nacionalismo irlandés impurando La ruptura que habría de provocar James Joyce es la última etapa
a lnglacerra los males de Irlanda y, negándose a enarbolar como es- de la constitución del espacio literario irlandés. Sirviéndose de rodos
tandarte su «diferencia" nacional, hizo de ella una convicción so- los proyecros literarios, los debates, los procedimientos aplicados, en
suma, el capital acumulado por codos los que le han precedido, Joycc
inventa y proclama una mconomla literaria casi absoluta. En ese es-
1. Cam de G. 8. Shaw a Sylvia Beach de 11 de junio de 1'>21, ciradn por pacio fuertemente politizado, y en contra del movimiento del Rena-
R. FJ!mmn,jama}oya, op. dt., pp. 137-138.
405
cimiento irlandés que, como dice en Ulises, amenazaba con devenir
«demasiado irlandés», logra imponer un polo autónomo, puramente Aunque penenece a la generación siguiente, Joyce persiguió,
literario, concribuyendo así a que se reconozca, al liberarla en pane en un sentido, la misma meta que los "revivalistas•, y trató, en Du-
de la férula política, al conjunto de la literatura irlandesa. No cardó blineses primero, la mayoría de cuyos textos fueron escritos en
mucho en mofarse de las tentativas folklóricas de Lady Gregory: «En 1904 y 1905, es decir, en el momento mismo en que se funda el
resumen. la obra de Lady Gregory, cuando se centra en "gentes del Teatro de la Abadia, y después en Ulises, de conferir un estatuto li-
pueblo", nos presenta, en toda su senilidad, la misma mentalidad que terario a la capital irlandesa, transformándola en lugar licerario por
Mr. Yeats nos ha presentado, con tan delicado excepticismo, en su excelencia, ennobleciéndola mediante la descripción novelesca.
mejor libro, Tht Oltic Twilight.» 1 A panir de 1901, criticó violenca- Pero ya en ese libro de cuencos, los medios estilísticos y el enfü<jue
mence la empresa teatral de Yeats, Martyn y Moore debido a la pér- estético rompen totalmente con los presupuestos literarios en que
dida de autonomía literaria y a la sumisión de los escritores a lo que se basan el simbolismo de Yeats y el realismo social opuesto a éste.
él jtu.gaba los dictados del público. «Pero los cultivadores de la estéti- La atención exclusiva que Joyce presta a la ciudad y a la urbanidad
ca suelen ser de mudable voluntad, y el uaicionero instinto de adap- explicita de entrada su negativa a seguir la vía de la tradición ligada
tabilidad de Mr. Yeats es el culpable de su reciente asociación con un al folklore campesino y su voluntad de hacer que la literatura irlan-
grupo del que hubiera debido mantenerse apartado, aunque sólo desa entre en la «modernidad» europea. Dublirusts proclama ya d
rechazo de Joyce ante el debate literario de los «revivalistasio; bwca,
fuera por respeto a sí mismo. Manyn y Moore no son escritores exce-
. a través de ese realismo wbano, hacer -prosaica• la descripción de
stvamcnte original' es ... »1
Irlanda, sacar a la licerarura de las grandilocuencias dd heroísmo
La cuestión de la autonomía literaria de Irlanda se dirime por
legendario para volver a las trivialidades inéditas de la modernidad
medio de un uso subversivo de la lengua y de los códigos naciona-
dublinesa. «Lo he escrito en gran parre con un estilo escrupulosa-
les y sociales vinculados con ella. Joyce condensa y resume a su mente banal», 1 precisa a propósito de su libro de cuentos. Acribuye
manera el debate, indisociablemente literario, lingüíscico y políti- el proyecto de los fundadores del Renacimiento a un arcaísmo es-
co, que opone a los gaelizances y a los anglicizames. Todo su tra- tético simécrico del «retraso», 2 ya subrayado por Shaw, tanco políti-
bajo literario tenderá a una reapropiación irlandesa muy sutil del co como intelectual o anístico de Irlanda. Esca rupcura coral con la
inglés: desarticula esca lengua de la colonización, no solamente in- estética literaria dominante en Irlanda es la que explica, obviamen-
tegrando en ella elementos de todas las lenguas europeas, sino te, las inmensas dificultades de Joyce para publicar esa primera co-
cambién subviniendo las normas de la onodoxia británica y utili- lección de cuencos.
zando, de conformidad con su tradición nacional, y para ridiculi- Su posición es, pues, fruto de un doble rechazo: el rechazo vio-
zarla, los registros de la obscenidad o la escatología, hasta hacer de lento de las normas licerarias inglesas, pero asimismo el de las impo-
esta lengua de la dominación subvenida una cuasi lengua extran- siciones estécicas de la literatura nacionalista que se escá forjando.
jera en Finnegans Wake. Inrenca así derrocar la jerarquía encre Joyce supera la alternativa demasiado simplista vinculada con la si-
Londres y Dublín y devolver a Irlanda una lengua que le sea pro- tuación de dependencia colonial: la emancipación nacional o la su-
pia. •lo esencial de mi calenro emana de mi rebelión contra las misión al poderío londinense. Así, denuncia al mismo tiempo, por
convenciones inglesas», dirá un día, «ya sean literarias o de cual- un lado, el «movimiento nacionalista», y que la literacura sea «ataca-
quier orro tipo. Yo no escribo en inglés.»
1. ) . Joycc, carta a Grane Richards, 5 de mayo de 1906, Ess11is mtiqun, op,
rit., p. 102
l. J. Joyce, •L'Amc de l'Irlande», Essais critiqW!s, op. cit., p. 123. 2. J. joycc, .,L'lrlande, ilc de saims et des sages•, op. m., pp. 202-204.
2. J. ]oye.e, •le jour de la populacc•, ibiekm, p. 82.

407
406
da por los fanáticos y los doctrinarios», 1 y, por ocro, a los que «se
abandonan a las hadas y leyendas» y permiten que el ceatro irlandés Connolly señala también con precisión el lugar que ocupan París
se convierta en «propiedad del populacho del más rezagado pueblo y Dublín en la «guerra» liceraria emprendida contra Londres: •Pa-
de Europa»;2 dicho de ocro modo, se opone a los escritores católi- rís ocupó en el ataque contra los nuevos mandarines el lugar que
cos, que transforman la literatura en insrrumenco de propaganda cuvo Dublín contra sus predecesores treinta años anees. Allí, en la
nacionalista, por una parte, y a los inceleccuales protestantes que la pequeña librería de Sylvia Beach, donde los ejemplares de U/ises
reducen a la cranscripción de micos populares, por otra. estaban almacenados como dinamita en una célula revoluciona-
Su doble oposición se inscribe en un marco espacial y litera- ria, los conspiradores se reunían y luego se diseminaban, rue de
rio: al rechazar a la vez la ley de Londres y la de Dublín, Joyce l'Odéon abajo, para llevar a cabo las misiones que les asignaban .• 1
producirá una lirerarura irlandesa en un trasterramienco reivindi- La historia de la literatura irlandesa no se acabó con James Joy-
cado. Es en París, lugar neutral políticamente y capital literaria in- ce. Éste se limitó a prestar forma contemporánea al espacio licera-
ternacional, donde va a intentar imponer esca postura en aparien- rio irlandés, mediante su reivindicación de una extraterritorialidad
cia contradictoria, excéntrica en el sentido pleno del término. literaria; le proporcionó una apertura hacia París, ofreciendo así
Joma el desvío de París, no para extraer de la ciudad modelos, una salida a todos los que repudiaban la alcernaáva colonial: el re-
sino para subvertir la propia lengua de la opresión, en un proyecto pliegue sobre Dublín o la «traición» londinense. Con Joyce, la lice-
específicameme lirerario o de «política literaria». 3 Cyril Connolly, 4 rarura irlandesa se constituyó según ese triángulo, menos geográfi-
co que estético, que forman las eres capitales: Londres, Dublín,
célebre escritor y crítico londinense, da la visión británica del des-
París, y que fue inventado, forjado y cerrado en cuesáón de treinta
vío tomado por Joyce. Asimilando -erróneamente, como hemos
o cuarenta años. Yeats fundó en Dublín la primera posición litera-
visto-la acrirud nacional de Yeats a la de Joyce, escribe: <<El perío-
ria nacional; Shaw ocupó en Londres la posición canónica, la del ir-
do de 1900-1914 fue el de la escuela de Dublín: Years, Moore,
landés que se acomoda a las exigencias inglesas; Joyce rechazó la al-
Joyce, Synge y Scephens. El sencimiento de estos escritores era an- ternativa y logró conciliar los contrarios creando en París una nueva
áinglés [...]. Para ellos, Inglaterra era la filistea, y como no podían plaza fuerte para los irlandeses, que excluía tanto las exigencias de la
utilii.ar el gaélico, se propusieron descubrir qué mezcla de angloir- poesía nacional como la sumisión a las normas literarias inglesas.
landés y francés les proporcionaría un explosivo que derribara a El dibujo de la estructura literaria definida por escas rres ciu-
los corifeos londinenses de sus sillones acolchados. Todas habían dades, Dublín, Londres y París, resume toda la historia específica
vivido en París y codos habían abordado la cultura francesa.,, 5 de la literatura irlandesa tal como fue «inventada• entre 1890 y
1930, y brinda a todo aspirante a escritor irlandés un abanico de
posibilidades, compromisos, posturas y opciones estéticas. La con-
l. J. Joycc. •Un pocte irlandais•, ibldem, p. 10 l.
2. J. Joycc, •Le jour de la populace•, ibídem, pp. 81-82.
figuración policéntrica ha calado tanto en las costumbres y en la
3. Encre las razones que explican su exilio prolongado (y el de muchos orros visión del mundo de los escrirores irlandeses, que actualmente in-
anistas irlandeses) no hay que desdeñar el papel de la censura católica instaurada cluso Seamus Heaney, sin duda el más grande poeta irlandés con-
en el pals después de 1921, censura que imponía a los artistas normas estéticas y remporáneo,2 nacido en 1939 en Irlanda del Norte, en el condado
prohibiciones morales muy estrictas. de Derry, profesor durante varios años en Belfast, donde cursó sus
4. También de origen irlandés, pero nacido en el seno de una familia pro- escudios, y que ha decidido instalarse en Irlanda del Sur, lo que
testante.
5. Cyril Connolly, Ct qu 'il fout foire pour ne plus hre krivain, París, Fayard,
1992, p. 51 (trad. de A. Delahaye). (Enemigos de la promesa, Barcelona, Ver- l. Ibldem.
&al, 1991.) 2. Seamus Heaney recibió el Premio Nobel de Literatura en 1995.

408 409
causó un gran escándalo en su país, explica, en una cncrcvisca para
la prensa francesa, las opciones que se le ofrecían, cxaccamcncc en sus admiraciones y sus rechazos, su exaltación de Dame y su rece-
los mismos términos: .. Si, como Joyce y Becketc, me hubiera ido a lo o sus sarcasmos a prop6sico de los profetas célticos.
vivir a París, no habría hecho más que repetir un tópico. Si me Paralizado por su admiración ferviente hacia Joyce, que repre-
hubiese ido a Londres, lo habrían considerado una iniciaciva am- senta entonces para él el más alto grado de libertad con respecto a
biciosa, pero normal. Pero ir a Wicklow era un acto cargado de las normas impuestas por el nacionalismo; pasmado sobre todo
sentido [... ]. En cuanco crucé la frontera, mi vida privada cayó por la poderosa posición que se ha labrado Joyce en París, Beckett
dentro del dominio público y los periódicos han escrito edicoriales sufrirá, hasca los años de la guerra, la incapacidad de encontrar por
sobre mi gesco. ¡Qué extraña paradoja!» 1 A ese triángulo histórico sí mismo una vía creativa. La invención novelesca de Joyce es la
y fundacional hay que afiadir hoy en día Nueva York, que repre- única en que piensa. Pero condenado al mimecismo o al simple
senta, a uavés de la comunidad irlandesa norteamericana, un re- «seguidismo», empujado a la desesperación de no poder acometer
curso y un poderoso polo de consagración. un proyecto literario singular, ni siquiera de escoger la ciudad en
la que podría residir (duda largo tiempo enrre el retiro en Dublín
Después de Joyce, Beckecc culmina en cieno modo la consci- y el exilio -mimético asimismo- en París), Becken invierte mucho
rución del espacio literario irlandés y su proceso de emancipación. tiempo en buscar una salida a la aporía estética y existencial en la
que escá encerrado.
Toda la historia de esce universo literario nacional está presencc y
Puesto que trabaja a parcir de la autonomía adquirida por Joy-
a la vez desmentida en su itinerario: sólo se puede, en efecco, des-
ce, busca el medio de seguir las huellas de su predecesor por ocras
cubrirla en su obra a condición de reconstruir el trabajo que efec-
vías. Al mismo tiempo utiliza todos los recursos literarios irlande-
túa para extirparse esas raíces nacionales, lingüísticas, políticas y
ses de los que es heredero, y la innovación introducida por su
estéticas. En otras palabras, para comprender la «pureza,, misma
maestro, para crear una posición nueva, aún más independiente.
del trabajo formal de Beckect, su distanciamiento progresivo de En primer lugar, cenia que eludir la alternaciva literaria impuesta
roda determinación externa, su autonomía casi absoluta, hay que por las luchas internas en el cerreno irlandés: realismo o simbolis-
rehacer el recorrido que le lleva a acceder a la libertad formal y es- mo; después debía excluir lo que él llamó, en una carta en alemán
tilística y que es inseparable del itinerario, en apariencia más con- dirigida a Axel Kaun en 1937, hablando de la empresa de Joyce,
ringence y más exterior, que le conduce de Dublín a París. «la apoceosis de la palabra•t, 1 es decir, la elección de la creencia en
Joven aspirante a escritor en el Dublín de finales de los años el poder de las palabras; debía, por último, ocupar su sitio, más
20, Beckett hereda esa configuración tripolar del espacio irlandés. allá de Joyce, en otra genealogía artística para poner en práctica
En efecto, no puede por menos de asombrarnos la importancia una nueva modernidad. La invención beckectiana de la autonomía
atribuida a esas tres ciudades "capitales». Los desplazamientos de literaria más absoluta es todavía producto paradójico de la histo-
Becken entre Dublín, Londres y París son otros ramos rrayeccos ria literaria irlandesa, el más alto grado de subversión y emancipa-
literarios y tentativas estéticas para encontrar su sitio en ese espa- ción literarias que sólo cabe concebir y comprender desde la totali-
cio a la vez nacional e internacional. Sobre todo, a veince años de dad de la historia del espacio literario irlandés. Para entender la
distancia, porque se halla en las mismas condiciones que Joyce, «pureza,, misma del trabajo de Beckett, su distanciamiento progre-
Becken emprende exactamente el mismo camino, y se apoya en
aquél para guiar y justificar sus gustos y aversiones, compartiendo 1. S. Bcckctt, ocGcrman Lcm:r uf l 9j7•, Dis;trta. op. ár.. pp. S2-S3, tradu-
cida del alemán por lsabcllc Mitrovitsa, en Bruno Clémcnt, L tEuvrr JllllJ 'f"'lli-
1. Libblllion, 24 de noviembre de 1988. rls. Rhhoriqur dr Samutl Brckttr, París, Éditions du Scuil, 19'14, pp. 238-239.

410 411
sivo de toda determinación externa, su carácter extraño y formalis-
ta, hay que desandar el camino, histórico, de su acceso a la liber·
cricores desposeídos que he expuesto en este libro, esas soluciones
tad formal y estilística.
singulares sólo cobran su pleno sentido si se las resitúa en la histo-
ria específica de un espacio literario, a su ve-L inscrito en una cro-
nología cuasi universal. De este modo, la historia de las relaciones
GÉNESIS Y ESTRUCTURA DE UN ESPACIO LITERARIO
entre Beckett y Joyce, que se reduce a la problemática de la singu-
laridad absoluta (a su vez importada del sistema de creencia en
Concrariamence a las representaciones históricas más acepca- una literatura que se produce en el cielo puro de las ideas puras)
das, según las cuales cada particularismo nacional, cada aconteci- consiste, por lo general, en demostrar la independencia anística
miento licerario, cada aparición de una obra singular no es reduc- del disdpulo. 1 Ahora bien, aun cuando Joyce esté ausente en la
tible más que a sí misma ni comparable con ningún ocro suceso obra de madurez de Beckecc (a partir de los años 50), no es menos
del mundo, el caso irlandés es un «paradigma» porque contiene, crucial en la posición y las opciones estéticas beckettianas: Beckett
en cierto modo en estado «puro» y casi en su cotalidad, la gama es un descendiente, paradójico, desde luego, tácito, desmentido
universal de las soluciones literarias anee la dominación. como tal, pero real, de la invención de Joyce.
El ejemplo de Irlanda, expuesco y analizado aquí para mostrar Es sabido que los teóricos del poscolonialismo han propuesto
que el modelo propuesto no es la construcción teórica a priori de que Irlanda entre en su modelo general y que se la suscicuya, como
elemencos abstractos, sino que halla su aplicación directa en el dice Edward Said, «en el mundo poscolonial•. Para esta nueva crí-
proceso de formación de una literatura particular, es asimismo tica, la literatura sería uno de los instrumentos principales, siempre
esencial por varios motivos. En primer lugar, demuestra que la desmentido por la crítica pura, para justificar el colonialismo y la
forma misma de cada proyecco literario sólo puede comprenderse dominación cultural. Para romper con las evidencias internas reno-
por sí misma y en sí misma si se estudia desde la cocalidad de ocros vadas, dice, por el New Criticism y la crítica desconstruccivista, Ed-
ward Said (en L 'Orientaliime, pero más aún en Culture and Impe-
proyectos similares o antagónicos dentro del mismo espacio litera·
rialism)2 trata de dar una nueva definición de la literatura y del
rio. Al mismo tiempo, no se puede dar razón de una manera mo·
hecho literario partiendo de la descripción de un inconsciente polí-
nádica ni siquiera de las opciones más formalistas. A continua- tico que accuaría, sobre todo, en la novela francesa e inglesa del si-
ción, permite explicar cómo y por qué, en cada momento, es glo XIX y principios del XX. Desde el momento en que se percibe,
posible describir el conjunto del terreno literario irlandés desde mediante una lectura que él llama «contrapúntica", porque invierte
cada una de las posiciones coexistentes, rivales y contemporáneas. la posición ordinaria del lector en la estructura y la intención de
Es, por último, una forma de mostrar que cada nueva vía abierta esas novelas (ya se trate de Flaubert, de Jane Austen, de Dickens,
contribuye, junto con codas las que la han precedido, a formar y de Thackeray o de Camus ... ), la presencia insistence pero siempre
unificar el espacio literario en que aparece y se afirma. 1
Esto significa que, contrariamente a lo que podría hacer creer 1. O bien los esrudios que rdacionan cmre si a los escritores dd espacio lite-
la descripción segmentada de las diferentes vías abiertas por los es· rario irlandés se basan en el soio concc:p10 incieno de •influencia•. a. Manhe
Fodasky Black, Sh11w 1111d }oyu: • The last Word in Stolmullmg•, Gainc:svillc:,
Universiry of Florida Press, 1995.
2. Edward Said, l 'Orimt11iismr. l 'Orirnt crN par /'Omdmt, París, tlitions
l. Aquí es preciso mencionar invc:scigaciones en ese sencido: cf. János Ricsz, du Scuil, 1980 (trad. de C. Malamoud). Culr11rr 1111d lmpmalísm, Nueva York.
·La norion de champ linfraírc: appliquéc: a la lirrérarure rogolaisc:», Lt Ch11111p Alfrcd A. Knopf, 1993. [ Orimra/ismo, Madrid. l.ibcnarias, 1990; Cuúura t im·
littiraire togo!Ais, János Ric:sz y Alain Ricard (cds.), Bayreurh, Bayrc:uch Africrn prri11/ismo. Barcelona, Anagrama, 1996).
Sr:udícs. pp. 11-20.
413
412
inadvertida del imperio colonial y de los colonizados, ya no se po-
dría formular la hipótesis de una ruprura radical entre la literatura pretaciones puras y deshistorizadas de la poesla y, más ampliamen-
y los aconcecimientos (políticos) del mundo. La presencia de una te, de la literatura. Cada uno a su modo, reivindican la rehistoriza-
representación colonial, por lo que indica de la realidad de las rela- ción, o sea, la repolicización de las prácticas literarias, incluidas las
ciones de dominación culcural, revelaría la verdad política de la li- más formalistas, como el Ulises de Joyce. En el mismo sentido, y a
teracura, oculta basta enmnces. El gran mérito de Said consiste en partir de los mismos presupuestos críticos, Enda Duffy ha pro-
incernacionalizar el debate literario, al considerar que lo que él de- puesco una lectura «nacionahi de la novela de Joyce, presentándola
nomina «la experiencia histórica» del Imperio es común a codos, como una c<novela poscolonial» que pondría en escena una simple
colonizadores y colonizados, y en rechazar la rupmra lingüística o ((alegoría nacional» y prestaría una forma narrativa a los combates
nacional como único criterio discriminante para establecer catego- ideológicos y políticos de Irlanda a principios del siglo xx. 1
rías y clasificaciones de una historia literaria recreada por la expe- Pero, en cada caso, se opera una especie de abreviación teórica
riencia de la colonización y, más tarde, del imperialismo. que pone entre paréntesis la especificidad literaria. Para Said, «la
En una obra colectiva, Nationalisme, Colonialisme, and Litera- conexión entre la política imperial y la cultura es asombrosamente
ture, Said ensalza, pues, la figura de W. B. Yeats, y lo describe directa>•: 2 opera una reducción de lo literario a lo político, dejando
como •uno de los grandes artistas nacionalistas de la descoloniza- a la crítica interna la cuestión, nunca resuelta, de la estética, de la
ción y del nacionalismo revolucionario»; 1 y Fredric Jameson ha in- forma literaria y de la singularidad irreductible de cada obra.
tentado demostrar que el «modernismo» literario -y en especial las Puesco que nunca coman en cuenca el espacio literario -nacional e
internacional- que mediatiza los objetivos políticos, ideológicos,
búsquedas formales del Ulises de Joyce- estaba directamente ligado
nacionales y literarios, esas críticas rebajan con demasiada brucali-
con d fenómeno histórico del ccimperialismo»: "El fin del moder-
dad el hecho literario a la cronología y la historia políticas. Sólo es
nismo [literario]••, escribe, «parece coincidir con la resrruccuración
posible establecer un paralelismo entre Yeats y Neruda si se parte
dd sistema imperialista mundial en su forma clásica ... 2 Son, en de una comparación histórica, término por término, entre los dos
otras palabras, los primeros en haber establecido un vínculo encre universos literarios de los que proceden, y del análisis de la posi-
la historia política de las regiones largo tiempo dominadas y la ción que ocupan en ese mismo universo. Asimismo, los análisis
emergencia de nuevas literaturas nacionales. De este modo han aquí propuestos prohíben intentar una lectura •política• del U/ises
promovido un nuevo tipo de comparatismo que busca relacionar, de Joyce partiendo de la sola cronología de sucesos del universo
partiendo del modelo que denominan el ((imperialismou, obras político irlandés. Si existe un espacio literario que se auconomiza
aparecidas en países y contextos históricos muy distintos. Said gradualmente y se dota de su propio tempo. de su cronología espe-
aproxima, así, los primeros poemas de Yeats a los del poeta chileno cífica, y que es parcialmente independiente del universo político,
Pablo Neruda. 3 De igual manera, tamo Said como Jameson recha- no podemos adherirnos a la idea de una correspondencia, término
zan explícitamente lo que Said llama, en Culture and lmperialism, por término, entre los acontecimientos políticos qut' se desarrollan
•las autonomías confortables», es decir, las evidencias de las incer- en Irlanda entre 1914 y 1921 -período de redacción de U/iser- y
el texto de Joyce; menos posible aún es, como pretende Enda
Duffy, llevar el paralelismo hasta el extremo de ver •homologfas,.
J. E. Said, ·Yeats ec la décolonisacion», en Terry Eaglecon, Fredric Jamcson,
Edward Saíd, Natíonalisme, colonialisme et lirtérature, Lille, Presses Universicai-
res de Lille, p. 73 (trad. de S. Troadec, G. Emprin, P. Lurbe, J. Genc:t). t. Enda Dulfy, Thr 511/111/um lJ~yJirJ, Minncapofü, Univmity of Minnao1a
2. F. Jameson, ·Modcrnisme et impérialisme .. , ihltkm, p. 45. Press, J 994.
3. E. Said, /oc. á1., p. 87. 2. E. Said, Culmrr and !mperialism. op. rit.. 11. 8. I~ iraducción es mlm.

414 415
entrt las 11estrategias narrativas» de la novela y las fuerzas enfrenta-
das durante el conflicto irlandés de esos afios. Tampoco se puede
6. LOS REVOLUCIONARIOS
seguir a Declan Kiberd -en lnvmting lrelan~ en su intento de ir
mlis lejos sugiriendo la idea de que .. tas cabezas se dcscoloni1.an
menos aprisa que los territorios», 1 y de que hay que estudiar los
efectos de la dependencia en la literatura irlandesa mucho más alM Lo esencial de mi 1alento emana de mi rebelión
de los datos oficiales de la independencia nacional. También su contra las rnnvendoncs inglesas, ya sean literaria~
planteamiento nuevo y apasionado del poscolonialismo en Irlan- o Je cualquier otro tipo. Yo no escribo en ingl6.
da, que trata igualmente de emparentar con las literaturas africa- JAMES)OYCE
nas y de la India, remite, sin embargo, la totalidad de los aconteci-
mientos literarios a las estructuras y a los sucesos polí eicos -«El
pueblo irlandés ha sido el primero en descolonizarse en el siglo Durante largos siglos, las lenguas nacionales co-
:XX11-2 sin tener nunca presente, en su complejidad histórica, la
rrectas no existían todavla [... J. Por un lado estaba
el latln, o sea, la lengua sabia, y por el otro las len-
globalidad de la estrucrura del universo literario mundial y de la guas nadonales, o sea, las lenguas vulgares [... }. La
posición que en él ocupa el universo literario irlandés. meta ha sido alcam..i.da. todo, absolutamente todo,
se expresa en la lengua antaño [... J res ahí precisa-
mente donde esto hoy tiene que ver con la litcra-
tua [... J qur 110 ha habido, de una manera global,
una separación. una demarcación entre la lengua
literaria y la lengua nacional correcta [... J el objeti-
vo es producir placer y no la pureza lingülsrica
[... J, En consecuencia, pueden miliiar cualquier
procedimiento, rcali7.Ar todo lo que es realizable,
todo, ¡absolutamente todo e.mi pennitido! No
hay, por tanto. ninguna obligach~n de respetar las
normas lingillsticas [... l. Dejas de pensar que de-
bes defender la lengua nacional correc1a.
KATAl.IN MoLNÁR, DIA.'411g

Cuando se advierten los primer05 efectos de 111 rebelión, es de-


cir, de la ~diferenciadón1 literaria y los primeros rtcursos literarios
se pueden reivindicar y apropiar polltlca y literariamente, se reúnen
las condiciones de lormacit\n y unHkadón de un nuevo espacio li-
terario 11acio1111l. Ha podiJo acumuh111r un p11trimonio literario na-
cional, por mlnirno lllle sea. E11 rsc c~tadio ~urgen los ellCritores de
la «segun<la gcnernciónn, como Jamc5 Joycc: v111lfodose de los ~
l. D. IGberd, op. rit., p. 6. cursos litcrnl"ios n11cionalcs )'ll conNtituillos como tales, van a desga-
2. J/,/Jnn, p. 5.
417
416
jarsc del modelo nacional y nacionalista de la literatura e inventar
las condiciones de su auconomía, esco es, de su libertad. En otras nal e intelectual con la lucha por el socialismo [... ]. Por otro mi
palabras, si los primeros inceleccuales nacionales se remicían a una trabajo de escritor seguiría la orientación que le imprima mi ma-
idea política de lo literario para constimir un particularismo nacio- nera de ser, e incluso si en un momento dado ocurriese que refleja
nal, los recién llegados van a referirse a las leyes literarias internacio- ese compromiso, lo haría por la~ mismas ra1.0nes de libertad esté-
nales y autónomas para conferir una existencia nacional a un tipo tica que actualmente me llevan a escribir una novela que transcu-
distinto de licerarura y capital lirerario. rre prácticamente fuera del tiempo y del espacio históricos. A ries-
El caso de Latinoamérica es ejemplar a1 respecco. El período go de decepcionar a los catequistas y a los partidarios del arce al
denominado el .. boom», o sea, el reconocimienco internacional de servicio de las masas, yo continúo siendo ese ~cronopio" que escri-
los escritores del continente latinoamericano -tras el premio No- be para su placer o su sufrimiento personal, sin la menor conce-
bel otorgado a Asturias-, representa el comienzo de una reivindi- sión, sin obligaciones "latinoamericanas" o "socialistas" entendi-
das a priori como pragmáticas.» 1
caáón de autonomía. La consagración de esos novelistas y el reco-
«Excéntricos» en el sentido pleno del término, escos escritores
nocimiento de una especificidad estérica les permite desprenderse
de «segunda generación» van a convenirse en los artesanos de las
de lo que Alfonso Reyes (1889-1959) llamaba la vocación «anci-
grandes revoluciones literarias: luchan con armas específicas para
lar• de la Literatura hispanoamericana y repudiar el puro ,,funcio-
cambiar el orden literario establecido. Innovan y trastocan las for-
nalismo• políáco. «la literatura de la América Española», afirma
mas, los estilos, los códigos literarios más admitidos en el me-
Carlos Fuentes, ce[ ••• ] hubo de superar, para ser, los obstáculos del
ridiano de Greenwich, y de este modo contribuyen a cambiar pro-
realismo chaco, el nacionalismo conmemorativo y el compromi- fundamente, a renovar y hasta dcsbaracar los criterios de la moder-
so dogmááco. A partir de Borges, Asturias, Carpentier, Rulfo y nidad y, por ende, las prácticas de coda la literatura mundial. Joy-
Onetri, la narrativa hispanoamericana se convirtió en violación del ce y Faulkner han llevado a cabo revoluciones concretas can
realismo y sus códigos.» 1 Desde los años 70, esto es, desde las pre- grandes que la medida del tiempo literario se ha visto hondamente
misas del ~boom», el debate se instaura dentro de este espacio lite- modificada. Se convirtieron en instrumentos de medida (y en gran
rario uansnacional entre los defensores de la literatura al servicio parce lo siguen siendo), en puntos de referencia que permiten eva-
de la causa nacional y polftica (la mayoría de las veces, en esca luar las obras que aspiran a entrar en el universo.
época, cercana al régimen cubano) y los parcidarios de una auco- Estos creadores internacionales han constituido poco a poco
nonúa literaria. La propia emergencia de este debate es un claro un conjunto de soluciones estéticas que, experimencadas y elabora-
indicio del proceso de auconomización que enconces se pone en das dentro de historias y contextos diferences, han producido un
marcha. A partir de 1967, Julio Corrázar, comprometido con los verdadero patrimonio internacional, una reserva de estrategias es-
revolucionarios castriscas o sandinistas, miembro del Tribunal pecíficas para uso prioritario de los protagonistas "descentrados•.
Russcll, reivindicaba no obstante una posición de autonomía lite- Reutilizado, reinventado, reivindicado un poco en todas partes dd
raria. Después de haber hecho dos viajes a Cuba, escribía lo si- mundo, el capital acumulado de codas esas nuevas soluciones con-
guiente, en una carta dirigida al director de la revista cubana Casa tra la dominación permite a los escritores dominados refinar y sofis-
tk /.as Américas: •AJ volver a Francia después de estos dos viajes, he ticar cada vez más las vías de su rebelión y su liberación literarias. A
comprendido mejor dos cosas. Por un lado mi compromiso perso- causa de la acumulación de ese patrimonio literario mundial que fa-

l. C. Fuentes, •¿Ha mueno la novda?•, Geografia de la novela. op. cit.. 1. Citado por C. C)•mcrman y C. Fdl, Hútoírt ~ IA lmtraturt h11p11ntH1m~
p. 27. ricaint dt 1940 a11os jo1m, op. rit., pp. 13· 14.

418 419
culta a todos los dominados para tomar prestado y para prestarse
entre sí soluciones estilísticas, lingüísticas y políticas, hay actual-
autónomos de las «pequeñas» literaturas son también, la mayoría de
mente una gama de posibilidades que los escritores pueden utilizar
las veces, como hemos sefialado, traductores: importan directamen-
para reinventar, en cada situación cultural, en cada contexto lin-
te, a través de la traducción, o indirectamente, a través de sus obras,
güístico y nacional, su propia solución ... (estética, lingüística, for-
las innovaciones de la modernidad literaria. En los países de gran ca-
mal ... ) al problema de la desigualdad literaria. Quienes, como Da- pital histórico devaluado, los escritores internacionales son a la par
río, Paz, Kis o Benet, van al cenero a buscar (comprender, asimilar, introductores de la modernidad central y de las traducciones inter-
conquistar, sustraer... ) la riqueza y las posibilidades literarias que nas, es decir, los promocores nacionales del capital nacional. Así, Sa-
hasta entonces les eran desconocidas y prohibidas contribuyen a degh Hedayat -neorraduccor de Ornar Khayam al persa moderno,
acelerar el proceso de formación del fondo literario de las «peque- como ya se ha dicho- es igualmente el traductor al persa de Kafka.
ñas» naciones. Recordemos que Occavio Paz, comprendiendo la Los grandes revolucionarios, una vez consagrados, son tam-
necesidad de entrar en el juego, o sea, de acceder a la temporalidad bién, a su vez, apropiados por los más subversivos de los escritores
central, había decidido «salir en busca» del presente y «traerlo a de los espacios desposeídos, e integrados en los recursos cransnacio-
[sus) úerras .. ;1 «••• lo moderno estaba afuera», escribe también, «te- nales de todos los innovadores literarios. Joyce es a la vez d creador
nfamos que importarÍ0». 1 El recurso principal que les falcaba era el de la primera posición de autonomía dentro del espacio literario ir-
tiempo. Recurrirán, pues, como los escritores nacionales, pero de landés y el inventor de una nueva solución estética, política y, sobre
ocras formas, bien a estrategias de «atajos», bien a lo que yo he lla- codo, lingüística a la dependencia literaria. Hay una genealogía in-
mado aquí «acderadores temporales». Los grandes innovadores lite- ternacional que incluye a codos los grandes innovadores menciona-
rarios llegados de las periferias del espacio recurrirán progresiva- dos como auténticos libertadores literarios en las regiones periféri-
mence, a lo largo del proceso de ampliación del espacio literario cas del espacio literario, panteón de grandes hombres y de clásicos
internacional, a todo el patrimonio <<herético» cransnacional acu- universalizados (como Ibsen, Joyce o Faulkner) que los escritores
mulado desde las primeras revoluciones triunfantes. La revolución «excéncricos» pueden oponer a las historias licerarias centrales y a las
nacuralista, el surrealismo, la realizada por Joyce o la efectuada por genealogías académicas de los panteones nacionales o coloniales.
Faulkner, van a proporcionar a los «excéntricos» literarios, cada cual Conjugando una lucidez de dominados con el conocimiento
en épocas, espacios y contextos históricos y políticos distintos, ins- de codas las innovaciones estéticas aucónomas del espacio, pueden
trumentos para modificar la relación de dependencia que padecen. servirse de posibilidades coextensivas al universo literario entero.
Al igual que los escritores nacionales, fomentadores de las pri- Merced a la constitución de esos recursos internacionales, la gama
meras revuelcas literarias, se sirven de los modelos literarios de la tra- de posibilidades técnicas aumenta considerablemente y el impen-
dición nacional, los internacionales, a la inversa, para hallar una sa- sable literario retrocede. Más aún, son los únicos que pueden re-
cobrar y reproducir el proyecto o la trayectoria de los grandes he-
lida al enclaustramiento nacional, extraen soluciones literarias de
réticos literarios, de los grandes revolucionarios específicos que,
esta especie de repenorio cransnacional. Al recurrir a los valores vi-
una vez canonizados por los ceneros y declarados clásicos universa-
gentes en el meridiano de Greenwich, crean un polo autónomo en
les, pierden una parte de lo que está ligado con su historicidad y, a
un espacio hasta entonces cerrado a las revoluciones internacionales
la par, de su poder de subversión. Sólo los grandes subversivos sa-
y contribuyen así a unificarlo. Al propio tiempo, los escritores más ben reivindicar y reconocer en la propia historia, es decir, en la es-
tructura de dominación del espacio literario. a todos aquellos que,
1. Oaavio Paz. ÍA búsq~da eki presente, op. cit., p. 35. encontrándose en la misma situación que ellos, han sabido descu-
2. lbúlnn, p. 36. La cursiva es mía. brir las salidas que han hecho la literatura universal. Se apropian

420 421
as{ en su propio provecho de los chi.sicos centrales y hacen de ellos
un uso nuevo y específico. como Beckctt y Joyce hicieron con un arma en la lucha de los t'Scritorcs má!! internacionales del espa-
Dante, Henry Roth har.1 con Joyce o Juan Benet con Faulkncr ... cio irlandés.
Los revolucionarios como Joyce o Faulkner 1 dan a los despo- Es conocida la pasión por Dante de Joyce, a quien, desde los
seídos literarios nuevos medios específicos para reducir la distancia dieciocho afios, apodaron ..el Dante de Dublln• y que se identifi-
que los separa de los centros. Son grandes aceleradores temporales có toda su vida con el gran toscano exiliado. Pero fue Bcckctt el
porque sus innovaciones formales y estilísticas permiten transformar que, movido por su admiración y el conocimiento profundo de su
los signos de la carencia cultural. literaria (y a menudo económica) obra, sistematizará y explicitará la homologfa de sus respectivas
en •recursosn literarios y acceder a la más grande modernidad. Al posiciones. Redacta, en efecto, para Joyce, durantt' los primeros
transformar radicalmence la definición y los límites asignados a la li- meses de 1929. su primer texto para 011r E"agmhlation Round his
teratura (lo prosaico, lo sexual, lo escatológico, el retruécano, la ba- Factification far lncamination of Work in Progrw. réplica imagina-
nalidad del decorado urbano ... en el caso de Joyce; la desnudez. la da por Joyce contra las virulentas criticas anglosajonas a su Obra
ruralidad, la pobr~... en el de Faulkner), facilitan a los protagonis- en curso, cuyos fragmentos se publicaban entonces en diversas re-
tas •excéntricos•, y hasta entonces excluidos de todo acceso a la mo- vistas con ese título genéric:o. •Dante ... Bruno. Vico ... Joyce- 1 es,
dernidad literaria, la entrada en el juego con sus solos instrumentos. con los refinados instrumentos que proporciona el Dt v11/gari tlo-
qumtia de Dante, una defensa del proyecto literario de Joyce en
su dimensión lingüística, es decir, política. Manifiesto antibritáni-
DANTE Y LOS lRIANDESES co y ataque contra los irlandeses •gaelizantesn, el texto de Beckett
es una suerte de máquina de guerra contra la férula qut el inglés
El paradigma de todas esas reutilizaciones subversivas es, sin ejerce sobre la literatura y una explicitación del proyecto literario,
duda, el uso que los irlandeses Ooyce, Beckett y Heaney, sucesiva- lingüístico y político de Joyce. La demostración de Beckett, que se
mente) han hecho de Dante. Se han reapropiado de la obra -no- sirve de las propuestas de Dante para fundar una •vulgaridad ilus-
ble entre todas- del poeta toscano como instrumento de lucha al tre», es diáfana. •Prueban que el designio que impulsa Finnrgans
servicio de la causa de los poetas irlandeses cosmopolitas y antina- Wakr es una negativa a someterse a la lengua inglesa. Para él, del
cionalistas. Con una especie de reactualización del proyecto lin- mismo modo que Dante propuso la creación de una lengua ideal
que fuese la síntesis de todos los dialectos italianos. asl también Joy-
güístico-literario de Dante, expuesto en De 1111/gari eloquemia, pro-
ce, al crear una especie de slntcsis de todas las lenguas europeas,
yecto que sólo podían comprender y percibir escritores concreta y
inventaría una soluci6n inédita :1 la dominación lingülstica }' polí-
directamente enfrentados con la cuesti6n de la lengua nacional en
tica inglesa.
sus relaciones con la literaria, Joyce y Beckett, cada uno en su mo- El propio Beckctt, qL1c desde sus primeros textos evoca la fi-
mento, han reinventado, recobrado e invocado la potencia subver- gura dantesca de Belacqua, se mantendr~ siempre fiel a la obra de
siva del poeta toscano. 2 Dante pasa a ser tanto un recurso como Dante. Y puede comprenderse l]Ue se trata <le la misma tentativa,
al manifostar, por un conducto espedfkamentl' literario, el recha-
l. Aqul propongo únicamente un estudio muy parcial de algunas genealo·
zo de las normas naciollóllcs que cMahan vigenres en Irlanda:
gfa6 hcrtticas. Habrla que añadir, en panicular, a Jorge Lui~ Borges, reivindka·
do como un maesuo por gran número de novelista.tí, centrales o "CX(c111rirn~·
Dante desempolvado, convertido en rnntempontneo de los mú
(entre los cuales se encuentra Ki~.
2. Cf. P. Casanova, •Vsages poliriques et littér:iires de Dante•, llt'drrtt litf11- l. Samurl Reckr11, Diijl'ft11. Mi.1rrll1111N111J \~'riti11gi 11111/" Drt11n11tit fut-
trr1ttn1r, op. rit.. pp. 64-80. mmt. /ne. rit., pp. 70-76.

422 423
inccrnacionales de los creadores irlandeses, cobra una dimensión
nueva. Rehiscorizado, se convierte en uno de los padres fundado- males, Finnegans Wakt y Ulises, que se sirven tanto del modelo de
res de la literatura irlandesa e ingresa en el patrimonio legítimo Dante como de las teorías universalistas de Vico, 1 son manifiestos
de codos los heréticos, de todos los autónomos, de todos los irlan- y programas para huir de un estado de dependencia literaria y po-
deses que se negaban a acatar los límites estrechos del realismo lítica. Como muestra y demuestra Becketc, el Work in Progms
nacional. propone una solución refinada al dilema estructural de los escrito-
res surgidos de los territorios dominados del espacio literario
En ese recurso irlandés a Dante se advierte, anee todo, la ex- mundial. Por eso otros escritores que ocupan una situación ho-
móloga, comprendiendo la tentativa de Joyce, emprenderán esca
traordinaria continuidad del proceso de formación y unificación
vía con sus propios instrumentos: Njabulo Ndebele en la Sudá-
del espacio literario mundial. Joyce y Beckecc reaccualizan, con
frica actual, Arno Schmidt en la Alemania de posguerra, Salman
casi seiscientos años de distancia, el texto fundacional, la primera
Rushdie en Inglaterra y en la India, Henry Roth en el Nueva York
y específica emancipación reivindicada, la primera rebelión contra
de los años 20.
lo que era entonces el «orden lacinon. A la manera de Du Bellay,
que cambién le había invocado como inventor de formas poéticas
no larinas, Joyce y Beckett recuperan a Dan ce y hacen de él un james ]ayee en la landa de Lüneburg
instrumento de liberación específico porque se encuentran en una Arno Schmidt (nacido en 1914) adopta, en la Alemania de
situación análoga. fute uso tanto literario como político de un posguerra, exactamente la misma postura que Joyce en la Irlanda
coceo esencial para el proceso de constitución del espacio literario de los años 20, y ello debido a la homología de sus posiciones res-
mundial, y cuya emergencia en cierto modo ha propiciado, confir- pectivas -Schmidt, situado en una tesitura similar, reinventa, por
ma la valida del modelo genético que hemos propuesto aquí. así decirlo, la misma revolución literaria-, y también porque en-
Mientras buscan una salida a la situación de dominación que, aun cuentra en la obra y la postura del irlandés, aun tardíamente y de
siendo muy distinta históricamente, es muy similar estruccural- manera desmentida, una especie de noble precedente que le auto--
mente, Joyce y Beckett concluyen y culminan el proceso de emer- riza a llevar aún más lejos su propia ruptura estética. 2
gencia y de génesis del universo literario mundial: rizan el rizo y, Así como Joyce definió su proyecto literario por oposición a la
reruperando al creador de las armas forjadas contra la «opresión>• literatura nacionalista irlandesa, así también Schmidc se construye
laána, devuelven a esa obra toda su carga subversiva al enarbolarla primero contra Alemania y contra toda su tradición intelecrual.
como estandarte de su empresa revolucionaria.
1. Giambattista Vico ( 1668-1744), historiador. jurista y filósofu napolit.1110
que utilizó un método comparativo para estudiar la formación, d dewTollo y la
LA FAMJLlA JOYCFANA: ARNO SCHMIDT Y HENRY ROTH decadencia de las naciones. Desempeña el papel de una especie de Herder para
los escritores y los intelectuales alejados dd área cultural germánica.
Es habitual decir que Fínnegans Wake es un libro límite, que 2. La negación de coda afinidad o incluso de toda influencia de Joyce sobre
Schmidt es algo reafirmado sin cesar por la critica. que, valiéndose de las dcdara-
cuesciona la idea misma de liceracura o de legibilidad, y que nadie cione.~ del propio escritor alemán -que se negaba. con razón, a ser incluido en la
podría ya, después de Joyce, ni seguir esa vía, ni ir más allá. Esta categoría de "imitador de .Joyce» impuesta por sus comentadorrs-. no haa nús
lectura central (y sobre codo parisina), es decir, exclusivamente que obedecer a una de l;¡s le.ves rácitas dd universo literario. en vinud de la cual
formalista, hace abstracción de la posición histórica de Joyce en un autor no puede ser declarado •grande• si no da prueba.~ de una •originalidad•
total, esto es, si no se le puede extender un certificado de •virginidad• histórica.
Irlanda e ignora que, lejos de ser empresas puras y puramente far-

424 425
Aucodidacu, escritor wdio, tiene en común con los e5eríwra
fundadores del Grupo 47. amén de pertenecer a la misma genera- téáco nacional. Contra la 1emdad. alaba la ligacza. d humor y la
ción, una desconfianza provocativa con respecto a Alemania. Lo farsa; contra la poc:sía. la prosa y d pr05aiwno (d titulo de su anto-
que induce, al final de la guerra, a Heinrich Boll, Uwe Johnson, logía de cexcos, Row y punro, 1 c.onstícuye por ¡j iOlo un emaordi-
AJfrcd Andersch a poner la política en el cenero de sus c:!>crico~ nario resumen de su poética): clichés transformados en poesía in-
teóricos y de ficción, a interrogarse sobre las raíces inceleccuaJc:s vertida, que, volviendo c.oncrctas las sensacioDC5 más tenues y las
dd nazismo y las falsas evidencias de la República Democrática más absrraccas, renuevan las descripciones más triviaks de la lite-
Alemana, empuja, por d contrario, a Schmidt a trasladar ei;a miy ratura. Concra d lirismo y la metafísica. d sarcasmo: -Que todos
ma crfcica nacional al terreno de la lengua, a rechazar codo discur- los escritores agarren a manos llenas las ortigas de la realidad. Que
so policico manifiesto para proponer una «política literaria~. A nos lo enseñen codo: la raíz negra y viscosa. d callo glauc.o y vipe-
contrapelo de coda la •renovación>• de la liceracura, promovida por rino; la flor insoleme, rescallante y detonante._ (Dirigido a todos
d Grupo 47, y que se opera en el sencido del realismo y del craba- los críticos: ¡Empaquen, ya está pesado!)•2
jo •polftico• de despojamienco de la lengua -efecruado, según el Como Joyce reivindicaba una lengua literaria autónoma. en
moddo sarcriano, para luchar contra la tradición germánica del es- Finnegans Wake, Amo Schmidt lucha por una puntuación renova-
teticismo-, Arno Schmidt es práccicamence el único que empren- da, por una ortografía simplificada del alemán y por imponer a los
de una crítica sistemááca del lenguaje y de la forma novelesca. edi cores y a los impresores sus innovaciones tipográficas: cNo se
AJ igual que Joyce, Schmidt rompe a la va con el conservadu- rraca de una necesidad furiosa de originalidad o de efectismo a coda
rismo y d esteticismo caracceríscicos de la cultura nacional alema- cosca [... ] sino [de] la necesaria progresión, del necesario afina-
na del momento, pero escá cambién en desacuerdo con la críti- miento del inscrumenco del escricor.•3 Hace de la diferencia entre
ca poütica que hace de ella el Grupo 47: «Protesto aquí solem- «Dos» y «2 .. el pivote de su expresividad, y de la sutila.a de las pau-
sas, según su orden creciente de duración, d símbolo de su liber-
ncmenceit, exclama, «contra el apelativo "escritor alemán", con el
tad: ~Si no se nos concede esa libertad, ¡la tomaremos! Porque es
que esta nación de terneros estúpidos tratará un día de recuperar-
necesaria. Necesaria para que la lengua sea la que debe ser: no n()S
me.• 1 Como Joyce, va a trasladar su crítica al terreno específica-
cansemos de reproducir la realidad cada vez mejor y cada vez con
mente literario y a inaugurar una posición de doble rechazo que
mayor fuerza sugestiva.•4 En suma, reivindica el uso de una lengua
durante largo tiempo será el único que mantiene en Alemania. literaria liberada de las convenciones y de las nonnas oficiales, d
Apasionado por la obra del novelista dublinés, desde 1960 proyec- perfeccionamiento práctico de un instrumento autónomo al servi-
ca acometer una traducción comentada de Fínnegam Wake, pero cio de la escricura y del escritor. Por eso abandonará definitiva-
ningún edicor aceptará encargársela. Esca apertura a la moderni- mente a sus editores para publicar sus últimos libros, entre ellos
dad europea y a la vanguardia formal, producto de su familiaridad Tarde bordada de oro, 5 en forma de holandesas mecanografiadas y
con la literatura en lengua inglesa, le permite eludir las evidencias fotocopiadas, cuya fabricación podía controlar en codas sus etapas.
estilísticas y narraávas del realismo alemán de posguerra.
Hermanos de rebelión contra la lengua y las jerarquías nacio- l. Arno Schmidr, Rosti tt Poirt4U, París, Mauricc Nadeau, 1994 (trad. de
nalistas, Joyce y Schmidr se encuentran en los mismos territorios. D. Dubuy, P. Pachcr yC. Richl).
2. !blánn, p. 45.
AJ igual que Joyce, Schmidc opta por ir a conrrapié del modelo es- 3. lblánn. •Calculs., p. 188.
4. Ibídem, p. 198.
1. Ciwfo por Oaude Richl y André Warynski, •Arno Schmidc, 1914-1979, 5. A. Schmídt, Soir bordi á'or, París, Mauricc Nadcau, 1991 (trad. de
Vademecum.., Amo Schmid1, l '(Ei/ tÚ la lmrr, junio de 1994, p. 1O.
c. Richl).

426 427
A semtjam.a de Joyce, proclama asimismo en todos sus libros
su dcsconfiama hacia quien es considerado el más grande escritor lo hacia la lengua nacional les permite hacer csallar al aire libre su
nacional y su rechazo, no de la poesía, sino de la prosa de Goethe: formidable ironía, renovar el lenguaje literario y llevar a cabo in-
«Goethe, con su habiruaJ guiso de prosa informe ..... ; 1 cela prosa de mensas revoluciones literarias.
Gocrhe no es una forma artíscica, sino un cuarto trastero ... ..! AJ
ciempo que denuncia la hegemonía indiscutida de Goethe en las U/ises en Brooklyn
letras alemanas, sitúa a •menores" en primer plano: Wieland, Fou-
qué, Tieck, Wezel. Y, sobre todo, proclama su total independen- En la Noneamérica de los años 20. el joven Henry Roth, hijo
cia artística frente a las jerarquías nacionales que someten los tex- de emigrantes judíos de Europa central, que hablaban yiddish, des-
tos al juicio del •pueblo,.: ·Si el pueblo te aplaude, interrógate», poseído de todo recurso inrelecrual o licerario y que vive en la ma-
escribe; •¿qué he hecho mal? Si te aplaude también por tu segun- yor pobreza en el Harlem este de Nueva York, tiene una verdadera
do libro, arroja cu pluma a las ortigas: nunca serás un grande [... ]. revelación al descubrir el Ulises de Joyce. Ha contado con detalle,
¿Fl a.ne parad pueblo?: dejemos ese lema a los nazis y a los comu- en el tercer volumen de su trilogía autobiográfica A mnrttl tk """
nisw.•3 Esta posición de autonomía es la misma, casi rasgo por rorrúnte salvaje, que el libro llegó a sus manos, casi por azar, por
mediación de una joven profesora de liceratura en la Universidad
rasgo. que la de Joyce ruando protestaba contra lo que él conside-
de Nueva York, que lo había llevado, escondido, de París: se trata-
raba dcsvarlos del T eacro de la Abadía: ..el artista, pese a que se sir-
ba, por supuesto, de la versión publicada por Sylvia Bcach, •Una
ve de la multitud, tiene buen cuidado de aislarse de ella [... ] la pla-
edición en rústica,., precisa, •con tapa azul, un ejemplar sin título
ga del pueblo es más peligrosa que la plaga de la vulgaridad.» 4
del U/ises de Joyce... 1 Roch confirma así, una vez más, la cmuaura
James Joyce y Amo Schmidt hicieron lo que nadie se había del espacio literario y el papel de París en la ·fabricación• y difu-
atrcVido a hacrr antes: desafiando las prohibiciones nacionales y sión de la modernidad literaria. El libro era ya célebre en los ce-
las cuestiones obligadas, impusieron su lengua y su gramática, su náculos literarios y entre los estudiantes de Nueva York. entre los
discontinuidad narrativa (cuna sucesión de instantáneas ceme- que Roch, demasiado pobre, no se contaba: el.as escasas personas
lleances, en desorden• 5), derrocaron a las jerarquías de los panteo- que lo habían leído», escribe, .. parecían investidas de una auténtica
nes nacionales. El parentesco entre Schmidt y Joyce -como el que gloria, como si se hubiesen visto entronii.adas en una hermandad
une, como vamos a ver, a Faulkner con Juan Ben et, Rachid Boud- esotérica y ulrramodema. Mostrar que conocías el libro bastaba
jedra o Mario Vargas Llosa- no es solamente analógico, sino ram- para que te izasen al pináculo de la vanguardia incelcctual.• 2
b~n histórico, sobre codo, es estructural: como han ocupado el Inmediatamente, Henry Roth comprende que la novela de
mismo lugar en sus espacios nacionales respeccivos, han podido Joyce puede ofrecerle un medio único de acceder a la modernidad
derribar los mismos valores literarios establecidos. Su similar rece- literaria, o sea, de transformar su cotidianidad miserable en coro-
licerario. Y hay que leer sus páginas entusiastas como otras 1antas
l. A. Schmidt, Rom n Poireau, op. cir., p. 165. confesiones de la verdad ..económica•, siempre negada. de la crea-
2. A. Schmidt, Schm dr '4 vie dim foune, París, Julliard, col. •les Lettrcs
oouvdlcs., 1962, pp. 115-116 (trad. de J.-C. Hémery y M. Vallctte). [Momm·
IÍL"'
tlJ1 ui"'1 m un faMno, Madrid, Fundamemos, 1978.] u
1. Henry Rorh. A la mrrri d'un .v11T1111t 11ui/ntr. 1. llI. ¡:;,, tk /'n.il. Parls,
3. A. Schmidt, Brand's Haúk, París, Bourgois, 1992, p. 46 (trad. de C. J:ditions de l'Olivier, 1998, p. 85. [Una atrt/J.i brill.i sobrt Mq1u11 Mo"1J P67/t,
lUchl). Madrid, Alfaguara, 1994; Un "'""f6lín M pirtird st>Ílrt d Htuhorr. M.idrid, Alf.i.
4. J. Joycc, F.ssttis critiqrm, op. cit., p. 81. guara. 1995; el tercer volumen no ha apam:ido aún en astdlano.]
2. !búlmr. p. 88.
5. A. Scbmidt, Scmn dr"' vie d'un foun~. op. dt., p. 1O.

428 429
ción literaria: « Ulisrs le había enseñado que era posible transfor-
mar las escorias de lo banal y lo sórdido en tesoro literario, y tam- sofal. El lenguaje era una forma <le alquimia. Era él quien elevaba
bién cómo se hada. Le había enseñado el modo de tratar los esco- la pobreza al rango de arte [... ] ¡Qué descubrimiento estaba ha-
riales de la miseria para volverlos explotables en el ámbito del arte ciendo! Él, Ira Stigman, era un mavkhin pobre, triste, lastimoso y
1

[... ]. ¿Qué diferencia había entre la diversidad indigesta de la ciu- despojado. Mirara donde mirase, no había más que tesoros, depó-
dad de Dublín por la que Bloom y Dedalus deambulan y los alre- sitos atiborrados de bienes inestimables, inexplorados, y que, en
dedores de Harlem, que Ira conocía tan bien, y los del Lado Esce, consecuencia, le pertenecían [... ]. Era indcccncc, pero era literario,
que su memoria conservaba como reservas de impresiones? l... ] e Ira habla pagado caro el deseo de aprovecharlos.» 2
Joder! Escabrosidad, sordidez, perversidad y miseria había a mon- Roth enuncia casi en estado bruto el principio de la ~trans­
tones. a rutiplén, hasta hartarse, en cualquier personaje de Ulises. mutación» -y la palabra, bien se ve, no es anodina- literaria: su
Pero el lenguaje, sí, el lenguaje, podía metamorfosear, como por vocabulario económiro (tesoro, fortuna, oro, bienes inestimables)
arte de magia, la ignominia de su vida y de sus pensamientos en revela, sin la habitual eufcmización literaria, la realidad de los me-
preciosa literatura, en aquel Uiises can ensalzado [... ]. Los lügubres canismos de literarización. Muestra igualmente la función prácti-
parios de los inmuebles mugriencos, los pasillos siniescros que des- ca de lo que aquí hemos denominado un legado (o un capital) li-
prendían un olor de lejía con el que se mezclaban a veces efluvios terario: sólo a partir de la homología reconocida de su siruación y
de repollo [... ]. Y luego el borde gastado de los escalones, los bu- la del escricor oriundo de un universo completamence distinto
wnes abollados de la entrada, la escalera desvencijada con suelo de (lingüístico, literario, político, histórico), y sirviéndose del mode-
linóleo y la ventanita antes del rellano del primer piso [... ]. ¿No lo que ese creador le brinda, Henl)' Roch consigue reapropiarse
daba eso derecho a la transmutación alquimiCtL? Si allí estaba el co- de su propio universo, convertir (la palabra es suya) su indigencia
mienzo de la fortuna en el dominio de las letras, pues bien, él era económica y específica en proyecco literario y, provisto de este
pasaporte y este recurso formal, ingresar directamente en las pro-
incomparablemente rico: su universo entero era un almacén de
blemáticas más modernas del universo literario. Escribe, a propó-
chatarrero. Todas aquellas miríadas y miríadas de impresiones sór-
sito de su primera lectura maravillada del Ulises de Joyce: •A me-
didas que guardaba en reserva, sin pensar siquiera en ellas, eran
dida que los días transcurrían, que lela y se debatía [... ] una
convenibles. Lo vil en noble, el galápago de arrabio en lingote de extraña convicción se afianzaba en él. a saber, que en su fuero in-
oro.• 1 Enuncia codas las posibilidades literarias americanas que se terno había grabada una copia tosca del modelo de Joyce, del
le ofrecían, todos los modelos que hasta emonces tenía a su dispo- mismo modo que advertía una humilde afinidad con el tempera-
sición: •No, no te hacía falta surcar las olas rumbo a las islas de los mento joyceano, una aptitud incierta para el método joyceano.
mares del Sur a bordo de un navío con codas las velas desplegadas, Por oscuros que fuesen numerosos pasajes, Ira cenCa la sensación
ni arriar la gavia como un personaje de Ei lobo de los nutres, ni bus- de ser un mavkhi11 en el género de universo en el que Joyce era
car oro en el lejano Klondike, ni descender el Mississippi en una un especialista incomparable: el mismo género de realidad punti-
almadía acompafiado por Huck Finn, ni combatir a los indios en 11 ista. Habla claves que evocaban aquel universo, armaduras que
el Oeste salvaje de las nuevas revistas de cinco centavos [... ]. No rc- permitlan reconocerlas, y él era sensible a ellas ... ¿por qué? No lo
nías que ir a ninguna parte. Todo estaba allí, bajo tus ojos, en sabla..1.l
Harlem, en la isla de Manhattan, en cualquier parte entre Harlem y
ti mue/Juú Jersey City [... ]. El lenguaje era un mago, la piedra filo- 1. Palahra hebrea qur significa •i111cligc111c•.
2. H. Roth, op. l'it., p. 104-105.
3. Jhldrm, p. 1Ol.
1. lbltkm, p. 102-103. La cursiva es mla.

430 431
La novda que escribe después de su revelación joyceana, Cal!
it SINp. 1 en 1934. será un fracaso: la discrepancia entre la posición lerar el ciempo», puesco que pone fin a la maldición del retraso de
-muy excéntrica- del aucor, la del espacio licerario norceamerica- las periferias al facilitar a los novelistas de los paises llW despo-
no de la época y los lugares donde se ocorgaban los certificados de seídos la posibilidad de c.onfcrir una forma estética aceptable a las
modernidad liceraria era, sin duda, demasiado grande. Lo acesti- realidades más menospreciadas de los linderos del mundo.
guan el redescubrimiento y la consagración, creima años más tar- Si la obra del novelista norteamericano logra confederar em-
de, de esa novda que vendió más de un millón de ejemplares. presas literarias muy difcrenres, si ha sido reconocida desde hace
más de cuarenta años por narradores procedentes de confines muy
diversos, es, sin duda, porque reúne propiedades normalmente in-
U. REVOLUCIÓN FAULKNERIANA: BENET, BOUDJEDRA, YACINE, conciliables. Ciudadano de la nación más poderosa del mundo,
VARGAS UOSA, CHAMOISEAU ... consagrado por París, Faulkner evoca, sin embargo, en todas sus
novelas (en todo caso en las del primer periodo) personajes, paisa-
Junto con Joyce, Faulkner es, indudablemente, quien ha lleva- jes, mentalidades e hiscorias que coinciden rasgo por rasgo con la
realidad de todos los países denominados del usur•: un mundo ru-
do a cabo una de las más grandes revoluciones que jamás se han
ral y arcaico, tributario de modos de pensar mágicos, reducido al
producido en el universo literario, equiparable, por la amplitud de
enclauscramiento familiar y pueblerino. Valery Larbaud confirma,
la conmoción que causó en la narrativa, a la revolución naturalis-
para desmentir al instante esta lectura, en su famoso prefacio para
ta. Pero miencras que en los centros, y muy especialmente en Pa-
Mientras agonizo, que las primeras novelas de Faulkner llegaron a
rís, las innovaciones técnicas del novelista norteamericano sólo se
Francia con la etiqueta de «novela campesina• (género que, sin
comprenden y consagran como creaciones formalistas, en las re-
duda, ocupa el puesto más bajo en la jerarquía de los géneros no-
giones «descentradas" del universo literario, por el contrario, se velescos): «He aquí una novela de costumbres rurales que nos lle-
hace de ellas un uso liberador. Faulkner pertenece en adelante, ga, bien traducida, del estado de Mississippi [... ].Mientras agonir.D
más que ningún otro autor, al «repertorio» explícito de los escrito- ofrece ciertamente un mayor interés y posee, a mi juicio, un valor
res internacionales de los espacios literarios dominados que tratan estécico mucho más aleo que la gran mayoría de los libros entre los
de zafarse de la imposición de las normas nacionales, porque él cuales la librería, para comodidad del público, debe colocarlo, es
descubrió una solución literaria a lo que hasta entonces era un ca- decir, bajo la rúbrica de "novelas campesinas"~. 1
llejón sin salida político, estético y literario. Así, por él accede a la modernidad novelesca ese universo pri-
Más todavía que Joyce, anexionado por la crítica central y mitivo y campesino que hasta entonces sólo parecía contener un
deshistorizado hasta el punto de que los escritores desposeídos realismo codificado y descriptivo: una civilización cribal, violenta,
pueden, gracias al monopolio central de la consagración literaria, impregnada de mitologías bíblicas, en codo opuesta a la moderni-
obviar esa dimensión subversiva de su obra, Faulkner, aun siendo dad urbana -asociada casi siempre con la vanguardia formal-, es el
uno de los narradores más reconocidos en las esferas más altas del objeto privilegiado de una de las más grandes audacias formales de
universo literario, es también, entre los más grandes revoluciona- este siglo. Faulkner resuelve, por su proyecto mismo, las contradic-
rios licerarios, aquel con el que pueden identificarse los escritores ciones en las que están atrapados los escritores de los países deshe-
de los países ccdescencrados ... Es una formidable «máquina de ace- redados; pone punto final a la maldición de las jerarquías literarias

l. En franás: L 'Or tk la Te"e promise, París, Grasset, 1989 (trad. de l. Valcry Larbaud. •Pré~cc-. William Faulkncr, Ti111tlis que jilgrmÍSI, Galli-
L Rolcnbaum). (L/4m4/o sueño, Madrid, Alfaguara, 1990.) mard, 1934, p. 1 (trad. de M.-E. Coindrcau).

432 433
impuestas; realiza una prodigiosa inversión de los valores y colma
bruscamente el retraso acumulado de las literacuras hasta entonces Cuando Benec las conoce en la España de los años 50, las no-
excluidas del presente literario, o sea, de la modernidad formal. El velas de Faulkner han recorrido un camino muy largo en el tiem-
esc.ricor español Juan Benet es sin disputa uno de los primeros en po y en el espacio. Han cardado veinte años en hacer el viaje desde
haberlo comprendido, pero eras él, todos los escritores del «suro, en el Mississippi a Madrid, y por conductos que no deben nada al
el sentido amplio, de las Antillas a Portugal, pasando por Sudamé- azar: han pasado por París. Benec lee a Faulkner en traducción
rica o África, han reconocido a Faulkner como el que les ha revela- francesa, no, dice, por una fascinación panicular por ese país o
do una posibilidad de acceder al presente de la literatura sin por esca lengua, sino porque, en aquella época, hablar y leer francés
ello renegar en absoluto del legado culrural propio. El parentesco era la garantía de acceder a la licerarura de codo el mundo. Ydes-
de Faulkner con los «excéntricos», que a ésros se les revela de inme- cubre la modernidad de la novela noneamericana, no gracias a
diato, a pesar de la diferencia de lengua, de época, de civilización, una simple inclinación personal, sino porque Faulkner ha sido ele-
les permite reivindicarle como un ancestro legítimo. Vemos que, gido entre codos, desde hace mucho úempo, por las más alw ins-
tanto en el caso de Joyce como en el de Faulkner, el mecanismo de tituciones de la crítica francesa, como uno de los fundadores de la
identificación es el mismo. La obra de ambos, en la medida en que modernidad narrativa. Por causa del lugar eminente que ocupa
resuelve, de modo totalmente nuevo y magistral, el dilema y las di- París, Benec no tiene más remedio que prestar confianza al refren-
ficultades de los escritores desposeídos, sólo puede ser capeada por do &ancés, y aborda la obra de Faulkner como la de un gran escri-
creadores situados en una posición homóloga. Pero mientras que tor ya consagrado. Pero el efecto de revelación que le produce su
]oye.e es reivindicado, lógicamente, y en la mayoría de los casos, lectura (más que ninguna otra) obedece, evidentemente, a la coin-
por novelistas surgidos de universos urbanos muy desheredados, a cidencia asombrosa entre dos universos a los que en apariencia
Faulkner le reconocen escritores oriundos de regiones muy rurali- todo separa, el Sur de los Estados Unidos visco por Faulkner y la
zadas y con estructuras culturales arcaicas. provincia española de León según Benec. Explica, cuando cuenca
sus comienzos de ingeniero y de escritor: •Estaba en una región
que conocía muy mal: el noroeste de España, al sur de la cordillera
Faulkner m la provincia de León cantábrica, en León. Era una región muy atrasada en aquel tiem-
po, muy despoblada, no había nada, ni carreteras ni electricidad,
•William Faulkner ha sido mi razón de ser como escritor; ha
había que hacerlo codo. Viajé mucho por las comarcas más pobres
sido la influencia más importante de roda mi vida»: 1 la deuda de-
clarada de Juan Benet con Faulkner, la filiación que reconoce sin
ambages con la obra del novelista noneamericano, la admiración piciada por el sello de las Édicions de Minui1, son de hecho un error de perspec-
absoluta que profesa a este escritor elegido entre codos como maes- tiva y una lectura francocéncrica. Bene1 insisce en su dcsc:onocimicmo o su
tro de escricura, son una ilustración extraordinaria de la compleji- desinterés por el No1111ea11 Roma11 en la época de sus primeros escritos: •No, d
No1111eau Roma11 no fue tan importante para mf. Lo que me d~l6 rodas las po-
dad de las redes de circulación de la literatura. Esta afinidad electi-
sibilidade.~ de la escritura fue esencialmenu: la lectura de Williarn Faulkncr. DC5-
va, normalmente comentada en el lenguaje de la «influencia», no pués de él, por supues!O, he leído a los escrimrcs franceses dd Nou11t11u Ro,,uin,
debe nada a un encuentro predestinado en el cielo de las ideas. 2 y a los alemanes, ingleses, sudamericanos, pero )'O había ya madurado y csuba
demasiado avam.ado en la redacción de mis libros como para sufrir la influencia
de esos autores ... (Entrevista A.) Pero es posible que un determinado estado de
l. J. Benet, enuevisca inédica con c:I escricor. Emrevisca A. la novela, conjugado con una cultura imernacional, pueda producir, en lugares y
2. El paren!CKO estilistico y la proximidad con la obra de Claude Simon, en contextos disrintos, proyectos muy próximos: Claude Simon cs. por $U patte,
por ejemplo, que no puede por menos de hacer un lector francés y que cscá pro- un descendiente proclamado de William Faulkner.

434 435
y mú retruadas de Espafia.» 1 Los ttrminos de Valery Larbaud
para describir el paisaje americano de faulkner, en su prefacio a la Maurice-Edgar Coindreau, para deKanar b lraura panic:u1atOO
versión francesa de Mientras ago11ir.o, son casi los mismos: .,AJ lcc- que ligaría la obra del norteamtriano únicamente con d Sur de
ror no podri no sorprenderle d carácter puramente agrkola de: los Estados Unidos, insístc en 5U prefacio de las Jl4bnnas l4Úlaja
CS05 vuros campos, la a~ncia de grandes ciudades, la mala orga· en el hecho de que ccel verdadero dominM:J dr Faullcner es d de los
nil.ación de las vfas y servicios de comunicación y la escasa demi- mitos eremos, y muy en especial los que la Biblia ha populariza-
d.ad de una población de propietarios cultivadores cuya vida pare- do ... », 1 y más adelante habla •(ddJ gtan primitivo, sctVidor de los
ce mucho más penosa que la de la mayoría de los campesinos, viejos mitos que es William Faulkner... •.2 Benet recurre asimismo
granjeros y aparceros de Europa central u occidental.» 2 al mito, pero para sugerir un conreno rultural cfuánto. En todas
Vemos bien que el concepto gaseado de «influencia», demasia- sus novelas mezcla miros y crcencw populares, A1pCtSticiones y
do simple y demasiado vago, no es pertinente para describir el en- usanzas ancestrales, como si rea1Í1.ar2 una encuesta cmol6gica. AJ
cuencro de Benet con Faullcner. Lejos de disimular o silenciar lo invocar los mitos antiguos, incluso de manera imprecisa o alusiva,
que debe a Faulkner, como hace la mayor parre de los escritores ennoblece y universali7.a las emuaur:u dt peru:amienw de ampe-
•influidos-, que tratan de reclamar ante codo su originalidad con sinos aislados en la cordillera cantábrica: la monuiia amenazadora
respecto a la obra en la que se han inspirado, Benec exhibe su filia- y laberfncica que abre Volvtrás a &ffen, vigilada por un guardián
ción y recalca constantemente, como homenaje explícito, los para- fantasmagórico y omnipresencc, evoca, sin ínúmnáa, codos los
lelismos posiblcs.3 Proclama su deuda como para que se compren- hades e infiernos laberfnácos: esos pájar05 extraños, •una especie
da mejor la naturaleza de sus «empréstitos»: para describir una degenerada de ave rapaz.-, que atacan a los hombres clavándoles
realidad homóloga. uáliza, de modo funcional (y no solamente es- «un dardo terrible y brutal en la espalda-. hacen penar en los
~ico, por ejemplo), elementos por definición similares. El paren- guardianes de algún círculo infernal E, insistiendo en las creen-
tesco reconocido encre dos universos implica la reproducción cias, miedos y leyendas, elabora una larga y compleja reflexión so-
práctica de elementos estilísricos o esrrucrurales, lo que excluye la bre el arcaísmo y el subdesarrollo de su país, abocado a oscuros
imiración lisa y llana de «procedimienros• lirerarios. Se ha señala- combates por envites arcaicos: •[ ... J y allí, en una amcu, [...] mu-
do, por supuesto, la voluntad de Bener de siruar codas sus novelas rió [... J el hombre que, movilizando todo un ejército, había inten-
en la comarca de ccRegión•, al igual que Faulkner había circunscri- tado, con el pretexto de una vieja afrenta, violar la i.nacccsibilidad
de aquella montafia y poner a la luz el secreto q~ envuelve su
to la acción de sus libros al condado de Yoknapacawpha (ambos,
atraso.» 3 Recurrir a un pensamiento mágico no titne nada de una
por otra parte, han facilirado carcas ropográficas precisas de su re-
idealii.ación del mundo campesino, rrawio como d conservador
gión ficticia: Faulkner para la anrologfa de Malcolm Cowley, Tht
de las huellas más puras de una cultura nacional: es, por el contra-
Port4bk Faullmer, y Benec en Herrumbrosas l.anMs, publicado en rio, lo que subyace, por obra de una extraña rdlccrividad. sin duda
1983), por no hablar, obviamente, de la complejidad narrativa, de facilitada por la labor de anamncsi.5 fudktriana, al intmogante po-
la nolincalidad temporal, de las fluctuaciones cronológicas, ere. lítico e histórico sobre el retraso o d inmovilismo españoles.
l. J. Bencr. Emrevína 8.
2. V. Larbaud, •Pr~aa~. op. cit., p. 11. 1. M.-E. Coíndrc.au, ·PréÍaCL"•, WaUWll Faulkncr, la P.JmiM ~·
3. Lo mismo ocurre luna en algunu cícas en c:I cuerpo mi~mo de ~u cex10 Gallimard, 1952. p. 4 (lrad. de M.-E Coindrau). (l.m P"bnn-111 llllNjn. Barce-
de f'ICCión: •.l..oi ladrido. ~irreales, sonorOI y regulareg, timbrados por oa 1riscc y lona, Edhasa, 1983.]
raígnada desolaci6n" (Faulkner) con que I01 perros se Uamaban y b111C1ban ... • 2. M.-E. Coindreau, op. rit., p. 5.
Volllmilll kgí'n. Barcelona, Dat.íno, 1967, p. 290. 3. J. Bcncc, Volwrtis 11 JUri6n, p. 89.

436 437
La libertad que le dio la lectura de Faulkncr permite a l3enct, en
efu:to, recobrar las cuestiones propias de Espafia. En este sentiJu de la guerra civil como de uno <le loR i1111umet11bles a~atate!l del sub-
hay que emender todos sus análisis. en apariencia enigmáticos (y, desarrollo español,' como de ut1a de las co115ecuendas mlls mriblt.'I
por ende, estrictamence literarios), en realidad indudablemente his- del aislamiento a la vez voluntario y mfrido por un pals so111ctido a
tóricos y etnográficos, que intentan descifrar estructuras arcaicas las prácticas y creendas más arcaíc~. hact', en 1967, bajo el fom-
nacionales. Asf, habla por ejemplo de «la cabeza del rey Sidunio quismo, el atestado de la lógica hi51Ótica del advenimiento de una
-como reza la leyenda- saltando sobre las aguas revueltas del Torce dictadura. Escribe, a propósito del guardián de la mon1afia tnaldita
[... ] ¿y la locura del joven Aviza, abriendo las cmrafias del cadáver de de Región: «No entrega nada pero al menos no per111ite el menor
su padre [... J. informará para siempre la conducta de un pueblo des- progreso; no aprieta pero ahoga. No vea usted en él una supersti-
hauciado y envilecido, empujado hacia la decadencia y el atraso a ción; no es el capricho de una naturaleza ni el tr5uhadu de una gue-
fin de preservar su legítima potestad?•• 1 De la misma manera, Ben el rra civil, quizá todo el organi1.ado proceso de una teligión, unido al
propone un punto de vista resueltamente provocativo sobre la gue- crecimiento, desemboca forzosameme en ello: un pueblo cobarde.
rra civil. No hay huella alguna en sus libros de esa mitología heroica egoísta y soez prefiere siempre la represión a la incertidumbre; se di-
que ha sido el punto de partida de ramas obras del exilio espaítol. ría que lo segundo es un privilegio de los ricos.• 1
Benet aborda frontalmente, desde su primer libro (y el tema estará
presente, en una forma u otra, en casi todas sus novelas), el asunto
Faulkner en Argelit1
tabú por excelencia, fundador de todas las posturas asumidai; en el
mundo intelectual español. La mirada, completamente nueva, con Rachid Boudjedra, que intenta, en árabe, la misma clase de ta-
que observa la guerra es la de un historiador; el tono clínico, des- rea que Juan Benet sobre la lengua y la cultura espafiolas, reivindica
criptivo, imparcial, pone espalda contra espalda, en una misma in- también el legado de Faulknet pata renovar la problemárica •nacio-
consciencia guerrera, a los republicanos y a los nacionales. Su punw nal» de la novela argelina}' salir de una alernativa lingüística dema-
de vista desencantado -que, sin duda, 1iene raíces biográficas, pues- siado simple (escribir en francés o en árabe). Recurre a una moder-
to que su padre, republicano, fue muerto en Madrid por el ejército nidad novelesca que la tradición escolar, surgida de la coloniz.ación,
republicano- no podía sino romper totalmente con la norma litera- no permitió imponer: uQuiero que mi pals sea moderno•, explica
ria. De este modo anuncia claramente su proyecto en Volverds tt Re- en una entrevista, «}'de momento no lo es: y en mi literatura, efec-
gión: ft Todo el curso de la guerra civil en la comarca de Regil1n em- tivamente, estoy fascinado por la modernidad de la escriturn, por
pieza a verse claro cuando se comprende que, en más de un aspecto, los escritores que co1111idero que crean la ntu<lernidad en el mundo,
es un paradigma a escala menor y a un ritmo más lento de los suce- ya sean contemporiineos o de vanguardia: Faulkner, aunque haya
sos peninaulares.,.2: y, más adelante, al describir el compromiso muerto hace muchos aftos, porque invetttó la modernidad noveles-
republicano de la comarca de Región, escribe: .. fue republicana pot ca; y Claude Simon. Todas las nuvel11s Je Simon transcurren en la
olvido u omisión, revolucionaria de oldo y belicosa no por ánimo región de Perpiftán. Todo el universo slmo11iano se despliega a par-
de revancha hacia un orden secular opresivo, sino por coraje )' can- tir de esa pequefta duJaJ o de aquel 11uebledto. lJe la misma ma-
dor, nacidos de una condición natural aciaga y ahurrida.11 1 Al lrnhlat nera, F11ulk11er también r.~nihe todo partlemln de Jefftnon. una

1. lbldnn. p. 223. l. F.11 .. Ttr~ lrrl1u Sulirr In r!tl11tr11t11 rn I~ p11w11 l MI Nr~lloli•, LA 1'tlns-
2. lbidtm, p. 75. "11ffi1h1 dr ltt trmT dr /l1/1rl. Mn1hi1I. Shurln, l'I'· R~ l lf1. hnhl~ del •lctma his-
3. !bltkm. p. 76. tórkm• de lo~ militnrrs u¡iaflnlr~.
2. }. Hrnrt, \ii,/11rn/J ,, Nrxi1l11, ~f'. n1 .• 1• li 1

438
439
ciudad pequeñísima de Mississippi. Y en eso yo me reconozco, y lo
llamo la novela del Sur y formo parte de esa novela del Sur, quisiera grado [... ] se trata de decir en árabe cosas inéditas. Por ejemplo, la
formar parre. Lo que me aproxima a Claude Simon es el sur, por- sexualidad.» 1 Cuando se tradujo al árabe L1nsolarión, la segunda
que él habla de las mujeres de los años 30, como yo hablo hoy, novela que publicaba en Francia, «fue., dice, "un enorme escándalo
exactamente, de las mujeres de los 90 en Argelia: el encierro, el ca- en Argelia [... ] porque justamente yo cuestionaba el rexro sagrado,
lor... Todo eso es el mismo mundo que el mío, el mundo en que he había hecho juegos de palabras sobre el texto coránico que hacía-
nacido. Faulkner es igual, el Sur, los insectos, los mosquitos, codo mos de niños, que codos los niños argelinos, árabes, musulmanes,
eso ... • 1 La referencia a Claude Simon, quien a su vez ha confesado hacen en la escuela primaria. Todo el lado subversivo, p<>r canto,
su deuda hacia Faulk.ner, es un modo de duplicar el proceso de roda la carga subversiva se transmite mejor en árabe [... ] subvierto
apropiación del legado americano. La reivindicación de una mo- esa lengua, es importante para nosocros, que subvirtamos esa len-
dernidad novelesca que facilita los medios de expresar, sin los ins- gua, porque está sacralizada de cal forma, can encerrada en canales
trumentos obsoletos del naturalismo, la realidad de un país, implica que es bueno subvercirla.» 2
la afirmación de una rotal autonomía literaria y estética: Boudjedra Kateb Yacine se expresaba en 1975 en cérminos bastante pare-
rechai.a la anexión política de los escritores argelinos, y ejerce la po- cidos a los de Boudjedra, al tiempo que procuraba matizar d dis-
lítica en otro terreno, el de la literatura. Lo que no significa, ames al curso crítico central tendente a hacer de Faulkner su único mode-
contrario, refugiarse en una apoliticismo estera. La voluntad de lo y a explicar su importancia a cravés dd acercamiento emre los
subvertir la lengua árabe desde el interior, de derrocar las evidencias dos países: ••Pongamos como ejemplo a Camus~. dice. «b tam-
y el respeto tradicional de una lengua vinculada con la religión y bién un escritor, innegablemente, pero sus libros sobre Argelia
con la vida nacional renueva profundamente las prácticas literarias emiten un sonido falso y hueco [... ]. En cuanto a Faulkner, repre-
nacionales. Boudjedra utiliza las armas de los escritores centrales (la senta la clase de hombre que más detesto. Es un colono, un puri-
subversión de la ortodoxia social y religiosa, tan difícil sin duda de tano blanco, nacido en los Estados Unidos[ ... ]. Sólo que Faulkner
imponer para Boudjedra en la Argelia de hoy como para Joyce en la es genial. Es un esclavo de la lirerarura [... ]. No podía no influir-
Irlanda de los años 20) para transformar, desde dentro, las prácticas me, sobre todo porque Argelia era una especie de Sudamérica, un
de una liceratura que cree haberse liberado de las erabas coloniales Sur de los Estados Unidos, cuando yo estaba escribiendo, con esa
mediante la adopción generalizada de un modelo narrativo, y que fuerte minoría de blancos y esos problemas que eran bascame
no es sino la repetición de una estructura heredada de los modelos idénticos. O sea que hay un motivo para la Fascinación de Faulk-
escolares de la «hermosa escritura» francesa: «Tenemos una literatu- ner. Pero la manera en que se ha mostrado su influencia es abusi-
ra de maestros, pedagógica [... ] el escritor argelino ve las cosas de va. Claro que los editores ponen eso en la cubierta. Queda bien
una forma objetiva, exterior, sociológica, antropológica. Hay que porque Faulkner es muy conocido. Era cómodo, pero hay que ex-
plicarla, la influencia de Faulkner. Si se explica como yo acabo de
decir cambién que la colonización le ha ayudado mucho y hasta le
hacerlo en pocas palabras, las aguas vuelven a su cauce.» 3
ha confinado ahí dentro y le ha aplaudido ... Y en esta literatura de
maestros de escuela se quiere aprender, se quiere dar una lección». 2
El problema, para él, consiste «sobre codo en poner en entredicho la l. 1bldem. p. 11.
"sacralidad", lo que un pueblo considera, con razón o sin ella, sa- 2. Ibídem, pp. 12 }' 14.
3. K. Yacinc ... [,e génie est collcctif•, comemarios recogidos por M. Djaidcr
y K. Nekkouri-K.hdladi, 4 de abril de 1975. Kattb )'aánt. Édats dt mhnoirr.
J. Entrevista con el escritor, noviembre de l 991, op. cit., p. 13.
textos reunidos y presentados por O. Corpc1 y A. Dichr con la colaboración de
2. lbldrm. M. Djaidcr, Parls, IMEC éditions, 1994, pp. 61·62.

440 441
Fll11/kner m larinoamlrica
HACIA LA INVENCIÓN DE L-\S LENGUAS LITERARIAS
El novelista noneamericano se ha convenido también en el por-
caescandane de la liberación literaria de los escricores del llamado
A lo largo de la larga historia que conduce de la dependencia a
·boom• lacinoamerica.no. Es sabido que su obra ha sido esencial
la independencia (incluso relativa) de los escritores. durante ese len-
para Gabriel Garda Márquez, quien lo ha reconocido en numerosas
to proceso de acumulación de los recursos literarios que consiente
ocasiones. Pero asimismo para el peruano Mario Vargas Llosa, que
la invención progresiva de una libertad )' una especificidad litera-
insisce en el carácter fundacional del cexco faulkneriano: .. Encre los
rias, la lucha más inciena y la más dificil (}'asimismo la más rara) es
novdiscas noneamericanos, leí sobre codo a los de la "generación
la que se libra a propósito de la lengua. Como es indisociablemence
perdida~. Faulkner, Hemingway, Fitzgerald, Dos Passos, pero prin-
un instrumento político, un estandane nacional y el material de los
cipalmente a Faulkner. De mis lecturas de juventud, es uno de los
escritores, la lengua, por el hecho mismo de su ambigüedad consus·
que se han conservado vivos. Nunca me he salido decepcionado al
tancial, siempre puede ser instrumentalizada con fines nacionales,
releer a Faulkner, como me ha ocurrido, a veces, con Hemingway nacionalistas o populistas. Esta dependencia original con respecto a
[...]. Fue d primer novelista que yo leí, efectivamence, con lápiz y las instituciones políticas y nacionales explica, sin duda, por qu~ la
papel a la mano, porque a mí me deslumbró la técnica de Faulkner. única proclamación de penenencia y de dependencia que pueden
!I fue d primer novelista al que yo quise rehacer, reconstruir racio- consentirse los escritores en los territorios más autónomos de la Re-
nalmente, tratando de ver cómo estaba organizado el tiempo, por pública mundial de las Letras cobra la forma -aiasi invariable, sea
ejemplo, en sus novelas, la manera cómo se cruzaban los planos de cual sea el origen del escritor- de la consigna indefinida)' universal-
espacio y cronología, los saltos que había, esa posibilidad de marcar men ce adopcada, «mi patria es mi lengua•, manera explícita y eco-
una historia desde discincas perspectivas concradiccorias, para crear nómica de negar el nacionalismo político proscrito en las regiones
una ambigüedad, un enigma, un miscerio, una profundidad. A mí más independientes, al mismo tiempo que se reivindica una lengua
me deslumbró la técnica de Faulkner, aparre de que creo que es uno vinculada, no obstance, con la nación.
de los grandes novelistas del siglo XX. Creo que leer sus libros, para
un escricor lacinoamericano, era muy útil en ese momento, porque Por eso la etapa última de la liberación de la escritura y de los es-
le daba un instrumental riquísimo para poder decribir una realidad critores, su última proclamación de independencia se realiza indu-
que. en cieno sentido, tiene muchas relaciones con la realidad de dablemente en la afirmación del uso autónomo de una lengua autó-
1
Faulkner, la del Sur noneamericano.» El parentesco «geopolícico•)
' noma, es decir, específicamente literaria. Una lengua que no se
recalcado por Vargas Llosa es el mismo que detectaban Benet y sometiese a ninguna de las leyes de la corrección gramatical o ni si-
Boudjedra. prueba de una afinidad de escructura que no hace de quiera ortográfica (de las que sabemos que las imponen los Estados),
Faulkner el objeto de una vaga admiración por uno de los miembros que se negase a acatar las exigencias comunes de la legibilidad más
más eminentes del panteón de la modernidad novelesca, sino el pre- inmediata, de la comunicación más llana, para no obedecer a nada
cursor, el inventor de una solución específica (narrativa, técnica, for- más que a los imperativos dictados por la propia creación literaria.
mal) que permite reconciliar la estética más moderna con las estruc- Joyce es el primero, en Finnega11s Wakt, en romper con el im-
turas sociales y los paisajes considerados más arcaicos. 2
los novdist;L~ •criollos,., l';itrick Ch;1moiscau ~· Raphacl Confldnt, as( como
1. Sobrt '4 viáa y '4 polltica: Didúigo con Vargas !.losa por Ricardo A. Swi & ~douard Glissant, que f'C'ivindican una fili;ici1\n faulkncriana. IQ 1iemnenci11. a
EnSllJDs y amformciasde Vargas Llosa. Costa Rica, Kosmos, 1989, pp. 17-1 R. una comunidad de la •novela criolla amcrican~·. Cf cntttvista in&lita de la au·
2. A la mayoría de los novelistas latinoamericanos habrla que afiadir lioy día tora con l'atrick Chamoiscau, septiembre Je l '192.

442 443
prrarivo de linealidad, de legibilidad inmediata y de <<gramaticali-
dad•. y en haber afirmado, por medio de su creación multilingüc, romper con todas las formas de dependencia nacional propias de los
el uso y la aparición de una lengua específica. Amo Schmidt le ha- escritores: la nación en el sentido político, por supue&to, pero mas
bía seguido por ese camino, cambiando el orden narrativo me- aún los debates propios de la historia literaria nacional, las opciones
diante perturbaciones tipográficas, en panicular en Tarde bordad11 estéticas dictadas por el espacio literario nacional y, por último, la
de oro. en que varias narraciones coexisten en la misma página. lengua misma concebida como un conjunto de leyes y de normas
Muy recientemence, una húngara que vive y escribe en Francia, impuestas por las instituciones polf tícas y que contribuyen a some-
Katalin Molnár, formulaba una nueva propuesta en este sentido y ter a los escritores a las normas nacionales de la lengua nacional.
firmaba un atentado concreto comra la lengua nacional. Cuestio- A la luz de lo antedicho hay que entender el interés apasiona-
nando cxplícicamence los presupuestos nacionales, o sea, políticos, do de Beckett por la pintura de Bram van Velde: desviándose de
sobre los que descansa la sumisión aJ orden lingüístico, propone, de la problemática figurativa de la literatura, coma prestada a la pin·
forma a la va irónica y subversiva, una lengua fonética (es decir, tan- tura la cuestión de la abstracción. Transpone así a la literatura una
to escrita como hablada) en la que teoriza la necesidad de la autono- de las grandes revoluciones en el ane pictórico y desarma los pre-
supuestos sobre los que normalmente descansa el arte literario.
mía literaria de la lengua literaria: <<Durante largos siglos, las lenguas
Prosiguiendo la labor de zapa joyceana del edificio realista, Bec-
nacionales correctas no existían todavía[ ... ]. Por un lado estaba el la-
kett pone en entredicho poco a poco, y cada va más radicalmen-
tín, o sea, la lengua sabia, y por el otro las lenguas nacionales. o sea,
te, todos los «efectos de lo real» en los que descansa la narración
las lenguas vulgares [... ]. La meta ha sido alcanzada, todo, absolu-
novelesca. Rechazando primero el presupuesto de la verosimili-
tamente todo, se expresa en la lengua antaño vulgar[ ... ] y es ahí pre-
tud espacial y temporal, después los personajes y hasta los pro-
cisamente donde esto hoy tiene que ver con la literatura [... ] que no
nombres personales, se esfuena en inventar una literatura pura y
ha habido, de una manera global, una separación, una demarcación
autónoma, liberada de las normas de la representación tradicional.
entre la lengua literaria y la lengua nacional correcta [... ] el objetivo
Esta emancipación supone la puesta en práctica de nuevos utensi-
es producir placer y no la pureza lingüística [... ]. En consecuencia, lios lingüísticos o de un nuevo empleo del lenguaje, independiente
pueden utilizar cualquier procedimiento, realizar todo lo que es rea- de las trabas no específicas de la legibilidad inmediata.
lizable, codo, ;absolutamente todo está permitido! No hay, por tanto, Para crear los utensilios «técnicos» de la abstracción literaria,
ninguna obligación de respetar las normas lingüísticas [... ] Dejas de tiene que inventar un material literario inédito que permita eludir
pensar que debes defender la lengua nacional correcta... » 1 el significado, esto es, la narración, la representación, la sucesión,
la descripción, el decorado, el personaje mismo, sin por ello resig-
Beckert es, desde luego, el que más lejos ha ido hasta la fecha en narse a la inarticulación. En suma, crear una lengua literaria autó-
Ja invención de una lengua literaria: ha creado objetos literarios que noma, o cuando menos la más autónoma imaginada nunca por un
figuran entre los más autónomos jamás imaginados. Su posición de escritor. La apuesta de Beckett, una de las más ambiciosas y más
irlandés exiliado en París y el carácter bilingüe (autotraducido en los locas de la historia literaria, consiste en silenciar el sentido todo lo
dos sentidos) de su obra eran quizá el motor más eficaz para cuestio- posible para acceder a la autonomía literaria. Indudablemente, es
nar las evidencias lingüísticas y narrativas ordinarias. Su hlisqucda en Cap au pire donde vemos lit culminación de su proyecto ma-
1

cada va más rigurosa y precisa de una autonomía radical le induce a


l. Samud Bcckctr, (.i1p 1111 pirt. P~rls, tditinns de Minui1, 1991 (11;1d. de
l. Katalin Moln4r, ·Dlalang», &vi« tb littlnmm glnln1/e, /9612}, Digest, tdith Fournicr). Vc!nsc también la edición inglm: Won111111rn' Ho. Londres,
Parls, POL (sin paginación). lohn Cnldcr, 198.t

444
oistraJ de una escritura absolutamente autosuficicnte que en d
"" b 1 . . gen ra EL MUNDO Y EL PANTALÓN LITERARIO
su propia sinraxis. su voca u ano. su gramática autodecrctada,
que crea incluso vocablos que responden .a la sola lógica del espa-Y
cio puro de un texto que só 1o debe a sí mismo el poder 'ser es· Crtto
.
Becken ha alcanzado tal vez en ese texto la abstracción !iterar· 1 · El cliente: Dim hi1.0 d mundo en !lr.i' dla.\, ,.
. . ta; 'ª usted no es capaz de hacerme un pantAlón en ireÍs
creado un puro ob1eto de lenguaJe, . totalmente autónomo porque meses.
no remite a nada más que a sí mismo.
El same: Pero, sefior. mire el mundo y mire su
Para arrancar a la literatura de la última forma de dependen- pantalón.
cia, rompe con la idea misma de lengua común. Al emprender la
búsqueda de una literatura de la "no palabra», 1 es, sin duda, él Citado por SAMUEL BECKfTr,
quien inventó la lengua literaria más libre, es decir, la literatura li- El mrmtio .Y el pa11t11/bn
berada del propio sentido de la palabra. Beckett no escribe ni en
francés ni en inglés, sino que elabora su propio material estético
paniendo de sus solas problemáticas estéticas, consumando de este Mientras buscaba desprenderse de las representaciones tradi-
modo, quizá, en la incomprensión más total, la primera revolu- cionales de una literatura que juzga -como Kafka- literalmente
ción literaria verdaderamente autónoma. "imposible», Beckett practicó, muy brevemente, al final de la gue-
rra, la crítica de arte. Queriendo describir v realzar las obras de los
hermanos Van Velde, enumeró todas las vi~ posibles en materia de
crítica: «No hablemos de la critica propiamente dicha. La mejor, la
de un Fromentin, un Grohmann, un McGrecvy, Uh Sauerlandt, es
Amiel. [... ) O, entonces, se hace estética general. como Lessing. Es
un juego encantador. O, entonces, se hace anécdota, como Vasari o
Hrtrper's Magazine. O. entonces, se hacen catálogos razonados.
como Smith. O, entonces, uno se entrega con toda franqueza a un
parloteo desagradable y confoso ... 1
¿Qué le queda a la crítica, entonces? Quizá, precisamente, res-
taurar esa relación perdida entre el inundo y el pantalón de la lite-
ratura, volver a atar pacientemente el hilo entre los dos universos,
condenados a una existencia paralela sin jamás encontrarse. En
efecto, hace mucho tiempo que la teorla literaria ha renunciado a
la historia pretendiendo que hay qur escoger entre esos do.~ térmi-
nos actualmente exclusivos -¿acaso no titul11 Rolancl Barthes ~His­
toria o litcraturau 2 un :mlculo dedicado 11 estn cue.nión~-. y que
hacer historia literaria es renunciar al texto, es Jc.-cir, a la literarura

1. Samurl Hecketr, Lr M11111lr rl Ir f 111n111/m1, tlf'. rit . 1111· 11·'1.


2. Roland Bortlie~. ·H~tolre 1111 li11~rntt1tt•, S11r R4ri,,,, Pul~. Mltions clu
l.S.~ G Le Scuil, 196.~• 1111· 14'i-1Ci7.
'• erman tter of 1937 •, op. cit.
446 447
propiamente dicha. El autor como excepción y el texto como infi-
nito inalcanzable han sido declarados consustanciales con la defi- dio de una traslación ideal, encajarlos uno en otro, un poco a la
nición misma del gesto literario, y han engendrado una exclusión. manera como Wegener volvió a pegar África y América.• 1
una expulsión o, por hablar el lenguaje de la sacralidad literaria, Pero ¿cómo concebir una historia de todo lo que •se mueve,
una excomunión definitiva de la historia, acusada de ser incapaz. nada, huye, vuelve, se deshace, se rehace [... ]?•, escribe Beckett.
de elevarse lo bastante alto en el cielo de las formas pu ras del arte «¿Qué decir de esos planos que se deslizan, de esos contornos que vi-
literario. bran, de esos cuerpos como tallados en la bruma, de esos equilibrios
Los dos universos, el «mundo .. y la ·literatura,,, han sido, pues, que un nada puede romper, que se rompen y se reconstituyen a me-
declarados inconmensurables. Roland Barthes hablaba incluso dida que se mira? ¿Cómo hablarn, afiade, •[ ... ] de ese mundo sin
de dos continentes: aPor una parte, el mundo. su abundancia de peso, sin fuerza, sin sombra? [... ]. Es eso. la literatura.»2 Más aún,
hechos, polf cicos, sociales. económicos, ideológicos; por otra, la «¿cómo representar el cambio?», prosigue, ¿el cambio especifico. no
obra, en apariencia solitaria. siempre ambigua puesto que se pres- sólo el de las formas, los géneros, los estilos, sino también las ruptu-
ta a la una varias significaciones[ ... ] de un continente al otro se in- ras y las revoluciones literarias? Ante todo, ¿cómo comprender tn ti
tercambian algunas sefiales, se subrayan algunas connivencias. tiempo las obras más singulares, sin renegar de su singularidad ni re-
Pero, en lo esencial, el estudio de cada uno de esos dos continentes ducirla? El arte, insiste Beckett, 11espera a que le saquen de ahl•.~
se desarrolla de una forma autónoma: las dos geografías coinciden Asl pues, realizar el suefio de Barthes suponía invertir la visión
maJ.,.I ordinaria de la literatura y suspender por un momento la creencia
El obstáculo, que por lo general se considera insuperable, para inherente a ella mediante una especie de epoché husserliana. Hacer
establecer un lazo entre los dos universos, es la geografía, mencio- de la literatura, contra el sentido común, un objeto temporal no es
nado por Barthes, pero sobre todo el tiempo: las formas, dicen los reducirla a la serie de acontecimientos del mundo y hacer que las
teóricos y los historiadores de la literatura, no cambian al mismo obras dependan de la cronologla histórica ordinaria; es, por el
contrario, hacerla entrar en una doble temporalidad: escribir la
ritmo, dependen de «otra temporalidad» 2 irreductible a la cronolo-
historia de la literatura es un gesto paradójico que consiste en
gía del mundo ordinario. Ahora bien, ha parecido posible invertir
insertarla en el tiempo histórico y mostrar cómo poco a poco se
la cuestión de la "cronología diferencial,..1 y describir las modalida-
desprende de él, constituyendo a cambio su propia temporalidad,
des de aparición de un tiempo literario, es decir, de un universo es-
inadvertida hasta hoy. Hay una clara distorsión temporal entre el
tructurado según leyes propias, con su geografía y su cronología es-
mundo y la literatura, pero es el tiempo (literario) el que permite a
pecíficas. Este universo está bien «separado» del mundo ordinario,
la literatura liberarse del tiempo (polltico). En otras palabras, la
pero sólo es rtltltivammtt autónomo, o sea, simétricamente, relati-
elaboración de una temporalidad propiamente literaria es la con-
vammte dependiente. En un sentido, se ha realizado el suefio de
dición para que sea posible la constitución de una historia literaria
Barthes, que escribía en 1960: «El suefio sería evidentemente que de la literatura (por oposición -y por referencia- a la •historia his-
esos dos continentes tuviesen formas complementarias, que, leja- tórica de la literatura,,, como la llamaba Luden Febvre). 4 Por eso
nos sobre el plano, se pudiese, sin embargo, aproximarlos por me-

l. R. Barrhes, lol'. dt .. p. 148.


1. lbúbm, p. 148.
2. S. Beckert, l.r Mo11dr rt lt /'1111111/011, op. di .. p..U.
2. M. Fumaroli, Trois lmtit1t1io111 littlraim, Parls, Gallimard, 1994, p. XII. 3. lbidtm, pp. 10-11.
3. Amoinc Compagnon, l~ Dhnon tÚ la 1hlorit, Parls, Éditions du Sc:uil, 4. Lucien Pebvre, •Litll!rnture et vie mciale. De LAnmn ~ Dani'I Momct:
1998, p. 239. un renoncement?•, A111111lt1 á~1istoirt101'ialt, 111. 1941.

449
hay que reanudar el lazo histórico original entre la literatura y
el mundo -y hemos mostrado aquí que era, en primer lugar, de cio.» 1 El escritor está incluso situado dos vece~ en el espacio-tiem-
orden político y nacional- para mostrar cómo, por un lento pro- po literario: una vez según la posición del espacio literario nacio-
ceso de auronomización, la literatura escapa a las leyes históri- nal del que ha surgido, y otra según el lugar que ocupa en dicho
cas ordinarias. AJ mismo tiempo, la lirerarura puede definirse a espacio nacional.
la vez -y sin contradicción- como un objeto irreductible a la his- Dicho de otro modo, al proponerme describir la República
toria y como un objeto histórico, pero de una historicidad propia- mundial de las Letras, es decir, la génesis y la emuctura de un es-
mente literaria. Lo que hemos denominado aquí la génesis del pacio literario internacional, he intentado sentar los cimientos de
espacio literario es ese proceso por el cual se inventa lenta, difí- una verdadera historia literaria, pero también establecer los princi-
cil, dolorosamente, en las luchas y rivalidades incesantes, la li- pios de un nuevo mérodo de interpretación de los textos literarios.
bertad literaria, contra todos los límites extrínsecos (políticos, De ahí la enorme dificultad de la empresa; el proyecto mismo su·
nacionales, lingüísticos, comerciales, diplomáticos) que le eran ponía cambiar de gafas a cada momento, explicar una visión de
impuestos. conjunto por lo que podía parecer un detalle insignificante, y ha-
Para dejar plena constancia de esta invisible y secreta medida cer comprender lo más singular mediante un desvío por lo que
del tiempo, había que mostrar el modo en que la emergencia de podía parecer que era lo más general. Problema en el cual yo creía
un tiempo literario se hallaba en el origen de la constitución de un reconocer el que menciona Proust cuando recuerda, al final de E11
espacio literario dotado de sus propias leyes. Cabe decir que este busca del tiempo perdido, los malentendidos que encuentra a la
espacio es •internacional» porque se construye y se unifica en las hora de sus primeras tentativas para organizar el conjunto de su
relaciones (las luchas, las rivalidades) entre los espacios nacionales, obra: ((Pronto pude moscrar algunos esbows. Nadie entendió
y que hoy se extienden al mundo encero. La estructura del espacio nada. Hasta los que fueron favorables a mi percepción de las ver-
mundial, lo que Barrhes llama su geografía, es, a su vez, temporal: dades [... ] me felicitaron por haberles descubierto "al microsco-
cada espacio literario nacional (y cada escritor, por canto) está si- pio" -cuando la verdad es que me habla servido de un telescopio--
ruado no espacial, sino temporalmente. Hay un tiempo literario unas cosas muy pequeñas al parecer, pero porque estaban a gran
medido en el meridiano de Greenwich literario, en relación con el distancia, y que cada una de ellas era un mundo. Allí donde yo
buscaba las grandes leyes, me llamaban desenterrador de de-
cual puede dibujarse la carta estética del mundo y evaluar el lugar
talles.»2 Ese vaivén constante entre lo más próximo y lo más le-
de cada uno por la distancia temporal que ocupa con respecto al
jano, entre el microscopio y el macroscopio, entre el escritor
centro.
singular y el vasco mundo literario, representa una nueva lógica
El simple dibujo de la estructura desigual de este· espacio tie-
hermenéutica: canto especifica -en cuanto que trata de explicar un
ne como consecuencia inmediata que las representaciones más co-
texto en su singularidad y su literalidad propias- como histórica.
munes del escritor, un ser puro, sin ataduras y sin historia -codo
Leer un texto de manera inseparablemente literaria e histórica es
lo que es divino es ligero, decía Barrhes-, se vuelven obsoletas. Si reponerlo en el tiempo que le es propio, situarlo en el universo li-
es cierto que este universo literario se ha consticuido como una terario con relación al t'mico meridiano de Grccnwich especifico.
especie de realidad paralela, entonces cada escricor está ineluc-
cablemente situado dentro de ese espacio: «No sólo codo el mun-
J. Marcd Protl.'il. Ir Tr111p1 rrtm1111i'. A la rt..llfrdtt il11 trtnp1 ptrdN. Parú.
do siente que ocupamos un lugar en el Tiempo», escribe Proust al
final de El tiempo recobrado, «sino que el más simple mide este lu-
Gallimnrd, 1954, l. VIII, p. 440. 1El11r111f'<' rri'Olmsdn. E" b1m'il ,¡,¡ tinnpo
do, Madrid. Alianza, 1969, vol. 7.1
'"'¡.
gar aproximadamente como mediría el que ocupamos en el espa- 2. M. Prous1, op. cit., p. 4.14.

450 451
Pero el tiempo, único productor de valor literario -y conveni-
do en antigüedad, en crédito, en recursos, en literaried.ad-, genera ce rechazadas como no licerarw, es decir, como no cooformes c.on
la desigualdad del mundo literario. Ahora bien, sólo se puede aspi- los criterios puros de la literatura pura, o bien (rara va) comagra-
rar a trazar un.a auténtica historia literaria de la literatura sí se tie- das al precio de inmeruos malencmdidos erigidos en principios
ne en cuenca la desigualdad de los protagonistas del juego literario mismos de consagración: la negación de la esauaura jmiquica.
y los mecanismos de dominación específica que se manifiestan en de la rivalidad, de la desigualdad de los espacio• literarios, r:ram-
él. Los espacios lícerarios más antiguos son asimismo los más dota- forma el anexionismo garantizado de la ignorancia emocmcrisu
dos, es decir, los que ejercen sobre el conjunto del mundo literario en consagración (o excomunión) univmaliz.aru:e.
una dominación indiscutible. La idea de la literatura «pura», libe- El ejemplo de Kafka muestra que, la mayoría de las veces, este
rad.a de la historia, es una invención histórica que, debido a la dis- etnocencrismo reviste la forma de anacronismo. Como su consa-
tancia que separa a Jos espacios más antiguos de los más recientes gración es completamente p6sruma, esos anacronismos ~ a
(o sea, los que han ingresado más reciencemence en el universo li- la distancia que separa el espacio literario (y político e intdectual)
terario), se ha impuesto como universal al conjunto del mundo li- en el que Kafka pudo producir sus textOS del espacio literario {y
terario. político e inreleccual) de •recepción• de su obra. Al cnttar, como
La negación de la historia y, sobre codo, de la estructura uno de los fundadores de la modernidad, en d universo litmrio
desigual del espacio literario impide comprender -y aceptar- que internacional que le consagra después de 1945, pierde al mismo
las categorías nacionales, políticas, populares son las que constitu- tiempo codas sus caracterísócas nacionales y culturales, ocultadas
yen los espacios literarios poco dotados, y prohíbe por ello encen- por el proceso de universalización. Se le aplican los criterios litera-
der, en su mismo proyecto, muchas empresas literarias de las ba- rios vigentes en el meridiano de Grcenwich literario, a saber, en d
rriadas extremas del espacio literario o incluso -como en el caso presente de la literatura (reacrualizado en cada generación intelec-
de Kafka- reconocerlas como cales. La crítica «pura» proyecta, con tual que se apropia de los textos): autonomía, formalismo, polise-
la mayor ignorancia, sus propias categorías estéticas sobre textos mia, modernidad, etc., mienrras que la historiz.ación de su posición
cuya hiscoria es mucho más compleja que la que se les atribuye. y de su proyecto revela que, exactamente al revés, era sin duda (o se
En el polo de la literatura pura, las categorías nacionales y políti- creía, o se vivía como tal) un escritor de una nación dominada; en
cas no solamente son ignoradas, sino que de entrada se las excluye cuanto cal, lógicamente y conforme al modelo que acabamos de es-
de la definición misma de literatura. En otras palabras, en virtud tablecer, cabe pensar que consagraba su obra a la ·búsqueda- ince-
de una forma de ecnocentrismo sin remordimientos, allí donde los sante de una identidad problemática. Parócipaba en la constitu-
recunos más antiguos han permitido a la literatura emanciparse (o ción de una literatura nacional específica, y quería contribuir con
casi) de todas las formas de dependencia externa, se ignora y se re- sus textos a la emancipación de su pueblo y su acceso a la •naciona-
chaza la terrible estructura jerárquica del mundo literario, esto es, lidad». Si bien Kafka era realmente un escritor de un país •peque-
ño», se oponía también totalmente al formalismo literario, y estaba
la desigualdad de los que participan en el juego. Los legisladores
decidido a emprender, con perfecto conocimiento de causa, la vía
literarios niegan y desconocen la dependencia política, las craduc-
colectiva y comunitaria. Pero la evidencia de las jerarquías literarias
cíoncs internas, las preocupaciones nacionales y lingüísticas, la ne-
impuestas por el emocenrrismo crítico de las grandes naciones lite-
cesidad de constituir un patrimonio para entrar en el tiempo lite-
rarias prohíbe reconocer como digna de la más alca idea de la lite-
rario, codas esas erabas concretas que entorpecen el proyecto y la
ratura esca clase de empresa literaria.
forma de las obras literarias llegad.as de los linderos de la Repúbli-
Sólo el modelo internacional e histórico que se propone aquí,
ca de las Letras. Por eso las obras excéncricas son o bien tocalmen-
y muy particularmente el conocimiento del lazo histórico que se
452
453
instauró desde el siglo XVI entre la nación y la literatura, puede
dar su razón de ser y su coherencia estética y política al proyecto decretos de la crítica central. que no sabe nada de la realidad de
literario de los escritores 1<excéntricos11. Gracias al establecimiento desigualdad de acceso al universo literario. Hay una universalidad
del plano del mundo literario y a la clarificación de la dicotomía que escapa a los centros: la dominación universal de los escritores
que separa a las grandes de las pequeñas naciones literarias, pode- que, aunque adopte formas históricas diferentes, no por ello deja
mos desprendemos de los prejuicios inherentes a la crítica literaria de producir. desde hace cuatro siglos y en todas partes del mundo,
central. Sólo a condición de comprender que Kafka posee los ras- los mismos efectos. La increíble constancia -vo misma la he des-
gos propios y comunes de todos los escritores de las naciones cubierto con estupefacción- de los medios, I~ luchas, las rei\'indi-
emergentes y dominadas podernos aceptar despojarnos de las ce- caciones, los manifiestos literarios, que conduce desde Du Bellay a
gueras constitutivas de la crítica central. El mismo mecanismo de Kateb Yacine, pasando por Yeats, Danilo Ki~ )' Beckett, deberla
denegación de una especificidad política e histórica se reproduce incitar a todos los •llegados tarde• del mundo literario a reivindi-
para creadores tan distintos corno Ibsen, Yacine, Joyce. Beckett o car como anrepasados propios a algunos de los escritores más pres-
Benet: aunque hayan seguido itinerarios muy diversos, todos tie- tigiosos de la historia literaria y, sobre todo, a justificar sus obras
nen en común el hecho de que deben su reconocimiento universal hasta en su forma, su lengua o su inquietud polltico-nacional.
a un inmenso malentendido sobre sus proyectos literarios, y plan- Mejor aún, desde 1549, fecha de la edición príncipe de La
tean de manera ejemplar la cuestión de la ufabricación» de lo uni- Deffence et Illusm1tio11 tÚ la tangue ftanroysr. se sabe que entre los
versal literario. •excéntricosn literarios es donde se fomentan las más grandes m'O-
No se trata, por supuesto, de impugnar a Kafka su consagra- luciones específicas, las que contribuyen a conmocionar profunda-
ción universal. Su extraordinaria búsqueda y su posición insoste- mente todas las prácticas literarias, a cambiar la propia medida dd
nible le obligaron indudablemente a inventar una literatura que, a tiempo y de la modernidad literaria: pienso en las que han llevado
través de la subversión de los códigos ordinarios de la representa- a cabo Rubén Darío, Georg Brandes, Mário de Andrade, James
ción litera.ria y, sobre codo, las interrogaciones sobre la identidad Joyce, Franz Kafka, Samuel Beckctt, William Faulkner ... Con d
judía como hecho ineluctable del destino social, llevaba a su in- deseo de que este libro esté hecho para e incluso por sus lectores,
tensidad más extrema una interrogación universal. Pero la deshis- quisiera poder escribir como Proust al final de En busca tkl tinnpo
torización de principio del reconocimiento central propicia una perdido: «Yo pensaba [... ] en mi libro. y aun serla inexacro decir
universalización que descansa en la ignorancia deliberada y reivin- que pensaba en quienes lo leyeran, en mis lectores. Pues. a mi jui-
dicada. Por ello la aplicación de un nuevo método de interpreta- cio, no serían mis lecrores, sino los propios lectores de si mismos,
ción de los textos literarios, basado en una historia literaria reno- porque mi libro no sería más que una especie de esos cristales de
vada, es el instrumento indispensable de la constitución de un aumento como los que ofrecía a un compntdor el óptico de Cam-
nuevo universo literario. Sólo si se comprende el sumo parcicula- bray; mi libro, gracias al cual les darla yo el medio de leer en s(
rismo de un proyecto literario se puede acceder al verdadero prin- mismos, de suerte que no les pedirla que me alabaran o me de-
nigraran. sino sólo {jUe me dijeran si es eltctivamente esto, si las
cipio de su universalidad.
palabras que leen en ellos mismos son realmente las que yo he es-
El presente libro podría asf convertirse en una especie de arma
crito ..)1
critica aJ servicio de todos los «excéntricos» literarios (periféricos,
desposeídos, dominados). Deseo que mi lectura de los textos de
Du Bcllay, Kafka, Joyce, Faulkner pueda ser un instrumento para
luchar contra las evidencias, las arrogancias, las imposiciones y los l. Marce! l'roust. op. dt.. pp. 424·4l'i

454
455
INDICE ONOMÁSTICO

Apollinaire, Guillaume, 46, 83,


A. E., véase Russdl, George
Abt, Thomas, 308 181
Achebe, Chinua, 150, 207, 208, Appd. ((arel, 327
Archer, William, 212, 216
257,258,336
Archipenko, Alcxander, 171
Addison, Joseph, 103
Arnauld, Antoine, 92, 99
Ady, Endre, 46, 181
Arnove, A., 208n
Alegría, Ciro, 131
Asrurias. Migud Angel, 202,
Alencar, José de, 369n
204.305,418
Alessandra, Jacques, 300n
Arwood, Margaret, 167
Allen Woody, 220n
Augusto. 94. 95, 100
Al me ida, Alfredo, 381 n
Auroux, S.• 82n
Amado, Jorge, 199, 381, 403
Austen,Jane, 166,413
Amrouche, Jean, 341, 346n, 353
Ancona Lopez, Tele Porto, 373n Ausrer, Paul, 219, 223
Azúa, Félix de, 154. 344
Andersch, Alfred, 426
Andersen, Hans Christian, 137
Baggioni, Danid. 55n, 70n, 73n,
Anderson, Benedict, 55, 70,
82n,92n, 104n,356n,358n
106, 1lOn, 118
Andrade, Mário de, 67, 79n. Bahr, Hermann, 140
169, 296, 336, 368-376, Bair, Dddre, 248n
377,378n,381,382,455 Balcells. Carmt'n, 321
Andrade, Oswald de, 5 l. 369, Balzac. Honoré de, 41, 42, 43,
375n 46,359
Antoine, André, 185, 212, 214 Bancroft, George, 109, 11 O
Antunes, António Lobo, l .U, Bandcira, Manud, 371
199n,219 Banville, Théodore de, 290

457
Barbey d'Aurevilly. Jules A., 34 Bibó, lsrván, 238
Bacdolph. Jacquelinc, 30 l n, 302n Bj0rnson, Bj0rnstjerne, 135 Bray, R., 9ln
Baroja, Pío, 362 Bjurscrom, Carl Gustaf, 185 Bréchon, Roben, 280 Carroll, lewis, 181
Barral, Carlos, 321 Blanc, Louis, 51 Breche, Bertolt, 221 Casanova, Giovanni e·
97 iacomo,
Barraulr, Jcan-Louis, 177, 193 Blanqui, Louis Augusce, 42 Breton, André, 303, 327, 362
Barrhcs. Roland, 259, 448-450 Blin, Roger, 190 Brink, André, 349n Casanova, P., 240n, 422n
Boccaccio, 72, 81 Cassou, Jcan, 209
Bary. René, 87n Brod, Max, 264, 331, 351, 352,
Basáde, Roger, 79n, 369n Boccioni, Umbeno, 171 353 Castelhun Darncon, Madia, 24Sn
Bohours, padre, 94 Castro, Fidel, 418
Baudelaire, Charles, 42, 46, 134, Bronowski, Jacob, 248n
Boileau, Nicolas, 95 Casero Alves, António de, 52
181. 181. 193. 346 Bruno, Giordano, 69n, 372, Catalina 11, 97
Bauáer, Roberr-Henri, 75n Boll, Heinrich, 221, 426 423 Cela, Camilo José, 150
Beach, Sylvia, 195, 404, 409, Bordeaux, Henry, 25 5n Brunot, Ferdinand, 91, 93 Celakovsky, Frantikk, 110-111
429 Borges, Jorge Luis, 134, 139, Buber, Martín, 193 Celan, Paul, 364
Beaunc, Colecte, 76n 173-174. 181, 183, 305, Buck, Pearl, 202 Célinc, Louis-Fcrdinand, 39,
Becker, Howard, 360 315,363,418,422 Budry, Paul, 284 362,385
Bcckett, Samuel, 15, 53, 62-63, Boschetti, Anna, l 75n Burdy, Samuel, 288n Ccrteau, Michel de, 67n
68, 81, 151, 173, 189-191, Bossuet, Jacques Bénigne, 99 Burguiere, André, 258n Ccrvamcs, Miguel de, 28
193, 196, 203, 240, 245- Bouchard, Jacques, 3 l 5n Burroughs, William, 175 Césaíre, Aimt!, 383, 388
248, 253, 269, 336, 363, Bouchet, André de, 364 Butler, Samuel, 191 Cézanne, Paul, 173
372, 405, 410-413, 422- Boudjedra, Rachid, 170, 336, Byron (George Gordon), 181, Chalmers, Manin, 221n
425, 444-447, 449, 454, 343n, 347, 348, 428, 432, 197 Chamoiscau, Pacrick, 170, 207,
455 439-442 366-367, 383, 384n, 386n,
Bembo, Pictro, 56n, 81, 82 Caillois, Roger, 42, 43n, 45, 387,389,432,443n
Bourdaloue, Louis, 99
Charle, Christophe, 49n, 148n,
Benet, Juan, 47, 62, 138, 139n, Bourdieu, Pierre, 28n, 54n, 9ln, 375
146, 147n, 150, 151, 152, Calder, Alexander, 171 178n
120n, 122,222,2250,247 Charpenticr, Fran~ois, 9~
153, 154, 155, 156, 232, Bourget, Paul, 140 Calderón de la Barca, Pedro,
Chateaubriand, Fran931S Rcn¿,
259, 260n, 270, 362, 420, Bouvaist, Jean-Marie, 225n, 226 308 193,289,290
422, 428, 432, 434-439, Boyd, Brian, l 87n. 188n Calvet, Louis-Jean, 333n Chauveau, Jcan-Picrrc, 83n
442,454 Camóes, Luís de, 89, 368, 372
Boyd, Ernest, 206 Chenerier, Marc, 222
Benjamín, Walrer, 42, 123n, 308 Boyer, Régis, l 35n, 211 n Camus, Albert, 136, 177. 193• Chopin, Fréd¿ric, 244. 245
Béranger, Pierre Jean de, 51 Brancusi, Constantin, 48, 171 413, 441 . 138, Cicerón. 72, 78. 86, 100
Berlín, lsaiah, 59 Candido, Antonio, 30, Cioran, Aurel, 241.n 5 99,
Brandes, Edvard, 185
304,359,360 C' Emile M1chcl. 1 ,
Berman, Antoine, 27, 307n,
309n, 310
Brandes, Georg, 133, 135. 137,
211,215,455
Carelli, Mario, 51 n, 3690 • 37on 'º7;8 241. 242. 278, 280.
281: 282. 283. 3;6. 337.
Bcrnahé, Jean, 367, 383, 384n, Carlomagno, 76
Brandys, Kasimierz, 271
386n,387 Carlyle, 27n . _304, 360. 363. 364.A1405 Ureña),
Branc, Sebastian, 56n Carpentier, AJe¡o, 290, 303· Clarín (Leopoldo as y
Bernhard, Thomas, 219, 221 Braudel, Fernand, 15, 23, 24,
Bcr¡ani, L., 259n 305,418 141
70, 72, 116 Carpentier, Gilles, 300n
459
4S8
Curtius, Ernst, 44, 4Sn
Clarke. Austin, 246
Claudel, Paul, 385 Cymerman, Claude, 51 n, 303n, d'Ors, Eugeni, 320
419n Dos Passos, John, 176, 22 2, 442 Era~mo, 104
Cl6ncnc, Bruno, 411 n
Coctcau, Jean, 38n, 181, 248, Dostoievski, Fiódor, 261, 339 Ernst, Max, 171
d'Aiguy, baronesa, 123n Dotremont, Christian, 327, 328 Esenin, Serguéi Alcxánd rov1ui,
.L
290 181
Cohn, Ruby, 246n Daireaux, Max, 133n, 242 Dowell, Coleman, 223
Coindrcau. Maurice-Edgard. 153. Daive, Jean, 364 Drachmann, Holger, 135 Espagne, Mic:hel, 58n 145
Dance Alighieri, 9, 28, 68, 69n, 147, 148n ' n,
177, 191, 222. 437 Dreyfus, Alfred, 136, 201
72, 77, 80, 81, 82, 324, Espinosa, Germ~n. 170
Colct:, John, 104 Drummond de Andrade, Carlos,
372, 411, 422-425 Espmark, Kjell, 200n, 201 n
Colley, Linda, 57, 105n 169, 199,305
Danton, 41 l:tiemble, René, 205n
Collini, Stcfan, 105, 145, 313 Dryden, John, 103, 104 Evans, S., 208n
Colum, Padraic, 246, 294, 394, Daría, Rubén, 34, 52, 127, 132, Du Bellay, Joachim, 21, 56n, Even-Zohar, ltamar, 180
395,401 133, 134, 137, 186, 290, 67, 68n, 69, 70, 75, 76n,
Combe, Dominique, 209n 320,336,346,420,455 77, 78, 79, 80, 84, 87, 88, Fagunwa, Danid Olorunfcmi,
Compagnon, Amoinc, 448n David, Claude, 352n 95, 98, 125, 143, 273, 288, 296,297
Confianr, Raphael, 170, 207, Deleuze, Gilles, 218, 219, 267, 289, 291, 302, 307, 332, Falla, Manuel de, 51
367, 383, 384n, 386n, 387, 268 369, 374,424,454,455 Farah, Nuruddin, 243, 331.
389,443n Delibes, Miguel, 150, 363 Du Camp, Maxime, 45 338,339
Congrcvc, Wtlliam, 272-273 DeLillo, Don, 223 Dubuffet, Jean, 328 Farquhar. George, 273
ConnoUy, Cyril, 391, 408, 409 Demolder, Eugene, 247 Dufauconprat, 197 Farzaneh, M. F., 311 n
Conrad, Joseph, 364 Demóstenes, l 00 Duffy, Enda, 41 5 Faullmer, William, 1S. 119. 1.U.
Conscien~. Hendrik, 323 Derrida, Jacques, 218, 219 Dumas, AJexandre, 52 141. 147, 152. 153. 170.
Dumas, Alexandre, hijo, 211 176-178, 181. 191. 203,
Constanr, Benjamin, 327 Descartes, 92
Duriaud, Jean, 375 204, 222, 419-422. 428.
Coover, Roben, 223 Desfontaines, abate, 97
Durkheim, ~mile, 85. 86n 432-442.443n,454,455
Copémico, Nicolás, 245 Desnos, Robert, 303 Febvre. Luden, 449
Corncille, Pierre, 95, 99, 181, 327 Desportes, Philippe, 87 Federico 11 de Prusia, 21. 33,
Corpet, O., 44ln Dewitte, Philippe, 52n Eagleton, T erry, 414n .~4. q7, 99n, 100, 125. 126
Cortame, Gérard de, 34n, 133n E~a de Queiroz, José Maria, 359
Diáguilev, Serge de, 171 Fell. Claude, S1n, 303n, 4 l 9n
Conázar, Julio, 219, 418 Eckermann, Johann Pecer, 309
Dib, Mohammed, 287, 306, Fénéon. Felix. 179
Cosic, Dobrica, 363 Eckhoud, Georges, 247 Feraun, Mulud. 295
34In
Couchoro, Félix, 338 Eco, Umberto, 139, 225 Ferrari. Omtldo. l 34n
Dichy, A., 441 n
Coussy, Denise, 257n, 297n Edel, Léon, 130n Ferreira. Vergilio, 18 l
Dickens, Charles, 166, 413
Couto, Mía, 169 Elias, Norbert, 9811 Ferro. Man:. 118
d'lndy, Vincent, 178
Cowley, Malcolm, 177, 436 Eliot, T. S.• 203 Htt~erald. F.dward. 312n
Djaider, M., 44In Ellison, Ralph. 229 Fin~erald. Frands Scott, 442
Crane, Han, J81 Doncieux, G., 94n Ellmann, Richard, 324n, 32Sn, Flaubert. (.;ustitvc. 413
Cré.maz.ie, O., 209n Dongala, Emmanuel, 338
Crnjanski, MHoi, 46 404n Fo D1trio. 204
eUJrurunga,
. E. E., 181 Dorar Uean Dinemandi, /ltun11- Enrique 11, 75 fo~t.i~ky l\litck, Marthe, 4l 3n
do), 75 Enrique Vlll. 104
461
460
fosrer. Edward Morgan. 362 Glissanc. Édouard, 159, 170
Foucaulr. Michd. 13. 219 236, 237, 443n '
Godoy, Lucíla, véase Mistral, Hagiwara, Sakucaro, 52 Horiguchi, Daigaku, 181
Fouqué, Friedrich, 428 Halbwachs, 1\.1., 86n Hsia-hsien, Hu, 220n
Francisco I, 76 Gabriela
Hamilton, Anroine, 97 Hugo, Viccor, 34, 41. 46, 51.
France, Anarole, 201 Goechc, Johann Wolfgang von,
22, 26, 27, 62, 107, 172, Hammer-Purgstall, Joseph von 97, 123, 124n, 176, 193.
Franco, Francisco, 152n. 260. 439 312n 339,359
Fresnais, 197 277,307,308,428
Goldsmirh, Oliver, 273
Hamon, Ph., 259n Huizinga, J., 200
Freud. Sígmund, 362 Handke, Pecer, 221 Hulme, Kcri, 164
Fuentes, Carlos, 219. 261. 262, Goll, lvan, 196
Hardy, Thomas, 150 Hulme, T. H., 171
315.418 Gomberville, Marin Le Roy de,
Harlow, Florence, 159 Humboldt, Wilhclm von, 109
Fumaroli, Marc, 69. 71, 75. 77. 93
Harvey, L., 240n Hussein, Taba, 158
79, 80, 81, 82, 86n, 87n. Gombrowicz, Rita, l 94n
Hawkes, John, 223 Husserl, Edmund, 449
91n,94n,98n,449n Gombrowícz, Wicold, 193-194,
Heaney, Seamus, 409, 422 Huysmans, Georgcs Charles,
24Sn
Hedayac, Sadegh, 311, 312, 421 140,401
Gaddís, William. 223 Gómez Carrillo, Enrique, 242
Hegel, Georg Wilhelm Frie- Hyde, Douglas, 250, 253, 258,
Galiani, Ferdinando, 97 Gómez de la Serna, Ramón, 311,325n,396,397,398
drich, 109, 136
Gallegos. Rómulo, 131 174, 191, 209 Heine, Henri(ch), 41, 51
Gandhí (Mohandas Karam- Goulernot, Jean-Marie, 44, 45n, Hellens, Franz, 249 Ibsen, Henrik, 15, 135, 174,
chand), J\.iahaana,274 95n,98n,217n Hemingway, Ernesc, 204, 442 179, 209-215. 232, 324,
Gangotena, Alfredo, 52, 279, Granville Barker. Harley, 212 Herder, Johann Goccfried, 34, 325, 401, 421, 454
280,336 Grass, Günter, 221 66, 69, 101, 102, 106, 107, Icaza, Jorge, 131
Ganne, Valérie, 36n, 163n. Grassec, Bernard, 208, 389 108, 109, 110, 118, 142, lshaghpour, Yousscf, 312n
182n,220n,222n Gray, AJasdair, 322n 143, 291, 292, 31 o, 350, Ishiguro, Kazuo, 164
Garda Calderón, Venrura, 52 Gregory, Lady, 294, 394, 395, 380,402,4250 Iscrati, Panait, 188, 363
Garda Márquez, Gabriel, l 19, 401, 406 Herrera y Reissig, JuHo, 290
204, 219, 270, 305, 315. Grein, Jack Thomas, 212, 215 Hesse, Hermann, 200 Jacobsen, Jens Peter, 135
321. 442 Gresset, Michel, l 77n Higgins, F. R., 246 Jahn, Janheinz, 342n
Gass, William, H .. 223 Grieg, Edvard, 213 Hitler, Adolf, 136 Jakobson, 32n
Gaudí, Antonio, 320 Griffith, David, 50, 326 H6 Chi J\.iinh, 162 James, Henry, 11. 12, 13, 17,
Gauguin, PauJ, 179 Grimm, Jacob, 97, 11 O, 11 l. Hobsbawm, Eric, 70, 11 On, 116, 130n
Gautier, 3 l 2n 211 355n Jamcson, Fredcric, 414
Gibboru, Luke, 400n Grimm, Wilhelm, 97, 110, 211 Hofmann, Gerc, 221 Jammcs, Frands, 181
Gide,André, 158, 176,290,362 Gris, Juan, 171 Hofmann, J\.iichael, 221 Janvier, A.. l 90n
Gilben, Scuan, 196 Gual, Adria, 320 Holbach, Paul Henri d', 97 Janvier, L., 190n
Gilliard, Edmond, 284 Guattari, Félix, 267, 268 Holderlin, Friedrich, 109 Jean Paul Uohann Paul Frie-
Gimferrer, Pere, 361 Holz, Arno, 201 drich Richter), 109
Guibert, Armand, 346n
Girod.ias, Maurice, 189 Homero, 308 Jeismann, Michacl, 57
Guimaráes Rosa, Joáo, 119,
Glaser, Georges, 41 Hrepffner, Bernard, 222 Jclenski, Constantin, 193-194
169, 199,374n
Horacio, 88 Jclinck, Elfricde, 219

462
463
Kaurismaki, Aki, 220n
Jcrcmic, Dragan. 150, 363
Kawabata, Yasunari, 202, 203 La Bruyere, Jean de, 95
Jerónimo, santo, 192
Jiméncz, Juan Ramón, 134 Kelly, John, 323n, 400n La Foncaine, Jean, 95 loclgc, David, 225
Jlebnikov, Vélimir, 22. 34. 127 Kelman, James, 322n, 380, 385 La .R?chefoucauld, duque de, 99 lodgc, R. Anthony, 84n, 89
Kenyata, Jomo, 301 Laab1, Abdellacif, 335 9ln, 92, 93 n,
Johnson, Uwc, 221, 426
Johnston, William M., 11 On Khayam. Ornar, 311, 312, 421 Lacan, Jacques, 218 ~iscau'. Georges, 185
Kiberd, Declan, 250n, 252n, Lacretelle, Jacques de, 290 ngue1l, Christophc de, 77
Jokai, Mór, 51 lopez, Fran~ois, 80n
Jolas, Eugene, 196 393n,397n,398n,416 Laforgue, Jules, 193, 346
Kierkegaard, S6ren, 136, 137 Lamarcine, Alphonse de, 51. 52 lorcholary, Bcrnard, 263n
Jones, William, 277 Lowy, lsak, 264, 265, 266 299
Jordaens, Jacob. 247 Kieslowski, Knysztof, 220n Lancelot, Claude, 92 354 . '
Jom, Asger, 327, 328 Kipling, Rudyard, 204 Lapouge, Gilles, 3?0n
Luis XIV, 87, 90, 94, 95, 96, 97 ,
Joyce, James, 15, 39. 63, 68-69, Kis, Danilo, 15, 45, 46, 58, 62, Larbaud, Valery, 16, 17, 22, 99, 100, 103,283
81, 132, 139, 141, 150-151. 127, 131, 132. 139, 150, 23n, 31, 37, 38, 39, 48, 60, Lugné-Poe (Aurélien M. Lugné,
171, 174. 181, 184, 189, 151. 154, 155. 156, 157, 103, 121, 150, 15ln, 173, llamado), 179, 185, 214-215
191, 195-196, 205, 206, 174, 175, 181, 183, 219, 174, 177, 191, 192, 195, Lully, Jean- Baptistc, 99
232, 248, 252, 253, 258, 232, 238, 260, 270, 363, 196, 205, 206, 222, 224n, Lutero, Martln, 73
270, 273, 316, 317n, 321. 420,422n,455 226, 273n,375,433,436 Lyotard, Jean-Fran~ois, 229
324-325, 340, 344, 352, Klaus, H., Gustav, 322n Lariónov, Mijaíl, 171
362, 372. 391-393, 397, Klopstock, Friedrich Goctlieb, Larsson, Carl, 18Sn Mac Donagh, Thomas, 250
398n, 404-411, 413-417, 34, 163 Lautréamonc (Isidore Ducasse), Mac Neill, Eoin, 396
419-432, 434, 440, 443, Koch-Grünberg, Theodor, 373, 181 Mac Robbie, Angela, 379n
454,455 376,377 Lazarus, Neil, 208n, 257n, 302n Macchia, Giovanni, 45n
Le Grand, M., 86, 87n Machado, Antonio, 134
Julia, Dominique, 67n Koescler, Arthur, 49, 50n
Le Laboureur, Louis, 87, 94 Machado, Gerardo, 303
Jun, Joseph, 76n, 97n, 109n, Kondrotas, Saulius, 238 Machado, Manuc:l, 134
140, 144 Koszrolányi, Dezso, 181 Lehmbruck, 171
Lemaire de Belges, Jean, 68, 77 Machado de Assis, Joaquim Ma-
KrleZa., Miroslav, 238, 239, ria, 52, 359. 375n
Kafka, Franz, 15, 30n, 63, Lemonnier, Camille, 247
240n,245 Maeterlinck, Mauricc, 179, 215,
117n, 146, 147, 206, 207, Lenz,34
Kroucchonykh, Alexis, 127n 216,323
22], 231, 232, 250, 258, Léon, Paul-L., 196
Krüger, Reinhard, 76 Magné, Bcrnard. 94
Leonard, Tom, 322n, 380 Magnier, Bernard, 345n
263-268, 298, 299, 312, Kundera, Milan, 219, 239. 240, Lessing, Gocchold Ephráim, 34,
331, 341, 343, 349-355, 250, 252n, 336, 363, 364, Magrine, René, 326
163,447 Mahfuz. Nayib. 203
362, 391, 393, 421, 447, 365 Levinson, André, 187 Major, André, 367
452-454. 455 Kunene, Mazizi, 313, 348 Lévi-Strauss, Claudc, 376 Malaparte. J., 3J2n
Kandinsky, Yasili, 171, 328 Kupka, Franrisek, 171 Lewis, Sinclair, 202 Malherbc, Fran~ois de, 69, 87.
Karadzic, vuk, 111 Kuruma, Ahmadu, 345 Lewis, Percy Windham, 171
Karpioski, Francisek, 194 88.93.371 179
Kyongni, Pak, 198, 363 Liiceanu, G .. 24ln, 2820 Mallarmé. Scéphanc, 83. '
Kato, Haruhisa, 52n, 303n Kyongnim, Sin, 261 Lily, William. 104 193.401
Kaun, Axcl, 41 I Lipchitz, Jacques, 17!
465
Miller, Richard, 327n
Malraux, André. 177
Minon, Marc. 36n, 163n, 182n, Nadeau. Mauricc. 168n, 193, 222 Onctti, Jwm úrloA, 418
Mammeri. Mulud, 295. 343 {)55ifo. 107
220n,222n Nagai, Kafu, 51
Man. Paul de, 17.3. l 74n o~ter. lJanid, 43. 44n, 45n, 2l7n
Mirbeau, Octave, 179, 216 Naipaul, V. S., 15, 150. 161,
Mandclscam. Ossip. 181
Miró, Gabriel, 174 165, 234. 269. 274, 275,
Mann, Thomas, 147. 221. 362 Pamics, Scrgi. 361
Mishima, Yukio, 158 276,277,278,281.283.405
Marat, Jean-Paul, 41 Paparrigopoulo~. Comtc1nti11, 31 'i
Mistral, Frédéric, 53 Napoleón Bonaparte. 59, 359
Marcadé. J. -C.. 127n Pardo Badn. Emilia, 141
Mistral, Gabriela, 53. 202 Narayan, R. K., 161, 343
Marias, Javier, 154
Mo, Timothy. 164 Ndebele, Njabulo, 340, 425 Parigoris. Aleund111, 4811
Marinctti, Filippo Tommaso, 51
Modigliani, Amedeo, 171 Nekkouri-K.helladi, K., 44ln Pat·khutst Clark, l'riscilla. 29
Marsé. Juan, 361
Moliere, 95, 99 Ncruda, Pablo, 204, 414, 415 Parnell, Charlc5 Stewatt. 24l),
Martín, }can-Pierre, 278n
Meller, Peter Ludvig, 137, 38511 Ngandu Nkashama, Píus, 183, 324,397
Martin, Roland, 194
Molnár, Katalin, 417, 444 298n.307n Pascal, Blaise, 95, lJ9
Martín Santos, Luis, 152
Martyn,Edward,294,394, 395, Moneada, Jesús, 361 Ngugi wa Thiong'o (Ngugi, Ja- Paulhan, Jean. 346
Mondrian, Piet, 171, 328 mes), 257, 298, 301, 336, Pavd, Thomas, 85
401. 406
Marx,Karl, 162,362 Monénembo, Tierno, 170 356.357.358 Pavic, Milorad, 1.19
Masscnet, Jules, 178 Monnier, Adrienne, 48, 195, 196 Nicolas, Jean-Baptiste, 312n Paz, Octavio, 46. 65, 115, 119,
Matillon,Janine,240 Momale, Eugenio, 204 Nieczschc, Friedrich, 252 127. 128, 129, 130. 170.
Marol, Antun Gustav, 46 Monzó, Quim, 321, 361 Nobel, Alfred, 200 219.236.314.318.420
Maupassant, Guyde, 51. 185 Moore, George, 197, 206, 294, Nogueira, W. Galvao, 369n, Pearse, Patrick, 250. 397. 398
Mauriac, Fran~is, 136, 254n 325n, 391, 394, 395. 401. 37011 Pellison, Paul, 86
Maurois, André, 136 406,408 Noiret, Joscph. 327, 328 Pénisson, Pierre, 1Ot>n. 11 On
Mauros, Patriclc, 198n, 261 Morand, Paul, 181 Nordman, Daniel. 55 Pcnn Warren. Robett. 181
Mclean, Duncan, 380 Morel, Auguste, 196 Novalis, Friedrich, 109, .~08 Pétéz Galdós, Benito, 201
Nyerere, Julíus, 307n Pérez-R~rte, Arturo. 139, 22í111
Mciwz,Jérome, 17ln, 385n Morel, Jean-Pierre, 259n
Mcmmi, Albert, 336, 337n Péro11, AllTrd. 190, 196
Moro, César, 52
Mend~. Catulle, 34
O'Casey, Sean, 252, 25l 293. Perrauh, Ch11rles, '.14. 9'\, %
Moro, Tomás, 56n, 104
Mcndcs, MuriJo, 305 393. 401. 402, 403 Petetson, Bjerkc, .UI!
Morvan, Fran~oise, 400n
O'Conaire, Padraic, .~97. 398 Pétillon. Pierre-Vves, l 89n. 221
Mcnd01.a, Eduardo, 321, 344, 361 Moscr, Justus, 107, 109
Mcnkc, A, 208 ü'Connell, Danid, .~97 Petofi, SanJor. 181
Mouralis, Bernard, 333n Oehlenschlager, Adam Gottloh, Pcttlltca, 72. 81, 308
Mera. Juan León, 290 Mousli, Béatrice, 206n, 37Sn
359 Pimso, P11bln, 171. 304
Michaux, Hcnri, 15, 47, 48n, 52, Mukherjee, Bharati, 164 O'Grady, Standi~h. 250, 258, Pidmt, IW
63, 151,232,245,246,247, Murray, T. C., 402 .~94 Pietri, Arturo UAlar. 289
248, 269, 271, 278, 279, Mutis, Alvaro, 270 l'lnrro, Arrlmr \Vintt. 213
Okri, Ben, 164, 297
280,281,282,284,405 PirnnJello, Luigi, 151
Oliveira. Alberto de, 370
Michelet, Jules, 51 Nabokov, Vladimir, 175, 181. l'iswne. Llani~lt, "i 1n
Olivcirii, Manoel de. 22011
Mickiewicz, Adam, 51, 244 186-189,217,222,363 Ond1ta1je, Michacl, 164, 16'\, 167 Pl~tó1t, 100
Mili, John Stuart, l 35n Nabuco, Joaquim, 52 o'Neill. Eu~enc. 201 l'or, Ellp,iH All1111, 1:l4

467
Ray. Man, 171
Pomes • Machilde, 375n
rrail p· 42 R.ay, Sacyagit, 220n
Ponson du Te . ' ierre, Roch, Philip, 208, 223
Pope,.Alexander. 103
Réau, Louis, 103 Roubaud, Jacques, 83n Sc~ibc, Eugcne, 211
Reavey, George, 248n Rubens, Petrus Pablus, 178 Sc1fcrt, Jaroslav, 204
Pound,Ezra.31. 171
Renan, 312n Rudrnose-Brown, Thomas, 248 Scnghor, Léopold Sédar 347
Prado, Paulo, 51
Prévert, Jacques. 181
Renaud, Jacques, 367 Rulfo, Juan, 418 Set~, V~kram, 166, 225~, 226
Revel, Jacques, 55n, 67n, 258n Rushdie, Salman, LSO, l 59, Scm, Ricardo A., 442
Prévost d'Exiles, abare, 197
Reyes, Rafael, 418 Sevcrini, Gino, 171
Prousc, M...~,.,.~..J• 46• 146. 147. 161, 162, 164, 165, 184,
Shajovskaya, Zinaída, 1880
150-151. 248, 362. 450. Riaudel, Michel, 296n, 373n, 189, 234, 270, 275, 277,
375n 341,344,357,425 Shakcspcare, William, 28, 32,
451. 455 107, 179, 181, 197,212,214,
Puértolas, Soledad, 154 . Ricard, Alain, 296n, 338n, Russell, Georges, 246, 250, 394
342n,345,357n,358n 216,307n,308,324,342
Pushkin. Alexandr Serguéievtch, Shaw, Gcorgc Bcrnard, 161, 204,
189 Richard, M. Snyder, 225n Said, Edward, 413, 414, 415 210, 212, 213, 216, 232,
Pumam, Samud, 248 Richards, Grant, 407n Saint-Amane, Marc-Antoinc, 95 269, 271, 272, 273, 324,
Richardson, Samuel, 197 Saince-Beuve, Charles Agustin, 392,393,403-405,407,409
Queneau, Raymond, 181, 296n, Ridder, André de, 236 193 Shelley, Percy, 51
375 Riehl, Claude, 426n Sainc-Évremonc, Charles, 93 Shcridan, Richard Brinsley Bu-
Quevedo y Villcgas, Francisco, Riesz, János, 4 l 2n Salinas, Pedro, 147 tlcr, 273
119 Riffacerre, Michael, 259 Sánchez Fcrlosio, Rafael, 152 Sillanpaa, F. E., 200
Quináliano, 72 Rilke, Rainer Maria, 221, 346, Sapiro, Giselc, 255 Simon, Claudc, 204, 434, 435n,
354 Sarasin, Jean-Fran~ois, 95 439-440
Rirnbaud,Arthur, 127, 346 Sartre, Jcan-Paul, 127, 131. 136, Simonin, Annc, 255n
JUbacé, Jean-Michel, 324n
175, 176, 177, 181, 204, Skcat, W., W., 313. 314n
Rabcarivdo, Jean-Joseph, 336, Rivarol, Ancoine, 33n, 69, 96,
222,337n,347,426 Snydcrs, Gcorgcs, 85n
345,346,347 101, 102, 103 Sodcrbcrg. Hjalmar. 136
Racan, Honorar de Bueil, 88 Rivas, Pierre, 79n, 375n, 378 Savinio, Alberto, 44
Schelling, Friedrich Wilhclm Jo- Soupault, Philippe, 196
Racine,Jean, 32, 99, 282 Rivera, Diego, 304 Souza de Olivcira, 373n
Raddacz, FriczJ., 241n seph von, 109
Rivera, Euscasio, 131 Soyinka, Wolc, 150, 161, 164-
Schiffrin, André, 224, 225
Radnoó, 181 Rivoallan, A., 339n l65. 203, 296, 297. 336
Schlegel, August W'ilhclm von,
Radf, Mark, 186n Roberc,Marche,207,263n Spcroni, Sperone. 77
109,309.310 Spinoza, Baruch, 19
Rafroidi, Pauick, 288n Robespierre, 41 Schlcgel, Friedrich von.' 109 Spire, B., 272n
Rainc, Kathleen, 395n Robichez, Jacques, 214n, 215n Schleiermacher, Fricdnch, 109
Rambouillet, señorita de, 93 Robinson, Lennox, 402 . Spirrelcr, Carl, 2~ 136, 137n,
Schm1dr, Arno, 15' 139. 150, 4_ Stangerup. Henn '
Ramos, Graciliano, 169 Roche, Denis, 222 181. 219, 270, 363 ' 42 359,385n
Ramuz. Oiarles Ferdinand, 39. Rockefeller, 30 428,444 Scankovic, Bora. 46
40, 137, 169,208,232,233,
Steelc. Richardd, ¡~O 64. 123.
Ronsard, Pierre de, 56n, 87 Schulze, Hagen, lOin
237.240,272,275.284,285, Rosenberg, Harold, SO, 171 Schwartz, Delmore, 189 S · Gertru e, '
291,319,320,366, 383-389 Roth, Henry, 422, 424, 42 5• Schwob Marce!, 193 ~·"·4
12 • 171 • 316 ' 317
Ranger, Tercnc.c. 70n 429-431 Scott, Walter, 197
Sreiner. Georgcs. l 98n Tremblay. Michel, .~02
Srendhal (Henry Beyle, /lamatio). Tsvietáieva. Marina. 181 Virgilio, 78, 88
173,252 Tutea, Petre, 360 Vitti, Mario, 31 Sn Wildc, Osear, 181, 216 2'2
Tutuola, Amos. 296, 297 Voiture, Vincent, 93, 94n, 9S 273 ' ' .
Stenstrom. Thure, 135n
Stephens, James. 246, 294, 391. Twain. Mark, 89, 379 Voltaire (Francrois Marie Arou et, W~lliams, Wi11iam5 Carlos, 51
394.408 Tzara, Triscan, 48 llamado), 98, 1OOn, 176, 1n Wmgcnstcin, Ludwig, 115
Srerne, Laurence, 197 Voss, Johann Heinrich, 308 Wolf, Christa, 221
Srrich, Fritz. 27n. 309n Ujevic, Tin, 46 Vraz, Stanko, 111
Strindberg, August, 135, 174, Updike, John, 208 Yacinc, Katcb, 63, 232, 298
184. 185. 186, 188, 193, Urquhart,Jane, 167. 168 Waberi, Abdourahman, 338 300, 301 n, 302, 338, 343n'.
Uslar Pietri, Arturo, 118, 289, 353,432,441,454.455
196,336.337.364 Wagenbach, Klaus,267
290,303 Yeats, William Butlcr, 63, 161,
Sue, Eugene, 42, 51 Wagner, Richard, 178, 212, 213 141, 161, 174n, 204, 206,
Swaan, Abmn de, 33. 35, 36 Walser, Robert, 233 246, 250. 293-294, 298,
Swih,Jonathan, 103, 104,279 Valéry, Paul, 21, 22, 25. 26, 27, Waquet, Francroise, 73n 323, 324, 325n, 343, 391.
Syngc, John Millington, 206, 28n, 29, 30, 31. 38, 39, 40, Wartburg, Walther von, 91 393-397, 399, 401-404,
250, 252, 253, 294, 366, 44, 127, 172, 181, 201. 346 Warynski, André, 426n 406-410, 414-415, 423.
382. 391. 394, 395, 398. Vallejo, César, 51 Wegener,Alfred,449 455
400.401.403,408 Van Gogh, Vincent, 179 Weiss, Peter, 221 Yourcenar, Margucrite, 158. 269
Van Ruysbroek, abate, 179 Werner, Michael, 145n Yun-Sik, Kim, 251n,293n
Tabucchi, Antonio, 219 Van Tieghem, Paul, 16n Wessely, Anna, 51 n
Tagorc, Rabindranath, 158, 161, Van Velde, Abraham (Bram}, Wezel, 428 Zand, Nicole, l 98n, 238n
183,202,204,346 173,445,447 Whitman, Walt, 53, 173, 317, Zangwill, lsl"llel, 272
Taine, Hyppolite, 193 Van Velde, Gerardhus (Geer), 318,319n,346,379 Zola, 34, 41. 46, 59, 136, 140,
Tenório da Motta, L., 127n Wideman, John Edgard, 223 214,401
173,447
Tercncio, 86 Vargas Llosa, Mario, 130-131, Wieland, Christoph Martin, 34, zuloaga, Ignacio, 51 n
Zweig, Stcfan, 136
Texier, Edmond, 44 138, 176,219,428,432.442 428
Thackeray, William, 413 Vaugelas, Claude Favre de, 89
Thiériot, Jacques, 375 Vázquez Montalbán, Manuel,
Thiong'o, vlme Ngugi wa 321. 344, 361
Thiong'o Vega y Carpio, Félix Lope de,
Tieck, Ludwig, 428 119
Tilly, Charles, 57 Verhaeren, f.mile, 247, 323
Tirus, Edward, 248 Verlaine, Paul, 181, 290, 346
Tolstói, Liev N ., 363 Viala, Alain, 91 n
Topffer, Rodolphe, 171 Vico, Giambattisra, 69n, 372.
Torga, Miguel, 199 423,425,426
Torrcs-Varda, Hilda, 320n Vieira, José Luandino, 169
ToulolJIC..Lauucc, Hcnri de, 179 Vigny, Alfred de, 193
471
470
INDICE

la figura de la alfombra ............ · . . . . . . . . . . . . . . . 11

Primera parte
EL MUNDO LITERARIO

1. PRINCIPIOS DE UNA HISTORIA MUNDIAL


DE LA LITERATURA . . . . . . . . . . . . . . . . . • . • • • . . . . . . . 21
La bolsa de los valores lirerarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
la literariedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Cosmopolitas y poliglotas . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . 37
Paris, ciudad-literatura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
Lireratura, nación y política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
los fundamentos nacionales dt la literatura . . . . . . . . . . 54
la despolitización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Un nuevo método dt interpretación . . . . . . . . . . . . . . . 62
2. LA INVENCIÓ'.'J DE LA LITERATURA . . . . . . • . . . . . . . . • . 67
Cómo «devorar» el lado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
La baralla del francés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
El culro de la lengua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
El imperio del francés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
La revolución herderiana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
3. EL ESPACIO LITERARIO MUNDIAL . . . . . . . . . • . . . . . • • . 115
Los caminos de la libertad ........................ 119
El meridiano de Greenwich o el tiempo literario . . . . . . . 122
. al"ismo l'uerar10
N aaon . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Nacionales e internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Las formas de la dominación literaria . . . . . . . . . . . . . . . 157
4. l.A FÁBRICA DE LO UNIVERSAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 71
La capital y su doble . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I 72
La traducción como licerarización . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180
«Traducidos de la nochen ......................... 345
Juegos de lenguas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184
Vaivén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
El premio de lo universal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
Kafka, traductor del yiddish . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
Emocentrismos ................................ 204 Creadores de lenguas ............................ 355
Ibsen en Inglaterra y en Francia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209 La oralidad literaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
5. ¿DEL INTERNACIONALISMO LITERARIO Macunaíma, el anti-Camóes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 368
A LA MUNDIALIZAOÓN COMERCIAL? . • . • . . . . . . . . . . . 217 La criollidad suiza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382
5. EL PARADIGMA IRlANDÉS ........................ 391
Segunda parre Yeacs, la invención de la tradición . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393
REVUELTAS Y REVOLUCIONES LITERARIAS La Liga Gaélica, la recreación de una lengua nacional . . . 396
l. LAS PEQUEÑAS LITERATURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231 J. M. Synge, lo oral escrico ....................... 400
La privación literaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ...... 238 O'Casey, la oposición realista ..................... 401
Dependencias políticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ...... 249 G. B. Shaw, la asimilación londinense ............... 4-03
James Joyce y Samuel Becken, o la autonomía ........ 405
Estéticas nacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ...... 258
Génesis y estructura de un espacio literario . . . . . . . . . . . 412
Kafka o •la conexión con la política» . . . . . . . . . . ...... 263
6. LOS REVOLUCIONARIOS 417
2. LOS ASIMJl.ADOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . 269
Dance y los irlandeses .......................... . 422
NaipauJ, la identificación conservadora . . . . . . . . . . . . . . 274
La familia joyceana: Arno Schmidt y Henry Roth ..... . 424
Henri Michaux, ¿qué es un extranjero? . . . . . . . . . . . . . . 278
La revolución faulkneriana: Benet, Boudjedra, Yacine,
Ciaran, del inconveniente de haber nacido en Rumanía . 281 Vargas Llosa, Chamoiseau .................... . 432
Ramuz, la asimilación imposible. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 284 Hacia la invención de las lenguas literarias .......... . 443
3. LOS REBELDES . . • . . . . . . . . . . . . . . . • . . • . . . . . . . . . . . 287
Los usos literarios del pueblo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291 El mun® y el pantallm literario ....... ................ 447
Cuentos, leyendas, poesía y teatro nacionales . . . . . . . . . 294
Captaciones de legado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 302 Indice onomástico .............•........ · · · · · · · · ... 457
La importación de los textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 306
La creación de capitales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320
La Internacional de las pequeñas naciones ............ 322
4. 331
LA TRAGEDIA DE LOS «HOMBRES TRADUCIDOS» . . . . . . .
Los «ladrones de fuego,. .......................... 337

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