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La violencia escolar como forma

de convivencia de una sociedad

Nelia Tello

Es un hecho que en las escuelas secundarias hay violen-


cia, siempre la ha habido, pero no se le veía desde una
mirada crítica, e incluso llegó a considerársele necesa-
ria: la letra con sangre entra. La violencia, su expresión
y su sentido, era otra. Hoy se habla mucho de la violen-
cia en las escuelas, la consideramos un problema pero
¿cómo y quién la define? ¿Cómo se expresa? ¿Cómo se
atiende? ¿Qué se ha logrado?

Resumen
El artículo analiza la violencia escolar desde sus conexiones con
la desigualdad y la impunidad a nivel nacional, y con la violencia
estructural, violencia social, institucional. Articula los problemas
de violencia que tienen lugar en la escuela con los problemas del
entorno social y la vida cotidiana de los estudiantes. Encuentra
que la violencia estructural, social e institucional se traduce en
una cultura de control que es la que domina en las secundarias y
con lo que se estrechan los espacios para desarrollar habilidades
para la convivencia solidaria en la comunidad escolar.

43 nombre del artículo


Palabras clave: violencia estructural, violencia social, violencia esco-
lar, cultura del control, convivencia solidaria.

Abstract
This article analizes violence in schools from the consideration of social
inequality, crime impunity, and social and institucional violence. The
article relates the problem of school violence with the social context of
students daily life. We argue that the structural, social and institutional
violence creates the grounds for the control culture wich prevails in the
high school system. In turn, this situation closes possibilities for the
develoment of solidarity and social well being of students.

Keys words: structural violence, social violence, school violence, con-


trol culture, solidarity and well being of students.

La violencia escolar en el contexto La desigualdad no sólo afecta a los que


Poner a discusión la violencia escolar en no tienen, sino que permea a la sociedad
México requiere encontrar la forma de entera; “la vida es peor para todos, ricos y
abordar el problema desde su compleji- pobres, en las sociedades desiguales” (Es-
dad, considerando las diversas dimensiones calante en Woldenberg, 2011). En cualquier
de la realidad social que, de una manera nivel la desigualdad, como estructura social,
u otra, la configuran. Para profundizar en nos determina, nos constituimos en ella,
el problema haremos un recorte de la rea- nos acostumbramos tanto a ella que inclu-
lidad, ello no significa abordarlo como un so nos pasa inadvertida, como si no tuviera
hecho aislado, sino tratar de entenderlo, nada que ver con nosotros. Sin embargo, es
desde algunas de sus interrelaciones. La una circunstancia propiciadora de la violen-
violencia, en general y en particular, en las cia y permea todas o casi todas las acciones
escuelas secundarias, es un proceso histó- relacionales en las que participamos.
rico social, entreverado en un sinnúmero En el espejismo de los promedios, Mé-
de circunstancias, que no es posible tratar xico, en las estadísticas internacionales, se
con todo detalle en este espacio, pero que considera un país de ingreso medio, aún
vale la pena al menos tenerlas en cuenta. cuando sesenta millones de mexicanos
Hablaremos de la violencia escolar, prin- son pobres y, paradójicamente, también
cipalmente de la que protagonizan los es- tenemos entre nosotros a uno de los dos
tudiantes, pero relacionándola con la vio- hombres más ricos del mundo. Al ser im-
lencia estructural, institucional y familiar. puesta, la desigualdad es una violencia
Nos referiremos a la desigualdad y a la im- no reconocida, reproducida en nuestra la
punidad como dos situaciones macro que, cotidianidad y que genera una dinámica
desde nuestro punto de vista, inciden en la relacional de dominio y sumisión acepta-
violencia escolar en México. da culturalmente como algo dado. La des-
El sello más longevo, permanente y fun- igualdad opera a través de la exclusión y
damental que marca a la sociedad mexicana en ella reproducimos el mundo en el que
y le da su textura es el de la desigualdad. vivimos. De acuerdo con algunos estudios,
Una desigualdad tan abismal que difícil- la desigualdad está presente en los países
mente se puede hablar de una sociedad me- en donde hay más inseguridad, y más vio-
dianamente integrada (Woldenberg, 2011). lencia. La violencia escolar no es ajena a

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esta configuración social es, solamente, El manejo contrastante de los discur-
una expresión más. sos que dan cuenta de estas situaciones,
En cuanto a la impunidad, la pobla- hace pensar que vivimos una crisis pro-
ción mexicana asume que los ricos y los funda en torno a la valoración de las ex-
políticos, particularmente, gozan de impu- presiones generadas por la convivencia en
nidad en nuestro país. No obstante, se tra- sociedad. Los discursos, en ambos casos,
ta de una prerrogativa de la gran mayoría dejan de lado otros espacios referentes de
de los infractores. Este hecho tiene como la problemática que abordan, como aque-
origen (y consecuencia) un estado de de- llos que construyen y permiten las relacio-
recho débil, incapaz de hacer cumplir las nes violentas con y entre los ciudadanos, y
leyes, y un ambiente de corrupción que se la de los diferentes ámbitos de formación
convierte en caldo de cultivo de una vio- de niños y adolescentes.
lencia social que se incrementa día con día La mayor parte de las secundarias
en nuestro país. públicas del Distrito Federal se ubican en
La cultura de la legalidad dominante colonias donde la inseguridad, la violencia
—en la cual “el que no tranza no avanza” y y la ilegalidad no se ocultan, ni se guar-
donde “la ley sirve para romperse”— abona dan en espacios privados. Los estudiantes
en favor de la solución de conflictos por de las secundarias afirman que cerca de su
propia mano que da lugar a una violencia casa hay vandalismo, “drogos”, violencia y
generalizada. Junto con la impunidad o la riñas callejeras frecuentes. Según las ma-
recurrente no aplicación de la ley, aparecen dres de familia, “siempre están esos con su
todas las expresiones de violencia pública escándalo”, esto es, grupos de jóvenes que
toleradas por las autoridades municipales, pasan varias horas al día parados en las
estatales y federales que, al ser continuas, esquinas, jugando, bebiendo, drogándose
inciden en el ambiente de violencia, que y a veces delinquiendo. En estos entornos,
termina siendo parte de la normalidad de los puntos de venta del narcomenudeo se
la vida pública y privada nacional. multiplican en farmacias, casas particu-
La impunidad, igual que la desigual- lares, tienditas y, aunque las autoridades
dad, permea todos los ámbitos de la es- afirman desconocerlos, la mayoría de los
tructura social, dando lugar a procesos chavos aseguran que es relativamente fácil
sociales que reproducen la exclusión y la conseguir droga.
violencia en el nivel institucional, vecinal, Estos eventos urbanos, en apariencia
familiar e individual. Así, cuando hablamos inconexos, más que ser un telón de fon-
de violencia escolar estamos hablando de do configuran el problema de la violencia
instituciones educativas y comunidades escolar. Comprenderlo así es aproximarse
escolares que presentan estas característi- al problema desde su complejidad y no re-
cas en diversas dimensiones sociales. ducirlo a hechos aislados, o bien a com-
La violencia social —ejercida en las portamientos que vienen ocurriendo desde
calles por maestros, manifestantes, po- hace años.
licías, jóvenes, delincuentes y narcotra- De acuerdo con Juliana González
ficantes— es parte de la vida nacional, y (1998), la violencia es una fuerza que im-
se “tolera”, solapa e incluso considera una pone, que arrasa, “indómita, extrema, im-
práctica digna de respeto, pues “frente a placable, avasalladora, poder de oposición...
la declinación de la autoridad institucio- se revela... como signo de impotencia, de
nalizada, la sociedad se ha vuelto cada vez insensibilidad, de decadencia de la vida” (p.
más permisiva” (Girola, 2005). En cambio, 140). Así es la violencia siempre. La violencia
se utiliza el escándalo para tratar eventos lo es en cualquier espacio; sus expresiones
aislados de violencia protagonizados por cambian, pero no el hecho de que de que se
niños y adolescentes en escuelas básicas. ha convertido en una forma de relacionarse.

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La violencia somete al otro quien, al ser so- generalmente responden con la cultura del
metido, aprende a someter y a manejar una control. Así, a la violencia de los primeros, se
y otra vez sólo esta forma relacional. opone una violencia institucionalizada. En la
Usualmente, clasificamos a la violen- mayoría de las escuelas, los castigos ahora
cia para ubicarla, pero siempre es una fuer- señalados en el marco de Convivencia Esco-
za destructiva; no se trata de un recurso lar de la Secretaría de Educación Pública son:
aislado sino de una forma social de con- retención del alumno, por horas o por días, en
vivir, que penetra y corroe los más diversos las oficinas o en la biblioteca1, reportes, sus-
ámbitos. Cuando hablamos de violencia pensiones, y citas con los padres. Es entonces
escolar, muchas veces la desvinculamos de cuando se regresa la responsabilidad de la
la estructural y social. Nos referimos a la formación escolar a los padres y se les exige
violencia que hay entre los estudiantes, y que “enderecen” el comportamiento de sus
dejamos de lado el entorno: funcionarios, hijos. Este recurso es uno de los instrumentos
maestros y demás actores que conforman predilectos para enfrentar la violencia escolar
la comunidad escolar, sin considerar “que pero, lamentablemente, da como resultado
todos los sectores del orden institucional se un mayor número de enfrentamientos entre
integran en un marco de referencia general los actores de la comunidad: maestros contra
que, ahora, constituye un universo” (Berger alumnos, alumnos contra maestros y compa-
y Luckmann, 2001, p. 125). Ignoramos a los ñeros, autoridades contra padres de familia,
demás miembros de la comunidad escolar padres de familia contra maestros. Todos se
y centramos la mirada en los estudiantes acusan, se juzgan, se culpan.
como si ellos, en forma aislada, fueran los Dice una maestra: “Esta niña tiene una
productores de la violencia que ahí se ge- desatención muy grande, pero creo que el
nera. Esto nos permite incluso encontrar problema es el papá que no se hace cargo de
a un único culpable. Los medios hablan, ella; ojalá que se la quitará el DIF para que así
constantemente de bullying, etiquetan e recibiera una lección”; mientras una madre
identifican a uno o varios alumnos como de familia interrumpe: “Todas las semanas
los causantes de la violencia en las escue- me citan, y todo para decirme que si mi hija
las. Así, desaparece toda la responsabilidad ya se peleó con alguien, o se pintó, o gritó. Si
social. Entonces la violencia se desplaza, en sigo faltando al trabajo me van a correr, por
este caso, hacia los jóvenes adolescentes y más que les digo [a las autoridades], no me
se deja de lado el problema de la descom- hacen caso; yo ya no puedo venir” (Gutiérrez,
posición de la sociedad. 2013). Y las autoridades agregan: “Con ra-
Uno de los datos obtenidos a través de zón, si él es igualito a su padre, por eso están
nuestras investigaciones, y que más nos pre- como están... hay que suspenderlo para que
ocupa, es el hecho de que al preguntarles a entiendan los dos” (Tello, 2012).
los estudiantes quién o quiénes son los res- Otros llegan a los recursos extremos:
ponsables de la violencia escolar responden: denuncias ante las autoridades, de una par-
“nosotros”. Esto significa que los adultos te, y expulsión de los estudiantes, de la otra.
hemos construido una sociedad violenta y, Solución que la SEP no sanciona, pero que
además, hemos convencido a algunos jóve- las autoridades de los planteles aplican pro-
nes adolescentes de que ellos son los res- piciando que sean los mismos jóvenes ado-
ponsables de lo que ocurre en las escuelas. lescentes, junto con sus familias, quienes
De hecho, en sus respuestas, pocas veces o
nunca, mencionan la imposición de las es-
tructuras formales, ni los comportamientos 1 Tal normatividad oficial pretende corregir al alumno
de las autoridades y de los maestros. mediante el aislamiento y la no asistencia a clases, lo cual es
Frente a la violencia de los alumnos, los incompatible con la idea de que, en la escuela, el estudiante
demás integrantes de la institución escolar debe aprender a convivir y a estudiar cuando forma parte
de un grupo y recibe la guía y orientación de sus maestros.

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decidan abandonar la escuela, ya que insti- ocasiones se reconoce, se rechaza y se asu-
tucionalmente las autoridades escolares no me como inevitable. Otra violencia sociali-
pueden tomar tales medidas. zada o sutil, que no se reconoce, se acepta
Con frecuencia se olvida cuál es el como normal y se repite cotidianamente.
propósito de los planteles educativos en la Además hay bullying, no como equivalente
formación de futuros ciudadanos, útiles a a cualquier violencia, sino como “acciones
la sociedad, y se dedica mucho tiempo y intencionales y repetidas de acoso durante
esfuerzo en controlar a los estudiantes, re- un tiempo, que dañan, intimidan o humi-
visar el uniforme, el largo de la falda o el llan a otra persona” (Olweus, 1998, p. 169).
pantalón, el tipo de corte pelo, el peinado, El bullying se da entre un sujeto fuerte y
el que las estudiantes no estén pintadas, el otro débil, quienes establecen una relación
largo de las uñas, la disciplina en el salón, emocional recíproca, que debe atenderse
con pocos resultados, etcétera. Entonces de inmediato, un ejemplo en la literatura
queda muy poco o nada de espacio e inten- universal es El joven Törlles de Musil (1906).
ción para enseñarles en qué consiste la au- Hay otro tipo de violencia contra
tonomía personal, la asociación, la colabo- aquellos estudiantes simplemente igno-
ración o la solidaridad con otro, el respeto rados por los demás y excluidos de las di-
y la responsabilidad, el diálogo. Sin duda, la námicas de los planteles educativos. Tales
obediencia y sumisión son bien calificadas; acciones con frecuencia se pasan por alto
no así la discusión ni el cuestionamiento. incluso en los estudios sobre violencia, Jor-
La cultura del control en las secundarias ge Ibargüengoitia, en “Rigoberto entre las
facilita opciones para la violencia, y poco ranas”, expone este problema. La violencia,
abona al crecimiento de los estudiantes, ya sea individual o colectiva, siempre afec-
como sujetos de conocimiento y creación. ta a la comunidad escolar; no sólo a quien
Es un hecho que en las escuelas secun- la genera y a la o las víctimas, sino también
darias hay violencia, siempre la ha habido, a quien la posibilita y a todos los que com-
pero no se le veía desde una mirada crítica, parten el espacio social. Además, se trata
e incluso llegó a considerársele necesaria: la de un fenómeno que se expresa según el
letra con sangre entra. “Si hacemos un re- género. Frecuentemente sólo se piensa en
cuento personal recordaremos que en más aquella en la que participan los hombres;
de una ocasión fuimos víctimas y en otras pero es importante, una vez más, no olvidar
agresores y, al pasar el tiempo —que es lo a las mujeres, cuyas expresiones de violen-
más grave— pensamos que [la violencia] cia son diferentes del sexo opuesto.
formaba parte de la cultura escolar” (Prieto, La violencia tiene diversos orígenes y
2005, p. 105). La violencia, su expresión y consecuencias. En este trabajo nos centra-
su sentido, era otra. Hoy se habla mucho de mos en la expresada en las relaciones, prin-
la violencia en las escuelas, la consideramos cipalmente entre los estudiantes, aunque
un problema pero ¿cómo y quién la define? de ninguna manera asumimos que hablar
¿Cómo se expresa? ¿Cómo se atiende? ¿Qué de violencia escolar signifique dejar de lado
se ha logrado? las relaciones con las autoridades y funcio-
A lo largo de nuestros estudios e inter- narios escolares, con los maestros, con los
venciones profesionales en escuelas secun- padres de familia y con el entorno, pues es
darias públicas2 de la ciudad de México, he- en este entretejido donde se configura. En
mos encontrado variadas formas de violen- la comunidad escolar se está reproducien-
cia: una explícita, que en la mayoría de las do cotidianamente la violencia estructural,
institucional, grupal y social, como forma
de integración o desintegración de los es-
tudiantes de la secundaria en la sociedad a
2 No significa que en las secundarias privadas no haya la que pertenecen.
violencia, sólo que no son nuestro ámbito de estudio.

47 La violencia escolar como forma de convivencia


El perfil de los estudiantes de secunda- DF, las cuales casi siempre se encuentran
rias públicas del Distrito Federal en una colonia donde venden droga (es fá-
El 60% de los estudiantes de secundaria cil o muy fácil conseguirla), hay bandas e
acude a la escuela en el turno matutino; el incluso algunos estudiantes forman parte
resto en el mixto y en el vespertino; muy po- de ellas. En sus familias se acostumbran los
cos en el nocturno (Tello, 2011a). Poco más golpes y no hay consistencia en la aplica-
del 50% son hombres. Su edad oscila entre ción de reglas. Además, los chavos afirman
los 11 y 17 años; 60% tiene 14 años de edad. que sus padres tienen derecho de pegarles.
El 43% se traslada solo a la escuela y 50%
es acompañado por un adulto. Un 52% vive
en familia nuclear; 15% en familia extensa; La violencia reconocida, la expresada,
20% con su mamá, su pareja si es el caso y la no identificada
hermanos; 12% con su papá, su pareja si es La violencia en las escuelas secundarias es
el caso, y hermanos. El 18% afirma que sus reconocida por un buen número de alum-
padres lo golpean cuando lo consideran ne- nos. La situación ha cambiado mucho. Hace
cesario, y 27% dice que cuando lo regañan diez años, 68% de los estudiantes decía que
sus papás se enojan mucho3. no había violencia en sus escuelas e incluso
Los estudiantes afirman que sus padres afirmaba: “Mi escuela es bien chida”. Ahora
tienen derecho a tomar la decisión de cómo 19% dice que siempre o casi siempre hay
corregirlos. Algunos reconocen que hay re- violencia en su escuela; 53% que a veces y
glas en su casa, pero según la gran mayoría 18% que nunca o casi nunca (Tello, 2010).
sólo a veces se aplican. En general los pa- Antes y ahora, cuando desglosamos la pre-
dres, igual que los profesores, sólo aplican gunta relacionada con la violencia y pre-
las reglas cuando se enojan; si no “son muy guntamos sobre las diversas acciones que
buena onda”, pero 18% de ellos con fre- suponen su presencia en la escuela, encon-
cuencia pasa de los gritos a los golpes. El tramos que hay muchas que la denotan. Lo
60% de las madres son amas de casa; 30% que sucede es que no siempre se reconoce
trabaja y 10% son madres ausentes a quie- pues “la violencia habitual se produce sin
nes sólo ven los fines de semana o muy de fin ni motivo, como algo natural” (Sofsky,
vez en cuando. Un 24% de los estudiantes 2006, p. 227). Los estudiantes que más nos
piensa que el dinero de su familia es total- preocupan son quienes afirman que no hay
mente o más o menos insuficiente para cu- violencia en la escuela ¿No la ven? ¿Qué
brir sus necesidades. El 30% afirma que por pasa con ellos? ¿La niegan? ¿Permanecen
su casa hay chavos parados en las esquinas ajenos? ¿No la reconocen?
sin hacer nada, delincuentes y drogadictos; Sólo al 27% por ciento de estudiantes
60% dice que hay cuando menos alguno de les agrada más estar en la escuela; 33%
éstos. Un 24% ha tenido alguna experiencia prefiere estar en la calle, y 40% en su casa.
con la policía, (aunque la edad promedio es Esto significa que 63% de los estudiantes
de 14 años); 33% por ciento tiene o tuvo un prefiere pasar el tiempo en otro lugar di-
pariente encarcelado justa o injustamente. ferente de su escuela, ¿por qué? ¿Ésta ya
El 40% piensa que es muy fácil y 26% que no es un espacio atractivo para los jóve-
es fácil conseguir drogas (Tello, 2011a). nes adolescentes? ¿Acaso el clima escolar
Estos datos reflejan el entorno de los se encuentra tan afectado por la violencia,
estudiantes de las secundarias públicas del que los estudiantes prefieren otros espacios
de convivencia? ¿Será que el estímulo rela-
cional, de aprendizaje y creatividad no es
3 Todos los datos sobre violencia escolar utilizados en este suficiente atractivo para los alumnos como
documento son resultados de investigaciones propias reali- para contrarrestar el efecto de la violencia?
zadas en escuelas secundarias públicas del D.F., ubicadas en
diversas delegaciones. A la pregunta “¿Has pensado alguna vez

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dejar la escuela?” constantemente hay un Esto no implica necesariamente que los ac-
6% de estudiantes que responde “siempre”, tores los asuman sin más (Reguillo, 2000). En
y un 30% “a veces” (Tello, 2011b). las secundarias los insultos, los apodos, las
El ambiente de los salones de clase es burlas, los gritos, las humillaciones, las ame-
de violencia casi continua, sólo interrum- nazas y los chantajes son parte de la relación
pida por breves periodos de tranquilidad cotidiana entre los estudiantes; el que “no se
y productividad, cuando un buen maestro aguanta”, “se pasa” o “se deja”, seguramente
imparte clase. El problema se debe a la di- tendrá problemas, porque para los otros es la
námica grupal, las desigualdades y la im- forma de llevarse, de convivir. Sabemos que
punidad que allí se genera, y que da lugar los jóvenes adolescentes utilizan más grose-
a la presencia de mayor o menor violencia, rías en una frase, que otro tipo de sustantivo.
casi siempre autorregulada por los mismos En cuanto a los apodos, suelen mirarse por
estudiantes. El hecho es que a menor re- los adultos como agresión, sin embargo, el
conocimiento de la violencia socializada, 53% de los estudiantes dicen que es la for-
mayor es la violencia que soporta el grupo. ma en cómo los identifican sus compañeros
Es importante recordar que el transgresor y no necesariamente les molesta, incluso, les
casi siempre es un estudiante con alto gra- puede gustar (Tello, 2011b). Los profesores
do de aceptación entre sus compañeros, y por lo general no intervienen en este tipo de
la transgresión con frecuencia es de orden comportamientos, los consideran como parte
relacional. Por ello, el problema no es sólo de la cotidianidad, mientras no alteren “de-
de los estudiantes, sino de quien trabaja y masiado” el orden establecido. En ocasiones,
dirige al grupo. esta forma de relacionarse les da proximi-
La violencia explícita tiene que ver con dad, los conforma como grupos con sentido
el poder y el reconocimiento no sólo entre de pertenencia y, a partir de entonces, la au-
estudiantes, sino también de los profeso- toridad se convierte en el adversario que se
res. Los estudiantes prueban hasta dónde empeña en romper la unidad grupal.
es posible llegar; quien se atreve más es el Los golpes son reprendidos y hasta
más popular: “lo importante es la adrena- sancionados, pero más bien responden a
lina”, aseguran. El líder en el salón de cla- juego brusco entre los estudiantes; pero
se tiene control sobre el comportamiento hay que distinguir tales golpes de los que
grupal; puede convertirse en un problema tienen lugar cuando surgen peleas, casi
para las autoridades escolares o estar sola- siempre afuera de los planteles. Los alum-
pado por ellas. “Los maestros me odian. Es nos reconocen la función social de unos y
que saben que si yo hago algo en el salón, otros golpes, y lo mismo deberían hacer los
puedo hacer que no haya clase”, dice Karla, adultos. En los juegos sólo se lesionan por
y agrega: “me veo bonita, a veces mala, de- accidente; afuera de la escuela, donde son
sastrosa, hipócrita y rezongona” (Martínez, las peleas fuertes, se pueden llegar a hacer
2013). Karla tiene serios problemas en sus mucho daño e incluso provocar la muerte.
interrelaciones personales, sin embargo, el También hay peleas a golpes y jalones de
caso llegó a trabajo social por el número pelo entre mujeres. Con frecuencia inter-
de materias que ha reprobado. La violencia vienen las mamás de las mujeres, y acuden
es un comportamiento que se asocia con a la Delegación para denunciar este tipo de
el éxito “se ha traducido en una imagen de problemas. En estos asuntos no participa el
triunfo, en donde vencer y derrotar es lo personal de la escuela, sólo cierra la puer-
importante” (Baró, 2003, p. 392). ta: la calle no es su competencia, y lo que
En la vida cotidiana, los actores tienden sucede allí no les incumbe. Aunque claro,
a operar a partir de una serie de presupues- siempre existe la posibilidad de sancionar
tos pragmáticos que funcionan como ele- lo ocurrido en el espacio que primero de-
mentos orientadores de la acción colectiva. terminaron como fuera de su competencia.

49 La violencia escolar como forma de convivencia


Padres de familia, rebasados.

“La violencia social es parte de la vida nacional”. Tello

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No existe la aceptación al diferente, in- que su hijo “no tiene remedio y es por culpa
cluso ser menor o mayor a la edad promedio de su papá, por consentirlo tanto” (Núñez,
del grupo es visto como diferencia, ser más 2008). La pertenencia a alguno de estos
bonita o más feo, tener algún defecto físico, grupos trae consecuencias, produce tensio-
tener menos o más recursos que los demás, nes, incumplimiento de las tareas escolares
etcétera, convierte al estudiante en candi- —problema que ocasiona la participación en
dato a sufrir agresiones y violencia. En lo la escuela—, involucra a otros, genera en-
cotidiano, los chavos en las secundarias ma- frentamientos y, a veces, ejerce una influen-
nejan los valores dominantes de la sociedad, cia determinante en la vida de los chavos.
no ejercen todavía una contracultura que les Todo comienza por el deseo de satisfa-
permita emanciparse de lo dado. cer necesidades de identidad, de pertenen-
La violencia explícita también aparece cia y de reconocimiento, y termina en pro-
cuando hay de por medio intereses de pa- blemas muy graves. En el último año hemos
rejas, de subgrupos o de bandas. En cuanto encontrado varios casos de chicas de dife-
a los novios y novias, los amigos con de- rentes secundarias, que participan en estos
rechos, los free, la historia es la misma de grupos, desempeñando distintas funciones
siempre, sin variaciones y no por ello me- en cuanto a la distribución y venta de dro-
nos importante. Los jóvenes adolescentes ga. Las conquistan jóvenes mayores que
se enamoran, se gustan, se quieren, se en- ellas —lo cual les da prestigio—, sean no-
gañan, se celan, se golpean, se maltratan y vias o no, tienen relaciones sexuales desde
abusan de los sentimientos del otro. Es muy temprana edad y, mientras cumplen bien su
difícil para ellos iniciar relaciones amoro- misión, la pasan muy bien, poco después, la
sas desde una perspectiva de igualdad, so- vida se les complica. En el salón de clase,
bre todo cuando están en un ambiente de estas chicas son respetadas porque tienen
dominio y sumisión. Controlar al otro les una banda que las apoya y las defiende de
causa gran placer. El placer y la falta de quien se atreva a molestarlas. No en pocas
límites se convierten en ocasiones de abu- ocasiones, las mismas autoridades de la es-
so. Así, lo que empieza más o menos bien cuela se sienten vulnerables por tales re-
suele terminar con violencia de género. A laciones. “El caso es muy complicado”, di-
los adolescentes les cuesta mucho trabajo cen sin dar más explicaciones. Las jóvenes
manejar sus inseguridades, sus miedos y la adolescentes casi no hablan del asunto, y
presencia de límites. Les falta orientación lo hacen entre negaciones, confesiones in-
y confianza en sus profesores de quienes completas, preocupaciones y también algo
constantemente reciben amenazas. de vanagloria. “No puedo decirlo”, asegu-
En cuanto a las bandas, el riesgo es ran, y terminan manifestando su angustia,
mayor. Algunos estudiantes se niegan a su orgullo, su importancia e impotencia… y
hablar del asunto, otros no; depende para no tienen más de 15 años de edad. Desde
qué se junten. El 25% reconoce pertene- luego, las chicas pasan la mayor parte de
cer a una banda. Las hay formadas por los tiempo solas, sus papás trabajan, sus ami-
cuates que se juntan para el grafiti o el re- gas o familiares “les hacen el paro”.
guetón, delictivas asociadas al vandalismo Los papás se enteran en qué andaba su
local, e incluso asociadas a la venta de dro- hijo o hija, cuando se van de la casa, se em-
ga, 13% dice pasar su tiempo libre con su barazan, intentan suicidarse o, con un poco
banda (Tello, 2010). de suerte, porque van muy mal en la escuela.
Carlos cuenta que pertenece a una
banda de anarquistas y que sus integran- − ¿Y tu papá sabe que tienes novio?
tes se juntan para agredir, son violentos y − No, no puede saber. Si mi papá supiera,
no están dispuestos a permitir la presencia mandaría a golpearlo.
− ¿Por qué querría golpearlo?
de neonazis en México. Su mamá considera

51 La violencia escolar como forma de convivencia


− Es que Álvaro es de una banda y yo onda), y de los otros alumnos, quienes no los
no puedo hablar con los de esa banda incluyen en los equipos de trabajo escolar. Se
(Martínez, 2013). trata de estudiantes invisibles para los de-
más actores de la comunidad escolar, silen-
Así, encontramos diferentes circunstancias ciosos, no violentos, ni siquiera acosadores
de vida donde la violencia se entrevera en o bullies —porque la víctima del bullying es
la vida de los estudiantes, en los más va- parte del grupo—. Por supuesto, no les gusta
riados ámbitos. De hecho, mucho de lo que ir a la escuela, faltan con mucha frecuen-
sucede en los salones de clases se constru- cia y piensan constantemente en dejarla, no
ye desde sus relaciones con el entorno, con tienen amigos. Se sienten o son diferentes,
los amigos y familiares. Las autoridades y interactúan muy poco, casi nada, con sus
los profesores saben qué pasa, pero no lo compañeros, maestros y autoridades.
denuncian, hacen como que no lo ven, tie- Encontramos tres razones formales
nen miedo. Estos casos por lo general se por las que los alumnos dejan la escuela:
“atienden”, cuando los alumnos presentan por problemas económicos, relacionales
bajo rendimiento escolar, que se expresa en y de aprendizaje. Lo económico influye
las calificaciones. Pero lamentablemente en que un estudiante no pueda integrar-
no se llega a la raíz y menos a una solu- se en el grupo de pares: las carencias que
ción satisfactoria de los graves problemas refleja en su manera de vestir, aunque lle-
personales y sociales que viven los chavos. ve uniforme, en sus útiles escolares o en
En ocasiones, la fisonomía de los es- su aseo personal (puede estar sucio u oler
tudiantes del primer año de secundaria mal) hacen que los demás estudiantes lo
aún es infantil; no obstante ya viven ex- rechacen. En cuanto a lo relacional, cuando
periencias relacionadas con el sexo, la vio- el joven adolescente es muy tímido, osco
lencia, el alcohol y la droga. Muchas veces o diferente en cualquier sentido, puede te-
son taloneados: los más grandes les piden ner problemas con los demás, aislarse o ser
dinero o comida y los chicos entregan lo excluido por falta de habilidades relacio-
que tienen. “A nosotros nos hicieron lo mis- nales, identidad segregada según Mellucci.
mo —dicen los mayores— ahora les toca a Por último, los problemas de aprendizaje
ellos”. A pesar de su corta edad, los nuevos no atendidos con oportunidad, provocan
alumnos de secundaria tienen que tomar el rechazo al alumno por parte del grupo:
decisiones importantes, decidir con quién y no lo integran a los equipos y nadie quiere
cómo relacionarse y en qué grado de inti- trabajar con él.
midad y de confianza, así como enfrentarse Otros factores que pueden contribuir
al rechazo e incluso a enfrentamientos más para dejar la escuela es que el 34% de los
o menos graves. Al mismo tiempo las auto- estudiantes piensa que los chavos que aban-
ridades escolares los tratan como sujetos donan la secundaria tienen oportunidades
incapaces de discernir: “Toda la semana va de superarse, sólo el 60% se ve estudiando
a pintar la barda, porque no cumplió con en cinco años y sólo el 20% considera que
sus tareas”, dice la trabajadora social de el conocimiento es importante (Práctica,
una secundaria matutina (Piña, 2013). Pa- 2010). Así, para algunos de los estudiantes
radójicamente, las violencias cotidianas, en de secundaria dejar la escuela, es algo que
la medida de lo posible, no son vistas. tendrá que suceder, antes o después, no es
La exclusión persistente es otro tipo un acontecimiento especial, en realidad es
de violencia hacia algunos estudiantes de lo que esperan las autoridades y maestros de
secundaria. Sus destinatarios sufren la indi- la escuela, los propios padres, incluso hasta
ferencia, discriminación e incluso el abierto ellos mismos. Así, dejar la escuela simple-
rechazo de los maestros (que se portan mala mente sucede. Es lo esperado.

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Socialización de la violencia, cultura relacionales dominantes en la escuela.
• El manejo de las normas y reglamentos
del control y convivencia solidaria
es totalmente arbitrario, pues no se
La violencia escolar se ha convertido en una conciben como instrumentos de con-
forma relacional que socializa a los estu- vivencia, sino como instrumentos de
diantes y los capacita para desenvolverse en control. Se significan como violencia
una sociedad en descomposición, como en institucional, no como constructores
la que vivimos. Para ellos se trata de un ejer- de comunidad ni de sujetos cívicos.
cicio para lograr asimilar la manipulación de • Se piensa que la violencia, como vemos
las cosas, que es lo mismo que asimilar las en las formas dominantes de abordaje
relaciones sociales (Heller en León, 1999). La del problema, corre a cargo de los jó-
violencia escolar no es un producto aislado venes adolescentes, no de las autori-
dades y maestros. Sólo se reconocen
que se genera en el ámbito escolar, sino la
casos excepcionales y se obvia en las
expresión de la violencia estructural, social, relaciones cotidianas. Las autoridades
institucional e interpersonal. Se configu- y los maestros corrigen la violencia, la
ra en torno a los problemas macro y micro sancionan, la re-significan y la convier-
sociales, familiares y personales de cada ten en castigo, en control. Este proceso
uno de los actores de la comunidad escolar, constituye la espiral de la violencia que
adoptando diversas facetas. Finalmente, así no es concluyente, ni cerrado.
es como “se conforma el proceso de cons-
trucción de los sujetos [violentos] a través Lo hasta aquí enunciado alude a ciertos
de la articulación de los planos de la reali- comportamientos cotidianos de la violencia
dad” (Guerra, 1997, p. 115). escolar protagonizada por los estudiantes.
Al interior, la violencia escolar se ge- No disponemos de una mirada completa de
nera en circunstancias socio institucionales la participación de autoridades, maestros
propicias que en vez de inhibirla, la exacer- y demás adultos que conforman la comu-
ban. La escuela es hoy un espacio facilitador nidad escolar. En los últimos años, hemos
de la violencia −concepto de Martín Baró− generado mucha información respecto de
un lugar donde puede ejercerse, donde pue- los alumnos; no tanta de los otros actores.
den darse relaciones violentas y se dan. “La Tenemos que seguir preguntando, conocer
disciplina institucional se ha convertido en más, comprender significados y simbolis-
indisciplina (…) no hay significación hege- mos de lo encontrado. Es obvio que no es
mónica para significantes-vacíos como el suficiente etiquetar lo que sucede como
orden, lo justo e injusto. No hay argumen- violencia. Ésta se teje con la recreación de
tos sólidos para extrapolar una significación lo instituido, con la aparición de nuevas
concreta a la pluralidad de actores que con- formas y nuevos significados. El reto es de-
forman un orden excluyente y polarizado” velar nuevas búsquedas y nuevos senderos
(Moriconi, 2011, p. 627). de comprensión.
En las formas y medios de la institu- A pesar de la enorme carga social que
ción escolar, distinguimos algunos proble- significa la violencia, en todas sus acep-
mas que le son propios: ciones, hay algunos avances significativos.
Por una parte, hoy se reconoce mucho más
• La desigualdad presupuesta entre el que el problema y su impacto. Por otra, la base
enseña u otorga y el que aprende o re- científica para formular estrategias de pre-
cibe. Hay una diferencia funcional entre vención de la violencia e intervención so-
autoridades, maestros, estudiantes y pa- cial está creciendo.
dres de familia, que se entiende e instru- Más que combatir la violencia, hay que
menta como desigualdad humana.
• Esta desigualdad se reafirma en una
desarrollar habilidades para la convivencia
concepción de género muy permeada solidaria. Para hacerlo eficientemente hay,
por el machismo implícito en las formas en primer lugar, creer y conocer cómo es

53 La violencia escolar como forma de convivencia


posible hacerlo. Esto requiere la transformación relacional de la so-
ciedad y mejorar las condiciones económicas y sociales subyacentes.
Una tarea mayúscula.
Tres convicciones, basadas en datos empíricos y en la práctica
científica, son fundamentales en este quehacer:
• La violencia no es una consecuencia inevitable de la condición hu-
mana.
• Con suficiente compromiso e inversión, los enfoques de prevención
creativos pueden generar un cambio y marcar la diferencia.
• Proteger a los niños y jóvenes contra la violencia tiene el potencial
de reducir todas las formas de violencia en la sociedad, así como sus
consecuencias sociales y de salud a largo plazo.

No aceptemos la violencia como práctica normal en nuestra vida


cotidiana, ni en la sociedad. Desarrollemos la convivencia solidaria.

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Nelia Tello.
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