FOUCAULT, LECTOR DE KANT: LA PREGUNTA POR
LA ILUSTRACIÓN Y LA ONTOLOGÍA DEL PRESENTE
Baquero, Tomas
Universidad de Buenos Aires. Facultades de Psicología y Filosofía. Argentina
RESUMEN
El presente trabajo gira en torno a un interrogante: en qué sentido
podría pensarse que Foucault es -al decir de Edgardo Castro- “un
lector de Kant”. En particular considerando el hecho de que Fou-
cault, en los últimos dos años de su vida, produjo dos escritos sobre
¿Qué es la Ilustración? de Kant. ¿Qué sentido puede tener la apa-
rición de dicho escrito kantiano al interior del período denominado
ético de la obra foucaulteana? Para Foucault, Kant es el filósofo que
hizo posible la modernidad: introduciendo la reflexión del presente
como diferencia, la pregunta por la actualidad (ontología del pre-
sente) y una segunda, al considerar que Kant definió la episteme
moderna al introducir al hombre como figura de un saber verdadero
posible (analítica de la verdad). El presente trabajo intenta reponer
los vínculos entre la pregunta por la Ilustración kantiana y la fou-
caulteana, a los fines de observar la especificidad de la segunda.
Palabras clave
Foucault - Kant - Ilustración
ABSTRACT
FOUCAULT, KANT’S READER: THE QUESTION ABOUT ILUSTRATION
AND ONTOLOGY OF THE PRESENT
The present work revolves around a question: in what sense one
might think that Foucault is - according to Edgardo Castro - “a
Kant’s reader”. Particularly considering the fact that Foucault, in
the last two years of his life, produced two writings on What is the
Enlightenment? of Kant. What sense can the appearance of said
Kantian writing have within the so-called ethical period of the Fou-
caultean work? For Foucault, Kant is the philosopher who made
modernity possible: introducing the reflection of the present as di-
fference, the question for the present (ontology of the present) and
a second, considering that Kant defined the modern episteme by
introducing man as a figure of a possible true knowledge (analytical
of the truth). The present work tries to replenish the links between
the question by the Kantian Enlightenment and the Foucaultean
one, in order to observe the specificity of the second.
Keywords
Foucault - Kant - Ilustration
Introducción
“Foucault ha sido, incluso en lo que más tiene de foucaulteano, un
lector de Kant”
CASTRO, Edgardo, [Prólogo a] Introducción a la Antropología…
El presente trabajo gira en torno a un interrogante: en qué sentido
podría pensarse que Foucault es -al decir de Edgardo Castro- “un
lector de Kant”. En particular considerando el hecho de que Fou-
cault, en los últimos dos años de su vida, produjo dos escritos sobre
¿Qué es la Ilustración? de Kant. ¿Qué sentido puede tener la apa-
rición de dicho escrito kantiano al interior del período denominado
ético de la obra foucaulteana?
Moro Abadía comenta: “(…) si hubiera que resumir en una sola
frase el tipo de relación que entre ambos puede establecerse diría
que, para Foucault, Kant es el filósofo que hizo posible la moder-
nidad” (Moro Abadía, 2006:67) y lo afirma en dos direcciones:
la primera, introduciendo la reflexión del presente como diferen-
cia, la pregunta por la actualidad (ontología del presente) y una
segunda, al considerar que Kant definió la episteme moderna al
introducir al hombre como figura de un saber verdadero posible
(analítica de la verdad).
A través de los interrogantes antes mencionados, y pretendiendo
únicamente su desarrollo (no su respuesta), se recorren en este
trabajo tres textos que Foucault dedicó al análisis de escritos kan-
tianos. En un primer apartado, se ponen en diálogo dos artículos
igualmente titulados ¿Qué es la Ilustración?, publicados en 1983 y
1984, y el escrito de Kant al que refieren: ¿Qué es la Ilustración?,
de 1784. Allí se sitúan una serie de dimensiones y problemas que
permiten ordenar los puntos de interés de la caracterización que el
filósofo francés hace de la Ilustración, en articulación con la fuente
kantiana.
Por otro lado, a través de la Introducción a la Antropología en sen-
tido pragmático de 1961, se observa la lectura foucaulteana de la
concepción “antropologicista” de Kant, al plantear los límites del
conocimiento humano en relación con su historia y su actualidad.
Por último, se articulan los mencionados puntos con el trabajo
foucaulteano sobre la ontología del presente u ontología histórica
de nosotros mismos, a través de los tres textos en su conjunto y
-según la perspectiva de Edgardo Castro y Habermas- en torno a
Foucault como lector de Kant.
1. La pregunta por la Ilustración
La Ilustración, como período histórico, puede situarse desde fines
del siglo XVII hasta el inicio de las revoluciones en Europa. En él,
la razón constituyó el modo de liberarse del “oscurantismo” de los
siglos pasados, trayendo una “luz esclarecedora” al hombre (Moro
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Abadía, 2006). Desde este momento “lo constituyente es el hom-
bre, es el espíritu humano, y no el entendimiendo divino” (Deleuze,
2013:156). Según Deleuze, Kant constituye para la filosofía el punto
de quiebre de este pasaje: “conmoción que hace que todos los pro-
blemas cambien cuando son conducidos hacia una finitud consti-
tuyente en lugar de serlo a un infinito divino” (Deleuze, 2013:156).
Pocos años antes de que se consume la Revolución Francesa, en
1784, el periódico alemán Berlinische Monatschrift pide que sus
lectores envíen respuestas a la pregunta de qué es la Ilustración.
Entre ellas, destacó particularmente la respuesta de Immanuel Kant.
1.2 Dimensión política de la pregunta por la Ilustración
La Ilustración en el ensayo kantiano, correspondería a la liberación
de la inteligencia del hombre de la guía de otro mediante la volun-
tad, mediante la decisión de servirse de la propia razón. Este estado
de pupilo, de la razón en las vías de ciertos tutores, producto según
Kant de la pereza y la cobardía, constituiría lo que llama la minoría
de edad (Kant, 2009). La liberación, como Kant la entiende, implica
un esfuerzo de coraje que es, al menos en principio, posible: cada
sujeto es responsable por sí mismo y solo por sí de su minoría
de edad, es decir, estaría en última instancia determinada por la
voluntad. En este sentido señala Echavarren que la pregunta por la
Ilustración, en tanto implica salir de un estado de servidumbre, es
una pregunta política, y es una salida hacia el control de nuestras
vidas (Echavarren, 2011).
En Kant, dicho “control de nuestras vidas” implicaría dos niveles,
los cuales se encuentran atravesados por su dimensión política: en
su ensayo, el autor diferencia entre el uso privado y el uso público
de la razón. Al nivel de lo privado, y en función del mantenimiento
del orden social, sería esperable según Kant el acatamiento por
parte de los sujetos: la obediencia en el ejercicio de oficios, la sus-
pensión del cuestionamiento de las órdenes de los superiores al
servicio de cumplir funciones sociales. Para Foucault, este punto
sería consecuente con lo que desde aproximadamente desde los
siglos XVI-XVII puede entenderse por libertad de pensamiento: posi-
ble siempre y cuando no obstaculice la obediencia (Foucault, 1996).
Si bien Kant no sitúa el nivel privado como fundamental para el libre
uso de la razón, la diferencia fundamental en la Ilustración radicaría
en que, en ésta última, la libertad del pensamiento se garantiza
en tanto permita asumir el control de la propia vida, para lo cual
sostiene el autor, como condición necesaria, la libertad de hacer
uso público de la razón.
Al nivel de lo público, señala Kant que el uso de la razón sería “aquel
que, en calidad de maestro, se puede hacer de la propia razón ante
el gran público del mundo de lectores” (Kant, 2009:2), mientras
que el uso privado sería en calidad de “funcionario”. Retomando
el rol de la voluntad individual para salir de la minoría de edad, la
ilustración en Kant requeriría únicamente la garantía de libertad
para mostrarse ante dicho “gran público”. En este punto es donde
los mandatos y los modos de proceder, las obligaciones, pueden ser
cuestionadas (Kant, 2009).
Siguiendo a Foucault, es importante destacar la definición kantiana
de lo público como “el gran público del mundo de lectores” para
entender el vínculo entre la dimensión política y el rol de la razón.
La distancia entre la concepción precedente de libre pensamiento,
como dijimos, radica en el uso público del mismo, sin embargo,
sigue existiendo un paralelismo entre libertad de pensamiento y
libertad en términos generales. Señala el autor que, al introducir-
se en lo público, el discurso necesariamente tiene que tomar en
cuenta sus modos actuales para “especificar el modo de acción
que es capaz de ejercer en el interior de esa actualidad” (Foucault,
1996:71). Así, la dimensión política de la Ilustración implicaría la
libertad de hacer uso de la razón en el ámbito público, el cual es
específicamente el “mundo de lectores”.
1.3 Dimensión histórico-ética de la pregunta por la Ilustración
“La Ilustración es un cambio histórico que concierne a la existen-
cia política y social de todos los hombres sobre la superficie de la
tierra” (Foucault, 1996:88). El mismo constituiría la capacidad de
considerar un hoy, un presente, como una diferencia en la historia.
Señala Foucault que, por oposición a una visión del presente sim-
plemente como próspero o en decadencia respecto al pasado, en
el texto de Kant aparece por primera vez la pregunta: “¿Qué pasa
hoy?, ¿qué es ese ahora dentro del cual estamos unos y otros y
que define el momento en que yo escribo?” (Foucault, 1996:68).
El presente, entendido como un acontecimiento particular que se
diferencia históricamente de los otros, y en el cual se inscribe el
filósofo que habla de él, en un nosotros que más allá de lo humano
en general, habla de la propia actualidad.
De este modo, según el filósofo francés, se inaugura una modalidad
de pensamiento que dará lugar posteriormente a uno de los proble-
mas centrales de la filosofía moderna: distinguir los elementos de
presente como diferentes a todos los demás, no solamente cómo
la situación actual determina los actos posibles, sino cuál es esa
situación actual (Foucault, 1996).
Cabe destacar que en Kant esta consideración histórica aparece
bajo la forma de un “progreso” inherente al hombre, a la luz del cual
sentencia que ningún convenio (refiriéndose a las producciones del
ámbito de lo público) puede adquirir un carácter estático porque
impedirían la ilustración de la generación siguiente. La función del
debate político se vería en manos de contribuir al desarrollo de las
facultades del hombre, a la prevención del desvío de las mismas
(Kant, 2009).
Es en tanto que la mayoría de edad no es solamente pública y ejer-
cida, sino que toma una dimensión de lo actual que, según Fou-
cault, cada sujeto se siente responsable de alguna manera de ese
proceso de conjunto. Los dos niveles mencionados, el público y el
privado, suponen que toda consideración acerca de lo actual deba
considerar simultáneamente al sujeto como elemento y como actor
de su época (Foucault, 1996). Esta consideración de sí como ele-
mento de un momento histórico del cual es parte, y que, en tanto
es al mismo tiempo actor, otorga una responsabilidad particular al
sujeto. El presente como diferencia con respecto al pasado da lugar
a una problemática ética: “la pregunta por la Ilustración no sólo es
política, sino también histórica y ética: ¿cómo debemos actuar a
partir de ahora?” (Echaverren, 2011:19).
1.4 La Ilustración como período y como actitud
Finalmente, en la conceptualización de la Ilustración, Foucault toma
dos caminos que, en principio, no serían contradictorios para tra-
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bajar la pregunta por la Ilustración: la consideración de la misma
en tanto período histórico y en tanto actitud (Foucault, 1996). Esta
actitud sería la de “criticar lo que decimos, pensamos y hacemos a
través de una ontología histórica de nosotros mismos”: más bien la
ética de mantenerse siempre en la pregunta por la Ilustración, en
la libertad (Echavarren, 2011:22). Kant mismo dejaría ver algo de
esta concepción, al señalar que no se encuentra a sí mismo en una
“época ilustrada”, sino en una “época de ilustración” (Kant, 2009).
Resulta de interés esta diferenciación ya que permitiría, según el
autor, una doble lectura. Por un lado, la distinción histórica en tanto
periodización: observando etapas pre-modernas, modernas y pos-
modernas, a partir de las cuales reconocer características propias.
Por otro lado, señala que antes que realizar dichas distinciones,
quizás se deba analizar “cómo la actitud moderna, desde que se
formó, se encontró en lucha con actitudes de contra-modernidad”
(Foucault, 1996:94).
Así, podría entenderse siguiendo a Foucault la Ilustración como un
“proceso permanente que se manifiesta en la historia de la razón,
en el desarrollo y la instauración de formas de racionalidad y de
técnica” (Foucault, 1996:80).
2. La Antropología de Kant
Señala “Lo que Foucault denomina el antropologismo fundamental
del pensamiento moderno es el esfuerzo por pensar la finitud a
partir de la finitud humana, (…) se trata, en nuestro caso, de pen-
sar la historicidad de las empiricidades a partir de la historicidad
radical del hombre” (Castro, 1995:31). Esta historicidad, encarnada
como la consideración de la actualidad en Foucault es solidaria al
concepto de lo originario, entendido como los modos en que los
hombres logran articularse a sí mismos con lo ya iniciado: cuando
“su temporalidad se entrelaza con la historicidad propia del trabajo,
la vida y el lenguaje” (Foucault, 2013:18).
La actualidad e historicidad simultánea del hombre lo sitúan
como un ser que “no es contemporáneo de sí mismo” en tanto
el problema del origen en la modernidad mantendrá, según Fou-
cault, dos estrategias opuestas a formular una cronología: la de
integrar al hombre en el curso de los otros acontecimientos y la
de integrar la totalidad de los acontecimientos al curso del hom-
bre (Foucault, 2013).
Resulta de interés destacar que, según Foucault, la pregunta an-
tropológica que Kant sitúa debe ser entendida a la luz de la si-
multaneidad de los cursos que dictaba: el de la Antropología y el
de Geografía física. Así, el vínculo constitutivo del hombre con su
época del que hablamos en los apartados anteriores, daría lugar a
la reflexión del mundo en tanto ciudad del hombre y del hombre en
tanto ciudadano del mundo, donde el hombre es medida indispen-
sable para entender al hombre y al mundo (Foucault, 2013).
“El hombre, en la Antropología, no es ni homo natura, ni sujeto puro
de libertad, sino que es tomado en la síntesis ya operada de su
ligazón con el mundo” (Foucault, 2013:70-71). De allí, siguiendo a
Foucault, se deduce el sentido pragmático de la antropología kan-
tiana: la de ser fundamento de la actividad del hombre como sujeto
de derecho que, en tanto tal, es capaz de alcanzar la ley moral
universal en el ejercicio de su libertad, en el ejercicio de la ilustra-
ción y la salida de la minoría de edad (Foucault, 1996, 2013). Y en
este sentido, existe una mención al fundamento del intento de una
antropología por parte de Kant: “servir de horizonte explícito o im-
plícito a todo aquello que el hombre puede saber de sí mismo” refi-
riéndose a aquello que no es “ni el animal humano, ni la conciencia
de sí, sino la esencia del hombre (…), la ley de sus posibilidades
y el límite a priori de su conocimiento” (Foucault, 2013:124-125).
Para Foucault, luego de Kant y su Antropología en sentido pragmá-
tico, la antropología se encontraría en la brecha entre la dispersión
temporal y la universalidad en tanto esencia del hombre: “se le
otorgarán los privilegios de lo a priori y el sentido de lo fundamen-
tal, (…) se desplegará indistintamente de la problemática de lo ne-
cesario a la problemática de la existencia” (Foucault, 2013:115).
Señala Castro que en este sentido el posicionamiento foucaulteano
no es antropológico, sino arqueológico, ya que para él “la afirma-
ción de la ‘muerte de Dios’ no implica la recuperación de una esen-
cia humana alienada en lo divino (…). La ‘muerte de Dios’ y la
‘muerte de hombre’ son contemporáneas. La arqueología es una
filosofía carente de toda referencia absoluta, sea divina o humana,
metafísica o antropológica” (Castro, 1995:31).
3. La ontología del presente de Foucault
Para Foucault, Kant habría fundado las dos grandes tradiciones crí-
ticas que luego darían lugar a la filosofía moderna, a saber: por un
lado, la pregunta por las condiciones según las cuales un conoci-
miento verdadero es posible y, por otro, la pregunta por el campo
actual de las experiencias posibles, es decir, una ontología del pre-
sente, de nosotros mismos (Foucault, 1996).
Por lo general, la inscripción de la obra de Foucault en la tradi-
ción crítica de Kant es considerada en términos de la primera de
las tradiciones críticas mencionadas, la analítica de la verdad, que
tendría su continuidad desde la Introducción a la Antropología ha-
cia Las palabras y las cosas y La arqueología del saber (Castro en
Foucault, 2013; Castro, 1995; Moro Abadía, 2006; Deleuze, 2013).
Sin embargo, siguiendo a Edgardo Castro, debería considerarse la
lectura kantiana de Foucault también en la ontología del presente.
Coincidentemente con esta hipótesis, Habermas sostiene que la
tardía reivindicación por parte de Foucault del texto kantiano ¿Qué
es la Ilustración? supondría el hecho de “(…) vincular su último
gran proyecto filosófico (la ontología de nosotros mismos) con la
problemática moderna tal y como se define en el texto ¿Qué es la
Ilustración?” (Habermas en Moro Abadía, 2006:63).
Comenta Foucault en una entrevista realizada en 1982 (un año an-
tes de la publicación del primer ¿Qué es la Ilustración? y dos años
antes de su muerte): “Lo que he estudiado han sido tres proble-
mas tradicionales: 1) ¿cuáles son las relaciones que tenemos con
la verdad a través del conocimiento científico, con esos juegos de
verdad que son tan importantes en la civilización y en los cuales
somos, a la vez, sujeto y objeto?; 2) ¿cuáles son las relaciones que
entablamos con los demás a través de esas extrañas estrategias y
relaciones de poder?; y 3) ¿cuáles son las relaciones entre verdad,
poder e individuo? Me gustaría acabar todo esto con una pregunta:
¿qué podría ser más clásico que estas preguntas y más sistemático
que la evolución a través de las preguntas uno, dos y tres, y vuelta
a la primera? Me encuentro justamente en este punto.” (Foucault,
2008:150). En sus palabras, luego del desarrollo de las problemá-
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ticas en torno al saber (donde se sitúa la arqueología), al poder y a BIBLIOGRAFÍA
la ética, retorna finalmente al saber. Castro, E. (1995). Pensar a Foucault. Buenos Aires: Biblos.
Dentro de la cuestión de la ontología del presente, Foucault otor- Deleuze, G. (2013). El saber: Curso sobre Foucault. Buenos Aires: Cactus.
ga dos caracteres posibles a la Ilustración en tanto actitud: uno Echavarren, R. (2011). Foucault: Una introducción. Buenos Aires: Quadrata.
Foucault, M. (2013). Una lectura de Kant: Introducción a la Antropología en
que denomina positivo, en tanto permite el análisis de los límites y
sentido pragmático. Buenos Aires: Siglo XXI.
la reflexión sobre ellos, a través de un trabajo histórico-crítico en
Foucault, M. (2008). “Verdad, individuo y poder” en Tecnologías del yo y
conjunto con uno experimental: “para captar los puntos en que el
otros textos afines. Buenos Aires: Paidós.
cambio es posible y deseable y para determinar la forma precisa Foucault, M. (1996). ¿Qué es la Ilustración? Madrid: Ediciones Endymión.
que se debe dar a ese cambio” (Foucault, 1996:105). El otro carác- Kant, I. (2009). ¿Qué es la Ilustración? Madrid: Alianza.
ter de la Ilustración sería negativo: Foucault se pregunta si es que Moro Abadía, O. (2006). La perspectiva genealógica de la historia. España:
acaso la Ilustración no acompañó a la racionalidad en su totalidad Servicio de publicaciones de la Universidad de Canabria.
más que a un momento histórico preciso, no como “fidelidad a unos
elementos de doctrina, sino más bien la reactivación permanente
de una actitud” (Foucault, 1996:99), por lo cual “hay que intentar
hacer el análisis de nosotros mismos en tanto seres históricamente
determinados en parte por la Ilustración”, a los fines de determinar
“lo que es y no que no es necesario para la constitución de nosotros
mismos como sujetos autónomos” (Foucault, 1996:101).
Sería interesante considerar, como Habermas sugiere, la posible
contradicción que supone el hecho de que un autor tan crítico del
pensamiento moderno como Foucault reconozca hacia el final de
su vida el texto kantiano sobre la Ilustración como fundantes de la
corriente filosófica moderna en la que él mismo se inscribe (Haber-
mas en Moro Abadía, 2006:65).

A modo de cierre: ¿Foucault ilustrado?

Este retorno a la problemática arqueológica de origen, en torno a
una analítica de la verdad, pero en el marco de su período ético,
culmina (a causa de su muerte) en los escritos y las clases en tor-
no al texto kantiano. Es decir, considerar cómo la revisión de las
condiciones históricas de la posibilidad del entendimiento tienen
en sí mismas como condición de posibilidad a la Ilustración. Esto,
según el autor, dejaría dos posibilidades: “O aceptan la Ilustración
y ustedes permanecen la tradición de su racionalismo (…), o criti-
can la Ilustración e intentan entonces escapar a esos principios de
racionalidad” (Foucault, 1996:100). En este sentido, Foucault opta,
aunque con precauciones, por la Ilustración, en tanto “ethos filo-
sófico que consista en una crítica de lo que decimos, pensamos y
hacemos, a través de una ontología histórica de nosotros mismos”
(Foucault, 1996:104).
En tal caso, el interrogante sería quizás la eficacia (o mismo la
posibilidad) de realizar preguntas ilustradas a la pregunta por la
Ilustración, de plantear modos ilustrados de revisar la Ilustración en
nosotros mismos. O bien es posible, en tanto la Ilustración supone
una actitud radicalmente distinta de su contenido y permite la re-
visión de sí misma en tanto período histórico, o bien el problema
quizás no sea lo histórico y su contenido actual, sino los “principios
de racionalidad” o el mismo individuo del “nosotros mismos” al que
refiere dicha ontología.

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