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PRESENTACIÓN

Ediciones Populares “Causa Obrera”, se complace en publicar la 18ava


edición de “Los Sindicatos Clasistas y sus Principios”, obra escrita por el
Doctor Saturnino Paredes Macedo.
“Los Sindicatos Clasistas y sus Principios”, es un trabajo que ha tenido una amplia
difusión y simpatía entre la clase obrera y el campesinado, a tal punto que una serie de
entidades la han reproducido a mimeógrafo muchas veces, e incluso, sin poner el nombre
de su autor. Se trata de una obra que sistematiza los principios por los que se rigen los
sindicatos de clase, en su lucha contra los explotadores, imbuidos de la doctrina del
proletariado que es el marxismo-leninismo, porque sólo esta doctrina organiza y convierte
en todopoderosa a la clase obrera, dirigente de la Revolución que pondrá término, a través
de la violencia revolucionaria, todo sistema basado en la explotación del hombre por el
hombre; pero con la condición de que el proletariado se organice en partido político. Por
ello decía Marx que “la clase obrera es revolucionaria o no es nada”.
El autor, resume aquí su experiencia y conocimientos, producto de una larga
participación, no sólo en el asesoramiento de sindicatos, comunidades campesinas,
organizaciones laborales y otras entidades populares, sino que es producto también de su
participación directa en la lucha de clases, en la lucha parlamentaria, hecho que en
repetidas ocasiones le ha traído persecuciones y prisiones en defensa de los intereses de
las masas explotadas.
El Doctor Saturnino Paredes Macedo en vida fue asesor y Secretario de Defensa de
la gloriosa Confederación Campesina del Perú, asesoró a un sin número de sindicatos
obreros y campesinos a nivel nacional, también fué el fundador y Presidente del Frente
Democrático Popular del Perú (FEDEP), organización política revolucionaria que busca
lograr la liberación social de nuestra patria e instaurar una Republica Democrática,
Nacional y Popular. O sea de que no se trata de un autor ajeno a la lucha de clases o de
una personalidad ajena a la lucha política revolucionaria, sino de un compañero que a través
de muchos años demostró firmeza en la ideología revolucionaria marxista-leninista y en la
propia lucha revolucionaria.
Esperamos que esta publicación realizada por la Comisión Sindical del FRENTE
DEMOCRÁTICO POPULAR DEL PERÚ y la Comisión de Prensa de "La Oposición Sindical
Clasista" agrupación de obreros y trabajadores en el Perú, que levantan en alto los
principios del sindicalismo clasista; entendiendo que los sindicatos son instrumentos de
lucha de clases que organizan los propios trabajadores para la defensa de sus intereses o
reivindicaciones vitales o fundamentales y cotidianas o del momento; levantan muy en alto
el principio de irreconciliable lucha de clases contra los explotadores, en defensa de los
intereses de los trabajadores; levantan en alto el principio del Frente Único de Clase o
Unidad Sindical Combativa entendiéndose que el sindicato debe reunir en su seno, de ser
posible, a la totalidad de los trabajadores. Es por ello que todos los trabajadores tienen
derecho a organizarse dentro del Sindicato, con la sola condición de que acepten sus
Estatutos y las finalidades del organismo laboral, el frente único significa también que hay
que luchar, contra todo escisionismo dentro de los Sindicatos, como también contra el
Hegemonismo vulgar, el principio de Unidad sindical vela por la existencia de un sólo centro
de dirección sindical dentro de un centro de trabajo o fábrica y mucho mejor aún, dentro de
una rama industrial y a nivel nacional debemos luchar por la Central Única de los
trabajadores y en la actual situación tenemos que luchar por la centralización de los
trabajadores en torno a la CGTP organización mayoritaria de las clase obrera, que si bien
es cierto su dirección muchas veces ha caido en el reformismo, pero debemos levantar en
estas organizaciones el principio de Democracia Sindical y disciplina consciente y llevar
adelante la lucha de ideas, de propuestas y de críticas constructivas dentro de estas
organizaciónes y no hacerlo desde fuera para tratar de destruirlas.
Causa Obrera, vocero de la Oposición Sindical Clasista, en sus Ediciones
Populares publica este documento de singular importancia, ahora lo hacemos a tráves de
la informática y próximamente lo realizaremos en forma impresa.

Los Editores.

DEFINICIÓN E IMPORTANCIA
Con mucha frecuencia se escucha hablar de sindicalismo clasista y de “sindicalismo
revolucionario”, como si fueran conceptos idénticos, generalmente sin comprender su
verdadero significado o con el propósito de confundir a la clase obrera, al campesinado, al
pueblo trabajador. Hasta los revisionistas criollos que se autotitulan de “comunistas”, que han
traicionado al marxismo-leninismo y que practican la colaboración de clases, hablan a voz en
cuello de “sindicalismo clasista” y a veces de “sindicalismo revolucionario”. Utilizan ambos
términos para confundir a los trabajadores y para castrar el verdadero contenido de los
sindicatos clasistas, haciendo que los obreros y campesinos adopten el “sindicalismo” como
una tendencia que los aleja de su participación en la política proletaria y de la militancia
partidaria, puesto que está muy difundida la idea errónea de que “no hay que meterse en
política” y de que son suficientes los “sindicatos clasistas” para defender los intereses de los
trabajadores. Y así, no pocos trabajadores se dejan engañar por esta idea extraña.
La disciplina científica que define, analiza los principios de la lucha de clases y señala la
estrategia y la táctica para la liberación de los trabajadores respecto de la explotación del
hombre por el hombre, es el marxismo leninismo. Como decía Stalin: “El marxismo es la ciencia
de los intereses de la clase obrera”. Es la ideología y la ciencia suprema de la clase obrera y no
puede ser sustituida por ninguna otra.
Si bien es cierto que ni Marx, ni Engels, ni Lenin, ni Stalin, ni Mariátegui, nos han dejado
tratados específicos sobre los sindicatos clasistas, también es verdad que ellos han sentado los
principios que los rigen en el curso de la indesmayable lucha que han librado contra los
explotadores y sus aparatos de represión, así como contra la ideología del enemigo de clase.
Nos toca a los marxistas-leninistas, estudiar, asimilar y aplicar los principios de los
sindicatos clasistas, que se hallan, ya sea en forma explícita o tácita, en los diferentes trabajos
ideológicos y políticos de los clásicos del marxismo-leninismo, así como del gran maestro del
proletariado Jorge Dimitrov. Hoy más que nunca nos corresponde la gran tarea de volver al
camino de Marx y Engels, de Lenin y Stalin y de asimilar el legado revolucionario de José Carlos
Mariátegui, en todas los aspectos, incluyendo en el aspecto de la difusión y aplicación de los
principios de los sindicatos de clase, lejos de la palabrería pseudo-revolucionaria de quienes
hablan de“sindicalismo revolucionario”, tipificado por Lenin como “revisionismo de
izquierda”, por cuanto esta tendencia pretende sustituir con los sindicatos al Partido de la clase
obrera, el Partido Comunista, con la errónea tesis de que puede alcanzarse la transformación
social, la liberación de los trabajadores, sin hacer uso de la política y prescindiendo del partido
político de la clase obrera, utilizando simplemente el recurso de la gran huelga general.
La ofensiva reaccionaria, encabezada por el imperialismo yanqui, dirige sus fuegos
también contra el movimiento obrero, contra la organización clasista de los trabajadores,
difundiendo a diestra y siniestra el llamado “sindicalismo libre”, que no es sino la prédica de la
conciliación de clases y la esclavización mental de los trabajadores, para perpetuar su
dominación sobre ellos, sujetos a la terrible explotación y opresión del imperialismo yanqui y sus
lacayos. En esta tentativa, tanto el Estado como los patronos y agentes del imperialismo
norteamericano, se esfuerzan por difundir el “sindicalismo libre”, de esencia anticomunista y
antiobrera, a través de escuelas sindicales, cursillos, conferencias, seminarios y profusa difusión
radial y periodística de sus concepciones que no son sino las concepciones de la burguesía para
inculcarlas a los trabajadores. De igual modo, las diversas corrientes revisionistas, pseudo-
revolucionarias y antimarxista-leninistas, incluso trotskistas, enmascarándose tras de una
fraseología engañosa, difunden también concepciones extrañas al movimiento obrero. Es por
esta razón que la clase obrera, los campesinos y los trabajadores en general, deben tener bien
claras las ideas directrices sobre los sindicatos clasistas y sus principios. En esta obra, sólo nos
ocuparemos de precisar el concepto de lo que se entiende por sindicatos clasistas y de señalar
sus principios, reservándonos para otros trabajos el estudio de sus aspectos históricos,
organizativos y tácticos.
¿QUÉ SON LOS SINDICATOS CLASISTAS?

Los sindicatos son instrumentos de lucha de clases que organizan los propios trabajadores
para la defensa de sus intereses o reivindicaciones vitales o fundamentales y cotidianos o del
momento.
Dimitrov, en su obra “Fascismo y Frente Único”, decía: “Abogamos por sindicatos de clase
únicos, como los baluartes más importantes de la clase obrera contra la ofensiva del capital y
del fascismo”. Como puede verse, utiliza las palabras “sindicatos de clase” que equivalen a las
palabras “sindicatos clasistas” que utilizamos en esta obra. Aquí se encierra el concepto de que
los sindicatos de clase o sindicatos clasistas, se inspiran en la ideología proletaria que es el
marxismo-leninismo, puesto que luchan contra el capital y su aparato represivo.
En ningún momento puede entenderse por sindicalismo clasista la tendencia consistente
en prescindir de la organización política partidaria del proletariado, pues, si fuera así, se
confundiría con el llamado “sindicalismo revolucionario” y con el anarco-sindicalismo. En
realidad muchos que pregonan ser partidarios del sindicalismo clasista, predican al mismo
tiempo el apoliticismo partidario y alejan a la clase obrera de su partido, con el cuento de que
basta con el “sindicalismo clasista” para resolver sus problemas. Tampoco puede llamarse
sindicalismo clasista a la verborrea sindicaloide empleada por los revisionistas criollos, que
responden a la inspiración del socialimperialismo soviético y que conducen al movimiento obrero
a la conciliación de clases y a la bancarrota. Sólo puede hablarse de sindicalismo clasista
cuando se orienta a los trabajadores mediante la política proletaria por el camino de su
emancipación total.
La definición que hemos hecho de los sindicatos clasistas se basa en el principio de
la lucha de clases, como en la defensa de los intereses totales de la clase obrera, es decir, de
sus intereses vitales, llamados también intereses mediatos y que persiguen la emancipación de
la clase obrera respecto de la explotación del hombre por el hombre y del paso de los medios
de producción y del poder estatal, de manos de los explotadores a manos de los trabajadores; y
de la defensa de sus intereses inmediatos o cotidianos, de aquellos que se presentan a diario,
a cada momento. Circunscribir al Sindicato, la sola lucha por las reivindicaciones inmediatas es
recortarle sus funciones y soslayar la lucha de clases fundamental que está dirigida contra los
patronos y su Estado, contra el sistema de explotación del hombre por el hombre.
Todas las definiciones de los “sindicalistas” burgueses coinciden en atribuir al Sindicato
solamente las tareas de defensa de los intereses o reivindicaciones inmediatas de los
trabajadores, omitiendo, o más bien, ocultando el fin último de los sindicatos. Los revisionistas
contemporáneos y sus representantes en nuestro país, o sea los revisionistas criollos, también
se acogen a estas definiciones.
Por ejemplo, Jorge del Prado, en su “Manual de Sindicalismo, Organización y Lucha
Sindical”, escribe:
“Resumiendo lo anterior cabe repetir que los sindicatos por su origen y funciones, son
fundamentalmente, “instrumentos de lucha organizada de los trabajadores por sus
reivindicaciones inmediatas”. Agrega: “Eso no quiere decir que la lucha sindical deba
desarrollarse sólo en el plano económico. Hemos explicado también que en el curso de esta
lucha los patronos se enfrentan a la clase obrera con una intensa campaña ideológica y con
toda clase de instrumentos políticos”. (Ob. Cit., tercera edición Pág. 45).
En la definición anotada, el revisionismo criollo, que se pone la máscara
de “comunista”, circunscribe la lucha sindical a la sola obtención de reivindicaciones inmediatas
o del momento y hace comprender que también puede realizarse una lucha política, pero
circunscribiéndola siempre a la conquista de dichas reivindicaciones inmediatas. ¿Y qué hay de
los intereses vitales de la clase obrera? ¿Qué hay de las luchas contra el sistema de explotación
del hombre por el hombre? Naturalmente que esta lucha por la destrucción del sistema de
explotación del hombre por el hombre no les interesa a los revisionistas. Tan no les interesa
que tienen una larga historia de traición a los intereses de la clase obrera. Veamos una muestra.
En l942, la Dirección Nacional del Partido Comunista Peruano, en ese entonces, en manos
del oportunismo revisionista de los Del Prado y Cía., publicó un folleto titulado “Por la
organización sindical y la unidad de los trabajadores”, redactado por Arbulú Miranda, miembro
de la Comisión Política. En el acápite titulado: “¿Lucha de clases o conciliación de
clases?”, decía: “Si el proletariado es una clase y la burguesía y los hacendados son otra clase
bien distinta; si ambas clases tienen intereses diferentes ¿se puede plantear y llevar a cabo,
en estos momentos, la lucha de clases? No. Esto sería precisamente caer en el izquierdismo,
en el sectarismo. No se puede, de ninguna manera, sostener aquel principio de clase contra
clase, que fue característica de otras etapas de nuestro movimiento sindical, incipiente y
débil. ¿Entonces procede la conciliación de clases, con el abandono de la línea
independiente? Tampoco. Esto sería caer en el seguidismo, en el incondicionalismo”. Luego
agregaba: “¿De qué se trata, en fin? Se trata sencillamente, de actuar de acuerdo a la situación
concreta que atraviesa América y el mundo. Se trata de que las tácticas y métodos de la lucha
a aplicarse en la actualidad deben estar a tono con las exigencias de la realidad que se vive,
con las condiciones legales en vigencia, sin sometimientos ni claudicaciones. Se trata, en
suma, de buscar entendimientos y mutua comprensión, de llegar a acuerdos entre todas las
fuerzas de la nación y, particularmente, entre los obreros y los capitalistas, para hacer la unidad
nacional contra el fascismo y defender la patria”.(Ediciones Unidad, 1942).
He aquí, pues, la política sindical del revisionismo criollo. So pretexto de la lucha contra el
fascismo, el conciliacionismo de clase era sostenido abiertamente y los activistas sindicales del
Partido fueron obligados, “disciplinadamente” a acatar estas directivas traidoras, haciéndose
muchos de ellos, merecedores de la desconfianza de los obreros que los fueron desplazando de
las directivas sindicales, hecho que fue aprovechado por el aprismo que en ese entonces,
aparentaba una política “revolucionaria”,aparecía como un partido perseguido por la dictadura
y ofrecía llevar a los trabajadores al poder.
Podrá decirse que para la lucha por los intereses vitales de la clase obrera y para la lucha
por la destrucción del sistema de explotación del hombre por el hombre, está el Partido
Comunista y que no hay que confundir una cosa con otra. Es bien sabido que no se debe
confundir el Sindicato con el Partido y que es completamente erróneo pensar, como
los “sindicalistas revolucionarios”, como los anarcosindicalistas, que solamente con el Sindicato
basta para destruir el poder de los explotadores y que no hay necesidad del partido político de
la clase obrera. Pero los sindicatos, de acuerdo con los principios establecidos por Carlos Marx,
no pueden circunscribir su actividad a la lucha por reivindicaciones inmediatas, sino también
que tienen que luchar por la “supresión del sistema de trabajo asalariado mismo”, es decir, por
eliminar la explotación capitalista. En su obra “Trabajo asalariado y capital”, escribió:
“Aparte de sus fines primitivos, los sindicatos deben aprender a actuar ahora de modo
consciente como ejes de la organización de la clase obrera, por el interés superior de su
emancipación total”. Decía, además, que los sindicatos deben ser en manos de la clase
obrera, “la palanca de la lucha contra el poder político de los explotadores”.
En su obra “Marx y los sindicatos”, A. Losovsky, dice: “Según Marx “los sindicatos deben
servir de palanca potente de la clase obrera, para la lucha contra el sistema de
explotación”. (Ob. Cit, Edit. Claridad, Pág. 18). El mismo autor agrega: “Marx declara que los
sindicatos tienen mayor importancia como factores de organización para la supresión del
trabajo asalariado mismo. Eso prueba que Marx atribuyó una gran importancia política a los
sindicatos, que no veía en ellos de ningún modo organizaciones apolíticas y neutrales. Cada
vez que los sindicatos se encerraban en los estrechos marcos corporativos, Marx intervenía
fustigándolos apasionadamente”.
En el Informe Político de la XIX Sesión Plenaria del Partido Comunista Peruano, marxista-
leninista, escribíamos:
“Si hemos retomado la bandera del marxismo-leninismo, debemos hacerla flamear
orgullosa y valientemente. Recordemos que Marx decía que: “LA CLASE OBRERA ES
REVOLUCIONARÍA O NO ES NADA.” Decía también que: “los sindicatos deben servir de palanca
potente de la clase obrera, para la lucha contra el sistema de explotación”. Asimismo Carlos
Marx, en su carta del 23 de noviembre de 1871 dirigida desde Londres a F. Bolte, entre otras
cosas, decía que: “el movimiento político de la clase obrera tiene como último objetivo, claro
está, la conquista del Poder Político para la clase obrera”. Agregaba Marx:
“Allí donde la clase obrera no ha desarrollado su organización lo bastante para emprender
una ofensiva resuelta contra el Poder Colectivo, es decir, contra el poder político de las clases
dominantes, se debe, por lo menos, prepararla para ello mediante una agitación constante
contra ese Poder y adoptando una actitud hostil hacia la política de las clases dominantes”.
¿Significa esto que Marx confundía los sindicatos con el Partido Político de la clase
obrera?. El mismo Losovsky, dice en su citada obra: “Cuando hablamos de la supremacía de la
política sobre la economía, no significa que los sindicatos deben transformarse en un partido
político o que deben adoptar un programa puramente de partido; no quiere decir que haya que
borrar la diferencia entre los sindicatos y el Partido. No. No es esto lo que quería Marx. Marx
subrayaba la importancia de los sindicatos como centros organizados de las amplias masas
obreras, y combatió la tendencia a meter en el mismo saco los partidos y los sindicatos.
CONSIDERABA QUE LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA DEL PROLETARIADO TIENEN
UN SÓLO OBJETIVO, PERO CADA UNO CON SUS PROPIOS MÉTODOS ESPECÍFICOS. Marx
comprendía la supremacía sobre la economía, de tal manera que, en primer lugar, planteaba
las tareas generales de clase de los sindicatos por encima de sus particularidades y
compromisos, y, en segundo lugar, en el sentido de que el papel del proletariado debe
determinar las tareas económicas y dirigir la organización sindical misma”. (Ob. Cit. pág. 24).
Marx estableció claramente la necesidad de que, para la destrucción del régimen de
explotación, la clase obrera se constituyera en Partido Político. En los Estatutos Generales de La
Asociación Internacional de Trabajadores, cuya redacción se le encargó, dice:
“En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede
actuar como clase más qué constituyéndose él mismo en partido político distinto y opuesto a
todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras”.
“Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el
triunfo de la Revolución Social y de su fin supremo: la abolición de las clases”.
“La coalición de las fuerzas de la clase obrera, lograda ya por la lucha económica, debe
servirle asimismo de palanca en la lucha contra el Poder Político de sus explotadores”.
“Puesto que los señores de la tierra y del capital se sirven siempre de sus privilegios
políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo, la
conquista del Poder Político se ha convertido en el gran deber del proletariado”.
Lenin, gran maestro del proletariado internacional tenía los mismos conceptos, los cuales
desarrolló creadoramente. Sobre el particular, dice Losovsky:
“¿Cuál era, pues, la idea directriz de Lenin en la cuestión de los sindicatos? Fue la idea ya
formulada por Marx, de que los sindicatos son escuelas de comunismo. Esta fórmula, a pesar
de su laconismo, tiene un rico contenido. En efecto, en esa definición, descansan las cuatro
ideas directrices: 1) Los sindicatos son organizaciones que deben englobar a toda la clase; 2)
Los sindicatos transforman políticamente a la masa en el espíritu del comunismo elevando su
conciencia hasta el reconocimiento de las tareas generales de clase; 3) Los sindicatos realizan
la ligazón entre el Partido y las masas, es decir, entre la vanguardia y la clase; 4) Los sindicatos
sostienen la lucha contra el capital, bajo la dirección del partido revolucionario del proletariado”.
(Ob. Cit. pág. 109).
En la Declaración de Principios y Estatutos de la Confederación General de Trabajadores
del Perú, redactada por Mariátegui, se consagra también este principio. En el artículo 2o.,
señala:
“Dentro del sistema capitalista no podrán ser satisfechas jamás las aspiraciones de los
proletarios: sólo dentro de una sociedad que no está dividida en clases, el obrero podrá alcanzar
su emancipación integral”.
“Art. 3º.- El camino hacia nuestra liberación definitiva, hacia la construcción de una
sociedad sin clases, no puede ser otro que el de la lucha constante y tenaz contra la opresión
capitalista, contra el adversario de clase, en todos los frentes”.
Se ve, pues, que Mariátegui también concebía, al igual que Marx, el fin último de los
sindicatos y no circunscribía su tarea a la simple reclamación de reivindicaciones inmediatas.
Entonces, como Marx decía, la organización política (el Partido) y la organización
económica (el Sindicato) tienen un sólo objetivo, pero cada una con sus propios métodos
específicos, llevando el papel directriz, el Partido. He ahí la diferencia entre el Partido y el
Sindicato. El primero es el destacamento de vanguardia de la clase obrera. El sindicato realiza
tareas económicas, principalmente, pero utiliza también medios políticos para conseguir dichos
objetivos y tiene en cuenta siempre, el objetivo final, como es el de su emancipación respecto
de la explotación. A las filas del Partido ingresan los más avanzados y abnegados hijos de la
clase obrera. El sindicato tiende a agrupar organizadamente a todos los trabajadores de una
fábrica, hacienda o industria, sin distinción de sus ideales o tendencias políticas. Al respecto,
decía Lenin:
“Las organizaciones obreras para la lucha económica deben ser organizaciones
sindicales. Todo obrero socialdemócrata (comunista) debe, dentro de lo posible, apoyar a estas
organizaciones y trabajar activamente en ellas. De acuerdo. Pero es en absoluto contrario a
nuestros intereses exigir que sólo los socialdemócratas puedan ser miembros de las uniones
“gremiales”, ya que esto reduciría el alcance de nuestra influencia sobre la masa. Que participe
en la unión gremial todo obrero que comprenda la necesidad de la unión para la lucha contra
los patronos y el gobierno. El fin mismo de las uniones gremiales sería inasequible si no
agrupasen a todos los obreros capaces de comprender aunque no fuese más que esta noción
elemental, si estas uniones gremiales no fuesen unas organizaciones muy amplias. Y cuanto
más amplias sean estas organizaciones, tanto más amplia será nuestra influencia en ellas,
influencia ejercida no solamente por el desarrollo “espontáneo” de la lucha económica, sino
también por la acción directa y consciente de los miembros socialistas de los sindicatos sobre
sus camaradas”. (Colección, “Acerca de los sindicatos”, Pág. 145).
De otro lado, hay que tener en cuenta que la organización sindical de los trabajadores
actúa también según el medio político y las condiciones de una determinada sociedad y, cuando
las mismas lo permiten, actúa legalmente e incluso recurre a su reconocimiento como tal ante
las autoridades. Por eso, es necesario remitirnos a los principios del leninismo sobre este
punto. Al respecto, Lenin decía:
“La lucha política de la socialdemocracia (el Partido) es mucho más amplia y más compleja
que la lucha económica de los obreros contra los patronos y el Gobierno. La organización de
los obreros, debe ser, en primer lugar, sindical; en segundo lugar, debe ser lo más extensa
posible; en tercer lugar, debe ser la menos clandestina posible (aquí y en lo que sigue me refiero,
claro está sólo a la Rusia autocrítica). Por el contrario, la organización de los revolucionarios
debe englobar ante todo y sobre todo a gente cuya profesión sea la actividad revolucionaria (por
eso, yo hablo de una organización de revolucionarios, teniendo en cuenta a los revolucionarios
socialdemócratas). Ante esta característica general de los miembros de una tal organización
debe desaparecer en absoluto toda distinción entre obreros e intelectuales, por no hablar ya de
la distinción entre las diversas profesiones de unos y otros. Esta organización, necesariamente,
no debe ser muy extensa, y es preciso que sea lo más clandestina posible”. (Ob. Cit. Pág. 143).
Y es bueno también recordar estas dos citas de Lenin, extraídas de su mismo trabajo:
“Las organizaciones sindicales no sólo pueden ser extraordinariamente útiles para
desarrollar y reforzar la lucha económica, sino que pueden convertirse, además en auxiliar de
la mayor importancia para la agitación política y la organización revolucionaria”.
“El socialdemócrata (dentro de la terminología actual: comunista) debe, ante todo, pensar
en una organización de revolucionarios capaces de dirigir toda la lucha emancipadora del
proletariado”. (Las palabras entre paréntesis de esta última cita han sido puestas por nosotros).
Teniendo en cuenta estos principios debe cuidarse la legalidad de los sindicatos, como
organismos abiertos de masas. Pero no es correcto circunscribir la actividad de los mismos al
estrecho marco de las leyes, sino que debe impulsarse la lucha de clases, venciendo las vallas
y cortapisas impuestas por las leyes burguesas y sin perder jamás de vista los intereses vitales
de la clase obrera. En situaciones en las que la legalidad sindical es abolida por los explotadores,
los trabajadores no deben dejar de luchar organizadamente en sus sindicatos, aun dentro de la
clandestinidad y reclamando también su vuelta a la legalidad, que ya es un derecho adquirido
en largos años de lucha.
Debe combatirse la desviación consistente en pretender formar “sindicatos clandestinos”
dentro de las condiciones de la existencia de la legalidad burguesa, como algo negativo, pues,
su práctica ha demostrado que dichas “organizaciones” no han logrado salir del estrecho marco
de cuatro paredes en que fueron concebidas. Es una manifestación del temor de sus
promotores a salir al frente de las luchas de los obreros y de los campesinos. La verdadera
posición marxista - leninista consiste en saber utilizar hasta donde sea posible las limitadas
libertades de la democracia burguesa, sin caer en el legalismo. Siempre que se tenga como
mando la política proletaria, cabe utilizar estas limitadas libertades burguesas. Los clásicos
marxista-leninistas nos lo han enseñado así.
El fundador de nuestro Partido y de la primera central clasista de los trabajadores, José
Carlos Mariátegui, practicaba también este principio. No cayó en el ilegalismo ni en el
sectarismo. Incluso muchos de sus trabajos teóricos fueron publicados por él mismo en revistas
burguesas y aun oficialistas como “Variedades” y “Mundial”, durante el gobierno de Leguía. Por
eso, quienes se reclaman herederos y portavoces de su legado revolucionario, deben también
practicar este principio táctico, pues, no se puede confundir sindicato con Partido. En
el “Manifiesto de la Confederación General de Trabajadores del Perú a la clase trabajadora del
país”,publicado en setiembre de 1929, Mariátegui, a quien se le encargó la redacción de dicho
documento, dijo:
“La Confederación de Trabajadores del Perú, sostiene el principio de que el sindicato, para
existir legal y jurídicamente, no necesita sino el acuerdo de sus asociados (pero esto
no obsta para que pida su reconocimiento oficial, a fin de asegurarse en la legalidad). La
Confederación reivindica para la organización en todas las industrias y labores el derecho a la
existencia legal y a la debida personería jurídica, para la representación y defensa de los
intereses proletarios”.
La lucha por la legalidad de la organización sindical clasista, no implica el sometimiento
servil a la legalidad burguesa. Es sólo un recurso táctico para luchar en mejores condiciones en
el aspecto legal. Igualmente, no significa el posternarse o aceptar las leyes burguesas que
afectan a sus intereses de clase, en cuyo caso debe luchar por su derogatoria. Sólo así puede
incluso conseguir el mejoramiento de la legislación laboral y conquistar una serie de derechos
dentro de la lucha por sus intereses inmediatos.
Los sindicatos clasistas no pueden olvidar jamás la lucha de clases; no pueden olvidar el
problema del poder político. No basta aceptar la lucha de clases, ya que este fenómeno se
produce independientemente de nuestra voluntad. Es necesario orientar esa lucha hacia la
conquista del poder político. Bien decía Lenin:
“Lo que decide todo, es la cuestión, de en las manos de qué clase está el poder”.
Esta sabia orientación hay que aplicarla a los sindicatos clasistas, a fin de que éstos no
se circunscriban únicamente al marco de la legalidad burguesa y no se hundan en el
economisismo, perdiendo de vista el fin último de los sindicatos como es el de convertirse en
poderosa palanca para derribar el poder político y económico de los explotadores, bajo la guía
de su ideología revolucionaria que es el marxismo-leninismo y bajo la dirección de su Partido. El
no tener en cuenta esta orientación, ha traído no pocos descalabros a la clase obrera, tanto a
nivel nacional como internacional. El mantener este principio guía es defender la ideología
proletaria, porque de lo contrario se impone la ideología burguesa en los sindicatos y así éstos
se hallan impotentes para luchar con éxito por sus reivindicaciones tanto inmediatas como
mediatas.

PRINCIPIOS QUE GUIAN LOS SINDICATOS CLASISTAS

Con la finalidad de que el Partido Comunista Peruano, marxista-leninista, en su práctica


revolucionaria, llegue a constituir“firmes sindicatos clasistas” que se mantengan vigilantes
contra la penetración ideológica de los explotadores y de sus órganos de Poder, vamos a señalar
algunos principios basados en los cuales puedan guiar su actividad. No se trata de encasillar a
la clase obrera dentro de determinados cánones o de estrechos marcos que limiten su
desarrollo, sino simplemente de coadyuvar en el fortalecimiento de su organización y de su
lucha. Lenin, enseñaba:
“La actividad del Partido debe consistir en coadyuvar a la lucha de clase de los obreros.
La tarea del Partido no consiste en discurrir medios de moda para ayudar a los obreros, sino en
adherirse al movimiento obrero, en alumbrarle el camino y en ayudar a los obreros en esta lucha
que ellos han iniciado ya. La misión del Partido estriba en defender los intereses de los obreros
y en representar los intereses de todo el movimiento obrero”.
Orientaba en el sentido de que “en primer término”, se debe coadyuvar “en desarrollar la
conciencia de clase de los obreros”. Y definía así, dicho concepto:
“Conciencia de clase de los obreros es la comprensión de que el único medio de mejorar
su situación y de conseguir su emancipación consiste en la lucha contra la clase de los
capitalistas y fabricantes, que han sido creados por las grandes fábricas. Además, la
conciencia de clase de los obreros implica la comprensión de que los intereses de todos los
obreros de un país son idénticos, solidarios, que todos ellos forman una misma clase, distinta
de todas las demás clases de la sociedad. Por último, la conciencia de clase de los obreros
significa que ellos comprenden que para lograr sus fines necesitan conquistar influencia en los
asuntos públicos, como la conquistaron y continúan tratando de conquistarla los terratenientes
y los capitalistas”. (Ob. Cit. págs. 26 y 27).
Nos permitimos señalar los siguientes principios:

1. IRRECONCILIABLE LUCHA DE CLASES CONTRA LOS EXPLOTADORES, EN DEFENSA


DE LOS INTERESES DE LOS TRABAJADORES.
Este principio, traicionado por los revisionistas criollos y demás agentes de la burguesía,
enquistados en las organizaciones sindicales, ha sido “olvidado” en el proceso de reorganización
de la Confederación General de Trabajadores del Perú (C.G.T.P.), efectuado en junio de 1968,
a pesar del propósito de la mayoría de las bases participantes en el Congreso que fue convocado
por el Comité de Defensa y Unificación Sindical (CEDUS), de reconstruir la gloriosa C.G.T.P. que
fundara José Carlos Mariátegui el 17 de mayo de 1929 y que fuera disuelta por la dictadura de
Sánchez Cerro en 1931.
Es bueno recordar que en los Estatutos de la Confederación General de Trabajadores del
Perú, fundada por Mariátegui al lado de combativos líderes proletarios y cuya redacción tuvo su
aliento e inspiración, se consagra el principio de lucha de clases. En la Declaración de
Principios, entre otros conceptos se vierten los siguientes:
“1.- En todos los países donde impera o predomina el sistema capitalista en la producción,
constatamos objetivamente la división de la sociedad en dos clases fundamentales, separadas
por antagonismo irreconciliable; de un lado la burguesía explotadora, de otro, el proletariado
explotado”.
“2.- Los intereses de la burguesía y los del proletariado son no sólo diferentes sino
completamente opuestos. Dentro del sistema capitalista no podrán ser satisfechas jamás las
aspiraciones de los proletarios: sólo dentro de una sociedad que no esté dividida en clases, el
obrero podrá alcanzar su emancipación total”.
“8.- La Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), es la Central Sindical de
los organismos sindicales del proletariado del país, que reconozcan y practiquen la lucha de
clases”.
“10.- La CGTP proclama como principio básico de organización el sistema sindical de lucha
de clases, con organismos permanentes que mantengan acción, disciplina y cotización
efectivas, y que se desenvuelvan bajo el constante control de las masas”.
En los artículos transcritos se expresa con claridad el principio de la irreconciliable lucha
de clases entre los explotadores y los explotados. Este es, pues, el principio rector de los
sindicatos clasistas, sin cuya aplicación la organización sindical no puede defender
consecuentemente los intereses de la clase obrera. Porque no basta reconocer la lucha de
clases pura y simplemente, sino su carácter irreconciliable. Ya hemos dicho que los intereses
de la clase obrera son mediatos e inmediatos. Cualesquiera que ellos sean, los sindicatos deben
basarse en el principio de la irreconciliable lucha de clases.
La lucha de clases no es una invención o un capricho; es un fenómeno social, un hecho
objetivo que resulta de las contradicciones entre explotadores y explotados, contradicciones que
son de carácter antagónico. Precisa que los trabajadores tengan plena conciencia del
significado de la lucha de clases y de su carácter irreconciliable y orienten sus combates
sistemáticamente en defensa de sus intereses. El no reconocimiento de la irreconciliable lucha
de clases como principio, puede dar lugar a la conciliación con los explotadores y al oportunismo
que consiste en renunciar a los intereses vitales de la clase obrera a cambio de migajas, halagos
y dádivas y en anteponer los intereses personales o de pequeños grupos a los intereses
sagrados de la clase obrera. Sólo siguiendo fielmente este principio se puede preservar en la
lucha por los objetivos finales de la clase obrera; de lo contrario, las luchas sindicales no saldrán
jamás del marco de reivindicaciones cotidianas o inmediatas y la clase obrera vivirá encadenada
dentro de un círculo vicioso de explotación y de opresión. Esto se comprende por el hecho de
que, luego de algunas conquistas parciales obtenidas por la clase obrera en sus luchas, tales
como aumento de salarios, algunas mejoras en las condiciones de trabajo, los capitalistas,
arremeten nuevamente contra la economía de los explotados, a fin de sacar una mayor
plusvalía; es decir, los explotadores cada vez más roban el sudor y el esfuerzo de los obreros al
no pagarles por el trabajo que éstos realizan, pues, la plusvalía en esencia no es sino la parte
del trabajo no pagado que va a los bolsillos de los empresarios
El carácter irreconciliable de la lucha de clases significa que sólo la Revolución Proletaria,
a través de una dura y prolongada lucha armada, puede resolver esta contradicción, pues, los
explotadores jamás dejarán de buena gana los medios de producción que se encuentran en sus
manos, ni renunciarán al poder político que les sirve para defender sus intereses y aplastar a
los explotados. Con los explotadores no cabe ninguna conciliación porque ello significaría que la
clase obrera renuncie a la lucha por sus objetivos finales de emanciparse como clase explotada.
Los explotadores lo dirigen y controlan todo a través de su Estado que no es sino la
organización de la fuerza puesta a su servicio. Es decir, los explotadores, tienen su propio
Estado, que, con diversos matices, no es sino una forma de dictadura que ellos ejercen, siendo
una minoría, contra los explotados que son la mayoría. Por ello, los trabajadores también,
aparte de sus luchas económicas cotidianas, deben luchar por controlarlo y dirigirlo todo, dentro
de una nueva sociedad.
La irreconciliable lucha de clases que libran los trabajadores contra sus explotadores se
lleva a cabo en los terrenos ideológico, político, económico y en el proceso de la agudización de
la misma, alcanza la forma de lucha armada para la conquista del poder político. Lenin, en
el “Proyecto del Programa del Partido Socialdemócrata y explicación del mismo”, refiriéndose a
esta lucha, escribía:
“Esta lucha de la clase obrera contra la clase capitalista es una lucha contra todas las
clases que viven a costa del trabajo ajeno y contra toda explotación. Esta lucha sólo puede
terminar con el paso del poder político a manos de la clase obrera, con la entrega de toda la
tierra, instrumentos de trabajo, fábricas, máquinas y minas a manos de toda la sociedad, para
organizar la producción socialista, en la que todo lo producido por los obreros y todas las
mejoras introducidas en la producción deben redundar en beneficio de los propios
trabajadores”
Como en la realidad, los trabajadores se ven obligados a librar su lucha de clases, también
en el terreno legal, puede argüirse que en las luchas sindicales se presentan continuamente
actos de conciliación, en el curso de las luchas reivindicativas de carácter inmediato, tales como
la elevación de salarios, nuevas condiciones de trabajo y otros beneficios temporales y pedidos
que continuamente se hacen en los sindicatos y que si se aceptara el principio de la
irreconciliabilidad de la lucha de clases, las reclamaciones y conflictos se eternizarían. Este es
otro problema.
En la práctica sindical, pueden producirse acuerdos bilaterales de carácter temporal,
teniendo en cuenta la correlación de fuerzas en determinado momento, así como la posibilidad
de obtener mayores ventajas. En realidad estos acuerdos bilaterales se producen dentro de las
innumerables escaramuzas y luchas parciales que libran los trabajadores dentro de la guerra de
clases. Por ejemplo, en el caso de un pliego de reclamos, no siempre se puede conseguir todo
lo que dicho pliego exige y la organización sindical se ve obligada por las circunstancias a entrar
en algunos acuerdos con los patronos, luego de conseguir las ventajas fundamentales o
principales exigidas por los trabajadores y en atención a que la correlación de fuerzas hace
necesario tomar dicha medida. Sin embargo, estos acuerdos o pactos temporales no significan
conciliaciones en el sentido absoluto de la palabra, por cuanto ellos siempre se adoptan con
miras a preparar nuevos asaltos contra el capital, a la espera de mejores oportunidades y con
la condición de reforzar o robustecer las propias fuerzas; es decir, fortalecer la organización
sindical en el curso de la lucha misma y terminada una lucha concreta, prepararse
inmediatamente para librar otra lucha, de mayor alcance y profundidad, puesto que estas luchas
por reivindicaciones inmediatas no ponen término, aun cuando tengan éxito, a la explotación del
hombre por el hombre ni a la dominación de los explotadores.
La legislación laboral vigente considera la obligatoriedad de la conciliación, como trámite
indispensable en las reclamaciones de los trabajadores; pero los sindicatos clasistas no deben
someterse estrictamente a dichas ataduras y considerar los acuerdos bilaterales como
convenios o pactos temporales, con la perspectiva de continuar la lucha de clases en forma
ininterrumpida, porque como ya hemos dicho, estas luchas legales no son sino escaramuzas en
la prolongada lucha de clases que libra la clase obrera.
Las organizaciones sindicales, utilizando los términos convenientes, deben consignar en
sus Estatutos este principio, que debe regir también para la selección del núcleo dirigente, a
cuyos cargos deben ir los trabajadores que hayan demostrado ser defensores consecuentes de
su clase e incorruptibles frente a las tentativas de soborno y a las solicitudes maliciosas de los
patronos o de las autoridades que defienden los intereses de los explotadores.

2. FRENTE ÚNICO DE CLASE O UNIDAD SINDICAL COMBATIVA


Los sindicatos son organismos de frente único de clase. Parten de la constatación de
que “al obrero le es imposible luchar él solo contra el patrono”, hecho que hace surgir la
necesidad de la unificación organizada para la defensa de sus intereses. Marx, decía:
“La clase obrera posee un elemento de triunfo: el número. Pero el número no pesa en la
balanza si no esta unido por la asociación y guiado por el saber”.
He aquí los dos fundamentos de la unidad: organización y orientación correctas tras de la
lucha por los intereses de clase. Sin organización no puede plasmarse la unión de los
trabajadores; pero sin una orientación clasista correcta, la organización puede conducir a
resultados contrarios a los intereses de los trabajadores. La organización debe servir a los
intereses de la clase obrera y no a los de la burguesía.
Este principio, el del frente único de clase o unidad sindical combativa, significa también
que el Sindicato debe reunir en su seno, de ser posible, a la totalidad de los trabajadores. Es por
ello que todos los trabajadores tienen derecho a organizarse dentro del Sindicato, con la sola
condición de que acepten sus Estatutos y las finalidades del organismo laboral. Esto se debe a
que el Sindicato es una organización de la clase de los explotados, sobre quienes recae la
explotación y opresión patronal y estatal y, por lo mismo, tienen necesidad de defenderse y de
luchar.
El frente único de clase sólo tiene eficacia si se expresa en una organización
combativa. Esto quiere decir que la organización sindical justifica su existencia para luchar
contra los explotadores y su Estado; pero al mismo tiempo la organización sindical tiene que
luchar también contra las corrientes extrañas al movimiento obrero y contra la infiltración del
enemigo de clase. El frente único no significa la contemporización con las corrientes extrañas o
con el amarillaje pro patronal.
Los patronos utilizan toda clase de medidas para que fracase la unidad de los
trabajadores, valiéndose inclusive de elementos desclasados, mediante el soborno o la
amenaza. En nuestra práctica sindical hemos podido observar que los patronos, sean grandes
industriales o hacendados, comienzan oponiéndose a la unificación de los trabajadores en torno
al sindicato, valiéndose de medidas de persuasión, mediante la propaganda de que sólo a través
de la “buena voluntad” y la “buena comprensión” pueden entenderse patronos y trabajadores y
que no hay necesidad del sindicato, que, según dicen “conduce a la politiquería”.
Cuando los medios persuasivos o ideológicos fracasan los explotadores utilizan los medios
económicos para dividir a los trabajadores, estableciendo una serie de diferencias y
desigualdades entre los mismos, ya sea en el salario, en el trato personal y en algunas
condiciones de trabajo. A los explotadores les interesa crear una pequeña capa privilegiada de
trabajadores, una especie de aristocracia obrera, generalmente entre los más instruidos, para
utilizarlos en su política divisionista y para que defiendan sus intereses y no los de sus hermanos
de clase.
Luego, los patronos continúan su lucha contra la unificación de los trabajadores, mediante
la corrupción de algunos de ellos a los que compra con migajas económicas, para convertirlos
en una especie de policías secretos o en espías que van informando a la gerencia, todas las
actividades de los trabajadores, a fin de que el patrono tome medidas para evitar la formación
del sindicato. Utiliza, pues, todos los recursos para impedir su formación, llegando
frecuentemente a despedir a aquellos que promueven la organización laboral.
Cuando ya el Sindicato se ha constituido, el capitalista, valiéndose de una serie de
pretextos o artilugios, incluso legales, como el de no habérsele dado cuenta de su formación
dentro del término de ley, despide a los dirigentes sindicales o a los activistas más
consecuentes, basándose en el llamado “derecho a la libre contratación”, o sea aquél derecho
que se ha irrogado el patrono de poder prescindir de un trabajador en cualquier momento.
Si a pesar de todos los esfuerzos del patrono, el Sindicato llega a constituirse formalmente,
entonces trata de amoldarlo a sus intereses de clase, con la finalidad de liquidar su
independencia de clase y servirse del mismo sindicato para sus fines de explotación más
refinada de los trabajadores. De estos hay numerosos ejemplos, especialmente dentro de los
llamados “sindicatos libres”.
Vemos, pues, que los patronos, utilizan ya sea la persuasión o el engaño, ya sea la
corrupción o la formación de capas privilegiadas dentro de los mismos obreros, ya sea la
amenaza o los despidos para impedir la formación de los sindicatos o una vez formados éstos,
convertidos en instrumentos a su servicio. Hay casos también en los que los patronos recurren
a denunciar a los organizadores del sindicato, haciéndolos pasar como agitadores
y “comunistas”. En fin, vemos claramente que los patronos son enemigos de la unidad sindical
combativa porque va contra sus intereses. Esto quiere decir que los trabajadores deben luchar
por su unidad sindical.
Mariátegui, define claramente este principio, en su Mensaje al II Congreso Obrero de Lima,
publicado el Nº 5 de Amauta, en enero de 1927, decía:
“El lema del Congreso debe ser la UNIDAD PROLETARIA. Las discrepancias teóricas no
impiden concertarse respecto de un programa de acción. El frente único de los trabajadores es
nuestro objetivo. En el trabajo de construirlo los trabajadores de vanguardia tienen el deber de
dar el ejemplo. En la jornada de hoy nada nos divide. El Sindicato no debe exigir de sus afiliados
sino la aceptación del principio clasista. Dentro del Sindicato caben así los comunistas como
los libertarios. La praxis, la táctica depende de la corriente que predomine en su seno. Y no hay
por qué desconfiar del instinto de las mayorías”. (La organización del proletariado, Ediciones
“Bandera Roja”, pág. 76. El subrayado es nuestro).
El revisionista Jorge del Prado en su mencionado “Manual” sostiene que la sola condición
para la unidad es la de que todos sean obreros o empleados, mientras que Mariátegui sostiene
con razón que como fundamento de la unidad debe ponerse la aceptación del principio clasista.
Esto quiere decir que si la unidad no se basa en el principio de la lucha de clases, dicha unidad
no tendría objeto. Esto se deriva de la misión histórica del Sindicato que también, según la
opinión de Mariátegui sobre esta materia, de acuerdo al marxismo-leninismo, debe dotar de
conciencia de clase a los trabajadores y conciencia de clase quiere decir llegar a la comprensión
de la misión histórica de la clase obrera, de la necesidad de emanciparse por sí misma de la
explotación capitalista y emancipar a toda la sociedad explotada.
El frente único significa también que hay que luchar, contra el escisionismo dentro de los
sindicatos. El principio de la unidad sindical vela por la existencia de un solo centro de dirección
sindical dentro de un centro de trabajo o fábrica y mucho mejor aún, dentro de una rama
industrial, centro de dirección que obedezca al principio clasista.
Al referirnos a la unidad sindical o frente único de clase, nos estamos refiriendo no sólo a
un sindicato, sino a la unidad que debe observar toda la clase obrera de un país, a fin de que
orgánicamente tenga su expresión en una central única de clase. Si la clase obrera es una sola,
no puede aceptarse aquella triste realidad de la existencia de varias centrales en un solo país.
Hay que luchar por forjar una sola central que agrupe organizadamente a todos los explotados.
Esto se deriva también del principio político marxista-leninista de que siendo la clase obrera una
sola, debe, tener una sola central y un solo partido proletario. Dimitrov el gran maestro del
proletariado, enseñaba:
“Los intereses de la lucha de clases del proletariado y el éxito de la revolución proletaria
imponen la necesidad de que exista en cada país, un partido único del proletariado”. (Fascismo
y Frente Único, ediciones Tercer Mundo, pág. 126).
La proliferación de “centrales” “nacionales” dentro de un sólo país, así como la
proliferación de grupos políticos autodenominados “comunistas”, en oposición al verdadero
Partido Comunista Peruano, marxista leninista, es muy negativo para la clase obrera y el pueblo
trabajador y favorable a los intereses de las clases gobernantes que se hallan sumamente
interesadas en que los trabajadores se escindan cada vez más. Si ahora en el Perú hay cuatro
centrales nacionales reconocidas oficialmente, con el mayor agrado el Estado explotador y
opresor, que sirve a los intereses de la burguesía y demás explotadores, podría reconocer a una
quinta y aún a una sexta “central”. Por ello la centralización, única los trabajadores debe ser un
objetivo para materializar elprincipio del frente único de clase o unidad sindical combativa.
Debe tenerse en cuenta, además, que la unidad sindical tiene que forjarse en la lucha de
clases. Una unidad que no es combativa puede ser quebrada por las influencias extrañas dentro
del movimiento obrero o por las maniobras de los patronos o el Gobierno y sus partidos políticos.
La unidad sindical que no se basa en la lucha es compadrería y conduce al conciliacionismo y a
la traición. El propio frente único de clase también sólo puede forjarse al calor de la
irreconciliable lucha de clases, en los diferentes frentes: económico, ideológico y político.

3. DEMOCRACIA SINDICAL Y DISCIPLINA CONSCIENTE

La democracia sindical y la práctica de una disciplina consciente, son indispensables para


una buena marcha de toda organización sindical. La democracia sindical parte del hecho de que
los trabajadores, por ser todos igualmente explotados por el capitalista o patrono, tienen iguales
derechos y obligaciones; es decir, por un lado, todos tienen la posibilidad de acogerse a la
defensa del Sindicato, a elegir y ser elegidos, a exponer libremente sus opiniones o iniciativas
en las asambleas y demás reuniones y, por otro lado, todos están obligados a aceptar los
Estatutos y a llevar a cabo las decisiones de la asamblea general del Sindicato, a cumplir los
Estatutos y a rendir cuentas en los casos requeridos. La simple aceptación de los Estatutos o de
los acuerdos, si éstos no se llevan a la práctica no tienen ningún valor y no producen ningún
beneficio para la clase obrera. Todo esto significa el funcionamiento del centralismo
democrático, mediante el acatamiento de la minoría a la mayoría.
La democracia sindical significa la participación de todos los miembros de la entidad
laboral, tanto en la elaboración de los Estatutos, así como en la adopción de los acuerdos o
decisiones durante el proceso de la lucha de clases. Por ello decimos que la democracia sindical
debe regir no sólo en lo organizativo, sino también en lo reivindicativo, es decir, en la lucha
misma. Esto significa que los dirigentes sindicales están obligados a consultar constantemente
a la asamblea general del Sindicato y a someterse a las decisiones de la misma. En el plano
sindical es pernicioso dejar a los dirigentes o a los asesores jurídicos proceder por su cuenta y
sin consulta con la base o sea con la asamblea general. En este aspecto diríamos que prima el
aspecto de la democracia más que el centralismo.
Si la democracia sindical se practicara solamente en el aspecto organizativo sería
incompleta; en cambio, si se extiende al plano reivindicativo, sí cumple su función. Precisamente
la intervención de la masa sindical que actúa conscientemente, puede impulsar y controlar la
actividad de los dirigentes y es por eso que la democracia sindical consagra también el derecho
que tiene la asamblea sindical a revocar el mandato concedido a sus dirigentes, es decir, a
removerlos de sus cargos directivos, en cualquier momento, cuando no cumplen con sus
obligaciones de clase.
La democracia en el plano reivindicativo significa también que los beneficios y mejoras que
se obtengan, deben favorecer por igual a todos los trabajadores. No deben hacerse
discriminaciones de grupos o de escalas o diferentes niveles que solamente los patronos han
establecido. Por ejemplo, al redactar un pliego de reclamos, hay que basarse en el principio, a
igual trabajo igual salario y sobreponerse a las diferenciaciones salariales hechas por el
capitalista. En ese caso los aumentos solicitados deben favorecer en mayor escala a los que
ganan menos, porque si se exigiera un porcentaje general, se beneficiarían más lo que tienen
salarios más altos y menos lo que perciben los salarios más bajos. En esta forma se puede
combatir esa táctica de los burgueses, de dividir a los trabajadores por diferentes escalas
salariales y hasta de crear aristocracias que al final de cuentas se convierten en elementos
amarillos.
Dentro del concepto de democracia sindical, se comprende también la necesidad de que
todos los miembros del Sindicato participen en la lucha de clases. No debe haber miembros
inactivos. La lucha es obligatoria tanto para dirigentes como para la masa en general.
De otro lado, es necesaria la disciplina sindical para que el organismo pueda marchar con
eficacia. Sin disciplina el Sindicato se diluye o anquilosa y pierde su fuerza. La disciplina sindical
es una disciplina consciente que nace del convencimiento de que la organización sindical
persigue fines clasistas y de que no puede haber éxito en sus luchas, si no hay un acatamiento
a las decisiones de la asamblea. Cuanto más desarrollada esté la conciencia de clase, más
efectiva es la democracia sindical y la disciplina consciente.
La aplicación del principio de la democracia sindical y disciplina consciente, enseña a la
clase obrera a decidir por sí misma sus asuntos. La experiencia de la lucha de clases adquiere
un elevado contenido revolucionario, cuando la clase obrera se guía por su ideología que es el
marxismo leninismo. Este principio funciona dialécticamente, es decir, en el proceso mismo de
la lucha de clases. Como decían los maestros del proletariado, los sindicatos guiados
clasistamente son escuelas de comunismo. En efecto, proporcionan a los trabajadores una
valiosa experiencia sobre la táctica de la lucha de clases; les enseñan a gobernarse por sí
mismos. Todo esto, hace comprender a la clase obrera no sólo su capacidad productiva, sino
también sus posibilidades de decidir por sí misma sus problemas. La adquisición de conciencia
de clase les hace sentir la necesidad de luchar por el poder político, a fin de sustituir a través de
la violencia revolucionaria, la dictadura de la burguesía (enmascarada de “democracia”) por la
dictadura del proletariado. Cuando el proletariado, comprende, esta necesidad, entonces ha
alcanzado conciencia de clase, cumpliéndose así el precepto revolucionario de Lenin: “…no
basta aceptar la lucha de clases, sino comprender la necesidad de la dictadura del proletariado,
por todo un período histórico de construcción de la sociedad socialista, primer estadío de la
sociedad comunista sin clases”.

4. IMPULSAR LA LUCHA Y EL DESARROLLO SINDICAL, BASÁNDOSE EN LAS PROPIAS


FUERZAS.

Este principio tiene su origen ideológico en la gran consigna dada por Marx y Lenin de que
la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los mismos trabajadores. Su aplicación
abarca tanto al campo de la lucha contra los explotadores, como al desarrollo de las múltiples
actividades que realizan los sindicatos, ya que estas organizaciones que son fundamentalmente
organismos de defensa e instrumentos de lucha, también pueden realizar actividades de tipo
de promoción de fondos económicos, de índole cultural y deportivo, en bien de su clase. Por
ejemplo, en el aspecto de agenciarse de fondos, el Sindicato promueve su propia economía
antes que recurrir a elementos extraños a su organización, sin hipotecar su independencia de
clase. Igualmente, en el plano cultural, debe desarrollar la educación obrera, sin rechazar las
orientaciones que benefician ideológicamente a su organización, pues, la educación obrera no
significa el cerrar las puertas a las influencias benéficas, revolucionarias, que impulsen el
desarrollo de la lucha de clases y conduzcan a los trabajadores a su liberación.
Es necesario mantener una vigilancia de clase, frente a la penetración ideológica y política
del imperialismo, a través de sus agentes, ya sean éstos civiles o religiosos, pues, vemos que
en nuestro país proliferan una serie de instituciones extranjeras que introducen sus
concepciones extrañas a los intereses de la clase obrera, del campesinado y de todo el pueblo
trabajador. La penetración la hacen, valiéndose de elementos desclasados a sueldo y haciendo
profusión de gastos y de dádivas hipócritas, con la finalidad de imponer su colonialismo mental
sobre los trabajadores. Es necesario rechazar la intromisión de estos agentes enemigos.
La educación obrera consiste fundamentalmente en adquirir conciencia de clase,
conciencia política de clase y prepararse para el derrocamiento definitivo del poder de los
explotadores. Y en esto, el papel fundamental lo juega el Partido Comunista. Lenin, el genial
conductor del proletariado internacional, dijo:
“La conciencia política de clase no se le puede aportar al obrero más que desde el exterior,
esto es, desde fuera de la lucha económica, desde fuera de las relaciones entre obreros y
patronos. La única esfera en que se puede encontrar estos conocimientos es la esfera de las
relaciones de todas las clases y capas con el Estado y el Gobierno, la esfera de las relaciones
de todas las clases entre sí”.
También enseñó:
“El movimiento obrero espontáneo no puede crear por sí solo más que el tradeunionismo
(e inevitablemente lo crea), y la política tradeunionista de la clase obrera no es otra cosa que la
política burguesa de la clase obrera”. (Lenin, Obras Escogidas, Ed. Lenguas Extranjeras, 1941,
Tomo I, págs. 212 y 225).
Aquí cuando Lenin se refiere al tradeunionismo se refiere al puro sindicalismo, a la política
sindicalista que prescinde de la orientación del Partido del proletariado. Por eso hay que tener
en cuenta que basarse en las propias fuerzas no quiere decir dejarse llevar por el
espontaneismo. Por ello Lenin enseñaba que “Sin teoría revolucionaria no puede haber
movimiento revolucionario”. Hacía comprender que la conciencia de clase y la idea del
socialismo, debería ser llevada a los obreros “desde afuera” indicando que “la clase
trabajadora, exclusivamente por sus propios esfuerzos, solamente puede desarrollar la
conciencia sindicalista”.
El principio de basarse en las propias fuerzas debe ser entendido en su verdadero
significado, pues, de ningún modo significa que los sindicatos en todas sus actividades tengan
que basarse únicamente en sus propios recursos o fuerzas. En primer lugar, este principio
significa el desarrollo de los factores internos para la lucha de clases, principalmente el nivel de
desarrollo de la conciencia política de la clase obrera. En este caso se puede decir que hay que
desarrollar la propia fuerza y la propia conciencia de clase. Por ejemplo, el obrero para mejorar
su condición económica tiene que luchar por mejores salarios, por goces vacacionales, etc. Para
esta lucha tiene que basarse principalmente en su fuerza interna; pero las reivindicaciones
económicas debe arrancárselas al capitalista, al explotador. Si el Sindicato necesita un local,
puede exigir al patrono, empresario o terrateniente, fondos para dicho local o puede exigir su
construcción. Existe la experiencia de los sindicatos de obreros agrícolas de las haciendas
algodoneras de las provincias de Huaral y Chancay, afiliadas a la Confederación Campesina del
Perú, muchos de los cuales han exigido mediante acciones de fuerza la construcción de locales
para sus sindicatos y los han conseguido, no como una dádiva sino como un derecho, sin
disminuir por eso sus luchas reivindicativas por otros derechos. En tercer lugar, la aplicación de
este principio no significa tampoco el no buscar la solidaridad o el apoyo de sus hermanos de
clase, proveniente de otros sindicatos y aun de otros sectores de trabajadores e inclusive de los
estudiantes. En estos casos hay que extender el principio de basarse en las propias fuerzas a
toda la clase explotada.
Todo esto significa que el impulso para la lucha sindical debe partir de la propia
organización, pero bajo una orientación política proletaria, marxista-leninista. Implica
fundamentalmente un concepto de lucha, sin dejar de arrebatarle al enemigo más y más
conquistas, hasta la conquista del poder económico y político. Este principio no significa auto-
aislamiento ni rechazo de la ayuda solidaria y, después de todo, rige también en un sentido
general, para todos los trabajadores considerados como clase. Es decir, basarse en las propias
fuerzas quiere decir, basarse no sólo en la fuerza de un sindicato, sino en la fuerza de toda la
clase explotada.

5.- PRÁCTICA CONSTANTE DE LA SOLIDARIDAD DE CLASE Y DEL INTERNACIONALISMO


PROLETARIO.

El principio de la solidaridad de clase es aquél que extiende la mancomunidad de intereses


de clase, más allá del marco de un solo sindicato o de una sola federación y la extiende y eleva
hacia todos los trabajadores del país y del mundo. Así como el capitalismo se ha convertido en
un sistema de explotación mundial, también los trabajadores por su parte extienden su
solidaridad hacia todos los explotados de la tierra.
La extensión de la solidaridad de clase más allá de las fronteras de un solo país, significa
ya la práctica del internacionalismo proletario. El internacionalismo proletario hermana a todos
los trabajadores del mundo, incluidos los trabajadores de los países socialistas. En el caso de
Ia solidaridad de los pueblos coloniales y semicoloniales y de todos los demás países
capitalistas, la solidaridad es en defensa de sus intereses de clase, en lucha común contra la
dominación capitalista, por liberarse de la explotación del hombre por el hombre. El apoyo a las
luchas de liberación nacional es también una forma de internacionalismo proletario. El apoyo y
defensa del sistema socialista, es también otra de las formas de internacionalismo
proletario. Este principio significa el apoyo recíproco, el apoyo mutuo, la defensa de los
intereses de la clase obrera mundial.
En el plano nacional, la solidaridad de clase se extiende más allá de lo puramente gremial.
Significa que los sindicatos deben luchar coordinadamente y salir del marco de sus propias
organizaciones. El anarco-sindicalismo, el aprismo y otras tendencias extrañas al movimiento
obrero, han creado la tendencia a luchar solamente por lo que se llama la “causa propia”, sin
importarles las luchas de sus hermanos de clase de otras ramas de industria y de otros
gremios. Hay que terminar con el sentimiento egoísta, que es un sentimiento natural de los
explotadores y que lo transmiten a los trabajadores. El egoísmo sindical, falsa tendencia, es una
de las causas del fracaso de muchas huelgas que no encuentran el apoyo decidido de otros
sindicatos o federaciones. Hay que tener en cuenta que una conquista que beneficie a un sector
de trabajadores, beneficia también a toda la clase; que una cosa que afecte o haga daño a un
determinado sindicato o federación, afecta también a todos los trabajadores. En suma, toda
causa proletaria es causa común de todos los proletarios.
Lenin nos enseña:
“El dominio del capital es internacional. Por eso, también, la lucha de los obreros de todos
los países por su emancipación tiene éxito únicamente cuando es una lucha conjunta contra el
capital internacional. Por eso, el obrero alemán, y el obrero polaco y el obrero francés son
camaradas del obrero ruso en la lucha contra la clase capitalista, del mismo modo que son
enemigos suyos los capitalistas rusos, polacos y franceses”. (Colección “Sobre el
internacionalismo proletario”, pág. 9).
En su artículo “Primero de Mayo”, el mismo Lenin, expresa:
“Todos los que trabajan, los que alimentan con su esfuerzo a los ricos y a los aristócratas,
los que pasan su vida entregados a una labor agobiadora por un exiguo salario, los que jamás
gozan de los frutos de su trabajo, los que viven como bestias de carga entre el lujo y el esplendor
de nuestra civilización, todos ellos tienden su mano para luchar por la emancipación y la
felicidad de los obreros. ¡Abajo la enemistad entre los obreros de distintas nacionalidades o de
distintas religiones! Esa enemistad es provechosa únicamente a los saqueadores y tiranos, que
viven gracias a la ignorancia y la dispersión del proletariado!”. “Todos los obreros son
hermanos, y su firme unión es la única garantía del bienestar y la dicha de toda la humanidad
trabajadora y oprimida”. (Ob. Cit. pág. 33).
“La Internacional”, himno escrito por el poeta obrero Eugenio Pottier en junio de 1871,
resume el sentimiento internacionalista de la clase obrera, al mismo tiempo que señala la
perspectiva y los objetivos de la lucha. Su música y gloriosa letra resonará por los siglos de los
siglos porque refleja el llamado de Marx y Engels:
“! Proletarios de todos los países, uníos!”.
No podemos menos que reproducir algunas estrofas del himno internacional de la clase
obrera:

Arriba los pobres del mundo,


de pie los esclavos sin pan
y gritemos todos unidos:
¡Viva la Internacional!

Removamos todas las trabas


que nos impiden nuestro bien,
cambiemos el mundo de fase,
hundiendo al imperio burgués.

Agrupémonos todos
en la lucha final
y se alcen los pueblos
por la Internacional.

6.- FORJAR LA ALIANZA OBRERO CAMPESINA.

La clase obrera tiene también mancomunidad de intereses con el campesinado, que en


nuestro país semifeudal y semicolonial, es la clase mayoritaria. Obreros y campesinos, para
poder librarse de la explotación y la miseria tienen que forjar un frente común que sea la base
para la conformación de un verdadero frente revolucionario, más amplio, que abarque a todo el
pueblo trabajador. La vanguardia de este frente, el dirigente de este frente, es la clase obrera,
por ser la clase más avanzada de la sociedad, teniendo a la cabeza a su Partido marxista-
leninista.
Los obreros deben comprender que el mejoramiento de las condiciones de vida de los
campesinos, la realización de una verdadera Reforma Agraria, beneficiará no solamente a
aquellos, sino también a la clase obrera y a todo el pueblo trabajador. De modo que la lucha
por la liberación de los campesinos respecto de los rezagos feudales, la lucha por la Reforma
Agraria, es también una lucha por causa propia de la clase obrera. La Reforma Agraria convierte
a los campesinos pobres en campesinos con independencia económica, los posibilita para la
adquisición de una serie de artículos indispensables para su desarrollo individual y colectivo y
de la producción agropecuaria, amplía los mercados y promueve el desarrollo industrial. Aparte
de ello, la lucha de los campesinos va también apuntada contra los mismos enemigos que
oprimen y explotan a la clase obrera y por lo mismo, deben forjar una estrecha alianza con ellos.
Este principio resulta de la necesidad de los obreros y de los campesinos, de unirse frente
a la fuerza poderosa de sus enemigos y es la consecuencia también de que el proceso histórico
ha demostrado que ni los obreros ni los campesinos pueden liberarse solos y aisladamente; pero
si pueden conseguir su liberación estrechamente aliados, bajo la dirección del partido del
proletariado. La dirección proletaria del frente único con los campeamos es condición básica
para el triunfo sobre los enemigos de la Revolución.
Mariátegui que luchó por una sola central obrero-campesina, en las tesis que presentó al
Congreso Sindical Latinoamericano, dijo:
“La lucha de los indios contra los gamonales ha estribado invariablemente en la defensa
de sus tierras contra la absorción y el despojo. Existe por tanto, una instintiva y profunda
reivindicación indígena: la reivindicación de la tierra. Dar un carácter organizado, sistemático,
definido, a esta reivindicación, es la tarea en la que el movimiento sindical tiene el deber de
cooperar activamente”.
Aquí, lo fundamental es la orientación en el sentido de que la clase obrera debe tomar a
su cargo la organización campesina, aunque la formulación no es correcta, por cuanto el término
indio está utilizado con criterio racial, como lo hace repetidas veces Mariátegui que, incluso
tratando del problema del indio, aconsejaba “convertir el factor raza en factor
revolucionario”. De modo que comprendiendo esta formulación errónea hay que comprender la
necesidad de forjar la alianza con el campesinado, independientemente de la concepción racial,
ya que en el campo no sólo se encuentran indígenas “nativos”, sino también mestizos e
inclusive, blancos. Se trata claramente del problema campesino y de la lucha de los campesinos
con los gamonales. Es cuestión de lucha de clases y no de lucha de razas.
También Mariátegui consignó en los Estatutos de la Confederación General de
Trabajadores del Perú, el objetivo de luchar “por las reivindicaciones y la emancipación del
indio”; “por la disminución de la jornada de trabajo, especialmente en el campo y en los centros
mineros”; “contra la servidumbre del campesino y especialmente del indio, en todas sus
formas”.
La línea política de la V Conferencia Nacional del Partido Comunista Peruano, marxista-
leninista, consagra también este principio, señalando la necesidad de dar la debida importancia
al trabajo en el campo; estimula este trabajo de creación y desarrollo de la alianza obrero
campesina.
Para el proletariado, en su lucha por su emancipación y por la toma del poder político y
establecer su dictadura, es importante la alianza con el campesinado explotado. Ya Engels, en
su trabajo “El problema Campesino en Francia y en Alemania”, decía:
“…el campesino es un factor esencialísimo de la población, de la producción y del poder
político”.
“…para conquistar el Poder político, este Partido tiene antes que ir de la ciudad al campo
y convertirse aquí en una potencia”.
Igualmente, Lenin, señala:
“El proletariado consciente apoya con todas sus fuerzas la lucha campesina por toda la
tierra y por la libertad completa, pero pone en guardia a los campesinos contra cualquier
esperanza falaz. Con ayuda del proletariado, los campesinos pueden emanciparse plenamente
del poder de los terratenientes, pueden poner fin por completo a la propiedad agraria
terrateniente y al Estado terrateniente-burocrático. Pueden incluso abolir la propiedad sobre la
tierra en general. Todas esas medidas reportarán un enorme provecho al campesinado, a la
clase obrera y a todo el pueblo. Los intereses de la clase obrera reclaman el apoyo más
unánime a la lucha campesina”. (Selección, sobre “La alianza de la clase obrera con el
campesinado”, ed. 1957, pág. 323).
La alianza obrero campesina no debe limitarse a las luchas puramente económicas, sino
que debe perseguir el poder político. Lenin, en su “Carta abierta a los delegados al Congreso
Pan Ruso”, del 7 de mayo de 1917, dice entre otras cosas, lo siguiente:
“Por eso nuestro partido, el partido de los obreros conscientes y de los campesinos más
pobres, aspira a una república democrática de otro género…”
“Los obreros y los campesinos forman la mayoría de la población. A ellos, por tanto, y no
a los terratenientes y capitalistas, debe pertenecer el poder”. (Obras completas, Tomo XXIV,
págs. 369 y 370).
En el Perú se dan buenas condiciones para forjar esta alianza obrero-campesina, no
precisamente en un organismo que tenga tal membrete, sino principalmente en la práctica de
la lucha de clases, dirigida por el partido proletario.
¿Cuáles son estas condiciones que favorecen la alianza obrero-campesina?
Señalaremos las siguientes:
A) Obreros y campesinos son explotados por los mismos patronos o compañías. Se dan
muchos casos en que una misma razón social o compañía explotadora, tiene fábricas y
haciendas con obreros agrícolas o con campesinos sometidos a diversas formas de
servidumbre. Por ejemplo, la imperialista Casa Grace, explotaba varios fundos agrícolas y entre
ellos la hacienda Paramonga, gran centro azucarero y al mismo tiempo era dueña de la Casa
Comercial Grace y Cía., así como de una flota de transportes terrestres y otra de transportes
marítimos. Aunque ahora, con la Reforma Agraria terrateniente, la hacienda esté
aparentemente en poder de los trabajadores, la empresa indicada sigue su explotación en la
forma de sociedad mixta en la parte industrial de la misma, o sea en la elaboración de derivados
de la caña de azúcar, tales como licores y otros productos químicos.
B) Un enorme porcentaje del proletariado peruano proviene del campesinado,
especialmente en los centros mineros y en las haciendas agrícolas de formas capitalistas, bajo
la cubierta de cooperativismo. De este porcentaje un buen número son campesinos que se
convierten en obreros sólo en forma eventual o temporal, como ocurre en las minas y en los
latifundios de la costa.
C) El imperialismo, principalmente el norteamericano, es un enemigo común para
obreros y campesinos. Se ha convertido no sólo en gran explotador de recursos minerales sino
también de tierras. Se puede recordar que en el centro del país, en la zona de sierra, el
imperialismo explota minas y al mismo tiempo tuvo muchas haciendas, producto del despojo de
las tierras de las comunidades. Aunque estatizadas algunas minas y expropiadas algunas
haciendas, el imperialismo conserva su dominación sobre obreros y campesinos, a través de la
explotación con créditos condicionados, con la imposición de precios, el sistema de
comercialización y otras formas neocolonialistas de explotación.
Entonces, pues, tanto obreros como campesinos, tienen los mismos enemigos, los mismos
explotadores y sólo se diferencian en la forma como son explotados y por lo tanto, para derrotar
a enemigos comunes y luchar por una causa común, tienen que unirse. Los imperialistas, los
latifundistas y burgueses intermediarios o capitalistas burocráticos, son fuerzas explotadoras
antinacionales que impiden el desarrollo independiente del país y sojuzgan mediante su Estado
represivo, a obreros y campesinos y a todo el pueblo trabajador.
Como consecuencia, la alianza obrero-campesina debe materializarse en la lucha de
clases, en las siguientes formas
a) Mediante el trabajo de organización de los campesinos en sindicatos, asociaciones y
uniones, trabajo que puede hacerlo la clase obrera que tiene mayor experiencia sindical y
organizativa y esta más al contacto con las corrientes revolucionarias y que tiene una ideología
política propia que es el marxismo leninismo. Muchos sindicatos campesinos en el
departamento del Cusco, por ejemplo, han sido organizados bajo la dirección de la clase obrera
de esa importante circunscripción política.
b) Mediante el apoyo a las luchas campesinas por la tierra y la supresión de la servidumbre
feudal. Como consecuencia de estas luchas los campesinos, son perseguidos, encarcelados y
asesinados por los latifundistas y sus fuerzas represivas estatales. Los obreros pueden
apoyarlos mediante actos de protesta, huelgas y paros de solidaridad, ayuda económica,
exigencia de liberación de detenidos; pueden también prestarles alojamiento cuando hacen sus
marchas hacia las ciudades, etc. Aun cuando este aspecto no ha sido bien desarrollado en el
país, podemos señalar algunos hechos conjuntos como por ejemplo el gran mitin que se efectuó
con motivo de la masacre de los comuneros de Yanahuanca, organizado por la Confederación
Campesina del Perú, con el apoyo de los obreros de Lima, hace algunos años.
c) Mediante la justa dirección de sus reivindicaciones, a fin de educar a los campesinos
en la lucha de clases, de modo que comprendan y realicen la destrucción revolucionaria del
régimen de los explotadores, de los rezagos feudales que los sumen en explotación y miseria.
d) Por su parte también los campesinos pueden apoyar las luchas de los obreros de las
ciudades, con acciones masivas, protestas, huelgas, envío de recursos alimenticios para las
ollas comunes, etc. De este modo se tiene un buen recuerdo en la lucha por la reducción de la
jornada de trabajo a ocho horas. Los campesinos del centro, de los valles cercanos a Lima, de
los valles de Chancay y otros lugares, apoyaban a los huelguistas enviándoles víveres para
resistir la huelga. Sería muy beneficioso mantener esta práctica de apoyo solidario, de unión
obrero-campesina.
e) La forma superior de la alianza obrero-campesina se produce en la lucha política contra
el régimen de explotación del hombre por el hombre, en la conformación de un amplio frente
único revolucionario de liberación nacional y social y en la práctica conjunta de la política
proletaria. Y, como la liberación de obreros y campesinos solo puede producirse mediante la
violencia revolucionaria, la alianza obrero campesina alcanzara su grado supremo durante la
guerra popular, en la que participarán también otras capas explotadas del pueblo trabajador,
correspondiendo la dirección a la clase obrera y su partido, siendo la fuerza principal el
campesinado pobre.
La alianza obrero campesina no es una cosa vacía de contenido, sino que se puede
materializar en beneficio de obreros y campesinos y de todos los trabajadores en general, pues,
dicha alianza para tener mayor fuerza debe inclusive ampliarse hacia los trabajadores de
la cultura y los estudiantes. No podemos señalar en forma estrecha los diversos modos en que
ella debe materializarse, pues, las luchas de masas, cuando son bien conducidas por la política
proletaria del Partido, son muy ricas en iniciativas y en desarrollar nuevas formas de lucha.

7.- INDEPENDENCIA POLITICA DE CLASE.

El principio de la independencia política de clase es la aplicación consecuente de la política


de la clase proletaria, en todo momento, frente al Estado de las clases dominantes, frente a los
partidos políticos de los explotadores, frente a los propios patronos y frente a la
Iglesia. La independencia política de clase consiste en romper cualquier clase de atadura para
librar una lucha consecuente contra los explotadores. La independencia política de clase no
significa en modo alguno la neutralidad política de la clase obrera. Toda lucha de clases es en
esencia una lucha política. Donde hay lucha de clases no puede haber neutralidad. En un
mundo en el que la lucha de clases se manifiesta a cada instante, no puede haber neutralidad
y si es que se dice que la hay, tal“neutralidad” en realidad favorece a los explotadores. El
proletariado debe ser consecuente en toda circunstancia con su política que a su vez se basa
en la lucha de clases. Como hemos dicho ya, existe también una política sindical de los
trabajadores, que nada tiene que ver con la política de los explotadores.
Nosotros hablamos de independencia política de la clase obrera en su sentido correcto, a
fin de que ésta esté en condiciones de luchar con más fuerza contra sus enemigos En cambio,
los revisionistas predican una “política sindical” por encima de las clases. Así el revisionista y
traidor Jorge del Prado, en la Tercera Edición de su “Manual de Sindicalismo”, dice:
“La política sindical no es ni puede ser la política de un determinado Partido político. Debe
ser la política de clase, es decir sólo para defender los intereses de la clase obrera y de las
masas explotadas…En resumen, la política del movimiento sindical sólo puede se una política
independiente de clase, es decir, una política no partidaria ni gubernamental, que responda
exclusivamente a los intereses de clase del proletariado. Esto se aplica, por supuesto, a los
países donde impera la explotación del hombre por el hombre”. (Ob. Cit. pág. 55).
Esta cita del revisionista Jorge del Prado, refleja claramente su oportunismo de derecha y
su conciliación con el enemigo de clase. Recordemos que con ocasión de la Primera
Conferencia Nacional del Partido Comunista Peruano, por entonces en mano de la camarilla
revisionista, año de 1944, Jorge Acosta leyó el documento escrito por Jorge del Prado,
titulado “Las elecciones generales y nuestras tareas”. Allí entre otras cosas se decía: “En esta
etapa histórica de unidad nacional, de alianza entre la burguesía y el proletariado, los
trabajadores del Perú tienen deberes muy importantes que jugar, prescindiendo de su filiación
política”. “La clase obrera debe reforzar su política de Unidad, de alianza con la burguesía,
poniendo al desnudo el oportunismo que se encubre tras cierta fraseología revolucionaria”. (Ed.
Empresa Tipográfica “Salas e Hijos”).
La camarilla de Jorge del Prado, luego de ser expulsada del Partido Comunista Peruano
en la IV Conferencia Nacional de 1964, contando con el apoyo del revisionismo soviético se
reagrupó constituyendo el ahora denominado “Partido Comunista Peruano” y, aprovechando los
errores de sectarismo que cometió el Partido marxista-leninista en lo que respecta a la cuestión
sindical, se apodero de la dirección de la Confederación General de Trabajadores del Perú
(CGTP), con la finalidad de vender la independencia política de la clase obrera, práctica traidora
que puso en vigencia principalmente durante el Gobierno de Velasco Alvarado. Así, en el
documento de bases de discusión, del IV Congreso Nacional de la CGTP, dicen:
“En las condiciones particulares de nuestro país la fuerza armada surge en 1968 como la
única alternativa real de dirección frente a la crisis de estructura dependiente y atrasada y el
fracaso del reformismo belaundista…la clase obrera no logra colocarse a la vanguardia de la
lucha revolucionaria del pueblo y compartir con la fuerza armada el rol conductor del
proceso”. Fue por ello que durante el gobierno de Velasco pusieron a la CGTP, de rodillas ante
dicho régimen, representante de los intereses del imperialismo y de las clases explotadoras del
país, ante la protesta de la mayoría de sus bases que repudiaban los vergonzosos actos de
adulación de dicho régimen.
En el documento revisionista “El Partido Comunista y la Revolución Peruana”, se llega al
extremo de afirmar lo siguiente:
“En nuestra Patria, como se sostiene en las tesis, no puede avanzarse hacia una nueva
sociedad sin explotación y dominación, prescindiendo de la Fuerza Armada, ni mucho menos
en contra de la Fuerza Armada”. (IV Congreso del Partido Comunista Peruano (revisionista)
De esto se deduce que la clase obrera para ser políticamente independiente, debe estar
dirigida por su propia ideología marxista-leninista, vale decir, por su Partido político. Refiriéndose
al partido proletario, Lenin, decía:
“La salvaguardia de la independencia ideológica y política del partido del proletariado es
una obligación constante, invariable e incondicional de los socialistas”. (Acerca de los
sindicatos, pág. 237).
Esto significa que la independencia ideológica y política es necesaria para librar una lucha
revolucionaria, hasta el fin.
La neutralidad política o el apoliticismo es una actitud errónea que desarma a los
trabajadores frente a la política de explotación y opresión de las clases dominantes. La
supuesta neutralidad o apoliticismo no puede existir realmente y, si es que se da el caso de una
tendencia con ese nombre, en la práctica representa una actitud política que favorece las
intenciones y los apetitos de los explotadores. En este sentido debe desterrarse de los
sindicatos la influencia de tendencias erróneas como el anarco-sindicalismo y el “sindicalismo
revolucionario” que niegan la lucha política y el papel del Partido y circunscriben, la lucha de
clases sólo al terreno económico.
Empero, los sindicatos siempre deben conservar su independencia política frente a sus
enemigos de clases, para combatirlos, poniendo en primer lugar su propia política al mando, es
decir, la política proletaria marxista-leninista, como guía de todas sus actividades.
El primer aspecto de la independencia, política de clase se refiere a la independencia que
se debe conservar frente al Estado o al Gobierno, debido a que el Estado es un instrumento de
defensa de los intereses de los explotadores y es un órgano de represión y de dominación. Lenin
enseñaba lo siguiente:
“El principio fundamental, el primer precepto de todo movimiento sindical, consiste en lo
siguiente: no confiar en el “Estado”, confiar únicamente en la fuerza de su clase. El Estado es
la organización de la clase dominante”…“No confiéis en las promesas; confiad únicamente en
la fuerza de la unión de la conciencia de vuestra clase”…“Nadie ayudará a los pobres si
permanecen aislados. Ningún “Estado” ayudará al obrero asalariado del campo, al bracero, al
jornalero, al campesino pobre, al semi-proletario, si él mismo no se ayuda. El primer paso para
ello es la organización clasista independiente del proletariado agrícola”. (Ob. Cit. pág. 331. El
último subrayado es nuestro).
Obsérvese que Lenin coloca el término “Estado” entre comillas para referirse al Estado de
los explotadores.
La independencia política respecto de los patronos es semejante a la independencia
respecto del Estado. La clase obrera es económicamente dependiente de los patronos y de su
Estado, está sujeta a la esclavización salarial. Por ello, si la lucha es contra los explotadores,
para ser efectiva, debe ser totalmente independiente de la influencia de los patronos y el
Gobierno. Este mismo principio rige también durante el funcionamiento del Sindicato, en todo
momento. Debe rechazarse totalmente la influencia estatal y patronal en la marcha orgánica o
institucional.
La influencia estatal o patronal se hace efectiva ya sea en forma indirecta o en forma
directa. En forma indirecta se realiza a través de las tendencias extrañas al movimiento obrero
y que son portadoras de la ideología y de los intereses económicos y políticos de los patronos y
su Estado. En forma directa se produce generalmente en los países de carácter fascista. Los
sindicatos u organizaciones de los trabajadores del campo y la ciudad se realizan bajo la
dirección estatal o patronal e incluso se llega al extremo de incluir dentro del organismo laboral
a los propios patronos. En el Perú tenemos el reciente ejemplo de la formación de la C.N.A.
(Confederación Nacional Agraria) bajo la égida estatal, a través del Decreto Ley 19400. Este
organismo fue implementado para facilitar la aplicación de una pseudo Reforma Agraria y en su
constitución tuvo participación directa el Sistema Nacional de Asesoramiento y Organización
Social (SINAMOS) de cuyo corte fascista se tiene dolorosa experiencia, a tal punto que
últimamente tuvo que ser suprimido como tal por la segunda fase del régimen militar, a pesar
de tener la misma esencia fascista.
Actualmente existen algunos dispositivos legales como el Convenio Internacional de
Ginebra, No 87, aprobado por el Estado, dispositivos que amparan, aunque sea teóricamente,
la independencia sindical, a pesar de lo cual jamás se han cumplido porque siempre se ha
restringido la actividad sindical y se ha privado del derecho sindical a importantes sectores
laborales, principalmente a los trabajadores estatales. Asimismo, la Nueva
Constitución Política, promulgada el 12 de julio de 1979 y a la que se le ha dado
el“cúmplase” por el Gobierno encabezado por Belaúnde en su Art. 51, dice:
“El Estado reconoce a los trabajadores el derecho a la sindicalización sin autorización
previa. Nadie está obligado a formar parte de un sindicato ni impedido de hacerlo. Los
sindicatos tienen derecho a creer organismos de grado superior, sin que pueda impedirse u
obstaculizarse la constitución, el funcionamiento y la administración de los organismos
sindicales”
“Las organizaciones sindicales se disuelven por acuerdo de sus miembros o por resolución
en ultima instancia de la Corte Suprema”
“Los dirigentes sindicales de todo nivel gozan de garantías pare el desarrollo de las
funciones que les corresponden”.
Según esto, por una parte se reconoce la libre sindicalización; pero por otra parte, se
señala la posibilidad de que una organización sindical pueda ser disuelta por la Corte
Suprema. De manera de que se tiene la impresión de que lo qué se da con una mano se quita
con la otra mano. Por ello, aun cuando existan las declaraciones antedichas, el derecho de
sindicalización y sobre todo la independencia política de clase, hay que conquistarla hasta llegar
a imponerla.
El Gobierno y los patronos violan constantemente la independencia política de los
sindicatos, luchan siempre por someter a las organizaciones obreras a sus caprichos que,
naturalmente, obedecen a sus intereses de clase.
No se puede confundir la independencia política de clase, con el sistema llamado de
los “sindicatos libres” o del “sindicalismo libre”, ideado por el imperialismo, principalmente
norteamericano, supuestamente para excluir a los sindicatos de toda participación
política. El “sindicalismo libre”, es, en realidad, la pérdida total de independencia política de
clase. La única garantía de una auténtica independencia política de clase es la dirección del
Partido Comunista Peruano, marxista-leninista.
La independencia respecto de los partidos políticos de los explotadores es muy importante
saberla conservar. Si bien es cierto que en la práctica muchos obreros pertenecen a las filas de
algunos partidos políticos burgueses, ello se debe a la falta de politización clasista y a que han
sido víctimas de la penetración ideológica del enemigo de clase. En estos casos debe cuidarse
que los dirigentes sindicales que pertenecen al APRA (partido pro imperialista y patronal); a la
Unión Nacional Odriista, en descomposición; a Acción Popular, actualmente partido gobernante;
al Demócrata-Cristiano que obedece a la influencia del imperialismo alemán; al Popular
Cristiano, de Corte patronal y ultraderechista y a otros partidos burgueses, no sometan a los
sindicatos a los designios de sus partidos y hay que tener de consigna el desplazarlos y
sustituirlos por trabajadores con posición clasista y revolucionaria. Los partidos mencionados
representan los intereses de los explotadores, en forma directa y no persiguen la emancipación
de la clase obrera. Del mismo modo, hay partidos de la pseudo ”izquierda” que aparentando
tener una posición clasista, sirven a los intereses de la burguesía y del imperialismo tales, como
el partido de los revisionistas criollos y las diversas variantes trotskistas. Por esta razón debe
lucharse por desentrañar y desenmascarar la esencia reaccionaria y antiobrera de los indicados
partidos, teniéndose en cuenta de que, si ha prendido en un buen número de obreros, la
ideología de los partidos de los explotadores, se debe en gran parte a la falta de mayor
penetración de nuestro Partido en los grandes centros de concentración de masas
proletarias. Si la clase obrera es la clase dirigente, pues, debemos profundizar nuestro trabajo
en ella.
Sin llegar a la confusión entre Sindicato y Partido, la actitud de los sindicatos frente al
Partido Comunista Peruano, marxista-leninista debe ser la de mantener una relación correcta
hasta llegar a la aceptación tácita de su dirección. Recordemos que Marx en su obra “Trabajo
asalariado y Capital”, escribió:
“Aparte de sus fines primitivos, los sindicatos deben aprender a actuar ahora de modo
consciente como ejes de la organización de la clase obrera, por el interés superior de su
emancipación total. Deberán apoyar todo movimiento político o social que se encamine
directamente a este fin”.
Además, preconizaba el derecho de la clase obrera a constituir su propio partido político,
su forma suprema de organización, como es el Partido Comunista. Este para ser tal tiene que
ser el resultado de la fusión del marxismo-leninismo, del socialismo, con el movimiento obrero.
Igualmente, Lenin, nos enseña:
“¿Qué significa la afirmación de que la lucha de la clase obrera es una lucha política?.
Significa que la clase obrera no puede luchar por su emancipación sin conquistar influencia en
los asuntos públicos, en la dirección del Estado, en la promulgación de las leyes”.
“Ya hemos dicho que la lucha de los obreros contra los capitalistas les lleva de modo
inevitable a enfrentarse con el gobierno, y el propio gobierno trata con todas sus fuerzas de
hacer ver a los obreros que sólo mediante la lucha y la resistencia unida pueden influir sobre el
Poder del Estado”.
“Así, pues, vemos que la lucha de la Clase obrera contra la clase capitalista debe ser
necesariamente una lucha política…Por eso, la reivindicación más urgente de los obreros y la
primera tarea encaminada a conseguir que la clase obrera influya sobre los asuntos políticos
debe consistir en LOGRAR LIBERTAD POLITICA”. (Selección “Acerca de los sindicatos, págs. 31
y 32).
Y, condenando el neutralismo, Lenin, enseñaba:
“Ahora la actividad dentro de los sindicatos adquiere, sin duda, una enorme
importancia. En oposición al neutralismo de los mencheviques, debemos desplegar esta
actividad en el espíritu del acercamiento de los sindicatos al Partido, del desarrollo de la
conciencia socialista y de la comprensión de las tareas revolucionarias del
proletariado”. (Prólogo al folleto de Voinov (A.V. Luhacharski) sobre la actitud del Partido ante
los sindicatos).
También afirmaba:
“Todo nuestro Partido ha reconocido ahora que se debe trabajar dentro de los sindicatos
no en el sentido de neutralidad de éstos, sino en el espíritu de un acercamiento más estrecho
posible de los sindicatos al Partido Socialdemócrata”. (Del artículo: la neutralidad de los
sindicatos).
Es que la sociedad es un campo de lucha de clases, ya sea en el terreno económico, en el
ideológico y en el político y militar. Quiérase o no, la verdad es que en la vida de los sindicatos
siempre se impone una línea, una ideología, una política. No se puede concebir al movimiento
obrero o sindical por encima de las clases. En la práctica se ve que los sindicatos o aceptan la
dirección del partido proletario o aceptan el control y la dirección de la burguesía ya sea
directamente por los partidos de ésta o por su sostén social que es el revisionismo en sus
diversas variantes: revisionismo soviético, chino o yugoslavo o su más reciente versión que es
el llamado “eurocomunismo”. En la práctica vemos que los revisionistas criollos, no obstante
su predica “sindicalista” y “clasista”, pugnan por apoderarse de los sindicatos imprimiéndoles
su dirección y para ponerlos al servicio de los explotadores. Para ello se cubren con un ropaje
pseudorevolucionarios y hasta usurpan el nombre de Partido Comunista, al igual que lo usurpan
también otros grupos oportunistas que utilizan el nombre de “comunista” con la finalidad de
engañar a las masas populares. Por ello la clase obrera tiene que estar bien prevenida acerca
de cuál es el Partido del proletariado, reconociendo al Partido Comunista Peruano, marxista-
leninista y diferenciándolo del llamado “Partido Comunista Peruano, Unidad” así como del grupo
que se ha escindido y que adopta también el nombre de “Partido Comunista Peruano, “Mayoría”
y de otros como los conocidos comúnmente por “Patria Roja”, “Sendero Luminoso”, “Comunista
Revolucionario” y otros que han surgido como consecuencia de la labor de infiltración y de
escisión, pretendiendo la destrucción del auténtico partido. Bien sabido es que existe
un principio establecido por la III Internacional: en cada país, una sola central de trabajadores y
un solo partido político proletario.
Es muy importante tener en cuenta estos conceptos para hacer un buen trabajo sindical y
no cometer errores que puedan perjudicar tanto al Partido como a la organización sindical,
estableciendo las relaciones correspondientes entre el trabajo secreto y el trabajo abierto. Ya
sabemos, como dijo Lenin, que el Partido es una organización lo mas clandestina posible, sin
significar esto que los comunistas se oculten físicamente o se aíslen de la clase obrera. Al
contrario los comunistas deben ser ejemplos vivos de luchadores conscientes y abnegados por
los intereses mediatos e inmediatos de la clase obrera y que deben ponerse audazmente al
frente de la lucha que libra el pueblo trabajador. El secretismo y el ilegalismo conducen al Partido
al aislamiento respecto de las masas. Según las tesis de Lenin sobre la naturaleza del Partido
del proletariado, conforme se explica en la Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la
U.R.S.S.
“El Partido es la encarnación de los vínculos que unen al destacamento de vanguardia de
la clase obrera con las masas de millones de hombres del proletariado. Aunque el partido fuese
el mejor destacamento de vanguardia y se hallase magníficamente organizado, no podría vivir
ni desarrollarse sin tener vínculos de unión con las masas sin partido, sin multiplicar y afianzar
estos vínculos. Un Partido encerrado en si mismo, aislado de las masas, que haya perdido los
vínculos que le unen a su clase, o sólo se halle unido a ella por vínculos débiles tiene
necesariamente que perder la confianza y el apoyo de las masas y se halla, por tanto,
inevitablemente, condenado a perecer”. Agregaba
“Para ser un Partido socialdemócrata (comunista) hay que conquistar el apoyo de la clase
propiamente”.
El hacer que las organizaciones sindicales se guíen por la política del Partido, no es cosa
fácil. Es el producto de un trabajo arduo, pues, la política del Partido no es impuesta por decreto
a las organizaciones sindicales, que son organizaciones de masas de la clase obrera.
El camarada Lenin nos ha enseñado que las masas se educan principalmente a través de
su propia experiencia, pero que la experiencia de la lucha de clases debe pasar de su etapa de
espontaneismo a una etapa consciente con la guía de la política del Partido. El nos ha enseñado
que el Partido puede prestar una gran ayuda a la lucha de clases de los obreros, mediante “el
desarrollo de la conciencia de clase de los obreros, mediante la contribución a su lucha por sus
necesidades más esenciales”. Luego, dice: “La segunda ayuda debe consistir, como se dice en
el Programa, en contribuir a la organización de los obreros”. “La tercera consiste en indicar el
verdadero objetivo de la lucha, es decir, en explicar a los obreros en qué estriba y en qué se
basa la explotación del trabajo por el capital, de qué modo la propiedad privada sobre la tierra
y los instrumentos de trabajo conducen a la miseria de las masas obreras, les obliga a vender
su fuerza de trabajo a los capitalistas y a entregarles gratuitamente todo el remanente que
queda del producto del trabajo del obrero después de atender al sustento del mismo”.
El mismo Lenin nos enseña que una de las formas de educación de la clase obrera es a
través de la organización de denuncias políticas. Decía:
“Ya hemos visto que la agitación política más amplia y por consiguiente, LA
ORGANIZACIÓN DE DENUNCIAS POLÍTICAS EN TODOS LOS ASPECTOS constituye una tarea en
absoluto necesaria, la tarea más imperiosamente necesaria de la actividad, siempre que esta
actividad sea verdaderamente socialdemócrata (comunista). Pero hemos llegado a esta
conclusión partiendo sólo de la apremiante necesidad que la clase obrera tiene de
conocimientos políticos y de educación política”. Y, concretando esta importante directiva,
decía:
“Para aportar a los obreros conocimientos políticos, los socialdemócratas deben ir a todas
las clases de la población, deben enviar a todas partes destacamentos de su ejército”.
A mayor abundamiento, recomendamos el estudio permanente de la obra de Lenin “¿Qué
hacer?”.
En su artículo “Tareas urgentes de nuestro movimiento”, escrito en noviembre de 1900,
Lenin decía:
“La socialdemocracia es la unión del movimiento obrero con el socialismo. Su cometido
no estriba en servir pasivamente al movimiento obrero en cada una de sus fases, sino en
representar los intereses de todo el movimiento en su conjunto, señalar a este movimiento su
objetivo final, sus tareas políticas, y salvaguardar su independencia política e
ideológica. Desligado de la socialdemocracia, el movimiento obrero se achica y se transforma
por fuerza en un movimiento burgués: al sostener exclusivamente la lucha económica, la clase
obrera pierde su independencia política, se convierte en un apéndice de otros partidos políticos
y traiciona el gran precepto: “La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase
obrera misma”.(Selección: El trabajo del Partido entre las masas, pág. 5).
Siendo los sindicatos organizaciones de masas de la clase obrera precisan de la dirección
del Partido proletario para que sus luchas se conviertan en revolucionarias. No somos
partidarios del espontaneismo que consiste en dejar que las masas en forma espontánea
desarrollen sus luchas y en este sentido, en las ediciones anteriores de este trabajo sindical,
cometimos el error de atenernos a las ideas de Mao Tsetung en lo que respecta a como hacer
el trabajo de masas, siendo así que su concepción de primacía al factor espontáneo y a la
necesidad de “esperar con paciencia” a que ellas cambien. Tal cosa lo afirmaba en su
artículo“El frente único en el trabajo cultural”, en el que también explicaba: “He aquí dos
principios: uno, las necesidades reales de las masas, y no necesidades imaginadas por
nosotros, y el otro, los deseos de las masas y las decisiones que toman ellas mismas, y no las
que tomemos nosotros en su lugar”. Si bien es cierto que siempre debemos tener en cuenta las
necesidades reales de las masas, tenemos que hacer labor de despertar la conciencia política
de las mismas, a través de un trabajo consciente, orientado por el marxismo leninismo, debido
a que, como dice Lenin, la clase obrera en forma espontánea sólo puede llegar a una actitud
puramente sindicalista. Concretamente decía que “el desarrollo espontáneo del movimiento
obrero marcha precisamente hacia su subordinación a la ideología burguesa”. A continuación
aconsejaba: “Por eso, nuestra tarea, la tarea de la socialdemocracia consiste en combatir la
espontaneidad, hacer que el movimiento obrero abandone esta tendencia espontánea del
tradeunionismo a cobijarse bajo el ala de la burguesía y atraerlo hacia el ala de la
socialdemocracia revolucionaria”. (¿Qué hacer?).
El trabajo de masas aconsejado por Lenin, según sus propias palabras, debe seguir el
siguiente desarrollo:
“Primera: de los círculos estrechos de propaganda a la amplia agitación económica entre
las masas; segunda: a la agitación política en gran escala y a las manifestaciones abiertas de
calle; tercera: a la verdadera guerra civil, a la lucha revolucionaria directa, a la insurrección
armada popular”. (“El trabajo del Partido entre las masas”, pág. 14).
De esta manera se sale del espontaneismo, mediante el trabajo de orientación
revolucionaria consciente. En cambio Mao, aconseja:
“Recoger y sintetizar las ideas de las masas y llevarlas luego a las masas para que
perseveren en ellas, y, de esta manera, elaborar ideas correctas de dirección; tal es el método
fundamental de dirección”. (Algunas cuestiones sobre los métodos de dirección) (Obras
Escogidas, Tomo I pág. 120).
Según Mao Tsetung, las masas espontáneamente ya se señalan un rumbo y debemos
hacer que perseveren en ellas. Pero esto no es exacto, por cuanto es lógico que puedan tener
ideas correctas, así como ideas incorrectas. Y, efectivamente, la ideología burguesa o la
ideología de los explotadores, que es la dominante, imprime e influencia negativamente la
conciencia de las masas. Por eso, Marx decía que “la ideología dominante es la ideología de la
clase dominante”. Un ejemplo puede ilustrar el caso. Cuando los campesinos de Pomacocha,
Chanen Chito y Vilcashuamán (Ayacucho), luchaban espontáneamente contra los abusos del
latifundismo, sólo llegaron a la idea de adquirir por compra dicho gigantesco feudo y a
convertirse en propietarios privados y bajo esta idea se unieron para la lucha. Fue la orientación
correcta del Partido del proletariado, a través de la correcta dirección de la Confederación
Campesina del Perú, la que orientó correctamente sus luchas y les hizo adquirir conciencia,
hasta convertirlos en luchadores revolucionarios que se liberaron por sí mismos de siglos de
esclavización y los guió a las acciones directas, mediante la expulsión de los latifundistas y la
toma de las tierras para su aprovechamiento colectivo. ¿Qué hubiera ocurrido si tomando sus
ideas de “compra de la tierra” y de ser “propietarios” privados, la C.C.P., hubiera hecho que
persistan en ellas? Simplemente, ahora serían propietarios privados y estarían yendo por el
camino del desarrollo capitalista.
Sabiamente enseñaba Lenin:
“Pero preguntará el lector ¿Por qué el movimiento espontáneo, el movimiento por la línea
de menor resistencia, conduce precisamente a la supremacía de la ideología burguesa? Por la
sencilla razón de que la ideología burguesa es mucho más antigua por su origen que la ideología
socialista, porque su elaboración es más completa y porque posee medios de
difusiónincomparablemente más poderosos”. (¿Qué hacer?).
Para defender esta independencia política de clase, el Partido no debe actuar en forma
impositiva; pero tampoco debe dejarse llevar por la corriente del espontaneismo. Stalin que
consideró a los sindicatos como “la principal correa de transmisión, el aparato principal de
transmisión a través del cual el Partido se liga con la clase obrera”, estaba contra toda forma
de imposición de las organizaciones del partido hacia los sindicatos. Decía que había que actuar
de modo que los sindicatos se convenciesen a través de su propia experiencia de la necesidad
de su dirección por el Partido.
El c Enver Hoxha gran líder del pueblo albanés y que ha hecho importantes contribuciones
al tesoro marxista-leninista, en su importante “Informe sobre la actividad del Comité Central del
Partido del Trabajo de Albania”, dice:
“En, toda su actividad, nuestro Partido se ha atenido siempre y se atiene al principio de
“aprendamos de las masas e instruyámoslas”. Pero, en la práctica del trabajo, algunos
camaradas no aplican debidamente este principio, sufren de unilateralidad”.
Ahora bien, ¿qué debemos aprender de las masas? Debemos aprender de ellas, su modo
sencillo de vida, su espíritu de sacrificio y su disciplina. En especial debemos aprender estas
cualidades de la clase obrera que es la parte más avanzada de las masas.
Luego el c. Enver Hoxha, dice:
“Hay cuadros y comunistas que en su trabajo no escuchan y no toman en consideración
las opiniones, las sugerencias, las criticas y las proposiciones de los trabajadores, no se
consultan con ellos, asumen hacia ellos una actitud de subestimación, sufren megalomanía y
subjetivismo. Estas personas que subestiman y desprecian la experiencia de las masas
trabajadoras, no tienen nada que “enseñar” a los demás, son vacíos y charlatanes, que, a parte
de su altanería y vanagloria no poseen otra “riqueza”. Como es natural, estas personas
cometen numerosos errores, están desprendidos de la vida, no están en condiciones de orientar
y dirigir a los demás”.
“Por otro lado, hay cuadros y comunistas que vulgarizan los lazos con las masas y al
escuchar su voz, ellos escuchan pasivamente lo que dicen los trabajadores, aprueban todo lo
que se dice y no asumen una actitud de principio, no se esfuerzan en analizar las opiniones que
expresan los trabajadores para distinguir lo correcto de lo incorrecto, lo esencial de lo
secundario, para generalizar la experiencia de las masas. Tales cuadros y comunistas
permanecen a la zaga de las masas, no les enseñan nada a éstas, no desempeñan su papel
como dirigentes de las masas, son incapaces de dirigirlas”.
“La tarea del Partido es combatir estas tendencias dañinas, esencialmente las tendencias
de altanería y la desestimación ante las masas, para ejecutar correcta y consecuentemente el
principio “de las masas hacia las masas”, para convertirlo en método de trabajo para todas las
organizaciones del Partido, los órganos estatales y económicos, las organizaciones de masas,
para todos los comunistas, en todos los campos de la construcción socialista”.
Todas estas enseñanzas pueden alumbrarnos para la aplicación consecuente de la
independencia política de la clase obrera y la dirección partidaria de las organizaciones
sindicales, como se ha dicho, no por decreto, por el sistema de “ordeno y mando”, sino por el
método de la línea de masas, de modo que éstas, de modo gradual y consciente, apoyen y sigan
la dirección del Partido.
En cuanto a las citas del c. Enver Hoxha, hay que tener en cuenta que él se refiere a la
clase obrera, a las masas populares de un país en el que se construye el socialismo y en el que
las masas populares se hallan liberadas de la opresión y de la explotación, condiciones dentro
de las cuales están en mejores posibilidades de participar activamente en el control obrero de
la construcción socialista y pueden aportar valiosas experiencias, puesto que el proletariado -
que ya tiene otro carácter o sea el de clase dominante- está ejerciendo su dictadura.
Los principios por los cuales deben regirse los sindicatos clasistas, constituyen el
basamento sobre el que deben erigirse dichas organizaciones, a fin de que la lucha de clases
que libran contra los patronos y el Estado, tenga un buen éxito. Pero debemos advertir que el
sindicalismo clasista no debe tornarse como una tendencia extraña a la política proletaria
marxista-leninista, sino como una forma correcta y revolucionaria de conducción de los
sindicatos. Los sindicatos de clase, orientados correctamente por el Partido, son en esencia,
sindicatos revolucionarios; pero éstos jamás pueden sustituir al Partido del proletariado,
conforme lo preconizan los sostenedores de la tendencia extraña a la clase obrera, como lo es
el llamado “sindicalismo revolucionario” que fue condenado por Lenin, cuando hizo la crítica a
Sorel, a quien calificó de “oportunista de izquierda”. Este intelectual francés es conocido por
sus ideas anarco-sindicalistas y su rechazo a la política del proletariado. Por ello, acerca de esta
tendencia y otras, hacemos una crítica en el trabajo. “Tendencias extrañas al movimiento
sindical”; pero desde ya hay que adelantar un rechazo a las tesis fundamentales de Sorel,
opuestas al marxismo-leninismo, tales como su oposición a la dictadura del proletariado y a la
dirección partidaria del movimiento sindical. Debemos advertir también que, en lo que respecta
a la apreciación de Sorel, José Carlos Mariátegui, incurrió en algunos errores, tales como el de
considerarlo como “el continuador más vigoroso de Marx”(“Defensa del marxismo”, pág.
17). Equivocadamente pensó que “Sorel completó a Lenin”. En la nota preparada por el mismo
(Mariátegui), con el titulo “Informe sobre la actividad política de José Carlos Mariátegui” y
publicada en la Pág. 11 de la colección “La organización del proletariado” afirma “Los 7
Ensayos” no son sino la aplicación del método marxista, para los ortodoxos del marxismo,
insuficientemente rígido en cuanto reconoce singular importancia al aporte soreliano, pero que
en concepto del autor corresponde al verdadero moderno marxismo, que no puede dejar de
basarse en ninguna de las grandes adquisiciones del 900 en filosofía, psicología, etc.”.
Hacemos esta necesaria advertencia para que no se confunda a los sindicatos clasistas y
revolucionarios con el anarcosindicalismo o “sindicalismo revolucionario”, corrientes extrañas a
la ideología del proletariado.
Es necesario que los trabajadores conozcan estos principios, aplicables también al
movimiento campesino, debiéndose rechazar el falso concepto de que lo fundamental es
conocer la forma mecánica de cómo se organizan los sindicatos, cómo se realizan las asambleas
sindicales y otros conocimientos administrativos y legales y que “después viene todo lo
demás”. Estos conocimientos a los que nos hemos referido, son importantes y necesarios, en
cuanto ayudan a la organización misma, adaptada a la legalidad burguesa, para el aspecto legal
de la lucha; pero no son los fundamentales, no son los básicos para la lucha sindical. Lo
fundamental, lo básico, es tomar conocimiento, asimilar y practicar los principios de los
sindicatos clasistas, haciendo un esfuerzo de sistematización, sobre la base de las enseñanzas
de los clásicos del marxismo-leninismo que hemos enunciado. Solamente así los trabajadores
podrán salir del marco estrecho del economismo, del círculo vicioso en el que los tienen sumidos
los agentes de los explotadores que ofician de “dirigentes sindicales”, sean estos apristas, accio-
populistas, democristianos, revisionistas o trotskistas, o simplemente los llamados “apolíticos”
o “sindicalistas” que se prestan a las maniobras e intereses patronales.
El Partido tiene que cuidar del desarrollo político y de la organización política de los
trabajadores y practicar una línea en el plano sindical que convierta a los sindicatos en palancas
poderosas para la lucha por la destrucción violenta del poder estatal de los explotadores,
desterrando las corrientes ajenas al proletariado, el apoliticismo o el intento de sustitución del
Partido proletario por los sindicatos. De acuerdo a la línea política de nuestro Partido, el
movimiento obrero, el movimiento sindical, tienen que servir a los intereses de la revolución que
son los intereses de la propia clase obrera y del campesinado. La orientación fundamental de
nuestra línea política es la conquista del Poder y la preparación de la guerra popular de liberación
nacional y social. De modo que el movimiento sindical tiene que servir a esta orientación
política, tiene que servir a los objetivos de la lucha armada, único camino que tienen la clase
obrera, el campesinado, todo el pueblo trabajador, para liberarse de sus opresores y
explotadores. No olvidar jamás que el Partido y sólo el Partido es la forma suprema de la
organización del proletariado y que sólo bajo su dirección puede éste emanciparse de la
opresión y de la explotación.

Ediciones:BanderaRoja Marzo 2007

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