Desde el surgimiento de las diferentes comunidades de seres vivos
en la pre-historia, el mundo natural ha logrado adaptarse ordenadamente para así poder coexistir en armonía. Se trata de una serie de procesos cíclicos que permiten a los organismos vivientes obtener las sustancias que les son esenciales a través del uso de diferentes mecanismos para cubrir sus necesidades energéticas. De esta forma, la vida en el planeta se encuentra determinada por un conjunto de relaciones en las que ocurre un flujo de información y un continuo intercambio de materia, por lo que ningún ser vivo puede subsistir aislado del ambiente que lo rodea.
Así, la cadena alimentaria se ha distribuido naturalmente en función
a que los organismos más débiles sean los primeros en ser consumidos, mientras que los que posean mayores habilidades de caza sean los privilegiados al encontrarse en la cúspide de la cadena trófica, donde actualmente se posiciona la raza humana. Sin embargo, este hecho no sucedió en poco tiempo, sino que fue gracias a un proceso evolutivo de millones de años que dotó a la especie Homo sapiens de características inigualables.
La historia comienza en la sabana africana, donde el linaje de los
primeros homínidos sufre una disyunción debido a actividades volcánicas y tectónicas que terminaron separando el continente en dos grandes porciones. En el lado oriental quedaron los antepasados de los homínidos, mientras que en el lado occidental los cambios climáticos no fueron muy drásticos y la permanencia de los bosques tropicales y la selva permitieron la supervivencia de los ancestros de los gorilas y chimpancés. Tiempo después se produjeron cambios en el clima y los ecosistemas del este de África, dando origen al nacimiento de las grandes sabanas africanas. Este fue un proceso lento el cual posiblemente fue la principal causa de que los homínidos desarrollaran tendencia al bipedismo, ya que nuestros antepasados tuvieron que cambiar de hábitat; de selvas arboladas se desplazaron hacia las sabanas, cuyos espacios abiertos los obligaron a caminar. De igual manera, probablemente un cambio de clima propició tal cualidad.
A consecuencia del bipedismo, las extremidades anteriores se
despegaron del piso lo que las convirtió en superiores. Este desarrollo fue fundamental para que esta especie pudiera iniciar la colecta de alimentos y el manejo de utensilios, lo que propició la elaboración de herramientas de piedra (primeros desarrollos tecnológicos) y favoreció el desarrollo intelectual.
Por otro lado, el cambio en la alimentación fue determinante en el
proceso evolutivo, pues al pasar de los bosques hacia las sabanas e incrementarse los espacios abiertos el alimento no fue tan abundante, lo que los obligó a complementar la dieta vegetariana con animal por medio de la caza. Este hecho fue un motivo para desarrollar nuevas técnicas de elaboración de herramientas, al igual que inició la socialización entre los individuos a raíz de volverse más conscientes de los lazos sociales, en los que surge el parentesco, a la vez que los lazos afectivos son más intensos.
Es así como con el pasar de los años y los cambios en la superficie
terrestre impulsaron a que estas diversas especies de homínidos siguieran evolucionando, adquiriendo nuevas habilidades de sofisticación, tales como lo hizo el Homo Erectus al descubrir el fuego y su domesticación. Su reproducción fue útil para poder calentarse y asar alimentos, además que gracias a éste aparecen los primeros campamentos organizados al aire libre o en cuevas. Este es el origen del verdadero cambio psicológico de la humanidad y del desarrollo de estructuras sociales.
Sobre las bases de las observaciones anteriores, es evidente que la
especie humana, como hoy la conocemos, previamente sufrió diversos cambios graduales que causaron un desarrollo en sus capacidades cognitivas más allá del que las demás especies experimentaron. Este rasgo es lo que comenzó a caracterizar a los homínidos dentro del universo animal, pero no por esto dejamos de pertenecer a éste.
Durante millones de años nuestros antepasados convivieron
directamente con la naturaleza, siendo parte importante en las comunidades animales y en las relaciones que se establecían en los ecosistemas. Desarrollamos adaptaciones físicas y extensiones que nos servían como armamento para poder desenvolvernos y defendernos según las condiciones ambientales, ganándonos así un puesto en los niveles tróficos más altos. Todo esto demuestra que nuestro estilo de vida en los inicios tuvo lugar en un mundo muy diferente al que hoy estamos acostumbrados, sin embargo, en esencia, nuestras motivaciones se mantienen siendo las mismas: sobrevivir como especie.
Fue tan vehemente nuestra necesidad de subsistir que creamos
sociedades cuyo crecimiento poblacional y demográfico continuó aumentando sin límites, lo cual comenzó a ser una amenaza para las demás especies animales que hacían vida en los diferentes ecosistemas. Nos convertimos en la raza dominante no sólo en cuanto a cantidad de individuos, sino también debido al desarrollo multidimensional que sufrió la especie Homo sapiens para llegar a ser lo que hoy es. Como se mencionaba anteriormente, la serie de atributos biológicos que desarrolló la especie no sólo se manifestó en los cambios morfológicos evidenciables como las manos o forma del cráneo, sino que ocurrió un desarrollo en la corteza cerebral, el cual permitió el aumento de las capacidades mentales y aspectos cognitivos, haciéndonos así conscientes de nuestra propia existencia y dándonos habilidades como razonar, tener autocontrol, tener intenciones, planificar para el futuro, prever las consecuencias de las acciones, perseverar en las acciones, tener emociones y sentimientos, entre otras.
Estas cualidades nos permiten gestar un modo de vida diferente al
de los demás seres vivientes, ya que nos dota de valores éticos y principios morales que le dan una perspectiva óptica más compleja al ser humano. Comienza a cuestionarse, a pensar, a tener criterio propio y a poder decidir; comportamientos que hacen que el hombre sea definido como ‘‘el animal racional’’, según el filósofo griego Aristóteles, definición que hace referencia a que el hombre es un animal biológico con necesidades de supervivencia que se expresan en los actos que realizamos para conservar la vida, pero, por otro lado, como producto de la evolución, de la existencia biológica fue emergiendo el ser racional, la conciencia de las cosas, que es la que le otorga al individuo la dimensión propiamente humana.
Además de lo anterior expuesto, recordemos que las especies
animales no podrían perdurar si no viviesen en comunidades, donde pueden garantizar su reproducción y la adquisición de alimentos. El ser humano no es tan diferente en este sentido, ya que, aún con el pasar de los años y la evolución, continua siendo un ser dependiente de otros de su misma especie, por lo que ha desarrollado la necesidad de la socialización; aspecto que compone otra de las bases para la comprensión del hombre. Así entonces, con el hombre nació la sociedad; por lo mismo ha sufrido cambios, pues al inicio el jefe era el hombre fuerte del grupo pero conforme fue avanzando esto cambió, ya que se elegía al guerrero más capaz, al más astuto, al inteligente, al sabio. Posteriormente, con la evolución el hombre se fue uniendo en grupos con costumbres propias, ideas compartidas e intercambios comerciales y económicos, es decir, una cultura en común, que establece una forma de vida instituyendo la sociedad, lo que le da sentido de pertenencia, ser miembro del grupo, de la familia, o país.
De esta forma, al vivir en sociedad y en convivencia constante, se
logran desarrollar intercambios, a recibir y transmitir influencias, a compartir y establecer lazos socio-afectivos. Al crecer las relaciones humanas, los recursos productivos y la tecnología, nace la necesidad de establecer normas comunes de comportamientos para todos los miembros de dicha sociedad, lo cual fomenta un tipo de organización que permita alcanzar una convivencia provechosa (el derecho) y la participación de los miembros en la conducción de la sociedad (la política).
De los anteriores planteamientos se deduce entonces que el Homo
sapiens o ser humano, a diferencia de los demás organismos que integran el reino animal, ha evolucionado a tal escala que se compone de tres dimensiones: la biológica, la cual hace referencia a que el hombre es un ser vivo con sistemas de órganos especializados los cuales funcionan en conjunto para cumplir con un ciclo vital en el cual se manifiestan múltiples necesidades instintivas como la alimentación, protección y reproducción. La dimensión psicológica, la cual impone la distintiva capacidad de razonar y pensar, lo que produce que el ser humano no actúe netamente por instinto y le permita analizar acciones y comprender sus sentimientos. Y por último, el aspecto social, el cual es el responsable de que el hombre no tenga la capacidad mental o física de vivir apartado, puesto que depende del funcionamiento de una estructura integrada por individuos o agentes sociales que no sólo asegurarán su necesidad de supervivencia sino que será determinante para el desarrollo personal del individuo.
La integración de estos tres pilares caracteriza al humano como un
ser bio-psico-social, justificando así sus necesidades, comportamientos y formas de pensar, a la vez que le otorga un nivel de evolución por encima del resto de los organismos vivos. De esta forma, no solamente nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos, o no únicamente socializamos para distribuir tareas que faciliten nuestra supervivencia; también tenemos metas, sueños, costumbres, intenciones, ideologías, diferentes formas de pensar y diferentes formas de actuar. Todo esto causado por una serie de cambios evolutivos que tardaron mucho en ser lo que son actualmente.
En este mismo orden de ideas, resulta oportuno agregar que las
diferentes poblaciones y culturas son un claro ejemplo de que la evolución nos ha proporcionado autonomía de pensamiento, una forma de poder tener la libertar de pensar por nosotros mismos y buscar la satisfacción en los diferentes aspectos que nos constituyen. De esta manera logramos alcanza la autorrealización al contar con una familia amorosa, amigos que nos complementen, una buena educación, un lugar seguro donde vivir, una buena alimentación y logrando nuestros objetivos personales; razones que dan sentido a nuestra vida y nos hacen ser quienes somos. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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