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MAYRA IVîONTERO -
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colección andanzas
MAYRA MONTERO
DEL ROJO DE SU SOMBRA
TUSIìUETS
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Indice
Nota de la autora 9
bel rojo de su somt;; 15
Glosario 179
9
otro Gagá. El encuentro puede ser de lo más cordial, o Para José Francisco Alegría y Soraya Aracena,
por el contrario puede ser muy cruento, dependiendo del que me guiaron hasta Similá
humor impredecible de los ndioses,'.
Esta novela narra los hechos verídicos ocurridos hace Y para mi inolvidable June C. Rosenberg,
pocos años en algún punto de La Romana. Es la historia que escogió vivir en el Gagá y por el Gagá
de amor,_ de odio y de muerte entre un ohoungáno o sa-
cerdote del vudú, y unâ umambon o sacerdotirã *uy .o-
nocida y respetada en la región. Los nombres y algunos
lugares han sido alterados en beneficio de los infoiman-
tes. Detrás de un caso que la policía dominicana cerró
como un simple ucrimen pasional,, palpita el hechizo de
una guerra que aún no termina de pelearse.
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Papa Lokó oa sé øøn,
poasé-n alé
nou sé pøpþon
na Poté nouuel bø1 øgoué...
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mento, a prender delante de ellos la chispa anunciadora preferido salirse de su casâ y tumbarse a la intempe-
ha
-ii-r,'^
que arrastrarán secretamente hasta el batey. Celebrarán
,^, del mediodía, a merced de la calentazón brutal
bueno esta noche y partirán mañana sin haber dormido,
y ya en el aire flota el âroma de las viandas que ofrece- ã.'lr -"l.za. Hay quien barrunta que está pensando en
rán a los que se prometan, a los que canten alto, y a
labatallay que talvez a última hora aproveche-el con-
sejo de ,oi -"yot.s y decida viaiar con otro rumbo
para
todo aquel que pase por un trance demasiado fiero. la bronca. Pero Zulé es la dueña y jamás ningu-
.rqoivat
-Te quemarás los ojos -le dice Jérémie, que no so- na dueña oye consejo de los hombres que pasân por ser
porta verla mirando de esa forma el cielo pétreo, el aire
sus aconsejados.
obnubilado por la luz. _.Hay que probar también las tatúas -recuerda ba-
Ella no tiembla para preguntar lo que debe: jito-. Hay que Probarlo todo.
-tSe ha sabido algo de Similá Bolosse? La noche anterior, él no durmió. iCómo podía dor-
Jérémie Candé es su servidor más antiguo, su adepto mir sabiendo que Similá chapoteaba en el lago oscuro
más remoto. Aún es muy joven, casi tan joven .omo .11a,
de un cuajarórr descomunal; un cuajarón retinto que lo
pero la ha seguido desde los tiempos de su coronación
llenaría de fuerzas para descuartîzãr después a la que más
con una sumisión de amarre santo.
mandaba? Por la mañana supo que Z'tlé tampoco había
-Se sabe que 1o volvió a jurar -responde él-. Juró dormido. Nadie se lo dijo. Nadie la espió. Pero todos le
que te mataría y ayer lo estaban bañando en sangre ajena.
vieron en la cara los estragos enrojecidos de la candela,
Zulé cierra los párpados y le parece ver el rostro del las cortaduras de los labios, la mirada revuelta que le que-
infame. iCuántos cabritos, se pregunta, cuántas guineas
daba cuando un misterio la montaba por mucho rato,
del monte habrán tenido que degoll af para sumãrgir el muchas veces, con mucho encono.
cuerpo inmenso del bokor en la marea de sangre? Similá
sabe muy bien que sólo así su juramento se hãrá carne y
-êTe traigo ron?
Ella lo richaza moviendo lentamente la cabeza y él
prenda; que únicamente de esa forma se librará de rã-
echa a andar rumbo a los barracones. Dentro de poco
currir a la emboscada. Porque él quiere matarla cara a tiempo, el Gagá deZulé. va a despertar con un fragor me-
cara; él quiere hundirla, con sus propias manos, en las loso de tamboras. Los niños abandonarán sus huecos a
bajuras revoltosas de ese río que llaman el Brujuelas.
la sombra, los perros se acercarán ârrastrando las lenguas
-Qre jure todo lo que quiera -dice ella-. Vamos a moradas y el presidente de la Societé dará la orden para
ver quién puede más. que reinas y mâyores vayan a engalanarse en paz â sus
De los alrededores del batey comienzan a surgir unos covachas. A la misma hora, pero allá leios, en el batey
sonidos dulces y apagados. Seguramente son las reinas,
Colonia Tumba, los tentáculos terribles del Gagá de Si-
probando el eco de sus caracolas. Zulé las oye sonreída
milá come nzarân a alebrestarse con un trasunto vivo de
y luego echa hacia atrás su negra cabeza escaldada. fututos. Amonestarán a los abanderados que se alejen sin
-Hace caliente -repite-. Ve y diles a los hombres pedir permiso y todavía será preciso implorar un poco
que prueben los bambúes.
ã. ordin antes de que el machete del Grand Bois se eleve
Nadie en el batey puede entender por qué la dueña con su fulgor de guerra.
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-¿Q!té te ha dicho? listo para cimentar todas las alianzas que se le antojaran.
Alguien detiene a Jérémie Candé tomándolo de un
b1.1zo. Es Papá Luc y está temblando, pero para nadie -¿Qré podemos hacer ahora? -remacha el viejo sa-
cando por la comisura su colmillaje gris y vengativo.
allí es secreto que- su miedo no es por éi ni pïr su pro- joven. Siempre ha sido respe-
pia vida. Su miedo es por la luz que aún despabiù el Jérémie Candé es muy
tuoso hacia los ancianos y enemigo de la pendencia. Pero
hueco atroz de su mirada. Su miedô es por Zufé.
en esta hora distinta, no se turba para decir su parte:
-Tu hija es muy terca -responde Jérémie-. No quie_ -Lo que vamos a hacer es cortarle los huevos -reso-
re oír.
pla al fin-. Cortárselos, Papá, con estas manos.
Las manos de Papá Luc son largas y están muy cuar_
teadas, como si hubieran sido estiujadas dentro de un
puño asesino. El contacto con sus dedos raspâ en la carne
como.papel de lija y sus uñas hieden a fruta pasada.
-A Similá lo bañaron en sangre -dice el viejo con la
voz trastabillante de su único dolor.
El otro baja la cabeza. De nada ha valido ocultárse-
lo: Papá Luc escucha siempre lo que quiere, no importa
dónde se digan las palabrai
-La vamos a cuidar -promete Jérémie tratando de
sustraer su brazo al juicio torvo de esos dedos.
-Lo sabían todos en la Societé, todos menos este
pobre viejo -y voltea la cara como si de repente algo le
repugnara.
A Jérémie Candé le duele la mueca del houngán, lo
que le duele la obstinación machuna de ZuIé, sola
ryl1o
allá fuera, achicharrándose bajo ese sol de perdición.
-Ahora no tenemos tiempo para amarrailo mejor -se
lamenta el viejo.
Tiempo es lo que nunca han tenido, medita serena-
mente Jérémie. Y el houngán lo sabe de sobra, como
lo sabe el resto de los miyor.r. iO es que pensaban
amarraÍ de muerte a un hombre como ,qoh? Si-ilá .."
poderoso, a menudo cruzaba la frontera y se escapaba
a Haití para comprar sus buenos muertos en Locãrre,
en Hato del Curo,_ en Castilleur. Regresaba a su batey
fortalecido, trayendo poderes ru.uoi para su macuto,
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Nunca lo amarraron. Nunca se rompió. Tres o cuatro
años atrás el Gagá de Zulé solía partir como una tromba
el Viernes Santo, y cuando regresaba intacto, el Domingo
de Resurrección, lo hacía cargando con más ofrendas que
cansancio. Así había sido por mucho tiempo, sin necesi-
dad de trueques ni de alianzas.
Zulé Revé, su dueña absoluta, había llegado a la Co-
lonia Engracia cuando todavía era unâ niña descoyunta-
da y arisca, que se asustaba de la voz de los demás. Había
nacido en Grosse Roche y se había criado en un caserío
al pie de la loma Mayombe, junto a la misma quebrada
que se llevó, uno tras otro, a casi todos los miembros de
su familia. Allí se habían ahogado sus dos hermanos, ju-
gando a lo loco en la crecida; se ahogó su madre, cuando
intentaba guarecer a unas gallinas; desapareció su propia
abuela, una marnbo silenciosa y medio ciega, que torció
el rumbo y no hizo nada por salvarse. Y, por último,
cayó la segunda esposa de su padre, sorprendida en pleno
baño por un golpe de agua que la devolvió tres días más
tarde, verde y desnucada, toda cubierta de caracolillo.
Luc Revé, que por entonces ya era houngán, com-
prendió que el amarre estaba en el agua y que para des-
atar esos amarres de fondo se necesitaba un fuego que ni
con todos los misterios de su parte él podía ya prender.
Por eso decidió emigrar, apartarse con su hija y cruzar la
frontera rumbo a los cortes de caña de la Dominicana.
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Por allá andaba su hermano, Jean-Claude Revé, y su cu- negritud de aquellos bichos de ca-
das con la polvorienta
ñada, que no era haitiana, pero que a duras penas pa- ñaveral.
recía otra cosa. Ambos le habían mandado recado para Iean-Claude Revé fue un hombre afortunado: el ena-
que huyera de aquel conuco de desgracias y salvara a la moíamiento de Anacaona desafió los garrotazos con que
niña. Después de todo, él ya había cortado caña siendo 7i su padre, el choteo inmisericorde de sus rne-
joven, en un central de Dajabón. Conocía el oficio y sus ^^"n^r6 y, por último, el desprecio inconfesable de
iãr.r
'1", "*ignshaitianas, que la vieron llegar a sus dominios
trucos, conocía cómo agacharse ante los capataces, co- *uj.t.t
nocía cómo sobrevivir en el infierno crudo que era el iurándose un amârre para ella y pxa toda su intratable
cañaveral. narentela. Pero Anacaona se las fue ganando una por unâ.
El batey Colonia Engracia era por aquella época un hprendió a decir de sus palabras y a cocinar un poco de
caserío mucho más recogido y silencioso, y había tan sólo su, guiros, y al nacerle el primer hijo, que le salió retin-
un barracón para alojar a los congos, que eran los pi- to y mohíno como Jean-Claude, la gente terminó por
cadores de una sola temporada; doce casitas de tablones oluídat de dónde había venido.
pertenecientes a los nviejos", como les decían a los que Cuando lleg6 Zulé con su padre, Anacaona esperaba
habían viviclo mucho tiempo en la Dominicana; quince o su sexto hijo varón y cargaba una panza malsana y picu-
veinte bohíos en los que iban acomodándose las familias da, como preñada de Guedé. Aun así mandó traer la tina
nuevas y unos sombrajos adonde se arrimaban, ya muy llena de agua y ordenó que le metieran dentro a la mu-
de noche, los braceros errântes, los vagabundos y los chacha. Zulé lloró, mordió las manos que la sujetaban y
perros. Zulé tuvo suerte. Mientras que a su padre no se golpeó contra los bordes de aquel oscuro lago de co-
le quedó más remedio que refugiarse en el barracón, a chambre. Anacaona, con la barriga en la boca, continuó
ella la acogió la familia de su tío en el mismo bajare- bañándola como si nada y sólo muy de vez en cuando,
que de tablones cruzados donde sus cinco primos, todos para calmarla, le cantaba en la lengua intrincada de los
varones, la recibieron aturdidos, admirándose de su pe- picadores: Osanlto, lamizè pa dous, agoé ("Ql¿nyo, la mi-
lambrera grifa y del hechizo nocturno de sus dientes de seria no es dulce, agoé"). En los días que siguieron le
coco. enseñó a guisar en el anafre y le mostró el camino que
La mujer de Jean-Claude Revé era una dominicana tendría que recorrer hasta los cortes para llevarle almuer-
visionaria y paciente, que decidió casarse con aquel hai- zo a Papâ Luc. No era una niña despierta, se resfriaba
tiano bajo el chaparrón de maldiciones que le echó du- con frecuencia y tenía un llanto fácil que se bebía siem-
rante mucho tiempo su familia. Todos los picadores que- pre a solas, siempre en el monte, siempre en cueros.
rían una mujer. Todos la necesitaban. Y lo más común Así, desnuday bañ,ada en lágrimas, la encontrâron en
era que las muchachas haitianas cmzaran la frontera como el platanal dos días después de que Anacaona diera a luz
de contrabando para venir a averiguar si en los bateyes una criatura hermosa, pálida y bien muerta. Zulê se había
alguien se interesaba por amancebarlas. Las dominicanas, aferrado a la idea de que ella misma cuidaría de aquel
en cambio, reinaban distantes y burlonas, los miraban mal niño y, cuando la partera salió para anunciar que había
desde su altura, y se resistían a juntar sus cârnes mejora- nacido estrangulado con la tripa, ella escapó hacia el
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campo abierto, se arrancó el vestido y se entregó a una de cerca el baile' rompiendo la barrera
lanto para mirar
perreta desenfrenada de la que no pudo sacarla sino su y uno de los guardias del Gagá se le encimó
de curiosos'
propio padre. La promesa que le hizo entonces Papá Luc :;.;";;;.tári. qut volvieia attâs' zule no sólo se negó'
hasta el lugar donde el grupo
marcaria para siempre el rumbo de sus vidas. Prometió Ïä ;;; áecidiå avanzàr
en ese instante unâ can-
llevarla a los preparativos del Gagá de Coridón. Y ella se ä;;"; de las reinas .entonaba
calmó en el acto. ción Perenne Y secllclosa:
El batey Colonia Azote quedaba un poco más al
norte, en los alrededores de Yerba Buena, por lo que cada Atibô Legbá., I'wari baltè pu muê, agoé!
año, hacia el mes de febrero, los pobladores de la Colo- PaPa-Legbá, I'uz'tri bqtè Pu muL
nia Engracia hacían arreglos para viajar hasta allá y asis- Pu mzøê Pasi'
tir a los ensayos del Gagá más portentoso de la zona.
Papá Coridón era un hombre tranquilo y complaciente, (Atibo Legbá, iabre la barrera para mí!
que permitia a los forasteros allegarse a sus dominios y Papá-Legbá, abre la barrera
contemplar las prácticas, siempre y cuando trajeran una para que Yo Pueda Pasar')
ofrenda para animar el toque. Así que, para la ocasión,
el padre de Zulé compró una botella de ron y el sábado Zulé se detuvo justo delante del coro y comenzó a
al atardecer, aun extenuado como había llegado de los balancearse sin mover los pies, sin inclinar
la cabeza y
cortes, salió al camino con su hija para alcanzar algún Jir, tUtlt los brazos. Papá Coridón tomó prestado.el ci
transporte que los âcercara a la fiesta. Anacaona había uno de ,u, *áyo,.s y fue derecho hacia donde
peinado a la muchacha por primera vez en muchos días ""ttå-¿.
ãr"Ut la muchacha. Las reinas âpretaron entonces el tono
y el tío Jean-Claude le regaló un pañuelo rojo para que de sus cánticos y Papá Luc trató de adelantarse pâra res-
se lo amarran al cuello. A las ocho de la noche, cuando catar a su hiia, p.ro io, guardias se lo impidieron
y Zulé
bajaron del camión que los arrimó al Azote, ya se es- ;i ;iq"i*" t* dìgnO miãrlo. Además, ya era muy tarde:
cuchaba el bramido trunco de los bambúes y Zulé echó Coriión estaba frente a ella, chupando intensamente su
a caminar, emocionada y contrita, hacia el centro del agriro, mirándola como si al fin la hubiese descubierto,
batey. àåp"et de largos años de búsque-da' Z'¿'le no se inmutó
Coridón tenía una estatura tan pequeña como la de å.;¿ de balãncearse y el otro alzó las mânos y le sos-
un niño, usaba pantalones cortos y llevaba siempre una "i
tuvo el rostro como si se lo fuera a besar. Ella se sacu-
gorrita azul, como de pelotero, que se ladeaba hacia la dió, ,. arrancó ei pañuelo que llevaba al cuello y esperó
oreja izquierda. Sólo en sus brazos fornidos y en sus con los labios enlreabiertos la embestida del houngán
Los
manos de picapedrero se evidenciaba su condición de cua- de Azote, que le acercó el cabo encendido del tabaco.
rentón de mundo, y sólo en el fondo de sus ojos fogosos mayores se'habían desmandado con los silbatos y la gente
se âpretujaba para admirar aquel-encuentro en que
se le desvelaba el alma de dueño bien bragado y pen- la
denciero. Fueron esos ojos los que colocó, todavía incré- .ro.h. ràb^ con rendirse. El dueño Coridón em-
dulo, en los ojos enturbiados de la niñaZuïé. Ella se ade- ^^rn
pujó con fuerza hasta que la ceniza enroiecida se extin-
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guió en la garganta de Zulé. Ella aguantó de pie, de vuelta en la Colonia En-
en cambio cayó como de plomo, ie revolcó * Ëfiåf"à,
pero él A mediano che ya estaban
Luc fue derecho a la casa de Jean-claude
se retorció åoqueando, mudo y atragantado
por u"ä ¡oi.
*^io'i"l^rá Anacaona no se había dormi-
de pavor. Vinieron a auxiliario .oä l, i..'-¿ri.^ Tír^-aí¡^, á la muchacha.
a recibirlos con la mirada radiante'
ca del aguardiente, le frotaron la cabeza extraviad.-,is" åi;*'; salió
y îo que vas a prometer a tu hija"'
levantaron entre todos hasta que finalmente vomitó -Dicen día que pasa-
alarido dirigido a los petroses más calientes d;
aquel Lrr-noti.i"s volaban, era verdad' Cada
i;Jh; h, ä"Jt arcy, Papâ Luc podía aprender algo distinto'
Cuando Papá Luc fue a recoger â su hija, uno ¿.
yores le comunicó- que Coridãn quería hablarle.
1", *"_ i";;*.h. había ãprendido que no existían grandes se-
sino pequeñas trampas
tada bajo un árbol, estaba siendo confortada
Zrlé, ;;;_ .r*, en la vida de los hombres,con la carnaza a flor de
reinas y él sintió algo parecido al temo, y .lio
ñ;td;; ö; ;;;ñardaban paso a pâso'
p;;;.ià; tierra.
al orgullo cuando r.p"ió en la estampa aét.a'a, ã.-;il.:
gustó el Gagá', niña Zulé-?
lla. niña que ya había probado .l fu.go. papá -iTe de los
Coriåón se 1o labía pregúntado con la dulce ironía
había recuperado su tono complacientÈ'y, d.rpué, Zulé; estaba
d. ;;_
ludar a Luc Revé, volvió a. calarse l" gorrita åú y;.g;; ,*J*r-ptobados. Airacaona estaba feliz p-or
tan presti-
de tierra. A la luz del quinqué, pare"cían *a, p.qu.år, T;1; d, qu. It fueran a prometer en un Gagá
sus piernas de trapo y más ciãsaceìtada la fortalezi
;ì;;.;;" el de Coridón' Papá Luc se inclinó v le dio
de sus brazos. Le extendió una botela de ron papá
br;;; iîï.to a su hija, que entró en la casa estregándolt 19: El
a Luc
y esperó. a que bajara.el primer buche para soltarlË .q.r._ ;;;; .ot". si en ese instante se hubiera despertado'
,É -tt.hó rumbo a su barracón, para dormir apenas tres
lla petición que le saüó ãel alma:
o .ut*o horas' Había un puñado de picadores que. des-
-Tienes que prometer a esa niña. .rnr"U"n los domingos' pero la mayoría prefería trabqar
Papá_ Luc siguió tragando como si
no lo hubiese oído.
Y. cuando por fin se despegó de la botella, le
io, ,i.t. días y ,..ril. .i;r'tgo a la jornada antes de que
ojeada respetuosa y trisre af dueño del Gajá:
echó una if.Sr* el TieÁpo Muerto. À las cuatro de la madrugada
p^t^, daba los campanazos de rigor y, a los. quince
-Es muy pequeña. Nada más tiene doãe años. "l"r
,rrinrrtor, los hombres habían saltado ya al camión. que
-Doce que valen por mil -dijo Coridón, adoptando por
los llevata de una vez al campo' Eso había sido así
un aire cercano a la resignación. hija iba a prometer.en'
mucho tiempo y, ahora que su se
se dijo una palabia más. papá Luc se sentía
bido y su más.legítimo recurso fue refugiarse en
cohi_ .i C.ga más^belicoso del país, no tenía por qué cambiar.
f, U.i. napa t". se desveló toda esa noche, y a la siguiente
lta y emplnarla una y otra vez, hasta que la primera
no pr.rão pegar ojo. Al tercer día, cuando apenas comen-
Reina, con sus andares sufìcientes de mandamás
sin ;;;hr, zabi a d.itai", cañutos, le pareció ver un coneio blanco
entró en la casa y le devolvió a la niña. para Luc
Revá en el cañaveral. Se le ocuirió que el animal no iba a
no pasó inadvertida la mirada espesâ que se echaron
durar, con tantâ culebra muerta de harnbre como había
ambos: Zulé miró a Coridón y Córidón'la miró
; Jl;; debajã del caguazo. Pero a mediodía vio otros coneios
tal como si estuviesen jurados.
qu. p.rrror, ùlt"ttdo sobre la tongada y ya al oscurecer
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el campo entero era un enjambre de animales que iban alimentarlo bien y
corriendo en pos de su condumio. Lo comentó con iha a salvarse. Sólo era cuestión de
tii^i^;;;-¿årrió
picador, un muchacho de Jacmel que abrió tamañ;,
otro ,.cocinar aquel sopón de harina con fi-
;;;, con su marido' Era miérco-
y avisó a los demás. Luc Revé fue åmarrado entre todoí y ä;r õ. le mandó después pero yâ el sábado Papá Luc .se
llevado a la fuerza al barracon, donde ll.gá ,íg1ão y äï.oä"do agonizaba,
lo basiante como para llevar a su hiia
verde por las convulsiones. podia ser la
-ãl.ri.".o-å i:ìoäõ"rãdo a los ensayos del Gagá de Coridón' El
godia ser el_dengue. pero el caso es que la fiebre se lo Ï"r^i*t"áavez
Ilevaba por delante, se lo llevaba lejos, io ,rn.o.h.t, Ï:";;"i" recibió afectuosamente y le preguntó por su
l.ì_ de Zulé había estado
tamente bajo el rojo_resp_landor de aquellos o;o,
qu.-nã
;ri;ä:d;i" de sobra.que.el-padrel"t se maravilló de 1o rápi-
podjan ser más enfermo y otrâ vez el
_qur los feroces ojos áe u" .;;;io] "it;o de los
Poco antes de la medianoche, dos hombr.,
fu.ro, ,
li "r. ,åtaban las noticias por el cielo elementalfiesta
Coridón fue derecho al grano: la es-
la casa de tablones d.e Jean-Claude para avisarle que ä.ä Papá
hermano se moría. Anacaona despËrtó a Zulé, q;;
su
i^a^' d. unas cuantas semanas' Después de la
;; ^it, "'l.y
d.i Santo, descansarían hasta el ama-
estaba por el quinto sueño, y ."-irrrron jurrias'ha.ia ..;;;t J,r.,,.t
el barracón, sólo para encontrar aquella .rp..i. ¿.f Viernes y entonces marcharían rumbo a losba-
ã. .îJå_ "...t de Los Chi-
,ä J. ft¡ata Palacio, de Guayabo Dulce' porque
ver asfixiante, rodeado por un .o- d. piåarr., ã,;;ä-
.ì-í;"*t Ño iban a visitar Hato Mayor' en,el
dos que le lanzaban ..rio, de agua fr.Ë¿, y i. õ;ri; Pero deseaba
denegaban siempre el paso'
ban ron. n*"irÀi.nto
'"ir"
irt¿ peregrinar-a junto a ellos y que la _recibieran
-Lo debe haber mordido una culebra _dijo Jean- cono-
.';;" nios mandaba en la Colonia Engracia' Qrepresen-
Claudr, llegando ala carrera-. Tú, Zulé, búsc;i;;í;;;
.i.tt tot bateyes del lado de San Pedro y que la
Ella obedeció convencida de que aquél quira .o'ãi
último favor que iba a hacerle , ,u prår.. f*¡..""-l* ¡houngán Papá Señor, un dominicano muy sabi-
linternas y lo alumbraron boca arribã tanto mejor "t^"
do que vivía en las riberas del Macorís'
boca abajo, pero no hallaron nada. cuando r.
que iqriero que tu hija vea mundo -concluyó mirando
...r.riãn -'-îoão a PaPá Luc.
fìjamente
la.luz.al rostro, Papá Luc soltó un hipido y Uurø ,
t, sábado tras
qu.,l"b. dicho. De ahí en adelante,
niña de sus ojos. para
sábado, Luc Revé viajaba con su hija a Yerba Buena
-Tienes que prometerte el mes que viene _le dijo_.
Pase lo.que pase tú vas allí y te me q,r. 1, niña aprendiera los cánticos y practicara los. bai-
þrometes. iär, v p"t" qrr. l. metieran bien en la
cabeza los deberes
. Zulé- sonrió y colocó su mano tibia sobre la frente ¡;i ;t';.tido, que eran muchos y rnuy delicados' El
calcinada: claro que se prometeúa, dijo.
-Yo creo_ que es lo mejor -alcanzó a decir el padre
..*it"*ito durrb" siete años y durante ese tiempo ella
antes de hundirse en el sopor de un saneamiento ;;.itità protección de parte del Gagá, a cambio de su
po, .o.r_ fidelidad a prueba de fuego.
tacto.
Al poco rato, la fiebre había disminuido y la familia Una de äquellas noches, faltando más de una semânâ
padre
entera salió del barracón con la ceÍteza d. qu. para la pro-iriórr, Zulê no viajó de vuelta con su
Lu. il;¿ à l, Coiorria Engiacia. Papá Luc pasó por la casa de ta-
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29
blones de su hermano para advertirle a Anacaona que --i^iê a su rnuier, para que
los picadores relamidos no se
no
esperara a la niña. :3:"..h;'d.i t*p"iamiento' mientras que su herma-
deþba -de mirarlos' se prometió. a. sí
-Se quedó allá, tiene que hacer retiro _le dijo, y su
cuñada lo miró con una nãta suspic az y dolorida.' '
ijiilu. ,l -"o
t.rminat la zafra escogería a una de las
äT,fr;lt; de Haití ptl-a f"."qtr su propio baja-
-Pues no debiste dejarla. Es muy pequeña. -ú
varonas que venran
-Ya lo sé -respondió él-. pero q,ué qüi...r, tú misma ;:;;;. idea, por sí sola, le iluminó la vida' v con el
la animaste a que se prometiera. ::ä ;ñtd" dË sus provectos vio a 1o leios las prime-
donde â esas horas se
-Una cosa es que se prometa
-se picó Anacaona_.- tú:o;ttbt de la colonia Azote,
;ä;;,
Y olra.qge la dejes tiradaìon .r, ,..u, a. .orrtor. yr, .,,loqrrttido y tumultuoso' el gran Gagá de
Se había olvidado de la procedencia de la niia,
de la Coridón
de Luc Revé, de la de su mârido. O acababa d. ,.ori*
se d¡ la.suya propia. A la dominicana Anacaona, en
T.lrq tiempo, no le habia_pasado por las -i."t.r'q*
ella había nacido en Las Galãras, fråte al mar,
casi todo, pero también y sobre todo, lejos de --l.i;rï;
H;[i
. . -Los congos no mordemos -dijo é1, ahogando una
risita sarcástica.
Ella trató de compongrlo y le salió peor. pero papá
Luc no estaba para resentirse por nimiedad tr' u.rdrå'._
ra y cambió el tema._preguntó en balde porJ.rr_CËJ;,
gug ya estaba dormido, y luego se despiåió áor urr, ,.¡l
de la. mano y se perdió en la ioch. **bo .t
¡"*.¿n-ã.
sus desastres.
El Miércoles Santo, víspera del Levantamiento de la
niña, Luc Revé volvió temprano de los cortes. Su
her_
mano lo esperaba con.el regalo de una tina llena
y.Tm *r{1,de ropa limpia, y Anacaona, excitada po;;i
d;**
viaje, accedió a prestarle su
¡auon de olór. nu, t'irúì¿,
iba a vestirse de_ lujo, con una blusa de volanter,
U ãi¿.
anaranjada que heredó de una de sus hermanas,
y el co_
llarito de eslabones que se ponía para las fiestas.
-Mejor que re vistas raþido _1. di;o a su cuñado_.
Ya mismo sale el camión.
Una-buena parte del batey Colonia Engracia
se volcó
en aquel transporte. Jean-claud e abrazo dirante
t"¿" .ì
30 31
está aquí'
-Honoré Babiole Ya
f.f. ht terminado de decirlo y ya la clueña Zulé' que
[.u, Ãu.ho tiempo acuclillada baio la Enramada' se vuel-
;;';;;;^*ente y lo mira a los ojos como si le exigiera
una palabra más.
mismo'
-Pidi¿ verte ahora
Ella hace una señal con la cabeza y ordena a sus
ma-
¡--
-A todos menos a Similá
-insiste su padre. La voz de Luc Revé suena también pausada, y sus
Ella busca, en el sahumerio triste de su mente, la ima_ oalabras salen ungidas por la cadencia lastimera del que
gen belicosa de aquel hombre que, sin embargo, conoció 's"b. qn. ya iamás volverá a decirlas'
que me echaron en la quebrada
plagado de humildad. Fue un mes de marzo An"..orr.
! -Creí-que el daño
la despertó a destiempo parâ avisarle que un bokor recién del Mayombe, en la quebrada había quedado. Eso creía
llegado de Haití estaba en el batey. Èntonces lo recibió vo, pero ya veo que matarán a mi única hija y la echa-
cohibida,
_porque el hombre venía de
paredón, un pueblo ,átn al río. Es ley que todas las mujeres de esta casta ter-
a orillas del Lago del Peligro, y recordó que Coriåón al_ minen en el agua'
guna vez le había advertido que los bokåres que prove_ Honoré Babiole, más sutil que el padre de Zulé, lo
nían de esâ zona tenían fama de ser los más irnplacables intenta Por última vez.
que te
y poderosos de toda la frontera. Similá Bolosse, Ëebiendo -Similá es un bicho malo -dice bajito-. Juró
en cada buche más ron del que le cabía en la boca, le matarâ de frente, pero te atacatâ por donde pueda. Ayer
relató aquella mañana parte de la verdad: había huido de se hundió en la sangre de cien cabritos degollados para
su pueblo el mismo día en que cayó el mandamás de port- que Lokó Siñaña le abra camino. Dime, dueña Zulé, iqué
au-Prince, cuando las turbas que mataron a pedradas al lès dirás después a los parientes de los muertos?
jefe de los tonton macoates juraron descoyuntario
a él tam- Ella extiende el brazo y toma de la mano de su padre
bién. Se ocultó en un platanal cercano y luego escapó el vasito de aluminio con lo que queda del ron. Luc Revé
ll
hacia el monte, donde sobrevivió diez días .oiridos ali- la mira con la mirada lavada del que contempla ya â un
mentándose de vianda cruda y rabo de alacrán. Cuando cadáver.
-Nos vamos a las cinco -repite Zulê-. Me voy
po1 fin logró cruzar a la Dominicana, ya eÍa un fantasma yo,
acribillado por las viruelas rransparentés del mal de la sa- se viene Jérémie.No sé quién más querrá venir conmigo'
I
bana. Más tarde se enteró de que su templo había sido El enigma queda flotando unos instantes sobre sus
I
arrasado, que sus altares habían pasado a mejor vida y cabezas. Pronto empezarâ â oscurecer y ella deberá enga-
que sus cuatro perros se habían muerto de la rnuerte más lanarse para el Levantamiento de la Silla, la cerernonia
dolorosa y cruel. Aun así, agradecía con mucho la vida que más la ha conmovido siempre. Pero antes de eso,
gu9 le quedaba entre pecho y espalda. Toro-Trois-Graines, tèndrá que darle de comer al Poste Central de la Enra-
la bestia brava de las tres meajas, lo había protegido en- mada. Jérémie Candé será el encargado de cortar el casa-
I tonces y lo protegería siempre, siempre, siempr.... be y desdentar las mâzorcâs, y Christianá Dubois, Reina
-A las cinco de la mañana nos vamos -diËe Zulé vol_ de iuerra, escogerá los trozos de coco y llenará las bol-
I
viendo en sí-. Nos vamos por donde mismo. sitas de maní. Cuando todo esté listo, Zulé se agachará
para cavar el hueco donde se enterrarán las ofrendas: lo
i
I
La voz suena serena y sin asfixia, tan bien timbrada
qu_e no parece provenir de esa garganta atribulada
que le ãbritá con sus manos, lo abonará con una ramita de al-
palpita como un pájaro. bahaca y lo colmará de provisiones. Finalmente dibuiará
-iPor donde mismo, dueña? Seguro que nos harán en el suelo, con la ceniza pura de los días, los signos
pedazos. laboriosos del Vevé. Todo para que los loases sepân; para
36 37
que los misterios no se agiten; parâ que el mundo
venga
a ver que su miedo no es más grandi que
su ,or^zon,.
^'
-Qriero que reces esta noche _le dice p"¿r..
"f
Hace muchos años que Luc Revé no ,.r"-.ï.iêrga.
Rezó una vez, cuando lã Societé era muy
pequeña y en
el batey no había ninguno que supiera d.'o;r.io;;;.
luego llegaron rezadoies .o-p.,åres,
Ír;
con el tono asen_
tado de murmuraruerguardor, y él rin p.nr"rlo-;;h"
les dejó_el lugar. Esta-noche,'rir^ie
ofta vezjunto a la
dueña. Elevará la voz en el momento
en que ella arro_
je agua bendita sobre el ropaje Poco después de la coronación de Zulé, comenzó la
de todos
bre coronas y banderrr; iotr. brrtorr., y
r;r;;;;;';; eran sequía. Más de un año había pasado desde la noche
macutos; y
sobre el cuero palpitante de unas ãelJuevis Santo en que la prometieron al Gagá de Cori-
oyen respirar.
t;È;r;, ö;:;:ì'r. dón y, en ese tiempo, ella se transformó en una mambo
ptecoz e instintiva, a la que le venían a consultar desde
-Ahora me voy a vestir.
Los dos homb^res se.ponen de pie y irrgrr.r tan remotos como la Isla Saona o el Cabo Cabrón.
Honoré Babiole Desde el momento mismo en que la levantaron en la
la mira solemne. Su padre, .r, .rrnilo
suelo, como si estuviera a punto a,
, fija lavista en el
Silla y la condujeron a la Enramada, Zulê cayó en un
para que la tierra se abra a ìus pies.
í^ü^, u;;"; trance que se prolongó hasta el Domingo de Resurrec-
zuré ro;; ;.*br-
de arriba abajo. ción. Ségún el deseo expreso de Papá Coridón, ella los
acompañó en el viaje que emprendieron en la madruga-
_ -Viejo friolento -le dice, haciendo aquel esfuerzo so_
brehumano que siempre l. ha .o-r-odo da delViernes Santo y que los llevó en primer lugar hasta
que tu mujer no te da de comer?
ü i;;;:. æ, el batey Colonia Engracia, donde los recibieron con un
Po¡r lo demás, la suerte ya está toque arrebatado de tambores que duró toda la tarde.
echada. Al salir de la
casa,.Papá.Luc y Honoré gabiole conversan Luego continuaron hacia el sur, para que Zulé conociera
con los miembros de la Societé, que
br.rr._.ri. los bateyes del lado de San Pedro Y, Por último, Cori-
se han .r,r¿o-.åì_
gregando fuera. Al padre de ZuIé, dón en personâ la condujo hasta las riberas del Macorís,
como primer Mavor-
le corresponde alebrestar.al grupá. con el propósito de presentarla ante el houngán Papá
¡¿i;;;;;,
desencantar a nadie, s. a.l"rja grrgrio,
poï; Señor, aquel dominicano universal que vaticinó a la niña
se empina sobre
yt :"Lon, y grita sus palabra, .ãrr"t" lroz todåpo¿.rom un grande y venturoso porvenir.
del infortunio: R.tottr.tott a Yerba Buena la noche del Domingo de
Resurrección, con las alcancías abarrotadas y tal cantidad
-Similá Bolosse buscará bronca y trae pistolas. Nos
vamos a las cinco en punto, y .l qu. de ofrendas que un mes más tarde todavía seguían co-
qui.i, ,.;i;, õ; miendo de la carne de guinea que les habían donado en
enseñe la huevera.
los ingenios. Aunque ya habían concluido los ensayos del
Gagâ, y la Societé volvía a sus días de paz, Zulé siguió
38
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visitando la Colonia Azote para aprender de Coridón la Claude, preparó compresas desesperadas
y lo roció c-on
ley de los amarres y resguardos (.,¿¡¡¿¡ras a un hombre i",ra benditã. Luego le dio a chupar un trapo que había
para amansar su alma, para poder herirlo, para poder ma- .it¡.Ui¿o previamente en la pócima de palo para mor-
tarlo; o lo resguardas para que nadie lo amanse, nadie lo åidæ d. culebra. Pero todo fue en vano. Anacaona,
a
hiera, nada lo mateo); la ley para fundamentar cazuelas ,u, u.itttittés años cumplidos, había quedado sola a cargo
(,,mira el caldero: todo está junto, nada revuelto, los hue- á. .ir.o hijos y una sobrina vidente que la sacó de la
sos de cristianos de este lado, la tripa de la bestia de ese ffasedia con una solución feliz:
otro, sólo con orden tu guiso hierve de poderes, óye- '-Cásate
con mi Padre.
lo bien, niña Zulê., tus más grandes poderes,); y la muy La viuda pausó un instante en su aflicción, le sonrió
dificil ley del cuidado de los muertos (ulava el cadávei, aZulê con una vaga sombra de tristezay reconoció men-
córtale las muchas tripas que aún lo atan a este mundo, y talmente que aquéll a era quizâ la única idea sensata de
.
azotalo, azítalo duro para que aúlle como un recién na- todas cuantas la habían rondado por aquellos días. Luc
cido, un muerto es un recién nacido, Zulé, nunca lo ol- Revé era bastante mayor que el hermano muerto Y, por lo
videsn). Pero ni sus artes de principiante, ni la llorosa di- tanto, bastante mayor que ella misma, pero tenía buena
ligencia de su padre, ni la intervención tardía del propio disposición para el trabajo y a esas alturas de su miseria,
Coridón, pudieron impedir que el tío Jean-Claude mu- viuãa de un picador haitiano y con cinco niños retintos
rl
riera de una rnuerte negra por aquellos días. como el padre, no podía siquiera pensar en la posibili-
l Ya otras veces le habían picado las avispas del caña- tlad de retornar a su pueblo natal de Las Galeras. Podía,
veral y habían tenido que traerlo de vuelta al bajareque, eso sí, escoger entre los haitianos más jóvenes del barra-
hinchado y con la lengua enrevesada por el zumbido ve- cón. Cualquiera hubiera estado más que honrado de
nenoso de su propia sangre. Anacaona lo esperaba con el amancebarse con una mulata de buenas carnes y câsâ pro-
remedio listo y a las pocas horas el hombri iba recupe- pia. Pero ncl había por qué correrse riesgos _y âguan-
rando el don de la palabra con un hipido acuoso de boira- i"t qu. el hombre le saliera bebedor, o dado al juego o,
cho y con los ojós desorbitados ãe haber mirado el lo que era todavía peor y más común entre los picadores
falo humeante de la muerte. A diferencia de los demás solos, que le saliera potroso y con la mala meaja. Así que
cañeros, a los que las avispas no causaban más que algu- una noche de lunes, en la que Papá Luc disimuló una
nas malas ronchas, a Jean-Claude le requedaba luego un larga visita a su hiia, Anacaona lo oyó preguntar si se
chancro supurante como de viruela y tañ profundo iomo podía dormir allí. Ella le respondió que sí, pero en honor
de herida de bala. Esa última vez, sin .*trrgo, la avispa ã la verdad nadie durmió en la casa aquella noche, salvo
le picó en la vena a ras del cuello, y sólo tuvã el tiemio los dos huérfanos más pequeños. El padre de Zulé.lleva-
justo para llegar trastabillando hasta su casa, desplomaise ba más de un año sin mujer y la propia viuda estaba
delan-te de sus hijos y morir en medio de unoi ronqui- demasiado acostumbrada a la frecuencia desbordada de
dos fétidos que, varios meses después del entierro, Ana- Jean-Claude. Se desnudaron sin pudores y se lanzaton
caona aún escuchaba entre sueños. desquiciados sobre el mismo camastro de matrimonio que
Zulé, que estaba en la casa cuando trajeron a Jean- dejó libre el difunto y que no alcanzó a durarles siquiera
40 4t
para el primer asalto. Sólo cuando se produjo el derrum-
A la hora del almuerzo, Zulé. preparó como siempre
be y escucharon las risas de ZuIé. y de los niños mayo-
con los dos trozos de yuca y el plátano hervido,
res, Anacaona se acordó de que no estaban solos. Con "l olato
mucha calma se apartó de su concubino y prendió un 1.i., Rnt.aona la detuvo en la puerta: ahora le corres-
quinqué, y con el mismo tono reposado se puso a regâ- I""¿i, a ella llevarlo. Agregó a las viandas un pedazo de
ñar a las criaturas. Zulé, mientras tanto, se quedó obser- í^t^A, y echó a caminar por el sendero polvoriento, sin
vando la desnudez insólita de su tía y el temblor demo- ãi¡ot "i respiro, bajo la candela agónica del sol' A su
rado que todavía traía en los pechos. irdo .t*itta6an otras mujeres y algunos de los niños que
también llevaban el condumio de sus padres, pero cuan-
_ -Yo quiero verlos -le dijo, pasando apenas sus pala- Jo pot fin llegaron al cañaveral, los ojos de todos los
bras por el cedazo fértil de un mandato.
Anacaona sonrió y volvió al lecho devastado donde oi.rdot.t se posaron sólo en ella, en su rostro satisfecho
Luc Revé la recibió con la pasión intacta. Se quisieron i .n It sumisión perfecta con que hizo entrega de su
plato.
varias veces entre las ruinas movedizas del camait ro y ya ' Papár Luc soportó un nuevo aluvión de bromas. Tragó
de madrugada, cuando el capataz comenzó a d", aiaii-
dos para que los hombres salieran de los barracones, ella toda lã yuca en dos grandes bocados y se demoró masti-
se levantó a preparar cafe. Estaba aún desnuda y Zulé cando el plátano, y antes de probar el casabe miró a su
permaneció a su lado, mirándole el vientre sudoroso y la mujer .ott lot ojos planos de la gratitud: ese alimento
llovizna lenta que le bajaba por los muslos. adicional, más que un regalo de recién casado, era unâ
recompensa mínima por los aciertos de la noche ânte-
-Ahora me dejarán vivir con Coridón. rior; ùñal indiscutible de que, en la dura brega de la
Anacaona no volvió la cabeza ni pronunció palabra,
pero quedó un instante inmóvil y luego regresó ã lo, .r- carne, é1 ya le había ganado. Anacaona se sentó a su lado,
combros de su cama, llevando el jarrito humeante con el sobre la marea picante del caguazo' y se quedó mirando
agua de borras. El escándalo de la campana, que el capa- el horizonte arrasado
de pronto
taz seguía batiendo fuera, no alarmó demasiàdo a papá -Estos cabrones quemarán la caña -dijo
Luc, que hizo un último intento por apoderarse del vien- Luc Revé, refiriéndose a la gente del ingenio.
tre esquivo de su nueva mujer. Ella sabía lo que significaba la caña quemada: más
trabajo y menos paga, porque la tongada perdía peso. Lo
-Es tarde -le dijo ella alcanzándole la camisa de traba- había sufrido y", en la carne casi propia de su difunto
jo, el pantalón raído y un pañuelo rojo que trató de anu-
esposo, que llegaba a casa con las ropâs tostadas y la res
darle en la cabeza mientras el hombre le lãmía los pechos.
Luc Revé salió de la casa y se unió al grupo de piiación de piedra. Y muchos días después de- concluida
picadores que pasaba en ese instante rumbo a lôs ãortes. ia molienda, cuando comenzaba la pesadilla del Tiempo
Anacaona y Zulé. se quedaron mirándolo por una hendija Muerto, todavía Jean-Claude sudaba la tinta perniciosa
y escucharon las bromas que le lanzaban a propósito de de la ceniza que se le quedaba incrustada en la piel.
su mudanza.Papá Luc guardó silencio, con la ãontentu- -A Jean-Claude la quema 1o mataba -recordó bajito.
Preocupado como estaba por conquistar a su mujer,
ra soberbia de las victorias por causa de mujer.
Papá Luc no había vuelto a pensar en el hermano muer-
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to. La niñez de ambos la recordabâ poco, pero entre lo a buscarla -dijo simplemente Coridón.
-Vine
poco que recordaba estaban los emplastos y las noches Luc Revé estaba demacrado. Las batallâs nocturnas y
de ahoguillo, los llantos insufribles d. aqu.d, criatura en el vajín de la caña lo habían sumido al fin en un âgota-
la que se ensañaban todos los andancioi. ri.nio de bestia moribunda. Anacaona le sacó el ma-
-A Jean-Claude lo mataban muchas cosas -dijo él-. .h.t. d. las manos, le quitó el sombrero y le desanudó
Lo mataba el viento de agua, lo mataban las plumas de el paRuelo rojo que llevaba atado alrededor de la cabeza'
pollo, lo mataban los besos de las mujeres. Estornudaba -La coronaremos cuando termine la zafra -agregó
siempre después de haber pisado... iContigo no? Coridón-. Vamos a hacer alianza con el Gagá de Prévilé.
Anacaona le echó una fugacísima mirada de rencor y A Papá Luc le pareció que la ascensión vertiginosa
en ese instante el capataz comenzó a dar palmadas y ã de su hija no se había visto en Societé alguna. Buscó los
tocar el silbato para que los hombres volvieran al traba- ojos resabiosos de Zulé, que en ese instante le besaba
jo. A manera de despedida, Papá Luc le pellizcó una nalga los labios a la esposa de Coridón.
y ella recogió el plato vacío sin mirarlo ni quejarse. Antãs -Tú qué dices, niña.
de partir por donde había venido, se echó las manos a Ella se separó lentamente de la mujer de su padrino y
la cabeza, como si acabara de acordarse. se enfrentó a su padre con una mirada de vidrio:
-Tu hija Zulé dice que se irá a vivir con Coridón. -Digo que sí, que quiero ser reina.
Luc Revé torció el semblante y dio un paso atrás. Anacaona comenzó a preparar el hatillo con la trapa-
-Coridón tiene esposa -le contestó. jeúa de Zulê. y Papá Luc la miró buscando el apoyo que
Anacaona se quedó indecisa y su marido recogió el no encontraba ni en sus propios huesos.
machete para volver al corte. -Déjala que se vaya -le aconseió ella-. Déjala estar.
-Es la mujer de Coridón quien ha venido a buscarla. Partieron los tres, Coridón y la mujer rolliza, y la fu-
Hacia las tres de la tarde, el cañaveral en pleno caía tura reina que llevaba entre las manos el bulto incierto
en un trance de espejismo; se convertía en un horno gi_ de su poca ropa. Luc Revé pensó que todo estaría bien
gantesco por el_que erraban las pelusas del bagazo y ias si Anacaona la había dejado ir, sobre todo conociendo lo
pavesas tardías de la guajana; se transformaba en un iugæ visionaria y suspicaz que era esa mujer suya. Aquella no-
sin nombre que recordaba a todos el infierno che, no le dio el alma para más batallas. Acarició los pe-
-Todavía no cumplió los trece -insistió Luc Revé-. chos imbatibles, se demoró lamiéndole la espalda, y se
No quisiera rajar a Coridón. durmió como un bendito bajo la sombra simple de esa
Esa noche, cuando volvió a la casa, Zulé aun estaba matronâ redomada que permaneció todavía un rato con
allí. Y estaban también el dueño Coridón y su mujer, los ojos bien abiertos. Ella también estaba exhausta y,
una mulata llamada María Caracoles, mitad dominicáná cuando resonaron los campanazos fieros de la madruga-
y mitad haitiana, desdentada y rolliza, afable y sonreída da, despertó con el mismo desánimo con que se había
como una niña boba. De vez en cuando, le acariciaba el dormido. Le pareció improbable que alguna vez hubiera
cabello grifo a la hija única de papá Luc y le besaba las estado viuda, porque a la larya todo iba cayendo en el
mejillas. lugar común de sus desdichas: el café aguado del amane-
44 45
cer, el rebuzno entrecortado que venía del lecho, la si- Societé rumbo a Mandinga. Papá Luc dijo
que lo pensa-
lueta del picador que se alejaba rumbo al campo y luego, ,í^v An^r ona fue a buscar la falda anaranjada y la blusa
a mediodía, el sendero de tantos años martiÅzado poiel blanca de volantes que tenía guardadas desde el Levanta-
sol, el plato tibio con el condumio del almuerzo y el pi- miento de Zulé'
cor del bagazo pegado siempre de la piel, siempre ãn
-Iremos -dijo.
los ojos, siempre crujiendo bajo los mismos p.roi. Varios días más tarde se acabó la zafra. Aulló esa
Varios meses más tarde los vino a visitar Zúé. Llego noche la sirena del ingenio avisando que empezaba el
acompañada cle María Caracoles, trayendo un par de ga- Tiempo Muerto. y una vez más la gente simuló no haber
llinas que les mandaba de regalo Coridón y qu; Anacao- oído el topetazo destructor con que pararon la molienda
na cocinó ese mismo día para el almuerzo. Fue María ni el zumbido mareante del silencio que les duraría hasta
Caracoles, y no la hija de Papá Luc, quien contó de los ya bien entrado el mes de octubre. El batey se adormila-
progresos de la muchacha: su nombre se iba haciendo ta entonces en el enzorramiento de sus peores calores y
grande por aquellos rumbos y ya era corriente que la vi- los hombres se desbandaban buscando oficio. El año an-
nieran a consultar desde Hato Mayor y hasta de El Seibo. terior, Papá Luc había estado chapeando jardines por la
Apenas una semân a atras, todos habían quedado boqui- zona de La Romana, pero esta vez Anacaona le sugirió
abiertos cuando un dominicano de San Rafael del yuma, que cambiara el rumbo y aprovechara el viaje a Mandin-
acomodado y limpio, llegó pidiendo por favor que la ga para quedarse cerca de la capital.
haitianita del Engracia le amarra.a s.r mujer del alma. La víspera de la coronación yâ no durmieron. Luc
"
_ Cuando Papá Luc regresó aquella noche hizo gran- Revé pasó toda la noche ayudando a su mujer a preparar
des aspavientos de encontrar a la niña tan crecida y le tamales para ofrecer en la fiesta y, mucho antes de que
pidió a su mujer un vaso de ron para bajar el contento. amaneciera, echaron a caminar hacia la carretera para bus-
María Caracoles le contó, palabra por palabra, 1o mismo car quien los llevara hasta el batey Colonia Azote. Arri-
que ya le había contado a Anacaona. Pero, además, le baron cuando el sol estaba ya bastante alto y había un
dio un recado escueto y muy confidencial de parte de trasiego de mujeres que cargaban al hombro sus cazve-
Coridón, unas palabras que le susurró al oído y que no las y gritaban órdenes que nadie atinaba a obedecer. María
quiso que nadie más oyera. Zulé los contemplabr i todos Caracoles salió a recibirlos y los invitó a que se âcomo-
como desde otro mundo y se ruborizó para informarles daran en su casa hasta que llegara la hora de partir. Allí
que la coronarían en treinta días con un fìestón de toque estaba también Zrl1é, mirando hipnotizada la paraferna-
arrebatado en los alrededores de Mandinga. lia agreste de su coronación. Papá Luc se le acercó en
-iEso es en Santo Domingo! -exclamó Anacaona, silencio y la besó en la frente, y Anacaonâ se le plantó
asombrada de que llegaran tan lejos. delante y le acarició modestamente ambas mejillas.
La mujer de Coridón asintió: allá era donde estaba el -Se te nota -le susurró.
Gagá de Prévilé, el houngán que apadri naría la corona- Zulé no se tomó el trabajo de fingir, pero Anacaona
ción de Zulé. Si ellos lo deseaban, podrían subir el mismo se lo aclaró de todos modos.
día a Yerba Buena y desde allí viajar con el resto de la -Se te nota que ahora sí probaste la candela.
46 47
Luc Revé, que estaba bajando el primer vaso de ron tero terminó de achicharrarse.
Hubo una plaga de man-
de la jornada, se resignó a escuchar las carcajadas. Pero sedientas que arrasó los bateyes y destrozj pot
no preguntó nada a nadie, ni siquiera a Coridón, que
"î"rr tiernos. Se prepararon resguardos, se
;;; los cañutos y se celebraro-n. cientos de toques de
entró en ese momento acompañado de un muchacho ínuo.rron misterios
flaco y achinado, resbaloso y eléctrico como una anguila. ,rfnuor", para aplacar al Barón del cementerio. Murió
y murió sobre todo de rabia' Aquello
-Este es mi hijo -anunció al tiempo que le palmea- ir^t.r" dà asfixia
que.en
ba violentamente la espalda. duió como seis meses y, como todas las tragedias
Anacaona calculó enseguida que aquel hijo tendría han sido, no fue sino hasta pasado mucho
JiÁu"¿o
más o menos la misma edad que Zulé, y fue María Ca- ii.n'po que los sobrevivientes pudieron darle nombre: lo
racoles quien le informó que la madre del muchacho era ii"rä.oo el Año de las Muertes y a su sombra desgarra-
una camarera china que trabajaba en barcos y que Cori- är, n"*."ttte todavía, tratâron luego de seguir viviendo'
dón retuvo alguna vez en tierra gracias a los influjos de
un amarre de sangre. El niño había nacido en Puerto
Plata, con la cabeza apolismada porque la camarera china
se amarraba el vientre para ocultarlo a la tripulación' Poco
después de dar a luz, ella volvió a embarcarse con trave-
sía para un año, dejando en tierra a la criatura, y fue en-
tonces cuando Coridón, a solas con su carga, decidió
abandonar la vida errante de los muelles y buscar traba-
jo como picador de caña. Así llegó al batey Colonia
Azote, con aquel camaleón de pocos meses al que puso
por nombre Jérémie Candé. El niño fue creciendo con
los ojos angostos y el pelo lacio de los orientales, pero
para su desgracia heredó las piernas torcidas y la nariz
macabra de su padre.
-No le gusta que nadie 1o mande -concluyó María
Caracoles-. Ahora sólo obedece aZulê.
Para llegar a Mandinga tuvieron que viajar durante
varias horas en aquel camión al descubierto que los bajó
primero hasta San Pedro y luego siguió la ruta ardiente
de la costa. Desde la tierra se elevaba ya el sopor mor-
tal de la sequía, y Papâ Luc, atormentado por la resolana,
se cubrió el rostro y suspiró previendo la hecatombe:
-Hará caliente.
Los días que siguieron a la coronación el campo en-
48 49
Van saliendo del barracón uno por uno' envueltos en
las sábanas blancas, voraces y temibles
como dioses pro-
uo.rdot. Son los mayores del Gagá de la Colonia Engra-
cia: el paso vacilante por el pavor fingido de la resurrec-
.i
.i¿", gesto alucinado por la emoción de despertar al
duermevãla oculto de otra vida. Zulé Revé, toda vesti-
da de negro en honor de Guedé Nibó, busca atenta los
ojos de su padre, que marcha al frente encabezando el des-
ír1", y él enseguida le contesta con una sola mirada lú-
cida y viril, en la que le concede todo el triunfo. Jérémie
Canáé sonríe a pesar de todo. Luego acerca sus labios a
la orcja tibia de Zulê y se lo susurra dulcemente:
-Ya ves, Mamá, no va a faltarte nadie.
El batey está en penumbras, pero en el patio sigue
ardiendo, dueña y señora de la madrugada, la candela sa-
grada que enardece a todos los misterios.
-H"y uno que me va a faltar -responde ella-. Papá
Luc. No quiero que venga con nosotros.
Jérémiè Candé se ha rapado la cabeza la noche
ante-
rior y tiene muchas cortaduras en la piel del cráneo y
unos coágulos resecos que se le aferran a las sienes.
-iCómo se te ocurre que tu padre no va a venir,
cómo lo vamos a deiar?
Los mayores siguen avanzanáo, solemnes dentro de
sus mortajas. Las reinas y los músicos también deambu-
lan por el pastizal y sólo esperan una señal para abrirse
51
pâso hasta el bajareque donde están guardados la ropa y la ronquera antigua' Es Honoré
nueva y los bastones, las cazuelas de comer y 1", mri.- Reconoce el tono
que se le acerca una vez más' no para conven-
cas bendecidas. Babiole, para ense-
7.¿^ a, que se desvíe de 1a ruta original, sino
. .-Tú ocúpate de que se quede -repite ella-. papá está I"iU .¿*o deberá pelear cuando se encuentre frente a
vlero.
i;;;1" con ese ¡abalí rabioso que es Similá Bolosse'
-Te digo que no va a querer... tCuándo se ha visto "---Currrdo se tiene la muerte tan cerca como la tienes
que un Primer Mayor se quede en el batey?
r,i. no es bueno recordar a los difuntos que se han que-
_ lS. verá hoy -escupe al fin Zulé con el tono sagra_ ,lio rnu.ho. Tú sabes que los muertos jalan duro'
do de sus furias venideras. "- Ell, lo sabe y lo ha temido siempre' Sobre todo de
. H"y una pausa para que todos vayân a vestirse y, niña, cuando se bañaba ala orilla de
la quebradâ.y sen-
mientras tanto, ella da media vuelta y se encamina hä- los de su familia vinieran a
cia. la candela sagrada para cerciorarse d. qo. no * ,í'^ ;o^o si todos ahogados
desde el fondo'
extinguirá en su ausencia. Allí, atrapada dentro de las lla- -
chuparla
ni a Coridón ni a
mas azules, está la verga al rojo vivo por la que Ogún -No los convoques, dueña Zulé,
ningún otro'.. Tú escucha bien lo que te digo'
Ferraille, viejo Barón del Hierro, habla y castigã.
Þor fìn ella abandona la contemplación del íuego y
-No va a querer quedarse -repite Jérémiã Candé y vuelve la cabeza para mirar a su más viejo confidente' El
se aleja antes de que la dueña lo fustigue.
hombre se ha vestido con las ropas ceremoniales de
El camión que los llevará esta vez i h".., el recorrido
mayor y ella sabe lo que eso significa: Honoré Babiole
s€ parece mucho al que los llevó a Mandinga el día
viaiarár esta vez con ellos y ese viaje marcará el final
de su coronación. Han pasado los años, tantos que Zulé
de su misión como averiguador en la Colonia Tumba'
no se atreve a contarlos, pero ella todavía recuerda la farda
Pero lo que es más grave: ese viaie marcará probablemen-
anaranjada con la que Anacaona se tiró toda la fiesta;
te el fìnal de su vida.
recuerda los ojos desorbitados del dueño prévilé, qr. .rá
el houngán más soberbio de la capital, cuando l. d.r- -Yo no mandé que te cosieran esa ropa.
gano la blusa para azotarle el peclio; y recuerda, sobre -Lo sé -dice Honoré-. Este es el traje de tu padre.
No es que le falte dignidad. Por el contrario, se ha
todo, el arrebato atroz de Coridón, que se revolcó de fe- jugado limpiamente el pelleio llevando las noticias de un
licidad sus pies, pidiéndole a papi Legbá que lo que-
.a i"ão p"t" ótto y delatando los planes de aquel advenedi-
mara vivo, que lo abrasara entero, q,r. l. måndara una
zo que intenta controlar las sociedades de toda la región.
agonía distinta de clavo pasado.
Ha iido Honoré Babiole quien ha contado aquí que Si-
-Coridón... milá recibe sus buenos dineros desde Haití, donde los
Lo dice bajito, mirando fijamente hacia las llamas, antiguos jefes macoates le han ordenado que se infiltre
como si intentara sepultarlo nuevamente bajo las ceni- en lôs bateyes, que asegure una ruta confiable y durade-
zas de su memoria. Entonces la sobresalta aquella voz ra para viajar por la República hacia el norte y que man-
que le responde a sus espaldas:
tenga abierta una cabeza de playa en Boca Chica. Ha sido
:Coridón ya se murió.
Honoré, por último, quien descubrió que Similá y su hijo
52 53
Tanân recogen cargamentos por mar en Guayacanes;
unos bultos envueltos en nilones negros que
suelen es_
-En la bronca, Zulê,. Tú no te metas.
conder en la Colonia Tumba y que d.ipue, Amanece nublado y poco hay que saber de la ley del
ì1.*;;
to Plata, donde siempre lo, .rpå., una goleta ir";.- cielo para predecir que a más tardar a mediodía se des-
no quiero que mi padre venga _di.. Zulé_, olomarâ comPleta la borrasca.
-Si me_ ' con Papá Luc -le ordena ella por última
nos voy a querer que venga_s tú, que
eres más viejo.
-Qlrédate
Honoré sonríe y le señala con^el d.do vez.
bukán:
l, .roã.1, d.f -Papá Luc
tampoco se quedará -responde Honoré-.
de Ogún Ferraille. Mírala qué tiesa, Me dio su ropa porque él va de paisano. Va de lamé,
,"-:Y::1 11 l,.lg.
ese sr que es vreJo.
y quiere llevar el látigo y limpiar tu rumbo, eso fue 1o que
Zulé suelta allí mismo la primera carcajada me dijo'
que se le En época de la Cuaresma y hasta el final de la Semana
ha oído en mucho tiempo.
Santa, los aguaceros que caen por los alrededores de la
-Te saliste con la tuya, mujer. Nadie se te rajó. Colonia Engracia huelen perdidamente a mar. A veces les
Los músicos han comenzado a tocar junto
y Honoré Babiole ensaya unos cuanto, bnirr.o,al camión han venido peces con la lluvia, una especie de sardinas
dose peligrosamente ,oú.. t".""J.i".
;";r*;; que se quedan coleteando un rato sobre el fango y al día
l Ella no;";å;;lrl_ siguiente son ya carroña fácil, inundando con su muermo
dar que fue este hombre quien [;."ó
l
1", espantoso todos los rincones del batey. Los braceros más
aquel Sábado de Gloria en que el houngái ",;;ð;ri"d;;
d. A;";. ;;
no volvió del éxtasis de un tìance. Fue i{onoré viejos todavía se acuerdan de aquel día en que un tornado
l
54
55
L
I
Es la voz de la dueña, que ahora parece provenir
de las profundidades de un maldito pozo. Nada ya puede
detenerlos, nada los amarrâ ni los asusta, y los ejecutan-
tes, arrebatados por la señal de su patrona, reanudan el
compás casi perverso de aquella melodía:
56 57
oor detrás las manos y ponerla
Ella se volvió a nrarchar con Coridón y yâ no estaba allí urgentemente en cura-
cuando llegaron los enviados del ingenio para prenderle lä. gfft gritó y escupió improperios contra Coridón
fuego al cañaveral. Soplaron la candela desde los cuatro el tormento. Sólo mantuvo su
puntos más distantes y el campo entero ardió en una sola
äi.n,r^ le espolvoreaban que le- sostenía la cabeza y le
Ïäiîtrt afable con Zulé,
'a^t^
llamarada deslenguada y vil, que vomitó en el acto hacia chupar de vez en cuando un mísero cañuto re-
el batey una jauría de perros sarnosos, decenas de gatos ^
ofrr¿å d.l d.r.srre. A los pocos días comenzó 1a
li¿ï
chamuscados y la mentada plaga de mangostas. Cuando
ãiUr., la de María Caracoles y la de tantos otros que
se escucharon los primeros aullidos y pasaron corrien- i^At^" sido mordidos. Con muy pocas horas de diferen-
do los primeros bichos, alguien dio la orden para que se 'rilip^trrinon los demás síntomas: extraviaron las mira-
cerrâran a cal y canto los bajareques y las casitas de tablo- árr, ft.*tron en seco como reses de pârto-y- finalmente
en el
nes. Los barracones fueron trancados desde dentro por iüentaron agredir a quienes los cuidaban. Faltaron
los mismos hombres que âguantaron durante dos días la batey sogas y cuerdat p.t" som€ter a-.los endemoniados
visión del humo y la miseria del encierro. Al cabo de u d"rt"t. tres días con sus noches sólo se oyeron âque-
ese tiempo abrieron: los perros y los gatos habían desa- ílos alaridos insufribles que clamaban a ratos por su pro-
parecido, pero las rnangostâs se quedaron, ocultas en cual- oia muerte. Como no caía gota de agua y el calor era
quier rincón, rechinando dientes y atacando de día y de ã.r.rp.rtdo, sâcaron a los enfermos a la intemperie y los
noche por el simple gusto de morder. ,Àr.i"tott a las hamacas debajo de los árboles' Por las
Ztié regresó a toda prisa del batey Colonia Azote, noches, prendían fogatas para aleiar a las pocas malg-o:-
acompañada por Coridón y por María Caracoles, y por tas que àún tond.bãn por el batey. La mayoría había
la sombra chinesca de aquel negro adulterado y silencio- .r.ap.do rumbo a la bagacera del ingenio, o se había muer-
so que no se le apartaba ni un instante: Jérémie Candé. to àvenenada por el matarratas mezclado con harina
Se organizaron toques dulces dirigidos a los misterios más que repartieron ya muy tarde los de Sanidad'
serenos, a ver si por casualidad podían interceder entre
' Caii al final de su agonía, María Caracoles inten-
los desquiciados. Se prepararon hechizos y resguardos, se tó morder la mano de Zulê y fue entonces cuando Jérémie
aplicó el remedio insoportable de los polvos verdes so- Candé tomó una decisión desesperada que en pocas horas
bre las tarascadas indoloras que iban dejando aquellos sería imitada por decenas de hombres de la Colonia En-
animales. Entonces comenzó la gran huida, familias ente- gracia. Entró al bajareque de Papá Luc, buscó el ma-
ras que escâparon con rumbo a otros bateyes y que prefe- ãh.t. qo. colgaba de la puerta y, sin que ydi-e tuviera
rían morir de inanición por el camino a seguir durrniendo tiempo de barruntar sus intenciones, volvió donde su ma-
en el batey Colonia Engracia, bajo la amenaza perenne drasira y le cortó todo 1o que llamaban cuello con un
de aquellos rechinidos ponzoñosos. tajazo limpio y bondadoso. Hubo gritos y llantos y dos
María Caracoles se acercó una târde a su marido y le hombres ðorrieron a quitarle el machete de las mânos'
mostró la pierna: la media luna de la herida, tres puntos Só1o su padre, el dueño Coridón, se dio cuenta de inme-
negros por arriba, y una estocada blanquecina abajo, ape- diato de que la acción del hijo eru la más prudente, com-
nas se notaba. Pero igual tuvieron quã amarr"rla, atarle pasiva y dìgna que se podía asumir en tales circunstancias'
58 s9
-Ya se ve que es medio chino -le dijo muy resigna- Anacaona despertó de madrugada' avisada
ÍfJeyafamilia,.
do a Zulé y ordenó el entierro de su esposa. rurdos que 1e recórdaron el trasiego febril de
^nr 'flos que-hubieran vuelto, se levan-
Poco a poco, con más o menos disimulo, el resto de #';;õ"ttas. Temiendoqué
los enfermos fue recibiendo la piadosa caricia del acero. con alumbrarse y salió de la casa
lää ruito, buscó
aPapa Luc' Allí' junto
En el batey no había autoridad ni ánimos para evitar liir..t"tuido para no despertar
de los encon-
aquella carnicería: los postrados morirían de cualquier ,i^."rttt vacío que ahora servía basurero, Candé;
forma y era mejor ahorrarles los espasmos finales, el arre- ï^- inmóviles: turnbado boca arriba, Jérémie
bato de las alucinaciones y el horror de verse converti- "^ erguida, sentada sobre el otro cual reina en su
,'uiárort,
1a sin-
dos en demonios en el último instante de lucidez que u.i¿"¿.ro trono estaba Zulé. Ninguno de los dos
;ió [.;.t y fue ella misma quien se decidió a cortar
les sobrevenía antes de sucumbir. la
Después que todos fueron muertos y enterrados, los noche con su voz de Paiarc'
sobrevivientes se miraron unos a otros y se vieron por
-Se te nota. huyó
primera vez como 1o que realmente eran: espectros inco- Zulé. se levantó de un brinco y Jérémie Candé
loros y huesudos, cundidos de piojos, embobecidos por despavorido. Anacaona sostenía entre las manos
un quin-
a ambas, pero
la tragedia. Coridón invitó a la familia de Zulé para que ouË p.qrr.ño que apenas las alumbraba
Ëæ,¿ .o lucecita penitente para que se percâtâra de
se mudaran con ellos a la Colonia Azote, pero ni Papá que
Luc ni Anacaona, ni los huérfanos crecidos del difunto t, tr"-Ut""a de lås días no había hecho estragos en el
Jean-Claude, quisieron acompañarlos. Aguantarían allí lo .u.rpo alucinante de la que $¡ iba a mandar'
te va a
que tuvieran que aguantar hasta que la sequía se aliviara
-S. t. nota que estás podri da, Zulâ Coridón
y el cañaveral volviera en sus cabales. Papá Luc y los mu- matar.
chachos mayores se irían a chapear a La Romanâ o a re- La otra no contestó. Se limitó a secarse la frente con
coger la piña en los alrededores de Bonao, y así levanta- el dorso de la mano y buscó a tientas, entre el pastizal del
rían unos centavos para mandarle a Anacaona. Ella y el suelo, la batola desteñida que solía ponerse para d_ormir.
hijo más pequeño vivirían mientras tanto de la poca yuca -h.evolcándote con su þropio
hijo"' iQré le dirás si
que les quedaba enterrada, de unos puñados de harina quedas preñada?
atizonada y fl.oja, y sobre todo del aire.
^ Le hablaba entre susurros y así era imposible trans-
Coridón aprovechó la ocasión pâra anunciar su ma- mitir el coraje. Zulé se tocó el vientre y se adelantó hasta
trimonio inminente con Zulé. Pero nadie se sorprendió quedar casi abrazada a su madrastra:
ni le pidió cuentas. Al fin y al cabo, como matrimonio -Ya estoy Preñada.
habían vivido mucho tiempo, felices y agradecidos de la Teniéndoia tan cerca, Anacaona podía olfatear los olo-
tolerancia inexplicable de María Caracoles. Allí en la Co- res agrios del hombre que se acababa de escabullir entre
lonia Engracia no había nada más que salvar, no queda- las sðmbras espantables del batey. Se pregun-tó si-acaso
ba ni un misterio que no se hubiera invocado ni toque Coridón no lás olería también, una vez Zulé volviera,
de tamboras que no se agotara durante las noches borras- melosa y satisfecha, del pozo sin fondo de sus escapadas'
cosas de la plaga. La víspera de la partida de Zulé y su
-åY si te sale chino, como la abuela?
60 6l
-Todavía no sé cómo me va a salir -respondió Zulé. Áçrtbãresignarse y que se demacró rondándola
como alma
Anacaona apagó el quinqué y resopló a ciegas:
liî""r, pãro la noche en que é1 la amenazo con contár-
que no se parezca a ninguno de losios. una fiera'
-Ojalá
Fl primer nieto de papá Luc nãció un Miércoles de
::tJ;;¡;'a Coridón, ella se le abalanzó como en.la
Ceniza, cuando ya.el el Gagá de su padre ,. orgrrrìl
i"'ã.r.rrg¿ una bofetada bárbara y le restregó cara
*'
;"qrì*r fiar. qu. lo soltó humillado y loco para siempre'
zaban los festejos de la semana santa.^ n"r.ro". ii.¡ã se nota que eres un chino'
el batey Colonia Engracia para conoc., al niRo yi. -Bi.n
{esd.e pe^i, Candé no volvió a suplicar las migajas de un
llevó regalo un.ropón ã. yri. que le trabaj| r" cambiabala
caräo que slempre vio tan alto -zulé iamás
pio abuelo, con tabaco y aguarrás, parâ espaniar el irå_
-de
mal ni la persiguió de noche, ni la acosó cuando
de ojo. "äriut":,
i^i^tt^Ai, ,olrr. La única costumbre que mantwo fue la
-Se me dio el gusto -le dijo a Zulé cuando vio a la Je espiarlos, a ella y a Coridón, el las poquísimas.no-
criatura-. No se parece ni a su madre.
JÀ., ä" que el houngán de Azote hacía valer su volun-
El niño recibió el nombre de Florvil Coridón, pero
no alcanzo a llevarlo mucho tiempo. varios días dérpué,
irJ y tttåba enloquãcido sobre aquel cuerpo que se le
n"gi;^ tântas ,r...i. Zulé sabía queJérémie los observa-
del parto se dieron cuenta de qúe apenas llor"b" y J.
br"" tr"ué, de alguna hendiia y lo dejaba desfogarse así'
que viraba los ojos en blanco .rã" lr., que su madr. in_
ãfr..iérrdole el pãisaje insoportable de su rostro compla-
tentaba amamantarlo. Zulé no salió con el Gagá aquel
.ido, ,ttt espectáìulo de oprobio en el que Coridón, vieia
año. Para entonces. gl hijo estaba yâ en las última"s y
JZré_ ..rI.úra p.r.ror", quedaba inmóvil durante horas enteras'
mie candé la ayudó a cuidarlo por dos noches de'tá.tu-
d.r.oyo.rtando a gusto a su presa' tragándosela lentamen-
ra,. hasta que en la madrugada dJ Domingo de
Resurrec- te y áigiriéndola con los fìnos oios inyectados
ción la criatura dejó de respirar. 'Só1ó
en una ocasión, muchos años después, se ocupó
Lo sepultaron en el cementerio de yerba Buena, por_ Zulé de cerrar puertas y ventanas, de tapiar las.junturas
que Coridón compró un cajón decente y se negó a en_ ã. lo, tablones y de advertirle seriamente a Jérémie C¿ndé
terrarlo en los alrededores del batey, como se hãcía con días en que Similá
los demás difuntos, por miedo a q; los perros l; J;;-
lu. no to dejaiía mirar. Fue por los
Iiolorr. vino a parar la Colonia Engracia antes de pro-
ran luego a flote. Para consolar a sú mujerj que no derra_ ^
bar fortuna en los bateyes de Boca chica. Para entonces
.-ó "ry sola lágrima, pero que había quedádo sin pala_ coridón estaba muerto y zulê. curó todas las mataduras
bras, Coridón p_rometió hacìrle u, ,u.uo hi¡o p"r. .l
del recién llegado con el prodigio inveterado de su len-
año próximo. Ella se dignó a mirarlo por primË ra vez gua. Luego el"bokor de Piredón se fue por donde había
desde el entierro.
ienido y"no volvió a saberse de él hasta que )¡a era dueño
-Ni uno más -gritó. del Ga[á de la Colonia Tumba; servidor de casta para
Y cumplió su promesa. Desde entonces, se vio en la Olisá Bayí; potro de guerra para Caé Samá; y Yoz y cuer-
necesidad no sólo de rechazar devez en cuando a su
ma_ po y purâ sangre p"i" tt iinete más frecuente y obsti-
rido, sino también de abandonar del todo a to podíâ ser otro que aquel llamado Toro Be-
Jérémie Can_
dé. Toleró en silencio los avances de su hijástro, qu. .o
.ttdå, þ.
lecou.
62 63
de la
No han parado de cantar desde que salieron
coùii" Engiacia. Honoré Babiole tiene fama de cono-
-canciones,
.".1^-".t r, miles de cantos, todos los que se
los que se han
;;;'i;;;"do en la Dominicana v también y feroces. cantos que
;"rd" desde Haití. cantos revueltos
Por eso le basta con
nadie nunca se atreve a confundir'
las primeras notas de cualquiera de ellos par-a que
,'i^rr^t
iåî*Jri."s'lo sigan con el resuello entrecortado de sus
bambúes:
Ou mande batøY..'
Legbá Manosé dnonse m
ou te mande bata1...
Lanuit Iø kè PòPòz
na deaore kè u.
65
!
picador de
cantar una canción que es como la suma penitente
ds -^^,"h(¡ de Elías Piña para colocarse comopor allá se unió a
todas cuantas ha escuchado. de los ingenios. del sur.
:^i;';;alguno mambo inválida que dejó iniciarse sin
Suben por Hato,Maygr para aprovechar la carretera
.
buena, pero enseguida se dewían hãcia el ,", y y,
i" .iå.i.té de una to
'í::ï,i.,^'i,:i'å";Í;ä:îîl*.liå:Ï':::åiiä'ilå
niì.
detienen hasta llegar a_.Guayabo Dulce. A h *írã¿lïf
pueblo divisan un barullo ,.io y, al intentar bajarse
d.l;;- ä'rJå el trabajo sucio del houmfort' Ya de adulto' E1ías
mión, r Jor^mayores
les viene un mal d. risa, ,;;i;; ün, f""¿¿ su propio Gagá, si es que se 1e podía llamar así
de ver a la Reina de Guerra del Gagá de Elías pi¡a, '"'"J, ["ndt de-maromeros revoltosos, que se desperdigaba
.Jn de Gloria'
la corona destripada_cayéndole sobrã los ojos, a;;;;r* iin"t.rn.¿io antes que -amaneciera el Sábado
do.a gritos con que los matará si dan un paso y .gitrrào están las buenas Personas?
-åCómo
Saluda a todo el mundo de la misma forma, con
la..bandera roja para soliviantar a la naiió".'H"d;.ñ; las
Efuten! Nap jøe lang oa Como ia Reina de Guerra sigue desgañitándose a sus
esoaldas, iurando que en Guayabo Dulce no entrará
bay ka2iman manje. más
CågA qu. el de su dueño, Elías Piña hace un alto para
(Tú quieres guerra... ot¿"."ti que la amârren. Ella rueda por tierra y se revuel-
Legbá Manosé me lo dijo, ., pr.r" à. utt trance homicida en el que promete be-
daremos tu lengua a los caimanes.) berie la sangre de todos sus verdugos. Se levanta enton-
ces la batahãh de las mujeres que vienen en bandada a
El Gagá de Elías piña no tiene mayores. y todo el contemplar el desenlace. Honoré Babiole guarda silencio:
mundo sabe que un Gagá sin rnayores no luce. pero
lo sospechã que aquel hombre tiene cosas que contarle y
peor son los músicos, tan esmirriaáos que apenas
pueden .rp.tt pacientemente a que termine de poner un poco
con el peso de sus tamboras. La historia ¿. de orden en aquella claqae descompuesta'
se la conocen de memoria en todos los "q".r'¿r.iä
bateyËs ¡.i;;?; -Al amanecer andaban por la orilla del Caganche que le
cuando cruzo la frontera, chorreando mocäs y loran- -dice por fin Elías Piña, saboreando la mascada
do de hambre, calcularon que no tendría acaban de regalar los de la orquesta-. Similá Bolosse trae
o tres años. Como apareció solo y eraincapaz -¿, ¿. J* pistolas y iuió que romperá el Gagá de la Colonia En-
de hablar,
lo bautizaron con el mismo ,ro-úr. del pueblo ¡"r¡; gracia y que matãrá con estas mânos a su dueña' Se bañó
habían hallado. Al cabo de diez añoi, Elías piña
il ãn t"ttgt. los otros días. Por Dios que se bañó'
se
66 67
-Lo del baño es viejo -responde Honoré Babiole.
-A Truman Babiole le dieron una tunda de palos
-Lo que no es viejo -se pica instantáneamente el Piña-. Qrién sabe si lo mataron ya'
otro- es que sus mayores se quedaron todos en la colo_ - 'i^peElías
---oñ¡d,e
Luc, olfateando tristemente el fin del mundo,
nia Tumba... Los hombres que vienen con Similá no son
viene'a buscar a su
fraterno, qge sigue-paralizado y mudo
sus hombres, sino vnos macoutes de port-au-prince que ltt huestes andrajosas del otro Gagá'
entraron hace días por Jimaní.
,nt.
que irnos -le dice bajito, tomándolo del
-Tenemos
. El Gagá de Zulé se está organizando para comenzar brazo.
el recorrido y solicitar de puerta en puerta las ofrendas. Honoré Babiole se deja llevar sin darle las gracias a
Cuando terminen en Guayabo Dulce retomarán la misma
Elías Piña ni dedicarle unâ mirada más
a aquella reina
carretera y bajarán hasta Los Chicharrones para pasar la
ã.r.o.r¿r, que a su favor sólo ha tenido mostrar las nal-
noche.
n6 drrræ y pulidas como dos chinos de río' Los músi-
-Si tu dueña no tuerce el rumbo, la matarán cerca ãos, cuando lo ven llegar, le piden que se arranque
con
del Angelina. Ya se sabe que será por allá. io q". más le guste y él se saca del pecho aquel galillo
Papá Luc, al otro lado del camino, agita el látigo que'sacude una vez más la roia tripa de la tierra:
y le pide a Honoré que se âpresure. Los músicor, a lãy
de nada para desbordarse, lo reclaman también, le ofre- LtSbá.Manosé,
cen la caneca desde lejos y le prometen la mascada con bonmsantimanraje,
tal de que él proponga las canciones y les encamine al Legb,í..'
genlo.
-iAlgo más? (Legbá Manosé,
Elías Piña se rasca Ia cabeza y mira hacia su Reina de yo ya estoy loco,
Guerra, toda cubierta de polvo, las nalgas al aire por la Legbá...)
comezón del trance, retorciéndose ya tan levemenie que
da la contraorden para que la desaten.
-H"y algo más. Similá dice que les cortará el pescue-
zo pot bocones. A ti y a tu hermano Truman gabiole.
Un Gagá sin mayores no luce. Eso lo sabe cualquie-
ra. No en balde las mujeres pasân meses cosiendo y dán-
doles color a los pañuelos, arracimándolos en tornó a un
cinturón, bordando en las cuelleras de yute los lagrimo-
nes de cristal morado y las caravanas rojinegras dã mos-
tacillas. Luego, cuando amanece el Viernes Santo y los
mayores se engalanan, y cae un sol de rompe y raja con-
tra el espejismo crudo de los pechos, entonces es cuando
el Gagá brilla y florece.
68 69
]-
Pocos meses antes de morir, Coridón tuvo un barrun-
de la noche y
to Áo-.rraáneo, despertó a Zulé. en mitad
reventaba uno de
,ã io tntutró como èntre sueños: si é1
,ou.llot días, ella debía hacer dos cosas; la primera,
ioi¿rt su propio Gagá', pero no en la Colonia Azote,
,ino all¿ abajo, en la Colonia Engracia, y engordarlo con
iodo, lo, mayores, las reinas y los músicos que él dejaría
g^rrrrr la iegunda era casarse con Jérémie Candé'
^1 'î"tt prontó lo dijo volvió a quedarse dormido, no
7l
L
El otro no abría casi nada sus ojos achinados, se ls- futuro y nada más' No
Colonia Azote, era una niña con
vantaba de un brinco y así, desnudo y tambaleante, salía iïir-,."i¿o bautizo, ni prueba, ni manda' No iba a
del bajareque y se acuclillaba detrás de los tablones que seguro, las agallas suficientes para soportar aque-
iJ*r,
daban al camastro de su padre. Desde allí los veía querer-
ifî V él no pensaba devolvérsela loca a Papá Luc; entre
se, a Coridón cada vez más ardoroso y a la imperiurba_
otras cosâs'
porque sospechaba que Papá Luc jamás iba a
ble y rígidaZulé. de regreso'
*-
rceptaÃa
'-No te va a querer tu padre ni te voy a querer yo' Si
-Lo dejo mirar porque Anacaona siempre me dejaba
verlos, a ella y a Papá Luc. iNo te acuerdas, Coridón?
rc arrebatas, te doy una lata y te tiro al cañaveral'
Se acordaba Coridón y, de haber estado viva, se hu- Zulé tuvo una visión fugaz de 1o que podía llegar a
biera acordado también María Caracoles. Muchos años
,., estampa cochambrosa, tumbad a a la orilla del
,u ca-
atús, cuando llegaron a la Colonia Azote, después de ãino, suplióando un trozo de yuca y babeando frente
'^'
haber sacado a Zulé. de la Colonia Engracia, lo þrimero uo'pr[^ro de arenque agusanado' Así se comportaba
que les pidió la muchacha fue que por las nochés la de- äf f..à Degaulle Aguiné, un picador que había venido
"Haitien
jaran ver. Coridón enseguida cayó en la cuenta de lo que
a.ra. Ctp y q.t. aguantó cuerdo hasta- que lo
quería, pero María Caracoles no acababa de entender y a el primer Tiempo Muerto' De ahí en adelante, se
Zulé no le costó ningún trabajo explicárselo I .äk¿ tt cuello una lata para que le echaran de comer y
"otrtt¿
-Anacaona me deja verlo todo cuando se va a la cama auliaba como un perro a la entrada de los barracones'
con mi padre. pesâr de todo, mirando
-Pero yo quieio ver -gritó a
Comprendió al fin la esposa del dueño y contra toda de reoio dnèno más poderoso y débil del país'
predicción se echó a reír y besó a la niña en las mejillas. "i
Correspondió finalmente a María Caracoles PeÏu1-
Aquella misma noche, no sólo le permitió a Zulé que dir a su rnarido para que le trabaiata los ojos a la hija de
los mirara retozaÍ, sino que la invitó a dormir con ellòs. Papá Luc. El argumento fue sencillo y breve: -si por. ca-
Coridón, más empequeñecido que nunca, se durmió tarde ,rrä[d.d Zulé se descocaba, ella se encatgaúa de cuidarla
y como atolondrado por la satisfacción terrible de haber hasta que volviera en sus cabales.
gozado de las dos mujeres.
-R to mejor no vuelve nunca -le advirtió todavía
Una semana más tarde, Zulé volvió a repetirle que Coridón, sabiándo en el fondo que las dos mujeres ya le
ella quería mirar. Coridón, que también esti u., mÈít habían ganado la Partida.
de lo que se trataba, disimuló como pudo: Fue lor aquelios meses cuando el dueño comenzó
-Ya nos estás viendo bastante. a temer ia voracidad de su pupila. Ya no se conformaba
Pero ella insistió. No era de los retozos de 1o que le con que le autorizaran la visión del doble fondo de la
hablaba. Qrería ver de lo otro. De lo que contaban los vida. þería saber también cómo era que é1 podía -lo-
hounganes más viejos que les daba grima; de lo que no grarlo. Èt .r. punto, Coridón se mostró inflexible' Las
se podía ni adivinar con los ojos de este mundo: quería äetió a ambas ìn la cama, aZulê. y a María Caracoles, y
ver el paisaje natural de todos los difuntos. prometió bajarlas donde los difuntos si en una de esas
Coridón se encolerizo: ella acababa de llegar a la Îas descubría espiando' María Caracoles le temía a pocas
72 73
cosas en la vida, pero la posibilidad de descender donde
trerneció, ni
siquiera alzólavista cuandoZulê' emitió un
los muertos y de quedar adormilada para siempre la ate- i.
l,ìrï¿" g.r.rr" y se abalanzo confta las paredes de 1a
rrorizaba de tal modo que_ rompió a gritar de ìspanto y 'üî gnntr"Coridbn y su mujer.lograron llevarla hasta
le juró al marido que no le vofuería ã to.r, .l tåm". Lâ y le colocaron trapos.húmedos
hija de Papá Luc permaneció callada y no juró po, .r.d.
är*t;t ailí la
"*"rråron papâ,Luc, con los oios desor-
läùä r"'rr.nte. La hija de
ni por nadie. Mucho tiempo después, .rrrrrdo a'Coridón gritó que.veía.cu-
üIiiJot y el estupor bañándole la cara,
le quedaban pocos meses de vida, ella le demostró que ã. ,gn.t que enroscaban en las vigas
había sabido cómo hacer aquel trabajo desde entonås,
d]], culebras se
del techo.
que había sabido cómo hacerlo desde siempre. más?
La misma noche en que le dieron ,rrãu" luz a los -iQré
El Jelo se había cubierto de unos caracoles retintos,
ojos de Zulé, hubo un toque dulzón y lujurioso, dedica- de un puño, que iban subiendo lentamente
del tamaño
do a las metresas más sutiles del panteón. Nada más ;;; i;t paredes de^ la casa' Veía a su madre' o 1o quey
escuchar el susurro intenso de las tatúas, ella cayó en un
trUi, q".¿ado de ella; veía a sus-hermanos, podridos
'r'rfø.t,
trance de revolcadero, lleno de gritos de animal salvaje y jugando con el limo del fondo y sirviendo a los
de ronquidos. Fue un trance largo que los asustó a toáoi nom-
io*.t del iío, dos loases que respondían al mismoabuela'
menos a Coridón. María Caracoles, que había prometi_
tr., "-Uot llamados Simbí; veía sobre todo a su
do cuidarla si se arrebataba, tuvo utt rt.qu. de iánico y f, i.lr*Urera de miedo volando en el verde líquido de.la
le pidió a su marido que no siguiera adeiante.
orrib..dt que se la había llevado leios, a las negruras in-
-ìfa es muy tarde -le dijo el otro y continuó afa- vìncibles del MaYombe.
nándose sobre los párpados de la que más quería mirar.
Zulé volvió en sí contenta y sosegada. No recordaba
-Dime qué más...
Vio a unä muier pequeña y amarilla, arrodillada sobre
nada de lo que había pasado. Ni siquiera recordó haber- un cojín de hilos doiadãs, que se escarbaba el bajo vien-
le pedido a Coridón que le trabajara la mirada. poco des-
pués de la medianoche, compartió con María Caracoles
- y se arrancaba unas lombrices vivas' enseguida Co-
tre
un potaje de harina, dulce que el dueño les preparó para -L^ madre de Jérémie Candé -musitó
ridón-. Seguro que se murió'
que recuperaranlafuerza perdida en el jolgorio. Durmie_ Ctrrrpliittdo ì., pro-.ra, María Caracoles cuidó de
ron como siempre, los tres en el mismo lecho, y desper- Zulê y sË ocupó t"rrrliétt de alimentarla' No había nada
taron como todos los días: Coridón enroscado al cueìpo hacer por rescatarla de
imposible de Zulé. y María Caracoles abrazándolos a
[". óoridón ni nadiequipudiera
terminaron p9l acgltYmbrarse
Jq".ll" pesadilla. Así
ambos. Fue en ese preciso instante, al abrir los ojos y , ,r, lltnto desquiciado y a su impenetrable cháchara con
enfrentarse a la trampa eterna del batey, cuando tá ¡lj^ los difuntos. Cåridón exigió que, mientras le durara aque-
de Papá Luc comprendió que había dado el p"ro .á, junto
llo, Zulé durmiera aparte, en un catre que colocaron
espantoso y miserable de su vida. ,ii.tg¿" de Jérémiå Candé. María Caracoles se ocupaba
Intentó disimular y ayudó a María Caracoles con el de'dånudarla todas las noches y luego la amarrabâ cân-
desayuno. Pero el dueño estaba sobre aviso y no se es- tándole baiito, prometiéndole regalos para cuando se le
74 75
pasara la diablura, lamiéndole la cara hasta
que se que_ É"o fue todo. La mujer regresó a
los diez días' con prisa
casa, quieto y arrepentido como
daba.dormida. Jérémie Candé, que apenas le habia
h.il; ïlior.-r."ia al marido en
caso hasta ese entonces, se vio Àn h'obligación teta. Zulé entonces le cobró su parte y con
d. ,ro;;- liiio" de propuso a Coridón celebrar un toque- a los
le la boca cuando aullaba y de sujetarla .aãa * õ. ffi_ h sanancta
nazaba con volcar el catre. una madrugada en qoä
r. àlì- :-ä;; má, ,.rru.tttes. Luego quiso visitar a su familia
pertó antes de tiempo, María Caracole-s descubiió q".
;; ï"ìì'ð"f"nia Engracia, y Coridón le dio un par de galli-
hijastro, sin haber.desamarrado siquiera , l, ,ii.;'¿, ";^t';;^que le ilãvara de regalo a.Papâ Luc' De paso' le
,.
había dormido encima de ella. A pårtir de ese Àà-.i,ä,
ätio, podiia invitarlo a la coronación'
"''--iQri¿n se corona? -disimulo ZulL
las visiones de Zulé se hicieron ,àd,^ u* más espaciadas
y a menudo pasaban dos o tres días sin que ,uirirr" oìri más que eso -respondió el dueño-' Tú
-Tú--sabes
:gsa.
qug lo que estaba viendo todo el mundo: el batev sabes que t. .oron"-os el mes que- viene en Mandinga'
hirviendo bajo el calor de mayo y ra humar.¿" ¿.-iàl "*- la acompañó a la casa de su padre y'
¡ú,,iti^ Caracoles
campos que se cocinaban en silencio. tan pronto llegaron al batey, Anacaona degolþ las aves
varias semanas después, ella vorvió al camastro de co- î-.o.irró el almuerzo. Al atardecer apareció Papá Luc,
â ver â su hiia.
lt_dl" y allí la recibieron con la hospitalidad de ,i.Àpi. å"*r"do y aspaventoso, feliz de volver
Había emergido de su viaje demacraäa y sabia, y ,. Jãai_ p.ro el f.wór del alma ni el aturdimiento de su cora-
có a trabajar con tanta saña que Maria caractles tuvo )|"rc "i impidieron comprender que aquella niña ya había
que seguir cuidándola, porque a veces se olvidaba de oicado alto'
'--
comer y, cuando caía en un trance demasiado largo,
ex_ -T. trabajaron los ojos con legañas de perro -acertó
traviaba el camino a las letrinas y chapot.r¡r ¿irr"t. a decirle cuando zulé. le reveló que había visto a su
horas enteras sobre su propio .ienã. muertos y a la propia abuela na-
Empezó desde abaþ,_preparando resguardos y paque_
-rit., a los hermanosquebrada'
dando a tientas en la
tes para lo-s picadores de la Colonia Azote, y .on'.î
tiåm_ El se la llevó aparte y le pidió más detalles y ella por
po se le fue acercando la gente de los rit.a.aor.r complacerlo 1e deicribió los culebrones que había. visto
fri.
hacerse dar despojos y concertar entie'os. una
t.ta. tt.jJ .r, .i t..tto y la marea de conchas tiznadas que le fue
una mujer de El Seibo y le extendió un fajo de billetå: subiendo por las Piernas.
quería amarrarlos a los dos, a su marido dominicrrro Luc Revé-, iqué hubiera
y -Ese Coridón -se escamó
la bandida de Miches que se lo había arrebatado . zut¿ " hecho si te vuelves loca?
tomó una decisión que Coridón aprobó en silencio: por Zulé. se echó a reír y contestó todo 1o que sabía:.
el momento no le áceptaba ni un centavo. Se limità a cuello y me hubiera
pedir una camisa sudaãa del adúltero y trabajó do,
-Me hubiera colgado una lata al
diæ metido en el cañaveral.
con sus noches frente al altar del dueño. Cuanáo h mujer Por el camino de regreso a la Colonia Azote, María
volvió a buscar lo suyo, ella le entregó un velón coíor caracoles le comentó qu. .ualquier día coridón le iba a
de carne_ seca y una guayâca negra para enterrar deba_ pedir que se casara .on ,,t hiþ único, Jérémie Candé'
jo de cualquier camino por el qu.ãtr*.raran los Zulé sacudiíla cabeza:
amantes.
76 77
-Con el hijo del dueño no me caso yo ni loca,
A decir verdad, el otro no le pidió tal cosa sino hasta
que tuvo la muerte.pegada a los talon es. Zulé l. ,.pitij
lo que ya le había dicho a la difunta María Crrr.olir.^i
el dueño coridón, con ese doble filo que tenía en lrl;"i-
gua y en el alma, le buscó los ojos y ie pegó ,r, fu.gÀì
-Pues enronces cuídate del que u.rgi luego _-uiiø
con la garganra demolida-. Tienê tres bðlas, .ã-o h
b;r:
tia negra de Jacmel. Cuídate de su meaja.
A la salida de Los Chicharrones hay un caserío que se
llama Manoguayabo y en medio del caserío un coberti-
zo vasto y abierto, como un ranchón de secar tabaco,
con un letrero desvencijado que se descuelga dulcemente
sobre el acezo unánime del monte:
82 83
Å
dia a la entrada del caserío. Ya están muy cerca de los LtSbá Manosé,
dominios de Similá Bolosse y, aunque se sabe con certe- se pitit ou ))o Je...
za que él hará noche en La Cubana, nadie puede confiar Lrgbá. ou konnen y b1en.
en que no aparecerá de improviso para atacarlos por la
espalda. (Legbá Manosé,
El Sábado de Gloria amanece despejado y caliente, aquí van tus hijos...
con un sol de vorágine que se levanta de cantazo. Pero Legbá, tú los conoces bien.)
ellos tardan en salir del caserío porque Lino el Haitiano
se empeña en trabajar la corona de Zulé.. Papá Luc trata La voz de Honoré Babiole se eleva en espiral como
de disuadirlo: esa coronâ ya está bien trabajada. Y el otro un rabo de nube. Y como un rabo de nube devasta lim-
insiste: estará trabajada por el espíritu, pero é1 la va a piamente el alma de los hombres.
traba)ar en la materia. Entonces invierte más de una hora
camuflando pedacitos de hojas de afeitar dentro de las
moñas y las flores de tela. A partir de ese momento, nadie
más deberá tocarla. Sólo la dueña, con suma precaución,
para sacársela y ponérsela.
La despedida es corta y dolorosa. Lino el Haitiano
ha besado las mejillas de Zulé y estrechado las manos de
Papá Luc, de Jérémie Candé y c{el aún cojeante Honoré
Babiole. Los músicos se han disparado desde temprano
con otro toque menos angustioso que el de la noche an-
terior y, unos minutos antes de partir, el hombre que
carga con el macuto ha venido a conferenciar con Zulé.
Ella abre el bulto y se cerciora de que los polvos blancos
no se han derramado y de que el resto de los resguardos
están sanos y salvos, en el sitio que les corresponde den-
tro de aquella divina alforja. Ahora emprenderán la parte
más trabajosa y fructífera del recorrido; peinarán loi in-
genios del lado de San Pedro: el Qrisqueya, el Consue-
lo, el Angelina... En el Angelina, según les dijo Elías Piña,
Similá estará esperando a Zulé.
-A la vuelta me cuentân -susurra ensimismado Lino
el Haitiano, con la mirada aún frágil por los estragos de
la borrachera.
84 85
Ê.-
por los bichos'
-Viene de Paredón. Está comido
Zulé Revé, que acababa de despertârse, buscó con la
mirada a Jérémiè Candé y luego volvió a posâr
lo-s oios
sobre el perfil descarnado y gris de Anacaona' En
la ma-
drugada,-antes de salir hacia los cortes, era Jérémie quien
l. dätp.tt"ba susurrando apenas su nombre, inclinándose
sobre^el catre y extendiéndole el iarrito del café' Ella
se incorporaba sin estirarse ni permitirse un instante más
de sueñà, pero luego se requedaba mordisqueando un
trozo de casab. miãntras el otro descolgaba el machete,
se calaba el sombrero y desaparecía en silencio' Así había
sido por más de tres años, áesde el día en que Coridón
murió y ella, cumpliendo su promesa' se trasladó hasta
la Colonia Engracia para fundar su propio Gagá' Acce-
dió entonces a que Jérémie Candé la acompañara, pero
sólo en calidad de ayudante y guardaespaldas'
todo el mundo
-Debe ser un congo muy fuerte. No
aguanta tanta ponzoña metida en el pellejo.
Ese día no la había despertado el hijo de Coridón
por primer a vez en muchas madrugadas. Anacaona, la
mujer de su padre, estuvo sacudiéndola suavemente por
los hombros y le anunció que un bokor casi desnudo y
con los pies molidos había llegado a la Colonia Engracia
rogando por el amor de Dios que lo ayudaran' -
--Dijó que se llama Similá Bolosse. Tiene los ojos
amarillos.
87
Ê-
Desde que se revolviera el mundo por Haití y huyera
La dueña ni siquiera tomó su café, entre
otras cosas
el mandamás de Port-au-Prince, los bateyes de la Domi- hasta el catre como solía hacer
nicana se habían llenado de macoute.r que cruzaban la ,.,orãue nadie se lo llevó
falda a 1a cintura y se alisó
frontera.para escapar del fuete. Llegaban tiznados por läZiá.- Candé. Se amarró una
la saña de las candeladas y atolondrados por los auiliäos --P^rrrngrifas con las manos untadas de brillantina.
1ì.-*..t
^
'"" ,tnt haitiana con las tetas al aire -refunfu-
de sus perseguidores, y algunos se quedaban a vivir en los
aÁ Anacaona.
barracones, sobre todo porque la zafra estaba en su apo-
Cuando por fin salió de la casa, no divisó otra cosa
geo. La mayoría, sin embargo, seguía rumbo a la costà y Allá lejos,
oue el paisaiè semidesierto de todos los días'
por allá pagaban por embarcarse en las goletas de mercan- solían lavar la ropa,
Jn .l dåt.tmpado donde las mujeres
cía cuyos patrones accedían a desperdigarlos por las islas. que jugaban con 1o que parecía
h-abí" un grupo de niños
-Dice que no se va sin ver a la dueña del Gagá. Le- ,* u" .nl.biótt cenizo. Esforzó la vista para precisar el
vántate para que lo despaches.
tamaño del animal y en ese momento sintió una
presen-
Todavía no se explicaba por qué Jérémie Candé se
cia a sus espaldas. Supo que no era Anacaona, porque
había marchado a los cortes sin despertarla. Pero la raz6n
era sencilla: Papá Luc lo había llamado poco después de
i.ropl.bt de un modo distinto, y supo que- e11 el foras-
,.ro'potqr'te el viento olió súbitamente a iabalí enfanga-
la medianoche para avisarle que aquel forastero no hacía
do y a pelambrera de guarida.
más que dar vueltas junto a la casa de la dueña y que
había pedido verla antes de seguir camino. Ni Jérémie -Mamá Ztlé....
Tenía una voz pastosa, con eco propio y un dejo de
Candé ni Luc Revé durmieron esa noche; tampoco sacâ-
rczador que le recordó la voz de los misterios que nunca
ron nada en claro de su conversación con aquél hombre,
había escuchado.
y ya al âmanecer, cuando tuvieron que irse a trabajar, le
-Mamá Z:ulé, me hablaron de ti en
Paredón'
encargaron a Anacaona que se quedara vigilándolo, no
Se volvió para mirarlo y se encontró con los ojos
fuera a ser que intentara entrar por la fuerza.
amarillos que decía su madrastra. Similá Bolosse había
-iSabes dónde está Paredón? dejado .t.i lot hombros para demostrar humildad y se
La hija de Papá Luc asintió con la mirada perdida. raicaba furiosamente los chancros de los brazos.
-Pues yo no. Pero tu padre dice que es lejos. Haití -tQrién te habló?
es muy grande, muchacha.
Zulé.lo recordó de inmediato. Coridón alguna vez le -La gente que va y que viene comprando muertos'
Me hablaron de la hija cerrera de un houngán sin suerte
mencionó que los bokores que levantaban sus templos a que vivía en las faldas del Mayombe; me hablaron de la
orillas del Lago del Peligro pasaban por ser los mås im- uìoda marimacho del difunto Coridón; me hablaron de
placables y poderosos de toda la frontera. Paredón esta-
la corteja grande de un negro chino que, sin ser mudo,
ba allí mismo, a un paso de las aguas del lago y bajo la jamás abre la boca. Las tres veces eras tú.
sombra erosionada y triste de las Montañas ñ.gras. Ella lo invitó a entrar en su casa y, en lo que el hom-
-De dondequiera que haya venido -agregó Anacao- bre se derrumbaba sobre un taburete' puso a hervir el
na-, lo mejor es que siga viaje. agua para colar café. Similá, mirándolo todo de reojo, le
88 89
i_
suplicó_que le ofrecierâ un ron caliente para bajar la fie-
Zu,lé estaba ablandando para llevarle a Jérémie Candé.
bre y Zulé se le acercó, le palpó la frente y .årnproUå
Anacaona se había marchado al fin después de lamentar-
que era verdad: estaba ardiendo. puso a calentar una bo_ se de que aquel negro despellejado y roto hubiera llega-
tella en baño María y le sirvió el licor en escudilla y con do a tanto.
cuchara, para que lo bebiera como sopa. El forastéro se
cansó pronto de la delicadezay com.nió a tomar en cada
-Te va a pegâr las ñáñaras -vaticinó mientras se ale-
jaba renqueando, porque las piernas se le habían âgarro-
buche más ron del que le cabía en la boca. Anacaona tado más temprano que al resto de las mujeres del batey.
que lo observaba todò en silencio, se arrimó ütii tå Nada más abrir los ojos, Similá Bolosse pidió manteca
susurró al oído: ^ de majâ parâ curarse las desolladuras y Zulé se ofreció
-Despáchalo, te digo. Es un haitiano bruto. para vntátsela. Ella misma lo acabó de desnudar, ârran-
Entonces él empezó a contarlo todo como entre sue_ cándole aquel taparrabo percudido que alguna vez fue
ños. Desde la caída del mandamás de port-au-prince, ésta pantalón, y luego comenzó a frotarle el cuero encendi-
e.ra,la primera vez que lo trataban como gente. ni jeru do, mientras el hombre gemía porque le avivaba los agui-
de los macoates de Paredón lo habían descuirtizado, ijual jonazos del monte. Cuando hubo terminado con la man-
que a los jefes de Rosec, de Loma Copra, de Bapãste. teca de majá, trajo la pócima de palo para ablandarle las
Luego dijeron que matarían al bokor Similá Bolosse y él postillas del pecho.
no esperó a que lo vinieran a buscar. Abandonó ,u .ärr,
sus altares y sus perros guardianes, y corrió a es.ondersé
-Aquí también -ordenó Similá llevándole la mano
hasta su bajo vientre.
en el monte. Ella obedeció, contenta de recibir mandatos después
. -Y tu mujer -preguntó la hija de papá Luc-, idónde
la
de tantos años en que sólo había podido darlos.
dejaste?
-iY aquí!
-Hace tiempo que no tengo mujer -respondió Simi_ Nunca supo Zulé si el hombre de Paredón había
lá-. Tuve una dominicana que se fue a Monte Cristi dicho aquellas palabras o era ella quien las había adivi-
antes de la revuelta. Allá también está mi hijo Tarzán, nado, mirándolo a los ojos, hundiéndose en los círculos
pero no he podido dar con ellos. soleados de esa visión proscrita. Lo próximo que escu-
Hablando de su malandanza se fue adormeciendo. Se- chó fue el golpe de su propio cuerpo que cayó redondo
guía moviendo los labios, pero ya no se le escuchaban sobre el piso de tierra, inútil y pataleante como un carey
las palabras y Zulé lo sacudió antes de que se rindiera puesto sobre su concha. Similá Bolosse la destazó dsí
del todo. mismo, como se destazaban los careyes de la costa, la
-Tírate allí. revolcó sobre los taburetes derribados y la sometió mil
Lo envió a su propio lecho, bajo la mirada recrimi_ veces, haciéndola besar la tierra. Cuando Zulé pudo al-
natoria de Anacaonì, que apretaba las manos como si ar- zarse sobre la leña de sus huesos ya era tarde y la mayo-
diera en deseos de abofetearla. Similá Bolosse caminó ría de las mujeres habían salido hacia los campos parâ
tambaleándose hasta el catre y durmió allí hasta el me- llevar el condumio a sus maridos. Ella separó unos tro-
diodía, cuando lo espabiló el aroma de las viandas que zos de boniato para Similá, envolvió el resto de las vian-
90 9l
,.t-
das frías y enfiló por la trocha rumbo al cañaveral. que ya para esa época estaba casi lista, tarareando
Jéré-
mie Candé la esperaba junto a Papâ Luc, que ya estaba ^ada,
,i^^ ,^"rian de Haití y pelando cocos de agua' Zulé se
comiéndose lo suyo en presencia de Anacaona. a informarle que aquella noche tendría que des-
ìi-i,¿
-Hace caliente -se quejó Zulé, entregando la corni_ 'å-rup^t
su hamaca: el hombre de Paredón iba a quedarse
da bajo la mirada helada de sus parientes.
]lli ïor ffes o cuatro días, componiéndose las mataduras
-Te hieden las manos -dijo Jérémie Candé-. A man- i.r.r ¿. seguir viaje hacia el batey Colonia Tumba'
teca de majá. lo ven llegar así no le darán trabajo -argumentó
Ella se las olió como si lo dudara: -Si
la dueña.
-A manteca, es verdad. Tuve que untársela al bokor Iérémie Candé volvió a descolgar su machete, se caló
de Paredón.
d. nu.uo el sombrero y fue derecho a la casa de tablo-
Terminaron de comer en silencio y, cuando el capataz
n.r d. Papá Luc para suplicar humildemente albergue.
comenzó a batir palmas y a tocâr su silbato, Anacaona y
-Similá tiene el rabo largo -bramó Anacaona desde
el fogón donde recalentaba unas mazorcas-, y esa Zulê
su hijastra emprendieron juntas el camino de regreso.
-Tú le untaste la manteca -le dijo Anacaona-. Y ese hace tiempo está necesitando fuete.
bicho malo, dueña, ime vas a decir qué carajos te estaba Papá Luc bajó la vista y luego compartió su maíz con
untando a ti?
el impenetrable Jérémie Candé' Anacaona, muerta de
Todavía andaba con los pechos desnudos, la primera hambie, los observó a los dos con cierta envidia y ense-
vez en su vida que llevaba el almuerzo a los cortes sin guida se puso â chupar su propia mazorca' que era la
echarse una batola por encima.
más esmirriada de todas.
-Todo el mundo te mira -la reprendió Anacaona-. -La verdad es que nunca se te quitó lo chino -con-
Pareces una haitiana, iviste cómo se alebrestó el capataz?
cluyó mirando tristemente a Jérémie Candé.
Ella bajó la cabeza y se miró los pechos, como si sólo Al día siguiente, cuando salió de los cortes, en lugar
entonces hubiera caído en la cuenta de su falta, y siguió de regresar directo a la casa de Luc Revé, Jérémie fue a
andando cohibida, segura cle que Anacaona tenia razon: ver a la dueña Zulê. El hombre de Paredón se hallaba en
el capataz se había relamido varias veces en su propia el mismo sitio, canturreando la misma canción provoca-
carà.
tiva: Erzalie' ou mandé kocho' / M'apé ba ou li (uErzulie' tú
-Además, muchacha, se te nota... quieres un cochino. / Y yo te lo daréo), y bebiéndose el
Zulé se detuvo en seco pârâ espantar los moscardo- agua de todos los cocos que ya había desvirgado.
nes verdes del cañaveral, que iban siguiéndola siempre
por un rato, enloquecidos por la estela de los platos su- -Buena para la cintura -exclamó tocándose el lugar
de los riñones, derramando desde lo alto el chorro blan-
cios. Anacaona aprovechó para hundir su dedo junto al quecino que le pegó directo en la garganta.
pezon morado de la dueña: Zulé estaba dentro, despajando una bolsa de chícha-
-Se nota que te las mamaron. ros, y cuando sintió llegar a Jérémie Candé ni siquiera
Al anochecer, cuando Jérémie Candé regresó de los alzó la vista.
cortes, encontró a Similá Bolosse muy cercâ de la Enra-
-Similá no se ha ido.
92 93
El se sentó de todos modos y la ayudó a limpiar los ottedaba
a flote en muchos kilómetros a la redonda. Eran
el-aquelarre 9.- til-:
granos.
ä¿r ¿. cien cotorras y levantaron
-Ya lo sé. Vengo a pedirte que me dejes mirar esta ^,ø r\¿to estâ vez, además, trituraron las vainas del árbol
noche. l,'ilí^t"" por los aires una multitud de grumos blancos
Ella se levantó de golpe y una lluvia de chícharos lirn- piãadores hubieran comparado con la nieve' de
iu.iotporque
pios se desparramó por el suelo. ,-,o ,., iamás ninguno de ellos la había visto'
-Tú quieres mirar -tronó fuera de sí-, y yo te digo: La víspera de la partida de Similá, comenzaron â caer
vete donde Papá Luc y no te âsomes por mi casa. Si te las primeras motas, casi insignificantes, y pâra el medio-
agârro mirando te arrancaré los ojos. îi, ¿.t día siguiente la lluvia de pelusas había arreciado
El también se puso de pie, adelantó una mano y la a. at forma que las muieres tuvieron que cubrirse los
rostros como forajidos para poder llevarles el almuerzo
colocó sobre el pecho desnudo de Zulé. Entonces le re- a
torció el pezón, engurruñando al mismo tiempo sus oji- los braceros. Oculta dentro de su casa, atisbando el campo
tos rabiosos. Ella soltó un quejido y le abofeteó la cara y a ffavés de una hendija, Zu'lé vio pasar a Anacaona, cu-
el otro se alejó de golpe, enloquecido y lloroso. bierta de pies a cabeza, arrastrando su cojera de ultra-
-Antes me dejabas mirar -le reprochó aún desde la tumba y mascullando improperios contra aquel enjambre
puerta. que le nublaba la vista.
' Similá Bolosse, acezante aún por los retozos de la des-
-Voy a tapar las junturas -advirtió la dueña-. Si te
encuentro allá fuera, mirándonos, te mato. pedida, quiso salir para gozar de aquel paisaje- de algodo-
Jérémie Candé no volvió en mucho tiempo a la casa nal ..v.t.lto en el que nâvegaba medio mundo. Cuando
de Zulé, entre otras cosas porque Similá Bolosse se quedó regresó, oyó la carcajada de Zulé',la primera y la última
diez días con sus noches en la Colonia Engracia. Como que le escuchó en esos diez días. Ella le buscó un trozo
la dueña apenas salía, correspondió a Anacaona llevarles d'e espejo pâra que se mirara: las pelusas errantes se le
el almuerzo a los hombres de la casa. Ambos se acostum- habían pegado a la piel del rostro y ahora su cara era la
braron a escuchar todos los días la misma cantaleta pro- ..r, .*"it" del misterio más temido y rencoroso del Pan-
nunciada con distintos tonos de rencor. Aquel haitiano, teón: era la misma cara de Toro Belecou. El se contempló
rumiaba Anacaona, no iba a traer más que calamidades solemne y arrobado, envanecido por la máscara invenci-
al batey. Sólo tenían que ver que, así chancroso y apolis- ble que le devolvían. Entonces entornó los párpados' co-
mado como estaba, la dueña se desvivía por consolarlo. -.nió a balancearse y canturreó una música tan poderosa
-Para mí que la amarró -remataba entre dientes-. y leve como el diluvio que caía en el campo:
Se 1o debe haber dado a comer en la punta de su propio
rabo. M'tòro m'béglé,
Por esas misrnas fechas, una bandada de cotorras fu- nâ saaân muê...
gitivas se congregó cerca del batey. No era la primera vez Tòro muê tòro, sa hi mâ.dé Pa muê,
que anidabân por allí, pero sí la primera que se refugiaban ouadio
en la ceiba del camino que iba al cañaveral, la única que mzøê mèm kriminel.
94 95
(Soy un toro,
bramo en mi sabana...
Toro, soy un toro,
al que pregunte por mí
dile que soy un criminal.)
96 97
en cuando los cuajarones retintos. Media hora más ha refugiado Galeona,y hasta allí llega Zulé
tar_ fneses. Allí se
de, cuando ya están pensando en enviar otro emisari., _,ï "'' s:-nÅn verla. Los ,iúri.ot de ambos bandos han deja-
aparecer la figura demolida de Honoré Babiole,grii;à; silencio es tan abominable que Honoré
åÏË;;.t, t .rcanciones
desde.lejos unas palabras que se le extravía, ei i;ä: sin sentido' resoplando con su
ria deljadeo. Se detiene ante zulé y apenas le da la äîUi.f. t^tarea
voz quemada'
gla_degirle que el Gagá que esrá allá ãentro no ., .l".i"ãl '"-åi.. Galeona que Puede Pasar'
Similá Bolosse, sino el de Galeona Troncoso, u"u uijì dientes y ya está
Ri-.rrrtodio l. fait"' tasi tådos los
mambo vengativa y dura que nuncâ ha querido tratos li trastabillar sin venirse abaio'
f" Urr,t"" ebrio como para
con su propia sombra. La gente de Galeona ha visto
a ì; ;:rlé t; endereza l" toå"', aquella trampa de cuchillas
ganga de Similá, pero eso fue hace mucho, .rri d .Ãn_
necer. Desde entonces ni siquiera se han escuchado ÍÏir. pt.p;;tii"o el Haitianó' v se sumerge en las bru-
a sangre envenena-
fututos.
los ärr ¿. .rå t.-plo que sigue oliendo de un círcuio de velo-
äî"crt.o", .rå .,tÀu"¿à'dentro
-Traté de hablar con esa diabla -concluye Honoré p9'.91 humo.de
iä; ;;;;;; inmóvil v como.adormecida aZulê' entreabre
Babiole-. Pero mandó a decir que sólo hablará contigà, .igrrro. Cuando siente llegar
rî'pt"öi"
iåiãipt¿"s y trata en vano de alzar la cabeza'
de dueña a dueña.
Zulé se ha iluminado de repente y le pide a los suyos
que bajen del camión y se preparen. Enirarán a La ôa_ -Ya hueles a cadáver'
Z.rtt ,. acuclilla para mirarla. Hace un año iusto
que
cata con el mismo júbilo de todos los años y ella cerebrará .,,tttt' ha cambiado mucho en
su cónclave con la temida mambo.
no t"ï y d.rd. nada
Jérémie Candé y papá
Luc se apartan pâra repâsar las órdenes de guerr, .ãn lt,
.r. t"t"" de tortuga humana' Lo que le sigue cambian-
músicos y los mayores. Honoré Babiole lei ha advertido
;;;i; rror, .rd"iez mâs ronca y desdeñosa' bocio
cadavez
adelante habrá que avanzar con los ojos tien abiertos. t"^--Y,de estrangularla'
ounto
que SiÑla te va a mandar derecho al otro mun-
Cuando finalmente se ponen en marcha, papá Luc hace un favor, dueña Zulé, llévale un recado aPapát
do, hrr.n.
un último intento por salvar a su hija:
^-
Trinidad.
-Si apareciera ese alacrán, déjaselo a los hombres. lttgn y borrascoso fue el romance de Galeona Tron-
Zulé Revé, que va bailando al frente, no se detiene ahora'
.oro ä" áqu.l ho-bre en cuyo templo se refugia
para contestarle:
-Claro que sí, les dejaré los huesos.
Para llegar donde Galeona Troncoso se necesita mucha
îil"'iff i'å: "Tlt¿ l, *: ¿i':i: ì #îi','å ä'ï"å3:
alegre de Santiago'
À su rival de amores, un' -"ch"cha
paciencia y gran humildad, dos cualidades que jamás han días; con Trinidad' por ser el nrás
adornado la testa alborotada de Zulé. Después á. ...orr.,
i; ä.tq"*ió .. di.,
ùp"bi., fu. rne, ãu',' 1á torturó durantè años sobre elle
el pueblo, desembocan frente a un bohío sin dueño y ni
n"li.io á¿.il ,1. un muñeco de trapo y, finalmente,
guien quiera serlo, donde aún humean los altares de Éapá
Trinidad, un houngán que se murió del daño hr.. ,Ëi,
ilî.rt*.¿t del corazón, demorada y profunda' con que
un alfìler empapado en salmuera de arenque' para
se
98 99
muriera clamando. por el agua. Los vecinos de La de todas sus dolamas' Pero entonces
juraban que por la madnrgada se
Cacata coso era la causante
oían quejid", d-;;; .;";" tenía ánimos ni tiempo para guardarle rencor a su
del bajarequg, I
'rå,i*t" t-ante. Estaba demãsiado preocupado por los
tra-
9l_que quiiiera podía toprrr. .." .i-.ì_
pectro desvalido del houngán, vagando ..rtr. ,o,
,.fiquå,
y prendiendo inútilmente las u.lr, ,rnrrillas de ,"î;-
;t;irät de los haitianos que se arrimaban al elbatey'
monte'
se
105
que se fuera. Luego se levantó y descolgó el machet. llegar a su marido, las mejillas co-
metió la muda de trabajar en un mâcuro y salió .oÀo A,îacîofla cuando veía
una flecha hacia la tarde en brasas. Zulé se fue tras éì-i ;'ä¡i"î'# ::îïíffi.i !;:n,T'Ï*i' låi.,r, 0.,-
Anacaona estuvo mirándolos hasta que se p.rdi.ron
el bochorno calinoso que olía a tabaco hervido.
lí ,rr, ,.riUiítdas que sanaban
mejor cuando las taponaban
con @la de araña'
-Tu hija tiene mala cara -le dijo a papá Luc- y puia "'"À l; dueña Zulé, inmersa en la localización de aque-
para hablar. Qre me saquen los ojos si nã está pr.näar. por sabría Dios qué
lla mujer que navegaba adormecida
Esa misma noche, cuando ya se había., .r- le qúedaba poco tiernpg -p1ta ocupars.e, de
cucharon la voz de Jérémie candé gritando".ori"do, äørä;tes,
desde fuera
que Zulé se desangraba. Papá Luc piendió el quinqué v iÏr'f*rt-"¿,rttt då Jérémiã Candé' El hijo de.laCoridón
pócima
,ärr, ii.e* en silencio y en silencio.
se untaba
se quedó paralizado, incapaz de comprender aquel punr-
ilrt"i se fabricab" Ío, g,rrrtes de yute para atajar las
do de.palabras que le entró por un oído y le saüå por
otro, dejándole una estela negra como de talazo. Final_
lr
v""j
ounzaduras.
mirando los
mente recobró el movimiento y le suplicó a Anacaona
baio de negros -insistía Anacaona,
que yâ en la madruga-
que fuera a ver lo que pasaba.
d.rpoio, d. aqu.lloi dos hombres
så levantaban con el alma en pena para vol-
äã;íil.s
-Pasa lo que tenía que pasâr -respondió ella tran_ ver al infierno.
'-po.unodeaquellosdomingos,mientrasZuléremen-
quilamente-. Está botando a la criatura.
Jérémie Candé, horrorizado, se dejó caer en un tabu- daba ropa y Jérémie Candé dormitaba
en su catre' cuan-
rete y agradeció en silencio el vaso de ron que papá Luc entre los dos el nombre afilado y
ào lrolrni¿ â
le puso entre las manos. "ro*rrr.
uir.oro de similá Bolosse. Ella mencionó de pronto
que
-Ahí lo tienen -refunfuñó Anacaona-. Bien que les i;; ^ tener que hacer un viaie: le llegado con-
-habían
advertí que
9l tal Similá tenía un rabo muy largo. hJ;À d. q,r. la mujer que andaban buscando estaba
Ella cuidó de la dueña aquella noche y las dos no- visto,
en Haití, .orrir.t.-.nté en Paredón. Allá la habían
ches siguientes y cuando regrèsó junto a papá Luc hizo
un solo comentario, amargo y terminal:
rondando un caserío que estaba a orillas del Lago i:l l*
irgï.. iãr¿Áie presintiå de inmediato la cercanía del dia-
-Se acabó la meaja de ese negro. blo V abrió de golpe sus ojos lngostos'
No se volvió â tocar el tema durante varios meses. âendré quã pi.gutttarle a Similá -remató la dueña-'
Llegó el Tiempo Muerro y el recuerdo de Similá Bolosse
pareció difuminarse como la escarcha de la ceiba. -
Similá es de Paredón.
Jêré,- Ei otro respiró profundo y miró las manos de Zulé''
mie Candé partió con Papá Luc a trabajar en los plan- diio
que no fu.ronì"paå.s d. temblar ni siquiera cuando
tíos de henequén, y ambos tomaron por costumbre re-
el resto:
gresar a la Colonia Engracia cada dos domingos, para que
-Le pediré que venga conmigo' .
les curaran los tajos de los brazos y unâs llagas bl.rrqu.- jurado que no
Apenas un momentó atrás, él hubiera
cinas que les hervían en la piel de la cara. hiriente que trabajar entre
había nada en este mundo más
-Lengüevaca muerde, lengüevaca mata -mascullaba lã, ,or.o, del henequén crecido; rodeado por esas len-
106 107
guas esprnosas que se ensâñaban con la piel de los Paredón; el tercero y más
bra_ camino más facil para llegar a
ceros y abrían heridas en las que luego sà afincaba"
¡;_ áir..ro, que la dueña Zulé. quetía pedirle que la ac.gmpl-
rante días enteros los mos_quitos. pero ahora .o-ptob.t Å'^r^ Similá respondió a todos con un silencio
^-Hãiti.
que.soportaba mejor aquellos lambetazos que las p.l.b.ãi irãir¿. y una mirada torva que ,espantaba la posibilidad
terribles de Zulé. ã. *át palabras. Eso al menos fue lo que le dijo Hono-
-No puedo ir sola -agregó ella-. y tú estarás en el ré Babiole a la dueña cuando ella intentó
enviar un cuaf-
campo. tá ,..tdot que Similá le mandara decir el nombre de
Bien lo decía Anacaona: la lengüevaca mordía, la len_ alsún houngán o alguna mambo de confianza que pu-
güevaca sin querer mataba. Y la lengua deZulé, por diãra ayudarla en Paredón.
sobre
llevarle mâs tazo-
!:d..: þr lenguas de esre mundo, ira la -¿, d"¡in, ì. -Mi hermano Truman no quiere
Haití, la más cruel y venenosâ de la Dominicana. nes. Dice que Similá está rabioso pensando en cosas gran-
Jérå-
mie se levantó enfurecido y se plantó delante de eda. des; que sólo habla de alianzas; que ya parece un man-
-Me quitas la luz -se quejó Zulé. damás.
-iPor qué no me dejaste ver aquella noche? Zulé se dio por vencida y aceptó el ofrecimiento de
Ella levantó la vista y enfrentó el rostro cambiado del Jérémie Candé, que le propuso
dejar el henequén por
hijo de Coridón. unos días y acompañarla en aquel viaje'
-Si quieres, te dejo ver ahora. -Si traigo a esa mujer -le dijo e11a-, ni tú ni Papá
Jérémie Candé rerornó al catre y desde allí observó Luc tendrátt qo. trabaiat hasta que se termine el Tiempo
cómo la dueña se alzaba la batola y la arrojaba contra la Muerto.
tierra apisonada del suelo. En vista de que Similá no le recomendó ningún
-iEsto es lo que querías ver? houngán para que la orientara, Zulé recurrió a un domi-
Avanzí desnuda, levantándose los pechos con ambas nicanã qú. .tt famoso por sus contactos al otro lado de
manos. la frontára. Papá Trinidad vivía en el batey Colonia La
-Qrería verte con Similá. Cacata y habíJsido amigo de Coridón por muchos años'
. Zulé. se quedó como clavada al piso, mirando a Jéré- Para esè entonces llevaba tiempo enfermo, debido a los
mie crecer, gemir, aullar y finalmente desaguarr. ,-obr. influjos de un amarre de muerte que le había tirado una
los carbones encendidos de un solitario broã d. pasión. mujer, y él mismo acostumbraba a contar sus desventu-
-Ahí te pudras -le escupió a la caru-. Esas son cosas ras'con aquella mambo peligrosa y ruda a la que había
de chino. preñado no menos de ocho veces. Cuando Zulé fue a
Similá Bolosse, que ya para esa época estaba organi_ verlo, lo encontró en la cama, sufriendo de una sed de
zando su propio Gagá, no respondió a ninguno dã los rana que no saciaba ningún líquido y gimiendo por un
recados que Zulé le envió al baìey Colonia fumba. Tru_ dolor de pecho que apenas 1o dejaba hablar. Sin embar-
man Babiole, hermano de Honoré, le dio personalmente go, le alcãnzí el resuello para decir que en Loma Copra
tres mensajes: el primero, que la dueña Zulé quería verlo; Éabía un houngán que podía serle útil, si es que ella
el segundo, que la dueña Zulé quería saber cuál era ei estaba dispuestaã pagar. El hombre en cuestión se llama-
108 109
ba Malesherbes Mombin, y todo el mundo lo conocía Similá va a querer tragarnos"'
-Algún día apretujados y sedientos'
por el sobrenombre de oCuernos>. No había secretos pira ilrí ¿. pie en el autobús'que se atrevió a poner su
é1, ni en la región de la Artibonite ni en ningun" ^-')- ã se sántía tan dichoso
;;;;
parte; no cruzaba ningún demonio la frontera ii" qu.
ìt LiÏ'':;;; tì ,,,tgt inabordaÈle de la que más iba a
se enterara; no bajaban a nadie donde los difuntoì
que enseguida vinieran a soplárselo; no había ..ru.l.
sin P"J1r6r,
ooder.
día va a querer alianza y a partir de ese día
ni
entierro ni daño que el mentado ..Cuernoso ,ro log..r. tendremos guerra'
localizar. si la mujer que buscaban estaba pot ""*T' la ianarás -gimió el otro, hundiéndole apenas
lesherbes Mombin tenia que saberlo. "lri,îa- los dedos'
'"" perros' A los perros les daré
_ .Z.ylé,le agradeció la información y pregunró a papá -Yo no, la ganatân los
Trinidad si todavía podía_ ayudarlo .r, ,igol H h"ungän a corner las bolas de Similá'
oportunidad.' Se
movió pesadamente la cabeza y la miró torra.ho d.äl_ Iérémie supo que ésa sería su única
apartó el pelo de la
sesperanza: i".ilà^t;* ãirtä*uro de Zulé,le
-iSabes con qué se echan para atrás los amarres cara,le habló en un mísero susurro'
de '-^-lÀrrr.rona
una mambo retorcida? dice que las de Similá son tres. Pero yo
-Según sea el amarre -respondió ella. no 1o creo.
^^- duda y
Ella, de momento, declinó.sacarlo de la
se
-El _que Galeona Troncosò me hizo a mí ya no se su
puede desatar. Me cortó las uñas y se llevó lr, ,rrprr; .ordió'lo, labios. Pero enseguida se arrepintió'.colocó
T: lþó la ropa y le exprimió el sudo., y harta ,å.o_ ;;;;; i" altura de los ojoi chinos' 1a hizo girar como
gió del catre la meaja de -hacer los hijos. óo' todo eso ,i .rl..rlrtt el peso de una hermosa fruta'
y col la de las criaturas muertas, que era la san_ -Aquí las iuve... Y te iuro que tiene tres'
-sangre
gre de mi-sangre, fue a ver a su compadre,'que es un
de_
monio prieto de Jacmel.
,Zulé bajó la cabeza, pero por lástima le dijo que para
todo había remedio.
-Ni tú misma te lo crees -sollozó Trinidad-. Aun_
que_ya no me importa, de algo tenemos que morir.
Una semana más tarde, ella partió .o, ,u ayudante
rumbo a Santo Domingo. Allí ibãn a buscar un autobús
que los acercaría a San Juan, de San
Juan hasta Comen_
dador, y de Comendador a Belladere. A partir d. .r.
mento, bajar a Loma Copra sería fácil y, un" vez en -o-
el
pueblo, se darían a la tarèa de localizar ï oCuernos,.
Jé_
rémie Candé, mudo y feliz de hacer el viaje, ni siquie_
ra se inquietó cuando la dueña mencionó al malditå.
111
110
La lr¡z del Sábado de Gloria les dura escâsâmente
situado a la en-
frrrã-q". llegan a Jimaguas, un caserío los picadortt
,är i.f ingãnio Á"g.lin"' Allí viven
"'l::
qrre todavia se lamen las
uor, d...rrts de congos cerreros
que se encargan de
masulladuras, y tamËién los homtres
en su mayoría' con
ii-ittopi.rt dål central, haitianos
,i.,.o ti.-po de trabajo en la Dominicana' Apenas romp€
horas corri-
il;"ìi;tåi ,. ,ut""n en iornadas de doce de. bue-
är, t f".t" saien arrastranáo una fatiga impá1d.a.
;;îlor insufrible a guarapo roñoso' Zulé olfatea
;;'; por la.penl.
lorrá11", miasmas con el córazón partido
ä;;; H."oi¿ e"uiole, que se lia quedado atrás' mi-
rando cómo muere Galeonà Troncoso,
y piensa sgbr.e
;;i; ." Papá Luc, mareado por los años y por la clari
entero' los
ã"ã-¿.f ,on. Sólo Jérémie Cand¿ se mantiene
brilloso, prr.rio, como dos lunas sobre el rostro atri-
ojos
bulado de su única muier'
ordena e11a-' Y procura que la
-Espérame aquí -1á
sente no se me desbande'
"---Ap.n", si hay árboles en los alrededores de Jimaguas'
tan sålo orro, ,ib.rrtos derrengados y podridos' un.pu-
nr¿o ¿. palmas combadas po' i" secâ y. ese caguazo
duro
y trajinaåo por el viento' El resto de los hombres y las
tt6 tt7
Un campo largo y recién desmontado es lo único que lo"
separa del ingenio Angelina, y un viento sucio ¿. Urr*
cillo es lo que los acerca cada vez más a l.
Algunas reinas empiezan a toser y Zulé. destila"orási;i.
atti su
última gota de ternura:
-Cierren el bembo... Ciérrenlo duro y ya verán corno
no tosen.
118 119
mandamás de Port-au-Prince, en este pueblo hay mucho rer aoüel temblor, la miró sorprendido' Una dueña como
mano de Coridón los
trapicheo. iq"¿it^, que había conocido de la
tugurios, se sentía ahora intimidada por esas pa-
Habían tenido que esperar más de dos horas, senta- oäor.,
dos sobre un sofá destartalado, para que apareciera el L¿., ,."ãgridas y por las cortinitas roias que velabanin-a
hombre de los cuernos. A Malesherbes Mombin lo había ã.ái* el iondo'del altar. Pero sobre todo, se sentía
Mom-
castigado la vida colocándole dos puyas grises, una más iiãi¿r¿" por el rostro aterronado de Malesherbes
larga que la. otra, sobre la piel empedernida de su propio Uir y p"i aquellos cuernos grises que refulgían en la pe-
cráneo. Zulé nunca habia visto cosa igual y Jérémie numbra.
^'*--V.rrgo
a buscar a una dominicana -respondió -Zul€-'
Candé, que sí había visto mundo, le comentó gue en
Puerto Plata se paseaba un indio que le mostraba a todo lleviron hace tiempo de Santo Domingo y la,baiaron
Se la
el que quisiera verlo, como la mejor prenda de su vida, áánd. los difuntos. Mè dicen que está en Paredón'
-No hay remedio -exclamó como un
rayo el houn-
un pitón color verde aceituna que le había crecido en el
cogote. Decía además que no se lo tumbaba porque le "sán. La quieren como esté'
daba buena suerte y Jérémie pensaba que era cierto, pero -L^ familia paga.
hay ,.*.áio -rçitió el otro-' De Paredón no
Zulé lo puso en dudã: .ro, .u.rros nà podían r.lir rinã -No
por obra de un amarre malo. Allí terminó la discusión sale nadie.
-Trinidad me dijo que tú podías
ayudar -lo forzó
porque Malesherbes Mombin arrimó un taburete y se
sentó frente a los visitantes. Acababa de comer su venâ- Zulé.
bokores de ese lago son
do y antes de pronunciar palabra lo atravesó un eructo do- -Trinidad sabe que todos los
loroso. Esperaba, dijo para empezar, que Papá Trinidad unos bichos malos. Allá es donde está Similá Bolosse'
estuviera bien. Zulé bajo la vista y Jérémie Candé mo- Zulé volvió a temblar, pero esta vez fue un estreme-
vió la cabeza. Papá Trinidad, murmuró la dueña, se es- cimiento duradero y visible que la recorrió de pies a ca-
taba muriendo hacía dos años y la culpable era una mam- beza.
Chica -dijo ella'
bo carroñosa y fiera, Galeona Troncoso, que por celos -Similá Bolosse está en Boca
Bolosse está en todas partes' Va y viene con
y retorcedura le había tirado un daño de acabóse. -Similá
s;ts macotttes, trapicheando todo el rato'
-Me lo imagino -dijo el houngán-. Esas dominica- Guardaron silencio y Jérémie Candé desvió la vista
nas son la muerte.
La mujer del labio leporino regresó para ofrecerles preguntándose qué írian ã hacer ahora. Ella adelantó el
ò,r.tpo y se acercó más al houngán:
agua de borras y Zulé y su guardaespaldas bebieron agra-
lFI.y -
buena plata, Malesherbes' Dólares, además' Es
decidos aquella sambumbia caliente. Fuera estaba oscure-
el maridt de esa muier... la quiere de vuelta como esté'
ciendo y el houngán prendió una lamparita que despi-
a botar su dinero -masculló el viejo-' il-e diiis-
dió enseguida una humareda negra. -Va
te tú cómo suben cuando suben de ver a los difuntos?
-tA santo de qué han venido aquí?
La hija de Papá Luc tembló de un modo casi im- -No le dije -confesó Zulé. loco' Las mujeres
perceptible, y Jérémie Candé, el único capaz de detec- -Mala cosa. Ese marido se volverá
121
t20
antes de acostarse, la mujer de la casa les ofre-
salen peor_ que los hombres. Tú lo sabes, dueña, ipor qué la noche y,
no se lo dijiste? äá rop, de arenque y casabe untado con manteca' Jéré-
Ella quedó pensativa y espantó en el aire un hurno î" ,à.a de su mâcuto una botella de ron dominica-
El houngán se
inexistente. Muchos años atrás, a Coridón le habían lle- ä;; le ofreció completa a Malesherbes'
ä".ä¿ contemplándolã y luego salió
vado un caso grave. Zulé aun se acordaba del rostro mar- disparado hacia el
muy respe-
chito de aquella muchacha que tenía ojos de pescado, y Itirr, ..t ¿ del licor en un vasito y lo colocó
que 1o mismo que un pescado venenoso, idéntica a un iuäá*..t,. junto a los frascos que contenían el amoniaco'
b.r,áit, y el viní-viní' En el suelo había enterrada
poisson fufu, se hinchaba y salpicaba a todos con la baba :i;t; muñeca despeinada' que
púrpura de su ponzoña. El padre, un haitiano acomodado !nâ. cÍ1JZ rorâ y ,unto a ella, una
que había logrado colocarse como jardinero en Samaná, no tenía brazos ni Piernas'
probar primero' El siempre por
se gastó todos sus ahorros yéndola a buscar a Mont Orga- -Barón Kriminel debe
nisé, adonde la llevaron después de amodorrarla. La mu- delante, así es este Barón'
"--
chacha ni oía ni entendía, tenía obsesión por llevárselo i. sentó de nuevo junto a los forasteros y empezó a
todo a la boca, en especial esas arañas cal-rouge que habi- b.b.r con calma, saboreando embelesado el filo de aquel
tan en los montes y que tienen tan mala picada. Cori- ,." q". le saiaba el pecho' Cuando hubo bajado casi
dón, después de revisar las cicatrices que traía en la nuca, ã.¿ii botella, miró fijamente a la dueña y le preguntó
le llenó un vaso de ron al padre y le aconsejó que la de golpe Por Similá Bolosse'
-- ieì,"uo
devolviera al lugar donde la había encontrado. en la Colonia Engracia -dijo Zulê-' Venía
-Dile a ese marido que deje quieta a su mujer -acon- oicado por los bichos, pero se fue casi curado'
sejó también Malesherbes Mombin-. Dile que la deje en '- ¡érérrri. Candé se revolvió intranquilo.; la sola men-
Paredón, que 1o que sobran en la Dominicana son muje- .i¿á d. aquel demonio le provocaba la misma sensación
res. Mujeres vivas, mi dueña, mujeres que gritan cuando que si lo ãpuñalaran por la espalda' Sacudió las manos
como parâ espantar ef temâ, pèro "Cuernos> no le
las puyan.
hizo
Zulé. saco el dinero. Extendió veinte dólares a nCuer- caso; quería saber todavía más'
nos>) y prometió que cuando hallaran a la muchacha le -Aïora está en el batey Colonia Tumba -agregó
daría veinte dólares más. Z,tlê-. Hizo siete alianzas y no come cuentos'
houngán-' Ese mal perro 1o
-No hay remedio -se empecinó el otro-. Me huelo -Cuentos no -saltó el porque
que la pincharon y si es así ya no hay remedio. que come son cristianos. Se los va a comer a todos'
La dueña quedó indecisa, pero tuvo la corazonada de *d, .r, trâtos con los mdcoutes' Siempre anduvo'
que debía insistir. Sacó un nuevo billete y lo empujó con- Baió otro buche y entonces contó que había co-
tra la mano áspera del houngán. nocidá a Similá desde que estaba en el vientre de su
-Entonces tendremos que ir mañana -musitó nCuer- À"d... El abuelo del maldito, Estimé Bolosse' había
nos", súbitamente abrumado por el peso de su buena for- muerto en Daiabón' en la matanza de haitianos que
tuna. hubo en al año treintaisiete; su padre, Dieudonnè Bo-
Zulé. y su guardaespaldas fueron invitados a pasar allí iott., había vivido en Paredón por muchos años y luego
tz3
t22
)
se.mudó aJacmel,_donde se ahogó sacando
bahía. La madre. de Simitá, B;li. S;;lì;,
hierros ¡^ r
- lrrego los vende en la Dominicana' Al que no quiera
dieciocho hijos de ros cuales ,r" r¿ro
i;il;":::,,. Ir,'iã"rtu"¿e en
el Masacre con una calabaza amarrada al
vido al mal de siete días. Era una muJer
,r., iJä"rJni$i
terca, gue acos_ Pescuezo'
tumbraba a dar a luz a solas, sobre
.rrm prlrrrgil; ll.i. Kølþøs kourant ki Poté kou li
de agua con cebolla, sin .ur"rrd.rr-nr
comadronâ ore r bqt maré kod"'
estrujara el vienrre. Similá se había
pero salió bien retorcido.
,.h;J;;;;ìË*'.å: balt maré kooooooooooooooood "'
-Ya mató a dos mujeres _recalcó Malesherbes_. A I ver si te callas -gritó oCuernos', y la mujer. in-
su hijo, que erâ dominicana, h;il"il;";;ji -A por doce o quince
är1åÍ. rnediatamente se calló-. Los vende
o.rot, o a 1o mejor se los rcgala a los amigos' Es muy
Zulé jba a decir algo, pero la distrajo
el canto de la --"
regalón ese Tarzán Similá'
mujer del labio leporinã, que trajinaba
áentro J. l.;;;, visto a aquellos hombres que eran llevados
Zolê. había
piojos' tan
Kalbas kourant ki potí kou por la {uerza hasta los cortes, tan cundidos de
li iabiosos y amargados, que ni siquiera los haitianos con
bal maré kod.., batey les querían acercar'
'^
más tiempo en el se
â todos ustedes y
(Es la calabaza que hay en tu cuello
-total -concluyó Malesherbes-'
los vendieron antes' Los ven-
a los padres de ustedes
para âmarrar la soga...) para que tumbaran
ãi¿ .t'mandamás de Port-au-Prince
.rn". aqre más da que Tarzán Similá los venda aho-
-A esa loca -murmuró nCuernosr_ le da por cantar ra?
a estas horas.
La dueña estaba agotada y los tres. La dueña se caía de sueño y no tenía intención de
había bajado se lecmpozaron en
buches de ron que ponerse a atar cabos a esâs alturas' Pero estaba segura
la frente con un ardor
de candela viva. Malesherbes lrotrriã ã; q;. mucho tiempo atrás, justo. por los días de su lle-
h .rrg., g"d, . la Colonia Engracia, le había oído decir a su tío
-iConociste al hijo de Similá? " le vendía braceros al
ä;;.i mandamás de ñort-au-prince
, Ella ni siquiera contestó; ya no hacía falta. Aquel
houngán sabía de sobra la ,.rpi.r,r. åandamás de la Dominicana. Los vendía a ochentaicinco
braceros' mi-
-Cuando lo conozcas, te darás cuenta de que Tarzán f.tot t. cabeza, a veces por menos' Muchos para ellos en
Similá no es de este mundo. i., d. miles, y, cuando y" tto había cabida-
i", i"g."lo, á.t CoUierno, venían los traficantes de los
A Jérémie Candé se le viraban los ojos en
pero hizo un esfuer
blanco, demás"centrales y los compraban más baratos, un puñado
mi,ad,,;,rid; ; :i,:ïJ:ii: j:,åä:'ä iü:îffi j1 de negros por aquí, otro puñado p9t allá, aquellos con-
go, *-.dio muertos que iban de un lado para otro como
-Es todavía más malo que su_ padre. Caza a i;-;;; ganado medio vivo.
sanos por Savane Longue, pôr
Malierie, por todo ,qtr.'llo, sí hay que recogerse -transó Malesherbes
-Ahora
t24 125
Mombin cuando vio a sus visitantes ya rendidos, reso_
plando el vaho furioso de la sopa de arenques.
El viaje a Paredón fue largo y fatigosó. Salieron ,l
amanecer de Loma Copra y a media tárde aún estab;
varados R9s9c, porque uCuernoso no daba .o" .l hoil_
9n
bre que los debía
1::t.a_._al lago. Zulé y Jérémie C;;é
aguardaron a la salida clel pueblo, sentados rour. unoi
cajon_es vacíos que les prestaron en un cafetín a.l
..Àil
no. Cuando el sol ya los había achicharrado suficien_
te, vieron aparecer, a lo lejos, un automóvil lento y d.r-
Ni los braceros, ni las mujeres, ni siquiera los niños
tartalado, que iba dejando a sus espaldas aquella'estela
crepuscular de tierra sucia. del batey han salido esta vez a recibirlos. Nadie, sino
aquella pareia de policías dominicanos que les da-el alto
-Suban ustedes dos -les gritó Malesherbes Mombin,
agrio y renuente como si los mirara por primer a vez. .uarrdo el camión enfìla por el camino real. La hija de
Papá Luc, como dueña y señora del Gagá, se baja de-un
brinco y se encâmina resuelta hacia los hombres' Uno
de ellos se adelanta y le pregunta en creole de dónde vie-
nen. Pero apenas la deja contestar: allí no quieren más
trifulca. Si van a pelear, tendrán que hacerlo en el caña-
veral. En el batey está prohibido. Ou konpran?
Habla con claridad la lengua de los congos' una ieri-
gonza que habrá aprendido a fue'za de reprender a la
n.grada; a fuerza de agitarla en el cañaveral; a fuerza,
sobre todo, de querer averiguar lo que se dicen.
-Ou konpran, madame?
Zulé voite a la cabeza y descubre que Jérémie Candé
también se baja del camión y se coloca detrás de ella,
sin meter ruido y sin que nadie lo haya visto. Se acuer-
da entonces de 1o q.t. ,ttta vez le dijo Coridón: sólo los
gatos y los hijos de los chinos son capaces.de moverse
á. .r" forma, como si hallaran el apoyo a lomos de la
brisa; como si el cuerpo, por instinto, súbitamente les
dejara de pesar.
-Ou konpran?
Zulé sacude la cabeza:
-M pa konPran! M Po konPran!..'
t26
t27
_ Lo grita fuerte, alargando al mismo tiempo las pala- calculada y un poco rígida, una humildad de
bras, modulándolas igual que si dijera una canciór.'i; 'i*d" piedra
humildad
que no convence a nadie. Pero a esas horas,
policías se impacientan y uno de ellos, un mulato forrú: ]i or.fåtibl. ei barracón a deambular sin rumbo por la
,roänt, a merced de Similá Bolosse y de esa banda de
do que aún no ha abierto la boca, se aparta del grupo-ì
se requeda mirando la jeta chinesca de Jérémie Crnd¿.' tras la mârea dormi-
flacnutes que seguramente aguarda
-Pues vale más que entiendan -dice por fin-. ps¡ da del cañaveral.
ahí anda un congo prieto que viene a darles leña. ratonera -le susurra al oído
-Nos van a meter en una y
.Zulé dirige su mirada hacia las casas del batey y des_ Iérémie Candé-' No 1o hagas, dueña, nos encerrarân
cubre a un grupo de mujeres, apiñadas en torno a un 'abrtrân la puerta sólo para Similá'
bajareque, que también la observan desde lejos. Elta también habíã pensado en eso' tan pronto el
-Âdemás -agregâ el policía- allí en aquella casa hay pero no
hombre habló del barracón se le clavó la espina,
un difunto. Se les acaba de ir, y ellos no quieren música ti.n. .lt.rrrativa. Salir al campo a guerreâr desde ahora, o
esta noche. helado'
[rr.d.rr. allí hasta que amane-zca, con.el corazónque trae
-No haremos música -contesta rápido Zulé. .t ojo bien abierto y la pistola, la única pistola
-Me cago en la puñeta, itienen que irse! .oniigo el hombre de Galeona, lista para escupir lo suyo'
Fija la vista en el rostro sombrío de la dueña y luego
se echa a la boca una mascada, un burujón picante qire
-Ói.t." el pico y dile a la gente que se baje'
hasta el barracón
Los dos poli.írt escoltan al grupo
acomoda lentamente con la lengua. y se quedan velando hasta que todos .se encierran' Den-
_ -Es muy tarde -se rebaja ella-. Mi gente está moli- lo l.t huele, primero, a hígado de cerdo, siempre y cull-
da, déjanos hacer noche. do el cerdo haya tragado mucho fango antes del sacrifi-
Los dos hombres permanecen erguidos de frente al cio. Después cunde ese tufo al grajo reciclado por- los
meses, pã, lot años, por la eternidad sudada y resudada
grupo, mirándolos a todos y a ninguno, concentrándose
en el rostro hipnótico de la que más insiste. de los ii.adot.s. Unos pocos braceros ya se han recogi-
-Les daré dos dólares. No hay mucho... do y .stán tumbados en las literas, con los ojos fijos en
Ellos todavia no se ablandan, pero por el modo en la techumbre sin recuerdos. La gente del Gagá trata de
que guardan silencio, Zulé adivinâ que de un momento acomodarse a oscuras -las mujeres de este lado y los
a otlo van â ceder. hombres por allá-, yZulé. además ordena que no ha-
_ ?or
dólares y cinco pesos. Todo lo que tengo. blen duro para no incordiar a los durmientes' A menu-
Saben que ella miente, pero no van a regatear delan- clo, sin .-t"rgo, los oye tropezar contra los bultos de
11
d. esa piara de haitianos exhaustos, boriachos y ra- esos cuerpos que bajan a deshoras buscando el fresco
biosos como ratas sumergidas. de la tierra.
-Si es que se quedan -concede el más rrrulato-, ten- -Dueña, itienes un cigarrito?
drán que meterse dentro de un barracón. por aquí iuera Ella levanta el quinqué y descubre un mascarón roji-
no los queremos ver. zo en el que naufrâgaron los dos oios' El hombre tiene
Zulê. acepta sin chistar, inclinando la cabeza con una una voz .o-ã la de una anciana y está acostado
"gudt
128 r29
boca arriba, todo inmóvil, cubierto a medias por un saco camlnan
lémaque Jacques. Después de las presentaciones'
de yute.
i.nta-."t. hacia el bajareque donde está el cadáver'
-Dueña, tpor qué han venido al barracón? S.gri" les cuenta Télémaque, su hermano murió de un
_ Apenas mueve los labios para hablar y Zulé baja la míchetazo que se dio a sí misrno en una pierna'
La. h.e-
luz, convencida de que ya ha visto bastante. t. le cerró en falso y, para cuando volvió a abrir-
,i¿"
-Vinimos a dormir. ,,", y^ la sangre toda se le había podrido' Los médicos
-iA dormir van los difuntos! ãá.ni"i.t"ot] t"páttdose las narices para no aspirar las
Ella le ordena a una de las mujeres que le consiga rniasmas, le dijerõn d enfermo que lo que erâ de ese tajo,
rápido un cigarro. Le molesta la voz de aquel bra..rã, no había quien 1o salvara. Guillotin Jacques, como :9 11"-
pero le molesta sobre todo que la haya interrumpido maba el difunto, comenzó a dat gritos, largos aullidos
cuando intenta controlar su angustia, cuando intenta me-
àe terror pidiendo que no 1o dejaran morir. Pero se fue de
ditar en lo fortuito de su horror por Similá Bolosse. todas formas y ahora ellos tenían miedo de que viniera a
-Los difuntos o los que quieren serlo... Mírame a mí, desquiciarlos.
quisiera ser cadáver. Ayer tarde me picó una araña y estoy
que no me tengo, mírame bien, dueñita. -¿L. ,r..ton los zapatos? -pregunta la dueña'
Y lo baña-
-Se los sacamos -responde Télémaque-'
La misma mujer que trae el cigarro, que es Christia- mos de arriba abajo; y le taponamos la nariz y los oídos;
ná Dubois, Reina de Guerra, le da a Zulé un recado de y le atamos la mentonerâ; y le amarramos juntos los
parte de Jérémie Candé: fuera del barracón la está espe- â.dot gordos de los pies. Lo hemos hecho todo, dueña
Zulê., le volteamos lós bolsillos y le pusimos sal en la
rando la gente clel velorio para ofrecerle un vaso de ciai-
rin y para pedirle por favor que les oficie el déssunin de lengua, iqué más Podíamos hacer?
su difunto. Zulé se va a negar, cuando Christianá su-
-i.o hãn hecho todo -repite ella-. Todo menos
una
surra la parte más notable del mensaje: sola cosa.
-Manda decir Jérémie que salga, que los policías die- Téiémaque la mira de reojo y las mujeres que lo
ron permiso y la gente del velorio es de confi anza. El acompañan dejan de sollozar. Pero ya están llegando-al
hermano del muerto es compadre de Honoré Babiole. bajarËque y la dueña incomprensiblemente se guarda las
El bracero a su lado masculla una letanía clonde men- p"itbrås. Al muerto 1o tienen tendido sobre dos mesâs
ciona obsesivamente el clairin, y en medio del discurso, arrimadas, todo rodeado de velas negras y cubierto, de la
sale sin ton ni son aquella frase que hasta más tarde no cintura para abajo, por una sábana floreada'
tendrá ningún significado: mirando
-Me van a tener que dejar sola -dice Zulé
-No tenías que haberte quedado, dueña, ya no. fijamente la faz reverberante del cadáver.
Zulé agarra el macuto, que había tomado a su cuida- Entonces la viuda se le acerca y le extiende una bote-
do desde que llegaron al Angelina, y se dirige a rientas a lla nueva de clairin.
la puerta del barracón. Fuera encuentrâ a Jérémie Candé, pero házmelo des-
-Bebe todo lo que quieras -dice-,
comiéndose una lata de sardinas, y a dos mujeres lloro- cansar en paz.
sas que vienen acompañando al hombre que se llama Té- La dueña asiente y bala tres buches enormes'
130 131
^ -Necesito un gallo -dice después-. y un hornbre A, la trache ki réd, mézami.
fuerte
_que
tenga buen estómago. Tien. que ser pr.i.nti
. Télémaque se ofrece y una de las mujeres ;.1. .
ì; (Ah, qué agonía en mis entrañas, amigos míos')
intemperie a corretear un pollo. cuando todo está list.,*
la viuda y el resto de los deudos abandonan .l baj;;;: Se vuelve a abrir la puerta del baiareque y todos se
ou.árn mirando hacia la oscuridad cerrada que hay
que. Jérémie Candé también se queda fuera, mirando-con den-
sus ojos rasgados la larga noche que se les viene .n.i*r. L. f.tt velas alrededor del difunto fueron apagadas lo
Dentro sólo se oyen los aleteos del animal, cada ,r.z má, Áir.o que el quinqué que cuelga del techo' Nada se oye
prolongados y frecuentes, cada vez más desesperados, y t.
n"di. .ìo*á; así como tampoco nadie se âtreve
el rebuzno incansable de una sola persona, que sosp..h.í "ú.r,
a enttar.
es Zulé. Jérémie Candé...
Es la 'rroz de la dueña, que retumba desde la negrura
Koté ou kiti hat la? con un eco exasPerado.
Na me lesí jto jë... Jérémie Candé, iven a alumbrarme!
Jérémie se apresura a obedecerla
y fuera permanecen
(iDónde dejas esta casa? los'parient., y io, amigos del difunto: perg sobre todo
En manos de cualquiera...) la viuda, inmåvil y ojerosa, mirando sin mirar la pu-erta
oor donde se le acaba el mundo' En eso surge la figu-
Todos miran a la viuda, que ha empezado a cantar ïa tambaleante de Télémaque Jacques. Trae la camisa tinta
con una voz redonda y dura como la de un hombre. en sangre y aparta.or, .f btazo a una mujer que se in-
terpone pâra preguntarle qué pasó. Camina sin detenerse
Guillotin ou alá, h.rtt q* l^ ^^lrr^ le llega càsi a las rodillas, se inclina
Guillotin kotá ou kité loa-1o? *Ut. i" tierra y 1o oyen vomitar. Detrás de él sale la
Sé na Giné ou alé... dueña, sudada y salpicada también por la sangrazâ'-y por
últimá desfila Jérémie Candé, arrastrando al pollo de-
(Guillotin, te has ido, gollado.
Guillotin, ¿dónde has dejado tu loa? Esa parece ser la señal para que la viuda corra â ver
Es a Guinea adonde tú vas...) a su difunto. Zulé exclama en voz alta que le gustaría
lavarse, y en unos pocos minutos alguien coloca a sus
,Se oye el último pitío del ave y un golpe blando y pi., urra palangana de agua tibia mezclada con poción
definitivo, como el de una fruta que se revienta contra de hierbas.
demonio -susurra ella'
el suelo._ Después vuelve el silencio, sin aleteos ya, cerca- -Hasta el agua me huele a
do por la bruma de ese canto en el que la otia insiste mirando con el rabo del ojo a Télémaque Jacques, que
con su voz rnachuna: vuelve lívido y adolorido después de haber echado el
alma.
132 133
La viuda sale nuevamente del bajareque y pide muy cansa-
oll^ Ella levanta la vista y se siente de pronto
también_ un poco cte agua para limpiá, lo' quá
*.j¿'ï1 más cerca que nunca' a un tiro de
su marido. Zulé se, le acerca despacito y da iu da. Simile está cerca,
de sus Y sin embargo' por primera vez err
";;ña: iiå¿t^
ttu.hot Pasos.
. -Ya_lo puedes llorar -le dice-. Ahora sí que ilil;- días, ña conseguido concentrârse en sus asuntos
bre se elevó. l, l" ir.,.ttia impostergable de aquel
La otra se pone a sollozar, como si hubiera recibido :ä *; "gobi.
una orden. hombre'
"---So., los policías -insiste el otro-' Qrieren que nos
-Ya lo lloro, dueña, ives cómo lo lloro? pero tú ayú_ rnetamos enseguida al barracón'
dame a rezarlo.
Ladueña * ,.prr" del difunto, camina solemne
hasta
,los L? la puerta y desde å[í *it"
pareja de guardias se mantiene dando la ronda por por última vez el rostro ya se-
alrededores del bajareque: tan pronto l" dr;;ï;;
;il ã; Guillotin Jacques: le agradece en el alma que
ayudante terminen sus asuntos con el muerto, ¿.Uåri" Ha sido un muer-
,ã'-ftwt deiado trabãiar tan dócilmente'
meterse al barracón. zúé rerorna junto d .rdáu.r ,.g,"-t"te fue de vivo un hombre
observa con la mirada sosa del deber cumplido.
f ìä to bueno, porque
al barra-
lo santigua con los dedos untados en agua U."¿ir.
a,íd; ;; *;. rt'rri,rd" insiste en acompâñarlos. ya. del trance'
la*!i .åí y su cuñado Télémaque, recuperado
el momento en que le va a sellar los labios, ,o*p.
tar con la ronquera adormilada de los amaneciåos:
,'å*_ tJr-tí.*r" por el camino y le entrega a la dueña cinco
pesos.
-Esto es de Parte de mi
hermano'
Muê kué nan Bonþé papa La hija de Pipá Luc acepta el donativo y murmurâ
a kigin toat poaooaø, la casa
lr, ,..oro.rrdaciones de rigor: sacarán al cadáver de
likrejtá siel la øk tè a...
antes de que amanerr , {" lo contrario, otro miembro de
al
(Creo en Dios padre todopoderoso,
i" i^-ilir'morirá enseguida; le darán muchas vueltasno
f...rro mientras lo llevan a enterrar, para que Guillotin
creador del cielo y de la tierra...)
nueda encontrar el camino de regreso a su casa
y por ul-
gallina
Ilubiera deseado que papá Luc la acompañara parâ
i;;, ;r.; de echar la tierra, tirãrán al hoyo una-
por la última camisa que vistió el difunto'
-
viva, cubierta
decir esa oración. Después de todo, ., .l
-Ëjo, ,rr^ari :À io, hiiå, les pones una cruz de añil en la frente,
de los bateyes, el hombre más buscado en tá; *lñr, días ,rå lot dejes ni oler el agua de la que-
y .t -.r.hos
tan.bueno y manso como un cura sabanero, tan impre_
brada.
La viuda de Guillotin, con la caru estragada d: h1-
decible.y qu^isquilloso como aquéI. pero el ui.;o fr"""!a"
se ha desinflado allá en los dêscampados de jirrd.i-y
berse liberado de un gran peso, tiene una última
mirada
quién sabe si a estas horas ya estaiá volvieido ån ,ú
de gratitud Para con la dueña:
pena a cuestas a la Colonia Engracia. iAhoru se tienen que cuidar ustedes -le dice a me-
. -Vámonos ya -la agita Jérémie Candé_. Los domi_ dias-. Por ahí andan rtnos mãcoutes que han venido
a
nlcanos qureren que nos vayamos.
buscarlos.
134 135
Es el momento que Zuléha estado esperando. como
Se han La viuda de Guillotin tiene unos ojos redondos
detenido junto al bairacón, donde la gente d.l y unâ nar\z tan chata que se le derra-
rato está durmiendo, mezclando sus olor.r
Cre¿-hr"" los de un múcaro
ã"
"'*
d. lado a lado en las mejillas'
".srËunäài
con los olores rancios de los congos. Ella tambien propios amigos' los macoa'
ría dormir cerrar los
Ai.: -Di..., que 1o mataron susDitttt
tiempo r.b. ri que a estas horas va
' .ojos _por
para que mañana pueda volver a abrirlos.
suficient.- õ; nr, quién es verdad"'
Mataperros'
fíãrt"¿o con la tripa abierta por la quebrada
-Se tienen que cuidar de esos bandidos -insiste la
Sujer-. Están agriados, esrán como pinchados po, .1-ãi.- Kokó li Pa gin zoreit,
blo. mé I randé brui lajøn"'
Zulé mira hacia ambos lados para cerciorarse de
que
los dominicanos no la escuchan. dntonces vuelve (La vagina no tiene oídos,
to, o]åì
a Télémaque Jacques y vomita la frase que durant. pero reconoce el ruido del dinero"')
,"J.
la noche le ha estado devorando el corazón:
se filtra
-¿qué se ha sabido de Similá Bolosse? Es una voz aguda y zafia, que en mala hora
. El otro se pone a masticar un bocado invisible, evita
la mirada gélida de Jérémie candé y escarba .n tr'ti.r.l
nor las rendiias dãl barracón y que se esfuma a la intempe-
l4l
neos ya escaldados. El houngán las miró de reojo, frente a un puesto de tablones, donde una mujer
curiosidad ni ilusión.
slrr ¡¿¡sn
't^n r^b^ un caldo oscuro de carapachos azules'
-Esas vienen de Thomonde -murmuró entonces_ ""*-Co.olías por el peso de
Es día de mercado. por allá. Lo que no hr.,
-exclamo Zulê, agobiada
un sabor de infancia 19 aclaraba los
".ndiãì . un olor remoto, 9qe
estas horas, yâ no lo venden. de la quebrada del Mayombe'
Una de ellas se acercó a la ventanilla y metió la
i..o.t¿ot sumergidos
ca_ Pidieron ron y se sentaron sobre unos cartones que
beza paru ofrecer plátano en dulce, lo poco qu. l* qu"_
daba en un cubo de plástico. ..Cuernos" l. ,urorJ
.olo.rro' cerca d! la orilla' La mujer vino a dejarles una
palabras_ al oído y le entregó unas monedas, y ella
,lrìi åã.o" los cangrejos hervidos y Malesherbes
'.ä.nró
Mombin
,iló a partiiloi con los dedos y a chupar una.carni-
uno de los plátanos sobre un pedazo de cartón antes y con sabor a lodo, que era 1a poca enjundia
àl ,l'årtut^
devolverle el susurro:
oue llevaban dentro.
-Busquen a Alix Dolciné. Sigan por allí. "---Có^.les los oios -le aconsejó a Jérémie Candé-'
El conductor aceleró y Zulé sintió un pequeño so_ Son buenos Para la meaja.
bresalto.
Zlié r. hiro la desentendida y Obenor masculló al-
-Yaestamos cerquita -remató el houngán. quna otra historia sobre la cercanía de los caimanes'
o-
_
Siguiendo la dirección que les había indiðado la mujer,
-Para la meaia
y para los sesos -abundó "Cuernoso
sólo hallaron a unâ anciana que manoteaba ar ui.ntá i
frotándose obs.riua-ånte sus dos puyas-. Similá
Bolos-
hablaba sola. ,,Cuernos> se lãnzó del auto todavía eå un silencio premonitorio
,.- to, comía siempre. -Hubo
marcha y le preguntó por Alix Dolciné.
n ,. .r.u.hó un ihapaleteo entre las piedras-' Verdad
-Alix Dolciné soy yo -contestó la vieja sin levantar de Dios que de chiquito no tenía otra cosa que comer'
la vista.
P.ro .or.rdo creció io tuvo casi todo: puercos rosados'
-Escucha, traigo unas gourdes... .rr.y., hervidos, gallinas de palo"' Y el condenado se-
-Las goarde.s no valen para nada. tNo tienes dólaresi guía comiéndose esos bichos.
Malesherbes Mombin, conteniendo a duras penas la Obenor, astillando a
impaciencia, se registró el bolsillo y sacó parte del dine_ -Ahora come gente -declaró
mordiscos un bocado que le había salido demasiado re-
ro que la noche anterior le había dadoZulé. Luego habló
belde.
bajito con la anciana que no paraba d. .rp..rår aquel Cuando cayó la noche se apartaron de la orilla' La
enjambre que sólo ella veía.
mujer del puesio vino a advertirles que no era bueno que-
-Está difícil -dijo el houngán volviendo al auto_. darse iunto al agua.
Hasta la medianoche no se podrá saber si es ella.
-ii.r.t los åimanes -les susurró señalando el
man-
. Jérémie apretó las mandíbulas y Zulé resopló agota_
da. Les quedaban muchas horas de espera .n Þ.r.dãr, y
gle y Obenor los miró a todos con la sonrisa boba de
los aciertos de chiriPa.
lo mejor, según propuso oCuernosr, .iu qr. se acercaran Se metieron bajå el sombraio de yaguas y allí siguie-
hasta el_ lago para tomar un vaso de ron. bb.rro. Lapor_
ron bebiendo hasta que la mujer anunció que iba a ceÍÍaf '
te giró la máquina chillando ruedas y poco después pa_ No había puertas ni ventanas, así que todos entendieron
t42 1.43
que.cerrar era apagar el fuego y llevarse en un
firâcurn a que yo vuelva -gritó Alix Dolci-
las dos únicas botellas que qu.dãban. obeno,
.".urill -Ahora esperarán atrás' como si hubie-
reado, cabeceaba a solas y nìurmuraba frases d.r.;;;,*- -¿ ,rii.rrdo ,orpr.,iu"mente'desde
tas, pero como no había nadie más que .ordui.r. ra estado Persiguiéndolos'
i"ìì^i esperaremos -le contestó sumiso Malesherbes
cacharro, se resignaron-a zigzaguear po, el .;i;; jii;: -Aquí
me que los devolvió. al centro. del pueblo. En 1., Mombin'
de Paredón no se veía ni un alma y la oscuridrñ;,*
.Jili "'" Zolê. estaba mareada. Un sabor a vómito y a-ron mar-
supuraba el cielo de la boca' y el tufo
errante
le-.1.";ü"
cerrada que estuvie.rgn a punto de atropellr, Ali;b;i: "liã
:ï';"r. ¿. las aguas le impedía siquiera respirar.
cìné, puntual y lívida, ariepentida, ,.gú, les "dijo
itigï i:i;;;;;Jb. ; to t.;ä', entre.lås picos imprecisos de
de haber entrado en tratos con dominrcanos.
más o"t""', y allí muy cerca de ellos'
a
-Aquí dominicano no hay ninguno -se quejó uCuer- iìi'äã"å"as los había deiado'
nosr, mientras Obenor se recostaba a un árbol par"
.ctrar
róil;;;t;à, d.l lugar donde. la.vieja
de alacranes'
nítida, una batalla
el hígado. "- escuchaba,
se
Bolosse está velandci su ganado"'
Lavieja hizo una mueca, y advirtió que al lugar donde -ptpá .,ro, y ronca de Alix Dolciné' que les
se dirigían no podía E;r-i; .r*bi ada
nadie más que"la ¿u.n reac-
y el houngán de Loma ".o-prdrrla
Càpra. habLb" oculta detrás de unos arbustos' "Cuernosn cuyas
a tiempo una sonrisa miserable'
-El borracho y el chino -dijo señalándoles a ambos_ ;å;ó ili."¿"
se tlenen que quedar. ;i;;t";; J.tf..dlg"'o" tn l' oscuridad'
por la
v de inmediato
mansedumbre:
sacó su uo, p.q.r.ãa, crucificada
Obenor no entendió del todo la noticia, pero igual "*---P.r,
fue a recostarse sobre los destripados asient*'tr"r.rå, lapa bolosse también traemos lo suyo'
se durmió en el acto. Jérémie Candé se prometió
I Zulé estaba rígida y temerosa de abrir la boca'
Pero
en sí_ ,^p^, d. pr.g,,"tár si era que acaso Similá había
lencio que seguiría los pasos de Zulé ,urqu. fuera desde fu"
lejos, pero Alix Dolciné le leyó el alma: vuelto de la Dominicana'
va de aquí -tronó la, vieja
.los -Ni de lejos ni de cerca. Aquí no vienen más que -Toro Belecou nuncâ se interminable de los
pisoteando con fuerza ia pendencia
que diga yo.
Echaron a andar hacia la salida del pueblo, rumbo a alacranes.
averiguar
esa.parte.-del esas alturas, oCuernoso creyó prudente
A
que llamaban de las Aguas Negras. La
_lago
anciana iba delante, corriendo casi entre lo, maärral.r, d¿nde estaba la mujer que venían buscando'
indiferente y sorda a los reclamos de Malesherbes Mom- t ftUå dentro de un rato' Pero dudo
-Ella vendrá
bin, que a duras penâs podía seguirle el rastro. Arí .u"rr_ que nadie se la Pueda llevar'
paga la dueña -replico el ho-ungán-'
zaÍon durante mucho tiempo, aãivinando la dirección -Pues para eso
que.corría lavieja por el eco lejano de las hojas rotas, y
en
prr, ,..rri, a. tq,i ] llevársela al marido"' iTan mal
sintiendo cada vez más cerca el vaho cenagoso d. i", está?
unos. gri-
a€uas que se mezclaba, intermitente, con el ãlor Alix Dolciné se carcaieó de verdad' soltando
frontal
titos blandos que-se ""told"'ott al escándalo
vivo de la
de la carroña.
noche entera.
144 r45
-eré va, la dominicana está bien. y se vâ â Dnn^ se escuchó una nllevâ garata
cle alimañas que se _aPagó
mejor: parirá en silencio cuelmo sumergido. La
:9To paren t", .ut.Ëår::il,i
es eso bueno parâ su marido? .r, t-*itt", con un .hasquido de
la batola:
*"--ii*it¿
dueña se lncorpo'o
Zulé sintió que de repente se le abría la "tt'diéttdose
t.tt.ltá que darme a esa muier'
tierra. l¿5
mujeres que bajaban donde los difuntos ruidosa-
¡amás volvían . Alix Dolci.,é ,. ìi*pió la garganta' escupió
levantar la voz, ni siquiera..para ahuy."rrr-, el tono:
y no lanzaban ni un quejião a la iro.a d. f., ;;iii:J
p;;-';ïi';
rnente Y volvió a cambiar
"'" Bolor,t no le gusta esperar' Y tampoco le
criaturas, así tuvieran cliez o así tuvieran -i'P"pá
veinte. gusta que le ajusten cuentas'
t-"îoËo
a.rprré, los tres se hundieron en el monte'
-Si está preñada,.no-la vamos a poder il;;. _suspi- arro-
ró desalentado Malesherbes Mombin. venía del lago v por
prd;;;"; h úri," endiablada que
-El marido la quiere como esté *se empecinó Zulé_. äl .utttò perverso de Alix Dolciné:
Si está preñada, preñada me la llevo.
Alix Dolciné volvió. a. reírse_ y aquel houngán llarna_ Lac Ia fond,
do uCuernoso, que.h.abía bregado morts ))ou dessd'n'n ai'n
-Ëdi" "ù;;;; l.o;.-
baños silenciosos del Lago- clãl peligro, tomó
a ra dueña souce lan'm Øa8 )o"'
por un brazo y la aconsejó de corlzón: Kité scorPions )o'
-Ya no te hagas ilusiones... A la fuerza no se va a nan Peligro guin place Plu toute moune'
poder.
Dos días de viaje, tantos dólares desperdiciados, (El lago es Profundo'
todo
ese cansâncio y una, caminata atroz para conseguir nada.
Y los muertos vienen
Zulé se acuclilló sobre la tierra y rËcordó q";C;il;; a beber sus ProPios Pâsos"'
se lo había dicho muchas veces: había trabajos
." lo;;;;
no valía la pena inniiscuirse. y cuand" ;r;; ;r*:;;
AParta los alacranes'
en el Peligro hay sitio para todos')
bajada donde los difuntos era mejor dejarla
.r,"r. Éoì*.
la moridera se le pegaba rápido-" t"r'tr".;;,^i"
visto. con sus propios ojos, la moridera no
;;ä;
se ie quitab,
ya ni con la propia muerte.
;Papá Bolosse está en su houmfort, tomanclo ron Ber_
múdez.
cabe za y miró desde abajo
Zulé levantó la la faz
monstruosa de Alix Dolciné. Flasta ese instant.,
asumido_la presencia entera de similá, allí
ïo t rLl,
detrás ãi;
maleza, bebiendo el ron dominicano que
más gustaba
a la legión de congos.
-Papâ Bolosse ya los está esperando.
1,46 t47
Poco después ella se duerme y sueña largamente-
con
Guillotin no es Guillotin
a ¿ìft"t. dål velorio. Jacques
Bolosse lleva unos
i;.;;;, sino Similá Bolosse' Y Similá.juntos
'rrJ;;;; de dos tonos que navegan. en la oscuri-
los pies grandes' le advir-
ããã. fo¿ot los muertos tìenen
Coridón. sea por eso que en su sueño
il¿ ,tn. vez Qrizá
a Similá le crecen todalvía, y elia se desespera.
tratando
un muerto se le entierra
ä. å;;ã;rlo, sabiendo que, si a
de sus
con los zapâtos puestos, þerturbará con el sonido
prtor l" på, u.låda de los que quedan vivos'
-Dueña, Ya es domingo'
l¿t¿-i. õandé se ,utitt"" hasta el lugar del .barra-
áorrd. se apiñan las muieres del Gagá y sacude
a la
.¿t
cast azul
hija rle Papá Luô' que duerme abtazada al cuerpo
de su Reina de Guerra.
-Hay que irse Yendo." ahora
Sonó cän Simiiá Bolosse, eso es seguro' Pero
recordar La boca aún
hrb.a qu. ver si puede .el .resto'
i;;t.ti, a ctairii y el aliento cálido de la muchac!1
proplo
que duerme a su lado le huele mortalmente a su
aliento.
fuera'
-Dueña, te esperamos
Cãmi.rrz" .làrea, y ella se encoge. con la.momenlá-
"
nea sensación de que podrá seguir el viaje a
ningún lado
d¡rani. .1 Pero enseguida se da
õ; öt*dia. 'uJño' ya no se
cuenta que es rnutil: ya no se puede retornar'
t49
puede huir, ya es imposible esquivar ia mirada noche a la Colonia
fija dol ¡nión que los devolverá esa misma
amanecer. christianá Dubois, atontada aún por
," r.råì_ no tiene más que verla para compren-
E-ogr^ri^. Jérémie
dad recienre, abre primero un. ojo y luego .i
",* iilt_ *- jV" ei mundo se ha venido abajo'
ã.iqu.
seguida los cierra ambos y estira ,r, *.r!o n'r.inåjoìi a llover todo el día -se desgañita desde leios-'
la saliva nocturna de la que más lamro. le señala inútilmente
Estamos preparando una cobiia -y
'H"y que irse yendo -repite la dueña, tragando las l^ai t^ ior,ä u.td., que Zulé pasa por alto' 1o mismo
cenizas de un barrunto qu. ,è le escapa , i,
*i*oii..'' la formación perfecta del Gagá' el taci-
;;;ttt por alto
-Hoy comemos carne de. pueÍco _exclama È;;;.,
como si hablaran en lugares diferentes.
ä;;;ióasón de los tambortt, lt dolotosa solo melodía del
y canta
tî-Uri, t.r.to .r't"lq.riera de ellos' qle-canta
Es el primer Domingo de Resurrección, en muchos de la noche'
i*rt 0". un animal que
'"" gltt se despide
años, que amanece tronando, y sobre el Angelina
," .;: sigue de largo, como si aquella gente no le per-
batey y cruza de
teneciera; ätrrrri.r. lãs últimas ttt"ì dtl
yendo un aguacero sucio que no tiene para
cuando ter_
mlnar. un salto mortal, que casi
,î1ãf,"'el albañal cefcano,
-¿qué se ha sabido de Similá Bolosse? El aire, cuando no.huele
fr'ftt.. ,od., en la inmundicia'
christianá se detiene en seco. ieré puede saberse
ese bicho malo sino que lo soltarorico" t,
de , iãJtido, huele a cañaveral, y a la guaiana hervidaorina' con
de
trip. ,bt.; la que se preparan las tisanas para curar el mal
en la quebrada Mataperros? Zulé comi enza aï.r,i".
Zrrt. .ro ii.ntt, no mira atrás, no siente ni padece'
Se
,
sólo entonces se acuerda de aquel hombre
;". ;**å lrnr. ..tlåqnecida al platanal y se desnuda de un zârpa-
canturreando toda la voltea ra cabeza y to u. .tù ,o, ,. d.soila viva contra los troncos pegaiosos y se en-
mismo, inmóvil sobre'oche. en tran-
su litera, cubierto hastá los h"__ tregâ â una perreta desenfrenada que se resuelve
bros por el saco de yute y asomando apenas t. "y Medio ha corrido detrás
gury"b, l. .1 trrnå. en muerte. Gagá
podrida del perfil. A .I" también le gustãría cantai,il*
ã. .Ut y Jérémie Candé, devastado y triste' es el primero
es costumbre que en Domingo de Rãsurrección
la dueña ; ilã; á l" d.br.le. La sacude por los hombros' le sopla
carìte parâ contentar a su Gagá. Lástima que
ni siquiera la , í^ y le rocía en el pecho unos sorbos de kimanga
pueda abrir la boca; si lo hace, podría escapar
una cule_ *;-h" entibiado previâmente en su propia boca' .La
d^rr.n. no reacciorr" y, .t su lugar, lanza unos mugidos
bra de aguas capaz de e'venenar toda h'1".;;:.-ñ;
p.":q. cantar puede pensar, y el sabor .n".;..iàå á.r.o.t..r,ados y se ãestroza las uñas arañando las pie-
clatrin le va y 'ile viene entre los- labios como
àli
un pescado dras del suelo' Es Christianá Dubois, con la-intuición
vlvo.
brutal de los que nunca piensan, quien logra fìnalmente
--Hoy comemos carne de puerco _repite Christianá_.
Y bajaremos a Boca Chica, iverdad qu. br;nr.*;t -
_ - lNo
sosegarla.
llores, dueña. Similá no ha podido morirse' ese
Christianá está viva y mira sin åspanto la máscara demonio anda engañándonos'
mortuoria que es el rostro de la dueñ a-. zuré termina a empinar la botella' pero estâ
de Jérémie Candãvuelve
vestirse y sale por fin al descarnpado donde
a., ã. fã, ,,.r"rro 1o hace para entibiar el buche y empapar el pecho
mayores se afanan colocando una lona verde asesi-
sobre el ca_ sudoroso åe Zilé, sino para tragar dos bocanadas
1s0 151
nas. Tumbada sobre la tie*a, cubierta apenas por
el rnanto Los mayores están más unidos que nunca; los músi-
bordado de uno de_sus mayores, la duËRa ,i.-Uf" en muchos
¿.ir.i_ cos no har, .onocido meior acoplamiento
ba abajo. Christianá le acuna la cabezay le besa l";-"ï: y las reinas, siempre soberbias y peleonas' jamás
-Jäl ,ãot,
y
.la hija de.Papá. Luc, desamparada y sol, .n,r. ,u tan cariñôsâs entre sí. Pero el Gagá está
'h;;td" estado
î^Atâ"
pia claqae, llora la.pena de ãmor q,.r. no lloró .;
i;; de muerte y la dueña Zulé' .no alcanza a darse
los ojos' a
años de desesperación..Jérémi. ,.grár, a su lado
V frì. är.*"t la dueña sóio se atreve a abrir mucho labios y a mirar
volver en sí como si viera resucitir a un perro ,hfgr¿.,
lr^e^t ia tierra que se le ha pegado de los
con la misma falta de piedad, casi con inàiferencirl-'-.- äåî.n,. la techumbr. ,.,',-"nte del platanal'
-Ahora sé por qué nunca me dejaste verlos... ' de Similá Bolosse?
-¿Qgé se ha sabido
Zulé lo escucha como entre sueños, pero aún así logra Unìlencio hecho de pan de coco desciende y manda
asumir el tono terminal de aquella frase. sobre los presentes. t-a hiia de Papá Luc'
la que fuera
-Tapaste las rendijas, dueña, pero yo los oía. Hasta 7rr^*^A^ äe milagro a l"s faucts furadas de la quebra-
-está
en la casa.de Papá_ Luc se oyeror tus berrido, y l"; ã;ì ããã.f Mayombe, a punto de sucumbir en las aguas
perro Similá cuando gozaban. de un regajo menor'
'"-:Si*if¿
escasas
christianá lo manda a callar. La hija de papá Luc está pot ahí -la pincha Christianá-' Si tú
"rrdã
sufriendo de una montadura gorda, no hay rná, q.r. ,r.ü. no te levantas, él nos va a desbatatat a todos'
^'-
la mirada o tomarle las manos, .ro, ii., d.J., ella-' Hay
_que
no son más los dedos deZulé, sino los del misterio .*rr_ ;;; -H"y que volver a Jimaguas -murmurâ
que recoger a PaPá Luc'
Durante esos días de vagabundeo por los bateyes'
perado que la está poseyendo. Habrá que traer del ron, a
frotarle la entrepierna, soltarla luego para que se arrastre Iéré;i; Candé le ha vuelto â crecer el pelo' Son los ca-
a su gusto. tO es que Jérémie no ve que elia es la dueña äo".t vivos de su pelusa muerta, algo que le escuece en
del Gagá?
10..r que se olvida de que, en el batey Colål il;;"" cuando se acaricia el cráneo, algo que a veces le
nia Engracia, la verga enrojecida de Ogún f.rraílt..st¿ repugnâ.
encendida en obediencia suya? iO es que acaso no re_ ' ï.riba, dueña... vamos a deshuevar a Similá'
cuerda que los seres feroces de la palma siguen bajando
Jérémie se asombra del
retumbo de su propia uo'.'.s'
d. rasJa febrilmente la cabeza, como si la tuviera
cundida
Yl?..1 fondo para comer en el Vevé qu"e ella 1., pr._ pide. pres-
paró? Jérémie está demasiado absorto para escuchar
la pe_ de pioios, y con el mismo tono de amenaza
rorata de esa muchacha arrogante qu. ayer supo t^Aà tá d, madera que lleva al cuello uno de los
,íit
lo que era el alma alebrestadã de la dueña. "p.næ mayores.
-Tú te callas -le dice-, tú qué sabes... que recoger a Honoré Babiole
-También tenemos
Christianá lo mira con el gesto hipnotizado que pre_
-prosigue
'
Zúé-. Si es que 94t9Y 1o deja venir'
cede al nacimiento de los grrrrd., odios. deshuevamås a Similá -insiste Jérémie Can-
-Piirn.ro
-Tú no te metas -se despepita Jérémie Candé_. dé-. Primero a é1, ilevántate!
icuántas veces dormiste con e[ã¡-s¿lodormiste anoche, El tirón que le da a la dueña es tan sorpreslvo que
prime-
hasta ayer no habías dormido, tqué sabes tú? nadie ha teniào tiempo de interponerse' No es la
t52 153
carne frita'
Ía vez qu_e a Jérémie lo montan duro, pero
sí la prir,",^*. -^t4 huele a masacre' huele de pronto a la mira-
vez que durante un trance se atreve i ät^r i tl pañuelo bien atado' extravía
seguida se Ie acercan g?, mayores para s-ujetari"^-;,I;"f,. åäil;;titnt vozarrón que ni remotamente es suyo:
ðhrti ,^r^ un
tianá Dubois, convencida de que ra'hija de'papá ; luy
"* ..¡Sl.ilá,
peligro, la cubre heroicamenå .on su proplo
L'uörl: estamos aquí!
tiem-
cuerÞo. T;;;t lás miemb'o' dtl Gagâ' todos al mismo
-Bésenme la cruz _se desorbita ;eiemìe_, ü¿;ä;._ oo, i"rn-t..ibido el
pálpito'.Están rodeados' están como
la, carajo... oios que. los vienen obser-
No hay que se.r.yn entendido para saber que está äil;;;t ante un p"nta" de están vencidos aún antes de
po_ ;ä;á;. .1 ama""cer;
seído por Carfú. Sólo un misterio como
,quËt pid. .in",., estampa ttt"itttt de aquel hombre que se des-
así de_ su caballo, y los señores del Crs¿ loctlìzatla
,i;ni.;;;;':; cubre Pronto:
no habrá que esperar mucho_ para queir g"rrJ".;ij;
d.e Zulé.corrà a golpearse la cabeza; pär, -iMiren a Similá! Reina de Guerra' es la que ha
qu. ordene que le Christianá OoUãi',
sirvan del puerco y de la toaä .r, u,';ä; consigo la bandera roja,
plato; qâra^ que ruegue qre"uyr-r, drd;ï; ";z de alarma. No rraetantas veces declarada' no
lá m.r.l.n l. .rrn. ..oI,'ì; i.r. ott. declarar una guerra
tierra. Carfú adora el sabor sacramental de los
ca;;;; tä "frl".ãiti .rta.l it'ro, allí.está el diablo' allí está
su veneno'
-Traigan más ron_-grita la dueña, poniéndose d;;;;
recuperada y libre del peso de sus piopio,
i, .ul.Utt sin palabras, sola y viclriosa con el criminal más
to.r.r_. tü¿, Allí está, .t ,o*", tl tå'o embravecido'
ron para CgS, para que uor p.r*ìta regresar, para que familia de criminales'
nos libere de la sombra de Similá Boloss"e.
;äi;ti'de
"'^^:A;, una larga no es
Similá -l"butna Jérémie Candé-' Este
Cunde la confusión en el Gagá. Es casi mediodía,
es tu camino, muchacho' la moles-
Domingo de Resurrección, y ., iígn, de estar
El bokor ¿. ptttiO" ni siquiera se toma
""i"i.raïel
todos al batey, ellos están ,ili .t.ri.dos, presenciando
tia Je contestarle; está demasiadã atento a los movimien-
duelo a muerte de esos loases qu. u.n .i.r*po un punto inter-
para bajar y hacer su fiesta.
,ùì*a ;; d. la dueäa Zulé' Ella avanza hasta
medio entre su propio Gagá y el grupo de facinerosos
-iMás ron, a Carfu le gusta el ron! oue comanda Similá Bolosse'
Zulê se recupera sabiamente y "-'-;;ut*-e,zulé-grita una voz que sale de la gargan-
,, Jérémie no cesa de
y mil veces
lloraf .
156 157
-Tú no quieres alianza -recordó Similá_. pues yo Zulé-' sólo
no te puedo ayudar.
-Nunca pasó por muerta a-respondió
*--
desapareció, pot .to me atreví venir'
Malesherbes Mombin permanecía apartado, saborean-
--s¡r-
lD, 1o mismo, dueña. iQré rnás da? Allá en la Do-
los
do un vaso de ron que Sirnilá le había ofrecido.
riniãt" toclo el irru,,do sabe que la baiaron donde
-No eres hombre agradecido -aprovechó Zulé*. Te *"
difuntos.
ayudé cuando llegaste a_mi batey. Ahora n.rprres de eso hubo un silencio largo' Simil1"l.O':-
foy yo L q;;
te necesita. Tienes que darme a esa domrnlcana. tomó la molestta de
s.untó *ando se irían, ni siquiera se
-No está en mi ganado -contesró Similá. a Malesherbes Mombin, entre otras cosas por-
ãespedir
evaporó, se difuminó más bien en
-Puedes ayudarme de todas formas. Si no está conti_ itntt.tt erbes se
go, estará trabajando en algún otro conuco. "rrË vieja Alix Dolciné había sa-
ir ¿.t.tiJ" de la nochË' La
al poco' muy
-Yo no lo sé... No puedo saberlo todo. ìião."birbaja del houmfort, pero regresó
Zulé levantó los brazos parâ recogerse las greñas v p"r, ,rrir"rles que una mujer' posiblemente. la
ä..i,"Jt,
dejó al descubierto los dos rãb..o, húlmedos y;r;r;i ;;;td, q,t. buscaban, estaba entre el grupo 4: 1g:
que eran como dos grandes sexos abiertos al mandamás muertos vivos que habían bajado a beber agua' Similá
lo
de Paredón. äîrät* ,. p.,ro de pie con la parsimonia de q9ie1
A lo mejor lo sabe algún bokor de los de por aquí. notó que en realidad el bokor
_ l.t.1.¿" decidido, y Z"te
Todos ustedes son iguales. ã. p"r.d¿r. .r" .ná, corpulento q"t ttt último recuerdo'
-ilguales a quién, dueña Zulé? -Vamos a verla.
Ella vomitó el alrna: No esperó la respuesta de la hija de Papá Luc' La. haló
por una mano y, alrr-bt'dos a medias,por lÎ
-Iguales al demonio.
lYl
A Malesherbes se cayó el vaso de las manos y
l::l
donde
-le luinqué, caminaron hacia el lugar del lago desde
Similá Bolosse hizo relampaguear sus grandes ojo, amr_ åiit åq*f chapaleteo tan intenso como el de veinte reses
rillos. ilbi;ä. tod"s " lavez. Aiix Dolciné los alcanzo enabier- ese
-nCuernos>, en este houmfort no se bota el ron... ta y le susurró a Similá que 9l campo estaba
-orrr.n,o y
qué loa se lo estás brindando? iã. Ëf hoÁbr. de Paredón siguió tirando de la dueña
,,Çs¡¡¡65, negó con la cabeza y recogió del suelo los que los pics se le hJndían.en la arena del
borde
.fft ti*¿
restos de aquel vaso que se había quebrádo de una ma_
;ffi;;tiir, .här."t tibias qu.e iba deiando -el oleaje'
p^u{o aquella
nera rara, como formando estrellas. Por fin el otro se detuvo y ^l'ð lo más que
-Aquí no se bota el ron, ni se bota la sangre. l"t q". no alumbró bastante, pero -sí lo suficiente para
Similá_ no podía ocultar su irritaciórr, p.õ aun así
õ ä1¿ ;iera el celaie de las sombras qyt s.t alejaban
irreal teñi-
trató de desalentar a la dueña por las buenas: si ella se rumbo al monte. Só1o un espectro, un bulto
llevaba a esa muje r y la entregãba a su marido, tendría d; á. azul, se mantuvo "ttttlilltdo en la orilla' Similá
que explicarle luego dónde la había encontrado. ieré iba acercó la lámpara y sacó su voz de zafarrancho:
a decirle entonces al dominicano? icómo iba a i.fen-
-Déjame verte. que
derse cuando la policía fuera a pedirle cuentas? La mujer no se movió' Por el contrario' pareció
ls8 159
se compactaba, que se endurecía sobre sí misma más; averi-
un caracol bajo su concha. Similá tomó
corno La dueña hubiera quericlo verla un poco
"n, .r_""ält guiñapo humano era capaz de co-
' suelo y se la hundió en el pelo. ørâr Si en efecto aquel
T,in,utrt'it;-;ù; to;" qt" el'a había mirado mucho
-Ponte de pie. las pupi-
La otra continuó inmóvil y el bokor más endiablado ;ä"oo ;;ár, .ur'do Coridãn accedió a afilarle
de Paredón la volvió a tomar de un
de_aquellas tierras perdió los eitribos,hizo gi.",
i;;r.r*; i;':'i;;;i-io-b'. de regreso þtit. tl
se la enroscó en los mechones grifos. Enr.giid,
,irå-ir".il
;;;;; y la arrastró por el caminojunto a Alix Dolciné'
t*Ãfåtr, no sin antes detenerse
atrás, y al apartarle los cabelloi amedusadlor rprt*i.roi
lu. ,,i"navegaba absorta entre sus conjeturas:
las facciones pálidas, los ojos fijos, el rictus
;;.;;;.r" no fue la sal"' Qrién sabe si se
de una mujer que ha descendido áond. lo, åifontor."" -Aunque a Io mejor
malogró al desenterrarla'
-iLevántate, jodida! Una criaturâ que hubiera descendido donde los
di-
Ella tuvo que hacer un gran esfuerzo, pero logró po_ sucedía que a veces
nerse en pie y Zulé descubrió que era funtos pasaba por varias etapas, pero
-..ro, ,.r,.ri.tr'd. el principio' desde el ins-
lo que pensaba, casi blanca. En ese momento, ;; l."t:g; se mali.iaba desde
yâ no
Similá le tante mìsmo en que la traían del fondo' Entonces
levantó más el rostro, ayudándose con la misma ,"-". y se
estuvo un buen rato mirando aquella faz desguar"..iãä
ì ,.*i" para llevar mensaies ni para. plantar conucos'
iU. |."t"-iendo por sí sola, en la penumbra cenagosa
que constântemente se escamoteaba de la luz. Lo próxi_
mo fue echar un jarro de agua fría sobre t, .rb.rl- hìi- *-
de su proPia dormición'
con el chino -diio al rato S]Ti-
viente de la dueña: -t'" rå qrr. vinisteagallas"' Coridón no escogió bien
lá-. Pero ésË no tiene
-Le trabajaron los ojos y la deben estar usando para dónde ponía su meaia'
que vea y cuente. Ahora menos que nuncâ te la
väs a Z,¿,1é rcaccionó débilmente'
poder llevar. yo no, mira cómo pier-
lcoridón sabía lo que hacía.
, Zulé recordó, en un solo fogonazo nítido, lo que eran do mis centavos.
lo.s ojos trabajados,.el líquido" paisaje .r, .l q,r.
Fue en ese instante cuando la agobié la
potu_ certeza de
laban los difuntos, la agonía dËsgarr"dora de i;; nada;
ciones.
il; oue había hecho un viaie tan largo realmente para
muy hombtg.-19.
Ti zoøzo koté ou pualél -Pero para matarlo había que ser
M pualé ka1 Fillete-lalo. mató mirándole hacia la entrepierna-' Y en eso Similá
FilleteJalo kon'n manjé ti mounes; tiene razón: Coridón no supo dónde ponía su meaia'
si ualí la manjé oa tou.
164 165
Llega un momento en que los oios amarillos de Si-
milá Bãlosse se multiplican locamente por el platanal. Es
el momento en que la faz del mundo se oscurece, como
,i h,rbi.t" ,no.håido en pleno mediodía' Jérémie Canclé,
alias Papá Carfú, sigue levantando el dedo para provocar
con é1 , Toro È.lã.ot, alias Similá Bolosse' La dueña
Zulé, puesta de pie sobre la línea divisoria de esa furia'
ãitt'pti-ero hacia el semblante homicida del hijo de
Cotidótt y busca luego, entre la jungla desnutrida de los
plátanos, aquel rostro afiebrado que ella lamió una vez
gusto al fuego'
þor lástim" y qrr. lamió otra \ez por
buando Toro Belecou se pica, la tierra entera pârece que
va a abrirse y, cuando similá Bolosse decicle alzat la voz,
un aire fétiio y caliente desciende sobre el platanal:
Zulé.
-Vamos a negociar, dueña
Las palabrr, ,ãl.t de su garganta con un eco doble'
como ,i htblttt a coro; como si Toro Belecou, en su
infinita roña, quisiera potenciar la hiel de sus palabras.
-Pero dile a ese bocón que
se evapore'
Christianá Dubois, Reina de Guerra, se parâ en medio
del bochorno y saca un borbotón de frases con las que
intenta convocar a Ogún Badagri, que es el señor de las
pendencias. Lo invoca a gritos,- con la canícula de fondo'
pero nadie se atreve a hacerle burla' Ni siquiera la gente
àel batey, agazapada al otro lado del platanal, Lglgqt"-
do en ,ii.t ãio por el hervor de la reyerta' Similá Bolos-
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se, como es normal en estos casos, ha pagado su machete y es-
a los guar- Bolosse, fìero señor del mundo, levanta
dias del ingenio pâra que se mantengrr, ,Jrdo,,,f.;iäå, encantan a los
primer Mayor. ño ã"p. *.t palabras sucias de las que les
-Jérémie es mi lo puedå ,.;;ñ. áiår.t brarros. Un puñado de sus hombres, que a la legua
aquí. también,
se ve que son rnacoafes, comienzan a caminar
-Tu Primer Mayor era tu padre, pero me parece que .á" U iista fija en los mayores de Zulâ A la cabeza de
tu padre se murió. Después lo fue Honoré grËiot.,
vl;. io¿ot marcha Tarzán Similá, la misma cara de su padre'
parece que ése se va a morir también. No me prouoó*i
r - --1*!or ,rtpi.""ao el aire con los polvos blancos que lleva en el
dueña, isaca al chino coño de la madre!
macuto.
-Está montado... tno estás viendo que está montado -Ven a probar mi dedo, Similá... iA ver si tienes hue-
por Carfu?
vos!
Jérémie sigue agitando el dedo del corazon y apunta se empina y
Jérémie Candé se agarrâ la ^entrepierna'
con él a Similá Bolosse. De vez en cuando ,. ,í., ;ñ; como si no tocara fondo'
se sumerge
p_or más ron y murmura un trabalenguas gélido el bokor-' Pre-
que ,rndi. .r, .l -Por ahí me sobran -contestâ
Gagá le oyó jamás. a tu dueña.
gúntaselo
_ --Yo me cago en su montadura. por últimavez, dueña " Err.i*, de ellos, cruza unâ ventolera de agua y los
Zulé.,te ofrezco alianzao guerra. pero para hablar, ti.".,
hombres se aquietan brevemente, intimidados Po-r Yn lay.o
que sacar de aquí a ese hijo de la mara meaja de
coridón. que chispo.roi." entre las hoias. Los mayores del G9Sá.de
Como un relámpago, como un chispazo intercalaão /ulé estån parados a pocos pasos de los mayores fatulos
en la memoria,zulé recuerda en ese instãnte el tono
des- de Similá Bãlosse. Naãie ha sacado las pistolas, nadie pre-
garrado que se lo advirtió el houngán de la colonia
-con sume de ellas, pero Toro Belecou sigue agitando- su ma-
Azote. Coridón, a punto de morir, le "había p.drd" chete mientras camina hacia la estampa rígida del gran
ì;;
se casara con Jérémìe Candé y, cuando ella ie negó,
le Carfu. Similá cruza despacio por delante ðeZulé, y a ella
aconsejó que se cuidara del que viniera luego, qu. J. le falta tiempo para olfatear las miasmas de ese cuerpo
åuì_
dara mucho de ceder ante el mamón de l.i t.., henchido, el mismo que una vez partio de la Colonia En-
;*"d;;
-Este es mi territorio -truenâ Zulé_. por aqrrí ,i.À_ a cutierto pot lor grumos _blancos
gracia de 1a sedición.
pre ha bajado mi Gagá... Tú te metiste po, r'rn rumbo Candé por fìn la dueña-' iVete del
que no era el tuyo. -Jérémie -grita
platanal!
-Aaaaaaaah, due.ña cabrona, iy de cuándo para acá El hijo de Coridón ya no responde por su- nombrq
una puta le marca el rumbo un ioro macho? ni siquiera por ser Zulrê la que.lo está llamando' Carfú
"
_ Los mayores de Zulê se adelantan en desorden, con Candé brinåa y relincha alrededor de Sirnilá Bolosse, es-
el gesto amenazante, olvidando la formación que;r;" quivando el giro intenso del machete, encogiéndose para
cribió Honoré Babiole parâ empe zar la g,r.rrr: ir'hif, evitar que lo desguacen.
de Papá
!uc, presintiendo lo suyo,
jo de su falda y saca inmediataménte -.t.
l" mano debá_ -Similá... ivamos a deshuevarnos!
la navaja. similá Be- El hombre de Paredón' seguro y rápido como unâ an-
lecou, gran animal del campo, mejor .ono.ído po, io- guila, toma distancia para atacaÍ mejor'
168 r69
quieres todavía más guerra?
-Lárgate de aquí -insiste Zulé-. Fuera Carfú.' --srd fi,.,^ -iVas a querer alíanza o
Jérémie Candé. Déjenme negociar con el bokor. La hija de Papá Luc, con la navaja en alto y la pe-
Se.descuelga entonces_un aguacero raro, como lambre ,ú.1t" ,. p"r... más que nunca a
la metresa Er-
si el
resto de los loases, para. aplacar_, lo, g,r.rr.roi, t., ,.g.iriå ,rrli. pt.d", puta caliente del corazín profundo' amante
aquella lluvia de pedradas que los disirae por un segundo. ã. p.tfu*o y .o.tdumios blancos, de todo lo que tenga
sólo un segundo, de la miieria de sus p"ror. p.roä-i,i] t *i.t. y todó lo que huela a leche' Cuentan
los santos
la meaia de
barrón no alcanza para ocultar laluz. Llueve .or, ,ol,-*J,
;;; i; Letresa rreda se empeñó en probar
del diablo, y la dueña se rebela dulcemente, con una
voz Toro Belecou. Pero Toro BeÎecou se dedicó a humillarla'
que ni siquiera se parece a la que tuvo hasta ese día,
con- i" *"ltrrt¿ en las noches y la obligó a beber de los ori-
una voz tomada a la metresa grande que la o, ,
-ona.r. *t ¡it"..s que desaguaban por aquellos tiempos las cu-
-Llévense a Jérémie Candé -le oidena a dos d. ,uu lebras negras.
---
mayores-. Llévenselo al camión. pistolas -machaca Similá-' Si quie-
Christianá Dubois, empapada y temblorosâ, contem_
-Yo ão necesito
res guerrâ, te doY machete.
pla con ojos desorbitados la dura faena de ho*- Ërzulie Freda decidió vengârse' Caminó entonces en
bres que arrastran a Jérémie lejos del platanal. "qu.ilo,Z"ló se la noche y buscó en el montð d más zafio de todos
los
vuelve hacia el bokor y le suelta las pocas palabras cla- ilt;;;"; que llaman Belie Belcan;le ofreció un chivo' un
ves de aquella tarde sin retorno: or'r. ., lo quì más le gusta' y le rogó que le hiciera
-Ahora ven a pelear conmigo. ätnt ¿. reiolcadero a Toro Belecou' Belie Belcan acep-
Similá se ríe, se ríe con ganas, nadie se ha reído nuncâ iá 1, ofr.rrda, aseguró que a cambio.le traería la sangre
tanto como é1. a. ãqo.t toro. Perä 1o cìerto es que iamás cumplió'- .
-lfri sí, dueña tramposa, a ti te gusta meter bala'
Fuis-
-fVas a querer alianza?
La dueña está mojada. Por el rostro lloroso le baja el te donde Galeona Troncoso, le pediste a sus hombres
agua turbia que se filtra desde la techumbre vastâ del pla_ u t. á.irrt. a cambio al bruto de Honoré... tsabe Honoré
tanal. Le_pesa la coronâ y, cuando se la va a quitar,linza iltUitiå qte a su hermano Truman le saqué los oios?
un aullido de dolor y se mira la mano ensangrentada. Zulé ächa a caminar hacia el bokor, sumisa io-9.:i
En mala hora se olvidó de la trampa de cuchillãs que le 1. hubi.rr., ofrecido un refresco amarillo' un cigarrillo
que más
camufló Lino el Haitiano. mentolado, una enorme verga retinta, todo 1o
-tVas a querer alianza? iVas a dejar pasar mi carga_ le gusta a ia metresa Freda'
"-T. .onuiene la alianza, dueña Zulé' Viviremos jun-
mento por tu batey de mierda? tVas a prestarme los
Tumba'
barracones de tus congos? tos en la Colonia Engracia o en el batey Colonia
La lluvia arrecia y Zulé barrunta que en la Colonia f .t .1 Tiempo Mu.io iremos al Lago del Peligro a velar
Engracia deben de estar lloviendo p...r; incluso le pare_ * ganado.
el iQré me respondes, du.eña?
'Ëil;. pùa. menos que rmagmar el horror de Ana-
ce ver a su madrastra Anacaona, inclinada sobre el suelo,
caon¿ allá ian leios, hurgando ttt It ttipt morada
afanada en rescatâr un puñado de sardinas antes d. qu. de los
ias charcas sean lamidai no.'v"mente por el sol. tratando áe adivinar el porvenir sobre la
p...i'rUi.ttos,
170 17l
I
enjundia helada que le dirá de todo antes que ocurra y
Coriclón se deja caer, arrebatado del dolor, comienza-a
nada. Jui.Ut..t entre los troncos, bajo 1a mirada adormecida
-Apúrate, dueña, mira que no tengo tanta paciencia. del bokor, que lo ve todo sin moverse'
--
La hija de- Papá Luc tira lejos la navaja y ,. .r.ãä
.bruscamente Dentrá d.l plrt*d nadie comprende nada. Pero chris-
por en-
delante del bokor. tianá Dubois, Reina de Guerra, hace un esfuerzo
del y'
. -\o
voy a romper mi Gagá, que es el Gagá que he_ a los pies cadáver
i."¿.t al mundo, se arrodilla
aun sabiendo que nadie la tomará en cuenta' rompe
redé de Coridón. a
172 t73
-Me tiemblan las manos...
Anacaona lava el cadáver de Zulê con la lentitud ri-
gurosa de quien adoba un animal abierto. Ha empezado
por el final, raspándole las plantas de los pies y- metien-
ão entre los dedos una toallita blanca parâ sacar la sangre
seca; luego le sube por las corvas, frotando las rodillas
que nunca fueron del color del resto de su cuerpo, es
decir, que siempre fueron grises.
-La bañé cuando llegó al batey y la baño ahora que
se me vâ.
El agua de la tina, aquella vez, tenía el destello mor-
li
tal de cochambre. Ahora ni siquiera hay tina y faltan
los gritos de aquella niña cerrera pidiendo que la dejen
ir; iulé. está quìeta, tendida sobre dos mesas arrimadas,
no hace ningún amago de escapar ni tira dentelladas a
los brazos que la sujetan; no puede oír, en suma, el canto
soporífero de su madrastra.
t76 t77
-Pues Similá los degolló, los desangró a todos y luego Glosario
se metió en el caldo y le ofreció el mejunje a Lokó Siñã_
ña. Cuando salió de allí salió encendido, hasta el blanco
de los ojos tenía rojo... del mismo rojo de su sombra.
Algunos hombres tratan de estrechar la mano arrin-
conada del houngán y, cuando se dan cuenta que es inú-
til, 1o tocan por los hombros y le acarician û barbilla.
Antes de partir hacia los cortes, dos de los mayores se
ofrecen para clavetear el féretro. Christianá Dubois sale
disparacla de su escondite, besa los labios de la dueña y
enseguida se âparta, como si hubiera tragado un buchl
de veneno.
-Parece que Lokó Siñaña es un loa muy agradecido
-resume Anacaona sacando la voz por encima de los
martillazos.
-Eso parece -contestaPapâ Luc y se levanta.
178
.Amørre: nombre que comúnmente se utiliza para denominar
cierta clase de hechizo.
Aultømø: calabaza,
Bambties: tubos de bambú que producen los tonos bajos carac-
terísticos de la música del culto Gagá'
Barón del Cementerio; entidad del panteón vuduista que rige a
los muertos y habita en todos los cementerios. Pertenece,
junto
con el Barón Samedí, a la terrible familia de los llamados Gue-
dés, que son espíritus o loases fuertemente vinculados a la
muerte y todas sus Provincias.
BatE:" lugar ocupado por las casas de vivienda y barracones en
los alrededores del ingenio azucarero.
Bøtola: nombre que vulgarmente se da a cualquier bata ancha
de andar por câsa.
Bokor: sacerdote del vudú. Se diferencia del houngán porque
trabaja con las dos manos, es decir, con las fuerzas del bien y
con las fuerzas del mal.
Bukán: fuego ceremonial representado por una barra de hierro.
Es alimentado con ron Y gas.
181
Caguazo: nombre que vulgarmente se da a la paja, las hoia"
Houmfort: temPlo del culto vudú'
los troncos y todos los desperdicios que .'r"n qu.drrrd" ;;il
el campo de caña. Houngán: sacerdote del culto vudú'
la fábrica donde
Central: ingenio o fábrica de azúcar. Ingenio: finca donde se encuentra el cañaveral,
se"elabora el azícar y edificios relacionados'
Cløirin: aguardiente haitiano.
Kinangø: bebida ritual del vudú'
Conuco:'þ parcela pequeña de tierra cultivada por un campesi-
Lømé: personaje que encabeza el recorrido
del Gagá' Con su
no pobre.
látigo va despejando el camino'
Cuelmo:* tea, raja de madera resinosa para alumbrar.
Lengüntacø: henequén'
Déssunin: ceremonia mediante la cual el cadáver de una perso_
na es sepârâdo del loa o espíritu que lo ha regido en viãa. Leaøntøniento (de In SillQ: cetemonia que forma parte del rito
ã" i"i.ø.iOn Ën el Cagá. Et iniciado es literalmente elevado
Dueño: houngán de alto prestigio que organiza, estructura y
en una silla.
mantiene el Gagá.
Loases: entidades o omisteriosu que rigen el panteón vuduista
Enramada: rústica construcción de madera y yaguas donde del trance o posesión, suben o <se mon-
tiene lugar la mayor parte de las ceremonias del Gagá. , Ota, en el momento
i;;;t la cabeza de un individuo, que no en balde es llama-
ào ..aballo'. Los loases pueden ser de naturaleza Radá o
Petró'
Fatulo:* falso.
Fuete: azote- Majá:" culebra de gran tamaño y color amarillo' No es venenosa'
Funche:* especie de gachas de harina de maiz. Møl de orina: angunia, micción dolorosa'
Futatos: caracoles que se utilizan para convocar a los miem- Mambo: sacerdotisa del culto vudú'
bros del Gagá. tropica-
Mangle:o manglar, sitio poblado de mangles, arbustos
Gagí: culto socio-religioso practicado por haitianos y domini- i.; q:"" .r...ri¡urrto a lås costas, en medio del agua salada'
canos en las regiones cañeras de la República Dominicana. de una
Mascadø:o mascadura, porción de tabaco que se toma
Gourde: moneda nacional de Haití. vez para mascâr.
jerarquía del Gagá'
Guajøna:* espiga florida de la caña de azúcar. Malores: miembros masculinos de la alta
Gaarapo:* jugo de la caña de azúcar. .,r1ío oscila entre diez y trece' El primero tiene más
".i*.ro
prestigio que los demás.
Guardarrala..o calle o pasadizo que en el interior de una finca
en al-
separa los cuadros de cañaverales. Meajø:o pinta roja en la yema del-h-uevo' Por extensión'
g,r;åt hrirr", del Caribe se aplica al líquido seminal del hombre'
Heneqaén:* planta de hojas o pencas carnosas, que tienen espi-
nâs en el margen y en las puntas. De estas hojas se obtiene un Metresas: loaseso deidades femeninas, pertenecientes a la divi-
hilo para fabricar una especie de soga. Se le llama popular- sión Radá del Panteón vuduista'
mente "lengüevaca". donde
Palma (Lø): ârbol sagrado, también llamado 'blancon'
t82 183
se supone habitan los se¡es. que dan protección al Gagá.
Su
ubicación es secreta y sólo la conocen el dueño t", iìi.åi
v
bros más íntimos del grupo.
Paquete: especie de resguardo que se presentâ dentro de
un en-
voltorio semejante a-una cebòlla grãnde, coronado . ,*u..
por una cruz. Hay dos tipos de paquete, macho o hembra,
dependiendo de su contenido y piopósito.
Petroses: loases o "misterios> fuertes y poderosos. se diferen-
cian de por su afición al hierrò, al fuego y al vidrio,
-los.Radá
y por blandir constantemente su machete.
Poste æntral: en creole, poteaa mitan. palo eminentemente sa-
grado, localizado en el centro de la Enramada, por donde bajan
o confluyen los "misterios".
Pular: hincar.
Reinas: miembros femeninos, que ocupan altas posiciones den_
tro del Gagá.
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