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República Bolivariana de Venezuela

Guayana Coaching School


Latam Coaching Network LCN
Certificación Internacional Coaching de Vida and Mentoring

TITULO

LA METAFORA COMO RECURSO EN EL COACHING

Edmary Pacheco
CI: 12014789
LAS METAFORAS COMO RECURSO EN EL COACHING

La psicología humanista siempre se ha sentido cómoda utilizando la metáfora, los


cuentos y las historias como una herramienta muy provechosa en procesos de
desarrollo humano. Es natural que el Coaching, que se fundamente en dicha
corriente psicológica, aproveche este recurso en sus intervenciones.
Gracias a las metáforas, es más sencillo conectar ideas y entender nuestras
emociones desde una perspectiva más simplificada que funciona muy bien en
procesos personales y profesionales.
Aristóteles definió la metáfora como una comparación entre entidades en apariencia
diferentes. También decía que las metáforas nos hablan del poder de la mente
para crear pensamientos generadores de amplias posibilidades.

De la misma manera que definimos el coaching como el vehículo que transporta a


las personas de donde están a donde quieren ir, con la metáfora transportamos el
significado de la inconciencia a la conciencia.

Freud afirmaba que el pensamiento en imágenes se encontraba más cerca del


inconsciente que el pensamiento en palabras.

En la corriente psicológica del constructivismo se entiende que cada persona posee


su propia realidad y, por tanto, no existen realidades más reales que otras. La
realidad se confunde con las gafas de quien la mira. Por consiguiente, las metáforas
que cada uno de nosotros empleamos para definir el mundo son nuestra forma de
filtrar la realidad o, dicho de otra forma, constituyen nuestra propia realidad.
Ejemplos de metáforas hay muchos y siempre se han utilizado para ejemplificar
ciertas situaciones que de otra manera sería sumamente difícil. Desde las parábolas
de la biblia, pasando por la literatura infantil y las fábulas hasta llegar hoy en día a
los cuentos que aparecen en los libros de autoayuda, las metáforas nos han
ayudado a comprender mensajes importantes para nosotros.
Poner una imagen a la situación que estás viviendo o sintiendo te ayuda a
comprender más tu presente y tus emociones que te favorecen en tu desarrollo
personal y profesional.

Por ello, en este post quiero mostrarles como a veces nos podemos identificar o ver
reflejados en una metáfora y como al momento de leerla o escucharla, está nos
activa la mente creando nuevos pensamientos que nos pueden llevar a
desplazarnos de donde estamos hacia donde queremos ir abriéndonos nuevas
posibilidades.

Esto lo podemos observar cuando estamos trabajando en nosotros mismos y


hacemos una transformación interior a nivel personal o profesional, lo cual se
realiza desde lo más profundo de nosotros. Para ilustrar cómo realizamos esta
transformación te contaré como crece el bambú japonés.

Quizás algunos de ustedes a los que les llame la atención o les apasione el ámbito
del crecimiento personal o Coaching ya hayan escuchado o leído algo sobre esto,
aquí les dejo la versión del cuento más completa que conseguí, después de leer
varios blog, la tome de Alex Rovira y luego les cuento cómo la vi reflejada en mí.

Crecimiento del Bambú Japonés

“No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena
semilla, buen abono y riego constante.

También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la


semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: “¡Crece, maldita seas!”.

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no
apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla
constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En
realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto
que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas
estériles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de solo seis semanas, la


planta de bambú crece… ¡más de 30 metros!

¿Tarda solo seis semanas en crecer?

¡No! La verdad es que se toma siete años para crecer y seis semanas para
desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este
bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el
crecimiento que vendrá después.

¿En qué consiste este misterio?

Los primeros años desde que se plantó la semilla, el bambú crece en el interior de
la tierra, durante esos años se está construyendo una compleja estructura que se
extienden hacia todas las direcciones para fortalecerse. Se está desarrollando la
base de la planta para que cuando lleguen fuertes ventiscas, aguante con fortaleza
y no caiga o se derrumbe.
¿Qué nos muestra esta metáfora del bambú?

Esta metáfora que es muy usada en el coaching nos muestra que algo muy similar
nos ocurre a las personas cuando realizamos un proceso de desarrollo personal o
profesional.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones


rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado
del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos que aspiran a resultados en corto plazo,
abandonan repentinamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil hacerles ver a los impacientes que sólo llegan al éxito aquellos que
luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente


a situaciones en donde nos estamos esforzando, dando lo mejor y vemos el tiempo
pasar y creemos que nada está sucediendo.
Y esto puede ser extremadamente frustrante.

Durante unos años sembramos, plantamos, regamos y, en muchas ocasiones no


vemos resultados. Sentimos desolación, desaliento, dudas, miedos que nos animan
a abandonar nuestro sueño.

Vivimos en un constante apuro, en piloto automático, el cual encendemos desde


que despertamos y a veces nos cuesta hasta apagarlo, apuramos a nuestros hijos
en su crecimiento, vamos apurados al salir de la casa y conducir, apuramos al sr
del taxi que tomamos… nosotros mismos hacemos las cosas apurados, siempre por
lo general utilizamos la frase “es que el tiempo no me alcanza” y al final del día que
hemos logrado con todo eso…

Cuando esto ocurra, te invito a continuar, a mantenerte firme y a luchar contra las
adversidades, sé de lo que te estoy hablando porque también me he sentido a la
deriva con vientos no favorables y con incertidumbres. Sólo así, conseguirás lo que
te propones.

Quienes persisten, van progresivamente y de forma contante creando los hábitos y


las fortalezas que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
En esos momentos (que aunque no lo creas todos los tenemos), recuerda el ciclo
de maduración del bambú japonés, y acepta que en tanto no decaigas, ni te
detengas por no “obtener” el resultado que estas esperando, si está pasando algo
dentro de ti: estas creciendo, madurando y ten por seguro que algo bueno está por
llegar.

Tu camino al crecimiento interior, a la transformación y al éxito es como el bambú


japonés. Al principio no se aprecian los resultados, incluso llegarás a dudar si has
ido sembrando semillas. Llegará un momento en el que los logros aflorarán y serás
consciente de lo que ha ocurrido estos años, descubrirás cómo has estado
creciendo desde la base y desde el inconsciente. De la misma manera, que el
bambú brota a lo largo del séptimo año y el crecimiento es imparable, lo mismo te
ocurrirá con tu crecimiento personal y/o profesional.

Recuerda, los resultados no llegan rápidamente, primero debes crear una estructura
subterránea e invisible, incluso a tus ojos, para luego vivir y saborear la vida desde
el bienestar que has estado construyendo.

Ahora les comento como me vi reflejada en este cuento, hace 7 años pasaba
por algunas circunstancias personales no favorables para mí, lo primero fue
entrar en conciencia de que algo estaba mal, en ese acontecer comencé a
buscar en mi abanico de posibilidades y me pregunte ¿Qué debo hacer para
que esto mejore y deje de afectarme? ¿Cómo puedo recuperar mi bienestar?,
fue cuando decidí que había cosas que primero debía empezar a cambiar en
mí, para desde allí proyectarlo en mi entorno.

Siguiendo en el contexto de la metáfora, les cuento que opte por sembrar mis
semillas, pero no deseaba cualquier semilla, deseaba semillas que me dieran
una planta fuerte, duradera y que transformara mi entorno. Emprendí la
búsqueda no sabía que encontraría, pero tenía la convicción de que hallaría
buenas semillas que plantar. Así comenzó a llegarme gran cantidad de
información, toda relacionada con la petición que había hecho al universo,
cada actividad la hacía esperando el mejor resultado, del mismo modo
aparecieron personas en mi vida que me acompañaban y apoyaban en mi
proceso, hasta que encontré unas semillas, inicie mi siembra, han trascurrido
los meses, los años, a veces estoy en situaciones en las que creo que nada
está pasando, y eso puede ser estresante, ya que deseaba obtener resultados
rápidos, inmediatos, solo que a veces nuestros progresos no son tan rápidos;
todo esto porque ignoraba que lo que había plantado eran bambúes.

Ahora puedo entender que todo tiene un tiempo, un cómo, un cuándo, un


donde, un porque y un para que, todo forma parte de un proceso de
crecimiento y transformación, aboné primero la tierra antes de sembrar las
semillas, las regué constantemente y sigo regándolas, siento que se están
formando las raíces fuertes y que pronto comenzará a brotar el bambú, no
puedo negarles que a veces me siento impaciente, he tenido que desaprender
para aprender, nuevas creencias, hábitos, he aprendido a gestionar mis
emociones y a entender que la única responsable de lo que sucede en mi vida
soy yo.

Hoy sigo trabajando para alcanzar el triunfo de mis objetivos, sé que es un


proceso que exige cambios, acción y grandes dotes de paciencia. Es justo
aquí donde me detengo y recuerdo el ciclo de maduración del bambú japonés
y me toca aceptar que mientras no me rinda ni abandone por no ver los
resultados inmediatos y tangibles que deseo, puedo ser capaz observar más
allá de lo obvio, si está sucediendo algo, si estoy avanzando, si hay logros
alcanzados, si estoy desplazándome, si estoy creciendo, si estoy madurando.
Cada día el éxito está más cerca.

Cuando las fuerzas parecen abandonarme, cuando me siento desanimada y


cansada, me acuerdo del bambú y consigo proyectar la situación de manera
diferente.

Si quieres conseguir un deseo, sueño, u objetivo, si quieres superar tus


límites o simplemente quieres seguir creciendo personal o profesionalmente.
Planta tu bambú japonés hoy, y comienza a Saborear tu Bienestar.

FUENTES
Metáforas del coaching, Inter Management Ibérica
https://liderazgopositivo.com/metaforas-en-coaching-conoces-su-poder/
http://www.alexrovira.com
http://www.coachingparadirectivos.com

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