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LA NULIDAD PROCESAL CIVIL, PENAL Y DE DERECHO PÚBLICO
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PRIMER PRÓLOGO
sus efectos, los medios para impetrarla por las partes y forma de
declararla de oficio por parte del tribunal.
Luego el autor se refiere a la relación existente entre la nulidad
y el recurso de nulidad, la nulidad de oficio y los efectos de la decla-
ración de nulidad en el nuevo sistema procesal penal, para concluir
con el tratamiento del régimen recursivo, poniendo especial énfasis
en las normas que rigen el recurso de nulidad.
Finalmente, se aborda la nulidad de derecho público en general,
sus características, efectos y forma de impetrarla. A continuación, en
la parte más novedosa de la obra, el autor postula la existencia de la
nulidad procesal de derecho público, la cual señala que tiene como
causas originarias la inobservancia de las normas de procedimiento
y del debido proceso.
La nulidad procesal de derecho público, sostiene el autor, que
durante la tramitación de un proceso puede ser reclamada por la
vía del incidente de nulidad, sin contemplarse plazo para ello, y si
el proceso hubiere terminado por sentencia ejecutoriada y por ello
con eficacia de cosa juzgada, tal nulidad podría ser reclamada por la
vía de acción en juicio ordinario o sumario, si se cumplen respecto
de este último los requisitos de urgencia para su procedencia.
La tesis sustentada por el autor en cuanto a la existencia de una
acción procesal de nulidad de derecho público con la amplitud
señalada, más allá de las causales de nulidad que se pueden hacer
valer por la vía del llamado recurso de revisión en contra de una
sentencia ejecutoriada, a la luz de la historia del Código de Proce-
dimiento Civil, podría parecernos cuestionable dentro de nuestro
ordenamiento jurídico.
Al efecto, debemos recordar que dicho cuerpo legal nos señala
su Mensaje que se determinan con tal objeto los trámites cuya omisión da
lugar al recurso, y se desconoce de un modo expreso la acción ordinaria de
nulidad para invalidar sentencias, no admitiéndose otro camino que el de
casación para lograr ese resultado; en obsequio a la brevedad de los procedi-
mientos y al tranquilo goce de los derechos declarados en juicio.
Sin embargo, debemos tener presente que según los Tratados
de Derechos Humanos, y especialmente también conforme a lo
prescrito en nuestra Carta Fundamental, toda sentencia que se dicte
debe emanar de un debido proceso de ley para que sea eficaz; y que
su respeto al ser la garantía de todas las garantías existentes para el
resguardo de los derechos fundamentales de la persona es siempre
esencial y superior a los mandatos normativos legales. Es por ello
que la sola postulación de la cosa juzgada como la suma preclusión
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