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Hay cinco actitudes:

– COMPETICIÓN (gano-pierdes): es la situación en la que conseguir lo que yo quiero,


hacer valer mis objetivos, mis metas, constituye lo más importante. No importa que para
ello tenga que pasar por encima de quien sea.

Perder se traduce en que la otra persona, la que pierde, sea excluida, discriminada,
expulsada,etc.

– ACOMODACIÓN (pierdo-ganas): Con tal de no enfrentarme a la otra parte, no hago valer


o ni siquiera planteo mis objetivos. Este modelo de actitud ante el conflicto se encuentra
tan extendido o más que el de la competición. Esta actitud tiene como efecto que nos
vamos aguantando hasta que no podemos más.

– EVASIÓN (pierdo-pierdes): se refiere a que ni los objetivos ni la relación interesan. No


se consiguen ni se cumplen ninguno de los dos.

– COOPERACIÓN (gano-ganas): Conseguir los propios objetivos es muy importante,


pero mantener la relación también lo es. Este modelo es al que se intenta encaminar el
proceso educativo. Se trata de que todo el mundo gane.

– NEGOCIACIÓN: Llegar a una cooperación plena y totalmente equilibrada es muy


difícil. Aquí se trata de que ambas partes ganen en lo fundamental, ya que no pueden
llegar al 100%. No confundir con competición: si una de las partes se va con la sensación
de no haber ganado en lo fundamental, entonces se ha convertido en un modelo de
competición o de acomodación. Es muy fácil confundir cooperar con lo que se conoce
con ser buena persona o con acomodarse. Cooperar no es acomodarse. No podemos
renunciar a aquello que sabemos que es fundamental. Sin ceder se puede llegar a
negociar; de hecho, no debemos ceder en lo fundamental. Otra cosa es poder ceder en
lo que consideramos menos importante, pero nunca en lo fundamental.

Estas actitudes no siempre son habituales en su forma más pura. Tampoco queremos
decir que existan buenas o malas actitudes, pero sí podemos darnos cuenta de que el
propio esquema nos brinda algunas pistas para determinar qué tipo de actitud tomar, qué
actitud hemos tomado y qué podríamos esperar de retomar cualquiera de los tipos de
actitudes ante el conflicto.

Por otro lado, el esquema también plantea algo fundamental: cuanta más importancia
posean los objetivos y la relación, más importante será aprender a cooperar; en los otros
modelos se llega, irremediablemente, a perder
Actitudes ante un
conflicto

Hace poco mi hija llegó a casa con olor a alcohol y se


comportaba de forma extraña. Hablé con ella y al final me
confesó que sí, que había bebido alcohol y había fumado
un porro. ¡Me puse muy nerviosa y no supe qué hacer! Yo
creo que es culpa de ese grupo de amigas que tiene ahora.
Además, ahora que su padre y yo nos estamos
separando… no creo que sea el mejor momento. Mejor lo
dejo para cuando nos hayamos separado ya del todo y la
situación sea más tranquila.

En las familias con hijos o hijas adolescentes a veces


ocurren este tipo de situaciones: quiere llegar más tarde a
casa, le han visto fumar un porro, ha llegado a casa con
olor a alcohol, etc. ¡Surgió el conflicto! Y ahora… ¿qué
hacer?

Los conflictos
familiares
Tener conflictos en la
familia es algo
normal… entonces
¿por qué no nos
gustan? ¿Por qué se
ven como un
problema?

¿Qué es un
conflicto? En realidad
los conflictos
aparecen cuando vosotros, papás y mamás queréis una
cosa, por ejemplo, que no fume porros, y vuestro hijo o hija
quiere otra cosa, por ejemplo, fumar porros (aunque sea
fuera de casa cuando está con sus amigos y amigas).

Los conflictos no son agradables ¿verdad?, pero en


realidad son buenos porque sirven para avanzar, para
cambiar. Lo importante es ver los conflictos como algo
positivo, aunque cueste un poco al principio.

¿Cómo afrontar un
conflicto?
¿Tenéis un conflicto con vuestro hijo o hija? Recordad que
eso es algo bastante habitual y no significa que la familia
“funciona mal”. A veces, en esas situaciones, el conflicto no
se soluciona, ¿por qué? Pueden ser muchas las causas,
pero hay algunas actitudes de los padres y las madres que
influyen de forma negativa.

 Negación del conflicto: “no existe conflicto”. Lo


primero para que un conflicto se solucione es
aceptarlo. Es importante reconocer que hay un
conflicto en casa, al principio puede dar un poco de
miedo, pero es el primer paso para solucionarlo.

 Posponer la solución: “ya lo solucionaremos más


adelante, ahora no”. A veces, el momento en el que
aparece el conflicto es “delicado” (proceso de
separación entre padres y madres, enfermedad grave
de algún miembro de la familia, etc.) y no es fácil de
afrontar en ese momento, Muchos padres y madres
prefieren posponer o dejar para más adelante la
solución del conflicto, pero tarde o temprano hay que
hacerlo, no lo olvidéis.

 Pensar que los motivos son de fuera: “la causa del


problema está fuera de la familia”. Algunos padres
y madres piensan que la causa del conflicto no está
dentro de la familia, sino que está fuera, por ejemplo:
“la causa de que nuestro hijo fume porros es de sus
amigos” “el motivo de que mi hija tome drogas es de
las películas que ve” etc. En esas situaciones es más
difícil llegar a una solución porque se piensa que “son
los demás” los que tienen que cambiar (la sociedad,
los amigos y amigas, etc.) y la familia no tiene que
hacer nada, porque la causa del conflicto es externa.
¡Siempre se puede hacer algo!

 Cualquier cosa es un conflicto: “todo lo que nos


ocurre es un problema”. Hay familias que piensan
que todo lo que les ocurre es un conflicto o un
problema, por ejemplo, envejecer, que su hijo o hija
adolescente pruebe el alcohol, etc. Muchas de estas
situaciones son, simplemente, situaciones que hay
que aprender a asumir y a afrontar. No siempre son un
problema o un conflicto.
 Querer soluciones globales: “la solución es que
cambie de carácter”. En muchas ocasiones, cuando
existe un conflicto concreto con el hijo o hija
adolescente, por ejemplo, cumplir la hora de llegada a
casa, no fumar en casa, etc. los padres y las madres
quieren que la solución sea: ‘que su hijo o hija cambie
su carácter (o la forma de ser)”. La solución no es esa,
es mejor pensar qué cambios concretos se pueden
hacer para solucionar el conflicto: hacer un contrato,
llegar a acuerdos con el hijo o hija, etc. No se trata de
cambiar la manera de ser de vuestro hijo o hija, sino la
manera de comportarse.

En el apartado Normas y límites en casa podéis


encontrar más información.

Cuando la actitud ante un conflicto es alguna de las


anteriores la situación se convierte en algo parecido a esto:
RECORDAD: Los conflictos son algo habitual en las
familias, y cuando el hijo o la hija es adolescente estos
conflictos son algo más habituales. La actitud ante un
conflicto es muy importante, pero lo importante es
identificar el conflicto (todo no es un conflicto), asumirlo
y afrontarlo.

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