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Diplomado de Catequética
JESUS REVELADOR
Jesús trae la revelación definitiva (Mt 5,17) “No penséis que he venido a suprimir
la ley o los profetas. He venido no para deshacer sino para traer lo definitivo”. En
las parábolas de la misericordia, Jesús es presentado como el reflejo más fiel de
Dios (Lc 15 la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo) las tres
parábolas llevan al gozo del padre por el encuentro de lo perdido. La decisión ante
lo que es situado aquel que escucha la Palabra de Jesús… hacer la voluntad del
Padre, no negarlo: “el que me niegue aquí en la tierra yo lo negaré en la
eternidad”. Jesús pone total comunicación entre el cielo y la tierra. El Jesús
sufriente está profundamente unido a la voluntad del Padre (la oración en
Getsemaní) y la convicción de ser escuchado por su Padre. Jesús garantiza en
cuanto unidos con el Padre, la salvación y hace a los suyos la promesa de ser
oídos en la oración. Y la promesa de permanecer unidos hasta que seamos
revestidos por el Espíritu Santo.
Jesús ofrece una guía como revelador del Padre. Lo apreciamos en estas cuatro
afirmaciones (Mt 11,25-27): “Todo me ha sido entregado por mi Padre”, “Nadie
conoce al Hijo sino el Padre”, “Ni al Padre lo conoce bien sino el Hijo”, “Y aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar”. Jesús tiene pleno conocimiento y manifiesta a
Dios como su Padre. Y esto hace que le conceda el misterio de la Revelación, lo
afirma como tal y su misión de revelarse a sí mismo a la humanidad. La
exclamación de Jesús de manifestar “estas cosas” se refiere a los “misterios del
Reino” Mt 13,11 revelados a los “pequeños”, los discípulos, pero ocultos a los
“sabios y entendidos” los fariseos y sus doctores.
En el evangelio de Juan, el Hijo del Hombre quiere decir que el hijo de Dios se
encuentra con el hombre que es el mundo humano. Este encuentro hace posible
la comunicación salvífica con el mundo de arriba con Dios, es decir, Jesús como
Hijo de Dios Padre bajó de la eternidad, de su divinidad, hacerse hombre y
transmitirnos su mensaje, su gran noticia de salvación a toda la humanidad
perdida en las tinieblas del pecado y su redención garantiza la salvación de todas
las almas, ofrece plenitud en la vida eterna. Las obras de Jesus no son suyas sino
del Padre (Jn 5,18-19). Jesús no hace su voluntad, sino la del padre (Jn 4,34). El
padre le ha concedido plenos poderes (Jn 5,27; 17,2).