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LIBRO II (De 2 a 12 años)

En este libro trata la educación en el periodo de la infancia hasta los 12 años y lo inicia insistiendo
en la idea que no se debe cuidar ni proteger a los niños de manera excesiva. Tiene tres ideas
fundamentales:-

1. La reivindicación de un estatuto y unos derechos propios de la infancia.

2. El concepto de la educación negativa.

3. La educación de los sentidos.

Libro II. La infancia: Educación física. Acción del preceptor. Terminada la lactancia, en la cual ha
aprendido Emilio a comer, caminar y hablar, es bueno confiar el niño a un educador ideal que se
ocupe totalmente de él y que lo acompañe hasta la edad viril. Este preceptor debe abstenerse de
practicar acción positiva alguna; no dará órdenes; no ejercerá compulsión; su actitud será negativa;
se reducirá a cuidar que Emilio tome contacto directo con la naturaleza al vivir libremente en el
campo, iniciando con ello la conquista experimental del mundo externo.

Hasta los seis años la libertad de movimiento y el empleo activo de los sentidos, serán sus
verdaderos, maestros. Pero aún más tarde, cuando de la infancia pase a la adolescencia, vale decir,
de los seis a los doce años, el ejercicio espontáneo de las actividades físicas y psíquicas serán las
únicas fuentes de la instrucción y la educación.

En todo este tiempo no conocerá libros y se evitará contarle las fábulas de La Fontaine, mitos,
leyendas o novelas. Es mucho mejor hacerle sentir que su libertad depende de las cosas y que
cualquier acción mala sufrirá el castigo inflexible de la misma naturaleza. Nada de prohibiciones.
Nada de preceptos. No debe saber lo que es la obediencia. Se espera así que con el tiempo aprenda
a razonar solo, porque la naturaleza quiere que los niños sean niños antes de ser hombres La
advertencia más importante que hay que tener en cuenta en este período es que “no se debe ganar
el tiempo, sino perderlo”. El ideal del perfecto educador a esta edad es “no hacer nada”: sólo tendrá
que mantener al alumno sano.

El niño debe ser robusto e ingenioso como un salvaje, en el cual la fuerza natural y la inteligencia
nativa crecen paralelamente en su estado de libertad. Esto no significa que el niño crezca como un
perfecto ignorante. Por el contrario, ignorará solamente el saber libresco y sin haberlo advertido
poseerá una verdadera sabiduría, pues conocerá lo que puede hacer con sus fuerzas y con su
experiencia; que endurezca el cuerpo, que se habitúe al dolor, que sepa sufrir, que camine descalzo,
que corra, que no emplee medicina ni se vacune… El médico sólo será llamado cuando el niño se
halle en peligro de muerte. A los doce años deberá ser un niño robusto y sano, ún hermoso animal.

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