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fuerte tradición acerca de la evaluación e información sobre los efectos adversos que
sucede lo mismo. Para los psicólogos en general no suele ser frecuente la reflexión
más, es posible que la inmensa mayoría considere que la psicoterapia puede ayudar o
beneficiar a aquellos con quienes trabajan y cuidan de no hacerles daño” (APA, 2010,
no suele ser mencionado ni estudiado. Por ejemplo, ni la nueva Ley Nacional de Salud
ejercer actos intencionados de daño que atenten contra los derechos humanos, como por
terapéuticas que puedan generar daño; y también indican que dentro del contexto de
investigación se prohíben los actos que pudieran causar daño, pero dejan de lado la
Por otro lado, si bien la APA (2002) cuenta con ciertos criterios de evaluación de
las guías de práctica clínica, donde establece que se debe informar sobre los beneficios
y también sobre los posibles efectos iatrogénicos o secundarios del tratamiento. Sin
embargo, no especifica qué tipo de evidencia sería la adecuada para confirmar si una
conlleve un perjuicio para los pacientes tiende a ser ignorada por los profesionales, o
bien que incluso los intentos realizados por contemplarla cuentan con marcadas
limitaciones.
cuenta con entes reguladores que aprueban o no el uso de los mismos, basándose en
investigaciones que indican los efectos esperados y los que pueden ocurrir
secundariamente.
como cierto que “hacer algo es siempre mejor que no hacer nada” y que la psicoterapia,
en el peor de los casos, es inocua (Lilienfeld, Lynn, & Lohr, 2003). Esta noción refleja
la existencia de una “doble vara” para pensar los efectos de nuestra praxis. Si bien todos
solemos suscribir la hipótesis respecto del “poder” de la palabra como agente de cambio
(incluso a nivel neurofisiológico), esta visión coexiste con la creencia de que las
como “promotora de cambio” e “inocua” es por lo menos naif, ya que plantea una
consecuencias negativas.
Sin embargo, vale la pena mencionar algunos estudios de resultados que pueden
pacientes con neurosis, halló que los resultados en el grupo de sujetos en tratamiento se
asemejaban a los que no habían recibido tratamiento, concluyendo que no contaba con
críticas por parte de los colegas de su época en relación a la metodología utilizada, pero
hallazgos.
Es así que, años más tarde, Bergin (1966), en respuesta a la publicación de
Eysenck, realiza una investigación en donde señala que la psicoterapia puede producir
una mejoría o un empeoramiento, pero que comparado con quién no recibe tratamiento,
Con respecto a dichos estudios, Gordon Paul en 1967 (citado en Barlow, 2010)
sugirió que el problema que presentan estos planteos es que se realizan una pregunta
demasiado general (i.e.: ¿la psicoterapia sirve para los pacientes?) y que los
investigadores debían preguntarse ¿qué tratamiento específico es efectivo, para qué tipo
Vale la pena destacar que ya desde sus inicios a mediados del siglo XX la
hecho, para la década del ´70, unos 23 estudios controlados mostraron que luego de un
tratamiento podría devenir algún tipo de deterioro en los sujetos (Barlow, 2010). Smith,
Glass y Miller (1980) llevaron a cabo un metaanálisis de 475 estudios hallando que un
80 % de los sujetos que recibieron terapia habían logrado una mejoría en comparación
encontró entre un 10% a un 15% de efectos negativos luego del tratamiento por abuso
Ahora bien, ¿cuál sería la utilidad de conocer los efectos adversos de las
adversos que se puedan presentar por la psicoterapia, para lo cual elaboró una lista
empírica. Para dicho autor los tratamientos potencialmente perjudiciales son aquellos
que han demostrado generar efectos perjudiciales físicos o psicológicos en los pacientes
u otras personas relacionadas (por ejemplo, familiares), que duran en el tiempo, sin
autor distingue dos niveles de tipo de daño: nivel 1 o de daño probable (ver tabla 1)
aleatorizados y metaanálisis; y nivel 2 o de daño posible (ver tabla 2), con evidencia
(Lilienfeld, 2007).
Tabla 1. Listado provisorio de terapias potencialmente dañinas (Lilienfeld, 2007, pag. 58)
Tabla 2. Listado provisorio de terapias potencialmente dañinas (Lilienfeld, 2007, pag. 58)
Cabe aclarar que dichos tratamientos han sido clasificados por Lilienfeld (2007)
como “potencialmente” dañinos por dos razones: (a) La evidencia de los efectos
adversos es sugerente pero no definitiva; (b) Es poco probable que cualquiera de los
tratamientos potencialmente dañinos, hay amplias razones para considerar que algunos
son comúnmente utilizados, incluso por terapeutas con niveles avanzados de educación
y formación. Por ejemplo, encuestas realizadas en los ´90 indicaron que un 25% de
prácticas y de que los profesionales de todos modos las realizan, cabe preguntarnos qué
medidas tomar para la prevención de las mismas y para intentar disminuir el riesgo para
los pacientes.
Medidas posibles
para diferenciar entre aquellos tratamientos que pueden originar tanto efectos positivos
dañino. En primer lugar, realizar en cada sesión un seguimiento de los resultados por
medio de cuestionarios. En segundo término, mantener un feedback con el profesional,
De igual manera Barlow (2010) hizó notar que el daño puede ocasionarse por
cuestiones técnicas, variables del terapeuta, del paciente o de la terapia, sugiriendo que
así como se han investigado los aspectos positivos de la terapia, se han dejado de lado
los negativos. El autor, por lo tanto, propone también la inclusión de mecanismos para
serie de medidas, tales como sistemas de monitoreo de efectos adversos similares a los
general un impacto positivo, pero también puede producir efectos adversos. Se precisa
investigadores, como así también una mayor difusión sobre los resultados en la
formación profesional y en la práctica clínica en aras de abordar este tema, vital para el
Bibliografía:
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Http://www.apa.org/ethics/code/index.aspx
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Lilienfeld, S.O., & Lynn, S.J. (2003). Dissociative identity disorder: Multiple
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Smith, M.L., Glass, G.V., & Miller, T.I. (1980). The benefits of psychotherapy.