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ENSAYO DEL ABORTO

“El mayor acto de violencia contra el ser humano.”

En los últimos años, la sociedad en la que vivimos ha experimentado constantes cambios: nuevas
tecnologías, nuevas tendencias sociales, nuevas ideologías, en general, la sociedad se ha vuelto
más relativista. Problemas éticos como el aborto o la eutanasia no son considerados ya asesinatos
o acciones que merezcan un juicio, sino como soluciones. El aborto provocado en especial, ahora
se mira como una opción de mejora social, como una opción válida para proteger los derechos,
dignidad humana, y justicia social de la mujer, sin consideración alguna hacia la vida de quien se
desarrolla en su vientre. Es por eso, que es importante analizar esta situación desde una
perspectiva ética, para saber si realmente el aborto es una solución a favor de los derechos y
dignidad de la mujer, si realmente defiende los derechos humanos, o si sólo es un intento
deficiente de hacerlo, pues en ese caso, en lugar de defender la justicia social, los derechos
humanos, y la dignidad humana, sólo se estaría logrando lo contrario. Lo anterior es,
precisamente, lo que se pretende analizar en este trabajo, así como conocer si efectivamente el
aborto inducido es el acto más grave de violencia que se puede cometer hacia una persona. Para
ello, en primera instancia se define si la víctima del aborto, es decir, el feto, es sujeto de
personalidad y por lo tanto, objeto de delito; posteriormente, en un segundo momento se
analizan las distintas perspectivas acerca del aborto para definir si promueve o no la justicia social
y la dignidad humana; y finalmente se analiza cómo este asesinato se ve constituido por
determinadas agravantes que lo llevan más allá de un simple acto de violencia.

Para empezar podemos afirmar que el aborto es un asesinato, hecho que para algunos puede
parecer obvio, pero del que a veces se duda desde el punto de vista legal. Algunas personas
sostienen que un feto no puede ser considerado como persona hasta después de las doce
semanas, después de que se forme su cerebro o hasta que sea viable, es decir, capaz de subsistir
fuera del vientre materno; por lo tanto, abortar antes de que se den las situaciones ya
mencionadas no es un acto de asesinato, ni por consiguiente un acto violento. No obstante, si lo
miramos desde el punto de vista jurídico, en el Artículo 22 del Código Civil del Distrito Federal
establece que la capacidad jurídica se adquiere por el nacimiento y se pierde por la muerte,
considerándose nacido el individuo desde el momento de la concepción, y entrando desde ese
momento bajo la protección de la ley (Asamblea Legislativa del Distrito Federal IV Legislatura,
1928); de esta manera implícitamente el CCDF está afirmando la existencia de personalidad
jurídica de un individuo desde el momento de su concepción. Por lo tanto, si se asesina a un feto,
el cual es objeto de personalidad jurídica, se estaría cometiendo el delito de asesinato contra una
persona, el cual además de ser un acto violento, es un delito.
Dentro del aborto provocado, existe el aborto eugenésico el cual, en muchas ocasiones,
puede ser considerado como un acto de piedad (puramente hedonista) y consideración
hacia un ser humano que potencialmente no podría desenvolverse de manera autónoma.
El aborto eugenésico es el aborto intencional debido a causas como defectos congénitos y
genopatías graves con pronóstico adverso para la vida o la calidad de vida de una persona
(Rojas, 2004).Esta acción que se podría ver justificada desde un enfoque utilitarista,
siendo que una persona lisiada, enferma o discapacitada desde el nacimiento tendría
dificultades para subsistir por sí misma, representado una carga no sólo para ésta, sino
para la sociedad. Entonces el aborto eugenésico podría ser considerado no sólo como un
acto que evita a una persona la infelicidad de una vida limitada (y en ciertos casos,
dolorosa), sino como un acto que evita una carga a la sociedad. No obstante, al hacer esto
no sólo se estaría violando el derecho a la vida del individuo, sino también su libertad ya
que éste, en todo caso, tendría derecho a decidir si pese a su condición de limitación o
discapacidad, desea o no continuar viviendo (el derecho de elegir la forma en que quiere
vivir dada su limitación, o el derecho a terminar su propia vida si ésta le resulta demasiado
dolorosa), obstaculizando así, la justicia social para el individuo ya que no existe una
igualdad de oportunidades para éste, es decir, se le está quitando la oportunidad de
decidir o incluso llegar a plantearse sus propios planes de vida. Del mismo modo, el aborto
atento contra la dignidad humana del individuo, pues claramente se le estaría
instrumentalizando, considerándolo como un objeto que obstaculiza los planes de la
madre, y no como un fin en sí mismo, de manera que no sólo no se procura su bienestar,
sino que se le desecha como un objeto. El aborto provocado también ha sido sostenido
desde el punto de vista de los derechos de la mujer, y se considera que el hecho de obligar
a una mujer a continuar con un embarazo que es producto de una violación o incesto, en
caso de éste ponga en riesgo la salud de la madre, es un acto de violencia contra la
mujer. El Comité CEDAW emitió en 1992 la Recomendación General 19, que establece que
la violencia contra la mujer es una forma de discriminación que impide el goce de
derechos y libertades en igualdad con el hombre, y menoscaba o anula el goce de sus
derechos humanos y libertades fundamentales en virtud del Derecho Internacional o de
los diversos convenios de derechos humanos (CEDAW, 1992), por lo que al obligar a una
mujer a continuar con un embarazo no deseado o riesgoso, se le está impidiendo que
goce plenamente de su derecho a la libertad de decidir sobre su cuerpo, de sus derechos
sexuales y reproductivos. Desde esta perspectiva, el aborto estaría respetado los derechos
de la mujer, así como su dignidad humana, pues se busca el bienestar físico y mental de
ésta, considerándola como un fin en sí mismo, mientras que también se le está
procurando justicia social, ya que se le otorga una mayor oportunidad de realizar sus
planes de vida. Sin embargo, estos derechos y libertades de la mujer se ven limitados ante
los derechos y libertades de la persona que el feto representa, cuya dignidad humana, al
momento del aborto, se ve en detrimento y se le priva de justicia social, al mismo tiempo
que sus derechos fundamentales a la vida y a la libertad están siendo violados.

El aborto no sólo es un acto de violencia contra un ser vivo, sino, peor aún, contra un ser
vivo que es incapaz de defenderse o ser defendido por terceros. Como hemos visto a lo
largo del ensayo, el aborto, al poder ser considerado como un tipo de homicidio, es
posible definirlo como un acto violento, no sólo por el hecho de ser un asesinato, sino
también por las formas agravantes en las que se lleva a cabo. Entre estas formas
agravantes, como ya he mencionado, están la premeditación, la intencionalidad, y la
ventaja (UNAM, 2000), entrando dentro de esta última la clara indefensión del feto, que
está en el vientre de su madre y que por lo tanto, no puede ser protegido ni defendido
directamente por otra persona. La madre, al abortar, estaría incidiendo en las tres de
manera inmediata, ya que un borto provocado, por definición ha sido meditado y es
intencional. No obstante, el hecho de que el feto esté en el vientre de su madre, lugar que
por consigna natural debería ser la cuna de su vida, se convierta en su lecho de muerte, es
la parte más inverosímil y cruel de este delito, pues la indefensión del feto no es
circunstancial, sino obligada.

El aborto, como hemos visto, implica un homicidio, sin embargo su gravedad va más allá,
pues también implica un nivel de crueldad bastante alto. Los métodos abortivos implican
un nivel de crueldad similar o mayor a laque se aplica en víctimas de guerras, secuestros,
narcotráfico, etc., las cuales generalmente son protegidas o atendidas por instituciones
que defienden los derechos humanos. No obstante a las víctimas del aborto nadie las
protege. Todos los métodos abortivos quirúrgicos incluyen la desintegración y
desmembración del feto mediante el uso de objetos punzocortantes (Gillaume, s.f.), como
es el caso del aborto por aspiración, por dilatación y por “D & X”, en los que después de
desmembrar y desintegrar al feto éste se extrae y se desecha. Asimismo existen otros
métodos abortivos que no por ser menos sangrientos presentan un menor grado de
violencia, como lo es el envenenamiento salino, el cual ahoga al feto en una solución
salina, la cual le provoca quemaduras, hemorragia cerebral y deshidratación. Estos actos
de crueldad y violencia podrían compararse a casos similares de tortura, mutilación y
asesinato que se dan en nuestra sociedad, que la ley castiga severamente, y para los
cuales existen instituciones encargadas de proteger a las víctimas.
El aborto es un tema muy controvertido en la sociedad, ya que es un problema que
enfrentamos nuestro país y todo el mundo. Se da el aborto por la falta de información,
que debemos de obtener en la casa y en la escuela, recibimos información de otro tipo
que no nos benefician en nada y aun así, sabiendo que no es para un beneficio la
seguimos obteniendo, sin embargo, no nos ayudamos en tener información importante
sobre la vida ya que para mucha gente, con que estemos en este mundo es más que
suficiente y que pasa con los que no, que pasa con los que siguen estando adentro del
vientre de la madre, ellos no se pueden defender no nos pueden decir que quieren.

Podemos definir el aborto como la terminación de un embarazo. (Es la muerte y expulsión


del feto antes del tiempo previsto - antes de los 5 meses).

Quien no es madre porque tomo la decisión de abortar, privando a un ser humano de


vivir, de disfrutar la vida, de conocer el mundo en el que vivimos, vivirá en un mundo muy
infeliz por haber tomado esta importante decisión por diversas causas como: temor por la
falta de capacidades económicas, miedo a lo que dirán sus padres o las demás personas,
problemas de salud, no se sienten preparadas para cumplir el rol de madre, etc.

Entonces ¿El aborto será un medio para continuar nuestras vidas?

Claro que NO, al realizar un aborto, quedan secuelas que no podrán superar, TODA la vida
se sentirán atormentadas por su mala decisión ; una mujer que decide fácilmente
deshacerse de un ser humano que en ese momento para ella lo es un estorbo, un bulto o
un error entonces porque no piensan antes de actuar porque no se protegerse al tener
relaciones sexuales para que no ocurra un embarazo no deseado o porque no toman otras
decisiones que no afecten
al bebe, ya que es un ser humano que desde donde esta no se puede defender para poder
impedir que lo asesinen.

El ser madres, dar vida a un nuevo ser, es una de las tantas cosas tan maravillosas que nos
puede regalar la vida. Pero muchos no sabemos apreciar este gran don que Dios nos ha
dado.

Sin embrago en la mayoría de los casos la mujer se encuentra mal informada de los riesgos
que podría causar un aborto mal practicado trayendo como consecuencias: Efectos
Físicos: Efectos Sociales: Efectos Psicológicos:(Esterilidad, Disminución de la capacidad de
trabajo, Culpabilidad, Abortos espontáneos, Pérdida de interés en el sexo, Impulsos
suicidas, Infecciones, Sensación de pérdida, Nacimientos de niños muertos, Insatisfacción,
Trastornos menstruales, Sentimiento de deshumanización, Sentimiento de luto,
Hemorragia, Deseo de acabar la relación con su pareja, Preocupación por la muerte, etc.)
Un aborto te puede marcar de por vida… una adolescente no
toma precauciones de sus actos al destruir a un ser que lleva dentro de ella; existiendo en
el mundo diversos tipos de abortos con las cuales pueden quitarla vida aun ser indefenso:

Social:

Intervención abortiva que tiene por objeto la eliminación del producto de la concepción
que proviene de un hecho delictivo, como violación o incesto (La violación es un abuso
horrible con efectos traumáticos par amuchas de su víctimas .Para una mujer que lleva en
su entrañas una criatura, fruto de una violación no es ningún consuelo, Sin embargo, aún
en ésta situación estamos hablando de un ser humano.).

Aborto Socioeconómico:

Es el aborto miserable; interrupción del embarazo por razones económicas; evita el


aumento de la población y la miseria. Etc.

Nosotros no tenemos derecho de quitar la vida a un ser que no tiene la culpa por
nuestras irresponsabilidades, por lo contrario debemos sentirnos felices de dar vida a
un pequeño ser, quien llenara nuestra vida de alegrías.

Por consiguiente el aborto deja huellas imborrables en la vida de la mujer quien es la que
sufre más daño en esta práctica, que escoge este camino por la falta de apoyo
y orientación que es vital en una situación como esta.

Pero la decisión de abortar está en la mujer y ella es la que elige el camino a seguir, si
toma el camino más fácil que en este caso sería el aborto le puede traer consecuencias
funestas. Por eso se recomienda el uso de anticonceptivos para no encontrarse en una
situación de un "embarazo no deseado" y poner en riesgo su vida e integridad moral.

Los motivos para justificar el aborto son de tal amplitud que, en la práctica, no encuentran
más limitación que los trámites burocráticos. Por eso, se presta poca atención al
«justificante» de «enfermedades graves de la madre»; porque aparte de que tales casos
se han reducido mucho, desde este punto de vista apenas interesan. Además, suele
ocurrir que las enfermas graves son precisamente las que no quieren la interrupción del
embarazo 33, 34,5B. Por otra parte, estas enfermas, con tratamientos bien dirigidos,
pueden llegar a embarazos a término con fetos normales. Admitir como justificantes del
aborto alteraciones psíquicas de cualquier grado, equivale a hacer posible el aborto
siempre que la embarazada lo quiera. Lo mismo ocurre con los factores ambientales y las
indicaciones socio-económicas o socio-médicas, -sobre todo, las que se clasifican
simplemente como de tipo humanitario- porque su misma naturaleza impide hacerlas
objeto de evaluación objetiva 1, 5, 13, 14, 16, 20, 21, 25, 45, 56, 65. En resumen, en varios
de los amplios grupos de motivos que diversas legislaciones admiten como justificantes
del aborto, queda incluido, sin más, lo que se llama embarazo no deseado, presentando el
aborto en este caso como una función humanitaria del médico, a quien legalmente se le
dan atribuciones para interrumpir el embarazo por intereses -separados o coincidentes-
de la mujer, la familia o la sociedad

El tema del aborto genera importantes controversias debido a que involucra aspectos
relacionados con los derechos humanos, sexuales y reproductivos de las mujeres; con las
leyes y la política; con los valores éticos, morales y religiosos; con las condiciones
socioeconómicas de las mujeres; y con las ideas que predominan en nuestro contexto
cultural respecto a la feminidad y la maternidad.

El aborto en México está penalizado. Sin embargo, los códigos penales de los estados
contemplan circunstancias bajo las cuales la interrupción del embarazo no es punible y
todos lo autorizan en casos de violación. A pesar de la existencia de este marco jurídico el
acceso de las mujeres al aborto seguro está marcadamente restringido aún bajo las
circunstancias previstas en la legislación; la mayoría de los códigos penales estatales
carecen de los instrumentos normativos adecuados para dar cumplimiento a las leyes y los
hospitales públicos con capacidad para atender casos de aborto legal son muy pocos en el
país.

Dadas las restricciones para la práctica del aborto que existen en toda la República
Mexicana, la gran mayoría de las mujeres que deciden interrumpir el embarazo lo hacen al
margen de las leyes. Muchos abortos se practican en condiciones de inseguridad, lo que
propicia una alta incidencia de complicaciones y un número desconocido de muertes
prematuras que podrían evitarse. Las restricciones legales no impiden que un elevado de
mujeres de los sectores sociales pobres utilice procedimientos peligrosos para auto
inducir la interrupción del embarazo, o que recurran, muchas veces en forma tardía, a
practicantes no calificados que realizan abortos con instrumentos contaminados. La
amenaza de la sanción penal tampoco evita que el aborto se practique en numerosos
consultorios y clínicas privadas, ni que para muchos(as) profesionales de la medicina
represente un negocio que genera importantes ganancias.
Para muchas de las mujeres que se enfrentan a un embarazo no deseado, la maternidad
representa una experiencia impuesta por los patrones culturales que prevalecen en
nuestra sociedad. Estudios realizados en otros contextos indican que la maternidad no
deseada tiene importantes costos sociales y psicológicos para las mujeres y para los niños
y niñas que nacen en estas condiciones. Como señalan algunos de los autores que se han
ocupado de estudiar esta problemática:

"... un embarazo no deseado, que se define como un rechazo activo y razonado de la


concepción durante las primeras semanas de gestación, tiene como consecuencia un mal
desarrollo en la niñez y una gran cantidad de dificultades y problemas que empeoran en la
adolescencia y en la primera edad adulta, en comparación con el desarrollo social de los
hijos deseados" (David y cols., 1991).

Las explicaciones sobre la elevada frecuencia de los embarazos no deseados suelen ser
bastante simplistas. En general se supone que la mayoría se deben a la falta de
responsabilidad de las mujeres, o bien a que carecen de información para utilizar
correctamente los métodos anticonceptivos. Es cierto que el acceso a la información
permite un ejercicio más responsable de la sexualidad y disminuye de manera importante
el riesgo de un embarazo no deseado; no obstante, el hecho de que las mujeres cuenten
con información no es suficiente en todos los casos, ya que cualquiera de los métodos
anticonceptivos que existen en la actualidad, aún cuando se use correctamente, puede
fallar. Por otro lado, la responsabilidad de evitar embarazos que no se desean debería
compartirse de manera equitativa con los hombres, al menos cuando las mujeres tienen
una pareja estable.

La forma en que operan los programas de planificación familiar que utiliza la mayor parte
de la población es uno de los elementos que explican la alta incidencia de los embarazos
no deseados. Los programas se dirigen primordialmente a las mujeres de los sectores
sociales populares, con mensajes apoyados en una perspectiva que refuerza sus roles
sociales más tradicionales y contribuye a que pocos hombres asuman su responsabilidad
frente a la sexualidad y la reproducción. En muchos servicios la variedad de métodos
anticonceptivos es limitada y es común que el personal carezca de la capacitación o del
tiempo necesario para ofrecer a las usuarias información completa y accesible sobre los
métodos que se prescriben, incluyendo aspectos relacionados con su efectividad,
seguridad y efectos secundarios. Con frecuencia se da poca importancia a las necesidades
individuales de las mujeres y al contexto socioeconómico y cultural en el que viven, y se da
prioridad a las metas de captación de usuarias definidas en los niveles centrales de las
instituciones de salud. En muchas ocasiones, estas carencias de calidad de los servicios
provocan que las mujeres se nieguen a aceptar un determinado método o inducen al
abandono del que ya utilizaban. Cabe también señalar que el acceso a los métodos
anticonceptivos no es igual para todas las personas. Ciertos núcleos de la población
femenina, como las adolescentes, las mujeres sin escolaridad y aquellas que viven en
regiones rurales apartadas o en zonas indígenas tienen mayores dificultades de acceso a la
anticoncepción. De acuerdo con datos de 1997, a escala nacional el 68.5% de las mujeres
unidas en edad fértil utilizaban algún método anticonceptivo, mientras que en los grupos
de mujeres mencionados las proporciones eran inferiores al 50% (Consejo Nacional de
Población, 2000). Muchas mujeres no usan anticonceptivos por oposición de sus parejas.
La desigualdad de las relaciones de poder entre los sexos que prevalece en nuestra cultura
propicia que en muchos casos los hombres controle la sexualidad de las mujeres a través
de los embarazos y la crianza de los hijos. No es raro que las mujeres que no desean tener
más hijos oculten el uso de la anticoncepción por el temor a ser agredidas verbal o
físicamente por parte de sus parejas. Otra causa del embarazo no deseado es la utilización
de los métodos naturales autorizados por la Iglesia católica que son de muy baja
efectividad. Además, las mujeres se embarazan también por relaciones sexuales no
planeadas o como consecuencia de la violencia sexual, en un contexto donde los métodos
para la anticoncepción de emergencia son todavía poco conocidos, incluso por los propios
profesionales de la salud.
Muchas mujeres viven situaciones de gran conflicto emocional cuando se enfrentan a un
embarazo no deseado, propiciadas por los patrones culturales que limitan sus
posibilidades para tomar decisiones autónomas en torno a la sexualidad y la reproducción.
Una buena parte de las mujeres que deciden abortar lo hacen en condiciones sumamente
difíciles, en tanto son objeto de la estigmatización social y se perciben a sí mismas como
transgresoras de valores morales y religiosos fuertemente arraigados en la sociedad
mexicana (Rivas & Amuchástegui, 1998). Es importante señalar, sin embargo, que la
interrupción de un embarazo no deseado es una experiencia que las mujeres asumen de
acuerdo con sus condiciones individuales y con el entorno social en el que viven. Las
mujeres interrumpen sus embarazos por razones muy diversas, y no todas tienen secuelas
emocionales y sentimientos de culpa después de un aborto. Muchas se sienten aliviadas y
agradecidas cuando reciben una atención integral, segura y respetuosa por parte de
médicos(as) que practican abortos apoyándose en una postura ética centrada en el
respeto a la autonomía de las mujeres. La carga moral que para muchas personas supone
el aborto es consecuencia de los estereotipos culturalmente aceptados para definir la
feminidad, así como de la valoración de la maternidad como el atributo esencial de las
mujeres. Por otra parte, si bien México es un país de tradición laica, la Iglesia católica ha
jugado siempre un importante papel en el contexto político del país e influido en la actitud
de sectores sociales muy amplios respecto a la sexualidad y la reproducción. La percepción
de la alta jerarquía católica sobre estos aspectos se traduce en normas y principios
morales rígidos que operan como un poderoso dispositivo para mantener las condiciones
de subordinación y de desigualdad social de las mujeres.

Las reacciones emocionales negativas posteriores a la interrupción de un embarazo no


deseado tienen una relación muy directa con la calidad de la atención que ofrecen los
hospitales públicos a las mujeres que buscan atención de urgencia por las complicaciones
de una intervención realizada en condiciones inseguras. La calidad técnica de la atención
varía de acuerdo con los recursos de los hospitales, pero la mayoría carece de personal
capacitado para proporcionar servicios integrales de atención post-aborto, que aseguren
el seguimiento de las mujeres, les brinden apoyo emocional, o les ofrezcan información
amplia y accesible para evitar un nuevo embarazo no deseado. Por otro lado, es frecuente
que las mujeres de quienes se sospecha que se indujeron un aborto sean objeto de la
indiferencia o el maltrato por parte del personal de los servicios. Las actitudes punitivas
que asumen muchos(as) de los(as) profesionales de la salud frente a las mujeres que
abortan tiene que ver no solamente con los estigmas sobre la interrupción del embarazo o
con su prohibición legal. El maltrato que en general reciben las mujeres en los hospitales
públicos tiene también relación con aspectos vinculados a las condiciones de
subordinación genérica de las mujeres, a la precaria situación social de aquellas que
sufren complicaciones con mayor frecuencia, y a la desigualdad de las relaciones de poder
que habitualmente se establecen entre médicos(as) y pacientes.

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