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Felix Heidenreich en su reseña sobre el escrito de Habermas titulado “Zur Diskussion Mit
kardinal Razinger” dice sobre procesos de legitimación, que la legitimación vía
procedimientos presupone que los ciudadanos participen como legisladores, que sean ellos
los autores de las leyes construidas a partir de procedimientos establecidos participando en
los debates y en las elecciones (Heidenreich, 2005).
Por su lado la posición de Quintana es muy diciente en este asunto y sintetiza gran parte de
los planteamientos de la primera parte, para él “en un contexto funcional posmoderno, e,
incluso, en el racional-estratégico de la modernidad, la eficacia simbólica del derecho no es
sino la expresión y la prueba fehaciente de su ineficiencia socio-funcional. El derecho, en el
esquema weberiano, parsons-luhmanniano o posmoderno solo justifica su existencia en
tanto posibilita la institucionalización de la acción racional-instrumental o sistémico-
funcional a nivel social” (Quintana, 1993, 14).
Dado que el contexto de los procesos de juventud en especial de política pública se muestra
una ambigüedad extrema y una incoherencia creciente, los tres momentos del paradigma
consensual están presentes permanentemente, en ocasiones uno más que otro. En
momentos de crisis los actores recuren a la base y a la discusión pública para lograr
modificar a favor los consensos mínimos sobre los jóvenes, trabajos de las organizaciones
juveniles con los temas de género o de tercera edad para lograr adeptos a la
desigmatizacion del joven como amenaza o consumidor de alucinógenos demuestran la
capacidad de dichas organizaciones de movilizar recursos humanos y técnicos con la misma
eficacia que la administración local, su capacidad de regateo, negociación y ejecución en
este escenario se equipara gracias a que el gobierno local delego funciones en las
organizaciones y se alejo de su función de ejecución de la política pública de juventud por
un tiempo, todo dependería entonces de la capacidad operativa de los actores en el
momento.
Si bien el momento prejurídico rawlsiana pone como prioridad a la justicia como equidad
esto no pasara con los actores locales, puesto que sus visiones de justicia serán
determinadas en primera instancia por el ordenamiento jurídico nacional y también por sus
concepciones ideológicas adaptadas a este. El velo de la ignorancia puede verse entonces
más hacia el lado de la racionalidad limitada de los actores participantes para direccionar
sus acciones. Además tenernos en cuenta que “en este nivel debe considerarse el disenso
como condición estructural en el marco de los procedimientos de consensualización, lo que
no es otra cosa que asumir como idea regulativa la posibilidad de disentir y la necesidad de
que ello sea tenido en cuenta y obligue a la subsunción de la posición alternativa en la
definición del consenso minio final” (Quintana, 1993, 53).
El momento jurídico es el que termina siendo el punto de referencia para cada una de las
rupturas del proceso, es donde se an originado las firmas de los acuerdos municipales y los
decretos que son objeto de discusión ahora, cuando la opinión de la ciudadanía fue más
homogénea se genero procesos sistémico-funcionales que generaron documentos de
política, pero al no cumplir con el componente consensual se perdió parte de la valides del
momento jurídico. Cuando la toma de decisión se desvió irreversiblemente hacia el
totalitarismo administrativo, el clientelismo exacerbado del consejo o hacia la “anarquía”
de las organizaciones juveniles se rompió el momento jurídico y se dio marcha atrás en más
de una ocasión.
Desde la lectura del momento jurídico que realiza Quintana sobre otros cuatro factores que
intervienen en el momento jurídico de Rawls (Quintana, 1993, 55), podemos ver que “la
consideración de normas de prioridad” se ha mantenido ya que depende más de los ordenes
normativos nacionales que de los locales, “el principio de resistencia” se garantiza y se
hace efectivo gracias a la existencia de procedimientos jurídicos externos a lo local como
por ejemplo los organismo de protección de los derechos como la procuraduría y la
contralaría, como con el derecho decreciente a la protesta entre otros, esto en los escenarios
donde la crisis no fuerza el retroceso al momento pre jurídico. “la dinámica dialógica de las
visiones omni-comprehensivas que, a nivel macro-político, define los límites de la regla de
mayoría” ha permitido que la administración reasuma su función de ejecutora de de la
política pública remitiéndose a los momentos más estables del momento jurídico que
instauro los mínimos para la toma de decisión. Finalmente “el auditaje y control públicos”
que también se escapa de la esfera local y se articula a las normas de prioridad (la
constitución) permiten que el monopolio de acciones por parte de algunos de los actores se
vea restringido para salvaguardar la concepción publica del joven a nivel nacional y
garantizar la constitucionalidad de las acciones emprendidas unilateralmente.
En cuanto a este último momento, que requiere de participación ciudadana quintana hace
énfasis en que su desarrollo en Colombia está por verse, que hay un déficit de participación.
Y además a nivel mas general considera que “no hay democracia mientras no ésta no sea
convalida por la participación activa y efectiva de la ciudadanía en todos y cada uno de los
aspectos que conciernen la vida diaria, máxime cuando ellos afectan sus más elementales
derechos de subsistencia y respeto a su dignidad humana” (Quintana, 1993, 63).
Esto nos lleva a plantearnos que el paso del momento jurídico al momento posjurídico no
se ha dado realmente, que muy a pasar de los procesos participativos que se han
emprendido con los jóvenes, del momento jurídico se ha retrocedido repetidamente al
momento prejurídico por falta de refrendación ciudadana efectiva. Además
lamentablemente en el contexto actual el joven menor no es visto como sujeto con pleno
derecho como ciudadano, por lo cual no tendría la posibilidad de participar ni incidir en los
aspectos de la vida que le interesan y conciernen. Situación fuerza a replantear la relación
Joven-estado a la relación organización-estado con todas las connotaciones que eso
conlleva.
Entre algunas de las implicaciones que nos trae y que nos conectara al análisis sistémico de
la siguiente parte encontramos que las acciones organizativas dependerán de los recursos a
sus disposición he irán modificando progresivamente sus procedimientos, rutinas y medios
correspondiéndose con retraso a los medioambientes de los jóvenes y sus comunidades.