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Memoria a corto plazo (MCP)

Se puede definir como el mecanismo de memoria que nos permite retener una
cantidad limitada de información durante un periodo corto de tiempo. La memoria
a corto plazo retiene temporalmente la información procesada, tanto si luego se
desvanece, como si después pasa a la memoria a largo plazo. Así, la memoria
a corto plazo tiene dos propiedades principales: una capacidad limitada y una
duración finita.

 Capacidad de la memoria a corto plazo : Si se te pide que recuerdes una


serie de 10 dígitos, lo más probable es que recuerdes entre 5 y 9 números.
Esto es porque la cantidad de información que puede retener la memoria a
corto plazo es de 7 elementos con una variación de 2, por exceso o defecto.
Naturalmente, la capacidad de la MCP es ligeramente variable, por lo que hay
personas con una capacidad aún mayor o menor. También puede variar en
función del material que se ha de recordar (se ve afectada por la longitud de
las palabras, la relevancia emocional de los estímulos y otras diferencias
individuales). Además, si se elabora o agrupa la información (chunking), la
cantidad de elementos que podemos recordar aumenta. Por ejemplo, a la hora
de recordar un número de teléfono, podemos agrupar los dígitos en parejas o
tríos de dígitos.
 Duración de la memoria a corto plazo : La cantidad de tiempo que podemos
retener los dígitos o la información no es infinita. Nuestra memoria a corto
plazo puede mantener la información hasta 30 segundos.
 La memoria a corto plazo actúa como una de las puertas de acceso a la
memoria a largo plazo, o como un “almacén” que nos permite retener
información que no necesitaremos en un futuro, pero que necesitamos en el
momento. Esto implica que un daño en la MCP puede dificultar la adquisición
de nuevos recuerdos en la memoria a largo plazo.
Si se daña exclusivamente la memoria a corto plazo, perderemos la capacidad
de retener información durante el corto periodo de tiempo en el que trabaja. Así,
no podríamos comprender las frases de una longitud determinada y, por
supuesto, nos perderíamos en el transcurso de la conversación.
La memoria a corto plazo interviene en la mayoría de las actividades de nuestro
día a día. Que podamos interactuar correctamente con nuestro entorno y con las
personas que nos rodean, depende directamente de nuestra memoria a corto
plazo. De este modo, evaluar nuestra memoria a corto plazo y conocer su estado
puede ser de gran ayuda en diferentes ámbitos de la vida: en ámbitos escolares
(nos permitirá saber si un niño tendrá dificultades para aprender a leer o para
comprender frases largas o complejas), en ámbitos médicos (para saber si hay
que dar las indicaciones de manera más simple a los pacientes, o si van a tener
problemas para establecer nuevos recuerdos) o en ámbitos profesionales (la
memoria a corto plazo puede servir como indicador de la facilidad con la que se
van a interiorizar y a trabajar con órdenes complejas).

La idea de una división de la memoria en términos de corto y largo plazo se


remonta al siglo XIX. En los años sesenta se desarrolló un modelo clásico
explicativo del funcionamiento de la memoria que asume que todos los recuerdos
pasan del almacén a corto plazo a un almacén a largo plazo tras un breve periodo
de tiempo. A esta teoría se la conoce como "modelo modal" o "modelo
multialmacén", y ha sido ampliamente desarrollado por Atkinson y Shiffrin.1 A
día de hoy, aún existen controversias al respecto del funcionamiento de los
mecanismos concretos por los cuales tiene lugar esta transferencia, así como
sobre si todos los recuerdos, o sólo una parte de ellos, pasan a ser retenidos de
forma indefinida. Algunos autores ponen en duda incluso la existencia de una
separación genuina entre ambos almacenes.

Uno de los argumentos citados en favor de la existencia separada de un almacén


a corto plazo tiene que ver con el fenómeno de la amnesia anterógrada; esto es,
la incapacidad de aprender nuevos hechos o episodios concretos. Los afectados
por este tipo de amnesia conservan intacta la capacidad para retener pequeñas
cantidades de información durante breves periodos de tiempo (hasta treinta
segundos), pero tienen serias dificultades para formar recuerdos a largo plazo
(un famoso ejemplo de ello es el caso del paciente HM, cuya forma de amnesia
fue objeto de numerosos estudios por parte de la comunidad científica). Estos
datos han sido interpretados como una prueba de la existencia de un almacén
de memoria a corto plazo que no se ve afectado por la amnesia.
Memoria a largo plazo (MLP)

Se puede definir como el mecanismo cerebral que nos permite codificar y


retener una cantidad prácticamente ilimitada de información durante un periodo
largo de tiempo. Los recuerdos que almacenamos en la memoria a largo plazo
pueden durar desde unos segundos hasta varios años.

La memoria a largo plazo resulta un elemento clave para realizar nuestras tareas
cotidianas sin errores y de forma autónoma. Este tipo de memoria hace
referencia a la capacidad del cerebro para almacenar hechos, conocimientos o
destrezas y recuperar más tarde esos recuerdos. La memoria a largo plazo es
una capacidad muy amplia y compleja que implica una gran cantidad
de estructuras cerebrales. Por esto mismo, es muy sensible al daño cerebral.
Afortunadamente, la práctica y el entrenamiento cognitivo pueden mejorar esta
importante función cognitiva.

Una buena capacidad de memoria resulta imprescindible para realizar nuestras


actividades cotidiana de manera autónoma y sin errores. Por esto, es importante
conocer y evaluar el estado de nuestra memoria.

Los mecanismos biológicos subyacentes a la memoria a largo plazo no están


determinados, pero el proceso de potenciación a largo plazo, que conlleva un
cambio físico en la estructura de las conexiones neuronales, ha sido propuesto
como el mecanismo que con mayor probabilidad cumple la función de trasladar
los recuerdos temporales al almacén de recuerdos a largo plazo.

Debido al hecho de que los recuerdos almacenados en la MLP son susceptibles


de desvanecerse dentro del proceso natural del olvido, el mantenimiento de los
recuerdos durante un periodo de tiempo prolongado depende del grado de
profundidad con que se haya procesado la información, así como de las
repetidas recuperaciones que se hagan periódicamente de los contenidos
almacenados. Estas recuperaciones individuales pueden tener lugar en
intervalos crecientes, de acuerdo con el principio de repetición espaciada. Esto
puede suceder de forma natural, o mediante las evocaciones deliberadas
(también conocidas como "recapitulaciones"), dependiendo a menudo de la
importancia percibida del material a recordar.
El cerebro humano no almacena los recuerdos en una única estructura. Por el
contrario, los diferentes tipos de memoria se almacenan en regiones cerebrales
diferenciadas. La MLP suele dividirse en dos grandes subtipos: La memoria
declarativa (explícita) y la memoria procedimental o implícita.

 La memoria explícita/memoria declarativa tiene que ver con todos aquellos


recuerdos que se encuentran conscientemente disponibles. Las estructuras
cerebrales que participan en su codificación son el hipocampo, la corteza
entorrinal y la corteza perirrinal, pero el almacenamiento de la información
tiene lugar en otros lugares. La localización precisa de este almacén es
desconocida, pero la mayoría de los estudios al respecto han propuesto a la
corteza temporal como la ubicación más probable. La memoria declarativa, a
su vez, se divide en:
o Memoria episódica: Se refiere a los recuerdos relacionados con sucesos
específicos vividos.
o Memoria semántica: Se refiere a los conocimientos generales sobre el
mundo (por ejemplo, el mecanismo del funcionamiento de un bolígrafo).
 La memoria implícita/memoria procedimental se refiere a la habilidad para
realizar movimientos o utilizar objetos; por ejemplo, montar en bicicleta o
utilizar un bolígrafo. Este tipo de información se codifica probablemente en
el cerebelo y el cuerpo estriado.

Asimismo, existen otros tipos de categorización y subdivisiones de los tipos de


memoria que han resultado de interés para la investigación científica, como por
ejemplo, la diferenciación entre memoria retrospectiva y memoria prospectiva.
Otro tipo de memoria que se ha descrito es la memoria emocional, relacionada
con los eventos o sucesos que provocan una emoción particularmente fuerte.
Los recuerdos emocionales están disponibles de forma consciente, pero elicitan
una poderosa respuesta fisiológica inconsciente. A este tipo de recuerdos
corresponde una ruta fisiológica única que incluye conexiones desde la amígdala
cerebral hasta la corteza prefrontal, así como un número mucho más reducido
de conexiones en el sentido opuesto.

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