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Hay derecho público, que involucra a la administración (en su regulación, en su imposición al

privado o en la regulación del privado), privado, que involucra habitualmente a cualquier persona,
aunque primariamente a los intereses privados, constitucional, sobre la formación del estado y de
sus normas, y garantizador, que trata de cómo los derechos son preservados.

No son parte de la administración pública, pero sí del estado, el legislativo ni el judicial, pues ellos
son aquí creador y garante del derecho. La administración es sujeto de derecho, y como tal incluye
la función electoral y la función de apoyo de los poderes excluidos.

La administración pública tiene también funciones legislativas, e incluso les serán notables, como
la delegación legislativa, los plenos poderes, las prerrogativas e iniciativas, y hasta las legislaciones
exclusivamente ejecutivas. También tiene algunas judiciales, como los poderes cuasijudiciales, los
ejecutorios y sancionatorios, y cierta inmunidad frente a los jueces.

Son poderes de la administración

 Reglamentario: completa las leyes


 De autotutela: declarativa (se presume la validez de los actos administrativos) y ejecutiva
(se deben ejecutar los actos administrativos, que podrán ser revisados como decisión
previa)
 Sancionador
 Y ciertos de sus beneficios: la desproporción entre la caducidad de los recursos por la
administración y por los particulares, la mejor garantía de los créditos, la facilidad para
indemnizar ante el incumplimiento de contratos o vulneración de derechos, la
inembargabilidad de los bienes públicos, y los retrasos especiales de los recursos contra el
estado.

La administración está sujeta a su principio de legalidad: tiene que hacer lo que la ley le ordene, y
sólo lo que la ley le ordene.

El derecho administrativo no lo domina todo en la administración. El privado suele suplirlo en lo


que concierne a la propiedad, las actividades industriales y comerciales. Se ve al derecho privado
como una alternativa regulatoria más dúctil cuando es permitida por la Ley. Pero esto es más un
hueco de corrupción que de eficacia, pues el derecho privado no encuentra manera de controlar
los actos despóticos de la administración (socio solitario en las empresas estatales), ni de asegurar
la buena disposición de los recursos (públicos, que no son su problema).

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