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evangelio
Estar centrado en el evangelio es una postura peligrosa y exigente. Requiere mucho, o,
mejor dicho, requiere todo de ti. Si no tienes cuidado, puede asumir control total de tu
vida. Después de abrazar la centralidad del evangelio en tu vida, no puedes seguir siendo
el mismo, no puedes seguir usando las mismas excusas, y no puedes seguir viendo a Dios
ni a Su Palabra de la misma manera. Aquí hay cinco consecuencias peligrosas de una vida
centrada en el evangelio.
A cualquier cosa a la que dedicas tu vida, ese es el objeto de tu adoración, ya sea el dinero,
o el confort, o tu familia, o aun el ministerio. Los humanos —y eso incluye a los
cristianos—podemos convertir cualquier cosa en un ídolo (Rom. 1:22–23). No tienen que
ser cosas pecaminosas en sí, pero si no las colocas en el lugar que les corresponde,
entonces terminarán tomando el lugar que le pertenece a Dios: terminarán siendo ídolos.
Si bien la Biblia tiene su porción de instrucciones, y sin duda tiene algo que decir sobre
cómo debemos vivir, la Biblia no se trata de ti o de mí. Se trata de Cristo. Preguntas como
“¿Qué dice este pasaje acerca de mí?”, “¿Qué figura me representa mí o a mi situación
actual?”, “¿Qué necesito hacer para que las cosas mejoren en mi vida?”, no son malas
preguntas, pero quizás nuestra motivación o perspectiva detrás de ellas estén un poco
fuera de lugar.
Es muy fácil para nosotros afirmar la centralidad del evangelio (¡todo se trata de Jesús!)
y a la misma vez vivir como legalistas en la práctica. Hay una real pero dañina tentación
de predicar a Cristo, pero en el momento de aplicar el texto, no centrarnos en el evangelio
sino en los esfuerzos humanos o los resultados de nuestros esfuerzos (cp. Gál.3:1-13).
Si tu motivación principal para aceptar el evangelio o para obedecer a Dios es algo más
que seguir Cristo —que se muestra en un crecimiento progresivo en la semejanza de
Cristo y en un gozo cada vez mayor en las verdades del evangelio— es muy posible que
estés centrado en otra cosa. La centralidad del evangelio es una postura peligrosa porque
exige que examinemos no solo nuestras obras, sino también nuestras motivaciones,
incluso al evangelizar. Por tanto, motiva a la gente a aceptar el evangelio porque por ella
reciben el tesoro más precioso posible, Jesús.
El evangelio proclama que cuando Cristo te salva, no te salva a para que te conviertas en
un cristiano aislado, sino para adoptarte para en una familia. Jesús no murió para salvar a
individuos, sino para salvar a un pueblo, una familia, una comunidad. Todo buen padre
desea ver amor y unidad entre sus hijos. Como parte de la familia de Cristo, el Padre
espera que tengas relación con tus demás hermanos, no que te quedes a solas en tu cuarto
(cp. Rom. 15:5-6).
Cuando somos salvos, no solo estamos unidos a Cristo, sino también a cualquier otra
persona que se une a Cristo. Esto es un reto maravilloso. Es un reto porque significa que,
sin duda, tendremos que unirnos a una familia con personas con que no nos llevamos
bien. Pero es maravilloso porque a través de esas relaciones la gloria de Dios se manifiesta
cuando las personas que son enemigos naturales se unen en comunión para adorar a su
máximo común denominador, Jesús.
Algunos piensan que estar centrado en el evangelio significa enfocarse solo en lo que
Jesús hizo por nosotros, e ignorar lo que Él nos ha mandado hacer. Eso es incorrecto.
Estar centrado en el evangelio no significa centrarse solo en las partes que hablan de Jesús
o la cruz, ignorando lo demás. Significa estudiar todo el consejo de la Escritura, pero con
el lente correcto. Con el fin de entender la Biblia, tenemos que tener nuestras prioridades
en orden (1 Cor. 15:3) y al hacer eso, podremos ver con claridad cómo todo lo demás cae
en su lugar alrededor del evangelio.
El evangelio puede ser un indicativo, pero la Biblia también está llena de imperativos. Al
centrarte en el evangelio, no debes ignorar los mandamientos de Dios, sino que debes
darte cuenta que en realidad no podrías obedecer Sus mandamientos si no fuera por el
evangelio. Además, el perdón que el evangelio te ofrece te lleva a no quedarte letárgico
o inmovilizado por tu pecado. La centralidad del evangelio es peligrosa porque no deja
espacio para ser pasivo o perezoso. Al contrario, te permite y te da el poder para obedecer
verdaderamente y caminar en santidad.