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El estado como un instrumento al servicio del hombre, tiene entre sus fines brindar
una seguridad integral a los ciudadanos. Por ende cuenta con órganos públicos
que expresan su voluntad en los distintos ámbitos del quehacer nacional, de los
cuales algunos de ellos emplean legítimamente la fuerza pública.
A los finales de los setenta, el robo de ganado se había vuelto muy frecuente por
lo que se construyó en ese momento un verdadero circuito de bandolerismo que
iba desde la costa hasta la selva, y frente al cual la policía no reaccionaba. En este
contexto en el que, en 1976, surgió la primera ronda campesina. (Tejada, 2016)
Según Tejada (2016) antes de la dación del Nuevo Código Procesal Penal no
existía norma que permitiera el arresto ciudadano por parte de una persona
natural, sin embargo desde finales de los sesenta, ya se venía aplicando por parte
de las Rondas Campesinas en una justicia popular los arrestos, y posteriores
castigos. (p. 17). Actualmente la figura del Arresto ciudadano se encuentra
contenida en el artículo 260° del Nuevo Código Procesal Penal.
Al respecto hay que decir que la Constitución (Art. 149°), la Ley de Rondas
Campesinas (Ley N° 27908, de enero 2003) y el propio CPP 2004 (Art 18°),
reconocen las facultades que tienen las rondas campesinas para:
Tejada (2016) sostiene que “se trata de eventos en los que se aprecia la
necesidad de restringir el principio general de libertad (…)” (p.24). En este sentido
la Ley que confiere está facultad a los ciudadanos es excepcional y como tal no
constituye un mandato imperativo, es decir los ciudadanos no están obligados a ir
por las calles arrestando delincuentes.
A dicho objetivo también contribuyen normas como las que regulan la detención
ciudadana, que permiten a los particulares apoyar a las autoridades en el combate
de la violencia y de la inseguridad en las calles.
1.4. CONCEPTO DE ARRESTO CIUDADANO
Arbulú (2017) afirma que “es una institución por la que un ciudadano ante
flagrancia delictiva puede privar de su libertad al presunto autor para ponerlo a
disposición de la autoridad policial” (p.276)
Del artículo 260° del Código Procesal Penal se desprende que el arresto
ciudadano consiste en la aprehensión que puede realizar cualquier ciudadano
sobre otro que se encuentre en estado de flagrancia delictiva; es decir, cuando la
comisión de delito es actual y el autor es descubierto, o cuando es perseguido y
capturado inmediatamente después de cometido o cuando es sorprendido con
objetos o huellas que revelan que acaba de hacerlo.
Tal como lo estipula el artículo 260° del CPP el arresto ciudadano puede ser
realizado por toda persona cuando descubre al agente en estado de flagrancia
delictiva. En este caso, se considera que la única diferencia con la detención
policial es que esta es realizada por la Policía, mientras que el “arresto” es
realizado por particulares o por entidades distintas a la Policía, como Serenazgo.
El estado de flagrancia delictiva está determinado por el artículo 259° del referido
cuerpo procesal penal, que, como se ha visto al tratar la detención policial en
flagrancia, este artículo está lejos de establecer y determinar en forma concreta y
definida la flagrancia delictiva; en tal sentido, por ahí nos encontramos con un
primer problema referido al “arresto ciudadano”, al igual que también para la
detención policial.
Según la Ley Orgánica de la Policía Nacional del Perú con Nº 27238, en su Art 9º
en el numeral 4 establece que son facultades de la Policía Nacional del Perú
intervenir, citar y detener a las personas de conformidad con la Constitución y la
ley. No obstante en su Reglamento de la Ley Orgánica, en su artículo 11º, en el
numeral 11.7, establece son facultades de la policía del Perú detener a las
personas sólo por mandato judicial o en caso de flagrante delito; debiendo el
detenido ser puesto a disposición de la autoridad correspondiente dentro de las
veinticuatro horas de su detención o en el término de la distancia del delito o
inmediatamente después de cometido. Por consiguiente no hay otra forma de
restricción del derecho de libertad personal.
Si bien es cierto que la figura fue incorporada en el código procesal penal con Ley
Nº 29372, donde expresamente señala toda persona podrá proceder al arresto en
estado de flagrancia delictiva, podemos indicar que el arresto ciudadano, no está
amparada en la en la Constitución Política del Perú, es mérito mencionar el único
mecanismo para detener a una persona es que este tiene que incurrir en
flagrancia del delito y puede ser detenida
Además, del mismo tenor de este art. 260 de Código Procesal Penal se reduce
que la actuación del particular en la detención de otro ciudadano es un derecho o
facultad; por lo tanto, en ningún caso estará obligado a realizar una acción de este
tipo, que por otra parte puede entrañar riesgos para su persona o bienes o para
terceros, quedando la decisión última en manos del particular, ya que la
persecución de los delitos es una actividad que se encomiendo a los órganos del
Estado. Naturalmente, sí tendrán la obligación de denunciar el hecho delictivo que
presenciaren, y de impedir la comisión del mismo cuando no suponga un riesgo
para él u otros. (Miranda, et al., 2009)
Por otra parte, precisamente porque la intervención del particular procede cuando
las autoridades que tienen constitucionalmente encomendada la persecución de
los delitos no pueden actuar, si éstas se encontraran en el lugar de comisión de
los hechos y no practicaran la detención por ser ésta improcedente o
desproporcionada en el caso concreto, no podrá hacerlo el particular motu proprio.
Debemos poner también de relieve que los genéricamente denominados “agentes
de seguridad privada”, independientemente de su calificativo concreto en cada uno
de los ordenamientos; guardaespaldas, detectives, vigilantes privados, etc.; son
también particulares, por lo que a estos efectos no tienen más facultades o
poderes de actuación que aquellos que se reconocen en general a los
“ciudadanos”, independientemente de que tales sujetos particulares o miembros
de equipos de seguridad privada puedan ir armados, cumplan funciones de
vigilancia o prevención de hechos delictivos, y de que tengan una cualificación y
experiencia muy superior a la que en general tendrá cualquier otro ciudadano.
Para Cáceres e Iparraguirre (2005), el artículo 260° del Código Procesal Penal "no
señala si el arresto ciudadano, lo debe realizar una persona o un grupo de
personas” (p.324); sin embargo, es el segundo caso, el que se presenta
frecuentemente y lo sabemos por experiencias recientes, qué le sucede a aquellas
personas que son detenido por un grupo de personas, y peca de iluso el artículo,
cuando refiere que el arrestado debe ser entregado con la cosa que constituya el
cuerpo del delito a la Policía más cercana, debemos preguntarnos, ¿es eso así?,
¿Qué es lo que busca el ciudadano que ha sido objeto de un delito? Que le
devuelvan las codas que le han sido sustraídas o ¿se pone el supuesto enunciado
por este artículo?, que por cierto tal vez desconozca y si lo conociera ¿irá a la
Policía con el sujeto y el objeto materia de denuncia? o tal vez ¿sólo desahogue
su enojo y frustración contra su agresor?
Por lo dicho, se cree que este artículo además de tener una mala técnica
legislativa, recoge supuestos de una realidad que no es acorde con la nuestra; sin
duda influenciada por el Código de Enjuiciamiento Criminal Español, el cual
debería haber constituido un marco normativo referencial, pero lamentablemente
fue burdamente copia, sin pasar por el filtro de una política criminal acorde a
nuestra realidad, pues recordemos como decía ROCCO, El derecho no es solo
norma, el derecho se nutre de fenómenos humanos (hombre-sociedad). (Cáceres
e Iparraguirre, 2015, p. 325)
III.
Hernández (2013) sobre la flagrancia señala que es “un delito que resplandece y
por ello es advertible retóricamente en el acto en que se enciende a los ojos de
quien lo observa” (p. 1772). Por otro lado, Meini (2005) afirma “…abarca el
momento en que el autor o los partícipes están cometiendo el delito, lo que incluye
a todos los actos punibles del iter criminis” (p. 315).
Tal como hemos señalado líneas antes, esta aprehensión es realizada por
cualquier persona; sin importar si se trata de un particular, de un funcionario
público, de una autoridad, o de un miembro de seguridad particular, inclusive
puede tratarse de un Juez o un Fiscal, que no actúan en una investigación o un
proceso sino como simples ciudadanos, solo se excluye la autoridad policial.
3.2.3.
3.3. PROCEDIMIENTO
Tal como refiere Ore (2008) la ejecución de esta medida presenta dos etapas, la
primera facultativa y la segunda obligatoria. En la primera se interviene al sujeto in
fraganti y se procede, de ser posible, al recojo del “cuerpo del delito”; la segunda
etapa es obligatoria y consiste en la entrega inmediata del aprehendido y las
cosas que constituyan el cuerpo del delito al efectivo policial más cercano o su
traslado a la Comisaría. La Policía redactará el acta donde se haga constar la
entrega y las demás circunstancias de la intervención.
El policía que recibe al arrestado por parte del particular tiene el deber de
informarle los derechos que le asiste como la no autoincriminación, contar con la
presencia de un abogado cuando declare o se realicen otras diligencias, a guardar
silencio si ni desea declarar, y demás derechos previstos en el artículo 77° del
CPP. Inmediatamente después de ello el Policía comunicará del hecho al
Ministerio Público. También informará al Juez de la Investigación Preparatoria
tratándose de los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de drogas.
Arbulú, M. (2017). El proceso penal en la Práctica, Manual del litigante.
Lima, Perú: Gaceta Jurídica.
Neyra, J. (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal, Tomo II. Lima, Perú:
Editorial Moreno S.A.
Miranda, M., Prado, V., Reyna, L., Del Rio, G., Cesano, J., Sampedri, J., y otros.
(2009). Comentarios al Nuevo Código Procesal Penal. Lima, Perú: ARA
EDITORES.
Peña, C. (2014). Derecho Procesal Penal, sistema acusatorio, teoría del caso y
técnicas de litigación oral, Tomo II, (1 ed.). Lima, Perú: Rodhas.
Rosas, J. (2015). Tratado de Derecho Procesal Penal, Tomo I. Lima, Perú: Jurista
Editores.
Tejada, J. (2016). El arresto ciudadano realizado por las rondas campesinas de
Cayalti contribuyen o no eficientemente en la investigación del delito (tesis
de maestría). Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, Lambayeque, Perú.