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SALTOS FUNCIONALES EN LA EVOLUCIÓN DEL LENGUAJE A LA LUZ DE LA NEUROCIENCIA*

Este capítulo se centrará en la disyuntiva que se plantea en el título general de este trabajo, a saber, si la evolución del lenguaje aconteció de
forma gradual o abrupta. A lo largo de los capítulos anteriores se fueron sentando las bases de una hipótesis, Teoría de la Evolución del Lenguaje
mediante Tres Emergencias y Selección natural (TELES) que además de posicionarse respecto de conceptos indirectos, pero implícitos en el tema
del origen del lenguaje, tales "como innatismo vs. adquisición, universalismo v.v. relativismo, internismo vs. extemismo, específico v.s.
compartido, sintactocentrismo vs. lenguaje como un todo, módulo vs. conexionismo, etc., toma partido claramente por una postura “saltacional” En
general, podría decirse que la hipótesis que se viene desarrollando tiene como consecuencia una postura intermedia respecto de los extremos
mediante los cuales puede llegar a explicarse el desarrollo de la lengua por parte de un hablante. Pero en lo relativo al origen de la facultad del
lenguaje se defiende un “salto lingüístico” (o mejor dicho, tres), que da lugar a una nueva realidad biológica de carácter “modular” (aunque débil),
en el contexto de una mente que también es así (Carruthers, 2006; incluso Lieberman, 2000).
La consideración del lenguaje originado de forma “saltacional” está fundamentada en la idea que de la evolución se ha ido perfilando en el
capítulo anterior. Allí se mostraban evidencias de eventos biológicos que acaecían de forma abrupta: “emergencias de punto crítico” y
“emergencias saltacionales por asociación” (Reid, 2007); “simbiogénesis” (Margullis, 1998); “equilibrio puntuado”, “exaptación”, “homología
profunda”, y “alometría y heterocronía” (Gould, 2002). Los autores citados defienden que los cambios relevantes acontecen necesariamente de
forma súbita, y esto es aplicable a cualquier “unidad” biológica. Teniendo en cuenta que la mayor parte de los expertos están de acuerdo en que el
lenguaje humano es considerablemente diferente de otros sistemas de comunicación, ya sea por su simbolismo y abstracción (Deacon, 1997, y
Bickerton, 2009), ya sea por la sintaxis y la Gramática Universal (Chomsky, 1980a, y Pinker, 1994), ya sea por la recursión (Hauser et al., 2002),
ya sea por el “habla” (Lieberman, 2000), etc., resulta verosímil la hipótesis de un origen emergente y, por tanto, abrupto.
Además, y una vez reconocido que las emergencias biológicas son un procedimiento cotidiano de la vida, podría establecerse que en el
transcurso de la evolución del lenguaje pudo producirse más de un “salto”. Un “primer salto lingüístico” (protolenguaje con todos sus artefactos,
pero en un nivel muy básico) podría haber acontecido a lo largo de la evolución de nuestros ancestros homínidos.
Un “segundo salto lingüístico” tuvo lugar ya en nuestra especie con el origen del habla propiamente humana. Y un “tercer salto lingüístico”
podría estar relacionado con la aparición de la recursión en un sentido fuerte. Entre medias de estos episodios generadores de rasgos lingüísticos
muy diferenciados, la estasis dirigida por la selección natural continúa con sus procesos evolutivos lentos.
Asumiendo como muy fructíferos los marcos de referencia de los autores anteriormente citados (Lynn Margulis, Robert Reid y S.J. Gould),
se considera que los dos primeros “saltos lingüísticos” pudieron ser consecuencia de la “simbiosis” (asociación) entre distintas partes del cerebro
que anteriormente tenían otras funciones, y que el tercero, pudo ser originado por la superación de un umbral crítico en la memoria de trabajo del
sistema anterior (emergencia de punto crítico). Qué factores generaron esos cambios neuronales, sigue siendo un tema altamente especulativo, si
bien en otros capítulos se ha hecho hincapié en posibles factores, o bien externos como la “construcción del nicho” (Bickerton, 2000), o bien
internos como los procesos de “homología profunda” y la actuación de “genes maestros” (Benítez-Burraco, 2009a y 2009b), etc.
Pero este capítulo no se centra en los posibles factores desencadenantes de esos cambios, ni en teorías lingüísticas que sean acordes con un
origen emergente del lenguaje (como también se ha visto en capítulos anteriores). En esta ocasión el objetivo es mostrar algunas pruebas
relacionadas con las técnicas de neuroimagen y con la paleoneurología, que podrían corroborar la hipótesis de un origen del lenguaje emergido a
saltos por la “asociación” (conectividad) entre distintas áreas del cerebro.
Se abunda en la idea de “salto funcional”, es decir, de cambio no tanto de estructuras anatómicas y/o neurales, sino de modificación de sus
funciones (“exaptación”, Gould y Vrba, 1982; “punto de ramificación funcional”, Lieberman, 1984).
Así, en la sección dos, se tratará de justificar la posibilidad de un “primer salto funcional” por la asociación de estructuras neurales motoras
y cognitivas. Este primer paso pudo tener lugar en la evolución de algún homínido anterior a nosotros, tal vez homo habilis, o incluso antes. Para
apoyar esta hipótesis se muestran estudios de la neurolingüística Laka (2014) con técnicas de neuroimagen en cerebros humanos; del biólogo
evolutivo Fitch (2014) con métodos comparativos de cerebros de distintas especies; y del científico cognitivo Lieberman (1984, 1998 y 2000) con
estudios comparativos de Paleoneurología y neuroimagen. En la sección tres se tratará de justificar el “segundo salto funcional” por la asociación
de determinadas estructuras neurales responsables de la articulación de un nuevo (también “exaptado”) tracto vocal. Por tanto, se describirá con
detalle la teoría de Lieberman, pero haciendo hincapié en lo que esa teoría tiene de emergencia, ya que, por el contrario, Lieberman parece
empeñado en adscribir su teoría a un marco darwiniano y gradualista. Y en la sección cuatro, tan sólo se formularán interrogantes acerca de la
posibilidad de que la recursión, concebida sólo como subordinación, sea una nueva exaptación de origen muy reciente.
1. “Primer salto lingüístico funcional”: la asociación de estructuras neurales motoras y cognitivas
A la vista de la información obtenida en los últimos tiempos con las técnicas de neuroimagen cabe afirmar que el cerebro no está compuesto
de módulos fodorianos, pero sí de circuitos de neuronas que unen diferentes áreas del cerebro dando lugar a sistemas funcionales. El lenguaje es
uno de esos sistemas y comprende tanto las tradicionales áreas lingüísticas (Broca y Wemicke) como otras áreas corticales y subcorticales.
Las evidencias de cómo es ahora nuestro cerebro, y las comparaciones con los cerebros de otros primates vivos, así como el estudio
paleoneurológico de homínidos anteriores a nosotros, hacen verosímil la idea (defendida antes por psicólogos evolutivos, antropólogos sociales y
científicos cognitivos) de un protolenguaje con todos sus mecanismos (aunque muy básicos) en especies como H. neanderthalensis, H. habilis o
incluso los últimos australopithecus. Estos seres debieron tener un lenguaje muy cercano, en lo esencial, al nuestro, luego en su cerebro debieron
emerger (“primer salto funcional”) unas asociaciones neurales motoras y cognitivas muy similares a las que se presentan a continuación.
2. “Segundo salto lingüístico funcional”: el habla moderna
Como se ha explicado anteriormente, Lieberman concibe la mente como un conjunto de sistemas neurales funcionales distribuidos. Y esto
sería una característica compartida por todos los cerebros biológicos. Aunque en los últimos años sólo enfatiza el salto funcional del habla como
específicamente humano (Lieberman, 1984, 1988 y 2000). Lieberman sigue aceptando la posibilidad de un lenguaje homínido con sintaxis, y con
una habilidad para el habla significativamente diferente de los sistemas de comunicación de otros primates. Podría ser que Homon
neanderthalensis e incluso los Australopithecus ostentaran ya esa facultad (Lieberman, 2000: 135). Pero sus restos fósiles muestran una diferencia
crucial con los cráneos del ser humano actual. La clave está en las estructuras anatómicas de la laringe descendida y el tracto vocal supralaríngeo.
Antes de 500.000 ó 250.000 años (Lieberman, 1984: 1-10 y 271-4)

i
otras especies de homínidos presentaban lo que Lieberman denomina “Plan Supralaríngeo Vocal Estándar” (“Standard Plan Supralaringeal
Vocal”). El Tracto Vocal Supralaríngeo (TVS) que permite el habla moderna debió aparecer hace unos 250.000 años (Lieberman, 1984: 233). En
todo caso, los registros fósiles de Skull V y Jebel Qafzeh, que datan de hace 100.000 año.s, sí debían tener un TVS como el nuestro. Y según la
hipótesis de Eva” (Lieberman, 1998) es bastante probable que el habla actual, con sus estructuras anatómicas y neurales existiera hace 150.000
años. Esta habla actual es lo que en este trabajo se denomina “segundo salto funcional lingüístico”,1 y como el primero, implica neurológicamente
un incremento abrupto de la interconectividad entre antiguas áreas del cerebro, dando lugar a la “co-optación” de las mismas, y generándose así una
nueva función, el habla humana, con las características que se verán a lo largo de esta sección.
Como se viene diciendo, Lieberman es “gradualista” desde el punto de vista de la evolución de las estructuras neuroanatómicas, y
“continuista” en cuanto a que todos estos cambios suponen una ventaja adaptativa para la comunicación. Pero es claramente “saltacionista” por lo
que respecta a los cambios abruptos de función que experimentan las estructuras co-optadas. Lieberman llama a estos cambios abruptos de función
“punto de ramificación funcional” (“functional branch-point”).
“A functional branch-point theory for evolution by means of natural selection claims that a process of gradual anatomical change can at
certain points yield “sudden” functional advantages that will lead to qualitatively difíerent pattems of behavior in a species” (Lieberman,
1984: 256)
3. ¿Es la recursión un “tercer salto lingüístico funcional”?
En las secciones precedentes se ha venido defendiendo la idea de un lenguaje originado en varios pasos como consecuencia de emergencias
biológicas, a saber, las conexiones de circuitos neuronales que originalmente tenían otras funciones. Estas asociaciones o circuitos han dado lugar
a la exaptación de estructuras previas, generándose una nueva función: la función lingüística. En el sistema lingüístico funcional del lenguaje
tienen un protagonismo esencial los núcleos de neuronas del cerebro subcortical, y especialmente los llamados ganglios básales.
Los datos de la antropología social (Bickerton, 2009), de la paleoneurología (Lieberman, 1984) y del estudio de cerebros vivos tanto
humanos como de otros primates (Laka, 2014 y 2012; Fitch, 2013; y Lieberman, 2000) convergen en aras de la hipótesis de una primera exaptación
acaecida durante los últimos momentos del proceso de hominización. Si el lenguaje actual es consecuencia de la unión de una serie de áreas
neuronales, si los cráneos (y su base) de aquellos homínidos presentaban ya algunas de las características requeridas para un lenguaje oral, y si su
forma de vida reflejaba la necesidad de un lenguaje, entonces todo hace presuponer que aquel protolenguaje era ya un sistema lingüístico
distribuido generado por la exaptación de otras estructuras.
A la vista de los datos disponibles ese sistema no tenía la complejidad que debió adquirir cuando ya en nuestra especie se originó la
capacidad del habla. Los datos aportados por Lieberman nos muestran un tracto vocal exclusivo evolucionado por co-optación, y un Sistema del
Lenguaje FuncionaI (emergido por la unión de nuevos circuitos) responsable, entre otras cosas, de la articulación de la nueva configuración de ese
tracto vocal.
Llegados a este punto, cabe preguntarse si la recursión implica también un “salto funcional”. Recuérdese que este trabajo comenzaba con el
famoso debate entre Hauser el al. (2002) y Pinker y Jackendoff (2005). En ese primer capítulo se mostraba cómo la postura de los primeros era
claramente partidaria de la recursión como el único rasgo lingüístico exclusivo de nuestra especie. Allí se desarrollaba que no se comparte esa tesis,
pero sí que la recursión del lenguaje humano parece ser un rasgo único dentro de un sistema de comunicación. Pero, ¿qué es exactamente la
recursión? Cuando decimos que el lenguaje tiene la propiedad de ser una “infinitud discreta” expresamos que tiene la capacidad de formar un
número infinito de mensajes a través de una combinatoria ilimitada (con un número limitado de operaciones) de unidades o palabras finitas. Pero
esta propiedad que propicia que el lenguaje tenga una capacidad comunicativa ilimitada, puede amplificarse aún mucho más mediante la recursión,
es decir, mediante la incrustación de estructuras de un nivel inferior, en otras de un nivel superior. La noción de recursión tiene su origen en las
ciencias de la computación y fue desarrollada por autores como Bar-Hillel, Godel o Peano. En Lingüística el término tiene una definición algo
ambigua, no todos los autores lo usan con el mismo sentido. La definición más próxima al origen matemático es aquella que se refiere a la
estructura o expresión que incluye entre sus elementos integrantes otra del mismo tipo al que pertenece ella misma:
A

B A

De acuerdo con Elvira (2009) podemos distinguir dos tipos de recursividad. La recursividad serial, que dispone las unidades jerárquicas en
serie lineal (“María cree que Nuria le ha dicho que Elena no sabía que...”); o bien la recursión por incrustación central, que inserta estructuras
dejando fragmentos de la unidad principal a ambos lados (“La imagen que te envié que fue hecha en la excursión que hicimos el fin de semana que
pasamos juntos en el hotel donde... ganó un premio a la mejor fotografía”).
Como se ha dicho antes, se trata de un rasgo único en el conjunto de los sistemas de comunicación conocidos, porque aunque a veces se ha
replicado que los cantos de ciertos pájaros (Fitch, 2011) muestran signos de recursividad, sin embargo estas secuencias sonoras no tienen un
contenido semántico claro y, además, todo apunta a que no se trata propiamente de recursividad, sino de iteración. También se ha propuesto que
algunos aspectos de la cognición humana, más allá del lenguaje, tales como la visión, la música, o la teoría de la mente, podrían presentar
recursividad. Entonces, ¿cuál es el origen evolutivo de este rasgo lingüístico? Calvin y Bickerton (2000) también especulan sobre el origen de la
recursividad. Defienden que ha tenido que ser un origen reciente, y proponen como precursores el altruismo recíproco y otras acciones que
implican precisión y secuenciación como el “tiro con arco”. Por otro lado, el propio Lieberman y otros muchos autores (Corballis, 2002a;
Studdert-Kennedy y Goldstein, 2003) vinculan el origen de la recursividad con las capacidades motoras de los individuos. Como quiera que sea, el
debate sigue totalmente abierto, teniendo en cuenta que, además, parece ser que algunas lenguas podrían no presentar este rasgo. No obstante,
TELES se posiciona claramente a favor de este •‘tercer salto funcional”, la recursividad.
*(Extraído de Escalonilla Gonzales, A. (2015) “El origen del lenguaje desde la psicobiología contemporánea: salto
lingüístico o gradualismo” Tesis de Doctor en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, España.)
SÍNTESIS
Realice una síntesis de dos o tres líneas que incluya en forma precisa la idea relevante del texto leído.

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