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1 N o 1 e E

La violencia y los cambios


sociales 4 Camilo Torres Restrepo

La revoluei6n verdadera,
La violencia y el fatalismo
geo·polftieo 54 Fabricio Ojeda

PerG: Rovoluci6n,
insurrecei6n, guerrillas 74 Américo Pomaruna

Contra la tendencia
conservadora en el
Partido 130 julio del Valle

Los Autores 158


H oy todas las fu erzas sociales de nuestro país están en ten·
sión creadora; lo exigen la profundiza ción y la magnjtud de las
metas de la Revolución. Contribuir a la incorporación plena de
la investigación científica de los proble1nas sociales 11 <'I'«• Revo·
lución es el propósito de esta publicación.
Nuestro punto de partida : por una parte, q ue las teorías
surgen o se desarrollan en el nnáli is de las situaciones concre-
tas; por otra, que la forrnación teórica es indispensable a los
in vesti~a dores. De acuerdo a ello, intentaremos informar sobre
las problemáticas actuales y las opiniones que sobre ellas exis-
ten, a través de artículos inéditos de cubanos y extranjeros, y
de Ja reproducción de artículos seleccionados de las n1ás diver5a~
publicaciones del mundo.
En este prin1er número presentamos, en su a;.p<'tto l:it inn·
americano, el problema crucial de nuestro tiempo: la lucha
tricontinental antin1perialista, que se propone, en Viet-Nan1,
G11inea o Venezuela, conquistar para los pueblos la di~nidad
humAna, sin la cual el propio oficio intelectual no tendría
poi;:bilidad ni sentido. Los nombres de algu nos autores - Ca-
milo T orres, Fabricio Ojeda- nos recuerdan que no es la crí·
tica Ja gran transformadora, sino la Revolución.
Opinamos que el intelectual revolucionario es, ante todo, u.u
r evolucionario a secas, por su posición nnte la vida ; después,
aquél que crea o divulga según su pasión y su cornprensión de
la e~pecificidad y el poder transfor1nador de la función i nte-
lectual. Si la primera condición existe, le será fá cil coincidir
con la necesidad social. Con arreglo a esta opinión trabaja-
r emos.
• • •

• •

ARMAS DE FUEGO
• •

La violencia y los
cambios sociales
CAMILO TORRES RESTREPO

Introducción para los profanos

La ciencia como todo elemcnto humano, es ambivalente. Es un instru-


mento de comunicación más profundo y más sólido con aquéllos que están
<iniciados>, pero con aquéllos que no lo están, ya sea por cultivar otras
disciplinas o por no tener una formación cientifica, puede ser un instru-
mento de separación, de malos entendidos y por lo tanto, de conflicto.
El autor del presente estudio es un sncerdote que a la ve-¿ es sociólogo;
se.ria interesante hacer unA nmplía dcrnostración sobre las relaciones que
tienen estas dos actividades como, en general, mostrar las diferencias y
las aplicaciones de lo sagrado y lo profano.
Para en(ocar este problema dcbcrínmos plantear en tod(\ su cx1cn sión las
aplicaciones psicológicas, sociológicas e históricas de 1(\ Encarnación de
Qios con todos sus consecuencias. Sin embargo, estas consideraciones se
salen del objeto princip:il de la presente introducción.
·Para poder ejercer las funciones de puente entre los colegas sacerdotes y
los colegas sociólogos, creo que basta con hacer unas considernciones r:í-
pidas sobre la distinción cntre lo normativo y lo positivo.
La ciencia positiva es básicamente inductiva, parte de la observación cm-
plrica para llegar a generalizaciones de primc.r grado de abstrAcción; es
4
dc.-cir, a generalizaciones que nos den una certidumbre mctnfisicn que está
en el tercer grado de abstrncci6n y se basa en la esencia inmutable de
los seres. Lns ciencias nonnntivns eon10 la moral, la politicn, el derecho,
se tienen q ue basar en nlgunn certid u1nbrc mctnlisica. Las ciencias posi·
ti\'as constatan los hechos, hacen generalizaciones lógicas y est~n someti-
d:is n l11s \'erilicaciones cmpiricas para corregir, ampliar y si es el caso,
nhl>lir lns generalizaciones.
El prc~cnte ('Studio pretend e ser un trabajo de sociología posit ivo. Como
lo cxplicnrc1nos n1ás adelante, no cst!l f undamcntnlmcnte sustentado por

un nn:'1lisis de campo; toma Jns experiencias directas de otros y las obscr-
,·ncioncs no estandarizadas del autor para enunciar una serie de hipótesis
de trabajo.
Desde el p unto de vista metodológico y cientHico este sistema es incom-
pleto, pero no erróneo. Aunque, como dijimos atrás, la ciencia positiva
~ tiene que basar (undan1cntnln1ente en lns observaciones en1piricns cuan-
do ellns t:t'ncn sufiticntc d c-snrrollo, como en el caso d e In sociologin, es
nccc-snrio relacionar In observación con una tcoria general. Por otra parte,
pnrn enriquecer In teoría general se requiere lan1.ar hipótesis que sola-
n1cntc la intuición del científico puede preservar d e que sean gratuitas.
En tcoria son, r..or d efinición (ya que son hipótesis) básicomente grntui-
tns. Prccisa1ncnte se plantcnn p11ra que seon vcrificodas por In invcstiga-
ciún positi\•n. En otrns palnbrns , los trnb:ijos cicntHicos de gencrnlizRcioncs
y, que corren el riesgo de ser gratuitas pnra llegar a constntncit>nes cmpl-
ricas¡ o partir d e estas constataciones pnrn llegar a gencralizncioncs que
tienen el cnr:ícter d e lt')'CS cientiíicas.
No obstante la c\·olución de la sociologio, cspccinlmente en los últimos
n i1~, tcnt'1nos que reconocer q ue es una ciencia joven. Como tnl, sus
ro11c•·p1os, su terminología, sus métodos y sus leyes no cst!1n nún suFi-
cie1ncn1cntc estructurados. Algunos sociólogos, principalmente de fines del
sigio pnsndo y principios del presente, optaron por una posición sectaria.
lJnos defendían la teoría y los plantennlicntos generales contra lns invcs-
ti3:v:ioncs empíricas d e escasa trasccndcncin teórica pero d e ir.\tchn pre-
cisión t t'.~nica. J.os sociólogos europeos, en general adoptaron cstn posición.
Otros, por el contrario {entre los que se contaron muchos sociólogos nor-
teamericanos) se dedicaron a minuciosas investigaciones sobre el terreno
11tac:indo las gcncralizacion('S gratuitas.
5
Se ha dicho que la sociología europea es más intert.>sante que verdadera
y que la sociología norteamericana es mas \'erdadera que interesante. Sin
embargo, pode1nos afir1nar que hoy en día en térn1inos generales, esta
diroton1ia hl\ sido superada, y podemos hablar de una sociología universal.
Actuahnentc, el n1étodo inducti\'o y el rnéto<lo ded uctivo (ele lo general
a lo particular o de lo particular a lo general) son valederos tnicntras
se at.-cpte que son con1plcrncntarios, que n inguno de los dos es verdadera·
mente cientifiro si excluye al otro.
Con todo, el avance de la ciencia es paulatino y exige contribucionci;
parciales que ta1nbiéo deberán ser complen1entarias.
En el caso de la csociología colombiana:> encontramos una tradición que
no podemos clasificar dentro de la sociología positiva. H asta hace pocos
años sol:uncnte se podía hablar de filósofos sociales. En los últimos tiem-
pos heinos \'isto surgir la sociología positi\'a en nuestro pals. Por inspira-
ción nortearnericana al pri11cipio, complcrncntada posteriormente con in-
fluencias europeas. El aspecto cn1pirico de la sociología crnpie7.a n prc\·n·
lccer entre nosotros con una orientación tal que se puede correr el peligro
de consagrarse únican1ente ni estudio de este campo descuidando las gene-
ralizaciones.
No es posible hacer una sociología colombiana aparte de la sociología
universal. Sin ernbargo, es necesario hacer sociología colombiana en dos
sentidos: I .· 1\plicando la teoría )' los 1nctodos sociológicos generales a
nuestra realidad concreta y cspccHica. 2.- Contribuyendo a esta teoría
y métodos con el anitlisis de las situaciones nuevas q ue nuestra realidad
pucdn sugerir. F.sta sociología colombiana se vería frustrada en su cstruc·
turación tanto si faltara la inv<.'$tigación empírica como si prescindiera de
la generalización teó rica. El prcs~nte estudio pretende ser una contribu-
ción a este últin10 aspecto.
Aunque co1no sacerdote el autor debe desaprobar los h~hos sociales que
estén en oposición a la moral cristiana, con10 sociólogo no se puede per-
mitir la emisión de juicios de valor so pena de caer en el error nictodoló-
gico de mezclar las ciencias positivas con las ciencias normativas. Por
cso, no es de extrañar que se describa un ~fenómeno con10 el de la
,violencia> -que, en términos generales no puede justificarse desde el
punto de visea moral- con10 un factor de carnbio social importante, sin
pronunciarse sobre la bondad o la nlaldad ele ese can1bio y sobre la mo-
6
ralidad de sus consecuencias. Al decir cimportante. no se quiere ~Ir
cconstructivo». Ese vocablo se utiliza solamente en el plano de los fenó-
menos positivos que si por causa de la violencia han sido profundamente
transformadores, tienen una important.-ia sociológica indiscutible.
Las obscr\•acioncs anteriores podrian situar al lector que no esté familia-
rizado con los análisis positivos de las realidades sociales, en el terreno
propicio parA \'alorAr los planteamientos que se hacen en este trabajo
dentro de las limitaciones de la ciencia cmpirica que no puede pretender
gencraliui.cioncs normativas.
I .-ALCANCE DEL ANALISIS
Para poder precisar la magnitud de un cambio, es necesario determinar
bien claramntc tres aspectos:
a) La situación antes del cambio.
b) Los factores que influyen y Ja manera como influyen en el cambio.
e) La situación posterior a la ae<:.ión de dichos factores.
Sin embargo, es necesario anotar que en un cambio socio-cultural los ante-
riores puntos de referencia son mucho menos precisos que en el caso de un
cambio íisico. Las variables sociales poseen una dinámica constante y por
eso es imposible considerar situaciones estables dentro del cambio social.
Con todo, la sociedad rural colombiana antes de pasar por el fenómeno de
la <violencia>' era una sociedad relativamente estática, como trataremos
de describirla a continuación. Esto facilita en parte el establecimiento del
cambio ocurrido. A pesar de ello, es necesario limitar el fenómeno de cambio
a algunas variables, ya que, por su complejidad, no podría describirse nunca
en forma exhausdva. 2

' El fcnómmo de la \'iolcncia en Colombia podemos definirlo como un tipo de


conUie10 $()('ial qu.c se manifies1a por la actión armada de grupos. cspcci1lmcnte
M vccindariM C"am~nos. r.ent'raliuda g~t~ficamcnte en <tColombia• y de
c:ir~c1cr endi:miet>, )'ll qul' K' ha prolongado por varios año.<> sin solllción de con-
tinuidad. Para mil)'°' explicación Or. Ccrmón Guzmán C.. r'..<fu3rdo Umaña
Luna, Orlando Fais Borda, <L• Violcndll en Colonibia>. In. fdición t.1onogr:lfía
SociológlC':i. F:ic. de Sociologia, U. N. Bo¡¡oti 1962. pág. 368.
: Es de notar 1amhii:n c1ue en el presente estudio no nuisideramos sino las Arcas
qui! h:in sillo aEC\:1aJ3.s, en alg:Jn mnmen10, por el fenúmeno. Sin embargo. de
:\li.:crdo «1n los eStudios realixa<l•>S, c.<pe<:i:ilrn~nte por l\·lon5. (~crm:in Guzm~n.
(3Si toe:is lns úreas rurales l~1lon1bian :is (Cfr. <La \ 1 iolencia en Colon:bi¡,> - Es-
tudio de un p~so social- Tomo J. 2a. edición, r~kio~ Tcrctt Mundo, Rogoc6.
1962) han '-lelo :il«1ad:u por la \•iolcncia.
7
Muchas de las variables que considerarcrnos no son de ninguna 1nancra
exclusivas de la sociedad colo1nbiana. En muchos textos de Sociología la!
encontramos conto criterios detcnninantes de cualquier sociedad rurnl. La!
hemos escogido aquí por ronsi<lcrar que han sido afectadas cspccialntent(
por el fenón1eno de la violencia.
El presente nn•ílisis se refiere casi cxclusiva1n ente a la descripción hecha poi
!Vtonscí1or Gerrnún Guz1n;\n en el prin1er t on10 del libro cLa Violencia cr.
C-0lo1nbia • y a los trabajos cícctu11dos en relación a la socicdnd r\lral CO·
lontbiana, antes de haber sufrido el impacto de la violencia.'
Aqul trataremos de estructurar los dncos de los trabajos n1encionados den·
tro de un esquema teórico adaptado a la descripción dc?l can1bio ocasionad<
por la violencia. Su valor objetivo dependerá de la objeth·idad de dicho:
estudios y muchas de las afirmaciones no podrán tener un sentido 1n:i!
aniplio que el de ser simples hipótesis de trabajo que deberán ser son1etida!
a ulteriores investigaciones sobre el terreno para llegar a ser <lc:bida1ncnt<
comprobadas, corno lo explica1nos an1pli:tmcntc en la introducción.
Con estas observaciones podc1nos entrar de lleno al an::ilisis del canibio so.
cloculturnl, considerando:
1.-Ln situación de las variables seleccionadas, antes de la violencia.
2.-Ln íorma con10 fueron afectadas esas variables por el fenontcno de lt
\' iolcnci a.
3.-EI resultado final.
Las variaciones las clasiíicarcmos en tres grupos:
!.-Aquéllas que son co1nuncs a toda sociedad r ural.
2.-Aq u<'.•llas que son propias de las sociedades rurales tlc lo:
pa¡scs subdesarrollados.
3.-Aquéllas que son caraclcristii:tlS de la sociedad rural color.1biana
Naturalmente que la división anterior no deja de ser artificial. La toina
n1os para ordenar n1cjor el an::ilisis pero tratarc1nos de hacer !ns aplieacio
nes concretas a Colombia, cun en las dos primeras categorías de variable~

3 C.:ustavo P~11YL, cEI c.-:impc~ino C'Olornl>iano. un prohle1?1:t de c>!n:c1ura:;;, ~a. E<


Centro <le l n\·c-.~tigocioncs Sociales. 3or,n1ñ, 191)2. ()r!:t:ulo Fais Bc11<in. , \.a1n¡i.:
~inos de los A111l<.~, Edi!ori:il lq·.1clnrn. íl<o~ol:í , 19GI. ,·El homb:c }" In 1ie:r:i e
Boroc:i ~, Edi1uri3( :\ ntc:c.<. llo;:ú::;, 1!156.

8
2.-V ARI1\BLES CONSIDERADAS
J.-Variablcs co1nuncs a toda sociedad rural.
a) FalH1 de división del tr:ibajo, de especialización y cscast"Z d e roles.
b) 1\ islan1iento social.
e) I 1nportai:cia de los vecindarios en la vida social.
d) Indi\·idualis1no.
e) Conflicto con el extra-grupo.
C) Scntir:1iento de iníeriori<lad.
2.-\iariablcs propias de las so::ic<ladcs rurales de paises subdesarrollados.
n) l\11scncia ele n1ovilidad Ycrtical ascendente.
b) Agresividad la tente.
3.-Variables características de la sociedad rural colombiana.
a) Sectarismo polit ico.
b) Falta de conciencia de clase.
<·) Rc'sp:!IO a la p ropied ad privada.

3.- CA?\1B10S SOCIO-CULTl JRALES OCURRIDOS EN CADA


UNA DE LAS VARIABLES CONSIDERADAS
) .-Variables comunes a toda sociedad rural.
a) Falta de división del trabajo, de especialización y esc:ascz de roles.
I.a actiYidad agropecuaria del culth•o de la tierra y del ganado es prác-
tican1cntc· la cx::lusiYa del c:11npesine> colo1nhiano. En general, toda otra
ocupa<.:ié>n está condicionada por ésta: el •nercado, la actividad religiosa,
familiar, cte.
J,a violcncla p l:intca al cainpcsino nt1C\'as necesidades y con ell:ls la in1-
posición de una diYisión clcl trabajo y d e una cspc·~iali..:ación. Para los
grupos activos además de las necesidades requeridas en todn acción b~lica,
surgen aq uéllas específicas de la guerra de guerrillas, tales con10 las de
espionaje, co1nunicacioncs clnndcstinas, abnste::in1icnto, asistencia social,
relaciones públicas, etc.•
RC>sp_."c~o de los grupos pasivos, tatnbién dc:bcmos comprobar el aparcci-
111 i<'nto de nttc\·as 11cccsidadcs. tales como las de vigilancin, cola bor:lción,

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tanto entre si como con los grupos guerrilleros, todas aquéllas impuestas
en el caso de las migraciones forzadas, etc.
Para cada una de estas necesidades ha sido indispensable destacar ele-

mentes de la comunidad rural para que las ejerzan habitualmente, llegando
asi a un género de especialización que, aunque rudimentario, es impor-
tante respecto de las relaciones sociales.
Estas relaciones en la sociedad rural, como consecuencia de la falta de
división y especialización del trabajo, son de características más intimas,
frecuentes y personales.
Este tipo de relaciones conduce a un tipo de sociedad folk, también des-
crita por Redfield:
<Esta sociedad es pequeña, aislada, iletrada y homogénea, con fuerte
sentido de solidaridad. El modo de vida está convencionalizado dentro
de un sistema coherente que llamamos "una cultura". La conducta es
tradicional, espontánea, nocrítica y personal. No hay legislación, hábito
de experimentación, ni reflexión para fines intelectuales. El parentesco,
sus relaciones e instiruciones son del tipo de categorías empíricas, y el
grupo familiar es la unidad de acción. Lo sagrado prevalece sobre lo
secular. La economia es de autocon.sumo más bien que de mercado.>º
Todas estas características se aplicaban exactamente a nuestra sociedad
rural antes de haber pasado por la violencia.
Dentro de esto tenemos que señalar: la conducta tradicional, espontá-
nea, no critica y personal como un efecto de la preponderancia de las
relaciones secundarias. Ahora bien, la falta de división del trabajo y de
espcciolizaci6n lleva a esta preponderancia, ya que la persona que realiza
muchas funciones es Ja base de la interacción social mucho más que la
función misma. La falta de especialización hace que no exista una exi-
gencia ni una expectación social respecto del progreso por la instruc-
ción form al.
La solidaridad de grupo es otro efecto de la falta de división del trabajo,
si nos referimos a la solidaridad mecánica dentro de la teoría durkhei-
niano.0

~ Robcrt Redfield: <The Foil: Societ),, Thc American Journal of Sociology, 52.
(Enero 1947) p~g. 293.
o E. Ourkheim: e.De la di\·isi6n du Travail Social> ( 1902) XXXll.
10
Esta solidaridad mecánica produce naturalmente un sistema coherente de
vida basado en la tradición y eJ sentimiento.
Dentro de la teorla de Tonnics nuestra sociedad rural se acerca mucho
más a Ja comunidad (gcmeinschaft) que a la sociedad (gesellschaft).
Por otro lado, Ja cconomia de autoconsumo estimula mucho más las
relaciones primarias que sccundarins y es una de las causas de la falta
de división del trabajo.
Los efectos de estos fenómenos sobre la actitud respecto del cambio social
son de una gran importancia. La predominancia de lns relaciones pri-
morias sobre las secundarias comienza a desaparecer por Ja mayor divi-
sión del trabajo, la mayor espcciali7.ación y por consiguiente la multi-
plicación y diversificación de los ro.les sociales.
En las comunidades afectadas por la violencia, las interacciones sociales
comienzan a basarse más en las funciones de las personas que en la
persona misma. La solidaridad de grupo comienza a ser más orgánica
que mecánica, es decir, más basada en la complementaricdad de los roles
diversos que en la homogeneidad de éstos. Las relaciones sociales comien-
zan a basarse más en la razón que en la t radición y el sentimiento. La
c:ondueta deja de ser tradicional y espontánea y pasa a ser critica e im-
pcrsonal.7 La «comunidad:. se transforma en «sociedad:.. Podrlamos decir
que nuestra sociedad rural afectada por la violencia comienza a urbani-
zarse en el sentido sociológico, en el sentido de que comienza a odquirir
un comportamiento urbano.
Este proceso de urbanización se realiza exclusivamente por la apl\rición
de actividades terciarias (servicios personales, comercio, tronsporte, ser-
vicios bélicos, etc.) sin ninguna conexión con la actividad secundaria de
industrialización.
Los efectos socio-económicos son evidentes: el modo de vida urbano im-
plica una actitud racional, anti-tradicional respecto del cambio social.
Sin embargo, en este caso esta actitud no va acompañada de una indus-
trializoción que permita elevar los niveles de vida. En una pnlabra, pode-

7 Par11 ampliar In 1coría sobre la transíomiacii>n de la socieJaJ.(olk en sociedad


urbana debido a la di\·isión del tr~bajo, es iitil.
(Consultar E. C. Hugbes cPcrsonalit)" 1·)'pcs and thc Division of Labor>, :\me-
ric3n Joumal of Sociology, 1928/33, 754/768 >' leoPold Von \V ie5e and rloward
Beckcr cSyste.ma1ic Sociolog}'> (N. York, )ohn, \Yiley & Sons, 19'32) 222.1225 et
passim).
11
mos decir que en la so~icdad afectada por la violencia tenemos los actitu-
des urbanas sin los instrunlcntos propios de una sociedad urbann.
b) Aislamiento social.
Dentro de las ,·ariables comunes a todas las sociedades rurales encontra-
mos el aislan1iento social, elen1entos que incluye Rcdfield dentro de la
sociedad folk. (Cfr. Supra)
Este fenóincno ecológico es debido a la baja densidad de1nográfiea y a la
ausencia de comunicaciones que caracteriza las sociedades rurales. En los
paises subdesarrollados el aislamiento social se encuentra agudizado por
la falta de transporte y la ausencia de comunicaciones de toda índole. En
Colombia, en particular, el nislan1iento es aún inayor. La población co-
lombiana está concentrada en la zona montañosa y en los valles separados
por montní'íns. Las veredas o vecindarios rurales se encuentran aislados
no sola1ncnte de las ciudades sino también de la cabecera del m\tnicipio
y de las otras veredas.
La violencia incrcn1entó las n1igracioncs rurales no solan1cnte a la ciuda:l
sino también entre las diversas loc11lidadcs campesinas. Las fuerlas arma-
das, además de sus sistemas propios de comunicación, fueron un con-
ducto huin ano de trasn1isión de noticias, ele valores sociales, de normas
de conducta, establecido entre la ciudad y el campo y entre los diversos
vecindarios rurales.
Como resultado, las poblaciones rurales h an entrado en contacto ton1ando
conciencia de necesidades conl unes y adquiriendo una solidaridad de
grupo, al enfrentnr el conoci1niento de su realidad socio-económica con
el conocilnicnto de otros niveles de vida superiores, tanto rurnlc." como
urbanos.
Los patrones culturales locnles eonticnzan a difundirse y se produce un
fenómeno de nsin1il11ci6n de dichos factores, comenzando asi ~n proceso
de gestación de una subcultura rural colonlbiana. Respecto del cambio
social, el hecho de haber creado una solidaridad de grupo (que l\1arx lla-
marla conciencia de clase) hace que el carnpesinado c..'O lon\biano con1iencé
a constituirse en un grupo de presión en la base de la pir3inide social.
Grupo de presión que, mediante una organización, puede llegar a ser
intportante en las transfomtaciones de las estructuras sociales, politicas y
económicas ele Colomb:a.
12
e) Importancia d e los vecindltrios en la vida social.
Dado el aislamiento untes descrito, es lógico que el vecindario en la vida
sociel de la (.'Omunidad rural sc..1 de la mayor importancia. La actividad
humana en esta sociedad tiene una referencia directa a la localización
geográfica. [ ..a (alta d e ltt di\'isión del trabajo excluye casi completamente
la necesidad de clcsplazarse a otro lugar. Por lo t\\nto, el \lccindario d es-
arrolla con la fan1ili:1 , la ins:itnción de control social ntás eficaz en la
SO(:ieda<l cainpesina. La sancivn itprobatorin o condenatoria del vecindario
tiene una gran inflticncin en la conducta del campesino.
Sabemos q ue hay una rclnci6n estrecha entre la fuer1.n del control social
y la estnndarizacióu de los patrones de conducta. Los fcnón1cnos de ano-
mia se presentan rara ve?. en una sociedad aislada y de control [uerte.
En esta con1unidad se encuentra entre sus individuos poca capacidad de
asin1ilación, ya que para poder llevar la vida en sociedad les ha bastado
:icomodarsc 1necánicamentc a los patrones tradicionales de conducta. De
ahí ,·ienc la coherencia del sistc1na d e la sociedad folk, d el que hablg
Rcdfield; de ahí también In falta de expcrin1cntación y la falta de refle-
xión para fines intelectuales. J.a conducta es más espontánea que reUexh·a
y por cso la capacidad de ashnilnei6n es menor.
La violencia roanpe los 1narcos del vcch1clario rural. Los grupos guerrilleros
coinic.n zan a convertirse en nuevos ele111cntos d e control a unn esenia n1is
regional que vereda!. Ln presión oficial se 1nanHicsta en inuchas ocasiones
por prt1nern vc7., en las ;"1reas rltrtllcs, ejerciendo presiones de todo género
(desde la violencia física hasta los h tllagos econón1icos) a escala regional,
sobre las comunidades rurnlcs. También la posibilidad y en algunas oca-
siones la n(.><:CSidad de cn1igrar libera a los grupos rurales del control social
de la comunidad vecinal. !.os grupos de referencia parn el control social
se 111uhiplican; adcntás de la familia existen los grupos guerrilleros; ade.
más del vecindario propio hay grupos de catnpcsinos perseguidos m:ís o
1n cnos beligerantes; el ejército 1nilitar y los grupos de ejércitos civiles,
los grupos urbanos que inten·ienen tlircct:i o indirccH1ntcnte c11 la vio-
lencia y p:: > r cll~ e1~ las con1 u :1idad~-s rurales. ·rodos estos grupos <."On sus
diferentes patrones y \lalores de contll1c1a relajan el control social en una
forn1a s:::1ncjantc a lo c¡uc ocurre en las ciudades. El can1 pcsino habituado
a actuar sía rcflexiun ni c-rlticn, ele ac ~lerdo con patrones, pierde toda nor-
ma d e conducta y se irá adaptando, en cuanto le sea posible, a los difcrcn-
t3
tes grupos de referencia. La conducta anómicn se generaliza en esta !orrna
dentro del conglomerado campesino con10 un electo del ron1pi1niento del
aisl:nnicnto social del vecindario. T.as con1unidadcs rurales que han sufrido
el fcnó1ncno de la ,·iolencia están abiertas a toda clase <le contncto cultural.
El ro1npin1icnto de su ;1islan1iento social ha hecho perder in1portancia al
\'CCindario de la ,·ida social del canipcsino y ha ('Stableci<lo nuc\'a.s insti-
tuciones a la c-scala regional y nacional que car3ctcriY.an la nue,·:1 sub~ul­
tura originada por la ,·iolcncía.
En fonna sin1ilar a lo ocurrido con el aisla1nicnto social se produce en el
llrca rural un rclnjan1icn10 del control social local por In multiplicación
de conrro.lcs que !;01\ independientes del lugar gcogr:ilico. Esta multipli-
cación de controlcs di\'ersos se explica por la diversificacíún de l11s acti\'i·
'
dndcs rurales. Sin cinbargo, dicha diversificación no obedece a un fcnó-
n1cllo de clcsarrollo de la productividad cconón1ica, sino a activicladcs
de dcs1rucción, ele defensa o shnplementc de subsístencia, dificílniente
cnnlarcablcs dentro de un plan de desarrollo socio.ccon6n)ico para el país.
Poden1os decir ta 1nbi(~n en c.<>le caso, que cncor1<ran)OS fcnó1nenos socioló-
gicos de urbanización, sin los fcnón1enos concomitantes de industrinliza-
ción y de creación de ciudades.
Los nuevos organisn1os de control y la relajación de éstos, han llevado a
una conducta m<is reflexiva y m3s critica, pero de acl1erdo con una escals
de \'alorcs co1nplcta1ncntc patológica.
d) Indh·idualismo.
El aislan1icnto produce en general la existencia de grupos y sociedades
cerradas. Sin en1bargo, cuando a ese aislan1icnto se une el trabajo ais-
lado de cada indi\'id 110, el incli\'idualis1no surge conio una secuela lógica.
Este es el caso en las sociedades rural<?S <le cstructura minifundista o de
ocupación estacionaria de las cost.oehas. Los intereses son entonces indi-
"idualcs y la colaboraciún sólo surge en función de ~stos. Instituciones
corno «la 1ninga», " la 1nano \'ucha~, <1cl convite», tienen un carácter tran-
sitorio y no contradicen sino que c.-onfirman la ('Onducta indi\'idualista en
cu11n10 t"Sla se entienda con10 resultante de la búsqueda de objeth•os en
(unción de intcrcs~ predominantemente personales. El indh·idualisn10 es
una actitud que se clc!ine por 1noth·aciún. Sin eniburgo, la c.-onducta social
es un indice, }' a veces el único conocido y conocible, de la moti,·acion
de los individuos.
14
Dado el predotninio del minifundista y del cosechero d entro de la po-
blación campesina colon1biana, podemos asegurar que la actitud indivi-
dualisia es bas1antc generalizada, especialmente en las áreas más aisladas.
Los hábitos colectivistas que 1cnían algunas comunidades indlgenas, puede
decirse que h an desaparecido d enlro de la mayoría de los campesinos CO·
lombianos.
J_a \'iolcncia rompe en gran parte el individualismo campesino. Las fuer-
zas oficiales introducen sistemas de conducta donde se hace indispensable
el trabajo en equipo. En for1na similar son organizadas por el gobierno
las llamadas cguerrillas de paz>, para combatir a los bandoleros.
Las fuer?.as de guerrilleros, formal e informalmente cons1ituyen elementos
de trabajo colectivo que ta mbi~n quebrantan el sentido individualista d e
nuestro ha bitante rural.
Formalmente se establecen cNormas Organi1.ativas de las Fuerzas Gue-
rrilleras>.* En ellas los intereses colccrivos priman sobre los intereses in·
di\'iduales.
Informalmente, los guerrilleros debían trabajar en equipo para todas sus
labores tanro bélicas como de subsisrcncia. Inclusi\•e se escabl~n grupos
como el de Pato, en donde por esfuerzo colectivo se construyó un trapiche,
se sembró una h uerta, se organizó la producción de panela y la rocería
de los can1pos, así como las sie1nbras, el deshierbe y las cosechas.
J.a solidarid:id de grupo propia d e toda comunidad marginal y en especial
de todo grupo considerado fuera de la ley, se verifica plenamente d entro
d e los grupos guerrilleros.
Dentro d e los ca1npesinos la violencia crea circunstancias por las cuales
ellos tienen que romper con su individualismo; las migraciones conjuntas,
la defensa de las comunida,{es rurnles, la organización para la produc·
ción, cte., crean una mentalidad de cooperación, de iniciativa y de con-
ciencia de clase, tenemos una situnción social nueva en la comunidad
rural colombiana, que hace que dicha co1nunidad constituya un elemento
social con coh<:>sión interna, coa\ iniciativa y con dinamismo frente a las
posibtlidadcs del cambio social.
e) Conflicto con el extra grupo.
Los grupos rurales descritos con las caracterisclcas anteriores son neccsa-
riatncntc cerrados ccon un fuerte sentido de solidaridad,, según la des-

8 .-J.~ Violenci3 en Col9mbia>, loe. cit., pág. 142.


15
cripción de Redfield,0 solidnrid:\d interna que est5 gcner:\hncnte en rela-
ción directa con el grado de conílicto rcspccro de los elcntentos extra grupo.
Nuestras comunidades rurales tien en, en efecto, una actitud de descon-
fianza rcsp~to de las instituciones, de los lide~ y en general de las per-
sonas que no pertenecen a su grupo social.
Las instituciones pertenecientes a l extragrupo podemos clasificar! ~ en
oficiales, eclesiásticas y pri\'adas. Es necesario hacer notar que muchas de
las instituciones oficiales, cclesiásti cns y privadas p!?rtenecínn nl mis1;10
grupo ca1npcsino, en el sentido de q ue era11 identificadas con la oomuni·
dad rural ntucho m~s que con el gobierr10, la iglt'sia u otrn entidad de
nivel nacional. El e1npleo dt'l pronombre personal de primera persona en
plural, «nuc-stro», en relación a la iglesia (como cdií!cio) al palacio mu-
nicipal y algunas de las hnciendns, nos re.,el:i ese sentimiento de solida·
ridad con d ichas instituciones.
Sin embargo, la actitud respecto a instituciones oficiales n un nivel supe-
rior a l nivel municipal, no era llll a actitud de conflicto abierto sino más
bien de reserva y a un de desconfianza; lo mismo podemos d~ir de In ac-
titud respecto a entidades eclesiásticas y particulares no pertenecientes a
la localidad.
No obstante, es indispensable distingllir en el área rural dos tipos de CO·
munidades 1nuy diíerentcs: la perteneciente al pueblo )' las pertenecientes
a las veredas. Dentro de estos dos tipos existía, antes de In violenci:\, una
relación ele acomodación en la cual las comunidades vcrcdalcs estaban
subordinadas a I:\ co1nunidad del pueblo; <.';ta aco1nodación algunas veces
se convertía en. conílieto, especialmente por ra1.oncs políticas. l~azoncs po-
líticas que posiblemente eran un shnbolo para tnanifcstar un conflicto
latente ocasionado por la situación d e inícrioridad de las vercdns respecto
de Ja cabcccr:\ del 1n\1nicipio.
Entre las diíercntes ,·crcdas encontr{iba1nos tainbién una. relación de cotn·
petencia que en ocasiones se resolvía por en ronflic:o, rara VC7. violento.
Sin c1nbargo, pocas veces encontró. b:unos un:t relación de acomod:\ción
entre una vereda y otra. y el con fl i cto común con la cab~ra del muni-
cipio hacia que las tensiones ,·crc d alcs d:Sn1inuycran y se crenrn una
relación de soHdaridad entre las ntismas vcrcdas.

V LOC'. Cit.
.

16
Con la violencia los relaciones humanas entre In sociedad rural se trnns-
fonnaron fundarncntahncntc. Lns instituciones oficiales, cclcsi:ísticas y
civil~-s. aun de c:ir:íctcr local, fueron consideradas en muchas ocasionC$
conto instituciones extragrupos rompiendo In integración de éstas al grupo
cnntpl'sino. Con10 por otro lado las relaciones con los mis:nas instituciones
al nivel dcJ>artn1ncntal o nncional se hicieron de conllicto nblerto y muchas
\ '<X"<'S violento, t:unbién con estas instituciorn::s al nivel l<>"....11, se estableció
u?ta relación de confl icto.
1.a aco1nodación respecto del gobierno, l:i iglesia y los patronos se des-
truyó. Esta misma relación de acomodación entre l:i vereda y el pueblo
1111nbit.'n sufrió un cambio. Algunos elementos del pueblo se aliaron con
)as ins1iu1ciones ofkiales, cclcsi:isticas y civiles que cstabnn C'n conflicto
con el grupo campC'Sino y otras se solidnri:1.aron con este grupo en contra
<le los antcrior(.'S. Los elementos del <pueblo; entraron en unn relación
de cooperación con los elementos de la vereda por una parte o con la~
instituciones cxtraiías por otra.
l .n~ relaciones entre las veredas han tenido vnrins etapas; los ligeros con·
fl ictos anteriores a la violen,;ia se agudi7.aron, adquiriendo un cnri7. ne-
tnn1cnte político al com!cn7.o. El campesinado de base se agrupó bajo los
símbolos de los partidos tradicionales, liberal y conservador, en actitud de
confl icto violento. Los grupos comunistas surgieron como tercer elemento,
en oc:isioncs como grupo campesino de aqu~llos que no deseaban un con-
flicto con otros campesinos sino con las autoridades formales e informales.
el J>ritncr efecto <le In violcncin fu e di\'idir al cnmpC'Sinado. A medida que
el <-St:ido de violencia se hi?.o crónico, se presentó un importante fenó·
1ncno de cambio SOtial; en el roso de que la presión violenta del cxtragrupo
dis1ninuye y las ne<:csidad('S socio-económicas crecen, se cre:i un nuevo
tipo de solidnridatl <'tttrc los c:impcsinos liberales, conservadores o comu-
nist:is. F.sto ocurrió, por cjc»lplo, en el \ 1a11e del Cunday a principios del
aiio 1961.
Este nuevo tipo de solid:iridatl es n1ás orgi nico que rnccánico, m{ls racional
que scntilncntal y l>orrn no solanlcnte las di\"isiones existentes entre los
grupos cainpcsinÓS antes de la aparición de este fcnó1neno.
F.n rel:ición a los líderes, antes del fenómeno de la violc~ia se encontraba
en las sociedades rurales una concentración del lidernzgo en el cpueblo> o
cnlx-ccra del municipio. 1\lli se encontraban los lideres burocráticos,, tra·
17
dicion:alcs y carisn1áticos. 10 Algunos de <'S tos últimos se cncontrnbnn tanl·
bién en las veredas, pero no tenían mucha inílucnci::i en las decisiones
oficiales, en el gobierno de 1::1 comunidnd rural a la ~al a n1uoicip:il, re·
scrv:·1ndosc unn pequeña cuota de poder infonnal a la cscnln <vcrcdnl •.
Ln cs1ruc1ura del liderato cnn1pci;ino cambió con la implantnci<'>n de la
violencia. Los lideres carisniálicos de In vereda adquirieron una in1por1nnciR
muchas ,·<:<:es rnayor que In de los lidcr<'S del cpucblo> o cnbcccrn 1nuni·
cipnl. l.os lidcr('S tradicionales o g1nnonnlcs del pueblo, que se adhirieron
a los instituciones patrocinadoras de una violencia advcrsn perdieron su
lidcro:cgo dentro del resto del campesinado, lo mismo sucedió o los lideres
carism&ticos y por lo tanto dejaron de ser lideres carismáticos en el sentido
propio del con~pto.
Es muy lógico que en los pr()C('SOS electorales haya surgido un nuc,·o tipo
de g:unonalismo ,·crcdal con el cunl necesariamente tienen que pnctnr los
directorios políticos, en vista a obtener una colaboración de In n1asn com·
pcsinn.
Con rclnción n otras personas del cxlragrupo, podemos afirmar que el
sentilnicnto de solidaridad o de desconfianza con respecto de ellas cstaba
cstrechon1cnte condicionado Q In aC'titud que éstas observaron dur11ntc la
violcncin. En efecto, muchos elementos cxtrngrupo, inclusive de clase
alta y origen urbano fueron nceptodos dentro del grupo c:1mpC$ino, sie1npre
Y cunndo se nlanifcstaran solidnrios en su lucha a rmada; y muchos ele.
mentos genuinamente rurales (ucron rechnitldos si se manifcstab:in solí·
dorios con grupos ad\·crsos en esta misn1:t lucha.
Lo solidaridnd con las personas se hi:-.o n1:"1s a base de intcrcsC'S comunes
que de origen ecológico, mucho nl:ÍS por n1oti\'OS racionales que por mo·
tivos trodicionolcs.
El conflicto ron los cleincntos cxtrogrupo y la reestructuración de las
relaciones sociales en las co1nunicl:idcs rurales cambia f11ndan1cnt11hncntc
la cslructurtl de nueslro cn1t1pcsinado. crcnndo un nuc,·o tipo ele solidnri·
dod cnrnpcsina más racion::il y que <:!I In bnse de un conflicto con lo.~ ele-
mentos extragrupo que no se idcntificl\11 con los intereses de cstn co-
municlnd.

1° Cl:1\ificadón tomada de ;\f:i..-c \\'c~r. < i:ror.0::1ia ,. S«:ec!ad> l'on1!0 de Cuhur.a


J::<0nómica de ;\lé.'(ico, qut tt 1:1 acc;>:JJ3 por la gcnt:alic!aJ de lo) vxiúl()):oS.
18
g) Scnti1nicnto de infcriorid:id.
El sc111i1niento de inferlorid:id del e:in\¡>csino respecto de los habitantes
urh:in~ h~\ sido gcncralinente nccptado por los estudiosos de los fenómenos
soc in lt·~. Este sc-n1i1niento h:i sido habi11uthncnte descrito coino un fcn6.
n\eno psicológico incli\'idunl. Sin ernbnrgo, c1\ el caso de que este fenómeno
rcprl•scntc un:i acti tud colecth·a podernos nplicarlo, haciendo los s:il\'cdadcs
conet•ptu;ilcs del coso, en anúlisis psieológit'O socinl. El sentiiniento de in-
fcriorid:id del c:unpcsino se ejercía fun<ln1nentahnen1e respecto de las ins-
titu<'iOn('S )' de los indh·iduos pcrtcnccicnt<'S a la sociedad urbnna, tr3•
d11ci\'.· 11dosc por diferentes tipos de relnción, ya de acomodación, ya de
conllicto. La \'iolcncia dio n los cam ~inos una seguridad en la acción
en rontra de clc1ncntos urbnnos, de instituciones, personas y patrones de
ronduet:'I. que los ca1npcsinos rcferi:in a l:i coinunidad urbaoa. En rcalidad
los grupos guerrilleros dc e:impc$inos 110 hao hecho nunc:i incursiones
dircc1:1s en las grnrldes ciudndcs colo1nbianas. Con todo, el Serltiniicnto
de infcrioridnd, en 1na1erin bt'.·lica, ha sido suplantndo por el scntin1icnto
de superioridad. En la <guerra de guerrillas> los cainpcsinos tienen la
concicncia de q~1c han vencido sobre el ejército, de que han logrado dc-
rrotnr una institución de tipo urbnno, que constituye la base de In defensa
de l\Ul'!ltras ciudndcs.
Ha<'iendo caso oniiso de la \'Crdad o fnlscdad objcti\'as de este nue,·o sen-
ti1nic1110. tencn1os que constatar el can1bio psico·social que i1nplicA, ya
que un elemento esencial p:irn constituir un grupo de presión es que ese
grupo tenga seguridad en In occión respecto n oqucllos grupos sobre los
cu:\lcs ronsidern necesario el ejercicio de )(l presión social.
2.-V:iriablcs propias de las sociedades rurales de p:iiscs subdcsnrrollados.
a) 1\11scncio de 1no,·ilid1tcl \'<'rtical ascendente.
I~a n10,·ilidad social ha sido sicn1prc considerada con10 un ele1ncnto de
can1l>io social. Sin ernbargo, nos parece 11ccesnrio distinguir entre una 1no·
vilidncl social siinplcn1cnte tnatcrinl }' unn mo,·ilid:id socio-cultural.
La mo\•iliclad socinl matcrinl consiste en el simple pnso de indi,·iduos de
un grupo socinl n otro, de un ~rea gcogrúficA a otra, de un status o de
unn cl:isc social a otras.
La n\O\'ilidad soci:il cultural irnplica neccsnrian1ente el cnmbio de las C$-
tructurns de los "ªlores, de In conducta, y por ende de lns instituciones
soci11lcs. co1no consecuencia de la 1no\'iliclnd nintcrinl. La rc\,i ción entre la
19
1novilidad social material y la n1ovilidad socio-cultural es evidente, tanto
desde el punto de vista cuantitativo, 1.:uanto desde el punto de visto cua-
litativo. •
Cuantitativamente: Si el pa.~o de individuos de un grupo a otro o de un
área a otra, se rcali7.a en fom1a mash·n, es n1~1y dificil C\'itar que en el
proceso de asilnilnción ~ produzcan cambios socio-culturales, tanto en
los individuos que llcgnn cuanto en los individuo$ que recihcn. El con-
fonnis1no de los que pasan no puede ser dcbidan1cnte controlado.
Por el contrario, si cl paso lo rcali:1.a un grl1po pcq11ei10 y en form:i lenta,
es n1uy probable que los patrones socio-culturales de la sociedad •
que re-
cibe pcnnnnczc:111 práctican1ente i11111utnblcs y los e\cn1cntos nuevos sean
los únicos transfonnados por la mo\•ilidad social, ya que en este cni:o. se
impondria el conforn1isrno co1no requisito para la aceptación de los nuevos
elen1entos.
Cunlitativamcntc. es 11«-CSnrio distinguir el tipo de individuos que se
n1ovilizan. No es lo n1is1no el ascenso de un líder que el ascenso de uno
persona sin infl uencia en su grupo social. Tan1bi~n es necesario distinguir
los requisitos de la 1novilidnd social. Es posible que p:1rn un:1 ntovilidad
horizontal 110 existan exige:ncins de parte de In cornuniciad receptora, 1nien-
tras que p:ira unn movilidad vertical nsccndcnte sea necesario ajustarse
a los patronl-s de nsccnso social de las instituciones que controlan ese :lS·
censo, es <lecir, sea necesario el confortnisn10.
En el presente análisis consideramos la rno\'ilidad social no solan1cntc
desde el punto de \lista 1naterial, sino desde el punto de "is:n socio-cultural,
por cuanto en nuestro parecer este aspecto es el que ni:is dircch\1nente
intcr<'Sa al c-studio del cambio social.
No obstante que l:i 1novilidad social en el can1po con rclaci\)n :1 la ciudad
es 11na característica general, en los paises stibdesarrolla<los presenta ca-
racteres n1ás agudos.
Es dificil hacer esta \'Onstatación respecto de la n10,·ilidad horizontal, si
por ella entendentos la <.-orricnte n~ :gratoria hacia los centros urbanos. El
rápido crccin1ien10 de las grandes ciudades de los paises subdesarrollados,
debido fundan1entaln1cnte n la ntil)rnci<'>n del cu111po, es uu indicio de
que In 1novilidad horizontal rurnl crl esto:. paii;t·s es niayor que en los pai-
ses desarrollados. r\dcn1:"1s, a p~sar d~ las deficiencias de los transportes,
los factor<'S <le expulsión del 1.::11)~)>-> ¡• dl· atral'(·ión a In ciudad tienen una
1nayor iniportancna en los países no ind ~islria!:zados.
20
En cuanto a la movilidad vertical descendente, dada la existencia de c1rcu-
los viciosos descendentes, dentro de la estructura socio-c<:<>nómica de los
países en desarrollo, es mucho más fucrte en éstos que en los desnrrollados,
cspccialn1entc en lo que o áreas rurales se refiere. El aumento de pobla-
ción rural no puede ser seguido por el aumento de la productividad. La
subdivisión de la tierra recrudece el problema del minifundio, y aurnenta
con cada nueva generación. La mano de obra se abarata con el au1n ento
ele la población que no va acompañado de un aumento proporcional de
oportunidades de trabajo y de productividad.
Ell lo que hace a la 1novilidad vertical ascendente, trataren1os de analizar
la situación en los países subdesarrollados, basándonos en un análisis de
los canales de ascensión social e11 estos países.
Consideran1os que este análisis nos permite ver tanto el a.specto cuanti-
tativo como el aspecto cualitativo, para así tratar de dctern1inar los re-
quisitos impuestos por las institucionl'S que oontrolan el ascenso, requisitos
quo están cstrechan1entc ligados al aspecto cuantitativo, o causa del vo-
lumen <le población que pasa de unn clase a otra.
Dentro de estos canales queremos considerar los siguientes con10 los prin-
cipales: el canal coonómico, el cultural, el politico, el burocrático, el militar
y el eclcsiústico.
CANAL ECONOI\11CO
Ln posesión de bie11cs de producción y bienes de consumo cónstil~·r~. ~11
general, un rncdio rúpido de ascenso en la escala social. En un régimen de
c1nprcsa privada, ln h:ibilidad para enriquecerse es absolutamente rclati·
vn n la calificación como cmprcsnrios, que tenga el pro1ncdio de la pobla-
ción. En otras palabras, la competencia pnra ascender en lo cconó1nico, no
requiere nccesariomc11te unn calificnci6n a largo pla¡¡o, co1no es el caso
en el terreno de lo cultural, lo militar o lo eclcsi;'1stico. Ln co1npetcncia en
la poscsi6n y utilización de bienes y servicios no requieren 1n{1s califica-
ción que la rclati\'a, sin ninguna exigencia por pürte de la nnturaleza
misrna ele este t·:111al de ascenso.
PosCCl' y utilizar es algo que todo el roundo snbc hacer. Es n1ucho más
fi1cil aún que adrninistrar o m:lndar. Por eso el canal económico es, en sí
mi~:no, aún más rápido que el burocrático y el político.
Por otra parte, del ascenso económico dependen las necesidades vitales
del hor.lbrc en un rl:gimcn de en1presa privada y aun en un régimen co-
lcct:\'istn en lo que n los bienes de consumo se refiere.
21
Por estas dos razones, en1re 01ras, la oclusión del canal ec<>nómico para
el ascenso social constituye una de las más serios fru.stracioncs sociales,
especialnlcnto en los paises sl•b<lcsnrrollados en donde la calificación hu-
mana es bajn y el ingl'cso nncionol es reducido. CutHldo esta frustración
se hace consciente y se abren ~ibilidodes de solución, apar«e el verda-
dero cproblc1no social>. Ahorn bien, unn de las características de los paises
subdesarrollados es la de concentración de los bienes y de los servicios en
pocas n1anos. Los pocos poseedores, en general, obstruyen los canales de
asocnso económico mientras el abrirlos no les t1porte una vent3ja. Los que
comienzan a salir de su nlentalidad feudal de poseer en lugar de producir,
los que comienzan n tener una 1ncntalidad c11pitolista, de mayor produc-
tividad, abrir!in los canales cconórnicos a aquéllos que puedan llegar a ser
mejores con~umidorcs. l~os abrirán tan1bién en la medida en que unl\
presión social de abajo hacia arriba haga peligrosn la estructura econó-
mica de la que estos pocos poseedores usufructúan. Sin e1nbargo, escas
dos circuns1ancias (mentolid:id de producti\'idad y presión social de b3Se)
son dos indices de comien1,o de desarrollo. En donde no existen, la obslruc-
ción del c:inal económico de ascenso es casi tot31. Esta oclusión es inayor
en l:is áreas rurales; Ja baja productividnd de lo e1npresa agropecuaria y
la coonomla de subsistencia en las !lre3s rurales de los paises subdcsarrO·
· liados, hace que 13 demando efectiva de productos aunlcnte más lenta-
mente con el aumento de ingresos pcr cipita, que lo que aumenta en l:is
áreas indus1rinlcs. Además, el tradicionalismo rural impide el cambio rá-
pido de los hábitos de consumo en la poblnción C3mpcsina. Esto hace que,
aunque exista la mentalidad entre los poseedores de abrir canales etc as-
censo cconomico parn numentar el consun10 y la de1nancla, los habitante$
del ~m po sc:in los últi1nos en ser considerados con10 futuros clientes.
Respecto del nliodo a la presión social, los compesinos ttunbicn cst3n en
condiciones de inferioridad. El nislnmiento social. el indi,·klu31ismo, el
tradicionnlisnto, hac:i:in diíicil que el campesino se constituyese en un
grupo de presión. Sin con1nc:tos soci31es que dC$Cncadcnaran canlbios de
esas y otras vari:iblcs, el c:impeslnado no constituirá un peligro para la
estructura l'<:Onónliea vigente.
Como lo anot~mos atrás, In violenci:i h3ce que el campesinado co1nien((?
a constituirse en un grupo de presión. La violencia que dio a éste con-
ciencia de sus nccesidndes, conciencia de sus propios recursos humnnos
para !!uper:irlos, lo saca de la pasividad trndicionnl y lo organna con la
22
solidaridad de grupo para fines bien específicos. Desarrolla el conflicto
respecto del extra-grupo y lo institucionaliza.
En lo que se refiere directamente al ascenso social por el canal económico,
la \'iolcncia tuvo dos efe<:tos pri1nordialcs: en primer lugar creó los con-
tactos necesarios para despertar In conciencia campesina rcspccco de su
niiscria, agudizando ésta en todas las áreas en donde el fenómeno se pro-
dujo; en segundo lugar y simultaneamcntc, introdujo instrumentos para
lograr fines económicos en todas las escalas de la jerarquía social. Desde
el efecto policico-cconómico de asegurar un botín burocrático para la clase
gobernante, pasando por la adquisición de grandes fincas devaluadas por
la violcncia11 por la confiscación de las cosechas, la abstención de pagos
de deudas a personas públicas y privadas, hasta el negocio de tráfico de
armas, la confiscación de animales y pequeñas propiedades, etc. El cam-
pesino, junto con la conciencia de su miseria, adquirió por fenómeno de
la "iolencia instrumentos considerados como anómicos por la sociedad co-
lombiana, pero que resultaban eficaces para el ascenso social. Tanto en
este canal como en los que analizoremos a continuación, veremos como
la oclusión de las vias nornlalcs de ascenso, siempre y cuando existo una
presión en la escala social para subir, produce la creación de canales anor-
males o patológicos, si estos canales se presentan como m:is eficaces.1 =
Después de la violencia el canlpcsino ha tomado el hábito de buscar su
ascenso económico o al 1nenos su subsistencia por cualquier canal.
Aceptando ln existencia de una criminalidad definida entre los grupos
guerrilleros, las nuevas generaciones de campesinos podrán co1nbatir efi-
cazmente la violencia si no se abren canales normales de ascenso econó·
miL'O que resulten cíicnces para la mayoría de la población rural.
CANAL CULTURAL•
• Por •<'uhur:i> entendemos el conjunto ele \':tlores. p.i::"'lnrs !!<' ro11Jueta e inS1i·
tudor:es q11c se 1ransmi1cn <le \1011 ¡;cncración a otr;i , dentro de un11 :>0<:icdacl. No
incluye ningún juicio de \':tlor fa,·orablt".
Cuando hablamos de ascenso social cultural queremos referirnos a la ad-
quisición ele aquellas formas culturales que pertenecen a una clase o status
social superiores. Estas formas se pueden adquirir directa o indirectamente.

11 cLa Violencia en Colo1nbia>, 2:1. &!.., Op. cit. p:í¡:. 27-1 et passim.
1 = llmplean1os las p3labrns normal }' anormal con relación a los patrortcs cultur:ilcs

a~¡>tados formalmente por la 11lO}'Oria de la soticdad colornbianu.


23
Indirectamente, si se h a llcgndo a un deter1ninado status o clase por un
canal distinto al cultural y se adquieren esas fom1as por integración y asi-
milación a la n uc\'a clase o s1atus. Oirecta1ncntc por la integración y asi-
milación fonl1 al de los nuevos valores e instituciones que se realiza me-
d iante la educación inst¡tucionnlizada.
Asi quere1nos rcíerirnos a cstn últiina forn1a de adquisición directa.
a) Enseñanza prin1aria.
Dada la escasez de planteles educativos y de 1nacstros para la enseiianza
primaria en los paises subdesarrollados (alto grado de annllabctisrno),
dada la concentración urbana de la enseñanza, dado el auscntis1no escolar,
debido principahnentc n razones económicas, las posibilidades de adquirir
nuevas formas culturales cst;°1n liinitadas a una parte de la sociedad y en
una proporción dcsfa\'orablc para el ca1npcsino. En Colombia, el sistcn1a
rural de escuela a lternada, agrava aún más esta situación. La escasez de
planteles y de horas de clase y la concentración urbana hacen que, en
general, haya una correlación positiva entre status económico y nivel de
escolaridad prirnaria. Esta correlación se hace mayor si consideran1os que
al ausentisn10 escolar, debido en gran parte a la necesidad de hacer tra-
bajar a los niños, tiene una gran influencia en la escolaridad .
En esta forma ven1os con10 lo oclusión del canal de ascenso econ61nico
tiene una influencia ilnportantc en la oclusión del canal de ascenso cul-
tural en esta fase prirnal'ia.
b) Enseñanza secundaria.
La incidencia del factor económico sobre el canal cultural se h ace prcdo-
1n innnte en el nivel secundario de enseñanza, en aquellos países en los
cuales, como en Colon1bia, la enseñan7.a secundaria privada y eclesiástica,
representa una mayoría ele la ensciianza secundaria (82$ó de los aluin-
nos). Es lógico que ésta, sin subsidios y sin controles eficaces, es costosa y
se h ace patrimonio casi exclusivo de la clase económican1ente alta. Los
escasos colegios oficiales o de bnjas pensiones cons;ituyen una n1inoría. Sin
e1n barr;o, aun dentro de estos 1nis1nos planteles, las influencias provenientes
de los detentores del poder ccon61nico iinpiden la capitulariclad total de
dichos cstablccin1icntos. Respecto al resto, la inlluencia de lo cconórnlco
es claran1ente prcdo!ninnnte.
Pode1nos afinnar, sin tcn1or a equivo~arnos, que el ascenso cultural, en
csla etapa secundaria ele la escolaridad, estú determinado por los posibi·
licladcs de ascenso cconón1ico. Si este está obstruido, lo estará tanibien aquél.
24
• • •
e) Ensciianui un~vcrs~cori_o. • .
La cnsci1anzo " º "·crs1tnna en los p:uses subdesarrollados no es cspcc1al-
n1cntc costosa en cuanto a pago de pensiones se refiere. Las instituciones
pri\'ad:i.s no tienen u111ta ilnporcancia como para que el pro1ncdio por
01atricula y dcrcch05 de escudio que deben pagar los cscudiantes, sea
dc:nasiado alto. (En Colo1nbia 50% aproxilnadan1ente de los estudiantes).
Esto no excluye In existencia de pensiones alt:is para ~ minoría de unl\'Cr·
sitorios que asisten a lns universidades privadas.
La oclusión de cstn etapo del canal cultural se produce más por las li-
n1itacioncs cu:intitativas y las limitaciones a la capilaridad de la etapa
anterior (de la cnsciion7.o secundaria) . El cupo es gcnerahnente n1uy re
ducido con relación n la demanda. En Colo1nbia, donde tcne1nos un fre:10
tan acentundo en la ensciianzn secundaria, de 16,000 cstudinntcs que se
presentaron con10 ospirontcs a ingrcsor a la Universidad en 195$, sola1ncnte
lograron hacerlo 9,800. Adcm3s se calcula que de los ingr('Sados sola-
n1ente el 40fo llega al final de la carrcra.1i Esta restricción cuantitativa
hecha a b:i.sc de sele<:<:ión perfeccionista tiene rnúltiplcs caus:i..s (dentro
de las cuales está el burocratismo). Sin embargo, es necesario reconocer
que In pobre7.t1 de los uni\'ersidadcs oficiales con relación a la ncccsid(ld
de dirigentes que tienen los pn!ses subdesarrollados, es bastante notoria.
Esto hace que el factor cconóniico determine en buena parte la oclusión
del cnn:il cultural en esta fase. Con todo, es necesario llevar el análisis
n1:is adelante. El pcrfettionismo en la selección y la especialización, en que
insisten los progranulS universitarios, representan en porte instrumentos
de la élite intelectual par:i obstruir el canal cultural de ascenso y descartar
lo niás posible In competcncio que pondría en peligro sus privilegios. Sil·
b~1nos que toda cspccinlizaeión, al dh·ersificar la competenci:i, In debilito.
E.sto explien por qué no obstante aunque ni lo estructura de los pníscs en
dc$nrrollo, n i lns tendencias universi tarias actuales lo aconsejen, se insista
tanto en ('Sf)CCioli:r11cioncs propias de paises industrializados y en seleccionar
un i~1 inin1un1 de futuros profesionales basándose en criterios perfeccionista.-;.
C~·110 conclusión, poden1os :1firr.1ar que el canal cultur:il de ascenso en
esta íase superior, se encuentra obstruido por factores cconórnicos y cut.
tural('S.

" l).'I '>< t< n13dv\ de !a cf.)::c:is:1<"3 de la &.li:<:»ei6!l n!>{'t ior, . l9.5S. ·'"v.c:~t'; · :1
C"ll<-rnbi:ina de l ;nÍ\'t'a¡¿3Jcs, Bo;;o:j, O. E.. !Nil.
25
Es necesario hnccr notar que en el nivel profesionnl es muy dificil poder
ascender sin un criterio conformista respecto de las élites culturales en los
paises en desarrollo. Estas élites, por tener el control de ascenso, es raro
que lo toleren por individuos que quieran mermar ese control. Claramente
vemos en la universidad cómo el nivel de conformismo asciende a medida
que se acerca el fin de la carrera y se necesita ser aceptado por la élite
profesional que se mantiene como tal gracias a las estructu ras vigentes.
Estos requisitos de ascenso hace n que In mo,•ilidad social por este canal sea
más de carácter material que ele car:ictcr sociocuhurnl, lo que in1plica una
ausencia de cambio en las estructuras sociales del pnis.
Respecto de lns áreas rurnlt'S, sería intcr<'santc h:tcer un estudio m:ís a
fondo del porccntnjc de estudiantt'S de origen campesino que está en la
u nh·crsidad,,. y en la enseñnnza secundaria. Dada la estructura antes
descrita, podrlnmos afirmar que es unn 1ninorla. En esta forma, la obs.
trucción del cnnnl cultural es aún mús proíunda respecto del canlpesinado.
No obstante algunas exigencias esporádicas de instrucción formal que los
grupos guerrilleros h acían a sus mien1bros, no podernos decir que la vio·
lencia hubiera constituido un nuevo canal en el ascenso social por la vía
cultural formal. Por el contrario, la ya precaria instrucción de nuestras
zonas rurales fue afectada por la dest rucción de las escuelas, lo fuga de
los maestros, y la iinposibilidad de los niiios para asistir a los planteles
educacionales. Sin embargo, t'S importante anotar que, dcspuc'.·s de hab<'~
s uírido el pro~o. los campesinos tienen una conciencia m ayor de la
necesidad de educarse y si, por los otros factores antes anotados, el cam.
pcsinado se ha constituido en un grupo de presión, esa OC«$idad s<>ntida
de instrucción y de progreso será uno de los objetos primordiales de su
acción.
Durante las encuestas h~has para llevar a cabo proyectos de Reforma
Agraria, se ha podido constatar como quizá la prirnera n ecesidad sentida
por el campesinado colombinno de las zonas de violencia, es In necesidad
de una escuela prrra poder mandar a sus hijos. La violencia no ha cons-
tituido un progreso en la i nstru~ión formal del campesino sino por la
reacción que hn producido y por e\ deseo de progreso que ha sembrado
entre los can1pcsinos azotados por el fcnó1lleno.

1• Robcrt \\/iHian1son: e-El cs:udinn1e colornbiano y sus actitudes-.. Fac. de Sociología,


~1onogrnJia No. 13, Bogot~, 1962. Trae u n porccnt(ljc de 6.2 de hijos campesino~.
26
CANAL POLmCO
Como el canal de ascenso cultural, el canal del ascenso polhico lo en-
contr:unos tambi(·n dividido en niveles diferentes y en sus aspectos de
formal e informal. Por ascenso político entendemos, en general, el ts·
~nso en el poder de un gobierno cocrciti\•o sobre las personas. Este gobierno
(O(?rciti\'O puede hac:ttSC dentro del estado o por medio de las presiones
indh·idua1cs y colectivas. Nosotros tomaremos el concepto restringido del
poder poJitico, considerándolo como caoción política en cuanto tal>, es
decir, dentro de la estructura del Estado. c:omo acción politlca fonnaJ.••
Ahora bien, esta acción política formal se ejerce por medio de funciones
del J~tado. Por eso nos limitaremos a examinar la posibilidad de ascenso
en las posiciones politicas del gobierno, excluyendo de este canal la ad·
ministración (que está considerada en el canal burocrlltico). Dentro de
estas posicione?$ encontramos las del nivel nacional, de nivel departamental
y las de nl\'el municipal.
Las de nl\•el departamental y nacional están prácticamente vedadas para
la mRSa campesino, en los países subdesarrollados. Fuera de algunRS pocas
cx~pcioncs en aquéllos de éstes, cm donde existen verdaderos partidos
agrarios de raigambre popular, y de fuerza electoral, el campesinado eslá
excluido de cargos a estos niveles.
Respecto de Jos cargos a nivel municipal, debemos analizar los procesos
de ascenso y sus requisitos para constatar la capilaridad del canal politico.
aunque sea en esta primera etapa.
En general podemos decir que estos criterios de selccci6n de los funcio-
narios oficlalt.'S en los paises subdesarrollados y en América Latina, en
especial, no se hactn a base de criterios ~bjcti\'OS. de eficiencia profesional
y administrativa, sino basándose en criterios económicos, sociales y electo-
rales.
La institución del cgamonalismo,, aunque es mlls una lnstituc.:lón fn.
formal de acción políticamente orientada•• que una institución pollclca
formal , tiene unca gran influencia en los criterios para proveer los cargos
oficiales. El cgnmonal"" es un candidato en si mismo o es un elemento decl·
si\·o en la ele«ión del candidato o consejero, alcalde, juez o cualquier otro

•~ Cfr. :\l:iJC \Vt"bcr, Op. cit.


•• Cfr. ~fax \V~~r. <)J>. cit. loe. cir.
a: cC:::amonal> ~ !lama en Colombia al licltt tradkional • 11 ~
cnrgo a la escala ntunicipal. Su influencia está basada en la s uperioridad
cconóinica y social que tengn t n1nscendencia en los fenóntenos ele<:toralcs.
Aun en paises en donde ( co1no en Colomhin) la e lección de la 1nayoria de
los funcionarios municipales es m:is a d1n inis1rativa q ue electoral, la influen-
cia sobre los votos es un c riterio decisivo en la e lección de éstos. Sin c1nbar·
go, dentro de este canal no considerare111os los funciona rios que no tengan
un poder de decisión de cnrácter cocrcillvo sobre los ciudadanos, pnra dHe-
renciar el cauce burocrá tico del canal político. Dentro de los funcionario~
formalmente politicos tenemos a los consejeros municipales, al alcalde y al
juez (para el coso colo1nbiano) . A los ntilitarcs no les consideraremos como
funcionarios y por eso dcdicare1nos un an51isis especial a ese grupo social.
Los otros funciona rios 1nunicipales pueden tener una influencia politic..
pero no son funcionarios políticos en el sentido explicado arriba.
En algunos palsrs subdcsarrol:ados, con10 en Colo1nbia, ciertos funcio-
narios políticos 1nunicipalcs son nombroclos por las autoridades regionales
y centrales. En este c~so, el nombran1ien to se hace principalmente o base
de la adhl>Sión q ue los candidatos presten n ln política gubernanle ntal,
s ieinpre y cuando esta adhesión est~ unida al prestigio social en su CO ·
munidad. Son, pues, d cíinitivos en este caso, como factores de nscenso
político. aqu\'llos q ue detcrnlina n los criterios de los mandatarios centrales
y aqu~llos que constituyen el prestigio social a la cs~ala municipal.
Naturalme nte que para hacer afi nnacioncs fundamentadas sohrc dichos
lactorC's s~·ria necc.~ario hacer investigacion es dctRlladas y científicas. Con
todo, a 1n:inera de h ipótesis de t rabajo podc1nos a íirm:ir que los que d e·
rentan el podcr, por ser una 1ninoria, que en general no ha ascendido
iracias a califical·io n"5 y criterios objetivos de selección, tc ndr:\ como
caraC"tcris ticas:
1) La actitud conservadora respecto de lns estructuras \'igcn tcs.
2) 1,a h:scgur id:id social.
3) La agrcsividnd respecto de los 1nic1nhros del cxtragrupo.
J) Al h ablar de lns cstr n;;turas vigcntcs. nos r<'ferinios aq;.¡i principahncn-
te a los cnnalcs <le ns~c:n~o so::ial que yn annliznn1os: los canales cconóin ico•
y cultural. Creernos que In ntinori:1 polilicn cstú interesada en los me·
canismos de obstrucción de esos canalt-s porq\1e en su modificación va su
propia cabeza, s i no co1no individuos. cicrtn1nente como clase privilegiada.
28
Por esto, únicamente a los confonnistas les es otorgado el ascenso social.
Si estn élite política no es en sí misin a poseedora de los bienes de pro-
ducción, depende estrechnn1cntc de la élite cconó1n ica de la .cuol es sub-
sidi11ri11 en su vida pública y por lo tanto en su vida personal, yn q11e l:i
politic11 cconó1nicn, tan búsica en politica general de los países subdesarro-
llados, no podr(1 llevarse a cabo sin In eolnbornción de esa élite.
Ad<'1n:"1s, si pertenece a la élite cultural (lo que generahncntc debe ser el
precio que p11ga el jefe politico a In clase dirigente por no pcrtcne<.-er a la
elite cconó111icn), la influencia del poder económico también se ejerce
directa e indir<.'Cta1nente, como lo explica1n os al hablnr del cannl c11ltural
de ascenso social.
2) Ln inseguridad social en la posición directiva es un rcsult:ido de la
subjetividad en los criterios de ascenso. El individuo que asciende d<?pende
de otra persona y no de requisitos objetivos e impersonales, que l<' asegu ren
su estabilidad ocupacionnl.
3) Ln agrcsi\'idad <'S un resultado nat ural <ll' la situn(·ión con10 1nínoriA
y conto 1n:nor!a insegura.
Las car?.eteríscicns de In élite política que consideran~os atr;ís. producen
unn oclusión del canal ¡>Qlitico de ascenso social pnra los fu n<'ionarios
políticos qu(· d ependen de Sll designación, ele In 1ninoria política, n1:is aún,
ele las personas n1is1n as ele esa minoría que ejerce el poder central. Dentro
de los f¡?ctorcs de oclusión, el factor cconón1ico oon y por el cultural. parece
prcclo1n inantc. El criterio fu ndan1cntal para el nsc:cnso r <ilitico ti<.'ne que
ser, por lo tanto, el conformís1no r<.'Spccto de las personas de la clase
dirigente, claro está qu:.: ante una igualdad en el '.'{•:tdo de coníormismo,
se escogerá al n1~s capacitado. Sin embargo, esta ('l>lruct ura del :1sccnso
político hace que la n1ovilidad \'Crtical sea puran1ente material y que las
estructuras so.:-io·cuhuralcs se prcser\'cn de todo can1bio social.
En cuanto al prestigio social a la escala municipal, vemos que el factor
económico es iguahnentc predo1ninante. En la iníluencia política del
gan1onal debernos considerar este factor con10 búsico. La sitnpatia per-
sonal, la habilidnd, deben estar subordinadas n un respaldo económico
propio o ajeno. Sin crnbargo, a In escala 1nunici pal las dos primeras cun-
lidadrs tienen una relnth·a imporcnncia, yn que las rC'laciones primarias
tan1bién la tienen ; m:ís nún en el <irea rural.
29
El prestigio social no es solan1ente la base de la selección de los funcio·
narios nombrndos en fonna jerárquica sino hicn de nqucllos elegidos en
forma dcmocr~t ica. Por eso, C!Stos criterios de prestigio social, rigen tn1nbién
el ascenso politico de los funcionarios elegidos.
Con todo, la influencia del fact<)r económico no actúa únicnn1entc a través
del prestigio, sino que aún dirCCtatnCtltC, respecto de los f LU\ciOnariOS ele-
gidos. El proceso electoral se hace bajo una serie de prcs ion~ econó1nicas
tales como la antena;:a de despido o In pro1ncsa de nlguna prebenda. Las.
elecciones, en los pais<.'s subdesarrollados, aun sin n1encionnr el íraude
electoral, son dirigidas por las n1inorins a tra\'és de los directorios políticos
centralizados y de los gamonales, a través de presiones cronónticas, sociales
y religiosas que tiendan a procurar el respaldo a las estructuras vigentes,
a consolidar la oclusión de los canales de ascenso social. Es decir, pre-
siones que hagan seleccionar únicamente a los elcn1entos confonnistas.
En esto fonna vemos con10 el canal politico de ascenso social cstá obs-
truido, en los paises subdesarrollados, para una n1ayoria de la población
que no tiene recursos cconórnicos ni nrnistad personal con los dctentore.s
del poder cconó1niro, ni cultura forinol suficiente unida ni poder C<.'O·
n61nico y/o a la a1nistnd en referencia: amistad que está ligndn estrecha·
mente al conformismo respecto de los estructuras vigentes.
La violencia cstableció un nuevo sistema de gobierno informal e1l lns áreas
campesinas en donde surgió. Aunque sería difícil dcterntinar el porcentaje
de antiguos lideres tradicionales o gan1onalcs dentro del nuC\'O liderazgo
guerrillero, es C\'idente que 1nuchos de estos nuevos jefes no hubieran
nunca logrado el poder que odquiricron por 1nedio de la violencia,'" dentro
de las estructuras nonnalcs de ascenso social.
Los campesinos a quienes hnbín sido ,•edadn toda posibilidod de influjo
en el gobierno de su propio destino y ele los destinos clcl pais, encontraron
en lns diversas escalas del nue\'O poder establecido por la violencia, la
oportunidad de ascender.
Se ha hablado de In existencia de repúblicas en el i11terior del pais; se
sabe que hay zonas controlnclns por jefes guerrilleros. El he<.'ho es que
a la escala regional ha surgi<lo un gobierno infor1nal y anóninio que
tiene, eo ocasiones, 1n:'1s poder que el gobierno legal.

SS e l.a Yiolcr.C'Í3 en Co!ombia>, ()¡). c:i1. c~pin•lo YI, Sc-~hl;uuas C(' j<-ÍCi &•«·::illero&
30
Como lo dijimos antes, no es de extrai\ar que Jos dircctorios polltlcos
traten de pactar con los nuevos lideres. El ga1nonalismo tradicional comien-
za a ~rder inrluencia en fa\'Or de un liderazgo guerrillero, n1ucho lnenos
conforrnista. f-.sta transforrnación ele pocler ha influido sobre la estructura
social de nuestras cornunida<les rurales. La clase media que habita en los
núcleos centrales de los 1nunicipios (e pueblos>) que usufructuaba lo¡
beneficios del poder, de In ad1ninistr11ción y del control cconónlie<> y social
er\ general, ha perdido su fuerza por la in1portancia ndquirida de esos
grupos pcrifl'ricos capitaneados por llllC\'OS jefes en las vcrcdns de los mu-
nicipios.
Podernos decir que, en cierta rnaner:i, el poder político infonnal se ha
den1ocratizado en nuestras úreas rurnlcs .Y hu adquirido una actitud fran-
can1ente anticonlormista. Actuahncnte en forrna patológica y t'l nónima.
Sin e1nbargo, constituye una base para la pron1oción del ca1npcsinado
Yeredal que hasta entoncc-s habht sido un grupo marginal. tanto respecto
del país como de la 1nis111n con1unidad rurnl.
Si la Acción Comunal, la Refonna 1\graria y los dem:ís rno\lhnientos po·
pularcs encauzados por el gobierno den1ro de l;is co1nunidad<'S agrícolas, no
logran abrir canales normnles (claro está inclirectarnen1c) para el ascenso
politico de los lideres cnn1pcsinos de base, In violencia seguirá siendo el
único canal político de ascenso, efectivo parn el campC"Sinado colon1biano
no co11forn1ista.
De todas n1ancras, aunque surjan nuevos cnnnlcs de nscenso normal la
estructura de ~stos será necesariamente diferente de la de los caualcs ac-
tual111cntc existentes. F.I requisito pnra el ascenso futuro no podra ser más
el conformismo político; los nuevos pactos con los lideres campesinos
tendran que ser hechos a hase de In inrluencin popnlar que éstos tengan.
Influencia que, a la \·e7. est11rá cin1entnda n1:ls en la eficacia que en criterios
subjetivos.
CANAL BUI~OCRA'l'ICO
F.l canal burocr:'uico de nscenso social <'S el que se renliz:i a travl·s de los
cargos exclusivamente administrativos como en parte lo explicamos antes.
F.s decir, con cargos que tengan funciones ejecutivas dentro de norma.e;
pr<'c·stable<.'i das y <'n el catnpo de la orgnnización tanto pública como
privnda. Por lo tanto <'S necesario considerar el ascenso burocrático dentro
de la ad1ninistración pública }' dentro de la ndn1inistrnción privada.
31
BU llOCRACIA PUBLIC:\
Los criterios de nscenso socinl dentro d e lt1 burocracia oficial siguen (como
los definirnos en el caso del canal político) criterios más ~ubjeti vos que
objeti \•os como sucede en los paises subdesarrollados, en genernl, y en los
lntinoan1ericanos muy cs¡~ia l1ncnte. 1 ~ Dentro de estos criterios subjetivos
es1:\ el de la influencia política, socinl y cconó1nicn que pucdn tener el
candidato a ernpleado a los ojos del funcionario emplead or. No quiere
decir que estas influencias no puedan ser controladas objctiv:inicntc, por
ejen1plo por n1edio del número de votos puestos cn la zona de influencia,
por el prestigio familiar, por el ingreso percápita, cte., cte. En lo que
trotamos de insistir nqul, es en que esos criterios se reflejan n través del
sujeto que hace In elección.
Tnn1bién entr11n dentro de estos criterios subjetivos, la simpatía personal
del candidato, la afin idad ideológica y los compromisos fan1iliarcs y de
amistad.
Del concepto de criterio subjetivo se excluye el de In calificación profesional
rclntiva a la función por llenar. No q uercmos en ninguna forma, excluir
totalmente los criterios objetivos, de los criterios de movilidnd nsccndentc.
Lo único que queremos estnbl~r es ln prioridad de los criterios subjetivos
Dentro de (-stos creemos q ue los que cst:in condicionados por ln influencia
política y por la económica son los m:ls iniportantes para el oscenso social.
Ln burocracia es, en los paises subdesarrollados, el medio n1ás común
para trabajar. En ello encontramos el porcentaje proporcionnltnente más
fuerte de inversiones del presupuesto nacional20 y la menor exigencia de
calificación profesional. Por esta razón el número de candidatos a la
burocracia olicial excede al n(nnero de oportunidndcs. Este excedente en
ln ofert3 de trnbnjo es aprovechado por el e1nplendor medionte la exigencia
de aquellas cualidades en el candidato que le den una seguridnd respecto
a la estabilidad de su propio empleo.
Corno lo explicamos atr:ls, las posiciones ocupnd:ts gracias a criterios
subjeti \'os son posiciones inseguras por depender 111;\s de liis personas que
de los requisitos universtlles pre-establecidos (cotno sucede en los países

I? Cfr. J f3ndlin: cCl3~ Srci:1:r< en :\1né1i1:1 l.:uin;l.> CicnlÍ3$ Socialcs. t•,::611 P;tn·
:in:cricana. \\':i~roi:1¡:1on. f). C.
20 En 1961 el p rcS.i()UC.>10 1>:1r11 bur~r<id:t <"' :111roxim:id :111:cn1c rl Y.I~: del Pr~u­
pues10 :Xaci•>no l. E11 B•>¡;o!.i es apro1dn1gdan1c::1c el 60fe p.~r.1 el r"i~:r.o :liio.
32
des:irrollados. cu doudc hny una carrera administrativa relativamente
cstrict:i ~: cfi<·:tz). J.:is calicladcs que da n 1n{1s seguridad son las pro\'enien-
tts tic l:i inlltic:ncia política y de la posición cconón1ica del candidato al
C!ll p(t·<>.
La ii::!ul·r:cia polí:icn del c1n¡>leatlo gnrantizn ni cmpleedor el rCSJX'IO de
los politic<>s q ue partit·ipan en el gobierno clirccta1nentc co1no funcionarios,
e incl:rl'Ctantl't1te por los órgnnos de los partidos de los cuales depende
. . ..
su propia J>0~1l·1 on.
I.:i ii:í!.tt•1 ..·i:1 cconi>n1i~a. udent:\s de obrar indirectamente sobre los po.
Jitil'<>5 (sC't;ú11 lo Yin10~ cuando tratantos el canal político) garantiza una
posihil!datl el:: !IS<'c11so dentro <le la c1nprcsn privada, en el caso de retiro
de l:i b::rc~·raci:1 públic:i.
Podrn1os co1:::luir que, cspccial1nente en los países subdesarrollados, el
cril<'r:o l'."onú1nlco de Jo-, que otorgan los puestos, influye predominnnte-
me1:tc por y con el criterio poiitico. Esto produce el hecho de que en estos
paisc:i;. gran p:irtc de la !L:cha política esté motivada por la pcrspecti,·a de
rcp:irlo d<'l hotín burocrático y de que In idcologia político de los em-
picados , ~fi ci;ilcs siga lo,; vaivenes de los resultados electorales y politicos
en gcn<'rnl. E<: intcrcsnntc, desde el punto de vista de In sociologia politica,
el cfr..-cto p:oducido en Colombia por el cstable<:in1iento de la p:iridad
admini<:?rat:-.·n. J.a hrcha burocrática se desplazó :il seno de c:ida uno
de los part ido~ tradi::ionalcs, produciendo escisiones profu ndas en éstos con
clnras t·ors"ct1 l'll~i:is burocr;\ticr.s paro las fracciones internos.
En esta fora1:1. e! as.:r:1so socinl por el canal burocrático cstú conclicionndo
por l:is t::! u~:. ::<-s existentes en los con:iles económico y politico. Es decir,
que el ;1s~t'ª'º burot:r:'ttico oficial depende, en gran parte y en última
instnncin. d ·! lOnfon:1isrno con la rninoría que detenta los poderes eco·
nó1ni co~. p<ilitit·o r cullurnl.

nul~OCRACI A PRTV1\DA
Para c-.!:ih!:· :·t los criterios ele ascenso dentro de la burocracia privnda
('S l'C<",'liario d ¡,tin~ui r el género de empresa prh·ada en que t'.•sta se en1plec.

Si. st'. trata <il· unn cn1prcsa ele carácter m;\s feudal que cnpitalistn, los
cnten<1s scrún n1ás subjetivos que objetivos.
Si_ se. trata de ur.a t·1~1prc.>:i de carúcter n1:ís capitalista que íeudal. los
criterios sc-··n
.. . o b'JCll\'OS
111::.; . que su b'¡etl\'OS.
. r. 'd 1 • .
1~n este sent1 o os criterios

33
subjeti\'os tcndr:in una orientnción n1ás negatÍ\':1 que positi\'n. F.s decir,
se usarún 1n~s corno criterios de exclusión que de pro1noción. Dentro de
éstos, uno de los principales es el confor1nis1no del cnndid:uo. Seria bas·
tante dificil que un individuo c11lificaclo ~ro inconfonnista logranl t1s-
eender en la esenia burocn'tticn privadn. Esto nos hace concluir que aun
a esta escala, la 1ninoria prh·ilegiada mnntendrá el control de la situación
sosteniendo la estabilidad de las estructuras actuales e irnpidiendo el as-
censo que no estabilice su propia posición.
De los efectos principales que ht\'O la Yiolencia sobre la ad1ninistraci6n
pública, queren1os nnotar los tres siguientes: lo. Establecimiento de un
sisten1a n1ilitar a<l1ni11istrn1h·o irifonnal. 2o. Descentralización de la nd·
n1inistraci611. 3o. Aparición de nuevns presiones para controlar los cargo!t
adn1 i nist ra tivos.
a ) Establcei111iento ele un sistenu1 n1ilitar ndn1inistrati\'O informal.
Las guerrillas tuvieron un sisten111 militar administrativo informal. Con10
nos lo narra el libro de cla Violencia en Colon1bin:t, había d iversos niveles
en In organización guerrillera, desde la guerrilla propian1cnte dicha o
escuadra, hasta la sección, la co111pniíía, la agrupación guerrillera y la
división guerriílera. 1"oda la administración 1nilitar 111,·o que desarrollarse
dentro de esta jera1quia y se crearon cargos no 1nilitares de adinitlistración
como el de Con1isario Politico, Jete de la Cornunidad, Parcclador, Res·
ponsnble de cada \ 1ere<ln y Sccretnrio General."
J.as norin:is in1puestns a los guerrillC'ros contenían, adcn1:is de prescripciones
bélicas, una serie de principios adrninistrnti\'os elcrnentales. En los CS·
tnble<:idos por el Frente Den1ocr:ítico de Liberacion Nacional de Colon1bia,
se exigía p:1ra oseendcr ni grado de oficial, adernús ele los conocimientos 1ni-
litares, co11oci1nien1os politicos ele ti po n1nrxista, saber leer y escribir.
tener nocionc.~ n1ininii1s de ortografk1 y saber las cuatro operaciones de
nritn1ética; disponer de buena conducta en su \'ida pública y pri\'ada.
La aeln1inistración de j~isticia con1ie117.11 a practicnrse entre los gue-
rrilleros, y aun dentro de aquellos grupos cnn1pcsi11os que eran ohjeto
de In irnpunid3d. l.os códigos inforrnalcs sobre san<"ioncs y cstin1ulos eran
forn1as militares y ndn1inistrati,·as de <"ontrolar la pobladón can1pcsina en
general y en especial los grupos de co1nb:itientcs.

: 1 cL3 Violencia en Colo1nbin>. Op. cit. Copi111lo V.


34
Posteriom1ente se han n1ultiplicado en Colon1bia, las llan1adas <Repú-
blicas Independientes>, en las que In autoridad oficial no tiene acceso;
dentro de ell11s se ha organizado unn nd1ninistración paraleln n la admi-
nistración oficial, con nuevos cargos y nuevas funciones.
Esta nue\'n ad1ninistrnción iníorn1al ha constituido un cannl de acceso
burocrático, con criterio selectivo diferente, basado en la calidad bélic:i,
en el scctarisn1c> pcilitico y en una hnbilidad elcn1ental parn In adminis-
tración co1110 líder carisn1:itico.
b) Descentralizado de la administración.
La administración inforn1n l anterionnentc descrita co1nienza a gozar de
una gran autononlia regional. I.os co1nandos revolucionarios se establecen
con criterios e1ninenten1ente prietiros en relación a las condiciones locales
y a la acti,·idad guerrillcrn.
~La \' iolencin en Colon1 hin> nos describe los Conu1ndos existentes durante
In primera etapa:
Comando de lns Fuertas Re"olucionarias de los Llanos Orientales.
Con1anclo Rc\'olucionario de Santander.
Co1nanclo de las FuC'rzas Revolucionarias de La Palma y Yacopi.
Comando de las Fuerzas Revolucionarias del sur del Tolima.
Comando del Oriente del Tolima.
Con1ando de Sumapaz.
Cornando de Pavón.
Comando de las Fuen.us de Autode(ensa de Gaitania.
Comando de !ns Fuerzas de Autodefensa del Tequenda1na.
Comando de Río Chiq~iito y Shnboln-P:le-t.
Con1ando ele Nare.
Cornando de Anori.
Comando Guerrillero de La Rivera.
\.01110 clice i'vtons. Gur.n1:'tn: .,Estos co1nandos, con excepción de algunos
de los Llanos, no lograron nuncn coordinarse ni ej~uta r accion~ com-
. das,..··
1)lnn ••
J.n dcscentrnlir.ación es pues nutllnonla y no coordinada. J.ns co1nunida-
<l<'S pcri(é~ictts y locales adquieren una rnayor in1portancia que los grupos

...
•• " 1.a \'.1n.tr:,
. • .1~1 i-11
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011l . ) t:l • .
o¡>. t .a1 . Jl.:l~.
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35
centrales adn1inistrath·os de la ad1ninistración oficial. La oportunidad
<le 1.-sta dcscentrnlizacion y la n1ovilidacl d escendente se incren1entn res:
¡>C.'<'lO de los ('Strntos 1n:':s bajos de In ~ociedacl rural col<>n1biana.

e) 1\ parición de nuc\·as presio:ics pnrn controlar los cargo'> adn1inistrati\'OS.


I.a ndn1inistrnción oficial, con10 lo ,·i 1nos ant<-S ;i<le111:1$ de un cierto
grndo de co1npcte111:in exige un conforn1is1no riguroso para el ascenso
burocrático. Este <:On~orn1isn10 garantiza el control jcrúrquico de las clnscs
dirigentes hasta los últin1os grndos de In n<hni:1istraciú11 púi>lica. En In
nuc\·a adn1inistraeión ;n!onnal los cargos ~· los nscensos con)cnznron n
otc)rgarsc ron critc.-rios dis:intc~, inuchos de ellos <.onsiclcrados antisociales.
pero en tcxlo caso basados en ,·alon.-s n1;'1$ l:'.cilnientc asequibles para la
inayoria de la población. Ln s~·I C'('C'iún s:: hacia n1!1s por prcsio:tl'S de base
que por decisiones de grupos desce111raliz:1dos y lejanos. El 1nisn10 jefe
guerrillero estnha sujt:l<l a ):is prcsion;-s ele '1C)lt1'.·llos l'Oll qu ic:H·~ con,·ivi.t
y de q uienes d<'pcndin <':t su prestigio. rn ~u sc-g:~ridn<l )' en su vida. P nrn
el :ii:rc11so dentro ele <'Sl:l t1d1niní~trnci611 infonn:il, el conforn1ís1no con
111~ <'s:rucairas vigentes era \1n obst:'tculo ~· i:c cx:gín 01rn cl:isl' de ro:1[or·
n1isn10: el acuerdo irrcstr:cto en la :ictitud rcvolucion:ir::i.
No sol<:1ncntc sobre r~ta ::tdn1inistr:ll·iún infor111a! se ej<"tCÍl'fOn lns prC'sionc~
de los nuevos grupos l'Hnipcsinos or~~nnizados. Snbc1nos ··on:o en In ¡¡<{.
n1ini~tra<·i ón de justici:i. en cl cn1nbio de funC'ion:irios ju<licialrs, influye
dc~·:siv n1ncnte In prc-siún de los ¡::rupos gucrrillC'ros. lgualn1cntr s<1 hen10~
q1:c 1n:: ~·hos otro' cargos tic:irn que rtspc111r las opini<Hll-S ele loi: grnnd<'l'
jc!~·s ~C'gi o:::ilc-s clc lo gru pos ~Hro~.

Con10 ~csultntlo de In "iolen<'ia, po<le111os nfinnnr que 111ueho~ ~(ln1pcsínos


en d h·ers:is <-sc:i l a~ <le In jr r'1rquin nd:ninis1rath·a, se hnn ncos1un1 br:ido
:l cjerccr prcsi:>:ll'S. La n1asa ca1npcsina nfectadu por el fc11ó1neno, t:unbié11
se ha n<'ostunibr:ido n tj('rC('r prc-sioncs sobre In adniinistración. Ha en.
contr:iclo \ 11\ C':111:il de aSC<'llSo burocrático a su alcance, que no tenia
dl·ntro de la <'Structura achninistrati,·a ofíci¡il.
En el caso de que !:1 ad111inistración públic:i no fije criterios suíicienten1en·
te <ibjC'ti\'os y no trcc los instrunicntos para que In n~'1yorin di! nucstrn
¡x1bl nC'ión pucdn :l j us1:irse a d iC'hos criterios, la nclini nis t rnC'ion in forn1a1
seguir;\ siendo un cnnnl 1nús {·fic-nz p:trn el :iscenso burocrútico en la cscnln
$OCial.
36
C1\~1\L i\11LIT1\R
El et1nnl militar de mo,·ilidnd social ascendente está constituido por todo
,.¡ Ncnlaíón forn1al del ejército, la 1nnrinn, la aviación y la policla.
La función de las instituciones militnrcs es la de Ja conservación del orden
<-sr:::l:<:~iclo. En los paises subdcsnrrollados es la l-lite minoritaria In n1ás
::ncrt.-snda c11 co1lSCr,·n:- ese orden del cual dependen sus privilegios. Por
ó !l':l parte, la vidn económica del ejército tlepcnde del presupuesto oficial
aproba<lo por el parltunento y, en ocasiones como en Colombia, los grados
1~1js altos son oou(eridos o aprobados también por éste. .Cn esta forma las
;ucr~os arinndas también dcpc11den, en un aspecto capital, del grupo
clon1inantc y éste n su vc:1. dependerá del ejército para el mantenimiento
<icl urden. En general, por estar en oondicionc..'S inferiores en lo político,
lo cullural, lo c-.-co11ón1ico y lo burocrático, las instituciones 1nilitarcs han
~ :do el lnstru1ne1110 de los grupos do111hHultes. Como babituahncnt<: estos
:;ru¡>os no son verdaderamente populares y no ca1ubian las estructuras
que no fa,·orcccn a la n1ayoria, los disturbios del orden público en los
paises en desarrollo son bnsH\ntc frecuentes. Es necesario, entonces, cam·
biar popularidad ¡><>r bayonct:is. Cuando In priincra no existe se rccurr~
n 1;, segunda. Naturnhncnte que los jefes 1nilitarcs pueden escoger el
su!>-grupo político que quieren apoyar dentro de esta élite. Cuando ejercen
tlirc..'Cl3n\cntc el poder gul>crnn1ncntal lo hnccn sie111pre apoyados por un
~tt:or de los ¡>0sccdorcs, y el gobierno n1ilitar cacri\ cuando este apoyo cese
}' no sea rc..>einpl:1zado por otro. En cstn forn1a, el control de la minoría
ciirig<:ntc se rc:il i1~1 n1cdinntc unos co1nproinisos con el poder militar. ta
(·lite politica, cconóinica r cultural, estará dispuesta inclusive a dar el
gohit·:no del país a las ft1c17.as nrn1adas, a condición de que se conserven
l:is c~:r 11c1urns vigentes. Los inilitnrcs hnritn rc~pctar n In clnsc dominante
l1:1st:i el punto en que sus prh·ilcgios sean otorgados en fonnn proporcional
~. l1t urgencia que haya de su intervención. En caso de guerra internacional
" civil, en caso de rccrullccimiento de In violcncin en el pais, estos pri·
;·i!cgios tcndr[\n que S<':- 1nnyorcs que los otorgados en casos normales.
Si 110 aun1c11t:in proporcionnltnente, habro un conflicto que podrá
culminar en un golpe n1ilitnr. Con todo, nun Ct\ este caso, el único canal
<¡uc se ron1pcrín. por lo 1nenos n corto pl:izo, serio el canal politico. Si ese
poder político se cn1plea en rontra de los intereses ele la 1ninoria económica,
37
ésta urdirá todas las 1naq uinacioncs necesarias para que caiga. Ya hemos
r<:saltndo la importancia de la í uerta económica sobre la política.
D e esta suerte \·en1os cóino el canal in ilitar está controlado por la minoría
económica, politica y cult ural, que tan1bién controla el poder burocrático.
Sin e1nbargo, es necesario a notar algunos rasgos de independencia del
canal n1ilitar, respecto d e los canales econó1nico y cultural. Aunque existe
un11. valla cuasi iníranqucablc entre los grados de suboficiales y de ofi-
ciales por n1oti\'OS econ6n1icos y socinlcs, n1ús q ue por criterio de califica-
ción íuncional, la educación niilitar superior (pnr:1 los oficiales) presenta
algunas grietiis para el ascenso social, a tra\'és de las oclusiones cconó-
micns y culturales.
La educación militar <.>s bastante bnratn en rel nción con In educación
p rivnda en general. Aden1ás hny una rcrn uncración sin1uhánca q ue ayuda
eíic:1z1n<'nte a dcscartar el freno cconóin ico. Estas facilidades producen
un ascenso social de las clases bajas, inclusive h asta de la clase media, con
criteros que escapan reln tivamcnte a la estructura general económica y
cultural. 1\ esta última, por lo n1cnos, a parti r de la cducnción sccundnria.
Sin enibargo, aunque por este canal, en forma excepcional h ay más
posibilidad de ascenso, el control de las n1inorias dominantes no se
descarta. Por el contrario, a todas las escalas, hay una exigencia que
cuhnina en el <COnforn1isn10 cont ractual> de que tratamos arriba en lo
nHÍ S nlto de la jerarq uía militar.
La \·iolencin tuvo varios e[('('tos respecto de la estructura del ejército
colon1hiano. Sin embargo, aqui considcrnn1os los efectos que tu\'O sobre
la sociedad cainpcsina romo ganadora d e un canal tnilitar inforn1al de
ascenso social.
En este aspecto tencn1os que los efectos más in1por1antcs parn el cambio
socio-cultural rucron:
.
a) I.n crenrión de u n <'jrrcito in formal.
b) Los criterios nuevos que rigen los ascensos dentro de este nue\·o ejér-
cito.
a) Creación de un ejér<.>ito in(onnal.
Con10 lo referimos al hablar del canal adntinistrativo, el ejército guerri-
llero l U\'O una cstructura bien establecida, copiada de la cstructu ra del
cj(>rcito rcgulnr, 1nezclad a con unn estructura ndmin istrati\•a informal y
adaptada a las necesidades de la <guerra de guerrillas>. Además de los
38
grados tradicionales existieron otras eunciones qiue permitieron el enro-
la1nicnto de 1nujcrcs y de niiíos. ~ 1
b) Criterios nuevos que rigen los ascensos dentro, de este ejército.
A pesar de que en toda institución militar el conI=onnis1no a los superiores
es un criterio básico para el ascenso, es necesario analizar si la institu-
ción 1nilitar misma es una institución conformist:a respecto de las estruc-
turas \'igcntcs.
Como Jo analizamos antes, el ejército en un Pé\is subdesarrollado tiene
como primordial función, el nlantener el orden it1terno, lo q ue, traducido
al cainpo político, significa mantener las cstructt1ras vigentes. El ejército
guerrillero tiene un objeto, precisamente, contra\"io: transformar esas es-
tructuras. Por esto, los criterios de ascenso debeh ajustarse a la eficacia
revolucionaria del ascendido.
Además de esos criterios básicos tenemos algunos otros como el de lealtad,
el grado de crueldad, la valentía, el espíritu de set-vicio, etc.:• Con todo, ~
necesario anotar algunos criterios intelectuales y políticos q ue se h an
tenido en cuenta en las guerrillas para efectuar l<)s ascensos, y además la
estructura más deinocrálica, por el contrario, en~re los superiores e infe-
r iores y por la institucionalización de la critica :y de la emisión de opi-
n iones por parte de los inferiores.
J.os ca1npcsinos encontraron un canal de ascenso social dentro del ejército
informal que no hubieran riunca hallado dentro del ejército regular de

nuestro p:us.
Jef('S guerrilleros, a cuya extracción social nos reft rimos antes, di(ícilmente
hubieran podido llegar a tener los títulos que ho> ostentan, tales como el
de general, coronel, capitán, cte.
En la primera edición del libro cLa Violencia en Colombia>, encontramos
retratos corno el de • l'vtiariachi> vestido de unifo>me de general, pasando
revista a sus tropas. Es rnuy poco probable q ue ~ariach i hubiera llegado
siquiera al gr11do de oficial dentro del ejército >cgular, y si lo hubiera
httho habría sido adapt;'u1dose a los criterios de conformismo con las CS·
tructuras "igentcs y ron el necesario apoyo ccor:órnioo y politico de las
clai;cs dirigentes para llegar a los últimos gradot

13 Cír. t i.a \ 'iolencia en <:olombia•, 2a. Ed., Op. cit., rfgs. 163 • 16t
:1 c;La \"iolenC'in en Colombia•, 2(1. F.<1., Op. cit. p;igs 1!'>8 - 159. ~:'iJ:ir.d:unicntos
del b11cn gucrrillcroJt )' • Condiciones para a~ccndcr al Rrado de oíiC'i"I~.
39
I .a violencia abrió en esta fonn<\, otro <.«\lti'l de ascenso soci:il. En éste, con10
en el cáso de los canales nnterior1n<!ntc nnalizndos, podernos afirm<ir que
la neccsid:id <le ascenso se crea por vias :inótnicns o pntológicas cuando es
lnir.osib!e realizarla por \'Ías nonnalcs.
No podernos afirrnar que 1:1 creación ele 1111 autentico nst:cnso rnasivo r
popular por el canal rnilit:ir sea la solución para cvitnr In creación ele
estos C!j(·rcitos infonnall's. Co1~10 lo reprlirl'n\os l'n la cot1clusión, lo iin-
porlantc c.~ Yer la nec<.'sidad ~cneral de as<:(·11so (l:.tl', cuando i.e \'e obstruida
por las \' Í:IS nonnalt?s, buscn Yins anorninlc:;. sin que l:\ t·l:ise de cannl
sea 1nuy iniportantc para renlizar ese ascenso.
Respecto d el ca1nbio soeinl. es necesario nnota:· que las C'S trueturas 1nisn1as
de ese cj(·rcito !nforinal c:ani hiaron los valores. las actitudes y 111 conducta,
no solan1cn1c ele los c111npcsinos que en el cjrrcito hnn pnrlicipado, sino
de los <"nni;~csi nos que hnn tenido contacto con ese ejército.
Las gu<'rrillas h:in impuesto disciplin:is exigidas por los 1nismos ~arnpc·
sinos: han clcinocratizndo la autoridad. hnn dado confi:1nz:1 y seguridad o
nuestras ro1n11nidades rurnll's. con10 lo incncionamos al tr:it nr d(!I espíritu
de iníerioridnd. desapnrceiclo en las úreas ca1npcsinas en clon<lc el ícn6·
meno de In violcnci11 se hn inanifcs!ndo.
T odas estas tninsfonnacioncs socio-culturnlcs en el c:unpc-sinado. lo <lis·
ponen 11 ser 1111 grupo d(! prcsiiin para u11 t:a1nbio gcncrnl ele estructurns,
co1no lo n11nlizarctnos n1:'1s ndclantc.

C1\ NAT. ECLESIJ\STICO


El cnnnl c~·lcsiústico de :isccnso so::ial cstú constituiclo. en los p:iisc,; sub-
dcs:irrol1:1tlo1> de T.:1<ino:in1i•ric:1. por los diferentes gr:iclos y dignidades
est:iblccidos por In I~l csi:i Católica. Dada l:i poca irnportnncin social ins-
titucionnl d<' los otros cnnalC's d<>pendicntcs de una institutiún religioso,
no los 101n :1r<'n1os por nhora en <:ucnt('I. Por otra parte, l'S nc<"csario dis-
tinguir entre los gr;;dos ofici:tlcs y aquéllos que ataiien a la esca);\ social
propian1cnte d icha.
Dentro de t·stn podc1nos cstahlccer los grados de: seminarista, coadjutor
o capcl1~111 , p;írroto rural. p:'i rro:.:o urhano de bnrrio obrero. de barrio
residencial. n1011scñor o c:inónigo, obispo nuxiliar, obispo principal, nr-
r.ohisno .
. v c:irdcnal.
40
Dentro de cada una de lns nntcriores cntegorías puede hnbcr una oscila-
ción de status bastante considerable. Sin cmbnrgo, con10 clasificación
tcntntivn propon~inos la siguiente, corno pro1ncdio para cada estrato.
Scn1innris1n. Clase n1edia baja.
C..ondiutor o Capellún. Clnsc n1edia medin.
P:irroco rurnl. Clase inedia inedia.
Púrroco urbnno (obrero). Clase inedia n1edia.
Párroco urbnno (barrio rcsklencial). Clnse inedia alta.
~ !onseñor o Cnnónigo. Clnsc alta bajn.
Obispo auxiliar. Ciase alta inedia.
Obispo Prineipnl. Clase alta inedia.
:\ 1-zobispo. Clase alta inedia.
Cardenal. Clase alta ntedia o alta, según la extracción familiar.
:\unquc la clasificación nntcrior (corno toda clasiíicación, rnás aún en
Sociología y <:On la agru\'u111c de no <·star í 11ndarncntada sino en la ob-
scr\'acion participante), pueda resultar un poco arbitraria, lo que tra1an1os
ele af1r111ar íunda:ncntalrncnte es que el canal eclesiástico es un canal 1nuy
cie<:tivo de rnovilidad social as~ndentc. Esto se hace aún 1nás notorio si
consider3n1os que la 1nayoria (en ténninos absolutos) de los eclesiásticos
:;on ele cx1racción rural. Sin cmb3rgo, la clase social rural de origen es
más bien clase inedia ntcdia (eo1nt-rciantcs, pequeños hacendados, 1nacs-
tros, etc.),==- lo que no significa un paso de ascenso al con1icnY.o del canal
eclesitislico. Una de las particuJaridadt's de éste c·s su relativa independencia
del canal cconóinico. Creernos que no errarnos al aíir1nar que es el canal
que tiene una 1nayor independencia de lns nlinorias econórnicas, por las
siguientes razones:
a) Las bajas pensiones de los sen1inarios, tanto menores co1no mayores.
b) El 11ú1nero de becarios, generaln1entc superior al de los pensionados.
En este últirno factor influye en alguna medida el n ivel económico, por
cuanto los candidatos preferidos para las becas son los que tienen un nivel
social de origen superior. Este nivel social está estrecha1nente ligado al
nivel cconon1ico y eulturnl, co:no lo descrilii1nos antes.
•• •• • 1
J',.\J llO ! l:J

41
El canal de as~nso, en su primera etapa (el scrninario) tiene un carác.
ter prcdon1inantcnH.•ntc cultural formnl. Ese ascenso se efectúa general-
mente desde la escuela prin1aria (escuela apostólica) hast:1 la escala uni-
versitaria (Sc1ninario Mayor).
Los criterios de asocnso en est:1 c:-tapa son predominantemente los de
cap:1cidad intc:-lcctual y confonnisnto en la conducta.=,; .
En lns etapas siguientes. el criterio primordial de ascenso en la cstruc·
tura actual de lo Iglesia latinoamericana, es el conformisn10. Por ejem·
plo, en algunos paises, los obispos no son elegidos sin In aceptación del
candidato por todo el episeopndo nacional. Esto itnplica una nivelación
del candidato sobre la base del conformismo, pri ncipalmente.
Croemos que el cnn:1I eclesiástico no es m;is utiliiado con10 canal de aseen·
so social, en los países latinoamericanos. por dos r:1zoncs funda1ncntales:
1a.) La lentitud de nscenso en In primera etnpa (6 a 7 ni1os de Scrninario
Mnyor).
2o.) Lo alta niortalidad educacional. (En Colon1bia mñs o menos el 50%
de los ingresados al primer año de Seminario Mayor) .
Estos frenos hacen que se necesite un grado nito de conformismo y de
madurez intelectual y emocional en la fa1n ilin de origen o en el individuo
(si se trata de un candidato adulto).
El ingresar a un sc1ninario supone una serie de pntrones culturales (deseo
de enmhio, de progreso, de lidera7.go), que se deben realizar n largo plazo.
Estos patrones, como protnedio. no se encuentran en In clase baja. Se
necesita partir de la clase media baja o clase media en general.
De todas manerns, poden1os concluir que el canal eclesiástico de ascenso
social, es un canal clica7., con oclusiones m:\s culturales que económicos,
políticas o burocníticas.
Sin cinbargo. c.-s necesario mc<lir el alcance de las oclusiones culturales;
las exigencias de con1pctencia intelectual son exigencias ohjetiv::is, aunque
siempre limitndas por el género de exigencia que se hRga. Si la prueba
se h ace bnsánclose en un sistema no apto paro las ncccsidnclcs actual~.
triunfar en ella no es tan significativo de eficiencia, corno si se trata de
\In sistema :ipto.
-----·
•• i\llnqt:e ~onr.3lmcn1c se habla de ,-virt..:d• en el scn:ido <!e ( ;'.lll!odo1nini!l# en
):1 pr:íctie3, con:o pmrncdio, se 1r313 Je ~run(<1ri1:i>.'I~.

42
Las exigencias de conformismo pueden crear, en un país subdesarrollado,
unn 111ovilidad social material y no socio-culturnl. En otrns pnlabrns puede
ser que un individuo de clase media baja, o aun de clase bnjn, llegue a ser
arzobispo o cardenal. Sin e1nbargo, es f ;lcil que sola1nente se le tolere en
ese cargo a costa ele un conforrnisrno absoluto con los valores de la nlinoria
dominante. Entonces tendríamos que el canal ecleskistico de ascenso social
resultaría ser más material que socio-cultural. Esto se agra\'a en aquello.s
paises en que tiene una ingerencia fom1al o infonn nl el poder político
sobre los non1bra1nientos de los obispos y sobre la pastoral general de Ja
Iglcsia.
No es que en los paises desarrollados el cambio de e-Jase no in1plique un
cambio de valores; sin embargo, no es la condición <sine qua non> del
cambio, como parece serlo en el c9n9l eclesiástico.
Obvian1ente, el an~lisis anterior es bastante simplista. Lo.~ factores econó-
micos, familiares, políticos, cuhuralcs y burocr:íticos inciden en diversos
grados y en diferentes composiciones, con el canal eclesiástico de ascenso.
Sin embargo, quisi1nos únicamente destacor los rasgos que parecen prin-
cipales.
Actualincnte la presión popular influye poco en el ascenso por el canal
C?clcsiástico. Es cierto que la aceptación del sacerdote en una determinada
co1nunidad o el rechazo por parte de ~sta tiene alguna influencia para el
ascenso. Sin embargo, es necesario anotar que antes del fenómeno de la
violencia la acepta(:ion o re<:hazo que eran tenidos en cuenta para el ascen-
so o descenso social no era la de la 1nayoria de la comunidad sino, funda-
mentalmente, la de los líderes tradicionales o burocniticos de ésta. Es fácil
que un sacerdote popular entre la mayoría de sus fieles sea trasladado por
la presión ele una minoría influyente.
F..ste fenó1neno se produjo especialmente porque la 1na)'Oria del campesi-
nado no constituía un grupo de presión y porque su actitud, cspccialn1ente
en las úreas rurales, respecto del sacerdote, era una actitud pasiva y sin
critica.
Naturahnente qi1e la unión de intereses entre la alta jerarquía y la clase
dirigente produce que los ascensos eclcsiústicos tengon con10 u110 de los cri-
terios básicos el confor1nismo con las cstructurns, que se 1nanifiesta en la
esenia local en el confom1is1no con los grupo~ 1nínori111rios dirigentes de
las coinunidadcs de base.
43
Durante la violencia asistintos a la muerte de varios sacerdotes,~: a pro.
fanaciones y a actos iconoclastas, lo cual revela un cambio en la actitud
del campesinado respecto de l:t institución eclesiástica.
Es muy posible que la desafección del campesino a esta institución no se.
producida solamente por aquellos elementos del clero que estimularon en
alguna forma las matcni:i.s de cnmpesinos. Sería interesonte hacer un
estudio sistemático sobre las actitudes religiosas del campesinado colom...
biano en las áreas de violencia.
Sin embnrgo, con10 hipótesis de trabajo, podemos decir que el campesinado
colombiano tuvo una actitud de rechazo al sacerdote en esas áreas en·
dónde no encontró esa solidaridad franca por parte de éstos, respecto de
los i tuer~cs campesinos.
Es muy posible que los crítcrios de popularidad del sacerdote en. las comu..
nidadcs rurales hayan cambiado. Y no basta que éste sea un buen admi-
nistrador o que no haga nada malo. Es necesario que el campesino lo
sienta solidario con sus intereses.
En el caso de que la 1nayorla del can1pesinado se constituya en grupo. de
presión, ~ muy posible que a largo pla7.o los criterios de ascenso por el
canal eclcsióstico hayan cambiado. Sin embargo, para un cambio funda·
mental en los criterios de ascenso, es necesario que los criterios de la alta
jerarquia no estén necesariamente ligados a l0$ criteri0$ e intereses de les
clases dirigentes y, por lo tanto, al mantenimiento de las estructuras actuales.
Si el grupo de presión campesino, adem6s de llegar n ser el más efectivo
por la exprcsi6n de su aprobación o rccharo del sacerdote, llegara a pro-
ducir u1\ divorcio entre l~ intereses de la clase dirigente y los intereses de
la Igll'Sia, cambiaría fundan1cntalmente la estructura del ascenso social
por el canal eclesiástico, imponiendo para el ascenso social criterios basados·
en los intercsC's campesinos en lugar de los criterios basados en los jntere-
ses de la clase dirigente.
A nadie escapa In trascendencia que para el cambio social tiene, en un
país como Colombia en el cual la institución religiosa tiene aún mucha
influencia, el que los dirigentes eclesiósticos tengan uno actitud de cambio
basado en los intereses de la mayorln.
Como conclusión general pod1:1nos ofirn\Rr:

t: Cfr. cl.'l Vi< 0 l~1~ci~ Cl\ C ·lomb::.... ~ Et!. ;...:Ñ 171, e:¡:. di.
44
1 ~ Q ue en los paL~ subdesarrollados, en los latinoamericanos y en Colom-
bia en ¡>articular, los canales de movilidad social ascendente están estruc-
turalnit·nte obstru;dos para la mayoria de la población.
2t Que el factor que condiciona en fomla más determinante la oclusión y
con•rol de los demtis canales, es el económico.
3q Que la 1nin<1rla de la poblaci6n que controla la movilidad social aseen·
dente <'!:! :\ interesad:\ en mantener la obstrucción de los canales de ascenso
y por <.~o el confonnistno es una condición indispensable para que és1a . se
cfcctút:.
4t Qu~ la n1ovilidad social ascendente es más de tipo minoritario que
mosi\·o, nl:\s material que sociocultural y, por tanto, sin efectos a corto
plv.o, sohre el cambio social.
S'> Que : st:\ i11 1~ovilid:id se presenta en forma más aguda en las Arcas
rurales de dichos p31ses.
6'> Que In 'iolen<:ia sí:i1uháneamen1e produjo una conciencia de clase y
dio instrun~entos :inoml:il<.>S de ascenso social. .
7• Que IRS csttucturas del ascenso anonnal establecidas por la violencia
cnn1bíaron las actitudes del campesinado colombiano, transíonnando el
cam~s int1do en un grupo mayoritario de presión.
b) Agr<.'Siv!dntl latente.
I.a agresividad puede ser individual o social. La agresividad individual es
el rC'S ultnc?o de un deseo de destrucción originado en una frustración. La
dc:s1ru-:-.·i:ín <:~ h~ca como una compensación y como un medio de recons-
tru~íún de lo que no se ha logrado.
La ngrcsh·idad so~ial tiene )as mis1nas caracterlstica.s pero extendidas al
grupo soci:il.
Ln agrc:;ividad pue<tc ser moniHcsta o latente; segón que el deseo de des-
11:\lrción sC' puedo realizar o no.
1A agrcsividn<l social en general se encuentra en aquellos palscs en los
cunlcs hn:· írustrnclón de aspiraciones. Si eso frustración de aspiraciones
forn1a pa~tc de l:i conciencia social y dentro de las instituciones sociales
e~contramc-.s instrurnentos violentos y eficaces de re:ilización,:• la agresl-
vidod se h:trá n1onHiesta.
---··--·
:t
• Tt..,li: ·i. ~. '"" el ~=-·¡Jo qr-: 1-<pll<'ll 1·. P:'l!'Vlt\S de ~rfoma!l<'c:- (Cl r. T.
\ . :•<• ... o-.•~
P.,"" " "• n t:
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ntl~ • \"o
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rí\ln,.. ru,-..rs •i:t 1·tt,.A T },t.11....-. "14
n..,.,.. -<
ni'; ;., ·~. , l ~.53. C·l. \ 1 • & : .. V; Pa·St>ns )' N. f. s~~lr~r. (.~nor.ly :ind socioty1·.
"'..:• \:<.' :e ;;n1l i<.e:;n:: J>:111l l.:d. J.nnd rcs. 1!156.

45
Según lo expuesto anteriormcnlc, en las ;ircas rurales de los países en
desarrollo, cncontran1os una gran inmovilidad social nsccndcnte que pro-
duciría una frus1 ración de aspiraciones en el caso de que haya conciencia
de ella. Esa conciencia se adquiere por un cambio sociill indut:ido. Cuando
las co1nunicaciones hun1anas se extienden y aumen tan, la conciencia
social a umenta y si se conocen puntos de comparación, las frtistraciones
aparecen.
Ahora bien, si existe la conciencia, pero no se conocen los instrumentos
institucionales de realización, la agresividad seguirá en su estado latente.
Si los ins trumentos institucionales eficaces se conocen y esos instrumentos
están den tro de las estructuras vigentes, la agresividad latente se resolverá
en una acción institucional que no violente las estructuras. Si, por el oon-
tTario, los instrumentos institucionales que se conocen están contra las
estructuras vigentes, la agresividad latente se convertirá en agresividad
manifiesta. Esta agresividad manifiesta se hará tanto más intensa cuanto
más conciencia haya de las frustraciones y cuanto por un lado sean más
eficaces los instrumentos oontra las estructuras y, por otro menos efica~
los instrumentos de acuerdo con éstas.
En las :\reas rurales de los países latinoamericanos encontramos los dife-
rentes grados de frustración y de conciencia y las diferentes combinaciones
de instrun1entos normales y anormales (de acuerdo o no con las estruc-
turas). En todo caso la fa lta de movilidad social en estas áreas es un ele-
mento de agresividad latente.
En Colombia la agresividad socinl latente se h a vuelto manifiesta en forma
intennitente a todo lo largo de su historia. Desde las guerras precolombi-
nas entre los indígenas, pasando por las luchns de la conquista, las revuel-
tas de In <'poca colonial, la guerra de Independencia, las guerras civiles
posteriores a ésta y las 1nanifestnciones de violencia que se ha solido llcnnar
política (coino la del año 30) hasta el fenómeno de violencia act ual que
hemos deíinido ten1ativan1entc al principio de este estudio.
Ya se ha ,·is to, al considerar las varia bles anteriores, como Ja violencia
introdujo sirnultá nearnente:
1? J.a conciencia de la frustración.
2° La agudiz<ición de la frustración.
3'> Los instrumentos eficaces, pero nnormnles para resol,·er la frust ración .
La acción annada de las h1er1.as oficiales, fue el elemento de cambio social
inducido por el cual se produjeron los tres efectos anteriores.
46
Podemos por lo tanto afírrnar, que el fenó1neno coinún a las áreas rurales
subdesarrolladas descrito corno agresividad latente, se ha expresado en
nul'stras comunidades c:unpcsinas haciéndose agresividad manifiesta en el
fenó1neno de la violencia.
3. Variables características de la sociedad rural colon1biana.
a) Sectarisrno político.
Lo que se ha solido llamar e.sectarismo político>, es una forma de agresi-
vidad de grupo y en concreto, de un grupo que hace parte de una organi-
zación que ejerce o pretende el poder estatal. Además del elemento de agre·
sividad, debernos incluir en la expresión csectarismo politico>, las nociones
correlativas de seguridad intragrupo e inseguridad extragrupo.
Toda pertenencia a un grupo es un efecto y una causa a la vez de la nece-
sidad de seguridad social que tiene todo individuo. Esa función de segu-
ridad que da el grupo, será tanto más intensa cuanto mayor sea la inse-
guridad de permanencia fuera del grupo. En los paises desarrollados,
además, existen instituciones que garanti7.an la seguridad social en forma
independiente de la pertenencia a un grupo. Por esto, la necesidad de per-
tenencia a grupos es mucho menor en estos países que en los nuestros. Como
por otra parte, la agresividad social, es mayor en el pat.s subdesarrollado
porque las frustraciones son, en general, mayores, podemos afirmar que
el sectarismo político es un subproducto de la falta de desarrollo socio
' .
econon1100.
En los paises no industriali7.ados la pequeña minoria que detenta el poder,
constituye un grupo en si bastante cerrado (como lo vimos antes) y que
tiene la mayor cuota de seguridad dentro de la sociedad. La única forma
de perder esta seguridad serla el cambio de estructuras que acarreará. la
pérdida del control social.
Evidentcn1ente, dicho ca1nbio no podrá provenir sino del extra-grupo, es
decir, de la mayorla de la población que no puede asoondcr. Con todo, el
hecho mismo de ser una minoría constituye un elemento de inseguridad
en el caso de que la mayoría se muestre descontenta. Por consiguiente, es
necesario algún mecanismo que satisfaga n la 1nayoría, 1nantenga las
estructuras y si es posible, haga peligroso cualquier carnbio de éstas.
El partido político puede cumplir con las (unciones anteriores, siempre y
cuando llene dcterrninados requisitos: l'n priiner lugar, debe dar algunas
satisfacciones suíicientes para evitar el descontento. En segundo lugar,
debe relacionar las satisíaccioncs de necesidades al mantc11imicnto de las
47
estructuras, y en tercer luga r, debe crear sistc.m as para hacer peligroso el
cambio de éstas.
El partido politico en Colombia, es un instrumento para la satisfacción
de algunas necesidades de la 1nayoria de los colo1nbianos. Dadn In impor·
tancia del botín burocrático en un país subdesarrollado (con mano de
obra poco calificada, alto porcentaje de ingreso nacional declicado a la
administración y pocas exigencias técnicas por parte de ésta), el partido
político es una importante fuente no solamente de subsistencia de inuchos
colo1nbianos ya que de él depende la repartición de este botín. En otra~
palabras, n1nchos mós dependen de los empleos públicos, aunque no los
ejer.lon, por la expectativa que tienen de cjereerlos. Por lo tanto, son
rnuchos los colombianos que dependen directa o indir~tamente del partido
político. ,
Sin cn1bargo, para que esa dependencia implique a la vez una garantia
para el tnllntenimiento de las estructuras socioeconómicas, es necesario
que exija una dependencia a la clase dirigente. Por esta razón, para qu~
el partido sen un instruincnto apto de conservación para esta clase, debe
ser poli-clasista, es decir, debe estar estructurado a base de Ja pertenencia
de todas Iris necesidades sociales a esa clnse dirigente. Como es lógico, si
la pertenencia no trae ventajas técnicas ni ra::ionales es necesario buscar
n101ivacioncs scntin1entalcs que la jus•ifiquen. De allí la base trt1diciona1
o sentilnental que tienen los sistemas de partido, ya que el botín buro-
crático, que de hecho es repartido por la clase dirigente, podrla ser ad1ninis-
tr11do por In mayorin ele la población, en forma n1ós técnica y racional.
Para que este mantenimiento de las estructuras sea sólido y duradero, es
necesario que su rompirniento entrañe un peligro para la clase que no se
beneficia con el sistema \'igente. El sectarismo poJitico es el instrumento
por el cunl la clase dirigente logra que esa mayorin encuentre una segu-
ridad intragrupo, proporcional a una inseguridad extrngrupo.
En resun1en, el partido político tiene funciones respecto tanto de In clase
dirigente con10 de la n1ayoría de los dirigidos; para In clase dirigente cons-
tituye un elc1nen10 de conscr\·aclón de las estructuras por el sentünenta·
Jisrno partidista y ¡x:>r el scctaris1no político, y no perrnitiendo la reestruc-
turación de los partidos sobre buses racionnlcs que transfonnen !ns estruc-
turas irnplantando el gobierno de las n1ayorins.
Parn In clase dirigida el ninbicntc social de illscguridad que produce el
sectarismo politico, el partido constituye un grupo de rerugio y el único
48
capaz de relacionarlo con la clase dirigente, es decir, con la fuente de su
propia seguridad. F.sta relación debe cstableccrse con la condición indis-
pensable del conformismo respecto del propio partido. Coníormismo que
se demuestra y se afianza más con n1anifcstaciones de sectarismo contra
el partido contrario. El sectaris1no político es pues el instrumento de doble
filo que refuerza el conformismo de la clase dirigida y garantiza la esta-
bilidad d e las estructuras a la clase dirigente.
La violencia fue desatada como un instrumento del sectarismo para que
cumpliera las funciones que hemos a tribuido a éste. De ahl que la violencia
no se produjo cnrrc las clases dirigentes, sino entre la masa de los campe-
sinos sentilncntalmente divididos en Jos. partidos tradicionales. padeciendo
una mayor inseguridad social, que los aferraba aún más a esos partidos.
Por eso también una vez hcclla la unión polltica entre las clases dirigentes,
la violencia ha continuado para garantizar el sectarismo necesario que
impide la reesrructuración de los partidos sobre bases racionales capa~ de
transformar .las estructuras. Dentro de esta polltica es lógico que cualquier
individuo que se arriesgue a disentir de las direcrivas y de los partidos tra-
dicionales, sea considerado como marginal y casi como fuera de la ley. Es
sinto1nó.tica la aparición d e las sociedad(>$ macartistas, compuestas por ele-
mentos de la clase dirigente de ambos partidos. La función formal d e estas
sociedades, es la de perseguir al comunismo y la funcjón infonnal es la
de marginar a todo individuo o movimiento onticonformista que aparezca
en el escenario político, social Q coonómico. La violencia, por lo tanto, no
favorece a uno u otro partido político en particular; en ocasiones, puede
fnvorcccr más a un partido minoritario nivelando con el terror las fuerzas
políticas desniveladas por diferencias electorales. Sin enlbargo, la violen-
cia fayorcce fu ndamcntnlmente a toda la clase dirigente de cualquier par-
tido que ésta seo.
A pesar de todo, la violencia h a desencadenado un proceso social impre-
visto por las clases dirigentes. H a despertado la conciencia del campesino,
le ha d3do solidaridad de grupo, sentimiento de superioridad y seguridad
en la acción; ha abierto posibilidades de ascenso social, y ha insrituciona-
·lizado la agresividad, haciendo que los canlpcsinos colombianos comien-
cen a prcfc1·ir los intereses del canlpcsinado a los intereses del partido. Esto
tendrá como efecto la constitución de un grupo de presión social, econ6-
mica y aun politica capaz de cambi¡¡r las estructuras en la forma menos
prevista y menos deseada por la clase dirigente. Es muy posible que, debido
49
a la violencia, el sectarismo poHtico se can1 bic en sectarismo d e clase co1no
se ha visto en muchas áreas rurales colo1nbinnns.
b) Falta de conciencia de clase.
Escapa a los fines del presente análisis, el entrar en disquisiciones sobre
la deHnición de clase social. Para nuestros objetivos basta tener una defini-
ción generalmente aceptada. Cuando hablamos de la clase carnpesina nos
referimos a un cierto grupo social del status económico más bajo dentro
de la sociedad colombiana. Consagrado a una ocupación dentro del sector
primario de la producción, localizado predominantemente en las áreas
rurales del pais. Conciencia de clase es la que existe respecto de una serie
de relaciones sociales existentes dentro del grupo antes definido, relaciones
de tipo exclusivo respecto del extragrupo. Cuando esta conciencia de clase
se une a la iniciativa en, y a la organización para la acción del grupo que
la posee, es capaz de influir en las decisiones gubernamentales y, por lo
tanto, es capaz de volverse un grupo de presión.
En muchos países subdesarrollados, el campesinado se ha organ izado en
diversas formas. Los movirnientos agrarios en Latinoamérica, han tenido
una importancia que contrasta con la que han tenido en nuestro pais.
El carácter más pronunciado de las variables arriba señaladas, especial-
mente la del individualisrno y la del aislamiento, han hecho que el cam-
pesinado colombiano no haya tenido una conciencia de clase. Por otra parte
el aislamiento cultural de nuestro país, junto con el atraso en el equipo
técnico de comunicaciones, han impedido las interacciones culturales nece-
sarias para un can1bio social capaz de crear una conciencia de clase. La
ausencia de contactos ha producido una falta de conciencia sobre las pro-
pias necesidades, por falta de conocimiento de otros grupos de referencia.
La falt a de n1ovilidad social ascendente ha tenido por efecto la institucio·
nalización de un fatalismo respecto de la solución de algunas pocas nece-
sidades sobre las cuales hay conciencia. Aun en el caso en que· por alguna
circunstancia, h aya conciencia de las necesidades y el fat alisn10 haya sido
reemplazado por una actitud de inciativa en la acción, generalmente esto
h a sucedido a la escala individual. Los conflictos con los extragrupos
campesinos, han impedido la creación de una solidaridad rural, y el secta-
rismo polltico ha agudizado la desunión.
Aun despul'S de la aparición de la violencia, podemos observar las comu-
nidades rurales que no han sufrido el influjo de ¿-sta ni directa ni inclirec-
tan1ente y encontran1os las características de conciencia rc.~pccto de las
50
nc"---sidadcs, fntalis1no ante el progreso y falta de seguridad colectiva entre
los carn¡x>sinos.
Al considerar los efectos de la \'iolencia, sobre la creación de In conciencia
de clases en el carnp<..-sina<lo colornbiano, podemos recapitular el análisis
sobre los carnbios acaecidos de las otras variables.
La dcn1asiada in1portancia del vecindario local, el aisla1niento, el indivl-
dualisn10, los conflictos intra y extra grupo, el sentimiento de inferioridad,
la ausencia de n10,·ilidad social vertical ascendente, la agresividad latente,
in1plican una falta ele conciencia de clase. La violencia, al alterar las ante-
riorcs variables, comienza a crear una conciencia de clase; generaliza las
relaciones sociales entre los can1pesinos de casi todo el país, da conciencia
de que esas relaciones son exclusivas del grupo campesino, y además da
solidaridad para la acción comenzando a influir inforn1almcntc en las
decisiones gubernamentales y por rnedio de pactos políticos, en las estruc-
turas vigentes. De la falta de esa conciencia de clase, el campesino está
pasando paulatinarncnte a ser un grupo de presión que será definitivo
en el can1bio social de las estructurns colornbianas.
e) llespccto a la propiedad privada.
De los diversos infonncs de los Cronistns de Indias, los h istoriadores de
la colonia y de los historiadores latinoa1nericanos, podc;mos concluir que
la (orina mas generalizada de propiedad dentro de las comunidades indi-
gcnas era la forma de posesión colectiva de la tierra.
La obra colonizadora espaiiola no afectó fundamentalmente la mentali-
dad indígena respecto de la propiednd. Las organizaciones rurales colec-
tivas continuaron bajo nuevos patrones <.x:lcsiásticos, n1ilitares o civiles.:º
Con el n1ovirniento e111ancipador se introdujeron las idens liberales, den-
tro de !ns cuales la idea de la propiedad privada con10 hru;e de la estructura
política y social colo1nbiana. El respeto n In propiedad privadn pa~ó a ser
patrirnonio de los valores culturales colo1nbianos. Antes de la violencia,
nuestro ean1pcsinado tenia un respeto fonnal a la propiedad privada,
respeto que infor111nlrncnte era desconocido en algunas ocasiones por la
conducta de éste. Durante Ja \'iolencia se introdujo la institución del <jus
prirno possi dcnt is> .~

Z) Ü">lr.O r,:ud:o~ sobre Ja C\'C!UC'iÚn di'! t'IHlC'<'p:o tic l:t p~opi('()od (':l \ .olombia,
C'Oll~Úh('...;> :t :\ JfO!lS(l U.pez i\lichl'IM>n: e h ll roduC'<'ÍÓ!l al t:'Studio ti<' J:t \,.un~:itudÓn
dí.' Cvlor.1l:i:1>.
•~ el.a \" iokncia en Col<J:nbi:i>. Op. ti:.
51
Las expropiaciones ejercidas o 1ncnor precio. las in,·asionl'S, C'l control sobre
cosechas y mercadeo, cjcrciclas por !os grupos gocrriilcros, hicieron pcrtlcr
a nuestros ccnnpesinos ese v:llor cultural que habían adquirido en el último
cíclo.
En los comunidades en donde surgió este fcnón1eno se han or¡;nni;-:ado
invasiones de tierras, con unn fac ilidad que no solainentc puede ser cxpli·
cada por la presión cconon1ica, sino que tiene con10 base la práctic<1 , durante
la \'iolcncia, ele hacer uso <le la propiedad ajena para los fi n~ in1ncdiatos
de subsistencia. Aunque este efecto <le i:i violencia es acc~orio y :iparcn-
te1ncntc intrascendente, es iinportnntc respecto del carnbio social; s:, como
vin1os tUHes, el ctu·11pcsi11;1clo se está constituyendo paulntinal't1cntc en u11
grupo de presión, <:s in:por1ante conocer lo~ patrones culturales de e.s{'
grupo. Sí <:l respeto de In propiedad privada ha dejado de ser un elcn1cnto
dentro de ~os pa1ron<'s, es n1uy posible que en el cambio de estructuras
que pueda lle\lar a cabo In presión <le este grupo se ataqu<' <lir<:clamt•nH·
la estr uctura de la propiedad.
CONCLUSION
Bosodos en el análisis nntcrior, podemos d~ir que la violencia hu \.'VllSli·
tui do pnra Colonlbia <:l can1hio soc!o-culturnl más importante en las :'1 reas
canlp<'$inas desde la conquista efectuada por los españoles. Por conducto
de ellas las 001nunidadcs rurales se han integrado dentro de un proceso
de urbanización en el sentido sociológico, con todos los elen1entos que C-Ste
i1nplica: la clh·isión <le! tr:ilx1jo, cspccializacion, contacto sociocult ural,
soci:1lizoc:ón, n1cni:.1liclad de can1bio, clespcrt:ir de expectaciones so.:iales y
utiliz:icióu de n1étodos de acción para re:11i;-::ir una n1ovilidad socinl por
can:i lc~ no prc\•istos por las c.~11ucturos vigentes. La violencia adc1n~s ha
establecido los ~is'ccn1 us necesarios para la cs1 r11c1 ura~ión de una subcultura
rurul. de una clase cn1nprsina y de un grupo de presión constituido por
es1n n1isrna clase, de cn r~cter re,·olucionario. Sin embargo, ia \'iolcncia ha
open1do todos c'> tC$ e:t:n bios por canalc:s patológicos y sin ningunn nnnoni11
respecto del proc<:"so <le dcsarroilo econóinico del pais.
J\unq~tc es 1nuy diíí::il predecir, es n1uy poco probable que haya cambios
estructurales lo suficientcn1t.·nrc profundos, reuli:t.ados por la soln inic¡ativo
de la clase <lit1gente nctuul, para cncauxnr to<lns csus fucr1.as nnún1icas
dentro de un proc<.:so de· de~:1r:-<>llo plonificado t(·cnicamen:c. Sin c111b::rgo,
la orientación hac?r. }c)s p:ohlcn1iis agrarios que han tenido los últ in:os
gobiernos, podría prodncir el cfécto de la creación de un lidcn1zgo de hn!'c
52
capaz de dirigir las presiones del campesinado hacia objetivos de desarrollo
social y econ6n1ico. Si estas presiones se ejercen en forma suficientemente
técnicas y enérgicas, podrian cambiar la estructura de nuestra clase diri-
gente, sien1pre y cuando kta sea capaz de valorar a ticn1po el peligro de
una transformación que la destruya complctan1ente, por no haber podido
adaptarse a un cambio social que se presenta como inevitable.
Ton'!ado <le 111 rc-vist:t LA Gacct:t, ai10 111, l'\o. 16·17, sep:.-oct.-no,·.-diC'. 1966.
Bogo1á, Colombio.

53
· La revolución verdader~,
la violencia yel fatalismJ
geo-político
FABRICIO OJEDA

Un can1ino d istinto el de la sumisa necptación de la cr.voluciin permi-


tida. -<JUe no es revolución sino en la falaz tcorla d e la imperialistas-
implica un cambio substancial en la acti t ud de indi\·idu~y grup'.IS r con-
lleva, en primer t~rmino, a la liberación de cad a cual.
Lo principal cst:í en comprender exactamente los problc:ins dé país, su
esencia y sus causas. Luego, la lnagnit ud de l~ intcrcsC! en ptgna y la
conducta de cada clase social frente al conjunto. El análisi conipleto de la
situación general 1n:is el exnn1cn detallado de In correlnchn de lucr.1.as en
lo nacional y lo internacional, detcnninn las cnrac1erís1i:is y rosibilida-
des de una revolución verd adera, sin niás lhnitncio:1cs qlt las ~Je i1n po·
nen las realid ades objetivns y sin 1n;\s restricciones que la: que corrcspon·
den a un proceso diílcil frente a un enc1nigo rclativa.mcnlt poderoso.
E n la med ida de que la necesidad de la revolución se aclan ante !os diver-
sos sectores nacionales }' :ip:ircce en tod a su ni ridcz y, en la medida tam-
bién de que el pueblo y su \'nnguerclin revolucionaria se l ~ian 11 ln lucha
definitiva --con10 ha ocurrid o en Vcnc-tucla y otros paí~ de f$lructura
54
similar- los imperialistas y dctn:ís clnscs reaccionarias se oprcsuran a
tom:ir todas las posiciones correspondientes para 1nantener su do1ninación
y atetnoriznr, con la práctica, de lo onicnaza y los hechos de fucr-1.0, a los
grupos y clases que aun con1prcndiendo aquella ne1.-esidad no se Atreven
a arriesgar lo que ya han conquistado; a poner en peligro sus intereses en
una lucha que, n1irada supcrficiahncnte, lucirla como a\'entura.
Las recientes declaraciones del presidente Johnson al inicio de la crisis
dominicnna, anunciando que el gobierno de Estados Uniclos no permitirá
la aparición de <una nueva Cuba> en el continente; la resolución de la
C~n1nra de Rcpn.-sentantcs norteamericana de apoyar cualquier interven-
ción n1ilitar de su pais en América Latina; el íncren1ento de ln guerra en
Viet-Nam )' todas las manifestaciones en igual sentido, con10 la propo-
sición de crear una Fuerza i\1ilitnr Interamericana, constituyen i1nportan-
tcs expresiones de una linea política, que ademis de ser el único tncdio
para conservAr el dominio colonial, está dirigida a la atemori1.nción co1cc-
th•a y a robustecer, en el seno ele los pueblos, los inmensos riesgos, sacri-
ficios y dificultades a que debe enfrentarse la verdadera lucha revolucio-
narin.
Y por otra pnrte, no se detienen, como no se detendrán en la utiliY.nción de
su poderlo tnilitar, en crear un climn artificial de facilidades pnra presentar
ante los grupos y clases vacilantes un ca1nino menos riesgos<> <' inseguro
que a la larga satisfaga sus intereses.
Con 1notivo de la celebración de últi1no ani,·ersario de Ja Alinnzn para
el Progreso, después de la intervención tnilitar en Santo Don1ingo para
nplastnr un 1novilnicnto democrático, el presidente Johnson dijo:
<Ln revolución socinl clc1nocrútica es In altcrnntivn - la única alternntivn-
nl dcrr:im:11niento <le sangre, la destrucción y la tiranía. Pues el pasado es
pasado. Y los que luchan por preservarlo se sutnan sin saberlo a las filas
de sus propios destructores>.
¿Pero quil' ncs son los que se oponen a la revolución social deniocr;itica en
la Rcpúbli<'a Do1ninicana, Venczueln. Perú, Guaternala, Brasil, en el
mundo. siendo la única :iltemath·a?. ¿Quirncs sino las propias tropas nor-
tenn1cric:1n:-is incre1ne11((1n ..el dcrrnnta1nie11to d<! sangre, la destrucción y
la tiranía en Vicl Nant>? ¿Quiénes sino el gobierno nortcanlcricano, luchan
por prescrv11r el pasado y ensangrentar nuestro país y todo el continente
americano'?
55
Las palabras del Presidente Johnson, y los del seiior Kenncdr; las del rcpre-
sentance venezolano en la OEA, a propósito de la Conferencia Trieonti·
nental , coino los de todos los iJnperialis1as y sus sir,•icntcs. que se contra-
dicen con los hechos (ocupoción n1il:tar de Santo Dorningo, resolución de
la Cinnnra ele l\eprcscntant~. etc.) tienen un car~lctcr claro, preciso. Son
con10 las u1iliia<las por algún padre hra\'ucún que con un rejo en l:i 1nano
dice al hijo tra\·ieso: «si no te estás quiero, ¡1c pego!>)
La co1nbinación de las palabras y los hechos, co:no expresión de una sola
policien, por para<" <le los :1nperialistas. s11s idcólog<-s y lacaros, no ha dejado
de darles buenos resullados. Por su n1cdio han logrado 1ncdia1izar :1 itnpor·
tantcs sectores de los pueblos colonixados, co1no el n':<'stro, para los cuall's
Ja libe-ración nacional c.~ el can1ino ele su propia liberación econó1nica r
social, pues abre al pais inrnensas pcrspccti\'nS de- desarrollo dentro clcl
cual las clnscs h-;:,y C';.;plotadas por el iinpcria!isn10 y la oligarc1ui;1, tienen
can1po propicio p11r:t l'l incrl'n1cnto del trabajo producti\'o.
F.n \ 'cnr7.ucla, ya lo cxprcsan1os, )lQCOS discuten la necesidad de una
transíorinación revolucionaria para poner fin al actual cstndo de suh·
dcs:trrolto, atraso y 1niseria. El :unigo r \'iC'jO con1pai1cro a quien n1e he
venido refiriendo, estú consciente <le esn necesidad, <:on10 lo cs1Ún muchos
de los que, incluso clcn1ro de In clnsc ohrcra. pi,!nson ele la mis.ina 1nanera.
El problen1a existe cuando se conside:an !ns vias para lograr dicha trans·
forrnaciún re\'oluc:io1\aria. Es entonces cuando sur~cn duelas y posiciones
dist:rl'pantcs: de un Indo quienes creen -co1no n1i a1nigo- que hay to·
da,·ia pnsihilidodes de conquistar la libcraci<)n nacional por la vía rlel
sulr~gio, ele la sola lucha pacifica de n1asns, de las rcfonnas progrl'Sivas;
y dC'l ot:·Q quic•lCS -::01110 }'O- creen que tal conquist<t sólo es posible
a tra\'és de la insurrccciún popular, consecuencia ele In rorrccta con1bina-
ción tle todas );is fon11.1s de lucha, dentro de una exacta conc-C'pt:iún de la
Guerra del Puehlo.
Son, pu<'s. clos :ns ca111pos en que <·st[111 dh·id;dos los scctorc.s y clases
progre-sis tas d('l pa:~, <:orno 1an1 h¡i•n clos los can11x¡s en q ~io se co:nparlc 1.tl
lotaE:lad <le la sod1:da<l \'cnzzola11a. Y los cu:i l<'s, en 11110 u otro t~rrcno,
se ir:': n definiendo 111:'1s nítidan\c-ntc al p:·o{undi7.nrsc 1:1 10 111:1 de conciencia
por pnric clrl puchlo r sus aliados en la presente ctnpa histórica, en la
q~1 c la rc·;clución liberadora es In :?ltcrnatt\'a nac:innnl.
Los ~1:< :or\!.S y cl;1s•.'S p!'ogrc-sist:<s. <.'OillO a k>s que pcr:cn<'{'C rni 1un igo,
<t<·tuahnrnte ubic:i:lvs en el cainpo del rclorn1is1110 o ele la arC\'Olució11
56
¡xrn1¡tiu:l>, c.trcccn de \ITl:l clara 111c111alicl:ld de Poder; de lo que significa,
en su propia csenci:i, la conquista del Poder Político corno i11str1:rncnto de
lu~·ha entre 1:1s clases as\:cndentes, asfixh1d;1s en fo rrna transitoria, y las
cl:rses rctrúgr:1das, con ~cr\'adoras , cuyo doniinio es tan1 bién de carácter
tran~i1orio. !\1uehos de los que hoy cst:i111 0~ en h1 vanguardia re\'olucionnria,
y yo pri 11c i p11 ln::~n1 c, 111\'in1os tul:\ [>OSÍ<"ión sirnilar a la de aquellos se<·torcs.
~o tc-nian1os con<c·p::i<",n de Pzy.lcr el 23 ele· enero de 195S, ni en julio y
scpt¡l·;:ibre del 1n i~ n:o a!:o . P;ira 1ni 1:1 cle1nocracia represcn tali\':l, entonces,
c:-:1 lo 11:is1110 q1.:c lo ts hoy pa ra nü <1?ni~<J . Yo, alort \1nad:11ncrll<'. rnc liberé
d~·I rcf<1 nnisn10 par:1 c<111\·crtirn1c en l'C\'olu<:ionario \'Crd:1dc·ro. l lc ton1:1uo
conci<·ncia r soh1'(! !li:l<>, 1111:1 <:!ara u1c11l:iliclnd el<? Poder. ly,ual procl'SO se
h:1 ,_.~:rnr1:do rn n111r hus ot ro~: en \tnos 11ntrs y en otr(>S dcspu~·s <JllC >'º•
<.:01110 t·o1:sc~· u(' : ,:·: :1 de r:.::llicla<lrs ob¡e1i\·ns <Jlll' In intensa Jlropog<HlCla in1-
1x-rinlis:a 1:0 ha s:do cn p:1Y. d::- ocul:ar.
Ab:u1donar <'l <::i:~1po rc-fon~i:s : :i y 1o:n:1r c·I re\'olncionnrio si¡_:nifica dc-
<.:id irsc a luch:ir SÍ:! iC•:nor :i Jg~lllO, t<'Hc·r S<.:gt1ridad de [:¡ \"Í1·tori:t r clcsa·
fi:::-, <:u:tl Da\·í:l. ai }:i,l:all tcsco po:..lc: io rl':lt~ io:iar io, con10 lo h11r1 hecho
todos los \'t'r(l:rd ... ros n:vuk11:iu1larios de la historia, incluso los rcvolucio-
1111rios hur:;ues:•s. En <'sl:1 convcrsió:l juega in1porta11tc papel la n1entalidad
clt· Podci'. ya qne la conquista d e é·l es In finnlidad de todo n1ovi1ni<:nto
p:1l!1il·O. J,¡is clns<·s h<>~· rC'accion:irias, que ayer fueron rcvolncionari:is. s<n1
lo q ue son y fuC•f'(>r\ lo que f~1 ~:·on , J>f<' (ºÍS:llll C'rll ~ por Sil ll1C'lll:llic\ad OC
r>c:l<'r. La tuvieron pnr:i conq uistnrlo n tr:l\'ll' de la guerra (en \ 1cnci(ucla
t·on::a <'l c·olo11l:!jc <'~pa::ol ) y la ti1•ncn para rrator ele conscn ·:u·lo, 1an1bién
a tra•:(·s de k1 gu-..r:·:r. 1\ ¡'<'r tdu ní:iron ¡>:)l'que e.·an fucr-1.:1s n tn.:v;ls, na-
t:ic·ntcs de la soi:ic:l·ul. lcr:!an a s•.1 l;1c!o el apoyo invencible del pnchlo
(pardos, ll ::nc~ros y n1011t:i iícscs ofrendan.in sus vidas) y rl'¡>rt•sctlla han
t·l t·a:nino ele 111 incl<·p<'nclC'nci;1; p::ro ahora scrún dcrrot;Hlas -irrr n1isi-
bll'1ncntc· ,·c·ncicl:is- • porque cst:i:1 divorci:-rdns dC'I p11r.hlo: no i:11porta
cua n fut! r1cs ap:1 r~·1:l·:t n por el 1non1cnto, <'l't:i n condcnaclas ol frnc:iSO>.
f:J cicrcicio

de·! f>o<lcr Político <'S dctcnnin::nt<:. dcftniti\·o en 1;1 socic<ltid .
l.a polit ic¡1 no se pr:1c1ic:1 sino a 1r;1\'i•s d<·l Poder, ;·a sea <'.·st;\ rc\'Olucio-
11:iri\\ O rc¡¡cc:o11.1ria, que CS Cll las dos llli\adcs C!ll que ella Se di\'idc. f~n
t·<tda etapa histórira ha}' rc,·olucio11nrios y rcacciona!'ios; un grueso sector
en el medio, sin conciencia pro¡>i(l, \'ac·ila a uno y otro lado y se va
rtxlu<:i<!nt~o a nicdicla q uc sr. dcsarroll:i la to111a de conciencia, corno pro-
ducto de In luch:i antagóni<·a )' los intc·rt-scs de clase. Pc·ro ni principio
57
de todo proceso revolucion:trio, el sector intcnneclio bajo lll influencia
dir<."<.'tn de lns clases en el Poder -las clases reaccionarias- hace el j\1ego
n éstas, aun cuando trata de ~alirse de su opresión. No obstante. poco n poco,
\'On tornnndo conciencia y 1nentalidncl de Poder; se producen i1nportnntcs
d<'sprendin1ientos que engrosan lns fil os revolncionari:is.
En el cn1npC> general de In politicn <'StC> es lo que ocurre con el irnpcrin-
lisn10 y sus l;1cayos, que cnda din ven reducida su base ele sustentaciún.
Después de la Segunda Guerra Nlunclinl el proceso se ha nc1·lcrado; el
poderío del Ca1npo Socialista hn ntnnentndo grancle1nente. l lan venido
desnrrollóndosc revoluciones contra los itnperialistas y Sll S lacayos en
\'nstns regiones de Asia, 1\f rica y J\1n ~rica Latina r las dos tercer ns p:ir tes
de la lu11nanidad se han liberado }' \'iven al rnargen del clorninio reac-
cionario. f-.sto hace posible, hoy en n1ejores condiciones que arer, el
11va11ce y la victoria re,·olucion:irios de los pueblos subyug:idos, co1no
\ ' cnrzurln, nun cuando cst<;n en el :'1 rca geogrfifica 111:\s i11111c-clinta del
coloso nor1C'i10. )' con10 Cuba. que ya liberada, renliza su rc\•olución SO·
cialistn n sólo 90 1nillns del n1isn10.
Ln liberl\ción de los pueblos colonizados y dependientes cst;'1 (ortalecida
por estos hechos. Ya el i1nperinlisn10, n pesnr de todo su poderío. no es
In n1is1n:i fucr.1.a que era hnce vc-inte nííos. Su base de sustentación ha
venido sufriendo un progresivo dcscalnhro }' frente a él se yergue u11
mundo distinto, en frnnco ascenso. forn1idnble barrera que en lo politico
r lo 111ilit:ir, contribuye a atc111~rnr y frustr~\r, según t>l c:iso. 111 furia del
gcnclnr1nc·. :\ deinás. en el propio <·a111¡>0 in1perinlis1a existen <.'xtraordina-
rias contrndiccioncs que restan un tnnto de libertad a la ncciún dcspi:i-
dad;1 )' h:iccn que los i1npcri:ilistas no pucdnn desbordarse n sus nnch ns.
L:t i;itunc.-ión n1unllial es ca<ln vez 111:\s favornlc ni progreso de los pueblos.
/\1 Indo de In ~'Oncicncia y decisión que se opera en cada uno de ellos
p:ira sncudir las cadenas del coloninlís1no y la opresión; todo un «onjnnto
de rcnlidadcs con,·icrtc la «:tlts:t rc\'olucionRria en c1npresa in,·eneible,
con l·I apoyo n1ornl y 1n:11crinl de todos los países an1antcs del progreso
y la paz. Los pueblos colonizados, oprilniclos, rncdiatizaclos en el ejercicio
de su s<>bcrartia y cles:irrollo no sC' encuentran solos. Su lucha no cons-
tituye una causa aislada súlo a expensas de sus propios n1cdios r recursos.
/\sí con10 existe un ca1npo reaccionario 1nundial, donde los oprcsor(-s se
dn11 l:is 1nanos, se apoyan ntl• tua1nl·ntc y tnue,·cn Sl•S fuertas integrales
l'rt torno a la ronscr\'ación ll~ su dorninio; hay un cantpo rc\'olucionnrio
58
1nundiol, dond<' los pueblos hat:cn efectiva la solidaridad rnilitnntc. Estu
circunst:tncia, la de las nuc\':IS rc:ilicladcs drl rnundo, explica elocucntcnlcn-
tc la razon de la derrotn in1pcri:1lis1a en Virt-i':an1, donde 400,000 elC?Ctivos
dc lns P111·17.11s Annadns 11ort<'an1ericanas de aire n1nr y tierra no hnn
podido siqliiera :11ni11or:1r t·I enipuje \'ietorioso del 1no\'in1icnto guerrillero,
..:on,·cniclo en Guerra d<'I Pu<'blo: porque los 40,000 electh·os rnilitares
dc·:>cnibnrcndos en Santo Dcnningo. ante el rrpudio univrrsal, fu<:ron in-
c:ip:1<.-es de reponer rn el gobierno n los gorilas de \Vcssin \ Vcssin e Imbcrt
B:irrt!r:t; y porque el bloqueo i1npcrialista contra Cuba -uno <le los más
<·n(·rgicos in1p11ci:tos en In prcscntc época- no ha podido surtir los efectos
pre,·istos por el l)cr11ágono y el Dcp:irtnnicnto de Estado yanqui~.
Ningún purhlo en proceso ele libernciún puede ser contcrnplado librando
u11a l11c-h:1 aislacln: donde- dos fucr,~is o clos ej(·rcitos beligerantes. con10
un conejo y un tigre, con1h:11en nn1c In niirada impasible de lo~ dcn1;ls.
Creerlo nsi sería un grn\'e error <1uc conduciría al oportunisn10 y In rcsig-
nnc-ión. I.n luc-hn rc\'olucionnrin de hoy -asi tenemos q11c \'erla- l'S uno
lucha de !odas las ( UC1'7..1$ progresistas del n1undo, ele carácter comp(c.
n1c111nrio. que se extiende y consolid11, conio uni<lad diolécticn, en una
situación de gr:tn nuge popular y donde los condiciones objcth·as de cacln
pnis constituyen el eletn<'nto principal. Ya en 1\1n~rica l.n1ina. corno en
In prilncr:t d&;idn clel siglo pasado. son vllrios los paises que h an iniciado
su h•chn n fondo contra <'I colo1)injc. Tres de los paises bolh·arinnos (Ve-
ncvtuela, Colonibi:i y Perú) r otros como Santo Don1ingo, Cualemala y
Pnrngu:iy. h:tn ton1ado el verd:11lero ciunino de la re\'olución libcr:idorn,
<'rl c-uyo cc-n1ro se a17.n el princ-ipnl instruniento de Poder: lns fuerz:is
nrrnndas de libcracion. A medidn que esta luch a se incremcntn y v11n
npnr<'Cicndo nuevos focos en otros paises y los mo,·imicntos d<' liberación
l'll :\ frien r :\si:l continú:1n su dcsnrrollo. al in1perinlisn10 se le red ucen
nún n1:'ts !lllS posihilidaclcs de don1inio. Y los problt~tnas <JllC }'a confronta el
i:nhirrnn nortC'1tn1cri<·ano con su pueblo, con10 consecuencia de In Guerra
di' \ 1 ic-t-'.\::1m (ninror~ in1pucstos y mayores necesidades de rcclnta1nicnto)
se• n1ultiplirnn cxtr:iordinnrian1c11tc.
1'odo el c·jrrcito nortc11n1ericnno tic hoy scrí:t insuliciC'ntc para d i~t ribuirlo
c-01110 lurr1.n de ocupación en In extensa gcos:rnli:i S:lCltdida por la rC\'olución.
Vt'nrzucln es un importante ínctor d1·l campo rc,·olucionnrio n1undinl.
Su h11·h:i tic libcr:11:ion es co1nplen1cntari:1 con la de otros pueblos en trance
~iniilnr. ü ll<I <'S 11cccsari:11ncntc, qucrú111oslo o no, con1inunción de la otr:i.

59
Y aunque c11dn país, ro1no. el nuestro en este caso, actúa confonnc a su3
propias rc:ilidndes y realiza C'I tipo de revolución que histórica1ncnte Ic
corresponde, no puede eludir. ni ello seria correcto, su integración ron
otros ntovitnicntos sin1ilares. No ~ culpa ele los re\'olucionnrios venezolanos
que su lucha s~a en prin1cr t~rn\ino contra los i1np::rialistns, en lo cual
gua:-dn pcrfe<-tn identidad con las luchns que sc r<.>a.lizan en Viet-Nam, en
Angola, Cll (') C'..ongo o las que !'e libraron en Cuba y en .1\rr~cl ia. r.a culp~
C'n <'i:t~ C<l$0 C'S de los i111 per i~ l istns, que no b~n rcspctndo fronteras ni
conticle:itcs pnra e:-;tender su explotación.
\ l<'ne?.uela lu<'ha hor contr:t el ~·ugo nortenn1ericnno, con10 lo hizo nyer
contra el coloniaje cspaiíol; coino lo hic:eron los nortea:neric:n1os contra
la dorninaci<Jn inglc~a y los hr:isilcños contra cl in1pcrio portugués.
Hay gente todíl\'¡n apegada 1\ lns ieorías del f:u nlisrno gcogr:'lfi<'o que creen
<·I ntundo rn la úpoca de la ~Joc trina l\·1onroc, cuya síntesis de <Américo
pnra los :'\n1cric:nlOS> constituín el reflejo de una sit uación con1plcta1ncntc
d istin:n, en la cunl nuestro co1Hincnte tenia que protegerse contra la
c·xpansi(111 i111¡X'rial!st:i curopcn; en U!~ n111Htlo ele Krandcs distancias y ron
n: clit~;cr. t:iri os n1cdios de co1n11nicación. Estt1 circunstancia. totahncnle su-
perada por los cnntbios o~urridos con10 consecuencia de :n ubicación del
cncn1igo coniún en nuestro propio continente; dc-1 progrt•so de la cicncin
y la tec?1ica que prftctic:iinentc ha clin1inndo l:is d:stnnci3s: del dominio por
c-1 h11?~1brc, de armns intcrcontinent;i!es <¡ ltC í:1ncionan a control rernoto,
<">n un alto poclcr de dcstrncción; y el íor111lccin1icnto dci cnn1po de lo~
paises Jibl.'1·aclos y socialistas con una pobla<'iún que supera las dos terceros
partes ele l:i hun1anidnd. colocn a dicha gente en un n1undo incierto, dC'
<-spnldas a l:t rcnlid:Hl; dentro de una concep::iiin politicn equivocada que
s6!o contribur<' n apuntalar la dontinnción col<lnial y s•; ~c·cucla ele suh·
dC'sarrollo. explotación y 1niscrin.
Las tesis de la S<'Opolítica h nn s:tlo superadas por la tlin:'1micn de la his-
loria. I-os propios itnpcrialist ns nortc:1111cricanos hnn borrado las fron·
leras continenta){'s. El Prcsidctltc Johnson hn dicho rc~icntc-1nentc -por
si alguna clud:t q~1cc.lnrn - que las íuer7.ns 1nilitnres de Estados Unidos
estarán presentes en cu:ilquil'r úrea del n1u11Clo, en cualquier pnis, donde
<'sté en <peligro la libcrtacl frente o lo agresión con1 unistn>. J:stn ngrcsiva
<'Onduc:a del in1peri11lis1no yanqui revela fr:incn111cntc la quiebra de los
esc¡urmas interrontinentalislni:. Para el gobierno nortea1ncricano lo misn10
<la que Venezuela o Santo D1i1ni11go est~ n geográ ficamente ubicados en
60
América, que si lo estuvieran en In Conchinchinn (1·egión que hasto
hace· poco l'ra sinónin10 de insondable lejanía) con10 lo están \ ' iet-Nntn,
Camboya y Laos.
El análisis del conjunto político 1n undial; de la corrclnción <le (uer1.as
intcn1acionnl<>S ('S c·le:nento obligado para el ('Studio de nucstro:c; problcn1ns
corno país colonizado, y de sus posibili<lad..-s reales para la liberación.
Los venczolnnos progrcsis1ns, cuyos int:!rcst!S coincidentes con los intereses
1nisrnos de la nacion, cstún restringidos <:n S\1 dcs:irrollo por la desleal
c-01npc<cncia del c:ipit:il y los prod ~;.;;os norica1ncrica11os, en prin1er lugar
y, por el control del Poder Polícico que ejerce In olig:lrquia criolla, no
pueden desc-stirnar en ninguno de sus :rspcctos la sit urición prl'~cnte en el
rnundo, ni conteniplarla en forn1n sin1plis1a o sup~ r!icial. Es necesario
nhonda» en el coniplejo ¡l\1licico del n1on1en10 y n1irar hacia el futuro pnra
coinprenclcr el panor:una pro1nisor c¡uC" se pr<-senta a nacslro pueblo en su
lucha libc·rndora. 1\ ln luz de estos hc~ilos, de l ~s rcrili<lades historic:1s,
nadie puede dudar que el c:irnino de la acdóu r-:,·olucionaria, S<•:ut cualci;
lu<'r<.:n lns d;ficuhadcs ein:unstnncinles, es 1:1 única \ ' Í(I, In 111:'i s ~cgu r:1.
¡::ira el ca1nbio l'Slruct~:ral <¡l!C tiene plantc:iclo IH tcslro país.
En );\ crcl\cion de 1::1n firrne 1nent:11id;\d de P<)der por parte <le Jns clases
JX•¡>ulares. patriótic:ls )' pi·ogresistns, ~1 prinicr pa~o es libcrnrsc del ía-
1a :i~mo gcogr:ífico }' d~ las tesis d~ la invcncibilidnd del in1pcrialismo y
dt· rn:is iucr1.as rc:tcl·ionnri:'.ls. Y el otro, con,·cnccrse defi:1iti\'nmcntc de que
!:in la torna del Poder Poli1ico :10 pcxlni ser rcali7.ado ningún ciln1bio que
nic..:ic );1s cnusas de la crisis nncionn!. 1.a re¡¡Jizn<·ión de una R<'forrna :\ grn-
rin !Jara liquidar C'I réginicn latifttndi:1rio y n1o<lificar el aet~1n ! sist~nia de
!t'ncncin d<' la 1:crra - ::OilH> nspirnn los carnpcsinos e in1portan1cs sectores
:-íiliadc.s n Fcdeagro- no es posiblC' -~llo t·stá dcn1os1rndo ::n seis afios
de \'lgc ¡~::'iri de una Ley de Refonnn Agraria progrcsist:i- sin transfonnnr
r:1cli<·a!n1cntc el prop¡o sisterna e<:ono:nico )' político de In r1:1ción; sin
c-:t111 biin· la coinposiciún social del gobierno, donde hasta ahorn ha pre-
<ion inndo el scx:tor partidr.rio del latifundio r la concen tración de l:i
propiedad de la ti{•rra en ),)<>cas manos.
Los hoinhr<-S que han pa$ac\o por el Ministerio de Agricultura y Crin
-instruatento fu!1eional de la Reforrna Agraria- en la últirna d~cada
han sido in\·arinhlcrnente representantes ele las clases ad\·crsas a la Reforma
Agrt1ria integral y verdadera; pero aunque perteneciesen o los clases pro·
grcsistas no podl'ian hacer nnda distinto a lo que se ha hecho, debido a que
61
la política agraria no es una parte independiente del complejo económico
nacional. Ella forma en un todo, en un sistema, en una unidad indestruc-
tible, que comprende inscparable1nente el conjunto de la actividad gu-
bcrna1ncn1ol en función del control del Poder Politico por parte de las
clases reaccionarias.
Lo mismo ocurre con el desarrollo industrial del país. Ningún cambio po-
drá operarse en este importante rubro de la economla nacional que no
sea consecuencia de la 1nodificación de todo nuestro sistema de depen-
dencia. Los plantean1ientos nacionalistas que desde la fundación de
Pro-Venezuela vienen ratificando 1nuchns de los orgAni7.aciones miembros,
quedarán, c.'Omo han quedado, sustancialmente en el vacío. No se puede
pretender que la industria venC?.olana sea distinta a la de una silnple
!actorln subtitutiva de in1portacioncs, sin profundizar, para erradicarlas,
en las causas que la manúcnen relegadas a esa función. El imperialismo
que tiene en Venezuela uno de los m:is i1nportantes mercados de América
Latina, y la burguesía ilnport11dora que deriva jugosas gan11ncins de su
actividad intermediaria, no podrán nunca, por si solos, auspiciar desde el
Poder, cuyo control ejercen hegemónicamente, una modificación que
remotan1cnte pueda significar perjuicio o desaparición de tales privilegios.
El actual Ministro de Fo1nento que ca1nbió su profesión de obrero y Ji.
notipista por la de abogado; de origen social distinto al de los oligarcas,
fundador y dirigente de uno de los partidos autollamados de iiquicrda, y
Secretario General de Pro-Venezuela -asociación abanderada del desa-
rrollo industrial independiente- hasta su arribo al cargo que dcseinpeña,
no ha podido jugar otro papel que el que corresponde con10 integrante de
un gobierno cntrcguista, mediatizado por los sectores in<is reaccionarios
y vinculado a los intereses del gran capital vcnozolano y extranjero.
Como la polilica industrial es tambicn parte integrnnte del cornplejo
económico bajo el control del sistema colonial, el Nlinistro de Fo1nento,
a la manera de los anteriores, pertenecientes a clases y partidos diferentes,
h a tenido que son1eterse, a riesgo de su posición gubernamental. el conjunto
predotninante en la composición clasista del gobierno.
N inguno ele los problcn1as que afectan a nuestro país y a las clases po-
pulares y progresistas( concentración de la propiedad de la tierra en pocas
manos, bajo desarrollo industrial, desempleo, atraso tccnico y cientifico,
sub-alimentat'iún, reducido n1crcado de consumo; falta de vi\'iendas, _CS ·
cuelas, centros de salud y hospitales; bajo salario real; explotación cxtranje-
62
ra de las principal<'S fuentes de rique-¿a; soberania rnc<liatizada, cte., etc.),
pueden ser resueltos sin 1nodificnr todo el complejo nncionnl, o lo que <'S
lo rnisn10: sin crrndicnr su~ cnusns. No se trata, pues, de cnn1bios periféricos,
de n1o<lific:iciones s uperficiales en el equipo gobernante que pod rían ser
logrados a tra\'és de l:ls fonnas tradicionales de la lucha política, <sin
violentar el estado 11ctunl de cosas>; csin chocnr de frente contra lns
fuen.as opresoras,; cen un procc:-so 11 rra\'és de la e\·olución del estado actual
q ue transforme progresivan1c11te el régi1ncn ele las instituciones políticas.. ·>
La propi11 experiencia, adeni:is ele! estudio de l:i teoría política, dcn1ucstra
que a esta a ltura de In historia, nnda tiene que btiscar nuestro país en
el ca1nbio de una ca1narilln por otra; o ele un partido o grupo de partidos
por otro partido o grupo de partidos. Lo que se trata de lograr es un
cambio re\'olucionario, de fondo, en la con1posición social del gobierno
que sea capaz de n1odiíicnr las (·Structuras 1nisn111s del país }' consolidar un
rcgirnen independiente, liberado del in1perialis1no y la oligarquia. La
1nagnitud y causas de los problen1as nacionales requiere, sin d\1da 1 la
conquist:i del Poder por una alianza de las clases populares, dc1nocráticas
}' progresistas, con facr1.a suficiente en lo político y lo 1nilitar, para hacer
fren te a las fucr1.as de In reaccion.
Está den1ostr:ido -}' la maroria de los densos sectores del país así lo
acepta- que Vcnczueln \'i\'C una crisis integral y progrcsi\'a cuya graved ad
requiere grandes esfuerzos para ponerle fin . Ni la Alianza para el Pro-
greso, ni las rcforrnas circunstanciales han podido conjtirar el tremendo
n1al. Sin embargo 1nuchos sectores, conscientes ele la necesidad revolu-
cionaria, no acaban ele salir del ca1npo de la infl uencin reformista, de la<;
ilusiones. contribuyendo con su actitud a la prolongación en el tie1npo
de la situación que agobia el pais. Creen. ingcnuarncntc, toda\•ín -y ello
es cons~uencia de una indefinida mentalidad de pod er- que <'Xisten otros
1ne<lios pnra resol\'er los proble1nas n:lcionalcs, sin necesidad ele exponer
sus "idas. su libertad }' S\1S intereses específicos.
No es posible continuar cngaiiaclos o seguir \'iviendo en el mundo de las
ilusiones. La rc\'olución tiene que hacerse cueste lo que cueste; sean cuales
fueren los peligros y dificultades a que haya que exponerse; ele lo con-
tra rio, el proceso de pauperización , de desaparición d e las pcqueiias e1n-
p resas absorbidas por el capital rnonopolistR, conti n uará su pendiente ine·
luctahle. con su corolario de desempleo. atraso y miseria. · J.a burguesla
nacional (agrnri:l e industrial}, la pcqueiia burguesía (cstudinntcs, pro.
63
fcsionales, pequeños comerciantes y empicados), junto con la clase obrera
y c1unpcsina, cura vanguardia avanza por el ca1nino de la insurrección ar-
mada (Gu<-rra clel Pueblo), deben aglutinnr, como una sola voluntad, el
frente liberador, fuer7.a decisiva para la victoria.
~

Las clases populares, dc1nocráticai: )' progresistas de Venezuela, victin1as de


Ja explotación del itnpcrialis1no y In opresión oligárquica, han llegado jus-
tamente a la encrucijada: o se resignan a prolongar su existencia en un
campo de acción cada VC'I. 1n3s restringido con10 conse<:ucncia del progresivo
empobrecilnicnlo del país y de l:i crisis general que lo sacude; o se deciden
a abrirse paso a tr:ivés de la lucha revolucionaria, para conquistar una
vida mejor, libre de explotación y opresión, en un país cuyas grandes
riquezas en sus 1nanos abriría inmensas perspectivas de desarrollo y pro·
greso.
Los clos caminos que se nu1rcan en la actual encrucijada histórica polarizan
las dos políticas en pugna: In política reaccionaria y la politica re\'olucio-
naria. Una en descenso vertiginoso, sostenida por fuer/.llS agonizantes sin
otro osideto que el de sus propios instrumentos de Poder; la otrn, en flujo
pcrn1anentc, t'Onducida por ruer1.as nuevas en pl<-no desarrollo y vigor,
que con10 torrente dci:bordado se abren sus propios cauces y arrnsan con
todo lo que pretende detenerlas.
N ucstro país r nuestro pueblo vi\·en el tno111ento de una crisis n.)•:olucio-
naria, dond ~ los viejos <'squcn1as políticos suíren el irnpacto clesgarrante
de lo lucha entre lo caduco que se e1npeña en subsistir y lo nue\·o que nace
y crece con inusitado vigor. Esta lucha entre lo vida y lo muerte lo disloca
todo. I.a proliíeración ch: partidos políticos que para unos es expresión de
esta~i l idad, constituye sólo el producto de la propia crisis rcvolucio1\aria,
donde cad:i sector se i:111nergc en la búsqucdo de su propia razón y trata
de romper con el pasado 1noribun<lo. Cada cual se prop()nc cncc>ntrnr la
verdad. Unos, se alincíln sin haberla hallnclo y se colocan toclavia en el
terreno lllOVC<lizo de Ja \'ílCilación; ignoran aún e) Íonclo de la crisis }' no
comprenden lns ,·crdadcras causits que la alimentan. Otros, los que toman
plena <:<>ncicncin y cobran tncr\lalidnd de Poder -con1prcnder lo c¡ue t'Ste
significa corno instrun1cnto de cl:isc-- se deciden a luchar y tornan el
camino de la política revolucionaria.
El progreso ele Venezuela está indudablemente ligado tl su liberación nacio-
nal y ésta no puede obtenerse sino a travl-s de la acción revolucionaria;
de Ja lucha decidida y a fondo contra el opresor co1nún. Las clases progre·
64
sistas, en consecuencia, han de tornar neccsoriamente este carnino; es decir,
decidirse a luchar y para ello es indispensable saber que ccuando existe la
necesidad de un cambio -como el que está planteado a Venezuela- éste
se hace irresistible y, quiérase o no, se produce tarde o temprano>. Sólo si
se tiene conciencia de que nsí ocurrirá, y de que los enemigos, por más
poderosos que aparc-zcan en el n101n ento de iniciar la lucha, serán vencidos,
se podr(l dor el poso correspondiente y despre<:iar, en lo general, a los inipe--
rialistas y den1ás reac~ionarios.
Ya dijimos que en Venezuela existen, c..-on10 en el resto del mundo, dos
políticas: una revolucionoria y otra reaccionario. Lo primera significa, en
nuestro caso, la liberación antimpcrialista y antifeudal, el progreso social
y el desarrollo económico; la otra, coloniaje, opresión, atraso, tiranía,
. .
mrscna ...
Existen también dos fuerzas: la re\·olueionaria, patriótica o progresista; y
la reaccionaria, conservadora o colonialista. Y en el centro, un denso sector
que vacila hacía uno y otro lado y donde también hay revolucionarios y
reaccionarios.
Mi amigo y yo estuvimos juntos, an1bos con ideas r~olucionarias, en el
se<:tor del centro. Yo. a pesar de mi juventud, un poco más reaccionario,que·
él. Sus consejos y los libros que puso en mis manos -muy distintos por
cierto a los que ontcs habla puesto Jóvito Villalba- me abrieron el camino
correcto de la politica. Hoy los papeles están invertidos y mi amigo per-
m anece, l\ttnque sin cambiar sus ideas revolucionarias, estacionado en el
mismo sector donde lo dejé hace cinco años. El entiende la necesidad de
nuest ra liberación; hasta ahora ha sido un rcrvoroso partidario de la pro-
piedad social de la tierra; del desarrollo industrial independiente; de la
democracia y la sobcrania plenas. En la monera de plantear el problema
venezolano y de precisar los objetivos estratégicos, no hay n1ayor di(cren-
cia entre 1~ dos. Tampoco la hay entre quienes ilnpulsamos el cambio his-
tórico por medio de la Guerra del Pueblo y los que aún no se han decidido
a ton1ar este camino, pcnnancciendo bajo la influencia de la ideología
reformista y bajo el terror que proporciona el poderío relativo de la reacción
nacional e internacional.
El impcrlalisn10 y la oligarquía (es la tesis refornlista) cuentan con una
inmensa fuerza que irremisiblemente será crnplcada contra cualquier insur·
gencia de signo revolucionario o contra cualquier gobierno que trate de
modific<lr la presente situación.
65
Lo uno y lo otro lo han hecho ya en nnestro continente r fucrn de él. Lo
hicieron en Cuhn y fraca snron. L<l hicieron en S11nto Don1ingo y no logra-
ron plenamente sus objcti\'OS. Lo hil·icron en Brasil y se i1npusicron.
El ilnpcrialisrno no ha <lcscnnsado u11 solo instante cr\ su conducta agresi-
va contra Cuba. Desde el n1is1no 111on1en to que el gobicrl') O rC\'Olucionario
dio el pri1ner paso hacia el 1·cs<·atc d<' sus riquezas explotadas por los n1ono-
polios nortea1ncric;\t10S y ahondú en la rl'a lización <le una R<'forn1a Agraria
integral, para rornper el sistl't1i:1 <le tcncn<:ia de In ti~rrn y liquidar el lati-
fundio, se puso de manifiesto In rcncciún co1Hrnrevolucionarin. La conspi-
ración 1nilitar interna (Dioz J.anz, Urrutia y Hubert l\1ntos); el sabotaje
(incendio de El Encanto, cxplo.~ión del \':lpor La Cóubrc, etc.) el asesinato
de trabajadores re\'olucionarios (Conrado Bcnitcz, Ascuncc Oorncnech y
otros); l;i inYasiún de Playn (;irón, preparada, ar1noda y finnneiada por el
Departa1ncnto de f:.st ado y In Central de Inteligencia en Estados Unidos
y Nicaragua; la expulsión de Cuba de la O EA y la ruptura n1ultilateral
de relaciones diplom:'tticas y <..·omcreialcs iinpucsta por el gobierno de Esta-
dos U nidos a los paises lntinonmericanos: y el bloqueo general. son expre-
sión concreta, hechos indubitables, de una consrantc rcprcsi\'a. ·ral cadena
de acontccin1icntos, unida n otros hechos. se ha producido en dos etapas
distintas del régitncn revolut·ionario cubano: la del gobierno democrático.
burgn{·s. a la caida del tirano i:utgencio Batista, el 2 de Enero de 1959 y la
clcl ri·gimen socinlisla, proclaniado durnnte la in,·asión mercenaria, en Abril
de 1961 .
La transición del gobierno d einocrá tieo-burgu~s al régin1cn socialista fue
consecuencia dirl'cta de la rt\clicalización popular frente a la agresión in1pc·
rialistn y producto de la fir1n<."1.a revolucionaria de los nue\'OS gobcrnant<'s
cncahcz:idos por Fidel Castro. Pero en su actitud agrcsi,·a y confusionista,
las íucrzas reaccionarias jam:'1s han hecho diferencin. Y ciiando se dice que
el gobierno de E..~ 1 ados Unidos no pcrn1itirá In apnrición de una c:nucv<1
Cubn> en el continente no se refiere sólo a la prcscnci:i del soc:ialis1no, sino
al triunfo de cualquier mo\'irnicnto de liberación nncional bajo el r~ginlcn
revolucionario dcrnocráti<:o-burgués. No l'S ni con1unis1no exclusivanlentc
lo que con1baten lus fuerzas renccionorin~, <.'O•no qui<'1·en hacerlo ver a todo
trance. si no a lo liberación dl' los pueblo:; para poner Fin a la explotación
y el coloniaje.
«f\ los impcri:ilistns los tcodrín sin cuidado que nosotros -dijo Raúl Cas·
tro el 1• de Mayo de 1959- iz:iramos en el 1n:\stil del Capitolio Nacional
~6
la bnndcrn rojn con In hoz y el mnrtillo y no rcnlizáran\OS la Reforn\a
t\graria ni pusi(•ramos en marcha unn politica que aFccte los grandes intc·
.
reses nor tcamencnnos ' .
en nuestro pa1s,
Y que lo fonnal tiene sin cuidado a los reaccionarios, aun cuando apa-
<.'S
r~1.cnn n\uy apegados a ello. Lo sensible, en t0<lo caso, son sus intereses que
garanti1.a11 a través del dominio poH!ico y cconónüco sobre los pueblos
d~bilcs. El gobierno cubano se ha caracteri7.ado precisa1ne11tc por los hechc1s,
por la ae<:ión directa contra el coloniaje y la opresión in1perialista. De nhí
la sañuda actitud de Estados Unidos Frente n la revolución. Sin einbargo,
como los hechos y no lo fonnnl es tnmbién lo que galvaniza la voluntad
popular, Cuba no ha podido ser derrotada y su pueblo a\·an7.;l hacin la
construcción de una nueva sociedad.
Son ocho uiios de luchn nbiertu, Feroz, por parte del in1pcri:1lismo contra el
pequeño país cubano, en los cuales no ha habido la menor tregua. Todo
el poderlo de la reacción ha estado !rente a aquel pueblo sin poder doble-
garlo. Los fracasos de las fuer1.ns reaccionarias indican clara1ncnte que no
es posible derrotar a un pueblo cuando éste se decide a l uch ar.
En las circunstancias históricas presentes, con un n\undo donde el conjun-
to de las Fuerzas revolucionarias es superior a las de la contrarre,·olución,
ningún pueblo que to1ne la ruta de su liberación podrá ser derrotado, indc-
pendicntcn1cnte de la ubicación geográfica o cualesquiera otros (actores
circunstuncialcs.
Yo Nguyen Gia p en S\I libro: < Viet-Na1n: Liberación de un pueblo>, d ice:
<La guerra de liberación del pueblo vietnamita ha contribuido a poner en
evidencia esta nueva verdad histórica: en la coyuntura internacional de
hoy, un pueblo débil que se levanta y combate resucltan1cntc por su libe-
ración es cnpn7. de vencer a sus ene1nigos cualesquiera sean y lograr la
victoria fi nal ... >
los imperinlistas han fracasado en Cuba -<··stn es 111 lccciún que ctcbe111os
extraer- porque el pueblo insular, n1nyoritaria1nente consustanciado con
los fines d(' la revolucion y favorecido por su politica liberadora, ha resuci-
to perecer antes que regresar ni estado de explotación y rniseria en que
vivin; adcn1ús, porque no se ha hallado solo, abandonado n su propia
suerte, en la valiente lucha que libra día a día contra el inrnenso poderío
reaccior1ario. En todo 1non1ento ha tenido ('( apoyo del inundo socialisrn
)' de los pueblo~ r1111antc~ del progreso. Y, por otra pnrle, se han reflejado
67
en su Í:\\'Or l:is grand('S c;ontracliccioncs existentes dentro <lcl propio sis1c-
1n a in1pcrialista 1nundial.
La confi nnación de que los i1npcrialistas r dem ~tS reac"ionarios sólo utili·
zan su h1eha an1il·o1nunis1a como pretexto, como cortina de hu1no para
ocultar sus verdaderos designios, c>stit presente en el caso de Santo Don1in-
go, clondc la luch a p<>r el retorno a In constitucionalidad clc1nocrfl tica es
to1al1nente distinta a la <¡ue libra el pueblo cubano en <lcJc:1sn d(: su régi-
men socialista.
En la Rc•púhli::a Do1n inicana el gobierno de Estados Unidos hn quedado
una vc7. niús al clcs1:ubicrto. l'vl ltchos gohicrnos t·uya actitud violatoria del
prinC'ipio d~ In libre ~uloclct cnninaciún de los pueblos podrú. explicarse
rc$:>ccto a \.uha, donde <·I l'otl~·r lo e;crcc el Par:iclo Coinunista, tuvieron
que asun1ir unn conducta diferente ante la burda inter\·<'nciún 1n ilitar
norteani<:ri1:ana en la otrn. Isla del Caribe. conducta que con tri huyó n robus-
tecer In finnc posk·iun dC'l p\1<'blo dnn1inica110 que. con l;'s armas en la
1nnno, in1pidiú el retorno al gorilis1no n1ilitar.
J~os inínntes ele 1narinn :1:>rte:11ncrica nos y los bnt;\llones aerotransportados
no íucron a Santo Do1ningo n salvar \·idas, coniv lo dijo rccicntc1nentc el
lid1:r c:onsti t u~ionali sta, coronel f-rnncisc-o (~nan1aiio D éiiú. Su objetivo era
r<•stiiuir en el ~obicrno a la can1nrilla militar ele \':'cssin y \.\ 7<'ssin, o en
úh inio caso. la de l 1nb ~rl Barrera; i1npC'clir la restauración const itucional
y el rC'grcso de J11;ln ílosch a la presidt:nt·ia de la Ilc-públk·a, cargo para el
cual había sido clcc!o cn conti<·ios de1110<:rúticos. N v se trataba de una
insur~cn t·ia rC\·olucionaria clc signo coi!lunista o siquier<t ele un finnc-
moviini<'nto de lihcracion ti:lt:Íonal. El objeti\'O inn1cdiato era el retorno
a la norrnalidad cons1i11.1cional. a la legalidad dC'rtlocr:í tica. in1errun1pida
en JUG3 por un ~olp c de! c:11 <1r l C'I n cu ya ca hc·za estuvieron l1nb<'rt Barrera
y \\!cssi11 \\7cssin .
Juan llosch es un polltico r('forn1is1a r no un r~\·o l n1:ionario . Su gobierno
se: c:1rat·l('!'izú por quer('r hacer realidad la dcn1oerncia representativa, rea-
liznr al¡;unas rcíonnas, n1uy tenues por cierto, en los csqucn1as clt•I desa-
rrollo 1•coni"in1ico }' socinl: y n1an1cner el inlptrio de ):,s libcrtadcs públic:is.
T.:1 (~011s1it\: 1:ión de 1962 an1p:lra <'I lihrc juego ele h?s id1:as polilicas dentro
ele[ :-i·giinen denloerú1ico y abre las pu('r1as a dc>1crn1¡nadas niodifiea1:iones
en el n"~i n1 <·11 de tenencia dt• la tierra y el desarrollo <'c:onon1ico del país.
J,n aplicación de dichas rcíonnas por p;irlC d<'l gobierno lcgiein10. b::isté> y
!iObró )>:\l'a que los goril:is n1ili1:1rcs. hn jo el pretexto de la anu.'1Hl7.R crunu·
68
11:sta f rl'nte a la debilidad del Presidente Constitucional, echaran a éste del
P(:.der y establecieran, una vez más, la dictadura. La más reaccionaria
c-:imnrilla militar dominicana, con el apoyo directo de la oligarquía y el
il~1pcrialismo, puso fin por la fuer¿a al primer ensayo democrático después
<le~ 30 aiios de Poder omnlmodo en manos de <ChapitaS> Truj¡llo. Las
fuerzas antipopularcs y colonialistas, cuyas maniobras en el proceso elec-
1ornl se quebraron contra !a voluntad mayoritaria del pueblo dominicano,
t.·:.:¡:rcs."ltl:t en los votos en favor de Juan BO$ch (como manifestación de Ja
S<•l>er:inía popular) no tardaron mucho en imponer por Ja violencia, con
~·! bcnepJllcito y solidaridad del gobierno de Estados Unidos, la opresión
<l{' su política rea~ionaria.
l.t.s fuerzas populares y democráticas no se cruuron de brazos frente a la
t•i:nrpnción. En abril de 1965 reaparecieron en escena, en alianza clvico-
tnilit;1r que depuso a la Junta cncabe7.ada por Donald Rey Cabral;
c·on\·ocó el Congreso disueJto en 1963, que de acuerdo con Ja Constitución
:iucvamente en vigencia, designó· al Presidente provisional de Ja República,
rn!r<!tanto se produjera el regreso del tituhtr: Juan Bosch. Los sectores
r('accionarios de lns Fuerzas Armadas bajo el 1nando del general Wessin
Wcs.sin sc pusieron de parte de la Junta derrocada y se hicieron fuertes
en la Base Aérea de San Isidro. Desde alll trataron de aplastar al movi-
1niento de1nocrático. El pueblo fue armado por el régimen constitucional.
EstC> conjuró cualquier posibilidad de victoria de las fuerzas reaccionarias.
Asegurado el trjunfo constitucionalista, con el apoyo popular masivo, el
gobien10 norteamericano invadió la isla; el subtc.fugio fue evacuar a los
~tadounidenses residenciados allí y proteger sus intereses. Tomadas posi-
<::oncs en territorio dominicano, las tropas de Estados Unidos entraron a
illgar s,; verdadero papel al lado de los militares reaccionarios. Primero
11punt:ilaron los rcduct~ de '\Vessin Wcssin y luego, habida cuenta de que
la :1ii:,nza cívico-militar constitucionalista no se atemorizó ni cedió un
palmo de terreno en su d<?cisión revolucionaria, jugaron la maniobra de
Lul cambio formal. Patrocinaron la integración de una nueva Junta de
(~l'lbicrno presidida por Imbcrt Barrera, sin la presencio. de Wcssin Wessin.
l .a resistencia popular persistió con mayor ardor y heroísmo, alentada en
;{r:in parte por el repudio mundial de que fue objeto Ja agresión militar
i:orlcamcric:lna.
1:¡ imperialismo, cuyas fuerzas hablan ocupado largo tiempo el territorio
<111isqueyano, irnpuesto y sostenido al tirano Rafael Leónidas Trujillo, tuvo
69
que retroceder y abocarse a la negociac!ón, sin lograr plenamente sus ob)e-
tivos. El poderlo militar norteamericano, desplegado con prontitud, no lue.
capaz de eVitar Ja derrota d.e la reacción dominicana que a la postre tuvo
que aceptar un gobierno de transición, con prescindencia de los gorilas
más connotados; la incorporación al ejército de los oficiales constituciona-
listas; la amnlstla general; el regreso de los ex.ilados durante el mandato
de Rey Cabra!, y la libre actividad de· todos los partidos·polfticos, incluso
de la extrema izquierda. ·
La crisis dominicana, q.ue aún no se ha resuelto· en su fondo, sirvió para
terminar de dC$eJU11ascarar al gobierno de Estados Unidos; para evidenciar,
wta vez més, que un pueblo decidido a luchar, con la razón polltica de su
parte, J;to puede ser derrotado. Si alguien quiere dar cariz de victoria a la
invasión militar norteamericana ·a Santo Domingo, no le q~edar.i más
remedio que conformarse con una victoria de carácter pirrico: aonde la.s
pérdidas fueron superiores a las ganancias. ·
Todos los pueblos latlnoamericanos, todas· las instituciones progresístas del
mundo, se movieron a la vez contra la politica intervenclonl$ta de Estados
Unidos y en apoyo .t pueblo ocupado por los infantes de marina. El gobier-
no de Johnson, incluso dentro de Norteamérica, sufrió una de las más
fuertu derrotas morales de los últimos tiempos. El pueblo dominicano, en
cambio, recibió vivas manilestaciones de solidaridad y respaldo que lo
hicieron més firme en su posición y. lo alientan hoy en el camino revoJu-
clonario contra la ocupación militar y por Ja independencia.
AUf también se verá; oomo ya ha comenzado a verse, que cante un ene·
migo poderoso y agresivo, la victoria sólo se asegura con la unión de toda
la nación en el seno de un sólido y amplio frente nacional unido basado
en Ja alianza de los obreros y los campesin0$ . .. >
En· Brasil, como en República Dominicana en 1963, las fuerzas reacciona-
rias se impusieron. Habla támbién un régimen de cierto signo progresista,
expresión del sufragio universal y enmarcado dentro de la constitucio-
nalidad democrática. Joao Goulart, que sustituyó en su carácter de vice-
presidente Ql presidente Jannio Quadros (a quien las fuerzas de la reacción
obligaron a renunciar) , [ue derrocado por los gorjlas militares, con el apoyo
de Estados Unidos. El pretexto para insurgir contra este otro gobierno cons-
titucional fue el mismo utilizado para derrocar a fuan Bosch: infiltración
comunistA. ·
Quadros y Goulart, al igual que Juan Bosch y otros políticos tradicionales
70
de nuestro continente (asimilabJes a algunos de la generación del 28 en
Venezuela romo J6vito Villalba) aferrados a su formación dentro de la
.cultura occidental>, militau en el campo.del relormismo; según sus tesis,
el progreso de los pueblos .podrá lograrse a través de la evolución del esta·
do actual y la transformación progresiva del régimen y las Instituciones
políticas, económicas ·y sociales>. . ,
El desarrollo de esta teoría en América Latina, consecuencia directa del
fatalismo geográfico, se ha visto constreñida ' en la práctica por sus mismos
creadores (los imperialistas) como ha sucedido en varios paises y recien-
temente en Brasil. Los peligros que se atribuyen a los cambios revoluciona-
rlos, frente ai cinmcnso poderlo de la reacción> no desaparecen ni ante la
timida y vacilante esencia de la reforma. Y ésta no logra nuclear las masas
populares y fuerzas progresistas para hacer frente, en 'el momento dado,
a las fuerzas reaccionarias· que, igual e indistintamente, se oponen a toda
manifestación de cambio o avance revolucionario o reformis.ta, · capaz de
poner en peligro sus intereses o vulnerar sus privilegios de clase.
La reacción militar brasileña, al servicio del imperialismo, los latifundistas
y la poder0sa burguesia intermediaria, no halló la menor resistencia frente
al zarpazo consumado. Tanto la polhica de Quadros. como la de · Goulart,
.si bien carecía de contenido .revolucionario, introdujo algunas reformas;
en Jo internacional, ntableció relaciones con los paises socialistas; y, en lo
interno, varias medidas de beneficio .para Ja .burguesSa Industrial y agra-
ria. La nacionalización de ciertas empresas norteamericanas de servicio,
y la promulgación, bajo el gobierno de Goulart, de disposiciones referentes
.al rógjmen agrario, fueron suficientes para que la alianza oligarqula-impe·
rialista consumara su acción· de fuerza.
En los gobiernos del tipo de los derrocados en Brasil o anteriormente en
Cuba (Carlos Prlo Socarrás), en Perú (Bustamante y Rivera y Manuel
Prado) , en Argentina (Juan Domingo Perón y Arturo .Frondmi), en Vene•
zuela (lsaias Medina Angarita y R6mulo Gallegos), en Chile (Carlos
lbáñez), e~ Ecuador (Velazco !barra y Carlos Arosemena), etc., la reac-
·Ción, que mantiene en sus manos los principales instrumentos de Poder,
entre ellos las Fuerzas Armadas, constituye la fuerza determinante. L0$
sectores populares y progresiStas, cuyo 'Único recurso, en este caso, son las
normas del formalismo deroocrál!co y la Ilusoria majestad de la C.Onslitu-
ción, giran a la uga y bajo la férula de aquélla, que no se detiene ante las
'formalidades legalistas si se presentan en su contra.
71
Las fuerzas reaccionarias, que saben claratnente para lo que el Poder sirve,
sólo permiten determinadas libertades cuando éstas no afectan sus int~
reses y privilegios. En Brasil y en otros paises de América Latina han sido
derrocados aquellos gobiernos que pretendieron transponer los limites de
su verdadera competencia; dar un paso más allá de lo permitido por la
reacción. Tales gobiernos, sin una politica popular definida para no chocar
con los intereses de las clases domínant~. no alcanzan a despertar la con-
ciencia del pueblo, ni a oolocor a su lado los soctores progresistas, para
apoyarse en ellos y derrotar el golpismo.
Los políticos no revolucionarios creen que todo radica en la 1uayoría de
votos acu1nulada para ganar el gobierno; considernn que si se perfila un
régimen democrático representativo y se le orienta hacia la vigencia abso·

Juta de la ley, nadie se atrevería a desafiar la ley. No acaban de compren·
der ~no se expresa a través de todas sus manifestaciones- que para
ejercer el Poder real se necesita una fuer-¿a capaz de enfrentarse con éxito
y derrotar a )as clases reaccionarias afe.ctadas por el cambio constitucional.
Esta es precisamente la di(erencia nalloda por el imperialismo y demás
fuerzas reaccionarias en los casos de Cubo, Santo Domingo y Brosil. En el
primero, el Poder real ha pasado a manos del pueblo; en el segundo, el pue·
blo ha decidido adquirirlo a cualquier precio y en Brasil, donde el gobierno
democrático sólo tenla carácter formal, el gorilismo militar encontró la
vía expedita para imponer fácilmente su voluntad.
En el país más grande de América Latin<l, que tiene el ejército de aire. mar
y tierra, más numeroso y 70 millones de habitantes, el imperíolismo no tuvo
necesidad de mover más de unos cuantos mariscales y generales para poner
término a los gobiernos de Quadros y Goulart. En Cuba, por el contrario,
el imperialismo ha puesto en práctica todos sus recursos, excepto la agre-
sión militar directa de sus trop&s (y esto porque el apoyo popular de la
Revolución y la correlación internacional de 1ucl'7.as se lo impide), sin·
poder introducir el más ligero cambio en el rumbo ascendente de la Revo-
lución. Y en Santo Domingo, d~ndc si apelaron al desembarco de los In-
fantes de marina, la heroica resistencia del pueblo les frustró sus plenos
objetivos.
Esto parece paradójico; pe.ro para quienes llegan a entender que la fuerza
de los pueblos no está en relación exclusiva a su número de habitantes, sino
en función de su moral; conciencia y mentalidad de Poder, Jo que ocurre
72
en Brasil, Cuba y Santo Domingo, es revclnción exacta de la necesidad del
Poder Político en manos del pueblo.

Clp. Jll del libro iní•rli:o ele Fabrido Ojcda .-Hada 111 C,onqu ista del Poder>.
Perú: Revolución,
.
insurrección,

guerrillas

AMERICO PUMARUNA

Mú do "" ~ro alC11nsa ro lo 111c1lo suerrilluo •n ...frMriCd Lo1ino. Tiempo nui•


4ue 11Afidcnze para permitir que se relllice uno &Mloración crúi«i a fondo de las
uperiencio• obttni401. Tonto de la$ buena• ezpui~uu como de los malns. Eda
rorea tieÓTico M •• 16lo ww po1ibilidacl, •ino m4.s bien una nocesidad imperio111
paro el duorrollo del moe1imientc> ree1olucionario. 1ob1e rodo ahora, cuando ali"""
lenl• puhlico, en rnisia de circ4'Llción intunocionol. ortú:ulo1 de un opoiente
rifor intel«tual, intentando elol>oror a&na intupretaci6n idcol61im intercxtlo u
~ cúmiJo ck experitncw de ln ludia re1H>luciOt1ori4 americana.
Al1uno• dt ~o.t 01ildodo1 eu:riloru, daie1tído1 •n teórico• polítiros, pretenden
opoyar1e •obre lo memoria de Camilo Tonn, Luu de la Pcun1e, Fobricio Oj~

r Twcio1 Lima, sobre el '4crjfú;io anónimo de milu de reciolucionorjqs latinc>-
a1Mric:aM1, a fin de demOAtrar qf'e eara.r muertu y esto• $0Cri/icio:s no repruenwn
más que UM looa otlC#Uuro romóntico carente de fundo~tación político seria•

Podemo• mtncionar·Jaoy nombre• y or1umM10.t. Son .1"' tontos como poro ·lefinir
r constituir un mot1lmimto te6rico que no ., ~to continuar subtatim4ndc>,
porque .son codo ~z llkis cimplioa lo$ uctoru "dora.de llegan en niu'''ª A rnérica,
y o t1eces con la orwcncia e.rc9mable de las oli10l'9l'ia• uplotadoroi.
Elt« corriente 1ICI lo1rado pf1'/crcio~r la tlcnlco que comi4te en unu a · frous
formcilmmte reoolucionorl4$, cancl"'ionu ab1olutomente derrorütos y por tanlo
an1irret1olucionario1. Es precilo denunciar ele filosofía del desaliente> q~ •• accm•
74
dcr dcrlrtÍs de una l•rminologío poli1icomtnle (lmbi6UO, o dt ofirmaciones df! doble
filo que no b~11 o/ro objeto q"41 tl d e sembrar k1 con/uaián y el pesimi1mo
entre lo:s &1erdaderu1 rt11olucionari01 o entre los que pot•nciolmente podrían ll•1ar
o serlo.
Vn ejemplo en nl11UU1 medido represtnloti&10 lo ttntmos en f!l articulo qué o
continuación o/rc"mos: Perú: Rf!i;oluci6n, ln1urt«ei6n, Cucrri~. Es cierto qut
no u tnn1poco lo e.t/>r~sión e.1:tren11r Je ftlto co"ienle y que aún podrÜI admitirse
que el 1nis1110 no /utro mtú que el rc/lejo Je una tragedia pn1onal de UR(I concien·
c;in con/11sa, arrepentida, pero laonesra. Sin embargo, el rrobojo de Pumoruna u un
trab11jo de tesis en ol cunl se realtz.on 1oclo1 101 es/uer::o1 por !rolar de demosrror ul10.
iVo ~ la intención de Cita nol4 (no uria $CTlo, ni pMiblcJ tratar de rebalir tn
t11n brei>f!S lin.fl"$ /ns d/irln4cione• que Pwrwruna JWtellta, ni MCf!T una valoración
exho11s1i-.~ de "" obra tn genual. S6lo pntendern<ts r.alimr 1111'1 serie de ob$crva-
clon~ '°bre altcun OJ a:spectcn del trabajo 411e sinian de odffl'tencia aJ l«tor, puo
que aguce su sentido crítie41 /rente o él.
En s11 introd111:ci6n et 11ñor Pumoruno illftnta ofrecernos . """ concepción
. del
•foq11isn10> (teori11 Jtl /oco 1uerriU..ro), Didio f!2Cpoaición simplifi«i en una medido
tal el asunto, q11t prcictico111ente se reduce ul J>Utllteom~lo t1QUem01ico ele uno
Je '4Js ftJÍS que t'Omponen 1'I nwncioMda tetaría: la po1ibiliáad de lo ~reación
ilt una parte Jo los conáicioMS por la ac1l11idod 1uerrillero. .
Euo reducción arbitraria demoturoli.:4 la teorío dd •/«o• e inclwit1e, w -W.~

elllre sus tes~ que e1 e.%puC$1a, ruulta COMroda ol no plante-irse ltU argumentoJ
que la $&Utmton y que por lo tanto la liac.n posible. Pumoruna reali:ra 11qui una
viejo artimaña : sólo prestnlor el aspecto donde se pienMZ atacar, haciindolo opa·
rt«r lo más débil posible. Así .s11 corui11it uno 11ictorio /ócil•• • '1 fa'14o.
l'oueriormente, al re/trir1e (1 las cacuo1 lei /rau'o tic Jau~ C!ll 1962, Pwnoruno
apunta en primer lérmina:
• •• • IUJ desconocimiento toial tld método· morJlista y de Z. teoría revc:>Weio1101io,
01i como de lo• procesa1 r.olu Je lal rf!llol11cionu social~•·· El plont.-miento,
de por sí, t6 con/auo. Sin cmbar,o, a •"°* olluro1 M resulua "" dtseiibrimicnto
rte0nocer que un conoc:imiento de lo teor'4 marJCi'" fuilúo tl inkio <k 11n proctto
arrnaclo y que <1 un cletermiruido nillf!l ele dtsorrollo, diclio conocimiellfa ' ' ha(e
indu~11soble. Pero plantear las r.aso1 como io hace Pwnoruno u pNXlicamentc
c•e•rionor a Ptt~ho Jfilla la pasibilidocl O• ar""1r la •Oi11isi6n dei · Norte• y a
Sondino la tle rt1-i$1ir durantcr años en IA$ Se1ovia1. ·
Vno lertcao Jel procuo de bz imtu7ección de Jauja. hoce ~ltor. o la Ddla di~nsos
rrrorr& concretos de orden militar y polático• . Df!stacar~ y OMlizarl0$ hubi.rn
scr11ido para alcrtor o otroa r•i:o~ionorios lotinoarrwriconos. ~fos Pamoruno na
611Ó inU1rc.rodo en e3o¡ él 6""'° /und4menior $U tesit 01uiquc solo ata c:on wsuc-
dades : Jauja /raco.só por de1Conocer el mo,,U,mo. E1 n~ria rmo, c:ondición aubje-
tiw, f!l conoc:imielllo dtl mGr.iismo. Pumaruna conli""'1 anotcinclo:se • .,~torios•.
Lo ·-ración del fracaso dt la suettilla halándose en "' rosón de que • •• •porqufl
úto no ho6io la,rodo pencrrar en lo conci«neia obrera y campuina•• • • demuuzro
75
q1~ Pumaruno prett1ule impurlir $US ltccionta acerca do lo1 e;¡c,per~nciaa guerr¡,.
llero1 (inde~ndienlemtnle del lu1or dondt dstos hayan ocurrido) tarJ 1ól.o me<li<mle
fra1e1.
la imunección que el owor 11os propone lle11or a cubo estú basado en la difwió11
idtol6glca, mcdlanlt la cwzl se prttondc que la población Je 'ta re1í6t1, con onltrio-
ridod ol inicio de la l11clla, tendrÍll )'O lo /irme:ll y COllllÍ(CÍÓll &u/icitnle paro
U.,or luula el fin dol procuo, odem4.s de conu.ir. con una cloriMd ideológica
e>elraordinorin; u10 es uno lúopw, •saurrilla de sabinal••·
Si no conociéramos a cuánl4$ delocion~ se 11c e.ipuesto un lfTUpo in&urreccionul
en los primeros 1iem¡1os, 111s in/illruciones constontas a que utá sometido, la
lnQvilidad quo se 11c obli~ado o tener pi1ra no chocar /iu1ten1enl• con el ejircito,
la.s dudlls r el temor (compr1TUible1) qua la población vecina mantiene en los
primeros rícmpos, lo follo de contactos con lo ciudad, repetimos. si no supiérn·
mot todo cato y conociérun1os ademú1 los mo11in1ientos reoolucionorio.s ~ue Aon
/roCIU4dO en '"' inicios por no ptrco"174e de '''º' •ituacionu, por str in1enu.os;
quLzá.s cnloncu pudiiramos r.reer ol.Sr. PumorUM SU$ uccíonu aobre ·lo penelra·
ción en la eonclencio obrera r campesina•.
Creemos que Pu moruno ,. quedo en 14, · in1enciont1• ¡ 11'ota do dt•truir una conu(>'
c:ión, la del foco y . lo 1uerro rti:olucionori4, si11 h4ber anlu e~nJido la •ipj/Í(;G·
cC.Sn de la múmo ¡ sin tmbu10, no diríamos que e3lo sti«de por dtsc<1nocimienlo
teórico ( •o det mitodo m(incista• como él pre/itre dttir) aino por / al1n de opeio
a lo reolidcd.
No eremos que frente a 011ículos con10 ~te <ltbu desarrollorse una labor que re
rtduica o los simplu críli«i& de errores. Lo ntct.ario es anali~ desde po.sicionu
revolucicnoria• 1 con intenciones rei:olucionoriot lai t1'pera.ncw de lo lucho anita•
do. ESlos onólisi& c:or~os el imi1Wrón las con/usionu 1 se opondnS.n 0· 10Jo iflUJlto
de ltr1ivtrsor lo realidad.
J, A REDACC10:'>

AJgunoa antecedentes
El signo del Fideli&mo preaidc los últim03 siete aiíos de ex¡leriencia
revolucionaria peruana. DificiJn1cntc podría haber sido de otra ma-
nera.
La c~deblez teórica y organizativa de Ju agrupacione. de i~quierda.
combinndas con Ja vebe1nencia y las ansias de Jtacer juaticia han hecho
eu experiencia. La herencia del Fidcliamo n1al entendido es el foquie·
mo guerrillero y loa ejemplos clúiooa peruanos eon también parte del
bagaje revolucionario latinoamericano.
Antes de caer CJl el riesgo de no ecr bien interpretados. expliquemoe
en doe pelabra& con qué concepto de foquismo vamoa a trabajar eata
76
cl:ilioración tcór icR. La idea pr incipal e;1 ton1ada equ ívocamente del
lihro de Ché G u c\'at·a: La s ucrr(l de ¡;ucrri{las, en ta nto J e allí 5C en·
tiende q ue no es 11c~ari o <JU C cgtÓn d adas toda$ las condicion es que se
re qu ¡e1·cn p a1·n cn1prcndcr la lu ch a, y11 que el foc.o guerrillero las
puede ir ca:e:uulo. ¿ ExactanH..•11tc ele q ué r.ond icion es se trata, y J e
1¡ué w aucr a .;e r c::iliza la proyección y :ul::iptaeión correcta cJc 1::stc c nnn·
e indo a cnda Jihre ~itu<tción concre ta ? es el aspecto antoj a dizo y de lae
i11 tcr pr ct:1cionCi!. Naturahucnlc hay a!guno3 e le1oentos nclieiou;1lci, ta111-
hié11 in1port<tntes para r edond ear l a noción . Entre éstos por ej cn1plo :
la n ecc:iJad d e cr<!er en la onn nnip otm1cia del foco, que, claro está,
- - con10 en la Revolución Cuhann, tiene c1ue tener como final lógico ln
h u ida clcl e11c 111igo y el tr iunfo en n1cJ io d el ulh o1·o?!O gener ali?!tHlo;
Ja necc,;iJad ele q ue e l v roct'so se dé en ausencia de \ 10 n1ovimic nto de
u1asas, porque éste - una d e las condiciones neee$ar ias - - no exi, t<:
ol p3rtir y se t iene la esp er anzn de crearlo sobre Ja 1narch a. Es decir,
to cJo lo cual dcl,c cxpJicarse 111 n ivel de una jntcrprcta ción incompleta
y d eícctuo~ a 1lcl p roce, o re\'olucio11:1rio cuh:u10. A nn1ch os conu1r:11l:1s
cuban os les cabe cul¡H1 en t anto olloR infor1nnh nentt', incon:;cicntc1n en te
y por fa ~ t a de u na cont p rc n~ió n caba l, d ifund ían consign as c11u ívocns
corno aquellas de Jos doce ho rubrcs d e la sierra, la.s condiciones de w ·
perhon1hrc d e Ficlcl y el par alcli 1no entre la Sierra ~[ae.i:¡tra y la Cor-
d!l:e r11 el e J o~ :\ndcs. Esto a i nn11n1crabl e~ r evolucionarios perua11os,
~ana d os por el ton isn10 del 1no1nen to y faltos J e capacidaJ d e unálisis
y forn1aeión tcóricn, les h acía pcnsnr que h astaba r eunirse doce y que
nu~:\ c¡uizá~ sobraron, que era &uíicienle sentirse predestinad~ y con
cond icio nes su pcrh uit1a11us o p or ú lt i1no si1nple1n entc instal arse en
cu alc1uie r con tra fuerte andino, p ara repet ir la h azaña d el puehlo de
Cu ba q ue d errocó a Batista y en u na sola operación ini11terrun1piJa
l>rodujo el pa rto socialista en la l il a Glo1·iosa.
Clor111ncntc se puede " e r ento nces cónio ec co1nplcn1cntao y se ent1·e lo·
zan los d ife rentes clc111cntos para dar los fund nrnentos teó r icos del
concepto de fo<¡u i:.1no r;ucr riJJcro. ,\ todo el lo elche :•f)regárscle una
noción que ta111hié11 h a ~i do difundida por un sector d e opinión cuba-
n o; la de h1 ""º cxccpeionnlitla cl de Ja coyuntu ra cuba !~ ª " · Así pues
los r evolu ciona rios pcr uaraos que llevaron a caho los p roceso.o in9urrCC·
c ionales 1¡uc c.'\'.an1inarc1110$ a con tin uación , se sentían si tua do~ tlf!ntro
77
de condiciones coruo las cubanas del 58 y ellos miembros de un movi·
miento como .el 26 de JuJio y su ubicaeión como 111 de un paraje de
la Sie1-ra ~faeatra en )3 próv~ncia de Oriente., y eus propias capacidades
como lae de Fidel, el Ché, Camilo y Raú1 y más no, porque más no
era sino el caJibre, la cántidad y tipo de loa armas y algunos aspectos
1ogíaticoa, a vccc11 ni e$to misn10.
Loa procesos que vamos a examinar a continuación, a manera de ante·
cedente, &<>n los siguiente: 1) Jauja, en Mayo de 1962; 2) Convcncion
y Lare3. entre 1962 y 1963; 3) Buacrachuco, a principios de 1963 y 4)
Puerto l\faldonado, en !\>layo de 1963. Examinaremos brevemente tres
de ellos y dejaremos sin tocar el de Buacrachuco, del cual se sabe
bien p0C0 1 }º go)O indicareDl08 que, a nues tro entender, el grupo de
aproximadftmcnte una docena de univereitarioa que realizó' la a«ión,
fue debc!ado en el curro de uoaa hÓraa y ain pérdid~ de vidaa por nin·
guno de los doa bandos. De los cuatro íue indiscutiblemente : e1 de
menor importancia y proyecciones, a h vez que también el más ele-
mental y f oquieta.
l) Jauja, Mayo de 1962. La experiencia de Jauja e& foquiamo pnro .
.
El d eaarr0l.Jo de los acontecimientos íue el eiguieote: lJ.n cuadro de
izquierda,, en eac entonces m.ilitante del POR, una de laa fracciones
trotskista' existentes en esa época, ae conectó primero a nivel amical
y luego a niv~l conspirativo con un oficial, coo grado de subteniente,
de la Guar<lia Republicana, que ltacia servicio en la cárcel de Jauja.•
El oficial, que tenía a su cargo Ja . cárcel y un dt'Btacamento de unos
quince hombree, fue quien propuso el leva.atamiento, y para ello queria
contar con el reapaldo de una organización política. El dirigente aindi·
cal efectuó dos o tres intentos de conseguir el compromiso de au orga·
nización, pero . ésta se resistió manteniendo &eriae reservas aobre todo
el proyecto. Aniboa tenían grao coraje y voluntad revolucionaria, muy
ei;casa formación teórica y nula capacitación guerrillera. En el cuno
de unos sei& meses, entr~ Jauja, rcaidencia del oficial revolucionario
y Litna, reaidencia del dirigente sindical, te realizaron tres o cuatro

l Jauja es Je capit.1 de la frovinc:i• del miamo nombre en el Departamento d.e


Jan ín, en la Sierra Centra del Perú, • un•• cinco horaa por ~rretera de Lim•
y • uno' treinta minutos de Raancayo, upital de ]11..Dln.

78
viajes, en ~da uno de los cualea converaaron 111gunll$ horas sobre
•todo•, animándoJ1e y conjar4ndose uno al otro. El plan era por lo
dmnáa elemento] y simple; coneietía en compron1ete.r el respaldo de
determinados dirigentes c11mpesinoa de la ~na, alzarse en Jauja y cons-
tituirse como foco gqerrillero en las inmediaciones de la Selva Alta.
El oficial J1abía tomado contacto con dos dirigC'Dtea campesinos y
había eun1plido con el mínimo de convereacionee. Todos asentíant todos

estaban de acuerdo en Ja necesidad de producir accione$ iusurreceioua-
Jee y constituir focos guerrilleros. Surgió entonces con10 muy decidido
un dirigente comunalª con cierta trayectoria de lucba, aunque igual-
mente de nula capacitación guerrillera y de aún más escar.a formación
teórica. Cumplidos t-atos compromisos se extendió )a participación ia
un grupo de estudiante. de secundal'ia de la ciudad d& Jauja que, aun·
que no se tenía intención de que participaran armados. SCI'\•irían de
aoompañanÍiento agitotivo en Ja prin1era f~e de J~ acciones. Este grupo
lo contituían unos doce muchachos llenos de coraje.
Un día antes de la fecha fijada p1tr3 comenzar )as acciones el dirigente
sindical ~·iajó de Lio1a a Jauja y esa nocl\e se reunió con el oficial
revolucionario y con el más combativo de .los dirigentes campesinos.
Se hizo conocer que dos n1ae1tro&, que dul'ante un tiempo habían vaci-
lado reepecto de participar o no, finalmente habían <tecidido echane
atrás aludiendo un.a serie de razon~s personalea. Se aregurú, sin embar-
go, la porticipación de otros dil'igentes campesinos y !C' acordó que todos
loa insurrectos se reunirían a las 5 a.m., en el ponto prefijado, para
comcnz3r las accione.a.
Las acciones planteadas eran elementalee: el oficial ton1aba la cárcel
y con ayada de loa conjurados deearmabii y encarcelaba a los soldados
y con eetas armas ee dotaba a loa combatientes revolucionarios. Se ton1a·
ban luego las otras dos conüaaríaa de policía, se expropiaban los dos
bancos y con arma& y din.ero se partía en retirada hacia las quebralltts
de las lnderas orientales de Joa Ande.a a instalar el foco . ·
El de-aenlace fue también elemental: a la mañana siguiente no se presen ·
taron sino dos de los dirigente.a caxnpe.inos, cuando, a través de éstos,
aproximadamente unos diez habían asegurado hasta el día anterior eu

2 Dirigente comW11l: dirigente de 1llUI comllllid•d de indígena$, forma de orga·


niiae.lón lrlldicional integrada por campeainoe p•upérrimoe.
79
participación. Unos adujeron que tcníon que ir a recoger au ganado
del n)onte. otros que habían tenido que viajar a un pueblo vecino por
razone.-; del trabajo y en fin otroa ni siquiera se molestaron en ofrecer
explicación olguna. Los maestros habían d e~crt a do uo día antes y
todo ello n1oti\'Ó que, en Ja m adrugada del dia que de bía comenzar
la insurrección, no hubieran sino loe cu atro actorC& principales. Se
e~p cró un t ien\po y mientras ee ,·aciloba ei proceder adelante con las
acc: ones o 110 , se h icieron presentes los cs tu <liante<i. Esto ~, llenos de
incon ~c ic ncia r d e coraje, d ecidieron en pocos minutos su p articipación
arou1da, alentaron al grupo y tern1inaron todos por decid ir seguir
adeloutc.
Las acciones come nzaron con tres horas de atraso p ero el grupo •gucrri·
llero• no tuvo mayor dificultad para asaltar l a cárcel, }a5 do!! comisa·
ríae y uno de los bancos.i Finahnente, ru1nbo al Este, el ¡;rupo se retiró
en un automúvil y una ca1nioncta cxpropi1ulos como punto final de lu
accione9 urbanas. El viaje n\otoruado duró tnúts o n1cnos unas eeie h ora.e
hastn u n pueblo en donde el eao1ino rercuinabn. E n este lapw ,
de J auja lat1 autoridades avif11ron a Hunncoyo y desde all í salió un de$la·
camcnro do cien Guar dias de Asalto en • jeep s• y c:un1ones militarce.
Este rlcstacamcnto represivo llegó a l an i ~ mo p ueblo a l fin al <lel cou1in o
sólo dos h or as más tarde que los in ~u rrecl c;>s. Desde a Jlj co1nenzó la
. . .
p ersccuc1vn a pie.
El grup<> insurrecto se había di\·idido en d os. uno conformado m ayor-
mente por los estudiantes ilia delante. el · ~cgundo conformado por loa
dirigentes iba atrás, arreando doa burros que cot:gnban las armas sobran·
tes, el dinero y algunos pe trechoe. E l contacto con las •fuerza& del
orden" 11r. produjo ol final del dio y con h111 últimos.luces, en momentoa
en que 11c coronoba una cumbre desde donde se joicin el descenso h acia
la zona inás protegida Je la Selva Ahn, comenzó una tnuy deaigual
b atallo.

~ jJ::n el ruuo de Ja~ ardon e1 q11e u mcncio~ n hoho n o pocos inc.idcnlu


Je tipo incrcible. que no >e reprod uce n porque no :i fe~ ran el tontenido dctc rip-
tivo ni el anal isis y mis bieo ola rgs rí:in mucho el dc$arrollo, y aunq ue lcrv iriati
pJru dJr uno ide:\ m~ • cabal de Ja nstur~lcltb J e los hecho, , q11iui ~ te rmioa rio o
1•or huce r pen$3r a mi s de un lec tor que ~ 1rata de uo relato novelado que
nunca pudo ocu rrir i:n 111 re3li ded !
80
El combate duró· unos horas. Le costó )a vida al oficiaal Vallejo.a cab~a
del grupo rcvolucionari<? y al dirigente campesino ~1ayta, que, habien·
do caído herido, fue tratado brutalmente hasta que mutió en el camino
de regreso. Los cstucliontes se dispersaron, algunos cayeron prcaoa horae
nHís tarJc C'n los alrededores, y el resto se fue entregando en Jauja
mismo durante los días !Ubsiguientes. El dirigente sindical·polítioo
trotdcista Rentería cayó tan1biéll preso a) final clel tiroteo junto con
el otro dirigente c11mpe'Sino y algunos de los estudiantes. Todo.a fueron
encarcelados y mantenidos pre;os $ÍD juicio alguno.
Estos homh~s llenos de coraje, de valor y de •voluntarismo revolocio-
nario•, 'e alzaron por Ja revo:ución socialista y asi Jo expresaron púhli·
e:. y peraonnlmeote a los cientos de jaujinos que presenciaron las
ac~iones en la cárcel, en las comisarías y en el banco. ¿Qué tipo de .razo·
nam;cuto empírico los condujo a una acción tan báibaramCJlte equí·
voca? Es algo que encontramos sin duda en los elementos que hemO&
ei\uuci:ulo al comienzo del trabajo: un desconocimiento casi total del
método 1unrxista y do la teoría revolucionaria, así como de 101 pr0cesos
reales de los revoluciones aocialistoa; t10a deformación a partir de una
iuterp.retaci6n cquicova del proceso cubano en particular y un aiala-
1nicnto caei total de las masas.
.
2) Puerto ilfaldonado, mayo de 1963.
La experiencia

revolucionaria de Puerto M~ldonado, caei exactamente
un año después, es también un caso fo<{Uiswo, aunque loa plane9 tác·
ticos tuvieran relación -unilateral y equi...•oca- con las acci.onee de
masas que realizaban los ca1npcsino& del Valle de la Convención y Lare.
en el Departamento del Cuzco.
Lila accione& de Puerto l\laldonado• se refieren al enfrentamiento entre
la van3uardia táctica (unos seis conibatieñtes), de un grupo expedí·
ciooario·revolucionario y las faenas armadas deJ Estado que e.aperaban
~u ll~g~da.

• Puerio ftS•ldonodo es Ja capital del Departamento de Madre de Diot, eD Ja


re~ión audoriental del p:1is; limítrofe con Bolivill y colindante con la provincia
de la <:onvcnci6n del Departamento del <:uieo. Se entueotr• • orlUo• de) rio
Madre efe Dlo1, ya en pleno llano amaióuico.
81
El grupo revolucionario se encontraba conetitúido por aproxi1nadamen-
te treinúcinoo cuadros n1i)itares formados para Ja lucha gua·rillera y
que haLia.n tenido, en general, una cierta capacitación poütica nlt.u·x.ista,
aparte de que, en algunos casos ae trataba de camarada' con trayectoria
de militantes en algunos de Joe partidos de lo.. izquierda peruana, de
donde se habían eacindido por discrepancia& que muy irecucntc1nente
tenían relación con •la ne-cesido.d de producir acciones· armadai•.
El grupo ~nfrentado a una disyunti..·a-habia optado por Ja no incor-
poración al ?tflR$ que por aquella época hacia la preparación de eua
cuadros; y había logrado un cierto respaldo que le babia permitido
atravesar clandcatinamcnte el Brasil, armarse en Bolivia y )legar a la
frontera selvática P erú-Bolivia"ª'
El plan estratégico-táctico comatía en entrar aru1adot al Per-ú, atrave-
sar los 300 Km d e gelva que acparan la frontera de los ,-allt$ donde
actuaba.o los campesinos dirigidos j>or Hugo Blanco y prestarle a este
grupo el apoyo militar que•. ae lea Ju1cía evidente. necesitaba. El grupo
se con!tituiría en íoco y a partir del foco )' en combinación con )as
acciones de maea& campesinas de la zona mencionada se iría d C!arro·
llu¡do el prooe'to por Ja toma del poder. Los integrantea, todos hombres
de gran valor y coraje, eran mayormente d e e.xtracclóo pequeñobur-
guesa y de laa capas medias; una minoría ero producto de !amilia.s
proletarias y aun campt$lnae. Casi en su totalidad eran estudiantes
onivcnitarios.
La ª"'aoz.ada de &eis combatientes que entró en la ciudad de Puerto
?tfaldonado tt'oía el objetivo de toda avanzada: aqscultar la situ(lción
e inlonnar, salvando de rieego al grueso de lat fuenas. Parecía hacen e
nece.11rio tomar contacto con la ciudad en ra1ón de que se esperaba
poder introducir a algunos de loa combatientes dentro de la circulación
normal y rit.nlo d~ vida de la zona con el fin de que hiciera los contactos
eon otras organizacionee y en eapecial con los grupoa del FIR,0 ligado
a loa cuales actuaba Bogo Blanco; y también en razón de que muchos

5 MIR: Movimlen10 de Iaquierda Revol ucionario, •e a11ali1a en detalle rús


adelante.
• FIR: Freoto de izquierda Revolucio11ari11, or1aniuci6n trot.lcitce produe10 de
la fuaión. de vario• grupoa moy peqoeñoa y li1ada al movimienlo ioteroae.lonal
trowata. S. examina con ma)'or dei.lle mi• adebnte. eJ tret•r dtl proc-
en loa Vallea

de Ja ConYtoc16n y Latts•
82
camaradas se encontraban enfermos, 1ttacados de pariieitos inte8tinalea
y eape<:ialinente por infecciones de uta.~
El desen1ace debe ser examinodo en (>Cl"tpC'ctiva. Los acontecimientos
del IS de mayo fueron los siguientes: en Ju ca1lee de Puerto ltlaldonado
!e pradojo una escaran1uza armada entre la avanzada y Ja policía local
que 8& hizo preaente para interceptarla. El desarrollo ulterior fue la
penecuci6n de los combatientes revolucionarios por la' Fuerzas Arma·
dae y por los haccudadoe de Ja. localidad proyiatoe de arma&· de caza.
Estos grupos i1e encontraban adverti<loa d~de dí~ s antee, pues la preeen·
cia de loa guel·rilleros en una zona 1clvática próxima a Puerto Maldo·
nado y conectada con éetc. los había denunciado. La cacería humana
duró unos días, le costó la vida al joven poeta laureado y mílitante
revolucionario Javier Hcraud, integrante de la avanzada. Cayó herido
Alain Elíae. otro de los combatiente~, quien íae incarcelado junto con
el reato. El grueeo de la1 fuena1 pudo captar conv~acione8 radiale3
en onda corta entre loa oficielee de Ju .fnera:aa repreeivae en Paert.o
J.faldonado y la Jefatura zonal eP el Cuzco; comprendió Glaramente lo
eucedido y optó por retirar•e a ·Bó.livia por una ruta máe inhó1pita que
la recorrida meses ante.. El plan qued6 frustrado.
En Bolivia el grupo ae d u penó y vivió un tiempo temiclandestinamen-
te. Recibió cierta ayuda de algunas organizacion~ de izquierda boli·
viana& y luego fue infiltrin~oee paulatinamente al Perú. Posteriormente
tomaron el nombre de ?.fovimieoto lS de )fa70 y se cone~tnyeron en
el ELN (Ejército de Liberación Nac.)onal). En este reagrupamiento lu
fuerzas habían quedado reducidas a aproximadamente la mitad; pese
a que alguno! de lo& contbatientt$ apreudos en Ju accionea de Puerto
Maldonado ya se encontraban en libertad y te habían tumado también
otro~ una parte de los q\Je no llegazon a combatir ge había replegad~
y pasó a uoa actividad no militante. A ~te grupo del ELN lo volve·
remoR a encontrar má1 adelante. cuon"do nuevamente comienza a pro·
ducir acciouea armad••·
Pese a que la concepción eatratégico·táctica era evidentemente toquista
y pese a que posiblemente lo• miamos elementos de critica enumerados

~ Uta: microbio cuyo •ector •• un ln1ec10 l)erecido •l trauam.iaor del p11ludiau.o;


produce una enfermedad de l• í11mW• de le lepra, con lltJ•• abiert.a qu.e se
uptoden y eon muy dificil•• de clca&ri11r. Paedtn producir b moene o l•
~rdicb de la piel y el nui•culo 1élyactnte, dejando el hueao 11 de&cllbierto.

63
en el cal5o Je J auj a, u n aiío antes, puc<.lcn ser re petido~ par11 este
segun1lo p ro rc,;o cx;1111inado, p a rece i 11t c1·c~ante ~eiíaln r nlg1111u11 J ife.
re ncia::i c1t1c ~crían (') fruto ,Je u11 11 cierta 111a c1ul':.cióu p o r \' Ía d e l as
a p1·oxi1n acion cl'. Así por cj c1n plo, e l grup o de l'ucl'to i\laldonado con·
cchía ~u desarro llo a; ini ilado (o n1ás hi<.,1 poc11·ia dccir:\lc inctu:;t:tdOJ,
d entr o tic u n n1ovin1icu to de 111 :t i'a~ que el l o~ con:>:dcr alian c:11 con<li-
ciones de ~er suple111enta<lo por :1ceion c~ d e tipo 111ili1ar re\'oluciouario.
}>ero, c il'rt:i111cn te no ~e
ha h í:an d1' tc11i<lo a cx:u ninar la rclneióu entre
la situación y• c i l'cun~ tan cia~ (le In zona C:ouvcnció11-Larc;. "• e l rc::.to
d el pn í~, n i t;u11 pol'-O la,. contlieio1H'.:\ ¡i ar ti r11la1·e~ y lle d í'tnllo t¡uc s<.'
duha11 en la propia zona. J•:I ~rup o h ah ía incorporadl"I :1 Slt l.,a~ajc
re,·olucionario in1 port a11tcs conoci1u ic11tos en el aspecto tic la t:ícric.a
guel'rillcr;e. pl'ro (·ier tiln1rnlc 110 h:1J, í;i t!:111:11lo en ¡H·ri: p <"<: li v a i 1•n co 11·
c('p ción 1111cio11:tl, <.' n atu p !itud 1lc 1n ir:is y en la in r orpo r:\civ11 <le: una
p roh lc1nát ic:i que e:< propia y oh l i ~;1t ori a a todo grupo r1r~·uh1c: io11a ­
r io. Gn procc~o rt'\·uluciouario 11uc ~e fru ~t ra porque a lguien olvi1.lv la
));i, ·c par:i .ih1·ir la puer ta <1ue le pcr111it ir;i a la r cvo!ución pa:tar n !lt1
e ta pa ~ i¡;u icnte, e:>. rier t;uucnte un p rocc::<o que se t.-ncucntrn e nc:tt•~nrlo
1n u y J cjo~ to (la\'Ía <le la con cepción 111a 1·xi~ 1 a y J e ) desarrollo J e Ja3 rcyo-
luciones soc ia l i st a ~. 'l'o tlo p1·of-C u tlehc 1cnc1· u n 1n íni1110 (le h n pulso
vital que no ¡>u edc ser proporcionado por las accione~ táctico·111i lit ar es
(gi1erriller a:: o no), y q ue clc\·icn o <le las conJicion cs obj et iva~ y i1u1Jj ~ ·
ti\'as <lel paí11.
:'\o :>.<: t ie11c co11oci111ir11to ele n Í11lttÍn \lecu1ncto rrítico protluc:id o por
e l gru po de Puerto :.\la hlo11ado u i p or s u herede ro politioo, el ~ [ov i­
ln iento }5 de: .\layo )" e l F.J.:\, )" ~(; \'c r;Í tn:Ís ;u)clantc có1110 e te h echo
cicr t:intcntc Jchc J e haber contr ihuido ;1 l a reproJucción <lr J etc1·n1i ·
ua dos n:'p Cctos tic una línea t:\ cticn e quÍYoca .

3) (~rnu;cn ciún y Lurc:;, 1962- 1963


La cxpo1·icnci:1 tic los v;1llcs de la Convención y La rc~;~ d ifíci l d •~ cx.an~ i·
n ar p o r su n.atur alcza uuís rica y co1npleja. Se le h :t fijado en e l t icn1 po

" Lo~ \":l ile~ de la Cu1h·.:11ciú11 y l .:ir·~~ t¡u cd~ 11 cf\ la 11ro\'inl'ia d.: !;, C<111\·1·nción.
del U.:11:1rlr11nc-nto de Cu ~ro. La p ru \ ind a clP. l:i <.:on\•cu dún. C'll)"a l'J VÍla l \.",
Q11illah;11uha. ~e: cxli.:ndc o ¡i;.o r lir 11« I" S.:h·:a .-\ h;: (t lli: >e p rc.c111:1 1lc la .-iu 1la d
clc l Cui:1·0. lta<'i:l el n orh· l :'1!:1r.-ltu l ' i ct'lt u ¡ e• 11 n i1 :r.un :i :igr.:.ic. 111).." 11<>hla da.
11 c)(l'C'll l'ÍÚn de Jo5 \'allcs 111io1110•.
84
de 1962, fecha ea que ee comienzan a detarroÜar deterwinadaa accionea
conexas en Lin1a, a abril-mayo de 1963, fecha en que •on apresados
109 dirigentes cawpetinos má• importaates iacluyendo el Jider indis-
cutible: Hu;;o Blaoeo.
Para entender bien el proceso es necesario tener presento diferentes
eJe1ncntos. Por un lado, el 11parato político del FIR que funcionaba
en Lima y que, como hemos dicho, tenía ramificaciones internaciopa-
les de importanci3. Por otro lado, }as condicions especiales que ae
p~scntaban eu IGS relaciones entre clases en Ja zon3 de Convención
y por últiruo la ligazóa que se p r~entaba entre las masas campe!inas
de Ja zona y el apar ato político, a tra..,·és de la persona de Hu¡¡o Dlanco,
cuadro revolucionario firista.
En Lima, el FIR había juntado un equipo teórico de regular calidad
y había montado una organitac:ión miUtar, aún de carácter solamente
urbano, que llegaba, aproximadamente a unos fesento cuadroe. Con
una concepción internacionalieta, un tanto exageradamente ortodoxa,
la organización internacional trotskista había desplazado -por acuer-
do- su s mejores cuadros al Perú. Se habían hecho presentea en Lin1a
y niiJitaban acti vamente cuadros trot11úetas de origen foráneo que
cumplían celosamente los consignas de au organización. Periódicamente
ac h acían presentes loa dirigentes máximoa del aparato internacion:i~
que normalmente tenían residencio en e} extrao.jero. Todo eato era abso·
lutamente nuevo en el p aís y estaba rebasando rápidamente lae condi-
ciones políticomente suhduarrolladaa a laa cuales se encuentran acos-
tumbradas las organizaciones peruanas de izquierda. Todo el aparato
político se encontraba extraña y equívocamente iutermezclado con el
com11ar11tivamente poderoso aparato militar y el conjunto tuuy débil·
me~te conectado oon el otro extremo de eete eje revolucionario, el extre·
mo campesino: los dirigente. cuzqueños y las tnasas de la provincia de.
l:a Convención.
En los valles de la Convención y Larea la cetructura agraria determi-
naba una suerte J e relación de producx:i6u suniomcnte interesante. Por
un lado, los hacendados propietarios de extensos latifundios, mayor·
mente incultivados (un total de 136 propiedades Jatif11odiarias cuya
extcu~ión varia entre las 2,000 ho. y laa 152,000 ha. y en )aa cuale.. sólo

85
un 8 a 10% de ·l a exteJ1sión se encuentra cultivada), y p or el otro lado
los •a.rrendires, los allega<los y los habilitados•,' el r.ampetinado pobre
de la 7.ona que sufre increíbles condiciones de expl.otación cconó111Íc¡1,
de injuria, ~1netimiento y miseria. Allí se- pregcnto muy hicn a~i1ni·
lado y encubierto el aparato re\·olucionario del Fllt y co1nicnza el
trabajo de organización sindical. En 1962, en inornc ntos en que en
Lima el aparato militar y político 11e encontraba e n condicione!. de
p asar a l a acción co l os \'alles de 111 Convención y La1·c$., ca~i todas
las haciendas contabaD con una organitación campesina en estado de
ebullición. Los dirigent ea d el FIR en e l campo, iniciaron la agitación
por mejore.e condiciones, difundieron la consigna •Ticrrn o !\fuerte•,
decretaron las huelgas, conm~viCl'Qn toda In región y condujeron el
¡¡roceso h11st n e l borde. n1isnlo de la insurrección can1pc~ina. LA3 masas
descontentas de orrendires, allegados y habilitados, 10:1 11ignieron, re!I·
paldándolos absolutan1cntc, y por la naturaleza de las condiciones y
de la lucha obtuvieron una })rimcra serie de resonado!' éxitos. Es fácil
explicarse qué· es lo que ocurre cuando m111iv111ne11te ea111pe8inos, au_je·
tos a una estructura como la dc&erita, entran en •huclg110. Esto sigoific11
no dar más trabajo gratuito al propietai:io, pero ocuparse en sus propias
p aicelas y para eu propio beneficio, signifi<'a no pagar nuis a rriendo,
no entregar >nás producto& al dueño. pero utilizar ese dinero para
,·ivir n1ejor y esos productos para incrementar sus ingresos. No era lo
n1ismo para loa habilitados, 11cro éstos se J>liegan sobre todo en 111
e!>peranz• de qne el proceso terminaría por dotarlos d e t ierra a e:los
tamb!én. Los hacendados huyen y a las fuer.ta~ rcpre~h· us i.e les hace
difícil controlar un movimiento de esta envergadur.A, y e n 1londe los
infractorc&de la Constitución y el orden burgués eran, en pri1ner lugar,
vi~ihlementc, Jos propios latifundistas que estaban pcrpctrilndo una

exp lotación 110 sftocion11da por las leyes capitalistas de la rcpúhHca.

~ Et arrendire ea el equivalente d o J. Selva Ah.a 61tdorient•I prru•na, r,n n1edio


de bs condiciones d e paia c•pir•lista aobdetarrollado, •I 6iervo d e 11 glrha del
feudaliemo europeo. flec.ibc on• pcqucñ1 parcela de •elv1 virgen por la euol
so obli~a a una serie de •tondicíonet•. El i llegado e1 un arrcnd•tario, a
él la tierra le es ccdíd1 por el •rrendire • cambio de: que ~e• quien cumpl•
con 1oda1 o dctermioades parlt• de 1, condiciones. El }1obilit1clo es un traba·
j~dor rural a jornal •cngancb3clo• en 13 aierr:i y 1r1ido para 1uplir la falta ele
faerza de trabajo. El jornal e. mínimo. ~u• rondicione1 de vida, mi ser.;ibles,
ftla po1ibilid1dca ele •urgimlcnto, nulos.
86
En Liiua, Ja orgaoización cowieriza a actuar. Se expropian dos bancos
en operaciones «co1no1ulos», perfectamente exitosa!, y que estaban des-
tinado& a l)rovcer Je foudo.s para Ja lucha revolucionario. Luego de
estas operaciones, la ntayor parte de los cuadros debía trasladarse al
Cuzco para entrar en co11tacto oon la organización que trabaja en el
campo y seguir . desarrollando una táctica que combinaba: las mo,·Hi-
zacionca ca1npcsinas por la tiena, el tipo de organización eindical
precaria y en1¡Jírie~ <1uc agrupaba a los campesino& alrededor de un
líder y unas con:iignas rnuy elementales y el aparato n1ilitar guerri·
Uero que est:iha por constituirse.
El desenlace se Yio l igado a las condiciones particulares de la estruc-
tura revolucionaria que se examina. En Li1na surgieron s~rias discre-
pancias c:ntre los n1ielnhros de la dirección política y aún más serias
discrepancias entre éstos y el apar:ato milit:ir, e incliuive, por últio10,
condiciones de ro1npitoicnto entre este c0njunto y Ja dirección inter-
nacional. Dos fa1:tores tu\•ieron marCAdísio1a imp~rtancia en estos acon·
tecimiento!. Uno de elios, la cuestión J el destino de los fondoa expro-
piados, su aprovechamiento, distrH>ución, contabilidad y custodia¡ fue
el punto principal que 1notivó el distanciamiento cou Ja dirección
internacion~1 1. El otro, la cuestión de la jerarquización y Ja con111reu-
sión cabl>ll y 11rofu11da Je la linea táctica a desarroll:ar, fue lo que mot~vó
las diacrepancia:i entre el huró político y Ja organiz:ición militar. En
los momento~ inin;nentcs se pl~ntcó Jo cuestión de si era de veras
necesaria uua dirección política y si en todo caso, de existir, dcl1áa
estar ésta JlOr encinta de la direcci6n n1ilitar. Er1 estas circlu1stancias,
un ~ector Jel 11parato milit:ar realiza una tercera expropiación han·
uria actuando unilutcral e inconaultamente. Una· parte de Ja dirección
política tonia la decisión de ajusticiar con la pena de n1uerte a uno
de los Jirigenes J e prhnera plana y procecle a ello con éxito, aunque
en medio del desconcierto y la desorgani!llación general. Producidot1
estos acontecimientos (parte integral e importante del deseulace), el
final no podía estar lejo!. Un sector <le Jos cuadro& militare& ya en el
Cuzco, motiv11dos por el nervosismo, delatan su presencia ante un:1
patrulla policial totalmente inad\•ertida y de ceta manera pro\·oca €U
captura. En Litua mientras tanto, al prodncirse loe hechos descritos, la
87
organización ee ~dejaba V«• de manera extremadamente aparatoaa y
mi unaa teman.as más el apar•to repreeivo de la policía termino por
apre.ac a la mayor parte. Apenas nnoa pocoa ·lograron aalir al extraD·
jU<>. La mayor parte de los dirigentes eatá todavía en la cárca) sin haber
.sido sometidos a juicio. ·
Eu el campo · ee d~ató uua repre&ión feroz contra un campeehiado
ÍDf>r'.me y a la e.apera de que llegaran lo. int1rocturÓa, laa armas y loe
demás pertrechos para comenzar !Al preparación guerrillera, Se pro·
duj~oa masacres en las cuales · murieron decenl\e de campeainoe que
no alcall:%aban a comprender la proyección de l~ acontecimiento•
de los cualéa habían sido autores. Eu Chaullay, en pleno valle de la
Convención por ejemplo, murieron en uua ~Ja oportuuidad cuat"en·
taiséis campeemos uuinadoe por la policía que ya en es'te tiempo
(dicieml¡re de 1962) • actuaba bru~almente frente a cualquier concen·
tración de pobladoree que se reunía para ver ai, de entre el conjunto,
se planteaba un eamioo de salida para su eatado de deaorientaeióo.
Naturalmente, Hugo Blanco y 108 principalee dit"jgentee &e encontl'aban
peneguid08 y e~ duplazaban eaoondidoa evitando el cerco policial.
Eu cirecunstanciae de deeeaperación, Blanco produce e1 asalto a un
pueeto policial en Pujyura y. al tomarlo' cae, en combate. uno de loa
guardias civilea. Este"'hecbo, en vez de orientar, eodUttcer y entonar la
)as maaae ca.mpeeiaaa que lo habían seguido a través de todo el procuo
• •
de ·agitación. huelga y movilización reivindicativa, lea hace replegarse
aún máa de }o que era, motivado por efecto de Ja represión policial, y
en eeaa circUJ1atauc1a.s Blanco ee ve abandonado, ya no &6lo de .su or-
ganización, el FIR, que ba si~ deatrcnada por la policia en Lima y
laego en el Cuzco, sino ahora también del campesinado que ein fo~a­
ción política, tsm capacitación teóriea, ain eXperiencia concreta de lucha
ineurreceional. se repliega no alc80%ando a comprender la naturaleza de
loe aeont~jmientoe
. .
.
Loa dirigentee más calificados de la organización en la zona misma
de Convención y Larca \ ' &n cayendo tino uaa ot;o. Fina1mente Bngo
Blanco miamo ea tomado priaion~ro esuudo enfermo. eolo, deecalzo y
con una piato1a ein balas como toda arma. Desde entoncea se encuentra
pr~ bajo condicione& eapeciale. de incomunicación y ain haber 1iido
110metido a juicio.
88
Loa artículos de anáJirie del proceao. que Ja organización internacional
hi, dado a pübJicidad en la Argentin~ c.on la firma de Hugo Blanco,
dando a entender que habían eido eeeritoa por él miemo e indicando
que eran de carácter aoto~tico. en ~alidad se nlaotean a lJn olano
teórico muy iteneral,' no hacen Je crit'ca' ni te refieren a lo. acon*i-
mientoa realmente producidoe y m6a bien terminan ratificándose eobN
la línea ei~iente: deaarrollo de las .'organizaciones campeainaa de
Upo eindiea], ágitac;Ón y movilización de maaaa, nacimiento y robUB•
tecimiento del •poder dualié, ocupación de 1118· haciendas y culmina-
ción con la autodefenta cam~eioa en )as tierras oc~padaa. Eo Ja prác-
tica el Fm. como or~aniamo de izquierda peruano, oon aue dirigentes
encarcelados (y div;didos en fracciones aun dentro de la ciircel y
en r.uón de loa eeoatecimientoa previoe a la captura), con Ja• defol'-
mac;oDee que lea eon propiaa al m,ovimiento trotakiata inlemacional:
líDeaa tácticae apriori'eti'car\ ortodoxia boleMvique. eaQUematización
eimpliate, dogmatiemo, tendencia a Jaa divieion~ y mhdivieionee. no
ha .sido capaz de volver a levantarse. Por otro lado., si bjen no tería co·
r:recto sindicar el proceao de la Convención y Laree como simplemente
foqu;et• 1.eatá claro qae ~a organización que lo' bizo avanzar no contaba
con rttpaldo entre el proletariado urbano ni tenía mayor ligazón con
ot.roa. eector~ del campesinado. La 'ºªª.
misma escogida re~ultaba
uaa unidad aislada, del reeto del paíe.10 •

Y se daba por último una línea esclu.eivamente •111raliata• lo cual


parece' haber sido el signo común a loe cuatro procetoa exam.iaadoe
como antecedeñt~.

El proceso imwreocion«l de 1965


Se hace uecesario, antes de pasar a examinar el d&!nrrollo de los acon·
tecimieat<>9t detenernos unulíneas deecrjbiendo las condiciones que
ee daban en el país y la géneai.e y las característica.a que le son prop~as
a la or¡;aoizacióo.
. qU& desencadena la lucha revolucionaria: el MIR.

to . Lo• volle. de la CoD?end6n 1 Laree, conectadoa entre ei por cartettra, •• en..


c'llentrau 1.ialado1 del reato ele) Dep1neme1110, aJ cual t6 uen por 11.oa linea
foirea de trocha an1011a y de uu 1011 Tia.
89
En enero de 1959, triunfa ]a revolución cubnna y dur:inte los primeros
n1cscs cuenta con la aimpatía no aólo de la izquierda latinoamericana
i<ino aun tambien de )09 grupos reformista& radical-burgueses como el
aprismo en el Perú. Frustrado el gabinete de Urrutia, d ada la ley de
Reforma Agraria y producidas las pl'imeras escaran1uzas en el enfren-
tamiento con los E stados Unidos. el Apra, entre otros grupos, la de·
nuncia y la al,andona. El Apra en ese entonces m antenía una alian1r.a
p olítica infor1nal con el gobicr110 de ?l:lan1iel Prado y le brindaba su
apoyo parlon1entario y scneral bajo el título de "Convivencia». El 12
de octubre 1le 1959, un grupo de dirigcutes medios y de n1iJitantes apris·
t ns fue expu l ~ado de ese partido por su IV Convención. Este núcleo
oobesionado alrededor de Luis de Ja Puente, se constituyó primero
en Comité Aprista de Defensa de Jos Principios Doctrin11rios y de la
Democracia Interna, luego en ·Apra Rebelde, levantt:u1do las banderas
11Hn·xistas y Fidelist11& arriadas por el Apra tradicionnl, y más ade·
!tinte, en su Convención Nacional de Dirigente-s de mayo (le 1962, se
convirtió en 1\IIR. A través del proce$O avanzó desarrollándoRe en cierto
1nodo paralelo a las evoluciones ideológicas de la revolución cobana.
En julio de 1962, se llevaron a cabo en el Perú elecciones para preai-
dcntc de Ja Repúl.Jlica y para la renovación total del parlamento. Hubo
6iete candidatos para presidente : Víctor Haya por el Apra, Fernando
Belaúude por Acción Popular, Manuel Odria por la Unión N:icional
Odriíata, Héctor Cornejo p cr la Democracia Cristiana, César Pando por
ci Frente de Liberación Nacional, Alberto Ruiz por el Social Progre~is·
>no y Luciano Castillo por el Partido Socialista; en orden decreciente
n
de votación alcanzada, lo& últimos tree repre-stntaban la izquierda y
en conjunto no alcanzaron ni el lO?'o de la votación. En julio. las fucrsaa
armada& dieron un golpe niilitar, depusieron al presidente- Prado, anu·
!aron las e)eccionee que hubieran llevado al Apra al ~obierno y convo-
caron a nuevo sufragio p ara el año siguiente. 'En enero de 1963, )a Jl\1C
atendiendo a las presiones ele la derecha y de los p l'inc:pales grupos
políticos l.Jurgucsee, produjo una redada política de dirigente-& de i%quier-
da. Aproximadamente 1500 militante& i7.qu'.crdistas ÍuP.ron apresados en
todo el país, algunos fueron liberados poco tieo)po (~cspué~, otros per·
manecieron en priaión hasta 'lec11pués del prcccso electoral. En junio
de 1963, hubo nuevaa elcccione$, e~lo se presentaron tres candidatos :
90
Belaúnde, Haya y Odria. Salió . elegido B?)aúnde, esta vez retpaldado
por una aliani.a de su partido Acción Popi1lar, con Ja Democracia Cri$·
tia na.
Instalado el gobierno de la Alian,i.a APJDC, étte preten<lió deaarrollar
su progran1a reformista, pero descubrió a las poc.ae semanas que no
había poeibiHdad para posicione. interoiediae. La g.ran burgue•ía )'
el imperalistno no querían refor1n:is ui estaban diepuestos a permi·
tirJae. E! gobierno de la alianza vaciló algunos n1eeea y luego coDJen-
zó a claudicar de maneL·a regular, aeegu1ándoiie en el gobierno a me-
dida que se entregaba a las presiones de los grupos cnenclonado•. Así
se llega a 1965, de.puéa de un año y uiediO de entreguisn10 pro-hurgué~
y pro·im1,erjalieta expraado principalru/nte en: la doción y pron1ul-
gación de una Jey de reforma agraria quC favol'eCC' al latifundisu10 ()D
Costa, Sierra y Selva y que esta dc!linada a dar m ayor solide-¿ a Ja
estructura actual; la mantención <le) sto;u$ de favor "y p 1·ivHegio a lH
con1pañía americana explotadora y refinadora de petróleo subsidiaria
do la Standard Oil de New Jersey : {ntcinational P etrolt1101 Co.; y In
represión 6Útemática de las orga11izacio1•es obreras y can1pesinae que,
;iun dentro de Jot marcoa de la ley, han .tenido pugnando por alcanzat
pliegos t·eivinJicativos.
Acompañando el proceao quo hemoe destrito CJl los acápites anterjorea,
se venia producieado en el paú Ul\ imJ'ortante u1oviruicnto de mai1os
campesinas que. en su pug:na por mejorar eu tituación, habían e5eo-
gido el camino de Ja ocupación de tierae, de propiedad pri\·ada, en
loe Jatifundioe ve-cinos. Las oondicionc1 en el campo eran t1le1 que, ei
bien de 1956 a 1962 (durante el gobienlº de la con\'ivencia del Apra
con el Pradiemo), ee habían producido una aerie de hechos aislado1,
di11trihuidoe iq.dietintamente ¡>or todo el territorio nacional; en loa
cuales lu comunidades de indígenas 1 loa campesinos •aiervoa• Je
10t latifundioa, habían reivindicado der1cho1 aduciendo ar:umentación
legal. 11 Aproximadamente a partir de ¡962. éstos se hi.bían localizado
en doa zonas geográ~icamente precisas: Ja sierra centro} y los valles de
Convención y Lares. En esta eegunda etapa, que \ º1 a culminar en

" Ta l~~ 1:oino vitjo• tituloi c:olooialca aobze tierru act111 lmcnte en poder de
hat"lcnd:a•; o art(cuJo, coo•litucio,,.fe1 rcrc:eidoa a la propiedad, al trab1jo o al
ltatu• de Jaa comwúdadtt de indigen1s.

91
Julio de 1963, (al eubir al gobierno la alianza AP/DC. con u11a plata·
forma programática que incluía la Reforma Agraria), ya el proceao de
movilinción campe-si.o.a pasó, d e estar situado al nivel de loe diri-
gentes comunQ.lee y sus asesores legales, a ser preocupación fundamen -
tal y parte de la línea táctica de algonae organizaciones de izquierda.
E atae, ~mo el FlR en Ja provincia de la Convención y el Partido Co·
monista (antea de au división en dos organizacionea separadas), en la
zona de Ja sierra central, destinaron algunos de 8tle cuadros y de au1
act.Wistas para impulsar el movimiento campesino. Flnalmcnte, ent~
julio de 1963 y enero de 1964., se da un proceso espectacular en todo
el ámbito de la Sierra,12 que detertnina Ja ocupación •
de tierras en
íorma masiva, fenómeno que abarcó uoae 300 haciendas y al cual eetu-
vicron . ligados aproximadementc ºmedio millón de campesinóe mdíge-
n a~. El gobierno vaciló entre la$ actitudes brutalmente reprCllivas y
masscradoraa de Jos regímene.$ anteriores y eu plataforma electoral
refomlieta y de reivindicación campesina; pero la posición de loa con·
ciliadorcs no podía ser sostenida por mucho tiempo y espantados por
el t error que lee p roducían las m:i!as populares en ascenso y presiona-
dos por los grupos de poder u1tradim:clüstae, iniciaron la represi6o
1naeiva en cne1•0 Je 1964 con la m~acre de 17 campesinos en Sicua.ai,
dep:artamento del Cuzoo:13 En esta fase· de la lacha por la tierra ya
no se habían argumentado .cueation~ de orden legal y la consigna
más difundida había sido: •Tie1·ra o ?.fuerte•. Bastó ,;n embargo, que
el Estados hurgué& tomara la ofensiva y que loa deatac·amentoa poli·
cia1ea desarrollaran sue métodos represivoe para que en pocas &ema·
nas se hubiese pueato fin al flujo r evolucionario. Nnevamente en e3ta
última etapa Jos acontecimientog habían desbordado a la.s organi.zacion"
p oJiticas de i1quierda y a s113 · dirigentes más calificados. Todos elloa,

i: A cx~pc.íón d o Cajamarta y Puno, por r:'lzonea parlicular«, entre lae t11ale1


fundamc11i.lmen1e •e euenlan las • tiJQientes: en C.jammrea 11111 j111portante
proporción de pequeños propietario• y la (aerte dom inae¡ón del cam~&inado
por el pal"lido epri$ta ; y en Puao, el conlrol cnai total que en esta i.ona ejerc!e
el !'olovimicDIO Sindical Campuino de o rientaei6n rerormbta y ligado • los
iatcrege3 politiros d e un .ector hurgué• de la una.
1
' Unas scmtn•• ontee., ya loa baecndadot hablen to1111do Ja Sniciatin, '1 eo Ni·
nebamba (~co) un lalihu1di111, emotralladoro en mino, habla a&e8imdo a
cinco <"1mpe1inoa.
92
por una razón u otra, ~ limitaron a observar el proceso, imprwonad0t
por eos dimemionea espectaculares, pero incapaces de conducirlo, me-
nos aún de intentar eu defenea.
Durante toda esta etapa el ?tflR, preparaba tus cuadros, ajuátaba eo
organización y ee dieponia a paear a la lucl1a armada.

A) El duo"ollo do los acontcci"mientos.


1) L4 ofensiva P'ºP4&andí.s1ú;a. A finca de marzo y durante loe m~ee
d~ abril y mayo, el aeeretario general del MIR, Luis de la Pnente, hizo
llegar, deade el campamento donde operaba,•• unoa reportajes y decla-
raciones a determinados diarios y re.,·iatas de Lima. De esta forma, y
por priméra vez, el país tomó conocimiento, por vía del alto comando
miriata y 101 diari06 de la burguetia, que el )fJR u declaraba insu·
rreeto y en lucha contra el Estado burgnée peruano. Si bien es cierto
que la línea eatratégica del MIR había &ido hecha pública .añoa antea
y. pese a que el diario •La Prensa» de Lima )1ahia estado da.n do noticiaa
eob~ aoapecl1oeas actividades en determinadas zonas del paí$, como en
la zona de .. rrtesa P elada• en el valle de la Convención, iodos los eécto-
rea del paía habían sido tomados de sorpresa y ciertamente muy pocos
penearon que la jnsurrección había de comenza r precisamente por repor.
tajea y declaraciones en los diarios, aco1npañadoa' de fotografías en donde
aparecían los guclTiUcros anuadoe y barbudos. en el 01nbiente natu~al
de eu •zona de se~1ridad•. Es intere,anie dar una idea aproximada de
cómo reaccionaron, en líneas globall?'S, los diferentes sectores del paíe:
:i) El pueblo, ea decir el acetor del proletariado de Lima y de otras
ciudailea importante& que reprodujeron la· noticia, no se expresó en
ningún sentido al nivel de 8\\8 organizaciones gremiales. No bnbo.
pronunciamientos y aparentemente tampoco hubo inquietud, peae a que
Ja ofensiva propagandística se extendia·en el seJ>tido de volantes dietri·
hujdoa en laa iaHdaa de lae fóhricas. Debemos entender, sin embargo,
que fue nuweroao el sector en el cual, a ni\•el individua), 8l ee le preat6

,. Se tnl•ha (tegún el propio MIR dio • tonocer), de LI guerrille Pacht.coitc


con 6U 1on• de stpridad Jll•ry Cha1u (estrelle del 1m1necer. en qaecbua),
'llbicada en las ciim.b~s de Ja mon1añe del \"Alle de la Con'reoci6o en el d e-
p;irtameoto del Cu·zco, en la tono denominada • Me1a Pele de ..

9S
.
atención al proceso desde- su inicio; h) Lae organir.aciones de izquier-
da, en general dieron el asunto como por no ocurrido. Cerraron loa
ojos a la insurrección que tocaba 11 sus puertas y, con las excepciones
que mencionaremos a continuación, en esto e tapa no cnlitieron pronun·
ciamiento algUDo. El FlR, la or;;anizaciún de l a cual hcn1os hablado
auteriormeote y que quedara hecha ¡,edazoi; Jes¡>ués de Ja represión
que se de!!ató contra ella, pudo producir un míniino de re11grupan1iento
para emitir una opiniún sobre las inteucioues ineurreccioi1ale$ del lflR:
e1 planteamiento <tue difundió íue '1ue se trataha de • Ull aventureriemo
irretpoN ablc.o y que ellos lo denuuciahan. El PROC, 1 ~ <l<'batia con
vehemencia si pronunciarse en pro o en contra, fi11al111c11te se hicieron
públicos ambo$ tempera1nentos y alrededor de é~te y ·otros puntos en
diacrepancia, se dividió en dos fraccione&. ~lás adelante., an1bas termi·
nar-on por disolverse, pero en se.n tido in verso: la fracción que en
Ja prixnera etapa eo&tenia la posición uui& izquic1·dizaute u poco devino
terrorista y quedó disuelta por lo$ esh·ago& de Ja rcpre~ión, inicntrae
que- la Iracciól\ que aparecía con10 menos izquierdista, ~e disolvió por
propia voluntad, solicitando su incorporación indi\'idual al ~tlR, c11
momentos en que la represión se desarrollaba salvajemente- contra tste.
El único pronunciamiento que ge produjo en esta etapa, ex:1111iuan<lo en
exten.sión y en profundidad a la 01·ganizacióu insur1-ecta y las condicio·
o.ce en wedio de las cualC$ se había de desci1,•olve1·, fue emitido por
Van&U<1rdi4 Revoilucionaria,'Gen su publicación \ 1 R No. 4. LA izquierda
C$taba pecando 1nortalo1ente de oportunismo, todos los sectore$ anon11·
dados esperaban que de alguna 111anera (ueaen ilu1uinado~ para saber
a qué aten~ y mientras tanto ae escol\dÍtu\ a la espera de futuros
acoutecin1icntos que les permitiese ooportunau1entco acoplar~e al carro

•~ PROC: l'artido Revolucionario Obrero Compeiino, una Je: fa s lr11ceioncs trol4·


kistos qu11 en e•e cntonrc$ c~i11ia en el piiist pert<!n_ecie~~e, al igual que. eu
L" otr•• doi, " le IV lntttna(1onal, at reclamua h. d1rt(c1on peruan• efe a1te.
IG V1ng11ardi1 Rcvolucionuria (\I R) : Tr• IY4jÓ un año romu grupo de •nilisíl y
de difqilóo marodst• agru¡>ando a cusdros revoluciunados, que. lti1cicndo su
uutO(riti<11, abandon.W::in otras o rganimdonet. Se con.tit u)'Ó en lllo,-o de 1965
como orgoni,.<1ción politie<1, ~cñaló uua línea estra1.;gica insurreccional. Reg·
palefó el estallido revolucionario del &llR, pero pl1oleó re»erva6 re$pCcto de
I• tic.tic;. Publicó y d iCondió en Julio "" tesis polhku y prognlmt que re·
tahoLan una con~eprión r.r~efora, r erítiea efe Ja l&quierda peruana y d,.. In•
Untas in1ern1clon• le& del l'CUS, PCCH )' del Tro1skiamo.
94
ele Ja revoluciún o denunciarla cuondo todo estaha terminado, reto-
mando su' posturas paciíic11f y electorQliatas; e} La gran burguesía y
el imperi3Jiamo, el nortcanlC"ricano es decir, a través de los diarios y
revistas que poseen, controlan o manejan, dcmand•ron acción enérgica
exigiendo •e les rcprin1ier-1' ,·iolcntan1cnte y de imncdiato; d) El go·
bierno em itió pronuncitu1licntoa inCormale& ridiculisando y minimi-
zando Ja s!tu11ci60, restándole todo importancia y solicitando no se le
preatar3 atención. La,s Fuer2a1 .<\rnlodas, micntr~ tanto, al nivel del
conumdo de las trc~ arn1Q•, hicieron saber que no se trataba de Wl
asunto para clloa y que b1tstaba una 11imple tarea policial de limpieza.
Era la presunci6n de los ignoraute'S, que a pooo habría de tomarse en
Jláoico ; e) Loa p11t'tidoa )Jur;ue~a po1· au J:1do se dividieron en e.eta
etapa, en dos grupos, au&tentaodo dos poaiciooes equidistantes e igual·
mente lejanas de la realidad :. APRA/UNO, que exageraba la aituación
r eal para con este argumento deaarrollar una táctica macartiata que no
F-0)o es'aua dirigida contra )a organización insurrecta y contra )a ttquier-
Ja en general, eino taJnbién contra los sectores reformistas y progre.is·
ta• de la eociedod y con las rnira~ puestas en las univc~idades que }C$
~ul taban un baluarte perdido, que para recuperar debían primero
de.brozar de elementos progreei1ta1 que·eumplcn, en ~tos casos., el papel
<le una capa 1mortigoante entre )1 reacción macartista y la i.z~ierda
universitaria; el otro gruro lo conatituian los partidos del gobierno,
AP y OC, que rninin1izab1n la acción y aosterúan que no se trataba de
guerriller~ (ni podi:i trAtarte, 6Cgún ellos, por~e 1aa condicione. de
república democrótica del Pertt, no daban lugar a guerrillaa) ; que
no había mxa amcn:>za para el Estado, que no Cuera la de un desprt4·
ti ~-io internacional por efec.to de las ''Oces alarmantes que hacían correr
!!U& openentu del otro eector bucrgués; í ) El CIA y el FBI comenza·
ron de inmediato a en,•iar decena• de agentes - de lo cual ea los prime-
roa momentos &e dio cuenta precisa (e irresponsable) en los propios
diarios de Ja reacción- a la vez que fue grandemente reforzada la miaión
militar imperialista con cepeci41iata1 antiguerrilleros. La contraparte
nacional de laa agencio& de espionaje extranjeras: La PIP (Policía de
Jnve~tigacionea del Perú) , y el DIN (Dirección de Inteligencia Nacio-
nal) , dieron a conocer en conferencias de prensa tollo lo que conocían
J cl i\{lR, y de Ja izquierda en general, pero no pudieron evitar que ae
95
entreviera que en un momento determinado habían pe.r dido el rastro
de la organización insurrecta y que, al igual que el ~ato del país,
habían tido $0rprendidot.
De esta n1anera habían n1adurado los acontecimientos entre marzo·
abril y los primeros diae de junio. Pero, el proceso inanrreccional p are.
cía no haber salido todavía, del tpdo, de la etapa de la tinta y el papel.
Aparenteutente, todo el a1to colDando miritta se encontraba e.n el campo
y el plan e~tratégico parecía evidenciar una actitud de desvinculación
con Jae ciudades, las cuales babríanse considerado sólo co1no reaponta·
bilidad de la última etapa de la lucl1a, cuando eon todo el cilmpo •
favor, se produciría el aeedio de éetae.
Los militantea del MIR que cumplían tareas en la capital, tltaban Jimi·
tados a entregar oomanicacionea y declaraciones a loa medios de prenea
y a adquirir materiales y pertrechos para u eo en laa zonas de eon1hate
y que aparentemente habían aido olvidados en la preparación anterior.
Sólo contacto& muy preliminares y sin otro propóaito que no fuera el
de mandar hicieran ecó a la propaganda in~urreccional mirista, eran
planteados en efta etapa a las otras orsanitacionea de izquierda; aun
inclusive a aquellas que habían hecllo pública au posición eetratégica
en líneas afines. Debe entendel'$e que quizás no &e trataba de una activi-
dad real del comando miriata de aislane y de aubC'Btimar la coordina·
ci6n revolucionaria, sino más bien que, ei bien tenían una dispoei·
ción favorable a ello, no habían logrado montar y poner en funcio·
namiento un aparato que lea permitiera cumplir estos objetivos; a la
v~ que no le asignaban a Jos objetivos mi~mos una prioridad que
--debenios estimar hoy día en una mirada retroapectjva- sin dud11

ten1an.

2 ) La oferuiva. guerrillera en el campo. Debe eatimarse que el r.tIR


tenía contactos interesantes en el ~ampo desde 1963 y que ellos, de1de
un comienzo, e~tuvicron orientados hacia un sondeo para el eatable-
cimiento de las ~onas guerrilleras. Debemos eetimor aeimiamo que con
el discurso de su secretario general, de la Pue~te, en la man:fcatación
de varios grupos de i%qaierda (FLN, PC prochino, FIR y l\iIR) , en
la plaza principal de Ja capital, el 6 de febrero de 1964, éste dio por
terminadoa los trabajos públicoe de su organización y a poco se decidió
96
el t.raelado total de la jerarquía dirigente y la militancia al campo, a
reforzar la preparación de las zonas guerriller:is. A poco también habría
de producirse el aislamie.oto volu.!ltario y unilateral del MIR, del reato
de laa organizaciones de izquierda -debe eutendene con el fin de
ganar en materia de condiciones de &e(;Uridad y firmeza comhativa-
y la organización pasó a una etapa de clandestinidad, orientada por la
n aturaleza de l.a táctica 3 desarrollar. Aparentemente, en m11.rzo de 1964
el hllR ac trasladó al campo y :i fines de c~te año &e acordó que laa
zonas guerrlllcras, que trabajaban de uaa n1ancra casi enteramente
autónoma, pasarían a la acción según lo juzgaran conveniente. Desde el
comienzo de 1965, el MIR trabajaba am1ado en el cnmpo y bajo la
consigna de repeler con las armas cualqu:er itttento de reprimirlos. La
proximidad de una rep resión por parte de !:is fuerzas armadas se dio
luego de las proclamas revolucionarias de la etapa precedente y para
aquel entonces el comando de cada zona tenía libertad de acción.
Si bien. ca cierto q11e loe planea originales del ~1IR comprendían varios
focoa al comenzar la ofensiva armada en el campo, la realidad los había
reducido a sólo tres: en el Sur, en la provincia de la Convención, Pacha·
cutec, comandado por Luía de la Puente; en el Centro, en la prOviocia
de Concepción del departamento de J unín, Tupac Am11ru, comandado
por Guillermo Lobatón¡ y en el Norte en la provincia de Ayabaca del
departamento d.e P iura, uno commdado por Gonzalo Ferniíndez Ga!co.
Fue en la zona de la sierra central, el 9 de ju.oio de 1965, cuando comenzó
Ja acción armada con una ofensiva guerrillera. El p aís se conmovió
hasta eus cimientos por segunda vez en pocos meses, y en esta oportu-
nídad, a un nivel que no conocía Ja histori:i revolucionatia pcruaua.
De l:is declaraciones de lo tinta y el papel se había pa1ado a lo$ hechoe.
Nadie podía ya te.oer dudas de que efectiva1nente el i\11R estaba cum·
p1iendo con la p alabra empeñada, y ha.sta los 1náa escépticos en la
izquierda se alinearon, momentáneamente, con admiración y respeto,
frente a loa acontecimientos que espectacularmente sacudían al país. La
ver:iúo pc.-riodística respecto de las acciones fue Ja siguiente: •60 hom·
br~ en uniforme verde olivo, armados con metralletas, fusiles, pistolas,
actuando aúbitamente, &e apoderaron de la hacienda •Runatullo• en Ja
provincia de Concepción (Junio), donde .robaron viverc9, herran1ientaa
y un equipo de radio tranemiaor-receptor. Causaron daños y d~r0%08
97
cuantiosos para infundir terror. Seis de los mismos asaltantes a caballo
~e dirigieron a Canchapalca donde asaltAron la rnina teSanta l{osa•
llevándose 41 cajas de dinamita. Luego, para proteger &u huida, volaron
loe puentes de concreto de •}farayniyoc• y de •Canchapalca• en los
km 60 y 70 respectivamente, de la carretera Concepción·Satipo. En el
paraje •Sayhua•, loa asaltantes distribuyeron cuatro quintales de que!o
y otros víveres tomados de •Ruootullo•, a unos campceinos indígena&
de la zonn, diciéndoles: "Ustedes son nuestros hermanos. Tienen que
comer lo que les hemos quitado a loe ricos•. Prosiguiendo su marcha
llegaron a Tambo, últin10 lugar accesible para vehículos motorizados,
donde los esperaba otro grupo guerriJlcroe con 26 mulaa, en las que
cargaron la dinamita. Loe guerrilleros asaltaron, en su huida, dos puestos
de lo Guardia Civil, los de Andamarcn y de Santo Domingo de Acobom-
ba, apoderándose de armas y municiones y tomando rehenes a un sar·
gento y dos guardias. Luego prosiguieron su marcha. En Huancoyo
circulal'on subrepticiamente volantes dando cuenta de los asaltoe y ala·
bándolos y mientras tanto, se aupo que otro grupo de extremietae había
asaltado la hacienda «Coto Villa» en Huancavélica•.
Aun en estas circunstancias el ejecutivo, por boca del propio Presi-
dente de la República y de su ministro de Gobierno, irui&tia en ridi-
culizar a los combatiente.e revolucionarios, llamándolos esta vez abigeos.
Sin embargo, pese al impacto profundo que el estallido revolucionario
produjo a todos los niveles sociale$, no se dieron movHizacionea de masa9
en ningún sentido, ni tampoco se desataba aún la represión con inten-
sidad. El país parecía como anonadado.
La guerrilla <le la zona central, apenas unas &emanas más tarde, el
27 de' junio, tuvo oca~ión de demostrar que la ofensiva continuaba con
una gran intensidad y que dominaba plenamente su zona: en una ope·
ración táctica de emboscada, liquidaron a una patrulla policial de casi
treinta hombres, dando muerte a nueve de ellos y tomando todne las
armas, materiales, pcrtrecltos y parque, así como las acém.i]ag de qtie ge
,
servJan.
La! declaraciones de los portávoccs de los diferentes sectores del Estado
burgués, que se produjeron Jos primeros días de julio, cuando loe hcehos
fueron conocidos y dh.'Ulgados en Lima, son el máe vivo testimonio de
la reacción que se produjo a este nivel: en la capital, el diario •Correo•,
98
publicó un titular a todo lo ancho de su primera página: •¡Basta de
palabras! ¡Acaben con las guerrillas!• Era éste e) miJmo diario que
habítt iniciado 111 campaúa propagandística del ~fIR , dándole cabida
a sus primeras declaraciones, a fines de marzo. El presidente de la
comisión de Gobierno y Policía y senador reaccionario, uno de los restos
del Pradismo. Enrique Martine)ü, declaró: •¡Que s~lgan los •rangers•,
el Ejército y la Aviación, tros Jos guerr;lleros. Nosotroa los l'(:epaldare·
moa porque no podemos pm:tnitir que el régiinen constitucional eufra
un eabotaje, una sub\•ersión, para que caiga en manos de los. rojos.
¡No cahen las medias tintas! ¡Es necesatio enfrentar con firmeza a .loe
oxtreruistns! » Ln alusión a las medias tiottta y el of1-ecimiento de respal-
do a l11s Fuerzas Artnadas, eataban dirigidas como puntos de crítica al
ejecutivo que toda,·ia ...·acilaba entre recouoeer Ja insurrección revolu-
cionaria como tal o st;,"Uir miuin1i2:ind0Ja, no otorgándole má$ nivel de
acción que el abigeato.•~ nombre de la UNO, el eeetor político más
derechista, represcnt~do en el P11rJamento, Víctor Freundt, presidente
de 111 Cátuara de D!putados, declaró: •La situación es crítica. ¡Hay
quo poner más energía para combatir a los extremistas!• Es importante
anotar, por ejen1plo. como todavía a estas altura. de desarrollo de la
lucha no 6e unüormizaran 101 conceptos con Jos cuales ee habría, más
adelante, de calificar a los combatientes revolucionario$. Especialmente
el diurio •La Prensa•, de una ioruensa influencia en la sociedad pC'l"Dana,
eobre todo ca sus niveles más alto9, habría. de ios.iatir en las califica·
cioues hasta lo¡;rar su objetivo: •Se trata de guerrHleros comunistas,
ladrones y asesinos•. Por el partido aprieta, el diputado Nicanor 1\'l újica
<lec)Rró: u¿Se puede seguir llamando abigeos a personas que matan a
diestra y sinieatra a sus semejantes, en este caao policías? ¡Se reclama
una n1nyor acción del gobierno!•
Resulta inevitable, en condiciones revolucionaria~. que determinados
scctore:; de la izquierda que no se encuentran ligados a una dirección
nacional, produzcan acciones al nivel de eu propia, particular y equi·
"'Oca interpretación. En el caso de la situación peruana de julio, DÍ
eiquicra una organización insurrecta rniema contaba en la práctica
con una dirección nacional y el comando que se ejercía en el campo
cr11, como hem<>& indicado, de carácter autónomo para cada zona gue·
rr;llera. i\leuos aún lo habrían de tener minúsculos grupos terroristas
99
que e<>menzaron a proliferar en la capital. Uno o dos de úto&, el
día 4 de julio. en circunstancias en que se celebraba un baile de grao
írivoJidad y gala en. el más ~ujoso y oligárquico club privado de Lima,
hizo explotar en la eala de entrada una bomba terrorista, Lo mieJDo
ocurría, minutos más tarde, en la sala del Hotel Crillón. el más moder-
no de Lima, y donde se encontraban alojados la gran mayoría de loe
nuevos asesores militares y espías enviados por el gobierno de los E eta-
dos Unidos. ·Lo que no había ocurrido cuando la ofensiva guerrillora
de junio fue posible gracias al pánico ~e &la&citó la explosió~ en los
medios de Ja gran burgue9Ía y el imperialismo: a Jas pocas horaa se
desató bmtalmente la rcpre11ión contra toda la izquierda en general.
en todo el ámbito del país. a la vez que eran suspendidas las más ele·
mentales garantías constitucionales. La democracia burgueaa se quitaba
Ja careta y aparecía, mostrando su ferocidad dictatorial y tiránica, el
orden hurgué$. Era el Eatado peruano. de grandes intereses capitaliaas
y de consorcioa extraojerog, que echaba a andar su adormilada maqui·
naria. Recién la sociedad iba a despertar ante loa saboree de una futura
lncha de clases que basta entonces había estado alejada en razón de laa
posiciones meiJiatizadae de la izquierda tradicional. Las dasfl'a que se
enfrentaban a eeta lucha. sin embargo, no se encontraban bajo condi-
ciones comparables: la clase obrera y el campesinado no aparecían aún
en el esunario y las acciones las venían dando, en au nombre, pequeñas
vanguardias. llenas de ooraje y decisión, pero faltas de una ligazón
rea) y concreta con s118 m.illonee de representados: se había iniciadó
la insurrección sin contar con el aparato insur~ccional que debía c:;irree-
ponderle. Ciertamente el MIR, que a esta.a alturas del proceso daba la
sensación de haber montado muy bien el aparato guerrillero ea el
~mpo, no contaba con una organización nacional de fuerte arraigo
entre las clases que son laa fuerzas motrices de Ja revolución: el prole-
tariado y el campeainado pobre.
En el campo se . encontraban en plcna actividad loe focos de la .zona
oentral y de la zona sur, y el estallido jnsurrcccional crecía, con cada
hora, en importancia y profundidad. Es durante estos dís de la primera
quincena de julio, cuando eJ gobierno de la alianza AP/DC, presidido
por Belaúnde. se tambaleaba ante Ja arremetida de loa· eectoree J1u\e
derech.ista& qne exigían acción y resultados. Fue el miemieimo Comando
100
Conjunto de las Fucnas Armadas quien termio6 canalizando catas aspi·
raciones (de la reacción y el imperialismo sobre todo), y planteó, el
14 de julio, una disyuntiva muy clara al cjecuti...o: o entregarles la
re&ponsabilidad total de la dirección de la lucha antigucrrillera, bajo
una clara concepción de lucha contrarrevolucionaria abierta en todos
Jos írcnte6 que ellos juzgaran necesario, o producían el golpe de estado
•institucional» (una variaotc dictatorial que ya b aLia sido ejecutado
con éxito en el año 1962, en razón del resultado de las elecciones).
La "aciJación del gobierno de Belaúnde no duró sirio unas horas y se
re&olvió, naturalmente, con la claudicación total. A partir de e&C' mo·
mento, ei bien es cierto ae siguieron manteniendo las apariencias formo-
lca >nás notables de un régimen normal, en realida.d había comenzado
a gobernar la cliquc militar. Díae máa tarde, naturalme.nte, ec iban a
producir las declaraciones correspondientes a través del ministro de
Gobieroo, el contramirante Rottalde (que había comenzado por Jlamar
abigeos a los guerrillero•): •Yo he pedido que el Ejército aauma el
comando de laa fuerzas contra el grupo de extremiatas•. Lo que el
ejército en realidad cataba asumiendo era el control del gobiemo, .en
intima consulta eon los militares ~ortearucricanos que trabajaban a todos
loa niveles. y que se encontraban también en loe centros de operaciones
en el campo.
La represión se extendió y ee intensificó sin medida ni criterio y Ja
izquierda toda se vio obligada a 3Ctuar ca clandestinidad total o <:oer
apreeodo. Eran condicionea nuevas que los partidos buroel'áticos no
podían soportar. Las nuC'Yas circunstancias cataban produciendo uoa
in1portantc depuraci6n en los filas y en los métodos de los gTUpos revo·
lucionarios pero habría de pa5ar todavía mucho tien1po antes de que
se dieran Jos reajustes que adaptaran a las organizaciones y a sus diri-
gentes a las condicione$ de la lucha inaorrcccionol. Antes de que esto
llegAro :i ocurrir. nue\•amente habiao de cambiar las circunstancias Y•
en cierto modo, la izquierd:i h:ibría de vol\'er a su nivel de exietcncia
anterior.
Durante el mes de agoato, la ofensiva guerrillera se mantenía pujante
pero aictnpre ol nivel limitado de los dos focos mencionados. Aparen·
tcwentc, el foco de la zona norte había quedado retrasado, o, quizás,
cataba dcienvolviéndosc de acuerdo a una táctica diferente, pruionado
101
por Ja presencia masiva del ejército, y ya había abandonado el esquema
de la •zona de s.eguridad• otorgándole de eata manera una movilidad
mayor a su equipo combatiente, evitando los enfrentamientos con lu
fuerzas armadas y por tanto, dificultando la posibilidad de aer ubica-
dos. Es dec:ir, dada la relación de€proporcionada, al nivel de loa efecti-
voe militares y el poder de fuego, estaban haciendo lo correcto, que
por Jo demás no ae trata sino de una cuestión elemental que hay que
tener presente en la táctica guerrillera.
Por otro lado, Ja contraofeoaiva de la reacción ya se bacía sentir; y
ae vería, a mediados de agosto, fuertemente reforzada en el pJano subje-
tivo, en razón de dos decretos por el parlamento y promuJgados por el
ejecutivo con carácter de urgencia. Uno acordaba la pena de muerte
para Jos que deeorrollaran o los que colaboraran con ias guerrillas o
cualquier otro tipo de violencia que atentara contra el «orden de la
república• y el otro acordaba bonos por 200 millones de solea (aproxi·
madamente 8 millones de dólares), para atender a los gaatoa demandados
por la Jucha contrarrcvoJncionaria. Estos, naturalmente, comenzaron
de inmediato a ser auscritos por la gran burguesía y el imperialismo,
en una verdadera emuJación reaccionaria entre lae grandes empre•a•
f inancierae, industriales y comerciales. Por el lado de los grupos progre-
eiatae, no ee escucharon sino voc~ tímidas y mediatizadas, de algunos
sectores intelectuales, contra eitos ºsalvajes acuerdos unánimes de loa
y
partidos burguues, del parlamento el ejecutivo. En la calle .e etcu-

charon también petardos aislados de los grupos terroristas; pero e.n
general, el pueblo, las masas populares, estaban quietas y aparentemen-
te 1iu entender el enfrentamiento de estos grupos que en la práctica
le eran -ambos- ajenos: el uno por tra.tarse de sus opresores y eua
ve.rdaderos enemigos de cla!e, el otro porque no había logrado penetrar
en la conciencia obrera y campesina, porque no había dejado de ser
uná vanguardia bastante desconectada.
En e&tas circunstancias,

en que se alcanza ·el clima in8llrreccioual, las
acciones de los primeros días de jtinio se han reproducido varias veces.
en términos similares, en el ámbito rural de las dos zonas guerrilleras~
pero el control de loa med:oa de difwión de masas es casi total y sólo
aparecen lae versiones parcas, tendencioaaa y escuetas de los comua.i·
cadoa del Comando Conjunto de las Fuer.zas Armadas, las eapecula-
102
ciones que en torno a ellas hacen loa diarios y 11oa sistemática campaña
de calumnias contra Ja izquierda y la revolución. La ofensiva contra-
rrevolucionario comienza por otro lado a producir aua frutoa y se da
cuenta de las primeras detenciones efectuada& en l aa mismas zona& de
combate. Los combatiente& capturados pasan todos por un meca.o.ismo
brutal : aon interrogados, torturados y lnego fugiJadot (pero loa diarios
h ablan de •suicidi06• y muertes c;n combate o en •faga•).

3) La c<>ntraofe~tva reaccionaria a iodos 1o$ mt.-eks.


A parti1· de se¡>tiembre la situación en el campo había variado sustan-
cialmente., Las áreaa guerriJleraa habían eido ocupadat por el Ejército
y las llamadas •zonu de seguridad• dentro de é6tae, habían sido des·
manteladas. Los equipos guerril1eros 80 habían visto forzados a salir de
ellas y a desplazarse por el cerco militar que ya cataba tendido y sob~
todo en el caso de Ja 2ona SUT, se había montado con eficiencia aobre la
base de Jos accidente. naturale.oi. Los ríos que prácticamente triangu]abu
la zonn de combate, servían para mantener un cerco pe~aneote e infran-
queable al haber sido reforzado con emplazamientos del ejército. Den~
t ro de éate operaba un ce-roo móvil, de la periferia hacia el centro,
mientras que a )a vez, sobre la base de un bombardeo aéreo ~aeivo,
c.on bomba$ incendiarias, •napalm•, en el área de la llamada • zona de
teguridad• y el desem.bal'co posterior de unidadu paracaidistas sobre
el terreno anteriormente arrasado, se abrío del centro a la periferia 'Oll
segundo' cerco; entre uno y otro habrían de quedar atrapados loe com-
batientes de la guerriUa. El desmantelamiento de la zona de seguridaa
hal>ia consistido en lo aiguiente: o) en una primera operación ae habían
c.spturado aproximodomeete 400 campesinos que constituían la ligazón
del oivel intermedio entre los cuadros guerrilJeroa y las masas rurale.
de l:i zona; b ) se lea había reunido en una especie de campo de con-
ccnirac!ón y allí aietemátlcamente ae les había interrogado basta reunir
la información necesaria; e) se les había utilizado a ellos miamos para
despejar los accesos minados que ~onducian a la zona de seguridad,
operación en la cual muchos campe$Í.noa perdieron la vida al haceT
estallar ellos mismos las minas; d) se habían ubicado los depósitos
subterráneos de almacenamiento de viverea y pertrechos cayendo éstos
en poder de las Fuerzas Armadas. La guerriUa quedaba entoncea, sin
103
base de sustentación a nivel local: desde el punto de vista táctico.mili.
tar. ·quedaban i~capacitadoa para utilizar t.us recunos materialee. a
cuya obtención. transporte y ubicación, tanto esfuerzo habían dedicado;
y desde el punto de vista político-militar. quedaban incapacitados para
mantener una ligazón oon las muas campesinas de Ja zona, al haber
sido capturados los contacto! de nivel intermedio que habían estado
destinados a participar indirectamente, sin armas, produciendo el enla·
ce de los cuadros guerrilleros, extraños a la zona, con los recursos huma-
nos de ésta.
Los últimos días de t.eptiembre, entró en acción guerrillera un segundo
grupo revolucionario, el ELN.1 1 Su aparición ea esoena no significó un
estremecimiento nacional, como ocurrió me aes antes con el l'lf IR, lu
claaC$ dominantes se habían curado del miedo, por Jo menos por el
momento, y como no eran las masas las que estaban en movimiento.
sino determinadas vanguardias que iniciaban su experiencia para ligar~
ae a ést11s (aunque para algunos sectores esto no fuera evidente) • loa
dueños del capital; sin necesidad de razonarlo a este nivel, actuaban
en consecuencia. El ELN aparecía desarrollando u.na línea táctica en
algunos aspectos diferente de la del MIR. Se trata también en este ca6o de
una guerrilla autónoma, 8in dirección nacional, sin contacto con las
ciudades, sin mayor trabajo político previo. Ea, sin embargo, de un
carácter máe móvil, no utiliza nada que ee le asemeje ai~uiera a la
•zona de seguridad•. parece haber comprendido bien una de 1aa con·.
eigoaa elementales de Ja lucha guerrillera: •muerde y buye-. Su prime-
ra acción cooaiste en el ajuaticiamiento de dos latifundistas de una
zona de sierra en Ayacucho. Antes habían reunido a los campetinoa,
y es por decisión de éetoa que proceden a hacerles pagar sus crímenee
de machos años. Terminada la acción, que 8e da en medio de una bata-
lla en las inmediaciones de la casa·hacienda, &e retiran, evitando el
enfrentamiento con Ja policía. Al haber hecho desaparecer a los pro·
pietario8 y au adminiatrador. la masa indígena oprimida y explotada
durante eiglo~• queda en una situación completamente nueva. Ya no
tienen a quién darle trabajo aervil y gratuito, ya no tienen a quién
entregarle la mitad o tres cuartos de la cogecha. Poseen la tierra para.

11 Ver eu1i1olo 2: P11eno Maldom.do, &f.yo de 1963.


104
eí y loe campos que ge trabajaban para la hacienda pueden también
eer ocupados por todoe en conjunto. Así lea ha explicado la guerrilla y
así reaulta tan pr<>nto &e ha llevado a cabo la acción. La policía que.
llega luego no tiene función a cumplir. Reprime al campeainado y gana
au odío mayor. lifantiene un destacamento cuidando los campos vacíos
(la casa-hacienda y otros símbolos materiales de la. opretión latilun-
diata, han eido deatruidos por el fuego), pero no puede evitar que el
campesino cultive eus parcela& y se aproveche de la totalidad del pr~
dueto. No habrá otro propietario que quiera venir a ocupar el tumo
del saliente, e.o eetá bien claro, pues correría la misma auer:te.
El ejército de inmediato comie.o za an ofensiva contra Ja guerrilla del
ELN, pero en cate caso et düerente, ae trata de un grupo muy pequeño
y muy móvil, no résolta simple ubiC8l'lo en un lugar preci.eo, cuando
Jaa fuerzas de represión llegan al lugar de loe liechos producidos, la
guerrilla bien puede estar a 150 km de ~llí. No van a producir una
eegunda acción de inmediato; éata ea una guerra larga y esta etapa t;e
gana en el plano de la moral y en los aspectos subjetivos. El ejército
no puede tender uo ceroo, seria un cerco muy amplio, y por ello muy
raleado, y quizá aea un cerco de nada; la guerrilla no delata au pre-
sencia en razón de una acción puramente militar.
A la vez que las acciones producidas por el ELN ae de1arrollaban
aegún Ja,. deacribimoa, en Ja zona guerrillera aur del MIR, loa comba·
tientes probaban una acción táctica deseepcrada para intentar aalva.r al
comando rompiendo el cerco. Así fue creado por pocos díaa un foco
guerrillero que produjo acciones en Vilcabamba y que tenía como fin
concentra.r 80bre e1loa loa efectivos del ejército, que al desplazarse· dd
cerco permitirían abrjr una brecha. Las Fuerzas Armadas, sin embargo,
no cataban dispuestas a arriesgar au ventaja real y para cercar el nuevo
foco tranaportaron nuevas uopaa militares desde loe cuartelea de Huan·
cané y Juliaca, que guardan la zona fronteriza con Bolivia y ao.bre todo
protegen al eur de un alzamiento campesino, como ya antee hobo en
Buancané a p~incipios de eiglo. As!, finalmente, el 23 de octabre, fue
muerto el secretario general del MIR, Lui& de la Puente y con él caye·

ron otroa tree dirigentes de primer plano: Paúl Escobar, Ruhén Tupa~
yachi y Edmundo Cu.zquén. En loa dias mbsiguientes, la zona ~'1lerri·
llera sur fue para todos loa efectos práctioos, liquidada.
105
Había eaído el máximo dirigente de las fuerzas insurrecciooalea pero
las masas no ac movieron. la closo obrera, que babia quedado estática
a través de la contienda, no atin6 a reaccionar, co protesta siquiera. No
podia httber sido de otro modo, ella aú.n no se sentía partícipe, laa
vaogua.rdias de la izquierda no le habíau explicado cómo la insurrcc·
ción venia a ser no otra cosa que la continuación de la política por otro11
mcdioa, por los únicos medios vitables en el caso y circunstancias del
Perú.
La expresión miixinla de reacción, a nivel de lo izquicrcla, se i>rodujo
a poco, en lo capital, en la fora:aa de terrorismo urbano. E sta vez ya 110
por obra de grupos trotskistas o anarquizantes, sino por acción del pro·
pio ap:irato urbano que el MlR babia llegado a montar sobre todo en
función de un acuerdo de coordinación producida con una fracción
desprendida del Partido Comunista prochioo {que publicaba el perió-
dico Bandera Roja.) , y con el ELN. El resto de la izquierda, o se encon·
traba preso o e&tnba en libertad pero escondido y quieto. o enten-
día su contribución insurrecciona] haciendo n1aduror la conciencia
política <le la clase obrera. trabajando sobre todo en el plano sindical
y en la formnción crítica de loe cuadroa obreros, aun bajo loa condi-
ciones de una brutal represión.
El MIR había creado en la ciudad un comando de coordinación en el
que participaban tres organjzac:ionca: l\IIR, ELN y FALN. 18 Esta última
estaba constituida por un grupo de ex militante, comunistas que con·
cebian su acción estrictarnente en el plano militar y que estaban, un
t anto, a la búsqueda de orientación. en el plano político. El Comité de
Coordinación no eetuvo a la altura de sus rcsponeabilidadce. y:i que
si bien es cierto (como su nombre lo indicaba.) que h nbia eido creado
pora co"Ordinar, en realidad nin¡;una de las tres organizaciones que lo
co111ponío11 contaba con una dirección nacional que ~tuviera examinando
el curso de los aconteciiuientoe con Ulla perspectiva orientada por
cabales conocimientos teóricos y por tanto formulando una línea (de
acción tác:tic:i a todos los niYcle.s) . y que íuera consecuente con las
circunst11ncios que &e daban y con 111s exige.nciaa de los objetivos por
alcanzar. Es decir, más concretamente, y por ejemplo: ¿tenía sentido

1s F,\LN: Fucr~s Ar111adaa de Liberación N11cional.


106
realizar acciones terroristas como las qac se produjeron: hon1has rui·
dosas en laa puertas de entrada de instituciones del Estado burgués,
como el Palacio de Justicia o de las residenciae de miembroa destacados
de la burguesía financiera? ¿o ee que Ja crítica clásica al terrorismo
que explica el sentido negativo que éste puede tener cuando no apare·
ce acompañado y a manera de culminación de un movimiento de
masas, y las experiencias vivas y recientes de Caracas, no eran cue8tio-
nes a tener presente?; o también por ejemplo la evaluación regular y
sistemática de las propias fuerzas y de los cambios en la correlación
de fuerzas y en el d~arrollo de la lucha de clases, que debían ser loa
elementos de juicio para evitar caer en· el peligro omnipresente de
eube2timar al enemigo y sobreeatimor sus propias fuerzas. ¿Quién o
quiénes, y desde dúnde, y, e.n función de qué mecanismo, y a partir
de qué datos, estaba o estaban efectuando loa análisis que correspon-
dían como reapomabilidad fundamental a una dirección nacional, a un
buró político de la revolución, a un comité central de la insurrección?
Liquidado para todos loa cfec.tos prácticos el foco guerrillero de la
zona eur, las fuen;aa de rept"CSión avanzaban, ahora con renovados
bríos y con el estimulante de un triunfo momentineo (pero may sonado
e importante) , en loa tJ'abajos de cerco en la zona de la sierra y selva
altas de la rcsión centraJ. Se produjeron ~ucesivas e importantes deten·
cioncs, con la mecálliea poslerior que hemos descrito, y se rcciliia la
sen!ación de que Ja oíeusiva contrarrevolucionaria estaba teniendo un
resultado que Ja burguesía recibía alborozada, y por el cual se de~ba­
cian en elogios para con loa jefes militares del paí&.
En esta& circuostanciae ocurrieron en el país doe actos de masas de
gran hnportancia y que interesa analizar con algún <letalle separada·
mente.

4) ER tiempos de revoluci~n. los limites de lo posible se dilatan mil


veces.'~

Juliaca es la e.apita} de la provincia de San Román en el Departamento


de Puno, en pleno nltiplo.no del extremo sur pe1-uano. Es una ciudad
tan importante como Pano, Ja capitol del departamento a orillae del

19 ,knin, Qbra& Complet~f, ' ' ol. XXIU p, 323.


107
Titieaca. Por su ubicación resulta el centro geográfico comercia), y
es el cruce de las principales vías troncales de Ja zona. En Juliaca se
ha desarrollado una u1inú11cula burguesía comercial no ligada a la tie-
rra. Los representantes más ~napicuos e.le ésta, son la familia Cácercs.
Dos herm:inos Clicercs son diputados de oposición progresista e indc·
pendiente en el Parlamento. Un tercer hermano Cáceres es el a1cal~e
de la ciudad, elegido por ampli:i mAyorío, en votaciouee provincialee.
Loe Cáceres cuentan con una radioe1uisora y con una red de tiendas que
venden, entre otras cosas, radios transitoree. Los Cáceres organizaro~
y controlan el )fovimiento SindicAl Campesino que agrupa unos 600
sindicatos campesinos~º que incluyen pequeños grupos de 40 a 50 colo·
nos (sien•os} de hacienda; y parciolidndu, estancias y comunidades ·
que llegan a agrupar hasta '200 campesjuoe eu algunos casos.
Juliaca tiene aereopuerto, Puno no tiene. Puno tiene agua y detagüe,
Juliaca no tiene. Puno es la capital, Juliaca tiene más actividad comer·
cial. Se dcaeo,·uelve entre las dos ciudades un proceso de emulación
que es vivido a todos los niveles sociales de ésta~. El 4 de noviembre
de 1965, Puno celebraba el centenario de su fundación y habíll ofrecido
su asiatenc!it el miJlistro de Gobierno y Policía y e) presidente de la
Ciimara de Diputado~. Personalidades de Acción Popular y del Apra,
reespectivamente. Juliaca, a nivel de w1 Cabildo abierto. tomó el acuer-
do de aprovechar la oporlu.nidad para mostrar a estas persoualidadea
burgue~as, el ~tado de abandono en que se encontraba; el pueblo se
congregó y esperó la lJegada del ministro, éste, sin embargo, aterrizó
en Juliaca, único aeropuerto de la zona, pero pasó de largo por Puno
y dejó a las masas suinidas en una acnaación de desprecio. Ello babrío
de s~r sufi ciente para que el pueblo de Juliaca, masivamente, se levan·
tara en rebeldía. Las dos emisoraa de r:idio arengaron a la huelga gene·
ral decretada por el Consejo ~!unicipnl y el pueblo se organizó, espon·
tánean1cnte, para desarrollar la consigna con su estiJo. En el aeropuerto
colocaron tan1bores Je gasolina soLre la pista de aterrizaje para bloque.ar
el tránsito de aviones que traían más personalidades políticas burguesas

:o s.;o, ies1in dederación del feeretario ~cncral


de la organización. E11e, Atalo
Cu1iérre., es un campesino ind.igena de la zona, con una formación po1itic•
elcmcnt~I de corte liberal y profc•ionil nado ca. au trabajo de dirigente por
lo$ mi$n101 hermanoJ CácerC$.
108
(entre ellas el presidente aprlsta de la Cá1nara). En la nueva carretera
de doble vía, que une Juliaca con Puno, los mismos obreros que la
habí:an conatruido, Cll\'ilron zanjas tranaversalmente, i11.1pidiendo el paso
de regre!o de loa •iluat~s vieitantea•. Eran las n109a9 que estaban demos·
traudo la im¡lortancia regional de &u ahandon:ada ciudad. Se trataba,
para cualquier:i que tuviese la voluntad de entender, de una lección de
teoría del Desarrollo RegionaJ. El ejército y lo policía, en plinico por
la& proyeccioñes del movimiento y las circunstancias de la lucha insu·
rreceional que ae daba en el país, comenzaron de in1nediato una brutal
represión arin11da.
Las n1asas urbanas se defendieron con vnlentía, armaron barricadas,
usaron palos y piedras, botellas de gasolina, y aun cartuchos de dina·
mita y las poc:is armas de fuego de que disponían. La lucha du.ró tres
días y la calmo sólo pudo ser restablecida cuando las fuel"zas represivas
terminaron de tomar lo ciudad y los cerros aleda1\os, barricada por
barricodll, grupo por grupo, con el poder Je aus metralletas y au.s bom·
b:as. El parte policial, hosto entonces aienil?re lacónico, esta vez no
pudo dejal" de entrever la diferencia que se daba por efecto de haber
participado lns masa1. De uno de elloe ton1amo1 loa siguiente. párrafo:s:
• ... a horas 000 del día 4 de noviembre en curso, se inició en la ciudad
de Juliaca el p3ro general decretado por el Consejo Provincial de
San Román. Desde horas fintes, va rios centenares de manifestantes con·
grcgóronse frente al local del )lunicipio y fueron arengados por varios
oradorca ... "; •nprovcch3ndosc de Ja oscuridad de la noche, numcroao:>
piquetes de huelguistas interrumpieron di\'enas vías de comunicación,
principalmente Ja carretera de Juliaca a Puno y de Juliaca a Cuzco, con
enormes piedras y profundas zanjas en no menos de diez puntos ... ";
•En el earao de la ma1ian11, en la plaza princi1>:il y calles céntricas Je
Juliaca, se reunieron aproxi11.1adamente seis 1nil personas, cnh·c hon1·
bres, mujeres y niños, de ]as cuales la mayor parte eran campesinos
en e9tado de ebriedad ... •; • ... (una turba de huelguistas], atacó a las
11:30 el loeal de la Comisaría de 111 Guardia Civil. Los atacaut~, que
ernn varios milc., no sólo lanzal'on piedras y h omuns de fabricación
casera contra los custodios del orde11 púl>lioo, siuo que usaron también
arrnos de fuego ... •; • ... otra turba de huelgui ~tfls, a horas 12:00 atacó
el local de la Comandancia de lo Guardia Civil, lanzando piedras con
109
bon1ba8 y ton1hién disparos de armas de fuego ... ,, ; «~e ha comprobado
la intervención do c<>nocidos elementos con1uni~tas ... >>. El parte poli·
cinl dcform:i los 11cchos de manera absoluta: llama a lt1s masas urbanas
«earnpesiuos ebrios»; acusa a los huC'lgu ist ~s de iutcntar nsoltar los
pueiitos policiales para justificar la mat:inzo rcpresiv<l ; y por ú ltimo
pretendo r e$pons:shiliza1· :i los •con1unistaSD como fÍ de alguna manera
éRtos ( scnn ellos quienes fueren) , )1ubicsC'l1 planeado estos actos de
masa ~.

Entre la rebelión de Juliaca (rebelión contra la burocracia, contra los


métodos políticos burgur.se.q, contro el abondono y la mi11crit1), y Ja
insurrección que ae daha en determinadas ~onas apartad11t del país
no había n inguna relación directa, ningún contacto efecti,·o nl nivel
de tal o cual cuadro, o •elemento•, cou10 los llama el parte policial.
Pero, si bien es cierto que no babia este tipo de relación, es innegable que
las >nasae u hobían mo ..ido con eee estilo, con esa decisión }' ese
coraje, impulsadas por Ja situación que se daba en el p3Í$, es decir,
h:ibian madurodo subjetivamente frente a las condicione.s objetivas
ile au suerte. Por otro lado, sin embargo, bahía un.o cond:ciún objetiva
que no había variado un ápice: la ausencia de la organización y los
cuadros :-cvolacion:irio8 c:apace& de r.onducir n e stas 1nasas por el cami·
uo de Jos éxitos tácticos. Tres días después de iniciado11 loe actos de
masas, la Jeprcsión te c ntcñoreó en d icha ciudad y en las zonas aleda·
ños, mo&ocró a Jos campesinos, encarceló a muchos de los participantes
y quebró el mo"·imiento en pedazo.s. J.os Cáccres al defcndcr¡¡e de los
ataques en el Parlamento, se Ja..·nron los manos con lógi~ actitad
p e<Jucñohurguesa y adacicnuo una frase hecha popular por el propio
gobierno, negaron toda respo¡¡sabilidad afirmando: •El pueblo lo
hizo•.~1

unas ~emanas más tarde, en Liin:i, se habría de producir otro acto de


m asas, é6te de coráctcr singularmente dislinto, pero no por ello meooe
interesante: de él tanlbién debiéramos extraer algtu1as lecciones de uti·
Jidad.

" Frote Jieeha po¡inl<lr por Bclaunde y 6u sobicmo a traves del Program:i E&ui·
to) de Cooperación l'opal:ir, consisu!ntc co dar ayuda técnica • lus ~Oru\lnid•dt•
<.-.mpc~in11• para 111 obru de infrae$1rn<tura que ejecutan colectivamcnlc.

t 10
L11 Federación de Estudiantc9 del Pe-rú, que agrupa aproximadamente
11 60,000 catudionte$ de unas 30 universidtldes y eecuelaa eupuiorea distri-
buidas por todo e) país, había convocado 11 un Congreso Nacional que
se celebro en Lin111 con una asistencia ampliamente mayoritaria de
delegados estudiantiles de izquierda. El Congreso tenía Ja responsahi·
lid:id de examinar ponencias que abarc3btln desde el campo estricta·
mente c,,tudiantil hasta cu~tiones de interés e importancia nacional
e internacional. El Congreso nor:ubrci, en ~u primera sesión plenaria y
por efecto de la apli$taute mayoría de izquierda, a Luis de la Puente,
máximo dirigente miriatll muerto en con1bote en su zona guerrillera sur,
preaidentc de honor. Así, en nombre de decenas de miles de estudiantes
univer:1i111rioe, se le rendía homenaje al fallecido jefe de las fuerza$
insurreccionales. Se trataba de un aeto simbólico de proyecciones inte-
re1antc1, cuya noticia produjo un impacto real y concreto en el país.
M:ía odelante, sin embargo, al tratarse del onáliaia de las ponencias en
aí, se observó <Fle Ja maduret de las masas eatudiautiles era sólo a1la·
rente y que el nivel de su comprensión no les permitía aún centrarse
corrcct3mcntc sobre loa problemaa eseneialca de la hora revolucionaria.
No aparecían los trabajos de análisis y critica ni 11111 líneas que ae
proyectasen sobre el desarro1Jo futuro de Ju tareas a éste u otro nivel
De esta manera, f inalmente, al llegar al punto crucial del certamen
y tratarse de Ja e lección del nuevo pretidento y la directiva de Ja FBP,
la aplaetoote niayoría izquierdist11 expresó una vez más, la naturaleta
viva de uno de los aspectos {undamcntales a resolver dentro de la
problemótic:i de la lucha revolucionaria peruana: la cuestión de la
unidad. Los delegados de izquierda se dividieron en las siguientes frac·
ciones e.n orden de importancia mayoritaria: Partido Comunista pro·
chino que publica el periódico Bandera R oja, Partido Comunista pro·
soviético que publico el periódico Unidad, Vangua rdia Revolucionaria,
l\fIR y F ALN ; y en dos bloques, uno intcgT11do por sólo la fracción
com:indadn por e) Partido Cou\unista prochino, el otro por todas lae
demás organizaciones. El scguudo bloque era ompliame.n te mayoritario
sobre el prin\ero y los do1 en conjunto mayorit:irioa en el Congrego
pero, ap3reotemcntc, ni uno ni otro podían, ~eparadamente, imponer
au demión. El plante3miento del bloque unitario era. otorgar la pre.si·
dencia al representante del ~IIR y <:onforn\ar la directiva proporcio·
111
.
nalmente al número de delegados de cada una de las fracciones, dejan-
do un número pequeño a r epartirse entre las fracciones burguesas que
también participaban en el Congreso. El planteam.ic.n to del grupo del
Partido Comunista· prochino, exigía una mayoría absoluta prochina
en la conformación de la nueva directiva. Frente al impuse, la izquierda
concurrió dividida a la sesión electoral y . en circunstancias en que Jos
d irigentes estudia~tiles del Partido Comunista p rochino descubrían que
.la votación habría de resultarles adversa, se retiraron de la sesión
dejándola sin quorum. El desenlace fue simple: la FEP quedó sin
dirección, el Congreso se disolvió y el panorama estudiantil se proyectó
sombrío sobre las próximas jornadas de lucha y responsabilidad revolu·
cionarias. E ste acto de masas, aparte del hecho simbólico de reconocerle
a Luis de la Puente el mérito de su heroísmo y su martirio, no había
hecho sino reflejar la n aturaleza .de los problemas a resolver dentro
de la misma izquierd a e.n el curso de la lucha insurrecciona} si se busca
proyectar ésta resueltamente sobre el futuro.

Desenlace preli niin.ar de la guerra

El cerco que Ja contraofensiva de las fuerzas armadas tendía en la zona


guerrillera del Centro, y los desplazamientos masivos de tropas del
ejército y la intervención regular y sistemática de la aviación; termi-
naron por dar sus resultados. A fines de diciembre la jefatura zo1;1al
de las fuerzas represivas daba alborozada la noticia ~e la captura y
muerte de Guillermo Lobatón, combati ente revolucionario del Mm,
jefe de la zona centro al comenzar las acciones, y que, luego de la
muerte de de la Puente, había asumido el comando de la insurrección.
Algunos días antes ha bía sido también capturado, interr9gado, tortu·
rado y asesinado, el dirigente mirista de un gntpo guerrillero en la
misma zona: ~á....O mo Velando. Al igual que en el caso del aniquila·
miento de la guerrilla en la zona sur, eQ el curso de los próximos día@,
la zona central quedó también, para todos los. efectos prácticos, liqui·
dada.
De est a manera, el ejército peruano podía vanagloriarse de h aber des·
truido a las fuerzas insurreccionales en menos de ocho meses. Queda-
ban, sin embargo, en actividad los focos de la zona norte y del ELN,
t t2
este último ubicado en una región a n1edia distancia entre las anterio·
rct posiciones centro y sur de las guerrillas miristas. De los comba-
tientes ubicados en Ayabaca, en el extremo norte del país, no se había
sabido más y se tenía (y se tiene) Ja impresión de que se efectuaron
importantes rnodiíicaciones de orden táctico, que les permitió ruante·
nersc en existencia sin producir acciones armadas, sin dar enfrenta-
mientos y trabajando encubiertos a un nivel preliminar de asentamien-
to y consolidación.
E l grupo guerrillero del ELN, tampoco aparecía ubicado y por lo tanto,
no se daban las condiciones que favorecían el trabajo de cerco y ani·
quilamiento por las fuerzas represivas. Sin embargo, circunstanciais
fortuitas h abrían de colocarlo en una situación por lo demás precaria.
El jefe de la organización, Héctor Béjar, fuertemente atacado por la
zua, se vio en la necesidad de salir de la zona y desplazarse clandesti-
namente a Lima en busca de asistencia médica de urgencia. En la capi-
tal fue descubierto y capturado p or los servicios nacionales de espionaje
y actualu1ente se encuentra preso y en riesgo de ser condenado a muerte
y fusilado.
Unas semanas más tarde, en circunstancias que aún se desconocen, fu~
tamb ién apresado Julio Gadea, combatiente r evolucionario mirista
(hennano de la primera esp osa de Ernesto Guevara), quien cumplía
funciones dirigentes a un alto nivel. dentro de su .organización.
Los diarios y revistas burgueses, comenzaron por tanto a hablar del
«.RQPD del movimiénto insurrecciona!» y de cómo quienes «habían
to1nado l a espada, h abían muerto por la espada». No aparecía por
ninguna parte, ni entonces ni hasta el momento, el análisis objetivo que
hicier a un balance de la situación de la lucha insurreccional.
El MIR se cnconlraba, ciertamente, diezmado, no sólo al nivel de sus
militantes de base, convertidos en guerriUeros, sino fundamentalmente al
nivel de sus dirigentes medios y su comité central. En función de las
publicaciones de los diarios y revistas burgueses, y la confrontación
con los boletines del propio aparato de propaganda mirista, podemos
estimar que no menos de un soro de sus dirigentes medios había sido
anulado para l a acción, ya sea a través de su muerte o su apresamiento,
y que aproximadamente % de los miembros de su comité central habían
t 13
s ufrido Ja 1nis111a ; ue rle; se hacía por tanto, a p artir d e uua prcrn i~a
de este tipo, difícil hahlar <lel 1\Illl con estricto ol>jctiviJa<l. Cierto
es que tollo un foco ¡.;ucrrillero qued11, a¡)l1 rentc 111cnte hnsta el 11101nen·
to de C's crihir estos línea~. intacto; y asi1nis1no, dehen1os c~ 1i111nr que
un nú111ero indetcr1ninatlo d e in ilitantes de hase han escapado a la
r e presión, no $Ólo en la ciullad sino t on1biéu en el cíunpo. Pero, re~pec­
to de los ni\•eles organizati,•os que tien en sobre i;í la r cS¡)o11sal1ilid ad
d e desar rollar ) 03 análisis y ratificar o rectificar lag lineas, delie1uos
decir que no es posible h acer vaticinios ocerea Je su co111vosieión o
sus tende n cios. ¿Qu ién d entro de C'S ta o r ganización habrá de su r¡;ir
con10 dirigente al nivel de la calidad de los can1Rradas n1uertos, qu ién,
de entre ellos, habrá de tener la decisión y la firn1cza para seguir lle·
vando allclante 111 luclu~, y 1nás aún, impu lsarl a por loR c:in1iuo$ que
13 experienci:i recogida n\uest r e cou10 miie propicios a 1:1s nccc:sid3dCs
de l a hora?
Las 1 n a~a s
pro1ctariae urh ;i na~, los grupos cstucliantilcg y la$ anasas co111-
pe~i nas que, hechas las excep ciones dc5eritas, p ern1;inecieron quieta11,
se h an seguido n1antenien<lo inmóviles y parecen cneont rar~c a Ja expcc·
tativa de que se leA explique, en trrminos que les son propios, Ja natura-
leza, desar rollo, experiencia, alcance y proyecciones ele la lucha. ,\ pa-
rece de esta n1anera cshozoda, quizii, la tare:i. rn.ts itnport:inte de las
or¡:aoizncioncs ccvolucion:1rins que se plantean con e l u1i~1no fin u
objetivo estr atégico que el l\'llR.
¿Quién h abía g:inado la primera hatalla }' por qué re sultó esto nsí?
Es a lgo que prete1ulcre1nos analizar a continuación.

R esumP.n <l<' n1w.slra crítica

De la p ri111era publicación difundida ¡>or el i\111~ ,:: toman1os los 11ár1·a·


{os '1uc cit11n1os in cx1R.11so u continuación, clnsi{icados p or grur10~ ~eg ún
conviene 11 nuestro :i111ílisis.

22
lltovim ir.nlo de lz r111 i1!rd~ Rcvolu ci on3ria. Rases J) ortrin ar iss y Pro1tri1111 j1icas;
Edicioned Vo~ ltcLclde, l.ima·Pcrú, Febrero de 1963. Lo 9 $ULrny;1 J o1 ~011 t otl O!
nuestros.
114
J. ltc~ pcc:o d e h1 car:tct cr ización de l:i sociedacl p<'rua11n.

• J,a hi~toria d 1~ lo~ rc r; i111cn c!l p oJit ico!l p:ií~,


c1< l:i lii ~tori n d e una
en el
olí:!ar1¡11ín ccn ¡.:r nn cup nc·idad d <' ninniohru que ec p cr p c hín <'11 el
1>o<lc r " d<',<prcl1n d e los c<11nbios q11<? (>11 el nrtll'n <'cn11ó111ico y &ociol
s" e•/<'c:t 1Ít111 ».
• ••• <'f.. la o lif!a r quia q u e nio nopoJi:i: n e l <·:ipitnl nn cio11nl <'11 toda!l sus
·,i.
fo1·n1:i•. ~ dcsprr11d crs<> de ~11s propin.t oríf!1•111•s, invierte ~u~ u ti li1lade$
<'n e l ca1npo i n tlustr ial, se proyecta a l:is finanr.at', c nl:iz:i f'U~ ca1>ita les
:i Jo:. cl<~I i1::p<'ri:ili!<1no, co111p:trtien1lo <'On é;:tc rl domi n io ele la~ ~ra 111lea
c 111pr<'~11!'. L a cn p it olizac:ió n del p nÍt<, c:ll su intc¡:richul, pa~n por t:u s
niano~. ~· a csl:t \':l~ta co11ccntración n1 onopoli~1a lJ1>1:n $11 t·iejo <•.<pírítu
jr.1u[C1{ <1uc, :l trnv~~ d el liodc r político 11c lo:> \'chiculos cuhurolcs, ideo-
lógit-O!, ocialc~, etc., impone a t o do el pai:l•.=3
•Es como Cl'la oligarqu ía ha l o~rado h asta el monicnt o n1an1encr
:11oí

al p aii< 3ujeto a la liacienda, dominado p or c-l i u1pcria li ~1no. son1etido


al nuí~ alto grad o de explotación , in1pidicndo s u ple na integr nción
1i;1cionnlD.
.. ( t'I i1nperiali~mo) ee cnl nza con lo~ B<'iiorc-s d e l it tierra y forma
pod1·ro~a ~ c o1 pre•as a~ríco l :ia para In cx plot:ición, p o r ejemplo, de la
ca1i:i clt' u~úca1·•.:•
•'la) i11 ~u fi cicn ei:i del d <'Pnrrollo ll<: l a Las<: cconón1ie11 (es) d eb ida
n l::i i11r idl'11c ia del i111pcriali!mO, a la 3upc•rt:ivencia <I<' relacwn r3 de
pr<>tl1u·c:i611. 1>r1•c11pitC1lÍ3ta y a la desigu a l cli&tril, u ción de l o renta na-
cion al».'·:.
• Para <·I P <.-rú, pro,·inci:i clcl rnunclo c:i p italii-ta. con !ill pc•ri;ivrnci<1 dP.
la 1•:>tr11ct11rn y <le lt1s r cl ac:one.s de prnd11cción f1' 11dnl<'s y prccopitrr!i3tas,
l a l{ t"forn1a Ai; r :1 ria es lu primern de c:; n~ 111c <liclaii f11ndan1c 11ta:c~.··
•La t<·~ is cll· c¡u1· l:i bu rc,'Uc~ía ua rional , al d c~:1r roll:1r~1., ~e cnfr1•nt a al
ini¡><, rial i$nto y 11o r t:in10 ele que puc-dc r ca li:c:iNc una r c ,·olurión a11t in1·
prri :ili~ r a en u uc:tro p a iit, concluc:ida por c:ll:i, no e ~ nuís que una

Zl Oltr3 t i • ~ cl3. •
f>'t ¡r• -••
:e e ir:uJ:i , p:;¡t. 8.
t~
º'""
Ohrn til:id:a,
.
llª~ · JO.

Zf. Olir11 titad:>, ll~ lt. J i.

115
ampliación (sic) ,t 1 mecánica e incompleta del método ruarxista. En
p aíses como el nuestro, en su actual etapa, la burguesía industrial es
una prolongación de la oligarquía y el proceso que conduce es media·
tizado p or esta relación de p arentesco. Además, la penetración impe·
r.ialista es múltiple, ágil, diná mica.
El invcr: ionisruo extranj ero en Jos últinios años p en etra en el campo
industrial con las limitaciones que impone el interés in1p criali~to. y
gencraln1cnte em pieza por coo1prometcr a la burguesía n ativa, neulr~
lizancfu de esrc m.o<l() s11s atisbos de indepcmlencia,...2 •

II. R esJX!Cto de in. caracterización del proceso revolucionario y ltu


terreas.
•Creemos tno1hién q ue Ja R evolución en el P erú, más que en ningún
otro ¡>11ís de An1ér.ica, t C iniciará como un fenómeno social, multitudina·
río. :\fillones de ean1pesino9 levantarán los puños y aplastarán a la oli -
garquía eo1nenzando desde los Andes• .
•Trabajamos ¡x>r la u nidad de la i::qui€rda revolrtciorulria que crea ein-
ceran1ente en Ja insurrección como único camin o para la conquist a del
P oder».20
•Llevar a la unidad de lucha al can1p esinado en su conjunto en e l ¡>lano
n acional y tJincttlar ésta a la de la.s d emás clases explotadas, es la tnrea
imperatitJa del mona.en.to actual que se propone cumplir el l\'Iovimiento
de Izquierda Revolucionaria (anlcs Apra Rebelde), y a Ja cual deb en
contribuir todos los sectores auténticarnenle revolueionarios...30
• (la) tom a de con.ciencia d e la clase obrera de s 1i papel fundamental,.
d etermiruu1te p ara la liber ación del paíe, es llno de los p resripllestos deci·
sivos de )a obra que el p aís csp e.r a, y en la cual el l\olovimicnto de Izquier-
da Hevolucionar.ia (antes Apra Rebelde) , enipcíiará sus niejores es/ucr-
- ...
~os 31

27 Creen1os q ue • un1pliaC'iÓn• es un error do imprC'n t:i por •apli<'mciÓn• .


28 Ob r3 cit:ida, pág. 22.
20 Obra ciioda, p:íg. ·l.
30 Obr:i c itada, pág. 2i.
31 Ohra cita dn, pág. 28.
116
• ... el dCAarrollo de factores negativos como el aectariamo, el caudilliemo,
el oportunismo y la a1'5ern:ia de esclCU'ecimienlo teórico, hicieron. que
la lucha en vez ~ ~r nacional. y t.ot<U ~ parcicdi::ase, facilitando a la
J"('OCCÍÓn la tarea ~ frustrarla y oontrolaTia-.

•Los nuevas generaciones que se incorporan a la lucha traen la convic-


ción de la neceaidad de superar Ja frustración antigua•. 1=
•La consigna de nucatro ticn1po impone la unidad en la luch:i, y lo vic-
toria, que sera resultado de Ja oonsecuencia en esta lucha, debe tener
carácter nacional•. 3 '
l. La caracterización de la sociedad es, en general, correcta; sobre todo
en lo que re~pecta a la ligazón estructural, que ae denuncia, entre la
burgueaía nacional industrial con Ja tierra de donde proviene y de 111
cual no se ha separado, con el imperialismo con quien se enlaza y quien
la compromete y neutraliza, y con loa otros scctor4!'$ de la economía
donde invierte y ee proyecta.
2. Una cierta confusión se produce al nivel de la caracterización de
ur\ sector como feudal y precapitaliata, concebida no sólo como auper-
vivencia de relaciones de produccion sino aún como toda una estructura.
Esta e~tructura o aun las relaciones no pueden ser caliíie4daa propia-
mente co1no feudale•; y en todo caso debe de ella& decjrae, que se encuen·
tran integradas co1no partea de un todo en el sistema coonómico nacio-
nal: Jo sun10 de diversos estructuras que se corresponden, ae contradicen
o se complementan, pero que operan debidamente entrelazadas.
3. No puede decirse que Ja teaie del MIR, por lo wenos nl nivel de la
tinta y el pap~) y para la fecha de febrero de 1963, fuera de tjpo
•dualista•. E~ decir, que concibe al Perú como di,·idido en dos partes
separadas, una moderna y capitalista, la otra atrasada y precapit::11ista,
ain •integración• entre ellas. Si bien el plantea1niento mirista 110 aparece
concluyente, claro y categórico a este respecto, presenta de hecho apenas
atisboo de elemento&que pudieran ser desarrollados hasta Ja sustentación
de la tesis •dualista• que mencionamoe.

3~ Obni ciude, pág. 30.


33 Obra citada, píg. 31.
117
1. El :\IIR n1ue: tra con ate rradora claridad ( C'n h1 cita d e la p á~ina 4,
que ofrecernos), cón10 con ce b ía~ por lo rnc no.• a c~t a a hu ra d e su <lesa·
rrollo organi7.at ivo, el procc~o revolucionari o. Ucbe1nos entcnd c.-r p or
ta n to, que el grnn 1les pl ie~u e propagandíst ico y, 1nás nlin, la ofensiva
inic:ada por lal' íuc1·zal' ;;ue rr i!lcra, , ~e hace ~ ohro la hase de q ue el
p roc~o «se iniciará con10 un fcnó111cno socia l multitudinario• en el
cual u1nillones de ca1n pcsinos ... a¡> la~tarán a l a olig.:ir<¡ nía con1enzan1lo
deiicle loii ,\ndcs». Cic.-rta111cn tc e l ~ IIR hacia u na evaluación Il u rarncntc
subje tiva y extrc1nada n1cn te errada, d e cuales eran las condici ones subje.
livns reales de la~ nlll$aS ca1npe.1i1i;1~. El l\fl H ha bía ,·iiito, e n e l segundo
sen1c~trc de 1963, desa rrolla rse el proceso n1a!'ivo d e ocu pación 1l c tierraR,
y h al1ia encontrado e n él la prueba defi nit iva d e la ecrtidun1l,rc d el
c n11n r io1lo c¡u c 1n c n cionar110~. llahia \'Íl!to en el upctito pc<1uciíohu rgué~
d e l o:; can1pes:nos pe ruanos por la t ierra , 111 con1 prcnsivn pol ítica d e las
tareas h istórica~ ele la rc\·olución ; y sin contar con un a¡>xrato q ue l o
ligara cstrccha1ncnte con estas rnu$aS, había d ec i<lido que eran las c11n1·
panada~ furiosas de la revolución las que sonaban e n sus oídos. Hahia
dcgeaclo, y ha hia convert id o ";.u• d~co c u crsun realidad, y, en fun ción
d e ésta, ee h ahía echado a andar.
5. F.l ]\fil{ nfirnta <¡uc l a uni dad en la luch11 se iinponc con10 la con~igna
de nuestro tiempo y que trabajará por ésta. Dehe1nos entender que lo&
e sfucrio~ por la 1n i~rna tcr1ninaron por cansar a los Ji ri gentes 111iristas
¡¡in hahcrla los:rado y que, al red e dor d el vcrnno de 1964, nhanclonoron
<~stos tr11hajos, se a islaro n de l resto de la izquierda y prosiguiero n acle·
l antc !'.o lo¡; >' por ~u cuento, con~iderand o que e l re;.to d e la izc¡uíerda
p eru:11111 ~e cneontraha en una linea estra tégica cqui\'ocada. E t:tc h crh o.
que e ra, po~ihl cnu..71te, <le n1anera genera l, c ier:o pa ra 1nar7.o de 1964,
cicrt a111c111c no lo e rn ya un ;1ño <lc: pué~, cuando e l l\I IR se d isp onía a
la arc:c'. n. $ in c111liar¡;o, para ese ent once~, el .\IIH tr11 ia Ja incrcifl de
su aislan1icn to, 1111i h1tcrali<lacl y s~n ti<lo no unificado d el t rahajo, to do
Jo cual, en cierto n1odo, dctcrn1in1) el desa rro llo <¡ue he111os clcscrito.
6. F.I J\tl H ph111tea, con ab~olnt a co1·reccil>n, <¡ne la~ tarea ~ ~on : al ni,·cl
•lcl c:1111pC"::i n ~1<l o. llc\•arlo a la unidad 1l c lucha vincuhí111lolo con las
clases cxpl11t;ida,; y a niYeJ ele la cla!c ohrcrn, Ja tou1a lle conciencia
de $ U pap e l fu11<lun1c n1al y clc tcr1ninanic clcl p rO('C'i;o. De a111bos ee e xprc-
118
i.:i con10 de la tarea i1111lcrati\'n, lleci:si\'O, J etcr111 inante, en la cual crnpc·
1i ~1rá 8U :t mejores c~fucrz0$. En In pnicticn. sin cn11Jart:º· el )lll{ no pu1!
ll1:¡!ar a 1no11tar el upor;llo nacional p:ira la realización ele la:s t;ireas,
i1criliv el c<¡uili brio y ~e inclinó fucrtc1nentc hacia el polo 111ilitar y
guerri llero de la hal:inza, hast;1 c¡uc hubo de ohantlo:inr 1otoln11'11tc lai
taren$ cnunciall:lit, c111prcndiendo el cn1nino de la instalación de los foco3
guerrillero& en el c•n1pu. ,\pnrcn tc111entc el )llR se logró ajublur debida·
111entc paro el cu111pli1niento de ciertos afpcctos J e Ja t:irca inburrcccio-
na!: el tr:ih:ijo con loe grupos proletario$ urbano~ y la~ 11111sas ca111vc$inas
al uh·<·l nacio nal; llc\'1índolos por lu~ c1011inol' que ~o c>huzal1n11 y en
cu111plí111icn!O J r. ):t ~ t:treas plllntc.-idai>. -;-.¡o lo{;ró forina r lo¡¡ eu111l roii que
pnra ello crnn nC'cc,nrios, ni consigui1) n1011t:1r l:i orgnni?.nción 11uc los
o hjc r i \·o~ dcn1011J11hn11, y por tnnto 1lccidió 10111nr un at11jo : :ui::clió e. ta
condición a las ntuchas que habrían tic ser :ilc:inuda, por clec·to dcJ
clc~:t rrollo de In luch o en los focos ini;urrcceioru1I~. Se c~ti rnh :i cnll;1 vez
nuí:s y 1náíi el alcnncc del enunciado J e ErneAto Guev;lro, que yu hcu1os
111t.-ncio11:ido 11 l co1n ic11zo Je este trah:tjo: •N°o sien1 pre hay que esperar
n <¡uc ~e den toJ ns lne condicione& pur11 lu r c\·olución, el foco instnTeccio.
nul puede crearlas• .3•
7. F.1 :\ti R, con tocia corrección. sciíalaha la • ausencia J e ~clarcci­
niiculo teórico,,, COlllO una J e las C:'I U~RS HUÍS ÍlllpOrtantet IJU C' )u1J1Í:l 1
J c1cr111i11:11lo que l:i lucl1a anterior fuc~c :;ólo pnrcial, no fu e. e n 11cion:1I,
y qucrlase f ru, tr':lll:>. P ero el propio ;\J IR. en un mo1nc nto lletcnuin:ulo,
oliandona el cl!clor<'ci111icnto teórico ; conio si y:t se hu hic1c 11icho 1;"1
úhi111:t palahra y i:~to l1uhicJ1e sido aprendida por lo rnayorí:i 1lc los
iotc¡-:r.iotcs <le las clt1!Cs revolucionario,._ Oc esta u1:t11cr:i se >C p;1ra de
) 39 111:1 ~;1 : picrllc cont:icto con cl1:18 y é~t:i:s pierden cont:iC'to con l:i
po~i li i l id a d de C?Fclnrccirnicnto pro,·cnicntc de quicnc,; liuhrí:u1 J e rccla-
ntar 1:onduci rl::1s.
Si hicn e~ cierto c111c el ) llR h:1 •i<lo co11•cc11l·ntc con ~u lincu c,,1r11té;;ic:1 1
en t:i:uo ha luch 111ll) por Ju rcvol11ció11 ~or i a l i ~ta y se ha i11111ol11tlu
Jlc\·anllo adcl:intc el proccro in;:urrccc:onal, cicrt:1111c111c no h a eiolo
cu11 ~rcuc11t c con s 1111 propios p l :t nt co111icn t o~ , en 1:111tu 110 lo~ lia lle~·a<lo

S• C:lic Cuc\·ar:i: lo $""''º tic sucr1ill.11, p .ig. 11. Jnnilulv F.xc11ui.:I Z:irnor>,
Cur.ie~~ . 1960.

119
a la p ráctira o <le ott·o 1nodo no los ha autocri ticado rcempl ar.ándol oa
de$pnés de su cor resp ondiente análisis.
E n julio de 1965, i nstalado en su ozona d e seguri dad•» y en p leno auge
insu rrcccionnl, e l '11Il dio a conocer, a través de J\1oruhly Re vietv, un
do cu1nento de grao interé~. E~te ap areció firn1ad o por Lu is de Ja Puen te
y con e l tít ul o «La Rfl\·olución en P erú : concep ciones)' pcrspecti"·as• .••
Siendo un d ocu111cnto t nn rico en p la n teamie nto~, nociones y con ceptos,
se h ace difícil efectua r un anál isis resumido y enfrenta rlo con la reali-
d a d <1uc hemos d escrito. pero dada su importancia, y siendo e l últi mo
documento de este n h·el producido por e l ~1 JR y por provenir d el p ropio
jefe de l a insurrcceió!1 l e h emos d e dedicar la últilna parte d e e;te
ensayo.
El d ocumento n1 i ri~t 11
se plantea con toda cl nridad y absoluta franqueza
sobre una serie de aspectos fundanien tales. ¡ Co1110 1>uC'dc concehirse,
h abiendo si do escrito d esde un foco gu errillero, con e) arma co una
m ano y lo pluma en la otra !
RcE>pccto de la caracterización d e la sociedad, sostiene el ?lilR las mismaa
equívocas tesi& que en au primera publicacíón, ya co1ne11tada, aunque
e~la vez con 1nuch a 1nayor in te nsidad y error. I nsiste en las tesis del
feudalismo : impku1tación de éste en Perú por e fecto J e Ju conquista, au
cxi.> tcncia y 'l'igencia actual y la influcnci11 J ctern1inanle que tiene. Se
llega :i cxl remos corno el de llanu1r a Ja Sierra, de p lano, región <lcl
•Perú real, <1! l'erií f e1uü1l, P.l Perú indi.o D,•• De a qu í deduce una bur-
guc~ ia feudal <JUC se cou1ple1neota luego de la e laboración tic la noción
d e oligarq uía y el concepto de i ruperialie1no p ara estuhleccr : «El 1>od er
pol ítico ~t á en 111ao os d e }a o ligarquía-feudal-burguesa·iru p crialista•.3 '
Sin c111hargo, reconociendo que se instala e n la r<'g ión de lo sierra p :ira
lucha r por e l socia liti.n10 po r ~· i:i d e las acciones guerrilleras; proclanla
«Una rc,·olución 11acional y poi>ul11r antioligárquica y a ntin1perialh ta,
Jlan111da a estnhlcccr el ¡;obic1·no democrá tico que siente las bases p ara

3
~ Luis de la Puente, • Ln Rt\'olución en el P crli: Conrepc ionet y Pcrtperti\'QS•,
1\l onthfr Xrl'ic1r. cdi cione~ en c:16tcllono, No. 26, No\'icmhre <11' 1965, JI. J\irer..
3' Ohr3 (i13cJ:1, p.i~. 6. J::I >u hr.,)·ado c6 nueMro.
:1: Obr3 ( it~cl3, 1>:i¡¡. 22.

120
la i n~t auración del socinliamo en nuestra pa tria • .ll ¿ Ea decir que, r eco-
nociendo q ue lucha por e l socialismo en plena zona feudal, no lu cha
cont ra e l feu dalisn10, ' istcma <¡ue según ellos explot a y oprirne a los
con1pci-ínos ~erra 11os ? Cie rtamente 11sí e ~, no p odía ser sino aei pues
luclu1r cnntc:a el fe11<l ali$1110 en el P erú, seria algo así corno Q u ijote y los
u1 oli no~ lle viento. Coincidimos con los editores de ;lfont hly R c11il>1v
( Hul1c1·n1an y Swcczy) , cuando en el prólogo eoati<'n cn : • ... no puede
,¡ino iuducir a la con fu~ión el introducir terminos como " feud al" y
•·feuda li~1110 " ...• .'' P ero no roden1os d ejar de enírcnt ar l a ~iguiente
, cfl<'xión: ¿ Y si no .e trat ara ~ólo de •té rn1inO$º sino de •conceptos•, y
s i alrededor de estos concc1>101 ~e h a fo rmulado unn estra tegia y una
tñctico? ¿Y ~ ¡ r cal n1cotc e l )llR h ub iese pensado que, sólo cu e$t a
e tap o intcrn1cdia, 1ult11raln1cnte, se enco ntrab a co111hat iendo por <:I capi ·
tnl i ~n10 ~· contra e l fC'\11lalis1no 'JUe men ciona y <¡no le sirve d e hase
fun<l an:cnta) p ar a ~u un:ilisi$?•0 ¿Y si, p or tanto, d edu jo que no deb ía
e11p crt1 r u111t rcprc~ ióo tan trc1nenda o quizás sí, h :ieta l a • hurgucsia
ll:lCional pro~ci! Í• t an o a lgun o$ sectores ntcd io& de ésta inte rvcn<lrí:in
p a ra frcn:ir l:i acción rcp rc.ivn y q ue todo ello p ermit ir ía un a eonsoli·
J ac·ión y de11a r rollo cÍC<'t ivo de la l uch a insurrecciona!? N uestra opinión
c:c1 qu(·, ~i Lien ffio no fue u ~i, n o poco daiio h a h ech o u una con1prensión
cah nl d e l:i ~ociecJ nd p eru an a por el l\'I IR (y de nllí las tcsi:s política9,
In e; trntcgia y la tácti ca) , el te11er conceptos t an e rrados soLre la
rculid ud C$lntctu1·11l del pu i~. L o qu e el l\.llR n o h:ihía llegado u
cvrnp r cndcr l1ien , la burguc~ín p eru ana (si n entend erlo mayor nt<'n te ) ,
si h aliía as:ntilad o; f.sta p or tanto r eaccionaba e1i defensa de sus intP.rc.
~<'.r n b j i:tÍIJOS. A;i deino~trnha, cu la práctica, cón10 es que en r ealidad
lt 4)" uu n i ntc~ración e >lr uctu ral, de n a turaleta r e:il y fund amental. que
los 1:e,·a a defender el orden capi talista y burguée, a llí clonde el ) 1IR
no ve sino un P erú feudal y co ndiciones feuda les d e producc ión y
exigtc ncia.
H Ci J>é ClOde )a cat'QCterizaCÍÓD del proCCf:O revoluciona rio, sobre t odo
C'll cuant o a Ja c3trat cgia y táctica ínsurreccional, el i\IIR rechaza la

,. Obro ( Íla d a, pág. 31J.


J~ Obro d 11d1, p) g. 16.
•O Obr. ( Íl• d•. pi g. 16 • 26.
121
tesis que llama •esquema citadino de Ja Revolución de octubre• acusan-
do a los trotskistas de p ostularla dogmátieamente;• 1 rechaza la tesis que
llanta del •poder dua),., postulada por Rugo Blanco, indicando que la
p rueba de su error proviene del fracaso de éste y el FIR, "ª la primera
embestida de las fuerzas represivas•;•: rech aza la tesis que llama del
•gran partido de masas de estructura leninista,. que implícitam ente
queda asignada al Partido Comunista prorruso, al P artido Comunista
prochino y al FLN ;•• y por último postula su propia línea cstratégieo-
táctica.
Sostenía el ~1IR ala necesidad de encarar el fenómeno partiendo de la
lucha armada en el campo, con la estrategia y táctica guerrilleras•. El
proceso incorporará paulatinamente a las masas campesinas, estudian-
t iles, pequeñoburguesas y de Ja clase obrera y terminará p or capturar
el poder por la vía de la guerra del pueblo que va de la sierra a la
costa, del campo a la ciudad y de las provincias a la cap ital.'' Para
ello h an optado p or basarse en « •.• mínimos indispensables en cuanto a
organización partidaria y a prestigio ante las masas...• ya que todo otro
esfuerzo debe estar empeñado a la preparación de las zonas guerrilleras.
La formación del partido se difiere para ser desarrollada sobre la march a.
Consideraba el MIR que también correspondía la formación de un
Frente Unico de las clases revolucionarias con los sectores progresistas
de la burguesía nacional, bajo la hegemonía del Partido R evoluciona-
rio•$ y que debían darse formas progresivas de integración revolucio-
n aria continental para encarar la lucha a este nivel.
Para la fundamentación de los enunciados estratégicos mencionados, el
~lIR se basaba, claro está, en su propio esquema analítico d e la situación
peruana:'ª

" Obra citada, pág. 30.


•2 Obra ci tado , pág. 29-30.
•• Obra citada, pó g. 3J.
u Obra citada, pág. 29.
·~ Obra citada, pág. 30.JJ.
ce Obra citada, pág. 26, 28, 29.
122
- las condiciones objetivas están totalmente maduras, lo han estado
siempre; - las condiciones subjetivas no están plenamente dadas, pero:
1) están más allá de l a capacidad conductora de las pretendidas
vani;,'llardias revolucionarias; 2) el proceso de invasiones de tierras del
segundo semestre de 1963 es un ejemplo de cuán maduras están l as
condiciones subjetivas, otros ejemplos son también ; 3) la ocupación de
barrios marginales en las ciudades gr andes; 4) la creciente conciencia·
lización de la clase obrera ; 5) el control izquierdista de % de las
universidades; 6) la combatividad urbana de universitarios y escol ares;
7) la masacre del Estadio Nacional en 1964 y la con1batividad urbana
do n1asas en razón de ello.
• el inicio d el proceso iruurrecci.onal será el factor tksendac~nan.te
para su. perfeccionamiento e irúegració1~ con caracteres taks que no es
posible imagirnu'•.••

Es decir, que el ~lffi consideraba que el •mwimo indispensable• de
partido que habían sustituido era suficiente ~omo condición obje-
tiva- para desenvolverse como vanguardia revolucionaria real, aunque
(todo así lo indica) , nunca llegaron a considerar al p artido -tea éste
de uno u otro tipo- como una de las condiciones obj etivas a tener
presentes como necesarias.
Especialmente debemos incidir sobre l a apreciación n1irista del pro-
blema de las condiciones subjetivas. Vuelve a aparecer aquí el mismo
concepto enu nciado en su documento de 1963, ya citado. E l MIR consi-
deraba que el pueblo peruano estaba todo listo a volcarse masiva y
fur:osamcnte por la r evolución, ofreciendo su existenc.ia por el desarrollo
de las acciones insurrcccionales qu e conducirán al p oder a Ja alianza
obrero·campesina. Igualmente plantea creer que el proceso tomará la
form a de una revolución agraria y que las masas comenzarán por invadir
los latifundios.•• Pero hemos visto como las masas, no sólo en In ciudad
sino también en toda la extensión del á1nbito rural, quedaron inmóviles
y parecían no acertar n comprender la naturaleza de los acontecimientos.

o El 1ubrayado es nueatro.
•S Obra ci1ad11, pág. 33.
123
E l MIR trabajó sus análisis teóricos completamente aislado y al 1nargen
de la confrontación con los demás grupos políticos de la izqnierda
peruana (a todos ellos h abía estigmatizado) . Esto fue en parte comp en-
sado por la elaboración qu e se b acía en relación con las concepciones
de diferentes experiencias extranj eras.
E l ~!IR se lanzó a la lucha mostrando uu inoorrccto descuido por las
inasas obreras y estudiantiles de las ciudades en r az·ó n de que el esquema
estratégico conside1·aba sólo la necesidad de prestarles atención en una
etap a muy posterior, y dejaba entrever que se esperaba muclio de la
esp ontaneidad de éstas para su1na1·sc a la lucha, ]J11scando su propia
ubicación.
El planteamiento enunciado en el p árrafo anterior debe ser confrontado
con Ja hipótesis de que el MIR en realidad no haya hecho sino formular
un csqu.cn1a esti-atégico-táctico expre~anclo, no las necesidades reales de
la lucha, sin o su s propias limitaciones. E sto querría decii: que, tal vez
fundamentalmente en razón de no contar con un ap arato nacional d e
fuerte arraigo y ligazón con la clase obrera y el estudiantado, se
dejaba de lado a éstos h asta una etap a posterior. Un proceso de toma
ele decisiones de este tjpo no se da jan1ás químicamente puro, ni se
presenta en blanco y negro: si b ien creemos que elementos como los
enunciados h an ju gado su p apel, ciertamente, se ban presentado dentro
de uu conjunto estructttral que es el que, finalmente, ha determinado
el sentido de las decisiones.
0

Qnizás u no de los errores m ás importantes cometidos por el l\flll,


haya sido el h aber arriesgado, ele tal m anera, la e:icistencia misma de
su más alto con1ando, de sus mejores cu adros, y de la organización en
su conjunto, en un a sola operación táctica, cu al debió ser la consolida·
ción de los fo cos guerriJleros en el campo. E sto nos hace forzosamente
reflexionar sobre la posibilidad de que el MIR, sobre la base de una
evaluación supe1·opti1nista de la situación y en función de una conccp·
ción idea1izac1a del proceso i11sur1·eccional, «haya jugado sólo a ganador,
ap ostando toda la plata en la primera car rera•. No está de más indicar,
p or ejemp lo, que si Jos bolcheviques hubiesen expuesto a su débil
apa rato organizativo en mayo de 1917 la r evolución hubiera sido, posi-
blemen te, aplastada, y la reacción cobrado tal fuerza, que el proceso
124
hubiera quedado diferí.do, y más aún, si en la experiencia hubiesen
perdido la vida Leoin y Trotsky. •

La fe revolucionaria es ciertamente fundamental , pero no es suficiente


para que una vanguardia pequeña se enfrente a las fuerzas r ep resivas
del estado burgués, arriesgándolo todo en la primera batalla. E s nece-
sario, antes. hacer inclin ar Ja balanza a favor, utiHzando la ventaj a que
~ignifica el apoyo popular activo y haciendo p articip ar a la guerriUa
sobre la base del aprovech amiento máximo de sus evidentes ventajas
tácticas dentro de la concepción clásica de su funcionamiento.

Las guerrillas del l\UR parecen no haber explotado correctamente el
instrumento fundamental con el cual deben enfrcnlai:se a las fuerzas
armadas del poder burgués: el arma subjetiva, clesmoralizarlos, can·
sarlos, no presentar frente, darles tiempo para que se corroan, ganarles
la moral. descomponerlos internamente, esp erar a que se pudran desde
adentro.
Apar entemente el Mffi sufrió los efectos de un desequilibrio formativo
entre los aspectos militar y político, y de un relativo aislamiento d e
las masas más politizadas; se d'esarrollaron pues en el campo como e.re·
yendo que las acciones principales debían prodocirsc al nivel de los
enfrentamientos militar es sobre el terreno. Pero aun desde el punto de
vista militar eran errados algunos asp ectos de Ja con cepción táctica. Como
aqu él de concebir las llamadas •zonas de seguridad• como una condición
dada desde el inicio de la lucha. y por efecto de algunos meses dedicados
..
a su preparac1on.
E l MIR, en su s primeros boletines, se expr esaba de sus «zonas de segu·
ridad• como de «una fortaleza inexpugn able». Aparte de que una
d eclaración de este tipo refleja una deformación provocadora, producto,
seguramente, de Ja inmadurez revolucionaria del autor (quien quiera
que él haya sido) , resulta evidente que no era correcto para una gue·
rr iJla, en su etapa inicial, inmovilizarse de t:il forma - alrededor de Ja
llamada «zona de seguridad»- que facilitase la estructuración del cerco
ni tampoco denunciar su ubicación y su presencia en u.n a 'área prefijada.
La condición fund an1ental de la guerrilla debía ser justamente su movi·
lidad; lo ·cual haría difícil su ubicación y fij ación y por tanto impedía
el cerco. Debe entenderse que esta concepción táctica tuvo varias fuentes
125
J e ori~cn, aJ~ull :ts tic é Sl3S )'3 h;in ~i du lllCncÍ011:1thtt1 nl tratar sohrc la
i11tcrprctacié>11 que el :\llR hace de la fociedad pcr11;u1n. t: 11 funda111 cnt u,
c¡uiz:ís inconsc iente , h :i)·:i po~ihlcrncn tc fido e l a fán d e husc:ir at:i jos y
d e acortar e l c:11nino, dc ~arroll an<lo una t:'tctica cp1c p c r111iticra s:clta r la
etapa de Ja consolitlación d el foco y J>:irticndo con la h;1!=e tl e un;i zona
ya ~:in:ula Jl" r l a ,:u<-rrilJ:i y en la cual podía y dehi:i <-xi::-tir una á rea de
sc¡.:uridncJ. Oiro fun du nl<-uto quizá!! hora !lido la i111crprct:1ción 1lcfcc·
tno~a y la ru111p t11civn dcfor1n:ulu tic la ti\cticu del Fl,N Yictnan1ita y sus
con1plic:11Jos ~i~tc 111ns de zo1u1s 1lc :11:~'llridad. ÉstoF. t.i n P.111har!!º· incluyen,
110 !'Ólo y fu1uJ an1cnlie h uc11tC, el tri\ ha j o político d e YCÍnto aiios tlC Juc-ha
i n ~urrcccion;il , ~ino
adem ás un 111ecani ~n10 dcfcn!'h·o d c::arrolJ:ido l!ohre
e l tC'rrcno e n condicionC':1 de reprciión y perfeccionado a tra,·c>s de)
t ic1npo.
El l\'flR pen >ó y sol'tU\'o que las condiciones suh jctiva~ t'lltahan RuCiciCI\·
tcn1cn1e dadae. con10 para que h nlltnra l a t>t'esen eia de los gr u pos urn1n·
d os para <1ue l:e ~ ela;o,c!< rt?Volucionarjas se >no,·ili7.aran C$pont3nca y
n1 a~ i "a111 cnt c tra~ tlc ello~. En r:i7.tÍn J e e;.ta con~i ilC'rut·i ón <'$tiin :iron que
el frente fu 1ula111cntal y prioritario de Ja re,•olucicin p eruana e ra e l
!rente 111ilit:ir y ;!Hcrrillcro c:'n el cnrnpo, y :i e Jlo p or tunto. dc<licarnn ll\I
csfucr7.o tot:tl, con cvi1lente J csrncdro del tral1njo en e l frente p olítico:
los contael cs con la:; ina:;a s y el csclarccit11icn10 tc<l r ico <le la clic:so
ohrc r;i. el e~lu cl iuntado y la p C<JllC.iía liu r¡;nc-sía 1·adic:il e n li1~ tiudadl?~,
y el ('anlpc;inatlo de la$ área,; fu ero de la zona d e los rc~p c<:li\'os for<ill.
F.n r:i:ic} n dl· IOtlo ello, coní'idcr:1ron que dchfrcn c111p rcu1lrr Ja ofcn:¡Í\'O
r ~e lanzaron a l tllaqu<:. Al ni,·cl tic la intcrprctacivn ¡iopular, no Ac
tr;u ~h :i. por ta nt o. tlc l puclilu que :ic tlc fc ndia d e la$ cond :c iuuc~ n <¡u c
lo forz;d1;(11•• i110 1lc 1111;1 ,¡c 11:r1nina<la yangu;lrtl ia que tu1n:1ha la ofcn: i,·a
co111ra (;) l~" l :t<lo. l::~ I o lo:- a i; ló 111111 111á~ d e la ~ n1a~:i" •Y loi; colocó en
('ituacilin t:il <1uc el gobierno hurgués :te pcr1nili1; el luj u ele 111111 c:1111·
p :uia prx•pa7::1ulística acu:t;indolos de agre::.orc;. Co n la co11!Íf!11 Íc11tc
in ílu•·ncia lll';tati\'a .uhrc Ja ~ coudieiuucs sul1jc1h·as al n i,·e l tiu 111a$as,
CJUC c·l!os 1lalio11 por clescontud:ui.
E l 'I lll ~ostcn ia: «...In 1¡uc h ace í a ltn e n nuc.;tro p a ís es la Yan gunrdi:i
rc \'oluciou;11·ia capaz de ca11ali:1.ar las ansias reivindicativas ele nuestro
puc hlo, cla rlc f o rn1a y 01·;!a11icid:ul, ~· contlur irlai; n trn,·~:l dr <':t:?1i 11os
126
adecuados Y• \'aledcr0t.•• En et-to c~t1n1os tolal ,. •
aht-oltu1n1entc de
acuerdo; &iguc hoy día faltando C$4 , ·•ngunrdia y IR t•rea funclan1cntal
consi•tc en unir a loa cuadro• que rucrccco integrarla, fom1ar a 10$ que
faltan y con~tituirln como c:icprC!ÍÓn real y concrctu, nctl\"n y con~·
eucnlc, de Jo~ ol.jeth•os ele In l'(' \"olueión pcrunnR.
F.n la Conferencia T1·ico11ti11cn1:11, In 1lcle~.:ició11 )1C~run11n c~IU\ºO p•·1:~i1i:da
por r.l ~111{ y Jlrc~entó un •infonnc i;ohrc Ja ~i1u :t<'i1i11 )H1lítica cle"I país
(¡ur. culn1inó ~n In dl'citión f10pn1nr de or¡::u1i~ar la lucha armr.dn
contra el ri~~in1en. El inipaclo de la~ ~ucrrillas en 1:111 ni:i~:i.- e.:i111p<'~n:l!
)' url1ana~, 1le.!'a rrollo de Ja tendencia unil:iria en el t-cno de J;1· ha~t•
entonces di~JlCl'>':IS )" 1lil•iJidut1 fuerza!< ele la ixquit•rcl;i re\·ol11c-io11:!!"ÍH; la
a~1ulii:1ción de las contradicciooe:s en el seno del enr.111i~\•. prnehan
que la Juchu ar1nad11 11celera y de11arr0Jla la11 co1111icionc~ ~nhjcth·ai; que
í11hnhan en e) paí~. tc1i1 'º~tcni•la rior quil.'nc11 inici aro11 la acci(;n
ar1n11da.•~

Al:ruicn podra quizá• pl1111tcar~econ\o reflexión: J•cro ;.lal' niu<'rt('~


de cicot0& de campesino~ indcfcn$C>t, 1~ tortura• y J01 iu;c'1 i11Alo1 ,Je l<:t<
combat ientt"i1 l'C\'Olucionariot., la d~tru('ei<•n. la ~ani:re, la ,·iolenc ia que
•e 1k-s<'ncadcnó con la in' U"«ción, ..e justiíic:in 11or la experiencia
ad11uirida y el e~tado actual de la )ul'l1:1? y 1R re,·olución 111i,.1u;t ¿en
qué oic1li1la podrá justificar la& \'Ícti1nas (JUc hacerlu posible dr.1unndari?
Cicrtan1enlc dl.'!Jenios con fir1nc&A acotar: diYMgacioncs (le c2rc tipo f On
compara bici; al análi~is dr. l:a propia exi~tcnÍ:ia: ¿ \•nlc Ja ¡>ena ,.¡,·ir.
haber nacido, s<·r o no 1cr? cueetiones con10 éeta11 no han Cf't:ado en
di1eu11:ón ni han sido ¡>lantcada11 al a11ili&i~. l,;t$ angu~&iar. pcrro11alr.~ n(\
l('flllin;in ¡1or iu:pr.dir 1¡ue 14 humanidad entera creit('a, fcc-nndc y d é lu·
¡;ar a 1n11.'\'0fl i;ere~ La in~urrccc ión oo C!I sino la Mnlinuac·ión tlr. la poli·
r
1ira por otros Mf!IJiO!I IQ re~o;ución Cll C) ('lllllillo ohli¡::acJo )>Or dondt•
p:i,nn lo~ 1u1ehlM (111e peniii;uen una •nlida (l:lru tUt< prohl01nas d e
111il!Cria, cx¡>lotcc;ón y 'on1ctintil'nto.
J>cl,c:not. te ner 1icn1pi·e prc~entc que lo re,·ulución I"?~ un procf'~o \'aSlo
que Fe da en el tie111¡>n y en el <'l'pncio. Hc1no~ ex1u11i11ado :iprnas unn

,, Obra rilada. pág. 28.


t• Fra~inenle> .tnirodado • .-nn0ttr •e>bre l:t pe>•lt lc>n pcru:1n11 c-n I• T.fkonliamtaL
ftnb.. mia. año sa. No. 2, 1.J d" •:nrro de 1966. L:a llcliena,
eacaramuza y la primera batalla de la insurrección contra el orden
burgués y la lJacha por el poder p ara el pueblo. Esta priu1era batalla
la habrá ganado quien haga mejor uao de la experiencia, es en cate
sentido que se aporta esta contribución. ¡Vendrán más adelante nuevot
enfrentamientos! ¡El futuro es del pueblo! ¡El futuro es nuestro!
3 de mayo de 1966.
Tomado de cCwidernot do Ruedo I bérico • No. 6 Abril·Meyo di: 1966.

t2e
Contra la tendencia
conservadora en el Partido
JULIO DEL VALLE

1.-TOMA CUERPO LA TENDENCIA


Con el aparecimiento de cPor la vuelta a los principios del marxismo-leni-
nismo>, documento que expone la posici6n de un Comité de Base del PGT
respecto a las divergencias en el seno del Partido y de las FAR, y del pri-
mer número de cGuatemala en Lucha ;-por una práctica basada en los
principios- . , medio de publicidad del mismo comité, toma forma y entra
a bcligerar abiertamente, por fin, la tendencia conservadora que, hasta
el momento, estaba diluida, agazapada entre quienes combatían las posi-
ciones izquierdistas y al trotskismo.
.
Esto es lo positivo que tiene el que tal documento y tal periódico se hayan
publicado. Dan fin a una lucha extraña y confusa, que parcela librarse
entre quienes sustentaban criterios coincidentes respecto a los problemas
fundamentales, discrepando en la práctica, en Jos métodos de trabajo, en
la concepción de ciertos problemas, en la actitud asumida al plantearlos
y al resolverlos.
130
Y aunque hemos estado conscientes del peso que el conservadurismo ha
tenido y t iene en el Partido, el esfuerzo por liberamos de él parecla tener
sólo problemas prácticos, consistentes en adaptar sus órganos a las nece-
sidades apremiantes de una linea comúnmente aceptada. Trasladar a otro<>
puestos o sustituir a Jos compañeros que, en los n iveles dirigentes más
diversos, no S() han librado del peso de la tradición·, carentes de la agilidad
y la audacia que impulsan una guerra revolucionaria; sacudir o marginar
a los militantes nominales; y dar vida a nuevas estructuras en la organi-
7.ación, adecuadas para la práctica de la linea: éstas parcelan ser las formas
principa)(-s y casi únicas de la lucha contra el conservadurismo.
Dentro de una concepción general, común a todos, se localizaban los resa-
bios conservadores en quienes no han cambiado ostensiblemente sus méto-
dos de trabajo, manifiestan reservas menores o mayores respecto al éx:ito
de la lucha armada en su forma actual de desarrollo, se muestran extre-
madamente suspica~ ante las actitudes auda~ o izquierdistas, demues-
tran negligencia al poner en práctica las nuevas formas organizativas y de
lucha, pierden la iniciativa o recelan de que la integración del Partido y las
FAR conduzca a Ja desaparición del primero, etc.
Se ha luchado contra los resabios del conservadurismo, contra las actitudes
conservadoras concretas, producto de una incompleta adaptAción de la
conducta al pensamiento, en muchos compañeros. En pocos casos y en
algunas ocasiones, se ha confundido a éstos con los auténticos .conserva-
dores y se les h a combatido. Sin embargo, no se h a luchado sistemática ·
mente contra una facción conservadora definida, porque parecla no haberla
Nadie deEendla abiertamente esas posiciones. El Partido h a ido super3ndo
sus deficiencias y desarrollando la concepción de la via violenta en las
condiciones de nuestro pals: la Guerra RevolucionariA del Pueblo, su estra-
tegia, su táctica, sus formas de organización, sus métodos de trabajo, etc.,
sin que se alzara una sola vo7. de protesta o de oposición. Ln apariencia
indicaba que habíA un avance simultáneo entre lAs resoluciones y el pcn·
snmiento de los militantes y sólo se ponlan de lnaniliesto las dHicultadcs
en ad3ptar la conducta en el trabajo a las nuevas posiciones sustentadas.
El íreno al desarrollo de la lucha se encontraba allí, en la incapacidad de
muchos compañeros a adaptarse con agilidad a las nuevas peculiaridad~.
a las nuevas pers~t ivas que abria una linea corr~ta, que se propone la
toma del poder del Estado a través de la lucha armada.
13 1
Esto hacia suponer que la lucha contra los resabios del conservadurismo,
no seria dificil. En su solución se co1nbinarían las medidas de reorgani7,a-
ción, la educación politiC;l y el ejemplo de los compañeros más avanzados.
El Partido mareharla en su <:0njunto, con plena seguridad, sobre el camino
trazado, lamentando solamente en la actualidad la lentitud, excesiva en
nlgunos aspectos, que tantos recelos y contratiempos produce, en la trans·
formación de sus organismos, en la integración a las Fuer1.as Armadas
Rebeldes (FAR) y en la adaptación de los métodos de trabajo de muchos
de sus militantes y dirigentes n los nue\·as necesidades.
Hoy toma cuerpo una tendencia consen·adora real, efectiva y fracciona·
lista, que no nos permite hacernos la ilusión de que el Partido avan7.a en su
conjunto, ni que solan1entc quedan resabios del conservadurismo. Al con-
trario, se abre un periodo de lucha ideológica y polltica en contra de una
tendencia que, al parecer, no se rendirá ante las medidas rcorganizativas,
la educación política y el ejemplo, sino que se proyecta más allá de las
medidas internas.
Por esas razones, la frontera entre quienes tienen dilieultades de ade<:ua-
ción por resabios de conservadurismo y quienes sustentan posiciones con-
servadoras, deberá ser n ltida de ahora en adelante. De los primeros se espera
1'U adecuación gradual. De los segundos, el estímulo constante a los resa-
bios conservadores, o lo neutralización de la actividad práctica de quienes
los padecen, 111 resistencia y el <:0mbate abiertos a las nuevas posiciones.
Por lo tanto, con ellos solo cabe el combate ideológico y politico.

11.-ESENCCA DE LA POSICION CONSERVADORA


l..a esencia de la posición conservadora está en considerar la linea de la
Guerra Revolucionaria del Pueblo como una desviación de izquierda, cla
desviación mús seria del momento •. 1 No son pues, de n inguna manera, los
errores en su aplicación los que se combaten , sino la línea misma, porque
~es la culminación de un largo proceso que ha lraldo una gran desorien-
tación y confusión, no sólo en nuestras filas, sino en el frente revolu-
. .
c1onar10>.·
~

• cPor líl \'UCha a lo~ principios del mnndsmo·lcninbmo>, P:\g. IS.


' Doc. cit. Pág. I, prin1cr párr;1fo.
132
E..~te largo proceso, viendo las cosas de esa manera, empezó desde que se
fue elaborando y poniendo en práctica, sistemáticamente, la via armada
de dtsarrollo de nuestra revolución, provocando, a 'medida que se avan-
zaba, agudas crisis de dirección, organi7.aci6n y linea, en el Partido y en el
movimiento revolucionario. Esas crisis demuestran, en su opinión, hasta
qué punto llego la desorientación y la confusión, conforme la línea ese apar-
taba> del marxismo-leninismo. Y se apartaba de él, desde que fue consi-
derando la lucha armada como la forma de lucha más importante, hacia
Ju cual habla que dirigir el csfuerzo principal, si queriamos en verdad
nlcanzar el objetivo estratégico. O sea· desde haoc cuatro aiios, aproxima-
damcntc.1·
Asl pues, si desde el punto de vista conservador la desviación de i1.quierda
consiste en apreciar la lucha armada como la forma de lucha más importante,
desarrollando esa idea y, principalmente, poniéndola en práctica hast11.
sus consecuencias más profundas, el camino correcto, el que está cencua·
drndo dentro del man:ismo-lcninismo>, es aquel que concede la máxima
importancia a otras form as de lucha: las formas pacificas, la organización
y movilización legal de los masas, impulsada por un Partido que, aunque
clllndestino, su oliam a con los partidos legales demoburgueses le permite
participar en el juego político y en los eventos electorales.
Considerar las íormas pacificas como las principales, no significa que los
compañeros e<:hen a la canasta las formas violentos, de la misma manera
que destacar lns formas violentas no significa ignorar" la lucha de masas,
C'COnómica, ideológica o polltic.a. En ambas posiciones se habla del domi-
nio de todas las íonnas de lucha por el Partido, que Je den capacidad para
pasar, cuando las circunstancias lo requieran, del empleo de unas al de
otras, con agilidad y eficacia. Para cada unn, sin embnrgo, tiene un alcance
diícrentc. El paso de unas formas de lucha a otras es concebido por ellos

' En el cditnri(ll clcl primer número del periódico <tCua:ema!:i en luchs>, titulado
c:C.I. PGºf y la.~ F.'\ R>, Por Antco, el úhimo docun:cnto ~n1arxista-lcninis1n> que
~e ei:11 es 111 rcsolut'ión Je J3 Comisión Política a:npliatl:i -:.Conclusiones del ClCamcn
ce l:lS e\'.pcl'icnd3.S de lucho \'ÍQ]Cnt:I C intentos g11crriJlcros de principios de 1962.,
de n1ayo 17 de 1962. que apa.r e« con el titulo de c:Ex:unen y conclusiones de la
c<pcricn<'i3 de: !:i Guerrilla ~ de Oc:tubre> r de fe<:ha julil) de 1962. En cuanto
n la , ·ida Je Partido, cs1im11n que ~ ni:1:11u,·o c.lerllro de lns norm:ts h3s1a la
:tprvbaci,jo de la linc~ de la Guerra ltc\·olucionari:i del P11c!>lo. m:tr11) de 196.'\,
<'~ dC\:it, h:1~1., la crcadon d el Centro Provisional <i::- Ol rC(~·itin Rc'.'oludonaria de
la~ F1.1cr1:1~ A11:-:1,!as Rebeldes (FAR), (Doc. l.'i\. P~r.. ) I, pá rrafo 4).

133
como una maniobra táctica: pasar del empleo de una lucha pacifica a seca~
al de una lucha pacifica con n1anlfcs1aciones de violencia. Y a la inversa:
pasar de una lucha pacifica con manifcsiaciones de violencia a una lucha
pacifica a secas. La maniobra consisle en saber cuándo emplear y cuándo
dejar de emplear las formas violenlas de lucha deniro de un ca1nino ancho
y fundamental: la via pacifica.
Para nosotros significa, en su esencia, el paso de las forn1as pacifk-as de
principales a secundarias, en un proceso en que apa recen las forn1as \•iolcn.
las, se desarrollan y se convierten en principales. E.s, por así decirlo, un
cambio de estrategia. Y dentro de esta nueva estrategia, en que lo básico
es el impulso constante a la lucha armada, pasar de unas formas de lucha
a otras significa determi nar en cada caso concreto, según las circunstan·
cias que viva cada sector de la masa, si es correcto penetrar por medio
del trabajo politico o si sólo el trabajo armado puede darle paso allí. Dt:ter·
minar las ocasiones en que deben desenvolverse simultáneamente. Apro·
veehar en los ~mbi tos nacional y local los éxitos de la lucha armada para
impulsar la organización y movilización de las masas y aprovechar lll
organización y movilización de las masas, en esos m ismos ámbitos, para
i1npulsar la l ucha armada.
Significa, primero, un cambio de estrategia el paso de la vla paclfica ante·
rior a la via armada. E.ste tránsito ha venido ocurriendo en la práctica,
desde 1962, haciéndose consciente en sucesivas resoluciones, cspccialmenll:,
en las de Marzo de 1965, del PGT y de Ja FAR. Significa, adentás, la ma-
niobra táctica: la determinación correcta del empleo de unas u otras for·
m as, o de unas y otras y el aprovechamiento del impulso que la prác tica
de unas da a las otros.
Cuando nos hablan de volver a Jos principios marxista-lcninistas en mate·
ria -de vía de desarrollo revolucionario, quieren decir: restablecer en todA
su vigencia los planteamientos de via pacífica anteriores a 1962, cuyo.-;
resabios han venido perturbando la elaboración y la práctic.a de la linc:\
de la Guerra Revolucionaria del Pueblo. Parecen considerar que ésta no
ha llegado a tener amplitud suHciente pera constituir una nueva lín.:a en
la práctica y que puede asimilárselo al empleo auxilia.r de las form as vio·
lentas en la v!a pacifica, que en s u concepto es hora ya de replegar. Y.
vicndola asi, no representa un problema insoluble, grande, ni complicado.
134
Sin embargo, el hecho mismo de portir de la afirmación de que solo l&
via paciiica está encuadrada dentro del marxismo-leninismo y que la otra,
la no pncifica, la del proceso insurre<:cional, la de la lucha armada, no es
más que una desviación, es partir de una base h!lrto discutible, que la
experiencia histórica pone en ridlculo todos los dlas. Será cientlfica, mar-
xista lcninist11, nuestra afirmación acerca de cuál vla de desarrollo es la
apropiada para In revolución en nuestro pals, si esa aJirmación se corres-
ponde con la realidad, si se corresponde con la forma y grado de dcsen·
volvimiento de la contradicción de clases que se da en él. De otra manero
no es más que una afirmación subjetiva, incorrecta, anticientlfica.
Los compañeros, sin embargo, no llegaron en su análisis h astn aq uí.
La realidad nacional quedó al margen de sus apreciaciones. Dogmática-
mente nos presentan la vla pacifica como la única marxista-leninista. Y
asl, los conclusiones que se desprenden de ella son también dogmáticas: la
desviación de derecha, constituida por la negación absoluta de la necesidad
del empleo de la violencia. Y la de izquierda, la más seria, que lo exogert\
al cconfundir la táctica con la estrategia>• - reducen la lucha armada
a una táctica de apoyo a la lucha de masas- y al cunir desde ya la form a
armada de lucha a la consecusión del fin cstrat~ico>.'

IJJ.-LA CONFUSION DE LAS DOS VIAS


A pesar de lo expuesto, hay muchos elementos que denotan confusión de
l:is dos vías. H ablan de lucha armada y no de manifestaciones de violencia.
Se les escapa que lucha armada implica una cierta sisten1atización o In
completa sistemath:oci6n de la violencia. Y uno. violencia sistematizada
no es una forma auxiliar de Ja vía pacífica. Es la vla armada misma.
Se h ace m~ s evidente la confusión cuando afirman que contraponemos
• tajantemente la lucha armada a la vla pacifica>.~
&o significa que el dominio por el Partido de todas las formas de luchi>
>' el pllSO de unAs formas a otras en la práctica, consiste en el empleo

• f)t.c. cit. P:·¡;. 19, p.\rralo 3.


~ l>ot·. d :. P:l¡:. 19, p: u aJo 3.
' l)o(. ri1. P:lg. IS. p.ír::ifo .f.
135
simultáneo o alternado de las dos vías. Parten de una esquematización
muy rlgida. Por un lado, creer que la vía pacUica utiliza exclusivamente
formas paclficas de lucha. Y, por el otro, creer que la vla armada utili1.a
exclusivamente formas violentas. Semejante mecanicismo no puede sino
hacer pensar que ('S incorrecto utilizar una sola vla y que la flexibilidad
consiste en oombinarlas. Y a los períodos de lucha armada deben suceder
periodos de empico decisivo de la vta pacifica, permaneciendo en todos
eJIOS' la reacción en el poder. El papel de la lucha armada es abrir Ja po-
sibilidad de aplicación de la vla pacifica para la toma del poder.
El grado de rigidez y confusión de pensamiento es aquí muy alto. No
pueden ver que una vez iniciado el proceso de la lucha armada la reacción
no hace concesiones que no le imponga la fuer.ta armada re,•olucionaria,
según la importancia que haya adquirido. Y si se llega a un pacto para con-
tinuar la lucha en otra forma, cosa de muy difícil ocurrencia sin la ocu-
pación parcial del poder (en coalición con elle, por ejemplo), la garantia
de su vigencia está en la presencia de nuestra fuerza armada. Cuando hay
pooibilidades, se producen treguas dentro de la vfa violenta, que no
constituyen vla pacifica, puesto que están garontizadas por la presencia
de dos ejércitos antagónicos.
El empleo de las dos vías, alternándolas, es un planteamiento reversible:
emprender el camino de la lucha annada con posibilidades de retomo a 111
lucha pacUica. Iur la bandera de Ja rebelión con posibilidades de arriarla,
como si nada hubiera ocurrido. Y no solo posibilidades, sino deseo franco
de que asl sea. Pero ya Lenin lo decía: a la lucha armada, a la insurrección,
no se juega. El retom o signiHca la derrota y el enemigo es despiadado con
los vencidos. Solo en el buen deseo y en la imaginación cabe la espera de
que nos permitan volver a la lucha pacífica.
No ven que Ja lucha armada es la forma más alta de la lucha política y que
es un proceso irreversible. Que nuestro lema de ,A Ven~r o a Morir por
Guatemala> no es una fanfarronada juvenil o izquierdi7.antc. Porque les
cuesta trabajo ver una realidad muy cruda: si no vencemos, la reacción
nos liquidaro indudablemente.
Y es por eso. Su conoepci6n comprende que puedo haber vía pacUica sin
uso de violencia, pero empieza a confundirse cuando la emplea, y má'>
aún, cuando ve que lucha violenta y lucha política son un binomio in-
136
separable de la vía armada. Parte de su con(usión es reducir la lucha
polltica a sus fonnas tradicionales y, especialmente, a los prooesos electo-
rales y a las instituciones públicas de las democracias burguesas. No ve su
cambio cualitativo en el camino armado. No discrimina entre formas
principales y (onnas secundarias de lucha. No ve que en la via paclfica el
papel decisivo lo llevan las formas paclfic.as, ni que en la vla armad.a lo
llevan la.s formas violentas, aunque una y otra utilizan formas de lucha
propias de su opuesta.
Dos realidades duras, testarudas como decía Lenin, han dado origen a estas
concepciones. Una: la in1posibilidad de impulsar el proceso revolucionarlo
guatemaltero por el camino de la vla pacifica a secas. Por eso los oompa-
ñe1()$ avanzaron hasta considerarla una desviación de derecha. La otra:
las iniciales luchas violentas, confusas en cuanto a los objetivos que per-
segulan, se han desarrollado y ya no se proponen, e incluso no saben si
alguna vez se lo propusieron, ser el apoyo de una lucha de masas a través
de la eual se J:egaría al poder. Se proponen tomarlo a través de la lucha
armada. Y en esto los compañeros han creldo ver otTa posición unilateral,
que desprecia la lucha política (entendida como lucha electoral) , con la
que no pueden estar plenamente de acuerdo.
Y asf, unos se hicieron a la idea de impulsar la lucha pacHica realizando
acciones violentas que obligaron al enemigo a permitir un pr~ elec-
toral amplio y a entregar el poder, dejando de realizarlas al conseguirlo.
Y otros, a la de desarrollar en forma una lucha armada (so.lamente ar-
mada) basta el momento en que atemorizado por la amenaza de una de-
rrota aplastante, propiciara un desenlace enteramente pacifico.
Y estos son los ingredientes de la posición de los compañeros: via pacifica
y mecanicismo. No tienen claridad en el manejo de este proble.ma. No
hay sistema en la concepción, ni en la exposición. Y aunque en lo fun·
dameotal parecen ser partidarios de la vía pacifica con manilestaciones
auxiliares de violencia, aparecen constantemente apreci.aciones que co-
rresi)onden a la oonccpci6n mecánica.

IV.-1.A VIA PACIFICA EN LA PRACI1CA


El ·Dr. Arévalo pensaba, en 1962, que deblan continuar las acciones guc-
trilleras para ccalefactat el ambiente electoral •. Que la reacción, ante el
137
peligro de ona lucha armada en finne, cuyo triunfo pusiera fin a su do·
minio, le entregaría el poder a él. Al ocupar la Presidencia, los guerrilleros
podrfan volver tranquilamente a sus casas y a sus antiguas ocupaciones.
Y no muy distinto ha sido el criterio de los candidatos del Partido Revo·
lucionario en el proceso electoral que culminó el 6 de Mar¿o pasado, al
presentarse como cel único partido con posibilidades de negociar con Jas
PAR y pacificar el país>.
La existencia de focos guerrilleros y de una resistencia armada en la
capital les permitla a ambos amenazar a la reaceión con una altemativ<1
muy diHcil, que la obligara a realizar un proceso electoral limpio y entreg!lr
el poder al triunfador, un cdcmócrata moderado>. La alternativa: si us-
ted.es imponen un candidato y cocinan un proceso electoral en su propia
salsa, es imposible contener el movimiento armado, que acabar!i por triun-
far y despedazar la sociedad neocolonial y de clase en nuestro país. Esa
responsabilidad les cabe por entero a ustedes. Nosotros nos lavamos las
manos. La sociedad ncocolonial y de clases solo puede mantenerse en
Guatemala, si permiten nuestra participación en las elecciones, reconocen
nuestro triunfo y dejan correr nuestra demagogia patriotera y socializante
que restablecerá a la vida normal a los alzados.
El Dr. Arévalo y el PR se equi,•ocaron. No lograron asustar a los reaccio-
narios ccon el petate del muerto>. El peligro ha llevado a los <gori-
las> a refonar el despotismo y a hacer de Jo «democracia representativa>
la mascarada que es hoy en América. No vacilaron en negarles el acceso
al poder. Mayor demostración práctica del fracaso de la vía pacifica, aun
con mani(estacioneS armadas, no se puede encontrar.
Con mayor razón se equivocan los compai1cros que ajustan su pcnsamic11-
to polltico a un esquema que no es válido siquiera para los partidos
arevalistos, el Partido Revolucionario o Ja Unión Revolucionaria Demo·
crática (proimperialista a lo «Alianza para el Progreso»).
¿Eñ.cuál movimiento de másas pueden basar sus ilusiones?
Guatemala es un pals en donde los <gorilas, han ilegalizado a toda la
izquierda y no Je permiten participar en el juego político y en las farsas
electorales; en donde de 60,000 obreros industriales, sólo 15,000 est:in
organi:tados en sindicatos, divididos por la represión, la corrupción y la
penetración de la ideología imperialista a través de la ORlT y el Consejo
Sindical; en donde el proletariado agrfcola y el campesinado car~n en
138
absoluto de organizació n y son pasto de las policías privadas de los terra-
tenientes en donde no existen posibilidades legales de organizar para la
lucha de clnscs a los oprimidos. ni posibilidades pacíficas ilegales, porque es
alll donde la represión se hace más evidente; en donde la movilización de
las pocas organizaciones de clase para obtener mejoras económicas es cons-
tantemente ncu1 rali~da por la parcialidad de las leyes, la ac1ividad pa-
tronal y la represión policíaca.
Guatemolo es un país en donde la reacción se prepara, desde hace mi1s
de un lustro, oon la experiencia del 54, para enfrentar al pueblo me-
diante el uso sistematizado de la violencia arm ada; que reorganiza S\t ejl'r-
cito y sus organismos policíacos, abriendo de par en par las puertas a la
asesoría yanqui y formando cuerpos selectos y especializados en cada llna
de las ramas represivas contr a el pueblo y contra las guerrillas; que
se hace del equipo y de las instalaciones nCC<!Sarias para darles eficacia;
que es1A decidido a impedir con todos los medios y ca como dé lugor. l:i
organización y 1no\·ilización de los clases oprimidas con cualq uier ob-
jetivo; que incluso limita y niega las aspiraciones políticas de algunos
sectores reaccionarios; que recibe el apo)'O moral y la ayuda práctica de
la reacción internacional y que jllcga en el mundo el papel de peón de l:i
polltica de dominación inlpcrialista.
En un país así, ¿en cuál ascenso de la lucha de masas, en cuál movili?.ación
organi7.ada y constante de las masas, en cuál presión de las masas puede
basarse la ilu!iión de llegar al poder por la \' Ía pacifica? ¿En el movimiento
estudiantil q ue. aunque beligerante, va en reflujo como consecuencia de
la implan1nci6c1 del .Plan Michigan. en la Universidad? ¿En el cascarón
de los partidos dcmoburgucscs, que mantienen organizadas solamente sus
dirce<:iones? ¿En el Partido Guatemalteco del Tra bajo que no tiene la
más remota posibilidad de ser legalizado y cuyo trabajo clandestino le
ha impedido ser un partido d<? masas?
El planteamiento de la vía pacifica <.'O n manifestaciones violentas, desde
el punto de visra de los comunistas, presenta un panorama todavia mús
complicodo que el del arcvalismo o el del Partido Revolucionario: nf!<.'.csita
de la presión armada que permita la participación clcctoral de una pcr·
sonalidacl dcmócrntaburgu~a a la cual podamos apoyar, un Arévalo y
dos Méndc-1. Montenegro ayer, un Villagrón l<ramer probablemente ma-
ñana. Una vez electa, en las condiciones políticas del pals, requeriremos
139
también de la presión armada para amenazar a la reacción <Con el petate
del muerto. y obligarla a que le entreg~1c el poder. Y si llega hasta aquí,
esperar que el nuevo régimen cumpla sus ofrecimientos de brindar líber·
tades democráticas suficientes que contribuyan a fortalecer nuestras or-
ganizl\ciones, extender nuestra influencia y aspirar a la hegemon(a del
proceso, aprovechando los sucesivos cambios de gobierno a través de las
elecciones. No es Arévalo· Méndez, Montenegro o Villagrán Kramer lo que
nos interesa, sino profundizar el contenido revolucionario de sus po.sibles
rcgimenes, avanzando más en cada sucesión presidencial.
Este es el punto más débil de toda la cadena. El nuevo régimen puede
cumplir sus ofre<:imientos a cambio de la desmovilización de nuestros hom-
bres en armas y, enseguida, al sentirse seguro, volver sobre sus pasos.
Pero, si cumple en verdad, hay otro factor cuyo peso serla ingenuo des.
conocer. La reacción y el imperialismo presionarlan al incumplimiento o
azuzar(an al ejéJ-cito al golpe de Estado. Y alll volverlamos al punto de
partida: reiniciar otro proceso semejante., con las enormes dificultades que
nos representarian desmovilizar y reinstalar nuestros frentes.
Sin la ilusi6n de la posibilidad de que esas personalidades puedan llegar
al poder a través de elecciones y, sobre todo, sin la ilusión de que una VC7.
en él puedan encauzar un régimen democrático-burgués, profundizándolo
hasta nuestras posiciones y dejándolo bajo nuestra hegemonia, no habrla
planteamiento posible de v(a pacifica.
Pero se olvidan de la experiencia con ellas. Sus reglmenes no conducen
a la profundización del contenido revolucionario, ni siquiera al cumpli-
miento de las reivindicaciones propias de su clase. Betancourt y Leoni
son ejemplos más que elocuentes. Y, aún en nuestro caso, el de la Re-
volución de Octubre, por cuyo esquema suspiran: era imprevisible para
Arévalo la radicalizaci6n de Arbenz y se sintió agobiado cuando no con·
tinuó siendo can:valista-,. Sin embargo, el planteamiento que no llegó a
cristalizarse por la intervenci6n extranjera, la sucesión de Arbenz por el
Coronel Dlaz, no era precisamente una garantla de avance revolucionario.
El valladar lo constituyó el ejército tradicional, que no era el soporte apro-
piado para la revoluci6n y sobre el cual el iJnperialismo cifró con éxito sus
esperanzas.
Hoy, más que nunca, aquellas personalidades, con la experiencia de Gua-
temala, se curan en salud. No están dispues.ras a cometer el error de Aré-
140
valo con Arbenz. Podrán aliarse con nosotros mientras nos necesiten,
hablando como de costumbre, de nuestra cescasa perspectiva de llegar al
poder>. Pero hasta alli nada más. Conseguido su objetivo, darán paso a la
demagogia y al entreguismo. Y tendrán el pretexto de siempre: la presión
del éjército y la poderosa fuel7.a del in1perialismo, ante los cuales cno
estamos en capacidad de luchar,.
¿A qué conduce, pues, el planteamiento de vía pacífica con apoyo armado?
A todo, menos a realizar la revolución antimperialista y antifeudal y,
menos aún, a sentar las bases de la transformación socialista. Conduce,
eso sí, al sacrificio de vidas valiosas, sin la obtención posible de resultados
' .
practicos.
A través de ella no ganaren1os la hegemonía del proceso revolucionario,
no de5truiremos el aparato represivo de las clases dominantes ni obten-
dremos el poder. Contribuiremos, a lo sumo, a encumbrar a los demagogos
burgueses, proimpcrialistas al estilo cAlianza para el Progreso>, a los que
tendremos que combatir como lo hacemos con la reacción cgorila,. Con
una diferencia rnuy importante: habremos perdido rnucho tiempo, muchas
energlas y mucha sangre en un camino inútil.
Podemos concluir que el camino de la vla pacifica con manifestaciones
auxiliares de violencia, en las condiciones de nuestro país, no sólo no es un
planteamiento marxista-leninista, como los compañeros pretenden, sino
q ue es una desviación oportunista del mismo.
El camino de las dos vías es simplemente una aberración.

V.-LA BURGUESIA NACIONAL


El segundo punto importante en que discrepa la posición conservadora
con la linea del Partido, es en el enfoque del• papel que pueda jugar la
burguesía nacional en el proceso revolucionario. Persiste en el criterio
de q ue es una fuerza motriz y de que el objetivo estratégico es el go-
bier!'lo de las cuatro clases.7 Acusa al Partido de aceptar cla tesis extremista
de no tomar en cuenta en el frente antimperialista y antifeudal las con-

1 Doc. cit. Pág. 21, Proposiciones 2o. En las conclusiones del ID Congreso se incluye
a la burguesía nacional como fuerza 1no1riz de la rcvolud6n y se habla i!el go-
bierno de las cua1ro clases.
141
tradiceiones que tiene la burguesla nacional>,' y cree que la revolución
cllO puede hacerse ignorando la fuerza polltica que tiene Ja burguesla y
lns distintas capas y masas que la siguen.,.•
Tres puntos a discutir hay en estos planteamientos. Uno, si la burguesía
nacional puede sei: considerada como fuen:a motriz. Otro, si dejando de
serlo se le ignora por completo, se olvidan las contradicciones que tiene
con el enemigo y se dejan de aprovechar en el esfuerzo revolucionario. Y
el tcn:ero, las repercusiones que sobre el carácter de la revolución tiene la
omlsión de la burguesla como (ueru impulsora. En los tres puntos la
posición conservadora es subjetiva en sus apreciaciones y revela, aqul
tambi~n. sobre todo en el segundo, un mecanicismo similar al que empleA
nl tratar la vta de desarrollo de la revolución. Entjende en un sentide
absoluto, o tergiversa deliberadamente, la exclusión de la burgucsla como
Juerza motri%. Un breve análisis es, pu~. necesario.
J) No existe en el documento ningún análisis que fundamente su criterio
de q1:1e la burguesla nacional es una fuerza motriz. Simplemente se apega
al contenido de las viejas resoluciones. Y este solo hecho es suficiente para
considerar que su posición no es el resultado de un estudio de la realidad
concreta, sino de una necesidad polltica. Ha hecho un dogma de la vfa
pacifica y no se puede pensar en ella sin que la burgucsla nacional juegue
el papel más importante en la primera etapa de la revolución.
Si su esquema ve el inicio del proceso revolucionario en el apoyQ a una
personalidad burguesa, a un sector de la burguesía, contribuyendo a que
se le abra la posibilidad de pa.rticipar en un evento electoral, a que le
entzeguen el poder y a mantenerse en él, necesita ver en la burguesla na-
cional a una clase poderosa, capaz de enfrentarse al enemigo y sin temores
a las clases revolucionarias,. aunque la realidad de la vida diga otea C06a.
En vez de evaluar la situación de las clases oprimidas y calcular sus po-
sibilidades politices, para encontrar el camino de la revolución en nuestro
país, procedió a la inversa. Aceptó ciegamente la vla pacllica y se b~
el eslabón necesario para ponerla en práctica. Se pintó asl un panorama
rosa, en que la revolución atravesarla tres etapas, una, bajo la hegemonta

' Doc. cit. P~g. 19, primtr p6rrafo.


t Doc. ci t. Pág. 16, úl1i.mo p:irrefo.
142
burguesa, q ue alcanzarla el poder por el camino legal y que nos permitirla
acumular fuerzas. Otra, de disputa por la hegemonía. Y una final, bajo la
hegemonia proletaria.
Pero la realidad no permite hacemos esas ilusiones. La burguesía nacional
no es esa clase poderosa que los compañeros se imaginan. El resultado de
la polltica neocolonial del imperialismo (empresas mixtas, Mercomún
Centroamericano y cAlianza para el Progreso>), a partir del triunfo de
la contrarrevolución en 1954, ha sido la reduceión nun1érica y el debili-
tamiento económico y político de la burguesla nacional. El hecllo carac-
te.rl.stioo de los últimos doce años es el paso de más y más capitalistas
nacionales al seno de la burguesfa intermediaria. En Guatemala no se esta·
blece ya ninguna empresa importante sin la participación del capital
yanqui. Y las mismas empresas fundadas con anterioridad están sujetas
a la presión del halago, del cdumping, y de la acción gubernamental,
para vincular sus intereses a los del capital extranjero. Su perspectiva
h istórica es la de su desaparición y la de su reemplazo por la burguesla
intermediaria y el imperialismo.
En· consecuencia, se han fortalecido las filas de la burguesla intermediaria.
El imperialismo ha ampliado su base social en el pals. Y en tanto los in-
tereses e<:onómicos y politicos de esta capa se identifican con los del im-
perialismo y son su instrumento de penetración, los remanentes de la
burguesla nacional no están en capacidad de luchar por su liberación, sinr~
por su sobrevivencia como clase. Su papel no es el de fuerza impulsora
de la revolución, sino el de fuena conciliadora con el in1perialismo.
Y esta actitud polltíca de la burguesla nacional no es un hecho nuevo. Ys
manlf~taba esta tendencia aún antes de que este proceso tuviera lugar.
Ba.sta re<:ordar un caso) un único caso, reciente y aleccionador, el del go-
bierno democrático de Arbenz. Sólo una capa de la burguesla nacional
colaboró con él y fue la base de la polltica del paso atrás. Desertó cuan<io
la intervención extranjera se puso a la ·orden del dia. Y hoy, desde le
Jfanura, los partidos burgueses, sin excepción, parten de la aceptación
de· ta cAlianza para el Progreso, al elaborar sus plataformas programáti-
cas. Ninguno de ellos hace planteamientos revolucionarios.
Su situación de debilidad tiene por consecuencia principal el no permitirle
u.o.a polltica independiente frente al imperialismo. Necestta conciliar con
t43
él para tener oportunidades. En definitiva, el iinperialísmo le abre el
camino de la sobrevivencia como clase acomodada, aunque no como clase
independiente, y éste es un madero de salva::ión al que se acoge. La re-
volución, en cambio, y Cuba se lo confinna, la conduce a su eclipse total.
No tiene la fuerza necesaria para detenerla en el cumplimiento de sus
propias tareas de liberación. Por eso busca el acceso al poder, negociando
y conciliando con el enemigo; no intenta siquiera un camino distinto,
independiente, por temor a asustarlo. Y nada autori7.a a pensar que, si lo
lograra, realizaría una política popular y democrática. Su pensamiento
~ tá imbuido de la creencia de la imposibilidad y la inutilidad de la lucha
contra el imperialismo. Su aspecto vacilante y contrarrevolucionario es,
por hoy, el predominante. No es, pues, salvo 1nejorcs fundamentaciones,
una fucna motriz de la revolución.
2) Negar a la burguesía nacional el carácter de fuena motriz no significa,
como los compañeros afirman, negar las contradicciones que tiene con el
imperialismo y el latifundismo ni que se provocan luchas limitadas entre
ellos y, menos aún, que esas luchas no deban sumarse al esfuerzo revolucio-
nario. Significa solamente que hay que ver el problema con objetividad,
sin hacerse ilusiones.
Las contrndieciones entre la burguesia nacional y el imperialismo se
manifiestnn, en primer lugar, en el proceso de absorción, en la resistencia
que determinadas capRs h acen para impedir que las empresas enteramente
suyas, hasta ahora, se conviertan en empresas de capital mixto; en · l<i
resistencia al <dumping> que les aplica el Mercomún Centroamericano y
a la presión del gobierno, interesado en vincularlas; en la lucha pC>r

participar en el Mercomún y por participar en igualdad de condiciones con
las empresas mixta.$.
Se manifiesta, en segundo lugar, en la lucha por el poder. El imperialismo
y sus aliados, la burguesia intermediaria y el lati(undi.smo, niegan ,a la
burguesla nacional la posibilidad de hacer gobierno. Esta, sin embargo,
no intenta hacerlo sino mediante el compromiso con ellos; y a6n asl, no
aceptan. Temen que la demagogia condU7.ca a un desbordamiento popular.
Sólo tienen confianza en las dictaduras militares, en los reglmenes sóli-
damente vinculados con ellos. Los espanta todav1a el proceso 44-54. Los
pnrtidos y las elecciones no son más que un mero instrumento para le-
galizar los despotismos a ultran7.a. Y así, las crisis son frecuentes. La de
144
ArC:vnlo en 1963 y la de MéndC'l Montenegro ahora. El mayor amago de
independencia por su p~ ~ l<', <'n esas condiciones, ha sido la oonspiración. la
t<'ntativa de golpe de 1 :n<lo, d:ri¡;ido contra los instrumentos inmediatos.
los militares gobernantes, p~ro nunca concra el imperialismo y su.s lacayos.
No esperamos, por canto, que esas luchas se amplien y sean el preludio
de una lucha más franco y revolucionaria. Cada vez tiene menos capa-
cidad para hacerlo. Son apenas pataleos que terminan, por lo general, en
unos casos, en la aceptación de la absorción, y, en otros, en la espera de
una nueva oportunidad pnrn luchar por el poder.
Nuestra politice no es, por supu<'sto, cerrar los ojos a las luchas que pro·
vocan esas contradicciones. Pero campoco sobrestimarlas e Ilusionamos
con que la oligarqu!a le permitirá el acceso legal al poder bajo la presión
de esas luchas, y ella, a su VC7.· nC1s p~rmitir,\ en igual forma el ascenso. &o
ya no es posible en Guatemala. Nuestra polltica es concreta. Debein~
contribuir a contener el proceso de ;ibsorción a que está sujeta Ja burguest'
nacional. Ampliar su resistencia, desarrollar su lucha, impedir que la de-
voren. Pero conscientes de que contribuimos a una lucha por su sobrevi-
vcncia y no por su liberación. en un pro::cso de lucha armada que no sólo
no apoya, sino que teme. Tendemos por todos los medios a neutraliu..rla.
A ahorrarnos un enemigo y a ganar un aliado ocasional. Un aliado
cx11sional, porque su lucha es limitada e intermitente. No tiene continui-
dad. Proviene de una clase social cada vez más débil y reducida. Y en su
lucha por el poder, no podemos apoyarla. La revolución no obtiene ningún
beneficio con eso. Nucstr11 política será aprovechar las crisis que provoca
para impulsar nuestra propia organización y nuestra propia linea.
Nuestra politice no es, pues, ir tras de la burguesia, apoy6ndola basta que
ella nos ceda el paso y nos apoye. El aspecto básico de nuestra poUtiea
es el de su neutralización, impidiendo que pase su fuerza al enemigo. Y en
ese proceso, ga.naremos individualmente a los burgueses que desarrollen
una verdadera conciencia revolucionaria. Ellos irán tras de nosotros, apo-
yando nuestra linea.
3) Una burguesla nacional como la nuestra, desde la llanura, no hace
planteamientos antimpcrialistas y antifeudales, sino conciliatorios. No
bu.sea el apoyo de los clases oprimidas como tales, sino que manifiesta un
cenado anticomunismo. Por esas evidencias y por su debilidad insalvable,
t45
si llegara a ocupar el poder no puede esperarse de ella el impulso y l.1
profundización de las tare3s antimperialistas y antifeudales, la ampliaeió11
y plena \ligencia de las libertades democráticas que nos permitieran acu-
mular fuerzas, ni la aceptación de· alguna posibilidad para nosotros de
ocupar el poder por la vla legal.
Desaparecen, pues, los planteamientos de la vía pacífica, del gobierno de
las cuatro clases y de la democracia nacional dirigida inicialmente por
Ja burguesia, y, posteriormente, por el proletariado.
Las realidades de hoy son la lucha armada como via de desarrollo de la
revolución, dirigida en todas sus etapas por el proletariado, basada en la
alianza obrero.campesina y en frente unido con las capas medias de l.i
población y los burgueses que acepten nuestra lineo. La dictadura revolu-
cionaria de las trés clases, bajo la hcgemonla proletaria, en tanto se
cumplen las tar~s agrarias y antimpcrialistas.• y la dictadura del prole-
tariado, al iniciarse las transformaciones socialistas.
Aprovechamos el desarrollo de este temo para combatir la creencia de qu~
vla pacífica, hegemonía burguesa y democracia nacional son solucio1H~s
correlativas a los problemas de nuestro país, que la aceptación de una
implica la aceptación de las demás. Esto no es cierto y ha dado lugar a
muchas eonlusiones, h ábilmente aprovechadas por los trotskistas.
Teórican1cntc el objetivo democrático nacional, agrario y antin1petialista
puede obtenerse a través de las dos vlas: pacifica y armada. No es t!l
objetivo mismo el que determina la vio para obtenerlo, sino las condi-
ciones sociales en q ue las clases oprimidas tienen que luchar. Por las
rarones ya expuestas, en nuestro caso sólo puede obtenerse a través de la
vio. violenta. Lo correlación es entre via armada y democracia nacional.
No es cierto tampoco que la democracia nacional necesite de la hegemonía
burguesa. Muchas con(usiones han nacido de este equívoco: La exclusión
de la burguesia n acional como fuerza impulsora h a hecho creer a algunos
compañeros que cambia de carácter a la revolución en su etapa actual.
Que sin la burgucsia nacional, la revolución sólo puede tener el caráct~~
socialista. Y esta conclusión serla justa si en nuestro caso la democrach;
n acional pretendiera el desarrollo de la sociedad capitalista. Pero su esencia
está constituida por la destrucción de la sociedad neocolonial y scmifeudal,
no por la construcción de otro tipo de sociedad. Y estas tareas, aún sin la
146
burguesi3, son de indispensable cumplimiento. Sin embargo, si 1ranscurre
bajo Ja hegcmonla burguesa, ;) la dcsrrucci6n de la vieja sociedad seguir!
el impulso al dcsartollo capitolista, la mediatización de las conquistas po-
pulares y el restablecimiento del donlinio imperialista, y boste el caso de
lndon(.'Sia como ejemplo, en donde además se obtuvo a través de la lucha
armada. En cambio, b11jo la hcgemonla proletaria, a la dcs1rucción de 111
sociedad ncoc<>lonial y semifeudal segujrá la transformación soci111ista. La
correlación. es: hcgemonla del proletariado y democracia nacional.
En general, la correlación de soluciones en el caso de Guatemala es: hc-
gcroonlo prolc1aria, lucha armada, reivindicaciones democritico-nncionalcs,
agrarias y antimpcrinlisto.s, que dan paso a las reivindicaciones sociolis1as.
Sea dicho esto de paso, frente a los temores que suscita la posición con-
servadora que sobrestima el papel de la burgucsla nacion:il, se aferra
a la vla pacífica y predica una revolución democrático-nacional de inciertos
perspectivas. que no puede transformarse por si misma en revolución
S«lalista. Basándose en csla tesis conservadora se ha impugnado a la
democracia nacional y se ha dicho que é-se no puede ser nucslro objetivo,
puesto que de lograrlo, se derrumbaría como el gobierno democritico de
Arbcni. Cabe sólo una 11claración: la dc1nocrncia nncional que prcdicam0$
persigue la destrucción de In socjcdad ncocolonial y scmileudal y se di-
ferencio en dos rasgos fundomen1alC$ del gobierno democrático de Arbenz:
se conseguirá a 1rav~s de la luchR nrmada y se apoyará por tanto en un
tjér<'ito popular y transcurrirá bajo la hcgcmonla del proletariado.

Vl.-EL PARTIDO Y LAS FAR


Llegamos ahora al tercero y último punto en que las discrepancias con
la posición conservadora, son esenciales. La apreciación de las crisis de
dirección y organización, sus causa..~. sus cons«uencias y sus soluciones. E.s
tal vez el punto en que reina la mayor oscuridad y en que m6s se necesita
de un estudio serio y sistemático. Pero los aportes que pueden darse
dependen estrechamente de la lincn general que se adopte. Los que son
apropiados para una, son inapropiados paro la Otra y en poco o en nada
se ayudan mutuamente. El abismo parece infranqueable y el acuerdo
imposible, si observamos que en sus :apreciaciones y propuestos la posición
co~rvadora parte de la aceptación de una vía pacifica que puede usar y
dejar de usar las formas violentos de lucha, en tanto que las nuestras
14 7
parten del camino de la lucha arn1ada. C:id:t posición necesita l'Structurar,
consolidar y desarrollar una dirección y una organización capa<.-cs de im-
pulsar su línea. Y a line.as diícrcntcs, soluciones orgánicas diferentes.
Conforme al documento que analizamos, clos errores del Pertido obl'd<.'«1)
a un proceso que arranca de las propias condiciones históricas de su na-
cimiento y no a una cuestión derivadu de las vicisitudes de la lucha arma·
da>.1º Considera, asimismo, que la crisis orgánica que se ha \"i\'ido se
debe al cmenosprecio a las formas de organización y a los principios
esenciales del marxismo-lcninismo>.H Y en consonancia con eso, nos
dictan una cátedra sobre lo que es el Partido y sobre los principios que
lo rigen y sobre los aciertos y los errores en sus resoluciones desde su
nacimiento hasta la fecha.
Aunque podriamos estar de acuerdo con algunos de sus juicios en con-
creto, otros muchos corresponden a otra época y no son precisamente los
errores y malos métodos de hoy, y otros más son apreciaciones n1cramentc
intelectuales, propias de quienes ven la lucha desde lejos. No se percatan
de que esos juicios, aunque fueran razonables y verdaderos, analizan sólo
un .upecto del problema: el aspecto interno. El otro, el externo, el principal,
la realidad en que el Part ido desenvuelve su vida· se les quedó en el tintero.
En su opinión, no fue la realidad de la lucha de clases en nuestro pa!s
la que determinó la crisis y el cambio de estrategia, el paso de la vía
pacifica a la lucha armada. Tampoco tuvo que ver nada esa realidad con
las crisis y los cambios estructurales. Todo ocurrió por <el bajo nivel teó·
rico y politico de los cuadros de la clase obrera y de los elementos de Ja
pequeña burguesía revolucionaria que fundaron el Partido>\: y por ins-
pirarse en los documentos del movimiento con1unista internacional.
Vaya una manera <marxista-leninista, de analizar los problemas. Unila-
teral, mecánica, subjetiva. Ningún bajo nivel teórico, ninguna copia de
experiencias internacionales ha impuesto el cambio de linea, ni las trans-
formaciones estructurales. Ha sido la realidad, esa realidad de domina-
ción feroz, esa realidad de represión cavernaria, que nos veda el derecho

10 Doc. cir. P:íg. 6. pcn1'1hilno p~rrafo.


11 Doc. cit. Pág. 2.
,, Doc. cit. Pág. 11, Malos Método,;.
148
de organiiar a lai; clases oprimidas pnra la lucha económica, ideológica y
politiea, In que nos gritaba a V07. en cucílo que sólo la lucha armada
podría COt)ducirnos a la liberación del pals y a la transformación revolu-
cionaria de nuestra sociedad, lo que nos pedla encontrar las formas or-
ganiiativas apropiadas para impulsarla.
Las condiciones internas del Partido, lamentablemente, no permitieron una
visi6n clara y a tienipo de la realidad. Se fue admitiendo lentamente, pri-
1ncro, aceptando la necesidad del uso de algunas formas de violencia, como
se asenró en los documentos desde 1955, pero sólo como una táctica im·
pulsora de la vln pacífica de desarrollo, de la cual los redactores del docu·
mento que analiiamos no han salido. Luego se avanzó hasta la conoopcíón
m!.>cinicu: Un periodo de lucha armada, seguido de un desenlace pacifico.
Ellos bnrruntan a disgusto esta etapa. Y, fi nalmente, en las resoluciones
de mar1.o de 1965, die?. afios dcspui's, se <.'Omprendi6 claramente, en sus
justas dimensiones, el cnmino de la Guerra Revolucionaria del Pueblo.
Y a esta ctap:i, los compañeros se niegan a llegar. Les parece que es
rendirse ante las posiciones del Partido Comunista de China. Y todo lo
puede decir la realidad, en su concepto, 1nenos aquello que pueda pa-
rccérseles.
Pero l a~ condiciones internas del Partido no sólo determinaron la lentitud
en la aceptación ele la realidad y en la determinación de la linea correcto,
que al cabo fue común a todos los revolucionarios, sino que impidieron que
esas conccpcion<.'s se reflejaran en verdad en nuestra práetic9 polltica. Y
esto ya no fue común u todos los revolucionarios. En 1955 se aceptó la
necesidad del uso de las fonnas violentas, pero no se crearon los organisn1os
encargados de aplicarlas, ni se preparó a ningún militante en el terreno
militar. Dcspu~s de la resolución de mayo de 1961 se preparó a un nú-
mero insuficiente du cuadros, que incluía a solo un miembro de la Dirección,
que pro1agoniiaron en 1962 los fracasos de Concuá y Huehuetenango.
A partir de entonces, e influidos por la concepción mecánica, conscicn1e
o inconscientemente, se separó de la militancia ordinaria a los cuadros
destinados a lo lucha armada. Por un lado, el aparato político, por el otro,
el aparato militar. f-..ste último se vinculó a las primeras FAR y en ellas
dejamos al 13 de Noviembre la atención de los frentes guerrilleros, reser-
vándonos el control de las 2onas de resistencia. Y por esa coyuntura se
149
nos introdujo el trotskismo. Salta a la vista que el pensamiento que nos
guiaba era k te: no importa perder el control de los organismos que están
haciendo la guerra, si mantenemos el del aparato polltioo paralelo, puesto
que la situación tendrá, en definitiva, un desenlace pacifico.
No fue sino hasta finales de 1964 que se comprendió que la guerra no
era esa cuña, esa muleta para hacer andar la vla pacífica. Y en las rcsolu·
clones de marzo de 1965 y en la reconstitución de las FAR de Ja misma
fecha, ya se vio claramente en la lucha annada el camino y se barruntaron
todas sus implicaciones. Se comprendió que los aparatos político y militar
no podlan seguir siendo paralelos. Que tenJan que integrarse el uno en el
otro. Que la lucha armada tenla que se.r impulsada por Ja concepción y Ja
dirección política y que la lucha política sólo podia ser impulsada por
la lucha militar. Y llevar eso a la práctica significaba la reorgani1.ación
del Partido de la cabeza a los pies y su integración en las FAR. El primer
paso de claridad en ese sentido fueron ·1as Diez Tesis de Organización.
Con traspiés y sin esperar al IV Congreso, se empezó a crear regionales
integrando las dire<:ciones politica y militar, en unos casos sólo de las
FAR, en otros sólo del Partido y en otros más del Partido y de la FAR.
Pero quedaba el defecto principal sin solucionar: la Dirección del Partido
que no comprendia dirigentes militares y en cuyo seno las concepciones
incorrectas y los hábitos pasados no dejaban avanzar el trabajo con la
<:i?leridad neccsa.r ia. Para renovar el Comité Central se celebró la Con.
ferencia de febrero del 66, que resolvió en lo fundamental esta falla. Y
queda mucho ~r hacer.
Mientras este proceso se llevaba a cabo, lo que ocurrió en la práctica fue
desalentador para los comunistas. Las luchas violentas se produclan es·
pontáneamente y no impulsadas por el Partido. En 1962, por ejemplo, el
pueblo y los militantes comunistas se lanzaron a la lucha violenta sin que
el Partido se lo hubiera propuesto, con excepción de los intentos guerrilleros
de Concuá y Huehuetenango. Y a partir de entonces, la impresión general
era que el Partido apoyaba la lucha armada, pero no la impulsaba. Mien·
tras el Partido se resistla a tomar decididamente el camino de la vía
violenta y a integrarse francamente en las FAR, el 13 de Noviembre y
Yon Sosa capitalizaban muchos codos de prestigio.
No era extraño en estas condiciones que los militantes dirigieran sus c:rí·
tica.s a la Dirección del Partido y empezaran a ver la vanguardia de la
150
lucha en los organismos de las FAR, enc~bczados por dirigentes del 13 de
Noviembre. En cada uno de ellos se planteó un conflicto muy serio: lo
lealtad al Partido y el impulso de la lucha fuera del Partido. Y a no S<:r
por la precipitación de los trotskistas de . empezar a machacar sus tesis
provocadoras alrededor del nombre de Yon Sosa y del 13 de Noviembre,
la crisis hubiera conducido al rompimiento. Y aunque no estuvimos en ca-
pacidad de responder adecuadamente a los trotskistas, no sólo por ·difi-
cultades materiales, sino también por falta de claridad y elaboración en
nuestra linea. la polémica con ellos condujo al acercamiento entre los
militantes disidentes y el Partido. El Partido llegó a la concepción co1n-
pleta de la vía violenta y los organismos militares se acercaron a las po-
siciones del Part ido. La confluencia, aún con muchos desajustes, se pro-
dujo con la re<:onslitución de las FAR en marzo del 65. De entonces par:>.
acá, los continuos reajustes caracterizan el proceso.
Es en estos hechos en donde debe buscarse el origen de la crisis orgánica.
Su consecuencia inmediata ha sido la desorganización. Pero también, ha
desorganizado el paso de unas formas de organización a otras. No fue
un presunto menosprecio a las normas de organización y a los principios
esenciales del marxismo-leninismo. Fue la realidad que vivlamos. La
contradicción entre una organización impropia y las nc;:esidades de la
linea. Y en medio de la c.risis ha h abido seria preocupación por salvaguar-
dar y por reconstituir esas normas. El problema de cómo vincular el tra·
bajo militar y el trabajo de Partido, de cómo hacer funcionar al Partido
en las unidades milítares y, en general, de cómo integrar al Partido y a
las FAR, h a sido el problema más dificil que hemos afrontado. Y para re-
solver este problemn, necesitábamos y necesitamos de propuestas de so-
lución viables.
Pero los compañeros, cerrando los ojos a la realidad, viendo sólo errores y
desviaciones internas, reales o ºimaginarias, y pretendiendo volver a la
vfa pacifica, hacen propuestas que no sólo no nos sirven para nada, sino
que, de aceptarlas, marginartamos at· Partido de la lucha actual de nuestro
pueblo, lo separarlamos de las masas oprimidas y lo harlamos abandonar
definitivamente su papel de vanguardia.
Por parecerles impolitico, no pidieron la disolución total de las FAR.
Piden dejarla e.como un organismo más de masas>.13 Pero, conforme a sus

•3 Ooc. cit. Pág. 21, Proposiciones 4o.


151
tesis generales, ni esto es posible. Otras formas de organización para la
lucha de masas serlan las principales: sindicatos, centrales sindlcaJes, par·
tidos. frentes unidos de distintas fuerzas, etc. La FAR pa.sarian a un plano
muy secundario. Probablemente como grupos para realh:ar acciones muy
limitadas o para simples esooltas. Y si esto no es posible, como lo han
manifestado oralmente,, habrfa que retirar al Partido de las FAR. Piden
la disolución del Centro Provisional de Dirección Revolucionaria.1' Y
aunque sobre este problema nosotr~ mmnos no tenemos un criterio de-
finitivo, puesto que es indudable que la dualided de dirección debe desa-
parecer, no es este el momento en que deba disolvérsele, n1 el sentido de su
di.solución debe ser el que los compañeros pretenden. Es decir, la dirección
de· la lucha armada no debe desaparecer. Debe fortalecerse.
A.si pues, para nosotros la crisis se manifestó cuando la linea de la luch1t
armada debla ser impulsada por una organización propia para la lucha
pacifica. Para ellos. cuando la organización se adaptaba a las necesidades
de Ja lucha violenta y empezaba a ser impropia para la vla paclfica. Nues-
tros problemas derivaron de la lenta transformación orgánica en el Par-
tido y por el débil impulso que se daba a la organización propia para la
guerra. Los suyos derivaron de ver el creci.miento de las FAR en form11
desproporc.ionada en su criterio, y sentir que el Partido se desorganizaba,
para adaptarse a la nueva forma de lucha. Para nosotros la solución está
en fortalecer el Partido para impulsar y robustecer a las FAR y desarrollar
decididamente la lucha armada. Para ellos está en fortaleoer al Partido
para disolver A las FAR y volver a la vla padfica.

VII.-LA CRISIS DEL PODER REACCIONARIO


No dudamos que Jos compañeros, antes de decidirse a iniciar una polé-
mica p<rbUca, han mantenido una polémica privada con la Dire<Xlón del
Partido. Algunos elementos de esa discusión han llegado hasta nosotros,
especialmente por lM dificultades y roces que ocasionó su actitud frac-
cional irreductible: negarse a la integración con los organismos de las
FAR en su localidad.
Pese a reconocer el hecho de que no exponen por primera vez sus puntos
de vista, es bueno hacer constar el momento en que se constituyen for-
.
1• 1.>oc. cit. Piig. 21, PropoSlclo~ So.
152
malmente como una tendencia beligerante. Es en los últimos meses de
1965 y los primeros de 1966. Elaboran su documento y publican dos
números de su periódico. Y abren la discusión en el seno de los Comités
de Base y en el de los organismos de las FAR.

Es precisamente el momento en que la tiranía abre un proceso electoral
tendiente a legalizar su gobierno de facto. Cuando monta una gran farsa,
tras de la cual oculta el fraude legal y material; da plazos brevlsimos para
inscribir partidos que necesitan 50,000 afiliados, de los cuales el 50 por
ciento deben ser analfabetos; niega la participación a sectores rca«:lonarios
como los de Cruz Salazar y Luces Caballeros, y a sectores del centro como
los de Villagrán I<ramer y el arevalismo; trata de obligar al liberacionista
Ponciano a que desista de su candidatura, y muere en circunstancias y
por razones no esclarecidas aún el candidato oñginal del PR, Mario Méndez
Montenegro. En suma, · cuando la tiran ía se esfuerza por montar un
~nario en el cual Juan de Dios Aguilar, sin competencia alguna en IR
derecha ultramontan a y usando el fraude a discreción, puedo gan ar por un
buen n1nrgcn a Julio César Méndez.
Forn1ali7.an la tendencia entonces, al calor de las ilusiones que despierta
la persona de Julio César. Q uieren decirnos en voz baja: no es Mario ya,
ni el PR, que pactaron con el castilloarmismo y vivlan en conciliábulos
con la embajada yanqui, esperando su beneplácito. Es Julio César, el
hon1brc que participó en las lides revolucionarias del 44 y que se retiró
a la vida académica, sin mancharse. El hombre que inicia su campaña
llamando a la dictadura por su nombre y acusándola de d ar muerte a su
hermano. Y junto a él, no sólo el PR, sino su contrapeso, los sectores re-
volucionarios cuya participación legal está vedada.
Ocurrió entonces W\ hecho singular. Los compañeros, que se negaban
a participar en la Confercncin Nacional del Partido, puesto que se propon!a
renov¡¡r el Comité Central, para adaptarlo a las necesidades de la guerra,
decidieron participar. Vieron en elln una fantástica oportunidad para pedir
que se arriaran las banderas de la lucha armada y para proclamar a los
cuatro vientos que consideraban la línea como cla desviación m6s seria
del momento>.
Prctcndlan que al aprobar s~ propuestas, fue.can oficialmente considera-
das co1no la contrapartida a l pacto con las FAR que pregonaba el PR a
través de Marroquin Rojas. Hubiera sido decirles: ese pacto no sólo es
153
posible. sino ne<:csario. Les proponemos dos cosas: nuestro apoyo y la
desmovilización de nuestros hombres en armas. A cambio de otras dos: la
legali7.ación de nuestras organizaciones y de sus actividades pollticas y la
posibilidad legal y pacifica de llegar al poder en el futuro, cuando gocemos
de un amplio apoyo popular.
La C.Onfecencia de las FAR de enero pasado, que llamó a votar por los
candidatos del PR. oontribuy6 a forjarles nuevas ilusiones. Buena sorpresa
debe haberles causado, después de ella, el fracaso de sus puntos de vista
en la C.Onfcrcncia Nacional del Partido. No apreciaron la diferencia de
criteriÓs, por ver sus deseos, no la realidad. Mientras las FAR se proponian
agudiza.r la crisis del poder reaccionario, haciendo triunfar a Julio C<-sar
sin la menor intención de cambiar su linea -a pesar de lo cual oonside-
ramos q ue con1etieron un error-=, Jos compañeros proponían el scguidis-
mo, eJ apoyo abierto y la regresión de la linea. .
Y el proceso cl~toral y las elecciones se produjeron en medio de un clima
de aguda represión. Dos grandes ofensivas se lanzaron sobre las zonas
guerrilleras a finales del 65 y a principios del 66, dejando un saldo de
crfmenes atroces y, en la capital y en otros centroz importantes, decenas
de guatemaltecos fueron detenidos, torturados y expulsados del pais.
Otros más, fueron asesinados, y entre las victim&s se encontraban Vlctor
Manuel Gutiérrez, miembro del C. C. del PGT y ex-Secretario General
de la C.Onfede.raci6n General de Trabajadores y Leonardo Castillo Flores,
miembro del C. C. y del Centro Provisional de Dirección Revolucionaria y
ex.Secretario General de la C.Onfederación Nocional Campesina. La die·
tadura exhibla su verdadero rostro cuando más necesitaba de la piel de
oveja. Se• sentla muy segura del fraude, trataba de no dejarle problemas
mµy serios a Juan de Dios y prevenla posibles disturbios después que los
comicios amañados tuvieran lugar.
Es hora de empe-¿ar a anali?.ar el resultado de todo esto. Tres ·años d.!
duros afanes para montar una farsa constitucional y legalista finali7..an en
un rotundo fracaso par-' la dict&dura. No pudo evitar que Ponciano par-
ticipara; Y aunque sin mayoría absoluta y a pesar del fraude, Julio C<-sar
Méndl!'l resulta electo. Entran en crisis nuevamente las esperanzas y el
andamiaje del poder reaccionario. Se confirma la crisis crónica, insuperable,
llguda, sin salida, que padece desde el triunfo de la contrarrevolución en
1954. Castillo Armas, su adalid, cae asesinado por disputas internas, en
154
¡ulio de 1957. A la imposición de Ortiz Passarelli, en octubre de ese n1isnlo
año, se suceden disturbios populares y dos golpes de Estado. En 1958 el
fraude no logró imponer a Cruz Salazar y, después de un pacto, qucd:i
Ydigor:is en clccciún de segundo grado en el Congreso. La an1enaza dc
la participación de Arévalo en las elecciones y su sola prcsenci:i física,
mueven a Peralta a e.salvar al país del comunismo>, da ndo un golpc de
Estado en 1963. Y ahora, otra ve7. en problen1;¡.s.
Entregar el poder a Julio César es aceptar las consecuencias del fracaso.
Imponer a Juan de Dios es borrar con el codo lo que han escrito con In
mano, negar la lcgalizacion que prctendian con tanto empeño. Julio César
patalea primero, amenazando con la guerra civil de bolsillo si no le en-
tregan el poder, para dcspul>s entonar un aflautado canto de sirena, de-
clarando que no se propone destruir ni modificar al ejército, sino enal-
tecerlo. Por su parte, Peralta sondea la opinión pública y señala que la
mejor solución seria un nuevo proceso electoral. Da una esperanza y gana
tiempo.
Y alli cst5n las dos tendencias q ue podr:in dar solución tcrnporal a la
actual crisis. La mús lejana, un Julio C~sar que ocupa la Presidencia poc
algún tiempo, cortejando a los nlilitares, no al pueblo, y menos a los
comunistas. Y la de mayores posibilidades, el autogolpe, Peralta derogando
su Constitución, anulando el pr<Xeso electoral y declarando el Estado de
sitio.
No vernos ninguna oportunidad para nosotros aquí. No está por empren-
derse un nuevo proceso revolucion11rio, tipo 44-54, aún cunndo entregaran
el gobierno al PR. Las condiciones no se pare<:cn en lo nlás mínimo. Julio
César sería un hombre tragado por una ntáquina. La niáquina de su
propio partido primero, dispuesta a los inayores comprornisos con el im-
p<!rialismo. La máquina del Estado después, totalmente controlada por
los Estados Unidos y preparada para enfrentar el pueblo 1ncdiantc el uso
de la violencia ar1nada y la dc1nagogi;i. Esperar que toinen vigor las
libertades de1nocráticas que propicien nuestro desarrollo, es chocar con
estas realidades y con una Constitu<'ión, la rn5s fraudulenta y reaccionaria
de nuestra historia reciente. IV1;js ternp rano que tarde el golpe de Estado
se produciría, porque para su fines la reacción necesita el m~ts completo
control del aparato estatal, y el gobierno del PR no seria para ella sino
una concesión temporal para solucionar esta crisis.
155
·rodo demuestra que la linea de la lucha arn1nda <.'S ("Orr<.>cta. Que des·
n1ovili:r.ar nuestros frentes en aras de una legalidad o semilegalidad sin
perspectivas, o de una clandestinidad sin gn1ndes riesgos, no serla una
vcntnja, sino un suicidio. Nuestro politica debe orientarse n dcmostror al
pueblo que con Julio César o con golpe de Estado, la situación no cambiará
en su fnvor. Debemos rnovilizarlo y orgnnizorlo nlr('d<;-dor de nuestro
linea, con plena seguridad de que es correcta, con plena conciencia de que
"5 justa. Debemos aprovechar al máximo la n1ognifica oportunidnd que
nos brinda esta crisis.
Que no se diga que los comunistas sólo aprcndi111os a haccr revolución
111 estilo 44 -54; que dcsoonoce_mos otra forma y que nos costaría mucho
trabajo aprenderla. Somos marxistas·leninistas y debe1nos comprender con
toda claridad que aquel esquema no puede ya ser aplicado; que la realid11d
nos dicta el camino de la lucha armada y que a él debemos dirigir nuestro
csfuel'7.o principal, empeñándonos oon decisión profunda en la lucha,
transformando nuestros organis1nos hasta adaptarlos por con1pleto a las
necesidades de la linea y afinando nuestros n1C-todos de trnb3jo hasta
hacerlos seguros y eficaces.

¡A vencer o a morir por Guatemala!

Guatemala, Ma17~ de 1966.


Sección de Propaganda del Comité Regional Central.
Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT)
Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR)

156
Los
Autores

CamUo Torres. El héroe colombiano naciú el 3 de febrero de 1929. Estudió


en un liceo laico. Fue licenciado en Cíencias PoHticas y Sociales de la U ni-
vcrsidad Nacional de Bogotá, haciendo estudios de post-graduado en las
universidades de Lovaina y Minnesota. Por la simpatía que g0'1.aba en los
medios estudiantiles recibió el nombramiento de Capellán de la Univer-
sidad Nacional de Bogotá en marzo de 1959. Fue retirado de ese cargo en
febrero de 1961, cuando se hicieron notorios sus primeros encuentros ideo-
lógicos con la jerarquía eclesiástica. Llegó a ser profesor de Metodología de
la Investigación Sociológica y de Sociologla Urbana en csa n1isma Univcr·
sidad. A mediados de 1965 se incorpora al frente guerrillero del E. L. N.
Mucre en combate el 17 de febrero de 1966. Entre otros trabajos, dejó
escritos los siguientes:.<Estudio de la Realidad Estadfstica y Social de Bogo-
tá>, cla Prolctarización de Bogotá», <la Asimilación del Inmigrante Rural
a la Sociedad>, etc. Una selce<:ión de sus <mensajes:. y artleulos potlticos
será publicada próximantcnte por Edición Revolucionaria.
Fabricio Ojeda. Apareció en la vida poHtica nacional venc;:olana conto pre-
sidente de la Junta Patriótica que derrocó a Pérc-1. Jiméne?. en 1958. Fue
diputado de la URD en las elettiones de ese mismo año. Vino ll Cuba en
1960 y permaneció algún tiempo entre nosotros. Se incorporó al movimien-
to guerrillero en 1962, siendo detenido pocos meses después de haber!:>
hecho. Posteriormente se fugó de la cárcel. Murió en julio de 1966. asc-
158
sinado por miembros de los cuerpos represivos del régimen de Raúl Leoni.
Ostentaba, al morir, el cargo de Presidente de la Comandancia FLN-FALN.
Américo Pumaruna. Mlembro de la organi:Gnci6n peruana Vanguardia
Revolucionaria. Este articulo fue reproducido por Scle«ioncs de cMonthly
Reviewi. en español.

Julio del Valle. Revolucionario guatemalteco, miembro del Partido Gua-


tcmolteco del T rabajo.
1 ~0
Arnetrallad0

En el pr6xlmo número

- ~ral

Fundamentos· y objetivos de

la liberación. nocional en re-
lación con la :estructura social.

ilc 1 rcJI,
Breve análisis de la estructura
social de la Guinea "Portu.
guesa".

- •
Independencia nacional y Re-
volución. ,


Franz Fa non. El itinerario de


la generosida d.
'
El pensamiento político de Pa-
tricio Lumumba.
• ª'
r '
1:1 drama de Rwanda,

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