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Reseña de lectura n°3

Nombre: Javier Godoy González

Ficha de Identificación
Autor(es) Ana Luz Rodríguez González
Año de publicación 2004
Titulo del capitulo Husmeando en el taller de los historiadores de la Cultura
Nombre del libro Pensar la cultura: Los nuevos retos de la historia cultural
Paginas 61-79
Lugar de publicación Medellín
Editorial Universidad de Antioquia

La autora Ana Luz Rodríguez realiza un recorrido por la historiografía cultural colombiana,
dentro de la cual se encuentra como una de las exponentes destacadas a través de su
trabajo “Cofradías, capellanías, epidemias y funerales: una mirada al tejido social de la
Independencia”, que busca un acercamiento a la memoria colectiva e identidad colombiana
del siglo XIX a través de sus ritos e imaginarios mortuorios. Su caracterización bien nos
servirá como un marco referencial para situar la investigación personal, desde la
perspectiva de la historia cultural.

La historia cultural hace su entrada en Colombia en la década de 1940 desde la apertura de


la historiografía tradicional a temas sobre economía y sociedad. Las razones se
fundamentan principalmente a través de la profesionalización universitaria de la
historiografía y la publicación del “Anuario colombiano de historia social de la cultura”. La
incipiente escuela historiográfica colombiana se nutrió de metodologías provenientes del
marxismo, sociología y economía, además de una ruptura temática que busco un
acercamiento a sectores sociales hasta ese momentos ignorados como: indígenas,
campesinos y obreros, en buena medida influenciados por corrientes políticas de izquierda.

En este punto la autora se pregunta ¿Cómo se investiga y escribe en el campo de la historia


de la cultura? Para responder esa pregunta, realiza una caracterización de los principales
problemas metodológicos y teóricos de la historia cultural.

En primer lugar, la “cultura” es el campo de investigación especifico, no obstante, posee un


carácter provisional, puesto que el concepto de cultura es en si mismo problemático dada
la ambigüedad de su composición. Dentro de la “historia de la cultura” podemos englobar
abordajes desde la historia de las ideas, practicas, representaciones, mentalidades, vida
cotidiana y arte.
La enorme dimensionalidad del concepto “cultura” dada su interseccionalidad de procesos
y materialidades, nos impide definir del todo el objeto de estudio de la “Historia cultural”.
Aun así debemos destacar una multidimensionalidad que permite abordar procesos
complejos desde perspectivas creativas y multidisciplinares.

La autora ejemplifica estos problemas a través de la obra de Jaime Jaramillo Uribe “El
pensamiento colombiano en el siglo XIX”. Si bien la pregunta motora del trabajo gravita en
torno a la influencia del pensamiento de J. Bentham, para comprender la panorámica de
ideas filosóficas y políticas, es imposible desprenderse de los procesos económicos, sociales
y políticos durante la independencia.

El fenómeno del japonismo en Latinoamérica resulta sumamente ilustrativo de la


multidimensionalidad de un proceso sociales, consideremos que “El japonismo supuso la
influencia del Extremo Oriente más allá de las salas palaciegas y su difusión al ámbito de la
cultura burguesa. En ese sentido, cualquier rincón de la vida cultural finisecular estuvo
marcado por el exotismo del Extremo Oriente: el arte, la decoración, el diseño, la literatura,
la moda, los espectáculos y la publicidad” (Almazán, 95).

En ese sentido, se comprender que un abordaje desde la historia de las ideas implique
mucho más que la revisión de las publicaciones, autores y receptores respectivos. Sino que
a través de la producción de los diversos grupos de influencia intelectual, económica y
cultural, sumado a las formas de apropiación de las corrientes de pensamiento, permiten
reconstruir los procesos de formación de mentalidades de una época.

Un ejemplo concreto a través de las instituciones lo representa la formación de la Iglesia


Católica en Colombia. Esta puede dividirse en dos manifestaciones principales, por un lado
sus recursos y funciones, por el otro, sus prácticas como rituales y sacramentos. La primera
de ella puede registrarse a través de mapas, cuadros y datos estadísticos que permitan
reconstruir una imagen solida de la institución. Las practicas deben comprenderse dentro
de las problemáticas que ocasionan al ser motores de la instalación de la institución,
arraigada en la intervención de factores económicos, políticos, geográficos, demográficos y
culturales, antes que una mera descripción detallada de cada una de ellas. Frente a este
marco referencial ¿Podría analizase la institucionalidad museal chilena desde la perspectiva
dual de recurso-funciones y practicas-rituales?

Conviene en este punto realizar una caracterización de las preguntas que movilizan a la
historia cultural. Según la autora se trata de interrogantes “sencillas” que muchas veces no
se consideran como elementos fundamentales para el abordaje de una problemáticas.
Dichas preguntas podrían ser ¿Cuál es el origen del tenedor? ¿Desde cuando se prohíben
los duelos? ¿Cómo a evolucionado la moda o cual es la trayectoria de ciertas prendas que
hoy nos parecen tradicionales? En nuestro caso bien podría tratarse de ¿Por qué Japón
como expositor durante la inauguración de la institucionalidad artística chilena en 1910?
¿Por qué la Universidad de Chile subvenciona una comisión para conocer el arte tradicional
chino y adquirir piezas en los 60’? ¿Cuál era las implicancias políticas de una exposición de
Arte Chino durante la década del 70’?

La importancia de la pregunta se ira desplegando a medida que se trate de responder,


puesto que su importancia radica al igual que la recepción del pensamiento de J. Bentham
para Jaramillo, en la reconstrucción de procesos sociales, económicos y culturales en larga
duración. En ese sentido, no resulta extraño contextualizar dichas instancias culturales
estatales dentro del marco de la política internacional, consideremos que “Las exposiciones
universales son eventos en los que los diferentes países, reunidos en un mismo recinto,
exhiben y presentan al resto del mundo sus últimos avances en materia de industria y
comercio, a al vez que buscan representar la esencia de su patria” (Alargón, 627). La
exposición podría plantearse como una categoría valida de análisis, en cuanto podemos
identificar una serie de diversos intereses en juego, tales como el de los curadores, la
institución museo, públicos, críticos, entre otra enorme diversidad de actores (Rice, 79).
Dichos intereses podrían tener una carga política mayor en determinados contextos,
recordemos las discusiones entre el programa del Museo de la Memoria y la instalación de
un futuro Museo de la Democracia.

Sera fundamental en ese sentido identificar de manera provisional el periodo temporal de


abordaje, la identificación de fuentes u otras practicas de investigación relacionadas con el
fenómeno deberán ser contrastadas con todos los elementos que no se contemplaron
anteriormente, pero que se despliegan durante el transcurso de la investigación. En
palabras de la autora “Se penetra a ciegas en un mundo desconocido” donde el objeto de
estudio y las metodologías distinguidas solo son una pequeña indicación ante el abordaje
de la problemática.

En ese mismo sentido es necesario comprender que la formulación de objetivos de estudio


no puede cimentarse en concepciones socioeconómicas generales, puesto que corren el
riesgo de escindir las posibilidades de abordaje del problema “caracterizaciones y
clasificaciones socioeconómicas limita la perspectiva cultural”. La autora rescata la opinión
de Chartier respecto a que la historia cultural nace desde representaciones, textos, normas,
códigos, objetivos, antes que de agrupaciones sociales teóricas ya establecidas. De allí que
sea necesario rescatar las ideas de Renan Silva, respecto a la apropiación y adecuación de
las influencias intelectuales por el propio contexto de recepción. En relación con ello “En el
lugar también se piensa y se vive, la idea del investigador es descubrir cómo se hacían esas
dos cosas”.
Finalmente es esencial un trabajo minucioso y detallado de los conceptos claves y teóricos
de las propuestas investigativas, puestos que estos deben precisar y guiar al lector como
también le permiten profundizar al investigador con mayor detalle dentro de los procesos
respectivos.

Bibliografía
Almazán, David. (2003). La seducción de oriente: De la Chinoiserie al Japonismo. Artigrama,
18, 83-106.

Almazán, David. (2006). Las exposiciones universales y la fascinación por el arte del Extremo
Oriente en España: Japón y China. Artigrama, 21, 85-104.

Alagón, José María. (2016). La imagen del japón tradicional a través de las Exposiciones
Universales. En Japón y occidente. El patrimonio cultural como punto de encuentro (627-
634). Sevilla: Aconcagua editores.

Dümmer, Sylvia. (2012). Sin tropicalismos ni exageraciones. La construcción de la imagen


de Chile para la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929. Santiago de Chile: RIL.

Rice, Danielle. (2004). Museums: Theory, Practice, and Illusion. En Art and its Publics
Museum Studies at the Millennium (77-98). UK: Blackwell Publishing.

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