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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación


Escuela de Historia
Técnicas de Investigación Documental II
Br. Antonio Silva Sprock
CI: 9.663.887
Actividad II: Plan Morfológico.

El Pacto de Punto Fijo


Necesidad de un acuerdo social

El 31 de octubre de 1958, en la Quinta “Punto Fijo”, propiedad del político Rafael Cardera,
tres importantes representantes de la política venezolana firmaron un acuerdo llamado el Pacto de
Punto Fijo. Este convenio fue influyente, y para muchos, determinante en la Venezuela de la
segunda mitad del siglo XX, con la influencia del “Puntofijismo”. Este trabajo pretende explicar
algunos aspectos contextuales del Pacto e intenta caracterizar la Venezuela del momento, para
entender a los protagonistas y comprender las razones y consecuencias de este acuerdo para el
país, surgiendo dos importantes interrogantes: ¿Realmente fue conveniente y necesario el Pacto
de Punto Fijo?, ¿Qué pasó durante los años posteriores al Pacto?

Entender la necesidad del Pacto firmado aquel día, obliga a una revisión de la Venezuela del
momento, así como las causas que motivaron a los actores del mismo. De esta forma debemos
remontarnos al 18 de octubre de 1945, cuando un golpe cívico-militar derrocó al presidente de la
república Isaías Medina Angarita. Los responsables del derrocamiento fue una coalición de las
Fuerzas Armadas (FAN) y el partido político Acción Democrática (AD), teniendo como
cabecillas a los Mayores del ejército venezolano Marcos Pérez Jiménez y Carlos Delgado
Chalbaud, y al político guatireño Rómulo Betancourt. Al ser derrocado Medina, se creó la Junta
Revolucionaria de Gobierno, presidida por Betancourt y así iniciaron tres años democráticamente
importantes, donde se eligió una Asamblea Constituyente, se creó la Constitución de 1947 y se
ejecutaron las primeras elecciones presidenciales universales, directas y secretas, las cuales
llevaron al novelista Rómulo Gallegos a la presidencia de la República de Venezuela. Se debe
resalta la prevalencia en el poder del partido AD durante estos tres años, razón por la cual fue
bautizado este periodo como “Trienio Adeco”. Esta prevalencia Adeca generó la marginalización
de otros grupos políticos, como fueron los socialcristianos de COPEI y los comunistas, siendo
relevante este hecho para continuar entendiendo el contexto.
Este “Trienio Adeco” culminó con el derrocamiento de Gallegos el 24 de noviembre de 1948
por acciones militares de los Comandantes Pérez Jiménez, Delgado Chalbaud (Ministro de
Defensa del novelista) y Luis Llovera Páez. Previo al golpe, ya era evidente el rompimiento
adeco-militar y con el derrocamiento quedaron totalmente excluidos del poder no solo los adecos,
sino todos los partidos y en general todo civil, surgiendo así una hegemonía castrense que
permaneció hasta el 23 de enero de 1958. Como se observa, este ensayo no profundiza en las
causas de estos golpes de estado, por no ser de interés en la investigación.

El golpe contra Gallegos fue netamente militar, como se explicó, y de este se creó la Junta
Militar, conformada por los uniformados responsables del derrocamiento, sin embargo las
opiniones en el seno militar no era homogénea, como indican Adolfo Atehortúa y Diana Rojas
Rivera:

“…entre los militares, dos tendencias se distinguieron claramente: la que intentaba propiciar el retorno
democrático con una salida electoral y aquella que trabajaba por el poder absoluto en cabeza de los
uniformados. Esta última se fortaleció tras el asesinato de Delgado Chalbaud, atribuido a Pérez Jiménez,
y usurpó el poder al desconocer el triunfo electoral de la Unión Republicana Democrática (URD), en
1
diciembre de 1952.”

De esta forma, la hegemonía castrense prevaleció durante todo el periodo 1948-1958,


comunistas y adecos fueron perseguidos, invalidados sus partidos y muchos obligados al exilio, y
Venezuela vivió la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez hasta el 23 de enero de 1958.
Aquel amanecer de enero, representó para el pueblo venezolano un nuevo despertar y con él la
vuelta de la democracia al país. Con el derrocamiento de Pérez Jiménez, se creó una junta cívico-
militar presidida por el contralmirante Wolfang Larrazábal, la cual convocó a elecciones
presidenciales que se efectuaron en diciembre de 1958.

Ciertamente aquel 23 de enero recomenzó la democracia venezolana, volvían los exiliados,


se recomponían los partidos disueltos y se pensaba en una nueva Venezuela, sin embargo aquel
año 1958 no resultó muy pacífico, ya que Wolfang Larrazábal y su Junta debieron enfrentar dos
intentos fallidos de golpes de Estado. El primero el 23 de julio, liderado por Jesús María Castro
León (Ministro de Defensa de la Junta de Gobierno), y el segundo, liderado por los oficiales de la
Policía Militar José Ely Mendoza y Juan de Dios Moncada Vidal, el 7 de septiembre; estas

1
Adolfo Atehortúa Cruz y Diana Rojas Rivera, Venezuela antes de Chávez: auge y derrumbe del sistema de Punto
Fijo, p.256.
revueltas demostraban que la sola salida del dictador el primer mes del año no era suficiente para
consolidar la paz y la democracia. Hasta este momento, y desde 1945, habían prevalecido los
golpes de estado (de Medina y de Gallegos), la hegemonía adeca, las traiciones políticos-
políticos, así como las militares-políticos, igualmente varios intentos de golpes de Estado y la
constante amenaza castrense, queriendo hacerse con el poder, por creerse con derecho a poseerlo
o creer que representaban la casta formada o preparada para ejercerlo.

Era necesaria conseguir “la unidad nacional, como consigna para garantizar la transición a la
democracia, lo que constituía una gran presión para los principales partidos políticos y para sus
líderes, debido a que representaba el clamor del pueblo venezolano”2; de esta forma ya se
presentaban las condiciones para avanzar en un discurso de unidad nacional donde se reunieran
todos los sectores políticos, proceso que ya existía durante la lucha clandestina. De hecho, ante la
necesidad de generar un Programa Democrático, éste se comenzó a estructurar muy influenciado
por las experiencias previas ocurridas en Venezuela, al respecto indica Ángel García González:

“El Programa Democrático que se comienza a instrumentar a partir de 1958 estuvo influido por dos
experiencias fundamentales: la práctica sectaria ejercida por Acción Democrática durante el llamado
trienio adeco y el retroceso que, para los avances alcanzados en relación al Programa Democrático,
3
representó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.”

En consecuencia, la concepción del Programa Democrático estuvo signado por la propia


preservación de la renaciente democracia, “lo cual suponía dos aspectos básicos: estabilidad
política y democracia económica.”4 De tal forma que en 1958 convergieron los líderes de los tres
más importantes partidos políticos, que en una u otra forma habían contribuido desde la
clandestinidad o fuera de ella, al derrocamiento de Pérez Jiménez y al restablecimiento de la
democracia, como fueron AD, COPEI y URD, a través de Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y
Jóvito Villalba, respectivamente. Pretendían perfilar la realización de unas elecciones generales,
la conformación de un gobierno democrático y de un sistema político que consolidara la
democracia en el país. Algunos otros silentes actores contribuyeron a validar este acuerdo, como
fueron la central empresarial FEDECAMARAS, la Confederación de Trabajadores de Venezuela
C.T.V, Las FAN y La Iglesia.

2
Miriam Rincón de Maldonado y María Fernández, La democracia venezolana vista desde la relación triangular:
fuerza, poder y derecho, p.70.
3
Ángel García González, Programa democrático: La evolución histórica del discurso político Venezolano entre
1936-1973. Una aproximación, p.144.
4
Ibídem, p.145.
Tiempo antes, los tres principales actores habían firmado en Nueva York un acuerdo, donde
analizaban, como indica Ramón J. Velásquez: “los errores cometidos durante el Trienio Adeco, y
terminaron por aceptar la tesis de que el porvenir sería suyo, en la medida en que entendieran que
el poder político es el producto de un conjunto de alianzas y acuerdos entre los diversos sectores
que integran el país.”5 De tal forma que ya tenían un papel de trabajo inicial que sirvió de base
para que en octubre de 1958 concentraran de nuevo esfuerzos para conciliar y generar un acuerdo
llamado el Pacto de Punto Fijo, con el cual, indica Brewer-Carias: “(…) no solo reconocieron y
establecieron entre ellos unas “reglas de juego” político-partidistas, sino que fijaron las bases de
un mínimo de entendimiento que garantizara el funcionamiento del régimen democrático a
establecerse.”6 De hecho, resalta Juan Carlos Rey, se trató de: “uno de los más notables ejemplos
que cabe encontrar en sistema político alguno, de formalización e institucionalización de unas
comunes reglas de juego, al propio tiempo que muestra la lucidez de la élite de los partidos
políticos venezolanos.”7

El Pacto tenía finalidades bien definidas y los firmantes se comprometían a respetar:

“a) Defensa de la Constitucionalidad del derecho a gobernar conforme al resultado electoral. Las
elecciones determinarán la responsabilidad en el ejercicio de los Poderes Públicos, durante el período
constitucional 1959-1964; intervención de la Fuerza contra las autoridades surgidas de las votaciones es
delito contra la patria. Todas las organizaciones políticas están obligadas a actuar en defensa de las
autoridades constitucionales en caso de intentarse o producirse un golpe de Estado, aun cuando durante
el transcurso de los cinco años las circunstancias de la autonomía que se reservan dichas organizaciones
hayan podido colocar a cualquiera de ellas en la oposición legal y democrática al Gobierno (…)

b) Gobierno de Unidad Nacional. Si bien el ejercicio del Poder por un partido es consecuencia legítima
de una mayoría electoral, la suerte de la democracia venezolana y la estabilidad del Estado de derecho
entre nosotros imponen convertir la unidad popular defensiva en gobierno unitario cuando menos por
tanto tiempo como perduren los factores que amenazan el ensayo republicano iniciado el 23 de enero; el
gobierno de Unidad Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una oposición
sistemática que debilitarla el movimiento democrático. Se deja claramente sentado que ninguna de las
organizaciones signatarias aspira ni acepta hegemonía en el Gabinete Ejecutivo, en el cual deben estar
representadas las corrientes políticas nacionales y los sectores independientes del país, mediante una
leal selección de capacidades (…)

5
Ramón J. Velásquez, Aspectos de la evolución política venezolana en el último medio siglo. En Venezuela
moderna: medio siglo de historia 1926-1976, p.177.
6
Allan Brewer Carías, Recordatorio sobre el Pacto de Punto Fijo de 1958, su importancia, significado y efectos
políticos, p.1.
7
Juan Carlos Rey, El sistema de partidos venezolanos, p.214.
c) Programa mínimo común. Para facilitar la cooperación entre las organizaciones políticas durante el
proceso electoral y su colaboración en el Gobierno Constitucional los partidos signatarios acuerdan
concurrir a dicho proceso sosteniendo un programa mínimo común, cuya ejecución sea el punto de
partida de una administración nacional patriótica y del afianzamiento de la democracia como sistema
8
(…).”

Así los tres partidos pactaron, los tres partidos principales, pero no eran los únicos partidos
existentes, ya que otros actores existían y también habían luchado junto a los firmantes del Pacto
por el restablecimiento de la democracia. De esta forma los comunistas y su partido fueron
excluidos y no invitados a formar parte del acuerdo, de hecho, ni siquiera Wolfang Larrazábal fue
invitado al Pacto (quien fue candidato presidencial en las elecciones que se avecinaban);
entonces: ¿Se podía realmente hablar de consenso, democracia, unidad nacional y participación,
dejando excluidos a otros actores de la política nacional? Al respecto indica Ángel García:

“De este Pacto fue excluido el Partido Comunista, quizás fundamentado en la necesidad de buscar
alianzas con el empresariado nacional e internacional y con la iglesia católica que tendieran a fortalecer
el sistema. En este sentido, la ideología comunista contradecía el carácter burgués y liberal del proyecto:
propiedad privada, la acumulación de capital, la libre empresa, eran elementos que contradecían las
banderas que defendía el comunismo nacional e internacionalmente. En cuanto a la iglesia, esta tenía
sobrados motivos para rechazar cualquier planteamiento hecho en nombre del comunismo. La actuación
de sectores defensores de esta ideología durante la Guerra Civil Española cerraba cualquier posibilidad
de entendimiento, más aún, cuando el país había sido receptor de una importante población víctima de
9
ese conflicto.”

Aunado a lo anterior, se apreciaba un notable impulso a la industrialización, un


preponderante papel del Estado en la economía, la política petrolera, política social; un explícito
reconocimiento a la iniciativa privada como factor de progreso y la colaboración en este sentido
de las inversiones extranjeras, además de reconocer la propiedad privada como institución
legítima que merece protección y estímulo. Sobre esto, Ángel García afirma: “Dos entes se
convirtieron en los propulsores de esta orientación política: el sistema de partidos y el capitalismo
de Estado. Mantener el consenso sería la tarea fundamental del primero. Garantizar los derechos
socioeconómicos la labor del segundo.”10

8
Pacto de Punto Fijo, pp.1-2.
9
Ángel García, Auge, consolidación y crisis de la gobernabilidad del régimen democrático puntofijista (1958-1998),
pp.114-115.
10
Ángel García, Programa democrático: La evolución histórica del discurso político Venezolano entre 1936-1973.
Una aproximación, p.154.
Lo anterior representa razones suficientes y claras para dejar al margen a los comunistas, e
incluso a Larrazábal, quien fue candidato presidencial con el apoyo del Partido Comunista de
Venezuela. Por todo esto, muchos autores afirman que se trató de un pacto de élites y un
consenso para sus intereses particulares; sobre esto Eileen Bolívar afirma que: “no fue más que la
representación de los intereses de un pequeño grupo político durante ese año, el reflejo de la
futura hegemonía de AD y COPEI.”11 Al respecto, ciertamente el Pacto no mencionó
explícitamente una alternancia presidencial, pero si “construyó, a la larga, una estabilidad bipolar
AD-COPEI sin discrepancias ideológicas y sin riesgos de sobresalto para el intercambio en los
mecanismos de poder.”12. Este bipartidismo inició con la presidencia de Betancourt, quien resultó
electo en las elecciones universales, directas y secretas en 1958 para el periodo presidencial
1959-1964. A pesar del triunfo electoral y democrático, ciertos autores, como Eileen Bolívar,
afirman que el Pacto le había dado a Betancourt “un panorama más óptimo como posible ganador
(…) ya que mediante este mecanismo encontraron la fórmula que les aseguraba ascender al poder
político en el país y legitimarse por vía electoral.”13

Betancourt y su gobierno, debieron sortear múltiples ataques de comunistas nacionales que


pusieron en práctica la guerra de guerrillas, también sublevaciones militares y la amenaza
constante de cubanos comunistas enviados por Fidel Castro, quien acababa de triunfar en Cuba;
también debió sortear un atentado dirigido desde República Dominicana por el presidente
antillano “chapita” Trujillo, después del cual el Presidente Constitucional no renunció, ni lo
renunciaron. Fueron años agitados, “pero luego de los cinco turbulentos años de gobierno de
Rómulo Betancourt y de la derrota que para la izquierda insurgente representó el fracaso del
llamado a abstención electoral, en 1963, es posible señalar que la democracia había pasado su
prueba de fuego”14, de hecho, “estos conflictos pudieron ser asimilados dentro del marco de
alianzas previamente definidas.”15

En 1961 se había elaborado una nueva Constitución, la cual sirvió de base fundamental del
orden social, político y económico en los cuales se sustentó el nuevo orden democrático, basado

11
Eileen Bolívar, El pacto de punto fijo como táctica política, p.37.
12
Adolfo Atehortúa Cruz y Diana Rojas Rivera, Venezuela antes de Chávez: auge y derrumbe del sistema de “punto
fijo”, p.257.
13
Eileen Bolívar, El pacto de punto fijo como táctica política, p.27.
14
Ángel García, Auge, consolidación y crisis de la gobernabilidad del régimen democrático puntofijista (1958-
1998), p.118.
15
Margarita López Maya, Luis Gómez Calcaño y Thaís Maingón, De Punto Fijo al pacto social: desarrollo y
hegemonía en Venezuela, 1958-1985, p.17.
en el sistema representativo, alternativo, y presidencialista, garantizando las elecciones libres.
Una vez calmadas las amenazas guerrilleras y quedando subordinada las FAN al Poder Civil,
estaba asegurada la preservación democrática y los partidos políticos establecieron su propia
agenda política; donde el bipartidismo adeco-copeyano logró una estabilidad a través del voto,
como se dijo anteriormente; adicionalmente estos partidos políticos contaban con bastante
aceptación dentro de la sociedad, reinando la alternabilidad del poder sin mayores problemas que
les afectaran, y consolidándose así el sistema de partidos.

Sin embargo, indica Ángel García, que al poco tiempo:

“El Estado comenzó a dar muestras de ineficiencia en la atención de sus funciones básicas y la
corrupción en la administración pública creció aceleradamente; los partidos políticos se volvieron más
cupulares, distanciándose cada vez más de su militancia y recurriendo a ella solo en momentos de
campaña electoral. El populismo comenzó a ser la palabra que mejor describía la actuación de los
gobernantes. En otras palabras, empezaron a surgir los signos que conducirían al agotamiento de las
16
bases de gobernabilidad del régimen democrático.”

Del mismo modo, afirman Miriam Rincón y María Fernández:

“Los actores económicos y políticos que influían en la toma de decisiones, dieron paso a resoluciones de
tipo oligopólicas dentro de las políticas públicas, incluso en algunos casos sin el estrícto apego las
normas programáticas del texto de la constitución de 1961, esta situación al perpetuarse generó el
desgaste del sistema, cuando ya el Estado no pudo seguir con la redistribución del ingreso por la presión
17
fiscal generada por la deuda externa venezolana, en los años 80 y 90.”

La deslegitimación de las instituciones políticas se comenzó a evidenciar, notándose en


encuestas y en la baja participación electoral, incluso emergen partidos como el Movimiento al
Socialismo (MAS) y la Causa R, los cuales comenzaron a restar votos a los tradicionales AD y
COPEI. Se percibía el agotamiento del sistema democrático instaurado, pero los partidos
políticos en lugar de refundarse y tratar de instaurar un nuevo modelo, se mantuvieron apegados a
sus viejas prácticas cupulares. El esquema bipartidista de AD y COPEI, se debilitó aún más, y
llegó a su máximo agotamiento a partir de 1989 durante el segundo mandato de Carlos Andrés
Pérez, cuando ocurren eventos trascendentales como el Caracazo (27 de febrero de 1989),

16
Ángel García, Auge, consolidación y crisis de la gobernabilidad del régimen democrático puntofijista (1958-
1998), p.122.
17
Miriam Rincón de Maldonado y María Fernández, La democracia venezolana vista desde la relación triangular:
fuerza, poder y derecho, p.99.
intentos de golpes de Estado (4 de febrero y 27 de noviembre de 1992), y el enjuiciamiento y
destitución del Presidente de la República Carlos Andrés Pérez.

Posteriormente, en las elecciones presidenciales de 1993, triunfó Rafael Caldera, formando


coalición de pequeños partidos bajo una formula llamada Convergencia. Para muchos, Caldera
llegó a la Presidencia de la República por segunda vez gracias a su participación el 5 de febrero
de 1992 en el Parlamento Venezolano como Senador de la República, cuando se discutía la
insurrección armada del 4 de febrero; durante la sesión, mientras el Diputado David Morales
Bello solicitaba la muerte de los golpistas, el Senador Caldera afirmaba: "Es difícil pedirle al
pueblo que se inmole por la libertad y la democracia cuando piensa que la libertad y la
democracia no son capaces de darle de comer.”18 Caldera de forma adecuada y para muchos de
forma oportunista, manifestó los errores cometidos desde 1958 hasta la actualidad, entre ellos: la
corrupción, la incapacidad de solucionar y dar respuestas a los problemas sociales y la
exorbitante deuda externa, que tanto daño había causado a la sociedad venezolana. Sin duda su
participación el 5 de febrero, contribuyó a aumentar su popularidad y le ayudó a alcanzar la
presidencia en las elecciones de diciembre de 1993, pero esta vez sin el apoyo de partidos
tradicionales y con muy baja participación electoral; esto dejaba más en claro el descontento y la
poca credibilidad del Sistema en funcionamiento desde 1958.

El descontento continuó, y aunado a las muestras de la agonía del Pacto de Punto Fijo, el
Presidente Caldera indultó a Hugo Chávez Frías, autor de la intentona del 4 de febrero de 1992,
quien al salir de prisión enarboló las banderas de la exterminación del Pacto de Punto Fijo, así
como las banderas de un proyecto político de cambio radical, lo cual resultó de interés a una
mayoría electora; de esta forma ganó la Presidencia en las elecciones de 1998 con su partido
MVR y el Polo Patriótico (coalición de partidos de izquierda); en su juramentación, lo hizo sobre
una “moribunda Constitución”19 de 1961. Miriam Rincón y María Fernández destacan la merma
en la votación a favor de los partidos llamados tradicionales:

“(…) desde 1958 cuando se restaura la democracia, AD y COPEI no obtienen entre los dos, los
suficientes votos para controlar el sistema político. Es en los procesos electorales de 1993 y 1998,
cuando se produce una polarización del voto, que trae como consecuencia la disminución hacia el voto

18
Discurso de Rafael Caldera en Sesión Plenaria conjunta de las cámaras de diputados y senadores de la República
de Venezuela, el 5 de febrero de 1992. En línea: https://www.youtube.com/watch?v=DWeYh_sUdZ8.
19
Carlos García Soto, ¿Qué ocurrió el 2 de febrero de 1999?, Caracas, Prodavinci, 2 de febrero de 2019, Disponible
en: https://prodavinci.com/que-ocurrio-el-2-de-febrero-de-1999/
presidencial, para los dos principales partidos del status quo venezolano, en un 65,75% y un 56,81%,
para AD y COPEI respectivamente, en relación con los obtenidos en las elecciones de 1988. Este
resultado constituye un duro golpe, a la institucionalidad tradicional del sistema político y es, sin lugar a
dudas una muestra de la pérdida de credibilidad de los actores sobre los cuales estuvo estructurada la
20
democracia venezolana.”

Terminaba de esta forma, después de 40 años, aquel Pacto de Punto Fijo, catalogado por
muchos como una conciliación de elites, pero que nadie duda que constituyó un mecanismo para
legitimar la democracia naciente en 1958. Con el Pacto se logró el consenso en un programa
mínimo de gobierno y en el cual imperaron las reglas del sistema democrático, ya que el régimen
democrático naciente en principio no contaba con el apoyo de diversos grupos y sectores. La
historia demostró que el Pacto que fallecía, había logrado una estabilidad social y política,
sustentado en gran parte por una renta petrolera abundante; había garantizado el ejercicio de los
gobiernos, así como la alternabilidad por medio de las elecciones libres, y a su vez había evitado
el derrocamiento de ellos por medio de golpe militares o subversiones armadas; “siendo su
principal aporte al país: la paz social, atributo que para la Venezuela de 1958 era un lujo. Hizo de
lo imposible, lo posible.”21

Sin embargo, “Punto Fijo no puede –ni debe– ser revivido. Cumplió su etapa. Sí hay que
revivir el espíritu que lo animó”22. Quizás faltaron otros Pactos como Punto Fijo, otros acuerdos
que reinventaran soluciones, porque con solo Punto Fijo, una vez garantizada la paz democrática,
cada actor volvió a su parcela y a su individualismo, olvidando que el objetivo continuaba siendo
Venezuela. Naydy Suárez afirma:

“(...) las etapas de unidad nacional han sido más bien excepcionales. Y que, para desgracia de muchas
generaciones de venezolanos, a lo largo de ese tiempo se construyó una suerte de ancho cementerio que
encierra los cadáveres de las oportunidades perdidas para el diálogo, el acuerdo, y la cohesión,
elementos sobre los cuales habrían podido cimentarse regímenes políticos que aportaran para el país a
23
un tiempo paz, libertad, y progreso”

20
Miriam Rincón de Maldonado y María Fernández, La democracia venezolana vista desde la relación triangular:
fuerza, poder y derecho, p.92.
21
Naudy Suárez Figueroa. Punto Fijo y otros puntos. Los grandes acuerdos políticos de 1958, p.89.
22
Ibídem, p.89.
23
Ibídem, p.90.
Bibliografía
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