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LAS POTENCIAS

EXTRAEUROPEAS: JAPÓN Y
EE.UU.
LOS CONTENDIENTES DE LA GRAN GUERRA (VII)
Para finalizar este recorrido por la situación de los principales
contendientes antes del comienzo de la Primera Guerra
Mundial, nos detenemos ahora en las grandes naciones
extraeuropeas: EE.UU. y Japón. Estos dos países, tan distintos
entre sí como de los países de Europa, experimentaron en los
años finales del siglo XIX y principios del siglo XX, un desarrollo
económico y político espectacular que los situó al mismo nivel
que las viejas potencias europeas.
En primer lugar, Japón había sufrido unas
transformaciones extraordinarias. Durante la Era Meiji (1868 -
1912), el imperio del sol naciente se había industrializado y
había acabado con el régimen feudal imperante hasta
entonces. El poder del emperador era absoluto y
el carácter metódico de la sociedad japonesa había impulsado
la economía del país.

A finales del siglo XIX, los japoneses se dieron cuenta de que


podían competir con los países europeos que merodeaban por
Asia y pretendían colonizar China. Así, decidieron lanzar una
potente ofensiva imperialista en el continente asiático buscando
su imperio propio. Colonizaron la península de Corea donde
había comunidades japonesas establecidas desde hacía siglos,
también anexionaron la isla de Formosa (Taiwán) y la de Sajalín
que se la diputaron al Imperio Ruso. En 1914, los nipones se
disponían a penetrar en China.

Los choques entre las tropas japonesas y los ejércitos rusos


fueron inevitables y la rivalidad por colonizar el extremo oriental
de Asia les llevó a la guerra. En 1905, Japón derrotó a los
ejército del zar Nicolás II y esto desató las revoluciones en
Rusia. También tenía rivalidades coloniales con Alemania, que
buscaba colonizar algunos archipiélagos en el Pacífico así que
cuando estalló la guerra en Europa, Japón se posicionó del lado
de las potencias aliadas (Francia, Gran Bretaña) para ganar
territorios y consolidar su poder en Asia y el Pacífico.

Expansión de Japón y de EE.UU. desde mediados del siglo XIX al


estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914
Por su parte, los Estados Unidos de América era un gigante
dormido. Un gigante porque su potencial económico era similar
(o incluso superior) al de Gran Bretaña y Alemania. La
colonización del Oeste que le llevó hasta el otro lado de
Norteamérica le había proporcionado enormes extensiones de
tierra, materias primas y fuentes de energía. Además, el
ferrocarril conectaba los lugares más industrializados (Grandes
Lagos y Costa Este) con el resto del país.

Por otro lado, era una nación dormida porque importantes


sectores de la sociedad norteamericana defendían la no
intervención en los asuntos europeos. Es lo que se llamó el
aislacionismo y se basaba en el principio de que América no
tenía intereses en Europa.

No obstante, EE.UU., que era un

a nación democrática, se había convertido en una potencia


colonial al estilo europeo después de la Guerra de Secesión
(1861-1865). En 1868, Washington compró Alaska al Imperio
Ruso; en 1898, en una guerra desigual, arrebató a España
Cuba, Puerto Rico, Filipinas y un montón de islas españolas en
el Pacífico (Palaos, Marshall, etc.). Pero además, injería de
forma habitual en las pequeñas repúblicas de Centroamérica
como Nicaragua, Panamá y la República Dominicana,
convirtiéndolas en verdaderos protectorados.
El 15 de agosto de 1914 (ya empezada la Gran Guerra), se
inauguró el Canal de Panamá, un paso transoceánico entre el
Atlántico y el Pacífico que permitía acortar los viajes entre
América y Asia. El canal fue construido con capital
estadounidense y militares norteamericanos se quedaron
acantonados en el canal para protegerlo y (de paso) controlar
el país.

Cuando estalló la guerra, EE.UU. se mantuvo en principio al


margen porque no quería intervenir en problemas "internos" de
Europa. Se sumó a los aliados en 1917, después de que los
alemanes torpedearan incesantemente buques comerciales
americanos. Sólo entonces decidió intervenir en la guerra para
proteger a sus ciudadanos y sus intereses comerciales en
Europa. Su intervención acabaría decidiendo la contienda.

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