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¿A qué responde el cambio del objeto de estudio de la psicología en el tiempo?

Nombre: Pablo González M.


Docente: Jacqueline Montecinos O.
Ayudante: Aracelli Medina V.
Fecha: 02/ 04/ 2018.
Cuando pensamos en la psicología, es muy probable que se nos vengan a nuestra mente
conceptos tales como: terapia, trastornos mentales, menta, conducta, entre otros. Todos
esos conceptos sin duda están directamente relacionados con ella, pero ¿Qué es la
psicología? Para Helio Carpintero (2003) es “una ciencia empírica, positiva, que utiliza el
método científico para obtener sus conocimientos” (P.21). ¿Y sobre qué obtiene
conocimientos esta ciencia? Pues esto es algo que ha variado a lo largo del tiempo, y
depende de la época en que nos situemos. Según el mismo autor, han existido cuatro
objetos de estudio para la psicología: el alma, la mente, la conducta, y la mente y
conducta. Pero ¿A qué se debe que este objeto de estudio haya cambiado a lo largo del
tiempo? Según mi visión, esto se debe a factores socio-históricos, a saber, la forma de
concebir la realidad de cada sociedad en un tiempo determinado, y a la técnica, es decir,
aquellos procedimientos o recursos usados por la ciencia en una actividad determinada.

Para sostener lo anterior, a lo largo del presente documento me detendré en cada uno
de los objetos de estudio que ha tenido la psicología, intentando caracterizarlos de la
mejor manera posible, y exponiendo su evolución histórica.

El primer objeto de estudio de psicología fue el alma o psique. Para Carpintero (2003),
el alma como objeto de la psicología abarca desde el siglo IV a. C. hasta la época de la
filosofía moderna. El mismo autor, además, explica que en el concepto de psique hay
una problemática fundamental que se expresa en forma de oposiciones: naturalismo y
supranturalismo. Ello, según Carpintero, nace de las dos significaciones que existían en
aquel entonces de la psique: como existencia inmaterial que es independiente del cuerpo,
representado por Platón y como principio biológico de los seres vivos, representado por
Aristóteles.

Platón dividió la realidad en una sensible y otra inteligible. La primera sería aparente –
las cosas cambian-, y la segunda, verdadera –las cosas son una y eternas-. El alma para
él procede del mundo inteligible, y es una entidad diferente e independiente del cuerpo.
Este último es parte del mundo sensible, pero tiene atrapado al alma. Polanco-Carrasco
(2009) afirma:
Para Platón, el estudio y la investigación de las cosas físicas, incluyendo nuestro
cuerpo, es de importancia secundaria, para él más vale ocuparse de los asuntos del
alma y del mundo de las ideas que, siendo más permanente, es más real. (p.30)

Aristóteles niega la división de la realidad hecha por Platón, puesto que para él la realidad
es lo sensible, y los elementos de ella se componen de una sustancia y una forma. El
alma no es una entidad independiente, ya que no se compone de una sustancia y una
forma, pero sí es forma de los seres vivos (Clavijo, 2007). Entonces, el alma para este
filósofo es, según Polanco-Carrasco (2009): “esencia o fuerza vital que anida en todos
los seres vivos, (…) utiliza este término como lo que diferencia a los seres vivos de los
inanimados, no como lo que distingue a la mente del cuerpo como se ocupa actualmente”
(p.30).

Cabe mencionar que para los antiguos y medievales la ocupación dominante del saber
estaba referida a la naturaleza. Pero con la aparición de la filosofía moderna, por la figura
de Descartes, la perspectiva del saber cambia profundamente: ya no se parte de las
cosas, sino por el sujeto y el conocimiento que posee de las cosas (Carpintero, 2003).
De esta manera, la mente reemplaza a la psique como el segundo objeto de estudio de
la psicología.

René Descartes (1596-1650) no sólo plantea la mente y el cuerpo como dos sustancias
radicalmente distintas por su naturaleza, sino que también plantea la existencia de un
punto que enlaza la mente y el cuerpo. Eso ocurriría en la glándula pineal. Con esto
Descartes sería el primero que expone directamente funciones del cuerpo humano de
forma mecánica, influyendo notablemente en las posteriores búsquedas del asiento de
los procesos mentales. Con este planteamiento, para su época resulta inevitable
preguntarse por la relación entre esa dualidad de cuerpo y mente, a menos que se niegue
el planteamiento cartesiano. (Polanco-Carrasco, 2009).

Los planteamientos posteriores a Descartes respecto a la mente, hasta mediados del


siglo XIX, siguen perteneciendo a la filosofía, y no son de carácter experimental, como
podemos ver con Prochaska (1784, citado en Polanco-Carrasco, 2009): “afirma que la
teoría de la localización cerebral se encuentra carente de bases científicas y que no se
ha podido demostrar qué porción del cerebro o del cerebelo está a la base de tal o cual
función” (P.38). Pero eso no quiere decir que no se intente lograr conocimiento detallado,
al contrario, “poco a poco, ha ido esbozándose una vertiente psicológica que aspira lograr
un análisis pormenorizado de la actividad consciente” (Carpintero, 2003, p. 35).

Pero ya a finales del siglo XIX, aparece la psicología como ciencia natural, ligando el
estudio de la consciencia con la experimentación fisiológica, teniendo su punto culmine
en Wundt (1832-1920) con su obra Principios de psicología fisiológica (Grande-García y
Silva, 2013). Otra contribución al estudio de la consciencia vino por parte de William
James (1842-1910), quien en un principio sostenía el estudio de esta, pero como
resultado de su punto de vista positivista, y la evidencia experimental de las emociones
y el subconsciente le forzaron a replantear el problema. Así, finalmente llegó a sugerir la
no existencia de la consciencia como una entidad independiente, lo que sirvió como base
para para el posterior rechazo de esta en la investigación psicológica (Grande-García y
Silva, 2013).

Así, por la necesidad de la psicología positiva de encontrar un objeto de estudio que


respondiera al criterio de la objetividad, tanto en métodos como en resultados, es que se
recurre a la conducta como tercer objeto. Esta es una actividad observable, medible y
cuantificable por cualquiera, a diferencia de la consciencia, y se presenta como análoga
a los fenómenos estudiados por las otras ciencias naturales (Carpintero, 2003).

El iniciador del movimiento psicológico abocado al estudio de la conducta –el


conductismo- es John B. Watson, quien lo hace a comienzos del siglo XX (Carpintero,
2003). Watson se ve influido por los experimentos de Pavlov y otros de sus
contemporáneos. En 1913 publica un artículo que daría inicio al conductismo, y con ello
se excluye a la mente como objeto de estudio de la psicología por toda la primera mitad
de ese siglo. Como naturalista que era, establece que el objeto de la psicología era la
predicción de la conducta humana y su control, y que al eliminar a la mente del campo
de estudio, la barrera entre la psicología y la ciencia natural desaparece (Grande-García
y Silva, 2013).
Pero a partir del último tercio del siglo XX, las cosas comienzan a cambiar para el
conductismo. Por un lado, hubo un cambio en el inicial mecanicismo de la ciencia natural
– eliminar las ideas de finalidad y propósito-, debido al desarrollo de la cibernética, las
ciencias de la computación y la inteligencia artificial. Por otro lado, el conductismo
presentaba problemas teóricos que eran centrales y no tenían solución, a saber, los de
respuesta y estimulación, los cuales son concebidos de manera demasiado reduccionista
por la corriente conductista, frente a la dimensión que ellos alcanzan (Carpintero, 2003).
Por último, el desarrollo de las neurociencias, juega un papel fundamental para volver a
estudiar el fenómeno de la consciencia (Grande-García y Silva, 2013). De esta manera,
se constituye como cuarto objeto de la psicología –y actual- a la consciencia y la
conducta, abarcados por la psicología cognitiva, que se plasma como la sucesora del
conductismo. Gardner (1987, citado en Carpintero, 2003) diría que existe la necesidad
de elaborar una nueva ciencia de la mente que siga refiriéndose a la conducta, pero que
intente explicarla por medio de una serie de procesos mentales, los que analizan la
información captada y la procesan, toman decisiones y dan lugar a las diversas formas
de comportamiento.

Con la evolución del objeto de estudio de la psicología ya expuesto, daré saber las
conclusiones que apuntan a mi tesis planteada al inicio de este trabajo: el cambio del
objeto de la psicología se debe a factores socio-históricos y de la técnica.

Primero, sobre el paso del alma a la mente como objeto de estudio, podemos hablar que
responde a un factor socio-histórico, porque cada uno responde a un reflejo del interés
de estudio de su respectiva época. La psique, a la concepción naturalista de los antiguos
y los medievales: la psique es el motor de la vida humana y su razón, y ello le permite
estudiar a la naturaleza. La mente, a la concepción cartesiana, como sustancia que se
relaciona con otra sustancia radicalmente distinta a ella –el cuerpo-, y que conoce las
cosas. Se pasa del realismo – de los antiguos y medievales- al idealismo, y el objeto de
la psicología no se escapa de ello.

Segundo, respecto al cambio de mente a la conducta como objeto de estudio, podemos


establecer que responde tanto a lo socio-histórico como a la técnica. Por el lado de lo
socio histórico, porque en la época está en auge la corriente positivista y la valoración
por las ciencias naturales, lo que lleva a intentar convertir a la psicología en una ciencia
natural, y separarla así de la filosofía. Pero el estudio de la mente de manera objetiva se
presenta como imposible –aquí entra el motivo de cambio del objeto de estudio por
razones de técnica-, por lo que se busca un objeto que pueda ser estudiado, observado
y medido de manera objetiva con los métodos de carácter científico disponibles, haciendo
así su aparición como foco de estudio para la psicología la conducta, y se relega la mente
a un segundo plano que no merece atención.

Finalmente, hablando del último cambio de objeto, en el que se pasa de la conducta a la


mente y la conducta en su conjunto, puedo decir que se debe a razones técnicas
principalmente, porque luego de la segunda mitad del siglo XX, se critica al conductismo
por su reduccionismo e insuficiencia metodológica para explicar sus conceptos de
respuesta y estímulo, y la aparición de nuevas disciplinas científicas y avances en la
ciencia, como lo son las neurociencias, la cibernética, etc, permitieron abordar de manera
más completa el fenómeno de la conducta, pero retomando el fenómeno de consciencia
como parte de la explicación del primero. Con último cierro mi conclusión, y creo haber
dejado claros los motivos por los que sostengo mi planteamiento al principio de este
documento.
Referencias

Clavijo, A. (2007). LO PSICOLÓGICO COMO UN EVENTO. (Spanish). Universitas


Psychologica, 6(3), 699-711.

Carpintero, H. (2003). Historia de las ideas psicológicas (2ª Ed.). Madrid: Ediciones
Pirámide.

Grande-García, I. y Silva, J. (2013). Psicología. Historia, teoría y procesos básicos.


México, D.F.: El Manual Moderno.

Polanco-Carrasco, R. (2009). Una Historia Artificial del Estudio de la mente; en busca de


su “objeto”. Cuadernos De Neuropsicologia, Vol 3, Iss 1, Pp 24-64 (2009), (1), 24.

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