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lunes 11 de febrero del 2013

Los Clásicos Verdes de Vasconcelos vuelven a circular en el país con la


primera reedición facsimilar de la colección de 17 volúmenes de 12 autores, y
la cual, según el historiador Enrique Krauze, fue parte de la gran oferta
educativa autónoma en la nación del entonces secretario de Educación
Pública.

El también escritor señala que aunque es una antología personal del llamado
Maestro de América y tiene como fundamento la visión redentora que tenía
sobre el país y sus habitantes, “fue la huella que permitió el nacimiento de otras
colecciones a lo largo del siglo pasado”.

“José Vasconcelos priorizó la lectura a la estética y las aulas. Hoy, debemos


seguir este mensaje del filósofo: primero los libros en la nación”.

En su intervención para presentar la colección, el titular de la SEP, Alonso


Lujambio, indicó que esta edición completa, la primera en 90 años desde que
en los años 20 del siglo pasado se imprimió por vez primera, contiene entre
otros libros a La Iliada y La Odisea, de Homero; Vidas Ejemplares, de Romain
Rolland; Fausto, de Goethe; La Divina Comedia, de Dante.

Pero también se edita, añade, para culminar las celebraciones de la SEP y “es
una manera de fortalecer la lectura, actividad que potencia las habilidades
comunicativas, estructura el pensamiento y ayuda a construir una patria más
justa”.

La presente edición, dice es un esfuerzo conjunto de la SEP, UNAM y el Fondo


de Cultura Económica y estará a la venta en las librerías del FCE del país.

“En estos títulos están parte de las raíces de lo que es nuestra cultura
contemporánea, al ser la primera inundación de libros a nivel nacional”.

No obstante, señaló que la campaña de distribución de estos textos por parte


de Vasconcelos, “fue un acto paradójico y de fe. Teníamos a la mayoría de la
población analfabeta, entonces pocos los iban a leer y, por toro lado, el
Maestro de América confiaba en que la literatura debería ser parte de todos y
nos cambiaría”.

DIVERGENCIAS. La presentación se realizó en el patio de trabajo de la SEP, y


reunió además al presidente del Colegio de México, Javier Garciadiego, al
director adjunto de la Academia Mexicana de la Lengua, Felipe Garrido, y al
académico y poeta, Vicente Quirarte.

La discusión sobre el tiraje fue uno de los temas centrales de la presentación y


Garcíadiego señaló que Vasconcelos dio cifras alegres de los libros de 50 mil a
100 mil. Luego, añadió, rectificó y dijo que eran de 25 mil.

El presidente del Colmex también habló que las preferencias de Vasconcelos


para realizar el catálogo, muestran que desechó a autores humanistas como
Shakespeare o Dostoievski, “quienes hablan de las pasiones humanas como
los celos, la envida, el odio …, y el autor de Ulises criollo quería que los
mexicanos se nutrieran con los clásicos y no con los deseos. Pensaba que esta
era la cura la bastardaje intelectual”.

El que precisaría el dato de los tirajes sería Felipe Garrido, quien dijo que el
menor fue de 800 ejemplares: Las Eneadas, de Plotino, y el que mayor número
de ejemplares tuvo fue de 10 mil.

Sin embargo, explica, esta colección es muy emblemática, “porque muestra la


visión disparatada y, sobre todo, el atrevimiento de lanzar en el país que en ese
momento tenía 80% de su población analfabeta”.

Para finalizar, Felipe Garrido criticó que el 80 % de los libros que están en las
bibliotecas escolares de la SEP, “sean de origen colombiano o de otras
naciones. Lo que estamos financiando es la autocolonización al no formar
recursos humanos para que editemos los libros del sistema de enseñanza”.

Títulos y autores

- Vidas ejemplares, de Romain Rolland

- Fausto, de Goethe

- Diálogos ( 3), de Platón

- Tragedias, de Eurípides

- Tragedia, de Esquilo.

- Vidas paralelas, de Plutarco

- La Divina Comedia, de Dante

- Las Eneadas, de Plotino

- La nueva luna, Nacionalismo..., de R. Tagore

- Principios Críticos sobre el Virreintao de la Nueva España..., de Agustín


Rivera

- Iliada, de Homero

- Odisea, de Homero

- Cuentos Escogidos, de Tolstoi


http://www.filosofia.mx/index.php/perse/archivos/los_clasicos_verdes

Autor: Armando Fuentes Aguirre 'Catón'

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 Publicado: October 24, 2009

Quienes amamos los libros, y más aún los libros viejos, nos alegramos
cada vez que encontramos en un baratillo alguno de aquellos preciosos
“clásicos verdes’’ que editó don José Vasconcelos cuando fue secretario
de Educación en tiempos de Obregón. Le ayudó en la tarea mi ilustre —y
extraño— paisano Julio Torri. Esos libros son joyas de bibliófilo, y se
atesoran con afán de avaro.

“Habent sua fata libelli”. Los libros tienen su destino. La frase es de


Terenciano Mauro, que la puso en su copioso libro “De litteris, syllabis et
metris”, capítulo 1, verso 286. Tienen su destino, sí, los libros; pero
también tienen su nacimiento. El origen de esos famosos y queridos
“clásicos verdes” es muy interesante.

Don José Vasconcelos se reía bastante cuando los intelectuales


bolcheviques y los políticos comunistoides le decían que eso de editar a
los clásicos era tarea de burgués para deleite de burgueses. A fin de
mostrarles cuán equivocados estaban solía contarles de dónde sacó la
idea de poner las obras de los grandes autores al alcance del pueblo.

Poco antes de hacerse cargo de la SEP, el inquieto Vasconcelos, que


todo lo quería leer, leyó “El Capital’’, de Marx. No sé de nadie que haya
leído completa esa fatigosísima obra, con excepción del inolvidable don
Casiano Campos. Alguien me dijo que la lectura de ese voluminoso
volumen era muy buena para conciliar el sueño, mejor que cualquier
hipnótico o papaverácea. En efecto, leí media página y me dormí como
un bendito, aunque no cuadre la palabra con la obra. Pero me
acometieron tremendas pesadillas en forma de monstruosos pejes que
me perseguían Sería el libro, sería una mala digestión, el caso es que en
mi sueño vi esas criaturas desasosegadoras. A lo mejor es premonición.
Los pocos amigos de Vasconcelos que intentaron leer “El Capital” lo
dejaron en las primeras páginas, y aun a ésas les entendieron menos
que si hubiesen estado escritas en finés antiguo o chino mandarín. Don
Pepe, en cambio, gran conocedor de Hegel, entendió perfectamente las
enredadas tesis del marxista Marx. Que le hayan aprovechado. A mí el
único Marx que me gusta es Groucho.

Escribió Vasconcelos acerca de ese libro:

“... En realidad ‘El Capital’ no tiene nada de oscuro y sí mucho de


retrasado. Se funda en dos filosofías caducas: la de Hegel y la de Comte.
Tomarlo como nuevo era imposible si se quería tomar en cuenta el abecé
de la cultura general de la época. Y menos con la tendencia de crear una
sociedad marxista. Esa pesadilla hay que obsequiarla a los que, por
ignorantes, no ven otra cosa y andan desesperados, o a los pícaros que
de ella se sirven para lucrar…’’.

Como quiera la lectura de Marx le sirvió a Vasconcelos para poder


conversar de igual a igual con marxistas tanto de Estados Unidos como
de México. Por ellos se enteró de las novedades políticas en la Unión
Soviética y de lo que se estaba haciendo ahí en materia educativa bajo la
dirección de Máximo Gorki, el autor de “La Madre”. Algo le llamó
profundamente la atención: los comunistas soviéticos sentían un gran
respeto por la cultura clásica. El saber de la antigüedad no lo
consideraban adorno vacuo para uso de burgueses: pensaban que el
conocimiento de las grandes obras del pensamiento universal era
elemento esencial para conformar la nueva sociedad proletaria.

-Gorki —decía Vasconcelos— era proletario, pero un proletario genial


que se acordó de los suyos y supo que leer a los clásicos no debía ser
privilegio de los ricos. Había que abaratar las ediciones de los grandes
autores para que el pueblo pudiera conocer su obra.

Añadía el gran oaxaqueño:

“... Humildemente confieso de dónde tomé la idea para mis ediciones,


que constituyen lo que más me enorgullece y satisface de todo lo que
hice en Educación, y vaya que hice muchas cosas importantes. Me
criticaron esa obra muchos ‘revolucionarios’ callistas, que es lo mismo
que decir reaccionarios huertistas: Portes Gil, Ortiz Rubio, Almazán…
Calificaron de ‘aristocrática’’ mi medida para editar a precios populares
los mejores libros de la Humanidad. Pero mi edición de los clásicos llegó
al pueblo, y de paso fue la mejor propaganda en favor de México, pues
no se había hecho nada igual en castellano, y no existe persona culta de
habla española que no haya admirado la colección o la haya bendecido
por el bien que hizo a los humildes y por la honra que dio a la patria…”.
Presente lo tengo Yo

Armando Fuentes Aguirre 'Catón'

Prestigiado periodista y cronista de la ciudad de Saltillo, don Armando


Fuentes Aguirre, también conocido como “Catón”, es indudablemente
uno de los personajes más interesantes y polifacéticos de Coahuila.

Escribe todos los días de la semana, los 365 días del año (con
excepción, aclara, de los años bisiestos, en que lo hace los 366 días)
cuatro columnas, las cuales se publican en 156 periódicos nacionales e
internacionales.

Notas:

Fuente:http://www.vanguardia.com.mx/diario/detalle/columna/los_clasico
s_verdes/422070

MEXICO. 23 de octubre de 2009

http://www.letraslibres.com/revista/convivio/tirar-millones

Tirar millones
Por Gabriel Zaid
Históricamente, al Estado, como editor, no le ha importado el
desperdicio de los grandes tirajes demagógicos que superan
la demanda real. Zaid analiza este problema con sentido
práctico y aporta soluciones concretas que no solo evitan el
dispendio sino que multiplican la oferta de títulos.
Julio 2012 | Tags:

Los grandes tirajes son apetitosos para las imprentas y para los
políticos. La impresión de millones de libros impresiona. Como si
fuera poco, la cultura del pueblo se enriquece, prosperan los
talleres, ganan los autores y seadornan los funcionarios.

Los impresores cotizan costos decrecientes (por ejemplar) para


tirajes cada vez mayores. Hay economías de escala notables
cuando se pasa de imprimir cien ejemplares a mil; y todavía,
aunque menores, si el tiraje sube a 3,000, a 5,000, a 10,000.
Sin embargo, arriba de 10,000 la ventaja es pequeña y hasta
puede resultar contraproducente, cuando, por ejemplo, hace
falta un millar, pero se imprimen diez para “bajar el costo” y los
nueve sobrantes se embodegan, hasta que un día se venden a
las fábricas de papel como desperdicio.

El error se comete una y otra vez. Ejemplos a lo largo de un


siglo:

1. El secretario de Educación Pública José Vasconcelos, inspirado


en Julio Torri (que creía en la importancia de leer a los clásicos)
y en el comisario soviético para la educación Anatoly
Lunacharsky (que creía en los tirajes masivos), publicó una
colección de clásicos encuadernados en tela, con tapa dura
cubierta de percalina verde. Los legendarios “clásicos verdes” se
vendían a peso, aunque su producción costaba 94 centavos
(Rafael Vargas, “El relámpago verde de los loros”, La Gacetadel
Fondo de Cultura Económica, febrero 2012). Se producían de
20,000 a 25,000 ejemplares (carta de Julio Torri, editor de la
colección, a Rafael Cabrera, 21 de diciembre de 1921, en
losEpistolarios editados por Serge I. Zaïtzeff). El proyecto quedó
abandonado por razones políticas (Vasconcelos renunció para
buscar la presidencia), después de publicar 13 títulos en 17
tomos: unos 400,000 ejemplares, de 1921 a 1924. Quince años
después no se habían agotado, según el testimonio de José Luis
Martínez, que los compraba en una librería de Guadalajara
(Bibliofilia, Tacámbaro: Taller Martín Pescador, 2004).
2. El secretario de Educación Pública Jaime Torres Bodet tuvo la
mala idea de estandarizar los libros de texto de primaria en todo
el país. En México, hay una gran diversidad de tradiciones
locales, estamentales, étnicas, religiosas, lingüísticas. Tanta
riqueza cultural quedó ignorada por la imposición del texto
único.

Pero estandarizar y centralizar los libros de texto creó la


oportunidad industrial de imprimir millones, y ha sido un buen
negocio para los contratistas, desde que se creó la Comisión
Nacional de Libros de Texto Gratuitos en 1959, presidida por
Martín Luis Guzmán, compañero de Vasconcelos y de Torri en el
Ateneo de la Juventud.

El primer contratista (Editorial Novaro) se dio el lujo de instalar


una rotativa para libros, única entonces en América Latina. Para
la solemne entrega en la fecha prometida, invitó al presidente
Adolfo López Mateos a conocer la planta y le fue mostrando todo
el proceso de producción, desde la composición: corrección de
pruebas, preparación de ilustraciones, negativos, etc. El
presidente se puso nervioso. ¿Apenas están en los preparativos?
No, señor presidente: venga usted. Y lo llevaron a la bodega
donde ya estaban listos los embarques para todos los puntos del
país. Habían montado un teatro muy costoso (con todo el
personal y hasta la rotativa haciendo como que hacía) para la
gran visita. Así de bueno era el negocio.

3. En 1971, la UNAM anunció con bombo y platillo una serie


antológica de Lecturas Universitarias con tirajes de 30,000
ejemplares, en gruesos volúmenes casi regalados a $15 pesos.
El público respondió a tan noble iniciativa comprando muchos,
pero eran demasiados y la edición se eternizó en las bodegas.
Imprimirlos de mil en mil, conforme se fueran vendiendo, habría
sido igualmente noble y más económico, pero no tan
impresionante en las declaraciones a la prensa.
Se dirá que los grandes tirajes son necesarios para bajar los
precios. Pero esas cuentas son las del impresor, que tiene
vendido de antemano todo el tiraje; no las del editor, que no lo
tiene vendido, que se arriesga a no venderlo nunca, que tiene
costos de almacenaje y dispone de recursos limitados. Nada
impide a la UNAM bajar los precios, aunque imprima de mil en
mil ejemplares, ahorrándose el desperdicio.

[Fernando Benítez, director de La Cultura en México, donde


publiqué lo anterior, me contó que un alto funcionario de la
UNAM le reprochó el “ataque”. ¿Cómo se puede criticar una
medida progresista en momentos tan difíciles para la
Universidad? ¿Cuál es la verdadera intención?]

4. En el mismo sexenio de Luis Echeverría (1970-1976), la


Secretaría de Educación Pública tiró millones de pesos con su
colección popular Sep-Setentas, que publicó unos 300 libros
también casi regalados a $10 pesos. La tirazón no estaba,
naturalmente, en vender barato, sino en hacer tirajes
demagógicos, mayores que las ventas posibles a ningún precio.
Si Paul Petrescu, autor de La habitacióncampesina en Rumania,
hubiese regalado su libro a todos los mexicanos que se lo
pidieran, ¿cuántos habrían sido? ¿Dos, 20, 200? ¿Qué estaba
haciendo en una colección popular? ¿Para qué imprimir 10,000?

[Años después de que escribí lo anterior, uno de los funcionarios


de Sep-Setentas me reprochó la afirmación, asegurándome
queel tiraje había sido de 3,000 ejemplares (que también era
excesivo). Un buen día descubrí que José Luis Martínez tenía la
colección de Sep-Setentas completa, y comprobé el tiraje de
10,000 en el colofón. ¿Imprimieron 3,000, pero cargaron
10,000?]

5. En el sexenio de José López Portillo (1976-1982), la SEP


anunció la publicación de 20 a 25 títulos anuales con “tirajes de
400,000 a 450,000 ejemplares de cada obra” (unos 10 millones
de ejemplares), como regalo a los alumnos que terminaran la
educación básica. Eran los tiempos de la “administración de la
abundancia”, y el secretario de Educación pensó en términos
grandiosos más que en términos de lectura. No pensó, por
ejemplo, en regalar veinte libros dando a escoger entre 2,000.
Los libros escogidos personalmente interesan más (y, por lo
mismo, tienen mayores probabilidades de ser leídos) que una
colección escogida por otros, absurdamente idéntica para todos
los alumnos (y sus hermanos, y sus amigos, y sus vecinos: sin
posibilidad de préstamos mutuos). De escoger libremente, es
imposible que la demanda hubiera sido exactamente de 400,000
ejemplares para esos veinte títulos y de cero para todos los
demás.

La demanda no es un concepto limitado al comercio. Los libros


que se prestan en una biblioteca tienen mayor o menor
demanda. Los que se regalan también. Imponer la oferta y
negarse a escuchar la demanda es absurdo. No es lo mismo
regalar a fuerza que regalar sobre pedido. La cifra total de
interesados en recibir un libro gratis constituye la demanda
máxima de ese libro. Nada justifica imprimir 400,000 o 450,000
ejemplares en todos los casos, en vez de respetar la demanda
en cada caso.

El proyecto pretendía “retomar la gran tradición” de José


Vasconcelos, multiplicando el error de 1921 con tirajes veinte
veces mayores. Además, resultaba anacrónico, porque en 1921
se editaba poco. Todavía en 1937-1939 (que es el período más
antiguo del cual la UNESCO ha recogido estadísticas: Book
production, 1937-1954), la producción mexicana era en
promedio de 600 títulos anuales. Seguramente fue menor en
1921. Pero en los tiempos de López Portillo ya existían buenas
colecciones populares. Habría sido mejor repartir vales
canjeables en las librerías por libros de Nuestros Clásicos de la
UNAM, Colección Popular del Fondo de Cultura Económica,
Sepan Cuantos de Porrúa, etcétera.

Históricamente, al Estado, como editor, no le ha importado el


desperdicio de los grandes tirajes demagógicos que superan
la demanda real. Zaid analiza este problema con sentido
práctico y aporta soluciones concretas que no solo evitan el
dispendio sino que multiplican la oferta de títulos.

[El proyecto quedó en proyecto porque el secretario fue


despedido y su reemplazo desarrolló otro mejor: El Correo del
Libro, una especie de Book of the Month Club para maestros,
que ofreció miles de títulos para escoger. Sus ventas reflejaron
lo que saben los editores, libreros y bibliotecarios: la inmensa
variación de la demanda de unos títulos a otros.]

6. En el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988), la SEP


tuvo la buena idea de enviar libros a las bibliotecasmunicipales.
El director de Publicaciones y Bibliotecas de la SEP(entrevistado
en Siempre!, 1o de agosto de 1984) habló de un presupuesto
mayúsculo. Cada “biblioteca debe tener 10 mil volúmenes”. Con
dos ejemplares de 5,000 títulos “por 2,500 municipios, más o
menos, da 25 millones de libros”.

Lo que parece un detalle y es un error costoso es darle dos


juegos idénticos de 5,000 títulos a cada biblioteca. Eso implica
un supuesto erróneo: que todos los títulos tienen la misma
demanda. La experiencia universal de los bibliotecarios y los
análisis estadísticos disponibles (por ejemplo, en Philip M.
Morse, Demand for library materials. An exercise in probability
analysis) indican de manera contundente que, para la mayor
parte de los títulos, basta un ejemplar. Solo una parte del
acervo total (digamos, el 10%) requiere dos ejemplares y solo
una parte mínima (digamos, el 1%) requiere tres o más.
Surtir dos ejemplares de todos los títulos era un despilfarro de
miles de millones de pesos. Era mejor enviarles un solo juego
de 5,000 y una lista de 15,000 otros títulos posibles, con dos
derechos: decidir, de acuerdo con su experiencia, después de un
tiempo, de cuáles pocos títulos vale la pena tener más
ejemplares; y completar su acervo de 10,000 escogiendo de la
lista, de acuerdo con los gustos y necesidades locales.

7. En el sexenio de Salinas de Gortari (1988-1994) creció el


negocio de los libros de texto, no solo porque la población
escolar era mayor, sino porque el presidente decidió rehacerlos
sin escatimar gastos, para fortuna de los impresores y de los
editores encargados del proyecto. Pequeño detalle:el de historia
desembocaba en su sexenio como punto culminante de la
historia de México, sin pudor y sin prever las consecuencias:
molestias del ejército y los expresidentes Echeverría y López
Portillo. Solución: mandar a la bodega los libros de texto
ofensivos y producir otros, corregidos, para felicidad del
impresor.

8. En el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) reapareció la


mala idea de regalar libros sin permitir escogerlos, pero en
escala cinco veces mayor. El 7 de julio de 2011, en el Boletín
11/AFSEDF de la SEP y en un boletín paralelo de la Comisión
Nacional de Libros de Texto Gratuitos se anuncia el “Programa
Termina un Ciclo, Inicia un Hábito” con “un gran regalo para los
jóvenes de México”: 2 millones 272 mil ejemplares de una
novela para los niños que terminan la primaria y 2 millones de
otra para los que terminan la secundaria.

¡Qué bonito es imprimir! ~


http://marcofabr.blogspot.mx/2009/06/los-clasicos-de-vasconcelos.html

martes, 30 de junio de 2009


Los Clásicos de Vasconcelos.

Hoy que se cumple medio siglo de la muerte de José Vasconcelos,


aprovechamos tan destacada ocasión para comentar una de las
acciones que ejemplifican de manera más precisa la visión de su
proyecto educativo.

Tras el éxito de la masiva campaña de alfabetización y cuando casi


todos daban por terminada la tarea, Vasconcelos estaba cierto, que
solamente se había dado el primer paso. La alfabetización no tenía
ningún sentido, sin que se acompañara con lecturas que permitieran
el crecimiento personal de los lectores, con ese objetivo en mente
proyectó una edición masiva de lo que consideraba las máximas
manifestaciones de la literatura universal para ponerlas a disposición
de todos.

La titánica acción enfrentó adicionalmente a los problemas técnicos,


logísticos y económicos que implicaba tirar de 20,000 a 50,000
ejemplares de cada titulo, la oposición que mostraron algunas
personas al proyecto, baste mencionar el debate que se presentó en
la cámara legislativa, en el que uno de nuestros siempre "cultos y
bien intencionados" diputados criticó ferozmente la edición de los
libros, argumentando su completa inutilidad. Tras derribar todas la
barreras se logró finalmente entre 1921 y 1924 llevar a cabo su
edición.

Los títulos seleccionados fueron los siguientes :

- Romain Rolland. Vidas ejemplares.

- Goethe. Fausto

- Platón. Diálogos 3 T.

- Eurípides. Tragedias.

- Esquilo. Tragedia.
- Plutarco. Vidas paralelas. 2.T.

- Dante. La Divina Comedia.

- Plotino. Las Eneadas.

- R. Tagore. La nueva luna, Nacionalismo...

- Rivera, Agustín. Principios Críticos sobre el Virreintao de la Nueva


España...

- Homero. Iliada. 2 T.

- Homero. Odisea

- Tolstoi. Cuentos Escogidos. *


- Evangelios.

La colección de clásicos ostenta orgullosamente en el lomo, la


portada y las guardas el escudo que Vasconcelos diseñó para la
UNAM y el lema que acuño " Por mi raza hablara el espíritu" Casi
todos están forrados con lona verde, sin embargo debido a las
difíciles condiciones económicas de su impresión que obligaron a
utilizar cualquier material diponible, de repente aparecen algunos
ejemplares con cubiertas color café o gris.

Son libros que encarnan la figura de Vasconcelos, sobrios por fuera,


tienen detalles tipográficos que combinan la universalidad con un
acento muy nacional, características reconocible en cada uno de los
títulos.

El costo de producción de cada uno de los ejemplares fue de 94


centavos y el precio de los pocos que se vendieron fue de $
1.00. 1Los clásicos de Vasconcelos se repartieron a lo largo y ancho
del país, se trató de que llegaran hasta la más remota escuela rural.
Para muchos mexicanos fueron los primeros y los únicos libros que
tuvieron. La mayoría de ellos jamás pudo descansar sobre las baldas
de un librero, a pesar de que son todavía bastantes comunes en las
librerías de viejo, muy pocos se encuentran en un estado de
conservación regular.

Su valor bibliófilo radica, en que son en la actualidad las primeras


piezas sobre las que se construyen las nuevas bibliotecas, iniciar la
colección de los Clásicos es la mejor manera de contagiarse por la
incurable pasión por los libros.
1 Fell, Claudio. José Vasconcelos, los años del águila. México. UNAM.
1989 p.489

*En la edición facsimilar realizada en 1988 se añadió a los 17 tomos


las Tragedias de Sófocles. No la incluyo por no constarme su
existencia además de que es la única fuente que la menciona.

Publicado por Marco Fabrizio en 17:32

http://www.jornada.unam.mx/2013/05/27/cultura/a09a1cul

SUICIDIO EN NOTRE-DAME

http://www.funlectura.org.mx/

http://revistaesperanza.com/suicidio.htm

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