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URUGUAY EN LOS AÑOS ´30: LAS DISTINTAS VISIONES DE LA CRISIS DE 1929 Y

COMO SALIR DE ELLA.1

Cuando en 1931 el impacto de la crisis hizo imposible ignorarla, hasta para aquellos que seguían
considerando al Uruguay como un paraíso, se inició una dura polémica entre los diversos sectores políticos,
sociales y económicos. No se trató solamente de una discusión sobre las causas de la crisis y que soluciones
dar, sino que fue un enfrentamiento ideológico sobre las diversas concepciones o modelos de país que había.
La crisis motivó a hacer un balance de las últimas décadas, analizar los resultados del “modelo batllista” y,
cuestionarlo o profundizarlo, según la visión y el sector al que se pertenecía.

La visión conservadora.- Los sectores conservadores se expresaban a través de los gremios de


hacendados, la Asociación y la Federación Rural, los colorados riveristas (sector de Manini Ríos
opuesto al batllismo) y el herrerismo. Si bien reconocían las causas externas de la crisis, hacían
hincapié en los factores internos, responsabilizando a la política reformista del batllismo del
deterioro económico. Como lo venían haciendo desde hacía varios años rechazaban la legislación
laboral, el estatismo y el proteccionismo que el estado quería brindarle a las industrias.
Reclamaban un “alto” en las reformas, menos gastos estatales, detener las obras públicas e incluso
reducir los salarios.
La Federación Rural lideró los reclamos del sector conservador. En mayo de 1931 emitió
una extensa declaración pública dirigido a los “hombres del gobierno”, donde expresaba entre otras
cosas: “... debe hacerse un alto en toda iniciativa que pueda contribuir a recargar el valor de la mano
de obra y el standard de vida..., economizar, no realizar ningún gasto superfluo. Debe irse sincera y
enérgicamente a la supresión de obras públicas y aún a un reajuste en los sueldos”. Y al final de la
declaración amenazaba: “Los productores rurales tendrán en cuenta, sin duda, quienes son entre
sus representantes en el gobierno y el Parlamento, los que han sabido inspirar su gestión en los
sanos principios...”.
En su visión de la crisis los estancieros no sólo arremetieron contra las reformas del
batllismo, sino que también atacaron al “enemigo externo” que en ese momento identificaban con
los frigoríficos norteamericanos. La Federación Rural se pronunció en contra de una nueva ley
proteccionista aprobada en el Congreso de EEUU y solicitó al gobierno que se diera un tratamiento
preferencial al comercio con Inglaterra, tradicional “amigo” del sector ganadero. Además solicitó al
gobierno hacer un acuerdo con Argentina en el tema carnes para hacer frente “al avance del
imperialismo económico de la nación del norte”.
La posición conservadora se mantuvo unida y eran conscientes que esa unidad les daba más
fuerza a sus reclamos y a sus hechos. En un congreso regional de estancieros realizado en Treinta y
Tres reconocían que “la desunión en cambio llevará la comercio, a la industria y al país a una ruina
inevitable, y posiblemente al caos soviético”.

La visión reformista.- Se expresaba fundamentalmente a través del batllismo que en ese


momento tenía la mayoría del Consejo Nacional de Administración por su alianza con los blancos
independientes. Al comenzar la crisis intentó quitarle dramatismo a la situación y dar una visión
optimista de la recuperación. Insistía en el origen puramente externo de la crisis y que para salir de
ella no había que detener las reformas sino profundizarlas.
Las palabras del Ministro de Industrias Edmundo Castillo son representativas de la visión
reformista: “El Uruguay puede tener en medio del malestar reinante en el mundo entero, la
satisfacción de ser uno de los países que mejor ha resistido la profunda crisis económica y
financiera actual. Debemos perseverar en la política constructiva y estimulante del trabajo nacional
y en la protección de la población obrera urbana y rural”. En síntesis: profundizar las reformas.
A medida que el tiempo transcurría y la crisis se mantenía y no aparecía una rápida
recuperación, el sector reformista tomó una postura defensiva frente a los ataques de los

1
Tomado de: http://del29alneobatllismo.blogspot.com.uy/2011/04/la-crisis-de-1929-en-uruguay.html
conservadores. El diario “El Día”, principal vocero del batllismo, salió a hacer frente a las críticas
como en esta editorial de enero de 1932: “Nuestros políticos, tan impopulares como
inescrupulosos, persisten en explotar con fines electorales la crisis económica que soporta el país...
Es la influencia del batllismo en el gobierno dicen desde ciertos sectores... Ninguna responsabilidad
puede atribuirse al colegiado o al batllismo. El batllismo no es mayoría en el gobierno desde hace
muchos años. Si hubiera podido influir decisivamente no habría crisis económica o sería esta
atenuada en tal grado que pasaría inadvertida. Nos habría bastado con nuestra política de
intensificación de la producción, limitación de gastos en el exterior y ensanche del dominio
industrial del estado... Y no habría crisis... Pero cuando comenzamos a resolver los problemas
económicos y sociales, perdimos la mayoría por las divisiones internas y por la incomprensión de
una gran parte de los ciudadanos. He ahí en síntesis, las causas de la crisis porque atraviesa el país”.
Las divisiones internas a las que el artículo de “El Día” se refería, se mantenían y se
agravaban, lo que le quitaba unidad y fuerza al reformismo. La muerte de “don Pepe” en 1929
provocaba la dispersión y la división de sus “herederos ideológicos”. Era evidente que mientras
unos se inclinaban por reformas más radicales (los llamados “jóvenes turcos” como Luis Batlle
Berres, Agustín Minelli, Justino Zabala Muniz, entre otros), otros se “corrían” hacia la derecha (por
ejemplo Gabriel Terra).

La visión de la izquierda.- Esta postura se expresaba a través del Partido Socialista, el


Partido Comunista y también se puede ubicar aquí al batllista Julio Cesar Grauert y su grupo
Avanzar muy cercano a los análisis marxistas aunque integraba y votaba dentro del Partido
Colorado.
Para socialistas y comunistas la crisis del 29 anunciaba la “inexorable e inminente” caída del
capitalismo. Partiendo del análisis teórico del marxismo, consideraban que esta era la gran crisis
que desembocaría en el establecimiento de un nuevo sistema de organización social. Además la
crisis debía ser aprovechada para concientizar a los trabajadores de las causas de sus males y
guiarlos hacia la lucha que derrocara al capitalismo. El líder socialista Emilio Frugoni expresaba en
la Cámara de Diputados: “Estamos en presencia de una crisis excepcional del mundo que no puede
considerarse como una simple crisis más. Es una crisis orgánica que denuncia el fracaso de todo el
sistema económico”. También reconocía que la crisis se veía aumentada por factores propios de
Uruguay: “Si no soportamos mejor los embates de la crisis universal es porque ésta nos sorprende
con una economía profundamente desequilibrada”.
Con un lenguaje más duro y combativo, el periódico comunista “Justicia” advertía en 1930
que la crisis podía derivar en una dictadura de derecha y aconsejaba como enfrentarla:
“Comprendiéndose la crisis y su carácter profundo y creciente, se desprende de esta comprensión
la inminencia del motín y de la fascistización del estado. A la vez se comprende la radicalización, la
combatividad de las masas trabajadoras, quienes son las únicas que bien encausadas, dirigidas por
el partido del proletariado, pueden romper la inminente intentona fascista y a la vez romper los
marcos de la democracia podrida burguesa -democracia para los ricos- para poder defender sus
intereses y lanzarse a la toma del poder, representados por los consejos de obreros, campesinos y
soldados para cumplir los fines de la revolución agraria y antiimperialista”. El diputado del Partido
Comunista Eugenio Gómez, proclamaba el fin del capitalismo: “Y mientras languidece, mientras se
acerca a la muerte la economía del capitalismo, el proletariado triunfante en Rusia construye
victoriosamente el socialismo... Podemos afirmar que se acerca en el mundo la hora del
comunismo”.
Grauert y sus compañeros del grupo Avanzar insistían en que se había agotado el sistema
capitalista. El semanario “Avanzar” expresaba en 1930 que: “El capitalismo caerá para dar lugar a
una nueva sociedad donde la vida más armónica no permita la coexistencia de explotados y
explotadores... ha llegado la hora de abandonar la vieja teoría de la armonía entre el capital y el
trabajo, para disponernos a obtener la socialización de las industrias y el comercio y la
nacionalización de las tierras, terminando así con la absurda economía capitalista”.

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