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Pereyra et al, Historia ¿para qué?, México, Siglo XXI, 8º edición, 1986, pp. 93-127.
La reconstrucción parcial y pragmática del pasado es tan antigua como la historia del
hombre y se ha prolongado hasta los tiempos más recientes. Asume todas las formas de
identificación, de explicación de los orígenes, de legitimización del orden establecido,
de darle sentido a la vida de los individuos y las naciones, de inculcar ejemplos morales,
de sancionar la dominación de unos hombres sobre otros, de fundar el presente y
ordenar el futuro inmediato.
Ejemplo
La primera gran obra de la historiografía moderna, The decline and fall of the Roman de
Edward Gibbon.
Dos siglos más tarde, resurgió el esplendor indígena en la Historia antigua de México
del jesuita Francisco Javier Clavijero.
La apropiación del pasado indígena por los criollos y mestizos señala, en el dominio
político-ideológico, la fractura irreversible de monopolio de la interpretación histórica
que hasta entonces había detentado el Estado-Iglesia.
La interpretación del pasado no será más una y exclusiva, sino plural y contradictoria.
Desde la guerra de Independencia y durante todas las luchas políticas del siglo XIX el
pasado no cesa de estar presente en las contiendas que sacuden a la nación.
El pasado resurgió con tal fuerza que llegó a proponerse como modelo para fundar los
cimientos de la nueva república. En los primeros años de vida independiente Fray
Servando Teresa de Mier y Carlos María de Bustamante propusieron el pasado
prehispánico como origen de la nacionalidad, con exclusión, del colonial.
Con más vigor político y más fuerza social detrás, Lucas Alamán, el líder del partido
conservador, vio en la herencia hispánica el más sólido baluarte de la nación y sobre ella
propuso construir el futuro de la república, sin participación de la tradición indígena.
Pero ocurre que el pasado, antes que memoria o conciencia histórica, es un proceso que
determina el presente con independencia de las imágenes que ese pasado construyen los
actores contemporáneos de la historia.
A partir del siglo XIX reflexión científica acerca del porqué de los hechos
Consecuencias positivas
El por qué los hombre entran en relación entre sí y con la naturaliza para crear,
desarrollar y transformar su medio y sus formas de organización, el qué ocurrió, cuándo,
dónde y cómo ocurrió empezaron a transformarse en técnicas rigurosas para ubicar los
acontecimientos históricos, establecer su autenticidad y descubrir sus relaciones y
sentido profundo.
Historiador científico
Al mismo tiempo emprendió una búsqueda desusada de fuentes originales con la idea de
crear un registro más amplio y fidedigno del pasado. Con la exhumación de nuevos
testimonios para autentificarlos se pensó que el historiador podía explicar el sentido real
de los acontecimientos y evitar apreciaciones erradas o subjetivas, pues la abundancia
de las fuentes y la crítica rigurosa de ellas permitirían “mostrar lo que realmente ha
sucedido”.
Marx a través de una teoría económica, inicia una historia científica y crítica con
técnicas de investigación y control de datos más rigurosos.
Marx fue el primero economista de gran categoría que reconoció y en enseñó
sistemáticamente cómo la teoría económica puede convertirse en análisis histórico y
cómo la exposición histórica puede convertirse en historia razonada.
Marx pensó la realidad histórica como una totalidad dotada de coherencia interna, en la
cual cada una de sus partes condiciona y transforma a las demás, a la vez que cada parte
es condicionada y transformada por el todo. Esta concepción lo llevó a construir un
instrumento teórico – el modo de producción – capaz de captar la realidad social en su
conjunto, a diferencia de los economistas anteriores – y posteriores – que sólo
elaboraron instrumentos analíticos para examinar problemas exclusivamente
económicos, y de los historiadores, hasta entonces absorbidos por la acumulación de
datos para documentar procesos desvinculados entre sí.
Marx asumía que la teoría sólo puede aprehender la realidad cuando ésta está presente
en el análisis; cuando se ha “asimilado en detalle la materia investigada”.
Ejemplo
Según Dilthey, de que la realidad histórica no existe por sí misma, pues sólo es el
reflejo de la “espiritualidad” del historiador, quien sucesivamente va cambiando la
imagen del pasado conforme se modifica su espiritualidad.
Abrogando por una relación orgánica entre historia, economía, geografía, etnología y las
demás ciencias del hombre.
Son las instituciones a las que el Estado delega la función social de crear y transmitir el
conocimiento histórico.
En países donde la sociedad civil es débil y el Estado fuerte, como antes el Príncipe,
determina el para qué la obra histórica y hace de los historiadores un instrumento de su
poder.
En aquellos donde las clases y organizaciones políticas tienen fuerza propia frente al
Estado, las instituciones de enseñanza e investigación adquieren la forma de “cuerpos”
o estratos profesionales que gozan de cierta autonomía e imponen en esas instituciones
sus intereses propios, gremiales e ideológicos.
Hoy en día
La condición de una conciencia social más clara del para qué de la historia implica tanto
el dominio de los procedimientos científicos como de las condiciones sociales en que se
realiza la producción científica.