Você está na página 1de 9

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/323539787

“Adiós mariquita linda. El juego con el sujeto literario en Pedro Lemebel”.

Conference Paper · August 2008

CITATIONS READS

0 3,225

1 author:

Daniuska González González


Playa Ancha University
43 PUBLICATIONS   9 CITATIONS   

SEE PROFILE

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

Representaciones del mal en la narrativa latinoamericana contemporánea View project

Proyecto Regular de Investigación 2019 UPLA HUM 11-1920 “Cortezas de imágenes y textos”. La narrativa de Álvaro Bisama y la fotografía de Carla Yovane View project

All content following this page was uploaded by Daniuska González González on 03 March 2018.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


Adiós mariquita linda. El juego con el sujeto literario en Pedro Lemebel

“Adiós princesa dinosaurio, adiós merluza real, adiós vieja vampira”. Hablar de

sujeto textual en Adiós mariquita linda de Pedro Lemebel es referirse a una entidad

literaria en constante movilidad, desenmascaramiento, trayectoria fragmentada y

divertimento. En él la dispersión y la ruptura lo escinden y al mismo tiempo lo

construyen, en un juego de palabras cruzadas, donde cualquier aproximación puede

resultar itinerante, inconexa.

Se trata de un libro de crónicas que va hilvanando un periplo al filo de los paisajes

humanos y de las sensaciones, casi siempre trizadas, entre éstas las de la sexualidad;

periplo a veces apocalíptico, otras de una absoluta cursilería, mas dimensionando la

constitución de un sujeto autorreferencial que choca, se transmuta, padece y, sobre todo,

se ríe, ríe mucho, explícita o solapadamente pero ríe. Casi siempre con superficialidad,

como todos los títulos de las crónicas, que anticipan un pasar constante por la vida,

dejándose, perdiéndose, amapolándose (para utilizar un término lemebeliano): “Pájaros

que besan”, “Matancero errar”, “Todo azul tiene un color”, “A flor de boca”, “Chalaco

amor” (propuesta del autor como una sinopsis de novela), “Bésame otra vez, forastero”

y “Adiós, mariquita linda”.

Ahora bien, cuando refiero sujeto apunto hacia una construcción ficcional que denota

el lenguaje y lo implota como carga semántica; o, mejor, según Kristeva, constituye una

instancia “de intermediación discursiva entre el sujeto de enunciación y el sujeto de la

lectura, (...), y, a la vez, sujeto y agente del acontecer novelesco” (El texto de la novela

113).

Referirse al sujeto en lugar del personaje permite la existencia de una noción abierta

a los registros de la escritura, la cual hace que el sujeto posea una identidad ficcional

autónoma y que sea, como señala Thiebaut en “La construcción del Sujeto: entre la

1
filosofía y la literatura”, “el lugar de construcción de la subjetividad” (186), para “saber

cosas (…) que no pueden ser dichas en forma directa, que no pueden ser dichas sino

mostradas, y que no pueden ser mostradas sino como la adquisición de determinadas

capacidades, como el ejercicio de determinada mirada, de cierta actitud” (203-204).

Asimismo, para Mignolo, la postmodernidad creó un sujeto que vive en una “constante

invención y reconstrucción del yo” (“Herencias coloniales y teorías postcoloniales”

126), mientras que para Rigoberto Lanz es una “explosión de la subjetividad, una

proliferación inusitada de referentes intersubjetivos que pueden ser vividos como

multiplicidad, como fiesta de máscaras, como representación continua de todos los

roles. (…) destronamiento del status en provecho de una profusión de roles disparada en

todas las direcciones (fiesta de la performatividad)” (Las palabras no son neutras. Glosario

semiótico sobre la posmodernidad 94).

Esto se entroniza con el género autobiográfico ya que “el sujeto y su vida se colocan

en el centro de[l] relato” (Araujo “La autobiografía femenina, ¿un género diferente?” 181).

En más de un sentido se diría que en múltiples de ellos, el sujeto lemebeliano abre su

vida con arrojo, hace desplantes, se contonea pero se sitúa en la convergencia de

experiencias, transitoriedades y referencias, él es -prosigo con Araujo-

“auto/construcción, bio/referente, grafía/texto” (182).

Adiós mariquita linda, crónicas enhebradas por viajes físicos e íntimos,

desplazamiento de un sujeto que elabora asideros a partir, paradójicamente, de sus

incertezas, contradicciones y quiebres. No hay puntos de agarre, por el contrario,

cambios, unos tras otros: “Pájaros que besan”, “Matancero errar” o “Adiós, mariquita

linda” (con sus noches peregrinas), van armando, suturando, atravesando el paisaje

individual vuelto una suerte de sábana desdoblada, desacomodada, salpicada de fluidos

(más verbales que orgánicos muchas veces), sábana orgásmica, porno/cursi.

2
Mariquita linda, juguetona, cachonda, a veces hostil y hasta pendenciera. Mariquita

linda que escrituriza crónicas como aluviones, (des)diciendo sobre miedos “Así que

ahora te da asco, maricón, (…). Y ahí vi brillar el filo navaja de su uña en alto”

(Lemebel Adiós mariquita linda 168); sobre sus sueños “pensando (…) en las arenas

tibias, en los muchachos ariqueños zangoloteando sus presas en la vorágine del mar”

(39); o sobre temas tan politizados como el de la salida al mar de Bolivia, “al escuchar

el verso neopatriótico de algunos chilenos me da vergüenza, sobre todo cuando hablan

del mar ganado por las armas. Sobre todo al oír la soberbia presidencial descalificando

el sueño playero de un niño” (107).

Sujeto/perfomance, sujeto/diva, que va elaborándose en las crónicas intempestivas,

por entre los pliegues autobiográficos de un autor dividido entre la literatura y la vida.

Puesta en escena recurrente, desde los trajes livianos “sedas, tules, gasas y una sombrilla

de broderí (una monada…)”, como en la crónica “Que no se cruce con el presidente”,

hasta los “tacoagujas” que lo hacen tambalearse por los adoquines coloniales de la vieja

Habana.

Por ejemplo la crónica “Boquita de canela lunar”. Construcción de un sujeto

itinerante a partir, precisamente, de una frase que pareciera negar todo el periplo que en

ésta se cuenta: “Sabe, usted es pura literatura. (…) pura literatura” (Lemebel Adiós

mariquita linda 73). Sobreexposición entre el sujeto real, el escritor Lemebel, invitado a

la Feria del Libro de Calama, amigo del poeta Sergio Parra, “o Parrita para nosotros”

(64), y el sujeto a quien se observa como una elaboración metaficcional, que parece

encontrarse en una pose permanente según el amante de una noche, alter ego narrativo

en algunos momentos. Un ente de papel, literario, versus quien cuenta y asume la

experiencia de esa noche de sexo, de canela, lunar, efímero, como la propia visita a la

3
Feria de esa localidad remota. A lo que jugó también Roberto Bolaño con el sujeto

Belano en Los detectives salvajes.

Buscando un punto de anclaje entre la dinámica de las andazas del sujeto, que, como

bien puntualiza Fernando Blanco es “una figura textual elusiva y refractaria a los

contratos genéricos” (“La crónica urbana de Pedro Lemebel: Discurso cultural y

construcción de lazo social en los modelos neoliberales” 90) y su constitución textual en

medio de las “debacles de la globalización” (Lemebel Adiós mariquita linda 59), se

tiene un cuerpo sexuado que se perfila en Adiós mariquita linda bordeando

precisamente las intemperancias de un mundo que se resiste a lo indisoluble, a la

identidad rígida de las aceptaciones, “Porque en estos tiempos del desparpajo televisivo

queda tan poco que aclarar, y el último mariconazo light de la pantalla va tapando la

ardua memoria de las locas que le dimos aire al tema” (54).

Se trata de una crónica sobre una visita a la ciudad de Antofagasta que se cancela

porque coincide con la llegada del Presidente Ricardo Lagos, “Que no se cruce con el

Presidente” es el título pero al mismo tiempo es la crónica de un temperamento cursi,

cabaretero, “dejé caer entre la ropa un traje de baño belle époque, de una pieza, que me

cubre las tetas y la guata peluda” (Lemebel Adiós mariquita linda 55); de los disfraces

políticamente convenientes, “fíjese, don Pedro, que el presidente viene en esa misma

fecha. (…). Creemos que puede haber algún malentendido… alguna declaración suya”

(56); de una asunción de la identidad como sujeto político y cultural: “yo también ayudé

a construir esta democracia. Soy un escritor y un sujeto que hace cultura” (56).

Hay juego y también gravedad que resultan atravesadas por los múltiples fragmentos

de una historia “no oficial” de golpes de Estado y democracias cuestionadas, en este

sentido ver a la dictadura de Pinochet desde la óptica de la complicidad de alguien que

lo amparó, magistrada “papagayo chillón” (Lemebel Adiós mariquita linda 60) y al

4
gobierno democrático de Lagos a partir del entramado subterráneo de una censura sutil,

encubierta, todo revuelto, puesto en escena, teatral, carnavalesco -en el término

bajtiniano más literal- donde el sujeto histriónico (se)construye una mirada perfilada,

marginal, colocado en los bordes de un absurdo entre lo ridículo y lo crítico.

Con estas crónicas el sujeto Lemebel se carcajea de su propia identidad, hace

malabarismos de palabras y gestualidades, de sus deseos y sus nostalgias, mas afloran

las contexturas recurrentes de problemáticas no saldadas, como la de los “derechos

humanos (casi siempre los ojos se cristalizan con este doloroso tema)” (Lemebel Adiós

mariquita linda 46); o la de crítica “a las macropolíticas de desarrollo del gobierno”

(53) frente a las cuales la desaparición de los petroglifos del valle de Cuz Cuz no

interesan.

Sujeto vagabundo, errático, pero qué encantamiento cuando pronuncia Chilito, ¿qué

Chile hay escondido detrás del divertimento de Lemebel, de sus pasos andariegos, de

sus ahogos de Dama de las Camelias, de su “errante aventurar” (Adiós mariquita linda

112)? El caminante transita los subterráneos de su país, su oscura complejidad nacional

y las atenuantes de un modelo de país vendido neoliberalmente como ejemplar. No son

paisajes ni sujetos problematizados sólo en una superficie textual cualquiera, lo de

Lemebel va más adentro, hacia lo profundo de lo que se estigmatiza, de lo que quiere

ser expulsado del cuerpo social pero que se resiste. Alguien pregunta en una crónica a

qué se dedica el sujeto, “¡niña, por dios!” a:

mi Crónica Show. Para quien nunca ha visto este circo pobre, les
cuento que yo hago una especie de animación con lectura, video
y música que va poniendo la África Sound mientras desfilan los
temas de ironía política (risas), homosexualidades múltiples
(atención), estéticas bastardas (emoción), para rematar con
derechos humanos (Adiós mariquita linda 46).

Esta cita tiene varios niveles de lectura. Quizá el más obvio señale hacia un sujeto

que se reconoce en una multiplicidad de espacios de interacción, culturales, sociales y

5
políticos, sujeto que abarca sin abarcar, valga la redundancia, variables tan disímiles

unas de las otras, por ejemplo los derechos humanos. Decir light, por cierto, nada

profundo ni rimbombante, sólo efectista, sólo trizado por el divertimento constante del

sujeto que se resiste a ser catalogado en un único emplazamiento de vida.

Pero también la cita elabora un perfomance en movimiento, árido, terrible, una

espiral que obtura lugares, algunos clásicos, otros tabúes: la política, el arte, los

conflictos de género, la literatura… Es un show porque en realidad para este sujeto

ponerse en escena deviene montaje discontinuo, bullicioso, temperamental,

deconstructivo del establishment al que se irreverencia, se arrincona con ironía, se

transgrede.

Una última acotación sobre la cita anterior. El sujeto se divierte con este perfomance

a sabiendas de que se trata de un circo pobre, una escenografía banal, pastiche de

literatura e imágenes que van sobreponiéndose, yuxtaponiéndose con risas, atención,

emoción, como él mismo señala. Risas para observar la política, interés para enfocar la

homosexualidad, emoción para aceptar/existir una estética por fuera de canónes,

bastarda, periférica.

El sujeto se autorrefiere incesantemente, se metaficciona, a la vez realidad y

literatura. Cuando se lee Adiós mariquita linda las páginas van pasando cual cuadros

performativos, rectángulos sobre trozos de periódicos, puntas rasgadas, itinerarios

incompletos, unos artificiales, otros vívidos en extremo, como la historia de “Noche

Payasa”: una loca que la voz/sujeto rescata de entre el toque de queda y la “búsqueda de

cumbia cachera” (Lemebel Adiós mariquita linda 164) y quien “cruzaba la ciudad

sitiada con el corazón en la mano y el poto sucio goteando las calles fúnebres de la

dictadura” (166).

6
Concluyendo, con las crónicas de Adiós mariquita linda, crónicas de “acaramelado

vaivén” según las califica su propio autor, se arma un juego constante del sujeto

literario, como si recompusiera figuras de un calidoscopio que se intercambiaran,

mutaran, fracturaran.

Es la hiperbolización del sujeto errante, “flotando libremente” como apunta Jameson

para las tipologías textuales de la postmodernidad, disipado, en constante interpelación

con el lector, con quien se divierte sacándole la lengua (su palabra afilada), haciéndole

todos los posibles guiños irreverentes, también el sexo “boqueando de cúbito abdominal

entre sus sábanas” (Lemebel Adiós mariquita linda 216). Adiós mariquita linda, adiós

princesa dinosaurio, adiós merluza real, adiós vieja vampira, juguemos a ver de qué

tratará la próxima crónica.

Bibliografía

Araujo, Nara. La autobiografía femenina, ¿un género diferente? Estudios 8, Caracas, julio-
diciembre de 1996 (181-190).

Blanco, Fernando A. La crónica urbana de Pedro Lemebel: Discurso cultural y construcción de


lazo social en los modelos neoliberales. Casa de las Américas 246, enero-marzo/2007
(88-94).

Jameson, Fredic. Teoría de la postmodernidad. Madrid: Trotta, 1996.

Kristeva, Julia. El texto de la novela. Madrid: Lumen, 1984.

Lanz, Rigoberto. Las palabras no son neutras. Glosario semiótico sobre la posmodernidad.
Caracas: Monte Ávila Editores, 2005.

Lemebel, Pedro. Adiós mariquita linda. Caracas: DEBATE, 2005.

Mignolo, Walter. “Herencias coloniales y teorías postcoloniales”. González, Beatriz (edit.).


Cultura y Tercer Mundo 1. Cambios en el saber académico. Caracas: Nueva Sociedad,
1996, 99-136.

7
Thiebaut, Carlos. La construcción del Sujeto: entre la filosofía y la literatura. López, María
Teresa (comp.). Figuras del logos. Entre la filosofía y la literatura. México: Fondo de
Cultura Económica, 1994.

View publication stats

Você também pode gostar