MSJ IGLESIA

Seminario en la U. Gregoriana
sobre los abusos sexuales:

“Hacia la E
l simposio “Hacia la Curación y la Renovación”, realizado
en la Pontificia Universidad Gregoriana (PUG) del 6 al 9
de febrero de 2012, es parte de un proceso importante

Curación y la
en el camino que busca hacer la Iglesia para enfrentar la “pla-
ga abierta” de los abusos (como la definió el Papa). El mismo
Santo Padre quiso entregar un mensaje a los participantes del
Simposio, a través del Secretario de Estado vaticano. Con este,

Renovación”
Hans Zollner, S.J.
Vicerrector académico, decano del Instituto de Psicología,
P. Universidad Gregoriana.
La Iglesia católica busca hacer un nuevo camino
para enfrentar “la plaga abierta” de los abusos.
Benedicto XVI apoya y anima todo esfuerzo que busque respon-
der con caridad evangélica al desafío de ofrecer a los niños y a
los adultos indefensos un ambiente que lleve a su crecimiento
humano y espiritual. Exhorta además a los participantes del
Simposio a continuar buscando una vasta gama de competen-
cias con el fin de promover en toda la Iglesia una fuerte cultura
de tutela eficaz y de apoyo a las víctimas. De modo particular,
ha recordado que “la curación de las víctimas debe ser una im-
portante preocupación de la comunidad cristiana, que debe ir
acompañada de una profunda renovación de la Iglesia a todo
nivel. Nuestro Señor nos recuerda que todo acto de caridad
hacia el más pequeño de nuestros hermanos es un acto de ca-
ridad hacia Él (cf. Mt 25, 40)”.

En él, la curación de las víctimas es una prioridad, FINALIDAD DEL SEMINARIO

junto con la búsqueda de la verdad y la justicia.
En septiembre de 2010 se decidió en el Consejo Directivo
de la PUG organizar un Simposio sobre el tema. La iniciativa
recibió desde el principio apoyo explícito y ayuda concreta de
parte de los dicasterios más involucrados en el tratamiento de

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los casos de abuso1. Especialmente la Secretaría de Estado, la
Congregación para la Doctrina de la Fe, la Congregación para los
Obispos, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos,
la Congregación para la Educación Católica y la Congregación
para los Institutos de Vida Consagrada y para el Clero. Además,
algunos de los prefectos y de los secretarios de estos dicas-
terios se mostraron disponibles para ser parte activa durante
el Simposio, en particular en la búsqueda de los posibles rela-
tores, moderadores de discusión y animadores de la liturgia.
El Comité Organizador —uniendo competencias canónicas,
psicológicas, organizativas y de comunicación bajo la guía del
autor de este artículo, padre Hans Zollner, S.J., vicerrector aca-
démico de la PUG— desde el comienzo consultó sobre el modo
de comunicar el Simposio a los medios a Alexander DesForges,
portavoz de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales. Con
el fin de facilitar la comunicación hacia afuera y los procedimien-
tos de inscripción, fue creado un sitio web dedicado al Simposio.
Este encuentro quiso ser también una respuesta a la reciente
Carta Circular de la Congregación para la Doctrina de la Fe (3
de mayo de 2011) que obliga a las conferencias episcopales a
desarrollar Líneas Guía para proteger a los menores y ser cohe-
rentes en la respuesta de la Iglesia en caso de acusaciones de
abuso, así como en el tratamiento de los abusadores2.
Para el financiamiento del Simposio se contó con la con-
tribución de la PUG y el notable apoyo de la arquidiócesis de
Munich y algunas entidades eclesiásticas (Ayuda a la Iglesia
que Sufre, Misereor, Renovabis, las diócesis de Brescia, Pavia y
Bolzano-Bressanone, y las Provincias de Italia, Suiza y Holanda
de la Compañía de Jesús).
Al evaluar el formato y los destinatarios del Simposio, se optó
por dirigirlo a representantes de numerosas conferencias epis-
copales del mundo y a los superiores y superioras generales: se
procedió así para que con la ayuda de las autoridades mayores
pueda promoverse de mejor modo una sensibilidad elevada, un
procedimiento más consistente y una prevención más eficaz.
El Simposio se proponía algunos objetivos fundamentales:
• Poner en primer lugar a las víctimas, dándoles voz con el
fin de identificar lo que pueda resultar de mayor ayuda para un
camino de sanación.
• Crear una cultura de escucha, a fin de elaborar los mejores
instrumentos para contrarrestar este grave problema.
• Colaborar con los medios de comunicación para hacer re-
levante lo que ayuda a proteger a las personas más débiles.
Durante los días de sesión estuvieron presentes represen-
tantes de ciento diez conferencias episcopales, treinta y cinco
superiores generales de órdenes religiosas masculinas y feme-
ninas, algunos representantes de las Iglesias Orientales, recto-
res de Colegios de Roma, rectores de universidades católicas
de todo el mundo, expertos en psicoterapia, derecho canónico
y educación, y miembros de varios ritos al interior de la Iglesia.
Los temas tratados abarcan multiples ámbitos concernien-
Cf. G. Cuccucci, “‘Verso la guarigione e il rinnovamento’. Un simposio internazionale sul tema dell`abuso sessuale su minori’’, en Civiltà Cattolica III, 2011, pp. 416-419.
1
Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, “Carta del cardenal William Levada para la presentación de la circular a las conferencias episcopales sobre Líneas Guía para casos de abuso sexual
2
a menores por parte de clérigos”, en Civiltà Cattolica II, 2011, p. 587; Id. “Carta Circular para ayudar a las conferencias episcopales a preparar Líneas Guía para el tratamiento de los casos
de abuso sexual de menores por parte de clérigos”, ibid., pp. 588-593.
MARZO-ABRIL 2012
“La curación de las víctimas debe ser una importante
preocupación de la comunidad cristiana que debe
ir acompañada de una profunda renovación de la
Iglesia a todo nivel” — Benedicto XVI.
tes al problema de los abusos. Este no fue un seminario como
el organizado en el año 2003, que contó con la presencia de los
máximos expertos de psiquiatría y psicoterapia. En este caso
participaron los responsables de la pastoral de la Iglesia católica
de las más diversas partes del mundo (Filipinas, México, Brasil,
Estados Unidos, Alemania, Sudáfrica), quienes con valentía com-
partieron sus propias experiencias, esperanzados de que otros
hermanos puedan ser motivados a seguir su ejemplo. Actualmen-
te está en preparación la publicación de las actas del Simposio
en cerca de doce lenguas (las principales del Oeste y Este, de
Europa y algunas de Oriente). Se espera que las distintas edicio-
nes puedan ser presentadas antes del próximo verano europeo.
El espíritu del Simposio fue comunicar con justa y correcta
transparencia a todos los que están interesados en saber qué
se está haciendo en la Iglesia para enfrentar los escándalos del
pasado y del presente, de manera de preparar una adecuada
prevención: “La crisis nos invita a reconsiderar nuestra relación
con los medios. Si los desafiamos a ser honestos y verdaderos
en todo lo que exponen, debemos también aceptar que la Iglesia
sea escrutada por los medios, siempre que estos observen las
normas de honestidad y veracidad aplicables a todos”, afirmó
el arzobispo de Manila, monseñor Luis Tagle.
El mensaje fundamental es que las víctimas, la verdad y la
justicia son las prioridades, y que la Iglesia no debe esperar un
nuevo escándalo para empezar a afrontar el problema de los
abusos: “No debemos esperar que explote una bomba. Prevenir
tal explosión es la mejor respuesta”, dijo Tagle.
El Simposio ha sido considerado un paso muy importante
en el reconocimiento por parte de la Iglesia de la seriedad que
reviste la tarea de salvaguardia de los menores y de escucha
a las víctimas. Igualmente, ha sido valorado en el objetivo de
sensibilizar a las autoridades eclesiásticas sobre el problema,
sobre todo a aquellas que nunca habían escuchado hablar a
una víctima de sus traumas y preocupaciones.
EL DESARROLLO DEL SEMINARIO
El programa se inauguró el 6 de febrero con una alocución del
cardenal William Joseph Levada, quien subrayó la necesidad de
lograr un enfoque pluriforme —canónico, teológico, pastoral,
psicológico— respecto al triste fenómeno de los abusos en la
Iglesia y en el mundo. En las mañanas de los dos días siguientes,
antecediendo las discusiones plenarias, hubo nueve conferen-
cias principales dadas por psiquiatras, expertos en la forma-
ción sacerdotal, canonistas, obispos y religiosos que tuvieron
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MSJ IGLESIA
El seminario no fue pensado como un evento “bueno,
aunque único”. Más bien, fue concebido “como un
ulterior paso en el largo y doloroso camino de la
Iglesia de asumir sus responsabilidades del pasado y
de trabajar por un futuro mejor”.
que afrontar situaciones dolorosas en las respectivas diócesis
y congregaciones. Los relatores provenían de las más diversas
partes del planeta; esto se hizo para mostrar que el drama de
los abusos no involucra solo a los países occidentales, sino a
todo el mundo. Las conferencias se realizaron en cuatro lenguas:
italiano, inglés, español y francés. En una de estas conferencias
fue presentada una reflexión teológica sobre el problema de los
abusos, a cargo de cuatro teólogos de la Universidad Gregoriana.
Para dar voz a las víctimas, en el curso de la primera con-
ferencia se presentó el testimonio de una persona que había
sufrido abusos por parte de un sacerdote cuando tenía trece
años, Marie Collins, quien debió ser ayudada por una psiquiatra
involucrada en las listening sessions realizadas en Irlanda para
afrontar este problema. Su testimonio resultó particularmente
conmovedor: relató también el comportamiento que tuvieron los
superiores del abusador, que se limitaron a adjudicarle a ella la
culpa de lo sucedido, sin buscar detener de alguna manera al
hechor. Esta falta de escucha y colaboración le causaron una
pena y un shock aún más fuerte que el mismo abuso.
La señora Collins afirmó que desea que la Iglesia escuche
y respete a las víctimas y que tome en serio sus acusaciones.
Agregó que para ella escuchar a un líder de la Iglesia pedir
perdón por haber defendido a un abusador, es fundamental
para la curación. Anhela además tener la certeza de que habrá
consecuencias disciplinarias para cualquiera que no adhiera a
las normas de la Iglesia. Todos, especialmente los laicos cre-
yentes, necesitan tener la tranquilidad “de denunciar el pecado
cuando este ocurre, de llamarlo crimen —porque de crímenes
se trata— y de hacer algo al respecto”, agregó la señora Collins.
En tanto, las tardes fueron dedicadas a varios talleres con-
ducidos por un equipo de Virtus, un programa dirigido por el
28 92
National Catholic Risk Retention Group de la Iglesia de Estados
Unidos y elaborado para ayudar en la prevención de los abusos.
Este plan es actualmente utilizado por ciento quince diócesis de
EE.UU. Durante los talleres se ha subrayado la importancia de
educar en el acceso a Internet, aspecto central del trabajo de
Virtus, para prevenir el fenómeno gravísimo de la pornografia
infantil y el exceso de dependencia de Internet: “La investi-
gación demuestra que es necesario enseñar sobre el Internet
‘normal’ y el uso correcto de la tecnología igual como se enseña
a conducir el automóvil. Por analogía, es necesario ante todo
ser asistido por un adulto que ha aprendido a conducir; es ne-
cesario sentirse seguro y aprender las reglas de la ‘calle’. ¿Por
qué nos comportamos distinto con Internet, con los teléfonos
celulares y con la tecnología moderna?”.
También fueron presentadas algunas reglas básicas que pue-
den ayudar a los padres y educadores a manejar de manera sana
este poderoso y riquísimo instrumento, protegiendo a los meno-
res: 1) fijar normas (“poner algunas reglas claras, simples, fáciles
de leer en el monitor o cerca de él. Las herramientas de seguridad
en Internet están disponibles en muchos sitios”); 2) usar filtros
de monitoreo; 3) controlar las normas sobre privacidad (“Los
sitios para niños no pueden pedir informaciones personales sin
el permiso de los padres o del encargado del niño”); 4) hablar
de los peligros de los e-mail y del chat; 5) tener el computador
en la sala de estar o en otro ambiente abierto de la casa, de ma-
nera que sea posible ver lo que los hijos pueden hacer online.
Dentro del programa estaban previstas una celebración eu-
carística –con el cardenal Ferdinando Filoni– y una liturgia pe-
nitencial inspiradas en estas temáticas. Durante el curso de la
segunda, presidida por el cardenal Marc Ouellet, prefecto de
la Congregación de los Obispos, y celebrada junto a diez obis-
pos, se pidió perdón por haber fracasado en la tarea de prote-
ger a los menores y haber actuado como un “instrumento del
mal contra ellos”.
Un elemento crucial para la comunicación externa fue el tra-
bajo proactivo con los medios (cf. las conferencias de prensa
del 18 de junio de 2011 y del 3 de febrero de 2012), también por-
que se esperaba un gran interés mediático dado lo delicado del
tema. Esto sucedió en muchísimos países, obteniendo un gran
MARZO-ABRIL 2012
 El mensaje fundamental que se
quiere sea percibido con claridad
es que las víctimas, la verdad y
la justicia son las prioridades, y
que la Iglesia no debe esperar un
nuevo escándalo para empezar
a afrontar el problema de los
abusos. David John Ayotte, S.J.; Superior General Adolfo Nicolás, S.J.; cardenal William J. Levada; Francois Xavier Dumortier, S.J.; Hans Zollner, S.J.
eco —generalmente muy positivo—, mientras la prensa italiana,
ocupada de otras noticias, no dio gran importancia al Simposio.
Monseñor Charles J. Scicluna (promotor de Justicia de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, además de referen-
te principal de las denuncias llegadas a la Santa Sede sobre
los abusos efectuados por sacerdotes y religiosos) afirmó que
ninguna estrategia para la prevención del abuso a niños podrá
tener resultados sin esfuerzo y responsabilidad.
Recordó lo que dijo el papa Benedicto XVI, dirigiéndose a los
obispos de Irlanda en el año 2010: “Solo una acción decidida
llevada adelante con plena honestidad y transparencia podrá
restaurar el respeto y buena voluntad de los irlandeses hacia
la Iglesia a la que hemos consagrado nuestra vida”. “Las pala-
bras del Santo Padre —concluyó Scicluna— recuerdan lo que
dijo el Señor en el Evangelio de Juan: “La verdad los hará libres”
(Jn 8, 32). Una honesta búsqueda de la verdad y de la justicia
constituye la mejor respuesta que podemos ofrecer al triste
fenómeno del abuso sexual de menores por parte de clérigos”.
El cardenal Levada, prefecto de la Congregación para la Doc-
trina de la Fe, institución que ha instruido el mandato, expresó
que en el último decenio fueron enviados a esta instancia más de
cuatro mil casos de abuso sexual; muchos de ellos se remontan
a décadas atrás. Agregó que tales casos revelan lo inadecua-
do de dar una respuesta exclusivamente canónica a la crisis, y
que es necesario un enfoque mucho más proactivo y ejercido en
más frentes por parte de todos los obispos y órdenes religiosas.
Según el cardenal Levada, Estados Unidos, Canadá, Australia
y Alemania están entre los países que han adoptado normas y
lineas de acción más completas y persuasivas, pero agregó que
“en muchos casos tales respuestas llegaron solo luego de las
revelaciones entregadas por los medios de información sobre
comportamientos escandalosos de sacerdotes”.
Los participantes en el Simposio afirmaron que, después
de generaciones de menores y adultos vulnerables golpeados
y traumatizados, el aprender las lecciones en estos términos
durísimos no debe convertirse en una norma: “¿Es necesario
que cada país del mundo pase a través de este mismo proceso
tan terrriblemente doloroso?”, preguntaba monseñor Stephen
Rossetti, profesor de Estudios Pastorales de la Catholic Univer-
sity of America de Washington. Las duras lecciones de estas
décadas han aportado a la Iglesia los elementos esenciales de
un programa eficaz de protección de los menores, según agre-
gó, pero tales estándares deben ser implementados en todo
el mundo. No todos los obispos o superiores están totalmente
MARZO-ABRIL 2012
de acuerdo —dijo— dado que algunos sostienen que ningún
abuso ha ocurrido o puede ocurrir en las diócesis de las que
ellos están a cargo: “No se trata de cambiar algunas políticas;
es un cambio del modo en que las personas conciben estos
problemas. Es esto lo que requiere un salto cultural”, agregó.
La “mortal cultura del silencio, o de ‘omertà’, es de por sí
injusta y equivocada”, dijo monseñor Scicluna. Reafirmó la obli-
gación para los líderes de la Iglesia de cooperar con las auto-
ridades civiles y añadió que “el abuso sexual de menores no
constituye solo un delito canónico o una violación de un códi-
go de conducta interno de una institución, religiosa o de otro
tipo, sino que representa también un crimen perseguido por el
derecho civil. Aunque las relaciones con las autoridades civiles
puedan variar de país a país, es importante colaborar con ellas
en el ámbito de las respectivas competencias”.
La Carta Circular de la Congregación para la Doctrina de la Fe
del 3 de mayo de 2011 especifica además que “se deben seguir
siempre las prescripciones de las leyes civiles respecto a la de-
nuncia de los crímenes a las autoridades correspondientes, sin
perjudicar el fuero interno sacramental. Naturalmente, esta cola-
boración no se debe dar solo en los casos de abusos cometidos
por clérigos, sino también en aquellos que involucran al personal
religioso o laico que trabaja en las estructuras eclesiásticas”.
Los expertos subrayaron también que escuchar a las víctimas
y buscar la verdad, la justicia y la seguridad de estas, deben
ser los primeros objetivos de todos los líderes eclesiásticos.
LA NECESIDAD DE UNA PASTORAL ADECUADA
Monseñor Tagle observó que algunas culturas no europeas
presentan elementos que en algunos casos pueden favorecer
los abusos; entre ellos, los siguientes.
• La fuerte propensión al “tacto”, en el sentido de que el
contacto físico entre personas y con los menores de edad es
considerado normal. Los niños, sin embargo, no son capaces
de distinguir un contacto afectuoso de uno malicioso.
• El gran poder atribuido a los adultos respecto a los niños,
en nombre de la disciplina y de su propio bien.
• El modo más bien vago y amplio de definir la familia, en el
sentido de que también los sacerdotes son considerados parte
de ella y se les permite acceder también a los lugares más pri-
vados. Desde este punto de vista, los episodios de violencia no
ocurren por obra de “extraños”, sino de personas consideradas
miembros de la familia extendida.
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MSJ IGLESIA
Los casos revelan lo inadecuado de
dar una respuesta exclusivamente
canónica a la crisis, y es necesario
un enfoque mucho más proactivo
y ejercido en más frentes por parte
de todos los obispos y órdenes
religiosas.
• La consideración casi “divina” de la que goza el clero, que fa-
vorece que se produzcan comportamientos “dobles” y abusivos.
Monseñor Tagle subrayó que el problema y las graves conse-
cuencias que este ha traído requieren, sobre todo, una respues-
ta de tipo pastoral. Según el arzobispo de Manila, los elementos
principales de una reacción adecuada podrían ser las siguientes:
• El cuidado pastoral de las víctimas y de sus familias. La
cura pastoral comprende la justicia, la compasión, la protección
y, en algunos casos, también la restitución.
• El cuidado pastoral de la comunidad dañada: parroquia,
diócesis o congregación.
• La cura pastoral del sacerdote autor de la violencia sexual.
El mejor modo de preocuparse por el autor de la violencia sexual
es hacerlo afrontar su mala conducta. Es necesario ayudarlo a
darse cuenta de los procedimientos eclesiásticos y canónicos
relativos a su caso particular. El obispo debe observar estos
escrupulosamente, especialmente cuando la gravedad del he-
cho puede llevar a la destitución del estado clerical.
• El cuidado pastoral del clero no tocado por acusaciones.
El clero sano lleva este peso. Debe responder a las preguntas.
Debe compartir la vergüenza de sus hermanos sacerdotes por
el simple hecho de pertenecer al mismo presbiterado.
• Se debe atender a la formación en los seminarios y a la que
se debe ofrecer de manera permanente al clero. Sobre todo, la
formación a la madurez humana: “Entre los muchos aspectos de
la madurez humana, un área importante es la de las relaciones
responsables. Este es el punto focal de la crisis: la capacidad de
relacionarse de un modo responsable y de darse cuenta. La sensi-
bilidad hacia las mujeres y los niños, la comprensión del propio de-
sarrollo humano y sexual, y el trabajo en equipo son necesarios”.
Todo esto nos plantea el delicado y siempre actual proble-
ma de una adecuada selección y formación, no solo de los can-
didatos al sacerdocio y a la vida religiosa, sino sobre todo al
grado del episcopado: “Debemos estar atentos en escoger los
candidatos para los importantes roles de obispos, y debemos
también utilizar los instrumentos que el derecho canónico y
la tradición nos ofrecen para responsabilizar a los obispos”,
precisó monseñor Scicluna. Entrando en lo específico del pro-
blema, afirmó de manera explícita que “no es aceptable” para
los obispos ignorar los protocolos anti-abuso dispuestos por el
Vaticano o las respectivas conferencias episcopales.
Añadió que una lectura atenta y profunda del reciente ma-
gisterio de la Iglesia en materias de abuso sexual de menores
por parte de religiosos demuestra que la seguridad de los ni-
ños constituye una preocupación de primera relevancia para la
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Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Luis Ladaria, S.J.
Iglesia y es parte integrante de su concepto de “bien común”.
Además observó que ya existen normas concretas en el derecho
canónico que permiten sancionar a los obispos por “negligencia y
culpa en el ejercicio de las propias funciones” (cf. CDC can. 128).
Esta atención se hace particularmente urgente para afron-
tar problemas que aparecen difícilmente gestionables, sobre
todo cuando se busca intervenir para mantener unidas justicia
y compasión: “Hoy es difícil y doloroso ser superior u obispo —
agregó monseñor Tagle—. Se los percibe confusos y avergonza-
dos cuando un miembro del clero comete una violencia sexual.
Mientras ayudan a los sacerdotes, deben también juzgar. No se
puede, al mismo tiempo, defender a los sacerdotes, descuidando
la verdad, la justicia y el bien de las víctimas y de la comunidad.
A los superiores se les golpea por todas partes. Se les acusa de
encubrir si son discretos, y de falta de compasión si son firmes”.
LOS PASOS SUCESIVOS
EI Simposio fue una ocasión privilegiada en que los obispos
y otros líderes eclesiásticos, provenientes de todos los Conti-
nentes y de más de ciento veinte países, pudieron confrontar
sus respectivas experiencias en relación con las víctimas, los
abusadores y la prevención. La Iglesia católica es universal y
en muchos lugares ya existen las ‘best practices’ que pueden
ser intercambiadas, aunque el contexto cultural y las leyes ci-
viles sean diferentes de un país a otro. Este carácter de uni-
versalidad, realizado gracias al esfuerzo conjunto tanto de los
participantes (gracias al trabajo y al apoyo de la Secretaría de
Estado y de los Dicasterios Pontificios) como de los relatores,
fue indudablemente el elemento más nuevo y significativo en
el acercamiento a este grave problema.
La presencia y la contribución de la señora Collins y de la
baronesa Sheila Hollins (que, en calidad de miembro de las
listening sessions realizadas por la Iglesia en Irlanda, ha es-
cuchado a cerca de setecientas víctimas de abuso) fueron la
clave de lectura de la atmósfera y del desarrollo del Simposio.
Sin embargo, el seminario no fue pensado como un even-
to “bueno, aunque único”. Más bien, fue concebido —según
precisó uno de los organizadores durante una conferencia de
prensa— “como un ulterior paso en el largo y doloroso camino
de la Iglesia de asumir sus responsabilidades del pasado y de
trabajar por un futuro mejor”.
Muchos representantes de diversos países de África y Asia
expresaron que por primera vez comprendieron la importancia
y las proporciones del desastre de los abusos al interior de la
MARZO-ABRIL 2012
Iglesia, y que esperaban que esto tuviera un impacto relevante
no solo en la introducción de las Líneas Guía sino también en
la implementación de las medidas preventivas y en asumir la
responsabilidades de los sucesos pasados. Tales prevencio-
nes ya están en curso correcto en varios países sobre la base
de las Líneas Guía que las conferencias de los obispos locales
han puesto en práctica. Todas las conferencias episcopales que
todavía no han preparado sus propias directrices deben enviar-
las dentro del verano de 2012, como lo ha pedido la Congrega-
ción para la Doctrina de la Fe. En conexión con el Simposio, el
Monseñor Charles Scicluna
Instituto de Psicología de la Pontificia Universidad Gregoriana
dio vida a un Centro para la Protección de Menores en Munich. Los expertos subrayaron que escuchar a las víctimas
La creación de este Centro, multilingüe y basado en una pla-
y buscar la verdad, la justicia y la seguridad de estas,
taforma Internet, con sede en Munich, ciudad de la cual el mis-
mo Papa fue arzobispo, pretende ayudar a todos los obispos, deben ser los primeros objetivos de todos los líderes
sacerdotes y líderes pastorales a desarrollar un acercamiento eclesiásticos.
global al problema de los abusos, no solo al interior de la Igle-
sia sino también en la sociedad. Desarrollará en un período de las víctimas, el conocimiento de las medidas canónicas pre-
tres años un programa de e-learning, es decir, una plataforma vistas y la creación de un clima de escucha y de sensibilidad
de aprendizaje basada en Internet con el fin de entregar un respecto a los menores y los más débiles. Trabajará en inglés,
instrumento moderno y fácilmente utilizable en todas partes español, italiano y alemán. Podrá ser utilizado en cualquier mo-
(www.elearning-childprotection.com). Contempla contenidos mento y lugar del mundo, y pudiendo ser modificado según las
de psicología, pedagogía, teología y derecho canónico, para exigencias locales. El objetivo final es la implementación de un
favorecer una mayor conciencia respecto a la realidad de los programa de prevención y de intervención para la protección
abusos en la Iglesia y en la sociedad, la ayuda apropiada para de los menores. MSJ

Un colegio ignaciano en La Dehesa

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2013
ASOCIADO A RED EDUCACIONAL IGNACIANA
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