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La energía cinética del aire ( ) depende del cuadrado de la velocidad del aire ( )y
de su densidad ( ):
Por tanto, la potencia eólica a la que estará expuesta una turbina se determina
multiplicando la anterior expresión por el área de barrido de la turbina, que es el
círculo que abarcan las aspas.2 Por ejemplo, el área de barrido de una turbina con
un rotor de 82 metros de diámetro será de 5 281 m².
Sin embargo, no toda la potencia del aire puede ser aprovechada por el
aerogenerador. El límite de potencia que puede ser extraído está dado por el límite
que estableció el físico Albert Betz. Este límite, que lleva su nombre, se deriva de
la conservación de la masa y del momento de inercia del flujo de aire. El límite de
Betz indica que una turbina no puede aprovechar más de un 59.3 % de la energía
cinética del viento. El número (0.593) se le conoce como el coeficiente de Betz.
Por ejemplo, si una turbina de 82 metros de diámetro estuviera expuesta a un
viento de 15 m/s con una densidad del aire de 1.28 kg/m³ podría extraer,
suponiendo un viento perfecto (sin turbulencias) y un rendimiento perfecto, hasta
6.76 MW de energía eléctrica.
Los aerogeneradores modernos obtienen entre un 75 % a un 80 % del límite de
Betz.3 Uno de los factores que más influye en que no se alcance el 100 % del
límite de Betz es la rugosidad del suelo. Dicha rugosidad se ve influida por la
presencia de vegetación o edificaciones en el suelo, que disminuyen la velocidad
del viento y aumentan las turbulencias del aire. Por ello, una mayor altura del rotor
y la instalación en el mar (offshore) contribuyen a un mejor aprovechamiento de la
energía del aire.
Control de potencia[editar]
En general, los aerogeneradores modernos de eje horizontal se diseñan para
trabajar con velocidades del viento que varían entre 3 y 25 m/s de promedio. La
primera es la llamada velocidad de conexión y la segunda la velocidad de corte.
Básicamente, el aerogenerador comienza produciendo energía eléctrica cuando la
velocidad del viento supera la velocidad de conexión y, a medida que la velocidad
del viento aumenta, la potencia generada es mayor, siguiendo la llamada curva de
potencia.
Las aspas disponen de un sistema de control de forma que su ángulo de ataque
varía en función de la velocidad del viento. Esto permite controlar la velocidad de
rotación para conseguir una velocidad de rotación fija con distintas condiciones de
viento.
Asimismo, es necesario un sistema de control de las velocidades de rotación para
que, en caso de vientos excesivamente fuertes, que podrían poner en peligro la
instalación, haga girar el rotor de tal forma que las palas presenten la mínima
oposición al viento, con lo que la máquina se detendría.
Para aerogeneradores de gran potencia, algunos tipos de sistemas pasivos,
utilizan características aerodinámicas de las aspas que hacen que aún en
condiciones de vientos muy fuertes el rotor se detenga. Esto se debe a que él
mismo entra en un régimen llamado "pérdida aerodinámica".
Al estar cerca del suelo la velocidad del viento es baja y no se aprovechan las
corrientes de aire de mayor altura.
Baja eficiencia.
Mayor gasto en materiales por metro cuadrado de superficie ocupada que las
turbinas de eje horizontal.
No son de arranque automático, requieren conexión a la red para poder
arrancar utilizando el generador como motor.
Tienen menor estabilidad y mayores problemas de fiabilidad que los HAWT.
Las palas del rotor tienen tendencia a doblarse o romperse con fuertes
vientos.
Generadores doblemente alimentados
(DFIG)[editar]