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Trabajo practico de sacramento Particular

Tema: Matrimonio.
Alumno: Blanco Romulo R.
Pbro: Ricardo Mauti.

TEMA: EL MATRIMONIO EN EL DESIGNIO DE DIOS ES PLENITUD DE LA


VIDA FAMILIAR.

INTRODUCCION
Podemos ver que antes del siglo XIX, “casarse era entrar en un orden social
establecido de ante mano, pertenecer a un organismo de trabajo, que, a grandes líneas,
coincidía con el conjunto de la familia” 1 el matrimonio y la familia reforzaban los lazos
de una comunidad económica y social, y por su parte esta última contribuía a asegurar la
estabilidad de la familia. Esta estabilidad se debía a “la estructura de la comunidad laboral
y también de la sociedad entera, tantos o más quizás que la unión de los conyugues
mismos”2.
La modificación de la estructura de la sociedad, especialmente la industrialización
y la urbanización, “han reducido considerablemente las funciones sociales del
matrimonio y la familia”3. Hoy día, domicilio y lugar de trabajo no coinciden. De algún
modo, todo esto ha vuelto la familia sobre si misma. Al casarse, no se entra en una
estructura social objetiva y estable, formada por el conjunto familiar y apoyado
sólidamente en la vida conyugal. Entonces, así la convicción es que se parte de cero, más
exactamente, de dos. Ahora la pareja y la familia se ven obligados a preocuparse de su
forma propia y esencial, se ven llamados a ser una pareja, formar una familia, cultivar el
aspecto personal que es la cara interior de la vida conyugal y la esfera de la intimidad que
les pertenece aún como algo propio. Las familias tienen que ser como “el oasis, lugar de
reposo y refugio, el rincón de la seguridad”4 ante la vida social.
DATOS BIBLICO SOBRE EL MATRIMONIO
La Palabra de Dios nos narra cómo desde el principio Dios hizo al hombre y a la
mujer: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
los dos uno solo”5, así también Jesús comenta: “De manera que ya no son dos, sino uno
una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre”6, el Señor no nos
remite al inicio de la historia de la humanidad, sino a la fuente de esa historia misma: El
Amor Creador. Esta vocación cuando es concebida y aceptada por ambos, se comienza a

1
SCHILLEBEECKX E.; El matrimonio: realidad terrena y misterio de salvación; Salamanca 1968;
Editorial Sigueme; p.15-16.
2
Ibid. p.16.
3
Ibid.
4
Ibid. P.17
5
Gen, 2,24
6
Mt 19,6
vivir una unión tan especial entre el hombre y la mujer, que ese don mutuo crea una
realidad nueva: la pareja.
“El hombre y la mujer son dos seres semejantes, creados a imagen de Dios,
llamados así a constituir una sola carne, un mismo ser, destinado a fecundar el mundo y
a dominar la obra de la creación siendo fieles al mandato divino”7 por esto la vida
conyugal tiene su origen en el amor de libre elección entre el hombre y la mujer que
comprometen sus vida mutuamente, y su matrimonio depende de su entrega cada vez
mayos que los hace crecer y desarrollarse siéndose fiel. Dios regala la libertad como un
gran don para la pareja, ésta amándose debe vivir en lo cotidiano de la vida, en las
diferentes circunstancias, en lo favorable y en lo adverso, con salud o enfermedad,
obedeciendo o desobedeciendo el mandato divino.
En la antigua alianza
En principio tenemos que considerar que la concepción cristiana del Matrimonio
parte y se inspira en la Palabra de Dios. Para esto nos hemos de situar en el contexto de
aquel «principio» bíblico según el cual la verdad revelada sobre el hombre como «imagen
y semejanza de Dios» constituye la base inmutable de toda la antropología cristiana. La
primera pareja el modelo del amor conyugal: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen
suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo
Dios: Sed fecundos y multiplicaos” (Gn 1,27-29). En este relato encontramos, en
principio, que ambos son seres humanos en el mismo grado, tanto el hombre como la
mujer, ambos fueron creados a imagen de Dios. Por otro lado, aparecen tres elementos
claves de la concepción cristiana del matrimonio: en primer lugar, la igualdad del hombre
y de la mujer; en segundo lugar, la semejanza de la misión de los casados con Dios, el ser
“procreadores con Él” y por último la bendición o consagración. Este libro, “al describir
el momento en que Adán se encuentra con su mujer Eva, capta certeramente el significado
que tiene la unión del hombre con la mujer, en cuanto viene a llenar su existencia y a
colmar su deseo de constituir una comunión de amor y de vida”8, entonces cuando el
marido y la mujer ese unen en el matrimonio, no forman una imagen de algo terreno, sino
de Dios mismo.
Otro dato importante es el de este segundo relato (Gn 2,24), aquí se subrayan dos
notas características del matrimonio, la indisolubilidad y la independencia que supone el
compromiso matrimonial ya que la misión dada por Dios supone estas dos características,
“Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola
carne.” Entonces en estos dos relatos encontramos “el prototipo ideal del matrimonio,
donde queda establecido, la igualdad de los cónyuges, la fecundidad, la unidad, la
complementariedad, la relación y el amor interpersonal y la connotación sexual; todo esto
visto como obra y don maravilloso de Dios creador.”9
Por otro lado, “El pacto de la alianza es comparado con el pacto matrimonial”
considerando las expresiones utilizadas por los profetas para referirse a la alianza, como
pacto de carácter esponsal, alianza entre Yahvé con Israel, algunas de estas expresiones
son: el término “berit” que significa pacto o alianza; la palabra “hesed”, que habla de
7
G. FLÓREZ; Matrimonio y familia; Madrid; BAC; 2001; p.85
8
Ibid; p.86-87
9
D. BOROBIO; La celebración en la Iglesia II; Sacramentos, Salamanca, Sígueme, (1994); p.514-515
amor perseverante, tierno, misericordioso, bondadoso y con sentimiento interior de cierta
dulzura. “Hesed dedignara la comunión que se convierte en alianza y adquiere una especie
de conciencia jurídica. Con frecuencia hesed y berit, comunidad de amor y de alianza,
son casi sinónimos. Hesed es el principio que alimenta a la alianza y quiere convertirla
en encuentro, en comunión jurídicamente establecida. (Dt 7,9)”10. El matrimonio es
justamente la realidad humana en la que hesed (amor) y berit (alianza) reciben su sentido
mas pleno.
La analogía del amor de Dios es expresada en términos de fidelidad, bondad,
ternura y misericordia que se cantan con imágenes nupciales. Fue Oseas (1-3) el primero
que utilizó este recurso literario desarrollado más tarde por Jeremías, (2,2. 3,113), Isaías
(54,48. 6,2-35) y Ezequiel (16. 23). Con relación a estos textos tan expresivos, sen
entiende también la afirmación de W. Kasper: “el matrimonio es, por tanto, como la
gramática, con cuya ayuda se traduce en lenguaje el amor y la fidelidad de Dios”11. Estas
mismas imágenes sirven al Nuevo Testamento para describir las relaciones de Cristo con
su Iglesia.
En la Nueva Alianza
El Nuevo Testamento no ofrece una enseñanza sistemática acerca del matrimonio,
sino que “nos brinda los aspectos esenciales de la visión cristiana del matrimonio a través
de sus textos”.12 Cuando se refiere al hombre y a la mujer unidos en matrimonio, habla
en términos de fidelidad, de exclusividad (Mt19, 6), reafirmando la idea de la
indisolubilidad. Acá Jesús transporta la cuestión al orden creacional y concluye: “Lo que
Dios ha unido, que el hombre no lo separe” (Mc 10,9).
El Nuevo Testamento traslada el simbolismo a Cristo esposo y a la iglesia «esposa
del cordero» o la novia (Ap 21, 9). Si Jerusalén, tipificando a todo Israel, era descrita
como esposa, es ahora la iglesia como nueva Jerusalén y nuevo pueblo la que ocupa este
lugar. Frente a ella estará Babilonia idólatra y prostituta (Ap 17). Pablo escribe a los
efesios que el amor que Cristo muestra a su iglesia es el modelo de las nupcias cristianas
(Ef 5, 21-33). El amor conyugal recibe su perfección cristiana en la línea del arquetipo
del amor divino.
EL NOMBRE – SIMBOLO Y SIGNIFICADO
- El nombre.
La palabra matrimonio significa, según san Isidoro de Sevilla, oficio de la madre.
La institución matrimonial ha surgido históricamente en todas las culturas como
regulación de las relaciones sexuales (cristalización biológica del amor, eventual
generación de la vida, etc.), cobertura de la relación madre-hijo con la participación
responsable del padre y como punto de partida para formar una familia por exigencias
culturales y económicas. La forma y funcionamiento de la familia están muy
condicionadas por este tipo de necesidades.

10
SCHILLEBEECKX E.; El matrimonio: realidad terrena y misterio de salvación; Salamanca 1968;
Editorial Sigueme; p.80-81.
11
W. Kasper; Teología del matrimonio cristiano; Santander 1980.
12
G. FLÓREZ; Matrimonio y familia; Madrid; BAC; 2001; p.101.
- En cuanto al símbolo y su significado.
El signo sacramental reside en el contrato, en la manifestación exterior y sensible
del consentimiento mutuo de los esposos. La bendición del sacerdote no forma parte del
signo sacramental. Además del sentido inmediato y obvio que tiene el «sí» mutuo de los
contrayentes como expresión de su decisión de unirse en matrimonio, en el caso de los
bautizados significa la voluntad de que sus relaciones sean reflejo de las existentes entre
Cristo y la iglesia. Se comprometen a ser signos vivos de los que se pueda decir: «Así
ama Cristo a su iglesia, así ama la iglesia a su Señor».
SACRAMENTALIDAD DEL MATRIMONIO.
En cuanto sacramento, el matrimonio cristiano pertenece al orden de la redención,
de la gracia de Cristo y de la vida de la Iglesia. Participa de los frutos de la pasión del
Señor, lleva a si mismo las huellas del resucitado, anuncia y difunde los dones que que el
Espiritu Santo derrama sobre la Iglesia.
La diferencia entre el matrimonio y los demás sacramentos es que el signo consiste
en propia realidad del matrimonio (la unión de los esposos) en cuanto significan una
realidad nueva de tipo eclesial y espiritual del Cristo y la Iglesia.
DIVESOS GRADOS DE SACRAMETALIDAD DEL MATRIMONIO.
Admitir diversos grados de sacramentalidad trata de un intento de describir y
agregar la sacramentalidad a la realidad, según el estado y la situación en que se
encuentran los diversos sujetos que se unen en matrimonio. Tres son, en concreto, los
grados que pueden distinguirse:
- el matrimonio como «sacramento natural»: «sacramentum naturae»;
Este es fundado en el acto creador de Dios. Es posible descubrir las huellas de
Dios en la pareja humana que, en cuanto hombre y mujer representa el amor, la comunión,
la fidelidad y la fuerza creadora de Dios. es como una realidad natural, que tiene su origen
en Dios.
- el matrimonio como «sacramento de alianza»: «sacramentum foederis»;
Es el matrimonio entendido desde la alianza de Dios con el pueblo que adquiere
una nueva configuración: las relaciones de Dios para con Israel son el modelo ejemplar
de los vínculos esponsales. Ningún símbolo es más apto que el matrimonio para referir al
diálogo entre Dios y su pueblo. Asimismo, la alianza es la categoría más apropiada para
manifestar la dimensión religiosa del matrimonio.
- y el matrimonio como «sacramento cristiano»: «sacramentum christianum»
El matrimonio como sacramento cristino asume e integra la riqueza humana de la
alianza de amor entre los esposos que refiere al misterio de amor de Dios a su pueblo y la
sumerge en la corriente del amor encarnado y pascual de Cristo, recibiendo de él su
eficacia salvífica.
EL MATRIMONIO Y EL MISTERIO DE LA IGLESIA.
“El matrimonio son de dos personas quienes buscan la plenitud personal y
compartida, se comprometen a ser sí mismos en el encuentro interpersonal abierto a otros-
as, deciden su propio destino buscando la mutua promoción y liberación en un proyecto
común”13.
Se dice que la dogmática sacramental católica no conoce ni una recepción automática
de los sacramentos, un sacramento sin la fe del receptor. Se habla mas bien de una calidez
en virtud de una realización “objetiva”, es decir es necesario una intención mínima, tanto
en el que administra el sacramento como en el que lo recibe. W. Kasper dice que “los
novios, deben ellos, como un momento integrante de su consenso, tener la intensión de
contraer el matrimonio en el Señor. Por eso basta la intención de casarse tal como lo hacen
los cristianos y a esta voluntad de contraer matrimonio incluye la intención de recibir el
sacramento, mientras no se niegue esto expresamente”.
Una vez realizado y celebrado el sacramento, es de mera importación que este
sacramento se realice dentro de la Iglesia de Cristo ya que “en él (matrimonio) se hace la
Iglesia presente y este matrimonio (en la medida de su realización esencial: como
matrimonio valido, santificado por la gracia y vivido santamente) es efectivamente la
comunidad más pequeña; pero, sin embargo, una verdadera comunidad de redimidos y
santificados, cuya unidad se puede edificar sobre el mismo fundamento en el que se funda
la unidad de la Iglesia, es, por consiguiente, la más pequeña, pero una verdadera Iglesia
individual”.14
El carácter de indisolubilidad del matrimonio viene marcado por un texto bíblico de
del evangelio de Marcos donde Jesús dice: “si Moisés les dio esta prescripción fue debido
a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios lo hizo
varón y mujer. Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y
los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido” (Mc,10,5-9). Acá Jesús trata de hacer que
se entienda la voluntad de Dios que se fundamenta en la creación. La predicación de Jesús
es ciertamente el anuncio del Dios ayudador y salvador con la cual que hombre se
encuentra con la conversión y aceptación de la oferta de Dios y no con una realización
moral. Entonces la FIDELIDAD MATRIMONIAL INCONDICIONADA es un
ofrecimiento por parte de Dios, que se hace posible por el nuevo Espíritu, por la manera
de ser hombre: un hombre partiendo del amor de Dios. En segundo momento se trata de
señalar que naturalmente esa unión absoluta y mutua solo se logra en la asociación de los
conyugues con Jesucristo y si con Dios mismo, es decir, solo se logra en el seguimiento
de Jesucristo. W. Kasper dice que “los hombres pueden rechazar este ofrecimiento de
gracia; sin embargo, la gracia de Dios sigue ahí; luego, se convierte esta gracia en juicio
en acusación contra su dureza de corazón. Pero si los conyugues se amoldan a eso en la
fe, entonces para ello la alianza de Dios se convierte en espacio vital salvador, como asi
también en posibilidad y en fuerza fundamental para su alianza humana”.
CONCILIO VATICANO II:
- IGLESIA DOMESTICA. (LG11).

13
D. BOROBIO; La celebración en la Iglesia II; Sacramentos, Salamanca, Sígueme, (1994); p.523.
14
K. Rahner; La iglesia y los sacramentos; Barcelona 1967.
Lumen Gentium, en su capitulo 11, nos habla del matrimonio como una “Iglesia
doméstica” y dice: “los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, se
ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la procreación y educación de
la prole, y por eso poseen su propio don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma
de vida. De este consorcio procede la familia, en la que nacen nuevos ciudadanos de la
sociedad humana, quienes, por la gracia del Espíritu Santo, quedan constituidos en el
bautismo hijos de Dios. En esta especie de Iglesia doméstica los padres deben ser para
sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben
fomentar la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación
sagrada”. A partir de esta concepción se manifiesta como algo discutible la reducción del
sacramento como un “contrato matrimonial” porque la Iglesia se realiza en el sacramento
del matrimonio, es decir, que la Iglesia constituye “su signo” sacramental de la presencia
de Cristo a través de la realización en la fe de los conyugues. “El acto que se realiza una
sola vez en el “SI” que se pronuncia con seriedad es seriamente una contribución al signo
del sacramento fundamental. Pero el “SI” vivido en la vida matrimonial cristiana es
todavía más. En primer lugar, solo en la vida diaria del matrimonio se completa ese “SI”
y se completa a través del signo”.15
- EL CARÁCTER SAGRADO DEL (GS 48)
“Fundada por el Creador, la íntima comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre
la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable.
Este vínculo sagrado, en atención al bien tanto de los esposos y de la prole como
de la sociedad, no depende de la decisión humana. Pues es el mismo Dios el autor del
matrimonio, al cual ha dotado con bienes y fines varios. Por su índole natural, la
institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados por sí mismos a la
procreación y a la educación de la prole. El marido y la mujer con la unión íntima de sus
personas y actividades se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su
unidad y la logran cada vez más plenamente. Esta íntima unión, como mutua entrega de
dos personas, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad”.
¿de qué depende el carácter de credibilidad de este sacramento?
La credibilidad de este sacramento depende en su gran medida si se vive el
matrimonio como encuentro interior con Cristo, así se hace creíble como sacramento y
proporciona credibilidad. De aquí se sigue en primer lugar, que el matrimonio solo
consigue debidamente credibilidad si trata de ser sacramento más que un acto válido
simplemente jurídico. El sacramento del contrato matrimonial es encargo y misión para
el sacramento de la vida matrimonial.
Por último, también el matrimonio es “signo escatológico del amor del Dios”. Es
un signo escatológico de la esperanza, en tato y en cuanto que él mismos apunta hacia el
“YA” y hacia el “TODAVIA NO” de reino de Dios. W. Kasper ilumina esta cuestión “a
que es el lugar para reconocer el celibato cristiano motivado. Es absurdo mostrar el
celibato cristiano como la forma de vida propia del cristiano serio, heroico y auténtico,
frente a lo cual se presentaría el matrimonio como la forma ordinaria de vida. El signo
del celibato por el evangelio es necesario para todas las épocas. Una devaluación de uno

15
T. SCHNEIDER; El matrimonio.
de los dos (del matrimonio o del celibato) no proporciona ningún provecho. Asi como el
célibe por el reino de los cielos descubre al casado en forma de signo su libertad, así el
carácter escatológico no puede significar una huida del mundo, sino una forma especial
de servicio para el mundo y para los demás”.
CONCLUSION
El matrimonio no es fruto de la casualidad. ni producto de fuerzas naturales
inconscientes. El amor nace de la voluntad, sólo puede amar a quien yo quiera, mi amada
no tiene nada que hacer para que yo la ame. La amo porque quiero y no importa si huele
bien o no, si es gorda o flaca... Los hombres no se casan sólo para convivir, ni para realizar
un estado social y económico, ni para legitimar ante la sociedad el ejercicio de la actividad
sexual. Se casan porque se aman y en el amor se entregan. En realidad, el amor hace
descubrir el verdadero sentido de la persona. Permite al hombre ser éI mismo y lo capacita
pata superar el aislamiento y la soledad.
A través de la unión matrimonial, Dios en su designio divino da tanto al varón
como a la mujer la posibilidad de ser en plenitud, de vivir en relación con otro ser
semejante y diverso a la vez, con el que puede realizar una comunión de vida, una
existencia compartida en reciprocidad, de esta manera “La creación alcanza su perfección
ultima con la realidad de la pareja”16
La unión que sustenta el matrimonio: es la unión en la que las dos personas se dan
como donación plena conscientes de sus obligaciones reales y concretas, y en amor
matrimonial donde la pareja encuentra su ley fundamental.

Bibliografía:

- T. SCHNEIDER, El matrimonio.
- D. BOROBIO; La celebración en la Iglesia II; Sacramentos, Salamanca,
Sígueme, (1994)
- G. FLÓREZ; Matrimonio y familia; Madrid; BAC; 2001
- SCHILLEBEECKX E.; El matrimonio: realidad terrena y misterio de salvación;
Salamanca 1968.
- W. KASPER; Teología del matrimonio cristiano; Santander 1980.
- K. RAHNER; La iglesia y los sacramentos; Barcelona 1967
- CONCILIO VATICANO II; Contitucion (Gaudium et Spes); (Lumen Gentium).
- SAGRADA ESCRITURA.

16
G. FLÓREZ; Matrimonio y familia; Madrid; BAC; 2001; p.89-90.

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