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T I M A S HE F F
LA TEORIA
SOCIOLOGICA
Su naturaleza y desarrollo
FONDO DE C U L T U R A E C O N O M I C A
MEXICO-BUENOS AIRES
I'um crj edición en ingles, 195$
Secunda edición, repisada, en inglés, 1957
P iin ietj edición en español, junio de 1961
TAÑIA
P R E F A C IO
N . S. T im a s h e f f
P R IM E R A P A R T E
IN TRO DU CCIÓ N
La actividad sociológica en los Estados Unidos desde la Primera Guerra
Mundial aproximadamente hasta tiempos muy recientes restó impor
tancia a la teoría. Al instructor y al maestro, lo mismo que al investi
gador, les interesaba sobre todo enseñar, leer o descubrir información
de hechos relativos a tal o cual aspecto de la sociedad, en especial de
la sociedad norteamericana, y con frecuencia propendían a identi
ficar la "teoría" con la filosofía y hasta con la especulación ociosa. Los
hechos empíricamente comprobados, parecían decir algunas veces, ha
blan por sí solos y — si recogemos bastantes— sus voces constituirán
una ciencia sociológica.
Pero la ciencia pide algo más que hechos, más que descripciones
minuciosas. Así, al madurar la sociología, esa primera orientación
está siendo reemplazada rápidamente por el general reconocimiento
de la indispensabilidad de la teoría. Como veremos, las consideracio
nes teóricas y las concepciones teóricas tienen, implícita o explícita
mente, un papel esencial en lo que respecta a determinar la dirección
de la investigación, a orientar la observación, a guiar la descripción
misma. En la actualidad casi rodos los sociólogos están de acuerdo
en que esas funciones de la teoría deben ser explícitas.
No obstante, si la teoría ha de usarse prudentemente y con cono
cimiento suficiente, juzgamos necesario conocer su naturaleza y va
riedades. Necesitamos conocer sus concepciones y las diversas formas
terminológicas que toman, y, a la inversa, las diferentes concepciones
que frecuentemente se expresan con los mismos términos. Además,
debemos familiarizarnos con la historia de la actividad teórica socio
lógica, con sus cambiantes puntos de vista, con sus triunfos y sus
fracasos, con sus promesas para lo futuro. Estas cuestiones constitu
yen el tema de este volumen.
Comenzamos con una definición de la sociología para diferen
ciarla de las disciplinas emparentadas con ella, y con una explicación
del significado de la teoría dentro del trabajo científico.
¿Qué es la sociología?
i Introdttciíon to the Study of Lsw and Moráis (Introducción al estudio del derecho
y la moral, en ruso, 1 9 0 7 ). pp. 80-81
particulares se han limitado a describir, clasificar y comparar. De ahí
han nacido ramas de la sociología tales como la sociología política,
la sociología del derecho, la sociología de la religión, la sociología
del arte, y así sucesivamente. La sociología, pues, consta de un núcleo
rfntiMl t|<¿ c<Mi(x-ímif^ros_aproximadamente correspondiente a la defi
nición dada por Sorokin, y de una periferia consistente en" estudios
diversificados de diferentes campos sociales que no se han apropiado
las ciencias concretas consagradas,
"Esta situación les resulta enojosa a quienes Ies gusta la armonía
completa en el majestuoso edificio de la ciencia. Afortunadamente
para este volumen, el problema no constituye ninguna gran difi
cultad, ya que la teoría se interesa primordialmente por el núcleo
central de la sociología.
Hay sólo un vecino científico con el que la sociología no tiene una
frontera precisa: la etnología. Hasta muy recientemente, la etnología
se limitaba al estudio, descriptivo en gran parte, de las sociedades
sin escritura. En la actualidad, la antropología cultural, para usar la
designación popular corriente, se inclina a tomar el papel de la ciencia
generaÜ2adora de los hombres en interdependencia, dejando a la so
ciología el estudio de los hombres que viven en sociedades modernas
complicadas. Como no hay autoridad que resuelva el conflicto resul
tante de las pretensiones incompatibles de la sociología y de la antro
pología cultural, este libro estudiará las aportaciones de antropólogos
y etnólogos importantes a la teoría sociológica, así como las de los
sociólogos profesionales.
LOS INICIADORES
A U G U ST E C O M TE
Vida de Comte
Premisas fundamentales
Im ciencia de la sociología
Lo que para Comte significaba la sociología lo indica su misma loca
lización en el sistema de Jas ciencias: la sociología es la ciencia teórica
abstracta de los fenómenos sociales. En 1822, cuando él y Saint-Simon
concibieron la necesidad de esta nueva ciencia, escribió: “Poseemos
ahora una física celeste, una física terrestre, ya mecánica o química,
una física vegetal y una física animal; todavía necesitamos una más
y la última, la física social, para completar el sistema de nuestro cono
cimiento de la naturaleza. Entiendo por física social la ciencia que
tiene por objeto el estudio de los fenómenos sociales considerados
con el mismo espíritu que los astronómicos, los físicos, los químicos
o los fisiológicos, es decir, sujetos a ileyes naturales invariables, cuyo
descubrimiento es el objeto especial de investigación.” Más precisa
mente, el objeto era "descubrir a través de qué series fijas de trans
formaciones sucesivas ha llegado gradualmente la especie liumana,
partiendo de un estado no superior al de las sociedades de los grandes
monos, al punto en que se encuentra hoy la Europa civilizada”.1 Comte
cambió de muy mala gana el nombre de física social de la nueva cien
cia por el de sociología. En la última parte de su Filosofía positiva
dice que había inventado un nombre nuevo porque el viejo lo había
usurpado un científico belga que lo tomó para título de una obra
dedicada a materia tan baja como la simple estadística. La obra a
que se refiere es el Sobre el hombre y el desarrollo de las facultades
humanas: Ensayo sobre física social de Quételet (véase capítulo 4 ) ,
una de las aportaciones a las ciencias sociales que mayor influencia
ejercieron en el siglo X I X .
En Política positiva se propuso Comte dar más carne y más sangre
a la definición formal de sociología implícita en Filosofía positiva.
1 Tomado de 1a edición en ingles de Postttve Poiitics, vol. IV , «péndicc, pp. 1.49*50.
En un lugar pareció identificar la sociología con el estudio de la tota
lidad de los fenómenos del entendimiento humano y las acciones de
ellos resultantes. En -otras partes limitó esa opinión diciendo que la
sociología no es el estudio del entendimiento como tal, sino el de los
resultados cumulativos del ejercicio del entendimiento. Como está fuera
de toda duda que no abandonó su concepción de la sociología como
ciencia teórica de los fenómenos sociales, la suma total de estos últi
mos la identificaba él ahora con los resultados cumulativos del ejer
cicio del entendimiento. Esta concepción de los fenómenos sociales es
análoga al concepto de cultura frecuentemente empleado por los so
ciólogos contemporáneos, que ]o han tomado de ia antropología cul
tural. En germen, ese concepto de la cultura estaba ya presente en la
obra de Comte mucho antes de que le concedieran estratégica impor
tancia los antropólogos y los sociólogos modernos.
Metodología
2 Tomado de la edición en inglés de Positive Politiu, vol. IV, apéndice, pp. 123-24
3 Véase, no obstante, el punto de vista contrario en Voundations of Sociology,
de George Lundberg, pp. VIt-VllI.
< La frenología es una teoría seudocicntífica formulada por F. H. Gall (1 7 5 8 -1 8 2 8 )
según la cual las facultades mentales del hombre están estrechamente rt lacio nadas
con las peculiaridades del cráneo.
inciden talmente formulan leyes generales. Pero Comte sólo decía lo
que debe hacerse y no cómo debe hacerse. En sus tratados presenta
muchas inferencias de hechos históricos; pero esas inferencias rara vez
son convincentes y parece haber llegado a ellas por deducción basada
en la ley de las tres etapas más bien que por verdadera inferencia.
Hay que mencionar otros dos puntos de importancia metodológica.
El primero es que, en opinión de Comte, la sociedad es en cierto modo
. como un organismo en el que se conoce /el conjunto mejor que las
partes.5 De esta proposición sacaba él la conclusión un tanto inconse
cuente de que los estudios especializados, tales como los económicos,
son engañosos, porque nunca debe introducirse en la ciencia un hecho
social tomado como fenómeno aislado. Además, censuraba a los eco
nomistas de su tiempo por su resistencia a admitir la posibilidad de
todo orden en la sociedad excepto el que por sí mismo se establece
automáticamente. Comte creía que, además de ese orden espontáneo,
podía establecerse otro planeado a base del conocimiento de leyes so
ciales y su racional aplicación a problemas y situaciones concretos.
El segundo es que en 1a obra de Comte hay una sugerencia que se
adelanta en más de cincuenta años a una notable aportación de Max
Weber (véase capítulo 1 4 ). Comte consideraba los tipos sociales como
"límites a los cuales se acerca cada vez más la realidad social sin poder
alcanzarlos nunca”. Se percibe en esta afirmación la influencia de la
preparación matemática de Comte, pero también, en forma rudimen
taria, el tipo ideal de Max Weber, excelente instrumento lógico para
el análisis sociológico. Corrobora esta afinidad una afirmación de
Comte que indica cómo usar esos tipos al estudiar fenómenos socia
les. Los casos intermedios, es decir, los casos no coincidemes con nin
gún tipo ideal, deben estudiarse — decía— bajo la influencia de un
análisis exacto de los dos casos o tipos extremos. Esto quiere decir
que un caso intermedio puede ser entendido mejor determinando cuán
to de uno y de otro de los tipos extremos opuestos está incorpo
rado en él.
Estática: consenso
Fetichismo Familia
Politeísmo (imperios orientales) Estado, propiedad territorial
Politeísmo intelectual (Grecia) Aportaciones intelectuales
Monoteísmo social (Rom a) Patria
Monoteísmo defensivo (mundo Emancipación de la mujer y de los
católico ) trabajadores
Obras de Spencer
La carrera literaria de Spencer comenzó con una serie de artículos pu
blicados el año 1842 en The Nonconformist. el primero de ios cuales
se tituló ''The Proper Sphere of Government" (La esfera propia del
gobierno), en el que exponía la opinión de que la adaptación
del hombre a sus funciones sociales se produce mejor cuando sus rela
ciones con la sociedad no son artificialmente intervenidas. Esta teoría
de laissez faire siguió siendo uno de los motivos constantes de sus
escritos sociológicos y políticos. En 1850 apareció Social Statics (Es
tática social) , su primer libro, en el que ofrece un anticipo de su teoría
sociológica: tanto en los organismos como en la sociedad, el progreso es
el paso de una situación en que partes iguales desempeñan funcio
nes iguales a otra situación en que partes diferentes desempeñan fun
ciones diferentes, o sea, el paso de lo uniforme a lo multiforme.
Algunos críticos manifestaron la opinión de que el título del libro
había sido tomado de Comte. Spencer replicó enojado que en el tiem
po en que lo había escrito Comte no era para él más que un nombre
y que el primer título de Ja obra había sido Hemostática.
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En los años que siguieron a la publicación de Estática social, Spen
cer hi20 algunas de las aportaciones más notables a la teoría biológica
de su tiempo, destacando el hecho de que el desarrollo de un orga
nismo se caracteriza por el paso de la homogeneidad o uniformidad
de estructura a la heterogeneidad o mulciformidad. Como él dice en
su autobiografía, a mediados de 1850 tuvo una inspiración: súbitamen
te se dio cuenta de que el paso de la homogeneidad a la heterogenei
dad era la ley universal del progreso, tanto en el orden inorgánico
como en el orgánico o el superorgánico (social).
Unos años más tarde una nueva inspiración le permitió penetrar
en el fondo causal de esa tendencia: la inestabilidad de lo homogéneo.
Esta idea le permitió dar un paso decisivo hacia la que él llamó etapa
totalmente deductiva de su investigación, en otras palabras, hacia la
formulación de una teoría. Esta teoría se fundó desde el principio
sobre la ciencia física.
En 1859 publicó Charles Darwin su Origen de las especies, spencer
se asimiló rápidamente los nuevos conceptos darvinianos. Tenían
algún parentesco con sus propias ideas y observó, muy caracterís
ticamente, que había sido el primero en descubrirlos, refiriéndose a
dos de sus artículos publicados el año 1852 en la Westminster Revietu,
En uno de ellos había dicho: "Cierta parte de la especie se hará li
geramente más heterogénea. En ausencia de cambios sucesivos en las
circunstancias, la selección natural actuará relativamente poco”. Éstas
son, desde luego, anticipaciones de las ideas de E>arwin. En obras pos
teriores de Spencer se encuentran expresiones como "supervivencia
de los más aptos”, y afirmaciones como la de que la conquista de un
pueblo por otro ha sido en lo esencial la victoria de lo social sobre
lo antisocial, o del mejor adaptado sobre el peor adaptado.
Hacia 1860 emprendió Spencer una empresa casi sobrehumana: la
redacción de un sistema de filosofía sintética, en el que unificaría to
dos las ciencias teóricas de su tiempo. El primer volumen, titulado
Los primeros principios, apareció en 1862. La parce siguience, sobre
Ja evolución inorgánica, fue omitida, como relata en su autobiografía,
por miedo a no disponer de tiempo bastante para acabar las partes
restantes y de mayor importancia de su empresa. Esas partes fue
ron: Principios de biología (1 8 6 4 -6 7 ), Principios de psicología (1870-
1 2 )y1 Principios de sociología (1 8 7 6 -9 6 ), y Principios de ética (1879-
9 3 ) . La publicación de los Principios de sociología /ue precedida de
La teoría evolucionista
La ciencia de la sociología
Como Comte, cuyas obras leyó en sus últimos años y criticó severa
mente, Spencer admitía la posibilidad de una ciencia de la sociología,
palabra ésta que reconocía de mala gana haber tomado del maestro
francés. ¿Por qué es posible una ciencia de la sociedad? En la sociedad
* P. 309.
6 Tomado de la edición eo inglés de Estática social, edición revisada, p. 238.
■—dice Spencer— hay orden de coexistencia y de progreso. Si hay
orden, los fenómenos correspondientes pueden constituir el asunto de
una ciencia que, como él dice, puede ajustarse a la forma deductiva,
en otras palabras, puede ser una ciencia teórica. Pero — añadía— la
materia de la sociología es muy peculiar. Siendo único el proceso so
cial, la sociología es una ciencia que debe explicar el estado presente
de la humanidad atendiendo a las fases iniciales de la evolución y
aplicándoles las leyes de la evolución. .Esperaba explicar el presente
conocido por medio del pasado desconocido y conjetural. Esca actitud
procedía de la opinión general de Spencer según la cual la evolución
era la ley suprema de todo devenir.
Es interesante que, aunque Spencer escribió varios tratados de so
ciología — Estática social, El estudio de la sociología y Principios de
sociología— y que gran parte de Los primeros principios es una intro
ducción a la sociología, nunca hizo una definición formal de esa dis
ciplina. Para él, la sociología era la ciencia de los fenómenos super-
orgánicos, o más exactamente, de la evolución superorgánica.
El concepto que Spencer tenía de lo superorgánico (palabra que
todavía empican algunos escritores) es que ha habido continuidad en
la evolución: primero, evolución en el mundo inorgánico de la ma
teria sin vida, después evolución en el mundo orgánico o viviente, y
por último evolución en las combinaciones de organismos vivientes
en sociedades. Evolución superorgánica es una expresión hermosa, pero
sólo tiene sentido si denota una clara concepción de la naturaleza de
la sociedad, cuestión que, infortunadamente, nunca aclaró Spencer.
Tampoco definió Spencer exactamente las relaciones entre la so
ciología y las demás ciencias. Creía que la sociología haría uso de
las generalizaciones de las ciencias particulares, como la economía, la
ciencia política y la etnología. Sostuvo también que la sociología di
fiere de la historia. La historia es el relato de acontecimientos sobreve
nidos en las vidas de las sociedades; la sociología estudia la evolución
de éstas. En alguna ocasión observó Spencer que la sociología, tai
como ordinariamente se la concibe, trata exclusivamente de los fenó
menos resultantes de las cooperaciones de los ciudadanos. No pre
tendía él que estas observaciones fuesen una definición formal de la
sociología, ni se aplican a las voluminosas obras sociológicas del mis
mo Spencer.
¿Qué método deben emplear los sociólogos? A esta pregunta res
pondía Spencer: "Debemos aprender, por inspección, las relaciones de
coexistencia y sucesión en que los fenómenos sociales están unos con
otros. Comparando sociedades de diferentes tipos y sociedades en dife
rentes fases, debemos averiguar qué rasgos de tamaño, estructura, fun
ciones, aparecen asociados entre si"’.6 Pero este principio no guió sus
propios procedimientos. Como material usó principalmente ejemplos
tomados de la etnología, basándose en la hipótesis de que el hombre
primitivo muestra etapas atrasadas de evolución. Con la observación
de los contemporáneos atrasados suponía que podía reconstruirse la
serie de transformaciones que habían producido la sociedad avanzada
de hoy. La importancia que Spencer concedía a la etnología se mani
fiesta en el hecho de que ia primera mitad del primer volumen de
los Principios de sociología se titula "Datos de etnología”, y está
casi íntegramente consagrada a una reconstrucción conjetural de la
vida física, afectiva, intelectual y, especialmente, religiosa del hombre
primitivo.
De hecho, Spencer seleccionó materiales de las culturas más diver
sas, ampliamente separadas entre sí en el tiempo y en el espacio. Tomó
datos de acá y de allá y los unió de suerte que sirvieran de apoyo a
su hipótesis evolucionista; los materiales combinados de modo tan
arbitrario los usó para confirmar su hipótesis. Tal procedimiento, na
turalmente, no guarda la menor armonía con las reglas de la lógica
y los principios del método científico.
La analogía orgánica
El principio de no intervención
¿Cuáles eran las soluciones que Spencer daba a los problemas funda
mentales de la teoría sociológica que formulamos en el primer capí
tulo? Para Spencer, la sociedad es un superorganismo nacido de la
combinación de organismos individuales. Como podía esperarse, está
ausente de sus escritos la moderna concepción de la cultura como
sistema de modos de pensar y de obrar relacionados entre sí. Pero
este concepto actual de la cultura le hubiera llevado a ver las insufi
ciencias de su método. Uno de los corolarios más importantes de ese
concepto es que cada sector cultural debe ser considerado en su con
texto, que no puede ser entendido aisladamente. En contraste con este
principio, Spencer aislaba persistentemente los sectores culturales de
sus contextos y los encajaba en sus patrones preconcebidos.
El problema de la relación entre el hombre y la sociedad lo resol
vió Spencer de acuerdo con un individualismo extremado: el indi
viduo es lo fundamental, la sociedad no debe interferirse en la vida
de los hombres, el individuo tiene que actuar y, al actuar, hará lo
mejor para él y para la sociedad.
Spencer no fue un sociólogo monista. No aísla uno solo de los
factores que impulsan a la sociedad hacia adelante a través de las di
ferentes etapas de su evolución. El proceso evolutivo total era para
Spencer la fuerza primera, el motivo impulsor que lo explica todo,
fuerza incognoscible e impersonal, que determina todo el devenir en
todas las esferas del ser. Pero sus ideas relativas a las perturbaciones
de la evolución, ideas que no desarrolló extensamente, muestran que
se inclinaba a creer que no había un solo factor determinante de los
cambios sociales.
El método de investigar la sociedad y sus cambios que Spencer
decía emplear era en parte comparativo, en parte funcional. El in
vestigador que lo usa primero compara las sociedades; después se
explican, en relación con su significado para el conjunto de la evo
lución, los aspectos individuales sacados a luz por el estudio compara
tivo. Pero, en realidad, Spencer procedía por deducción. Empezaba
con un esquema evolutivo al cual había llegado deductivamente; de
ese esquema derivaba la necesidad de ciertas fases, y después prestaba
carne y sangre a esas fases abstractas por el método del ejemplo, to
mando de acá y de allá los que parecían ajustarse a su sistema.
Spencer presenta sus tipos principales de sociedad — simple, com
puesta, doblemente compuesta y triplemente compuesta— con sub
divisiones relativas a las formas de jefatura, por una parte, y relativas
a los tipos de vida nómada, semi-sedentaria y sedentaria, por la otra.
Después de haber localizado diversas sociedades de que tuvo cono
cimiento mediante lecturas, probablemente averiguaría si las socieda
des doblemente compuestas, pongamos por caso, presentaban analogías
en política, religión, derecho, artes, y así sucesivamente. Pero es seguro
que no habría tenido resultados positivos porque, como se ve en su
clasificación, el mismo tipo de sociedad, el tipo doblemente com
puesto, por ejemplo, puede carecer de jefatura, tener una jefatura
inestable, o tener la jefatura más estable, lo que significa las mayores
diferencias posibles en su política. Los pueblos pueden ser nómadas,
semi-sedentarios o sedentarios, lo que significa también una gran di
versidad de organizaciones económicas.
Spencer habría comprobado que sociedades que están en la misma
etapa de evolución no poseen necesariamente, de acuerdo con el prin
cipio de la diferenciación de la estructura social, analogías en política,
religión, moral, arte, y otras manifestaciones culturales, y que, por
el contrario, se encuentran tipos análogos de gobierno y de religión
en tipos de sociedad estructuralmente diferentes. Pero Spencer no con
sideró esencial la prueba empírica para el procedimiento científico.
La teoría de Spencer, al contrario de la de Comte, no es teoría
sociológica tal como hoy se entiende ésta. Comte había formulado
una teoría fundamental que explicaba el segmento social de la rea
lidad, y procuraba describir y explicar los hechos sociales de acuerdo
con aquella teoría limitada. Pero Spencer tuvo mayores ambiciones.
Formuló una teoría integral de toda la realidad. Su ley de la evolu
ción es una ley cósmica. Su teoría, en consecuencia, es esencialmente
filosófica, no sociológica, y, estrictamente hablando, son los filósofos
quienes deben decidir acerca de su validez. Debe advertirse, sin em
bargo, que la filosofía de Spencer era fundamentalmente una subli
mación de la física de su tiempo, la cual se hallaba en una fase de
transición. Los físicos actuales han rechazado muchas de las opiniones
del siglo xix. Como la teoría de Spencer se basaba en esas opiniones,
es comprensible que gran parte de su sistema tenga que ser dejado
a un lado. Éste es siempre el peligro, cuando se formula un sistema
de ciencia empírica sobre la base de una teoría filosófica, y la teoría
filosófica misma hunde sus raíces en conclusiones empíricas provi
sionales a que llegaron los hombres en determinada época.
No obstante, a diferencia de las de Comte, las opiniones de Spencer
tuvieron enorme aceptación en su tiempo. Dominaron las inteligencias
de muchos profesores y de otra gente de 1865 a 1895. Durante tres
décadas fue casi imposible que un intelectual declarara no haber
leído a Spencer. Tuvo adversarios, sin duda; pero todo el mundo lo
tenía en cuenta. Así ocurrió especialmente en Inglaterra, en los Esta
dos Unidos y, de un modo peculiar, en Rusia, Su influencia se hizo
sentir menos en Francia y Alemania.
La atracción de Spencer fue poderosa, porque sus teorías respondían
a dos necesidades de la época: una, el deseo de unificar los conoci
mientos (esto lo reconoció el mismo Spencer en su autobiografía);
otra, la necesidad de justificar científicamente el principio del laissez
faire, nota dominante en el clima ideológico de aquel tiempo en In
glaterra y en los Estados Unidos. En Rusia atraía la teoría porque
concedía importancia a la libertad, y en aquellos días Rusia luchaba
por conquistarla.
Spencer alcanzó la cima de su popularidad en 1882, cuando vi
sitó los Estados Unidos. Se le recibió con gran entusiasmo y muchas
veces los grandes capitanes de la industria lo proclamaron el hombre
más grande de la época porque justificaba sus actividades. Después de
aquel viaje triunfal, su popularidad declinó constantemente. Nuevas
ideas aparecieron en el horizonte. Se empezaba a pensar que la so
ciedad debía ejercer algún control racional y político. Además, la
filosofía pragmática iba ganando ascendiente y no tardó en reempla
zar a la un tanto ingenua filosofía naturalista de Spencer. En su ancia
nidad Spencer se dio cuenta de que las corrientes de los tiempos ibaa
contra sus enseñanzas. Murió triste, según se dijo, al advertir que la
obra de su vida no había alcanzado la meta que se había propuesto.
En la misma época en que los padres fundadores de la sociología ex
ponían sus opiniones, muchos sabios y filósofos de la sociedad formu
laban teorías de las cuales se reconoce hoy que contribuyeron también
a impulsar hacia adelante la investigación sociológica en diferentes
direcciones. Los autores no se llamaban a sí mismos sociólogos, pero
sin conocer sus aportaciones sería imposible un conocimiento adecuado
del desarrollo de la teoría sociológica.
Aunque las aportaciones de los autores que presentamos en este
capítulo casi no tienen relaciones entre sí, sus teorías pueden clasi
ficarse en tres grupos: las de Quételet y Le Play aportaron progresos
importantes en los métodos de investigación; las de Marx, Morgan,
Gobineau y Buckle son ejemplos notables de teorías monísticas, esto
es, de teorías que explican el devenir social por el desenvolvimiento
de un factor particular; la teoría de Danilevsky puede interpretarse
como una primera alternativa del evolucionismo.
F.l primer autor que intentó formular una teoría sociológica apli
cando los principios de la selección natural y de la variabilidad a la
sociedad política, fue Walter Bagehot (1 8 2 6 -7 7 ). Pertenecía a una
familia inglesa de la clase media, estudió en Oxford y después se
dedicó a negocios bancarios. Desde 1860 fue director de The Econo-
tnist. Publicó sus opiniones por primera vez en una serie de artículos
que salieron en The Fortmghtly Revietv ( 1 8 6 7 ), y más tarde esos
artículos aparecieron en forma de libro con el título de Physks and
Politics (Física y política, 1 872).
En esa obra procuró Bagehot formular el carácter esencial de la
lucha de grupos. El rasgo principal —-dice— es que esa lucha la di
rigen grupos de hombres en cooperación, no individuos. Es mani
fiesta la superioridad de los grupos compactos sobre los débilmente
unidos. La diferencia entre el hombre no civilizado y el civilizado
es igual a la que existe entre los animales silvestres y los domésticos,
y aseguraba que el proceso de domesticación es el mismo para los
hombres y para los animales, afirmación curiosa teniendo en cuenta
las manifiestas desemejanzas de ambos procesos. Las tribus más dó
ciles sobreviven; en consecuencia, han llegado a ser dueñas de la
tierra las naciones que tienen los sistemas de organización familiar
más compactos. Esta teoría es una sublimación en el plano sociológico
de la supervivencia de los más aptos.
Puesco que la cohesión del grupo es tan importante en el proceso
evolutivo, es preciso determinar cuál es el factor que fragua el grupo.
Para Bagehot ese factor es "el aglutinante de la costumbre”, o sea la
tendencia de ios descendientes a parecerse a sus progenitores no sólo
biológicamente, sino también mentalmente. Aquí surge la siguiente
pregunta: ¿Cuáles son las fuerzas que conservan las costumbres? Ba
gehot señala tres fuerzas. En primer lugar está la religión del miedo,
con sanciones terribles para los violadores. En segundo lugar, está la
tendencia persecutoria, o sea la propensión a castigar las desviaciones
del orden establecido, el cual sirve de apoyo a las costumbres. Según
Bagehot, ningún bárbaro tolera ver a un individuo de su nación apar
tarse de los viejos usos y costumbres de la tribu. En tercer lugar, está
la tendencia del hombre a imitar lo que tiene delante. La imitación
no es consciente, es contagiosa y particularmente fuerte entre los
niños y los salvajes, y ella explica la sorprendente uniformidad de
la sociedad salvaje y el que los salvajes sean los más rápidos y fieles
imitadores. (La ciencia social moderna sabe, naturalmente, que esos
rasgos no distinguen necesariamente a la sociedad "salvaje”.) En la
imjwrtancia que concedía a la imitación se anticipó Bagehot a Ga
briel Tarde, uno de los creadores de la sociología analítica que con
tribuyó de manera importante a la decadencia del evolucionismo en
sociología (véase capítulo 8 ) .
El estudio de Ja costumbre hecho por Bagehot y que acabamos de
esbozar, tuvo por objeto acJarar la afirmación de que la cohesión del
grupo es el requisito necesario para la victoria en la lucha de gru
pos. Como segundo factor que hace posible la supervivencia de los
más aptos, Bagehot tomó de Darwin la idea de la variabilidad. Sin
variabilidad, la lucha por la existencia no tendría sentido, pues no
produciría ningún mejoramiento de la organización biológica o so
cial. Al igual que Spencer, Bagehot creía en el progreso, y explicaba
su posibilidad mediante la tendencia de los descendientes, opuesta
u la de la imitación, a diferir de sus progenitores. Según él, el pro
greso sólo es posible si la fuerza de la legalidad basada en la imitación
es bastante poderosa para mantener unida la nación, pero no tanto
que mate toda variación y reprima la perpetua tendencia de la natura
leza al cambio. Sobreviven los grupos en que el equilibrio de esas
fuerzas garantiza la mayor eficacia del grupo. Ese equilibrio, en opi
nión de Bagehot, es característico de las sociedades dirigidas por un
gobierno fruto de la discusión: en tales sociedades está abierta la
puerta a las innovaciones y al progreso.
Gumplowicz
Ratzenhofer
El darwinismo social aparece en forma mucho más mitigada en la
obra del sociólogo austriaco Gustav Ratzenhofer (1 8 4 2 -1 9 0 4 ). De
humilde origen, este hombre, que era cadete a la edad de dieciséis
años, tuvo numerosos duelos e hizo distinguidos servicios de guerra;
en 1878 fue nombrado archivista del ejército, posición que le dio
amplia oportunidad para leer y estimuló el deseo de escribir. En 1898
fue ascendido a mariscal de campo y nombrado presidente deí tribu
nal supremo militar de Austria. Se retiró del ejército en 1903. Inte-
lectualmente, fue un autodidacto influido por la lectura de Comte,
Spencer, John Stuart Mili y Gumplowicz. Sus obras principales son
Naturaleza y fin de la política ( 1 8 9 3 ), Estmlios sociológicos (1 8 9 8 )
y Sociología (1 9 0 8 , postuma). Murió a bordo del barco en que re
gresaba de un viaje a los Estados Unidos, donde había dado conferen
cias con gran éxito.
En opinión de Ratzenhofer, la sociología es Ja ciencia de las rela
ciones mutuas entre seres humanos. Su misión es descubrir las ten
dencias fundamentales de la evolución social y las condiciones del
bienestar general de los seres humanos. El problema fundamental de
Ja sociología es determinar el carácter único de la regularidad social
y distinguirla de Ja regularidad del mundo de los fenómenos en gene
ral. La sociología debe descubrir el principio básico que gobierna to
dos los asuntos sociales y contribuir, con esa guía, a resolver todos
los problemas sociales.
Esc principio director, la fuerza motriz, la UrJkraft, es el interés.
El interés es la llave que abre la puerta del tesoro de la sociología.
La vida social, según Ratzenhofer, es un haz de intereses enraizados
en la naturaleza misma de los hombres. El interés es la expresión
de una necesidad a través de la percepción de su inevitabilidad. Las
necesidades son, en cuanto tales, innatas o instintivas, mas para que
se conviertan en intereses tienen que ser percibidas y entendidas por
las mentes humanas como inevitables.
Ratzcnhofer clasificaba ios intereses del modo siguiente: procrea-
tivos, fisiológicos (nutrición), individuales (autoafirmación), socia
les (basados en la consanguinidad, dirigidos al bienestar del grupo),
y trascendentales (religión). Estos cinco tipos de intereses son las
verdaderas fuerzas que están detrás de la acción del individuo y del
grupo. La sociedad existe sólo en el proceso social, que es la suma
total de las relaciones sociales existentes entre los hombres; pero esas
relaciones, a su vez, se basan en la conducta interesada o egoísta que
motiva toda acción social.
Como quizás es natural en un militar de la vieja escuela, creía Rat-
zenhofer que en la acción de los grupos predomina el antagonismo.
El orden social es la organización de la lucha por la existencia. Pre
domina el antagonismo a causa de la disposición innata en el hombre
de obedecer a sus impulsos primarios y de odiar a sus prójimos. El
aumento de la población pone un límite a esa disposición. Después,
como se hace inevitable el sojuzgamiento del grupo por gobernan
tes, aparecen los comienzos de articulación social y del Estado. Ex
pansiones ulteriores conducen a la conquista de unos Estados por
otros, proceso que es causa de una complejidad y diferenciación cre
cientes. La lucha y la guerra por lo general consolidan las estructuras
sociales, mientras que la cultura y el comercio debilitan el vínculo
social.
Small
Sumncr
Una variedad especial de darwinismo social se ofrece en la obra de
William Graham Sumncr (1 8 4 0 -1 9 1 0 ), uno de los más importantes
sociólogos norteamericanos. Nacido en Patterson, Nueva Jersey, era
hijo de un inmigrante inglés que había abandonado su patria porque
su negocio había sido llevado a la ruina con el avance de la revo
lución industrial. A pesar de ese antecedente, el hijo llegó a ser uno
de los campeones más vigorosos del principio del laissez faire, que
era en parte un reflejo de la revolución industrial en el mundo de
las ideas.
Cumplidos los veinte años, Sumner pasó varios en Oxford. Noticias
que se han conservado relativas a conversaciones que entonces tuvo
allí, muestran que el principal problema a discusión era la posibilidad
de una ciencia de la sociedad, dónde debía empezar esa ciencia y cómo
debía estructurarse. Se pensaba con frecuencia que el punto de par
tida era la filosofía de la historia al estilo de Buckle; pero la ciencia
social tiene que ser una ciencia inductiva, y nadie veía cómo podría
recogerse la cantidad necesaria de material y darle tal disposición, que
efectivamente pudiera realizarse Ja inducción.
En 1868, después de haber regresado de Inglaterra a los Estados
Unidos, Sumner fue nombrado tutor en la Universidad de Yale. Mien
tras desempeñaba ese cargo leyó Los primeros principios y la Estática
social, de Spencer, pero esas obras no le produjeron gran impresión.
En 1869 fue ordenado de ministro episcopal. Cuando empezó a escri
bir sermones, advirtió que lo que más le interesaba eran los temas
relacionados con la ciencia social y con la economía política. Por ese
tiempo leyó El estudio de la sociología, de Spencer, y encontró la guía
que necesitaba. En Yale fue ascendido a profesor al mismo tiempo que
se convertía al evolucionismo. Por haber recomendado a sus alumnos
que leyeran a Spencer, estuvo a punto de ser expulsado de la Univer
sidad por sospechoso de ateísmo. No obstante, conservó la cátedra,
que desempeñó hasta su muerte. Durante los dos últimos años de su
vida fue presidente de la American Sociological Soeiety, cargo en el
que sucedió a Ward, que había sido su primer presidente.
Sumner es autor de una sola obra importante, Volkways (1 9 0 6 ).
A pesar de la fecha de publicación, las opiniones de Sumner perte
necen a la sociología del siglo X I X , porque el libro se basaba en con
ferencias pronunciadas en el transcurso de muchos años. Volkways fue
concebido como anticipo de una obra monumental, The Science of
Soeiety (h ¡ ciencia de la sociedad), que Sumner había empezado en
1872, pero que no terminó. Albert G . Keller, fiel discípulo de Sum
ner, la terminó y publicó en 1927 con los nombres de los dos. Muchas
de las ideas contenidas en Costumbres (Volkways) ya las había expues
to Sumner en numerosos ensayos publicados entre 1880 y 1900. Una
colección póstuma de Ensayos atestigua la persistencia del interés por
la obra de Sumner muchos años después de su muerte.
Sumner consideraba la sociedad como un sistema de fuerzas some
tidas a leyes que la ciencia tenía por misión investigar. Los hombres
delxm obedecer a leyes sociales lo mismo que obedecen a leyes físicas:
hay que conocer y respetar esas leyes. De ahí la admisión incondicional
de la doctrina liberal expresada en el título mismo de uno de sus
ensayos: The Absurd Effort to Make the World Over (El absurdo
esfuerzo para rehacer el mundo, 1 8 9 4 ). Para Sumner, la ley fun
damental es la de la evolución, proceso espontáneo, unilineal e
irreversible que no puede ser modificado por el esfuerzo social. La
evolución es impulsada hacia adelante por la lucha por la existencia,
combate que enfrenta al hombre con la naturaleza y con los demás
hombres, sin que nadie pueda ser culpado por las penalidades que unos
individuos imponen a otros. La supervivencia de los industriosos y los
frugales es la supervivencia de los más aptos. Tal es Ja ley de la
civilización. No existe ninguna otra posibilidad. Es igualmente im-
jjosible encadenar las fuerzas sociales que producen los monopolios,
las guerras y las clases sociales y sus luchas. Esas fuerzas son ante
todo la presión que ejercen la población y las condiciones económicas;
el papel de las fuerzas morales es secundario. La lucha de clases ha
señalado todo el desenvolvimiento histórico; el principal objetivo
de esa lucha es la dominación del Estado.
Las opiniones de Sumner combinaban buena cantidad de determi
nismo económico con el empleo de conceptos biológicos; y él estaba
firmemente convencido del preeminente valor de los datos etnoló
gicos. Fue muy poco influido, o quizás ni la conoció, por la teoría no
evolucionista de la sociología norteamericana y europea. Según Keller,
sucesor de Sumner en Yale, el principal método de éste consistía en
reunir una gran masa de hechos comprobados y dejarlos hablar por
sí mismos, mediante la aplicación del sentido común preparado y
organizado. Éste es el juicio de un admirador. Más exactamente, Sum
ner empleaba una cantidad enorme de material, pero la organización
que le daba era más bien débil.
Costumbres es un intento al estilo del darwinismo social para ex
plicar el origen evolutivo, el carácter, la función y la persistencia
de los hábitos de grupo (costumbres). Puesto que la primera misión de
la vida es vivir, los hombres empiezan con actos, no con ideas. Por
pruebas y tanteos se seleccionan los mejores y más adecuados modos
de obrar entre los varios posibles y de acuerdo con las circunstancias
que prevalecen. Esos métodos se repiten, y su repetición produce há
bito en el individuo y costumbre en el grupo. Así las costumbres,
es decir, las maneras de hacer las cosas comúnmente aceptadas en una
sociedad, se producen inconscientemente. Nadie sabe cómo ni cuándo
nacen, y crecen como por el juego de una energía vital interna.
Nunca fue Sumner suficientemente claro acerca de la fuerza que
produce las costumbres. Intentó tres explicaciones diferentes: el in
terés (bajo la influencia de Sm all); el dolor y el placer (los polos
del hedonismo); y los cuatro móviles del hambre, el sexo, la vanidad
y el miedo (anticipación de los cuatro deseos de W. I. Thomas). Las
costumbres pueden ser modificadas, pero en medida limitada, por el
esfuerzo deliberado del hombre. Con el tiempo, pueden perder su
fuerza, decaer y morir o transformarse. Sumncr no investigó nunca
las circunstancias en que las costumbres se transforman o pierden su
imperio sobre los hombres, y por lo tanto no formuló nunca nada que
se acercase a leyes sociales.
Cuando son vigorosas, las costumbres dirigen en gran parte la
conducta individual y social y producen y alimentan ideas de filo
sofía del mundo y de política vital. Cuando las opiniones elementales
sobre lo verdadero y lo recto se convierten en teorías de bienestar,
las costumbres implícitas en ellas se convierten en normas morales.
La terminología de Sumncr es un tanto inconsecuente. Unas veces
opone las normas morales • a las costumbres, pero otras emplea la
palabra costumbres para designar todos los modos de obrar común
mente aceptados, incluidas las normas morales. Concedía importancia
suprema a unas y otras. Las costumbres dominan la vida social; la
vida de sociedad consiste en formar costumbres y aplicarlas. Las leyes
reflejan las normas morales, y para que tengan fuerza deben ser siem
pre consecuentes con éstas. Sin embargo, cuando las costumbres y
las normas morales se convierten en leyes o instituciones, cambian
de carácter.
El estudio que Sumner hace de las instituciones se anticipó a las
enseñanzas de la escuela institucional (véase capítulo 19)> enfoque
de la materia basado en una filosofía totalmente diferente de la ten
dencia darwinista de Sumner. "Una institución consta de un concepto
(¡dea, noción, teoría, interés) y de una estructura. La estructura es
un armazón, un aparato, o quizás sólo cierto número de funcionarios
puestos a colaborar de maneras prescritas y en determinada coyun
tura. La estructura sustenta el concepto y proporciona instrumentos
para traerlo al mundo de los hechos y de la acción en forma tai, que
sirva a los intereses de los hombres." 1 Puesto que las leyes y las
instituciones aparecen sólo en un alto nivel de desarrollo, después de
haberse convertido las meras costumbres en normas morales, Sumner
parece haber creído que la manera irracional de producirse las cos
tumbres es gradualmente reemplazada por un mecanismo altamente
• Con la frase "normas morales'' traducimos la palabra inglesa mores, que parece
designar las normas morales no doctrinales, sino consuetudinarias. [T .]
1 Folkwajs, p. 54.
racional que crea estructuras u organizaciones con el objeto de encar
nar ideas específicas; pero no exploró nunca esta línea de investigación.
1.a teoría de Sumner es evolucionista; pero su estudio de las cos
tumbres y de las normas morales (palabras de uso común entre los
sociólogos contemporáneos) puede considerarse como una aportación
a la sociología analítica, al conocimiento de la estructura y modo de
funcionar de los grupos sociales. Sumner aportó también a la sociolo
gía analítica la distinción entre grupos-nosotros y grupos-ellos, y sub
rayó la oposición entre nosotros, el grupo-nosotros o intra-grupo, y
todos los demás, los grupos-ellos o extra-grupos. Cada grupo alimenta
su orgullo y vanidad, se jacta de su propia superioridad, exalta sus
divinidades y mira con desprecio a los extraños. Cada grupo cree que
sus costumbres son las únicas correctas, de suerte que las costumbres
de otros grupos provocan la desaprobación y suscitan epítetos de des
precio y abominación. Mientras que los individuos de un intra-grupo
están unidos por relaciones de paz, orden y derecho, sus relaciones con
todos los extraños son de hostilidad. A las actitudes de superioridad
relativas a las costumbres del intra-grupo a que uno pertenece, y de
comparación difamatoria con las de los extra-grupos, Ies dio Sumner
el nombre de etnocentrismo, palabra hoy de uso común.
También afirmaba Sumner que existe una correlación entre el etno-
centrismo y el desarrollo de la solidaridad de grupo. "Las exigencias
de la guerra con extraños son las que hacen la paz interior. . . La
lealtad al grupo, el sacrificio por él, el odio y desprecio hacia los ex
traños, fraternidad dentro, guerra afuera: todas estas cosas crecen
juntas, como productos comunes de la misma situación.” 2 Bagehot
y otros habían hecho observaciones análogas muchos años antes, pero
sólo después de la obra de Sumner tuvieron amplia aceptación estas
opiniones.
Aspecto igualmente importante de la obra de Sumner es que ori
ginó el enfoque o punto de vista normativo (o institucional, en la
terminología de Parsons; véase capítulo 1$) para el estudio de los
fenómenos sociales. En otras palabras, inició el estudio del origen y
las funciones de las normas sociales. Es cierto que Spencer y los pri
meros etnólogos habían estudiado las costumbres y ios usos de diversas
sociedades; pero se habían limitado a describirlas, sin analizar sus
funciones en la sociedad. Pero Sumner no se detuvo en ese punto.
En la introducción a Folkways dice que había querido escribir un libro
sobre sociología, pero que al hacerlo se había desviado por una nece-
2 Ibid., p. 12.
sidad interna a estudiar la importancia sociológica de los usos, modos,
normas morales y principios éticos. Y advierte que la palabra etología
sería nombre muy adecuado para aquel esatdio. Esta palabra se deriva
del vocablo griego ethos, que los griegos aplicaban a los usos, ¡deas,
normas y códigos por los que un grupo se diferenciaba de los otros
y tenía un carácter individualizado. Ética, lo perteneciente o relativo
al ethos, son las normas de lo justo o recto. En opinión de Sumner,
era cosa extraña que las naciones modernas hubieran perdido estas
palabras y desdeñado las importantes sugerencias que Ies son inheren
tes. Su obra, pues, iba a ser un intento, sólo en parte logrado, de
enriquecer el estudio de la vida social enfocándolo sobre las normas
de lo justo comúnmente aceptadas.
Las aportaciones de Sumner a la sociología analítica son más im
portantes que su idea del origen y persistencia de las costumbres.
Su teoría de la supervivencia de las costumbres más idóneas o ade
cuadas es refutada por la existencia de costumbres dañinas que con
frecuencia conducen a la decadencia o quizás, a la destrucción de los
grupos que las practican.3 Tampoco es admisible su opinión de que
las costumbres son fuerzas independientes de los hombres; ahora se
sabe que los fenómenos del nacimiento, persistencia, modificación y
decadencia de las costumbres son reducibles a sistemas complejos de
acción c interacción humanas. Y es sabido que, en determinadas cir
cunstancias, las leyes pueden modificar grandemente las normas mo
rales mismas.
Postulados fundamentales
Génesis y telesis
6 p. 82.
6 P. 467.
con los sentimientos y las conaciones. Esta concepción complica y aun
debilita innecesariamente el sistema de Ward.
Quizás fue más afortunada la capacidad expresiva y clasificadora
de Ward cuando, en Sociología dinámica, distingue entre conación
direcra e indirecta. La conación directa se refiere al uso de la fuerza
muscular del organismo; sus leyes son las mismas del movimiento.
Cuando la conación es indirecta, los obstáculos que se interponen son
evitados mediante rodeos (a base de conocimiento). La conación
directa es estéril, no da resultados; la conación indirecta es mucho
más eficaz. Ward creía que había un señalado avance en la esfera
del gobierno de los métodos de la conación direcra hacia los de la
conación indirecta. La legislación impuesta por coacción, expresión de
la fuerza bruta del gobierno, tiende a dejar lugar a la legislación atra
yente que ofrece recompensas a la ejecución de actos que el Estado
reputa beneficiosos. Como la conación indirecta se basa en el cono
cimiento, la educación la hará más fácil y más frecuente. Por lo tan
to — insiste Ward— la educación debe ser obligatoria y universal.
En su análisis de la telesis, Ward anda muy cerca de considerar
a la cultura como materia importante del esrudio sociológico. Para
él Ja sociología es el estudio de las realizaciones sociales. Llamaba
civilización a la suma total de las realizaciones humanas a la luz cumu-
lativa del conocimiento, y rechazaba la palabra cultura, que le pare
cía referirse a las humanidades. Para él, la realización humana im
plicaba continuidad, de suerte que podía hablar de productos de dicha
realización, entre los cuales mencionaba los bienes materiales, los sis
temas militares, los sistemas políticos, los sistemas jurídicos, los siste
mas industriales y las instituciones. Ahí, aunque en forma rudimen
taria, están algunos de los rasgos fundamentales que hoy reciben el
nombre de cultura. En esa forma se anticipó Ward a uno de los aspec
tos sobresalientes de la sociología del siglo X X , a saber, la importancia
concedida a la cultura.
Estática y cinética
Dinámica
Novicow
Resumen
Toennies
Tarde
Aportaciones a la metodología
Tipología social
Menos éxito tuvo Durkheim en sus intentos para formular una tipo
logía de las sociedades humanas. Sus categorías no difieren mucho
de las de Spencer. Entre la miríada de tipos de sociedades humanas
y el concepto de humanidad está el concepto intermedio de la espe
cie social. Durkheim sostiene que esas especies o tipos de sociedades
se forman de un modo muy parecido a las especies biológicas, como
consecuencias de diversas combinaciones de unidades análogas. Pero
advierte dos diferencias importantes entre las especies sociales y las
biológicas. Primera, no hay en las especies sociales nada equivalente
a la reproducción en la vida animal. Las especies sociales no tienen
la fuerza interior de la herencia, que conserve su forma en frente
de la presión de los estímulos exteriores. Segunda, las especies socia
les son difíciles de descubrir; el intento de descubrir tipos sociales
eliminando todas las variantes con frecuencia tiene por resultado una
multiplicidad de formas indeterminadas.
La clasificación que Durkheim hace de las especies sociales des
cansa sobre el postulado de que las sociedades están compuestas de
partes que a su vez son sociedades más sencillas. Este postulado es
congruente con las opiniones de Comte y de Spencer. Las sociedades
deben clasificarse según su grado de organización. En la base está
la sociedad perfectamente simple, especie en la que los individuos
están en yuxtaposición atómica. Una vez formulado este concepto
de la horda o sociedad uni-segmentaria, puede establecerse toda una
serie completa de tipos sociales. Un paso más allá del tipo básico
están las sociedades poli-segmentarias simples, uniones de hordas o
clanes, como ciertas tribus iroquesas. Después, en orden de comple
jidad, vienen las sociedades poli-segmentarias simplemente compues
tas, agregados tales como la confederación iroquesa. Siguen después
las sociedades poli-segmentales doblemente compuestas, por ejemplo
las ciudades-estados.
Este intento de clasificación de tipos de sociedades, aunque re
presenta una tarea que aún acometen los sociólogos, ha tenido poca
influencia sobre los investigadores contemporáneos, cosa que no pue
de decirse de otras aportaciones de Durkheim.
Lavrov-Mirtov
Mikhailovsky
Yuzhakov y Kareyev
C O N C L U S IÓ N D E L A T E R C E R A PARTE
2 E. Hahn: Die Hausthiere und ihra Bexiebungen zur Wtrticbaft des Menseben
(1 8 9 6 ).
mantenido una versión moderada de su doctrina, confiando en su
habilidad para explicar analogías sorprendentes de utensilios materia
les y de instituciones sociales entre pueblos separados por enormes
distancias. Pero explicaron esas analogías diciendo que representan
etapas evolutivas por las cuales tienen que pasar todas las sociedades
humanas. Este modo de razonar fue recusado por el conocimiento de
la difusión de la cultura basada en la imitación.
El distinguido geógrafo alemán Friedrich Ratzel (1 8 4 4 -1 9 0 4 ) ya
había señalado en su Anthropogeograpbie (Antropogeografía, 1892)
analogías culturales en sociedades marcadamente disímiles en cuanto
a medio ambiente, analogías que, en consecuencia, tenían que expli
carse como consecuencias de contactos entre las culturas. Esta opi
nión convenía con luis leyes de la imitación (1 8 9 0 ) de Tarde, en
que el autor intentaba demostrar que el proceso de la imitación es
el resorte fundamental del devenir social. Esta teoría era una exagera
ción, pero sirvió para destacar el importante papel de la imitación
en las relaciones humanas. A comienzos del siglo x x el etnólogo
alemán Fritz Graebner publicó una serie de estudios que culminaron
en Métodos de etnología ( 1 9 1 1 ) en los que negaba que hubiera
habido muchos inventos independientes y sostenía que la difusión de
los inventos es un fenómeno muy general. Sus obras, como las
de muchos de sus discípulos, seguramente contienen exageraciones
y conjeturas no justificadas; pero la hipótesis de la difusión recibió
considerable apoyo de muchos descubrimientos arqueológicos que in
dicaban que ciertos hechos de cultura material por lo menos habían
viajado desde su lugar de origen a puntos sorprendentemente lejanos
en épocas primitivas de la historia humana. Por ejemplo, se encon
traron conchas marinas y huesos de peces, restos de la Edad de la
Piedra Antigua (Paleolítica), lejos de las costas, indicio de que exis
tió algún comercio entre tribus cazadoras de renos y tribus costeñas.
Objetos de pedernal producidos en Francia en la Edad de la Piedra
Nueva (Neolítica) se encontraron en Bélgica, y conchas de la misma
edad viajaron hasta Alemania y Checoslovaquia. El trigo cultivado
en Dinamarca y los animales criados allí en épocas remotas fueron
llevados de otras partes, pues no son descendientes de especies sil
vestres del Noroeste de Europa. La obsidiana empleada en Egipto y
Mesopotamia procedía de Armenia y de Milo; el lapislázuli encon
trado en Irán había sido usado mucho antes en Egipto y Sumeria.*
7 P. 14, nota.
8 De 1880 a 1899 el profesor Richmond Mayo-Smith ( 1 8 5 4 -1 9 0 1 ) enseñó en la
Columbia University, Se le considera a veces como el primer hombre que enseñó en
los Estados Unidos estad istics en un plano científico. Su obra Statisiics and Sociology
(Estadística y sociología) apareció en 1895.
# Ediciones en ingles de Estudiot, p. 2 5 2 ; Teoría, p. 189.
en factores que provocan una conducta pluralista; segunda, explicar
la génesis, integración, diferenciación y funcionamiento de la con
ducta pluralista. Giddings formuló ese programa para la sociología;
pero no lo cumplió. Mas el programa mismo fue el testamento de un
profesor anciano a la generación venidera de sociólogos, entre los
cuales figuraron muchos de sus discípulos de la Columbia University.
Sólo accidentalmente se permitió Giddings hacer vastas genera
lizaciones anticipando los resultados de la obra formidable que había
que realizar. Pero declaró que el estudio de los fenómenos sociales
por el método estadístico ya había demostrado que el proceso social
era télico, así como evolucionista desde el punto de vista físico. Y
afirmó que la evolución conducía al progreso manifestado en el
aumento de libertad, poder y felicidad de los individuos.
El evolucionismo, como hemos visto, se fue convirtiendo rápida
mente en una doctrina casi muerta. Pero el neo-positivismo estaba
llamado a granjearse la adhesión de muchos sociólogos, algunas de
cuyas opiniones examinaremos en el capítulo 15.
C H A R LES H. C O O LE Y Y W . I. TH O M A S
Charles H. Cooley
Cooley (1 8 6 4 -1 9 2 9 ) nació en Ann Arbor, Michigan. Salvo cortos
intervalos, pasó toda su vida en Ann Arbor, estudiando en la Uni
versidad de Michigan y enseñando en su alma mater. Como maestro
y autor, dejó su huella en la ciencia social norteamericana: sobre la
sociología, sobre 1a psicología social y sobre la economía institucional.
Pero rehusó apartarse de su vida de serena contemplación, negándose,
por ejemplo, a desempeñar una cátedra en la Columbia University,
en la agitada "megalópolis" de Nueva York, aunque fue, de mala
gana, presidente de la American Sociologícal Society en 1918.
Su vida relativamente monótona en una mediana ciudad del Medio
Oeste se refleja bien en el estilo de sus escritos, que se caracterizan
por la serenidad y por la adhesión manifiesta al sistema de valores
de la sociedad agraria norteamericana, relativamente estable, que él
conoció antes de los turbulentos años de la industrialización.
Las obras más importantes de Cooley son Human Nature and the
Social Order (La naturaleza humana y el orden social, 1 9 0 2 ), Social
Organization (Organización social, 1909) y Social Process (El pro
ceso social, 19^8). Esta última es en gran parte repetición de Jas
dos anteriores. Después de su fallecimiento se publicó una colección
de trabajos suyos con el título de Sociologícal Theory and Soc'ud Re
search (Teoría sociológica e investigación social, 1930). A pesar del
título, sólo un trabajo de importancia para la teoría sociológica, 'T h e
Roots of Social Knowledge” ("Las raíces del conocimiento social"),
se encuentra en el libro.
El pensamiento de Cooley representa la fusión de varias tenden
cias. Fuertemente influido por figuras literarias como Emerson, Tho-
181
rea 11 y Cíocthc (Cooley habla de la sociología como de una ciencia
"artística"), quizás el sociólogo que más le impresionó inicialmente
fue Scháfflc, maestro de la escuela organicista (véase capítulo 7 ) .
(Jomo quiera que sea, Cooley llamaba orgánicas a sus ideas, aunque su
organicismo, como se verá más abajo, no es el de Scháffle ni el de
ningún otro representante de esa escuela.
En segundo lugar, como era na cural en una persona cuyas opinio
nes se formaron en el último cuarto del siglo X I X , Cooley era un
evolucionista de cierto tipo. La primera de sus obras importantes
empieza con esta frase: "Si aceptamos el punto de vista evolucionis
ta. . Y veinte años más tarde empezó un artículo sobre la heren
cia y el m edio1 diciendo: "Hemos llegado en los últimos años
a considerar todas las cuestiones desde el punto de vista evolucionis
ta". No obstante estas afirmaciones, apenas si se encuentra en las
obras de Cooley evolucionismo en el sentido estricto de la palabra.
Le interesaba más la evolución del ser social individual, del yo social,
que el desarrollo del proceso histórico total. Cuando trata de his
toria, lo hace atendiendo a sus relaciones con el desarrollo del yo
social, sin ninguna intención de identificar etapas en la evolución so
cial. En el artículo arriba citado expone sus opiniones sobre la his
toria de esta manera pintoresca: "La historia parece correr por dos
canales diferentes. Quizás hay una corriente y un camino que corre
a lo largo de la orilla, dos líneas de transmisión. La corriente es he
rencia o transmisión animal; el camino es comunicación o transmisión
social. La una fluye a través del plasma germinal; el otro viene a
manera de lenguaje, intercambio y educación. El camino es más re
ciente que la corriente”. Este artículo fue escritoa mediados del de
cenio de los 1920, y la actitud de su autor era consecuentecon el
punto de vista cultural que entonces iba adquiriendo importancia
en la sociología norteamericana.
Aunque no le interesaba el estudio de la gran corriente evolutiva
de la historia, Cooley compartía la fe de su tiempo en los benéficos
resultados del proceso en marcha. Su creencia en el progreso está
implícita en todos sus escritos y frecuentemente tiene expresiones
explícitas, como en el siguiente pasaje: "El punto de vista evolu
cionista nos estimula a creer que la vida es un proceso creador, que
en realidad estamos haciendo algo nuevo. . y que la voluntad hu
mana forma parte de la energía creadora que lo hace’’.2
1 "H creJity and Environmem”, ( "Herencia y m edio") en Journal of Applied So
ciology, X , núm. 4 (Marzo-abril, 1 9 2 6 ), pp. 303-07.
2 Edición en inglés, revisada, 1922, de La naturaleza bu mana, p, 50.
En tercer lugar, Cooley fue influido por los sociólogos de ten
dencia psicológica de su tiempo. Aunque en sus escritos no cita con
mucha frecuencia a Ward, las dos líneas de transmisión de Cooley
— la genética y la cultural— pudieron haber nacido de los con
ceptos de génesis y telesis de Ward. Por otra parte, Cooley cita a
Tarde en varias ocasiones, y algunas de las opiniones de éste fueron
cuidadosamente incorporadas a Organización social, aunque Cooley
censuraba la importancia unilateral que Tarde concede a la imita
ción. Además, Cooley siguió de cerca las nuevas orientaciones de la
psicología, como lo indican Jas frecuentes referencias a las obras de
William James, James M. Baldwin y J. Stanley Hall. Cooley recha
zó expresamente el instintivismo de W illiam MacDougall y prestó
poca atención al behaviorismo de Watson.
En cuarto lugar, en agudo contraste con los cánones del naciente
neo-positivismo, Cooley pensaba y escribía como idealista. Concebía
la realidad social formada por las ideas que los hombres tienen unos
de otros y creía que la tarea sociológica fundamental era el estudio de
las relaciones sociales como reflejos de ¡deas, actitudes y sentimien
tos. Se advierte este punto de vista en su orientación orgánica.
Resumen y perspectiva
Las aportaciones de Cooley a la teoría sociológica y su lugar en la
historia de esta disciplina pueden resumirse del modo siguiente:
Primero: Cooley no ofreció nunca una definición formal de la
sociedad, pero insistió en que la sociedad es a la vez un todo orgá
nico y una entidad psíquica. Llamó orgánica a su teoría, pero hoy
su teorema básico es una de las premisas principales de los exponen
tes más destacados de la teoría funcional.
Segundo: Negó enfáticamente la existencia de un solo determi
nante del estado y del desarrollo de la sociedad. No seleccionó nunca
una unidad social específica, excepto el grupo primario, para el
análisis sociológico. Éste es quizás uno de los mayores inconvenientes
de sus escritos, que son atractivos pero vagos.
Tercero: Su manera de tratar el grupo primario sigue siendo una
aportación notable a la sociología y a la psicología social. El grupo
primario es hoy por lo general una categoría importante en las clasi
ficaciones de los tipos de grupos sociales.
Cuarto: Aunque enunció sus proposiciones en términos de una
epistemología idealista que bordeaba el solipsismo, la posición de
Cooley acerca del problema de las relaciones entre el grupo y el
individuo anticipó la opinión comúnmente aceptada en la actuali
dad. AI contrario de Spencer, quien sostuvo que el individuo es fun
damental y el grupo la suma total de sus miembros, y al contrario
de Gumplowicz y de Durkheim, que daban al grupo la primacía
sobre los individuos, sostuvo Cooley que ni el individuo ni el grupo
tienen la primacía en el análisis social, y que hay un proceso inter
activo de influencia mutua entre el grupo y el individuo.
Estrechamente relacionadas con esta posición, las penetrantes ideas
de Cooley sobre la naturaleza del yo social, unidas a las concepciones
similares de sus contemporáneos James, Baldwin y G. H. Mead, re
presentan un importante desarrollo de la ciencia social, pues son casi
afines con las teorías posteriores de Dewey, Thomas (véase más
abajo), Maclver, Willard, W aller y otros. Además, la importancia
concedida por Cooley al papel de la interacción social en la forma
ción de la personalidad anuncia opiniones hoy tan corrientes como
la posición psicodinámica en psicología y el enfoque cultura-perso
nalidad en antropología.
Quinto: Como hemos visto, el modo en que trata Cooley la clase
y la casta se anticipó también a importantes avances de la sociolo
gía. Aunque no tan precisa, su teoría de las instituciones como re
sultado de las necesidades permanentes de la naturaleza humana es
muy análoga a las ideas funcionales posteriores. En el caso de las
instituciones económicas, el estudio que hizo Cooley de sus ramifi
caciones sociales y culturales dio vigor al desarrollo de la economía
institucional de Veblen y otros.
Sexto y último: Como metodólogo, Cooley propugnó y practicó
la comprensión simpática, y sostuvo que la empatia es esencial en
toda investigación sociológica, opinión que recuerda algo el verstehen
(comprensión) de Max Weber (véase capítulo 1 4 ). Aunque fue un
perspicaz observador de la vida de grupo que se desarrollaba en torno
suyo, en especial de los grupos de juego infantiles, se inclinaba a
confiar en "no más que ver las cosas”, captándolas por intuición. Esta
práctica, como veremos, coloca a Cooley, metodológicamente, cerca
de la escuela fenomenológica de la sociología contemporánea (véase
capírulo 1 9 ). Aunque no sea válido desde el punto de vista de las
exigencias de la ciencia empírica, lo que Cooley "vio” supo comuni
carlo a los demás, en ocasiones con gran habilidad.
William I. Thomas
Metodología
5 Ea sus últimas obras Thomas no habría usado la palabra "racial" en este con
texto, probablemente hubiera dicho "de grupo".
importantes a los individuos sólo en un sentido limitado” (p. 2 2 1 ).
lista posición es generalmente aceptada hoy por los teóricos del cam
bio sodal.
Los tres tipos de personalidad y los cuatro deseos fueron desarrolla
dos con alguna extensión en El campesino polaco, pero en años pos
teriores fueron descartados por el mismo Thomas de manera más o
menos completa, aunque siguieron siendo utilizados por otros muchos
autores no obstante haberlos abandonado su creador. La presentación
que Thomas realizó de una nueva técnica de investigación inició, por
otra parte, una tendencia importante en la investigación de la cien
cia social.
La nueva técnica implicaba el uso de documentos personales, tales
como canas, diarios y en especial historias de las vidas o autobiogra
fías escritas a petición de un investigador. (Recientemente los docu
mentos de este tipo han recibido el adecuado nombre de "biogramas”.)6
Una sola historia de una vida constituye gran parte de un volumen
de El campesino polaco, y en la misma obra se emplearon extensa
mente otros documentos personales. Thomas y Znaniecki opinaban
que esos documentos permiten penetrar de un modo inestimable en el
juego recíproco entre actitudes, valores y circunstancias objetivas en
una situación social.
La importancia de El campesino polaco no se limita a los conceptos,
teoremas y sugestiones de procedimientos que hemos señalado. Igual
mente importante es el hecho de que esa investigación representa el
primer intento en gran escala de aplicar conceptos generales de la
antropología moderna al estudio de la cultura y de la organización
rápidamente cambiantes de las sociedades avanzadas. Numerosas obras
que adoptaron un punto de vista análogo han enriquecido la sociología
contemporánea, por ejemplo los famosos volúmenes de Middletown
(1 929, 1 9 3 7 ), por R. L y H. M. Lynd, y la serie de Yankee City
de W . L Warner y sus colaboradores (véase capítulo 1 7 ).
Pero a Thomas le interesaba algo más importante que mostrar
cómo puede la sociología utilizar el punto de vista comúnmente em
pleado en etnología: el estudio de las culturas totales. El labro fuente
de los orígenes sociales (1 9 0 9 ) subraya el principio de que, en los
estudios analíticos, ningún fenómeno puede ser plenamente compren
dido si se le separa del conjunto de la estructura de que forma parte,
y no puede comprenderse ninguna cultura cuando se examinan aisla
6 Véase "T he Nacure and Use of Biograms", ("Naturaleza y uso de los biógra
fo a s " ) , por T . Abel, en American Journal of Sociology, vol. 53 ( 1 9 4 8 ) .
damente sus elementos. En El campesino polaco señaló la necesidad
de tomar en cuenta el conjunto de la vida de una sociedad en todos
los análisis sociales. Esta actitud es hoy, naturalmente, la que suelen
asumir la antropología cultural y también la sociología.
Resumen y crítica
Resumen y crítica
8 The Logic of th* Sciences tn d tht Humanities (Lógica de las ciencias y de las
humanidades), por F. S. C. Northrop, 1947, p. 2 7 0 . Vcase todo el capítulo 15 de
este volumen para la valoración de la obra de Pateco.
M AX W EBER
Weber y su obra
2 The Theory of Social and Economie Organizaticn (ed. por T . Parsons), Nueva
York, Oxford Univcrsity Press, 1947, p. 97. Este volumen es una traducción por
Parsons y A. M. Henderson de la Parte I de Whlschaft und Gtieihcbuft (Economía y
sociedad).
3 E. Meyer: Geschichte des Altcrtums, vol. III ( 1 9 0 1 ) , pp. 4 2 0 ss.
dental si no hubiera habido protestantismo. O, para citar una situa
ción más reciente que ha preocupado a varios eruditos, ¿podemos
"pensar ausente” de la historia rusa a Lenin e imaginarnos el sistema
soviético actual? Estos ejemplos ilustran, debe notarse, un experimento
mental extraordinariamente difícil y que requiere el análisis lógico
y la reconstrucción imaginaria de acontecimientos, y que, sin em
bargo, emplean con frecuencia los historiadores y otros.
6 Ibid., p. 21 6 .
7 R. M. Maclver: Causación social, capírulo IX . Múxico, Fondo de Cultura Eco»
cómica, 1949.
Relación entre la causación y la significación
Probabilidad
Hay otro aspecto de las definiciones de Weber que requiere aten
ción: su frecuente uso del concepto de contingencia o probabilidad.
Para Weber una explicación causal es esencialmente el enunciado
de la probabilidad de que las cosas ocurrirán de determinada ma
nera. El concepto de probabilidad, como hemos visto, va implícito
en las definiciones de relación social, de grupo organizado y de con
trol imperativa También aparece en otras varias definiciones, entre
ellas dos frecuentemente reproducidas (en ocasiones sin referencia
a la fuente): la de convención (muy parecida a la de costumbre de
Sumner) y la de ley. Convención es la probabilidad de que la des
viación de la norma social tendrá por consecuencia una reacción
de desaprobación relativamente general y prácticamente importante,
en tanto que ley es la probabilidad de que la desviación del código
legal encontrará la sanción física o psíquica aplicada por un grupo
especialmente facultado para realizar esa función. La definición que
Weber da de clase, para citar un ejemplo de un campo muy dife
rente, también subraya el concepto de probabilidad: "Podemos ha
blar de 'clase’ I ) cuando un número de personas tienen en común
un componente causal específico de las posibilidades de su vida, en
Ja medida en que 2 ) ese componente esté representado exclusiva
mente por intereses económicos en la posesión de bienes y de opor
tunidades de ingresos, y 3 ) esté representado en las condiciones de
los mercados de mercancías o de mano de obra".13
La importancia que Weber concede a la probabilidad, tal como
la revelan estos ejemplos y otras partes de sus escritos, y a pesar del
"idealismo” que impregna su obra, ha contribuido a llamar la aten
ción de los sociólogos norteamericanos empírica y estadísticamente
orientados hacia la teoría de Weber, porque sus definiciones, en su
referencia a las probabilidades de la conducta, son "operativas" y
pueden aplicarse a las operaciones de la investigación empírica.14
13' From Max Weber: Essays in Sociology (Ensayos sociológicos de Max Weber),
(traducidos y editados por H. H. Gerth y C. W . M ills), Nueva York, Oxford Uni-
versity Press, 1946, p. 181.
n Cf. ’ Operational Definitions in Sociology” ("Definiciones operativas eo Socio-
Sociología de W eber: En los principios y en la práctica
¿Que concepto tenía Weber de la sociología? La respuesta a esta
pregunta lleva implícitas Jas dificultades que examinamos en las
primeras partes de este capítulo. Por una parte, Weber empezó su
tratado final definiendo la sociología como una "ciencia que intenta
la comprensión interpretativa de Ja acción social para Jlegar por
ese medio a una explicación causal de su curso y efectos”.15 Añade
que la tarea específica de Ja sociología es Ja interpretación de Ja
acción atendiendo a su sentido subjetivo, y que dicha disciplina debe
enfocar su atención sobre los fenómenos subjetivamente compren-
sibJes. Por otra parte, sostiene Weber que Ja función específica de la
sociología es la comprensión de individuos típicamente diferenciados,
y que debe tratar de formular conceptos de tipo y generalizaciones
de procesos empíricos.
El primer enunciado, si se mantiene consecuentemente, parecería
hacer de la sociología una rama de la psicología. Pero el segundo
concepto exige el desarrollo de una tipología de las acciones signifi
cativamente orientadas completada por la exploración de "procesos
comprensibles” que afectan a la conducta. La obra concreta de Weber
estuvo más de acuerdo con la segunda concepción de la sociología
que con la primera.
Sean cualesquiera las inconsecuencias existentes en las definiciones
formales de Weber acerca de la sociología (las cuales no consideró
"definitivas” de ningún modo), sus investigaciones en diversos campos
concretos han tenido influjo duradero sobre la sociología y otras
ciencias sociales. Y a nos hemos referido a sus estudios comparativos
sobre ia religión, incluido su tratamiento de las interconexiones entre
el protestantismo y el capitalismo, y a su análisis de la autoridad
política. Otras tres materias por lo menos — historia económica, estra
tificación social y burocracia— han sido iluminadas por la actividad
investigadora y teórica de Weber (aunque su trabajo en esos campos
quedó sin terminar). Su General Economic History,16 basada en notas
de estudiantes de su última serie de conferencias, circula en inglés
desde 1927, pero ni hace justicia a Jas extensas investigaciones de
Weber ni tiene especial interés sociológico. Pero sus escritos sobre
las ciases y la posición social — fenómenos que diferencia claramen-
logía ’) , por H. Alpcrt, en American Sociological Revi-ew, vol. 3, núm. 6 (diciem
bre, 1 9 3 8 ), csp. p. 86 1 .
15 La teoría de Ia organización social y económica, p. 88.
Traducida por F. H. Knight de V/irickaftsgeicbkbto (Londres, Gcorge Alien
and Unwin, Ltd., 1 9 2 7 ).
te— y las relaciones entre ellas son ampliamente leídos hoy en los
Estados Unidos, particularmente desde la publicación en 19 46 de
From Max Weber: Essays in Sociology (traducidos por Hans Gerth
y C. Wright M ills), y en 1947 de The Theory of Socútl and Economic
Organizaron (traducción de A. M. Henderson y Talcott Parsons).
El primero de estos libros contiene también una gran parte del estudio
sistemático de Weber sobre la burocracia. La burocracia, con sus for
mulismos, su jerarquía y su estandarización, es un modo de organi
zación social especialmente adecuado para la economía del dinero
y la racionalidad del mundo moderno, como señala Weber. No con
finada a las esferas política y económica ni a las sociedades "capita
listas", la burocracia, "Ja más grande de las invenciones sociales” del
hombre, ha llamado inevitablemente la atención de muchos investiga
dores sociales. Es un tributo rendido a la obra iniciadora de Weber
el que su análisis de la burocracia siga siendo una guía teórica en
este campo.
Resumen y critica
La sociología de Max Weber es tan diferente de otros sistemas socio
lógicos, que no es fácil sacar de ella respuestas a las preguntas bá
sicas que hemos elegido como guías en nuestro estudio del desarrollo
de la teoría social.
Aunque no definió nunca la sociedad, puede inferirse que la consi
deraba como un complejo de interrelaciones humanas caracterizadas
por la conducta significativa de una pluralidad de actores. Hizo pe
netrantes estudios de lo que hoy llamamos cultura, pero no la defi
nió. Deseaba evitar la "sustancialización”, es decir, la atribución de
existencia concreta a construcciones mentales como los tipos ideales:
en este respecto sus opiniones cuentan con la simpatía de los neo-
positivistas norteamericanos.
Para Weber, el elemento fundamental de la investigación socio
lógica es la "acción social típica”, o aun el individuo aislado, a quien
él llamó unidad básica o átomo de la sociedad. El problema de las
relaciones entre el individuo y la sociedad no se le planteó a Weber,
ya que concebía la sociedad, en último análisis, como la probabilidad
de acciones humanas especificadas.
De manera consecuente y convincente negó Weber la existencia de
un solo factor determinante de la sociedad o del cambio social; pero
el carácter subjetivo de su sociología, con su insistencia sobre la acción
racional, lo inclinaba a destacar el papel de las ideas en la vida social.
Como hemos visto, Weber, definió la sociología ambiguamente,
ya como el estudio de la acción social en su significación subjetiva, ya
como el estudio de la acción social típica. En la práctica, él trabajó
de acuerdo con la segunda definición, empleando el método del tipo
ideal o puro. También señaló el procedimiento de la verstehen, o
internización por el observador de las acciones de sus prójimos.
A Max Weber se le considera justificadamente uno de los mayores
sociólogos del siglo x x por las siguientes razones. Primera y más
importante: su obra proporciona ejemplos magníficos del tipo de es
tudio laborioso sobre situaciones y procesos sociales concretos que de
ben constituir la base de toda teoría sociológica adecuada. La riqueza
de materia] contenida en sus escritos podrán explotarla generaciones de
futuros sociólogos. Segunda: como en el caso de Durkheim, contri
buyó a aclarar el importante papel de los valores en la vida social,
al mismo tiempo que subrayaba la necesidad de mantener a la ciencia
social libre de valores. Tercera: demostró que puede conseguirse mucho
empleando el procedimiento del tipo ideal en la ciencia social. Fi
nalmente: contribuyó enormemente a la comprensión de la causa
ción social y de su inseparabilidad del problema de la'significación
en los asuntos humanos.
Ya hemos criticado ciertos aspectos de la obra de Weber. Su ten
dencia a explicar la realidad social por la motivación individual borró
la línea divisoria entre la sociología y la psicología. Una idea que
parece haber modificado hacia el fin de su vida es la de la insuperable
variabilidad de los sistemas de valores y la consiguiente imposibilidad
de construir un sistema sociológico de validez general. En contraste
con este punto de vista, puede sostenerse que na y valores universal
mente válidos, por una parte, y, por otra, que la variabilidad social
y cultural puede estudiarse de una manera generalizadora.
A pesar de la importancia de su obra, Weber no dejó una "escuela”
de discípulos. Esto puede atribuirse en parte a que su mala salud le
impidió una actividad docente normal en instituciones de enseñanza
superior, y en parte a que la obra de la madurez de Weber fue pu
blicada (postumamente) en una Alemania mirada con recelo espe
cialmente en el campo de las ideas sociales. La ausencia de una es
cuela weberiana puede reflejar también el hecho de que nunca le
importó formarla al mismo Weber. De acuerdo con las normas de la
ciencia y la sabiduría, buscó la verdad y no secuaces.
Pero Weber cuenta con alguien parecido a un prosélito entre los
sociólogos norteamericanos: Parsons, de la Universidad de Harvard.
Parsons ha traducido al inglés algunas de las obras de Weber, entre
ellas The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism y The Theory
o f Social and Economic Organizaron (primera parte de Economía y
sociedad de W eber), y así ha hecho esas aportaciones más asequibles
a los estudiosos angloamericanos. (Han aparecido también otras
traducciones en los años recientes, de suerte que las ideas de Weber
ya no son un misterio que puedan penetrar únicamente quienes do
minan el alemán.) Además, Parsons ha publicado notables interpre
taciones de la obra de Weber,17 que ha influido grandemente en sus
propias aportaciones teóricas, como veremos en el capítulo 1S.
El disponer de traducciones de obras de Weber, el importante
lugar que investigadores europeos, especialmente alemanes, ocupan
en los círculos intelectuales y académicos norteamericanos desde hace
algunos años, la influencia de Parsons y de sus discípulos (algunos
de los cuales se cuentan ahora entre las principales figuras de la
sociología norteamericana), y, cosa aun más importante, los progresos
en la investigación y en la teoría realizados en los Estados Unidos
desde fines del decenio de los 1930, han convergido para dar a la
sociología de Max Weber una posición hoy prominente en este país.
C O N C L U S IÓ N DE LA C U A R T A P A R T E
George A. Lundberg
5 Este ejemplo (la hoja que vuela y el hombre que huye) lo tomó Lundberg
de la obra de R. M. Maclver. Maclver señala la diferencia cualitativa entre las rela
ciones físicas y las sociales, actitud que l.undber# considera anticientífica. Esta discu
sión, en que el ejemplo citado juega un papel principal, puede ser seguida consultando
Society: A Textbook of Sociology (L*i sociedad: texto de sociología), por R. M. Mac-
Iver, Nueva York, Rinehart and O )., Inc., 1957, pp. 4 7 6 -6 7 7 ; Foundations of So
ciology (Fundamentos do Sociología), por G . A. Lundberg, Nueva York. The Mse
millan Co., 1939. pp. 12-14; Causación social, por R. M, Maclver. México, Fondo
de Cultura Económica, pp. 2 5 1 -2 ; y Society: An introductory Analysit <lus sociedad:
análisis introductorio), por R. M. Maclver y C. H. Pajee, Nueva York, Rinebart and
Co., Inc., 1949, p. 628.
con el apóstol del laissez faire, Lundberg concluye: "La gran apor
tación de la ciencia a la ética consistiría en proveer al hombre de un
registro y una interpretación más fidedignos de su experiencia”.6
El tercer componente de la sociología neo-positivista de Lundberg
es su insistencia en definiciones funcionales, lo cual, como hemos
visto anteriormente, está de acuerdo con su epistemología pragma
tista. Según este punto de vista, los fenómenos son "objetivos” en la
medida en que se ajustan a los conceptos de acuerdo, corroboración
y predicción, adoptados como criterios. Por consiguiente, definiciones
a priori de "naturaleza esencial”, de "sociedad”, "cultura”, "institu
ción”, etc., en opinión de Lundberg son manifestaciones de una ló
gica aristotélica anticuada y científicamente inútiles. Según él, la pre
gunta fundamental para la ciencia es: ¿Cuáles son las definiciones
más "útiles” de esos fenómenos? Ésas son, según cree él, las defini
ciones funcionales que especifican los procedimientos u operaciones
empleados para identificar y medir los fenómenos estudiados. En con
secuencia, para Lundberg el espacio es lo que es medido por la regla
u otros instrumentos; el tiempo, lo que es indicado, digamos, por un
reloj; la inteligencia, lo que es medido por las pruebas de cociente
intelectual.
Podemos preguntar: ¿La población humana es lo que es medido
por el censo? Por lo demás, ¿qué son esos instrumentos estandari
zados: reglas, relojes, pruebas de "inteligencia”, etc.? Esos artificios
se han inventado para medir aspectos o fases específicas de !a realidad
total. Pero nosotros sostenemos que las definiciones conceptuales que
conducen a esos progresos técnicos tan útiles se forman de una ma
nera no funcional.
No obstante, el operacionismo moderado realiza una tarea cientí
fica esencial al exigir que las definiciones se refieren a atributos em
píricamente verificables, trátese de cualquier clase de estudios cientí
ficos. Pero en la forma extrema en que lo definen Lundberg y
ciertos individuos de su "escuela”, el operacionismo o funcionalismo
tiene por consecuencia dar una forma tosca e incómoda a proposi
ciones bien conocidas y sobre las cuales ya no se discute.
La vigorosa adhesión de Lundberg a la cuantificación, el behavio
rismo y el funcionalismo, distingue un número impresionante de
artículos, en menor grado sus libros de texto titulados Técnica de la
Stuart C. Dodd
P P P P
C = — + — + — + ... + —
m 2q 3q nq
Resumen y crítica
Puede considerarse la obra de la escuela neo-positivista como un vi
goroso intento para resolver un problema que la sociología tiene
planteado desde su comienzo. La tarea de hacer esta disciplina ple
namente científica ha sido preocupación fundamental de Comte,
Durkheim, Gumplowicz, Ratzenhofer, Thomas, Giddings y Pareto,
entre otros.
Creemos nosotros que ésa es la meta de casi todos los sociólogos.
Pero el problema de si la cuantificación, el behaviorismo y el fun
cionalismo son los mejores, o aun ios únicos medios para alcanzarla,
es cosa sometida a debate. La discusión prosigue: en 1955 y 1956
fue ilustrada por la aparición de tres aportaciones muy importantes:
un artículo de Lundberg, otro de Herbert Blumer y un nuevo libro
de P. Sorokin.21
20 Experimental Dcíigns, p. 155.
Natui«il
- I "T h e Síú occ Trcnd in Sociülf.gy” , por G . Luc.-'b.rg, en Amsricjn
HI artículo de Lundberg fue escrito a propósito de otro publicado
por el autor de estas líneas cinco años antes y en el que subrayaba
ja convergencia de tendencias en la sociología contemporánea.22 Lund
berg parece interpretar esta convergencia como una victoria completa
del neo-positivismo, al que prefiere llamar “tendencia de la ciencia
natural en sociología”. No obstante, se conservan los tres compo
nentes neo-positivistas.
En primer lugar, según Lundberg, todos los fenómenos pueden ser
cuantificados. Pero, como en el caso de su polémica con Paul Furfey,
sostiene el significado “débil” de la palabra cuantificación, a saber, que
la corroboración y la generalización implican numerosas observacio
nes, cosa en la que están de acuerdo la mayor parte de los investiga
dores. Pero en un artículo reciente el profesor P. W . Bridgman, re
presentante del funcionalismo en física, ha llamado la atención hacia
el hecho de que hay algunas situaciones que no pueden repetirse.23
Por otra parte, muchos, si no la mayor parte, de los neo-positivistas
discutirían la reducción de la cuantificación a la conveniencia de la
pluralidad de observaciones. Ellos quieren que la sociología sea ma
temática.
En cuanto al behaviorismo, Lundberg afirma que el neo-positivismo
no deseó nunca excluir fenómenos "mentales” como los sueños, las
esperanzas, los temores, en cuanto se expresan en palabras o símbolos
y pueden, por Jo tanto, ser observados, registrados y corroborados me
diante el estudio empírico de Ja conducta lingüística. Un inteligente
crítico ha advertido que Lundberg concede importancia al acto de
conocer y menosprecia lo conocido.24 Éste es el núcleo de la diferencia
entre los behavioristas y sus opositores.
Lundberg mismo y otros neo-positivistas no observan estrictamente,
a lo que parece, el canon del procedimiento que querrían imponer a
todos los sociólogos.
Finalmente, el artículo de Lundberg da nueva importancia al fun-
1 Véase l^tnj Use in Central Boston (El uso J * la tierra en la tona central J e Bos
ton), por W altcr Firey, Cambridge, Massachusetcs, Harvard University Press. 1947,
para un estudio que revela la extrema distorsión de la hipótesis de los círculos concén
tricos y para una crítica de la hipótesis misma.
2 Entre otras ciudades norteamericanas de cuyo tipo ecológico se han dado informes
figuran Chicago, St. Louis, Minneapoiis, St. Paul, Fiüdelfia, Nueva Orleáns, Los Ange
les, Boston, New Haven, y Rochcster, Nueva York.
dependencia de un abastecimiento insuficiente de recursos del medio
ambiente; cada organismo vivo inevitablemente afecta a los demás
aumentando o disminuyendo el abastecimiento de recursos de que los
otros dependen. El proceso es impersonal, y como no implica ningún
cambio de significados, es subsocial; pero su estudio es parte impor
tante del análisis sociológico.3 Por otra parte, Park, uno de los fun
dadores de la escuela, sostenía durante el mencionado decenio que en
las sociedades humanas había que distinguir dos planos ecológicos
(o sociológicos): el simbólico, con sus raíces en la competencia im
personal, y el cultural, basado en la comunicación y el consenso ge
neral. Pero esta opinión de amplio alcance no la acepta Quinn, para
quien la ecología humana sólo proporciona uno de los modos posibles
de abstracción de la red indivisible de relaciones humanas dentro de
un área de vida en común.
Comenzando con las primeras obras de Park y Burgess, los ecó
logos han relacionado diversos fenómenos sociales y culturales con las
"zonas naturales" de la ciudad. Han elegido para estudio especial la
zona de transición, la zona de los barrios bajos o miserables, como el
terreno especial donde florecen el delito, el vicio, la enfermedad,
el suicidio, la desorganización familiar y otros tipos de conducta ex
traviada. En algunas obras probablemente se ha exagerado el papel
del habitat local, llegando en ocasiones a señalársele como el prin
cipal determinante de la conducta humana en sociedad. Cuando, por
ejemplo, se insiste en que la población de una zona deprimida y pobre
ofrece las mismas tendencias desviadas (manifestadas en la delin
cuencia, la criminalidad, etc.) a pesar de los sucesivos cambios de
Su composición étnica (mediante el proceso de 'invasión-sucesión” ),
muchas veces se tiene la impresión de que en las mentes de los autores
las mismas paredes y tejados de los edificios arruinados y el repug
nante polvo de las calles mismas moldean tipos de conducta. El crudo
ambientalismo de esta suerte no se encuentra ya en las obras de los
sociólogos, ya utilicen en sus investigaciones un punto de vista eco
lógico u otros métodos. Además, existen pocos expositores de una
posición ecológica extremada, que durante algunos años ha sido ata
cada por ignorar o menospreciar el papel de los factores culturales
y subculturales en la formación de la conducta y el carácter humanos.
A pesar de esas refutaciones de la teoría ecológica en su variedad
Sociometría
Resumen y crítica
Aunque los campos de investigación cultivados por las dos escuelas
estudiadas en este capítulo son completamente diferentes, la ecología
humana y la sociometría tienen mucho de común. Las dos insisten en
la cuantificación y las dos la combinan con procedimientos gráficos.
Los ecólogos dibujan mapas de la comunidad local, especialmente de
Ja ciudad, mostrando diferentes zonas ecológicas y representando
gradientes o indicadores de diferencias de magnitudes de variables ta
les como el crimen y el suicidio en las diferentes zonas. Los socióme
tras también trazan mapas, más exactamente, cartas de grupos socia
les que simbolizan las fuerzas de atracción y repulsión descubiertas
por las pruebas sociométricas.
En sus formas extremas, las dos escuelas se acercan mucho a un
monismo estricto. Aunque los ecólogos no pretenden explicar la tota
lidad de las relaciones humanas con su teoría, algunos de los primeros
representantes de la escuela dan a veces esta impresión. Presentaban
los hechos ecológicos como si fueran causados por alguna fuerza des
conocida, de manera parecida a como algunos neo-positivistas tratan
los hechos sociales como si fueran determinados por las exigencias de
ecuaciones matemáticas. Los sociómetras que siguen de cerca a Mo
reno afirman expresamente que la estructura social es rcducdble al
factor único de la atracción y la repulsión espontáneas entre los indi
viduos. Pero mientras la fuerza desconocida de los ecólogos es tratada
a veces como si fuera independiente de la voluntad humana, los so
ciómetras conciben sus configuraciones relaciónales como resultantes
de la composición de fuerzas humanas.
Las dos actitudes dan sólo soluciones parciales a los problemas
básicos de la teoría sociológica. Los sociómetras interpretan la socie
dad como una red de afinidades selectivas entre los individuos, afini
dades a las que se atribuye una realidad que trasciende las interaccio
nes intermitentes entre ellos. Aunque rara vez usan los sociómetras
la palabra sistema, tratan sistemáticamente las relaciones entre la so
ciedad y el individuo: cada individuo es el centro de un átomo social
en el que otros individuos quedan implicados mediante los procesos
de atracción y repulsión, mientras que la sociedad es una complicada
red de tales átomos. Por la otra parte, los expositores de la ecología
humana han encontrado un nuevo enfoque para el problema de los
determinantes de la estructura social, aunque sus opiniones acerca de
los determinantes de los cambios sociales no son únicas.
Las dos escuelas se lian mostrado propensas a formular exageradas
pretensiones en relación con sus teorías de la vida social y sus méto
dos de investigación, característica de algunos de los escritos ecoló
gicos aparecidos de 1920 a 1940 y de algunas publicaciones socio-
métricas más recientes. Por otra parte, el esquema conceptual de la
sociometría está expresado en términos un tanto nebulosos que requie
ren aclaraciones, cosa que pueden hacer los trabajos actuales.
En germen, el punto de vista funcional para el estudio de los fenó
menos sociales se remonta a los padres fundadores de la sociología,
y a partir de ellos adelanta, especialmente a través de las obras de
Durkheim, Cooley, Thomas y Pareto. Pero sólo en el segundo cuarto
del siglo x x , bajo la influencia de la antropología cultural, conquistó
esta actitud una posición definida en el campo de la sociología. Sus
avances en ios años recientes han sido tan rápidos, que muy bien se
la puede considerar como un competidor del neo-positivismo por el
predominio en la sociología contemporánea.1 Por otra parte, presenta
notable afinidad con algunas características de la sociología analítica,
otra tendencia importante de la sociología de mediados del siglo xx
(véase capítulo 1 8 ); muchas obras recientes podrían quizás ser clasi
ficadas al mismo tiempo como funcionales y como analíticas.
2 Social Theory and Social Structure (La teoría y la estructura sociales), por R. K .
Mcrton, Glcocoe, 111., The Frec Press, l lM 9, pp. 2 2 -2 7 .
En psicología, a fines del siglo x ix y principios del XX diferentes
escuelas analíticas describieron laboriosamente las partes componen
tes del proceso mental (tales como cognición, emoción y volición),
pero fueron incapaces de captar su unidad, Iniciada con anterio
ridad, pero llegada a la plenitud de su desarrollo entre 1920 y
1940, surgió la influyente escuela de la Gestalt (configuración), que
sostenía que todo elemento del proceso mental, si ha de obtenerse
un conocimiento verdadero de él, debe ser estudiado en relación con
el todo, porque el sentido de cada elemento varía de acuerdo con la
configuración total de que forma parte.
En etnología o antropología cultural, el punto de vista funcional
fue anticipado por Franz Boas (1 8 5 8 -1 9 4 2 ), quien escribía en 1887:
"El arte y el estilo característico de un pueblo sólo pueden compren
derse estudiando sus productos como un todo”.3 Pero el funcionalismo
se desarrolló en antropología mucho más tarde, en oposición tanto
con el evolucionismo como con el difusionismo. Hemos expuesto el
evolucionismo en capítulos anteriores, así como su colapso al aparecer
nuevas teorías, entre ellas el funcionalismo. El difusionismo es una
posición adoptada por algunos etnólogos que destacan Ja propagación
o difusión de las invenciones desde un número relativamente pequeño
de centros de cultura y su importancia en el desarrollo cultural. Con
trariamente a la orientación histórica de esas dos escuelas, que explican
toda manifestación cultural localizándola ya en el esquema evolucio
nista o en un proceso histórico concreto de difusión, los funcionalistas
declaran que la explicación de toda manifestación de cultura se encon
trará en lo que supone para el todo y, correlativamente, en relación
con su interdependencia con las otras manifestaciones que forman la
cultura. Como ocurre frecuentemente con los innovadores, los funcio-
nalistas incurrieron en exageraciones, dando la impresión a veces de
que pretenden que toda manifestación de cultura es funcional en el
sentido de que contribuye positivamente al conjunto de la cultura,
olvidando manifiestamente las costumbres dañosas, a la manera de
Sumner. De un modo parecido, los antropólogos funcionales suponen
a veces que todo sistema social está perfectamente integrado, olvi
dando el bien conocido hecho de la desorganización social.
Las tendencias señaladas de la biología, la psicología y la antro
pología cultural estimularon grandemente el nacimiento de la socio
logía funcional. Pero los sociólogos funcionales también pueden re
montar su genealogía dentro de su propia disciplina. Las ideas de la
Resumen y crítica
La teoría y la investigación funcionales representan un punto de
vista joven, pero que se desarrolla rápidamente. Sus resultados son
prometedores, pero todavía no pasan de tanteos. La posición del fun
cionalismo en relación con los problemas fundamentales de la teoría
sociológica puede resumirse del modo siguiente:
La tendencia adopta la concepción de la sociedad como sistema
social, tal como la sustentó Pareto, pongamos por caso. La mayor
8 Ibid., p. 52.
9 Ibid., p. 53.
parte de los funcionaiistas suponen, si es que no lo dicen expresa
mente, que un sistema social funciona en determinado sentido. El
funcionamiento del sistema se orienta hacia las necesidades de ios
individuos. Con frecuencia aparece en la literatura funcional la pala
bra cultura como equivalente de sistema social.
Las unidades de observación varían de un autor a otro. Por ejem
plo, Malinowski elige, desgraciadamente, el grupo social (que él llama
institución). Los Lynd se concentran sobre las necesidades humanas
que han de ser satisfechas por una sociedad concebida como un nego
cio en marcha. Merton esboza un esquema muy amplio para la obser
vación sociológica, pero sus propios estudios se interesan primordial
mente por la estructura social.
No se estudia expresamente el problema de las relaciones entre el
individuo y la sociedad, aunque Thomas, como vimos en el capí
tulo 1 2 , inició un trabajo importante sobre las interrelaciones fun
cionales entre la personalidad y la cultura.
Las cuestiones de los determinantes de la estructura y los cambios
sociales son resueltas en favor de la causación múltiple. Muchos fac
tores, pero relacionados entre sí funcionalmente, son los que deter
minan la configuración de una sociedad así como sus cambios. Esta
opinión parece tener aceptación amplia.
Pero los funcionaiistas no comparten una definición común de la
sociología. Algunos de ellos, en especial los que no son sociólogos,
incorporan la sociología a la antropología cultural.
La metodología de la escuela ha sido débil, y con frecuencia ha
estribado sobre la intuición o la capacidad del observador para "ver”
funciones realizadas por estructuras parciales, correlaciones, integra
ciones, y así sucesivamente. Nosotros hemos indicado algunas ideas
acerca de procedimientos más exactos. En la obra de Merton puede
encontrarse un estudio más completo de los problemas metodológicos.
La experiencia relativamente breve del funcionalismo parece indi
car que una descripción, con sentido, de las estructuras sociales y de
Jas culturas en términos funcionales, requiere un "tema central” en
torno del cual pueda organizarse inteligiblemente el resto del sistema
socio-culfural.10 Además, como han señalado Sorokin, Merton y otros,
es preciso reconocer que la integración social nunca es completa y
que toda sociedad y toda culmra contienen elementos que no encajan
1° Cf. W arner y Lunt, op. cit. Véanse también Pattorns o f Culture (Patrones cultu
rales), de Ruth Benedict. Boston, Houfihton M ifflin Co,( 1934, y Social and Cultural
Dytutmks, de P. A. Sorokin, 4 vols., Nueva York, American Booic Co.f 1937-41, par*
intentos en mayor escala de formular temas centrales de las culturas en su conjunto.
bien en el conjunto. La incapacidad para concebir la sociedad como
un equilibrio dinámico e imperfecto caracteriza, desdichadamente,
la obra de algunos funcionalistas, especialmente en antropología
cultural.
Por último, hay buenas razones para creer que la hipótesis de los
funcionalistas radicales, según la cual todas las partes de una cul
tura tienen funciones positivas, ha sido engañosa. Las formulaciones
más cautas y más realistas del antropólogo Ralph Linton, quien su
pone la existencia de "elementos sin función” ,11 y de Merton, quien
supone consecuencias no-funcionales12 y disfunciones, debieran es
timular el desarrollo de una teoría funcional más elaborada.
El funcionalismo quizás es más promesa que realidad. Pero es una
promesa importante. El neo-positivismo, como hemos visto, reduce
la sociología a mediciones. El funcionalismo no excluye la medición
(ni otras técnicas de investigación). Pero el análisis funcional dirige
la atención hacia la significación; se esfuerza en responder a la pre
gunta: ¿Qué significan fenómenos específicos y diversos desde el
punto de vista del conjunto del orden social?
A veces el funcionalismo se hace semi-filosófico al identificar fun
ción y objetivo, o sea finalidad transpersonal. Esto se advierte, por
ejemplo, en la afirmación de Goode según la cual las sociedades tie
nen metas propias. Aun con más fuerza expresa la misma idea el
investigador belga H. Janne, quien entrevé un tipo nuevo de teoría
general unificando en un todo coherente las principales tendencias de
la sociología contemporánea.13 Quien habla de función — dice— admi
te una finalidad inconsciente y objetiva; en otras palabras, los fenó
menos o procesos sociales se interpretan como si se desenvolvieran
hacia la consecución de fines definidos. Esta situación es notoria en
educación, Al comunicar conocimientos, las instituciones educativas
persiguen fines propios, mientras que los niños y los jóvenes se es
fuerzan hacia metas personales. Pero al terminar la educación for
mal, los jóvenes están con frecuencia bien preparados para adap
tarse a la vida social, exactamente como si hubiera un centro que
dirigiera consecuentemente las actividades de los grupos y de los indi
viduos afectados y equilibrara sus tendencias particularistas; análoga
mente al sistema económico basado en la libre iniciativa, y a la in
Pitirim A. Sorokin
l Entre las obras no estudiadas ea el tt-rto, las siguientes forman una especie de
transición entre ta anterior y la sociología analítica contemporánea: Systematic Sociology
(Sociología ¡¡flemática), por L. von Wiese y H. Bcckcr, Nueva York, John W iJcy and
Sons, 1932; nueva edición, Gary, Ind., Norman Paul Press. 1950 (véase también capí
tulo 2 1 ) ; Principies of Sociology (Principios de Sociología), por E. T . Hiller, Nueva
York, Hsrpcc and Bros-, 1 9 )3 , y Social Relations and Structures (Relaciones y estruc
tura] sociales), por el mismo, Nueva York. Harper and Bros., 1947; Estudio del hombre,
por R . Linton, Fondo de Cultura Económica, México, 1959.
1937*41); la monografía Sociocultural Causality, Time and Space
(Causalidad sociocultural, tiempo y espacio, 1 9 4 3 ), que puede consi
derarse como un suplemento de Dinamics; y un tratado sistemático
de sociología, único en la sociología norteamericana en cuanto a am
plitud y unidad titulado Soeiety, Culture, and Personality (Sociedad,
cultura y personalidad, 1 9 4 7 ). En 1950 realizó una importante adi
ción a sus Teorías sociológicas publicando T he Social Ph'dosophies
o f an Age o f Crisis (Filosofías sociales en una época de crisis.) En
1956 publicó Fads and Foíbles in Contemporary Soctology (Noveda
des y flaquezas en la sociología contemporánea), valoración crítica de
la sociología de mediados del siglo x x (véase capítulo 1 5 ).
Las publicaciones de Sorokin pueden dividirse en dos grupos: las
que son primordialmente aportaciones a la sociología analítica propia
mente dicha, y las que tratan de sociología histórica. En este capítulo
estudiaremos las primeras. En el capítulo 20 examinaremos la socio
logía histórica.
Dijimos en el capítulo 1 que Sorokin había definido la sociología
de una manera que parece aceptable a sociólogos de diferentes tenden
cias y que define con exactitud el alcance de la sociología teórica.
Así, la sociología es, según él, el estudio de las características genera
les comunes a todas las clases de fenómenos sociales, de las relaciones
entre esas clases, y de las relaciones entre los fenómenos sociales y
lo no sociales.2 En Sociedad, cultura y personalidad da Sorokin una
nueva delincación del campo, señalando con mayor precisión los sec
tores propios de la investigación sociológica: Sociología es la teoría
generalizadora de la estructura y dinámica de a) sistemas y congeries
sociales [elementos funcionalmente congruentes], b) sistemas y con
geries culturales, y c) personalidades en su aspecto estructural, tipos
principales, relaciones entre ellas y procesos de la personalidad.® Al
gunas de las palabras usadas en esta definición requieren explicación,
la cual se da en las páginas siguientes.
De acuerdo con la opinión de muchos sociólogos, hasta Simmel,
Sorokin elige la interacción como la unidad en que deben descompo
nerse los fenómenos sociales. "En sus formas desarrolladas — dice— ,
lo superorgánico (palabra que ya había empleado Spencer] se
encuentra exclusivamente en la esfera de seres humanos que actúan
unos sobre otros y en los productos de su interacción.” 4 Interacción
5 Ibid., p. 40.
6 Ibid., p. 40.
^ Ibid., p. 63.
8 Ibid., p. 70 (en cursiva en el original),
grupo.0 2 ) La serie central de ideas y valores debe ser consecuente
consigo misma: principio que se acerca mucho a un teorema susten
tado por muchos funcional istas. 3 ) Esas ideas y valores consecuentes
asumen la forma de normas que deben seguir los individuos del
grupo. 4 ) Esas normas, que Sorokin llama "normas-leyes”, deben ser
efectivas y por lo tanto poder ser impuestas en caso necesario.
Se advertirá que la identificación de las normas de conducta del
grupo con la ley sólo puede sostenerse si se usa la palabra "ley"
en un sentido mucho más amplio que de ordinario. Según el inves
tigador ruso Petra2hitsky,10 Sorokin define la norma-ley como aquella
que concede derechos a una parte e impone los deberes correspon
dientes a otra parte. Esta formulación da al concepto un significado
más extenso que el asignado a las normas legales, que exigen ser im
puestas por una sociedad políticamente organizada.
Afirma Sorokin que de su definición de la interacción, que enfoca
la conducta humana que influye en otras, puede derivarse la propo
sición de que "todo grupo de individuos que actúan entre sí es ante
todo una m 'ulad causal-funcional, en la cual todos los componentes
son mutua y perceptiblemente interdependientes”.11 En otras palabras,
para Sorokin todo grupo social, aun el inorganizado, es un sistema
social.
¿Cómo trata Sorokin la cultura que, como hemos dicho anterior
mente, es parte tan importante de su teoría? En Dinámica social y
cultural se define la cultura como "la suma total de todo lo creado
o modificado por la actividad consciente o inconsciente de dos o más
individuos que actúan el uno sobre el otro o que la conducta del uno
determina la del otro ’’.12 Como ya hemos visto, en Sociedad, cultura y
personalidad se define en relación con sus partes componentes: en esa
obra el sentido de la palabra cultura es incorporado a la definición
de interacción social, y cada uno de sus componentes es cuidadosa
mente definido, a la vez que se hace ver cómo está ínter relacionado
con los otros. Hay, en primer lugar, "sistemas de cultura pura”, que
son sistemas de significaciones o ideas en el sentido más elemental,
por ejemplo, la proposición de que 2 X 2 = 4 . Esos sistemas son
8 Esta proposición es parte importante de la teoría de R. M . Maclver, entre otro
Así. el análisis de grupos que hace Maclver, como se dice más adelante en este capítulo,
se basa en gran parte sobre los tipos de intereses (o valores) que promueven.
10 La obra magna de Petra zhitsky, Teoría de la ley y del Estado (2 vols., 1 9 0 7 ),
puede leerse ahora en traducción inglesa abreviada con el título de Lau> and Morality,
Cambridge, Mass., Harvard Univ. P r« s, 1955.
11 Socivty, Culture, and Personality, p. 147.
12 Social and Cultural Dynamics, Nueva York, American Book Co., 1937-41, 4 vols.,
vol. I, p. 3.
independientes de que los hombres los admitan o los rechacen. En
segundo lugar, un sistema de cultura puede ser "objetivado” o expre
sado para hacerlo cognoscible a seres humanos. En tercer lugar, los
sistemas de cultura pueden ser "socializados”, llegando a ser operativos
en la interacción social. Un sistema de significaciones que se ex
presa en términos comunicables y que constituye un elemento impor
tante de una zona de interacción, es un sistema sociocultural, con
cepto clave de la teoría sociológica de Sorokin.
La propiedad más importante de los sistemas culturales o sociocul-
turales es su tendencia a integrarse en sistemas de un nivel cada vez
más elevado. El problema de la integración de la cultura aparece
tratado de modos un tanto diferentes en el primer volumen de Di
námica social y cultural, por una parte, y en el cuarto volumen de la
misma obra, así como en Sociedad, cultura y personalidad, por otra.
En el primer tratamiento, ''las numerosas interreiaciones de los di
versos elementos de la cultura — declara Sorokin— pueden reducirse
a cuatro tipos básicos”. Así, las interreiaciones culturales se distinguen
por la contigüidad espacial o mecánica, por la asociación debida a
algún factor externo, por la integración causal o funcional, o, final
mente, por la integración interna o lógico-significativa.13 Aquí la
integración causal-funcional de los fenómenos sociocul tura Ies se iden
tifica con las relaciones causales-funcionales en la esfera de los fenó
menos naturales, señalada por la uniformidad de relaciones entre va
riables. Pero el criterio de la unificación "lógico-significativa” es la
identidad de la significación o la idea central.
En su tratamiento más reciente de las interreiaciones culturales,
muestra Sorokin cierta tendencia a negar o a reducir al mínimo la
aplicabilidad del concepto de causalidad (por lo menos como se usa
en las ciencias naturales) a los fenómenos socioculturales, y a iden
tificar la causalidad sociocultural y la integración lógico-significativa.
De esta suerte, en Sociedad, cultura y personalidad afirma Sorokin
que "los fenómenos culturales, en sus recíprocas relaciones. . . pueden
ser integrados (solidarios), no integrados (neutrales), o contradicto
rios (antagónicos). Son integrados.. . cuando dos o más fenómenos
culturales que actúan entre sí, esto es, causalmente conectados, guardan
entre sí una congruencia lógica o, por lo que se refiere a fenómenos
artísticos, estética. Éstos son, pues, los que forman los sistemas socio-
culrurales. Continúa Sorokin: "No sólo las significaciones, los valores
y las normas pueden estar entre sí en la relación de congruencia lógica
o estética, o no tener relación alguna, o ser contradictorios, sino tam
bién las acciones manifiestas y los demás vehículos materiales, en la
medida en que articulan y expresan las respectivas significaciones,
valores y normas."1*
Sus escritos teóricos revelan el interés de Sorokin por la jerarquía
de los sistemas socioculturales y su grado de integración. El sistema
sociocultural total de una "población” lo concibe como un "super
sistema'' que puede estar más o menos integrado. Cada supersistema
consta de los cinco sistemas básicos y funcionalmente esenciales del
lenguaje, la religión, las artes, ia ética y la ciencia. Cada uno de ellos,
a su vez, se subdivide en sistemas, subsistemas, subsubsistemas y así
sucesivamente, que también están más o menos integrados.
Advierte Sorokin que su "supersistema” de ningún modo es idén
tico a la suma total de manifestaciones culturales que se encuentran
en una sociedad dada. Porque la cultura total de una sociedad com-
prende, además de un supersistema, cierto número de congeries.* Las
congeries se relacionan entre sí y con el supersistema mismo por con
tigüidad mecánica o por asociación debida a factores externos. Al des
arrollar este punto, Sorokin se opone enérgica y convincentemente
a la opinión que sustentan ciertos funcionaiistas radicales según la cual
todas las manifestaciones culturales tienen funciones positivas en un
sistema dado.
Pero a Sorokin le interesan primordialmente los grandes supersiste-
mas. Cada supersistema se caracteriza por un tema o idea central, que
es el criterio de verdad predominante en una cultura dada. Así, pueden
los hombres atribuir validez definitiva ai testimonio de los sentidos,
caso en el cual Sorokin llama sensible al supersistema. Si los hombres
admiten en general la verdad de la fe y creen que detrás de las im
presiones de los sentidos hay otra realidad más profunda, el supersis
tema es ideativo. Pueden combinarse ambas actitudes. SÍ la combi
nación de lo sensible con lo ideativo es armoniosa, nace un tercer
sistema de verdades, el de la razón, Jo cual significa un supersistema
idealista. Si los dos sistemas básicos de verdades, el sensible y el idea
tivo, son meramente yuxtapuestos, el sistema es "mixto”.
La clasificación de los cuatro estilos (palabra que no emplea Soro
kin) fundamentales de cultura: sensible, ideativo, idealista y mixto,
Talcott Parsons
22 Parsons se refiere también a los sistemas estables como ' ‘estructuras” en algunos
lugares, palabra que usa igualmente para designar agrupaciones de papeles sociales,
como se verá más abajo. Emplea, asimismo, la palabra "colectividad” (que prefiere
a la frase "grupo social”, más frecuentemente empleada) para referirse a actores que
comparten tipos axiológicos comunes, el sentido de la responsabilidal para el cumpli
miento de (papeles) obligaciones, y la solidaridad del grupo.
23 Edición en ingles de The Social System, p. 15.
Según sus tres modos de orientación por motivos (descritos más
arriba), Parsons distingue tres clases fundamentales de normas de cul
tura: 1 ) sistemas de ideas o creencias, caracterizados por la primacía
de los intereses cognoscitivos; 2 ) sistemas de símbolos expresivos,
tales como las formas artísticas, caracterizados por la primacía de los
intereses catárticos (adhesión a objetos o rechazo de ellos); y 3 ) , sis
temas de orientación por valores, o "normas unificadoras”. Las normas
de cultura tienden a convertirse en sistema a base de la congruencia
lógica de los sistemas de creencias, de la armonía estilística de las
formas artísticas, o de la compatibilidad racional de un cuerpo de
reglas morales. No prosigue Parsons el análisis de los sistemas cul
turales, y parece considerarlo tarca propia de la antropología cultural.
Le interesan primordialmente los sistemas culturales en cuanto afec
tan a los sistemas sociales y a la personalidad.
El tema central de la teoría sociológica de Parsons es "el funciona
miento de estructuras”. El análisis estructural-funcional requiere un
tratamiento sistemático de las posiciones y de los papeles de los acto
res en una situación social, así como de las normas institucionales
implicadas. La posición se refiere al lugar del actor en un sistema de
relaciones sociales considerado como una estructura; el papel, que en
todo caso concreto es inseparable de la posición y representa el aspecto
dinámico de esta (de ahí el concepto posición-papel), se refiere a la
conducta del actor en sus relaciones con los otros, cuando se la con
sidera en el contexto de su importancia funcional para el sistema
social. Las normas institucionales se consideran como expectativas nor
madas (o "estructuradas”) que definen culturalmente la conducta
apropiada de personas que representan diversos papeles sociales. Una
pluralidad de normas de papeles interdependientes forman una ins
titución.
En otras ocasiones Parsons identifica las "instituciones” con un
complejo de normas institucionales que es "conveniente” analizar como
unidad estructural en el sistema social. Esta actitud transfiere el con
cepto de institución del plano de un símbolo que representa una rea
lidad social al del estudio de la realidad social, porque dicha con
veniencia es científica, no social. Pero esta opinión aparentemente
nominalista parece haber sufrido modificaciones en los escritos más re
cientes de Parsons. Porque en estos últimos se dice que una "institu
ción” es de importancia fundamental en todo sistema social sometido a
estudio. Esto probablemente significa que la existencia y el funciona
miento más o menos eficaz de las instituciones son requisitos previos
de la estabilidad que selecciona una estructura o un sistema estable
del sistema social en general.
Las instituciones — sostiene Parsons— son el punto focal de la so
ciología. Define este autor la sociología o teoría social (en contra
posición con la antropología, que considera como la teoría de la cul
tura) como aquel aspecto de la teoría de los sistemas sociales que
trata de la institucionalización .
Según Parsons, la "institucional ización debe ser considerada como
el mecanismo unificador fundamental de los sistemas sociales”.2* Por
que la institucionalización comprende a la vez la estructural ización o
conversión en normas de las orientaciones por valores en el sistema
social y la "interiorización” de los sistemas de valores en la perso
nalidad humana. La institucionalización, pues, es el proceso integrador
y estabilizador por excelencia; forma un sólido vínculo entre la so
ciedad y la cultura de un lado, y la personalidad y la motivación de
otro. "Expresado en relación con la personalidad, esto significa que hay
un elemento de organización del superego correlativo con toda norma
de papel-orientación del individuo en cuestión. En todos los casos, la
interiorización de un elemento de superego significa motivación para
aceptar la prioridad de los intereses colectivos sobre los personales,
dentro de límites apropiados y en ocasiones apropiadas” .25 Este enun
ciado, cuya esencia es largamente ilustrada en "Valores, motivos y
sistemas de acción”, y en El sistema social, es un ejemplo de por qué
a la teoría más reciente de Parsons se la considera con frecuencia tan
psicológica (y hasta cierto punto psicoanalítica) como sociológica.
Parsons sabe muy bien, naturalmente, que su manera de tratar el
sistema social lleva a la sociología muy cerca de la psicología. Las
siguientes palabras expresan su opinión sobre las relaciones de estas
dos ciencias: "Las relaciones de la psicología con la teoría de los sis
temas sociales parecen ser muy análogas a las de la bioquímica con
la fisiología general. Así como el organismo no es una categoría de
química general, así un sistema social no lo es de psicología. Pero
dentro de la estructura de la concepción fisiológica de lo que es un
organismo que funciona, los procesos son de naturaleza química. Aná
logamente, los procesos de la conducta social, como los de cualquier
otra, son psicológicos. Pero sin el sentido que les da su contexto
24 Toward a General Theory of Action (Hacia una teoría general de la acción), por
T . Parsons y E. A. Shils, editores. Cambridge, Mass.. Harvard University Press, 1951,
p. 150.
25 ibid.
institucional-estructural pierden su importancia para la comprensión
de los fenómenos sociales” .26
Entre las muchas ramificaciones de la teoría que acabamos de
esbozar, una ha llamado más poderosamente la atención de los colegas
sociólogos de Parsons. Es la que él llama "las variables normativas”.
Según él, este descubrimiento es el núcleo de su aportación teórica.
Las variables normativas denotan las alternativas que aparecen tan
to en las normas, o tipos de expectativas de un papel, como en las
preferencias individuales. En El sistema social presenta Parsons cinco
pares de alternativas, y los considera exhaustivos en cierto nivel de
generalización. Pero en un trabajo posterior (citado en la nota 21
de la pág. 3 0 3 ) señala la posibilidad de constituir un sexto par,
aunque no ha desarrollado este punto en sus trabajos más recientes.
Las cinco variables normativas son delineadas del modo siguiente:
1) Afectividad contra neutralidad afectiva: la norma es afectiva si
permite la satisfacción inmediata del interés del actor, pero afectiva
mente neutral si impone disciplina y pide el renunciamiento en favor
de otros intereses; 2 ) Egoísmo contra interés colectivo: las normas
sociales pueden definir como legítima la persecución de los intereses
privados del actor, u obligarlo a actuar en interés del grupo; 3 ) Uni
versalismo contra particularismo: aquél se refiere a las normas de
valor que están altamente generalizadas, éste a las que tienen valor
para un actor particular en relaciones particulares con objetos par
ticulares; 4 ) Realización contra cualidad (originariamente "logro
contra adscripción” ) : puede atribuirse importancia ya a la conse
cución de ciertos fines (realización), o a los atributos de la otra
persona, por el hecho de que es esto o lo otro, por ejemplo, padre del
actor, médico, etc.; 5 ) Especificidad contra difusión: puede definirse
específicamente un interés, de suerte que no se suponga que existe
ninguna obligación fuera de los límites así señalados; o de un modo
difuso, de suerte que pueda suponerse que las obligaciones van más
allá de la definición expresa.
Como, en principio, estas alternativas son independientes las unas
de las otras, podría decirse que hay treinta y dos combinaciones posi
bles de "normas de expectativas de un papel”. En El sistema social
Parsons mismo ha examinado dieciséis de esas combinaciones; aquí
27 P. M. Blau en Am. Jour. Soc., vol. 6 1 , marro de 1936, estudia eíte punto.
en esencia un “orden moral" en el sentido de que tiene sus raíces en
normas moralmente sancionadas. Con respecto a esta actitud norma
tiva de Parsons, su ascendencia se remonta a Durkheim, Thomas y
Sumner.
Parsons ha producido ya un cuerpo de escritos teóricos que ha
estimulado extensa e intensamente el comentario en los círculos so
ciológicos. Entre las críticas hechas a su obra que nos parecen par
ticularmente acertadas se cuentan las siguientes. Primera: la teoría de
Parsons se basa en el supuesto arbitrario (y, desde nuestro punto
de vista, incorrecto) de que la teoría sociológica es un aspecto par
cial de una teoría general de la conducta humana. Segunda: la teoría
sociológica de Parsons, no obstante sus explicaciones limitadoras, como
hemos observado más arriba, es inseparable de la teoría psicológica.
Tercera: Aunque la teoría de la cultura sustentada por Parsons res
ponde a esas objeciones, él, como muchos antropólogos culmrales,
considera la cultura como sistemas normados de símbolos que son
objetos de la orientación de actores, y la interpreta, no como un sis
tema empírico, como describe la personalidad y la sociedad, sino
como una especie de abstracción de elementos de esos sistemas. Pero
si reducimos la cultura a símbolos, "no queda nada para que lo sim
bolicen los símbolos culturales” .28 Por otro lado, la cultura es más
que una construcción mental (como lo son todas las abstracciones).
La cultura, como dice Parsons con frecuencia, es interiorizada por
quienes la comparten; y cuando una norma de cultura es interiori
zada, se convierte en una tendencia aprendida de la conducta, que es
tan real como cualquier clase de energía potencial. No hay, pues,
diferencia esencial entre cultura y sistema social si, como Parsons sos
tiene, este último se identifica con una red de expectativas de papeles.
Finalmente, las obras teóricas de Parsons están escritas en un estilo
muchas veces extraordinariamente difícil para el lector, en particular
para los estudiantes no iniciados, y se distinguen por empleos de pala
bras en que a viejos conceptos se les dan nombres nuevos y en oca
siones materias bastante sencillas resultan oscuras.
No está completamente claro si Parsons se propone presentar un
sistema teórico general de sociología (si no de todas las “ciencias
de la conducta” ) o simplemente un programa para la formulación de
dicha teoría. En Papeles de trabajo leemos: "Concebimos el esquema
conceptual de la teoría de la acción como aplicable en un margen
Florian Znaniecki
El tercero de los grandes representantes de la tendencia analítica en
la sociología norteamericana es Florian Znaniecki (n. 1 8 8 2 ), conocido
ya de nuestros lectores como coautor de El campesino polaco en Europa
y en Estados Unidos (véase capítulo 12). Znaniecki nació en Polonia
y comenzó su actividad académica en su país natal como filósofo
y como sociólogo. Vino a los Estados Unidos durante la primera Guerra
Mundial, y colaboró con Thomas en su famoso estudio. Regresó des
pués a Polonia, pero en años subsiguientes visitó este país como pro
fesor en las Universidades de Columbia y de Chicago. Se estableció
aquí permanentemente durante la segunda Guerra Mundial y en
1953 fue presidente de la American Sociological Society. Sus aporta
ciones más importantes a la sociología general, además de El cam
pesino polaco, son T he Latos o f Social Psychology (Las leyes de la
psicología social, 1 9 2 5 ), The Níethod of Sociology (El método de
la sociología, 1 9 3 4 ), Social Actions (Las acciones sociales, 1 9 3 6 ), y
Cultural Sciences: Their Origin and Development (Las ciencias de la
cultura, su origen y desarrollo, 1952). El breve examen que sigue se
basa en gran parte en la última de esas obras, que representa el pen
samiento más maduro de Znaniecki.
El sistema teórico de Znaniecki puede ser bien comprendido consi
derándolo como un desarrollo del postulado del orden cultural uni
versal. La aceptación de este postulado es esencial para la compren
sión sociológica de los fenómenos sociales y culturales.
Esta proposición presupone definiciones conceptuales precisas y
que puedan aplicarse en general de Jos fenómenos sociales y cultura
les. La cultura, según Znaniecki, es un concepto muy amplio que
simboliza la religión, el lenguaje, la literatura, el arte, las costum
bres, las normas morales, las leyes, la organización social, la produc
ción técnica, los cambios económicos, la filosofía y la ciencia. Las
sociedades son consideradas como conjuntos independientes, territo-
rialmente localizados, que incluyen seres humanos y culturas siste
máticamente unificadas.
Znaniecki, como Parsons, especifica la acción como unidad del aná
lisis sociológico. Define la acción como conducta "consciente”, opinión
que contrasta con la posición behaviorista y, en este respecto, con la
de Pareto. Pero no todas las acciones humanas tienen significación so
ciológica. La acción social de primordial interés para la sociología
es la conducta que tiende a influir en seres humanos o en colectivida
des conscientes. En otras ocasiones la palabra "interacción” se emplea
para designar aproximadamente esa misma clase de fenómenos. Las
acciones sociales se clasifican en tres tipos: creador, reproductor y des
tructor, clasificación que se basa en la obra muy anterior de Tarde.
Los individuos cuya acción es mutua se relacionan frecuentemente
por consenso o acuerdo mutuo. Este hecho indica que los valores
sobre los cuales se basan los juicios de individuos relacionados de esa
manera son compartidos en algún grado. Ese acuerdo puede tener
sus raíces en la aceptación común de modelos ideológicos, caso en el
cual las acciones son "axionormativamente ordenadas”. La observación
revela que la mayor parte de las acciones de los participantes en toda
colectividad siguen por coacción normas culturales definidas. Zna
niecki explica esta ubicuidad normativa de la conducta social haciendo
ver que las normas culturales de acción tienden a satisfacer necesida
des humanas fundamentales. En otras palabras, las acciones son ñor-
madas culturalmente de tal manera que, si se siguen las normas, sus
respectivas finalidades pueden ser realizadas con regularidad. Esta
explicación sirve para dar cuenta del “orden cultural universal’' pos
tulado al principio del estudio de Znaniccki. Ese orden está cristalizado
en "sistemas limitados" (expresión que Znaniccki prefiere ahora a
"sistemas cerrados”, empleada en sus anteriores obras). Las acciones
sociales funcionalmente interdependientes de seres humanos o de
'agentes" se unifican en sistemas axionormativamente organizadas.
El orden cultural tiene, pues, un doble significado: es un orden de
conformidad (con las normas sociales) y un orden de interdejKínden-
cia funcional.
Esta opinión es* consecuente con el concepto que tiene Znaniecki
del carácter de la sociología (parecido al de Simmel). La sociología
— dice— concentra su atención sobre relaciones sociales o humanas
y sobre grupos dentro de los cuales o entre los cuales existen esas re
laciones.29 La limitación de la sociología a las relaciones sociales y a
los grupos en general es consecuencia del rápido avance de la investi
gación social; porque los resultados de las investigaciones permiten
ahora a los sociólogos generalizar acerca de las bases sociales comunes
a todas las categorías de orden cultural. La importancia de la socio
logía para las demás ciencias sociales ha aumentado, según Znaniecki,
en la proporción en que se ha limitado al estudio de los sistemas so
ciales de que depende la existencia de toda esfera cultural.
La posición metodológica de Znaniecki no aparece expuesta en su
libro sobre Las ciencias de la cultura; pero sus publicaciones anterio
res, especialmente El método de la sociología, lo sitúan en un grupo
de sociólogos que comprende a Weber, Coolcy y Maclver. Como estos
dos últimos autores, Znaniecki se opone fuertemente a la psicología
behaviorista en el análisis sociológico, y considera el behaviorismo
extremado como una especie de superstición científica. Destacó esta
opinión en El método y repite su argumento en Las ciencias de la
cultura. Según él, quienes condicionan la conducta humana proceden
así para hacer que los objetos de su actividad condicionante se con
duzcan como si ellos mismos fueran agentes conscientes, y esas acti
vidades son con frecuencia eficaces en alto grado. En el pensamiento
de Znaniecki está implícito que el éxito de dichas actividades condi-
29 Para un trabajo reciente sobre este punto, vease "Social Group* in Uic Modera
World'* ("Los grupos sociales en el mundo m oderno"), de Znaniecki, capítulo V de
trccdom <tnd Control in Modem Society (Libertad y control en la sociedad moderna),
de M. Borger, T . Abel y C. H. Pagc, editores. Nueva York, D . V*n Nostrand Co..
Inc., 1954.
donantes es un argumento a favor de la proposición fundamental se
gún la cual los objetos humanos de condicionamiento son seres cons
cientes con capacidad para comprender acciones simbólicas dirigidas
hacia ellos.
La metodología de Znaniecki, así como su concepción de la natu
raleza del orden social, encarna su concepto del "coeficiente huma
nístico”, que señala las relaciones sociales y manifiesta la importancia
de la conciencia humana en las vidas de los individuos y de la socie
dad. Esta convicción presta apoyo a la defensa que hace Znaniecki
del uso de autobiografías y otros documentos personales — que reve
lan las actitudes y las valoraciones de las personas— en la investi
gación. También proporciona apoyo a su oposición a una confianza
sin distinciones en los métodos cuantitativos. Finalmente (y también
en esto se parecen sus opiniones a las de Cooley y M aclver), la im
portancia que Znaniecki concede a la acción humana consciente y
selectiva lo lleva a opinar que la sociología y la psicología social son
disciplinas inevitablemente muy relacionadas entre sí, si es que no
interdependientes. Su propia obra representa una importante aporta
ción a los dos campos.30
30 Este punto así como las analogías metodológicas entre W eber, Cooley, Znaniecki
y Maclver, los estudió brevemente George Simjwon en Man in Sochty (StudicS in
Sociology) (El hombre en la sociedad • Estudios sociológicos), Nueva York, Random
House, 1954, capítulo IV.
• Esta sección sobre Robert Maclver fue escrita por Charles H. Page.
En primer lugar. . . ha desarrollado sistemáticamente y explorado con
fruto una red impresionante de conceptos sociológicos fundamentales. En
segundo lugar, ha contribuido a contener la marea del positivismo exce
sivo y de tosco empirismo. En tercer lugar, ha reafirmado el concepto del
hombre como ser humano creador con esperanzas, sentimientos, aspiracio
nes móviles y valores subjetivos. Por último, ha demostrado positiva
mente que los escritos sociológicos pueden ser bellos, claros, artísticos y
literarios.31
La mayor fuerza de Maclver está en la síntesis, en el talento para
interpretar y unificar diferentes materiales del gran legado de la cien
cia social y piira formular un claro sistema de teoría sociológica. Insis
tiendo en que una sociología madura requiere un plena comprensión
de los conceptos organizadores que guían sus esfuerzos, Maclver
define con precisión conceptos claves como sociedad, comunidad, aso
ciación, institución, actitudes e intereses, códigos sociales, clase social
y muchedumbre, cultura y civilización. Estos y otros conceptos son uti
lizados en sus obras con desacostumbrada consecuencia. Además, la
taxativa distinción conceptual que establece entre diferentes aspectos
de fenómenos empíricamente relacionados — por ejemplo, entre in
tereses parecidos (individualizados) y comunes (compartidos), entre
Estado y sociedad, entre fenómenos "interiores” (que implican cons
ciencia humana) y "exteriores” (biológicos, geográficos y tecnológi
co s)— forma la armazón básica de su teoría de la estructura social y
de los cambios sociales.
A la mayor parte de los conceptos fundamentales de Maclver se
Ies puede seguir la pista hasta los primeros sociólogos, aunque en
manos de este autor se refinan y se relacionan lógicamente entre sí.
Así, su concepto de la sociedad como una red de relaciones sociales,
materia de primera importancia para la sociología, se parece al de
Simmel y otros. La distinción de Toennies, muy anterior, entre Ge-
meinsebaft y Gcsellschaft (véase capítulo 8 ) proporciona la base para
el contraste que señala Maclver entre comunidad, el grupo social más
extenso y con raíces territoriales, y asociaciones, organizaciones que
fomentan un número limitado de intereses específicos. De acuerdo con
esta distinción, la comunidad es la matriz de toda organización social,
mientras que el Estado y la familia, lo mismo que otras muchas aso
ciaciones menores, son inevitablemente limitados en su margen de
actividades. El concepto que sustenta Maclver de los intereses sociales
31 "R o b m M. Macjver's Gomributions to Socio lo^ical Theory" ("L as contribuciones
de Roben M. Maclver a la teoría sociológica"), por Harry Alpcrt, capítulo X III de
Freedo-m and Control in Modcrn Socictv (/jhertad y control en la sociedad moderna),
de Bergcr, Abel y Pifie, editores, pp. 286-87.
7 de su papel esencial en moldear tipos de relaciones y la organi
zación del grupo, tiene afinidades con las opiniones de diferentes teó
ricos, entre ellos Spencer, Giddings, Small y Durkheim; pero su cla
sificación de los intereses y su análisis de lo que socialmente implican
va más allá de la obra de esos primeros investigadores. Para poner
un ejemplo definitivo (hay otros muchos), la distinción de Maclver
entre intereses objetivos, “objetos” hacia los cuales se orientan las
personas (por ejemplo, "amigo”, “enemigo”, paz, dinero), y actitudes
subjetivas, “estados de conciencia dentro del ser humano individual
con relación a objetos ”,32 es conceptualmente muy próxima a la dis
tinción de Thomas entre valores objetivos y actitudes subjetivas (véase
capítulo 1 2 ). Tanto Thomas como Maclver insisten en que las defi
niciones completas de relaciones sociales deben incluir siempre acti
tudes e intereses o valores, y que en consecuencia una teoría completa
de la conducta humana necesariamente comprende las dos discipli
nas de la sociología y de la psicología social.
Hemos señalado más arriba que la sociología de Maclver tiene
también semejanzas con las opiniones de Cooley. No sólo hay entre
ellos analogías metodológicas, sino que Maclver destaca y desarrolla
el tema de Cooley relativo a la interdependencia del individuo y de
la sociedad, pero sin hacer de esta relación fundamental y recíproca
una relación de completa armonía. Así, en su estudio del tantas veces
olvidado aspecto normativo de la vida social, analiza en detalle no
sólo la naturaleza de las normas sociales y de los "códigos sociales fun
damentales” (religión, moral, costumbres, derecho, moda), sino las
relaciones tanto positivas como negativas entre el control social nor
mativo y la vida del individuo.88
En Sociedad, que expone de manera más completa su teoría socio
lógica general, el tratamiento que da Maclver a las normas sociales
forma parte del largo estudio sobre la estructura social (se refiere a las
normas como “las fuerzas sustentadoras del derecho y de la costum
bre” ). El resto del estudio de la estructura social está dedicado en
gran parte a diversos tipos de grupos sociales, incluidos la familia, la
comunidad, la clase social y la casta, los grupos étnicos, la muche
dumbre y las grandes asociaciones políticas, económicas y "culturales”.
Aunque gran parte de este estudio, especialmente en la edición más
32 Edición en inglés de Society: An Iniroductory Analyiis (La sociedad: anáüsit
introductorio), por R . M. Mac í ver y C. H. Page, Nueva York, Rinehart and Co., Inc.,
1949, p. 24.
3S Esc estudio comprende un breve pero fundamental ensayo sobre "T h e Problem
o/ Moral Liberty" { ”EI problema de la libertad m o ra l"); véase Maclver y Page, op. cit.,
Parte II.
reciente de Sociedad, está concebida como un libro general de texto
sobre sociología, el sistema teórico de Maclver es, no obstante, utili
zado en todo él y sus definiciones conceptuales básicas son aplicadas
de un modo consecuente a una gran diversidad de materiales saca
dos de la investigación social moderna. Por otra parte, la insistencia de
Maclver sobre el papel fundamental de los sentimientos, las aspira
ciones y las actitudes subjetivas en la vida social se entreteje todo a
lo largo de su interpretación con la arraigada convicción de que el
hombre es un ser creador tanto como un ser social y culturalmente
creado.
Esa convicción se manifiesta agudamente en Causación social, obra
de Maclver un tanto olvidada, pero quizás la más madura del autor.
Creemos que en esc libro Maclver ha encontrado el áureo medio
entre la posición de muchos neo-positivistas, que identifican la cau
salidad social con la causalidad natural, y la opinión escéptica, recien
temente proclamada por Sorokin entre otros, que niega la aplicabili-
dad del concepto de causa a los fenómenos sociales. No mantiene
Maclver que podamos conocer las circunstancias o causas determinantes
de toda la conducta del hombre; pero insiste en que es posible formu
lar una concepción general de la causalidad que comprenda las rela
ciones psicológicas y sociales tanto como las asocíales. Pero estas úl
timas, por ejemplo la relación causal entre el viento y la ola o el
suelo y la producción, deben ser entendidas como relaciones de "ca
rácter invariable” de la naturaleza exterior, que reflejan leyes naturales
no sociales. Las proposiciones y los métodos empleados para estudiar
esas relaciones (por físicos y biólogos) no bastan, como sostiene un
neo-positivista del tipo de Lundberg, para comprender la causalidad
de los fenómenos sociales. Porque esta última incluye un elemento
psicológico: hay una fundamental "distinción entre el tipo de causa
lidad que implica que un papel salga despedido por el viento y el
que se revela cuando un hombre se escapa de un grupo que le per
sigue. . . 'el papel no tiene ningún miedo ni el viento odio, pero sin
miedo y ni odio ni el hombre se escaparía ni el grupo lo perse
guiría’ ” .84
Afirma Maclver que la conducta humana es influida por una gran
diversidad de circunstancias, tanto sociales como asocíales. Distingue
tres "grandes esferas dinámicas”: la de lo físico, la del ser orgánico
y la del ser consciente. Aunque cada una tiene sus propios atributos
distintivos (que requieren métodos distintivos de investigación), están
as ibid., p. 246.
36 Ibid., p. 252.
social, por ejemplo, fluctuaciones del ciclo económico o el paso de una
sociedad agraria a una sociedad industrial, que no son planeados por
los hombres pero que, sin embargo, representan consecuencias impor
tantes de miríadas de avalúos individuales. Sin duda varía el modo de
análisis de estos tres tipos de fenómenos; pero debe estudiarse el
papel fundamental de la acción selectiva consciente en los tres si
hemos de captar la dinámica de la causalidad social. De acuerdo con
su idea de la interdependencia de los individuos y la sociedad, Mac
lver enuncia su tesis clave:
37 Ibid., p. 261.
Homans, Gerth y Mills
La presentación de las opiniones de los cuatro sociólogos analíticos
más importantes de nuestros días quizás deba complementarse con un
breve examen de las aportaciones de otros autores con puntos de vista
análogos. Entre los muchos posibles, seleccionamos dos libros, The
Human Group (El grupo humano, 1950), de George C. Homans, y
Carácter y estructura social (1 9 5 3 ), de H. Gerth y C Wright Mills.
La proposición inicial del primero de esos libros es que el grupo
humano, que para Homans es el punto central de la sociología, es un
sistema. El concepto de sistema es fundamental para la teoría cientí
fica, y así la sociología queda conceptualmentc vinculada a las cien
cias teóricas más antiguas y más adelantadas. Considerando que el
estudio de la conducta del grupo es la tarea propia de la sociología,
Homans empieza por descomponerla en cierto número de elementos
mutuamente dependientes. Pasa después a estudiar el grupo como un
sistema social que sobrevive en un medio ambiente. El grupo es defi
nido funcionalmente: A, B, C . . . forman un grupo si, dentro de deter
minado periodo, A ínteractúa con B y C con mayor frecuencia que
con M o N, y si es posible decir lo mismo de la conducta de B y C.
Explica Homans que los elementos de la conducta del grupo son,
primero, actividades, lo que hacen los hombres, movimientos muscu
lares; segundo, interacción, que tiene lugar si la actividad de uno sigue
a la actividad de otro o es estimulada por ella (definición dudosa, ya
que la mera sucesión en el tiempo es criterio insuficiente de interac
ción); tercero, sentimiento, o estado interno del cuerpo del actor. El
"sentimiento" recuerda a Pareto, una de las principales fuentes teó
ricas de Homans, cuyas opiniones son asunto de un libro anterior de
Homans. Según éste, los sentimientos pueden inferirse del tono de la
voz, de la expresión facial, de las posturas del cuerpo y de lo que el
individuo dice de sus sentimientos interiores, palabras que tienen sen
tido porque nosotros podemos reconocer en nosotros mismos las cir
cunstancias a que los demás se refieren. (Esta opinión recuerda las de
Max Weber y C. H. Cooley y, como ellas, no es behaviorista.)
Esos tres elementos y sus recíprocas relaciones constituyen el sistema
social, formando los demás fenómenos parte del ambiente social. Ho
mans distingue en el sistema social un sector externo y un sector
interno. El sistema externo es el estado de actividades, interacciones y
sentimientos, más sus relaciones recíprocas, en la medida en que ese
estado contribuye a la solución del problema de cómo sobrevive el
grupo en su medio ambiente, enunciado que manifiestamente pide un
análisis en el estilo funcional- También implica análisis funcional el
estudio del sistema interno, compuesto de la conducta de detalle del
grupo más allá de los requisitos funcionales, pero que nace simultá
neamente del sistema externo y reacciona sobre él.
Homans demuestra estas proposiciones teóricas con el análisis de
una serie de casos de estudio, análisis en el cual se emplean también
otras proposiciones concernientes a la vida del grupo. Se concede
especial importancia a las normas y al control sociales. El control
social es casi idéntico a la concepción do Pareto relativa al restable
cimiento del equilibrio, entendiéndolo como proceso por el cual,
si la conducta de una persona se desvía atípicamente de una norma
(Homans observa que las desviaciones ligeras de las normas son co
munes), vuelve a ajustarse al grado típico de conformidad.
Carácter y estructura social, de Gerdi y Mills, es digno de atención
por el intento de usar el papel social como un concepto central que
unifica los puntos de vista psicológicos y sociológicos, empresa por
el estilo de la de Parsons. La palabra carácter (la primera del título)
designa al individuo como una entidad total, pero en la cual pueden
distinguirse el organismo, la estructura psicológica y la persona u
hombre como representante de papeles. Se hace resaltar la importancia
del papel en el concepto de la sociedad como estructura compuesta de
numerosos papeles institucionales. Según los autores, la estructura so
cial total puede descomponerse en órdenes institucionales, por ejem
plo, el económico, el político y el religioso. Dichos órdenes son reco
nocibles como combinaciones de instituciones (palabra vagamente
definida, como es tan frecuente) que tienen consecuencias, fines o fun
ciones análogas. El grado de autonomía de los órdenes institucionales
es materia qua ha de investigarse en toda sociedad dada. Pero en todas
partes hay varios aspectos o esferas de conducta social que caracterizan
a todos los órdenes institucionales, a saber, Ja tecnología, los sím
bolos, la posición social y la educación. Por otra parte, algunos as
pectos de la vida social no son identificables desde el punto de vista
de la estructura ni del orden institucional: hay también modos de
interacción amorfos o efímeros.
Dado este fondo teórico, Gcrth y Mills estudian un problema que
preocupa tanto a los sociólogos funcionalistas como a ios analíticos;
¿Cómo está integrada la sociedad? Se ofrecen cuatro alternativas:
1) La correspondencia se refiere a la unificación de la sociedad por la
aparición de un principio estructural común que opera de un modo
paralelo en cada orden institucional, de lo que es ejemplo el caso de la
sociedad norteamericana en la primera mitad del siglo xrx. 2 ) Se
obtiene la coincidencia si diferentes principios estructurales elaborados
en diversos órdenes producen una unidad parcial, pero nunca com
pleta, de lo que es ejemplo el nacimiento del capitalismo moderno
mediante la combinación de la caída de los privilegios feudales con
la creación de una estructura jurídica y una estructura administrativa
(interpretación que difiere de la de Max W eber). 3) La coordinación
implica la unificación de la sociedad por uno o más órdenes institu
cionales que llegan a predominar, como en las sociedades totalitarias
contemporáneas. 4 ) La convergencia tiene lugar cuando dos o más
órdenes institucionales coinciden hasta el punto de fusionarse (proceso
que parece una especie de inversión de la diferenciación social) .
Carácter y estructura social ofrece atisbos interesantes, en especial
porque las proposiciones teóricas se entretejen con la presentación de
materiales históricos (en este respecto el libro difiere esencialmente
de El grupo humano, de Homans, que estudia casos particulares).
Indudablemente, el método histórico implica el peligro de concentrarse
sobre lo concreto y único, lo cual no constituye la finalidad del estudio
sociológico. Pero Gerth y Mills persiguen la meta sociológica de
formular proposiciones de aplicabilidad general.
7 Sin embargo, como hemos señalado en el capítulo 18, los sociólogos analíticos
han formulado teorías de diferentes tipos de grupos sociales. Véanse en especial Socitty:
An Introductor? Analyjts, por R. M. Maclver y C. H. Page, Nueva York, Rinehart and
Co., Inc., 1949, capítulo X ; "Social Groups in the Modero W orld", por F. Znaniecki,
capítulo V de Freedom a tul Control in Mod&rn SocUty, de M. Bcrgcr, T . Abel y C. H.
Page, editores, Nueva York, D. Van Nostrand Co., Inc., 1 950; y The Human Group,
por C. C. Homans, Nueva York, Harcourt, Bruce and Co., 1950.
ciada por Thcodor Lítt, cuya principal aportación teórica es Individuo
y sociedad (1 9 1 9 ). Según Lite, la fenomenología es aplicable a los
fenómenos de naturaleza psíauica constituidos de tal suerte que en
una sola experiencia cognoscitiva del observador es perceptible una
estructura, una ordenación interior, y señala el camino para el análi
sis. Tal es el caso de los fenómenos estudiados por las ciencias socia
les. En esto, el punto de vista de Litt se parece al de Max Weber.
La obra más conocida de sociología que sigue esta orientación es
la Teoría de la sociedad, de Alfred Vierkandt ( 1867-1952). Vierkandt
nació en Hamburgo, estudió en Leipzig con el psicólogo Wundr y
publicó su primera obra, Pueblos naturales y culturales, en 1895. De
1921 a 1934 fue profesor de ciencias sociales en Berlín. Su Teoría
de la sociedad apareció por primera vez en 1922 (revisada en 1 9 2 8 ),
y en los años siguientes las opiniones expuestas en este libro fueron
ampliadas en numerosos libros y ensayos. En 1949 fue publicada
una nueva versión de la Teoría.
Según Vierkandt, la misión de la sociología es la formulación de
una teoría de la sociedad y de la cultura. Define la sociedad como
la suma total de interacciones humanas, idea que recuerda a ia teoría
de Simmel, que Vierkandt cita. Entre los diversos modos posibles de
enfocar la sociología, el más adecuado, según Vierkandt, es el basado
en el método fenomenológico. Este método, llamado "abstracción
ideativa”, se orienta hacia conceptos primarios que no pueden ser re
ducidos a otros conceptos. Pero los conceptos básicos pueden ser
captados por "un mirar a” (Ansicht) la vida social, en otras palabras,
aclarando su naturaleza específica mediante la contemplación interior
de ejemplos, o aun de un solo ejemplo, que puede ser imaginario.
Esto no obstante, es un procedimiento conveniente la comparación
de conceptos derivados de esa manera con otros.
Por medio de esa contemplación interior, es posible la comprensión
de las disposiciones innatas de los hombres, que comprenden el "sen
timiento de sí mismo” y la dependencia de las personas del juicio
de las demás. La sociedad es, pues, un "estar juntos” de hombres que
se encuentran ligados por una dependencia mutua. Advierte Vierkandt
que esta opinión no constituye un concepto psicológico de la sociedad.
Los miembros individuales de ésta experimentan una especie de coac
ción interior; pero los lazos entre los individuos se basan en la inter
comunicación, que puede tener lugar en ausencia de movimientos
físicos o de reflexiones conscientes.
Vierkandt subraya las propiedades básicas de las sociedades huma-
ñas. En primer lugar, cada sociedad posee integridad, en el sentido de
que es un sistema, una estructura en la que todo lo que acontece en
una parte afecta a los demás sectores del todo. Este principio funcional
se completa con una segunda teoría, a saber, que las familias, las
tribus, las naciones y otras organizaciones sociales tienen hasta cierto
punto "vidas propias”: lo que hacen, cómo se desenvuelven, lo que
realizan, no puede ser arbitrariamente determinado por los individuos.
Las sociedades tienen su propio estilo, sus leyes, sus órdenes, que mol
dean la conducta de las personas, quienes muchas veces no perciben
su dependencia del todo. Los individuos vienen y van, pero la estruc
tura y el orden y, en realidad, los propósitos y las realizaciones de los
grupos sociales, perduran.
Los grupos sociales — añade Vierkandt— muestran grados diversos
de solidaridad. En la Gemeinscbajt o tipo de comunidad los lazos son
estrechos y cálidos; la conciencia del ego se amplía más allá de los
límites de lo individual. Pero hay gradaciones de dicha solidaridad
entre los diferentes tipos de comunidades o Gemeinschaften. Por otra
parte, las asociaciones, en el sentido de las Gcsellschaften de Toennies
(muy parecido al concepto de asociación de Maclver, como expusimos
en el capítulo 1 8 ), también se distinguen por grados diversos de
cohesión del grupo.
Según Vierkandt, cada grupo social posee su propio espíritu, que
es "superior” al espíritu subjetivo de sus miembros individuales. La
inconsciente intencionalidad de la vida del grupo es casi un "mila
gro”. Pero el individuo y el grupo no están en oposición, ya que cada
persona está impregnada de las características del grupo, y la actitud
del individuo hacia el grupo es fundamentalmente de amor y admira
ción. Debe advertirse que la concepción sustentada por Vierkandt de
una armonía fundamental entre el individuo y el grupo y del ,*amor‘’
de aquel por éste, es consecuente con una orientación intelectual tra
dicional en Alemania, expresada, por ejemplo, en las obras del filó
sofo Hegel y sus discípulos y en el movimiento romántico.
Nacida, pues, en Alemania, la sociología fenomenológica se exten
dió a Francia, donde su principal figura ha sido Georges Gurvitch
(n. 1 8 9 6 ). Gurvitch nació en Rusia, vivió en Alemania, Checoslova
quia y los Estados Unidos, y finalmente se estableció en Francia, donde
es ahora profesor en la Sorbona. Es autor de varios libros, entre los
cuales sus Ensayos sobre sociología (1 9 3 6 ) pertenecen al campo de
esta investigación. En 1950 apareció una nueva versión de los En
sayos con el título de La vocación de la sociología .
Gurvitch formula una "sociología en profundidad”, en que el pun-
to de partida son fenómenos inmediatamente dados, y pasa a planos
cada vez más profundos. Estos planos comprenden: 1) la base geo
gráfica y demográfica de la sociedad; 2 ) el plano simbólico manifes
tado, por ejemplo, en el hecho de que la gente responda de un
modo definido a símbolos tales como las banderas y las señales de
tráfico; 3 ) las "superestructuras organizadas” de la sociedad; 4 ) los
hábitos y prácticas sociales (más correctamente, las costumbres);
5 ) los fenómenos revolucionarios o reformistas ( la relación entre este
plano y el anterior es la misma que hay entre invención e imitación
en la teoría de Tarde); 6 ) los valores que están en la base de las
actividades observables en el plano anterior; y 7 ) , la realidad social
inmediata, o mente colectiva, que es indicio de la aceptación por
parte de Gurvitch de ciertos aspectos de la teoría de Durkheim. La
mente colectiva — dice— se siente en la profundidad de la concien
cia individual, opera a través de las mentes individuales y propor
ciona al hombre el conocimiento íntimo de la reciprocidad de las rela
ciones de valor en la vida social.
Hay que destacar dos clasificaciones en la sociología de Gurvitch
La primera es su distinción entre microsociología y macrosociología,
que indica dos tipos principales de sociología, cada uno de los cuales
usa métodos completamente diferentes de investigación. (Niegan esta
distinción metodológica muchos sociólogos, entre ellos neo-positivistas
y funcionalistas como Merton, quienes sostienen que debe emplearse
el mismo procedimiento lógico para estudiar todos los fenómenos
sociales.) La microsociología estudia, por ejemplo, los pequeños gru
pos irregulados, mientras que la macrosociología se interesa por fenó
menos de grandes dimensiones, como los estados y las civilizaciones.
En segundo lugar, Gurvitch ha formulado una complicada clasificación
de las formas de sociabilidad, un poco al estilo de von Wiese (véase
capítulo 2 1 ) ; pero su enumeración de nada menos que 162 tipos de
sociabilidad es, esencialmente, un penetrante ejercicio de técnica de la
definición y aporta poco al desarrollo teórico.
En dos obras recientes, aparecidas ambas en 1955, Gurvitch hace
valiosas aportaciones a los problemas básicos de la teoría socio
lógica: primero, las relaciones entre la sociedad y la cultura por una
parte y la personalidad por otra, y segundo, la naturaleza de la so
ciedad.
La primera de esas obras es la titulada Determinismo social y liber
tad humana. En ella ya no cita Gurvitch la filosofía fcnomenológica
como punto de partida de su razonamiento (en La vocación de la so
ciología, 1950, ya había renunciado a su adhesión a esa escuela
filosófica). Pero, como señaló otro sociólogo francés, A. Cuvillier,8
este cambio de orientación — llamado ahora por Gurvitch "dialéc
tica hiperempírica”— 9 no se refleja en el contenido sustantivo de sus
opiniones sociológicas. Esto mismo puede decirse en gran parte de
Determinismo social.
En este libro, sostiene Gurvitch que no pueden establecerse leyes
causales, leyes evolutivas ni leyes funcionales en el campo de la socio
logía. Si es que puede encontrarse algún determinismo, sólo puede
serlo en forma de leyes estadísticas (enunciados de probabilidad), de
covariación y variables, de tendencias uniformes en diversas manifes
taciones sociales, y la integración de las partes en todos. Después de
examinar varias definiciones, Gurvitch identifica la Jil>ertad con las
acciones espontáneas y voluntarias que tienden a modificar situaciones
y a vencer resistencias. Este concepto de la libertad es empleado para
someter a prueba formas sociológicas de determinismo, sobre un fon
do de una sociología en profundidad que reproduce, con ligeras modi
ficaciones, la expuesta más arriba. Ninguno de los niveles de pro
fundidad suprime la libertad humana, ya que actúan entre sí y se
limitan el uno al otro. Situación análoga prevalece respecto de las
"formas de sociabilidad”, importante objeto de estudio de la micro-
sociología.
Quizás la parte más interesante de Determinismo social es el estu
dio del determinismo y la libertad en las "sociedades omnímodas”, esto
es, en las grandes sociedades en cuya estructura pueden ser satisfechas
la inmensa mayoría de las necesidades humanas. Según Gurvitch, no
se sabe que exista ningún principio universal de integración de esas
sociedades, falta que exige un estudio tipológico preliminar. Así, el
autor describe cuatro tipos "arcaicos” o primitivos, seis tipos históri
cos (por ejemplo, el despotismo ilustrado en combinación con el
capitalismo naciente, y la sociedad democrática combinada con el capi
talismo de competencia comercial), y cuatro tipos modernos (entre
ellos el "capitalismo organizado” de los Estados Unidos contemporá
neos y el "pluralismo colectivo” de la Gran Bretaña y de Suecia).
En relación con cada tipo se esboza brevemente la importancia relativa
de los niveles de profundidad y de las formas de sociabilidad, y se
Karl Mannheim
2 Las categorías apolínea y fáustica de Spengler son empleadas por Ruth Benedict
para describir el etbos de diferentes tipos de culturas iletradas en su conocida obra
Putttms of Culture (Patrones culturales), Boston, Houghcon Mifflin Co., 1934.
priva a la cultura occidental de toda continuidad respecto del cris
tianismo primitivo.
Sólo una de esas culturas, la maya (en su fase mexicana), fue des
truida por fuerzas exteriores. Las demás murieron o están moribundas
de la senilidad de la civilización urbana. Sostiene Spengler que la
cultura clásica no fue destruida por las invasiones germánicas, ya que
en aquel tiempo hacía siglos que había muerto la civilización greco-
romana. La cultura occidental — dice— nació hacia el año 900 d. c.,
y por lo tanto su ciclo debe cerrarse ya. De ahí el título de la
obra: La decadencia de Occidente, y la sensación que causó.
La popularidad del libro de Spengler alcanzó su punto máximo
entre 1920 y 1930. Desde entonces, los sociólogos, los antropólogos
culturales y los historiadores, basándose en los conocimientos socioló
gicos acumulados, han hecho nuevos intentos para formular teorías
en gran escala de las fluctuaciones de las culturas o civilizaciones. Dos
de esos intentos han despertado universal atención, los de Toynbee
y de Sorokin, aunque también se han publicado otros trabajos un
tanto análogos.
Merece observarse que las dos obras más importantes en este cam
po han aparecido casi simultáneamente. El historiador Arnold Toynbee
(n. 1889) publicó seis volúmenes de su Estudio de la Historie!, en
1934-39; en 1954 publicó cuatro volúmenes más. Dinámica social y
cultural, en cuatro volúmenes, del sociólogo norteamericano Sorokin,
apareció en 1937-41. Sorokin ha estudiado críticamente con frecuen
cia la obra de Toynbee; pero Toynbee parece haber ignorado las
teorías de Sorokin.
Arnold Toynbee
La sociología histórica de Toynbee es un intento de descubrir uni
formidades en el desarrollo y decadencia de las civilizaciones y de
exponer los principios de esa norma dinámica. Basa sus conclusiones
en el estudio de veintiún civilizaciones que supone que han recorrido
su ciclo histórico natural completo, o casi completo, más otras cinco
"detenidas” y otras varias "abortadas”. Las civilizaciones plenamente
desarrolladas son la occidental, dos ortodoxas cristianas, la irania, la
árabe, la hindú, dos del Lejano Oriente, la helénica, la siriaca, la índi
ca, la sínica o china, la minoica, la sumeria, la hitita o hetea, la babi
lónica, la andina, la mexicana, la yucateca, la maya y la egipcia. Las
cinco civilizaciones "detenidas” son la polinesia, la esquimal, la nó
mada, la otomana y la espartana.
Toynbee considera la civilización, que es su unidad de estudio,
como un campo inteligible y esencial de estudio histórico. Parecido
al de "cultura” en Danilevsky y Spengler, el concepto "civilización”
se refiere a cierto número de pueblos que poseen numerosas caracte
rísticas comunes. Las civilizaciones pueden ser "originales", habiendo
brotado espontáneamente de un nivel preciv ilibado, o "afiliadas”,
cuando han sido estimuladas por civilizaciones ya existentes. Concluye
Toynbee que han surgido y florecido cuatro o cinco civilizaciones
originales: la egipcia, la sumeria, la china, la maya y quizás la índica.
Todas las demás han sido afiliadas a civilizaciones anteriores. 1:1 con
cepto de civilizaciones "afiliadas” separa la opinión de Toynbee de la
teoría de Danilevsky y más aún de la de Spengler. Algunas de
las civilizaciones —<lice Toynbee— se distinguen por un estilo defi
nido: estético en el caso de la helénica, técnico en la occidental,
religioso en la rusa; pero, como en la obra de Spengler, no está des
arrollado el concepto de estilo.
La solución de Toynbee a la cuestión de Ja uniformidad en el mo
vimiento de la cultura es análoga, en general, a las de sus dos prede
cesores. En cierto momento y en cierto lugar — dice— nace una civi
lización. En determinadas circunstancias (cuyo carácter se describe
más abajo) la civilización se desarrolla, si no es detenida o no perte
nece a uno de los tipos abortivos, como la espartana o la polinesia.
Finalmente, ese desarrollo trae consigo un "colapso” o paralización
seguido de la decadencia. A diferencia de Spengler, Toynbee no em
plea las imágenes poéticas de las cuatro estaciones o de las cuatro
edades del hombre para describir ese ciclo. Pero Toynbee se une a
Spengler en creer que el curso de cada civilización (con las excepcio
nes mencionadas) es uniforme, que pasa por predeterminadas etapas
y que desaparece. A diferencia de Spengler, no atribuye una duración
definida a la vida de las civilizaciones.
El estudio del origen y desarrollo de las civilizaciones es la parte
más brillante de la obra de Toynbee. Una de sus tesis principales es
que los procesos del origen y el desarrollo están dominados por la
pauta reto-resptmta. El reto puede proceder de fuerzas naturales,
como un clima duro, o de los hombres, en especial de vecinos beli
cosos. Nace y se desarrolla una civilización si, por una parte, el reto
no es demasiado riguroso, y si, por otra parte, existe una minoría
inteligente que halla respuesta adecuada al reto.3 Esta opinión repre
Chapín y Kroebcr
Alfred W eber
De los estudios sobre sociología histórica escritos en otros idiomas
que el inglés, quizás los más importantes son los de Alfred Weber,
hermano de Max. Su obra más importante de sociología histórica es
La historia de la cultura como sociología de la cultura (1 9 3 5 ). Las
ideas fundamentales contenidas en este volumen (y en publicaciones
sueltas anteriores) pueden resumirse en los siguientes términos:
La vida es fundamentalmente histórica. El carácter dinámico de la
historia depende del apremio inmanente para dar existencia a una
forma espiritual, apremio que Weber llama "voluntad cultural”. Ésta
ha de considerarse como un hecho que el sociólogo debe admitir.
(La sociología, para Weber, es una ciencia cultural, no una ciencia
natural.) El sociólogo cultural se encuentra ante esta pregunta: ¿Cuál
es nuestro lugar en la corriente de la historia? Su respuesta será
sociológica si es capaz de captar el proceso histórico en su totalidad.
Según Weber, puede conseguirse ese resultado si se divide el com
plejo total de la historia en tres procesos fundamentales: el social, el
civilizacional y el cultural. Cada uno de estos procesos sigue diferentes
leyes de desarrollo y movimiento, pero, no obstante, están estrecha
mente relacionados entre sí.
El proceso social se manifiesta en el despliegue de acontecimientos
concretos que tienen lugar en las sociedades. Es propulsado por las
fuerzas humanas-de ímpetu y voluntad, aunque en parte está limitado
y determinado por condiciones físicas. Tiene por resultado la forma
ción de la organización social de familias, tribus y naciones, y sus
luchas. Aunque el proceso social consiste en acontecimientos especí
ficos y distintos, dentro de éstos pueden descubrirse pautas generales
típicas de forma y desarrollo. Esta última tarea se simplifica usando
el principio del tipo ideal: Alfred Weber tiene en gran estimación
las teorías de su hermano Max.
La civilización consiste en el arsenal de armas del hombre en su
lucha por la existencia mental y material; el proceso civilizacional
equivale al dominio y explotación de la naturaleza. Se manifiesta
especialmente en el desarrollo de la tecnología y de las ciencias natu
rales. Está dominado por finalidades deliberadas, por la racionalidad
y por consideraciones utilitarias. Como los productos de la civilización
son transferibles y acumulativos, el proceso civilizacional es unilineal
y progresivo. Por otra parte, en opinión de Weber, el proceso civili
zacional es irreversible y últimamente conducirá a una civilización
unificada.
Pero la cultura es cosa diferente, diametral mente opuesta en muchos
aspectos a la civilización. El proceso cultural se caracteriza por la
capacidad creadora. Los productos culturales son exclusivos y únicos,
y por lo tanto no fácilmente transferibles de un periodo histórico a
otro. Fundamentalmente, la cultura es una síntesis del mundo y de la
personalidad individual. Se expresa en el arte, en Ja religión y en
la filosofía, campos de auténtica capacidad creadora. En estas esferas
no hay normas predeterminadas, ni criterios universalmente válidos y
necesarios (como en la tecnología de la civilización), ni leyes apli
cables de manera general al desarrollo ni a Ja decadencia.5 Pero en
la esfera de la cultura pueden observarse dos periodos de productivi
dad y de inercia, así como ‘'edades” y conflictos culturales diferentes.
Sin embargo, los procesos social y civilizacional se entretejen inva
riablemente con movimientos culturales e influyen en ellos; en rea
lidad, la capacidad creadora y la espontaneidad de estos últimos se
caracterizan por el hecho de que el hombre se da cuenta de su lugar
en la ordenación social y civilizacional de las cosas y por sus diferentes
esfuerzos individualizados para modificar y dirigir el proceso social.
Los tipos culturales de organizaciones históricas y sociales específicas
se fijan muy pronto en su historia. Esto crea una unidad de estilo
cultural que informa la religión, la filosofía y el arte, y que a su vez
contribuye a moldear a los hombres y las sociedades.
En una obra posterior, Principios de sociología histórica y cultural
(1 9 5 1 ), Weber ha elaborado y elucidado esas opiniones. Desarrolla
también el tema de que la cultura se desenvuelve de acuerdo con una
pauta de ondas recurrentes. Esta concepción se parece algo a la teoría
de la dinámica cultural de Sorokin, aunque, en el uso que Weber
hace de ella, la palabra cultura designa una clase de fenómenos
mucho más restringida que en el de Sorokin. El proceso cultural — pro
sigue Weber— es sólo indirectamente afectado por los otros dos
procesos fundamentales, o sea el social y el civilizacional. Los pro
ductos de estos dos procesos proveen al hombre en cuanto creador
de cultura de materiales nuevos que pueden y deben ser "dominados’'
(bewáltigt) espiritualmente.
Resumen y comentario
Las opiniones de los sociólogos históricos de nuestros días parecen
divergir ampliamente. Sin embargo, pueden conciliarse en gran me
dida sus principales concepciones.
S La distinción de Alfred W eber entre civilización y cultura, expuesta por primera
vez en un artículo publicado en 1920, está estrechamente emparentada con la de
Maclver y sus discípulos. Según dijimos en el capítulo 18, Maclver, como W eber, iden-
tiíica civilización y actividades instrumentales del hombre, en especial la tecnología; pero
su concepto de la cultura es •más amplio que el de W eber, pues comprende todos los
productos y procesos humanos que el hombre dota de un valor J e fin. También, como
W eber, Maclver emplea esta distinción conceptual en el análisis; de las afinidades entre
éste y las obras de W eber, véase Soeiety: An Introdmtory Analytis (T^i sociedad: análisis
introductorio), de R. M. Maclver y C. H. Page, Nueva Yorlc, Rinehart and Co„ 1949,
capítulos X X I y X X II. La teoría de Maclver volvemos a estudiarla en el capítulo si*
guíente.
La proposición fundamental puede tomarse de la teoría de Alfred
Weber. Es el teorema según el cual el desarrollo de la "cultura’' (tal
como suele concebírsele) en su totalidad está dirigido por más de un
tipo de uniformidad de principio. Weber (y Maclver entre otros cuyas
opiniones no han sido tratadas en este capítulo) sostiene que, en lo
relativo al dominio dei hombre sobre la naturaleza, especialmente en
tecnología y en las ciencias sobre las cuales se basa la tecnología, la
principal uniformidad es la acumulación. El proceso acumulativo "civi-
lizacional" (para usar la palabra de Weber y de Maclver) es, no
obstante, interrumpido accidentalmente por retrocesos y por catástro
fes humanas, y su curso modificado por el contacto y la difusión
culturales. Este principio del desarrollo acumulativo representa una
versión parcial y limitada del evolucionismo (véase capítulo 2 1 ) .
Los aspectos más específicamente creadores de la actividad huma
na, como la religión, la filosofía, las humanidades y las bellas artes
(la "cultura” de W eber), así como la organización política y eco
nómica, no revelan, según la opinión común de los sociólogos histó
ricos, una evolución unilincal hacia el progreso, ni es aplicable en
esos campos la pauta de desarrollo-colapso-decadencia tal como la
formularon Spengler y más tarde Toynbee. Pero pueden observarse
diferencias entre periodos de florecimiento y de colapso cultural, entre
la eficacia y la ineficacia económicas. La pauta general del cambio
en esos casos es quizás la que formularon Chapín y Kroeber: curvas
de actividad semi-independientes en diferentes campos sociales y cultu
rales, que pueden ser o no ser sincrónicas, pero que sugieren, durante
los periodos de alto desarrollo, un florecimiento interdependiente de
la cultura en genera!. Pero aún hay que determinar las condiciones
en que se inician las tendencias del desarrollo de los diferentes aspec
tos de la cultura y en que llegan a sincronizarse. En la obra de Toyn
bee se manifiesta una penetración considerable en estos problemas.
Por otra parte, Sorokin ha abierto un nuevo campo al llamar la
atención hacia el punto de vista cualitativo en sociología histórica y
al formular una teoría de oscilación de ondas entre los estilos cultu
rales más importantes. Su teoría necesita ser refinada y, como todas
las teorías científicas, está sujeta a correcciones. Pero los objetivos de
su dinámica cultural y la estructura de referencia de sus investigacio
nes son una desviación importante de los de Danilevsky, Spengler
y Toynbee.
Si las conjeturas de esos autores son correctas, puede surgir una
teoría del desarrollo social y cultural que permita el análisis de toda
configuración sociocultural concreta situándola en un esquema tridi
mensional que comprende, primero, la evolución tecnológica; segun
do, el movimiento cíclico en las actividades creadoras y en la organi
zación política y económica; y tercero, la oscilación de ondas de los
grandes estilos culturales. Quizás se descubra que el segundo de esos
procesos es un racimo de procesos relacionados entre sí. Lo más
probable es que se halle una interdependencia entre los diferentes pro
cesos. Sorokin ya ha hecho ver que con toda probabilidad fases dife
rentes en la fluctuación del estilo de cultura determinan la intensidad
de la actividad creadora en campos específicos del esfuerzo humano.
Desgraciadamente, son hoy relativamente pocos los autores que
trabajan siguiendo los lincamientos indicados por la investigación de
los sociólogos históricos, cosa especialmente lamentable en un mundo
tan dinámico como el nuestro. Indudablemente, la sociología, y tam
bién la sociedad, necesitan una teoría general empíricamente com
probada de los cambios sociales y culturales, teoría que se relaciona
— y la completa— con una teoría general de la estructura y la orga
nización socioculturaies.
La constelación de escuelas estudiadas en los capítulos que preceden
no agota la complejidad de la sociología de mediados del siglo.
Quedan por examinar ciertas tendencias, para que el cuadro sea más
completo.
Neo-evolucionismo
El evolucionismo social en su forma clásica está muerto: nadie sus
tenta hoy la teoría de que la sociedad humana se desenvuelve uni-
lincalmente hacia el progreso siguiendo etapas preestablecidas. Aun
que en un tiempo estuvo de moda rechazar la idea evolucionista en
su totalidad, siempre ha habido sociólogos y antropólogos culturales
que propugnaron un evolucionismo moderado. En la actualidad su
influencia va aumentando.
Entre los sociólogos, Charles A. Elhvood (1 8 7 3 -1 9 4 6 ), cuyas opi
niones sociológicas generales se parecen mucho a las de Cooley,1 con
tinuó hasta muy entrado el segundo cuarto de nuestro siglo la tradi
ción del evolucionismo psicológico (véase capítulo 6 ), modificada
para responder a las objeciones formuladas contra esa teoría y enri
quecida por la incorporación del concepto de cultura. En su Cultural
Ei'olution (Evolución cultural, 1 9 3 7 ), sostiene Elhvood que la teoría
de la cultura debiera ser una explicación psicosociológica de la cultura
atendiendo a características distintivamente humanas. La evolución
cultural — dice— procede por invención, la cual, ya sea material o
social, es imposible sin la formación de normas mentales o concep
tos. De allí se sigue, según Ellwood, que las etapas por las cuales pasa
la cultura son necesariamente equivalentes a etapas del proceso de
aprendizaje. En oposición con las enseñanzas de los primeros evo
lucionistas, reconoce la ausencia de una línea típica única de evolución
cultural, pero supone la existencia de etapas inevitables de aprendi
zaje. Así, el hombre primitivo no sólo era analfabeto, sino que aún
no había descubierto el arte del cultivo; en la etapa siguiente todavía
era analfabeto, pero ya había descubierto dicho arte; en la etapa más
reciente ya conocía la escritura.
Al mismo tiempo, sostiene Elhvood que la evolución cultural es
l Especialmente en Sociology in Its Psychological Aspects (La sociología en sus aspee -
tos psicológicos, 1 9 1 2 ).
un producto de la evolución social, la cual es a su vez un aspecto par
ticular de la evolución universal. Identifica el nacimiento de la cul
tura con una "mutación” en la evolución social, proceso que existe
entre animales no humanos. Estos enunciados son un tanto consonan
tes con la teoría de la evolución cósmica sustentada por Spencer.2
Mucho más limitado es el ingrediente evolucionista en la teoría
sociológica de Maclver, cuyas ideas sobre estructura y causalidad so
ciales hemos esbozado en el capítulo 18. En su Soeiety (Sociedad,
1 9 3 1 ), 8 Maclver renueva la teoría de la diferenciación, de Spencer,
pero librándola de las referencias a leyes cósmicas, al paralelismo
con la evolución orgánica y al progreso inevitable, frecuentes en el
padre fundador. Según Maclver, la evolución es el despliegue de la
naturaleza de una cosa, proceso en el cual se adapta mejor al medio;
pero no es progreso inevitablemente, el cual es la aproximación de la
realidad a un ideal humano. Cada una de estas dos cosas pertenece
a diferentes categorías de ideas: la evolución a la ciencia, y el pro
greso a las humanidades, esfera de los ideales humanos.
Existe evolución social, afirma Maclver, siempre que la historia de
la sociedad se señala por una creciente especialización de órganos
o unidades dentro del sistema para servir a la vida del conjunto. De
esta suerte, la evolución social es esencialmente diferenciación, pro
ceso que se manifiesta en una mnyor división del trabajo, en el aumen
to del número y variedad de asociaciones e instituciones funcionales
y en la diversidad y refinamiento mayores de los instrumentos de
comunicación social. La línea general de la evolución social ha avan
zado desde la sociedad primitiva, caracterizada por la fusión de usos
políticos, económicos, religiosos y culturales, a través de instituciones
públicas diferenciadas (en el lenguaje de Maclver las instituciones son
los modos de proceder consagrados), hasta asociaciones diferencia
das, tales como el Estado, la corporación económica, la familia, la
escuela y la Iglesia. La diferenciación de "grandes asociaciones” de
la vida política, económica y "cultural”, ha ido acompañada de una
gran diferenciación dentro de sus respectivas estructuras.
Pero Maclver niega que la evolución abarque la totalidad de los
cambios sociales. Distingue entre civilización, que es "el mecanismo
com pleto.. . que el hombre ha inventado en su esfuerzo para domi
13 "Coup d’oeil sur 1'anrhropclogie cuItu relie amcricamc” ("O jeada a la antropología
cultural norteamericana” ) , en Cahitrs intornaítonaux d t sociología, vol. X II ( 1 9 5 1 ) .
sólo puede comprenderse como conducta humana: la cultura es la
sociedad encarnada en la conducta humana. Por consiguiente, el estu
dio de la cultura da a la sociología un sabor psicológico, concepción
que discrepa de la teoría de Durkheim.
Podemos concluir que la sociología francesa se halla actualmente
en una encrucijada. Y a no se acepta sin discusión el realismo socio
lógico de Durkheim. Fuentes diversas, entre ellas las opiniones teóricas
de Max Weber, los sociólogos analíticos y los antropólogos cultura
les de los Estados Unidos, están estimulando nuevas desviaciones.
Durkheim fue uno de los cuatro sociólogos de fines del siglo X I X que
fundaron la sociología analítica, como vimos en los capítulos 8 y 9 ;
como acabamos de ver, su actitud teórica ha sobrevivido hasta el
tiempo presente en Francia. En Alemania ha persistido la teoría de
Simmel, otro de los cuatro fundadores. Pero Simmel no domina la
sociología alemana, porque sus continuadores forman un pequeño,
aunque muy activo, grupo localizado en Colonia y dirigido por Leo
poldo von Wiesc (n. 1 8 7 6 ).
Von Wiese nació en Glatz, Silesia. Recibió su doctorado en filo
sofía en la Universidad de Berlín, y poco después inició su carrera
académica. En 1915 fue nombrado profesor de economía de la Es
cuela de Comercio de Colonia, que en 1919 se convirtió en univer
sidad, y allí siguió como profesor de sociología, con una larga inte
rrupción durante el régimen nazi. Durante muchos años dirigió von
Wiese la revista alemana más importante de sociología, que ahora
aparece con el título de Kólner Zeitschrift für Soziologie. Su obra
fundamental es Sociología general, en dos volúmenes que aparecieron
en 1924 y 1929; una segunda edición, revisada y en un solo volumen,
apareció en 19 3 2 .14
Von Wiese ha tomado por su cuenta e! objetivo de Simmel: hacer
de la sociología una ciencia independiente. Como Simmel, ve el aspec
to específicamente sociológico de la realidad en forma de hechos so
ciales, pero, a diferencia de Simmel, ha dado a la palabra forma una
interpretación más bien dinámica, concentrando su atención sobre la
acción y el movimiento. Cree, también como Simmel, que la socie
Resumen
Las diversas tendencias examinadas en este capítulo tienen dos deno
minadores comunes. En primer lugar, cada una de ellas continúa en
el presente una tendencia originada en el siglo X I X , y se propone dar
la explicación de la realidad social. En segundo lugar, cada tendencia
acentúa y exagera una de las cosas siguientes: un determinante par
ticular (geográfico o demográfico) de la realidad social; un posible
mecanismo del devenir social (neo-evolucionismo); o un punto de
vista exclusivo concerniente a los fenómenos sociales (sociología durk
heimiana, escuela de sociología de Colonia). Liberada de una anticua
da unilateral idad, cada una de las tendencias supervivientes o resu
citadas contiene aportaciones valiosas al tesoro de los conocimientos
sociológicos. Es indudable que las configuraciones sociales son afec
tadas de manera importante por situaciones o procesos geográficos o
demográficos, o que debieran describirse sistemáticamente los tipos
de relaciones y estructuras sociales. También es probable que, den
tro de límites definidos, el evolucionismo sea una sólida concepción
de un aspecto importante del devenir social.
Los actuales representantes de las opiniones que hemos examinado
en este capítulo bajo el encabezado de "supervivencias y renacimien
tos”, comprenden cada vez más las limitaciones de sus respectivos
puntos de vista. Esa comprensión es particularmente señalada entre
ios exponentes del neo-evolucionismo, de los estudios sociogeográficos
y de la sociología durkheimiana. Pero el reconocimiento de esas li
mitaciones es imperativo, si esas tendencias han de ser partes valio
sas del todo que algún día formará una teoría sociológica general
utilizable.
SEXTA PARTE
CONCLUSIÓN
Durante la primera mitad del siglo x x , la sociología hizo progresos
decisivos, y de ser un programa de tanteos y un racimo de controversias
sobre el alcance y método de una ciencia todavía no constituida, pasó
a ser un cuerpo firmemente establecido de conocimientos basados en
un gran número de observaciones comprobadas y de inferencias saca
das de ellas. Sin embargo, la meta no ha sido alcanzada del todo.
Los puntos de vista dispares en materias sociológicas aún no se han
fundido en una teoría sociológica equivalente del tipo de teoría que
forma parte de cada una de las ciencias naturales. Aún no se ha
alcanzado esa meta a pesar de las vigorosas exhortaciones a seguir los
métodos de las ciencias naturales y de los numerosos intentos de ha
cerlo (de que pueden servir de ejemplo las obras de Thomas, de Pa-
reto y de los neo-positivistas), y a pesar de las prometedoras aporta
ciones de los sociólogos analíticos.
No obstante, se han conseguido algunos resultados positivos.
En primer lugar, mientras la sociología anterior contenía largas
discusiones sobre lo que debía ser la ‘'sociología”, hoy la discusión
versa sobre lo que realmente es la sociología. De las cuatro respues
tas fundamentales a la primera pregunta formulada en el capítulo 1 ,
ha prevalecido la cuarta, la que, según se recordará, define la socio
logía como el estudio de las características generales de todas clases
de fenómenos sociales y de las relaciones existentes entre esas clases.
Aunque la mejor formulación la dio Sorokin, el camino hacia esta con
cepción lo prepararon Simmel, fundador del tercer enfoque o punto
de vista, que identificó la sociología con el estudio de la forma de los
fenómenos sociales, y Giddings. La ascendencia puede remontarse a
Comte, cuya idea de que la sociología iba a ser la ciencia teórica
general de los fenómenos sociales ha sido desarrollada en la defini
ción ampliamente aceptada de Sorokin.
En segundo lugar, los fenómenos sociales, materia de la sociología,
se consideran ahora por lo común como fenómenos stti generis o. dicho
en otros términos, irreductibles a hechos no sociales, por ejemplo
a hechos psicológicos o físicos. En este respecto, ha prevalecido la
opinión de Durkheim contra la de los sociólogos psicológicos. Éstos,
a su vez, tuvieron razón en oponerse a los que veían en la sociedad
la acción de fuerzas impersonales o, por así decirlo, sobrehumanas.
375
Los fenómenos sociales son sui generis, pero, no obstante, son el re
sultado de la combinación de acciones humanas.
Pero puede advertirse una opinión particularista, que se deriva
de Max Weber y de Thomas y que hoy representa principalmente
Parsons. Esta opinión vuelve a introducir la confusión entre la socio
logía y la psicología a causa de su preocupación por la "acción”.
Por otra parte, como corolario de la irreductibilidad de los fenó
menos sociales a cualquiera otra clase de fenómenos, la opinión co
mún entre los sociólogos rechaza las analogías biológicas en todas
sus formas (organicismo, darwinismo social, etc.), así como la inter
pretación de los fenómenos sociales de acuerdo con un modelo teórico
destinado al estudio de fenómenos físicos, modelo que desempeñó
papel importante en el sistema de ideas de Spencer. El intento de
Lundbcrg para interpretar la sociedad humana en relación con la es
tructura del átomo es un notable anacronismo.
En tercer lugar, el fenómeno social básico, la unidad para el aná
lisis sociológico, por lo general se identifica con la interacción entre
dos o más seres humanos. La interacción requiere dependencia inteli
gible de la acción de un ser humano de la existencia o la acción
— pasada, presente o prevista— de otro ser humano. La interacción
es directamente observable, ya que la acción es movimiento en el
mundo exterior. La dependencia se infiere fácilmente, bien por la
interpretación de un observador participante que utiliza la capacidad
del hombre para hacer reproducciones mentales de procesos que le
sugieren las acciones de otros hombres — esto es el verstehen de Max
Weber— , o bien estableciendo correlaciones estadísticas entre uni
versos de acciones considerados como antecedentes y subsecuentes.
Cuando hay interacción, se dice que los participantes están en rela
ción social. Interacción y relación social son, pues, dos puntos de
vista relativos al mismo hecho fundamental; la relación es estática
(o estructural), la interacción es cinética (llamada común, aunque
incorrectamente, funcional o dinámica).
En cuarto lugar, cuando las relaciones sociales perduran forman
grupos sociales en los cuales los hombres se ordenan o disponen de
muchas maneras. El grupo social es considerado, en general, como
una de las principales materias de estudio sociológico, de manera
especial y expresa por los sociólogos analíticos, los institucionalistas
y los sociómetras. Las principales proposiciones que en el estudio de
los grupos han sido firmemente establecidas son las siguientes:
El grupo social es un sistema., es decir, una estructura formada por
partes que, sin perder su identidad y su individualidad, constituyen un
todo que las trasciende. En otras palabras, el todo posee propiedades
que no pueden encontrarse nunca en las diferentes partes. Esta con
cepción refleja el realismo sociológico moderado que ahora preva
lece, y se percibe claramente en las obras de Pareto, de los funcio-
nalistas y de los institucionalistas, así como en las de los sociólogos
analíticos contemporáneos, salvo, quizás, la de Parsons. No compar
ten esa opinión los neo-positivistas, cuya posición nominalista es pa
riente cercana de la de Simmel y von Wiese. También difiere mucho
del realismo sociológico extremo de los marxistas, de Gumplowicz y
de Durkheim, todos ellos, desde luego, sociólogos del siglo X I X .
Los individuos que forman el grupo social están en relaciones re
guladas, de suerte que a cada persona se le adscribe una posición
social definida, llamada a veces status* A los individuos que tienen
posiciones sociales diferentes se les asignan papeles diferentes.
La interacción dentro de los grupos sociales tiende a la satisfacción
de las necesidades humanas. Las actividades de los grupos sociales
encaminadas a satisfacer esas necesidades, son sus funciones. Las nece
sidades que deben ser satisfechas dentro del marco de- los grupos so
ciales se distribuyen entre varios grupos; existe un número casi ili
mitado de esquemas del modo de disponer esa distribución. Este aspecto
de la vida del grupo lo destacaron en primer plano los funcionalistas,
pero, como dijimos en el capítulo 17, tuvieron muchos predecesores.
La interacción dentro del marco de los grupos está regulada por
normas o principios que determinan la conducta que se espera de los
individuos en circunstancias específicas. Las normas del grupo suelen
ser aceptadas por los individuos, pero también son impuestas me
diante sanciones que se aplican en caso de violación o infracción.
El aspecto normativo de Jos fenómenos sociales fue señalado por
Toennies y por Sumner, independientemente el uno del otro. Entre
los sociólogos posteriores, han concedido la mayor importancia a este
aspecto de la vida del grupo Thomas, Parsons y Maclver.
El sistema que constituye el grupo social posee la propiedad de
restablecer el equilibrio o estado normal cuando sobrevienen pertur
baciones o desórdenes. Esta idea se remonta a la teoría de Pareto.
Existen muchas variedades de grupos sociales. Las diferencias más
importantes entre tipos de grupos son las que existen entre comuni
dades y asociaciones, y entre grupos primarios y secundarios. La dife-
• Esta palabra latina es de uso muy frecuente en los países de lengua inglesa con
la significación que le atribuye el texto; pero es desconocida en los países de habla
española (N . del T . ) .
renda entre comunidad y asociación, prevista por Comte, la enunció
de manera expresa Toennies y la afinaron Maclver y Sorokin. Ha reci
bido un nuevo tratamiento por parte de los institucionalistas, cuyas
enseñanzas llevan a identificar la asociación con los grupos sociales
organizados en torno de una idea directora. La segunda diferenciación,
entre grupos primarios y secundarios, fue señalada primeramente por
Cooley y ha recibido nuevos desarrollos en la teoría de Maclver.
Los sociólogos emplean cada vez más otra diferenciación, concer
niente a grupos irregulados y grupos regulados. Los sociómetras, cier
tos sociólogos de la industria y otros, se han dedicado al estudio de los
grupos irregulados dentro de las organizaciones reguladas; indepen
dientemente, Gurvitch ha hecho algunas aportaciones en esa misma
dirección. Éste es un aspecto de la sociología que avanza rápidamente.
Los grupos sociales manifiestan la tendencia a formar jerarquías
en que un grupo único, la sociedad omnímoda, constituye la cima.
Dentro de una sociedad hay una tendencia perceptible a ordenar los
grupos menores y sus individuos en estratos horizontales a los que
se asignan socialmente participaciones diferentes en la riqueza, el
poder y el prestigio. Pero las sociedades varían en el grado de rigi
dez de la distribución de los hombres y de los grupos sociales en la
escala social y en las posiciones sociales diferenciales de los grupos
y de las personas afectados. Actualmente la estratificación social, nom
bre dado a esos fenómenos, es otro campo de intensa investigación.
En quinto lugar, otro campo fundamental de estudio en sociología
lo constituyen los procesos sociales. En este tipo de investigación, los
fenómenos fundamentales de interacción son ordenados de acuerdo
con un plan diferente del que se usa en el estudio de la estructura
social. Los procesos sociales se clasifican atendiendo a las orientaciones
hacia ciertos fines de las acciones que los componen.
Entre los procesos sociales, es básica en la vida social la cooperación.
La cooperación es interacción orientada a la consecución de metas
comunes y dimana de la naturaleza misma de los vínculos que man
tienen unidos a los individuos de los grupos sociales. Se manifiesta
en la solidaridad intragrupal, que suele ser reforzada por el antago
nismo con otros grupos sociales. Comte conoció este fenómeno fun
damental de la cooperación; su estudio avanzó señaladamente gracias
a Durkheim, y en la actualidad lo fomenta principalmente Sorokin.
La correlación entre la solidaridad intragrupal y el antagonismo extra-
grupal fue señalada por Sumner y ha llegado a convertirse en un
bien conocido principio de la sociología.
El contrario lógico de la cooperación, el antagonismo, se manifiesta
en dos formas principales: competencia y lucha. En algunos casos apa
recen tan estrechamente entrelazados elementos de cooperación y de
lucha, que en el estudio sociológico se hace necesario el concepto
de "procesos mixtos”.
Además de esos procesos fundamentales, pueden observarse muchos
procesos sociales secundarios. Los procesos fundamentales han sido
estudiados por muchos autores, entre ellos Simmei y los ecólogos so
ciales. Pero el análisis de los procesos secundarios no está suficiente
mente avanzado, debiéndose las principales aportaciones hasta ahora
a von Wiese y a Gurvitch.
En sexto lugar, otro campo de primordial importancia en los estu
dios sociológicos es la cultura, a la cual suele considerarse como la
suma total de modos de pensar y de obrar relativamente estables y
normados que operan en una sociedad dada. En relación con la cul
tura, están establecidas por lo menos las siguientes proposiciones
fundamentales:
Todos los elementos de la cultura están funcionalmente rela
cionados entre sí; en otras palabras, las manifestaciones culturales
particulares se unifican en sistemas. Pero esa unificación nunca es
perfecta, como lo han demostrado de manera especial Sorokin y algu
nos funcionalístas moderados, como Merton.
Entre los muchos determinantes de la cultura se cuentan el clima,
el suelo, la densidad de población, el nivel del progreso técnico y la
"vecindad social”, es decir, el tipo de cultura que prevalece en la so
ciedad o las sociedades con las que está en contacto una cultura
dada. Pero no hay un solo determinante de la cultura al que pueda
atribuirse el predominio. Este punto de vista representa un cambio
decisivo respecto de las ideas que aún prevalecían a principios del
siglo. Las sociologías monistas o de factor único, ya sea económico,
racial, geográfico, demográfico, etc., están muertas ahora, o andan
muy cerca de estarlo. Se admite que casi todos esos factores en otro
tiempo predominantes desempeñan papeles definidos en la formación
y desenvolvimiento de la cultura; pero esos papeles son desempe
ñados en complicada interacción unos con otros. A los diversos deter
minantes ya señalados en la sociología del siglo x ix se ha añadido
el factor ecológico.
Pero esos diversos determinantes de la cultura no suponen una
determinación estricta de la vida social. Las sociedades poseen un
amplio margen de libertad, aunque las posibilidades de elegir no
sean ilimitadas. Las cosas elegidas durante las primeras fases de des
arrollo de una cultura reducen el margen de libertad relativa para
elegir otras cosas; las cosas elegidas en un aspecto de la cultura limi
tan el margen de libertad relativa para elegir en otros aspectos.
Los rasgos que constituyen una cultura son instrumentos para la
satisfacción de necesidades social y culturalmente admitidas de los
individuos de la correspondiente sociedad y de los grupos que la
forman. (Pero, como han señalado Merton y otros, la investigación
puede revelar que ciertos rasgos no son funcionales o son disfun
cionales.)
Los sociólogos suelen señalar una especie de interacción circular
entre el individuo y su cultura (y también su sociedad). La persona
lidad del individuo es moldeada por la cultura que distingue a la
sociedad a la cual pertenece. Ese moldeamiento se realiza a través
de ciertos agentes de socialización, el más importante de los cuales
es la familia. Pero la socialización nunca es completa. Además, la
mayor parte de las culturas — si no todas en cierto grado— dejan
a los individuos cierto margen de libertad e iniciativa. A base de
esta última, los hombres ejecutan acciones que tienen por consecuen
cia cambios en la cultura.
En séptimo lugar, el cambio en la cultura y en la estructura social
constituye el cuarto campo importante de estudio de la sociología.
Los mecanismos del cambio social y cultural son bien conocidos
desde los días de Tarde, y consisten en la invención, en la aceptación
de la invención y en su difusión. Muchas proposiciones de detalle
concernientes a las circunstancias de la invención, así como de la
aceptación y difusión de las invenciones, pertenecen al dominio co
mún de la sociología y de la antropología cultural contemporáneas.
Puede definirse cada cultura como una acumulación de invenciones
tecnológicas, ideológicas y sociales. En cada sociedad esta acumu
lación es selectiva y por lo tanto única, y no repite nunca exacta
mente las acumulaciones hechas en otras sociedades. Por esto cada
cultura tiene su propio estilo, así como cada hombre tiene su perso
nalidad distintiva.
No existe acuerdo general en cuanto a las uniformidades que ca
racterizan a las tendencias de gran alcance en el cambio social y
cultural. Pero una cosa está definitivamente establecida: el evolucio
nismo anticuado, que requería el estudio de un proceso único e irre
versible formado por etapas predeterminadas, lia desaparecido del
trabajo sociológico. Sin embargo, es posible la fusión de las opi
niones expuestas por diversos sociólogos, ateniéndose a las premisas
siguientes: Los aspectos tecnológicos y económicos de la cultura se
desarrollan de acuerdo con la norma de la acumulación interrumpida
por retrocesos; otros aspectos de la cultura, en especial el intelectual
y el estético, están sujetos a fluctuaciones cuantitativas a la manera
de altibajos, y a fluctuaciones cualitativas en el estilo. Sugieren estas
generalizaciones las obras de Sorokin, Alfred Weber y otros, estudia
das en nuestro capítulo 20 .
En octavo lugar, los anteriores enunciados no forman una teoría
sociológica. No hacen más que esbozar una zona de acuerdo que, en
algunos respectos, comprende las opiniones de la mayor parte de los
sociólogos más destacados actualmente, pero que, en orros respectos,
sólo es una opinión mayoritaria no compartida por las minorías,
minorías que en algunos casos ejercen gran influjo.
La existencia de una zona de acuerdo o, cosa muy parecida, de con
vergencia entre las diferentes tendencias de la sociología, ha sido
reconocida muchas veces en los últimos años. El autor de estas líneas,
por ejemplo, citó este hecho en 19 5 0 ;1 en 1955 fue secundado por
George Lundberg, que se refirió a "la convergencia... de puntos
de vista que hasta tiempos muy recientes eran considerados como
absolutamente inconciliables por muchos estudiosos” .2 La "conver
gencia” de Lundberg está formada en gran parte por proposiciones
formuladas por neo-positivistas (en especial las suyas y de Dodd),
por funcionalistas (en particular por M erton), y por los sociólogos
analíticos que se agrupan en torno de Parsons. Según Lundberg,
Merton y Parsons se han dedicado durante algún tiempo a investi
gaciones plenamente comparables a la posición y los programas pro
pugnados por todo neo-positivijta bien informado, y que constituyen
aportaciones a esa posición y esos programas. Además, Lundberg
parece ansioso por establecer un universo común de entendimiento
entre él mismo y un autor católico tan destacado como Paul Furfey;3
lo que, según Lundberg, les separa es la aceptación o la exclusión
del "alma”, la cual equivale ai antiguo flogisto para Lundberg, pero
no para Furfey.
Capítulo 7 (O tro s e v o l u c io n is m o s y el o r g a n ic is m o ). Es
fundamental la lectura de Th. Veblen, Teoría de la clase ociosa
(F.C.E., México, 1951. Trad. de Vicente Herrero). Sobre Veblen
debe leerse: J. A. Hobson, Veblen. (F.C.E., México, 1941. Trad. de
Adolfo Sánchez Vázquez.) De Novicow existen en castellano: El
porvenir de la raza blanca y Conciencia y voluntad sociales (editadas
ambas por La España Moderna, Madrid, s.f.). Sobre el pensamiento
de los organicistas Scháffle y Lilienfeld, puede leerse F. Squillace,
op. cit., T. II. 2;i parte, cap. único) y Barncs y Becker, op. cit., T. I,
cap. X V III. Sobre Fouilléc, habrá que ver su obra: La ciencia social
contemporánea (La España Moderna, Madrid, s.f.).
Capítulo 8 ( C o m i e n z o s d e l a s o c i o l o g í a a n a l í t i c a ) . Hay
versión castellana de las obras de Toennies: Principios de sociología
(F.G E., México, 1942. Trad. de Vicente Llorens) y Comunidad y
Sociedad (Buenos Aires, Avellaneda Anscghino, 1 9 4 7 ). De G. Sim-
mel debe leerse su Sociología. Estudios sobre las formas de sociali
zación. 2 vols. ( Espasa-Calpe Argentina, Buenos Aires, 1939. Trad.
de J . Pérez Bances). Sobre la sociología formalista de ToennÍes
y Simmel, cf. Leandro Azuara Pérez, El formalismo sociológico (Cua
dernos de Sociología. Instituto de Investigaciones Sociales. UNAM,
México, s.f.).
Prefacio . . ................................................................... 9
Primera parte
In t r o d u c c ió n
Segunda parte
Los in ic ia d o r e s
Tercera parte
A p a r ic ió n de esc u ela s r iv a l e s
Cuarta parte
B oga de la s o c io l o g ía p s ic o l ó g ic a
Quinta parte
Sexta parte
C o n c lu s ió n