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CURSO: FUNDAMENTOS BÁSICOS PARA LA ENSEÑANZA


En este cuso consideraremos tres componentes básicos del proceso de enseñanza aprendizaje:
a) El maestro.
b) El alumno
c) La materia que se enseña.
EL MAESTRO:
¿Qué es ser maestro?
Maestro es aquel que tiene un llamado o vocación para enseñar. Es el instrumento de Dios para el
desarrollo del don de la enseñanza. Es el que enseña un arte o una ciencia; debe tener el llamado de
Dios para guiar y conducir a las personas a un encuentro con Cristo. El maestro cristiano tiene el
deber de prepararse para ejercer con sabiduría tan encomiable labor.
La buena enseñanza comienza con el maestro. Cada maestro debe vivir y enseñar de tal manera que
pueda testificar. Lo que el maestro enseña y cómo lo enseña ha de armonizar con la manera en que
vive para que su ministerio pueda ser bíblico y dinámico.
El Maestro de maestros
Al referirnos al maestro como uno de los elementos básicos en el proceso de enseñanza aprendizaje.,
debemos señalar que el mundo está lleno de historias de maestros que han influido notablemente en
la vida de sus alumnos. El más grande de los ejemplos es Jesucristo, a quien con frecuencia se le
llama “Maestro de maestros”. Es llamado así porque mostró las características de un buen maestro
mejor que cualquier otra persona en su mundo. Su enseñanza era superior a la todos los demás
maestros, utilizó los mejores métodos y obtuvo los mejores resultados.
Jesús es el ejemplo práctico de un gran maestro. Conocía bien el contenido de lo que enseñaba,
entendía el valor y el uso de los métodos creativos de enseñanza, conocía y amaba sus alumnos, era
sensible a las necesidades de ellos, vivía lo que enseñaba y reconocía que la enseñanza demandaba
un compromiso de vida.
Sin duda, la enseñanza de Jesús tenía una forma magistral de transformar la conducta de aquellos a
quienes enseñaba. Nadie jamás ha igualado a Jesús en transformar el comportamiento del hombre, al
hombre exterior, o sea lo que la persona hace. Pero Jesús hace mucho más que eso; también
transforma al hombre interior, es decir, lo que la persona es.
Examinando su enseñanza podemos aprender cosas que harían de nosotros mejores maestros:
El Señor Jesucristo que fue llamado "maestro" unas 60 veces en las escrituras (raboni) Mateo 8:19 y
Marcos 9:38. Sus discípulos lo consideraban un maestro; así también, fue reconocido como tal por
muchas personas: Nicodemo, el joven rico, los fariseos y hasta los herodianos lo llamaban maestro.
Aunque Jesús fue conocido como sanador de las multitudes, los Evangelios nos relatan en detalle el
ministerio principal que él tuvo, como lo fue el enseñar las cosas de Dios. A través de las parábolas,
historias, ejemplos y a veces enseñanzas duras y difíciles, Jesús enseñaba a la gente continuamente
en el Templo, en los Campos, por el mar, andando por el camino.
Jesús, como maestro, tenía autoridad por la manera recta en que conducía su vida. Era un maestro
creativo y estimulante. Nadie que se sentara con Jesús a recibir su enseñanza quedaba sin ser
afectado. Nunca usaba un solo método de enseñanza. No se quedaba estancado en la rutina. Era
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versátil, flexible y creativo. Usaba lecciones objetivas (Mat. 6:25-33; 22:15--22), narraba historias
(Lucas 10:30:15:11), dramatizaba los temas (Mat. 8:26; 21:19-22). Usaba comparaciones y parábolas
para facilitar la comprensión.
Jesús conocía y entendía a la gente. Demostraba amor hacia las personas en lo que hacía. No
enseñaba porque le gustaba enseñar…enseñaba porque amaba a las personas. Él se interesaba en
las personas que conocía. Tenía algo nuevo que enseñarles, algo que ellos necesitaban y se
preocupaba lo suficiente como para entrar en acción. El amor era lo que impulsaba al Maestro de
maestros al ministerio.
Era un experto de la comunicación y hablaba en un lenguaje que el hombre común podía entender. Su
lenguaje fue rico en comparaciones fáciles de entender. Conocía la eficacia de atraer la atención y
mantenerla. Repetía las cosas importantes y hacía preguntas para asegurarse que la gente entendía.
El Señor preguntaba a menudo. No lo hacía por ignorancia, ni por tentar, sino porque deseaba
involucrar a sus oyentes en la conversación, haciéndolos reflexionar. Por ejemplo: ¿Quién dicen os
hombres que es el Hijo del Hombre? ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien? ¿Qué te parece,
Simón? ¿Quién de estos tres parece que fue el prójimo?
Era pertinente. Su enseñanza tenía aplicación práctica a la vida. Jesús estimulaba a la participación.
Conocía el valor de aprender haciendo. Lo muestran las palabras activas que usaba con frecuencia:
“vengan, vayan hagan, sigan, prediquen”. Sabía que su enseñanza no era eficaz hasta que sus
oyentes empezaran a hacer algo con ella.
Jesús motivaba. Usaba de la motivación intrínseca y extrínseca. Hacía uso de la motivación intrínseca
cuando llamaba a la gente a responder a la verdad divina, a su amor, a sus propias conciencias y a los
impulsos del Espíritu Santo. Así también, usaba las motivación extrínseca al prometer beneficios y
recompensas a aquellos que le seguían.
Podemos imitar a Jesús en cada uno de estos aspectos para llegar a ser buenos maestros. Es posible
alcanzar más autoridad conociendo bien lo que enseñamos y viviendo vidas consecuentes con nuestra
enseñanza. Podemos ser tan creativos como deseemos. Debemos estudiar a la gente en general y
aprender acerca de aquellos a quienes vamos a enseñar. Podemos aprender acerca del proceso de
enseñanza y usarlo para provocar aprendizaje. Todo lo que necesitamos es el deseo de hacerlo y
voluntad para trabajar
CUALIDADES BÁSICAS DE UN BUEN MAESTRO.
- Ama a sus alumnos.
- Conoce a sus alumnos.
- Conoce su materia.
- Conoce cómo enseñar.
- Vive lo que enseña.
Ama a sus alumnos.- El amor del maestro hacia sus alumnos y a lo que enseña, invariablemente, lo
conduce a dedicarse con mayor pasión a la labor de enseñanza. El amor lleva al maestro a percibir y
entender las necesidades de sus alumnos, de tal modo que su enseñanza vaya dirigida a suplir dichas
necesidades. El amor del maestro también produce la respuesta de sus alumnos. La mente de ellos se
hace más receptiva en un ambiente de amor y amistad y los inspira a estudiar sus lecciones con más
gusto y los dispone a aprender con más facilidad.
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Conoce a sus alumnos.- El maestro efectivo debe ser un estudioso de la naturaleza humana. La
comprensión de las necesidades de sus alumnos es el paso más decisivo para orientar la enseñanza
a la satisfacción de dichas necesidades. El conocimiento de sus alumnos le ayudará a comprender por
qué algunos se comportan de cierta manera, y así podrá ayudarlos mejor. También este conocimiento
ayuda al maestro a percibir o discernir el potencial de cada persona y podrá determinar lo que
entorpece a cada uno para desarrollar ese potencial.
Conoce su materia.- El maestro solo puede enseñar lo que sabe y no puede dar a nadie algo que no
posee. Es decir, no puede enseñar sin conocimiento. Por tanto, debe invertir tiempo en conocer la
Palabra de Dios como única fuente definitiva de sabiduría, comprensión y conocimiento de las
verdades supremas.
Conoce cómo enseñar.- El maestro debe procurar prepararse para saber cómo enseñar, conocer
métodos de enseñanza que faciliten el aprendizaje. El maestro debe tomar en cuenta los siguientes
factores para decidir que método utilizara.
 La edad de los alumnos
 El propósito de la lección
 El contenido de la enseñanza
 Los recursos disponibles
 El tiempo disponible
 Los antecedentes de los alumnos
Además, debe tomar en cuenta principios y metodología. Los principios nos ofrecen reglas básicas de
cómo llevamos a cabo nuestra labor docente.
Algunos de los principios a tomar en cuenta por el maestro que quiere ser efectivo en su enseñanza:
 Los alumnos aprenden mejor cuando sus necesidades son satisfechas.
 Cuando la clase es participativa facilita la enseñanza.
 La enseñanza se centra en un propósito determinado.
 El maestro establece la dirección de la clase desde un principio.
El hecho de tomar en cuenta las necesidades de los alumnos nos ayuda a establecer qué debemos
enseñar y cómo enseñarlo.
Cuando la clase es participativa se usan más sentidos en el aprendizaje y entre más sentido se usan
en la enseñanza el porcentaje del aprendizaje es mayor.
El tener un propósito ayuda al maestro dirigir su clase y su enseñanza aprendizaje. Estimula al
maestro a conocer lo más posible de métodos que faciliten la enseñanza aprendizaje.
El maestro diligente nunca deja de aprender y busca siempre los métodos que resulten en mayor
beneficio para sus alumnos.
Vive lo que enseña.- Cada maestro debe vivir y enseñar de tal manera que pueda testificar. Lo que el
maestro enseña y cómo lo enseña ha de armonizar con la manera en que vive para que su ministerio
pueda ser bíblico y dinámico.
Jesús encarnó su mensaje con fidelidad en la vida y el ministerio. Antes de mandar a sus discípulos a
servirse y amarse unos a otros Él les había amado, demostró la dimensión de su amor, humildad y
servicio al lavarles los pies. Luego llevó la demostración de su amor a un plano más elevado, al dar su
vida por sus amigos y hermanos. (Juan 13:12-17, 34-35; 15:12-13)
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Por la delicada misión que ha recibido de parte de Dios, El Maestro debe estar dedicado a esa noble
causa de enseñar con altura, entendiendo siempre que la enseñanza más eficaz debe ser el ejemplo
de su vida, tal como lo enseñó el Apóstol Pablo: “Sean imitadores de mí como yo de Cristo”. No basta
con ser un letrado o un superdotado en teoría. “No me enseñes lo que sabes, más enséñame lo que
haces”
Enseñe con el ejemplo, nunca enseñe lo que usted no puede hacer, ni mande donde usted no puede
ir. Lo que usted enseñe, usted debe ser el primero en cumplirlo.
El Maestro Cristiano debe ser un ejemplo en todo los órdenes. Debe serlo en los siguientes
aspectos: oración, ayuno, asistencia al Templo, hora de llegada, forma de hablar, cooperación,
diezmos, visita a los hermanos, mansedumbre, etc...Como Maestro, en un momento dado tiene que
enseñar estos aspectos, entonces ¿Con qué fuerza moral lo enseñaría? Un ejemplo enseña más que
la palabra.
REQUISITOS DE UN MAESTRO CRISTIANO
- Debe tener una relación personal con Cristo Jesús, el Maestro de maestros.
- Debe ser conocedor de las Sagradas Escrituras y la buena doctrina bíblica. (2 Tim. 2:15, 3:15-4:2; 1
Ped. 2:2)
- Debe vivir la vida cristiana en obediencia a la palabra de Dios. No puede vivir en abierto desacuerdo
con los principios bíblicos.
- Debe ser sensible, tierno e interesado en las necesidades de los otros. Amar a sus alumnos.
- No debe temer el trabajo duro, ya que la enseñanza requiere horas de preparación y estudio, además
del desgaste emocional y espiritual al enseñar.
- Debe ser creativo con ideas originales, y saber buscar ideas de otras fuentes. Debe ser capaz de
adaptar las lecciones a los alumnos con pensamientos nuevos.
- Debe tener una actitud positiva y entusiasta. El carácter del maestro influye en la enseñanza. No
debe ser demasiado pasivo ni pesimista.
- Debe ser persona con autoridad. Esa cualidad puede desarrollarse cuando hay una auténtica
convicción de que estamos ocupados en un ministerio espiritual importante. La inseguridad es lo que
hace perder sus cualidades de líder a muchas personas.
LA LABOR DEL MAESTRO.
A lo largo y ancho de la historia de la humanidad, el Maestro ha tenido que jugar un papel titánico en el
desempeño de sus funciones: pobres y ricos; blancos y negros; esclavos y libres; grandes y pequeños
han pasado por las manos, buenas o malas del Maestro, el cual ha intervenido como el elemento de
cambio cuantitativo y cualitativo de los educandos bajo su autoridad.
El Maestro Cristiano dentro de sus atribuciones tiene roles determinantes en el proceso de enseñanza
aprendizaje: es un consejero, un guía, un instructor, un ejemplo, un espejo y un constructor del edificio
de la fe cristiana. No todo el mundo reúne estos dotes, sin embargo, el auténtico, el verdadero, el que
ha recibido el llamado de la enseñanza, el que está consciente de su rol, tiene que gemir, ayunar,
vigilar y hacer todo lo indecible para que el Señor le provea de esas cualidades y atributos
imprescindible para gozar del agrado absoluto de Dios y de su Iglesia. Efesios 4:11-16
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Lo que el Maestro hace


A. El maestro estudia la Palabra de Dios. Leer y estudiar continuamente la Biblia en oración y las
fuentes que le ayudarán a ser mejor maestro. Otros libros le serán valiosos en su estudio y
comprensión de la geografía de las tierras bíblicas, la historia y costumbres de los pueblos de la Biblia,
las grandes doctrinas Bíblicas, y fuentes de ideas e inspiración, pero éstos son auxiliares para la tarea
de la enseñanza.
B. El maestro planea. Su enseñanza tiene un para qué, a quién, un cómo, un cuándo, un dónde.
Debe preparar su lección cada semana dedicando el tiempo necesario para que sea parte de su propia
vida y se adapte a las necesidades de sus alumnos. Debe preparar su lección con tiempo, su material
audiovisual, el material para memorizar, para la adoración y los trabajos manuales de los alumnos.
C. El maestro da ejemplo. Vive lo que enseña. Si quiere enseñar el valor de la responsabilidad, por
ejemplo, debe llegar a tiempo (15 minutos antes de empezar) para cada clase y procurar que los
alumnos hagan lo mismo. No hacerlo, es una muestra de que no es importante la labor de enseñar.
D. El maestro se interesa por sus alumnos y comparte con ellos. Debe orar con sus alumnos
durante la semana. Recordar sus necesidades. Debe clamar a Dios en oración por sus deficiencias. Él
ha prometido: Pedid y se os dará. también visitarles de vez en cuando. La relación personal maestro-
alumno es importantísima.
E. El maestro guía, aconseja. Orienta los pensamientos de sus alumnos, les aclara dudas, les lleva
de lo conocido a lo desconocido. Les ayuda a descubrir la verdad revelada en las Escrituras y a
aplicarla en su propia vida. Los guía en el servicio cristiano práctico, con el fin de prepararlos para su
futuro ministerio.
El maestro debe tener metas claras para su enseñanza
La meta del conocimiento
o el contenido = la parte intelectual de la lección
La meta de la actitud
o la inspiración o sea la parte emocional de la lección
La meta del comportamiento
o La acción o sea la parte de la lección que influye la voluntad
LA PREPARACIÓN DEL MAESTRO DEL MAESTRO CRISTIANO.
Los maestros aunque llamados por Dios necesitan capacitarse. Dios nos da el don de ser maestros,
pero este don debe ser desarrollado y se logra a través de una adecuada formación en la ciencia de la
enseñanza así como enseñando, es decir que el maestro se hace enseñando.
La enseñanza bíblica tiene como propósito cambiar vidas, debemos de aspirar ser excelentes
maestros, ser verdaderos agentes de la enseñanza aprendizaje. La meta de la enseñanza es cambiar
vidas. Es forjar caracteres, un carácter cristiano encuentra una descripción en Gálatas 5:22-23, donde
Pablo nos habla del fruto del Espíritu Santo.
La capacitación constante es necesaria en un mundo cada vez más tecnificado. La necesidad de una
enseñanza creativa calificada de exitosa requiere que el maestro nunca esté conforme con lo que
hasta ahora ha desarrollado.
Un buen maestro nunca deja de aprender, se mantiene actualizado. Si somos conscientes de la
enorme responsabilidad que un maestro cristiano tiene de instruir a personas que poseen la imagen de
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Dios y que tienen un incalculable valor y potencial, buscaremos el entrenamiento permanente en la


ciencia de la enseñanza. Es esencial que un maestro permanezca retroalimentándose en el arte de la
enseñanza.
Es la preparación la que garantiza la eficacia del maestro en el uso de cualquier método pedagógico.
Al hablar de método hablamos del modo de decir o hacer con orden una cosa. Aplicado a nuestro
tema, describe los procesos y las técnicas que el maestro utiliza para comunicar cierta información a
los alumnos.
La habilidad para enseñar se incrementa con la práctica.
Se necesita una constante capacitación, pero reforzada por la práctica constante que brinda seguridad,
aumente la confianza de poseer la habilidad y al mismo tiempo la efectividad de ayudar a los alumnos
en el aprendizaje. Lucien E. Coleman Jr. En su libro Como enseñar la Biblia dice: “La habilidad para
enseñar no es don mágico escondido en los cromosomas de unos pocos favoritos. Enseñar es un arte.
Puede ser aprendido, practicado y cultivado como cualquiera otra habilidad calificada”.
La iglesia debe brindar las oportunidades a sus maestros de aprender y practicar habilidades de
enseñar. Se aprende haciendo. Nadie aprende a manejar un carro solo oyendo a un instructor. Es la
práctica la que hace el buen maestro, el ser excelente es el resultado de estar en la docencia años y
años de preparar y compartir.
El éxito de una lección que motive, conquiste y mueva el ánimo de los participantes, está en la buena
preparación del Maestro Cristiano. Para ello es necesario que el Maestro con tiempo suficiente vaya
condensando y añadiendo todos aquellos elementos que adornen y hagan programático el contenido
que está por enseñar. Lo contrario de la preparación es la improvisación, que quiere decir no buscar
los elementos que constituyen la lección del día, es decir, no estudiar la clase a fondo con anticipación,
y buscar todos aquellos elementos que se hagan necesario para poner al estudiante en contacto con el
universo del tema que se estudia.
Con el fin de preparar a fondo una lección particular, el maestro cristiano debe:.
1) Estudiar la lección diariamente, empezando por lo menos una semana antes de enseñar; leyendo la
lección completa en la Biblia una y otra vez; estudiando también citas bíblicas afines.
2) Estudiar la lección, usando auxiliares, como las revistas para maestros, comentarios y diccionarios
bíblicos, la concordancia de la Biblia, la iglesia puede ayudar a sus maestros proporcionando una
biblioteca de libros útiles para sus maestros.
3) Estudiar la lección, buscando ilustraciones, anécdotas, ayudas visuales que vienen al caso. De la
riqueza de conocimiento y materiales se escoge lo que se usará en la hora de clase.
4) Ser colector de buenas informaciones. Es el encargado de nutrir, alimentar y formar el intelecto de
los alumnos, por lo que debe tener a mano, sólida información y abundante elementos de juicio. Para
ello el maestro debe estar al día con:
a. Los noticieros.
b. La televisión.
c. Los periódicos.
d. Buenos libros.
e. Internet.
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g. Otras fuentes que arrojen luz sobre los acontecimientos mundiales.


Además debe trabajar con anticipación, de modo que pueda hacer cualquier modificación que se
presente en bien de robustecer el contenido previsto para esa ocasión.
5) Meditar y orar, durante toda la semana, pidiendo de Dios dirección y poder espiritual al enseñar.
El Maestro Cristiano debe ser profesional en su área.
a. Es la persona que va a transmitir los sanos conocimientos.
b. Es el que va a investigar acerca de lo que va a enseñar.
c. Debe enseñar con propiedad y estabilidad.
d. Debe dominar a cabalidad el contenido de lo que va a enseñar.
e. Los alumnos esperan de él recibir enseñanzas que les ayudarán en el conocimiento tanto espiritual
y secular en su vida.
El Maestro Cristiano como profesional debe:
a. Ser organizado.
b. Debe tener buena y variada fuente de investigación
c. Debe ser una persona confiable.
d. Debe saber transmitir los conocimientos.
e. Debe saber seleccionar y sintetizar las cosas más valiosas del contenido que enseña.
¿Cómo se logra una solidez profesional?
a. Debe ser asiduo a la lectura.
b. Ser temeroso de Dios.
c. Buscar el auxilio de Dios.
d. Dedicarse a la investigación.
e. Participar en cursos, seminarios, conferencias, estudios, charlas, talleres, y todo lo que sirva
de enriquecimiento y cultura.
f. Obtener buenos libros, sobre todo en el área en que se enseña.
El Maestro Cristiano debe ser un creyente digno de confianza.
Se quiera o no, el Maestro Cristiano es un líder, y como tal arrastra hacia su vida, lo tienen como
modelo y ejemplo de sus vidas. Su vida y personalidad afectan directamente al alumno y el
aprendizaje; por esa y otras razones el Maestro no puede ser un neófito, indocto, inestable e inmaduro,
sino una persona de entero crédito, y con buenas raíces de la Palabra de Dios. Buen conocedor de las
doctrinas fundamentales de la Biblia.
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EL ALUMNO

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