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DERECHOS HUMANOS: FUENTES IDEOLÓGICAS, CARACTERÍSTICAS Y GENERACIONES.

CLASIFICACIÓN DE LOS
DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA PERSONA. MARCO NORMATIVO Y ORGANISMOS TUTELARES A NIVEL
NACIONAL E INTERNACIONAL
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REALIDAD NACIONAL, CONSTITUCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

DESARROLLO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL CONTEXTO NACIONAL

1. LA PERSONA HUMANA

Antes de conocer sobre los derechos humanos se debe saber la definición de la persona humana. Las primeras nociones se
enmarcan en el Medioevo, especialmente, de los filósofos de tendencia cristiana, como es el de Boecio, quién señala que la
persona humana es sustancia indivisa de naturaleza racional. Asimismo, en esta línea de pensamiento, son Santo Tomás y
Occam, al que se adscribieron las característica de la individuación (unidad del yo personal) y racionalidad,
respectivamente.

En la época moderna, se introdujo a la noción de persona los elementos psicológicos y éticos. Así, Kant afirmó que la
libertad e independencia de la persona frente al mecanicismo natural como uno de los rasgos de la personalidad. Es decir,
la persona es capaz de darse leyes prácticas propias a través de su razón. Se da las leyes a sí mismo, no obstante, no de
forma arbitraria, sino de manera que los hombres sean siempre "fin en sí mismos"; esto significaba un rasgo esencial de la
persona: no puede ser sustituida por otra. El hombre es lo único que en el mundo es fin en sí mismo y puede ser
fundamento de leyes. Su dignidad merece respeto, su racionalidad y su voluntad autónoma lo fundamentan.

En la modernidad, el término persona indica al sujeto moral puesto en el mundo, inquietándose por él en las experiencias
cotidianas o "en la existencia que se ha encontrado en sí misma, por la libertad". Hegel es quién sintetiza la concepción de
persona humana dentro de la filosofía contemporánea al señalar "sed persona y respeta a los otros como personas", y
plantea a la vez la idea de igualdad de todos los seres humanos, fundamento primero de los derechos humanos, ya que
estos parten de la necesidad de considerar a todos como seres iguales. Esta afirmación Hegeliana establece lo que
jurídicamente es casi ignorado, ya que pone en sentido iusfilosófico (filosofía del derecho), los fundamentos de los derechos
humanos, no en la positividad legal, sino en las necesidades personales de cada sujeto como un ser moral, racional,
valorativo y creador.

En este sentido, para fines de la formulación de la persona como sujeto de derechos en la sociedad actual y asumiendo los
aportes de la filosofía, se puede definir a la persona humana como un ente racional, dotado de razón, lenguaje, arraigado en
la moral y en las relaciones sociopolíticas con gran vocación de positividad jurídica. Entonces, se entiende que los contenidos
esenciales de los derechos humanos han sido erigidos en normas legales teniendo en cuenta: la libertad, la igualdad, la
dignidad, la seguridad, la justicia o la paz. Así, pues, la acepción de persona que nos ofrece la filosofía, nos permite iluminar el
concepto jurídico que de ella se tiene, el cual no abarca completamente a toda la persona.

2. PERSONA HUMANA Y NECESIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS

En el antaño, no se reconocían los derechos humanos. En ese contexto, las personas no valían igual: había aristócratas y
plebeyos, y una profunda grieta los separaba: habitaban en lugares distintos, no se casaban entre ellos. Los primeros vivían
del Estado; mientras que los segundos los mantenían y pagaban ellos solos los impuestos. Este mundo existió hasta hace
poco más de doscientos años en Europa. Hubo también seres humanos de raza negra que fueron considerados esclavos,
eran vistos como “cosas” con vida humana. En el Perú, esta situación se prolongó hasta 1854. En los Estados Unidos de
Norteamérica, por ejemplo, hasta la década del sesenta del siglo XX, los humanos de raza negra no podían sentarse a lado
de los de raza blanca ni acudir a los mismos lugares públicos que estos. Esto también sucedió en Sudáfrica, hasta poco antes
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de que acabara el siglo XX. La mujer no tuvo derechos políticos en el Perú, porque se la consideraba inhábil para votar en
elecciones nacionales, hasta el año 1956. Además, de acuerdo con las leyes, al menos hasta 1980 la mujer vivía sometida al
marido: este podía decidir por sí solo las actividades muy importantes para la familia, como el lugar en que vivirían, el dinero
que gastarían, si la mujer podía o no trabajar fuera de casa, y así sucesivamente. En las anteriores líneas, se ha mencionado
algunas circunstancias en que los seres humanos carecieron, precisamente, de derechos humanos, porque así lo
mandaban las leyes, en contra de lo que la naturaleza dicta. Todos los seres humanos son distintos en muchos aspectos,
pero iguales en lo esencial: su común pertenencia a la humanidad.

Los derechos humanos son establecidos a partir del Derecho para ser aplicados en todas y cada una de las circunstancias de
la vida. Como humanos, vivimos en una constante tensión entre lo que nos hace iguales y lo que nos hace distintos. Cada
uno de nosotros es único y distinto a los demás en muchos aspectos, desde nuestros rasgos físicos y nuestra figura humana
hasta nuestros pensamientos y convicciones más profundas. Sin embargo, al mismo tiempo, todos tenemos en común
nuestra constitución humana, como las emociones, la inteligencia, los valores, la creatividad y las creencias divinas y
humanas. En todo esto los seres humanos somos iguales. En efecto, la individualidad de cada uno, y su realización, consiste
en partir de estas características comunes para construir nuestra propia realización personal, inimitable y única. En este
sentido, el ser humano fue dándose cuenta de que, para alcanzar una vida mejor en sociedad y una mayor realización
personal, era primordial reconocer ciertos derechos aplicables a todos por igual: esos derechos que permiten ejercitar
nuestras potencialidades para mejor realizarnos y ser cada vez más humanos.

3. LA DIGNIDAD HUMANA COMO FUNDAMENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS

La dignidad humana es la actitud de respeto a sí mismo y a los otros, por el reconocimiento que toda criatura humana posee
características que la elevan por encima de los otros seres. El respeto a esa dignidad es la garantía suprema del orden social.
En otras palabras, es el respeto que se tiene en sí mismo y en los demás, es una estima que se tiene la persona por tener
inteligencia y voluntad y que además tiene esa misma estima o respeto para con los demás seres de su misma especie. La
naturaleza de la dignidad humana consiste en conseguir el fin último del hombre; en buscar los medios más eficaces y
adecuados para lograr el bien de la persona misma y el bien de las demás personas. Esto implica que quienes violentan los
derechos de las demás personas, no solamente atentan contra la dignidad de estas personas, sino contra su propia dignidad.

La dignidad humana está relacionada con la calidad y condición de ser humano de toda persona, la misma que le otorga
ciertas características diferentes de todos los demás seres existente sobre la Tierra, y merecedor por lo tanto de un respeto,
trato y del reconocimiento de un conjunto de derechos que no nacen de las leyes, sino que son inherentes a su condición
misma de ser humano, a su naturaleza. Así lo afirma el filósofo I. Kant al respecto: "...los seres cuya existencia no descansa
en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, cuando se trata de seres irracionales, un valor puramente relativo, como
medios, y por eso se llaman cosas; en cambio, los seres racionales se llaman personas porque su naturaleza los distingue ya
como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado como medio y, por tanto, limita, en este sentido, todo
capricho (y es objeto de respeto). Estos no son pues, meros fines subjetivos, cuya existencia, como efectos de nuestra
acción, tiene un valor para nosotros, sino que son fines objetivos, esto es, realidades cuya existencia es en sí misma, un fin...".
La persona humana constituye un fin en sí mismo, por su propia condición, y por lo tanto no pueden ser reducidos a la
condición de medios, ello constituye el verdadero sentido y significado de lo que se entiende por dignidad humana.

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Es a partir de este reconocimiento de la dignidad humana, que nacen los derechos humanos, los mismos que son
inherentes a la persona, y en la cual encuentran su fundamento y razón de ser. La dignidad humana es el valor intrínseco y
supremo que tiene cada ser humano, independientemente de su situación económica, social y cultural, así como de sus
creencias o formas de pensar. De la dignidad de la persona como valor central, emanan la justicia, la vida, la libertad, la
igualdad, la seguridad y la solidaridad, que son dimensiones básicas de la persona, que en cuanto tales se convierten en
valores y determinan la existencia y legitimidad de todos los Derechos reconocidos por La declaración Universal de los
Derechos Humanos, por nuestra constitución política, y las normas que rigen la vida de los seres humanos en las diferentes
partes del mundo.

4. DEFINIENDO LOS DERECHOS HUMANOS

Definir qué se entiende por Derechos Humanos es un problema abierto, puesto que no hay un acuerdo entre los teóricos o
especialistas a la hora de definirlos, a causa de la variabilidad histórica que ha experimentado el contenido de estos, así como
los distintos enfoques e ideologías. Esto ha determinado una constante provisionalidad de propuestas. Si bien no es sencillo
ofrecer una definición única, sin embargo, se mencionará algunas ideas generales:

-Para Rubio (2009) son esos derechos que permiten ejercitar nuestras potencialidades para mejor realizarnos y ser cada vez
más humanos. Son condiciones esenciales de todo ser humano en todo tiempo y lugar, cualquiera sea su raza, religión, edad
o condición en la sociedad, para vivir con dignidad. Responden a las necesidades que tienen los seres humanos para vivir
dignamente: desde el simple hecho de mantenerse con vida, alimentarse, vestirse o tener una vivienda, educarse y tener
asistencia médica en caso de enfermedad.

-Castán Tobeñas (citado por Nogueira, 2003) define los derechos del hombre «como aquellos derechos
fundamentales de la persona humana -consideradas tanto en su aspecto individual como comunitario- que
corresponden a este en razón de su propia naturaleza (de esencia a un mismo tiempo, corpórea, espiritual y
social) y que deben ser reconocidos y respetados por todo poder o autoridad y toda norma jurídica positiva,
cediendo, no obstante, en su ejercicio ante las exigencias del bien común».

-Así Fernández Galiano (citado por Nogueira, 2003) señala que son «aquellos derechos de los que es titular el
hombre no por graciosa concesión de las normas positivas, sino independientemente de ellas y por el mero
hecho de ser hombre, de participar de la naturaleza humana».

-Jorge Carpizo (2011) afirma “ (…) los derechos humanos puede ser: el conjunto de atribuciones reconocidas en los
instrumentos internacionales y en las Constituciones para hacer efectiva la idea de la dignidad de todas las
personas y, en consecuencia, que puedan conducir una existencia realmente humana desde los ámbitos más
diversos, los que se imbrican, como el individual, el social, el político, el económico y el cultural. Los que
actualmente se denominan derechos humanos han recibido a través del tiempo diversos nombres. Entre
algunos de ellos se pueden mencionar los siguientes: derechos del hombre, garantías individuales o sociales,
derechos naturales, derechos innatos, derechos esenciales, libertades públicas, derechos de la persona
humana, derechos públicos subjetivos y una denominación que se ha extendido es la de derechos
fundamentales, a tal grado que existe una importante corriente doctrinal que se basa en diferenciar éstos de
los derechos humanos. Es probable que actualmente esta última corriente sea predominante.
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Entonces, se puede definir así: los Derechos Humanos son el conjunto de prerrogativas inherentes a la naturaleza de la
persona, cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral del individuo que vive en una sociedad
jurídicamente organizada. Estos derechos, establecidos en la Constitución y en las leyes, deben ser reconocidos y
garantizados por el Estado.

5. CARÁCTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS HUMANOS


Según Carpizo (2011) manifiesta lo siguiente:
1. Inherencia
Su carácter consustancial e indesligable respecto de todo ser humano. En otras palabras, debe de entenderse que los
Derechos Humanos existen independientemente de cualquier voluntad, como mera constatación de ciertos atributos
esenciales en toda la persona.
2. Indivisibilidad
La dignidad humana no es divisible y es absoluta. No pueden ser respetados o reconocidos a medias. Los derechos son
completos, además la negación de uno niega necesariamente a los demás: resultaría contrario a la razón abogar por el
derecho a la vida mientras se niega flagrantemente los derechos a la alimentación y la salud.
3. Universalidad
Por ser inherentes a la condición humana, todas las personas son titulares de los derechos Humanos y no pueden invocarse
diferencias de regímenes políticos, sociales o culturales como pretexto para ofenderlos o menoscabarlos.
4. Son imprescriptible
Significa que no tienen un comienzo y un fin en la vida humana, existen en tanto existen los seres humanos. Por ello deben
ser respetados por todos.
5. Son inalienables
Es decir no pueden ser transferidos a otras personas o renunciar a ellos, se deduce de la inherencia.

6. PRINCIPIOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

Bregaglio, R.; Constantino, R. y Chávez, C. (2014) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de
México (2017), mencionan los siguientes principios:

1. Principio pro persona. En virtud de este principio, siempre se debe elegir la norma jurídica internacional
o de orden interno que sea más favorable a los intereses de la persona, y que ampare más ampliamente
los derechos humanos.
2. Principio de progresividad. Los derechos humanos tienen contenidos variables según la coyuntura
histórica, y esto implica su permanente ampliación y mayor reconocimiento. A medida que la cultura
evoluciona, tanto el concepto de “derechos humanos” como el contenido de los mismos, también
evolucionan para dar mayor protección al respeto de la dignidad humana.
3. Principio de indisponibilidad. La inherencia de los derechos humanos a la condición de persona implica
que los mismos están fuera del comercio y de la disponibilidad personales.
4. Principio de universalidad. Los derechos humanos le corresponden a todos los hombres y mujeres por
igual, por el solo hecho de ser personas.

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5. Principio de interdependencia: los derechos humanos forman un todo indivisible, un sistema armónico
que tutela la dignidad de todo hombre o mujer.
6. Principio de inderogabilidad: los Estados no pueden disminuir por normas internas la protección y el
reconocimiento de los derechos humanos.
7. Principio de irrevocabilidad: una vez reconocidos o garantizados, los derechos humanos no pueden ser
revocados por las autoridades del Estado.
8. Principio de respeto a la dignidad inherente de la persona humana: implica el respeto a la autonomía
individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones y la independencia de las personas.
9. Principio de no discriminación e igualdad: el Estado debe dar un tratamiento igualitario a todas las
personas que viven bajo su jurisdicción sin discriminación. Esto implica por un lado la obligación positiva
de tratar de manera diferente situaciones que son diferentes de por sí, y la obligación negativa (obligación
de no hacer) de no discriminar a ningún ciudadano por ningún motivo arbitrario y no fundado en la ley.

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7. LA INSTAURACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN LA HISTORIA

Nikken(s.f.) afirma que una de las características resaltantes del mundo contemporáneo es el reconocimiento
de que todo ser humano, por el hecho de serlo, es titular de derechos fundamentales que la sociedad no
puede arrebatarle lícitamente. Estos derechos no dependen de su reconocimiento por el Estado ni son
concesiones suyas; tampoco dependen de la nacionalidad de la persona ni de la cultura a la cual pertenezca.
Son derechos universales que corresponden a todo habitante de la tierra. La expresión más notoria de esta
gran conquista es el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que a la letra dice así: “
todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

El reconocimiento universal de los derechos humanos como inherentes a la persona es un fenómeno más bien
reciente. En efecto, aunque en las culturas griega y romana es posible encontrar manifestaciones que
reconocen derechos a la persona más allá de toda ley y aunque el pensamiento cristiano, por su parte, expresa
el reconocimiento de la dignidad radical del ser humano, considerado como una creación a la imagen y
semejanza de Dios, y de la igualdad entre todos los hombres, derivada de la unidad de filiación del mismo
padre. Dentro de la historia constitucional de occidente, fue en Inglaterra donde emergió el primer documento
significativo que establece limitaciones de naturaleza jurídica al ejercicio del poder del Estado frente a sus
súbditos: la Carta Magna de 1215, la cual junto con el Hábeas Corpus de 1679 y el Bill of Rights de 1689,
pueden considerarse como precursores de las modernas declaraciones de derechos. Estos documentos, sin
embargo, no se fundan en derechos inherentes a la persona sino en conquistas de la sociedad. En lugar de
proclamar derechos de cada persona, se enuncian más bien derechos del pueblo. Más que el reconocimiento
de derechos intangibles de la persona frente al Estado, lo que establecen son deberes para el gobierno.

Las primeras manifestaciones concretas de declaraciones de derechos individuales, con fuerza legal, fundadas
sobre el reconocimiento de derechos inherentes al ser humano que el estado está en el deber de respetar y
proteger, las encontramos en las revoluciones de independencia norteamericana e iberoamericana, así como
en la revolución francesa. Por ejemplo, la Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776 afirma que
todos los hombres han sido creados iguales, que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos innatos;
que entre esos derechos debe colocarse en primer lugar la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; y que
para garantizar el goce de esos derechos han establecido entre ellos gobiernos cuya autoridad emana del
consentimiento de los gobernados. En el mismo sentido, la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano del 26 de agosto de 1789, reconoce que los hombres nacen y permanecen libres e iguales en
derechos y que las distinciones sociales no pueden estar fundadas sino en la utilidad común. Es de esta forma
que el tema de los derechos humanos, más específicamente el de los derechos individuales y las libertades
públicas, ingresó al derecho constitucional.

En el derecho constitucional, las manifestaciones originales de las garantías a los derechos humanos se centró
en lo que hoy se califica como derechos civiles y políticos, que por esa razón son conocidos como “la primera
generación” de los derechos humanos. Su objeto es la tutela de la libertad, la seguridad y la integridad física y
moral de la persona, así como de su derecho a participar en la vida pública. Sin embargo, todavía en el campo
del derecho constitucional, en el presente siglo se produjeron importantes desarrollos sobre el contenido y la
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concepción de los derechos humanos, al aparecer la noción de los derechos económicos, sociales y culturales,
que se refieren a la existencia de condiciones de vida y de acceso a los bienes materiales y culturales en
términos adecuados a la dignidad inherente a la familia humana. Esta es la que se ha llamado “segunda
generación” de los derechos humanos. Un capítulo de singular trascendencia en el desarrollo de la protección
de los derechos humanos es su internacionalización. En efecto, si bien su garantía supraestatal debe
presentarse, racionalmente, como una consecuencia natural de que los mismos sean inherentes a la persona y
no una concesión de la sociedad, la protección internacional tropezó con grandes obstáculos de orden público
y no se abrió plenamente sino después de largas luchas y de la conmoción histórica que provocaron los
crímenes de las eras nazi y stalinista. Tradicionalmente, y aún algunos gobiernos de nuestros días, a la
protección internacional se opusieron consideraciones de soberanía, partiendo del hecho de que las relaciones
del poder público frente a sus súbditos están reservadas al dominio interno del Estado. Las primeras
manifestaciones tendientes a establecer un sistema jurídico general de protección a los seres humanos no se
presentaron en lo que hoy se conoce, en sentido estricto, como el derecho internacional de los derechos
humanos, sino en el denominado derecho internacional humanitario. Es el derecho de los conflictos armados,
que persigue contener los imperativos militares para preservar la vida, la dignidad y la salud de las víctimas de
la guerra, el cual contiene el germen de la salvaguardia internacional de los derechos fundamentales. Este es el
caso de la Convención de La Haya de 1907 y su anexo, así como, más recientemente, el de las cuatro
convenciones de Ginebra de 1949 y sus protocolos de 1977. Lo que en definitiva desencadenó la
internacionalización de los derechos humanos fue la conmoción histórica de la segunda guerra mundial y la
creación de las Naciones Unidas. La magnitud del genocidio puso en evidencia que el ejercicio del poder
público constituye una actividad peligrosa para la dignidad humana, de modo que su control no debe dejarse a
cargo, monopolísticamente, de las instituciones domésticas, sino que deben constituirse instancias
internacionales para su protección.

El preámbulo de la carta de las Naciones Unidas reafirma “la fe en los derechos fundamentales del hombre, en
la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres”. El artículo 56
de la misma carta dispone que “todos los miembros se comprometen a tomar medidas, conjunta o
separadamente en cooperación con la Organización, para la realización de los propósitos consignados en el
artículo 55”, entre los cuales está “el respeto universal de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales de todos”. El 2 de mayo de 1948 fue adoptada la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre y el 10 de diciembre del mismo año la Asamblea General de las Naciones Unidas
proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estas declaraciones, como todos los
instrumentos de su género, son actos solemnes por medio de los cuales quienes los emiten proclaman su
apoyo a principios de gran valor, juzgados como perdurables. Los efectos de las declaraciones en general, y
especialmente su carácter vinculante, no responden a un enunciado único y dependen, entre otras cosas, de
las circunstancias en que la declaración se haya emitido y del valor que se haya reconocido al instrumento a la
hora de invocar los principios proclamados. Tanto la Declaración Universal como la Americana han tenido gran
autoridad.

Sin embargo, aunque hay muy buenos argumentos para considerar que han ganado fuerza obligatoria a través
de su reiterada aplicación, la verdad es que en su origen carecían de valor vinculante desde el punto de vista
jurídico. Una vez proclamadas las primeras declaraciones, el camino para avanzar en el desarrollo de un
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régimen internacional de protección imponía la adopción y puesta en vigor de tratados internacionales a


través de los cuales las partes se obligaran a respetar los derechos en ellos proclamados y que establecieran, al
mismo tiempo, medios internacionales para su tutela en caso de incumplimiento. En el ámbito internacional,
el desarrollo de los derechos humanos ha conocido nuevos horizontes. Además de los mecanismos orientados
a establecer sistemas generales de protección, han aparecido otros destinados a proteger ciertas categorías de
personas –mujeres, niños, trabajadores, refugiados, discapacitados, etc.- o ciertas ofensas singularmente
graves contra los derechos humanos, como el genocidio, la discriminación racial, el apartheid, la tortura o la
trata de personas. Más aún, en el campo internacional se ha gestado lo que ya se conoce como “tercera
generación” de derechos humanos, que son los llamados derechos colectivos de la humanidad entera, como el
derecho al desarrollo, el derecho a un medio ambiente sano y el derecho a la paz. Así, pues, cualquiera sea el
fundamento filosófico de la inherencia de los derechos humanos a la persona, el reconocimiento de la misma
por el poder y su plasmación en instrumentos legales de protección en el ámbito doméstico y en el
internacional, han sido el producto de un sostenido desarrollo histórico, dentro del cual las ideas, el
sufrimiento de los pueblos, la movilización de la opinión pública y una determinación universal de lucha por la
dignidad humana, han ido forzando la voluntad política necesaria para consolidar una gran conquista de la
humanidad, como lo es el reconocimiento universal de que toda persona tiene derechos por el mero hecho de
serlo.

8. FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DE LOS DERECHOS HUMANOS

Veamos a continuación los principales enfoques desde los cuales se ha buscado históricamente, fundamentar los Derechos
Humanos.

8.1.Fundamento iusnaturalista
El iusnaturalismo según Bobbio, 1991(quien es citado por Marcone (2005), pp.124-127), es una doctrina
filosófica tan antigua como la disputa que tenían Sócrates y los sofistas por distinguir aquello que estaba
dictado por la naturaleza (physis) de lo que era establecido y convenido por los hombres (thesis); los
representantes del iusnaturalismo han desarrollado diferentes interpretaciones, comparten, no obstante, una
tesis básica: el derecho natural no solo se distingue del derecho positivo, sino que además es superior a este
porque emana de una naturaleza divina o racional que determina lo justo y lo válido en términos universales,
esto es, con independencia de los dictados particulares de cada Estado.

Para el iusnaturalismo la naturaleza es algo que existe per se, independientemente de nuestra voluntad y de
nuestra fuerza. Por eso, este derecho natural, que se supone supremo y trascendente, no depende en lo más
mínimo de las consideraciones ni de las formulaciones humanas o estatales. Los derechos naturales existen
por sí mismos porque provienen de la propia naturaleza humana. Esta naturaleza (divina o racional) es lo que
determina la existencia y el contenido de esos derechos, los cuales, independientemente del reconocimiento
que tengan en el derecho positivo (estatal), existe y resulta universalmente válido y necesario.

El iusnaturalismo sostiene que el derecho vale y, por ende, obliga, no porque lo haya creado un legislador
soberano o porque tenga su origen en cualquiera de las fuentes formales, sino "por la bondad o justicia
intrínsecas de su contenido" (García, 1968, citado por Marcone, 2005). Su validez universal deriva del supuesto
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de que cualquiera que hiciera uso de su propia razón podría distinguir lo bueno de lo malo, y lo justo de lo
injusto, conforme a un hipotético orden justo, racional, universal y necesario (que en ocasiones también es
denominado orden divino). Dicho en otras palabras, los seres racionales pueden y deben conocer ciertos
principios normativos de la conducta humana que, dado que están en su propia naturaleza, deben constituir el
fundamento de sus acciones.

En suma, el iusnaturalismo supone la existencia de un derecho trascendente y anterior al derecho positivo.


Derecho que bajo la sombra de la razón, de la naturaleza, o de Dios, es asumido como el único orden
regulador de validez universal, al que los hombres, guiados por la "recta razón", pueden aspirar.
Independientemente de las diferencias que plantean los distintos representantes del iusnaturalismo en torno
a la fuente de la legitimidad o al contenido concreto del derecho natural al que apelan, todos ellos coinciden
en que el derecho natural es la única manifestación universalmente válida y necesaria de lo que debe ser un
orden justo y racional. Poor ende, el derecho positivo no debe hacer otra cosa más que guardar celosamente
el cumplimiento y el respeto de este derecho natural. El derecho positivo nunca debe contradecir al derecho
natural y, llegado el caso, siempre debe prevalecer el derecho natural sobre el positivo pues, se debe suponer
que pueden equivocarse los hombres pero no la naturaleza (divina o racional) en que se funda el derecho
natural.

Sin embargo, el problema del iusnaturalismo, como lo señalan Kelsen (1993, citado por Marcone, 2005) y otros
juristas contemporáneos, es que se basa en la falacia lógica que consiste en inferir el "deber ser" (lo axiológico)
del "ser" (lo ontológico). En este sentido, el problema una vez más es: quién determina qué es lo justo y lo
injusto cuando seres racionales contraponen conceptos excluyentes de justicia. En nombre de la razón, de Dios
y de los derechos naturales muchos han cometido las peores atrocidades vistas en la historia. Por ende, el
riesgo de justificar, en nombre de ese mismo orden, leyes que a todas luces podrían resultar más peligrosas
para la sociedad que las que dicta un Estado legal y legítimamente constituido.

8.2. Fundamento iuspositivista


El iuspositivismo parte del supuesto de que el derecho no es más que la expresión positiva de un conjunto de
normas dictadas por el poder soberano. Estas normas, que constituyen el derecho positivo, son válidas por el
simple hecho de que emanan del soberano, no por su eventual correspondencia con un orden justo,
trascendental, como pretendía el iusnaturalismo. Según García (1968,p. 12, citado por Marcone, 2005 ) "el
derecho positivo, por el simple hecho de su positividad, esto es, de emanar de una voluntad soberana, es
justo”. Dicho en otras palabras, para el iuspositivismo las normas que emanan de un Estado fundan su validez
en este hecho y no en valores éticos trascendentales o en fines "socialmente valiosos" que supuestamente
deben perseguir las normas (como podría ser el bien común, por ejemplo).

El iuspositivismo (o positivismo jurídico) se considera una doctrina libre de valores que establece lo justo y lo
injusto con base, única y exclusivamente, en los dictados del poder soberano, y no en un derecho que se
pretende superior por fundarse supuestamente en la naturaleza, en la razón, o en Dios. Para el positivismo
jurídico, el derecho (que no es otro más que el derecho positivo) no persigue ningún fin inmanente y, por
ende, ni se refiere ni está sujeto a ningún contenido preestablecido. El derecho emana de un procedimiento
formal.

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El derecho positivo funda su validez únicamente en las reglas y procedimientos establecidos por el Estado.Por
eso para el iuspositivismo, el derecho positivo es formal, porque no se define ni por las acciones que regula, ni
por el contenido de tal regulación, ni por los fines que esta acción persigue; se define únicamente con relación
a la autoridad que establece las normas, o sea, con respecto al poder soberano. En pocas palabras, para el
iuspositivismo, detrás de la ley no hay nada más que la voluntad soberana: autoritas non veritas facit legem.

Por esta razón, se dice que otra de las características básicas del iuspositivismo (además del formalismo) es el
imperativismo. Para el positivismo jurídico, el derecho es el conjunto de normas con las que el soberano
ordena o prohíbe determinados comportamientos a sus súbditos; es un mandato. Ello explicaría (quizá de
manera más contundente que como lo hace el iusnaturalismo) por qué todos los individuos acatan los dictados
del derecho positivo: saben que, de no hacerlo, tendrían que enfrentarse a la pena y a la coacción que impone
el Estado (monopolio de la violencia), bajo el amparo del derecho (fuente de su legitimidad), a quienes
cometen actos ilícitos. No es el temor a un castigo divino ni a un reproche moral lo que condiciona y obliga la
conducta de los individuos; es el temor al uso de la fuerza en su contra, lo que les motiva a respetar la ley
(Ellsheid, 1992, p.145).

Ahora bien, para muchos juristas el iuspositivismo tiene más ventajas explicativas que el iusnaturalismo.
Apelar a un orden natural y trascendente, como justificación última de la validez de las leyes civiles, es
metafísicamente más difícil que reconocer la validez de las mismas únicamente por la fuente de su poder. Para
los iuspositivistas, el motivo por el cual los sujetos evitan cometer actos ilícitos no es el temor al hipotético
castigo que pudiera infligirles una supuesta "voluntad divina", "moral" o "racional" (que, en última instancia,
no es más que un asunto del fuero interno), sino el temor al castigo, al que podría condenarles efectivamente
el Estado.Por ello, aunque es cierto que el enunciado positivista "detrás de la ley sólo está el poder" puede dar
origen y justificación a regímenes autoritarios, también es cierto que la pretendida inocencia de apelar a un
orden trascendente puede derivar, asimismo, en un régimen autoritario (aunque este justifique su poder
mediante criterios y argumentos supuestamente universales y trascendentales).

En síntesis, esta concepción no reconoce la existencia de derechos anteriores al estado, postulando el surgimiento de los
derechos subjetivos, sólo en la ley positiva, promulgada y sancionada por el poder público. Así, esta teoría fundamenta
los derechos humanos en su consagración legislativa por el poder público. Para el Iuspositivismo los derechos
humanos se otorgan por la ley, constitucional u ordinaria, según los diferentes sistemas, emanando de la misma.

9. LAS GENERACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS

El concepto de generación, cuando se aplica a los derechos humanos, responde a dos criterios: uno histórico y
otro temático, que se combinan de manera inextricable. Se trata de explicar la aparición sucesiva de series o
grupos de derechos en distintos momentos de la historia contemporánea y de tal manera que cada
generación incluya derechos de una misma clase.

Las tres generaciones de derechos humanos es una propuesta efectuada por Karel Vasak en el Instituto
Internacional de Derechos Humanos en Estrasburgo, Francia, en 1979 para clasificar los derechos humanos.

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Su división sigue las nociones centrales de las tres frases que fueron la divisa de la revolución francesa:
Libertad, igualdad, fraternidad (Prestel, s.f.).

9.1. PRIMERA GENERACIÓN DE DERECHOS

Los derechos humanos a los que dio lugar la Revolución francesa fueron los denominados derechos de la
primera generación, los derechos civiles y políticos. Son derechos en los que prima, ante todo, la
reivindicación de un espacio de autonomía y libertad frente al Estado; lo que plantean estos derechos
humanos es la no interferencia del Estado en la vida de los ciudadanos y ciudadanas. Sin embargo, con el paso
del tiempo se fue viendo que los derechos civiles y políticos eran insuficientes y que necesitaban ser
complementados.

Los Derechos Civiles y Políticos están destinados a la protección del ser humano individualmente, contra
cualquier agresión de algún órgano público. Se caracterizan porque imponen al Estado el deber de abstenerse
de interferir en el ejercicio y pleno goce de estos derechos por parte del ser humano.

El Estado debe limitarse a garantizar el libre goce de estos derechos, organizando la fuerza pública y creando
mecanismos judiciales que los protejan. Los Derechos Civiles y Políticos pueden ser reclamados en todo
momento y en cualquier lugar, salvo en aquellas circunstancias de emergencia que permiten el
establecimiento de ciertas limitaciones de sólo algunas garantías. Algunos de los derechos humanos de
primera generación son: derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad jurídica; a no ser sometido a esclavitud
o servidumbre, a los derechos y libertades fundamentales sin distinción de raza, sexo, color, idioma, posición
social, etnia o económica, derecho a circular libremente y a elegir su residencia. Los derechos de primera
generación son lo siguiente:
1. Toda persona tiene los derechos y libertades fundamentales sin distinción de raza, sexo, color, idioma,
posición social o económica
2. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad jurídica
3. Nadie estará sometido a esclavitud o servidumbre
4. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes, ni se le podrá
ocasionar daño físico, psíquico o moral
5. Nadie puede ser molestado arbitrariamente en su vida privada, familiar, domicilio o correspondencia,
ni sufrir ataques a su honra o reputación
6. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia
7. Toda persona tiene derecho a una nacionalidad
8. En caso de persecución política, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él, en
cualquier país
9. Los hombres y las mujeres tienen derecho a casarse y a decidir el número de hijos que desean
10. Todo individuo tiene derecho a la libertad de pensamiento y de religión
11. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión de ideas
12. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica

9.2. SEGUNDA GENERACIÓN DE DERECHOS


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No será hasta fines del siglo XIX y principios del XX cuando, debido al auge del movimiento obrero y la
aparición de partidos de ideología socialista, se empiece a calificar a los derechos civiles y políticos como
meras “libertades formales”, si no se garantizan, a su vez, otro tipo de derechos: los derechos económicos,
sociales y culturales. Se considera que la dignidad humana descansa tanto en el reconocimiento de los
derechos civiles y políticos como en el reconocimiento de los derechos económicos, sociales y culturales.

Esta segunda generación de derechos humanos recibirá un apoyo importante con el triunfo de las
revoluciones rusa y mejicana, que tratan de instaurarlos de una manera efectiva. Esta nueva generación de
derechos humanos ya no se va a contentar con un papel pasivo del Estado, sino que va a exigir una actividad
positiva por parte de éste para ser puestos en práctica. Asistimos así, avalado por el keynesianismo
económico, al advenimiento del Estado intervencionista. A partir de este momento, los ciudadanos van a
comenzar a reivindicar al Estado su intervención para la protección y garantía de derechos tales como el
acceso a la salud, a la vivienda, a la educación, el derecho al trabajo, la seguridad social y otros.

Por lo tanto, en la actualidad contamos en la esfera internacional con la Declaración Universal, los dos Pactos
Internacionales de derechos humanos de 1966, las Convenciones de carácter regional y todo un abanico de
Convenciones internacionales que han venido a tratar de proteger determinados sectores específicos de
derechos humanos (derechos de los niños, derechos de la mujer, prohibición internacional contra la tortura,
otros). Los derechos de segunda generación son:
1. Toda persona tiene derecho a la seguridad social y a obtener la satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales.
2. Toda persona tiene derecho al trabajo en condiciones equitativas y satisfactorias.
3. Toda persona tiene derecho a formar sindicatos para la defensa de sus intereses.
4. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure a ella y a su familia la salud,
alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica y los servicios sociales necesarios.
5. Toda persona tiene derecho a la salud física y mental.
6. Durante la maternidad y la infancia toda persona tiene derecho a cuidados y asistencia especiales.
7. Toda persona tiene derecho a la educación en sus diversas modalidades.
8. La educación primaria y secundaria es obligatoria y gratuita.

9.3.TERCERA GENERACIÓN DE DERECHOS

Tras el fin de la II Guerra Mundial en 1945 y el descubrimiento de los horrores ocurridos en los campos de
concentración y del genocidio judío, los derechos humanos se convirtieron en uno de los objetivos
primordiales de la ONU, entonces creada. La Carta de las Naciones Unidas (1945), el documento constitutivo
de la nueva Organización, se iba a hacer eco de este interés renovado por los derechos humanos,
proclamando ya desde el mismo Preámbulo su “fe en los derechos fundamentales”.

Por otro lado, es interesante destacar la protección de los derechos humanos que ha tenido lugar en el
marco de Organizaciones Internacionales de carácter regional. Dadas las enormes diferencias culturales,
ideológicas, religiosas y de otros tipos existentes entre los diferentes Estados a nivel universal, pronto se vio
que iba a ser mucho más sencillo el cooperar en ámbitos más reducidos y con un mayor grado de
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homogeneidad. Así, desde el Consejo de Europa, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la


Organización para la Unidad Africana (OUA) se han creado sendos sistemas de protección de los derechos
humanos. En este sentido, en 1950 se adoptó la Convención Europea de Derechos Humanos, en 1969 la
Convención Americana de Derechos Humanos y en 1981 la Carta Africana de los Derechos Humanos y de los
Pueblos.

A partir de los años 70, se gesta la aparición de todo un conjunto de nuevos derechos humanos, que tratan
de responder a los retos más urgentes que tiene planteados ante sí la comunidad internacional. Entre los
derechos humanos que han sido propuestos para formar parte de esta “nueva frontera de los derechos
humanos” se encuentran los siguientes: el derecho al desarrollo; el derecho a la paz; el derecho al medio
ambiente; el Derecho a Beneficiarse del Patrimonio Común de la Humanidad o el derecho a la asistencia
humanitaria (ver acción humanitaria: fundamentos jurídicos).

Diferentes son los factores que han propiciado, y siguen propiciando, la aparición de estos nuevos derechos
humanos. En primer lugar, el proceso descolonizador de los años 60 supuso toda una revolución en la
sociedad internacional y, por ende, en el ordenamiento jurídico llamado a regularla, el Derecho
Internacional. Este cambio también ha dejado sentir su influencia en la teoría de los derechos humanos, que
cada vez se va a orientar más hacia los problemas y necesidades concretos de la nueva categoría de países
que había aparecido en la escena internacional: los países en vías de desarrollo. Si, como hemos visto, fueron
las revoluciones burguesas y socialistas las que dieron lugar a la primera y segunda generación de derechos
humanos, respectivamente, va a ser esta revolución anticolonialista la que dé origen a la aparición de los
derechos humanos de la tercera generación.

Otro factor que ha incidido de una forma notable en el surgimiento de estos derechos de la solidaridad es la
interdependencia y globalización presentes en la sociedad internacional a partir de los años 70. Cada vez más
los Estados son conscientes de que existen problemas globales cuya solución exige respuestas coordinadas,
esto es, recurrir a la cooperación internacional.

Consecuencia de este cambio global, los derechos de la tercera generación son derechos que enfatizan la
necesidad de cooperación internacional y que tienen una dimensión básicamente colectiva.

Ahora bien, esta nueva generación de derechos humanos no ha sido aceptada de forma pacífica ni por
la doctrina internacionalista ni por los propios Estados, existiendo un intenso debate en torno a ellos. Salvo el
derecho a beneficiarse del Patrimonio Común de la Humanidad, ninguno de los otros nuevos derechos ha
sido reconocido mediante un instrumento convencional de alcance universal, es decir, mediante un tratado
internacional vinculante para los Estados que lo ratifiquen. El reconocimiento de estos nuevos derechos se
ha efectuado principalmente a través de resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, lo que
nos plantea el espinoso tema del valor jurídico de tales resoluciones.

Por lo tanto, nos encontramos ante unos nuevos derechos humanos que estarían todavía en proceso
de formación; serían derechos humanos en statu nascendi, dado que los Estados, principales creadores del
Derecho Internacional, se muestran reacios a su reconocimiento en otro instrumento que no sean
resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

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Los Sistema de protección de los DDHH desde 1945 se institucionalizan como sistema universal en la ONU
(1945), en América con la Carta de la OEA (1948); el Sistema Europeo, en el marco de la Convención; y en el
África , con la Carta Africana de los DDHH y de los Pueblos de la Organización para la Unidad África (OUA) del
21 de octubre de 1986. Se instauran los siguientes derechos:
1. Derecho a la autodeterminación
2. Derecho a la independencia económica y política
3. Derecho a la identidad nacional y cultural
4. Derecho a la paz
5. Derecho a la coexistencia pacífica
6. Derecho a el entendimiento y confianza
7. La cooperación internacional y regional
8. La justicia internacional
9. El uso de los avances de las ciencias y la tecnología
10. La solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos y ecológicos
11. El medio ambiente
12. El patrimonio común de la humanidad
13. El desarrollo que permita una vida digna

10. LA SITUACIÓN ACTUAL DE LOS DERECHOS HUMANOS


EN EL MUNDO

Hoy en día casi todos los países del mundo han firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Pero eso no quiere decir que los derechos se respeten de verdad en todas partes. Hay muchos lugares del
mundo en los que las personas no pueden expresarse con libertad, ni practicar su religión, ni tener un juicio
justo, ni confiar en su seguridad personal, ni disfrutar de un trato igualitario. Especialmente, graves son las
violaciones de los derechos humanos de las mujeres, los niños y las personas indefensas. Por eso hoy en día
sigue siendo importante denunciar los abusos y luchar para que los derechos de todas las personas se
respeten en todo el mundo.

Actualmente, existen muchas Organizaciones No Gubernamentales que se dedican a defender los derechos
humanos y a perseguir las violaciones de los derechos de las personas. Algunas de las más conocidas son
Amnistía Internacional, Human Rights Watch, SOS racismo o Movimiento contra la Intolerancia.
En los países democráticos, donde los derechos humanos están reconocidos por la ley, todas las personas
pueden exigir que sus derechos sean respetados. En Perú, los derechos humanos están garantizados en
la Constitución, que es nuestra ley más importante. Si por alguna razón nuestros derechos son violados,
podemos denunciar la situación ante los tribunales. Pero cuando la situación es muy grave, también podemos
recurrir a los tribunales internacionales que existen, como el Tribunal Penal Internacional.

11. RETOS ACTUALES DE LOS DERECHOS HUMANOS

Los principales retos que se le plantean en la actualidad a los derechos humanos serían los siguientes:

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a) El establecimiento de una concepción amplia y omnicomprensiva de los derechos humanos. Para una
adecuada comprensión de estos es necesario proteger tanto los derechos civiles y políticos como los
derechos económicos, sociales y culturales. En la actualidad, una vez caído el Muro de Berlín, parece acechar
una especie de pensamiento único sobre la teoría de los derechos humanos, dando importancia tan solo a las
libertades clásicas de las democracias occidentales, los derechos civiles y políticos. Sin embargo, desde la
indivisibilidad e interdependencia de los derechos humanos hay que defender también la urgente necesidad,
sobre todo en el Tercer Mundo, de promover los derechos económicos, sociales y culturales y, asimismo, los
derechos de la tercera generación.

b) El logro de una verdadera concepción universal de los derechos humanos. Nos encontramos ante uno de
los principales problemas a los que se enfrentan actualmente los derechos humanos, pues su proclamado
carácter universal es cuestionado por el relativismo cultural de quienes sostienen que no deben prevalecer
sobre las prácticas sociales y culturales tradicionales propias de diferentes sociedades, aunque supongan una
conculcación de aquellos. El camino hacia la universalidad pasa inexorablemente por el diálogo intercultural,
un diálogo abierto, sincero, sin prejuicios y que, progresivamente, vaya acercando unas posturas que en la
actualidad se encuentran muy alejadas entre sí.

c) La influencia de la globalización en los derechos humanos. La globalización, uno de los signos de los
tiempos actuales, está ejerciendo una influencia cada vez mayor en el disfrute de los derechos humanos en
áreas importantes del planeta.

d) Mejora de los mecanismos de protección de los derechos humanos tanto en la esfera nacional como en la
internacional. Una vez que el desarrollo normativo en el campo de los derechos humanos ha llegado a ser
muy importante, mediante el crucial papel de las Naciones Unidas y las diferentes Organizaciones
Internacionales, la siguiente tarea es el perfeccionamiento de los sistemas de protección de los derechos
humanos, haciendo más cercano al ciudadano el poder acudir a instancias que puedan proteger
efectivamente sus derechos, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

REFRENCIA BIBLIOGRAFÍA

1. Bregaglio, R.; Constantino, R. y Chávez, C. (2014). Políticas públicas con enfoque de derechos humanos
en el Perú. El Plan Nacional de Derechos Humanos y las experiencias de planes regionales en derechos
humanos. Lima, Perú: Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad
Católica del Perú IDEHPUCP.

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2. Carpizo J.(2011). Los derechos humanos: naturaleza, denominación y características. Scielo (5).
Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-
91932011000200001

3. Comisión Nacional de los Derechos Humanos.(CNDH) (2017). Los principios de universalidad,


interdependencia, indivisibilidad y progresividad de los derechos humanos. Recuperado de
http://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/cartillas/2015-2016/34-Principios-universalidad.pdf.CDHM.

4. Gómez, F. (2000) Derechos humanos: concepto y evolución. HEGOA. Recuperado de


http://www.dicc.hegoa.ehu.es/listar/mostrar/61

5. Marcone, J.(2005). Hobbes: entre el iusnaturalismo y el iuspositivismo. Recuperado de:


http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632005000300006

6. Nikken P. (s.f).El concepto de derecho humano: Instituto de Derechos Humanos. Recuperado de


http://www.derechoshumanos.unlp.edu.ar/assets/files/documentos/el-concepto-de-derechos-
humanos.pdf

7. Nogueira H.(2003). Los derechos esenciales o humanos contenidos en los tratados internacionales y su
ubicación en el ordenamiento jurídico nacional: doctrina y jurisprudencia. Ius et Praxis,
9 (1).Recuperado de https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
00122003000100020

8. Prestel, C. Las tres generaciones. Recuperado:


http://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/4esoetica/quincena5/quincena5_presenta_1a.htm

9. Rubio, M. (2009). El Sistema Jurídico. Introducción al Derecho. Lima: Fondo Editorial PUCP.

10. YouTube - ¿Qué son los Derechos Humanos? Organización Unidos por los Derechos Humanos. (2011) Recuperado
de http://www.youtube.com/watch?v=PPeRECua5CQ

ACTIVIDAD GRUPAL

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1. Elaborar un cuadro comparativo sobre la vulneración de los derechos humanos (indique específicamente
el derecho no respetado) en referencia a las fuentes presentadas.

FUENTES

Fuente 1: Andina Peruana de Noticias(2018). Falleció Eyvi Ágreda, la joven que fue quemada por acosador.
Recuperado de https://andina.pe/agencia/noticia-fallecio-eyvi-agreda-joven-fue-quemada-acosador-
711983.aspx

Eyvi Ágreda Marchena, la joven de 22 años que resultó con quemaduras en el 60% de su cuerpo luego de que un sujeto le
arrojó gasolina y prendió fuego en Miraflores, falleció hoy en el hospital Guillermo Almenara de EsSalud, donde se
encontraba internada.

Ataque contra Eyvi Ágreda fue más producto del machismo que un trastorno mental

Fuentes del citado nosocomio indicaron que la joven no resistió el tratamiento al que era sometida después de
que Carlos Javier Hualpa Vacas la atacara brutalmente el 24 de abril pasado, cuando viajaba en un bus de transporte
público.

"La paciente estuvo recibiendo atención médica especializada en el Servicio de Cuidados Intensivos durante 38 días y
también fue sometida a varias intervenciones quirúrgicas en el Servicio de Cirugía Plástica y Quemados, pero no resistió a
un 'shock' séptico", indica un comunicado de EsSalud.

_________________________________________________________________________________________________

Fuente 2. El Diario (2018). Mujeres entran a un estadio en Irán por primera vez desde 1980. Recuperado
de https://eldiariony.com/2018/06/20/mujeres-entran-a-un-estadio-en-iran-por-primera-vez-desde-1980/

El Gobierno iraní les permitió a sus ciudadanas ver la transmisión de España vs. Irán en el Mundial de Rusia 2018 en el
estadio Azadi (Teherán). Un hecho sin precedentes que le abona al terreno de los derechos de las mujeres en ese país.

El motivo fue el duelo de Irán contra España en Rusia 2018. Tras las restricciones impuestas al inicio del Mundial para
seguir los partidos en lugares públicos, las autoridades iraníes cedieron por motivos mundialistas. Los iraníes se
encontraron con la sorpresa de que finalmente en el estadio Azadí de Teherán una gran pantalla retransmitirá el
encuentro de su selección con la Roja y que al evento podrán acudir tanto hombres como mujeres.

Un primer paso inédito teniendo en cuenta que está prohibido para las mujeres desde la Revolución Islámica de
1979 entrar en los estadios de fútbol a ver partidos de los equipos masculinos, aunque algunas se han colado disfrazadas
de hombres.

Fuente 3. Chynoweth S. (2017). Violación masculina y tortura sexual "por todas partes": el horror soterrado de la
guerra en Siria. Eldiario.es. Recuperado de https://www.eldiario.es/theguardian/Violacion-masculina-tortura-
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sexual-Siria_0_710779379.html

Sarah Chynoweth describe en primera persona su experiencia investigando para la ONU la violencia sexual ejercida
contra hombres y niños. “Sabíamos que muchas mujeres y muchas niñas estaban siendo objeto de violaciones y violencia
sexual, pero no sabíamos mucho lo que estaba pasando a los hombres y a los niños”, sostiene la autora.El año pasado
acepté llevar a cabo una misión de investigación para la agencia de refugiados de la ONU, ACNUR, sobre la violencia
sexual contra niños y menores en la crisis siria. Sabíamos que muchas mujeres y muchas niñas estaban siendo objeto de
violaciones y violencia sexual, pero no sabíamos mucho lo que estaba pasando con los hombres y los niños. Basándome
en algunos informes existentes, asumí que algunos niños y adultos sufrían abusos en los centros de detención, pero que
la violencia sexual contra los hombres no era algo común. Me preocupaba que solo unos pocos refugiados hubiesen
conocido algunos de estos casos y que no hablasen conmigo sobre este tema tabú. No podía estar más equivocada.

En octubre de 2016, aterricé en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, donde habían huido más de 200.000
refugiados. ACNUR contrató un traductor y organizó unas entrevistas con refugiados en un campo cercano. Me reuní con
el primer grupo, ocho hombres sirios que habían huido de la guerra. Les pregunté por sus vidas en el campo, cómo se las
arreglaban y cuáles eran sus principales preocupaciones. Una vez se había creado cierta confianza, pregunté indecisa si
habían oído casos de violencia sexual contra hombres o niños en Siria. Me miraron con incredulidad, como si no se
pudiesen creer que estuviese preguntando algo tan elemental. "Sí, por supuesto. Está por todos lados. Todas las partes la
utilizan".

Me sorprendió su respuesta y su franqueza. Yo lo veía con escepticismo: en las zonas de guerra los rumores campan a sus
anchas. ¿Habían escuchado casos de alguien a quien conocían personalmente? De nuevo, una abrumadora respuesta de
síes. A medida que conocía a más y más refugiados –unos 200 por el Kurdistán iraquí, Jordania y Líbano– las respuestas
eran similares. Me inundaron de historias desgarradoras.

En Líbano, un palestino que había pasado toda su vida en Siria me pidió hablar conmigo tras la discusión en grupo. Me
contó cómo varios hombres armados entraron en su pueblo y le violaron. La experiencia le había dejado devastado y
estaba demasiado consternado emocionalmente como para trabajar, aunque tenía que cuidar de su hermana pequeña.

En Jordania, un joven sirio me habló de su tío, que había sido detenido al azar. Estando detenido, sus captores le
torturaron sexualmente. Tras su liberación, dejó de comer y se volvió alcohólico. Murió poco después por problemas en
el hígado.

Un arma de guerra de uso generalizado

Varias mujeres me describieron cómo cambiaron los hombres tras estas experiencias –aislándose, perdiendo el interés
por el sexo y en ocasiones volviéndose violentos–. Algunos no podían trabajar por el impacto físico y mental de la
violencia, poniendo a sus familias en riesgo de pobreza.

Conocí a un hombre que padecía dolores y estaba débil por sus heridas resultado de la tortura sexual. Unos cuantos
trabajadores humanitarios afirmaron que las heridas anales son algo común para los hombres que han estado detenidos.

Los casos son desgarradores y horrorosos. También abundantes. En un gran campo de refugiados de Jordania me reuní
con un grupo de mujeres que tenía ganas de hablar de este asunto. Según ellas, los hombres y niños sufren abusos
sexuales a diario durante su detención en Siria, una idea que repiten otros refugiados. Y los diferentes grupos armados

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han detenido a miles de hombres. Les pedí que hiciesen una estimación de cuántos hombres en el campo podrían haber
sufrido violencia sexual estando detenidos. "Entre un 30% y 40%. No podemos pensar en ninguna familia que no haya
tenido a alguien [que haya sido detenido y abusado sexualmente]".

Otros refugiados me contaron cómo los grupos armados asaltaban las casas y "violaban a todos", hombres y mujeres.
Escuché esa frase varias veces de refugiados repartidos por los tres países.

La gente me dijo que tras haber huido a países vecinos, algunos chicos jóvenes estaban siendo víctimas de violencia
sexual por parte de otros hombres o chicos más mayores que les atraían con promesas de comida o dinero. Unas cuantas
mujeres dijeron que sus hijos tenían demasiado miedo como para ir a la escuela porque temían ser asaltados
sexualmente por sus compañeros de camino al colegio.

Lo que más me sorprendió fueron los casos de explotación sexual en el trabajo. Un joven sirio de 18 años que tenía dos
trabajos fue la primera persona en informarme sobre esto. Me describió cómo su jefe le pedía favores sexuales antes de
que este le pagase su salario. Él sentía que no podía negarse porque tenía que cuidar de su madre y de sus dos hermanas;
su desesperación y vergüenza eran evidentes. Era una historia que escucharía de otros refugiados menores y adultos,
muchos de los cuales trabajaba sin permiso legal. A causa de la pobreza, la reducción de la ayuda y las intensas presiones
para mantener a sus familias, muchos sienten que no tienen otra opción que entregarse a los acosadores.

También me reuní con un grupo de refugiados gays y transexuales que se enfrentan al doble estigma de ser refugiados y
de minorías de género u orientación sexual. Un hombre gay me contó cómo, en Siria, había estado detenido durante
cuatro meses durante los cuales tanto él como otros hombres detenidos fueron violados analmente con palos y botellas.
Todavía le duele cuando se sienta. Había huido a un país vecino, pero allí no encontró seguridad. Volvió a ser atacado
sexualmente por una pandilla local así como por un guardia de seguridad. Sabía que todavía estaba en riesgo.

Otros miembros del grupo compartieron otros casos de ataques sexuales perturbadores por parte de conductores de
taxis, vecinos, caseros y personal militar. Tenían demasiado miedo como para denunciarlo a la policía, que podía
asaltarles de nuevo o incluso arrestarles bajo las leyes de la "moral pública" o de "prácticas antinaturales".

Las mujeres, las principales víctimas

En Jordania me reuní con un grupo de psicoterapeutas especializados en el tratamiento a víctimas de tortura y les
pregunté por qué se estaba utilizando la tortura sexual en este conflicto. Contestaron que la tortura está diseñada para
infligir un profundo daño psicológico que altere el sentido de uno mismo. En lugares como Siria, donde la actividad sexual
entre personas del mismo sexo está estrictamente prohibida y los roles de género tradicionales están muy arraigados, el
uso de la tortura sexual contra los hombres y los niños no es algo sorprendente.

Estudios de otras guerras donde se ha documentado violencia sexual, como en Liberia, el norte de Uganda y las antigua
Yugoslavia, también muestran que los hombres y los niños son víctimas de la violencia sexual. La violencia sexual en
tiempo de guerra es un asunto complejo, pero también puede ser una forma muy efectiva de humillar, aterrorizar y
subyugar a hombres y mujeres.

Y aunque las mujeres y las niñas son las principales víctimas durante el conflicto y desplazamiento –aproximadamente
una de cada cinco mujeres que se ha visto obligada huir ha sufrido violencia sexual, y esto es probable que sea una

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estimación a la baja–, eso no significa que el número de hombres víctimas de esta violencia sea pequeño. Por ejemplo, un
estudio de 2010 en la parte oriental de la República Democrática del Congo reveló que al menos un cuarto de los
hombres de territorios afectados por el conflicto había experimentado violencia sexual: unos 760.000 hombres. La
comunidad LGTBI está particularmente en riesgo de violencia sexual en su condición de refugiados o detenidos.

La buena noticia es que algunas organizaciones humanitarias están empezando a reconocer el problema y dan servicios
básicos a los hombres que han sufrido esta violencia. Pero para prevenir esta violencia y dar apoyo y cuidado a los
hombres y niños que han sido víctimas de acoso sexual se necesita mucho más. Este trabajo debería complementar y,
cuando sea posible, reforzar, los programas para mujeres y niñas, que se llevan la peor parte de la violencia sexual y que
se enfrentan a muchas formas de violencia, discriminación y subyugación.

Una ayuda en peligro

En nuestro informe pedimos una mejor defensa, dotación de personal y más información. Pero también pedimos a
donantes que financien programas en extrema necesidad en este ámbito. Despertar la conciencia, sensibilizar al personal
humanitario y trabajar con las comunidades para establecer programas es fundamental para prevenir y responder a la
violencia sexual contra hombres y niños. Esto no se puede lograr sin financiación. El dinero para los programas que
abordan la violencia contra las mujeres y las niñas ya es escaso, y se necesita además una financiación adicional para los
hombres, niños y personas de minorías sexuales y de género. EEUU es uno de los pocos gobiernos donantes que ha dado
financiación dirigida a combatir la violencia sexual contra los hombres y los niños en escenarios humanitarios.

La administración Trump ha propuesto drásticos recortes en el presupuesto de asuntos internacionales de 2018, lo que
afectaría a la ayuda al desarrollo en el extranjero y a las agencias de la ONU. Esto sería devastador no solo para los sirios,
sino para los 65 millones de personas en todo el mundo que sufren los horrores de la guerra, el desastre y el
desplazamiento y, en algunos casos, de la violencia sexual.

Los recortes serían catastróficos para las organizaciones más pequeñas y a menudo locales. Estas organizaciones dan
servicios fundamentales en lugares peligrosos donde operan muy pocas agencias humanitarias, si es que lo hace alguna.
La mayoría de las organizaciones que dan cuidado a los hombres víctimas de violencia sexual en las zonas que visité eran
grupos de mujeres, grupos LGTB y grupos de derechos humanos, muchos de los cuales dependen de la financiación de la
ONU y otras agencias internacionales apoyadas por el Gobierno de EEUU.

Las historias de los refugiados que conocí nos recuerdan que los recortes propuestos dañarían las opciones de vida de
algunas de las personas más vulnerables del mundo. Estos hombres y niños –como todos aquellos que sobreviven a la
guerra y al desastre– tienen el derecho y se merecen protección, apoyo y cuidado.

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