En las recientes transmisiones de las fiestas de Santo Domingo
todavía narraron, desde medios conservadores, que la imagen dejó Las Sierritas para pernoctar diez días “en los escombros” de Managua. Sí, es el pasado que tarda irse…
Ahora que la sociedad nicaragüense entró al periodo electoral,
siendo, como se ha dicho, que el país es cristiano, vale la pena ser también específicos en qué época estamos. Deben evitarse las generalidades que no ponen en su lugar a los tiempos idos con sus rencores incluidos.
Al considerar la Nicaragua de hoy, ya no podemos hablar solo
de misas y procesiones, sino también de vigilias y campañas evangelísticas. Lo que una vez era lo habitual ya no lo es tanto.
De ahí que veamos cómo un pequeño grupo conservador que
falazmente se proyecta como “amplios sectores”, trata de que Nicaragua permanezca estacionada en el pasado.
A las gentes ancladas en su visión unilateral de las cosas,
les cuesta admitir que no somos 2 millones de habitantes para todo lo que ello implica en cultura, costumbres, comunicaciones, conocimiento, avances, cambios...
No quieren digerir que la población de antaño –aquella que
supuestamente profesaba en un 95% la religión católica y escuchaba las radionovelas de la Mundial– dio paso a otro censo con nuevos consensos.
Así, la narrativa conservadora considera que existe un mundo
inmóvil con almas disecadas y que los viejos calendarios se quedaron colgados en los biombos del pueblo para siempre.
Empero, en los asuntos del espíritu hay dinámicas tan
impresionantes que desbordan las tradiciones, configuran inéditas realidades que, quiéranse o no, transforman las ortodoxias, sean políticas o religiosas, y hasta las sociedades.
Es así que ya no se puede hablar, como en los años 60-70 del
siglo XX, que Nicaragua es un país monolíticamente católico, apostólico y romano.
Esto no quiere decir que la Iglesia a cargo de esa grey pierda
su autoridad, mientras en el resto del orbe, la institución vaya de maravillas. Es la evolución de las nacionalidades, las recientes tecnologías; hoy somos más de 6 millones de habitantes, se difunde la Palabra de Dios como nunca antes, hay un ir y venir migratorio, además del lógico desarrollo. Todo cambia en Latinoamérica y el Caribe, y no solamente en estos años, sino desde hace varias lunas, más 40 sondas espaciales enviadas a Marte.
Por eso, el documento pastoral –carta, comunicado o Twitter–
de una confesión religiosa ya no puede leerse como las Tablas de la Ley del Sinaí para el pueblo de Nicaragua. La sociedad en su mayoría, siendo cristiana, es plural en materia doctrinal. Y quedará al libre albedrío de sus destinatarios aceptarla, matizarla o rechazarla.
La grandeza de Dios, al fin y al cabo, trasciende la estrecha
visión temporal que los mortales puedan tener sobre determinado capítulo del devenir de los efímeros.
Algo sí que caracteriza al cristiano auténtico, independiente
de sus teologías, es que no renunciará a la piedad en la que es entrenado por su iglesia para alistarse en las infanterías del odio.
II
La Cuarta Encuesta Nacional de M&R, 27 de Julio al 01 Agosto,
dibujó el actual mapa espiritual de Nicaragua. Hemos de recordar que los líderes protestantes asumen que más del 40% de la población nicaragüense es evangélica.
La empresa detalla que la población católica constituye el
52.6% de Nicaragua. La evangélica (incluye Moravos) es 33.4%. Sin embargo, hay un bolsón de 10.9% de “Creyente sin denominación religiosa”.
Por lo general, esa suelta porción de las estadísticas
presenta una tendencia hacia la Iglesia Evangélica, lo que concordaría con los porcentajes que manejan los líderes de las denominaciones más grandes del país. ¿Por qué? Porque un católico, aunque no vaya a su parroquia, siempre se define como tal.
Nuestro Atlas religioso se completa así: Ateo/agnóstico (0.6%)
Otras confesiones (Mormón, Testigo Jehová, Anglicano, etc.) 2.6%.
III
La encuesta ofrece también las inclinaciones partidarias de
los fieles nicaragüenses. Y aquí hablamos de conciencias. El FSLN cuenta, en estas multitudes devotas, con siderales simpatías. De los consultados, esta es la relación, en base a los números universales de los credos:
Los católicos votarían por el FSLN un 62.0%; los evangélicos,
62.3%; ateos – agnósticos, 63.6%; creyentes sin denominación religiosa, 68.7%. Otra (Mormón, Testigo Jehová, Anglicano, etc.) 59.6%. Esto constituye un indicativo cotidiano que la orientación Cristiana, Socialista y Solidaria, no tanto por el lema como por su práctica, es la que ha movido cantidades de piadosos, congregacionales o sin templos, a identificarse con las políticas del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional.
Marca, además, una coherencia con lo que la sociedad en su
conjunto percibe sobre los responsables de esas políticas socioproductivas incluyentes, partiendo de un hecho: los encuestados en temas partidarios, sociales y económicos al final son los mismos que participan de la eucaristía o asisten a los cultos, son agnósticos o de otras prácticas religiosas. Es la ciudadanía de Nicaragua.
El comandante Daniel Ortega, por ejemplo, obtuvo 79.3% del
favor público y Rosario Murillo, 72.7%. Ambos encabezan la tabla de los más altamente valorados por la opinión colectiva. En el segmento liberal, el constitucionalista PLC capta el 4.8% del voto católico; 5.8% evangélicos; 0.0% ateos- agnósticos; 1.4% creyentes sin templos; 3.8% otras (Mormón, Testigo Jehová, Anglicano, etc.).
Asimismo, el PLI es acuerpado por los católicos en un 4.4%;
evangélicos 3.3%; creyentes sin denominación 3.7% y otros, 1.9%.
Estos resultados concretos son reveladores que la
predisposición del voto segmentado de la población cristiana concuerda con el muestreo nacional: el FSLN cuenta con el 62.8% de respaldo; el PLC logra un 4.7% de intención de voto; el PLI, 3.9%; el Partido Conservador, 1.2% y el APRE, 0.7%. Un 26.8% aparece como el “voto oculto”.
El 76.7% de los consultados está dispuesto a ir a los
comicios, contra un 6.4% que dice no va a votar. Es decir, el mensaje anti-cívico no cala en la sociedad.
Puesto así los números de la investigación, no hay lugar para
los instigadores de la inquina y el desencuentro. Por eso la derecha conservadora recurre a la infamia para atentar contra la potable imagen de Nicaragua.
Todas las encuestas que hasta ahora se han hecho, respiran un
solo espíritu: la población consultada una y otra vez se apunta por la estabilidad política, social y económica de su patria. Rechaza la confrontación.
Es que la población de Nicaragua, en términos globales, se
confiesa 96.9% cristiana. No podía ser de otra manera. Es una vasta fe nacional.
El hallazgo estadístico de la salud espiritual de un pueblo no