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Nota
En estos ensayos analizo las expresiones literarias del sincretismo de cultos que
evolucionaron en distintos y contradictorios relatos cristianos en el Helenismo tardío
y el tardo Imperio. En el siglo XX, estos imaginarios, ya como ideología estamental,
sirvieron a la propaganda de la Acción Católica y el Movimiento Social Católico, los
precedentes del solidarismo, el socialcristianismo y la democracia cristiana. Es parte
de mi estudio de las conexiones entre el Helenismo y la Modernidad, en el lenguaje y
las prácticas sociales.
Desde los primeros años setenta trabajo en Historia de las Ideas y el análisis
ideológico. He sido profesor de Filosofía en la Universidad de Costa Rica y la
Universidad Javeriana en Bogotá.
Bibliografía
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El año 30 a.n.e., la nueva construcción política del Imperio Romano supuso un corte
en el florecimiento de las artes y la civilización (vida ciudadana) griegas,
dinamizadas desde que Alejandro Magno extendió la presencia helénica hasta el Alto
Nilo, por el Sur, y desde el Mar Egeo hasta el río Indo por Oriente (334-323 a.n.e.). Y
el sincretismo político-religioso de la representación teocrática de Alejandro y sus
generales sucesores, potenció los efectos integradores del helenismo en las culturas
orientales (actual Oriente Medio). Dos muestras significativas serían el culto
faraónico de Alejandro como dios Amón, y la aparición de las Milindapanha (Las
Preguntas de Menandro), un diálogo budista con el rey indogriego Menandro2. Al
final de este período comenzó el llamado Helenismo tardío.
1 Las fechas van indicadas como a.n.e (antes de nuestra era), equivalente a las expresiones a.e.c.
(antes de la era común.) o a.e.a (antes de la era actual de Occidente). Para la conversión de
fechas de los calendarios romano y griego, ver 1.5 El computo de la era actual de Occidente.
2 H. Heinen: Historia del Helenismo, p.44.
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(la copia y la mezcla). Ya en el siglo III aparecen las primeras formas de un estilo
hierático.
Sol Invicto (Siria), etc. Resurgieron divinidades asociadas a un Dios Padre y a Madres
vírgenes, Isis, Milita e Istar, las que generan a Horus, Tamús o Adonis; dioses
nacidos en un entorno pastoril en una gruta, y anunciados por un astro premonitorio
en el solsticio de invierno (la geografía de estos mitos llega hasta la India). Había
dioses enviados a la tierra, como Mitra o Zoroastro, y dioses perseguidos, muertos
violentamente y resucitados, como el despedazado-desmembrado Osiris en su lucha
con las tinieblas de la noche, que resucita cada amanecer y renace cada solsticio de
invierno.
[Láminas] Un tetradracma (moneda de cuatro dragmas) del año 323 a.n.e. trae una
muestra de sincretismo de la figura de Zeus con el cuerno del dios egipcio Amón. La
introducción del culto de adoración de Alejandro, divinizado como faraón hijo del
dios Amón, aparece en otra moneda egipcia del 317 al 305 a.n.e, que lo retrata con los
atributos de Amón6.
Zeus; lo que precedió la reforma monoteísta del culto de Apolo asociado a Helios (el
Sol), cantado en el Himno de Apolo de Calímaco (310-240 a.n.e.). La “Reforma” del
culto de Apolo sucede, en pleno Helenismo, en un contexto de crisis del politeísmo
(multiplicidad de genealogías) en la elite culta, que evolucionaría hacia un dios
principal con una familia reducida de divinidades mediadoras, como ya había
sucedido con la Trinidad egipcia: el Padre Osiris, el Hijo Orus e Isis la Madre de
Dios. Y como en Egipto, el factor sintetizador se basó en una cosmología Solar.
El hecho de que el célebre poeta Calímaco cantara a “Apolo Sol” significa que los
cultos apolíneos y sus sacerdocios ya habían conseguido suficiente prestigio social, y
existía la consciencia de que la nueva fusión con el culto Solar (Helios) tendía hacia
el monoteísmo. Pero el momento de mayor dinamismo del monoteísmo teocrático
Solar, de la reforma de la invocación de Apolo Sol “sumo dios”, tuvo lugar con la
instauración del culto imperial de Octavio el Augusto en las últimas décadas del siglo
I a.n.e. (se verá a continuación).
En las principales ciudades del Mediterráneo, entre los alumnos de las escuelas de
retórica, donde se educaba la clase dirigente en griego o latín, comenzó a repercutir
este tráfico intenso de simbologías de culto Solar. En medio de los ejercicios
escolares de confrontación dialéctica entre las filosofías en boga (la escuela
Aristotélica y la Academia neoplatónica, el Epicureísmo y el Estoicismo), se fueron
13
seas la Venus celestial... ya seas la hermana de Febo [Sol]...” (...) “Alístate en esta
sagrada milicia, para la cual... la diosa requirió tu juramento, conságrate... al
servicio de nuestra religión y... al yugo de ese ministerio”10. Hay evidencias de que
El Asno de Oro circuló en los medios cultos hasta el siglo V. Agustín de Hipona lo
leyó y lo cita varias veces en La Ciudad de Dios (libros VIII y IX sobre el
neoplatonismo).
Con estos cultos apolíneos se rechazaba la locura de los cultos dionisíacos y sus
bacantes (del griego bákhos: delirantes). Las bacantes junto a los sátiros acompañan a
Dionisos (Baco) en las fiestas bacanales, semidesnudas, coronadas de pámpanos;
embriagadas, danzan hasta el furor orgiástico y causan la muerte de Orfeo,
representación de la mesura. El mito de Dionisos representaba la irracionalidad y el
exceso que se pretendía corregir con los nuevos cultos Solares.
adquirió más influencias del entorno de religiones orientales (se verá en Ensayos
sobre el Helenismo 3).
Cristo (Xpistos: el Ungido Rey) y Osiris. Se abrieron camino unos mitos más que
otros, aquellos que tenían correspondencia con las nuevas tendencias monoteístas o
henoteístas, y similitudes estructurales y temáticas, veamos:
resurrección, no eran ninguna novedad para las mentes de la época. Una serie de
mitos de este tipo circulaban entonces, como el que transcribe Plutarco sobre la
muerte del dios Pan: el marinero Tamo escuchó una voz divina que le gritaba:
“¡Tamo, cuando llegues a Palodes, proclama que el gran dios Pan ha muerto!” Así
lo hizo Tamo y la noticia fue recibida desde la orilla con lamentos”11. También
muere y resucita Heracles (Hércules), que fue Dios Hombre, Hijo de Dios Júpiter y
de una mujer terrenal, Alcmena. Asclepio, Hijo de Dios Apolo y de otra mujer,
Coronis, también se relaciona con un mito de resurrección: “Asclepio, el médico,
tuvo la temeridad de resucitar a un muerto, y robarlo de este modo al Hades”12.
11 Robert Graves: Los Mitos Griegos, p.34, 51; Quintino Cataudella: Historia de la Literatura
Griega, p.324.
12 R. Graves ob. cit., p.171, 218 y 34.
13 Antonio Ruiz: “Laodamía y Protesilao”, en Cuadernos de Filología Clásica, Universidad
Complutense, Madrid, 1991, p.139-158.
14 R. Graves ob. cit., p. 34, 51.
15 Quintino Cataudella: Historia de la Literatura Griega, p.324.
16 Eusebio de Cesarea: Vida de Constantino (VC) IV,72 p.395.
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En esto consistió la reforma monoteísta del mito de Apolo Sol divulgada en el nuevo
Himno de Apolo del poeta helenista Calímaco, el siglo III a.n.e. La presencia
luminosa de Apolo-Febo, soportada sólo por Zeus, le daba el atributo de Brillante,
Puro, símbolo refulgente, portador de luz. A través de Helios, combinaba su
simbolismo con la Luna (Selene) y la Aurora (Eos), relacionados con la medida de las
horas y el calendario luni-solar. Un culto similar, ya había existido en la península
itálica entre los etruscos, de quienes se conserva la estatua del Apolo Veies.
Apolo, desde los relatos homéricos, se asociaba al gobierno en tiempos de paz, dios
de la música y la poesía, era un dios civilizador. Con su lira, Apolo representaba la
consunción del fuego de las guerras y del culto de Ares (Marte); y adoptaba el
17 Jean Hani: Mitos, Ritos y Símbolos, p. 141 y 160. Ver F. Cumont: Les Religions Orientales dans
le Paganisme Romain; Paris, 1963.
18 Jean Hani: Obra citada, p. 162.
19 Ver H. Frankel: Poesía y Filosofía en la Grecia Arcaica, p.354, 426.
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Apolo era un dios protector, genio protector, dador de salvación (seguridad) para las
profesiones de riesgo y de sus riquezas, como en la milicia y el comercio. Estaba
asociado a la guarda de los depósitos monetarios en el santuario de Delos, su lugar de
nacimiento. Heinz Heinen dice que “la isla y las ofrendas y depósitos que allí se
acumulaban estaban protegidos por el dios y la inviolabilidad del santuario. Los
inventarios conservados en inscripciones constituyen una importante fuente de
conocimiento de las posesiones y actividad financiera del templo”21. Se conservan
restos de los templos amurallados de Delos con las cámaras del tesoro. Pues, esta isla
Delos, después de Rodas, era el principal puerto esclavista del Egeo; de ahí la
necesidad de un templo para la protección de caudales, y la conveniencia del
simbolismo de Apolo, no de Dionisos.
Pero también hubo cultos Solares Apolíneos que expresaron resistencia social y
anunciaban la instauración de un nueva sociedad. Esta era la idea de Aristónico,
quien el año 133 a.n.e., en el reino de Pérgamo en Asia Menor, “encontró apoyo
entusiasta en la población más pobre del campo y en los esclavos... Como respuesta
a su miseria y a sus expectativas Aristónico proyectó el modelo de un Estado Solar
20 Mircea Eliade: Historia de las Creencias y las Ideas Religiosas (t.I) p.346, 349.
21 H. Heinen: Historia del Helenismo, p.71 y 72.
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(Heliópolis) que se caracterizaría por una mayor justicia social... Obtuvo unos
primeros éxitos militares incluso contra tropas romanas. Pero finalmente las fuerzas
reunidas de los romanos, las ciudades griegas y los reyes helenísticos vecinos
lograron dominar a Aristónico”22.
Los cultos Apolíneos, al final del helenismo, se enriquecieron con los relatos Solares
de las culturas orientales, evolucionando como tendencia monoteísta y como
alternativa a las genealogías politeístas de Zeus (Júpiter). Pero fue en el culto
imperial romano donde el monoteísmo de Apolo Sol Summus Deus (Sumo Dios) tuvo
desarrollo bajo la forma teocrática. Así comenzó el culto de la divinidad del príncipe
romano, emulando el culto de Adoración de Alejandro Magno, varias décadas antes
de que Pablo divinizara a un Rey (Cristo) en sus Cartas. Una divinización griega del
héroe, la divinización del Rey en Egipto y el cercano Oriente o una divinización del
caudillo del tiempo de Alejandro Magno. Su adopción por el Cristianismo también
serviría de figuración para las teocracias en la Edad Media, como vértice de un
sistema estamental del campesinado en la Cristiandad del Románico.
combate del “soldado Bueno” con el “ejército malo”. En una procesión ritual de
madrugada, un culto Solar que todavía sobrevive en algunos monasterios, Mitra
estaba representado por la antorcha que portaba el Acólito. Dentro de la cosmología
persa estaban graduados los siete cielos a los que podían acceder los iniciados, las
siete esferas celestes bajo la bóveda de las estrellas fijas (Luna, Marte, Mercurio,
Júpiter, Venus, Saturno y Sol). La iniciación en los secretos revelados de la divinidad
se obtenían mediante las pruebas de fuego, agua y ayuno, que determinaban los
rangos de Acólito, Novicio, Soldado o Padre (en los grados bajos, los iniciados tenían
nombres de animales).
Los cultos Solares de Mitra penetraron en las sociedades urbanas del Mediterráneo
tanto como los de Isis y Osiris. En la misma Roma había al menos una media docena
de importantes mitreos, que compartían el suelo y el cielo de la ciudad con grandes
templos egipcios o iseos. Pero, sumando otros sitios arqueológicos secundarios, se ha
encontrado unas dos docenas de pequeños altares públicos de cultos mitraicos en la
ciudad25. Y en abundantes sitios panorámicos de la península itálica, que eran lugares
de peregrinación de culto Solar, había monasterios mitreos que competían con los
templetes de cultos agrícolas de Isis. Actualmente, el uso cultual de estos “iseos”
tiene continuidad como capillas y ermitas rurales, y los antiguos monasterios mitreos
continúan abiertos (a esto se debe la confusión de atribuir una antigüedad exagerada,
anacrónica, a su transformación en monasterios cristianos antes del siglo V).
[Lámina] El culto persa de Mitra tuvo evolución en Siria como culto al Sol Invicto, el
Sol Inconquistable. En los Museos Vaticanos se guarda un relieve de “Mithra Sol
Invictus”, que representa el sacrificio de Mitra con el Sol (una efigie con la diadema
de rayos solares) más la Luna y la inscripción “Sol Invicto Deo”.
astro Sol. Y en un arco de cuatro siglos, se pasó de la instauración del culto de Apolo
Sol, el “genio protector” de Octavio el Augusto, a la institución del Sol Invicto de
Constantino y al Cristo-Sol de los primeros obispos imperiales, los Cristianos
Arrianos.
el Helenismo 2). Su Mesías, Cristo, Jefe o Señor, se convirtió en una idea mística, en
un misterio de “salvación” (portador de un seguro de la vida de ultratumba).
Después de Pablo, los Cristianos de segunda generación, entre los años 70 y 150, al
entrar en contacto con las escuelas persas de la Gnosis, dieron lugar a una familia de
libros con una diversidad de variantes contradictorias del relato paulino de Cristo. La
gnosis, palabra de origen griego que significa conocimiento, designa un movimiento
místico oriental de origen persa, de un culto de salvación (obtención de la seguridad)
a través del conocimiento de secretos iniciáticos (no confundir este culto mistérico
-secreto- con cierto misticismo neoplatónico posterior en el tardo-imperio).
Enfrentados por la irrupción de la gnosis, entre los grupos de lectura de las Cartas de
Pablo apareció la nueva literatura gnóstica y antignóstica, un centenar de evangelios,
cartas y libros de apocalipsis, expresión de una proliferación de sectas. Ambas
tendencias (gnósticos y antignósticos) revisaron completamente la idea paulina de
salvación mediante una fe en un Cristo idea mística, sin datos de vida pública, ni
libros de dichos y hechos; también revisaron el misticismo paulino que daba prioridad
al acto mental de conciencia estoica sobre las “obras” y cumplimientos rituales, en
oposición al legalismo y formalismo de las convenciones de normas de conducta en
la Ley de Moisés.
Sólo unas pocas sectas del siglo II se mantuvieron más cerca del cristianismo de
primera generación de las Cartas de Pablo. Pero todos recrearon e innovaron la idea
paulina en una serie de historias heroicas y dramas trágicos helenistas llamados
evangelios. De esta forma, entre libros de “dichos y hechos”, de narraciones y
dramas trágicos, apareció una diversidad de evangelios contradictorios. Pero todos
guardan los rasgos comunes de una familia de sectas que intercambian variantes,
incluso extremas, de unos cuantos relatos y de un mismo registro temático a lo largo
de dos generaciones. La principal diferencia del nuevo relato del Cristianismo
Evangélico respecto de las Cartas de Pablo consistió en el añadido de una Vida de
Cristo, mientras que la figuración del rey mesiánico Cristo en los escritos de Pablo
había quedado solamente como idea de fe en un Espíritu sin datos biográficos, sin
vida pública reconocible. Un Espíritu sin relato de dichos ni hechos. Una especie de
inclinación mística de la mente estoica. Mientras que los relatos de evangelios crean
una figura de gran plasticidad, con una biografía y con efectos dramáticos de un
teatro de tragedia griega (se verá en Ensayos sobre el Helenismo 3).
Después, a lo largo de los siglos del Imperio Romano, una línea de continuidad
enlazó el monoteísmo de Apolo Sol Sumo Dios (síntesis de Helios y Apolo), desde
Octavio, hasta el culto del Sol Invicto del Emperador Constantino en el siglo IV, con
detrimento del tradicional politeísmo centrado en la muy ramificada genealogía del
Júpiter romano. De tal manera que, cuando Constantino construyó su aula de
audiencias en Roma la nombró Basilica Aurea (Dorada, Solar); y cuando fundó
desde los cimientos la nueva capital del Imperio en la Nueva Roma (Constantinopla),
centró la ciudad con un monumento a Apolo Sol. Y en el largo periodo entre Octavio
y Constantino, de más de tres centurias, una serie de emperadores dedicaron culto al
Sol en el ejercicio de la liturgia sacerdotal de propaganda del poder teocrático del
emperador.
27
La Guerra de Apolo contra Dionisos. Para entrar en la guerra civil, Octavio hizo
que el Senado Romano declarara “enemigo público” a Marco Antonio, Cónsul en
Oriente. Al mismo tiempo, en un acto teatral hizo un juramento ceremonial sobre la
Ciudad y los Ciudadanos de Roma, que llamó Consensus Universorum y por el que
se dio el título de Imperator. Y comenzó a escenificar ante el pueblo la
representación de una campaña centrada en Apolo Sol, como Dios del orden contra el
desorden representado en los cultos de Dionisos, asociado con Marco Antonio y
Cleopatra en Oriente. Sin embargo, el cónsul Marco Antonio también se dedicaba al
culto Solar, como se demuestra en la emisión de un denario del año 42 a.n.e. (antes
de nuestra era). Marco Antonio viene retratado con la diadema de rayos Solares y en
el reverso aparece el templo del Sol en el monte Aventino. Luego, tanto Octavio
como Marco Antonio coincidían de alguna manera en el culto Solar, y esto pone en
evidencia la invención gratuita de la campaña progandística de Octavio de cara a los
ciudadanos y la aristocracia de Roma.
una niña. Marco Antonio, por su parte, había roto el matrimonio con Octavia, la
hermana de Octavio, adoptando como sucesor en su calidad de Cónsul al hijo de su
descendencia con la reina de Egipto.
Por lo tanto, Octavio veía, impotente, la descendencia del Cónsul Marco Antonio
como una amenaza futura para él que no había tenido ningún hijo con su esposa
Livia; y además, también temía que, en el futuro, el hijo de César con Cleopatra,
Cesarión, podría disputarle la sucesión. Además de derrotar a Marco Antonio, el
interés de Octavio era cambiar este posible destino de su sucesión; porque Livia había
tenido dos hijos como mujer de Tiberio Claudio Nerón, antes de casarse con Octavio,
y éste había adoptado a su hijastro Tiberio como sucesor.
“En el centro escuadras de bronce, las guerras de Accio... A este lado César
Augusto guiando a los ítalos al combate... En otra parte Agripa, con los vientos y los
dioses de su lado... Al otro lado, con tropa variopinta de bárbaros, Antonio,
vencedor sobre los pueblos de la Aurora y el rojo litoral, Egipto y las fuerzas de
Oriente y la lejana Bactra, arrastra consigo, y le sigue ¡Sacrilegio! la esposa
egipcia... (...) Apolo Accíaco viendo esto, tensaba su arco desde lo alto; con tal
terror todo Egipto y los indos, toda la Arabia, todos los sabeos sus espaldas
volvían... A la misma reina se veía... pálida entre los muertos... Al Nilo, enfrente,
afligido... y abriendo su seno y llamando... a los vencidos a su regazo azul y a sus
aguas tenebrosas”27.
El 6 de mayo del año 44 a.n.e., Octavio hizo su Adviento (de adventus: entrada; la
fiesta del Adviento celebraba el Nacimiento del Sol en el solsticio de invierno en los
cultos Solares), su ingreso de marcha triunfal en la Vía Sacra del Foro Romano como
sucesor de JC. Después, distribuyó sestercios a la plebe de Roma, diciendo que
expresaba la voluntad de JC, y celebró los Juegos en honor a las Victorias del César.
Durante los juegos, hizo que los sacerdotes y el Senado divinizaran a JC, y
anunciaran el culto de su Ascensión a los cielos, emulando la potencia Solar.
Para este título se tomó la figura de la Ascensión diaria del Sol del mediodía, que era
comunicada por los sacerdotes para marcar la hora de los trabajos de los funcionarios;
y del ciclo anual de la Ascensio Recta en los cielos, que medía la progresión
estacional del Sol de mediodía sobre la Eclíptica, desde su Natividad en el solsticio
de invierno (sobre el Trópico de Capricornio) hasta el solsticio de verano (sobre el
Trópico de Cáncer). Con la medida del paso gradual y estacional del Sol de mediodía
entre los solsticios de invierno y verano, se fijaba el Calendario Solar que regía las
fechas anuales de la fiscalidad y los créditos, de las fiestas públicas y los cultos de
Memoria. Este simbolismo de la Ascensión Solar era fácil de interpretar por los
romanos, cuya ciudad tenía relojes gnomon (más tarde, obeliscos egipcios) que
marcaban el horario del día solar, así como líneas Meridianas para marcar el cambio
de las cuatro estaciones (solsticios y equinoccios). Se verá a continuación con el reloj
y la Meridiana de Octavio Augusto.
31 a.n.e., Octavio festejó un segundo Adviento de marcha triunfal por la Vía Sacra del
Foro de Roma, reclamando y recibiendo del Senado la Sacrosanctitas, la condición
de inmunidad religiosa. Así fundamentó su dictadura militar con una reforma
religiosa y adquirió una legitimación religiosa ante el pueblo.
[lámina de http://www.cngcoins.com/Coin.aspx?CoinID=93378]
Ultor (Marte Vengador), hizo construir una gran aula con una estatua colosal de
Apolo Genio Protector. Dan una idea del gigantismo de la estatua, que debía medir
11 a 12 metros de altura, una mano del coloso y la impronta de un pie de grandes
dimensiones, descubiertos hace poco en el Aula del Coloso del Foro de Augusto.
[Lámina de www.capitolium.org/it]
Del mismo Foro de Augusto se conserva una copia de las cariátides del Erecteion de
la Acrópolis de Atenas, flanqueando un gran escudo en el que se representa el
sincretismo de Zeus-Amón fundado por Alejandro Magno.
La nueva era de Apolo Sol. El año 17 a.n.e, Octavio Augusto convocó y presidió los
Juegos Seculares, los juegos del siglo (seculum), donde anunció el comienzo de una
nueva era del Dios Apolo Sol mediante un poema encomendado a Horacio. Se trata
de un himno apolíneo con trazos órficos y claras alusiones a la gestión política de
29 Stefano Del Lungo: “Topografia di Roma: L'Orologio di Augusto”, en Bolletino Istituto Storia
dell'Arte, U. La Sapienza, Nº35, 25.nov.1994.
33
Octavio, que fue cantado en coro frente al templo de Apolo Palatino. Una inscripción
conservada en el Museo Nazzionale alle Terme registra el acto en que se cantó el
“Carmen Saeculare [Canto Secular] de Q. Horatius Flaccus” por un coro de “27
jóvenes y 27 muchachas”:
Canto Secular30
Almo Sol [Sol Vivificador], siempre nuevo y siempre el mismo, cuyo nítido carro el
día cela...
Y tú, Ilitía, la del parto suave, a las madres protege
ya prefieras que Genital te llamen o Lucina [que da a luz];
[el poeta está aludiendo a la política octaviana de promover la natalidad]
Con los bienes pasados los futuros unid ¡oh, Parcas que cantáis veraces!...
La Tierra, en mieses fértil y en ganado con corona de espigas orne a Ceres;
aire y agua salubres Jove envíe a lo nacido.
Tu dardo guarda, escucha dulce y plácido Apolo a los mancebos suplicantes;
Luna, reina bicorne de los astros, oye a las vírgenes [las doncellas casaderas con los
mancebos suplicantes].
Si el augur Febo, el del bello arco, amado por las nueve Camenas
[ninfas asociadas al legendario rey Numa Pompilio, sucesor de Rómulo]
y cuyo arte saludable los miembros fatigados del cuerpo alivia
propicio ve las cumbres palatinas
[La colina del Palatino, residencia de Octavio]
y al Lacio y al país romano otorga la dicha en siglos cada vez mejores
y si Diana, la soberana de Aventino y Álgido, antiende al ruego...
[Láminas de Platner, en
http://catholic-resources.org/AncientRome/Platner-forum-romanum.jpg y
http://catholic-resources.org/AncientRome/Platner-capitoline.jpg]
36
Aunque Octavio potenció los cultos Solares, no los inventó, puesto que ya formaban
parte de la tradición romana. Entre los antiguos romanos, el Calendario de Numa
incluía un mes dedicado a la divinidad del Sol, Febo (la invocación de Febo pasó al
Calendario Juliano, de donde viene el actual mes de Febrero). El Calendario Solar
era el principal instrumento del Estado para la organización de la vida social y
económica, junto con la imposición de una estructura de parentesco y herencia
(filiación) en el Derecho Romano de la Ley de las XII Tablas; más la institución de
las formas de propiedad y del intercambio monetario (el crédito); más un sistema de
pesas y medidas para el comercio, cuyo patrón estaba depositado en el Templo de
Saturno en la Vía Sacra del Foro; más la importante red de vías romanas que unían
extensos territorios, para el transporte de los “correos” y la distribución de
mercaderías, que se medían en millas desde la piedra miliar en el centro del Foro
Romano a cualquier punto del Estado (en Viena, la Biblioteca Nacional conserva la
“Tabula Peutingeriana”, documento del siglo IV, un plano de unos siete metros de
largo con la red de rutas romanas que enlazaban varios centenares de ciudades de
Europa, Norte de África y el Medio Oriente). El Calendario Solar, desde el tiempo de
la monarquía, era parte estructural del Estado romano.
El Calendario Solar romano, aún vigente, marcaba los tiempos de estas instituciones
y la administración de estas infraestructuras fundamentales de la civilización romana.
Marcaba las fechas fiscales y los plazos de los créditos, porque las actividades
agrícolas, las cosechas y la industria de transformación de productos naturales (aceite,
vino, harina, etc.) dependían del ciclo solar. Y las fiestas religiosas, que también se
regían por este calendario, sancionaban la demarcación de estos tiempos.
poetas y escultores, más los cultos de Apolo Sol Sumo Dios marcaron una tendencia
hacia el monoteísmo. Pero no hubo un objetivo explícito de confrontación con el
politeísmo de la genealogía de Júpiter Capitolino, el antiguo dios supremo del Estado
romano; aunque la reforma apolínea entre los romanos, igual que entre los griegos,
dio lugar al cuestionamiento de los cultos sangrientos y la función económica del
sacrificio y venta de carne en los templos. Aunque la venta de carne favorecía el
ingreso de los templos, y permitía a los sacerdotes la distribución voluntaria de
alimentos al pueblo, como un instrumento de beneficencia y de poder social.
Pero entre las clases cultas, desde el tiempo del Helenismo, se potenciaba una
religiosidad de carácter cosmológico (filosófico) más que cosmogónico (mitológico),
y ya habían comenzado a cuestionar la conveniencia de los rituales de sangre. La
acusación de “superstición” se convirtió en un recurso retórico para la “damnatio
memoriae” (condena de la Memoria) de los generales y emperadores derrotados (se
comisionaba a los cronistas para denigrar a los vencidos; a veces, sólo para justificar
los abusos y expropiaciones de sus familiares y partidarios). Mientras que los mismos
cronistas atribuían a los vencedores un discurso político racional, lo que demuestra
una valoración del pensamiento lúcido, luminoso.
permanente.
Tácito, Suetonio, Séneca y Plinio describieron esta gran construcción de Nerón, como
una representación de la naturaleza con bosques y lago, y con sus terrazas orientadas
al Sol. Séneca, en Carta a Lucilius, dice que “un mecánico inventó la manera de
hacer caer agua en aspersión como lluvia [por unos conductos]”. El Palacio del Sol
tenía una sala circular con cúpula, una innovación en la arquitectura romana, que
permitía la función de un planetario (esta sala y cúpula se conserva entre las ruinas de
la Domus Aurea). En la cima de la cúpula de la sala circular hay una abertura cenital,
un oculus (ojo o ventana) de entrada del rayo solar, que podía tener una función
ritual para exaltar la identificación del Emperador con la divinidad Solar, como se
verá después en un culto imperial relacionado con el oculus de la cúpula del Panteón
de Adriano. Suetonio explica que, en torno al oculus, un mecanismo “giraba... como
representación del firmamento”, como si fuera una bóveda celeste centrada en el
Emperador-Sol34.
Por lo tanto, Nerón, de quien sabemos muy pocas cosas verosímiles (denigrado por
las leyendas de damnatio Memoriae, la condena de la Memoria que cayó sobre él
bajo los cronistas comisionados, a lo que se sumó la leyenda de la “diez
persecuciones” de Agustín de Hipona), tuvo la misma intención de propaganda
Litúrgica que Octavio mediante el culto del monoteísmo Solar. Aunque Nerón tuvo
mayor sentido de la puesta en escena, como un artista, si se atiende a los testimonios
de estos mismos autores acerca de sus actos o espectáculos públicos, pero sin caer en
dar crédito a sus exageraciones.
Con los emperadores Antonino Pío (138-161), Septimio Severo (193-211), Elagábalo
(218-222) y el Emperador Aureliano (270-275) tuvo desarrollo el culto del Sol
Invicto, Sol Inconquistable, una versión siria del culto de Mitra. Pertenece,
probablemente, a la época de Antonino un pequeño busto con la característica
diadema de rayos Solares y la inscripción dedicatoria de un templete o edícola al
Invicto Soli, encontrado durante los trabajos de apertura de la actual Via del teatro
Marcello37. Aureliano también construyó en Roma un templo de culto al Sol, entre el
272 y 275, después de la victoria de Palmira (Siria); instituyó un sacerdocio de
pontífices del Dios Sol y “en coincidencia con la inauguración del templo del Sol un
25 de diciembre, fueron promulgados ludi [juegos] anuales”38.
Cultos Solares de Isis, Osiris y Horus. Los cultos egipcios de la Trinidad Solar, Isis,
Osiris y Horus tuvieron auge en el Imperio. En Roma, además del gran templo de
Isis, el Iseum Metellinum en el lugar de la actual Plaza Isis (Piazza Iside) y Vía Isis,
hasta la intersección de Vía Labicana con Vía Merulana, había otro gran “templo
egipcio” o Serapeo, el Iseum Campense levantado en el Campo de Marte. Ambos
procedían del último período de la República.
Aunque estos cultos no fueron constantes, pues los templos entraron en períodos de
decadencia, según el mantenimiento que le daban los sacerdotes. Sin embargo,
durante el Imperio, hubo restauraciones de estos templos. Y hubo más sitios de cultos
Iseos, que demuestran su arraigo en la ciudad de Roma. Los actuales templos
S'Maria in Domnica y S'Stefano Rotondo corresponderían a otra concentración de
templos isíacos43. También en la colina del Quirinal, junto a la actual Universidad
Gregoriana se conservan muros de gran tamaño de un serapeo.
Probablemente procede de alguno de estos sitios un gran busto, que se conserva muy
desfigurado en Piazza Venezia puesto sobre una peana elevada, y conocido como
Madama Lucrezia. Por el nudo del vestido sobre el pecho, se supone que
representaba a Isis. Lo mismo que dos esculturas de Porta Magica, que flanquean un
símbolo de la Alquimia en el exterior de la Villa Palombara, tendrían relación con
cultos egipcios.
Culto de Mitra. Hay evidencias de grandes mitreos junto a las termas de Caracalla,
entre el Ponte Palatino y el Circo Máximo, en el lugar de la actual Plaza Barberini y
en la colina del Aventino. Sumando los mitreos menores, los arqueólogos registran
veintiséis sitios de culto mitraico en la ciudad de Roma, la mayoría activos en el siglo
IV45. Aunque algunos de estos restos son sólo inscripciones o grabados incorporados
a un mausoleo o una gruta, su número demuestra que, entre los siglos II y IV, el culto
de Mitra fue el culto sincrético oriental más difundido en la ciudad. La totalidad de
sitios arqueológicos “cristianos” del siglo IV no supera al de los cultos mitraicos, ni
siquiera alcanza la mitad de estos.
[Lámina del mosaico del siglo IV de “Cristo Sol” que se encuentra en una cripta de
los mausoleos sobre los que fue construida la Basílica de S'Pedro]
Se conserva el texto de una plegaria militar de Constantino, más una Carta circular a
sus provinciales o gobernadores de Oriente que dan una idea completa de su
imaginario cultual, de su pensamiento filosófico y de su política de pluralismo
religioso. Y las efigies e inscripciones de las monedas acuñadas por Constantinolo
confirman su culto al Sol Invicto.
47 Eusebio de Cesarea: Vida de Constantino (VC); edit. Gredos, Madrid, 1994, IV,19-20 p.346.
48 Lactancio: De la muerte de los perseguidores 46,6; citado en VC nota 23, p.346.
49 Sotomayor, M. y J. Fernández, editores: Historia [eclesiástica] del Cristianismo (HistCrist);
Trotta, Madrid, 2ª edic., 2005, p.345.
44
[Lámina en HistCrist sin número de página. Constantino acompañado del dios Sol
(referencia: J. P. Kent, B. Oberveck y A. U. Stylow: Die Romische Münze; Hirmer
Verlag, München, 1973, lám. 632).]
50 HistCrist p.333.
51 HistCrist p.333.
52 HistCrist p.334.
53 Michael Siebler: Arte Romano; Taschen, Madrid, 2007, p.86-87.
45
EXERCITUS, que bastarían para descartar cualquier contenido cristiano del citado
símbolo”54. Y añade: “Vuelve a aparecer éste [asterisco Solar] como parte de la
imaginería monetaria de una serie acuñada en Constantinopla en torno al 327. Estas
monedas de bronce llevan... en su reverso el labarum [estandarte] atravesando a
una serpiente. A juicio de los más expertos numismáticos (Bruun, 1997, 45-46),
también en este caso sería aventurado ver algo más que un vexillum [bandera,
estandarte] coronado por el signo victorioso de Constantino”55. De hecho, en esta
moneda acuñada en Constantinopla, el “labarum [estandarte] atravesando a una
serpiente” simbolizaría la derrota y el asesinato del emperador Licinio, según escribe
Eusebio: Constantino “mandó reflejar en un cuadro el signo salvífico [asterisco]
apostado sobre su cabeza, y dar forma de dragón a la enemiga y perniciosa bestia
que se precipitaba al abismo”56. El texto de Eusebio explica el “cuadro” del que se
tomó el diseño de la moneda, en la no aparece ningún signo cristiano.
La primera evidencia arqueológica de la evolución del asterisco solar con las letras
del acrónimo XP (cristograma) corresponde a unos cascos militares de mediados del
siglo IV encontrados en la frontera del Danubio58. Mientras que la muerte de
Constantino sucede el año 337. No hay lugar a la confusión del monograma
constantino con el crismón posterior.
54 HistCrist p.338.
55 HistCrist p.338; P. Bruun: “The Victorious Signs of Constantine”, en The Numismatic Chronicle,
157, p. 41-59.
56 Eusebio de Cesarea: Vida de Constantino (VC); Gredos, Madrid, 1994, p.266.
57 HistCrist p.338.
58 Ver catálogo de la exposición arqueológica, Constantino il Grande, La Civiltà al bivio tra
Occidente e Oriente; edits. A. Donati y G. Gentile; Editorial Silvana, Rimini, 2005.
46
Constantino nunca dio muestras de poner en duda su identificación con una divinidad
Solar, Apolo-Sol o el Sol Invicto, ni demostró vacilación en su culto a un Dios
cosmológico, una fuerza de la Naturaleza. Tampoco abandonó las prácticas
tradicionales romanas, como demuestra la autorización para erigir un templo de culto
59 VC IV,73 p.395.
60 Historia de la Iglesia Católica (HBAC) t.I; BAC, Madrid, 1996, p.372, 376, 386, 393-94.
61 Stéphane Yerasimos: Constantinople, de Bysance à Istambul; Edit. Mengés, Paris, 2000, p.29.
62 HistCrist p.360-61. J. Fernández cita las obras Vidas de Filósofos y Vidas de Sofistas, de Eunapio
(346-420).
47
física (natural) del orden de las cosas. Aunque opuesto a las corrientes del
materialismo, como el que representaba el poema De Rerum Natura (La Naturaleza)
de Lucrecio (96 a 55 a.n.e.), esta cosmología de Constantino estaría en la línea del
eclecticismo de la teoría del “movimiento” de las cosas en el De Republica
(VI,22-29) de Cicerón. Y si esta Carta no la escribió el mismo Constantino, él
conocía la tendencia filosófica de quién o quiénes eligió como asesores para su
redacción. Desde luego, no eligió a un obispo cristiano. Y la gestión pública de
Constantino demuestra que, desde su culto al Sol Invicto, fue coherente con esta
cosmología.
[en el error] para que ellos también se ganen la más íntima alegría en virtud de la
concordia que patentemente reina”65. Y frente a un estado latente de confrontación
por fanatismos religiosos en Oriente, Constantino les propone: “Beneficiémonos
todos los hombres del privilegiado consorcio que se nos ha otorgado, esto es, del
bien de la paz, abstrayendo manifiestamente la conciencia de todo lo que se le
opone. Por lo demás, que nadie emplee en menoscabo de otro aquello que es su
íntima convicción haber recibido. Lo que uno haya percibido y comprendido, de ser
posible aplíquelo en provecho de otro; si es imposible, que desista del intento. Pues
una cosa es abordar espontáneamente el combate de la inmortalidad, y otra forzar a
él so pena de castigo”66.
Por otra parte, la transcripción por Eusebio de Cesarea de la Carta a los gobernadores
provinciales de Oriente satisface un criterio básico de autenticidad, porque hacia el
año 339, fecha de la publicación de VC, aún vivía la generación de los que habían
conocido este documento. Y refleja también la tolerancia de Eusebio de Cesarea, del
partido de Filosofía Cristiana de los obispos Arrianos, a quien se debe la
conservación del documento. Esta actitud tolerante del movimiento partidario de
Filosofía Cristiana de los Arrianos va a desaparecer con la constitución de la nueva
Iglesia sacerdotal del Cristianismo Romano al final del siglo IV.
65 VC II,56 p.246.
66 VC II,59-60 p.248.
50
La primavera del año 312, seis años después de su proclamación como emperador en
Occidente, agravada la crisis del gobierno de las tetrarquías después de la muerte de
Diocleciano el año 311, Constantino concentró un gran ejército en las Galias para
luchar contra Majencio. Inició la marcha sobre Roma con unos veinticinco mil
hombres entre caballería e infantería. Ocupó Segusium (Susa, cerca de Turín, en la
actual frontera italiana de los Alpes Occidentales) y unos 260 km al Este, en Verona,
atacó al prefecto de la guardia de Majencio, reduciendo la capacidad militar de éste y
controlando el paso de cualquier posible asistencia de los Balcanes y el Danubio.
Después de una marcha de más de cuatrocientos kilómetros hacia el Sur, acampó en
Saxa Rubra, lejos de las puertas de Roma, sin poner sitio a la ciudad ni dar combate
sobre la muralla.
Saxa Rubra (el lugar de la Piedra Roja, llamado así por el compuesto de hierro del
terreno) queda a unos 14 kms de la muralla aureliana, sobre la vía Flaminia que sale
51
hacia el norte de Roma y sobre la margen derecha del Tíber. Una mala posición para
atacar la muralla de la ciudad al otro lado del caudaloso río, dada la dificultad de
atacar la parte no amurallada atravesando el río con pontones. Salvo que Constantino
quisiera engañar a Majencio con esta demostración de que no se disponía a atacar la
ciudad.
Pero hay otra leyenda eclesiástica que traslada al año 326 este supuesto acto de
impiedad con los dioses romanos y ruptura del protocolo tradicional, cuando
Constantino volvió a Roma a celebrar un segundo Adviento después de la Victoria
sobre Licinio en la batalla naval de los Dardanelos el 324. Así comienzan los mitos
eclesiásticos del “emperador cristiano”, que repiten la literatura de la Reforma
Cristiana y el Luteranismo del siglo XVI. Los unos por su constantinismo y los otros
por su anticonstantinismo. Pues, los reformados están interesados en atribuir al
emperador Constantino el origen de la desviación del Cristianismo Romano; y estos
quieren hacer creer que su Iglesia Romana fue declarada religión oficial del Imperio
por Constantino.
Por otra parte, la religión romana del Estado era puramente ceremonial, y el Adviento
era un acto protocolario; y no existió ningún motivo para que Constantino introdujera
una reforma ritual, de omitir el culto a Júpiter. Tampoco existía un estado de
animadversión de Constantino con los sacerdotes del templo de Júpiter. Además,
suponer que Constantino quisiera provocar la indisposición del Senado Romano y la
aristocracia de la ciudad, cae fuera de contexto. Más bien, dice Eusebio que los
“senadores y demás magnates y dignatarios de la ciudad... lo recibieron con ojos y
69 VC I,39 p.183.
70 VC nota 100, p.182.
53
En el fondo de esta leyenda hay una mente mágico-animista del obispo Eusebio, y la
atribución de un influjo mágico al signo de cruz, un culto común en el Mediterráneo
(ver en Ensayos sobre el Helenismo 3, El rótulo rey de los judíos y los cultos de la
cruz). El estandarte cruciforme opera como una cruz “talismán” en la imaginación
del obispo narrador: “el Emperador se sirvió... de este salvífico signo como
salvaguarda de cualquier potencia hostil que se le opusiera, y ordenó que objetos
similares se pusieran al frente de sus ejércitos”. También, con la magia justifica la
guerra contra Majencio: “los maléficos encantamientos mágicos de que se valía el
tirano”74. En otra parte, dice que más tarde en el palacio de Constantinopla el
Emperador habría mandado adornar una sala con una cruz “como talismán tutelar
del imperio”.
Los recursos mágico-animistas del autor de la obra hacen que el editor español se vea
en la necesidad de poner títulos mágico-animistas como resumen de las descripciones
de la guerra de Constantino contra Licinio el año 324: “tropas espectrales por las
ciudades de Licinio, como si fueran ejércitos de Constantino las atravesaban”; “en
las batallas dondequiera que aparecía el signo cruciforme se producía allí la
victoria”; “Constantino, orando en su tabernáculo, vencía”; “fuga y artes mágicas
de Licinio”75. Luego, la mente mágico-animista del biógrafo lo llevó a crear un relato
mágico propio sobre el de la “visión” de Lactancio; aunque también podría suceder
que buena parte de esta composición resultara de interpolaciones de algún copista.
Porque Eusebio podría permitirse licencias literarias mágico-animistas, pero su obra
sería conocida por los contemporáneos de Constantino y se exponía a la burla si
incluía a los hijos no nacidos en el momento de los hechos.
Por otra parte, con esta leyenda de la “visión” o “sueño” de Constantino se ha querido
confundir el monograma de asterisco solar, representación del Sol Invicto con que
aparece retratado Constantino en sus monedas, con la descripción del estandarte
supuestamente diseñado por Eusebio. Pero el signo con las letras X P superpuestas
como un Cristograma, más bien, vendría a confirmar un sincretismo tardío del
asterisco Solar, transformado al culto de Cristo Sol propio del Arrianismo hacia la
mitad del siglo IV. El monograma Solar, tal como aparece sobre el casco de
Constantino en sus monedas, es un signo helicoide de puntas iguales sin que
sobresalga ninguna forma de letra P.
Pero en ningún caso se puede documentar una isignia propia de Constantino como la
descrita en el estandarte de Eusebio; pues el Cristograma, ni fue acuñado en sus
monedas, ni en sus retratos, ni en sus inscripciones. En cambio, sí hay suficientes
muestras del monograma solar de Constantino. Esto no impediría que, en un fecha
tardía y lejana del enfrentamiento con Majencio, los obispos consejeros hubieran
compuesto para el emperador un estandarte-talismán con el retrato de los tres hijos de
su segunda esposa, pero no en el momento que lo da a entender esta versión.
Sin embargo, contra toda evidencia, el historiador eclesiástico José Fernández Ubiña
en Historia del Cristianismo, aún reconociendo la ausencia de signos cristianos en las
emisiones de monedas de Constantino y admitiendo su culto al Sol Invicto, quiere
reinterpretar el asterisco que aparece en las monedas de Constantino como si fuera la
superposición de las letras I X, componiendo un nuevo acrónimo latino y griego de
Iesus Xristos78. Ante la evidencia de la ausencia de la letra P en el monograma Solar
de Constantino, este autor opta por interpretar de modo esotérico un palo del asterisco
como letra I. Y a continuación argumenta con ambigüedad: “podríamos decir que
Constantino ya se ha convertido al cristianismo, pero quizá sería más correcto
pensar que el emperador acababa de descubrir a un nuevo dios... Seguramente
nunca llegó a liberarse por completo de su mentalidad romana, compartida además
por muchos fieles de la época...”79. Pero no se entiende por qué un romano tendría
que liberarse de la mentalidad romana, ni qué significa específicamente “descubrir a
un nuevo dios”, ni quiénes fueron esos “fieles de la época”. Así es como opera la
leyenda de la historia eclesiástica.
La leyenda del “edicto de Milán”. A comienzos del año 313, Constantino viajó de
Roma a Milán (Mediolanum), donde encontró al Emperador Licinio que venía de
Iliria (actual Albania y la ex-Yugoslavia). Ahí firmaron un pacto para enfrentarse al
otro Tetrarca de Oriente con sede en Alejandría, Maximino Daya. Y sellaron la
alianza, tomando Licinio por esposa a la hermana de Constantino. Pero respecto de su
alianza con los partidos neocristianos, dado que estaba vigente el Edicto del año 311,
firmado por ambos como copríncipes tetrarcas de Galerio, no fue necesario
promulgar ningún edicto nuevo sobre la devolución de las propiedades confiscadas en
una purga de funcionarios por los edictos de Diocleciano del 303-304 (se verá en
Ensayos sobre el Helenismo 4).
80 Eusebio de Cesarea: Historia Eclesiástica (HE) t. II; BAC, Madrid, 2001; nota del editor 157,
p.631.
81 HE, nota 143 p.625. Argemiro Velasco cita a M. Adriani: La storicità dell´editto di Milano, en
Studi Romani 2 (1954); y M. Agnes: Alcune considerazioni sul cosidetto editto di Milano, en
Studi Romani 13 (1965).
82 HE IX 10,10-11 p.586.
58
“estas son las palabras del tirano [Maximino], que llegaron con casi un año de
retraso sobre los edictos que él mismo había hecho fijar en estelas contra los
cristianos”83. Es decir, el año 312. Es notorio que, en Oriente, Licinio y Maximino
estaban librando una batalla por ganarse al partido de la Filosofía Cristiana, que sería
más importante que en la parte occidental del Imperio.
83 HE IX 10,12 p.587.
84 HE X 5,2-14 p.625-629.
59
religioso que se han visto antes de otros emperadores del siglo III como Galieno. Y
no hay ninguna “oficialización” del Cristianismo Romano. En la transcripción de la
Carta, Eusebio de Cesarea menciona en segundo lugar a Licinio, aunque lo lógico
sería que en Oriente firmara primero Licinio como autoridad respaldada por el
copríncipe Constantino. Porque ambos aparecen en igualdad de condición con el
rango de Augustos. Por tanto, el encabezamiento de la Carta es obra de la
transcripción de Eusebio. En “La muerte de los perseguidores” de Lactancio, hay
otra versión de esta Carta de Licinio, con ligeras diferencias que no afectan el
contenido de la trascripción de Eusebio.
Con todo, lo que mejor refleja la Carta o rescripto de Licinio es la idea de un Estado
multi-religioso, una política que ya venía del edicto del emperador Galerio del año
311. Y por lo visto, también Majencio y Maximino Daya se habían dado cuenta de su
conveniencia. Luego, la Tetrarquía en conjunto había aplicado la política de
tolerancia desde el año 311. En segundo lugar, queda evidente que esta iniciativa
política no iba destinada a las sectas de Cristianos Evangélicos que se reunían en
“cultos privados” en casas de habitación, sino al movimiento de Filosofía Cristiana,
aquellos que poseían lugares específicos de reunión (domus) y otras propiedades. Y
por último, se concluye que no existió ningún “edicto de Milan”, sino solamente esta
Carta circular de Licinio o rescripto del edicto de Galerio del año 311 para las
provincias de Oriente. Además, la carta se conservó en dos copias en griego y no en
latín, señal de que al menos esta versión de la carta no estaba redactada para circular
como documento oficial en Occidente.
85 VC I,40 p.183.
60
Por otra parte, tampoco hay ningún signo cristiano en los dos retratos de Constantino
que se conservan, ni el retrato en bronce ni en los restos en mármol de su gran
escultura sentada. En la Basílica de Majencio en el Foro Romano, también
mencionada como Basílica de Constantino, el aula basilical estuvo presidida por un
coloso de Constantino. Una escultura vestida sobre una armazón de madera, de la que
sobresalían la cabeza y los pies de mármol de grandes dimensiones. Se retocó la
efigie de Majencio para representar a Constantino87. Este retrato se encuentra,
actualmente, en los Museos Capitolinos. El otro retrato en bronce se conserva en la
Basílica S'Juan de Letrán.
Por lo mismo, se quiere interpretar las diversas prohibiciones de los cultos privados
(en casas de particulares), emitidas por Constantino, como una forma de privilegiar el
culto público de los obispos. Pero estas leyes contra los cultos privados, ya desde el
tiempo de la República, formaban parte de la reiterada prohibición de los cultos
mistéricos en casas de habitación, que no podían ser controladas por la religión del
Estado; y, en particular, para reprimir las orgías de los cultos báquicos o la actividad
de magos y curanderos, por los abusos y formas de delincuencia conexas. Pero, más
bien, estas leyes de Constantino se pudieron aplicar contra los Cristianos Evangélicos
que celebraban asambleas en sus viviendas. Luego, esta legislación, muy común
desde la Roma republicana, no es ningún indicio de cristianismo del emperador
Constantino; sólo nos informan de un repunte ocasional del esoterismo asociado al
conspiracionismo político, o de la alarma por algún incremento de los timos de los
crédulos en sesiones de magia.
Se argumenta que Constantino dictó algunas leyes a las que se quiere atribuir un
carácter moralizante, como las causales de divorcio según la conducta criminal del
marido o por adulterio de la mujer, particularmente el cometido por éstas con
esclavos y por prostitución89. Pero esta era una legislación recurrente en el Imperio,
desde Octavio, y no tenía finalidad moralizante sino de mantener el sistema de
parentesco, las formas jurídicas de propiedad y de herencia.
Por otra parte, la única noticia verosímil de que Constantino recibió un grado previo a
la iniciación en el “cristianismo” la da Eusebio de Cesarea, de que ya en agonía,
“por primera vez [el 21 de mayo del año 337, Constantino] se hizo acreedor de las
preces litúrgicas mediante la imposición de manos”92. Pero esta ceremonia “realiza
el rito de la kheirothesía, imposición de manos, con lo que [Constantino] se hace
89 Codigo de Teodosio (CodTeo) III, IV y IX.
90 VC IV,25 p.350.
91 en VC notas 31 y 32 p.350.
92 VC IV,61 p.383.
62
Por otra parte, el obispo Eusebio de Nicomedia, quien lo hace catecúmeno con sus
“preces” o ruegos a la divinidad y la “imposición de manos” era el principal de los
Arrianos, y esto significaría que Constantino fue un catecúmeno Arriano; y por lo
tanto, desde la perspectiva del Credo de Constantinopla del año 381, sería visto como
un “hereje”. De hecho, la Iglesia latina del Credo de Constantinopla suprimió del
Calendario Romano el culto a la Memoria del Emperador San Constantino, cuyo
festejo el 22 de Mayo continúa celebrándose en la Iglesia Ortodoxa de Oriente, la
Iglesia griega.
sucesión de sus tres hijos, pero había otros aspirantes. Por la juventud de los tres
Césares, los generales gobernaron mientras resolvían la transición matando a los
otros posibles sucesores o pretendientes de las distintas partes del Imperio: “al césar
Dalmacio, a su padre Flavio Dalmacio, a su prefecto pretorio Valerio Máximo, a
Aemilius Magnus Arboreus, a Anibaliano, a Julio Constancio y su hijo mayor, a seis
primos de Juliano [hijo de Julio Constancio] y Constancio II... y al omnipotente
Ablabio... Sólo se salvaron dos hijos de Julio Constancio: Galo y Juliano”96.
Por alguna conjura, también mandó matar en agua hirviendo a su mujer Fausta, la
hermana del derrotado Majencio e hija de Maximiano; igualmente, asesinó a su
potencial sucesor, su hijo Crispo que había tenido con la anterior esposa Minervina.
La historia eclesiástica quiere justificar estos dos asesinatos por “relación ilícita” de
Crispo con Fausta, pero sin aportar ninguna prueba documental.
En cambio, se puede decir que Constantino tuvo una política de pluralismo religioso,
y su culto al Sol Invicto fue coherente con la tendencia del monoteísmo Solar y el
protocolo pontificio en el Imperio Romano.
98 VC IV,58-60 p.380-382.
99 VC IV,73 p.395.
65
66
En la Edad Media, siguiendo una cronología elaborada por Dionisio el Exiguo (el
Pequeño), se propuso como fecha del mítico “nacimiento del rey Cristo” el año 753
de la Fundación de Roma, y se dio como inicio de una era Cristiana. El año de esta
reforma, el 1278 de la Fundación de Roma, fue tomado como el 525 de la “era
cristiana”. Esto quiere decir que los distintos movimientos cristianos anteriores no
tuvieron esta referencia temporal. Al principio, esta decisión fue de validez exclusiva
para los anales de los obispos Romanos, porque el papado no tuvo poder sobre la
administración pública de Roma hasta la ley de “Pragmatica Sanctio pro petitione
Vigili” del Emperador Justiniano, el año 554.
La supresión de esos días del calendario de 1582 generó disputas entre prestamistas y
deudores por los intereses a cobrar y los vencimientos de plazos, así como por las
contribuciones que debían pagar los campesinos. Gran Bretaña y sus colonias americanas no
introdujeron la reforma de Clavius (Calendario Gregoriano) hasta el año 1752, lo que
explica el desfase de su cronología con las fechas de la Europa continental después de 1582.
Rusia adoptó esta reforma bajo la Unión Soviética, lo que explicaba el hecho noticioso de
que la conmemoración de la Revolución de Octubre de 1917 se celebrara el 5 de
Noviembre.
ABREVIATURAS
Al estilo helenista, expresa un culto del Rey o Mesías (Xristós: Cristo) como
héroe trágico mediador con la divinidad, combinado con la creencia apocalíptica.
Pero en la 2ª carta alarga, convenientemente, la llegada del día del juicio final y
se aleja del judaísmo apocalíptico por la mala recepción del mensaje entre los
“griegos”.
58-60 Pablo vuelve a Jerusalén. Ruptura definitiva con los Discípulos. Linchamiento
en el Templo y salvaguarda de Pablo por los romanos. Permanencia en Cesarea
junto al gobernador romano. Como ciudadano romano, Pablo apela al César
Nerón para salvarse de morir condenado por los sacerdotes del Templo de
Jerusalén.
62 Últimos días de Pablo: “permaneció dos años enteros en una casa [en Roma]...
Recibía a los que acudían a él... sin estorbo alguno” (NBJ Hechos 28:30-31).
Probablemente, incapacitado por una enfermedad crónica (NBJ nota 12,7
p.1617).
*La datación esta tomada de BJ y NBJ. El año 1 = año 753 de la Fundación de Roma.
Nota: En el cuadro anterior no se incluyen todos los títulos de cartas que se atribuyen
a Pablo. De la colección de Cartas de Pablo que Jerónimo de Estridón incluyó en su
composición de Nuevo Testamento, hacia el año 383-84, sólo hay nueve cartas
tenidas por auténticas de Pablo. No le pertenecen la Carta a los Efesios que se sitúa al
final de siglo I (NBJ p.1567 y 1569), y lo mismo Primera a Timoteo y a Tito (NBJ
p.1569). La Carta a los Hebreos, por su contenido a favor de un orden sacerdotal y la
figura de un Cristo Sacerdote, resulta contradictoria con el pensamiento de Pablo. La
atribución a Pablo de esta carta es del siglo IV (ver NBJ p.1663-4). Sobre la Carta a
los Colosenses, de la que Efesios toma varios pasajes, y que fue puesta en duda por
investigadores de la primera mitad del siglo XX, la crítica “se inclina a favor de su
autenticidad” en cuanto a la autoría de Pablo (NBJ p.1566). Ver en Ensayos sobre el
helenismo 3, La composición del Nuevo testamento de Jerónimo de Estridón.
73
Pablo se identifica por su origen “judío, nacido en Tarso, Cilicia [actual Turquía],
pero educado en esta ciudad [Jerusalén], en la escuela de Gamaliel”;
“circuncidado... hebreo, hijo de hebreos, fariseo respecto de la Ley [de Moisés]”
(Hechos 22:3 y Filipenses 3:5-6). Pudo haber nacido hacia el año 10 y era hijo de un
ciudadano romano, ya que dice tener la “ciudadanía romana por nacimiento”; y
reclama dos veces el privilegio de Derecho de ciudadanía romana, en Filipos (una
ciudad de Macedonia) y en Cesarea cuando apela al César Nerón para salvarse de
100 Para las fechas de la actividad de Pablo y la datación de sus Cartas tomo como referencia los
Datos biográficos de la NBJ (p.1553), el Resumen Cronológico de NBJ (1748-49), sus
introducciones a Hechos y a las Cartas de Pablo (NBJ p.1507-10; p.1553-70).
101 Las palabras Cristo y Cristiano vienen del griego cristos o xristos, que a la vez deriva del verbo
crio o xrio, que significa untar, embadurnar [aceitar], ungir, engrasar (Diccionario Griego,
abrv. DicGr; Vox, Barcelona, 1997, p.647). Xristos o Cristo tiene el significado de untado,
ungido o rey, y era la traducción de Rey o Mesías en la Biblia (Los Libros), versión griega de las
Escrituras hebreas traducida en Alejandría en el siglo III antes de nuestra era (a.n.e.). El
significado de la palabra Cristo es el Ungido o Rey, y Cristiano(s) significaría monárquicos o
súbdito(s) del Rey.
102Para establecer el repertorio de citas he contrastado las versiones del Nuevo Testamento de
diferentes editoriales y tendencias confesionales: Biblia de Jerusalén, Bilbao, 1987; Nueva
Biblia de Jerusalén, Bilbao, 1999; Biblia de Montserrat, Andorra, 1986; Biblia Nácar Colunga,
Madrid, 1964; Holy Bible, del National Council of the churches of Christ, New York, 1952;
Reina-Valera (RV), Sociedades Bíblicas, ediciones de 1960 y 1995; Traducción del Nuevo
Mundo de las Santas Escrituras (TNM), Watch Tower Bible, Roma, 1987. Dado el sesgo
confesional sectario de todas estas traducciones, las he contrastado a su vez con el texto griego
del Codex Vaticanus o Manuscrito Vaticano Nº 1209 (MV) en la edición de Benjamin Wilson,
International Bible Students Association, Brooklyn, Nueva York, 1942. Pero he mantenido como
texto de referencia la versión de Nueva Biblia de Jerusalén (NBJ), dirigida por José Ubieta. Y
cuando se toma la cita de alguna traducción se menciona explícitamente al editor.
75
Según pone en evidencia en sus Cartas, Pablo debió de adquirir una sólida base de
cultura helenista en Tarso. El estilo retórico, sus recursos lógicos argumentativos y
demostrativos, el uso de la antítesis y la diatriba son los propios de un helenista culto.
Su obra no tiene parecido con la forma literaria del texto judío de exhortación con
dichos y proverbios populares. Especialmente, su forma de cita textual de la Biblia
Griega de Alejandría se aleja de la práctica de la sinagoga, que nada más aludía al
pasaje bíblico para derivar un mensaje de exhortación.
También se puede saber que Pablo fue siempre soltero (1ª Corintios 7:7-8)105. De su
103 BJ p.1599.
104 Dice que su maestro Gamaliel era “un fariseo, maestro de la Ley con gran prestigio”, formaba
parte del Consejo del Sanedrín y era de actitudes moderadas (Hechos 5:34-39).
105Sobre este texto de la soltería de Pablo y su misoginia, ver el apartado sobre La estructura de
los movimientos comunitaristas de los discípulos; y sobre su proyección en el relato de un
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familia, tenía al menos una hermana y un sobrino que vivían en Jerusalén hacia los
años 58-60; y tuvo otros familiares viviendo en Roma: Andrónico, Junia y Herodión,
“mis parientes” (Hechos 23:16 y Romanos 16:7,11). Y además, a partir de un pasaje
enigmático de la 2ª Carta a Corintios, es conocido que sufría una dolencia crónica:
“me fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de satanás que me abofetea”. Los
biblistas de NBJ interpretan que confiesa “una enfermedad de ataques agudos e
imprevisibles”106. Detrás de este verso de 2ª Corintios 12:7 podría estar un cuadro de
epilepsia, que pudo llevarlo a experimentar “intensas experiencias religiosas”, según
Sandra Aamodt, editora de la revista Nature Neuroscience, y Sam Wang profesor de
neurología en la Universidad de Princeton. Estos dicen que la afectación a los lóbulos
temporal y parietal del córtex en los ataques epilépticos, por la falta de oxígeno,
“suelen tener como resultado intensas experiencias religiosas, que incluyen la
sensación de hallarse en presencia de dios, sentir que uno está en el cielo y ver
emanaciones de luz. Se sabe que esos ataques han causado la conversión
[transformación] de personas... entre las que podrían figurar santa Teresa de Ávila,
santa Teresa de Licieux,... y quizá hasta el apóstol Pablo”107.
El conjunto de datos biográficos deja bien claro que Pablo no era palestino sino que
pertenecía a una colonia judía del Asia Menor. Era un ciudadano romano y,
culturalmente, era un “griego” de la Hélade. Y por sus citas de la Biblia Griega y no
de la versión hebrea de las Escrituras, su misma obra denota que Pablo se educó
desde un comienzo en una sinagoga helenista, a la que debía pertenecer por
costumbre familiar. Su formación y orígenes proporcionaron a Pablo la mirada
extranjera de la cultura hebrea que lo hizo conocer con cierta objetividad la profunda
crisis y contradicciones del Judaísmo contemporáneo, sumido en un clima de
reformas en el que concurrían numerosas sectas.
Si nos ponemos en la mente de Pablo, este pudo pensar que si el Mesías (en griego:
Cristo), ese rey o jefe de los judíos como habían sido David o Moisés, había de venir
al final (en el momento del Apocalipsis) a resucitar los espíritus y cuerpos de los
judíos fariseos como él... Si de todos modos era decisión ya tomada por la divinidad,
según la creencia de los Fariseos, por qué no anticipar el advenimiento del Mesías
como Espíritu. Una religión de los espíritus. Pues los Fariseos seguían la religión
egipcia de los espíritus y fantasmas (atención: en la creencia farisea en el espíritu o
espíritus de ultratumba, como en el libro egipcio de “Los Muertos”, en sus relatos de
“apariciones” premonitorias, representan a los espíritus en sueños y visiones con
figura humana; con gran diferencia de la idea de alma de representación incorpórea
en los Misterios Órficos de Tracia y de la Filosofía Griega). Así, el Espíritu-Mesías
(Jefe, Rey, Cristo o Señor) de Pablo podía adoptar la figura humana del líder de una
secta mesiánica.
El proyecto de reforma de Pablo no fue un caso aislado, también por esos años Filón
de Alejandría estaba traduciendo los principios del Judaísmo a las categorías de la
filosofía de las Ideas de Platón, para darles expresión en el lenguaje culto de la época
dentro del neoplatonismo (se verá después la conjunción de la Filosofía de Filón de
Alejandría con la idea paulina en la segunda mitad del siglo II).
108Palestina es una forma latina derivada del nombre del antiguo país de los filisteos.
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lado... No darán a los enemigos ni les suministrarán trigo, armas, dinero ni naves...
Si sobreviene una guerra primero a la nación de los judíos, los romanos lucharán a
su lado” (NBJ 1º Macabeos 8:23-27). La ocupación romana de Palestina sucedió el
año 63 a.n.e., cuando Pompeyo toma Jerusalén. Pero con los romanos tuvo
continuidad la corriente helenística entre los judíos Saduceos, siempre con la
oposición del Judaísmo Fariseo.
Pablo vivió y actuó en ese contexto de cierre de la teocracia hebrea, preludio de las
Guerras Judías del año 66 y la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por el
ejército de Tito, el año 70. Después, vino la desaparición de la aristocracia sacerdotal,
sobreviviendo el Judaísmo rabínico. Por lo tanto, las contradicciones del pensamiento
de Pablo y la permanente conflictividad reflejadas en su literatura, no sólo dan vía de
escape a un desgarro interior, sino que expresan la comprensión de la crisis social y
de una cultura (si cultura es vida social). Y dada la calidad literaria de las
figuraciones de Pablo, cuando parecen exageraciones y alucinaciones con la
distorsión de su mente febril, éstas sólo magnifican su experiencia social y su lucha
ideológica por un proyecto de reforma religiosa del Judaísmo.
80
A continuación del asesinato de Esteban, “aquel día se desató una gran persecución
contra la comunidad de los Discípulos de Jerusalén, quienes se dispersaron por las
regiones de Judea y Samaria... Mientras tanto, Pablo castigaba a la comunidad de
los Discípulos, apresando a hombres y mujeres”; “por esos días, conspirando
amenazas y muerte contra los Discípulos, Pablo pidió cartas al sumo sacerdote para
las sinagogas de Damasco, para poder coger presos ahí y llevar a Jerusalén a los
seguidores..., hombres y mujeres, que encontrara” (Hechos 8:1-3; 9:1-2).
En el curso de esta persecución, Pablo menciona una caída (quizá de un caballo), que
habría ocurrido antes de llegar a Damasco, con resultado de algún traumatismo o
conmoción cerebral que lo hizo perder temporalmente la visión y el sentido. La
noticia de este accidente es lo que la leyenda llama la “caída del caballo” o la
“conversión de Pablo”. Pero, en distintas circunstancias, Pablo dio tres versiones de
este accidente.
La primera: “camino de Damasco... cayó en tierra y oyó una voz... Los que lo
acompañaban enmudecieron de espanto, oyeron la voz, pero no vieron a nadie.
Saulo se levantó, y con los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron de la mano a
Damasco. Ahí pasó tres días sin ver, comer, ni beber”. En otra versión dice: “cerca
de Damasco, hacia el mediodía... caí al suelo y oí una voz... Los que me
81
Por la forma en que Pablo reprodujo este recuerdo en tres ocasiones, entre el año 58 y
el 60, treinta y cinco años más tarde del suceso, no se puede saber si la “caída” fue
por un ataque epiléptico (su mal crónico, “un ángel de satanás que me abofetea”) o
una caída accidental de un caballo. Después del accidente, Pablo habría decidido
quedarse en Damasco y no volver a Jerusalén. Pero también, según el cap.1 de la
Carta a los Gálatas, dice que marchó a Arabia. Lo que sí se deduce de todos estos
relatos de su traumatismo es que dejó los estudios de su carrera rabínica con Gamaliel
y se separó de la secta Farisea de los Libertos; probablemente, como parte de un
estado de crisis personal, reflejando la crisis cultural y política que había conocido en
Jerusalén. Pero él continuó dentro del Judaísmo hasta el año 47.
En el momento de la caída Pablo tendría unos veintitrés años, y hasta los treinta y
siete años, el año 47, no iniciaría su novedoso discurso de Cristo. Por lo que se
demuestra que el accidente de la “caída” y la decisión temprana de abandonar la
carrera rabínica no están relacionados con su “Discurso inaugural” del Cristo héroe
helenista y la fundación de sus asambleas Cristianas (iglesias) en Asia Menor y
Grecia109. Sin embargo, cuando dictó la crónica de Hechos Pablo ya había completado
sus fundaciones y desarrollado su idea de la divinidad de Cristo; así es que en sus
memorias reinterpretó toda su vida pasada en función de esta idea tardía. Y en su
mente trató de atribuir un carácter iniciático a la experiencia del traumatismo con
conmoción cerebral.
109Tomo la expresión “Discurso inaugural” del título que dan a esta pieza oratoria del año 47 los
editores de NBJ nota 13,16 p.1530
82
En cambio, en la versión de Hechos, escrita un año más tarde, explica que “estuvo
algunos días... en Damasco... Al cabo de un tiempo los judíos decidieron matarle
[atención: habla de “los judíos” como un no-judío, o su secretario Lucas interpretó
así el dictado]. Pablo tuvo conocimiento de la conjura... Lo descolgaron por la
muralla en una cesta [para salvarlo]. Llegó a Jerusalén e intentaba acercarse a los
Discípulos, pero todos desconfiaban de él... Entonces, Bernabé lo presentó a los
Discípulos” (Hechos 9:19-27). Este Bernabé era un levita (dedicado al servicio del
Templo) que se había sumado al movimiento comunitario de los Discípulos. En
Hechos viene así: “José llamado Bernabé,... levita chipriota, tenía un campo, lo
vendió y puso el dinero a los pies de los Discípulos” (Hechos 4:36-37).
Aunque la versión de Gálatas del año 57 no concuerde con las dictadas en Hechos, es
verosímil que Pablo temiera a los de su anterior secta Farisea, visto el peligro de
morir lapidado por desertor; y también es prudente que dejara pasar unos tres años de
la muerte de Esteban antes de acercarse a la otra secta Farisea de los Discípulos en
Jerusalén. En cualquier caso, el percibía un peligro o, simplemente, encuentra
conveniente para el relato narrar una situación extrema. A continuación, Pablo deja
explícitos dos datos importantes, que en su visita a Jerusalén no permaneció más de
quince días, y que en la secta de los Discípulos todos desconfiaban de él. Por lo tanto,
su contacto con la comunidad de los Discípulos, por la mediación de Bernabé, fue
algo pasajero y no se integró al movimiento de éstos.
Las razones de la brevedad de la estadía en Jerusalén las explica él mismo. Temía una
amenaza de la sinagoga: “[por esos días, a la vuelta de Damasco] hablaba y discutía
con los helenistas [la sinagoga de la Biblia griega], pero estos intentaban matarle.
Los hermanos [sus parientes en Jerusalén] al saberlo, lo llevaron a Cesarea [ciudad
puerto] y lo enviaron a Tarso” (Hechos 9:29-30).
Pero, en otro recuerdo, dejó otra versión de esta salida urgente de Jerusalén, de que la
83
Habían pasado cuatro años de la escapada de Jerusalén, sin que Pablo hubiera vuelto
a tener algún contacto con los Discípulos; y esta fue la primera aparición de Pablo en
una actividad junto a un seguidor de los Discípulos. En compañía de Bernabé,
“estuvieron juntos un año completo [en Antioquía]”, y “por la hambruna que hubo
en tiempos de Claudio... decidieron llevar auxilios... a los hermanos de Judea”
(Hechos 12:26 y 29). Esta hambruna en tiempos del Imperio de Claudio está
registrada el año 41 y, por lo tanto, el “año completo” pasado en Antioquía fue el
curso 40-41.
En Salamina hicieron campaña “en las sinagogas de los judíos” (Hechos 13:5). De
Salamina caminaron hasta Pafos, puerto occidental de Chipre. En la colonia judía de
Pafos, Pablo recuerda el altercado con un mago de nombre Bar Jesús, también
llamado Elimas, que no dejaba escuchar la palabra de Pablo y puso a prueba su
paciencia. Entonces, Pablo se violentó y obró el prodigio de dejarlo ciego
temporalmente, diciendo: “¡Hombre fraudulento... hijo del diablo... Te quedarás
ciego y no verás la luz del Sol por un tiempo!”. Cayó sobre el mago una densa
110 La NBJ traduce: “hermano de leche del tetrarca Herodes”; HB traduce “foster brother”,
“hermanastro”.
111 Josef Lenzenweger, Peter Stockmeier, Karl Amon, Rudolf Zinnhobler, editores: Historia de la
Iglesia Católica (HIC); Herder, Barcelona, 1989, p.337-38.
86
Del puerto de Pafos volvieron a navegar rumbo Norte para entrar al interior del
continente por el puerto de Perga (actual Murtana en Turquía, en el golfo de Antalia).
Pero, después, a la llegada a Antioquía de Pisidia (actual Yalvas en Anatolia central,
al norte del lago Beysehir) sucedió lo imprevisto, y la vida de Pablo daría un giro.
Pablo ha madurado durante el viaje su intención reformadora, ha estructurado su idea
en un discurso novedoso, lo que no prevé es la respuesta que recibirá.
Ese año del 47, en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, Pablo pronunció el discurso,
que los editores de Nueva Biblia de Jerusalén titulan “Discurso inaugural”112. Pablo
pudo haber conservado las notas de este discurso que, diez años más tarde, viene
transcrito en en el libro de sus Hechos; donde se refleja la primera fase de su reforma
del mesianismo Judío, su primer Cristianismo anterior al de las Cartas del año 51.
Este discurso fue el punto de partida del relato helenista del Ungido Rey Cristo de
Pablo, y marcó el comienzo de su alejamiento de la sinagoga y del Judaísmo. Se trata
de un relato heroico con la figura de un monarca mesiánico, pero todavía no
divinizado; y aunque no concordaba con el mesianismo común judío, era un discurso
que iba dirigido a la sinagoga y dentro del monoteísmo hebreo.
El primer sábado que visitó la sinagoga de Antioquía de Pisidia, Pablo les dijo: “...de
la descendencia de David, según la Promesa [mesiánica], Dios sacó al salvador de
Israel, Jesús... Los habitantes de Jerusalén y sus jefes cumplieron las Escrituras sin
saberlo... Sin hallar ningún motivo de muerte, pidieron a Pilatos que lo hiciera
morir. Y cuando hubieron cumplido lo que estaba escrito... Dios lo resucitó entre los
muertos... Anunciamos que la Promesa [mesiánica] Dios ya la ha cumplido al
resucitar a Jesús... Y mientras que David, al final de sus días, murió... y sufrió la
corrupción [descomposición]; en cambio aquel a quien Dios resucitó no
experimentó la corrupción... Anunciamos que por medio de Éste se perdonan los
pecados [las faltas]... lo que no pudisteis conseguir con la Ley de Moisés” (Hechos
13:23-38).
Este fue el relato fundacional del innovador movimiento social y literario del
Pero su mayor contradicción con el Judaísmo fue decir que a este héroe Mesías lo
habían matado los de Jerusalén “sin saberlo”, “en cumplimiento de lo que estaba
escrito”, víctimas del destino, por una fatalidad propia de una tragedia heroica
griega. Para el Judaísmo, este fatalismo helenista de la narración de Pablo chocaba
radicalmente con el acto libre ejemplificado en el mito de la prueba de Abraham.
Pues, en el relato del Génesis, el Dios tremendo pide a Abraham el sacrificio de su
hijo, y es Abraham quien elige y decide si obedece la orden de sacrificar a su hijo
(Génesis cap.22). Y un Dios satisfecho con la prueba de la decisión libre de
Abraham, anula la petición del sacrificio.
Además, Pablo también daba por superada la Ley de Moisés, que con el tiempo
llamaría “antigua alianza” por relación con su Cristianismo de “nueva alianza”. Y
aunque muchos judíos de la época criticaban el excesivo formalismo de la Ley
mosaica, les molestó la anulación de la Ley de Moisés a cambio de una versión
mística de un Mesías portador de un sentimiento de seguridad (misterio o secreto de
salvación) de las religiones orientales. En la sinagoga ya circulaban tendencias de un
mesianismo místico, pero Pablo pretendía sustituir la costumbre del sacrificio del
chivo expiatorio (Yom Kipur) con este salvador del sentimiento de incertidumbre y la
inseguridad113. De esta manera, proponía resolver una de las expresiones de la crisis
del ritualismo Judío, la solución del sentimiento religioso de la culpa en el Judaísmo.
En cambio, las sectas Judías comunitaristas de los santos (osiotés) y los pobres
(ebionitas), como los Esenios y los Discípulos de Juan Bautista, estos resolvían el
sentimiento de inseguridad por la solución comunal de las necesidades concretas, y la
culpa se le echaban al cordero, el “chivo expiatorio”. Mientras que Pablo propone
una solución mística del sentimiento de culpa frente al elaborado ritual del Judaísmo,
el cumplimiento de sus “obras” y su “letra” (leyes).
Con gran diferencia de Pablo, los Discípulos y sectas como los Esenios tenían una
comprensión de crisis social del Judaísmo, más que de crisis mística, y nunca vieron
la necesidad de abolir la Ley de Moisés. Sus movimientos mesiánicos comunitarios
eran de reto frente a la discriminación del campesinado y del pueblo de las ciudades
por la aristocracia, por los ricos comerciantes y su alianza con los sacerdotes del
Segundo Templo. Bajo este respecto, no existió ninguna conexión de la reforma de
113 La fiesta del cordero. Un ritual colectivo e institucional de expiación del sentimiento de culpa
del pueblo, transferido sobre el cordero sacrificado (el chivo expiatorio) en una fiesta otoñal de
fecha variable, según la combinación de una lunación con el equinoccio de otoño, y fijada cada
año por los sacerdotes del Templo.
89
Pablo con el mesianismo social de la secta de los Discípulos, como se verá más
adelante; y aunque conocían su propia teocracia y el culto oriental de adoración del
Ungido Rey en Egipto, en Babilonia y en el tiempo del imperio de Alejandro Magno,
nunca habrían coincidido con el misticismo del Mesías resucitado del Cristianismo de
Pablo.
En Hechos, la secta de los Discípulos aparece como una pequeña comuna que
continuó viviendo junto al Templo de Jerusalén, por los menos hasta el año 62; una
comunidad atada a la religión de Moisés, sin haber inventado un nuevo culto y sin
ningún relato extraordinario que contar, sumidos en el comunitarismo de
supervivencia de los “pobres” (ebionitas). Algunos seguidores de estos Discípulos
avanzan sobre Asia Menor y Grecia y, desde las sinagogas de las colonias judías, se
enfrentan a Pablo por el plagio del nombre de “Jesús”; e incursionan en sus iglesias,
desautorizándolo y recordando su participación en el asesinato de Esteban. Pero
Pablo no habla del mismo individuo, el Jesús taumaturgo y profeta (adivinador) de la
secta de los Discípulos, sino de un Espíritu, de una inspiración (revelación) subjetiva
de pura fe (ver en cap.5, Apariciones de espíritus: el “Jesús” de Pablo). El Mesías o
Cristo del fin de los tiempos en el Judaísmo de los Fariseos, Pablo lo anticipa como
una aparición o espíritu. En línea con las creencias en los espíritus de los Fariseos, en
apariciones de sueños y visiones, adopta la forma humana .
El primer circuito fundacional, las primeras iglesias cristianas. El mismo año 47,
después de la expulsión de Antioquía de Pisidia, donde pronunció el “discurso
inaugural”, Pablo recorrió las vecinas ciudades de Iconio (actual Konya), Listra y
Derbe (lugares de la actual provincia de Konya, en la Anatolia Central). El resultado
en las sinagogas fue el mismo: “echaron a Pablo y Bernabé [de Antioquía de
Pisidia]. Éstos salieron para Iconio”; “en Iconio entraron en la sinagoga... Los
judíos no los aceptaron, se agitaron y amotinaron al pueblo que se dividió... Se
alzaron judíos y gentiles con sus autoridades para ultrajarlos y apedrearlos.
91
A la vuelta por estas mismas ciudades, fundó las primeras iglesias o asambleas
completamente separadas de la sinagoga: “volvieron a Listra, Iconio y Antioquía [de
Pisidia]... Nombraron a unos ancianos [presbíteroi] en cada asamblea (ekklesia)...
Predicaron en Pergue [de Panfilia], ...bajaron a Attalia [actual Antalia], donde
embarcaron para Antioquía [el punto de partida]... Allí permanecieron bastante
tiempo con sus seguidores” (Hechos 14:21-28). Antioquía, al Norte de la frontera
Siria, se convirtió en la base de operaciones de Pablo.
Era un asunto muy grave para Pablo, alguien que hablaba por inspiración-revelación
del espíritu de Jesús, que los Discípulos del predicador mesiánico Jesús llegaran a
contradecirlo. Aunque el mismo Pablo, en la prolongación de este conflicto siete años
114El Codex Vaticanus se cita con su signatura como manuescrito de la Biblioteca Vaticana.
92
más tarde, reconocería en las Cartas a los Gálatas y a los Corintios que no hablaban
del mismo “Jesús” ni del mismo Mesías.
La distinción entre los Cristianos y los Discípulos queda patente. En la misma carta,
Santiago Menor el hermano de Jesús se reafirma en el Judaísmo: “porque Moisés
tiene sus maestros que leen cada sábado en la sinagoga” (Hechos 15:21). Y aunque
la carta de Santiago omite la palabra de la disputa, la circuncisión, los Discípulos
nunca cedieron en sus costumbres Judías, como se verá en sucesivos conflictos de sus
seguidores con Pablo.
115Los animales sacrificados en los altares griegos y romanos eran escogidos entre los mejores
especímenes de una granja, y la venta de su carne proporcionaba un ingreso importante para los
sacerdotes y el mantenimiento del templo. Por esto, era común en todo el mediterráneo la comida
de carne sacrificada que aquí se menciona.
93
Pero en otra versión que da Pablo de este encuentro con la comunidad de Discípulos
en Jerusalén, en la Carta a los Gálatas, reflejó mejor la dureza de esta negociación
que debió llevarse a cabo “en privado” y con gran hostilidad: “expuse [la cuestión]
a los principales en privado”; y añade: “los intrusos, los falsos hermanos... se
infiltraron para... imponernos la esclavitud [de la circuncisión], pero en ningún
momento cedimos... ” (Gálatas 2:2-5). Esta Carta, escrita en otro contexto y con otra
finalidad distinta de Hechos, demuestra que varios años después aún continuaba el
mal ambiente que había en su relación con los seguidores de la comunidad de los
Discípulos. En 2ª Corintios tiene un recuerdo para estos “falsos hermanos”: “[he
pasado] peligros entre falsos hermanos” (2ª Corintios 11:26).
Lo que Pablo pretendía, según él mismo, era una separación de espacios respecto de
la sinagoga de Antioquía, para superar el conflicto de la invocación del mismo
distintivo del nombre de Jesús. Pedía que los Discípulos de Jesús, el predicador
mesiánico, un taumaturgo palestino del que estos repetían sus dichos y hechos, se
mantuvieran dentro de la judería; y que no objetaran su mención a un espíritu de
Jesús, tal como en él se había inspirado-revelado, sin haber conocido al Jesús de los
Discípulos. En consecuencia, el “Jesús” de Pablo, de las Cartas de Pablo, el
personaje de su relato no tenía biografía; sin una “vida de Jesús” su personaje no
tenía “vida pública”, ni “dichos y hechos”.
Al poco tiempo de obtener la carta de Santiago, Pablo se enfrenta con Pedro, uno de
la comunidad de los Discípulos, y siempre por las prácticas del Judaísmo: “cuando
vino Pedro a Antioquía me enfrenté a él cara a cara. Pues, antes de que llegaran los
enviados [con la carta] de Santiago, comía con los gentiles. Pero, cuando llegaron
estos, comenzó a evitarlos [a los gentiles] por temor a los de la circuncisión [los
judíos]... Dije a Pedro delante de todos: si tú siendo judío vives como gentil y no
como judío, ¿cómo obligas a los demás a cumplir el Judaísmo?” (Gálatas
2:11-14)116. Este ataque a uno de los principales de la secta de Discípulos pone en
evidencia que Pablo no sólo luchaba con Discípulos de segunda fila, y que el acuerdo
con Santiago Menor no había surtido efecto.
Por otra parte, en estos versos de Gálatas se está reconociendo la presencia de Pedro
en Antioquía antes de la llegada de Judas y Silas, los que traían la carta de Santiago;
lo que indica que una de las cabezas o columnas de los Discípulos, como llama Pablo
a los líderes de esa secta, podría haber estado entre los que habían bajado de Judea y
con los cuales se produjo la disputa no pequeña. De cualquier modo, el
enfrentamiento no fue solamente con Pedro, Pablo rompió también por el ritual Judío
con su socio el levita Bernabé: “los demás judíos siguieron la simulación [ritual
Judío] de Pedro, hasta el mismo Bernabé se vio arrastrado a la simulación” (Gálatas
2:13). Este sería el preludio de la tensión que se produjo y acabaron por separarse
Pablo y Bernabé: “Se produjo entonces una tirantez tal que acabaron por separarse
el uno del otro: Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre”
(NBJ Hechos 15:39). Los mismos biblistas de NBJ apostillan este verso de Hechos:
“es posible que la razón de fondo de que Pablo se separe de Bernabé sea la
diferencia que se produjo entre ellos en Antioquía a propósito [del ritual Judío] de
las comidas... Gálatas 2:11-13”117.
Se constata que Pablo, después de volver del viaje a Jerusalén, comenzó a volverse
intolerante también con las prescripciones alimenticias del Judaísmo; precisamente,
aquellas prácticas que había acordado mantener con el acuerdo de la carta de
Santiago. Todo en conjunto, incluida la deserción de su socio el levita Bernabé, da
evidencia del anti-Judaísmo creciente de Pablo. El enfrentamiento con la secta Judía
de los Discípulos persistió, pero Pablo comenzó a recurrir más al nuevo nombre de
Cristo para no invocar el nombre del predicador mesiánico Jesús.
116Nota crítica: Si Pedro se encontraba en Antioquía desde antes que volviera Pablo con los dos
mensajeros de Santiago el Menor el hermano de Jesús, el “Discurso de Pedro” que viene en
Hechos 15:7-11 como parte de la discusión por la circuncisión es falso y producto de una
interpolación.
117NBJ nota 15,39 p.1534.
95
En Filipos (Grecia), Pablo sufrió cárcel por enfrentarse a los propietarios de una
esclava que “poseída de un espíritu adivino, decía oráculos”, y con ella “sus amos
obtenían mucho dinero”. Esta mujer, convertida en seguidora de Pablo, decía:
“¡Estos son enviados del Dios altísimo que anuncian un camino de salvación” (...)
“Al ver sus amos que perdían sus ganancias, prendieron a Pablo... y los arrastraron
al Ágora ante los magistrados... la gente se amotinó contra ellos... los azotaron... [y]
los echaron presos” (Hechos 16:16-24). Esa noche se registra un terremoto que
derriba las paredes de la cárcel, algo que el narrador interpreta como un prodigio, un
mal que han de sufrir los lugareños para la liberación de Pablo. Pero éste se dio prisa
en salir de la ciudad (Hechos 16:39-40). Es una constante en la vida de Pablo, los
conflictos eran continuos y no sólo con la sinagoga.
Pasaron por Tesalónica (actual Salónica, Grecia), “donde los judíos tenían una
sinagoga... discutió con ellos basándose en las Escrituras... Pero los judíos llenos de
envidia, reunieron a unos maleantes y alborotaron la ciudad... el pueblo y los
magistrados de la ciudad se pusieron en contra [de Pablo]. Pero después de recibir
una fianza de Jasón [su anfitrión] los dejaron ir” (Hechos 17:1-9). Probablemente,
las dos Cartas de Pablo a sus seguidores Tesalonicenses, compuestas el año 51 y con
las que se inicia su colección epistolar, pudieron deberse a la dificultad que tendría
para volverlos a visitar después de este incidente. Pero, con estos escritos comenzaría
Por las dos Cartas a los Tesalonicenses del año 51 se sabe que este es el momento en
que desarrolla la segunda fase de su relato del Rey Cristo, tratando explícitamente
como una semidivinidad helenista al héroe mediador; mientras que en el “discurso
inaugural” del año 47 en Antioquía de Pisidia había hablado de un Mesías de la
Promesa Judía bajo la forma de un héroe de la tragedia fatalista griega, pero sin
divinizarlo. Y muy especialmente, se verá más adelante cómo en estos escritos Pablo
cortó con la forma tradicional del mesianismo apocalíptico Judío. Es decir que,
coincidiendo con el encuentro con Lucas, un cultivado helenista, Pablo avanzó en la
configuración de su relato de Cristo al tiempo que se alejaba gradualmente del
monoteísmo Judío.
Al final, regresando a Antioquía desde Éfeso (en la costa oriental del Mar Egeo),
Pablo decidió pasar por Palestina: “zarpó de Éfeso. Desembarcó en el puerto de
Cesarea y subió a saludar a la Comunidad [de Jerusalén] y siguió para Antioquía”
97
(Hechos 18:21-22). Según Lucas, fue solamente para saludar. Porque, después de
semejante navegación, no da ninguna otra información. Se desvió unos mil
kilómetros respecto del trayecto costero más corto en dirección a Antioquía; y
después de saludar a la Comunidad, regresó a su base en Antioquía en un viaje de
600 Km al Norte. Si se tiene en cuenta que estos largos viajes en comitiva
representaban una gran inversión en gastos de transporte marítimo o de caballería, es
extraño que Pablo no dejara constancia del motivo de este largo desvío, ni del
“saludo” sin más a la comunidad de los Discípulos. A no ser que también fuera a
Jerusalén a visitar a su hermana y por el negocio familiar de fabricantes de tiendas, lo
que daría más sentido a este desvío.
El tercer circuito de los viajes. En torno al año 53, Pablo partió otra vez de
Antioquía y atravesó por tierra la Anatolia Central, pero esta vez en dirección a
Éfeso, enfrente de la isla de Samos. Pablo tendría 43 años. Desde Éfeso, hizo un
doble periplo de ida y vuelta por los puertos de la costa oriental y occidental del mar
Egeo. Visitó algunas ciudades del interior de Grecia, y regresó a Éfeso. En esta
ciudad estuvo dos o tres años, según una cita u otra de Hechos (dos años, según
Hechos 19:10; tres, según Hechos 20:31). Esta vez, tuvo largas permanencias entre
Éfeso y Corinto que lo expusieron aún más a la influencia directa de la cultura griega
y potenciaron su helenismo.
Según se ve, Pablo nunca superó su victimismo. Al final del tercer circuito, recuerda
una vez más “las asechanzas de los judíos [de Éfeso]” (Hechos 20:19); y resume la
década de sus viajes fundacionales en términos del conflicto con la sinagoga: “cinco
veces recibí de los judíos los cuarenta azotes menos uno. Tres veces azotado con
varas, una vez fui lapidado” (2ª Corintios 11:24-25). La memoria de sus viajes es un
recuerdo de conflictos. Ahora veremos los enfrentamientos con la secta de los
Discípulos de Jesús y, después, su proyectado viaje a Roma.
120 Durante la “estancia en Corinto” escribió la Carta al grupo de amigos y familiares romanos
(NBJ nota 20:3 p.1540).
99
100
Pablo no midió sus palabras en el desprecio de “los judíos”, con un prejuicio que
sólo pudo existir en una mente atormentada: “Dios los entregó a las apetencias de su
corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos... Por eso los
entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones
naturales por otras contra natura; igualmente los hombres, abandonando el uso
natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la
infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido por su
extravío...” (Romanos 1:24-27; traducción NBJ, p.1572). El insulto continúa: “llenos
de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio,
de contienda, de engaño, de malignidad, difamadores, detractores, enemigos de
Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus
padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados,... (...) Pero si tú, que te
dices judío y descansas en la Ley... predicas: ¡no robar! Y ¡robas! Prohíbes el
adulterio, y ¡adulteras! Aborreces los ídolos y ¡saqueas sus templos!”. (Romanos
1:29-31 y 2:17-22; traducción NBJ, p.1573).
Pero el adversario principal de Pablo fue la religión del Judaísmo, llamándola “Ley
de la carne” (alusión a prescripciones corporales y alimenticias) en Romanos 3:20 y
8:5-13, o en Gálatas 3, 17-19 y 5:23-24. Lo mismo en Romanos, caps. 4 y 5. La
deriva helenista de Pablo lo condujo de la crítica de la costumbre y el formalismo de
la Ley de Moisés, pero su extremismo antijudío sólo se explica en una percepción
distorsionada.
Respecto de la escapada por Resurrección del “discurso inaugural” del año 47, en 1ª
Tesalonicenses añade una “segunda venida” apocalíptica, de Juicio Final, del
Mesías Señor o Rey Cristo. Así completa una especie de sentido del tiempo histórico
(no digo “de la historia”)122, entre un tiempo pasado “la Promesa [mesiánica que]
Dios ya la ha cumplido”, del discurso de Antioquía de Pisidia, y el anuncio:
“Nosotros, los que vivamos y quedemos a la venida del Señor [Mesías]... el Señor
bajará del cielo con estruendo, con voces de arcángeles [espíritus de la corte
celestial] y la trompeta de Dios. Los muertos en el Ungido [Cristo] resucitarán
primero y después nosotros los vivos seremos llevados en nubes junto con ellos, al
encuentro del Señor en los aires” (1ª Tesalonicenses 4:15-17). Con la “segunda
venida” la resurrección se hace general, pero sin la carne. El entusiasmo de Pablo
122Escribo del sentido de un “tiempo histórico” y no de un “sentido de la historia”, que es una
expresión de la filosofía contemporánea; porque en el texto no hay una Idea de la Historia
Universal, o Filosofía de la Historia en el sentido historicista del idealismo contemporáneo
(Hegel, Dilthey). De paso, aclaro que la “filosofía de la historia” (historicismo), no tiene
correspondencia con la noción de “conciencia histórica” como aspecto de la practica social en el
Materialismo Histórico, o el “valor tiempo” del trabajo y en la “conciencia social”.
102
era grande y situaba el Fin del Mundo en el término de su generación. Una prueba de
que su relato todavía guardaba cierta proximidad con el Fariseísmo apocalíptico.
A los pocos meses de la anterior, Pablo hizo una rectificación de la inminencia del
Juicio Final en la Segunda Carta a los Tesalonicenses, y comenzó a retroceder su
lenguaje apocalíptico. Aunque utilizando las mismas figuras literarias de ángeles y
fuego, venganza y castigo (2ª Tesalonicenses 1:7-10 y cap. 2), su discurso pierde la
tensión de la inminencia del día final y juicio final. Por que, después de todo, su
103
Cristo heroico ya había llegado en un tiempo pasado, como en los mitos griegos, y no
necesitaba la expectativa de la Promesa mesiánica judía. Y porque existieron razones
concretas para diferir el tiempo final. En efecto, su adivinación profética del juicio
final de la primera carta había atemorizado a los Tesalonicenses, mentes griegas no
acostumbradas a este tipo de amenazas (de estímulo imaginario negativo, el temor y
terror aprovechado ideológicamente por la teocracia hebrea), y Pablo debió corregir
esa mala impresión con la Segunda Carta: “No os inquietéis... no os alarméis... por
algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra que os haga pensar
que es inminente el Día del Señor... primero tiene que venir la apostasía y
manifestarse el hombre impío [el AntiMesías o AntiCristo]... que se proclama Dios”
(2ª Tesalonicenses 2:2-4). De esta forma, Pablo interpuso una etapa intermedia,
alejando el Final inminente; y según este texto, él ya no iba a estar vivo cuando
llegara ese día terminal.
123 R. Graves ob. cit., p.171, 218. También en Roma, Rómulo y Remo son hijos del Dios Marte y
la mujer terrenal Rhea, una virgen vestal (sacerdotiza del Templo de Vesta).
104
primera idea del héroe Rey al Dios Hijo, el antijudaísmo del relato de Pablo fue
progresivo.
Priscila lo tomaron consigo y le explicaron con más exactitud el método [de Pablo].
Apolos quería pasar hasta Acaya [el Peloponeso, en Grecia]. Lo animaron y
escribieron a los discípulos [de Pablo] para que lo recibieran. Allí fue de gran
provecho... pues rebatía a los judíos demostrando que Jesús era Cristo” (Hechos
18:24-28).
Interesa fijar la década de la adhesión de Apolos a las filas de Pablo, porque esto
representa que habían pasado más de veinte años de la existencia de la secta de los
Discípulos; y que uno de sus seguidores, “instruido” y que “enseñaba lo referente a
Jesús”, “solamente sabía del bautismo de Juan”. Y por esto, Águila y Prisca “le
explicaron con más exactitud el método [de Pablo]”, “demostrar que Jesús era
Cristo”. Es decir que Apolos, antes de llegar a Éfeso, no predicaba el camino o
método de Pablo. Lo aprendió entonces.
encontró a unos Discípulos, les preguntó: ¿habéis recibido el Espíritu Santo? Ellos
contestaron: nosotros no hemos oído que exista Espíritu Santo. Pablo replicó: ¿qué
bautismo habéis recibido? Y ellos respondieron: el bautismo de Juan” (Hechos
19:1-3). Esta identificación iniciática de los Discípulos coincide con la que había
dado Apolos. Entonces, Pablo debió cuestionarles el bautismo “de Juan” a estos
Discípulos, porque “cuando lo oyeron, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús...
[y] vino sobre ellos el Espíritu” (Hechos 19:5-6). Por lo tanto, resulta evidente que
Pablo no admitía el baño iniciático del “bautismo de Juan”; y al revés, que la secta
de los Discípulos de Juan Bautista o Discípulos de Jesús no invocaban a un Jesús
héroe mediador ni a su Espíritu.
En la Primera Carta a los Corintios Pablo remarca esta diferencia doctrinal con los
seguidores de los Discípulos, a los que llama “mala compañía”, y que objetaban de
alguna manera su culto de la Resurrección: “¿cómo es que algunos [que actúan]
entre vosotros dicen que no hay resurrección de los muertos? Si no hay resurrección
de muertos, tampoco Cristo resucitó... ¿Qué hacen cuando bautizan, si es para
continuar muertos? Si los muertos no resucitan, ¿para qué bautizarse?... Si los
muertos no resucitan, “comamos y bebamos, que mañana moriremos”. No os
extraviéis, “las malas compañías corrompen las buenas costumbres”... hay entre
vosotros algunos que desconocen al Dios [Cristo]” (1ª Corintios 15:12-13, 29-34).
Esta dualidad de la actitud de Pablo ante la secta Judía de los Discípulos aparece
reflejada en la entrada del libro Hechos. Pablo narra acerca de una divinidad humana
Resucitada que, después de su sacrificio, “dio instrucciones a los apóstoles
[Discípulos] por medio del Espíritu..., antes de ser elevado a lo alto”, y “les ordenó:
“no marchéis de Jerusalén... esperad... porque Juan bautizó con agua, pero
vosotros recibiréis el bautismo del Espíritu” (Hechos 1:2, 4-5); después, “se les
aparecieron unas lenguas de fuego que se posaron sobre cada uno [de los dirigentes
de la comunidad]... Se llenaron del Espíritu y se pusieron a predicar...” (Hechos
107
Por esto,“Apolos... solamente sabía del bautismo de Juan”; y los Discípulos que
Pablo encontró después en Éfeso lo confirmaron, “nosotros no hemos oído que exista
Espíritu Santo. Pablo replicó: ¿qué bautismo habéis recibido? Y ellos respondieron:
el bautismo de Juan”. Se verá más adelante que esta aparición del Rey Resucitado
que instruye sobre su reino es la aparición de un espíritu, no es el maestro Jesús que
instruyó en vida a los Discípulos. Es una figuración literaria de Pablo. No es extraño,
pues, que Pablo eligiera un bautismo iniciático de Espíritus, y que esto fuera motivo
de controversia con las “malas compañías” de los seguidores de los Discípulos en la
colonia judía de Corinto. El Espíritu de “Jesús” en el que se inspira Pablo es una
aparición, no un individuo palestino concreto. Porque él no conoció al Jesús de los
Discípulos, y por esta razón, en el conjunto de las cartas de Pablo, no hay ninguna
noticia, ni dichos ni hechos que permitan identificar de tal individuo viviendo en
Palestina. Y por otra parte, en el texto, la orden que les da el Espíritu “no marchéis
de Jerusalén”, es incongruente con el mismo texto de Hechos que explica que los
Discípulos vivían en Jerusalén junto al Templo. Eran residentes estables junto al
Templo. Pero este aspecto se verá con detalle más adelante.
En la continuación del pasaje de los hijos de Esceva se lee que Pablo asienta la
práctica de quemar la literatura adversa y, probablemente, de los seguidores de los
Discípulos o de la sinagoga en general. A raíz del escarmiento dado a los exorsistas,
“muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar públicamente sus
prácticas; y un gran número de los que habían practicado la magia juntaron sus
libros y los quemaron delante de todos. Calcularon que valían cincuenta mil piezas
de plata” (Hechos 19:18-19). Admitiendo alguna exageración, no serían sólo libros
de magia lo que se quemó en esta hoguera.
Pablo contra la secta Judía de los Discípulos. Pablo advierte en la Carta a los
Gálatas: “me sorprende lo pronto que [me] habéis abandonado... para pasaros a
otro evangelio [mensaje], porque hay algunos que os están turbando y deforman el
evangelio del Cristo. Aún cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara
un evangelio distinto, ¡sea maldito!” (Gálatas 1:6-8). De los capítulos 1 y 2 de
Gálatas, aquí citados ampliamente, se deduce que los del otro evangelio o mensaje
son los seguidores de la secta de los Discípulos. Las Cartas a los Gálatas y a los
Corintios contienen extensos alegatos contra la secta Judía de los Discípulos. Y es
muy probable que las siguientes alusiones también fueran para esta misma secta o
sectas similares que se estaban expandiendo por las juderías del Mediterráneo
Oriental: “¡Gálatas insensatos! ¿Quién os ha persuadido... por las obras de la Ley
[Judía]... Insensatos... Termináis en la carne [ritos corporales]?”; “Si os
circuncidáis... os habéis separado de Cristo cuantos buscáis ser justos según la Ley”
(Gálatas 3:1-3; 5:2-4).
Las acusaciones que le hacía la secta de los Discípulos eran de todo tipo. Lo acusaban
de cobrar contribuciones por la predicación, para él y sus presbíteros (los ancianos
responsables de una iglesia o congregación), algo escandaloso para un judío, y él se
defiende: “He aquí mi defensa contra mis acusadores... ¿acaso no tenemos derecho
a comer y beber? ¿no tenemos derecho a llevar con nosotros una esposa como los
Discípulos y los hermanos del Señor [los hermanos de Jesús, Santiago Menor y
Judas o Tomás] y Pedro?... ¿quién hace de soldado por su cuenta? ¿quién cultiva
una viña y no come de su fruto? ¿quién cuida un rebaño y no se alimenta de su
leche? ...si sembramos en vosotros bienes del espíritu, qué menos que recojamos de
vosotros bienes materiales” (1ª Corintios 9:3-11).
En la cultura grecorromana cobrar por el culto era normal, pero los judíos
encontraban escandaloso pagar en la sinagoga. Sin embargo, los judíos pagaban a la
casta sacerdotal un impuesto de medio siclo de plata (equivalente en promedio al
ingreso de una jornada y media de trabajo) cuando subían al Templo de Jerusalén. No
pagaban expresamente por el acto cultual sino que era un impuesto del Estado
teocrático. Y esta era la razón administrativa de tener un solo templo, la recaudación
centralizada.
Pero lo más grave para Pablo, era que los Discípulos objetaran su relato de
Resurrección de Cristo. Minaban la confianza de sus seguidores: “Cómo es que
110
Pablo hizo repetidas alusiones directas contra los Discípulos, como esta: “alerta
contra los que os dividen y escandalizan contra la enseñanza que habéis recibido...
pues no sirven a Jesús, sino a su propio vientre, y con suaves maneras atraen a los
sencillos” (Romanos 16:17-18). Pero los editores de NBJ apostillan este verso con la
nota: “Se trata sin duda de predicadores judaizantes”125. Judaizantes es la manera
cómo los historiadores eclesiásticos llaman al movimiento comunitarista de los
Discípulos. Rizando el rizo, llaman “judaizantes” a unos judíos; sería como decir
“unos judíos que se hacen pasar por judíos”. Pues, los eclesiásticos no reconocen
que el movimiento comunitarista de los Discípulos fueran nada más que judíos fieles
del Judaísmo.
Hacia el año 61, antes de que la mente de Pablo se hundiera en el silencio en que
cayó su último año en Roma, todavía dio este aviso a sus iglesias: “Alerta con el
engaño de una doctrina basada en la costumbre... el corte de la circuncisión... las
prescripciones [de limpieza y los alimentos]... Que nadie os juzgue por preceptos de
comida o bebida, por cumplir con festividades, por la [fase de la] Luna o el sábado...
bajas costumbres... preceptos de no tocar, no probar, no palpar” (Colosenses
2:8-21).
127Estas cartas vienen atribuidas a Pablo en la edición del Nuevo Testamento de Jerónimo de
Estridón, pero por su desarrollo temático se las ubica hacia el final del siglo I. Dicen los editores
de NBJ que Primera a Timoteo y a Tito, “a causa de las notables diferencias que ofrecen con el
resto de escritos paulinos... Muchos estudiosos... opinan que son obra de un discípulo de Pablo,
escritas a finales del siglo I... Por otra parte, estas dos cartas reflejan unas iglesias más
evolucionadas” (Introducción a las epístolas de Pablo, en NBJ p.1569).
128 NBJ p.1465, 1685, 1687. Las Cartas de Juan y el evangelio de Juan, datados sobre el año 100,
pertenecen a una de las muchas variantes gnósticas del Cristianismo de segunda generación.
113
114
Cuando Pablo había conformado su relato del Dios Hijo y asentado sus fundaciones,
el año 57 planeó un viaje a Roma con dirección a Hispania, pero haciendo una escala
en Jerusalén: “tomó la decisión de ir a Jerusalén... Y dijo: Desde allí debo de ir a
Roma” (Hechos 19:21). Ese año compuso su principal exposición doctrinal en el
texto que los editores han titulado Carta a los Romanos, dirigida a un número
reducido de parientes y amistades de Pablo residentes en Roma.
En esta Carta, Pablo planea un viaje hasta Hispania: “deseoso desde hace varios
años de ir donde vosotros. Cuando me dirija a Hispania, espero veros y que me
encaminéis hacia allá después de gustar vuestra compañía. Pero ahora voy a
Jerusalén... Una vez terminado este asunto... partiré hacia Hispania, pasando por
donde vosotros” (Romanos 15:23-28). Pablo tendría 47 años cuando hizo estos
planes.
El mismo plan de viaje pasando por Jerusalén aparece en las dos Cartas a los
Corintios, también del año 57, urgiéndolos a una colecta de ayuda para la comunidad
de los santos o los pobres (osiotés y ebionitas, santos o pobres, eran los nombres
dados a las sectas comunitaristas de Palestina; y en este caso, a la comunidad de los
Discípulos en Jerusalén). Lo colectado, además serviría para acumular reservas para
el largo viaje a Roma, y los gastos de una importante comitiva de acompañamiento.
115
La ruptura definitiva con los Discípulos. El año 58, Pablo llegó a Jerusalén. Y es
significativo el hecho de que no se presentara directamente en la comunidad de los
Discípulos, sino que se hospedó en casa del grecochipriota Nasón: “Subimos a
Jerusalén desde Cesarea, venían con nosotros algunos seguidores que nos llevaron a
casa de Nasón, de Chipre, antiguo discípulo [¿de Pablo?], donde nos hospedamos.
Llegados a Jerusalén, los hermanos [¿de Pablo?] nos recibieron con alegría. Al día
siguiente, Pablo y nosotros [Lucas y compañía], entramos en casa de Santiago”
(Hechos 21:16-18). Es evidente que Nasón no vivía en la comuna de los Discípulos, y
que esos hermanos, donde llegó Pablo al día siguiente, tampoco estaban en la
comunidad. Los sucesos de esos días iban a demostrar que había motivos para ese
trato distante.
116
Pablo se reunió con Santiago Menor el hermano de Jesús, y éste le dijo de entrada:
“Te das cuenta, hermano, cuántos miles de judíos han tomado esta fe [de la secta de
los Discípulos], y son todos fervorosos practicantes de la Ley de Moisés. Pero han
oído que tú enseñas a los judíos en el extranjero que se aparten de Moisés,
diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni observen las costumbres judías, ¿qué
hacemos? Porque se convocará una muchedumbre al enterarse de tu venida. Haz,
pues, lo que te vamos a decir. Hay cuatro aquí que tienen un voto que cumplir, ve a
purificarte [al Templo] con ellos... así entenderán que no es cierto lo que han oído
decir de ti, sino que tú también te comportas de acuerdo a la Ley” (Hechos
21:20-24).
Santiago Menor, inocente, lo estaba enviando a la plaza pública del Templo donde
Pablo fue reconocido por judíos de las colonias: “Pablo entró en el Templo... Judíos
venidos de Asia [actual Turquía] lo vieron en el Templo, amotinaron a la gente, y lo
prendieron mientras gritaban ¡Alarma, alarma, hombres de Israel, este es el que
enseña por otras partes contra el pueblo, contra la Ley y contra este lugar...! La
gente acudió de todos lados, tomaron a Pablo, lo arrastraron fuera del Templo...
Iban a darle muerte, cuando algunos avisaron al tribuno de la cohorte [Claudio
Lisias]... Al ver al tribuno y los soldados, dejaron de golpearlo. El tribuno lo apresó
encadenado... y mandó conducirlo al cuartel... En las escaleras tuvo que ser
levantado sobre los hombros de los soldados, por la violencia de la gente. La
muchedumbre los seguía gritando: matadle” (Hechos 21:26-36).
El tribuno Claudio Lisias expuso a Pablo ante el Consejo de sacerdotes del Templo,
el Sanedrín. Lucas dice que Pablo se retractó de su Cristianismo, declarando: “yo soy
fariseo, discípulo de fariseos” (Hechos 23:6). Es su primera negación del
Cristianismo.
117
El procurador Félix volvió a exponerlo al juicio de los sacerdotes del Templo, que
viajaron a Cesarea: “a los cinco días, el sumo sacerdote Ananías con algunos
ancianos y con un letrado, Tértulo, presentaron acusación contra Pablo...: “Pues
hemos comprobado que esta peste de hombre provoca altercados entre los judíos de
todas partes, y es el principal de la secta de los Nazoreos [?], ha intentado además
profanar el Templo, pero nosotros lo apresamos”. Ante estos sacerdotes, Pablo negó
por segunda vez su Cristianismo y su antijudaísmo: “confieso... que doy culto al Dios
de mis padres, creo todo lo que está escrito en la Ley [de Moisés]... he venido a traer
limosnas a los de mi nación [Cilicia] y a presentar ofrendas [en el Templo]”. Félix
no entregó el ciudadano romano al consejo del Sanedrín; más bien, “ordenó al
centurión que lo custodiara, le dejase tener alguna libertad y no impidiera a sus
asistentes” (Hechos 24:1-5; 24:14; 24:17; 24:23). Entre esos asistentes estaba Lucas.
Nótese que hay muchos elementos narrativos de los capítulos finales del libro de
Hechos que pasaron a los dramas de Pasión de la literatura de los Cristianos de
segunda generación. Sólo que en el libro Hechos las instituciones judías y romanas, y
sus relaciones de jurisdicción, aparecen correctamente representadas. Sucede lo
contrario en la literatura de evangelios (ver en Ensayos sobre el helenismo 2: El
rótulo Rey de los Judíos).
Pablo cayó en un limbo legal, pues como ciudadano romano debía quedar detenido
para ser protegido de la conjura. “Pasados dos años, el procurador Félix fue
sustituido con Porcio Festo, pero Pablo continuaba detenido” (Hechos 24:27). Era el
año 60, Pablo tendría 50 años. En esos dos años, la Comunidad de los Discípulos de
Jerusalén no se interesó por su suerte. Durante la permanencia en Cesarea, Lucas ni
siquiera registra algún trato con el Discípulo Felipe, quien vivía en esa ciudad y los
había atendido al desembarcar, cuando subían a Jerusalén (Hechos 21:8).
118
La salvación de Pablo vino del nuevo gobernador romano Festo: “A los tres días de
estar en la provincia, [el gobernador] Festo subió de Cesarea a Jerusalén. Ahí los
sumos sacerdotes y los principales judíos le presentaron acusación contra Pablo...
[para] que lo hiciera trasladar a Jerusalén... Después de ocho o diez días, Festo
bajó a Cesarea y al día siguiente convocó a Pablo a un tribunal... Festo, queriendo
congraciarse con los judíos, preguntó a Pablo: “¿Quieres subir a Jerusalén y ser ahí
juzgado en mi presencia?” Pablo respondió: “Estoy en un tribunal del César donde
tengo que ser Juzgado... ¡Apelo al César [Nerón]!”. Entonces Festo... contestó:
“¡Has apelado al César, al César irás!” (Hechos 25:1-12). Con este recurso, su
derecho de ser enviado a la Roma de Nerón, Pablo se estaba salvando una vez más de
ser lapidado y tener la misma muerte de Esteban.
Por esos días, Festo aprovechó una visita del rey Herodes Agripa a Cesarea para
presentarle el complicado caso de Pablo: “el rey [Herodes] Agripa y Berenice [su
esposa] vinieron a Cesarea a saludar a Festo... Festo les presentó el caso de Pablo...
“Un hombre que Félix dejó... solamente lo acusan por unas discusiones de su
religión y sobre un tal Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirma que vive...” Agripa
dijo: “Quisiera escuchar yo también a este hombre”. [Y Festo dijo:] “Mañana, en la
audiencia”. Al día siguiente Agripa y Berenice entraron con gran solemnidad en la
sala de audiencias junto con los tribunos y principales de la ciudad... Festo dijo:
“...este es el hombre contra quien la multitud en Jerusalén y aquí vienen ante mí
gritando que no debe vivir más... pero como él ha apelado al Augusto [Nerón], he
decidido enviarle. Pero no sé qué escribir sobre él al Señor [Emperador Nerón]. Lo
presento a vosotros y a ti rey Agripa, para saber qué escribir [como causa]”
(Hechos 25:13 y 26).
Pablo negó por tercera vez, ante Agripa, su Cristianismo anti-Judío, diciendo: “he
vivido como fariseo, conforme a la mayor disciplina de nuestra religión”. El
gobernador romano Festo se compadeció de él y dijo: “estás loco, Pablo, demasiada
lectura te ha hecho perder la cabeza”; y Agripa dijo: “este hombre no hace nada
digno de muerte o prisión... podría quedar en libertad si no hubiera apelado al
César” (Hechos 26:5; 26:24; 26:31-32). De esta manera, Pablo y sus acompañantes,
Lucas y Aristarco, fueron embarcados con dirección a Roma: “cuando se decidió
embarcarnos para Italia... subimos a una nave de Adramitius” (Hechos 27:1-2).
En Roma, entre el año 60 y el 62, Pablo está agotado y derrotado por las divergencias
sectarias que harían desaparecer muy pronto el primer Cristianismo de fe mística en
un Espíritu (un acto mental estoico), por otro más comprensible de historias de gestas
119
Y sobre los últimos días de Pablo, el Epílogo de Hechos tiene sólo dos frases cortas y
dice: “Pablo permaneció dos años completos [en Roma] en una casa alquilada.
Recibía a todos ... y enseñaba sin ser molestado” (Hechos 28:30-31). Al comienzo,
recién llegado a Roma, Pablo se encontraba bajo custodia: “Cuando entramos en
Roma se le permitió a Pablo permanecer en casa particular con el soldado que le
custodiaba” (NBJ Hechos 28:16). Los editores de NBJ dicen que Pablo estuvo en
“régimen de favor de la custodia militar”129. Pero Lucas da a entender que, “tres
días después [de su llegada] convocó a los principales judíos [de la ciudad]”, les
explicó sus razones de haber apelado al César; y ellos le respondieron: “Nosotros no
hemos recibido de Judea ninguna carta que nos hable de tí... Pero deseamos oír de ti
mismo lo que piensas, pues lo que de esa secta sabemos es que en todas partes se
contradice” (Hechos 28:17-24). Mal asunto, en la sinagoga ya estaban avisados y
esto limitaría el factor sorpresa para que Pablo atrajera al grupo con un sustrato
cultural más familiarizado con el lenguaje mesiánico.
por algún trastorno. Porque no hubo ninguna orden de reclusión de algún tribunal en
su contra, y no estaba en una cárcel sino en su casa de habitación. Además, al final de
esta carta, Pablo le promete visita a Filemón y le pide “prepárame hospedaje”; y por
lo tanto, tenía libertad de salir de la casa y la ciudad. Y Lucas es claro al decir que
permaneció en la ciudad sin ser molestado.
Así terminan los Hechos de Pablo cuando tendría entre 51 y 52 años con un epílogo
enigmático, de un final brusco de la actividad de Pablo hacia el curso 61-62. Lucas da
a entender que, pasados dos años, no vivía más en Roma. No explica la razón de su
aislamiento y no dice si murió o siguió con vida en otro lugar, o si desapareció en
algún camino. Después de todo, el epílogo de Hechos proyecta un final
completamente ajeno a la leyenda del martirio de Pablo en Roma, en una legendaria
“persecución de Nerón” hacia los años 64-67 (en Ensayos sobre el Helenismo 3, se
verá la autoría de esta leyenda en Agustín de Hipona, tres siglos más tarde). Con
estos datos también se esfuma la leyenda de un Pedro fundador de alguna iglesia en
Roma y de su martirio en compañía de Pablo.
121
122
Este libro de los egipcios reflejaba la existencia junto al Nilo, con sus objetos
cotidianos y sus instituciones. Pero la vida real aparece invertida. Los animales,
sometidos en la vida diaria, aparecen en la ultratumba como divinidades que asisten
al individuo; y los faraones y funcionarios muertos son representados con
instrumentos de trabajo de la actividad agrícola y la navegación. El imaginario
religioso representa invertida la vida social con un sentido ejemplarizante y
normativo para la vida diaria, como demuestra la escena del “pesaje” del espíritu del
muerto juzgado por Osiris. Su “salvación” o castigo en la ultratumba depende de la
conducta del individuo en la vida real: “no he hecho daño... no he oprimido... no he
mentido... no he traicionado... no he sido malo... no he provocado lágrimas, no he
asesinado ni mandado a matar a traición”131. El mito sanciona la práctica social
concreta. La creencia expresa una norma, es una forma de condicionamiento de la
vida social. De este modo, el imaginario de “otra vida” servía a una comunicación
simbólica entre los individuos, orientada al sometimiento o a las normas de
convivencia.
Y la secta de los Fariseos, a la que pertenecía Pablo, también estaba embebida de una
cosmogonía de espíritus, una forma de espiritismo, que representaba los asuntos de
esta vida en una trascendencia de ultratumba; y desde el más allá, los espíritus de los
muertos (como los espíritus de Abraham, Isaac y Jacob) aparecían interviniendo en
el mundo de los vivos mediante sueños, en inspiraciones o revelaciones, visiones y
audiciones. Mientras, los relatos de espíritus-ángeles o arcángeles (los ángeles
principales) con las denominaciones de “mensajeros”, “de la anunciación”,
“dominaciones”, “imperios”, “potencias” y “potestades”, operaban como metáforas
del poder de la aristocracia y del funcionariado del Estado teocrático.
Así lo explica el mismo Pablo: “los saduceos dicen que no hay resurrección, ni
ángeles, ni espíritus; mientras que los fariseos confiesan todo eso” (Hechos 23:8).
De este modo, en los relatos de Pablo los espíritus intervienen frecuentemente con
voces, visiones y sueños, como una proyección de su pensamiento. Por ejemplo, en
medio de una tormenta en la travesía que va embarcado a Roma, Pablo dice haber
contactado en un sueño con un espíritu de un ángel previsor que le dice: “no
moriréis, aunque la nave se perderá...” (Hechos, cap. 27:22-26). Pero es evidente
que, cuando Lucas escribió esta premonición de Pablo, ya habían encallado en una
playa de Malta; porque este recurso a los espíritus era una forma común de expresar
con metáforas la conexión del acontecimiento pasado con el tiempo presente. Sin
embargo, la religión paulina de los espíritus innovó el espiritismo tradicional con el
bautismo del Espíritu, que se ha visto antes, y con el relato de Resurrección del Rey
Cristo.
La figuración del Espíritu de Jesús. La primera parte de Hechos arranca con una
atmósfera de apariciones de un Espíritu trascendente, de ultratumba,
llamado“Jesús”: “después de haber padecido, se presentó [a los Discípulos] en
apariciones durante cuarenta días, dando pruebas de un ser vivo, instruyéndolos
acerca del Reino... Y habiendo dicho estas cosas, a la vista de ellos, se elevó y una
nube lo ocultó” (Hechos 1:3-9). El texto habla de elevación al cielo en una
cosmogonía persa de una sucesión vertical de cielos, no utiliza la figuración de la
Ascensión Solar (del Sol de Mediodía) de la cosmogonía romana. Sólo después, en el
Cristianismo Romano, se reinterpretó esta figura de la elevación con el simbolismo
de la Ascensión celestial del carro Solar con la que el Senado Romano decretaba la
divinización de los Emperadores.
itinerante por los caminos de Palestina, que recrearán una o dos generaciones después
los libros de evangelios, sino que predica un “Jesús” aparecido y en diferentes
apariciones. En los escritos de Pablo no se menciona ningún dicho y ningún hecho
que se pueda referir a una existencia individual de un palestino, o que pudiera
corresponder a una “vida anterior” de este Espíritu de Jesús.
Es lógico suponer que fue Pablo quien dictó a Lucas esta figura de las apariciones del
Espíritu de Jesús en el libro de Hechos, que los primeros quince capítulos se basan en
notas o dictados de Pablo. Porque la información corresponde a una época anterior a
su encuentro con Lucas en Troas hacia el año 50 (Hechos cap. 16), y por los
conocimientos de la Biblia Griega que ahí se expresan. Precisamente, la ausencia de
referentes concretos en la literatura de Pablo de una vida de Cristo o del Espíritu de
Jesús hace que algunos autores nieguen la existencia histórica de Jesús. John
Robinson en su libro Sinceros con Dios132 es el autor más conocido en lengua inglesa
que niega la historicidad del personaje de los relatos de Pablo. Pero Robinson no hace
más que seguir la escuela de Rudolf Bultmann en su libro Jesucristo y Mitología133,
quien interpreta el personaje de Pablo como una “idea de fe” o “Cristo de fe”, sin
evidencia de la existencia de un “Cristo histórico”. Sin embargo, ya el mismo Pablo
reconoció en uno de sus relatos de contacto, en Gálatas, que no tuvo más imagen de
“Jesús” que su propia inspiración o revelación (Gálatas 1:15-17). Y fueron los
Cristianos de segunda generación, en el paso del siglo I al II, los que crearon las
historias heroicas de Cristo, otorgándole una representación biográfica y un drama
de tragedia de Pasión.
existencia real.
Completando el sentido de las frase de estas seis citas, resulta que en ninguna de ellas
se habla de la existencia de un individuo concreto en un entorno cultural Judío o
situado en Palestina. Las dos citas completas de Gálatas y Romanos componen un
relato helenista de filiación divina del héroe humano: “envió Dios a su Hijo, hijo de
mujer, sometido a la Ley” (Gálatas 4:4); “Dios había prometido... a su Hijo, nacido
de la estirpe de David según la carne. Y proclamado Hijo de Dios...” (Romanos 1:3).
No describen ningún nacimiento de un individuo en Palestina. Y más bien, expresan
una creencia contraria al monoteísmo hebreo y al Derecho hereditario patriarcal de
sucesión monárquica de los judíos.
La tercera cita reproduce el rito de la plegaria judía de Acción de Gracias (en griego,
Eucaristía), en que el cabeza de familia parte y reparte el pan entre los sentados a la
mesa, y hace un brindis con la copa. Sólo que aquí, en la cita completa de Pablo, la
Acción de Gracias aparece incrustada en otro ritual helenista de Memoria del héroe,
que resultaría inconcebible en boca de un judío, a más de blasfema:“[Jesús] la
noche que era entregado tomó el pan y, habiendo dado gracias, lo partió y dijo:
“Este es mi cuerpo que se entrega por vosotros, haced esto en mi Memoria.” ...tomó
la copa después de cenar y dijo: “Esta copa representa la Nueva Alianza en mi
sangre. Cuantas veces la bebáis haced esto en mi Memoria” (1ª Corintios 11:23-25).
Este relato de Última Cena tiene menos sentido todavía si se refiere al Jesús del
movimiento comunitarista de los Discípulos; pues, según el mismo libro de los
Hechos de Pablo: “asistían a diario al Templo... partían el pan [Eucaristía judía] en
sus viviendas y comían con alegría” (Hechos 2:46). Por tanto, en la secta de los
Discípulos eran judíos practicantes de la Eucaristía tradicional y no habrían
comprendido este ritual de Memoria heroica.
Por el contexto de la cita en la Carta a los Corintios, esta forma sincrética de culto de
Memoria del héroe con la “acción de gracias” judía (el ritual de partir y repartir el
pan), es la creación de Pablo de una plegaria de protocolo de la comida con que
celebraban sus asambleas o iglesias. Y desde luego, la descripción de tal culto
tampoco da noticia de un individuo reconocible en un contexto cultural hebreo. Más
bien, la cita demuestra el predominio del helenismo en Pablo sobre la costumbre
judía.
Las citas cuarta y quinta de Miguel Pérez: “los judíos no contentos con matar a
Jesús...” (1ª Tesalonicenses 2:15) y “anunciamos a Cristo crucificado” (1ª Corintios
126
1:23), ambas son incoherentes. Porque los Judíos no mataban por crucifixión, ni los
romanos ejecutaban sentencias de crucifixión dadas por los judíos (se verá en
Ensayos sobre el Helenismo 3, en El rótulo 'Rey de los Judíos'). Y la sexta cita de M.
Pérez:“Cristo murió... fue sepultado, resucitó al tercer día” (1ª Corintios 15:3-4),
tampoco aporta prueba de una existencia individual.
Si estas seis citas es todo lo que un experto historiador eclesiástico puede obtener de
las Cartas de Pablo, queda claro que en la literatura de Pablo no se expresa la
existencia de un individuo concreto, y que Pablo habla solamente de un espíritu y por
su inspiración. Queda dicho que este sería el motivo por el cual los Cristianos de
segunda generación trataron de narrar la existencia de una “vida de Jesús” o crear
libros de “dichos y hechos de Jesús”. Y es la razón de que en el género de evangelios
de gestas del héroe no aparece ni una línea de coincidencia literal con las Cartas de
Pablo, ningún dicho y ningún hecho que hubieran podido tomar del fundador del
relato de Cristo. Sólo parcialmente hay alguna coincidencia con el relato de Última
Cena del capítulo 11 de la 1ª Carta a Corintios, pero que en los evangelios fue
transformado en una incoherente “cena del cordero pascual”. Y esto en una fase
tardía, no anterior al año 150 (ver en Ensayos sobre el Helenismo 3, Los relatos de
Última Cena).
Pablo creó una conciencia escindida del Cristiano, dedicado en la tierra a buscar las
cosas de arriba, representado en la dualidad de un cuerpo terrestre y otro cuerpo
celeste: “no todas las carnes [cuerpos] son iguales, [existe] el [cuerpo] de los
humanos, de los animales, de las aves, de los peces. Hay cuerpos celestes y
terrestres. Una es la luz de los cuerpos celestes y otra de los terrestres, uno es el
brillo del Sol, otro de la Luna y otro de las estrellas, y [el brillo de] una estrella se
distingue de otra... Si hay un cuerpo animal, hay también un cuerpo espiritual... El
primer cuerpo humano salido de la tierra es terrestre, el segundo venido del cielo es
celeste... De igual modo que la imagen terrestre, tendremos una imagen celeste” (1ª
Corintios 15:39-49). Así, con una mezcla sincrética de cosmogonías celestiales y
elementos del pensamiento mágico-animista de la Astrología, pudo crear la idea de la
“salida del alma” separada del cuerpo: “mientras habitamos en el cuerpo, vivimos
desterrados... y preferimos salir de este cuerpo” (2ª Corintios 5:6-8).
Hay una hendidura interior en la mente de Pablo que él proyecta sobre la conducta
humana como una contraposición absoluta. Hace listas de vicios y virtudes
relacionados con la carne (impulsos) o el espíritu como pares de opuestos: paz,
fornicación, impureza, liberalidad (de sentido negativo), odios, celos, borracheras,
comilonas, amor, paciencia, bondad, etc. (Romanos 8:5-6; Gálatas 5:19-21) Se
acusaba a sí mismo y a la humanidad de una especie de locura que él debía corregir.
Atribuía al ser humano una mente enferma, desequilibrada, de una tendencia
malsana, irreal; porque de ser así, habría sido imposible cualquier forma de vida
social normal en las ciudades. El hecho de que el mismo Pablo podía vivir en las
ciudades, expresarse libremente y viajar entre ciudades, es una demostración de que
la vida no era tan caótica en realidad como su en mente. Pero, de hecho, Pablo estaba
describiendo su desgarro interior.
Las apariciones de contacto del elegido. El curso 57-58, cuando había culminado su
obra fundadora, Pablo comenzó la composición del libro de los Hechos o Actas con
su secretario Lucas como relator. Pablo buscaba con estas memorias construirse una
imagen digna de la obra ya realizada, y otorgar un pasado de predestinación a su
actividad fundacional. En esta obra que escribe Lucas por comisión de Pablo, se
presenta a sí mismo en una condición de individualidad excepcional, del elegido por
la divinidad. Un predestinado. Interpreta su pasado mediante acontecimientos
extraordinarios, como anticipación temprana de su prestigio en el momento de
escribir sus memorias; aunque su situación del año 57, más bien, era el resultado de
una trama de circunstancias comunes en las que se había visto envuelto.
Primer relato de contacto con el espíritu: “camino de Damasco lo envolvió una luz
del cielo, cayó en tierra y oyó una voz: Saulo, Saulo por qué me persigues... yo soy
Jesús a quien tú persigues... Los que lo acompañaban enmudecieron de espanto,
oyeron la voz, pero no vieron a nadie. Saulo se levantó, y con los ojos abiertos no
veía nada. Lo llevaron de la mano a Damasco. Ahí pasó tres días sin ver, comer, ni
beber” (Hechos 9:3-9).
Segundo relato: “cerca de Damasco, hacia el mediodía me envolvió una luz venida
del cielo, caí al suelo y oí una voz: Saulo, Saulo, porqué me persigues... yo soy Jesús
nazareno a quien tú persigues... Los que me acompañaban vieron la luz, pero no
oyeron la voz de quien me hablaba... Como yo no veía a causa del resplandor de
aquella luz, llevado de la mano entré en Damasco” (Hechos 22:6-11).
Tercer relato: “iba hacia Damasco... vi una luz del cielo más brillante que el Sol...
caímos todos a tierra y oí una voz que decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo por qué
me persigues, es duro dar coces contra el aguijón... Yo soy Jesús a quien tú
persigues. Pero levántate... pues esta aparición es para hacerte servidor y dar
testimonio de las cosas que de mí has visto como de las que te revelaré” (Hechos
26:12-16).
la casta de los levitas, quienes hablaban el hebreo; mientras que el Jesús de los
Discípulos, en vida, probablemente se comunicaba en arameo (se verá a
continuación). Y le añadió al “aparecido” un carácter de judío cultivado, con una
expresión del teatro griego: “es duro dar coces contra el aguijón” (la expresión se
encuentra, por ejemplo, en Esquilo y Eurípides, en sus obras Agamenón y Prometeo).
De tal modo que, con este tinte de cultura helenista, estaba acomodando el sujeto de
su relato a su auditorio del palacio del gobernador romano de Cesarea. En cada relato
adoptó el tono de las circunstancias.
Las tres apariciones de contacto con el espíritu conectan con el recuerdo del
accidente de la “caída” y el estado de conmoción, asociado con la decisión de
abandonar la carrera rabínica y emprender la reforma religiosa. Pero, entre la fecha en
que decidió abandonar la carrera rabínica y la sinagoga helenista de los Libertos, y su
reforma helenista del Judaísmo pasaron catorce años. No existió continuidad entre la
caída en el camino de Damasco y el comienzo de sus fundaciones.
En las dos primeras narraciones de contacto trata de establecer un nexo con la secta
de los Discípulos, que después omitió en el tercer relato. Según el primer relato, lo
llevaron de la mano a Damasco. Y añade que recibió la visita de uno del movimiento
de los Discípulos llamado Ananías, quien lo inició en la secta de Esteban; y entonces
“[como si] cayeran de sus ojos unas especies de escamas, volvió a ver al ser
bautizado” (Hechos 9:18). Aunque es poco probable que alguien de los Discípulos lo
iniciara espontáneamente en la secta por esos días en Damasco, en un ambiente de
persecución; además, a continuación en el mismo capítulo explica que “intentaba
acercarse a los Discípulos, pero todos desconfiaban de él” (Hechos 9:26).
Mientras que en el segundo relato omite los “tres días sin ver”, pero añade la orden
expresa de ir a recibir una iniciación de los Discípulos: “Levántate y ve a Damasco,
ahí se te dirá lo que has de hacer”. Al contrario del primer relato, que es Ananías
quien va a buscarlo, esta vez va él a tratar con los seguidores de los Discípulos.
Aunque, por el contexto, resulta incongruente si éstos lo tienen por perseguidor.
Pablo compone uno u otro relato según la audiencia y el contexto del capítulo, y aquí
quiere demostrar una disposición a entrar en tratos con los Discípulos en Jerusalén.
Otra aparición de contacto del elegido. Pablo dramatiza un diálogo con la divinidad
en otra aparición de contacto: “Volví a Jerusalén y estando en el Templo tuve un
éxtasis, lo vi a Él que me decía: Date prisa, marcha de Jerusalén, pues no
comprenderán tu testimonio... Yo respondí: ellos [los Discípulos] saben que yo
andaba en las sinagogas encarcelando y azotando a los que te seguían; y cuando se
derramó la sangre de Esteban, estuve presente, lo consentí y guardé los vestidos de
los que lo mataban. Y [la voz] me dijo: Ponte en marcha, que yo te envío lejos con
los gentiles [al extranjero]” (Hechos 22:17-21). Se ha visto antes esta cita donde está
explicando de forma retroactiva su decisión temprana de abandonar Palestina, su
extrañamiento de Palestina.
139 Eugen Tuctstuhl y Josef Pfmmatter: La Resurrección de Jesucristo; FAX, Madrid, 1973.
133
Entre la región de Galilea, en el tramo norte del Río Jordán, y Judea, en el tramo sur
del Río Jordán, estaría de por medio la región de Samaria que las separaba. Y por las
profundas diferencias entre la organización de una economía itinerante y otra
sedentaria, existe una falta de sintonía en los relatos de los “cuatro” evangelios
respecto de las Cartas y los Hechos de Pablo. Por ejemplo, al comienzo de Hechos de
Lucas se dice que, a continuación del asesinato de Esteban, “aquel día se desató una
gran persecución contra la comunidad de los Discípulos de Jerusalén, quienes se
dispersaron por las regiones de Judea y Samaria (Hechos 8:1)”. No dice que algunos
hubieran huido más al norte, a Galilea, si hubieran conocido mejor ese terreno y
tuvieran ahí algún apoyo familiar o sectario. Probablemente, entonces, los textos de
Pablo y las distintas historias de evangelios hablan de sectas diferentes, o de un
nombre común de discípulos dado a diferentes clases de sectas comunitaristas y
apocalípticas. O en último caso, a los autores griegos de los “cuatro” evangelios, por
estar cargados del antijudaísmo paulino, no les convenía dar noticia de una secta
sedentaria junto al Templo de Jerusalén. Simplemente, reunieron distintas tradiciones
orales y las adjudicaron a unos Discípulos galileos itinerantes (la literatura del
Cristianismo de libros de evangelios, ademá de los “cuatro” de el Nuevo Testamento
de Jerónimo, se verá en Ensayos sobre el Helenismo 3).
140 NBJ p.1341, 1465, 1749.
136
Mientras que es evidente que el libro de Hechos se fue componiendo sobre la marcha
del último viaje de Pablo, entre el 58 y el 60; y en cualquier caso, antes de la
desaparición de Pablo. La primera parte de Hechos, se ha dicho antes que con toda
seguridad fue dictada por Pablo a Lucas o copiada de sus notas, por los datos
biográficos, por el conocimiento de la Biblia de Alejandría y la cultura hebrea que ahí
se refleja. Pero, a partir del capítulo 16, Lucas narra en primera persona los viajes del
curso 50-51 al 57-58. Desde el capítulo 20, que narra el último viaje de Pablo
iniciado el año 58, es un registro en tiempo de presente escrito sobre la marcha de los
acontecimientos. Por lo tanto, el libro fue compuesto en vida de Pablo, entre el año
58 y el 60, y el epílogo sería del año 61 o 62.
Sin embargo, en un verso inicial del libro de Hechos, algún copista quiso presentarlo,
de modo extemporáneo, como continuación del evangelio Lucas. Indudablemente, se
trata de un anacronismo y puede ser una interpolación en la copia de Hechos del siglo
IV, cuando se hizo la compilación de una selección reducida de libros de evangelios y
cartas en el Nuevo Testamento de Jerónimo de Estridón. Pues, Jerónimo tuvo la idea
de colocar cuatro de los evangelios por delante de Hechos, aunque este no sería el
orden cronológico de aparición de los textos. Pero debió sentir la necesidad de
escribir una nota en Hechos, de Lucas, que lo conectara como continuación del
evangelio atribuido a Lucas. Un trabajo de editor.
Resumiendo. El interés del editor de finales del siglo IV, Jerónimo de Estridón, en
conectar Hechos como la prolongación de las historias de la secta itinerante de
galileos descrita en el evangelio llamado Lucas, pudo obligarlo a este recurso literario
de interpolar una orden del aparecido para que permanezcan en la ciudad durante los
cuarenta días que les dará instrucción sobre el nuevo reino. Del mismo modo que
intentó conectar los dos textos desiguales con otra interpolación. En fin, que el
evangelio conocido como “de Lucas” no tiene el mismo valor para documentar la
secta de los Discípulos en Jerusalén que el libro de Hechos, o las Cartas de Pablo.
Sin embargo, por el lenguaje y las formas culturales, buena parte de las tradiciones
registradas en los “cuatro evangelios” y en otra media docena de los evangelios que
138
Pero es evidente que los cuatro evangelios del Nuevo Testamento de Jerónimo no
hablan de la misma secta que conocieron Pablo y su secretario Lucas. Y el valor de
los “cuatro evangelios” para documentar la existencia de la secta de los Discípulos
en Jerusalén es precario, fuera de la coincidencia de algunos nombres y unas pocas
secuencias que concuerdan con los textos de Pablo y Lucas. La literatura de
evangelios es obra de muchas manos, con generaciones de copistas que los fueron
adaptando a nuevas tendencias; y no tienen valor de autoría reconocida como las
Cartas de Pablo o los Hechos de Lucas.
maestro (rabí) Jesús, el año 30 (los biblistas suponen esta fecha por la coincidencia
de autoridades romanas y hebreas mencionadas en la Pasión de Lucas). Tampoco
habían huido antes, después del asesinato de su fundador Juan el Bautista. Es
evidente que esta secta farisea cabía dentro del panorama de diferencias sectarias en
Palestina y que no propagaban una nueva religión antijudía. Y cuando, años después,
fueron perseguidos por la sinagoga de los Libertos, escaparon a Damasco y no a
Galilea. Pero volvieron pronto a Jerusalén, donde los encontró Pablo el año 36.
Entre los Discípulos, tal como vienen mencionados en Hechos y las Cartas de Pablo,
no aparece ninguna manifestación de culto a una divinidad humana; y se excluye la
existencia de alguna secta similar en Palestina que rindiera culto de adoración a su
maestro (rabí) o que adoraran a un Cristo Dios Hijo. Según el historiador
eclesiástico Juan Antonio Estrada, el movimiento comunitarista de los Discípulos no
se alejó del Judaísmo: “el grupo judío palestinense, cuyo centro neurálgico es
Jerusalén... no querían romper con el Judaísmo... insistían en la plena observancia
de la Ley (Hechos 5,33-39; 15,1-5) y defendían la circuncisión (Hechos
21,20-26)”143.
los Gálatas, y Judas o Tomás Dídimo (el “hermano gemelo”; ver El evangelio de
Tomás). Pertenecían al grupo familiar, Santiago Mayor, primo hermano de éstos dos,
lo mismo que Simeón hijo de Cleofás y de la hermana de María. La hermana de
María y la Magdalena completaban el núcleo directivo familiar. Estas tres mujeres
aparecen representadas en el cuadro del drama de Pasión de Juan: “...estaban la
madre [de Jesús] y la hermana de su madre, María mujer de Cleofás [o Clopás], y
María Magdalena” (NBJ Juan 19:25). También las mencionan los evangelios
Marcos y Mateo (Marcos 15:40 y Mateo 27:56); en cambio, el códice Lucas, de cariz
misógino, las omite. Formaban parte de la comuna estable de Jerusalén, tal como
vienen aludidas en Hechos y la primera Carta a los Corintios (Hechos 1:14 y 1ª
Corintios 9:5). A estas mujeres habría que sumar las esposas del núcleo principal de
los Discípulos bajo el mando de Santiago Menor y de María (1ª Corintios 9:5).
Pero hay un dato en Hechos que aumenta la importancia del grupo de mujeres. En la
comuna había viudas con hijos, y quizá madres solteras y mujeres repudiadas por sus
maridos. La institución del “repudio” había creado una población de mujeres con
hijos abandonadas en la marginalidad. Tantas pudieron ser éstas en la comuna, junto
con las viudas, que se nombró expresamente a siete encargados de atenderlas: “a las
viudas se las descuidaba en la distribución diaria... y [para esa tarea] eligieron a
Esteban, hombre llano pero creyente, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y
Nicolás” (Hechos 6:1-5). Por lo tanto, la comunidad de Jerusalén era una asociación
de familias que protegían a mujeres marginadas. Estaban integradas en el grupo, no
fuera, y esto era posible por la forma de organización comunitarista; lo que marca una
diferencia enorme con las fundaciones Cristianas de Pablo, quien se limitó a la
prédica moral del asistencialismo a las viudas.
Si, además de la misoginia, se tiene en cuenta el trato a las mujeres marginadas en las
iglesias de Pablo, se choca con que no existe una organización en las iglesias
Cristianas que las pueda integrar socialmente, ya que estos viven en familias
separadas. Entre las sectas Cristianas de segunda generación, hacia el final del siglo,
aparece un registro del servicio de las viudas. Esto significa que se las atendía
individualmente. Y en este registro del servicio comienzan por excluir de la
asistencia a la “viuda dada a los placeres”, a la “menor de sesenta años”, a la que
haya repetido matrimonio y a “las viudas jóvenes, porque les asaltan los placeres... y
estando ociosas, prefieren ir de casa en casa, como charlatanas y entrometidas,
hablando lo que no deben... algunas ya se han extraviado siguiendo a Satanás”; y
además, excluyen de la lista de asistencia de la asamblea a las que reciben ayuda de
algún particular: “si alguna cristiana ya cuida viudas, que las atienda ella misma y
no las traspase a la asembla-iglesia [a la administración del presbítero]” (1ª
Timoteo 5:6-16). Nada más alejado de la comunidad Judía de los Discípulos con su
fuerte componente femenino y de mujeres de la marginalidad haciendo vida grupal
ellas y sus hijos.
Pablo no utilizó este título en las dos Cartas a los Tesalonicenses del año 51, sino
hasta las cartas del año 57. Y extendió su propio título de apóstol a los jefes de la
comunidad de los Discípulos como una forma de hacerlos iguales a él: “los apóstoles
anteriores a mí”; “se apareció a... los Doce... a todos los apóstoles [Discípulos], y
por último se me apareció, también a mí... pues yo fui el último apóstol... [Pero] he
trabajado más que todos ellos” (Gálatas 1:17; 1ª Corintios 15:5-10).
144 Eusebio de Cesarea cita una tradición de Hegesipo sobre este sucesor de Santiago Menor,
después de su muerte el año 62, en HE, III, 11 y 32.
145En el Diccionario Griego-Español de J. Pavón, las primeras acepciones de Apóstolos son
“enviado, embajador, emisario” (DicGr p.78).
144
Aunque siempre permaneció Palestina bajo dominio del Imperio Persa, a la vuelta de
los levitas del exilio se impuso de nuevo la aristocracia sacerdotal sobre el
campesinado y el pueblo de las ciudades. Los libros de la Biblia, Crónicas 1 y 2,
Esdras y Nehemías, explican la restauración de la teocracia y reflejan las condiciones
de discriminación y división social bajo la nueva aristocracia hebrea. Hacia el año
433 a.n.e., se produce la refundación del Estado Judío con Esdras: “Esdras era un
escriba responsable de los asuntos judíos en la corte de Persia. Llega a Palestina
con facultades del rey persa para renovar la comunidad judía... [Y] emprende la
tarea de formar una comunidad auténtica judía en Jerusalén,... [que] debe
fundamentarse en el conocimiento y observancia estricta de la Ley”149. Se considera
a Esdras el reformador del Judaísmo y el fundador del Estado teocrático que llega
hasta la época del Imperio Romano, con un paréntesis bajo el Imperio de Alejandro
Magno y sus generales. Esdras fijó el canon de las Escrituras150 y estableció un
régimen de segregación, imponiendo la disolución de los matrimonios mixtos porque
“la raza santa se ha mezclado con la gente del país” (Esdras 9:2).
Después vino Nehemías, que “era el copero de Artajerjes [rey de Persia]... Fue
nombrado gobernador de la provincia de Judea”151. Éste debió de hacer frente al
conflicto social de la aristocracia repatriada con el pueblo residente: “Un gran
clamor se suscitó entre la gente del pueblo y sus mujeres contra sus hermanos judíos.
Había quiénes decían 'nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas somos muchos y
necesitamos grano con qué comer y vivir'. Había otros que decían 'nosotros tenemos
que empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas para conseguir grano
en esta penuria'. Y otros decían 'tenemos que pedir dinero prestado a cuenta de
nuestros campos y nuestras viñas para el impuesto del rey; y siendo así que tenemos
la misma carne que nuestros hermanos, y que nuestros hijos son como sus hijos, sin
embargo tenemos que entregar como esclavos a nuestros hijos y a nuestras hijas;
¡hay incluso entre nuestras hijas quienes son deshonradas! Y no podemos hacer
nada, ya que nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros'. Yo [Nehemías]
me indigné mucho al oír su queja y estas palabras. Tomé la firme determinación de
reprender a los notables... [diciendo:] ¡Y ahora sois vosotros los que vendéis a
vuestros hermanos para que nosotros los compremos! ...También yo, mis hermanos y
mi gente les hemos prestado dinero y trigo. Pues bien, condonemos estas deudas.
Restituidles inmediatamente sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas, y
perdonadles la deuda del dinero, del trigo del vino y del aceite que les habéis
prestado” (Nehemías 5:1-11).
Fue en este contexto de división social que fueron apareciendo los movimientos
mesiánicos que pedían la llegada de un caudillo militar que hiciera justicia para el
pueblo de las ciudades y el campesinado. Después de la ocupación romana sobre
Palestina, el año 63 a.n.e., y en la primera mitad del siglo I hubo un resurgimiento de
movimientos mesiánicos; y a esta tendencia pertenecieron grupos sectarios itinerantes
o comunidades estables como los Discípulos.
La adivinación era una práctica popular y también una forma de narrar la historia de
152 Según Michel Clévenot, en Lectura Materialista de la Biblia, así aparecieron las anotaciones
marginales de las Escrituras, que recomendaban al funcionario una determinada interpretación
del texto.
153 NBJ: Los Profetas Bíblicos, Introducción, p.1039-41.
147
154 Los biblistas de NBJ sitúan la composición de este libro en el siglo II a.n.e. (Introducción a los
profetas, NBJ p.1045); y en el Resumen Cronológico, hacia el año 166 a.n.e. (NBJ p.1748).
148
Todos los autores de la literatura profética demuestran la división social, pero el libro
de Daniel añadió potencia a la denuncia profética con la amenaza apocalíptica, contra
la opresión extranjera y sus aliados de la casta sacerdotal: “En el día final atacará el
Rey del Sur. El Rey del Norte atacará con carros, caballería y naves. Invadirá sus
tierras como una inundación. ...Muchos perecerán... serán tiempos difíciles...
Entonces se salvará [tendrá seguridad] tu pueblo” (Daniel 11:40-45, 12:1-2). La
composición del Libro de Daniel, como se ha visto, está datada a partir del año 166
a.n.e.; de modo que, la literatura del género apocalíptico era reciente en tiempos de
los Discípulos. De aquí derivó la conjunción de estilos profético, mesiánico y
apocalíptico que marcan el perfil de los Discípulos, común a muchas sectas Judías
contemporáneas. Y los redactores de evangelios pudieron obtener fácilmente, cerca
de las sinagogas de finales del siglo I y comienzo del siglo II, los dichos que citan de
esta tradición en su familia de libros de evangelios.
En el libro de los Proverbios se leía: “quien oprime al pobre, ofende a Dios” (14:31);
“quien se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de su desgracia no
quedará impune” (17:5); “la pesa y la medida doble son cosas que aborrece Yahvé...
Es injusto la balanza trucada” (20:10 y 23); “practicar la justicia vale más que el
culto” (21:3); “escuchar el reclamo del pobre” (21:13); “no despojar al pobre, no
atropellar al humilde” (22:22); “no invadas el campo del huérfano” (23:10); “habla
por el que no puede hablar, defiende al desvalido... al humilde y al pobre” (31:8-9).
En el Libro de Sabiduría de Jesús Ben Sirá: “vi llorar a los oprimidos sin que nadie
155 Los libros sapienciales, introducción (NBJ p.829). A la “Sabiduría de Jesús Ben Sirá”,
llamado así por el nombre del traductor al griego, la Iglesia romana le dio como título
extemporáneo El Eclesiástico (NBJ p.963). Es un título incoherente con el Judaísmo.
149
El pueblo Judío de la religión de Moisés, el que describe Pablo con vicios extremos,
es una fantasmagoría; y sus contraposiciones de vicios y virtudes, de lo terrenal y lo
celestial, de la “carne” y el “espíritu”, del varón y la mujer son fantasmas
insostenibles en la sicología humana. En sus cartas prima el juicio de intenciones,
inquisitorial, y expresa una conciencia morbosa, maligna; porque en la práctica, sus
idealizaciones del bien y lo bueno no son objetos ni conductas alcanzables. En
cambio, el profeta judío hace su “adivinación” narrando la historia que conoce, lo ya
visto y experimentado.
Para entender el comunitarismo de los Discípulos, basta leer lo que dicen autores del
siglo I acerca de colectivos como los Esenios y otros grupos de osiótes (los santos) o
ebionitas (los pobres). Vienen descritos por los contemporáneos Flavio Josefo,
Plinio el Viejo y Filón de Alejandría, así:
Plinio el Viejo, en Historia Natural: “[los esenios] nación solitaria... sin dinero,
viviendo en medio de las palmeras...”156. Flavio Josefo, en La Guerra de los Judíos:
“los esenios... desprecian las riquezas y es admirable en ellos la comunidad de
bienes... de manera que en ninguno de ellos se advierte ni una pobreza degradante ni
una riqueza insolente”157. Filón de Alejandría, en Quod omnibus probus sit liber:
“[los osiotés o pobres] viven sin bienes ni posesiones por libre decisión, no por mala
suerte, ellos se consideran extraordinariamente ricos, pues consideran que la
frugalidad unida a la alegría es, como lo es de hecho, la mayor riqueza. Sería inútil
buscar entre ellos a un fabricante de flechas... o cualquier instrumento de guerra...
Entre ellos no existen esclavos, todos son libres y se ayudan mutuamente...
Condenan a los amos como injustos porque perjudican la igualdad... El amor a los
hombres lo demuestran con la benevolencia, la igualdad y la vida comunitaria...
Ante todo, ninguna casa es propiedad particular, cualquier casa es de todos... No
hay más que una bolsa común para todos, y los gastos son comunes: son comunes
los vestidos y comunes los alimentos; en efecto, han adoptado el uso de la comida en
común... Lo cual es lógico, porque todo lo que reciben como salario por su trabajo
diario no lo guardan para ellos, sino que lo ponen en común, para que esté a
disposición de cuantos deseen hacer uso de ello. No se desentienden de los enfermos
por el hecho de que no puedan producir nada. De hecho, disponen de todo lo
necesario para curarlos gracias a los fondos comunes, y no temen realizar grandes
gastos. Los ancianos gozan de respeto y de cuidados...”158.
Mientras que en las ciudades de los discípulos de Pablo cada uno depende del
rendimiento de una productividad elevada, por el bajo valor de intercambio de su
producto en el mercado. En las comunidades de Palestina, mediante el trueque, el
mutualismo y el trabajo comunal, situadas al margen del intercambio comercial, el
rendimiento de la productividad es mayor. Porque se intercambia directamente, o con
menos intermediaciones, trabajo por trabajo. A tal punto que se acumulan los
excedentes que se distribuyen entre los que menos producen, pero los que trabajan no
están obligados a la sobreproducción. Con esta organización aumenta del ocio, por
ejemplo, para la religiosidad, como en los monasterios actuales; lo contrario de lo que
sucede en un sistema donde se dice como mérito(!) que “uno trabaja por cuatro de
otra economía”.
Por eso, el régimen de los Discípulos era duro y usaban el terror para mantener la
disciplina de la comuna, como se expresa en este caso mencionado en Hechos: “un
hombre... con la complicidad de su mujer... vendió una propiedad y se guardó una
parte, la otra parte la puso a los pies de los Discípulos”. Fue recriminado en la
comunidad por “guardarse una parte” y “ al oír estas palabras, cayó y expiró”.
Confrontada también su mujer, “al instante cayó y expiró... Un gran terror se
apoderó de la comunidad” (Hechos 5:1-11). Confiscaban los bienes de quienes se
adherían a la secta, e impedían que volvieran a reclamarlos. Y, precisamente, una
158 Filón de Alejandría, Quod omnibus probus sit liber, 75-91. Los escritos antes citados de Plinio
el Viejo, Flavio Josefo y Filón de Alejandría vienen en Testimonios antiguos sobre los esenios
(HistCrist, p.57-64).
153
buena parte de la tradición oral de los dichos que se conservan de estos movimientos
comunitaristas son normas de disciplina grupal y de justicia distributiva bajo una
ética socializante del compañerismo, el amor o cuidado del prójimo.
De nuevo, hay que hacer una comparación con la estructura grupal de las asambleas
o iglesias del Cristianismo de Pablo. El hecho de que la secta sedentaria de los
Discípulos continuara activa junto al Templo de Jerusalén después de muertos sus
dos líderes fundadores prematuramente, Juan el Bautista y Jesús, sólo se explica con
una estructura comunal y una organización muy desarrollada. Fue posible por la
eficiencia de la organización económica comunitaria con una logística de apoyo, de
captación y distribución de alimentos, basada en la participación de las mujeres.
Porque el mesianismo de los Discípulos no aparece solamente como una utopía de fin
de los tiempos, sino como una práctica concreta de solución de necesidades
materiales en el presente. En cambio, en las iglesias Cristianas de Pablo, de una
reunión semanal asamblearia y una comida mutualista, no hubo nada comparable a
esta forma de las sectas mesiánicas de resolver con eficiencia sus necesidades159. El
mismo Pablo nunca habría podido llegar a tener el liderazgo que se otorgaba a los
jefes mesiánicos de los Discípulos, por su sentido de la justicia para distribuir los
escasos bienes, para administrar el terror que mantenía la disciplina del grupo, y la
autoridad moral para alimentar el compañerismo. Y si Pablo se dedicaba a vender su
propia producción de tiendas en una red comercial establecida a lo largo de sus rutas
fundacionales, para obtener suficientes recursos para sus largos viajes, esta base
económica propia le impedía que sus asambleas fueran organizaciones comunitarias.
Pablo refleja una filosofía de la conciencia individual (no confundir con el
individualismo moderno); y no pudo asimilar este comunismo primitivo de los
Discípulos sin transformarlo o reducirlo a una comida mutualista semanal, la reunión
de ágape (cariño).
159 Se comentará más adelante el pasaje de 1ª Corintios cap.11 sobre la comida semanal.
160 Están editados en Evangelios Apócrifos, editor A. Santos; BAC, Mad, 1975, p.49-52.
154
Peter Stockmeier dice que “los ebionitas (los pobres), creyentes observantes de la
Ley [Judía], reconocieron a Jesús como un simple profeta... recluidos en la región
situada al este del Jordán”161. Olegario González Cardenal, en su Cristología, dice
que los Ebionitas sostenían la existencia de un profeta Jesús “mero hombre”162.
Eusebio de Cesarea, que vivió en la segunda mitad del siglo III y primeras décadas
del siglo IV, da noticia sobre unos Ebionitas en Pella, Transjordania163; y dice que “la
herejía [secta], así llamada de los ebionitas, es de los que afirman que Cristo [por
Jesús] nació de José y de María, creen que fue puro hombre y se empeñan en que es
necesario guardar la Ley, mas al modo judío”164.
Otra secta mesiánica del Judaísmo vendría representada por la Carta de Santiago,
reproducida también en el Nuevo Testamento de Jerónimo, y que admite puntos de
161 Peter Stockmeier en HIC p.35.
162 Olegario González Cardenal: Cristología; BAC, Madrid, 2001, p.205.
163 Eusebio de Cesarea, en Historia Eclesiástica (HE) III 5.3; t.I p.168-70.
164 Eusebio de Cesarea HE VI,17,1 p.379.
165 HE p. 477-483.“Solecismo” hace referencia al habla característica de la ciudad de Soli, en
Cilicia. La ciudad costera de Soli quedaba cerca de la actual Mercin, en Turquía.
166 NBJ p.1713.
155
En cambio, Pablo afirmaba contra el Judaísmo: “nadie se justifica por las obras de la
Ley, sino por la fe” (Gálatas 2:16). Porque Pablo ponía la justificación en un acto de
conciencia, dando prioridad al acto mental de fe y no a la conducta observable. Este
fue, precisamente, el tema principal de la Carta a los Romanos, donde acentuaba la
función mística de los espíritus (espiritualidad) sobre la experiencia sensorial, lo
corpóreo, y las acciones visibles.
Por otra parte, los editores de la Nueva Biblia de Jerusalén comentan el “carácter
arcaico de su cristología [de la Carta de Santiago]... se inspira especialmente en la
literatura sapiencial [judía]”167. Por “carácter arcaico de su cristología”, los
biblistas de NBJ entienden que se trata de un texto mesiánico judío ajeno a la idea del
Cristo heroico y Dios Hijo del relato helenista de Pablo. En efecto, en la Carta de
Santiago no se diviniza al Mesías. Por lo tanto, esta Carta de Santiago se aleja de la
literatura del Cristianismo y de las historias de Cristo del siglo II.
Para más señas de su Judaísmo, los comentaristas añaden que “el escrito no se ajusta
a las características del estilo epistolar [helenista]. Más bien parece una homilía...
contiene exhortaciones morales que se suceden sin gran cohesión, agrupando
sentencias sobre un mismo tema...”168. Con esto dan a entender que tiene el estilo
rabínico de exhortación, lejos de la forma argumental doctrinaria de las Cartas de
Pablo; y llaman la atención de que “el uso constante que el autor hace de la Biblia
[las Escrituras judías] supone que ésta le es familiar, sobre todo porque procede por
reminiscencias espontáneas y alusiones implícitas que por doquier se traslucen, y no
en forma de argumentación, partiendo de citas explícitas [como harían Pablo o sus
seguidores]”169. Es decir, que no emplea la forma de cita textual de la Biblia Griega,
habitual en el sincretismo Cristiano helenista. Y concluyen los comentaristas de NBJ
que “esta epístola tuvo una aceptación dificultosa... sólo hacia finales del siglo IV se
Por otra parte, la Carta de Santiago estaba dirigida explícitamente a las “doce tribus
en la dispersión” (Carta de Santiago 1:1), es decir, a los judíos de la diáspora. La
inclusión por parte de Jerónimo entre la antología de textos Cristianos pudo deberse a
su sensibilidad de lingüista culto, porque “fue escrita directamente en griego con una
elegancia, una riqueza de vocabulario y un sentido de la retórica (diatriba)... hacia
el final del siglo primero o incluso a comienzos del segundo”171. Pero queda excluido
que el Santiago mencionado en el primer verso de saludo en la introducción de la
carta se refiera al jefe de la comunidad de los Discípulos en Jerusalén.
Por consiguiente, además de los Ebionitas, hubo otras sectas del Judaísmo similares a
los Discípulos. Alguna pudieron sobrevivir hasta el siglo IV, pero habrían
desaparecido perseguidas por la Iglesia Romana del emperador Teodosio y su
dinastía entre el final del siglo IV y el siglo V (ver mi libro El Estado Pontificio de la
Iglesia Romana, en esta editorial). Sin embargo, hasta la reciente guerra en Irak, aún
sobrevivía una secta de los Mandeos, que se dicen seguidores de Juan el Bautista y
que, probablemente, estarían emparentados remotamente con alguna rama de los
Ebionitas.
ABREVIATURAS
Leer una o distintas cartas de Pablo y la posesión de sus copias se habría convertido
en la práctica fundamental de las asambleas y en la muestra material de la identidad
de la secta. Y esto hizo que, en el origen del Cristianismo, la lectura y la publicación
de textos adquirió una función cultual. Continuando este culto del libro, los cristianos
de segunda generación crearon el género de historias y dramas de evangelios, más
algunas cartas y libros apocalípticos.
Por lo tanto, los ancianos (presbíteros) que Pablo dejaba al frente de las asambleas
debían tener alguna situación favorable, como ser propietarios de una vivienda en la
ciudad en la que se podía reunir la asamblea; y al mismo tiempo, debían de ser
individuos letrados capaces de recibir instrucciones por escrito del fundador. Las
cartas habían quedado en manos de estos propagandistas, que se dedicaron a dar
continuidad a la obra literaria de Pablo. Y pudieron encontrar fácil dar una
explicación a las cuestiones pendientes con una figuración de gestas y genealogías,
más que con razonamientos filosófico-teológicos de Pablo; y teniendo a mano unas
cuantas tradiciones orales de la sinagoga, con estas construyeron diversas vidas de
Cristo, dando lugar a las historias de evangelios. Pablo los habría desconocido.
Pero las copias de Cartas de Pablo que conservaban habían sido escritas en una u otra
fase del desarrollo de su idea de Cristo (la semidivinidad del año 51, o el dios hijo del
160
año 57), y algunos presbíteros sólo recordarían su primer “discurso inaugural” del
año 47 (un mesías heroico). De estas fuentes ideológicas, en distintos grados de
desarrollo, se generaron diferentes tendencias doctrinales y diversos estilos de vida
entre las asambleas Cristianas, según buscaron respuestas comprensibles a los
enigmas de Pablo, dentro de las posibilidades del lenguaje y la cultura popular.
En cuanto a los esbozos filosófico teológicos paulinos, debieron esperar un siglo. Iba
a corresponder a la Filosofía Cristiana que surgiría después del año 150 el trabajo de
cultivar su ética estoica y su idea platónica (teología). Pues, el estoicismo y el
neoplatonismo, permeados por la irrupción de los cultos de salvación (seguridad) en
las ciudades del Mediterráneo Oriental, en los siglos I y II, habían suministrado un
lenguaje de comunicación con la elite culta a filósofos teólogos como Filón de
Alejandría, literatos religiosos como Plutarco y Apuleyo, y a un sinnúmero de sectas
mistéricas y esotéricas a lo largo del helenismo tardío. Esta síntesis neoplatónica tuvo
lugar en la segunda mitad del siglo II en las academias de filosofía y las escuelas de
retórica, donde se enseñaba la dialéctica a los sectores más cultivados y al
funcionariado del Imperio, y donde circulaba un comercio próspero de publicaciones
de la biblioteca helenista y tardohelenista.
161
Sin embargo, la Gnosis ignoraba las formas del pensamiento sistemático conceptual
de la filosofía helenista, y no libró a los cristianos de segunda generación de perder el
camino de la idea estoica neoplatónica de Pablo (su puritanismo). Más bien, la
controversia derivó en un misticismo de leyendas de ribetes orientalizantes (se verá
más adelante). Aunque la Gnosis sí libró a los cristianos de segunda generación de
caer en una forma de religión tradicional, con un sacerdocio, calendario de fiestas y
cultos, y prescripciones que cumplir por los fieles. Este papel lo haría, entre los siglos
IV y VI, el sincretismo de religión romana de la nueva Iglesia Romana.
Pero la represión a muerte y fuego de los textos gnósticos y de las sectas gnósticas,
entre el final del siglo IV y el siglo V (ver Persecución y exterminio de sectas
cristianas, en El estado Pontificio de la Iglesia Romana), sólo permitió la divulgación
de los textos evangélicos antignósticos en la Modernidad. Nada más que, en el acto
de negarlos, estos evangelios reprodujeron y conservaron la temática gnóstica, que se
puede leer en negativo (se verá más adelante).
162
Aristófanes con estos principios de libertad sexual, porque la ruptura del régimen de
parentesco es parte del desmantelamiento del régimen de la propiedad privada.
En la actualidad, para situarse a la altura de tal grado de apertura mental, habría que
admitir la diversidad de éticas privadas; o la propiedad comunal, así como la red de
vías públicas, base de la infraestructura de la economía y del Estado común, es
propiedad de todos y de nadie en particular con igual Derecho para todos los
usuarios. Y no puede ser de otra manera. Si no se piensa así, no se comprende estas
mentes que vivieron en un mundo de opciones culturales más diverso y plural que las
sociedades occidentales actuales.
Los Cristianos Montanistas (del predicador Montano) predicaban una “crítica social
y política contra las injusticias del presente y las estructuras opresivas”, “se
organizaron en comunidades estables... dirigidas por patriarcas y profetas de ambos
sexos” y “[tuvieron] gran difusión y popularidad en la segunda mitad del siglo
II”174.
174HistCrist p.231.
175HistCrist p.231.
176HistCrist p.231.
164
165
Pablo no creó una estructura centralizada de alguien que lo sucediera al mando de sus
fundaciones. Y más bien, la forma de cultos privados de las asambleas, reunidos en
casas particulares, le imprimió a sus iglesias una tendencia al aislamiento y a la
diversificación. Ludwig Hertling lo refiere así: “Pablo y Bernabé fundan toda una
serie de comunidades en el Asia Menor [actual Turquía], a cuyo frente ponen jefes
locales... El presbítero [anciano] de la comunidad de Listra no tenía ninguna
autoridad en Derbe o Iconio”177. Esta ausencia de una autoridad, la autonomía de las
asambleas (las iglesias), facilitó pluralidad de sectas y la evolución de diversos
relatos Cristianos de una ciudad a otra.
Según las Cartas a Tito y Primera a Timoteo, atribuidas a Pablo, pero escritas por
seguidores de segunda generación, algunas iglesias habían alcanzado cierto grado de
complejidad en su organización hacia el final del siglo I. Dicen los editores de NBJ
Los editores de NBJ apostillan el texto de 1ª a Timoteo diciendo que “la distinción
entre obispos y presbíteros no está aún elaborada”182; y a propósito del uso del
término episkopos en la Carta a Tito, comentan que sólo “más tarde, los poderes...
se transmitirán en cada comunidad al que será el obispo, jefe único del colegio de
los sacerdotes [sic]”183. Nótese al margen, el anacronismo de NBJ de llamar
sacerdote al presbítero o anciano de las primitivas iglesias Cristianas; mientras que
un sacerdocio sólo vendrá con el sincretismo de la Iglesia Romana el siglo IV. En
cambio, los editores de las biblias TNM, HB, BRV nunca traducen la función de
presbítero del Cristianismo primitivo por sacerdote.
Por lo tanto, estos líderes con cierta autoridad moral, lo mismo que Pablo, tampoco
Dice Hans Kung que “sólo puede demostrarse un episcopado monárquico [sic] en
Roma a partir de la segunda mitad del siglo II”184. Aunque la tradición eclesiástica
cita una Carta de Clemente con la que se pretende documentar un primer obispado de
S'Pedro en Roma, anterior al año 64. Esta historia no se sostiene por lo visto sobre
los últimos días de Pablo hacia el año 61-62, y por el anacronismo de tal obispado
romano (ver más adelante, Los cristianos en la crónica antigua , y vuelvo sobre este
mito del obispado de Pedro en Roma en El Estado Pontificio de la Iglesia Romana, en
esta editorial).
185 Francisco Adrados: Historia de la Lengua Griega; edit. Gredos, Madrid, 1999, p.170-71.
186 HistCrist p. 239-47.
169
Este Marción, un rico comerciante llegado a Roma desde Sínope en el Mar Negro
(actual Sinop, en Turquía), fundó las iglesias Marcionitas, de las que todavía en el
siglo V quedaban algunas en Siria, cuando fueron perseguidos por la Iglesia Romana.
Teodoreto de Ciro ataca a los Marcionitas en Siria, en la primera mitad del siglo V,
en su Haereticorum Fabulae (I, XIX). Los Marcionitas, consecuentes con el
evangelio Lucas”, sostenían un monoteísmo exclusivo del Dios Cristo, un único
Dios, superior al Dios del Judaísmo; ya que, con el drama de su sacrificio sangriento,
había rectificado la obra imperfecta de la creación del Dios de los hebreos. En su
Cristianismo radical, los Marcionitas tenían al Dios hebreo por una pseudodivinidad,
una especie de semidios engañoso “perverso e inferior”187, que había requerido el
sacrificio de Cristo para redimir a sus criaturas 188. Así resolvían el conflicto
conceptual del binomio de dioses del Cristianismo de Pablo. El libro Antítesis de
Marción “desapareció”, pues sus copias fueron destruidas en las purgas bajo la Iglesia
Romana. Pero el contenido se conoce por la obra de sus contradictores de la Filosofía
Cristiana, en el Contra los Herejes [sectarios] de Ireneo y el Contra Marción de
Tertuliano, entre otros.
Todavía al final del siglo V, el obispo romano Gelasio (492-496) emitió un índice de
libros prohibidos de las sectas Cristianas, el llamado“Decreto gelasiano”; esta lista
de libros excluidos ya contenía los títulos de algunas academias de Filosofía Cristiana
(del siglo II-IV), junto a los del Cristianismo Evangélico (siglo II). Que Gelasio se
viera en esta necesidad, más de cien años después de la lista de Jerónimo, indica que
la literatura del Cristianismo Evangélico todavía continuaba teniendo alguna
circulación. Los eclesiásticos han sostenido en la modernidad estas listas de
exclusión. Todavía en la actualidad, dice el clérigo Bernardino Llorca, en Historia de
la Iglesia Católica, que el Decreto Gelasiano contiene una relación “de libros
heréticos”; el adjetivo demuestra la línea de continuidad en la historia eclesiástica
reciente con el dogmatismo de Jerónimo y Gelasio190.
En los cuatro del NT, que son cuatro variantes más del relato y sus contradicciones,
aparecen las temáticas inauguradas por sectas gnósticas o de algunas próximas a la
sinagoga. Desafortunadamente, todavía los editores más recientes, incluidos los aquí
citados, continúan discriminando evangelios “apócrifos” de “canónicos”. Este
supuesto o prejuicio eclesiástico limita sus posibilidades de lectura del material que
editan. Para el investigador no existen libros “apócrifos” ni “canónicos” si no es
como etiqueta ideológica, pero no define el objeto literario de su análisis. Aceptar
estas formas de presentación de los textos, por parte de los editores, representaría un
acto de confesionalismo dentro de la “tradición” eclesiástica.
172
173
191 B. Ehrman: Cristianismos Perdidos, p.43-45. Una edición de Hechos de Pilato viene en Los
Evangelios Apócrifos, editor Santos Otero; BAC, Madrid, 1975. Este libro fue compuesto hacia
la mitad del siglo II, y se relaciona con la secta Cristiana de Carpócrates (DicPatr p.57).
192 The Gospel of Judas; editores R. Kasser, M. Meyer, G. Wurst; Washington, 2006. Krosney
Herbet: The Lost Gospel: the Quest for the Gospel of Judas Iscariot; Washington, 2006.
174
El otro personaje secundario de los dramas de Pasión es Judas Iscariote, par del
romano Pilato, pero por la parte judía. Aunque tiene menos visos de corresponder a
un individuo histórico y, muy probablemente, se trata de un personaje construido
dentro del mito para representar la figura antijudía del “judío traidor” (Judas puede
significar “el judío”). Pero su evangelio contiene un relato de conocimiento secreto
de la verdad, típico del Cristianismo gnóstico, y aparece representado así en los
cuatro evangelios del NT. Este personaje, en los cuatro evangelios del NT, junta el
papel de un Judas-traidor o Judío-traidor con la función de complicidad en el drama
trágico de Pasión. Y a diferencia de la inocencia de Pilato, que es un actor pasivo que
cede “atemorizado” (Juan 19:8), en Judas se reivindica su actuación de cómplice
informado, de colaborador consciente, es un hombre sabio en términos de la Gnosis.
Judas aparece en el cuadro de Última Cena del evangelio Mateo como un actor
privilegiado, conocedor del cumplimiento del plan trágico. La Cena alude a una
comida mística, que se podría interpretar con la simbología del alimento gnóstico:
“El que ha metido la mano en el plato conmigo, ése me entregará”; “entonces,
preguntó Judas, quien lo había de entregar: ¿Soy yo acaso, Rabbí [maestro]?”
Dícele [el Señor]: “Tú lo has dicho” (NBJ Mateo 26:21-23 y 25). La escena es
completamente irreal o surrealista, simbólica, en la que el alimento es conocimiento.
Hay una expresión de complicidad informada de los actores ante la fatalidad, en un
doble estado de advertencia y pasividad ante lo inevitable. La narración de Mateo
continúa con que, después de la Cena, Judas entrega a Cristo en el lugar de su
ocultamiento saludándolo con un beso, que sería la señal convenida con los que lo
175
van a apresar. Pero el ocultamiento y el beso también son dos simbolismos gnósticos
de búsqueda del conocimiento y del contacto con la verdad. Después, Judas se ahorca
y con el dinero de la paga, que Judas no cobró, los sacerdotes habrían comprado un
campo cementerio para extranjeros que “se llamó Campo de Sangre” (Mateo
26:47-50; 27:3-5; 27:6-8). Sin embargo, el mismo evangelio Mateo tiene un anuncio
contradictorio, que exime a Judas de toda culpa en el cumplimiento de la fatalidad,
cuando el maestro les dice: “Os aseguro que vosotros que me habéis seguido... os
sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus...” (Mateo 19:28). El número
doce (de los que me habéis seguido) incluiría al personaje Judas, teniendo en cuenta
que en estos pasajes del drama de Pasión se expresaba un lenguaje de simbolismos, y
no una crónica de acontecimientos reales.
La fingida autoría “de” un supuesto Felipe o “de” una supuesta María Magdalena
para estos evangelios, no es más que un recurso literario de atribuir el texto a uno u
otro de los personajes del mismo relato, y forma parte del imaginario de este género
literario. Unos personajes, supuestamente situados en el siglo I, aparecen con un
relato atribuido del siglo II. Es seguro que el personaje María Magdalena, supuesta
autora de un “evangelio”, no tiene que ver con una mujer palestina que pudo haber
vivido en la primera mitad del siglo I. Pues, el libro está datado en el siglo II.
194 En Biblioteca de Nag Hammadi: Textos Gnósticos t.2; editores A. Piñero, J. Montserrat, F.
García; Trotta, Madrid, 1999.
177
Lo cierto es que las mujeres de la secta Judía del grupo de los Discípulos fueron un
asunto controversial para los Cristianos seguidores de las cartas de Pablo. Pues, su
maternidad o su compañía contradecía la Divinidad de Cristo, y los Cristianos de
cultura griega no supieron comprender y encajar el papel social de la mujer judía en
sus relatos. Surgió así, probablemente, la imagen disminuida de María de Magdala,
que en algunas leyendas sufrió su transformación en “prostituta” y “mujer perdida”.
Las versiones enfrentadas del mito eran una forma del clero de la Iglesia de apoyar a
distintas monarquías, fuera por herencia de sangre del linaje de David o por la
posesión de un objeto mágico. Cuando convenía una por derecho hereditario, se le
aplicaba el mito del linaje; si convenía apoyar a otra de imposición por la fuerza, se le
aplicaba el privilegio de poseer el “vaso”. El mito sólo es una señal de que las
monarquías feudales acudían al clero como instancia ideológica, para su ejercicio de
control de la población.
Por esta leyenda del Vaso de la Sangre, aparecieron repartidas varias copas en
diferentes ciudades europeas, cuyos propietarios proclamaban poseer el vaso mítico
de la Ultima Cena. En Valencia se venera una de estas copas. Este tipo de fantasías
Cristianas del personaje de la Magdalena todavía distraen a muchas mentes y
179
Evangelio de Tomás, llamado Dídimo. Tomás Dídimo [el mellizo] (del griego
dídimos: gemelo, mellizo) aparece mencionado tres veces en el evangelio Juan (Juan
11:16; 20:24 y 21:2). En el siglo II circuló el evangelio “de Tomás, el hermano
mellizo de Jesús197, que en el verso de introducción dice: “Estos son los dichos
secretos que Jesús el Viviente ha dicho, y ha escrito Dídimo Judas Tomás”198.
Bart D. Ehrman (o por defecto de su traducción) dice del evangelio “de Tomás” que
“se trata de una falsificación de las enseñanzas de Jesús escrita en nombre de quien
debería haberlo conocido mejor que cualquier otro: su hermano gemelo, Dídimo
Judas Tomás”199. Pero, llamar falso a un relato evangélico, esto significaría que
Ehrman cuenta con un texto de referencia tenido por válido de las enseñanzas de
Jesús, en el cual él (B. Ehrman) quiere creer como teólogo cristiano. Y ese evangelio
tenido por válido solamente podría ser uno, no cuatro u ocho desiguales y
contradictorios. Mientras que, para los efectos literarios del mito, todos los
evangelios son igualmente válidos, independientemente de la creencia en uno u otro.
Y, si B. Ehrman se refiere a la simulación de la autoría del texto “de Tomás” como
una falsificación, este recurso literario formó parte de la literatura de evangelios en
general.
El evangelio “de Tomás” contiene una centena de dichos de Jesús, pero “no se
cuentan historias sobre Jesús: no hay nacimiento, no hay bautismo, no hay milagros,
no hay viajes, no hay juicio, no hay muerte, no hay resurrección, ni relato de ningún
tipo”200. Es una versión de un escéptico del relato Cristiano de Pablo, probablemente
alguien de la sinagoga. Pero concuerda con el escepticismo del personaje Tomás
también “llamado Dídimo” del evangelio Juan: “los discípulos le dijeron: “Hemos
visto al Señor [Resucitado]”. Pero él les contestó: “Si no veo la señal de los clavos
en sus manos, si no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en
su costado, no creeré” (Juan 20:24-25). El evangelio con su nombre podría ser un
desarrollo posterior de este personaje.
197 B. Ehrman: Cristianismos Perdidos p.47. Se conservan copias completas del Evangelio de
Tomás Dídimo. Hay varias traducciones, entre otras, la Manuel de Alcalá: Los Evangelios de
Tomás y María Magdalena; Bilbao, 1999.
198 Ob. cit. p.97.
199 Ob. cit. p.92.
200 Ob. cit. p.92.
180
Por lo tanto, el evangelio “de Tomás” obedece a una corriente evangélica, tal vez
conectada con la sinagoga, que negaban la encarnación de Dios en el personaje Jesús
y así pretendían afirmar la probable existencia histórica de un Jesús maestro, profeta
o adivinador mesiánico.
181
El Cristianismo se dividió, en la segunda mitad del siglo II, en dos culturas literarias
de dos sectores sociales: la multiplicidad de Cristianismos Evangélicos de cultos
privados en casas de habitación, cuyos libros estaban escritos en griego vulgar
(koiné); y los de la Filosofía Cristiana, de cultos públicos en las aulas de sus
academias, cuya literatura estaba escrita en el griego culto (ático). Estos filósofos
introdujeron la distinción de “apócrifos” (secretos) para la literatura evangélica que
excluyeron. Y Jerónimo de Estridón, uno de los autores del novedoso sincretismo de
religion romana el siglo IV-V, conocido como Cristianismo Romano, fue quien
impuso la última selección excluyente de la literatura evangélica actualmente
conocida como Nuevo Testamento.
201 Las ediciones modernas del llamado Antiguo Testamento no todas coinciden en el número de
182
libros y el número de capítulos de algunos libros. Hay diferencias, según los editores se atengan a la
Vulgata o a la Biblia de Lutero, quien retomó las Escrituras hebreas en lugar de la Biblia de
Alejandría. Y sus traducciones varían según tendencias dogmáticas de los editores.
202HistCrist p.248.
183
Por otra parte, en el NT, Jerónimo atribuye a Pablo cuatro cartas inauténticas,
Efesios, Hebreos, a Tito y Primera a Timoteo. Se ha dicho que la Carta a los Efesios,
por su desarrollo ideológico, se sitúa al final de siglo I204, y las Cartas Primera a
Timoteo y a Tito, “a causa de las notables diferencias que ofrecen con el resto de
escritos paulinos... Muchos estudiosos... opinan que son obra de un discípulo de
Pablo, escritas a finales del siglo I... Por otra parte, estas dos cartas reflejan unas
iglesias más evolucionadas”205. Hebreos es un texto sacerdotal, un tipo de casta a la
que se oponía Pablo. Como punto de comparación, dice el historiador eclesiástico
Juan Antonio Estrada que “los [primeros] cristianos no asumieron el título de
sacerdotes para sus ministros, diferenciándose de la sociedad romana y la judía”206.
Los editores de NBJ dicen acerca de Hebreos: “el lenguaje y el estilo... no es propio
de san Pablo... Falta el saludo y acción de gracias, propias de las epístolas
paulinas... El lugar y fecha de composición... tampoco se saben con certeza... Habla
de la liturgia del Templo... Pero lo cierto es que no alude nunca al templo destruido
por Tito... No parece que [sus autores] estuvieran familiarizados con el Templo [de
Jerusalén] y sus ritos, pues las descripciones que hace la epístola de los mismos,
aunque son abundantes, no son siempre precisas”207.
Según los editores de NBJ, el capítulo 7 de Hebreos argumenta que “el sacerdocio
de Cristo es superior al levítico [el sacerdocio judío]”208, y los capítulos restantes
están dedicados a la función sacerdotal de la ejecución del sacrificio. Pero en la
descripción del sacrificio de animales (“los cuerpos de los animales, cuya sangre
lleva el sumo sacerdote al santuario”), hay una afirmación que resulta aún más
opuesta respecto de las distintas literaturas de los cristianos en las que quedaban
excluidos los altares: “tenemos nosotros un altar del cual no tienen derecho a comer
los que dan culto en la Tienda [el Templo de Salomón]” (NBJ Hebreos 13:10 y 11).
Y en la despedida de la carta hay un enigmático “Os saludan los de Italia” (13:24
NBJ), que podría estar indicando su lugar de composición. En definitiva, el o los
autores de esta Carta a los hebreos podrían estar conectando el relato Cristiano con el
sacerdocio de la religión romana. Hebreos sería el último de una familia de textos
anónimos del sincretismo grecorromano en los distintos Cristianismos.
203NBJ p. 1683-4.
204NBJ p.1567 y 1569.
205NBJ p.1569.
206HistCrist p.167.
207NBJ p. 1663-4.
208Este es el título que dan al capítulo los editores de NBJ p.1671.
184
Jerónimo juntó los conocidos como cuatro evangelios, que tenían más referencias de
la Biblia Griega de Alejandría, y cuya figuración de Cristo era más compatible con la
Idea de Dios del neoplatonismo de Filosofía Cristiana. En esta línea de selección de
libros lo habían precedido Ireneo de Lyon hacia el año 185, en su Contra los herejes
[sectarios], y Atanasio en su Carta Festal del año 367. Aunque los cuatro evangelios
fueran los más citados en la filosofía Cristiana, eso no modificaba sus características
que compartían con la gran familia literaria del conjunto de evangelios.
El resultado fue una selección de “cuatro” relatos heroicos con cuatro tragedias de
Pasión incoherentes, pero eso no tenía mayor importancia para Jerónimo. Porque el
principal objetivo del NT fue componer un canon (norma) de libros con el cual la
nueva Iglesia Romana pudiera confrontar a las sectas supervivientes del Cristianismo
Evangélico, las que se deseaba excluir y mandar al fuego su literatura. Y el hecho de
precisar una versión oficial del texto en la Biblia Vulgata editada por Jerónimo, se
debía a la urgente confrontación doctrinal con el otro partido de obispos imperiales
Arrianos, caídos en desgracia con el emperador Teodosio (se verá en El estado
Pontificio de la Iglesia romana). Mientras los obispos imperiales favorables a
Teodosio obtuvieron leyes de erradicación de sectas cristianas. Lo que no significa
que Teodosio fuera cristiano, ni él ni su imperio, sino que el Imperio Romano seguía
186
Es probable que las sectas evangélicas de clases populares, opuestas a los obispos
imperiales y sus partidos cortesanos, habrían participado en los levantamientos que
agudizaron el estado de crisis social bajo Teodosio (ver la matanza en el circo de
tesalónica, en El Estado Pontificio de la Iglesia Romana, La persecución de las
sectas Cristianas). De aquí sacaría poder el partido de obispos-sacerdotes imperiales
que aniquiló a los Arrianos y a las sectas del Cristianismo Evangélico, más algunas
de la Filosofía Cristiana que no se habían sometido a estos partidos durante el siglo
IV. La obra del NT Jerónimo y su Vulgata estaban dirigidos a discriminar la literatura
de las sectas y su represión, pero también proyectó en el tiempo un filtro que impidió
el conocimiento en Occidente de gran parte de la literatura del Cristianismo
Evangélico.
187
188
Estas historias de síntesis sincrética más la figuración de una tragedia con diálogos
agónicos de gran colorido dramático se adaptaron mejor a las formas de
representación estética del helenismo que el relato del Cristo de Pablo, un Espíritu
que aparecía sin referente alguno de una existencia individual anterior. En general, la
literatura de evangelios se dedicó a completar la figuración humana de la divinidad
que Pablo les había trasmitido sólo en relatos de apariciones, y se alejaron de la
primitiva idea mística de un Cristo espiritual sin representación de una existencia
individual concreta. De este modo, el Cristiano de segunda generación abandonó el
Cristo de pura idea de fe paulina a cambio de una figura heroica de gran plasticidad
imaginaria. El nuevo relato del segundo Cristianismo evangélico, con algunos
préstamos de la tradición oral de la sinagoga, describía una existencia de Cristo en un
tiempo coincidente con la vida de Pablo, aunque situado en Galilea, lejos de Judea; y
con uno u otro origen de Cristo, por nacimiento en Judea o por adopción de un
Espíritu Santo, con los que se resolvían diferentes formas de su doble naturaleza
humana y divina; más las diferentes soluciones a la relación del Dios Hijo con el Dios
Padre. A esta nueva literatura de carácter popular se debió la divulgación del
189
Les bastó con reproducir el aspecto más helenista del discurso paulino, de la fatalidad
trágica. Incluyeron una sucesión de discursos premonitorios, un programa trágico de
sacrificio de cumplimiento fatal, con el que tuvieron gran éxito entre el público de las
ciudades del Mediterráneo Oriental. Entiendo por “programa” una forma de la
estructura del relato, expresada mediante el recurso literario de los presagios al estilo
griego. El discurso programático es creado por el narrador evangélico, que hace
aparecer al protagonista del drama como “conocedor” del futuro y lo “dice” con
anticipación. El arte del narrador evangélico consiste en crear la ilusión del personaje
de la tragedia griega y la fatalidad del destino.
En estos textos, autores y copistas (las copias, con sus interpolaciones, innovaron y
adaptaron a nuevas urgencias ideológicas el texto y el relato con el paso del tiempo)
ensayaron e intercambiaron en controversia todas las variantes imaginables de las
gestas de origen del Dios Hijo, diferentes tragedias de Pasión y las posibles
configuraciones humanas y divinas del Cristo: desde el Dios Hijo engendrado y
alumbrado por nacimiento, representado en los evangelios Mateo y Lucas; hasta el
Dios Hijo adopcionista, que adopta la forma humana de un adulto en el momento del
bautismo, en Marcos y Juan. Por esta razón los evangelios se distinguen por sus
historias con o sin relato de nacimiento, con o sin representaciones del drama de
Pasión, con o sin relato de resurrección, gnósticos o no, de un Jesús “mero hombre”
o semidivino, los hay que son más o menos anti-Judíos, etc. Pero en cada una de estas
clases de evangelios, todos eligen una solución de sus episodios y mensajes que
refleja de forma complementaria o contradictoria la otra solución del mismo tema. De
este intercambio salieron los “cuatro evangelios”, mejor dicho, las copias que
conocemos del siglo IV, cargadas de interpolaciones y adaptaciones por generaciones
de copistas, incluido su editor Jerónimo.
En los conocidos cuatro evangelios se reproducen todos los temas de controversia del
Cristianismo de segunda generación, en una especie de diálogo de confrontación
190
Recapitulando. Aunque Jerónimo ordenó los cuatro evangelios por delante de las
Cartas de Pablo, como queda dicho, carecen de todo sentido si no se tiene en cuenta
que corresponden a un desarrollo posterior del imaginario de las Cartas de Pablo. Las
fechas más tempranas posibles de composición de las primeras versiones de los
“libros de evangelios”, según los biblistas, caen en la segunda mitad del siglo I y
primera mitad del siglo II. El códice Juan, según la Filología Crítica e Histórica, por
su datación más tardía pertenece a la entrada del siglo II (no se puede atribuir a un
supuesto autor de las primeras décadas del siglo I)211. Pero su temática es un
desarrollo de los textos paulinos, de la variante gnóstica en gran parte del texto. Los
códices Lucas y Mateo, que mencionan la destrucción de Jerusalén por Tito, no
pueden ser anteriores al año 70, y tienen un estilo y muchos pasajes que se oponen en
un diálogo de contradicciones con el conocido con el evangelio llamado Juan.
Y en cualquier caso, el lector debe tener presente que estos textos no se conservaron
en su forma primitiva sino en la versión que fueron fijados en los códices del siglo IV
y V que se conservan en la Biblioteca Vaticana. No existe un texto patrón de
referencia de ningún evangelio, del que se conservara el original de un autor. Y no
quedaron copias anteriores, después de que se impuso la versión del Nuevo
Testamento de Jerónimo de Estridón. Como estos libros tuvieron diversas
intervenciones en sucesivas generaciones de copistas, esta es la razón de que evito en
lo posible citar los evangelios con la fórmula de una supuesta autoría como
“evangelio de...”, y solo menciono el nombre de referencia por el que se conoce el
códice (ejemplo, “evangelio Lucas”).
El texto Cristiano más conocido de carácter gnóstico es uno de los cuatro, el llamado
Evangelio de Juan, compuesto hacia el final del siglo I en la ciudad de Éfeso. Está
cargado de mensajes apócrifos, aunque Juan es un evangelio híbrido con drama
trágico de Pasión. Igualmente, tuvo gran difusión en el siglo II otro evangelio
gnóstico de Valentín. Pero también en los evangelios Lucas, Marcos y Mateo hubo
una impregnación directa o indirecta de la temática gnóstica, fruto de la controversia
entre sectas.
El antijudaísmo: Por qué tus discípulos no se lavan las manos? En los relatos de
evangelios aparecen unos fariseos insolentes que preguntan “¿por qué tus discípulos
no se lavan las manos antes de comer?” El protagonista Jesús replica con una crítica
común en las sinagogas contrarias al formalismo ritual: “os aferráis a la tradición...
a las costumbres”. Pero hay un aspecto a resaltar en este pasaje del evangelio
Marcos, que va precedido de una aclaración en la cual el narrador está explicando la
costumbre judía a un lector no judío: “los judíos no comen sin haberse lavado las
manos hasta el codo, al llegar de fuera se bañan por tradición, y lavan los vasos y
los platos”. Y al final, sin venir a cuento, repite una lista de vicios que Pablo había
dedicado a “los judíos”: “lo que mancha [al judío]... son las fornicaciones, robos,
asesinatos, adulterio, avaricia, maldad, engaño, liberalidad, envidia...” (Marcos
7:3-4; 5-13; 21-22). De manera sistemática aparecen este tipo de alusiones en los
cuatro evangelios, lo que demuestra que estos libros no pudieron ser escritos por
judíos. Expresan una mirada ajena al pueblo y a la cultura hebrea. El antijudaísmo es
constante en los cuatro evangelios.
apocalíptico del siglo II. Esta Carta de Bernabé sería de un autor más hostil al
Judaísmo que el mismo Pablo, y se descarta que pudiera haber sido escrita por su
socio el levita Bernabé a quien se pretende atribuir. Pues, va en contra de la noticia
que da Hechos de que el levita Bernabé se distanció de Pablo hacia el año 50, cuando
éste comenzó a radicalizar su posición contra el Judaísmo: “se produjo tal
enfrentamiento, que se separaron... Bernabé.. [y] Pablo” (Hechos 17:39-40; también
en Gálatas 2:13). En cuanto al Pastor de Hermas del Codex Sinaiticus, como el
Apocalipsis del NT de Jerónimo, por su contenido y ausencia de referencias
cristianas, pudo haber pertenecido a una secta Judía y no de Cristianos. La secta
habría desaparecido, pero sobrevivió su literatura.
217 Ireneo, en Contra los Herejes, citado por José Fernández, HistCrist p.247.
218 Bart Ehrman: Cristianismos Perdidos, p. 350.
196
decidió tomar como válidos los cuatro que el Espíritu Santo dejó que cayeran sobre
una mesa y no los restantes que cayeron al suelo.
Pero los autores del neoplatonismo Cristiano sabían muy bien que los relatos de
evangelios no explicaban una biografía coherente, y por esto la creencia en las
historias ingenuas del Cristianismo Evangélico tuvo un declive con la Filosofía
Cristiana. La crítica contemporánea de algunos pasajes, como se verá con Celso y
Porfirio, hizo que la Filosofía Cristiana les atribuyera un mero valor alegórico.
Además, mientras los Cristianos primitivos organizaban el culto como lectura, y su
asamblea sectaria se identificaba con un libro que le daba nombre a la secta, la
academia Cristiana abandonó esta centralidad de la lectura y del libro. Estos filósofos
neoplatónicos dieron más importancia a la disputa y la explicación doctrinal de sus
nuevos tratados teológicos en las aulas de sus domus, y ni siquiera intentaron rehacer
una vida de Cristo coherente, que resolviera las contradicciones de los distintos
relatos evangélicos.
En los cuatro evangelios del NT se representan las dos tendencias extremas del
posicionamiento de las sectas Evangélicas respecto de las escuelas persas de la
Gnosis, a favor y en contra de la Gnosis Cristiana. Los evangelios Mateo y Lucas con
sus relatos de nacimiento del Dios Hijo, de carácter heroico (con una historia y una
genealogía o mitología), se enfrentan a Juan y Marcos con la solución adopcionista
de línea gnóstica (un conocimiento mistérico, secreto). Para éstos, Dios vuela en la
figura de un ave que adopta la forma humana de Jesús en un bautismo de inmersión
en el río Jordán: “He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se
posó sobre Él”;“los cielos se abrieron y el Espíritu en forma de paloma bajó sobre
Él” (Juan 1:32; Marcos 1:10). El baño de purificación se encontraba en los cultos de
Isis, de Mitra, de Dionisos y Demeter; y no era un ritual extraño para las gentes del
Mediterráneo Oriental que leían estos relatos.
El asunto no era una cuestión vana en el desarrollo de estas literaturas, pues se trataba
de resolver una incógnita heredada de las Cartas de Pablo: ¿en qué momento
determinado y cómo se producía la transformación de un individuo humano en
divinidad, y en qué punto se iniciaba la historia de Cristo? Puesta la cuestión en
términos profesionales para los autores del género de evangelios: ¿cuál debía de ser el
primer capítulo de una historia de Cristo? Hubo dos partidos, los que empezaban por
el bautismo iniciático y los que comenzaban con un relato de nacimiento, al estilo
oriental de los nacimientos de Dios de madres vírgenes (se ha visto antes en
Sincretismos en el helenismo tardío).
Es por esta razón que los evangelios Marcos y Juan no tienen capítulo de nacimiento,
sino de un contacto místico; mientras que Lucas y Mateo comienzan con un capítulo
de nacimiento, que tuvo mucho éxito en el sincretismo del Cristianismo Romano en
el tardo-imperio, al coincidir con las fiestas saturnales del solsticio de invierno y la
Natividad del Sol. Pero también había otra cuestión de fondo en el relato
adopcionista: la incorporación de Dios en un hombre adulto facilitaba el relato de la
encarnación de una naturaleza divina en otra humana. No solamente permitía
distinguir la naturaleza humana de la parte divina, sino que Dios podía abandonar
esa corporeidad en el momento conveniente antes de morir. De esta manera, la
estrategia adopcionista se prestaba al abandono del cuerpo adoptado, resolviendo la
contradicción de asociar el concepto de Dios al predicado de su muerte en un cuerpo
humano. Supuesta la inmortalidad de Dios, un Dios evasivo que evitaba el enunciado
de la “muerte de Dios”, este era el principal punto de choque de la Gnosis Cristiana
con las Cartas de Pablo.
199
Pero, una madre virgen, aparte de que no corresponde a la tradición Judía de la secta
de los supuestos Discípulos, tuvo la consecuencia inmediata de introducir la cuestión
de la duda del padre en el relato. En Mateo, el relato de Anunciación incluye una
disquisición sobre la paternidad dudosa de José, el “padre putativo” (PP en los
registros de nacimiento): “María, antes de estar unida a José, quedó en cinta por
obra del Espíritu Santo. José ... resolvió repudiarla secretamente... [Pero] un ángel,
en sueños le dijo: “José... no temas tener a María por tu esposa, pues lo engendrado
en ella es del Espíritu” (Mateo 1:18-20). Pongo el signo PP por padre putativo, que
era una convención del registro de esta condición de la paternidad dudosa (se dice
que es por este pesonaje evangélico que, en los pueblos de España, existe la
costumbre de llamar Pepe a los José.).
Estos relatos de nacimiento coincidían con las mitologías orientales, no Judías, y con
la cosmogonía griega, como en los mitos de Heracles y de Asclepio, hijos de Zeus y
Apolo, y de las madres terrenales Alcmena y Coronis. Aunque los editores de NBJ se
las arreglan para encontrar una conexión judía al relato de Nacimiento del evangelio
Mateo, comentando que en los mensajes de la Anunciación se repite el verso 7:14 del
libro Isaías221. Pero el texto de ese verso de Isaías dice: “He aquí que una doncella
[una joven] está en cinta y va dar a luz un hijo” (Isaías 7:14 en la traducción de
NBJ). No habla de “virginidad” en la gestación, ni de una “generación” divina, sino
que se trataría de una madre soltera, núbil; por otra parte, el mismo término
“doncella” aparece otras cuatro veces en el libro Isaías y en ninguna se insinúa el
efecto de una “madre virgen”. Estos cultos de las madres vírgenes, más bien, se
alejan de la tradición del Judaísmo.
una condición del relato de Cristo, de que un candidato a Rey Mesías debía de tener
línea parental como heredero de la teocracia Davídica. Una genealogía al estilo
griego, algo que convenía al desarrollo de la gesta heroica de las historias de Mateo
y Lucas. Por esta razón, sólo estos dos evangelios incluyen árboles genealógicos,
aunque sean contradictorios. Mientras que los evangelistas de Juan y Marcos no
tuvieron que construir genealogías. Sin embargo la cuestión del padre putativo
complicó la construcción de esas genealogías de Lucas y Mateo, por que el derecho
hereditario de sucesión era de línea patriarcal.
222 Orígenes: Contra Celso; trad. Daniel Ruíz, BAC, Madrid, 2001, p.105).
201
Entre Nazaret y Belén. En los relatos de nacimiento había otra brecha narrativa por
resolver, la contrariedad entre la genealogía monárquica, cuya tradición situaba en
Belén de Judea la cuna obligada de quien optara a la herencia mesiánica de la familia
tribal de David, mientras que en los evangelios el protagonista aparece como galileo
o nazareno (de la ciudad de Nazaret en Galilea). Para esto, Lucas pone en un viaje
repentino a una pareja de nazarenos con la mujer por dar a luz, para que “Jesús de
Nazaret” naciera en Belén de Judea, a más de cien kilómetros al sur, y por
cumplimiento de la voluntad del César [Octavio?] Augusto que ordena un
empadronamiento (Lucas 2:1 y 5-6). La invención de tal empadronamiento es un
recurso literario, pues no existe registro de tal censo en la muy documentada
cronología romana. Mientras que el redactor de Mateo invirtió los términos del viaje,
resolvió situar el nacimiento en Belén y que fuera a Nazaret al regreso de una vida
secreta en Egipto (un típico relato mistérico oriental de viaje de iniciación). El
personaje no vuelve a la ciudad natal de Belén en la región de Judea, sino que de
Egipto se dirige a Nazaret en la región de Galilea, alargándole el viaje de vuelta
(Mateo 3:22-23). Con este desplazamiento, Mateo conseguía el propósito de que un
betlemita pudiera pasar por el “galileo” o “nazareno” del evangelio.
Pero hay quienes interpretan dos relatos distintos de nacimiento en Mateo, y que el
primero sería en Nazaret. Esta interpretación viene de una frase corta intercalada al
final del capítulo 1. Mientras está describiendo el taller del carpintero José, añade
“...ella dio a luz un hijo” (Mateo 1:25); y a continuación, en el primer verso del
capítulo 2, comienza la descripción del otro nacimiento: “...nacido en Belén de
Judea” (Mateo 2:1). Se pretende que el primer relato, en el contexto del mensaje de
la Anunciación, correspondería a un nacimiento en Nazaret; porque el episodio de la
anunciación ocurre en Nazaret. La división de pareceres existe y puede afectar a la
industria de la tradición medieval de los belenes. Pues, en la Plaza S'Pietro de Roma,
la Navidad de 2007, el gobierno del Vaticano representó un taller de Nazaret en lugar
del acostumbrado establo de Belén. Sin embargo, volviendo a la estructura del texto
Mateo, esto sólo demuestra la diversidad de intervenciones en unos “libros”
heterogéneos, construido entre varias generaciones fragmento a fragmento.
Herodes y la leyenda de los santos inocentes. El autor de Mateo relata una matanza
de niños inocentes por el rey judío Herodes I, después de que éste conociera el
nacimiento de Cristo, con la intención de deshacerse del supuesto pretendiente al
trono: “...en Jerusalén, unos magos preguntaban “¿dónde está el rey de los judíos
que ha nacido ya? ”... Al oír esto el rey Herodes se alarmó... Entonces, llamó a los
magos... Enviándolos a Belén les dijo: “...cuando lo encontréis me dais aviso para ir
yo también a adorarlo”... [Los magos] al ver la estrella detenerse donde estaba el
niño... entraron... lo adoraron, abrieron los cofres y le ofrecieron oro, incienso y
mirra. Los magos fueron advertidos en sueños de no volver donde Herodes... [Y] un
ángel en sueños dijo a José: “Despierta, toma contigo al niño y la madre y huye a
Egipto...” Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enfureció y mandó
matar a los niños de Belén menores de dos años...” (Mateo 2:1-16).
La sustitución del Cireneo. Para algunas sectas que no era aceptable que un Dios
Hijo padeciera el drama de la tragedia de Pasión y no admitían el acto de la muerte
de Dios. Se ha dicho que, por la influencia de la Gnosis persa, muchos estaban contra
la noción de pecado o sentimiento de culpa que Pablo había importado del Judaísmo;
Los Cristianos adopcionistas suponían que de la misma manera que el Dios Hijo
había adoptado la forma humana en un individuo adulto, así también la podía
abandonar antes de la muerte. Interpretaban una exclamación del grito agónico del
Crucificado, que aparece en el evangelio Mateo y Marcos, como una marca del
instante de abandono: “Élí, Élí, ¿láma sabajtháni?”, que significa “Dios, ¿por qué
me has abandonado?” (Marcos 15:34; Mateo 27:46. La transcripción está tomada de
TNM p.1240). Se trata de un exclamación aramea, común entre los judíos, que
repetían así un verso del Salmo 22225. Pero los Cristianos pudieron recogerla de
medios próximos a las sinagogas de las colonias judías. En cambio, el evangelio
Lucas en su drama de Pasión interpuso otro grito agónico de signo contrario al
adopcionismo: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” (Lucas 23:46). Esta frase,
que también era de uso común y repetida en medios judíos del exilio, está tomada de
un verso del Salmo 31: “en tus manos encomiendo mi espíritu”226; y tiene una
variante que dice “en tus manos abandono mi vida”227. Pero la cuestión de fondo, en
el recitado de las dos expresiones tomadas de los dichos comunes en las colonias
judías que repetían frases del Salmo 22 (en Marcos) y del 31 (en Lucas), era
determinar quién muere en los dos dramas de Pasión. Un humano abandonado del
poder divino?
Relacionado con esta figura del “abandono” de la forma humana, existió una
historia de un judío llamado el Cireneo, de Cirene, un lugar de la costa norteafricana
en la actual Libia: “obligaron a un hombre de Cirene, llamado Simón, que le
ayudara a llevar la cruz” (Aquí se entiende por “cruz” el “patibulum”, el brazo de
la cruz, ver más adelante El Rótulo: Rey de los Judíos). Este “Simón de Cirene volvía
del campo, pasaba por ahí, lo obligaron a que llevara la cruz... detrás de Jesús”
(Mateo 27:32; Marcos 15:21; Lucas 23:26). Visto en clave adopcionista, este
personaje del Cireneo representaba un mensaje oculto, un secreto: si Cristo era Dios,
y como tal no podía morir, mediante este artificio narrativo era sustituido por alguien
muy parecido a su forma humana. En la confusión, según el mito adopcionista a
quien crucificaron habría sido el sustituto Simón de Cirene. Esto dio origen a una
segunda vida o segunda parte del personaje Jesús, como en los mitos de la
Magdalena.
Pero hay razones para dudar en cuanto a su autoría del protoevangelio conocido con
el nombre de Lucas. ¿De quién es la autoría de los primeros materiales sobre los que
sucesivas generaciones de copistas, hasta el siglo IV, fueron transformando ese
códice?
Pero el secretario Lucas era un griego culto que observaba con mirada extranjera el
medio cultural de Palestina. Y en ese viaje a Jerusalén o en la prolongada estadía en
Cesarea pudo sentir la curiosidad de conocer dichos y hechos populares (proverbios,
relatos, parábolas, exhortaciones) que se repetían en las comunidades mesiánicas
207
como la secta de los Discípulos. Es probable. Y nada impediría que Lucas hubiera
obtenido información específica acerca de los Discípulos en las sinagogas de las
colonias de Asia Menor y Grecia, o rescatado alguna tradición oral de sectas
semejantes a la de los Discípulos y otras comunidades de pobres. Pudo haber juntado
estas noticias con las pocas que le podía suministrar Pablo. Pero no tendría sentido
que, conociendo de propia experiencia la comuna de los Discípulos en Jerusalén,
junto al Templo, hubiera desarrollado la historia de una secta de galileos
trashumantes.
Pero, omitiendo esta suplantación de una secta de Judea por otra de Galilea, y de unos
Discípulos con residencia estable por otros discípulos itinerantes, también es probable
que cerca de la sinagoga, lugar con gran tradición de empleo de material escrito,
circularan algunos apuntes en papiro de la prédica de grupos mesiánicos como los
Discípulos, que serían simples guías y ayudas para el ejercicio en la misma sinagoga.
Es probable que Lucas hubiera adquirido esta clase de materiales, y que otro los
hubiera hecho pasar como “de Lucas”, o atribuido a esos materiales el nombre de los
seguidores “de Lucas”. Pero los Discípulos, ni en general en la sinagoga, redactarían
libros del género helenista de las historias heroicas de Cristo o evangelios; sería algo
completamente extraño a la mente de los Discípulos y a su medio cultural. Y este
evangelio llamado de Lucas es improbable que surgiera con sólo juntar unos apuntes
de tradiciones de la sinagoga.
Hacia la década del año setenta o más tarde, supuestamente, Lucas habría escrito
estas primeras líneas de una historia de Cristo o evangelio: “muchos han intentado
recopilaciones ordenadas de hechos [de Jesús], tal como los trasmitieron los que
fueron testigos oculares [los Discípulos] . Yo también he indagado acerca de estas
cosas desde sus comienzos, y resolví escribirlas en un orden comprensible” (Lucas
1:1-3). Dice que esas “recopilaciones” ya las habían transmitido unos “testigos
oculares”. Esto alejaría en el tiempo las fuentes aquí mencionadas respecto del que
escribe el nuevo texto, quien sería de una generación posterior.
Por otra parte, resulta completamente lógico que para cualquier seguidor de Pablo,
unas recopilaciones de una vida de Jesús, le hubieran parecido que no estaban bien
“ordenadas”. Porque no serían coherentes con el relato del Cristo de Pablo. Y salvar
este abismo era el motivo de la composición de este evangelio, reinterpretar unos
escritos de la sinagoga para poder dotar al espíritu de Cristo de una figuración
humanizada. El autor se vería obligado a construir su relato anti-Judío sobre una base
judía monoteísta en un medio cultural palestino.
208
Entonces, omitiendo la identidad del autor, este evangelista dice que impuso un
orden comprensible a unos escritos, lo que consistió en imaginar a un Jesús cuyos
discursos extremistas lo convierten en una figura improbable en la Palestina del siglo
I. Inconcebible en una secta que estuvo situada dentro de Palestina y junto al Templo
durante un período de más de treinta años, entre el año 30 y el año 60, según la
crónica de Hechos. Además, los discursos helenistas del Jesús Mesías o Jesús Cristo
(JC) que piden la anulación de la Ley de Moisés, son incoherentes con algunos dichos
y hechos de un judío seguidor de la Ley ahí superpuestos, aunque aparece como un
fariseo contrario al formalismo de la “letra”. Por un lado, el libro se sale del discurso
paulino al representar el Cristo de Pablo en un relato Judío; y por otro, violenta el
relato Judío al introducir la cita paulina para imponer su “orden”, los discursos con la
doctrina de Pablo.
El resultado de todo esto fue una historia de un ciclo anual de fiestas del calendario
Judío, ubicada hacia el curso 29-30: “el año quince del imperio de Tiberio, siendo
Poncio Pilato procurador de Judea... Tenía Jesús, al comenzar [su predicación],
unos treinta años, y se creía que era hijo de José” (Lucas 3:1-2,23). Así comienza la
descripción de una secta de galileos itinerantes, no la secta del predicador mesiánico
apocalíptico residente en Jerusalén que se ha visto en el capítulo titulado La secta
judía de los Discípulos en la literatura de Pablo. No los de Judea que aparecen en el
libro de Hechos y las Cartas de Pablo a los Corintios y Gálatas, una comuna estable
en Judea, residentes con propiedades inmuebles en Jerusalén (los que bajan de Judea
a hostigar las asambleas de Pablo en las ciudades del Asia Menor).
O bien Lucas dio muchos virajes en sus ideas, o el códice Lucas es de otro autor
distinto del conocido secretario de Pablo, probablemente un Cristiano de segunda
generación. Y el supuesto dato introductorio de unas recopilaciones que trasmitieron
unos testigos oculares, pudo haber sido un simple recurso literario para dar autoridad
al relato heroico. De cualquier modo, entre los Discípulos, tales recopilaciones de
hechos eran poco probables. Pues, la secta de los Discípulos mantenía una cadena de
trasmisión oral, tenían escasa formación letrada, y no hicieron fundaciones separadas
de las sinagogas que los urgieran, como a Pablo, a dejar una recopilación de sus
Hechos. Y no necesitaban crear nuevos textos inspirados. Pero, especialmente, no
tenían un culto de adoración hacia sus maestros o rabinos y no conocían el género
helenista de la biografía, como para intentar describir los hechos de una divinidad
humana.
Fue de esta manera compleja que, con independencia de quién fuera su autor, el
protoevangelio de Lucas (el manuscrito antes de adquirir la forma que le diera una
sucesión de copistas del siglo II al IV) creó, en las últimas décadas del siglo I, un
género de historias de Cristo con elementos prestados del relato Pablo, mitos de
cultos orientales y tradiciones tomadas del Judaísmo de la sinagoga. Ya se ha visto
antes que la mención a la destrucción del Templo de Jerusalén en Lucas, determina el
límite de la fecha más temprana de su composición en la década del 70: “[Jerusalén]
Tus enemigos... no dejarán piedra sobre piedra”; “...no quedará piedra sobre piedra
[del Templo]... cuando oigáis hablar de guerras... cuando veáis Jerusalén cercada
por ejércitos” (Lucas 19:43-44 y 21:5-20). Pero el protoevangelio Lucas se puede
situar hasta una o dós décadas después de la destrucción del Segundo Templo de
Jerusalén por el ejército de Tito.
La dualidad del relato en el Lucas. Miguel Pérez, en Historia del Cristianismo, dice
certeramente que en el evangelio Lucas “el predicador ya se ha convertido en
predicado”230. De esta manera, este historiador eclesiástico describe el giro literario
en la formación del personaje Jesús. El personaje, de ser predicado por Pablo en sus
cartas, pasa a ser el predicador en el género de evangelios. Aparece un personaje
dual, un predicador judío en la línea del profetismo de Isaías y Daniel, por un lado; y
por el otro, un personaje contrario al Judaísmo, que no profetiza sino que se propone
o predica a sí mismo como héroe trágico sometido a la fatalidad del sacrificio. En
algunos fragmentos del texto se puede distinguir fácilmente a un Jesús taumaturgo,
un predicador arameo en un entorno palestino. Pero, sobre el taumaturgo arameo y un
verosímil maestro (rabino), aparece superpuesta la figura de un Jesús cultivado en el
conocimiento de la Biblia Griega, un letrado de la escuela rabínica helenista. Una
cara presenta a un jefe sectario y en otra parte lo convierte en una individualidad
superior, que se dirige a toda la nación Judía con un discurso de Reforma o cierre de
la teocracia de la Ley de Moisés. Y sobre las Discípulas del grupo, el texto proyecta
la misoginia de Pablo, desprestigiándolas; porque su presencia en el relato, de soporte
logístico, de maternidad y compañía, compromete la configuración del Mesías célibe
de Pablo. Aunque se sabe que el celibato de una figura mesiánica sería contradictorio
con la costumbre judía. Efectivamente, el trabajo del autor del evangelio Lucas ha
convertido la figura de un típico predicador mesiánico judío en el Mesías anti-Judío
predicado por Pablo y en un personaje Jesús extraño a la cultura palestina.
En el conjunto hay textos típicos del programa paulino del sacrificio de Cristo:
“recibí [la inspiración] que Cristo murió por nuestras faltas [delitos] en
cumplimiento [fatal] de las Escrituras [la literatura narrativa hebrea], sepultado,
resucitó al tercer día, según las Escrituras” (1ª Corintios 15:3-4); pero, en el drama
trágico de Lucas se toma como discurso propio de anticipación de la fatalidad: “Dijo
[de sí mismo]: El Hijo del Hombre... ha de ser matado y resucitar al tercer día”
(Lucas 9:22). Lo que en Pablo era una inspiración (de un espíritu), el autor del
evangelio Lucas se convirtió en un discurso premonitorio del género de la tragedia
griega.
El códice Lucas no habla del espíritu que inspira un mensaje a Pablo, sino de una
figura heroica con una historia y gesta; casi una biografía, en la cual es posible que la
tradición oral de los últimos años de vida de Pablo y de su padecimiento, de aquellos
pocos que lo habían acompañado hasta Roma, se fundieran en la historia del Mesías.
Se ha dicho que hay elementos narrativos de los últimos capítulos de Hechos de
Pablo que se repiten en la composición de la Pasión del evangelio de Lucas, desde el
230 HistCrist p.86
212
Nada más que este evangelista no supo o no pudo trasladar las instituciones romanas
y judías del proceso real de Pablo, quien escapó y sobrevivió al proceso (se verá más
adelante las inconsistencias formales del proceso de la Pasión de Cristo en El Rótulo
'Rey de los judíos'). Las secuencias, escenas y trama dramática del ingenio del primer
autor de Lucas pasaron a otros evangelios de la literatura de los Cristianos de segunda
generación, en los que tampoco se representa correctamente las instituciones judías y
romanas y sus relaciones de jurisdicción. El drama trágico helenista de Pasión, que
divide el evangelio Lucas en dos partes, se verá en El rótulo rey de los Judíos y los
cultos de la cruz.
213
214
El evangelio Juan, datado en la entrada del siglo II, gira en torno a una serie de
expresiones gnósticas, como “conocer”, “verdad” y “conocimiento” con el
significado esotérico de obtener la salvación o sentimiento de seguridad personal por
medio de palabras clave, frases y consignas mistéricas, secretas. La función gnóstica
(el saber secreto) aparece como fuente de libertad: “conoceréis la verdad que os
hará libres” (Juan 8:32); o como ingreso a una nueva sociedad iniciática gnóstica en
la que conocer es ser conocido por la divinidad: “conozco mis ovejas y ellas me
conocen”, “el Padre me conoce, conozco al Padre”, “si me conocieseis, conoceríais
al Padre” (Juan 10:14,15 y 14:7); “adoramos lo que conocemos... en espíritu y
verdad...” (Juan 4:22-23).
El códice del evangelio Juan se inicia con el término griego Logos, que significa
verbo o palabra, mente, y uso de razón (el campo semántico de Logos cubría los
significados de discurso razonado, discusión, argumento, inteligencia, juicio, buen
sentido, pensamiento, etc.)231: “En el principio estaba el Logos y el Logos era Dios”
(1:1). Y el inicio de la 1ª Carta de Juan: “Lo que era desde el principio... palparon
nuestras manos al Logos de la vida” (1:1). La carta da distintas metáforas de la
“Palabra” o “Logos”, que tiene presencia: “su palabra no está morando entre
vosotros” (5:38); la palabra es un espacio habitable: “si permaneciereis en mi
palabra seréis mis discípulos” (8:31); la palabra da vida: “Tú tienes palabra de
vida eterna”, “el que guarda mi palabra nunca morirá” (6:68 y 8:51); la palabra es
un sujeto inteligente que juzga: “al que no acepte mi palabra... la palabra lo
juzgará” (12:48); la palabra limpia, purifica al iniciado: “ya vosotros estáis limpios
por la palabra” (15:3).
Estos textos conocidos bajo la referencia del nombre Juan utilizan otras figuras
simbólicas, propias del gnosticismo, como la sed y el agua, metáforas de la necesidad
y satisfacción del conocimiento (Juan 4:10); el el saber (4:22 y 32) como lucha
contra la oscuridad (5:39); el que conoce tiene vida eterna... el que bebe este agua no
tendrá más sed... el que come de este pan no tendrá más hambre (3:36; 4:14; 6:35).
Son metáforas que podrían ser compartidas por otras literaturas, y podrían ser de uso
común en la cultura popular, pero la frecuencia en el evangelio gnóstico Juan es
elevada: suma 4 metáforas del agua, 6 del alimento, 8 de la luz, 3 del nacimiento, 10
de pastoreo del rebaño.
mente del que la expresa o piensa, aparece como un objeto separado que salva al
mismo que la piensa (objetivación o enajenación del sujeto pensante). El juego
literario consiste en que se invierte la relación del lector con la idea pensada, con el
producto de su propia expresión o pensamiento. En el texto gnóstico el lector es
representado como conocido, salvado o juzgado por la idea o palabra-Logos que él
mismo produce al leer el texto. En una operación de desdoblamiento o autorreflexión,
el lector gnóstico se enajena su propio pensamiento, piensa que lo pensado existe
fuera de él. Un desdoblamiento de la actividad mental. En la mistificación de la idea,
la figuración pensada individualmente se invierte como idea que “crea” al hombre
genérico; pero esta idea siempre se expresa o revela en el idioma y con la cultura del
que la piensa, está marcada como simple producto mental del individuo.
El autor sigue las fiestas estacionales del Calendario Lunar Judío: la Pascua y
Ácimos, de la primera semana de Luna llena de Primavera. El plenilunio que
facilitaba el viaje nocturno de las caravanas de mercaderes hacia la feria anual en el
Templo de Jerusalén en las noches templadas de primavera. La fiesta de los
Tabernáculos o de las Tiendas, de la primera Luna llena de entrada al Otoño, que
prolonga las horas de luz del día, alargando la jornada del final de las labores de siega
y que marcaba la fecha del pago de deudas, rentas y tributos. También era conocida
como “Luna de los cazadores”, por alargar el crepúsculo al atardecer y al amanecer.
Después venía la fiesta de la Dedicación o las Luminarias, que señalaba las largas
noches del Solsticio de Invierno, y coincidía con las fiestas de Natividad del Sol entre
los pueblos vecinos232.
El relato de Juan compone una “vida pública de Jesús” sobre tres ciclos festivos
anuales; mientras que, según Lucas, la “vida pública de Jesús” habría sido de un solo
232 Tomado de El Calendario LuniSolar, de Justo Desvern.
216
Hay varios cortes estilísticos en el texto que dan la impresión que es el resultado de
un ensamblado de por lo menos dos textos, uno con y otro sin la filosofía gnóstica del
Logos. Parece escrito a dos manos, o una fusión de dos libros, pero ambos textos
pertenecerían a sectas que evitaban las parábolas tomadas de la sinagoga y preferían
la forma de argumentación del discurso gnóstico. Y lo mismo que Lucas, el evangelio
de Juan, pertenecieron a un ambiente helenista separado de la sinagoga y alejados de
cualquier conexión con la desaparecida secta de los Discípulos.
Tanto los cuatro evangelios del NT, como el resto de libros de ese género, servían de
igual manera a procurar una sensación mística de salvación (seguridad) a unas clases
sociales sumidas en la inseguridad de las guerras y miserias del expansionismo del
Imperio Romano. Mientras que el relato de las Cartas de Pablo, de un Cristo espíritu
(espiritual) y de una disposición mental fideísta, estaba demasiado vinculado a su
experiencia individual de judío helenista desterrado de la sinagoga; y era un reflejo
directo de la crisis de las limitaciones del Judaísmo vinculado a un particularismo
nacional, y de una Ley mosaica atada a las formalidades de las prescripciones
rituales, algo que solamente podía comprender en todos sus extremos otro judío
helenista. Por esto, los seguidores de Pablo, los Cristianos de segunda generación, no
tardaron en cambiar esa religión de los espíritus por un imaginario más cercano a su
situación cultural, y muy distante de las preocupaciones religiosas de un judío.
218
Este cuadro del rótulo supone un acto de crucifixión por soldados romanos, pero los
elementos de la descripción no corresponden a una crucifixión romana en la cruz de
Tau (en T), como tampoco las narraciones del proceso corresponden a las prácticas
de las instituciones romana o judía. En definitiva, los cuatro dramas de Pasión son
obras artísticas, de gran colorido dramático, pero con gran descuido de la coherencia
interna del texto y son contradictorias entre sí.
El culto mágico animista de la Cruz Latina. El medio cultural era muy sensible a la
interpretación de los posibles significados y sentidos de la marca de un signo, y el
objeto de los relatos del rótulo “Rey de los Judíos” era ilustrar el culto de un signo de
la cruz conocida como cruz latina (la crux immissa: cruz de brazos encastrados)
derivado de antiguos cultos magicoanimistas del Mediterráneo Oriental. Como se ve
a continuación en el mito de los Cuatro Coronados. Se trata del relato de una
crucifixión simbólica, porque la crucifixión real se hacía una cruz T (crux commissa:
cruz de brazos juntados), llamada con el nombre de la letra griega Tau. En la cruz
ordinaria usada para la crucifixión no habría tenido cabida un “rótulo sobre su
cabeza”.
233El título Pasión dado por los editores en los subtítulos del NT, es tardío. El término latino
Passio, referido al drama trágico evangélico, como traducción del griego Pathos, aparece con
Agustín de Hipona (Francisco Adrados: Historia de la Lengua Griega; edit Gredos, Madrid,
1999, p.195).
219
cruz griega o crux quadrata, de cuatro brazos iguales, que tenía y todavía tiene
aplicación como insignia militar. La cruz griega representaba los puntos cardinales
como eje del mundo, era la base del gráfico marinero de la rosa de los vientos, y
también reproducía la estructura del campamento romano cruzado por dos calles
(cardus y decumanus) orientadas a los cuatro puntos cardinales234. Se la puede
relacionar dentro del esquema del asterisco símbolo del culto solar. La crux ansata o
cruz ansada, con un lazo encima, se divulgó por el Mediterráneo como símbolo de la
vida, a partir del pictograma del jeroglifo egipcio “ankh” que significaba la vida o
vivir. La crux gammata, cruz gamada (llamada así porque se dibujaba con cuatro
letras gamma mayúsculas, la L del alfabeto griego), era un signo helicoidal del culto
de Helios, el dios Sol. La crux decussata, en su forma de la letra X era signo del
numeral romano 10, por cuyo nombre decus y el genitivo decoris en latín también
significaba decoro, ornato, encanto, belleza, brillo, adorno, honra, acción heroica235.
La crux decussata también se conoció como “cruz copta”, una variante egipcia del
cristianismo romano.
234 En la actualidad, por ejemplo, la Crux Quadrata forma parte del escudo de armas de la ciudad
de Barcelona y de su equipo de fútbol. Fue distintivo de la fuerza aérea alemana de la República
de Weimar, y es de uso común en estandartes de los ejércitos.
235 DicLat p.100. Conocida como “cruz de san Andrés”, por el mito de un crucificado en aspas, en
la actualidad es el distintivo de la fuerza aérea española.
220
Si el reo era condenado a muerte lenta por tortura, era atado al patibulum y al stipes
para ser interrogado. Esta forma de muerte se aplicaba en casos de conspiración, para
obtener información. Una vez izado, el crucificado quedaba a una altura que podía
mantener una conversación si había interrogatorio. En cambio, si el reo era
condenado a muerte rápida por desangrado, para escarnio de la población, el
patibulum tenía preparados unos agujeros para introducir los clavos que fijaban los
brazos entre los huesos del cúbito y el radio (no en las manos). En este caso, se le
rompían las piernas al crucificado que se ahogaba al perder apoyo (no había ninguna
cuña de soporte en los pies) y, para acelerar la muerte, una lanzada al pecho
determinaba el final y aumentaba el horror del pueblo.
En cuanto al supuesto uso de la forma de cruz latina para poner el rótulo “sobre la
cruz” (en Juan), “sobre él” (en Lucas), “sobre su cabeza” (en Mateo), no habría
tenido sentido un laborioso trabajo de carpintería para encastrar el patibulum en el
stipes, de modo que sobresaliera un palo vertical sobre la cabeza del crucificado.
Además, habría que tener en cuenta las cargas de un cuerpo de más o menos sesenta
kilos colgando hacia adelante, que añadiría tracción por delante del punto de apoyo
del stipes. Por otra parte, los romanos tenían la costumbre de dejar los postes
verticales enterrados permanentemente, para sucesivas crucifixiones en un lugar
apartado de la ciudad; y no les habría convenido hacer semejante trabajo sobre el
221
stipes, una y otra vez, para soportar distintos patíbulos de diferentes envergaduras236.
Entonces, las versiones de una crucifixión con el rótulo puesto “sobre la cruz”,
“encima” o“sobre su cabeza” representan una figuración simbólica del signo de la
cruz latina, un amuleto mágicoanimista entre las sectas cristianas evangélicas del
siglo II. Las descripciones de crucifixión que vienen en los cuatro evangelios,
obedecen a un fin artístico del arte dramático o teatro cultual en las distintas tragedias
de Pasión. Pero esta obra escénica sería algo inconcebible para los seguidores de las
Cartas de Pablo, que no necesitaban una representación plástica del “Cristo de fe”.
Se trata de otra forma sincrética tardía, de un cristianismo posterior al primer
sincretismo helenista de las Cartas de Pablo, cuyo relato imaginario del Mesías o
Cristo, objeto mental de pura fe, no tenía relatos heroicos de “vida pública”, ni dichos
ni hechos, ni dramaturgia.
Sobre otro aspecto del relato de los dramas de Pasión, un crucificado no recibía
sepultura el mismo día de su ejecución, se dejaba que pasara días en la cruz, y esto
formaba parte del escarmiento de la población. El lugar era vigilado por soldados que
impedían un rapto. Se registra esta práctica en El Satiricón de Petronio, una obra del
siglo I.
236 Los datos básicos de la práctica romana de crucifixión, con citas de fuentes documentales de la
antigüedad, en “La Croce di Gesú”, Civiltà Cattolica Nº3582, 1999 III, p.455-470.
222
En la Pasión de Mateo aparece que “los sumos sacerdotes y los ancianos reunidos en
Consejo contra Jesús acordaron darle muerte. Después de atarlo, lo entregaron al
procurador Pilato... y el procurador le preguntó: “¿Eres tú el Rey de los judíos?”
Jesús respondió: “Tú lo dices”; mientras el populacho gritaba “¡Sea crucificado!”
Preguntó Pilato: “Pero ¿qué mal ha hecho?” Más ellos seguían gritando con más
fuerza: “¡Sea crucificado!” Entonces Pilato... cogió agua y se lavó las manos
delante de la gente diciendo: “Inocente soy de la sangre de este justo. Allá
vosotros”... Después de azotarlo, lo entregó al pueblo para que fuese crucificado”
(Mateo 27:1, 11 y 27:22-26).
Para los redactores de la Pasión de Lucas, el personaje “Jesús” fue acusado ante
Pilatos por el Consejo de los sacerdotes como un conspirador contra el César: “Se
levantaron [los sacerdotes del Consejo] y lo llevaron ante Pilato. Lo acusaron
diciendo: “Éste alborota al pueblo, prohíbe pagar tributos al César y dice que él es
el Mesías”, Pilato le preguntó: “¿Eres el Rey de los Judíos?” Él le respondió: “Sí,
tú lo dices”... Pilato, entonces, lo remitió al rey Herodes [Antipas] que por aquellos
días estaba en Jerusalén... Pero Herodes lo devolvió a Pilato... Dijo Pilato: “Pero
¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte...”
Pero ellos gritaban que fuera crucificado... Pilato acordó que se cumpliera su
exigencia... les entregó a Jesús a su voluntad” (Lucas 23:1-25).
En Lucas, los sacerdotes del Templo aparecen más preocupados por el César y su
recaudación fiscal que por sus propios asuntos de religión, e introducen una
acusación por conspiración contra el Emperador. El procurador romano no hace caso
y, más bien, le pregunta al reo por su mesianismo judío, lo que podría convertir al
gobernador romano en un objetor de la autoridad del rey aliado de Judea. Ante la
ambigüedad de la respuesta, Pilato hace intervenir a Herodes Antipas, un rey
colaboracionista de los romanos, como aludido en la respuesta mesiánica del acusado.
Pero el rey Herodes tampoco se toma la cosa en serio, y lo devuelve a Pilato. Éste se
preocupa poco por la denuncia de conspiración contra su Emperador y, al final,
flexible y dócil ante el populacho, “les entregó a Jesús a su voluntad” para que lo
crucificaran ellos y no la autoridad romana. También aquí aparecen los judíos
iniciando una crucifixión, incoherente con las instituciones Judías; además de una
descripción infundada de las competencias y jurisdicción de la autoridad sacerdotal,
del rey de Judea y del gobernador romano.
Anás (...) Anás, entonces, lo envió atado al sumo sacerdote Caifás... De la casa de
Caifás llevaron a Jesús al pretorio [la sala romana de audiencias]... Pilato dijo:
“¿Qué acusación tenéis contra este hombre?” Ellos respondieron: “Si no fuera un
malhechor, no lo habríamos entregado.” Pilato les contestó: “Tomadlo y juzgadlo
según vuestra Ley”. Los judíos replicaron: “Nosotros no podemos dar muerte a
nadie” ...Entonces Pilato... llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres el Rey de los Judíos?...”.
A continuación viene un largo discurso mesiánico y, después, la narración sigue así:
“Pilato dijo: “...no encuentro ningún delito en él.” [Pero] ...los sumos sacerdotes y
los guardias gritaron: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!” Pilato dijo: “Tomadlo y
crucificadlo vosotros, porque yo no encuentro ningún delito.” Los judíos replicaron:
“Tenemos una Ley y según esta Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios”.
“Pilato trataba de librarle. Pero los judíos le gritaron: “Si sueltas a ése no eres
amigo del César; todo el que se nombra rey se enfrenta al César” ...Dijo Pilato a
los judíos: “Aquí tenéis a vuestro rey” ...Replicaron los sumos sacerdotes: “no
tenemos más rey que el César”. Entonces se los entregó para que fuera crucificado”
(Juan 18:12-13 y 18:24-33; 19:4-7; 19:12-16).
Veamos, llevan al reo de Anás a Caifás. Piden a Pilato juzgar al “malhechor” sin
concretar alguna acusación y, después, piden sin más su crucifixión, mostrándose
preocupados por que existe una amenaza al imperio romano: “todo el que se nombra
rey se enfrenta al César”. Los sumos sacerdotes exigen a Pilato que sea leal al
Emperador romano, ignorando al rey de su teocracia, Herodes: “no tenemos más rey
que el César”. En conjunto, el autor de esta obra presenta a un personaje Pilato
desinteresado por los asuntos de su función, y más atento a preguntar cosas del
mesianismo de la religión judía. Al final, Pilato cede dos veces: “Tomadlo y
crucificadlo vosotros” y “lo entregó [a los judíos] para que fuera crucificado”. Y a
pesar de que no es la autoridad romana la que ejecuta la crucifixión, a continuación
dice la Pasión de Juan que Pilato redactó la inscripción del rótulo “sobre la cruz”
(Juan 19:19). Pero, como se ha visto antes, esta descripción no corresponde a la cruz
en tau (T) de las crucifixiones, y los judíos no ejecutaban por crucifixión; más aún,
Pilato aparecería como autor de un cartel contra la casta sacerdotal teocrática y contra
su aliado el rey Herodes Antipas.
En definitiva, los autores del teatro de los cuatro evangelios desconocen la cultura
judía, el estatus del monarca judío y del consejo sacerdotal, y sus jurisdicciones. Se
ignora que el Consejo de los sacerdotes del Templo podía dictar sentencias de muerte
por lapidación o espada (se ha visto antes que esta fue la razón de que Pablo, para su
salvación, apelara al César Nerón). Y se contradice el autor de la “Pasión de Juan” al
escribir primero: “nosotros [judíos] no podemos dar muerte a nadie”, para después
225
decir: “tenemos una Ley y según esta Ley debe morir”. Tampoco sabe el evangelista
que los judíos se consideraban “criaturas”, “hijos de Dios”, rendían culto a “Dios
Padre”, y no era ninguna falta en el Judaísmo llamarse “hijo de Dios”, que no era lo
mismo que llamarse Dios-Hijo (como en los mitos grecorromanos de los semihéroes
Heracles-Hércules y Asclepio, hijos de Zeus-Júpiter y Apolo, que Pablo proyectó en
el relato de Cristo Dios Hijo de sus Cartas, una segunda divinidad contraria al
monoteísmo). Es evidente que estos autores dramáticos desconocían completamente
las instituciones sacerdotales hebreas, y que las obras fueron compuesto por no
judíos; aunque este teatro se viene atribuyendo a unos legendarios “discípulos”,
excepto el atribuido hipotéticamente a Lucas quien sería el griego secretario de Pablo,
según se ha visto antes. Ninguno de los autores era judío, pero tampoco les hacía falta
para componer las Pasiones si lo que les interesaba era el mensaje simbólico.
Estos dramas se divulgaron con éxito entre la población que frecuentaba el teatro
helenista en las ciudades de Alejandría, Antioquía o Éfeso; pues en la obra de arte
importa el efecto dramático, no si los relatos explican coherentemente un proceso
romano con ejecución de crucifixión
plan para instaurar una monarquía mesiánica como dice el rótulo, ¿por qué no
persiguió a ningún otro de sus seguidores y familiares que aparecen a continuación en
el relato moviéndose con libertad? Y por qué el rey judío se desentiende del proceso.
Pero si el rótulo fuera una burla de los judíos, poniéndolos bajo un rey crucificado,
esto es incoherente con la figura amistosa que hacen del personaje Pilato en la obra.
Además, hacia el año 30, cuando coinciden en las crónicas las autoridades
mencionadas en el evangelio Lucas, treinta y seis años antes de las Guerras Judías,
las relaciones políticas de los romanos con las autoridades locales eran estables. Si
los romanos hubieran puesto un cartel de burla con esa inscripción sobre un
crucificado, los judíos y sus líderes se habrían sentido ofendidos, lo que habría ido en
contra de la política romana del momento.
Pero, si se trataba del castigo de un blasfemo dentro del Judaísmo, los romanos no
sentenciaban cuestiones de religión Judía, ni ejecutaban sentencias dictadas por los
judíos. De todos modos, entre los judíos no se consideraba blasfemia llamar o
llamarse Mesías, que más bien era tenido como un título de exaltación de grandes
personalidades. Miguel Pérez en Historia del Cristianismo dice: “la construcción de
la acusación... es sospechosa para muchos, pues ni la pretensión mesiánica era
delito ni decirse hijo de Dios era blasfemia, atendiendo que en el judaísmo Hijo de
Dios son llamados el rey, el mesías y hasta los mismos hombres justos”239. Lo que no
toleraron de Pablo cuando lo iban a linchar junto al Templo, era que su figura del
Mesías Cristo recibía culto de adoración como Dios Hijo, que no es lo mismo que la
expresión común “hijo de Dios”.
En cualquier caso, un palestino del siglo I condenado como blasfemo por los
sacerdotes habría muerto por lapidación o por espada, y no por crucifixión; pues, los
judíos del siglo I todavía no practicaban otras formas de ejecución. Estos dramas de
historias heroicas de Pasión son figuraciones literarias muy alejadas de la cultura que
dicen representar. Por consiguiente, el rótulo y los relatos de Pasión de las distintas
sectas de los cristianos con evangelios del siglo II sólo tuvieron una finalidad de
teatro cultual dentro del sincretismo religioso del helenismo tardío. Y no narran una
historia coherente ni verosímil.
Pero en este relato no aparece ningún elemento o discurso del Cristianismo de las
Cartas de Pablo, que omitía la importancia de las “obras”, las costumbres fariseas y
el cumplimiento de la Ley de Moisés. Por el contrario, muy bien podría tratarse de
relatos ejemplares de la tradición oral de la sinagoga, del acto de rebeldía de un
fariseo en el Templo. Una tradición de la sinagoga que pudieron captar los primeros
cristianos griegos.
Es evidente el carácter fariseo judío y no cristiano del relato del motín cerca del
Templo. Pero una actuación de este tipo bien pudo tener lugar, y el altercado en la
plaza de mercado del Templo podía ser motivo de condena a muerte de escarmiento,
una decapitación bajo la ley Judía. Y por tratarse de un altercado en lugar público,
también podría ser objeto de un castigo de crucifixión bajo ley romana de ocupación.
El responsable del tumulto lo sabría y por eso habría huido a Betania, siguiendo el
relato de los evangelios. El fugitivo debió de estar alerta y, por algún aviso de que
estarían sobre sus pasos, se desplazó desde Betania hasta un huerto de olivos a la
orilla de Jerusalén, donde fue aprendido como proponen los dramas de Pasión. Lo
apresaron y el resultado pudo ser la crucifixión de escarnio por los romanos, clavado
en la cruz por desorden público.
228
De esta forma pudo existir una tradición oral en la sinagoga: un predicador mesiánico
que inició un alboroto entre los mercaderes de la plaza del Templo de Jerusalén y que
murió crucificado, quizás el “Jesús” de la secta de los Discípulos, una secta judía
farisea que permaneció estable junto al Templo hasta las Guerras Judías del año 66.
Pero en cambio, el personaje “Jesús” de los evangelios pertenece a una secta
itinerante de galileos (Galilea estaba separada de Judea); además este personaje
despreciaba a los fariseos y era contrario al Judaísmo. Por lo tanto, los autores
evangélicos conservaron un relato de la sinagoga al que añadieron su propia
dramatización en el más puro estilo del fatalismo de la tragedia helenística.
Aunque la creencia de los griegos en la fatalidad del “destino” era objetada por el
cristianismo de las Cartas de Pablo, que suponía la salvación (seguridad) de
ultratumba como una gracia de la divinidad. Una prueba más de que el género de los
evangelios pertenece al cristianismo de segunda generación, y representa una
evolución con contradicciones respecto del primer cristianismo paulino.
El título de “Última Cena” para este acto del drama evangélico es tardío, pues en las
copias antiguas de los cuatro evangelios no se daban títulos a sus actos y escenas. La
Cena del teatro de Pasión evolucionó a partir de un culto helenista de Memoria del
héroe introducido en una Carta de Pablo el año 57. Pablo prescribió este culto de
protocolo ritual en la comida de reunión semanal de las asambleas o iglesias: “Recibí
[la inspiración] del Señor ... que la noche que era apresado, tomó el pan en la
plegaria de Acción de Gracias [Eucaristía judía], lo partió y dijo: este es mi cuerpo
que se entrega por vosotros, haced esto en mi Memoria. Tomó la copa después de
cenar, diciendo: esta copa representa la Nueva Alianza en mi sangre. Cuando la
bebáis haced esto en mi Memoria. Pues cada vez que coméis ese pan y bebéis de esta
copa, conmemoráis la muerte del Señor” (1ª Corintios 11:23-26). Con esta norma
ritual de una Nueva Alianza, respecto de la antigua Alianza de la liga de tribus del
Estado de Israel, Pablo reelaboró de forma sincrética la plegaria judía de Acción de
Gracias de las comidas o Eucaristía (del griego Euxaristeo: agradecer,
agradecido)240, también llamada “acción de partir el pan”, convirtiéndola en un culto
helenista de Memoria del héroe. Este culto no habría tenido sentido en una
comunidad Judía en Palestina ni en una sinagoga de las colonias judías, pues habría
sido considerado blasfemo; y por tanto, esta forma de plegaria de la Eucaristía no
pudo tener origen en la secta mesiánica de los Discípulos.
En cuanto a la Alianza tribal, que Pablo considera antigua o caduca, se refiere a una
representación de un pacto con Dios que los judíos simbolizaban con el Arca de la
Alianza que, supuestamente, existió en el primer Templo de Salomón en forma de
arcón de madera, y que contendría las Tablas de la Ley. Se guardaba tras unos
cortinajes que simulaban una tienda nómada con toldos y tapices (Éxodo, cap. 25). Se
dio por desaparecida con el saqueo y destrucción del primer Templo por
Nabucodonosor, el año 587 a.n.e. En el Segundo Templo, en representación de la
Alianza se instaló solamente la “tienda” de cortinas (tabernáculo). Se observa que
este simbolismo sacerdotal del Templo y el Arca es, precisamente, lo que objetaba el
antijudaísmo de Pablo, a cambio de un Dios místico, no institucional.
la aprovecháis mal... hay divisiones entre vosotros... no por las discusiones... [sino]
porque unos comen primero su propia cena y hay quien se emborracha, mientras
otros pasan hambre... avergonzáis a los desposeídos” (1ª Corintios 11: 17-22).
Implícitamente, esta práctica señala que en la composición de la asamblea o iglesia
había gente de sectores necesitados de los márgenes de las ciudades, los desposeídos.
También se confirma, por esta reunión semanal con cena de contribución mutualista,
que no practicaban la vida comunal, como la organizaciones comunitaristas
mesiánicas Judías, y que las asambleas o iglesias sólo se reunían una vez a la
semana.
Pero esta comida nutritiva, que pudo conservarse entre los cristianos evangélicos de
segunda generación, desapareció en el sincretismo de la academia de Filosofía
Cristiana entre el siglo II y III, transformada en un simbolismo de comida sacrificial;
y por la influencia del neoplatonismo judío, el culto paulino de Memoria heroica fue
transformado en cena del cordero pascual.
ya disponían de templos.
242 Justino: Apología I, LXV-VI, citado en DicPat p.132; ver Peter Stockmeier en HIC, p.100-3.
243 DicPat p.123.
244 DicPat, p.158.
232
siglo III.
Parte del trabajo de propaganda literaria de la Iglesia Romana consistió en fijar una
colección de textos de la que se pudieran extraer consignas para el ejercicio retórico
en las basílicas de audiencias en torno al ritual con que sintetizó estos cuatro cultos.
Y este fue el objeto de la composición del Nuevo Testamento hacia el final del siglo
IV.
245 Breve Historia de la Liturgia Occidental; Cuadernos Phase, Centre de Pastoral Litúrgica,
Barcelona, 2000, t.I p.8 y 37.
234
235
La confusión del nombre Cresto. Hay una cita de la Vida de los Césares de
Suetonio, tergiversada en la historiografía eclesiástica: “a los judíos que causaban
desórdenes, impulsados por Cresto,[Claudio] los expulsó de Roma”249. La cita latina
es: "Judaeus, impulsore Chresto, assidue tumultuantes Roma expulit”. Pero esta
palabra Chresto es la forma declinada de Chrestus, nombre latino que viene del
griego Xrestós, que significa Excelente; como en la expresión “o Xresté” : “¡oh,
buen hombre!”250. Y no tiene que ver con la palabra latina Christus ni con la griega
Xristos, que significa Ungido o Rey. Además, Suetonio se está refieriendo a un edicto
de expulsión de los judíos de Roma, que fue dictado por Claudio el año 49. Sin
embargo, los eclesiásticos quieren concluir que en Roma habría Cristianos para esa
fecha tan temprana; por ejemplo en Historia del Cristianismo se dice: “seguramente
este Chrestus es una deformación de Christos”251, para dar a entender una motivación
Cristiana de las revueltas judías.
Pero llamarse Cresto (Excelente) era común y da prueba el nombre del obispo Cresto
de Siracusa, en tiempos de Constantino252; también, en la quinta milla de la Vía Appia
se encuentra una inscripción de época imperial: “Chrestus lictor Caesaris” o sea
“Cresto, lictor del César [lictor imperial]”253. Por lo tanto, el Cresto que menciona
Suetonio es un nombre correcto, sin deformación, y no se refiere a un Cristo (alguien
Ungido rey). Además, hay un dato verosímil en el Libro Hechos, que invalida esta
interpretación de la historia eclesiástica: “[Pablo] se encontró [en Corinto] con un
judío llamado Águila... que acababa de llegar de Italia con su mujer Priscila, por
haber decretado Claudio la expulsión de los judíos de Roma” (Hechos 18:2). No dice
nada de que estos hubieran oído hablar antes del Cristianismo y, más bien, consta en
Hechos de que Pablo los convirtió en Cristianos entonces, hacia el año 50. Por otra
parte, Hechos dice explícitamente que Claudio expulsó a los judíos. Luego, la
persecución de supuestos Cristianos de la ciudad de Roma en tiempos de Claudio, y
cuando Pablo apenas comenzaba sus fundaciones en las ciudades de Asia Menor y de
Grecia, no tiene ningún asomo de realidad. Y se ha visto antes, cuando Pablo escribe
a sus familiares y conocidos en Roma el año 57, que hasta ese año no hubo ninguna
otra asamblea Cristiana más que la de unas pocas amistades; y dice que se reunían en
casa de Priscila y Águila cuando estos ya habrían vuelto a Roma.
La leyenda contra Nerón (54-68). La historia eclesiástica cita una copia que se
conserva de la Vida de Nerón, de Suetonio, donde éste habría escrito que en tiempo
de Nerón apareció una “superstición nueva” de unos fanáticos: “los Cristianos, una
especie de gente de una superstición nueva y maligna” ("Christiani, genus hominum
Pero, sobre las citas eclesiásticas de la Vida Nerón y de los Anales, hay cuatro
aspectos para someter a crítica: primero, si Nerón provocó o no el Gran Incendio de
Roma del año 64, y si necesitó o no descargar la acusación sobre alguien; segundo, si
se condenó realmente a alguien como culpable del Gran Incendio o, más bien, hubo
unos cultos de expiación convocados por Nerón en su función sacerdotal; tercero, si
existía una minoría de Cristianos que pudiera ser reconocida como tal entre el año
64-67; y cuarto, si las copias en las que se conservaron estas crónicas han sido
adulteradas.
Por otra parte, Tácito y Suetonio escriben su crónica durante las primeras décadas del
siglo II, cuando el movimiento Cristiano apenas comenzaba a ser reconocido por los
romanos en las ciudades del Asia Menor, lejos de Roma, como se verá a continuación
acerca de una Carta de Plinio el Joven. Y esta sería la primera noticia de la existencia
de la nueva religión que le llegó al emperador Trajano. En definitiva, no es probable
que el mismo Suetonio o Tácito hubieran reconocido la minúscula presencia de
Cristianos entre los cientos de miles de habitantes de Roma de su tiempo.
En los últimos años de Nerón, en la década del 60, los cristianos debieron de formar
grupos pequeños que pasarían completamente desapercibidos. Por la Carta de Pablo
del año 57 dirigida a unos pocos conocidos y parientes de Pablo residentes en Roma
en tiempo de Nerón, éstos se reunían y cabían todos juntos en la casa de Prisca y
Águila (Romanos 16:1-15). Entonces, la asamblea de Cristianos en la Roma de la
década los años 60 no podía ser muy grande. Es imposible que para el año 64 fueran
un colectivo reconocible, y tan numeroso que sirvieran de antorchas para iluminar la
ciudad, que ya es por sí misma una figuración absurda. Por consiguiente, la mención
de “una ingente multitud” de Cristianos para el año 64, en las citas de Tácito es a
todas luces una falsificación de la copia.
Pablo desapareció antes de terminar el año 62 sin haber tenido ninguna actividad
importante en Roma, como se ha visto que explica Lucas en el Epílogo del libro de
Hechos (Hechos 28:30-31). Y por consiguiente, la leyenda del martirio de Pablo y
Pedro bajo Nerón, hacia los años 64-67, después del incendio de Roma, tampoco
tiene indicio alguno de verosimilitud. Pues, Pablo no se encontraba vivo en Roma
para la fecha y, como reconocen a propósito de Pedro los comentaristas de la Nueva
Biblia de Jerusalén: “estamos muy poco informados sobre el fin de su vida”258.
Aunque esto no impide la ambigüedad de estos mismos eclesiásticos al reproducir
esta leyenda en la misma obra en su Resumen Cronológico259.
Pero interesa aún más lo que el emperador Trajano, el más interesado en guardar el
culto imperial, contestó a Plinio: “...no se puede establecer una norma general que
tenga un carácter, por así decirlo, fijo. No deben de ser buscados. Si son
denunciados, y se prueba, deben ser castigados... Por lo que respecta a las
denuncias mediante libelos anónimos, no deben tener cabida en ningún
procedimiento judicial, pues es una práctica abominable y no es propia de nuestros
tiempos”265. Nada más lejos de una campaña sistemática de represión, y una muestra
de la ausencia total de antecedentes contra las sectas Cristianas, que apenas estaban
comenzando a ser conocidas como tales por la Administración romana.
267 HI p.74.
268 Tomado de la página web <http://www.santiebeati.it/papi.htm>. El sitio web tiene la
colaboración del grupo editorial Famiglia Cristiana y Città Nuova, y da como referencias las
ediciones de Enciclopedia dei Santi, Bibliotheca Sanctorum (Edittrice Cittànuova).
243
En el siglo III comienza a aparecer, en las luchas por el poder en la corte imperial, la
bandería o sacramento (sacramentum: insignia) de un partido de la filosofía
neoplatónico-cristiana. En la oficialidad del ejército y el alto funcionariado romano,
algunos grupos se identificaron con el neoplatonismo Cristiano, que circulaba a la par
del Mitraísmo y del Maniqueísmo, y éste con una variante de Maniqueísmo Cristiano.
El Maniqueísmo sostenía principios dualistas, como las ideas de bien y mal;
divulgado en el Mediterráneo por Mani, en el siglo II, donde adquirió una gran
difusión en las escuelas de retórica. De tal manera que, en las cortes imperiales y en
la oficialidad del ejército se encontraban seguidores de todas estas doctrinas y
creencias, agrupados como partidos. Y por las luchas políticas, algunas de estas
banderías religiosas o filosóficas resultaban castigadas en los cambios de corte
imperial. Pero no por sus ideas religiosas sino por intereses, particularmente, porque
los magistrados del partido vencedor podían expropiarles sus bienes.
Los nombres de algunos de estos supuestos mártires del Santoral fueron purgados por
el papa Paulo VI en Carta Apostólica del 14 de febrero de 1969: “han sido excluidos
del Calendario general algunos nombres de Santos” 276; y añadía en un Comentario
adjunto que esta decisión era la consecuencia de “someter a examen crítico los datos
de que disponíamos acerca de los santos inscritos...” “...Si se exceptúan los
Apóstoles Pedro y Pablo y los mártires famosos del siglo III, de los otros no sabemos
nada más fuera del nombre, lugar y el día [de su fiesta de Memoria]”277. Y en el
Comentario a la reforma del año litúrgico y del Calendario Romano viene una lista
de “Santos con notables dificultades históricas”, donde menciona unas sesenta
invocaciones de distintos nombres, más el agregado a algunos de estos nombres de
los colectivos de sus hijos, compañeros y hermanos278.
276 Texto completo de la Carta Apostólica en Calendario Romano; Cuadernos Phase, Centre
Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1997, p.5.
277 Comentario a la reforma del año litúrgico y del Calendario Romano (edición de Typis
Polyglottis Vaticanis, 1969), texto completo en la citada edición del Calendario Romano, p.45,
49, 50.
278 en la citada edición del Calendario Romano p.49.
279 “Santos con notables dificultades históricas”, en Calendario Romano, p.51.
280 “Santos con notables dificultades históricas”, en Calendario Romano, p.54.
281 Calendario Romano p.49-50. Sobre este culto volveremos después en El Estado Pontificio de la
Iglesia Romana.
246
del mito de Tre Fontane pasó a decir que Pablo habría sido decapitado en el lugar,
obrando el prodigio de los tres tumbos.
En los siglos XI, XII y XIII se añadieron al Martirologio los nombres de veintiséis
papas mártires, supuestos obispos de la ciudad de Roma en los primeros siglos. El
papa Paulo VI retiró veintitrés de estos de la lista de mártires, pues ya se habían
retirado los otros tres del Calendario Romano de 1960282.
Se conservan dos obras de polémica anticristiana del siglo II: el escrito satírico de
Luciano de Samosata, La muerte de Peregrino283, y el Discurso sobre la Verdad o
Discurso Verdadero, de Celso, cuyo texto se conservó en la obra de réplica de
Orígenes284.
Celso “vivió bajo [el imperio de] Adriano [años 117-138] y más adelante”285.
Escribió su obra contra las sectas de Cristianos Evangélicos, datada hacia los años
140-150, cuando todavía no se había iniciado el movimiento neoplatónico de
Filosofía Cristiana, que aparecerá hacia el año 165 con la obra del filósofo
neoplatónico Justino. Invita a los Cristianos a“desistir de su aislamiento y asumir sus
funciones en la vida del Estado”286; y les pide “la coexistencia pacífica de las más
variadas divinidades, entre otras la del Kyrios Kaisar [el Señor Dios César]”287.
Estas dos peticiones demuestran que Celso alude a sectas de Cristianos Evangélicos,
que eran grupos automarginados; y no al posterior movimiento de los Cristianos
neoplatónicos integrados en las altas esferas de la sociedad y que tomarían partido en
la vida política del tardo-imperio. Tampoco menciona ninguno de los conceptos de la
nueva doctrina Cristiana, como la Trinidad Divina o Unión Consubstancial de tres
Dioses, conceptos que todavía no habían aparecido.
Celso retrata el perfil social y religioso de las sectas del Cristianismo Evangélico y se
refiere expresamente a su literatura evangélica. Habla de sectas Cristianas
compuestas por “cardadores, zapateros y bataneros, que se infiltran por las casas a
embaucar a gentes de su laya”288. Y el mismo Orígenes, de la academia de Filosofía
Cristiana, se pone de su lado y adopta una postura de desprecio hacia las sectas de los
Cristianos Evangélicos: “un montón de nombres de sectarios... Simonianos...
Marcelianos... Harpocracianos de Salomé, y a otros de Mariamne y a otros de
Marta...”289. Pero, si Orígenes ataca a Celso es porque la crítica de éste invalida la
283 Luciano de Samosata: Obras, t.III; edición de J. Zaragoza, Gredos, Madrid, 1990.
284 en el Contra Celso, de Orígenes; edit. D. Ruiz, BAC, Madrid, 2001.
285 Contra Celso I,8 p.45.
286 Q. Cataudella: Historia de la Literatura Griega, p.329. La proposición de Celso a los
automarginados Cristianos Evangélicos de integrarse a la sociedad y a la política viene en
Contra Celso libro VIII #55,63,68,75; p.508 a 584 (cito la edición de Madrid, 2001).
287 Contra Celso, Introducción, p.14.
288 Contra Celso, Introducción, p.11.
289 Contra Celso V,62 p.384-85; sobre los Ebionitas: II,1 y V,61 p.107 y 384.
249
Reduciendo a pocas citas la crítica de Celso del Cristianismo Evangélico, dice que los
prodigios (milagros) del relato evangélico se podrían atribuir a cualquiera como actos
de magia con trucos. Sobre el rango de divinidad obtenido mediante crucifixión,
dice: “¿qué inconveniente hay en que también otros condenados a término aún más
miserable sean tenidos por mensajeros de Dios?... Con impudencia semejante
pudiera alguien decir de un ladrón y asesino ejecutado: Este no era un ladrón sino
un Dios, pues predijo a su banda que padecería las cosas que efectivamente
padeció”. Sobre el relato de nacimiento del Dios Cristo, Celso reproduce una burla:
“la madre de Jesús, encinta, fue echada de la casa por el carpintero que la había
desposado, convicta de adulterio,... dio a luz un hijo habido de cierto soldado de
nombre Pantira [un nombre romano]”; y continúa: “¿se unió Dios carnalmente con
ella, Dios que, por su naturaleza, no puede enamorarse de un cuerpo corruptible?”.
Dice de los seguidores de Cristo: “Mientras vivió en este mundo sólo pudo ganarse a
diez marinos y alcabaleros, gentes perdidísimas... Si viviendo no pudo convencer a
nadie y, una vez muerto, todo el que quiere convence a tantos, ¿no será esto por
extremo absurdo?”. Y aplicando el principio materialista del epicureísmo de igualdad
de todos los cuerpos, dice en contra de la idea de un Resucitado: “no hay diferencia
entre un cuerpo de murciélago, de gusano, de rana o de hombre; la materia es la
misma, e igual el principio de corrupción de todos” (Esta forma de materialismo
epicúreo concuerda con el De Rerum Natura, de Lucrecio).
Sobre el drama trágico de Pasión, dice: “¿Cómo no tener por ridículo que...
tratándose del Dios supremo... que, como dicen, se irrita y enfurece y amenaza, envíe
a su hijo y sufra cosas tales?”. Y sobre la resurrección de los muertos: “Otra
tontería suya [de los Cristianos] es creer que, cuando Dios como un cocinero traiga
el fuego, todo el género humano quedará asado y sólo sobrevivirán ellos... los que
antaño, en cualquier momento murieron, salidos en sus propias carnes de la tierra.
Esperanza, por cierto, digna de gusanos. Porque, ¿qué alma de hombre echaría de
menos un cuerpo podrido?”290.
Luciano de Samosata, a quien Engels llamó “el Voltaire del helenismo”, vivió entre
los años 115-180. En la sátira La muerte de Peregrino, Luciano se burla de los
290 Citas de Contra Celso I,6 p.44; II,43 p.144; I,32 p.68; I,39 p.74-75; II,45 p.145-46; IV,56
p.293; IV,73 p.306; V,14 9.342.
250
Luciano explica de los cristianos que “los infelices están convencidos de que serán
totalmente inmortales y que vivirán eternamente...”; “ Si se les presenta un mago
cualquiera, un hechicero o un individuo que sepa aprovecharse de las
circunstancias, se hace rico en muy poco tiempo y deja con la boca abierta a esos
hombres tan simples”. Su predicador Peregrino “compone discursos y cuenta
oráculos ya antiguos, según los cuales está escrito que se convertirá en una
divinidad”. Y “cuando Proteo [sobrenombre de autoproclamación de Peregrino] se
inmoló... ocurrió un gran temblor de tierra acompañado de gemidos...”.
La sátira termina diciendo: “me encontré con un hombre... [que] estaba contando
entre otras cosas acerca de Proteo, que le había visto [después de muerto] vestido de
blanco y que acaba de dejarlo paseando resplandeciente, y coronado con un ramo
de olivo por el pórtico de las siete voces”291. Queda claro que Luciano se está
refiriendo a las sectas del Cristianismo Evangélico.
291 Citas de La muerte de Peregrino #11, 12, 13, 16, 41, 40, en Luciano de Samosata: Obras, t.III;
Gredos, Madrid, 1990, p. 255-71.
251
252
De este modo, los hijos de familias de elevada condición social se educaban en las
principales escuelas en los conocimientos de la lengua literaria, la aritmética y la
geometría, la retórica y la filosofía; así se formaban en el pensamiento lógico y la
capacitación dialéctica para el ejercicio de las magistraturas, al tiempo que se
cultivaba una razón de superioridad de la ciudadanía romana y la ideología imperial.
En los ejercicios dialécticos de las escuelas de retórica se discutía sobre los discursos
de Cicerón y la obra de Séneca, en las escuelas latinas; y en las escuelas griegas, se
polemizaba sobre los discursos de Demóstenes, Isócrates y los maestros de la
sofística. En estos debates, los alumnos, cuyas mentes estaban siendo impactadas por
el sincretismo de los nuevos cultos orientales, actualizaban los antiguos temas con las
nuevas ideas. Fue así que, en el contexto de las nuevas tendencias hacia el
monoteísmo Solar en la elite culta, junto a los cultos de Isis, de Mitra y el
Maniqueísmo, se instaló el neoplatonismo de Filosofía Cristiana en las capas altas de
las ciudades y en las cortes imperiales del siglo II y III. En paralelo, los grandes
filósofos neoplatónicos del siglo III, Plotino y Porfirio, también cayeron en la
teología; y algunos como Jamblico, discípulo de Porfirio, se sumergieron en el
esoterismo.
cristianismo que apareció en Alejandría en la segunda mitad del siglo II. Después, a
lo largo de los siglos III y IV, la Filosofía o Teología Cristiana de la academia
neoplatónica se convertiría en el principal sistema de traducción e integración de
otros imaginarios orientales, persas y egipcios, como el Maniqueísmo y los cultos
mitreos e isiacos, desencadenando nuevos procesos de sincretismo que culminarían
con la reforma sincrética de la religión romana en la Iglesia Romana. La nueva forma
de sincretismo llamado Cristianismo Romano o Iglesia Romana que serían
absorbidos por el orden sacerdotal romano del Colegio Pontificio. Primero, la Iglesia
de obispos imperiales aceptaron el protocolo Pontificio del culto del emperador, y
asumieron gradualmente la liturgia del orden sacerdotal Pontificio entre los siglos IV
y VI; y finalmente, la Iglesia de obispos quedó sometida bajo la jerarquía del Colegio
Pontificio o Colegio Cardenalicio (se verá en El estado Pontificio de la Iglesia
Romana).
292 La mejor exposición de esta contraposición de Aristóteles con el platonismo viene en Werner
Jaeger: Aristóteles; FCE, México, 1993.
256
293 Ludovico Geymonat: Historia de la Filosofía y de la Ciencia, t.I; Edit. Crítica, Barcelona,
1985, p.206.
294 Obra Completa de Filón de Alejandría; Acervo Cultural, Buenos Aires, 1975-76.
257
Tampoco les importó que la Idea de Dios de Filón fuera contradictoria con el
Cristianismo de segunda generación. Aquella familia de sectas divergentes del paso
del siglo I al II, cada una con un libro de historias heroicas y tragedias fatalistas de
Cristo en varias docenas de evangelios, también en gran parte tremendamente
antijudíos. Aunque el Cristo de fe de Pablo (acto mental) estaba más cera de Filón de
Alejandría que el Cristo de historias de gesta heroica de los evangelistas. Se puede
decir que algunos evangelios, particularmente los conocidos como “cuatro” en la
colección editada como Nuevo Testamento por Jerónimo de Estridón el año 384,
expresan las ideas panfletarias del antijudaísmo divulgado por los romanos después
de las Guerras Judías del 67 al 70. Y, en general, los relatos de evangelios son
inconciliables con el Judaísmo de Filón de Alejandría; por lo que, la adopción de esta
filosofía neoplatónica del Judaísmo está dando origen a un nuevo tipo de
judeo-cristianismo, completamente diferente de los anteriores de las Cartas de Pablo
o de los relatos heroicos helenistas de Evangelios.
295 Ver Werner Jaeger: Cristianismo Primitivo y Paideia Griega; FCE, Madrid, 1995.
258
Estos nuevos autores eran individuos de prestigio social, se dirigían a los hijos de la
aristocracia que seguían sus estudios, y dedicaban públicamente su obra en griego
culto a la corte imperial, como se verá con las obras del filósofo Justino o de
Orígenes. Esta era su audiencia, atrás quedaba la literatura sectaria de los cristianos
de los distintos evangelios escritos en el griego vulgar de la koiné.
Por lo tanto, si se compara con el escaso éxito de difusión en las capas cultas de las
ciudades de las sectas paulinas del siglo I y las sectas evangélicas del siglo II, el
revestimiento de filosofía neoplatónica del cristianismo judaizante lo volvía más
aceptable. En parte, porque el Judaísmo le daba autoridad de antigüedad a esta
“nueva” creencia. Y por otra parte, en el tardo-imperio, la clase dirigente se
identificada más con la Teología de las Ideas de la República jerarquizada de Platón
que con la Política del demos (pueblo) de Aristóteles. En efecto, se inclinó por un
neoplatonismo adaptado a las nuevas religiones populares como lenguaje integrador
de las nuevas creencias mistéricas, y como forma de actualizar su propaganda
imperial y el control social. Así terminó la larga disputa heredada del Helenismo,
entre estoicismo y epicureísmo, entre el idealismo platónico y el naturalismo
materialista.
Sócrates y Heráclito y otros semejantes, y entre los bárbaros con Abrahán, Ananías,
Azarías, Misael, Elías y tantos otros”296.
Clemente de Alejandría (Titus Flavius Clemens), vivió hasta el año 215, y sería un
hombre maduro cuando asumió la dirección de la escuela hacia el año 200. Influido
por la figura conceptual del Logos de Filón de Alejandría, escribió el Protréptico, una
exaltación del Lógos-Cristo con la intención de hacer una “exhortación a los
griegos”; y en su obra el Pedagogo representó al Lógos-Cristo en cuanto
“maestro-educador” de la fe. Lejos del misticismo de Pablo, esta fe de Clemente
consiste en un acto de pensamiento filosófico que se aprende en la academia
neoplatónica, cuando dice: “la iglesia [asamblea cristiana] está en la escuela”. En
su obra capital, Estrómata, Clemente centró el acto mental de la fe en la categoría
filosófica del conocimiento de la “verdad”.
Orígenes de Alejandría, nacido cerca del año 185, vivió hasta el año 250 o el 254.
Sucedió a Clemente en la dirección del Didaskaleión. Había sido alumno del
neoplatónico Ammonio Saccas, quien también fue maestro del célebre filósofo
neoplatónico Plotino. Orígenes, quien “vivía en trato continuo con Platón y
frecuentaba... los autores más conspicuos de los pitagóricos”305, escribió el tratado
cumbre de la Filosofía Cristiana en Acerca de los Principios (Perí Arjeón). Este libro,
junto a las Enéadas de Plotino, dominó el pensamiento filosófico del siglo III.
Según el eclesiástico Hans Kung, a Orígenes “le guiaba la pasión por conseguir una
reconciliación definitiva entre Cristianismo y el mundo griego”306. Completó la
innovación judeocristiana, resolviendo la contradicción del Dios Hijo de Pablo con el
monoteísmo bíblico, introduciendo el concepto de una Trinidad de dioses: un dios
Padre (del Judaísmo), el Hijo (de los Cristianos) y un Espíritu (egipcio?) que los une
en una Idea platónica trinitaria. Pero la operación intelectual de juntar tres ideas o
figuraciones en una entidad abstracta fue compleja, porque debió aplicar el lenguaje
de las categorías aristotélicas (naturalistas) de unidad de la substancia y la diversidad
de los accidentes particulares en los individuos de una misma especie.
En Aristóteles, la categoría de substancia era parte de una primitiva teoría del cambio
aparente y el movimiento de los cuerpos físicos y en los animales (gran parte de los
escritos de Aristóteles son tratados de Biología y otros de Física): en un individuo
animal o cualquier objeto, los cambios de apariencia o de lugar son accidentales, no
Es más probable que Orígenes conociera al autor griego antes que al contemporáneo
307Ver de Alfredo Marcos, Aristóteles y otros animales: una lectura filosófica de la Biología
aristotélica; PPU, Barcelona, 1996. En cuanto a los conceptos de Física del movimiento, no es
extraño que Aristóteles sea citado en obras especializadas de historia del conocimiento científico,
como A History of Aerodiynamics, de John d. Anderson Jr.; Cambridge University Press, 1997,
p.12, 15-17.
308 DicPat p.188-9.
309Plutarco: Sobre Isis y Osiris, en Obras Morales; trad. Manuel García, Edit Akal, Madrid, 1987,
p. 50-51 y 96-97.
263
latino. Pero lo cierto es que Orígenes por sus estudios de las Escrituras hebreas, más
que Tertuliano, estaba interesado en resolver la contradicción del relato cristiano con
el monoteísmo Judío; y era lo mismo que resolver la contradicción de la “unidad” de
la Idea platónica con la pluralidad de dioses del Cristianismo antiguo en Cartas de
Pablo y la familia de evangelios. Lo consiguió con una ecuación numérica.
El abandono del culto en el templo, que se ha visto en Pablo, es algo que estaba en el
ambiente cultural desde el tiempo del Helenismo, y hasta en el Clasisismo en Grecia
(el teatro de Eurípides y en la Filosofía Clásica en general). Y no sólo en las
corrientes materialistas de crítica de la creencia religiosa (Atomismo, Epicureísmo,
etc.) sino en cierto liberalismo de la práctica religiosa en todo el Mediterráneo, que se
perderá por el fanatismo cristianorromano hacia el final del tardo Imperio.
Pero el cambio de lugar cultual de la Filosofía Cristiana, respecto de las otras formas
de cristianismo, es radical. Esta nueva religión de Filosofía Cristiana no sólo registra
sus adeptos entre la elite culta y el alto funcinariado, sino que sus actividades se
Llegó a plantearse algún conflicto con las sectas evangélicas, como en el caso de
Cipriano, obispo de Cartago hacia el año 250, que fue rechazado abiertamente por
unos Cristianos que “le reprochaban su elevada clase social”312. En general, las
sectas del Cristianismo Evangélico se rebelaron contra estos obispos de la academia
que se estaban apropiando el nombre “cristiano”, cargándolo de nuevos contenidos
doctrinarios y distinta función social.
Orígenes trasladó su escuela a Cesarea, y desde allí continuó influyendo sobre los
obispos neocristianos del Oriente314. Pero la escuela de Orígenes no fue más que un
311 HistCrist p.280.
312 HistCrist p.278.
313 HE VI,18,3; p.380-1.
314 HE VI,27 y 30 p.397,400.
266
La sólida base de conformidad cultural con el mundo romano y con la aristocracia del
Estado imperial, situó a esta clase de obispo de la Filosofía Cristiana cerca de los
gobiernos provinciales y de la corte imperial. El mismo Orígenes, ya como filósofo
cristiano reconocido, estuvo en la corte y asistió durante un año al palacio de la
emperatriz Julia Mamas (Mamae: mamas, llamada así por el número de sus pechos o
pezones, más de dos)316, madre del Emperador Alejandro Severo. Y consta que, en
sus relaciones con la corte, Orígenes escribió al menos una carta al Emperador Felipe
y otra a su esposa Severa (se verá en el siguiente capítulo la relación de Orígenes con
la corte imperial)317. Es una demostración del agrado de la aristocracia por la
enseñanza de una filosofía que no les resultaba incongruente con sus tradiciones, con
su forma de vida, ni con sus intereses.
Siempre a propósito de las diferencias del movimiento de Filosofía Cristiana con las
formas del cristianismo de los siglo I y II, en la cita de Eusebio de Cesarea conviene
observar que hacia la entrada del siglo IV, cuando escribe esta parte de su Historia
Eclesiástica, ya se está comenzando a llamar iglesia al edificio, el lugar de reunión;
un uso que nunca tuvo esta palabra entre los Cristianismos anteriores, que llamaban
iglesia (del griego ekklesia: asamblea) a la congregación de seguidores, pues no
tenían edificios específicos de reunión.
318Ludwig Hertlin: Hitoria de la Iglesia (HI) p.82.
319HI p.82.
320HE VII,30,12 y 14 p.492-93.
321HE VII, 30,19, p.494.
322HistCrist p.260.
268
Pero volviendo a los pleitos por las domus entre obispos o papas de la academia de
Filosofía Cristiana, estos litigios dieron origen al uso de listas de sucesión hereditaria
de las titularidades y propiedad de las domus. Servían para poder argumentar derecho
de antigüedad o de herencia en los tribunales, o en las contiendas por el liderazgo de
la academia neoplatónica. De aquí surgieron las historias de papas y antipapas, según
a quien se quisiera atribuir legitimidad sucesoria de los bienes en una lista u otra de
los contendientes, generalmente de la parentela. El recurso de las listas sucesorias
podía ser efectivo para persuadir a un magistrado romano del derecho de sucesión de
la titularidad de la domus de una ciudad, y de esta forma comenzaron a aparecer listas
imaginativas que hacían retrotraer un obispado de un partido de Filosofía Cristiana
hasta uno de los “discípulos de Jesús”, por lo que surgieron leyendas que hacían
presentes a estos doce personajes fundando dinastías hereditarias por todo el
Mediterráneo.
Los nuevos cultos del neoplatonismo cristiano. Los obispos neocristianos idearon
nuevos cultos, como la sustitución de los sacrificios sangrientos de altares romanos
por una comida sacrificial incruenta, siguiendo una tendencia de la elite culta al
abandono de los ritos de sangre. Para esto, la Filosofía Cristiana ideó, como se ha
visto antes en Los relatos de Última Cena:
de la semana, Día del Sol (Dies Solis). Esta elección, además, coincidía con el
sincretismo romano del culto Solar (se ha visto su desarrollo durante el Imperio).
Con todas estas diferencias respecto de las sectas Evangélicas, los dos Cristianismos
coexistieron como dos religiones desconectadas y de dos estratos culturales
diferenciados. Aunque las sectas de Cristianos Evangélicos dieron algunas muestras
de resistencia a la academia de Filosofía Cristiana y sus nuevos cultos. Los
académicos siempre trataron a éstos como sectarios, herejes, no abiertos a la
discusión pública de sus ideas, criticaron sus cultos secretos, domésticos y su
literatura “apócrifa” (oculta). Pero no se registraron grandes conflictos.
Marco Aurelio vivió entre el año 121 y 180, fue emperador romano desde el año
161, y escribió las Meditaciones durante los últimos diez años de su imperio. En ellas
hace una breve alusión al Cristianismo, pero ya se trata de la nueva forma de
platonismo, la Filosofía Cristiana que comienza a circular en la corte imperial. En las
Meditaciones discute si “el alma” es una forma de autoconocimiento,
autoconciencia o conciencia refleja, y anota: “mas esta disposición [autoconciencia]
que proceda de una decisión personal, no de una simple oposición como [el
dualismo cuerpo-alma de] los Cristianos, sino fruto de una reflexión, de un modo
serio y, para que pueda convencer a otro, exenta de teatralidad”323. Para estas
fechas, se verá a continuación, el filósofo Justino había publicado las primeras obras
de Filosofía Cristiana; y es muy probable que en los medios cultos se produjeran
discusiones como la que expresa Marco Aurelio. Por lo tanto, esta mención del
dualismo cuerpo-alma, que el autor llama “oposición” y “teatralidad”, podría
proceder de un contacto de Marco Aurelio con esta filosofía neoplatónica del nuevo
Cristianismo del siglo II.
323 Marco Aurelio: Meditaciones; edit. R. Bach; Gredos, Madrid, 2005, p.194 (Meditaciones XI,3).
270
328 Contra los Cristianos, fragmento 60, 70, 76, 80, 73 y 74, 79-9,100, 44.
329 Contra los Cristianos, fr. 66, 67 y 71.
330 Contra los Cristianos, fr.15 p.97-98; fr.24 p.104.
331 Contra los Cristianos, Introducción, p.50.
332 Contra los Cristianos, fr.99 p.156.
333 Contra los Cristianos, fr.107 p.160.
334 Contra los Cristianos, fr.99 p.156.
272
335 Clemente de Alejandría: Stromata 5,5; citado por M. Sotomayor, en HistCrist p.871.
273
274
El favor de los Severo al nuevo culto teocrático de Cristo se refleja en el contacto del
neoplatónico Orígenes, filósofo o teólogo cristiano, con la Emperatriz Julia Mamas:
“la madre del Emperador, llamada Julia Mamea [“Mamea” es el nombre
eclesiástico para Julia Mamas o Mamae, en latín], mujer piadosísima como ninguna,
al resonar por todas partes la fama de Orígenes... puso todo su empeño en ser
considerada digna de contemplar a este hombre y experimentar su inteligencia de
las cosas de Dios... Así, pues, hallándose en Antioquía, le mandó comparecer
escoltado por soldados... [Orígenes] Pasó junto a ella algún tiempo”336. La noticia
procede de Eusebio de Cesarea, bien informado en asuntos de la escuela de Orígenes.
Por otra parte, se sabe que el hijo de Julia Mamas, el emperador Alejandro Severo, en
sus altares privados “daba culto a Cristo junto a... Orfeo”; y otro emperador, Filipo
el Árabe llegó a ser tenido por “cristiano”337. Lo que demuestra que, como mínimo,
simpatizaban con la Filosofía Cristiana entre los otros cultos sincréticos; y por tanto,
que la aristocracia imperial estaba abierta a los nuevos cultos.
Los edictos del año 250 del Emperador Decio contra los neocristianos de la corte, y
los del año 257 y 258 del Emperador Valeriano, para reprimir la difusión de la nueva
superstición en las altas estructuras del Estado, señalan la introducción de un partido
de Filosofía Cristiana y el alcance obtenido en las capas superiores del Imperio. En
especial, el segundo edicto de Valeriano del año 258338, que iba dirigido
expresamente a reprimir la introducción de la Filosofía Cristiana en el orden de los
equites (caballeros, la clase de los ricos comerciantes y armadores), el senatorial (la
más alta aristocracia) y el alto funcionariado (magistrados curiales).
341HE VIII 1,7 p.510; 4,2 p.515; 4,3 p.515; apéndice al libro VIII,1 p.552.
342Lactancio: Las muertes de los perseguidores (citado por A. Velasco, HE, nota 7, p. 509).
277
Por lo tanto, Eusebio de Cesarea y Lactancio, que serían los dos primeros ideólogos
apologistas del Cristianismo romano bajo Constantino, confirman la profunda
integración de la escuela de Filosofía Cristiana en la aristocracia del Imperio en
tiempos de Diocleciano, hasta “en los palacios imperiales” y en las inmediaciones de
los emperadores tetrarcas. Mientras tanto, se purgaba algún partido conspirativo entre
los mandos del ejército, entre los que habría adeptos de la Filosofía Cristiana o del
Maniqueísmo Cristiano; y después, se purgó alguna conspiración palaciega en los
años 303 y 304, cuando la represión volvió a centrarse en un número reducido de
seguidores de la Filosofía Cristiana. Pero no hubo purgas generalizadas del
movimiento de la Filosofía Cristiana, sino de algunos individuos.
En el numeral 13 de libro VIII de HE aparece una lista “de los que sufrieron
martirio” en distintas ciudades: Antino de Nicomedia, Luciano de Antioquía,
Tiranión de Tiro, Zenobio de Sidón, Silvano de Emesa, Silvano de Gaza, “junto con
otros treintanueve” (?); Peleo y Nilo, ambos de Egipto, Pánfilo de Cesarea, Pedro,
Fausto, Dío y Ammonio de Alejandría, Fileas, Hesiquio, Paquimio y Teodoro, de
Egipto347. Son listas de personalidades públicas de una tendencia partidaria, y uno de
los objetos de la persecución sería la expropiación de sus posesiones a favor de
magistrados leales a Diocleciano (así se premiaba las lealtades). No se trató de sectas
del Cristianismo Evangélico de capas populares.
Además, Eusebio de Cesarea reconoce que “fueron millares los otros, los que de
antemano embotaron sus almas con la cobardía, y así fácilmente se debilitaron
desde la primera acometida”348. Y para estos “dirigentes de iglesias”, los que se
mantuvieron de acuerdo con el emperador, no hubo persecución tras el anuncio de los
edictos. Es obvio que se trató de una purga política y no de una persecución
indiscriminada, si “fueron millares” los “los dirigentes de las iglesias” o docentes
de Filosofía Cristiana que se mantuvieron partidarios de Diocleciano. Mientras, en el
círculo inmediato del emperador, sus familiares asistían a las lecciones en las domus
de estos.
Estos datos vienen en “La muerte de los perseguidores”, obra de Lactancio del año
317, y en el libro o capítulo VIII de la Historia Eclesiástica, una ampliación de la
obra que Eusebio de Cesarea hizo público el año 325. Ambos son escritores del
p.526).
346HE VIII 6,8.
347HE p.535-37
348HE VIII 3,1 p.513.
279
La represión del año 295 estuvo circunscrita al ejército, y sólo nueve años después
purgó a cierta tendencia del partido aristócratico de los neocristianos de la corte y de
las ciudades. No se puede decir, entonces, que Diocleciano tuviera una actitud en
contra de la Filosofía Cristiana en general. Sus edictos iban contra una determinada
tendencia política más que contra el partido neocristiano. No fueron motivados por la
confesión religiosa sino más bien por cuestiones de lealtades y divisiones internas,
que separaban entre sí a los mismos cristianos de la corte. Aunque se deduce que se
utilizó como pretexto la acusación de “cristiano” para defenestrar altos cargos y
controlar el poder, porque la mayoría de los partidarios de Diocleciano serían hostiles
a la nueva religión; particularmente, los magistrados del orden curial que se
beneficiarían de la confiscación de sus propiedades.
Ahora bien, se observa que el prototipo del “cristiano” víctima de los edictos de
Diocleciano y Galerio, el año 303 y el 304, no corresponde al perfil de las sectas de
Cristianos Evangélicos de “cultos privados” en casas particulares de habitación.
Además, estas sectas Evangélicas de clases populares y marginales no serían muy
visibles, y sus lugares de reunión no debían de ser fáciles de reconocer (sobre la
exageración de la persecución de Diocleciano y sobre los mitos de las persecuciones
de los cristianos, se ha visto la leyenda eclesiástica de las Diez persecuciones de
Agustín de Hipona).
280
[Lámina: ver en André Grabar: El Primer Arte Cristiano (200-395); Edit. Aguilar,
Madrid, 1967, lámina 74; así como la reproducción en HistCrist sin número de
página.]
En una línea de progresión del paso del sárcófago al mausoleo, ya en el desarrollo del
nuevo Cristianismo Romano y la nueva iglesia (ecclesia o concilium: asamblea) de
obispos imperiales del siglo cuarto, se conservan los templos-mausoleos de la
emperatriz Elena y de Constancia (se verá en La adquisición de templos romanos por
la Iglesia). Los Cristiano-romanos conservaron los tradicionales funerales de
exposición y homenaje del difunto con sus símbolos de poder, sarcófagos, estatuaria,
349HistCrist p. 884-6.
350Radio Vaticana 09/10706 en www.oecumene.radiovaticana.org
281
Las expropiaciones por los edictos de Diocleciano. Los magistrados que aplicaron
los edictos contra los ricos adversarios de algunos partidos de la Filosofía Cristiana,
tenían interés en apropiarse de sus grandes fincas o de expropiarlos para la hacienda
del emperador; de tal forma, que estas luchas bajo estandartes religiosos adquieren un
sesgo de intereses económicos a nivel de clanes familiares. De esto quedó constancia
una vez pasada la purga. Porque los edictos de Diocleciano de los años 303 y 304
fueron anulados por Galerio con un edicto de legalidad de los cristianos como religio
licita, el año 311, y su principal resolución consistía en la devolución de propiedades
confiscadas: “si algunas casas y campos, propiedad anteriormente de los cristianos
por derecho, hubieran venido a caer en posesión legal del fisco por mandato de los
nuestros, o se los hubiera apropiado alguna ciudad, bien en pública subasta o bien
porque se dieron en obsequio a alguien, todo ello mandamos que sea restituido”351.
El edicto de Galerio del año 311 fue firmado por los nuevos emperadores tetrarcas,
incluido Constantino, quien había sucedido a su padre Constancio en la tetraquía
occidental de Britania, Hispania y las Galias desde el año 306. Majencio, Tetrarca de
Italia y África, cumplió el edicto y devolvió propiedades, entre otros, al obispo de los
El edicto del emperador Galerio del año 311 fue un rescripto, pues repitió los
términos del edicto de Galieno del 259. Por lo tanto, el edicto del año 311 no
representó ninguna novedad original en el Imperio a favor del partido aristocrático de
los neocristianos. Se ha visto que este rescripto de Galerio continuaba vigente el año
313, y que el llamado “edicto de Milán” es parte de la leyenda eclesiástica (en
Ensayos sobre el Helenismo 1. Sincretismos en el helenismo tardío y el tardo
imperio: Constantino y la leyenda eclesiástica ). Sólo se conoce una carta circular del
año 313 del Emperador Licinio para Oriente, que es una orden de aplicación del
edicto de Galerio. En suma, que desde el año 259 existía un precedente de legislación
imperial que daba legalidad a los neocristianos; ese estatus de tolerancia de la
Filosofía Cristiana se recuperó en todo el Imperio el año 311, y Constantino no hizo
ninguna innovación al respecto. Ni siquiera un rescripto del edicto de Galerio, como
hizo Licinio en la parte de Oriente.
Es evidente que, al comienzo de la segunda década del siglo IV, grupos de la minoría
neocristiana estaban consolidando el poder alcanzado. Y, precisamente, esa lucha por
el poder los llevaría a dividirse continuamente en las distintas facciones que irían
apareciendo en los conflictos sucesorios y luchas intestinas entre los emperadores a lo
largo de ese siglo. Porque no todos los grupos de Filosofía Cristiana fueron aliados de
Constantino como da a entender la leyenda eclesiástica; y no todos los que le dieron
soporte como obispos imperiales se mantendrían unidos y leales a sus sucesores. En
un primer momento, se distinguen los neocristianos de la ciudad de Roma que habían
contemporizado con el derrotado Majencio, de quien recibieron el favor de la
devolución de sus bienes por el edicto del año 311, y que entrarían en conflicto con
los obispos partidarios del nuevo Emperador Constantino el año 312. En segundo
lugar, se produjo la gran división del partido de los leales a Licinio en el Imperio de
Oriente, y que se resistieron a la victoria de Constantino sobre éste el año 324. De
aquí salió el partido de los obispos Arrianos, favorable a la nueva corte de
Constantino en Oriente. Y se verá que en Cartago, hubo un grupo neocristiano que
ofreció la mayor resistencia a Constantino y su dinastía, el movimiento Donatista.
357 Actual Trier en el Estado Alemán de Renania-Palatinado, junto al Río Mosela; en francés,
Trèves
285
BIBLIOGRAFÍA
Krosney, Herbet: The Lost Gospel: the Quest for the Gospel of Judas Iscariot; Washington, 2006.