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DE VENEZUELA
NUN.CIAMOS, al publicarse por primera vez imestros "Estudios de
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PREFACIO A LA SEGUN DA EDICION
XI
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
XII
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION
Respecto de los Caribes, debemos añadir q11e con toda seg11ridad n11es-
tros pla11teamie11tos resultaron extraños a alg11nos especialistas debido al me-
11osp1·ecio con q11e, a través del tiempo, los han mirado los historiadores y
antropólogos. Un análisis de s11 mltura nos conduce a colocarlos, en el ámbi-
to venezolano, en 1111 grado de desarrollo comparable al de los Arawacos. Por
lo general se ha prolongado el odio que les tuvieron los conquistadores por
s11 calidad de g11erreros ) denodados defensores de s11s tierras. Creemos que
en el futuro se modificarán mucho los prejuicios con q11e se les ha juzgado
hasta ahora, a medida que los anlropólogos de pensamiento progresivo mues-
tren la extraordinaria dinámica de la c11lt11ra de los Caribes y los méritos que
t11viero11 tanto en la H)'lea amazónica como en el mundo cfrc11mcaribe.
Comentemos ahora otro aspecto de es/e libro: muchos profesores lo uti-
lizan especialmente por el tema de las áreas mlt11rales. Esperamos ofrecerles
en el f11t11ro nuevos astmtos: las áreas de producción de V enewela Prehispá-
nica y las caractet'Ísticas demográficas de n11estro territorio en aquellos días.
Cuando, después de nuel'os estudios especializados, podamos redactar, seg!Ín
el deseo del d octor Morón, tma "Etnología Prehispánica de Venewela", es-
taremos también en capacidad de elaborar algunos trabajos sobre los mismos
temas ·de modo q11e 11nos textos rn;an dedicados a los profesores y olros a
los alumnos, con las respectivas bibliografías comentadas. Mientras no haya-
mos 1·ealizado tal trabajo, 110 habrá más remedio que utilizar tanto nuestros
estudios especializados, como los de ot1 os autores que han Jrabajado en V e-
newela sobre las culturas in dígmas en forma científica.
Nos es grato agradece1· a las personas ya nombradas y a diversos cole-
gas, las obsuvaciones que eJcribieron. Deuda m11y parliwlar tenemos con los
doctores Lauro J. Zavala, de M éxico, y Gerardo Reichel-Dolmatoff, de Co-
lombia, por sus comentarios, en los males señalaron f alias y omisiones en la
bibliografía, q11e hemos prowrado corregir.
Nos es grato reiterar aquí nuestro agradecimiento a don Fernando Or-
tiz, en C11ba, quien nos honró con el prólogo a la primer<l edición que
conservamos en la presente.
m. a. s.
XIII
PROLOGO
Profesor Miguel Acosta Saignes.
Director del lnstit11to de Antropología y Geografía.
Caracas.
Muy estimado amigo:
Me sorprendió usted grandemente pidiéndome un prólogo para su nue-
110 libro. Tal demanda, inspirada por la añeja y generosa amistad con que me
distingue, traerá honra para mí y no para usted que, por razón de su propio
valer, Jª bien afirmado, no necesita de presentaciones ni apadrinamientos.
En nada podría realzar Stt libro un prefacio de este viejo aficionado a escu-
driñar las confluencias culturales de las muchas gentes que con sus carnes
y sabores, dulces y amargos, sales y pimientas, han formado el espeso ajíaco
humano que hoy rebosa en las Antillas, acaso la región étnicamente más
abigarrada del orbe por su gran mescolanza de pigmentos, idiomas, religio-
nes, políticas, economías, técnicas y costumbres que aqui se han venido sedi-
XVI
PRO LOCO
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
XVIII
PROLOGO
de las fÍreas de América más desamparadas por los etnólogos. Si, a Jo que
parece, m el Handbook of South American Jndians la etno.grafía prehispá-
nica y protohistórica de Venezuela 110 salió bien parada, harto trastornada
ap(1reció tmnbién Ja de C11ba, en Ja mal se elimina la entidad étnica de /os
gu:rnacabibes o gu~nljatabcycs, que f 11eron Jos ;ínicos indios pobladores de
toda la mitad occidental de la isla. No obstante haber sido ya prean11nciados
por Cristóbal Colón en m primera carta al Tesorero Sánchez dándote cuenta
de s11 deswbrimiento de las Indias, y perfectamente diferenciados, aiíos des-
pués, por q11ien fue en el tiempo el primer a11tropólogo de América, fray
Bartolomé de las Casas, el cual los señaló inequívocamente por medio de
s11 gentilicio propio )" bien significativo, s11 precisa posición geográfica y su
simplísima c11lt111'a, precerámica y de recolectores; a pesar de que tos datos
de la moderna arqueología comprueban la realidad geográfica y toponímica
y el complejo paleolítico y preagrícola de tales indios, éstos han sido del
todo ignorados y s11 nombre s11stit11ido por el de ciboneyes, confundiendo
adrede aq11é/Jos con estos otros indowbanos q11e eran de más alto rango evo-
iutivo, )' extendiendo caprichosamente la 12omenclat11ra históricamente ex-
clusiva de estos indios, que sólo habitaban en la mitad oriental de Cuba, a
las otras A11ti/Jas, donde jamás los citó la historia. Pero Jos c11banoJ y de-
más hispa11oamerica11os de hoy día no tenemos por q11é renegar de las ori-
Kinales denomi11acio11es, indígenas e hispánicas, y aceptar tJhora neologismos
intmsos, innecesarios, anfibiológicos )' contrarios a dommentos fehacientes
y escritos en nuestros péses hace más de cuatro siglos. En ese sentido la ta-
1'ea de usted, amigo Acosta Saignes, es sabiamente correctora. Repasar Ja
protohistoria, acendrarla, a¡ustarla con la arq11eoiogía, y al fin, puesto que
rma y otra 110 pueden tener verdades discrepan/es, traerlas a conc/11siones
concordes con Ja etnografía contemporánea, a11n joven y también necesitada
por su parte de agotadoras ) decisivas investigaciones. No olvidemos que, to-
davía ha pocos años, et alemán Artht1r Posnansky, valioso por s11s pesq11isas
geológicas y at·queológicas en Boliiia, pretendía reducir la etnografía anti-
gua de Sudamérica al simple y fantástico pa1'aielo de dos razas: Ja aruwak,
de mente abstracta o inferior, y Ja kholla, de "mente conct"eta o st1perior",
predestinadas '°por tanto", aqué/Ja a la sumisión )' ésta ol1'a al predominio.
Y recordemos cómo a!Ín no hace una década que el historiador Ba)ie, en su
ob1·a El Protector de Indios (Sevilla, 1945 ), nos habla de los amerindios co-
mo de 'ºsemibestias", de "S1J degradación a veces i11frabest1al", de que
'ºllevan en la frente el sello de Ja barbarie y en los hechos indicios para du-
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ESTUDIOS DI: F.TNOLOCIA ANTIGt:A DE V.ENliZUELA
dar si po1een alma rarional"; )' harl.t Je alrei·e a decir que en el N11ei·o
1'1undo "al llegar la rfrilizarión dió 1111 t uelco el t ilad· rodal,- ¡me' había
q11e rreado todo: ag,.im//11ra, ga11adel'Ía, al'/esanía, cami11os, p11e11te.r, ciuda-
des . .. " ¡C1d111.1 i11exaclit11d, i11¡111tici.1) Qbsti11ació11 impí:t!
Algunos de e.rtos Estudios de EtnoloAÍ.1 Antigua de Venezuela son va-
liosos para esa faena de las i11di,,pe11--11hl, s refrindic:1Cto11es indigmistaJ.
Así en Jll emayo sobre l.1 e1dm·it11d en el Orinoro. Del lema de la tsclavi-
t11d india en América, aJÍ de la prehispánira como de la establecida por lo1
conq11is1,ulore1, quienes llegaron a esf,zblecer en el Mar Caribe tl!lfl i·erdade-
ra "trata de esclal'OS indios", entre lt1 Tierr.1 Firme y J,1s islas grander crian-
do despoblaron éstas, )ª ncr1h1ó h,:cf co1.1 de un siglo ti mba110 /oré Anlo-
nio Sttco; pero Jos modemos ar·ances de la etnografía imloamericm1<1 tendrán
que ampli.., e a im·esti,~ació11, como hace 111ted. ¿Qué relación por mmlitud
im11111cio11tt! tenían e.ros esclavos de los caribes, de los amacas y otro.r ( lla-
mados nncos, poi tos, itotos, cte.) con Jos denomi11c1dos naborías de las Gran-
des Antill,11? ¿Cuáles !tu se111eja11z:1s )' 101 distingo1 entre la eulavit11d que
pr.1cticaban los paganos 11.1/ÍL'OJ ) l.1 de 101 cristianos innuores, ) máles /aJ
agra1·a11/es que ésloJ 1íltim1 e :tablecurrm 10bre ":¡11éll1 . al e ,cJar·1r.111os )
sobre Jo.r 1.iegros que r11piñaron en 1111 Jt>j,1110 co11ti11enle para oprimidos y
a11iq111lm·lo.r en e.te otro ciratl.fotico, q11e le1 era ajeno?
El cdpítulo sobre la penetración de ciertos e/emento1 de la cultura
e11rocá.iental entre Ja indiadd, omrrida por sus tra111mi1io11es a tierras lejanaJ
anleJ de que a ést.1s lleg.mm per.ron11lme11/e los adt'enedizos blanco1, es
lema que de1pertará mucho interés. Y también el ,.efermle al infl11jo de
lo_r negros en el intercdmbio de ct1Íl11rm co11 los indoamericanos. Lo comig-
nado en ese ema_ro tocante 11! 1110 de ''frmwr con el f11ego pa' de111ro", típi-
c.1me11te indio, q11e aún aco1111mh.' lll en Vene=uela los riegros de Barlo-
t'ento, lo he podido ro11/irm11r en Cuba, donde en mis est11dios sobre la
m.zgia dt 101 afroides he h11ll,1do t:I mi1mo estilo oca1io11al de fumar ciga-
1·ro.r puro1 o tabacos wn la c1mdelt1 dentro de la hoca ) soplando el humo
hacra a/rura, para efectuar Ju1 fumig:zciones rituales. así hecha, "a chorro".
El tabaco pa1ó de 101 indios a los negros antes que a los blancoJ. Estos te-
mieron en 101 primeros tiempos hallar, en esas ah11mada1 que mca/,1bri11a-
ba11 las men/e1, rmos .irtiiugios de los demonio1,- los 11egro1 no. Los afri-
canos bozales 1·iero11 e11 el 111baco )' JtlJ hmnos una mi.rteriosa fuerz11 sacro-
m.igica par,1 ellos desconocid,1 pero muy ruada por los i11dio1, J Ja adopttt-
ron en seguida para .r111 Jit11rgias ) cura11dería1, trances chamá11icos y conju-
XX
PROLOGO
ros bmjescos. Consta también que en 111 Set illa del siglo XVI lor negros fu-
1
m.tbm1 Jo. tabaco1 mezcl.índoles polt•o1 calizo1 como aco1t11111braban 101 in-
dr){mfillanos en .rttr isl,1s al hacer s11 cohoba, con polvos de caracol marino
o cobo molido. Y por análogas razones /01 bmjos congos de C11ba, atín uian,
adem,ÍJ, todos los elemmto1 de potemi.t m.igica Jllperior a la de 101 dfrica-
1101, que e/101 t'iero:1 emplear a /o¡ Ua11co1 en s111 cost11mbre.r, ritos ) ce1e-
mo11i.1s traJCenden 1es, como ion la pólt•ou1, el espe¡o, la espada, el Cirio, el
i11cie11ro, el vi110 de mh11, el alcohol, l11r grafías jeroglífic1tr la cmz, el agua
1
be11dita, l<1 hostia, ele, .rm abt111do11ar por no s111 a11cestrale1 con¡uro1, exor-
cirmos, hechizar, am11/etor, yerbas, lustraciones, cantos, bailes, tambores, sa-
crificios ) 11ecrom.11:c . ,1_ Un:i eipecie de si11rreti1mo mágico, suma J combi-
1ución de las f 11crzas misterioias de /o¡ indios )' de /01 bl.mcoJ con las de
Jos negros; así como m el Ji1ureli1mo religioso, 110 del todo uparado del
mágico mm en lor ambienleJ de las mlt11ra1 ..blancas" del siglo XX, se mez-
clan las imágener criJti.mas con los ídolos, los fetiches y las piedras anicó-
nicas de los afroccident,1/es, a manera de 11n t:erdadero panteón trico11/men-
tal, como ya hacían los romanos.
En 0Jro1 de sm es111dios flpreao 1111et os )' oportu1101 afanes para forta-
lecer el i11dige11ismo científico q11e tanta trascendencia tiene para el futuro
de la América Jndoibérica o Indoafroibérica, q11e algu11os dirían. lAs mul-
tisemlttres i11q11i11t1s económicas, relrgio.ras y políticas contra las indiadas aún
110 han ceJado. Antaíío Jos co11q11i.rtadore1 .re asombraban de q11e los caribes
Je denominaran a sí mismos "101 hombrei'' ( K iri-ibcs) ) calificaran de "no
hombre!'' a todos Jo1 demás humanos. si11 repal'ar en que fray Domingo de
/Jetanzos. el p;tdre Juan Ginés de SeplÍfreda J otros c/érigo1. <uando éJtos
lor tachaban de ''bestias infr,iJ111111'111.1s ) sin alma racional'', o sostenían
q11e J, J indios eran "1:111 i11feriore1 a 101 e1paiioles como de monos a hom-
bres", 110 Je dij ere11ci1tlum de taler indios en manto al fondo de sus con-
C<:pt11acio11e1. El ecle1iJ.rtico y el cal'ibe pmsaban. con ig11al ignorancia en
1111 ,irrog1mtes antropogo11ías que el Cre.tdor no podía h11ber pues/o espíri-
1
Jur iguales en 11110 ) otroi, q11e recíprocamente se creían Jeres mperiore1 ante
los demás. tenidos por ellos <omo m m11r1101 feroces, bípedo1 J' hasta parla1t-
/eJ pero .ri11 humana jel'arquía. No debe ello asombramos si en es/a era so-
ci.tl•-,,enlt h11rac.1•1ad~ que t it•imos t1Jda1ía u reproducen 101 feroceJ geno-
cidios, has/a en mucho mayor escalc1 que d11rante la.s co11q11istaJ de hace cua-
tro sig/01 )' aJlll entre p11eblo1 de alta ciulización; ) la h11ma11idad, arraJtra-
d11 por irrefrenables codicias y ambiciones a menudo se rebarbariza y revive
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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PROLOGO
XXIII
ESTUDIOS on ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
q11ÍJla, contra Jos espa1íoles por em idia y codicia de sr1 opulento imperio, y
contra el padre Lt11 C.- ;,u, eJ más ele1•ado de éstos, por reacción de so11rojo y
para humtllar 111 alta p.. rso11alidad que tttn cristianamente combatió las atro-
ces trope/í,II y los med!'o.r deMforados que mediante éstas se lograban.
Por otro lado, tambié11 el ensayo sobre los Guaíqucríes y Guamonteyes
y s11 ro11/mión abre c111iosas interl'ogt1rionn. Si eran "negros como los cuer·
t'os'º ¿habrá que reco11ourlos romo 1111e1·a p111eba de que en la Amérmt pre·
colombi11r1 h11bo pobladores de tez 11er.ra romo los af rl(a11os ecuatoriales, se-
g1Íl1 sostienen a11to1-izad,munte Pa11I Rint )' otros? ¿O será11 gr11pos deriva·
dos de negros traídos de allende como esclavos y luego huidos de JoJ espa-
ñoles a las cimas de "1s montañas ron Jos indios, romo )'ª hacían aquéllos
por eJ añ1 1502, en La Espaiíol.1, ugr;,1 01 ando le escribía al re) Femando
el C.rtó/1ro? S11 localiZ11rió11 en la co.rta acaso t"et•ele rma oriundez marítima
J periféri(.l. Q11izá1 l.1 r.iíz mont del t'OCablo Guamontcy, que pudiera ser
castel/a1111, i11diq11e la original cond1ci611 montun11, montaraz, f 11gitiva o CÍ·
m::rro11,1 de tale mdr. ·e ) sea híbrid·1 su gentilicio, ron prefijo ) s11f1¡0 i11do·
amerira1101, puéstoles por los e1pa1ioles. Como en Cuba, por ciba ona ex
("de la Gran Piedra o ,\fo11tmía") se dijo ciboney. ·
DJ¡eme asegurarle lambuJn que su acucioso tr.1ba¡o folklórico sobre el
baile dt:I Mare-mare, me parece muy bien incluido en .w selección. En paí-
ses como los 1111tstro1, donde ha11 p.1ip1ta.:lo ldn heterogine.u fllltura1, alg11-
11a1 de ellas preletradas, las supenfrencia1 folklólicas ro11lie11en ron fre·
r11e11ria rit r)S elemento par.'t la1 i11terpretarw11eJ de 1111estroJ mosaicos élnr·
1
p11g11itfro.r, ¡claro está.', que a1í acaece siempre crumdo sale a la luz tm libro
q11e dice :osa; 1111ei·as )' bien pe111adar,
Le cm·ío mis parabienes con tm f11el'te estrechón de manos.
Fernando Ort1z.
La Habana, 20 de 1eptiembre1 1953.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA
DE VENEZUELA
INTRODUCCION
L'ls fuentes históricas en las mttles se encuentran informaciones sobre
los antiguos pobladores de Venezuelc1, han sido poco analizadas. Se han ci-
tc1do ahundantemenle, pa,.a comprobaciones aisladas, y se han utilizado, en
fo1'nza etnográfica, no etnológica, por muy diversos autores. De tal modo,
no se han realizado sino escasos estudios que muestren las t'elaciones anti·
guas de los pueblos prehispánicos que poblaron nuestro. lenitorio y se han
tratado por lo general las fuentes como si su examen no presentase p,.oble-
mas, como si existiesen en ellas sólo 1·elatos válidos y no señalamientos in-
completos, cont1·f1diccio12es, informes cuya clave de interpretación está a veces
en libros de autores mtty diversos o de épocas distintas. Kidder, en su estu-
dio sobre la arqueología del noroeste de Venezuela, señalaba, hace algu-
nos años, lfl necesidad de verificar estudios de nuestt'as fuentes histó1'icas,
para poseer tma base sobre la mal interpretar los datos que la exploración
arqueológica smninistrtt. También Steward se ha referido a la necesidad de
análisis de las f11entes en la zona Cfrcumca,.ibe. Con el cabal conocimiento
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INTRODUCC!ON
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ESTUDIOS DE ETNOLOGlA ANTIGUA DE VENEZUELA
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INTRODUCCION
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ESTUDIOS DE ETNOLOGJA ANTIGUA DE VENEZUELA
ni, Riz ero, G11mil/a, quienes escribieron en /oJ siglos XV!l y XVIII; mas en
1·ealidad 110 podemos afirmar, sino en forma aproximada y con toda clases de
rese1·1•as, que poJeerían loJ mismos caracteres durante la época de las primeraJ
penetracio11eJ europeas, mando, en cambio, Je euribieron descripciones de los
gmpos de la costa venezolana. No podríamos ni siquiera asegurar que los
Acha,~11aJ habitaban durante el siglo XVI la misma zona denominada Airico,
donde los e11c11entrr111 los misioneros jemítas de Casanare. Tampoco podría·
mos aseg11r.tr q11e los Tamanacos descrito1 tan briilantemente por Gilii en el
siglo XVIII, po1eían dos cent11rias anteJ los mismos rasgos, sobre todo si
se toma en menta la celeridad con q11e los Caribes del Orinoco se trans·
c11ll11raron, mostrando rma vivísima plasticidad social, al entrar en contacto
con diversos gmpos de europeos, especialme1lle con los holandeseJ.
Esa deiig11aldad cronológica de /aJ fuentes nos ha llevado a adoptar el
término prehispánico en lugar del vocablo precolombino, ruado generalmen·
te para d-esif!.11ar lo 1·elativo a nuestras antiguas c11lt11ras. En efecto, si se ha·
bla de precolombino, se al11de a todo lo 1·eferen te a los tiempos anteriores
al Descubrimiento. En cambio, si se dice prehispánico, se abarcan lo! tiem·
pos anteriores a la penetración europea, realizada en Venezuela, con la excep·
ción de los W e/ser, siempre por españoles y se alude, además, a la dificultad
se1íaleula. Prehispánico eJ, por consiguiente, para nosotros, tanto lo q11e pue-
de inferirse Jobre los habitanteJ de la costa venezolana, sobre la base de /aJ
fuentes del siglo XVI, como mtmto pueda deducirse de los datos suminis-
trados acerca de los AchaguaJ por cronistaJ misioneros del siglo XV!ll.
Las áreaJ culturales de Venezuela, base indispensable para el estudio de
las c11ltura.r antig11aJ, deben reconstr11il'se sobre aquella ficción de coetanei-
dad. Por eso hemos tit11lado s11 estudio "AreaJ C11lt11rales de Venezuela Pre-
hispánicd'. Los datos utilizados para trazarlas abarcan los siglos XVI, XVII,
XVlll.
La solución q11e damoJ al problema mencionado 110 alcanza, desde lt1e-
go, sino a V enewela. Durante la retmión de antropólogoJ e hiJtoriadores
realizada en La Habana en enero de 19.53, convocada por el Instituto
Panamericano de Geografía e Historia, para redactar Jos f1111damentos del
Programa de Historia de Américt1 para la emeñanza 1111iversitaria, Je acordó
Ja denominación general de Período Indígena para la etapa anterior a Ja lle-
gada de los e11ropeos a América. Queda así obviarla la diferencia de 11omen-
clat11ra entre loJ divenos países, p11eJ en algunos se habla de época preco-
lombina, mientfaJ en .México Je acostumbra decir, con buenas razones, pre-
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INTRODUCOO~
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ESTUDIOS DE ETNOLOCIA ANTIGUA DE VENEZUELA
al respecto ) 1erá el and/nis de las f11enlt1 hutóricas, en unión con /01 res11/-
1ado1 arq11eológicos, )' a veces sirvie11do como base para ellos, quien nos
conJ11ua .: conc/11sio11e1 sobre la porción del área circwncaribe que a V ene-
zuel11 corresponde.
Ei obno, por todo lo a11/e11or, que 110 nos b.1samos aq11í en materiale1
t1rq11eol6gicos. Sólo utilizamos lm f11entes históric<IS. Citamos a los escritores
de los siglos pasados ) act11al con expre1a mención en cada oportunidad y
110 p.1ra tomar sus opiniones como similares a lo que nos puedan informar
10
INTRODUCCION
la1 fuentes, sino para mostrar la m,mera como ellos las han interpretado.
Consideramos que precist1menle, 11no de los defectos de los trabajos apare-
cidos en el "Handbook of So111h American Jndians", relat1t•os a Venezuela,
ha sido el empleo, sin discriminación cronológica alg11na, de Jos más diver-
1os datos a11tig11os y mode111os. Lo mi1mo se citan Rivero o G111nilla que
111110,.es del fJ1•csente siglo, 110 siempl'e dignos de la consideración de a11tori-
d.:des. Pero no se /rata sol.1111e11/e del grado de fe que hap de concedérse-
les. El problema está en q11e éstos, en muchas ocasiones, no han posc:ido co-
71, cimii •1tos científicos, ni han sabido cómo realizar investigaciones de cam-
les de fines del período colonial. las q11e podrían recomlmirse p.ira media-
dos del siglo pasado, después de los grande< traslados prot·oc,;J r por las
contiendas de la bzdepende11ci(1, y las áreas cu/J11rales acl11ales. Si se han
conserrado en la misma zona rasgos cuya hi rtoria pueda remontane a tiem-
pos prehisp1í11icos, es meslió11 sólo dilucidable después de realizar todos
aquellos esl11dios, o de analizar mono;¡ráficamente ciertos caracteres.
Los se1Ít1lmnientos anteriores dem11eslran cómo las monografías aquí in-
c/11idas posew unidad de sentido. Como ;a indicamos, no son sino alg1111a1
de l11s preparadas bajo el signo comrín de la necesidad de a11a/tz,1r las
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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INTRODUCOON
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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"Príseme en el estado de una d11da 11niversal
sobre cuanto se había p11blicado en Ja
materia . .. "
fuan Bautista Muñoz.
"Historia del Nuevo Mundo".
AREAS CULTURALES DE
VENEZUELA PREHISPANICA
Por falta de estudios sistemáticos escritos en Venezuela, a los cuales
puedan acudir los especialistas en diversas ciencias sociales, estos reprodu-
cen con frecuencia antiguas clasificaciones de la población prehispánica ya
superadas por diversos estudios, los cuales nos permiten entender con cla-
ridad las semejanzas y diferencias de nuestros antiguos indígenas.
En ocasiones, quienes escriben fuera del campo de la Etnología, lejos
de consultar a los especialistas, se dan a la peregrina tarea de inventar sus
propias clasificaciones, basadas en media docena de lecturas dispersas y en
autores de las más disímiles épocas y escuelas. A veces ocurre algo peor:
prescinden algunos de toda sistematización, se acogen a general.izaciones que
no realizaban ya los misioneros del siglo xvm y despachan en dos párra-
fos cualquier aspecto substancial de la vida indígena prehispánica. Véase, por
ejempio, cómo un economista, al comienzo de unas Notas de Economía
Colonial Venezolana, trata el tema: "El indio --escribe-, ser indolente por
lo común, sin conocimientos avanzados de agricultura en la mayoría de la
extensión de los terrenos conquistados, poco progreso había de ofrecer en
sus trabajos de laboreo y de allí cómo ese sello de pereza y de ignorancia
aborigen fue el que caracterizó la realidad agrícola de la etapa inicial de Ja
colonización". Como puede verse, el criterio clasificatorio es nada menos que
el de la "pereza del indio". Y naturalmente queda implícita la igualdad de
los métodos productivos, la colocación en una sola etapa histórica de los in·
digenas. Pero el autor en el párrafo siguiente realiza una distinción, qui-
zá alarmado por su propia generalización y continúa: "Hay que diferenciar
este cuadro de la agricultura en manos del aborigen, cuando se entra en con-
sideración de las diversas porciones del territorio que se estudia, y el cual,
en cada sitio está en relación directa con la zona de que se trata. Ese atraso
agrícola será más pronunciado cuando se considera dentro de las zonas po·
biadas por las diversas tribus caribes, conquistadoras y guerreras, o en las zo-
nas de las tribus desplazadas, como la de los aruacos; pero al estudiar el pano-
rama agrícola del indio de las montañas occidentales, hasta donde no llegó
el caribe conquistador y guerrero, el panorama de la agricultura era mucho
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ESTUDIOS OH ETNOLOGJA ANTIGUA DE VENEZUELA
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Realiza algunas apreciaciones para delimitar aquellas ideas, así: "El ré-
gimen económico de las tribus más avanzadas era probablemente un comu-
nismo semejante al de la monarquía peruana ... " "Obsérvese, con todo, que
en algunas cosas, por ejemplo en medicina general, los 'piaches' indios ape-
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.AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
nas eran inferiores a los médicos españoles de la Conquista, y aun ::. veces les
eran superiores ... " Y establece después sus dudas sobre una posible clasifi-
cación para la época cuando escribía, en 1906: "La antropología y sociología
venezolanas están en mantillas, y más que aventurado sería formular ya con-
clusiones científicas sobre la población que encontraron los españoles ... "
Añade Gil Fortoul cortas observaciones cuyo contenido resulta de acuerdo
con los estudios especializados hechos en años posteriores a la redacción de
su obra: "En lo que atañe a la presente Histo,.ia -señalaba- adviértase que
los indios de la región occidental no ignoraban por completo la civilización
que florecía a lo largo de los Andes, la cual venía infiltrándose, siquiera len-
tamente, por las montañas de Mérida y Trujilto hasta la entrada de los
Llanos; y es más que verosímil que la infiltración se estuviese efectuando
también por el Mar de las Antillas, pues durante los siglos de la civiliza-
ción centroamericana, indios de estas tierras han podido hacer viajes ocasio-
nales por agua, en distintas épocas, a las costas de los corianos, caracas y
cumanagotos ... " ( 4) ·
Entre los especialistas en algunas rama~ de las ciencias antropológicas,
han debido ocuparse, naturalmente, de la clasificación lingüística quienes han
realizado estudios de esa índole. Pero no los mencionaremos por interesarnos
aquí, para fines etnológicos, especialmente las clasificaciones de índole cul-
tural.
Lisandro Alvarado, en sus Datos Etnográficos de Ven<J7.11ela, no
adoptó más clasificación que Ja tribal y se adhirió a la distinción de tipo
geográfico establecida por Humboldt, entre "indios monteses" e "indios
llaneros". El libro de Alvarado, dividido según aspectos culturales, resulta
de indudable utilidad, pues reúne 1ruchos materiales de las fuentes históri-
cas, pero con la limitación implícita en la clasificación tribal. Resulta así una
especie de enciclopedia en la cual se encuentran con facilidad datos sobre
"agricultura", o "quioquenmodingos" o "geofagia", o "poliandria", como
titula algunos de sus capítulos, pero señalados, no por regiones culturales,
sino por tribus, sin referencias a ubicación etnológica alguna, ni dentro del
territorio venezolano, ni en América.
Entre los etnólogos o historiadores que a principios de siglo trabajaron
con mucha atingencia en Jos Andes venezolanos, destácase por su preocupa-
ción en el estudio de las clasificaciones de los aborígenes, Julio C. Salas.
(4) .-Gil Fortoul: 1942. Capítulo I.
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ESTUDIOS DE llTNOLOCIA ANTIGUA DE VENEZUELA
dos y destruir las provisiones para evitar su aprovechamiento por los inva-
sores. Como en la costa venezolana se encontraron grupos guerreros, de filia-
ción Caribe y otros, Arawacos, como Jos Caquetíos, quienes, por el contra-
rio, eran mansos y amigables, desde el primer momento quedó establecida Ja
diferencia que habría de convertirse, andando el tiempo, en base de una cla-
sificación de aspiraciones científicas. En realidad no todos los Caribes eran
igualmente aguerridos ni todos los Arawacos apacibles.
(6) .-Gumilla: 1791; II, 1924. Caulfn: 193~. 230. Bueno: 1933, 84. Gumilla
escribía de los Caberres: "Síguesc la nación Caberre, copiosa en pueblos y gentío y
valientes, tanto que las armadas caribes siempre han llevado con ellos el peor partido.
Gente no sólo bárbara sino también brutal, cuya vianda ordinaria es carne humana de
los enemigos que buscan y persiguen, no tanto para avivar la guerra, cuanto para apa-
gar su hambre. Llegan los Caberrcs poblando el Orinoco y tierras occidentales de él,
hasta la boca del río .Aciari ... "
(7) .-Bueno: 1933, 90. Ramos Pérez: 1946, 203.
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AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PJlEHISPANJCA
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Con los ejemplos citados basta para demostrar cómo con la simple cla-
sificación de "pacíficos" y "belicosos" nada se adelanta, nada se expresa so-
bre las características más substanciales de los pueblos. Los de una misma fi-
liación lingüística; los emparentados culturalmente por diversos rasgos o com-
plejos; los habitantes de un mismo territorio; los que han tenido trayectorias
semejantes en la historia, pueden convertirse de pronto de pacíficos en gue-
rreros, o viceversa, de acuerdo con circunstancias de vecindad, de rivalida-
des, de necesidad de la defensa o de la adquisición de tierras o brazos para
el trabajo u otras circunstancias.
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ARF.AS CliLTURALES DE VENEZUI:LA PREHlSPANICA
los Palikur tienen sibs patrilineales exógamas y "mitades". Entre los Apa-
lai, Wapishana y Yecuana hay exogamia local y residencia patrilocal. La
herencia y sucesión de los jefes son patrilineales.
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ESTUDIOS D,E ETXOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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nibJlismo como medio de venganza, hacían flautas con Jos huesos largos de
sus víctimas y guardaban las cabezas como trofeos temporales. Los cautivos
se incorporaban a la tribu y no eran, como entre los Tupis, invariablemente
sacrificados y comidos.
Entre l.lS actividades recreati,·as, según Steward, se destacan las compe-
tencias de carreras. juegos de pelota y muchas danzas, especialmente las imi-
tadoras de .inim.llcs. Se encuentran numerosos instrumentos musicales (trom-
petas de arcilla y bambú, tambores de fricción con las conchas de tortugas,
tambores de troncos y tambores de pie) .
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AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
sa, "al este de los Andes los Betoi, Achagua y otras tribus del Oriente de
Colombia poseen caracteres de la Selva Tropical". Cree que rasgos andinos
alcanzaron a toda la zona pero algunos especialmente llegaron hasta tribus
de Colombia y Venezuela, a las que denomina subandinas, para distinguir-
las de las otras en la clasificación general de Circumcaribes. .Las que poseen
los caracteres de esa área cultural en la costa noreste de Venezuela cree que
llegarían a tenerla por la superposición de elementos andinos sobre antiguos
caracteres propios de Ja Selva Tropical y de las Indias Occidentales.
( 19) . -Steward: 1948. Este autor realizó una agrupación que no coincide con
la presentada por Hernández de Alba, quien agrupó en sus notas sobre los Achaguas,
en el Hcmdbook of South American Indians, a los Píritus, de la Costa, con Jos Acha-
guas, a pesar de la enorme distancia geográfica que los separaba y de su diversa fi.
liación lingüística. Tratamos sobce ello en nota bibliográfica publicada en el Boletín
de Antropología Americana, en 1950: Acosta Saignes: 1950 a.
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.ESTUDIOS DE l!TNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
les, con especial predominio del sol y la luna. Las estrellas se nombran fre·
cuentemente. Hay evidencias ocasionales de un culto del jaguar. Hubo preo·
cupaci6n especial por la muerte, manifiesta en las prácticas funerarias. Los
ancestros o fantasmas se nombran comúnmente entre Jos espíritus envueltos
en creencias religiosas. El entierro en urnas se practicaba en toda la zona y
con excepción de las Antillas, por todas partes aparecen montículos fune·
rarios.
En la cultura material, resume el autor así los caracteres comunes a la
zona: agricultura extensiva, con caza y pesca de importancia secundaria.
1:i mujer cultivaba, pero en ciertos lugares lo hacían los hombres. La yu-
ca amarga tenía distribución limitada. Su extensión por la zona parece ha-
ber ocurrido, según el autor, en tiempos postcolombinos. Para la caza y pes·
ca se usaban redes, anzuelos, arpones, dardos, hachuelas de piedra y arco
y flecha. Se usó la flecha envenenada con tóxicos de origen animal, en con-
traste con los venenos vegetales usados por todas partes en América del
Sur. Los rasgos tecnológicos más importantes eran: el tejido de algodón do-
méstico, con ornamentación pintada; cestería; cerámica desarrollada, con de·
cornción plástica, incisa y aplicada, antropomórfica y zoom(>rfica. Hubo ce-
rámica trípode. En la zona Circumcaribe existieron las canoas mon6xilas y
los viajes acuáticos más desarrollados de Sudamérica. Objetos de oro se en-
contraban por todas partes, pero la metalurgia sólo se había desarrollado en
Colombia y Panamá. Otro rasgo general habría sido la presencia de calabazas
(taparas, guajes, mates) decoradas, usadas como recipientes. Elfo a pesar de
que el rasgo tiende a mostrar una correlación negativa con Ja existencia de
cerámica elaborada.
Existía Ja deformación craneal, de tipo frontal o fronto-occipital y se
usaban adornos en la nariz y las orejas, pero no en los labios. Los ornamen-
tos se hacían de oro, piedra, concha y otros materiales. Para la preparación
de alimentos, los utensilios más comunes eran metates de piedra (piedra de
moler), morteros, envases de cerámica y barbacoas. En el ajuar doméstico
figuraban taburetes de piedra y madera. En toda Ja zona se usaba Ja cama
de plataforma, pero en las tierras bajas había sido reemplazada por Ja ha-
maca. En diversos lugares se usaban ambas.
Entre las actividades recreativas y estéticas se contaban el consumo de
chicha, coca, tabaco, juegos de pelota. Se tocaban tambores de piel, trompe·
tas de concha, flautas de pan, maracas, etc.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Cazabe.
Bebidas alcohólicas de maíz y yuca
o cazabe.
Cerámica simple Completábansc Jos recipientes nece-
rios con el uso de calabazas (tapa-
ras).
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ESTUDIOS DE ETNOLOGL\ ANTIGUA Oll VENEZUELA
Tocados de plumas.
Joyas de oro plra adorno de Nejas,
narices, labios, cuello y miembrcs.
Gr.i.:1des fiestas con bebidas akohóli·
cas
Danzas colectivas.
Venganz.-s, especialmente durante
las fiestas. Entre los Caribes de Guarapiche de-
bía vengar al asesinado su pariente
m.ís cercano.
Ob~quios abundante a huéspedes.
Comercio escaso. El más importante, de sal, pescado
y hayo. Este cambiábase por joyas,
maíz y esclavos. En Guanta, obte-
nfan "águilas de oro" de los Lla-
nos. En Cumaná obtenían para co-
m<.:rciar sal de Araya y Guarana-
che.
Canoas.
Instrumentos de piedra, hueso, y
conchas.
[nstrumenb >s musicales de madera,
hue~os, caña; tambores, fotutos, flau-
tas.
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ESTUDIOS DE ETNOLO(;IA ANTIGUA DE VENEZUELA
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AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
engordar a las futuras víctimas del canibalismo ritual, pero tal vez deba ver-
se la castración como ligada más bien a las prácticas homosexuales. Las mu·
jeres de los jefes se designaban por sus provincias de origen. (21)
Poseían los Guarinos arsenales y almacenes para provisiones, bajo la
vigilancia personal del Cacique. Este usaba como vaso la calota de los pri·
sioneros descuartizados. Se practicaba el sacrificio de corazones al estilo del
Perú, pues usaban comerse toda la "asadura", con la boca embijada.
Cuando moría un principal, los huesos se guardaban, colgados en un
cesto denominado cataure.
En la guerra usaban hondas. El tocado de algunos personajes era de la
cubierta de los Cachicamos (armadillo).
Los altos túmulos desde donde se voceaban las órdenes de los Caciques,
eran fabricados de tierra, a mano.
(21) .-Ver el trabajo titulado "El Canibalismo de Jos Caribes", en este mismo
volumen.
ESTUDIOS DE lffNOLOClA ANTIGUA DE VENEZUELA
hacia el Sur. y mucho más meridionales están los Achaguas. Mientras los
Cnquctíos puecen tener mayor desarrollo cultural hacia la Costa y perder
importancü hacia el Sur, pues según los cronistas estos cultivaban poco,
en tanto los costeños Jlegnban a usar riego, los Achaguas, por el contrario,
nplrccen en p!eno des;:rrollo hacia el Sur, en el territorio denominado Airico
y pierden muchos de sus caracteres hacia el Norte, si como Jahn suponía,
debe~ considerarse i<lénticos los Axaguas del Estado Lara con los habitan-
tes de las regiones del Gua\iare.
De acuerdo con lo anterior, en realidad deben considerarse tres sub-
:íreas entre los Araw.1cos Occidentales: Caquetíos, Caquetíos escasamente
culti,·adores y Achagu:is. En el futuro habrá que seii.dar algunas distincio-
nes in.is en esa extensa área, pues en toda la zona convivían pueblos de filia-
ción nr:lwac:t '"<'n -•ros de tipo lingüístico betoye. (22)
Ya en 1949 consideramos como un área especial la de los Jirajaras. Al-
tr·mos auto....., b~.>ldos especialmente en los datos lingüísticos de Oram.is,
quien había considcr:ldo un grupo Jirajara-Ayamán.G.iyón-Axagua como de
filiación arawaca, se ha inclinado a ver en el o~cidcnte una sola zona cultu-
ral de los Caquetíos con esos otros pueblos. Pero Kirchhoff ha demostrado
que los Gayones deben desglosarse culturalmente, p:ua inn rporarlos a Jos
recolectores y cazadores de los Llanos, en su estudio publicado en el Hand-
book of So111h Amt',.fra11 lndians, sobre ese pueblo. Aunquc pensamos con
Julio Febres Corder• i, que los Jira jaras y Ayam:ín son lingüísticam~nte dife-
rentes a los Axagrni\ preferimos por el momento mantener a los tres en una
unidad cultural, difrn.:nte de la de sus vecinos Otquetíos.
Una modific1ción indispensable a las áreas que propusimos en 1949 •
es la de señalar la inclusión caril::e de Jos Cipas, Chip.tS o Ciparicotos, ro-
deados de Caquetíos, como una prolongación hacia Occidente, la cual que-
dó aislada por razones desconocidas, de la Costa Caribe.
Aunque Steward agrupa entre sus "Tribus del Occidente del Lago de
M:u.1caibo" a los Chakés y Guajiros, nosotros hemos considerado como dos
zonas diferentes a los Guajiros de la porción venezolana de la península y a
la que denoi:;:n.ir:i ,, área de los Caribes del 0-:cidcntc de Venezuel.i, al Sur
del Lago. Ello se debe a que, como hemos realizado nuestra agrupación so-
bre las blSC• de l.: . fuentes históricas. sol:tr.'.rn :e tor:11mos en cuenta los da-
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AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PR.EHISPANICA
l1grict1!/11ra
Andenes ( catafós)
'Estanques ( quimpués)
Sistemas de riego
Silos subterráneos
Cultivo de yuca dulce (sin yuca amarga) ; papa, ruba, michiruy y muchas
otras plantas desconocidas en el resto de Venezuela. Es dudoso el antiguo
cultivo del cacao.
Domesticación de Animales
l 11d1utrias
Urao
Chimó
Mantas, "mantellinas", vestidos de algodón.
Esteras y productos de fique.
Trabajo especial de piedras ( ncfrita, serpentina).
Alfileres (topo) de macana.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Comercio
T ran.rporte
Guerra
Vivienda
Vestido y adtrezo
Trajes de algodón.
Alfileres (topo) de macana.
Vestidos de red.
Mantas.
Turb:mtes de hojas.
Chagualas de hueso.
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Prehispan/ca
Costa Ca!'ibe !/ CiparicoloS': <) ..'•'
I
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1
4ra wacos Occidenfa/es: () •
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Area J/raJara-4;¡amaa:
i?ecolecloNs 'J Pescadores
() \•.'
Occidenlales-: + ...... ...
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<?aribes OcC1d~11/a/e~: () '
Area Olomaca: () ,..
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G'vat1ana Yene~olana:
Recol~foreS", C:JzacloPes fl
Pescadores-:
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AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
Organización Social
Residencia matrilocal de los noYios antes del matrimonio.
Escogeocia de jefes entre los principales sacerdotes.
Religión y creencias
Templos.
S.icrifiáos humanos.
Ofrendas de ovillos de hilo, cuernos de vemdo y granos de cacao ( ?)
Organización Sacerdotal, sobre la cual no poseemos datos explicativos.
Rico atado de sacerdotes.
Veneración del murciélago.
El Venado, dios de la guerra.
El Pauj í, símbolo de m1ndo
Veneración de las cumbres.
Vcneración de las lagunas.
Creencia en la "picada de arco" y otras relativas al arco iris.
Creencia en la migración anual de los zamuros a las montañas 'andinas.
Frmebria
Entierros en cue,·as ( mintoyes).
Momificación.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Murdock señala que el maíz llamado por los Otomacos onona y por
los españoles "maíz de dos meses", no se encontraba sino en su región, por
lo cual habría podido ser un producto de prolongada estabilidad allí. Sin
embargo, Andagoya, en su famosa relación, decía de las comarca5 de Po-
payán: "Todo su mantenimiento principal es el vino que del maíz hacen en
aquella tierra, que es de un maíz que llaman miorocho, menudito y muy
duro que se coge a dos meses después de sembrado ... " ¿Debe buscarse el
origen del maíz de dos meses hacia el Sur? Toda esta cuestión corresponde
a los botánicos, pero si se lograsen datos científicos al respecto, podrían tal
vez indicarnos mucho sobre el posible origen de los Otomacos.
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AREAS CULTURAi.ES DE VENEZUELA PREHISPANICA
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ESTUDIOS DI! ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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AREAS CULTURALES DE VENEZUELA PREHISPANICA
ORIGEN DE UN GENTILICIO
Existen, para Erland Nordenskiold, al Oriente de la América del Sur,
"manifestaciones esporádicas de elementos de cultura que parecen ser reli-
quias de las más antiguas inmigraciones de la América del Norte". Entre
quienes los poseen menciona a los Sirionos, Botocudos y Macos. (1) .Al-
fre<l Métraux escribe que los términos Macu y Tapuya son designación co-
lecti\'a para cualesquiera indios salvajes. (2) Si acudimos a algunas fuentes
históricas, en busca de aclaraciones sobre ese gentilicio Maco o Makú, ha-
llamos en Alcedo y Herrera lo siguiente: "Macos.-Nación b.írbara de In-
dios del Nuevo Reino de Granada, en las montañas y bosques de Fosca. Con-
fina con la <le los Guapis al Poniente, de los cuales la divide el río Papa-
mene ... " y el padre Bueno refiere: ..Los Macos son parecidos a los Maqui-
ritarcs en la desnudez, carniceros, peleadores e inconstantes en los pueblos"
y atribuye a la costumbre que practicaban de ausentarse de donde había falle-
cido uno de ellos, para no volver al sitio, la gran dispersión que permitía
encontrarlos "por todas partes". (3)
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ESTUDIOS DE ETNOLOG!A ANTIGUA DE VENEZUELA
Pero como la palabra "Macu" aparece más de una vez en el índice ge-
neral de Murdock, veamos qué otras informaciones logramos. Al referirse
al grupo Auake escribe: "Consiste de cuatro tribus, los Auake, Caliana,
Maku y .Maracana. Sus lenguas, hasta donde se conocen, son independientes
entre sí y no relacionadas con otros grupos conocidos. Son nómadas selvá-
ticos que no practican agricultura". Y al referirse a los Salivas, informa:
"Este grupo comprende los Ature, Macu, Piaroa y Saliva, quienes componen
el grupo lingüístico independiente Saliva. Aunque viven en el río Orino-
( 4) .-Métraux: 1946.
(5) .-Codazzi: 1940: JI, 46. Humboldt: 1941: III, 302.
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MACOS E ITOTOS
co y explotan sus recursos, también cultivan maíz, yuca dulce y ají". Toda-
vía aparecen los Macos en el utilísimo "Esquema" de Murdock, cuando
trata de los Puinave: "Este grupo --explica - consiste de tribus emparen-
tadas, del grupo lingüístico Puinave. Se las conoce colectivamente con el
nombre de Puinave, Guaipuoave o Macrí (nombre también aplicado a otras
varias tribus). Subsisten por la caza, pesca y recolección y cultivan el suelo
sólo cuando han sido influidos por vecinos Arawakos". ( 6)
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MACOS E ITOTOS
somos gente. Todos los demás son esclavos nuestros". El mundo estaba Po-
blado para los Caribes sólo de Carin:í -ellos mismos- e Hotos, los que
podían ser cautivados. Tal vez no considerarían !tolos a los Otonucos y
Caberres, que tantas pérdidas les causaban durante sus incursiones. Los Oto-
macos se jactaban de que ellos no Podían ser sc..metidos por los depredado-
res del Orinoco. Según Carvajal "Llaman los Caribes a los indios que ma-
tan //otos y van en su busca y a la caza de ellos como nosotros a la de ve-
nados ... " En cada región resultaban con el gentilicio !tolo aquellos gru·
pos en los cuales hacían constantemente prisioneros los Caribes. Así, en Oc·
cidente, los Ciparicotos, quienes vivían rodeados Por Caquetíos, no designa·
ban a todos estos como !tolos, sino solamente a un grupo, aquel donde se-
guramente podían obtener cautivos. Los habitantes de Caboruto (Cabruta)
se denominaban a sí mismos ltotor, precisamente porque eran víctimas cons-
tantes de los ataques caribes. (12)
Así como hubo muy diversos grupos denominados Maco1 por los Acha-
guas, existieron otros llamados !tolos por los Caribes. En ambos casos, inde-
pendientemente de la lengua o de otros rasgos culturales, el .nombre se ori·
Oriente venezolano. Ese nombre se conserva todavía en algunas regiones. Castellanos
se refería a él, en los dominios del cacique Guaigotó, así:
''Los huesos de sus frutas no son flacos
~ustentos, sino recios, sanos, buenos.
Entre estos macos uno fue notable.
,itrandísimo, hermoso y admirable.
Debajo cuyos r:i.mos extendidos
en tiempo de calor acontecía
estar trescientos hombres recogidos
con caballos y >:ente que servía,
todos cómodamente divididos
(12) .-Carvajal: 1892, 14. Gumilla: 1791; I, 11. Federmann habla en el relato
de ~u primer viaje de uno, llolos, vecinos de los Ciparicot<>s . .Arcaya, en sus ,omen-
tarios, opina que estos serían los Jirajaras de Nirgua. No lo creemos. Nos inclina·
mos a pemar que mis bien se trataría de algún grupo de Caquetíos mansos, donde
los Ciparicotos ~e proveerían de esclavos. Es poco probable que los Jirajaras hubiesen
podido ser sometidos fácilmente, a juzgar por Ja belicosidad de que dieron tan
abundantes pruebas durante la Conquista. El nombre de I101os, como el de Macos, ve-
nía a convertirse en gentilicio de pueblos apacibles, fácilmente dominables. Resulta
ron~ruente ron lo que la mayor parte de las fuente1 históricas nos muestran respecto
a ello, la mención de Castellanos acerca de unos 110101 a quienes .Antonio de Herrera
encontró en el Orinoco, lejos de su residencia, que dijeron ser de Cabruta. Sometidos
por los Caribes, ellos mismos 'le denominaron [tolos. En cambio, contradice la condi·
ción general que e~ atribuible a los /10101 otra referencia de Castellanos a 111 misma
expedición de Herrera, según la cual habría encontrado cerca del río Caranaca otros
/lotos fieros, que pretendían tomar vivos a los españoles para sacrificarlos. Castella-
nos 18~0, 102, 10;.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
El término ltoto, que preferían los Can bes para designar genéricamen-
te a quienes podían ser por ellos fácilmente vencidos, no pasó al uso caste-
llano Los cronistas usaron más bien el de Poito, que coincide, como hemos
visto, con el de Maco. Caulín, por ejemplo, escribe de los compañeros de
Ortal: "En virtud de las licencias de tener por esclavos a los indios com-
prados de otros que lícitamente los tenían por tales, y cogidos en guerra
justa, se aplicaron a este comercio, comprando los Poitos a los Caciques y
vendiéndolos a los mercaderes de Cubagua ... " (14)
( H) . -Es posible que entre las tribus de .Achaguas la designación de Ma<o1 pa-
ra algunos grupos, pudiese nacer de conflictos catre los danes, como ocurre moderna-
mente eo la Guajira. Los danes vencidos son íntegramente esclavizados.
( 14) .--Caulín: 1935, 269, 352. Se encuentran varias grafías de la palabra Poito .
.Así la escriben Caulín y G1l1i. En su estudio del Hafldbook of SotJlh Amtrirmt ¡,,.
diafls, Gillm adopta la forma Ptilo. En Fcrnández de Oviedo se encuentra Pretc,. Esta
palabra, que le dió Navarrete, fue usada después por éste con Ja forma Prn101. Fer-
n.indez de Oviedo da juoto a ella otra, J.foa1ú, que no hemos hallado ea ninguna otra
fuente. Nos referimos al ori.i:en de cierta porción de Fcro.indez de Ov1edo inspirada
en las informaciones de Navarrete.
(l~) .-Gilii: 1782, II, 357.
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MACOS E ITOTOS
LA ESCLAVITUD EN EL ORINOCO
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MACOS E ITOTOS
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA A.'°"TIGUA DE VENEZUELA
de Macos a todos los demás". Tal vez estos proveerían también a los Acha-
gulS del Airico, quienes indudablemente utilizaban Macos, pues cuando el
Cacique Chacuamare, Caribe, decidió hacer las paces con ciertos grupos
Achaguas, les obsequió ,·arios esclavos. (22)
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MACOS E ITOTOS
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ESTUDIOS DE IT:-.'OLOGIA ANTIGt.:A DE VENEZUELA
como J\facoJ, les cortaban el pelo en forma tal, que era posible distinguir
r.ípidamcnte su condición. Según dice les llamaban "pretos o moavis", deno·
minación que no se encuentra en ningún otro autor, salvo la palabra "pres·
tos" que se encuentra en la Rel.1ción de Rodrigo de Navarrete. (28)
!.os Caribes de la costa venezoLma regalaban a los visitantes de impor·
tancia escLl\'OS. Cualquier otro indígena esclavo era considerado por ellos
como servidor. Ello dificultó Ja convivencia cuando los misioneros estable·
cieron pueblos en el litoral de Oriente. (29).
Es import.lnte mencionar las noticias acerca de la esclavitud entre los
Guarinos o Palenques, habitantes de los llanos y del Unare. En ellos apa·
rece 11 inici:ición de la esclavitud en form.1 que recuerda los pueblos ar:iwa-
cos, aunque ellos eran de filiación caribe. Los señores poseían territorios re-
servados para la caza y fagunas de pesquería. Cualquiera que entrase all( sin
permiso era ajust1l1ado. Los h1¡os y las mujeres pas:iban a ser esclavos del
Cacique. También esclavizaban a la mujer y los hijos del Capitán de la
guardia personal del jefe, en caso de faltas graves. Como el Cacique de los
Guarinos era transportado en andas, es posible fuese llevado por esda·
\OS. (30)
Según Ja información del padre Carvajal, los Otomacos habrían culti·
vado ampliamente la escla'>itud. Además habrían obtenido cautivos de liti·
gios por tierras, semejantes a los que conocemos de los Guarinos. Se refiere
a ello cuando trata sobre cierto cacique Ta,·acare, a quien toparon cuando
descendía la expedición de Ochogavia por el Apure y de quien Carvajal
cuenta que era Otomaco. (31)
68
III
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ESTUDIOS, DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
70
MACOS E ITOTOS
cía Caulín que inventaban mil calumnias, pues "les estorbamos la libertad
de sus comercios ilícitos, la extracción de los muchos esclavos que roban
a Dios y a nuestro Rey Católico y Ja desaforada vida que traen entre aque-
llos miserables indios ... " (36)
Como ocurre en todos los episodios de conquistas de pueblos débiles,
en realidad, los invasores se repartían por una parte las esferas de influen-
cia y por otra procuraban hacerse mutuamente todo el daño posible. Los
españoles no cesaron nunca, en realidad, de esclavizar a los indígenas, a pe-
sar de las quejas que lanzaban contra los holandeses. Según cuenta el padre
Rivero, todavía en 1667 se realizaban entradas para apresar Macos. en ese
año; el Capitán Juan López Picón penetró en el Airico y cautivó más de
140 indios Achaguas. (37).
Como ocurre en todas las guerras, entre conquistadores, en realidad los
intereses comerciales se sobreponían a las rivalidades y muchos, entre los
más encarnizados enemigos de los holandeses, comerciaban con ellos secre-
tamente, en especial en el ramo de la quina. (38)
La documentación relativa a la famosa expedición de Iturriaga, com-
prueba una larga serie de maniobras que los españoles trataban de realizar,
en perjuicio de sus rivales holandeses, mientras los acusaban precisamente
de proceder en forma parecida. Como veremos, les consideraban especial-
mente culpables de soliviantar a los Caribes. Pero a su vez . los acusadores
trataban de lograr que los negros huidos a Jos esclavistas holandeses e inter-
nados en las selvas de Guayana atacaran a sus antiguos amos.
Iturriaga recibía a fines de 1753 instrucciones desde Madrid en las
cuales se le fijaban los procedimientos que a juicio de la Corona resultaban
preferibles. "Aunque las doce Cortes -se le explicaba- no han juzgado
convenientemente atacarlos -a los holandeses y franceses de Guayana-
{36) .-Caulín cuenta que un cierto Adriano, holandés, hizo correr la voz de que
los españoles se proponían encerrar a los Caribes, con el pretexto de algún oficio reli-
p;ioso, para masacrarlos. Lo cierto es que en ocasiones obraron con tal saña que justi·
ficaba las sospechas. Fray Matías Ruiz Blanco refiere lo siguiente: "En otra ocasión
hicieron lo mismo con los Caribes de Amana, que estaban de paz y les administraban
los bastimentes y noticias de los movimientos del enemigo francés, a quien Jos Chai-
mas dieron entrada por el río Guarapiche, para despoblar el lugar de S. Carlos, que
no despoblaron, sino los mismos españoles; y para retirarse quitaron la vida a los po-
bres Caribes, entrando en sus casas de paz y con dolo ... "
(37) .-Rivero: 1883, 29.
(38) .-Ramos Pérez: 1946, 163.
71
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA A.~TICUA DE VENEZUELA
72
MACOS E ITOTOS
conformidad que a los negros los venden y emplean en sus plantajes y ha-
ciendas". En otra parte de su informe, el autor aclaraba que quienes cauti-
vaban a otros indios para trasladarlos a los holandeses, eran los Cari-
bes. (41)
También los Aruacas servían a los holandeses como proveedores de es-
clavos. Como ya hemos visto, en tiempos prehispánicos solían apresar a los
Caribes, a quienes incorporaban a sus tribus. Posteriormente aprendieron a
realizar incursiones para cautivar jóvenes, tal como también comenzaron a
hacerlo, para beneficio de los holandeses, los Caribes. Al principio, los tra-
tos habían sido para cambiar las mercaderías que los holandeses, ingleses y
franceses ofrecían, a cambio de onoto (achiote) y el famoso "aceite de
maría". ( 42)
Los ingleses establecieron estrechas relaciones con los Arawacos y los
portugueses con los Marabitanos y Guaipunabis y Jos holandeses con los
Caribes y Maquiritaris. Todos estos se dedicaron a la caza de escl.i.vos para
venderlos a sus relacionados. Pero no solamente se transformó el antiguo
régimen de los Poitos y Macos entre pueblos de filiación caribe y arawaca,
sino que, cosa sorprendente en la historia de la transculturación de las for-
mas sociales, los propios Guahibos y Chiricoas, recolectores y cazadores nó-
madas, comenzaron a atacar a los moradores pacíficos del alto Orinoco, pa-
ra acudir también a la concurrencia de la mercadería humana. Cassani decía
de los Salivas: "Esta bien extendida nación de los Salivas, es de gente de
buena disposición. . . No son esforzados en Ja guerra y así los dominaban,
mejor diremos, los tiranizaban, los Caribes, y aun los Chiricoas sus vecinos,
que los vencían y hurtaban muchos ... " Rivero informaba que los Chiricoas
y Guahibos apresaban también a los Achaguas del Airico, para cambiarlos
por quiripa, universal moneda de las regiones orinoquenses. En otras ocasio-
nes exigían hachas y machetes a cambio de sus prisioneros. ( 43)
En la época de Raleigh parece que los españoles podfan obtener de los
Caribes un niño a cambio de tres hachas. En tiempos de Gumilla había su-
bido el valor de la mercancía humana, pues los Caribes rt:cibían de los ho-
73
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
hndeses, por cada /Joto que entregaban, "una caja con llave y en ella diez
h.1cha.'. diez cu,·hillos, diez mazos de abalorios, una pieza de platil: 1 para su
guayuco, un espejo para pintarse la cara a su uso y unas tijeras para redon-
dear su melena y a m.ís una escc peta y pólvora y babs, un frasco de aguar-
diente y menudencia, como son agujas, alfileres, anzuelos, etc.". Natural-
mente, Jos Caribes actuaban como buenos comerciantes, porque cuando ob·
tenían P' •r compra // •/01, en otr• •S puebl· lS inJígen.l~. paga1'.1n solamente un
hacha, un machete y alguna baratija por cada individuo. ( 44)
Parece que a los únicos pueblos que los Caribes nunc ! pudieron some-
ter fue a los Otomacos y a los Caberres. Sin embargo, cuando los Guaipuna-
bis, codiciosos de los artícul11s que poJí.i.n obtener de los eur..peos, -..: lanza-
ron al asalto de los pobladores pacíficos, resultaron tan fieros guerreros que
llegaron a esclavizar a los Caberres, que durante mucho tiempo se habían
74
MACOS E ITOTOS
75
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
que hasta los mestizos de los llanos realizaban entradas en el siglo xvm,
p:ira proveerse de esclavos. "Apenas había mestizos en estos Llanos --escri-
be el padre Ri\'ero-- por pobre que fuese, que no se sin·iese de Macos
A.-haguas y se consideraban mis ricos los que tenían mayor númtro de
ellos". ( 49)
( 49) .-Alvarado: 1935, 381. Caulín: 1935, 381. R1vero: 1883, 31.
(50) --Quien dese.: conocer Lis v:as fluv1:tles y terrestres que utilizaban los Ú·
ribes y 1:1> regiones por donde trafi,aban, puede C• •nsultar Alvarado: 1945, 55, 556.
Caulín: 1935. Ramos Pérez: 1946, 145, 274, 340, 38·1, 393.
76
EL AIRICO
En las fuentes históricas que se refieren a la región de Casanare y del
Orinoco medio, hillanse numerosas menciones sobre ciertos pueblos que
aparecen curiosamente asociados en prolongadas extensiones geográficas.
Ocurre así con algunos de filiación lingüística arawaca, como los Achaguas
y Caquetíos, a quienes hallamos frecuentemente en la vecindad de Betoyes
y Jirajaras. No creemos que se trate de un simple azar geográfico. Sabemos
que tanto en el Viejo Mundo como en América, han existido grupos huma·
nos de lenguas diferentes a quienes ciertas circunstancias históricas han uni-
do, no sólo para la vida sedentaria, sino para la realización de largas pere-
grinaciones. Ejemplo de ello encontramos en Ja zona mesoamericana. En
Venezuela y Colombia tenemos, sin duda, un conjunto de p!Jeblos, entre
quienes se cuentan los nombrados, que por razones aún desconocidas apare-
cen juntos. El examen de su situación geográfica y algunas otras noticias, po-
dría resultar útil para investigación de la historia conjunta que, sin duda,
han vivido durante algún tiempo. ( 1)
79
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTICUA DE VENEZUELA
"Este región llamada Ayrico (Airico), estaba limitada por los ríos Guaya-
bero y Guaviare por el Sur, el Uva o Vua por el N roeste, los ríos M:tnaca-
cías y Vichada por el Norte y por las vcrticntc5 de h Cordillera Oriental de
los Andes a~ Oeste. Hoy abarca casi toda la pro\·inci.i de Mell en Colombia.
Un gran número de río., y arroyos b cruz1 de Oeste a Este, entre los cuales
se cuentan el Duda. e br1 Gucj1r, Cu:lUMIO, s. v. ente, Pororio y Ariarí.
El último, que corre por e centro de la región, es el más importante". (2)
80
MAPADE LA
PROVINCIA
Y :vIISSIO.\JES
DE. LA
COMPA~IA DE IffS
DEL
NUEVO REYNO
DE
GRANADA
Por: José Gumilla
E.:,..""·a'éJ 2 2 4 6 <;1-ado>
:?Juan de
• los Llanos
Sobre la ub!c~ción Jel Airico, nos informa el propio autor: "Es Barragua
una serranía y monte grande. . . Por sus faldas corre el río Orinoco ...
Tiene a la otra banda, como a medio día de camino, un río muy caudaloso
llamado Uva. . " Gumilla nos dice: ' De h parte orient.11 de dichas alturas
baja el Ariari, recogiendo ríos y arroyos hasta los llanos de S. Juan; y acau-
dalando siempre mis agua atraviesa el Aym:o (quiere decir selva grande)
y entra, finalmente, en el Orinoco ... " Y Cassani, a propósito de una en-
trada, comenta: "Desde aquel día quedó por territorio de nuestras misiones
de los Llanos, en que ya estábamos, todo el río Meta y Bichada y todo el
inmenso campo, hasta el nacimiento del río Orinoco; y en su corriente, has·
ta el río Caura: el Ayrico cst:,,h.: en c~te s ;~lo, con que sin ofensión, y cum·
pliendo nosotros con la obligación de habernos encargado de su cultivo, en·
trábamos bien a fa labor; y o ·mo confinaba con los Salivas, no se de,sampara·
bao éstos ... "
81
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Todo lo anterior deja muy claramente expresado que existieron dos re-
giones a las cuales se les dio el nombre de Airico: una habitada por Acha-
guas y otra por Betoyes y Jirajaras. Aquella quedaba situada en las regiones
del Gu:iviare, mientras la segunda, el Airico de Macaguane, ocupaba el te-
rritorio mesopotámico del Uribante y el Sacare. En cuanto al gentilicio Ai-
rico, fue empleado para los Betoyes y sus parientes lingüísticos de la zona o
solamente para éstos, cuando se designaba a los Betoyes con su propio nom·
bre. Conviene advertir que Hernández de Alba, en el Handbook of South
American Indians no sólo omitió el nombre de Airico en relación con los
Achaguas, sino que confundió el habitat de los Betoyes, a quienes describe,
pues los hace residir en el Airico "limitado por el Guayabero y el río Gua-
viare", cuando en esta zona habitaron los Achaguas. Los Betoyes a quienes
se refiere etnográficamente, son Jos ubicados por las descripciones de las
fuentes en las regiones del Sacare.
( 5) -Cassani: 17.fl, 106, 214, 227. Gumilla: 1791; I, 201-2, Rivero: 1883,
113, 339, 340, 342, 345.
82
EL AIRICO
83
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Diversos autores han notado la relación entre los Jirajaras y los Caque-
tíos. Jahn se refirió a la posibilidad de que la región del río Caquetá, en
Colombia, hubiese sido el habitat original de los Caquetíos y recuerda que
para algunos autores, como Uricocchea, resulta indudable, desde el punto
de \'ÍSta de la antropología füi.:a, que gentes del tipo Caquetío prC(.dieron
en las altiplanicies andinas a los Chibchas.
Tulio Febres Cordero había escrito, antes de Jahn: "Sorprende \'Cr que
Caquetíos y Jirajaras aparecen como vecinos y aliados en Coro, Barquisime-
to, los Andes, en el Sarare y el Apure, y que los primeros llegaron hasta
Tunjuelo, cerca de Bogotá. Caquetíos y Jirajaras suben por el flanco me-
ridional de la Cordillera venezolana hasta las más altas cumbres, entrando
por los ,·alles de sus principales ríos en Trujillo, Mérida y Táchira. Y aun
(6) .-Cassani 1741, 231, 212, 24~. 2n. Febres Cordero 1946, 101. Gumilla:
1791; I, 267-8. Oramas: 1916, 12. Resulta útil advertir aquí que en aquel amplísimo
territorio denominado Airico, donde habitaban especialmente pueblos Achaguas, los
hubo, sin duda, pero en grupos C$<;ólSOS, de otras filiaciones. Gdii (III. 107) señala
uno de Caribes, denominados C4m•nfri o Ci'1iínní, al que llama "Caribe del Airico" .
.Menciona, ademis, un grupo Bctore, que desde luego podría tener relación con los
del Airico de Macaguane, pero cuya filiación exacta hacía dudar al misionero. (Gilii:
III, 106·7). Alcedo y Herrera, en su artículo Atriros, se rdicre, no a los Achaguas,
sino a los Betoyes. Dice: Airicos. Nación de indios que habita en los llanos de Casa-
nare y Meta, del Nuevo Reino de Granada, al Levante de las montañas de Bogotá, en
las inmediaciones del río Ele. Es numerosa y temida de todas l.is demh por su va-
lor y destreza en el manejo de las armas. Tiene el mismo nombre, con la advocación
de S. Francisco Xavier un pueblo de las Misiones que tenían ali! los Regulares de la
extin¡;uida Compañí:t, fundado el año 1602 por c:l P. Antonio de Monteverde, con
al¡;unos de estos indios, que redujo a la fe católica". Sobre los .Anibalis informaba:
"Nación bárbara de indios, descendientes de los 13etoyes, en los Llanos de Casanare y
Meta .....
84
EL AlRICO
(7) .-Jahn: 1927, 209, 214, 215, 300. Febres Cordero: 1921, 28, 29, 37, 39.
Antolínez: 1946. 84.
85
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
línez, en cambio, basado en la gran extensión que los Arawacos parecen ha-
ber ocupado en Vene;ueh, ha pem.,do que los J1rajaras y los Timoto-Cuicas,
se habrían sobrepuesto, en los Andes, a una antigua capa arawaca. (8)
(8) .-Febres Cordero: 1921, 39. Sobre la extensión de los Achaguas escribla
el padre Rivero: "La nación Achagua ha sido de las m.ís numerosas y dóciles de cuan-
tas pueblan esas comarcas. Empciaba a extenderse esta nación desde muy cerca de Ba-
rin1s hasta S. Juan de los llanos, y desde allí hasta Popayán, sin que se les haya
descubierto términos hasta ahora ... "
86
EL AIRICO
clero, pero en realidad no hay datos arqueológicos que muestren una decaden-
cia y un renacimiento caquetío, ni que indiquen una continuidad Jirajara en
algún momento. Además, la verdad es que los grupos Caquetíos del Sur,
en la región del Apure, aparecen menos desarrollados que los de las zonas
de Coro, diferencia que podría tener muchos significados y no simpl~mente
el de que hubiesen sido separados por una invasión Jirajara. La arqueología
deberá decirnos si en realidad hubo una capa continua de éstos, alguna vez,
en el Occidente y si, caso de haber sido así, se trató de una invasión sobre
Caquetíos.
Julio C. Salas pensó que los Achaguas, culturalmente, habían sido afi-
nes de los Chibchas. "Parece que los Chibchas --escribía- no hayan teni-
do otros representantes en Venezuela que los Achaguas en el Apure; se nota
entre unos y otros cierta igualdad de costumbres y religión, con un tipo étni-
co semejante ... " Las semejanzas culturales entre unos y otros nos presen-
tan, aparte de la asociación geográfica de los Caquetíos y Jirajaras, la pre-
gunta de las relaciones que en cierto momento existían entre pueblos de fi-
liación lingüística chibcha y los Arawacos. En realidad éstos aparecen relacio-
na~:los con muchos otros pueblos, en los territorios de Colombia y Venezuela:
con los Caribes en el Orinoco y en la Costa Occidental venezolana; con los
Salivas, de filiación lingüística l!-islada, en el Airico; con recolectores, caza-
dores y pescadores, en los Llanos. Ello podría explicarse con e1 pensamiento,
que muchos autores comparten, sobre la base de conocimientos arqueológi-
cos, de que los Achaguas y Caquetíos hubiesen sido en el momento del des-
cubrimiento, representantes de la antigua capa arawaca que parece haber cu-
bierto gran parte del territorio sudamericano en forma continua, en alguna
época todavía no bien fijada.
87
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Una cita de Febres Cordero puede servirnos como resumen de las rela-
ciones geográficas entre Caquetíos, Achaguas y Jirajaras: "Los Caquetíos, es-
tablecidos en el Guaviare, el Ariari, el Meta, el Apure y parte de los J..lanos,
contaban 23 poblaciones y más de 40.000 habitantes, según Restrepo Tirado.
88
EL AIRICO
Los Jirajaras, según este mismo autor, tenían pueblos a orillas del Guaviare
y el Orinoco ... " Como hemos visto, los Achaguas aparecen también en
aquellas regiones. (9)
Resumamos lo expuesto así: Pueblos de filiación Chibcha -Jirajaras
y Betoyes- aparecen geográficamente relacionados en territorios de Vene-
zuela y Colombia, desde el Guaviare hasta la costa de Falcón, con otros
de filiación Arawaca -Achaguas y Caquetíos-. Como algunos autores han
notado rasgos chibchas entre los Achaguas podría pensarse en una antigua
asociación. No aparecen homogéneamente desarrollados los Caquetíos y los
Achaguas. Aparte las diferencias entre ellos existentes, los Caquetíos presen-
tan en realidad dos grupos: los más adelantados, en las costas de Coro y
otros, de escasa agricultura, al Sur. Por. su parte, los Achaguas parecen dismi-
nuir en importancia cultural a medida que sus grupos se alejan del Airico
hacia el Norte. Ignoramos cómo se extenderían los pueblos Jirajaras sobre el
territorio Yenezolano. Sus relaciones con Achaguas y Caquetíos en el siglo
XVI podrían significar un largo período de vecindad, o simplemente una
superposición sobre pueblos pacíficos como eran éstos. No sería imposible
que se hubiesen producido en algún momento migraciones conjuntas de gru-
pos de.filiación chibcha junto con otros de tipo lingüístico arawaco.
Comparaciones detenidas entre los pueblos nombrados y con otros de las
áreas Circumcaribe y Andina y exploraciones arqueológicas deteni~as en el
occidente y sur de Venezuela, así ·como en el oriente de Colombia, podrán
informarnos sobre los problemas aquí planteados.
(9) .-Carvajal: 1648, 169, 221. Febres Cordero: 1921, 37. Febres Cordero:
1946, 9. Jahn: 1927, 223. Marcano: 1889, 3. Salas: 1908, 12, 132. Simón: 1882; 1,
178. Tolosa: 1950.
89
•
RASGOS CULTURALES
MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
A11tosacrificio de sangre.
93
ESTUDIOS DE ETNOLOGL\ ANTIGUA DE VENEZUELA
94
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
Bueno dice de los Otomacos: "En los partos de las mujeres se pasan
la lengua los maridos con una puya de raya y escupen la sangre a la criatu-
ra y, no estando el marido en casa, lo practica la mujer ... " Eran precisamen-
te los Otomacos quienes practicaban más asiduamente los sacrificios de san-
gre: para los partos, para dedicarse al trabajo, para entrar en guerra, para
jugar a Ja pelota y en general en toda ocasión en que la comunidad realizase
algún esfuerzo especial que hubiese de ser propiciado con ritos de induda-
ble vaJor. Bueno escribe en su diario: "Hoy 28 tuvieron estos indios un
juego de pelota, desafiados con los Otomacos de Cunaviche: duró desde la
(5) .-Caulín: 1935, 238. Gilii: 1782, II, 96. Rivero: 1885, ;48.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
El i\fotep11lizo
Porción singular del complejo del autosaaificio de sangre era el rito de-
nominado entre los Aztecas de Motepulizo. En la página XXX del Códice
Borbónico aparecen ciertos penitentes que, según la interpretación de Paso y
Troncoso, acababan de realizar el Motepul1zo. Desde Tenochtitlán podemos
seguirlo, en la descripción de \'ariados autores, hasta las regiones del Orino-
co. Motolinía nos cuenta de b Mixteca: ''En Tehuac.ín, Teutlitin y en
Cozcatlán. . . Los Tlamacazques, o papas mancebos, hacían una cosa de
las extrañas y crueles del mundo: que cortaban y hendían entre cuero y car-
ne, y hacían tan grande abertura que pasaban por allí una soga tan gruesa
como el brazo por la muñeca y en largor según la de\'oción del penitente;
unas eran de diez brazas, otras de quince y otras de veinte ... Estos que ha-
cían esta locura y desatinado sacrificio eran mancebos por casar y no era ma-
ravilla que desmayasen, pues se sabe que la circuncisión es el mayor dolor
que puede haber en el mundo ... " Landa lo anota en Yucatán: "Otras ve-
ces hacían un sucio y penoso sacrificio, juntándose en el templo los que lo
hacían y puestos en rengla se hacían sendos agujeros en los miembros viri-
les, al soslayo, por el lado, y hechos pasaban la mayor cantidad de hilo que
podían, quedando así todos ensartados ... " De Nicaragua nos suministran
información Fernindcz de Oviedo y Gómara. Aquel decía: "Se sa..:rifican
y sajan con unas navajuelas de pedernal agudas las lenguas y orejas y el
miembro o verga generativa . . e hinchen de sangre aquel maíz y después
rep.írtenlo de manera que alcance a todos, por poco que les quepa, y c6-
menlo por cosa muy bendita ... " Y Gómara cuenta: "Da una palmada al
(6) .-Castellanos: 1850, 200. Bueno: 193~. 73, 140. Gilii: 1782; JI, 96.
(7) -Bueno: 1933, 73.
96
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
97
F.STUDIOS DE ETNOlOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
otra suya y abrazando con ellas al enfermo que estaba recumbente y de es-
paldas, cortó el hilo de su prepucio y llenó de cuajarones de sangre suya pe-
chos y estómlgo del enfermo, y bajándose Je hizo una fucación por el cuer-
po todo, hablando en el idioml suro . . Luego le comenzó a babear el
cuerpo todo y a rociarlo con otras yerbas ... " ( 8)
El j11ego de pelota
(!1) -Motolinía: 1911, )8. unda: 1938, 12·f Gómara: 1932; JI, 221. Mártir:
1914, )62. Rda,·1ones Históricas y Gco~ráfia.s de Amfrica Central'. 1908, 89. Carvajal:
1892, n 1. No podemos deiar de mencionar que según Carvajal los "Guamonteyes" ,
para t·xpresar 'u contento con los españoles, decían "que estaban ya buenos sus co-
razones con los blancos" Se trata de la misma expresión que los Mayas han usado pa-
ra s~ludar. ~e lue~o. no qu~eml's ni siquiera sugerir la presencia de un rasgo
maya m los Llanos. Simplemente mostramos la extraordmaria coincidencia. Debemos
también recordar aquí que los Salivas acostumbraban Ja circuncisión, ceremonia sin du-
da c111p:irentaJ1 con la de la curación descrita Loeb ( 1923, 12) indica que se encon·
traN umbiin la circuncisión entre los Caribes y advierte su parentesco con el sacrifi·
cío humano. Cree que amba~ manifestaciones llegaron a los Caribes desde América Cen·
tral. Sobre las \Írtudes de la sangre. piensa que la creencia vino también de M~xico
:il Orinoco ( J.oeb: 192>. n). Sobre la circuncisión entre los Salivas escnbe Gum1-
lla: "Los Salivas . • . al octavo día circuncidab:in a sus párvulos sin exceptuar a las
niñas, no cortando. sino lastimándolos con una san.~rienta transfixión de que sollan
morir al¡;uno~ de uno y oteo sexo . . . "
98
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
más bien que al Sur, y que, según Ja idea de Krickeberg, fueron los Arawa-
cos quienes introdujeron y difundieron el juego con pelotas de caucho que
no deben tocarse con las manos y que se devuelven con la cabeza, el hom-
bro, la cadera o el pie. (9)
Tanlo la presencia del sacrificio de sangre como el juego de pelota
y especialmente ambos elementos unidos, junto a otras características de los
Otomacos, hacen pensar en Mesoamérica. Como hemos visto, el autosacri-
ficio sangriento no era exclusivo de ellos en el Orinoco. En cambio, el jue-
go de pelota no se practicaba allí por otros.
(9) .-Sobre el juego de pelota entre los Otomacos, véase Rosenblat: 1936,
28~.Acerca de la distribución del juego de pelota en .América, consúltese Stern: 1948.
Hay una referencia en Krickeberg: 1946, 224.
99
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
oeste de la Serranía de Mey y de las cabeceras del río Caura, junto a los
Maquiritares, habitaban los Matos-Matos, "de barba y cerebro artificiosa·
mente prolongado en su tierna infancia". Quienes fuesen estos Matos-Matos,
no lo sabemos. Es posible que tal grupo haya sido conocido por algún otro
gentilicio. Por ahora no podemos identificarlos y la única cita hallada por
nosotros en las fuentes históricas respecto de ellos es la de Caulín. Pero
todavfa encontramos, cerca de Ja desembocadura del Orinoco, en un pue-
blo que parece haber sido de Arawacos, el uso de la barba como símbolo
de jefatura y de importancia ceremonial. Del pueblo de Aruacay nos dice
Fernindez de Oviedo: "Aruacay, en el que había nueve caciques principa-
les, y uno maror que todos que se llamaba Naricagua, el cual mandaba a
todos y era obedecido, porque era piache o sacerdote mayor. Este solo te-
nía barbas en la cara entre toda aquella gente ... " ( 1O)
( 10). Cassani: 1741, 86. Mártir: 19·1·1, 597. Gómara: 1932; I, 187. las Ca-
sas: 1909, 638. Gumilla: 1791; r. 70. 120. Caulín: 1935, 233. Fernández de Oviedo:
1852; II. 220. Torquemada (1943; Il, 48) escribe de Quetzalcóatl: "Dicen de él que
cm hombre blanco, crecido de cuerpo, ancha Ja frente, Jos ojos grandes, los cabellos
largos y negros, la barba grande y redonda ... " Según Gómara, en Cartagcna se encon.
traban al¡;;unos barbados ( 1932; I, 167). Robledo menciona en la Provincia de Arma
"uno viejoso, unas barbas canas, que otro nunca se vió en aquellas provincias ... "
Alcedo, en su Diccionario, informa sobre Jos llamados barbudos: "Nación bárbara
de indios que habitan en los bosques, al S. del río Marañón y al E. del Guallaga ... "
100
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN I:L ORINOCO
101
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
102
RASGOS CULTURALfS MESOAMF.RICANOS EN EL ORINOCO
guno en ellas, o sobre desafío, por la primera 'ez que vencía se pintaba un
brnzo, la segunda los pechos, la tercera echaba una raya desde el extremo
del ojo a la oreja, y éste era su blasón y nobleza ... " En lo cual se encuen·
tra sin duda el mismo tipo de distinción recordado por Sahagún. ( 13)
AJllllO.
Bien concx:1da es la abundancia del ª>uno en la región mesoamericana,
pr~icticado en multitud de ocasiones como señal de reverencia a diversos
dioses. Fern:índez de O\ iedo comenta en general: "Acostumbraban los in·
dios de aquella tierra, algunos días antes que vayan a la guerra, o cuando
han de sacrificar o hacer alguna cosa Je Lis que aquellos tienen por de mu·
cha importancia, :t}'Unar ciertos días .1 rc:o continuado y con mucha dieta y
todo el día entero, sin comer ni beber cosa alguna; y cuando hacen colación
es muy poca cosa y una mazamorra ques como unas poleadas o puchecilla o
atalvina, poco espesa y de poca sustancia ... " Respecto de la costa venezo-
lana, ya Vespucio e~nbía: "T:imbién usan mucha dieta, que están tres días
sin comer, y el sacarse s:ingre, pero no del brazo, sino de los muslos, las ca-
<leus y las pantorrill1s .. . " Pedro Mártir señaló, por los múltiples informes
que lé habían suministrado sobre la costa caribe de Venezueb, cómo cuan-
do ocurrÍJn eclipses solían ayunar, así como en otras circunstancias, y Ruiz
Bl.inco refiere <le los Caribes del río Guarapiche: "A los capitanes y caudi-
llos de e~ta nación los eligen con unas ceremonias crueles y raras. A los pre-
tensores los hacen primero ayunar al_!,tUnos <lías, luego les dan a beber una
totuma grande <le pimientos desleídos .. " Estas ceremonias de ayuno se en-
cuentra en la mayor pute de los grupos Caribes del Orinoco. .Algunos de
ellos realizaban prolongado ayuno después de dar muerte a alguien. En las
Relaciones de los Capuchinos de Aragón se lee· "El homicida ª>'Una del
modo referido cinco o seis meses. PasJ<lo este tiempo lo engabnan y aliñan
a su modo, le lavan todo el cuerpo y con unas na\J.jitas muy sutiles le sajan
brazos, espalda, pecho y piernas. . . ( 14)
i\lai 11ah11itl
103
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
.'ifontímlos.
Entre los elementos culturales que se encuentran en el Orinoco o en la
Cost•l Caribe de Venezuela, y que parecen emparentados con otros seme-
jantes de Mesoamérica, mencionaremos los túmulos. Fernández de Oviedo
dice de Nicaragua que "en cada plaza est¡ un montón alto --de tierra-
defante de fa puerta de los templos principales, redondo y ~ncirna agudo,
como un montón de trigo o tierras amontonadas y encima está una piedra,
y tiene el montón unos escaloncillos cavados en la misma tierra para su-
bir h:ista la punta . Llámase lesmil. . " Entre los Guarinos o Palenques
de Venezuela, de fililción caribe, construíanse montículos, según la infor-
mación de Ju:in de Castellanos:
( 1~) .-Kridd>crg: 19·16, 11.f. Bueno: 19H, 62. Gumilla: 1791; I, 202.
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RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
sos lugares. Las fuentes históricas nos informan que los Betoyes de Casana-
re acostumbran levantar uno después de haber sepultado los cuerpos. (16)
El dios Unípede
Fernando Ortiz, en su trabajo El Huracán, ha señalado Ja existencia
en las Antillas, Guayanas y Venezuela, del dios Unípede que él considera
en cierto modo representación del Huracán y el cual tuvo su máxima elabo-
ración en el Tezcatlipoca de los Aztecas. Schuler había escrito: "Ese culto
a Huracán como dios de la tormenta y, por consiguiente, ser o espíritu ma-
ligno, no se halla circunscrito a las grandes y pequeñas Antillas, sino que lo
encontramos, además, aunque en forma un tanto modificada o diferenciada,
también entre los indios de filiación Caribe-Aruac de la Tierra Firme, esto
es, Venezuela, Guayana, la cuenca del río Amazonas y más al Sur toda-
vía ... " Y añadía sobre Mesoamérica: "De este mismo subsuelo mitológico
emana fuera de toda cuestión el ente Huracán, al cual, según el Popo!
Vuh, Jos indios Quiché de Guatemala ... clamaban ... (17)
Otros elementos
Entre los Caribes de Venezuela practicábanse dos ceremonias de paren-
tesco indudable con otras mesoamericanas. El flechamiento de los prisione-
ros vivos, llamado Tlacacaliliztli, por los Aztecas, se halla entre los Caribes.
También puede señalarse, sin duda, un procedimiento semejante al llamado
por los cronistas de México, "sacrificio gladiatorio". Consistía en semejar
un combate con el prisionero atado, a quien se le permitía hacer su defensa
sin desatarse y con una frágil imitación de macana. Ambos caracteres se en-
cuentran ampliamente distribuidos en América del Sur.
Los elementos anteriores no cabe duda que están relacionados con sus
similares mesoamericanos. Antes de hacer algunas consideraciones generales,
deseamos señalar otros de dudosa extensión o significación, que aparecen en
las fuentes históricas. Su enumeración puede ser útil, pues tal vez puedan en-
contrarse en el futuro explicaciones cabales sobre su significado y aclararse
la exacta ubicación de los que aparecen inciertos.
( 16) .- Es preciso notar que el montículo al cual se refiere aquí Castellanos re-
sulta diferente, por su función, a los montículos conocidos de los Arawacos, y los
cuales tienen una gran extensión en América. Sin embargo, dada la arawaquización
que parecen presentar los Palenques, no se puede expresar ninguna idea precisa sobre
ello.
(17) .---Ortiz: 1947, 98, 99, 410, 411.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA .ANTIGUA DE VENEZUELA
106
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORJNOCO
(l8) .-Acosta Saignes: 1950. Métraux: 1949. Motolinfa: 1941, 60. Rosenblat:
1936, 281. Sahagún dice que el verdadero significado de Tlacatecólotl es brujo, ni-
gromántico. Gilii: 1782; II, 53. Tamayo: 1943. Humboldt: 1942; II, 207. Kirchhoff:
1943.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
Guerras para conseg1Ji1· víctimas que sacrificar. -Son muy numerosas las
menciones de las fuentes sobre la práctica muy extendida entre
los Caribes. Precisamente guerreaban en busca de víctimas. Sus
ataques periódicos para practicar sacrificios parecen inclusive con-
servarse todavía, entre los Motilones.
109
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
(19) .-Sahagún (1946; J, 273): "Us.ib3n hacer votos a los ídolos Por la
vida del sol, por vida de nuestra señora la tierra, que no har~ falta en lo que tengo
dicho, y para mayor seguridad, como esta tierra ... " Rivero ( 1883, 7): "No es uni·
forme en todo el modo que tienen para pintuse. Lo que les parece más gala es imi·
ta1 de arriba a abajo un cuerpo al cual hubieran despojado de su piel y Jo consiguen
cargándole la mano a la chica y untando todo su cuerpo con un color rojo sangriento
que causa horror . .. "
111
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
113
ESTUDIOS Dll ETNOLOCIA ANTIGUA DE VENEZUELA
Aquel período común, del cual surgirían las m.is altas culturas ameri-
canas, ha Yenido siendo llamado, en los últimos años, por algunos investiga-
dores, como Armillas, "período formatiyo" Strong cree posible asegurar
-a pesar de los Yacíos geográficos y cronológicos aun existentes- que
los dos grandes imperios prehi~pánicos "crecieron de un simple modelo de
cultura formatin y se descm·oh-ieron de manera aparentemente sincrónica
hastJ. su final destino común ... " ( 24)
Otros autores han señalado relaciones entre algunas porciones del área
Circumcaribe y otras regiones. Gower duda que se puedan señalar influen-
cias centroamericanas en las Antillas. Según cree, en cambio, aparecen muy
nun crosamente en el suroeste de los Estados Unidos. (26)
114
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORlNOCO
sión del conocimiento de Ja tumbaga hasta la Florida, está ligada a una mi-
gración arawaca y caribe de origen antillano. (27)
¿Cuál de aquellas maneras de ver el problema de la extensión de los
rasgos culturales en América puede explicamos mejor la presencia de los
caracteres mesoamericanos señalados en el Orinoco? Desde luego, nada nos
autoriza para asegurar que se trata de "rasgos mesoamericanos". Según las
teorías expuestas podrían serlo, pero podrían ser también rasgos suramerica-
nos aportados al Norte; o rasgos Chibchas, distribuidos en todos sentidos,
según Ja idea de Jijón y Caamaño; o antiguos rasgos de una población
más o menos uniforme en cierto momento, de la cual se formaron las altas
culturas; o caracteres distribuidos especialmente por los Arawacos, nacidos
a veces entre ellos, a veces entre otros pueblos.
Podemos, sin embargo, examinar más ceñidamente el problema, para
aceptar o no aquellas maneras de interpretación. En primer lugar, recorde-
mos cómo los rasgos comunes a Mesoamérica y el Orinoco los encontramos
entre los Otomacos y Guamos (juego de pelota de estílo mesoamericano,
autosacrificio de sangre relacionado con él, uso de barbas, posible distinción
<le los guerreros por aderezos en el cabello); Caribes (Complejo de Tlacaxi-
peualiztli, embijamiento del pelo, dios Unípede, fabricación de montículos
de tierra, macuahuitl rudimentario, ayunos); Salivas (circuncisión); Ca-
quetíos ( autosacrificio de sangre con traspaso de la lengua c~n púa de raya) ;
Maipures, (aberres y Aba.nis (desprendimiento de la porción periférica de
la oreja); Guamooteyes ( ?) ( motepulizo).
Sobre la lengua de los Otomacos, que compartían con los Taparitas,
aunque tenían muchos rasgos culturales en común con los Guamos, no exis-
te acuerdo definitivo. Rosenblat, en su estudio lingüístico sugirió la posibi-
lidad de algún parentesco fundamental con los idiomas arawacos. Sin embar-
go, como en los vocabularios examinados aparecen muchos elementos de
otras lenguas, Rosenblat no expresaba más que una hipótesis, en espera de
otros estudios no realizados todavía. Quizá se debería pensar en lenguas
mesoamericanas para un estudio ulterior, pues la cultura de este pueblo parece
estar relacionada preferentemente con aquella región. Todos los investiga-
dores han estado de acuerdo, a través del tiempo, en que los Otomacos pa-
recían gente de otros lugares. Humboldt creyó que habrían representado un
grupo emparentado con los Omaguas y que posiblemente vendrían de las
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ESTUDIOS DE ETNOLOGl.A ANTIGUA DE VENEZUELA
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RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORfNO<.:O
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
un ser humano llevando en las espaldas a otro de forma animal o humana. Son re-
miniscencias de las figuras demoníacas que hasta hoy llevan a cuestas los médicos
Chocós en las ceremonias de sus embrujos. Algunas figuras de esta misma clase se
ef!cuentran en Centro América, Colombia, Ecuador, Amazonas (aun de huesos) y
T1ahuanaco ... " Este señalamiento adquiere nuevo significado si recordamos que
los Chocós han sido clasificados lingüísticamente por Rivet como Caribes. ¿Se
trata de que conseryan todavía sus médicos una antigua costumbre propia que se
desarrolló en los s1t1os nombrados por NordenskiO!d, o fue que de algunos de
ello~ se tomó por los Chocós?
(31) .-Walter Dupouy, en una nota sobre "La teoría de la H" escribe:
"Por sus características y ubicación geográfica Venezuela parece haber 'sido una
suerte de "encrucijada", para el paso de las lnfluencias culturales de las culturas
centroamericanas, . antillanas y sudamericanas, según las evidencias arqueológicas
que se han venido hallando y estudiando sistemáticamente". Ver Cruxent: 1951.
118
RASGOS CULTURALES MESOAMERICANOS EN EL ORINOCO
rentes. ¿Han sido realizadas por Arawacos, por Caribes o por grupos de
otra filiación lingüística? La mayor parte de los autores venezolanos se
han inclinado a considerar en forma harto simplista el problema de las
migraciones de los Caribes y Arawacos, mejor dicho, no las han consi-
derado como problema sino como cuestión enteramente resuelta. Se ha-
bla de la invasión caribe que sometió a la antigua población arawaca, co-
mo si ésta no hubiese resistido en absoluto, como si no se hubies<'n produ-
cido flujos y reflujos de vencedores y vencidos que es, a nuestro juicio, lo
que ha de haber sucedido.
119
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
tante recordar cómo los Caberres, de filiación arawaca, fueron los más
fieros opositores de los Caribes, a quienes vencieron en numerosas ocasio-
nes. Se diría que, aceptando como carácter principal de los Caribes su
acometividad, su ímpetu bélico, ciertos grupos de otra filiación resulta-
ron caribizados, como Jos citados Caberres y los Guaipunabis. En cambio,
sabemos que otros grupos, de filiación Caribe, aparecen como fuertemen-
te arawaquizados, como los Guarinos o Palenques de los Llanos.
120
EL MAREMARE
BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
El Maremare es un baile folklórico acerca del cual han escrito nume-
rosos autores. La noticia que de él se da en el Album XV de la Biblioteca
del Congreso, de Washington, es muy breve. "Es -se escribe- un can-
to de los indios Caribes, pre\'aleciente entre todas las tribus de esta gran
familia primitiva". Sí sólo fuese así, tal baile no tendría la importancia
que se le da en el oriente y sur de Venezuela. En la breve información
que precede a su letra y coreografía, suministrada por el Servicio de In-
vestigaciones Folklóricas de Caracas, se lee: 'El Marcmare es una danza
indígena que todavía se ejecuta por los indios guaraúnos del Territorio
Delta Amacuro. Se ha popularizado por todo el Oriente, y, en los últimos
años, en el Centro. En él se advierten variados elementos, ín~orporados
de acuerdo con el lugar donde se ha realizado la asimilación". Ambas no-
ticias nos permiten afirmar que es danza folklóríca del Oriente de la Re-
pública y que se practica entre los Caribes y Guaraúnos. (1)
En su trabajo Ceremonias Fhzebres del Estado A11zoáteg11i1 Oramas
informa que lo bailan los Caribes de los Estados Monagas y Anzoátegui
residentes en Aragua de Barcelona, El Palmar, Santa Ana, San Joaquín,
Chamariapa, El Pao, Pariaguán, Santa Clara, El Tigre, Tabare, Arío
y otros. Y Marc de Cívrieux lo ha visto en Santa Clara, Guasey, Guanipa,
Tabarú y Caño Grande, en la costa del Orínoco, cerca de Moitaco. Juan
Liscano ha tomado grabaciones en Cantaura, y Miguel Cardona en el Del-
ta del Orinoco. Vera Izquierdo tomó apuntes sobre él en el Estado Bo-
lívar, en localidades del Orinoco. Se baila también en la Grac Saba-
na. (2)
124
EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
"El negro, aquí está este Negro, el buen indio conversando con sinceridad.
Aquí estoy, buen indio; yo soy buen indio.
De aquel criollo, de aquel buen amigo de nosotros, del criollo,
quería ser amigo desde hace tiempo.
Tú eres un buen caballero; tú has sido bueno con nosotros, buen caballero.
128
.Utt8Ü'o8 del .l!aremare. Indígenas ele la .llesa ele Guc111ipa. Coleccit11
fotográf ira ele Juan Liscano.
EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
"?-fa.remare se murió
en el camino de Angostura.
Yo no lo vide morir
pero ví su sepultura" .
El intento se habría justificado si hubiese esa única versión del lugar
donde murió Maremare. Para De Lima se trató de otro nombre del cacique
Cayaurima, a quienes los conquistadores persiguieron precisamente "en el
camino de Angostura". ¿Pero cómo coordinar tal sentido con la copla que
sigue en las versiones orientales?
··Maremare se murió
camino de Cumaná;
yo no lo vide morí
pero ví la zamurá··
(18) .-Vera Izquierdo: 1952. Montolieu, citado por Alvarado: 1945, 158.
132
EL MAREMARE 1 BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
También existe en la versión de Otero Silva una copla que expresa una
situación sin duda indígena:
(19) .-Oramas (1949) escribe que después de bailar "la llora", ceremonia pa-
ra desenlutarse, "los demás hacen 'estir a los desenlutados con nuevas ropas, adornar-
se y pintarse, quienes aparecen brindando a todos para Juego acrecentar Ja alegría con
Ja fiesta del Maremare, que para ellos constituye la más atrayente diversión". Si exis-
te allí "la IJora", no es difícil que, como sugiere la versión de Carreño, haya ahora o
haya habic.lo la danza de º'Las 'furas", Ja cual en Occidente aparece tambifo ligada a
"la llora". En nuestro trabajo '"Las Turas" no hemos tratado es~ relación.
133
ESTUDIOS DE ETNOLOGV. ANTIGUA DE VENEZUELA
134
EL MAREMARE, BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
A nadie puede extrañar una danza del jaguar entre los pueblos america-
nos. No sólo existió en la región amazónica, sino que la hubo entre los
pueblos de alta cultura. Entre los Bororos occidentales es personaje central de
ella la representación de un cazador, quien se adorna con dientes y garras de
tigre y se supone que es poseído por el espíritu del animal. las mujeres toman
parte en la danza, lamentando la muerte del jaguar ( 22). Entre. los Chirigua-
nos y Chahancos celébrase una fiesta en Ja cual se representa un jaguar perse-
guido· por perros. Las chiquillas de la tribu remedan ladridos y le obligan,
persiguiéndole, a subir a un árbol. Los Abipones creían en hombres-jaguares
y entre los Caribes se creía que los piaches podían transformarse en tigres du-
rante la noche. (23)
Todavía existe entre los Huastecos una danza del jaguar, a quien no se
puede nombrar m.ís que por semejanza, pues su nombre real sería demasiado
peligroso. Esta danza no es sino uno de los restos de la antigua importan-
cia del jaguar en Mesoamérica. Recordemos solamente a los Caballeros Ti-
gres, rivales de los Caballeros Aguilas. (24)
Ahora bien: ¿Por qué tal importancia concedida al jaguar? ¿Por qué
pensaban los pueblos del Orinoco que los piaches podían convertirse por la
(21) .-Utilizamos la traducción del trozo usada por Rosenblat (1936). Gilii:
JJ, 281.
(22) .-Funk and Wagnals: 1950. Steward (1948), dice a propósito de la zona
Circumcaribe, dentro de la cual se encuentra tanto Jos Caribes a quienes nos referimos,
como los Otomacos: "Thcrc is ocasional evidcncc of a jaguar cult both in religious
practices and in art motifs ... "
( 23) .-Funk and Wagnals: 1950. Artículo "Jaguar". Marquis de Wavrin: 1948.
(24) .-Stresser-Pean: 1948.
135
ESTUDIOS Dll ETNOLOGIA A1'1 IGUA DE VENEZUELA
136
EL MAREMAR1', BAILE DEL JAGUAR Y LA LUNA
te, en tanto que éstos lo hacían con alegría. Le daban los Maipures el nombre
de ":Marié Mari-je ja", según la información de Gilii y se decía que lo ha-
brían aprendido de los Guaipunabis. En nuestra época Montolieu encontró
en el Guainfa el nombre con muy escasa alteración: • Mari-eyé Mari-eyá"
(26)
137
ESTUDIOS DE ETNOI.OGLA ANTIGUA DE VENEZUELA
sch·a amazónica, donde se habría elaborado a través de siglos el rito del ja-
guar y la luna ?
Américo Vesp11cio.
Una de las causas que han contribuido a que los historiadores venezo-
lanos carezcan en general de preocupación por cuanto atañe a la historia
de nuestras culturas prehispánicas ha sido el recuerdo constante, las inva-
riables referencias, hechas a la antropofagia de los Caribes. Se les presenta
como un pueblo de hábitos bárbaros, desprovisto de los más insignificantes
méritos, digno del olvido y la reprobación permanente. Muchas palabras y
expresiones usadas en el lenguaje corriente revelan de claro modo cómo se
juzga cuanto tiene que ver con aquel gentilicio. "Caribear" es imponerse por
la fuerza; "ser un Caribe" es ser jactancioso, peleador y cruel. Esa penetra-
ción en las expresiones usuales, ha tenido su contrapartida en el olvido cien-
tífico. En las introducciones a las historias de Venezuela, o en esos primeros
capítulos que se dedican a los tiempos prehispánicos, el autor despacha a
los Caribes rápidamente, recordándolos como pueblo feroz, bélico, impla-
cable y antropófago. No examina m1s procederes, no trata de informarse
sobre el lugar que han ocupado en la historia prehispánica de América, no
consulta a los especialistas acerca de su cultura total. Ciegamente, con áni-
mo de encomendero voraz, los califica agria e injustamente, como si se trata-
se de aquellos urgidos conquistadores que enviaban informes adversos de
los indígenas, para cimentar fama de heroicos y preparar las probanzas de
méritos, en las cuales aparecerían rodeados de millones de caníbales, traido-
res, perezosos, arteros y sanguinarios.
141
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
142
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
Marta ... " Y ve con tanto horror aquel intenso canibalismo a que se refe-
ría, que hasta crea una teoría sociológica para explicar la conquista y la
ruina de las antiguas culturas: "El exterminio -teoriza- estaba ya de-
cretado a esas razas desnaturalizadas. No se crea que fueron unos millares
de soldados españoles los que en pocos años barrieron con pueblos tan nu-
merosos. Verdugos que hubieran sido, no habrían alcanzado a llenar tarea tan
enorme. Algo ayudaron las pestes, el hambre, los rudos trabajos y aún las ba-
las de Jos arcabuces, pero la causa principal fue la antropofagia. . . En un
año, en sólo el valle de Popayán, 50.000 individuos habían desaparecido en
los vientres de sus semejantes ... " ( 3)
Aquella singular concepción, como el lector habrá visto, peca por su
propia base, pues no explica el autor cómo podían haber llegado aquellos
indígenas a ser tan numerosos como él mismo dice, si practicaban tal au-
todestrucción. A menos que se piense que fue la llegada de los españoles
la que precipitó el hábito antropofágico. Desde luego esa no es su manera
de interpretación. Representa Restrepo Tirado una posición extrema en
la aceptación de las cifras que se daban sobre los indígenas y en la creencia
concedida a todas las afirmaciones sobre sus crueldades. El otro extremo,
igualmente ingenuo, se encuentra en quienes, por el contrario, niegan ab-
solutamente la antropofagia y se declaran paladines de la memoria de los
Caribes y de otros pueblos, calumniados acerca de ese particular por los
conquistadores. Esta posición se encuentra representada en ·Venezuela por
Julio C. Salas. Su libro Los Indios Caribes: Estudio sobre el origen del Mito
de la Antropofagia, fue escrito, según explica, como "vindicación histórica
de la calumniada raza caribe".
143
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
144
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
pigmeos, membrudos o polifemos con un solo ojo, con los ojos a la espalda
o con los pies para atrás ... " Salas tiene entera razón en recordar cómo
el Nuevo Mundo resultó el habitat ideal para personajes de leyenda, pa-
ra dar realidad a creaciones fabulosas que encontraban en los relatos de
los descubridores asidero y realidad. Pero es bueno recordar que algunos
de aquellos mitos prendieron porque encontraron, como plantas, terre-
no eficaz, abonado, para que fructificasen. Porque, en efecto, las antiguas
versiones sobre antropófagos del Viejo Mundo, hallaron aquí confirma-
ción irrefutable y aquellos seres sin cabeza encontraron en los relatos
de los habitantes del Orinoco una vida nueva, que les comunicó el fantás-
tico relato de Raleigh, donde en realidad era verdadero mucho más de
lo que se ha concedido. Cuando sus informantes le hablaban de seres fa-
bulosos, claro que ello no significaba que existiesen, pero indicaba que
quienes le hablaban creían en eIJos. Sin embargo, lo importante en Ja nota,
por lo demás certera, de Salas, consiste en que él tampoco se vió libre de
mitos. Los impugnaba y cayó en ellos. Rechazaba los del siglo XVI y acogió
algunos de sus días. Veáse cómo se refería al posible origen <;le los Caribes:
"¿Debe buscarse su país de origen en el Norte de América o en el Sur de
este Continente, en las Antillas o en Honduras, en la cuenca del Missipipi
o err la de los ríos Atrato, Orinoco, Amazonas y Paraná? Nada concreto
ha podido aún establecerse sobre tan interesante cuestión antropológica;
pero, no obstante, la hipótesis basada en el tipo físico y etnológico de los
Caribes, que ocupaban y ocupan la parte oriental de América, permite juz-
garlos como los atlantes, afines de los antiguos Guanches de las Canarias
y de los Bereberes del Norte de Africa, raza que en tiempos prehistóricos
fue destruida por la gran catástrofe geológica que hundió la Atlántida de
Platón en el seno del mar ... " No hay, desde luego, necesidad de co-
mentar la visible contradicción de Salas, cuando trataba de precaverse de
los mitos e impugnaba tan duramente el arraigo de las leyendas entre quie-
nes escribían sobre etnología.
A pesar de su empeño en probar que la antropofagia había sido un
mito creado por los conquistadores para justificar sus excesos, Salas, hon-
rado investigador, tuvo que exponer sus conclusiones de acuerdo con las
fuentes históricas que examinó. Así, escribe: "Esto no quiere decir que
en absoluto no comiesen carne humana algunas tribus de Venezuela y Co-
lombia: Caribes, Etanamos, Urabáes y Pijaos, pero sometiendo a un examen
minucioso tal costumbre, se observará que era una práctica de guerra y
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ESTUDIOS DE ETNOLOGlA ANTIGUA DE VENJ:ZUELA
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EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
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ESTUDIOS DE ETNOt,OGIA ANTIGUA Dll V.ENt:ZUELA
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EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
(8) .-Volhard: 1949, 434. Imbelloni: 1936, 148. Lowie: 1947, 220.
(9) .-Volhard: 1949, 434.
149
ESTUDIOS DE ETNOLOCIA ANTIGUA DE VENtZUF.LA
(10) -V~pucio: 1951, 217. Fem.l.nJez de Ovícdo: 1852: JI: 257, 266. Fer·
nindcz de Ovicdo: 1950, 167. Fem.l.ndcz de Navarrete: 1923, 12. Aguado: 1915; l,
458.
( 11) Gómara : 1932; 1, 192. Relación Geográfica de Caracas: En Arellaoo,
1950
( 12) .-Fem.1ndcz de Ovicdo 18H; JI, 255. Relación de la Provincia de Vene·
zuela. En Arellano: 19:;0. Lo del "carnicero en cada pueblo" resulta intcrcsante. Des·
grac11damente basta ahora no hemos encontrado ninguna otra noticia que nos arude
a aclarar si se trataba de un verdugo o Je una especie de sacerdote sacrificador. Es
probable Jo segundo, dada la importancia ceremonial de la muerte de Jos prisioneros.
(13). Fcdcrmann: 1916, 63. Castellanos: 1850, 200.
150
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
De los Piaroas, otro pueblo no Caribe del Orinoco, tenemos dos vt:r-
siones del padre Bueno. Al contar un informe que le había dado el padre
francisco Valor, quien hacía un viaje hacia la Guayana, escribe: "Me dio
151
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
152
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
(17) .-Federmann: 1916; 30, 48, 54, 57, 85. Relaciones de la Gobernación de
Venezuela, de Nueva Segovia y del Tocuyo. En Arellano: 1950.
(18) .-Boletín del Archivo Nacional. Nº 152. 1951, 286.
153
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
vivos, amarrados. De Fr. Gregorio de Ibi, muerto por los Coyamos, dice
el padre Anguiano: "Le vinieron a buscar para matarle. . . le echaron al
cuello un cordel y le arrastraron por grande trecho. Luego le amarraron
a un árbol y Je dieron treinta lanzadas y al fin le degollaron ... " Por el
Occidente este uso de llevar cuerdas para amarrar a los prisioneros y aun
emplearlas en la pelea, con el objeto de no darles muerte, se extendió hasta
la propia región andina. Aguado cuenta que los llamados Bailadores "pre-
tendían arrojarse entre los nuestros y tomarlos a manos vivos, porque cada
cual. . . traía consigo una gruesa cabuya ceñida al cuerpo para llevar ata<lo
al español que le cupiese de suerte ... " (19)
En las cercanías del Guaviare encontró Jorge Espira lo mismo. Halló
indígenas que "traían. . . muy grandes ollas y gruesas sogas para atar a
los españoles y después de muertos guisarlos en las ollas y celebrar con sus
carnes fiestas de la victoria, para cuyo ministerio traían consigo sus mu-
jeres con todo aderezo de cocina y lumbre encendida, porque traían de-
terminados celebrar ya la fiesta en los mismos ranchos de los españoles ... "
En las regiones del Orinoco, entre los Caribes, fué donde los españoles
vieron primero el uso de las cuerdas. Allí encontró Alonso ºde Herrera
entre Caribes, algunos individuos atados en los alto de los árboles. Uuo
de ellos, según cuenta Aguado, era hijo de un principal de cierto pueblo
cercano de las márgenes del Orinoco. Lope de Varillas, en su Relación
de Nueva Córdoba, cuenta que los Cumanagotos y Chacopatas "traían cor-
deles para llevar atados los cristianos". Estas costumbres de llevar cuerdas
a las batallas podría haber sido tomada, con el canibalismo, de los Caribes,
por los otros pueblos que Ja usaban. Es curioso su empleo por los Bailado-
res, quienes tal vez practicarían, a juzgar por ello, el canibalismo. Pu,Je
también tratarse de un rasgo aislado llegado hasta la cordillera de los An-
des. Así ocurrió con diversos caracteres culturales, que aparecen allí des-
gajados de los complejos de los cuales formaban parte en las tierras ba-
jas. (20)
Estrechamente relacionado con la costumbre de tomar amarrados a
los prisioneros, aparece, entre los Caribes, otro elemento del complejo del
canibalismo. Se trata del engorde y castración.
( 19) .-Aguado: 1918, 211. Misiones de Padres Capuchinos: 1928, 73, 130.
(20) .-Simón: 1882; 1, 113. Aguado: 1915, 349. Lopc de Varillas: En Are·
llano, 1950.
154
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
155
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
con las tales) coménselos después; y los muchachos que toman de los ex-
traños, cápanlos y engórdanlos y cómenselos ... " Se encuentra allí una
confirmación de lo escrito por Mártir, de tanto más valor cuanlo que Fet·
nández de Oviedo conoció personalmente la región de que habla. Gómara
informa que en Santa Marta se procedía en forma semejante: "Caponan
los niños porque enternezcan para comer. Son estos de Santa Marta Ca-
ribes ... " (21)
Castellanos menciona eunucos entre los Palenques o Guarinos. Habrían
tenido a su cargo el cuido de las mujeres del Cacique. ¿Emplearían así a
los mozos a quienes castraban? Recordemos que entre los Guarinos apare-
cen caracteres no comunes entre sus vecinos ni entre otros pueblos de fi-
liación Caribe. Tal vez muchos de los niños o jóYenes a quienes apre.;:i-
ban serían incorporados a ciertos servicios. Es preciso, adem.ís, recordar
la abundancia de sodomitas que se mencionan en la reg ión circumcaribe.
Es posible que uno de los orígenes de las prácticas sodomitas estuviese
en la costumbre de castrar a los niños. O, por el contrario, que se les cas-
trase precisamente para dedicarlos a prácticas sodomíticas o a los oficios
relacionados con t:il condición. ( 22)
Es muy posible que en realidad b castración se pr:icticase, no para
engordar futuras YÍCtimas, sino para obtener servidores así preparados. Re-
cuérdese cómo los Caribes conservaban a ciertos individuos apresados, en la
institución de los Poitos, lo cual demuestra que no neces::triamente exter-
minaban a todos los vencidos ni en lodos practicaban la antropofagia. Su
sistema económico les permitía la conservación de un cierto número de pri-
sioneros, quienes seguramente serían empleados en labores útiles y quiei'lcs
terminaban por quedar incorporados a b tribu. Tal vez los conquistado-
res y cronistas, al comprobar la castración imaginaron, por semejanza con
los procedimientos occidentales, que se trataba de un ardid fisiológico pa-
ra lograr el aumento de tejido graso. En realidad tenemos noticias de que
los niños eran sacrificados para las fiestas antropofágicas. En las relaciones
de los Capuchinos de Aragón se consigna el caso de dos niños de cinco
años a quienes unos Caribes llevaban para una fiesta en la localidad de
otros. No sabemos si esos niños, así como los de otros casos mencionados
(21) .-Métraux: 1949. Relación de los Aruacos. En Arellano, 1950. Río Negro:
1918; 1, 78. Fernández. de Oviedo: 1852; II, 220, 260. Vespucio: 1951, 237. Colón:
1944, 138. Fernández de Oviedo: 1950, 123 .
(22) .-Castellanos: 1850, 114. Requena: 1945.
156
.EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
en las fuentes, eran de Jos mismos Caribes. Ello es dudoso, aunque es indu-
dable que entre los Caribes existía el endocanibalismo. Este se practicaba
entre los Arenacotos, entre los Maquiritares y entre los Palenques. Estos
comían, en la provincia de Anoantal, a quien pescase sin licencia del Ca-
cique. De los Maquiritares informaba Bueno: "Comen carne humana de
sus enemigos y muriendo de ellos alguno gordo lo comen ... " De acuer-
do con Fernández de Oviedo, los Caribes no sólo gustaban de los indivi-
duos gordos, sino que el plato preferido era la carne de la nalga. Este en-
docanibalismo de los Caribes se practicaba solamente, a juzgar por las in-
formaciones, en la paz. Consideraban afrenta, además, que algún Caribe
fuese comido por los enemigos. Seguramente pensaban que quienes los con-
sumiesen adquirirían la bravura r el coraje de ellos mismos, Cassani expli-
ca: "Sienten por esto muchísimo ver a uno de los suyos muerto y para qui-
tar Ja infamia de que se lo coman los enemigos, acuden todos a guardarle,
a retirarle y dejando las armas, se amontonan a cargar con el cuerpo ... "
(23)
Ese empeño de resguardar a sus muertos se debe a las ºcreencias fun-
damentales por las cuales se practicaba la antropofagia. El padre Caraban-
tes se asombraba de la gentileza de un jefe caribe así: "En lo que hizo
singular reparo fue en que un cacique principal y el más celebrado entre
los Caribes, llamado Atirama, más fiero que las fieras y tan enemigo del
género humano que ordinariamente tenía carnicería de hombres para sus-
tento de su persona y de las de su familia a la primera visita que dio a
nuestros religiosos se mostró tan humano que fue luego a buscar algún
sustento con qué regalarlos y él mismo 'ino cargado de diferentes frutas
y viandas ... " En realidad no hay contradicción alguna entre la cordialidad
en el trato y la antropofagia. Varios autores nos dan la explicación. Cas~a
ni escribía, demostrando que había entendido y observado mejor que sus
contemporáneos: "Comer carne humana no es en ellos esta Ja común vian-
da, que reservan para los días de las grandes fiestas y borracheras ... " Y
Caulín había escrito antes, de la Costa oriental: "Cuando matan a alguno
ayunan ... " Y mucho antes, Aguado, repetido después por Simón, se ha-
bía referido a los Palenques así: "Estas dos provincias que arriba nombré
de Cubagua y Maraca pana encierran en sí otras muchas. . . Había quien
comiese carne humana, por venganza o rito, o grandeza de alguna victoria
(23) .-Río Negro: 1918; I, 79. Bueno: 1933, 65, 66. Gómara: 1932; I, 192.
Fernández de Oviedo: 1852; II, 266. Cassani: 1741, 312.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
(24. - Misiones de Padres Capuchinos: 1928, 39. Cassani: 1741, 202. Ruiz
Blanco: 1892, 65. Aguado: 1915; I, 457.
(25) .-Rivero: 1883, 37.
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EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
que caen de cansados, los hacen luego pedazos y los comen como a los
demás ... " (34)
Aquellas preferencias por las gentes importantes se debía a que, en el
estado de organización social de los Caribes. eran de primera importancia
la resistencia, la valentía, el coraje, todos los atributos deseables en los
jefes. Estos, como hemos Yisto, para aspirar a ser poseedores de la macana
distintiva de los Caciques, debían dar muerte en combate a varios valien-
tes. Después de eso eran sometidos al ayuno tan prolongado que precedía
al consumo antropofágico. Esta era otra de las causas por las cuales se co-
mía sólo a los grandes jefes. Ellos habían realizado grandes esfuerzos r,
además, habían comido la carne de fuertes enemigos. Un Cacique, un gue-
rrero distinguido, no sólo poseían la energía que habían sido capaces de
mostrar con sus hazañas, sino se habían nutrido con la propia carne de
los guerreros extraños. Tenían incorporada, para su tribu, Ja fuerza de Jos
extranjeros ,·alerosos. Vale la pena conocer Ja ceremonia consagrativa de
los jefes después de aquel ayuno de seis meses que hemos visto descrito
por Carvajal. "Si el ayunante -narraba el cronista de Ochogavia- es per-
sona de calidad, se envía a convidar con los Caribes más graves a todas
las provincias. Todas acuden con puntualidad grande. Para la celebración
tiene rimeros de pescados, tortugas, morrocoyes, iguanas, paujíes, patos, ga-
Jlinas, tinajas, embaques, ollas y otras vasijas de las bebidas suyas. . . Lo
primero que hacen es señalar una vieja y entre ellos principal, para que
esté a cuidado suyo el cocer la carne de los indios itotos que mató el ayu-
nante, en una olla mur grande que hará de agua de seis a ocho botij:u;,
porque la he visto. . . Estase cociendo esta carne itota tres días a fuego len-
to. Los Caribes todos comiendo y bebiendo .... " Después de todos estos
preparativos, Ja vieja maestra de ceremonias repartía a cada uno de los
convidados una pequeña porción de aquella carne. El aspirante a jefe c:1a
entonces colocado en una barbacoa, donde a fuego lento, sudaba durante
tres horas. Si resultaba con suficiente resistencia, continuaba la ceremonia
así: "Lo asientan en una hamaca nueva que Je tienen colgada, adonde al
punto sale la vieja que repartió la carne, muy adornada de plumas de cii-
Yersos colores y matices, embijada de pies a cabeza, representando a un de-
monio lleno de fuego y guarnecida de cuentas, que es la chaquira de su
uso, con chagualas de oro al cuello y piedras de valor, como son de hijada,
de leche, de sangre y de riñones. . . Después de haberle bailado al pa-
164
EL CANIBALISMO DE LOS CARIBES
•'
ciente, héchole mil visajes y dándole repetidas rneltas cantándole en ~u
lenguaje desazonadas chanzonetas y motetes, en dando fin le pone en la
mano una totuma, con dos cuartillos de ají molido y muy espeso. . . Se
la bebe sin hacer movimiento. . . Se despide la Yieja con bailes, ceremo-
nias y visajes ... " Pero todavía no concluían los esfuerzos del candidato
a la jefatura. Ahora era sometido a Ja prueba de las hormigas, las cualt:s
eran colocadas en una hamaca donde el paciente debía yacer, sin movimien·
to, otras tres horas. La vieja le azotaba después con un látigo llamado VM·
ct1are y mientras ella recitaba las hazañas de sus antepasados, los convi-
dados le hacían sentir también la fuerza con que manejaban el 111ac11<1re.
Sólo después de todo esto recibía el guerrero la macana que Je comertía
en jefe. (35)
165
FSTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
constancia entre los pueblos del Orinoco cuando ejemplos terribles y bien
averiguados nos recuerdan lo ocurrido en las grandes carestías entre los
pueblos civilizados? En Egipto, en el siglo xm, Ja costumbre de comer
carne humana se extendió entre todas las clases de la socu:dad: sobre todo
a los médicos les tendían lazos extraordinarios. Gentes hambrientas se si-
mulaban enfermas y les hacían llamados. No era para consultarles; er.i
para comérselos. Un historiador mur 'erídico Abd-Allatif, nos anform.i de
cómo un uso que al principio causaba espanto y horror, no produce luego
la maror sorpresa .. " Julio C. Salas se preguntaba: ¿Podría asegurarse
que los mismos españoles de la Conquista no fueron, entre todos sus delitos
comedore~ de carne humana?' Y él mismo respondía: ''Es posible que no".
Efecti,·amentc, bastaría recordar la extraordinaria ª'entura de Franc1.;co
Martín, quien contó los casos de canibalismo que habían ocumdo durante
la desastrosa expedición de Alfinger, en los cuales habían sido comidos
indios por los españoles Todo ello nos presenta la pregunta de si en reJ·
lídad habría dos tipos de canibalismo, uno ritual y otro a con<;CCUenc1a de
necesidades alimenticias. Este último caso no es imposible, pero es eviden-
te que la antropofagia corriente era de tipo ceremonial. (36) Reichel Dolma-
toff ha informado que el canibalismo practicado actualmente por los mo-
tilones se debe a la terrible carencia de alimentos. "Los motilones --.:x-
prcsa- son antropófagos. Ellos mismos me lo han confirmado varias ,.e.
ces, en distintas ocasiones y lugares, y se han interesado en saber si otras
tribus también se ven obligadas a comerse entre sí. Este canibalismo no es
consecuencia de ninguna concepción mágica sino que crece simplemente de
la terrible falta de comida en ocasiones. Como presa los hombres escog1.:n
a una mujer sin familia que generalmente es una vieja o un inválido que
impide los mo,imientos de la tribu. El plan se conviene secretamente en-
tre los guerreros, quienes eligen a la víctima que luego rodean para asesi-
narla de un flechazo. El que dispara la flecha no debe tener ningún lazo
de consanguinidad con la 'íct1ma pero en la comida pueden tomar parte
todos los de fa familia. El canibalismo no implica ninguna fiesta ni rego-
cijo. Al contrario, es una comida que se efectúa con gran sentimiento y
tristeu . . " (37)
166
EL CANIBALISMO D.E LOS CARIBES
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
( 1) .-Gilii: 1782; III, 204. Humboldt: 1941; I, 388; JI, 203. Tavera Acosta
pretendía que el idioma de Jos Guaiqueríes había sido similar al de los Canbes,
pero "que tuvo mucho del Aymará de los peruanos ... " No explica el origen de
semejante idea, que ninguna circunstancia relativa a los Guaiqueríes permite so;te-
ner. Tavera Acosta: 1907, 281. Raleigh, al informar sobre la cercanía de los Guai-
queríes del caño Arco con los "Sayma" confunde alguna información y asegura que
Sayma era la capital de los Guaiqueríes en la región.
171
ESTUDIOS DI! ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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EL ENIGMA DE LOS GUAlQUERlES
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
las del Perú y Peruano, deben su origen a una simple confusión. Los com-
pañeros de Cristóbal Colón, al costear la isla de Margarita, en cuya cosla
septentrional reside todavía la porción más noble de la Nación Guaiqueri,
encontraron algunos indígenas que arponeaban peces lanzando un asta su-
jeta a un cordel y terminada en una punta sumamente aguda. Les pre-
guntaron en lengua de Haití cómo se llamaban y los indios, creyendo que
la pregunta de los extranjeros tenía que ver con Jos arpones, hechos de
la madera dura y pesada de la palmera macana, respondieron "guaike,
"guaike", que quiere decir aguzado ... " ( 6).
Pues las noticias sobre su lengua, por ser tan contradictorias, no con-
ducen más que a una hipótesis de trabajo, veamos si la ubicación de los
grupos de Guaiqueríes señalada por las diversas crónicas, puede sumini3-
trarnos alguna información mejor sobre ellos. Hemos ,·isto ya cómo fueron
hallados en Margarita. Habitaban también la costa oriental. El padre An-
guiano escribía: "Las naciones de que se compone esta provincia de Cumaná,
llamada por otro nombre Nueva Andalucía, son diversas: una, la más cono-
cida por su lealtad a los españoles, es la que se llama de los Guaiqueríes.
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EL ENIGMA DE LOS GUAIQliERlES
(8) -Lodarcs: 1930; J, 37. Sánchez, 1921, dice: "Parece que la isla era lla·
mada p<>r sus naturales Paraguachoa, cuyo 5Í):nificado equivale en el dialecto que
u~:iban a 'abundancia de pece~·. Sus indios pobladores pertenecían a Ja tribu de los
Guaiquerícs, familia de los Caribes ... "
(9) -Oviedo y BJños: 188'.'.i; I, 231, 237.
(10) .-Fcdermann: 1916, 89. Carvajal: 1892, 203, 274. Lodares: 1930: 1, 125,
192. Vbquez de Espinosa: 19-18, 173.
(11) .-Gumilla: 1791; I, 158. Codazzi: 1948; Ir, 49.
(12) .-Raleigh. Traducción de Oramas en el libro En Poi del Dorado. 1947;
274, 288.
175
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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Di,tribución de lo~ Guaiqueríes en Ylnezucl;i Prebi,pínica.
por ~li,i:uel Aco~t:t <.. ~nes
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EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
177
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
por las diversas características comunes que les asignan las fuentes. Todas
los mencionan como pescadores, conviviendo, como ya indicamos, con
otros grupos de agricultores, a quienes proveían de pesca abundante. En lo
físico, se describen como gente de alta estatura y de color muy obscuro.
Federmann los describió como "gentes completamente negras". Castellanos,
al referirse a un viaje de cierto capitán Aduza por las zonas de Portuguesa,
los describe en forma parecida:
"Son todos ellos negros como cuervos,
más al tos y dispuestos que fornidos ... "
Humboldt conoció algunos descendientes de Guaiqueríes y dice que
el color de su piel era "entre moreno, rojo y cobrizo", muy diferente al de
los Chaimas y Caribes. Gilii describía a los Guamos como "similares a los
negros" y Raleigh dice de los Aroras, quienes, a juzgar por su narración,
eran una parcialidad de Guaiqueríes, que eran "negros como los africanos".
(15)
Gran capacidad de adaptación es otro rasgo señalado por todos los
cronistas. Ello les permitía convivir con los más disímiles grupos: Caribes
en el Oriente y en el Orinoco; Caquetíos en Occidente; Otomacos en el
Apure; Guaraúnos en el Delta. Naturalmente con los españoles hicieron
amistad muy pronto, y tanto, que Humboldt decía de los descendientes
Guaiqueríes que conoció: "Gozan de varios privilegios, en razón de que
desde los primeros años de la Conquista permanecieron fieles amigos de los
castellanos. Por eso el rey de España los llama en sus cédulas sus "caros,
nobles y leales Guaiqueríes ... " El padre Anguiano había escrito: "Las
naciones de que se compone esta provincia de Cumaná, llamada por otro
nombre de Nueva Andalucía, son diversas: una, la más conocida por su
lealtad a los españoles, es la que llaman de los Guaiqueríes. Estos tienen
su residencia por la parte de la costa del mar y de ordinario tratan con los
españoles que habitan por aquella parte ... " ( 16)
También los Guaiqucríes (Guamonteyes) de los Llanos, se aliaron con
los españoles, pues a mediados del siglo XVII los Caribes aseguraban que
atacaban a los Guamonteyes por considerarlos enemigos, a causa de su alian-
za con los conquistadores. (17)
(15) .-Federmann: 1916, 89. Castellanos: 1850, 136. Humboldt: 1941; I, 271.
Gilii: 1782; 11, 34.
(16) .-Humboldt: 1941; I, 272. Lodares: 1929; I, 37.
(17) .-Boletín del Archivo Nacional. N~ 152, 1951, 286.
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Aquel pasaje sugiere que los Gu::tiqueríes hubiesen aprendido las prác-
ticas de prolongado ayuno acostumbradas por los Caribes, o que hubiesen
adoptado el "blanqueo" de las adolescentes, practicado por los pueblos
Arawacos. No podríamos en realidad asegurar que olros grupos de Guai-
queríes hubiesen practicado las mismas ceremonias nupciales y menos que
ellas fuesen las de los pueblos denominados Guamonteyes. Esto nos con-
duce nuevamente al significado de la sinonimia propuesta por Kirchhoff
como solución al problema de la identificación de los Guaiqueríes. Si estos
en ocasiones parecen denominarse por algunas fuentes Guamos o Gua-
monteye~, lo cierto es que la palabra Guaiquerí aparece siempre asociada
con la condición de pescadores, de habitantes de orillas de ríos. Como,
según hicimos notar, ciertos autores del siglo XVI hablan a la vez de Guai-
queríes y Guamonteyes, mientras que las fuentes tardías por lo· genc1al
se refieren sólo a Guamos o Guamonteyes, se concluye que en realidad, si
Guaiqueríes y Guamonteyes eran como parcialidades de un pueblo o Je
pueblos semejantes, la verdad es que el gentilicio de Guaiqueríes se aplicó
siempre, por los cronistas del siglo XVI, a grupos de pescadores, mientras
se denominaba Guamonteyes a los recolectores y cazadores. Es posible que
ambos hayan tenido en común la especialización en el trabajo del moriche,
el cual parece haber sido el elemento característico de los recolectores, ca-
zadores y pescadores de los Llanos. Jahn propuso para la palabra Guaiquerí
precisamente una etimología que conviene con lo anterior: "El nombre
Quiriquire o Kirikire -escribía- no es otra cosa que el plural por dupli-
cación de la voz Kiri, que existe aun en casi todos los dialectos caribes co-
mo equivalente del hombre y significa, por lo tanto, 'los hombres' ... La mis-
ma raíz se halla en otro gentilicio que era frecuente en Venezuela y Coloro-
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
Por todas las dificultades dichas, Kirchhoff, en su resumen sobre los re-
colectores de los Llanos, publicado en el Handbook of South American ln-
dians, debe a cada paso señ:i.Jar el grupo particular a quien se refiere el autor
que cita. Lo mismo ocurre, como vemos, con los Guaiqueríes. De ellos y de
los Guamos, con quienes los identifica Kirchhoff, poseemos datos d~spersos.
Tampoco pueden añadirse sin atento examen, los de los Guamonteyes, co-
mo a veces se denomina a Guamos y Guaiqueríes por las fuentes, a causa
de las razones ya expuestas.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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EL ENIGMA DE LOS GUAIQUERIES
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EPISODIOS DE LA
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EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
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EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACJON
(12) .-Cabrera: 1945, 271. Recordemos lo que escribe Krause (1932, 49),
acerca del caballo en las praderas norteamericanas: .. Desde que Jos indios de las pra-
deras conocieron el caballo --que llegó a estos parajes a mediados del siglo xvr, con
las expediciones de los descubridores españoles, carendo allí en un estado salvaje y
llegando a con~tituir verdaderos rebaños- empezó para ellos una nueva é:poca de
cultura. El caballo determinó una profunda transformación en el régimen económico
de estos pueblos, que se hizo esencialmente más sencillo e intensivo. El caballo ha
sido, pues, el elemento auxiliar que ha elevado Jos indios de las praderas hasta Ja
etapa de los cazadores más avanzados ... "
(13).-Castellanos: 1850: 233. Símón: 1882; 1, 108. Los Achaguas ya a prin-
cipios del siglo xvm habían aprendido a servirse de los caballos, que habrían tomado
de las cimarroneras. Con ellos cazaban venados, puercos y toros, seguramente cimarro-
nes, según la información de Schadel ( 1943).
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EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
(20) . - Bueno 1933; 66, 70, 77. Fernández de Oviedo: 1852. Lodares: 1929; 1,
67. Río Negro; 1929; I, 67. En toda América se incorporó el caballo al mundo míti-
co. No relataremos aquí, por muy sabido, el famoso caso del caballo de Cortés, que
hubo de morir de hambre, entre los ltzies de Ta}asal, porque ellos se empeñaron en
que, como Dios, comiese los más preciosos manjares, como pavos y otras aves, segura-
mente '"de pluma rica"'. Garcilaso cuenta en sus comentarios, el terror que durante
muchos años ¡;uardaron los Incas por los caballos y de Chile tenemos Ja información
reciente de Tomás Lago, en su trabaio "'El caballo entre Jos indios chilenos". Escribe a
propósito de ello: "Pronto les dieron un Jugar entre las bestias familiares que forma-
ban su mundo mítico primitivo. Junto a los espantadi:cos y raudos guanacos, las vicu-
ñas, los frágiles huemules de pezuña partida, pusieron este crinado cuadrúpedo ex-
tranjero, perisodáctilo de fuertes cascos, con vivo olor a pelo -cuyo olor se identifi-
caba, para los naturales, con Ja braveza de Ja guerra y la muerte rclampagueante de
las batallas- y que sometido a su voluntad como un turbión de fuerzas naturales, po-
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El modo ele f wnctr "con in candel<i r>'aclentro", que 11saban para sus cete-
rnonias lo11 piaches, p<ts6 es¡>ecialmente a los hechiceros africanos, en
Vcnr::iiela. Esa manera de funwr se conserva en diversas locrtlidacles del
pn[¡¡, vero es abundante esvedalmente en Barlovento. En la foto aparece
1nw clescendiente de indígena1:1, a q1d<'n apodan por ello "l,<t Cnrilm", en el
pueblo de Tamanaco, Estado Guárico. Obsérrese cómo ¡>rl'ci,amcnte mcm-
tiene dentro de la boca la porción encendida del civa rril/o,
EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
día soportar sin cansancio sobre su lomo un guerrero, y también dos, en las más du-
ras y prolongadas corrcrí:is ... " En la información de las creencias que surgieron alre-
dedor del caballo, añade L:igo algunos datos que nos informan de prácticas muy seme-
jantes a las que usaron los indígenas vtnezolanos. En Chile, .. para h.icer que fue-
sen m.ís rápidos, les daban de beber, desleída en agua, piedra vezar de venados y gua-
nacos -ágiles corredores- a fin de ponerlos mcis veloces, como así mismo les refre-
gaban las patas con pieles y cascos de Jos mismos animales ... "
( 22) .-Bueno: 1933, 76. Río Negro: 1918; I, 72.
(21) .-Gumilla: 1791. Ruiz Blanco: 1892, 51.
(2') .-Benzoni: 1857, 9. Caulín: 1935, 363.
201
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
(24) .-Julián: 1951, 228; Rivero: 1883, 156. El padre Bueno escribe de los
Tap.iri101: "Para librarse de los aJtuaceros, hacen unos sombreros de bejuco fino con
hojas de cachipo por aforro. que forma una copa o ala como un quitasol". A pesar
de que Kirchhoff piensa que se trata sin duda de un rasgo prehispánico, es preciso
tomar en cuenta que la referencia de Bueno es muy tardía, fines del xvm, y se pre-
gunta el investigador si no puede ser un caso de transculturación, tal vez originado en
alguna de aquellas penetraciones de individuos aislados que vivían prolongadamente
en ciertas comunidades indígenas y les enseñaban técnicas europeas.
(25) .-Cassani: 1741, 119. El cacao se usó en Venezuela, en tiempos colonia-
les, como importante moneda. Con cantidad suficiente se podían pagar hasta ciertos
títulos nobiliarios, de done.le quedó la expresión "Creerse un gran Cacao" para signi-
ficar vanidades de nuevo rico. '
(26) .-Rivero: 1883, 156.
202
EPISODIOS DE LA TRANSCULTURACION
Muchos modos de caza fueron aprendidos por los españoles: como los
Otomacos, se acostumbraron a matar los caimanes cubriéndose la cabeza con
una tapara; adquirieron el hábito de combatir, que todavía se practica, con los
tigres, armados solamente con lanza; se habituaron a cazar los armadillos o
cachicamos, como lo hacían los antiguos habitantes.
203
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
204
EPISODIOS DE LA TRANSCU LTURACION
Caracas ser dichos colmillos un gran contraveneno. Por lo cual, y por lo que
han experimentado ya, el que no carga un colmillo de caimán engastado en
oro o plata y apretado con una cadenita a uno de los brazos, se pone en los
brazos una o dos sortijas hechas de los mismos colmillos contra las hierbas
venenosas que los negros esclavos suelen usar unos contra otros y no pocas
veces contra sus amos. El descubrimiento de la virtud de dicho colmillo es
moderno y [ue así: deseoso un negro esclavo en las haciendas de Caracas,
de matar a otro, le dio ocultamente de cuantos venenos y hierbas tenía no-
ticias ... Un día dijo un indio malévolo a otro: 'Si algún mal cristiano nos
quisiese dar veneno ¿qué remedios sabes?' El otro negro sacó el brazo, le-
vantó la manga y mostrándole un colmillo de caimán atado a la carne, le
dijo ingenuamente: 'Amigo, teniendo este colmillo, no hay veneno' ...
Corrió la voz, y con Ja experiencia el aprecio ... " (33)
205
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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INDICE ANALITICO
- A - AGUADO. Primer historiador de Ve-
nezuela: 11; califica a Jos Bobures:
27; describe uso de Jos Pantágoros:
ABANIS. Proveen Macos; 65; dcspren· 102; escribe sobre canibalismo: 149,
den oreja: 106; se adornan la oreja: 150; relata expedición a los Axa-
108. guas: 153; cuenta hábito de Cari-
bes: 154; explica ocasiones de antro-
ABIPONES. Creen en hombres-jagua- pofagia: 157; explica el sistema de
res: 135. barbacoa: 205.
ACAMACARI. Población arawaca: 70 AGUALOS. Betoyes: 82.
ACARIGUA. Voz Jirajara: 85.
AGUILAR. Reside en Yucatán: 194.
ACAXEES. Juego de pelota. Semejan·
te al de Otomacos: 98. ArRICO. Habitat de los Achaguas:
71, 73; Territorio de Jos Achaguas:
ACHAGUAS. Su significado en Ja et- 52; penetrado por Caribes: 65; pe-
nología antigua: 67; habitan el A1ri· netra en él Lópe-l Picón: 71; ataca·
co: 79; su prolongación septentrional: do por Guahibos: 73; nombre de
46, 88; tienen caracteres de la selva: dos territorios: 80; poblado por
37; situación meridional; 46; desarro- Achaguas: 80; significa "Montaña
llados al Sur: 46; forman parte del Grande": 80; delimitado por Cas-
Arca occidental: 46; llaman a diverso~ san i: 81; Airico de Macaguane: 80,
grupos "Macos": 61; atacados por 81, 82, 83; dos regiones llamadas Ai-
Caribes: 65; su parcialidad de Quiri- rico: 8 2; relaciones de pueblos en el
quiripas: 66; esclavizan clanes venci- Airico: 82, 87; región de Achaguas
dos: 69; esclavizados por españoles. avanzados: 88; nombre de los Acha-
71; cambiados por Quiripa: 73; se guas. 81; Airicos de Macaguane: 81;
conservan pacíficos: 74; esclavizados nombre de los Betoyes: 82; distingui·
por mestizos: 76; asociados con Be· dos por Gumilla: 82; límite meridio-
toyes: 79; pueblan el Airico: 80; nú· nal de Achaguas: 89; se depilan: 99;
mero de sus pueblos: 80, 81; descri· lo habitan Caribes: 158.
tos por misioneros: 81; opinión de
Salas: 87, 88; restos de Arawacos AJAGUAS. Al Oeste del Lago de Va-
antiguos: 87; extenso habitat: 87. lencia: 88; Sinónimo de Acha·
Achaguas de Carora: 88; se depilan: guas: 88.
99; se embijan el pelo: 100; comer-
cian con españoles: 200; clasificados ALCEDO Y HERRERA. Describe a
como Guamonteyes: 181. los Macos: 57.
22~
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
ALV ARADO. Sigue las fuentes histÓ· ARAWACOS. Su economía: 20; según
ne·~ 2}; explica la palabra Macos: la clasificación de $llas: 26: según
60; describe El Maremare: 124; in· fü1din: 28; sus migranones según
forma que el caiiafístolo es llamado Métraux: 30; poseen clanes matrili-
Marcmare: 13'1. neales: 32; en Trinidad 31; ¡trupos
intrusivos en Guayana: 32; poseen
AMANA. Caribes del: 6). 200. esclavos: 32; tienen telar vertical.
35; tienen "macos": 35: practican ca-
AMAZONAS. Base contra holzndc· nibalismo: 35; usan sírrngas c:n el
ses: 72; zona cultural: 112. Pomcrón: 36; kawacos occidenta·
les: 46, 52; sub-áreas Je los Ara-
A~fAZONIA. Ra~gos comunl.'S con wacos occidentales: 46, 52: infiun.'fl
Mesoarnérica: 10). 110, 112; aprro· sobre Otomacos: 49; Arca Occiden-
de de México: 112; ruta de migra· tal: 52; influyen sohre los Puinavcs:
ción Caribe: 119. 59: del Río Negro: ~9; usan tér-
mino "Maku": 60; tienen esclavo.\:
ANABAl.I. Lengua betoye: 83. 60, 61; hacen trabajar cautivos: 65;
¡;randes tejedores: 66; incorporan
AKAVENl Río de Macos: 58. cautivos: 69¡ venden esclavos: 70; re-
lacionados con holandeses: 73; acti-
ANDAGOY A. Señala maíz de <los van transculturación; 76; tc:rcera capa
me<es en Poparán: 50. de pobladores en Venezuela: ~6;
rc:laci6n con Chibchas: 87; relaoón
A-:\Gl 'IANO Informe de los ('.ova· con Caribes: 8..,, diíunden jue¡.:o de
mm: 153, 151; informa sobre Guai- pelota: 99; timen pueblo en el Del·
qi:r·rí.-, 174; señala mansedumbre ta: 100; construcciones de tierra: 10·1;
de Gu:tiqueríes: 174, 178. su papel en el tramporte de ras¡;os
culturales: 110, 113. 11•1, 115, 117;
A~OANTAL. Pueblo de tres cucas: b.itallan ron Caribes: 119: practican
4·1: provincia donde practican antro· blanqueo: U!\; aprenden cLr los Ca-
pofagia: IH ribes: 186, 192; son caníbales: 142.
226
INDICE ANALITICO
227
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
228
INDICE ANALITICO
229
ESTUDIOS Dll ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
230
INDICE ANALITICO
231
ESTUDIOS DE ETNOLOGl.A ANTIGUA DE VENEZUELA
232
INDICE ANALITICO
233
ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTICUA DE VENfZUELA
GUAIN IA. Lugar donde muere Ma- 177; descritos por Olivares: 181, 182;
remare: 132. descripción muy .i:eneral; 182; sino-
ni~Ía'. 183; usan palma moriche:
GUAJPIES. Guapis, según Alcedo: H. 183; autosacrificio: 184, 18S; con-
clusiones: 186.
GUAIPUNABIS. Grupo arawaco gue-
rrero: 26: super~o a Caribes y Ca- GUAMOS. Ar~ ~egún Métraux: 30,
bres: 26, 75; amigos de portu~e , 1; cultivan poco 33; viviendas sim-
ses: 73; esclavizan a los Cabcrres: ples'. 33; según Steward: 37; rasgos
7·f; Arav.•acos caribizados 12; bailan culturales'. 51; área cultural según
El Maremare: 137; caníbales: 1 ~2; Acosta Saigoes: B; usan barbas: 99;
comen lo~ viejos: 161, 162. cultivan los hombres: 108; poseen
ra(¡;:os mesoamericanos: 108; nombre
de lus Guaiqueries: 172; no son pa·
GUAIQUERIES. Según St~ard: 37; rirotes lingüísticos de los Otomacos:
habla de ellos Gumilla: 67; conside- l lS; misión de Calabozo: 177; ne-
rados como Caribes: 171, 186; habi- ¡.¡ros, según Gilii· 178: relación con
tan el Coaheri: 172; habitan el Areo: Guamontcyes: 179; sinonimia: 176;
171; su A<:ntilicio: 172, 173; ~u dis- transculturados· 184; identificados
per,ióo: 175, 176; habitan el Uya- ror Kirchhoff roo Guaiqueríe': 172;
pi: 175; se encuentran con G¡¡.irnoo- ceondusiones: 186; tllbú del puerco:
teyes: 177; conviven con otros gru- 201.
pos: 175. 178; aliados de los espa-
ñoles: 178; negros como cuervos: GUA..'\ITA. Comercian con los Lla·
178, 179: se mezclan con Caquet!os: nos: 42.
180; modo de guerrear: 180; pesca-
dores sedentarios: 180, 182; ceremo- GUARACAPONFS Betoyes: 82.
nia matrimonial: 182; ayunan: IR2:
etimología según Jahn: 183; usan Gl' ARAME!'<TAL. Cacique <le los
palma moriche: 183; no pueden ntri· Palenques: 1 SS.
buírseles ciertos rasgos: 184; den<'-
minación de grupos di\"ersos: 185; Gt.:ARA?\ACHE Producen sal: 42.
conclusiones: 185, 186, 187.
Gl'ARAPICHE Sus C.mbes arunan:
GUAIQlíJRICUAR. Q u e b r a d a l<B; Río de Caribes; 103, 149
de Guniqucríes: 174.
GUARAÜNOS. Su habitat: 22: agri·
cultura escasa H; restos del área
GUAJIRA. Area según Métraux: 30; rnltural de los l.laoos: S2; restos de
su shamanismo amazónico: 30; área antiguos pobladores: 52; bailan Ma-
según Acosta Sa1gn~: ·16, 47, 52; in· remare'. 123, 121. 125. 129. 130; po-
fluencia del caballo: 197. sibles parientes de Guaiqucríc:~ : 171,
173; usan palma moriche: 184.
GUAJIROS Estudiados por Steward:
37, 46; se vuelven pastores: 47, tie- GUÁRICO Habitat de Guamonte-
nen e:.clavos: 64; exlnizan et.mes yc- 175.
vencidos: 66. 69; POSet:n esclavos ne-
gro): 202. Introduce Alfinger cuba- Gl'ÁRICOS. No cultiyan· 33.
llos 191, 197.
GUARINOS. Area de Jos: 40, 68;
GUAJ\fONTEYES. No cultivan· 33; numerosas fuentes para su estudio:
según Stev.·ard; 3": pra,tican ~fote 4.>, llenn sus c.i~iques en andas: 4-t,
pultzO'. 97, 115; temen a Caribe:> y poseen arsenales y almacenes: 45;
Otornacos: 153; sinónimo de Guai· tienen esclavos: 44, 45, 64, 68; cons·
queríes, ~egún Kirchhoff: 176; reco- truyen montículos: 45, 104; Caribes
lectores dtl Orinoco: 176, 177, alia- arawaquizados: 45, 68; utilizan eu·
dos de españoles: 178; gentilicio ge· nucos: 44, 1%; organización social:
nérl(O de los iod!genas del Llano; 68.
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INDICE ANALITJCO
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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INDICE ANALITICO
LIMA, SALOMúN DE. Copla del de Métraux: 59; tribu de los Pia-
Maremare: 126; interpreta copla del roas: 59; según Gillin: 59; nóma-
Maremare: 130, 131, 132. das selváticos: 59, 60; entre los Ara-
wacos: 59.
LISCA.l'-.¡0. Graba el Maremare: 123.
MACUAHUITL. Variante entre los
LOCONO. Grupo arawaco de Guaya- Caribes: 104.
na: 32.
:MACUARE. Látigo: 165.
LODARES. Describe Guamonteyes:
176. .MACUSHI. A7.otan las niñas: 35; dia-
lecto caribe: 184.
LOEB. Recuerda circuncisión entre
Caribes: 98. MAEMA. Tigre: 134; baile del ti-
gre: 135, 136.
LOLACA. Lengua betoye: 83.
MAIPURES. Desprenden la oreja:
LOPE DE VARILLAS. Su relación: 106; se adornan la oreja: 108; bai-
154; informa de un caso de transcul- lan el Maremare: 136; tabú de pre-
turación: 194. ñadas: 200; practican magia simpá-
tica: 201.
LOPEZ PICÓN. Penetra en el Airi-
co: 71. J\fAIQUETÍA. Posible origen: 85.
LOTHROP. No cree en el "Arcaico":
113; cree en base común de altas cul- MALI MALI. Maremare: 127.
turas: 113, 114.
MANACAClAS. Límite del Airico:
LOWIE. Señala antropofagia: 1'12; 80.
comenta origen del canibalismo: 148.
MANAPIARE. Misión de Guaique-
LUCULTA. Lengua betoye: 83. ríes: 176.
MANAURE. Jefe-sacerdote: 86.
-M·
MAPOYOS. Cercanos a Cabruta: 175;
MACAGUANE. Airico de los Beto- creencias sobre animales: 200.
yes: 80.
MACOS. Según NordenskiOld: 57; se- MAQUIRITARIS. Parecidos a Macos:
gún Alcedo y Herrera: 57; según 57; amigos de holandeses: 73; co-
mercio: 144; caballerosidad: 144;
Bueno: 57; según Métraux: 58; se- practican endocanibalismo: 152, 157;
gún Murdock: 58; asimilados y ex- creencia sobre perros: 200.
terminados: 60; "machos de carga":
60; según los Achaguas: 60; entre MARABITANOS. Relacionados con
los Maipure: 62; sin connotación es-
pecial: 62; entre los Salivas: 65; les portugueses: 73.
cortan el pelo; 68; entradas para
apresarlos: 71; activan transcultura- MARACANA. Tribu Auake: 58.
ción: 73, 75; esclavizados por mes- MARACAPANA. Provincia: 157.
tizos: 75.
MARCANO. Sitúa a los Ajaguas: 88.
MACU. En el área de la Sabana: 32;
según Nordenskiéild: 58; según Mé- MARE. Flauta: 130, 134; baile: 130,
traux: 58; cultivan: 58; según Mur- 134; toponímico: 130, 134; enfer-
dock: 58; tribu Auake: 58; división medad: 134. ·
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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INDICE ANALITICO
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ESTUDIOS DE ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
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INDICE AN ALITICO
PIAROAS. .Momifican: 35; área cul- QUIPUS. Usan los Caribes: 192.
tural de Métraux: 53; parecidos a
Macos: 58; según Murdock: 58; ca- QUIRIPA. Moneda indígena: 202.
níbales: 151, 152, 153.
QUIRIQUIRES. Habitan la Península
PIJAOS. Comen carne humana: 145. de los Caracas: 43; comercian con es-
clavos: 65; pelean con Jirajaras: 85;
PIRITUS. Usan guayuco: 41; usan Etimología: 183.
ídolos de madera: 43.
QUIRIQUIRIP AS. Parcialidad Acha-
PIZARVA. Proveen Macos: 65. gua: 66; se embijan el pelo: 100;
toman uso Caribe: 100, 191.
PLANCARTE. Escribe Prehistoria de
México: 9. QUIRRUVAS. Proveen Macos: 65.
POITOS. Esclavos: 62, 156; bien tra-
tados: 67; incorporados a Ja tribu: . R.
67; se transforma el régimen: 73;
institución Caribe: 67; prisioneros
conservados por los Caribes: 67; RADIN. Su clasificación de indios
vehículos de transculturación: 75. sudamericanos: 28.
241
ESTUDIOS Dli ETNOLOGIA ANTIGUA DE VENEZUELA
ROSENBLAT. Duda de una informa- SARARE. Nombre del Apure: 82; ha·
ción: 102; compara el Tigüitigüi con bitat de los B<:toyes: 82; habitat de
el Tlacatccólotl : 106; cree en paren- Achaguas: 88.
242
INDICE ANALITICO
SPINDEN. Su teoría del Arcaico: 113. TARTANAS. Tribus arawacas del Río
Negro: 60.
STERN: Estudia el juego de pelota:
48. TAULIPANG. Poseen esclavos: 32;
dialecto caribe: 184; canoas de cor-
STEWARD. Cree necesario análisis de teza: 32.
las fuentes circumcaribes: 4; propo- TAVACARE. Cacique Otomaco: 68,
ne el término Circum•aribe: 10; traza 102.
áreas culturales de la Selva Tropical:
34, 35, 36, 37; agrupa las tribus TEHUACAN. Practican ?-fotepulizo:
circumcaribes de Venezuela: 37; agru- 96.
pa tribus del Norte de Venezuela:
36; expone Ja religión circumcaribe: TENOCHTITLAN. Practican Motepu-
36; enumera rasgos de la costa ve- Jizo: 96.
nezolana: 37; señala estratificación
social: 35; divide la costa venezola- TEUTITLAN. Practican Motepulizo:
na: 37; estudia el Occidente de Ma- 96.
racaibo: 37; niega esclavitud: 64;
señala influencia mexicana en Amé- TEZCATLIPOCA. Dios unípede me-
rica Central: 93, 94. soamericano: 105, 117.
STRONG, DUNCAN. Cree en período TIGANA. Ave del Maremare: 130;
formativo: 114. llamada Maremare: 134.
SUAPURE. Río de Guaiqueríes: 175. TIMOTO-CUICAS. Su economía: 20;
según Krickeberg: 29; sus rasgos se-
- T - gún Métraux: 31; su área cultural:
31; usan barba: 58; área cultural: 47;
TACARIGUAS. Al Norte del Lago de sobrepuestos a antiguos Arawacos:
Valencia: 88. 86; usan chimó: 47, 203.
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ESTUDIOS DE ETNOLOGlA ANTIGUA DE VENEZUELA
TIGtlTIGÜI. Enem igo del hombre: lil\:ARE. Región de los Guarinos: 68.
106.
üRABAES. Comen carne humana: 145.
TLACACAULIZTJ.I. l;lcchamiento de
prisioneros vivos: 105. URARICOERA. lfabitat de Macos: 59.
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INDICE ANAUTICO
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I N DICE
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207
Indice Analítico 223
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