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¿Es la información no financiera no financiera?

sábado, 9 de febrero de 2019

No, el título no es un error de


mecanografía. Refleja un problema real.
Desde que comenzó a intensificarse el interés de la
sociedad en general y de los inversionistas en
particular, hace algunas decenas de años, sobre los
impactos sociales y ambientales de las empresas, la
información “extra-financiera” comenzó un lento
camino hacia la relevancia. Con esta intensificación del
interés vinieron las exigencias por el acceso a mayor y
mejor información sobre todas sus actividades,
información que estaba demasiado condensada y en
gran parte ausente de los estados financieros
tradicionales.
Para darle un nombre sencillo y que fuera
incluyente a toda esa información, que no se
sabía, y todavía no se sabe que incluye, se
adoptó el desafortunado nombre de
“información no financiera”, en contraposición a
la información financiera, o sea, lo que no está en los
estados financieros. Supuestamente con la financiera y
la no financiera se cubría todo.
Uno de los esfuerzos pioneros en tipificar esta
información fueron los lineamientos del GRI,
creado en el 1997 para reportar sobre aspectos
ambientales de la operación de las empresas. Desde
entonces los lineamientos se han convertido en
“estándares” de reporte, sobre todo tipo de aspectos,
ambientales, sociales y económicos (que no
financieros). Mas recientemente, se han desarrollado
toda clase de esquemas de reporte y de indicadores, en
particular los indicadores por sector industrial
del Sustainability Standards Accounting
Board, SASB, (mayormente indicadores económicos y
ambientales, para accionistas en EE. UU.) [1] y
esquemas que abogan por una inclusión lo mas amplia
posible de esa información como lo es el marco de
referencia delInternational Integrated
Reporting Council, IIRC, que requiere no
solamente información financiera (capital financiero)
sino además sobre el modelo de negocios, los riesgos y
oportunidades del negocio y la discusión del impacto
de las actividades sobre los otros cinco capitales
(manufacturero, intelectual -que incluye marca y
reputación-, humano, social y relacional -con
los stakeholders externos- y el capital natural). Pero no
incluye lineamientos sobre la cuantificación monetaria
del cambio en los capitales, se refiere mayormente a
descripciones. [2]
Y existen un sinnúmero de propuestas de indicadores
pero muchos de ellos se limitan a cuantificar la
información en términos físicos (emisiones de CO2,
proporción de mujeres en la alta gerencia, rotación de
personal, etc.), y en términos económicos (volumen de
ventas, impuestos pagados, etc.) con el objetivo
pretendido de hacerlos comparables, pero que son de
difícil comparación ya que cada empresa, aun en el
mismo sector industrial, opera en condiciones que le
son muy específicas. Algunos indicadores sí resultan
comparables para la misma empresa a través del
tiempo, siempre y cuando de hagan relativos a algún
nivel de actividad.
Un esfuerzo más reciente y conocido es la Directiva de
la Unión Europea (Directiva 2014/95/UE 22 de
octubre de 2014) que estableció requerimientos
para el reporte de información no financiera y
de diversidad [3] (protección del medio ambiente,
responsabilidad social y trato a los empleados, respeto
a los derechos humanos, anticorrupción y soborno y
diversidad en los Consejos) para las más grandes
empresas (unas 6.000). Tiene la virtud de que a través
de su transposición a las legislaciones de los países el
reporte se hace obligatorio. [4] Y ello conlleva la
institucionalización del nombre, “información no
financiera”, que ahora está en las leyes.
Se están haciendo muchos esfuerzos para cuantificar
parte de esta información y de hecho es uno de los
aspectos de mayor interés para las grandes empresas
de consultoría en sostenibilidad. Por ejemplo, PwC
tiene Measuring and managing total impact: A
new language for business decisions y Deloitte
tiene el Global Impact Model. Y hay instituciones
dedicadas a promover la cuantificación, en términos
monetarios, del impacto. Una de las más activas
es Natural Capital Coalition que promueve la
cuantificación del costo del consumo de los recursos
naturales, muchos de los cuales hoy por hoy se
consideran gratuitos, lo que conlleva a decisiones sobre
su consumo ilimitado. [5]
Un interesante ejemplo reciente, más integral,
sobre la cuantificación de la información no
financiera lo constituye la medición del cambio
en el capital ambiental en el informe especial
del Grupo Kering, que agrupa a 14 marcas de lujo
(Gucci, Bottega Veneta, Balenciaga, Saint Laurent y
otras diez) sobre un estado de “ganancias y pérdidas”
ambientales (lo que podría llamarse la cuenta de
resultados ambientales). El más reciente disponible (a
finales del 2018) es el correspondiente al
2017, Environmental Profit & Loss (Ep&L) 2017
Group Results.
Pero, ¿tienen estos esfuerzos algo de malo? ¿no
contribuyen a que la sociedad y los accionistas en
particular tengan mejor información para la toma de
sus decisiones? Sí y Sí, pero …..
El problema está en el nombre: NO
FINANCIERA. Ello tiene la connotación para
muchos, de que la información no es sobre las
“finanzas” de la empresa, sobre su
rentabilidad, que es algo accesorio, secundario,
de menor importancia que la información
financiera. Degrada la información “no
financiera”. Salvo que sea presentada como
financiera, un buen ejemplo de lo cual es el de Kering.
Pero la pregunta relevante es: ¿tiene la
información no financiera impacto
financiero? Y la respuesta es SI, tiene impacto
financiero, el problema es que todavía no
sabemos cuándo lo tiene, como lo tiene y dónde
lo tiene y todavía no sabemos cuantificarlo en
la gran mayoría de los casos. ¿Es la
información no financiera no financiera? No,
gran parte de la información llamada “no
financiera” es financiera.
Mal nombre que induce a su menosprecio.
Es una pena que la tengamos que describirla
con lo que no es (financiera), que en realidad si
es (financiera).
Todo esto quiere decir que hay que seguir avanzando
en el reconocimiento y cuantificación del impacto
financiero de la información no financiera, que
entonces será reconocida como financiera.

[1] Se le dio ese nombre a la institución para dar la impresión de que los
indicadores de esta información eran del mismo nivel que los financieros que, son
desarrollados en EE.UU. por el Financial Accounting Standards Board, FASB.

[2] Ver mi artículo El informe integrado: lo que podría haber sido y lo


que debería ser.

[3] Como si la “diversidad” no fuera parte de la información no financiera. Era un


problema político, había que destacarla.

[4] En España fue transpuesta a la legislación española en un Real Decreto Ley


18/2017 del 24 de noviembre, publicado en el Boletín Oficial del Estado.
[5] También vale la pena mencionar el estudio Total Impact Valuation, producido
por el Conference Board (solo disponible por subscripción o compra).

Posted by ANTONIO VIVES

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